Formas y Estrategias Familiares en La Sociedad Colonial - RICARDO CICERCHIA
Formas y Estrategias Familiares en La Sociedad Colonial - RICARDO CICERCHIA
Formas y Estrategias Familiares en La Sociedad Colonial - RICARDO CICERCHIA
n el comienzo de la conquista las costumbres y las leyes españolas permitían uniones sexuales
no formalizadas, cuyos hijos, también sujetos de derecho, eran denominados "naturales".
Los señores de la guerra en la conquista dieron una importancia central a la
transmisión de sus bienes, honra y fama. La descendencia fue la preocupación de aquellos
protagonistas. Aparece claramente el deseo de "perseverar" en la tierra. La familia deseada
incluía como consecuencia un abultado número de hijos para poder aspirar a la casa poblada.
El alto número de ilegítimos, la mayor parte de ellos mestizos, mostraba las consecuencias de
la guerra de una primera etapa violenta y desordenada en la cual las relaciones familiares
respondieron más a las circunstancias que a los cánones. El problema de la sucesión entre
mestizos legítimos y blancos de madre española y el mayor número de hijas que de hijos,
obligó a la búsqueda de adecuadas relaciones matrimoniales que potenciaron la endogamia
como estrategia de conservación o supervivencia del grupo.
Por este mismo proceso puede deducirse que el hecho
de ser mestizo no era considerado un estigma. La ilegitimidad, en cambio, en la medida que
dependía de la decisión personal del padre (reconocer o no a sus descendientes mestizos), sí
se nos presenta como un demérito de importantes efectos sociales. En realidad, durante la
primera época, el trato que recibieron estos hijos mestizos de los primeros conquistadores por
parte de estos mismos y por el resto de la sociedad colonial fue el que les correspondía como
tales hijos herederos. La crianza y la educación en este imaginario familiar fue una de las
responsabilidades más importantes de sus padres y, seguramente, la actividad principal de sus
madres. No así en el caso de madres indígenas, pues, salvo raras excepciones, buena parte de
los niños mestizos fueron separados de sus madres y colocados en hogares españoles para su
crianza. Otros descendientes fueron enviados a España para su formación. De hecho, la
educación que recibieron fue superior a la de sus antecesores
TRADICIONES PREHISPÁNICAS
Los estudios de las tradiciones indígenas parecen sugerir que, con excepción de ciertos
miembros privilegiados de la sociedad, el pueblo seguía un comportamiento de estricta
monogamia. Las mujeres estaban sometidas a sus padres y luego a sus esposos. Se esperaba
que llegaran vírgenes al matrimonio, el adulterio era castigado y las mujeres podían ser
rechazadas por sus maridos. Entre los rasgos excepcionales de las comunidades, figura la
posibilidad de casamiento para los viudos y viudas. Incluso las viudas jóvenes se casaban con
varones solteros con la misma frecuencia con que los viudos se casaban con mujeres solteras.
Indirectamente, este fenómeno confirma que las mujeres indígenas poseyeron cierto control
sobre los recursos, lo que les daba mayor poder en el mercado matrimonial.
Aunque el divorcio acaso produjera hogares dirigidos por mujeres, y
ciertamente mujeres con una importante cuota de independencia, todas las comunidades
parecen haber tenido un gran respeto a la ley y al ritual matrimonial. Por fuera de la
comunidad, el mestizaje, fracaso de la política de segregación, sigue en marcha y se acentúa
durante el siglo XVIII. El notable incremento de los mestizos es correlativo a la disminución de
los grupos indígenas. A mediados de esta centuria la cantidad de indios sigue en baja. El
visitador Gálvez permite en Nueva España, por ejemplo, que españoles y mestizos se radiquen
entre las comunidades. Sin embargo, los criterios tradicionales siguieron procurando que las
leyes de segregación (La segregación racial consiste en la separación de distintos grupos
raciales en la vida diaria) se cumplieran.
LA COMUNIDAD AFROAMERICANA
Las tendencias que aspiraban a integrar al nativo alcanzan mucho menor fuerza para los
afroamericanos. Las pautas de casamiento y procreación entre las tribus de África occidental
incluían la poligamia, una insistencia en la familia o el linaje extenso, y en un rol sumamente
independiente para las mujeres dentro de sus familias individuales. El excedente de varones
europeos blancos y de varones africanos negros era tal que las uniones interraciales fueron
casi una necesidad, si estos varones querían procrear. El derecho canónico estaba
marcadamente en favor de la libertad de matrimonio entre los fieles, y no establecía nada en
contra de las uniones interraciales.
Si el matrimonio entre grupos étnicos diferentes fue un
problema, la corona identificó como un delito más grave al concubinato interracial. El
concubinato afro-indio era perseguido por todos los medios, aun los más brutales. En algunas
ciudades virreinales, el negro de la pareja (las más de las veces el varón) era castigado con la
castración. Tales percepciones culturales y normativas sobre los matrimonios interraciales y los
hijos de tales uniones derivan del concepto de "limpieza de sangre", que había cobrado
relevancia en España a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y que rápidamente se
expandió en América. Esta idea sostenía que las castas necesariamente eran de personas
menos dignas que los españoles de "pura sangre". La corona siguió una política de segregación
para mantener a los españoles limpios de sangre oscura y para proteger a los indios de la
influencia maligna de las castas. El mundo
blanco se hallaba culturalmente separado del de los individuos de castas, con excepción de la
cercanía que producían los servicios domésticos prestados por éstos. Sin embargo, algunos
grupos profesionales de clase popular, como los batallones de pardos y morenos, los artesanos
y los servidores urbanos, comenzaron a dar cuenta de una interacción capaz de desafiar las
fronteras legales y morales que condenaban a los afroamericanos a la marginación. Ya durante
las últimas décadas de dominación colonial algunas disposiciones reales habilitaron a
determinadas gentes de color para ejercer cargos honoríficos en atención a sus méritos y
existieron audiencias y cabildos indianos que retocaron las ordenanzas gremiales para abrir a
las castas la práctica de los oficios y los obradores. En el marco de este desarrollo, existió de
todos modos una marginación de los negros e individuos de castas del círculo matrimonial de
los españoles y aun de los naturales. El patrón racial y moral con que fueron medidos los
descendientes de las uniones mixtas fue más riguroso respecto de los mulatos que de los
mestizos.
LA VIDA MARIDABLE