La carta es de un hijo dirigiéndose a su madre fallecida. El hijo extraña las caricias y abrazos de su madre, y cómo ella sacrificó su vida para darle una mejor. A pesar de las dificultades que enfrentó la madre, siempre estuvo ahí para su hijo con amor y palabras dulces.
La carta es de un hijo dirigiéndose a su madre fallecida. El hijo extraña las caricias y abrazos de su madre, y cómo ella sacrificó su vida para darle una mejor. A pesar de las dificultades que enfrentó la madre, siempre estuvo ahí para su hijo con amor y palabras dulces.
La carta es de un hijo dirigiéndose a su madre fallecida. El hijo extraña las caricias y abrazos de su madre, y cómo ella sacrificó su vida para darle una mejor. A pesar de las dificultades que enfrentó la madre, siempre estuvo ahí para su hijo con amor y palabras dulces.
La carta es de un hijo dirigiéndose a su madre fallecida. El hijo extraña las caricias y abrazos de su madre, y cómo ella sacrificó su vida para darle una mejor. A pesar de las dificultades que enfrentó la madre, siempre estuvo ahí para su hijo con amor y palabras dulces.
Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 1
CARTA DE UN HIJO A SU MADRE
Por Marianela Carvajal E.
Madre, en el silencio de la noche pronuncio tu nombre.
El grito de mi alma como quisiera que llegara hasta ti. Te fuiste apagando y ya no escucho que pronuncias mi nombre, no me he alejado de ti. Añoro tus caricias, abrazos que con ternura me dedicabas. Al calor del hogar me empapabas con tu amor. Sacrificaste tu vida, un pedazo de tu corazón por darme una vida mejor. Supiste leer el corazón de Dios y mi corazón, entregándome a la alegría de ser un auténtico hijo de Dios. Madre: Él te pidió un regalo, al niño de tus ojos, que, por sensibilidad y grandeza de alma tuya, ya sabias su camino trazado. “Madre una flor, una flor con espinas es bella” Las espinas en tu vida no dejaste que enredaran mi vida, llegabas cansada y yo me dormía en tus brazos con dulces palabras cuando me acurrucabas tu cansancio olvidabas. Madre, sigues siendo esa flor hermosa que acariciaba mis cabellos, me despedías con abrazos y besos. Yo partía contento, porque forjaba mi porvenir.