073 La Carta de Judas

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INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO /// Lic.

Claudia MENDOZA 240

Carta
de Judas

Judas es un texto muy breve, esencialmente polémico. Se trata de un vigoroso y apasionado


llamamiento a la lucha contra un determinado grupo de personajes que ha aparecido en el seno
de la comunidad, de los que habla sin consideración.

Primera aproximación1
Estructura temática

Judas 1-2.3-4
Breve saludo inicial (vv.1-2) y explicación del motivo y el objetivo de la “carta”
La lucha por la fe transmitida a los santos (vv.3-4)
Lo que motiva la decisión de exhortar a combatir por la fe que fuera transmitida a los santos de
una vez para siempre es el hecho alarmante de que unos hombres impíos se han introducido en
las comunidades2 y quieren cambiar la gracia en libertinaje, negando a Jesucristo como
Soberano y Señor (v.4).

Judas 5-16
Polémica contra los “falsos maestros” propiamente dicha
El autor utiliza diversos modos de expresión para combatir a los que ponen en peligro la fe de
las comunidades:
- Tres ejemplos del Antiguo Testamento de castigos divinos (vv.5-7) para ilustrar el rigor
con el que Dios azota a los impíos. Los ejemplos parecen haber sido seleccionados por su
popularidad (y no tanto por su conexión temática):
 Los israelitas que no quisieron confiar en Dios y, atemorizados, se resistieron a
entrar en la tierra prometida (Números 14,29-37) perecieron (v.5).
 Los ángeles que no mantuvieron su rango y abandonaron su morada (se refiere al
relato de los ángeles que se unieron con las hijas de los hombres, mencionado en
Génesis 6,1-4) están atados con cadenas eternas en las tinieblas hasta el día del
juicio (v.6).
 Los habitantes de Sodoma y Gomorra (cf. Génesis 19,4-25) sufren la pena del
fuego eterno por sus pecados (v.7).
- Aplicación a los adversarios de los ejemplos de castigo (vv.8-10) se da de forma libre. No
se trata de afirmar que han cometido delitos semejantes a los de los ejemplos bíblicos sino
de recordarles que todo pecado recibe su castigo correspondiente. Lo que les echa en cara
no llega a comprenderse con precisión.3 Utilizando un motivo de las tradiciones judías
extrabíblicas, el autor pone al arcángel Miguel como contra-modelo de los maestros

1
H. LONA, “Judas”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, Buenos Aires (Claretiana 2003), 116-134. P.
REYMOND, “Judas”, en: W. FARMER et al. (edts.), Comentario Bíblico Internacional, Navarra (Verbo
Divino 1999), 1674-1678. K. H. SCHLELKLE, “La carta de Judas”, en: Id., Cartas de Pedro. Carta de
Judas. Texto y comentario, Madrid (Fax, 1970 =TKNT XIII/2, 1961–), 189-245. A. STÖGER, “Carta de
San Judas”, en: Id., Carta de San Judas. Segunda Carta de San Pedro, Barcelona (Herder 1975), 5-51.
D. ROWSTON, “The Most Neglected Book in the New Testament”, NTS 21 (1974/74) 554-563.
2
Se trata de adversarios que vienen de afuera. No son miembros de la comunidad (como en 1 Juan 2,19).
3
“Soñadores”, “manchan la carne”, “rechazan el señorío de los ángeles”, “blasfeman en contra de la
gloria de los poderes celestiales” (cf. Judas 8 “Igualmente éstos, a pesar de todo, alucinados en sus
delirios, manchan la carne, desprecian al Señorío e injurian a las Glorias”).

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rivales: cuando disputaba con el diablo por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a


maldecirlo; los opositores, en cambio, blasfeman en contra de lo que no conocen (v.10).4

- Amenazas y acusaciones (vv.11-13).


La primera (v.11) en forma de “ay”,5 nuevamente con tres alusiones6 al Antiguo
Testamento.
Los adversarios:
 Se han ido por la senda de Caín (Génesis 4,3-8).
 Buscando recompensa se han entregado al error de Balaam (Números 22-24).
 Perecieron en la rebelión de Coré (Números 16).

La segunda acusación (v.12-13) tiene rasgos más concretos.


Los adversarios participan en las comidas fraternas de la
comunidad –entonces unidas a la eucaristía (cf. 1Corintios
11,20-22)– “banqueteando sin reverencia” (suneuwcou,menoi7
avfo,bwj). El autor denuncia este mal comportamiento mediante
imágenes muy negativas (v. 12b-13) que –a pesar del
despliegue copioso de fantasía literaria del autor– dicen muy
poco sobre los errores teológicos o las malas acciones de los
contrincantes contra los que el autor está arremetiendo:
o Se pastorean a sí mismos.
o Nubes sin agua llevadas por el viento.
o Árboles que en otoño no dan fruto.
o Dos veces sin raíces y muertos.
o Olas salvajes del mar que tiran la basura a la orilla.
o Estrellas extraviadas destinadas a la oscuridad perpetua.

- El castigo anunciado por Henoc (vv.14-16) concluye la sección.


Se trata de una cita de una profecía de Henoc que enuncia la llegada del Señor con sus
millares de ángeles para juzgar a los impíos.

En este contexto, el autor vuelve a caracterizar a los adversarios (v.16) como:


o Gentes descontentas con su suerte.
o Murmuran.
o Van por el camino dictado por sus propios deseos.
o Hablan pomposamente para impresionar a las personas y aprovecharse de ellas en
beneficio propio.

4
El “pecado contra la carne” (v.8) puede relacionarse con el castigo de Sodoma y Gomorra; el
“desprecio de los seres angélicos” podría ser relacionado con el caso de la caída de los ángeles. Pero aun
así, la aplicación de los ejemplos de castigo a la situación de los adversarios queda imprecisa.
5
Los “ayes” de amenaza son una forma de anuncio de condena, que anticipa el juicio de Dios.
6
Son solamente alusiones que no dejan claro la relación entre los acontecimientos bíblicos y las acciones
de los contendientes. Lo máximo que se podría llegar a intuir es la acusación de buscar un beneficio
material; eso los habría llevado al error.
7
Participio presente pasivo de suneuwce,omai “comer en común” “comer con otros”.
Imagen tomada de https://images.app.goo.gl/HqV6tCSuWALQaQpy5

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Judas 17-23
Exhortación a la comunidad
El autor recuerda a la comunidad lo dicho por los apóstoles del Señor y que se está cumpliendo
ahora (v.17-19): al final de los tiempos aparecerán individuos que se reirán de todo y actuarán
según sus deseos, causando división. No tienen espíritu. Exhorta a los destinatarios a crecer en
la solidez de la fe y en la oración en el Espíritu Santo para mantenerse en el amor de Dios y, por
su misericordia, en la esperanza de vida eterna (v.20-21). Esa misma misericordia debe
moverlos a ayudar a los vacilantes e indecisos, que pueden ser víctima de la acción de los
enemigos (v.22-23)

Judas 24-25
La carta termina con una doxología de tono solemne
Una carta no suele concluir con una doxología8. Pero este es un texto de características
peculiares. El Dios de la alabanza es el que tiene el poder de conservar a los fieles sin tropiezos,
demostrando así su poder salvador (v.24). El motivo de la alabanza está relacionado pues con el
objetivo de la carta: preservarlos de la acción proselitista de los adversarios.
Según esta estructura temática, la polémica ocupa el lugar central de la carta.
Ya sea en la “acusación”, ya sea en la “exhortación”, en todos los casos se trata siempre de la
misma preocupación: la denuncia y el ataque directo contra los enemigos de la fe verdadera.
Pero es muy poco lo que el autor dice sobre el contenido de la “fe verdadera”. Lo que prevalece
es el lenguaje de la polémica.9

¿Quiénes eran estos “adversarios”?10


Se trata de un reducido grupo de personas que recientemente se ha infiltrado entre ellos y que
constituyen un grave peligro por su falsa doctrina y su conducta depravada. No se puede
distinguir con precisión los contornos de la enseñanza, pues el autor se limita a llenarlos de
reproches encendidos, pero sin exponer con claridad sus ideas ni el contenido de la
“enseñanza”:
Se suele caracterizar a los “falsos maestros” como “gnósticos cristianos libertinos”:
- Son cristianos (cf. v. 12).
- Se los rotula como gnósticos fundamentalmente por la división de los seres humanos
entre “pneumáticos” y “psíquicos” que subyace al v. 19. De hecho, en este mismo
versículo se dice que los adversarios son “los que dividen” .11

8
A menos que esté precedida por los saludos correspondientes; cf. Romanos 16,25-27.
9
Cf. H. LONA, “La retórica de la polémica”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 121-122. En situaciones de
conflicto, el objetivo de la persuasión asume un tono muy particular, ya que se trata de convencer a otros
en un terreno que no es neutral. En un terreno “neutral” lo que pesa es la fuerza de los argumentos. En
cambio, en el seno de una controversia, los argumentos de valor objetivo no siempre son relevantes a la
hora de intentar convencer a los demás de la verdad de la propia posición y del error de los adversarios.
La “Carta de Judas” es un ejemplo acabado de “retórica de la polémica”: los adversarios son los “otros”,
los entrometidos (v.4) – el perfil de los enemigos es completamente negativo, sin matiz alguno – es más
lo que se sugiere acerca del error combatido que lo que se dice con claridad (la “argumentación” con
elementos sugestivos cumple su objetivo cuando los destinatarios del mensaje cuentan ya con la
suficiente información como para aceptar las “sugerencias” sin necesidad de una prueba más convincente
de lo afirmado) – tampoco se explica claramente la propia posición (aquí: la “fe verdadera” “transmitida
de una vez para siempre”) por la misma razón: el autor supone que sus destinatarios la conocen - hay una
figura que garantiza la verdad de la propia posición (aquí: el autor mismo, que se presenta como “Siervo
de Jesús y hermano de Santiago”) – la polémica no quiere posibilitar el encuentro sino confirmar la
distancia existente.
10
Cf. H. LONA, “La polémica contra los adversarios”, en: Id., Las Cartas Apostólicas, 126.
11
Pero no habría que exagerar esto. “Psíquico” puede ser también el que se guía solamente por sus
impulsos naturales (como Pablo afirma que “el hombre psíquicos” no puede recibir las cosas del Espíritu

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- Se los describe como libertinos ya que el texto mismo dice que los adversarios
“conviertan en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (v.4b).
El libertinaje no sería consecuencia del “contagio” de las malas costumbres de la sociedad
pagana, sino pareciera tener una raíz más profunda: el decir que los rivales “han
transformado la gracia de Dios en desenfreno” podría entenderse como la consecuencia
de un entusiasmo desbocado,12 que cree tener que demostrar la posesión de la gracia en el
propio corazón y de estar llevados por el Espíritu con el gesto ostentoso del desenfreno.
También el texto dice que los adversarios no tienen respeto por los ángeles, y llegan
incluso a maldecir a los seres gloriosos (vv. 8.10).
¿Qué puede significar esto?
El sentido de esta acusación no es fácil de interpretar.
En principio, cabe tener presente que el hombre antiguo –y
mucho más los creyentes influenciados por el Antiguo
Testamento– tenían un respeto reverencial por las potencias
celestiales. Tal vez aquí, además, podría pensarse que el
problema subyacente concierne a la convicción de la
tradición judeo-cristiana referente al papel que juegan los
ángeles en el escenario del juicio final, en cuanto ejecutores de las órdenes del juez
divino.13 Quien niega el poder de los ángeles y maldice a los seres celestiales –como los
adversarios (v.8a)– demuestra con ello que no cree en el juicio de Dios (o, al menos, cree
que ese juicio no puede alcanzarlo). En este caso, la actitud combatida se explicaría como
consecuencia de una conciencia de salvación en la historia que los habría llevado a negar
(o al menos, a no tomar en serio) la realidad del juicio futuro.
Allí mismo donde los contrincantes creen ver un signo evidente de su conciencia de
elección, el autor de Judas sólo ve personas sin espíritu, que actúan siguiendo los
impulsos de su propia naturaleza (v.19).
Pero, más allá de todo esto, dado que el estilo de polémica contra los herejes es bastante
tradicional y cae en lugares comunes, no conviene insistir en procurar determinaciones
excesivamente precisas.14

de Dios –1 Corintios 2,14–). Además, faltan indicios de una concepción propiamente gnóstica en la
comprensión de Dios, del hombre y del mundo. Según H. Lona, si bien no es posible dar un diagnóstico
seguro sobre el perfil de los adversarios, sí puede afirmarse que las posiciones que defienden son fruto de
la recepción del vocabulario paulino (H. LONA, “La tradición cristiana”, en: Id., Las Cartas Apostólicas,
130).
12
El v. 8 los llama “soñadores”, “alucinados en sus delirios”, por lo que cabe sospechar que creían tener
visiones en las que recibían especiales revelaciones. Según el v.16: “hablan pomposamente”. Los
“entusiastas” de la comunidad de Corinto decían: “Todo me está permitido” (1 Corintios 6,12), y desde
esta convicción mantenían abiertamente contacto sexual con prostitutas. Esto muestra que estas actitudes
no eran imposibles o impensables en las comunidades cristianas. Tal vez estaba ocurriendo algo así en los
grupos cristianos a los que el autor de Judas se dirige (la acusación “manchan la carne” –v. 8a– podría ser
un indicio de ello). El ejemplo del castigo de Sodoma y Gomorra (v.7) podría constituir entonces un
anuncio del juicio que les espera a los que se hubieran entregado a tales prácticas.
13
Cf. Mateo 13,41.49; 25,31; Marcos 8,32; Lucas 12,8; 16,22, etc. De hecho, según la profecía de Henoc
citada en Judas 14s, al final de los tiempos el Señor llegará con millares de ángeles para juzgar a todos los
hombres por todas sus obras impías.
14
Por ejemplo, para algunos autores, la mención de Sodoma y Gomorra en Judas 1,7-8 –“Y lo mismo
Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, que como ellos fornicaron y se fueron tras una carne diferente,
padeciendo la pena de un fuego eterno, sirven de ejemplo. v.8 Igualmente éstos, a pesar de todo,
alucinados en sus delirios, manchan la carne, desprecian al Señorío e injurian a las Glorias”– les hace
pensar en desenfrenos homosexuales. Pero también puede tratarse de un recurso estilístico de la polémica
antiherética según el cual los más grandes pecadores del Antiguo Testamento se hacen prototipos de los
nuevos impíos, y sufrirán, en consecuencia, la misma suerte.
Imagen tomada de https://seriespinturas.blogspot.com/2016/10/edward-robert-hughes.html

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Lo que parece seguro es que el autor de la “carta” los toma muy en serio.
El tono del texto es un reconocimiento indirecto de que la comunidad está amenazada de un
peligro real. Los enemigos son elocuentes e impresionan por la fuerza de sus palabras.
Para combatirlos, no afronta una discusión teológica, sino que sencillamente alude a la
tradición: los invita a “asentarse sobre el cimiento de la fe santísima” (v.20) y a “combatir por
esa fe que se transmitió de una vez para siempre” (v.3) sin mostrar en qué consiste esa fe y por
qué los falsos maestros están en el error. También recurre a la desacreditación de los adversarios
acusándolos de todo tipo de inmoralidades, tomando ejemplos de la naturaleza y de la historia
de la salvación.
Carácter literario
La forma literaria del texto corresponde a la de una “carta”, pero con características muy
especiales, ya que, al mencionar a los destinatarios, no indica ningún lugar específico, ninguna
región, o persona o iglesia local. Se dirige a ellos simplemente como a “los llamados, amados en
Dios Padre y protegidos por Jesucristo” (Judas 1-2).
Después de la parte central de la “carta”, en la que trata el tema (Judas 3-23), el texto concluye
no con los saludos y las recomendaciones habituales sino con una doxología que alaba al Dios
salvador por medio de Jesucristo (Judas 24-25).
Todo esto es indicio de que el texto probablemente nunca fue enviado como una “carta” en el
sentido usual del término (tal como está, nunca hubiera llegado a destino). Por lo que cabe
concluir que la estructura epistolar que presenta es ficticia.
Dado que el motivo de su composición es rebatir y luchar contra otros cristianos “alejados de la
verdad” y prevenir y apoyar a las comunidades con las que el autor está en contacto, los
investigadores suelen caracterizar a este texto como un folleto o volante polémico al servicio de
la contienda.

El problema
del Autor y de los destinatarios

El autor se autopresenta en 1,1 como:


“Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago...”

Al nombre “Judas” sigue primero una caracterización genérica: “siervo de Jesucristo” y luego,
otra más específica: “hermano de Santiago”.
En el nuevo testamento aparecen cuatro personajes de nombre Judas: dos apóstoles, un profeta y
un “hermano” de Jesús:
- JUDAS ISCARIOTE y JUDAS DE SANTIAGO, que aparece en la lista de “los Doce” de la
versión lucana:15
Lucas 6,13-15
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que
llamó también apóstoles. v14 A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a
Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, v15 a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y
Simón, llamado Zelotes; v16 a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un
traidor.

15
Este no aparece en la lista que transmiten Mateo 10,2-4 y Marcos 3,16-19. En su lugar, aparece un
“Tadeo”. La tradición luego, queriendo armonizar las listas, juntó ambos nombres, sugiriendo que uno de
“los Doce” se llamó “Judas Tadeo”. El miembro del círculo de “los Doce” llamado Judas también aparece
en el evangelio de Juan, donde al referirse a él, lo llama “Judas no el Iscariote” (Juan 14,22; algunos
opinan que, si se hubiera llamado “Judas Tadeo”, no habría tenido necesidad de llamarlo de ese modo).

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Hechos 1,13
Y cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro, Juan, Santiago y
Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo, Simón el Zelotes y Judas
de Santiago.

¿Se trata de este apóstol “Judas de Santiago”?


Es improbable ya que:
- Según la costumbre judía, “Judas de Santiago” significa “Judas hijo de Santiago” y
no Judas “hermano de Santiago” como aparece aquí.
- Además, en Judas 17 el autor se distingue del grupo de los “apóstoles”16 (amén de
no invocar una presunta autoridad apostólica propia legitimante en el v. 1).
- Por otra parte, casi nada se sabe de este “Judas de Santiago”, por lo que no debió
de ser un personaje muy conocido.

- De Jerusalén envían a “un profeta Judas llamado Barsabás” a Antioquía. llevando las
decisiones de la Asamblea de Jerusalén:
Hechos 15,22
Entonces decidieron los apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la iglesia, elegir de
entre ellos algunos hombres y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé; y estos fueron
Judas, llamado Barsabás, y Silas, que eran dirigentes entre los hermanos.
Cf. Hechos 15,27-33
Pero no aparece como hermano de Santiago.17

- Quien tiene un hermano muy importante y conocido –como para autopresentarse en clara
referencia a él– llamado Santiago es “Judas hermano de Santiago, hermano de Jesús”:
Marcos 6,3 (// Mateo 13,55)
¡No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón?
¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.
De este Judas no se tienen prácticamente noticias
Sólo se conoce –por unos datos transmitidos por Eusebio de Cesarea, quien, a su vez, los
recibió de un tal Hegesipo– que sus nietos fueron interrogados bajo Domiciano, y luego
fueron puestos en libertad. Más tarde, fueron dirigentes de la comunidad, hasta los
tiempos de Trajano (cf. HE III, 20).18
16
Judas 17 “En cambio vosotros, queridos, acordaos de las predicciones de los apóstoles de nuestro
Señor Jesucristo…”
17
A menos que se piense que “Judas de Santiago” podría entenderse como una autodesignación
metafórica, indicando la pertenencia al círculo de Santiago en Jerusalén.
18
EUSEBIO DE CESAREA, HE III 20: Acerca de la familia de nuestro Salvador:
1. Todavía se hallaban con vida, de la familia del Señor, los nietos de Judas (llamado su hermano según
la carne). A éstos delataron porque eran de la familia de David. El evocato los llevó ante el César
Domiciano, pues, como Herodes, también tenía miedo de la venida de Cristo.
2. Les preguntó si eran descendientes de David y ellos lo confesaron. Luego les preguntó acerca del
número de sus bienes o cuánto dinero poseían, pero ellos dijeron que entre ambos sólo sumaban
nueve mil denarios, la mitad cada uno; y persistían en decir que ni siquiera esto tenían en metálico,
sino que se trataba de la tasación de sólo treinta y nueve pletros de tierra, por la que pagaban
impuestos y la trabajaban ellos mismos para su subsistencia.
3. A continuación, mostraron sus manos, y ofrecieron como testimonio de su trabajo personal su
fortaleza física y los callos que les habían salido en sus propias manos por la obra ininterrumpida.
4. Interrogados sobre Cristo y su reino, qué tipo de reino era, dónde y cuándo aparecería, explicaron que
no se trataba de un reino de este mundo o de esta tierra, sino celestial y angélico y que ha de tener

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A diferencia de Santiago, no hay indicios de que este Judas haya tenido protagonismo
digno de ser mencionado en la historia del cristianismo primitivo19 (aunque no cabe
descartar sin más que este Judas haya sido una figura significativa en los medios judeo-
cristianos palestinenses).
Los investigadores suelen sugerir como más plausible la atribución del texto a este Judas
“hermano del Señor”, que, en cuanto “hermano de Santiago”, habría tenido el tipo de
autoridad suficiente como para darle legitimidad a la obra.

¿Es un caso de pseudoepigrafía?


¿Es posible que este Judas, hermano de Santiago, haya sido el autor de esta “carta”?
La mayoría de los investigadores modernos entienden que se trata de una pseudoepigrafía.
Se esgrimen varias razones para fundamentarlo:
- Uno de la primera generación no habla de “los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo”
(v.18) como figuras de un pasado distante, cuyas palabras se puedan citar, en la línea de
los profetas veterotestamentarios, como “vaticinios” (que anuncian la actividad de los
falsos maestros al final de los tiempos). La expresión indica que “los apóstoles del Señor”
se han transformado en un grupo claramente demarcado al que se puede recurrir
globalmente para fundamentar una posición doctrinal.
- La fe se ha convertido en un contenido bien definido “que ha sido transmitida a los santos
de una vez para siempre” (v. 3).
Este modo de expresión –como también cabe decir a propósito de las fórmulas
“depositum” y “sana doctrina” de las cartas llamadas “pastorales”– nace recién en el
período en el que la fe se comienza a definir por contenidos que intentan ser canónicos, es
decir, que se han vuelto “regla de fe”. Esta situación no es propia de los comienzos –de la
“época de Judas”– sino que refleja más bien las condiciones de los tiempos post-
apostólicos, en los que los debates doctrinales van perfilando las diferencias en la
comprensión de aspectos fundamentales de la fe común.20
- El autor escribe en un griego correcto, difícilmente propio de un palestinense.

lugar en el final de los tiempos. Porque viniendo en gloria juzgará a vivos y muertos y pagará a cada
uno según sus obras.
5. Observando todo esto, Domiciano nada les reprochó, sino que incluso los menospreció como a gente
vulgar y, dejándolos en libertad, puso fin a la persecución de la iglesia mediante un decreto.
6. Los que habían sido liberados dirigieron las iglesias por haber testificado y por pertenecer a la familia
del Señor, y habiendo llegado la paz, vivieron hasta Trajano.
19
¿Será que este texto procede del período comprendido entre los emperadores Domiciano y Trajano,
durante el cual los nietos de Judas eran dirigentes en la Iglesia?
20
La Carta de Judas llama a los fieles a luchar por “la fe recibida de una vez para siempre” que algunos
entrometidos ponen en peligro (v.3-4). Los contenidos de la fe se han ido sedimentando y clarificando en
un largo y complejo proceso en el que han incidido muchos factores (el lenguaje, la cultura ambiente, la
experiencia de fe de los creyentes, los intercambios con otras comunidades, las discusiones y
controversias sobre los puntos más importantes, etc.). En un momento determinado de ese proceso, la fe
se ha convertido en un contenido bien delimitado, que se va transmitiendo a las generaciones siguientes.
En este punto cabe decir que la fe se ha convertido en “tradición”. La fe no puede subsistir sino en el
marco de este proceso (si es que quiere mantenerse viva; si no, sólo se convertirá en un capítulo de la
historia de las religiones). Y la transmisión de la fe requiere necesariamente recurrir a los contenidos
tradicionales. Entonces, el problema no es la “tradición” sino la determinación de sus contenidos. Esto
significa que también la “tradición” debe ser objeto de una reflexión crítica a la luz de la fe, para adecuar
la expresión de su contenido a la verdad del misterio (el autor de la Carta de Judas no se detiene a
considerar estos problemas; su posición refleja con claridad el papel de la fe que se ha hecho tradición
cuando se quiere solucionar controversias eclesiales); Cf. H. LONA “La Carta de Judas. Las enseñanzas“,
en: Id., Las cartas apostólicas, 132-133.

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De todo esto se concluye que es más verosímil pensar que el texto no haya procedido del Judas
en mientes. Se trataría de un (sobrio) uso de la pseudoepigrafía, en el que el autor se
autolegitima, indirectamente, mediante la autoridad de Santiago, el hermano del Señor.
Lo curioso es que, en el encabezado, el autor no se presenta como “hermano de Jesús” –como
Santiago en Gálatas 1,19– sino como “hermano de Santiago”. Si busca legitimar su autoridad,
parecería más lógico mencionar el lazo familiar con Jesús. La mención de Santiago podría
entenderse entonces como una clara toma de posición a favor de la línea teológica y eclesial
representada por Santiago (la profusa utilización de “apócrifos” judíos en este breve texto hace
pensar que el autor pertenece al ámbito judeocristiano).
Como conclusión se puede decir que el autor parece ser una judeo-cristiano helenista que se
confiesa partidario de la misma línea teológica representada por Santiago.
Los destinatarios
Muy poco se puede decir de los destinatarios o del lugar de composición.
Por el modo de argumentar desde el Antiguo Testamento y los apócrifos judíos y por la
“alineación” con la línea teológica que encarna Santiago, el texto parece estar dirigido a un
grupo judeocristiano helenista. Sólo a un grupo con estas características pudo parecer
importante recibir un mensaje escrito por Judas, el hermano de Santiago.
Aceptación
Se constata que la Carta de Judas está mucho mejor atestiguada que la Carta de Santiago.
- El primer testimonio de la Carta de Judas es 2 Pedro, que depende de Judas, como hemos
de mostrar.
- En los padres apostólicos no se hallan vestigios seguros de que conocieran el texto.
- Aparece en el Canon de Muratori (línea 66): “Entre los escritos católicos se cuentan una
Epístola de Judas y dos del mencionado Juan... “.
▪ Pero ni Ireneo ni Hipólito de Roma mencionan la carta.
▪ Sí la cita Tertuliano, como obra del “apóstol Judas”.
- Clemente de Alejandría la cita tres veces, y la comentó en sus Hypotyposeis. También
Orígenes la cita varias veces, y la admitió como escrito sagrado, pero reconociendo que
se trata de un escrito discutido.
- EUSEBIO coloca este texto entre los libros discutidos:
“...de los libros discutidos, en cambio, y que, sin embargo, son conocidos de la gran
mayoría, tenemos la carta llamada de Santiago, la de Judas y la 2 de Pedro, así como las
que se dicen ser II y III de Juan, ya sean del evangelista, ya de otro del mismo nombre”
(HE III 25,3; cf. HE II 23,15).
- Aparece en los papiros P 72 y P78.
Se observa pues que la Carta de Judas, a pesar de la escasa extensión de su texto y de sus citas
de apócrifos, logró imponerse a partir del siglo III en las iglesias de Oriente y Occidente, y lo
hizo de manera considerablemente más rápida y fácil que la Carta de Santiago.
¿Por qué fue tan discutida?
Ya desde épocas relativamente tempranas se hizo notar que la carta pudo haber sido rechazada
por el uso que hace de los apócrifos judíos:21

21
San Jerónimo –que en este asunto depende del testimonio de Dídimo el ciego (+ 398)– indica que esa
es, precisamente, la razón por la que los antiguos se resistieron a admitir este libro en el Canon:

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- En Judas 9 se alude a la una disputa del arcángel Miguel con el diablo por el cuerpo de
Moisés:
Judas 1,9
En cambio, el arcángel Miguel, cuando altercaba con el
diablo disputándose el cuerpo de Moisés, no se atrevió a
pronunciar contra él juicio injurioso, sino que dijo:
«Que te castigue el Señor».
Esta disputa de Miguel con el diablo era relatada en la
apocalíptica judía, quizás en la llamada “Asunción de
Moisés” de la que tendríamos aquí un fragmento
perdido22. Según estas tradiciones, el diablo habría
acusado a Moisés de ser un asesino (cf. Éxodo 2,12) y de
no merecer una sepultura honrosa.

- En los vv. 14-15 se utiliza, libremente, elementos que aparecen en I HENOC I,9:23
Judas 1,14-15
Henoc, el séptimo después de Adán, profetizó ya sobre ellos: «Mirad, el Señor ha venido
con sus santas miríadas v.15 para realizar el juicio contra todos y dejar convictos a

“Judas, el hermano de Santiago, dejó una breve carta que es una de las siete católicas. Es rechazada por
muchos porque en ella se apela al testimonio del libro de Henoc, que es apócrifo. Sin embargo, el uso y la
antigüedad le han dado autoridad, y se cuenta entre las Sagradas Escrituras” (Jerónimo, De Viris
Illustribus IV). Clemente Alejandrino y Tertuliano lo habían notado también.
22
Son los padres griegos –Clemente Alejandrino, Orígenes, Dídimo el Ciego, Gelasio de Cyzico– los que
afirman que Judas 9 cita la “Asunción de Moisés”. La versión de esta obra que ha llegado hasta nuestros
días no relata la disputa entre Miguel y el diablo por el cuerpo de Moisés (cf. Douglas ROWSTON, “The
Most Neglected Book in the New Testament”, 557).
Imagen tomada de https://images.app.goo.gl/oUD88jmxujouhF9p7
23
I Henoc o HenEt I. EL LIBRO DEL JUICIO:
1. Palabras de bendición con las que bendijo Henoc a los elegidos justos que vivirán en el día de la
tribulación, cuando serán rechazados todos los malvados e impíos, mientras los justos serán
salvados.
2. Henoc, hombre justo a quien le fue revelada una visión del Santo y del cielo pronunció su oráculo y
dijo: la visión del Santo de los cielos me fue revelada y oí todas las palabras de los Vigilantes y de
los Santos y porque las escuché he aprendido todo de ellos y he comprendido que no hablaré para
esta generación sino para una lejana que está por venir.
3. Es acerca de los elegidos que hablo y a causa de ellos que pronuncio mi oráculo: el Único Gran
Santo vendrá desde su morada.
4. El Dios eterno andará sobre la tierra, sobre el monte Sinaí aparecerá con su gran ejército y surgirá
en la fuerza de su poder desde lo alto de los cielos.
5. Y todos los Vigilantes temblarán y serán castigados en lugares secretos y todas las extremidades de
la tierra se resquebrajarán y el temor y un gran temblor se apoderarán de ellos hasta los confines de
la tierra.
6. Las altas montañas se resquebrajarán y derrumbarán y las colinas se rebajarán y fundirán, como la
cera ante la llama.
7. Y la tierra se dividirá y todo lo que está sobre la tierra perecerá y habrá un juicio sobre todos.
8. Pero con los justos Él hará la paz y protegerá a los elegidos y sobre ellos recaerá la clemencia y
todos ellos pertenecerán a Dios, serán dichosos y benditos, los ayudará a todos y para ellos brillará
la luz de Dios.
9. Mirad que Él viene con una multitud de sus santos, para ejecutar el juicio sobre todos y aniquilará a
los impíos y castigará a toda carne por todas sus obras impías, las cuales ellos han perversamente
cometido y de todas las palabras altaneras y duras que los malvados pecadores han hablado contra
Él”.

Carta de Judas /// 24/05/2021 248


INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA 249

todos los impíos de todas las obras de impiedad que realizaron y de todas las palabras
duras que hablaron contra él los pecadores impíos»”.24

Este libro apocalíptico gozó de gran prestigio en el judaísmo y en el cristianismo, y es


citado aquí como una autoridad incontestada y puesta al mismo plano que los profetas del
Antiguo Testamento.

24
Cf. Carroll OSBURN, “The Cristological use of I Enoch I.9 in Jude 14,15”, NTS 23 (1977) 334-341.
El autor observa el descuido –más bien, la negligencia– que se ha tenido en detectar el valor de este
pasaje en la exégesis y propone rescatarlo como un texto teofánico y que aporta luz al tema del
“maranatha”. OSBURN indica que tanto la estructura literaria como la fuerza cristológica de la carta fueron
profundamente influenciados por la reflexión y la adaptación de “Judas” de la teofanía de I Enoc I,9.
Sigue los trabajos y las sugerencias de J. VAN DER KAM: “The theophany of Enoch 1 3b-7,9”, VT XXIII
(1973) 129-150] y de Matthew BLACK: “The Christological Use of the Old Testament in the New
Testament”, NTS 18 (1971) 1-14 (especialmente pp. 10-11) y “The Maranatha Invocation and Jude 14,15
(I Enoch 1:9)”, en: B. LINDARS and S. S. SMALLEY (edtrs.), Christ and Spirit in the New Testament:
Studies in Honour of Charles Francis Digby Moule, London (Cambridge Un. Press 1973), 189-196.

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