Educación y Exclusión en Bolivia

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Educación y exclusión en Bolivia

Aspectos generales de la población boliviana.

La población boliviana, según el Censo de 2012, alcanza a 10.027.254 personas;

el 31% de esta población es menor de 15 años. Hay casi paridad total

entre mujeres y hombres, pues por cada 100 mujeres existen 99,67 hombres.

La Constitución Política del Estado reconoce 36 idiomas de pueblos y naciones

indígenas en el país.

Durante muchos años, Bolivia ha sido considerado uno de los países con

mayor desigualdad. Sin embargo, en las últimas décadas, ha avanzado en la

construcción de una sociedad más equitativa (Informe PNUD, 2011). En los

cuarenta últimos años, por ejemplo, la esperanza de vida aumentó de 45 a

65 años y la tasa de alfabetización de 63 a 91%. En el ámbito de la participación

política, 6 de cada 10 personas encuestadas por el PNUD consideran

que indígenas y mujeres tienen hoy una mayor posibilidad de ejercer cargos

públicos que en el pasado.

Sin embargo, la desigualdad sigue siendo importante. Persiste una desigual

distribución del ingreso que se mantuvo sin cambio estos últimos cuarenta

años y que es una de las más extremas en América Latina: en Bolivia, el 20%

más rico de la población concentra 60% del ingreso, mientras que el 20%

más pobre apenas acumula el 2%. Estas brechas frenan el desarrollo tanto

individual como colectivo.

En el área urbana, la incidencia de la pobreza moderada alcanza al 60,9% y

la de pobreza extrema al 23,7%. Para el área rural estos índices se incrementan

a 77,3% y 63,9% respectivamente, lo que muestra que el país tiene elevados

índices de pobreza moderada (60,1%) y extrema (37,7%) en la totalidad

de su territorio, pero que hay una clara diferenciación entre las áreas urbana

y rural, con mayor incidencia de pobreza en el campo (UDAPE/UNICEF, s/f,

Tabla 3).

Las diferencias de niveles de vida dentro del país y la extrema pobreza ubicada
principalmente en el área rural han provocado movimientos migratorios

internos muy dinámicos, destinados principalmente a las ciudades. Igualmente

se ha dado una fuerte emigración al extranjero.

Aportes para una Educación Inclusiva en Bolivia

Considerando el sexo de la población, la incidencia de la pobreza moderada

en las mujeres es de 61,2%, mientras que la pobreza extrema alcanza a

38,7%, porcentajes superiores a los alcanzados por la población masculina:

58,9% y 36,6% respectivamente, mostrando también que la población femenina

tiene peores condiciones económicas de vida que los hombres (ídem).

La pobreza afecta más a la población indígena y por grupos etáreos a los

niños y niñas y a las personas mayores. De acuerdo al Informe de la Defensoría

del Pueblo (2012), seis de cada diez niñas, niños y adolescentes sufren

necesidades básicas insatisfechas y cinco de cada diez viven por debajo de

la línea de la pobreza.

La Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, promulgada el

año 2009, permite crear las herramientas necesarias para acabar con el colonialismo

interno, la discriminación y la desigualdad, que afecta especialmente

a las mujeres, más aún, a las mujeres indígenas, originarias y campesinas.

Habiéndose promulgado en estos años diferentes leyes para favorecer la

equidad de género, existen grandes brechas, inequidades, que no son más

que la expresión de una sociedad jerarquizada y discriminatoria donde mientras

no se modifiquen las relaciones de poder de género existentes que se

producen y reproducen al interior de nuestra sociedad, se sigue convocando

“como iguales” a mujeres y hombres de manera abstracta y legal, y esto limita

el acceder a una vida digna en una sociedad más justa y equitativa.

2.2. Indicadores principales en el sector de educación

• Analfabetismo

Según el Censo 2012, la tasa de alfabetismo de la población de más de 15


años en Bolivia es de 94,98%, con una significativa diferencia de sexo, pues

los varones tienen una tasa de 97,49%, mientras que las mujeres alcanzan

al 92,54%, casi 5 puntos porcentuales menos. En cuanto a la distribución

por departamentos, Chuquisaca y Potosí tienen los porcentajes más bajos:

88,98% y 89,19%, respectivamente.

Considerando a los grupos etáreos, no existen diferencias significativas entre

mujeres y hombres entre los rangos de edad hasta los 44 años. En el rango de

edad de 45 a 64, la tasa disminuye a 91,54% y con importante diferencia entre

Respondiendo a la Diversidad

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hombres (96,29%) y mujeres (86,92%).

El analfabetismo es todavía importante

en el país para la población de 65 años

y más, con el 75,18% de tasa de alfabetismo,

alcanzando 86,38% para varones

y 65,29% para mujeres. Estas cifras

muestran que, anteriormente, hubo mayor

discriminación de género en cuando

al acceso a la educación.

En los últimos años se han implementado

medidas para erradicar el analfabetismo.

En el 2006 se inicia el Plan Nacional

de Alfabetización “Yo si puedo”

que se aplica en castellano y también en otros idiomas como son el aymara

y quechua, y como resultado la tasa de analfabetismo bajó al 3,5%, por lo

que el 20 de diciembre de 2008 el país se declaró como territorio libre de

analfabetismo, luego de dos años y medio de iniciarse la movilización. Se

calcula que unas 827.000 personas mayores de 15 años aprendieron a leer

y escribir en este proceso, de las cuales


700.000 son mujeres. Es decir que, de

cada diez personas alfabetizadas, ocho

son mujeres.

El censo 2012 muestra una tasa de

analfabetismo mayor, de 5,02%. En este

sentido, desde el Viceministerio de Educación

Alternativa se advierte el riesgo

de incremento de las tasas de analfabetismo

funcional o en desuso; para

combatir ese riesgo es necesaria una

movilización social y cultural a favor de

la lectura y aumentar los esfuerzos colectivos

para la postalfabetización.

Aportes para una Educación Inclusiva en Bolivia

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• Cobertura y asistencia a la escuela

El Censo 2012 señala que el 83,54% de la población entre 6 y 19 años (que

constituye el 29% del total de la población) asiste a la escuela, lo que quiere

decir que el 16,46% está todavía al margen de la educación regular. La Tasa

de Asistencia Escolar masculina asciende a 83,63% y la femenina a 83,45%.

Dividiendo por grupos etáreos, 6 de cada 100 niñas y niños bolivianos no

asiste a la educación primaria, mientras aproximadamente 35 de cada 100 no

asiste a la educación secundaria. No existen diferencias significativas entre

mujeres y varones, ligeramente la tasa de asistencia masculina en secundaria

es más alta y en primaria lo es la tasa femenina.

Por departamentos, se presentan 5 puntos aproximadamente de diferencia

entre los departamentos con mayor tasa de asistencia: La Paz (85,88%) y

Oruro (85,23%) y los de menor tasa: Chuquisaca (80,84%) y Pando (80,26%).

No hay diferencias significativas entre los porcentajes de asistencia de mujeres


y varones, sí hay diferencias negativas en ámbitos rurales y para población

indígena.

Un dato muy llamativo que muestra la persistencia de problemas en el acceso

a la educación nacional es la tasa de asistencia al nivel inicial o pre escolar,

de niñas y niños de 4 y 5 años, que apenas llega al 41%, es decir, casi 6 de

cada 10 niñas y niños no asiste todavía a este nivel esencial en la educación

regular. En cuanto a sexo, no asiste el 59,73% de niños y 58,62% de niñas.

Respecto a los departamentos, el de mayor tasa de asistencia es Tarija, con

el 49%, mientras que en Beni apenas asiste el 37% y el 38% en los departamentos

de La Paz y Chuquisaca.

El gobierno plurinacional ha optado por la entrega cada año del bono “Juancito

Pinto”, de Bs. 200, para impulsar la permanencia en el colegio. Este bono

se entrega desde el año 2006 y ha ampliado su alcance inicialmente sólo de

niñas y niños de primaria hasta todos los cursos de educación secundaria,

en la gestión 2013. Según el Ministerio de Educación, la entrega del bono ha

reducido la deserción escolar.

El Instituto Nacional de Estadística indica que, para el año 2010, la tasa de

abandono en la educación pública para el nivel primario era de 3,37% en

los varones y 2,73% en las mujeres, en secundaria ascendía al 6,69% en

Respondiendo a la Diversidad

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varones y 4,83% en mujeres. La tasa de reprobación alcanza en primaria el

8,06% en varones y el 5,65% en mujeres, en secundaria 9,36% para varones

y 5,07% para mujeres.

Datos del Ministerio de Educación para 2008, muestran la tasa de sobre edad,

es decir, la asistencia de alumnos con dos o más años de retraso sobre la

edad requerida en cada grado, que alcanza al 3,2% en el nivel inicial; 20,2%

en la educación primaria y 27,7% en la educación secundaria, lo que implica

que uno de cada cinco alumnos del nivel primario y 3 de cada diez alumnos
de secundaria tienen rezago escolar, lo que es un índice muy elevado (Ministerio

de Educación, Plan Estratégico Institucional 2010-2014: 59).

Igualmente, datos de la gestión 2008 evidencian la presencia de brechas

educativas y sociales en perjuicio de la población indígena, especialmente

significativas al observar los datos de conclusión de estudios. La tasa de

término del 8vo de primaria para la población no indígena alcanza al 82,4%,

mientras que para la población indígena llega solamente al 57,6%, 25% menor.

La tasa de término del 4t de secundaria

llega al 71,4% para la población no

indígena y la población indígena sólo al

32,1%, menos de la mitad (Jiménez y

Vera, 2010: 9).

Valga destacar que en cuanto a las diferencias

por sexo en el nivel educativo la

brecha de género en la educación básica,

primaria y secundaria ha ido cerrándose,

las mujeres poseen mayor o igual

nivel de instrucción que los hombres, las

diferencias desfavorables a las mujeres

comienzan a hacerse visibles en los niveles

de educación superior en el tipo de

disciplinas que concentran a la población femenina, disciplinas que tienden

a ser percibidas como una extensión del trabajo reproductivo en la esfera

pública y a gozar de menor reconocimiento social y valoración económica.

Aportes para una Educación Inclusiva en Bolivia

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2.3. Barreras de exclusión.

En el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales,

suscrito por el Estado boliviano, se indican las cuatro características


interrelacionadas que deben darse en todas sus formas y en todos los

niveles para garantizar el derecho a la educación:

a) Disponibilidad. Debe haber instituciones y programas de enseñanza

en cantidad suficiente en el ámbito del Estado Parte. Las condiciones

para que funcionen dependen de numerosos factores, entre

otros: el contexto de desarrollo en el que actúan, las instituciones y

los programas, edificios, docentes calificados con salarios competitivos,

materiales de enseñanza, etc.;

b) Accesibilidad. Las instituciones y los programas de enseñanza han

de ser accesibles a todas las personas, sin discriminación, en el ámbito

del Estado Parte. La accesibilidad consta de tres dimensiones

que coinciden parcialmente:

No discriminación. La educación debe ser accesible a todas y todos,

especialmente a los grupos vulnerables de hecho y de derecho, sin

discriminación por ninguno de los motivos prohibidos;

Accesibilidad material. La educación ha de ser asequible

materialmente, ya sea por su localización geográfica de acceso

razonable (por ejemplo, una escuela vecinal) o por medio de la

tecnología moderna (mediante el acceso a programas de educación

a distancia);

Accesibilidad económica. La educación ha de estar al alcance de

todas las personas.

c) Aceptabilidad. La forma y el fondo de la educación, comprendidos

los programas de estudio y los métodos pedagógicos, han de ser

aceptables (por ejemplo, pertinentes, adecuados culturalmente y de

buena calidad) para las y los estudiantes y, cuando proceda, para

madres y padres.

d) Adaptabilidad. La educación ha de tener la flexibilidad necesaria

para adaptarse a las necesidades de sociedades y comunidades en


transformación y responder a las necesidades de las y los estudiantes

en contextos culturales y sociales variados.

Respondiendo a la Diversidad

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Como se ha visto en el anterior acápite, aún con los avances de los últimos

años, todavía en Bolivia la educación básica no es un derecho de ejercicio

universal y no lo es la igualdad de oportunidades de una educación de calidad

que permita a todas y todos la satisfacción de las necesidades básicas

de aprendizaje, acceder a una vida digna y vivir en una sociedad más justa

y equitativa. En Bolivia persisten diversos tipos de exclusión, a pesar de medidas

como el ya mencionado Bono Juancito Pinto que ha reducido la deserción

escolar.

Identificar y visibilizar los factores de exclusión vivenciados por las personas

en relación con la educación es imprescindible para la promoción de espacios

socioeducativos que potencien una educación digna y de calidad para todas y

todos los bolivianos. Las diferencias que existen dentro del sistema educativo

boliviano, en general, limitan el desenvolvimiento en igualdad de condiciones

y oportunidades.

Los factores de exclusión son fenómenos dinámicos, multidimensionales e interrelacionados.

Si bien los procesos de exclusión se evidencian con diferentes

matices de acuerdo con las realidades y con el entramado de relaciones

que se generan al interior de las comunidades, es posible mencionar algunos

que se manifiestan como extensivos.

Según el Plan Nacional de Acción de Derechos Humanos, Bolivia Digna para

Vivir Bien 2009 – 2013, al analizar el derecho a la educación en Bolivia encontramos:

En los diferentes centros educativos, se visibilizan manifestaciones de

discriminación por razones de género, origen, color, discapacidad y lengua,

situaciones que obstaculizan el desarrollo de los y las estudiantes.

El maltrato físico y psicológico ejercido por algunos/as educadores es un


problema latente.

La falta de ITEMS para maestros y maestras en el área rural, la carencia

de educadores que impartan educación bilingüe, la carencia de una visión

inclusiva de la educación, la poca disposición de bibliotecas, la carencia

de infraestructura adecuada, la excesiva cantidad de estudiantes por profesor

y la implementación deficiente del desayuno escolar son problemas

generales que vulneran el derecho a la educación.

Aportes para una Educación Inclusiva en Bolivia

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Los métodos de enseñanza – aprendizaje no se adecuan a la realidad

boliviana y persisten en anacronismos educativos, pues estos no han sido

modernizados.

La educación formal no reconoce el sistema de educación de pueblos y

naciones que habitan en Bolivia y no está basada en los principios de la

Educación Intercultural y de la Educación Inclusiva (PNADH, 2008: 44).

La educación en Bolivia todavía no cumple plenamente con las mencionadas

características de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y adaptabilidad.

Las barreras de exclusión se mantienen, pudiendo agruparse

para su análisis en:

Barreras económicas: Aunque la educación fiscal está normada

como gratuita, muchos costos deben ser financiados por las familias,

como el material educativo, uniformes, transporte, que se multiplican

según el número de hijas e hijos en edad escolar y obligan a que

algunas personas abandonen la escuela. La situación general de pobreza,

también, exige que niñas y niños ingresen al mundo laboral

para aportar en el mantenimiento de sus hogares, quedando fuera de

la escuela.

Barreras de género: Actualmente no tan ligadas al acceso y/o permanencia

de las niñas y mujeres en el sistema educativo boliviano


pero sí a gozar de las mismas oportunidades de aprendizaje y participación.

La discriminación de género sigue presente en el currículum

oculto, que mantiene estereotipos respecto a los roles tradicionales

de mujeres y hombres y al menosprecio de las capacidades y el aporte

social de las mujeres, por lo que el sistema educativo reproduce y

perpetúa la discriminación.

Respondiendo a la Diversidad

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Barreras culturales: Relacionadas con la discriminación por razón

de etnia e identidad cultural, con sistemas curriculares alejados de

las diversas identidades culturales y la imposición de una sola visión

cultural; esto se liga a la ausencia de profesorado capacitado

que muchas veces incluso desconoce la lengua materna de sus estudiantes

y la cultura de la comunidad donde trabaja, a la falta de

adaptación de los materiales educativos a los contextos locales y a la

aplicación de metodologías y recursos didácticos que no rescatan las

prácticas culturales cotidianas.

Barreras de aprendizaje: Las metodologías y los currículos homogeneizantes

impiden la atención personalizada a estudiantes con diversas

capacidades de aprendizaje y, peor aún, para personas con

necesidades educativas especiales.

Barreras pedagógicas, de infraestructuras y materiales: Insuficiente

oferta educativa (falta de centros e infraestructura adecuada,

particularmente en ámbitos rurales, escuelas masificadas en áreas

urbanas, horario lectivo reducido por varios turnos escolares en el

mismo centro, entre otros rasgos); carencia de materiales, recursos

y equipos educativos; docentes con insuficiente preparación; estrategias

pedagógicas obsoletas y poco pertinentes, derivan en serios

problemas de calidad de la educación boliviana actual.


En general, hay varias investigaciones que muestran las todavía carencias de

la educación boliviana durante estos años.

El operativo de evaluación del Observatorio Plurinacional de la Calidad Educativa,

OPCE, realizado el 2010, presenta datos generales sobre la infraestructura

educativa: solamente el 30% de unidades educativas declara tener

laboratorio de física, alcanzando el 9% en el área rural; solo 4 de cada 10

unidades educativas cuentan con laboratorio de química, 16% en área rural;

Aportes para una Educación Inclusiva en Bolivia

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23% tienen laboratorio de biología, únicamente 5% en área rural; 66% cuentan

con bibliotecas (similar en ambas áreas) y 25% con telecentros (23%

en área rural y 30% en área urbana). Estos datos muestran con claridad las

carencias de equipamiento básico de las unidades educativas en todo el país,

pero mucho más grave en el área rural.

Asimismo el OPCE realizó durante la gestión 2012 el estudio “Prevención y

lucha contra el racismo y toda forma de discriminación en el Subsistema de

Educación Regular”, estudio que muestra un panorama general de los casos

de discriminación a partir de casos de denuncia presentados por estudiantes,

maestras y maestros, personal directivo y administrativo, madres y padres de

familia.

El estudio identifica factores de discriminación

en la educación: por procedencia,

por el apellido de la familia, por

la condición económica, por apariencia

física o vestimenta, por situación de

embarazo de la estudiante, por haber

reprobado, por tener padre o madre

soltera, por la profesión, ocupación y/o

grado de instrucción, por pertenecer a


determinada religión o culto, por presentar

discapacidad física, intelectual

y/o sensorial.

Como indica dicho estudio, la discriminación por situación de embarazo de

las estudiantes se vincula a una discriminación de género que excluye a las

mujeres de la educación por su situación natural de ser mujer.

Sin embargo, ninguna de las y los actores del ámbito educativo está libre

de que se vulneren sus derechos, siendo quienes más denuncian las y los

estudiantes, seguido de padres y madres, maestros y maestras y, por último,

personal directivo y administrativo.

Respondiendo a la Diversidad

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Es importante mencionar que la Constitución Política del Estado en su art. 14

establece que:

“El Estado prohíbe y sanciona toda forma de discriminación fundada en

la razón de sexo, color, edad, orientación sexual, identidad de género,

origen, cultura, grado de instrucción, discapacidad, embarazo, u otras que

tengan por objetivo o resultado anular o menoscabar el reconocimiento,

goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos de toda

persona”.

En cuyo marco, a partir de la Ley Nº 045, se establecen mecanismos y procedimientos

para la prevención y sanción de todo acto de racismo y formas

de discriminación, con el propósito de eliminar estas conductas a partir de la

consolidación de políticas públicas.

Además, esta normativa, con el Decreto Supremo Nº 0762, identifica a la

educación como uno de los principales escenarios para iniciar la lucha contra

estos males sociales y para ello plantea una serie de acciones encaminadas

a diseñar e implementar políticas institucionales de prevención y lucha contra

el racismo y toda forma de discriminación en el Sistema Educativo Plurinacional.


Es, por tanto, imprescindible profundizar en el conocimiento y la reflexión

sobre las características nacionales, regionales y locales que asume cada

una de las barreras de exclusión, así como avanzar en el análisis de cómo

interactúan entre sí.

Desde ese conocimiento y la reflexión crítica sobre sus causas y consecuencias

será más factible y pertinente asumir las opciones de políticas y prácticas

educativas que permitan hacer realidad la educación inclusiva, para todas las

bolivianas y bolivianos.

Aportes para una Educación Inclusiva en Bolivia

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3. Definición de la Educación Inclusiva

El término educación inclusiva surge, inicialmente, asociado de manera restrictiva

a la educación de las personas con alguna discapacidad; sin embargo,

a principios de los años 1990, emerge como nuevo paradigma propuesto

para dar respuesta a las necesidades educativas existentes de todas y todos

en una educación a lo largo de la vida, con una orientación que pone atención

en la dignidad y la equidad. La Conferencia Mundial sobre Educación para

Todos (Jomtien, 1990) y la Conferencia Mundial sobre Necesidades Especiales

(Salamanca 1994) otorgan a este paradigma peso a nivel mundial (cf.

Fernández Ludeña, 2011). Desde esas fechas, han tenido lugar diversas reuniones

y elaboraciones que han profundizado y enriquecido la definición de

educación inclusiva vigente en la actualidad.

Siguiendo a la UNESCO:

La educación inclusiva es un proceso de fortalecimiento de la capacidad

del sistema educativo para llegar a todos los educandos; por lo tanto,

puede entenderse como una estrategia clave para alcanzar la EPT.

Como principio general, debería orientar todas las políticas y prácticas

educativas, partiendo del hecho de que la educación es un derecho humano

básico y el fundamento de una sociedad más justa e igualitaria


(UNESCO, 2009: 9).

La educación inclusiva y de calidad se basa en el derecho de todos los

alumnos a recibir una educación de calidad que satisfaga sus necesidades

básicas de aprendizaje y enriquezca sus vidas. Al prestar especial

atención a los grupos marginados y vulnerables, la educación integradora

y de calidad procura desarrollar todo el potencial de cada persona. Su

objetivo final es terminar con todas las modalidades de discriminación

y fomentar la cohesión social (http://www.unesco.org/new/es/education/

themes/strengthening-education-systems/inclusive-education/).

Esta perspectiva es amplia, porque:

•• No se refiere exclusivamente al acceso a la educación (cobertura

universal).

•• Incluye la calidad de la educación como componente de la Educación

Inclusiva.

Respondiendo a la Diversidad

20

•• Se relaciona con el derecho de todas y todos a la educación.

•• Da preferencia a los grupos marginados y vulnerables, sin detenerse

en un tipo específico de marginación o vulnerabilidad.

•• Habla de educación integradora, es decir, una visión holística y no

sesgada de la educación.

•• Se refiere al desarrollo de todo el potencial de la persona (finalidad

individual).

•• Busca terminar con todas las modalidades de discriminación y fomenta

la cohesión social (finalidad social, democrática).

Por todos estos rasgos, esta definición rompe con la visión inicial de la educación

inclusiva referida particularmente a la población con necesidades educativas

especiales, es decir, solamente como una modalidad de educación

especial. Dado que es imperioso superar esa visión inicial restrictiva, insistimos
en la relevancia de entender el concepto de Educación Inclusiva en toda

su magnitud:

La educación inclusiva puede ser concebida como un proceso que permite

abordar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los

educandos a través de una mayor participación en el aprendizaje, las actividades

culturales y comunitarias y reducir la exclusión dentro y fuera del

sistema educativo. Lo anterior implica

cambios y modificaciones de contenidos,

enfoques, estructuras y estrategias

(...). El objetivo de la inclusión es brindar

respuestas apropiadas al amplio espectro

de necesidades de aprendizaje tanto

en entornos formales como no formales

de la educación. La educación inclusiva,

más que un tema marginal que trata sobre

cómo integrar a ciertos estudiantes

a la enseñanza convencional, representa

una perspectiva que debe servir para

Aportes para una Educación Inclusiva en Bolivia

21

analizar cómo transformar los sistemas educativos y otros entornos de

aprendizaje, con el fin de responder a la diversidad de los estudiantes. El

propósito de la educación inclusiva es permitir que los maestros y estudiantes

se sientan cómodos ante la diversidad y la perciban no como un

problema, sino como un desafío y una oportunidad para enriquecer las

formas de enseñar y aprender (UNESCO, 2005: 14, citado en Echeita y

Ainscow, 2010: 1).

Esta definición incluye algunas precisiones, como:

•• La educación inclusiva es un proceso.


•• Permite responder a una amplia gama de diversidades en las necesidades

de las y los educandos.

•• La diversidad es vista como un desafío y una oportunidad, no como

un problema.

•• La participación es mayor no sólo en actividades curriculares, sino

también comunitarias y culturales. Es decir, abarca la educación regular

y alternativa, los espacios dentro y fuera de la escuela.

•• Implica cambios y transformaciones de contenidos, enfoques, estructuras

y estrategias, es decir, del conjunto del proceso educativo.

•• Es fundamental no sólo el acceso,

sino el logro de aprendizajes, es

decir, el “éxito” en el proceso educativo,

lo que la relaciona con la

calidad educativa.

En 2009, la UNESCO avanza en los alcances

de su definición, indicando que:

La educación inclusiva es un proceso

que comporta la transformación

de las escuelas y de otros centros de

Respondiendo a la Diversidad

22

aprendizaje para atender a todos los niños –esto es, los niños y las niñas,

los alumnos que pertenecen a grupos étnicos y lingüísticos minoritarios o a

poblaciones rurales, aquellos afectados por el VIH y el SIDA o con discapacidad

y dificultades de aprendizaje–, y para brindar también oportunidades de

aprendizaje a todos los jóvenes y adultos. Tiene por objetivo acabar con la

exclusión que es consecuencia de actitudes negativas y de una falta de atención

a la diversidad en materia de raza, situación económica, clase social,

origen étnico, idioma, religión, sexo, orientación sexual y aptitudes.


La educación tiene lugar en múltiples contextos, tanto formales como no formales,

y en el seno de las familias y de la comunidad en su conjunto. Por

consiguiente, la educación inclusiva no es un asunto marginal, sino que reviste

una importancia crucial para lograr una educación de buena calidad para

todos los educandos y para el desarrollo de sociedades más integradoras.

La educación inclusiva es fundamental para lograr la equidad social y es un

elemento constitutivo del aprendizaje a lo largo de toda la vida (UNESCO,

2009: 5).

Esta definición comprende a niñas y niños que son excluidos y marginados e

incluye a jóvenes y personas adultas; todas y todos sujetos que han de contar

con igualdad de oportunidades de aprendizaje. Asimismo, amplía el alcance

de la educación inclusiva para contribuir a eliminar todas las formas de exclusión:

sociales, políticas, económicas, culturales, de género y otras.

Es esencial trabajar desde la educación inclusiva, pues, aunque hay avances,

todavía queda mucho por hacer. Según datos de UNESCO del informe

sobre la Educación Para Todos (EPT), publicado en febrero 2014, todavía 57

millones de niñas y niños están excluidos de la escuela y 774 millones de personas

adultas son analfabetas. Por supuesto, estos datos adquieren mayor

gravedad al revisar las diversas investigaciones y resultados sobre la calidad

educativa, en los que se muestran las enormes deficiencias y disparidades

que hay al respecto, por lo que trabajar la educación inclusiva implica una

mirada integral y holística a las políticas educativas para dar una educación

universal, pero también de calidad.

En el caso de Bolivia, y como se ha señalado anteriormente, 16 de cada 100

niñas y niños entre 6 y 19 años quedan fuera del sistema educativo y más del

16% de las personas mayores de 45 años son analfabetas.

Aportes para una Educación Inclusiva en Bolivia

23

Cualquier avance hacia una educación inclusiva lleva aparejados “cambios


educativos y reformas sistémicas en asuntos clave como el currículo o la formación

y los roles y propósitos del profesorado y del resto de profesionales

que trabajan en el sistema educativo (psicopedagogos, psicólogos educativos,

educadores sociales, auxiliares de educación, etc.) (...) Y desde luego,

nada de ello será factible si no existe un cambio de mentalidad en aquellos

líderes y dirigentes que tienen la responsabilidad de la dirección de las políticas

nacionales y de su concreción en la práctica” (Echeita y Ainscow, 2010:3).

En este sentido, Bolivia está en un momento clave con la nueva Ley de Educación

070 y con su desarrollo curricular que deberá ser aprovechado para

llevarnos a la construcción de Comunidades Socioeducativas Inclusivas.

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