Capítulo VIII Edad Media

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Historia de la Educación y la Pedagogía, de Lorenzo Luzuriaga.

Página N° 63
Transcrito por el Profesor y abogado Dr David Torruella Placencia

CAPÍTULO VIII

LA EDUCACIÓN MEDIEVAL

Durante la Edad Media continúa el predominio de la educación cristiana, que llega


ahora a su apogeo y adquiere otro carácter al surgir nuevos factores sociales y culturales.
Esquemáticamente expuestos, éstos son:

1º El cristianismo mismo, que se desarrolla intelectual e institucionalmente hasta


alcanzar su máxima altura con la escolástica y con el nacimiento de las
universidades.

2º El germanismo, que al expandirse, da lugar al feudalismo y con Carlomagno, a un


conato de educación palatina y estatal.

3º El localismo de los municipios y el gremialismo de las profesiones, que dan origen a


un nuevo tipo de estructura social.

Estos factores culturales y sociales influyen en la orientación de la educación de


múltiples modos, a saber:

1º La acentuación del ascetismo con el consiguiente menosprecio de la educación para


la vida terrena.

2º La mayor atención a la vida emotiva y religiosa con perjuicio de la educación


intelectual.

3º El carácter universal, supernacional de la educación al emplearse en ella una lengua


única., el latín, y al crearse universidades, abiertas a los alumnos de todos los países.

4° El predominio de la enseñanza de las materias abstractas y literarias con descuido de


las realistas y científicas.

5° El aspecto verbalista y memorista de los métodos de educación, con menosprecio de


la actividad.

6º La sumisión a tina disciplina rigurosa externa en vez de la libertad de indagar y de


enseñar.

7° La aparición del tipo de educación caballeresca. propio de y heroicas.


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8º El desarrollo de una educación seglar, municipal y gremial, junto a la eclesiástica.

Todo esto, dicho muy esquemáticamente, será desarrollado en las páginas


siguientes.

1. LA EDUCACIÓN MONÁSTICA Y CATEDRAL

Con la irrupción de los pueblos bárbaros, germánicos, en el Imperio romano en el


siglo V se hunde la cultura clásica y el mundo occidental se rodea de tinieblas, como una
"edad oscura", según la llaman los ingleses. Sólo quedan subsistentes las débiles lucecillas
de las escuelas y monasterios de la educación cristiana primitiva. Éstos, sin embargo, van
adquiriendo cada vez mayor desarrollo y riqueza, hasta convertirse durante los primeros
siglos medievales en los únicos centros de cultura y educación.

Entre los monasterios hay que contar en primer lugar los de la orden benedictina,
citada anteriormente, y que en la Edad Media alcanzan su máximo desarrollo hasta
convertirse en el eje de la educación monástica occidental. De ellos sobresalieron el de
Monte Casino, en Italia; e! de York, en Inglaterra; el de Fulda, en Alemania; el de San Gall,
en Suiza, y el de Tours, en Francia. Después se desarrollan los monasterios y conventos de
otras órdenes, como las de los cluniacenses y cistercenses y los de los franciscanos y
dominicos, que también contribuyen a la cultura y a la educación medievales.

En los monasterios, lo esencial era, naturalmente, la vida religiosa, y sólo


subsidiariamente la cultural y educativa. Por ello, su aspecto intelectual era muy bajo, pero
en cambio fue muy elevado su lado moral y espiritual. Su finalidad educativa más
importante era la formación de los monjes, la cual comenzaba muy pronto, a los 6 ó 7 años
como pueri oblali y duraba hasta los 14 ó 15. En ellos se les iniciaba en la lectura y
escritura, en los trabajos agrícolas y artísticos, en la copia de los manuscritos y en el
conocimiento de las Sagradas Escrituras. Posteriormente, se introdujo también el estudio de
algunos escritores clásicos. Además de esta enseñanza interna, muchos monasterios tenían
también escuelas externas para la educación de los alumnos pobres que no se dedicaban al
monacato. Según Otto Willmann, al terminar la Edad Media había nada menos que 37.000
edificios pertenecientes a los benedictinos o a sus órdenes derivadas, de los cuales sólo la
vigésima parte tenía centros de enseñanza 1.

Durante la Edad Media surge un nuevo tipo de educación eclesiástica, las escuelas
catedrales, que se desarrollan sobre todo a partir del siglo XI. En ellas la enseñanza estaba a
cargo de un scholasticus o didascalus, aunque también participaban en ésta los mismos
obispos y monjes o sacerdotes especialmente dotados de cultura. Las escuelas catedrales
más notables fueron las de Letrán en Roma, Lyon, Reims, Lieja, Magdeburgo, Padeborn,
etc., las cuales sin embargo comenzaron a decaer desde que se fundaron las universidades.
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Las escuelas catedrales estaban destinadas principalmente a la formación de los
clérigos. Su enseñanza estaba constituida por el trivium y el quadrivium, es decir, por
materias realistas y humanistas, y por la sacra página o teología. Como las escuelas
monacales, tenían también una escuela externa, a las que asistían alumnos de las clases
sociales superiores y profesionales.

La función de los obispos no se limitada a las escuelas catedrales, sino que se


extendía a la inspección de todas las escuelas existentes, especialmente las parroquiales,
adscritas a las iglesias, como hemos indicado, y que tenían un carácter elemental, estando al
cuidado de los párrocos y sacristanes. Sobre la fundación de estas escuelas ordenó el
Sínodo de San Omer en 1183: "Como las escuelas sirven para formar a aquellos a quienes
más adelante han de incumbir los asuntos temporales y espirituales del Estado y de la
Iglesia, ordenarnos que en todas las villas y aldeas de nuestra diócesis sean restauradas las
escuelas parroquiales allí donde todavía se mantengan. Finalmente, deben atender los
párrocos, magistrados y miembros distinguidos de la comunidad que sea dado el necesario
mantenimiento a los maestros, como suelen los sacristanes en las aldeas".

De la educación eclesiástica de la Edad Media ha dicho Dilthey: "Ante todo hay que
desechar la idea de que el estado eclesiástico haya puesto a los pueblos en posesión de
conocimientos superiores. Nada de esto ... Consiguientemente, la instrucción no podrá
fundarse sobre la incitación y el entusiasmo intelectuales, no Sólo sobre la obediencia, el
castigo y el amor propio de la juventud, o bien sobre un ingenio excepcional para el que no
sea demasiado grande ningún obstáculo. Por eso se ejercitó predominantemente la memoria
y algunas otras cosas, como el sentido del lenguaje 1.

1 Otto Willman, Teoría de la formación humana. Madrid, Instituto San José de Calasanz.

2. LA EDUCACIÓN PALATINA Y ESTATAL

Con el transcurso del tiempo, la educación monástica y eclesiástica medieval había


ido deteriorándose hasta el punto de considerarse los años comprendidos entre 600 y 900
como los más oscuros de la Edad Media. Pero en los siglos VIII y IX hay como un oasis en
esa época, y es la actuación de dos grandes monarcas, Carlomagno en Franconia y Alfredo
el Grande en Inglaterra. Ambos se preocuparon de la educación, no sólo de los
eclesiásticos, sino del pueblo y de la misma nobleza.

Carlomagno (742-814), el gran emperador franco, después de unificar bajo su


mando casi toda Europa, observó las deficiencias de la cultura eclesiástica y seglar de su
tiempo. y trató de subsanarlas. Para ello empezó a organizar en su palacio, la tradición
merovingia, una escuela a la que asistieron él mismo, su familia y algunos nobles
seleccionados para el servicio de la Iglesia y del Estado. Al frente de ella puso a la excelsa
figura de Alcuino, educado en el monasterio inglés de York. En la escuela se enseñaban
toda clase de materias desde la más elemental para los hijos del rey y emperador hasta las
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humanistas en latín y griego para éste y los nobles aspirantes a funcionarios. También se
enseñaba la poesía, la aritmética, la astronomía y la teología. En la enseñanza tomaba una
parte activa Carlomagno en forma de discusiones y diálogos. La escuela palatina no cesó
con la muerte de éste sino que continuó con su hijo Luis el Piadoso. quien llamó para
dirigirla a otro gran educador medieval, Scotus Erigena.

Una labor parecida realizó en Inglaterra Al Alfredo el Grande (871-901), creando


una escuela palatina a la que asistían los nobles de su corte y aun mozos de origen humilde.
Hizo también traducir del latín al inglés obras clásicas y eclesiásticas. y en -general trató de
seguir los pasos de Carlomagno. En la introducción a la traducción de una obra de San
Gregorio expresaba la esperanza de que "si tenernos bastante tranquilidad, todos los
jóvenes nacidos libres en Inglaterra, podrán aprender a escribir el inglés" mientras que los
más avanzados eran enseñados en latín.

1 Dilthey, Historia de la Pedagogía.

Más importante aún que estas creaciones palatinas es la obra emprendida por
Carlomagno para elevar la instrucción de su pueblo iniciando así una educación seglar,
estatal, que desgraciadamente no tuvo continuación, pero que sentó un precedente valioso
en el proceso posterior de la educación pública. Reconociendo, en efecto, el estado
lamentable en que se hallaba la cultura de los eclesiásticos y la necesidad de contar con
funcionarios para su Imperio, dictó Proclamas o Edictos, inspirados sin duda por Alcuino,
que era su consejero. En la primera, del año 787, después de deplorar el estado de
ignorancia de los miembros de la Iglesia y de los Monasterios, les exhorta " no sólo a no
descuidar el estudio de las letras, sino también a estudiar con humildad y seriedad para que
puedan ser capaces de penetrar fácil y correctamente en los misterios de las Sagradas
Escrituras ... Para esta obra han de ser escogidos hombres que tengan la voluntad y
habilidad de aprender y un deseo de enseñar a los otros". Dos años después, en 789, dirigió
otra Proclama ordenando que se crearan escuelas en todas las parroquias, en las que los
niños pudieran aprender a leer. En los monasterios se debería enseñar los salmos, los signos
de la escritura, los cantos, la gramática y los libros sagrados. Asimismo, llegó a ordenar en
otra Proclama del año 802 dirigiéndose a los señores, "que todo el mundo enviará su hijo a
la escuela para estudiar las letras y que el niño permanecerá en la escuela hasta que sea
instruido en ellas". Al mismo tiempo, buscó en Roma maestros para sus escuelas e instituyó
funcionarios (missi dominici) para que actuaran como inspectores de la enseñanza en ellas.
La obra de Carlomagno subsistió durante algún tiempo, sobre todo con su hijo, y con la
actuación de Alcuino en el monasterio de San Martín, en Tours. En el año 829 los obispos
de Galia se dirigieron a Luis el Piadoso pidiéndole que "siguiendo el ejemplo de su padre,
se establezcan escuelas en vuestro reino para que la labor de vuestro padre y de vos mismo
no desaparezca por descuido".

Alfredo el Grande realizó una labor parecida en Inglaterra, adonde llevó sabios y
educadores de fuera de su reino para elevar el nivel cultural de éste, preparando así el
surgimiento de las universidades en épocas posteriores.
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3. LA EDUCACIÓN CABALLERESCA

Otro elemento en la educación seglar de la Edad Media lo constituye el desarrollo


de la educación caballeresca. Las condiciones sociales y políticas de esta época hacen que
surja un tipo de hombre que se distinga por sus condiciones guerreras. De origen
germánico, la caballería constituye un tipo de organización, coincidente en parte con el
feudalismo, por el cual los caballeros se ven libres de los trabajos económicos y pueden
dedicar toda su actividad a otros fines. El principal de ellos es el servicio al príncipe, al
Estado en su forma rudimentaria; de aquí nace su sentido de la fidelidad, de la obediencia.
Pero esa finalidad se realiza sobre todo por las armas por la guerra; de aquí la necesidad del
valor, del coraje que debe poseer todo caballero. Por otra parte, tiene también deberes hacia
los socialmente inferiores, a los que debe protección. En las relaciones con los demás
caballeros debe obedecer a ciertas normas que constituyen el código del honor. Finalmente,
en su trato con la mujer ha de guardarle una consideración especial y de aquí surge la
cortesía

Valor, honor, fidelidad, protección, cortesía, son las principales virtudes que debe
reunir el caballero. Pero a la vez ha de poseer ciertas condiciones físicas: saber manejar las
armas, realizar determinados ejercicios y dominar algunos elementos espirituales e
intelectuales. aunque éstos no en forma tan sobresaliente como aquellos. Refiriéndose a las
cualidades del caballero, dice Cornish, citado por Monroe 1. "Observamos en aquellos
caballeros un valor temerario, una arrogancia personal, un respeto de sí mismo. un
cumplimiento cortesano de la palabra de honor, aunque empeñada con arreglo a ciertas
formas. despreocupación de toda ventaja personal, excepto la gloria guerrera y por otro
lado, ferocidad salvaje, crueldad deliberada coraje llevado casi hasta la locura,
extravagancia manifiesta. prodigalidad frívola, falta de disciplina militar, escasez de fe
cristiana e infidelidad”.

Dilthey compara el desarrollo de este tipo del caballero medieval con el de los
guerreros de la época heroica de los griegos, romanos y árabes, y advierte que se encuentra
en la historia de todos los pueblos.

1 Monroe, Historia de la Educación. Madrid, La Lectura.

La educación del caballero se realizaba, cuando niño, en el seno de la familia, en el


palacio propio. A los seis o siete años era enviado bien a la corte, bien al palacio de otro
caballero, quedando principalmente al servicio de las damas como paje. A los catorce o
quince años pasaba a ser escudero, acompañando a su señor en las guerras y a su señora en
las horas de paz en el castillo. A los veintiún años era armado caballero en una ceremonia
especial, y entonces adquiría una personalidad independiente, aunque a veces era vasallo o
tributario de otro caballero.
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El contenido de la educación del caballero desde el punto de vista intelectual era
muy pobre; había incluso caballeros que no sabían leer ni escribir. En cambio, se cultivaban
intensamente las destrezas físicas, corporales, entre las que se incluían la carrera, la
equitación, la esgrima, el manejo del arco y de la lanza. y, la caza, que se cultivaban muy
especialmente. No se descuidaba sin embargo la formación espiritual que consistía en el
aprendizaje de oraciones, en el recitado de poesías, en la lectura y escritura. y la música y el
canto.

La culminación de los ejercicios físicos lo constituían los torneos en los que se


juzgaba el valor y la habilidad de los caballeros, y que venían a ser como los juegos
olímpicos griegos o como los deportivos de la actualidad. A veces los jóvenes escuderos
iban a otros países, especialmente Francia a perfeccionar sus conocimientos y destrezas; de
aquí que muchos aprendieran también la lengua francesa junto a la latina y la materna. Se
trata en urna de una educación de minoría que trataba de domar las pasiones tan vivas de
los caballeros de la época y de exaltar ciertas virtudes, más que por la escolaridad apenas
existente, por la participación en actividades vitales y sociales.

La educación de la mujer no estaba tampoco descuidada, consistiendo


principalmente en las faenas domésticas y en e! cultivo de la poesía, la música y el canto.
Ella fue exaltada por los caballeros en forma extraordinaria, corno uno de sus ideales más
queridos.

4. LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

Un tercer momento en el desarrollo de la educación seglar (secular, del siglo, fuera


de los claustros) en la Edad Media está constituido por el nacimiento de las universidades
en el siglo XII. Éstas no han surgido de un modo uniforme, sino espontáneamente y en
diversas formas. En general, se trata de un movimiento hacia la cultura superior clerical y
profesional, que se acomoda a las circunstancias locales y nacionales. La primera
universidad europea fue la Escuela de Medicina de Salerno, Italia, quizá por la influencia
de la cultura oriental arábiga. A ella siguió, también en Italia, la de Bolonia, dedicada
especialmente al estudio del derecho y fundada también en el siglo XII. Pero ninguna de
ellas tuvo la trascendencia para la cultura occidental que la de París, fundada en el siglo
XIII, surgida de la escuela catedral de Notre Dame, y que dio el tono a las demás
universidades europeas. A ellas siguieron, en el mismo siglo, las de Oxford y Salamanca y
más tarde muchas más basta el punto que a fines del siglo XV cortaba Europa con unas 80
universidades.

El modo de nacer de estas universidades es muy diferente. Unas surgen de forma


espontánea, por la autoridad y atracción de un profesor o maestro, corno las de París,
Salerno y Oxford; otras por fundación del Papa, como la de Roma, Pisa y Montpellier; otras
por edicto de los príncipes, como las de Salamanca y Nápoles, y otras, que es lo más
frecuente, son creadas por ambas potestades como las de Praga, Viena, etc.
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En su organización también variaban esas universidades. Unas como la de París,
constituían sociedades o agrupaciones de maestros; otras, como la de Bolonia,
corporaciones de estudiantes, y otras, como la de Salamanca, de estudiantes y maestros En
general, unas y otras, pasado algún tiempo, recibían privilegios de los Papas y los reyes.
Entre ellos figuraban los de inmunidades y exenciones de impuestos; el derecho a la huelga
o traslado de estudios cuando la universidad estaba descontenta, así surgió Oxford respecto
a París, y Cambridge respecto a Oxford; el de la jurisdicción interna para juzgar a sus
miembros, y el más importante: el derecho a conceder grados o licencia para enseñar.

Las universidades surgen como studium generale y después como universitas


studiorum. en los que la palabra universidad no significa la enciclopedia de los estudios,
sino su carácter general, para todos los estudiantes de cualquier país que fueren.

En este sentido, las universidades se dividen en naciones que agrupaban a los


estudiantes de los diversos países, los cuales se 5 olían hospedar en las mismas casas
(hospitia) y tenían una organización autónoma. eligiendo sus propias autoridades y teniendo
sus propios estatutos. Otra división más importante era de las facultades, según los diversos
estudios, que originariamente eran cuatro: Artes, Teología, Medicina y Derecho, aunque no
todas las universidades tenían todas las facultades, sino que !a mayoría sólo poseían
algunas. La Facultad de Artes era como una facultad preparatoria para las demás.

En general, las universidades eran autónomas en su gobierno, "eran verdaderas


repúblicas, casi independientes, apenas subordinadas al Estado y a la Iglesia"; elegían sus
rectores y autoridades, nombraban a los profesores y concedían los grados. El Primero de
éstos fue el de bachiller (baccalarius), que era como una especie de aprendiz de profesor; el
segundo fue el de la licenciatura (licencia) que capacitaba para enseñar, y el tercero, el de
maestro o doctor.

Una institución pedagógica de gran importancia son los colegios universitarios.


Nacidos como hospederías, y sin perder el carácter de albergues, poco a poco llegaron a ser
verdaderos centros de educación, hasta convertirse en auténticas escuelas o facultades, tal
como ocurrió en la Universidad de Salamanca y tal como aún ocurre en los célebres
colegios de las universidades inglesas de Oxford y Cambridge.

Respecto a la enseñanza universitaria consistía en general en la lectio o exposición y


análisis de un texto, en las cuestiones o presentación de argumentos y en las disputaciones o
discusión de temas sugeridos por el maestro. En general predominaba el método silogístico
y la filosofía escolástica.

La influencia de las universidades en la Edad Media fue gran. de tanto política como
culturalmente. Organizadas conforme al principio de los gremios, tuvieron sin embargo una
visión más amplia que éstos. Con ellas hubieron que contar muchas veces no sólo los reyes,
sino hasta los mismos Papas en sus diferencias. Culturalmente, representaron la cúspide de
la sabiduría de la época hasta el Renacimiento, en que comienzan a declinar por atenerse a
sus tradiciones escolásticas y no admitir más que muy tardíamente las nuevas ciencias.
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5. LA EDUCACIÓN GREMIAL Y MUNICIPAL

Independientemente de la clerecía y la nobleza se constituye a fines de la Edad


Media, una nueva clase social que podemos llamar sintéticamente ciudadana o burguesa,
por estar formada por los habitantes de los burgos o ciudades. Éstos eran esencialmente
comerciantes, pero había también numerosas profesiones artesanas; unos y otros se
hallaban organizados en gremios. Las ciudades y los gremios crearon y organizaron
escuelas, con lo que surge un nuevo elemento en la educación seglar medieval.

La educación gremial tenía naturalmente un carácter eminentemente profesional,


aunque en ella iba incluida una parte de educación general. Ahora bien, esa educación se
daba esencialmente en el mismo gremio, con o sin escuela. El alumno comenzaba su
educación como aprendiz con un maestro de la profesión, unas veces viviendo en la misma
casa del maestro, otras permaneciendo en su casa propia. Con el maestro estaba hasta los 15
o 16 años aprendiendo por el trabajo los elementos de su oficio y de la instrucción. A
aquella edad terminaba su educación y adquiría la jerarquía de oficial con la que ya podía
trabajar ganando un jornal. El oficial tenía forzosamente que estar asociado en un gremio.
En algunas profesiones más delicadas existía también el grado de maestro, que se pasaba
después de un examen y que capacitaba para ser director del trabajo o establecerse por su
cuenta. Algunas corporaciones o gremios crearon escuelas propias que alcanzaron gran
reputación como la de los sastres de Londres, la Tailors School, que ha llegado hasta
nuestro tiempo. En ellas se daba instrucción elemental, más que profesional; ésta se
adquiría siempre en el gremio. El gremio se extendía no sólo a las clases manuales
inferiores, sino a todas las profesiones. Así los maestros primarios de España estaban
agremiados en la Hermandad de San Casiano. En ésta, según una cédula de Enrique II de
hacia 1370, se concedían ciertos privilegios y exenciones a los maestros, como la exención
de prisión, de quintas y de alojamiento de tropas y se prohibía la enseñanza a los maestros
no examinados 1.

Por su parte las ciudades, a medida que fueron desarrollando, se crearon también escuelas
municipales, independientes de las claustrales y catedrales. Aquellas tenían un carácter
esencialmente práctico, pero algunas también enseñaron materias de carácter humanista
como la literatura, la geografía y la historia. Muy significativo es el hecho de que, a
diferencia de las escuelas eclesiásticas, éstas daban la enseñanza en el idioma vernáculo.
Los alcaldes nombraban generalmente a un rector o director (scholasticus) quien se
encargaba de seleccionar a los maestros. En la citada Ordenanza de la Hermandad de San
Casiano se disponía que hubiera veedores para vigilar la enseñanza de estas escuelas y que
sus maestros sufrieran un examen para poder ejercer la enseñanza. Ésta consistía
esencialmente en la lectura, escritura, cálculo y doctrina cristiana. Generalmente las
escuelas percibían retribuciones de los alumnos, aunque también los municipios contribuían
a su sostenimiento con subvenciones y con la aportación de los edificios y el material
necesarios. Los maestros tenían por lo general un carácter ambulante; iban de un pueblo a
otro contratándose temporalmente. Con el tiempo llegaron a tener mayor estabilidad,
consideración y sueldos. A fines de la Edad Media las escuelas municipales habían
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adquirido un gran desarrollo, sobre todo en las ciudades del centro y norte de Europa, y
constituyeron los comienzos de la educación pública, como veremos oportunamente.

1 L. Luzuriaga, Documentos para la historia escolar de España, Vol. L Madrid, Centro de Estudios Históricos,
1916.

6. LA EDUCACIÓN DE LOS ÁRABES

Aunque limitada en su mayor parte a España, la enseñanza de los árabes tuvo una
gran trascendencia porque fueron los sostenedores y transmisores de la cultura clásica a
toda Europa, cuando ésta aún se hallaba en el período más oscuro de la Edad Media. Por
ellos fueron conocidos principalmente Aristóteles y los filósofos neoplatónicos.

En España la educación de los árabes llegó a su apogeo en el siglo X con el Califato


de Córdoba. Crearon multitud de escuelas primarias en las que se enseñaba la lectura y
escritura y versículos del Corán. Multiplicaron las bibliotecas en las que había millares de
obras clásicas y sobre todo organizaron una enseñanza superior, en la que se cultivaron la
filosofía, las matemáticas y las ciencias naturales, abandonadas entonces por la cristiandad.

La educación de la mujer, en contraste con la civilización cristiana de la época, fue


especialmente atendida por los árabes. Las niñas recibían igual instrucción que los niños, y
también disfrutaron de la enseñanza superior, dedicándose bastantes mujeres a la literatura
y medicina.

Durante la época de los árabes, ciudades como Córdoba, Toledo, Granada y Sevilla
eran los únicos centros de gran cultura existentes en Europa. En ellas y otras muchas
ciudades se crearon escuelas, bibliotecas, palacios, mezquitas y baños públicos que tardaron
mucho tiempo en desarrollarse en otras partes. Como dice Cubberley: "La Europa
occidental de los siglos x a XIII presentaba un triste contraste, en casi todos los aspectos,
con la vida brillante de la España meridional" 1. Y según Dilthey: "Los árabes de España
desarrollaron independientemente los estudios filosóficos, matemáticos y de las ciencias
naturales desde el punto en que los habían dejado los alejandrinos".

Entre los sabios de la cultura árabe figuran Avicena, el físico y filósofo, y Averroes,
filósofo y comentador de Aristóteles. También se distinguió el pensador Abentofail que
escribió una obra pedagógica El hombre natural, que según Dilthey es el Rousseau árabe,
pudiéndose comparar aquél con el Emilio.

Con los musulmanes colaboraron en la labor cultural los judíos, que en esta época
alcanzaron una gran altura intelectual en España y que contribuyeron también a la difusión
de las ciencias y de la filosofía clásica.
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7. LA PEDAGOGÍA MEDIEVAL

No ha habido en la Edad Media teóricos de la educación sobresalientes. Existieron


en cambio muchos educadores, generalmente monjes y eclesiásticos, algunos de los cuales
escribieron sobre educación. Entre ellos se pueden hacer dos grandes grupos: uno
constituido por los autores de enciclopedias pedagógicas, en los primeros siglos
medievales; el otro por los filósofos de la Escolástica, en la segunda parte de la Edad
Media. Aquellos conservaron en parte la enseñanza clásica, con sus obras sobre las artes
liberales; éstos dieron una sistematización a las ideas filosóficas del cristianismo. Ejemplo
saliente de los primeros es San Isidoro de Sevilla, y de los segundos Santo Tomás de
Aquino.

De entre los educadores que se distinguieron en los primeros siglos de la Edad


Media hay que citar:

Casiodoro (490-585). Monje benedictino, fue ministro de los primeros emperadores


bárbaros, en Italia, pero al fin de su vida se retira al monasterio de Vibarium, desde donde
ejerció una gran influencia en la educación monástica. Escribió una obra sobre las
Instituciones literarias, divinas y humanas en la que trata de las artes liberales, que quiere
introducir en la educación de su época.

San Isidoro (560-636). Obispo de Sevilla, es para algunos el representante perfecto


de la cultura medieval. Creó numerosas escuelas y es el autor de las famosas Etimologías
que sirvieron de texto en las escuelas de la Edad Media

1 E. P. Cubberley, The history of education. Boston, Houghton, 1920.

Beda el Venerable (672-735). Como San Isidoro en España, recoge la cultura de su


época en Inglaterra. Hizo del monasterio de Jarrow un gran centro de cultura. Autor de una
Historia eclesiástica de Inglaterra, se le considera uno de los principales creadores de la
cultura inglesa.

Alcuino (735-804). Ministro de Carlomagno, influyó grandemente en el


movimiento secular iniciado por éste y del que tratamos antes. Retirado a la abadía de San
Martín de Tours, hizo de ella un gran centro de enseñanza Escribió una obra sobre las siete
artes liberales, introduciendo su división en trivium (gramática, retórica y dialéctica) y
quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música) o sea, como se ha dicho, en letras
y ciencias.

Rábano Mauro (776-856). Discípulo de Alcuino, desarrolla en el monasterio de


Fulda una gran actividad cultural y educativa. Escribió una obra sobre Las instituciones
monásticas que abarca todo el contenido cultural de la época y que ejerció una gran
influencia en las escuelas medievales.
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Scotus Erigena (810-875). Sucesor de Alcuino en la escuela de Carlomagno,
dotado de gran cultura, es el precursor del movimiento posterior de la escolástica. Acentuó
el valor del griego y la filosofía en la educación.

Entre los pedagogos de la segunda parte de la Edad Media figuraban esencialmente


los siguientes:

San Anselmo (1033-1109), arzobispo de Canterbury, considerado como uno de los


fundadores de la escolástica quien afirmaba que "el cristiano debe avanzar al conocimiento
por la fe, y no llegar a la fe por el conocimiento" y que "debemos creer las. cosas profundas
de la fe cristiana antes de que pretendamos razonar sobre ellas".

Abelardo (1079-1142), maestro en la escuela catedral de Notre Dame, que con su


fama hizo posible la creación de la Universidad de París posteriormente, y que al revés de
San Anselmo propugna el uso de la razón para la fe. Empleó el método dialéctico,
exponiendo las razones en pro y en contra de cada cuestión.

Alberto Magno (1193-1280), llamado el doctor universal, expuso la filosofía de


Aristóteles, llegada a través de los árabes, y considera que es posible conciliar la razón con
la fe, la filosofía con la teología, mediante el conocimiento natural.

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), discípulo de Alberto Magno, la más alta


expresión de la escolástica y del pensamiento filosófico medieval, no escribió expresamente
sobre educación, pero su pensamiento ha influido decisivamente en toda la pedagogía
católica desde la Edad Media hasta nuestros días.

La tendencia escolástica la continúan otros pensadores como Rogerio Bacon, Duns


Scoto y Guillermo Ockam. Entre ellos se destaca por su relación con la pedagogía el
pensador español:

Raimundo Lulio (1232-1315), una original personalidad dotada de gran cultura,


fundada en la filosofía platónica y en la mística. Se preocupó mucho de la evangelización
de los infieles y de la renovación de la cristiandad. Escribió una obra Doctrina pueril
dedicada a su hijo, y una novela filosófica Blanquerna de carácter autobiográfico.
Recomienda seguir a la naturaleza en la educación y el estudio de la lengua materna. Entre
otras recomendaciones respecto a la enseñanza se cuentan las de la selección de los
alumnos y maestros según sus aptitudes; las ordenaciones de las materias de enseñanza
conforme a aquéllas y la subordinación de toda la, sabiduría a la teología, aunque tratando
de conciliar los dictados de la fe con los de la razón.

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