Zavadivke Neoracionalismo
Zavadivke Neoracionalismo
Zavadivke Neoracionalismo
Zavadivker, Nicolás
NEORACIONALISMO Y METAÉTICA
Praxis Filosófica, núm. 35, julio-diciembre, 2012, pp. 83-96
Universidad del Valle
Cali, Colombia
Praxis Filosófica,
ISSN (Versión impresa): 0120-4688
[email protected]
Universidad del Valle
Colombia
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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
NEORACIONALISMO Y METAÉTICA
Nicolás Zavadivker
Universidad Nacional de Tucumán
CONICET
Resumen:
Praxis Filosófica Nueva serie, No. 35, julio-diciembre 2012: 83 - 967-16 ISSN: 0120-4688
NEORACIONALISM AND METAETHICS
Abstract:
Nicolás Zavadivker
Doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de Tucumán (Argentina), institución en
la que se desempeña como profesor adjunto a cargo de la cátedra de Ética. Es investigador
del CONICET y director de un proyecto de investigación de CIUNT. Es autor de los libros La
ética y los límites de la argumentación moral (2011) y Una ética sin fundamentos (2004),
reeditada en Francia (en versión abreviada) con el título La crise de l’éthique objective. Es
compilador y co-autor de La ética en la encrucijada (ed. Prometeo), libro del que participan,
entre otros, Mario Bunge, Ricardo Maliandi y Ricardo Guibourg. Entre las distinciones que
obtuvo se destaca el Premio al Joven Investigador en Filosofía del Derecho 2005, otorgado
por la Asociación Argentina de Filosofía del Derecho. Sus principales áreas de trabajo e
investigación son: Ética – Metaética.
Dirección electrónica: [email protected]
NEORACIONALISMO Y METAÉTICA
Nicolás Zavadivker
Universidad Nacional de Tucumán
CONICET: Consejo Nacional de investigaciones
científicas y técnicas (Ar)
3
Apel (1985), p. 92.
2) la pretensión de rectitud de los actos de habla en cuanto actos
comunicativos, con referencia a las normas del mundo social.
3) la pretensión de veracidad o de sinceridad de los actos de habla en
cuanto manifestación expresiva del mundo interior del hablante.
De esta forma, Habermas habría superado la interpretación de la filosofía
analítica del significado lingüístico en término de condiciones de verdad, para
sustituirlo por condiciones de validez o de aceptabilidad. Tanto Habermas
como Apel consideran incluso que la noción de verdad debe comprenderse
“como un caso especial de la validez intersubjetiva, es decir, por analogía
con la posibilidad de resolución argumentativa de pretensiones de validez”4.
Ambos autores coinciden en que, al formular un acto de habla constativo,
no sólo se plantea una pretensión de verdad, sino que –implícitamente–
también se presenta una pretensión de veracidad y de rectitud. Estas dos
últimas pretensiones refieren a criterios de validez normativos ideales, que
deben haberse reconocido como universalmente válidos. Dice Apel:
“No se puede plantear una pretensión de verdad, en el marco de una
argumentación en serio, y sostenerla en principio como apta para obtener
88
consenso, si uno no ha reconocido al mismo tiempo, al realizar dicho
acto, las normas morales que son decisivas para una comunidad ideal de
comunicación”5.
4
Ibid., p. 98.
5
Ibid., p. 99.
6
Habermas (1998), p. 172.
2. Las razones en los juicios morales: una perspectiva crítica
En este artículo intentaremos mostrar, en contra de la posición esbozada,
que un examen pragmático revela que las pretensiones de validez no siempre
están presentes en el discurso moral, o bien que en ocasiones aparecen
de forma restringida. En este punto no concordamos con el enfoque de la
llamada “Pragmática Trascendental”, para la cual las pretensiones de validez
pueden determinarse con independencia del contexto y de la intención más
o menos consciente de quien pronuncia el juicio, como una especie de
condición de posibilidad del mismo.
Por el contrario, y retornando a los orígenes del giro pragmático del
lenguaje llevado a cabo por J. L. Austin (principalmente en Cómo hacer
cosas con palabras) y por Ludwig Wittgenstein (en Investigaciones
filosóficas), consideramos que el punto de mayor interés en dicho giro
consiste en prestar atención al uso corriente del lenguaje, tal como este se
presente en los diferentes contextos de uso. Es decir que, a nuestro juicio,
la principal función de la pragmática consiste en aclarar los conceptos
y usos ordinarios incorporados en el lenguaje común, y no en eliminar
su contextualización a los fines de un uso técnico. En otras palabras, 89
constituye un paso necesario el develar qué es lo que realmente decimos
cuando nos comunicamos, sin apelar a teorías previas que condicionen
ese examen.
En este punto creemos que, si bien la ética del discurso presenta como
punto de partida un minucioso y original estudio pragmático del lenguaje,
el carácter trascendental de su abordaje descuida lo que, por oposición,
podríamos llamar ‘pragmática empírica’. Es decir que el énfasis en las
condiciones de posibilidad del lenguaje lleva, a nuestro juicio, a desatender
otro punto importante, vinculado al uso que los hablantes hacemos del
lenguaje y su variabilidad según los diferentes contextos de habla7.
A los fines de exponer nuestras críticas, nos centraremos en la idea
común a las distintas posiciones esbozadas de acuerdo a la cual los juicios
morales presuponen siempre razones que los respalden. Téngase en cuenta
NEORACIONALISMO Y METAÉTICA
que para ellas la necesidad de que un juicio moral sea apoyado por razones
no es visto meramente como un ideal deseable, sino más bien como una idea
relativa a lógica misma de la argumentación moral o del discurso práctico.
Es decir que, según esta perspectiva, si un juicio moral no se apoya en
razones ni siquiera es en verdad un juicio moral. Estamos, pues, ante un
7
Este comentario no va sólo dirigido a la Pragmática Trascendental, sino también a otras
perspectivas que hacen hincapié de forma casi exclusiva en las condiciones trascendentales.
En la tradición analítica, por ejemplo, algunos de los filósofos que se ocuparon de los
argumentos trascendentales son Barry Stroud y Peter Strawson.
criterio para determinar cuando estamos ante un auténtico juicio moral (o,
en la versión de Habermas, de un discurso práctico), criterio vinculado a
una lógica propia de este tipo de enunciados.
Una dificultad con que se topa la idea de que es esencial al discurso
moral invocar razones es su incapacidad para determinar cuándo un
enunciado pertenece o no a dicho discurso. Saber de un juicio cuyo contenido
desconocemos que es avalado por razones no nos permite determinar si se
trata o no de un juicio moral, pues también los juicios fácticos y muchos
otros pueden ser defendidos mediante razones. En ese sentido, se advierte
aquí la necesidad de que el neoracionalismo amplíe su caracterización sobre
qué hace que un juicio sea moral, pues la propiedad mencionada podría ser
una condición necesaria pero no suficiente.
Por otra parte, prácticamente cualquier acto podría ser interpretado
retrospectivamente como guiado por razones. Así, los actos amorales
e incluso los inmorales pueden tener buenas razones, por ejemplo, de
conveniencia personal. Con lo cual, la sola posesión de razones tampoco
nos permite circunscribir el ámbito de lo que positivamente consideramos
90 moral o bueno.
Incluso las razones que podrían alegarse a favor de un juicio moral,
para ser verdaderamente relevantes en su apoyo, deberían ser ellas mismas
en parte normativas o valorativas; pues en caso contrario deducirían un
juicio moral solamente de una creencia de hecho, lo que no puede hacerse
válidamente. Apelamos en este punto a la guillotina o Ley de Hume,
argumento que –recordemos– muestra que es falaz deducir un ‘debe’ de
un ‘es’, un juicio normativo a partir de un juicio fáctico. Esta restricción
implicaría, si seguimos la posición criticada, que las razones a favor de un
juicio –para ser efectivamente morales– deberían ser apoyadas por otras, y
estas por otras y así al infinito. Si se cortara finalmente la cadena mediante
una razón para la cual no hay razones, entonces esta última no podría ser
llamada –según esta perspectiva– moral. Es decir que nuestros juicios más
importantes sobre lo bueno y lo malo (por ser más generales, y permitir
deducir opiniones morales particulares) no podrían ser considerados
propiamente morales en esta concepción. Recordemos que esta arbitrariedad
(la carencia de razones) es justamente la que este punto de vista quería evitar.
NICOLÁS ZAVADIVKER
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Como se advierte, esta tesis supone que la actitud aprobatoria o condenatoria no es
enteramente analogable a los sentimientos (como sostienen en cierto sentido los emotivistas
clásicos como Alfred Ayer), e incluso que estos últimos podrían circunstancialmente no
presentarse por tras el juicio.
La frase puede también, por ejemplo, ser pronunciada por un rabino y
estar dirigida a un auditorio de no judíos, en el marco de un acto público.
Aquí nuevamente la expresión cobra carácter descriptivo y puede ser
verdadera o falsa. No puede ignorarse, sin embargo, que dentro de este uso
informativo esta cumpliendo además la función de lo que podríamos llamar
‘sentar posición’: dejar establecido públicamente cuál es la postura que su
grupo de pertenencia adopta frente al deseo de la mujer ajena.
A su vez, la toma de posición puede realizarse con diversos fines
comunicacionales, como buscar producir empatía con personas de posturas
afines, anticipar que no existirá disposición a negociar sobre un determinado
tema, instalar una polémica, etc. En términos generales, cualquier
proposición informativa puede tener además una finalidad no informativa
en su dimensión ilocucionaria, según la denominación que le diera Austin,
correspondiente a lo que hacemos al decir algo (por ejemplo preguntar,
confirmar, advertir, etc.).10 Así, por ejemplo, el enunciado “Si no me entregas
la plata te mataré” puede ser verdadero o falso; pero es además un acto de
amenaza. Algo similar puede decirse de los juicios de valor: también ellos
pueden tener –en tanto actos– una variedad de objetivos comunicacionales. 93
Volvamos a la frase pronunciada por el rabino (“Los judíos consideran
que codiciar la mujer del prójimo es inmoral”). Esta también puede cumplir
una función expresiva –y por tanto constituir un auténtico juicio de valor–,
debido a que su formulador está tácitamente incluido en el sujeto de la
misma. Esto se percibe más claramente si se advierte que la frase se puede
reformular mediante la expresión “Los judíos consideramos que codiciar la
mujer del prójimo es inmoral”, que no meramente describe una valoración,
sino que la realiza. Es interesante, no obstante, destacar que probablemente
no desempeña (ante un público no judío) un papel prescriptivo, ya que al
vincular la valoración al judaísmo no parece pretender que alguien ajeno a
dicho credo se vea influido por la misma.
Habíamos señalado que el juicio de valor puede manifestar pretensiones
de validez, esto es, que lo que una persona puede querer hacer al pronunciarlo
NEORACIONALISMO Y METAÉTICA
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NEORACIONALISMO Y METAÉTICA
Referencias bibliográficas