Constitucion 2020

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CONSTITUCIÓN

2020
Dirección editorial
Secretaría General
Rev. Pedro Marcos Saldaña

Diseño y edición
Erika Lizette Orozco Díaz

Derechos reservados
Impreso en Guadalajara, Jal., México
Primera edición 2020

Publicado por
Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, A. R.
PRESENTACIÓN

Fraternalmente,

Rev. Samuel Sánchez Armenta


Obispo Presidente IAFCJ
2018-2022
ÍNDICE

Primera sección.
Capítulo primero...........................................................
Del nombre y sus propósitos....................................
Artículo 1 Del nombre..............................................
Artículo 2 Propósitos................................................
Artículo 3 De las relaciones con otras organizaciones
eclesiásticas..............................................
Artículo 4 De la vinculación de la Iglesia con las
asociaciones religiosas.............................

Capítulo segundo..........................................................
Principios doctrinales..............................................
Artículo 5 Unicidad Divina........................................
Dios..........................................................
Jesucristo..................................................
Espíritu Santo...........................................
Resurrección de Jesucristo.......................
Artículo 6 De la Institución.......................................
La Iglesia...................................................
La Iglesia y el Estado.................................
Servicio Militar.........................................
Sistema Económico de la Iglesia...............
El Cuerpo Ministerial................................
Artículo 7 Sacramentos, prerrogativas y
requerimientos.........................................
Bautismo..................................................
Comunión.................................................
Matrimonio..............................................
Sanidad Divina..........................................
Santidad...................................................
Pecado de Muerte....................................
Artículo 8 Escatología...............................................
Resurrección de Justos e Injustos............
Recogimiento de la Iglesia y
el Milenio.................................................
Juicio Final................................................

I
Segunda sección.
Capítulo tercero............................................................
De la Mesa Directiva General...................................
Artículo 9 Organización de la Mesa Directiva General....
Artículo 10 Elección....................................................
Artículo 11 Comisión Calificadora...............................
Artículo 12 Requisitos para ser miembro de la Mesa
Directiva General......................................
Artículo 13 Deberes del Obispo Presidente................
Artículo 14 Atribuciones del Obispo Presidente.........
Artículo 15 Deberes del Secretario Supervisor en los
Estados Unidos de América......................
Artículo 16 Atribuciones del Secretario Supervisor en
los Estados Unidos de América. ...............
Artículo 17 Deberes del Secretario General................
Artículo 18 Atribuciones del Secretario General.........
Artículo 19 Deberes del Secretario Administrador
General.....................................................
Artículo 20 Atribuciones del Secretario Administrador
General.....................................................
Artículo 21 Deberes del Secretario de Misiones
Internacionales.........................................
Artículo 22 Atribuciones del Secretario de Misiones
Internacionales.........................................
Artículo 23 Deberes del Secretario de Educación
Cristiana...................................................
Artículo 24 Atribuciones del Secretario de Educación
Cristiana...................................................
Artículo 25 Deberes del Secretario de
Evangelización..........................................
Artículo 26 Deberes del Secretario de
Asistencia social.......................................
Artículo 27 Poderes de la Mesa Directiva General......

Capítulo cuarto.............................................................
Artículo 28 Atención a la obra....................................
Artículo 29 Decesos, renuncias y ceses......................
Artículo 30 Derechos..................................................

II
Artículo 31 Credenciales, nombramientos y cartas de
recomendación........................................
Artículo 32 De las convenciones generales.................
Artículo 33 Reuniones episcopales.............................
Artículo 34 De la obra misionera................................
Artículo 35 Requisitos para ser misionero..................

Tercera sección.
Capítulo quinto.............................................................
De los distritos.........................................................
Artículo 36 Organización de los distritos....................
Artículo 37 Supervisión de los distritos......................
Artículo 38 Requisitos para ser obispo.......................
Artículo 39 Deberes de los obispos............................
Artículo 40 Atribuciones de los obispos......................
Artículo 41 De las elecciones de los obispos..............
Artículo 42 De la elección del secretario
y administrador distrital...........................
Artículo 43 De la comisión calificadora.......................
Artículo 44 El secretario de distrito............................
Artículo 45 El administrador distrital ........................
Artículo 46 Del sistema económico de los distritos....
Artículo 47 De las convenciones de distrito................

Capítulo sexto ..............................................................


De los presbiterios...................................................
Artículo 48 Organización de los presbíteros...............
Artículo 49 Requisitos para ser presbíteros................
Artículo 50 Deberes de los presbíteros.......................
Artículo 51 Atribuciones de los presbíteros................

Cuarta sección.
Capítulo séptimo...........................................................
Iglesias locales.........................................................
Introducción................................................................
Artículo 52 De los miembros de la iglesia...................
Artículo 53 Reglamentos de admisión........................
Artículo 54 Significado de plena comunión................

III
Artículo 55 Disciplina para los miembros
de la Iglesia...............................................
Artículo 56 Disciplina correctiva.................................
Artículo 57 Aplicación de la disciplina........................

Capítulo octavo.............................................................
Funcionamiento de las iglesias locales.....................
Artículo 58 Requisitos para que un grupo se
constituya en iglesia.................................
Artículo 59 Procedimiento para constituir
una iglesia................................................
Artículo 60 Establecimiento de nuevas iglesias con
el nuevo modelo eclesial. Además del
establecimiento de iglesias en conformidad
con los artículos 58 y 59, se establecerán
obligatoriamente nuevas congregaciones
de acuerdo a las siguientes reglas.............
Artículo 61 Templos y predios....................................
Artículo 62 De la autoridad pastoral...........................
Artículo 63 Obligaciones de los pastores....................
Artículo 64 Deberes de los pastores...........................
Artículo 65 Derechos de los pastores.........................
Artículo 66 De los cambios pastorales........................
Artículo 67 De los secretarios de las iglesias
locales......................................................
Artículo 68 De los administradores de
las iglesias locales.....................................
Artículo 69 Elección del secretario y administrador
local..........................................................
Artículo 70 De las sesiones de negocios.....................
Artículo 71 Red de células y ministerios.....................

Quinta sección.
Capítulo noveno............................................................
El ministerio de todos los creyentes.........................
Introducción................................................................
Artículo 72 Ministerio de todos los creyentes............
Artículo 73 De los ministros ordenados......................

IV
Artículo 74 Obligaciones morales y espirituales de los
ministros...................................................
Artículo 75 Duración y ubicación del ministerio.........
Artículo 76 De los asistentes de pastor.......................
Artículo 77 De los evangelistas...................................
Artículo 78 De los ministros en receso.......................
Artículo 79 De la lealtad.............................................
Artículo 79 Bis. De los Obispos Eméritos....................

Sexta sección.
Capítulo décimo............................................................
Economía ..............................................................
Introducción................................................................
Artículo 80 Deberes económicos de la Mesa
Directiva General y de los obispos...........
Artículo 81 Obligaciones económicas de evangelistas y
misioneros................................................
Artículo 82 Deberes económicos de ministros
y pastores.................................................
Artículo 83 Deberes individuales................................
Artículo 84 Deberes económicos de las iglesias.........
Artículo 85 Ayuda de manutención............................
Artículo 86 En los distritos..........................................
Artículo 87 En las iglesias............................................
Artículo 88 Fondo de la escuela bíblica
y de ministerios........................................
Artículo 89 Otros fondos.............................................
Artículo 90 Otras indicaciones....................................

Séptima sección.
Capítulo décimo primero...............................................
Reformas ..............................................................
Artículo 91 Violaciones a la Constitución....................
Artículo 92 Reformas a la Constitución.......................

V
Primera Sección.
Capítulo Primero.
Del nombre y sus propósitos.

Artículo 1. Del nombre.

El rubro con que se denominará esta corporación


será: Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús.

Artículo 2. Propósitos.

La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús se ha


organizado con los siguientes propósitos:

I. Predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo


y practicar su doctrina, según el orden apostólico, para la
regeneración y salvación de las almas.

II. Agrupar bajo un mismo rubro a todas las iglesias


existentes o congregaciones que estén de acuerdo con
estos principios doctrinales, de disciplina, de organización
y económicos.

III. Organizar conforme a los principios de doctrina,


organización, economía y disciplina delineados en esta
Constitución, a las iglesias que se vayan estableciendo y las
que se adhieran al movimiento.

IV. Mantener la comunión espiritual entre todos los


miembros que forman esta Iglesia y estimular el crecimiento
y extendimiento de la obra de nuestro Señor Jesucristo en
todo el mundo (Mateo 28:19; Marcos 16:15; Lucas 24:47).

V. Procurar por todos los medios posibles la ayuda


mutua y la protección entre todos los miembros, para
elevar así en el más alto grado su vida espiritual, moral
y social, dentro de las reglas del cristianismo y el amor
fraternal (Hebreos 13:1, 2).

1
VI. Seleccionar, preparar y ordenar a los ministros que
sean necesarios para atender las diferentes funciones en
la Iglesia. Para su preparación se establecerán las escuelas
bíblicas y colegios que sean necesarios.

VII. Para cumplir con las finalidades mencionadas en


los incisos anteriores, la Iglesia deberá adquirir y administrar
las propiedades necesarias, de acuerdo con las leyes que
en materia religiosa rijan en cada país donde la Iglesia esté
establecida.

Artículo 3. De las relaciones con otras organizaciones


eclesiásticas.

I. Creemos en la universalidad de la Iglesia y que ésta


debe estar unida por los vínculos del amor y lealtad a los
principios doctrinales señalados en la Palabra de Dios.

II. Creemos también que la unidad de la fe es meta a la


cual podemos llegar sólo conservando la unidad del espíritu
en el vínculo de la paz (Efesios 4:3). Por lo tanto, estimamos y
respetamos a todas las organizaciones cristianas, aclarando
que podemos asociarnos en el compañerismo cristiano para
impulsar los ideales comunes, con aquellos de creencias
similares a las nuestras, pero deseamos conservar nuestra
propia independencia y no aceptamos ningún pacto o
compromiso que nos prive de predicar el evangelio a toda
criatura.

III. Aunque estimamos y respetamos a todas las


organizaciones evangélicas que difieren de nuestras
creencias básicas, en ningún caso podemos aceptar que se
nos prive por algún compromiso o por la simple aceptación
del compañerismo, de la libertad de presentar nuestros
puntos doctrinales y de recibir en plena comunión en nuestra
Iglesia a aquellas personas que voluntariamente los acepten.
Recomendamos que los ministros de nuestra Iglesia traten
con respeto y consideración a todas las personas de otras

2
creencias, pero que en ningún momento comprometan sus
principios doctrinales a su libertad de acción.

IV. Extenderemos siempre nuestra diestra de


compañía a quienes sirvan sinceramente a Dios de
conformidad con los principios expuestos en las Sagradas
Escrituras, y se esfuercen por extender su reino en la tierra,
y además reiteramos nuestro apoyo a la causa bíblica;
recomendando a todos nuestros ministros y miembros de
la Iglesia, que cooperen desinteresada y activamente para
que las Sagradas Escrituras circulen con profusión.

V. Creemos que las condiciones raciales,


geográficas, históricas, culturales, tradicionales y
nacionales producen diferencias en el modo de pensar
y actuar. Consecuentemente, en nuestras relaciones
con organizaciones de doctrinas similares a las nuestras,
aceptamos y respetamos estas características, cuando
no impliquen desobediencia a las enseñanzas bíblicas
fundamentales (Hechos 10:34, 35; Romanos 14:1-23; 15:1, 2;
1 Corintios 8:5-13).

Artículo 4. De la vinculación de la Iglesia con las asociaciones


religiosas.

La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús y la misma


como asociación religiosa, constituyen dos organizaciones
vinculadas pero diferentes y la segunda estará subordinada
a la primera. Esto se debe a la doble naturaleza de la
Iglesia: Bíblicamente, Dios a través de las edades ha estado
llamando y formando un pueblo a través del cual, asimismo,
ha estado actuando en la historia humana. De esta manera
el Señor constituyó a la Iglesia la cual es considerada como
la comunidad del Espíritu Santo, el cuerpo de Cristo que
existe ahora tanto en la tierra, como en los lugares celestiales
(Efesios 1:3; 2:6; 3:10). Por lo tanto, la Iglesia es una realidad
compuesta de elementos divinos y humanos que implican
que la misma tiene que estar sujeta a la ley de Dios y a sus

3
propias normas, así como también tiene que moverse en el
marco jurídico justo que las autoridades civiles le señalen.
No obstante, esto último no significa que la Iglesia tenga
que subordinarse a la figura jurídica que le asigne el Estado,
de asociación religiosa, corporación, etc., que de por sí es
de procedencia meramente social y por ende temporal,
sino al contrario, la Iglesia por su origen, naturaleza y
trascendencia, como ya se mencionó antes, tendrá que
estar por encima de aquella. De este modo, las asociaciones
religiosas sólo cumplen la función de instrumentos
necesarios e inseparables para que la Iglesia realice los fines
que previene la ley, como son que por conducto de ellas,
la misma Iglesia tenga propiedad de bienes inmuebles, así
como una representación ante las autoridades civiles y
para gestionar ante las mismas, la autorización relacionada
con los actos de culto público, etc. Por otra parte, téngase
presente que las asociaciones religiosas no son la misma
Iglesia, sino a la que necesariamente están vinculadas
dichas asociaciones, pues éstas sólo existen en función
de la Iglesia, misma a la que le deben estar subordinadas.
En tal virtud, reafirmamos que:

I. La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, a través


de su Mesa Directiva General, tiene la autoridad de formar
conforme a las leyes conducentes de cada país y para todos
sus efectos legales, la o las asociaciones religiosas que
necesite, ayuden a cumplir los propósitos y estén al servicio
de la misma Iglesia, de su pueblo fiel y de sus directivos.

II. Para efecto de coordinar el correcto funcionamiento,


vinculación y subordinación de las asociaciones religiosas a
la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, así como para
que cumplan los fines para los cuales fueron creadas, se
organizará una asociación religiosa general, a la cual estarán
subordinadas todas las asociaciones religiosas donde se
encuentre establecida la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo
Jesús.

4
III. La organización y funcionamiento de cualquier
otra asociación religiosa, se hará con la autorización de
la Mesa Directiva General de la Iglesia y de acuerdo con
la formación de nuevos distritos, además de alguna otra
necesidad específica que lo requiera, manteniendo la
vinculación y subordinación con la Iglesia Apostólica de la
Fe en Cristo Jesús.

IV. Puesto que la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo


Jesús es diferente a las asociaciones religiosas, éstas son
una parte vinculadas a ella, cada asociación tendrá sus
propios reglamentos siempre y cuando sean aprobados por
la Mesa Directiva General de la Iglesia. Dichos reglamentos
en ningún caso se contrapondrán a los de la Constitución
de la Iglesia.

V. La vinculación y subordinación de las asociaciones


religiosas a la Iglesia, se estipularán claramente en los
estatutos de las mismas, puntualizando la autoridad que
tiene la Mesa Directiva General de la Iglesia Apostólica de
la Fe en Cristo Jesús para nombrar a los asociados y para
dar directrices, por conducto de los mismos asociados que
los órganos de cada asociación religiosa deben acatar.

VI. La disolución de alguna de las asociaciones


religiosas, será por alguna causa justificada, y cuando así
lo considere conveniente la Mesa Directiva General de la
Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, y de acuerdo con
la ley vigente del país respectivo.

5
Capítulo Segundo.
Principios doctrinales.

Artículo 5. Unicidad Divina.



Dios.

Creemos que hay un solo Dios que se ha manifestado


al mundo en distintas formas a través de las edades y que
especialmente se ha revelado como Padre en la creación
del universo, como Hijo en la redención de la humanidad y
como Espíritu Santo derramándose en los corazones de los
creyentes.

Este Dios es el creador de todo lo que existe, sea visible o


invisible. Es eterno, infinito en poder, Santo en su naturaleza,
atributos y propósitos y poseyendo una Divinidad absoluta
e indivisible; es infinito en su inmensidad, inconcebible en
su modo de ser e indescriptible en su esencia; conocido
completamente sólo por sí mismo, porque una mente infinita
sólo ella puede comprenderse a sí misma. No tiene cuerpo
ni partes y por lo tanto está libre de todas las limitaciones.

“El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el


Señor nuestro Dios, el Señor uno es” (Deuteronomio 6:4;
Marcos 12:29). “Para nosotros, sin embargo, sólo hay un
Dios...” (1 Corintios 8:5, 6).

Jesucristo.

Creemos que Jesucristo nació milagrosamente del


vientre de la virgen María, por obra del Espíritu Santo, y que
al mismo tiempo es el único y verdadero Dios (Romanos
9:5; 1 Juan 5:20). El mismo Dios del Antiguo Testamento
tomó forma humana (Isaías 60:1-3). “Y aquel Verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros...” (Juan 1:14). “Y sin
contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha
sido manifestado en carne, ha sido justificado en el Espíritu;

6
ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado a los gentiles;
ha sido creído en el mundo; ha sido recibido arriba en
gloria” (1 Timoteo 3:16).

Creemos que en Jesucristo se mezclaron en una


forma perfecta e incomprensible los atributos divinos y la
naturaleza humana. Por parte de María, en cuyo vientre
tomó forma de hombre, era humano; por parte del Espíritu
Santo, que fue el que lo engendró en María, era divino; por
eso se le llama Hijo de Dios e Hijo de hombre. Por lo tanto,
creemos que Jesucristo es Dios “y que en él habita toda la
plenitud de la Divinidad corporalmente” (Colosenses 2:9),
y que la Biblia da a conocer todos los atributos: es Padre
Eterno, a la vez que es un niño que nos ha nacido (Isaías
9:6). Es creador de todo (Isaías 45:18; Colosenses 1:16, 17).
Es omnipresente (Deuteronomio 4:39; Juan 3:13). Hace
maravillas como Dios Todopoderoso (Salmos 86:10; Lucas
5:24-26). Tiene potestad sobre el mar (Salmos 107:29, 30;
Marcos 4:37-39). Es el mismo siempre (Salmos 102:27;
Hebreos 13:8).

Espíritu Santo.

Creemos en el bautismo del Espíritu Santo, prometido


por Dios en el Antiguo Testamento y derramado después de
la glorificación del Señor Jesucristo, que es quien lo envía
(Joel 2:28, 29; Juan 7:37-39; 14:16-26; Hechos 2:1-4).

Creemos, además, que la demostración de que una


persona ha sido bautizada con el Espíritu Santo, son las
nuevas lenguas o idiomas en que el creyente puede hablar,
y que esta señal es también para nuestro tiempo.

Creemos también, que el Espíritu Santo es potencia


que permite testificar de Cristo (Hechos 1:8), y que sirve
para la formación de un carácter cristiano más agradable
a Dios (Gálatas 5:22-25). El mismo Espíritu da dones a
los hombres, que sirven para la edificación de la Iglesia

7
(Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:1-12; Efesios 4:7-13), pero
no aceptamos que haya en ningún hombre la facultad de
impartir a otro algún don, “en todas estas cosas obra uno
y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular
como él quiere” (1 Corintios 12:11). “Y a cada uno fue dada la
gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:7).

Todos los miembros de la Iglesia Apostólica de la Fe en


Cristo Jesús, deben buscar el Espíritu Santo y tratar de vivir
constantemente en el Espíritu, como lo recomienda la Palabra
de Dios (Romanos 8:5-16; Efesios 5:18; Colosenses 3:5).

Resurrección de Jesucristo.

Creemos en la resurrección literal de nuestro Señor


Jesucristo que se efectuó al tercer día de su muerte, como
lo relatan los evangelistas (Mateo 28:1-10; Marcos 16:1-20;
Lucas 24:1-12, 36-44; Juan 20:1-18). Esta resurrección había
sido anunciada por los profetas (Isaías 53:12) y es necesaria
para nuestra esperanza y justificación (Romanos 4:25;
1 Corintios 15:20).

Artículo 6. De la Institución.

La Iglesia.

Creemos que la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo es


una, universal e indivisible, formada por todos los hombres,
sin distinción de nacionalidad, idioma y cultura, que hayan
aceptado a nuestro Señor Jesucristo como Salvador y hayan
sido bautizados en agua por inmersión en su nombre
(Mateo 28:19; Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; Romanos
6:1-4; Colosenses 2:12), crean en el bautismo en el Espíritu
Santo (Hechos 1:5; 2:1-4), vivan separados de la práctica
del pecado, y perseveren sirviendo al Señor (Mateo 24:13;
Romanos 2:7; 6:11-13; Efesios 4:22-32; 5:1-11). Los vínculos
que unen a los miembros de la Iglesia son el amor de Dios
y la fe cristocéntrica comunes, y su estandarte o bandera

8
es el nombre de Jesucristo, ante cuyo emblema marcha
gallardamente la Iglesia imponente como ejércitos en
orden (Cantares 6:10).

La Iglesia y el Estado.

Creemos en la separación del Estado y la Iglesia y que


ninguno debe intervenir en los asuntos internos del otro,
pues aquí se cumple el precepto bíblico de dar lo que es
de César a César y lo que es de Dios a Dios (Marcos 12:17).
Los miembros de la Iglesia deben tomar participación
en actividades cívicas de acuerdo con su capacidad e
inclinaciones políticas, pero siempre reflejando sus ideas
personales y no las de la Iglesia, que siempre es neutral
y tiene cabida para los hombres de todos los credos
políticos. Al mismo tiempo, todos los miembros de la
Iglesia deben obedecer las autoridades civiles y todas las
leyes y disposiciones que de ellas emanen, siempre que no
contradiga sus principios religiosos o los obliguen a hacer
cosas en contra de su conciencia (Romanos 13:1-7).

Servicio Militar.

La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús,


reconoce el gobierno humano como de ordenación divina
(Romanos 13:1, 2) y al hacerlo así, exhorta a sus miembros
a que afirmen su lealtad a su patria. Siendo discípulos
del Señor Jesucristo, es deber de todo cristiano obedecer
sus preceptos y mandamientos que enseñan como sigue:
“No resistáis al que es malo” (Mateo 5:39). “Tened paz
con todos los hombres” (Hebreos 12:14). También Mateo
26:52; Romanos 12:19; Santiago 5:6; Apocalipsis 13:10. Por
estas Escrituras, se cree y se interpreta que los seguidores
de nuestro Señor Jesucristo no deben destruir propiedades
ajenas o quitar vidas humanas.

Se considera un pecado, que después de haber recibido


el conocimiento de la verdad, haber sido perdonados de

9
todos los pecados, y haber sido hechos nuevas criaturas
en Cristo Jesús, participe en acciones y actos diferentes
a aquellos recomendados por la divina Palabra de Dios
(Hebreos 6:4-9; 10:26, 27).

Por lo tanto, todos los miembros son exhortados


a responder voluntaria y libremente al llamado de su
gobierno, en tiempo de paz o de guerra, y prestar servicio
en todas las capacidades no combatientes. La doctrina
enseña que se ore porque tengamos siempre hombres de
Dios como gobernantes, y orar por ellos para que tengan
siempre guianza divina, y para que como naciones, seamos
guardados fuera de la guerra, con honor, y vivir en paz
continuamente (1 Timoteo 2:1-3).

Sistema Económico de la Iglesia.

Creemos que el sistema que la Biblia enseña para la


obtención de fondos necesarios para el cumplimiento de la
misión de la Iglesia es el de diezmos y ofrendas, y que debe ser
practicado por ministros y laicos igualmente (Génesis 28:22;
Malaquías 3:10; Mateo 23:23; Lucas 6:38; Hechos 11:27-30;
1 Corintios 9:3-15; 16:1, 2; 2 Corintios 8:1-16; 9:6-12; 11:7-9;
Gálatas 6:6-10; Filipenses 4:10-12; 15-19; 1 Timoteo 5:17, 18;
Hebreos 13:16).

Sabiendo que la obra de Dios no tan sólo tiene el


aspecto espiritual, sino también el material, creemos que
es necesario reglamentar la manera en que se adquieran
y distribuyan los fondos necesarios para responder a las
necesidades materiales de la obra.

El Cuerpo Ministerial.

Creemos que para el desempeño del ministerio oficial


de la Iglesia, Dios llama a cada persona, y que el Espíritu
Santo confiere a cada ministro la facultad de servir a la
Iglesia en distintas capacidades y con distintos dones, cuyas

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manifestaciones son todas para edificación del cuerpo de
Cristo (Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:5-11; Efesios 4:11, 12).

Creemos también, que aunque el llamamiento al


ministerio es de origen divino, la Palabra de Dios contiene
suficientes enseñanzas sobre los requisitos que debe
llenar la persona que vaya a servir en el ministerio, y que
corresponde a los gobiernos eclesiásticos organizados,
examinar a los candidatos al ministerio y determinar
cuándo son dignos de aprobación, y la tarea a que se deban
dedicar (Hechos 1:23-26; 6:1-3; 1 Timoteo 3:1-10; 4:14; 5:22;
Tito 1:5-9).

Creemos además, que el Espíritu Santo usa al ministro


en distintas formas, según las necesidades de la obra de Dios
y la capacidad y disposición personal del ministro. Nadie
puede ser colocado en una posición más elevada que aquella
a que se haga merecedor (Romanos 12:3; 1 Timoteo 3:13).

Creemos que el obispado es el cargo más elevado


en el ministerio, y que a quienes lo ocupan se les debe
dar muestras especiales, consideraciones y respeto, sin
menoscabo de los que ocupan posiciones de menor
responsabilidad.

Artículo 7. Sacramentos, prerrogativas y requerimientos.

Bautismo.

Creemos en el bautismo en agua, por inmersión y en


el nombre de Jesucristo, el cual debe ser administrado por
un ministro ordenado. El bautismo debe ser por inmersión,
porque sólo así se representa la muerte del hombre al
pecado, que debe ser semejante a la muerte de Cristo
(Romanos 6:1-5). Y en el nombre de Jesucristo, porque esta
es la forma en que los apóstoles y ministros bautizaron en la
edad primitiva de la Iglesia, según lo prueban las Sagradas
Escrituras (Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; 22:16).

11
Comunión.

Creemos en la práctica literal de la Cena del Señor,


que él mismo instituyó (Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25;
Lucas 22:15-20; 1 Corintios 11:22-31).

En esta ordenanza se debe usar pan sin levadura, que


representa el cuerpo sin pecado de nuestro Señor Jesucristo,
y vino sin fermentar, que representa la sangre de Cristo, que
consumó nuestra redención.

El objeto de esta ceremonia es conmemorar la muerte


de nuestro Señor Jesucristo y anunciar que un día regresará
al mundo, y al mismo tiempo para dar testimonio de la
comunión que existe entre los creyentes. Ninguna persona
debe participar de este acto si no es miembro fiel de la
Iglesia y está en plena comunión, pues al hacerlo sin cumplir
estas condiciones, no podrá discernir el cuerpo del Señor
(1 Corintios 10:15-17; 11:27, 28; 2 Corintios 13:5). El Señor, al
terminar de tomar la cena con sus apóstoles, celebró un acto
que de momento los maravilló, y que fue el lavatorio de pies.
Al terminar este acto, el maestro explicó a sus discípulos el
significado de él, y les recomendó que se lavasen los pies los
unos a los otros. La Iglesia practica este acto en combinación
con la Cena del Señor o indistintamente, como un acto de
humildad y confraternidad cristiana (1 Timoteo 5:10).

Matrimonio.

Creemos que el matrimonio es sagrado, pues fue


establecido desde el principio y es honroso en todos
(Génesis 2:21-24; Mateo 19:1-5; Hebreos 13:4).

Los matrimonios deben verificarse según la Biblia y


las parejas que no estén casadas deberán cumplir con este
requisito.

12
Creemos que el matrimonio es la unión de un hombre y
una mujer declarados como varón o hembra en el momento
de su nacimiento y que debe perdurar mientras vivan los
dos cónyuges. Al morir uno de ellos, el otro está libre para
casarse y no peca si lo hace en el Señor (Romanos 7:1-3;
1 Corintios 7:39).

Creemos, además, que los matrimonios deben


verificarse exclusivamente entre los miembros fieles.
Ningún ministro deberá casar a un miembro de la iglesia
con una persona inconversa.

Los miembros que estando en plena comunión y se


casaren con persona inconversa, deberán ser juzgados por
los pastores.

Sanidad Divina.

Creemos que Dios tiene poder para sanar todas las


enfermedades, si así es su voluntad, y que la sanidad divina
es un resultado del sacrificio de Cristo, pues él llevó nuestras
enfermedades y sufrió nuestros dolores (Isaías 53:4).

La sanidad se efectúa por una combinación de la fe


del creyente y el poder del nombre de Jesucristo que se
invoca sobre el enfermo. El Señor Jesucristo prometió que
los que creyeran en su nombre, pondrían las manos sobre
los enfermos y éstos sanarían (Marcos 16:18). Los enfermos
deben ser ungidos con aceite en el nombre de Jesucristo
por ministros ordenados para que el Señor cumpla
sus promesas (Salmos 103:1-4; Lucas 9:1-3; Juan 14:13;
1 Corintios 12:9; Santiago 5:14-16).

Creemos que la sanidad divina se obtiene por la fe,


y que en caso de que algún hermano tenga necesidad de
someterse a los cuidados y ministraciones de la ciencia
médica, los demás no deben criticarlo, sino considerarse a
sí mismos y guardarse de encontrar condenación con lo que

13
ellos mismos aprueban (Romanos 14:22). Recomendamos
que los miembros y ministros se abstengan de lanzar
críticas indebidas a la ciencia médica, cuyos adelantos nadie
puede negar, y que se originan en la habilidad que Dios ha
dado a los hombres para ir descubriendo los secretos del
funcionamiento del organismo humano. Al mismo tiempo,
los exhortamos a que no se opongan a las campañas
de higiene, vacunación y limpieza que sean iniciadas
por el gobierno, sino que, por el contrario, colaboren
decididamente en los lugares donde sea posible.

Santidad.

Creemos que todos los miembros del cuerpo de


Cristo deben ser santos, es decir, apartados del pecado
y consagrados al servicio de Dios. Por esta razón deben
abstenerse de practicar toda clase de diversiones malsanas e
inmundicias de carne y de espíritu (Levítico 19:2; 2 Corintios
7:1; Efesios 5:26, 27; 1 Tesalonicenses 4:3, 4; 2 Timoteo 2:21;
Hebreos 12:14; 1 Pedro 1:16).

Sin embargo, en la práctica de la santidad, creemos


que debe evitarse toda clase de extremismos, ascetismos
y privaciones que tienen “...cierta reputación de sabiduría
en culto voluntario, en humildad y en duro trato de la
carne;... la cual es sombra de lo porvenir; mas el cuerpo
es de Cristo” (Colosenses 2:17, 23). En lo que respecta a
alimentos, sabiendo que “todo lo que Dios creó es bueno, y
nada hay que desechar, tomándolo con acción de gracias”
(1 Timoteo 4:4).

Pecado de Muerte.

Creemos, a la luz de la Palabra de Dios, que hay pecado


de muerte y que si éste es cometido en los términos que
expresa la misma Biblia, se pierde el derecho a la salvación
(Mateo 12:31, 32; Romanos 6:23; Hebreos 10:26, 27; 1 Juan
5:16, 17). Por tanto, recomendamos que todos los fieles

14
se abstengan de dar oído a doctrinas en que se promete
seguridad eterna al cristiano sin importar su conducta, y la
idea de que “una vez salvo, siempre salvo”, pues la Biblia
enseña que es posible ser reprobado y se necesita ser fiel
hasta el fin (Romanos 2:6-10; 1 Corintios 9:26, 27).

Artículo 8. Escatología.

Resurrección de Justos e Injustos.

Creemos que habrá una resurrección literal de los


muertos en el Señor, en la cual serán revestidos con un
cuerpo glorificado y espiritual, con el cual vivirán para
siempre en la presencia del Señor (Job 19:25-27; Salmos
17:15; Juan 5:29; Hechos 24:15; 1 Corintios 15:35-54;
1 Tesalonicenses 4:16).

Los cristianos que estén en pie en el momento en que


el Señor recoja a su Iglesia, serán igualmente transformados
y así irán a estar con el Señor por siempre en gloria
(1 Corintios 15:51, 52; 1 Tesalonicenses 4:18).

Creemos también, que habrá resurrección de injustos,


pero éstos despertarán del sueño de la tumba para ser
juzgados y oír la sentencia que los hará herederos del fuego
eterno (Daniel 12:2; Mateo 25:26; Marcos 9:44; Juan 5:29;
Apocalipsis 20:12-15).

Recogimiento de la Iglesia y el Milenio.

Creemos que la Iglesia compuesta de los muertos en


el Señor y los fieles que estén sobre la tierra en el momento
del rapto, será levantada para ir a encontrar a su Señor en los
aires y participar en las bodas del Cordero. Después vendrá
con el Señor a la tierra para hacer el juicio de las naciones
y reinar con Cristo mil años. Este período será precedido
por la Gran Tribulación y la batalla del Armagedón, a la cual
dará fin el Señor cuando descienda sobre el monte de los

15
Olivos con todos sus santos (Isaías 65:17-25; Daniel 7:27;
Miqueas 4:1-3; Zacarías 14:1-6; Mateo 5:5; Romanos 11:25-27;
1 Corintios 15:51-54; Filipenses 3:20, 21; 1 Tesalonicenses
4:13-17; Apocalipsis 20:1-5).

Juicio Final.

Creemos que hay un juicio preparado en el cual


participarán todos los hombres que hayan muerto sin
Cristo y los que estén sobre la tierra en el tiempo de su
verificación. Este juicio se efectuará al final del Milenio
y también se conoce con el nombre de Juicio del Trono
Blanco. La Iglesia no será juzgada en esta ocasión, sino que
ella misma intervendrá en el juicio que se haga a todos los
hombres de acuerdo con lo que está escrito en los libros
que Dios tiene preparados. Al terminarse este juicio, los
cielos y la tierra que hoy existen serán renovados por fuego
y los fieles habitarán en la Nueva Jerusalén. La dispensación
cristiana habrá terminado y entonces Dios volverá a ser
todas las cosas en todos (Daniel 7:8-10, 14-18; 1 Corintios
6:2, 3; Romanos 2:16; 14:10; Apocalipsis 20:11-15; 21:16).

Segunda Sección.
Capítulo Tercero.
De la Mesa Directiva General.

Artículo 9. Organización de la Mesa Directiva General.

I. Para gobernar y dirigir esta corporación se


nombrará una Mesa Directiva integrada por: Un Obispo
Presidente, un Secretario General, un Secretario de
Misiones Internacionales, un Secretario de Evangelización,
un Secretario de Educación Cristiana, un Secretario de
Asistencia Social, un Secretario Supervisor en los Estados
Unidos de América y un Secretario Administrador General.

II. Ninguna persona podrá ocupar más de un puesto en


esta Mesa Directiva.

16
III. Los miembros de la Mesa Directiva General fungirán
por un período de cuatro años o hasta que sus sucesores
sean electos.

IV. Los miembros de la Mesa Directiva General


asumirán su cargo al finalizar la Convención que los eligió.

V. Los miembros de la Mesa Directiva General pueden


ser reelectos para el mismo puesto sólo una vez en sucesión.
Para figurar de nuevo como candidatos al mismo puesto
deberán haber pasado cuando menos cuatro años desde la
ocasión anterior en que la ocuparon.

VI. Los miembros de la Mesa Directiva General, podrán


permanecer en la misma, en diferentes puestos hasta por
tres períodos consecutivos, exceptuando, exclusivamente
si fueren electos Obispo Presidente o Secretario General
respectivamente para un cuarto período, con todo el
derecho de ser reelectos; de no ser así, deberán pasar
cuatro años por lo menos, para poder ocupar otro puesto
en la Mesa Directiva General, por sólo un período más;
mismo derecho que tienen los demás miembros de la Mesa
Directiva General.

Artículo 10. Elección.

I. La Mesa Directiva General de la Iglesia en funciones


o una comisión de la misma, deberá formular el programa
de la Convención General, anunciándose el día en que
se verificarán las elecciones cuando competa y dándolo
a conocer a todos los ministros afiliados con la debida
anticipación.

II. Una mayoría simple será suficiente para ganar las


elecciones y ocupar el cargo correspondiente, y los ministros
ausentes no tendrán derecho a presentar objeciones.

17
III. Un día antes de las elecciones la Mesa Directiva
General nombrará la Comisión de Elecciones, la Comisión
Calificadora y la Comisión de Honor y Justicia.

III Bis. La Comisión de Elecciones será la encargada de


presidir todo el proceso de la elección de principio a fin, la
Comisión Calificadora se sujetará para su desempeño a lo
establecido en el Artículo 11.

IV. El día de elecciones todos los ministros deberán


presentarse en oración y ayuno.

IV Bis. La comisión de honor y justicia será integrada


por un miembro de la Mesa Directiva General, dos obispos
de distrito en funciones, dos ex obispos, un presbítero,
un pastor, y un obispo Emérito.

V. Las elecciones se efectuarán en el siguiente orden:


Obispo Presidente, Secretario General, Secretario de Misiones
Internacionales, Secretario de Evangelización, Secretario de
Educación Cristiana y Secretario de Asistencia Social.

V Bis. Las funciones de la Comisión de Honor y Justicia


serán las siguientes: Cuando un precandidato que teniendo
más votos que otro fuera rechazado por la Comisión
Calificadora, la Comisión de Honor y Justicia se encargará de
revisar las razones que haya tenido la Comisión Calificadora
para ello. Antes que la Comisión Calificadora haga oficial sus
decisiones, intervendrá dicha Comisión, y si encuentra que
no se ha procedido con justicia, podrá rectificar la decisión de
la Comisión Calificadora y restituir el derecho del afectado.
Después de la intervención de la Comisión de Honor y Justicia,
las decisiones de la Comisión Calificadora serán definitivas,
sin que afecte lo especificado en el artículo 11 Fracción V, o
cualquier otro artículo relacionado a este proceso. Lo mismo
se realizará supletoriamente al proceso de elección de la
Mesa Directiva de los Distritos, formándose la Comisión
de Honor y Justicia por: un miembro de la Mesa Directiva

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Distrital, dos Presbíteros, un Ex Obispo y un Pastor. En caso
de que las razones de la descalificación fueren por calumnias,
difamación o acusaciones falsas, sin pruebas fehacientes, la
Comisión de Honor y Justicia hará las recomendaciones a
la autoridad competente para que se corrija el agravio y/o
se sancione a quien haya afectado el honor de la persona
agraviada.

VI. La selección de los candidatos a los primeros seis


puestos de la Mesa Directiva General se hará por voto
secreto de todos los ministros. Los seis miembros electos,
se reunirán y seleccionarán dos ministros para candidatos
a Secretario Supervisor en los Estados Unidos de América,
que hayan terminado un periodo completo como Obispo
de Distrito o Miembro de la Mesa Directiva General que, al
momento de la elección, pastoreen y tengan estatus legal
en dicho país. Los seleccionados serán presentados a la
asamblea, quien por medio del voto mayoritario decidirá
cuál de los dos ocupará el cargo. Para la elección del
Secretario Administrador General, los seis Miembros de
la Mesa Directiva General, seleccionarán nuevamente a
dos ministros que hayan terminado un periodo completo
como Obispo de Distrito o Miembro de la Mesa Directiva
General. Los candidatos seleccionados serán presentados a
la asamblea quien por medio de su voto determinará quién
ocupará dicha responsabilidad.

VII. Para hacer la selección de candidatos a cada


puesto, los ministros presentes que llenen los requisitos
para votar, escribirán secretamente en la boleta impresa
que se les entregue, el nombre de su candidato.

VIII. La Comisión de Elecciones recogerá todas las


boletas y después de hacer el cómputo correspondiente,
presentará los resultados a la Comisión Calificadora.

19
IX. Los nombres de los ministros que fueren aprobados
como candidatos, serán dados a conocer por la Comisión de
Elecciones ante la asamblea.

X. Cuando algún candidato no desee ocupar el cargo


para el cual es seleccionado, tendrá derecho a declinar,
después de ser presentado y antes de que se ore por él.

XI. La declinación de un candidato debe hacerse ante la


Comisión Calificadora, previamente, y sólo podrá anunciarse
a la asamblea si fuere aprobada por la mencionada Comisión.

XII. Una vez aceptada una declinación, se hará nueva


selección para sustituir al declinante.

XIII. El Presidente de la Comisión de Elecciones,


presentará a los candidatos ante la asamblea y se orará
por ellos.

XIV. A continuación cada ministro votante anotará en


la boleta correspondiente el nombre del candidato a su
elección.

XV. La Comisión de Elecciones hará el cómputo de los


votos, dará a conocer el resultado a la asamblea y presentará
al candidato electo.

XVI. Si en las elecciones definitivas hubiere empate, se


seguirán haciendo votaciones hasta por tres veces y si no
ocurre el desempate, se decidirá por suerte.

XVII. La comisión legal tiene el deber de velar para


que cada paso que se dé en el proceso de elección,
desde el inicio hasta el final del mismo, sea de acuerdo
a la Constitución vigente; por lo que la Comisión de
Elecciones, la Comisión Calificadora y la Comisión de Honor
y Justicia tienen el deber de informar a la comisión legal,
de las decisiones, elecciones en el orden previsto, que se

20
cumplan los requisitos, declinaciones, nuevas selecciones,
presentación de candidatos, cómputo de votos, empates,
suertes, aprobación de precandidatos, pruebas fehacientes
de objeciones presentadas y que todo se cumpla a
cabalidad, de manera legal y según lo establecido.

Artículo 11. Comisión Calificadora.

I. Un día antes de las elecciones, la Mesa Directiva


General de la Iglesia nombrará una Comisión Calificadora,
que será integrada por tres miembros de la Mesa Directiva
General de la Iglesia y dos obispos de distrito en funciones
y dos ex obispos, la cual se encargará de aprobar a los
precandidatos. En el caso de la elección del Obispo
Presidente, esta Comisión Calificadora tomará en cuenta
de entre los primeros diez que tengan mayor número
de votos en la primera ronda, su capacidad, idoneidad y
derecho, y aprobará a tres de ellos como precandidatos. En
caso de que el décimo lugar lo obtuvieran varios ministros,
todos ellos serán considerados por la Comisión Calificadora
para la aprobación de los tres precandidatos. Estos tres
pasarán a la segunda ronda de donde se seleccionarán a
los dos que hayan obtenido mayor número de votos para
pasar a la tercera ronda en donde saldrá electo el que tenga
mayor número de votos. La Comisión de Elecciones pasará
la relación de los diez o más precandidatos a la Comisión
Legal para su conocimiento; para que ésta posteriormente
verifique que los candidatos propuestos por la Comisión
Calificadora se encuentren dentro de ese número.

II. En el caso de los demás miembros de la Mesa


Directiva General, esta Comisión Calificadora tomará en
cuenta de entre los diez o más que tengan mayor número
de votos, su capacidad, idoneidad y derecho, y aprobará a
dos de ellos como candidatos, siendo electo el que tuviere
mayoría simple de votos.

21
La Comisión de Elecciones pasará la relación de
los diez o más precandidatos a la Comisión Legal para su
conocimiento, para que ésta posteriormente verifique que
los candidatos propuestos por la Comisión Calificadora se
encuentren dentro de ese número. Si se diera el caso de
que el décimo lugar lo obtuvieran varios ministros con el
mismo número de votos, todos ellos serán mencionados en
la relación que la Comisión de Elecciones le presente a la
Comisión Legal para su conocimiento y verificación.

III. En caso de que los precandidatos propuestos, a


juicio de la Comisión Calificadora, no llenen los requisitos
establecidos en la presente Constitución o carezcan
de capacidad, idoneidad o derecho para figurar como
candidatos, podrá ordenar que se haga una nueva selección;
no sin antes dar a conocer al afectado su decisión y los
motivos que la fundamentan, para que éste a su vez, tenga
la oportunidad de aclarar y comprobar su solvencia.

IV. Si después de ser presentados los candidatos y


antes de que se ore por ellos, hubiere objeciones en contra
de cualquiera de ellos, se suspenderán las elecciones entre
tanto que el objetante discute en privado ante la Comisión
Calificadora. Las objeciones deben de ser de importancia
y el objetante debe presentar pruebas fehacientes, para
que la Comisión Calificadora pueda ordenar se suspenda la
elección de un candidato. Si esto sucediere, podrá ordenar
entre quien en turno tenga mayoría de votos y llene los
requisitos o se haga una nueva selección.

V. Ninguna objeción será presentada ni discutida


en plena asamblea. Las deliberaciones de la Comisión
Calificadora serán secretas y sus decisiones definitivas.

VI. Si cualquiera de los miembros de la Comisión


Calificadora resultare propuesto como precandidato y quisiera
participar en las elecciones, será dado a conocer a la Comisión
Legal para que observe que no tendrá derecho a opinar

22
sobre los precandidatos propuestos, sino que invariable e
inmediatamente deberá retirarse momentáneamente de
la Comisión Calificadora para permitir que el resto de los
integrantes deliberen. Una vez concluida la deliberación,
podrá volver a ocupar su puesto.

Artículo 12. Requisitos para ser miembro de la Mesa Directiva


General.

I. Para figurar como candidato a la Mesa Directiva


General se requiere:

a. Ser ministro ordenado.


b. Tener como mínimo 35 años de edad y tener salud
física.
c. Haber terminado o aprobado cursos teológicos
reconocidos por el Sistema de Educación Teológica
de nuestra Iglesia.
d. Haber terminado estudios de secundaria o su
equivalente.
e. Haber servido como pastor de la iglesia de
manera satisfactoria y exitosa en la misión y la
administración por un período no menor de diez
años y de preferencia haber sido presbítero.

II. Para figurar como candidato a Obispo Presidente o


Secretario General se requiere ser ministro con experiencia
y capacidad en la supervisión, que haya desempeñado
satisfactoriamente cuando menos dos períodos el cargo
de obispo de distrito, o bien un período de obispo de
distrito y uno como miembro de la Mesa Directiva de
la Iglesia o dos períodos completos en la Mesa Directiva
General de la Iglesia y que esté actuando como obispo de
distrito, miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia,
presbítero o cuando menos como pastor de una iglesia.

III. Para figurar como candidato al cargo de Secretario


de Misiones Internacionales, se requiere ser ministro con

23
experiencia y capacidad en la supervisión, así como también
que tenga la cultura académica y teológica mínima que se
requiere para el asesoramiento, equipamiento e impulso de
las misiones, y que haya desempeñado satisfactoriamente
por cuatro años el cargo de obispo de distrito o bien un
período completo como miembro de la Mesa Directiva
General de la Iglesia y que esté actuando como obispo de
distrito, miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia,
presbítero o cuando menos como pastor de una iglesia.

IV. Para figurar como candidato a los demás puestos,


deberá tener un mínimo de 35 años de edad, y que esté
actuando como obispo de distrito, miembro de la Mesa
Directiva General de la Iglesia o pastor y que tenga cuando
menos 10 (diez) años de experiencia en esta última
responsabilidad.

V. Para ser propuesto como candidato a Secretario


Supervisor en los Estados Unidos de América, deberá
cumplir con los requisitos señalados en las fracciones I, III
y IV de este artículo y que tenga estatus legal en dicho país.

Artículo 13. Deberes del Obispo Presidente.

I. Tendrá la representación de la Iglesia en general,


y deberá ejercerla en cualquier momento y lugar que sea
necesario, para la atención y supervisión de toda la Iglesia,
y su autoridad se extiende hasta los campos misioneros
dependientes de la organización. Por lo tanto, deberá visitar
todos los distritos en la frecuencia que sea necesaria. Esto
lo hará para enterarse del estado de la obra y ordenar lo que
deba hacerse en cada caso.

II. Velará porque los obispos de distrito y demás


miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia cumplan
fielmente sus obligaciones.

24
III. Presidirá las convenciones generales, reuniones
episcopales, congresos legislativos y reuniones de la
Mesa Directiva General de la Iglesia. Cuando por alguna
razón justificada no pueda asistir a las actividades que le
correspondan deberá delegar su representación a cualquier
miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia u obispo
en funciones.

IV. Deberá asistir a las convenciones distritales para


asesorar a los obispos e intervenir en aquellas cosas que lo
requieran, o delegar su representación como se expresa en
el inciso anterior.

V. Representará a la Iglesia en todas las gestiones


oficiales que se deba hacer, o delegará su representación
como ya está indicado, utilizando si las circunstancias lo
requieren a más de una persona.

VI. Firmará, juntamente con el Secretario General, todas


las credenciales, certificados de ordenación, nombramientos
y demás documentos que requieran su firma.

VII. Exigirá que los obispos de distrito y demás


miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia le
informen de sus actividades cuando lo estime conveniente.

VIII. Presentará por escrito un informe de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
generales y reuniones episcopales incluyendo la estadística
correspondiente. Dicho informe deberá ser enviado para
Convención General de manera electrónica una semana
antes de su presentación; a los obispos, misioneros,
evangelistas, pastores y ministros encargados de Iglesias
para su consideración oportuna. En Reunión Episcopal el
informe debe ser enviado de manera electrónica a los obispos
de distrito una semana antes de la fecha de su presentación
para su consideración oportuna. La presentación de
dicho informe será proyectado electrónicamente ante

25
la Convención General y/o la Reunión Episcopal, según
corresponda, leyendo sólo los encabezados, títulos y
subtítulos que se consideren necesarios. Se imprimirán sólo
los informes que se necesiten para archivo o representantes
que se considere necesario.

IX. Exigirá que se cumplan los acuerdos de las


convenciones generales, de las reuniones episcopales, con-
gresos legislativos y convenciones de distrito. Cuando no
se cumpla un acuerdo, deberá informar ante la Convención
General, Reunión Episcopal o de la Mesa Directiva General
de la Iglesia, explicando los motivos que lo impidieron. En el
caso de acuerdos de convención distrital deberá requerir su
cumplimiento al obispo correspondiente.

X. Deberá cumplir, impulsar y supervisar los programas


que la Convención General o Reunión Episcopal hayan
aprobado, o en su defecto, si no existiere; deberá proponer
en conjunto con la Mesa Directiva un plan de acción ante la
Convención General o Reunión Episcopal para su estudio, y
en su caso, aprobarlo en la fecha que convenga.

XI. Hará la entrega oficial de su cargo a su sucesor al


final de la Convención. La entrega física se hará en un plazo
no mayor de un mes, y ante una reunión plenaria de la Mesa
Directiva General de la Iglesia. Entregará por inventario las
oficinas, bienes y demás enseres que estén en su poder y que
sean para el uso de la presidencia de la Iglesia. Se enviará
copia del inventario a los obispos de distrito.

Artículo 14. Atribuciones del Obispo Presidente.

I. Podrá nombrar obispos que asuman, hasta por seis


meses, la dirección de aquellos distritos que súbitamente
queden sin titular.

II. En caso de que un obispo muera, renuncie o sea


cesado de sus funciones, faltando más de seis meses para

26
la terminación del período correspondiente, el Obispo
Presidente deberá convocar a todos los ministros del
distrito en cuestión y hacer la elección de un obispo que
cubra el interinato.

III. Tiene la facultad de remover los funcionarios


generales, que no cumplan con sus obligaciones o que por
alguna razón justificada no puedan o no deban permanecer
en sus puestos, previo consenso con la Mesa Directiva
General.

IV. Tiene la facultad de solicitar la remoción de los


obispos de distrito y de los miembros de la Mesa Directiva
General de la Iglesia que no cumplan con sus obligaciones
o que por alguna razón justificada no puedan o no deban
permanecer en sus puestos. En la Reunión Episcopal
se estudiará la solicitud de remoción, la cual podrá ser
aprobada o rechazada. En casos de emergencia, el Obispo
Presidente puede hacer las remociones y presentar sus
motivos a la Mesa Directiva General de la Iglesia, la cual las
ratificará o rectificará, según convenga.

V. Queda autorizado el Obispo Presidente para


cambiar a cualquier ministro que a su juicio pueda suplir
una necesidad de emergencia, con la anuencia del ministro
en cuestión, del obispo de distrito de donde sale y la de
aquel a donde vaya a desempeñar su vocación voluntaria,
si fuere dentro de un distrito constituido.

VI. Cuando un funcionario de puestos generales,


dejara de fungir en su puesto por fallecimiento, renuncia o
cese, el Obispo Presidente ordenará un suplente que tome
posesión del cargo vacante, después de rendir la protesta
de rigor ante él o su representante. En la siguiente Reunión
de la Mesa Directiva General de la Iglesia, se ratificará o
modificará el nombramiento si faltaren más de seis meses.

27
VII. Tendrá facultad de intervenir en la distribución de
los fondos que se acumulen en las tesorerías de las redes de
células y ministerios generales.

VIII. Tendrá facultad de ordenar la revisión de los


libros de las tesorerías generales y distritales, y nombrará
una comisión o un contador que revise o certifique los
informes que deban rendirse en las convenciones generales,
reuniones episcopales y en las convenciones distritales, y
cuando lo crea conveniente podrá ordenar una auditoría a
cualquiera de las tesorerías mencionadas.

IX. Tendrá la facultad de aprobar o rechazar las


solicitudes que los obispos hagan para utilizar los fondos
de las tesorerías de sus distritos, cuando se trate de cubrir
gastos no previstos y cuando las circunstancias lo requieran,
podrá intervenir para reajustar algunas asignaciones que se
haya hecho a las tesorerías de distrito.

X. Tendrá la facultad para requerir a los obispos e


intervenir en asuntos distritales en circunstancias que a
su juicio lo ameriten, previa consulta con la mayoría de los
miembros de la Mesa Directiva General. Esta intervención
sólo se dará una vez que se hayan agotado los recursos de
orientación y consejo necesarios para la atención del asunto
en cuestión, debiendo informar en Reunión Episcopal,
donde se ratificará o rectificará la decisión, según convenga.

XI. Tendrá la facultad de tomar decisiones de carácter


extraordinario en casos de emergencia debiendo informar
en Reunión Episcopal, donde se ratificará o rectificará según
convenga.

XII. Nombrará junto con el Secretario General y el


Secretario Administrador General, al personal que trabaje
en las Oficinas Generales de la Iglesia y le asignará el salario
correspondiente.

28
XIII. Será responsable del funcionamiento de las
Oficinas Generales de la Iglesia y aprobará las erogaciones
necesarias para la adquisición del equipo de las mismas, así
como para los demás comités generales y redes de células
y ministerios.

Artículo 15. Deberes del Secretario Supervisor en los Estados


Unidos de América.

I. A fin de que la Iglesia en los Estados Unidos de


América reciba una mejor atención pastoral, el Secretario
Supervisor será el colaborador inmediato del Obispo
Presidente para que le ayude en todas las comisiones
asignadas por él mismo.

II. Atenderá por instrucciones del Obispo Presidente


los conflictos que se generen entre los obispos y los
pastores. Una vez atendidas las comisiones deberá informar
ampliamente acerca de la comisión atendida.

III. Impulsará el avance del programa general de la


Iglesia.

IV. En casos necesarios, el Obispo Presidente, la Mesa


Directiva General o la Convención General, podrá asignarle
cualquier otro tipo de encomienda según las necesidades
de la obra de Dios.

V. Presentará por escrito un informe de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
generales, incluyendo la estadística correspondiente. Dicho
informe deberá ser enviado de manera electrónica una
semana antes de su presentación a los obispos, misioneros,
evangelistas, pastores y ministros encargados de iglesias
para su consideración oportuna. La presentación ante la
Convención General será proyectado electrónicamente
leyendo sólo los encabezados, títulos y subtítulos que se

29
consideren necesarios. Se imprimirán informes sólo para
archivo o representantes que se considere necesario.

Artículo 16. Atribuciones del Secretario Supervisor en los Estados


Unidos de América.

I. Podrá convocar con suficiente anticipación,


especificando lugar, fecha y hora a las personas involucradas
en la encomienda que reciba del Obispo Presidente.

II. A fin de colaborar con el avance del programa


general, podrá solicitar a los obispos o quienes visite,
información acerca del desarrollo y cumplimiento del
programa distrital.

Artículo 17. Deberes del Secretario General.

I. Llevará un libro, en el cual levantará las actas de


todas las convenciones generales, reuniones episcopales y
reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia.

II. Archivará las copias de las actas de las convenciones


distritales; además compilará y encuadernará en un libro las
copias de dichas actas.

III. Llevará un expediente de cada ministro afiliado


a la Iglesia, anotando en él los datos concernientes a los
diferentes cargos que haya desempeñado en cada lugar y
las distintas comisiones que se le hayan conferido.

IV. Será el responsable de todas las publicaciones


oficiales que se hagan en el órgano oficial de la Iglesia.

V. Expedirá todas las credenciales ministeriales,


certificados de ordenación, nombramientos y demás
documentos oficiales que se requieran.

30
VI. Será el encargado de extender las credenciales
ministeriales, los certificados de ordenación, nombramientos
y demás documentos que requieran su firma.

VII. Representará a la Iglesia en aquellas gestiones en


que sea necesaria su participación directa.

III. Protocolizará ante un Notario Público las actas de


elecciones de la Mesa Directiva General de la Iglesia y todos
aquellos documentos que requieran protocolización.

IX. Dará curso a la correspondencia oficial y formará el


archivo correspondiente.

X. Informará por medio de circulares a todos los


obispos, presbíteros, pastores y encargados de la obra,
evangelistas, misioneros y demás miembros de la Mesa
Directiva General de la Iglesia, todos los acuerdos tenidos
en las convenciones generales, reuniones episcopales y
reuniones de la Mesa Directiva de la Iglesia y además, todas
aquellas cosas que sean de interés general.

XI. Dirigirá un departamento de estadística que reunirá


todos los datos pertinentes a la obra, con asesoramiento
del Obispo Presidente y la cooperación de todos los
pastores, presbíteros, obispos, evangelistas, misioneros
y funcionarios de la Mesa Directiva General de la Iglesia.
Las estadísticas citadas abarcarán el mismo período de la
administración anual de la Mesa Directiva General y deberá
publicarse cada año en forma de memoria.

XII. Desempeñará todas las comisiones que le sean


conferidas por la Convención General, reuniones de la Mesa
Directiva General de la Iglesia y por el Obispo Presidente.

XIII. Cuando el Obispo Presidente cesare en sus


funciones por fallecimiento, renuncia o cese, faltando
más de seis meses para la finalización del período de la

31
Mesa Directiva General de la Iglesia, el Secretario General
asumirá la dirección de la Iglesia por un período no mayor
de cuarenta y cinco días, dentro del cual se hará la elección
de un nuevo Obispo Presidente conforme se indica en el
artículo 27 de esta Constitución.

XIV. Si el Obispo Presidente cesare en sus funciones por


fallecimiento, renuncia o cese, faltando seis meses o menos
para la finalización del período de la Mesa Directiva General
de la Iglesia, el Secretario General asumirá las funciones del
Obispo Presidente después de rendir la protesta respectiva
ante el Cuerpo Episcopal y la presencia del resto de los
miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia, en un
período no mayor de veinte días después del día en que
el Obispo Presidente cese en sus funciones, y terminará el
período de actividades correspondientes.

XV. Presentará un informe de sus actividades, ante


Convenciones Generales y/o Reunión Episcopal anual
ordinaria.

XVI. Presentará por escrito un informe de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
generales y reuniones episcopales incluyendo la estadística
correspondiente. Dicho informe deberá ser enviado para
Convención General una semana antes de su presentación de
manera electrónica a los obispos, misioneros, evangelistas,
pastores y ministros encargados de Iglesias para su
consideración oportuna y en Reunión Episcopal el informe
deberá ser enviado de manera electrónica a los obispos de
distrito una semana antes de la fecha de su presentación
para su consideración oportuna. La presentación será
proyectado electrónicamente ante la Convención General
y/o la Reunión Episcopal, según corresponda, leyendo sólo
los encabezados, títulos y subtítulos que se consideren
necesarios. Se imprimirán sólo los informes que se necesiten
para archivo o representantes.

32
Artículo 18. Atribuciones del Secretario General.

I. Demandará de los obispos, presbíteros, pastores,


evangelistas y encargados de la obra, los datos que
considere necesarios para la formación de sus archivos y
para la redacción de informes.

II. Exigirá que los obispos de distrito le envíen, por


conducto de las personas que competa, los datos relativos
a la ordenación, cambio o cese de ministros y los datos
relativos al establecimiento de nuevas iglesias, construcción
y dedicación de templos.

III. Exigirá que se le envíe por parte de los obispos de


distrito o sus secretarios, copia de las actas levantadas en sus
convenciones distritales y demás reuniones ministeriales.

Artículo 19. Deberes del Secretario Administrador General.

I. El Secretario Administrador General tendrá a su cargo


los fondos que se reúnan de porcentajes de las iglesias,
ofrendas misioneras, diezmos de obispos y miembros de
la Mesa Directiva General de la Iglesia, y demás fondos que
se acuerde que sean manejados por la Tesorería General.

II. Será el responsable de todos los fondos puestos


bajo su cuidado.

III. Será responsable del registro de ingresos y


egresos de cada uno de los fondos que se le encomienden,
manejando éstos en cuentas bancarias mancomunadas,
de ahorros o de cheques a nombre de la Iglesia, según
determinen los acuerdos de la Mesa Directiva General; con
la firma del Obispo Presidente o de la persona o personas
que mejor convenga.

IV. Hará los gastos que hayan sido autorizados


por acuerdo de las convenciones generales, reuniones

33
episcopales, reuniones de la Mesa Directiva General de la
Iglesia, o por órdenes escritas del Obispo Presidente, quien
en todo caso indicará con toda claridad el motivo del gasto
y de qué fondo se hará. No debiendo utilizar los fondos para
ningún otro fin.

V. Será responsable de que se extienda recibo por


todas las cantidades que lleguen a la Tesorería General, que
se hagan las anotaciones en los libros, y los depósitos del
dinero en las cuentas bancarias correspondientes.

VI. Rendirá un estado de cuentas, certificadas por


un contador ante las convenciones generales, Reunión
Episcopal anual ordinaria y un informe económico cuantas
veces el Obispo Presidente se lo demande. Entregará una
copia de sus informes al Secretario General para su archivo.

VII. Dará curso a toda la correspondencia que competa,


formando el archivo correspondiente.

VIII. Llevará un registro en el que se anote


separadamente las contribuciones de cada distrito.

IX. Entregará a su sucesor los fondos que hubiera al


finalizar sus funciones según el estado de cuenta, los libros
respectivos y todos los enseres pertenecientes a la Iglesia
que sean para uso de la Tesorería General.

X. La entrega por inventario deberá hacerla al Obispo


Presidente o a una comisión nombrada por él mismo,
haciéndose constar en el acta respectiva lo que se entrega,
juntamente con el balance correspondiente, y deberán
firmar los que intervengan en el caso. La entrega física
deberá hacerse en un plazo no mayor de un mes posterior a
la elección de su sucesor.

34
Artículo 20. Atribuciones del Secretario Administrador General.

I. Velará porque los pastores y encargados de iglesias


cumplan con el envío de los porcentajes correspondientes,
y cuando haya negligencia u omisión, pedirá la intervención
de los presbíteros o de los obispos de distrito.

II. Velará porque los miembros de la Mesa Directiva


General de la Iglesia y obispos de distrito, hagan el envío de
sus diezmos y demás porcentajes correspondientes.

III. Vigilará que las tesorerías distritales y demás que


se acuerden, envíen sus porcentajes correspondientes,
y además podrá solicitar un informe anual de todos los
ingresos y egresos de aquellas iglesias que juzgue necesario.

IV. Cuando el Secretario Administrador General lo


crea conveniente, podrá solicitar que los miembros de la
Mesa Directiva General de la Iglesia, los obispos de distrito,
los presbíteros o los pastores hagan la revisión de los libros
que a juicio del Secretario Administrador General deben
ponerse en orden, y especialmente cuando estén faltando
al cumplimiento de sus deberes económicos. También
podrá practicar las auditorías que el Obispo Presidente le
ordene.

Artículo 21. Deberes del Secretario de Misiones Internacionales.

I. Será el encargado de dirigir el programa misionero,


supervisando el avance del mismo en todos los países
en donde ya existe y abriendo nuevos campos. Será el
representante de la organización en el extranjero, y ejercerá
su función por conducto de los misioneros supervisores y
demás ministros que se envíen o sean iniciados y ordenados
en los campos misioneros.

II. Visitará con la frecuencia que lo acuerden las


convenciones generales, o la Reunión Episcopal, los países

35
en donde haya iglesias establecidas y también los lugares en
donde se determine establecerlas, para equipar, asesorar
y orientar a los misioneros supervisores y demás colabora-
dores, sobre la forma de llevar a cabo el plan de acción de la
iglesia, a fin de lograr el mayor desarrollo posible.

III. Elaborará planes de desarrollo y crecimiento del


proyecto misionero y los presentará ante las convenciones
generales, reuniones episcopales o reuniones de la Mesa
Directiva General.

IV. Solicitará a las convenciones generales o reuniones


de la Mesa Directiva General de la Iglesia, la autorización
para llevar a cabo convenciones y congresos en aquellos
países en donde la obra lo requiera, y cuando sea autorizado
para ello, él mismo las presidirá o el representante que él
mismo acuerde con el Obispo Presidente.

V. Será responsable de promover la transnaciona-


lización de la Iglesia, equipándola a través del involucramiento
de las diferentes secretarías generales, a fin de que esté
debidamente organizada en cada país según el artículo 3,
fracción V.

VI. Propondrá ante el Comité de Misiones a los


candidatos a misioneros para que sean examinados y, si
fueren aprobados, se asegurará que salgan a cumplir con su
noble misión a aquellos lugares en donde hubiere necesidad
de ellos.

VII. Presentará por escrito un informe de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
generales, incluyendo la estadística correspondiente.
Dicho informe deberá ser enviado una semana antes de
su presentación de manera electrónica a los obispos,
misioneros, evangelistas, pastores y ministros encargados de
iglesias para su consideración oportuna. La presentación ante
la Convención General será proyectado electrónicamente

36
leyendo sólo los encabezados, títulos y subtítulos que se
consideren necesarios. Se imprimirán informes sólo para
archivo o representantes que se consideren necesarios.

VIII. Será el responsable de informar y certificar con


el Comité de Misiones Internacionales, sobre los nuevos
proyectos misioneros que serán establecidos en campo.

IX. Informará constantemente al Obispo Presidente


del estado de la obra misionera y solicitará al comité de
misiones el acuerdo para los problemas que requieran
inmediata solución.

X. Con la frecuencia que lo crea necesario, girará


instrucciones a los obispos, misioneros y demás ministros
nacionales, orientándolos sobre la forma en que deben
desarrollar su función.

XI. Llevará un registro personal de todos los misioneros


que se envíen al campo y de los obreros nacionales que se
vayan ordenando como ministros y pastores, y formará el
archivo con las actas de las convenciones y demás datos
importantes de acontecimientos que Dios realice en los
países donde haya obra misionera.

XII. Llevará un registro de todas las propiedades que


a nombre de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús
se adquieran en el campo misionero; lo anterior lo hará en
colaboración con el Secretario General de la Iglesia, según
el artículo 61.

XIII. Demandará de los campos que tengan Personería


Jurídica, un informe anual durante sus convenciones, según
los requerimientos de los países donde esté establecida,
de los cuales, enviará una copia al Secretario General de la
Iglesia y otra a la Secretaría de Misiones Internacionales.

37
XIV. Acordará con el Comité de Misiones todo lo relativo
a gastos que deban hacerse en los campos misioneros.

XV. Pugnará porque en los campos misioneros se


establezcan escuelas bíblicas o institutos, para la preparación
de los ministros nacionales.

XVI. Para cumplir con la finalidad mencionada en el


inciso anterior, pugnará porque se adquieran las propiedades
necesarias, se construyan los edificios y se conviertan en
realidad estos planes.
XVII. Pugnará porque en cada país, donde las leyes
lo permitan, se logre el establecimiento de la Personería
Jurídica de la Iglesia, con el apoyo y asesoramiento de la
Secretaría General, según el artículo 17, fracción VII.

XVIII. Girará instrucciones y orientará a los misioneros,


pastores y ministros nacionales sobre la forma en que deben
desarrollar su función en el campo misionero.

XIX. Será el encargado de solicitar a la Secretaría


General de la Iglesia las credenciales y nombramientos
ministeriales para los misioneros y pastores nacionales
según los reglamentos legales de cada país.

XX. Al finalizar sus funciones, entregará por inventario


y ante el Obispo Presidente o la comisión que él nombre
para el caso, todos los libros, archivos, enseres, Personería
Jurídica y documentos que amparen las propiedades que en
los distintos países misioneros se hayan adquirido a nombre
de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, o a nombre
de la Iglesia que represente a la A. R. de México en otro país.

38
Artículo 22. Atribuciones del Secretario de Misiones
Internacionales.

I. Exigirá a los misioneros el estricto cumplimiento


de sus deberes y requerirá un informe trimestral de sus
actividades.

II. En sus visitas de supervisión resolverá todos


los problemas que requieran una solución inmediata
e informará a la Mesa Directiva en pleno o al Obispo
Presidente de sus decisiones.

III. Presidirá, en ausencia del Obispo Presidente las


convenciones y reuniones ministeriales que se celebren al
visitar los campos misioneros, o podrá delegar esta función
enviando un representante de él, previa autorización del
Obispo Presidente.

IV. Propondrá a los ministros que fungirán como


misioneros supervisores en los países que sea necesario,
previa consulta y aprobación de la Mesa Directiva General
de la Iglesia.

V. Tendrá la facultad de nombrar supervisores


regionales de misiones que atenderán diferentes países
misioneros según sea necesario, previa consulta y
aprobación con la Mesa Directiva General.

VI. En las convenciones y reuniones ministeriales que


verifique en los campos misioneros, ordenará ministros,
con la anuencia previa de los misioneros supervisores
y por acuerdo de las convenciones. Pugnará porque se
cumplan siempre los requisitos que establece la presente
Constitución, tanto para la ordenación como para la
remoción de ministros.

VII. Será el Secretario de Misiones quien determinará


las funciones y atribuciones del misionero supervisor y

39
supervisores regionales, con el visto bueno del Comité de
Misiones.

VIII. Tendrá la facultad de remover a los siguientes


elementos: supervisores regionales, misioneros supervi-
sores, misioneros y pastores en campo, con la aprobación
del Comité de Misiones.

IX. Tendrá la facultad de intervenir en los campos


misioneros para resolver los problemas que se presenten.

X. Podrá solicitar a la Administración General, que


periódicamente, haga una revisión de los libros de tesorerías
y archivos en todos los campos misioneros.

XI. Vigilará que los misioneros, pastores y ministros


de los campos misioneros cumplan con sus obligaciones
económicas según el artículo 81.

XII. Tendrá la facultad de tomar decisiones de carácter


extraordinario en casos de emergencia en el campo
misionero.

XIII. Podrá convocar a las convenciones misioneras


especificando las fechas para cada una de ellas.

XIV. Representará a la Iglesia Apostólica en el campo


misionero en aquellas gestiones que sea necesaria su
participación.

XV. Designará, cuando así se crea conveniente, a


representantes de los diferentes campos misioneros
para asistir a las convenciones generales, los congresos
legislativos y otros eventos.

XVI. Podrá celebrar convenios de apoyo o desarrollo


misionero con aquellas personas, iglesias, distritos o
instituciones que tengan como meta impulsar el avance

40
de la obra misionera en otras naciones. Cuidando que los
convenios antes mencionados garanticen en todo momento
la estabilidad y continuidad de la obra de Dios, velando
que estos convenios no interfieran el derecho de dirigir
y gobernar en asuntos que le corresponden al Comité de
Misiones.

XVII. Velará porque en cada país se organicen las


iglesias, de modo que los creyentes nacionales aprendan a
cumplir con sus deberes cristianos, diezmando, ofrendando
y haciendo todas las aportaciones que dentro de sus
posibilidades se acuerden, para ayudar a los misioneros en
sus gastos de viaje y supervisión y a los ministros nacionales
en sus funciones pastorales, procurando los medios para
que la obra llegue a sufragar sus gastos de operación.

Artículo 23. Deberes del Secretario de Educación Cristiana.

I. Redactará las lecciones de las escuelas bíblicas y


cuando esta tarea sea desempeñada por otras personas,
él revisará los originales y con su aprobación se publicarán.

II. Promoverá el establecimiento de escuelas bíblicas y


la celebración de institutos para la preparación de maestros
y funcionarios de las mismas.

III. Colaborará con los distritos en la celebración de


institutos y establecimiento de escuelas para la preparación
de ministros, además de respaldar los seminarios de
actualización pastoral programados por cada distrito con
temas que respondan a las necesidades de nuestro con-
texto actual.

IV. Pugnará porque las escuelas bíblicas o institutos


ya establecidos, desarrollen un buen programa de
enseñanza teológica, pedagógica y homilética, y que
establezcan escuelas bíblicas permanentes que sirvan
para la preparación de ministros. Los nuevos proyectos

41
para el establecimiento de institutos bíblicos, deberán
presentarse por el Secretario de Educación Cristiana ante
las convenciones generales, reuniones episcopales o
reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia para
su aprobación, a fin de que reciban un mayor impulso.

V. Desempeñará todas las tareas que le sean


encomendadas por las convenciones generales, reuniones
episcopales, las reuniones de la Mesa Directiva General de
la Iglesia o por el Obispo Presidente.

VI. Presentará por escrito un informe de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
generales, incluyendo la estadística correspondiente.
Dicho informe deberá ser enviado una semana antes de
su presentación de manera electrónica a los obispos,
misioneros, evangelistas, pastores y ministros encargados de
iglesias para su consideración oportuna. La presentación ante
la Convención General será proyectado electrónicamente
leyendo sólo los encabezados, títulos y subtítulos que se
consideren necesarios. Se imprimirán informes sólo para
archivo o representantes que se consideren necesarios.

VII. Entregará a su sucesor por inventario en un plazo


no mayor de treinta días y ante la comisión que para ello
nombre el Obispo Presidente, los libros, archivos y enseres
correspondientes a la Secretaría a su cargo.

Artículo 24. Atribuciones del Secretario de Educación Cristiana.

I. Elaborará un programa general de educación con la


aprobación de la Convención General, Reunión Episcopal
o la reunión de la Mesa Directiva General de la Iglesia
que se pondrá en práctica en todas las escuelas bíblicas e
institutos bíblicos permanentes. Examinará los programas
de educación de las escuelas bíblicas temporales, sin cuya
aprobación no podrán desarrollarse.

42
II. Firmará junto con los funcionarios de las
escuelas bíblicas e institutos, los certificados de estudios,
promociones a nuevos grados y diplomas que se extiendan
a los estudiantes en institutos bíblicos permanentes y
escuelas bíblicas temporales.

III. Exigirá que se cumpla, por parte de los pastores,


con el envío del 10 % de los ingresos de todas las escuelas
bíblicas y de ministerios y demás aportaciones que se
aprueben para reforzar los fondos de la tesorería del comité
de educación cristiana, y en casos de negligencia u omisión
pedirá la intervención de los presbíteros y de los obispos
de distrito. En última instancia pedirá la intervención del
Obispo Presidente.

Artículo 25. Deberes del Secretario de Evangelización.

I. En coordinación con los obispos de distrito, proyectará


establecer congregaciones en lugares estratégicos tanto
urbanos como rurales no alcanzados.

II. Presidirá un comité que estará integrado además


de él mismo, por el Secretario Administrador General y el
Obispo Presidente como asesor.

III. Presentará sus planes de desarrollo y crecimiento a


consideración y aprobación de la Reunión Episcopal.

IV. Hará las gestiones con los obispos de distrito para


la asignación de los campos, debiendo firmar en cada caso
su correspondiente convenio. Por su parte, los evangelistas
deberán siempre estar integrados a los distritos que
les corresponda y en contacto permanente con sus
autoridades, a fin de mantener una supervisión conjunta
y adecuada para el establecimiento de las nuevas iglesias.
En caso de necesidad de remoción de algún evangelista,
deberá hacerse previo acuerdo entre el Secretario de
Evangelización y el obispo del distrito que corresponda.

43
V. El comité de evangelización, de común acuerdo
con el obispo del distrito que corresponda, asignará a
los evangelistas nacionales la compensación, ayuda o
sostenimiento que convenga.

VI. Promoverá lo necesario para la provisión de fondos


que sirvan para impulsar la vocación evangelística en los
países donde la Iglesia esté debidamente organizada.

VII. El Secretario de Evangelización designará, de común


acuerdo con el resto del comité, a los ministros que habrán
de desempeñar la función de Evangelista Itinerante. En cada
caso se establecerán las condiciones específicas sobre las
cuales funcionará el evangelista respectivo.

VIII. La adquisición de propiedades para el estableci-


miento de nuevas iglesias, se hará bajo la dirección de esta
Secretaría debiéndose tener cuidado en todos los casos
de que su documentación esté debidamente legalizada
a nombre de la Iglesia. Los títulos de las propiedades
adquiridas deberán ser remitidos a la Secretaría General
para su archivo.

IX. Presentará por escrito un informe de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
generales, incluyendo la estadística correspondiente.
Dicho informe deberá ser enviado una semana antes de
su presentación de manera electrónica a los obispos,
misioneros, evangelistas, pastores y ministros encargados de
iglesias para su consideración oportuna. La presentación ante
la Convención General será proyectado electrónicamente
leyendo sólo los encabezados, títulos y subtítulos que se
consideren necesarios. Se imprimirán informes sólo para
archivo o representantes que se consideren necesarios.

X. Al finalizar sus funciones, entregará a su sucesor por


inventario, en un plazo no mayor de treinta días, todos los

44
enseres, libros y archivos correspondientes ante el Obispo
Presidente o la persona o personas que él designe.

Artículo 25 Bis. Atribuciones del Secretario de Evangelización.

I. Solicitará a los evangelistas, tanto itinerantes como


de campo, un estricto apego a sus deberes como tales y
pedirá un informe cuatrimestral de sus actividades, aún
aquellos que se hallen en campos dentro de un distrito y
que la Secretaría esté colaborando económicamente con
ese campo.

II. Podrá visitar los Campos Evangelísticos que


dependan directamente de su Secretaría, así como
aquellos que estén dentro de un distrito y la Secretaría esté
colaborando económicamente.

III. Podrá visitar los distritos, previo acuerdo con el


obispo, para motivar, inspirar e impulsar a los pastores en
la visión de multiplicación de la Iglesia, y los proyectos que
la Secretaría está realizando.

IV. Promoverá el crecimiento mediante la


implementación de la Red de Células y Ministerios en los
distritos, así como en las iglesias locales.

V. Certificará junto con los obispos de distrito la


plantación de nuevas iglesias en los lugares estratégicos no
alcanzados, tanto urbanos como rurales.

VI. Pugnará por apoyar la construcción de nuevos


templos en los lugares donde se requiera.

VII. Realizará eventos generales y, previo acuerdo


con los obispos, eventos distritales y regionales donde se
promueva y se concientice a los pastores y líderes sobre la
necesidad de expandir el Reino de Dios.

45
VIII. Producirá los materiales que sean necesarios para
la correcta implementación y comprensión de la visión de
la Red de Células y Ministerios, capacitación de liderazgo,
desarrollo de programas evangelísticos y los proyectos que
la Secretaría está realizando entre los pastores y líderes
de la iglesia y, cuando, sea necesario hará sinergia con la
Secretaría de Educación.

Artículo 26. Deberes del Secretario de Asistencia Social.

I. La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, con el


deseo de cumplir el deber moral de ayudar al indigente,
proteger al huérfano y a la viuda, y muy especialmente a
aquellos ministros que lleguen a la ancianidad sin recursos
económicos, cuenta en su Mesa Directiva con un Secretario
de Asistencia Social.

II. El Secretario de Asistencia Social promoverá lo


necesario para que la Iglesia en general, los distritos
y las iglesias locales, contribuyan en la medida de sus
posibilidades a resolver los problemas sociales que dentro
de la comunidad cristiana y, hasta donde sea posible a la
sociedad ajena a sus principios, se les presenten; ya sea por
orfandad, viudez, ancianidad o cualquier desgracia fortuita.

III. Para cumplir con las finalidades enumeradas en el


inciso anterior, el Secretario de Asistencia Social presidirá
un comité que estará integrado además de él mismo, por
el Secretario Administrador General y el Obispo Presidente
como asesor.

IV. Será el encargado de tramitar la ayuda de


manutención de los ministros que por haberse llegado el
tiempo para ello, se retiren de toda responsabilidad y de
acuerdo con los reglamentos respectivos tengan derecho a
recibir alguna ayuda de manutención, ya sea directamente
de algún fondo de la Iglesia o de instituciones de seguros
que se hayan contratado con ese fin. Lo mismo hará en el

46
caso de las viudas de pastores o ministros que según el
reglamento respectivo tengan derecho a alguna subvención
económica.

V. Presentará por escrito un informe de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
generales, incluyendo la estadística correspondiente.
Dicho informe deberá ser enviado una semana antes
de su presentación de manera electrónica a los
obispos, misioneros, evangelistas, pastores y ministros
encargados de iglesias para su consideración oportuna. La
presentación ante la Convención General será proyectado
electrónicamente leyendo sólo los encabezados, títulos
y subtítulos que se consideren necesarios. Se imprimirán
informes sólo para archivo o representantes que se
consideren necesarios.

Artículo 27. Poderes de la Mesa Directiva General.

I. La Mesa Directiva General es el conjunto


representativo más elevado de la Iglesia Apostólica de la
Fe en Cristo Jesús y se organiza con el propósito de dirigir
y controlar todas las actividades de la misma organización,
velar porque los acuerdos, planes y proyectos aprobados
por las convenciones generales, reuniones episcopales y
las reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia se
cumplan. Es también el organismo que durante el tiempo
que pasa entre una Convención General y otra, tiene
autoridad para resolver de inmediato todos los problemas
que se presenten, tomando las decisiones que competa,
representando así la voluntad de toda la Iglesia.

II. Las decisiones de la Mesa Directiva General de la


Iglesia, deben ser respetadas y obedecidas por todo el
conjunto ministerial y sólo podrán ser rectificadas por los
acuerdos de una Convención General o Reunión Episcopal.

47
III. La Mesa Directiva General de la Iglesia se reunirá
cuando menos una vez al año, para estudiar y resolver
todos los problemas que requieran una inmediata solución,
ya sea que se presenten inesperadamente o que le hayan
sido encomendados por la Convención General o la Reunión
Episcopal. También podrá estudiar y resolver asuntos que
por su delicadeza requieran una consideración muy especial
y detenida.

IV. La Mesa Directiva General de la Iglesia tiene la


autoridad para reglamentar la forma en que funcionará
la obra de Dios en aquellos países que tienen leyes y
disposiciones distintas a los demás Estados, también
reglamentará lo necesario para el funcionamiento interior
de la Iglesia en los distintos países en donde exista obra
misionera.

V. Cuando en un distrito se considere que no haya


elementos calificados para la elección de obispo, la Mesa
Directiva General se reunirá previamente con los ministros
del distrito en cuestión para comprobar el caso, y si sólo
hubiere un elemento aprobado por la Comisión Calificadora,
se procederá a su designación; en caso de haber agotado los
recursos de la investigación y no se encuentren elementos
calificados dentro del distrito, la Mesa Directiva General
designará a dos candidatos que llenen los requisitos que se
marcan en el artículo 36 de esta Constitución para que se
desarrolle la elección correspondiente.

VI. Cuando se presentaren problemas de emergencia


en distritos o presbiterios que las autoridades del mismo
distrito no puedan o no quieran resolver, la Mesa Directiva
General de la Iglesia en conjunto o representada por el
Obispo Presidente podrá avocarse a su resolución, y tomará
las medidas inmediatas que se requieren.

VII. Tendrá la facultad de decidir sobre todos los asuntos


y cuestiones no previstas en la presente Constitución.

48
VIII. La Mesa Directiva General designará los directivos
generales de las redes de células y ministerios de damas,
señores y jóvenes.

Capítulo Cuarto.

Artículo 28. Atención a la obra.

I. El Obispo Presidente, el Secretario General y el


Secretario Administrador General deberán invariablemente
atender sus obligaciones administrativas desde las Oficinas
Generales de la Iglesia.

II. La Mesa Directiva General de la Iglesia, electa,


determinará cuáles otros funcionarios de la misma, aparte
de los indicados en el inciso anterior, deberán residir en
el mismo lugar donde están las Oficinas Generales de la
Iglesia o en lugares cercanos de donde fácilmente puedan
desplazarse al desempeño de sus funciones.

III. Los miembros de la Mesa Directiva General de la


Iglesia que fueren electos o designados para el obispado de
un distrito, deberán renunciar a su cargo en la mencionada
Mesa Directiva, la cual se reservará el derecho de aceptar o
rechazar su renuncia.

IV. Los obispos que estando en funciones sean electos


o designados para cargos en la Mesa Directiva General de
la Iglesia, deberán presentar su renuncia al obispado ante
el Obispo Presidente el cual la turnará a la Mesa Directiva
General, quien se reserva el derecho de aceptarla o
rechazarla, en la inteligencia que ningún ministro podrá ser
miembro de la Mesa Directiva General y obispo de distrito
simultáneamente por más de seis meses.

V. La Mesa Directiva General de la Iglesia, determinará


en su oportunidad, cuáles de sus miembros deberán
dedicarse exclusivamente a sus funciones dentro de ella,

49
para lo cual deberán entregar en la fecha que se acuerde
las responsabilidades que tuvieren, ya sea a nivel distrital
o local.

VI. A todos los funcionarios de la Mesa Directiva General


de la Iglesia que tengan que despachar desde las Oficinas
Generales de la Iglesia, se les proporcionará una residencia
adecuada para ellos y sus familias, según los acuerdos que
tome la misma Mesa Directiva General en pleno o el Obispo
Presidente, Secretario General y Secretario Administrador
General.

VII. Los miembros de la Mesa Directiva General de


la Iglesia, deberán recibir la ayuda de manutención justa y
decente que acuerde la Convención General o la Reunión
Episcopal.

VIII. La Reunión Episcopal determinará las


modificaciones que se deban hacer a las ayudas de
manutención acordadas, tomando en cuenta la variación
y los costos de la vida y las posibilidades de la Iglesia en
general y de los fondos correspondientes a las diferentes
Secretarías.

IX. Los miembros de la Mesa Directiva General de la


Iglesia que deseen ocupar o retener un pastorado, deberán
antes recabar la autorización de la misma Mesa Directiva,
la cual podrá revocar el acuerdo cuando lo considere
necesario.

Artículo 29. Decesos, renuncias y ceses.

I. Cuando el Obispo Presidente considere necesario


presentar su renuncia a este puesto, lo hará por escrito ante
la Mesa Directiva General de la Iglesia en pleno. Los demás
funcionarios podrán presentar su renuncia por escrito ante
el Obispo Presidente.

50
II. Cuando desafortunadamente el Obispo Presidente
quedase incapacitado moral o físicamente siendo esto
certificado satisfactoriamente por personal facultativo
en cada caso, será relevado de sus funciones temporal
o definitivamente después de que el resto de la Mesa
Directiva General presidida por el Secretario General haya
hecho el juicio y tomado la decisión correspondiente.

III. Si el Obispo Presidente falleciere, renunciare o


fuese cesado de su puesto faltando más de seis meses para
la finalización del período de sus actividades, el Secretario
General convocará a Reunión Episcopal para elección en
un período no mayor de cuarenta y cinco días después del
fallecimiento, renuncia o cese, al resto de los miembros de
la Mesa Directiva General de la Iglesia y a todos los obispos,
más un presbítero por cada distrito, designado por el mismo
obispo para llevar a cabo la elección.

IV. En la fecha indicada en la convocatoria y en el lugar


indicado, la Reunión Episcopal más un presbítero por cada
distrito, presidida por el Secretario General, seleccionará
por voto secreto a dos candidatos para el puesto de Obispo
Presidente, los cuales se darán a conocer para hacer la
votación correspondiente, debiendo quedar como nuevo
Obispo Presidente el candidato que obtuviere mayoría
simple de votos.

V. Si el Obispo Presidente que resultare electo, fuere


miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia, ésta
misma procederá de inmediato a designar la persona que
cubra el puesto vacante.

VI. Si el Obispo Presidente falleciere, renunciare o


fuere cesado cuando faltaren seis meses o menos para la
finalización del período de actividades de la Mesa Directiva
General de la Iglesia, el Secretario General asumirá el
puesto de Obispo Presidente ante la Mesa Directiva General
y finalizará el correspondiente período de actividades.

51
VII. Si cualquiera de los demás miembros de la Mesa
Directiva General de la Iglesia fallecieren, renunciaren o
fueren cesados de sus puestos, el resto de la Mesa Directiva
General nombrará a quien finalice el correspondiente
período de actividades.

VIII. Los obispos de distrito y demás funcionarios


generales que deseen renunciar a sus puestos, deberán
presentar la renuncia por escrito ante el Obispo Presidente.

IX. Los presbíteros, pastores, encargados y ministros


ordenados, así como otros funcionarios de distrito,
deberán presentar su renuncia ante los obispos de distrito
respectivos.

X. Los ministros ordenados deberán presentar su


renuncia ante los pastores respectivos.

XI. La renuncia de cualquier ministro o funcionario


deberá ser presentada por escrito. Las autoridades a quienes
competa, según el caso, como se indica en los incisos
anteriores, deberán estudiarla cuidadosamente. En tales
ocasiones la renuncia en cuestión se aceptará cuando sea
justificada, habiendo agotado todos los requisitos legales y
de persuasión, a menos que sea irrevocable.

XII. El funcionario que reciba las renuncias, procederá


según las circunstancias a designar o elegir a las personas
que cubran las vacantes respectivas, conforme a lo que se
indica en esta Constitución.

Artículo 30. Derechos.

I. El Obispo Presidente saliente tiene derecho a ocupar


el puesto que ocupaba su sucesor sin necesidad de que
se siga el proceso de elecciones; cuando se trate de un
cargo de esta naturaleza, en tal caso terminará el período
correspondiente. Si lo prefiere podrá dedicarse al pastorado

52
de la iglesia que se le asigne o dedicarse a la obra misionera
o evangelística.

II. Los miembros de la Mesa Directiva General de la


Iglesia que no fueren reelectos para el mismo puesto o
electos para otro, tendrán derecho a que la Mesa Directiva
General de la Iglesia gestione su acomodo de conformidad
con los obispos de distrito, en algún pastorado acorde con
su categoría ministerial.

III. Los obispos supervisores que al terminar su


período de actividades no fueren reelectos, tendrán
el privilegio de dedicarse al pastorado de una iglesia o
cualquier otra función que les sea conferido por la Mesa
Directiva General o el obispo del distrito.

Artículo 31. Credenciales, nombramientos y cartas de


recomendación.

I. Todos los ministros ordenados, afiliados a la Iglesia


Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, deberán portar una
credencial ministerial, en la cual se indique su categoría
y el lugar en que estén desempeñando sus funciones.
La vigencia de su credencial será acordada por la Mesa
Directiva General de la Iglesia. La credencial vigente concede
a los ministros el privilegio de ejercer su ministerio dentro
de las iglesias, y gozar de los privilegios que la Palabra de
Dios señala para con aquéllos que no andan fuera de orden.
También es una demostración del compañerismo que debe
existir entre los que estamos afines en doctrina, sistema de
organización, sistema económico y de disciplina.

II. Las credenciales deberán llevar las firmas del


Obispo Presidente y del Secretario General. Para que se
les extienda, los ministros deben llenar una solicitud, con
el visto bueno de sus obispos supervisores, presbíteros
autorizados o por el Secretario de Evangelización y de
Misiones Internacionales cuando desempeñen su vocación

53
voluntaria en el extranjero, y por los pastores cuando lo
hagan en su localidad.

III. Sólo se extenderán credenciales a los ministros que


estén desempeñando fiel y activamente las obligaciones
que les corresponden y que sean cumplidos en sus deberes
económicos para con el distrito a que pertenecen, y a los
pastores que, además de lo anterior, comprueben que sus
iglesias están al corriente para con la Tesorería General de
la Iglesia.

IV. El obispo y los presbíteros de cada distrito,


elaborarán con la suficiente anticipación, una lista que
enviarán al Secretario Administrador General de los
ministros ordenados y pastores que sean fieles en el
envío de sus diezmos y porcentajes. Después que se haya
comprobado el cumplimiento de los pastores, la turnará al
Secretario General para que expida las credenciales y las
envíe por conducto de los obispos.

V. A los pastores que no se les haya expedido


credencial ministerial por las razones expuestas en los
incisos anteriores, se les concederá un plazo de dos meses
para que se pongan al corriente, y si en el término de
dicho plazo algún pastor continuara siendo incumplido e
indiferente a sus deberes, los obispos podrán relevarlo de
sus responsabilidades pastorales.

VI. Todos los ministros que visiten iglesias fuera de su


respectivo distrito deberán llevar consigo, además de su
credencial ministerial vigente, una carta de recomendación
firmada por el pastor respectivo si se trata de ministros bajo
su pastorado, o por el presbítero o el obispo de distrito si se
trata de pastores. Los presbíteros deberán recabar carta de
recomendación firmada por el obispo del distrito.

54
VII. Sólo se cederá el púlpito a ministros que porten la
credencial ministerial vigente y la carta de recomendación
mencionada en el inciso anterior.

VIII. Los obispos de distrito y miembros de la Mesa


Directiva de la Iglesia, quedan exentos de portar carta de
recomendación.

IX. Ningún ministro podrá oficiar como pastor


encargado de un templo de la Iglesia Apostólica de la Fe en
Cristo Jesús, sin contar con un nombramiento firmado por
el Obispo Presidente, el Secretario General y el obispo del
distrito a que pertenezca el templo. Dicho nombramiento
perderá su validez cuando el ministro sea cambiado a otro
lugar o cesado del cargo pastoral correspondiente.

X. Las credenciales para los ministros misioneros,


deberán llevar además de las firmas del Obispo Presidente
y el Secretario General, la del Secretario de Misiones y
durará su vigencia por el término de cinco años, o por el
tiempo que en el convenio esté especificado. Perderán su
validez estas credenciales cuando el misionero regrese al
país de origen sin permiso o se le retire de su cargo por un
acuerdo de la Mesa Directiva General de la Iglesia.

XI. Los obispos de distrito deberán portar, además de


su credencial ministerial vigente, un documento firmado
por el Obispo Presidente y el Secretario General, en el cual
se especifique su nombramiento, el perímetro que abarca
su distrito y el término correspondiente al ejercicio de su
función.

XII. Los ministros nacionales de los campos misioneros,


deberán portar un nombramiento ministerial en el que se
especifique su categoría y donde desempeñan su vocación
voluntaria, expedido por la Secretaría General con la firma
del Obispo Presidente y el Secretario General.

55
XIII. Los misioneros que tengan funciones especiales
en el extranjero, deberán portar, además de su credencial
ministerial vigente, el nombramiento respectivo en el cual
se especifique en qué consiste su comisión, las facultades
que se le conceden y el tiempo por el cual podrán ejercer
estas funciones.

XIV. Cuando algún ministro o grupo de ministros


sean designados para cumplir con alguna comisión
especial, dentro o fuera del país, el Obispo Presidente y el
Secretario General, deberán extender la documentación
correspondiente, en la cual se especifique en qué consiste
la comisión, las facultades que se les conceden y el tiempo
que se les permite para cumplir con su encomienda.

Artículo 32. De las Convenciones Generales.

I. Cada dos años se verificará una Convención General


ordinaria, tocando a la Mesa Directiva de la Iglesia acordar el
lugar y fecha, y a la cual deberán asistir todos los miembros
de la Mesa Directiva de la Iglesia, los obispos supervisores,
los presbíteros, los pastores, los evangelistas distritales,
nacionales y misioneros. También podrán asistir, cuando
así se convenga, los miembros de la Iglesia en general para
participar en el programa que se indica en el inciso IX de
este artículo.

II. Tendrán derecho a voz y voto en las convenciones


generales los siguientes ministros: Los miembros de la
Mesa Directiva General de la Iglesia, los obispos de distrito,
los obispos eméritos, los presbíteros, los misioneros
que desempeñen su vocación en el extranjero y estén
presentes, los evangelistas distritales y nacionales, y un
representante de cada iglesia, que será invariablemente el
pastor o encargado respectivo u otro ministro que designe
el pastor en caso de que él no pueda asistir, y para lo cual
deberá extenderle la constancia respectiva. Sin excepción,

56
los votantes deberán portar su credencial ministerial
vigente.

III. Cuando la Mesa Directiva General de la Iglesia


lo crea conveniente, podrá convocar a convenciones
generales extraordinarias para tratar en ellas los asuntos
que la misma Mesa Directiva decida. A estas convenciones
asistirán los mismos ministros que se indica en el inciso
anterior y el programa a seguir quedará a juicio de la Mesa
Directiva General de la Iglesia.

IV. La Mesa Directiva General de la Iglesia nombrará


un comité pro-Convención General, ya sea ordinaria o
extraordinaria, el cual se encargará de orientar a los que
deban asistir, respecto a los planes y programas de la
convención, y este comité se encargará de hacer todos los
preparativos y desarrollar la convención en la mejor forma
posible. El comité estará integrado por los miembros que se
consideren necesarios en cada caso.

V. Al Obispo Presidente y al Secretario General,


corresponderá hacer la convocatoria respectiva, dando
a conocer los nombres de los integrantes del comité pro-
Convención, el cual seguirá haciendo la publicidad que crea
pertinente, y hará su presupuesto de gastos y el plan para
la financiación de la convención, el cual será llevado a la
práctica una vez aprobado por la Mesa Directiva General
de la Iglesia.

VI. Todos los ministros y miembros de la Iglesia,


contribuirán para los gastos de las convenciones generales,
y por lo tanto darán su apoyo al plan y al presupuesto del
comité pro-Convención, haciendo sus aportaciones en la
forma que se les indique.

VII. La Mesa Directiva General de la Iglesia nombrará


también un comité de programa, el cual formulará, con
la debida anticipación, un buen plan de actividades que

57
constituyan la verdadera fiesta en que se logren las mejores
metas en los adelantos espirituales e intelectuales en favor
de la Iglesia. En las convenciones generales de elecciones,
deberán anunciarse claramente el día y la hora en que
se verificarán las elecciones. Una vez que el programa de
cada convención sea aprobado por el Obispo Presidente, se
publicará con la debida anticipación.

VIII. Al finalizar las actividades de la Convención


General, el comité que la dirige rendirá un informe a la
Mesa Directiva General en el que se hará el corte de caja
respectivo y se enviará copia del mismo a los pastores y a
todos los obispos supervisores.

IX. El programa de las convenciones generales


ordinarias incluirá dos partes: La primera consistirá en
cultos, programas especiales, estudios bíblicos y todo
tipo de actividades que contribuyan a la espiritualidad,
a la fraternidad y al mejor conocimiento de la Iglesia,
sus deberes, progreso y programas. La parte de negocios
incluirá lo siguiente:

1. Inauguración de la Convención.
2. Inscripción de ministros.
3. Nombramiento de comisiones.
4. Informe del Obispo Presidente.
5. Informe del Secretario General.
6. Informe del Secretario Administrador General.
7. Informe del Secretario de Misiones Internacionales.
8. Informe del Secretario de Evangelización.
9. Informe del Secretario de Educación Cristiana.
10. Informe del Secretario de Asistencia Social.
11. Otros informes.
12. Presentación de ponencias.
13. Discusión de ponencias.
14. Elecciones (cuando competa).
15. Designación y nombramientos.
16. Informes de comisiones.

58
17. Asuntos generales.
18. Clausura.

Artículo 33. Reuniones episcopales.

I. Considerando que los miembros de la Mesa Directiva


General y los obispos de los distritos son auxiliares del
Obispo Presidente, serán convocados por él a una reunión
anual ordinaria con el objeto de orientar la función de
supervisión, proponer y aprobar planes prácticos para
cumplir la misión de la Iglesia.

II. En las reuniones episcopales se convendrá la forma


en que deben aplicarse los acuerdos convencionales y de
la Mesa Directiva General de la Iglesia. Es una obligación
primaria del Obispo Presidente y los obispos supervisores
cumplir con lo que establece la presente Constitución y con
los acuerdos que se tomen en las convenciones generales,
reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia y de las
convenciones distritales, por los obispos correspondientes.

III. La Reunión Episcopal tendrá la facultad de


determinar el territorio que deben cubrir los distritos y de
decidir cuándo se les puede ampliar o reducir para formar
otros.

IV. Los acuerdos que se tomen en las reuniones


episcopales, tendrán plena validez y deberán ser observados
y obedecidos por todos los ministros, a menos que sean
rectificados por una Convención General.

V. Cuando las circunstancias lo requieran, el Obispo


Presidente también podrá convocar a reuniones episcopales
extraordinarias, en cuyo caso bastará que esté presente una
mayoría simple de miembros de la Mesa Directiva General
y de obispos de distrito.

59
Artículo 34. De la obra misionera.

I. El Secretario de Misiones Internacionales presidirá


un Comité de Misiones que estará integrado, además de él
mismo, por el Secretario Administrador General y el Obispo
Presidente como asesor, con el propósito de presentar y
deliberar los proyectos que competen a la obra misionera.

II. El Secretario de Misiones, además de presidir el


comité, cumplirá con las funciones que le señala el artículo
21 de la presente Constitución. Será el supervisor general
de la obra de Dios en los países extranjeros donde está o se
establezca la Iglesia.

III. El Secretario de Misiones pugnará porque se


organicen otros comités, que subordinados al comité
de misiones, coadyuven en la realización de los planes
misioneros que sean aprobados por las convenciones
generales, Reunión Episcopal o las reuniones de la Mesa
Directiva General de la Iglesia.

IV. En los países en donde la Iglesia Apostólica de la


Fe en Cristo Jesús tenga suficiente desarrollo y por lo tanto,
se organice un distrito o distritos, éste o éstos realizarán
programas similares a los que en la Iglesia en general
se desarrollan, en favor del extendimiento del proyecto
misionero en otros países.

V. Todos los ministros y congregaciones establecidas en


el país, contribuirán económicamente para el sostenimiento
del programa misionero según acuerdos que sean tomados
por la Reunión Episcopal. Lo mismo se hará en los países
donde haya obra misionera en apoyo de sus propios comités
de misiones.

VI. El presidente del comité de misiones, juntamente


con el Secretario Administrador General, deberá elaborar
los planes de desarrollo y crecimiento, y proponer ante las

60
convenciones generales o reuniones episcopales, la forma
en que se puedan reunir fondos para el sostenimiento e
impulso de la obra misionera. Una vez aprobados estos
planes, deberán ponerse en práctica en todas las iglesias.
Las proposiciones respectivas serán hechas por conducto
del Secretario de Misiones Internacionales.

VII. Cuando el plan de acción misionero en alguna


nación o grupo étnico avance y surjan diferentes grupos
o congregaciones, o bien haya presencia de dos o más
misioneros, corresponderá al Secretario de Misiones
proponer un candidato a Misionero Supervisor para ser
aprobado por la Mesa Directiva General.

VIII. El Misionero Supervisor podrá organizar el campo


misionero a su cargo formando los presbiterios que crea
necesarios, con la autorización previa del Secretario de
Misiones. Nombrando como presbíteros a otros misioneros
o ministros nacionales.

IX. Con el deseo de asegurarse de que el proyecto


iniciado en cualquier país llegue al éxito completo, el comité
de misiones hará que sus misioneros permanezcan en cada
país el tiempo necesario, hasta que la Iglesia establecida
cuente con los elementos suficientes y necesarios para su
organización interna y se constituya en distrito o distritos,
según convenga.

X. Cuando el crecimiento, progreso y desarrollo de la


Iglesia en cualquier país, sea tal, que se considere que reúne
los requisitos necesarios para que el Comité de Misiones
retire sus responsabilidades, la Convención General o la
Reunión Episcopal podrá convenir la forma en la que el
campo en cuestión deberá organizarse para que funcione
según las normas generales de la Iglesia.

XI. La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, no


pretende hacer conquistas en las naciones o grupos étnicos

61
en donde se estén realizando esfuerzos misioneros, ni
desea ejercer señorío sobre los habitantes de esos lugares,
tampoco busca algún provecho material de ellos, sino que se
propone ayudarlos a que conozcan, acepten y practiquen la
doctrina de nuestro Señor Jesucristo, reciban los beneficios
de la salvación en el desarrollo integral de sus vidas y así
establecer el reino de Dios (Mateo 5:3; 6:10; 10:7; Marcos
1:15) en todas las esferas de la sociedad sin distinción étnica
(Apocalipsis 5:9; 7:9).

XII. Para la realización de los proyectos misioneros,


la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, pugnará por
adquirir Personería Jurídica en aquellos países donde
exista obra misionera. Esta Personería Jurídica tendrá
como finalidad adquirir y administrar los bienes y servicios
necesarios para su funcionamiento, como pueden ser:
nombramientos pastorales, templos, casas pastorales,
escuelas bíblicas, institutos para la preparación de maestros
en materias seculares y religiosas, colegios, hospitales,
sanatorios, orfanatos, asilos para ancianos y todas aquellas
propiedades que sirvan para realizar una misión integral
con enfoque en la transformación social.

Artículo 35. Requisitos para ser misionero.

I. Para realizar la vocación misionera se requiere


un llamamiento especial y quienes lo sientan deberán
demostrarlo en sus acciones y con sus palabras, de tal
manera que los pastores o los obispos puedan comprobar
ese llamamiento en ellos.

II. Los aspirantes a misioneros, deben recibir una


preparación especial antes de salir a los campos. Por lo
tanto, a quienes den muestras de tener el llamamiento, se
les deberá tomar en cuenta y darles la oportunidad para
que se preparen, tanto en el idioma del pueblo, como en
sus costumbres, cultura, condiciones de vida y todo lo que
se relacione con los habitantes que se pretenda evangelizar.

62
III. Cuando se pretenda enviar un misionero, se deben
tomar en cuenta a aquellos ministros que hayan recibido la
preparación adecuada o que tengan suficiente experiencia
como evangelista o pastor con buen éxito por un tiempo
mínimo de cuatro años.

IV. Los ministros y laicos que sientan el llamamiento


para misioneros, que no tengan experiencias previas,
pueden adquirirlas bajo la dirección de un pastor, de un
evangelista y aun, de un misionero, contando para ello con
la debida aprobación del Comité de Misiones.

V. Al Secretario de Misiones tocará presentar a los


candidatos a misioneros, que a su juicio llenen los requisitos
indispensables; pero el Comité de Misiones Internacionales
deberá examinarlos, y si fueren aprobados, se les enviará a
cumplir con su vocación con todo el apoyo que se les pueda
proporcionar.

VI. Los misioneros que salgan al campo, deben estar


dispuestos a dedicar toda su vida a tan noble ministerio;
o cuando menos por cinco años con todo el empeño y
buena voluntad. Si por alguna causa quisieran regresarse
antes de cubrir este período, deberán hacer su solicitud
al Secretario de Misiones, quien estudiará sus causas y si
fueren justificadas, podrá autorizar su regreso, consultando
previamente a la Mesa Directiva General de la Iglesia, o
cuando menos al Obispo Presidente. Quienes sin previo
permiso se regresen, perderán todo derecho, y sus gastos
los harán por su propia cuenta.

VII. Los misioneros supervisores con categoría de


obispos, pueden ser enviados por acuerdo de la Convención
General o reunión de la Mesa Directiva General de la
Iglesia. También pueden recibir tal nombramiento, aquellos
misioneros que su vocación haya sido desempeñada
satisfactoriamente cuando menos por cinco años en los

63
mencionados campos, y que tengan cuando menos doce
iglesias en el país o zona que vayan a supervisar.

VIII. A la Mesa Directiva General de la Iglesia


corresponde señalar el perímetro en que deben desempeñar
su vocación los misioneros, y especialmente el país o
países en que deben ejercer los misioneros supervisores,
debiendo extenderles los documentos que los identifiquen
y el nombramiento y facultades que se les concedan.

IX. Los obispos misioneros deben organizar la obra


formando los presbiterios que crean necesarios, con
la autorización previa del Secretario de Misiones y por
acuerdo de las convenciones que se verifiquen en su
campo misionero; nombrándose como presbíteros a otros
misioneros o a ministros nacionales que llenen los requisitos
señalados en la presente Constitución.

X. Con el propósito de que los ministros nacionales


vayan adquiriendo la capacidad y experiencia suficiente,
y en el futuro puedan asumir los cargos de dirección y
supervisión de la Iglesia. Se les deberá impartir instrucción
adecuada y darles las facilidades convenientes para que
una vez llenados los requisitos establecidos, puedan
desempeñarse en la atención de estas responsabilidades.

XI. Los misioneros que en el ejercicio de su vocación


en los campos no demuestren fidelidad al sistema de
organización, económico, doctrinal y disciplina y que
por lo tanto quebranten los principios de unidad con la
organización que los envió, serán retirados de tal comisión.
Si se rehusaren a obedecer las órdenes del Secretario de
Misiones, podrán ser desconocidos, una vez que la Mesa
Directiva General de la Iglesia conozca plenamente el caso
y por lo tanto lo determine. En tal caso los misioneros
perderán todos los derechos, y la Iglesia cesará en sus
responsabilidades para con ellos.

64
XII. Los misioneros que por alguna emergencia, ya
sea por asuntos personales u otras circunstancias, salgan
de los campos misioneros, deberán sufragar sus propios
gastos. Para que el Comité de Misiones pueda asumir
alguna responsabilidad económica, deberán exponer sus
razones ante el Secretario de Misiones, quien consultando
previamente a la Mesa Directiva General de la Iglesia, podrá
determinar si los misioneros vuelven o no a los campos, y
también si los gastos hechos se cubren de la Tesorería de
Misiones o por el que los hizo sin previo permiso.

XIII. Por cada cinco años, los misioneros podrán gozar


de una ayuda de manutención de noventa días para regresar
a su país de origen. Podrán utilizar esos días también para
descansar en los mismos campos o visitar otros países,
cuando deseen permanecer por uno o más períodos con
tal nombramiento. Todos los arreglos sobre el particular se
harán entre los misioneros y el Secretario de Misiones; pero la
Mesa Directiva General de la Iglesia deberá ser debidamente
informada. Los misioneros que al finalizar los cinco años
deseen regresar definitivamente al país de origen, tendrán
derecho a los gastos de viaje y a los tres meses de ayuda
de manutención que se indica. Además, la Mesa Directiva
General de la Iglesia deberá gestionar su acomodo en
conformidad con los obispos de distrito en algún pastorado
de acuerdo a su categoría ministerial.

XIV. Los misioneros que al regresar a su país de origen


con el entendido de que regresarán al campo, deseen
prolongar su ausencia por más de los noventa días, deberán
obtener permiso por escrito del Secretario de Misiones,
el cual podrá concederse sin ayuda de manutención, por el
tiempo que exceda al de los noventa días.

XV. Cada misionero, antes de salir a los campos, deberá


firmar un convenio en el cual se especifique sus obligaciones
y el término por el cual las acepta y las responsabilidades
que adquiere la Iglesia para con él y su familia.

65
Tercera Sección.
Capítulo Quinto.
De los distritos.

Artículo 36. Organización de los distritos.

I. Para facilitar la supervisión y la organización de las


iglesias locales, que deben conservar su unidad y comunión
con las demás congregaciones, se dividirá la obra en distritos,
que quedarán cada uno bajo la supervisión de un obispo.

II. Para facilitar la supervisión de un distrito, se


organizará en presbiterios según las condiciones geográficas,
económicas y de afinidad cultural, a fin de facilitar la
integración de las iglesias incluidas en el mismo.

III. Las delimitaciones de los presbiterios se llevarán


a cabo después del estudio correspondiente, y por regla
general se darán a conocer en las convenciones de distrito,
con el visto bueno del Obispo Presidente o su representante.

IV. Corresponde a la Reunión Episcopal determinar el


perímetro que abarcará cada distrito, tomando en cuenta
para ello el número de iglesias que lo constituirán, las
facilidades de supervisión y comunicación, el número de
miembros de las iglesias y ministros, recursos y posibilidades
de crecimiento.

V. Los distritos serán organizados y funcionarán


conforme a lo que se indica en el artículo 36: II y III de esta
Constitución.

Artículo 37. Supervisión de los distritos.

I. La obra de supervisión de las iglesias y ministros de


cada distrito, estará a cargo de los obispos, con el auxilio de
los presbíteros respectivos.

66
II. Cada distrito contará con una mesa directiva
que estará formada por el obispo, un secretario y un
administrador distrital, quienes serán electos o designados
conforme se indica en esta Constitución. El secretario y el
administrador distrital, serán electos de entre los pastores
del mismo distrito que cuenten con una trayectoria pastoral
mínima de seis años.

III. La mesa directiva del distrito, acordará con los


presbíteros, en reunión especial para ello, el perímetro que
deberá supervisar cada presbítero como auxiliar del obispo.

IV. Los pastores que sean comisionados en convención


distrital para auxiliar al obispo en la supervisión de las
iglesias en el perímetro que se acuerde, se les reconocerá
con el título de presbíteros, en cuya función se constituirán
en la instancia intermedia respecto del obispo y los pastores
a ellos encomendados.

V. Los presbíteros deberán convocar a los pastores y


reunirse con ellos, por lo menos una vez al mes, a fin de
supervisar, asesorar y definir la forma en que impulsarán la
realización de los planes, visión y estrategias misionológicas
acordadas por la Convención General, Reunión Episcopal y
la convención del distrito. Esto deberá incluir la fundación
de nuevas iglesias con la cooperación conjunta de todo el
presbiterio. En los casos donde las distancias geográficas
de las iglesias del presbiterio lo permiten, dicha reunión se
deberá hacer por lo menos cada quince días.

VI. Los obispos tendrán la facultad para reunirse con


los presbíteros y pastores en los lugares y ocasiones que
consideren conveniente y tratar con ellos todos los planes
relativos a la atención de la obra.

VII. Los obispos deberán reunirse con los presbíteros,


por lo menos una vez al mes, a fin de ministrar, evaluar
e impulsar el cumplimiento de la misión en cada área

67
presbiterial y planificar con ellos aspectos relativos de
atención a la obra y a sus familias. En los casos en que
las situaciones geográficas no lo permitan, los obispos
solicitarán al Obispo Presidente un cambio en la frecuencia
de la reunión.

VIII. La mesa directiva del distrito, constituye el cuerpo


representativo más elevado del mismo, razón por la cual se
encargará de la implementación, designación y coordinación
de todos los planes del distrito, para la observancia del
programa general de la Iglesia, y demás funciones que
se requieran, teniendo la autoridad para designar a
las personas que se encarguen de realizar el programa
aprobado durante el tiempo que la mesa directiva distrital
considere conveniente. Se nombrará un coordinador de
educación cristiana, un coordinador de evangelización, un
coordinador de misiones internacionales, un coordinador
de asistencia social, pugnando que sean pastores con un
perfil de acuerdo a la tarea que se les encomiende. Los
asignados coadyuvarán con la mesa directiva del distrito
como parte del equipo principal y promoverán los planes
de acción de las diferentes secretarías de la iglesia. La mesa
directiva distrital también se encargará de lo relativo al
financiamiento del mismo programa.

IX. La mesa directiva de cada distrito fungirá por un


período de cuatro años o hasta que sus sucesores sean
electos.

X. Para supervisar en casos especiales el


funcionamiento de las iglesias organizadas o en formación,
y demás organizaciones de acuerdo con los reglamentos
respectivos, el obispo podrá comisionar para ello al
secretario, administrador distrital u otro funcionario del
distrito.

XI. Los obispos de distrito sólo podrán fungir en su


puesto por dos períodos en sucesión, y para volver a ocupar

68
el puesto en el mismo distrito, se necesitará que hayan
pasado cuando menos cuatro años desde el tiempo que
cesaron en sus funciones como tales y que sean propuestos,
aprobados y electos para el mismo cargo. Pueden ser
nombrados por la Mesa Directiva General de la Iglesia para
ocupar el obispado de un distrito de reciente organización,
para cubrir un interinato o para suplir una vacante que
se llegue a producir por emergencia, o por causa de que
en algún distrito no haya elementos caracterizados para
realizar dicha tarea.

Artículo 38. Requisitos para ser obispo.

Para ser obispo de un distrito se necesita llenar los


requisitos siguientes:

I. Tener las cualidades morales y espirituales


señaladas por la Palabra de Dios (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9;
1 Pedro 5:1-3).

II. Tener cuando menos 35 (treinta y cinco) años de


edad y que tenga salud física.

III. Haber servido como pastor de la iglesia de manera


satisfactoria y exitosa en la misión y administración por un
período de diez años.

IV. Estar dedicado activamente al ministerio pastoral


en el tiempo de la elección.

V. Estar de acuerdo con el sistema doctrinal,


organizacional, económico, disciplinario y plan de la misión
de la Iglesia, y comprometerse públicamente a cumplir con
la parte que a él le toca.

VI. Haber ejercido, por lo menos, en los últimos diez


años, un ministerio pastoral fructífero de tal manera que
en la iglesia o iglesias que haya pastoreado, haya logrado

69
el crecimiento numérico, conservación de creyentes,
multiplicación de células y reproducción de líderes en la
iglesia.

VII. Haber terminado o aprobado cursos teológicos


reconocidos por el sistema de Educación Teológica de
nuestra Iglesia.

VIII. Tener estudios seculares mínimos de secundaria,


y habilidades para asesorar, trasmitir, desarrollar e impulsar
respectivamente la misión de la iglesia, el equipamiento del
ministerio pastoral, la organización y el desarrollo de los
ministerios, así como la atención eficaz de la obra.

Artículo 39. Deberes de los obispos.

I. Los obispos deben recordar siempre que los distritos


bajo su cuidado forman parte de una unidad mayor, que es
la Iglesia en general, y su primera obligación es velar por
la conservación de la unidad de la Iglesia y porque la obra
a su cargo se sienta estrechamente unida a la de los otros
distritos.

II. Los obispos son los inmediatos responsables de la


obra bajo su cuidado, y para su mejor atención deberán velar
porque se organice cada congregación local, siguiendo los
lineamientos del sistema de organización aprobado en esta
Constitución; además deberán exigir el cumplimiento de
todos los deberes atribuidos a la responsabilidad pastoral.

II Bis. El obispo que fuere electo deberá continuar


pastoreando la iglesia en la cual ejercía su ministerio
previo a su elección, en caso de ser necesario un cambio
a otra iglesia, deberá contar con la aprobación del Obispo
Presidente, así como también desarrollar un ministerio
pastoral integral y efectivo en su nueva responsabilidad
distrital. Excepcionalmente el obispo electo podrá solicitar

70
dedicarse únicamente a la supervisión, contando con la
aprobación del Obispo Presidente.

III. Deberán establecer y organizar nuevas iglesias, con


la coordinación de los ministros bajo su cuidado conforme
a lo establecido en esta Constitución.

IV. No deberán considerarse independientes en su


actuación, sino reconociendo su dependencia al sistema de
organización de la Iglesia y a las indicaciones del Obispo
Presidente e informar trimestralmente de sus actividades
al mismo.

V. Debe velar porque cada uno de los pastores bajo su


cuidado sean cumplidos en lo que respecta a la organización
de la estructura celular y de ministerios, escuelas bíblicas,
contribución y apoyo para la obra misionera, envío
de porcentajes a la Tesorería General y cualquier otra
aportación que sea acordada.

VI. Deben velar porque los ministros bajo su supervisión


sean cumplidos en la entrega fiel de sus diezmos, y ellos
mismos deben ser ejemplo enviando fielmente sus diezmos
al fondo de Asistencia Social.

VI Bis. Deberá velar por que cada uno de los pastores


bajo su cuidado implementen el ministerio local del
acompañamiento pastoral, según el artículo 64 fracción
XlX.

VII. Deben asesorar y velar porque los pastores bajo su


cuidado cumplan con la misión de la iglesia, multiplicando
células y ministerios, reproduciendo líderes, consolidando
creyentes y generando un crecimiento numérico en la
iglesia local respectiva.

71
VIII. Deberán organizar los presbiterios en que se
conformará el distrito, según lo ordenan los procedimientos
de esta Constitución.

IX. Deben proponer en acuerdo con la Mesa Directiva


del Distrito y visto bueno del Obispo Presidente la cantidad
de presbiterios que necesite el distrito bajo su supervisión,
escogiendo para ello de entre aquellos pastores que en sus
iglesias locales estén cumpliendo satisfactoriamente con
la misión de la iglesia, desarrollando líderes, multiplicando
células y ministerios, generando crecimiento numérico y
consolidando a los miembros, y que tengan por lo menos
cinco (5) años de experiencia pastoral.

X. Deben velar porque los pastores bajo su supervisión


observen el sistema doctrinal, organizacional, económico,
disciplinario y plan de acción de la iglesia.

XI. Son responsables de que en su distrito se cumplan


los acuerdos tomados en las convenciones generales,
congresos legislativos, reuniones episcopales o de la Mesa
Directiva General de la Iglesia y de las convenciones de sus
respectivos distritos. Velará por el cumplimiento de todas
las convocatorias generadas en los programas generales.

XII. Presentará un informe por escrito de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
distritales, incluyendo la estadística correspondiente. El
informe deberá ser enviado una semana antes de la fecha de
su presentación de manera electrónica al Obispo Presidente,
presbíteros, pastores, evangelistas y ministros encargados
de iglesias, según competa, para su consideración oportuna.
La presentación ante la convención distrital será proyectado
electrónicamente leyendo sólo los encabezados, títulos
y subtítulos que se consideren necesarios. Se imprimirán
informes sólo para archivo o representantes.

72
XIII. Deberán organizar actividades evangelísticas,
campañas de sanidad divina, cultos de confraternidad,
seminarios de actualización pastoral y toda clase de
actividades que tengan por objeto beneficiar en forma
espiritual y material al distrito bajo su cuidado.

XIV. Deberán velar porque se administren


correctamente los fondos del distrito, así como los de las
iglesias, escuelas bíblicas, y demás correspondientes a la
localidad.

XV. Deberán cumplir con todas las obligaciones que


señalan para ellos los reglamentos de las redes y ministerios
de damas, señores y jóvenes.

XVI. Velarán porque en su distrito se distribuya el


órgano oficial de la Iglesia, expositores y demás literatura
aprobada.

XVII. Velar porque todos los bienes muebles e


inmuebles adquiridos con recursos de la iglesia o cualquier
otra dinámica de recaudación bajo cualquier figura jurídica
establecida, estén a nombre de la Iglesia.

XVIII. Hará la entrega oficial a su sucesor de su cargo


al final de la convención. La entrega física se hará en un
plazo no mayor de un mes ante la nueva mesa directiva
del distrito. Entregará por inventario las oficinas, bienes y
demás enseres que estén en su poder y que sean para el
uso de la supervisión del distrito.

Artículo 40. Atribuciones de los obispos.

Las atribuciones de los obispos serán las siguientes:

I. Harán por regla general, el cambio o remoción de


ministros en convención distrital o en reunión ministerial
previa consulta con el Obispo Presidente.

73
II. Cuando en forma repentina una iglesia quedare
sin pastor, podrán asumir el pastorado de la misma hasta
normalizar la situación.

III. Cuando algún pastor actuare infielmente respecto


de sus obligaciones, o fuere incumplido en sus deberes
económicos, o que le sea comprobado que su iglesia no
está al corriente para con la Tesorería General de la Iglesia,
el obispo del distrito deberá retenerle su credencial
ministerial, concediéndole un plazo no mayor de dos
meses para que se ponga al corriente o rectifique su
actitud. Si al término del plazo fijado continuare siendo
incumplido e indiferente a sus deberes, podrá cesarlo de
sus responsabilidades pastorales.

IV. Cuando alguno de los ministros bajo su supervisión


faltare en el cumplimiento de sus deberes ministeriales
y cometiere yerros por los cuales deba ser cesado de su
ministerio, el obispo deberá juzgar el caso correspondiente
y tomar las medidas que sean necesarias. Ningún obispo
juzgará él solo a un ministro, sino que deberá solicitar la
ayuda de dos o más presbíteros. En casos excepcionales
se pedirá la colaboración de otro distrito, previa consulta
del Obispo Presidente, y proceder de acuerdo con lo
estipulado en esta Constitución y el Manual de Ceremonias
y Ordenanzas.

Artículo 41. De las elecciones de los obispos.

Cuando los obispos sean electos en las convenciones


distritales se procederá en la siguiente manera:

I. El cuerpo ministerial estará en oración y ayuno.

II. El Obispo Presidente o su representante, nombrará


una Comisión de Elecciones formada por tres miembros.
Así mismo la Comisión de Honor y Justicia que será

74
nombrada e integrada como lo especifica el artículo 10 Fr. V
Bis. Párrafo segundo.

II. Bis. La Comisión Legal tiene el deber de velar para


que cada paso que se dé en todo el proceso de elección sea
de acuerdo a la Constitución vigente, desde el inicio hasta
el final del mismo; por lo que la Comisión de Elecciones,
la Comisión Calificadora y la Comisión de Honor y Justicia
tienen el deber de informarle a la comisión legal, de
las decisiones, elecciones en el orden previsto, que se
cumplan los requisitos, declinaciones, nuevas selecciones,
presentación de candidatos, cómputo de votos, empates,
suertes, aprobación de precandidatos, pruebas fehacientes
de objeciones presentadas y que todo se cumpla a
cabalidad, de manera legal y según lo establecido.

III. Tendrán derecho a votar: Los miembros de la


Mesa Directiva General que no sean pastores y que radican
en el distrito, pastores, ministros que hayan ocupado
alguna función de supervisión y que en el momento de la
votación no estén pastoreando, y los ministros que estén
encargados de alguna congregación. Podrán hacer uso de
este derecho los ministros encargados de congregaciones
y campos evangelísticos distritales siempre y cuando estas
congregaciones y campos evangelísticos tengan más de dos
años de aperturados. En casos especiales no considerados
aquí, el Obispo Presidente o su representante determi-
naran lo conducente. Cada votante escribirá en secreto, en
la boleta de votación, el nombre de su candidato.

IV. La Comisión de Elecciones recogerá todas las boletas


de votación y después de hacer el recuento, entregará a la
Comisión Calificadora los nombres de todos los ministros
que hayan sido mencionados como precandidatos.

V. La Comisión Calificadora aprobará a los candidatos,


y dará a conocer los nombres de los mismos para que se
haga la elección.

75
VI. Si uno de los candidatos, a juicio de la Comisión
Calificadora, no llena los requisitos que señala el artículo 38
de esta Constitución, se hará una nueva selección. No sin
antes darle a conocer al candidato afectado su decisión y los
motivos que la fundamentan, para que éste a su vez tenga la
oportunidad de aclarar y comprobar su solvencia.

VII. Después de que se anuncie el nombre de los dos


candidatos aprobados, se les presentará a la asamblea y se
orará para que Dios indique cuál de ellos debe ser el obispo.

VIII. Después de la oración cada elector escribirá en la


boleta de votación el nombre del candidato de su elección.

IX. La Comisión de Elecciones recogerá las boletas


de votación, y después de hacer el recuento, anunciará el
nombre del candidato que haya obtenido mayoría de votos.
Si en la elección definitiva hubiere empate, se seguirán
haciendo votaciones hasta por tres veces, y si no ocurre el
desempate, se designará por suerte.

X. El obispo electo, para ser confirmado en su puesto,


deberá comprometerse públicamente a obedecer los
principios doctrinales, económicos, de disciplina y el sistema
de organización delineados en esta Constitución.

Artículo 42. De la elección del secretario y el administrador


distrital.

I. El secretario y administrador serán electos por la


Convención, de entre los candidatos propuestos por el
cuerpo pastoral.

II. El cuerpo pastoral propondrá a los candidatos para


cada uno de los puestos indicados, de entre los cuales, la
Comisión Calificadora aprobará a dos; de preferencia, a
quienes resulten con más votos y tengan el perfil adecuado
para desarrollar dichas funciones. La asamblea de ministros

76
elegirá a uno por mayoría simple, primeramente para
Secretario y después para Administrador. En el caso de
los distritos en Estados Unidos de América, además de los
requisitos establecidos para cada candidato, deberán tener
estatus legal en dicho país.

III. En caso de que haya objeciones contra alguno de


los candidatos, se procederá de la manera que se indica en
el Artículo 43, fracción III de esta Constitución.

IV. Cuando por necesidades o circunstancias que


ameritan la elección de un Secretario/Administrador
Distrital, éste será electo de entre dos candidatos que
sean propuestos por el cuerpo pastoral. Excepcionalmente
podrá ser designado por el propio Obispo electo con la
aprobación del cuerpo pastoral.

Artículo 43. De la comisión calificadora.

I. Para determinar si una persona tiene o no derecho,


capacidad o idoneidad, para figurar como candidato a
obispo, a secretario o administrador distrital, se nombrará,
cada vez que haya elecciones, una Comisión Calificadora,
que constará del Obispo Presidente o su representante y
de dos o cuatro personas más que sean propuestas por el
Obispo Presidente o su representante y aprobadas por la
asamblea.

II. La comisión deliberará en lugar por separado de la


asamblea y sus decisiones serán definitivas.

III. Cuando un ministro tenga objeciones a la


candidatura de otro ministro, presentará en forma privada
sus objeciones ante la Comisión Calificadora. Mientras se
discuten las objeciones se suspenderá la elección. No se
permitirá la discusión de objeciones delante de la asamblea.

77
Artículo 44. El secretario de distrito.

I. Será un colaborador del obispo supervisor, con quien


debe participar estrechamente unido, coadyuvará en todos
los planes correspondientes al buen funcionamiento de las
iglesias del distrito, de sus ministros y de las propiedades
que para bien de la Iglesia sean adquiridas.

II. Llevará un libro de registro de todos los templos y


demás edificios que estén al servicio de la Iglesia.

III. De todo templo que quede funcionando


debidamente conforme a la ley, deberá enviar constancias
o copias de los documentos de propiedad, a la Secretaría
General de la Iglesia, para su archivo.

IV. Deberá llevar un registro de todos los ministros,


anotando sus datos personales, tiempo en que fueron
bautizados, en que recibieron el Espíritu Santo, fecha de
iniciación al diaconado, de ordenación ministerial, y todos
los datos correspondientes a su carrera, incluyendo el
tiempo que hayan dedicado en los cargos que se les hayan
conferido, enviando copia de estos datos al Secretario
General.

V. Presentará un informe por escrito de su


administración y de sus actividades ante las convenciones
distritales, incluyendo la estadística correspondiente. El
informe debe ser enviado de manera electrónica al Obispo
Presidente, Presbíteros, Pastores, Evangelistas y Ministros
encargados de Iglesias, según competa, una semana antes
de la fecha de su presentación para su consideración
oportuna. Al momento de su presentación será en
proyección electrónica ante la Convención Distrital, leyendo
solo los encabezados, títulos y subtítulos que se consideren
necesarios. Se imprimirán informes solo para archivo o
representantes.

78
VI. Levantará las actas en las convenciones distritales,
incluyendo en ellas el corte de caja que el tesorero del
comité de cada convención le presente, enviando copia de
minutas a cada pastor del distrito, al obispo, al Secretario
General, al Secretario Administrador General y al Obispo
Presidente.

VII. Archivará toda la documentación que sirva para


formar la historia del desarrollo de la actividad en su
distrito, compilando en un libro grande y bien empastado,
las actas de acuerdos de las convenciones distritales, de las
reuniones ministeriales que se verifiquen dentro del distrito
y de aquellos acuerdos que se tomen en las reuniones del
obispo y los presbíteros por emergencia.

VIII. El secretario del distrito, además, colaborará con


el Secretario General en todo lo que sea necesario para
que cada ministro tenga sus documentos en regla, como
credenciales, nombramientos y certificados de ordenación,
que aunque se expiden por el Obispo Presidente y el
Secretario General, se presentan en circunstancias en que
puede ayudar el secretario, cuando le sea solicitado.

IX. El secretario del distrito será electo en convención


de su distrito, por el voto mayoritario de los ministros y
fungirá por cuatro años, pudiendo ser reelecto por una vez
en sucesión.

Artículo 45. El Administrador Distrital.

I. El administrador distrital será electo en convención


distrital para que lleve el control económico del distrito,
recogiendo los diezmos de todos los ministros y demás
aportaciones que se convengan por las convenciones
generales, Reunión Episcopal, reuniones de la Mesa
Directiva de la Iglesia, o por las convenciones del distrito a
que pertenezca.

79
II. El administrador distrital deberá llevar un libro de
ingresos y egresos, en el cual se anotarán las aportaciones
que lleguen a sus manos, especificando el carácter de cada
ingreso y el motivo de cada gasto.

III. Deberá acusar recibo de cada cantidad que llegue


a sus manos, dejando constancia de ello en el talonario de
recibos correspondiente.

IV. Hará los gastos que se acuerden en las convenciones


de su distrito, en las reuniones especiales del obispo
y los presbíteros y en casos de urgente necesidad, por
orden expresa del obispo supervisor; además enviará
mensualmente a la Tesorería General los porcentajes
acordados.

V. Los fondos los llevará en cuenta bancaria a nombre


de la iglesia, con su firma mancomunada con el obispo
correspondiente, y no deberá utilizar el dinero para ningún
otro fin.

VI. El administrador distrital puede ser el tesorero del


comité de convención de su distrito, pero en caso de que
se nombre a otro, deberá participar en la liquidación de los
gastos de convención, archivando una copia del corte de
caja del mencionado comité.

VII. El administrador deberá rendir un informe


proyectado digitalmente en cada convención distrital. El
informe deberá incluir las minutas y corte de caja de los
ingresos y gastos de las convenciones.

VIII. Llevará un registro individual de los diezmos que


cada ministro le entregue, así como las aportaciones de
las iglesias, y recibirá y dará el curso correspondiente a los
informes mensuales de las tesorerías de las iglesias locales.

80
IX. Al finalizar sus gestiones deberá hacer la entrega
correspondiente a su sucesor, en presencia del obispo del
distrito o de su representante y del secretario de distrito.

Artículo 46. Del sistema económico de los distritos.

I. Para sufragar los gastos de cada distrito, todos los


ministros del mismo, enviarán la décima parte de sus ingresos
mensuales al administrador distrital correspondiente.

II. En cada convención distrital se acordará la ayuda de


manutención que mensualmente recibirá el obispo.

III. Los fondos de los distritos servirán para los gastos


de administración, obra de evangelización, asistencia
social, construcción de templos, la ayuda de manutención
del obispo, según el presupuesto que presente en cada
convención el obispo respectivo, ya sea personalmente o
por conducto de una comisión nombrada para el efecto.

IV. En caso de emergencia, el obispo podrá ordenar


que de la tesorería del distrito se hagan gastos imprevistos
e informará de ellos al Obispo Presidente de la Iglesia.

Artículo 47. De las convenciones de distrito.

I. Cada año, en el lugar y la fecha aprobados por la


Mesa Directiva General de la Iglesia, se verificará una
convención con la asistencia de todos los ministros de cada
distrito.

II. El calendario de convenciones distritales será


formulado por la Mesa Directiva General de la Iglesia de
acuerdo con el cuerpo episcopal y dado a conocer por el
Obispo Presidente y el Secretario General. Una vez que
cada obispo haya recibido la comunicación oficial sobre
la fecha y lugar de la convención de su distrito, deberá
hacer la convocatoria respectiva entre los ministros bajo

81
su supervisión y procederá a nombrar el comité pro-
convención.

III. La forma de sufragar los gastos de convención


será acordada por la mesa directiva del distrito y el comité
pro-convención respectivo, según indicaciones de la Mesa
Directiva General de la Iglesia o del Obispo Presidente.

IV. Las convenciones de distrito, cuando no fueren de


elecciones, serán presididas por el obispo respectivo con el
asesoramiento del Presidente de la Iglesia o de la persona a
quien él delegue su representación.

V. El programa de cada convención distrital incluirá lo


siguiente:
1. Inauguración.
2. Inscripción de ministros y delegados.
3. Nombramiento de comisiones: Comisión Legal,
Comisión de Ponencias, Comisión Examinadora y
las que sean requeridas.
4. Informe de actividades del obispo del distrito.
5. Informe del secretario distrital.
6. Informe del administrador distrital.
7. Presentación de ponencias.
8. Discusión de ponencias.
9. Elección de obispo, secretario y administrador
(cuando competa).
10. Informe de comisiones.
11. Asuntos generales.
12. Ordenación de ministros.
13. Clausura.

VI. La convocación, preparación, programación,


circulares e instructivos, desarrollo y arreglos para hospedaje
y alimentación, se hará bajo la responsabilidad del obispo
respectivo y el comité pro-convención.

82
VII. Los acuerdos tomados en las convenciones
distritales, sólo serán efectivos en dicho distrito, a menos
de que sean presentados ante una Convención General y
ratificados por la misma.

VIII. El administrador distrital deberá hacer un corte de


caja de cada convención especificando todos los ingresos y
egresos, y enviará una copia al Secretario General de la
Iglesia.

IX. Ninguna convención de distrito puede invalidar,


desconocer o modificar los acuerdos tomados por las
convenciones generales, reuniones episcopales o las
decisiones de la Mesa Directiva General de la Iglesia.

Capítulo Sexto.
De los presbiterios.

Artículo 48. Organización de los presbiterios.

Para facilitar la supervisión en un distrito, éste se


organizará en presbiterios según las siguientes condiciones:
I. Geográficas. Se considerará que las iglesias de un
mismo presbiterio se encuentren geográficamente accesibles
una de otra para facilitar su comunicación entre ellas.
II. Económicas. Las iglesias que conformen un
presbiterio deben tener como cabecera una iglesia que
esté en el proyecto misionológico, sea grande y tenga la
capacidad económica tal que le permita coadyuvar al
desarrollo de las iglesias más pequeñas. Los obispos velarán
por la salud de los presbiterios que organicen cuidando que
tengan equilibrio en las iglesias que lo conformen.

III. De la cantidad de iglesias. A fin de facilitar a los


presbíteros su labor, los presbiterios se compondrán
preferentemente de por lo menos tres iglesias y como
máximo cuatro congregaciones. En los distritos donde no

83
se preste este criterio, el obispo decidirá la opción más
conducente y efectiva para la supervisión.

Artículo 49. Requisitos para ser presbítero.

Para ser presbítero en un distrito se necesita llenar los


siguientes requisitos:

I. Tener las cualidades morales y espirituales de un


supervisor señaladas por la palabra de Dios.

II. Tener cuando menos 30 (treinta) años de edad.

III. Haber servido como pastor de la iglesia por un


período no menor a cinco años y haber demostrado en
ese tiempo, capacidad para desarrollar misionológica y
administrativamente una congregación.

IV. Ser aprobados por la mayoría en asamblea de


pastores de su distrito después de ser presentados por
el obispo de la misma y previa consulta con el Obispo
Presidente.
V. Haber terminado o aprobado cursos teológicos
reconocidos por el Sistema de Educación Teológica de
nuestra Iglesia.

Artículo 50. Deberes de los presbíteros.

I. Los presbíteros deben estar sujetos a las autoridades


superiores de la Iglesia.

II. Deben ayudar al obispo de su distrito en todas las


tareas encomendadas.

III. Deben velar porque cada uno de los pastores


bajo su cuidado sean cumplidos en lo que respecta a la
organización de su congregación para el cumplimiento de
la misión, así como que tengan la organización debida para

84
el cumplimiento de sus obligaciones y aportaciones con el
distrito y la Iglesia en general.

IV. Deben velar porque cada pastor organice su


congregación acorde con el programa General de la Iglesia.

V. Deben rendir un informe de todas las actividades


realizadas en su presbiterio según se lo pida el obispo de
distrito.

VI. Al ser evaluado un presbítero y encontrar


deficiencias en su desempeño, podrá ser sustituido de su
función, a solicitud de los pastores del presbiterio y del
obispo del distrito.

Artículo 51. Atribuciones de los presbíteros.

Además de las comisiones que el obispo le asigne, el


presbítero tendrá las siguientes atribuciones:

I. Visitar las congregaciones de su presbiterio, en


agenda dispuesta con los pastores bajo su responsabilidad,
para supervisar el buen desarrollo de las mismas.

II. Sólo por comisión delegada del obispo del distrito


podrá revisar la administración de las tesorerías de las
iglesias de su presbiterio.

III. Podrá nombrar con la anuencia de los pastores, de


entre los miembros de su presbiterio, los elementos que
él considere le pueden ayudar y sean necesarios para la
buena organización del mismo.

85
Cuarta Sección.
Capítulo Séptimo.
Iglesias locales.

Introducción.

El Nuevo Testamento, a partir de los Hechos de los


Apóstoles, presenta a la Iglesia ocupada no sólo en predicar
el evangelio, orar por los enfermos, bautizar a los convertidos
y anunciar el regreso de Cristo, que pudieran considerarse
las tareas básicas de la Iglesia, sino también se da tiempo
para organizarse, para encarar la pobreza y carencias de sus
miembros y aun de los extraños, así como para responder
a las necesidades económicas más urgentes, especialmente
en lo concerniente al sostenimiento de los ministros en el
ámbito local y el extranjero. También podemos advertir
que muy pronto se establece la diferencia entre la Iglesia
y las iglesias, entendiéndose que aquel término se refiere
a la colectividad de creyentes y congregaciones esparcidas
por todas partes, pero identificados con la Iglesia como
concepto místico, pluralista y universal. Mientras que las
iglesias son las colectividades locales, también místicas y
pluralistas, pero nunca vistas como agrupamientos aislados
o independientes. Son más bien todas estas iglesias
parte del conjunto mayor, que es la Iglesia. Los apóstoles
son considerados como fundamentos y columnas de la
Iglesia (Efesios 2:20; 4:11; Gálatas 2:9), pero muy pronto el
cuerpo de servidores de la Iglesia se va aumentando con
la presencia de hombres a quienes se les llama diáconos
(Hechos 6; 1 Timoteo 3:8-13), y posteriormente se advierte
que las iglesias locales constan de “Santos en Cristo Jesús...
con los obispos y diáconos” (Filipenses 1:1).

Sin embargo, descubrimos que el Nuevo Testamento


nos dice muy poco sobre los métodos que utilizaban
los cristianos primitivos para organizarse en la forma
de funcionar, aun los títulos con que se identificaban a
funcionarios y a las organizaciones. Creemos entonces

86
que los métodos son ideados por los mismos cristianos,
ayudados naturalmente por el Espíritu Santo y en un
ambiente de paz. Los principios y los objetivos deben
someterse al patrón bíblico, pero la forma particular de
organizarse depende de la actualidad, del presente, no del
pasado, y está sujeta a variaciones y a evolución. Así se abre
un interminable campo de acción en asombrosa libertad.
Por ejemplo: según Hechos 20, los ancianos convocados
por Pablo en Mileto, eran simultáneamente pastores,
presbíteros y obispos. La Iglesia de Filipos se formaba de
santos, obispos y diáconos, y en la carta que se les dirige
no se menciona al pastor, aunque probablemente el pastor
era uno de los obispos, pues sería absurdo suponer que no
había pastor en Filipos. Esto nos dice entre otras cosas, que
estamos en libertad de hacer distinciones entre diferentes
grupos y señalar funciones y jerarquías, utilizando los
nombres que nos parezcan más apropiados, conservando
también la libertad de cambiar distinciones y nombres
cuando así se necesite.

Según la Biblia, la Iglesia deberá estar en condiciones


de actuar como cuerpo de Cristo, de modo que en ella
puedan observarse los dones, las operaciones y los
ministerios que menciona la Palabra de Dios (1 Corintios 1:7;
12:4-11), así como las manifestaciones del Espíritu. Para
lograr esto, se requiere la aspiración a que todos o cuando
menos la mayoría de los miembros bautizados en agua
reciban el Espíritu Santo como inicio de una vida más
fructífera, espiritual y útil, con miras a la manifestación del
fruto del Espíritu Santo.

El buen funcionamiento de la Iglesia primitiva se


daba en virtud de que había obispos, que pudieran ser
los ministros encargados de predicar la Palabra, quienes
estaban unidos a los diáconos, hombres dedicados al
ministerio cotidiano y material de la Iglesia (Filipenses 1:1).
Entonces una iglesia requiere la presencia no sólo de santos
o miembros, sino también de la operación del ministerio de

87
la supervisión de la Iglesia (por los obispos) y del servicio de
la misma en sus aspectos materiales (diaconado). Por otra
parte, el hecho de que la Iglesia vive y funciona en libertad
del Espíritu Santo no significa que se mueva al impulso de la
anarquía o el desorden. Todo parece indicar que en la Iglesia
primitiva, la función de gobernar a la Iglesia era ejercida por
los obispos y los diáconos como manifestación de un carisma
o un don particular. Pretender que la Iglesia se maneje sin la
presencia y aportación de hombres que ejerzan estos dones
es semejante a pretender que una barca llegue a su destino
sin la presencia y dirección de un hombre que lleva el timón
en sus manos.

La experiencia nos hace sentir que para que un


grupo alcance la meta de un funcionamiento adecuado,
se requiere la presencia de un número suficiente de
miembros. Lógicamente es difícil lograr un funcionamiento
eficiente a base de un número reducido de miembros, lo
pesado de la carga del sostenimiento que recae sobre unos
pocos miembros o de hecho, la falta de sostenimiento por
la misma razón la multiplicación de responsabilidades que
se asignan a unas pocas personas, de modo que unos pocos
miembros tienen que realizar muchos ministerios, cuando
la Biblia dice que no todos tienen dones y que quienes los
tienen deben ejercerlos con especial dedicación al don en
particular que han recibido (1 Corintios 12:29, 30; Romanos
12:6-9).

Además, si bien es cierto que el cristiano se mueve


principalmente en un ambiente de fe, también resulta verdad
el hecho de que los cristianos tienen que aprender a bastarse
a sí mismos, tanto para las necesidades familiares como para
las de los miembros menos privilegiados o verdaderamente
indigentes (1 Timoteo 5:16; Tito 3:14). También deben hacer
provisión económica para el sostenimiento del ministro,
pues negarse a ello equivaldría a un despojo de otros y a
recibir el evangelio de balde (2 Corintios 11:7-9). El Nuevo
Testamento también enseña que hay cargas materiales

88
que se deben compartir proporcionalmente por parte de
las iglesias, sin “holgura” para unas, ni “estrechez” para
otras, sino con “igualdad”, consistiendo esta igualdad en
que la abundancia de unas iglesias supla la escasez de otras
(2 Corintios 8:13, 14). De ahí que resulte indispensable
que cada congregación cuente con los recursos materiales
necesarios para funcionar satisfactoriamente.

Consideramos, pues, ineludible el deber de fijar


ciertas normas mínimas para definir lo que es una iglesia
funcional y lo que se debe hacer para lograr una mayor
eficiencia espiritual, administrativa y material de los grupos
ya organizados y las iglesias que se vayan estableciendo en
el futuro.

Artículo 52. De los miembros de la iglesia.

Con base en lo que enseña la Palabra de Dios creemos


que se puede establecer una diferencia en el significado de
los términos “El cuerpo de Cristo” y la “Iglesia”. El cuerpo
de Cristo es el conjunto místico de creyentes que han sido
bautizados en Él por el Espíritu Santo (1 Corintios 12:13) y se
forma de todos los que han sido justificados y santificados
por la fe en Jesucristo, y aunque agrupados orgánicamente
bajo diferentes nombres y sistemas, están vinculados entre
sí por el mismo Espíritu Santo y constituyen así la Iglesia de
Jesucristo. Sólo esta clase de cristianos, vivos o muertos,
son los que Cristo vendrá a recoger en el día del rapto de la
Iglesia (1 Tesalonicenses 4:13-17).

Sabemos además, que la Biblia no usa el término


“Miembros de la Iglesia”, sino el de “Miembros del cuerpo
de Cristo” (Romanos 12:5; 1 Corintios 12:12-14, 27; Efesios
1:22, 23; 2:16; 4:15, 16; Colosenses 1:18). Esto se debe a que la
palabra “iglesia” se refiere primordialmente a la “Asamblea
o compañía de llamados”, término que fue adoptado
por los cristianos primitivos para indicar el conjunto de
creyentes de una localidad o los grupos similares esparcidos

89
por diferentes regiones o países, así como para referirse
al llamamiento que habían recibido para ser una “gente
santa”, “Iglesia de Dios” o “Cuerpo de Jesucristo” (Romanos
1:6, 7; 1 Corintios 1:2; 10:32; 11:16; Gálatas 1:13; Efesios 1:22;
4:4; 5:32; 2 Tesalonicenses 1:4; Tito 2:14; 1 Pedro 2:9).

La iglesia local se constituye así en el lugar en que se


reúnen los que han de ser salvos y que son añadidos a ella
por el Señor Jesucristo (Hechos 2:47).

Después de las anteriores consideraciones, podemos


llegar a las siguientes conclusiones:

1. Siendo el cuerpo de Cristo un misterio y estando


formado de gentes de todas las razas y colores, y teniendo
los miembros militantes y triunfantes, reconocemos que el
cuerpo de Jesucristo en su totalidad, sólo será conocido en
el día que se conoce como “Fin de siglo” (Mateo 13:36-43),
aunque en la actualidad “conoce el Señor a los que son
suyos” (2 Timoteo 2:19).

2. Creemos que la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo


Jesús es, en el sentido universal, parte del cuerpo de Cristo,
y nos esforzamos porque cada grupo local tenga también
el mismo carácter aun cuando sufra las limitaciones de
tamaño y de naturales imperfecciones humanas.

3. Creemos, además, que la Palabra de Dios nos


indica que cada “iglesia”, “asamblea” o “congregación”
está integrada por hombres y mujeres que han creído y
obedecido fielmente las ordenanzas del Señor, se han
consagrado a él, se reúnen en el nombre de Jesucristo con
la frecuencia necesaria, perseveran en la doctrina de los
apóstoles, cultivan la comunión unos con otros, y juntos
pugnan por llevar a cabo en esta tierra los planes que el
Señor les ha señalado como iglesia (Hechos 2:42-47).

90
Teniendo la Iglesia el carácter antes descrito, también
disfruta de la autoridad para juzgar todas las cosas y
para aplicar la disciplina bíblica necesaria a quienes
voluntariamente han ingresado en la Iglesia (1 Corintios
5:2; 6:2, 3), razones por las cuales se señalan enseguida
los requisitos de admisión a la Iglesia Apostólica de la Fe
en Cristo Jesús, los derechos que disfrutan sus miembros
y las razones que pueden obligar a la misma Iglesia a
privar, temporal o definitivamente, de estos derechos a
las personas que por su conducta se hicieren acreedoras
a tal disciplina. Debe entenderse que esta disciplina se
aplica con respeto a las iglesias locales y a la denominación
como un todo, pero que el juicio final está reservado para
el Señor Jesucristo.

Artículo 53. Reglamentos de admisión.

En cada congregación existen miembros en plena


comunión que disfrutan de todos los derechos, privilegios
y prerrogativas, si cumplen con las siguientes condiciones:

1. Ser mayores de catorce años, creer en Cristo y


su Palabra, arrepentirse y bautizarse por inmersión en
el nombre del Señor Jesucristo conforme se estipula en
Mateo 28:19; Marcos 16:16; Hechos 2:38; 10:47, 48; 19:3-5;
Romanos 6:3-7.

2. Vivir en el temor y la justicia de Dios, apartados de


toda clase de pecado (Mateo 24:13; Romanos 2:7, 8; 6:11-13;
Efesios 4:22-32; 5:1-11; 5:18).

3. Observar el sistema doctrinal de organización, de


economía y disciplina delineado en la Palabra de Dios y en
esta Constitución.

4. Ser fieles a Dios y a su Iglesia hasta la muerte


(Hebreos 10:25; Apocalipsis 2:10).

91
Existen además, en las iglesias locales niños menores de
catorce años, los cuales, por la naturaleza de su propia edad
y por las declaraciones del Señor Jesucristo (Mateo 19:14)
son participantes del reino de los cielos. Estos niños, traídos
por sus padres, que pueden ser cristianos o inconversos,
o por consentimiento propio, son presentados a Dios,
disfrutan de la atención pastoral, el cuidado, las oraciones y
el testimonio de toda la iglesia, a fin de que cuando se llegue
su tiempo, puedan ser bautizados y comenzar a disfrutar de
todos los derechos de miembros en plena comunión.

En tercer lugar, asisten a las iglesias locales personas


inconversas, solas o con sus familias, evangélicos de otras
denominaciones y personas que por algún motivo fueron
privadas temporal o definitivamente de su comunión con la
Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús. Todas las personas
mencionadas tienen derecho a disfrutar del compañerismo
de la iglesia, la atención pastoral y el privilegio de servir,
siempre que, a juicio del pastor, observen una conducta
digna y no pongan en entredicho la reputación y el
testimonio de la Iglesia, y que no se contradiga ninguno de
estos reglamentos.

Artículo 54. Significado de plena comunión.

Por plena comunión dentro de la Iglesia Apostólica de


la Fe en Cristo Jesús se entiende lo siguiente:

1. Todo el derecho a la salvación plena en Cristo Jesús,


con sus dimensiones terrenas y celestiales, que se obtiene
por la fe en Jesucristo, la obediencia a su Palabra y la
Gracia Divina, y cuyo derecho sólo Jesucristo puede darlo
o retirarlo.

2. El formar parte de la Iglesia Apostólica de la Fe en


Cristo Jesús que resulte más accesible o conveniente en el
caso de que en la misma ciudad exista más de una Iglesia
Apostólica.

92
3. Ejercer el derecho a voz y voto en las sesiones de
negocios de la iglesia o de la red a que le corresponda
pertenecer.

4. Participar en todas las actividades de la congregación,


incluyendo la ceremonia de la Cena del Señor.

5. Disfrutar de los beneficios de la atención pastoral.

6. Ocupar los puestos de elección o designación


dentro de la iglesia.

Artículo 55. Disciplina para los miembros de la Iglesia.

I. Todas las personas que sean aceptadas como


miembros de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo
Jesús en cualquiera de las iglesias locales afiliadas a esta
organización, deberán cumplir con lo establecido en la
doctrina de nuestro Señor Jesucristo, según el orden
apostólico y obedecer esta Constitución.

II. Todas las personas que creen y aceptan la doctrina


de nuestro Señor Jesucristo según el orden apostólico y que
forman parte de la membresía de la Iglesia Apostólica de
la Fe en Cristo Jesús, tienen el derecho a las promesas de
nuestro Señor Jesucristo y a los privilegios y prerrogativas
de la Iglesia, y no podrán ser privadas de estos privilegios a
menos que se hagan indignas de ello y procedan en contra
de la doctrina fundamental.

III. La infracción de la doctrina de nuestro Señor


Jesucristo, hace a la persona que la cometiere, indigna de
pertenecer a la Iglesia; pero no podrá ser destituida de la
misma, si no se hace antes un juicio legal, con las debidas
formalidades, en que se compruebe a la luz de la Palabra
de Dios que el delito o pecado cometido hace a la persona
merecedora de la excomunión.

93
IV. Toda persona que pertenece a la Iglesia Apostólica
de la Fe en Cristo Jesús, deberá llevar una vida de santidad
y honestidad. Por tanto se advierte que es pecado el
relajamiento moral, la venta y consumo de bebidas
embriagantes, uso del tabaco, diversiones malsanas, falta
de consagración y asistencia a los cultos, y todo aquello
que tienda a pervertir los sentimientos de humildad y
espiritualidad.

V. Los miembros de la Iglesia Apostólica de la Fe en


Cristo Jesús, deben abstenerse del uso de anillos, joyas,
pinturas faciales, vestidos costosos o inmodestos y cuidarse
de todas las formas de ostentación y vanidad.

VI. Los miembros de la Iglesia Apostólica de la Fe en


Cristo Jesús, deben considerar que sus cuerpos son santos y
que en ellos habita el Espíritu Santo, razón por la cual deben
guardarse de la fornicación y el adulterio y toda forma de
lascivia. En esta relación, que los noviazgos se conduzcan
con toda honestidad, respeto y temor de Dios y que los
cristianos ya casados se rindan el respeto y la consideración
mutua que recomiendan las Sagradas Escrituras.

VII. Los miembros de la Iglesia Apostólica de la Fe en


Cristo Jesús, deben mostrar en los cultos la debida reverencia
y compostura. En el culto, el hombre debe descubrir su
cabeza y la mujer cubrirla con un velo apropiado (1 Corintios
11:4-7). La mujer no se debe cortar ni encrespar el cabello.

VIII. Todos los miembros de la Iglesia Apostólica de la


Fe en Cristo Jesús, deben mostrar su amor a la obra de Dios
entregando sus diezmos y ofrendas para que sean suplidas
las necesidades de la obra de Dios, “no con tristeza o por
necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios
9:6, 7; 1 Timoteo 6:7).

IX. Todos los miembros de la Iglesia Apostólica de la Fe


en Cristo Jesús, deben mostrar obediencia a Dios y sujetarse

94
a las potestades superiores de la Iglesia, porque éstas han
sido puestas por Dios y velan por su bien (Romanos 13:1;
Efesios 4:11, 12; Hebreos 13:17).

X. Cuando un miembro de la Iglesia cambiare su


residencia, deberá congregarse en la Iglesia Apostólica de
la localidad a donde se hubiere cambiado o en la del lugar
más cercano.

XI. Todo miembro de la Iglesia Apostólica de la Fe en


Cristo Jesús, que cambiare su membresía, deberá llevar
una carta de traslado firmada por el pastor y presentarla
al pastor o encargado de la iglesia donde se vaya a
congregar. En dicha carta se informará sobre su fidelidad
y cumplimiento y también se indicará si el miembro que se
traslada a otro lugar, está privado temporalmente de sus
derechos. Los pastores que reciban un miembro en tales
condiciones deberán sujetarse a lo indicado en la carta de
traslado.

XII. Los miembros de la Iglesia Apostólica de la Fe


en Cristo Jesús, que vayan de viaje de paseo o negocios,
deberán portar una carta de recomendación firmada por
su pastor y presentarla al pastor de la iglesia del lugar que
visiten.

Artículo 56. Disciplina correctiva.

Dado que la Iglesia se forma de seres humanos que


por naturaleza son imperfectos y están propensos a caer
en diversas tentaciones, nos vemos obligados a tomar en
cuenta las siguientes indicaciones y clasificaciones que se
encuentran en la Palabra de Dios:

1. Hay casos en que el creyente es sorprendido en


alguna falta y existe la obligación de restaurarle con espíritu
de mansedumbre (Gálatas 6:1; Santiago 5:19, 20).

95
2. Hay pecados que incapacitan a quienes los cometen
para heredar el Reino de Dios (1 Corintios 6:9-11; Gálatas
5:19-21).

3. En los casos en que se peca después de haber


recibido el don del Espíritu Santo o se peca voluntariamente,
no puede haber renovación (Hebreos 6:4-6; 10:26, 27).

4. Hay distinción entre pecados que no son de muerte y


los que son de muerte, en cuyo último caso no se recomienda
la oración en favor de quien lo cometió (1 Juan 5:16, 17).

5. En el caso de faltas o pecados, según su gravedad,


puede haber amonestación de individuo a individuo, ante
testigos o ante toda la iglesia (Mateo 18:15-19), así como
aplicación de sanciones por parte de la iglesia como un todo
(1 Corintios 5:4, 5) o del ministro en particular (1 Timoteo
5:20; Tito 3:10, 11).

Con base en lo anterior se formula el siguiente


reglamento:

Artículo 57. Aplicación de la disciplina.

I. Los pastores, al descubrir faltas o pecados en los


miembros de la congregación a su cargo, procederán a
aplicar la disciplina correspondiente, cuyos principales fines
son: por una parte, restaurar en todos los casos posibles a
quienes sean sorprendidos en faltas, y por la otra, preservar
la pureza y buen testimonio de la iglesia en el mayor grado
en que sea posible.

II. Los miembros que habiendo recibido el bautismo


del Espíritu Santo, cometieren pecados de fornicación,
adulterio, impurezas sexuales de otra naturaleza o
cometieren actos que impliquen: (1) una violación al templo
del Espíritu Santo; (2) faltas por las cuales no se puede
hacer restitución, serán privados de la plena comunión con

96
la iglesia, tal como está definido en el artículo 54 de esta
constitución.

III. Los ministros que cometieren los pecados que se


menciona en el párrafo II de este apartado, además de las
sanciones allí mencionadas, no podrán volver a ejercer el
ministerio en ninguna categoría.

IV. Se entiende que al aplicar esta disciplina, la Iglesia


Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, ejerce una prerrogativa
bíblica, pero al mismo tiempo sabe que el juicio final le
corresponde al Señor (Hebreos 13:4) y que todo juicio es por
ello deficiente e incompleto (1 Timoteo 5:24). Se entiende
además, que toda persona que haya sido sujeta a la disciplina
que aquí se indica, seguirá disfrutando del derecho de
congregarse en la iglesia y participar en las actividades de
la misma, sin más limitaciones que las señaladas en esta
Constitución y en el Manual de Ceremonias y Ordenanzas,
a menos que hubiera otras, temporales o definitivas, que
deban imponerse a juicio de los pastores.

Capítulo Octavo.
Funcionamiento de las iglesias locales.

Artículo 58. Requisitos para que un grupo se constituya en


iglesia.

I. Las iglesias se constituirán de los miembros en


comunión que residan en una ciudad, pueblo, aldea o ejido,
en una zona de la ciudad o en varias poblaciones aledañas,
que puedan ser atendidos satisfactoriamente por un pastor
y los ayudantes (ministerios y líderes), que se requieran.

II. Los grupos que sean declarados iglesias, deberán


llenar los siguientes requisitos mínimos:

1. Tener un mínimo de cincuenta miembros


bautizados y en comunión, entre los cuales deberá

97
haber cuando menos diez matrimonios bautizados
en comunión, que residan permanentemente en
el perímetro que abarque la iglesia. En el caso
de Los Estados Unidos de América los requisitos
serán dependiendo del criterio que la iglesia
aplica conforme a la realidad de ese país.
2. Tener organizada y funcionando la red de células
y ministerios, así como contar con un mínimo de
4 células.
3. Contar con un equipo que funcione de manera
eficaz para que realice las tareas educativas,
directivas, administrativas, de la red de células
de multiplicación, de alabanza, así como todas las
necesarias para el buen desarrollo de la obra de
Dios.
4. Tener ingresos suficientes para encargarse de
todas sus necesidades locales y proporcionarle
al pastor, con el 50 % de los ingresos mensuales
de diezmos y ofrendas, su ayuda de manutención
necesaria, tomando como marco referencial,
cuando menos: dos veces el salario mínimo oficial
de la región, aparte de estar en condiciones
de contribuir generosamente a los planes
económicos del distrito y de la Iglesia general.
5. Estar en condiciones de proporcionarle al pastor,
habitación adecuada para él y su familia, ya sea
en casa pastoral o en local adquirido o rentado
por la iglesia en otro sitio fuera del templo.
6. Contar con un lugar estable de reunión, ya
sea propio, rentado, prestado, o que se esté
adquiriendo para ser propiedad de la iglesia, que
obviamente debe contar con recursos para éste
fin. Estos terrenos, locales o establecimientos
deben ser adecuados para las necesidades
presentes o futuras de la congregación.
7. El Secretario de Evangelización en coordinación
con el Obispo de distrito, certificará la declaración
y plantación de la nueva iglesia.

98
Artículo 59. Procedimiento para constituir una iglesia.

I. Cuando un grupo determinado, deba de ser


declarado iglesia porque cumple los requisitos establecidos
en el artículo 58 de esta Constitución, el pastor lo solicitará
por escrito al obispo respectivo, con la aprobación y firma
del mismo grupo, a fin de que él o una comisión que
designe, verifique lo relativo a la Constitución de la iglesia.

II. Una vez que se verifique el cumplimiento de los


requisitos señalados por el obispo o las personas que él
designe, así como por el Secretario de Evangelización, se
dará por reconocido el estatus de iglesia, debiendo hacerse
la correspondiente notificación en la convención distrital
inmediata. Cuando se trate de iglesias plantadas por la
Secretaría de Evangelización, el Secretario de Evangelización
autorizará el cambio de estatus.

III. Si en el transcurso del tiempo el grupo comprobara


que no puede operar satisfactoriamente según las normas
establecidas, las autoridades del distrito en coordinación
con el Secretario de Evangelización, decidirán la forma en
que se seguirá atendiendo dicho grupo y lo notificarán al
Obispo Presidente y a la convención distrital más próxima.

IV. Una vez que la iglesia sea aprobada reuniendo


los requisitos, el Secretario de Evangelización entregará la
Iglesia al distrito correspondiente.

Artículo 60. Establecimiento de nuevas iglesias con el nuevo


modelo eclesial. Además del establecimiento de iglesias
en conformidad con los Artículos 58 y 59, se establecerán
obligatoriamente nuevas congregaciones de acuerdo a las
siguientes reglas.

1. Cuando una congregación alcance los mil miembros,


o antes de tener ese número, si así lo desea el pastor,

99
podrá establecer una nueva iglesia, desprendiéndose de
una cantidad suficiente de miembros que garantice el
sostenimiento del pastor, la renta de un local y la eficiente
funcionalidad del proyecto de crecimiento que la Iglesia
como un todo esté promoviendo; designando para el efecto
al líder ordenado para el ministerio que tenga el mejor
perfil, y al que le asistan un mayor derecho dada su labor
desarrollada en el plan de acción celular.

2. Habiendo llegado a los dos mil quinientos miembros,


todo pastor está obligado a abrir nuevas congregaciones.

3. Cuando un líder que haya sido ordenado como


ministro y que ha colaborado leal y eficientemente aspire
a que se le asigne un grupo, llenando el perfil conforme
a la fracción 2 de este Artículo, ya que la iglesia en la que
colabora ha rebasado los dos mil quinientos miembros,
podrá hacerle saber sus anhelos a su pastor y al obispo
del distrito, quienes analizarán el caso y determinarán lo
conducente.

4. Cuando un líder que haya sido ordenado como


ministro que ha colaborado leal y eficientemente, llenando
el perfil para que se le asigne un grupo conforme a las
fracciones 1 y 2 de este artículo, ya que la iglesia en la que
colabora ha rebasado los dos mil quinientos miembros,
podrá hacerle saber sus anhelos al pastor y al obispo del
distrito, quienes analizarán el caso y determinarán lo
conducente.

Artículo 61. Templos y predios.

I. La misma naturaleza del plan de acción de la Iglesia


exige la adquisición de terrenos y construcción de templos,
casas pastorales y otras instalaciones para el servicio de la
congregación y por tanto nos obliga a observar las reglas
que aquí se indican para la adquisición, construcción y
mantenimiento de las propiedades indicadas.

100
II. Los terrenos que se adquieran deben ser apropiados
para las necesidades de construcción de cada iglesia, y los
documentos de propiedad deben estar en regla, habiéndose
adquirido los terrenos por acuerdo de la congregación y el
obispo, y puestos a nombre de la Iglesia.

III. Los proyectos de construcción deben estar a cargo


de personas capacitadas para ello, autorizados por el obispo
y deben sujetarse a las exigencias de la arquitectura y la
ingeniería; no se iniciará la construcción de ningún templo,
casa pastoral o cualquier otra instalación sin que se cumpla
previamente con este requisito.

IV. Una vez concluidos los planes de acción de


construcción, particularmente de los templos, se fijará la
fecha para su inauguración de acuerdo con el obispo del
distrito y el Obispo Presidente, quien presidirá el acto.
Cuando lo crea conveniente podrá delegar esta función en
la persona que él mismo determine.

V. Cuando fuere necesaria la adquisición de


un inmueble para uso de la iglesia, las autoridades
competentes de la misma, deberán observar todo lo que
sobre el particular establece la Ley Reglamentaria del
Culto Público.

VI. Cuando la Secretaría de Gobernación emita


declaratoria de procedencia de la adquisición de algún
bien, deberá sacarse copia fotostática de la misma, y
enviarse a la Secretaría General para su integración al
archivo correspondiente. Lo mismo se hará remitiendo en
su oportunidad copia de las escrituras notariales de dichos
inmuebles.

VII. Los pastores o encargados de las iglesias, serán


responsables de los templos, mobiliario de los mismos,
casas pastorales y demás enseres que pertenezcan a la

101
congregación, los cuales recibirán por inventario al asumir
la responsabilidad de encargados, y deberán velar por su
conservación y mejoramiento y observar todas las leyes de
culto que nos rigen.

VIII. Ningún ministro ni miembro, podrá disponer de


ninguna propiedad o inmueble adquiridos para el uso de las
iglesias, pues sólo se deben destinar a los usos para lo que
han sido adquiridos.

IX. La Mesa Directiva General de la Iglesia Apostólica


de la Fe en Cristo Jesús, llevará un registro de los templos y
conservará copia de los documentos de propiedad o custodia
de los mismos con la facultad y obligación de velar por su
conservación y consagración al culto que sean dedicados,
no podrá gravarlos ni enajenarlos, pues de acuerdo con
las leyes de culto vigentes en México, son propiedad de la
Nación.

Artículo 62. De la autoridad pastoral.

I. Los pastores están investidos de autoridad para


predicar la Palabra de Dios, instruir, amonestar y corregir a
los miembros de las iglesias (1 Tesalonicenses 5:14; 2 Timoteo
4:1, 2), y demandar de ellos el cumplimiento de la doctrina
del Señor. Cada pastor debe considerarse un mayordomo de
las heredades del Señor, nunca debe obrar con señorío ni
despotismo, sino que debe ser manso para con todos, apto
para enseñar, sufrido, dechado de la grey.

II. A los pastores toca corregir las faltas o desobediencias


que los miembros cometan contra la doctrina, imponiendo
correctivos a los infractores por medio de pruebas. Cuando
hubiere pecados por los cuales la Palabra de Dios condena,
podrán privarlos de sus derechos, debiendo en este caso
obrar con toda justicia y apego a la Palabra de Dios, y de
acuerdo a los lineamientos señalados en el Manual de
Ceremonias y Ordenanzas en su capítulo sobre los juicios.

102
III. Los pastores podrán requerir a los ministros locales
el cumplimiento de sus deberes, y en caso de que no se
coloquen a la altura de sus responsabilidades, solicitarán
al obispo respectivo se estudie la situación de ellos,
tomándose las medidas necesarias y si el caso lo amerita,
se suspendan temporal o definitivamente de sus funciones
ministeriales.

Artículo 63. Obligaciones de los pastores.

I. Ningún pastor puede asumir la responsabilidad de


una iglesia si no está de acuerdo con los puntos doctrinales,
sistema de organización, economía y disciplina de la Iglesia
Apostólica de la Fe en Cristo Jesús. Si durante el ejercicio
de su ministerio llegare a diferir respecto a alguno de los
puntos doctrinales, el sistema de organización, de disciplina
o económico, deberá presentar sus objeciones ante el
obispo del distrito, el cual considerará y determinará lo que
se debe hacer, previa consulta con el Obispo Presidente.

II. Creemos que la ética cristiana nos justifica al requerir


de cada ministro que no esté de acuerdo con los puntos
doctrinales, nuestro sistema de organización, economía y
disciplina, a que renuncie a su cargo y se exima de hacer
males y causar deshonra o división en la Iglesia. Quien
actúe en esta forma, se expone a que la Iglesia, por medio
de sus autoridades constituidas, considere sus motivos y
tome una determinación según los criterios establecidos
en el Manual de Ceremonias y Ordenanzas.

III. Cuando un pastor actúe en contra de los principios


doctrinales, el sistema de organización, economía y
disciplina de la Iglesia, o realice cualquier acción que
traiga perjuicios a la misma, será juzgado por el obispo
de distrito, según las instrucciones dadas en la Palabra de
Dios y el proceso marcado en el Manual de Ceremonias y
Ordenanzas.

103
IV. Ningún ministro deberá intervenir en los asuntos
internos de la iglesia que ha pastoreado antes, si no recibe
una solicitud oficial de parte de una autoridad competente.

V. Todo ministro se abstendrá de hacer labor de


promoción en favor o en contra de la precandidatura y
candidatura de otro ministro o para sí mismo en período de
elecciones en cualquier nivel de la Iglesia.

VI. Todo ministro prescindirá de hacer, y evitará que


se haga labor proselitista entre miembros de la Iglesia
Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, para que alguien traslade
su membresía a otra congregación.

104
Artículo 64. Deberes de los pastores.

I. Los pastores deberán elaborar, presentar y


desarrollar un plan de acción anual, entregando copia al
presbítero. Este plan de acción deberá estar acorde con el
proyecto general de la Iglesia, cuidando de que mantenga
un sano equilibrio entre sus elementos integrales (atención
de cultos, red celular, formación de líderes, ministerios,
misiones mundiales, etc.).

II. Los pastores deben organizar en sus respectivas


iglesias las redes de células y ministerios. Cada pastor es
responsable de que estas redes y ministerios cooperen con
las respectivas coordinaciones y secretarías generales.

III. Los pastores son responsables de que sus


congregaciones cumplan con lo relativo a los envíos de
todos los porcentajes que correspondan a la Tesorería
General de la Iglesia. Deben también reunir las ofrendas
evangelísticas, misioneras y de cualquier otro tipo que se
acuerde y remitirlas a donde corresponda. Los pastores
y encargados que no cumplan con estos deberes, serán
requeridos por la autoridad correspondiente, y si persisten
en no aceptar esos acuerdos, los supervisores deben
tomar las medidas necesarias para la corrección de tales
anomalías.

IV. Los pastores deben asistir a las convenciones


distritales y generales o nombrar un ministro de su
iglesia para que los representen. Los gastos de viaje a las
convenciones deberán hacerse por cuenta de la iglesia
local, según sus posibilidades económicas.

V. Los pastores tienen el deber de cumplir con todos


los acuerdos tomados en las convenciones distritales y
generales, reuniones episcopales y en las reuniones de la
Mesa Directiva General de la Iglesia, los cuales les serán
comunicados oportunamente por escrito.

105
VI. A los pastores toca enseñar los puntos de doctrina
que cree y enseña la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús,
cumplirla y hacerla cumplir en conformidad con la presente
Constitución y su parte reglamentaria, de administrar
ordenanzas con la mayor reverencia y solemnidad y exigir el
cumplimiento de la disciplina de la Iglesia.

VII. Es deber de los pastores atender en la mejor forma


posible a sus superiores cuando les visiten, presentarlos
con toda atención ante la iglesia y cederles la palabra para
que prediquen y comuniquen a la iglesia los asuntos que
correspondan. Igualmente deben interesarse en hospedar
y atender a todos sus compañeros, aun cuando fueren
inferiores en categoría (Hebreos 13:1, 2).

VIII. Es obligación de los pastores cuidar de los templos,


mobiliario de los mismos, casas pastorales y demás objetos
que pertenezcan al culto, de los cuales no podrán disponer
para provecho personal.

IX. Cuando una congregación no tuviere templo propio,


el pastor deberá pugnar porque se construya, y acordará
con la iglesia a su cargo y el supervisor respectivo, todo
lo relacionado con la adquisición del terreno y materiales,
forma de agenciarse y administrar los fondos respectivos y
regularización de la propiedad conforme a la ley.

X. Los pastores son responsables de la recta


administración de los fondos de sus iglesias. Es preferible
que ellos no funjan como administradores de sus
congregaciones, pero de todas maneras deben vigilar por la
recta administración de todos los bienes de la iglesia. Deben
tener cuidado de que los fondos se usen para el fin con que
se reúnen, y cuando se trate de erogaciones extraordinarias,
deberán contar con la aprobación de la mayoría de los
miembros de la iglesia.

106
XI. Los pastores deben convocar y presidir las juntas
generales de las iglesias, las cuales se celebrarán cuando
ellos lo crean conveniente. Sólo tendrán derecho a voz y
voto en estas juntas los miembros que disfruten de plena
comunión.

XII. Los pastores deberán convocar y presidir, ya sea


en conjunto o por separado, a reuniones de ministros
y funcionarios para tratar con ellos los asuntos que
consideren pertinentes.

XIII. Los pastores deberán designar a todo el personal


de sus escuelas bíblicas y de ministerios así como a las
comisiones o funcionarios que exija la misión de la Iglesia.

XIV. El pastor, con el visto bueno del obispo y del


presbítero respectivo, deberá planear e impulsar la
formación de nuevas iglesias, para lo cual deberá cuidar
hasta donde sea posible no desestabilizar a la iglesia madre.
Procurará escoger áreas estratégicas tomando en cuenta la
distancia geográfica, el difícil acceso al templo existente,
el desarrollo habitacional de la zona, y otros aspectos
importantes que se consideren.

XV. Cuando una iglesia esté patrocinando la formación


de otra congregación, los detalles administrativos internos
y el cumplimiento de deberes del grupo en formación para
la iglesia patrocinadora, el distrito y la Tesorería General,
serán determinados por el pastor y la persona que esté al
frente de la iglesia en formación, de acuerdo con el obispo
del distrito o el presbítero respectivo, sin dejar de cumplir
con lo indicado en el artículo 84 de esta Constitución.

XVI. Los pastores deben revisar mensualmente todos


los libros de los administradores de la iglesia. Tesorería
local, escuelas bíblicas y de ministerios, redes de células y
ministerios y demás.

107
XVII. Los pastores son responsables de todos los
edificios, enseres, documentos y demás posesiones de la
iglesia y deberán entregarlos por inventario a sus sucesores
a satisfacción de la iglesia y del obispo de distrito.

XVIII. Los pastores, son los responsables de formar a


todos los creyentes en sus ministerios respectivos, poniendo
particular interés en el desarrollo de un estilo de vida acorde
a su vocación, para lo cual el pastor deberá enseñarlos y
entrenarlos de manera sistemática. De la misma manera
procurará discipular a toda la membresía de su iglesia, a fin
de que descubran sus dones y los pongan al servicio de la
obra de Dios.

XIX. Toca a los pastores velar por el sano desarrollo


de las familias en situaciones de crisis, por medio del
establecimiento de ministerios de acompañamiento
pastoral, ofreciendo un abanico de posibilidades y
alternativas para cada caso y circunstancia particular,
logrando así salvaguardar la integridad de la familia, según
el modelo bíblico.

XX. Es obligación de los pastores asistir a los cursos


de actualización pastoral, que se programen en su distrito,
dirigidos y organizados por la Secretaría de Educación
Cristiana, en colaboración con las autoridades distritales
respectivas y con el visto bueno del Obispo Presidente,
según lo establecido en el artículo 23 fracción II.

Artículo 65. Derechos de los pastores.

I. Los pastores tienen derecho al reconocimiento y


obediencia de parte de todos los ministros y miembros de
la congregación que presidan, así como la consideración
y respeto de sus supervisores y directivos de la Iglesia
(1 Tesalonicenses 5:12, 13; 1 Timoteo 5:17, 19).

108
II. Todos los pastores y presbíteros tienen derecho a
un sostén decoroso para ellos y sus familias de parte de
la iglesia que pastoreen, así como a una vivienda también
decorosa construida o rentada por la misma congregación.

III. Los pastores también tienen derecho a recibir


los emolumentos necesarios para el desempeño de sus
funciones a nivel local y participación en actividades
distritales y generales, según la forma en que se indica en la
presente Constitución o sea acordada por las autoridades
de la Iglesia y de acuerdo con las posibilidades de la
congregación.

Artículo 66. De los cambios pastorales.

I. El nombramiento o función de un pastor de una


iglesia es un cargo oficial, y por otra parte, es bíblico que
los ministros y demás grupos compartan mutuamente
sus recursos materiales y capacidades espirituales sin
limitación o discriminación alguna. Los ministros podrán
permanecer por tiempo indefinido en el pastorado de una
misma iglesia, siempre que: Goce de una sana relación con
la congregación, y que ésta sea constatada por el obispo,
que ya esté realizando un proyecto a largo plazo y que ya
esté dando fruto, que además esté acorde con el programa
general de la Iglesia, como también que se comprometa a ser
leal con la Institución, además de sujetarse en todo tiempo
a los señalamientos, requerimientos y recomendaciones
del obispo del distrito y demás autoridades de la Iglesia.

II. Los cambios por excomunión, renuncia o fallecimiento


de los pastores, serán automáticos, entendiéndose que de
todas maneras se seguirá el proceso aquí delineado para
instalar a los respectivos sucesores.

III. Todos los cambios pastorales deberán tener


como razón de ser, dos tipos de causa: En primer lugar,
las necesidades patentes para el buen funcionamiento

109
de la obra de Dios; en segundo lugar, los cambios deberán
justificarse sobre la base de deficiencias en el plan de acción,
la conducta, administración, negligencia o cualquier otra
falla del pastor, siempre y cuando se haya estudiado su caso
y el obispo haya hablado con él, señalándole las deficiencias,
aconsejándolo y asesorándolo para que enmiende su
actuación, dejando constancia del hecho; y nunca antes
de un plazo razonable que le permita corregir las fallas
que le sean señaladas. Si la falla fuere de carácter moral,
se deberá hacer el estudio correspondiente y proceder
en consecuencia, según las normas establecidas en esta
Constitución y el Manual de Ceremonias y Ordenanzas.

IV. A fin de dar continuidad a los proyectos de las


iglesias, el obispo supervisor procurará que los pastores
que estén realizando con éxito su función, continúen en esa
misma congregación sin ser removidos de su cargo. En el
caso de que algún pastor que tenga un proyecto integral y
se sienta afectado por la propuesta de cambio, podrá apelar
ante el Obispo Presidente quien nombrará una comisión
para que estudie su caso y dé un fallo definitivo. Lo anterior
no impide que el obispo siga utilizando toda su capacidad
de persuasión para convencer al pastor de que le ayude a
resolver con su cambio la necesidad de la obra de Dios.

V. La facultad para instalar y cambiar pastores,


corresponde al obispo del distrito previa consulta con el
Obispo Presidente. Por lo tanto las solicitudes de remoción
y/o las gestiones en favor de sustitutos, no serán elementos
suficientes para llevar a cabo cambios pastorales. Los
miembros de las iglesias disfrutarán del derecho de
presentar ante el obispo las quejas que tuvieren en contra
de la actuación de sus pastores, siempre y cuando lo
hagan individualmente y por escrito y con la obligación de
presentarse a un careo ante su pastor en la fecha y lugar
que el obispo determine.

110
VI. El obispo supervisor previa consulta con el Obispo
Presidente, deberá hacer con suficiente anticipación, la
lista de cambios pastorales que desee presentar ante la
convención distrital y darla a conocer al resto de la Mesa
Directiva del distrito para su consideración y sugerencias.

VII. En todo cambio pastoral, el obispo se encargará de


notificar oportunamente, a la iglesia involucrada, el cambio
pastoral convenido, así como la fecha en que se realizará
y los preparativos que se deberán hacer con respecto al
pastor que sale y al que llega.

VIII. Los cambios, así como los gastos de mudanza


de los pastores que sean trasladados a otras iglesias, se
realizarán en la fecha y según acuerdo mutuo entre el
obispo y los pastores involucrados.

IX. Cuando un pastor entregue la responsabilidad de


una iglesia y no reciba otra, la Mesa Directiva del distrito
por conducto del obispo, se encargará de decidir lo relativo
a gastos de mudanza y alguna compensación material
para él, según las condiciones económicas de la iglesia y el
tiempo que haya desempeñado su vocación en ella.

Artículo 67. De los secretarios de las iglesias locales.

I. El secretario de la iglesia local puede ser cualquier


ministro ordenado o miembro fiel que tenga la capacidad o
aptitudes para desempeñar el puesto.

II. Es deber de los secretarios de las iglesias llevar


los libros de memorias de cada congregación, tales
como bautismos, presentación de niños, matrimonios,
defunciones y demás apuntes históricos que sean de
interés y utilidad.

111
III. Los secretarios de las iglesias tienen derecho a que
se les dé lo necesario para la adquisición de libros, papel,
tinta y demás utensilios para el desempeño de su cargo.

IV. A fin de optimizar el tiempo y los recursos en


las iglesias donde las necesidades lo requieran, podrá
contratarse personal administrativo de tiempo parcial
o completo, cuidando de cumplir en todos los casos con
las responsabilidades legales y fiscales que lo anterior
demande, así como contar con la aprobación de la iglesia
local y con el visto bueno del obispo.

Artículo 68. De los administradores de las iglesias locales.

I. El administrador (a) de la iglesia puede ser cualquiera


de los miembros que reúnan las siguientes cualidades:
a. Fiel diezmador(a).
b. De preferencia que tenga conocimientos contables
mínimos o tenga la capacitación adecuada para
cumplir con la función.
c. Que goce de la confianza del pastor y la
congregación.
d. Que esté involucrado en la Red de Células y
Ministerios.
e. De buen testimonio dentro y fuera de la iglesia.
f. Que tenga un mínimo de dos años de bautizado (a).

II. Es deber del administrador local rendir un informe


mensual del estado económico de la iglesia al pastor y al
ministerio de administración de la congregación, indicando
los ingresos y egresos con todos los detalles que sean
necesarios. Además, deberá enviar copia del mismo,
acompañado de los comprobantes de gastos respectivos, al
administrador distrital.

III. De los fondos bajo su cuidado, los administradores


harán las erogaciones correspondientes al agua, luz, la
ayuda de manutención pastoral, contribuciones y demás,

112
según los acuerdos tomados por la iglesia o las órdenes
recibidas del pastor.

IV. Los administradores deberán de enviar o


entregar dentro de los primeros diez días de cada mes
al administrador distrital los informes, documentación
comprobatoria y los porcentajes correspondientes a la
Tesorería General de la Iglesia y al distrito. Además deberán
enviar a tiempo las ofrendas especiales y asignaciones que
hayan sido fijadas por acuerdo de la Convención General,
reuniones episcopales, convenciones distritales o reformas
aprobadas en los congresos legislativos.
V. Los administradores no deberán hacer más gastos
que los que sean autorizados por el pastor o hayan sido
aprobados por la iglesia.

VI. Los administradores serán autorizados para tomar


de los fondos a su cuidado el dinero para la adquisición de
libros y demás utensilios que empleen en su función.

VII. El pastor y el administrador local deberán poner


los fondos bajo su cuidado, en cuenta bancaria a nombre
de la Iglesia con firma mancomunada.

Artículo 69. Elección del secretario y del administrador local.

I. El pastor propondrá a la iglesia dos candidatos


para el puesto de secretario y otros dos para el puesto
de administrador local, que llenen el perfil señalado en
la fracción I del artículo 68. La iglesia elegirá por mayoría
simple a cualquiera de los dos para el puesto y por el período
que corresponda. Cuando por necesidades o circunstancias
donde no sea posible cumplir con el perfil establecido, el
pastor podrá designar al secretario o administrador local o
a uno de éstos, con la aprobación de la iglesia.

II. Los secretarios y los administradores locales


podrán fungir por tiempo indefinido, siendo evaluados

113
anualmente por el pastor y el ministerio de administración
local.

III. Los secretarios que hayan concluido o sean


cesados en sus funciones, deberán entregar a sus
sucesores todo el archivo a su cuidado y en el caso de
los administradores locales deberán también entregar
los fondos correspondientes a satisfacción del pastor y a
satisfacción del ministerio de administración local.

IV. En el caso en que los secretarios o administradores


cesen en sus funciones por la razón que sea, el pastor podrá
designar a la persona que desempeñe las actividades por el
resto del año correspondiente.

Artículo 70. De las sesiones de negocios.

I. El pastor podrá convocar y presidir sesiones de


negocios de la iglesia en las cuales se tratarán los asuntos
que sean necesarios, y se harán las comunicaciones que
competa.

II. Tienen derecho a voz y voto en estas sesiones


todos los miembros de la iglesia que disfruten de plena
comunión.

Artículo 71. Red de células y ministerios.

I. Las iglesias locales se organizarán a través de las redes


de células y ministerios con el propósito de encauzar por la
vía del progreso espiritual, moral y social a la membresía,
proveyéndole la oportunidad y medios de servir a la obra
del Señor.

II. Las redes de células y ministerios se integrarán y


funcionarán de acuerdo con los manuales respectivos.

114
III. El perfil de los supervisores y líderes de la red de
células y ministerios será el mismo que se pide para los
ministerios de todos los creyentes (artículo 72 inciso IV).

Quinta Sección.
Capítulo Noveno.
El ministerio de todos los creyentes.

Introducción.

El ministerio de todos los creyentes es propio del


pueblo de Dios, llamado también pueblo de sacerdotes
(Éxodo 19:6; 1 Pedro 2:4-10; Apocalipsis 1:6; 5:10; 20:6).
Este despliegue que hace el Nuevo Testamento de este
asunto central para la vivencia de los ministerios lo hemos
decidido caracterizar de la siguiente manera:

1) Universalidad. El ministerio de todos los creyentes


es una característica de la iglesia de Dios. El cuerpo de
Cristo se forma por el Espíritu, quien ha constituido a todos
sus llamados en servidores de los demás. El ministerio
en el Nuevo Testamento es obra de todos y cada uno de
los miembros del pueblo de Dios (1 Corintios 7:7; 12:7, 11,
18). Todos los miembros, según la Biblia, han recibido por
lo menos un don, y este don está marcado por el servicio
a los demás. Visto de esta forma el ministerio no puede
significar otra cosa que lo que se entiende de su origen
etimológico diaconía: servicio. Y este servicio, en lugar de
ser una facultad que es propia de algún tipo de especialistas
religiosos, a diferencia de los demás miembros, es una
característica de todo el pueblo de Dios.

La diaconía no es un ministerio especial, si así fuera


obviamente sólo algunos podrían tener acceso; de lo
contrario, no habría privilegios. Pero si los ministerios son
un servicio, el servicio es una característica de todos los
miembros del pueblo de Dios, desde el mismo Jesús, hasta
el más reciente de sus miembros, “Porque, ¿cuál es mayor,

115
el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se
sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que
sirve” (Lucas 22:27).

2) Diversidad. Otra característica del ministerio en la


Biblia es su diversidad. Si nos asomamos a las comunidades
a quienes están dirigidas las cartas, las veríamos más o
menos así:

a. Comunidad de Corinto: Maestros, profetas,


sanar enfermos, hacer milagros, hablar en
lenguas, interpretar las lenguas, discernimiento,
conocimiento, fe, sabiduría, (1 Corintios 12:8-10).
Apóstoles, profetas, maestros, sanidad, ayuda,
administradores, hablar en lenguas (1 Corintios
12:28). Apóstoles, profetas, maestros, hacer
milagros, sanidad, hablar en lenguas, interpretación
(1 Corintios 12:29-30). Profecía, hablar en lenguas,
entender misterios, conocimiento, fe, entrega
(1 Corintios 13:1-8).
b. Comunidad de Roma: Profecía, maestros, servicio,
presidir, hacer misericordia (Romanos 12:6-8).
Apostolado y diaconía asignado a mujeres (Romanos
16:1, 7).
c. Otras comunidades paulinas: Apóstoles, profetas,
evangelistas, pastores y maestros (Efesios 4:11).
Obispos (supervisores) y diáconos (Filipenses 1:1).
Obispos, diáconos, diaconisas (1 Timoteo 3:1-13).
Ancianos educadores (1 Timoteo 5:17). Evangelistas
(2 Timoteo 4:5). Obispos, ancianos, ancianas (Tito
1:5-7; 2:2-3).
d. Otras comunidades apostólicas: Ancianos, pastores y
también el verbo episkopein (supervisar), en 1 Pedro
5:1-5. Pedro aparece como “anciano” (presbítero).
Maestros, ancianos (Santiago 3:1; 5:14). Diaconía
cotidiana de las mesas, así como diaconía de la
palabra (Hechos 6:1-6). Profetas y maestros (Hechos

116
13:1). Ancianos y obispos (Hechos 20:17, 28; 21:18).
Evangelistas (Hechos 21:8).

Si enlistáramos los ministerios de los colaboradores y


colaboradoras de Pablo, nuestra lista fuera exhaustiva,
baste los ejemplos para denotar la diversidad de los
ministerios en la vida de las comunidades eclesiales
del inicio.

Es natural pensar que los ministerios tienen que ser


por necesidad variados, debido a la variedad de las
congregaciones locales, en distintas culturas y en
distintas épocas. Las listas de ministerios en el Nuevo
Testamento son en esencia listas abiertas, pudieran
ampliarse según las necesidades y oportunidades. No
podemos reducir la diversidad de los ministerios del
Nuevo Testamento al binomio obispos (supervisores)
y diáconos (Filipenses 1:1), porque éstos eran
servidores que sobrellevaban la diversidad misma de
los ministerios. Esto es lo que caracteriza al Nuevo
Testamento y lo que es realmente consonante a la
Iglesia Apostólica de nuestro tiempo. 

3) Pluralidad. Otra característica de los ministerios


en el Nuevo Testamento es su pluralidad. Los textos que
hemos mencionado para denotar los ministerios dan la
imagen de que son varias personas las que ejercen el
mismo ministerio y no la idea de que una persona ejerce un
ministerio especial. No cabe la idea que solamente hubiera
un diácono o un supervisor o uno hablando en lenguas o
uno profetizando; más bien parece muy claro que eran
varias personas las que estaban capacitadas por el Espíritu
para ejercer los ministerios. Hasta los “supervisores”, que
después llamaron “obispos”, vivían en esta pluralidad.
Si vemos en la carta a los filipenses como el libro de los
Hechos nos percataremos de que las iglesias tenían varios
supervisores (Filipenses 1:1; Hechos 20:28).

117
4) Mutualidad o servicio mutuo. El ministerio en la
Biblia pasa de ser elitista o exclusivo, en el sacerdocio de
Israel, al sacerdocio de todos los creyentes. La comunidad
de creyentes se caracteriza por el servicio mutuo. Cada
miembro recibe un ministerio en favor de los demás. La
existencia de ancianos-supervisores no tiene equivalencia
al sacerdocio veterotestamentario sino a la comunidad
sacerdotal que es la iglesia de Cristo. Pablo utiliza a veces
la jerga sacerdotal (Romanos 15:16; 1 Corintios 9:13), pero
lo usa como metáfora. A veces compara a los gentiles
alcanzados por su ministerio con la ofrenda que hacían los
sacerdotes del Antiguo Testamento; otras veces compara
su derecho a ser sustentado por la comunidad con los
derechos de los sacerdotes de Israel. Pero más allá de este
lenguaje figurado, el ministerio de Pablo no aparece como
un sacerdocio, sino como un apostolado, que no está ligado
a las funciones del santuario, sino al anuncio del evangelio
(1 Corintios 1:17).

No hay un solo don espiritual que les asegure a los


miembros del pueblo de Dios una situación de posición o
privilegio. La comunidad de creyentes no se divide entre
sacerdotes y laicos, todos son una comunidad sacerdotal,
entre carismático y no carismático, todos son una
comunidad carismática. Lo que no se puede ignorar es la
teología que está de fondo, todos los ministerios están para
anunciar el reinado de Dios por Jesús. El pueblo de Dios se
caracteriza por el servicio mutuo, y es este servicio lo que lo
hace pueblo de Dios, de tal forma que todos han de poner
sus dones al servicio de los demás en el cumplimiento del
propósito de Dios.

Si la comunidad sacerdotal es aquella Iglesia destinada


a bendecir en nombre de Jesucristo al resto del mundo,
resulta muy claro que la bendición, desde el punto de vista
de la Iglesia Apostólica, consiste en mostrar al mundo unas
relaciones interhumanas caracterizadas por el servicio, no
por el poder o la dominación. Esta forma de relacionarse

118
es lo que se convierte en su proclama más poderosa de
la llegada del reino de Dios, no sólo en el futuro, sino ya
desde hoy. Pertenecer a la iglesia entonces se convierte en
bendición, en tanto todos se sirven unos a otros. Cuando
Pablo le escribió a Filemón intercediendo por Onésimo,
le solicita que acepte a Onésimo, “no ya  como esclavo,
sino como más que esclavo, como hermano amado… tanto
en la carne como en el Señor”. Claramente se trata de una
hermandad que no se reduce al ámbito espiritual, sino que
atañe a la vida cotidiana. Pablo incluye en la disertación que
hace de los dones, una conclusión que pone su teología en
completa continuidad con el mensaje de Jesús, busquen
el don más alto, el que trasciende sobre todos los dones:
el del amor.

5) Reproductividad. El ministerio como servicio para


crear servidores nos hace pasar a los propósitos de esta
dotación de dones, y el apóstol lo expresa de la siguiente
manera: “…a fin de capacitar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, a fin de
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento
del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:12, 13). Al
parecer nada desvía la proclamación del evangelio a cuantos
se puede, pero siempre poniendo especial interés en una
persona hasta verla convertida y evolucionando en todos
los aspectos de su vida y donde cada uno en su hogar, su
vecindario, sus labores, su escuela y entre sus amigos y
familiares es multiplicador porque atrae a otros a nuestro
Señor Jesucristo. Por sus servicios a la palabra, sus ayudas,
su vida cristiana de amor, por todos los modos posibles, que
estén haciendo una influencia en la vida de otros. Hasta verse
en las cuatro generaciones de 2 Timoteo 2:2: “Y lo que has
oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga
a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también
a otros: PABLO-TIMOTEO- HOMBRES FIELES- OTROS. Esta
multiplicación espera Dios de quien le sirve.

119
6) Institucionalidad. Muy rápido en la naciente
iglesia se observa que recibir un don se relacione con la
imposición de manos (Hechos 6:6; 13:3; 1 Timoteo 4:14).
Pero no se puede relacionar este signo a las posteriores
“ordenaciones”, que crea una división ministerial en la
comunidad cristiana. Por cierto, la imposición de manos
se administraba también a grupos amplios en momentos
importantes, cuando se integraban al pueblo de Dios,
cuando se buscaba la salud de los enfermos o para la
conversión (Hechos 8:17; 9:17; 19:6; 28:8).

En la Iglesia de los primeros años encontramos que los


ministerios son diversos, mutuales, universales y plurales,
pero que esta gama de ministerios navegaron al modelo
monopastoral ya en las cartas de redacción de fecha muy
posterior a los textos de Pablo (1 y 2 Timoteo, Tito). Ya
aquí aparece la imagen de un obispo gobernante de varias
congregaciones, muy acomodado al ideal monárquico de la
época.

Estamos ante un proceso de institucionalización. La


institución aparece como constructora, estabilizadora y
protectora de la comunidad en sus orígenes de la Iglesia,
donde es importante establecer unos mínimos de liderazgo
que normen la dirección de la Iglesia, con ciertos criterios
básicos; y por otro lado, la Iglesia primitiva, está perdiendo
la generación de Apóstoles.

Lo que muestran estas cartas posteriores es la


importancia de que exista en las iglesias ministerios
moderadores como la desempeñada por los ancianos-
supervisores. Estos ministerios moderadores son ministerios
juntos a otros ministerios pues todos los miembros del
cuerpo de Cristo tienen ministerios plurales y diversos. Dicho
sea de paso estos ministerios de ancianos-supervisores no
monopolizaban todos los ministerios de liderazgo, como bien
se observa por ejemplo, en la iglesia de Antioquía que tiene
como líderes a profetas y maestros (Hechos 13). La Iglesia

120
Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, en su responsabilidad
institucional delante de Dios, genera una forma de organizar
los liderazgos y ministerios que recuperen el ideal de Dios
de que todos estén integrados al cuerpo de Cristo desde la
vivencia de los ministerios.

Artículo 72. Ministerio de todos los creyentes.

I. El ministerio de todos los creyentes son, en primer


lugar, hombres y mujeres llamados por Dios al servicio de
la iglesia local según el don o llamado que haya recibido
de parte de Dios. Involucrándose también en cuestiones
materiales, el orden de los cultos, la administración y demás
detalles cotidianos de las congregaciones. Igual, se podrán
dedicar al ministerio de la proclamación y al servicio de la
Iglesia.

II. Desde los inicios de la Iglesia vemos cómo la diaconía


era un servicio de entrada en las iglesias locales, que aunque
se había instalado para el servicio de las mesas, también se
podía participar en la predicación de la Palabra de Dios y en
el desarrollo de la misma obra de Dios, tal como lo vemos
en Esteban, Felipe (Hechos 6:8-10; 8:4-17; Romanos 16:1, 6).
Este camino sigue abierto para el ministerio de todos los
creyentes en nuestro tiempo, también admitimos que
el ministerio de todos los santos puede desempeñarse
exclusivamente en una congregación y se debe considerar
honorable.

III. Corresponde a los pastores observar a los


miembros fieles de sus congregaciones que demuestren
vocación para un ministerio o ministerios determinados y,
en el caso de comprobarla, probarlos y proponerlos para
dicho ministerio o ministerios en la manera que se indica
enseguida.

121
IV. Para ser aceptados en el ministerio de todos los
creyentes, las personas propuestas por el pastor, deben
cumplir los siguientes requisitos:

1. Satisfacer las exigencias espirituales y morales que


señala la Palabra de Dios (Hechos 6:3; 1 Timoteo
3:8-13).
2. Haber sido bautizados en agua, por inmersión, en el
nombre de Jesucristo y haber recibido el bautismo
del Espíritu Santo con la señal de nuevas lenguas.
3. Creer y practicar la doctrina de nuestro Señor
Jesucristo, según se define en esta Constitución
y estar de acuerdo con el orden de organización,
doctrina, economía y disciplinas aquí delineadas.
4. Haberse congregado con regularidad y haber
desempeñado a satisfacción del pastor todas las
actividades que se hayan encomendado por un
período mínimo de un año antes de ser propuestos
y examinados para el ministerio correspondiente.
5. Ser cumplido en el pago de diezmos y generoso en
sus aportaciones para la obra de Dios.
6. Tener una edad mínima de dieciséis años.
7. Haber cursado cuando menos los estudios
de primaria y presentar las correspondientes
constancias.
8. Que comprenda y viva la visión integral de la Iglesia
Apostólica.
9. Cursar satisfactoriamente la Escuela Bíblica y de
Ministerios.
10. Estar activamente involucrado en una célula.

V. El proceso que se seguirá para la selección, examen,


aprobación e instalación de los ministerios locales será el
siguiente:

1. El pastor que haya descubierto en una persona la


vocación a un ministerio o ministerios y que lo haya
probado en el funcionamiento de la iglesia, hablará

122
con dicha persona para invitarle a que ingrese
oficialmente en dicho ministerio, explicándole
claramente cuáles son sus responsabilidades,
funciones y privilegios en caso de que sea
aprobado.
2. Una vez hecho lo anterior, el pastor presentará el
asunto a los miembros más representativos de la
Iglesia y si ellos estuvieran de acuerdo, se darán
los siguientes pasos.
3. Los candidatos a tal ministerio contestarán y
firmarán un cuestionario especial que le será
proporcionado por el pastor, el cual acompañará
del certificado de estudio bíblico que se indica en el
párrafo 9 del inciso IV. Cuando esto no sea posible,
la comisión local se informará del desempeño y
capacidad del candidato.
4. Los candidatos al ministerio o ministerios
determinados se presentarán ante una comisión
examinadora formada por tres miembros
representativos de la iglesia local, que serán
designados por el pastor. Todo examen será
individual.
5. Si la comisión que se indica en el párrafo anterior
diere un dictamen favorable, la persona será
instalada como ministro de dicho ministerio de la
iglesia donde se congregue en un servicio especial
presidido por el pastor y el presbítero del área o
su representante.

VI. La función del ministerio de todos los creyentes


consistirá en realizar todas las encomiendas que les asigne
el manual del ministerio relativo a su funcionamiento.

VII. Los integrantes del ministerio de todos los


creyentes estarán en todo tiempo sujetos a la autoridad
pastoral. Los pastores y la comisión que los examinó
harán una evaluación anual del grado de responsabilidad,
eficiencia, superación ministerial e intelectual de estos

123
ministros, y quedará a juicio de ellos determinar si siguen
o no en su ministerio o ministerios. Al tomar esta decisión
deberán notificar por escrito al presbítero.

VIII. Los ministros que hayan cesado de sus funciones


por las razones que se indican en el párrafo anterior, que
hayan renunciado a tal ministerio o dejado de ejercerlo
por cualquier otra razón, excepto la excomunión, seguirán
disfrutando de todos sus derechos y obligaciones como
miembros de su respectiva congregación. Para ser
reinstalado al ministerio tendrán que ser examinados de
nuevo por la comisión local.

IX. Cuando un integrante del ministerio de todos los


creyentes, por alguna razón pasare a ser miembro de una
congregación distinta a aquella en la que haya iniciado
su respectivo ministerio, su carta de traslado indicará su
condición como tal y quedará a criterio del pastor que lo
recibe, la integración para el ejercicio de su ministerio.

X. Los ministros deben procurar que se conserve


entre los miembros de sus iglesias el espíritu de fraternidad
cristiana.

Artículo 73. De los ministros ordenados.

I. Para llegar a ser ministro ordenado de la Iglesia


Apostólica se necesita desempeñar previamente con eficacia
y lealtad su llamado en el ministerio o ministerios de todos
los creyentes, y luego demostrar, antes de la ordenación su
capacidad de liderazgo en las células y/o los ministerios.

II. Un ministro varón que se sienta llamado al ministerio


ordenado se lo comunicará a su respectivo pastor para que,
en caso de que éste comparta la misma opinión, se inicie el
proceso que se menciona enseguida. En los casos en que
los mismos pastores comprueben la vocación ministerial,

124
podrán hablar con éstos, y si estuvieren dispuestos a
iniciarse en el proceso correspondiente, se procederá como
sigue:

III. El pastor propondrá, con la autorización de su


presbítero, al obispo del distrito, el nombre del varón
aspirante al ministerio ordenado, para que enseguida el
ministro sea examinado, ya sea por el mismo obispo o por
los ministros ordenados que él designe.

IV. Para recibir la ordenación ministerial se deberán


llenar los siguientes requisitos:

1. La edad mínima de ordenación será de dieciocho


años y máxima de sesenta años.
2. Haber servido satisfactoriamente en la iglesia local
en el ministerio de todos los creyentes cuando
menos por dos años.
3. Estar desempeñándose satisfactoriamente en
la labor de supervisor en la red de células de
multiplicación, y que durante ese tiempo se
haya visto el desarrollo de las células bajo
su supervisión. En caso de que no haya sido
supervisor, se requerirá que esté ejerciendo un
ministerio y tenga experiencia de líder celular.
4. Haber concluido los cursos de capacitación
pastoral que la Institución decida para el caso.
5. Estar durante todo el tiempo sujeto a la autoridad
del pastor de la iglesia a que pertenece, debiendo
acatar sus instrucciones y enseñar a los creyentes
bajo su cuidado el reconocimiento a la autoridad
pastoral y la práctica de la doctrina, organización,
economía y disciplina de la Iglesia, pugnando
además porque se conserve la unidad de los
creyentes para con la iglesia patrocinadora.
6. Ser recomendado para la ordenación por el pastor
respectivo y aprobado para ello por el obispo del
distrito.

125
7. Ser aprobado por una comisión examinadora de
tres ministros designados por el obispo, quienes
se encargarán de comprobar que el candidato a la
ordenación llena todos los requisitos que aquí se
establecen. Todo examen será individual.
8. El candidato a la ordenación se presentará ante
la comisión que se indica en el párrafo anterior
habiendo contestado previamente un cuestionario
que se le entregará con suficiente anticipación. El
examen de la comisión se basará en las respuestas
del candidato al cuestionario escrito y a las
preguntas que oralmente le haga la comisión. Esta
comisión tomará muy en cuenta la fidelidad del
candidato, su sujeción a la Palabra de Dios, su
devoción personal, el testimonio ante otros, sus
relaciones familiares y su obediencia a los sistemas
de doctrina, organización, economía y disciplina de
la Iglesia, así como la capacidad que el candidato
haya demostrado para hacer crecer al grupo,
para predicar, enseñar y administrar los bienes
de la iglesia y también su tacto pastoral. En casos
necesarios el obispo del distrito podrá también
hacerle un examen al candidato a la ordenación,
ya sea por separado o junto con la comisión
examinadora.
9. Que no se encuentra en los supuestos contemplados
y el artículo 57 Fracción II de la Constitución en
vigor.
10. En el caso de que se tome la decisión de no ordenar
al candidato, se le concederá dos oportunidades
más para ser examinado.
11. El candidato que haya recibido la ordenación,
estará en condiciones de pastorear una iglesia o
colaborar adjunto a un pastor.

V. Por regla general, la ceremonia de ordenación


de ministros se hará en convención distrital presidida
por el Obispo Presidente o su representante. En casos

126
excepcionales podrá efectuarse en otra ocasión, siempre y
cuando sea autorizado por el Obispo Presidente.

Artículo 74. Obligaciones morales y espirituales de los ministros.

“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra


desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible,
marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso,
hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no
pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino
amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que
tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el
que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la
Iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose
caiga en la condenación del diablo. También es necesario
que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no
caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1 Timoteo 3:1-7).

“El que fuere irreprensible, marido de una sola mujer,


y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución
ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea
irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio,
no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso
de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo
bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor
de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que
también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer
a los que contradicen” (Tito 1:6-9).

El ministro debe recordar que la manera de cumplir


con su misión, es por medio de una conducta personal
irreprensible y un ejemplo intachable. Debe ser hombre de
oración y fiel creyente en la Palabra de Dios; debe cultivar
pensamientos limpios, y en su contacto con los demás,
especialmente con el sexo opuesto, debe proceder con toda
pureza y tratar a todos los miembros de su congregación
con sabiduría, amor y limpieza, preocupándose por

127
las necesidades espirituales de sus correligionarios y
orientándolos para que resuelvan sus problemas materiales.

Debe ser activo y cumplido con todos sus deberes


cristianos; serio, formal, honrado; un hombre que cumpla
con todos sus compromisos, y en quien se pueda confiar.
Debe administrar todos los bienes del Señor con honradez
y rectitud, de tal manera que no traiga vituperio sobre el
ministerio. Debe guiar a toda su familia por el camino de
Dios y ser amable y considerado con su esposa y un buen
ejemplo para sus hijos.

En sus relaciones con los demás ministros, debe guiarse


por normas de la más elevada ética cristiana y respeto. Debe
obedecer a sus superiores, enseñar a sus subalternos; debe
tratar a todos sus compañeros con profunda estimación
y abstenerse de críticas que hieran la reputación de sus
hermanos y compañeros de vocación.

Debe siempre recordar que su vocación es la más


elevada de la tierra, porque tiene la responsabilidad
de inculcar a los creyentes bajo su cuidado, principios
espirituales que determinarán su destino eterno (Hechos
6:1-3; 20:18-20; 1 Corintios 4:1, 2; 9-13; 2 Corintios 6:4-10;
1 Timoteo 4:12-15; 5:21, 22, 6:11-14; 2 Timoteo 2:1-6, 22-26;
1 Timoteo 5:1-5; Tito 2:7, 8, 15; 1 Pedro 5:1-4).

Artículo 75. Duración y ubicación del ministerio.

I. El ministerio es un llamamiento para toda la vida,


mientras el hombre llamado mantenga la fidelidad a la
doctrina, la organización, la economía y la disciplina de la
Iglesia.

II. El ministerio se desempeñará en distintas formas,


sea en la Mesa Directiva de la Iglesia, en el obispado, en la
supervisión o en el pastorado de las iglesias, así como en
la obra de evangelización distrital, en la vocación misionera

128
o en cualquier comisión que sea encomendada al ministro
por el obispo de su distrito, la Mesa Directiva de la Iglesia,
Reunión Episcopal o la Convención General.

III. El ministerio también podrá desempeñarse bajo


la dirección de un pastor, cumpliendo con todo lo que se
le encomiende a la persona y sujetándose a la autoridad.
Los ministros en estas condiciones también estarán a
disponibilidad de los obispos, quienes podrán asignarles
responsabilidades pastorales, de evangelización o de
cualquier otro tipo, según se presente la oportunidad.

IV. Quienes hayan sido ordenados para el ministerio,


podrán ser designados o electos para el puesto que se
requiera, sin más limitaciones que las impuestas por la
presente Constitución.

Artículos 76. De los asistentes de pastor.

I. En cada iglesia donde las circunstancias lo requieran,


se podrá nombrar un asistente de pastor.

II. Los asistentes de pastor podrán fungir en una iglesia


sólo por decisión del pastor de la misma.

III. Los asistentes de pastor son designados


precisamente con el objeto de ayudar a los pastores en
las tareas que éstos les asignen y por lo tanto, no pueden
ejercer mayor autoridad, ni desarrollar otras funciones que
las que los pastores les confieran.

IV. El pastor será la persona encargada de designar


en el tiempo que las necesidades lo requieran, al ministro
que fungirá como asistente suyo. Esta designación se hará
para que el asistente funja por un año a partir de la fecha,
pudiendo ocupar nuevamente el puesto por otro año, si el
pastor lo ve conveniente.

129
V. Los asistentes de pastor deberán realizar las
funciones que sus pastores les señalen y cooperar con ellos
en la administración y buena marcha de la iglesia. Deberán
mostrar interés y buena voluntad en la función que se les
asigne, de manera que puedan ganarse para sí, buen grado
y experiencia que los capacite para realizar otras funciones
en la Iglesia de Dios.

VI. Deben esforzarse y asistir a todos los cultos de


la iglesia y participar en ellos según las indicaciones que
reciban de sus pastores.

VII. Al salir temporalmente el pastor, los asistentes


podrán asumir la dirección de la iglesia de acuerdo con las
instrucciones y condiciones que el pastor les señale.

VIII. Los asistentes de pastor deben estar dispuestos


a ir a desempeñar su vocación a otros campos, según lo
requieran las circunstancias, ya sea en la misma categoría o
para hacerse cargo directo de una congregación.

IX. Los asistentes de pastor deben ser respetados


por todos sus compañeros en el ministerio de la iglesia de
donde son, y si la cantidad de miembros, posibilidades
y necesidades de la congregación lo requieren, pueden
dedicarse exclusivamente a la pastoral y ser ayudados de los
fondos de la misma iglesia, según los acuerdos que se tomen.

Artículo 77. De los evangelistas.

I. Los evangelistas son aquellos ministros que han sido


llamados por Dios especialmente para predicar el evangelio
en forma intensiva y permanente en todas partes, ya sea en
iglesias constituidas o en campos nuevos.

II. La categoría de evangelista difiere según el lugar


donde se ejerce el ministerio. Cuando el evangelista ejerza
su vocación dentro de una iglesia constituida, se le deben

130
dar toda clase de facilidades, y deberá obrar en todo bajo
la autoridad pastoral, pero cuando ejerza en un campo
en donde no haya pastor, tendrá todas las facultades y
derechos correspondientes a esta categoría.

III. Es compromiso de los evangelistas velar siempre


por la salvación de las almas, pues sólo así cumplirán con
su ministerio y andarán como es digno de su vocación (2
Timoteo 4:5). Deben por lo tanto, dedicar su tiempo a la
predicación evangelística, promoviendo el despertamiento
espiritual de la Iglesia.

IV. Cuando los evangelistas estén bajo algún pastorado,


tendrán facultades para bautizar y administrar las demás
ordenanzas a solicitud de los pastores. De lo contrario,
podrán doctrinar a las personas y traerlas al pastor para
que éste las bautice.

V. Cuando los evangelistas ejerzan su vocación en


un campo donde no haya pastor, serán responsables de
las almas que se conviertan, a las cuales cuidarán con las
mismas responsabilidades y privilegios de los pastores y
administrarán el bautismo y demás ordenanzas. Deberán
formar el archivo correspondiente a la iglesia a su cargo y
pugnar por la formalización de ésta.

VI. Además, deberán comunicarse constantemente


con su supervisor y procurar porque los grupos que se
conviertan al evangelio se constituyan en iglesias formales.
En estos casos, el obispo supervisor determinará si se hace
cargo de la iglesia el mismo evangelista que la estableció o
se le asigna un nuevo campo.

VII. La forma en que serán ayudados económicamente


los evangelistas, será acordada por las autoridades
correspondientes.

131
VIII. Los evangelistas que estén bajo la dirección
de la Secretaría de Evangelización, estarán sujetos a los
respectivos reglamentos.

IX. Los evangelistas itinerantes serán aquellos que


sean designados por el Secretario de Evangelización para
desempeñar tareas especiales en las áreas o regiones que
se especifiquen en cada caso. La función de evangelista
itinerante es equiparable a la de un pastor en cuanto
a la consideración de derechos y obligaciones. Los
evangelistas itinerantes deberán dar cuenta al Secretario
de Evangelización de la tarea que se les encomendó, con
la regularidad que se convenga. Los evangelistas itinerantes
deberán pertenecer a una iglesia y distrito determinado.

Artículo 78. De los ministros en receso.

I. Cuando algún ministro tenga motivos justificados


para dejar de ejercer su ministerio temporalmente, deberá
recabar indispensablemente un permiso por escrito del
obispo que lo supervise, en el cual se definirá el término y
las condiciones a que habrá de quedar sujeto.

II. Los ministros en receso, deberán cumplir con


todas las obligaciones cristianas, entregar sus diezmos a la
tesorería de su distrito y cooperar en todo lo posible para el
bien de la obra de Dios, recordando que su posición exige
una conducta acorde con la vocación para la cual fueron
llamados.

III. Al vencimiento del permiso que se le haya dado a un


ministro, deberá éste comunicarse con el obispo respectivo
y hacerle saber que está listo para continuar en el ministerio
y aceptar el cargo que se le confiera.
IV. En los casos señalados en el inciso anterior, se
necesitará una carta firmada por el pastor de la iglesia
donde permaneció el ministro en receso, haciendo constar
su conducta y actividad durante aquel tiempo.

132
V. Los ministros que al vencimiento del término
de su permiso no acepten la responsabilidad que se les
confiera y se rehúsen a continuar en el ministerio activo,
serán cesados de todas sus funciones. Para su reinstalación
posterior se requerirá que ejerzan su vocación cuando
menos un año bajo la dirección de un pastor, y con la
recomendación de éste y la aprobación del obispo, podrán
ser aceptados nuevamente, siempre que durante el tiempo
de receso no hayan cometido actos que los hagan indignos
de tal posición.

VI. Los ministros que sin autorización alguna estén


retirados o se retiraren de las funciones de su ministerio,
deberán ser llamados y requeridos en convención del
distrito en que residan, señalándoles las necesidades de
la obra de Dios y si no aceptaren ninguna responsabilidad,
serán cesados. Para su reinstalación posterior, se seguirán
las indicaciones del inciso V.

VII. Cuando algún ministro se separase de su iglesia de


origen y fuere a residir a otro lugar, al ministro en funciones
pastorales tocará determinar si lo incluye o acepta entre
sus colaboradores o no.

Artículo 79. De la lealtad.

I. Para ser ministro de la Iglesia Apostólica de


la Fe en Cristo Jesús, se requiere llenar una serie de
requisitos contenidos en la Palabra de Dios y en la
presente Constitución, entre cuyos requisitos figuran
fundamentalmente el de creer y practicar la doctrina de
Cristo conforme al orden apostólico y estar de acuerdo y
practicar el sistema económico y de organización de esta
Iglesia.

II. Es deber primordial conservar la unidad del Espíritu


en el vínculo de la paz, hasta que todos lleguemos a la

133
unidad de la fe, por lo que cada ministro debe esforzarse
por conservar la armonía y convivencia entre todos los
miembros de la iglesia y del ministerio, y entre todas las
congregaciones y distritos que formen aquellas.

III. Cada ministro, al asumir el cargo que se le confiere,


protestará el fiel cumplimiento como cristiano de todos los
deberes que asume, comprometiéndose a proceder con
toda lealtad y honradez, aceptando todos los derechos y
obligaciones inherentes, sin violar los principios doctrinales,
de organización, de economía y disciplina.

IV. Si en el transcurso del tiempo cualquier ministro


se viere impedido, ya sea por conciencia, por convicción
personal o por incapacidad física o moral, o por haber perdido
la voluntad de sacrificarse por el bien de la causa de Dios,
por lealtad al compañerismo y por fidelidad a Dios, deberá
presentar su renuncia a quien corresponda y retirarse de sus
funciones sin causar daño a la grey del Señor.

V. Cuando cualquier ministro fuere desleal al voto de


fidelidad a los principios doctrinales, sistema de organización,
economía y disciplina de la Iglesia e hiciere labor contraria
a la misma, poniendo en peligro la integridad y unidad de la
Iglesia, deberá ser requerido por las autoridades indicadas y
en caso de que manifieste haber variado en sus convicciones
religiosas o que no pueda seguir ejerciendo fielmente el
ministerio que se le confirió, será cesado de su cargo, y si el
caso lo amerita, destituido del ministerio o de la membresía
de la Iglesia.

Artículo 79. Bis. De los Obispos Eméritos.

El título de Obispo Emérito se establece para reconocer


con carácter de categoría ministerial a aquellos ministros
que hayan concluido su servicio voluntario y vocacional,
y que se hayan distinguido en el ejercicio de una función
ejecutiva episcopal en el campo misionero, a nivel distrital

134
o general, que mantengan un testimonio íntegro y digno
según los establece la Palabra de Dios (Romanos. 13.7; 1 Ti.
3.13), y lo consigna la Constitución de la Iglesia (Artículo
72), mismo que se otorgará de acuerdo a las fracciones que
siguen:

I. Podrán ser distinguidos con ese título:

1. Los ministros que hayan fungido como Obispo


Presidente.
2. Los ministros que hayan ejercido una función
de Episcopado, en cualquiera de los distritos
organizados de la iglesia.

II. El otorgamiento de este nombramiento se hará de


acuerdo al siguiente procedimiento:

1. La Mesa Directiva de la Iglesia a través de la Secre-


taría de Asistencia Social, hará las recomenda-
ciones acerca de las personas que puedan recibir
esta distinción, independientemente de que los
interesados también podrán hacer su solicitud
directamente. Después de lo anterior, la Mesa
Directiva de la Iglesia hará las investigaciones y
consultas necesarias.
2. Una vez aprobado el candidato, la Mesa Directiva
de la Iglesia extenderá un certificado que avale el
nombramiento.
3. El documento anterior podrá ser entregado en
ceremonia especial, según los acuerdos que al
respecto se tomen.

III. Esta investidura concederá los siguientes derechos


y privilegios:

1. Voz y voto aun cuando no ejerza función oficial


alguna.

135
2. Formar parte de comisiones consultivas, ejecutivas
y/o legales, a solicitud de autoridades competentes
de la Iglesia.
3. Colaborar en la edificación y fortalecimiento de la
Iglesia, en cualquiera de sus niveles impartiendo
sus conocimientos y experiencias adquiridas a lo
largo de su vida ministerial.
4. Conservar esta categoría de manera vitalicia,
no pudiendo ser anulada a menos que exista de
por medio alguna causa que esta Constitución
de la Iglesia tipifique como limitante de la plena
comunión (Arts. 55-57).
5. Recibir los beneficios de los programas de soporte
preventivos o asistenciales ya establecidos o que
llegaren a establecerse por la Iglesia para los
pastores.

IV. La ostentación de esta acreditación, estará sujeta a


las siguientes obligaciones y limitantes:

1. Dar honra a su nombramiento y distinción,


manteniéndose en fidelidad y sujeción a los
requerimientos que la Constitución establece para
los ministros en activo (Art. 65.I; 74; 75.I).
2. No aspirar a algún puesto de elección después de
que se le haya conferido esta prerrogativa.
3. Al asignar alguna comisión, la autoridad competente
tomará en cuenta la capacidad y experiencia, así
como las aptitudes físicas y mentales del ministro
en cuestión.
4. Disponer de la capacidad y experiencia, así como
de las aptitudes físicas y mentales suficientes para
el desempeño de la tarea encomendada.

136
Sexta Sección.
Capítulo Décimo.
Economía.

Introducción.

El análisis de la Iglesia Apostólica primitiva nos revela


que aquellos primeros cristianos tuvieron que encarar
desde el primer momento la cuestión material, y la
resolvieron admirablemente y en forma ejemplar para los
cristianos de todas las épocas (Hechos 2:44, 45). También
nos damos cuenta que tal generosidad partía de una base
individual (Hechos 4:32-37), que era reflejo de una vida
y en condiciones de producir lo necesario para ayudar a
otros (Efesios 4:28).

Advertimos también en nuestro análisis del sistema


económico que se practicaba en la Iglesia Apostólica
primitiva, las medidas que se fueron tomando para producir
un método adecuado para la recolección de fondos, este
método se distinguía por (1) las exhortaciones a hacerlo con
propósito y no por accidente, (2) el propósito y la alegría
que son contrarios a la mala gana o la idea de una obligación
forzosa (2 Corintios 9:7), (3) la regularidad (1 Corintios 16:2),
y (4) la proporcionalidad “según haya prosperado” o “según
lo que haya ganado” (1 Corintios 16:2).

Aparte de lo anterior, también descubrimos que en la


era primitiva de la Iglesia, no sólo participaban los miembros
de las iglesias en los deberes económicos, sino que
también las mismas congregaciones debían hacerlo sobre
la base de (1) la buena disposición (2) la igualdad entre las
iglesias, igualdad que no se expresa en aportaciones de la
misma cantidad, sino en proporción a los recursos de cada
congregación, de modo que no haya holgura para unas y
estrechez para otras (2 Corintios 8:1-15).

137
Por su parte, la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo
Jesús, considera que el diezmo, o décima parte de los
ingresos personales, que tiene antecedentes previos al
establecimiento de la ley mosaica (Génesis 14:17-20; 28:22),
y sigue mostrando su validez y actualidad por la forma en
que se siguen cumpliendo las promesas de bendición y
abundancia (Malaquías 3:10), es la medida más justa para
la aportación individual de los miembros de la Iglesia,
como muestra del reconocimiento que hace de Dios como
dueño de las cosas, incluyendo el diezmo, y como Señor
de la vida (Levítico 27:30; Salmo 24; 1 Corintios 10:26).
La generosidad debe surgir siempre de la nueva vida en
Cristo y de la consagración que el creyente hace de su vida
y bienes a Dios, lo cual le impide considerarse propietario
de las cosas y le inspira a asumir el papel del administrador
o mayordomo de la bendición recibida (1 Crónicas 29:11-16;
2 Corintios 8:5).

El privilegio de dar no fue disfrutado en la Iglesia


primitiva sólo por los individuos, sino también por las
mismas iglesias, que unían así sus esfuerzos para responder
en forma práctica y más abundante a las necesidades de
otros individuos y otras iglesias (Hechos 11:27-30; Filipenses
4:10-16). También se enseñaba a las iglesias a responder
de sus obligaciones económicas, pues el no hacerlo exigía
el uso de recursos de otras congregaciones, lo cual se
consideraba una forma de “despojo” (2 Corintios 11:7, 8).
Los fondos recogidos en la Iglesia primitiva se destinaban
primordialmente a (1) las necesidades de los miembros,
(2) al sostenimiento de los ministros y (3) la atención a
enfermos, desnudos y hambrientos, con especial referencia
a “los de la familia de la fe” (Hechos 2:44-47; 4:32-37;
11:27-30; 2 Corintios 8, 9; Gálatas 6:6-10; Santiago 2:14-17;
1 Juan 3:17). La misma Iglesia dio la debida importancia al
sostenimiento de los ministros dedicados a la predicación
y la obra del Señor, como reconocimiento a su vocación,
de modo que el ministro pueda satisfacer las necesidades
138
propias y las de su familia a través de la ayuda de
manutención.

Finalmente, encontramos en el estudio de la Iglesia


primitiva que desde entonces se insiste en la necesidad de
una recta administración en los fondos de las iglesias, de
modo que todas las cosas se hagan honradamente ante Dios
y ante los hombres, sean para la gloria del Señor, satisfagan
las necesidades y constituyan una muestra de obediencia al
evangelio por medio de la liberalidad (2 Corintios 8:18-21;
9:12-15). En particular, los ministros de la Iglesia Apostólica
de la Fe en Cristo Jesús se sienten obligados para con este
ideal de una recta administración y la necesidad de ponerse
por ejemplo de generosidad.

En vista de todo lo anterior, se establece el sistema


económico de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús
para todos los miembros, así como para todas las iglesias
organizadas o en proceso de formación.

Artículo 80. Deberes económicos de la Mesa Directiva General


y de los obispos.

I. Los miembros de la Mesa Directiva General de la


Iglesia y obispos que ocupen pastorado, diezmarán de los
ingresos recibidos por este concepto a la tesorería de su
respectivo distrito.

II. Los ingresos que obtengan los ministros


mencionados en el inciso anterior por concepto del puesto
de elección o cualquier otro concepto que no corresponda
al sostén pastoral, serán diezmados a la Tesorería General
para aumentar el fondo de Asistencia Social.

139
Artículo 81. Obligaciones económicas de evangelistas y
misioneros.

I. Los evangelistas que estén bajo la dirección del


Comité de Evangelización, y los misioneros que ejerzan su
vocación en el extranjero, diezmarán en la forma que sea
determinada por la Mesa Directiva General de la Iglesia.

Artículo 82. Deberes económicos de ministros y pastores.

I. Todos los ministros que sean encargados de un


campo supervisado por el distrito, enviarán sus diezmos al
tesoro del mismo distrito.

II. Todos los pastores y ministros ordenados entregarán


sus diezmos y demás aportaciones de todos sus ingresos al
distrito correspondiente.

Artículo 83. Deberes individuales.

I. Todos los miembros de las iglesias contribuirán


espontáneamente cuando menos con la décima parte de
sus ingresos para las necesidades y deberes económicos
de su congregación. Los administradores de las iglesias
recibirán estas aportaciones, que se harán preferentemente
cada domingo, las anotarán en los libros y las distribuirán en
la forma que aquí se indica.

II. Los diezmos deberán entregarse en el culto como


parte de la adoración y, además, en cada uno de los mismos,
se invitará a todos los presentes a dar una ofrenda generosa
para suplir las necesidades de la iglesia.

III. Los pastores podrán solicitar ofrendas especiales


para las necesidades que se presenten, y tanto ellos como los
demás ministros y miembros deberán hacer su aportación.

Artículo 84. Deberes económicos de las iglesias.

140
I. De los ingresos a la tesorería de diezmos y ofrendas
de regla, las iglesias locales con excepción de las iglesias de
los Estados Unidos, enviarán el 3.5 % para Seguridad Social
a la Tesorería General, privilegiando la cobertura médica
de los pastores en instituciones públicas; y del 96.5 %
restante se enviará el diezmo que se distribuirá así: el 8 %
se remitirá a la Tesorería General y el 2 % a la tesorería de
su respectivo distrito. Aclarando que el 8 % se subdivide
de la siguiente manera: El 1 % a Educación Cristiana, el 2 %
a Asistencia Social, el 4 % a Tegral, el 0.5 % a distritos de
escasos recursos y el 0.5 % a Misiones Internacionales.

II. El fondo para Seguridad Social será administrado


desde las Oficinas Generales por un Comité integrado por
el Secretario de Asistencia Social y cinco integrantes más
que podrían ser obispos de distrito y/o secretarios y/o
administradores distritales, donde haya por lo menos dos
obispos de distrito y conforme a una delimitación territorial,
regional que se defina conforme a los distritos de México.

III. Las escuelas bíblicas y de ministerios enviarán a la


Tesorería General el 10 % de sus ingresos.

IV. Se integrará un comité de Seguridad Social que


revisará e informará cada dos años (cada Convención
General) los cálculos respectivos para reducir el 3.5 % o
bien, aplicar el excedente en otros beneficios para el pastor
y someterlo a votación para que la asamblea apruebe o
desapruebe la propuesta.

V. Es deber de cada iglesia reunir y enviar a donde


corresponda las ofrendas evangelísticas y misioneras y
demás que se acuerden.
VI. Del porcentaje que las iglesias envían a la Tesorería
General, se destinará el 4 % para sufragar los gastos de
administración, ayuda de manutención de funcionarios,
mantenimiento de las Oficinas Generales, además para

141
todos los fines que sean aprobados por la Convención
General, Reunión Episcopal o la Mesa Directiva de la Iglesia.

VII. Del porcentaje que envíen las iglesias a la Tesorería


General, el 1 % más el 10 % que envíen las escuelas bíblicas a
ésta misma, se dedicarán a la promoción de los programas y
proyectos de Educación Cristiana, gastos de administración
de las Oficinas Generales y a la ayuda de manutención
del Secretario respectivo, según los acuerdos de la Mesa
Directiva de la Iglesia o Reunión Episcopal.

VIII. Las demás aportaciones para la obra misionera


que sean enviadas a la Tesorería General, serán aplicados
a la promoción y realización del programa misionero,
a los gastos de administración de las Oficinas Generales,
a la ayuda de manutención de los misioneros y al Secretario
respectivo, según los acuerdos de la Mesa Directiva de la
Iglesia o Reunión Episcopal.

IX. Del porcentaje que envíen las iglesias a la Tesorería


General, se destinará el 2 % más los diezmos de los
miembros de la Mesa Directiva y de los obispos, para el
programa de Asistencia Social, ayuda de manutención de
ministros eméritos, gastos de administración de las Oficinas
Generales, conforme a los acuerdos de la Mesa Directiva y
Reunión Episcopal.

X. Las ofrendas evangelísticas y misioneras y demás


aportaciones que reciba la Tesorería General destinadas
al fondo de Evangelización y Misiones Internacionales, se
aplicarán a la promoción y realización de los programas que
se aprueben, a la adquisición de terrenos y construcción
de templos en campos de evangelización y misioneros,
ayuda de manutención de los evangelistas y misioneros
y de los Secretarios respectivos, así como a los gastos de
administración de las Oficinas Generales, según acuerdos
de la Mesa Directiva de la Iglesia o Reunión Episcopal.

142
XI. La Convención General o Reunión Episcopal
determinarán sobre las aportaciones destinadas a cualquier
propósito, así como la manera de recoger ofrendas
especiales, ordinarias o extraordinarias, para la realización
de los programas respectivos.

Artículo 85. Ayuda de manutención.

I. La ayuda de manutención de los miembros de la


Mesa Directiva General de la Iglesia serán acordadas según
se indica en el artículo 28 incisos VII y VIII de la presente
Constitución.

II. La ayuda de manutención para los obispos serán


acordadas por la correspondiente convención distrital,
tomando en cuenta sus ingresos como pastor y la
capacidad económica del distrito, además de contar con la
autorización del Obispo Presidente o su representante.

III. Para la atención pastoral se destinará el 50 % del


96.5 % de los ingresos mensuales de la iglesia respectiva
por concepto de diezmos y ofrendas de regla, teniendo
como marco referencial y límite veinte salarios mínimos, sin
necesidad de acuerdos oficiales. Los pastores recibirán una
ayuda de manutención extraordinaria en los meses de julio
y diciembre, siempre y cuando la iglesia tenga la capacidad
económica para otorgarla sin ser acumulable.

IV. En los casos en que la cantidad destinada a la


atención pastoral sea insuficiente, se podrá disponer hasta
de un 60 % de los ingresos indicados en el párrafo anterior
(siempre y cuando estos pastores estén necesitados y
dedicados exclusivamente al pastorado), para ello se debe
contar con el consentimiento previo del obispo del distrito
y la aprobación de la iglesia respectiva.

V. Los pastores recibirán como ayuda el 25 % de los


ingresos mensuales a su respectiva escuela bíblica.

143
VI. En casos excepcionales en que haya otras personas
a quienes se les deba dar ayuda de manutención, aparte
de lo destinado a la atención pastoral, deberá obtenerse
previamente la autorización de la iglesia y el obispo
respectivo.

VII. La convención distrital o la mesa directiva


del distrito estarán autorizadas para fijar ayudas de
manutención, permanentes o temporales, a las personas
designadas para realizar otras funciones dentro del mismo
distrito.

VIII. Los pastores serán inscritos por el comité para su


atención médica en instituciones públicas por convenio.

Artículo 86. En los distritos.

I. Los ingresos que tengan las tesorerías distritales por


concepto de diezmos de los ministros y asignaciones hechas
por las convenciones o la mesa directiva del distrito, se
destinarán a la administración del distrito y a la realización
de los programas y cumplimiento de los deberes económicos
del mismo y a la ayuda de manutención del obispo.

II. Cuando en un distrito surjan gastos no previstos,


los obispos podrán ordenar que se cumpla con ellos, previa
autorización del Obispo Presidente.

Artículo 87. En las iglesias.

I. Los ingresos a las iglesias se destinarán para los


gastos de administración y mantenimiento de las mismas, los
porcentajes y asignaciones correspondientes a la Tesorería
General y a la del distrito, para la construcción, pagos de agua,
luz, la vocación pastoral, contribuciones y demás necesidades
de la iglesia, según los acuerdos que se tomen.

144
Artículo 88. Fondo de la escuela bíblica y de ministerios.

I. En todas las escuelas bíblicas y de ministerios


se reunirá una ofrenda en cada sesión de estudios, que
se destinará a los gastos de administración de la misma,
adquisición de materiales y equipos de estudio, porcentajes,
ayudas al pastor y demás fines que sean previamente
aprobados por la iglesia o el pastor respectivo.

II. Todas las escuelas bíblicas y de ministerios


entregarán al pastor por concepto de ayuda el 25 % de sus
ingresos mensuales.

III. Todas las escuelas bíblicas y de ministerios


enviarán mensualmente a la Tesorería General de la Iglesia
los porcentajes aprobados para el programa de Educación
Cristiana. Cuando lo apruebe la Reunión Episcopal o
la convención distrital deberán hacerse además las
aportaciones que se indique.

Artículo 89. Otros fondos.

I. En cada iglesia se deberá organizar bajo la dirección


del pastor la forma de ayudar a las viudas, huérfanos,
enfermos e indigentes.

II. Los fondos que se reúnan para la adquisición de


terrenos, construcción, ampliación y reparación de templos,
así como cualquier otro proyecto especial, deberán usarse
precisamente para esos fines.

Artículo 90. Otras indicaciones.

I. Ningún pastor podrá negarse a recibir la ayuda de


manutención que le corresponda.

II. Los pastores son responsables de la buena


administración de los fondos de sus respectivas iglesias.

145
III. Ningún ministro deberá malversar los fondos de la
iglesia, ni hacer uso de ellos con fines ajenos al bien de la
obra de Dios.

IV. Ningún miembro, está exento de cumplir con


los deberes económicos personales que se indican en la
presente Constitución.

V. Ninguna iglesia constituida o en formación queda


exenta del deber de enviar mensualmente a la Tesorería
General el 8 % del 96.5 % de sus ingresos por concepto de
diezmos y ofrendas de regla, el 10 % de sus ingresos de las
escuelas bíblicas, así como las ofrendas para los distintos
programas que acuerde la Convención General, Congreso
Legislativo o Reunión Episcopal. De la misma manera deberá
enviar el 2 % para presupuesto distrital.

VI. Ninguna red celular y de ministerios de


damas, señores y jóvenes estará exenta de enviar a las
coordinaciones distritales las ofrendas que sean aprobadas
por la Convención General o Reunión Episcopal.

VII. Además de lo indicado en el inciso anterior,


ninguna iglesia constituida o en formación, escuela bíblica
o red quedarán exentas de enviar a la tesorería de su
respectivo distrito, las aportaciones que sean acordadas por
la convención distrital.

VIII. Ningún distrito está exento de enviar el 10 % de


sus ingresos por concepto de diezmos de ministros a la
Tesorería General para el programa de Asistencia Social.

146
Séptima Sección.
Capítulo Décimo Primero.
Reformas.

Artículo 91. Infracciones a la Constitución.

La Biblia es la Palabra de Dios y se reconoce como el


libro supremo. Además, la Iglesia acepta y reconoce como
ley a la que deben sujetarse todos los ministros y miembros
a la presente Constitución, y por lo tanto, establece las
siguientes sanciones:

I. El Obispo Presidente, para ser confirmado en su


puesto al ser electo, deberá protestar públicamente
cumplir con todos los ordenamientos establecidos en
la presente Constitución, velando celosamente porque
se cumplan todos sus deberes y se ejerzan todos sus
derechos con apego a la justicia, exigiendo de los demás
miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia y
de los obispos supervisores, el cumplimiento de sus
obligaciones prescritas.

II. Los demás miembros de la Mesa Directiva General


de la Iglesia y los obispos supervisores, deberán hacer
igual protesta y ejercer sus funciones con apego a la
justicia, exigiendo también de los demás miembros de
la Mesa Directiva General de la Iglesia y de los obispos
supervisores el cumplimiento de todas sus obligaciones
prescritas.

III. Si por desventura el Obispo Presidente infringiere


algunas de las partes de la Constitución, los demás
miembros de la Mesa Directiva de la Iglesia, presididos
por el Secretario General, deberán constituirse en una
comisión de honor y justicia, y con todo respeto deberán
hacerle un llamado de atención al Obispo Presidente,
para que rectifique su actitud y vuelva a situarse dentro

147
del cumplimiento de sus deberes, considerando que su
alta investidura lo requiere.

IV. Si la infracción a la Constitución fuera hecha por


cualquiera de los miembros de la Mesa Directiva de la
Iglesia o por alguno de los obispos supervisores, el Obispo
Presidente, con el Secretario General y tres miembros más
que él designe, deberán constituirse en una comisión de
honor y justicia, para llamarle la atención al infractor y
volverlo al marco de la legalidad.

V. Si cualquiera de los funcionarios que haya infringido


esta Constitución se resistiera a hacer la rectificación
señalada, la comisión de honor y justicia podrá dictar una
sentencia de destitución de dicho funcionario que deberá
ser respetada por todos los funcionarios y aceptada por
todo el pueblo del Señor.

VI. En caso de destitución del Obispo Presidente, el


resto de los miembros de la Mesa Directiva General de
la Iglesia, convocarán a todos los obispos de distrito para
la toma de posesión del nuevo Obispo Presidente. Esta
convocatoria la hará el Secretario General inmediatamente
después de que se dicte la destitución, y los convocados
deberán reunirse en un plazo que no exceda de quince días,
a partir de la fecha de convocación.

VII. Si fuere destituido un miembro de la Mesa


Directiva General de la Iglesia, la comisión de honor y
justicia que dictó la sentencia de destitución, convocará
al resto de los miembros de la Mesa Directiva General de
la Iglesia para hacer el nombramiento del funcionario que
deberá cubrir la vacante.

VIII. Si con infracción a la presente Constitución


se tuviere cualquier acuerdo en Convención General,
Reunión Episcopal, Reunión de la Mesa Directiva General
o Convención Distrital, la comisión de honor y justicia

148
propondrá que la Reunión de la Mesa Directiva General de
la Iglesia o la Convención General más próxima nulifique el
acuerdo y se respete la Constitución en la parte afectada.
IX. El desacato a la Constitución en cualquiera de sus
partes es una infracción, aun cuando se haga por ignorancia.
Por lo tanto debe nombrarse en cada Convención General,
reunión de la Mesa Directiva General, Convención Distrital
o Reunión Episcopal, una comisión legal formada por dos
o tres expertos que aprueben todo acuerdo que esté en
conformidad con la Constitución, o reprueben aquellos que
se opongan a la misma.

Artículo 92. Reformas a la Constitución.

Entendiendo que nuestra Iglesia se encuentra en un


contexto social que se transforma constantemente y que
dichas transformaciones impactan el quehacer eclesial,
cuando por alguna circunstancia algún ministro de la iglesia
considere que existen aspectos que se deben integrar a la
Constitución o que se deben modificar e incluso deben
derogarse los que ya están contemplados en ella, podrá
presentar una iniciativa correspondiente en la que exprese
las consideraciones que justifican su iniciativa.

I. Podrán elaborar y presentar iniciativas de ley todos


los ministros ordenados de la Iglesia Apostólica de la Fe en
Cristo Jesús en lo personal o en forma colectiva y comisiones
de investigación nombradas por la Mesa Directiva General
para el efecto.

II. Todas las iniciativas de ley propuestas deberán


tratarse sobre aspectos que se desprenden de la vida de
la Iglesia y su proyecto que no están contempladas en la
Constitución o estando en ella, ameriten ser modificadas.
Para dar cumplimiento a la fracción que precede, la
Mesa Directiva General en pleno nombrará una comisión de
reformas constitucionales, integrada por cinco miembros.

149
Será conformada por dos miembros de la Mesa Directiva
General y tres más que pueden ser obispos y/o pastores.

III. La Mesa Directiva General convocará a los ex obispos


presidentes, obispos eméritos y a los pastores designados
de cada distrito a un Congreso Legislativo, el cual se llevará
a cabo cada dos años alternando cada Convención General
o antes cuando la Mesa Directiva General y la Reunión
Episcopal lo consideren necesario o haya las propuestas
de reforma suficientes para realizar dicho congreso. Cada
distrito enviará un pastor por cada setecientos cincuenta
miembros. Cuando la fracción restante de la membresía
rebase los cuatrocientos miembros podrá enviar uno más de
sus pastores a dicho congreso quienes tendrán voz y voto.
El obispo de distrito encabezará la lista de los seleccionados
sin que esto afecte el número de representantes. En
aquellos distritos donde la membresía no alcance el
mínimo requerido, invariablemente enviarán dos delegados
por distrito y su obispo. La Mesa Directiva General será la
instancia responsable de coordinar el congreso, teniendo
derecho a voz y voto.

lV. La selección de los representantes al Congreso


Legislativo se realizará en reunión pastoral del distrito,
quienes contarán con estos requisitos:

a. Un mínimo de cinco años de experiencia pastoral.


b. Que goce del respeto por el cuerpo pastoral.
c. Que sean propuestos y votados en la reunión de
pastores.

V. Dado que la presente Constitución aplica sus


lineamientos para todos sus miembros en todos los países
donde se encuentra la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo
Jesús y a fin de considerar la opinión y perspectiva de los
países donde se cuenta con obra misionera de la Iglesia
Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, se convocará en cada

150
Congreso Legislativo a una representatividad de quienes
ejercen el ministerio misionero en las diversas naciones.
Para esto, el Secretario de Misiones deberá designar en una
representatividad estratégica, a un grupo de entre tres y
cinco misioneros, para que asistan al Congreso Legislativo
y viertan su opinión en las reformas propuestas, ejerciendo
en plena libertad su derecho a voz y voto.

VI. Las propuestas de reforma deberán presentarse


cuando menos con seis meses de anticipación a la
celebración del Congreso Legislativo. La Mesa Directiva
General tendrá la obligación de programar la investigación
necesaria en aquellas propuestas que lo requieran. En el
caso de aquellas iniciativas que se presenten después de
este plazo serán recibidas, pero su análisis será propuesto
para el siguiente Congreso Legislativo.

VII. Una vez recibidas las propuestas de reforma y


faltando cinco meses para celebrarse el Congreso Legislativo,
la Comisión de Reformas Constitucionales iniciará los planes
de acción relativos a su función, acto mediante el cual se
declarará la apertura del proceso legislativo, teniendo un
mes para analizar, seleccionar y modificar las propuestas,
pasará a la Mesa Directiva General sus conclusiones, quien
después de aprobar las propuestas las dará a conocer a los
legisladores para su reacción, de modo que se defina el
proyecto de ley que concluirá al finalizar el congreso.

Vlll. Una vez recibido el proyecto enviado por la


comisión, aquellos ministros que resultaren electos para
asistir al congreso en la fecha que corresponda, deberán
llevar consigo la copia del proyecto de reformas. Lo anterior,
a efecto de estudiar el mismo y estar en condiciones de
participar en la mesa de debates correspondiente.

lX. Las reformas constitucionales aprobadas por el


congreso entrarán en vigor una vez clausurado el mismo,
a menos que en algunas reformas se apruebe un transitorio.

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X. Cuando una reforma constitucional aprobada
por el Congreso Legislativo pusiera, a juicio de la Mesa
Directiva, en peligro la unidad de la Iglesia, la Mesa Directiva
acordará suspender la aplicación de dicha reforma, hasta
que sea ratificada, rectificada o rechazada por la siguiente
Convención General.

En dicha Convención General, la Mesa Directiva


presentará los argumentos por los cuales decide suspender
la aplicación de dicha reforma.

Con base en lo anterior, la Mesa Directiva tendrá hasta


sesenta días para ejercer su derecho de suspensión a tales
reformas.

XI. La presente Constitución puede ser adicionada o


reformada.

Para que las adiciones o reformas lleguen a ser partes


de la misma, se requiere de la mayoría simple de votos.

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