¿A Que Huelen Las Guayabas
¿A Que Huelen Las Guayabas
¿A Que Huelen Las Guayabas
I Salgado, Eva
¿ A QUE H U E L E N
863M ¿A qué huelen las guayabas?/
LAS GUAYABAS?
S23 texto de Eva Salgado; ilustraciones de José Antoni
A63 Hernández Vargas. - - México: SEP, 1996.
40 p.
ISBN 968-29-8151-4
Eva Salgado
Primera edición en Libros del Rincón: 1996
• Producción: SECRETARÍA DE EDUCA-
CIÓN PÚBLICA • Unidad de Publicacio-
nes Educativas. Isabel la Católica 1106. Col. I L U S T R A C I O N E S DE JOSé AntOI1ÍO
Américas Unidas. 03610 México, D.F. Tel.
Hernández Vargas
674 32 22. Fax 674 32 87 • Diseño: Gabrie-
la Rodríguez V. • D.R. © de la edición
CONSEJO NACIONAL DE FOMENTO EDU-
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CATIVO. Av.Thiers251-10 piso. 11590 Méxi-
co, D.F. • © del texto, Eva Salgado • ISBN
968-29-8151-4 • Impreso y hecho en México.
DEL O L F A T O
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nos hayamos quebrado la cabeza tratando de desentrañarlo. El caso es que —¿Y bien? —dijo el presidente municipal, después de retirarse
ese olor tímido del principio, cuyo verdadero origen aún ignoramos, fue momentáneamente el tapabocas para inspirar una gran bocanada del aire
creciendo hasta lograr que a todos nos cambiara la vida. extrañamente perfumado—, ¿qué reporte me tienen mis colaboradores
Esa noche yo estaba en casa, a punto de cenar. De repente, mi madre, más cercanos?
que daba los toques finales a unos deliciosos tamales para festejar el —Pues, hasta ahora, no hay tragedias que lamentar dijo el jefe de bom-
cumpleaños de mi hermana mayor, abandonó su tarea —algo insólito en beros—; a pesar del apagón, que por cierto se debió al descontrol presen-
los tantos cumpleaños que habíamos presenciado—y así, sin más, se acercó tado entre los operarios de la planta hidroeléctrica, nadie se ha quejado. Tal
a la ventana para aspirar complacida ese delicioso y único aroma. De los parece que, de puro oler, a la gente hasta se le olvidó utilizar su vista.
tamales, por cierto, ni ella ni nosotros nos volvimos a acordar. Mi padre, —En cambio, nosotros... —dijo el jefe de los servicios médicos— sí
que ese día, antes de llegar a casa, pasaría a comprar el pastel para la hemos recibido varios reportes de gravedad. En efecto, se han presentado
festejada, nos contó que, en el camino, se tuvo que detener para disfrutar, en las clínicas y hospitales decenas de acatarrados que exigen que se les
junto con cientos de azorados vecinos, ese olor único. Mi abuelo, a quien destapen en el acto las fosas nasales, pues por nada del mundo se quieren
la vista le fallaba desde hacía ya algunos años, se emocionó de una forma perder este olor. Comprenderán que esto es un poco complicado, pues
especial. "¡Ah!, con este agasajo, ¿quién necesita de unos ojos inservibles?", no podemos recetar más que reposo a estas almas en pena, pero parece
decía. Mis hermanos y los primos que ya habían llegado para la fiesta que tienen prisa por recuperar su olfato, algo de lo cual no los culparía en
abandonaron sus juegos y también se sumaron a los embelesados. ¿Y yo? vista, perdón, en olfato, de las circunstancias —y al decirlo, se asomó a la
Pues les diré que interrumpí la carta de amor que escribía para mi novia, ventana y aspiró complacido.
para dedicarme por completo a oler. JMm BL. El jefe de policía —que normalmente tenía entre sus labios un inmenso
Yasí transcurrió la primera noche. Esa noche tan especial en la cual ni puro del cual salía un humo esporádico, y que esta vez hasta lo había
siquiera nos dimos cuenta de que un gran apagón había sumido a la ciudad dejado olvidado— también reportó que la situación era tranquila: —Es
en la más completa oscuridad. ¿Y cómo podíamos extrañar la luz si, a más, este olor ha hecho que los asaltantes olviden su trabajo, y se concen-
oscuras, nuestro olfato era aún más agudo y, por otra parte, nadie tenía tren en oler. Aunque debo rendir parte ante ustedes de un conato de
interés en oír la radio o ver la televisión. Así, esa noche transcurrió silenciosa, pleito que se suscitó anoche entre algunos ciudadanos que se peleaban
y sólo esporádicamente se escuchaban vehementes suspiros provenientes el uso de la ventana de un edificio público, tratando de tener el mejor
de los vecinos más expresivos. ángulo para olfatear.
A la mañana siguiente, las autoridades —que de buena gana se habrían El ministro de Educación sí estaba un poco alarmado: —Hoy se reportó
quedado, como todos los demás, a disfrutar del olor—, decidieron convocar un ausentismo total en las escuelas. No tenemos alumnos ni maestros. Todos,
a una junta emergente para analizar la situación. Algunos de ellos se pero todos, se quedaron en sus casas a oler.
presentaron con sus respectivos tapabocas para no perder concentración Los ministros de Industria y Finanzas también estaban preocupados: se
en los urgentes asuntos que debían discutir. quejaban de la completa inactividad en fábricas y oficinas.
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Lajunta no de no perderse
más fuerte que todos sus pen- hacia la noche de ese día, el olor
nadie se acordó para qué estaban reu- mente como había llegado, lo cual su- I
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nidos. Ese día, en los escasos periódicos que mió a la gente en una inmensa nostalgia.
pudieron publicarse la noche anterior, así co- Pero, como les dije en un principio, después
otra cosa; aunque, por cierto, muy pocos se detuvie- gente descubrió que a través del olfato podía obtener
ron a leerlos, escucharlos o a verlos; sí, adivinaron, el experiencias tan placenteras, se empeñó en no perder esa
olor. Todos pensaron, en los pocos momentos de lucidez que recién descubierta cualidad. Y así fue como comenzaron a
tenían, que permanecerían en ese estado de por vida: sin ganas pasar cosas verdaderamente extrañas, de las cuales todavía hoy,
de comer, de leer, de trabajar, estudiar y ni siquiera de jugar, con tal aunque ya han pasado algunos años, me gusta acordarme.
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EN B U S C A
D E L O L O R PE
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ansioso tras ellos tratando de adivinar sus sensaciones. Cuando vi que esto
—¿Bueno? —del otro lado de la línea tuve por respuesta sólo un
era imposible, les pedía desesperado que me las describieran, aunque muy
profundo suspiro.
pronto nos dimos cuenta que definir un olor era de lo más difícil.
—¡Bueno! — grité ya más enojado.
—Dime, ¿a qué huele esa mermelada amarilla? —le preguntaba a mi
—¡Ah!, perdón, habla Leonardo... ¡ah!, hablaba para avisarle..., ¡ah!, a
madre, que tenía la nariz hundida en un inmenso tarro.
Alicia..., ¡aaaahhh...!, que me disculpe pero hoy no podré pasar..., ¡ah!...,
—Pues..., huele como a... guayaba..., ¡sí, eso es, huele a guayaba!
por ella para dar la vuelta. Es que..., ¡ah!..., estoy oliendo —me contestó.
—Sí, pero ¿a qué huelen las guayabas?
—¿Tú también? —respondí, ahora sí ya muerto de envidia—. ¿Y se
—Pues..., es como algo dulzón..., ¡no!, es como.., como ácido, ¡no!, es
puede saber qué hueles?
como... fresco, ¡no!, más bien es como algo verde... o como...
—¡Todo lo que me sale... ¡ah!... al paso. ¡Ni te imaginas! ¡Ah...!, los
—¿Como qué? —le preguntaba frenético.
libros, los zapatos, ¡ah!, el cuero es maravilloso, la madera de todos los
—Pues huele como a la mermelada que me preparaba mi abuela, ¡sí, a muebles... Y perdona que no te siga contando, pero no hay tiempo que
eso huele! perder... ¡ah!
—Sí, pero, dime, ¿a qué olía la mermelada de la abuela?
Cuando regresé de contestar el teléfono, ni siquiera intenté darle el
Era inútil, ya para entonces su memoria la había trasladado a antiguos recado a mi hermana: la encontré en el closet disfrutando del olor del
olores almacenados desde su infancia, y ni se acordaba de mi pregunta
desodorante que usábamos contra las polillas.
inicial. Con mis hermanos era igual, cada uno corría entusiasmado de un
Pensé distraerme un poco y salí a la calle. La situación era parecida.
frasco a otro, tratando de captar sus olores. Nadie me pudo describir a qué
Todo el mundo estaba fuera de sus cabales. Pude ver señores y señoras
olía la canela, el clavo, el tomillo, la mejorana, el anís o la mostaza.
que entraban a la panadería, y dirigían su nariz hacia los bolillos recién
Cuando confirmé que ninguno de ellos se compadecía de una pobre horneados, las conchas, las chilindrinas, los cuernos, las donas de choco-
alma acatarrada, fui a buscar a mi hermana. "Tal vez con ella sí podré
late, los churros, los panqués. En otra esquina, donde la señora Mercedes
platicar", pensé.
vendía flores, había verdaderos tumultos: niños, jóvenes y adultos
¡Qué equivocado estaba! La encontré en su recámara, abriendo con recibían embelesados el aroma de las rosas, los nardos, las gardenias;
desesperación cuanto frasco y estuche le salía al paso. Ningún perfume,
bueno, hasta le encontraban olor a las flores de plástico y de seda que
crema o maquillaje escapaba de su voraz olfato. La contemplé un buen
d o ñ a Mercedes había comenzado a vender hacía poco. Cuando la
rato, mientras envidiaba a todos aquellos seres capaces de olfatear; tuve la
vendedora se dio cuenta de que nadie estaba allí para comprarle sus
sensación de que eran como ciegos que acabaran de recuperar la vista,
flores, sino sólo para olerías, estuvo tentada de cobrar por "el derecho a
como sordos que, de un momento a otro, pudieran captar los sonidos.
oler", pero muy pronto supo que nadie le pagaría, pues, si se empeñaba
¿Cómo sería posible que durante tantos años la gente se hubiera perdido
en venderlo los posibles clientes enconxrarían otros olores gratuitos.
de este placer? Un telefonazo me distrajo de mis cavilaciones. Era el
Prefirió entonces oler sus flores, como no lo había hecho en casi treinta
novio de mi hermana.
años de negocio.
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blanca y la negra. Luego pasé a los clavos; obviamente, al olerlos me acordé
—"¡Y pensar que he vivido tantos años en este paraíso! —exclamaba
de mis odiadas visitas al dentista, pero también pude sentir que olían a
extasiada—; ven, hijo, acompáñanos —me gritó cuando me vio allí
guisos de domingo, a cocinas humeantes, a las cálidas manos de mi tía
parado. Tuve que salir huyendo, pues no podía soportar tanta felicidad
cuando iba a casa y nos preparaba esos deliciosos pasteles de carne que le
ajena.
llevaban cinco horas de trabajo y consumíamos en quince minutos.
Durante el resto de mi recorrido vi muchas escenas parecidas: la gente
Después llegué al anís: ¡ah!, qué delicia: me acordé de los dulces blancos
olía tamales, camotes, tacos al pastor, gorditas y pambazos, zapatos viejos y
con rayas rojas que mi padrino, el dueño de la tienda, me obsequiaba los
nuevos, revistas, periódicos. "Sólo espero que, de tanto oler, no se acaben
domingos, envueltos en papel estraza.
los aromas y que cuando me cure de este resfriado me dejen algo siquiera",
A los cominos no fue tan fácil encontrarles el olor. Esas pequeñas semillas
pensé desconsolado mientras regresaba a mi casa.
alargadas no sueltan fácil su tesoro; tuve que machacarlas cuidadosamente
En los días siguientes la situación era similar. La gente iba de un lado
para percibir, poco a poco, ese aroma que tanto beneficia a los guisos.
para otro tratando de descubrir nuevos olores. Cuando en sus casas ya no
Las hojas de laurel sí me ofrecieron de inmediato un agasajo. Me
quedaba nada que no hubiesen olfateado, iban a visitar a sus parientes y
sorprendía que, a pesar de tener tal vez años de haberse secado, seguían
vecinos. La ciudad se convirtió en una auténtica romería. Por fortuna, mi
emitiendo un olor cálido e inconfundible.
resfriado cedió en tres días y pude también sumarme a los contingentes
La canela fue otra experiencia. Ya sea en rama o bien molida traía consigo
que practicaban ese nuevo arte, deporte, pasión, o lo que sea, de oler.
tantos olores, tantos recuerdos. Sucumbí a su encanto. Viajé a mi infancia,
Lo primero que hice fue explorar la cocina de mi casa. Emocionado,
donde por las noches los adultos bebían café con canela, y nosotros
comencé por las especias que mi madre guardaba en herméticos frascos
disfrutábamos espumeantes chocolates con canela. Era un olor picante y a
de cristal. El primero que tomé fue el de la pimienta; hasta entonces, lo
la vez muy suave que sólo la naturaleza, con su infinita sabiduría, podría
único que sabía de este olor es que hace estornudar. Pero ahora, yo quería
haber producido.
ir más allá, y lo logré: a pesar de los estornudos, pude sentir cómo la
Y no los agobio más con mis experiencias de olfateador, que me
pimienta tiene un olor picante, a veces dulzón y a veces salado. También
mantuvieron ocupado todo ése día y buena parte de la noche. . w
C A M B I Ó LA V I D A
de los primeros en visitar al otorrinolaringólogo para que le hiciera un consecuencias. Una de ellas fue el surgimiento de los artistas de los olores.
EL O L O R •
SE V U E L V E A R T E
arte por sus creaciones y a quien algunos han bautizado olfato cubista, cuyo principio era fusionar seis distintos aromas (de allí su
nombre), todos en iguales cantidades.
como el padre de la corriente del olfato barroco, dio a cono-
Otra corriente era la del olor abstracto. Para conseguirlo, se tomaba
cer uno de sus mejores trabajos, que le hará acreedor, se- un elemento fuerte como base y poco a poco, mediante complicadas
guramente, a algunos de los premios que según rumores técnicas, se le iba extrayendo el aroma hasta que no quedaba prácti-
camente nada del original, que se había transformado en algo que podría
será instituido próximamente en materia de este nuevo arte
ser interpretado de muy diversas formas, de acuerdo, claro está, con la
que ha comenzado a conmover nuestro sentido del olfato. sensibilidad y el olfato de quienes lo percibieran. Uno de los trabajos
más memorables de esta corriente fue obra de Clodomiro del Arrabal,
"El Poliolfático", como fue llamado por nuestro artista, está
quien pudo transformar, gracias a su paciente trabajo, el olor de la menta
formado por una mezcla única donde encontramos manza-
en algo totalmente abstracto. "Es un soplo de limón", decían los críticos.
nas, grasa automotriz, pimienta, gardenias, hígado de res, "No, es más bien una brisa rápida de jazmín", pensaban otros. Don
Clodomiro, por cierto, bautizó su obra como "El león no es como lo
papaya verde, alcohol, limas, jengibre, brea, mentolato, ma-
huelen".
dera de roble centenario, incienso, piel de ternera, sandía, Otra corriente más fue la de los "olores representativos". Su característi-
leche quemada, orégano, barro, amapolas, azucenas y rosas ca era imitar un olor a partir de otros totalmente ajenos a aquél. Por ejemplo,
el olor del incienso se recreaba tomando como base los aromas de la men-
rojas. El artista ha encontrado para los aromas que despi-
ta, el eucalipto, el barro, las gladiolas, las flores de cempasúchil y decenas
den todos estos componentes el justo equilibrio que los hace más, hasta que se percibía un olor que se asemejaba, remotamente, al
establecimientos donde los clientes podían seleccionar los olores más Del Arrabal y Nefasta habían creado con tanto esmero eran impunemente
exclusivos y, por mucho dinero, llevarlos a sus casas donde sólo ellos imitados y algunos ingenuos compradores los llevaban a sus casas creyendo
tendrían, en adelante, la posibilidad de gozarlos. Algunos de estos trabajos que tenían los originales.
llegaron a alcanzar precios exorbitantes. La mayoría de los compradores Precisamente para llenar las necesidades de este tipo de clientes, se
eran ya coleccionistas obsesivos que destinaban un cuarto de sus enormes establecieron en toda la ciudad "escuelas de apreciación olfativa", que
casas para almacenar sus costosos olores. impartían cursos intensivos a través de los cuales los alumnos eran
Y con los artistas y sus clientes surgieron los falsificadores, verdaderos adiestrados en el uso de su olfato. Este tipo de cursos llegaron a ser muy
talentos en el arte de imitar olores. Tan buenos fueron en esto, que lograban populares entre algunas señoras ricas, que cambiaron sus antiguos cursos
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de gimnasia, cerámica, pintura o decoración de interiores, por esta nueva privados y estatales, ele olores. Perfectamente alineados se colocaban
posibilidad de adiestrar su olfato. decenas de estuches, donde diariamente se daban cita los curiosos para
Con el tiempo estos cursos también se comenzaron a impartir para conocer aromas distintos a los que ya estaban acostumbrados. Mediante
niños yjóvenes. Recuerdo que una de mis primas apuntó en uno de ellos a las técnicas de extracción y conservación de olores se podían ofrecer a los
su hijo, a la sazón un regordete de tres años, "para que cuando sea grande visitantes diversos olores.
reconozca con habilidad cualquier tipo de olor y se desenvuelva con soltura Había, claro está, museos especializados. Estaba, por ejemplo, el Museo
por la vida", decía mi prima. Histórico de Olores, que daba a conocer a sus visitantes aquellos aromas
Casi me olvido de comentarles que, al surgir los artistas del olfato, se que el tiempo se había encargado de borrar. Una de las secciones de este
hizo indispensable la existencia de críneos que juzgaran su arte, que dijeran museo era "la cocina de la abuela", donde se podía disfrutar de los aromas
si era bueno o no, si se trataba de algo original o una vulgar copia. Algunos de conservas de frutas, jaleas, dulces de cajeta, guisos muy condimentados
críticos se volvieron realmente populares y la gente aceptaba sin titubear y otras delicias que la gente, por falta de tiempo o porque lo había olvidado,
sus juicios: si eran positivos, esto representaría la fama para el artista; en no podía ya gozar.
cambio, si el comentario era desfavorable, ya podían aquéllos planear para Otro era el Museo Campirano de los Olores. Para los habitantes de la
sí mismos una actividad diversa. ciudad era un verdadero placer aspirar la leche de vaca recién ordeñada,
Otros personajes que tampoco tardaron en hacer su aparición fueron las limas frescas, la tierra mojada después de la lluvia, los campos repletos
los "olfatólogos", capaces de identificar, a la manera de los antiguos de flores, el queso fresco, bueno, hasta el estiércol de los animales les
catadores de vino, no sólo los olores, sino su origen y antigüedad. En una resultaba delicioso.
ocasión asistí a una exhibición pública, donde la afamada olfatóloga Tea No podía faltar el Museo del Arte Olfativo Contemporáneo, donde con
Pan tallo sorprendió a la concurrencia con su increíblemente adiestrado adquisiciones propias o donaciones temporales de coleccionistas privados,
olfato; entre los olores que identificó estaban: se ofrecía a los visitantes una pequeña muestra de algunos de los trabajos
caballos adultos y tres potros, extraída hacia tres meses y dieciséis días. Se creó también el Museo de los Olores Populares, aquellos que
—Tierra mojada en la siguiente proporción: 518 gramos de tierra y 53 formaban parte de nuestra vida cotidiana, y el Museo Internacional de los
mililitros de agua. -411 ^ Olores, donde se apreciaban muestras de aromas traídos de todos los con-
—Naranja agria cortada hacía dos días, tres horas y dos minutos. fines del planeta. Les mencionaré, por último, el Museo de Olores Natu-
—Chicle de menta mascado por un adulto y dos niños. rales, cuyo carácter era eminentemente didáctico y que mostraba, paso a
Según rumores, la señora Pan tallo había desarrollado ese increíble olfato paso, cómo se conforma el sentido del olfato, cómo llega la señal al cerebro,
gracias a un trasplante de terminales nerviosas olfativas de sabueso; pero cuántos tipos de olores hay, cómo se les combina. Este museo era visitado
esto es algo que nunca se pudo comprobar. diariamente por miles de escolares que diligentemente tomaban nota de
Fue más o menos por la misma época cuando se crearon los museos, todo para preparar los informes que les solicitaban sus maestros.
L O S O L O R E S
SE I N D U S T R I A L I Z A N
pequeña y respingada,
de ejercitar el olfato; en sus páginas podíamos enterarnos de competencias
y torneos donde los contendientes luchaban para saber quién tenía, por
ejemplo, el olfato más agudo. Este periódico, en su edición vespertina, daba por una hermosa nariz grande
preferencia a notas sensacionalistas, debidamente anunciadas a través de
y ganchuda, que le permitirá
oler con amplitud
sus encabezados. Para muestra, algunos botones: "¡La epidemia de gripe
amenaza con acabar nuestro olfato!"; 'Tumultos al inaugurarse una muestra
de arte olfativo!"; "¡Asesinó a su novia porque olía mal!". Otros diarios
similares eran Ultimas Narices y La Nariz del Mediodía.
las delicias de esta vida.
Para los jóvenes se había creado la revista Hueles, llena de reportajes
con los actores de moda, que allí confesaban para los lectores sus debilidades
o sus intimidades en cuanto al olfato. Recuerdo que Magdalena mi novia
PRESUPUESTOS C.RATIS.
—que algún defecto debía tener— era una lectora fanática de este tipo de
publicaciones. En ocasiones, me comentaba cosas como que a tal actor le
entusiasmaba el olor de la vainilla, o que tal otra se moría por tener en su
casa diversos olores derivados del anís.
También, llevado por mi profundo amor hacia ella —mejor dicho, hacia Del mismo estilo eran las revistas T.V. y Narices y Naricitas Musicales,
su olor—, llenamos juntos un test llamado "¿Eres compatible con tu pareja? que, por cierto, fomentaban de manera alarmante el consumismo. Por
¡Descúbrelo por el olfato!" Después de contestar por lo menos 50 preguntas ejemplo, a instancias de la revista Oler, casos de la vida real, se instituyó el
y sumar diligentemente nuestras respectivas puntuaciones, la revista nos "Día del Olfato" (precisamente en el aniversario de la llegada de aquel
decía que éramos la pareja ideal, que habíamos nacido para olemos el uno al extraño olor del principio). La publicidad insistía en que se regalaran olores
otro. ¡Qué equivocados estaban! Profundas incompatibilidades olfativas me a las madres, a los padres, a los novios, al maestro. En todas partes había
hicieron terminar con Magdalena al poco tiempo; pero creo que ustedes no ofertas y promocionales, que sugerían, entre otras cosas: "Halague la nariz
están aquí para enterarse de mis intimidades, que seguramente les tendrán sin de su 'cabecita blanca', con un olor inolvidable"; "Demuéstrale a tu papá
cuidado, así que mejor continúo con mi narración. cuánto lo quieres con un olor fuerte y varonil"; "Para ese ser a quien tanto
Estas revistas, por cierto, tuvieron mucho que ver en poner de moda a los amas, un olor lo dice todo". Y, cuando finalmente llegaba el famoso "Día
hombres y mujeres de nariz prominente. "Una nariz así, grande y bella, hará del Olfato" se organizaba en casi todos los hogares una gran olfateada fa-
paliceder de envidia a sus amigas". Entre sus anuncios publicitarios, abunda- miliar, donde los parientes se reunían y se agasajaban con los olores que
an los de clínicas especializadas en cirugía plástica, con anuncios como éste: todos habían llevado a la reunión.
H A C E N F A L T A
P A L A B R A S
Claro que, por razones de espacio, sólo les cité algunos, aunque había
miles de nuevos vocablos, como el de anisado, amentado, amanzanado,
cloacoso, estiercolado, inciensado, acanelado, gardenioso, anardado,
aclavelado, rosático, clavoso, niñopequeñado... Bueno, mejor les sugiero
que consulten el mencionado diccionario, si es que aún no está agotado.
Todos pensamos que este diccionario no podría ser superado, hasta
que se publicó el Gran Diccionario Olorificado, que describía los olores
yjunto a ellos aparecía una pequeña etiqueta que, al ser tallada, emitía el
olor correspondiente. Este diccionario se convirtió en un elemento indis-
pensable de consulta, pues el olfato, como seguramente les habrá quedado
claro revolucionó nuestra vida.
Paulatinamente, oler se volvió una actividad indispensable
determinó muchos cambios en nuestra forma de ser y de vivir. Ya nadie
se acuerda de la música o de la pintura. A los conciertos, cuando los
hay sólo asisten unas decenas de espectadores acatarrados o algunos
historiadores que insisten en que rescatemos nuestro pasado. Los
pintores paulatinamente se han olvidado de su arte para dedicarse, si
su talento se los permite, a crear olores. Los colores, los sonidos, el
to han pasado a la categoría de sensaciones secundarias. Vivimos un
éutico imperio de los olores. '*'(¿
E P I L O G O
cada vez me concentro menos. No entiendo bien qué sucede, pero allá
una sirena, como una hermosa melodía que surge de una dulce flauta,
papel, con el maullido de los gatos que están en la azotea, con el llanto
del hijo pequeño de mi vecina. ¡El silencio, sí, hasta el silencio se combina
comenzará una nueva historia; pero les tocará a ustedes, queridos lectores,
r
r
imaginarla, porque yo voy a escuchar como nunca antes lo había hecho.