Origen y Desarollo Histórico Del Estado
Origen y Desarollo Histórico Del Estado
Origen y Desarollo Histórico Del Estado
Los máximos exponentes de esta concepción social son las escuelas Funcionalista y
Estructuralista. En primer lugar, la escuela Funcionalista basa su análisis en la teoría de
Antonio Guerrero Torres Moisés Vacaro Fernández que el orden social se fundamenta en el
funcionamiento armónico de la sociedad; frente a la tendencia de evolución de esa sociedad,
se plantea que ella misma tiende a ser funcionalmente equilibrada, y la estructura social
funciona por necesidades básicas. La escuela Estructuralista plantea que la cohesión
estructural de la sociedad sólo se explica gracias a una conciencia colectiva, que se traduce en
una solidaridad que permite organizar la distribución del trabajo; la sociedad estaría
estructurada gracias a su conciencia social (mentalidad) y a su orden solidario de organización,
realizándose la integración en la división del trabajo. La organización social es la teoría del
conflicto, entendida como una tendencia de la sociedad a resolver las contradicciones y
tensiones, tanto externas como internas. Spencer sostiene la idea de que el conflicto se
desenvuelve en una dinámica externa, siendo resuelto generalmente por la guerra, cuando la
sociedad está capacitada para afrontar, gracias a un mejor gobierno, sus conflictos con otras
sociedades; la adecuación de todos los recursos para el logro de la victoria hace posible la
cooperación que permite el cumplimiento del objetivo marcado y así mismo, la reiterada victoria
permite el aumento de prestigio y poder de una minoría dirigente de la guerra. Marx y Engels
son los sostenedores de otra variante en la teoría del conflicto; ésta se basa en la dinámica
interna del mismo y se plantea como el intento de solución diacrónica de una situación
sincrónica, cual es la apropiación de los medios de producción por parte de una minoría de la
sociedad. Estas dos corrientes tienen en común la asunción de la lucha, sin descartar el uso de
la violencia, como método para lograr los objetivos sociales; no obstante, mantienen entre sí
una importante diferencia, pues mientras la teoría del conflicto como dinámica externa, necesita
de la existencia de una estructura estatal o paraestatal e incluso se apoya en ella como medio
para lograr sus objetivos, tendiendo a reprimir cualquier actuación que no aporte en la línea de
consecución del objetivo marcado, la teoría defendida por el materialismo histórico tiene como
objetivo precisamente lo contrario, es decir: la abolición del Estado, al que entiende como un
elemento de represión del conjunto de la sociedad. Como se puede observar, tanto Spencer, de
una parte, como Marx y Engels de la otra entienden el Estado como un elemento represivo,
pero con la importante diferencia, al mismo tiempo, de que para Spencer el Estado es
necesario, y para Marx y Engels es el elemento a suprimir. Como concreción de las citadas
corrientes, nos encontramos con dos concepciones del Estado diametralmente opuestas; así
para estructuralistas y funcionalistas, la estructura estatal responde al cumplimiento de
necesidades surgidas de la mayor complejidad social -quizá producto del aumento
demográfico- y todo ello en un marco armónico o solidario del conjunto de la sociedad; un
ejemplo, sintético, de estas teorías lo constituyen los postulados de Elman Service en una de
las obras que han sido utilizadas para la elaboración de este trabajo: Los orígenes del Estado y
de la civilización, en la que plantea el surgimiento del Estado a partir de la necesidad de
ordenar el proceso productivo y el reparto de los beneficios del excedente generado, entre
otras cosas, gracias a la mejora tecnológica, creándose una nueva clase de burócratas que se
nutre de sí misma y cuya única razón de ser y permanecer es el mantenimiento del equilibrio
social. Esta misma corriente de pensamiento, que desde nuestro punto de vista parece
contradictorio, es el de Adam Ferguson. Este autor mantiene que el conflicto y la rivalidad
pueden tener la función positiva de ayudar a la organización del Estado, dado que el conflicto,
el peligro y la hostilidad de los extraños fortalecen el servicio interno a la colectividad; a esta
idea hay que añadir la de que el incremento en la división del trabajo en una sociedad aumenta
su prosperidad, tamaño y complejidad. Sin embargo, decimos que nos parece contradictorio
porque, si bien formalmente asume la teoría del conflicto, su interpretación del origen del
Estado se basa en la teoría armónica que debe regir su actividad.
De otra parte nos encontramos con la dualidad de la teoría del conflicto, para cuyos
pensadores el Estado surge como expresión de las tensiones internas de la sociedad. A
nuestro modo de ver cabe una visión diferente de la idea de Spencer, inscribiéndola en una
fase posterior a la enunciada por Marx y Engels; para nosotros, dentro de la lógica de quien
detenta el poder, no se puede plantear una dinámica de conflicto externo si previamente no se
ha asentado y fortalecido una dinámica de control interno, lo cual significa una inversión de los
términos de la formulación de Spencer. Llama poderosamente la atención que la corriente
estructural-funcionalista, cuando alude a la corriente defensora del conflicto -para intentar
rebatirla-, no refleja en ella la existencia de un elemento fundamental como es el de la
superestructura, que sin embargo sí asume como propio, aunque dándole una interpretación
particular. Según quienes defienden la idea armónica o solidaria de la sociedad, la
superestructura no es sino la asunción voluntaria, por parte del conjunto de la sociedad, de una
serie de valores y esquemas mentales que le permiten su subsistencia de acuerdo a las nuevas
necesidades, jugando el Estado y sobre todo su “burocracia”, un papel arbitral y moderador.
Por tanto, para los defensores de esta idea, el Estado aparece como la solución colectiva de
necesidades nuevas que surgen a partir de situaciones también nuevas (como el excedente de
producción y su redistribución); siguiendo con este esquema, sólo unos pocos hombres están
capacitados para llevar a buen puerto las medidas necesarias, los “Grandes hombres” que en
una fase posterior se rodean de personal especializado para cada una de las tareas (militar,
sacerdotal, administrativa), dando lugar así a la aparición de una casta burocrática y pasando a
un estatus diferente, el de jefe; en la fase siguiente, se produce un proceso de hereditariedad
que conduce a la institucionalización de la figura del jefe, pasando a ser la jefatura una
situación permanente y no temporal como en la fase anterior; a partir de este momento se
puede comenzar a hablar de la existencia de estructuras o formas estatales.
Es de resaltar que, para quienes sostienen esta idea, la superestructura no tiene un papel
represivo. Se asume voluntariamente y de forma automática, reforzando los aspectos de
solidaridad y armonía en la sociedad. La corriente materialista, inscrita dentro de la corriente
que defiende el conflicto como origen del Estado, no es sólo que se afirma la existencia de la
superestructura, sino que además, en el caso del marxismo, se entiende como paralela a la
consolidación de las formas estatales, ya que la considera la justificación moral de una
situación desfavorable para la mayoría de la sociedad, que de otra forma no aceptaría
seguramente. También la escuela materialista cultural se adscribe a esta posición, otorgándole
una categoría de mayor importancia incluso, ya que entiende la superestructura como un
elemento sin el cual no es posible la existencia de los Estados. Se entenderá fácilmente que
nos resulte tan llamativo la ausencia de referencias a la superestructura, por parte de los
pensadores estructural-funcio-nalistas en sus referencias a quienes sostienen la idea del
conflicto.