Guion El Principe Feliz
Guion El Principe Feliz
Guion El Principe Feliz
I parte
Narrador: En lo alto de una ciudad, sobre una elevada columna, se erguía la
estatua de El Príncipe Feliz. Estaba enteramente recubierta de finas láminas
de oro, sus ojos eran dos brillantes zafiros y un gran rubí destellaba de su
empuñadura.
Esta estatua era admirada por todos, desde los niños hasta los más altos
representativos de la ciudad como el alcalde.
Cierto día voló una golondrina a la ciudad, sus compañeros habían volado a
Egipto, pero ella se quedó por estar muy enamorada de un junco que estaba
en un rio. Pero se dijo:
1
Narrador: De manera que se posó entre los pies de El Príncipe Feliz.
Golondrina: Tengo recamara de oro. (dice en voz baja)
Golondrina: ¡Que cosa curiosa! No hay una sola nube en el cielo y las
estrellas se ven claras y brillantes, y sin embargo está lloviendo.
Narrador: Y decidió partir. Pero antes de que desplegara las alas, cayó una
tercera gota, y miro hacia arriba, y vio.
Golondrina: ¡AH!
Narrador: ¿Y qué fue lo que vio? Los ojos del Príncipe Feliz rebosaban de
lágrimas, y más lágrimas se deslizaban pos sus mejillas doradas.
2
Un alto muro cercaba el jardín, pero nunca sentí deseos de preguntar que
había del otro lado: todo lo que me rodeaba era tan hermoso.
Príncipe: Lejos de aquí en una callejuela hay una casa pobre. Una de las
ventas está abierta, y en ella puedo ver a una mujer sentada ante una mesa.
Su rostro es delgado y sufrido, y sus manos toscas y enrojecidas están llenas
de pinchaduras, pues es costurera.
Esta bordando pasionarias sobre un vestido de satén para la más bella de las
damas de honor de la reina, quien lo lucirá en el próximo baile de la corte.
3
Golondrina: Hace mucho frio aquí, pero me quedare contigo una noche y
seré tu mensajero.
Hacia adentro salto la golondrina, y dejo el gran rubí sobre la mesa al lado de
un dedal. Luego voló suavemente alrededor del lecho, abanicando la frente
del niño con sus alas.
Golondrina: Es curioso, siento una extraña tibieza, aunque hace tanto frio.
II parte
Narrador: A la mañana siguiente la golondrina voló al rio, se tomó un baño,
y regresó en la noche al asomar la luna, la golondrina voló hacia el príncipe,
dispuesta a hacer el viaje hacia Egipto.
Golondrina: ¿tienes algún mensaje para Egipto?, (grito) ¡me estoy poniendo
en camino!
4
Príncipe: Golondrina, golondrina, pequeña golondrina, ¿no te quedarías
conmigo una noche más?
Príncipe: ¡hay de mí! Ya no tengo rubíes, mis ojos son lo único que me
queda. Están hechos de zafiros que fueron traídos de la india hace mil años.
Saca uno de ellos y llévaselo, él se lo venderá al joyero, y comprara comida y
leña, y terminara su obra
Narrador: Así es que la golondrina saco el ojo del príncipe, y voló hasta la
habitación del estudiante. El joven se había tapado la cabeza entre las
manos, de manera que no escucho el aleteo del pájaro, y cuando alzo la
mirada se encontró con el hermoso zafiro brillando entre el desorden de los
papeles.
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III parte
Narrador: A la mañana siguiente la golondrina regreso donde El Príncipe
Feliz.
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Narrador: Entonces la golondrina regreso donde el príncipe
Golondrina: Estas ciego ahora, así que me quedaré contigo para siempre.
IV parte
Narrador: A lo largo del día siguiente el pajarito, posado sobre el hombro
del príncipe, le relato historias de lo que había visto en tierras extrañas.
Narrador: Así es que la golondrina voló sobre la gran ciudad, y vio a los
ricos festejando en sus hermosas casas, mientras que los pordioseros
mendigaban a sus puertas.
7
Príncipe: Estoy recubierto de fino oro, debes quitármelo, hoja por hoja, y
dárselo a mis pobres; los vivos siempre piensan que el oro puede darles la
felicidad.
Narrador: Hoja tras hoja, la golondrina quito las láminas de oro, hasta que
el Príncipe Feliz quedo muy deslucido y gris. Hoja tras hoja del fino oro la
golondrina entrego a los pobres, y los rostros de los niños tomaron color, y
reían y jugaban en las calles.
Apenas tuvo fuerzas para volar hasta el hombro del príncipe una última vez.
Príncipe: ¿permitirás que te bese la mano? Me alegra que por fin vayas a
Egipto, querida golondrina, te has demorado demasiado tiempo aquí; pero
debes besarme en los labios, pues te amo.
Narrador: Y la golondrina beso los labios del príncipe, y cayo muerta a sus
pies. En ese momento sonó curioso ruido dentro de la estatua, como de algo
que se rompía. El hecho es que el corazón de plomo se había partido en dos.
V parte
Narrador: Temprano a la mañana siguiente, el alcalde recorría la plaza. Al
pasar frente a la columna, miro hacia arriba, hacia la estatua
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Alcalde: ¡caramba! ¡Cuán andrajoso luce el príncipe feliz! , ¡Hasta hay un
pájaro muerto a sus pies!
Fundidor #1: ¡qué cosa rara! Este corazón partido no se funde en el horno
Voz de Dios: has elegido bien, pues en mi jardín del Paraíso este pajarito
cantara por siempre, y en mi ciudad de oro el príncipe feliz me alabara.