Modelos de Infancia

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ESTUDIO Modelos de infancia por Anabel Saiz Ripoll* Cada periodo histérico ha acuftado un patrén preciso de infancia, lo cual se ha manifestado en los libros destinados al consumo infantil. La articulista ofrece en las siguientes lineas un catélogo de los distintos modelos de socializacién que la literatura infantil espaftola ha reflejado a lo largo del siglo XX. a literatura infantil parte de unas bases prefijadas por los adultos, quienes, asi, se erigen en guias de los ninos. De ahi que, en cada etapa histérica, se ofrezcan unos temas, estructuras y estilos determina- dos segiin lo que piensen los adultos sobre qué es un nifio y cémo debe comportarse. Se trata de un circulo en el cual cl adulto, que fue nifio, trans- mite al nifio, que sera adulto, los va- lores que considera necesarios para su formacién y desarrollo como persona. Es légico que un padre se plantee la educacién de su hijo y que quicra intervenir en ella de forma directa; lo menos normal es que quiera coartar su libertad y le presente ya todos los caminos trillados, escogidos y libera- ESTUDIO dos de obstéculos. De hecho, muy a menudo, el adulto, mediante el ejem- plo que halla en las lecturas infanti- les, no s6lo pretende ofrecer una ima- gen recta al nifio de cémo debe ‘comportarse para ser como él mismo, sino que, de paso, se evade hacia ese pasado, ese otro mundo que lo acer- ca més a sus origenes, a aquel nifio que él también fue; pero, y aqui esta elerror, la mayoria de las veces se trata s6lo de un modelo anacrénico, ya su- perado por la propia dinamica social, que necesita una urgente revision. Para que el nifio se identifique con la obra que consume, que lee, es pre- ciso que ésta ofrezca experiencias si- miilares a las que vive el nifio diaria- mente 0 a las que quisiera vivir. Con demasiada frecuencia, sobre todo en las obras de finales del siglo XIX y primeras décadas del xx, el modelo {que se ofrece al nifio es, simplemen- te, el adulto en miniatura, Se mues- tra todo un mundo que el nifto puede identificar facilmente porque repro- 8 = CLv4s duce su propio esquema familiar: ma- dre e hijos; maestros y amigos; nifios y nifias. Nuestro estudio se inscribe dentro de un marco mucho mds amplio del que nos es posible desarrollar ahora, Puesto que este articulo no es mas que tun resumen de uno de los capitulos de nuestra Tesis Doctoral,’ que, entre otros aspectos, pretende ofrecer un modelo textual de la literatura infan- til espafola de este siglo a través de calas sinerénicas. En este momento nos limitaremos a sintetizar la evolu cidn de los modelos de socializacién infantil que hemos ido aislando, por medio de distintos andlisis e investi- gaciones, en cada una de las siguien- tes etapas cronolégicas: 1.1875-1902Prototipo: Calleja Prototipo: El Camarada, Prototipo: Antonia, ta Santésiea Prototipo: y Vina Prototipo: £1 Polizén de! Ulises. Prototipo: La ciudad que tenia de fod, Cuentos de 11.1902-1939 11, 1939-1950 Iv. 1981-1962 Marcelino Pan V, 1962-1973 Vi. 19731985 Tras analizar diversos cuentecitos de Calleja, desde la perspectiva semié- tica-textual, hemos observado que el modelo de mundo que se propone en ellos es el modelo adulto. Los nifios que aparecen en los cuentecitos se comportan como adultos y llevan a ‘cabo sus mismas tareas. Por ejemplo, ‘no aparecen los juegos en ningin mo- mento. Los nifios son tinicamente buenos y caritativos y hacen caso de padres y maestros. Sus actividades co- tidianas son dar limosna, limpiar la casa (las nifas), y hacer el bien. EI modelo de Calleja El modelo de nifio que propone Ca- lleja —pionero indiscutible de las la- bores editoriales infantiles en Espa- fia— es el de Nito Ejemplar: bueno con sus padres, amable con los des- conocidos, estudioso, aplicado y ca- Titativo con los pobres. Es el nifio que se comporta bien, que se divierte ha- ciendo lo que debe, y que no ocasio- na ningin problema a nadie porque s6lo persigue un fi gar al cielo. Cabe afiadir que e rre en los cuentecitos protagonizados por niiios, no en los de ambiente exé- tico 0 maravilloso, en los que el equi- po de Calleja supo insuflar un aire fresco, jovial y jocoso que los nifios agradecieron mucho. Durante la preguerra la literatura infantil espaftola vivié un momento de esplendor gracias a Elena Fortin, Antoniorrobles y Bartolozzi, el cual se frustré con la contienda civil. A la hora de estudiar esos afios a través de ee su produccién literaria hemos escogi- do un método de lectura que fue em- pleado durante mucho tiempo en es- cuelas y hogares. Nos referimos a El Camarada (2* parte), de José Dal- mau Carles. Dejando aparte aspectos que merecerén, en su momento, ma- yor estudio, nos centramos directa- ‘mente en el objetivo de la presente ex- posicién. El modelo de nifio que se propone aqui es el de Nito Sumiso: que acepta cualquier mandato sin po- 9 = CLIN45 nerlo en tela de juicio, que es bueno por decreto, por imposicién; que lle- vaen sf el embrién del instinto de cul- pa que ya no le abandonaré mientras viva. Al nifo se le ofrece un mundo dividido entre buenos y malos, entre ricos y pobres, entre honrados y per- versos. Serin nifios temerosos. de Dios, de sus padres, de sus maestros, de sus mayores; nifios con complejo de culpabilidad ante cualquier deci sién que se salga de lo corriente. Ni- ESTUDIO Z 40 a CLIS45 fios angustiados que tienen que res- ponder como adultos, que tienen sus mismos deberes, pero ninguna venta- Ja, porque son pequetios y deben obe- decer siempre. Son los demés los que dirigen su vida, su futuro, Son los de- més los que canalizan su porvenir. La posguerra fue de una extraordi naria dureza en Espafia, y no hace fal- ta insistir mas en ello. Las gentes tu- vieron que inventarse medios para sobrevivir a tanta angustia. La radio fue uno de ellos, y, precisamente a tra- vvés de las ondas radiofénicas, apare- cid Antonita, a fantdstica en la déca- da de los 40, representada por su propia autora, Borita Casas. Antoni- ta era una nifia de la clase media aco- modada, a la que le pasaban cosas di vertidas, siempre en el Ambito infantil Antofita era una nifia que hacia tra- vesuras, que observaba el mundo, que aprendia a entender las cosas. ‘Antofiita ya no es la nifla modelo, buena sin més, sino una nifia mas compleja, de care y hueso, con as- ppectos positivos y negativos. Antofi taencama el rol de Nifia Traviesa, no el de nifia ejemplar, no el de nifia su- misa o santa, El mundo de Antofiita es un mudo real y su autora se vale de sus aventuras imaginativas para de- nunciar aspectos y defectos de una so- ciedad adulta que aiin no ha aprendi do @ comprender a los nifios. Siguiendo en el tiempo, un libro que conocié gran éxito en Espafia y en el extranjero fue Marcelino Pan y Vino (1952), de José M* Sanchez Silva. En el libro, en su protagonista principal se ha operado un gran cam- bio. Se trata de un cuento religioso, eto Marcelino no es un nifio santo de los pies a la cabeza, ni un nifio ejemplar, sino que empieza a ser un nifto travieso, con las reacciones tipi- cas de un nifio de su edad. El rol que encarna es el de Nifio Travieso-Ejem- lar, uniendo aspectos de las dos dé- cadas anteriores, hermandndolos. Se ‘mantiene un delicado equilibrio entre dos polos que, en afios pasados, se ha- bian considerado opuestos. Marceli- no es un nifio que, al infringir una prohibicién, inicia una amistad con un ser trascendente y que, llevado por su generosidad, conseguird su mayor deseo: ver a su madre. La década de los 60 supuso una eta- pa de apertura, de optimismo que se plasmé en toda la sociedad. El mo- delo de nifio que domina en esta eta- pa dista mucho del nino bondadoso, del nifto sumiso, ya que nos iniciamos, paralelamente a la época, con el Niflo ‘Rebelde. Lo podemos ejemplificar en El Polizén del Ulises (1965), de Ana M? Matute, Juji, el protagonista, em- pieza a ser, de forma atin vacilante, un nifio rebelde que se reserva para si una parcela de su personalidad a la que sélo él tiene acceso, que guarda su in- timidad de los demas, que lleva una especie de doble vida. Jujti abre el ca- mino de la autonomia a otros nifios. Nifio independiente Y, por tiltimo, a finales de los afios setenta y en la década de los ochenta, el cambio operado en la sociedad apa- rece también en la literatura infantil, El modelo de nifio que se obtiene aho- ra, que se adapta bien al paso de los tiempos, es el de Nifio Independien- ze, que tiene capacidad suficiente para hacerse oir entre los dems, que lo exi- ge. Es el nifio que también quiere par- ticipar de su proceso formador. El prototipo que hemos estudiado apa- rece en La ciudad que tenia de todo (1984), de Alfredo Gomez Cerda. “EO PUEBLA, LA GUDAD QUE TEIA DE 1000 MAELO A, Aqui los nifios son los iinicos que reaccionan frente a una masa social alienada, son los tinicos que advier- ten que los derechos del hombre es- tin en peligro. En definitiva, y aunque el campo no esta cerrado, a grandes trazos, ésta seria la evolucidn social de! modelo de ESTUDIO nifto durante el siglo xx en Espaita. tantes —muy leidos en sus épocas— para ejemplificar el tipo de nifio do- minante, aunque atras quedan otras muchas lecturas que nos han servido de soporte para confirmar nuestras afirmaciones. Desde principios de siglo hasta aho- ra, el cambio hia sido radical y drasti- co. Desde el buen nifio, incapaz de ha- cer nada por si solo, hasta el nifio 42 = CLI45 auténomo, con vor suficiente, con de- rechos fundamentales, pasando por ‘toda una gama de nifios sumisos, san- tos, traviesos, rebeldes y tolerantes. La conclusién a la que faicilmente se llega es que la literatura infantil, como cualquier otro tipo de manifes- tacién artistica o cultural, ha ido pa- ralela a la sociedad y que, por lo tan- to, ha mostrado cualquier cambio, lo ha plasmado con absoluta certeza. De ahi que un sistema social cerrado y re- presivo tenga por modelo al nino su- miso y que, a medida que se va m dernizando la sociedad, tenga cabida ya el nifio travieso y, con la consoli dacién de la democracia, el nifio in- dependiente. No obstante, no convie- ne simplificar demasiado los es- ‘quemas, ya que no s6lo es la sociedad la causante de estos modelos o, al me- nos, de su permanencia. Nos move- ‘mos en un circulo entre sociedad y literatura, ya que existe la retroalimen- tacién que no debemos olvidar. Es de- cir, la literatura refleja la sociedad del momento y s0 es importante, desde luego; pero también acttia como sis- tema modelizante; esto es, ofrece mo- delos, tipos que el nifto puede imitar, con Io cual el sistema social se robus- tece y se perpetiia. La literatura infan- til, pues, refleja el mundo; pero tam- bién lo modela. m + Anabel Saiz Ripoll es Doctora en Filologia y profesor. Notas 1, Tess ulada Analisis de un modelo textual Mecanismos y estructura del dscurso persua- sivo dirigido a la infancia presentada y apro- bada el 7 de febrero de 1992, 13 = CLIJ45 Bibliografia Caivano, F: «Leer entre lineas. Aprendizaje de la lectura e in- culcacién idolégican, Cuader- nos de Pedagogia, 36, 1977, pp. 32-33. Calvo Bueza, D.: «Los cuentos pre- sentan una estructura social de dominacién-sumisién», Comu- nidad Educativa, 174, 1989, pp. 17-19. Cerda, H.: Ideologta infantil y cla- ‘ses sociales, Madrid: “Akal (Akal Bolsillo, 82), 1978, — Ideologia y cuentos de hadas, Madrid: Akal (Akal Bolsillo, 109), 1985, Dorfman, A. y Matterlart, A: Para leer al pato Donald. Co- ‘municacién de masa y colonia- lismo, Argentina: XXI, 14 (1975). Garralén, Aw: valores», pp. 26-29. Godoy Gallardo, E.: La infancia en Ja narrativa espanola de pos- guerra, Madrid: Pliyor (Nova Scholar), 1979. Jasso Garau, V.: Cultura y educa- ‘cidn, Un estudio en antropolo- fa cultural. La transmision de los sistemas culturales a través de los cuentos populares, Tesis, Doctoral, Universidad de Bar- celona, Facultad de Pedago- sia, 1982, Lerena Alesén, C.: Escuela, ideo- logia y clases sociales en Espa- fa, Barcelona: Circulo de Lec- tores (Circulo Universidad), 1989. 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