05a AguaMedioAmbiente TatianaCelume
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Agua, Medio Ambiente y
Nueva Constitución Consideraciones
Constitucionales del Agua
Tatiana Celume Byrne1
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que tal declaración envuelve y sólo queda asumir que las aguas han sido
publificadas por los intereses generales de la nación. Ahora bien, si se revisa
la legislación para extraer, a partir de ella, cuáles son los fundamentos de
por qué las aguas no están en el tráfico jurídico privado, se puede llegar a la
conclusión de que bajo el marco jurídico constitucional y legal de los años
‘80, se pretendió que fuera el mercado el único sujeto con competencias en
la reasignación del recurso4. La Administración quedó relegada a un papel
secundario como un mero asignador de derechos de aprovechamiento sin
cortapisas en su otorgamiento, salvo el cumplimiento básico de condiciones
formales en la presentación y de requisitos de fondo como la disponibilidad
jurídica (y no material) del recurso5.
4
Para Celume Byrne (2013, p. 191) [
] la finalidad de la afectación [del recurso] es el respeto a la
polifuncionalidad de las aguas y, para sus aprovechamientos extractivos, la asignación eficiente del
recurso hídrico. De este modo, podremos justificar la creación de los mecanismos legales tendientes
a la formación de un mercado de aguas en Chile, o mejor dicho, de un mercado de derechos de apro-
vechamiento”.
5
Hay autores como Vergara Blanco (2015, p. 155) que sólo pretenden restringir o limitar la actuación de
la Dirección General de Aguas y señalan que “su misión es construir derechos de aguas”
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Por su parte, Bauer (2002, p. 67) señala que “El Código de Aguas tenía dos metas principales: facilitar
la redistribución de tierras y aumentar la eficiencia del uso agrícola del agua. Para lograr estas metas el
Código favorecía una intervención estatal más fuerte en vez de la iniciativa privada”.
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N°24, inciso final de a Constitución: “Los derechos de los particulares, cons-
tituidos o reconocidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares la
propiedad sobre ellos”. Esta subsunción, se tradujo en una reserva legal que,
implicó lo siguiente:
Encontramos una opinión contraria en Rivera Bravo (2013, p. 205), que dispone que es necesario ajustar
7
o adaptar los derechos preexistentes, con la finalidad de: “a) conciliar todos los derechos de aprovecha-
miento que coexisten tras el cambio normativo del año 1981 [
], y b) unificar el marco jurídico aplicable
a dichos derechos, de manera que puedan ser íntegramente regidos por las prescripciones del Código
de 1981”. Discrepamos de esta autora y creemos que las disposiciones transitorias que regularizan,
fijan, ajustan o determinan estos usos debieran haber tenido un plazo para efectuar el acomodo. Ya
han transcurrido más de cuarenta años desde la entrada en vigencia del Código de 1981 y estos pro-
cedimientos sólo han servido para causar incertidumbre jurídica, sobre otorgamiento de derechos y la
sobrexplotación de acuíferos.
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establecimiento de una tarifa por su tenencia. Hoy sólo están gravados
por una patente por no uso, la que ha demostrado ser ineficaz y muy
gravosa para la Administración8;
8
Para un análisis de la patente por no uso de las aguas, su implementación, la determinación de sus
costos y los efectos que ha tenido, ver Meza Suárez (2014)
9
Para saber más sobre esta materia, se recomienda leer la obra de Guzmán Rosen (2010)
10
La figura del caudal ecológico ha sido duramente criticada por la doctrina. A saber, Boettiger Phillips
(2013) señala que produce una desigualdad entre los usuarios, que se puede constituir de manera du-
plicada con el caudal ambiental, que existe una doble revisión administrativa por parte del SEIA y de la
DGA y que genera inconvenientes como carga en la organización de usuarios.
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g) Cualquier regulación legal al derecho de aprovechamiento no podrá
afectar su contenido esencial ni podrá establecer limitaciones, graváme-
nes o restricciones que impidan su libre ejercicio, de conformidad a la
cláusula constitucional, contenida en el artículo 19 N°26.
Para un estudio acerca de las connotaciones de los bienes nacionales de uso público, véase Cordero
11
201
Tanto la concepción como la realidad del recurso hídrico ha cambiado. Si
antes las propuestas se dirigían a un recurso abundante en cuantía, hoy las
preocupaciones giran en torno a su escasez relativa y a la consideración de
una sequía permanente que azota el territorio. Si hasta ayer, el objetivo del
legislador era la certeza jurídica y la construcción de obras privadas para fo-
mentar la economía, hoy existen grandes preocupaciones en torno al reparto
equitativo de las aguas a los sectores vulnerables de la población y al mante-
nimiento de un equilibrio ecológico en el uso de las aguas.
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Para Vergara Blanco (2018, p. 237) la reforma constitucional en materia minera no cambió el estado
anterior de las cosas, sólo constituyó una reafirmación. De esta forma, a su juicio, “Si bien esta reforma
constitucional tuvo otras consecuencias políticas no del todo correctas a la luz de los principios del de-
recho, por haber incluido expropiaciones que no se indemnizaron siempre, [
] su contenido jurídico se
presentaba como el mismo que históricamente había detentado el Estado frente a las minas [
]”. La ex-
periencia australiana es completamente distinta a la situación chilena. Sin perjuicio de ello, se realiza-
ron expropiaciones y se indemnizaron a los usuarios. Para más información, consultar “The Australian
Water Reform Journey”, disponible en: https://waterpartnership.org.au/wp-content/uploads/2016/08/
AWN-Australian-Water-Reform-Journey.pdf
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b) Priorización del consumo humano (Derecho humano al agua y al sanea-
miento)
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Para un estudio acabado sobre la evolución del derecho al agua desde una visión histórica al reciente
derecho español, ver Embid (2006)
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La Constitución debe crear y fortalecer este derecho creando una priorización
para el consumo humano y el saneamiento en la asignación, en la reasigna-
ción y en la limitación de los derechos de aprovechamiento. Además, debe
garantizar este derecho por medio de acciones constitucionales de tutela efec-
tiva, como lo es el recurso (o acción) de protección.
Creemos que especial mención merece el agua potable rural. Los servicios sa-
nitarios rurales constituyen la empresa sanitaria más grande del país. Es nece-
sario que la Constitución fomente el modelo cooperativo en el abastecimiento
del agua potable rural.
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d) Establecimiento de un sistema tarifario para el amparo del agua (régimen
económico y financiero)
Quien tiene un derecho, tiene un deber. La Constitución debe ordenar que los
titulares de derechos de aprovechamiento de aguas están sometidos al pago
de una tarifa anual, la que determinará el legislador a partir del costo fiscal
del agua. De implementarse esta medida, esta actuaría como un instrumento
disuasivo en el acaparamiento ocioso y en la especulación de los derechos
de aprovechamiento de aguas en la medida en que el gravamen se asemeje al
costo del agua. Además, el Estado podrá planificar el uso de las aguas asignan-
do gravámenes diferenciados a los distintos usos de las aguas17.
La Constitución deberá ordenar que aquellos usos de las aguas que se refieran
al consumo humano y al saneamiento de los servicios sanitarios rurales y a los
usos ancestrales y ecológicos, queden exentos del pago de la tarifa.
Para ver la necesidad de incorporar un precio del agua equivalente a su costo, ver Embid Irujo (1996).
17
Para ver la internalización de los costos ambientales en el costo del agua, ver Martín Mateo (1996). Para
conocer acerca de las implicancias de un régimen económico financiero del agua en un mercado del
agua, ver Menéndez Rexach (1996).
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libremente transado y que bajo la órbita conceptual económica constituye un
derecho de propiedad perfecto18. Actualmente, y bajo la propietarización del
derecho de aprovechamiento, éste se plasma como una titularidad absoluta,
exclusiva y perpetua.
Chile tiene más de cien cuencas demográficas las cuales están demarcadas
por ríos cortos y torrentosos que corren de oriente a poniente19. Sin perjuicio
de ello, es necesario contar con una institucionalidad que pueda planificar el
desarrollo del recurso tanto a nivel nacional como local. La planificación de
las aguas debe referirse a una administración público-privada que nazca de
las demandas del territorio. Se trata de concebir una administración descen-
tralizada que pueda atender a los requerimientos locales a la vez que cumplir
con los lineamientos públicos generales a nivel país.
18
Ver Celume Byrne (2013)
19
Ver Atlas del Agua
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corporados los distintos usuarios de las aguas (tanto productivos como no ex-
tractivos) y los distintos usos que de ellas se hagan. El Estado tiene que hacer
primar la priorización de las aguas para el consumo humano y el saneamien-
to y generar todos los instrumentos necesarios para garantizarlo. Asimismo,
corresponderá al Estado otorgarles preferencia a aquellos usos, tales como los
ecológicos o ancestrales, que deben quedar protegidos. En este sentido cobra
importancia el régimen económico financiero de las aguas ya que el Estado,
a través suyo, podrá ir generando incentivos para que estos usos prefieran a
otros de carácter extractivo.
Atendidas las nuevas tecnologías, hoy se pueden depurar las aguas servidas
bajo los estándares que determina la ley. Se crea de este modo una nueva
fuente alternativa de aguas. Sin embargo, se ha generado una gran discusión
en torno a quién es el propietario de las aguas servidas tratadas (AST). Hay
algunos autores que abogan por que dichas aguas sean de propiedad de los
prestadores de servicios sanitarios. Por otro lado, podría estimarse que dichas
aguas pertenecen a los usuarios que han pagado la tarifa por el servicio sani-
tario. Creemos que, esa discusión hoy debiera zanjarse por medio de la cons-
titucionalización del principio de la unidad hidrológica: las aguas son hoy de
la cuenca que las produce. No parece racional ni obvio que los particulares
que han participado en el ciclo sanitario de las aguas se las apropien por ese
sólo hecho como si de un modo de adquirir se tratase21.
Este principio parece sólo recoger la unidad de las aguas superficiales, por este motivo sugerimos el
20
de la unidad hidrológica.
Este tema ha sido tratado por Celume y Dasencich (2021), en especial referencia a las AST provenientes
21
del Gran Santiago y su tránsito hacia las sub cuencas de San Antonio. El artículo propone que bajo el
modelo que informa el principio de la unidad hidrológica estas aguas permanezcan en la cuenca de
Santiago ya que no serían de propiedad de las empresas prestadoras de servicios sanitarios.
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4. Conclusiones.
Según Guastini (2013, p. 24) “Para la filosofía política, el término “Constitu-
ción” es comúnmente utilizados, en su sentido originario, para denotar cual-
quier ordenamiento estatal de tipo liberal (o, si se quiere, liberal-garantista);
un ordenamiento en que la libertad de los ciudadanos en sus relaciones con
el Estado esté protegida mediante oportunas técnicas de división del poder
político”. En otras palabras, una Constitución liberal, estrictamente, consti-
tuye un texto concebido para limitar el poder y para garantizar los derechos
de las personas Pretender que regule cada uno de los espacios de la vida no
sólo es poco producente sino que innecesario. En cuando al agua, ocurre lo
mismo. Creemos que la Constitución debe hacer un esfuerzo por cautelar el
régimen público de las aguas y que, para ello, deberá las limitaciones, con-
diciones y restricciones a los derechos de aprovechamiento. A su vez, deberá
fijar los lineamientos necesarios para proveer a una efectiva protección y
conservación del recurso hídrico, reconociendo los usos ecológicos y an-
cestrales de las aguas. Una deuda que tenemos como país es reconocerle un
verdadero y efectivo derecho al acceso a las aguas a los pueblos originarios.
Disponer hoy de un derecho para usar y gozar de las aguas, constituye un ver-
dadero privilegio y deberá existir un régimen económico financiero para efec-
tos de ponerle coto al acaparamiento ocioso y a la especulación de las aguas.
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