Otra Vuelta de Tuerca

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Argumento

Prologo

E n el prólogo, se habla de que un hombre llamado Douglas que escucha sobre una historia
sobre la aparición de un fantasma a un menor y el comenta sobre una historia parecida.
Todos le dijeron que la contara pero el dijo que estaba en un cajón con llave en Paris. Esta
historia estaba escrita a mano por una mujer que falleció hace 20 años. Douglas menciono que era
sumamente encantadora pero 10 años mayor que él. Se trataba de la institutriz de su hermana.
Era una mujer agradable. Escribió sobre dos niños que quedaron huérfanos y el tío contrato una
institutriz. El los mando a una casa en el campo. Todo esto ocurrió hace mucho tiempo, cuando él
estaba en el Trinity College. De vez en cuando, ellos salían al parque. El estaba enamorado de ella
y parece que ella de él. Le preguntaron si el paquete llegaría el jueves y dijo que sí. Una señora le
preguntó que de quien estaba enamorada la señora y Douglas le dijo que mañana lo iba a decir.
Todos se quedaron con la duda pero luego se estrecharon las manos, se arroparon y se pusieron a
dormir.

Supusieron que la carta había sido enviada y el pobre de Douglas, antes de muerto le dio el relato
al autor. Él lo abrió y una señora le pregunto a Douglas si tenía titulo. El contesto que no y ella dijo
que tenía el titulo perfecto para la lectura y él lo leyó con tal delicadeza que se notaba la belleza
de la caligrafía de la autora.

E n el primer capítulo, se habla de la lectura en sí. Habla de la institutriz, que le informaron


sobre un trabajo y ya estaba a punto de caer aquella tarde de Junio, cuando la esperaba
un cabriolé. Cuando llego, apreció todo su entorno y en la puerta había una niña que era
llevada de la mano por una señora. Esa niña le pareció encantadora y se sintió afortunada por
trabajar con ella. Era la niña más hermosa que había visto en su vida. Más tarde se pregunto
porque el patrón no recalcó ese detalle. Eso la sorprendió y se mantuvo así por un buen rato. El
cuarto era grande e imponente, uno de los mejores de la casa. Gruesas cortinas, grandes espejos.
Comenzó a llevarse bien con la señora Grose. Ella en ningún momento se intranquilizo por algo tan
bonito como la imagen de la niñita. Es más ella se despertaba en la noche para caminar por los
pasadizos y oír a las aves gorjear. Pero ella escucho el llanto de un niño y unos pasos al otro lado
de la puerta pero ella pensó en una vida feliz por la niñita. Luego entre ellas hablaron y quedaron
que la niña dormiría con la institutriz.
Luego hablaron del niñito que venía el viernes y ella tuvo la idea de que ella y la niñita se irían a
recoger con el cabriolé, y la señora Grose le dijo que era una buena idea. Después, la niñita le
mostro el lugar y ella danzaba en el camino. Ella dijo que era como un castillo con un hadita, pero
no. Era un caserón feo y viejo que parecía un puño de gente en un barco a la deriva pero ella
estaba en el timón.

DII
os días después salieron con Flora a esperar al señorito (Miles). El primer día fue relajante pero
termino siendo un cambio de ánimo para la institutriz. En el correo, ella recibió una carta del
director del colegio que mencionaba que a Miles lo expulsaron del colegio. Todos se indignaron. A
todos los habían enviado a sus casas por vacaciones pero no quieren que Miles vuelva al colegio.
No querían recibirlo de vuelta. Decían que él era malo pero ella no les creía. También decía que
era un perjuicio. Decían entre ellos que era horrible, que ni si quiera tenía 10 años de edad. Era
increíble.

Seria creer lo mismo de flora. Al ella darse la vuelta ve a Flora asomada en la puerta cuando le
había dado una hoja, un lápiz y un plano con oes redonditas. Su actitud expresaba desinterés en
tareas desagradables. La abrazo y la lleno de besos. Después le dijo a la señora Grose si pensaba
que Miles era malo y ella dijo que sí.

Al día siguiente le pregunto cómo era la anterior institutriz y le dijo que era joven y bonita. Ella dijo
que le gustan así. Y ella dijo que si que así les gustan todas. Se quedo callada y dijo que así les
gustan todas… al amo. La institutriz dijo que a quien se refería al inicio y ella respondió ¡Al amo!

Le pregunto si vio algo raro en el niño y no respondió. Le preguntó si era exigente, y dijo que en
algunas cosas. Le pregunto si murió ahí y dijo que se había ido. En ese lapso había una niñera que
era una muchacha buena y avispada y que cuando murió, el amo les informó. Pregunto de que
murió y le dijo que el amo no le menciono nada y que la dejara trabajar.

III

D espués que volvió con Miles, ella se quedo sorprendida por la hermosura de Miles. Era
una hermosura increíble. Bastaba verlo para que todo se esfumara, excepto cierto
sentimiento de ardorosa ternura. Ella hablo con la señora Grose y le dijo que no se
sostiene ni un segundo, que solo basta con verlo. Le preguntaron que iba a responder ante la
carta; al tío; y al niño, y ella dijo que nada. La señora Grose le pregunto si la molestaría que la
besara, y ella respondió que no. Ella la abrazo y se estrecharon como hermanas. Le resultaba
sencillo en medio de su ignorancia, presumir que sería capaz de manejar a un niño cuya educación
para las cosas estaba en sus comienzos. La institutriz aprendió a divertirse, a ser divertida y a no
pensar en el mañana. Ellos estaban en la flor de la salud y la felicidad pero parecía que ellos
estuvieran en la realeza y que ella se encontraba de dos nobles cuyo bienestar dependía de todo
lo que estuviera resguardado, predispuesto y ordenado. Durante las primeras semanas, los días
fueron largos. De vez en cuando le ofrecían su rato personal. Era su hora preferida del día.
Disfrutaba cuando la noche caía y oír a los pájaros cantar. Se le ocurría de repente salir a pasear
cuando acostaba a los niños. Ella pensaba que alguien se le iba a aparecer y le iba a sonreír. De
repente el estaba ahí, pero lejos, arriba de la torre al otro lado del prado. Recordaba esa figura a lo
largo del atardecer. Pero el hombre que la miraba no era quien ella supuso. Un desconocido en un
sitio solitario daba un poco de miedo. Parecía clavar los ojos en ella. De repente paso de una punta
de una torre a la otra sin dejar de mirarla. Se detuvo en el otro vértice y, sin dejar de mirarla, se
desvaneció.

IV

L a institutriz quedo tan inmóvil como impresionada. Se preguntó si había un secreto en Bly, o
era un misterio, o era un familiar inmencionable. Permaneció en ese lugar donde recibió la
conmoción por un tiempo. Cuando volvió a entrar a la casa, ya reinaba la oscuridad. En ese
lapso, una agitación se apodero de ella y la obligo a caminar como 3 millas dando vueltas por el
lugar. La parte más singular de todo fue en realidad su encuentro con la señora Grose. No sabía si
contarle o no sobre la aparición y decidió mentirle y darle una escusa por su tardanza. Ella se fue
corriendo a su cuarto y en algunas horas se encerraba allá a pensar. Ella albergaba un temor de
ponerse así. Ella pensaba que los sirvientes le habían jugado una broma de mal gusto, pero no
creía eso. La única deducción que quedaba era que alguien se había tomado alguna libertad
bastante abominable. Ella decía que algún viajero inescrupuloso, interesado en las antiguas
construcciones, había logrado colarse furtivamente, habría disfrutado el paisaje desde el mejor
mirador, y luego se escabullo como había entrado. Que le hubiera clavado la mirada de manera
atrevida era muestra de su indiscreción. Luego se quedo tranquila porque sabía que eso no se iba
a repetir por segunda vez.

Aquello no era tan bueno como para impedirle concluir su encantador trabajo, enseñar a Miles y
Flora. Ambos niños exhibían una docilidad que los mantenía siempre en un plano casi impersonal.
Un día domingo, llovió bien fuerte, tan fuerte que no hubo modo de ir a la iglesia. Luego de unas
horas la lluvia paro. Al final vio una persona que miraba hacia adentro y con un paso le basto para
entrar. Era el mismo hombre que se le había aparecido antes. Ella corrió y al voltear vio que no
estaba allí. No la buscaba a ella. Cuando ella volvió la vio por la ventana a la señora entrar. Ella se
asusto con ella y se palideció. Le intrigaba que ella también se hubiera asustado.

V
L a señora Grose le preguntó qué pasaba y ella dijo que habría puesto una cara horrible y la
señora Grose le dijo que estaba bien pálida. Ella le dijo que la venían a recoger para ir a la
Iglesia, pero ella no podía ir. La señora Grose le preguntó porque y ella dijo que había visto
un hombre rarísimo. Dijo que lo vio en la torre y en esa casa y que era bien raro. La señora Grose
le pregunto si era un caballero y ella dijo que no para nada. Le dijo que era un horror. La señora
Grose le pregunto que ya deberían estar en la iglesia y ella le dijo que no estaba en condiciones. La
señora Grose le preguntó si sentía miedo y ella dijo que miedo a él.

La señora Grose le preguntó que cuando fue lo de la torre y ella contesto que a mediados de mes.
No era de noche. La señora Grose le pregunto que como hizo para entrar y ella bromeo diciendo: y
como hizo para salir. Luego ella le dio los detalles del hombre y se quedo pensativa. Le pregunto si
era buen mozo y ella dijo para ayudarle que sí. La señora Grose pensó y dijo: ¿Y ya vestido? Ella
dijo que si pero con ropa ajena. La señora Grose dijo: ¡Quint! Ella preguntó y ella dijo: ¿Quint? ¿Y
el donde esta? La señora Grose calló un rato y dijo que estaba muerto. La institutriz se quedo
sorprendida y dijo: ¿Esta Muerto? La señora Grose lo afirmó.

VI

E l resultado fue simplemente que redujimos nuestra situación al rigor último de sus
elementos. Aunque la señora Grose no vio nada y la sombra de una sombra, en la casa,
aparte de la institutriz, pasaba por semejante la señora Grose aceptó, sin poner en
entredicha la cordura de la institutriz.

Aquella noche concluyeron la señora Grose y la institutriz que a lo mejor podrían soportar la carga
ellas dos. Podría tomar aire puro en los parques y en el patio. Y la señora Grose podría reunirse
con la institutriz allí. La señora Grose le pregunto si decía que estaba buscando a otra persona y la
institutriz contesto que a Miles. Ella pregunto que como sabia eso y ella dijo que solo lo sabía y se
lo repito casi como tres veces seguidas. Estaban preocupadas que Quint los viera. Le llamaba la
atención a la señora Grose que nunca les hubiera hablado sobre él y el tiempo que estuvieron con
él y la institutriz le dijo que la niñita Flora no se acordaba de él pero tal vez Miles sí. No sabían si
preguntarle y la señora Grose le dijo a la institutriz que no le dijera nada porque ella nunca había
hablado con él. La institutriz le dijo que no que eran amigos y la señora Grose dijo que de parte de
Quint, que él lo malograba. La señora Grose no podía decir nada en contra de Quint porque él era
astuto y la institutriz dijo que ella si lo haría. La señora Grose le explico aparte que el patrón no le
gustaba recibir quejas. Así que la señora Grose y la institutriz vigilaron a los pequeños. Ellas no
podían dormir.

En otro momento Flora y la institutriz salieron dejando a Miles en un cojín rojo y la institutriz y
Flora se fueron a un lago llamado el mar de Azof. Al otro lado del mar, estaba un espectador. Esa
certidumbre se convirtió rápidamente en su certidumbre. Al final vio a Flora jugando a espaldas
del agua cuando encontró una tabla con un agujero en medio y poniéndole un palito seria un
mástil para hacer un barco. La institutriz volteo la mirada y encaró lo que tenía que encarar.

VII

M ás tarde, la institutriz cayó en los brazos de la señora Grose. Le dijo que los niños ya
sabían. La señora Grose le pregunto de que sabían y la institutriz dijo que todo lo que
saben la señora Grose y ella. La señora Grose se sorprendió y le pregunto a la
institutriz si le habían dicho algo y la institutriz dijo que Flora no hablo. La señora Grose le
pregunto que como se dio cuenta que ellas ya sabían y ella dijo que Flora se había percatado
claramente. La señora Grose pregunto si lo vio a él (Quint) y la institutriz dijo que la vio a ella (Una
mujer de negro, pálida y espantosa). La señora Grose le pregunto a la institutriz que como llego
allá y de donde. La institutriz dijo que simplemente se le apareció. La señora Grose le pregunto si
ella la había visto antes y ella dijo que la niña si pero ella nunca. La institutriz dedujo que era su
antecesora.

La señora Grose le pregunto si se refería a la señora Jessel y la institutriz dijo que sí. La institutriz le
dijo que si quería le preguntase a Flora y ella corrigió y dijo que no porque sino mentiría. Dijo que
la señora Jessel se fijaba en Flora de una forma de disgusto. Ella dijo que de una forma peor. Con
una forma de ferocidad en la intensión. La señora Grose pregunto: ¿intención?

La institutriz le dijo que de apoderarse de ella. La institutriz dice que estaba de luto, pobre y casi
andrajosa. Dijo que era bonita muy bonita pero pérfida. La señora Grose dijo que los dos eran
pérfidos. Después, La señora Grose le dijo que ella era una dama pero que él era inferior. El era un
canalla. La señora Grose dijo que la señora Jessel era una pobre mujer. La institutriz le preguntó
que si ella sabía de que murió y ella dijo que no, pero que si sabia porque se fue. Porque no podía
quedarse. La institutriz se puso a llorar porque los niños no están en sus manos. Que están
perdidos.

VIII

L o que dijo la señora Grose era cierto. En la noche, la institutriz y la señora Grose estuvieron
otra charla en la habitación. Al principio la señora Grose no le creía de sus visiones y ella
dijo que si no fuera cierto no le hubiera dado los detalles y las características exactas y ella
no le hubiera dado toda la razón y le hubiera dado todos los nombres de las personas descritas por
la señora Grose. Al final, la institutriz le afirmo que con más visiones que tuviera tendría menos
miedo y estaría preparada. Cuando se separaron después de su primera crisis fue con sus alumnos
pensando que sería el mejor remedio para su desanimo ver su encanto de Miles y Flora.
Se acompaño de Flora y ella ponía su manita en el punto preciso del dolor y la miro con ternura y
luego la acuso de haber llorado. Contemplar las profundidades azules de la niñita en sus ojos y
decir que su belleza era el truco de su malicia precoz, seria ser culpable de cometer un cinismo
ante el cual la institutriz prefería perder el juicio.

Tuvo que volver a enumerarle los sutiles indicios que por la tarde en el lago habían hecho que
fuera un milagro conservar la serenidad. Fue una lástima que la institutriz debiera de enumerar de
nuevo con voz trémula sus razones para pensar que la niña había visto al fantasma tal como la
institutriz veía a la señora Grose. La niña había elaborado siniestras maniobras para atraer la
atención de la institutriz: mediante juegos, canto, parloteo sin sentido e invitaciones para retozar
por el prado.

Ella no lo creyó y la institutriz le pregunto a la señora Grose que tenía en mente antes del regreso
de Miles por la carta del colegio que nunca afirmaba que él nunca había sido malo. Lo cierto es
que él nunca ha sido malo en esa semana y la pregunta era ¿Cuál era el reparo y a que episodio de
su observación personal de él se refería la señora Grose? Era nada más y nada menos que el dato
que por varias veces Quint y el niño habían estado juntos. Al final Quint su el perceptor y la
señorita Jessel, la de la niña. Disimulaba cuando pasaba varias horas con Quint. La institutriz dijo
entonces que el mintió. La señora Grose dijo que eso a la señora Jessel no le importaba. La
institutriz le pregunto a la señora Grose si sabía lo que pasaba entre esos par de desgraciados y
dijo que no. Después, la institutriz le dijo que no se imagina la cara que puso por la nota del
colegio y al final dijo que como paso eso. Confeso de que el hecho de que mintiera y que sea tan
insolente son muestras de que la institutriz debe estar alerta.

Ella le pregunto si lo estaba acusando de una relación que le esconde y ella dijo que no, pero solo
le quedaba esperar.

IX

L a institutriz esperó y espero y el paso de los días se llevo consigo parte de su consternación.
En el transcurso de unos pocos, no hubo ningún incidente nuevo. La institutriz dijo que
rendirse a su extraordinaria gracia infantil era algo que ella podía cultivar fácilmente y
activamente. Solía preguntarse si sus alumnos podían no dejar de adivinar que ella pensaba cosas
raras de ellos; y la circunstancia de que estas lo hacían aun más interesante no era de por si
ninguna ayuda directa para mantenerlas a oscuras. A veces los abrazaba y apretaba contra su
corazón y mientras lo hacia se preguntaba qué pensarían de eso.

Durante ese periodo estuvieron apegados a ella de un modo extravagante y poco natural. La
verdad es que los halagos que le prodigaban aplicaban sus nervios. Se refiere a la manera de
divertirle, entretenerla y sorprenderla: leyendo algún os paisajes de libros, con cuentos
representándole charadas, disfrazados de animales o personajes históricos y asombrándola con las
piezas que ellos conocían.
No solo saltaban sobre ella como tigres o romanos, sino como estudiosos de Shakespeare,
astrónomos o navegantes. El sentido musical de esos chicos era agudísimo. Y lo más sorprendente
es que hubieran niños en esta tierra que mostrara fina consideración hacia la edad, sexo, y la
inteligencia inferiores.

Una noche sintió el mismo soplo helado que sintió en la noche de su llegada. En vez de acostarse,
se quedo leyendo en frente de un par de velas. En Bly, había una biblioteca donde tenía libros
viejos. Ella tenía en su mano el libro llamado Amelia. Ella se sentó, se acomodo e imagino que las
cortinas blancas que habían en la camita de Flora. Vio la puerta y se puso a leer. Luego ella se
levanto y con la vela se fue por el pasadizo. Ella subió una escalera en curva y se dirigió al ventanal.

Allí vio a Quint por el ventanal. Ellos se reconocieron y la institutriz se quedo sin moverse. Parece
que ella perdió su temor y lo enfrento con gran fuerza. Faltaba poco para que ella pensara que ella
también estaba muerta. La fuerza fue el elemento en el que vio esfumarse a la figura, en el que vio
como se devolvía y seguía viéndolo hasta que se perdiera en la oscuridad que reinaba en el
siguiente tramo

L a institutriz permaneció un rato en la escalera. Después fue al cuarto de Flora y vio por la luz
de la vela que la cama estaba vacía. La institutriz se asusto y luego vio a Flora detrás de la
persiana corriendo hacia ella con los pies descalzos y el esplendido resplandor de sus rizos.

La institutriz le pregunto por qué era así de traviesa donde estaba Flora se le acerco y ella se sentó
en la silla feliz por su reaparición. Flora la estaba buscando pensando que ella había salido. Ella
dijo que se le hizo que alguien estaba afuera y no había nadie. La institutriz pensaba que ella
estaba mintiendo y le dijo a esa carita: ¡Tú lo ves! ¡Tú lo ves! ¡Tú lo ves! Después La institutriz le
dijo si podían hablar sobre algo sobre la casa y esa pregunta se perdió.

La institutriz le pregunto por qué jalo la cortina y le hizo pensar que estaba en su cama y ella dijo
que no quería asustarla. La institutriz le dijo que si ella creía que estaba afuera y Flora le dijo que
tal vez podría venir como lo hizo ahora. Ella se quedo a dormir con Flora tomado de la mano.
Luego se escabullía. En la undécima noche se llevo un susto porque cuando se levanto la vela
estaba apagada una noche la niña se levanto y le apago su vela pensando que respondería.

Otro día se encontró con la misma aparición que vio en el otro lado del lago. Estaba sentada y de
repente sin verla se desvaneció. Después La institutriz pensó que la niña se encontró con un
espíritu. Cuando ella se asomo sin hacer ruido, ella estaba hablando con un espíritu asi que ella se
fue al primer piso, se fue a un cuarto deshabitado y vio una figura a la luz de la luna, era bajo y
estaba de pie. Después descubrió que la figura que estaba en la ventana no era lo que esperaba
sino era el pequeño Miles que estaba en el jardín.

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