Documen IMPRIMIR
Documen IMPRIMIR
Documen IMPRIMIR
Simulación
absoluta y relativa. Bien explicado
POR SAUL JOSÉ COCA GUZMÁN - 16 MARZO, 2020
1. Introducción
La simulación del acto jurídico[1] está regulada en el Libro II, Título VI, del artículo
190 al 194 del CC. A continuación, abordaremos sucintamente tal institución.
De acuerdo con una doctrina francesa la simulación es una mentira, una mentira
concreta. Simular es mentir, decir o hacer una cosa que se sabe es falsa. La
simulación es una operación que reposa sobre una mentira. La simulación -dice un
consejero de la Corte de Casación Francesa- puede ser definida de una manera
general, como el disfraz de la verdad. Por su parte, según el vocabulario jurídico de
Gérard Cornu, la simulación es un “hecho consistente en la creación de un acto
jurídico aparente (ostensible) que no corresponde a la realidad de las cosas, sea para
convencer a otros sobre la existencia de una operación imaginaria, sea para
enmascarar la naturaleza o el contenido real de la operación, sea para mantener en
secreto la identidad de una o más partes de la operación”. (Saghy-Cadenas, 2012, p.
9)
1.
1. Acto Simulado: Se presenta como verdadero un acto que las
partes en realidad no desean celebrar (digamos una
compraventa)
Por tanto, entendemos por simulación absoluta a aquel negocio jurídico en el que las
partes acuerdan realizar intencionalmente declaraciones discrepantes de sus
respectivas voluntades internas para engañar a los terceros. Teniendo tal negocio
jurídico celebrado el carácter de uno aparente o simulado.
En ese sentido, podrá solicitar la nulidad del acto simulado, tanto para casos de
simulación absoluta como para casos de simulación relativa, cualquiera de las
partes como el tercero perjudicado (artículo 193 del CC)
Hay que hacer notar, no obstante, que cuando se trate de un negocio simulado
relativamente la acción puede asumir dos vertientes, o momentos. La primera,
dirigida a la declaración de nulidad absoluta del negocio aparente y la segunda a la
declaración de nulidad del acto disimulado y oculto. (Lohmann Luca de Tena, 1994,
p. 386)
Cabe recordar que la simulación absoluta es causal de nulidad del acto jurídico
(artículo 219, inciso 5) mientras que la simulación relativa causal de anulabilidad
(artículo 219, inciso 3). En el primer caso, la acción prescribirá a los 10 años (artículo
2001, inciso 1) mientras que para el segundo, la acción prescribirá a los 2 años
(artículo 2001, inciso 4). Algo adicional es la posibilidad que tienen las partes de
demandar los daños y perjuicios derivados de un acto simulado cuya acción
prescribe a los 7 años (artículo 2001, inciso 2).
Desde el momento en que las partes se ponen de acuerdo para declarar de forma
distinta a sus respectivas voluntades internas, la manifestación de voluntad de cada
una de ellas no se logra configurar y la falta de estas (manifestación de voluntad) es
causal de nulidad de los negocios jurídicos. En esa línea de pensamiento, tanto en la
simulación absoluta como en la simulación relativa los negocios jurídicos se
celebran habiendo una discrepancia entre la voluntad declarada y la voluntad interna,
esto es, sin manifestación de voluntad. Teniendo el negocio en ambos casos de
simulación el carácter de negocio simulado.
4. Inoponibilidad de la simulación
La buena fe tiene un rol trascendental en la vida social: (i) primero, porque excusa de
responsabilidad a quien razonablemente actúa en la creencia de no estar
cometiendo una infracción a las normas del Derecho Privado; (ii) segundo, porque
permite exigir actos que razonablemente hubiesen sido pactados si los costos de
transacción fuesen bajos; (iii) tercero, porque permite asignar titularidades en base a
un criterio que desincentiva el comportamiento deshonesto; y, (iv) cuarto, porque
permite defender titularidades en base a un criterio que incentiva el comportamiento
honesto. Sin buena fe, tanto los niveles de responsabilidad extracontractual como
los niveles de comportamientos contractuales oportunistas serían alarmantemente
altos. (Escobar Rozas, 2015, p. 322)
4.1.- ¿Por qué no se protege a quien de buena fe pero a título gratuito haya adquirido derechos
del titular aparente?[4]
Lo que se busca con esta exigencia es que sólo reciba protección quien se vale del
Registro para evitar un perjuicio patrimonial, y no así quien pretende asegurar un
lucro. El permitir que la nulidad del contrato A-B afecte la adquisición de C pese a
que este pagó por el bien, implicaría forzarlo a tener que accionar contra su
transferente (B) para recuperar aquello que entregó como contraprestación; para no
someterlo a este vía crucis es que su adquisición queda inmune ante dicha nulidad.
Por el contrario, si C hubiese adquirido la propiedad gratuitamente, el privarlo del
bien (para entregárselo a “A”) no le generaría mayor contingencia, pues no tendría
necesidad de accionar contra su transferente (B) para recuperar lo pagado. (Ídem)
Usando la lógica del principio de la buena fe pública registral (artículo 2014 del CC)
la privación de un bien de quien ha adquirido derechos del titular aparente (las
partes en la simulación) de buena fe pero a título gratuito, no le generaría mayor
contingencia, pues no tendría necesidad alguna de accionar contra su transferente
para recuperar lo pagado. Además, lo que se buscaría con la exigencia de la
onerosidad es que sólo reciban protección quienes se valgan del Registro para evitar
un perjuicio patrimonial, y no así quienes persigan un fin lucrativo (donatarios).
6. Conclusiones
Entendemos por simulación a aquel negocio jurídico celebrado entre dos partes
cuyas voluntades internas discrepan, intencionalmente, de sus respectivas
voluntades declaradas con el objetivo de engañar a terceros haciéndoles creer que
sus voluntades declaradas realmente obedecen a sus voluntades internas. Ya sea
para convencerlos sobre la existencia de una operación imaginaria, para enmascarar
la naturaleza o el contenido real de la operación, o para mantener en secreto la
identidad de una o más partes de la operación.
Entendemos por simulación absoluta a aquel negocio jurídico en el que las partes
acuerdan realizar intencionalmente declaraciones discrepantes de sus respectivas
voluntades internas para engañar a los terceros. Teniendo tal negocio jurídico
celebrado el carácter de uno aparente o simulado.
Desde el momento en que las partes se ponen de acuerdo para declarar de forma
distinta a sus respectivas voluntades internas, la manifestación de voluntad de cada
una de ellas no se logra configurar y la falta de estas (manifestación de voluntad) es
causal de nulidad de los negocios jurídicos.
Tanto en la simulación absoluta como en la simulación relativa los negocios
jurídicos se celebran habiendo una discrepancia entre la voluntad declarada y la
voluntad interna, esto es, sin manifestación de voluntad. Teniendo el negocio, en
ambos casos de simulación, el carácter simulado y por tanto nulo.
Usando la lógica del principio de la buena fe pública registral (artículo 2014 del CC)
la privación de un bien de quien haya adquirido derechos del titular aparente (las
partes en la simulación), de buena fe pero a título gratuito, no le generaría mayor
contingencia, pues no tendría necesidad alguna de accionar contra su transferente
para recuperar lo pagado. Además, lo que se buscaría con la exigencia de la
onerosidad es que sólo reciban protección quienes se valgan del Registro para evitar
un perjuicio patrimonial, y no así quienes persigan un fin lucrativo (donatarios).
7. Bibliografía
DA SILVA PEREIRA, Caio Mário (2011). Instituições de Direito Civil, Vol. 1, Introdução ao Direito Civil, Teoria Geral de Direito, de
acordo com o Código Civil de 2002. Revista e atualizada por Maria Celina Marin de Moraes, Rio Janeiro: Forense.
ESCOBAR ROZAS, Freddy (2015). “La muerte de la buena fe registral”. En: Themis, n. 67, Lima: Pucp, pp. 321-332.
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2008). Acto Jurídico Negocial. Análisis Doctrinario, Legislativo y Jurisprudencial. Lima: Gaceta
Jurídica.
LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1994). El Negocio Jurídico. Lima: Grijley.
MARTÍNEZ COHEN, Rafael (2007). “El Error, la Simulación, el Fraude a la Ley y el Abuso de un Derecho en el Derecho Tributario
Chileno”. En: Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, vol. 29, n. 2, julio, Valparaíso: Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso, pp. 351-378.
MUÑOZ WELLS, Jorge (1988). “Algunas notas sobre la simulación en nuestro Código Civil”. En: Themis, Segunda Época, n. 13,
Lima: Pucp, pp. 83-85.
PARRAGUEZ RUIZ, Luis Sergio (2012). “El Negocio Jurídico Simulado”. Tesis Doctoral dirigida por el Profesor Dr. D. José
Antonio Martín Pérez, Salamanca: Universidad de Salamanca, Facultad de Derecho.
PASCO ARAUCO, Alan (2018). En: “¿Por qué la fe pública registral no protege las adquisiciones a título gratuito?”
Disponible aquí.
PINTO OLIVEROS, Sheraldine (2016). “Breve notas críticas sobre la simulación en el Derecho Civil Peruano a la luz del Derecho
Comparado”. En: Themis, n. 70, Lima: Pucp, pp. 31-41.
TABOADA CÓRDOVA, Lizardo (2002). Nulidad del Acto Jurídico. Lima: Grijley.
SAGHY-CADENAS, Pedro (2012). La Simulation de Contrat. Étude Comparée en Droit Civil, Français et Vénézuélien. Thèse de
doctorat en droit, sous la direction de Monsieur le Professeur Christian Larroumet, Paris: Université Panthéon-Assas, École
Doctorale de Droit Privé.
TRABUCCHI, Alberto (1967). Instituciones de Derecho Civil, Parte General, Negocio Jurídico, Familia, Empresas y Sociedades,
Derechos reales. VoIumen I, Madrid: Editorial Revista Derecho Privado.
VIDAL RAMIREZ, Fernando (2011). El Acto Jurídico. Lima: Gaceta Jurídica.
[2] Artículo 190.- Simulación absoluta Por la simulación absoluta se aparenta celebrar un acto jurídico cuando no existe
ellas el acto ocultado, siempre que concurran los requisitos de sustancia y forma y no perjudique el derecho de tercero.
[4] El siguiente ejemplo, propuesto por el profesor Alan Pasco, corresponde a la “fe pública registral” pero resulta ilustrativo para
la comprensión del artículo 194 del CC. Máxime si el citado profesor considera que más allá de la justificación en base al
adagio romano, qui certat de damno vitando anteponendus est ei qui certat de lucro captando, la exigencia de la “onerosidad”
como un requisito para la tutela del tercero resulta aplicable no solo respecto de la fe pública registral sino también de la
acción pauliana o en la protección frente a la nulidad derivada de la simulación.
Sumario
8. Ser condenado como autor cuando fiscalía formuló acusación por coautoría no
lesiona principio acusatorio [Casación 59-2016, San Martín]
9. Conclusión anticipada: ¿juez puede imponer una pena superior a la acordada por
el fiscal y el imputado? [Casación 113-2017, Áncash]
Violación del principio de congruencia: juez impuso condena luego de valorar hecho
aportado en juicio que no fue descrito en la acusación [Exp. 3706-2018-52]
Sumilla. La sentencia recurrida concluyó que el imputado es autor del delito de robo
al ser reconocida su voz por la agraviada, adicionando de esta manera una nueva
circunstancia no descrita en la acusación y sin que la Fiscalía haya presentado una
acusación complementaria, lo cual impide su valoración como hecho constitutivo de
responsabilidad penal, pues conforme al artículo 397.1 del Código Procesal Penal, la
sentencia no podrá tener por acreditados hechos u otras circunstancias que los
descritos en la acusación y, en su caso, en la acusación ampliatoria, salvo cuando
favorezcan al imputado. Esta norma es manifestación del principio de correlación
entre imputación y fallo, también llamado de congruencia.
Asimismo, se debe tener en cuenta que el proceder oficioso del Tribunal Superior
generaría indefensión en una parte procesal -acusadora-, la cual no tendría habilitado
su derecho a impugnar, con un recurso ordinario, la declaración de fundabilidad a un
medio de defensa técnico.
Sumilla: 1. A guisa de ejemplo: si se condena a “A” por algún delito y queda firme la decisión; y luego se procesa y
condena a los ausentes “B” y “C” pero se vuelve a sentenciar a “A” (por error, dado que ya estaba condenado); la segunda
sentencia carece por completo de valor, pues constituye un exceso de jurisdicción y es ineficaz de puro
derecho. 2. Configurada la cosa juzgada (res iudicata) sobre el fondo, la acción penal fenece. El nuevo pronunciamiento
emitido respecto a lo firmemente fenecido, sea cual fuere su sentido, constituye acto de exceso de jurisdicción y, por
tanto, ineficaz (nulo) de puro derecho (ipso iure). 3. Es ilegítimo pretender la prescripción de la acción penal que ya había
fenecido por sentencia firme. 4. La pena privativa de libertad de corta duración, dentro de los marcos de la ley, puede
eximirse, reservarse, convertirse o suspenderse. 5. Las formas alternativas de ejecución de la pena, diferentes a la
privación de libertad, al ser idéntico el supuesto, pueden extenderse por favorabilidad a los no recurrentes.
Violación del principio de congruencia: Fiscalía imputa violación por vía vaginal y
fundamentación de la sentencia refiere que hubo violación vía anal [Casación 813-2016,
Cañete]
ii) Desde la perspectiva procesal, distinta del enfoque penal material, basta que
de la prueba actuada fluya la intervención de una tercera persona para que el
órgano jurisdiccional de mérito pueda aplicar esa circunstancia agravante
específica para el delito de tráfico ilícito de drogas.
Conclusión anticipada: ¿juez puede imponer una pena superior a la acordada por el fiscal y el
imputado? [Casación 113-2017, Áncash]
La teoría causalista fue la plataforma inicial sobre la cual se erigieron las primeras
teorías de la imputación objetiva que conceptualizaron al delito de resultado; la
causalidad es una figura que se suele tomar en nuestra jurisprudencia, como lo
podemos evidenciar en el considerando de la ejecutoria contenida en el Expediente
3479-98 Lima (Vargas, 2000, p. 477)
Teoría propuesta por el magistrado M. von Bury en la que se enuncia que todas las
condiciones o acciones que concurren o aportan con la generación de un resultado
tienen la misma calidad generadora del resultado típico. Por tanto, todas deben
ingresar dentro de dicha relación de causalidad.
Si bien es cierto estas teorías fueron abandonadas, sirvieron como base para el
surgimiento de la imputación objetiva cuando el causalismo se encontraba
transitando hacia su etapa de normativización (Ibidem)
3. Imputación objetiva
El derecho penal requiere para que una conducta humana sea reprochable, que el
ataque al bien jurídico sea objetivamente imputable al autor del comportamiento
típico, es decir no basta con haber causado, dolosa o imprudentemente una muerte o
una lesión corporal para que el sujeto activo haya realizado el tipo, es necesario
además que dicho resultado pueda serle atribuido objetivamente a él.
El peligro creado por el sujeto activo debe ser un riesgo típicamente relevante y por
tanto, encontrarse fuera del ámbito del riesgo permitido, esto a tenor de que en la
sociedad existen riesgos permitidos socialmente. Por ello, no toda creación de un
riesgo del resultado puede ser objeto de una sanción del derecho penal, pues ello
significaría una limitación intolerable y asfixiante del derecho penal sobre la libertad
de acción. (Bacigalupo, 1996, p.188)
Entiéndase entonces que el riesgo permitido como causal que excluye la imputación
objetiva del tipo penal, se trata de una conducta creadora de un riesgo jurídico
relevante, pero que, supone ser un riesgo permitido; como lo es el caso de la lex
artis en la profesión médica: operaciones complejas con alto riesgo de fallecimiento
del paciente.
En ese sentido, parecería ser de que este principio recaería sobre aquel deber de
cuidado propio de los delitos imprudentes. Existen un sector de la doctrina que
señala en que este principio no forma parte de la teoría de la imputación objetiva, ya
que serviría exclusivamente para la determinación y limitación de aquellos deberes
de cuidado redactados en los delitos de omisión impropia del Código Penal.
Sin embargo, su utilidad es reconocida pues permite organizar una labor de riesgo
común, al realizar un reparto de roles, cada uno de los participantes podrá obrar sin
el temor por responder ante hechos defectuosos ajenos, generándose de este modo,
el llamado principio de confianza. (Feijoo, 2002, p.301)
4.5. Prohibición de regreso
A partir de este momento, las reglas a aplicar serán aquellas que permitan vincular el
resultado ocasionado con la conducta típica, a esto de se le denomina imputación
objetiva del resultado, de manera que, para eliminar la imputación objetiva en este
punto, será necesario que exista otra explicación alterna o distinta a la conducta
típica y que rompa el nexo entre el resultado y la conducta.
6. Conclusiones
Cuando la doctrina penal dejó obsoletas las primeras teorías de la causalidad, surgió
la llamada imputación objetiva, la cual, no se limitó a explicar la existencia de un
nexo de causalidad como lo hicieron sus teorías predecesoras, sino que, su misión
consiste en responder la problemática que surge al momento de imputar de manera
objetiva la realización de una conducta típica al sujeto activo y, de ser el caso,
imputar objetivamente el resultado típico a esa conducta.
En ese sentido, al tener claro cuando procede esta forma de imputación, también
podremos saber cuando una conducta puede perder relevancia penal o no serle
atribuida al agente activo y del mismo modo, saber cómo el resultado ocasionado
puede dejar de serle atribuido a la conducta realizada por el agente activo. Todo esto
mediante el estudio de la imputación objetiva a la conducta y al resultado.
7. Bibliografía
BACIGALUPO, Enrique (1996) Manual de Derecho Penal Parte General, Bogotá: Temis.
CANCIO MELIÁ, Manuel (1997) Conducta de la víctima e imputación objetiva en derecho penal,
Madrid: Fondo Editorial Universidad Autónoma de Madrid.
REYES ALVARADO, Yesid (2005) Imputación objetiva, Bogotá: Temis.
ROJAS VARGAS, Fidel (2000) Jurisprudencia Penal Patrimonial, Lima: Grijley.
STRATENWERTH, Günther (2005) Derecho Penal Parte General, Buenos Aires: Hammurabi.
MIR PUIG, Santiago (2001). Alcances de la imputación objetiva en derecho penal. En: Libro Homenaje
al profeso Claus Roxin. Córdoba: Lerner.
VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando (2002). Manual de Derecho Penal Parte General. Bogotá: Temis.
VILLAVICENCIO, Felipe (2006) Derecho Penal Parte General. Lima: Grijley.
MIR PUIG, Santiago (2005) Significado y alcance de la imputación objetiva en derecho penal.
En: http://crimenet.urg.es/recpc/recpc05-05.pdf.
ROJAS VARGAS, Fidel (1999) Expediente 4034-98-Lima. En: Jurisprudencia Penal, Lima: Gaceta
Jurídica.
FEIJOO SANCHEZ, Bernardo (2002) Imputación objetiva en derecho penal, Lima: Grijley.
ZAFFARONI, Eugenio y SLOKAR, Alejandro (2005) Manual de Derecho Penal. Buenos Aires: Ediar.
PRADO SALDARRIAGA, Víctor (1999) Derecho Penal, Jueces y Jurisprudencia. Lima: Palestra Editores.
GOMEZ BENITEZ, José (1984) Teoría jurídica del delito. Madrid: Civitas.
ARMAZA GALDOS, Julio (1997) La eximente por consentimiento del titular del bien jurídico En: Revista
de Derecho Penal y Criminología. Madrid: UNED.
Uno de los aspectos que debe observarse al interior de un proceso penal, como
principio constitucional, es el de pluralidad de instancia vinculado al derecho de
defensa y dentro de las normas elementales de un debido proceso.
1. Introducción
Por ello, a pesar de que tenemos un nuevo Código Procesal Penal, advertimos que
los vicios procesales con que nos hemos formado, a la luz del Código de
Procedimiento Penales; aún persisten en la nueva normatividad procesal, vulnerando
un principio tan elemental como el derecho a que un tribunal diferente revise la
imposición de una condena o sanción, a fin de hacer efectiva el principio de
pluralidad de instancia o de doble conformidad.
El problema jurídico que planteamos es si en la actualidad resulta posible emitir una
sentencia condenatoria, vía recurso de apelación, respecto de una persona absuelta
en primera instancia, sin que esto afecte el principio constitucional de pluralidad de
instancia o el derecho a impugnar.
La importancia del tema radica en que está vinculado al derecho a la libertad, quizás,
después de la vida, uno de los derechos más importantes de toda persona, por lo que
es relevante su tratamiento procesal como garantía constitucional.
Se justifica también, no solo una posible contradicción entre la norma procesal penal
con la Constitución Política del Estado, sino entre el mismo Tribunal Constitucional y
algunos pronunciamientos de las diferentes salas de la Corte Suprema de la
República.
3. Análisis
Por otro lado, nuestra carta magna reconoce como uno de los principios o garantías
constitucionales el de pluralidad de instancia, lo cual se armoniza con el artículo 14.5
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 8.2.h de
la Declaración Universal de Derechos Humanos, donde se ha establecido toda
persona declarada culpable o responsable de un delito tiene el derecho a un recurso
efectivo y que sean sometidos ante un tribunal superior. Lo que es relevante en esta
posición es que se vincula al derecho al recurso o a impugnar un fallo condenatorio
por parte del condenado. Esta concepción la podemos definir como una de
«pluralidad de instancia constitucional o doble conforme», puesto que lo que se
protege es el derecho a impugnar un fallo condenatorio por parte del afectado.
El doble conforme es la garantía del imputado de que sean dos tribunales, si así él lo
requiere, los que señalen su culpabilidad. Incluso el doble conforme también es el
principio que prohíbe que, si dos tribunales han señalado la inocencia del justiciable,
esta declaratoria doble de inocencia no pueda ser cuestionada posteriormente[7].
Los recursos son aquellos actos procesales en cuya virtud la parte que se considere
agraviada por una resolución judicial, solicita dentro del mismo proceso, en los
plazos y presupuestos requeridos, que se revise para que ésta sea revocada,
confirme o anule[9].
El recurso de apelación tiene por objeto que se revise la sentencia dictada en primera
instancia, dentro de los límites que se exponga en la pretensión
impugnatoria formulada por la parte(s) apelante(es).
En ese sentido, el recurso de casación no constituye una tercera instancia así sea
empleado mediante la interposición del recurso de casación excepcional, ya que
incluso éste tiene muchos límites que no permiten impugnar de manera directa toda
sentencia condenatoria[11].
3.3. Pronunciamiento del Tribunal Constitucional
4. Conclusiones
Desarrollado los argumentos antes expuestos, concluimos señalando lo siguiente:
[1] Cabe indicarse que en dicho estatuto se hace referencia a que la sala de apelaciones puede: a) Revocar o
enmendar el fallo o la pena; o b) Decretar la celebración de un nuevo juicio en otra Sala de Primera Instancia. No
se hace referencia de manera expresa a los supuestos de la condena del absuelto.
[2] “Las finalidades institucionales de la casación son la nomofiláctica y la uniformadora de la jurisprudencia; a
estas finalidades tradicionales, se les ha agregado una tercera: la dikelógica, por la que se pretende una solución
justa el caso concreto”. Yaipen Zapata, Victor Pastor. La Casación en el Sistema Penal Peruano, tesis para optar el
grado académico de magister en derecho con mención en ciencias penales, Lima, Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, 2012.
[3] Taboada Pilco, Giampol. “Variación de facto de la pretensión impugnatoria de revocatoria a nulidad no tiene
sustento legal [Exp. 5894-2015-34]”. En: legis.pe. Lima. Recuperado de https://lpderecho.pe/variacion-pretension-
impugnatoria-revocatoria-nulidad-sustento-legal-exp-5894-2015-34/.
[4] Franciskovic Ingunza, Beatriz y Torres Angulo, Carlos Alberto, “La Corte Suprema ¿Tercera instancia?”, Lima.
En: derecho.usmp.edu.pe. Recuperado
de: http://www.derecho.usmp.edu.pe/instituto/revista/articulos/CASACION_tercera_instancia_G.pdf
[5] Yepez Asencio, Mariana. “Garantía del Doble Conforme”. En: derechoecuador.com, Quito, 05.09.2014.
Recuperado de: https://www.derechoecuador.com/garantia-del-doble-conforme
[6] Salazar Giraldo, Gabriel Jaime. “La doble conforme como garantía mínima del debido proceso en materia
penal”. En: Revista Ratio Juris, Vol. 10, N° 21, Julio – Diciembre. UNAULA. Medellín-Colombia (2015), pp. 139-164.
[7] Jiménez Solano, Francisco y Garro Vargas, Rosaura. Doble conformidad y seguridad jurídica: alcances de las
reformas (y desreformas) del artículo 466 Bis del Código Procesal Penal en la fase de impugnaciones del proceso
penal costarricense Revista Digital de la Maestría en Ciencias Penales N° 10, Año 10. Costa Rica (2018).
[8] Oré Guardia, Arsenio. “La condena del absuelto”. Opinión para el VI Pleno Jurisdiccional de la Corte Suprema.
En: http://incipp.org.pe/archivos/publicaciones/incipp_condena_del_absuelto.pdf
[9] Neyra Flores, José Antonio. Manual del Nuevo Proceso Penal. IDEMSA, Perú, 2010, p. 372.
[10] Bernal Cavero, Jorge A. La Casación en el Nuevo Modelo Procesal Penal. Ideas Solución Editorial SAC, Perú,
2015, p. 37.
[11] “La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia afirmó en Sentencia 21737 que la casación no es una tercera
instancia, donde resulta posible entrar a controvertir las conclusiones fácticas o jurídicas del fallo impugnado, sino
que, el recurso extraordinario comporta la realización de un juicio a su legalidad que impone, como tal, demostrar
que la decisión contraviene ostensiblemente el ordenamiento jurídico, no se trata, pues, de una tercera oportunidad
para debatir hechos”. Portafolio. “La Casación no es una tercera instancia”. En: El Tiempo Casa Editorial,
Colombia, 15.02.2007. Recuperado de <http://www.portafolio.co/economia/las-cinco-noticias-del-dia-en-
portafolio-co-miercoles-19-de-septiembre-de-2018-521332>.
𝗘𝗟 𝗜𝗡𝗖𝗘𝗡𝗧𝗜𝗩𝗢 𝗣𝗘𝗥𝗩𝗘𝗥𝗦𝗢 𝗗𝗘𝗟 𝗣𝗥𝗢𝗖𝗘𝗦𝗢 𝗗𝗘 𝗙𝗢𝗥𝗠𝗔𝗟𝗜𝗭𝗔𝗖𝗜Ó𝗡 𝗠𝗜𝗡𝗘𝗥𝗔
““El problema de la minería informal debe ser abordado pronto, pues de no hacerlo, somos nosotros
y las futuras generaciones de peruanos quienes asumiremos el costo de los daños ambientales
generados en la actualidad por los mineros informales”, advierten los profesores de Derecho Penal
de la Universidad del Pacífico
¿Se imagina usted ser minero, no pagar impuestos, no pagar por el mineral que extrae, no ser
sancionado por los daños al ambiente, y, por último, no ser perseguido penalmente por ello? Esta
situación que parece surreal es la que nuestro sistema jurídico ha promovido con la creación del
proceso de formalización minera, el cual –sin desearlo– incentiva a precisamente a lo contrario: ser
informal y recibir por ello todos los beneficios de la formalidad.
Los orígenes del problema se remontan al año 2012, cuando el gobierno de Ollanta Humala decidió
afrontar el problema de la minería ilegal. Para ello creó un sistema transitorio de formalización
minera. En virtud de dicho sistema el minero informal podía alcanzar la legalidad si cumplía los siete
requisitos exigidos.
Asimismo, para incentivar a que los mineros informales se acogieran a este sistema emitió el Decreto
Legislativo 1102, el cual impide la sanción penal del minero ilegal que se acoja al proceso de
formalización minera. Hasta la actualidad, al amparo del Decreto Legislativo 1351, dicho beneficio
sigue vigente.
La legitimidad constitucional de esta exención de pena es muy discutible, pues tolerar –aunque fuere
transitoriamente– la minería ilegal implica aceptar la afectación del derecho fundamental a un
ambiente sano y saludable, acción que es mucho más visible en nuestra Amazonía”.
Fuente: El Comercio.
¿Se imagina usted ser minero, no pagar impuestos, no pagar por el mineral que
extrae, no ser sancionado por los daños al ambiente, y, por último, no ser
perseguido penalmente por ello? Esta situación que parece surreal es la que
nuestro sistema jurídico ha promovido con la creación del proceso
de formalización minera, el cual –sin desearlo– incentiva a precisamente a lo
contrario: ser informal y recibir por ello todos los beneficios de la formalidad.
Los orígenes del problema se remontan al año 2012, cuando el gobierno de Ollanta Humala
decidió afrontar el problema de la minería ilegal. Para ello creó un sistema transitorio de
Decreto Legislativo 1102, el cual impide la sanción penal del minero ilegal que se acoja al
proceso de formalización minera. Hasta la actualidad, al amparo del Decreto Legislativo 1351,
aunque fuere transitoriamente– la minería ilegal implica aceptar la afectación del derecho
nuestra Amazonía.
intentó ponerle un límite a su duración, de forma tal que sólo tuviera una vigencia transitoria
de dos años. En la práctica, esta buena intención de colocar un límite temporal ha sido
sucesivamente dejada de lado, pues el proceso que inició el 2012 aún hoy se encuentra en
vigor. Esto es, han pasado casi 10 años desde que el proceso de formalización minera inició y
Lo que uno debería analizar es si quizá esta política tuvo algún efecto positivo al permitir que
los resultados en cifras son bastante decepcionantes, pues según la data del Ministerio de
Energía y Minas, hasta el año pasado sólo el 3% de los mineros que se incorporaron al
Entonces, nos preguntamos, ¿realmente fue una buena decisión crear y tolerar un proceso de
minera. Enfoque penal, nuestro aporte al proyecto Agenda Bicentenario del Centro de
cabo del cual el Estado debería poder ejercer el ius puniendi en contra del minero ilegal. En
El problema de la minería informal debe ser abordado pronto, pues de no hacerlo, somos
nosotros y las futuras generaciones de peruanos quienes asumiremos el costo de los daños
1. Introducción
Efectivamente, decía Alexander Pope, poeta inglés del siglo xiii: «errar es humano,
perdonar es divino y rectificar es de sabios». Y la justicia administrada por el juez no
es la excepción. Este como humano es falible, de igual forma lo son sus decisiones
las cuales de no poder ser revisables caerían en la injusticia, situación que se opone
a una de las finalidades del derecho y del proceso mismo: la justicia y alcanzar en la
medida de lo posible la paz social.
Hoy en día, son muchos los países en los que la necesidad de enfrentar una
demanda masiva del servicio de justicia, especialmente a niveles patrimoniales poco
considerables, ha determinado la regulación de vías procedimentales en donde el
proceso se tramita en una sola y definitiva instancia. Es cierto también que los
países en los que se han incorporado y consolidado procesos de instancia única, son
aquellos que han logrado una considerable evolución del derecho y del proceso, así
como un elevado desarrollo en la solución de sus problemas básicos. (Monroy
Gálvez, 1993, p. 46)
Por esa razón, estando al grado de evolución de los estudios procesales en el Perú y
de solución de sus problemas esenciales, no sería oportuno por ahora concretar
legislativamente procesos de instancia única. Sin embargo, es importante que un
ordenamiento procesal que pretende ser contemporáneo, cree las condiciones para
que en un futuro se pueda regular procedimientos de instancia única. (Ídem)
En suma, en el derecho procesal contemporáneo contamos con dos sistemas de
solución de conflictos. Los de instancia única, reservados a aquellos ordenamientos
en dónde los fines del proceso se logran materializar y dónde la cuantía de la litis no
resulte excesivamente onerosa y los de doble instancia, reservados a los
ordenamientos, como el nuestro, en los que aún existen dificultades para
materializar los fines del proceso. No obstante, se espera que eventualmente el
desarrollo económico, educativo, social, político sumado a la formación académica
tanto de los estudiantes, operadores del derecho y de la ciudadanía, creen la
condiciones para instaurar un sistema de solución de conflictos de instancia única.
La doble instancia tiene reconocimiento constitucional, así en virtud del artículo 139
inciso 6 de la la Constitución del 93 es principio y derecho de la función jurisdiccional
la pluralidad de la instancia.
3. Conclusiones
Decía Alexander Pope, poeta inglés del siglo xiii: «errar es humano, perdonar es
divino y rectificar es de sabios». Y la justicia administrada por el juez no es la
excepción. Este como humano es falible, de igual forma lo son sus decisiones las
cuales de no poder ser revisables caerían en la injusticia, situación que se opone a
una de las finalidades del derecho y del proceso mismo: La justicia y alcanzar en la
medida de lo posible la paz social.