El Cerro de La Campana

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EL CERRO DE LA CAMPANA

Recogida en TrujiiJ0, capital del Departamento de


La Libertad, por Carlota Linares M., alumna del
quinto año de media del Colegio Nacional "Miguel
Grau" de Magdalena Nueva, Lima

contaba muy pocos años, cuando una de aquellas


tardes en que la familia, entre una y otra cosa,
hace recaer la conversación sobre temas históricos, leyendas
y cosas lejanas que han ocurrido aquí o allá,
que yo escuché una historia, una historia que se grab6
tanto en mi memoria, que nunca pude olvidar y la
cual voy a relatar como yo la escuché entonces:
Hace muchísimos años de este suceso y los españoles
aún eran dueños y señores del Perú.
En un cerrito de la Caleta de Huanchaco apareci6
una Virgen. En ese lugar se levant6 una Capilla. Poco
tiempo después, y cuando ya la Capilla albergaba a la
Virgen, muy cerca se encontró una enorme campana
de oro de una belleza divina; llevaba una inscripción
que rezaba: "Para la Iglesia de Huanchaco". La noticia
se difundió en un momento y llegó hasta Trujillo.
Se trató de averiguar su procedencia; pero vanos fueron
los esfuerzos porque no se supo nada. Se discutió
sobre el destino que se debía dar a la campana; según
unos debían quedarse en la Capilla de Huanchaco; pero
otros alegaban que no debía quedarse una cosa de tanto
valor en una Caleta insignificante; que Trujillo adquiriría
mayor atractivo con su catedral adornada por
esa campana; además lo mismo daba que estuviera
en una Iglesia o en otra. Aceptándose la segunda opinión,
y con mucho trabajo, en el cual cooperaron muchos hombres,
se trasladó la campana hasta la Catedral de Trujillo.
Pero si el transporte fue difícil, mucho más costo
subirla hasta la torre y fijarla en las barras donde
se debía tañer. Muy cansados y transpirando a cuál
mejor bajaron los hombres de la torre para contemplar
cuán hermosa se veía la Catedral con su nueva y
potente campana. Mas el espectáculo no duraría;
al día siguiente, y muy temprano, acudieron nuevos
curiosos a conocer la campana; pero cuál sería su sorpresa
al contemplar la torre vacía y los barrotes de la
campana rotos. ¡La campana había desaparecido!
Un mensajero de Huanchaco vino a confundirlos
más; pues, la campana se hallaba en el lugar donde la
vier6n por primera vez. Pero a pesar de este raro suceso,
no se conformaron con que la campana se quedara
en Huanchaco. E hicieron los preparativos para llevarla
nuevamente a Trujillo. Esta vez la encontraron
muy pesada y tuvieron que redoblar el esfuerzo
y el ingenio para conseguir su propósito. Con
todo, sintieron gran satisfacción al contemplar la campana
nuevamente en la Catedral donde por segunda
vez la admiraron. Se pusieron guardianes para evitar
que se repitiera el suceso que días antes los había asombrado.
Pero que · sucedió? Quizá los guardianes se
durmieron; lo cierto es que, al día siguiente, en lugar
de la campana, estaban sólo los barrotes rotos.
Esta vez no podrían apoderarse más de la campana;
los habitantes de Huanchaco la habían visto pasar
por el aire, en vuelo veloz, y clavarse con gran estruendo
en un cerro que 'queda cerca de la Capilla de esa Caleta.
y ahí está y estará; quién sabe hasta cuándo.
A la Virgen de la Capilla se le hace una gran fiesta
cada cinco años y se la lleva desde Huanchaco hasta
Trujillo. En las vísperas de esa fiesta, cuentan que a
1 as doce de la noche se oyen los tañidos graves y sonoros
de la campana; y otros dicen que no sólo por esos
días sino todos los días a las doce de la noche se oyen
unos toques como si llamaran a misa; que el repique es
muy impresionante y extraño.
Esta Capilla es notable por su Virgen y porque ahí
reposan los restos del Dean Saavedra. Y además junto
a ella se halla el Cerro de la Campana.

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