Interés Indebido en La Celebración de Contratos
Interés Indebido en La Celebración de Contratos
Interés Indebido en La Celebración de Contratos
Por:
Isabel Cristina Flórez Villadai
Carlos Alberto Montoya Posada
Santiago Álvarez Hernández
2
1. GENERALIDADES
La contratación estatal es, quizá, el medio más recurrente que utilizan los diferentes órganos
públicos (especialmente administrativos), para materializar finalidades estatales y satisfacer
las necesidades colectivas de una sociedad concreta. En efecto, con ella se concretan
cotidianamente diversas manifestaciones de interés general, por lo que realizar un análisis de
diversos ángulos de sus expresiones resulta relevante para cualquier preocupado por lo
público y, en definitiva, para un estudioso del derecho. Por otro lado, el derecho penal
representa los diversos límites que se han trazado para un ejercicio legítimo del poder estatal
de castigar, de modo que el análisis se justifica en la medida en que permite construir
interpretaciones que determinan situaciones objetivas donde se admite su procedencia. Dicho
de otro modo, con el estudio del derecho penal se pueden lograr entendimientos más precisos
del ejercicio más fuerte y evidente del poder del Estado.
La administración pública, como se mencionó anteriormente, está sujeta a controles, así como
lo están las personas que prestan sus servicios al estado, por consiguiente, sobre ellos recaen
varios tipos de responsabilidad. La constitución política colombiana en el artículo 6 anuncia,
“los particulares sólo son responsables ante las autoridades por infringir la Constitución y
las leyes, los servidores lo son por la misma causa y por omisión o extralimitación en el
ejercicio de sus funciones.”
Así mismo el artículo 123 establece que, “son servidores públicos los miembros de las
corporaciones públicas, los empleados y trabajadores del Estado y de sus entidades
descentralizadas territorialmente y por servicios. Los servidores públicos están al servicio
3
del Estado y de la comunidad; ejercerán sus funciones en la forma prevista por la
Constitución, la ley y el reglamento. La ley determinará el régimen aplicable a los
particulares que temporalmente desempeñen funciones públicas y regulará su ejercicio.”
Las responsabilidades del servidor público pueden ser patrimoniales, fiscales, penales,
políticas y disciplinarias. En lo que nos compete, la responsabilidad penal contempla en el
título XV del código penal los delitos de cohecho, peculado, concusión, celebración indebida
de contratos, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, prevaricato y abuso de autoridad.
El artículo 409 del Código Penal, establece los presupuestos y las consecuencias para punir a
título de Interés indebido en la celebración de contratos, como un delito contra la
Administración pública, ya que con esto se pueden circunscribir las conductas relevantes
jurídico-penalmente que se pudieran producir en un ejercicio tan importante para nuestro
Estado Social y Constitucional de Derecho como lo es la celebración de contratos estatales.
La disposición mencionada establece que: «[E]l servidor público que se interese en provecho
propio o de un tercero, en cualquier clase de contrato u operación en que deba intervenir por
razón de su cargo o de sus funciones, incurrirá en prisión de sesenta y cuatro (64) a
doscientos dieciséis (216) meses, multa de sesenta y seis punto sesenta y seis (66.66) a
trescientos (300) salarios mínimos legales mensuales vigentes, e inhabilitación para el
ejercicio de derechos y funciones públicas de ochenta (80) a doscientos dieciséis (216)
meses».
El primer código penal colombiano data de 1937, influenciado por el código francés y
español; este código empieza a establecer sanciones contra los agravios a la hacienda pública,
al respecto escribe Peñas (206,p246):“Los hechos delictuosos cometidos por los funcionarios
públicos eran principalmente los delitos de prevaricato, concusión, cohecho, inmoralidad.
Eran sancionados severamente la parcialidad en la toma de decisiones (prevaricato), recibir
regalos o sobornos (cohecho) y la extorsión (concusión) cometidos por civiles o eclesiásticos
(artículo 497 a 517). Ejercer negociaciones incompatibles con el cargo, no obedecer o ser
4
morosos en las funciones de su competencia, acarreaba la pérdida o suspensión del empleo o
del beneficio.”1
La función pública aparece pues, como una institución creada por el Estado, para ser el
puente entre éste y la sociedad, utilizando la administración pública como medio para cumplir
sus fines prestacionales. Por lo que resultaba repudiable cualquier acción que desprestigiara
al Estado a través de sus empleados.
El código Penal Federal Mexicano, sobre delitos y penas para servidores públicos, incluye los
llamado delitos por hechos de corrupción, en el artículo 2012: “se impondrá a los
responsables de su comisión, la pena de destitución y la inhabilitación para desempeñar
empleo, cargo o comisión públicos, así como para participar en adquisiciones,
arrendamientos, servicios u obras públicas, concesiones de prestación de servicio público o
de explotación, aprovechamiento y uso de bienes de dominio de la Federación por un plazo
de uno a veinte años, atendiendo a los siguientes criterios: I.- Será por un plazo de uno hasta
diez años cuando no exista daño o perjuicio o cuando el monto de la afectación o beneficio
obtenido por la comisión del delito no exceda de doscientas veces el valor diario de la Unidad
de Medida y Actualización, y II.- Será por un plazo de diez a veinte años si dicho monto
excede el límite señalado en la fracción anterior.
Para efectos de lo anterior, el juez deberá considerar, en caso de que el responsable tenga el
carácter de servidor público, además de lo previsto en el artículo 213 de este Código, los
elementos del empleo, cargo o comisión que desempeñaba cuando incurrió en el delito… sin
perjuicio de lo anterior, la categoría de funcionario o empleado de confianza será una
circunstancia que podrá dar lugar a una agravación de la pena.
Cuando los delitos a que se refieren los artículos 214 (ejercicio ilícito de servicio público),
217 (uso ilícito de atribuciones y facultades), 221 (tráfico de influencia), 222 (cohecho), 223
(peculado) y 224 (enriquecimiento ilícito), del presente Código sean cometidos por servidores
públicos electos popularmente o cuyo nombramiento este sujeto a ratificación de alguna de
1
Peñas F, Aura Helena. 2006. Génesis del sistema Penal colombiano. Bogotá. D.C. Ediciones
Doctrina y ley Ltda.
5
las Cámaras del Congreso de la Unión, las penas previstas serán aumentadas hasta en un
tercio”
Ahora bien, el Código Penal de la Nación Argentina contempla como tipos penales contra la
administración publica el enriquecimiento ilícito, la omisión maliciosa, negociaciones
incompatibles, exacciones legales, malversación de caudales públicos, peculado, cohecho,
soborno transaccional, tráfico de influencias, encubrimiento, asociación ilícita, fraude en
perjuicio de la administración pública, encontrándose en los artículos 261 al artículo 268.
1. 4. ANTECEDENTES EN COLOMBIA
Desde 1936, el tipo penal ha sufrido cambios en su título, en los límites de la sanción
imponible y en la inclusión del interés en provecho del tercero como punible.
la Corte Suprema de Justicia, realizó un análisis señalando los antecedentes del título.
Manifiesta pues la Corte:2 “Ha de recordarse que el legislador de 2000 acogió el
planteamiento del proyecto presentado por la Fiscalía General de la Nación. Proyecto de ley
por la cual se expide el código penal, Bogotá, Imprenta Nacional de Colombia, 1998, p. 64.,
en el cual se consignó que el nombre que realmente corresponde a este tipo es el de interés
indebido en la celebración de contratos, pues en estos eventos el contrato formalmente es
lícito, pero el servidor público indebidamente se interesa en el mismo y busca la obtención de
un determinado resultado, contrariando sus específicos deberes de imparcialidad,
transparencia, etc., que deben caracterizar las contrataciones estatales. Esa razón sirvió para
que el tipo penal no se estructurara a partir de un interés ilícito sino de un interés indebido.
Tal cambio afectó la forma, pero fundamentalmente la sustancia del comportamiento punible,
puesto que, no cabe duda, lo ilícito tiene que ver con lo antijurídico; por el contrario, lo
2
CSJRadicación N° 23915 (2007)
6
indebido puede ser lícito o jurídico, pero para los efectos propios del tipo penal comentado
basta tal clase de interés para concluir que se ha actuado con un interés típico relevante para
el derecho penal. (Corte Suprema de Justicia, 2014)
A partir de esta modificación, ya no solo se tipifico el hecho de actuar de manera ilícita sino
el actuar de manera indebida, lo que deja abierta la interpretación del juez a la hora de juzgar
el delito.
Es importante mencionar que la norma inicial fue modificada en el 2004 por la Ley 890, la
cual aumentó la pena consecuente a la configuración de este delito, y que la misma debe ser
analizada con diferentes normas de responsabilidad de servidores públicos, como las
contentivas en el Estatuto Anticorrupción –Ley 1474 de 2011–, que en su artículo 33 señala
que si la conducta es realizada por un servidor de algún órgano de control del Estado las
penas son agravadas.
2. 1. SERVIDOR PÚBLICO
El sujeto activo al que alude la disposición es el del servidor público. Esta categoría fue
explícitamente definida por el constituyente, al relacionar al conjunto de personas naturales
que tienen una relación laboral con el Estado, y que por tanto realizan una prestación personal
para alcanzar sus finalidades. Debido a una interpretación sistemática de la misma —arts. 122
y 125, especialmente—, y siguiendo una larga tradición histórica sobre el concepto, la
jurisprudencia y la doctrina pacíficamente aceptan que este se encuentra compuesto por dos
especies: los empleados públicos y los trabajadores oficiales. Los primeros, que encuentran
fundamento en su relación laboral en la Constitución, la ley y el reglamento, lo cual se
expresa en un acto administrativo de nombramiento; y los segundos, que lo encuentran en el
contrato de trabajo3. Para mayor precisión, el legislador penal concretó este asunto en el
3
Consejo de Estado, Sección Segunda, Subsección B. Sentencia del 26 de julio de 2018 con radicado
No. 4.912-14. C.P. Sandra Lisset Ibarra Vélez.
7
artículo 22 del Código, regulando lo que debe entenderse por servidor público para esta
normativa4.
Así, los funcionarios públicos —sinónimo jurídico del concepto— son quienes pueden ser los
sujetos activos del tipo. La circunscripción de este elemento no es solo determinante para
acotar el ámbito de quiénes pueden configurar la conducta típica, sino que adquiere sentido
en la medida en que el bien jurídico tutelado es la Administración pública, por lo cual es
legítimo que el ordenamiento contemple este tipo de consecuencias sancionatorias para
quienes deberían servir a la comunidad, a los intereses generales y las finalidades públicas.
No obstante, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia encuentra que los
particulares, es decir, quienes no ostentan la calidad de servidores públicos, pueden ser
cómplices de este delito. En efecto, en sentencia del 18 de junio del 2008 no casó la sentencia
del Tribunal Superior de Ibagué que condenó a un contratista del municipio de Melgar por
haber presentado supuestas ofertas de otros particulares para ser seleccionado como
contratista, como efectivamente sucedió. La Corte encontró que la consciencia de la ilicitud
de la conducta se produjo cuando el sujeto presentó unas ofertas de menor calidad que la suya
para cumplir con los requisitos. Asimismo, señalo:
4
La disposición en su completitud prescribe: “Para todos los efectos de la ley penal, son servidores
públicos los miembros de las corporaciones públicas, los empleados y trabajadores del Estado y de
sus entidades descentralizadas territorialmente y por servicios. Para los mismos efectos se consideran
servidores públicos los miembros de la fuerza pública, los particulares que ejerzan funciones públicas
en forma permanente o transitoria, los funcionarios y trabajadores del Banco de la República, los
integrantes de la Comisión Nacional Ciudadana para la Lucha contra la Corrupción y las personas que
administren los recursos de que trata el artículo 338 de la Constitución Política”.
5
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Sentencia del 18 de junio de 2008 con radicado
No. 27.680. M.P. Jorge Luis Quintero Milanés.
8
Sin embargo, resulta un tanto extraño que la Corte no hubiera realizado el estudio del
interviniente en esta providencia, porque es el presupuesto necesario para predicar la
responsabilidad penal de quienes no cuentan con la calificación subjetiva que exige el tipo.
Para su comprensión es imprescindible la compresión del inciso final del artículo 30 del CP
que preceptúa que: “[a]l interviniente que no teniendo las calidades especiales exigidas en el
tipo penal concurra en su realización, se le rebajará la pena en una cuarta parte”. Frente a esta
institución existen, como mínimo, tres posiciones: la primera, que sostiene que el
interviniente es una figura autónoma respecto a los partícipes, pues su conducta tiene una
magnitud tan determinante para la configuración del delito que se acerca más a la figura del
autor, sin llegar a serlo. Una segunda, que sostiene que la institución no es autónoma sino que
se constituye con ciertos partícipes. Y una tercera, sostenida en abundante jurisprudencia de
la Corte Suprema, que argumenta que esta solo se predica del coautor interviniente6.
Existen posiciones más radicales que distinguen entre delitos especiales propios e impropios,
para señalar que solamente en aquellos habría alguna forma de ubicar en el catálogo de
delitos la conducta de quien no cuenta la calificación especial que exigen ciertos delitos. En
ese sentido, Peña Ossa expone:
“En lo atinente con los delitos contra la administración pública, son especiales
propios el peculado por aplicación oficial diferente, el peculado culposo, la
concusión en su modalidad de solicitar, el cohecho pasivo, la celebración
indebida de contratos, el enriquecimiento ilícito, el prevaricato en sus distintas
formas y los abusos de autoridad. Todos estos delitos especiales no encuentran
represión dentro del catálogo de hechos punibles cuando son realizados por un
particular y su existencia se sujeta a una situación de deber con la administración
pública. En cambio, hay otros tipos penales que sí hallan un delito común
correspondiente al que remitir, sin exigir cualificación alguna del sujeto activo
[énfasis fuera del original]”7.
6
Lopera Arango, Nelson. El interviniente, punibilidad y principio de igualdad en el derecho penal
colombiano. Trabajo de grado para optar al título de Magíster en Derecho Penal. Medellín:
Universidad EAFIT, 2015. p. 19. Recuperado de:
<https://repository.eafit.edu.co/xmlui/bitstream/handle/10784/7776/NELSON_LOPERA_ARANGO_
2015.pdf;jsessionid=DC9D484782D24709935470BA5B9DC558?sequence=2>.
7
Peña Ossa, Erleans de Jesús. La participación en los delitos especiales. Nuevo Foro Penal, N° 55,
1992. p. 34. Recuperado de: <http://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/nuevo-foro-
9
Partiendo de esta interpretación carece de importancia la ubicación del interviniente como
figura autónoma o dependiente de otras, como el autor o el partícipe, y sería inconcebible la
decisión de la sentencia comentada anteriormente. Empero, resulta relevante recordar que el
artículo 56 de la Ley 80 de 1993 dispone que: “para efectos penales, el contratista, el
interventor, el consultor y el asesor se consideran particulares que cumplen funciónes (sic)
públicas en todo lo concerniente a la celebración, ejecución y liquidación de los contratos que
celebren con las entidades estatales y, por lo tanto, estarán sujetos a la responsabilidad que en
esa materia señala la ley para los servidores públicos”. En nuestro criterio, esta disposición
amplifica la responsabilidad penal de los particulares que concurren en las actividades
contractuales de la Administración pública, en concordancia con el inciso final del artículo 3°
del mismo Estatuto, que establece que los particulares son colaboradores de las entidades
estatales para el logro de sus fines, y que, en consecuencia, cumplen una función social que
implica obligaciones distintas a las que asumen los particulares en sus ordinarias relaciones.
En síntesis, lo que hace la disposición transcrita es tratar como servidor público a quien no lo
es, de equiparar al extraneus con el intraneus, por el simple hecho de la importancia de las
conductas del particular que concurre en la contratación estatal, por lo que asumir una
posición que niegue la figura del interviniente en el interés indebido en la celebración de
contratos debe ser calificada como errónea. Ahora bien, ya si es a título de coautor, o a título
de cómplice —como lo encontró la Corte en la providencia referida— es una discusión
inacabada, en la que existen muy buenos argumentos para sostener cualquier posición.
10
normas acusadas penalizan es el que se exterioriza por el servidor público en
desconocimiento de su deber de imparcialidad en la gestión contractual, conducta que en la
medida en que afecta el bien jurídico administración pública en los términos ya aludidos
puede perfectamente ser penalizada por el legislador en ejercicio de su potestad de
configuración en este campo, como lo advierte el señor Fiscal General de la Nación.”
La norma se sustenta sobre la idea de que el único interés que debe tener el servidor público
al momento de contratar es el interés general y que las acciones encaminadas a satisfacer
dicho interés implican la observancia de los principios de imparcialidad, transparencia y
selección objetiva que no pueden ser abandonados, se colige entonces que para que se
configure un interés indebido deben acreditarse dos supuestos:
En conclusión y tal como lo señala Gómez Mendez “no es un mero proceso anímico el que
resulta objeto de la prohibición, cuestión inalcanzable en un Estado de Derecho, sino su
exteriorización a través de actos contractuales u operaciones específicos en que intervenga en
ejercicio de sus funciones”8 de igual forma, es preciso señalar que la expresión “interese” no
es constitutiva de un elemento subjetivo del tipo, sino de una conducta estereotipada que se
encuentra presidida por un interés, el cual es objeto de dolo.
Ahora, sobre el interés que persigue el servidor no es necesario que sea un interés pecuniario,
la jurisprudencia ha sido directa al afirmar que el tipo cobija cualquier interés ajeno al interés
general, no se requiere un valor económico detrás, sino únicamente el distanciamiento de los
principios de imparcialidad y transparencia anteponiendo un interés particular en su
actuación, nos referiremos a la jurisprudencia de la Corte suprema de justicia en relación al
interés pecuniario y al interés no pecuniario.
8
Medez, A. G. (2008). Delitos Contra la Administración Pública. Bogotá: Universidad Externado de
Colombia.
11
Es posible que el interés del servidor público consista en una prebenda económica que
constituya el móvil de su actuación siendo esta determinante en su proceder y constituyendo
el sacrificio de la imparcialidad y transparencia que deben regir la conducta del sujeto, como
puede suceder cuando este celebra un contrato con la intención de obtener un beneficio
económico tras su ejecución, la Corte Suprema de Justicia ha sostenido que en estos casos se
configura un concurso de delitos, pues por una parte encontramos que el sujeto se interesa
indebidamente en el contrato cuando tras su ejecución obtendrá un beneficio económico pero
al mismo tiempo, la promesa o efectiva obtención de dicho beneficio constituye un delito
autónomo así como el acto de inducir o constreñir para que se realice promesa remuneratoria
tras la actuación, hablamos de los delitos de Cohecho y Concusión respectivamente que
pueden presentarse dependiendo el caso concreto.
Es claro entonces, que a la luz de lo dicho por la Corte Suprema de Justicia el interés
indebido puede ser de carácter pecuniario, caso en el que suele presentarse en concurso con
otros delitos autónomos, o que también puede tratarse de un interés no pecuniario.
El interés indebido también puede consistir en la simple inclinación de ánimo por el servidor
público hacia una persona o entidad sin que haya de por medio la intención de obtener para sí
9
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal (3 de febrero de 2010) Sentencia SP 32320-2010
[MP Yesid Ramírez Bastidas]
12
o un tercero, un beneficio económico, lo importante del interés no es su contenido pecuniario,
sino que este implique el desconocimiento de los principios de transparencia y selección
objetiva, en cualquier clase de contrato u operación en que deba intervenir por razón de su
cargo o sus funciones10
Una de las manifestaciones de este interés aparece cuando entre el contratista y el servidor,
existen lazos de amistad que influyen en su proceder durante el proceso contractual como de
hecho sucedió en el caso José Yesid Arango TORRES donde luego de analizar el material
probatorio se concluyó que el acusado quién era servidor público había hecho pasar una
propuesta de contratación, como si la persona que la emitió la hubiera enviado en realidad,
cuando el supuesto contratista ni siquiera tenía idea de la licitación y mucho menos emitió la
propuesta, todo esto, con el fin de favorecer y permitir “que otro sujeto, a quien conocían y
con quien compartían amistad, desarrollara la obra, presentara avances de la misma y cobrara
los dineros que se giraban con ocasión de ella” 11 configurando de esta forma el tipo penal en
cuestión.
No basta con que el interés diferente a la búsqueda del interés general se manifieste por
medio de una conducta cualquiera sea esta, es necesario que dicha manifestación exterior del
interés del servidor público sea idónea para causar una influencia en la contratación digna de
juicio de reproche, es necesario que la exteriorización del interés sea en verdad, apta para
poner en peligro el bien jurídico de la administración pública, pues resultaría errado sostener
que sólo se requiere una manifestación exterior del interés sin consideración a la entidad de
dicha manifestación, ello implicaría el abandono del principio según el cual el fundamento de
la pena es siempre la reprochabilidad de los actos realizados y nunca los pensamientos en el
fuero interno del sujeto, esa pequeña pero trascendental diferencia es la que nos permite
sostener que nuestro derecho penal es de acto y no de autor.
13
celebración de contratos cuando en su análisis objetivo este realizó exactamente los mismos
actos que realizaría un servidor cuyo único interés fue el general, un ejemplo de esto sería el
funcionario que ante una licitación debe elegir entre tres proponentes, uno de los cuales
cumple de mejor forma los estándares requeridos para el contrato y a la vez, el servidor
guarda una profunda admiración por su propietario, luego de evaluar las propuestas decide
adjudicar el contrato al mencionado proponente movido en el fondo por sus afectos pero
sabiendo también que era el que mejor se adaptaba a lo requerido.
En otras palabras, el interés indebido se configura únicamente cuando pueda afirmarse entre
otras cosas, que un funcionario, imparcial y transparente, hubiese actuado de forma diferente
puesto en las mismas condiciones de tiempo modo y lugar del servidor acusado respecto del
acto que se analiza como exteriorización de dicho interés indebido.
El derecho penal se ocupa de los actos que lesionan o ponen peligro un bien jurídico tutelado
que en este caso no se constata, los ámbitos del poder punitivo del Estado encuentran límite
en el principio según el cual la conducta debe ser eso, una conducta, Lo que se pune es su
realización, Nunca la imaginación o la contemplación de realizarla.
El punto expuesto, puede sustentarse en la Sentencia C-128 de 2003 donde la Corte
Constitucional sostuvo que “El momento consumativo del delito lo constituyen las
actuaciones del servidor que evidencian ese interés”, de lo que se colige que el momento
consumativo requiere que se presenten dos condiciones de forma simultánea; por un lado, que
existan actuaciones del servidor y por otro, que dichas actuaciones efectivamente evidencien
el interés que se reprocha, esto se traduce en que no puede considerarse que haya interés
indebido cuando de las conductas realizadas no se puede inferir que el funcionario tuviera un
interés diferente al general, pues fueron actuaciones coincidentes con el deber ser del en el
proceder del servidor público.
14
Entendiendo que la tipificación puede ser importante o relevante si así se quiere, para
prevenir la corrupción al interior de la administración pública, quizá, uno de los retos más
grandes frente al delito de Interés Indebido en la Celebración de Contratos consiste en
determinar en qué momento los intereses del servidor público y sus actuaciones desbordan
los principios de imparcialidad y transparencia como para que sea un asunto relevante para el
derecho penal, entendiendo que tras toda actuación administrativa existe un mínimo
irreductible de subjetividad del funcionario que la realiza pues hablamos de personas con
gustos, pasiones y deseos, los cuales en muchas ocasiones pueden influir incluso, de forma
inconsciente en sus decisiones, el reto entonces, consiste en distinguir entre el acto
reprochable, del mero error y el acto reprochable que pertenece al ámbito del derecho
disciplinario cuando entendemos que el sistema penal, tan despiadado con el que atrapa,
puede convertir un acto desprevenido y hasta apresurado pero poco lesivo, en un verdadero
suceso despreciable y mezquino acabando de igual forma, con el corrupto sin arreglo y con el
funcionario bienintencionado que no pensó.
Otro elemento determinante del tipo es el del provecho propio o de un tercero. Respecto a
esto, Calle Calderón y Sotomayor Acosta, analizando el artículo 145 del anterior Código
Penal que contenía el equivalente al delito que se analiza en este trabajo, anotan que sobre
este no existe mayor discusión en la doctrina nacional, en el sentido de que quien realiza esta
conducta tiene una motivación en alcanzar beneficios personales, morales o sociales12.
12
Calle Calderón, Armando Luis y Sotomayor Acosta, Juan Oberto. El delito de interés ilícito en la
celebración de contratos. Medellín: Universidad de Antioquia, Revista Estudios de Derecho, 56 (128),
1997. p. 368 Recuperado de:
<https://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/red/issue/view/3015>.
15
responde afirmativamente pero por el hecho de la desviación de poder, es decir, de la
configuración del interés indebido, no por el hecho en sí mismo de querer perjudicar13.
En últimas, este elemento adquiere relevancia en la medida en que cualifica, aún más, el
interés indebido que motiva al servidor público, pues en el caso de que este no sea en
provecho propio o ajeno —lo que en términos prácticos es difícil, pero no imposible— pues
se excluiría la responsabilidad penal.
2. 4. CONTRATO U OPERACIÓN
Este elemento del tipo tiene una noción, alcance y sentido determinado en las normas sobre la
contratación estatal, así como en la jurisprudencia que el Consejo de Estado tiene al respecto.
En efecto, el artículo 32 del Estatuto General de Contratación de la Administración Pública
prescribe: “[s]on contratos estatales todos los actos jurídicos generadores de obligaciones que
celebren las entidades a que se refiere el presente estatuto, previstos en el derecho privado o
en disposiciones especiales, o derivados del ejercicio de la autonomía de la voluntad, así
como los que, a título enunciativo, se definen a continuación (...)”. Esta norma merece una
precisión y una referencia, pues de ella se podría derivar la interpretación de que algunos
actos administrativos son contratos estatales, pues muchos de ellos generan obligaciones, y,
13
Uribe García, Saul. Delitos contra la Administración pública. Medellín: Universidad Autónoma
Latinoamericana, 2012. p. 202.
14
Colombia Compra Eficiente. Interés indebido en la celebración de contratos. Recuperado de :
<https://sintesis.colombiacompra.gov.co/jurisprudencia/sintesis/31797>.
16
asimismo, porque circunscribe la definición a las actuaciones de la entidades que enlista en la
primera parte de la normativa.
Ahora bien, resulta llamativo que esta disposición no hizo mención a un contrato estatal,
específicamente, por lo que podría presentarse la interpretación de que el delito también se
15
Ley 57 de 1887. Código Civil. Art. 1495.
16
Cfr. CASSAGNE, Juan Carlos. El contrato administrativo. 2a Ed. Buenos Aires: Abeledo-Perrot,
2005. pp. 21-49.
17
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera. Sentencia del 6 de
junio de 2002. Rad. No. 20.634. C.P. Ricardo Hoyos Duque; Consejo de Estado, Sala de lo
Contencioso Administrativo, Sección Tercera. Sentencia del 8 de junio de 2006. Rad. No. 29.476.
C.P. Ruth Stella Correa Palacio.
17
configuraría en el trámite, celebración y ejecución de otro tipos de contratos en los que deban
intervenir, en razón de sus funciones, los funcionarios públicos, como lo serían el contrato
laboral o los diversos contratos que existen en el derecho privado. Piénsese el caso en que la
entidad no es la contratante, como ocurre generalmente, sino que es contratista de algún
particular —por alguna razón que no alcanzamos a definir—. Esta posición no se comparte,
teniendo en cuenta que una interpretación en tal sentido desconocería el bien jurídico que
pretende tutelar el delito, cual es el de la Administración pública. Si bien los funcionarios
públicos deben cumplir con el ordenamiento jurídico en cualquier contexto, consideramos
que la teleología del delito se restringe a los contratos estatales, pues es allí donde existe una
preocupación más fuerte por la materialización del interés general, de ahí que se justifique en
alguna medida —así sea poca, pensarían las corrientes medianamente afines a las radicales—
la intervención del derecho penal.
Además, la disposición hace alusión a la categoría de operación, que, al igual que las
anteriores, cuenta con un contenido precisado por la doctrina y la jurisprudencia
administrativa. De ahí que la Corte Constitucional en sentencia C-128 de 2008 haya
expuesto que esta tiene carácter multicomprensiva, y que refiere no solamente a las
actividades que realiza la Administración para materializar una decisión contenida en un acto
administrativo, sino la actuación administrativa en su integridad. Para corroborar esta idea
refiere una disposición de la Ley 167 de 1941, para dar cuenta que la diferenciación entre
operación y acto se tiene de antaño18.
Cabe recordar que en este contexto no es cualquier clase de operación, ni cualquier clase de
decisión administrativa, sino de aquellas que provengan de la celebración de contratos, como
18
Corte Constitucional. Sentencia C-128 del 18 de febrero de 2003. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
18
bien lo indican tanto el encabezado de la disposición como la denominación del capítulo que
la contiene. En este orden de ideas, consideramos que la conducta solo se reputa típica si se
produce con ocasión a la celebración del contrato, o de aquellas actuaciones que se realicen
en tal contexto, ya sea que provengan de un acto o del mismo contrato.
Sobre este elemento del tipo, Uribe García encuentra que, a diferencia del delito de violación
al régimen legal o constitucional de inhabilidades e incompatibilidades, la redacción del
artículo conduce a entender que la intervención del servidor público en este caso no es
potestativa, pues exige que deba intervenir en razón de su cargo o funciones.
De este modo, concluye que la intervención siempre es en razón de las funciones y no del
cargo, pues puede darse el caso de que un funcionario intervenga sin que sus funciones lo
indique no configuraría, en su criterio, la conducta típica 19. Para sostener esta posición se
debe recordar que los servidores públicos —stricto sensu la Administración, y por conexidad
estos— se encuentran vinculados positivamente a la legalidad, lo que significa que solo
excepcionalmente pueden intervenir sin que sus funciones lo indiquen.
Es bien sabido que, para que una conducta sea punible, se requiere además de ser típica, que
esta sea antijurídica, tal como lo señala el artículo 9 de la ley 599 de 2000 cuando establece:
De lo anterior se colige que no basta con que se cumpla con la descripción objetiva del tipo,
también es necesario, para la configuración del delito, que se constate la lesión o puesta en
peligro de un bien jurídico tutelado por el derecho penal, el cual como es apenas obvio, debe
tener la relevancia suficiente como para justificar la imposición de una pena al sujeto activo
19
Uribe García Op. Cit. p. 196.
20
Código Penal,http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_0599_2000_pr016.html#400
19
de la conducta, se trata de un juicio negativo en tanto que la conducta enjuiciada pugna con el
ordenamiento jurídico en su conjunto al poner en cuestión o vulnerar los principios que este
defiende o protege, de tal suerte que, desde la normatividad colombiana el concepto de
antijuridicidad resulta muy cercano al principio de lesividad y podría entenderse como una
manifestación del mismo, en tal sentido la Sala Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia ha sostenido que:
21
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. (02 de noviembre de 2016), Sentencia
SP14190- 40089 [MP José Acuña Vizcaya]
22
Velásquez, F. V. (2009). Derecho Penal; Parte General (cuarta ed.). Bogotá, Colombia:
COMLIBROS Y CIE. LTDA.
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consagraba el delito de Interés Ilícito en la Celebración de Contratos. En dicha Sentencia la
Corte Constitucional estudió lo concerniente a la Antijuridicidad del delito consagrado en el
artículo 409 del código penal, dicho estudio será el punto de partida para el análisis que
realizaremos sobre el particular.
“De dicha jurisprudencia se desprende que el perjuicio del que se quiere proteger a
la administración no es el de un desmedro en su patrimonio, como tampoco de la
inadecuada prestación del servicio contratado, o cualquier otro similar, sino la
vulneración de la confianza que causa en la ciudadanía el abandono de la
imparcialidad y transparencia que deben caracterizar la actuación contractual.”
(Cursiva de fuera de texto)24
23
Corte Constitucional, Sentencia C-128 de 2003
24
Corte Constitucional, Sentencia C-128 de 2003
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imparcialidad, transparencia y selección objetiva con que debe desarrollarse la actividad
administrativa, estos se ven quebrantados cuando el servidor público en el desarrollo de la
contratación estatal pone su interés personal o el de un tercero por encima del interés general
que representa.
Valga decir, el delito se configura cuando el servidor público en ejercicio de sus funciones o
con ocasión de ellas exterioriza por medio de actos concretos un “interés” diferente al general
abandonando la imparcialidad y transparencia que debe observar, en provecho propio o de un
tercero, esto siempre que nos encontremos en el ámbito de los contratos u operaciones
estatales. Por otra parte, es preciso señalar que según la doctrina y la jurisprudencia nacional
no es necesario que efectivamente se alcance el provecho o que se afecte el patrimonio de la
administración o un tercero pues como se ha dicho, la norma protege el correcto ejercicio de
la función administrativa, salvaguardando la imparcialidad y transparencia en su desarrollo
sin que sea necesario acreditar respecto al verbo rector, algo más allá de la existencia de un
interés indebido más su exteriorización.
De la lectura del tipo establecido en el artículo 409 de la ley 599 de 2000 se concluye que no
se trata de un delito que exija, para su consumación, la causación de un resultado
determinado pues el verbo rector “interesarse” no contiene la necesidad de que dicho interés
se traduzca en una consecuencia particular respecto de una persona o cosa. Por ello, se trata
de un verdadero delito de mera conducta y en este sentido se ha pronunciado la Corte
Suprema de Justicia Corte Suprema de Justicia, Rad. 38438, (2014) donde señala:
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En conclusión, el delito de Interés Indebido en la Celebración de Contratos es un delito de
mera conducta a la luz de lo establecido en el tipo que lo consagra y la jurisprudencia de la
Corte Suprema de Justicia.
Según el artículo 25 del Código Penal, La conducta punible puede ser realizada por acción o
por omisión. En los términos del artículo señalado quien tuviere el deber jurídico de impedir
un resultado perteneciente a una descripción típica y no lo llevare a cabo, estando en
posibilidad de hacerlo, quedará sujeto a la pena contemplada en la respectiva norma penal. Se
habla entonces de la posición de garante que impone al sujeto la responsabilidad de evitar la
consumación de un resultado específico cuando tiene a su cargo la protección en concreto de
un bien jurídico.
Ahora bien, el artículo contiene unas formas específicas de posición de garante y acto
seguido enuncia que dichos casos sólo se tendrán en cuenta cuando se trate de delitos contra
la vida e integridad personal, la libertad individual, y la libertad y formación sexuales, esto
excluye la posibilidad de aplicar dichos supuestos a los delitos contra la administración y, por
consiguiente, al delito de Interés Indebido en la celebración de Contratos, de otra parte, los
funcionarios públicos pueden incurrir en un delito por omisión cuando tienen a su cargo la
protección de un bien jurídico en concreto, en el tipo de Interés indebido, el bien jurídico es
la administración pública en abstracto considerada por lo que no sería posible endilgar a un
funcionario un delito por omisión porque se produjo una lesión a la administración cuando el
deber que le asiste respecto al bien jurídico es el mismo que a cualquier funcionario.
23
De otra parte, nos encontramos frente a un delito de mera conducta, lo cual quiere decir que
no se requiere la existencia de un resultado específico para que dicho delito se configure, sino
únicamente la realización de los supuestos del tipo, ello excluiría la posibilidad de realizarlo
por omisión ya que, al no poder separarse la conducta del resultado, esta será siempre
realizada por el sujeto activo caso en el que estaríamos en presencia de una acción, o no
realizada, caso en el cual, no habría un resultado qué imputar.
4. CONCLUSIONES
Conforme a lo expresado a lo largo de este escrito, pueden extraerse, de forma muy sucinta,
las siguientes conclusiones:
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Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal (12 de marzo de 2008) Sentencia SP 28453-
2008 [MP Julio Enrique Socha Salamanca]
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1. El Tipo penal de Interés indebido en la Celebración de Contratos no pune los
pensamientos del funcionario siempre que dicho interés venga acompañado de
actuaciones que dejen en evidencia el interés ajeno al bien común abandonando los
principios de Imparcialidad y Transparencia.
2. Los particulares también pueden ser sujetos activos del delito cuando ejercen
funciones administrativas o cuando se trata de contratistas en cabeza de quienes radica un
deber de colaboración con la administración en el cumplimiento de sus fines.
3. No es posible la Tentativa por tratarse de un delito de realización instantánea, el
funcionario solo tiene dos opciones, se interesa de forma indebida en el contrato u
operación, o no lo hace.
4. No es necesario que el interés en que incurre el funcionario tenga un contenido
pecuniario, como se ilustró, el interés es también indebido en circunstancias que si bien
no representan beneficio económico, nublan la actuación del funcionario llevándolo a
actuar de forma imparcial y sin atender al principio de transparencia.
BIBLIOGRAFÍA
DOCTRINA
25
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Autónoma Latinoamericana, 2012.
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derecho penal colombiano. Trabajo de grado para optar al título de Magíster en
Derecho Penal. Medellín: Universidad EAFIT, 2015. Recuperado de:
<https://repository.eafit.edu.co/xmlui/bitstream/handle/10784/7776/NELSON_LOPE
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administración pública, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2008.
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penal/article/view/4039/3293>.
JURISPRUDENCIA
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● CE-S3 - 20.634 – 2002
● CE-S3 - 29.476 – 2006
● CE-S2-SB - 4.912-14 – 2018
● CSJ-SPENAL-32320-2010
● CSJ-SPENAL-29261-2009
● CSP 4134-2016/42001
● CSJ-SPENAL-25543-2008
● CSJ-SPENAL-27680-2008
● CSJ-SPENAL-28453-2008
● CSJ-SPENAL-23171-2006
● CSJ-SPENAL-23915-2007
● CSJ-SPENAL-17392-2002
● CSJ-SPENAL-12658-2002
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27
i
Quien participó en la parte inicial del trabajo porque con posterioridad decidió cancelar el curso.