Noche Del Jueves Santo Ii

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NOCHE DEL JUEVES SANTO

ADORACIÓN
DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
J. URDEIX

INTRODUCCION

-Hermanos: hoy, al atardecer, nos hemos reunido junto al


altar del 
Señor para celebrar la Eucaristía haciendo memoria, de
manera 
singular, de aquella última Cena, en la cual el Señor Jesús,
en la 
noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta
el 
extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofrecia a
Dios Padre 
su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino
y los 
entregó a los Apóstoles para que los sumiesen como
alimento de 
vida eterna. 
Ahora nos hemos reunido, en actitud de adoración, ante el 
sagrario donde hemos depositado el sacramento admirable
de la 
Eucaristía, por el cual Cristo ha querido permanecer
realmente 
presente entre nosotros. Que nuestra plegaria esta noche
junto al 
sacramento eucarístico nos ayude a comprender más y más
el don 
que el Señor nos ha hecho de su Cuerpo y de su Sangre,
para que 
siempre que participemos del convite pascual en el que
comemos a 
Cristo seamos más conscientes de la gracia que entonces
se nos 
da. 

Himno
Se canta entonces un himno eucarístico. 
Si se ha cantado el Pange, lingua al hacer la solemne
reserva 
eucarística de este día, se pueden volver a cantar, para
expresar la 
continuidad entre ambos momentos, las cuatro primeras
estrofas de 
este himno (Cantoral litúrgico nacional, 02, pág. 90). 
O bien: Adoro te devote (Cantoral litúrgico nacional, 01,
pág. 89). 

Oración
Oh Dios,
que en este sacramento admirable 
nos dejaste el memorial de tu pasión, 
te pedimos nos concedas venerar de tal modo 
los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, 
que experimentemos constantemente en nosotros 
el fruto de tu redención. 
Tú que vives y reinas con el Padre 
en la unidad del Espiritu Santo 
y eres Dios por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

- Hermanos: ahora, aquél a quien estamos adorando con


nuestro 
corazón y nuestro canto, aquél a quien creemos realmente
presente 
en el sacramento de la Eucaristía, será quien nos hablará y
a quien 
nosotros escucharemos gracias a las palabras con las que,
en el 
evangelio de san Juan, se despide de los suyos después de
la 
última Cena. Jesús se nos mostrará como el camino para
llegar al 
Padre, nos hablará de la caridad con la que espera que
actúen los 
que creen en él y, sobretodo, lo escucharemos orando para
que 
vivamos en la unidad más plena, en la comunión más total
con él y 
con el Padre. Escuchémosle. 

1
Lectura de Juan 14,1-12: Yo soy el camino, la verdad y la
vida.

Del santo Evangelio según San Juan.


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
- No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mi.
En la 
casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os
habría 
dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare
sitio 
volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo
estéis 
también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. 
Tomás le dice: 
-Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el 
camino? 
Jesús le responde: 
-Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre
sino por 
mi. Si me conocierais a mi, conoceríais también a mi Padre.
Ahora 
ya lo conocéis y lo habéis visto. 
Felipe le dice: 
- Señor, muéstranos al Padre y nos basta. 
Jesús le replica: 
-Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces,
Felipe? 
Quien me ha visto a mi ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: 
"Muéstranos al Padre?" ¿ No crees que yo estoy en el Padre
y el 
Padre en mi? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta
propia. El 
Padre, que permanece en mi, él mismo hace las obras.
Creedme: yo 
estoy en el Padre y el Padre en mi. Si no, creed a las obras.
Os lo 
aseguro: el que cree en mi, también él hará las obras que
yo hago, 
y aun mayores. Porque yo me voy al Padre. 

Salmo 22

- La bondad y la misericordia del Señor, gracias a Cristo,


nos 
acompañan todos los dias de nuestra vida. El es el pastor
de 
nuestras almas. El nos conduce al Padre por el camino que
es él 
mismo para cuantos creen en él y de él se alimentan.
Invoquémosle 
como pastor por quien nada nos falta. 

(Para el canto de este salmo: Libro del salmista, pág. 144)

R.- El Señor es mi pastor, nada me falta. 

El Señor es mi pastor, nada me falta: 


en verdes praderas me hace recostar, 
me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas. 

Me gula por el sendero justo, 


por el amor de su nombre. 
Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. 

Preparas una mesa ante mi, 


enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan 


todos los dias de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. 

Letanía
(Puede cantarse con una de las músicas habituales del
Cordero 
de Dios)

Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre,


ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre,
danos la 
paz.

Oración
Señor Jesús, Pastor de tu Iglesia, 
que preparas una mesa ante nosotros 
y te nos das a ti mismo como alimento: 
guíanos por los caminos de tu justicia, 
para que arrancados de las tinieblas 
y sin temer mal alguno 
podamos gozar para siempre 
del descanso de la casa del Padre. 
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. 

2
Lectura de Juan 15,9-17: 
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus 
amigos. 

Del santo evangelio según san Juan. 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
-Como el Padre me ha amado, así os he amado yo;
permaneced 
en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis
en mi 
amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de
mi Padre 
y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que
mi 
alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud. 
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como
yo os 
he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la
vida por 
sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo
os mando. 
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que
hace su 
señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he
oído a mi 
Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me
habéis 
elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para
que 
vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo
que pidáis 
el Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os
améis unos 
a otros. 

Salmo 39
- Jesús, con la ofrenda de su Cuerpo, nos ha redimido y nos
ha 
dado el mayor ejemplo de caridad. Es de él de quien
hemos 
aprendido a llevar la ley del Señor en las entrañas y a
ponerla en 
práctica llenos de gozo. Unidos a Cristo, y por el gran amor
que él 
nos tiene, podemos decir también nosotros con total
sinceridad: 
"Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". 

(Para el canto de este salmo: Libro del salmista, pág. 193)

R.- Aqui estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 

Yo esperaba con ansía al Señor; 


él se inclinó y escuchó mi grito; 
me puso en la boca un cántico nuevo, 
un himno a nuestro Dios. 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, 


y, en cambio, me abriste el oído; 
no pides sacrificio expiatorio, 
entonces yo digo: "Aquí estoy." 

Como está escrito en mi libro: 


"Para hacer tu voluntad". 
Dios mio, lo quiero, 
y llevo tu ley en las entrañas. 

He proclamado tu salvación 
ante la gran asamblea; 
no he cerrado los labios: 
Señor, tú lo sabes. 

Letanía
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres,
ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres,
danos la 
paz.

Oración
Señor Jesús, 
que te hiciste obediente hasta la muerte 
y muerte de cruz 
antes de ser ensalzado 
recibiendo el nombre que está sobre todo nombre: 
enséñanos a cumplir siempre 
la voluntad de tu Padre 
y concede a tus hermanos, 
santificados de una vez para siempre 
con la oblación de tu cuerpo, 
de esperar, desde el destierro de este mundo, 
las maravillas de tu amor. 
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. 
3
Lectura de /Jn/17/20-26:
Que sean completamente uno. 

Del santo evangelio según San Juan


En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo: 
Padre santo: no sólo por ellos ruego, sino también por los
que 
crean en mi por la palabra de ellos, para que todos sean
uno, como 
tú, Padre, en mi y yo en ti, que ellos también lo sean en
nosotros, 
para que el mundo crea que tú me has enviado. 
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean
uno, 
como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mi, para que
sean 
completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú
me has 
enviado y los has amado como me has amado a mi. 
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén 
conmigo, donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me
diste, 
porque me amabas antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he
conocido, y 
éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a
conocer y 
les daré a conocer tu Nombre, para que el amor que me
tenías esté 
en ellos, como también yo estoy en ellos. 

Salmo 33
- Jesús nos ha dado a conocer a Dios y su amor. Nos ha
dado a 
conocer el amor de Dios que nos llama a vivir en la unidad
de su 
vida. Y ha orado por nosotros para que esta unidad sea
total. Es la 
unidad en la que nos ayuda a ir penetrando gracias a la
Eucaristía, 
que es signo de unidad y vinculo de caridad. En la
Eucaristía 
gustamos la bondad del Señor para cuantos a él se
acogen. 

(Para el canto de este salmo: Libro del salmista, pág. 267).

R.- Gustad y ved qué bueno es el Señor. 

Bendigo al Señor en todo momento, 


su alabanza está siempre en mi boca; 
mi alma se gloria en el Señor: 
que los humildes lo escuchen y se alegren. 

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, 


ensalcemos juntos su nombre. 
Yo consulté al Señor, y me respondió, 
me libró de todas mis ansias. 

Contempladlo, y quedaréis radiantes, 


vuestro rostro no se avergonzará. 
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha 
y lo salva de sus angustias. 

El ángel del Señor acampa 


en torno a sus fieles y los protege. 
Gustad y ved qué bueno es el Señor, 
dichoso el que se acoge a él. 

Letanía

Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, ten
piedad 
de nosotros. 
Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, ten
piedad 
de nosotros. 
Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, danos
la 
paz. 
Oración

Señor Jesús,
tú eres el salvador de los humildes
y la felicidad de quienes en ti confían,
el alimento de los hambrientos
y la vida de tus fieles:
dígnate escuchar la alabanza agradecida de tu Iglesia,
haz resplandecer en su rostro
el gozo de tu presencia
y haz que gustemos en este mundo tu bondad,
de la que seremos saciados el día de la felicidad eterna.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Homilía
Si parece oportuno puede hacerse entonces una breve
homilía o 
dejar una larga pausa de silencio para la meditación más
personal. 

También, en lugar de la homilia, puede leerse el siguiente


texto 
homilético de san Agustín (Sermón 217, PL 38,1083-
1085). 

De los sermones de ·Agustín-SAN


Cristo el Señor, que nos oye juntamente con el Padre, se
digna 
orar por nosotros al Padre. ¿Hay cosa más segura que
nuestra 
felicidad, si ora por nosotros quien concede lo que pide? 
Escuchasteis lo que pidió para nosotros; más aún, expresó
su 
voluntad. Padre, quiero que los que me diste... Quiero,
Padre; yo 
hago lo que tú quieres, haz tú lo que yo deseo. Quiero.
¿Qué cosa? 
Que donde yo estoy, estén ellos también conmigo. ¡Oh
casa 
bienaventurada! ¡Oh patria sin peligro alguno, libre de
enemigos y 
epidemias! En ella vivimos en paz, sin ansias de emigrar,
pues no 
encontraremos lugar más seguro. Cuanto eliges en esta
tierra, lo 
eliges sabiendo que va a ser causa de temor, no de
tranquilidad. 
Búscate para ti un lugar mientras te halles en este mal
lugar, es 
decir, en este mundo, en esta vida llena de tentaciones, en
esta 
mortalidad pletórica de gemidos y temores. Mientras te
hallas en 
este sitio malo, elígete un lugar a donde puedas emigrar.
No podrás 
emigrar del mal al bueno si no haces el bien mientras estás
en el 
malo. ¿De qué lugar se trata? De aquél donde nadie siente
hambre. 
Por tanto, si quieres habitar en aquel sitio bueno donde
nadie siente 
hambre, reparte tu pan con el hambriento en este mundo. 
En aquel lugar dichoso nadie es peregrino, todos se
encuentran 
en la propia patria; por tanto, si quieres estar en aquel
lugar bueno, 
recibe en tu casa, mientras estás en el lugar malo, al
peregrino, que 
no tiene a dónde entrar; dale hospitalidad en el lugar malo,
para 
llegar al lugar bueno donde no puedes ser huésped. 
En aquel lugar bueno nadie necesita vestido, pues no hay ni
frío 
ni calor; ¿qué necesidad, pues, de techo o de ropa? Pero he
aquí 
que donde no habrá techo, sino protección, aun allí
encontramos un 
techo: Me refugio a la sombra de tus alas. Así, pues, a
quien no 
tiene techo en este lugar malo, otórgaselo tú, para hallarte
en aquel 
lugar bueno donde tu techo será tal que no tengas que
repararlo, 
pues allí donde está la fuente perenne de la verdad no
llovizna. 
Pero esta lluvia alegra sin provocar humedad, lluvia que no
es otra 
cosa que la fuente de la vida. ¿Qué significa: Señor, en ti
está la 
fuente viva? y la Palabra estaba junto a Dios. 
Por tanto, hermanos, haced el bien en este lugar malo para
llegar 
al lugar bueno, del que dice quien nos lo está preparando:
Quiero 
que donde estoy yo, estén ellos también conmigo. El subió
para 
prepararlo, para que nosotros lleguemos tranqullos estando
ya todo 
dispuesto. El se prepara; permaneced en él. ¿Es Cristo para
ti 
pequeña casa? Ya no temes ni a su pasión: resucitó de los
muertos, 
y ya no muere, la muerte no tiene ya dominio sobre él. El
lugar malo, 
los dias malos, no son otra cosa que este mundo; pero
hagamos el 
bien en este lugar malo y vivamos bien en medio de estos
dias 
malos. 
Tanto el lugar malo como los dias malos pasarán, y llegarán
el 
lugar bueno y los dias buenos, uno y otros eternos. Los
mismos 
días buenos no serán más que un único dia. ¿Por qué son
aquí los 
dias malos? Porque pasa uno para que llegue el otro; pasa
el hoy 
para que venga el mañana y pasó el ayer para que llegara
el hoy. 
Donde nada pasa no hay más que un único dia, y ese día es
Cristo. 

Oración de los fieles


- Adoremos a nuestro salvador, que en la última Cena, la
noche 
misma en la que iba a ser entregado, confió a su Iglesia la 
celebración perenne del memorial de su muerte y
resurrección. 
Oremos, diciendo: Santifica, Señor, al puebio que redimiste
con tu 
sangre. 

- Cristo, Hijo de Dios vivo, que mandaste celebrar la cena 


eucarística en memorial tuyo: enriquece a tu Iglesia con la
constante 
celebración de tus misterios. 

* Santifica, Señor... 

- Cristo, sacerdote único del Altísimo, que encomendaste a


tus 
sacerdotes ofrecer tu sacramento: haz que su vida sea fiel
reflejo de 
lo que celebran sacramentalmente. 

* Santifica, Señor... 

- Cristo, maná del cielo, que haces que formemos un solo


cuerpo 
todos los que comemos del mismo pan: refuerza la paz y la
armonía 
de todos los que creemos en ti. 

* Santifica, Señor... 

- Cristo, médico celestial, que por medio de tu pan nos das


un 
remedio de inmortalidad y una prenda de resurrección:
devuelve la 
salud a los enfermos y la esperanza viva a los pecadores. 

* Santifica, Señor... 

- Cristo, rey venidero, que mandaste celebrar tus misterios


para 
proclamar tu muerte hasta que vuelvas: haz que participen
de tu 
resurrección todos los que han muerto en ti. 

* Santifica, Señor... 

- Unidos fraternalmente, oremos al Padre de los cielos con


la 
oración que su Hijo y Redentor nuestro nos enseñó:

- Padre nuestro...

Oracion 
Señor Dios todopoderoso, 
que para gloria tuya y salvación de los hombres 
constituiste a Cristo sumo y eterno sacerdote, 
concede al pueblo cristiano, 
adquirido para ti por la sangre preciosa de tu Hijo, 
recibir en la eucaristía, memorial del Señor, 
el fruto de la pasión y resurrección de Cristo. 
Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. 

CONCLUSION
Después de recitada esta oración, todos se arrodillan y se
cantan 
las dos últimas estrofas del Pange lingua (Cantoral litúrgico 
nacional, 02, pág. 90), o bien algún otro canto eucarístico 
apropiado. 

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