Inteligencia Emocional 4

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Inteligencia emocional

La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad


para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, con su célebre libro: Emotional
Intelligence, publicado en 1995. Goleman estima que la inteligencia emocional se puede organizar en
cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la
propia motivación, y gestionar las relaciones.

Con un beso, manifestamos nuestros sentimientos y evocamos emociones.


Contenido [ocultar]
1 Orígenes del concepto
2 La naturaleza de la inteligencia emocional
3 Véase también
4 Referencias
4.1 Notas
4.2 Bibliografía
[editar]Orígenes del concepto

Aunque las definiciones tradicionales de inteligencia hacen hincapié en los aspectos cognitivos, tales
como la memoria y la capacidad de resolver problemas, varios influyentes investigadores en el ámbito
del estudio de la inteligencia comienzan a reconocer la importancia de los aspectos no cognitivos.
Thorndike, en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y
motivar a otras personas.1 David Wechsler en 1940, describe la influencia de factores no intelectivos
sobre el comportamiento inteligente, y sostiene, además, que nuestros modelos de inteligencia no serán
completos hasta que no puedan describir adecuadamente estos factores.
En 1983, Howard Gardner, en su Teoría de las inteligencias múltiples Frames of Mind: The Theory of
Multiple Intelligences2 introdujo la idea de incluir tanto la inteligencia interpersonal (la capacidad para
comprender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas) y la inteligencia intrapersonal (la
capacidad para comprenderse uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propios).
Para Gardner, los indicadores de inteligencia, como el CI, no explican plenamente la capacidad
cognitiva.3 Por lo tanto, aunque los nombres dados al concepto han variado, existe una creencia común
de que las definiciones tradicionales de inteligencia no dan una explicación exhaustiva de sus
características. Otro de los orígenes de la inteligencia emocional está en Joseph Ledoux, como influencia
más reciente, a partir de su libro "El cerebro emocional (1996), en el divulga sus hallazgos acerca de los
circuitos neuronales del cerebro Y nos ha enseñado que la emoción precede al pensamiento. Y nos
explica por qué los procesos de raciocinio que tienen lugar en el neocórtex van muchas veces a la zaga
o en contra de los impulsos de la amígdala. El primer uso del término inteligencia emocional
generalmente es atribuido a Wayne Payne, citado en su tesis doctoral: Un estudio de las emociones: El
desarrollo de la inteligencia emocional, de 1985.4 Sin embargo, el término "inteligencia emocional" había
aparecido antes en textos de Leuner (1966). Greenspan también presentó en 1989 un modelo de IE,
seguido por Salovey y Mayer (1990) y Goleman (1995)[cita requerida].
La relevancia de las emociones en los resultados del trabajo, la investigación sobre el tema siguió
ganando impulso, pero no fue hasta la publicación del célebre libro de Daniel Goleman: Inteligencia
Emocional: ¿Por qué puede importar más que el concepto de cociente intelectual?, que se convirtió en
muy popular.5 Un relevante artículo de Nancy Gibbs en la revista Time, en 1995, del libro de Goleman
fue el primer medio de comunicación interesado en la IE. Posteriormente, los artículos de la IE
comenzaron a aparecer cada vez con mayor frecuencia a través de una amplia gama de entidades
académicas y puntos de venta populares.

Imagen esquemática del cerebro.


Para comprender el gran poder de las emociones sobre la mente pensante —y la causa del frecuente
conflicto existente entre los sentimientos y la razón— debemos considerar la forma en que ha
evolucionado el cerebro.6
La región más primitiva del cerebro es el tronco encefálico, que regula las funciones vitales básicas,
como la respiración o el metabolismo, y lo compartimos con todas aquellas especies que disponen de
sistema nervioso, aunque sea muy rudimentario. De este cerebro primitivo emergieron los centros
emocionales que, millones de años más tarde, dieron lugar al cerebro pensante: el neocórtex. El hecho
de que el cerebro emocional sea muy anterior al racional y que éste sea una derivación de aquél, revela
con claridad las auténticas relaciones existentes entre el pensamiento y el sentimiento.7
El neocórtex permite un aumento de la sutileza y la complejidad de la vida emocional, aunque no
gobierna la totalidad de la vida emocional porque, en estos asuntos, delega su cometido en el sistema
límbico. Esto es lo que confiere a los centros de la emoción un poder extraordinario para influir en el
funcionamiento global del cerebro, incluyendo a los centros del pensamiento.8
La sede de las pasiones

Imagen anatómica del cerebro.


La amígdala cerebral y el hipocampo fueron dos piezas clave del primitivo «cerebro olfativo» que, a lo
largo del proceso evolutivo, terminó dando origen al córtex y posteriormente al neocórtex. La amígdala
está especializada en las cuestiones emocionales y se la considera una estructura limbica muy ligada a
los procesos del aprendizaje y la memoria.9 Constituye una especie de depósito de la memoria
emocional.10 Es la encargada de activar la secreción de dosis masivas de noradrenalina, que estimula
los sentidos y pone al cerebro en estado de alerta.11
LeDoux descubrió que la primera zona cerebral por la que pasan las señales sensoriales procedentes de
los ojos o de los oídos es el tálamo y, a partir de ahí y a través de una sola sinapsis, la amígdala. Otra vía
procedente del tálamo lleva la señal hasta el neocórtex —el cerebro pensante—, permitiendo que la
amígdala comience a responder antes de que el neocórtex haya ponderado la información.12 Según
LeDoux: «anatómicamente hablando, el sistema emocional puede actuar independientemente del
neocórtex. Existen ciertas reacciones y recuerdos emocionales que tienen lugar sin la menor
participación cognitiva consciente».13
La memoria emocional
Las opiniones inconscientes son recuerdos emocionales que se almacenan en la amígdala. El
hipocampo registra los hechos puros, y la amígdala es la encargada de registrar el «clima emocional»
que acompaña a estos hechos.14 Para LeDoux: «el hipocampo es una estructura fundamental para
reconocer un rostro como el de su prima, pero es la amígdala la que le agrega el clima emocional de que
no parece tenerla en mucha estima». Esto significa que el cerebro dispone de dos sistemas de registro,
uno para los hechos ordinarios y otro para los recuerdos con una intensa carga emocional.15
Un sistema de alarma anticuado
En el cambiante mundo social, uno de los inconvenientes de este sistema de alarma neuronal es que,
con más frecuencia de la deseable, el mensaje de urgencia mandado por la amígdala suele ser obsoleto.
La amígdala examina la experiencia presente y la compara con lo que sucedió en el pasado, utilizando
un método asociativo, equiparando situaciones por el mero hecho de compartir unos pocos rasgos
característicos similares, haciendo reaccionar con respuestas que fueron grabadas mucho tiempo atrás,
a veces obsoletas.16
En opinión de LeDoux, la interacción entre el niño y sus cuidadores durante los primeros años de vida
constituye un auténtico aprendizaje emocional, y es tan poderoso y resulta tan difícil de comprender para
el adulto porque está grabado en la amígdala con la tosca impronta no verbal propia de la vida
emocional. Lo que explica el desconcierto ante nuestros propios estallidos emocionales es que suelen
datar de un período tan temprano que las cosas nos desconcertaban y ni siquiera disponíamos de
palabras para comprender lo que sucedía.17
Cuando las emociones son rápidas y toscas
La importancia evolutiva de ofrecer una respuesta rápida que permitiera ganar unos milisegundos críticos
ante las situaciones peligrosas, es muy probable que salvaran la vida de muchos de nuestros
antepasados, porque esa configuración ha quedado impresa en el cerebro de todo protomamifero,
incluyendo los humanos. Para LeDoux: «El rudimentario cerebro menor de los mamíferos es el principal
cerebro de los no mamíferos, un cerebro que permite una respuesta emocional muy veloz. Pero, aunque
veloz, se trata también, al mismo tiempo, de una respuesta muy tosca, porque las células implicadas sólo
permiten un procesamiento rápido, pero también impreciso», y estas rudimentarias confusiones
emocionales —basadas en sentir antes que en pensar— son las «emociones precognitivas».18
El gestor de las emociones
La amígdala prepara una reacción emocional ansiosa e impulsiva, pero otra parte del cerebro se encarga
de elaborar una respuesta más adecuada. El regulador cerebral que desconecta los impulsos de la
amígdala parece encontrarse en el extremo de una vía nerviosa que va al neocórtex, en el lóbulo
prefrontal. El área prefrontal constituye una especie de modulador de las respuestas proporcionadas por
la amígdala y otras regiones del sistema límbico, permitiendo la emisión de una respuesta más analítica
y proporcionada. El lóbulo prefrontal izquierdo parece formar parte de un circuito que se encarga de
desconectar —o atenuar parcialmente— los impulsos emocionales más perturbadores.19

Vandalismos en forma de pintadas. El vandalismo en wikis es otro ejemplo de actuación con perturbación
emocional.
Armonizando emoción y pensamiento
Las conexiones existentes entre la amígdala (y las estructuras límbicas) y el neocórtex constituyen el
centro de gestión entre los pensamientos y los sentimientos. Esta vía nerviosa explicaría el motivo por el
cual la emoción es fundamental para pensar eficazmente, tomar decisiones inteligentes y permitimos
pensar con claridad. La corteza prefrontal es la región cerebral que se encarga de la «memoria de
trabajo».20
Cuando estamos emocionalmente perturbados, solemos decir que «no podemos pensar bien» y permite
explicar por qué la tensión emocional prolongada puede obstaculizar las facultades intelectuales del niño
y dificultar así su capacidad de aprendizaje. Los niños impulsivos y ansiosos, a menudo desorganizados
y problemáticos, parecen tener un escaso control prefrontal sobre sus impulsos límbicos. Este tipo de
niños presenta un elevado riesgo de problemas de fracaso escolar, alcoholismo y delincuencia, pero no
tanto porque su potencial intelectual sea bajo sino porque su control sobre su vida emocional se halla
severamente restringido.21
Las emociones son importantes para el ejercicio de la razón. Entre el sentir y el pensar, la emoción guía
nuestras decisiones, trabajando con la mente racional y capacitando —o incapacitando— al pensamiento
mismo. Del mismo modo, el cerebro pensante desempeña un papel fundamental en nuestras emociones,
exceptuando aquellos momentos en los que las emociones se desbordan y el cerebro emocional asume
por completo el control de la situación. En cierto modo, tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de
inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional y nuestro funcionamiento vital está
determinado por ambos.22
Daniel Goleman también recoge el pensamiento de numerosos científicos del comportamiento humano
que cuestionan el valor de la inteligencia racional como predictor de éxito en las tareas concretas de la
vida, en los diversos ámbitos de la familia, los negocios, la toma de decisiones, el desempeño
profesional, etc. Citando numerosos estudios Goleman concluye que el Coeficiente Intelectual no es un
buen predictor del desempeño exitoso. La inteligencia pura no garantiza un buen manejo de las
vicisitudes que se presentan y que es necesario enfrentar para tener éxito en la vida.
La Inteligencia Académica tiene poco que ver con la vida emocional, las personas más inteligentes
pueden hundirse en los peligros de pasiones desenfrenadas o impulsos incontrolables. Existen otros
factores como la capacidad de motivarse y persistir frente a decepciones, controlar el impulso, regular el
humor, evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía, etc., que
constituyen un tipo de Inteligencia distinta a la Racional y que influyen más significativamente en el
desempeño en la vida.
El concepto de "Inteligencia Emocional" enfatiza el papel preponderante que ejercen las emociones
dentro del funcionamiento psicológico de una persona cuando ésta se ve enfrentada a momentos difíciles
y tareas importantes: los peligros, las pérdidas dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los
fracasos, el enfrentar riesgos, los conflictos con un compañero en el trabajo. En todas estas situaciones
hay una involucración emocional que puede resultar en una acción que culmine de modo exitoso o bien
interferir negativamente en el desempeño final. Cada emoción ofrece una disposición definida a la
acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirá decisivamente
en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda.
Este conjunto de habilidades de carácter socio-emocional es lo que Goleman definió como Inteligencia
Emocional. Esta puede dividirse en dos áreas:
Inteligencia Intra-personal: Capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo, teniendo
acceso a los propios sentimientos, y usarlos como guías en la conducta.
Inteligencia Inter-personal: Capacidad de comprender a los demás; qué los motiva, cómo operan, cómo
relacionarse adecuadamente. Capacidad de reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las
emociones de los otros.
[editar]La naturaleza de la inteligencia emocional

Las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros


mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de
diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia
interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.23
Medición de la inteligencia emocional y el CI
No existe un test capaz de determinar el «grado de inteligencia emocional», a diferencia de lo que ocurre
con los test que miden el cociente intelectual (CI). Jack Block, psicólogo de la universidad de Berkeley,
ha utilizado una medida similar a la inteligencia emocional que él denomina «capacidad adaptativa del
ego», estableciendo dos tipos teóricamente puros, aunque los rasgos más sobresalientes difieren
ligeramente entre mujeres y hombres:24
«Los hombres que poseen una elevada inteligencia emocional suelen ser socialmente equilibrados,
extrovertidos, alegres, poco predispuestos a la timidez y a rumiar sus preocupaciones. Demuestran estar
dotados de una notable capacidad para comprometerse con las causas y las personas, suelen adoptar
responsabilidades, mantienen una visión ética de la vida y son afables y cariñosos en sus relaciones. Su
vida emocional es rica y apropiada; se sienten, en suma, a gusto consigo mismos, con sus semejantes y
con el universo social en el que viven».
«Las mujeres emocionalmente inteligentes tienden a ser enérgicas y a expresar sus sentimientos sin
ambages, tienen una visión positiva de sí mismas y para ellas la vida siempre tiene un sentido. Al igual
que ocurre con los hombres, suelen ser abiertas y sociables, expresan sus sentimientos adecuadamente
(en lugar de entregarse a arranques emocionales de los que posteriormente tengan que lamentarse) y
soportan bien la tensión. Su equilibrio social les permite hacer rápidamente nuevas amistades; se sienten
lo bastante a gusto consigo mismas como para mostrarse alegres, espontáneas y abiertas a las
experiencias sensuales. Y, a diferencia de lo que ocurre con el tipo puro de mujer con un elevado CI,
raramente se sienten ansiosas, culpables o se ahogan en sus preocupaciones».
«Los hombres con un elevado CI se caracterizan por una amplia gama de intereses y habilidades
intelectuales y suelen ser ambiciosos, productivos, predecibles, tenaces y poco dados a reparar en sus
propias necesidades. Tienden a ser críticos, condescendientes, aprensivos, inhibidos, a sentirse
incómodos con la sexualidad y las experiencias sensoriales en general y son poco expresivos, distantes
y emocionalmente fríos y tranquilos».
«La mujer con un elevado CI manifiesta una previsible confianza intelectual, es capaz de expresar
claramente sus pensamientos, valora las cuestiones teóricas y presenta un amplio abanico de intereses
estéticos e intelectuales. También tiende a ser introspectiva, predispuesta a la ansiedad, a la
preocupación y la culpabilidad, y se muestra poco dispuesta a expresar públicamente su enfado (aunque
pueda expresarlo de un modo indirecto)».
Estos retratos, obviamente, resultan caricaturescos pues toda persona es el resultado de la combinación
entre el CI y la inteligencia emocional, en distintas proporciones, pero ofrecen una visión muy instructiva
del tipo de aptitudes específicas que ambas dimensiones pueden aportar al conjunto de cualidades que
constituye una persona. 25
[editar]Véase también

Inteligencia
Empatía
Zonas erróneas
Asertividad
[editar]Referencias

[editar]Notas
Inteligencia emocional
La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad
para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, con su célebre libro: Emotional
Intelligence, publicado en 1995. Goleman estima que la inteligencia emocional se puede organizar en
cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la
propia motivación, y gestionar las relaciones.
Con un beso, manifestamos nuestros sentimientos y evocamos emociones.
Contenido [ocultar]
1 Orígenes del concepto
2 La naturaleza de la inteligencia emocional
3 Véase también
4 Referencias
4.1 Notas
4.2 Bibliografía
[editar]Orígenes del concepto

Aunque las definiciones tradicionales de inteligencia hacen hincapié en los aspectos cognitivos, tales
como la memoria y la capacidad de resolver problemas, varios influyentes investigadores en el ámbito
del estudio de la inteligencia comienzan a reconocer la importancia de los aspectos no cognitivos.
Thorndike, en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y
motivar a otras personas.1 David Wechsler en 1940, describe la influencia de factores no intelectivos
sobre el comportamiento inteligente, y sostiene, además, que nuestros modelos de inteligencia no serán
completos hasta que no puedan describir adecuadamente estos factores.
En 1983, Howard Gardner, en su Teoría de las inteligencias múltiples Frames of Mind: The Theory of
Multiple Intelligences2 introdujo la idea de incluir tanto la inteligencia interpersonal (la capacidad para
comprender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas) y la inteligencia intrapersonal (la
capacidad para comprenderse uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propios).
Para Gardner, los indicadores de inteligencia, como el CI, no explican plenamente la capacidad
cognitiva.3 Por lo tanto, aunque los nombres dados al concepto han variado, existe una creencia común
de que las definiciones tradicionales de inteligencia no dan una explicación exhaustiva de sus
características. Otro de los orígenes de la inteligencia emocional está en Joseph Ledoux, como influencia
más reciente, a partir de su libro "El cerebro emocional (1996), en el divulga sus hallazgos acerca de los
circuitos neuronales del cerebro Y nos ha enseñado que la emoción precede al pensamiento. Y nos
explica por qué los procesos de raciocinio que tienen lugar en el neocórtex van muchas veces a la zaga
o en contra de los impulsos de la amígdala. El primer uso del término inteligencia emocional
generalmente es atribuido a Wayne Payne, citado en su tesis doctoral: Un estudio de las emociones: El
desarrollo de la inteligencia emocional, de 1985.4 Sin embargo, el término "inteligencia emocional" había
aparecido antes en textos de Leuner (1966). Greenspan también presentó en 1989 un modelo de IE,
seguido por Salovey y Mayer (1990) y Goleman (1995)[cita requerida].
La relevancia de las emociones en los resultados del trabajo, la investigación sobre el tema siguió
ganando impulso, pero no fue hasta la publicación del célebre libro de Daniel Goleman: Inteligencia
Emocional: ¿Por qué puede importar más que el concepto de cociente intelectual?, que se convirtió en
muy popular.5 Un relevante artículo de Nancy Gibbs en la revista Time, en 1995, del libro de Goleman
fue el primer medio de comunicación interesado en la IE. Posteriormente, los artículos de la IE
comenzaron a aparecer cada vez con mayor frecuencia a través de una amplia gama de entidades
académicas y puntos de venta populares.

Imagen esquemática del cerebro.


Para comprender el gran poder de las emociones sobre la mente pensante —y la causa del frecuente
conflicto existente entre los sentimientos y la razón— debemos considerar la forma en que ha
evolucionado el cerebro.6
La región más primitiva del cerebro es el tronco encefálico, que regula las funciones vitales básicas,
como la respiración o el metabolismo, y lo compartimos con todas aquellas especies que disponen de
sistema nervioso, aunque sea muy rudimentario. De este cerebro primitivo emergieron los centros
emocionales que, millones de años más tarde, dieron lugar al cerebro pensante: el neocórtex. El hecho
de que el cerebro emocional sea muy anterior al racional y que éste sea una derivación de aquél, revela
con claridad las auténticas relaciones existentes entre el pensamiento y el sentimiento.7
El neocórtex permite un aumento de la sutileza y la complejidad de la vida emocional, aunque no
gobierna la totalidad de la vida emocional porque, en estos asuntos, delega su cometido en el sistema
límbico. Esto es lo que confiere a los centros de la emoción un poder extraordinario para influir en el
funcionamiento global del cerebro, incluyendo a los centros del pensamiento.8
La sede de las pasiones

Imagen anatómica del cerebro.


La amígdala cerebral y el hipocampo fueron dos piezas clave del primitivo «cerebro olfativo» que, a lo
largo del proceso evolutivo, terminó dando origen al córtex y posteriormente al neocórtex. La amígdala
está especializada en las cuestiones emocionales y se la considera una estructura limbica muy ligada a
los procesos del aprendizaje y la memoria.9 Constituye una especie de depósito de la memoria
emocional.10 Es la encargada de activar la secreción de dosis masivas de noradrenalina, que estimula
los sentidos y pone al cerebro en estado de alerta.11
LeDoux descubrió que la primera zona cerebral por la que pasan las señales sensoriales procedentes de
los ojos o de los oídos es el tálamo y, a partir de ahí y a través de una sola sinapsis, la amígdala. Otra vía
procedente del tálamo lleva la señal hasta el neocórtex —el cerebro pensante—, permitiendo que la
amígdala comience a responder antes de que el neocórtex haya ponderado la información.12 Según
LeDoux: «anatómicamente hablando, el sistema emocional puede actuar independientemente del
neocórtex. Existen ciertas reacciones y recuerdos emocionales que tienen lugar sin la menor
participación cognitiva consciente».13
La memoria emocional
Las opiniones inconscientes son recuerdos emocionales que se almacenan en la amígdala. El
hipocampo registra los hechos puros, y la amígdala es la encargada de registrar el «clima emocional»
que acompaña a estos hechos.14 Para LeDoux: «el hipocampo es una estructura fundamental para
reconocer un rostro como el de su prima, pero es la amígdala la que le agrega el clima emocional de que
no parece tenerla en mucha estima». Esto significa que el cerebro dispone de dos sistemas de registro,
uno para los hechos ordinarios y otro para los recuerdos con una intensa carga emocional.15
Un sistema de alarma anticuado
En el cambiante mundo social, uno de los inconvenientes de este sistema de alarma neuronal es que,
con más frecuencia de la deseable, el mensaje de urgencia mandado por la amígdala suele ser obsoleto.
La amígdala examina la experiencia presente y la compara con lo que sucedió en el pasado, utilizando
un método asociativo, equiparando situaciones por el mero hecho de compartir unos pocos rasgos
característicos similares, haciendo reaccionar con respuestas que fueron grabadas mucho tiempo atrás,
a veces obsoletas.16
En opinión de LeDoux, la interacción entre el niño y sus cuidadores durante los primeros años de vida
constituye un auténtico aprendizaje emocional, y es tan poderoso y resulta tan difícil de comprender para
el adulto porque está grabado en la amígdala con la tosca impronta no verbal propia de la vida
emocional. Lo que explica el desconcierto ante nuestros propios estallidos emocionales es que suelen
datar de un período tan temprano que las cosas nos desconcertaban y ni siquiera disponíamos de
palabras para comprender lo que sucedía.17
Cuando las emociones son rápidas y toscas
La importancia evolutiva de ofrecer una respuesta rápida que permitiera ganar unos milisegundos críticos
ante las situaciones peligrosas, es muy probable que salvaran la vida de muchos de nuestros
antepasados, porque esa configuración ha quedado impresa en el cerebro de todo protomamifero,
incluyendo los humanos. Para LeDoux: «El rudimentario cerebro menor de los mamíferos es el principal
cerebro de los no mamíferos, un cerebro que permite una respuesta emocional muy veloz. Pero, aunque
veloz, se trata también, al mismo tiempo, de una respuesta muy tosca, porque las células implicadas sólo
permiten un procesamiento rápido, pero también impreciso», y estas rudimentarias confusiones
emocionales —basadas en sentir antes que en pensar— son las «emociones precognitivas».18
El gestor de las emociones
La amígdala prepara una reacción emocional ansiosa e impulsiva, pero otra parte del cerebro se encarga
de elaborar una respuesta más adecuada. El regulador cerebral que desconecta los impulsos de la
amígdala parece encontrarse en el extremo de una vía nerviosa que va al neocórtex, en el lóbulo
prefrontal. El área prefrontal constituye una especie de modulador de las respuestas proporcionadas por
la amígdala y otras regiones del sistema límbico, permitiendo la emisión de una respuesta más analítica
y proporcionada. El lóbulo prefrontal izquierdo parece formar parte de un circuito que se encarga de
desconectar —o atenuar parcialmente— los impulsos emocionales más perturbadores.19
Vandalismos en forma de pintadas. El vandalismo en wikis es otro ejemplo de actuación con perturbación
emocional.
Armonizando emoción y pensamiento
Las conexiones existentes entre la amígdala (y las estructuras límbicas) y el neocórtex constituyen el
centro de gestión entre los pensamientos y los sentimientos. Esta vía nerviosa explicaría el motivo por el
cual la emoción es fundamental para pensar eficazmente, tomar decisiones inteligentes y permitimos
pensar con claridad. La corteza prefrontal es la región cerebral que se encarga de la «memoria de
trabajo».20
Cuando estamos emocionalmente perturbados, solemos decir que «no podemos pensar bien» y permite
explicar por qué la tensión emocional prolongada puede obstaculizar las facultades intelectuales del niño
y dificultar así su capacidad de aprendizaje. Los niños impulsivos y ansiosos, a menudo desorganizados
y problemáticos, parecen tener un escaso control prefrontal sobre sus impulsos límbicos. Este tipo de
niños presenta un elevado riesgo de problemas de fracaso escolar, alcoholismo y delincuencia, pero no
tanto porque su potencial intelectual sea bajo sino porque su control sobre su vida emocional se halla
severamente restringido.21
Las emociones son importantes para el ejercicio de la razón. Entre el sentir y el pensar, la emoción guía
nuestras decisiones, trabajando con la mente racional y capacitando —o incapacitando— al pensamiento
mismo. Del mismo modo, el cerebro pensante desempeña un papel fundamental en nuestras emociones,
exceptuando aquellos momentos en los que las emociones se desbordan y el cerebro emocional asume
por completo el control de la situación. En cierto modo, tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de
inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional y nuestro funcionamiento vital está
determinado por ambos.22
Daniel Goleman también recoge el pensamiento de numerosos científicos del comportamiento humano
que cuestionan el valor de la inteligencia racional como predictor de éxito en las tareas concretas de la
vida, en los diversos ámbitos de la familia, los negocios, la toma de decisiones, el desempeño
profesional, etc. Citando numerosos estudios Goleman concluye que el Coeficiente Intelectual no es un
buen predictor del desempeño exitoso. La inteligencia pura no garantiza un buen manejo de las
vicisitudes que se presentan y que es necesario enfrentar para tener éxito en la vida.
La Inteligencia Académica tiene poco que ver con la vida emocional, las personas más inteligentes
pueden hundirse en los peligros de pasiones desenfrenadas o impulsos incontrolables. Existen otros
factores como la capacidad de motivarse y persistir frente a decepciones, controlar el impulso, regular el
humor, evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía, etc., que
constituyen un tipo de Inteligencia distinta a la Racional y que influyen más significativamente en el
desempeño en la vida.
El concepto de "Inteligencia Emocional" enfatiza el papel preponderante que ejercen las emociones
dentro del funcionamiento psicológico de una persona cuando ésta se ve enfrentada a momentos difíciles
y tareas importantes: los peligros, las pérdidas dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los
fracasos, el enfrentar riesgos, los conflictos con un compañero en el trabajo. En todas estas situaciones
hay una involucración emocional que puede resultar en una acción que culmine de modo exitoso o bien
interferir negativamente en el desempeño final. Cada emoción ofrece una disposición definida a la
acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirá decisivamente
en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda.
Este conjunto de habilidades de carácter socio-emocional es lo que Goleman definió como Inteligencia
Emocional. Esta puede dividirse en dos áreas:
Inteligencia Intra-personal: Capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo, teniendo
acceso a los propios sentimientos, y usarlos como guías en la conducta.
Inteligencia Inter-personal: Capacidad de comprender a los demás; qué los motiva, cómo operan, cómo
relacionarse adecuadamente. Capacidad de reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las
emociones de los otros.
[editar]La naturaleza de la inteligencia emocional

Las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros


mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de
diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia
interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.23
Medición de la inteligencia emocional y el CI
No existe un test capaz de determinar el «grado de inteligencia emocional», a diferencia de lo que ocurre
con los test que miden el cociente intelectual (CI). Jack Block, psicólogo de la universidad de Berkeley,
ha utilizado una medida similar a la inteligencia emocional que él denomina «capacidad adaptativa del
ego», estableciendo dos tipos teóricamente puros, aunque los rasgos más sobresalientes difieren
ligeramente entre mujeres y hombres:24
«Los hombres que poseen una elevada inteligencia emocional suelen ser socialmente equilibrados,
extrovertidos, alegres, poco predispuestos a la timidez y a rumiar sus preocupaciones. Demuestran estar
dotados de una notable capacidad para comprometerse con las causas y las personas, suelen adoptar
responsabilidades, mantienen una visión ética de la vida y son afables y cariñosos en sus relaciones. Su
vida emocional es rica y apropiada; se sienten, en suma, a gusto consigo mismos, con sus semejantes y
con el universo social en el que viven».
«Las mujeres emocionalmente inteligentes tienden a ser enérgicas y a expresar sus sentimientos sin
ambages, tienen una visión positiva de sí mismas y para ellas la vida siempre tiene un sentido. Al igual
que ocurre con los hombres, suelen ser abiertas y sociables, expresan sus sentimientos adecuadamente
(en lugar de entregarse a arranques emocionales de los que posteriormente tengan que lamentarse) y
soportan bien la tensión. Su equilibrio social les permite hacer rápidamente nuevas amistades; se sienten
lo bastante a gusto consigo mismas como para mostrarse alegres, espontáneas y abiertas a las
experiencias sensuales. Y, a diferencia de lo que ocurre con el tipo puro de mujer con un elevado CI,
raramente se sienten ansiosas, culpables o se ahogan en sus preocupaciones».
«Los hombres con un elevado CI se caracterizan por una amplia gama de intereses y habilidades
intelectuales y suelen ser ambiciosos, productivos, predecibles, tenaces y poco dados a reparar en sus
propias necesidades. Tienden a ser críticos, condescendientes, aprensivos, inhibidos, a sentirse
incómodos con la sexualidad y las experiencias sensoriales en general y son poco expresivos, distantes
y emocionalmente fríos y tranquilos».
«La mujer con un elevado CI manifiesta una previsible confianza intelectual, es capaz de expresar
claramente sus pensamientos, valora las cuestiones teóricas y presenta un amplio abanico de intereses
estéticos e intelectuales. También tiende a ser introspectiva, predispuesta a la ansiedad, a la
preocupación y la culpabilidad, y se muestra poco dispuesta a expresar públicamente su enfado (aunque
pueda expresarlo de un modo indirecto)».
Estos retratos, obviamente, resultan caricaturescos pues toda persona es el resultado de la combinación
entre el CI y la inteligencia emocional, en distintas proporciones, pero ofrecen una visión muy instructiva
del tipo de aptitudes específicas que ambas dimensiones pueden aportar al conjunto de cualidades que
constituye una persona. 25
[editar]Véase también

Inteligencia
Empatía
Zonas erróneas
Asertividad
[editar]Referencias

[editar]Notas
Inteligencia emocional
La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad
para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, con su célebre libro: Emotional
Intelligence, publicado en 1995. Goleman estima que la inteligencia emocional se puede organizar en
cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la
propia motivación, y gestionar las relaciones.

Con un beso, manifestamos nuestros sentimientos y evocamos emociones.


Contenido [ocultar]
1 Orígenes del concepto
2 La naturaleza de la inteligencia emocional
3 Véase también
4 Referencias
4.1 Notas
4.2 Bibliografía
[editar]Orígenes del concepto

Aunque las definiciones tradicionales de inteligencia hacen hincapié en los aspectos cognitivos, tales
como la memoria y la capacidad de resolver problemas, varios influyentes investigadores en el ámbito
del estudio de la inteligencia comienzan a reconocer la importancia de los aspectos no cognitivos.
Thorndike, en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y
motivar a otras personas.1 David Wechsler en 1940, describe la influencia de factores no intelectivos
sobre el comportamiento inteligente, y sostiene, además, que nuestros modelos de inteligencia no serán
completos hasta que no puedan describir adecuadamente estos factores.
En 1983, Howard Gardner, en su Teoría de las inteligencias múltiples Frames of Mind: The Theory of
Multiple Intelligences2 introdujo la idea de incluir tanto la inteligencia interpersonal (la capacidad para
comprender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas) y la inteligencia intrapersonal (la
capacidad para comprenderse uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propios).
Para Gardner, los indicadores de inteligencia, como el CI, no explican plenamente la capacidad
cognitiva.3 Por lo tanto, aunque los nombres dados al concepto han variado, existe una creencia común
de que las definiciones tradicionales de inteligencia no dan una explicación exhaustiva de sus
características. Otro de los orígenes de la inteligencia emocional está en Joseph Ledoux, como influencia
más reciente, a partir de su libro "El cerebro emocional (1996), en el divulga sus hallazgos acerca de los
circuitos neuronales del cerebro Y nos ha enseñado que la emoción precede al pensamiento. Y nos
explica por qué los procesos de raciocinio que tienen lugar en el neocórtex van muchas veces a la zaga
o en contra de los impulsos de la amígdala. El primer uso del término inteligencia emocional
generalmente es atribuido a Wayne Payne, citado en su tesis doctoral: Un estudio de las emociones: El
desarrollo de la inteligencia emocional, de 1985.4 Sin embargo, el término "inteligencia emocional" había
aparecido antes en textos de Leuner (1966). Greenspan también presentó en 1989 un modelo de IE,
seguido por Salovey y Mayer (1990) y Goleman (1995)[cita requerida].
La relevancia de las emociones en los resultados del trabajo, la investigación sobre el tema siguió
ganando impulso, pero no fue hasta la publicación del célebre libro de Daniel Goleman: Inteligencia
Emocional: ¿Por qué puede importar más que el concepto de cociente intelectual?, que se convirtió en
muy popular.5 Un relevante artículo de Nancy Gibbs en la revista Time, en 1995, del libro de Goleman
fue el primer medio de comunicación interesado en la IE. Posteriormente, los artículos de la IE
comenzaron a aparecer cada vez con mayor frecuencia a través de una amplia gama de entidades
académicas y puntos de venta populares.

Imagen esquemática del cerebro.


Para comprender el gran poder de las emociones sobre la mente pensante —y la causa del frecuente
conflicto existente entre los sentimientos y la razón— debemos considerar la forma en que ha
evolucionado el cerebro.6
La región más primitiva del cerebro es el tronco encefálico, que regula las funciones vitales básicas,
como la respiración o el metabolismo, y lo compartimos con todas aquellas especies que disponen de
sistema nervioso, aunque sea muy rudimentario. De este cerebro primitivo emergieron los centros
emocionales que, millones de años más tarde, dieron lugar al cerebro pensante: el neocórtex. El hecho
de que el cerebro emocional sea muy anterior al racional y que éste sea una derivación de aquél, revela
con claridad las auténticas relaciones existentes entre el pensamiento y el sentimiento.7
El neocórtex permite un aumento de la sutileza y la complejidad de la vida emocional, aunque no
gobierna la totalidad de la vida emocional porque, en estos asuntos, delega su cometido en el sistema
límbico. Esto es lo que confiere a los centros de la emoción un poder extraordinario para influir en el
funcionamiento global del cerebro, incluyendo a los centros del pensamiento.8
La sede de las pasiones

Imagen anatómica del cerebro.


La amígdala cerebral y el hipocampo fueron dos piezas clave del primitivo «cerebro olfativo» que, a lo
largo del proceso evolutivo, terminó dando origen al córtex y posteriormente al neocórtex. La amígdala
está especializada en las cuestiones emocionales y se la considera una estructura limbica muy ligada a
los procesos del aprendizaje y la memoria.9 Constituye una especie de depósito de la memoria
emocional.10 Es la encargada de activar la secreción de dosis masivas de noradrenalina, que estimula
los sentidos y pone al cerebro en estado de alerta.11
LeDoux descubrió que la primera zona cerebral por la que pasan las señales sensoriales procedentes de
los ojos o de los oídos es el tálamo y, a partir de ahí y a través de una sola sinapsis, la amígdala. Otra vía
procedente del tálamo lleva la señal hasta el neocórtex —el cerebro pensante—, permitiendo que la
amígdala comience a responder antes de que el neocórtex haya ponderado la información.12 Según
LeDoux: «anatómicamente hablando, el sistema emocional puede actuar independientemente del
neocórtex. Existen ciertas reacciones y recuerdos emocionales que tienen lugar sin la menor
participación cognitiva consciente».13
La memoria emocional
Las opiniones inconscientes son recuerdos emocionales que se almacenan en la amígdala. El
hipocampo registra los hechos puros, y la amígdala es la encargada de registrar el «clima emocional»
que acompaña a estos hechos.14 Para LeDoux: «el hipocampo es una estructura fundamental para
reconocer un rostro como el de su prima, pero es la amígdala la que le agrega el clima emocional de que
no parece tenerla en mucha estima». Esto significa que el cerebro dispone de dos sistemas de registro,
uno para los hechos ordinarios y otro para los recuerdos con una intensa carga emocional.15
Un sistema de alarma anticuado
En el cambiante mundo social, uno de los inconvenientes de este sistema de alarma neuronal es que,
con más frecuencia de la deseable, el mensaje de urgencia mandado por la amígdala suele ser obsoleto.
La amígdala examina la experiencia presente y la compara con lo que sucedió en el pasado, utilizando
un método asociativo, equiparando situaciones por el mero hecho de compartir unos pocos rasgos
característicos similares, haciendo reaccionar con respuestas que fueron grabadas mucho tiempo atrás,
a veces obsoletas.16
En opinión de LeDoux, la interacción entre el niño y sus cuidadores durante los primeros años de vida
constituye un auténtico aprendizaje emocional, y es tan poderoso y resulta tan difícil de comprender para
el adulto porque está grabado en la amígdala con la tosca impronta no verbal propia de la vida
emocional. Lo que explica el desconcierto ante nuestros propios estallidos emocionales es que suelen
datar de un período tan temprano que las cosas nos desconcertaban y ni siquiera disponíamos de
palabras para comprender lo que sucedía.17
Cuando las emociones son rápidas y toscas
La importancia evolutiva de ofrecer una respuesta rápida que permitiera ganar unos milisegundos críticos
ante las situaciones peligrosas, es muy probable que salvaran la vida de muchos de nuestros
antepasados, porque esa configuración ha quedado impresa en el cerebro de todo protomamifero,
incluyendo los humanos. Para LeDoux: «El rudimentario cerebro menor de los mamíferos es el principal
cerebro de los no mamíferos, un cerebro que permite una respuesta emocional muy veloz. Pero, aunque
veloz, se trata también, al mismo tiempo, de una respuesta muy tosca, porque las células implicadas sólo
permiten un procesamiento rápido, pero también impreciso», y estas rudimentarias confusiones
emocionales —basadas en sentir antes que en pensar— son las «emociones precognitivas».18
El gestor de las emociones
La amígdala prepara una reacción emocional ansiosa e impulsiva, pero otra parte del cerebro se encarga
de elaborar una respuesta más adecuada. El regulador cerebral que desconecta los impulsos de la
amígdala parece encontrarse en el extremo de una vía nerviosa que va al neocórtex, en el lóbulo
prefrontal. El área prefrontal constituye una especie de modulador de las respuestas proporcionadas por
la amígdala y otras regiones del sistema límbico, permitiendo la emisión de una respuesta más analítica
y proporcionada. El lóbulo prefrontal izquierdo parece formar parte de un circuito que se encarga de
desconectar —o atenuar parcialmente— los impulsos emocionales más perturbadores.19

Vandalismos en forma de pintadas. El vandalismo en wikis es otro ejemplo de actuación con perturbación
emocional.
Armonizando emoción y pensamiento
Las conexiones existentes entre la amígdala (y las estructuras límbicas) y el neocórtex constituyen el
centro de gestión entre los pensamientos y los sentimientos. Esta vía nerviosa explicaría el motivo por el
cual la emoción es fundamental para pensar eficazmente, tomar decisiones inteligentes y permitimos
pensar con claridad. La corteza prefrontal es la región cerebral que se encarga de la «memoria de
trabajo».20
Cuando estamos emocionalmente perturbados, solemos decir que «no podemos pensar bien» y permite
explicar por qué la tensión emocional prolongada puede obstaculizar las facultades intelectuales del niño
y dificultar así su capacidad de aprendizaje. Los niños impulsivos y ansiosos, a menudo desorganizados
y problemáticos, parecen tener un escaso control prefrontal sobre sus impulsos límbicos. Este tipo de
niños presenta un elevado riesgo de problemas de fracaso escolar, alcoholismo y delincuencia, pero no
tanto porque su potencial intelectual sea bajo sino porque su control sobre su vida emocional se halla
severamente restringido.21
Las emociones son importantes para el ejercicio de la razón. Entre el sentir y el pensar, la emoción guía
nuestras decisiones, trabajando con la mente racional y capacitando —o incapacitando— al pensamiento
mismo. Del mismo modo, el cerebro pensante desempeña un papel fundamental en nuestras emociones,
exceptuando aquellos momentos en los que las emociones se desbordan y el cerebro emocional asume
por completo el control de la situación. En cierto modo, tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de
inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional y nuestro funcionamiento vital está
determinado por ambos.22
Daniel Goleman también recoge el pensamiento de numerosos científicos del comportamiento humano
que cuestionan el valor de la inteligencia racional como predictor de éxito en las tareas concretas de la
vida, en los diversos ámbitos de la familia, los negocios, la toma de decisiones, el desempeño
profesional, etc. Citando numerosos estudios Goleman concluye que el Coeficiente Intelectual no es un
buen predictor del desempeño exitoso. La inteligencia pura no garantiza un buen manejo de las
vicisitudes que se presentan y que es necesario enfrentar para tener éxito en la vida.
La Inteligencia Académica tiene poco que ver con la vida emocional, las personas más inteligentes
pueden hundirse en los peligros de pasiones desenfrenadas o impulsos incontrolables. Existen otros
factores como la capacidad de motivarse y persistir frente a decepciones, controlar el impulso, regular el
humor, evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía, etc., que
constituyen un tipo de Inteligencia distinta a la Racional y que influyen más significativamente en el
desempeño en la vida.
El concepto de "Inteligencia Emocional" enfatiza el papel preponderante que ejercen las emociones
dentro del funcionamiento psicológico de una persona cuando ésta se ve enfrentada a momentos difíciles
y tareas importantes: los peligros, las pérdidas dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los
fracasos, el enfrentar riesgos, los conflictos con un compañero en el trabajo. En todas estas situaciones
hay una involucración emocional que puede resultar en una acción que culmine de modo exitoso o bien
interferir negativamente en el desempeño final. Cada emoción ofrece una disposición definida a la
acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirá decisivamente
en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda.
Este conjunto de habilidades de carácter socio-emocional es lo que Goleman definió como Inteligencia
Emocional. Esta puede dividirse en dos áreas:
Inteligencia Intra-personal: Capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo, teniendo
acceso a los propios sentimientos, y usarlos como guías en la conducta.
Inteligencia Inter-personal: Capacidad de comprender a los demás; qué los motiva, cómo operan, cómo
relacionarse adecuadamente. Capacidad de reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las
emociones de los otros.
[editar]La naturaleza de la inteligencia emocional

Las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros


mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de
diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia
interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.23
Medición de la inteligencia emocional y el CI
No existe un test capaz de determinar el «grado de inteligencia emocional», a diferencia de lo que ocurre
con los test que miden el cociente intelectual (CI). Jack Block, psicólogo de la universidad de Berkeley,
ha utilizado una medida similar a la inteligencia emocional que él denomina «capacidad adaptativa del
ego», estableciendo dos tipos teóricamente puros, aunque los rasgos más sobresalientes difieren
ligeramente entre mujeres y hombres:24
«Los hombres que poseen una elevada inteligencia emocional suelen ser socialmente equilibrados,
extrovertidos, alegres, poco predispuestos a la timidez y a rumiar sus preocupaciones. Demuestran estar
dotados de una notable capacidad para comprometerse con las causas y las personas, suelen adoptar
responsabilidades, mantienen una visión ética de la vida y son afables y cariñosos en sus relaciones. Su
vida emocional es rica y apropiada; se sienten, en suma, a gusto consigo mismos, con sus semejantes y
con el universo social en el que viven».
«Las mujeres emocionalmente inteligentes tienden a ser enérgicas y a expresar sus sentimientos sin
ambages, tienen una visión positiva de sí mismas y para ellas la vida siempre tiene un sentido. Al igual
que ocurre con los hombres, suelen ser abiertas y sociables, expresan sus sentimientos adecuadamente
(en lugar de entregarse a arranques emocionales de los que posteriormente tengan que lamentarse) y
soportan bien la tensión. Su equilibrio social les permite hacer rápidamente nuevas amistades; se sienten
lo bastante a gusto consigo mismas como para mostrarse alegres, espontáneas y abiertas a las
experiencias sensuales. Y, a diferencia de lo que ocurre con el tipo puro de mujer con un elevado CI,
raramente se sienten ansiosas, culpables o se ahogan en sus preocupaciones».
«Los hombres con un elevado CI se caracterizan por una amplia gama de intereses y habilidades
intelectuales y suelen ser ambiciosos, productivos, predecibles, tenaces y poco dados a reparar en sus
propias necesidades. Tienden a ser críticos, condescendientes, aprensivos, inhibidos, a sentirse
incómodos con la sexualidad y las experiencias sensoriales en general y son poco expresivos, distantes
y emocionalmente fríos y tranquilos».
«La mujer con un elevado CI manifiesta una previsible confianza intelectual, es capaz de expresar
claramente sus pensamientos, valora las cuestiones teóricas y presenta un amplio abanico de intereses
estéticos e intelectuales. También tiende a ser introspectiva, predispuesta a la ansiedad, a la
preocupación y la culpabilidad, y se muestra poco dispuesta a expresar públicamente su enfado (aunque
pueda expresarlo de un modo indirecto)».
Estos retratos, obviamente, resultan caricaturescos pues toda persona es el resultado de la combinación
entre el CI y la inteligencia emocional, en distintas proporciones, pero ofrecen una visión muy instructiva
del tipo de aptitudes específicas que ambas dimensiones pueden aportar al conjunto de cualidades que
constituye una persona. 25
[editar]Véase también

Inteligencia
Empatía
Zonas erróneas
Asertividad
[editar]Referencias

[editar]Notas
NTRODUCCIÓN

La Organización Mundial de la Salud ofrecía recientemente las estadísticas siguientes el suicidio es la


primera causa de muerte de jóvenes, uno de cada seis muchachos al llegar a los 20 años, presentan
síntomas de embriaguez crónica.

El 5% de las mujeres a nivel mundial presentan problemas de bulimia o anorexia por hecho de no
aceptarse como son.

Por eso hay que aprender a manejar las emociones y los sentimientos, unas veces, por la confusa
impresión de que los sentimientos son algo oscuros y misteriosos, poco racional, y casi ajeno a nuestro
control, por que se confunden emociones, sentimientos, sentimentalismo y sensiblería, la educación
afectiva es una tarea difícil, requiere mucho discernimiento y mucha constancia.

En los últimos años a partir del libro de Howard Gardner, "Frames of Mind" el que habla de siete
inteligencias, en las cuales ubica las inteligencias personales, lo que ha servido de pie para que dos
investigadores se dieran a la tarea de investigar sobre esas inteligencias personales.
Esto es lo que se tratara dentro de este trabajo, la importancia de obtener esa inteligencia emocional.

Mediante una investigación bibliográfica en libros y medios electrónicos de difusión, conoceremos los
datos más actuales sobre esta inteligencia.

Las emociones y los sentimientos ya no están en el corazón se encuentran en la amígdala.

DIFERENCIAS ENTRE EMOCIONES, SENTIMIENTOS, SENTIMENTALISMO Y ETC.

Las emociones son agitaciones del ánimo producidas por ideas, recuerdos, apetitos, deseos,
sentimientos o pasiones.

Las emociones: son estados afectivos de mayor o menor intensidad y de corta duración.

"Se manifiestan por una conmoción orgánica más o menos visible "

Conmoción afectiva de carácter intenso.

Agitación del animo acompañada de fuerte conmoción somática.

Sentimientos: Tendencias o impulsos, estados anímicos. (orgánicos)

Sentimiento: Estado afectivo de baja intensidad y larga duración.

Los sentimientos son impresiones que causan el ánimo las cosas espirituales. Son también estados de
ánimo. Vienen de los sentidos.

Pasión: Estado efectivo muy intenso y de larga duración.

Schock Emocional: Estado afectivo de intenso de muy corta duración.

Difusión: estado en el que hay un rompimiento con la realidad.

El sentimentalismo es el carácter o cualidad de lo que muestra demasiada sensibilidad o sensiblería.

La sensiblería es la sensibilidad exagerada.

La sensibilidad es la capacidad propia de los seres vivos de percibir sensaciones y de responder a muy
pequeñas excitaciones, estímulos o causas.

Capacidad de responder a estímulos externos.

II - INTELIGENCIA.

La inteligencia de una persona está formada por un conjunto de variables como la atención, la capacidad
de observación, la memoria, el aprendizaje, las habilidades sociales, etc., que le permiten enfrentarse al
mundo diariamente. El rendimiento que obtenemos de nuestras actividades diarias depende en gran
medida de la atención que les prestemos, así como de la capacidad de concentración que manifestemos
en cada momento. Pero hay que tener en cuenta que, para tener un rendimiento adecuado intervienen
muchas otras funciones como, por ejemplo, un estado emocional estable, una buena salud psico-física o
un nivel de activación normal.

La inteligencia es la capacidad de asimilar, guardar, elaborar información y utilizarla para resolver


problemas, cosa que también son capaces de hacer los animales e incluso los ordenadores. Pero el ser
humano va más allá, desarrollando una capacidad de iniciar, dirigir y controlar nuestras operaciones
mentales y todas las actividades que manejan información. Aprendemos, reconocemos, relacionamos,
mantenemos el equilibrio y muchas cosas más sin saber cómo lo hacemos. Pero tenemos además la
capacidad de integrar estas actividades mentales y de hacerlas voluntarias, en definitiva de controlarlas,
como ocurre con nuestra atención o con el aprendizaje, que deja de ser automático como en los
animales para focalizarlo hacia determinados objetivos deseados.

Una de las definiciones que mejor se adaptan a nuestra forma de entender el término, es la que nos dice
que inteligencia, es "la aptitud que nos permite recoger información de nuestro interior y del mundo que
nos circunda, con el objetivo de emitir la respuesta más adecuada a las demandas que el vivir cotidiano
nos plantea", según acuerdo generalizado entre los estudiosos del tema depende de la dotación genética
y de las vivencias que experimentamos a lo largo de la vida.

La inteligencia dentro del proyecto Spectrum una visión cambiaba, en los ojos de un psicólogo de la
facultad de ciencias de la educación de la universidad de Harvard, Howard Gardner , la idea de que el
hombre solo tenía un tipo de inteligencia, en su libro Frames of Mind, en el cual establece nueve tipos de
inteligencias: La verbal-lingüística verbal, la lógica-matemática, la kinestética, la visual-espacial, la
músical, la intrapersonal, la interpersonal, la naturalista y la existencia. Aunque sus colegas
investigadores llegaron a describir hasta 20.

III. LAS EMOCIONES.

Las emociones son los estados anímicos que manifiestan una gran actividad orgánica, que refleja en los
comportamientos externos e internos.

Las emociones es una combinación compleja de aspectos fisiológicos, sociales, y psicológicos dentro de
una misma situación polifacética, como respuesta orgánica a la consecución de un objetivo, de una
necesidad o de una motivación.

1. Cuadro de emociones

Duelo

Depresión

Confusión

Decepción

Indignación

Irritabilidad

Hostilidad

Cólera.

Miedo

Pánico

Melancolía

Decepción

Nerviosismo

Consternación
Terror

Fobia

Pesimismo

Satisfacción

Euforia

Éxtasis

Placer

Gratificación

Felicidad

Rabia

Furia

Resentimiento

Desesperación

Temor

Aprensión

Ansiedad

2. Experiencias emocionales básicas

Las emociones pueden agruparse, en términos generales, de acuerdo con la forma en que afectan
nuestra conducta: si nos motivan a aproximarse o evitar algo.

Robert Plutchik, quien identificó y clasificó las emociones en el 1980, propuso que se experimentan 8
categorías básicas de emociones que motivan varias clases de conducta adoptiva.

Temor, sorpresa, tristeza, disgusto, ira, esperanza, alegría y aceptación; cada una de estas nos ayudan a
adaptarnos a las demandas de nuestro ambiente aunque de diferentes maneras. Las diferentes
emociones se pueden combinar para producir un rango de experiencias aún más amplio. Estas
emociones varían en intensidad, la ira.

IV. ASPECTOS FISIOLÓGICOS DE LAS EMOCIONES

Emoción es un fenómeno consciente de capacidad de respuesta. El humano responde a circunstancias y


a entradas específicas con combinaciones de reacciones mentales y fisiológicas. Las reacciones
mentales son parte del conocimiento. Las respuestas fisiológicas varían, pero involucran al sistema
respiratorio, cardiovascular y otros sistemas corporales. Éstas son frecuentemente inducidas por
sustancias químicas y contribuye el sistema límbico, esto es, el hipotálamo y la amígdala. Una buena
hipótesis acerca del desencadenamiento de emociones se origina en el modelo del cerebro como
instrumento de control.
El hipotálamo y el tálamo juega un papel fundamental en el desarrollo de las emociones, el hipotálamo
contiene los centros que gobiernan los dos sistemas autónomos (simpático y parasimpático), por lo que
ejerce un papel esencial en el conjunto de la vida afectiva, pulsional y emocional, y en el control de las
manifestaciones emocionales por intermedio del sistema nervioso autónomo.

Las emociones van siempre acompañadas de reacciones somáticas. Son muchas las reacciones
somáticas que presenta el organismo, pero las más importantes son:

-Las alteraciones en la circulación.

-Los cambios respiratorios.

-Las secreciones glandulares

El Sistema Nervioso es encargado de regular los aspectos fisiológicos de las emociones. El sistema
nervioso autónomo acelera y desacelera los órganos a través del simpático y para-simpático; la corteza
cerebral puede ejercer una gran influencia inhibitoria de las reacciones fisiológicas; de este modo
algunas personas con entrenamiento logran dominar estas reacciones y llegan a mostrar un auto control
casi perfecto.

1. Sistema nervioso periférico

Definición: El SNP o PNS consiste en el sistema nervioso cráneo espinal que controla los movimientos
musculares voluntarios, así como el sistema nervioso autonómico que controla los movimientos
musculares involuntarios. El SNP está separado pero también integrado al sistema nervioso central que
se encarga del procesamiento cognitivo previo a los movimientos voluntarios.

2. El sistema nervioso autónomo

Parte del sistema nervioso periférico que incluye todos los nervios motores involuntarios.

El sistema simpático y parasimpático constituye el sistema de control y regulación de expresión


emocional.

El sistema nervioso simpático es una parte del sistema nervioso autonómico. Su función es entre otras
es la de poner al organismo en la actitud de escape o de agresión frente a una alarma.

El sistema nervioso parasimpático es una parte del sistema nervioso autonómico. Su función principal en
el cuerpo es de establecer una conducta de descanso y recuperación del cansancio. Sirve de enlace
entre cada uno de los sistemas y órganos corporales con el cerebro. La retro alimentación a partir del
cuerpo se interpreta en dicho cerebro y allí activa respuestas involuntarias.

2.1 Sistema límbico

Un sistema cerebral que gestiona respuestas fisiológicas a las emociones y está asociado con la
conducta. Incluye al tálamo, al hipotálamo y a la amígdala, así como parte de la formación reticular, el
tronco cerebral y la corteza cerebral.
2.2 El diencéfalo

Una de las áreas del cerebro que, entre otros atributos, se asocia con la integración sensorial.

El hipotálamo una parte diencéfalo considerado el ganglio maestro del sistema nervioso autonómico. En
caso de emociones exageradas, el hipotálamo se encarga de estabilizar las funciones afectadas.

Tálamo es el centro de integración del cerebro. Parte del diencéfalo. Su ubicación permite el acceso a la
información de todas las áreas sensoriales y sus salidas hacia el cerebro y hacia los centros de control
motor.

2.3 Amígdala

Parte no superficial del sistema límbico ubicado adyacente al hipocampo. La amígdala está asociada con
la expresión y la regulación emocional. Una ligadura entre la amígdala y los sistemas físicos del cuerpo
que son activados por la amígdala en asociación con las emociones pueden constituir una parte
importante de la cognición.

Investigaciones de la neurociencia sobre las emociones

Cada vez más científicos se han percatado de este hecho elemental, y se están dedicando a estudiar los
mecanismos cerebrales que controlan y regulan los sentimientos humanos.

La amígdala es una de las regiones del cerebro que desempeña un papel fundamental e los fenómenos
emocionales.

2.4 Ultimas investigaciones.

El investigador Simon Killcross y sus colegas de la universidad de Cambridge, experimento con ratones
sobre las amígdalas y se dio cuenta que al bloquearlas que dan inoperantes ante una situación de
peligro.

La investigadora Andreas Bartels y sus colaboradores, del University College de Londres, emplearon la
resonancia magnética para observar si existía una reacción de sentimientos románticos ante otra tan
solo con su foto, encontraron que el sentir algo por otra persona aun sin verla físicamente encontraron
que la persona recibía estímulos en seis y veinte áreas del cerebro se activaban al pedirse que pensara
o recordara al otro, aunque dentro de la materia gris.

La plasticidad del cerebro según Cotman puede llegar a edades inclusive de periodos de vejez, por lo
tanto da pautas para que se educable hasta edades adultas la Inteligencia emocional.

V. INTELIGENCIA EMOCIONAL

En 1960 un texto que habla sobre la inteligencia social se declaro un concepto inútil.

La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los
sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la
motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos
de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una
buena y creativa adaptación social.

Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas también tienen más probabilidades de
sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida.

Ya en tiempos de lo Griegos se hablaba de la Alegoría de el carro que decían que el hombre tenía que
dominar a dos caballos y que había un auriga que los controlaba a dos apetitos del hombre.

Pero actualmente partiendo de dos autores se establece lo que hoy se da a llamar la inteligencia
emocional ellos son Solovey y Mayer, los cuales dieron pie a que un investigador del New York Time
diera a conocer al mundo a este concepto Daniel Goleman, pero esto abrió cause a un educador José
Antonio Alcázar, estos hablaremos en este capítulo.

Se expondrán los postulados de cada uno y su modo de ver actualmente este punto basado en las
ultimas exposiciones de sus temas en la Internet.

1. Las emociones según Solovey

Salovey acuña sobre la definición de Gardner de la inteligencia personal sus conceptos sobre lo que
seria para él la inteligencia emocional en cinco esferas:

Conocer las propias emociones: La conciencia de uno mismo, es la capacidad de controlar sentimientos
de un momento a otro, es fundamental para la penetración psicológica y la comprensión de uno mismo.
En este punto los autores coinciden manejado este punto por los demás como auto-conocimiento.
Manejar las emociones: E la capacidad de manejar sentimientos para que sean adecuados, es una
capacidad que se basa en la conciencia de uno mismo. Este punto se maneja como lo veremos como
Auto- control, tal vez medular de esta Inteligencia que como vimos depende también de cuestiones
fisiológicas.
La propia motivación: capacidad de ordenar las emociones al servicio de un objetivo esencial. Llamado
también Auto-motivación que es buscar los motivos por los que hago las cosas.
Reconocer las emociones de los demás: la empatía es autoconciencia de las emociones de los otros.
Punto en el que se busca en parte social del manejo de las emociones, saber que siente el otro, me da la
pauta para empezar a pensar en los demás.
Manejar las relaciones: la capacidad de manejar las emociones de los demás. Es la adecuación a
nuestro ser social, parte esencial del desarrollo con los demás.
2. Las emociones según Mayer

Mayer expone diferentes estilos característicos para responder ante las emociones:

Consiente de sí mismo: Los que su cuidado los ayuda a manejar sus emociones. Son las personas que
buscan cambiar.
Sumergido: se trata de personas que a menudo se sienten abrumados y emocionalmente descontrolado.
Es una persona que se da cuenta de lo que sucede pero no sabe por que por lo tanto no puede cambiar.
Aceptador: personas que suelen ser claras en lo que sienten, pero no hacen nada para cambiar. Persona
que se da cuenta de lo que le sucede, pero que llega a pensar que así es y que no lo puede cambiar.
En el estilo de respuesta esta el tipo de trabajo que se puede comenzar hacer con cada persona.

3. Las emociones según Goleman.

En base en las investigaciones realizadas por los dos investigadores anteriores y comparándole con las
Inteligencias Múltiples, Goleman afirmó en su última conferencia en Madrid, que la inteligencia
emocional, este término incluye dos tipos:

· La Inteligencia Personal: está compuesta a su vez por una serie de competencias que determinan el
modo en que nos relacionamos con nosotros mismos. Esta inteligencia comprende tres componentes
cuando se aplica en el trabajo:
Conciencia en uno mismo: es la capacidad de reconocer y entender en uno mismo las propias fortalezas,
debilidades, estados de ánimo, emociones e impulsos, así como el efecto que éstos tienen sobre los
demás y sobre el trabajo. Esta competencia se manifiesta en personas con habilidades para juzgarse a
sí mismas de forma realista, que son conscientes de sus propias limitaciones y admiten con sinceridad
sus errores, que son sensibles al aprendizaje y que poseen un alto grado de auto-confianza.
Autorregulación o control de sí mismo: es la habilidad de controlar nuestras propias emociones e
impulsos para adecuarlos a un objetivo, de responsabilizarse de los propios actos, de pensar antes de
actuar y de evitar los juicios prematuros. Las personas que poseen esta competencia son sinceras e
íntegras, controlan el estrés y la ansiedad ante situaciones comprometidas y son flexibles ante los
cambios o las nuevas ideas.
Auto-motivación: es la habilidad de estar en un estado de continua búsqueda y persistencia en la
consecución de los objetivos, haciendo frente a los problemas y encontrando soluciones. Esta
competencia se manifiesta en las personas que muestran un gran entusiasmo por su trabajo y por el
logro de las metas por encima de la simple recompensa económica, con un alto grado de iniciativa y
compromiso, y con gran capacidad optimista en la consecución de sus objetivos.
· La Inteligencia Interpersonal: al igual que la anterior, esta inteligencia también está compuesta por otras
competencias que determinan el modo en que nos relacionamos con los demás:

Empatía: es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás,
poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Las personas
empáticas son aquellas capaces de escuchar a los demás y entender sus problemas y motivaciones, que
normalmente tienen mucha popularidad y reconocimiento social, que se anticipan a las necesidades de
los demás y que aprovechan las oportunidades que les ofrecen otras personas.
Habilidades sociales: es el talento en el manejo de las relaciones con los demás, en saber persuadir e
influenciar a los demás. Quienes poseen habilidades sociales son excelentes negociadores, tienen una
gran capacidad para liderar grupos y para dirigir cambios, y son capaces de trabajar colaborando en un
equipo y creando sinergias grupales.
4. La inteligencia Emocional según José Antonio Alcázar

Este autor ha manejado en el 2001 este tema la Inteligencia emocional llamado a este Educación de la
afectividad en su ultima exposición virtual dice lo siguiente:

"Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama". San Agustín

Los afectos constituyen nuestro núcleo más personal y peculiar.

Es la inteligencia la que debe encauzar y utilizar la fuerza de los sentimientos.

La inteligencia debe gobernar las pasiones como el navegante gobierna la embarcación, con el timón y
las velas.

Una buena educación sentimental ha de ayudar, entre otras cosas, a aprender, en lo posible, a disfrutar
haciendo el bien y sentir disgusto haciendo el mal.

Habla José Antonio de un desarrollo evolutivo de esta afectividad:

El recién nacido siente malestar o sosiego. Llora o ríe. Y alguien va a entenderle.


Su mundo es de necesidades, afectos y acciones.
El primer trato con la realidad es afectivo.
Ya a los dos meses los ojos de su madre son el centro preferido de su atención.
Si se satisfacen todos sus antojos, se le impedirá desarrollar su capacidad de resistir el impulso y tolerar
la frustración y su carácter se iría volviendo egocéntrico y arrogante.
Hacia los 18 meses ya se han conectado las estructuras corticales con las profundas del cerebro, lo que
permite la aparición de una afectividad inteligente.
En los primeros años va configurándose el temple básico del niño.
Hacia el primer año la madre va a enseñando al niño si hay que sentir y qué hay que sentir sobre el
entorno.
La seguridad del afecto de la madre es lo que permite al niño apartarse, explorar, dominar los miedos y
los problemas.
Una correcta educación proporciona la seguridad y el apoyo afectivo necesarios para sus nuevos
encuentros.
El desarrollo de la inteligencia está muy ligado a la educación de los sentimientos.
Sentirse seguro es sentirse querido.
En la familia uno es querido radical e incondicionalmente.
Las experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la personalidad a través de la
memoria.
Aprende a andar y a hablar y su mundo se expande.
Perturban intencionalmente, se saltan las prohibiciones, tantean... Y anticipan el sentimiento de sus
madres.
Hacia los dos años entran en su mundo las miradas ajenas.
Disfrutan al ser mirados con cariño: ¡mira cómo...!
A partir de ahora cobra gran fuerza educativa la satisfacción ante el elogio o ante las muestras de
aprobación de aquellos a quien él aprecia.
Hacia los 7-8 años nos convertimos en actores y jueces: reflexión y libertad. Y aparecen el orgullo y la
vergüenza aunque no haya público.
Hacia los 10 años pueden integrar sentimientos opuestos.
Empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse.
Hacia los 7-8 años nos convertimos en actores y jueces: reflexión y libertad. Y aparecen el orgullo y la
vergüenza aunque no haya público.
Hacia los 10 años pueden integrar sentimientos opuestos.
empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse
la adolescencia es una etapa decisiva en la historia de toda persona
los sentimientos fluyen con fuerza y variabilidad extraordinarias
Es la edad de los grandes ánimos y desánimos.
Muchos experimentan la rebeldía de no poder controlar sus sentimientos ni comprender su complejidad.
El descubrimiento de la libertad interior es importante para la maduración del adolescente.
Al principio pueden identificar obligación con coacción, el deber con la pérdida de libertad.
Al ir madurando comprende.
Que hay actuaciones que le llevan a un desarrollo más pleno y otras que le alejan.
que lo que apetece no siempre conviene.
- que una libertad sin sentido es una libertad vacía.

Ha de descubrir que actuar conforme al deber perfecciona y necesita aceptar el deber como una voz
amiga, que se puede asumir con cordialidad.
VI. CARACTERÍSTICAS DE LA MENTE EMOCIONAL.
1. Siguiendo a Daniel Goleman, la mente emocional es infantil, en cuanto a que es categórica, todo es
blanco o negro, para ella no existen los grises.

2. Todo lo enfoca personalizándolo en una misma.

3. Es auto confirmante, ya que obvia y no permite la percepción de todo aquello que socava las propias
creencias o sentimientos y se centra exclusivamente, en lo que los confirma.

4. Impone el pasado sobre el presente, lo cual quiere decir que si una situación posee alguna
característica o rasgo que se asemeje de alguna forma a un suceso del pasado cargado emocionalmente
(esto es, que suscito en nosotras gran emoción), la mente emocional ante cualquier detalle que
considere semejante, activa en el presente los sentimientos que acompañaron al suceso en el pasado,
con la añadida de que las reacciones emocionales son tan difusas, que no nos apercibimos del hecho de
que estamos reaccionando, de una determinada forma, ante una situación que probablemente no
comparta más que algunos rasgos, con aquella que desencadenó esa misma reacción en el pasado.
5. Sé auto justifica en el presente utilizando la mente racional, de forma que sin tener idea de lo que está
ocurriendo, tenemos la total convicción de que lo sabemos perfectamente.

6. Realidad específica de estado, esta característica se refiere al hecho de que cada emoción tiene su
propio repertorio de pensamientos, sensaciones y recuerdos asociados, que el cerebro percibe y emite
automáticamente sin control racional. Así pues la visión de la realidad se modifica en función de la
emoción que estemos sintiendo; lo que percibo no es lo mismo si me siento furioso o enamorado.

7. La mente emocional también posee el rasgo de la memoria selectiva lo cual implica, que ante una
situación emocional determinada, reorganiza los recuerdos y las posibles alternativas de forma que
sobresalgan los que considera relevantes.

8. Es asociativa, esto es considera los elementos que activan los recuerdos como si fuera la realidad, y
ya sabemos que un solo rasgo similar puede evocar la totalidad de los sentimientos asociados, por esto
el lenguaje de las artes, metáforas, leyendas, fábulas, le hablan directamente.

9. El tiempo no existe para ella y no le importa como son las cosas, sino como se perciben y lo que nos
recuerdan.

10. Por lo que respecta a las palabras asociadas a este tipo de mente, podemos hablar de rapidez,
impaciencia, relacionarse, decisiones a partir de ensayo error, globalizar, orientada a las emociones,
sentir, creer, intuir, vincular.

11. Es cálida, imprecisa y está orientada básicamente a las relaciones con nosotros mismos y con los
demás.

VII. LAS CARACTERÍSTICAS DE LAS CAPACIDADES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

1. Independencia. Cada persona aporta una contribución única al desempeño de su trabajo.

2. Interdependencia: cada individuo depende en cierta medida de los demás.

3. Jerarquización: las capacidades de la inteligencia emocional se refuerzan mutuamente.

4. Necesidad pero no-suficiencia: poseer las capacidades no garantiza que se acaben desarrollando.

5. Genéricas: se puede aplicar por lo general para todos.

VIII. LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA EMPRESA.

" Las normas que gobiernan el mundo laboral están cambiando. En la actualidad no sólo se nos juzga
por lo más o menos inteligentes que podamos ser ni por nuestra formación o experiencia, sino también
por el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos o con los demás" Daniel Goleman.

Dentro de la empresa se observa la necesidad de dos habilidades para tener éxito en las empresas: la
formación de equipos y la capacidad de adaptarse a los cambios.

Las competencias emocionales más relevantes para el éxito caen dentro de los tres grupos siguientes.

Iniciativa, motivación de logro y adaptabilidad.


Influencia, capacidad para liderar equipos y conciencia política.
Empatía, confianza en uno mismo y capacidad de alentar el desarrollo de los demás.
1. Competencias personales desde el punto de vista de la inteligencia emocional.

Conciencia de uno mismo: conciencia de nuestros propios estados internos, recursos e instituciones.
Conciencia de uno mismo: conciencia de nuestros propios estados internos, recursos e intuiciones.

Conciencia emocional: reconocer las propias emociones y efectos

Valoración adecuada de uno mismo: conocer las propias fortalezas y debilidades.

Confianza en uno mismo: seguridad en la valoración que hacemos sobre nosotros mismos y sobre
nuestras capacidades

Autorregulación: control de nuestros estados, impulsos y recursos internos

Autocontrol: capacidad de manejar adecuadamente las emociones y los impulsos conflictivos

Confiabilidad: fidelidad al criterio de sinceridad e integridad

Integridad: asumir la responsabilidad de nuestra actuación personal

Adaptabilidad: flexibilidad para afrontar los cambios

Innovación: sentirse cómodo y abierto ante las nuevas ideas, enfoques e información.

Motivación: las tendencias emocionales que guían o facilitan el logro de nuestros objetivos.

Motivación de logro: esforzarse por mejorar o satisfacer un determinado criterio de excelencia.

Compromiso: secundar los objetivos de un grupo u organización.

Iniciativa: prontitud para actuar cuando se presenta la ocasión.

Optimismo y persistencia en la consecución de los objetivos a pesar de los obstáculos y los


contratiempos.

Competencia social. Determinan el modo en que nos relacionamos con los demás

IX. IMPLICACIONES EN LA VIDA Y LA EDUCACIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.

En mi experiencia profesional de 18 años en el ramo educativo, he llegado a comprobar lo importante


que es la inteligencia emocional en la educación en la vida.

Por eso implemente un programa para buscar en los muchachos un programa de asesoría que busca
lograr la autoestima y autoconcepto positivo.

Antes definiré estos dos conceptos, según Cooperssmith la autoestima es la abstracción que la persona
hace desarrollar acerca de sus atributos, capacidades, objetos y actividades que posee o persigue; esta
abstracción es presentada por el símbolo mi, que consiste en la idea que la persona posee de sí misma.
El autoconcepto según Tamayo la concibe como un proceso psicológico cuyos contenidos y dinamismos
son determinados socialmente y que le permiten comprender el conjunto de percepciones, sentimientos,
autoatribuciones y juicios de valor referentes a uno mismo.

Buscar estos en las personas esto es fundamental para llegar a tener una verdadera inteligencia
emocional esto se busca con la asesoría (Ver ANEXO 1 Asesoría)

Otras maneras para el control de las emociones son las siguientes:

Lograr expresar con palabras lo que sentimos. verbalizar.


¿no entiendes bien qué te pasa? pues empieza a explicarlo.
Cuando logramos expresar en palabras lo que sentimos damos un gran paso hacia el gobierno de
nuestros sentimientos .
"Una vez que tienes el valor de mirar al mal cara a cara, de verlo por lo que realmente es y de darle su
verdadero nombre, carece de poder sobre ti y puedes destruirlo" Lloyd Alexander
.Pensar, leer y hablar sobre los sentimientos.
Es muy útil plantearse si no tendré yo los defectos que identifico en los demás. Es lo más probable.
Identificar nuestros defectos y valores dominantes.
Actitud crítica hacia el origen de la preocupación
¿cuál es la posibilidad real de que eso suceda?
¿qué es razonable hacer para evitarlo?
¿sirve de algo que siga dándole vueltas?
Reflexionar sobre las causas. ¿qué pensamientos se esconden en el núcleo de la tristeza? Cuestionar su
validez y considerar alternativas positivas.
Que la reflexión no acabe en lamento.
No sólo hay males que denunciar, también hay buenos ejemplos para seguir. Centrarse en lo
constructivo
La distracción es muy útil cuando los pensamientos deprimentes no tienen causa directa clara con
moderación..
Evitar pensamientos victimitas.
Desahogo con quien nos pueda ayudar.
Esforzarse en ver lo positivo de cualquier situación.
Descansar.
Pensar en los demás.
Descargar el enfado casi nunca es positivo.
En los momentos de enfado se piensan, se dicen y se hacen cosas de las que nos habremos arrepentido
al poco tiempo, pero producen heridas que son difíciles de curar.
Hay que aprender a buscar una salida a los enfados que no perjudique a los demás.
X. CONCLUSIONES

La inteligencia emocional es importante en la vida de las personas, ser equilibrado en una reacción
emocional, saber controlar las emociones y los sentimientos, conocerse y auto-motivarse.

Eso da a la persona la capacidad de ser mejor persona, con mejores relaciones, lo que hará en su vida
personal y profesional.

El fin el lograr una personalidad madura, que es el conjunto existencial y dinámico de rasgos físicos,
temperamentales, afectivos y volitivos propios, que nos hacen ser únicos y originales.

En la Inteligencia emocional ya no depende del corazón depende de las capacidades intelectuales


superiores del hombre, ya que un cerebro primitivo como es el sistema límbico debe supeditarse a un
cerebro más avanzado, entre más control tengamos de nuestro cerebro, entre más rápido sean nuestras
conexiones entre el cerebro primitivo y la corteza cerebral mucho mas inteligencia emotiva tendremos.

Para lograr las conexiones tendremos que crear hábitos positivos sobre las emociones, lo que lograra
que nuestras sinapsis sean mejores y más rápidas.

Desarrollar la inteligencia emocional nos hará mejores personas, y nos ayudará a que los demás lo sean.

Bibliografía.

Goleman, Daniel. La inteligencia emocional, José Vergara Editor.


García Garrido, Ferran. Educando desde el ajedrez, Editorial Paidotribo.
3. Valera Guerrero, Gilda Isabel, las emociones, www.monografias.com

4. Psicoactiva, www.psicoactiva.com
5. Principal Investigators, Pzweb.harvard.edu

Neurohost web site, www.neurohost.org


Martineaud, Sophie. El test de inteligencia emocional, Martínez Roca S.A.
Shapiro, Lawrence E. La inteligencia emocional de los niños. Javier Vergara Editor.
9. Aguilar, Enrique. Temperamento, carácter y personalidad, INDICE.

ANEXO 1

Asesoría

La asesoría es el seguimiento personal de los alumnos, esto es de manera integral, viendo al alumno no
solo del modo académico, sino en todo lo que influye dentro de su educación.

El asesor es la persona que se designa según las características de la persona que entra, para educarlo
durante su estancia dentro de una institución y le da seguimiento durante su vida escolar fuera de esta,
respetando su intimidad.

Tratará de ser ante todo un amigo, por lo cual deberá de tener las cualidades de este:

Accesibilidad, estar a disposición del asesorado en la medida de lo posible puesto que es la primera
condición básica de la confianza.

Saber escuchar, es importante prestar atención a las cosas de los asesorados platican, pues la base de
la confianza y además es la base para enseñarle a escuchar.

Comprensión, para lograr esto es necesario el conocimiento del asesorado, teniendo en cuenta su edad,
carácter, preferencias, problemas.

Corrección, una parte importante y además difícil de ejecutar para no perder la amistad, un verdadero
amigo tiene que tener la facultad de conocer a la otra persona, que pueda en un momento dado corregir
las fallas del otro, el asesor debe tomar este punto como sumamente importante para el desarrollo de la
asesoría, puesto que no es solo una llamada de atención, sino corregir en realidad la acción negativa
hecha, que es mucho más difícil que " llamarle la atención con dureza", puesto que implica un
conocimiento del interior del asesorado, saber por que lado se le puede corregir, así habrá desde quien
necesite que le griten casi al grado de parecer maltrato, hasta quien con solo una mirada pueda
corregirse. Esta parte tiene una etapa anterior que se llama la prevención, etapa que para lograrla el
asesor tiene que tener la capacidad de ver a futuro en la acción del alumno, esto implica no solo decirle
lo que podría pasar de seguir las acciones de la misma manera en que las realiza, el método podría ser
una dialéctica que a través de las preguntas y respuestas que él dé lo hagan llegar al error que podría
tener.

No implica esto el tomar las acciones negativas como positivas sino que se debe aceptar como limitación
del muchacho como parte de su desarrollo.

Libertad, en esta parte, es involucrar al muchacho dentro de la responsabilidad de su propia vida y de los
hechos que ellos mismos produzcan.

Respeto, se debe respetar su intimidad. Vigilarles con cuidado amoroso que en nada parezca el
espionaje. Corregid sin acritud, sin déjalos en mal, cuantas veces será más útil una palabra a solos que
ese grito en público para humillar hasta enrojecer.

Disculpar y disculparse, es bueno que cuando el asesor tenga la facultad de reconocer su equivocación y
sea ante todo capaz de actuar ante el error del asesorado con serenidad y dominio de sí mismo.
Preceptos positivos, "El buen educador es el que pone siempre ante los ojos del educador imágenes de
la vida positiva. Al temor, al pesimismo, a la duda de sí mismo, sustituye la confianza; a la denigración la
benevolencia; a la envidia y el resentimiento, el amor. De este modo favorece la floración en la alegría y
en la libertad".

Valorar lo bueno, es obvio que no se da la confianza entre dos personas que, mutua y recíprocamente,
no saben dar valor a lo que de bueno tiene una y otra. Esta debe de ser una actitud vital de respeto y
estimación.

Sinceridad, es actuar auténticamente, para dar oportunidad a ser sinceros es creerles aun a costa de que
se engañen en alguna ocasión, llegar a la sinceridad a tal medida que tenga la confianza de contarnos el
engaño.

Enfoque de meta, un amigo no-fija las metas que debe conseguir el amigo, sino le ayuda primero a
enfocara las metas de tal manera que encuentre su perfección como ser humano, además de ayudarle
mediante su consejo, participación y ejemplo a cumplirlas.

La asesoría como dice este último punto deberá de tener unas matas para lo cual se debe trazar un plan,
esto es que se ayuda al asesorado a definir sus metas, igual que determinar cual será el plan de acción a
seguir para lograr esas metas, en toda la integridad de su persona y de acuerdo al mismo, esto lo
prevendrá de cualquier cosa que pueda truncar el plan y el logro de las metas y lo corregirá cuando se
salga del plan que el mismo determino a seguir.

Al planear se enfocará en las diferentes áreas del hombre:

Física: Es necesario la preparación del cuerpo en los deportes y que el asesorado goce de buena salud,
cuidar todo aquello que perjudique la salud.

Económica: Es necesario que se le haga consiente al asesorado de la necesidad del ahorro y de saber
administrar y ganar el dinero.

Social: es parte necesaria la convivencia con todas las personas, sabiendo adaptarse a estas
sanamente.

Afectiva: es importante que el asesorado que pase por nuestra institución logre sentirse aceptado por los
demás pero en especial por el mismo esto es que llegue a una verdadera auto-estima, esto es que no
dependa de los demás para sentirse bien.

Estética: como parte de su educación es bueno que el alumno dentro de su formación personal tenga
gusto por las artes.

Intelectual: E necesario que no solo por esta institución se le dé instrucción, sino que adquiría
herramientas necesarias para que desarrolle su inteligencia en todos sus sentidos.

Moral: Dentro de la vida del asesorado pocas veces se puede llegar a este punto de manera importante,
ya que esta formación empieza dentro de la familia, pero se puede influir de manera indirecta en la
formación de su inteligencia moral.

Religiosa: es el área más importante de la persona y a la vez el área más impenetrable de está, así que
en este punto lo mejor es enseñarle en la mediada que sea posible con ejemplo, y pocas veces con
comentarios acerca de esta, excepto que se diera el caso de consultarle.

La asesoría puede ser el centro de cambio de los alumnos de una institución, pero lo más importante
sería el cambio de tratar a los alumnos como números dentro de una institución a tratarlos como
personas.
CESAR ARMANDO

Comentarios

Jueves, 4 de Septiembre de 2008 a las 16:31 | 0


Daniel Jimenz
Hola Soy Daniel Jimenez, estudio contabilidad y proximamente participare de un certamen de oratoria
cuyo de tema a exponer es el papel del cooperativismo en el desarrollo de la inteligencia emocional.
Considero que esta monografia es una muy completa y con material de maximo rendimiento. Agradeceria
me pudieran comunicar de mas temas reacionados que me ayuden en mi busqueda.

Viernes, 31 de Agosto de 2007 a las 20:40 | 0


Ilse Junieth Olivas Morán
El trabajo estubo muy bueno, lo único que el énfasis en la parte biológica de las emociones me pareció
innecesario, pero en general, estuvo muy excelente su trabajo. Me sirvió de mucho. Gracias.

Jueves, 26 de Julio de 2007 a las 16:23 | 0


angel del castillo
El test se puede extender a calculo matemático.

Lunes, 4 de Junio de 2007 a las 18:32 | 0


Santiago Quinsasamin
Las personas tienen la habilidad de comunicarse consigo mismo y con el resto que los rodea ya que el
mundo se encuentra en continuos cambios, rápidos y vertiginosos por lo tanto deben estar preparados
tanto fisica y emocionalmente.
El mundo actual necesita personas capaces y competentes de tal manera que se puede introducir
fácilmente en el mundo globalizado, cuando una persona mantenga relaciones interpersonales con el
mundo que le rodea podrá tener éxito en la vida.
Esas personas tienen que aprender a controlar sus impulsos y emociones en todas las situaciones que
se le presenten.

Jueves, 8 de Marzo de 2007 a las 21:14 | 0


yeyo yeyo
Me fue de gran utilidad su articulo. gracias.
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L ORIGEN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

El término Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y


modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Inteligencia emocional no es ahogar las
emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.

El concepto de Inteligencia Emocional, aunque esté de actualidad, tiene a nuestro parecer un claro
precursor en el concepto de Inteligencia Social del psicólogo Edward Thorndike (1920) quien la definió
como "la habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres, muchachos y muchachas, y actuar
sabiamente en las relaciones humanas".

Para Thorndike, además de la inteligencia social, existen también otros dos tipos de inteligencias: la
abstracta –habilidad para manejar ideas- y la mecánica- habilidad para entender y manejar objetos-.

Un ilustre antecedente cercano de la Inteligencia Emocional lo constituye la teoría de ‘las inteligencias


múltiples’ del Dr. Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, quien plantea ("Frames of Mind", 1983)
que las personas tenemos 7 tipos de inteligencia que nos relacionan con el mundo. A grandes rasgos,
estas inteligencias son:

Inteligencia Lingüística: Es la inteligencia relacionada con nuestra capacidad verbal, con el lenguaje y
con las palabras.

Inteligencia Lógica: Tiene que ver con el desarrollo de pensamiento abstracto, con la precisión y la
organización a través de pautas o secuencias.

Inteligencia Musical: Se relaciona directamente con las habilidades musicales y ritmos.

Inteligencia Visual - Espacial: La capacidad para integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el


espacio, y poder establecer relaciones de tipo metafórico entre ellos.

Inteligencia Kinestésica: Abarca todo lo relacionado con el movimiento tanto corporal como el de los
objetos, y los reflejos.

Inteligencia Interpersonal: Implica la capacidad de establecer relaciones con otras personas.

Inteligencia Intrapersonal: Se refiere al conocimiento de uno mismo y todos los procesos relacionados,
como autoconfianza y automotivación.

Esta teoría introdujo dos tipos de inteligencias muy relacionadas con la competencia social, y hasta cierto
punto emocional: la Inteligencia Interpersonal y la Inteligencia Intrapersonal. Gardner definió a ambas
como sigue:

"La Inteligencia Interpersonal se construye a partir de una capacidad nuclear para sentir distinciones
entre los demás: en particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e
intenciones. En formas más avanzadas, esta inteligencia permite a un adulto hábil leer las intenciones y
deseos de los demás, aunque se hayan ocultado... "

Y a la Inteligencia Intrapersonal como "el conocimiento de los aspectos internos de una persona: el
acceso a la propia vida emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar
discriminaciones entre las emociones y finalmente ponerles un nombre y recurrir a ellas como un medio
de interpretar y orientar la propia conducta..."

LA APARICIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

En 1990, dos psicólogos norteamericanos, el Dr. Peter Salovey y el Dr. John Mayer, acuñaron un término
cuya fama futura era difícil de imaginar. Ese término es ‘inteligencia emocional’.
Hoy, pocas personas de los ambientes culturales, académicos o empresariales ignoran el término o su
significado. Y esto se debe, fundamentalmente, al trabajo de Daniel Goleman, investigador y periodista
del New York Times, quien llevó el tema al centro de la atención en todo el mundo, a través de su obra
‘La Inteligencia Emocional’ (1995).

El nuevo concepto, investigado a fondo en esta obra y en otras que se sucedieron con vertiginosa
rapidez, irrumpe con inusitado vigor y hace tambalear las categorías establecidas a propósito de
interpretar la conducta humana (y por ende de las ciencias) que durante siglos se han dedicado a
desentrañarla: llámense Psicología, Educación, Sociología, Antropología, u otras.

2º parte

Inteligencia emocional aplicada


Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el
grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no
resulta tan sencillo.

Aristóteles, Ética a Nicómaco.

La inteligencia emocional determina la manera en que nos relacionamos y entendemos el mundo; tiene
en cuenta las actitudes, los sentimientos y engloba habilidades como : el control de los impulsos, la
autoconciencia, la automotivación, la confianza, el entusiasmo, la empatía, y sobre todo es el recurso
necesario para ofrecer nuestras mayores prestaciones profesionales.

Sobre la inteligencia emocional y la ética

El concepto de la inteligencia emocional postula ampliar la noción de inteligencia (tradicionalmente


ceñida a una serie de habilidades racionales y lógicas) incorporando una serie de habilidades
emocionales.

1. Conciencia de las propias emociones. Quien no se percata de sus emociones queda a merced
de las mismas. Identificar las propias emociones al evaluar situaciones pasadas implica una primaria
inteligencia emocional. Distinguir un sentimiento mientras está aconteciendo supone una inteligencia
emocional desarrollada.

2. Manejo de las emociones. Me refiero a la capacidad de controlar los impulsos para adecuarlos a
un objetivo. Habilidad que se puede "entrenar" como, de hecho, hacen los actores que son capaces de
generarse el estado emocional más apropiado para representar un papel. Aprender a crear un
determinado estado emocional... son palabras mayores. Recomiendo empezar por intentar controlar la
duración de las emociones. Algo que sucede hace emerger nuestra furia. Parece inevitable. Pero esa
furia puede durar un minuto, una hora o un día. Algo que acontece nos pone tristes. ¿cuánto tiempo
haremos durar esa tristeza?

3. Capacidad de automotivación. Las emociones nos ponen en movimiento. Desarrollar la


capacidad de entusiasmarnos con lo que tenemos que hacer, para poder llevarlo a cabo de la mejor
manera, aplacando otros impulsos que nos desviarían de la tarea mejora el rendimiento en cualquier
actividad que se emprenda.

4. Empatía. Es el nombre que recibe la aptitud para reconocer las emociones en los demás.
Proviene del griego empatheia, que significa algo así como "sentir dentro", es decir, percibir lo que el otro
siente dentro suyo. Los sentimientos no suelen expresarse verbalmente sino a través del tono de voz, los
gestos, miradas, etc. La clave para la empatía reside en la destreza para interpretar el lenguaje corporal.
5. Manejo de las relaciones. Así como un paso posterior a reconocer nuestras emociones consiste
en aprender a controlarlas; de modo análogo, una instancia ulterior a la empatía estriba en manipular las
emociones de los demás.

Esto último promueve la inquietud acerca de la ética. Las habilidades descriptas arriba, una vez
desarrolladas pueden ser empleadas de distintas maneras. Pueden sujetarse a un fin solidario o a una
motivación egoísta. Por ejemplo, la empatía puede ser utilizada por un profesor para mejorar la
transmisión de una enseñanza a sus alumnos. Puede ser usada por un vendedor para vender un
producto.

Si se desarrolla el autocontrol emocional y la empatía, se puede efectivamente manipular a otra persona


que no haya desarrollado estas capacidades. Se puede saber cómo hacerla enojar, entristecerla, hacerle
sentir miedo, etc. Cómo van a canalizarse estas habilidades es un tema que es preocupante. Por cierto,
la inteligencia emocional ha despertado aún mucho mayor interés en el ámbito empresarial que en el
terapéutico. ¿Por qué han sido recibidas con tanta atención las ideas de la inteligencia emocional en las
empresas? Creo humildemente que es apresurado contestar esta pregunta hasta no realizar una
profunda investigación sobre el tema. Por el momento es válido dejar planteado el asunto y arriesgarnos
a traslucir algunas sospechas.

3º parte

¿Qué piensa Daniel Goleman de la Inteligencia emocional?

La Inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los
sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la
motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos
de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una
buena y creativa adaptación social.
El rendimiento escolar del estudiante depende del más fundamental de todos los conocimientos,
aprender a aprender. Los objetivos a reeducar como clave fundamental son los siguientes:

1. Confianza. La sensación de controlar y dominar el propio cuerpo, la propia conducta y el propio


mundo. La sensación de que tiene muchas posibilidades de éxito en lo que emprenda y que los adultos
pueden ayudarle en esa tarea.

2. Curiosidad. La sensación de que el hecho de descubrir algo es positivo y placentero.

3. Intencionalidad. El deseo y la capacidad de lograr algo y de actuar en consecuencia. Esta habilidad


está ligada a la sensación y a la capacidad de sentirse competente, de ser eficaz.

4. Autocontrol. La capacidad de modular y controlar las propias acciones en una forma apropiada a su
edad; la sensación de control interno.

5. Relación. La capacidad de relacionarse con los demás, una capacidad que se basa en el hecho de
comprenderles y de ser comprendido por ellos.

6. Capacidad de comunicar. El deseo y la capacidad de intercambiar verbalmente ideas, sentimientos y


conceptos con los demás. Esta capacidad exige la confianza en los demás (incluyendo a los adultos) y el
placer de relacionarse con ellos.

7. Cooperación. La capacidad de armonizar las propias necesidades con las de los demás en las
actividades grupales.

La obra de Daniel Goleman intenta recuperar el prestigio de las emociones como objeto digno de
estudio. La tesis de esta obra es que los tradicionales tests de inteligencia (con los que se "saca" el
famoso coeficiente intelectual) miden una serie de habilidades intelectuales que no suelen servir de
mucho para afrontar los "problemas de la vida". Es decir, un CI (coeficiente intelectual) elevado no es
garantía de felicidad, prosperidad, etc. Sirve para obtener buenas notas en la escuela pero no para
responder con eficiencia frente a los distintos trastornos que se presentan en la vida diaria. Para
complementar el CI, Goleman introduce el concepto de CE (coeficiente emocional). La inteligencia
emocional incluye habilidades como la capacidad de automotivarse, la perseverancia, el autocontrol.
Todo podría resumirse en este último concepto, el control sobre las emociones.

La etimología de la palabra emoción remite al movimiento. Las emociones son las que nos mueven, nos
llevan a entrar en acción. Esto es muy claro en los animales y en los niños. No tanto en los adultos
quienes 'civilizadamente' hemos aprendido a separar la emoción de la acción.

Las emociones cumplen una función natural. Con el miedo, explica Goleman, la sangre se retira del
rostro (por eso palidecemos) y se dirige a los músculos de las piernas para facilitar una reacción de fuga
ante el peligro. En la ira, la sangre fluye a las manos, aumenta el ritmo cardíaco y el nivel de adrenalina
generando condiciones propicias para una acción enérgica.

Ahora bien, desde las primitivas emociones de los primeros hombres hasta el día de hoy indudablemente
las condiciones de vida han cambiado. "Mientras en el pasado una ira violenta puede haber supuesto
una ventaja crucial para la supervivencia, el hecho de tener acceso a armas automáticas a los trece años
la convierte en una reacción a menudo desastrosa."

La cultura educa nuestras emociones. Al niño pseudonatural se le va enseñando cuando son aceptables
ciertas emociones y cuando no. Se le enseña a minimizar ciertas emociones, a exagerar otras, a
reemplazar una emoción por otra y a reprimir otras. Sobre las emociones y sobre cómo educarlas, queda
la sensación de haber mucho por investigar.

4º parte

La Inteligencia Emocional
según José Javier Velasco Bernal

El término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en 1990 por Peter Salovey de Harvard y
John Mayer de la New Hampshire, como la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno
mismo y de los demás y utilizarlos como guía del pensamiento y de la acción. La inteligencia emocional
se concreta en un amplio número de habilidades y rasgos de personalidad: empatía, expresión y
comprensión de los sentimientos, control de nuestro genio, independencia, capacidad de adaptación,
simpatía, capacidad de resolver los problemas de forma interpersonal, habilidades sociales, persistencia,
cordialidad, amabilidad y respeto.

Un fundamento previo lo encontramos en la obra de Howard Gardner, quien en 1983 propuso su famoso
modelo denominado "inteligencias múltiples" que incluye 7 tipos de inteligencia: verbal, lógico-
matemática, espacial, musical, cinestésica, interpersonal, intrapersonal. Si bien, como él mismo subrayó,
en Estados Unidos, en la mayoría de las escuelas se sigue cultivando exclusivamente, al menos
consciente y premeditadamente, los dos primeros tipos de inteligencia: la verbal, y matemática.

Pero fue Daniel Goleman con su libro Inteligencia Emocional quien lo popularizó y convirtió en un
betsseller, refiriéndose a las siguientes habilidades:

· conciencia de sí mismo y de las propias emociones y su expresión


· autorregulación, controlar los impulsos, de la ansiedad, diferir las gratificaciones, regular nuestros
estado de ánimo

· motivarnos y perseverar a pesar de las frustraciones (optimismo)

· empatía y confianza en los demás

· las artes sociales

En su primer libro "La inteligencia emocional" se centra en temas tales como el fundamento biológico de
las emociones y su relación con la parte más volitiva del cerebro, la implicación de la inteligencia
emocional en ámbitos como las relaciones de pareja, la salud, y fundamentalmente el ámbito educativos.

En su libro "La práctica de la inteligencia emocional" destaca particularmente las habilidades sociales
referidas al manejo de las emociones en las relaciones, la interpretación de las situaciones y redes
sociales, la interacción fluida, la persuasión, dirección, negociación y resolución de conflictos, la
cooperación y el trabajo en equipo.

En este segundo libro, analiza en profundidad las implicaciones de la inteligencia emocional en el mundo
laboral y en la vida de las organizaciones, y entre los temas centrales destacan la distinción entre
habilidades fuertes y débiles, las primeras referidas a las capacidades analítica y la formación técnica,
requerida en ocupaciones cualificadas, y las segundas referidas a la habilidades emocionales y sociales;
la valoración de inteligencia emocional y sus habilidades asociadas, como criterio diferenciador entre los
empleados estrella y otros, o el tema de la eficacia de la formación en inteligencia emocional y los
requisitos para su éxito.

Un breve comentario respecto a la técnica literaria que utiliza Goleman en sus libros: en "La Inteligencia
emocional" predomina el uso de los ejemplos introductorios de carácter espectacular, incluso muchos
dramáticos, a los que hay que reconocer una gran eficacia, no sólo como ejemplos de los conceptos que
implican, sino también como factor motivacional y controlador de nuestra atención; por otra parte en su
segundo libro mantiene es estilo ejemplificador, si bien la característica dominante la demostración de la
mayor eficacia profesional de quien muestran una alta inteligencia profesional. (distinto público).

En resumen, Daniel Goleman plantea la inteligencia emocional como sinónimo de carácter, personalidad
o habilidades blandas, que concreta en las cinco habilidades emocionales y sociales reseñadas y que
tienen su traducción en conductas manifiestas, tanto a nivel de pensamientos, reacciones fisiológicas y
conductas observables, aprendidas y aprendibles, forma específica y bien distinta a otro tipo de
contenidos, y cuyo fundamento biológico explica en gran medida su importancia, funcionamiento, valor
adaptativo, desajustes, y la posibilidad y forma de modificarlo.

En el párrafo anterior se refleja la relación jerárquica existente entre los distintos conceptos que estamos
considerando. Este desarrollo conceptual, inclusivo, de lo más general a lo más particular, no implica que
la investigación histórica de dichos conceptos haya seguido el mismo orden, más bien se han ido
desarrollando de forma inversa o al menos independiente.

Más bien creo que podremos afirmar que el concepto de Inteligencia Emocional surge como conclusión
de la confluencia de una parte, de décadas de investigación sobre las habilidades emocionales y sociales
y su aplicación terapia y la educación, y por otra de la reformulación científica del concepto de
inteligencia en el ámbito de la psicología, como es el trabajo de Gardner.

El gran mérito de Daniel Goleman ha sido su capacidad divulgadora, su acercamiento al público en


general. Me gustaría poder valorar la importancia que ha tenido en su éxito el presentar las habilidades
emocionales y sociales y las conductas a ellas asociadas, bajo un concepto como el de inteligencia
emocional. Concepto que reúne en uno solo, dos conceptos tradicionalmente contrapuestos e incluso
excluyentes, pero cargados de referencias positivas de valor.

Así, inteligencia es algo deseable, de lo que uno se siente orgulloso y que se asocia a competencia,
facilidad y logro. Y que emoción se relaciona con los sentimientos, la pasión, la libertad y la posibilidad
de sentir y disfrutar, con lo más característico y lo más personal de uno mismo, con lo más vital, y lo más
humano y sin ser patrimonio de unos pocos, al contrario, siendo quizás el aspecto más democrático e
igualador.

Descritos de este modo, fácilmente podremos reconocemos dos de los valores principales de nuestra
cultura actual.

LAS EMOCIONES

Un diccionario de psicología define la emoción como esa determinada categoría de experiencias, para
las que utilizamos las más dispares expresiones lingüísticas: amor, odio, ira, enojo, frustración, ansiedad,
miedo, alegría, sorpresa, desagrado...

Son un estado complejo que incluye una percepción acentuada de una situación y objeto, la apreciación
de su atracción y repulsión consciente y una conducta de acercamiento o aversión. Etimológicamente
emocion proviene de movere que significa moverse, más el prefijo "e" que significa algo así como
"movimiento hacia".

Veamos cuáles son las más importante y hacia dónde nos mueven, relacionándolas con el aprendizaje.

· La ira nos predispone a la defensa o la lucha, se asocia con la movilización de la energía corporal a
través de la tasa de hormonas en sangre y el aumento del ritmo cardiaco y reacciones más específicas
de preparación para la lucha: apretar los dientes, el fluir de la sangre a las manos, cerrar los puños (lo
que ayuda a empuñar un arma)...

· El miedo predispone a la huida o la lucha, y se asocia con la retirada de la sangre del rostro para que
fluya por la musculatura esquelética, facilitando así la huida, o con la parálisis general que permite
valorar la conveniencia de huir, ocultarse o atacar, y en general con la respuesta hormonal responsable
del estado de alerta. (ansiedad)
Estas dos emociones, en su manifestación extrema, están asociadas con el secuestro del cortex
prefrontal gestor de la memoria operativa, obstaculizando las facultades intelectuales y la capacidad de
aprender. Mientras que en intensidades moderadas, son promotores del aprendizaje (la ansiedad como
activación y la ira como "coraje").

· La alegría predispone a afrontar cualquier tarea, aumenta la energía disponible e inhibe los
sentimientos negativos, aquieta los estado que generan preocupación, proporciona reposo, entusiasmo y
disposición a la acción. Un el estado emocional que potencia el aprendizaje.

· La sorpresa predispone a la observación concentrada y se manifiesta por el arqueo de las cejas,


respuesta que aumenta la luz que incide en la retina y facilita la exploración del acontecimiento
inesperado y la elaboración de un plan de acción o respuesta adecuado. Podemos decir que la sorpresa
está relacionada con la curiosidad, factor motivacional intrínseco..

· La tristeza predispone al ensimismamiento y el duelo, se asocia a la disminución de la energía y el


entusiasmo por las actividades vitales y el enlentecimiento del metabolismo corporal, es un buen
momento para la introspección y la modificación de actitudes y elaboración de planes de afrontamiento.
Su influencia facilitadora del aprendizaje está en función de su intensidad, pues la depresión dificulta el
aprendizaje. Como reacción puntual y moderada disminuye la impulsividad, la valoración objetiva de las
tareas y retos y sus dificultades, elaboración de un autoconcepto realista evitando caer en el optimismo
ingenuo, la planificación de la solución del problema, contribuyendo a la modificación positiva de
actitudes y hábitos. Tiene particular importancia en el efecto final el manejo de dicha emoción por parte
de profesores y padres y la ayuda contingente que se presta al alumno para elaborarla y concretarla en
conductas y planes realista y eficaces.

· También podemos comentar la influencia de otra emoción: los celos. Podemos apreciar que en cuanto
manifestación de valoración de algún logro, deseo de emular, y de identificación con el modelo,
constituye un factor motivacional positivo. Pero en la medida que se vive como una amenaza a la
autoestima, una pérdida de status, un reto inalcanzable o contrario a las propias actitudes es más bien
generadora de conflictos.

Para comprender el funcionamiento general de las emociones y qué papel cumplen vamos a considerar
brevemente su fundamento cerebral. Primero destacamos que toda la información sensorial es
conducida desde los sentidos a la corteza cerebral, pasando por una estación intermedia, situada en el
tronco cerebral, el tálamo. El tálamo está conectado con una de las estructura fundamentales del cerebro
emocional, la amígdala, que se encarga entre otras importantes funciones emocionales de escudriñar las
percepciones en busca de alguna clase de amenaza, activa la secreción de noradrenalina, hormona
responsable del estado de alerta cerebral. Ambas están relacionadas por una vía nerviosa rápida, de una
sola sinapsis, lo que posibilita que la amigdala responda a la información antes de que lo haga el
neocortex y que explica el dominio que las emociones pueden ejercer sobre nuestra voluntad y los
fenómenos de secuestro emocional. Una tercera estructura implicada es el hipocampo, encargada de
proporcionar una aguda memoria del contexto, los hechos puros, mientras la amígdala se encarga de
registrar el clima emocional que los acompaña. Por su parte, el lóbulo prefrontal se encarga constituye
una especie de modulador de las respuestas de la amígdala y el sistema límbico que desconecta los
impulsos emocionales más negativos a través de sus conexiones con la amígdala, es el responsable de
la comprensión de que algo merece una respuesta emocional, ejemplo la alegría por haber logrado algo
o el enfado por lo que nos han dicho, además controla la memoria de trabajo, por lo que la perturbación
emocional obstaculiza las facultades intelectuales y dificulta la capacidad de aprender.

Las emociones son, en esencia impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con
los que nos ha dotado la evolución y que nos permiten afrontar situaciones verdaderamente difíciles; un
sistema con tres componentes:

1.el perceptivo, destinado a la detección de los estímulos elicitadores; que incluye elementos
hereditarios, como es nuestra predisposición a valorar el vacío, los lugares cerrados , los insectos o las
serpientes..., como posibles situaciones peligrosas, y a veces fruto de las experiencias, como puede ser
el surgimiento de una fobia o la ansiedad a los exámenes, o el placer por una buena nota.

2.el motivacional, encargado de impulsar, mantener y dirigir la conducta, gracias a su relación con el
sistema hormonal: por ejemplo, el miedo nos impulsa a la evitación.

3.El conductual, que hemos de analizar en su triple manifestación, reacción fisiológica perceptible,
pensamientos y conductas manifiestas. Es el elemento más influído por las experiencias de aprendizaje
previo y el medio cultural. Por ejemplo: la expresión de la pena en distintas culturas o el desarrollo de
estrategias de evitación de las situaciones de prueba en el ámbito escolar o las fobias escolares.

HABILIDADES PROPIAS DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Como hemos dicho la inteligencia emocional incluye cuatro grupos de habilidades, si excluimos las
habilidades sociales: la conciencia de sí mismo, la autorregulación, la motivación, la empatía.

La primera, la toma de conciencia y expresión de las propias emociones es la capacidad de reconocer


una emoción o sentimiento en el mismo momento en que aparece y constituye la piedra angular de la
inteligencia emocional. Hacernos conscientes de nuestras emociones requiere estar atentos a los estado
internos y a nuestras reacciones en sus distintas formas (pensamiento, respuesta fisiológica, conductas
manifiestas) relacionándolas con los estímulos que las provocan. La comprensión se ve facilitada o
inhibida por nuestra actitud y valoración de la emoción implicada: se facilita si mantenemos una actitud
neutra , sin juzgar o rechazar lo que sentimos, y se inhibe la percepción consciente de cualquier emoción
si consideramos vergonzosa o negativa. La captación de las emociones está además relacionada con la
salud; al tratarse de impulsos tendentes a la acción (por manifestación comportamental, cambio de la
situación o la reestructuración cognitiva) su persistencia origina problemas fisiológicos, e lo que
denominamos somatizaciones. Su adiestramiento es fruto de la mediación de adultos iguales, a través
del aprendizaje incidental, centrando la atención en las manifestaciones internas y externas,
especialmente no verbales, que acompañan a cada estado emocional y la situación que las origina. La
expresión voluntaria de distintas emociones, su dramatización, es un camino eficaz de modelado y
aprendizaje de las mismas.

La segunda de las habilidades es la capacidad de controlar las emociones, de tranquilizarse a uno


mismo, de desembarazarse de la ansiedad, la tristeza y la irritabilidad exageradas. No se trata de
reprimirlas sino de su equilibrio, pues como hemos dicho cada una tiene su función y utilidad. Podemos
controlar el tiempo que dura una emoción no el momento en que nos veremos arrastrados por ella. El
arte de calmarse a uno mismo es una de las habilidades vitales fundamentales, que se adquiere como
resultado de la acción mediadora de los demás, es decir, aprendemos a calmarnos tratándonos como
nos han tratado, pero aprendible y mejorable en todo momento de la vida.

En relación al enfado hay que conocer que su detonante universal es la sensación de hallarse
amenazado, bien real o simbólicamente. Consiste desde la perspectiva hormonal en una secreción de
catecolaminas que producen un acceso puntual y rápido de energía y una descarga adrenocortical que
produce una hipersensibilidad difusa que puede durar hora o incluso días, descendiendo
progresivamente nuestro umbral de irritabilidad. Podemos pues decir que el enfado se construye sobre el
enfado; que cada pequeño incidente nos predispone a reaccionar nuevamente enfadándonos con causa
menores y a que la reacción sea cada vez más violenta También podemos afirmar que es la emoción
mas persistente y difícil de controlar, aunque el peor consejero es la creencia errónea de que es
ingobernable. Lo importante para su control es intervenir en la cadena de pensamientos hostiles que los
alimenta. Y entre las técnicas que han demostrado su eficacia destacan ante la reacción ya provocada: la
relajación, la comprensión y una actitud contraria al enfado (quien se enfada tiene dos trabajos:
enfadarse y desenfadarse). En cuanto a la catarsis y la expresión abierta del enfado no parece surtir el
efecto deseado, al contrario, según la anatomía del enfado es contraproducente.

Respecto al miedo, conviene recordar que como reacción ante un peligro real y objetivo, tiene un
indudable valor adaptativo y está relacionada con la conducta de huída o lucha, para las cuales el
organismo se prepara biológicamente mediante la movilización de sus recursos energéticos. Cuando
esta movilización de los recursos energéticos se origina ante causas más subjetivas o difusas, y de
forma más persistente, también ante las más variadas actividades que suponen un reto, la emoción
resultante la podemos denominar ansiedad. La ansiedad se ha relacionado con el rendimientos o el éxito
en la actividad, concretamente en la escolar, comprobando que mientras que a niveles moderados es
beneficionsa e imprescindible, su exceso es contraproducente. El componente fisiológico de la ansiedad
es controlable a través de las técnicas de relajación. El componente cognitivo (la preocupación) responde
ante estrategias de cambio del foco de la atención, la autocrítica de las creencias asociadas, inducción
activa de pensamiento positivo, la utilización del sentido del humor. El componente conductual, evitación
y lucha, requiere desensibilización, prevención o autoinstrucciones. Sin alvidar que una buena
prevención de la ansiedad es el aumento del ejercicio, una dieta baja en calorías, una cantidad apropiada
de sueño y descanso.... es decir, los hábitos de conducta asociados al incremento de la secreción de
serotonina.

Respecto a la tristeza, en su manifestación extrema, desadaptativa, la depresión, volvemos a destacar el


uso de estrategias de modificación de conducta y cognitivas. Y además la utilización de la tercera de las
habilidades de la inteligencia emocional, el optimismo.

La habilidad de motivarnos, el optimismo, es uno de los requisitos imprescindibles cara a la consecución


de metas relevantes y tareas complejas, y se relaciona con un amplio elenco de conceptos psicológicos
que usamos habitualmente: control de impulsos, inhibición de pensamientos negativos, estilo atributivo,
nivel de expectativas, autoestima.:
· El control de los impulsos, la capacidad de resistencia a la frustración y aplazamiento de la
gratificación, parece ser una de las habilidades psicológicas más importantes y relevantes.

· El control de los pensamientos negativos, veneno del optimismo, se relaciona con el rendimiento a
través de la economía de los recursos atencionales; preocuparse consume los recursos que necesitamos
para afrontar con éxito los retos vitales y académicos.

· El estilo atributivo de los éxitos y fracasos, sus implicaciones emocionales y su relación con las
expectativas de éxito es una teoría psicológica que contribuye enormemente a nuestra comprensión de
los problemas de aprendizaje y a su solución.

· La autoestima y su concreción escolar, autoconcepto académico o expectativas de autoeficacia, son


conceptos que podemos relacionar con la teoría de la atribución; además consideramos al autoconcepto
como uno de los elementos esenciales no sólo del proceso de aprendizaje escolar, sino también de salud
mental y desarrollo sano y global de la personalidad.

La capacidad de motivarse a uno mismo se pone especialmente a prueba cuando surgen las dificultades,
el cansancio, el fracaso, es el momento en que mantener el pensamiento de que las cosas irán bien,
puede significar el éxito o el abandono y el fracaso (aparte de otros factores más cognitivos, como
descomponer los problemas y ser flexibles para cambiar de métodos y objetivos).
El desarrollo del optimismo, la autoestima y la expectativa de éxito, están relacionados con las pautas de
crianza y educación, evitando el proteccionismo y la crítica destructiva, favoreciendo la autonomía y los
logros personales, utilizando el elogio y la pedagogía del éxito, complementado con la exigencia y la
ayuda .

A nivel escolar es muy relevante la evolución, estudiada por Martín Covington, de la comprensión que
tienen los niños y niñas de la relación entre el esfuerzo, la capacidad y el logro que se produce desde la
infancia hasta la adolescencia: inicialmente esfuerzo es sinónimo de capacidad; de los 6 a los 10 años el
esfuerzo se complementa con el factor capacidad innata; a partir de los diez algunos toman mal que su
trabajo se vuelva más duro y requiera más tiempo, por lo que comienzan a desarrollar hábitos de
postergar o evitar el trabajo; y a partir de los 13 se vuelven pesimistas sobre sus posibilidades de éxito.
Ante este problema la mejor intervención es la prevención y la supervisión y apoyo familiar y la
enseñanza de la habilidad de administración del tiempo (recursos de salud mental, que evita el estrés y
aumenta eficacia laboral), así como cultivar hobbys, pues contribuyen a crear hábitos de trabajo.

Finalizamos este recorrido por las habilidades de la inteligencia emocional, con la empatía, La capacidad
de captar los estados emocionales de los demás y reacionar de forma apropiada socialmente (por
oposición a la empatía negativa). En la base de esta capacidad están la de captar los propios estado
emocionales y la de percibir los elementos no verbales asociados a las emociones. Su desarrollo pasa
por fases como el contagio emocional más temprano, la imitación motriz, el desarrollo de habilidades de
consuelo ... pero el desarrollo de la empatía está fundamentalmente ligado a las experiencias de apego
infantil (los hijos maltratados que se convierten en maltratadores).

CONCLUSIÓN

Quiero concluir mi exposición destacando la importancia de mantener como objetivo educativo el


desarrollo de la inteligencia emocional de nuestros alumnos por varias razones:

· Primero, porque comparto plenamente el actual enfoque de la reforma sobre los objetivos educativos,
al destacar la importancia de una formación integral que incluya el desarrollo de los aspectos
emocionales y de relación interpersonal junto a los motrices, cognitivos y de inserción social.

· Segundo, porque como he ido reflejando a lo largo de la exposición, el rendimiento académico está
íntimamente relacionado con los aspectos emocionales tratados, manteniendo relaciones de
dependencia e influencia mutua.
· Tercero, porque como destaca Shapiro, el denominado Efecto Flinn supone la comprobación de cómo
mientras que el CI ha aumentado unos 20 puntos en la población en general en lo que va de siglo, el
coeficiente emocional parece estar disminuyendo vertiginosamente (fracaso escolar, violencia, delitos,
embarazos no deseados, etc...).

· Y finalmente, porque como profesionales de la educación, tenemos una enorme repercusión en el


desarrollo de las habilidades emocionales de nuestros alumnos/as, tanto a través del ejemplo en el trato
directo como de la utilización de la inteligencia emocional en las distintas esferas de la vida de los
centros educativos, contibuyendo a crear un clima institucional emocionalmente saludable.

5º parte

CÓMO ELABORAMOS UN
SENTIMIENTO EMOCIONAL

Las emociones, en el sentido más restringido del término, son reacciones psico-físicas momentáneas.
Los sentimientos engloban emociones, pero les añaden duración. ¿Cómo? Asociándolas a un
pensamiento, imponiéndoles un ‘significado psicológico’.

La fórmula que construye el sentimiento es la siguiente:

EMOCIONES + PENSAMIENTO = SENTIMIENTO EMOCIONAL

(activación física) + (etiqueta cognitiva) = sentimiento emocional

Por ejemplo, si cuando entras en una sala donde hay un grupo y todos se ríen, tienes una respuesta
física emocional (activación) y puedes pensar muchas cosas:

‘He hecho el ridículo’ = sentirás vergüenza

‘Se están divirtiendo, vamos a pasarla bien’ = sentirás alegría

‘Son maleducados’ = sentirás enojo

‘Creo que les gusto porque al entrar yo se han alegrado’ = sentirás aprecio

La forma en cómo nuestros pensamientos afectan nuestras emociones fue experimentado


científicamente (Schachter).

Se administró una inyección a unos sujetos diciéndoles que era una preparación vitamínica cuyo efecto
se quería probar (grupo A).

Al segundo grupo de sujetos se les dijo lo que era: una sustancia altamente estimulante (grupo B).

Después de la inyección, los pacientes fueron adscriptos a dos grupos. La mitad de los sujetos del grupo
A (A1) y la mitad de los sujetos del grupo B (B1) hablaban, luego, con una persona que creían que
también, como ellos, participaba como sujeto experimental (compinche), el cual se mostraba de mal
talante. Las otras mitades de los grupos A y B lo hacían con otro supuesto sujeto (compinche), pero que
se mostraba alegre.
Encontraron que la respuesta de los sujetos que no sabían que habían recibido un estimulante (grupo A)
fue de una intensidad emocional mayor. Estos sujetos activados fisiológicamente, que recibieron
adrenalina creyendo que eran vitaminas, se sintieron invadidos por la ira A1 (la mitad de los que hablaron
con el colaborador antipático), o bien por la alegría A2 (la mitad de los que hablaron con el colaborador
alegre), porque no sabían qué les pasaba y etiquetaban la fuerte descarga emocional que sentían
pensando que su interlocutor los estaba ‘afectando’.

El grupo de sujetos conocedor de que se les había suministrado un estimulante (grupo B) no atribuía (no
‘etiquetaban cognitivamente’) sus reacciones como emoción y, por tanto, no experimentaban cólera ni
alegría.

Así, en gran parte, lo que sentimos depende de lo que ‘decidimos’ pensar. Como consecuencia,
podemos controlar en cierta medida cómo te sentimos mediante el pensamiento. Esta ‘cierta medida’
viene limitada porque en la vida real tenemos ideas preconcebidas de los objetos y la gente, y pensar
diferente requiere cambiar de actitudes, lo cual no es tarea fácil.

6º parte

COMPETENCIAS EMOCIONALES

Cada una de las 5 Habilidades Prácticas de la Inteligencia Emocional, fueron a su vez subdividas, por el
Dr. Daniel Goleman, en diferentes competencias. Estas capacidades son:

Autoconciencia: Implica reconocer los propios estados de ánimo, los recursos y las intuiciones. Las
competencias emocionales que dependen de la autoconciencia son:

- Conciencia emocional: identificar las propias emociones y los efectos que pueden tener.

- Correcta autovaloración: conocer las propias fortalezas y sus limitaciones.

- Autoconfianza: un fuerte sentido del propio valor y capacidad.

Autorregulación: Se refiere a manejar los propios estados de ánimo, impulsos y recursos. Las
competencias emocionales que dependen de la autorregulación son:

- Autocontrol: mantener vigiladas las emociones perturbadoras y los impulsos.

- Confiabilidad: mantener estándares adecuados de honestidad e integridad.

- Conciencia: asumir las responsabilidades del propio desempeño laboral.

- Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las situaciones de cambio.

- Innovación: sentirse cómodo con la nueva información, las nuevas ideas y las nuevas situaciones.

Motivación: Se refiere a las tendencias emocionales que guían o facilitan el cumplimiento de las metas
establecidas.

- Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de excelencia laboral.

- Compromiso: matricularse con las metas del grupo u organización.


- Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades.

- Optimismo: persistencia en la persecución de los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos que
puedan presentarse.

Empatía: Implica tener conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones de los otros.

- Comprensión de los otros: darse cuenta de los sentimientos y perspectivas de los compañeros de
trabajo.

- Desarrollar a los otros: estar al tanto de las necesidades de desarrollo del resto y reforzar sus
habilidades.

- Servicio de orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las necesidades reales del cliente.

- Potenciar la diversidad: cultivar las oportunidades laborales a través de distintos tipos de personas.

- Conciencia política: ser capaz de leer las corrientes emocionales del grupo, así como el poder de las
relaciones entre sus miembros.

Destrezas sociales: Implica ser un experto para inducir respuestas deseadas en los otros. Este objetivo
depende de las siguientes capacidades emocionales:

- Influencia: idear efectivas tácticas de persuasión.

- Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y elaborar mensajes convincentes.

- Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se presenten dentro del equipo de
trabajo.

- Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los individuos y al grupo en su conjunto.

- Catalizador del cambio: iniciador o administrador de las situaciones nuevas.

- Constructor de lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales dentro del grupo.

- Colaboración y cooperación: trabajar con otros para alcanzar metas compartidas.

- Capacidades de equipo: ser capaz de crear sinergia para la persecución de metas colectivas.

7º parte

Educar los sentimientos

Todos contamos con la posibilidad de conducir en bastante grado los sentimientos propios o los ajenos.
Con ello cuenta quien trata de enamorar a una persona, o de convencerle de algo, o de venderle
cualquier cosa. Desde muy pequeños, aprendimos a controlar nuestras emociones y a también un poco
las de los demás. El marketing, la publicidad, la retórica, siempre han buscado cambiar los sentimientos
del oyente. Todo esto lo sabemos, y aún así seguimos pensando muchas veces que los sentimientos
difícilmente pueden educarse. Y decimos que las personas son tímidas o desvergonzadas, generosas o
envidiosas, depresivas o exaltadas, cariñosas o frías, optimistas o pesimistas, como si fuera algo que
responde casi sólo a una inexorable naturaleza.
Es cierto que las disposiciones sentimentales tienen una componente innata, cuyo alcance resulta difícil
de precisar. Pero sabemos también la importancia de la primera educación infantil, del fuerte influjo de la
familia, de la escuela, de la cultura en que se vive. Las disposiciones sentimentales pueden modelarse
bastante. Hay malos y buenos sentimientos, y los sentimientos favorecen unas acciones y entorpecen
otras, y por tanto favorecen o entorpecen una vida digna, iluminada por una guía moral, coherente con
un proyecto personal que nos engrandece. La envidia, el egoísmo, la agresividad, la crueldad, la desidia,
son ciertamente carencias de virtud, pero también son carencias de una adecuada educación de los
correspondientes sentimientos, y son carencias que quebrantan notablemente las posibilidades de una
vida feliz.
Educar los sentimientos es algo importante, seguramente más que enseñar matemáticas o inglés.
¿Quién se ocupa de hacerlo? Es triste ver tantas vidas arruinadas por la carcoma silenciosa e implacable
de la mezquindad afectiva. La pregunta es ¿a qué modelo sentimental debemos aspirar? ¿cómo
encontrarlo, comprenderlo, y después educar y educarse en él? Es un asunto importante, cercano,
estimulante y complejo.
Conocimiento propio

Tales de Mileto, aquel pensador de la antigua Grecia que es considerado como el primer filósofo
conocido de todos los tiempos, escribió hace 2.600 años que la cosa más difícil del mundo es
conocernos a nosotros mismos, y la más fácil hablar mal de los demás.
Y en el templo de Delfos podía leerse aquella famosa inscripción socrática —gnosei seauton: conócete a
ti mismo—, que recuerda una idea parecida.
Conocerse bien a uno mismo representa un primer e importante paso para lograr ser artífice de la propia
vida, y quizá por eso se ha planteado como un gran reto para el hombre a lo largo de los siglos.
Conviene preguntarse con cierta frecuencia (y buscando la objetividad): ¿cómo es mi carácter? Porque
es sorprendente lo beneficiados que resultamos en los juicios que hacen nuestros propios ojos. Casi
siempre somos absueltos en el tribunal de nuestro propio corazón, aplicando la ley de nuestros puntos
de vista, dejando la exigencia para los demás. Incluso en los errores más evidentes encontramos
fácilmente multitud de atenuantes, de eximentes, de disculpas, de justificaciones.
Si somos así, y parecemos ciegos para nuestros propios defectos, ¿cómo se puede mejorar?
Mejoraremos procurando conocernos. Mejoraremos escuchando de buen grado la crítica constructiva
que nos vayan haciendo con cualquier ocasión. Pero a eso se aprende sólo cuando uno es capaz de
decirse a sí mismo las cosas, cuando es capaz de cantarle las verdades a uno mismo. Procura conocer
cuáles son tus defectos dominantes. Procura sujetar esa pasión desordenada que sobresale de entre las
demás, pues así es más fácil después vencer las restantes.
Para uno, su vicio capital será la búsqueda permanente de la comodidad, porque huye del trabajo con
verdadero terror; para otro, quizá su mal genio o su amor propio exagerado, o su testarudez; para un
tercero, a lo mejor su principal problema es la superficialidad o la frivolidad de sus planteamientos.
Piénsalo. Cada uno de tus defectos es un foco de deterioro de tu carácter. Si no los vences a tiempo, si
no les pones coto, te puede salir mal la partida de la vida.
Quizá lo que hace más delicada la formación del carácter es precisamente el hecho de que se trata de
una tarea que requiere años, decenas de años. Ésa es su principal dificultad.
Toth comparaba este trabajo a la formación de un cristal a partir de una disolución saturada que se va
desecando. Las moléculas van ordenándose lentamente conforme a unas misteriosas leyes, en un
proceso que puede durar horas, meses, o muchos años. Los cristales se van haciendo cada vez
mayores y constituyendo formas geométricas perfectas, según su naturaleza..., siempre que, claro está,
ningún agente externo estorbe la marcha de ese lento y delicado proceso de cristalización. Porque un
estorbo puede hacer que acabe, en vez de en un magnífico cristal, en una simple agregación de
pequeños cristales contrahechos.
Puede ser ése el principal error de muchos jóvenes, o quizá de sus padres. Pensar que aquellos
reiterados estorbos en el camino de la delicada cristalización de su espíritu eran algo sin importancia. Y
cuando advirtieron que habían cuajado en un carácter torcido y contrahecho, poco remedio quedaba ya.
¿Hay entonces en el carácter cosas que no tienen remedio? Siempre estamos a tiempo de reconducir
cualquier situación. Ninguna, por terrible que fuera, determina un callejón sin salida. Pero no debe
ignorarse que hay tropiezos que dejan huella, que suponen todo un trecho equivocado cuesta abajo que
hay que desandar penosamente.
Piensa en esas malas costumbres, en esa terquedad que cuando eras niño resultaba graciosa y ahora
se ha vuelto más espinosa y más dura. Piensa en cómo dominas tu genio, en cómo soportas la
contrariedad. Piensa si no eres un cardo. Porque cardos surgen en todas las almas y es cuestión de
saber eliminarlos cuando aún están tiernos. Esa solicitud y esa lucha continua es la educación.
Procura ver las cosas buenas de los demás, que siempre hay. Y cuando veas defectos, o algo que te
parece a tí que son defectos, piensa si no los hay —esos mismos— también en tu vida. Porque a veces
vemos: a un quejoso que se queja de que los demás se quejan; a un charlatán agotador que protesta
porque otro habla demasiado; a uno que es muy individualista en el fútbol y luego se queja de que no le
pasan el balón; que recrimina agriamente los errores a sus compañeros y luego resulta que él falla más
que nadie; al típico personaje irascible que se rasga las vestiduras ante el mal genio de los demás.
¿Por qué? Quizá sea efectivamente porque —no se sabe en virtud de qué misteriosa tendencia—
proyectamos en los demás nuestros propios defectos.
El conocimiento propio también es muy útil para aprender a tratar a los demás. Hay, por ejemplo, padres
impacientes a quienes con frecuencia se les escuchan frases como "le he dicho a esta criatura por lo
menos cuarenta veces que..., y no hay manera". Y cabría preguntarse: bien, pero ¿y tú? ¿No te sucede a
tí que te has propuesto también cuarenta veces muchas cosas que luego nunca logras hacer?
¿No podemos entonces exigir nada a los hijos porque nosotros somos peor que ellos...? No, por
supuesto. Pero cuando alguien es consciente de sus propios defectos, la tarea de educar se ve muchas
veces como una tarea que tiene bastante de compañerismo. Y se celebra el triunfo del otro y se sabe
disculpar y disimular la derrota, porque se confía en que le llegarán también tiempos de victoria. Por eso
no viene mal tener en la cabeza nuestros fallos y nuestros errores a la hora de corregir, para saber
conjugar bien la exigencia con la comprensión.

Sentimientos de insatisfacción

Se dice que los dinosaurios se extinguieron porque evolucionaron por un camino equivocado: mucho
cuerpo y poco cerebro, grandes músculos y poco conocimiento.
Algo parecido amenaza al hombre que desarrolla en exceso su atención hacia el éxito material, mientras
su cabeza y su corazón quedan cada vez más vacíos y anquilosados. Quizá gozan de un alto nivel de
vida, poseen notables cualidades, y todo parece apuntar a que deberían sentirse muy dichosos; sin
embargo, cuando se ahonda en sus verdaderos sentimientos, con frecuencia se descubre que se sienten
profundamente insatisfechos. Y la primera paradoja es que ellos mismos muchas veces no saben
explicar bien por qué motivo.
En algunos casos, esa insatisfacción proviene de una dinámica de consumo poco moderado. Llega un
momento en que comprueban que el afán por poseer y disfrutar cada día de más cosas, sólo se aplaca
fugazmente con su logro, y ven cómo de inmediato se presentan nuevas insatisfacciones ante tantas
otras cosas que aún no se poseen. Es una especie de tiranía (que ciertas modas y usos sociales facilitan
que uno mismo se imponga), y hace falta una buena dosis de sabiduría de la vida para no caer en esa
trampa (o para salir de ella), y evitarse así mucho sufrimiento inútil.
En otras personas, la insatisfacción proviene de la mezquindad de su corazón. Aunque a veces les
cueste reconocerlo, se sienten avergonzadas de la vida que llevan, y si profundizan un poco en su
interior, descubren muchas cosas que les hacen sentirse a disgusto consigo mismas (y eso les lleva con
frecuencia a maltratar a los demás, por aquello de que quien la tiene tomada consigo mismo, la acaba
tomando con los demás).
En cambio, quien ha sabido seguir un camino de honradez y de verdad, desoyendo las mil justificaciones
que siempre parecen encubrir cualquier claudicación ("lo hace todo el mundo", "se trata sólo de una
pequeña concesión excepcional", "no hago daño a nadie", etc.), quien logra mantener la rectitud y
rechazar esas justificaciones, se sentirá habitualmente satisfecho, porque no hay nada más ingrato que
convivir con uno mismo cuando se es un ser mezquino.
Otras veces, la insatisfacción se debe a algún sentimiento de inferioridad. Otras, tiene su origen en la
incapacidad para lograr dominarse a uno mismo, como sucede a esas personas que son arrolladas por
sus propios impulsos de cólera o agresividad, por la inmoderación en la comida o la bebida, etc., y
después, una vez recobrado el control, se asombran, se arrepienten y sienten un profundo rechazo de sí
mismas. (1)
También las manías son una fuente de sentimientos de insatisfacción. Si se deja que arraiguen, pueden
llegar a convertirse en auténticas fijaciones que dificultan llevar una vida psicológicamente sana.
Además, si no se es capaz de afrontarlas y superarlas, con el tiempo tienden a extenderse y
multiplicarse.
Algo parecido podría decirse de las personas que viven dominadas por sentimientos relacionados con la
soledad, de los que suele costar bastante salir, unas veces por una actitud orgullosa (que les impide
afrontar el aislamiento que padecen y se resisten a aceptar que estén realmente solas), otras porque no
saben adónde acudir para ampliar su entorno de amistades, y otras porque les falta talento para
relacionarse.
Incluso personas con una intensa vida social también pueden sentirse a veces muy solas e insatisfechas:
quizá porque su exuberante actividad puede ser superficial y encubrir una soledad mal resuelta; o porque
sus contactos y relaciones pueden estar mantenidos casi exclusivamente por interés; o porque son
personas de fama o de éxito, y perciben ese trato social como poco personal, o como adulación; etc. Y
también puede suceder lo contrario, y una soledad puede ser sólo aparente: hay personas que creen
importar poco a los demás, y un buen día sufren algo más extraordinario y se sorprenden de la cantidad
de personas que les ofrecen su ayuda (la satisfacción que sienten entonces da una idea de la
importancia de estar cerca de quien pasa por un momento de mayor dificultad).
En cualquier caso, saber de dónde provienen los sentimientos de insatisfacción es decisivo para
abordarlos con acierto y así gobernar con eficacia la propia vida afectiva.

Repertorio emocional

Para establecer una relación positiva con los demás, y poder así decirse las cosas de forma fluida y sin
acritud, es preciso cultivar toda una serie de capacidades destinadas a combatir la negatividad y a
establecer una relación no defensiva con los demás.
El principal obstáculo es que probablemente en nuestro interior tenemos grabadas unas respuestas
emocionales negativas que no es fácil cambiar de la noche a la mañana (2). Por eso hemos de poner
esfuerzo en familiarizarnos con respuestas emocionales más positivas, de modo que, con el tiempo, las
vayamos evocando de forma más natural y espontánea, en la medida que las incorporemos más a
nuestro repertorio emocional. Algunos ejemplos de esas capacidades emocionales pueden ser los
siguientes:
Tranquilizarse a uno mismo, pues al enfadamos perdemos bastante de nuestra capacidad de escuchar,
pensar y hablar con claridad, y la excitación del enfado tiende a generar un enfado mayor si uno no se da
un tiempo muerto hasta lograr tranquilizarse.
Desintoxicarse de pensamientos negativos hipercríticos, que suelen ser los principales desencadenantes
de conflictos. Cuando logramos darnos cuenta de que nos embargan pensamientos de ese tipo, y nos
decidimos a hacerles frente, el problema suele estar ya casi resuelto.
Escuchar y hablar de modo que nuestras palabras no despierten la defensividad del interlocutor, es decir,
que no las perciba como críticas u hostiles. De modo análogo, hemos de esforzarnos en escuchar a los
demás sin interpretar como un ataque lo que quizá es una simple queja o una observación
bienintencionada.
Detectar temas, momentos o situaciones de hipersensibilidad. Si observamos una actitud de
defensividad en una determinada persona, será una manifestación clara de que el tema que se está
tratando reviste importancia para ella (y que por tanto conviene andarse con especial tacto), o que en
ese momento está alterada por algo, o que hay alguna razón por la que nuestra relación con esa persona
se ha dañado, en poco o en mucho. Por ejemplo, si observamos que le ha contrariado que
interrumpamos una explicación suya, podemos terciar, sin acritud, diciendo: "perdona, que te he
interrumpido; di lo que ibas a decir".
Centrarse en los temas, sin enredarse en detalles nimios o en cuestiones colaterales que entorpecen el
diálogo.
No derivar hacia el ataque personal. Siempre es mejor, por ejemplo, decir un "me ha incomodado que
llegues tarde y no me hayas avisado", que soltar un "eres un desconsiderado y un egoísta".
Disculparnos cuando advirtamos que nos hemos equivocado, y asumir con sencillez la responsabilidad
que nos corresponda por nuestros errores.
Procurar reflejar el estado emocional del interlocutor. Si, por ejemplo, alguien nos expresa una queja o
una preocupación que le cuesta manifestar, hemos de procurar reflejar que nos hacemos cargo de lo que
siente en ese momento.
Ser generosos en el reconocimiento de los méritos de los demás, y no escamotear, cuando sea
oportuno, los elogios razonables que destaquen y alaben explícitamente las cualidades del otro.

Control de la preocupación

Por lo general, la espiral de la preocupación, y con ella, la de la ansiedad, entorpece de tal modo el
funcionamiento intelectual que pueden llegar a disminuir seriamente su rendimiento personal.
Bastantes estudiantes, por ejemplo, son muy proclives a preocuparse y caer en estados de ansiedad, y
esto afecta negativamente a sus resultados académicos.
Mientras, a otros, el estado de preocupación, por ejemplo ante un examen, estimula su intensidad en el
estudio, y gracias a eso logran un rendimiento mucho mayor.
Ésa es la cuestión que conviene analizar: por qué a unos les estimula y a otros les paraliza.
Según unos amplios estudios realizados por Richard Alpert, la diferencia entre unos y otros está en la
forma de abordar esa sensación de inquietud que les invade ante la inminencia de un examen. A unos, la
misma excitación y el interés por hacer bien el examen les lleva a prepararse y a estudiar con más
seriedad; en otros casos, sin embargo, cuando se trata de personas ansiosas, sus pensamientos
negativos (del estilo de «no seré capaz de aprobar», «se me dan mal este tipo de exámenes», «no sirvo
para las matemáticas», etc.) sabotean sus esfuerzos, y la excitación interfiere con el discurso mental
necesario para el estudio y enturbia después su claridad también durante la realización del examen.
Las preocupaciones que tiene una persona mientras hace un examen reducen los recursos mentales
disponibles para hacerlo bien. En ese sentido, si estamos demasiado preocupados por suspender,
dispondremos de mucha menos atención para discurrir sobre lo que nos han preguntado y expresar una
respuesta adecuada. Es así como las preocupaciones acaban convirtiéndose en profecías autocumplidas
que conducen al fracaso.
En cambio, quienes controlan sus emociones pueden utilizar esa ansiedad anticipatoria —ante la
cercanía de un examen, o de dar una conferencia, o de acudir a una entrevista importante— para
motivarse a sí mismos, prepararse adecuadamente y, en consecuencia, hacerlo mejor.
Se trata de encontrar un punto medio —volvemos aquí de nuevo a la necesidad de un equilibrio— entre
la ansiedad y la apatía, pues el exceso de ansiedad lastra el esfuerzo por hacerlo bien, pero la ausencia
completa de ansiedad —en el sentido de indolencia, se entiende— genera apatía y desmotivación.
Por eso, un cierto entusiasmo —incluso algo de euforia en algunas ocasiones— resulta muy positivo en
la mayoría de las tareas humanas, sobre todo para las de tipo más creativo. Pero cuando la euforia crece
demasiado o se descontrola, se convierte en un estado en el que la agitación socava toda capacidad de
pensar de un modo lo suficientemente coherente como para que las ideas fluyan con acierto y realismo
(3).
Los estados de ánimo positivos aumentan la capacidad de pensar con flexibilidad y sensatez ante
cuestiones complejas, y hacen más fácil encontrar soluciones a los problemas, tanto de tipo especulativo
como de relaciones humanas. Por eso, una forma de ayudar a alguien a abordar con acierto sus
problemas es procurar que se sienta alegre y optimista. Las personas bienhumoradas gozan de una
predisposición que les lleva a pensar de una forma más abierta y positiva, y gracias a eso poseen una
capacidad de tomar decisiones notablemente mejor.
Los estados de ánimo negativos, en cambio, sesgan nuestros recuerdos en una dirección negativa,
haciendo más probable que nos retiremos hacia decisiones más apocadas, temerosas y suspicaces.
Empatía

Es la hora del recreo en la guardería y un grupo de niños está corriendo por el patio. Varios tropiezan, y
uno de ellos se hace daño en una rodilla y comienza a llorar. Todos los demás siguen con sus juegos, sin
prestarle atención..., excepto Roger.
Roger se detiene junto a él, le observa, espera a que se calme un poco, y después se agacha, frota con
la mano su propia rodilla y comenta, con un tono comprensivo y conciliador: "¡vaya, yo también me he
hecho daño!"
Esta escena es observada por un equipo investigador que dirigen Tomas Hatch y Howard Gardner, en
una escuela norteamericana.
Al parecer, Roger tiene una extraordinaria habilidad para reconocer los sentimientos de sus compañeros
de guardería y para establecer un contacto rápido y amable con ellos. Fue el único que se dio cuenta del
estado y el sufrimiento de su compañero, y también fue el único que trató de consolarle, aunque sólo
pudiera ofrecerle su propio dolor: un gesto que denota una habilidad especial para las relaciones
humanas y que, en el caso de un preescolar, augura la presencia de un conjunto de talentos que irán
floreciendo a lo largo de su vida.
Al término de su estudio sobre el comportamiento infantil en la escuela, estos investigadores propusieron
una serie de habilidades que reflejan el talento social de una persona:
Capacidad de liderazgo, es decir, de movilizar y coordinar los esfuerzos de un grupo de personas. Es
una capacidad que se apunta ya en el patio del colegio, cuando en el recreo surge un niño o una niña —
siempre los hay— que decide a qué jugarán, y cómo; y que pronto acaba siendo reconocido por todos
como líder del grupo.
Capacidad de negociar soluciones, o sea, de mediar entre las personas para evitar la aparición de
conflictos o para solucionar los ya existentes. Son los niños —también los hay siempre— que suelen
resolver las pequeñas disputas que se producen en el patio de recreo.
Capacidad de establecer conexiones personales, esto es, de dominar el sutil arte de las relaciones
humanas que requieren la amistad, el amor o el trabajo en equipo. Es la habilidad que acabamos de
señalar en Roger: son esos niños que saben llevarse bien con todos, que saben reconocer el estado
emocional de los demás, y que suelen ser por ello muy queridos por sus compañeros.
Capacidad de análisis social, es decir, de detectar e intuir los sentimientos, motivos e intereses de las
personas. Son los niños que desde muy pronto se sitúan sobre cómo son los demás compañeros o
profesores, y demuestran una intuición muy notable.
El conjunto de esas habilidades —que, insistimos, son al tiempo innatas y adquiridas— constituye la
materia prima de la inteligencia interpersonal, y es el ingrediente fundamental del encanto, del éxito
social y del carisma personal. Habilidades que reportan una indudable ventaja en la vida familiar, en la
amistad, en el mundo laboral o en muchos otros ámbitos de la existencia.
Como ha señalado Daniel Goleman, esas personas socialmente inteligentes saben controlar la expresión
de sus emociones, conectan más fácilmente con los demás, captan enseguida sus reacciones y
sentimientos, y gracias a eso pueden reconducir o resolver los conflictos que aparecen siempre en
cualquier interacción humana. Muchos son también líderes naturales, que saben expresar los
sentimientos colectivos latentes y guiar a un grupo hacia el logro de sus objetivos. Son, en cualquier
caso, el tipo de personas con quienes a los demás les gusta estar porque hacen siempre aportaciones
constructivas y transmiten buen humor y sentido positivo.

Capacidad de demorar la gratificación

En la década de los sesenta, Walter Mischel llevó a cabo desde la Universidad de Stanford una
investigación con preescolares de cuatro años de edad, a los que planteaba un sencillo dilema: «Ahora
debo marcharme y regresaré dentro de veinte minutos. Si quieres, puedes tomarte este chocolate, pero
si esperas a que yo vuelva, te daré dos.»
Aquel dilema resultó ser un auténtico desafío para los chicos de esa edad. Se planteaba en ellos un
fuerte debate interior: la lucha entre el impulso a tomarse el chocolate y el deseo de contenerse para
lograr más adelante un objetivo mejor.
Era una lucha entre el deseo primario y el autocontrol, entre la gratificación y su demora. Una lucha de
indudable trascendencia en la vida de cualquier persona, pues no puede olvidarse que tal vez no hay
habilidad psicológica más esencial que la capacidad de resistir el impulso. Resistir el impulso es el
fundamento de cualquier tipo de autocontrol emocional, puesto que toda emoción supone un deseo de
actuar, y es evidente que no siempre ese deseo será oportuno (4).
El caso es que Walter Mischel llevó a cabo su estudio, y efectuó un seguimiento de esos mismos chicos
durante más de quince años.
En la primera prueba, comprobó que aproximadamente dos tercios de esos niños de cuatro años de
edad fueron capaces de esperar lo que seguramente les pareció una eternidad, hasta que volvió el
experimentador. Pero otros, más impulsivos, se abalanzaron sobre el chocolate a los pocos segundos de
quedarse solos en la habitación.
Además de comprobar lo diferente que era entre unos y otros la capacidad de demorar la gratificación y,
por tanto, el autocontrol emocional, una de las cosas que más llamó la atención al equipo de
experimentadores fue el modo en que aquellos chicos soportaron la espera: volverse para no ver el
chocolate, cantar o jugar para entretenerse, o incluso intentar dormirse.
Pero lo más sorprendente vino unos cuantos años después, cuando pudieron comprobar que la mayor
parte de los chicos y chicas que en su infancia habían logrado resistir aquella espera, luego en su
adolescencia eran notablemente más emprendedores, equilibrados y sociables.
Aquel estudio comparativo revelaba que —en términos de conjunto— quienes en su momento superaron
la prueba del chocolate fueron luego, diez o doce años después, personas mucho menos proclives a
desmoralizarse, más resistentes a la frustración, y más decididos y constantes.
Como es natural, no es que el futuro esté ya predeterminado para cada persona desde su nacimiento,
entre otras cosas porque no puede olvidarse que a los cuatro años se ha recibido ya mucha educación.
Hay, sin duda, toda una herencia genética, un temperamento innato que influye bastante, pero no es ése
el factor principal. Un niño de cuatro años puede haber aprendido a ser obediente o desobediente,
disciplinado o caprichoso, ordenado o desordenado, como bien puede atestiguar, por ejemplo, cualquier
padre o madre de familia, o cualquier persona que trabaje en un preescolar.
Es indudable que el tipo de educación que había recibido cada uno de esos chicos influyó sin duda
decisivamente en el resultado de aquella prueba de los chocolates. Por eso, más que alentar oscuros
determinismos ya cerrados desde la infancia, o viejas tesis conductistas, lo que aquella investigación
vino a resaltar es cómo las aptitudes que despuntan tempranamente en la infancia suelen florecer más
adelante, en la adolescencia o en la vida adulta, dando lugar a un amplio abanico de capacidades
emocionales: la capacidad de controlar los impulsos y demorar la gratificación, aprendida con naturalidad
desde la primera infancia, constituye una facultad fundamental, tanto para cursar una carrera como para
ser una persona honrada o tener buenos amigos.
Es cierto que, en aquella prueba de los chocolates, habría sido quizá más acertado proponer una prueba
que destacara esa capacidad de demorar la gratificación de un modo más positivo, menos material. En
todo caso, sirve para mostrar cómo los chicos de cuatro años poseen ya importantes capacidades
emocionales (como percibir la conveniencia de reprimir un impulso, o saber desviar su atención de la
tentación presente), y que educarles en esas capacidades será de gran ayuda para su desarrollo futuro.
La capacidad de resistir los impulsos, demorando o eludiendo una gratificación para alcanzar otras metas
—ya sea aprobar un examen, levantar una empresa o mantener unos principios éticos—, constituye una
parte esencial del gobierno de uno mismo. Y todo lo que en la tarea de educación —o de autoeducación
— pueda hacerse por estimular esa capacidad será de una gran trascendencia.

(1) Son distintos roles del Ego, todos ellos inestables.


(2) Son engramas que se graban en la mente reactiva automática.
(3) En ese caso la euforia excesiva crearía dispersión.
(4) Es muy difícil controlar las pulsiones de la mente reactiva inconsciente.

8º parte

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
y los trastornos fisiológicos

Artículo de Ana F. Redondo.

Uno de los dogmas de la cultura occidental ha sido el concepto de inteligencia, entendida ésta como el
coeficiente intelectual, o sea, como aquello que miden los tests de inteligencia. Lo único que medían los
tests eran las capacidades (lingüísticas, matemáticas...) propias del rendimiento académico. Existen
muchos inconvenientes por parte del C. I. a la hora de medir la inteligencia por lo que a partir de los años
cincuenta de nuestro siglo se produjo el descrédito de los citados tests. Se vio que el propio Stanfor-Binet
está influido por factores culturales. Lo que miden estos tests no es sólo la inteligencia sino también la
cultura de los sujetos.

En contraposición a este concepto de inteligencia sale hoy en día a la luz el concepto de inteligencia
emocional que comprende aptitudes como las habilidades sociales. Según esto, el coeficiente de
inteligencia no es el único que mide el éxito profesional, social o sentimental sino otros factores como la
motivación, el optimismo, la empatía o el autocontrol.

La inteligencia emocional está en la base de muchos procesos físicos. Podemos decir que existe un
vínculo fisiológico directo entre las emociones y el sistema inmunológico que pone de manifiesto la
relevancia clínica de las emociones. Los fisiólogos, los médicos y hasta los biólogos consideraban que el
cerebro y el sistema inmunológico eran entidades independientes e incapaces de influirse mutuamente.
Determinados experimentos han cambiado nuestro criterio sobre las relaciones existentes entre el
sistema inmunológico y el sistema nervioso central. Con esto se da origen a una nueva ciencia, la
psiconeuroinmunología, la vanguardia de la medicina hoy en día. El mismo nombre de esta ciencia da
cuenta del vínculo existente entre la mente (psico), el sistema neuroendocrino que subsume el sistema
nervioso y el sistema hormonal (neuro), y el término inmunología que se refiere al sistema inmunológico.

Existen, sin duda, emociones tóxicas, emociones negativas que debilitan la eficacia de distintos tipos de
células inmunológicas. Cada vez son más los médicos que reconocen la incidencia de las emociones en
el desarrollo de la enfermedad. Un ejemplo, el pánico y la ansiedad aumentan la tensión arterial. Con ello
las venas dilatadas por la presión sanguínea sangran más profusamente y ésta es una de las principales
complicaciones a las que se enfrenta cualquier intervención quirúrgica. Estos datos son anecdóticos,
pero demuestran lo nocivas que pueden resultar para la salud las emociones perturbadoras. Por el
contrario, los sentimientos positivos albergan beneficios clínicos (1). A pesar de conocerse este dato,
según Daniel Goleman en su libro "Inteligencia emocional", la inmensa mayoría de los médicos siguen
mostrándose reacios a aceptar la relevancia clínica de las emociones. Si se presta atención a emociones
concretas como la ira y la ansiedad no cabe duda de su relevancia clínica, aunque los mecanismos
biológicos concretos mediante los cuales actúan todavía no hayan sido desentrañados.

Para mostrar que las emociones negativas son un factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad
podemos simplemente hablar del estrés. Las personas que siempre tienen prisa, por ejemplo, padecen
una elevación de la tensión sanguínea que constituye un grave factor de riesgo para las enfermedades
cardíacas. O podemos hablar de las enfermedades infecciosas como la gripe, el resfriado y el herpes.
Nuestro sistema inmunológico suele mantenerlos a raya, excepto en aquellos momentos en los que el
estrés emocional disminuye nuestras defensas. La vulnerabilidad a estos virus de las personas
preocupadas y alteradas es mucho mayor. La importancia médica del estrés es tal que las técnicas de
relajación orientadas a reducir la excitación fisiológica negativa se están utilizando clínicamente, según
Goleman, para aliviar los síntomas de numerosas enfermedades crónicas entre las que se incluyen,
entre otras, las enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de diabetes, la artritis, el asma, los
desórdenes gastrointestinales y el dolor crónico.

Si las diversas formas de angustia emocional crónica pueden llegar a ser nocivas, la gama opuesta de
emociones puede ser tonificante. No se dice con ello que las emociones positivas sean curativas e
inviertan el curso de una dolencia, pero sí pueden desempeñar un importante papel en el conjunto de
variables que afectan al curso de una enfermedad (2). Podemos concluir diciendo que el pesimismo tiene
su precio mientras que el optimismo supone considerables ventajas. Asimismo, la esperanza constituye
un factor curativo que nos permite superar los retos que nos presenta la vida.

(1) La euforia es un estado de excitación psíquica positiva que protege a la persona de los trastornos
psicosomáticos.

(2) La alegría es un sentimiento de placer que contrarresta estados emocionales perjudiciales y evita en
muchos casos que el ser humano canalice síntomas negativos.

9º parte
EL CEREBRO EMOCIONAL

El cerebro humano está formado por varias zonas diferentes que evolucionaron en distintas épocas.
Cuando en el cerebro de nuestros antepasados crecía una nueva zona, generalmente la naturaleza no
desechaba las antiguas; en vez de ello, las retenía, formándose la sección más reciente encima de ellas.

Esas primitivas partes del cerebro humano siguen operando en concordancia con un estereotipado e
instintivo conjunto de programas que proceden tanto de los mamíferos que habitaban en el suelo del
bosque como, más atrás aún en el tiempo, de los toscos reptiles que dieron origen a los mamíferos.

La parte más primitiva de nuestro cerebro, el llamado ‘cerebro reptil’, se encarga de los instintos básicos
de la supervivencia -el deseo sexual, la búsqueda de comida y las respuestas agresivas tipo ‘pelea-o-
huye’.

En los reptiles, las respuestas al objeto sexual, a la comida o al predador peligroso eran automáticas y
programadas; la corteza cerebral, con sus circuitos para sopesar opciones y seleccionar una línea de
acción, obviamente no existe en estos animales.

Sin embargo, muchos experimentos han demostrado que gran parte del comportamiento humano se
origina en zonas profundamente enterradas del cerebro, las mismas que en un tiempo dirigieron los
actos vitales de nuestros antepasados (1).

‘Aun tenemos en nuestras cabezas estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el cocodrilo’,
dice el neurofisiólogo Paul MacLean, del Instituto Nacional de Salud Mental de los EE.UU.

Nuestro cerebro primitivo de reptil, que se remonta a más de veinte millones de años de evolución, nos
guste o no nos guste reconocerlo, aún dirige parte de nuestros mecanismos para cortejar, casarse,
buscar hogar y seleccionar dirigentes. Es responsable de muchos de nuestros ritos y costumbres (y es
mejor que no derramemos lágrimas de cocodrilo por esto).

EL SISTEMA LÍMBICO O CEREBRO EMOCIONAL

El sistema límbico, también llamado cerebro medio, es la porción del cerebro situada inmediatamente
debajo de la corteza cerebral, y que comprende centros importantes como el tálamo, hipotálamo, el
hipocampo, la amígdala cerebral (no debemos confundirlas con las de la garganta).

Estos centros ya funcionan en los mamíferos, siendo el asiento de movimientos emocionales como el
temor o la agresión.

En el ser humano, estos son los centros de la afectividad, es aquí donde se procesan las distintas
emociones y el hombre experimenta penas, angustias y alegrías intensas.

El papel de la amígdala como centro de procesamiento de las emociones es hoy incuestionable.


Pacientes con la amígdala lesionada ya no son capaces de reconocer la expresión de un rostro o si una
persona está contenta o triste. Los monos a las que fue extirpada la amígdala manifestaron un
comportamiento social en extremo alterado: perdieron la sensibilidad para las complejas reglas de
comportamiento social en su manada. El comportamiento maternal y las reacciones afectivas frente a los
otros animales se vieron claramente perjudicadas.

Los investigadores J. F. Fulton y D. F. Jacobson, de la Universidad de Yale, aportaron además pruebas


de que la capacidad de aprendizaje y la memoria requieren de una amígdala intacta: pusieron a unos
chimpancés delante de dos cuencos de comida. En uno de ellos había un apetitoso bocado, el otro
estaba vacío. Luego taparon los cuencos. Al cabo de unos segundos se permitió a los animales tomar
uno de los recipientes cerrados. Los animales sanos tomaron sin dudarlo el cuenco que contenía el
apetitoso bocado, mientras que los chimpancés con la amígdala lesionada eligieron al azar; el bocado
apetitoso no había despertado en ellos ninguna excitación de la amígdala y por eso tampoco lo
recordaban.

El sistema límbico está en constante interacción con la corteza cerebral. Una transmisión de señales de
alta velocidad permite que el sistema límbico y el neocórtex trabajen juntos, y esto es lo que explica que
podamos tener control sobre nuestras emociones.

Hace algunos miles de años aparecieron los primeros mamíferos superiores. La evolución del cerebro
dio un salto cuántico. Por encima del bulbo raquídeo y del sistema límbico la naturaleza puso el
neocórtex, el cerebro racional (2).

A los instintos, impulsos y emociones se añadió de esta forma la capacidad de pensar de forma abstracta
y más allá de la inmediatez del momento presente, de comprender las relaciones globales existentes, y
de desarrollar un yo consciente y una compleja vida emocional.

Hoy en día la corteza cerebral, la nueva y más importante zona del cerebro humano, recubre y engloba
las más viejas y primitivas. Esas regiones no han sido eliminadas, sino que permanecen debajo, sin
ostentar ya el control indisputado del cuerpo, pero aún activas (3).

La corteza cerebral no solamente ésta es el área más accesible del cerebro: sino que es también la más
distintivamente humana. La mayor parte de nuestro pensar o planificar, y del lenguaje, imaginación,
creatividad y capacidad de abstracción, proviene de esta región cerebral.

Así, pues, el neocórtex nos capacita no sólo para solucionar ecuaciones de álgebra, para aprender una
lengua extranjera, para estudiar la Teoría de la Relatividad o desarrollar la bomba atómica. Proporciona
también a nuestra vida emocional una nueva dimensión.

Amor y venganza, altruismo e intrigas, arte y moral, sensibilidad y entusiasmo van mucho más allá de los
rudos modelos de percepción y de comportamiento espontáneo del sistema límbico.

Por otro lado -esto se puso de manifiesto en experimentos con pacientes que tienen el cerebro dañado-,
esas sensaciones quedarían anuladas sin la participación del cerebro emocional. Por sí mismo, el
neocórtex sólo sería un buen ordenador de alto rendimiento.

Los lóbulos prefrontales y frontales juegan un especial papel en la asimilación neocortical de las
emociones. Como ‘manager’ de nuestras emociones, asumen dos importantes tareas:

· En primer lugar, moderan nuestras reacciones emocionales, frenando las señales del cerebro
límbico.

· En segundo lugar, desarrollan planes de actuación concretos para situaciones emocionales. Mientras
que la amígdala del sistema límbico proporciona los primeros auxilios en situaciones emocionales
extremas, el lóbulo prefrontal se ocupa de la delicada coordinación de nuestras emociones.

(1) Los primeros seres humanos copiaron esa conducta debido a su mente reactiva impulsiva.
(2) Ese fue el comienzo de la mente analítica.
(3) Mientras el ego (fruto de la mente reactiva impulsiva) domine al ser humano, las reacciones negativas
van a estar un par de pasos adelante de las conductas racionales.
10º parte

EL BUEN ÁNIMO
"La felicidad humana no es producto de los grandes acontecimientos de la vida, sino de las pequeñas
vivencias cotidianas", escribió Benjamin Franklin en su autobiografía. Casi dos siglos después de que
muriera este sagaz político y científico, los expertos le siguen dando la razón.

Según los sociólogos David Myers y Ed Diener, las desgracias y los golpes de fortuna tan sólo ejercen
una influencia pasajera sobre el estado de ánimo, que suele regresar a su nivel habitual al cabo de un
tiempo. El plazo depende del temperamento de cada persona.

CLAVES PARA EL BUEN ÁNIMO

Tener cubiertas las necesidades básicas. Comenta la revista Forbes que aquellos seres humanos que
han incrementado su fortuna en forma masiva, el 37% de ellos cree ser más desgraciado que la media
de la población. No comparto ese punto de vista, aunque creo que el buen ánimo también se basa en el
equilibrio económico.

Relacionarse con los demás. Numerosos estudios han demostrado que la gente que necesita de otra
gente es en realidad la más feliz, y es también la que menos probabilidades tiene de sufrir una
depresión.

Sentirse cómodo en el trabajo. "Las personas que trabajan en profesiones creativas que permiten
aportaciones personales para conseguir objetivos son, en general, mucho más positivas", afirma César
Díaz-Carrera. "Lograr los retos que nos planteamos en el trabajo es una forma constante de superación",
añade "y la superación es una de las bases del optimismo". Por este motivo, se aconseja plantearse
retos en todos los niveles de la vida.

La autoestima. "Todos somos lo que creemos ser", afirma Andrew Matthews en su libro ‘Por favor, sea
feliz’. Nuestra propia imagen determina exactamente cómo nos comportamos. "Si nos aborrecemos,
también aborreceremos a los demás; cuando nos encanta ser quienes somos, todo el mundo nos resulta
maravilloso", añade Matthews. Un estudio de la Universidad de Michigan comprobó que el primer valor
que consideraban los norteamericanos para ser felices, era quererse a sí mismos.

Tener autocontrol. Séneca escribió: "El más poderoso es aquél que tiene poder sobre sí mismo". El
psicólogo de la Universidad de Stanford, Albert Bandura, dedicó años a estudiar la eficacia personal, es
decir, la autoconfianza en producir los efectos que se desean. Dedujo que a las personas que creían que
conseguían las cosas por su propio esfuerzo, apenas les afectaban las predicciones negativas de los
demás.

Seguir una dieta equilibrada. Según un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Alcoholismo de
Bethesda, en Estados Unidos, llevar una dieta escasa en ácidos grasos poliinsaturados –presentes en
casi todos los pescados azules, como sardinas, boquerones, atún o salmón– puede bajar el estado de
ánimo. Sin embargo, no es aconsejable abusar de las grasas vegetales, que se encuentran por ejemplo
en las espinacas, el arroz, el vino y la cerveza, por su alto contenido en vanadio, cuyo exceso provoca
leves depresiones. Tampoco conviene mezclar proteínas indiscriminadamente, ya que producen
digestiones pesadas que, a la larga, conducen hasta las úlceras, una de las afecciones que peor humor
genera.

Sonreír. Hace más de cien años, el neurólogo francés Guilliane Duchenne de Boulogne comenzó a
estudiar qué es lo que se escondía detrás de una sonrisa. Hoy se sabe que puede resultar contagiosa y
mejorar todavía más un buen estado de ánimo. Por ello, los investigadores sobre el humor recomiendan
este sencillo ejercicio cuando se pasen momentos difíciles: mirarse al espejo y sonreír. Esta expresión
facial genera la emoción correspondiente, de forma que si vemos el reflejo de una sonrisa,
comenzaremos a sentirnos mejor.

11º parte

El Ego
El ego adopta muy diferentes disfraces. Si lo buscas dentro de tí, lo hallarás por todas partes. Sin
embargo, cuida de no utilizar esos descubrimientos para desalentarte.
El ego te afecta en tu propia casa. Una mirada autocrítica a tu vida familiar revelará muchas áreas en
que el ego la ha empobrecido y te ha llevado por un camino equivocado. Pongamos ejemplos:
Marido que interrumpe a su esposa —o viceversa— y no escucha lo que le dice, como si sus propias
opiniones fueran las únicas que merecen ser tenidas en cuenta.
Madre que no quiere corregir a su hijo por temor a perder el afecto del niño.
Marido que llega tarde a cenar y no avisa porque es él quien manda.
Hijo consentido que casi nunca ayuda en nada y se queja constantemente de todo.
Más ejemplos en la vida diaria fuera del hogar:
Estás dando vueltas en busca de aparcamiento en el centro de la ciudad, cuando alguien te corta el paso
y ocupa el espacio libre que tenías delante. Te pones furioso, le increpas, te embarga una ira
desproporcionada.
Llegas a la oficina y entregas a tu secretaria el trabajo bruscamente y le das órdenes de forma
desconsiderada y altiva, sin dar las gracias ni mostrarte amable.
Eres médico o abogado, y un cliente acude a tí con un problema, y resulta ser un poco premioso, y te
impacientas con él y le apabullas con la jerga médica o jurídica.
Estás en la cola, a la espera de hacer una compra, y a una anciana que tienes delante le resulta difícil
contar el dinero; te mueves con impaciencia y suspiras sonoramente con exasperación.
En la medida en que tú erradiques el ego de tu vida, integrándolo a tu espíritu, desaparecerá de la familia
y tendrá menos arraigo en tu entorno personal. Piensa que en una gran parte de esos ejemplos los hijos
son espectadores, y es entonces cuando van formando sus criterios de conducta.
No te estoy hablando simplemente de cuidar los modales. Piensa en cuál es tu forma de pensar acerca
de tí y de los demás:
Cada vez que actúas con superioridad o humillante condescendencia para con los demás, has caído en
uno de los roles del ego.
Cuando increpas a un conductor un poco torpe, criticas a tu cónyuge o tratas a un camarero como si
fuera un esclavo, agredes la dignidad de alguien que la merece toda.
Cuando parece que disfrutas diciendo que no, porque así te das aires de mucho mando, o cuando
produces actitudes serviles ante tí, degradas a esas personas y te degradas a tí mismo.
Cuando —quizá incluso siendo pacifista— te olvidas de la paz en tu vida cotidiana, y resulta que eres
peleón y encizañador en tu trabajo, intolerante con tu marido o tu mujer, excesivamente duro con tus
hijos, despectivo con tu suegra, o áspero con tu portero y tus vecinos, entonces demuestras que ninguna
de tus teorías para la paz del mundo tiene sitio en tu propia casa.
Son agresiones que demuestran egocentrismo, y los hijos lo ven, y lo asumen casi sin darse cuenta. Uno
a uno, cada uno de estos episodios no significan gran cosa. Pero cuando el orgullo se hace fuerte en
esos detalles que empiezan a acumularse, puede convertirte en un gran deseducador en la familia.

El mal genio

Sería muy interesante que pasáramos por el tamiz de nuestra propia ironía las razones que nos llevan a
discutir. Con frecuencia nos parecerían ridículas. Descubriríamos que la amargura que deja toda
polémica desabrida es un sabor que no vale la pena probar. Y descubriríamos que habitualmente
resultará más grato y más enriquecedor buscar las cosas que unen, en vez de las que separan.
Y que cuando haya que contrastar ideas lo hagamos con elegancia, sin olvidar aquello que decía Séneca
de que la verdad se pierde en las discusiones prolongadas.
Algunas personas parece como si se rodearan de alambre de espino, como si se convirtieran en un
cactus, que se encierra en sí mismo y pincha.
Y luego, sorprendentemente, se lamentan de no tener compañía, o de que les falta el afecto de sus hijos,
o de sus padres, o de sus conocidos.
La verdad es que todos, cuando pasa el tiempo, casi siempre acabamos por lamentar no haber tratado
mejor a las personas con las que hemos convivido: Dickens decía que en cuanto se deja atrás un lugar,
empieza uno a perdonarlo.
Cuando nos enfadamos se nos ocurren muchos argumentos, pero muchos de ellos nos parecerían
ridículos si los pudiéramos contemplar unos días o unas horas más tarde, grabados en una cinta de
vídeo.
Algunos piensan que más vale dar unas voces y desahogarse de vez en cuando, que ir cargándose de
resentimiento reprimido. Quizá no se dan cuenta de que la cólera es muy peligrosa, porque en un
momento de enfado podemos producir heridas que tardan luego mucho en cicatrizar.
Hay personas que viven heridas por un comentario sarcástico o burlón, o por una simpleza estúpida que
a uno se le escapó en un momento de enfado, casi sin darse cuenta de lo que hacía, y que quizá mil
veces se ha lamentado de haber dicho.
Los enfados suelen ser contraproducentes y pueden acabar en espectáculos lamentables, porque
cuando un hombre está irritado casi siempre sus razones le abandonan. Y de cómo sus efectos suelen
ser más graves que sus causas nos da la historia un claro testimonio.
¿Entonces, no hay que enfadarse nunca? Fuller decía que hay dos tipos de cosas por las que un hombre
nunca se debe enfadar: por las que tienen remedio y por las que no lo tienen. Con las que se pueden
remediar, es mejor dedicarse a buscar ese remedio sin enfadarse; y con las que no, más vale no discutir
si son inevitables.
A veces, el ponerse serio puede ser incluso formativo, por ejemplo para remarcar a los hijos que algo que
han hecho está mal, pero hay que estar equilibrado para no pasar de la seriedad al enfado.
Es verdad que debido al ego, el ánimo tiene sus tiempos atmosféricos. Que un día te inunda el buen
humor como la luz del sol, y otro, sin saber tú mismo bien por qué, te agobia una niebla pesada y basta
un chubasco, el más leve contratiempo, un malestar pasajero, para ponerte de mal humor. Pero
debemos hacer todo lo posible para adueñarnos de nuestro humor y no dejarnos llevar a su merced.

El control de la ira

Cuando alguien recibe un agravio, o algo que le parece un agravio, si es persona poco capaz de
controlarse, es fácil que eso le parezca cada más ofensivo, porque su memoria y su imaginación avivan
dentro de él un gran fuego gracias a que da vueltas y más vueltas a lo que ha sucedido.
La pasión de la ira tiene una enorme fuerza destructora. La ira es causa de muchas tragedias
irreparables. Son muchas las personas que por un instante de cólera han arruinado un proyecto, una
amistad, una familia. Por eso conviene que antes de que el incendio tome cuerpo, extingamos las brasas
de la irritación sin dar tiempo a que se propague el fuego.
La ira es como un animal impetuoso que hemos de tener bien asido de las bridas. Si cada uno
recordamos alguna ocasión en que, sintiendo un impulso de cólera, nos hayamos refrenado, y otro
momento en que nos hayamos dejado arrastrar por ella, comparando ambos episodios podremos
fácilmente sacar conclusiones interesantes. Basta pensar en cómo nos hemos sentido después de haber
dominado la ira y cómo nos hemos sentido si nos ha dominado ella. Cuando sucede esto último,
experimentamos enseguida pesadumbre y vergüenza, aunque nadie nos dirija ningún reproche.
Basta contemplar serenamente en otros un arrebato de ira para captar un poco de la torpeza que
supone. Una persona dominada por el enfado está como obcecada y ebria por el furor. Cuando la ira se
revuelve y se agita a un hombre, es difícil que sus actos estén previamente orientados por la razón. Y
cuando esa persona vuelve en sí, se atormenta de nuevo recordando lo que hizo, el daño que produjo o
el espectáculo que ha dado.
La ira suele tener como desencadenante una frustración provocada por el bloqueo de deseos o
expectativas, que son defraudados por la acción de otra persona, cuya actitud percibimos como agresiva.
Es cierto que podemos irritarnos por cualquier cosa, pero la verdadera ira se siente ante acciones en las
que apreciamos una hostilidad voluntaria de otra persona.
Como ha señalado José Antonio Marina, el estado físico y afectivo en que nos encontremos influye en
esto de forma importante. Es bien conocido cómo el alcohol predispone a la furia, igual que el cansancio,
o cualquier tipo de excitación. También los ruidos fuertes o continuos, la prisa, las situaciones muy
repetitivas, pueden producir enfado, ira o furia. En casos de furia por acumulación de diversos
sumandos, uno puede estar furioso y no saber bien por qué.
¿Y por qué unas personas son tan sociables, y ríen y bromean, y otras son malhumoradas, hurañas y
tristes; y unas son irritables, violentas e iracundas, mientras que otras son indolentes, irresolutas y
apocadas? Sin duda hay razones biológicas, pero que han sido completadas, aumentadas o
amortiguadas por la educación y el aprendizaje personal: también la ira o la calma se aprenden.
Muchas personas mantienen una conducta o una actitud agresiva porque les parece encontrar en ella
una fuente de orgullo personal. En las culturas agresivas, los individuos suelen estar orgullosos de sus
estallidos de violencia, pues piensan que les proporcionan autoridad y reconocimiento. Es una lástima
que en algunos ambientes se valoren tanto esos modelos agresivos, que confunden la capacidad para
superar obstáculos con la absurda necesidad de maltratar a los demás.
Las conductas agresivas se aprenden a veces por recompensa. Lamentablemente, en muchos casos
sucede que las conductas agresivas resultan premiadas. Por ejemplo, un niño advierte enseguida si
llorar, patalear o enfadarse son medios eficaces para conseguir lo que se propone; y si eso se repite de
modo habitual, es indudable que para esa chica o ese chico será realmente difícil el aprendizaje del
dominio de la ira, y que, educándole así, se le hace un daño grande.

12º parte

REFLEXIONES SOBRE LA TOLERANCIA

TEORIA DE LOS DEFECTOS MINIMOS,


POR ALFONSO BARAONA SOTOMAYOR

Mucho tiempo y mucha energía se gastan en el mundo para convencer a los demás que se tiene la
razón y que los demás están equivocados.. Cuántas guerras se han desencadenado en pos de las
razones de la “sinrazón”. Cuántos han sufrido la injusticia de la descalificación de sus razones no
escuchadas por los agresores, sordos por sus propios gritos irracionales. Cuántas vidas vieron truncadas
sus posibilidades de realización por el filo de la prepotencia de los que creían tener la razón. Muchos de
estos verdugos a menudo cumplen tan fatídica tarea convencidos que es su deber de padres, superiores
o guías, frente a seres que pretenden pensar y ser diferentes a ellos y a sus ideales. En nuestra
preparación para el nuevo siglo vamos a necesitar un arma poderosa: la tolerancia. Sólo con ella
podremos defendernos del aniquilamiento recíproco. Por lo demás, este debiera ser un requisito
importante para el desarrollo de la inteligencia emocional. Es muy poco inteligente quien porfía creyendo
tener la verdad sin abrirse a la posibilidad de que existan otros puntos de vista mejores que el propio.

Mi esposa, por enésima vez, estaba criticando el desorden de nuestra hija. Por supuesto no logró otro
resultado que el disgusto del mal rato, situación que se venía repitiendo ya por años. Algo parecido
sucedía con nuestro hijo, en otros aspectos.

Quizás ese día me encontraba muy cansado como para entrar al campo de batalla o bien tuve un
instante de inspiración, pero el asunto es que me puse a cavilar sobre esta infructuosa e ingrata pugna
que cada cierto tiempo nos alteraba la armonía familiar.

Observé que este desgaste de energía era absolutamente ineficaz ya que se había transformado en una
rutina y que nada cambiaba en los comportamientos criticados. Dentro de mi cavilación me planteé que
éstos no revestían una gravedad que justificara la reiterada pérdida del clima armonioso que todos
anhelábamos. Comprobé que lo que tanto nos inquietaba no pasaban de ser niñerías frente al terrible
muestrario de conductas indeseables que corroen a miles de jóvenes, muchas veces víctimas inocentes
de pervertidores “profesionales”.

Al respecto, conversé con mi esposa y la invité a que analizáramos la situación referida. Le hice ver que
ninguno de nuestros hijos había llegado al extremo de desarrollar comportamientos agresivos ni menos
delictuales; que eran muchachos normales, como la gran mayoría. Si bien es cierto que son
desordenados, poco colaboradores, llevados de sus ideas; no es menos cierto que son sanos física y
psicológicamente, que llegado el caso son cariñosos y sensibles con nuestros problemas, que están
desarrollando sus vidas con los altos y bajos de la normalidad. ¿Se justifica entonces esa agresividad
doméstica, rutinaria y, para colmo, ineficaz? ¿Cuántas horas perdidas en recriminaciones inútiles?
¿Cuántas de ellas no fueron más que descargas de nuestras propias frustraciones? ¿Cuántas veces
estuvimos frenando la libre y sana expresión de sus personalidades ebullentes por ese ardor juvenil que
los impulsa, aún irracionalmente, hacia la realización?

Esta situación debe ser corriente entre padres e hijos de todo el mundo, en especial en culturas abiertas
a la libre expresión de los jóvenes. No creo que se trate de una situación particular. Por eso estoy
escribiendo estas reflexiones, pensando que serán de utilidad para padres como nosotros y para
cualquier persona que desee relacionarse con otras personas en términos más amorosos y
constructivos.

De dichas cavilaciones surgió la teoría de los defectos mínimos (TDM) o, más irónicamente planteada
como teoría de la taradéz mínima (TTM), para referirme a las pifias del comportamiento de nuestros
hijos, ahora transformadas en sombras al escape de la luz de la reflexión. De ese modo bajó la presión
como por arte de magia. Prácticamente las eternas recriminaciones desaparecieron y creo que sus
causas no volverán.

Posteriormente, la lectura del libro de Wayne W. Dyer, Tus Zonas Mágicas[1], reforzó mi teoría. En él
encontré varias referencias a conceptos semejantes vinculados con la tolerancia, con la aceptación de
opiniones o actitudes diferentes a las de uno. Nuestra cultura tradicional nos impele a imponer nuestros
criterios sobre los demás; a descalificar todo aquello diferente a lo que nosotros aceptamos como
valedero; a acusar de equivocados a los que plantean ideas diferentes a las nuestras, etcétera.

Uno de los consejos que Dyer nos da es renunciar a la necesidad de tener razón. “Ésta por sí sola es la
mayor causa de dificultades y de deterioro en las relaciones: la necesidad de hacer que la otra persona
demuestre su error o tú tu razón... Recuerda que a nadie, y tampoco a ti, le gusta que le demuestren que
está equivocado. Sabes que a ti te desagrada; honra pues este derecho también en los demás y
renuncia a la necesidad de llevarte el mérito o de mostrar tu superioridad. En una relación espiritual no
hay superior e inferior, ambos son iguales, y esta igualdad se respeta. Practica esto y verás cómo el
amor sustituye a la ira en esa relación.”

“Esto es también cierto por lo que se refiere a las relaciones con los demás. Tus hijos necesitan que se
los guíe, no que les demuestren sus errores. Siempre hay un modo de enseñar a los pequeños (y a los
no tan pequeños) sin necesidad de que vean que se equivocan. La vergüenza que acompaña al hecho
de quedar como un “estúpido” lleva a una propia imagen de estupidez. Puedes sustituir esas
observaciones destinadas a demostrar tu enorme superioridad por respuestas afectuosas destinadas a
ayudar a tus hijos y a otros a examinar sus propias opiniones. O bien puedes responder tranquilamente
con estas palabras: Yo lo veo de otro modo. Dime, ¿Cómo has llegado tú a esa conclusión?. La clave no
está en memorizar observaciones que hacer en el momento adecuado sino en no perder de vista que a
nadie le gusta quedar mal, especialmente en público.”

Nuestra teoría familiar (TTM), expresada más seriamente como la teoría del umbral de la tolerancia
(TUT), puede ser de utilidad en cualquier ambiente o circunstancia donde interactúen personas de
distintas categorías, con diferentes habilidades, con otras experiencias, de diversas culturas, etcétera.
Siempre habrá la posibilidad de creer estar en la razón y encontrar el error en los demás. Si lo que
creemos erróneo en los demás, después de analizado serenamente, aparece como tolerable o no tan
grave como se nos presentó en un comienzo, bien se le podría aplicar nuestra teoría y bajar nuestras
armas y evitarnos guerras o guerrillas infructuosas y desgastadoras. Esto es válido tanto en relaciones
descendentes como ascendentes y también entre pares. Algunas veces nuestros superiores nos pueden
resultar más soportables si los comparamos con otros. Si nuestro jefe es gruñón, podremos tolerárselo si
al mismo tiempo nos da la oportunidad de aplicar y desarrollar nuestras potencialidades. Frente a otro,
que pudiendo ser muy amable pero que nos inhiba nuestra creatividad con su autoritarismo, lo gruñón de
nuestro jefe no pasa de ser una deficiencia mínima y por tanto, dentro del umbral de la tolerancia.

En todo caso, si del mencionado análisis resulta la convicción de que el error ajeno es real y reviste
alguna gravedad más allá del umbral de la tolerancia, nos queda el recurso de aplicar las habilidades de
la inteligencia emocional y sustituir las críticas descalificatorias por orientaciones afectuosas, objetivas y,
al mismo tiempo, respetuosas de la autoestima, tan necesaria para conservar la salud mental.
Obviamente aquí nos estamos refiriendo a relaciones con iguales o con subordinados. Tratándose de la
conducta de superiores, sólo llegaremos al diagnóstico so pena de provocar una descarga en contra
nuestra de los criterios y comportamientos que pretendemos criticar. Una de mis alumnas aplicó este
método con su padre. Se trata de una profesional joven, que vive en su casa paterna. A pesar de estar ya
titulada y disponer de rentas propias, su padre insiste en guiarla y reprenderla en aquello que él estima
que no está bien, incluso en lo profesional. Después de conocer nuestra técnica ella estuvo alerta cada
vez que su padre se acercaba a regañarla –como era su hábito- y se planteaba que esto no era más que
una “pequeña pifia”, al lado de otros comportamientos insoportables dentro de las familias, como la
embriaguez y otros por el estilo, que en su caso felizmente no se daban. Al pensar en esto, a ella le daba
risa en vez de molestarse y defenderse de los regaños paternos, como lo hacía anteriormente. Esta
situación, obviamente, descolocó a su padre quien extrañado y malhumorado indagó la causa de este
cambio de actitud de su hija y de esa inexplicable hilaridad. Como mi alumna estaba impresionada con la
eficacia de la técnica aprendida, ya que ahora ella se mantenía inalterable frente a retos y acusaciones,
creyó oportuno explicárselo. Su padre entendió la técnica... pero todavía no acepta que le haya supuesto
un cierto nivel de “taradez”, aunque sea en un grado mínimo.

En cierto modo toda la confusión y sufrimiento que se produce en nuestras relaciones se generan en el
afán de imponer nuestros criterios o en el tratar de comprender por qué los demás se comportan tan
diferentes a nosotros. Dyer, en el libro citado, nos dice que no es necesario comprender. “Esta es una
gran lección en el aprendizaje del modo de hacer que todas las relaciones funcionen en un plano mágico.
Y lo que ocurre es que no es preciso comprender por qué una persona actúa y piensa como lo hace. No
darás más comprensión que diciendo: No lo entiendo, y está bien así. Cada uno de mis siete hijos tiene
una personalidad y unos intereses totalmente únicos e independientes. Es más, lo que les interesa a
ellos no ofrece a menudo ningún interés para mí, y viceversa. He aprendido a superar la idea que
deberían pensar como yo y pasar por este mundo como paso yo; en lugar de ello, tomo distancia y me
digo: Es su viaje, han venido a través de mí, no para mí... Rara vez entiendo por qué les gusta lo que les
gusta, pero tampoco necesito ya entenderlo, y esto hace que nuestra relación sea mágica.

En una relación amorosa, renuncia a la necesidad de comprender por qué a tu pareja le gustan los
programas de televisión que ve, por qué se acuesta a la hora que se acuesta, come lo que come, lee lo
que lee, le gusta la compañía de las personas a quienes frecuenta, le gustan las películas que ve,
etcétera.
...Cuando se abandona la necesidad de entenderlo todo del otro, se abre la verja de un jardín de las
delicias en la relación. Puedes aceptar a esa persona y decir: Yo no pienso así pero ella sí, y es algo que
respeto. Es por eso que la quiero tanto, no porque sea como yo sino porque me aporta aquello que yo no
soy. Si fuera igual que yo y pudiera así entenderla, ¿para qué la necesitaría? Sería una redundancia
tener a mi lado a alguien igual que yo. Respeto esa parte de ella que me resulta incomprensible. La amo
no por lo que entiendo sino por esa alma invisible que está detrás de ese cuerpo y de todas esas
acciones.”

Por su parte Thaddeus Golas, en su Manual de Iluminación para Holgazanes[2], nos dice: “Las mismas
personas que ahora vemos como vulgares, oscuras, estúpidas, parásitas, locas: estas personas, cuando
aprendemos a amarlas y a todo lo que sentimos hacia ellas, son nuestros pasajes al paraíso. Y eso es
todo lo que necesitamos hacer: amarlos. Podemos expresar ese amor o no expresarlo, como queramos y
en la forma que queramos. Ni siquiera importa la forma cómo las tratemos. Sin embargo, debemos verlas
y amarlas tal como son ahora, porque no podemos negarles la libertad de ser lo que son, del mismo
modo como debemos amarnos a nosotros mismos tal como somos ahora.”

Podemos estar seguros que muchas relaciones en la pareja, entre padres e hijos, entre jefes y
subordinados, etcétera, adquirirán un tono más humano, enriquecedor, eficiente y muy gratificante para
el que se decida adoptar esta modesta pero potente teoría. Con esas observaciones y si se atreve, le
deseo mucho éxito en esta práctica y ojalá que los que están observándonos a Ud. y a mi, también estén
dispuestos a aplicarla con nosotros mismos.
(1) No comparto esa frase de Dyer, porque comprender al otro es parte de la empatía entre ambos y eso
no va en desmedro de la relación, sino todo lo contrario. Empatía no significa que la otra persona tenga
que pensar como uno, sino entender el pensamiento del otro y respetarlo. Lo contrario podría llevarnos al
egocentrismo.
(2) Para entender a alguien no es necesario que sea igual a nosotros y el amor interno que poseemos
nos dice que no tenemos que comprender al otro por necesidad, sino por empatía. Se puede respetar lo
que no se comprende y también se puede amar lo que sí se entiende. La tolerancia forma parte de la
aceptación y aunque para aceptar no sea necesario comprender, mirar por los ojos del otro nos permite
ser aún más tolerantes.
Alfonso Baraona Sotomayor
Viña del Mar, Chile

13º parte

EMOCIONES, SENTIDOS Y PENSAMIENTOS

Existen pocas dudas de que la cognición produce la emoción. Imagínate algo agradable y sentirás
alegría; imagínate cómo sería el olor si vivieras al lado de una fábrica donce arrojan deshechos tóxicos y
sentirás asco. Del mismo modo, existen pocas dudas de que los procesos sensoriales afectan los
sistemas biológicos y producen la emoción. Si entras en una habitación caliente en un día helado o
hueles el aroma de pan recién hecho entonces sentirás alegría e interés. Por lo tanto, se puede concluir
con seguridad que la emoción puede ser generada tanto por los sentimientos como por los sentidos.

Russel y Woudzia (1986), reconociendo que las emociones pueden ser generadas tanto por el
pensamiento como por los sentidos, presentan una tercera solución para intentar resolver el debate
cognición contra biología. Cuando un estímulo produce sensaciones (no pensamientos) entonces la
emoción dependerá únicamente de las sensaciones (incluyendo procesos sensoriales, humores y
drogas). Cuando no se produce ninguna sensación (cuando el estímulo es un pensamiento) entonces la
emoción dependerá únicamente de los procesos cognitivos. En la gran mayoría de los casos, es decir,
aquellos en los que un estímulo provoca actividad tanto sensorial como cognitiva, la solución al debate
depende únicamente de la perspectiva que se tome.

MIEDO

El miedo se activa por la percepción de daño o peligro. La naturaleza del daño o peligro percibido puede
ser física o psicológica, por lo que las amenazas y peligros a nuestro bienestar tanto físico como
psicológico activan el miedo. El dolor ejemplifica el daño físico producido por quemaduras, heridas y
enfermedades, mientras que los insultos a nuestra autoestima o a la amenaza de pérdida de una amistad
son ejemplos de daño psicológico. Muchas veces, la percepción de que un objeto ambiental es peligroso
se adquiere por medio del condicionamiento clásico, en el cual los estímulos que se asocian
repetidamente al daño real (dolor, heridas) terminan por elicitar una respuesta condicionada, que es el
miedo.

En la literatura clínica abundan ejemplos de personas que han aprendido que las alturas (acrofobia), la
oscuridad (nyctofobia), etc., son señales de peligro y daño posible. La experiencia cotidiana está también
llenas de peligros, como es el caso del tráfico, los dentistas y los exámenes. El miedo es una advertencia
emocional de que se aproxima un daño físico o psicológico.

El miedo confiere a las personas una sensación de tensión nerviosa que les permite protegerse o
desarrollar lo que en términos de Magda Arnold sería una ‘tendencia a la acción evitativa’. La motivación
de protección se manifiesta típicamente mediante la huída y retirada frente al objeto(s) o mediante
respuestas de afrontamiento que nos permiten encarnarnos con el objeto temido. Si la huída no es
posible, o quizá no es deseada, entonces el miedo motiva a la persona a afrontar los peligros.

A nivel ya más positivo, el miedo facilita el aprendizaje de nuevas respuestas que apartan a la persona
del peligro. Hay pocos conductores que conduzcan por la autopista en medio de una tormenta de lluvia a
los que se les tenga que recordar que presten atención a la calzada mojada (el miedo activa esfuerzos
de afrontamiento) y los conductores con experiencia se enfrentan mucho mejor a este tipo de peligros
que los conductores novatos (el miedo facilita el aprendizaje de una respuesta de afrontamiento). Por lo
tanto, el miedo activa los esfuerzos de afrontamiento y facilita el aprendizaje de las habilidades de
afrontamiento.

RABIA

La rabia es la emoción más ‘caliente’ y pasional. La rabia puede ser activada de diversas maneras, pero
su antecedente principal es el control, sea físico o psicológico. El control físico sería, por ejemplo, que
alguien te retuviera en contra de tu voluntad tras unos barrotes. El control psicológico se manifiesta
mediante las reglas, las normas o nuestras propias limitaciones. La rabia también la activa la frustración
que produce la interrupción de la conducta dirigida hacia una meta (por ejemplo, el coche no arranca y tu
meta es ir en coche del trabajo). Uno sólo tiene que pensar en la última vez que metió dinero en una
máquina de refrescos sin que saliera nada para poder apreciar cómo la frustración puede activar la rabia.
El ser herido, engañado o traicionado también puede activar la rabia.

A nivel neurológico, la rabia es una emoción de alta densidad que se caracteriza por una tasa
persistentemente alta de descarga neuronal. La inhabilidad de resolver un problema difícil a pesar del
esfuerzo cognitivo sostenido pronto altera a la persona y se torna en rabia. A veces a las personas ‘se les
cruzan los cables’ y empiezan a comportarse de una manera violenta y descontrolada. A las personas se
les suelen ‘cruzar los cables’ (gritar, lanzar maldiciones, tirar cosas contra la pared) cuando no
encuentran una manera de reducir la tasa de descarga neuronal. La sensación de rabia continúa hasta
que la persona logra encontrar una manera de reducir la alta densidad de su descarga neuronal (por
ejemplo, Tomkins, 1963).

La rabia es también la emoción potencialmente más peligrosa ya que su propósito funcional es el de


destruir las barreras en el ambiente (Plutchik, 1980). A veces la rabia provoca destrucción y daños
innecesarios como cuando empujamos un niño, insultamos a un compañero de equipo o le damos
patadas a una puerta cerrada. En otras ocasiones, sin embargo, se puede decir que la rabia resulta
altamente productiva como cuando energiza los intentos de recuperar el control perdido sobre el
ambiente, que al final se recupera. Asimismo, desde una perspectiva evolutiva, la rabia moviliza la
energía hacia la auto-defensa, una defensa caracterizada por el vigor, la fuerza y la resistencia. Por esta
razón, la rabia puede considerarse una navaja de doble filo.

ASCO

El asco es, relativamente hablando, una emoción compleja. El asco implica una respuesta de huída o de
rechazo ante un objeto deteriorado o pasado. Acontecimientos físicos como comida u olores corporales,
contaminación y sabores amargos y acontecimientos psicológicos como chistes de mal gusto y los
valores morales repugnantes activan impulsos de repudio y la emoción de asco. Imagina tu reacción
emocional al ver una herida sangrienta u oler comida en mal estado y te será fácil comprender lo que
activa el asco.

El significado funcional del asco es el rechazo, la persona asqueada es una persona dispuesta a eliminar
y apartar objetos impresentables o poco higiénicos, la persona asqueada también está dispuesta a
cambiar sus costumbres y hábitos personales si es que se da el caso de que la fuente de su asco se
encuentra entre sus hábitos y aptitudes personales. Por lo tanto, el asco es una emoción que mantiene y
promueve la salud. La expulsión de bebidas y comidas deterioradas conserva nuestro bienestar corporal
mientras que la exclusión de pensamientos deteriorados y valores conserva nuestro bienestar
psicológico.

La anticipación de una sensación de asco además anima a la persona a conservar un entorno sanitario:
limpiar los platos, los dientes, ducharse.

La anticipación de asco también inhibe el deterioro físico y psicológico, como en el caso en que una
persona empieza a hacer ejercicio para librarse de un cuerpo en baja forma y ‘asqueroso’.

ANGUSTIA

La angustia es la emoción más negativa y aversiva. Los dos activadores principales de la angustia son la
separación y el fracaso. La separación, la pérdida de un ser querido por causa de muerte, divorcio,
circunstancias (por ejemplo, un viaje) o una discusión es angustiante. Las personas también pueden ser
separadas de un trabajo, posición o estatus que valoran. El fracaso también activa la angustia como
cuando se reprueba un exámen, se pierde un concurso o se sufre un rechazo amoroso. El fracaso
provocado por circunstancias fuera del control de la voluntad propia también pueden causar angustia,
como sería el caso de la guerra, la enfermedad, los accidentes y la recesión económica (Izard, 1977).
Finalmente, el dolor activa la angustia, como en el caso del exceso de temperatura o ruido.

A nivel neurológico, la angustia implica una tasa de descarga neuronal sostenida moderadamente alta.
La activación neurológica de la angustia se distingue de la de la ansiedad en cuanto a la intensidad de la
estimulación neurológica sostenida. En comparación con el funcionamiento habitual, sin embargo, la
densidad neurológica de la angustia es relativamente alta.

La angustia motiva a la persona a realizar cualquier conducta necesaria para aliviar las circunstancias
que la han provocado. Dicho de otra manera, la angustia motiva a la persona a hacer que el ambiente
vuelva al estado en que estaba antes de producirse la angustia. Ante la angustia que le provoca una
derrota reciente, el atleta entrena para recuperar su confianza. Ante la angustia de una separación, el
amante rechazado se disculpa o llama para intentar recuperar la relación rota. Desgraciadamente,
muchas veces se da el caso de que no es posible devolver la separación o el fracaso a su estado
anterior. Bajo tales circunstancias, la angustia persiste. La angustia persistente conduce a la aflicción. La
muerte de un ser querido, por ejemplo, antecede muchas veces a la aflicción. La angustia persistente
también conduce a la más aversiva de las experiencias humanas, la depresión.

Si se evalúa la angustia de una manera más positiva, se pueden apreciar sus aspectos positivos. La
angustia facilita la cohesión de los grupos sociales (Averill, 1968). Dado que el ser separado de los otros
causa angustia y que es una sensación tan desagradable, anticiparla motiva a las personas a seguir
cohesionadas con sus seres queridos (Averill, 1979). Si las personas no echaran de menos a los demás,
entonces no estarían tan motivadas hacia la cohesión social. De manera parecida, si el estudiante o el
atleta no anticiparan la posibilidad de la angustia que provoca el fracaso, entonces estarían menos
motivados a prepararse y entrenar.

ALEGRÍA

De acuerdo con Tomkins, la alegría se activa neurológicamente mediante un fuerte descenso de


descarga neuronal. El alivio del dolor físico, de los problemas, resolver un problema difícil y ganar un
concurso que provoca ansiedad son ejemplos de un patrón descendiente de la activación neurológica de
la alegría. Además del alivio derivado del logro de metas, la alegría también la activan los
acontecimientos positivos, como por ejemplo una cita, además de las sensaciones placenteras, como el
ser acariciado (Ekman y Friesen, 1975). Un tercer tipo de activación de la alegría se deriva de aquellos
acontecimientos que confirman el concepto de auto-valía de la persona. Si a una persona se le invita a
entrar en una organización prestigiosa, se le hacen cumplidos, se le alaba o le gusta a otra persona,
entonces se activa la alegría.

El significado funcional de la alegría es doble. Por una parte, la alegría es una sensación positiva
derivada de una sensación de satisfacción y triunfo. Al ser una sensación intrínsecamente positiva, la
alegría hace que la vida resulte agradable. Lo agradable de la alegría, por lo tanto, contrarresta las
experiencias vitales inevitables de frustración, decepción y afecto negativo en general. La alegría facilita
también la voluntad de las personas de participar en actividades sociales. Hay pocos estímulos tan
potentes y gratificantes como la sonrisa humana. Por lo tanto, la alegría expresada es un pegamento
social que establece uniones como las de madre-hijo, amantes, compañeros de trabajo y compañeros de
equipo.

INTERÉS

El interés es la emoción que más presente está en el funcionamiento día a día de las personas. En la
consciencia hay siempre presente algún nivel de interés suponiendo que la persona se encuentra libre de
pulsiones (por ejemplo, hambre) u otra emoción fuerte (por ejemplo, rabia-furia). A nivel neurológico, el
interés implica un leve incremento en la tasa de descarga neuronal. Los acontecimientos ambientales
(por ejemplo, el cambio, la novedad, el desafío) los pensamientos (por ejemplo, de aprender, lograr
cosas) y los actos de descubrimiento inician un incremento de la actividad neuronal y activan el interés.
Por ser tan corriente, los incrementos y bajadas de interés suelen implicar el cambio del foco de interés
de un acontecimiento, pensamiento u acción a otro. Dicho de otro modo, no es que se pierda el interés
sino que está siendo siempre redirigido de un objeto o acontecimiento a otro.

El interés motiva las conductas de exploración, tanto ambientales como epistémicas (Berlyne, 1960).
Quizá si las personas vivieran en un mundo monótono que no cambiara nunca, no haría falta la emoción
de interés. Las personas y los animales, sin embargo, viven en un mundo lleno de novedad y cambio. El
cambio provoca la curiosidad y produce interés, lo que a su vez invita a la persona a que explore,
investigue y manipule el ambiente. El interés es lo que hace que la persona desee explorar dándole la
vuelta a las cosas, mirándola de arriba abajo y de dentro para fuera. El interés subyace también nuestro
deseo de ser creativos, de aprender y desarrollar nuestras competencias y habilidades. Resulta difícil
aprender un idioma extranjero, por ejemplo, sin el apoyo emocional que supone el interés.

14º parte

El riesgo del victimismo

Madurez interior

Todo hombre es un ser social, abierto a los demás. Para cualquier persona, los otros son una parte
importante de su vida. Su realización plena como persona está indefectiblemente ligada a otros, pues
todos sabemos que la felicidad depende en mucho de la calidad de nuestra relación con quienes
componen nuestro ámbito familiar, laboral, social, etc.

Sin embargo, no puede olvidarse que el hombre no sólo se relaciona con los demás, sino también
consigo mismo: mantiene una frecuente conversación en su propia interioridad, un diálogo que se
produce de forma espontánea con ocasión de las diversas vivencias o reflexiones personales que todo
hombre se hace de continuo.

Y ese diálogo interior puede ser estéril o fecundo, destructivo o constructivo, obsesivo o sereno.
Dependerá de cómo se plantee, de la clase de persona que se sea. Si uno tiene un mundo interior sano
y bien cultivado, ese diálogo será alumbrador, porque proporcionará luz para interpretar la realidad y será
ocasión de consideraciones muy valiosas. Si una persona, por el contrario, posee un mundo interior
oscuro y empobrecido, el diálogo que establecerá consigo mismo se convertirá, con frecuencia, en una
obsesiva repetición de problemas, referidos a pequeñas incidencias perturbadoras de la vida cotidiana:
en esos casos, como ha escrito Miguel Angel Martí, el mundo interior deja de ser un laboratorio donde se
integran los datos que llegan a él, y se convierte en un disco rayado que repite obsesivamente lo que con
más intensidad ha arañado últimamente nuestra afectividad.

La relación con uno mismo mejora al ritmo del grado de madurez alcanzado por cada persona. Las
valoraciones que hace una persona madura —tanto sobre su propia realidad como sobre la ajena—
suelen ser valoraciones realistas, porque ha aprendido a no caer fácilmente en esas idealizaciones
ingenuas que luego, al no cumplirse, producen desencanto. El hombre maduro sabe no dramatizar ante
los obstáculos que encuentra al llevar a cabo cualquiera de los proyectos que se propone. Su diálogo
interior suele ser sereno y objetivo, de modo que ni él mismo ni los demás suelen depararles sorpresas
capaces de desconcertarle. Mantiene una relación consigo mismo que es a un tiempo cordial y exigente.
Raramente se crea conflictos interiores, porque sabe zanjar sus preocupaciones buscando la solución
adecuada. Tiene confianza en sí mismo, y si alguna vez se equivoca no se hunde ni pierde su equilibrio
interior.

En las personas inmaduras, en cambio, ese diálogo interior de que hablamos suele convertirse en una
fuente de problemas: al no valorar las cosas en su justa medida —a él mismo, a los demás, a toda la
realidad que le rodea—, con frecuencia sus pensamientos le crean falsas expectativas que, al no
cumplirse, provocan conflictos interiores y dificultades de relación con los demás.

Una persona madura y equilibrada tiende a mirar siempre con afecto la propia vida y la de los otros.
Contempla toda la realidad que le rodea con deseo de enriquecimiento interior, porque quien ve con
cariño descubre siempre algo bueno en el objeto de su visión. El hombre que dilata y enriquece su
interior de esa manera, dilata y enriquece su amor y su conocimiento, se hace más optimista, más
alegre, más humano, más cercano a la realidad, tanto a la de los hombres como a la de las cosas.

Aprender a conocerse

Mientras lees esto, trata por un momento de tomar distancia sobre tí mismo. ¿Puedes mirarte a tí mismo
como si fueras otra persona? ¿Puedes definir, por ejemplo, el estado de ánimo en que te encuentras, tu
carácter, tus principales defectos o cualidades?

Piensa en cómo ha trabajado tu mente ante esas preguntas. Su capacidad de hacer eso que acaba de
hacer es específicamente humana. Los animales no la poseen. Esa autoconciencia nos permite evaluar
y aprender de nuestros propios procesos de pensamiento. Gracias a ella, también podemos crear,
reforzar o rechazar nuestros hábitos personales, nuestro carácter, nuestro modo de reaccionar ante las
cosas.

Usar con acierto de este privilegio humano nos permite examinar las claves de nuestra vida: conocerse a
uno mismo permite al hombre a convertirse en el artífice de su propia vida. Le hace posible vivir en clave
de autenticidad. Pone a su alcance esa posibilidad, tan decisiva, de ser fiel a lo mejor de uno mismo, de
vivir la propia vida como protagonista y no como un mero espectador.

Por eso la psicología y la filosofía han tratado con profusión sobre el conocimiento propio, subrayando
siempre la dificultad que encierra profundizar en él. Si ya a veces es difícil incluso reconocer la propia
voz en una grabación, o la propia figura en una fotografía o un vídeo en el que se nos ve de espaldas,
resulta siempre mucho más complejo reconocerse a uno mismo en las diversas facetas de la propia
personalidad.

El autoconocimiento supone siempre una labor ardua y que, en cierta forma, no acaba nunca. Nunca
acabaremos de conocernos del todo: el hombre tiene algo de misterio, siempre hay algo de él que se le
escapa, que va más lejos de su propia inteligencia. El hombre cuando dirige su mirada hacia sí mismo,
muchas veces tiene que dejarse llevar por suposiciones. Intuye la dirección por donde debe dirigirse a la
meta, pero con frecuencia desconoce la realidad misma de la meta. Podríamos decir que tiene de sí
mismo un conocimiento progresivo. Porque tampoco sería cierto hablar de desconocimiento. Quien se
esfuerza por conocerse, lo logra.

Y son precisamente las circunstancias de dificultad, si se saben afrontar juiciosamente, las que puede
dar lugar a marcos de referencia nuevos, a cambios fecundos en el modo de entender la propia vida,
cambios a través de los cuales podemos ver al mundo, a los demás y a uno mismo de un modo mucho
más humano.

Saber sacar de la dificultad una enseñanza responde siempre a una gran sabiduría. Y esto es aplicable a
la vida personal, a la vida familiar, a la profesional o a la de relación. La historia apenas conoce casos de
grandeza, de esplendor, o de verdadera creación, que hayan tenido su origen en la comodidad o la vida
fácil. "En la adversa fortuna suele descubrirse al genio, en la prosperidad se oculta", afirmaba Horacio.

La espiral de la queja

A menudo quizá nos descubrimos quejándonos de pequeños rechazos, de faltas de consideración o de


descuidos de los demás. Observamos en nuestro interior ese murmullo, ese gemido, ese lamento que
crece y crece aunque no lo queramos. Y vemos que cuanto más nos refugiamos en él, peor nos
sentimos; cuanto más lo analizamos, más razones aparecen para seguir quejándonos; cuanto más
profundamente entramos en esas razones, más complicadas se vuelven.

Es la queja de un corazón que siente que nunca recibe lo que le corresponde. Una queja expresada de
mil maneras, pero que siempre termina creando un fondo de amargura y de decepción.

Hay un enorme y oscuro poder en esa vehemente queja interior. Cada vez que una persona se deja
seducir por esas ideas, se enreda un poco más en una espiral de rechazo interminable. La condena a
otros, y la condena a uno mismo, crecen más y más. Se adentra en el laberinto de su propio
descontento, hasta que al final puede sentirse la persona más incomprendida, rechazada y despreciada
del mundo.

Además, quejarse es muchas veces contraproducente. Cuando nos lamentamos de algo con la
esperanza de inspirar pena y así recibir una satisfacción, el resultado es con frecuencia lo contrario de lo
que intentamos conseguir. La queja habitual conduce a más rechazo, pues es agotador convivir con
alguien que tiende al victimismo, o que en todo ve desaires o menosprecios, o que espera de los demás
—o de la vida en general— lo que de ordinario no se puede exigir. La raíz de esa frustración está no
pocas veces en que esa persona se ve autodefraudada, y es difícil dar respuesta a sus quejas porque en
el fondo a quien rechaza es a sí misma.

Una vez que la queja se hace fuerte en alguien —en su interior, o en su actitud exterior—, esa persona
pierde la espontaneidad hasta el punto de que la alegría que observa en otros tiende a evocar en ella un
sentimiento de tristeza, e incluso de rencor. Ante la alegría de los demás, enseguida empieza a
sospechar. Alegría y resentimiento no puede coexistir: cuando hay resentimiento, la alegría, en vez de
invitar a la alegría, origina un mayor rechazo.

Esa actitud de queja es aún más grave cuando va asociada a una referencia constante a la propia virtud,
al supuesto propio buen hacer: "Yo hago esto, y lo otro, y estoy aquí trabajando, preocupándome de
aquello, intentando eso otro... y en cambio él, o ella, mientras tanto, se despreocupan, no hacen nada
útil, van a lo suyo, son así o asá...".

Como ha escrito Henri J.M.Nouwen, son quejas y susceptibilidades que parecen estar misteriosamente
ligadas a elogiables actitudes en uno mismo. Todo un estilo patológico de pensamiento que desespera
enormemente a quien lo sufre. Justo en el momento en que quiere hablar o actuar desde la actitud más
altruista y más digna, se encuentra atrapado por sentimientos de ira o de rencor. Cuanto más
desinteresado pretende ser, más se obsesiona en que se valore lo que él hace. Cuanto más se esmera
en hacer todo lo posible, más se pregunta por qué los demás no hacen lo mismo que él. Cuanto más
generoso quiere mostrarse, más envidia siente por quienes se abandonan en el egoísmo.

Cuando se cae en esa espiral de crítica y de reproche, todo pierde su espontaneidad. El resentimiento
bloquea la percepción, manifiesta envidia, se indigna constantemente porque no se le da lo que, según
él, merece. Todo se convierte en sospechoso, calculado, lleno de segundas intenciones. El más mínimo
movimiento reclama un contramovimiento. El más mínimo comentario debe ser analizado, el gesto más
insignificante debe ser evaluado. La vida se convierte en una estrategia de agravios y reivindicaciones.
En el fondo de todo aparece constantemente un yo resentido y quejoso.

¿Cuál es la solución a esto? Obviamente, lo ideal es integrar los diversos roles del Ego, pero mientras se
va avanzando en ese trabajo interno, quizás lo mejor sea esforzarse en dar más entrada en uno mismo a
la confianza y a la gratitud. Sabemos que gratitud y resentimiento no pueden coexistir. La disciplina de la
gratitud es un esfuerzo explícito por recibir con alegría y serenidad lo que nos sucede. La gratitud implica
una elección constante. Puedo elegir ser agradecido aunque mis emociones y sentimientos primarios
estén impregnados de dolor. Es sorprendente la cantidad de veces en que podemos optar por la gratitud
en vez de por la queja. Hay un dicho estonio que dice: "Quien no es agradecido en lo poco, tampoco lo
será en lo mucho". Los pequeños actos de gratitud le hacen a uno agradecido. Sobre todo porque, poco
a poco, nos hacen a uno ver que, si miramos las cosas con perspectiva, al final nos damos cuenta de
que todo resulta ser para bien.

La carcoma de la envidia

Cervantes llamó a la envidia "carcoma de todas las virtudes y raíz de infinitos males. Todos los vicios —
añadía— tienen un no sé qué deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y
rabia". Es uno de los roles más perniciosos del Ego.

La envidia no es la admiración que sentimos hacia algunas personas, ni la codicia por los bienes ajenos,
ni el desear tener las dotes o cualidades de otro. Es otra cosa.

La envidia es entristecerse por el bien ajeno. Es quizá uno de los vicios más estériles y que más cuesta
comprender y, al tiempo, también probablemente de los más extendidos, aunque nadie presuma de ello
(de otros vicios sí que presumen muchos).

La envidia va destruyendo —como una carcoma— al envidioso. No le deja ser feliz, no le deja disfrutar
de casi nada, pensando en ese otro que quizá disfrute más. Y el pobre envidioso sufre mientras se
ahoga en el entristecimiento más inútil y el más amargo: el provocado por la felicidad ajena.

El envidioso procura aquietar su dolor disminuyendo en su interior los éxitos de los demás. Cuando ve
que otros son más alabados, piensa que la gloria que se tributa a los demás se la están robando a él, e
intenta compensarlo despreciando sus cualidades, desprestigiando a quienes sabe que triunfan y
sobresalen. A veces por eso los pesimistas son propensos a la envidia.

Wilde decía que "cualquiera es capaz de compadecer los sufrimientos de un amigo, pero que hace falta
un alma verdaderamente noble para alegrarse con los éxitos de un amigo". La envidia nace de un
corazón torcido, y para enderezarlo se precisa de una profunda cirugía, y hecha a tiempo.

Para superar la envidia, es preciso esforzarse por captar lo que de positivo hay en quienes nos rodean:
proponerse seriamente despertar la capacidad de admiración por la gente a la que conocemos.

Hay muchas cosas que admirar en las personas que nos rodean. Lo que no tiene sentido es
entristecerse porque son mejores, entre otras cosas porque entonces estaríamos abocados a una
tristeza permanente, pues es evidente que no podemos ser nosotros los mejores en todos los aspectos.

La envidia lleva también a pensar mal de los demás sin fundamento suficiente, y a interpretar las cosas
aparentemente positivas de otras personas siempre en clave de crítica. Así, el envidioso llamará ladrón y
sinvergüenza a cualquiera que triunfe en los negocios; o interesado y adulador a aquél que le está
tratando con corrección; o, como muestra de envidia más refinada, al hablar de ése que es un deportista
brillante, reconocido por todos, dirá: "ese imbécil, ¡qué bien juega!".

Admirarse de las dotes o cualidades de los demás es un sentimiento natural que los envidiosos ahogan
en la estrechez de su corazón.

El confort de la derrota

El victimista suele ser un modelo humano mezquino, de poca vitalidad, dominado por su afición a
renegar de sí mismo, a retirarse un poco de la vida. Una mentalidad que —como ha señalado Pascal
Bruckner— hace que todas las dificultades del vivir del hombre, hasta las más ordinarias, se vuelvan
materia de pleito. El victimista se autocontempla con una blanda y consentidora indulgencia, tiende a
escapar de su verdadera responsabilidad, y suele acabar pagando un elevado precio por representar su
papel de maltratado habitual.

El victimista difunde con enorme intensidad algo que podríamos llamar cultura de la queja, una
mentalidad que —de modo más o menos directo— intenta convencernos de que somos unos
desgraciados que, en nuestra ingenuidad, no tenemos conciencia de hasta qué punto nos están tomando
el pelo.

El éxito del discurso victimista procede de su carácter incomprobable: no es fácil confirmarlo, pero
tampoco desmentirlo. Es una actitud que induce a un morboso afán por descubrir agravios nimios, por
sentirse discriminado o maltratado, por achacar a instancias exteriores todo malo que nos sucede o nos
pueda suceder.

Y como esta mentalidad no siempre logra alcanzar los objetivos que tanto ansía, conduce a su vez con
facilidad a la desesperación, al lloriqueo, al vano conformismo ante el infortunio. Y en vez de luchar por
mejorar las cosas, en vez de poner entusiasmo, esas personas compiten en la exhibición de sus
desdichas, en describir con horror los sufrimientos que soportan.

La cultura de la queja tiende a engrandecer la más mínima adversidad y a transformarla en alguna forma
de victimismo. Surge una extraña pasión por aparecer como víctima, por denunciar como perversa la
conducta de los demás. Para las personas que caen en esta actitud, todo lo que les hacen a ellos es
intolerable, mientras que sus propios errores o defectos son sólo simples futilezas sin importancia que
sería una falta de tacto señalar.

Hay básicamente dos maneras de tratar un fracaso profesional, familiar, afectivo, o del tipo que sea. La
primera es asumir la propia culpa y sacar las conclusiones que puedan llevarnos a aprender de ese
tropiezo. La segunda es afanarse en culpar a otros, buscar denodadamente responsables de nuestra
desgracia. De la primera forma, podemos adquirir experiencia para superar ese fracaso; de la segunda,
nos disponemos a volver a caer fácilmente en él, volviendo a culpar a otros y eludiendo un sano examen
de nuestras responsabilidades.

Cuando una persona tiende a pensar que casi nunca es culpable de sus fracasos, entra en una espiral
de difícil salida. Una espiral que anula esa capacidad de superación que siempre ha engrandecido al
hombre y le ha permitido luchar para domesticar sus defectos; un círculo vicioso que le sumerge en el
conformismo de la queja recurrente, en la que se encierra a cal y canto. La victimización es el recurso del
atemorizado que prefiere convertirse en objeto de compasión en vez de afrontar con decisión lo que le
atemoriza.

Una vieja especie: el opinador

El opinador es un personaje que acostumbra a opinar sobre cualquier cuestión, y con una soltura
olímpica. No es que sepa mucho de muchas cosas, pero habla de todas ellas con un aplomo que llama
la atención. Nada escapa del perspicaz análisis que hace desde la atalaya de su genialidad.

¿Es que acaso no tengo libertad para opinar?, dirá nuestro personaje. Y darán ganas de responderle:
libertad sí que tienes, lo que te falta es cabeza; porque la libertad, sin más, no asegura el acierto.

Pertenecer al sector crítico y contestatario es para esas personas la mismísima cima de la objetividad.

Es cierto, indudablemente, que la crítica puede hacer grandes servicios a la objetividad. Pero la crítica,
para ser positiva, ha de atenerse a ciertas pautas. Detrás de una actitud de crítica sistemática suelen
esconderse la ignorancia y la cerrazón. Si hay algo difícil en la vida es el arte de valorar las cosas y
hacer una crítica. No se puede juzgar a la ligera, sobre indicios o habladurías, o sobre valoraciones
precipitadas de las personas o los problemas.

La crítica debe analizar lo bueno y lo malo, no sólo subrayar y engrandecer lo negativo. Un crítico no es
un acusador, alguien que se opone sistemáticamente a todo. Para eso no hacer falta pensar mucho,
bastaría con defender sin más lo contrario a lo que se oye, y eso lo puede hacer cualquiera sin
demasiadas luces. Además, también es muy cómodo, como hacen muchos, atacar a todo y a todos sin
tener que defender ellos ninguna posición, sin molestarse en ofrecer una alternativa razonable —no
utópica— a lo que se censura o se ataca.

Además, quienes están todo el día hablando mal de los demás, tienen que amargarse ellos también un
poco la vida. Parece como si vivieran proyectando su amargura alrededor. Como si de su desencanto
interior sobrenadaran vaharadas de crispación que les envuelven por completo. Les disgusta el mundo
que les rodea, pero quizá sobre todo les disgusta el que tienen dentro. Y como son demasiado orgullosos
para reconocer culpas dentro de ellos, necesitan buscar culpables y los encuentran enseguida.

La retórica victimista

Tratar de eliminar el sufrimiento a toda costa significa casi siempre agravarlo, pues a medida que se
huye de él nos va ganando terreno. Hay un curioso fatalismo en esa obsesiva alergia al más mínimo
dolor (no muy distinto al de la resignación pasiva y tonta ante la desgracia), pues, aun siendo lógico y
sensato evitar el sufrimiento inútil, hay una dificultad vital inherente a nuestra condición de hombres, una
dosis de riesgo y de dureza sin los que la existencia humana no puede desarrollarse con plenitud.

Quiero con esto decir que nuestros reveses, nuestros pequeños naufragios, hasta nuestros peores
enemigos, nos ayudan a curtirnos, nos obligan a activar en nuestro interior yacimientos de dinamismo, de
coraje, de habilidades insospechadas. La fortaleza del carácter de una persona, su valía, tiene bastante
relación con la cantidad de dificultades que esa persona sabe encajar sin sucumbir. Los obstáculos y las
contrariedades le invitan a superarse, le impulsan a elevarse por encima del temor y la pusilanimidad.

Una vida pródiga en dificultades suele producir personalidades más ricas que las que han sido formadas
en la comodidad o la abundancia. No es que haya que desear la miseria o la contrariedad, pero es
peligroso llevar una vida demasiado cómoda, o ablandarse demasiado ante las propias penas, o
encerrarse en el papel de víctima.

Decir que uno sufre mucho cuando objetivamente apenas se está sufriendo, es quedar desarmado antes
de entrar en batalla, hacerse a uno mismo incapaz de afrontar un sufrimiento verdadero. Quienes tienden
a pensar así necesitan salir de ese error alimentando pensamientos que estimulen su energía interior,
que generen alegría y entusiasmo. Tienen necesidad de cultivar la vivacidad, el dinamismo, una valentía
serena.

A la retórica victimista, que tiende a agotarse con sólo explicarse a sí misma, hay que responder
buscando soluciones razonables, alternativas viables. Y para eso hay que empezar por expresar las
dificultades en términos que admitan la propia superación. Porque uno de los primeros efectos de la
tediosa machaconería sobre los propios problemas es que nos impide distinguir bien entre lo nosotros
podemos cambiar y lo que está fuera de nuestro alcance: en la obsesión victimista todas las
adversidades se viven como una sentencia inapelable de un negro destino.

El hombre se hace grande cuando no permanece encastillado dentro de sí, sino que se empeña en algo
que le lleva a superarse. Cuando se rinde ante los efluvios del conformismo, se rebaja; cuando se refugia
en el egoísmo, se rebaja también. Si se obsesiona por protegerse hasta de la más mínima contrariedad,
se acabará encontrando de bruces con una fragilidad vital que ahoga y abruma.

Hay otro estilo victimista mucho más hostil, que en nombre de las desgracias del pasado, de todo lo que
está sufriendo o ha sufrido con anterioridad, se arroga una especie de patente de inmunidad con la que
justifican una actitud agresiva, o incluso violenta.

Para esas personas, invocar el recuerdo de las desgracias pasadas es como una inmensa caja de
caudales sin fondo de donde extraen un flujo inagotable de resentimientos, o incluso de ira, odio y deseo
de venganza. Y si alguien reprocha su actitud, a lo mejor admite que lo suyo no es muy ejemplar, pero
enseguida replica que sus padecimientos pasados le han ganado el derecho a esa leve incorrección, o al
menos la disculpan.

Su susceptibilidad les lleva a reaccionar con crispación ante la más mínima crítica. El menor reparo que
se ponga a sus acciones es inmediatamente elevado a la consideración de gran ofensa. Enseguida ven
malas intenciones en las personas que están a su alrededor y, progresivamente, en todo el mundo. Por
doquier intuyen complots y hostilidad. Están persuadidos de ser objeto de desprecios y vejaciones sin
tregua ni descanso. En los casos más extremos, piensan que el mundo entero los sataniza (he ahí la
curiosa paradoja del satanizador satanizado) y, aquejados de una sorprendente megalomanía, tienen
constantemente presente el pensamiento de la conspiración.

El síndrome del complot suele designar un culpable, y origina dos posibles actitudes. De renuncia y
pasividad (para qué hacer nada si una fuerza tan poderosa está tramando tales cosas contra nosotros), o
bien de agresividad contra el supuesto culpable.

Lo peor es cuando estos síndromes de persecución se traducen en airadas acusaciones contra los
supuestos ofensores, pues suelen ser como el aviso de comienzo de una jugada maestra: acusar de una
ofensa —ficticia—, sencillamente para anticipar la que —bien real— pretenden ellos llevar a cabo. A
partir de ahí, envuelven su agresión con un manto de candidez: lo único que hacen es defenderse.

Uno de los peores inconvenientes de todo esto es que la idea de la conspiración es difícilmente refutable,
pues resulta muy fácil dar la vuelta a cualquier argumento transformándolo en prueba de la omnipotencia
o sutileza de los conspiradores. Además, sentirse víctima de una conspiración es una tentadora y
sugerente manera de eludir la crítica, y para algunos supone un curioso consuelo añadido: creerse
suficientemente importantes como para que unos malvados pretendan arruinar su vida.

Otro nefasto efecto de este fenómeno del victimismo agresivo está en que, al suscitar una mentalidad de
venganza, cuando ésta se lleva a cabo induce con facilidad reacciones similares en el otro, que se siente
también —y casi siempre con más razón— víctima inocente de una agresión. De esta manera, el veneno
del victimismo se inocula en el otro con la pelea, y va extendiéndose en cada nuevo escalón del
resentimiento: cuánta razón teníamos en sospechar que era un sinvergüenza, fíjate lo que nos ha hecho.
Se produce así un mimetismo victimista, que confiere a las dos partes enfrentadas la misma impresión
de ser personas eterna e injustamente maltratadas.

Cuando se invocan padecimientos pasados para justificar actitudes que, por mucho que se adornen,
respiran el hedor del resentimiento y el deseo de vengarse, lo más sensato es desconfiar de esas
personas: lo más probable es que busquen cargarse de argumentos para repetir, en cuanto puedan, las
mismas acciones que lamentan haber sufrido.

Tener presente los dolores del pasado es, en principio, algo enriquecedor. Pero esa memoria puede
pervertirse si se deja impregnar de rencor o enemistad. Cuando el recuerdo nos lleva de forma obsesiva
a reavivar viejos sufrimientos, a reabrir heridas del pasado buscando legitimar un oscuro deseo de
resarcimiento, entonces la memoria se vuelve esclava del agravio, y se convierte en una potencia que
reaviva tensiones, exacerba la animosidad, e incluso reconstruye el pasado o lo reescribe acumulando
supuestos motivos a su favor.

Siempre se pueden encontrar motivos por los que sentirse incapaces de superar las desavenencias
recíprocas. Para vivir en buena sintonía con los demás, debemos trazar una raya sobre nuestras
disensiones de antaño, dejar que el pasado entierre los odios y sus pendencias. No se trata simplemente
de olvidar, sino de perdonar y de aprender a evitar que se repitan esos errores, de oponerse con firmeza
a ellos. El perdón es lo que deja paso al presente y al futuro, a quienes no desean cargar sobre sus
hombros con el terrible peso de los antiguos resentimientos.

15º parte

EL SIGNIFICADO Y ALCANCE
DE LA EUFORIA

La euforia, mientras dura, favorece la capacidad de pensar con flexibilidad y con mayor complejidad,
haciendo que resulte más fácil encontrar soluciones a los problemas, ya sean intelectuales o
interpersonales. Esto sugiere que una forma de ayudar a alguien a analizar un problema es contarle un
episodio gracioso.

La risa, al provocar euforia, parece ayudar a las personas a pensar con mayor amplitud y a asociar más
libremente, notando las relaciones que de otro modo podrían habérseles escapado: una habilidad mental
importante no sólo para la creatividad, sino para reconocer relaciones complejas y para prever las
consecuencias de una decisión determinada.

Los beneficios intelectuales de una buena carcajada son más sorprendentes cuando se trata de resolver
un problema que requiere una solución creativa.

Un estudio descubrió que las personas que acababan de ver por televisión un video de bloopers
resolvieron mejor un rompecabezas que los psicólogos utilizan hace tiempo para evaluar el pensamiento
creativo. En la prueba se da a las personas una vela, fósforos y una caja de chinches, y se les pide que
sujeten la vela a una pared de corcho para que arda sin que la cera caiga al suelo. La mayor parte de las
personas a las que se plantea este problema incurren en una ‘rigidez funcional’, y piensan en utilizar los
objetos de la forma más convencional. Pero aquellos que acababan de ver el video de los bloopers
-comparados con otros que habían visto una película sobre un tema de matemáticas, o que habían
trabajado en ellas- tuvieron más probabilidades de encontrar un uso alternativo para la caja de las
chinches y así alcanzaron una solución creativa: con las chinches sujetaron la caja a la pared y la
utilizaron como candelabro.

Además, diversos estudios científicos han demostrado que el buen humor nos beneficia en otros muchos
sentidos:

· Nos da resistencia ante los problemas. En un estudio de la Universidad de Chicago encontraron


que las personas optimistas consideraban los cambios como un desafío y no como una catástrofe, se
mostraban atentos con el resto de las personas, y sentían que controlaban sus vidas. Quizás por esta
razón, los presos y las víctimas de campos de concentración sufren tanto, dado que pierden parte de su
capacidad de autocontrol.

· Fomenta la creatividad y el aprendizaje. Los niños aprenden con mayor facilidad y eficacia en un
ambiente agradable. También se sabe, a raíz del estudio elaborado por el psiquiatra Arnold Ludwig en la
Universidad de Kentucky (Estados Unidos), que entre un período depresivo y otro se suele disfrutar de
una etapa especialmente optimista y, según Ludwig, es precisamente ahí cuando la mayoría de los
genios han creado sus mejores obras.

· Ayuda a superar el estrés. El neurólogo William Fry, de la Universidad de Stanford, subraya el


efecto estimulante de la euforia en la circulación sanguínea, en la respiración y, sobre todo, en la
oxigenación de nuestro cuerpo. Una simple sonrisa es ya capaz de provocar una secreción mayor de
endorfinas, encargadas de producirnos bienestar.

· Previene infartos. Cuando en la última década se investigó la causa del aumento de ataques al
corazón en un pequeño barrio ítalo-americano de Pennsylvania (Estados Unidos), donde la dieta no
había variado en los últimos cincuenta años, se determinó que la causa era la emigración de los más
jóvenes en busca de trabajo. A medida que se aflojaban las relaciones familiares, el corazón hacía lo
mismo.

· Fortalece el sistema inmunológico. Arthur Stone, psiconeurólogo norteamericano, encontró en la


mucosa nasal de las personas más sonrientes una mayor cantidad de inmunoglobulina A, una sustancia
que refuerza las defensas del organismo. Además, según el Dr. César Díaz-Carrera, "en estados de
satisfacción, el timo –una glándula situada entre el esternón y el corazón– fabrica más timina, uno de los
componentes que contienen los fármacos antidepresivos y que además nos hace resistentes contra las
enfermedades", explica.

En resumen, la euforia es sanadora, tanto del alma como del cuerpo.

16º parte

Identificar las emociones es el primer paso para controlarlas.

No suele ser fácil, explicar una emoción, porque esto implica realizar una transpolación de algo
emocional al sistema racional, poner en palabras algo eminentemente no verbal. Por lo tanto, no se
preocupen; acepten simplemente el nombre de la emoción en caso de que resulte difícil definir el
concepto.

Vergüenza, estupor, esperanza, tristeza, envidia, tranquilidad, entusiasmo, solidaridad, enojo, serenidad,
duelo, resignación, dolor, resentimiento, desprecio, rencor, desidia, rechazo, desesperación, recelo,
deseo, rabia, prepotencia, desconsuelo, desconfianza, placer, desconcierto, pesimismo, desánimo,
pasión, desamparo, pánico, depresión, paciencia, decepción, optimismo, curiosidad, omnipotencia, culpa,
odio, congoja, obstinación, confusión, nostalgia, confianza, miedo, compasión, mezquindad, cólera,
melancolía, celos, ira, cariño, insatisfacción, asombro, rencor, asco, indignación, apatía, impotencia,
ansiedad, impaciencia, angustia, hostilidad, amor, frustración, alivio, éxtasis, alegría, excitación,
aburrimiento, euforia.

Aclaro que estas no son todas las emociones, pero quizás alcance la lista para que tengan un concepto
más amplio de las mismas.

17º parte
La Inteligencia Emocional
y la inteligencia estandarizada

El entusiasmo respecto del concepto de la inteligencia emocional (CE) comienza a partir de sus
consecuencias para la crianza y educación de los hijos, pero se extiende al lugar de trabajo y
prácticamente a todas las relaciones y encuentros humanos. Los estudios muestran que las mismas
capacidades de CE que dan como resultado que un niño sea considerado como un estudiante entusiasta
por su maestra o sea apreciado por sus amigos en el patio de recreo, también lo ayudarán dentro de
veinte años en su trabajo o matrimonio.

Aún cuando el término Inteligencia Emocional ha comenzado a utilizarse comúnmente en forma reciente
la investigación en esta área no es un fenómeno nuevo. En los últimos cincuenta años se han llevado a
cabo miles de estudios relacionados con el desarrollo de las capacidades del CE en los niños.
Lamentablemente, solo unos pocos lograron encontrar una aplicación concreta debido en general a un
cisma entre el mundo académico de paradigmas estadísticos cuidadosamente planificados y el mundo
del docente y el profesional de la salud mental directamente enfrentados a los problemas cotidianos.
Pero ya no nos podemos permitir el lujo de criar y educar hijos basándose meramente en la intuición o en
la “aplicación correcta de una política.”

CE frente a CI

Los científicos sociales siguen discutiendo sobre que es lo que constituye con exactitud el CI de una
persona, pero la mayoría de los profesionales convienen en que puede medirse mediante test de
inteligencia estandarizada tales como el de las Escalas de Inteligencia de Wehsler, que mide tanto la
capacidad verbal como no verbal, incluyendo memoria, el vocabulario, la comprensión, el razonamiento
abstracto, la percepción, el procesamiento de la información y las capacidades visuales y motoras. Se
considera que el “factor inteligencia general” derivado de estas escalas – lo que se denomina CI – es
extremamente estable después de que un niño cumple los seis años y suele relacionarse con los otros
test de aptitud tales como las pruebas de admisión universitaria.

El significado de CE resulta más confuso. Salovey y Myer fueron los primeros en definir la inteligencia
emocional como:

“Un subconjunto de la inteligencia social que comprende la capacidad de controlar los sentimientos y
emociones propios así como los de los demás, de discriminar entre ellos y utilizar esta información para
guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones.”

Se oponen al uso del término CE como sinónimo de inteligencia emocional, temiendo que lleve a la gente
a pensar erróneamente que existe un test preciso para medir el CE o, incluso, que puede llegar a
medirse de alguna manera. Aunque no podemos medir con facilidad gran parte de los rasgos sociales y
dela personalidad, tales como la amabilidad, la confianza en sí mismo o el respeto por los demás, lo que
se puede es reconocerlos y ponernos de acuerdo en su importancia.

Para Daniel Goleman el término “Inteligencia Emocional” se refiere a “la capacidad de reconocer
nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones” en nosotros
mismos y en nuestras relaciones. Describe aptitudes complementarias, pero distintas, de la inteligencia
académica, las habilidades puramente cognitivas medidas por el CI.

Asimismo, agrega que los dos tipos de inteligencia expresan la actividad de diferentes partes del cerebro.
El intelecto se basa únicamente en el funcionamiento de la neocorteza, las capas de la parte superior,
evolucionadas en tiempos más recientes. Los centros emocionales están más abajo, en la subcorteza,
más antigua, la inteligencia emocional involucra estos centros emocionales, trabajando de común
acuerdo con los intelectuales.

La popularidad del libro de Goleman y la atención que despertó en los medios, prueba que la gente
comprende en forma intuitiva el significado y la importancia dela inteligencia emocional, y reconoce el CE
como un sinónimo abreviado de este concepto, de la misma forma en que se reconoce al CI como
sinónimo de la inteligencia cognoscitiva.

Las capacidades del CE no se oponen al CI o a las capacidades cognoscitivas sino que interactúa en
forma dinámica en un nivel conceptual y en el mundo real. Idealmente, una persona puede destacarse
tanto en sus capacidades cognoscitivas como en las sociales y emocionales. Tal vez, la distinción más
importante entre el CI y el CE es que el último no lleva una carga genética tan marcada, lo cual permite
que padres y educadores partan del punto en el que la naturaleza ya no incide para determinar las
oportunidades de éxito de un hijo o alumno.

UN CI ELEVADO, PERO UN CE BAJO

Durante la segunda mitad del siglo XX, se suscitó un interés sin precedentes en el bienestar de los hijos
y los padres han reconocido que las interacciones diarias pueden ejercer una influencia profunda en su
vida. La mayoría busca ofrecerles oportunidades de enriquecimiento, suponiendo que el hecho de
hacerlos más inteligentes hará que tengan más probabilidades de éxito.

En estudios recientes, se indica que la tarea orientada a volver más inteligentes a los niños ha obtenido
resultados sin precedentes o por lo menos se desempeñan mejor en los test de CI estandarizados. De
acuerdo con James R. Flynn, un académico en filosofía política de la Universidad de Otago, Nueva
Zelandia, el CI ha aumentado veinte puntos desde que fue medido por primera vez a principios de este
Siglo.

Sin embargo, y en forma paradójica, mientras que cada generación de niños parece volverse más
inteligente, sus capacidades emocionales y sociales disminuyen vertiginosamente. Si medimos el CE por
medio de la Salud Mental y Estadísticas sociológicas, se pueden observar de muchas maneras que los
niños y adolescentes de hoy están peor que los de las generaciones anteriores. Así, por ejemplo, Martín
Seligman en su libro “El niño optimista”, describe a la depresión como una epidemia que ha aumentado
casi diez veces entre los niños y adolescentes en los últimos cincuenta años y que se está produciendo
ahora a edades más tempranas.

En general, durante la mayor parte de este siglo, los científicos han rendido pleitesía al hardware del
cerebro y al software de la mente, los desordenados atributos del corazón han sido relegados a los
poetas. Sin embargo, es posible que la teoría cognoscitiva no pueda explicar las interrogantes que nos
intrigan:

¿Por qué algunas personas simplemente parecen tener un talento especial para vivir bien?

¿Por qué el alumno más listo de la clase probablemente no terminará siendo el mejor profesional?

¿Por qué algunas personas nos caen bien a primera vista en tanto que desconfiamos de otras?

¿Por qué algunas personas siguen mostrándose optimistas cuando afrontan problemas que hundirán a
una personas menos animosa?

En pocas palabras, ¿qué cualidades de la mente o el espíritu determinan el éxito?

Hoy en día los investigadores tienden a aceptar que el CI cuneta cerca del 20%, el resto depende de
múltiples factores, entre lo que se incluyen los relacionados con la inteligencia emocional:

Ø Reconocer las propias emociones. Poder hacer una apreciación y dar nombre a las propias
emociones es uno de los sillares de la inteligencia emocional, en el que se fundamentan la mayoría de
las otras cualidades emocionales. Solo quien sabe por que se siente como se siente puede manejar sus
emociones, moderarlas y ordenarlas de manera consciente.
Ø Saber manejar las propias emociones. Emociones como el miedo, la ira o la tristeza son
mecanismos de supervivencia que forman parte de nuestro bagaje básico emocional. No podemos elegir
nuestras emociones. No se pueden simplemente desconectar o evitar. Pero está en nuestro poder
conducir nuestras reacciones emocionales y completar o sustituir el programa de comportamiento
congénito primario, como el deseo o la lucha por formas de comportamiento aprendidas civilizadas como
el flirteo o la ironía. Lo que hagamos con nuestras emociones, el hecho de manejarlas de forma
inteligente, depende de la inteligencia emocional.
Ø Utilizar el potencial existente. “ Un 10 por 100 de inspiración, un 90 por 100 de esfuerzo”, esta
sentencia popular da en el clavo: un elevado cociente intelectual, por sí solo no nos convierte ni en el
primero de la clase, ni en el Premio Nobel. Los verdaderos buenos resultados requieren cualidades como
la perseverancia, disfrutar aprendiendo, tener confianza en uno mismo y ser capaz de sobreponerse a
las derrotas.
Ø Saber ponerse en el lugar de los demás. Los estudios sobre la comunicación parten de la base
de que alrededor del 90 por 100 de la comunicación emocional se produce sin palabras. La empatía ante
otras personas requiere la predisposición a admitir las emociones, escuchar con concentración y ser
capaz también de comprender pensamientos y sentimientos que no se hayan expresado verbalmente.
Ø Crear relaciones sociales. En todo contacto con otras personas entran en juego las
capacidades sociales: en el trato con los clientes, en la discusión con la pareja, en las relaciones padres
e hijos. Que tengamos un trato satisfactorio con las demás personas depende, entre otras cosas, de
nuestra capacidad de crear y cultivar las relaciones, de reconocer los conflictos y solucionarlos, de
encontrar el tono adecuado y de percibir los estados de ánimo del interlocutor.

Como se observa, la Inteligencia Emocional plantea un nuevo paradigma:


Nos obliga a armonizar cabeza y corazón.

Inteligencia Académica e Inteligencia Emocional

El antiguo Paradigma sostenía un ideal de Razón, liberado de la Tensión Emocional.


Esto lo sintetiza el Dr. Damasio, Neurólogo de la Universidad de Iowa:
“El cerebro emocional esta tan comprometido en el razonamiento como lo está el cerebro pensante. En
cierto sentido tenemos dos cerebros, dos mentes y dos clases diferentes de inteligencia: La RACIONAL y
la EMOCIONAL. Nuestro desempeño en esta vida esta determinada por ambas. NO ES SOLO EL
COCIENTE INTELECTUAL, SINO TAMBIEN LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.

En efecto, el INTELECTO no puede operar de manera óptima sin la I. E. Cuando estos socios
interactúan positivamente la inteligencia emocional aumenta lo mismo que la capacidad intelectual.
Lo anterior invierte la antigua TENSIÓN ENTRE RAZÓN Y SENTIMIENTO.
No se trata de suprimir la emoción y colocar en su lugar la RAZÓN, como afirmaba ERASMO, sino
encontrar el equilibrio inteligente entre ambas.

En síntesis:
La vida emocional es un ámbito que, al igual que la matemática y la lectura, puede manejarse con mayor
o menor destreza y requiere un singular conjunto de habilidades. Como ser capaz de motivarse y
persistir frente a las decepciones, controlar el impulso de las gratificaciones, regular el humor y evitar que
sus trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía y mantener la esperanza en
situaciones difíciles o imprescindibles.

La inteligencia es el término global mediante el cual se describe una propiedad de la mente en la que se
relacionan habilidades tales como las capacidades del pensamiento abstracto, el entendimiento, la
comunicación, el raciocinio, el aprendizaje, la planificación y la solución de problemas. El diccionario de
la Real Academia Española de la lengua define la inteligencia (del latín intellegentĭa), entre otras
acepciones como la "capacidad para entender o comprender" y como la "capacidad para resolver
problemas".1 La inteligencia parece estar ligada a otras funciones mentales como la percepción, o
capacidad de recibir información, y la memoria, o capacidad de almacenarla.2

El Pensador, de Auguste Rodin.


Contenido [ocultar]
1 Etimología
2 Definir la inteligencia
3 Ámbito psicológico
3.1 Definiciones
3.1.1 Definición diferencial de la American Psychological Association
3.1.2 Definición general del Mainstream Science on Intelligence
3.2 Teorías
3.2.1 Inteligencias múltiples
3.2.2 Teoría triárquica de la inteligencia
3.2.3 Inteligencia emocional
4 Intentos de medir la inteligencia
4.1 Controversias
4.2 Sociedades de superdotados en el mundo
5 Teoría de la emergencia evolutiva
5.1 Evidencias
5.2 Grados
5.3 Inteligencia primaria
5.4 Inteligencia humana
6 Desarrollo de la inteligencia
6.1 Principio de lateralidad
7 Véase también
8 Referencias y notas
9 Enlaces externos
[editar]Etimología

La palabra inteligencia proviene del latín, intellegentia, que proviene de intellegere, término compuesto
de inter 'entre' y legere 'leer, escoger', por lo que, etimológicamente, inteligente es quien sabe leer o
escoger.
La palabra inteligencia fue introducida por Cicerón para significar el concepto de capacidad intelectual.
Su espectro semántico es muy amplio, reflejando la idea clásica según la cual, por la inteligencia el
hombre es, en cierto modo, todas las cosas.
[editar]Definir la inteligencia

Definir qué es la inteligencia es siempre objeto de polémica; ante un escenario tan diversificado de
opiniones Vernon (1960) sugirió una clasificación de las principales definiciones. La misma se hizo en
base a tres grupos: las psicológicas, mostrando la inteligencia como la capacidad cognitiva, de
aprendizaje, y relación; las biológicas, que consideran la capacidad de adaptación a nuevas situaciones;
y las operativas, que son aquellas que dan una definición circular diciendo que la inteligencia es
"...aquello que miden las pruebas de inteligencia". Además, el concepto de inteligencia artificial generó
hablar de sistemas, y para que se pueda aplicar el adjetivo inteligente a un sistema, éste debe poseer
varias características, tales como la capacidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de
manera abstracta, comprender ideas y lenguajes, y aprender.
Tal diversidad indica el carácter complejo de la inteligencia, la cual sólo puede ser descrita parcialmente
mediante enumeración de procesos o atributos que, al ser tan variados, hacen inviable una definición
única y delimitada, dando lugar a singulares definiciones, tales como: «la inteligencia es la capacidad de
adquirir capacidad», de Woodrow, o «la inteligencia es lo que miden los test de inteligencia», de
Bridgman.
[editar]Ámbito psicológico

[editar]Definiciones
Las definiciones psicológicas han sido elaboradas bajo diversas perspectivas:
la psicología experimental, se ocupa del pensamiento y de la solución de problemas, las leyes generales
cognoscitivas y el comportamiento inteligente;
la psicología diferencial, de carácter psicométrico, trata de medir y explicar las diferencias entre las
personas y fundamentar la elaboración de diagnósticos y pronósticos;
la psicología genética, estudia los procesos de constitución y desarrollo del ser humano.
[editar]Definición diferencial de la American Psychological Association
La American Psychological Association (APA), una organización científica y profesional de psicólogos de
EEUU, lo expuso así:3
Los individuos difieren los unos de los otros en habilidad de comprender ideas complejas, de adaptarse
eficazmente al entorno, así como el de aprender de la experiencia, en encontrar varias formas de
razonar, de superar obstáculos mediante la reflexión. A pesar de que estas diferencias individuales
puedan ser sustanciales, éstas nunca son completamente consistentes: las características intelectuales
de una persona variarán en diferentes ocasiones, en diferentes dominios, y juzgarán con diferentes
criterios. El concepto de "inteligencia" es una tentativa de aclarar y organizar este conjunto complejo de
fenómenos.
[editar]Definición general del Mainstream Science on Intelligence
Definición que fue suscrita por cincuenta y dos investigadores en 1994:4
Una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, implica la habilidad de razonar, planear,
resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápidamente y
aprender de la experiencia. No es un mero aprendizaje de los libros, ni una habilidad estrictamente
académica, ni un talento para superar pruebas. Más bien, el concepto se refiere a la capacidad de
comprender nuestro entorno.
[editar]Teorías
A finales del siglo XX surgen varias teorías psicológicas que cobran gran celebridad: la Teoría de las
inteligencias múltiples, la Teoría triárquica de la inteligencia y la que trata de la Inteligencia emocional.
[editar]Inteligencias múltiples
Howard Gardner, psicólogo norteamericano de la Universidad de Harvard, escribió en 1983 “Las
estructuras de la mente”, un trabajo en el que consideraba el concepto de inteligencia como un potencial
que cada ser humano posee en mayor o menor grado, planteando que ésta no podía ser medida por
instrumentos normalizados en test de CI5 y ofreció criterios, no para medirla, sino para observarla y
desarrollarla.
Según Howard Gardner, creador de la Teoría de las inteligencias múltiples, la inteligencia es la capacidad
para resolver problemas o elaborar productos que puedan ser valorados en una determinada cultura.
Propuso varios tipos de inteligencia, igual de importantes:
Inteligencia lingüística: capacidad de usar las palabras de manera adecuada.
Caracteriza a escritores y poetas. Implica la utilización de ambos hemisferios cerebrales.
Inteligencia lógica-matemática: capacidad que permite resolver problemas de lógica y matemática.
Es fundamental en científicos y filósofos. Al utilizar este tipo de inteligencia se hace uso del hemisferio
lógico.
Era la predominante en la antigua concepción unitaria de "inteligencia".
Inteligencia musical: capacidad relacionada con las artes musicales.
Es el talento de los músicos, cantantes y bailarines. Es conocida comúnmente como "buen oído".
Inteligencia espacial: la capacidad de distinguir aspectos como: color, línea, forma, figura, espacio, y sus
relaciones en tres dimensiones.
Esta inteligencia atañe a campos tan diversos como el diseño, la arquitectura, la ingeniería, la escultura,
la cirugía o la marina.
Inteligencia corporal-cinestésica: capacidad de controlar y coordinar los movimientos del cuerpo y
expresar sentimientos con él.
Es el talento de los actores, mimos, o bailarines. Implica a deportistas o cirujanos.
Inteligencia intrapersonal: está relacionada con las emociones, y permite entenderse a sí mismo.
Relacionada con las ciencias psicológicas.
Inteligencia interpersonal o social: capacidad para entender a las demás personas con empatía; está
relacionada con las emociones.
Es típica de los buenos vendedores, políticos, profesores o terapeutas.
Posteriormente añadió:
Inteligencia naturalista: la utilizamos al observar y estudiar la naturaleza para organizar y clasificar.
Los biólogos y naturalistas son quienes más la desarrollan.
Inteligencia existencial o filosófica: la capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos y
autosugestionarse.
Requiere de un estudio más profundo para ser caracterizada como inteligencia.
La crítica más común es que la inteligencia musical y la cinestésica no muestran inteligencia, sino
talento.
[editar]Teoría triárquica de la inteligencia
Robert J. Sternberg, psicólogo estadounidense profesor de la Universidad de Yale, en su Teoría triárquica
de la inteligencia de 1985, estableció tres categorías para describir la inteligencia:
Inteligencia componencial-analítica: la habilidad para adquirir y almacenar información.
Inteligencia experiencial-creativa: habilidad fundada en la experiencia para seleccionar, codificar,
combinar y comparar información.
Inteligencia contextual-práctica: relacionada con la conducta adaptativa al mundo real.
[editar]Inteligencia emocional
Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, publicó en 1995 el libro Emotional Intelligence, "Inteligencia
emocional", que adquirió fama mundial, aunque fueron Peter Salowey y John D. Mayer los que acuñaron
la citada expresión "Inteligencia emocional", en 1990. Anteriormente, el psicólogo Edward Thorndike,
había manejado un concepto similar en 1920, la "Inteligencia social".
Para Goleman la inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y
la habilidad para manejarlos. Considera que la inteligencia emocional puede organizarse en cinco
capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia
motivación, y manejar las relaciones.
[editar]Intentos de medir la inteligencia

La psicometría es la disciplina que se encarga de las mediciones psicológicas. Los primeros trabajos de
psicometría surgieron para evaluar la inteligencia mediante diversos test cuya aplicación permitía estimar
el cociente intelectual de los individuos, una medida que se suponía aproximada al constructo de la
inteligencia. Los criterios de cientificidad más extendidos en psicometría para la aceptación de los tests
de inteligencia son la fiabilidad y la validez, medidas obtenidas generalmente a través de técnicas
estadísticas basadas en la correlación, como el análisis factorial o la regresión lineal.
Algunos de estos test ofrecen una única medida, un "factor general de inteligencia", (o Factor G en
términos de la Teoría bifactorial de Charles Spearman) que se determina comparando el rendimiento del
sujeto con el obtenido por su grupo de referencia, en condiciones similares. Otros tests, sin embargo,
están diseñados bajo un marco teórico diferente, y en consecuencia permiten la estimación de varias
medidas independientes correspondientes a los distintos tipos de inteligencia.
[editar]Controversias
Los test para evaluar el cociente intelectual fueron empleados, inicialmente, para predecir el rendimiento
escolar. Los creadores no creyeron que estuvieran midiendo una inteligencia estática y, a pesar de ello,
los críticos argumentan que los test de inteligencia han sido empleados para justificar teorías genéticas
en las que la inteligencia sería una cualidad única y fija. 6
Las investigaciones acerca de la inteligencia humana crean gran preocupación en el público y generan
más críticas que los estudios científicos de otras áreas. Así, hay numerosos estudios que han puesto en
tela de juicio la relevancia de los test psicométricos. Hay controversias sobre los factores genéticos en la
inteligencia, particularmente en cuestiones sobre si estas diferencias se relacionan con la raza y el sexo,
o cómo interpretar el incremento en las puntuaciones de los test, conocido como el efecto Flynn.
Los críticos de la visión psicométrica señalan que la gente tiene un concepto distinto de inteligencia al
que se mide en los test. Argumentan que esta visión sólo mide una parte de lo que comúnmente se
entiende por inteligencia. Además, cuando se realiza un test, hay diversas circunstancias que influyen en
el resultado, como el estado de ánimo, la salud, o el conocimiento previo de pruebas similares. Stephen
Jay Gould fue una de la voces más críticas de los test de inteligencia; argumentaba que ésta no es
mensurable, rebatía los puntos de vista hereditarios, rechazaba el análisis factorial como criterio
científicamente válido en la investigación psicométrica, exponía el fuerte fundamento político que
subyace a gran parte de la investigación histórica sobre la inteligencia y termina denunciando los abusos
de la Psicología, que ha invocado criterios pretendidamente científicos para justificar prejuicios
meramente sociales.7
[editar]Sociedades de superdotados en el mundo
Las asociaciones de superdotados son organizaciones que limitan la membresía a personas que hayan
alcanzado un determinado percentil en un test de CI, lo cual incluiría en teoría a las personas con mayor
CI del mundo. La asociación más antigua, más grande y mejor conocida de este tipo, es Mensa
Internacional, fundada en 1946 por Roland Berrill y Lancelot Ware.8
[editar]Teoría de la emergencia evolutiva

Desde el punto de vista de la evolución biológica, existe un largo proceso de adquisición de facultades
asociadas a las diversas inteligencias. En la naturaleza observamos su diversidad y complejidad,
mostrando los distintos grados.
[editar]Evidencias
La naturaleza no desarrolla formas de vida inteligentes por premeditación; los seres más simples
reaccionan ante el medio mediante programación genética, miedos y afinidades instintivas. Un pequeño
cambio en estos instintos implica muchas generaciones. La selección natural ha favorecido la rapidez en
la adaptación al medio. Esta criba de seres vivos ha seleccionado aquellos que disponen de un sistema
nervioso central como los seres superiores dentro de la escala trófica de alimentación. Dentro de esta
escala, la selección ha dejado en la cumbre a aquellos que disponen de un sistema nervioso central con
cerebro e identidad de individuos. Esta disposición del sistema nervioso les hace capaces de administrar
en mayor o menor medida sus comportamientos, aprendiendo y reaccionando en consecuencia, esto es,
con inteligencia, un resultado consecuente del ahorro energético que supone memorizar y recordar para
luego aplicar resultados.
La inteligencia no es una cualidad únicamente humana (solipsismo humano), en mayor o menor medida
todos los seres vivos la tienen, basada en las hormonas, visceralidad, el sistema nervioso periférico o el
central, incluso con zonas específicas del sistema nervioso central para procesos concretos. Muchos
animales tienen signos claros de inteligencia instintiva, e incluso pueden lograr algunas etapas racionales
primarias bajo entrenamiento. Algunos casos de animales domésticos que se antropizan pueden llegar a
adquirir algunos rasgos de inteligencia racional.
[editar]Grados
Las distintas cualidades psíquicas y sus distintos grados de desarrollo pueden considerarse como las
distintas formas de inteligencia, utilizadas para un uso práctico, lúdico o perverso, pero en todos los
casos, inteligencia.
La naturaleza nos muestra que la inteligencia es una cuestión de grado; podemos encontrar rasgos
inteligentes en aquellas situaciones en el que el ecosistema alberga sistemas biológicos capaces de
ahorrar energía frente a otras alternativas más costosas. El hecho de encontrar el camino más corto
entre dos puntos, es una muestra de que se está aplicando algún tipo de lógica, cuyo procesamiento da
evidencias de un grado de inteligencia.9
La inteligencia depende de las variaciones del sistema, que se sujeta a la teoría general de sistemas,
estableciendo una lógica y, a su vez, la lógica depende de un diferencial. En la naturaleza encontramos
constantes indicios de diferenciales. Las unidades biológicas reactivas ante la variación de los
diferenciales del medio, se podrían catalogar como unidades de funcionamiento condicionado o lógico.
En otras palabras, ante una variación concreta de un valor del medio, esa unidad biológica actuará
siempre de la misma manera. Se puede decir, que la unidad de la inteligencia es la lógica, que a su vez
se basa en la termodinámica del medio, o sea algo totalmente natural.10
[editar]Inteligencia primaria
El grado mínimo de inteligencia se le otorga al Moho Mucilaginoso, que está en la frontera de hongo y
animal (micólogos y zoólogos no se ponen de acuerdo). Dentro de esta categoría aun se distinguen dos
grupos: los plasmodiales y los celulares.
Se han realizado en Japón experimentos con Physarum Polycephalum.11 Estos plasmodiales son
organismos unicelulares con múltiples núcleos que son capaces de encontrar el camino más corto en un
laberinto. Es el mejor ejemplo de procesamiento de información sin poseer un sistema nervioso.
[editar]Inteligencia humana
Existe una discusión sobre si la inteligencia humana contiene algún aspecto que la diferencie de forma
cualitativa de las demás espécies o incluso de la inteligencia artificial.
Sólo a partir de Darwin se ha comprendido que no somos la especie elegida, sino una especie única
entre otras muchas especies únicas, aunque maravillosamente inteligente.12
[editar]Desarrollo de la inteligencia
La pedagogía es la ciencia que estudia la educación humana y elabora técnicas que faciliten el
aprendizaje; los pedagogos muestran gran interés en los diferentes aspectos relacionados con la
inteligencia y sus factores condicionantes, tanto psicológicos y biológicos como socio-culturales. Algunos
de estos condicionantes son:
Factores hereditarios: el carácter hereditario no significa una relación lineal ni que se encuentre
predeterminado. La combinación de genes ofrece multitud de posibilidades. Estudios realizados con
gemelos idénticos (monocigóticos) y mellizos (dicigóticos) ayudan a establecer estas diferencias.13 Es
un factor más, no determinante.
Otros factores biológicos: la migración de mayor densidad de neuronas especializadas en almacenar
conocimiento, desde el tronco encefálico hacia la corteza cerebral, crea conexiones sinápticas más
entrelazadas en los primeros meses de vida.
Factores ambientales: el entorno del individuo es crucial para el desarrollo de la inteligencia; situaciones
muy opresivas pueden limitarla al generar inestabilidad emocional. El medio sociocultural es muy
importante en el desarrollo intelectual de un individuo. Un sujeto que crezca en un ambiente con
adecuados estímulos cognitivos puede desarrollar mayores aptitudes intelectuales frente a un sujeto que
se críe en un ambiente con pobreza de estímulos (Véase: Kaspar Hauser).
Educación: una educación esmerada puede proporcionar valiosas herramientas para desenvolverse.
Motivación: un individuo puede desarrollar mejor su inteligencia si es motivado por su familia o personas
de su entorno a mejorar su percepción cognitiva.
Hábitos saludables: una dieta sana genera mejores condiciones para desarrollarse. Dormir
adecuadamente facilita el desarrollo de los procesos cerebrales. El alcohol y otras drogas pueden llegar
a incapacitar al individuo.
[editar]Principio de lateralidad
El neurofisiólogo Roger Sperry en sus trabajos demostró que nuestros dos hemisferios cerebrales se
nutren de las mismas informaciones básicas, pero que las procesan de forma distinta. Cada uno de
nosotros tiene un hemisferio dominante (predisposición genética). El hemisferio cerebral izquierdo
domina aspectos como el lenguaje, la solución de problemas lógicos y el pensamiento analítico; mientras
que en el hemisferio derecho destacan la comprensión espacial, musical o el dibujo.
La creatividad
En el proceso creativo, los hemisferios cerebrales se encuentran en actividad al mismo tiempo,
funcionando de forma coherente e integrada en el acto creador, aunque cada hemisferio es dominante en
ciertas actividades, los dos están básicamente capacitados en todas las áreas y las habilidades mentales
se hallan distribuidas por toda la corteza cerebral.14
La enseñanza
Sefchovich y Waisburd estiman que los programas de las escuelas y en general la educación, se han
apoyado principalmente en las habilidades del hemisferio cerebral izquierdo, mientras que el otro
hemisferio se ha desarrollado por sí solo, lo que ha ocasionado que se han quedado fuera habilidades y
funcionamientos que son indispensables para el desarrollo creativo.14
[editar]
Resumen ejecutivo de La inteligencia emocional

¿Por qué algunas personas parecen dotadas de un don especial que les permite vivir bien, aunque no
sean las que más se destacan por su inteligencia? ¿Por qué no siempre el alumno más inteligente
termina siendo el más exitoso? ¿Por qué unos son más capaces que otros para enfrentar contratiempos,
superar obstáculos y ver las dificultades bajo una óptica distinta?

El libro demuestra cómo la inteligencia emocional puede ser fomentada y fortalecida en todos nosotros, y
cómo la falta de la misma puede influir en el intelecto o arruinar una carrera.

La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los
sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar
nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará
mayores posibilidades de desarrollo personal.

En un lenguaje claro y accesible, Goleman presenta una teoría revolucionaria que ha hecho tambalear
los conceptos clásicos de la psicología, que daban prioridad al intelecto.
LA INTELIGENCIA Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Desde siempre hemos oido que el C.I. era determinante para saber si una persona tendría éxito en la
vida, un test podría marcar el futuro de su éxito académico y profesional. Sin embargo, hace ya varios
años que desde el ámbito empresarial se dieron cuenta de que son otras capacidades las necesarias
para el éxito en la vida. Y esas no las medía ningún test de inteligencia.

Piense por un momento la importancia que las emociones tienen en nuestra vida cotidiana y rápidamente
se dará cuenta de que la mayoría de las veces marcan todas nuestras decisiones casi sin percatarnos.
¿Compro su coche haciendo calculos de rentabilidad? ¿Eligio su pareja porque objetivamente era la
mejor opción? ¿Eligió su trabajo porque le ofrecia el mejor sueldo? La mayoría de nuestras decisiónes
están tintadas (si no dominadas) por las emociones.

Ante esto hay que admitir que hay gente con un dominio de su vida emocional mucho mayor que otra. Y
es curioso ver que poca correlación hay entre la Inteligencia clásica y la Inteligencia Emocional. Un caso
extremo sería el típico "empollón" , que llevado al límite es una máquina intelectual pero con una vida
emocional desastrosa. Por otro lado podemos encontrarnos con gente que no paso de la escuela
primaria pero que llevan una vida exitosa y poseen una vida ordenada y envidiable. Estos casos
extremos no son lo común, pero es necesario darse cuenta de que hay que prestar mayor atención a
este tipo de habilidades que pueden marcar nuestra vida tanto o más que el C.I.

COMPONENTES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Según Daniel Goleman los principales componentes de la inteligencia emocional son:

Autoconocimiento emocional (o conciencia de uno mismo) : Se refiere al conocimiento de nuestras


propias emociones y cómo nos afectan. En muy importante conocer el modo en el que nuestro estado de
animo influye en nuestro comportamiento, cuales son nuestras virtuades y nuestros puntos débiles. Nos
sorprenderíamos al saber cuan poco sabemos de nosotros mismos.
Autocontrol emocional (o autorregulación) : El autocontrol nos permite no dejernos llevar por los
sentimientos del momento. Es saber reconocer que es pasajero en una crisis y qué perdura. Es posible
que nos enfademos con nuestra pareja, pero si nos dejasemos siempre llevar por el calor del momento
estariamos continuamente actuando irresponsablemente y luego pidiendo perdon por ello.
Automotivación : Dirigir las emociones hacia un objetivo nos permite mantener la motivación y fijar
nuestra atención en las metas en lugar de en los obstaculos. En esto es necesaria cieta dosis de
optimismo e iniciativa, de forma que seamos emprendedores y actuemos de forma positiva ante los
contratiempos.
Reconocimiento de emociones ajenas (o empatía) : Las relaciones sociales se basan muchas veces en
saber interpretar las señales que los demás emiten de forma inconsciente y que a menudo son no
verbales. El reconocer las emociones ajenas, aquello que los demás sienten y que se puede expresar
por la expresión de la cara, por un gesto, por una mala contestación, nos puede ayudar a establecer
lazos mas reales y duraderos con las personas de nuestro entorno. No en vano, el reconocer las
emociones ajenas es el primer paso para entenderlas e identificarnos con ellas.
Relaciones interpersonales (o habilidades sociales) : Cualquiera puede darse cuenta de que una buena
relacion con los demás es una de las cosas más importantes para nuestras vidas y para nuestro trabajo.
Y no solo tratar a los que nos parecen simpaticos, anuestros, amigos, a nuestra familia. Sino saber tratar
también exitosamente con aquellos que están en una posición superior, con nuestros jefes, con nuestros
enemigos...
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL TRABAJO
Actualmente son muchas las empresas que están invirtiendo mucho dinero en formar a sus trabajadores
en Inteligencia Emocional. Y esto es así porque se han dado cuenta de que la clave del éxito, la clave de
las ventas, está en el grado en el que los trabajadores de una empresa conozcan y controlen sus
emociones y sepán reconocer los sentimientos de los clientes.

Imaginen el caso de un vendedor que no tuviera habilidades de trato con el público, un empresario sin
motivación por su empresa o un negociador sin autocontrol. A estas personas un Master en Harvard no
les servirá de nada, porque tardarán poco el echar a perder su trabajo por un mal conocimiento de sus
emociones.

Tengan en cuenta que en las selecciones de personal se tiende cada vez más a poner al candidato en
situaciones incomodas o estresantes para ver su reacción. Los tiempos del simple test y curriculum
pasaron a la historia, puesto que es necesario ver cómo reacciona el individuo ante las situaciones clave
que se encontrará en su trabajo.
a inteligencia emocional es la capacidad que tenemos los seres humanos para: Conocer nuestras
propias emociones (reconocer un sentimiento mientra ocurre) esto es darnos cuenta de nuestra
emociones en el acto. Guiar las emociones (manejar sentimientos para que sean adecuados) no dejarse
llevar, si no mas bien llevar nuestras emociones adecuadamente.
a inteligencia emocional es la capacidad que tenemos los seres humanos para: Conocer nuestras
propias emociones (reconocer un sentimiento mientra ocurre) esto es darnos cuenta de nuestra
emociones en el acto. Guiar las emociones (manejar sentimientos para que sean adecuados) no dejarse
llevar, si no mas bien llevar nuestras emociones adecuadamente.

INTUICIÓN COGNITIVA, INTUICIÓN EMOCIONAL


Así como hacemos la distinción al hablar de la inteligencia (cabe un mayor despliegue de sus
dimensiones, sin duda), hemos de hacerlo al hablar de la intuición. La intuición es plural en sus
manifestaciones, sus orígenes, sus significados…, pero parece ciertamente útil empezar separando la
cognitiva de la emocional.
Tipo: Articulo | Fecha de Publicación: 10/2007

EXPLORANDO UN NUEVO ENFOQUE: LA PRESENCIA DE INDICADORES DE MAPAS DE


COMPETENCIAS EMOCIONALES ENTRE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
El presente estudio se realizo en el Estado de Nuevo León enfocado a los estudiantes de nivel
profesional del área medica ,se utilizo una escala tipo Likert, que se aplico en dos fases; la primera
consto de la aplicación de la escala Likert a 10 estudiantes de la facultad de medicina, psicología,
odontología y nutrición para posteriormente diseñar y estructurar la misma para la reaplicación a 70
estudiantes, el objetivo primordial de la investigación era conocer en base a la muestra el nivel de
indicadores general de los mapas de competencia emocional.
Tipo: Documento | Fecha de Publicación: 07/2007

LA EMPATÍA, UN PRINCIPIO PARA EL ESTUDIO DE UN ACONTECIMIENTO COMPLEJO


Partimos del principio de que los individuos son seres diferentes, pero que se parecen mucho entre sí.
Las relaciones variadas que mantienen, permiten ponerlos en carpetas, archivarlos y crear referencias en
el campo de su comportamiento futuro, derivado del presente, ante cada situación que vive y la que vivirá
en el futuro, todo ello en un sentido general. La empatía es algo similar. Nos brinda la posibilidad de
conocer el comportamiento organizacional, y predecir el comportamiento de grupos e individuos dentro
de un ente complejo, nunca olvidar que del individuo, pasamos al grupo y del grupo a la organización.
Tipo: Artículo | Fecha de Publicación: 03/2007

IMPORTANCIA QUE REVISTE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL PARA EL BUEN FUNCIONAMIENTO


DE LAS EMPRESAS
El elemento fundamental de la presente investigación, está dirigido a determinar la importancia que
reviste la Inteligencia Emocional para el buen funcionamiento de las empresas. La importancia y
justificación desde el punto de vista de la investigación, la representa el hecho de que para que se
produzca un cambio en los procesos organizacionales, es necesario que inicialmente se origine un
proceso de aprendizaje organizacional y emocional, a través del uso de la inteligencia emocional, la cual
ha demostrado ser un elemento clave para el buen funcionamiento tanto de las organizaciones como
para la vida del ser humano en general. El estudio se encuentra estructurado bajo la modalidad de
investigación documental, y el procedimiento para la recopilación de información se realizó a través de la
revisión de páginas Web, citas bibliográficas, revistas en el área, libros, manuales y trabajos de grados
entre otros. Este estudio permitirá obtener una visión actual de cómo, a través de la inteligencia
emocional, se pueden solucionar muchos inconvenientes que usualmente pueden llegar a afectar a los
empleados dentro de las organizaciones, y subsanar estos inconvenientes para así poder crear un
amiente óptimo que repercutirá en el aumentos de los estándares operacionales de la empresa como de
los empleados.
Tipo: Documento | Fecha de Publicación: 03/2007

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL APLICADA AL LIDERAZGO Y A LAS ORGANIZACIONES


Es la capacidad de sentir, entender y aplicar eficazmente el poder de la agudeza de las emociones como
fuente de energía humana, información, conexión e influencia. “Motus Anima”(el espíritu que nos mueve)
Valor de la inteligencia emocional Todo empezó con una serie de estudios sobre la inteligencia
emocional, los cuales indicaron que las personas intelectuales mas brillantes, no sueles ser las que mas
éxito tienen ni en los negocios ni en su vida privada.
Tipo: Presentación PP | Fecha de Publicación: 03/2007

SÉ INTELIGENTE EMOCIONAL CON PNL


Hay momentos en que nos sentimos fuera de lugar o no sabemos que hacer ante las circunstancias que
se nos presentan, inicia la frustración en la cual creemos que no cumpliremos los sueños que
anhelamos. Pero qué crees, somos individuos conformados de estados de ánimo, los cuales tienen una
extensa gama de imágenes, sonidos y sensaciones a los que podemos acceder en cualquier momento
que lo gustemos. Hemos aprendido a vivir con estados de ánimo negativos más que positivos, pero esto
puede cambiar. Además sólo a base de errores es que aprendemos. Aunque suene trillado tu eres la
única persona capaz de dirigir tus emociones. Ante cualquier situación que se presente en la vida, tu
actitud es la que te dará fuerza para salir adelante.
Tipo: Articulo | Fecha de Publicación: 02/2007
Inteligencia emocional
Inteligencia emocional (E-I), medido a menudo como Cociente de la inteligencia emocional (EQ),
describe capacidad, capacidad, o habilidad para percibir, determine, y maneje emociones de su uno
mismo, de otros, y de grupos. Es relativamente una nueva área de la investigación psicologica. La
definición del E-I está cambiando constantemente.
Contenido
1 Orígenes del concepto
2 Definir inteligencia emocional
2.1 La capacidad - modelo basado
2.1.1 Medida de la capacidad - modelo basado
2.2 Modelos mezclados del E-I
2.2.1 El modelo emocional de las capacidades (Goleman)
2.2.2 Medida del modelo emocional de las capacidades (Goleman)
2.2.3 El modelo del barón de la inteligencia Emocional-Social (ESI)
2.2.4 Medida del modelo de ESI
2.3 El modelo del rasgo E-I
2.3.1 Medida del modelo del rasgo E-I
3 Alexithymia y E-I
4 Crítica de la fundación teórica del E-I
4.1 El E-I se define demasiado ampliamente y las definiciones son inestables
4.2 El E-I no se puede reconocer como forma de inteligencia
4.3 El E-I no tiene ningún valor profético substancial
5 Crítica en ediciones de la medida
5.1 Las medidas basadas capacidad están midiendo la conformidad, no capacidad
5.2 Las medidas basadas capacidad están midiendo el conocimiento (la capacidad no real)
5.3 Las medidas del informe del uno mismo son susceptibles a falsificar bueno
5.4 Las demandas para la energía profética del E-I son demasiado extremas
5.5 Aplicaciones y usos erróneos corporativos de la prueba E-I
6 Vea también
7 Notas y referencias
8 Acoplamientos externos
Orígenes del concepto
Las raíces más distantes de la inteligencia emocional se pueden remontar de nuevo al trabajo temprano
de Darwin sobre la importancia de la expresión emocional para la supervivencia y la adaptación.[1] En
los 1900s, aun cuando definiciones tradicionales de inteligencia aspectos cognoscitivos acentuados por
ejemplo memoria y problem-solving, varios investigadores influyentes en el campo de la inteligencia del
estudio habían comenzado a reconocer la importancia de los aspectos no cognoscitivos. Por ejemplo,
desde 1920, E. L. Thorndike en la universidad de Colombia, usada el término inteligencia social para
describir la habilidad de entender y de manejar a la gente. [2]
Semejantemente, en 1940 David Wechsler describió la influencia de factores no-intellective en
comportamiento inteligente, y discutió más lejos que nuestros modelos de la inteligencia no serían
completos hasta que podemos describir adecuadamente estos factores.[1] En 1983, Howard Gardner's
Marcos de la mente: La teoría de inteligencias múltiples [3] introdujo la idea de Inteligencias múltiples qué
incluido ambos Inteligencia interpersonal (la capacidad de entender las intenciones, motivaciones y
deseos de la gente) y Inteligencia de Intrapersonal (la capacidad de entenderse, de apreciar sus
sensaciones, miedos y motivaciones). En la opinión de Gardner, tipos tradicionales de inteligencia, tales
como índice de inteligencia, fall de explicar completamente capacidad cognoscitiva [4]. Así, aun cuando
los nombres dados al concepto variado, había una creencia común que las definiciones tradicionales de
la inteligencia están careciendo en capacidad de explicar completamente resultados del funcionamiento.
El primer uso del término “inteligencia emocional” se atribuye generalmente a la tesis doctoral de Wayne
Payne, Un estudio de la emoción: Inteligencia emocional que se convierte a partir de 1985 [5]. Sin
embargo, antes de esto, el término “inteligencia emocional” había aparecido en Leuner (1966).
Greenspan (1989) también proponga a un modelo E-I, seguido por Salovey y Mayer (1990), y a Goleman
(1995).
Como resultado del reconocimiento cada vez mayor de los profesionales para la importancia y la
importancia de emociones a los resultados del trabajo [6], la investigación sobre el asunto continuó
ganando ímpetu, pero no estaba hasta la publicación de Daniel Goleman'el mejor vendedor de s
Inteligencia emocional: Porqué puede importar más que el índice de inteligencia que el término se
popularizó extensamente. [7] Nancy Gibbs 1995 Tiempo el artículo del compartimiento destacó el libro de
Goleman y era el primer en una secuencia del interés de corriente de los medios en el E-I [8]. Después
de eso, los artículos sobre el E-I comenzaron a aparecer con el aumento de frecuencia a través de una
amplia gama de enchufes académicos y populares.
Definir inteligencia emocional
Hay muchos de discusiones sobre la definición del E-I, las discusiones que miran ambos terminología y
operationalizations. La tentativa primero publicada hacia una definición fue hecha cerca Salovey y Mayer
(1990) quiénes definieron el E-I como “la capacidad de supervisar lo suyo y otros las sensaciones y las
emociones, de discriminar entre ellos y de utilizar esta información para dirigir su pensamiento y
acciones.” [9]
A pesar de esta definición temprana, ha habido confusión con respecto al significado exacto de esta
construcción. Las definiciones son así que variado, y el campo está creciendo tan rápidamente, que los
investigadores están enmendando constantemente incluso sus propias definiciones de la construcción.
[10] Hasta hoy, hay tres modelos principales de E-I:
modelos E-I Capacidad-basados
Modelos mezclados del E-I
Modelo del rasgo E-I
La capacidad - modelo basado
Salovey y Mayer el concepto del E-I se esfuerza definir el E-I dentro de los límites de los criterios
estándares para una nueva inteligencia. Después de su investigación de continuación, su definición
inicial del E-I fue revisada: “La capacidad de percibir la emoción, integra la emoción para facilitar
pensamiento, entiende emociones, y para regular emociones para promover crecimiento personal.” [11]
La capacidad basó las emociones modelo de las opiniónes como fuentes útiles de la información de las
cuales ayude a uno para tener sentido y para navegar ambiente social. [12] El modelo propone que los
individuos varían en su capacidad de procesar la información de una naturaleza emocional y en su
capacidad de relacionar el proceso emocional con un más ancho cognición. Se considera esta capacidad
de manifestarse en ciertos comportamientos adaptantes. El modelo propone que el E-I incluye 4 tipos de
capacidades: [11]
Percibiendo las emociones - la capacidad de detectar y de descifrar emociones en caras, cuadros, voces,
y artefactos culturales- incluyendo la capacidad de identificar lo suyo emociones. Percibir emociones
representa un aspecto básico de la inteligencia emocional, pues hace el resto del proceso de la
información emocional posible.
Usando las emociones - la capacidad de enjaezar emociones para facilitar varias actividades
cognoscitivas, tales como pensamiento y solucionar de problema. La persona emocionalmente
inteligente puede capitalizar completamente sobre su cambiar humores para caber lo más mejor posible
la tarea actual.
Emociones que entienden - la capacidad de comprender la emoción lengua y para apreciar relaciones
complicadas entre emociones. Por ejemplo, entender emociones abarca la capacidad de ser sensible a
las variaciones leves entre las emociones, y la capacidad de reconocer y de describir cómo las
emociones se desarrollan en un cierto plazo.
Emociones de manejo - la capacidad de regular las emociones en ambos ourselves y en otras. Por lo
tanto, la persona emocionalmente inteligente puede enjaezar las emociones, incluso negativa unas, y las
maneja para alcanzar metas previstas.
Medida de la capacidad - modelo basado
Diversos modelos del E-I han conducido al desarrollo de los varios instrumentos para gravamen de la
construcción. Mientras que algunas de estas medidas pueden traslaparse, la mayoría de los
investigadores convienen que golpean ligeramente construcciones levemente diversas. La medida actual
del modelo de Mayer y de Salovey del E-I, Mayer-Salovey- La prueba emocional de la inteligencia de
Caruso (MSCEIT) se basa en una serie de artículos problem-solving emoción-basados.[12] Constante
con la demanda del modelo del E-I como tipo de inteligencia, la prueba se modela en capacidad-basado
Pruebas del índice de inteligencia. Probando las capacidades de una persona en cada uno de los cuatro
ramas de la inteligencia emocional, genera las cuentas para cada uno de los ramas así como una cuenta
total.
La central al modelo del cuatro-rama es la idea a la cual el E-I requiere el attunement normas sociales.
Por lo tanto, el MSCEIT es anotado en una manera del consenso, con cuentas más altas indicando un
traslapo más alto entre las respuestas de un individuo y ésas proporcionadas por una muestra mundial
de respondedores. El MSCEIT puede también experto-ser anotado, para calcular la cantidad de traslapo
entre las respuestas de un individuo y ésas proporcionadas por un grupo de 21 investigadores de la
emoción.[12]
Aunque está promovido como prueba de la capacidad, el MSCEIT es la mayoría las pruebas
desemejantes del índice de inteligencia del estándar en que sus artículos no tienen respuestas objetivo
correctas. Entre otros problemas, el criterio que anota del consenso significa que es imposible crear los
artículos (preguntas) que solamente una minoría de respondedores puede solucionar, porque, por la
definición, las respuestas son juzgadas emocionalmente “inteligentes” solamente si la mayoría de la
muestra los ha endosado. Esto y otros problemas similares han conducido a expertos cognoscitivos de la
capacidad a preguntar la definición del E-I como inteligencia genuina.
Modelos mezclados del E-I
El modelo emocional de las capacidades (Goleman)
El modelo E-I introducido por Daniel Goleman [13] focos en el E-I como amplia gama de las capacidades
y de las habilidades que conducen funcionamiento directivo, medida cerca gravamen del multi-rater y
autovaloración vía la valoración emocional de la inteligencia (Bradberry y Greaves, 2005). El modelo de
Goleman contornea cuatro construcciones E-I principales:[13]
Timidez - la capacidad de leer sus emociones y de reconocer su impacto mientras que usa sensaciones
de la tripa a las decisiones de la guía.
Uno mismo-gerencia - implica el controlar de sus emociones e impulsos y el adaptarse a las
circunstancias que cambian.
El conocimiento social - la capacidad de detectar, entiende, y reacciona a otras emociones mientras que
comprende redes sociales.
Gerencia de la relación - la capacidad de inspirar, de influenciar, y de desarrollar otras mientras que
conflicto de manejo.
Goleman incluye un sistema de capacidades emocionales dentro de cada construcción del E-I. Las
capacidades emocionales son no talentos naturales, sino las capacidades algo doctas que se deben
trabajar encendido y desarrollar para alcanzar funcionamiento excepcional. Goleman postula que los
individuos nacen con una inteligencia emocional general que determine su potencial para aprender
capacidades emocionales.[14]
Medida del modelo emocional de las capacidades (Goleman)
Daniel Goleman trabajó con Richard Boyatzis y Grupo del heno para desarrollar dos herramientas de la
medida basadas en su modelo. El inventario emocional de la capacidad (ECI) fue creado en 1999 y el
inventario emocional y social de la capacidad (ESCI) fue creado en 2007.
Hay otro instrumento que se basa en el trabajo de Goleman - la valoración emocional de la inteligencia,
que se puede tomar como gravamen del uno mismo-informe o de 360 grados (Bradberry y Greaves,
2005) (EIA).[15]
El modelo del barón de la inteligencia Emocional-Social (ESI)
El barón de Reuven del psicólogo (2006) desarrolló una de las primeras medidas de E-I que utilizaron el
término “cociente de la emoción”. Él define inteligencia emocional como siendo tratado a con eficacia que
se entiende y a otros, relacionándose bien con la gente, y adaptándose a y el hacer frente con los
alrededores inmediatos a ser más acertados haciendo frente a demandas ambientales.[16] El barón
postula que el E-I desarrolla en un cierto plazo y que puede ser mejorado con el entrenamiento, la
programación, y la terapia.[1] El barón presume que esos individuos con E.Q. más arriba que medio son
en general más acertados en demandas y presiones ambientales de la reunión. Él también observa que
una deficiencia en el E-I puede significar una carencia del éxito y la existencia de problemas
emocionales. Los problemas en hacer frente a su ambiente son pensamiento, por el barón, a ser
especialmente común entre esos individuos que carecen en los subscales de la realidad que prueban,
solucionar de problema, tolerancia de la tensión, y control del impulso. El barón considera generalmente
inteligencia emocional e inteligencia cognoscitiva de contribuir igualmente a una persona inteligencia
general, que entonces ofrece una indicación de su potencial de tener éxito en vida.[1]
Medida del modelo de ESI
El barón Emotion Quotient Inventory (EQ-i), es una medida del uno mismo-informe de E-I desarrollada
como medida el comportamiento de emocionalmente y social competente que proporciona una
estimación de su inteligencia emocional y social. El EQ-i no se significa para medir rasgos de la
personalidad o capacidad cognoscitiva, sino algo la capacidad mental de ser acertado haciendo frente a
demandas y a presiones ambientales.[1] Cientos y treinta tres artículos se utilizan para obtener un EQ
total (cociente total de la emoción) y para producir cinco cuentas compuestas de la escala,
correspondiendo a los cinco componentes principales del modelo del barón. Una limitación de este
modelo es que demanda medir una cierta clase de capacidad a través de artículos del uno mismo-
informe.
El modelo del rasgo E-I
Petrides y otros. (2000a, 2004, 2007) propuso una distinción conceptual entre el modelo y la a basados
capacidad rasgo modelo basado del E-I.[17] El rasgo E-I (o la uno mismo-eficacia emocional del rasgo
del `') refiere “a una constelación de disposiciones del comportamiento y uno mismo-opiniones respecto a
su capacidad de reconocer, de procesar, y de utilizar la información emoción-cargada ". Esta definición
del E-I abarca disposiciones del comportamiento y capacidades percibidas uno mismo y se mide cerca
informe del uno mismo, en comparación con el modelo basado capacidad que refiere a capacidades
reales mientras que se expresan en el funcionamiento basado mide. El rasgo E-I se debe investigar
dentro de a personalidad marco.[18]
El modelo E-I del rasgo es general e incluye los modelos de Goleman y del barón discutidos arriba.
Petrides y otros. son los críticos importantes del modelo capacidad-basado y del MSCEIT que discuten
que los basan en los procedimientos que anotan “psychometrically sin setido” (e.g., Petrides, Furnham, y
Mavroveli, 2007).
La conceptualización del E-I como rasgo de la personalidad conduce a una construcción que mienta
fuera de taxonomía de la capacidad cognoscitiva humana. Esto es una distinción importante ya que lleva
directamente en el operationalization de la construcción y las teorías y las hipótesis que se formulan
sobre ella.[17]
Medida del modelo del rasgo E-I
Hay muchas medidas del uno mismo-informe del E-I, incluyendo el EQi, de la prueba emocional de la
inteligencia de la universidad de Swinburne (SUEIT), del gravamen emocional de la inteligencia de seis
segundos (SEI), de la prueba emocional de la inteligencia del Uno mismo-Informe de Schutte (SSEIT), de
una prueba de Tett, del zorro, y de Wang. (2005) De la perspectiva del modelo E-I del rasgo, ningunos de
éstos determinan inteligencia, capacidades, o habilidades (como su de los autores demanda a menudo),
pero algo, son medidas limitadas de uno mismo-eficacia emocional del rasgo (Petrides, Furnham, y
Mavroveli, 2007). El cuestionario emocional de la inteligencia del rasgo (TEIQue) es una medida del
abrir-acceso que fue diseñada para medir la construcción comprensivo y es específicamente actualmente
disponible en 15 idiomas.
El TEIQue proporciona un operationalization para Petrides y el modelo de los colegas que conceptúa el
E-I en términos de personalidad.[19] La prueba abarca 15 subscales organizados bajo cuatro factores:
Bienestar, Autodominio, Emotionality, y Sociability. Las características psychometric del TEIQue fueron
investigadas en un estudio reciente en una población francófona, donde fue divulgado que las cuentas de
TEIQue estaban global distribuido normalmente y confiable.[20]
Los investigadores también encontraron las cuentas de TEIQue estaban sin relación al razonamiento
nonverbal (Matrices de Raven), que interpretaron como ayuda para la opinión del rasgo de la
personalidad del E-I (en comparación con una forma de inteligencia). Según lo esperado, las cuentas de
TEIQue fueron relacionadas positivamente con algo de Cinco rasgos grandes de la personalidad
(optimismo, agreeableness, franqueza, conscientiousness) así como relacionado inverso con otros
(alexithymia, neuroticismo).
Alexithymia y E-I
Alexithymia del λέξις y del θυμός (literalmente “carencia de las palabras del Griego de las palabras para
las emociones”) es un término acuñado por Peter Sifneos en 1973 [21][22] para describir a la gente que
aparecía tener deficiencias en entender, el proceso, o describir de sus emociones. Visto como espectro
entre alto y bajo el E-I, la construcción del alexithymia se relaciona fuertemente inverso con el E-I,
representando su gama más baja.[23] El nivel del individuo del alexithymia se puede medir con uno
mismo-anotado cuestionarios por ejemplo la escala de Toronto Alexithymia (TAS-20) o el cuestionario de
Bermond-Vorst Alexithymia (BVAQ)[24] o por el observador clasificó medidas tales como la escala de
Alexithymia del observador (OAS).
Crítica de la fundación teórica del E-I
El E-I se define demasiado ampliamente y las definiciones son inestables
Una de las discusiones contra la validez teórica del concepto sugiere que el cambiar y el
ensanchamiento constantes de su definición que ha venido abarcar muchos elementos sin relación - la
hubieran rendido un concepto unintelligible:
“Cuál es el campo común o el elemento que integra en un concepto que incluya: introspection sobre
emociones, Expresión emocional, non-verbal comunicación con otros, empathy, autoregulación,
planeamiento, pensamiento creativo y la dirección de atención? No hay ninguno. “ [25]
Otros críticos[26] mencione que sin una cierta estabilización de los conceptos y de los instrumentos de la
medida, meta-análisis sea difícil de poner en ejecución, y la coherencia de la teoría es probable ser
afectada al contrario por esta inestabilidad.
El E-I no se puede reconocer como forma de inteligencia
El trabajo temprano de Goleman se ha criticado para asumir del principio que el E-I es un tipo de
inteligencia. Eysenck (2000) escribe que la descripción de Goleman del E-I contiene unsubstantiated
asunciones sobre inteligencia generalmente y que incluso funciona contrariamente a qué investigadores
han venido esperar al estudiar tipos de inteligencia:
“Goleman ejemplifica más claramente que la mayoría la absurdidad fundamental de la tendencia a
clasificar casi cualquier tipo de comportamiento como “inteligencia”… Si estos cinco “las capacidades”
definen “inteligencia emocional”, contábamos con una cierta evidencia que están correlacionados
altamente; ¿Goleman admite que puede ser que sean absolutamente sin correlación, y en todo caso si
no podemos medirlos, cómo los sabemos somos relacionados? La teoría entera se construye tan en la
arena movediza; no hay base científica sana ".
Semejantemente, Locke (2005) [25] demanda que el concepto del E-I en sí mismo es una interpretación
de la construcción de la inteligencia, y él ofrece una interpretación alternativa: no es otra forma o tipo de
inteligencia, sino de inteligencia (la capacidad de agarrar abstracciones) aplicado a un dominio particular
de la vida: emociones. Él sugiere que refieren el concepto re-sea etiquetado y como habilidad.
El E-I no tiene ningún valor profético substancial
Landy (2005)[26] ha demandado que el pocos incremental los estudios de la validez conducidos en el E-I
han demostrado que no agrega poco o nada a la explicación o a la predicción de algunos resultados
comunes (lo más notablemente posible académicos y éxito del trabajo). Landy propone que la razón
algunos estudios ha encontrado un aumento pequeño en validez profética está de hecho a metodológico
error - consideración incompleta de explicaciones alternativas:
El “E-I se compara y se pone en contraste con una medida de inteligencia abstracta pero no con una
medida de la personalidad, o con una medida de la personalidad pero no con una medida de inteligencia
académica.” Landy (2005)
De acuerdo con esta sugerencia, otros investigadores han levantado preocupaciones con el grado a el
cual las medidas E-I del uno mismo-informe correlacionan con dimensiones establecidas de la
personalidad. Generalmente, se han dicho las medidas E-I del uno mismo-informe y las medidas de la
personalidad de converger porque ambas pretendieron medir rasgos, y porque ambas se miden en la
forma del uno mismo-informe.[27] Específicamente, aparecen ser dos dimensiones del Cinco grandes
ese soporte hacia fuera como la mayoría relacionada con el uno mismo-informe E-I - neuroticismo y
extraversión. Particularmente, el neuroticismo se ha dicho para relacionarse con el emotionality negativo
y ansiedad. Intuitivo, los individuos que anotan colmo en neuroticismo son probables anotar punto bajo
en medidas del uno mismo-informe E-I.[27]
Las interpretaciones del correlaciones entre el uno mismo-informe E-I y la personalidad han sido variado
y contrario. Algunos investigadores han afirmado que las correlaciones en la .40 gama constituyen
redundancia absoluta de la construcción,[28] mientras que otros han sugerido que el uno mismo-informe
E-I es un rasgo de la personalidad en sí mismo.[17]
Crítica en ediciones de la medida
Las medidas basadas capacidad están midiendo la conformidad, no capacidad
Una crítica de los trabajos de Mayer y de Salovey viene de un estudio de Roberts et.al. (2001) [29], que
sugiere que el E-I, según lo medido por el MSCEIT, puede medir solamente conformidad. Esta discusión
se arraiga en el uso del MSCEIT del gravamen consenso-basado, y en el hecho de que las cuentas en el
MSCEIT están distribuidas negativamente (el significado que sus cuentas distinguen entre la gente con
mejor bajo E-I que la gente con arriba E-I)
Las medidas basadas capacidad están midiendo el conocimiento (la capacidad no real)
La crítica adicional ha sido ofrecida por Brody (2004)[30], que demandó que desemejante de pruebas de
la capacidad cognoscitiva, el MSCEIT “prueba el conocimiento de emociones pero no no necesariamente
la capacidad de realizar las tareas que se relacionan con el conocimiento se determina que”. La
discusión principal es que aun cuando alguien sabe él debe comportarse en una situación
emocionalmente cargada, él no sigue necesariamente que él podría realizar realmente el
comportamiento divulgado.
Las medidas del informe del uno mismo son susceptibles a falsificar bueno
El responder social deseable más formalmente llamado (SDR), el falsificar bueno se define como patrón
de la respuesta en el cual los prueba-tomadores se representen sistemáticamente con un diagonal
positivo excesivo (Paulhus, 2002). Este diagonal se ha sabido de largo para contaminar respuestas en
personalidad inventories (Holtgraves, 2004; McFarland y Ryan, 2000; Peebles y Moore, 1998; Nichols y
Greene, 1997; Zerbe y Paulhus, 1987), actuando como mediador de las relaciones entre las medidas del
uno mismo-informe (Nichols y Greene, 1997; Ganster y otros., 1983).
Se ha sugerido que el responder de una manera deseable es un sistema de la respuesta, que es un
patrón circunstancial y temporal de la respuesta (Pauls y Crost, 2004; Paulhus, 1991). Esto se pone en
contraste con un estilo de la respuesta, que es un más a largo plazo rasgo-como calidad. La
consideración de los contextos un cierto uno mismo-informe que los inventarios E-I se utilizan adentro
(e.g., los ajustes del empleo), los problemas de los sistemas de la respuesta en alto-estaca panoramas
llega a estar clara (Paulhus y Reid, 2001).
Hay algunos métodos para prevenir responder social deseable en inventarios del comportamiento.
Algunos investigadores creen es necesario advertir a prueba-tomadores que no falsifiquen bueno antes
de tomar una prueba de la personalidad (e.g., McFarland, 2003). La validez del uso de algunos
inventarios escala para determinar la probabilidad o la consistencia de las respuestas a través de todos
los artículos.
Las demandas para la energía profética del E-I son demasiado extremas
Landy [26] distingue entre la “ala comercial” y “el ala académica” del movimiento E-I, basando esta
distinción en la energía profética alegada del E-I según lo visto por las dos corrientes. Según Landy, las
demandas expansivas de las marcas anteriores en el valor aplicado del E-I, mientras que el más
adelante está intentando advertir a usuarios contra estas demandas. Como ejemplo. Goleman (1998)
afirma que “los líderes más eficaces son semejantes de una manera crucial: todos tienen un alto grado
de qué ha venido ser conocida como inteligencia emocional. … la inteligencia emocional es la condición
indispensable de la dirección ". En cambio, Mayer (1999) advierte “la implicación- that de la literatura
popular la gente altamente emocionalmente que inteligente posee una ventaja incompetente adentro
vida-aparece excesivamente entusiástica actualmente y unsubstantiated por estándares científicos
razonables.”
Landy más futuro refuerza esta discusión observando eso los datos sobre los cuales se basan estas
demandas se sostienen en las “bases de datos propietarias”, que los medios ellos son inasequibles a los
investigadores independientes para el reanalysis, la réplica, o la verificación[26]. Así, la credibilidad de
los resultados no se puede verificar de una manera científica, a menos que esos datasets se hagan
públicos y disponibles para el análisis independiente.
Aplicaciones y usos erróneos corporativos de la prueba E-I
Siempre que una herramienta nueva del gravamen se proponga para los propósitos que emplean, la
preocupación se presenta que puede ser que conduzca a la discriminación injusta del trabajo. El uso de
las pruebas E-I, que validez no se ha establecido, puede conducir a las prácticas arbitrarias de la
discriminación.[la citación necesitó]

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