Zodiaco, El Sendero de Los Animales

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Zodíaco, el sendero de los animales

Por Alejandro Christian Luna

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Los historiadores nunca terminaron de ponerse de acuerdo acerca del nacimiento de la


Astrología y en particular del Zodíaco con sus doce signos. Se piensa que su origen es
mesopotámico o egipcio y que tiene casi 5.000 años de antigüedad. Atravesando
milenios y culturas, el aporte de los caldeos y los griegos fue esencial para que nos
lleguen las doce figuras tal como las conocemos hoy: Aries (el carnero), Tauro (el
toro), Géminis (los gemelos humanos), Cáncer (el cangrejo), Leo (el león), Virgo (la
virgen), Libra (la balanza), Escorpio (el escorpión), Sagitario (el centauro -mitad
hombre mitad caballo-), Capricornio (la cabra montés), Acuario (el aguador) y Piscis
(los peces).
Cuando decimos que tal persona es de Tauro por ejemplo, nos referimos a que en el
momento de su nacimiento el Sol, visto desde la Tierra, transitaba por el signo del
toro. Eso ocurre todos los años entre el 21 de abril y el 21 de mayo aproximadamente.
El Sol recorre en un año los 12 signos, focalizando secuencialmente las diferentes
energias del Zodíaco. Según su etimología esta palabra proviene del griego Zodiakós
-el camino de los animales- o -las casas de los animales-. De zoo, animal y diakós,
camino u Oikos, casa. Otros especialistas dicen que viene de zodion más el sufijo kos,
y significaría algo así como -concerniente a las imágenes de animales-.
Sea cual fuere el caso, es innegable la fuerza que tuvieron las figuras de los animales
en las conciencias que sintonizaron con el lenguaje de la Astrología, tanto la
occidental como la china; y con más razón en esta última: los doce signos
corresponden exclusivamente a animales y son: rata, buey, tigre, conejo, dragón,
serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro y cerdo.
¿Y que decir acerca de la palabra animal? Viene del latín animalis, un ser dotado de
respiración o de soplo vital, de ánima. A su vez, ánima pasó a significar principio
vital y luego alma. Como dice José Francisco Zamorano Abramson “si el alma o
ánima es la vida que existe y fluye entre los seres animados (a diferencia de los
inanimados), entonces todos los animales estamos provistos de alma, ya que todos los
animales tenemos y compartimos un nivel de existencia anímica”.

Tótems y chamanes
En las sociedades primitivas había un rol importante para quien podía contactarse con
las almas de los muertos y las almas de los animales; alguien que asesoraba en la
caza, sabía de plantas, de medicina, de sueños y, fundamentalmente, iba y venía a
través de las diferentes dimensiones de la realidad. Era el Shamán o chamán.
El chamán también daba identidad al clan y a las personas que lo integraban. Son
conocidas algunas novelas que transcurren en esas épocas como “El Clan del Oso
Cavernario” por ejemplo, o “La Tribu del Lobo”. Individualmente cada persona
también tenía un animal de poder y de protección, y era función del chamán de la
tribu contactar a la persona con su animal a través de una iniciación.
Tribus nativas de Canadá, entre otras, reconocían las cualidades de ciertos animales
como el halcón, el oso o el pez, como atribuciones espirituales que operaban en cada
clan y en cada persona. La afinidad existente entre un miembro del clan y su animal
totémico no era una mera creencia sino un hecho psicológico, produciendo por
ejemplo experiencias de caza mágico-telepáticas. El totemismo podía ser tanto una
religión como una forma de organización político social.
Animales arriba, animales abajo, diría Hermes Trismegisto. Miles de años más tarde y
de una forma para nada iniciática, muchos de nosotros nos seguimos identificando
con algún animal de poder: el Cangrejo, el León, el Escorpión, etc. Acaso como una
manera confusa de contactar con la presencia del alma…

Horizontes de sensibilidad
Chamanes, anima, alma. En el simbolismo astrológico estas palabras se relacionan
fundamentalmente con el planeta Neptuno, regente de Piscis. Como se indicaba en
anteriores artículos, son cualidades neptunianas la capacidad de resonancia, la
máxima receptividad (por compasión o sensibilidad), la idealización, confusión,
fantasía y engaño, los estados no ordinarios de conciencia, lo trascendente e
inmaterial. Invita a la disolución de toda frontera a favor de la restauración de la
totalidad. El tipo de sensibilidad neptuniana va más mucho más allá de la lunar,
signada por la empatía personal y por el ansia de cuidado y protección.
Como vimos en la nota “Espirales evolutivas” publicada en julio de 2012, una misma
energía puede manifestarse en formas regresivas o más evolucionadas. Resonancia
compasiva o autoengaño y escapismo son dos niveles de Neptuno. A nivel colectivo o
personal, el regente de Piscis también tiene que ver con el adormecimiento de la
conciencia, el entumecimiento psíquico, la anestesia mental o la hipnosis colectiva.
Acaso así pueda entenderse la extraña actitud de alguien que ama a su animal de
compañía pero que disfruta de una corrida de toros.
Es más fácil cambiar nuestra manera de pensar que nuestra manera de sentir. Estamos
tomados por condicionamientos perceptivos, sensitivos y cognitivos, un combo que
nos hace responder de una manera predeterminada. Despertar de la siesta implica
darse cuenta que nos movemos como zombis por la vida.
Neptuno puede indicar (a partir de la carta natal y generalizando un poco) hasta donde
puede dar nuestra sensibilidad, entendida ésta como capacidad de registro. Es
evidente que las plantas son sensibles a la luz y al agua principalmente, cosa que las
rocas no tienen manera de registrar. Los animales responden a mayor cantidad de
estímulos que las plantas, y aún así, la sensibilidad olfativa de los perros es mucho
mayor que la de los humanos, así como nuestra vista es mejor que la de los
rinocerontes.
Hay un mundo invisible allí afuera que comienza donde termina nuestro horizonte de
sensibilidad. Hay aromas, sonidos, formas, sabores y sensaciones que no entran
dentro de nuestro horizonte, debido a nuestra estructura biológica/mental y a nuestros
condicionamientos culturales. Cosas que no existen para nosotros son una realidad
indiscutible para otros organismos que poseen una sensibilidad diferente. La pregunta
que surge es ¿existe en el ser humano la posibilidad de extender su horizonte de
sensibilidad más allá de lo que él mismo cree? En Neptuno, Piscis y Casa XII
podemos empezar a buscar la respuesta.

Casas animales
Dentro de la carta natal, las casas asociadas a los animales son la VI y la XII, análogas
a Virgo y a Piscis respectivamente. En la casa VI podemos ver todo lo que tiene que
ver con trabajo, servicio y salud; nos dice a través de qué energía puede uno brindar
un servicio a la comunidad (o sea, a un sistema mayor que me incluye). La tradición
astrológica relaciona la casa VI con los animales pequeños.
Aqui puede verse el vínculo que hay entre los animales y el servicio, pues desde
siempre nos lo han prestado de una u otra manera. Perros que ayudan en la caza o en
el arreo de rebaños, gatos que mantienen a raya otras “alimañas”, y en cierto sentido,
el servicio que nos brindan al darnos los productos que consumimos habitualmente
(huevos, miel, lácteos, pieles, carne, etc).
Los animales domésticos entran en la casa VI, su servicio es fundamentalmente
psicológico y su efecto también se siente en nuestra salud. Según un estudio de la
American Heart Association: “El poseer un animal como mascota puede traer efectos
positivos en la salud humana. El descenso de la presión arterial alta y de los niveles
de colesterol y triglicéridos en la sangre son efectos físicos positivos que puede traer
el poseer un animal de compañía. La interacción social que involucra el tener una
mascota ha demostrado una respuesta positiva al estrés mental, la depresión y los
sentimientos de soledad, desembocando en una mejoría en la salud del poseedor.
Asimismo, recientes estudios en el Japón muestran que las personas que sufren
enfermedades crónicas y poseen mascotas (ya sea que estas tengan pelo, plumas o
escamas) parecen tener corazones más saludables que quienes viven sin un animal de
compañía”.
Quienes conviven con perros o gatos saben que muchas veces son ellos los que se
enferman en lugar nuestro, son ellos los que ponen el cuerpo (y el alma) por nosotros
y quienes muchas veces parecen cumplir un servicio de filtrado de energías negativas
(algo que se dice sobre todo de los gatos). Los animales confortan, curan, evitan
suicidios, son terapeutas y consejeros. (Si creen que exagero pueden leer el libro de
Rupert Sheldrake De perros que saben que sus amos están camino de casa).
La casa opuesta a la VI es la XII, relacionada con Piscis. Es bastante compleja pero en
principio tiene que ver con la conexión con el inconciente colectivo, muestra
arquetipos internos potentes aunque de difícil identificación; espiritualidad, servicio
desinteresado, encierros, enemigos ocultos, etc. La tradición relaciona esta casa con
los animales grandes y los salvajes. Aquí entrarían los caballos, bueyes, elefantes,
camellos, vacas, etc. También nos dan un servicio, pero ¿animales salvajes?.
Los antiguos seguramente intuyeron el carácter totémico de los animales salvajes y
hoy los podemos relacionar con la casa XII del servicio transpersonal. Son un puente
entre las inteligencias de la naturaleza con el Misterio que va más allá de ella; es la
posibilidad chamánica que cada uno tiene de unir dimensiones diferentes, y así
devolverle el alma al mundo…
Es que a partir de la Ilustración la naturaleza dejó de ser algo vivo y orgánico y pasó a
ser algo mecánico y ciego, que existe para que nosotros -el pináculo de la evolución
del Universo- nos aprovechemos de ella dominándola, explotándola, agrediéndola. El
papel de la mujer y de los animales (representantes simbólicos de la naturaleza) no ha
tenido mejor suerte. Estos últimos están siendo literalmente masacrados en este
instante a lo largo y a lo ancho del planeta.
Mataderos escondidos en las afueras de las ciudades, inenarrables experimentos
científicos, sanguinarias tradiciones culturales, inconciencia (y negación) acerca de lo
que implica en términos de sufrimiento el alimentarnos como lo hacemos, maltratos,
torturas, etc. hacen del nuestro un mundo cruel y desalmado.
Como afirmaba Schopenhauer en 1819: "Se podría decir, sin faltar a la verdad, que
los seres humanos son los demonios de la Tierra y que los animales son las almas
que esos demonios atormentan".

Retomando el sendero
Pese al estado actual de la situación de los animales, habrán visto que cada vez se
escucha con más fuerza la voz de aquellos que abogan por su bienestar. Son la voz de
los que no tienen voz. Ambientalismo, proteccionismo, especismo, veganismo,
vegetarianismo, permacultura, ética sensocéntrica, derecho animal, etc. son valientes
iniciativas que indican que ya hay muchas personas que han tomado conciencia y
actúan al respecto.
Son maneras socialmente organizadas de acompañar la actitud humilde de quien pone
un recipiente con agua para los perros de la calle, adopta un gato perdido o evita la
pirotecnia en épocas de fiestas. Personas comunes que no tienen “mascotas” sino que
comparten su vida con seres que sienten igual que ellos. Pues volviendo a el origen de
las palabras, la etimología de mascota es “objeto, amuleto que da buena suerte a quien
lo lleva”.
Las miles de personas (generalmente mujeres) que sin pedir nada donan su tiempo,
salud y dinero a fin de colaborar y llevar adelante fundaciones bienestaristas, hogares
de rescate, actividades de concientización, etc. son la contracara de los demonios de
los que hablaba Schopenhauer. Son literalmente ángeles para los animales
hambrientos, abandonados, heridos, maltratados y olvidados por la mayoría de
nosotros.
Podemos decir que su horizonte de sensibilidad es mayor al de la mayoría. No ponen
una frontera entre el humano y el animal, pues saben que si el otro siente tanto dolor
como puedo sentir yo, y disfruta también como yo, ¿cual es la diferencia entre
ambos?. Para ellos todo acto que haga sufrir a un ser sintiente es un acto criminal. Y
despertar a esta sensibilidad no puede dejar de generar dolor. Un dolor que a su
debido tiempo llevará a una maduración de la conciencia y a un crecimiento del alma.
El Zodíaco, en fin, nos remite también a esa conexión que tenemos con los animales,
religando el Cielo con la Tierra, el Espíritu con la Naturaleza y el alma con el cuerpo.
Nos conecta con la vitalidad y la sabiduría de nuestro cuerpo animal formando un
puente (un sendero) hacia niveles de conciencia más sutiles, más inclusivos, más
amorosos. ¡Que nuestros animales de poder nos acompañen en la travesía!.

Más información en www.anima.org.ar - www.igualdadanimal.org -


www.respuestasveganas.org
Texto del libro Más allá de uno mismo, de Alejandro Luna.
www.astrohologiaediciones.com.ar

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