Anna Freixas, Bárbara Luque - El Secreto Mejor Guardado. La Sexualidad de Las Mujeres Mayores
Anna Freixas, Bárbara Luque - El Secreto Mejor Guardado. La Sexualidad de Las Mujeres Mayores
Anna Freixas, Bárbara Luque - El Secreto Mejor Guardado. La Sexualidad de Las Mujeres Mayores
Recibido: 7.10.08
Aprobado: 16.12.08
RESUMEN
Este artículo se centra en la sexualidad de las mujeres en el proceso de envejecimiento. Para ello se hace
una revisión de las principales corrientes epistemológicas que tratan de explicar las características de la
sexualidad en la vejez y los procesos de cambio a lo largo del ciclo vital. Se analiza el sistema de creen-
cias que marca socioculturalmente la comprensión de la sexualidad de las mujeres mayores. A través de
la descripción de los elementos positivos y negativos que pueden aparecer en la vivencia de su sexuali-
dad, se analizan las dificultades relacionadas con el deseo y las características de la medicalización de la
salud y el cuerpo de las mujeres.
La conjunción de elementos sociales, personales y culturales –en una sociedad longeva en la que las
mujeres viven en gran medida solas– exige una redefinición de la vivencia de la sexualidad en las muje-
res mayores, planteada como una experiencia multifactorial en la que el hecho de disponer o no de pare-
ja marcará las prácticas sexuales de ellas. El imaginario afectivosexual deberá deconstruir los elementos
que han configurado el pensamiento hasta el momento acerca de la sexualidad.
PALABRAS CLAVE: sexualidad, mujeres mayores, envejecimiento, feminismo.
ABSTRACT
This article focuses on women’s sexuality during the ageing process. It reviews the main epistemological
tendencies which claim to explain the features of sexuality in old age as well as any changes throughout
the life cycle. It examines the system of beliefs that define the understanding of older women’s sexuality
in sociocultural terms. Through the account of any positive and negative aspects which may appear in the
experience of their sexuality, the article analices any difficulties relating to desire, as well as the features
of medicalization of health and women’s bodies.
The combination of personal, social and cultural elements –in a longlived society where older women
mainly live on their own– requires a redefinition of the understanding of older women’s sexuality in terms
of a multifactorial experience wherein the fact of having a partner or not will determine their sexual practices.
There is also need to deconstruct the elements which until now have shaped the idea of sexuality.
KEYWORDS: sexuality, older women, ageing, feminism.
SUMARIO
La cultura de la sexualidad. El doble estándar de la sexualidad. La sexualidad a lo largo de la vida. Luces
y sombras de la sexualidad en la edad mayor. A vueltas con el deseo. La incitación a la enfermedad. La
vida íntima de las mujeres más allá de los 65 años. La construcción de un ámbito propio de placer legi-
timado. Referencias.
cias, afecto y sensaciones, sin metas que imposibilita a estas alturas del ciclo vital escu-
alcanzar obligatoriamente– se identifican char su cuerpo y su deseo, incluso llegar a iden-
como insatisfactorias y se entienden como tificarlo. La larga historia de control social y
‘no sexo’, excluyéndose con ello otras político de la expresión sexual ha creado pozos
opciones sexuales de alto valor para las de ignorancia y desconocimiento que hacen
mujeres en la edad mayor. difícil que muchas personas entiendan y vivan
3. Autoerotismo = Pecado. Las valoraciones la sexualidad con satisfacción y tranquilidad;
religiosas acerca del autoerotismo –que además, la cultura popular ha valorado en exce-
configuran la educación sentimental de las so las expectativas de las personas acerca de la
mujeres y hombres mayores de nuestro función sexual y la importancia del sexo para la
país– lo identifican como una conducta satisfacción personal y en la pareja, creando
reprobable. De este modo no se favorece frustraciones donde podría haber un espacio de
la incorporación de las mujeres a la satis- libertad.
facción individual de los deseos sexuales,
práctica necesaria en todos los estadios del
ciclo vital pero de gran importancia en la EL DOBLE ESTÁNDAR
edad mediana y mayor, cuando ésta puede DE LA SEXUALIDAD
resultar la principal, o la única fuente de
placer. En nuestra sociedad existe un doble rasero
4. Sexo = Amor. La consideración frecuente- sociocultural según el cual se otorgan espacios y
mente sostenida por las mujeres de que asignaciones diferentes a las personas en fun-
hacer el amor requiere estar enamorada ción del sexo. La aceptabilidad social de la
–‘amar’–, impone un límite a la práctica sexualidad es diferente para los hombres y para
lúdica coyuntural de la sexualidad en deter- las mujeres, produciéndose un doble estándar.
minadas situaciones e introduce elementos Éste ofrece permisividad a los varones para
de trascendencia no imprescindibles. actuar como agentes sexuales, pero desvaloriza
5. Sexualidad = Reproducción. La identifi- y estigmatiza a las mujeres que responden a sus
cación entre sexo y maternidad lleva a necesidades y deseos sexuales, colmándolas de
considerar que la menopausia supone el términos denigrantes que no se utilizan con los
fin del deseo legitimado y en algunos varones en las mismas circunstancias. El ideario
casos incluso el fin de la feminidad. Un acerca del doble estándar del envejecimiento
buen número de mujeres, a las que la considera que mientras los hombres maduran,
suma de los diferentes mitos ha impedido las mujeres envejecen (Sontag, 1972). Incluye,
disfrutar en su juventud de una sexualidad asimismo, una serie de ideas dicotomizadas
plena, aprovechan esta creencia para dar acerca de la sexualidad, entre las que podemos
por clausurado un aspecto de la vida que señalar: la idea de que las mujeres solo deberían
les ha aportado más incomodidad que tener sexo por amor; el silencio sexual que enfa-
felicidad. tiza que las mujeres no deberían mostrar interés
6. Feminidad = Pasividad. Culturalmente se por el sexo; la idea preconizada por la educación
enfatiza la falta de iniciativa y de interés represora que entiende el sexo como medio
sexual por parte de las mujeres como índi- estricto para la reproducción, del que no se
ce de feminidad, por lo que la mujer que espera que medie el deseo; y la consideración
se muestra activa e interesada en el sexo social de los cuerpos de las mujeres como obje-
puede recibir el castigo social del estigma to de deseo, que incluye altas expectativas acer-
de puta. ca del atractivo y la imagen corporal, con las
El cóctel que supone este sistema de creen- inevitables repercusiones sobre la autoestima de
cias conlleva un fuerte lastre para la vivencia las mujeres en el proceso de envejecer.
despreocupada de la sexualidad en todas las En definitiva, la conjunción de los múltiples
edades, pero de manera especial ha limitado y diferentes dobles códigos ahoga la capacidad
estructuralmente la experiencia erótica de las de las mujeres de experimentar el deseo como
mujeres que hoy son mayores. Todo ello les parte de su respuesta sexual y sirve para que se
produzca un alejamiento progresivo de sus ape- emocionales y afectivos que influyen sobre las
tencias; llevándolas a renunciar a su capacidad vidas de las mujeres, su experiencia y las posi-
de gestión de la sexualidad y a situar el deseo bilidades de gestión de su propia sexualidad.
fuera de su experiencia personal. Todos estos Estos modelos utilizan metodologías y fuentes
elementos se han conjugado para desanimar la de datos diversas, a través de las cuales exami-
manifestación del deseo sexual de las mujeres nan las experiencias sexuales y el marco cultu-
de todas las edades y tienen graves consecuen- ral que las construye, y llevan a cabo una crítica
cias en la edad mayor, dado que envejecer con científica y rigurosa de la investigación biomé-
frecuencia supone una pérdida de la oportuni- dica existente acerca del deseo sexual femenino
dad de disponer de un contacto sexual más o (Kock, Mansfield, Thurau, y Carey, 2005; Tie-
menos regular, reconocido, aceptado, no estig- fer, 2002; Wood, Kock, y Mansfield, 2006;
matizado, para las mayores que lo desean. Wood, Mansfield, y Kock, 2007).
La sexualidad y sus diversas manifestacio-
nes cambian a lo largo de la vida en función de
LA SEXUALIDAD A LO LARGO la situación personal, emocional, coyuntural,
DE LA VIDA física, etc. En este caso, parafraseando a Simo-
ne de Beauvoir (Beauvoir, 1949/1998), tam-
En este momento podemos encontrar dos bién podemos decir que la sexualidad no es
posiciones argumentativas diferentes para expli- algo que exista per se, sino que ‘se hace’. La
car la evolución de la conducta afectivosexual de expresión de la sexualidad cambia con los
los seres humanos a lo largo de la vida que, en años, se sensualiza, más allá de las urgencias
gran medida, reproducen el debate epistemológi- de otros tiempos. Se aprende a disfrutar de
co sobre otros aspectos de la vida de hombres y otros elementos, como una sexualidad más cal-
mujeres y, de manera especial, el que se plantea mada y tranquila. Los abrazos, los besos, el
acerca de la menopausia (Freixas, 2007). Por una contacto piel a piel, las caricias, la cercanía en
parte, están los planteamientos de la perspectiva la relación, el autoerotismo, adquieren un espa-
biomédica, positivista, que centran su argumenta- cio nuevo, más allá de la estricta genitalidad
ción en los cambios hormonales de la transición tan cotizada en otros tiempos. La sensualidad
menopáusica y consideran la sexualidad como favorece una sexualidad mucho más satisfacto-
algo intrínseco, natural y universal, obviando los ria para las mujeres a todas las edades, pero
aspectos contextuales que pueden afectarla. Para especialmente en la edad mayor.
este modelo la sexualidad de los varones es la De la misma manera que podemos decir que
medida desde la que se realiza cualquier evalua- envejecemos como hemos vivido, también la
ción, diagnóstico y tratamiento. En una línea sexualidad se plantea como una continuidad res-
similar, la teoría evolucionista de las estrategias pecto a cómo se experimentó en otras edades y,
sexuales argumenta que el deseo femenino dis- desde luego, se relaciona íntimamente con las
minuye de manera natural con la edad, a medida ideas y creencias que sobre ella se sostienen. La
que se va aproximando la pérdida de la fertilidad, vivencia y práctica de la sexualidad, a partir de
entendiendo que la reproducción es la base de la la mediana edad, está condicionada por algunos
sexualidad humana (Buss, 1998). elementos clave como el significado cultural
Por otra parte, encontramos las argumenta- otorgado a la menopausia, la calidad de la rela-
ciones provenientes de la perspectiva interpreta- ción de pareja, la interiorización de la heterose-
tiva social que hace hincapié en el contexto y en xualidad obligatoria, la asunción de un único
los factores intrapersonales, interpersonales y modelo de belleza, la libertad interior y las prác-
socioculturales que se ponen en juego en la ticas de autoerotismo, entre otras. A pesar del
experiencia sexual de las mujeres de todas las cúmulo de elementos que juegan en contra de la
edades, pero especialmente en la mediana edad. vivencia del placer femenino, numerosos estu-
También concurren las aportaciones críticas de dios afirman que la sexualidad de las mujeres a
la epistemología feminista y de las perspectivas partir de la mediana edad mejora. De hecho, en
culturales, que centran su explicación en la algunas mujeres se da un aumento de la activi-
comprensión de los elementos contextuales, dad sexual, al menos en el caso de quienes legi-
sexual en la edad mayor y satisfacción con la cambios que se han ido produciendo en su vida
propia imagen corporal y aceptación de los sig- y los recuerdos generados por experiencias pre-
nos de la edad (Fooken, 1994). El imaginario vias negativas de carácter sexual o relacional
de la belleza está en el origen de la ira y ver- producen aversión e inhibición sexual y las
güenza que las mujeres pueden sentir en rela- mantienen al margen de cualquier iniciativa al
ción con el cuerpo envejeciente, al carecer de respecto. Otras dificultades, sin embargo, tienen
una estética cultural validada de mujeres viejas su origen en los propios procesos internos y en
y bellas (Furman, 2000). determinados factores psicológicos que pueden
Aspectos de carácter relacional y de pareja. partir de problemas de personalidad, depresión,
La condición básicamente interactiva de la ansiedad y en factores relativos a la salud y
sexualidad se ve afectada por diversos elemen- algunas patologías biopsicosociales –enferme-
tos en la edad mayor, entre ellos: las relaciones dades de transmisión sexual, drogas, medica-
de pareja de larga duración que con frecuencia ción, etc.– (Gannon, 1998).
conllevan monotonía y disminución de la Elementos de carácter práctico y coyuntural.
pasión; las dificultades prácticas de la pareja Algunas situaciones concretas, normalmente
masculina en las relaciones en las que no se ha derivadas de los arreglos de vida, contribuyen a
modificado el imaginario acerca de la sexuali- dificultar la vida sexual en la vejez. Con gran fre-
dad de penetración; las parejas poco hábiles y cuencia las personas mayores, tanto si viven en
también la incidencia de algunos problemas de residencias como si lo hacen con alguno de sus
salud en uno de los miembros de la pareja. hijos o hijas, carecen de privacidad y les resulta
Las dificultades que las mujeres experimen- imposible disponer de un espacio de intimidad.
tan en su relación de pareja también incluyen las En las residencias no se suele facilitar las relacio-
discrepancias y conflictos sobre temas específi- nes afectivosexuales entre sus usuarios y tampo-
camente sexuales o referentes a la vida en común co resulta un asunto fácil y discreto cuando no se
y las que tienen su origen en las características vive sola. Además, las personas mayores que
negativas de la pareja en sí misma (dominación, desean tener alguna relación sexual, especial-
abuso, etc.). Todas ellas inciden negativamente mente cuando no están casadas y/o no viven con
en su vida sexual dado el peso que para las muje- su pareja sexual, tienen que enfrentarse a las acti-
res tiene la calidad de las relaciones, la expresión tudes negativas de la familia, por lo que con fre-
de las emociones y la comunicación emocional cuencia prefieren no plantearlo siquiera.
(Connidis, 2006). Las mal llamadas ‘disfunciones sexuales’. La
Ahora bien, probablemente la barrera más terminología utilizada para hacer referencia a las
importante para las mujeres mayores a la hora dificultades o los problemas sexuales con que las
de llevar a la práctica sus deseos y fantasías mujeres se enfrentan a lo largo de su vida suele
sexuales sea la falta de pareja y/o las dificulta- emplear frecuentemente el término ‘disfunción’
des para encontrarla a partir de la mediana edad. que implica un concepto medicalizado de la
También influyen otros elementos, como la falta sexualidad. Las pensadoras feministas preferi-
de aceptación de la práctica del sexo esporádico mos referirnos a ellas con términos menos mar-
que permitiría disponer de una sexualidad pun- cados clínicamente, optando por el de ‘proble-
tual, placentera y no comprometida, y también mas o dificultades sexuales’, que se refiere al
el hecho de que las mujeres postmenopáusicas malestar o la insatisfacción que se experimenta
no suelan ser vistas por la sociedad como suje- con cualquier aspecto de la vida sexual, sea de
tos y objetos de deseo sexual. carácter emocional, físico o relacional. No exis-
Aspectos psicológicos. Para algunas mujeres te un consenso claro acerca de lo que se entien-
mayores su implicación en la sexualidad se ve de por ‘disfunción sexual’ y desde principios de
limitada por el estrés de una vida cotidiana los años noventa del siglo pasado se han pro-
repleta de responsabilidades familiares y labora- puesto en diversas reuniones científicas –en
les. La falta de tiempo para dedicar al juego muchos casos financiadas por la industria farma-
sexual y el cansancio acumulado las lleva a sen- céutica– distintas definiciones y redefiniciones,
tirse tensas y poco interesadas por el sexo en las que normalmente no se tiene en cuenta el
(Wood, Mansfield, y Kock, 2007). También los carácter multidimensional de la expresión de la
sexualidad femenina y la influencia que tienen el peso que tiene disponer de una intimidad emo-
los factores socioculturales, de pareja, relaciona- cional suficiente para la emergencia y el mante-
les y emocionales en la vivencia de la sexualidad nimiento del deseo sexual en las mujeres.
por parte de las mujeres. La literatura disponible De acuerdo con los numerosos estudios reali-
constata el hecho de que los problemas sexuales zados a partir de la segunda mitad del siglo pasa-
de las mujeres son multifactoriales y tienen do (Hite, 1977; Kinsey, Pomeroy, Martin, y Geb-
mucho que ver con la educación y con la rela- hard, 1953/1967; Masters y Johnson, 1966), la
ción que se mantiene con la pareja o consigo capacidad para sentir deseo no varía práctica-
misma. También se destaca la importancia que mente a lo largo de la vida. ¿Cómo explicar,
tiene el hecho de no disponer de pareja, que entonces, la disminución en el deseo que consta-
supone una variable de gran alcance práctico en ta un buen número de mujeres? Para comprender
la vida de las mujeres mayores que desean tener- la pérdida de interés sexual de algunas mujeres a
la (Wood, Mansfield, y Kock, 2007). partir de la mediana edad conviene también tener
Las dificultades que con mayor frecuencia en cuenta elementos que se han obviado a partir
identifican las mujeres a partir de la mediana de la mirada fundamentalmente biológica sobre
edad son la sequedad vaginal, la disminución la sexualidad. Así, la presión del sexismo institu-
del deseo y la dificultad para alcanzar el orgas- cional aparece como un tema clave en la expe-
mo. Las dos que se reseñan como más frecuen- riencia de deseo sexual de las mujeres postme-
tes son la disminución en la facilidad para con- nopáusicas, quienes identifican los numerosos
seguir el orgasmo y la falta de deseo, que en las mensajes negativos que han recibido acerca del
parejas de larga duración pueden resumirse en la deseo sexual de parte de sus familias, escuelas,
falta de ilusión y emoción derivada de la histo- comunidad, religión, compañeros y medios de
ria sexual de las mujeres heterosexuales, plaga- comunicación, como la fuente del bloqueo de su
da de episodios de sexo complaciente y desinte- deseo en la edad mayor. Para algunas mujeres,
resado (Freixas, 2006). también una insuficiente intimidad emocional
puede contribuir a la falta de deseo sexual, junto
a otros elementos como la dispareunia (coito
A VUELTAS CON EL DESEO doloroso), los recuerdos del pasado y el abuso
sexual. Los modelos biológicos consideran el
Entendemos el deseo sexual como un senti- deseo sexual como un impulso innato, biológica-
miento que abarca todo el cuerpo, en el que se mente determinado, por lo que explican su dis-
incluyen aspectos físicos y emocionales (Wood, minución como consecuencia de la falta de tes-
Mansfield, y Kock, 2007), un interés en la acti- tosterona libre en la segunda mitad de la vida, a
vidad sexual, tanto si se satisface con una pareja pesar de que las investigaciones acerca del papel
como con una misma. Para Helen Kaplan, el del estrógeno demuestran que la relación entre
deseo es una sensación específica que mueve a la deseo sexual y estradiol (hormona sexual feme-
persona a buscar o a ser receptiva a la experien- nina) no es directa (Kaplan, 1992).
cia sexual (Kaplan, 1979). Muchas mujeres aso- Con la edad también entran en juego elemen-
cian el deseo sexual con sentimientos emociona- tos derivados del mito de la belleza que introdu-
les, incluyendo el sentimiento de cercanía con la cen una variable de conflicto con la propia imagen
pareja o el deseo de experimentar intimidad con corporal que limita la autoestima y la seguridad en
ella a través del sexo. Estos sentimientos emo- el juego sexual. Disponemos hoy de investigación
cionales incluyen también el compromiso afecti- suficiente en la que queda clara la relación entre
vo, el sentimiento de atracción, el placer físico y los contribuyentes interpersonales y sociocultura-
otros factores de carácter relacional, de manera les en la experiencia del deseo sexual en las muje-
que las mujeres pierden el deseo sexual cuando res. Rosemary Basson enfatiza el valor de la inti-
no se sienten respetadas o cuando se sienten midad sexual como el factor clave en el deseo
devaluadas o degradadas, además de cuando sus sexual de las mujeres, que puede disminuir por
parejas utilizan pobres técnicas o tienen proble- falta de ternura, mutualidad, respeto, comunica-
mas sexuales. La comprensión de la experiencia ción o placer en las caricias sexuales (Basson,
y el desarrollo sexual femeninos requiere valorar 2001; Wood, Kock, y Mansfield, 2006).
De hecho, cuando hablamos de dificultades como un déficit hormonal que debe ser tratado
en la sexualidad, el gran tema que debería ser médicamente, a pesar de la evidencia de que los
desvelado y nombrado es el del deseo, que en el riesgos derivados de tal medicalización son muy
caso de las mujeres reside en gran medida en la superiores a los posibles beneficios. En este
cabeza y las emociones, por lo que resulta impo- caso, lo que podemos definir como la ‘industria
sible estimularlo con una píldora. El deseo de las sexológica’ pone en marcha un proceso semejan-
mujeres suele estar dañado por historias de inco- te con la llamada ‘disfunción sexual femenina’.
municación, abuso, violencia, rutina y aburri- Ray Moynihan y Alan Cassels denuncian la crea-
miento: no es medicalizable, pues. En realidad, el ción, por parte de las compañías farmacéuticas,
tema central deberíamos situarlo en el nexo entre de un clima de temor a determinados procesos
deseo sexual y calidad de la relación, sin olvidar del ciclo vital o estados de la vida cotidiana que
el papel del sexismo institucional como freno son transformados en enfermedades de comer-
para la iniciativa sexual de las mujeres mayores. cialización intensa, como la osteoporosis, el sín-
drome premenstrual, la depresión y las ya nom-
bradas menopausia y disfunción sexual femenina
LA INCITACIÓN A LA ENFERMEDAD (Moynihan y Cassels, 2005/2006).
El concepto de ‘disfunción sexual femenina’
El término ‘disease mongering’ –definido en se desarrolla ligado al de la ‘disfunción sexual
1992 por Lynn Payer y que traducimos como eréctil’ de los varones que tantos beneficios ha
‘incitación a la enfermedad’– pone en evidencia reportado a los urólogos, que han considerado la
las estrategias de la clase médica y la industria erección como la esencia de la sexualidad de los
farmacéutica para tratar de convencer a la gente hombres y en consecuencia una ‘responsabili-
básicamente sana de que está enferma o a las dad’ femenina y una fuente de preocupación
personas que están algo enfermas de que lo –una tarea más– para las mujeres. Entre 1997 y
están mucho. Esta autora identifica diversas 2004 la industria farmacéutica Pfizer fue la
astucias llevadas a cabo al respecto, como cuan- principal promotora del concepto de ‘disfunción
do se decide que una función normal –un proce- sexual femenina’. Con el fin de conseguir la
so natural– debe ser tratada, porque se supone aprobación de una pastilla tipo Viagra para la
que hay algo en ella que no funciona; o se pro- población femenina inició un estudio en un
mueve la tecnología como algo libre de riesgo, grupo de 3.000 mujeres que, sin embargo, tuvo
o se utilizan las estadísticas selectivamente para que abandonar a causa de los pobres resultados
exagerar los beneficios de un tratamiento o para clínicos encontrados: no se mostraban datos
magnificar los riesgos de procesos naturales, concluyentes acerca de la eficacia de esta droga
como la menopausia (Payer, 1992). (Mayor, 2004). El mismo director del Kinsey
Las investigadoras feministas llevamos Institute –John Bancroft– reconoció que la his-
muchos años denunciando el gran negocio orga- toria reciente del estudio de la disfunción sexual
nizado alrededor del cuerpo femenino al tratar de femenina supone un ejemplo clásico de búsque-
definir como enfermedad determinados procesos da de algo de manera preconcebida, que no se
del ciclo vital, como la menopausia, y también basa en la evidencia científica sino que parte de
los tejemanejes relacionados con la mal llamada un modelo masculino, sin tener en cuenta que
‘disfunción sexual femenina’. Ésta es una crea- los problemas sexuales de las mujeres no se
ción de los últimos diez años que surge, curiosa- conceptualizan de la misma manera (Mayor,
mente, al mismo tiempo que sale al mercado la 2004). El modelo médico ignora la realidad fun-
Viagra en 1998, cuando la industria farmacéuti- damentalmente política e interpersonal de la
ca empieza a ver la creciente población de muje- vida sexual de las mujeres que sí es reconocida
res mayores como un interesante mercado. Esta- por el modelo feminista. Ésta promueve una
mos, pues, ante un proceso muy parecido al de la perspectiva sensitiva que trata de comprender
medicalización de la menopausia –que se anali- las causas de los problemas sexuales de las
za con mayor profundidad en Nuestra menopau- mujeres en la calidad de las relaciones, en las
sia (Freixas, 2007)–, cuando la maquinaria de la limitaciones de la sociedad y en factores psico-
‘industria menopáusica’ define este proceso lógicos y de salud (Tiefer, 2006).
Nuestra sexualidad está marcada por la falta Es el miedo a nuestros deseos el que los con-
de una educación para la iniciativa sexual y para vierte en sospechosos y los dota de un poder
el autoerotismo. Una importante asignatura pen- indiscriminado, ya que cualquier verdad cobra
diente en la vida sexual de las mujeres de todas una fuerza arrolladora al ser reprimida.
las edades trata del autoerotismo, que no consti- (Lorde, 1984/2003:43)
Algunas mujeres aprovechan este momento tra sexualidad, sobre lo que nos gusta y cómo
del ciclo vital para hacer un replanteamiento de nos gusta, sobre lo que nos incomoda. Este tipo
su erotismo: unas eligen prescindir del sexo, de relación con la sexualidad, mezcla de nega-
otras descubren en compañeros anteriormente ción, pudor y vergüenza, sitúa la sexualidad de
nunca considerados al amante tierno y atento; las mujeres en la edad mayor en un espacio
otras aun reorientan sus intereses sexuales y vacío del que es difícil salir. Hablamos poco
encuentran en otras mujeres la posibilidad de sobre sexualidad en nuestras relaciones de
un nuevo y reconfortante desarrollo de su sen- amistad e incluso en aquellas con las que com-
sualidad. partimos otras intimidades y, sin embargo, el
Con relación a estos últimos aspectos, algu- apoyo social es un factor potente para la com-
nas autoras en su edad mayor –Sandra Bartky, prensión de los propios deseos y contribuye a
Adrienne Rich y Betty Friedan (Bartky, 2000; modificar esquemas.
Friedan, 1993/1994; Rich, 1980/1983)–, cada Podríamos concluir afirmando que disponer
una en su estilo, han planteado reflexiones inte- de una vida sexual satisfactoria en la edad
resantes que nos invitan a evaluar el significa- mayor no es algo que se dé por sí solo, fluida y
do de las relaciones entre mujeres en el segun- fácilmente. El estatus de pareja –tener o no tener
do tramo de la vida; vínculos en los que y en qué condiciones–, la disposición interior
históricamente las mujeres han encontrado la hacia las relaciones afectivosexuales –el tipo de
satisfacción de numerosas necesidades emocio- relaciones que se está dispuesta a tener o explo-
nales, afectivas y relacionales. En un momento rar– y la comodidad que se siente al considerar
determinado del curso vital pueden también la sexualidad como una posibilidad en el marco
permitir la satisfacción de la ‘necesidad de piel’ de la vida actual, son elementos de gran impor-
que todos los seres humanos tenemos. tancia en la edad mayor.
La nueva visibilidad y aceptación social de El carácter multidimensional de la sexuali-
las relaciones homosexuales, derivada de las dad hace imposible encerrar en pocas palabras
leyes que se están aprobando en los países occi- los diversos requerimientos que están en juego
dentales, puede ser un elemento de gran interés después de la mediana edad; sin embargo, con-
para las mujeres de todas las edades. seguir ser agente de la propia sexualidad nos
parece un elemento central. Esto requiere recu-
perar la capacidad perdida de gestionarla, de
LA CONSTRUCCIÓN DE UN ÁMBITO hacer elecciones propias acerca del sexo, de per-
PROPIO DE PLACER LEGITIMADO cibirse como sujeto sexual con derechos y nece-
sidades (sin deberes). Pero, ¿cómo recuperar,
Elementos como el imaginario de la belleza cómo negociar, la capacidad de gestión de la
juvenil impiden que las mujeres mayores se sexualidad después de haber renunciado a ella
identifiquen con su cuerpo de mujeres madu- durante toda la vida, después de que se haya
ras, que éste les resulte atractivo, ya que desde producido lo que Michelle Fine denomina ‘la
el modelo cultural de la belleza no es fácil pérdida del discurso del deseo’? (Fine, 1988).
identificar en él elementos que reconcilien con Queda mucho por explorar y, sobre todo, mucho
la transformación del cuerpo a lo largo del por nombrar en el terreno de la sexualidad de las
tiempo. Por otra parte, la educación restrictiva mujeres mayores. Si no hacemos mención explí-
inhibe a las mujeres en el momento de sugerir cita de los múltiples ángulos de nuestro deseo
aquello que les da placer y menos aún osan nunca lo haremos visible, nunca podremos ser
mostrar el deseo. Además, las mujeres de todas viejas que disfrutan utilizando toda la libertad
las edades hablamos poco, o nada, sobre nues- disponible.
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