Vinciane Despret
Vinciane Despret
Vinciane Despret
ARTÍSTICAS
EN UN PLANETA
EN EMERGENCIA
Cuando comenzó el aislamiento social obligatorio,
nos encontrábamos curando una extensa exposición
en la que artistas argentinos contemporáneos
investigan de diversas maneras las transformaciones
de las relaciones entre los seres humanos y los
seres no humanos (animales, plantas, piedras,
microorganismos, pero también cosas, máquinas,
sus propios cuerpos). Aunque la fecha de apertura se
ha pospuesto, seguimos trabajando. Para compartir
nuestro proceso, publicamos esta serie de textos
que componen nuestros marcos teóricos y que no
se han traducido al español o publicado hasta ahora.
Elegimos en el título la palabra “emergencia” por su
doble alusión a una situación de alerta frente a un
peligro, pero también al surgimiento de algo nuevo:
quizás un planeta más solidario, más generoso, más
frugal y equilibrado, más imaginativo. Más rico,
entendiendo que tenemos la oportunidad de volver a
preguntarnos qué es la riqueza.
DE AGENTES SECRETOS A
LA INTERAGENCIA*
Por Vinciane Despret
* Artículo publicado por primera vez en inglés en History and Theory, Theme Issue
52, diciembre de 2013, pp. 29-44. © Wesleyan University 2013. ISSN: 0018-2656.
Traducción de Pablo Méndez.
1. Donna Haraway, “Sowing Worlds: A Seed Bag for Terraforming with Earth
Others”, en Margaret Grebowicz y Helen Merrick (eds.), Beyond the Cyborg:
Adventures with Donna Haraway, New York, Columbia University Press, 2013.
2. En lo que refiere a cuervos, véase: Bernd Heinrich, Mind of the Raven, New York,
Harper Collins, 2000; por los turdoides matorraleros: Amotz Zahavi y Avishag
Zahavi, The Handicap Principle: A Missing Piece of Darwin’s Puzzle, Oxford, Oxford
University Press, 1997; por los elefantes: Cynthia Moss, Elephant Memories: Thirteen
Years in the Life of an Elephant Family, Chicago, University of Chicago Press, 2000; y
por las ovejas: Thelma Rowell, “A Few Peculiar Primates”, en S. Strum y L. Fedigan
(eds.), Primate Encounters: Models of Science, Gender, and Society, Chicago, University
of Chicago Press, 2000, pp. 57-71. Muchos otros podrían ser mencionados.
3. Shirley Strum, Almost Human, New York, Random House, 1987, p. 30.
9. Mark Bekoff, “Animal Passions and Beastly Virtues: Cognitive Ethology as the
Unifying Science for Understanding the Subjective, Emotional, Empathic, and
Moral Lives of Animals’’, en Zigon 41, nº 1, 2006, p. 74.
10. Éric Baratay, Le point de vue animal: Une autre version de l’histoire, Paris, Seuil,
2012.
11. Konrad Lorenz, “Companionship in Bird Life”, en Claire H. Schiller y Karl S.
Lashley Lashley (eds.), Instinctive Behavior, New York, International University
Press, 1957.
12. Pero véase, para una crítica más radical, Marion Thomas, “Rethinking the
History of Ethology: French Animal Behaviour Studies in the Third Republic
(1870-1940)”, tesis doctoral, Centro de Historia de la Ciencia, la Tecnología y la
Medicina, Universidad de Manchester, 2003.
13. Eileen Crist, Images of Animals, Philadelphia, Temple University Press, 1999, p. 89.
14. Ibidem, p. 112
17. Jakob von Uexküll, Andanzas por los mundos…, op cit., p. 76.
20. Ibidem.
21. Ibidem, p. 76-77.
31. El antropólogo Eduardo Viveiros de Castro nos recuerda que el afín es ante
todo un Otro, y siempre está mediado por un tercer término (por ejemplo, el
cuñado está siempre en referencia a una hermana). El afín siempre está conectado
“à la limite”, “ad finitum”. Eduardo Viveiros de Castro, “Perspectival Anthropology
and the Method of Controlled Equivocation”, en Tipiti: Journal of the Society for the
Anthropology of Lowland South America 2, nº 1, 2004, pp. 3-22.
32. En este sentido, se puede sugerir que las prácticas científicas de este tipo
involucran a los científicos en el proceso de involución cuando exploran, con
otros organismos, nuevas formas de vivir con y junto a los demás, ya que están
representando/transformando/inventando el mismo proceso que tratan de
describir.
35. Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia (trad. José
Vázquez Pérez), Valencia, Editorial Pre-textos, 2004.
36. Ibidem, p. 51
42. Alfred Gell, Arte y agencia: una teoría antropológica (trad. Ramses Cabrera
Olivares), Buenos Aires, Sb Editorial, 2016. Para resituar el problema de Gell:
la antropología es una disciplina social que pretende estudiar las relaciones
sociales; no es la disciplina que pretende estudiar la cultura. Por lo tanto, la
antropología del arte no debería ser lo que la historia del arte pretende hacer, es
decir, “recuperar la ‘forma de ver’ que los artistas de un [determinado] período
suponían implícitamente que su público traería al período”. La elucidación de los
sistemas estéticos no occidentales no constituye una “antropología del arte”, que
es un programa cultural y no social. “La antropología del derecho, por ejemplo,
no es el estudio de los principios ético-jurídicos –las ideas de otros pueblos
sobre el bien y el mal–, sino de las disputas y sus resoluciones, en el curso de las
cuales los contendientes suelen apelar a tales principios. Del mismo modo, la
antropología del arte no puede ser el estudio de los principios estéticos de tal o
cual cultura, sino de la movilización de los principios estéticos (o algo parecido)
en el curso de la interacción social”. Esto lleva a Gell a considerar el arte como un
sistema de acciones, con la intención de cambiar el mundo en lugar de codificar
propuestas simbólicas sobre él. Toma como ejemplo el escudo de un guerrero: el
diseño no es para que el guerrero oponente lo vea en un campo de batalla como
un objeto estético: es indiscutiblemente “una obra de arte del tipo que interesa
al antropólogo, pero sus propiedades estéticas (para nosotros) son totalmente
irrelevantes para sus implicaciones antropológicas. Antropológicamente, no es
un escudo ‘bello’, sino un escudo que induce al miedo. Los innumerables matices
de las respuestas emocionales sociales a los artefactos (de terror, deseo, asombro,
fascinación, etc.) en los patrones de desarrollo de la vida social no pueden ser
abarcados o reducidos a sentimientos estéticos...”.
43. Ibidem, pp. 13-14.
44. Sin embargo, distingue una categoría de agentes que son “autosuficientes”
y autónomos –como los humanos– y agentes secundarios, que son agentes en
conjunción con ciertos asociados (humanos) específicos (Ibidem, p. 17). Estoy
radicalmente en desacuerdo con esta distinción en la medida en que no conozco
(y nunca he conocido) un agente “autosuficiente” y autónomo. Esta distinción
debilita considerablemente la propuesta de Gell y parece contradictoria con su
muy original e interesante especulación. Como mi objetivo no es discutir a este
autor, sino buscar en su obra los recursos para ayudarnos con el “agente secreto”,
no voy a discutir más este punto (contentándome con señalarlo honestamente:
Gell, si aún estuviera vivo, probablemente no me seguiría hasta el final en el
desarrollo de estas cuestiones).
45. Ibidem.
46. Bruno Latour, “The Promises of Constructivism”, en Don Ihde (ed.), Chasing
Technology: Matrix of Materiality, Indiana Series for the Philosophy of Science,
Bloomington, Indiana University Press, 2003, pp. 27-46. Disponible en:
http://www.bruno-latour.fr/node/166.
47. Alfred Gell, Arte y agencia…, op cit. Y añade: “Los objetos de arte son caracterís-
ticamente ‘difíciles’. Son difíciles de fabricar, difíciles de ‘pensar’, difíciles de ne-
gociar. Fascinan, obligan y atrapan, además de deleitar al espectador. Su peculia-
ridad, intransigencia y rareza es un factor clave en su eficacia como instrumentos
sociales”.
48. La autora se refiere a History and Theory, Theme Issue 52, diciembre de 2013,
Wesleyan University. ISSN: 0018-2656. [N. del T]
49. El engaño podría ser la pista más destacada a favor de este “punto de vista ex-
periencial”, sobre todo porque, como afirman los etólogos cognitivos, el engaño se
basa en la posibilidad de adoptar la perspectiva de otro ser. En otras palabras, un
animal que utiliza una táctica de engaño necesita la mayoría de las veces compren-
der la mente y las creencias de otro individuo para poder engañarlo, es decir, el
animal es capaz de adoptar los puntos de vista de los demás. Véase, por ejemplo,
David Premack y George Woodruff, “Does the Chimpanzee Have a Theory of
Mind?”, en Behavioral and Brain Sciences, nº 4, 1978, pp. 516-526; véase también, para
una muy buena revisión, Lucy Bates y Richard Byrne, “Creative or Created: Using
Anecdotes to Investigate Animal Cognition”, en Methods, nº 42, 2007, pp. 12-21.
50. Jocelyne Porcher y Tiphaine Schmitt, “Dairy Cows: Workers in the Shadows?”,
en Society & Animals 20, nº 1, 2012, pp. 39-60; el énfasis es mío. Véase también J.
Porcher, Vivre avec des animaux: une utopie pour le XXIe siècle, Paris, La Découverte,
2011 y Vinciane Despret y Jocelyne Porcher, Etre Bête, Arles, Actes Sud, 2007.
51. Es interesante observar aquí la descripción que Porcher, inspirado en el psi-
coanalista francés Christophe Dejours, hace del “trabajo”: “el poder del trabajo es
triple: transformar el mundo, objetivar la inteligencia y producir subjetividad. La
relación subjetiva con el trabajo representa una relación fundamental con la vida”.
Jocelyne Porcher y Tiphaine Schmitt, “Dairy Cows…”, op cit.
52. Erica Fudge, “Milking Other…”, op cit.
53. Incluso Grandin se ve envuelta en esta relación de fuerzas, ya que tiene que
actuar con (y sobre) esta resistencia. Ella misma se convierte en agente a través
de sus encuentros con el ganado. Su descripción de estas situaciones mismas,
crean esta relación, generando el agenciamiento y formando parte de él. Esto me
permite no diferenciar, como los historiadores podrían verse obligados a hacer,
entre las descripciones de situaciones en el pasado y las representaciones actuales.
Por supuesto, las intervenciones de Hustak y Myers, por ejemplo, se basan en gran
medida en las descripciones de Darwin: qué descripciones están justificadas podría
ser una cuestión más problemática para los historiadores (véase, de nuevo, Erica
Fudge, “Milking Other…”, op cit.). Pero como considero que el análisis de Hustak
y Myers forma parte activa del agenciamiento, el propio agenciamiento quedaría
desmembrado si intentara desvincular las descripciones de Darwin de lo que estas
dos historiadoras hacen con ellas.
55. Véase también el hermoso artículo de Robert Kirk sobre Michael Robin Chance:
“Between the Clinic and the Laboratory: Ethology and Pharmacology in the Work
of Michael Robin Alexander Chance, c. 1946-1964”, Medical History 53, nº 4, 2009,
pp. 513-536. El artículo analiza “la importancia de la etología para la ciencia expe-
rimental de Chance, con especial atención a cómo la etología impregnó al animal
de laboratorio con características, sentimientos y necesidades subjetivas ‘naturales’.
Por lo tanto, Chance reconfiguró la relación entre el experimentador y el animal
de experimentación como una relación basada en la obligación y la coopera-
ción mutuas. Esto [...] ha abierto un nuevo territorio en el que el reconocimiento
explícito de una relación ética entre el investigador y el animal de laboratorio se
convirtió en una parte necesaria de la práctica experimental”.
56. Pero también podemos sugerir que la forma en que se organiza el trabajo no
pone en primer plano las oportunidades reales de los animales para actuar de
forma no mecánica, como escribe Porcher citando a Christophe Dejours: “Ser
inteligente en el trabajo siempre significa apartarse de los procedimientos y las
instrucciones. Trabajar bien implica violar las recomendaciones, los reglamentos,
los procedimientos, los códigos, las especificaciones y la organización normati-
va. Sin embargo, en muchas situaciones de trabajo, el control y la vigilancia de
los gestos, los movimientos, los métodos operativos y los procedimientos son
rigurosos, si no severos, con el resultado de que la inteligencia en el trabajo está a
menudo condenada a permanecer discreta, o incluso oculta” ( Jocelyne Porcher y
Tiphaine Schmitt, “Dairy Cows…”, op cit., p. 43). Yo añadiría que, en ese caso, tanto
los humanos como los animales son “agentes secretos”.
Universidad de Lieja
60. Como Latour, que inspiró profundamente este trabajo, escribió bellamente:
“Ser un sujeto no es actuar de manera autónoma frente a un fondo objetivo, sino
compartir la agencia con otros sujetos que también han perdido su autonomía”. “¿Qué idio-
ma hablaremos con Gaia?”; énfasis del autor.