El Mundo A Través de Las Palabras
El Mundo A Través de Las Palabras
El Mundo A Través de Las Palabras
Dykinson eBook
El mundo a través de las
palabras
Lenguaje, género y comunicación
978-84-1324-300-9
1
EL MUNDO A TRAVÉS
DE LAS PALABRAS
LENGUAJE,
GÉNERO,
Y COMUNICACIÓN
Sergio Marín-Conejo
(ed.)
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© Copyright by
Los autores
Madrid, 2019
ISBN: 978-84-1324-300-9
ÍNDICE
ÍNDICE ....................................................................................................................................................... 2
UN ORDEN DEL MUNDO: LENGUAJE, GÉNERO, JUSTICIA, COMUNICACIÓN .................... 5
SERGIO MARÍN CONEJO
IGUALDAD DE GÉNERO: ¿DÓNDE ESTÁN LOS LÍMITES DE LA COMUNICACIÓN? ......... 17
ISABEL CEPEDA GONZÁLEZ
LENGUA, DERECHO Y DERECHOS LINGÜÍSTICOS.................................................................... 28
MARÍA LUISA SORIANO GONZÁLEZ
LA “UTOPÍA” DEL FEMINISMO EN THOMAS MORE: ANHELOS LITERARIO-
FILOSÓFICOS DE CARÁCTER ANDROCÉNTRICO EN UN CONTEXTO NEOLIBERAL 43
JORDI LUENGO LÓPEZ
LA PALABRA CONDICIONADA: EL TEATRO NACIONAL Y TRADUCIDO ANTE LA
CENSURA FRANQUISTA ................................................................................................................ 59
NURIA FERNÁNDEZ-QUESADA
ACTIVE PARTICIPATION AND CITIZENSHIP: THE POWER OF TECHNOLOGY TO
CHANGE POWER DYNAMICS ...................................................................................................... 70
MIREN GUTIÉRREZ
MARÍA PILAR RODRÍGUEZ
EL PROBLEMA DEL SUJETO MORAL EN TIEMPOS DE BIG DATA: ¿HACIA UN NUEVO
GIRO COPERNICANO?................................................................................................................... 85
ROSA COLMENAREJO FERNÁNDEZ
DEL LABERINTO PATRIARCAL A LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES. PERSPECTIVA
DE GÉNERO COMO TÉCNICA JURÍDICA TRANSFORMADORA DE LA JUSTICIA ....... 95
LUCÍA AVILÉS PALACIOS
LA PERCEPCIÓN DEL GÉNERO GRAMATICAL Y SU REPERCUSIÓN PARA LA
COMUNICACIÓN MULTILINGÜE: PROGRESOS DE LAS CIENCIAS COGNITIVAS Y
ESTUDIO TRANSLINGÜÍSTICO RUSO-ESPAÑOL-ALEMÁN .............................................. 108
OLGA KORENEVA
LA EXPRESIÓN DEL GÉNERO GRAMATICAL EN EL JUDEOESPAÑOL
CONTEMPORÁNEO ...................................................................................................................... 118
CRISTÓBAL JOSÉ ÁLVAREZ LÓPEZ
MÁS ALLÁ DE LA GRAMÁTICA: EL SIGNIFICADO POLÍTICO DE LAS PALABRAS ..........130
MARIAGIULIA COSTANZO TALARICO
LOS LIMITES A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN: EL DISCURSO DEL ODIO EN INTERNET
.............................................................................................................................................................138
OLGA BURGOS GARCÍA
TAXONOMÍA DEL VOCABULARIO PERIODÍSTICO EN RELACIÓN CON EL CONCEPTO
DE EXTRANJERO. EL CASO DE ABC EN EL PERIODO 1903-2011....................................... 151
MERCEDES BARRUTIA NAVARRETE
LA INTERSEXUALIDAD A TRAVÉS DE LAS SERIES FICCIONALES DE TEMÁTICA
MÉDICA: HOUSE Y ANATOMÍA DE GREY ............................................................................... 161
MARÍA TOSCANO ALONSO
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Me supone la misma responsabilidad unir palabras para crear un texto que compilar una
selección de estos para formar así un volumen monográfico. En ambos casos, se trabaja
con material que naturalmente nos viene dado, ya sean palabras o texto. La lengua nos
llega con la garantía de la cuna, y las aportaciones a este volumen, arriban con la
participación de personas académicas tras un largo proceso de revisión y verificación.
En definitiva, cuando se unen elementos, se da forma a un instrumento intelectual en
forma de libro o volumen, a la par que se ejerce un acto de creación simbólica.
Rodeado de caos, el aparato cultural perpetra un sistema relacional, selectivo y
jerárquico universal tan inabarcable hacía lo que proyecta como hacia el recorrido del
que proviene. Por esto, necesitamos, en el corto entendimiento que impone el mismo
lenguaje, delimitar y compilar con base en el Género, la Justicia y la Comunicación. Pero
no se debe olvidar que, aunque nos arribe natural, detrás de todo está el Lenguaje y este
también es instrumental con carga simbólica. Ontológicamente, el lenguaje es donde el
hombre (acepción 1) se “construye como sujeto” nos dice Benveniste, quien no pudo
pecar de foucaultiano, y a lo que Mercedes Bengoechea añade “construye y destruye
realidades”.
Para intensificar la percepción de órdenes previos al aparente, tomemos el texto -o
este volumen- y leámoslo interpretándolo desde el sistema de distribución de
poderes jerarquizado que le corresponda temporalmente. En otras palabras, la
lectura clásica silábica, quizá ayudada de binoculares, revierte en un reconocimiento de
ejes de flotación del texto con diversos planos de lectura. Para acceder a estos, en unos
casos se necesitará un microscopio hacia el propio texto, más allá de las moléculas y
sus imperceptibles relaciones. También, un telescopio permitirá virar el texto hacia IC
1101, o el universo en vez.
Avances tecnológicos que muy poco agradaban a una de las autoras tratadas en este
volumen, la filósofa natural Margaret Cavendish, allá por el siglo XVII, pero que a
Donna Haraway sirvieron para sostener su redefinición del ser humano en su manifiesto
cyborg. Más allá, el antropólogo mexicano Roger Bartra denomina exocerebro1 al
futurible aquello que aún me niego a denominar inteligencia artificial -tanto en que se
limita a una automatización robótica de procesos (RPA) y que, en suma y en línea con la
especulación, nos llevaría a sujetos sin agencia distribuida. Históricamente, se ha
perpetrado con la gran mayoría de las mujeres de la especie y parece que ha
funcionado en una relación master-servant.
Volviendo a los planos, en ambos casos, se debe probar a leer una creación ad litteram
desde sus condicionantes, como ya profetizaban Michel de Montaigne o George Orwell,
para aplicarnos una relectura diacrónica ya sea de la piedra donde dejamos nuestra
impronta hace 60 mil años o de la efímera impresión digital. Puede argüirse que la persona
1 Revista Nexos: “Los teléfonos inteligentes ya son nuestros ‘exocerebros’”: Entrevista con Roger Bartra;
4 diciembre 2019, https://cultura.nexos.com.mx/?p=19011
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que se atreve a hacer dicha lectura no saldría de la primera frase, pero si ese es el caso,
quizá esta necesite un exocerebro o algún aparato que ayude, como binocular, a salir del
atolladero.
Con microscopio, hacia el orden que nos proporcionan las palabras y más allá del
debate de si estas son la misma materia del pensamiento o más bien de la comunicación,
como herramienta para ordenar tanto la primera como a la segunda. Es irrelevante una
postura chomskiana o de Wittgenstein (a quien Deleuze expulsó de su diccionario de
filosofía). Tras esa disyuntiva, Julia Kristeva, Adriana Cavarero o Iris Zabala nos plantean
el lenguaje no tanto por lo que es, sino por quién y cómo se pensó y se viene desarrollando.
Nada nuevo en verdad. Esta postura feminista que podemos pensar revolucionaria ya
parece en la sugerencia de Marcial 2 a Lupo para educar a su hijo: “mi consejo es que
evites toda clase de gramáticos y rétores […], repudia al poeta”. No era extraño en la
época clásica este tipo de avisos, pero igualmente, y desde entonces, prefiero verme en la
escuela opuesta de Calímaco y los “adoradores de Erina de Telos”.
Vayamos ahora al universal. El mundo helenístico clásico heredado, basado
conceptualmente en el orden y la belleza, sólo es una de las fuentes de las que bebemos
y con las que configuramos personajes y personas. Si escribir es crear, escribir es al sexo
lo que la creación al amor.
En griego clásico se distinguían seis formas de amar: agape, eros, philia, philautia,
pragma y storge con las que se desarrollaba una cosmovisión emocional, real o ficticia.
Ya en nuestra era, el señoro Freud lo redujo todo a eros (y tanatos) y en esas andamos.
Al menos en cuanto a literatura patriarcal se refiere. Pilar Marín Madrazo, distinguida
profesora de literatura norteamericana de la Universidad de Sevilla, en su clase
consistente de una mesa y ocho estudiantes alrededor discutiendo sobre las lecturas,
arguyó que la esencia de la cosmovisión anglosajona en vez no son estos sustantivos, sino
verbos y que estos formaban un círculo vicioso: buscar y encontrar, para volver a buscar
de nuevo. Puso como uno de los ejemplo las de veces que se puede a llegar a esposar
alguien de Estados Unidos en comparación con Europa. Supongo que a Carl Jung también
le gustaría esto.
En definitiva, con este monográfico, se propone que nos releamos y practiquen con
base en varias disciplinas académicas y diferentes planos en los que intervienen el
lenguaje, la justicia, la comunicación y el género, y las tensiones, para dar emoción, donde
intervienen la tecnología, el poder, la imaginación, el cuerpo o la violencia. El poder del
lenguaje y la comunicación no sólo nos llega a encaminar en la cosmovisión de forma
individual, también conforma sociedades y ya sea de una forma u otra, presentan modelos
que fomentan determinados tipos de relaciones, que si hablamos de amor, (des)legitiman
actitudes, ejerciendo una influencia en la que esas seis formas clásicas se concentran en
un par de términos. Si el mensaje no contiene valores relacionados con el respeto y la
tolerancia, especialmente en quienes son más jóvenes, genera identidades tóxicas para las
partes.
La publicidad, los contenidos de los programas y el lenguaje utilizado pueden
potenciar la normalización y la invisibilización de la violencia de género, lo que puede
no resultar ético, pero es muy rentable. ISABEL CEPEDA GONZÁLEZ, de la
Universidad Rey Juan Carlos nos analiza si es posible conciliar los intereses
empresariales de los medios de comunicación con los intereses de la sociedad en materia
de Género en el contexto de la Responsabilidad Social Empresarial, mediante un método
empírico-analítico.
2 Marcial, Epigramas: libros 1-7. Nº 56 “omnes grammaticosque rhetorasque / deuites moneo.” Traducción
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Mientras parece que vamos en vías de igualar las máquinas con inteligencia artificial
(sic) con el ser humano, quizá viceversa, una fusión entre techné y cognición, aparecen
bastantes cuestiones. Nos parece esencial la aportación de LUCÍA AVILÉS PALACIOS,
magistrada y profesora consultora de la Universitat Oberta de Catalunya, cofundadora de
la Asociación de Mujeres Juezas de España, y que aporta sobre el derecho del ser humano
a autodefinirse. Hoy día, vacían de contenido la igualdad con estereotipos que, más allá
de las meras diferencias sexuales y más allá de la propia individualidad, han construido y
jerarquizado las identidades sociales del hombre y de la mujer y contribuido al “reparto
de papeles” y la consiguiente subordinación estructural, histórica y sistemática, que marca
significativamente nuestra propia existencia como mujeres y que nos impide o dificulta
en no pocas ocasiones la realización plena de nuestro proyecto vital. La superación de
este modelo androcéntrico no puede producirse por la mera invocación del principio de
igualdad formal ante la Ley, sino que debe implicar la remoción total de las estructuras y
relaciones de poder sobre las que se asienta la sociedad y el derecho modernos. Sería
necesario partir de un compromiso social e institucional que lo iniciara. Un pacto global
y transversal de tipo civilizatorio que permitiera reflejar la diversidad y amparara
legalmente la diversidad y la realización plena de cada proyecto vital. Y en esta tarea los
poderes del Estado, y especialmente el Judicial, tienen que asumir su responsabilidad con
nuestro presente y con nuestro futuro desde una perspectiva de Derechos Humanos para
la construcción de una Justicia Igualitaria o de Género.
Las máquinas no tienen cuerpo sexuado sino sexualizable. Quienes sí nacemos con
sexo y después le damos valor simbólico y con ello cultural, el género, podríamos
preguntarnos por el papel del lenguaje en este proceso. De la Universidad Pablo de
Olvide, OLGA KORENEVA, doctora en terminología cognitiva multilingüe, resalta los
últimos desarrollos en cuanto a la percepción del género gramatical y los mecanismos
cognitivos de la comunicación a nivel multilingüe. El género gramatical es core feature
de cualquier lengua y, con ello, es relevante para la comunicación. Debido a su naturaleza
semántica y distintos enfoques de su conceptualización, el género gramatical influye en
el acto de habla e interactúa con quien lo usa. Por una parte, los progresos en los estudios
psicolingüísticos experimentales reflejan la percepción corporeizada del género
gramatical en la comunicación. Por otra parte, ofrece el estudio de los enfoques de la
conceptualización de las nociones abstractas en cuanto a su género. Analizados a nivel
translingüístico, lenguas rusa, alemana y española, se encuentran más indicios de que la
asignación del género no es arbitraria, sino que tiene sus raíces en la semántica o la
conceptualización de la entidad o del fenómeno correspondiente. Si bien se tiene claro
que el género gramatical forma parte de la información sobre la palabra almacenada en el
lexicón mental, existe un gran debate en las Ciencias Cognitivas sobre la relación entre
la dimensión del género y su representación conceptual.
Para verlo en a nivel práctico, el profesor del Área de Lengua Española en el
Departamento de Filología y Traducción de la Universidad Pablo de Olavide,
CRISTÓBAL JOSE ÁLVAREZ LÓPEZ, nos ayuda a focalizarlo en un caso concreto: la
expresión del género gramatical en judeoespañol contemporáneo a partir de textos
periodísticos sefardíes tomados de la revista Aki Yerushalayim, publicada en Jerusalén
desde 1979 hasta 2016 y considerada –especialmente por la repercusión de su sistema
gráfico– como uno de los principales referentes de las letras sefardíes contemporáneas.
El judeoespañol, en su devenir histórico de más de cinco siglos, ha ido configurando una
norma lingüística propia, sin conexión con los cambios experimentados en el español
estándar, de ahí que resulte de especial interés el análisis de una modalidad lingüística
hispánica que no se ha visto afectada por los procesos normativos provenientes de las
instituciones académicas, sino que, debido a su transmisión oral –aunque cuente con una
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No se trata sólo del control del cuerpo o la capacidad de gestación, pero son ambos o
su ausencia. Con un escarpelo en profundidad, CAROLINA SÁNCHEZ-PALENCIA
CARAZO de la Universidad de Sevilla, disecciona con “La muerte y la doncella:
Sexualización de la violencia en la cultura visual contemporánea” nuestras bases
culturales contemporáneas. Muchos artistas del siglo XIX sentían fascinación erótica y
estética por el cadáver femenino: “La muerte de una mujer hermosa es, sin lugar a dudas,
el mejor tema poético que existe”. No son pocos los pintores y poetas decimonónicos que
cultivaron una suerte de necrofilia con la que fantasearon sobre la muerte de la mujer,
pero también sobre la posibilidad de devolverla a la vida y de inmortalizarla a través del
arte. En gran medida, estos retratos, producidos en el contexto de la paranoia que generó
la proliferación de la prostitución y las enfermedades venéreas en muchas ciudades
industriales, funcionaron como una forma de profilaxis, porque neutralizaban el temor
masculino a la sexualidad de la mujer, que quedaba derrotada, desarmada e inocua.
Atrapada para siempre en un retrato, un camafeo, un mechón de pelo o una tumba, la
mujer proporciona al sujeto de la mirada (el hombre) esa visión prohibida, pero
salvaguardándolo de sus peligros, porque éste no ha de enfrentarse a la cosa misma (lo
Real, lo que no puede mirarse directamente) sino a su correlato estético, que sí puede
controlar y manipular. Aunque nuestra relación con la muerte y nuestras prácticas
funerarias han cambiado, el ideal de la docilidad y el sometimiento de las mujeres sigue
alimentando la fantasía de los cadáveres femeninos, y en diferentes instancias de la
cultura popular contemporánea (desde la publicidad a la pornografía o la música)
volvemos a encontrarnos con imágenes que creíamos ya desterradas, pero que no pueden
ir más lejos en la fetichización de la muerte femenina. Inspirado por las teorías de Julia
Kristeva sobre lo abyecto, de Elizabeth Grosz y Michael Foucault sobre la construcción
social de los cuerpos, y de Laura Mulvey y John Berger sobre la hegemonía de la mirada
masculina y el funcionamiento del régimen escópico, este trabajo analiza diversas
imágenes donde la muerte y la victimización de las mujeres son embellecidas, idealizadas,
erotizadas y convertidas en objeto estético para ser consumido y mercantilizado. Dada la
fijación de la cultura occidental contemporánea con el espectáculo de las mujeres muertas
jóvenes y hermosas, cabría argumentar que mediante estas prácticas se está perpetuando
una visión de las mismas en un estado de pasividad extrema, pero dicha visión queda
legitimada y glamourizada en un contexto que persigue la perfección estética a través de
la omnipresencia del cuerpo femenino estilizado, pero al mismo tiempo, fragmentado,
cosificado y finalmente destruido. Por eso, quizás en este punto, a la consabida consigna
publicitaria de “el sexo vende” habría que añadir, “la muerte y la violencia también”.
MARIA ANTÒNIA MARTÍ ESCAYOL, de la Universitat Autònoma de Barcelona,
focaliza en la necesidad de revisar dos obras de la filósofa antes mencionada Margaret
Cavendish con “Mujeres en Heterotopias: la Academia Femenina y El Convento del
Placer” y revisitar el periodo en el que la Ilustración dispone de las bases de las
sociedades occidentales actuales. El trabajo arguye en los elementos antropológicos
básicos heterocronotópicos desde los que sólo se puede analizar autorías de tal calibre:
espacio, tiempo, ontología y pensamiento; donde el cuerpo es voluble a estos, en sistemas
“de cierre y abertura”: de academias, conventos. Lugares de transformación para “mujeres
desviadas”.
En esta línea, se plantea un debate acerca del papel que tiene el arte, la literatura y la
prensa en el mantenimiento de estereotipos de género. En “Vampires and Satyrs: the Role
of Fin de Siècle Literature, Art, and Press in the Sustaining and Spreading of Polarized
Gender Identities” de AURORA MURGA AROCA, Universidad Complutense de
Madrid, analiza diferentes representaciones de género durante el fin de siglo inglés. Los
cambios sociales, científicos y médicos que tuvieron lugar durante el siglo XIX impulsaron
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adecuadamente a los agentes culturales en tal sentido). En relación con este dilema, uno
de los problemas que aparece en un mundo comunicativo estriba en la posibilidad de
favorecer o dificultar la distancia entre el cuerpo en su empoderamiento subjetivo -allí
donde el cuerpo se hace verdadero en su ser vivido (línea fenomenológica)- y el cuerpo
como imagen-mercancía. El problema estriba, así pues, en la autonomía o heteronomía
de la apariencia como imagen y a tal respecto, de Mingo hace referencia a casos/ejemplos
recientes y muy conocidos por la cultura de masas desde un punto de vista radical y
filosófico en el sentido de que el empoderamiento del cuerpo (especialmente el cuerpo
femenino) debe ser asumido desde una crítica de la incultura de la apariencia
heterónoma, a partir de la exigencia de la escucha de los sujetos implicados (Lévinas-
Benhabib), impidiendo su dominio como cuerpos visibles pero “mudos” (silenciados).
En este esfuerzo por recuperar el control, se debe tener en cuenta tanto la violencia
estructural como las pequeñas acciones que nos pasan desapercibidas. En “La Violencia
Simbólica en las Series de Ficción. Actitudes Micromachistas En Sé Quién Eres”,
NARCISA GÓMEZ JARAVA, Universidad de Sevilla, nos aporta una aproximación al
micromachismo, sobre esta forma de machismo, no siempre perceptible a primera vista,
pero no por ello menos peligrosa, y que supone el primer eslabón de la violencia de
género. A través del análisis de la serie de éxito Sé quién eres se muestran estas prácticas
de violencia simbólica, de forma que la sociedad sea consciente de ellas y reflexione sobre
el peligro que supone su naturalización.
Decíamos violencia estructural y, es más, explícita e implícita, en “La Violencia de
Género en los Medios de Comunicación: Estado de la Cuestión y Nuevas Propuestas para
la Reflexión”, NEREIDA CEA ESTERUELAS, de la Universidad de Málaga, realiza un
análisis de la cobertura mediática que han recibido las políticas públicas contra la
violencia de género, en concreto en los medios de información general. Propone tres
hipótesis que, formado parte del imaginario, su constatación permitiría incorporar tales
premisas a la literatura académica sobre violencia de género. En primer lugar, el interés
creciente que muestran los medios de comunicación por este problema. En segundo lugar,
el cambio cualitativo en el tratamiento de esta temática. Por último, la mayor implicación
y compromiso de los medios de comunicación en la difusión de valores contra la
discriminación y en pro de la igualdad de mujeres y hombres.
AMAYA NOAIN SÁNCHEZ, de la Universidad Complutense de Madrid, da con una
de las claves y nos hace un buen resumen en “La Mujer en el Espacio Público: Visibilidad,
Jerarquía de la Mirada y Mecanismos de Control Social”. Las manifestaciones sexistas
han evolucionado desde la expresión directa hacia otras más sutiles adaptadas a los
valores modernos de tolerancia e igualdad. En consecuencia, la literatura científica no ha
dejado de avanzar en la elaboración de nuevos términos que se adapten a la realidad social
actual, además de desarrollar instrumentos de medida que permiten evaluar actitudes
sexistas que pueden pasar fácilmente desapercibidas. Esta rápida evolución en la
manifestación del sexismo da lugar a la aparición de términos como el de
micromachismo. “El Micromachismo y su Medición: Revisión Teórica del Constructo y
Adecuación de sus Dimensiones”, de ANA ISABEL PAREJO MONTES, MARÍA
ARANDA, BEATRIZ MONTES BERGES y RAFAEL SANZ GÁLVEZ, de La
Universidad de Jaén revisa este concepto ampliamente utilizado en contextos informales,
pero que aún no se ha abordado en profundidad en el ámbito científico. Las autoras
comprueban la adecuación teórica y empírica de las dimensiones propuestas por la Escala
de Micromachismo (Ferrer, Bosch, Navarro, Ramis, & García, 2008) respecto a la
literatura científica referente a la discriminación de género mediante la compilación de
propuestas teóricas partiendo de las perspectivas tradicionales como la Teoría de la
Dominancia Social (Sidanius & Pratto, 1999) hasta las más actuales como el sexismo
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ambivalente (Glick & Fiske, 1999) y el micromachismo (Bonino, 1995, 1996, 2005). Tras
la revisión bibliográfica se puede concluir que no existe una definición consensuada del
concepto “micromachismo”, así como instrumentos que evalúen micromachismo como
un constructo distinto a los ya existentes (violencia de género, sexismo sutil, etc.).
En cualquier caso, el objetivo transversal consiste en erradicar la misoginia que en
última estancia provoca la violencia contra las mujeres. Este rol parece también
pertenecer a los Estados con lo que en “Preventing Male Violence against Women through
Communication: A Comparative Analysis of the Television Campaigns of the Italian and
Spanish Governments” de GABRIELLA POLIZZI, de la Università Degli Studi di Enna
“Kore” (Italy) y ANTONINO MARIO OLIVERI, de la Università Degli Studi di
Palermo, se nos presentan dos ejemplos del número creciente de países de la UE que ha
iniciado campañas sociales para evitar la violencia masculina contra las mujeres. Entre
estos países, Italia y España comparten la ideología del machismo como rasgo
generalizado de la cultura nacional, pero presentan diferentes niveles de experiencia en
relación con el momento en que se desarrollaron las acciones gubernamentales sobre la
violencia de género. Partiendo de algunas hipótesis de investigación, se presenta los
principales resultados de un análisis comparativo de las campañas televisivas realizadas
por los Gobiernos de Italia y España, desde 2009 hasta 2017, para prevenir la violencia
masculina contra las mujeres.
Para cerrar, una crítica y una propuesta. Por un lado, “Crítica y Cultura de Masas: Dos
Aristas del Pensamiento Contemporáneo” de MARÍA RODRÍGUEZ GARCÍA. Su
trabajo supone un estudio crítico sobre la cultura de masas tomando como partida las
propuestas de José Ortega y Gasset y Walter Benjamin en los años 30, tiempo de avances
tecnológicos en lo que a los mass media se refiere, tal y como son las primeras emisiones
por televisión en Estados Unidos, Francia y Reino Unido. En una época en la que se
comenzó a difundir la comunicación entre las personas, ya había pensadores y críticos
que alertaban de la perdida de la humanidad y la individualidad ante el sino de los nuevos
tiempos. Una llamada de atención que en la actualidad se traduce en medios de
comunicación dependientes de grandes inversores, empresas y bancos cuyos mensajes
están politizados y mercantilizados. Esta línea argumentativa nos lleva también a
reflexionar en torno a los medios de comunicación independientes y la posibilidad de los
mismos como recuperación de esa aura originaria de la que hablaba Benjamín, pero, en
este caso, en lo que a la comunicación se refiere.
Por otro lado, la propuesta es seguir trabajando en el “Diseño y Validación de un
Cuestionario sobre Lenguaje Igualitario”. Este último capítulo de VICTORIA DEL
ROCÍO GÓMEZ CARRILLO, CARLOS CASALEIZ LINERO y JOSÉ LUIS
GONZÁLEZ SODIS de la Universidad de Málaga consistió en el diseño de un
cuestionario piloto, con el objetivo de medir la percepción del lenguaje que presenta la
muestra perteneciente a alumnado de la Facultad de Ciencias de la Educación de la
Universidad de Málaga. Se refleja la realidad universitaria en la facultad, ya que por su
misión educativa y socializadora conforma un espacio central de actuación y por
consiguiente ser referente en el empleo del lenguaje adecuado, en aras de la inclusión e
igualdad social. El modelo de cuestionario sigue una escala tipo Likert, compuesto por
una serie de ítems o afirmaciones relacionadas con las siguientes dimensiones que a su
vez se pueden categorizar en variables que se valoran en ítems concretos. Dichas
dimensiones son: la importancia del uso del lenguaje no sexista, conformidad con
determinadas expresiones, factores que pueden obstaculizar el uso del lenguaje no sexista
y sentimientos y uso de expresiones, además de otras variables complementarias que
ayudarían a caracterizar a la población. El cuestionario se configuró por evidencias
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11) Recurrir a un lenguaje que de forma clara invisibiliza o excluye a las mujeres,
como por ejemplo cuando hay contradicción entre la imagen y el texto en el
género aludido.
Estas indicaciones del Observatorio de la Imagen de la Mujer son claras. Y vienen a
complementarse con las leyes de Igualdad aprobadas por los gobiernos autonómicos
contienen artículos específicos referidos a la imagen de la mujer y al tratamiento
informativo de la violencia de género, con las medidas diseñadas para la salvaguarda del
principio de igualdad y para asegurar que los contenidos cumplan con la normativa
vigente, con la existencia de entes públicos encargados de velar por el tratamiento de la
imagen de la mujer en la publicidad y en los medios audiovisuales; con los acuerdos de
autorregulación de la actividad publicitaria y de formación de los profesionales de los
medios de comunicación; de las acciones de cesación y rectificación de la publicidad
ilícita, y con la existencia de la Ley General de Publicidad de 1988, que considera fuera
de la legalidad todo anuncio que “atente contra la dignidad de la persona o vulnere los
valores y derechos reconocidos en la Constitución”. Además de todo ello, la Asociación
para la Autorregulación de la Comunicación Comercial, AUTOCONTROL 1, revisa
anualmente miles de anuncios antes de su emisión. Pues bien, aun así, todos los años se
cuelan en la publicidad emitida anuncios claramente sexistas, estereotipados y
discriminatorios, con utilización indebida del cuerpo de la mujer como objeto
desvinculado del producto, y que recurren a la exhibición del cuerpo femenino como
reclamo de venta.
Aunque la publicidad moderna es menos machista que la de hace años, el machismo
sigue siendo un buen argumento para las ventas, por lo que no es difícil encontrar
anuncios publicitarios en los que subyace un fondo de machismo más o menos explícito,
como los slogans diseñados para promocionar la obra teatral Criatura emocional: “¿Qué
preferís? ¿Un novio que te pegue o que nadie te invite a salir?”, “¿Qué preferís?
¿Encontrar un video hot tuyo en Internet o que te encuentren un tumor cerebral?”
Algunos anuncios incitan a la violencia contra la mujer, llegando incluso a la violación
-como los de Ford, Sisley, Dolce&Gabbana o Calvin Klein- y al asesinato, utilizado en
las campañas publicitarias de Duncan Quinn, o Jimmy Choo. ¿Hace falta utilizar el
asesinato de una mujer como argumento de ventas? ¿Qué mensaje se está lanzando a los
potenciales consumidores? ¿Qué efectos pueden tener sobre los jóvenes que la publicidad
les diga que lo importante para una mujer es estar guapa, aunque sea objeto de maltratos?
La violencia, humillación, estereotipos y cosificación que subyacen son evidentes. La
enorme rentabilidad de los contenidos con estereotipos de género hace que sigan
apareciendo. Como resultado, los medios de comunicación contribuyen a la
normalización del machismo y a la banalización de la VG.
4. Limitaciones o resistencias con los que choca el Plan Nacional de
Sensibilización.
A pesar de que, según el Plan, los medios de comunicación deben transmitir valores de
igualdad y ser beligerantes con la Violencia de Género, no siempre es ése el resultado.
Con frecuencia refuerzan estereotipos de género y toleran la VG en muchas de sus
manifestaciones. A pesar de las acciones emprendidas por las administraciones públicas
y del presupuesto dedicado a la lucha contra la violencia de género, ésta sigue alcanzando
1 AUTOCONTROL es una asociación sin ánimo de lucro con objetivo de gestionar el sistema español de
autorregulación publicitaria, creada en 1995 y compuesta por los principales anunciantes, agencias de
publicidad, medios de comunicación y asociaciones profesionales relacionadas con la actividad
publicitaria en España, y que trabajan por una publicidad veraz, legal, honesta y leal.
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cifras muy desalentadoras y su percepción por parte de la sociedad es también muy pobre.
El motivo es doble. Por un lado, los contenidos machistas y discriminatorios son
enormemente rentables, que es el objetivo empresarial prioritario de las empresas de
comunicación. Por otro, se detectan las siguientes carencias, limitaciones, resistencias
contra las que chocan las acciones previstas en el Plan:
1) Existen carencias en materia de regulación de los medios. Los Consejos
Audiovisuales carecen de mecanismos para promover su responsabilidad. El
desfase entre el creciente protagonismo social de los medios de comunicación y
la ausencia de mecanismos para promover su responsabilidad implica un
verdadero riesgo (Aznar, 1999). La autorregulación de las empresas
comunicativas recae en los Consejos Audiovisuales. En la actividad de estos
organismos, el principio de rentabilidad económica choca con el principio de
responsabilidad.
2) Existen carencias en materia de autorregulación de la actividad publicitaria. La
rentabilidad empresarial vuelve a tropezar con el hecho de que son los propios
profesionales de los medios (los principales anunciantes, agencias de publicidad,
medios de comunicación y asociaciones profesionales relacionadas con la
actividad publicitaria en España) los responsables de censurarse. Otro problema
es que, aunque los anuncios que presenten a las mujeres de forma vejatoria son
ilegales, bien por servirse de su cuerpo como un objeto, bien por vincular su
imagen a comportamientos estereotipados (art. 3 de la Ley General de
Publicidad), no existe consenso a la hora de establecer lo que es un contenido
vejatorio o discriminatorio para las mujeres”. Las “campañas permanentes de
vigilancia sobre la publicidad machista” no son eficaces, favoreciendo la
aparición de contenidos publicitarios claramente sexistas y estereotipados, con los
que se consigue perpetuar la cultura machista, al utilizar indebidamente el cuerpo
de la mujer como objeto desvinculado del producto.
3) Carencias de los Observatorios específicos sobre publicidad no sexista de algunas
CCAA. Surgen con la voluntad de ser un instrumento generador de hábitos
democráticos para el progreso de la población, pero sus limitaciones radican
precisamente en su esencia voluntarista: sus actividades no son vinculantes y se
materializan fundamentalmente en canalizar quejas sobre los mensajes sexistas
del entorno.
4) Limitaciones en relación a los acuerdos, protocolos y/o guías para el tratamiento
informativo de la violencia de género. Distintas CCAA han elaborado guías en
cumplimiento de la legislación que exige a los medios de comunicación y a sus
profesionales la adopción de mecanismos de autorregulación que garanticen la
adecuada difusión de las informaciones relativas a la violencia de género. Las
trabas residen de nuevo en el carácter orientativo y no vinculante del contenido de
estas guías. El “pacto de autorregulación con los medios de comunicación” para
garantizar un tratamiento de las noticias que transmita valores de igualdad y sea
beligerante con esta violencia tampoco se ha logrado. El lenguaje y los contenidos
de las emisiones insisten en la superioridad del hombre.
Como se observa, las acciones previstas en el Plan no son vinculantes, sino orientativas.
Las empresas de comunicación no están censuradas, ni limitadas, ni sujetas al
cumplimiento de obligaciones concretas para alcanzar los objetivos previstos por el Plan.
Dichas acciones son meramente sugerencias, indicaciones, consejos, invitaciones para
que sean tenidos en cuenta e incorporados a sus contenidos, pero las empresas de
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Ética y empresa
Cada vez hay más conciencia de que una economía dejada exclusivamente en manos de
las fuerzas de oferta y demanda termina generando o perpetuando enormes diferencias
sociales. Una economía sin una ética se deshumaniza. De ahí que las empresas tomen sus
decisiones relativas a producción, precios y costes, teniendo en cuenta dos conjuntos de
elementos: la maximización del beneficio y los principios éticos que se autoimpone. El
objetivo de la ética empresarial abarca el desarrollo de una sociedad donde el crecimiento
económico esté acorde con el desarrollo social; esto significa que el mundo empresarial
no logre su crecimiento económico a costa de sueldos de supervivencia para sus
trabajadores o privándoles de sus derechos laborales, y que la relación que establezca con
la comunidad se asiente sobre formas de colaboración y cuidado del medio ambiente.
Teoría Ética
Responsabilidad
de una
Social
Empresa
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
con más 13.000 entidades firmantes en más de 145 países, es la mayor iniciativa
voluntaria de RSE en el mundo. Estos son los 10 principios del Pacto Mundial:
4 ÁREAS PRINCIPIOS ASPECTOS DE GESTIÓN EMPRESARIAL
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
vii) Posesión de recursos: Las empresas tienen los recursos para respaldar
proyectos públicos y de asistencia que necesitan apoyo.
viii) Intereses de los accionistas:
ix) La responsabilidad social mejora a la larga el precio de sus acciones.
x) Mejor prevenir que remediar: Las empresas deben abordad los problemas
sociales antes de que se vuelvan graves y sea costoso corregirlos.
b) Argumentos en contra:
i) No se respeta la búsqueda de las ganancias máximas: Las empresas asumen
su responsabilidad social cuando persiguen sus intereses económicos.
ii) Dilución de los fines: Perseguir metas sociales diluye la finalidad de la
empresa: la productividad económica.
iii) Costos: Muchos actos de responsabilidad social no cubren sus costos y alguien
tiene que pagarlo.
iv) Demasiado poder: Las empresas ya tienen mucho poder, y si se fijan metas
sociales, tendrán mucho más.
v) Falta de capacidades: Los directores de las empresas no tienen las capacidades
para abordar los temas sociales.
vi) Falta de responsabilidad: No hay líneas directas de responsabilidad de las
acciones sociales.
Se muestra a continuación cuáles son las 50 empresas más responsables del mundo, según
el ranking 2016 CSR Rep Trak elaborado por el Reputate Institute.
https://www.reputationinstitute.com/thought-leadership/csr-reptrak-100
Observamos que hay empresas en el sector del automóvil, de la limpieza, la alimentación,
el textil, la hostelería o la informática, entre otras. Ni una sola de las 50 es una empresa
de comunicación.
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Potter, A. (2008): Gender Sensitivity: nicety or necessity in peace-process management? The Oslo Forum
Network of Mediators.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
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tiene una especial importancia que un derecho sea calificado jurídicamente como libertad
o derecho social. La propia Constitución ya establece esta diferencia de tratamiento y
consecuencias jurídicas al diseñar la sección 1ª del capítulo II para los “derechos
fundamentales y las libertades públicas” (arts. 15 a 29) y el capítulo III para “los
principios rectores de la política social y económica” (arts. 39-52), en el que se incluyen
los derechos sociales. Finalmente, los arts. 53 y 54 otorgan una protección especial a los
primeros de la que carecen los segundos. Las libertades individuales están especialmente
protegidas con extraordinarias garantías, de las que carecen los derechos sociales, como
son la vinculación a los poderes públicos, la remisión al único desarrollo por ley, el
respeto a su contenido esencial, el uso de un recurso sumario y preferente ordinario e
incluso, en su caso, de amparo ante el Tribunal Constitucional y la rigidez de la reforma
constitucional. Los derechos sociales carecen de estas garantías esenciales para su
cualificación como verdaderos derechos subjetivos susceptibles de recurso si son objeto
de vulneración. Lo que explica que para la mayoría de la doctrina no pasen de tener la
cualificación de meras normas orientativas dirigidas a la acción política de los poderes
públicos. Ésta es la opinión ya avanzada por los primeros tratadistas de los derechos
fundamentales en la Constitución española. Incluso de un ponente de la Constitución
española, G. Peces-Barba, que definía a los derechos sociales como normas orientativas
y programáticas dirigidas por el constituyente a los poderes públicos; B. de Castro Cid ha
resumido y comentado las diversas interpretaciones doctrinales sobre la naturaleza de los
derechos sociales; interpretaciones que los consideran: a) derechos difusos, b) normas
orientativas o programáticas dirigidas a los poderes públicos, c) derechos subjetivos. (De
Castro, 1993: 86-103).
Es la libertad de expresión un derecho-presupuesto, porque por su mediación pueden
practicarse otros derechos, como los derechos de participación política, el derecho de
petición, el derecho a la educación, etc. Es un derecho-antesala, porque sin él no tienen
virtualidad otros derechos. Y es finalmente una institución jurídica además de ser un
derecho subjetivo, así declarada por el Tribunal Constitucional desde los inicios de la
democracia española, porque contribuye a la realización de los fines del Estado social y
democrático de Derecho.
Pues bien, uno de los derechos lingüísticos, el derecho a expresarse ante las
administraciones e instituciones en la lengua propia está relacionado con la libertad de
expresión, porque, si una persona únicamente conoce su lengua vehicular, el uso de ésta
se convierte en necesaria para relacionarse con las administraciones e instituciones.
La libertad de información representa el derecho de la persona a conocer los hechos
que tienen un interés social y a su transmisión veraz. Los periodistas suelen llamar a este
hecho con el nombre de “hecho noticioso”. La jurisprudencia constitucional ha
enmarcado el ámbito de esta libertad cuando exige que los hechos tengan “transcendencia
pública”. 1 Si estamos ante hechos que no presentan este interés social, ejercemos la
libertad de expresión, pero no propiamente la libertad informativa. En la libertad de
información hay dos sujetos: el sujeto activo que transmite la información y el sujeto
pasivo que la recibe; el sujeto pasivo tiene una especial relevancia, puesto que importa
que la información llegue a él. No sucede lo mismo en la libertad de expresión, en la que
interesa únicamente que el sujeto pueda expresarse en libertad. La especial relevancia del
sujeto pasivo de la información se explica porque la información persigue el fin de
informarle; este sujeto pasivo suele ser una masa de personas e incluso en muchas
ocasiones el público en general; la libertad informativa tiene una gran transcendencia
social, porque contribuye a formar la opinión pública.
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2 Esto quiere decir que todavía en nuestro tiempo es aplicable esta crítica a la mera formalidad de las
libertades, accesibles a unos pocos, porque las libertades exigían unas condiciones socio-económicas para
disfrutar de ellas. La crítica sigue siendo válida desde mediados del XIX, cuando Carlos Marx y Luis
Blanc -socialistas radical y moderado, respectivamente- clamaban contra el carácter privilegiado de las
libertades.
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3 Creo conveniente definir estos criterios ante la posibilidad de la lectura de este artículo de expertos en
lengua pero no en derecho. De lo contrario, se podría incurrir en el riesgo de que no se entendiera bien
este primer argumento. Los criterios interpretativos indicados en el art. 3.1 del código civil tienen un
carácter general para toda clase de normas del ordenamiento jurídico. Son criterios no jerarquizados. El
intérprete puede escogerlos y relacionarlos en la búsqueda de la solución más justa para cada caso. Estos
criterios son: 1. Literario o gramatical, que precisa el significado de las palabras y signos que forman las
normas jurídicas. 2. Sistemático, que establece el significado de las normas en función del lugar que
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
ocupan en el ordenamiento jurídico y poniéndolas en relación con las otras, que forman parte de su
sistema, y los principios generales del derecho que a todas ellas afectan. 3. Histórico que indaga el
significado de una norma en función de sus precedentes históricos, ya sean remotos (como el derecho
romano sustrato de nuestro ordenamiento jurídico) o cercanos (como normas anteriores sobre la misma
materia, trabajos preparatorios y preámbulos o exposiciones de motivos de las normas). 4. Sociológico,
que es un criterio que proyecta la norma sobre el ámbito social en el que se aplica, teniendo en cuenda
tanto las necesidades sociales como los valores sociales. 5. Teleológico, que es el criterio que indaga el
fin de la norma, es decir, el interés o intereses que persigue. 6. Lógico o conceptual, es decir, el criterio
interpretativo basado en los conceptos de la norma, que deben ser interpretados según las reglas de la
lógica y el sentido común, no incurriendo en contradicciones y arbitrariedades. La lógica del lenguaje
también se aplica a las normas jurídicas. Es un criterio no enunciado expresamente en el elenco de criterios
del art. 3.1 del código civil, pero no obstante aplicado frecuentemente por los jueces en la interpretación
de las normas, y es aludido en leyes sectoriales del ordenamiento jurídico.
4 Junto a los criterios reseñados, que podemos definir formales hay otros criterios de carácter material
concretados en enunciados, que deben ser tenidos en cuenta en la interpretación de las normas; estos
criterios están presentes en normas relevantes, como las que precisan que el tribunal constitucional es el
intérprete nato de la Constitución (art. 1 de la ley orgánica del tribunal constitucional) o que los derechos
fundamentales deben ser interpretados conforme a la declaración universal de derechos humanos y los
tratados internacionales ratificados por España (art. 10.2 de la Constitución). Un criterio material clásico
es el principio penalista: “in dubio pro reo” (en caso de duda se aplica la norma que más favorece al
condenado).
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5 Creo que más aceptable la denominación de movimiento que la de escuela para referirse a los juristas
centroeuropeos de transición del XIX al XX y primera mitad del XX con una perspectiva sociológica del
derecho, porque realmente hay tal variedad entre ellos que resulta atrevido encuadrarles en las siglas de
una misma escuela. El movimiento de derecho libre también recibe el nombre de movimiento de libre
investigación del derecho. Hay en el movimiento juristas-sociólogos moderados y avanzados. Hay
grandes diferencias entre ellos, lo que justifica cobijarles en el paraguas de un movimiento amplio y no
en la estrechura de una escuela.
6 Considera Gény que la ley necesariamente debe ser completada con otras fuentes, como la costumbre, la
analogía, la equidad, la jurisprudencia y la doctrina. Se opone a elementos centrales de la Escuela de la
Exégesis: la ley como fuente única del derecho, la técnica de la subsunción lógica como medio de su
aplicación y la teoría de la plenitud del ordenamiento jurídico consistente en la afirmación de que los
códigos del ordenamiento jurídico contienen leyes suficientes para resolver todos los casos de la realidad
social. El juez debe emprender según Gény (1995: 131 ss.) una libre investigación científica del derecho
con el objeto de completar la insuficiencia de la ley de los códigos, abarcando toda una serie de fuentes
del derecho, algunas históricas y otras nuevas.
7 Distingue Ehrlich (1929: 67 ss.) entre hechos normativos y derechos. Los primeros producen a los
segundos. Hechos normativos son los factores que originan el derecho en sus múltiples manifestaciones.
Cita entre estos hechos: el uso, el dominio, la posesión y la declaración de voluntad. Estos hechos
normativos dan lugar a una serie de derechos. El derecho inicial y primario es el derecho social creado
por la sociedad, que ya contiene una serie de instituciones básicas de origen social: el matrimonio, la
familia, las corporaciones, la posesión, el contrato y la sucesión. Estas instituciones no necesitan para
existir la ley del Estado. Posteriormente se van formando los otros derechos: el derecho de los jueces, el
derecho de la doctrina, el derecho del Estado. Todos ellos constituyen el derecho u ordenamiento jurídico
completo. Viene a continuación del derecho social el derecho de los jueces y de los juristas, que se basan
en decisiones, e intentan resolver los conflictos que se generan en el intercambio social. En último lugar,
el derecho del Estado, basado en normas que se imponen coactivamente, y que aparece cuando el relieve
de los conflictos en la sociedad es tal que es necesaria la norma coactiva del Estado. Es común en la
doctrina considerar a Ehrlich como el fundador de la sociología del derecho, como puede constatarse
leyendo las páginas a él dedicadas en las obras generales de sociología del derecho, muy escasas en lengua
castellana: Cotterrell, R. (1991: 38-45); Treves, R. (1998: 86-89); Robles, G. (1993: 21-26); Soriano, R.
(2011: 123-125).
8 Kantorowicz (1906: 15 ss.) considera en su obra fundamental La lucha por la ciencia del derecho, de
1906, escrita con el seudónimo Gnaeus Flavius para evitar la animosidad de sus colegas, que la fuente
prioritaria del derecho es la decisión de los jueces, respecto a la cual la ley es una orientación. Hasta los
escritos de Kantorowicz la ley había sido combatida, pero no a tal punto de sustituirla por las decisiones
de los jueces en la pirámide de las normas. Decir, como él argumentaba, que la principal fuente del
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
“oveja negra” del grupo de juristas abiertos a la sociología del derecho y al pluralismo
jurídico.
La otra escuela antes citada, el realismo jurídico, señala el componente psicosocial de
la personalidad y actuación del juez, en el que convergen una serie de condicionamientos
y circunstancias que hacen que su decisión sea incierta y aleatoria; son los componentes:
a) psicológicos o de la propia personalidad del juez, b) culturales, ya que pertenece a una
determinada cultura, cuyos valores le influyen, c) estamentales en función de la clase
social a la que pertenece, e d) ideológicos, ya que los jueces, por más que se pretenda y
se exija que sean neutrales e imparciales, evidentemente no pueden despojarse de su
forma de pensar en los momentos en los que desarrollan su función.
Por lo tanto, ahí quedan señaladas las tareas de los juristas -libre investigación
científica del derecho, libre investigación del derecho, libre creación del derecho- que
están reclamando, tras la verificación de las lagunas de las normas, que la ley no es la
única fuente del derecho y que el juez tiene una importante función en la determinación
del derecho a aplicar. Los criterios interpretativos no están ordenados y aparecen en un
abanico abierto a la elección de los mismos por los jueces; en el ordenamiento jurídico
conviven una pluralidad de fuentes del derecho; los jueces no pueden evitar cierto
subjetivismo a la hora de interpretar y aplicar el derecho… tenemos ya el camino abonado
para continuar en el punto siguiente con la espinosa cuestión de la discrecionalidad
judicial.
El carácter flexible de la jurisprudencia constitucional en el uso de los criterios
interpretativos.
Precisamente por este hecho, la ausencia de un orden de prelación de los criterios de
interpretación jurídica, la jurisprudencia constitucional exige que ante un conflicto de
derechos o de derechos y deberes el aplicador de la norma efectúe una ponderación
cotejando y sopesando las condiciones de los sujetos y las circunstancias de los hechos
en pro de encontrar la solución más justa del caso. La ausencia de un principio de
jerarquía de los criterios se sustituye por el principio de ponderación. En nuestro país fue
muy discutida una sentencia de la jurisprudencia de 1986, que, ejecutando este principio
de ponderación, declaró preferente el derecho de expresión de un representante político
sobre el derecho al honor de una institución muy relevante del Estado, la judicatura; hasta
entonces había prevalecido el honor sobre la expresión, ambos contenidos de sendos
derechos fundamentales. En efecto la STC 104/1986, de 17 de julio, indica que, en un
conflicto de derechos fundamentales, como es la colisión de la libertad de expresión y el
derecho al honor, es necesario examinar los bienes jurídicos afectados y no únicamente
el animus iniuriandi; del examen de las condiciones y circunstancias del caso derivará la
preferencia del derecho al honor o a la libertad de expresión. Además, destacó el tribunal
constitucional que la libertad de expresión tenía un prius de protección en comparación
con las otras libertades por su carácter institucional; “posee –dice el alto tribunal- una
derecho era la sentencia judicial, suponía un plato muy fuerte para la época. Como consecuencia los jueces
adquieren un primer plano, y por ello su formación debe ser mayor para no equivocarse en la declaración
de la solución de los casos, que se someten a su juicio. No basta la formación estrictamente jurídica, pues
ya no son meros aplicadores de normas, sino casi legisladores. Y en esta formación no podía faltar el
conocimiento de la sociología y la psicología. Tanta importancia tenía para Kantorowicz la formación de
los jueces que consideraba que en sus manos estaba la posibilidad de la mejora del derecho y no en los
legisladores. Hay una frase paradigmática del autor alemán: “de la cultura de los jueces pende en último
término el progreso del derecho”. (Kantorowizc, 1906: 48).
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Imaginemos -siguiendo las actuaciones del tribunal constitucional- que éste, aplicando
el criterio lógico o conceptual (el mismo que seleccionó en el caso de la objeción de
conciencia), califica a los derechos lingüísticos como formas o modelos -cada uno de
ellos, respectivamente- de la libertad de expresión, la libertad de información y la libertad
de educación. Ya existe el precedente de la jurisprudencia constitucional; luego no es
demasiado utópica mi pretensión.
El sentido lógico e histórico de la evolución de los derechos fundamentales tanto en
general (tránsito de las libertades a los derechos sociales) como en concreto (el avance
en el reconocimiento de las libertades)
Los tratadistas de los derechos humanos hablan de la existencia de tres generaciones de
derechos humanos. 12 Es un tema muy cultivado por los filósofos del derecho, que tienen
como línea de investigación a los derechos humanos y su proceso de positivación. 13 Es
conveniente antes de entrar en materia de este tercer argumento precisar que la noción de
generaciones de derechos debe ser contemplada con cuidado, porque ni histórica ni
ideológicamente están claros los deslindes de una generación respecto a otra. Los
derechos humanos de cada generación presentan algunos avances en la época de una
generación anterior. Difícil es establecer compartimentos estancos en las generaciones.
Advierte A. Pizzorusso de este problema al decir: “Parece, en cambio, que la distinción
de las generaciones de derechos (o de los documentos en que se proclama la defensa de
los mismos) no presenta un carácter lo suficientemente preciso para poder ser utilizada
como una noción jurídica, ni en el plano legislativo, ni en el de la interpretación
sistemática; sea en el ámbito doctrinal, jurisprudencial o cualquier otro”. (Pizzorusso,
1989: 514).
La primera generación es la de las libertades individuales, que son reconocidas
jurídicamente en las revoluciones liberales de la segunda mitad del siglo XVIII, las que
tienen lugar en América septentrional con ocasión de la independencia de las colonias
inglesas respecto a Inglaterra, y en Francia. En las constituciones de ambos espacios
geográficos aparecen reconocidas las libertades individuales, como nuevos derechos
naturales productos de la razón; libertades enunciadas con adjetivaciones pomposas -
sagradas, imprescriptibles, inalienables-, pero que dejaban mucho que desear en el terreno
de la protección y eficacia, porque solían ser muy limitadas en su ejercicio en las leyes de
desarrollo.
La segunda generación de derechos humanos está constituida por los derechos
sociales, económicos y culturales (como suelen ser denominados en las constituciones),
y que resumo en la expresión genérica de derechos sociales, que son reconocidos en las
constituciones de los siglos XIX y XX, especialmente tras la segunda guerra mundial,
aunque ya había algún avance en el constitucionalismo de finales de la segunda mitad del
siglo XVIII, como la Constitución francesa de 1793. Estos derechos adolecen del problema
12 He de advertir que en este artículo los conceptos de derechos humanos y derechos fundamentales son
intercambiables, aunque la doctrina establece diferencias. La mayoría de los tratadistas consideran
derechos fundamentales a los derechos esenciales positivados en el ordenamiento jurídico, mientras que
los derechos humanos son los valores y exigencias éticas con pretensión de positivación en el
ordenamiento jurídico. Tampoco faltan quienes consideran a los derechos humanos como la categoría
jurídica que engloba a los derechos esenciales del ordenamiento jurídico y a los valores éticos. Es
conveniente tener una visión histórica, ya que en cualquier periodo histórico nos encontramos con
derechos esenciales positivados, que desprenden nuevas exigencias éticas y exigencias éticas que aun no
han sido positivadas y aspiran a serlo. De ahí la historia de los derechos humanos, que van
enriqueciéndose progresivamente en su evolución histórica. Lo veremos a continuación al hablar de la
libertad de expresión y la libertad religiosa.
13 Sirvan como botón de muestra A.E. Pérez Luño (1998: 29-43) y G. Peces-Barba (1988: 227-265)
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
14 Los siglos XVI-XVII europeos son denominados los siglos de “las guerras de religión”, en las que
participaban Estados confesionales que perseguían a todas las religiones que no fueran la profesada por
el Estado. El Edicto de Nantes, de 13 de abril de 1598, es un precedente de Estado confesional, que
permite la libertad de creencia y de culto en determinados lugares de otras religiones cristianas diferentes
a la católica religión del Estado francés. Las declaraciones de derechos y constituciones liberales de las
colonias de América septentrional, convertidas en Estados independientes tras su separación de Inglaterra,
son también un precedente de Estados casi no confesionales, que permiten la libertad religiosa de
creencias y de culto de las religiones cristianas (condenando la religión musulmana además del ateísmo).
Finalmente, las constituciones europeas posteriores a la segunda guerra mundial consagran una libertad
religiosa de creencias y culto plenas en el seno de un Estado no confesional, abarcando las dimensiones
negativa (no profesar religión alguna) y positiva (profesar cualquier religión).
15 La primera manifestación de esta libertad fue conquistada en la denominada Revolución Gloriosa en la
Inglaterra de finales del siglo XVII, que culminó con el Bill of Rights de 1669, donde se incorporaba la
libertad de expresión de los parlamentarios ingleses en sede parlamentaria; una muy reducida libertad de
unos cuantos privilegiados representantes de los ciudadanos ingleses. Posteriormente en las declaraciones
y constituciones liberales de finales de la segunda mitad del siglo XVIII se universaliza esta libertad de
expresión como uno de los derechos naturales de libertad de los ciudadanos (que será muy limitada en las
leyes). Finalmente en las constituciones actuales vigentes, posteriores a la segunda guerra mundial, la
libertad de expresión presenta las dimensiones negativa y positiva y abarca la crítica a los tres poderes
públicos e incluso al Titular de la Corona.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
16 Es interesante subrayar que la lengua cooficial es la que así lo indique el estatuto de la Comunidad
autónoma, con independencia del arraigo social que tenga y del número de hablantes. Es raro que haya
una contradicción y que el estatuto declare cooficial a una lengua desarraigada y poco hablada, pero de
acuerdo con la norma constitucional podría suceder.
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17 El autor en su obra Los derechos de las minorías, dedicada a estudios de diversas minorías, titula un
capítulo, el capítulo V, “Los derechos de las minorías lingüísticas”, que ocupa las páginas 97-117. Es una
revisión de su artículo “Derechos lingüísticos y derechos fundamentales” (1999/b).
18 Estamos considerando en este trabajo a los derechos fundamentales en su sentido positivo-jurídico y no
desde una perspectiva extraña al ordenamiento jurídico, es decir, los derechos fundamentales
incorporados a la Constitución y no como valores éticos. En la filosofía jurídica algunos estudiosos de los
derechos fundamentales suelen distinguirlos de los derechos humanos, considerando a éstos como los
valores ético-jurídicos que exigen su reconocimiento por el derecho positivo y a aquéllos como los
derechos ya reconocidos por el derecho positivo. Los derechos humanos como los valores que exigen su
reconocimiento por el ordenamiento jurídico y derechos fundamentales como los derechos más esenciales
que ya forman parte del ordenamiento jurídico.
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5. Conclusiones
He señalado y explicado cinco argumentos para la cualificación de los derechos
lingüísticos como derechos fundamentales. Primero, la falta de un orden de prelación de
los criterios interpretativos de las normas, de tal modo que el juez del tribunal
constitucional puede elegir entre ellos a la hora de resolver los conflictos de derecho; a
ello se une el inevitable subjetivismo judicial, puesto de manifiesto por clásicas escuelas
de derecho, como el movimiento de derecho libre y el realismo jurídico. Segundo, como
consecuencia de esta ausencia de una pirámide escalonada en la selección de los criterios
interpretativos, el juez del tribunal constitucional -como cualquier otro juez- puede aplicar
el principio de ponderación para resolver los casos, sopesando condiciones personales y
circunstancias de hecho para encontrar la solución más justa.
Esta ponderación puede suponer en casos extremos una franja ancha en la calificación
jurídica de los derechos y deberes. El caso paradigmático es la objeción de conciencia,
que fue declarada un derecho fundamental en los primeros años de nuestro tribunal
constitucional y posteriormente una simple causa de exención de un deber fundamental.
La sentencia del tribunal constitucional pasó de un extremo a otro en el arco de los
criterios interpretativos. Tercero, Los derechos lingüísticos -como otros derechos
relacionados con las libertades- han evolucionado enriqueciendo progresivamente su
contenido, alcance y protección; ejemplos claros son la libertad religiosa, la libertad de
expresión y la libertad de enseñanza.
Nada impide, en principio, que estas libertades evolucionen de tal modo que
incorporen a ellas la expresión, la información y la educación en la propia lengua materna
o vehicular. Cuando apareció la primera manifestación de la libre expresión en los
Comunes de Londres tras el triunfo de la Revolución Gloriosa en 1689, probablemente
nadie imaginaba que esta libertad permitiría siglos después la crítica universal (de todas
las personas) a los actos políticos de las monarquías y los gobiernos. Cuarto, los derechos
lingüísticos no son unos derechos más, sino unos derechos especiales en el tratamiento
dispensado en la Constitución, los estatutos de autonomía y las leyes, es decir, en nuestro
ordenamiento jurídico.
Son reconocidos en una parte privilegiada del texto constitucional, el título preliminar,
y en un extenso artículo tercero. Un título de la Constitución que exige para su reforma
un proceso agravado, en el que intervienen dos Cortes y el referéndum de todos los
ciudadanos españoles. Estimo que esta relevancia especial de los derechos lingüísticos
les coloca en un estatus próximo a los derechos fundamentales. Quinto, la asimilación de
los derechos lingüísticos a los derechos fundamentales; cada uno de ellos a una libertad
concreta, entendiendo que estas libertades -la libertad de expresión, de información, de
enseñanza- son libertades, como antes se ha dicho, que evolucionan con el paso del
tiempo, y que de la misma manera que avanzan en la ampliación de su contenido, alcance
y protección, también pueden hacerlo en la lengua en que las personas se expresan,
reciben información y enseñanza, es decir, que estas libertades abarquen no únicamente
los contenidos: lo que se expresa, informa y enseña, sino también aspectos formales: la
lengua que se emplea para expresarse, informarse y recibir educación.
He aquí el gran salto: que las libertades citadas se abran hasta abarcar además del
contenido la forma, a saber, la lengua vehicular -la única lengua que conoce la persona-
para tratar con las administraciones y autoridades, recibir información relevante y
educación. Entonces los derechos lingüísticos se habrán convertido en derechos
fundamentales.
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6. Bibliografía
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3 Sírvase la utilización del masculino genérico para aludir tanto a mujeres como a hombres.
4 Título nobiliario de Thomas More.
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hemos de olvidar que la ciudadanía plena 5 de las mujeres es una noble ambición que no
puede estar desvinculada de un proyecto político y, de una actitud crítica que señale los
límites institucionales actuales y las necesidades de transformación en el sistema y en la
cultura.
2. Configuración y estructura de Utopía, relación entre feminismo y liberalismo
Entre las ínsulas renacentistas ideadas en la literatura utópica, encontramos la Ciudad del
Sol de Tommaso Campanella, la cual era una fortificación que se hallaba sobre una colina,
situada de tal modo que si se quisiera conquistar debía de asaltarse siete veces; la tierra
de Bensalem, imaginada por Francis Bacon —a quien se le considera el padre de la
ciencia moderna, aunque algunos se inclinan antes por Galileo (1564-1642)—, la cual era
una isla escondida entre espesas nubes; y, finalmente, la ya aludida isla de Utopía. Sin
embargo, resulta extraño encontrar en la literatura utópica escrita por hombres referencias
concretas a estructuras imaginarias, donde se asigne a las mujeres un papel predominante
(Moro, 1993: 140), contrariamente a lo que ocurría con La Ciudad de las Damas de
Christine de Pizan. Evidentemente, se habla sobre las funciones que han de desempeñar
en la ciudad, pero nunca se les concede protagonismo. Existe, no obstante, la sátira de la
Asamblea de las mujeres, escrita por Aristófanes en 392 a. C., en la que las mujeres de
Atenas, disfrazadas de hombres, se presentan en la Asamblea de la pólis y logran que se
les confíe la dirección de la ciudad. En el régimen que instauran, los bienes pasan a ser
propiedad de la colectividad, el fondo común proporciona lo necesario a cada ciudadano
e incluso las mujeres “pertenecen” 6 a todos los hombres, con la obligación de “honrar”
primero a las más feas 7 —esta idea de que las mujeres sean un bien común para todos los
hombres, podemos igualmente hallarla en La República de Platón (449c, 457d) (2010:
288-289, 302). Sin duda, vale la pena reproducir el diálogo que mantienen Blépido y
Praxágora en relación a esta última cuestión:
BLÉPIRO. - Si alguno ve a una linda muchacha y desea gozar de sus encantos, con los bienes
reservados podrá hacerle un obsequio, y de este modo obtener su amor, sin dejar de percibir su parte
de los bienes comunes.
PRAXÁGORA. - Es que lo podrá obtener gratis. Pues yo haré que las mujeres sean también
comunes, de suerte que puedan acostarse con los hombres y hacer hijos con cualquiera.
BLÉPIRO. - ¿Pero cómo podrá ser así si todos se dirigirán a la más bonita y tratarán de poseerla?
PRAXÁGORA. - Las más feas e imperfectas estarán junto a las más lindas, y todo el que solicite a
una de éstas deberá antes consumir un turno con las primeras.
BLÉPIRO. - Pero ¿no ves que, conforme a tu sistema, los ya muchachos flojearemos cuando
lleguemos a las hermosas?
PRAXÁGORA. - No les dará ningún cuidado.
BLÉPIRO. - ¿De qué?
PRAXÁGORA. - Tranquilízate, no les importará gran cosa.
BLÉPIRO. - ¿El qué te digo?
PRAXÁGORA. - Acostarse o no acostarse con viejos como tú (Aristófanes, 1996: 22).
Con todo, este particular proyecto de transformación radical de la sociedad que conduciría
a un paraíso comunista, no puede encuadrarse dentro del género de la literatura utópica
(Trousson, 1995: 56). Sí que lo puede hacer, por el contrario, la comedia Las Aves, escrita
5 Las mujeres no pueden ser ciudadanas de segunda categoría, no pueden ser excluidas de la ciudadanía
plena, sino ser reconocidas como iguales y dárseles el derecho que se les ha negado de intervenir, y,
decidir en los asuntos públicos y políticos.
6 Nótese que las mujeres se conciben como una propiedad.
7 A colación, cabría mencionar lo que Thomas More (1993: 112) opinaba sobre la cualidad estética de la
belleza, al apuntar que en Utopía los encantos de una mujer influyen menos en el marido que su honradez
y respeto.
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también por Aristófanes, pero en el 414 a. C., aunque, en ese caso, las mujeres apenas
aparecen. La única referencia explícita que hemos podido encontrar es cuando Pisteteto,
ciudadano de Atenas, habla de Filomena, quien, al convertirse en pájaro, en una abubilla,
gozará de todos los derechos habidos en Nefelocogia (Aristófanes, 2010: 11). En este
caso, esta mujer consigue la igualdad con respecto a todos los demás ciudadanos de la
ciudad de las aves, pero a costa de perder su identidad como individuo.
En la obra de Thomas More, a diferencia de Aristófanes, cuya ciudad imaginaria se
encuentra en el cielo, la isla de los utópicos tiene el aspecto de luna en creciente, rodeada
de montañas y estancada en sí creando un gran lago, permitiendo que las naves circulen
en todas direcciones. Sólo los nativos conocen los pasos para penetrar en ella y por eso
ningún extranjero se atrevía a penetrar en el golfo. Cuenta Thomas More, además, que
Utopo —de quien, triunfante, recibió nombre de isla; antes llamada Abraxa— logró
elevar a una multitud ignorante y agreste a un grado tal de civilización y cultura que
sobrepasaba entonces a la de casi todos los mortales —apenas alcanzó la victoria en su
primer desembarco, mandó cortar el istmo de quince millas que unía la isla al continente,
dejando que el mar la circundase (Moro, 1993: 75-76). Ocupó, en esta tarea, a todos los
habitantes de la isla para que nadie lo considerase afrenta, así como a la totalidad de sus
soldados, con lo cual, distribuida entre tanta gente, la obra se llevó a cabo con increíble
rapidez y, la admiración y el terror por el éxito obtenido sobrecogió a los pueblos
colindantes, que al principio se mofaban del intento.
En las ciudades utópicas, existe una estrecha relación entre arquitectura e ideología,
en tanto que la conformación de las ideas que giran en torno a la estructura social de las
mismas son el reflejo de sus edificaciones y su consecuente predisposición sobre el
espacio urbano. Generalmente, se establecen a partir de la utilización de tres figuras
geométricas 8 dominantes, siendo éstas el cuadrado, el círculo y la pirámide (Souiller,
2008: 86). En Amauroto (Utopía), el cuadrado es la forma básica del barrio, y la
multiplicidad de los barrios se inscribe en el cuadrado más amplio de la ciudad misma.
Así se traduce un aparente principio de igualdad que se extiende dentro de la constitución
política de Utopía, aunque sólo en el sentido comunista de la igualdad y no en función
del género. Sin embargo, en la Ciudad del Sol, prevalecen las figuras del círculo y la
pirámide, ya que la ciudad se encuentra constituida por siete círculos concéntricos
dominados en el centro por el templo del sol. En la medida en que la ciudad está
construida en un alto monte, cada uno de los círculos está dominado por el siguiente,
representándose de forma piramidal la autoridad jerárquica de la ciudad. Campanella, no
sólo introduce en la configuración de la Ciudad del Sol la noción de autoridad, sino
también la de igualdad. Sin embargo, al igual que Moro, como veremos en la
estructuración social de la misma, no se contempla ese sentido de igualdad, equidad y
justicia con los que se constituye la teoría feminista.
La corriente ideológica del liberalismo político, desde el siglo XVIII y a lo largo del
siglo XIX, hizo posible el alzamiento del Estado liberal, asentando un férreo capitalismo
fomentado por ideólogos como Adam Smith (1723-1790), John Locke (1632-1704) o
Thomas Hobbes (1588-1679), el cual terminaría por dar lugar al sistema neoliberal.
Daniel Bell (1919-2011) al reflexionar sobre el final de nuestra era señalaba que el
mercado —en comercio y producción— no conoce límites y atraviesa las líneas políticas:
«en la búsqueda de beneficios, toda la gama de actividades económicas pasan de lo
regional a lo nacional, de ahí a lo internacional y finalmente a lo plenamente mundial, y
se convierte en un sólo mercado, de capitales y productos” (Bell, 1996: 3). No es de
8 Trousson (1995: 44) apunta que las utopías son de naturaleza constrictiva, porque encierra a los seres
humanos en un yugo, creando autómatas que evolucionan en colmenas geométricas.
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extrañar que en la Utopía de Moro, y en las demás ínsulas utópicas, las relaciones
exteriores estuvieran reducidas al mínimo, ya que, como apunta Raymond Trousson
(1936-2013) (1995: 82-83), los habitantes imaginarios se satisfacen con su autarquía y el
aislamiento los preserva de la corrupción, sobre todo debido a los vínculos que pueden
establecer a través del comercio.
Aunque sin incidir directamente en las relaciones comerciales, pero vinculado a ello,
Carole Pateman (1940-) (1996: 31-51) muestra cómo la dicotomía entre lo público y lo
privado oculta la sujeción de las mujeres a los hombres dentro de un orden aparentemente
universal, igualitario e individualista. Feministas y liberales discrepan sobre dónde y por
qué se debe trazar la distinción entre estas dos esferas, debido a que dicha escisión
constituye una oposición desigual entre ambos sexos. El argumento esencial de las
feministas es que la doctrina de “separados pero iguales”, así como el patente
individualismo e igualitarismo de la teoría liberal, difuminan la realidad de una estructura
social caracterizada por la desigualdad y la dominación de las mujeres por los hombres.
Habermas, al igual que otros autores, se muestra reacio a aceptar que las mujeres posean
una “razón deficiente” frente a la supuestamente “ideal” de los hombres, sin reunir, por
ello, las condiciones necesarias para participar en un organismo público. Sin embargo, el
filósofo alemán no profundiza en el factor del género para delimitar las relaciones y
ordenamientos que describe en la conformación de las instituciones públicas y privadas
de la sociedad capitalista clásica, no ofreciendo, por lo tanto, solución alguna a esta injusta
situación (Fraser, 1986: 67). En Utopía, estas dos dimensiones se disponen en función de
un orden funcional donde “las mujeres sirven a sus maridos, los hijos a sus padres y en
una palabra, los más jóvenes a los mayores” (Moro, 1993: 87). Un rol alterocentrista que,
pese a los avances en materia de libertad del colectivo femenino, sigue rigiendo el
universo del ámbito de lo privado.
En este sentido, es interesante señalar cierta analogía entre la Utopía de Tomás Moro
y la aportación que Iris Marion Young (1949-2006) introduce en uno de sus estudios sobre
la maternidad, donde apunta que el afrontar las diferencias grupales en capacidades,
socialización, valores y, estilos cognitivos y culturales, contribuye a la inclusión y
participación de todos los grupos en las instituciones económicas y políticas (Young,
1996: 99-126). En la utopía renacentista de Moro, se menciona la costumbre de los
hombres de sentarse en las comidas junto a la pared y las mujeres en el lado frontero, para
que si les sobrevenía algún súbito malestar, pudieran levantarse sin descomponer las
hileras y dirigirse junto a las lactantes. Éstas, con las criaturas de pecho, se encuentran
aparte en un comedor destinado al efecto, donde siempre hay lumbre, agua limpia y cunas
en las que poder acostar a sus bebés (Moro, 1993: 89; apud: Bidegain, 2010: 22; García,
2016: 210). Esta escena queda lejos de lo que hoy en día se conoce como “seguro de
maternidad”, pero, en ella, se constata lo sólidamente cimentada que se encuentra la
creencia de que el sexo biológico es la principal diferencia entre los seres humanos.
Young comenta que Linda Krieger afirma que la cuestión de los derechos para las
embarazadas, y las madres que acaban de dar a luz, en cuanto a lo que respecta a su puesto
de trabajo, ha creado una crisis paradigmática en relación a la comprensión de lo que debe
de ser igualdad sexual (Young, 1996: 120-123). Esto es así debido a que la aplicación de
un principio de igual tratamiento al tema de la maternidad, en las últimas décadas, ha
provocado resultados cuyos efectos sobre las mujeres son, en el mejor de los casos,
ambiguos y, en el peor, perjudiciales.
Esta dicotomización entre lo público y lo privado en función de las diferencias
biológicas existentes entre hombres y mujeres, siendo la maternidad uno de los factores
claves en esa desigualdad, también la encontramos en La Ciudad del Sol. En ella,
Campanella nos explica que, en su utopía, pese a que las artes mecánicas y especulativas
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son comunes a hombres y mujeres, los ejercicios más pesados (como arar, sembrar,
recoger los frutos, trabajar en la era y en la vendimia, etc.) son ejecutados por los varones
(Campanella, 1993: 155-156), mientras que los trabajos que pueden realizarse estando de
pie o sentado (como tejer, hilar, coser, cortar el pelo, afeitar, preparar drogas y
confeccionar toda clase de vestidos) conciernen a las mujeres, estándoles, a su vez,
prohibido trabajar la madera y fabricar armas. Existe, por lo tanto, una división social en
función de los sexos que condiciona la actividad que todo ciudadano desarrolla en la
ciudad.
Lo mismo ocurría en la Utopía de Moro (1993: 81) donde las mujeres, por “ser más
débiles”, realizaban los oficios menos penosos, como era el trabajo de la lana y el lino,
mientras que los hombres se ocupaban de los restantes. Además, apunta Moro que
cualquier hombre que no desempeñara estas tareas, aquellas reservadas a los “cuerpos
fuertes y robustos”, termina por “afeminizarse” (Ibid., 52; apud: Bidegain, 2010: 9). La
opinión del humanista inglés no deja de sorprendernos, si bien tenemos en cuenta que
para la redacción de Utopía tuvo de referente La República de Platón, quien, basándose
en las costumbres de las mujeres espartanas, aseguraba que el colectivo femenino, aunque
en grado inferior (453b) (Platón, 2010: 293-294), tenía la misma naturaleza y variedad de
actitudes que el masculino, y, en consecuencia, podía desempeñar las mismas funciones
(450c) (Ibid.: 288-289). Aunque no puede afirmarse que en La República platónica las
mujeres tuvieran un rango de igualdad con respecto a los hombres, sin duda, en ciertos
aspectos, éstas eran contempladas bajo un firme criterio de equidad.
A pesar de los argumentos esgrimidos por estos humanistas, en los que se apunta que
las diferencias biológicas entre hombres y mujeres marcan las actividades que
desempeñan en la sociedad, a lo largo de la Historia se ha demostrado que el colectivo
femenino puede realizar todo tipo de tareas, inclusive aquellas que requieren un
considerable desgaste físico. He ahí por lo que la “desigualdad sexual” es además una
“desigualdad social”, en cuanto a que se hace patente una marcada injusticia al relegar a
las mujeres al ámbito de lo privado, reduciendo así sus posibilidades de desarrollo en el
de lo público, permitiéndoles sólo aquellas vinculadas a la “maternidad social” 9.
Desafortunadamente, en las utopías, no hay minorías en acción, ni partidos en el
sentido político del término, que expresarían opiniones contradictorias y alterarían el
orden y la norma (Trousson, 1995: 47). Las mujeres imaginadas en la literatura utópica,
constituyen un grupo minoritario, en el sentido de no poder disfrutar de los mismos
derechos que los hombres, por esa razón han aprendido a hacer abstracción de sí mismas
para entregarse sin reservas a la voluntad patriarcal.
3. Ante una sociedad despolitizada, crítica a la Democracia Liberal
El Estado liberal, desde el siglo XVIII, constituye la estructura básica sobre la que vemos
cómo se asienta un determinado marco legal que favorece, a la vez que protege, el
desarrollo de las relaciones de producción propias del capitalismo. Carole Pateman,
además, señala que el liberalismo está estructurado tanto por relaciones patriarcales como
relaciones de clase. A lo largo de este estudio, ya hemos visto cómo el organigrama social,
político y económico de las utopías ideadas por hombres se encuentra conformado a partir
de las directrices marcadas por el discurso dominante. En cuanto a lo que atañe a las
9 Dícese de aquella que permite a las mujeres trascender las virtudes, concedidas por su impuesta
vinculación a la “feminidad tradicional”, fuera del ámbito de lo doméstico, a la esfera pública donde
desempeñará funciones como las de maestra, institutriz, matrona, de enfermería, secretariado o comercio.
Inmaculada Blasco aplica esta maternidad a la actividad social que las mujeres católicas desempeñaban
en la realidad pública, a través de la caridad y la beneficencia, con el objeto de “regenerar” a la sociedad
(Blasco, 2005: 224, 233-235; 2006: 55, 62-63).
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relaciones de clase, pese a que la práctica totalidad de las utopías persiguen la igualdad
entre los ciudadanos —siempre entre los hombres— y la supresión de las clases sociales
tradicionales, lo cierto es que las relaciones de clase son más que constatables. En la
Utopía de Moro, y en todas las demás idealidades utópicas androcéntricas, las jerarquías
sociales serán una constante, dándose no sólo entre los individuos, sino incluso también
entre los dioses 10.
En nuestra actualidad, más o menos alrededor de unas tres mil familias oligárquicas
forman el Poder de manera cooperativa; en ellas, lo más importante es el grupo, no cada
uno de sus integrantes; y, como ocurría en Utopia, el que no cumpla las normas es
difamando por la prensa y/o la televisión, llamado al orden hasta que vuelva al redil o es
“liquidado”. Estas tres mil familias son, como en el Antiguo Régimen, la Aristocracia;
los medios de comunicación son el nuevo Clero, hoy día anticristiano; y, el Estado Llano
es, como mucho, la población reducida a consumidores. La Policía no tiene autonomía de
poder y las listas de los partidos las deciden minorías ligadas al mismo. Hay
“democracia”, pero sólo para elegir a los designados por el Poder, como ocurría con la
élite utópica. Con el neoliberalismo, además, hay algunos sectores que se benefician, pero
éstos son todos ya ricos, aún a pesar de la actual crisis mundial: empresarios, financieros,
abogados, empresariales, banqueros, entre otros. Sin embargo, por otra parte, en este
sistema están también los “perdedores”, como las mujeres, los negros, los campesinos,
los indígenas, los trabajadores que no están altamente capacitados, siendo todos ellos la
mayoría de la población mundial.
Thomas More, en su Utopía, centraba gran parte de su crítica en el naciente capitalismo
inglés, y concretamente en la agricultura, la cual es común a ambos sexos. La base de la
sociedad, como casi siempre en la utopía, era agrícola, existiendo únicamente oficios de
primera necesidad, como la manufactura de la lana, el arte de trabajar el lino o los oficios
de cantero, herrero o carpintero (Moro, 1993: 81). Francesca Cantú (2002: 54) ve incluso
en esta organización utópica una relación directa con la obra reformadora de Bartolomé
de las Casas (1484-1566) quien consideraba que la reestructuración de la sociedad
indígena se basaba en la instauración en América de una sociedad principalmente
agrícola, escasamente mercantil, que conociera momentos de vida o de propiedad
comunitarios, y, en la que el trabajo de los campos se organizara alrededor de pequeños
centros urbanos en una relación de equilibrio de intercambios y de utilidad recíproca entre
ciudad y medio rural (Hernández, 2012: 94). Con todo, Didier Souiller (2008: 74) apunta
que, en último término, la utopía aparece como un tipo de reacción que caracteriza al
ciudadano malcontento que aborrece el campo y desea vivir en la ciudad donde mejorará
su calidad de vida. En este sentido, civilización y urbanidad están íntimamente unidas,
siendo la pólis clásica el centro político y económico del Estado. Por lo tanto, aunque la
agricultura sea la base de la sociedad de toda utopía, y dicha actividad se desarrolle en el
contexto rural, es la ciudad el lugar donde la verdadera “utopía” radica. Herbert Marcuse
(1898-1979), por su lado, comenta al respeto que el capitalismo en la sociedad industrial
avanzada se caracteriza por el superdesarrollo de la ciencia y de la técnica: éstas se
convierten en la principal fuerza productiva, capaz de satisfacer las necesidades
materiales de la población, pero también en instrumento de dominio administrativo y
control ideológico que invade el espacio político y la esfera privada del individuo, y
deviene poder totalitario. La alternativa, según Marcuse, no estaría ya en el proletariado
clásico, asimilado por la sociedad industrial avanzada, sino en los marginados, proscritos
y desempleados de todas razas y colores, cuya revolución, en caso de triunfar, haría
10 Este es el caso de la comedia de Aristófanes (2010: 52) , Las Aves, donde los dioses de los dioses
olímpicos eran los «dioses bárbaros».
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(1997: 17-39), presente hoy en día incluso en las democracias occidentales que forman
parte de la Comunidad Europea.
El Estado del Bienestar, por otra parte, establece los derechos sociales vinculados a las
circunstancias de la vida personal: salud, atención a las personas débiles, protección
contra la pobreza (servicios que normalmente suelen prestar las mujeres) incorporando
así la vida privada al ámbito de la política y, por tanto, del espacio público. Los derechos
sociales no se asocian a los ciudadanos, como sucede con los derechos políticos, es decir,
no son individuales, por lo que no es de extrañar que se menoscabe la condición de
ciudadanía. La sociedad actual del bienestar capitalista es una sociedad despolitizada,
donde su pluralismo y pluralidad, fragmenta y privatiza el dominio de grupos poderosos
de presión e intereses (empresariales, militares, oligárquicos, entre otros); frente a otros
grupos que están, potencialmente o realmente, oprimidos 11 o en situación de desventaja.
Las mujeres forman parte de esos grupos oprimidos, como lo son los estudiantes, las
minorías raciales y nacionales oprimidas, entre otros (Marcuse, Habermas, 1980: 66). Sin
embargo, en Utopía no vemos ningún grupo que quede privado de ese bienestar, dado
que, pese a que sus habitantes sólo trabajan seis horas al día, no sólo les basta dicho
tiempo, sino que aún les sobra para conseguir con creces cuanto requieren sus necesidades
(Moro, 1993: 83). El capitalismo engendra la desigualdad y las rivalidades, por esa razón,
como ya hemos apuntado, no existe la propiedad privada, sino el bien común. En La
República esta abolición traerá consigo la eliminación de la estructura familiar, pasando
a ser de obligación común la crianza de los hijos, apartándolos de las madres apenas
recién nacidos (457d) (Platón, 2010: 302). Esto demuestra hasta qué punto Platón velaba
por el bien del Estado 12, olvidando por completo, ya no sólo el sentido de la vida familiar,
sino privando a las mujeres de la experiencia de ser madres.
En cuanto al matrimonio, la literatura utópica masculina sigue los preceptos marcados
por el patriarcado, al ser las mujeres quienes siempre quedan supeditadas a los hombres 13,
desempeñando así un rol alterocentrista con los suyos de por vida. En Utopía, las mujeres
se casan a los dieciocho años, mientras que los hombres a los veintidós, siendo
amonestados, e incluso prohibiéndoseles el matrimonio, en el supuesto caso de que ya
hubieran tenido relaciones sexuales. En la elección del cónyuge, además, se sigue cierto
rito en el que la prometida, sea esta virgen o viuda, es expuesta desnuda a los ojos del
pretendiente por alguna matrona seria y honesta; mientras que, a su vez, el novio es
también presentado ante la muchacha, igualmente desnudo, por un hombre respetable.
Todo este ritual se realiza con el objeto de evitar el riesgo de una difícil convivencia si
luego llegase a descubrirse algún defecto y evitar el adulterio, lo cual les conduciría
directamente a la más dura esclavitud (Moro, 1993: 110-111). El modelo de matrimonio
que Moro presenta es monógamo, mientras que, en otras utopías androcéntricas, como las
de Platón con el Timeo (2012: 14-15) y La República (423e) (2010: 237), han de ser todos
comunes entre amigos en el mayor número posible.
Pese a las propuestas formuladas en las utopías, no podemos tomar ninguna de estas
ínsulas como ideal de ciudadanía, porque esto supondría ignorar que toda sociedad
despolitizada potencia cierta paradoja en la democracia, al advertirse qué poder social
posibilita que algunos ciudadanos sean más iguales que otros —sobre todo aquellos
11 Si bien cumplen una o más de las siguientes condiciones: explotación; marginación; falta de poder;
imperialismo cultural; o, sufriendo violencia y hostigamiento al azar, merced al miedo o al odio al grupo.
12 En las utopías, la célula familiar constituye fácilmente un núcleo refractario al orden social y hace que
se prefieran los intereses particulares a los de la ciudad (Trousson, 1995: 48).
13 Apunta Tomás Moro (1993: 86) que las mujeres, al llegar a la edad oportuna, se casan e instalan en el
domicilio del marido.
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integrantes del colectivo masculino— y, en consecuencia, tengan más poder que los
demás. En la ciudad ideal de Moro, no se concede ningún valor al oro y la plata, siendo
las joyas juguetes para los niños y las cadenas de los esclavos hechas con oro (1993: 93-
95), por lo que, en cierto modo, este tipo de ciudadanía económica y social quedaría ya
esbozada en la obra de Moro. Tampoco en la Atlántida de Platón se otorgaba valor a estos
metales, más bien, y a diferencia de la utopía de Moro, no se le daba absolutamente ningún
uso (1872: 278). En Utopía, se nos habla de Fabricio, un hombre considerado recto y
superior, quien declaraba que prefería gobernar a ricos, que enriquecerse él mismo. Esto
era así porque este personaje consideraba que el hecho de que una persona sólo viviera
de placeres y delicias, mientras que los demás gemían y se lamentaban por doquier, no
era ser guardián de un reino, sino más bien el de una cárcel (Moro, 1993: 67-68). Sin
embargo, tampoco hemos que incurrir en la democracia débil de Benjamin Barber (1939-
2017), quien, en su Strong Democracy (2003), como muchos utópicos, cae en el
importante error de confundir pluralidad y privatización, al entender la idea de lo público
como universal e identificar la particularidad con la privacidad, convirtiendo a la
homogeneidad en un requisito indiscutible de la participación pública. El que los grupos
de intereses insistan en que los ciudadanos deban omitir sus experiencias y afiliaciones
particulares, sirve para reforzar su privilegio, marginando o silenciando a todos los grupos
restantes.
Resulta, por ello, mucho más coherente la propuesta que Marion Young ofrece de un
nuevo régimen de gobierno, donde la representación de un grupo social se manifiesta a
partir de la afinidad habida entre las personas que lo constituyen, las cuales se identifican
mutuamente, y otras que las identifican a ellas. Esta afinidad de grupo tiene la
característica que Heidegger (1889-1976) denomina “proyección”, donde la identidad de
una persona se define en función a cómo los otros la identifican y cómo actúan esas otras
personas, siempre condicionadas por ciertos atributos, estereotipos y normas específicas,
que las condicionan. Dicha “proyección” se encuentra dirigida exclusivamente a los
grupos oprimidos, por lo que implica contar con mecanismos institucionales y recursos
públicos en apoyo a tres actividades: la autoorganización de los miembros del grupo, el
análisis de grupo de cómo les afectan las propuestas de políticas sociales y el poder de
veto respecto a políticas que afecten directamente en el grupo.
El aplicar leyes y reglas ciegas de idéntica forma, así como la concesión de derechos,
no garantiza la justicia o igualdad. La única forma de lograr que dichos grupos se
expresen, sean escuchados y tomados en cuenta en todas sus experiencias y perspectivas
sociales, es tenerlos específicamente representados en ese sistema de gobierno, como
ocurría en la Asamblea de las mujeres de Aristófanes. Un sistema donde la representación
de grupo maximice el conocimiento expresado en la discusión, promoviendo así la
sabiduría práctica: reunirse en fórums democráticos para discutir y, formular posiciones
y propuestas del grupo, y/o crear asambleas de donde puedan surgir sus representantes.
Utopía es un país en que todo se administra con pocas leyes, sobre todo porque las
riquezas se encuentran niveladas habiendo en abundancia de todo y para todos.
La esfera pública del Estado deberá expresar adecuadamente sus reglas en términos
generales, en virtud de las particularidades de los individuos y, de sus experiencias,
necesidades y aquellas situaciones que se generen a partir de su conformación en grupos.
De igual modo, deberá afrontar el dilema de la diferencia, donde, por un lado, continuará
negando que existan diferencias esenciales entre el sexo, el color de piel, la edad y otros
factores; y, por otro lado, encontrará necesario afirmar que se dan a menudo divergencias
de base grupal. Dentro del citado dilema, el embarazo y el parto, la discapacidad física y
la edad avanzada, entre otros, la afirmación política de derechos especiales no procederá
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14 Una de las más antiguas leyes utópicas dispone que nadie sea molestado a causa de sus creencias, aunque
la religión que predomina en Utopía es la del mitraísmo (Moro, 1993: 132; apud: 126).
15 Esta compensación se traduce en programas de acción positiva o afirmativa; políticas encaminadas a
ponderar de forma comparable trabajos o conductas determinadas; o, en considerar que las minorías
lingüísticas y culturales deben tener derecho a conservar su lenguaje y cultura y, al mismo tiempo, tener
garantías de poder disfrutar de todos los derechos de ciudadanía, así como de una educación apropiada y
de idénticas oportunidades profesionales.
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16 Incluso las casas se sortean cada diez años (Moro 1993: 79).
17 Tomás Moro (1993: 80) apunta que de cada treinta familias se elige anualmente un magistrado, a quien
en su antigua lengua llamaban Sifogrante y en la moderna Filarca. Al frente de diez Sifograntes con sus
familias colocan otro funcionario llamado antiguamente Traníboro y ahora Protofilarca (García, 2016:
209). Finalmente, todos los Sifograntes, tras jurar la designación del más apto, nombran por votación
secreta a un Jefe entre cuatro candidatos señalados por el pueblo, pues cada cuarta parte de la ciudad elige
uno y lo propone al senado.
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18 Apunta Platón en La República que es necesario suprimir las lamentaciones de los hombres famosos,
para atribuírselas a las mujeres (388a) (2010: 172), porque son ellas quienes se encuentran mucho más
cerca del universo emocional del ser humano. Sin embargo, Platón señala que no se hará con aquellas
mujeres que tengan mayor dignidad, dándonos a entender que en la pólis existen mujeres cuyo
conocimiento o rango social las sitúa en un plano cercano al de los hombres. Además, ha de señalarse que
las mujeres tenían que honrar a sus maridos, ya que de no ser así desafiaban a los dioses, no sólo lanzando
toda clase de insultos contra los varones, sino que ensombrecían sus días con continuos llantos y
lamentaciones (395e) (Ibid.: 187-188). Con respecto a este último dato, a lo largo de La República, Platón
insistirá en que los más varios apetitos, concupiscencias y desazones se encuentran en las mujeres y las/os
niñas/os (431c) (Ibid.: 255-256).
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Platón, en La República, iría más allá al señalar que si las mujeres realizan las mismas
tareas que los hombres, entonces, habrá de educárselas en idénticas circunstancias (451e)
(2010: 291). Lo malo estaba en que aun habiendo aprehendido los mismos conocimientos
que los hombres, sus funciones en Utopía —y lo mismo ocurría en la República—, no
iban más allá de los literales y metafóricos muros del hogar doméstico.
5. Conclusiones: ante un proceso de “legitimidad positiva”
Ana Rubio Castro (2006: 62) apunta que no podemos dejarnos cegar por el velo de la
equidad que crean las actuales políticas de igualdad de oportunidades, en tanto que si así
procedemos estaremos permitiendo que con esa “participación equilibrada” se incremente
la opresión contra las mujeres. En consecuencia, hay que ir más allá y resignificar desde
la teoría feminista conceptos como el de ciudadanía, observando y analizando cómo
incluso en las utopías clásicas, renacentistas e incluso contemporáneas, y muy
especialmente en la escrita por hombres, el papel de las mujeres en términos de
participación ciudadana ha quedado limitado a meras “utopías” ideadas hoy sin criterio
literario alguno. Esta idea la plasma Ana Rubio al insistir en el hecho de que las mujeres
siempre han sido aceptadas en la ciudadanía de un modo incompleto, creyendo éstas haber
logrado la panacea, cuando, en realidad, se les estaba privando de los derechos del
colectivo masculino. Sin duda, tal consideración vale la pena reproducirla textualmente:
Otorgarle credibilidad a quienes sostienen que ya están en curso importantes cambios sociales y
políticos, que las transformaciones sociales son lentas y hay que esperar a mejores coyunturas
económicas o políticas, es obviar lo que la historia nos ha enseñado a las mujeres. Siempre se nos
ha concedido y otorgado políticamente aquello que, en ese momento, carecía de valor. Se nos
reconoció el alma cuando lo importante era la racionalidad, se nos reconoció la racionalidad, pero
desprovista de trascendencia lo que marcó la subjetividad y la ciudadanía de las mujeres. No
debemos dejarnos deslumbrar por los logros alcanzados y recordar a María Lejárraga cuando
escribía: las mujeres siempre pierden con apariencia de triunfo (Ibid.: 64).
Para que las mujeres consigan la ciudadanía plena, antes, deben de ser conscientes de
esta realidad y eso requiere pasar por un proceso de “legitimización subjetiva” en el que
se desprendan del modelo de feminidad impuesto durante siglos. Esto significa que las
mujeres han de aprender a legitimar sus propios intereses sin sentirse por ello mal, sin
tener que dar cuentas a una voluntad ajena que les recuerde qué roles son los ideados para
ella en función de su sexo. Ciudadanía y vida cotidiana son dos aspectos de un mismo
corpus existencial, “la realidad de la convivencia y dicha convivencia transcurre en un
laberinto de intercambios humanos que pone necesariamente en juego las diferencias de
opciones, deseos, intereses, necesidades, ilusiones, proyectos, ideales, ambiciones, etc.”
(Coria, 2005: 225); aunque, todo ha de decirse, el hilo conductor que marca la dirección
de quienes en él se adentran, no es sino otro que el que dictamina el discurso dominante
y, bajo éste, poco poder de decisión tiene la moderna Ariadna.
Considero oportuno terminar este estudio reproduciendo el diálogo entre el Sicofante
y Pistetero, en la comedia de Las Aves de Aristófanes, donde se habla sobre la importancia
de “las alas” en la ciudad de Nefelocogia, aunque se extrapola a un sentido general:
Imaginemos pues que, en todas las utopías relatadas, en ese “a todos” al que se hace
alusión en este breve diálogo, las mujeres también tienen alas para poder volar, y son
precisamente sus palabras las que, a partir de las pautas marcadas por la actual teoría
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1 Según explica José Monleón, «Si repasamos la lista de autores condenados veremos que todos ellos
proponían un tipo de teatro ajeno al seudo naturalismo y al lenguaje coloquial, los cuales, al servicio de
una concepción evasiva de la escena, reducida a la función de distraer, [...] se consideraban como la
expresión propia de la teatralidad. Salirse de estos cauces implicaba romper la superioridad del
espectador respecto del espectáculo, el derecho del primero a no ver sorprendida su imaginación o su
moral» (1984: 26).
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obrera) con propuestas artísticas escapistas. Ferreras (1988) ha definido este teatro como
«extra o infraliterario». Se trata de espectáculos donde el principal objetivo es mover a la
risa. La caricatura se antepone al personaje, el juego de palabras ramplón al diálogo
literario; la apertura a lo melodramático es palpable y el desenlace, feliz. Esta tendencia,
cuyo principal representante fue Adolfo Torrado (de ahí que se hable de torradismo),
resucitó lo peor del costumbrismo de Carlos Arniches y del astracanista Muñoz Seca.
Supuso, según Ferreras, una influencia «letal en la educación del público», que la ha
confirmado con el tiempo como «la tendencia dramática de más larga vida en nuestro
teatro español» (1988: 35-37).
En este desolador panorama de los 40, inicia también su protagonismo la comedia
burguesa de evasión, con obras como Lo increíble (1940) de Jacinto Benavente. Se
denomina de evasión porque atiende al principio de «crear ilusiones controlables» que
mantuvieran al público alejado de ciertas «interpretaciones o sentidos de la odiosa
realidad» (Monleón, 1984: 26). Se trata de piezas en torno a conflictos que se desarrollan
dentro de un universo burgués, con tendencia a lo cómico, pero que evita situaciones
grotescas. 2 Junto a Benavente, inauguran esta práctica teatral algunos autores
ideológicamente afines al Régimen como José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo y Juan
Ignacio Luca de Tena, a los que se unen a partir de los 50 otros como Jaime Salom y
Alfonso Paso. 3 Con este último, la comedia burguesa va a convertirse en un gran
fenómeno sociológico en los años 50, aupado por la crítica gracias a valedores como el
influyente Alfredo Marqueríe. Sus autores constituyen el referente casi exclusivo del
éxito comercial, pues su producción, demandada por las clases acomodadas de las que es
reflejo, será la que domine la escena española durante casi veinte años. De nada sirve el
auge de los movimientos migratorios del campo a las zonas industriales y la incorporación
de las clases bajas a la vida urbana: «Los escenarios van camino de ser exclusivos de la
burguesía, pues para ella se escribe, para ella se cuentan historias, y para ella se fijan
precios y horarios de funciones» (Oliva, 2002: 171-172).
2. El teatro ante la censura orgánica: la palabra amenazada
Partiendo del Reglamento de Espectáculos Públicos de 1935 4 y de la Ley de Prensa de
1938 5, la Orden Ministerial de 15 de julio de 1939 6 será la que determine la puesta en
marcha de una Sección de Censura, administrativamente vinculada a la Jefatura del
Servicio Nacional de Propaganda, y cuya acción se circunscribe (entre muchos otros
ámbitos de información y cultura) a la censura de «los originales de obras teatrales,
cualquiera que sea su género» (artículo 2.2). Así, el 8 de octubre de ese mismo año, la
2 Siguiendo a Ruiz Ramón, Ferreras la define como «una pieza bien hecha», de reconocibles valores
literarios en su composición y no exenta de cierta crítica moral, o, muy restringidamente, social. Aunque
en ocasiones se acerca al drama, el hecho de retratar elementos propios de la clase acomodada, hace que
la estructura sea siempre predecible, con la corrección imperante en los diálogos y una escenografía que
se repite con escasas variaciones (1988: 38-39).
3 Como dramaturgo que había iniciado su andadura en el grupo de teatro Arte Nuevo, mostró en sus
comienzos ciertas afinidades con el realismo (por ejemplo, en Los pobrecitos, 1956), pero pronto dio a
conocer sus propiedades para convertirse en fenómeno empresarial y a la vez en el más conveniente
paradigma del régimen. Su encumbramiento y caída casi coinciden con la trayectoria de la comedia
franquista, cuyo protagonismo empieza a convivir a principios de los 60 con la tendencia realista de
Buero, Olmo o Martín Recuerda (véase Oliva, 2002: 219).
4 Este Reglamento, cuyos orígenes datan del gobierno de la II República fue promulgado el 3 de mayo de
1935 (véase Gaceta de Madrid, n. 125, de 5 de mayo de 1935), y sufrió posteriores modificaciones con
las Órdenes de 7 de junio de 1940, 7 de diciembre de 1942 y 29 de diciembre de 1965.
5 BOE, n. 549, de 23 de abril de 1938 y rectificaciones en BOE, n. 550, de 24 de abril de 1938.
6 BOE, n. 211, de 30 de julio de 1939.
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7 En el ámbito editorial, Elena Bandín ha estudiado las consecuencias que tuvo para el teatro clásico
inglés la Orden Ministerial de 25 de marzo de 1944, la cual establecía exención censoria en el caso
de publicaciones españolas anteriores a 1800. Según Bandín, la censura del teatro de Shakespeare se
acogió a dicha norma y afirma: «Las traducciones de obras clásicas del teatro inglés no fueron ni
prohibidas, ni modificadas, ni secuestradas, ni silenciadas administrativamente por la censura
franquista» (2005: 897). Asimismo, siguiendo a Abellán (1976), sostiene cómo la conjunción de esta
indulgencia y de ciertos factores económicos favorece la selección de autores clásicos por las
editoriales, pues ante la falta de una industria consolidada se apuesta por «ediciones y reediciones
de títulos seguros, de autores clásicos en la mayoría de casos» (en Bandín, 2005: 897).
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específica para el teatro de cámara, que permite controlar el carácter experimental de estos
grupos bajo numerosas restricciones, entre ellas, las de la sesión única.
A mediados de los sesenta se produce el gran despegue industrial de España precedido
por la apertura a los foros internacionales lentamente labrada durante la década de los
cincuenta. El país, que había logrado su ingreso en las Naciones Unidas en 1955, formaba
ya parte de la Organización Europea de Cooperación Económica y del Fondo Monetario
Internacional y se encontraba inmerso, tras la superación del Plan de Estabilización, en el
I Plan de Desarrollo. Cabría esperar que, ante la atenta mirada de las organizaciones
internacionales, cierta moderación en la censura acompañara a los grandes cambios del
desarrollo industrial. Así sucede, hasta cierto punto, coincidiendo con el acceso en 1962
de Fraga Iribarne al Ministerio de Información y Turismo, quien, desde sus primeros años
de mandato, promulga una sucesión de órdenes ministeriales que van a regular de forma
permanente la aplicación de la censura teatral. En este sentido, será decisiva la Orden de
9 de febrero de 1963 12 por la que se aprueban las Normas de Censura Cinematográfica.
Su aplicación se haría extensiva al teatro el 6 de febrero de 1964 13 mediante la orden que
establecía el Reglamento de Régimen Interior de la Junta de Censura de Obras Teatrales.
De esta forma, dicha Junta (creada previamente en febrero de 1963 14) pasaba a regirse
por los mismos condicionantes empleados para la exhibición cinematográfica, de entre
los cuales pueden destacarse los siguientes:
a) En lo que respecta al orden moral, las Normas de Censura establecen como
prohibiciones la justificación del suicidio, homicidio por piedad, venganza,
divorcio, adulterio, relaciones sexuales ilícitas, «prostitución y, en general,
cuanto atente contra la institución matrimonial y contra la familia» por tanto,
el aborto y los métodos anticonceptivos (norma 8ª). Se prohíben igualmente la
presentación de perversiones sexuales (9ª), y aquellas «escenas que provoquen
las bajas pasiones del espectador normal» (10ª). La norma 14 excluye,
igualmente, la «presentación irrespetuosa de creencias y prácticas religiosas»,
y la «presentación denigrante o indigna de ideologías políticas y todo lo que
atente de alguna manera contra nuestras instituciones o ceremonias».
b) En cuanto al orden político e institucional, se prohíben las obras que
«nieguen el deber de defender a la Patria y el derecho a exigirlo» así como
cuanto atente «contra la Iglesia Católica, su moral y su culto» (16ª); o contra
los principios fundamentales del Estado y la dignidad nacional, y,
particularmente, contra la persona del Jefe del Estado (17ª).
La Junta de Censura Teatral es, como se ha dicho, desde su constitución en 1963, el
órgano encargado de la aplicación de estas normas a cualquier texto nacional o extranjero
para el cual se solicite permiso de representación, ya sea para teatro comercial o para
sesiones de cámara y ensayo. Según el citado Reglamento de Régimen Interior de 1964,
los procedimientos debían iniciarse a petición de la empresa interesada y mediante una
instancia normalizada 15 acompañada de tres ejemplares con el texto íntegro a representar.
En el caso de obras extranjeras, es requerida, además, autorización del autor o su
representante y «eventualmente, certificado de la SGAE en el que se haga constar la
inscripción a nombre de su autor de la versión española» (16ª). Cumplidos estos
requisitos, una comisión de tres vocales procedía a dictaminar las obras en el plazo
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máximo de quince días. En caso de no haberse producido consenso entre los miembros
de la primera comisión, se solicitaban informes a la segunda comisión o al Pleno de la
Junta, constituido por presidente, vicepresidentes, secretario, vocales nombrados por el
Ministerio de Información y Turismo, vocales circunstanciales también nombrados por
el Ministro, el Jefe del Servicio de Teatro y asesores sin voto designados por el Director
General de Cinematografía y Teatro. Los dictámenes debían incluir «Autorización o
prohibición de la obra, Modificaciones accidentales necesarias para la misma, Edad límite
de los espectadores, Dictámenes sobre su retransmisión, Condicionamiento de la
autorización al visado de ensayo general» (15ª). Finalmente, correspondía al Director
General de Cinematografía y Teatro la función de expedir o no (a la luz de los acuerdos
de la Junta) el permiso para la representación de la obra.
Conviene insistir en que este procedimiento adquiere plena regularización a partir de
febrero de 1964 y que la Junta de Censura contaba entonces con un año de existencia.
Con anterioridad, los protocolos administrativos eran más sencillos e implicaban,
normalmente, la censura de un solo lector, en ocasiones, eclesiástico, lo que minimizaba
las oportunidades de sentencia favorable al permanecer ligadas a un único juicio. La
evolución en la tipología documental de los expedientes de censura muestra una clara
distinción entre aquellos anteriores y posteriores a 1963 y un gran dinamismo en la
nomenclatura de los órganos productores de documentos de juicio y decisión. Se advierte,
por ejemplo, cómo hacia el final de la Dictadura, y con los procesos y concesiones de
visados sujetos a criterios mucho más flexibles que los de antaño, la Orden de 27 de
octubre de 1970 proclama la reorganización de la Junta de Censura de las Obras Teatrales,
que pasaría a llamarse Junta de Ordenación 16. Para entonces, el proceso de desintegración
de la censura es ya irreversible y culmina oficialmente con el Real Decreto-Ley de 1 de
abril de 1977 sobre la libertad de expresión, que tendría continuidad con el Real Decreto
262/1978, de 27 de enero, de Libertad de Representación de Espectáculos 17; ambos ya
bajo los auspicios de la Monarquía.
Frente a lo que cabría esperar, no podemos decir que esta sucesión de reglamentos,
órdenes y normativas de diversa índole haya supuesto una trayectoria lógica de progresiva
permisividad, sino que ha sido un «proceso de marcha hacia delante y hacia atrás o de
simples frenazos» (García Lorenzo, 1981: 23). Esto es debido en gran parte a la multitud
de factores implicados en la administración censoria y que abarcarían desde el carácter
particular de los miembros de las juntas de censura, pasando por los cambios ministeriales
o las circunstancias socioeconómicas del país en cada momento. Estas y otras incidencias
hicieron que el funcionamiento de la censura fuera, en algunos momentos, impredecible,
y su aplicación, enormemente contestada, no sólo por lo que suponía de insulto moral y
privación de la libertad de palabra, sino también por las incoherencias que dentro de su
propio sistema se ocasionaron. Podemos, por citar unas cuantas, señalar que el estreno de
16 Según el apéndice consultado en Rabadán (2000: 202), la Junta de Ordenación de Obras Teatrales
funciona a partir de 1970; sin embargo, no se ha hallado en la legislación mención a esta Junta de
Ordenación hasta 1972 (Decreto 2284/1972, de 18 de agosto).
17Por este Real Decreto se crea la Comisión de Calificación de Teatro y Espectáculos, encargada de «emitir
dictamen sobre los espectáculos teatrales y artísticos en orden a su calificación» (art. 8); cuyas normas se
establecen por Orden Ministerial de 7 de abril de 1978. Según Raquel Merino, la propia inercia del aparato
burocrático censor hace que éste continúe su funcionamiento bajo distintas denominaciones dentro del
Ministerio de Cultura hasta la creación del INAEM en 1985, momento en que se habría producido «una
ruptura en la tramitación de solicitudes de apreciación (anteriormente censura u ordenación) de obras de
teatro. [...] La organización que hizo posible la existencia de un filtro censor gubernamental no desaparece
sin más, si no que muta y sufre un proceso de transición política y de descentralización burocrática de sus
funciones», ya que estas competencias son asumidas por las administraciones autonómicas (2000: 123-
124).
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una obra determinada pudiera llevarse a cabo en teatros comerciales de una ciudad y fuera
prohibido en los de otras; que, habiendo recibido la aprobación de la censura, la obra se
suspendiera en el ensayo general, o que incluso algunas obras fueran prohibidas y
retiradas de cartel una vez estrenadas y con pleno éxito de taquilla 18. Como sintetiza la
siguiente cita:
La censura franquista fue evolucionando a lo largo de los años, pero siempre se caracterizó por la
arbitrariedad de sus criterios (Rabadán, 2000). Esa arbitrariedad fue el mejor arma de la censura que
«fue susceptible de ser eficaz sólo en la medida en que fue arbitraria, es decir, mientras fue
instrumento discrecional y represaliador en manos del poder político» (Abellán, 1978: 52). (Bandín,
2005: 896).
18 Juan Pedro Sánchez ha constatado cómo estas circunstancias se dieron incluso en la antesala de la
desaparición del régimen. A esto añade, siguiendo a Fernando Cantalapiedra, la circunstancia de que las
subvenciones del estado a la escena teatral se vieron cada vez más menguadas, al tiempo que «la labor
teatral comienza a ser un negocio para la propia Administración», gracias a las multas impuestas a
directores y actores por contravenir las normas de la censura (1997: 35-37).
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[…] medidas previsoras que, consciente o inconsciente, un escritor adopta con el propósito de eludir
la eventual reacción adversa o la repulsa que su texto pueda provocar en todos o algunos de los
grupos o cuerpos del estado capaces o facultados para imponerle sus presiones o modificaciones con
su consentimiento o sin él. (1982: 169).
No cabe, pues, sorprenderse ante declaraciones como las de Buero Vallejo cuando, al
preguntarle en 1976 sobre el escaso número de estrenos de sus obras, apuntaba las
siguientes razones:
La primera, mi escrupulosidad, mi perfeccionismo, tal vez mi pereza. [...] Pero también obran otras:
la dificultad de hallar temas críticos y combativos que tengan, al menos, alguna posibilidad de pasar
la censura; el retraso o la prohibición que ésta ha inferido a veces a obras ya representadas; el
problema, nada fácil en ocasiones, de hallar la empresa que acepte la obra, etc. Y se dirá: «entonces,
usted se autocensura». Naturalmente. Cuando hay censura el que diga que no ejerce la autocensura
se engaña. (En Medina Vicario, 1976: 51).
La autocrítica a la que alude Buero condicionó la creación teatral española para dar origen
en muchas ocasiones a un teatro sembrado de claves, alegorías y metáforas que exigen la
colaboración del espectador pero que a veces resultan «demasiado oscuras por exceso de
abstracción o de ambigüedad, y que sólo un público muy enterado, anormalmente
enterado, puede descifrar» (Ruiz Ramón, 1974: 445). Este enmascaramiento de aspectos
disidentes —o simplemente inadecuados para el Régimen— no pasa desapercibido para
la censura, que a menudo refuerza las precauciones ante una potencial decodificación del
mensaje y cuyas observaciones a veces rayan en lo paranoico. El fenómeno también se
da a la inversa, es decir, «también el público está sobresensibilizado y tiende a ver siempre
más allá, creándole un subtexto al texto y un subespectáculo al espectáculo» (Ruiz
Ramón, 1974: 446).
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The analysis of the Desigual commercial will be placed in the context of the new trend
in advertising known as Femvertising. In the last two decades, a new stage in advertising
concerned with feminist practices can be observed. The term Femvertising has been
coined to define advertising mainly addressed to women that exhibits qualities of
empowering women, feminism, female leadership and equality. Alyssa Baxter and Elisa
Becker-Herby have recently traced this phenomenon (Baxter, 2015; Becker-Herby,
2016). Baxter observes that historically, feminism in advertising has been utilized as a
marketing ploy since the 1960s, when the Virginia Slims campaign was marketed to
young professional women with the “You’ve Come a Long Way, Baby” slogan. Baxter
similarly mentions the Dove Real Beauty campaign in 2004 as a predecessor of the
current trend; she concludes that a decade later, this trend is more prominent than ever
(Baxter, 2015). Both authors mention the fact that, although this new trend has received
attention in editorial articles in newspapers and magazines, scholarly and academic
research is still very limited. Defined as “advertising that employs pro-female talent,
messages, and imagery to empower women and girls”, as Becker-Herby notes,
“Femvertising casts aside the use of traditional gender stereotypes and ensures that
women are the protagonists in the advertising and marketing narrative” (2016: 18). The
author also reviews campaigns connected to this phenomenon and concludes that they are
built around these five pillars: 1) Utilization of diverse female talent in an intersectional
manner. 2) Messaging that is inherently pro-female. 3) Pushing gender-norm
boundaries/stereotypes. 4) Downplaying of sexuality. 5) Portraying women in an
authentic manner. Authenticity refers to all aspects of the advertising— from the talent,
the product, scenario and styling (Becker-Herby, 2016: 18-20).
In the United States, Femvertising campaigns have experienced an increasing
development, and it is possible to find numerous examples of such commercials today.
SheKnows Media, a digital media company, has created the #Femvertising Awards,
which in 2015 and 2016 have recognized brands “that are challenging gender norms by
building stereotype-busting, pro-female messages and images into ads that target women”
(SheKnows Media). The honors for the 2016 edition were awarded to brands in categories
like Humor (Bud Light for “The Bud Light Party: Equal Pay”), Social Impact (Badger &
Winters for “#Women Not Objects”), Inspiration (Under Armour for “Rule Yourself:
Women's Gymnastics”), People's Choice (RedElephant), Wildfire (General Mills won for
its agency diversity initiative), and Next Generation (Girls Who Code for “Why Girls
Can't Code”) (SheKnows Media). Some of the interesting facts that are mentioned in the
#Femvertising Report, are the following: 94% of respondents believe that portraying
women as sex symbols in advertisements is harmful; 64 percent of respondents believe
ads have become more generally inclusive of gender, race, and sexuality in the past year;
59 percent of women have followed a brand in social media because they like what they
stand for; 60 percent of women and 49 percent of men believe it is important that the
people who create ads are diverse, and almost half (46 percent) of women have stopped
buying a product because they did not like the way they were portrayed in that brand's ad
(SheKnows Media).
The detailed analysis of these two case studies –Ushahidi and Desigual— provides a
paradigmatic illustration of new trends emerging from the network, big data society, and
applies an innovative approach to undercover the ability of technology-enabled
citizenship to alter power dynamics in society.
2. The case of Ushahidi
Ushahidi was created in 2008, in Kenya, where mobile technologies currently flourish
(The Economist, 2015; Hesse, 2010). Ushahidi –“testimony” and “witness” in Swahili—
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
is a non-profit company that develops open source software that collects data, information
and action sent out via mobile and other technologies, and visualizes them on interactive
maps; it also trains people to use its platform and generates digital communities around
disasters. A group of tech-savvy activists and bloggers, frustrated by a lack of mainstream
media coverage of Kenya’s post-election violence, set up this website to gather and
visualize eyewitness reports of violence on a Google Maps chart (Keim, 2012). They
decided not to build a tool from scratch, but to combine the capacities of modest,
widespread tools such as mobile phones, databases and online maps to develop the
website quickly and cheaply (ibid.). By 2009, the Ushahidi platform had been used to
observe elections in Kenya, India and Mexico, and to track medical supply shortages in
Malawi and Zambia (Bernholz, Skloot, and Varela, 2010: 24).
The platform can be easily deployed by anyone almost as a disaster strikes. Groups
that use the Ushahidi platform usually work within situations of profound inequality or
are established by affected communities and diaspora (i.e. the Haiti earthquake of 2010),
and provide both disadvantaged individuals, and humanitarian organizations and
volunteers with the tools to access actionable information, to make decisions and to act
upon their own circumstances. It does so by creating alternative public spheres where
people –digital and traditional humanitarians, on the ground volunteers and victims— can
communicate and participate as equals in Habermasian terms (Habermas, 1984: 147). In
this process, it becomes not only a channel for communication and coordination, but also
an empowerment tool and a challenge to the status quo.
The birth of Ushahidi marks the birth of a new data-based phenomenon: digital
humanitarianism, which is humanitarianism that utilizes spatial, communications and
data infrastructures in order to aid humanitarian efforts. Applying crowdsourcing via
different channels –from emails and text messages (SMS) and online social networking
services—, and verifying and visualizing the resulting data analysis by interactive
mapping software, Ushahidi is among the pioneers of digital humanitarianism (Hesse,
2010). The surplus of information generated during disasters and crises –called “big crisis
data”— can be as disorienting as the lack of information. Making sense of big crisis data
has always been a challenge for traditional humanitarian organizations, which is why they
are relying more and more on digital humanitarians (Meier, 2015: 18–19). Since the
Ushahidi deployment during the Haiti earthquake of 2010, crisis-mapping technology has
emerged as a tool to help humanitarian organizations deliver assistance to victims in
different parts of the world. An independent evaluation found that the Haiti deployment
addressed “key information gaps” in the early period of the response before UN and other
large organizations were operational, by providing situational awareness and critical early
information with high degree of geographic precision; offering situational information for
small NGOs that did not have a field presence; supporting small responses so they could
adjust their target needs; and facilitating private citizen actors (Morrow, Mock, and
Papendieck, 2011: 4). Both theory and practice of humanitarianism has been transformed
by this fact.
3. The campaign against the Desigual ad
This commercial by the clothing brand Desigual was created to celebrate Mother’s Day
in 2014 and is addressed to young Spanish women. Based on the main characteristics of
Femvertising as elaborated by Becker-Herby, the Desigual commercial can be analyzed
as follows. If in Femvertising, the ideal, model-like representation of femininity is
avoided, in the Desigual case, it is actively and resolutely reinforced. In this commercial
spot, a young woman who is wearing a dress by Desigual, uses a pillow to simulate a
pregnancy. She is the stereotypical representation of a young, very thin model, with long
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
hair and a beautiful made-up face who wears a very short and sexy dress. After sensually
sucking a pin, she pierces several condoms with it, as the initial slogan of the campaign
“You decide” is shown along the sign “Happy Mother's Day”. She is placed in front of a
mirror and she poses in a deliberately sexual manner. This strictly conforms to the model-
like, stereotypically sexual portrayal of femininity.
The campaign attempts to create an original and fresh statement of a young, sexy, fun
and flirtatious woman who controls the destiny of her life, of her body and of her actions:
she is the one to decide if she wants to be a mother and maternity is given a cheerful,
sexy, fun and sensual touch. The problem is that the traditional stereotypes associated
with femininity are mixed and deliberately confused with feminist values connected to
power of decision and liberation; in such blatant disregard for an authentic feminist
approach, the commercial becomes openly sexist. The apparent defense of women’s
freedom to decide about motherhood becomes an expression of irresponsibility for sexual
practices. The advertisement reinforces the stereotype by which a woman should be,
firstly, attractive and sexy, and, even worse, strengthens the connection of femininity with
a deceptive and malicious nature to which men become defenseless victims. In its zeal to
transgress and provoke, the advertisement not only does not offer a liberating image of
the protagonist but projects a further objectification by linking maternity to a mere “look”
and freedom to a frivolous and deceptive wink to sexuality. Thus, female stereotypes
connected to beauty and sexual attraction are blatantly exposed, but the capacity of
deception as embedded in femininity is also conveyed in this commercial. Manipulation
to trick a man to become a father without his consent is implicit, and lack of credibility
for women’s actions may be extended to other related aspects, such as claims of having
been subject to violence or rape. Another relevant aspect linked to sexuality may be
added. By piercing the condoms, she may attempt to become pregnant, but transmission
of sexual diseases is absolutely ignored, and the irresponsibility of her action is therefore
multiplied.
However controversial the methodology, MRI Universidad de Navarra employed
sentiment analysis to examine the social networks campaign against the ad, to conclude
that it constituted a full-blown reputational crisis for Desigual. MRI looked at all the
tweets that were published in which the official account of the brand, @Desigual_ES,
was mentioned, as well as those that commented on and shared the video of the ad, during
the first two days of the controversy. Right after the ad was broadcasted on television on
May 2, 2014, Mother’s Day, “Desigual” swiftly became the trending topic (TT) of the
day, most of the observers displaying anger and rejection (Pujol 2014). The tweets that
gathered larger numbers of retweets (RTs) were those that exhibited indignation, and the
two emotions most linked with the ad were “deplorable” and “intolerable” (ibid.). Pujol
notes that Desigual’s campaigns have always tried to be transgressive and to generate
confrontation by establishing two camps: “The confrontation causes noise and grievance
on the part of the sector that feels hurt. The sector that feels flattered responds and defends
the validity of the attack on the establishment. It is understood that Desigual is convinced
that its target customers are more in the second group than in the first” (ibid.). But in the
case of this concrete ad, Desigual overdid it. The campaign went over the limits of
provocation (Aced, 2014), and the strategy boomeranged.
The campaign against the ad on social networks was unprecedented too. Pujol
compares the reaction to the Desigual ad to a few cases of negative response on Twitter
in which indignation prevailed, including the publication of a book entitled Marry and be
meek (Pujol, 2014). The analysis shows that the level of outrage generated by the Desigual
ad was equivalent to or greater than all the examined cases. MRI also compares the
analysis of Twitter with other social networking channels, such as YouTube and
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1 https://www.youtube.com/watch?v=EQcpNaXg0sI
2 https://www.youtube.com/watch?v=YdNjVHL8DKw
3 https://www.youtube.com/watch?v=ATuCzibmqTg).
4 The statement is no longer available on the official site.
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amassed by governments and corporations via the internet and the internet of things (IoT),
mobile technology, sensors, closed-circuit television (CCTV) cameras, satellite
technology and other digital surveillance, to generate the “computational politics” and the
renaissance of the panopticon (Foucault 1995; Tufekci 2014) –or what Braman calls the
panspectron of the “informational state” (2009: 314) and Poell, Kennedy and van Dijck
dataveillance (Poell, Kennedy, and van Dijck, 2015). Big data is an invisible, yet thick,
coat that enfolds almost every human being on Earth. On the other hand, big data
infrastructures are a new territory for communication and engagement, one that has the
potential to bring collective action, communicative practices and data infrastructures into
a productive dialogue. They can be employed in either fighting the system or profiting
from it. Reactive data activists utilize data infrastructures to precisely oppose and get
protection from the post-modern panopticon. Proactive data activists, such as Ushahidi,
utilize them for social change in a non-reactive way instead (Gutiérrez forthcoming 2017).
In any case, data activism is disruptive; and disruptiveness is something that data
activism and alternative media have in common. Since data activism has not been
comprehensively explored yet, it is enlightening to examine how defiance of the status
quo manifests in alternative media and compare it with data activism. An inspection of
this matter shows that, in the case of data activism, disruptiveness translates into the
empowerment of “normal” people and the generation of alternative public spheres that
are the vehicle for alternative discourses through a novel use of technologies, which
ultimately challenges the ways in which things are conventionally done.
Alternative media empower and “bring citizens at the forefront of media production”
(Milan and Gutiérrez, 2015: 127). Hackett and Carroll referred to alternative media’s
“oppositional communication practices,” focused on “lifeworld change” and looking for
alternative public spheres, “bypassing mass media gatekeepers to communicate directly
with the broader public” (2006: 14-56). Alternative media are manifestations of what
Fraser would call subaltern counterpublics, an expression of marginalized groups’
forming their own post-bourgeois public spheres, as a challenge to hegemonic domination
and views (1990: 58–61). This circumvention is a direct antagonist of the status quo, since
alternative public spheres do not only constitute alternative channels for content, but also
alternative channels for alternative ideas and value systems. Meanwhile, the mass media
are vehicles of the “ruling class ideas” –borrowing this concept from Marx and Engels
(2000: 21)—, and the hegemonic value systems (Chomsky, 1997).
From this perspective, Ushahidi emerges as a communication practice that puts
marginalized people –victims of disasters, in most cases vulnerable people living in poor
countries— at the forefront of data and information production. In almost any Ushahidi
deployment three types of agent work side by side: traditional humanitarians on the
ground, victims and volunteering digital humanitarians working remotely, setting up and
managing the deployment together with individuals and organizations on the ground.
Among other deliberations, Burns considers that big data “should be understood as a new
set of practices” that is “constitutive of a social relation in which both the formal
humanitarian sector and victims” (2014: 1). Ushahidi offers ordinary citizens –the
victims— the possibility of active participation in humanitarian efforts on equal terms
with traditional and digital humanitarians empowered by technology as well. “What we
have done, and this is quite radical, is broadening the definition of who is an expert. Local
knowledge is extremely important, and people without formal education can be experts
on how thigs are to be done. The question is how you tap into that expertise,” says
Ushahidi’s director Daudi Were (Gutiérrez, forthcoming 2017). It that sense, Ushahidi
acts as an equalizer: anyone with a telephone or a computer and an internet connection
can set up an Ushahidi map autonomously and lend a hand in a disaster.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
A more complex way in which people are empowered using Ushahidi deployments is
by transforming victims in proactive reporting witnesses. The asymmetrical, political
economic dimensions of the production and distribution of data (Pybus, Cote, and Blanke,
2015: 1) are reversed here by victims generating their own data. This action, not only
augments their agency as individuals but also as community (ibid.), since agency is
directly associated with the collective allocation of knowledge and power (Baack, 2015:
1). Datafication should not only be understood as the process of collecting and analyzing
data by companies (or governments), but also the appropriation of one’s own data
(Kennedy, Poell, and van Dijck, 2016: 1), which is what happens with Ushahidi’s
deployments. Although these authors were speaking about data collected for example by
internet and mobile phone service providers, the concept works to explain how Ushahidi
allows alternative forms of datafication, as well as cognizant and teleological agency, that
empower people in a way that lets them make sense of the world so as to act upon it
(Couldry, 2013: 13). Witnesses using the Ushahidi platform undergo this process: by
participating actively, they change communicative processes, generate alternative public
spheres and experience an empowerment process that enables them and others to make
decisions and act. This process is democratizing too. Although no commonly accepted
definition exists, democracy is all about access and equal opportunities. Using Ushahidi
deployments, willing to take part in public debate, people exercise their responsibility,
solidarity, civic sense and appreciation of community belonging, values that the makeup
of democracies. “Ushahidi democratizes access to information in crisis situations: every
post, text, photo and video is made visible on a map, empowering people to use this
primary sources to create their own multiple narratives” (Multiple Journalism, 2008).
They do so by generating alternative public spheres, or platforms where everybody
gets the opportunity to hear and be heard in a Habermasian way. Through this platform,
Ushahidi subverts the status quo too by producing a different version of events from that
of the mainstream media and official channels. As what happens with alternative media,
the specific use of Ushahidi deployments to represent disasters and conflicts in
unorthodox ways could be considered as a manifestation of the subaltern counterpublics.
The alternative discourse around conflicts facilitated by Ushahidi essentially differs from
the discourse stemming from the authorities, becoming an antagonist of the status quo.
An example is the very first Ushahidi deployment in Kenya, launched in the aftermath of
a slaughter. When Ushahidi was launched, Okolloh blogged that “the number of deaths
being reported by the government, police and media is grossly underreported,” while the
true picture of what was going on came from family and friends in affected areas (2008).
Another example of disruption in Ushahidi is how it challenges the state monopoly of
maps. Publishing maps –a process of coding and recoding of information— were once
the sole privilege of the state. Meier says that Ushahidi enables a form of live-mapped
sousveillance (Mann, Nolan, and Wellman, 2003; Meier, 2011). As Meier argues, the
Ushahidi platform helps to democratize dataveillance by crowdsourcing and providing
“a participatory digital canvas” (ibid.), or an alternative public sphere moulded as an
interactive map.
Ushahidi pioneered by utilising existing technologies (i.e. SMS, web postings) in an
ground-breaking way to connect real-time reports of incidents on a live map. This
combination of existing technologies is also liberating. In a McLuhanian interpretation of
how Ushahidi works, Meier puts is like this: The Haiti story is just “as much a human
story” as it is a story about technologies. “Come to think of it, these technologies actually
make us more human… These new connection technologies can extend and amplify our
humanity, can translate our initial private emotions of sadness and powerlessness into
public—indeed global—action” (Meier, 2015: 18). Communications and data
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
and act as social equalizers. Data infrastructures can help individuals and groups critically
approach data agency, independently produce their datasets on their own terms, shape
practices and issues, and ultimately generate alternative epistemologies in a datafied
environment (Milan and van der Velden, 2016). In fact, using data and communications
infrastructures, with a focus on social good, individuals and organisations are responding
to some of the most pressing challenges of today (i.e. take action in humanitarian crises
and disasters). They are enhancing democratic participation as well, by allowing people
to create their own alternative public spheres and empowering them to take action.
The people at the campaign against the Desigual ad
There is a wealth of experiences showing the power of cyberactivism employing social
networking channels and mobile technologies. The precursors of cyberactivism include
cases such as the 1998 Mexican EZLN (Zapatista Army of National Liberation or Ejército
Zapatista de Liberación Nacional), which used communications technologies, such as
cell phones and the internet, to contact activists around the globe and to create the anti-
globalization network Peoples Global Action (PGA) to protest the World Trade
Organization (WTO) in Geneva. The same year MoveOn.org 5 was generated as an email
group in order to pass around a petition to the US Congress to “censure President Clinton
and move on.” A worldwide network of online activist sites, gathered under an umbrella
organization called Indymedia, was created in 1999 “for the purpose of providing
grassroots coverage of the WTO protests in Seattle” (Indymedia 2016). Later, in 2001,
millions of Filipino citizens mobilized using SMS and the internet to force Joseph Estrada
out of presidential office. In 2004, widespread outrage prevented the ruling Popular
Party’s victory in the Spanish general election occurred in the wake of an unprecedented
terrorist attack. PP was due to win, according to most surveys, but its orchestrated reaction
to the tragedy –trying to blame it on the Spanish terrorist group ETA (which would have
reinforced its anti-ETA stance) — produced an unprecedented public reaction that turned
the tables in favor of the main opposition party, the socialist PSOE. The elections outcome
in Spain “reflects the potential mobile phones have to provide the user with independent
information and bring about voter mobilization” (Suarez 2006: 2). In 2011, the
“Indignad@s Movement,” also in Spain, is also another example of massive mobilization
facilitated by smartphones. Monterde and Postill conclude that smartphones were key as
“new articulators of online spaces and occupied physical spaces, especially via Twitter
and live streaming” (2013: 1). The 15-M or Indignad@s Movement entails a series of
massive demonstrations in Spain, whose origin can be traced to social networks such as
Real Democracy NOW (Democracia Real YA) or Youth Without a Future (Juventud Sin
Futuro), among other civilian digital platforms and 200 other small associations. The
demonstrations mobilized millions of citizens across Spain. Occupy Wall Street –inspired
by anti-austerity protests in Spain coming out of the 15-M movement— was the name of
a protest movement that started also in 2011, in Zuccotti Park, in New York City’s Wall
Street financial district. It obtained global attention and generated the Occupy movement
against social and economic inequality worldwide. “Social movements during the past
decade have taken advantage of ubiquitous computing and social media, facilitating
mobility and the flexibility to organize actions and create and share digital content”
(Haimson and Cartagena, 2013). In 2011, the #metoo a wave of protests, which made
heavy use of cyber activist tactics, forced down Egyptian ruler Hosni Mubarak. “This
revolution was characterized by the instrumental use of social media, especially
Facebook, Twitter, YouTube, and text messaging by protesters, to bring about political
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
change and democratic transformation” (Khamis and Vaughn, 2011). Claims about the
role of internet, social media and mobile technologies in the political upheaval in the
Middle East and North Africa in 2011 –called the Arab Spring— are yet as unclear as the
outcomes of some of these national struggles years after the rebellions began to unfold.
The suicide of street vendor Mohamed Bouazizi is generally considered as having
triggered the rebellion that brought down the Tunisian government and then spread to
Egypt, Libya and beyond. In a study about the Tunisian uprising, Lim looks at why
Bouazizi’s death and the demonstrations that followed were not as easily dismissed by
the authorities as earlier events had been, and that the internet and mobile technology had
a role in it. The suicide was filmed, and facts were “adjusted” to frame the death in a way
that appealed to a broad range of Tunisians (Lim, 2013: 926–927). Twitter and Facebook
were key in the coordination of the revolt, but also “made an unmistakable impact on the
reporting of the Arab Spring revolutions” (Duffy, 2011; Emiroğlu, 2012).
As said, there are many precedents, which have attracted scholars’ attention.
However, the question of agency in connection with these cases has not been sufficiently
explored. The case of the campaign against the Desigual ad offers an opportunity to do
so.
A problem in some social networks studies has been choosing case studies based on
high levels of internet and social networks use, for example, instead of their relevance.
Another problem is that big data generated by social networks are “too small” to make
general assumptions, because “tweets and Facebook posts exclude those who are on the
other side of the digital divide” (Schradie, 2015: 2). Schradie says that “a gaping hole in
the digital cloud is that online big data can leave out the poor and working class” (ibid.).
Elderly people –because of cultural and generational issues— and the very rich –because
of their deliberate opacity— can be included in the groups that are ignored by social media
big data. A common problem in digital activist scholarship is that it focuses on the online,
“attributing way too much agency and power to technology without understanding the
offline context” (ibid.). Taking into account the hiatuses in large sets of data generated
by social networks, it can be concluded that big data tend to represent better the middle
class hordes of homines consumerici (Lipovetsky, 2008). Recognizing this, the campaign
against the Desigual ad has to be examined as a collective action enabled, but also
constraint, by social media.
5. Conclusions
In view of these precedents and caveats, some conclusions can be drawn looking at the
reaction to the Desigual ad. Perhaps it would be an exaggeration to compare this case
with the 15-M Movement or the Arab Spring, and this is not the intention here. But at a
smaller scale, the campaign against the Desigual ad can be considered as an instance of a
technology-based empowerment process that was disruptive in that, rephrasing della
Porta and Diani, it changed the normal course of events and altered power dynamics
(2006: 203).
In contrast with Ushahidi deployments, which are usually proactive, the campaign
against the Desigual ad was obviously reactive, since it was directly and clearly
confrontational, as the MRI Universidad de Navarra study reveals. But as in the case of
Ushahidi, an information conflict was created, and the support marshalled –in this case
through social networks— was addressed at creating alternative public spheres of
participation and collaboration (van Niekerk and Maharaj, 2013: 1163–1164), and at
generating alternative accounts of a story. In the criticism generated by the social
campaign the message that women are neither irresponsible nor shallow, as the ad
portrays, is embedded.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
A comparison between the campaign against the Desigual ad and how alternative
media empower people is also useful. As with Ushahidi and alternative media, the
campaign also displayed “oppositional communication practices” (Hackett and Carroll,
2006: 14-56), antagonizing a version of women that was articulated and disseminated by
Desigual, a powerful company that has resources and all the communication channels at
its service. The campaign proposed an alternative view, sustained by alternative ideas
and value systems: those embodied by the femvertising movement.
These technology-based repertoires of action are not unbiased either. People influence
the development of technologies by employing them in alternative ways and, in turn, they
shape the way people act, their identities and even their epistemologies (Milan and van
der Velden, 2016). “Repertoires play a role in sustaining collective identity. They are not
simply neutral tools to be adopted at will but come to shape what it means to be a
participant in a political organization. Values shape repertoires of collective action, which
in turn shape the kind adoption of organizational forms” (Chadwick, 2007). There is no
doubt that in every successful Ushahidi deployment a community with a common sense
of identity is generated around the platform. There is no crowdsourcing without a loyal,
thickly knitted together crowd (even if only for a few days), as some unsuccessful
deployments have learnt (Vota, 2016). In the case of the campaign against the Desigual
ad, indignation and access to a tool such as Twitter was what brought together and
distinguished the outraged crowd who participated in the campaign.
We are not proposing that communication and data infrastructures are indeed the
cause of social change; what we suggest is that, as enabling vehicles, they facilitate it in
new ways, at much bigger scale and with bigger impact than before. Victims of disasters
have never been passive sufferers; they have always gotten organized in reaction to
disasters and conflicts. The difference is that now they can interact with other agents as
equals for better and more efficient humanitarianism, and that they can be integrated in
the decision processes around disasters. The case of Desigual shows that a passive,
accepting “audience” no longer exists; and that social networks can be effective channels
for dissent and critique in the communal effort to create a more ethical society in which
practices leading to preservation of inequality are sternly contested.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
1. Introducción
Las sociedades actuales han entrado en una dinámica de cambio constante, en gran parte
motivada por la eclosión de información que el uso masivo de tecnología genera al
minuto. Los Big Data (BD), como parte de la denominada Internet of Things (IoT), deben
ser considerados un fenómeno socio-tecnológico en tanto que están transformando la
cultura de comunicación entre seres humanos. Las estructuras sociales que comienzan a
manifestarse a partir de la gestión, disponibilidad y uso de los BD, hacen emerger
conflictos éticos, en muchos casos heredados de la ética de los negocios, aunque ahora
ésta se vea superada por las circunstancias en las que operan la generación y gestión
masiva de datos. (Boyd & Crawford, 2012)
Efectivamente, la ética de los negocios (BE, por sus siglas en inglés, Business ethics)
es una disciplina que lleva décadas de ventaja en la resolución del conflicto sobre si se
deben confiar las decisiones éticas que afectan a la empresa, y al resto de sus grupos de
interés, únicamente a los criterios morales de sus directivos y/o empleados o si la empresa
debe desarrollar una cultura ética específica que asista en la toma de decisiones. En tanto
que almacenar, gestionar y utilizar datos (en muchos casos con fines lucrativos), plantea
renovados problemas relacionados con la privacidad, la propiedad, la identidad, la
intimidad, la confianza o la reputación. Aunque no son problemas nuevos en tanto que a
lo largo del siglo XX se hicieron llamamientos intermitentes sobre la necesidad de
desarrollar una ética adaptada a los cambios que provocarían los avances tecnológicos
sobre la calidad y las formas de vida (Ortega y Gasset, 1939; Eco, 1973; Jonas, 1979); es
cierto que se están viendo ahora desbordados por la misma naturaleza de lo que
entendemos como BD: volumen, movilidad y, especialmente, velocidad a la que los datos
se generan y se mueven por la red.
Estamos ante un nuevo escenario que obliga a pensar la ética de una forma
necesariamente revolucionaria, un pensamiento moral que ponga en crisis la ética
aplicada tal y como la venimos entendiendo desde la eclosión de la BE, esto es, como una
disciplina diferenciada de la actividad propia de la empresa o de las organizaciones en
vez de ser parte integral de éstas. 1
1 Nos referimos a la incorporación de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) como una “obligación
adicional” al cumplimiento tanto de la norma legal como de los objetivos fijados por la junta de accionistas.
Una “obligación” que no es tal porque la característica fundamental de la RSC es la aplicación voluntaria
de sus principios pero que se adopta en tanto se considera “útil” para favorecer la reputación y con ello la
confianza de consumidores, clientes y/o proveedores. Este enfoque utilitarista de la ética como “inversión
rentable” ha sido desarrollado, entre otros, por Adela Cortina, quien mantiene que las empresas han
comprendido que la credibilidad es fundamental para la sostenibilidad de su actividad y la credibilidad es
un valor ético en tanto que se sustenta en la confianza y la responsabilidad. Esta concepción se aleja de la
necesaria incorporación de la ética a la cultura de la empresa, pues del mismo modo que los (buenos) hábitos
conforman el carácter y con ello la moral de las personas, las (buenas) prácticas deberían conformar una
cultura empresarial orientada hacia el bien en el más amplio sentido del término.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Como han apuntado Weil & Haarkötter (2014) hay dos problemas fundamentales que
deben ser confrontados por una ética aplicada a la denominada IoT: i) determinar en qué
realidad se ubica este campo de reflexión ética; y ii) identificar al sujeto o sujetos a
quienes se podrán atribuir tanto la toma de decisiones como la responsabilidad que de
ellas puedan derivarse. Estas son las dos cuestiones que intentaremos atender en este
trabajo. Nos ocuparemos primero de delimitar las áreas en las que podemos establecer
que opera esta ética aplicada a la IoT, y con ello a los BD. Para ello nos situaremos en el
marco más amplio que nos facilita lo que Bielby (2014) denomina una “taxonomía” de la
ética aplicada a los sistemas de información. 2 Nos ocuparemos inmediatamente después
de aquello que hemos denominado el problema de identificación del sujeto moral y de
argumentar la propuesta de la necesaria adopción de un nuevo giro copernicano que nos
permita establecer las atribuciones de racionalidad de tal sujeto.
2. ¿Dónde ubicar una ética de los Big data?
Es posible considerar la filosofía de la IoT, o de los Big Data, como una parte de la
filosofía que trata la conceptualización de términos y definiciones (ontología), los
métodos empleados para la obtención de conocimiento, dentro de un determinado marco
hermenéutico que maneja unas ideas concretas de verdad y objetividad (epistemología)
así como la observación de las consecuencias (ética) que supone la obtención,
disposición, uso y extracción de información mediante la gestión de las grandes
colecciones de datos, o Big data, que se obtienen en el espacio de la IoT. Así, mientras
ontología y epistemología pueden considerarse en un nivel “interno” a esta ciencia de los
datos, la ética es “externa” en tanto se ocupa de las consecuencias de la actividad a la que
dan soporte, siquiera teórico, las dos primeras, tanto en individuos, organizaciones,
comunidades o sociedad en general. (Swan, 2015)
La ética aplicada a la IoT puede considerarse como una ética de ámbito profesional en
tanto que se ocupa esencialmente de la responsabilidad de determinados grupos de
expertos, pero también tendría una parte de ética empresarial en tanto que dichos expertos
trabajan en corporaciones de ámbito privado o público que deben desarrollar un
determinada cultura ética que les permita tomar decisiones orientadas hacia el interés
general de la sociedad o bien común; del mismo modo, vertebrar eficazmente una ética
cívica en un contexto de interacción intercultural, fragmentación social y exclusión
ayudará a una reformulación de qué pueda ser ese “bien común”, en tanto ha de interpretar
los desafíos y exigencias actuales atendiendo, entre otros, a la expansión y la
consolidación de la racionalidad científica y tecnológica a escala planetaria, con la
explotación de los recursos naturales, o con la pluralidad de identidades religiosas e
ideológicas (Zamagni, 2008; Michelini, 2008). “Bien común” puede establecerse como
aquello opuesto a “propio”, del mismo modo que “público” se opone a “privado”.
Seguimos aquí a Hannah Arendt (1958) quien caracterizó lo “público” como aquello que
puede ser visto u oído por todos y, por oposición, como el mundo mismo en cuanto es
común a todos y distinto del espacio que cada uno de nosotros ocupa privadamente. Por
esto convenimos que lo “común” es el lugar de lo que no es propio, es decir, el lugar de
las relaciones interpersonales, que no es sino el espacio natural de la ética. Pero en ella
operan necesariamente, además, problemas y reflexiones propios de la ética de los
sistemas de información, es decir, aquella que tiene por objeto la representación,
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en tanto que sujeto, de la sociedad red, para luego insertarlo en ella única y
exclusivamente cuando se producen conflictos éticos o legales?
Esta interpretación de la ética procede del primer éthos (ἤθοϛ) griego, y que se
encuentra en la Odisea, o en tragedias, como las de Sófocles, es decir, mucho antes de
que existiese una disciplina filosófica que estudiase la ética en sí. Con éthos se referían a
“estancia”, “morada”, “lugar donde se habita”, el contenedor que configura nuestro ser
respecto al mundo. Es en el empeño de traducir una máxima de Heráclito cuando
Heidegger encuentra esta noción que podríamos denominar “espacial” de la ética: “la
estancia del hombre contiene y preserva el advenimiento de aquello que le toca al hombre
en su esencia”. (Heidegger, 1947: 17) ¿Por qué decimos, además, que nuestra condición
humana es inherentemente moral? Esto es, la ética como lugar que nos da cobijo, pero
también como lugar que construimos a lo largo de toda la vida. Siguiendo a Aranguren
(1958) porque ante un estímulo los humanos hemos de confrontar necesariamente la
realidad antes de tomar una decisión, hemos de “pararnos a pensar”, detenernos a
justificar nuestra acción ante un abanico de posibilidades que se ubican en la irrealidad.
Dice Aranguren que la primera dimensión de la libertad en las personas se da
precisamente en este liberar-se del estímulo que supone la reflexión; la segunda
dimensión de libertad que nos es propia se hace efectiva cuando tomamos una decisión,
cuando decidimos actuar de un modo y no de otro, cuando justificamos nuestros actos.
Esta es la dimensión moral que nos es inherente a todos los seres humanos. Nuestra
capacidad para decidir-nos entre irrealidades posibles, distinguiendo entre el bien, el mal
y/o aquello que atiende exclusivamente a nuestros intereses.
¿Qué variables intervienen entonces en esta toma de decisiones, al menos desde una
perspectiva ética? En primer lugar, se podrían considerar tanto el temperamento (páthos)
como el talante (héxis), dados ambos por “naturaleza”, pero es aún más importante el
“carácter”, el modo ser que cada uno se va forjando a lo largo de su propia vida, tomando
decisiones, acumulando experiencias. Esta idea de “carácter”, susceptible de ser
adquirido y moldeado, es la que subyace en la acepción de ética que se corresponde, con
el término también griego êthos, y que será aquella que se popularice y gane más adeptos
a partir de Aristóteles. El êthos es un concepto bien amplio que se podría traducir por
“modo o forma de vida”. Una forma de vida que es disposición, carácter, costumbres y
que incluye, necesariamente, también, la concepción espacial que implica el éthos: el
êthos como carácter, como modo aprendido de vivir, procede del éthos, del hábito
(virtudes y vicios), del lugar seguro en el que nos refugiamos mediante la repetición
aprendida de nuestros actos. Ética, como combinación de ambas, es el suelo firme, que
dice Aranguren, el fundamento de toda práctica, la raíz de la que brotan todos los actos
humanos. Estas ideas de carácter y hábito—como conjugación de habitus y hábitat—
serán fundamentales también para la conformación de la BE, cuando se precise delimitar
al sujeto moral que opera con responsabilidad en la actividad organizacional o
empresarial: establecer una determinada “cultura” de la organización, será como moldear
este carácter al que se refería Aristóteles. Esta “cultura” será la que establezca los hábitos
y las costumbres que determinarán el comportamiento acorde a una ética de la
organización o de la empresa. (Crane&Matten, 2015)
La responsabilidad en los escenarios de interacción entre seres humanos y máquinas
¿Cómo podría sernos útiles estas nociones de ética al abordar la ética de los Big Data?
¿Cómo, si los Big Data se dan en un entorno no-físico, que de algún modo nos dificulta
revelarnos como “sujetos morales” corporeizados y habituados con un determinado modo
de actuar que conforma un carácter a lo largo de toda una vida?
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El objetivo de la investigación en inteligencia artificial (AI) ha sido comprender los principios que
subyacen en el comportamiento inteligente y aplicarlos a la construcción de máquinas capaces de
presentar dicho comportamiento. En los 50 años de vida de la disciplina se han buscado distintas
definiciones de «inteligente», incluida la emulación del comportamiento humano y la capacidad de
razonamiento lógico. En décadas recientes, sin embargo, ha surgido un consenso en torno a la idea
de un agente racional que percibe y actúa para alcanzar sus objetivos al máximo. ¿Deberían
preocuparnos los riesgos a largo plazo de la inteligencia artificial súper inteligente? En caso
afirmativo, ¿qué podemos hacer al respecto? Aunque parte de la comunidad mayoritaria de la
inteligencia artificial ignora estas preocupaciones, yo argumentaré que es necesaria una
reorientación fundamental del campo. En lugar de construir sistemas que optimicen objetivos
arbitrarios, necesitamos aprender a construir sistemas que nos resulten probadamente beneficiosos.
Demostraré la utilidad de dotar a los sistemas de incertidumbre explícita referida respecto a los
objetivos de los humanos a los que tienen que ayudar, pues para ello han sido diseñados. (Russell,
2017: 179)
Se pueden considerar tres tipos de AI, una “débil” (Weak AI), que podríamos identificar
con Siri, el buscador por voz desarrollado por Apple, que, como el resto de buscadores,
es capaz de operar en un rango predefinido que combina algunas tareas de AI: Siri puede
procesar el lenguaje hablado, interpretar las peticiones de los usuarios y otras tareas
básicas ofreciendo respuestas “deterministas”. Siri no tiene autonomía para decidir sobre
sus hallazgos, o valorarlos cualitativamente, algo que implicaría cierta racionalidad, ni,
por supuesto, conciencia o moral, es decir para distinguir si son “correctos” o
“incorrectos”, más allá de que cumplan con las normas impuestas por los programadores
a la posible selección de respuestas; en el extremo opuesto se encontraría la versión
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“fuerte” (Strong AI) que los sistemas aún no han alcanzado, precisamente por su
“incapacidad” para afrontar desafíos filosóficos fuertes como son la conciencia, el
desarrollo de un carácter autónomo y único, o la sensibilidad, la empatía o la compasión.
Es este tipo de AI la que Hawking considera una amenaza para la pervivencia de los seres
humanos. 4 Un paso intermedio entre ambas, lo representa la denominada AGI
(Inteligencia General Artificial). Un sistema AGI podría aprender de la información,
mediante técnicas de machine learning, y esto le permitiría tomar decisiones “no
deterministas” basadas en ese aprendizaje. 5
Los coches automáticos son un ejemplo de uso de ambos tipos de AI. Programados de
acuerdo con el valor “salvar vidas”, con sus decisiones buscan siempre la efectividad,
minimizar contaminación, o el número de víctimas ante un posible accidente. El problema
que se ha planteado es que esta minimización implica muchas veces sacrificar al propio
conductor del vehículo y sus acompañantes, algo que ha detenido bruscamente la
promoción de este tipo de vehículos. (Bonnefon et al., 2016) ¿Las máquinas deben ser
programadas para tomar decisiones “morales”, o bien deben ser entrenadas para tomar
sus propias decisiones? La ética que debe desarrollarse para generar comportamientos
orientados al bien en este nuevo escenario, debe plantearse criticando tanto los supuestos
que se dan por válidos, como los sesgos o predisposiciones habituales. El planteamiento
“revolucionario” que, estimamos como hipótesis, debe asumir, para comenzar, que este
escenario exige para la ética considerar este nuevo sujeto moral, en tanto que la realidad
de la que nos ocupamos demanda una anticipación para la que los humanos no estamos
(ya) preparados, no al menos si hemos de competir en la toma de decisiones con
algoritmos. (Morozov, 2015)
Podrían establecerse dos corrientes dentro de una ética aplicada a la AI: i) aquellos que
consideran que es preciso anticiparnos en el diseño de objetivos y no esperar a comprobar
qué tipo de decisiones “aprenden” a tomar las máquinas. Para adoptar esta opción, que se
podría considerar actualmente la corriente principal, deberíamos asumir a su vez dos
posiciones: una primera “simplemente precavida”, que sería aquella que busca maximizar
los beneficios y reducir el riesgo, ha sido considerada inadecuada puesto que resultaría
“excesivamente prescriptiva al tener en cuenta la realidad de las cargas y los peligros que
se dan en la ciencia y la tecnología a medida que se vuelven más y más vulnerables a
efectos no previstos o usos indebidos.” (Giordano, 2017: 303) Por otra parte, una
orientación permisiva y confiada, aun siendo menos limitante, podría fomentar una
actitud de laissez faire y fomentar un enfoque que podría impedir reflexiones necesarias
para obtener una establecer una valoración efectiva de los avances. (Sarewitz & Karras,
2012). Al establecer su enfoque paradigmático de la neuroética, Giordano (2017) se
inclina por favorecer un necesario equilibrio entre ambas formas de abordar el desarrollo
de la AI, en su caso aplicado a la neurociencia, que tenga como valor fundamental la
responsabilidad de los desarrolladores; y ii) aquella que considera que las máquinas
aprenderán comportamientos éticos a partir de comportamientos humanos mediante un
entrenamiento específico, siguiendo técnicas de machine learning y/o deep learning.
(Bostrom, 2003)
4 Vid. Conferencia dictada por Stephen Hawking en el Leverhulme Centre for the Future of Intelligence
(CFI), Cambridge, el 19/10/2016, “Creating AI Could Be the Biggest Event in the History of Our
Civilization”. Retrieved from: https://futurism.com/hawking-creating-ai-could-be-the-biggest-event-in-
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5 Vid. Coward, C. (February 6, 2017) AI and the ghost in the machine. Retrieved from
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Nuestra propuesta trata de confrontar esencialmente ésta última, aunque adopte tintes
“futuristas” que la hacen aún—no del todo asumible— (Wallach & Allen, 2009)
consideramos que los avances de la tecnología adoptarán este camino antes que los otros.
Por esto se propone una necesaria reformulación de la disciplina de la filosofía práctica
conocida como ética que nos permita acometer los retos que la AI está ya planteando,
comenzando por reconocer y caracterizar al nuevo sujeto moral que forma parte ya de
nuestra realidad. En tanto que la ética interviene en el momento previo a la decisión,
deberíamos abandonar la táctica reactiva que pretende una evaluación moral de los hechos
una vez que se identifican con los problemas.
5. Conclusiones
Las redes sociales, las aplicaciones de mensajería instantánea o las de geolocalización,
nos fueron ofrecidas como inocentes juegos que hemos adaptado a nuestra vida cotidiana
con la ilusión de estar mejor informados y conectados, tanto en la esfera personal como
profesional. Algunos incluso parece que fueron diseñados para hacernos la vida más fácil,
aunque estemos descubriendo rápidamente que en realidad nos están generando
problemas que no habíamos imaginado. La pretendida inocencia de estas aplicaciones
como la, tantas veces considerada, neutralidad de los datos y de la tecnología no es tal.
Es a partir de aquí donde este mundo apasionante y vibrante se enreda en un laberinto que
denominamos Ética. ¿Para qué nos es útil la ética? Esencialmente para tomar decisiones.
Mediante la ética tratamos de atender, y dar respuesta, a aquella cuestión fundamental
que nos persigue, como nuestra propia sombra, a lo largo y ancho de la vida: ¿qué debo
hacer? ¿Qué decisión tomar? ¿Qué criterios adoptar?
En la era de Big Data, sin embargo, muchas de las decisiones que afectan a nuestro día
a día no son tomadas por nosotros mismos, sino por modelos matemáticos que están
siendo no sólo programados sino entrenados para tomar decisiones de forma
independiente. El problema, en este caso como en muchos otros en los que los algoritmos
ocupan la posición del “sujeto moral”, es que cuando nos dispongamos a identificar a un
“sujeto responsable” de la acción ejecutada nos veremos ante una máquina. Y sin
responsabilidad que atender, la pregunta fundamental de la ética habrá quedado reducida
a un mero automatismo.
Esta evidencia ¿destierra definitivamente la ética como disciplina académica? O bien,
por el contrario, ¿hará que emerja de sus cenizas para hacerse cargo de una realidad que
acontece y muta cada día más y más rápido. Hay al menos tres problemas fundamentales
que deben ser confrontadas con cierta urgencia por la ética aplicada a la gestión de datos:
en primer lugar, pensamos en la propiedad de los datos ¿a quién pertenecen los datos, a
quienes los generan, a quienes los almacenan o a quienes los compran? ¿Quién está
autorizado a vender datos? Este asunto se está transformando en un asunto técnico legal
en tanto que ya existen sentencias que se posicionan claramente del lado de los usuarios
y no tanto de las redes sociales o las empresas. En cualquier caso, la ética sigue siendo
necesaria en este caso para anticiparse a algo que no podrá nunca estar regulado en su
totalidad, precisamente por aquello que caracteriza a los Big data: su volumen y
velocidad. El segundo problema atiende a la privacidad, muy relacionado con la
propiedad, la privacidad y protección de datos sensibles ha pasado a depender en muchos
casos de las empresas, que han desplazado al Estado en su cometido de velar por nuestra
seguridad. El contrato social se ha transformado en un contrato real de suministro de
servicios. De nuevo, será un problema esencialmente técnico legal. Hay un tercer
problema, a nuestro parecer el más grave de todos y en el que descansa la confrontación
eficiente de los anteriores y que no es otro que la dificultad para identificar al sujeto moral,
es decir, del sujeto que debe asumir responsabilidad, hacerse cargo de la realidad y de las
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
1 Según el informe que desde 2006 realiza cada año el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en
inglés) sobre el grado de desigualdad entre hombres y mujeres (The Global Gender Gap Report), la brecha
entre hombres y mujeres no será posible de cerrar hasta dentro de 170 años, a pesar de que vamos
avanzando, evidentemente.
2 Aportamos mucho al trabajo, pero lo hacemos de modo diferente, lo que tal vez signifique menos adhesión
a la tradicional mística masculina del trabajo y un límite, por tanto, a la alienación. Y eso es, creo yo, lo
que subyace semioculto en el discurso masculino que recela del trabajo femenino. Laura Mora, “Civilizar
la organización del trabajo”, Editorial de Duoda, Revista de Estudios Feministas, no 30,2006: 14.
3 Según datos de Amnistía Internacional.
4 Según datos de la Organización Mundial de la Salud.
5 Especialmente llamativa es la brecha que encontramos en el sur de Asia (77% de hombres frente a 58%
de adultas alfabetizadas), el norte de África (82% vs 66%) y África Subsahariana (69% vs 53%).
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hombres fueron investigados por el asesinato de 46 mujeres y casi una decena de menores.
Y ello teniendo en cuenta las cifras oficiales, porque las no oficiales superan y mucho los
datos anteriores 6.
Con el paso de los años, nuevos elementos se han sumado y agravado la discriminación
de las mujeres. Prueba de ello es el aumento alarmante de menores de edad que la padecen
y la ejercen sin que además perciban esa violencia como tal. El 27,4 por ciento (uno de
cada cuatro) de los jóvenes de entre 15 y 29 años cree que la violencia de género es “una
conducta normal” en el seno de una pareja y el 31,5 por ciento (casi uno de cada tres) cree
que es un problema que aumenta progresivamente por culpa de la población inmigrante 7.
Precisamente entre adolescentes y jóvenes es especialmente destacable la “violencia de
género digital” a través de las redes sociales que muchas veces constituyen el principal
medio de comunicación entre las parejas y a la vez facilitan el control, la vigilancia y la
presión sobre la pareja y se aprovechan del anonimato y la gran repercusión de las redes
sociales.
Existen también colectivos especialmente vulnerables a la violencia de género como
las mujeres inmigrantes, las mujeres que viven en comunidades rurales o aisladas, las
mujeres detenidas o internadas, las niñas, las mujeres homosexuales, las discapacitadas y
las de edad avanzada. Hay una desigualdad por razón de género que se ha globalizado y
ha globalizado la violencia frente a las mujeres y las niñas, que se une a otras formas de
exclusión no sólo relacionadas con el género, sino también con la raza, la edad (menores
y ancianos/as) la condición sexual o cualquier otra diversidad.
Esta manera discriminatoria de construir la realidad repercute sin duda en la calidad
de las democracias y, por ende, de las sociedades al estar enraizada en la más profunda
convicción social. Un paso importante ha sido desde luego el reconocimiento de la
igualdad, pero solo eso si bien es condición necesaria, no es suficiente hacia la igualdad
real. No nos engañemos. La igualdad jurídica o formal es buena, pero la igualdad real es
mejor. Mucho mejor. Porque hasta ahora ha sido y es un espejismo para las mujeres . Está
vacía de contenido, es una retórica fracasada. El “cómo” deberían ser tratados todos los
seres humanos, no acaba de imponerse al escenario social violento en el que vivimos la
mitad de la población.
Y el principal obstáculo para alcanzar la igualdad real lo constituye la -paradójica-
convicción social de que mujeres y hombres somos iguales. Normalmente se parte de esta
premisa, que olvida que todas estas manifestaciones de desigualdad entre mujeres y
hombres, todas, sin exclusión, existen con mayor o menor virulencia allá donde uno vaya.
La discriminación que sufrimos las mujeres está interrelacionada en los cinco continentes,
de tal manera que la falta de protección a las mujeres en cualquier parte del mundo,
debilita los derechos de las demás, produciéndose un efecto globalizador de la
discriminación. En clave masculina equivale a la generalización y transversalización del
machismo y del patriarcado, capaz de convivir con todas las culturas, tiempos y políticas.
La igualdad real es aún un espejismo para las mujeres. Es más. Y en esto se ha de
poner énfasis, la desigualdad es la causa de uno de los males también universalmente
reconocidos: La violencia contra las mujeres y las niñas. Sigue siendo la violación de
Derechos Humanos, más universal, más oculta e impune y a diferencia de otro tipo de
6 feminicidio.net calcula en 52 los llamados feminicidios íntimos, denominación que se ajusta a la visión
reducida de la violencia de género adoptada en nuestra legislación que define la violencia de género como
la ejercida contra las mujeres por su pareja o expareja.
7 Son dos de las conclusiones extraídas del Barómetro 2017 del Proyecto Scopio, elaborado por el Centro
Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, tras entrevistar a 1.247 jóvenes de 15 a 29 años el pasado
mes de abril de 2017.
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violencias - no estructurales ni culturales- continúa siendo consentida (de una manera más
o menos evidente) e incluso promovida (de una manera más o menos evidente) en muchos
países de todo el mundo. No existe ningún Estado en el que no haya manifestaciones de
esta clase de violencia, que se ejerce contra las mujeres por la simple razón de serlo y de
pertenecer a la mitad discriminada.
¿Qué nos impide ser iguales o reconocernos como iguales? Hoy día vacían de
contenido la igualdad los estereotipos o patrones culturales que, más allá de las meras
diferencias sexuales y más allá de la propia individualidad, han construido las identidades
sociales del hombre y de la mujer y contribuido al “reparto de papeles” y la consiguiente
subordinación estructural, histórica y sistemática que marca significativamente nuestra
propia existencia como mujeres y que nos impide o dificulta en no pocas ocasiones la
realización plena de nuestro proyecto vital.
No hablo de situaciones aisladas, hablo de relaciones de poder entre mujeres y hombres
por las que, de manera sistemática se concede mayor autoridad e importancia a los
hombres y a lo asociado culturalmente a lo masculino (atributos del poder) que a las
mujeres y todo lo asociado a lo femenino (atributos del débil). La consecuencia es
previsible. Su perpetuación desde el inicio de los tiempos a través del menosprecio,
demérito y ninguneo ejercidos contra las mujeres sobre las que también se ejerce violencia
en cualquiera de sus formas -física, verbal o psicológica- . Y sobre todo la perpetuación
a través de la educación (el factor de crecimiento clave de una sociedad). Además en
todos los ámbitos imaginables, en el familiar, social, laboral, político, y también en el
jurídico.
Por supuesto, la superación de este modelo androcéntrico (o laberinto patriarcal) no
puede producirse, como en ocasiones -demasiadas- se ha venido simplificar, por la mera
invocación del principio de igualdad formal ante la ley. Considero que debe implicar la
remoción total de las estructuras y relaciones de poder sobre las que se asienta la sociedad
y el derecho modernos.
La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y
hombres (en adelante, Ley de Igualdad) incluso reconoce que “el pleno reconocimiento
de la igualdad formal ante la ley, aun habiendo comportado, sin duda, un paso decisivo,
ha resultado ser insuficiente”, por lo que “una igualdad plena y efectiva es una tarea
pendiente que precisa nuevos instrumentos jurídicos”. El legislador reconoce de modo
sincero que una declaración legal si no tiene un fundamento político que lo sostenga no
tiene ninguna virtualidad en la práctica, que la ley –en definitiva- es un instrumento al
servicio de la política. Para propiciar el cambio total, sería necesario partir de un
compromiso social e institucional que lo iniciara. Un pacto global y transversal de tipo
“civilizatorio” que permitiera reflejar la diversidad que nos hace únicos a cada ser humano
y amparara legalmente la realización plena de cada proyecto vital. Pero me pregunto en
qué punto estamos.
En la encuesta anual del CIS bajo la pregunta “¿Cuál es, a su juicio, el principal
problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?”, la violencia
de género ocupa el lugar vigésimo (actualizado a septiembre de 2017 8). Realidad que
choca con la otra realidad que dibujan las cifras sobre violencia de género, incluidas las
ocultas 9, y que demuestra la necesidad acuciante de concienciar y sensibilizar a la
ciudadanía sobre la importancia de su prevención (la mejor vía es a través de la educación
y formación en Derechos Humanos) y de su sanción ante la evidente naturalización de las
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participar en el poder legislativo lo que se traducía en que los intereses y los derechos de
las mujeres eran sistemáticamente ignorados en las políticas públicas y en las normas.
Es decir, la invisibilización de las mujeres en la vida pública se ha traducido en el
“olvido” de los intereses y de los derechos de las mujeres en las políticas públicas y en la
legislación, su interpretación y aplicación. De hecho, a pesar de las políticas de igualdad,
actualmente aún tenemos menos de un cuarto de posibilidades de que la voz de las
mujeres de todo el mundo se incluya en los procesos de decisión y transformación jurídica
de la sociedad, porque la voz que más se escucha sigue siendo la de los hombres que
siguen además sin (querer) entender que el lenguaje, las normas, el conocimiento humano,
las leyes o nuestro cuerpo no es suyo. Según la Unión Interparlamentaria solo hay un
23,4% del total de parlamentarios en el mundo que son mujeres. Menos de un cuarto. Y
su presencia es minoritaria e incluso anecdótica en los Tribunales Supremos de muchos
países. En España es de solo el 14%.
Si revisamos la Historia reciente española nos encontramos con algunos datos de
interés. El derecho de las mujeres a votar se instauró en España en el año 1931 por impulso
de Clara Campoamor (Madrid 1988-Suiza 1972); tan solo dos países permitían votar a las
mujeres en 1911. Por ley 14/1975 de 2 de mayo 10 se anuló la llamada “licencia marital”,
lo que significa que desde hace solo cuarenta años las mujeres españolas casadas podemos
trabajar, sacarnos el carnet de conducir y el pasaporte, sin la autorización de nuestros
maridos. Hasta 1981 11 las mujeres no ostentábamos la patria potestad de nuestros hijos e
hijas. La igualdad de la retribución para el mismo trabajo se introdujo en la Ley de 1961 12
y es una una aspiración que continúa presente. La conciliación de la vida laboral y familiar
se reguló en el año 1999 13 y sigue siendo una reivindicación principalmente de las
mujeres y su falta, el principal obstáculo para nuestra promoción profesional 14.
La exclusión de las mujeres de la ciudadanía universal dio lugar a la aparición del
primer movimiento feminista que siempre confió en la capacidad transformadora del
Derecho para mejorar las condiciones de las mujeres (pensemos en el movimiento
sufragista, o el que promovió la despenalización del uso de anticonceptivos). El
feminismo -o los feminismos, porque hay muchos- se caracterizan por su diversidad y
transversalidad, características que, si bien han impedido históricamente definirlo de una
única manera, lo han consolidado como la toma de conciencia del propio género que
determina una forma de ver y estar en el mundo en permanente reacción contra los
estereotipos.
No cabe duda de que el feminismo es un movimiento social. También un discurso
político. Y no se le puede negar, después de trescientos años de historia e indudables
logros, un lugar privilegiado en la teoría jurídica a modo de moderna teoría crítica de la
norma para la inclusión de la dimensión de género en su aplicación e interpretación. El
feminismo es un discurso jurídico basado en la igualdad. También es una manera de
introducir una composición democrática y diversa en los Juzgados. Y también es clave
10 Ley 14/75 de 2 de Mayo, sobre reforma de determinados artículos del Código Civil y del Código de
Comercio sobre la situación jurídica de la mujer casada y los derechos y deberes de los cónyuges.
11 Ley 11/81, de 13 de Mayo, sobre modificación del Código Civil en materia de filiación, patria potestad
y Régimen económico matrimonial.
12 Ley de 22 de julio de 1961, por una propuesta de ley presentada por la Sección Femenina franquista se
aprobó la Ley sobre Derechos Políticos, Profesionales y de Trabajo de la Mujer.
13 Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las
personas trabajadoras.
14 En trámite se encuentra la proposición de Ley de Igualdad retributiva entre mujeres y hombres,
presentado por el grupo parlamentario confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem- En Marea.
Boletín Oficial de las Cortes Generales, de 10 de noviembre de 2017.
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15 http://estadisticasviolenciagenero.msssi.gob.es
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16 Como dijo el que fuera economista jefe del Banco Mundial, Lawrence Summers, “la inversión en la
educación de las niñas bien puede ser la inversión con el mayor retorno disponible en el mundo en
desarrollo”.
17 Comité CEDAW casos Sahide Goekce (fallecida) contra Austria y de Fatma Yildrim (fallecida) contra
Austria; Maria de Penha Fernandes contra Brasil; Ángela González en España.
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En España, una jueza preguntaba recientemente a una mujer víctima de violencia sexual
¿cerró usted bien las piernas? En el Reino Unido, un tribunal exculpó a un hombre de la
violación de una mujer de 18 años tras aceptar el argumento de la defensa de que el
hombre había penetrado a la mujer al tropezar y caer accidentalmente sobre ella. Por
último, un tribunal del distrito federal de México en el año 2010 ordenó retirar la custodia
de su hijo a una mujer española porque no cumplía con el “rol de madre tradicional”. El
juez le ordenó acudir a terapia “para que entendiera las costumbres mexicanas y pudiera
ser una buena madre”.
La formación jurídica inicial de un/a jurista parte de una visión patriarcal y
androcéntrica de lo jurídico y del Poder Judicial precisamente porque nunca se ha tomado
en cuenta lo femenino como punto de vista válido en la regulación de las relaciones
sociales. Basta preguntarnos por qué la “Declaración Universal de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano” de 1789 no utilizó un lenguaje inclusivo. Que sencilla y
llanamente fue por su propia literalidad y voluntad de excluir a las mujeres de aquellos
derechos nacidos de la Revolución francesa. Así lo entendió Olympia de Gouges -
literalmente revolucionaria - a la que no se estudia en las Facultades de Derecho, aunque
fue la visionaria de la igualdad jurídica real entre hombres y mujeres y así lo plasmó en
su obra “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” en 1791.
En la misma época (1791) Mary Wollstonecraft escribía al Ministro Talleyrand
recordándole que «excluir a la mitad de la raza humana en toda participación política en
el gobierno es un fenómeno político que no puede verse justificado en nombre de
principios abstractos». Tan contundentes y revolucionarias ideas respecto del sistema de
géneros imperante en la época no se han estudiado y tampoco han tenido aplicación
práctica. Tampoco es preferente en el análisis docente cómo el feminismo, tras esfuerzos
denodados y poco reconocidos, ha promovido -y promueve- la reformulación global de
los Derechos Humanos que nos atañen exclusivamente a las mujeres por nuestras
diferencias. Y cómo la perspectiva de género es muy necesaria para evidenciar primero y
remediar después, la invisibilización a nivel nacional e internacional de las necesidades,
deseos y especiales demandas de las mujeres. La solución pasa necesariamente por la
transformación de los sistemas de justicia para la eliminación del sesgo machista y para
garantizar el acceso de las mujeres a la justicia. La inversión económica para el desarrollo
del poder judicial y para el fortalecimiento de los derechos humanos que debe garantizar,
es síntoma de la calidad del estado de derecho y de la democracia. Deben darse dosis de
realismo en la organización judicial, en la racionalización de las cargas de trabajo y de
los medios materiales y personales. Una Justicia sin medios, no es Justicia.
El machismo cultural normalizado, la falta de formación en materia de igualdad, las
inercias asumidas como válidas e incuestionables, la escrupulosa matemática probatoria
y el formalismo jurídico impiden, sin embargo, asumir la idea del “poder transformador
de las sentencias”. No se comprende a estas alturas que el género -como categoría cultural
diferenciada y no asimilable al sexo- nos impone a las juezas y a los jueces del siglo XXI
el desafío de abanderar la superación de los prejuicios y estereotipos culturales
predominantes para transformar la realidad y la vida de las personas con nuestras
sentencias y convertirlas -en términos de Igualdad- en avances poderosos en materia de
Derechos Humanos.
Juzgar con perspectiva de género, ¿por qué y para qué?
La perspectiva de género pretende la deconstrucción de lo jurídico para la plena
realización del principio de igualdad y no discriminación. Permite constatar con
argumentos jurídicos que de manera sistemática se ha construido la norma jurídica y su
hermenéutica en torno a lo masculino singular, olvidando las singularidades de las
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Justicia generando que las demandas de justicia se hagan efectivas a nivel nacional
evitando las instancias internacionales.
En España contamos con un potente marco jurídico de referencia. De hecho, la
igualdad entre mujeres y hombres es un derecho fundamental del que todo juzgador y
toda juzgadora ha de partir como estándar normativo aplicable en toda resolución o
sentencia porque -además- así lo establece la propia ley. El artículo 4 de la Ley de
Igualdad eleva “la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres (a)
principio informador del ordenamiento jurídico y, como tal, se integrará y observará en
la interpretación y aplicación de las normas jurídicas”. Tiene, por tanto, la eficacia
característica de los principios generales del Derecho según el artículo 1.4. del código
civil. Es fuente del derecho y principio informador del ordenamiento jurídico. Tampoco
podemos olvidar la naturaleza compleja de la igualdad jurídica en España en su triple
dimensión: como derecho, como principio y como valor. (art. 14, 9.3 y 1 de la
Constitución Española). Asimismo, repercute directamente sobre los criterios de
interpretación recogidos en el artículo 3.1 del código civil conforme al que “Las normas
se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los
antecedentes históricos y legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser
aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas”.
Como recuerda el Consejo General del Poder Judicial en la Guía Práctica de 2016
sobre la LO 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la
Violencia de Género, que con cita a las sentencias del Tribunal Supremo Sala 4a,
1046/2010 de 7 de diciembre, y otras que recogen su interpretación, entre ellas la del TSJ
de Andalucía 960/2012, 25 de marzo, del TSJ de Madrid, 119/2012, de 22 de febrero,
afirma en relación con la interpretación de las normas con perspectiva de género” que
“Ello exige al Poder Judicial razonar con una lógica distinta de la de épocas pasadas y
que resulte útil para remover los obstáculos que dificulten la igualdad efectiva. Así -
continúa la Guía- “lo ha recordado el Tribunal Supremo, en un caso que examinaba un supuesto de
discriminación por razón de sexo, en Sentencia de 21 de diciembre de 1.989, de su Sala 1a, haciéndose eco
de la doctrina jurisprudencial que “ha dispuesto la no aplicación de normas o criterios tradicionales que
signifiquen vulneración de principios y valores consagrados en la Constitución y opuestos a la realidad
social y jurídica del tiempo presente (artículo 3.1o del Código Civil)”. Además, añade:
Esta perspectiva ha sido ratificada por la legislación española a través del Convenio de Estambul,
que en su art.4 y bajo la rúbrica de “Derechos fundamentales, Igualdad y no discriminación” condena
textualmente “todas las formas de discriminación contra las mujeres” de forma que el Estado
“tomará, sin demora, las medidas legislativas y de otro tipo para prevenirla (…)” y concluye que :
“Las medidas específicas necesarias para prevenir y proteger a las mujeres contra la violencia por
razones de género no se considerarán discriminatorias en el presente Convenio.
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plenamente a las mujeres el derecho de vivir una vida libre de violencia. Y esta tarea la
Justicia tiene un indudable papel estelar.
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con pájaro (m) y птица (f), o gato (m) o кошка y die Katze (femeninos en ruso y
alemán), etc.
En cuanto a la designación de los conceptos abstractos e inanimados, en las lenguas
romances solo se puede usar los dos géneros disponibles y el criterio de su modus
operandi hasta ahora ha sido considerado arbitrario. No obstante, y a pesar de que en
algunas lenguas no existe un género explícito, sus hablantes atribuyen instintivamente
cualidades femeninas o masculinas a los sustantivos (Phillips & Boroditsky 2003) lo que
apunta a la existencia del factor extralingüístico influyendo en el género gramatical
(Corbett 2006).
La incongruencia entre los géneros a nivel multilingüe es una muestra clara de que el
factor cultural y lingüístico contribuye a la diferente visión de un fenómeno por parte de
un hablante de una lengua u otra. Eso sucede, sobre todo, en el caso de los seres
inanimados. Así, por ejemplo, el coche es neutro en alemán (das Auto), femenino en ruso
(машина) y masculino en español (el coche).
Marc Twain escribía sorprendido que “in German, a young lady has no sex, while a
turnip has, …. a tree is male, its buds are female, its leaves are neuter; horses are sexless,
dogs are male, cats are female - tomcats included” (citado en Boroditsky & Schmidt
2000). Este ejemplo refleja una caótica percepción de los géneros de una lengua por un
extranjero. Sin embargo, algunos de esos ejemplos tienen su explicación lógica y siguen
unas reglas gramaticales establecidas y claras. En el caso de la mujer joven en alemán
(das Mädchen), se trata de un diminutivo derivado de die Magd (f- moza) que lleva el
género neutro, tal y como lo hacen todos los diminutivos en alemán.
También nosotros, los profesionales de la enseñanza de las lenguas extranjeras y los
traductores e intérpretes vivimos día a día el impacto de la diferencia del género y sus
peculiaridades entre nuestras lenguas de trabajo. Mientras que los niños que crecen con
una lengua sola no cuestionan la naturaleza del género de las palabras y la toman como
una verdad universal y dada (Phillips & Boroditsky 2003), la discrepancia del género
entre la lengua nativa y extranjera dificulta el aprendizaje de la última, requiere un
esfuerzo cognitivo adicional y su memorización más consciente. Asimismo, el género
incongruente entre las lenguas de trabajo puede llegar a entorpecer la fluidez conceptual
y verbal, la actividad cognitiva de estudiantes y profesionales de traducción/interpretación
que operan con varias lenguas y los induce a cometer más errores. La información sobre
el género gramatical va más allá de formar parte de la semántica de la palabra. Tal y como
lo demuestran los estudios psicolingüísticos que se mencionan a continuación, el género
gramatical resulta ser una experiencia corporeizada marcada por una fuerte interacción
con el propio hablante, con influencia de factores culturales y sociales durante el acto
comunicativo.
Un experimento con bilingües ruso-españoles demostró que, durante la traducción de
palabras de una lengua a otra el género incongruente de la primera lengua interfería
ralentizando las respuestas y causando más errores, mientras que las tareas con las
palabras de género congruente gozaban de una facilitación semántica (Paolieri, Padilla,
Koreneva, Morales & Macizo 2018). Ello sugiere que la información gramatical del
género será evocada de forma intrínseca y simultánea con la palabra y que la
incongruencia del género entre las lenguas usadas puede producir un conflicto entre ellas.
Ese conflicto estaba más acentuado, además, en caso de las palabras abstractas cuyas
representaciones mentales siempre son más complejas. De esos datos se puede deducir,
que la información del género es almacenada en la memoria junto con la información
morfo-sintáctica, semántica y conceptual de una noción y es evocada en conjunto de
forma involuntaria e inconsciente lo que puede afectar la fluidez comunicativa.
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Dentro del campo de la neurolingüística, el equipo integrado por Van Berkum at al.
(2008) realizó los electroencefalogramas que revelaron que el cerebro humano clasifica
rápidamente al orador según su sexo y lo asocia con el contenido del mensaje: por
ejemplo: “If I only looked like Britney Spears” dicho por una voz masculina provocaba
una confusión evidente. Se ve que la construcción semántica también tiene una vertiente
social del uso de la lengua que, a su vez, afecta el acto comunicativo.
Otra investigación que arroja más luz a la conceptualización del género utilizó los
electroencefalogramas para detectar la interacción entre las emociones y el género
gramatical de las palabras (Fraga, Padrón, Acuña-Fariña & Días Lago 2017). Ese estudio
reveló que los participantes reconocían mejor y más rápido el género de las palabras
cargadas de emociones que las neutras. Por lo cual, el efecto de la emotividad se acercaba
al efecto de la frecuencia de las palabras que facilita su evocación y representación mental
e interactúa con el género. Ello también va en línea con la teoría de la cognición
corporeizada que intenta explicar la naturaleza de la organización conceptual en base de
la interacción fisiológica de los hablantes con el mundo que los rodea.
De los últimos estudios psicolingüísticos mencionados arriba se desprende que, para
acercarse a la motivación de los hablantes de una lengua a la hora de determinar un género
u otro para una entidad, es necesario saber más de la conceptualización del fenómeno
pertinente en cada lengua y cultura. Tal y como sugieren Phillips y Boroditsky (2003),
después de efectuar las tareas de la atribución del género a las imágenes, es más que
probable que los hablantes de diferentes lenguas puedan compartir las mismas
representaciones a nivel no lingüístico, o sea, a nivel de la percepción o
conceptualización.
2. El estudio de la conceptualización translingüística de género
Los últimos progresos psicolingüísticos señalados arriba apuntan a la atribución y el
manejo consciente del género gramatical en cualquier lengua. Según Corbett (1991: 32),
“… notes that semantic gender categories reflect the world view of speakers ….it is
possible to predict variation to some extent given knowledge of extralinguistic factors”.
Por lo cual, cabe la suposición de que la naturaleza del género y la razón de su selección
estarán ancladas en la conceptualización de la noción de base. Mientras que los conceptos
correspondientes a los representantes animados suelen coincidir con su sexo biológico y
llevan un género natural, la clasificación de las entidades inanimadas y abstractas
representa un desafío para el razonamiento.
Para aproximarnos a la conceptualización hay que señalar que los recientes estudios
neurocientíficos (por ejemplo: Simmons, Hamann, Harenski, Hu & Barsalou 2008)
aportan evidencias de que el procesamiento conceptual se basa, sobre todo, en la
percepción, acción e introspección que lo lleva a la simulación de la situación o la
conceptualización situada. Una representación conceptual clara y precisa contiene el
concepto situado, rodeado de una arquitectura dinámica en forma de un evento o action-
environmental interface (Barsalou 2003). Así, al oír la palabra viaje, la mente humana en
seguida reconstruye toda una red de conceptos entrelazados y relacionados con ese
concepto: avión, aduana, pasajeros, control de seguridad, espera, etc. En consecuencia, la
representación mental tiene forma de una situación o evento dinámico.
Hay que subrayar que un concepto abstracto se caracteriza por un número elevado de
situaciones relacionadas y sus estructuras son más extensas. Barsalou y Wiemer-Hastings
(2015) afirman que la situacionalidad es primordial en la conceptualización humana,
sobre todo para los conceptos abstractos. A diferencia de los conceptos concretos, los
conceptos abstractos no se asocian con objetos y sus propiedades físicas. Por lo cual, no
pueden ser integrados en la interacción sensorial y motora (Kiefer & Barsalou 2013), lo
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lema SP ad hoc
lema RU (concepto) lema GER conceptualización
сила Fuerza Kraft fenómeno
история Historia Geschichte evento
возможность Posibilidad Möglichkeit fenómeno
fenómeno/
ночь Noche Nacht dimensión
пора Temporada Saison dimensión
связь Conexión Verbindung proceso
деятельность Actividad Tätigkeit proceso
организация Organización Organisation proceso
помощь Ayuda Hilfe proceso
ситуация Situación Situation evento
мера Medida Massnahme proceso
задача Tarea Aufgabe dimensión
информация Información Information fenómeno
федерация Federación Föderation fenómeno
идея Idea Idee fenómeno
наука Ciencia Wissenschaft evento
причина Causa Ursache fenómeno
культура Cultura Kultur evento
политика Política Politik evento
сцена Escena Szene dimensión
музыка Música Musik fenómeno
правда Verdad Wahrheit fenómeno
свобода Libertad Freiheit fenómeno
природа Naturaleza Natur evento
позиция Posición Position dimensión
fenómeno
вера Fe Glaube /evento
оценка Valoración Bewertung proceso
половина Mitad Hälfte dimensión
экономика Economía Wirtschaft evento
литература Literatura Literatur evento
надежда Esperanza Hoffnung fenómeno
операция Operación Operation proceso
база Base Basis dimensión
радость Alegría Freude fenómeno
безопасность Seguridad Sicherheit fenómeno
Tabla 1. Ejemplos de palabras femeninas abstractas rusas (más frecuentes) y sus equivalentes
femeninas en alemán y español.
3. Conclusiones.
El presente trabajo muestra la utilidad de la metodología psicolingüística experimental y
cognitiva para el estudio del género gramatical. Dada la naturaleza semántica del género
y la base conceptual de su designación, éste forma parte intrínseca e inseparable del acto
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Lleuaron de aca nuestra lengua, y toda via la guardan, y vsan della de buena gana, y es cierto que en
las ciudades de Salonique, Constantinopla, Alexandria, y en el Cayro, y en otras ciudades de
contratación, y en Venecia, no compran, ni venden, ni negocian, en otra lengua sino en Español. Y
yo conosci en Venecia Iudios de Salonique hartos, que hablauan Castellano, con ser bien moços,
tambien y mejor que yo (Illescas 1606: 109v).
Durante los siglos inmediatamente posteriores a la expulsión –siglos XVI y XVII–, tiene
lugar en el seno de estas comunidades sefardíes de Oriente una etapa formativa del
judeoespañol (cf. Minervini 2002 y 2006), caracterizada por un proceso de koineización
de los rasgos lingüísticos propios de los diferentes dialectos históricos hablados por los
judíos en la Península a finales de siglo XV. Como resultado de este proceso, no se
generalizó una única koiné, sino dos: la de Salónica y la de Estambul, con sus respectivas
áreas de influencia (Quintana Rodríguez 2006: 302).
Además, hay que destacar que el desarrollo lingüístico del judeoespañol se produce en
el exilio sin conexión con los procesos de estandarización que tienen lugar en español
clásico durante los Siglos de Oro (Penny 2000: 190). De hecho, en palabras de Días-Mas
(1986: 187): «Desde la expulsión hasta el siglo XIX, España prácticamente ignoró la
existencia de los sefardíes en el exilio»; y los sefardíes apenas tenían contacto con la
Península, más allá de las distintas oleadas de marranos que hasta el siglo XVIII
continuaron llegando a tierras otomanas. Por tanto, en la configuración de la norma
lingüística sefardí 2, hay que tener en consideración que el judeoespañol «ha evolucionado
apartado de su cauce, en condiciones totalmente distintas a la de los demás idiomas
hispánicos» (Sala 1965: 175).
En las próximas páginas, para poder constatar, a modo de ejemplo, en qué medida es
factible hablar de una norma lingüística propia del judeoespañol, me voy a detener en
analizar las principales manifestaciones del género como categoría gramatical, prestando
1 «La dhimma confère un statut légal aux dhimmi, devenus en quelque sorte des protégés, même si elle les
transforme en sujets de seconde zone par la place qu’elle leur fait occuper dans la société musulmane. On
fait remonter l’origine de ce type de contrat, ou au moins de certaines de ses stipulations, aux traités
conclus par le prophète Mahomet avec les populations vaincues» (Benbassa y Rodrigue 2002: 78).
2 En relación con el concepto de norma lingüística del judeoespañol, además de Sala (1965) y Penny (2000:
174-193), véase también, entre otros, Ariza (2005) y Álvarez López (2016).
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
3 A este respecto, cabe destacar el hecho de que el periódico El Amaneser, publicado en Estambul desde
2005 hasta la actualidad, emplee en sus textos el sistema gráfico de Aki Yerushalayim, en lugar de las
grafías –con influencia del turco– que utilizaba el periódico Şalom para escribir sus páginas en
judeoespañol.
4 De hecho, en judeoespañol el sustantivo seria es una palabra trisílaba que se pronuncia [se'ria], puesto
que mantiene el acento en la misma sílaba que en francés.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Este uso de la forma miembra no es exclusivo del judeoespañol, puesto que, aunque no
está actualmente aceptado desde el punto de vista normativo, es un tema de recurrente
polémica entre los especialistas y también en la sociedad, desde que en 2008 los medios
de comunicación se hicieron eco de las palabras de la entonces ministra de igualdad,
Bibiana Aído, que empleó la forma femenina miembra y subrayó la necesidad de que se
extendiera al uso general de la lengua española. Si bien la polémica es más reciente, el
CREA recoge un total de diez ocurrencias –la primera es de 1993– de las formas
femeninas miembra/miembras. En judeoespañol, sin embargo, no existe una presión
normativizadora como en español estándar, de manera que esta clase de regularizaciones
paradigmáticas no suscita ningún tipo de problemas entre sus hablantes, que entienden
que una forma como miembra, al terminar en -a, se adecua a la morfología propia de un
sustantivo femenino que, además, hace referencia a una persona de sexo femenino. De
hecho, mientras que la primera documentación que aporta el CREA es de 1993, la consulta
al CORIHJE recupera dos casos en un mismo texto de 1933, un artículo de opinión
publicado en el periódico sefardí El Mesajero/The Messenger (Los Ángeles, 1933-1935),
de donde está extraído el siguiente fragmento 6:
Este boletino tiendra por eskopo de publikar artikolos literarios, relijiozos i edukasionales ke seran
de grande intereso para todos los miembros i miembras de nuestra organizasion [...].
Espero ke todos los miembros i miembras leeran este boletino editado en judeo-espanyol kon grande
intereso i kooperasion (El Mesajero/The Messenger, 1:1, 21/09/1933, pág. 9).
Se puede, por tanto, apreciar que la forma miembra no es tan novedosa entre los sefardíes,
sino que ya se documenta en la primera mitad del siglo pasado y es posible que, entre los
muchos textos aljamiados que quedan aún por editar y estudiar, se puedan encontrar más
ejemplos de uso de esta variante femenina.
Asimismo, la hipercaracterización del género también se aprecia de manera recurrente
en los cultismos heredados de los sustantivos femeninos acabados en -σις en griego
5 Los fragmentos extraídos de la revista Aki Yerushalayim se citan según el siguiente formato: (AY,
año:número [fecha de publicación], página). Las cursivas son mías.
6 Como la comunidad sefardí de Los Ángeles no era muy numerosa, este periódico comenzó su edición de
forma manuscrita: «Hablar de “prensa manuscrita” parece una contradicción. Sin embargo, sabemos que
se produjo y se difundió por lo menos un periódico sefardí que empezó a aparecer escrito a mano y,
posteriormente, a máquina: El Mesaȷ́ero / The Messenger, que se publicó en Los Ángeles (California)
entre 1933 y 1935» (Díaz-Mas y Sánchez Pérez 2014: 81). El texto original está escrito en aljamía
hebraica y para su transcripción no sigo las grafías empleadas en el CORIHJE, sino que utilizo las de la
revista Aki Yerushalayim.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
clásico, tales como analiza, kriza, sintaksa o teza. En este grupo, nuevamente, se puede
apreciar que la lengua francesa ha servido de mediadora a la hora de incorporar estas
voces en el léxico sefardí, puesto que por la terminación se puede apreciar que analyse,
crise, syntaxe y thèse son la base de los respectivos vocablos en judeoespañol. Además,
en el caso concreto de analiza, hay que señalar que es una palabra paroxítona en
judeoespañol y, por tanto, no es factible pensar que forme parte del léxico heredado del
fondo hispánico –sobre todo porque, como señala Verdonk (2004: 908), el helenismo
análisis no se incorpora al español hasta principios del siglo XVII–, sino que también su
acentuación apunta a que se trata de un préstamo tomado del francés.
Por su parte, los sustantivos que provienen de la terminación -μα(τ) –en griego clásico,
neutros de la 3.ª declinación, adaptados como masculinos en español– vacilan en sus usos
como masculinos o femeninos en judeoespañol 7, probablemente porque al terminar por /-
a/ se reinterpreta como una marca de género femenino, si bien por lo general son
masculinos. Así pues, en el judeoespañol contemporáneo de la revista Aki Yerushalayim
se pueden encontrar sustantivos como poema, programa o tema, que alternan entre el
género masculino y el femenino –aunque se mantiene la preferencia por el primero–,
mientras que otros se mantienen constantes, como sistema, que siempre es masculino, o
enigma, que solo se emplea en femenino 8. Además, en los casos alternantes, también es
posible observar la vacilación de género en un mismo texto:
Uno de los ke kontribuyeron mas al dezvelopamiento de este djenero de poezia fue Shelomo ibn
Gabirol. El eskrivio, es verdad, numerozas poemas ke son konsiderados komo de las mijores ovras
poetikas relijiozas ebreas, djuntos kon esto el eskrivió tambien munchos poemas sovre temas non-
relijiozos, de amor i también de sania kontra los enemigos, de alavasion a sus protektores i tambien
a si mizmo, por su talento poetiko, sovre temas filozofikas i morales i mas i mas ainda... (AY, 2:5
[1980], 17).
En este fragmento –la cursiva, como en los demás casos, es mía–, se aprecia que los
sustantivos poema y tema concuerdan tanto en masculino como en femenino con los
adjetivos calificativos y determinativos que los acompañan y, como dato más llamativo,
es mucho más curioso la concordancia de la oración de relativo «numerozas poemas ke
son konsiderados», ya que el participio concuerda en masculino a pesar de que el
antecedente del relativo lleva un adjetivo femenino.
Vacilan también los sustantivos terminados en -or –masculinos en latín, pero con una
fuerte inclinación en el español medieval por su uso como femeninos (cf. Santiago 1992:
1337)–, tales como amor, grandor, savor, splendor, sudor, umor o valor. La mayor parte
de estos sustantivos manifiesta una cierta predilección por el uso como femenino, salvo
el caso de amor, que en los textos contemporáneos de la revista aparece siempre como
masculino, si bien cuando se reproducen textos literarios de otras épocas del
judeoespañol, sí que aparecen ejemplos de su empleo como femenino 9. Sobre esta
vacilación conviene señalar que, aunque se trata de un fenómeno ya presente en época
medieval, se puede apreciar, nuevamente, la influencia de los cognados franceses, ya que
salvo el caso concreto de amour, que es masculino en francés, las demás voces
equivalentes son femeninas en esta lengua.
7 También se dieron estas vacilaciones en la historia del español, si bien la presión normativa hizo que
finalmente se generalizara el masculino para estas voces (cf. Rosenblat 1962: 42-52).
8 En el caso de enigma, cabe pensar en la influencia del francés énigme, que es femenino.
9 El uso femenino de amor y de otros muchos sustantivos acabados en -or está ampliamente documentado
en textos periodísticos de comienzos del siglo XX (cf. Hernández González 2002: 1537).
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[...] las primeras 22 segun el orden del alfabeta (AY, 18:56 [1997], 51).
[...] sus esforsos para anular el Orden de Ekspulsion del 31 de Marso 1492 (AY, 10:36-37 [1988],
4).
Un dia, vijitando esta eskola, el Sultan Abdul Medjid se dio kuento ke avia ayi elevos de todas las
relijiones a la eksepsion de djudios (AY, 32:90 [2011], 24).
Asimismo, también la influencia francesa explica que algunas voces determinadas, como
fin y orijin, sean femeninas en judeoespañol, a pesar de que estos casos no haya habido
una hipercaracterización del género como ocurría en el caso de otras palabras comentadas
anteriormente. En otras voces, sin embargo, el cambio de género en relación con el
español estándar responde al mantenimiento de usos lingüísticos heredados del fondo
hispánico, como se aprecia, por ejemplo, en los casos de trivo y azeite. El primero de ellos
es masculino en judeoespañol, tal vez por reinterpretación de la terminación -o como
alomorfo de género masculino, si bien este empleo concuerda con el uso vigente aún en
el español de los Siglos de Oro (Girón Alconchel 2004: 860-861). En cuanto a azeite,
femenino en judeoespañol, es poco probable pensar que en la influencia de la voz francesa
huile, también femenina, sino que más bien se puede relacionar con un cambio de género
bastante extendido en el habla popular de todo el ámbito hispánico, hasta el punto de que
en el DPD (s. v. aceite) se recomienda evitar su uso como femenino, dando muestras de
la vigencia de esta vacilación de género en la actualidad.
En cuanto a los sustantivos que designan profesiones, no se sigue un único patrón que
pueda ser aplicado de manera global, sino que presentan un alto grado de variación. Por
ejemplo, la palabra muzikologes, que por su terminación está tomada directamente del
francés, no presenta la hipercaracterización de género que sí se da en otros sustantivos de
profesiones, como puede ser el caso de folkloristos. Resulta también extraña la voz
masculina arkitekta, aunque también se documenta arkitekto entre los artículos de Aki
Yerushalayim:
A la vista, eya fue fraguada en el anyo 1260 i el nombre Even Shushan es atribuyido a la alkunya
del arkitekto ke la fraguo o del ken se okupo de su konstruksion (AY, 23:70 [2002], 15).
122
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
En una entrevista kon el djoven arkitekta Mimar Naor Inbar, ke partisipo a esta delegasion, el mos
ekspliko ke la inisiativa de este proyekto vino en el anyo 2002 [...] (AY, 28:81 [2007], 20).
La formación de arkitekta como sustantivo masculino se puede explicar por analogía con
otras voces de profesiones que aparecen en la revista, como es el caso de umorista, donde
se aprecia un ejemplo de rehispanización del judeoespañol –en tanto que se trata de una
palabra de reciente incorporación entre los sefardíes, tomada precisamente del español
estándar–, y a partir de estas nuevas voces se puede explicar, por ultracorrección, la
extensión de la terminación -a para profesiones masculinas, incluso en aquellos casos
donde no existe esa forma en el español estándar.
Finalmente, también es posible encontrar entre los sustantivos un caso extraño de
vacilación, como sucede con imajen, ya que, a pesar de ser un sustantivo femenino de
manera general, es posible encontrar casos en los que se emplea acompañado de un
determinante masculino, a pesar de que la concordancia con los adjetivos se mantenga en
femenino:
La lektura de estos protokoles pinta un imajen bien kompleta i detaliada de la vida de los akuzados
[...] (AY, 1:4 [1980], 9).
Los sustantivos no pueden tener en español género NEUTRO, frente a lo que sucede en otros muchos
idiomas. Sí pueden ser neutros en nuestra lengua los demostrativos (esto, eso, aquello), los
cuantificadores (tanto, cuanto, mucho, poco), los artículos (lo) y los pronombres personales (ello,
lo) (NGLE: § 2.1c).
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Sus desparision es una piedrita ainda mas grave si se toma en konsiderasion ke ay muy poka
dokumentasion a sus sujeto i ke kuando saldran los istoriadores ke kereran eskrivir a sus sujeto, es
posible ke tengan muy poko material solo sovre el kual puedan bazarsen (AY, 6:22-23 [1984], 13).
Una parte muy importante de todo este material mos esta yegando ultimamente a traves la Internet,
sea por medio de mesajes elektronikos i sea tambien a traves de la komunidad virtuala
“Ladinokomunita”, de la kuala ya tratimos en presedentes numeros i a la kuala dedikamos esta vez
un artikolo ke deskrive la importansia de sus aktividades (AY, 22:66 [2001], 4).
Las demás formas flexivas de la serie se emplean mucho menos y, para que aparezcan, es
preciso que tengan cerca un elemento nominal con el que –aunque siendo pronombre y
no determinante– poder concordar en género y en número:
Ya se puede i majinar kual fue el espanto de los indianos al empesar la eklipsa [...] (AY, 1:4 [1980],
8).
10 La forma femenina cuala no es ajena al español peninsular, ya que tiene bastante uso en las hablas
dialectales de Asturias y Aragón (DCECH: s. v. cual). Quintana Rodríguez (2002: 177) también apunta
«una posible influencia aragonesa» en la formación morfológica de estos pronombres.
11 La forma kuales es mucho menos frecuente que kualos. En cualquier caso, como no existe el género
neutro en plural, esta vacilación no produce ningún tipo de confusión en cuanto a la formación
morfológica del relativo.
12 Sobre la etimología de los relativos y su paso del latín al romance, véase Menéndez Pidal (1966: 263-
264), Lloyd (1993: 156 y 262) y Penny (1993: 148-149).
13 De hecho, la forma plural quienes no es etimológica en español, sino que es una creación de finales del
siglo XVI (Girón Alconchel 2004: 871).
124
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Eyos tuvieron razon siendo ke kon los pokos konosimientos ke tenian de estos kantes no podian
fiksar kuala era la version la mas djusta i autentika (AY, 4:13-14 [1982], 57).
Esta seria gozo de una tala popularidad ke largo tiempo despues ke fue interrumpida en 1977, en
segito a la muerte de su autor i prinsipal aktor, Yitshak Benrubi, munchos oyentes demandavan ke
era la kavza ke no eran mas dados estos sketches i kuando se tornaria a darlos (AY, 7:26-27 [1985],
32).
Mizmo si munchos pretenden no kreer mas en talas kozas, no son pokos los ke, mizmo en muestros
dias, kreen ke kale guadrarse de munchas kozas i en primer lugar del ojo malo (AY, 14:48 [1993],
92).
Finalmente, hay que destacar que la mayor incidencia en la concordancia –si se mira
desde la comparación con el español estándar– se puede apreciar en los adjetivos
calificativos, donde no solo se observa la misma tendencia a la hipercaracterización del
género, ya comentada, en el caso de los sustantivos, sino que precisamente entre los
adjetivos se muestra con mayor intensidad. Este fenómeno no es privativo del
14 Según recoge la NGLE (§ 17.10j) tal es un determinante, pero no siempre es un demostrativo. Cuando
interviene en las construcciones consecutivas funciona como cuantificador ponderativo.
15 Ambos casos en textos de principios del siglo XX: El aprezado de la Inkizision (El Cairo, 1904) y Una
konferensia sovre «La hazinura relijioza en la manseves judia» (Sofía, 1928).
125
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
judeoespañol, sino que se ha atribuido a la posible influencia del aragonés (Penny 2000:
189; Hernández González 2002: 1536; Lleal 2004: 1155). Con todo, a partir de los textos
de la revista se puede constatar que la hipercaracterización del género añadiendo el
alomorfo -a para la creación de adjetivos femeninos tiene una mayor incidencia en los
adjetivos, pero se manifiesta de forma irregular, lo que da lugar a vacilaciones y origina
casos de polimorfismo. Así pues, mientras que la hipercaracterización de los sustantivos
se daba en lexemas concretos de manera estable, en el caso de los adjetivos es posible
encontrar que un mismo lexema se emplee con la marca explícita de femenino o no, dando
como resultado la alternancia entre sintagmas como vida sosiala y vida sosial –si bien es
más frecuente el uso hipercaracterizado cuando va en singular, mientras que en plural,
donde se alternan las terminaciones -as y -es, es más frecuente para el femenino la
segunda, la que no se diferencia del masculino–. Este tipo de variación es el mismo que
ya se había apuntado para las formas femeninas tala y talas, que coaparecen en la revista
junto a los usos femeninos de tal y tales; sin embargo, no se da tal vacilación en el caso
de los pronombres –hay que recordar que el género es una propiedad inherente en los
pronombres y en los adjetivos solo se refleja en forma de concordancia, de ahí la posible
diferencia a pesar de la proximidad morfológica de ambas series–, donde kuala y kualo
no alternan con usos femeninos o neutros de kual, que siempre es masculino de manera
exclusiva. No obstante, conviene tener presente que ciertos adjetivos, por su propia carga
semántica, tienden a ser empleados normalmente como sustantivos, sin que por ello se
vea alterado el procedimiento de hipercaracterización, como sucede, por ejemplo, con el
adjetivo –frecuentemente sustantivado– djovena:
Kuando avia un lutio, segun las karakteristikas del difunto: padre de munchos ijos, ombre o mujer
djovena, etc… las oyinaderas eskojian las endechas ke le korrespondian (AY, 26:77 [2005], 58).
En su tierna edad eya fue merkada por uno de los enkargados del Sultan i de mizmo ke otras djovenas
de su edad eya tambien fue yevada al palasio para servir en el harem (AY, 27:80 [2006], 17).
Por otra parte, hay que señalar que estos adjetivos terminados en consonante, que crean
una forma específica para el femenino –frente a la norma estándar del español, que los
emplea como comunes en cuanto al género– mediante la adición de la terminación -a, no
presentan, en cambio, una forma masculina hipercaracterizada por -o, por lo que la
oposición de género se realiza mediante -Ø para el masculino y la alternancia entre -a/-Ø
para el femenino, de ahí que, para mantener una mayor caracterización morfológica, el
alomorfo -a sea el preferido. Sin embargo, sí se constata un masculino analógico en -o en
los adjetivos comunes en cuanto al género que terminan por -a en español estándar, como
pueden ser los casos de optimisto o nasionalisto, aunque en la revista también se emplean
las formas acabadas en el sufijo -ista como masculinas, por lo que la hipercaracterización
en nuevamente alternante. Además, estas voces no están exentas de problemas en cuanto
a su posible adscripción, ya que son formas de incorporación reciente en judeoespañol y
podrían estar tomadas, bien del español actual, o bien –y más probablemente– del francés
optimiste y nationaliste. En estos casos, la hipercaracterización del género queda mejor
justificada si se trata de galicismos y, además, se ve reforzada esta hipótesis por otros
adjetivos de clara adscripción francesa, como sucede en el caso concreto de arabo –de
acentuación paroxítona en judeoespañol, frente al español estándar árabe, que es
proparoxítono–, en tanto que la propia realización oclusiva de la labial –unida al cambio
de acentuación– denota que es un préstamo tomado del francés arabe.
Para concluir, resulta curioso constatar que en judeoespañol, a pesar de la tendencia a
hipercaracterizar el género de los adjetivos, también es posible encontrar el fenómeno
contrario, es decir, que un adjetivo con moción de género en español estándar se mantenga
126
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
3. Consideraciones finales
Las particulares condiciones sociohistóricas en las que se desarrolló el judeoespañol
dieron como resultado la creación de una norma lingüística propia, desarrollada sin
contacto con el devenir histórico de la lengua española en la Península o en
Hispanoamérica. En los distintos epígrafes de este trabajo he abordado las principales
diferencias que se establecen a la hora de manifestar el género gramatical en
judeoespañol, en contraposición con el uso del español estándar. De forma resumida, dos
son las principales tendencias que se desprenden de esta comparación:
Por una parte, se constata la propensión de la norma lingüística sefardí hacia la
regularización paradigmática, puesto que las oposiciones –de género, en este estudio–
tienden a quedar hipercaracterizadas, de forma que se aportan un mayor grado de
redundancia, con respecto del español estándar, en aras de que la información
morfológica de género, como morfema constitutivo propio de la flexión nominal y
pronominal, quede explícita.
Por otra parte, queda patente la importancia que tiene la influencia de las diversas
lenguas con las que los sefardíes han estado en contacto durante los más de cinco siglos
de su desarrollo lingüístico y, en especial, es destacable la importancia que tiene el
contacto con el francés, ya que, si bien no se inicia hasta la segunda mitad del siglo XIX,
sí que resulta muy intenso y decisivo en la configuración de la norma lingüística sefardí.
Finalmente, conviene destacar la relación que existe entre estas dos tendencias, puesto
que, en muchos casos, la hipercaracterización de género viene motivada por la adaptación
de préstamos del francés, precisamente para evitar un exceso de palabras terminadas en
consonantes –que se adaptan a la estructura silábica general del español, donde
predominan las sílabas abiertas– y, por esto mismo, la hipercaracterización del género es
un indicio para pensar –aunque no siempre es así, como ya se ha señalado en este estudio–
que la palabra que añade un marca específica de género puede ser un préstamo tomado
del francés, lo cual ayuda a dilucidar la procedencia del léxico sefardí en el caso de los
cognados.
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Este “punto cero” es una perspectiva que esconde su mirada local y particular con la
pretensión de hablar bajo un universalismo abstracto y objetivo, es decir la “pretensión
de hablar desde el ojo de dios” (ibídem). De la misma forma,la filosofía occidental ha
construidoel dualismo naturaleza/cultura, paralelos a otros (cuerpo/mente,
emoción/razón), asociando el hombre a la cultura y conectando la mujer directamente a
la naturaleza (Momsen, 2004), y sin poner más en duda la supuesta naturalidad de la
mujer, ha justificado la necesidad de alejar a las mujeres del ámbito público y del poder
político (Ruspini, 2006), asignándole el espacio privado del cuidado de los hijos y de la
casa.
La “esencia femenina” construida por la mirada androcéntrica del patriarcadose dictó
como la conexión entre la mujer y la naturaleza, poniendo las dos en un plano de
subordinación (Zuluaga Sánchez, 2014). El dominio patriarcal construyó una civilización
androcéntrica, que todavía se expresa en cada aspecto de la vida de las personas, en lo
público y en lo privado (Mignolo, 2008). Como se puede notar, las construcciones
sociales mantienen una centralidad en lo masculino, asignando una posición subordinada
a lo femenino (Soler Montiel y Pérez Neira, 2014). La presunta universalidad masculina,
ha hecho que se excluyera a la mujer del ámbito de la subjetividad como “lo que no es un
hombre” (Ruspini, 2006: 44). El aspecto dramático del androcentrismo es que es
inadvertido y pasa como algo natural (Soler Montiel y Pérez Neira, 2014).
130
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Si es verdad que estamos hablando de cultura, también es cierto que la lengua no está
absuelta de estas dinámicas. Si como afirman muchos estudios, “language is culture and
culture is language”, para expresar la inseparabilidad entre idioma y cultura (Risager,
2006: 1), el autor Stuart Hall es más claro aun explicando que la lengua:
Operates as representational system. In language, we use signs and symbols – whether they are
sounds, written words, electronically produced images, musical notes, even objects – to stand for or
represent to other people our concepts, ideas and feelings.(Hall, 1997 en Risager, 2006: 3)
1 Trad. Propia.
131
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
la mujer, sino que implica la doble presencia, mujeres y hombres, que construye el género.
Se trata de un concepto innovador en cuanto a que conlleva dos rasgos:
En primer lugar, traslada la atención desde la “mujer” a la “relación” entre mujeres y hombres,
subrayando la construcción social basada en la pertenencia al sexo (Ruspini, 2006).
En segundo lugar, analiza la cuestión femenina sin aislarla de la masculina: expresa la relación de
intercambio constante que no es estática, presentando reciprocidad entre los componentes, y
evidenciando las relaciones de poder entre ellos (Garcia Forés, 2014; Piccone Stella y Saraceno,
1996).
Hay que poner cuidado en no confundir género con sexo: mientras el sexo es un dato
puramente biológico, que describe diferencias anatómicas (Ruspini, 2006), el género es
el proceso de construcción social basado en las diferencias biológicas (Nicholson, 1996);
éstas justifican las diferencias de temperamento como “naturales” (Mead, 1967), mientras
que en realidad de natural no tienen nada: el género es un producto de la cultura humana.
Sexo y género en la gramática
A la hora de entender si el “sexo” y el “género” están relacionados en la lengua, hay varias
opiniones. Antes de todo, se necesita aclarar que para definir el género en la lengua se
usan el género semántico y el formal. El género semántico o “género natural” es la forma
a través de la cual se expresa el sexo “biológico” de un ser animado (ej. gato-gata),
mientras el género formal, o género gramatical, es el medio para manifestar la
concordancia gramatical (Márquez, 2013).
Algunas lingüistas sostienen que el vínculo entre sexo biológico y género gramatical
no se puede negar. La estudiosa Patrizia Violi, por ejemplo, afirma que no se trata solo
de una cuestión gramatical, la categoría del género es “una categoría semántica que
manifiesta dentro de la lengua un simbolismo profundo ligado al cuerpo: su sentido es
precisamente la diferencia sexual” (Calero, Lliteras y Sastre, 2003: 27). Sin embargo,
existen posiciones lingüísticas totalmente negacionistas respeto a cómo el género pueda
transmitir un contenido lingüístico, excluyéndolo del estudio lingüístico en cuanto a que
se trataría solamente de un uso externo al sistema de la lengua, es decir los intereses y las
opiniones sociales de una comunidad a determinar la asociación de unas ciertas formas,
con unas ciertas sustancias (Márquez, 2013). Otros estudiosos no niegan que el sexo
acompaña a veces el sustantivo, pero consideran que son casos “contados” que hacen que
no merezca la pena mantener la asociación entre sexo biológico y género gramatical. Es
el caso de María Ángeles Calero que sugiere que la discriminación lingüística hacia las
mujeres viene de las mismas mentes de los hablantes, visión que está claramente inspirada
por el notable trabajo de Álvaro García Meseguer, “¿Es sexista la lengua española?”
(1994), que pone énfasis sobre el sexismo de los hablantes y de los oyentes, desplazándolo
del sistema lingüístico, y justificando que no es una lengua a ser sexista sino su uso, o
mejor dicho, por el “sexismo del hablante” o “sexismo del oyente”. Como María Márquez
hace notar:
A menos que se interprete “el oyente” como genérico (todos y cualquiera de los oyentes), pues como
es sabido, y el propio autor recoge en su obra, a menos que el contexto especifique la extensión en
la que está tomando el sustantivo, el masculino tiende a identificarse con la referencia de varón, y
no se debe a un error del oyente, sino a una asociación histórica, general y constante del uso. (2013:
56-57)
132
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Saussure’s langue, a code both legislative and communicative which exists and subsists
independently of its users (“speaking subject”) and its uses (parole), has in fact all the properties
commonly attributed to official language. As opposed to dialect, it has benefited from the
institutional conditions necessary for its generalized codification and imposition […] it helps in turn
to reinforce the authority which is the source of its dominance.(Bourdieu, 1982: 44-45)
De acuerdo con Bourdieu, hablar de “La” lengua, sin especificar otros factores, “es aceptar
tácitamente la definición oficial de la lengua oficial de la unidad política” (ídem, 45) 2.
2 Trad. propia.
133
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
2) El masculino genérico;
3) La duplicación léxica: ciudadanos y ciudadanas, todos y todas.
Los tres, en mi opinión, representan caras diferentes del mismo problema, es decir la
subjetividad de las mujeres. De hecho, la creación de femeninos específicos para describir
diferencia genérica de los seres humanos, está aceptada, como muestran palabras como
niña, señora, etc. Sin embargo, a la hora de crear el femenino para designar determinadas
profesiones ejercidas por mujeres, se reclama una presunta neutralidad, recomendando no
utilizar el femenino de palabras como presidente y juez. En su sitio web oficial, la RAE
justifica que:
Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista
lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso
genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la
especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a
voto 3 (RAE).
Lo curioso de esta declaración es que la RAE ha decidido escoger un claro ejemplo de
discriminación histórica: si al hablar de “hombre” o “ciudadano” creemos hablar en
nombre de la humanidad entera, no tenemos que olvidar que en momentos históricos en
los cuales se declararon los Derechos Universales, el estado de “hombre libre e
igualitario” no comprendía realmente la totalidad de la población (Lugones, 2008).
Misma suerte tocó al sufragio “universal”, que incluía exactamente a “todos los
hombres”, marcando que las mujeres no tenían el derecho para votar, en cuanto a que no
fueran ni sujetos políticos. La RAE sostiene que se trate de una mera cuestión lingüística:
La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es
relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa
edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma
masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en
razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan
dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y
lectura de los textos (RAE).
Si bien se pueda llegar a aceptar esta excusa para una cuestión de “economía de la
lengua,” no resulta intuitiva la razón que nos proporciona a la hora de convencernos para
no usar la duplicación léxica: “el uso genérico del masculino se basa en su condición de
término no marcado en oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el
femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de
individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, “‘los alumnos’ es la única
forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior
al de alumnos varones” 4, en cuanto a que los sustantivos masculinos realmente tienen
género, que se manifiesta siempre en la concordancia y a veces morfemáticamente, por
no decir que están marcados negativamente respeto al femenino (Márquez, 2013).
La RAE muestra perseverancia en el no querer aceptar una posible autonomía de
cambio en la lengua, es bastante evidente respeto a la preferencia del (ab)uso del
masculino genérico para designar determinadas profesiones que históricamente se han
asociado a varones; de esta forma, se prefiere evitar médicas, presidenta, notaria, jueza,
recomendando usar las expresiones: “la presidente, la juez, la médico”, yendo contra la
tendencia del idioma a la terminación en -a, con el género femenino. Peor es el hecho que
cuando socialmente se empiezan a usar algunas de estas formas de manera espontánea,
3 http://www.rae.es/consultas/los-ciudadanos-y-las-ciudadanas-los-ninos-y-las-ninas
4 Ídem.
134
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
están cargadas de connotaciones peyorativas “de escaso prestigio social” (Ivi). La falta
de imparcialidad y el matiz machista de la RAE, han sido más evidentes aún en junio de
este año, a la hora de hacer pública la intolerancia respeto a “todos y todas”, y
“advirtiendo” que se tiene que “poner fin” a ello 5. Como si no fuese bastante, es de pocos
días la noticia de que la Asociación de Mujeres Juezas de España ha enviado a la RAE
una carta de protesta contra la sexta definición de “jueza”, es decir: “mujer del juez”, en
cuanto se trata de “un giro anacrónico más propio de un diccionario histórico, pero nunca
de uno normativo” 6.
3. Conclusión
Como hemos visto, el tema del sexismo lingüístico ha causado una enorme polémica,
hasta invadir el ámbito académico y convertirse en debate social, donde las principales
posiciones teóricas se dividen entre dos: a) quienes, basándose sobre el carácter arbitrario
del género, sostienen que una lengua en si no puede ser sexista, sino su uso; b) aquellos
que consideran el género una categoría “motivada” de la interrelación entre lengua,
pensamiento y realidad, defendiendo la intervención activa en la lengua para una
transformación de la sociedad (Márquez, 2013: 58).
Aunque la RAE no quiere tomar en consideración aspectos “extralingüísticos” para
cambiar términos o usos sexistas de la lengua, no se puede olvidar que la filosofía
occidental ha difundido una teoría de las diferencias de género en términos de inferioridad
femenina “improductiva”, respeto a lo masculino “productivo” (Soler Montiel y Pérez
Neira, 2014), que se refleja en la asociación del masculino con el poder y el prestigio. Es
ésta la razón que empuja la tendencia a no querer aceptar la concordancia con el género
femenino de determinadas posiciones de prestigio de una profesión, que implicaría tener
que dejar de tener un privilegio: de hecho, no se han encontrado problemas a la hora de
acuñar el femenino de obrero, mientras palabras como “médica” o “notaria”, sufren una
verdadera resistencia, debido al alto reconocimiento de la profesión (Márquez, 2013).
La discriminación sexista que comporta pretender cambiar el género de palabras como
“presidenta” en “presidente”, por parte de la Real Academia, para respetar una supuesta
justeza gramatical, denota una forma de machismo arraigado, continuando con una
invisibilización forzada y una negación a un espacio político igualitario. Por lo tanto,
reconocer la falta de neutralidad de la gramática es un acto político tanto como usar las
expresiones “ciudadanas y ciudadanos” es reconocer a las mujeres como sujetos políticos.
La pretensión de imparcialidad en la lengua es un espejismo: no es casualidad que los
ambientes culturales donde varios idiomas se han formado, eran frecuentados por las
elites intelectuales. Los hechos lingüísticos condicionan nuestra cotidianidad y
contribuyen a mantener prejuicios de género. Es cierto que los cambios lingüísticos no se
pueden forzar, sin embargo, de la misma manera, frente a la injusticia social y a la
desigualdad no nos podemos quedar sin reaccionar. Así como respeto a palabras y
términos racistas se han puesto frenos históricos, de la misma forma tenemos que frenar
expresiones machistas que aportan violencia a una sociedad ya saturada de violencia de
género. Si es verdad que lo personal es político, más verdad aun es que lo político es
personal, esto significa que no se puede dejar que las instituciones elijan deliberadamente
ocultar uno de los dos sexos justificando con “falsa objetividad” lo que realmente expresa
una invisibilización de las mujeres para no perder los privilegios de los varones.
5 MAGAZINE ICN (Iberoamérica Central de Noticias), La Real Academia advierte y le pone fin al ‘todos
y todas’, ‘ciudadanos y ciudadanas’ http://www.icndiario.com/2016/06/06/la-real-academia-advierte-y-
le-pone-fin-al-todos-y-todas-ciudadanos-y-ciudadanas/ , (6.06.2016).
6 http://www.eldiario.es/sociedad/Piden-RAE-suprima-definiciones-jueza_0_567643364.html
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
1 Rey, Fernando Discurso del odio y racismo líquido. Libertad de expresión y discursos del odio. Revenga,
2015: 55-88 “que no deberíamos aceptar sin ser conscientes de la incongruencia que supone señalar el
término discurso a expresiones que, en la mayoría de los casos no traslucen sino los prejuicios irracionales
y los deseos de injuriar de quien los profiere. Acaso sería mejor hablar de expresiones insultantes,
discriminatorias, contrarias a la dignidad, pero el problema de llamarlas así es que estaríamos adoptando
de manera un tanto inconsciente un punto de vista conectado a la comisión de ilícitos penales que
absorbería la proyección específicamente constitucional del problema.”
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
muchos casos, una indignación social considerable que puede poner en peligro la
seguridad jurídica y el estado democrático.
En el intenso debate que se está generando hay voces que piden distinguirlo del
derecho a la libertad de expresión, y precisan la delimitación del hate speech (término
anglosajón) como Adela Cortina 2 expone:
Tal vez el rótulo “odio” no sea el más adecuado para referirse a las emociones que se expresan en
esos discursos, como la aversión, el desprecio y el rechazo, pero se trata en cualquier caso de ese
amplio mundo de las fobias sociales, que son en buena medida patologías sociales que se deben
superar. Se incluyen entre ellas el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la misoginia, la
homofobia, la aversión a los miembros de determinadas confesiones religiosas, o la forma más
común de todas, la aporofobia, el rechazo al pobre. Y es que las emociones, a las que tan poca
atención se ha prestado en la vida pública, sin embargo, la impregnan y son especialmente
manipulables por los secuaces del flautista de Hamelín. Así fue en la primera mitad del pasado siglo
y está siéndolo ahora cuando los discursos fóbicos proliferan en la vida compartida. Desde un punto
de vista jurídico, el principal problema estriba en el conflicto entre la libertad de expresión, que es
un bien preciado en cualquier sociedad abierta, y la defensa de los derechos de los colectivos, objeto
del odio, tanto a su supervivencia como al respeto de su identidad, a su autoestima. El problema es
sumamente grave, porque ninguno de los dos lados puede quedar eliminado (Adela Cortina, 2016).
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
4 Revenga, Miguel, Libertad de expresión y discursos del odio.2015(..) ser conscientes de la incongruencia
que suponen regalar el término “discurso” a expresiones que en la mayoría de los casos no traslucen sino
los prejuicios irracionales y los deseos de injuriar de quien las profiere. Acaso sería mejor hablar de
expresiones insultantes, discriminatorias o contrarias a la dignidad, pero el problema de llamarlas así es
que estaríamos adoptando de una manera un tanto inconsciente un punto de vista conectado a la comisión
de ilícitos de carácter penal, que absorbería la proyección específicamente constitucional del problema.(..)
la cuestión ya no será de los límites de libertad de expresión sino, llanamente, de encaje o desbordamiento
de las concepciones constitucionales reflejadas en la definición del derecho, pero eso no deja de ser un
modo de eludir los problemas de fondo, esto es el hecho consumado de un sistema que entroniza en
abstracto la libertad de expresión para castigarla, por razón de su contenido, en ciertos casos concretos.
5 Martínez-Torrón, Javier. Libertad de Expresión y lenguaje ofensivo.
6 Martínez -Torrón Javier. El principio es claro, y así suelen reconocerlo desde hace tiempo la
jurisprudencia y legislación europeas, incluido el art. 510 del Código Penal español: el discurso del odio
no está protegido por la libertad de expresión, y es inaceptable en todo caso, ya sea motivado por razones
140
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Este autor afirma que, en cuanto al discurso del odio, la propagación de concretas formas
de expresión y comunicación, dirigidas contra grupos definidos por su raza, religión,
orientación sexual, discapacidad, etnia, nacionalidad, edad, género, grupo social,
afiliación política, o por otras características personales, funcionales o sociales, o
de raza, origen nacional, etnia, sexo, orientación sexual, religión, etc. No me detengo en ello porque existe
un consenso virtualmente unánime al respecto, al menos en Europa.
7 Martínez -Torrón Javier. “Y por otra, lo que podríamos llamar una “sectorialización” del análisis de la
conflictualidad en materia de intolerancia por razón de características que afectan a la identidad de las
personas “
8 Art. 16 CE 1.”Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades
sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público
protegido por la ley. 2.Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias. y el
articulo 20 de la misma, que regulan respectivamente el el derecho a la libertad de expresión.” artículo 20
CE “Se reconocen y protegen los derechos: 1.a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas
y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. b) A la producción y
creación literaria, artística, científica y técnica. c) A la libertad de cátedra. d) A comunicar o recibir
libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de
conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.2.El ejercicio de estos derechos no
puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.”
141
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
simplemente contra quienes no comparten una ideología, se remonta a los orígenes de las
propias sociedades.
La doctrina especializada considera que la interacción del discurso del odio con el
ciberespacio lo definen en un nuevo ámbito de oportunidad delictiva. Los límites del
derecho a la libertad de expresión en sus conflictos con otro derechos reconocidos en la
ponderación de los razonamientos jurisprudenciales que lo son en opinión de dicho autor
con “respuestas del legislador o del juez que son siempre tentativas, con un amplio
margen de incertidumbre, y con una acusada dependencia de las circunstancias del caso”
Dicho autor considera que los límites de dicho derecho no están tanto, en el modo de
reconocerlo o limitarlo en las legislaciones nacionales, como en el “influjo transnacional
de esas elaboraciones jurisprudenciales, el que ha acabado por configurar un sólido
patrimonio jurídico que reconoce lo que significa la libertad de expresión para una
sociedad democrática (…)”considerando que los discursos del odio son un magnífico
campo de pruebas para captar el tono general de un concreto sistema de libertad de
expresión y para evaluar el tipo de democracia que tal sistema se inserta.
En el ámbito europeo ya se ha delimitado el derecho a la libertad de expresión, según
el Consejo de Europa: “La libertad de expresión es un derecho humano fundamental y la
creciente accesibilidad de Internet ha facilitado que los usuarios compartan sus ideas de
manera pública, instantánea y anónima. La libertad de expresión está consagrada en
varios instrumentos jurídicamente vinculantes de derechos humanos. Sin embargo, la
libertad de expresión no es un derecho absoluto. Está estrechamente relacionado con otros
derechos. Al igual que la libertad de expresión, la igualdad entre mujeres y hombres es
una parte integral de los derechos fundamentales y de cualquier democracia verdadera.
En este contexto, la igualdad de género y la libertad de expresión deben verse como
derechos entrelazados y no opuestos. Esta es la razón por la que la libertad de expresión
no puede aceptarse como una forma de silenciar a las mujeres y las niñas”
El TC reconoce la libertad de expresión. pero con límites, que no pueden ser tan
amplios como para acoger un mecanismo equivalente al artículo 17 CEDH. Por tanto,
para expulsar del ámbito de protección del derecho fundamental a un determinado
discurso u opinión, no basta con que contraríe, choque o inquiete al Estado o a una parte
de la población. 9
En otras palabras, cuando el discurso se lleva a cabo «con el deliberado ánimo de
menospreciar y discriminar» decae la protección del derecho fundamental, en aquellas
conductas que son contrarias al honor en forma de «manifestaciones vilipendiadoras,
racistas o humillantes». El TC constata que dichas afirmaciones afectan “al derecho al
honor del colectivo sugiriendo que su carácter ofensivo y de desprecio les priva de
protección. El derecho al honor del colectivo equivale al sentimiento de su propia
dignidad que se ve afectada por la ofensa grupal. Un discurso ofensivo con deliberado
ánimo de menospreciar y discriminar no está protegido por la libertad de expresión y,
podríamos nosotros añadir, queda expedito el camino para que el legislador ordinario
9 Germán M. Teruel Lozano 2017. EL DISCURSO DEL ODIO COMO LÍMITE A LA LIBERTAD DE
EXPRESIÓN EN EL MARCO DEL CONVENIO EUROPEO “De tal manera que los discursos
inquietantes incluso contrarios al sistema democrático no quedan fuera de la protección de la libertad de
expresión: deben además constituir una lesión de bienes o derechos de relevancia constitucional. Alusión
que empata con la aproximación a los límites de la libre transmisión de ideas que se desarrolla en el FD
5 y cuyo contenido, afirma el TC, coincide «en lo esencial» con lo que ha reconocido el TEDH en su
artículo 10.2 CEDH. En esos límites deberán encontrarse los títulos de legitimación o deslegitimación de
los discursos a efectos de poder privarlos de tutela constitucional y abrir así la posibilidad de una legítima
incriminación penal. Y a tales efectos el FD 5 alude en primer lugar a «frases y expresiones ultrajantes u
ofensivas sin relación con las ideas u opiniones que se quieren exponer y por tanto innecesarias a este
propósito».
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10 http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Poder-Judicial/Noticias-Judiciales/El-Tribunal-Supremo-absuelve-
a-la-tuitera-Cassandra-del-delito-de-humillacion-a-las-victimas-por-sus-chistes-sobre-Carrero-Blanco
en el caso enjuiciado entendemos que no se da ninguna de las circunstancias referidas en los criterios
señalados en la jurisprudencia del TC, dado que el acusado ni dio muestras con su conducta de que estaba
pretendiendo incitar a la violencia abusando de un ejercicio ilícito de la libertad de expresión, ni
provocaba al odio hacia grupos determinados, ni tampoco se valía de mofarse del atentado contra un
expresidente de Gobierno ocurrido hace más de cuarenta años con intención de justificarlo o de incitar a
nuevos atentados.
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Para ver el recorrido del derecho a la libertad de expresión con una perspectiva
internacional hacer referencia entre las sentencias pioneras en esta materia citar la
Sentencia americana de 1964-New York Times Co contra Sullivan. En la misma se había
situado la libertad de expresión cuando se ejerce en materia de crítica política, en un lugar
en el que, las restricciones tienen poca cabida. El TS norteamericano se pronunció a favor
del principio de que la discusión sobre asuntos públicos ha de ser desinhibida, consistente
y amplia, de tal manera que la misma bien puede conllevar críticas vehementes o
cáusticas, así como ataques incisivos que resulten pocos gratos al gobierno o para quienes
desempeñen cargos públicos.
De otro lado la STEDH Handyside contra el Reino Unido (1979) “el pluralismo,
la tolerancia y la amplitud de miras (..)” Hace referencia a que: “el artículo 10.2 CEDH
no atribuye, sin embargo, a los Estados Contratantes un poder ilimitado de apreciación.
Encargado, junto con la Comisión, de asegurar el respeto de sus compromisos (art.
19), el Tribunal tiene competencia para decidir por una sentencia definitiva sobre el
hecho de si una restricción o sanción se concilia con la libertad de expresión tal como
la protege el artículo 10. El margen nacional de apreciación va íntimamente ligado a
una supervisión europea. Esta afecta a la vez a la finalidad de la medida litigiosa y a
su “necesidad”. Afecta tanto a la ley en que se basa como a la decisión que la aplica,
incluso cuando emane de una jurisdicción independiente. Al respecto, el Tribunal
sigue tanto el artículo 50 del Convenio (“decisión tomada o [...] medida ordenada por
una autoridad judicial o cualquier otra autoridad”), así como su propia jurisprudencia
(Sentencia Engel y otros de 8-junio-1976 [TEDH 1976\ 3], Serie A, núm. 22, pgs. 41
- 42, ap. 100). Su función supervisora impone al Tribunal prestar una atención extrema
a los principios propios de una “sociedad democrática”. La libertad de expresión
constituye uno de los fundamentos esenciales de tal sociedad, una de las condiciones
primordiales para su progreso y para el desarrollo de los hombres. Al amparo del
artículo 10.2, es válido no sólo para las informaciones o ideas que son favorablemente
recibidas o consideradas como inofensivas o indiferentes, sino también para aquellas
que chocan, inquietan u ofenden al Estado o a una fracción cualquiera de la población.
Tales son las demandas del pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin las
cuales no existen una “sociedad democrática”. Esto significa especialmente que toda
formalidad, condición, restricción o sanción impuesta en la materia debe ser
proporcionada al objetivo legítimo que se persigue.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Por otra parte, cualquiera que ejerce su libertad de expresión asume “deberes y
responsabilidades”, cuyo ámbito depende de su situación y del procedimiento técnico
utilizado. Analizando, como en este caso, si las restricciones o sanciones procuraban
una “protección de la moral”, que las hiciera “necesarias en una sociedad
democrática”, el Tribunal no podría hacer abstracción de los deberes y
responsabilidades del interesado”.
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El discurso sexista de odio socava la libertad de expresión para las mujeres y las niñas, sino que sus
impactos psicológicos, emocionales y / o físicos son reales y severos. El objetivo del discurso de
odio sexista es humillar u objetivar a las mujeres, subestimar sus habilidades y opiniones, destruir
su reputación, hacerlas sentir vulnerables y temerosas, y controlarlas y castigarlas por no seguir un
determinado comportamiento. El discurso de odio sexista tiene el efecto de silenciar a las mujeres,
obligándolas a adaptar su comportamiento y limitar sus movimientos y participación en diversas
actividades humanas.
147
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derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social
Ley Orgánica 14/2003, de 20 de noviembre, de Reforma de la Ley orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre
derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social
Real Decreto 557/2011, de 20 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de la Ley Orgánica 4/2000,
sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social, tras su reforma por Ley
Orgánica 2/2009
7. Anexo
Fuente: elaboración propia
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Es decir, los médicos eran en última instancia los que decidían si una persona intersexual
sería hombre o mujer y llevaría a cabo el proceso quirúrgico que “normalizaría” el cuerpo
de dicha persona dentro de los estándares corporales relativos a cada sexo. No será nunca
el individuo intersexual el que decida sobre su propio cuerpo, no se permitirá que una
persona intersexual se desarrolle y decida si, bien se identifica con algunos de los dos
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Gráfico 2. Porcentaje de capítulos en los que aparece un personaje intersexual en el total de las
dos series.
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Se fomenta la dualidad Sí. Se insiste en el físico Sí. Se hace incapié en el Sí. Los padres
sexual. de la chica. Es modelo. tipo de actividades ligados quieren que extirpen
al sexo: baloncesto = los testículos para
chico, ballet = chica. que sea una chica
“normal”.
La persona intersexual No. Se desnuda delante de Al principio no, dice que Sí. Sonríe al saber
reacciona positivamente todo el mundo para es un mosntruo, luego que puede elegir ser
al descubrir su identidad. “demostrar” que es una entiende que no es así y identificado como
chica. hace preguntas para chico. Al final se
entender mejor. Incluso corta el pelo dejando
parece sentir alivio porque ver cual ha sido su
podrá hacer balet. decisión.
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sexo en el registro civil. Además, se vinculan actividades, gustos y atributos físicos con
uno u otro sexo. Pensamos que en House se hace un ejercicio de reflexión, de manera
que, al volver a plasmar la intersexualidad se utiliza un lenguaje respetuoso y en lugar del
doctor House, cuyos modales escapan de la corrección y el respeto, es la doctora Remy
la que aborda el caso, haciéndolo con tacto y pensando siempre en lo mejor y más justo
para la persona intersexual.
Por último, podemos apuntar que aún existe una gran desinformación acerca de la
intersexualidad y escasa presencia en los contenidos audiovisuales, que esté incluida en
estas dos series de éxito y gran popularidad ayuda a dar a conocer a los espectadores esta
realidad, no obstante, no es suficiente para mostrar la complejidad que supone y la
diversidad de cuerpos existentes. Es necesario otorgar protagonismo a personajes
intersexuales, dándoles más espacio y profundidad, al igual que cada vez más se está
consiguiendo con personajes trans, homosexuales o bisexuales.
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la acción?, ¿se emplean verbos transitivos, que demandan una participación en la acción,
o intransitivos, es decir, sin la exigencia de complementos?, si se emplean construcciones
transitivas, ¿cuáles son los completos directos que completan su significado?, y si son
intransitivas, ¿quién es el objeto indirecto?, ¿a qué voz gramatical recurren
mayoritariamente?
Ellas, víctimas
Más allá de la elección del término general para significar el fenómeno, la práctica
totalidad de los medios emplean la palabra “víctima” para referirse a las mujeres
reflejadas en los titulares de noticias sobre violencia machista. La caracterización general
de la víctima a través de la anáfora está presente en 31 titulares. Hasta hay casos en los
que se emplea de forma contradictoria. Lejos de elevar a la titulación el carácter activo y
de autodefensa de la protagonista de la siguiente noticia (20 Minutos: “Una víctima de
agresión sexual no tendrá que pagar a su atacante por defenderse”), la sintaxis que
muestran los titulares (mediante la negación y un Complemento Circunstancial) la
presenta de un modo pasivo, incluso frente a los hechos.
¿Una víctima puede ser protagonista? Empezaremos por detendremos en la función
sintáctica que cumplen los sustantivos “víctima” localizados, para, a continuación,
analizar los verbos, en tanto pieza que vertebra la estructura de una oración, para intentar
responder a esta pregunta. La gramática nos muestra que las mujeres que aparecen
categorizadas como víctimas lo hacen en su mayoría en el rol de sujeto pasivo, Objeto
Directo o Objeto Indirecto. El rol de sujeto para el nombre “víctima” es ocasional, y las
acciones son “ser”, “producirse” o la ausencia de acción. La víctima como sujeto aparece
en varias ocasiones como protagonista por su inacción. Los titulares destacan que no
denunció, contribuyendo a culpabilizarlas de su situación trágica final. Hay, asimismo,
un grupo de noticias donde la víctima es el atributo de un verbo elíptico, es decir que su
mera función sintáctica es existir como tal, esto es: ser víctima.
Ellos, “hombres”
Al hablar de víctimas necesariamente deben figurar los verdugos, culpables o agresores,
como se designan en la literatura especializada. En la muestra no se emplean en ninguna
ocasión ninguno de estos términos, y sólo en una ocasión aparece el adjetivo en función
nominal “asesino”, si bien si figuran 7 “asesinadas”, de las cuales sólo se especifica en
tres ocasiones por quien: “el marido”, “un hombre”/ “su pareja”, “su hijo y su nuera”,
mientras que en las otras las asesinadas no tienen Complemento Agente, esto es, han sido
asesinadas por nadie.
Los sujetos excepcionales
De las 117 piezas elegidas, sólo en 24 de ellas se pueden considerar, en un sentido amplio,
que el sujeto es una mujer o grupo de ellas. Y sólo en un porcentaje anecdótico como
sujeto activo de la acción. Veamos los verbos, en sus diferentes tiempos verbales, que
acompañan a estas mujeres protagonistas de la acción: “asesinada”, “denunció” o “no
denunció”, “fija una vista”, “aboga” y “confirman” (las juezas y políticas), “carecen”,
ausencia de verbo y declaraciones, “dicen” o “replican” y “sufre”.
Las acciones transitivas: ellas como objeto (directo/indirecto)
Frente a la excepcionalidad en la agencia que muestran estos verbos, cabe destacar la
transitividad de las acciones protagonizadas por los agresores. Porque cuando ellas no
son las protagonistas de las acciones, ¿quiénes lo son? Excluyendo a las propias mujeres,
en la muestra son mayoría los titulares donde el protagonismo es para los agresores,
seguidas de cerca por el protagonismo institucional (ambos con 20 casos) y el familiar (6
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titulares).
La acción de los agresores: ellas como Objeto directo.
Los agresores no aparecen nombrados en ninguna ocasión como “agresor”, “culpable” o
“verdugo” sino como “detenido”, “miembros de la Manada”, hasta en siete ocasiones;
como “un hombre” hasta en cinco titulares; un hombre con nombre y apellidos, sólo en
el caso de ser personas reconocidas de mundo del deporte y del arte; “presos” y por un
apodo en una única ocasión: “El Chicle” (Faro de Vigo), y, en el caso más directo, como
“homicida” o incluso por un “él” elíptico descubierto en la acción secundaria.
El protagonismo institucional: ellos como Objeto directo
Las instituciones son el segundo protagonista, en tanto sujeto de las acciones. También
aparece reflejada en la muestra la agencia de la policía, que figura como sujeto en tres
titulares, de los partidos políticos, tanto de la oposición como del gobierno y de los
sindicatos.
La representación familiar: las hijas de
Después de los agresores y las instituciones, son protagonistas las familias,
fundamentalmente, los padres y madres de las víctimas (La Vanguardia: “Los padres de
Diana Quer y Mari Luz Cortés presentan 2 millones de firmas a favor de la prisión
permanente revisable”). Presentar a las víctimas como dependientes y reforzar su rol
familiar alimenta los estereotipos. En cuarto lugar, son sujetos la sociedad en general.
5. Análisis pragmático
Siguiendo la propuesta de un análisis pragmático que atienda a las funciones del lenguaje,
apuntado por Lorusso y Violi, nos serviremos de la clásica diferenciación de Jakobson
como guía. Así nos preguntamos ¿qué función comunicativa representan los titulares?,
¿estamos ante titulares que cumplen la función referencial, es decir que informan sobre
un hecho?, o ¿son mayoría los titulares que apelan a los sentimientos del público,
centrándose así en una función emotiva?, ¿se cumple la función de servicio público de la
prensa con la función conativa o apelativa, aquella que busca un efecto concreto en el
destinatario? La presencia de titulares sensacionalistas, donde se dan detalles sobre el
crimen, lejos de connotar el carácter estructural de la violencia -lo que se haría con
titulares referenciales o conativos-, la presentan desde una perspectiva derrotista y
aislada. A ello contribuye la estrategia discursiva de la presentación del agresor como un
monstruo. Táctica que contribuye a ocultar el carácter social y la naturaleza sistemática
de la violencia machista. Fernández señala que: “todas las feministas sin excepción han
desmantelado el sentido de esta extendida creencia acerca del monstruo sádico o el
enfermo mental o sexual” (Fernández, 2003: 34).
El agresor y la familia: de afectos y efectos.
Forma parte, asimismo, de la presentación sensacionalista de los hechos que enmarcan la
violencia machista, el escenario del amor romántico en su peor cara, la de los celos que
justifican asesinatos. Presentar los datos de parentesco y familiaridad entre los agresores
y las agredidas contribuye a alejar el problema del ámbito público y facultar
interpretaciones de aceptación. Por ejemplo, en los siguientes titulares (ABC: “Un hombre
reconoce que degolló́ a su pareja y pide perdón a la familia de la mujer asesinada”, EiTB:
“Una mujer de Vitoria-Gasteiz sufre una agresión e insultos de su pareja”) el dato de que
víctima y agresor eran pareja parece aligerar la gravedad del asunto. En el de ABC,
además se acompaña con el dato del acto de contrición del agresor, y frente a la familia,
reforzando la idea de que la violencia machista es una cuestión privada, que puede
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es la protagonista. Son precisamente estas noticias las que muestran un mayor grado de
respeto por los hechos y tratan la violencia machista como un fenómeno sistemático,
apuntando a las consecuencias para los agresores. En la muestra encontramos muy pocas
de estas noticiosa y cuando aparecen el tratamiento no es el más adecuado. Sin embargo,
aparecen varias noticias de fuente institucional (fundamentalmente judicial) que arrojan
un poco de luz para las mujeres en ciclos de violencia. En la muestra está presente la voz
de varios políticos, familiares, compañeros de trabajo y amistades, pero sólo en dos
ocasiones hay declaraciones de expertas.
El tratamiento retrospectivo y de sucesos
Del total de las piezas de la muestra, sólo se pueden clasificar como “a priori” una serie
de carácter institucional, lo que le resta mérito, pues no permite el acercamiento entre la
audiencia y la temática. La mayoría de las noticias están abordadas desde la óptica del
suceso. Se trata de noticias sobre asesinatos de violencia machista, normalmente en la
fase de detención del agresor. Por este motivo, las fuentes son mayoritariamente
institucionales: policiales. Por otra parte, existe la modalidad de preguntarle a amistades
y familiares lo que contribuye a reforzar estereotipos y a transmitir un exceso de
informalidad. En la muestra vemos como la familia exculpa al agresor (El País: “La
familia de la española asesinada en México defiende la inocencia del presunto autor del
crimen, el marido”) u ofrece el sacrificio de su hija a los dioses (ABC: “La madre de Diana
Quer «Mi hija ha sido elegida por Dios»”), presentando a la víctima mortal de violencia
machista como una mártir, en vez como una persona injustamente asesinada por un
fenómeno estructural, que debería y podría haberse evitado.
6. Conclusión
El análisis semántico nos ha conducido a constatar que sí se hacen referencias directas a
la violencia en casi la mitad de la muestra (51 frente a 66). El término “violencia” es
mayoritariamente acompañado por las palabras “de género”, “machista” y de modo
residual “doméstica” o “contra la mujer”. Asimismo, hemos concluido que sí se nombra
a quien sufre la violencia, mediante la anáfora de la “mujer” víctima, omnipresente en la
muestra. Los agresores no son identificados, ni siquiera con el rótulo de “agresor”, sino
simplemente como “hombres” en genérico. Estas estrategias discursivas (no nombrar la
violencia o negarle el protagonismo a quien la sufre y desplazarlo hacia un agresor
indeterminado) contribuyen a negar el carácter “estructural” de este tipo de violencia.
La aproximación sintáctica nos permitió comprobar que las mujeres no son el sujeto
gramatical de la oración ni, por tanto, las protagonistas de la acción descrita en el titular.
Y cuando lo son, es de modo pasivo, esto es como sujetos pacientes. Incluso se
encontraron casos donde su protagonismo deviene por su propia inacción. Así, las
mujeres son representadas como “víctimas”, que son “asesinadas”, “ahogadas”,
golpeadas”, “enterradas”, “matadas”, etc. y sólo excepcionalmente son el sujeto agente
de la oración que narra su propia historia. Los verbos transitivos apuntan a los agresores
o a las fuentes institucionales, familiares y sociales y no a las mujeres, que son
fundamentalmente sujeto pasivo, objeto directo o indirecto, o incluso atributo. Todas
estas estrategias lingüísticas sitúan a las víctimas en un rol pasivo y dependiente, o
refuerzan su rol familiar, alimentando los estereotipos del sistema sexo-género.
El análisis pragmático nos posibilitó ver cómo los titulares de la muestra se sirven
fundamentalmente de una función informativa (el caso del protagonismo de fuentes
institucionales) y de una función emotiva (el caso de los titulares que no nombran la
violencia -la mayoría). Así, constatamos cómo se apela a los sentimientos del público,
descuidando su labor informativa y la función de servicio público. No son una excepción
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los titulares sensacionalistas, donde se dan detalles sobre el crimen, se presenta a los
agresores como monstruos o se ofrecen datos de parentesco o familiaridad entre víctima
y agresor, apelando así a los afectos y alejándonos de los efectos de la violencia machista.
Términos como “su mujer” son comúnmente acompañados de “mató a”, lo que contribuye
a atenuar el hecho y presentarlo como un suceso aislado y de carácter privado. Es común,
también, el uso de estrategias discursivas que inviten a la inferencia interpretativa de la
culpabilización de las víctimas, responsabilizándolas por su inacción, o construyéndolas
de modo excepcional, mediante estereotipos de género, que presentan datos que vulneran
su intimidad (el origen o la profesión cuando ésta es estigmatizada, como la prostitución),
reforzando su victimización. En conclusión, faltan fuentes expertas en violencia machista
que le den concreción y fiabilidad a las noticias, y sobre todo que presenten cuadros de
actuación para la prevención social. Tras el análisis, presentamos el breve cuestionario
que hemos elaborado, en línea con el test de Bechdel, teniendo en cuenta la división de
planos sígnicos que guió nuestra pesquisa. Así, al aproximarnos a un titular sobre
violencia machista deberemos interrogarlo atendiendo a las siguientes cuestiones, que
deben ser respondidas en afirmativo para superar el test elaborado atendiendo a la
deontología profesional.
a) Plano sintáctico: ¿Son las mujeres las protagonistas de la noticia? ¿Se presenta a las
mujeres como sujetos y no como dependientes de otros (hija de, esposa de...)? ¿Las
mujeres víctimas son totalmente anónimas (sin datos personales: nombre, edad,
nacionalidad, profesión, etc.)?
b) Plano semántico: ¿Se apela al fenómeno como violencia machista/de género/contra las
mujeres o similar?, Si aparece el agresor, ¿se identifica como “agresor” claramente?,
En caso de noticia con final trágico, ¿se habla de “asesinato” y no de “muerte”? ¿Se
citan las consecuencias para el agresor (detención, condena, etc.)?
c) Plano pragmático: ¿En el titular están ausentes los detalles sensacionalistas del crimen?
¿Queda clara la perspectiva del medio de comunicación de que la violencia machista es
algo malo? En el caso de noticia de sucesos ¿se omite la relación entre víctima-agresor,
evitando términos como “pareja”, “su mujer”, etc.?, ¿No se citan justificaciones sexistas
a la violencia (comportamiento de las mujeres, exculpación de los agresores (alcohol,
celos, etc.)? ¿Se evitan expresiones como “otro caso más”, “otra muerte más” que
normalizarían la violencia? ¿Se citan fuentes expertas y se evita opiniones de familiares
y vecindario?
7. Bibliografía
Amorós, C. (1997): Tiempo de Feminismo, sobre feminismo, proyecto ilustrado y postmodernidad. Madrid,
Cátedra.
Beauvoir, S. (1998): El segundo sexo, Vol. I, Los hechos y los mitos. Madrid, Cátedra, Universidad de
Valencia, Instituto de la Mujer, (Ed. 1949).
Lorusso, A. M. y Violi: (2004). Semiotica del testo gionarnalistico. Roma- Bari: Laterza
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nacionalcatolicismo impuso una visión de la mujer cuyo espacio era el hogar y cuya
dependencia del varón la supeditaba a una mera condición de madre y esposa. Las mujeres
eran educadas en la sumisión y castidad, no podían obtener el pasaporte sin un permiso
expreso del marido, el uso de métodos anticonceptivos estaba penado y las madres
solteras eran discriminadas. La legislación vigente obligaba a las mujeres a dejar su
empleo una vez que contraían matrimonio y el único trabajo que permitía a las mujeres
sostenerse económicamente era el que se ejecutaba en el propio hogar o en el domicilio
de terceras personas. Mediante esta fórmula las mujeres conseguían compatibilizar la
doble responsabilidad de mujer-madre y mujer-trabajadora sin conculcar abiertamente el
modelo de domesticidad implantado por el franquismo a través de la Sección Femenina,
adaptándolo “a formas que respetasen el monopolio de los varones de los mercados
regulares de trabajo y desviasen la oferta femenina hacia trabajos informales” (Borderías,
2009: 287). A partir de 1950, con la anulación del veto de la ONU al Estado español, y la
inyección de un crédito de 62 millones de dólares concedido a España por Estados
Unidos, el país experimenta un ingreso masivo de capital extranjero y también de turistas.
Este hecho determina que entre 1960 y 1975 Mallorca observara el cambio
socioeconómico más notable del siglo XX (Blanes, 1982: 383-390). El boom turístico
estimuló el crecimiento del sector terciario y de otras actividades, directa o indirectamente
relacionadas con él, en detrimento de los sectores primario y secundario que
experimentaron un estancamiento e incluso recesión, a causa de la falta de inversiones y
de mano de obra que prefería emplearse en el sector servicios.
Consecuentemente, a mediados de los 80, Mallorca se había convertido en uno de los
mercados laborales de España donde más mujeres trabajaban en relación a la población
femenina en edad de trabajar, aunque las tasas de paro femenino seguían siendo
superiores, en términos relativos, a las masculinas. Un estudio elaborado por la periodista
Gina Garcías sobre la crisis económica que, entre 1974 y 1979 afectó a España y Europa
y que castigó de forma tan específicamente dramática a las mujeres españolas y europeas,
desvela que perjudicó en menor medida a las mallorquinas puesto que en ese período el
porcentaje de población femenina activa en la isla creció dos puntos.
Las costumbres de las mujeres extranjeras que veraneaban en Mallorca habían
conquistado las portadas de los periódicos locales de 1975 y contribuyeron a visibilizar e
integrar usos y costumbres que a la sociedad española y, más concretamente, a la
mallorquina, les eran tan desconocidas y ajenas como dignas de asombro. El uso del bikini
en la playa, la autonomía que representaba que una mujer viajara sola o fuese sola a tomar
el sol y el hecho de que algunas de las mujeres extranjeras que veraneaban en Mallorca,
según desvelaban los periódicos locales, desempeñasen cargos como el de directora de
un programa de televisión o dirigieran un ministerio, en contraste con una sociedad en la
que las mujeres estaban obligadas por ley a dejar su trabajo en cuanto contraían
matrimonio y eran consideradas casi como una “propiedad del marido”, dispuso ante los
ojos de la sociedad insular un horizonte de posibilidades hasta el momento oculto por la
censura de la época.
3. El movimiento feminista en Mallorca
El movimiento feminista se generó en España a partir de 1975 como consecuencia de la
celebración de las Primeras Jornadas de Liberación de la Mujer, pocos meses después del
fallecimiento de Franco. En esa época habían surgido ya varias asociaciones de mujeres,
tanto constituidas de forma legal como ilegal. Las de carácter legal tuvieron una índole
profesional, tales como el Seminario de Estudios Sociológicos de la Mujer (1960) o la
Asociación Universitaria para el Estudio de los Problemas de la Mujer (1974). La primera
agrupación clandestina de la que se tiene conocimiento historiográfico fue el Movimiento
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En el año 1975 se editaban en Palma los periódicos Última Hora, Baleares y Diario de
Mallorca, este último destacó en las postrimerías del régimen franquista por su actividad
a favor del proceso democrático por lo que obtuvo un notable prestigio social e influencia.
De 1974 a 1975 el periódico Baleares ocupaba el primer lugar en cuanto a número de
ejemplares editados (24.810 en 1974 y 23.505 en 1972) pero a partir de 1976 experimentó
un retroceso en su tirada. Diario de Mallorca fue el periódico local más leído de 1974 a
1979 (22.452 ejemplares en 1979) y de 1979 a 1989, el diario de mayor tirada fue Última
Hora (alcanzó los 36.443 ejemplares en 1989). A estos medios se sumó, a partir de 1981,
la cabecera El Día cuya pretensión empresarial era sustituir al Baleares, medio que era
propiedad de la Cadena de Medios de Comunicación Social del Estado. El Día se situó
como tercer periódico local más leído hasta 1989 con una tirada de 12.717 ejemplares en
su primer año de difusión. Mientras que en Cataluña, Andalucía, País Vasco, Asturias,
Galicia, Valencia, Murcia, Navarra y Canarias desaparecieron varios medios de
comunicación coincidiendo con la Transición democrática, en Palma y en Baleares
continuaron editándose los mismos periódicos que en 1975 e, incluso, se crearon otros
como El Día y el Majorca Daily Bulletin en Palma y La Prensa de Ibiza en Ibiza.
De 1975 a 1993, de las 41 personas que dirigieron los periódicos de Baleares solo dos
fueron mujeres: Margalida Magraner, gerente del diario palmesano en lengua inglesa
Majorca Daily Bulletin –del que aún hoy es consejera- y Marisa Gallardo, que fue
directora del diario Baleares, de 1991 a 1993. La revista ilustrada Cort se editó en Palma
desde junio de 1946 hasta abril de 1977. El editor era Miquel Ferrer Sureda. En sus
inicios, fue un semanario que derivó en una publicación de periodicidad quincenal hasta
que en 1976 recuperó su condición de semanario. Inicialmente, sus contenidos eran de
carácter deportivo y de ocio, pero a partir de octubre de 1947 la revista devino en
publicación de información general que incluía, sobre todo, crónicas de sociedad,
reportajes sobre empresas y folklore mallorquín. En la década de los cincuenta estableció
relaciones con los emigrantes mallorquines y tenía corresponsales en Argentina, Chile,
Colombia, Estados Unidos, Honduras, Méjico, Puerto Rico, República Dominicana,
Venezuela, Uruguay, Alemania Federal y Francia. A partir de los años sesenta introdujo
información sobre el turismo y la construcción e incluso introdujo un suplemento titulado
Bolletí de la Fundació Cultural Tressor dels Avis, que se editaba en catalán.
A partir de enero de 1976 se constituyó en una suerte de revista de información
política, portavoz de los partidos de la oposición franquista. Ofrecía información sobre el
movimiento obrero, asociaciones de vecinos, cultura mallorquina, política local, estatal e
internacional. Tuvo corresponsales en Sa Pobla, Manacor, Alcudia y también en
Barcelona, Ibiza y Menorca. Se editaba en castellano hasta los años setenta en que empezó
a editarse en catalán y castellano con el subtítulo de La veu de les Illes. Todos los
directores de la revista fueron varones y la mayor parte de colaboradores, también, salvo
excepciones. Por su parte, la revista Lluc fue una publicación de carácter cultural editada,
originalmente, como Lluch por los Misioneros de los Sagrados Corazones, quienes
ostentaban desde el año 1891 y aún hoy en día asumen, la responsabilidad de la gestión,
mantenimiento y cuidado del monasterio de Lluc. La publicación tuvo una periodicidad
mensual hasta finales de 1987 y desde entonces en adelante, fue bimensual. El objeto
inicial de la revista era impulsar la devoción a la Mare de Déu de Lluc, publicaba artículos
históricos y folklóricos y obtuvo reconocimiento por su calidad como publicación cultural
en los años 30. Coincidiendo con la Guerra Civil disminuyó su calidad y prestigio hasta
que en 1960 empezó a publicar estudios y ensayos sobre la historia, religión, arte,
folklore, política y literatura de Mallorca.
Entre 1974 y 1986, la Obra Cultural Balear se hizo cargo de la gestión de la revista.
Posteriormente, a partir de 1987, los Misioneros de los Sagrados Corazones recuperaron
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nuestra realidad social ofrecía a la mujer española como único marco de realización las paredes
morales y físicas del hogar. La función fundamental de la mujer casada era –y sigue siendo en
frecuentes casos- la de ser una buena ama de casa, léase, tener hijos, hacer los trabajos domésticos,
y poco más. Hoy, aunque lentamente, esta imagen va cambiando […] Muchas mujeres necesitan
trabajar. Otras quieren trabajar.
Solamente un año más tarde la prensa local documentaba la irrupción del movimiento
feminista en Mallorca con una convocatoria de la asociación Dones de Mallorca
publicada en Última Hora, Diario de Mallorca y Baleares. En el comunicado la entidad
invitaba a un encuentro a las personas interesadas en conocer el objeto de la entidad
(Col·lectiu feminista, 1987: 141-154). Esta agrupación, junto con el Colectivo Pelvis y el
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Grup per a l’Alliberament de la Dona fueron los primeros foros de debate feminista en
Palma y se fundaron casi simultáneamente.
La simultaneidad con la que las agrupaciones feministas emergieron en Mallorca
propició un debate que recogía Assumpció Cortés (1976) en la revista Cort. En el texto,
la activista Leonor Taboada distinguía entre los colectivos feministas de Palma afines a
partidos políticos y aquellos cuyo único planteamiento se circunscribía a las
reivindicaciones feministas. Por su parte, Matilde Muerza y Carme Ribes, en
representación de la Associació de Dones de Mallorca, reconocían en la entrevista que el
movimiento no tenía todavía unas metas claras, pero sí reivindicaciones que debatir y
consolidar o modificar, según consideraran las militantes.
La prensa local recogía también la creación de un grupo de mujeres separadas que en
1977 trabajó en procesos de separación (Calafell, 1984: 14-16) y del que hoy tenemos
noticias a través de la revista Lluc que, en 1984 publicó un dossier sobre las
organizaciones de mujeres en los últimos años del franquismo. Según la misma
publicación, el Colectivo Pelvis, estuvo formado en sus inicios por unas diez personas
cuya identidad no desvela, aunque sí cuenta el medio que las diferentes entidades
feministas compartieron local. La periodista Elena Checa (1979: 6), desde las páginas del
Baleares, detallaba las actividades del Grup per l’Alliberament de la Dona, GAD. Una de
las fundadoras de la organización, Margarita Chicano, entrevistada por Checa decía:
“Queremos poder ir por la calle sin tener miedo”. El 6 de febrero de 1979, la página 13
de Diario de Mallorca, recogía la noticia, firmada por JMR (Roque, 1979: 13), de la
primera manifestación feminista que recorrió las calles de Palma “en contra de las
agresiones a la mujer” y que, en concreto, había sido anunciada como muestra de repulsa
al asesinato de Cornelia Arends, una guía turística holandesa cuyo crimen no fue resuelto
y que, por la violencia sexual con que fue cometido, es considerado en Mallorca el primer
asesinato por violencia machista del que se tiene noticia. El texto periodístico firmado por
JMR [Joana Maria de Roque] enfatizaba que:
a lo largo del recorrido se unió a ella [a la manifestación] un buen número de hombres que
secundaron los gritos “prou d’agressions”, “fora masclisme” y “dret al nostre cos”. […]. Numerosas
participantes llevaban pancartas en la [en singular en el original] que se podía leer alusiones a la
violación, la justicia masculina, etc. “Dona, l luita per el teu alliberament” y “dones al carrer”, fueron
los gritos que más se oyeron. […] y mientras se quemaban páginas de una revista de amplia difusión
nacional se leyó un manifiesto en contra de las agresiones y a favor de la liberación de la mujer:
“Nuestras hijas –se decía en el manifiesto- deben encontrarse ante la violación con una respuesta
social favorable a ellas y no a los violadores, con tribunales y leyes feministas.
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Venen joves de tot tipus, joves i no tan joves, casades i fadrines, senzillament, venen dones que
volen prendre algún anticonceptiu, bé prendre o millor dit utilizar alguns dels sistemes
anticonceptius que existeixen actualmente. Nosaltres feim un anticoncepció a base de xerrades amb
les dones i sobretot una anticoncepció de seguiment, és a dir, si una dona vé al centre de planificació
nosaltres intentam seguir la seva trajectòria anticonceptiva (…) no tenim temps per tractar a totes
les dones que venen al centre, hem de donar hora per d’aquí a un parell de mesos (…)
6. Conclusiones
La prensa local constituye un recurso sobresaliente para evidenciar el activismo de las
mujeres y su participación en la vida pública y, por tanto, debemos apreciar su valor como
fuente documental primaria para la elaboración de una historia de las mujeres
fundamentada. Tanto como instrumento de acceso a la información como en su condición
de recurso historiográfico, la prensa puede resultar divergente como fuente e incluso
contradictoria, por tanto, exige de nosotros una mirada crítica para contextualizar el
proceso histórico que estamos estudiando.
Los testimonios del pasado que aportan las noticias nos permiten abordar con solvencia
el contexto social, histórico y cultural de los períodos objeto de estudio puesto que a partir
de estos podemos indagar y también identificar las relaciones de causa y efecto de los
procesos. De las noticias de la prensa local y de los textos de las publicaciones feministas
isleñas podemos inferir que el movimiento feminista irrumpió en Mallorca ya
fragmentado. La coexistencia de varios colectivos propició su visibilidad, pero
posiblemente también desencadenó su paulatina decadencia. El deterioro que
experimentó el movimiento en toda España y en Europa en la década de los 80 afectó
también a las militantes mallorquinas que vieron reducidos no solo sus recursos sino
también sus referentes, salvo en el caso del Colectivo Pelvis, liderado por la periodista
Leonor Taboada y la médica Jimena Jiménez, cuyos vínculos con el movimiento
bostoniano Self-help favorecieron la proyección de sus postulados.
Sin recursos económicos, los colectivos feministas de Mallorca llegaron a su máximo
declive en la isla en 1985 con el cierre del Centro de Planificación Familiar de Palma que
habían promovido y defendido pero que el entonces alcalde de Palma, el socialista Ramón
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1 Trabajo extraído por la tesis doctoral: La libertad femenina en Educación. Prácticas, protagonistas, ideas
desarrollada en Co tutela entre las Universidades de Barcelona y de Foggia (Italia) en los años 2011-2015.
2 Miembro del Observatorio Estatal sobre la violencia dirigida a las mujeres del Ministerio español de
Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Desde 1990 promueve el envolvimiento de los hombres en la
erradicación de las desigualdades de género.
3 Los micromachismos son actitudes de dominación “blandos” o de “baja dosificación”, de abuso y
imposición en la vida cotidiana. Son hábiles artes de dominio, comportamientos sutiles o insidiosos,
repetidos y casi invisibles que el sistema patriarcal pone en acto permanentemente.
Bonino, L. (2004). Los Micromachismos. La Cibeles n.2. Madrid: Ayuntamiento de Madrid: 1-2.
4 La ‘educación formal’ hace referencia a la educación aprobada por el Estado.
5 Blanco, N. Educar a mujeres y a hombres. In Abad, M.L (2002). Género y Educación: la escuela
coeducativa. Barcelona: Grao, p.38.
6 Lipperini, L. (2012). Ancora dalla parte delle bambine. Milano: Universale Economica Feltrinelli: 97-
110.
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4. Conclusión
En su filosofía de base la Educación Libre posee modalidades, pensamientos y prácticas
que superan la cultura patriarcal difundida actualmente en la sociedad. La mayoría de los
centros manifiesta la necesidad de imbuir en su metodología una postura “más allá de la
cultura patriarcal”, especialmente en las acciones cotidianas y en el acompañamiento al
desarrollo de niños y niñas. La libertad femenina como práctica, como postura, como
pensamiento o como metodología educativa, puede ser considerada parte propia del
pensamiento educativo libre. Los centros de Educación Libre de Cataluña realmente
mantienen con fuerza una coherencia con una postura educativa orientada a un orden
simbólico femenino, ya que parece que el mundo exterior y la sociedad todavía no están
preparados para este cambio, muy radical, de vivir y entender la vida y las relaciones.
5. Bibliografía
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Kohlberg para la definición de un nivel moral postconvencional contextualista. En Daimon Revista
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1 Esta técnica ha sido caracterizada de distintas formas: maternidad sustituta o por sustitución, subrogación
gestacional, vientres de alquiler, etc. No obstante, usaré el acrónimo GS para referirme al fenómeno de la
gestación por sustitución, denominación que considero se adecua mejor a esta realidad tan polifacética.
2 Técnicas de reproducción asistida.
3 También conocida como madre sustituta, uterina o contractual.
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altruista) mientras que en la Unión Europea nos encontramos países como Alemania,
Italia, Suecia o España que penalizan esta práctica.
No obstante, e incluso estando penalizada, se ha registrado un auge de este fenómeno.
Diversos especialistas lo atribuyen a causas como los avances en las técnicas
reproductivas (pertenecientes a la actual “revolución reproductiva”), aumento de la
infertilidad en los países desarrollados y surgimiento de nuevos modelos familiares. En
España, distintas causas (aparte de las ya citadas) como el aumento de las exigencias en
la adopción internacional, la relativa baja demanda en las adopciones nacionales o la
desregulación y falta de legislación de la gestación subrogada han contribuido al auge de
este procedimiento. Cada vez más personas presentan problemas de fertilidad o
problemas a la hora de llevar a cabo el embarazo o incluso hombres y mujeres que, por
razones de distinta índole, deciden embarcarse en este proyecto recurriendo a una técnica
que está regularizada en el extranjero. Es por esta razón que la polémica social, política y
mediática está servida, principalmente surgida por las actuales exigencias sociales que
ponen de manifiesto la necesidad de regularizar, legislar y, quizás, legalizar la gestación
subrogada. Los partidos políticos españoles han comenzado a barajar las distintas
modalidades de gestación subrogada que se llevan a cabo en otros países de la UE o del
mundo con el fin de plantear una propuesta de regulación funcional y factible en nuestro
país. Igualmente, no debemos olvidar que este debate se ha visto reavivado por el estreno
tan oportuno en España de la serie El Cuento de la Criada en el canal televisivo americano
HBO el pasado año 2017; serialización de la novela del mismo título escrita por la
canadiense Margaret Atwood en 1985.
2. Un cuento que no pasa de moda: El Cuento de la Criada y la GESTACIÓN
SUBROGADA
El Cuento de la Criada4 (The Handmaid's Tale) fue escrito en la década de los 80 en
Canadá en una época en la que la maternidad subrogada era aún una técnica relativamente
desconocida y no tan generalizada como lo es en la actualidad. Margaret Atwood decidió
reflejar este debate de forma simbólica en una novela distópica y con tintes líricos
ambientada en un futuro no tan lejano en el que la narradora protagonista, Defred 5, forma
parte de un régimen totalitario, teocrático y militar llamado Gilead (antiguo
Massachusetts, EEUU) en el que la tasa de natalidad ha descendido abruptamente debido
a la contaminación ambiental. Las mujeres fértiles −denominadas “criadas”− son
especialmente codiciadas y, por ende, asignadas a matrimonios de parejas heterosexuales
e infértiles pertenecientes a la clase gobernante y obligadas a gestar los hijos e hijas para
ese matrimonio (lo que simbólicamente podría considerarse como padres de intención).
Una vez las criadas dan a luz a un bebé sano (y “cumplen” con su propósito) son asignadas
a otra familia para emprender la misma operación. Cabe destacar que, siendo una sociedad
profundamente religiosa, esta práctica atentaría (tanto en la novela como en la realidad)
contra los principios de la religión católica (i.e. el sacramento del matrimonio y la
concepción de la maternidad) siendo este aspecto una de las contradicciones de la historia.
4 Es importante resaltar la ironía de la novela al ser caracterizada como “cuento”. Llamar “cuento” a una
historia ficticia y ambientada en un futuro lejano le da un matiz inverosímil a la narración lo que, por otro
lado, la hace más “digerible”; una técnica, nos dice Atwood, para que la realidad que nos muestra “parezca
menos espantosa” (2017, p. 207).
5 Defred (Offred en inglés) es el patronímico que simboliza la posesión de las criadas por cualquier hombre
en el poder: partícula “de” más el nombre del comandante al que eran asignadas, en este caso Fred. Este
patronímico refuerza la noción de las mujeres/criadas como propiedad de los hombres de rango superior
y refleja la despersonalización y deshumanización de las mujeres en la novela.
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Barbara Hill define la República de Gilead como una sociedad estamental, patriarcal y
heterosexista en la que
[e]l erotismo está prohibido bajo pena de muerte; el placer o la lujuria es considerado un crimen
contra la sociedad; el sexo se considera valioso con el único fin de procrear en un mundo casi
deshabitado; los libros son quemados; el aborto y el control de la natalidad son recuerdos borrosos
de un pasado infiel [traducción propia] (1987: 114).
6 Esta novela también ha sido calificada como distopía o anti-utopía feminista ya que, por un lado, la
historia está narrada desde un punto de vista femenino (la llamada herstory) y, por otro, “la identidad
femenina de las mujeres es socialmente redefinida [a la par que las nociones de femineidad y maternidad]”
(Jeffares y Bushrui, 1993, p. 44). Sin embargo, tanto Margaret Atwood como la protagonista de la serie,
Elisabeth Moss, han dejado claro que ninguna de éstas pretende ser una manifestación (o manifiesto)
feminista sino expresiones de una realidad paralela y ficticia que oprime, explota y tiraniza a seres
humanos, tanto a mujeres como a hombres. Por ello, la etiqueta feminista también podría cuestionarse.
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analizar la realidad de las madres que deciden convertirse en madres uterinas, tendríamos
que tener en cuenta, en primer lugar, si de verdad esas mujeres quieren llevar a cabo esa
gestación de forma totalmente libre, voluntaria, altruista y autónoma o si, por el contrario,
lo hacen por necesidad, pobreza o han sido obligadas por agentes externos (explotación
y trata). Las madres subrogadas pueden considerarse víctimas por ser mujeres más
vulnerables en el momento en el que son obligadas a usar sus vientres como instrumento
o medio para obtener dinero −caso en el que sus derechos serían conculcados y su
integridad, dignidad y salud se verían comprometidas− pero también pueden no ser
consideradas víctimas sino mujeres que, con plena capacidad de decisión y con todos sus
derechos respetados, deciden gestar la criatura de otra pareja, hombre o mujer.
Al considerar esta distinción, vemos como hay autores como Eleonora Lamm a favor
de la desestigmatización de la gestación subrogada y de la no demonización de las madres
subrogadas. En su artículo (2017) analiza esta realidad argumentando que
[la gestación subrogada] implica separar la gestación del ejercicio del “rol materno” y ello conlleva
una ruptura con una regla y un modelo patriarcal y heteronormativo que [...] paradójicamente
pareciera que una sociedad machista que privilegia la heteronorma no quiere ni le conviene romper
(p. 539),
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Ello [segregación de las mujeres en las llamadas baby farms] suele implicar la imposición de graves
limitaciones a la libertad y al modo de vida de la madre gestante. También es un modo de
'protegerlas' de los efectos de la estigmatización, y reprobación social que acompañan normalmente
a estos contratos. (2017: 171)
Este negocio elitista y clasista tiende a pasar por alto que el embarazo que atraviesan las
madres uterinas (como cualquier otra madre gestante normativa) constituye un proceso
vital y holístico que las compromete física y psicológicamente y que deviene en la
construcción del llamado vínculo materno-filial cuyo impacto se puede apreciar tanto en
una parte como en la otra (Jouve de la Barreda, 2017). No obstante, hay autores (Fisher,
Gillman, 1991; van Den Akker, 2003) que sostienen la no ligación entre la madre y el
feto por distintas razones más utilitaristas: las madres contractuales suelen tener sus
propias familias; al conocer las condiciones del contrato que las “obliga” a entregar el
bebé a los padres de intención y al no tener (siempre) vinculación genética con el bebé,
estas condiciones hacen que se conciencien y sea relativamente más factible para ellas no
aferrarse o apegarse al feto.
Como podemos apreciar, la gestación subrogada implica no sólo un debate (bio)ético,
jurídico o político en torno a la práctica en sí misma, también polemiza y desestabiliza
distintas concepciones sociales y personales como son la tradicional noción de familia,
reproducción, maternidad, paternidad, madre y mujer. Elly Teman (2008) menciona que
“[e]n una era en la que la estructura familiar tradicional está cada vez más 'fragmentada'
[...] es de esperar que una forma alternativa de familia surja; la maternidad subrogada
representa la desestabilización última de concepciones tradicionales de la familia”
[traducción propia] (p. 1105).
Téngase en cuenta, por ejemplo, que este procedimiento es el único al que las familias
homoparentales pueden acceder para tener hijos e hijas biológicos. Y, al igual que la
noción de familia ha sido (re)interpretada como entidad socialmente construida, la noción
de maternidad y mujer también se han visto alteradas. En esta línea podríamos mencionar
la máxima del derecho romano “mater semper certa est” 7 usada para determinar la
filiación entre la madre y su bebé, aunque vemos que, debido a los avances de las TRA,
7 Máxima traducida por “la madre siempre se conoce” ya que es la que da a luz a la criatura. El derecho de
filiación y la maternidad, según este principio del derecho romano, son determinados por el parto. La
gestación subrogada abre una brecha sobre este principio ya que lo desmonta y obliga a reconceptualizar
la figura de la madre y/o de la gestante.
196
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
éste ya no es un principio fiable a la hora de determinar la madre “real” del recién nacido.
De alguna forma, la concepción de la maternidad y del parentesco entre una mujer y su
descendencia también se ve redefinida por esta técnica.
Teniendo en cuenta todas estas ideas acerca de la gestación subrogada, sería
interesante fijar la mirada en las madres gestantes y así, como hace Atwood en la novela
aquí discutida, humanizar y dar rostro a una de las piedras angulares de esta realidad. Las
mujeres “normales” supuestamente, expone Teman (2008), están “predispuestas de forma
natural a quedarse con el bebé que han gestado” mientras que las madres uterinas toman
“la decisión no-natural de renunciar al bebé” (p. 1106) lo que hace que se demonicen
estas últimas considerándolas mujeres contra natura, sin instinto maternal, con un
comportamiento anómalo o desviado (quizás, la categoría de “no-mujer” presente en la
novela podría aplicarse aquí a las gestantes que voluntariamente entregan el bebé que han
gestado).
La periodista June Fernández argumentaba en esta línea que “[t]ener hijos no es un
deseo como otro cualquiera. Es un mandato social de primer orden. Es el destino que se
sigue presuponiendo para todas las personas. Nacer, reproducirse, morir. Ley de vida, nos
siguen diciendo” (Fernández, 2017). Por esta misma razón y debido a la desregulación de
esta práctica, se fomenta y refuerza que las mujeres sean valoradas y definidas por su
“destino biológico” (Lamm, 2017: 539) −como sucede en El Cuento de la Criada− y no
por su capacidad para decidir libremente cómo gestionar su cuerpo y capacidad
reproductiva. Por ello, la gestación subrogada contribuye a afirmar que las categorías de
mujer y madre son socialmente construidas y modificadas (no hay más que ver cómo en
distintos lugares y culturas existen distintas concepciones del ser humano, de sus
dimensiones y potencialidades) y que la maternidad, la paternidad y el parentesco también
son, en cierta forma, constructos sociales nunca exentos de ser revisados y adaptados a
las demandas de las sociedades contemporáneas.
En la arena de lo político, en España actualmente continua el debate sobre la
legislación y posible legalización de la maternidad subrogada. El pasado 27 de Junio
(2017), El País anunciaba que Ciudadanos habría registrado una propuesta de ley para
legalizar la gestación subrogada siguiendo el modelo altruista en la que no se
contraviniera la dignidad e integridad de la mujer y en la que se garantizara la seguridad
jurídica de la madre y del menor.
Como anunciaba la noticia, Ciudadanos ha propuesto un modelo de gestación
subrogada en el que la gestante debe tener 25 años como mínimo, haber sido madre
anteriormente, ser española o residente legal en España, tener una situación socio-
económica aceptable, no podrá tener más de dos hijos mediante gestación subrogada y no
podrá tener ningún lazo de consanguineidad con los padres comitentes (Mateo, 2017).
Quizás, los requisitos no sólo deban exigirse de la parte de la posible madre gestante sino
también de los padres comitentes (e.g. idoneidad, situación socioeconómica,
responsabilidad y aceptación de los posibles riesgos de anomalías infantiles, etc.) y
siempre teniendo en mente el interés superior del menor.
Esta propuesta no ha sido respaldada por el resto de agrupaciones políticas ya que
Unidos Podemos y PSOE están en contra de la legalización de la gestación subrogada al
considerarla como mercantilización, cosificación y explotación del cuerpo de la mujer y
de la maternidad (aunque hay distintas posturas dentro de ambos partidos), mientras que
el Partido Popular no se ha pronunciado aún ya que dentro de este partido también hay
detractores y seguidores de la gestación subrogada. Lo que sí está claro es que todos los
partidos rechazan el modelo comercial de gestación subrogada pero no todos se atreven
a aprobar el modelo altruista que algunos/as políticos/as defienden.
197
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
4. Conclusiones
Como decía Carles Francino: “[n]o creo que exista práctica más dañina para la salud
colectiva que enterrar los problemas bajo la alfombra” (Francino, 2017). Con esta
afirmación instaba a las distintas formaciones políticas a legislar una técnica que, hoy por
hoy, se lleva a cabo en la clandestinidad y a la sociedad española a cuestionarse y debatir
un tema que a todos nos incumbe y afecta por igual. Como hemos visto en este texto, no
hay verdades absolutas a la hora de abordarlo, pero sí que debe haber voluntad política y
social a la hora de regular dicha técnica. Éste es un debate complejo porque involucra a
muchas partes; no sólo se debe tener en cuenta la voluntad de los padres comitentes sino
también la situación de la posible madre contractual y el bienestar durante el embarazo y
tras el parto del menor. El hecho de estrenar una serie de televisión que recupera una
novela escrita décadas atrás sobre un tema que está tan candente como es el aquí discutido
pone de manifiesto el acierto de Margaret Atwood y de los productores y creadores de la
serie de familiarizarnos con una realidad que ya no puede ser ignorada o pospuesta por
más tiempo; una realidad por normalizar que, colateralmente, reexamina lo antaño
normalizado.
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200
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
síntomas que el poder patriarcal utilizó para patologizar y condenar toda forma de
disidencia femenina.
La poesía victoriana y el arte prerrafaelita que la acompaña es una crónica de neurosis
obsesivas, donde la musa –ya sea patética víctima o devoradora sexual e identificada con
imaginarias mujeres del pasado y la mitología, abandona el arte y se encarna en una
dimensión verídica. “Los artistas ejecutan una apropiación estética y corporal de la amada
que es abocada simbólicamente al suicidio, el asesinato o la muerte por enfermedad para
convertirla en pintura o literatura de su propiedad”, y anulando su propia identidad de
mujer antes y después de su defunción (Cortés Vieco 40).
Si tenemos en cuenta que muchos de estos textos se escribieron o pintaron en el
contexto del Contagious Diseases Act (1864, 1866, 1869) y la paranoia que se desató en
las ciudades industriales al respecto de las enfermedades venéreas y la prostitución,
podríamos decir que estos retratos funcionan como una suerte de profilaxis, porque con
esta práctica se neutraliza el temor masculino a la mujer fatal, que queda derrotada,
desarmada e inocua; atrapada para siempre en un retrato, un camafeo, un ataúd o un
mechón de pelo. Recordemos en este punto y a propósito del valor fetichista del cabello,
que toda esa sofisticada memorabilia funeraria elaborada con pelo natural tan extendida
durante el siglo XIX lo convierte en un memento mori que fortalece la unión totémica
entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Según Freud, la contemplación de la
muerte del Otro al mismo tiempo nos espanta y nos reconforta, al confirmarnos que,
efectivamente, no es la nuestra, y nos sirve de reflexión sobre nuestra propia mortalidad
desde un lugar en el que estamos a salvo. La visión del cadáver (o en su caso, de la
reliquia) es, en definitiva, un exorcismo colectivo sobre la pesadilla de nuestra propia
finitud.
Pero el psicoanálisis feminista va un paso más allá, sobre todo en la teorización de
Julia Kristeva sobre lo abyecto, y se ha referido a esta asociación de la muerte con lo
femenino, a partir del rechazo inconsciente de lo maternal, que para el hombre significa
la fuente de vida, pero al mismo tiempo, evoca lo carnal, y en última instancia lo mortal
(Powers of Horror, 1984). Para exorcizar los demonios de la sexualidad femenina, la
cultura patriarcal eleva a la mujer muerta a los altares de la belleza estética,
contrarrestando al mismo tiempo la ansiedad que la visión de lo monstruoso y lo luctuoso
genera.
De hecho, estas representaciones artísticas y las que, ya centradas en un contexto
contemporáneo, comentaré a continuación, proporcionan al sujeto de la mirada (el
hombre) esa visión prohibida, y al mismo tiempo, lo protegen, lo salvaguardan de sus
peligros porque no se enfrenta a la cosa misma (lo Real, lo que no puede mirarse
directamente) sino a su correlato estético, que sí puede controlar y manipular. El
espectador sí disfrutará de esta imagen, pero al contrario que Orfeo, quedará a salvo del
poder destructor de esa visión (y por extensión, de los peligros de la sexualidad femenina)
Algunas pensadoras feministas se han referido a esta lógica apropiacionista en
términos de “canibalismo metafísico”, porque esta negación/exclusión/desposesión
implica un “consumo” del otro (Braidotti, 2005). Cixous, por su parte, la ha denominado
“el Imperio de lo Propio” (35) que, en definitiva, funciona, a partir del “asesinato del
Otro” (23):
201
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Aunque nuestra relación con la muerte y nuestras prácticas funerarias han cambiado, el
ideal de la docilidad y el sometimiento de las mujeres sigue alimentando la fantasía de
los cadáveres femeninos como ese “oscuro objeto del deseo”, y los creativos de
publicidad contemporáneos nos devuelven esas imágenes que creíamos ya desterradas,
pero que no pueden ir más lejos en la fetichización de la muerte femenina. En definitiva,
la sexualización de la violencia contra las mujeres es un culto a la pasividad femenina. Y
quizás en este punto, a la consabida consigna de “el sexo vende” habría que añadir, “la
muerte y la violencia también”.
El libro de Elizabeth Bronfen, Over her Dead Body: Death, Femininity and the
Aesthetic (1992) es una aportación fundamental para entender la fijación de la cultura
occidental contemporánea con las imágenes de mujeres muertas jóvenes y hermosas. Es
cierto que, desde los epitafios latinos a la poesía elegíaca, la cultura siempre se ha
alimentado de la muerte y ha tratado de trascenderla inventando coartadas estéticas para
enfrentarnos a nuestra propia temporalidad. Pero es esa recurrente interacción de la
muerte, lo femenino y la belleza lo que identifica Bronfen como síntoma de una cultura
que trata de enmascarar aquello que al mismo tiempo le aterra y le fascina: si el horror de
la descomposición corporal que supone la muerte real deja de serlo cuando el arte y la
imaginación lo convierten en monumento, de igual manera, cuando la mujer es
representada artísticamente, ya sea como musa, gorgona, sirena, virgen o víctima
sacrificial, esa imagen creada sirve para ocultar y reemplazar a la mujer real. De hecho,
no hay en estos cuerpos muertos signos de deterioro, decadencia o descomposición, como
esperaríamos de una representación realista; por el contrario, el cuerpo disciplinado y
dócil de estas fotografías donde nada sobra, nada excede y todo encaja, lo interpreta Susan
Buck-Morrs como “el rigor mortis de la eterna juventud” (99).
La visión recurrente en la fotografía de moda de la mujer tumbada, postrada, pasiva,
sometida en pose horizontal a la mirada vertical y empoderada de un espectador varón
construye un discurso de género en que lo masculino tiene que ver con el ejercicio de
privilegios y control sobre las mujeres, y perpetúa una visión de las mismas en un estado
de docilidad y acatamiento extremos.
Este discurso queda legitimado y glamourizado en un contexto que persigue la
perfección estética a través de la omnipresencia del cuerpo femenino estilizado, pero al
mismo tiempo, despedazado, cosificado y finalmente aniquilado. Olivier Zham (2011) se
refiere a la fotografía de moda como una suerte de meta imagen, que carece de un
referente estable porque transciende su objeto (la ropa, o los complementos de marca) y
que a menudo incurre en el canibalismo y el vampirismo de la representación dado su
especial énfasis en el consumo, la destrucción y la fragmentación del cuerpo.
Pero paradójicamente, se suele argumentar que las principales destinatarias de las
revistas y publicidad de moda son las mujeres; y es cierto, pero se puede
contraargumentar, siguiendo a John Berger y a Laura Mulvey, que en la publicidad y la
moda y otras prácticas disciplinarias, las mujeres son cosificadas para convertirse en
objetos de deseo y consumo masculino: en definitiva, el espectador ideal siempre es
masculino, y la imagen femenina es instrumentalizada para satisfacer su mirada. En
Modos de ver, John Berger señala: “Los hombres actúan, las mujeres aparecen. Los
hombres miran a las mujeres. Las mujeres se miran a sí mismas siendo contempladas.
Esto determina no sólo la mayoría de las relaciones entre hombres y mujeres, sino las
relaciones de las mujeres entre sí” (Berger, 2000: 47). En esta cultura visual
heteronormativa, no es de extrañar que la mujer se convierta por tanto en espectadora de
su propia cosificación, de su propia victimización.
Las teorías de Laura Mulvey sobre la mirada masculina resultan muy útiles para
explicar cómo la diferencia sexual determina el llamado régimen escópico; es decir, los
202
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
mecanismos de poder que controlan las imágenes y las formas de mirar. Aunque Mulvey
se centró en el cine clásico de Hollywood, sus planteamientos son aplicables a otros
contextos visuales y resultan particularmente útiles en este tipo de análisis. El
falocentrismo, argumenta Mulvey, está estructurado en torno a la imagen de la mujer
castrada para dar sentido y legitimación a ese sistema de privilegios que es el orden
patriarcal. Para burlar esa amenaza de castración que supone la visión de la mujer (como
carente de pene en la retórica freudiana) el cine clásico y otras artes visuales recurren a
mecanismos como el voyeurismo (sustentado en la importancia de la mirada que controla
a su objeto y en este ejercicio de poder proporciona placer al sujeto) y el fetichismo
(transferencia de significado erótico a un fragmento o un objeto relacionado con la
anatomía femenina, pues el fragmento siempre representa una amenaza menor que el
todo). En este sistema, la mujer siempre es el objeto de la mirada masculina, pero nunca
el sujeto porque siempre es posicionada para ser contemplada; es lo que Mulvey llama
woman “to-be-looked-at-ness” (Mulvey, 1999).
Al respecto de la mercantilización de los cuerpos femeninos en la economía libidinal
del patriarcado, y en cómo la fotografía de moda convierte a las mujeres en artículos de
consumo masculino, no debemos pasar por alto las palabras de Luce Irigaray quien afirma
que, “al igual que en la mercancía, la utilidad natural se difumina en la función del
intercambio, del mismo modo las propiedades del cuerpo de la mujer deben borrarse ante
lo que exige su transformación en objeto de circulación entre hombres” (Irigaray, 2009:
139).
Un claro ejemplo de esta argumentación lo encontramos en el anuncio de la marca
italiana Campari donde parece exhortarse la violación en grupo (en manada) de una chica
que no se resiste, no protesta (no se nos escapa que un trauma, un shock, una droga, o
simplemente el miedo pueden producir ese tipo de parálisis), y, al contrario, luce
perfectamente vestida y maquillada. Los hombres que la sujetan llevan una botella y se
preparan para una juerga (desde luego la de ellos, ella es sólo un complemento necesario
-como el alcohol- que contribuye a la diversión, la de ellos, como forma de camaradería
masculina). Sus rostros no se muestran, porque su individualidad no importa; es la
manada la que los alienta y los protege. Y tras este anonimato, no sólo el agresor sino
también el espectador se parapeta impunemente, proporcionándosele una coartada moral
al que contempla.
No me detendré en la explotación mediática de casos como los de Diana Quer o Marta
del Castillo que, en mi opinión constituyen un síntoma de nuestra fijación con el
espectáculo de las mujeres muertas jóvenes y hermosas, el viejo espectáculo de la muerte
y la doncella en versión 2.0, pero sí me referiré un fenómeno conocido en EEUU como
Missing White Girl Syndrome, respecto la sobreatención mediática que reciben casos de
mujeres desaparecidas con un determinado perfil: jóvenes, blancas, atractivas y de clase
media/alta o de familias influyentes. Esta sobreexposición, denuncian activistas
estadounidenses, se hace siempre a expensas de la visibilidad de otras víctimas que nunca
parecen estar bajo el foco informativo –recordemos que todo acto de ver es también un
acto de no ver—porque sus historias no merecen interés público (caso de los feminicidios
de Ciudad Juárez, que sólo recientemente están siendo objeto de reconocimiento público
y sus víctimas saliendo del anonimato). En general podríamos decir que hay en este
fenómeno un énfasis en el aspecto de clase: no podemos negar que existe una mayor
fascinación por ver cómo viven, sufren, mueren, y lloran los ricos, que, contemplar la
degradación de individuos que ya habitaban la precariedad y que, casi podemos llegar a
pensar en esta lógica perversa, han sido responsables de su propia desgracia. Pero sin
obviar el aspecto de clase, es el aspecto de género el que nos ocupa aquí por esa morbosa
203
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
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205
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
definida por Foucault (1984), los espacios de alteridad que están superpuestos a otros
espacios que es donde se halla el orden social dominante, al que los espacios creados
invierten e impugnan. De esta manera, partimos de la hipótesis que los seis principios
básicos que estableció Foucault para definir las heterotopias son un marco útil para la
interpretación de La Academia femenina y El Convento del placer, al modo que han hecho
otros en la búsqueda de los orígenes literarios y ante litteram del concepto foucaultiano
(Knight, 2014). Así, los sub-apartados que presentamos en nuestra exposición están
dedicados a estos principios, considerando que los espacios de Margaret Cavendish:
contienen individuos en transformación y con comportamientos desviados respecto a la
norma requerida en el exterior; sufren rupturas temporales respecto al tiempo tradicional;
yuxtaponen diversos lugares; contienen sistemas de apertura y cierre; generan
impugnaciones hacia lo que queda en el exterior; y sufren dramáticas transformaciones a
lo largo del tiempo.
A partir de la detección de estos principios sugerimos que la autora crea artificialmente
unas condiciones que, primero, suspenden el tiempo de las mujeres, segundo, expanden
su espacio y, por último, las obligan a realizar un movimiento de ida hasta la heterotopia
y de regreso al espacio normativo, siendo la conjunción entre espacio y tiempo alterado
con movimiento de ida y regreso lo que deconstruye la noción de mujer y permite
trastocar todo un modelo para proponer uno de nuevo.
2. Mujeres en crisis y desviadas en espacios exiliados
En la academia y en el convento las mujeres están recluidas según un modo conventual,
reciben algún tipo de educación, elaboran algún tipo de experimento y actúan en algún
tipo de representación a través de la cual exhiben sus cuerpos sobre un escenario
simbólico -tal y como exige la cultura del siglo XVII, cuando todo edificio está construido
para poner en escena los cuerpos que lo habitan (Ruggiero, 1993; D’Monté, 2000). Por
su diseño y por lo que las mujeres hacen en sus interiores, podemos interpretar que ambos
espacios son simultáneamente academias, conventos, teatros y laboratorios. Todos ellos
son espacios que poseen una poderosa carga simbólica en relación al exilio ya que, en
diferentes tiempos y por distintas circunstancias, han sido expulsados del paisaje inglés o
las mujeres han sido expulsados de ellos; como la propia Margaret Cavendish, quien vive
en el exilio entre 1642 y 1660 -durante la Guerra Civil inglesa y el gobierno de la
República (Gallagher, 1998: 139s).
En sus obras, Cavendish reconstruye academias, conventos, teatros y laboratorios y
los convierte en escenarios-laboratorio donde puede explorar aquellos asuntos que le
preocupan. En estos recintos emplaza a mujeres que están en crisis por vivir un proceso
de transformación –adquiriendo la misma función heterotópica que las escuelas- y a
mujeres que se desvían de la norma exigida en el exterior –adquiriendo la misma función
que las cárceles o hospitales; de esta manera los espacios cumplen el primer principio de
la heterotopia, según el cual, esta puede ser, de crisis y de desviación. En estas
arquitecturas se cuestiona que por naturaleza las mujeres sean ignorantes e incapaces de
aprender, que por naturaleza los humanos sean heterosexuales o que la sexualidad solo
exista dentro del matrimonio heterosexual.
Si las mujeres siguiesen las normas del lugar al que se superponen no tendrían por qué
estar aprendiendo en la academia; tampoco podrían ejercer, como lo hacen en el convento,
de médicas, cirujanas, farmacéuticas o sacerdotisas; y serían incapaces de sobrevivir sin
los hombres, de conseguir alimentos o de protegerse de las inclemencias del tiempo. En
definitiva, serían seres dependientes y estarían bajo el control de los hombres. Sin
embargo, ellas se desvían del exterior en cuanto son libres, autónomas, autosuficientes,
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Tercero, los espacios de Margaret Cavendish son una desviación teatral. Según
algunos críticos, su obras contienen tal hibridad de géneros que las hacen muy difíciles
de categorizar y se desvían de cualquier tipo de género o subgénero (Kellett, 2008;
Straznicky, 2004). No obstante, existe cierto consenso en calificarlas de closet drama, el
teatro para ser leído en voz alta y cultivado entre 1644 y 1660, cuando el parlamento
inglés ordenó el cierre de los teatros públicos en Inglaterra y que, según expone la propia
autora en los prefacios para la impresión de Playes en 1662, repercutió en la poca
preparación de los actores y en la imposibilidad de formar buenas compañías de teatro.
El teatro de Cavendish contiene una evidente carga política por contener lo subversivo
que es inherente a toda representación teatral. Lo subversivo del teatro público propio de
la tradición renacentista del “convento-teatro” (D'monté); del teatro inglés de preguerra;
de las formas dramáticas que realiza la aristocrática en el exilio y con las que se enfrenta
a la República; de las mascaradas de la cultura de la élite asociada a la corte y en particular
de aquellas elaboradas por la reina Enriqueta María, donde, por ejemplo, se otorga un
papel protagonista a la mujer en los distintos aspectos del montaje teatral (Brown &
Parolin, 2008; Wood, 2002; Van Elk, 2017: 189); y, finalmente, del propio metateatro, el
subgénero al que se adscriben.
Al respecto, son particularmente interesantes las instrucciones que la autora ofrece
para leer las obras y que hallamos en los prefacios a Playes. En ellos, la autora indica que
la voz del lector debe conseguir que las escenas se vean vívidamente con los ojos de la
imaginación. La transformación resultante que se nos propone es extraordinaria. El lector
es apelado directamente por la autora quien, usando el efecto del espejo barroco, mira
directamente al espectador mientras este mira la obra y a sus personajes. Así, el acto de
leer y escuchar se convierte simultáneamente en un tipo de condición tanto actoral como
propia del espectador. Además, los efectos de la lectura se duplican al pertenecer ambas
obras al subgénero del teatro dentro del teatro pues, cuando el lector se transforma en
actor y en espectador, comparte escenario y gradas con los personajes de ficción y,
mientras unos actúan como dobles de los que tienen prohibido existir en el mundo real,
otros existen en el mundo real. En definitiva, Margaret Cavendish consigue que el lector
sea partícipe del mismo proceso mental al que están sometidos los personajes y de este
modo, a la vez que empodera a los personajes, también, primero, empodera a quienes
leen, convirtiéndoles a la vez en lectores/espectadores/actores; segundo, realiza la
escenificación teatral dentro de un perímetro escrito y ficcional provocando que la obra
impresa no equivalga a ausencia de espacio teatral; tercero, convierte lo que a priori
parecía un acto privado en un acto público; y, finalmente, transforma lo que parecía real
en ficción y lo que parecía ficción en real. Así, lo que era un acto normativo se convierte
en algo desviado ya que, en definitiva -y aún publicarse las obras durante la década de los
sesenta- desafía el contexto de la República al transgredir la prohibición de 1642.
De este modo, interpretamos que el espacio teatral heterotópico creado sería un lugar
donde la autora concentra los valores emocionales y cognitivos que desea transmitir y
hace del receptor un personaje más para así crear tal grado de empatía en él como para
que el proceso derive en el desarrollo de su sistema cognitivo, intuitivo y experiencial y,
finalmente, genere una acción.
Cuarto, tanto la academia como el convento suponen desviaciones científicas. Ambos
son lugares donde las mujeres ejercen trabajos científicos y son capaces de controlar el
espacio, el tiempo y el género y, de esta manera, ficcionalizan las prácticas de aquellas
mujeres que durante el siglo XVII ejercían de científicas en esferas privadas o fuera de
los espacios científicos públicos, un contexto que ha sido ampliamente estudiado por
Hunter y Hutton (1997).
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Los materiales con los que la autora construye sus laboratorios se inspiran en los
espacios científicos y filosóficos con los que entra en contacto durante el exilio y que
configuran el pensamiento filosófico y científico que atraviesa narrativamente toda su
producción intelectual. De esta manera, ambas obras son un tipo de filosofía natural
ficcionada elaborada con una poética que abarca los métodos, temas y objetivos de la
filosofía natural y política propios de la época moderna –al modo de Francis Bacon en La
Nueva Atlántida. En esta filosofía natural ficcionada propone un experimento poético –al
modo de Sidney (Spiller, 2004)- y un experimento mental –al modo de Thomas Hobbes
en su filosofía política o de Galileo Galilei en su filosofía natural. En su experimento,
obliga a dialogar a la retórica clásica con la argumentación racional y, consciente del
poder de persuasión de la primera, la usa como un recurso literario –como lo hacen
Descartes o Hobbes (Battigelli, 2015: 80); aborda cuestiones relativas a la naturaleza
humana y a los modos en que los humanos elaboran las definiciones de lo que es natural
y lo que es convencional –al modo de la teoría política de Maquiavelo, Descartes o
Hobbes (Shanahan, 2002; Bolander, 2004); y entiende que la imaginación, como las
hipótesis científicas del siglo XVII, pueden ser el primer paso hacia la configuración de
un nuevo conocimiento y una nueva descripción del entorno natural.
Como marco teórico del experimento emplea aquella filosofía natural que instala la
física en el fondo de las consideraciones sobre el ser humano y de sus tiempos y espacios
–al modo de la filosofía de Hobbes, como ha analizado Walters (2014) para otras de las
obras de Cavendish; y, en la base de su filosofía, sitúa el pensamiento vitalista
fundamentado en un organicismo similar al de Anne Conway, Franciscus Mercurius Van
Helmont y Henry More (Merchant, 1980). Sugerimos aquí que este vitalismo será
precisamente lo que explica por qué el diseño de los espacios es como es y por qué las
mujeres que los habitan hacen lo que hacen.
¿Por qué Margaret Cavendish hace que en el convento las devotas observen la
naturaleza y su vida se desarrolle en consonancia con ella? Porque, según describe la
propia autora en Philosophical and Physical Opinions, para comprender la naturaleza es
imprescindible observarla y, para mejorar la vida humana, es imprescindible imitarla y
actuar acorde a su orden armonioso (Detlefsen, 2012). Esto es a lo que se dedican las
devotas de la naturaleza. De esta manera, igual que en las utopías de Campanella y
Andreae, las partes de la comunidad natural y social del espacio heterotópico están
interrelacionadas en una unidad orgánica en la que los componentes humanos y los
naturales tienen igual valor para el funcionamiento del todo. En este espacio-organismo
el cambio se origina desde dentro de la comunidad heterotópica, no proviene de una
fuerza externa –se diferencia así de las leyes físicas propiamente mecanicistas- y está
determinado por las necesidades de la totalidad del sistema. Con esta opción, la autora se
desvía abiertamente de las consideraciones de la ciencia mecanicista del siglo XVII, que
convierten la naturaleza y lo femenino no en sujetos dignos de imitar sino en objetos para
explorar, dominar, conquistar y penetrar (Merchant, 1980).
¿Por qué las mujeres de la academia y el convento son capaces de construir nuevos
espacios y en ellos son autosuficientes y tienen posiciones de poder? Según la
interpretación de la naturaleza propia de la filosofía natural de Cavendish, la naturaleza
se emplaza en una posición gobernante y está descrita como un poderoso cuerpo
femenino; de esta manera se naturaliza la autoridad femenina (Detlefsen, 2012; Walters,
2014: 63). Por esta razón es posible crear una ginotopía al modo de Christine de Pizan o
una feminotopía al modo de los conventos imaginados durante la época moderna
(Woshinsky, 2016). En estos lugares, todo lo que ocurre contrasta con sátiras como The
Parliament of Women (1646) o The Parliament of Ladies (1647), en las que se alerta del
peligro de la participación de las mujeres en la esfera pública.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
¿Por qué para Margaret Cavendish los espacios son activos y en constante
metamorfosis? Son así por estar construidos con el tipo de materia que, según la
descripción vitalista de la autora, compone el cosmos, y que es: infinita, compleja,
contradictoria, incomprensible, activa, viva, transformable, sensitiva, racional,
independiente y a la vez interconectada (Leslie, 2012). Sin duda, para el espectador actual,
esta es un tipo de materia con unas dimensiones físicas, mentales y sociales íntimamente
relacionadas con el espacio posmoderno creado y reformulado durante las últimas
décadas del siglo XX y las primeras del XXI por autores como Edward W. Soja (1996).
Finalmente, ¿por qué las mujeres no son ignorantes por naturaleza? Según la filosofía
natural de Cavendish, si la materia es activa y imbuida con razón y conocimiento, todo lo
que está compuesto por esta materia tiene las mismas características, incluyendo la
esencia humana. Por esta razón la ignorancia de las mujeres, como la de los hombres, no
es algo natural. Según la autora, el motivo de la ignorancia de las mujeres reside en la
deficiente educación que reciben; si ellas tuvieran más oportunidades educativas y para
acceder al conocimiento tendrían más libertad y más poder y saldrían de su situación
marginal y no sufrirían la exclusión de las instituciones públicas. Tener menos poder y
menos libertad no sería una característica natural de las mujeres. En este mismo sentido
la autora trata el asunto, por ejemplo, en la carta que adjuntó a los ejemplares de
Philosophical and Physical Opinions que envió a Oxford y Cambridge en 1655 (Van der
Spiegel, 2007).
3. Rupturas del tiempo tradicional: mujeres en espacios y tiempos queer
La Academia femenina y El Convento del Placer ponen en tela de juicio el carácter natural
del modelo heterosexual y el hecho que las mujeres sean reproductoras por naturaleza, lo
que ejerce una ruptura respecto al tiempo tradicional, el que rige los espacios del exterior
y allí donde las mujeres fértiles deben reproducirse. Esta ruptura temporal se adecua al
cuarto principio de la heterotopia.
En El Convento del placer se cuestiona el carácter natural del modelo heterosexual
cuando la fundadora del convento, lady Happy, siente atracción por una mujer.
Significativamente, lo hace cuando nadie sospecha que su objeto del deseo puede ser un
hombre, y en concreto un príncipe; una opción claramente desafiante pues, a lo largo de
toda la obra, se juega con la ambigüedad del género de la princesa/príncipe. Este juego,
como asevera Katherine R. Kellett (2008), denota cierta resistencia a aceptar que por
debajo de la representación pueda llegar a existir un cuerpo estable.
En efecto, en la obra no existe una escena inicial donde se anuncie que un hombre se
vestirá de mujer para acercarse a su amante, como es habitual en los argumentos de la
época, por lo que no se detecta la tradicional ironía dramática usada en el transformismo
teatral (Bonin, 2000); para presentar los personajes en los diálogos se usa la abreviación
“Prin.”; o en el dramatis personae, situado al final de la obra, se escribe “The Princess”.
Estas opciones son tan ambiguas que permiten leer e interpretar con la misma ambigüedad
algunas de las resoluciones argumentales. Así, mientras algunos ven una relación lésbica
hasta el final otros ven la fantasía voyeur de un hombre con acceso a un mundo habitado
solo por mujeres. La ambigüedad es tal que, de hecho, podría interpretarse que el anuncio
de la entrada de un hombre se refiere metafóricamente a la entrada del texto escrito por
William Cavendish, una intromisión que marca también la entrada de la masculinidad en
el discurso y que, según algunas interpretaciones, deriva en la pérdida del interés y del
control de la autora por su propio texto.
También el resto de las mujeres del convento exploran y experimentan con sus deseos
y se desvían así de un sistema que considera que la sexualidad solo existe dentro del
matrimonio (Jankowski, 1998). Es un tipo de sexualidad que canaliza lo reprimido por el
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
exterior a través de la representación teatral, en unas obras donde dos actrices interpretan
las funciones sociales de género tradicionales de masculinidad y feminidad.
Pero todas las actividades dentro de la academia o del convento no tendrían la más
mínima importancia para el exterior si al hacerlas no ocuparan un tiempo que tendría que
dedicarse a lo que marca el reloj normativo del exterior. Lo que es realmente alarmante
es que existe un reloj propio según el cual nadie contrae matrimonio y nadie se reproduce;
en ambas obras las mujeres retiran sus cuerpos del mercado.
La crítica al matrimonio por parte de la autora es explícita en las escenas representadas
en el teatro del convento, donde se denuncia las consecuencias de la dominación
masculina, el abuso doméstico o los peligros del embarazo. Es un tipo de crítica que sigue
el hilo argumental de mascaradas como Les Bergeries, The Sheperds Paradise y
Florimene -representadas respectivamente en los años 1626, 1633 y 1635 en la corte
londinenca de Enriqueta María-, y que tambien se halla en un contexto literario católico,
por ejemplo en La fuerza del amor (1637) de María de Zayas (Perry, 1990). Según los
críticos, más que tener como objetivo condenar a la institución matrimonial en su
conjunto, con estas escenas se apela a las mujeres a identificarse con aquello que ven,
leen o escenifican. Las escenas serían pues una expresión catártica del sufrimiento
femenino dentro del matrimonio y funcionarían como una advertencia para el público
(Boyle, 2018).
En cuanto a la reproducción, en sus espacios heterotópicos las mujeres no se
reproducen, ellas se ocupan de otros quehaceres y así retan, interrumpen, suspenden y se
apropian del tiempo de la fertilidad; lo que añade un enfoque temporal muy pertinente al
análisis espacial foucaultiano ya que se establece una clara relación entre el poder y la
capacidad de control del espacio y el tiempo ajeno, al modo sugerido por Wallis (1970).
Que las damas no ocupen su tiempo con la reproducción es la principal causa de tensión.
De hecho, si las mujeres no fueran fértiles la reacción del exterior sería escasa o ninguna;
la oposición no tiene tanto que ver respecto a un espacio donde se recluyen mujeres como
respecto a un espacio donde se recluyen mujeres en edad fértil. Fuera de la academia y
del convento, en el pasado de ellas y cuando ellas habitaban el espacio que según la norma
“debían habitar”, ellas estaban sujetas a las decisiones de otros. Lo que censuran los
hombres es que en el presente las mujeres no estén donde deben de estar y que no cumplan
con el tiempo tradicional, el que marca la ley natural. Si bien en el pasado eran las mujeres
las que estaban en espera -de contraer matrimonio, de ser fecundadas o de dar a luz-, en
el presente son los hombres quienes están en espera -para contraer matrimonio o para
fecundar o para ser padres. Ahora es a ellos a quien se ha expropiado el tiempo y, con él,
la capacidad de agencia. Para el exterior, los cuerpos femeninos son unas mercancias a
las que se les debe expropiar el tiempo y el espacio, pero cuando ellas retiran sus cuerpos
del mercado, cuando para ellas la libertad equivale a decidir qué lugar y cómo lo habitan,
ellas entran en oposición directa con la forma de dominación vinculada al control espacio-
temporal. Si los hombres se sienten castrados, se desesperan y se quejan hasta que
consiguen desestabilizar los espacios femeninos es porque ellas son una amenaza.
El control espacio-temporal de las mujeres supone una amenaza para un sistema
económico fundamentado en la reproducción heterosexual, de la que, en definitiva, y
según el exterior, depende la humanidad. En este sentido, son espacios desviados respecto
a uno de los modelos de utopía de la época moderna, el modelo del no-lugar regido por
una economía basada en los paradigmas patriarcales de matrimonio y familia, como La
Nueva Atlántida (1624) de Francis Bacon. Al contrario, los espacios heterotópicos de
Cavendish se rigen por una economía de subsistencia ajena a la acumulación indefinida
de beneficios propia del capitalismo desarrollado a lo largo de los siglos XVI y XVII y
que, mientras otorga el estatus de “recurso” a las mujeres, otorga al capital y al mercado
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anticipando arquitecturas, con lo que el espacio resulta ser más performativo que material
y, sobre todo, aparece como un rechazo a la estabilización (Anderson, 2008; Swanner,
2011).
Con el discurso, las mujeres convierten sus espacios en lugares mesurables, físicos,
concretos, vividos y sociales, donde se dialoga, se interactúa y se configuran agencias,
individualidades y experiencias colectivas. Son elaborados, en definitiva, al modo con
que teóricos como Homi K. Bhabha (1994) y Edward W. Soja (1996) describen lo que
es el “tercer espacio”: un lugar de naturaleza dinámica, flexible, subjetiva y política que
a través del entrelazamiento entre tiempo, espacio y sociedad produce y moldea a los
individuos que contiene y, simultáneamente, es producido y moldeado por los individuos.
4. Mujeres desviadas en lugares con sistemas de cierre y abertura
Tanto en la academia como en el convento encontramos sistemas de cierre y apertura
respecto al espacio circundante, lo que se adecua con el quinto principio de la heterotopia.
En ambos espacios existen limitaciones para entrar, ambos tienen un personaje que puede
entrar y salir, y uno de ellos posee un sistema que permite el contacto con el exterior.
En la academia el aceso es limitado por sexo y posición social y en el convento por
sexo. En la academia solo pueden entrar mujeres de una determinada posición social, por
lo que es casi un calco de la cultura cortesana, un entorno acorde con los ideales de la
autora y, no por casualidad, donde se inscribe gran parte de la producción literaria
femenina durante los siglos XVI y XVII (Torralbo Caballero, 2009). En el convento
también solo tienen permitida la entrada las mujeres, pero preferentemente aquellas de
buen nacimiento y sin posibilidades de mantenerse fuera del matrimonio. Esta opción
supone un cambio argumental respecto a la academia, y para algunos denota que durante
la escritura de El Convento del placer la autora ha adquirido consciencia de la realidad
económica de muchas mujeres a causa de la guerra.
Para los hombres ambos espacios son impenetrables, lo que simbólicamente los
convierte en seres sexualmente impotentes. Quien queda fuera del convento no puede
establecer contacto directo con el interior; en cambio, en la academia existe una rejilla
que a modo de proscenium arch permite ver y oír a las de dentro en un intercambio
limitado, los de fuera no pueden interactuar con el interior, pero las de dentro pueden
exhibir sus mentes y sus cuerpos en un escenario y pueden recrearse a sí mismas.
En ambos lugares existe un personaje mediador entre el interior y el exterior, se trata
de una mujer que está situada entre los dos lugares sin ser ni de uno ni del otro. Como
personaje es tan ambiguo y ambivalente que, para el exterior –tanto para los personajes
como para los lectores/espectadores-, lo de dentro es siempre un misterio, e incluso la
revelaciones finales precisan de una interpretación. A través de la mediadora se dejan
fluir las comunicaciones entre el interior y el exterior, pero siempre se hace bajo un
control que parece querer anular los peligros de la circulación misma. Es decir, la
porosidad o permeabilidad actúa como una válvula que permite saber algo de lo que
ocurre dentro y tiene como función liberar la tensión ante el misterio del encierro y
simultáneamente el objetivo de limitar la libertad de movimiento y los peligros para el
sistema que este movimiento podría conllevar. Con este personaje se dejan fluir las
comunicaciones y los muros adquieren la flexibilidad justa para imposibilitar cualquier
tipo de circulación no deseada. En definitiva, el tipo de flujo que se construye coincide
con los dispositivos de seguridad de la sociedad post-feudal descritos en las teorías
biopolíticas de Foucault y que se encuentran en la base teórica de los estudios críticos de
las fronteras (Parker y Vaughan-Williams, 2009).
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221
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
222
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
progress. This polarization of female and male identity was translated into contrasting
portrayals of angels versus demons in the arts and the press.
Painting gender
In the pictorial arts, the female body is mainly associated with images that indicate
women’s potential for bestiality. To signify their animalistic nature women were
associated with the “primal woman”, with animals, and with dangerous mythological
creatures (Dijkstra, 1986: 289). Starting with the first connection, it was common to
associate New Women with the savage “warrior woman”, the Amazon, in order to
categorise them as regressive (Dijkstra, 1986: 213). Examples of this are the paintings by
Max Beckmann “Battle of the Amazons” (1911), and Wilhem Trübner’s 1878 painting
by the same name. In these two paintings, the the Amazon army is used to symbolise the
“battle of the sexes”, a battle in which one of the parts is clearly assigned an inferior,
atavistic identity (Dijkstra, 1986: 214).
Another way of signifying women’s evil nature was by representing them in company
of certain animals. The use of animals to imply degeneration also came from the influence
of physiognomy and phrenology. According to Lombroso, any physical characteristic that
resembled an animal’s would point towards the individual as degenerate. In the case of
women, the most common animal identifications were with snakes and felines. Both
references were used to create the illusion of women as beautiful beings that hide a bestial
nature underneath their graceful appearance (Dijkstra, 1986). For instance, in “Love and
Strength” (ca. 1894) by Angelo Graf von Courten a half-naked woman is represented
hugging a docile lion (Dijkstra, 1986).
Finally, the last resource for gender construction is the use of mythological creatures.
For instance, due to the connection of women with snakes in Christian and classic
mythologies, it was common to connect women with Lamia, Medussa, Eve, or Lilith
(Dijkstra, 1986). Victorian imagination also pictured women as other hybrid mythological
beings, such as the sphinx. What all these characters had in common was their narcissist,
masculine and erotic charge, qualities that were also assigned to New Women in order to
portray them as monsters. Mythical creatures were not however restricted to the
representation of women. On the contrary, given the extended fear that contact with the
masculine female would lead to effeminacy in men, half bestial creatures such as satyrs
and centaurs populated the visual arts too (Dijkstra, 1986). Apart from their animal half,
Satyrs also incorporated Lombroso’s physiognomy of the born criminal. In sum, they
represented the regressive results that being dragged to “the bosom of effeminate
sensuality” by dangerous nymphs would have upon men (Dijkstra, 1986: 275). This can
be seen in William Adolphe Bouguereau “Nymphs and Satyr” (1873).
Illustrating gender
In periodicals, such as Punch, fashion was used to construct images of the New Woman
and of the angel in the house. For instance, normative women were usually depicted as
wearing a crinoline, a rigid petticoat to be worn under the skirt (Thomas, 2004). The
crinoline was thought to be “the costume of the angel in the house” given its impracticality
to wear outside the home (Thomas, 2004: 80). However, Punch referred to women’s love
for this trend as “crinolineomania”, which recalls the name of a mental illness, drawing
thus from the cult of female invalidism to diminish women’s intellects (Tomas, 2004).
On the other hand, Punch is thought to be the first periodical to give a corporeal
representation to the New Woman. In its pages, the New Woman was assigned an athletic
body and represented doing traditionally masculine activities, which led to identifications
of new women with Amazons (Collins, 2010). To complement their athletic body, Punch
223
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
also used fashion again. In contrast to the crinoline ladies, these women were portrayed
wearing sportive clothes, which called into question the very definition of masculinity
(Collins, 2010). Consequently, the figure of the Dandy, the aesthete, preoccupied with
fashion and beauty was also scorned in Punch’s pages as it was seen as a direct effect of
the degenerative influence of masculine women (Collins, 2010).
3. Vampires and Satyrs in gothic fiction
Finally, the gothic genre was the perfect medium to explore gender identity, as the
supernatural allowed authors to “[probe] the boundaries between […] the normal and the
pathological” more freely (Taylor, 2007). All the characteristics of the animalised,
masculine woman were reunited in the more threatening image of the female vampire. To
study the implications of female and male vampirism this article focuses on Dracula by
Bram Stoker and “Olalla” by Robert Louis Stevenson.
The female Vampire
Apart from their economic independence, the factor that scared society the most about
the New Woman was her active sexuality because this was because it was considered that
an active sexual impulse in women relegated men to the passive role. This is clearly
illustrated in Stoker’s narrative, where vampirism awakens sexual desire in women. For
instance, whereas the pre-vampire-kiss Lucy repressed her “appetites”, which “should
have shocked the ‘New Woman’”, Lucy the vampire does not care about societal
impositions (Stoker, 1997: 86). Dracula’s bite makes Lucy the ‘prey’ disappears and “a
new sexually resolute woman emerges: Lucy the ‘hunter’” (Murga, 2013: 34).
The short story by Stevenson, “Olalla”, narrates the stay of a wounded soldier in the
secluded house of a degenerate noble Spanish family. The figure of the predatory woman
in this story is embodied in the Señora. In meeting her for the first time, the narrator is
surprised by the brightness and the colour of her clothes, which recalls Lombroso’s
statement that ‘female offenders’ tended to have a strong “love for dress and ornaments”
(Lombroso, 1959: 164-65). Also, the Señora’s sensual attitude and permanent state of
“invincible content” and “satisfaction” made her a potential degenerate in the narrator’s
eyes (Stevenson, 2014: 347). One night, the narrator listens to some “savage […] cries”,
and he ventures that they must come from “a beast […] an animal, short of a lion or a
tiger” (Stevenson, 2014: 349). Bearing in mind that the shrieks were in fact articulated by
the Señora, the narrator is making use of the femme fatale imagery previously introduced
in establishing an association between a woman and a feline animal. Finally, in smelling
the narrator’s blood, the Señora transforms herself into a “catamount” and bites him,
revealing her degenerate nature (Stevenson, 2014: 357).
The Satyr
As a consequence of the Señora’s bestial attack, the narrator is at her mercy, “forced
against the wall” (Stevenson, 2014: 357). His example reflects the fate that awaits those
men who surrender to the power of the degenerate woman. This is also the case of
Jonathan Harker who, in being attacked by three female vampires, surrenders willingly
to their desires, and lies quietly waiting for the vampire kiss “in an agony of delightful
anticipation” (Stoker, 1997: 42).
The Count himself is an example of the consequences that a hybrid gender identity
could have upon men. His hybridity is reflected by his physical resemblance to a satyr,
and his multiple connections with the female sex (Dijkstra, 1986). His femininity is
indicated by his dependence on the moon and the night, traditionally associated with
women’s cycles. Moreover, Stoker uses feline adjectives and images to describe Dracula.
224
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
1 My emphasis.
225
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
as nineteenth century media did. It is compulsory then to ask ourselves to what extent our
current conception of gender and gender identity is indebted to those cultural
constructions of the nineteenth century. Whatever the answers is, it is clear that literature,
art and media played and still play a very important role in the spreading, sustaining or
challenging of gender stereotypes.
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226
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
1 Este trabajo ha sido financiado por el Contrato Posdoctoral de Acceso del VPPI-Universidad de Sevilla.
2 Gonçalves, Um defeito de cor, 159. Quotes from Portuguese have been translated by the author of this
paper.
3 For the origins and evolution of the Atlantic idea see Bailyn, Atlantic History: Concept and Contours;
O’Reilly, “Genealogies of Atlantic History;” Falola and Roberts, The Atlantic World, 1400-2000. For the
Atlantic as a kind of imagined community, see Gillis, Islands of the Mind..
4 O’Reilly, “Genealogies of Atlantic History,” 78.
5 Marco, Defining the Atlantic Community, 4.
6 Blaufarb, “The Western Question.”
7 Zanatta, “Old versus New West,” 191-208.
8 Lippmann, Force and Ideas, 73.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
“American isolationism.” 9 The new hegemonic power, whose national identity was being
reconfigured in the 1940s post-war order, once again embraced the Atlantic doctrine and
the underlying forces which linked the continental worlds: Western Christendom, security
and anti-Communism were often heralded. 10 Hence, in 1943 Lippmann assured that:
the American nations have always since their settlement been members of a historic community, comprising the peoples who live on the shores of the
Atlantic Ocean. These nations include, besides the American republics, Canada, the United Kingdom and Eirethe following states of the continental
Europe: France, Spain, Portugal, Belgium, the Netherlands, Norway, Sweden, and Denmark. All of these states constitute, I insist, a single system of
security […] I call this system the Atlantic Community. The members of it in continental Europe are all of them ‘west of the Curzon line.’11
A year later, the influential internationalist would include Brazil and other Latin
American and Caribbean countries in his idea of Community under safety lines.
During the last decade, thanks to the increased attention given to groups relegated to
the margins, theories about the Atlantic alliance have not been limited only to the various
connections of Western Europe with North America, but have also considered the place
of the Southern Atlantic in significant ways. 12 Toyin Falola and Kevin Roberts evince in
their historically wide-ranging volume how Africans, Amerindians, Creoles of the New
World, poor Europeans and women of all groups were active participants in the creation
and shaping of the Atlantic World:
The conquest of massive, intricate, and well-populated Amerindian culturesby both warfare and
diseasecatapulted the economically, socially, and politically unstable European nations from
backwaters to empires. Spain, Portugal, France, England, and Holland all used their Atlantic
colonies to propel their own societies towards modernization. 13
228
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
because Brazil is like an island, like Cuba.” However, as I will argue in this article, the
ideas configured in Brazil and the intellectuals born or based in that country have indeed
travelled throughout the American continent and beyond, enriching the transatlantic
cultural and literary dialogue. 16
A second question I had for Stavans, on the same occasion, involved his recurrent use
of the word “America” as a synonym for the United States, and of the expression
“becoming American” for immigrants who eventually managed to become full-fledged
citizens of that country. Since he was vague in his response, I turned to the Introduction
of an anthology he edited in 2009, Becoming American: Four Centuries of Immigrant
Writing. In his own words: “The American experiment in self-government, the idea that
a people could reconstitute themselves as a nation, has from the beginning been mirrored
by, reinforced by, the immigrant’s belief that he or she could be reconstituted. There is
something deeply transformative in the idea of America.” 17Throughout the Introduction
Stavans also refers to the “American writing,” “the American literary canon,” “the
American life” and “the American experience.”
Reacting against both the common tendency to identify America with a particular
nation, as well as American exceptionalism, the scholars who created the group “Relações
literárias interamericanas” in 2000, as part of ANPOLL (Associação Nacional de
Professores de Pós-Graduação em Língua e Literatura), sought to re-think American
identities. 18 By comparing works and authors from different literatures produced in the
continent, they proposed to analyse linguistic and power relations in
postcolonial/neocolonial settings. Their members, more than twenty professors and
researchers from different universities in Brazil, had already produced ground-breaking
research that embraced the dialogue between the literatures of the three Americas, as well
as international academic experiences. 19
One of the motivations that stimulated the project was that the studies being carried
out in the field of comparative literature in Brazil emphasized national identities through
national languages, “with little interaction between cultures and literatures, a standpoint
that prevents a broad comprehension of certain phenomena that do not belong to a
particular nation or language”. 20 Since its inception, the group’s members have organized
national and international academic meetings every year, have published three edited
volumes and one more is in press. Their intellectual production is based on biannual topics
chosen by consensus for ongoing discussion and dialogue.
A distinctive characteristic of the group is that its members are committed to crossing
boundaries in their own individual research, elaborating on personal academic
backgrounds and interests. Their goal is to contribute to collective critical thinking about
borders, memories, writings and cultural manifestations on the basis of a trans-American
corpus and related transatlantic concerns. In the last few years, the group has encouraged
16 Out of the estimated 2.5 million Brazilians who have emigrated since the 1980s, 38% migrated to the
United States, their main destination. See Braga, New Immigrants, New Lands. See also the
interdisciplinary volume edited by Clémence Jouët-Pastré and Leticia Braga, in which they explore how
Brazilians become “Brazuca,” an adjective that describes the experiences of Brazilians in the United
States.
17 Stavans, Becoming American, xxiii.
18 For a ground-breaking critique to American exceptionalism see Kaplan and Pease, Cultures of the United
States Imperialism.
19 There are currently twenty-seven permanent members of the group, including twenty-two women. See
their website for more information about academic events, projects and publications:
http://anpoll.org.br/gt/relacoes-literarias-interamericanas/
20 Figueiredo, Representações de etinicidade, 20.
229
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
work on films, documentaries and music, thus broadening textual frontiers. Another
remarkable feature is that a few of the scholars belonging to the GT (Grupo de
Trabalho/Research Group) are not originally from Brazil, or have double-nationality,
even though they all teach in the country and speak Portuguese (there is at least one from
Cuba, and three from Argentina, as well as a Brazilian professor who works in France,
Rita Olivieri Godet).
2. The literary turn in Atlantic Studies and decolonial new epistemologies
As noted by Eliga Gould, the field of Atlantic history almost certainly would not have
achieved its current prominence without the cultural turn of the 1980s and early 1990s;
one of the studies that initiated this trend was Paul Gilroy’s influential The Black Atlantic
(1993). 21 Not only did cultural history suggest new methodologies to analyse literary and
textual sources that circulated throughout the Atlantic world, but “historians’ increased
receptivity to cultural and literary theory raised a host of new questions, many having to
do with national and imperial identity, that could only be answered by adopting broader
geographic perspectives.” 22 Discussing the role of culture, literature and intellectuals
implies a close look at civil society, which is crucial for understanding how cultural
constructs are shaped, circulated and contested. 23
It is, by now, an academic commonplace to acknowledge how national ideals, and the
canonical models of aesthetic expression that support them, should be seen as politicized
entities, loaded with ideological implications of all sorts. “To read national literatures in
a transnational way is to suggest the various forms of contingency that have entered into
the formation of each naturalized inheritance.” 24 In this sense, Paul Giles argues for the
formative role of British literature in American literature and vice versa. Though often
cited as an exemplar of transatlantic literary studies, Giles’s work traces a tradition that
is almost exclusively Anglo-American, replicating an older genealogical model of U.S.
literature as the offspring of Britain and ultimately discounting the significance of the
African diaspora and Native American culture in Atlantic literary traditions. Following
Giles’s trend, Laura Doyle contends that the novel is developed according to an Anglo-
Atlantic discourse of freedom—rooted in Anglo-Saxonism as formed in relation to
English colonialism in the Americas—together with an African diasporic discourse of
freedom. 25 Impressive in its reach, Doyle assigns a central role to the Atlantic world in
the development of the novel as a genre.
According to Caroline Williams, Atlantic scholars face two main challenges. The first
is to bring to the centre of analysis the regions and peoples whose role in the formation
of the Atlantic world has so far figured less prominently in the critical literature. The
second, equally important, challenge is to find ways of bridging the imperial or national
boundaries within which most scholarship remains confined, “in part at least for reasons
to do with the often insuperable difficulties scholars face in conducting research in
numerous countries and several languages, and in mastering vast and unfamiliar
literatures outside clearly defined areas of expertise.” 26 In my opinion, a third challenge
21 For a compilation of the numerous publications that have responded to Gilroy’s volume see Evans,
“Exploring Gilroy’s Legacy.” See also Ledent and Cuder-Domínguez New Perspectives on the Black
Atlantic.
22 Gould, “Atlantic History,” 175.
23 Eric Slauter considers that the impact of Atlantic literary scholars is undervalued, in comparison to
Atlantic historians. See Slauter, “History, Literature and the Atlantic World.”
24 Giles, Transatlantic Insurrections, 2.
25 Doyle, Freedom’s Empire.
26 Williams, “Bridging the Early Modern Atlantic,” 3.
230
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
is to decolonize the humanities and produce and disseminate knowledge that is not
dependent on the epistemology of North Atlantic modernity. 27
With these challenges in mind, my intention is to explore the implications of the
collective edited volumes published by the Brazilian research group. Their first book,
Conceitos de literatura e cultura (2005, 2012), sought to demonstrate how theories,
stemming from Latin America, the Caribbean, Canada and also from Anglo-American
cultural and postcolonial studies, can intersect and be transformed due to the interference
of colonial legacies; the success of this publication prompted a second edition. As Walter
Mignolo contends, “it is from the colonial difference that new epistemologies are
arising.” 28 Hence, the volume thoroughly develops the origins of twenty terms, either re-
signified or coined in Latin America, with especial emphasis in Brazil. These concepts
ultimately define the status of culture and literature in the American continent, as
perceived and “translated” by each author, thereby communicating the polyphony of
“subaltern voices” that actively participated in the foundation of cultures and nations. 29 I
offer three examples from this volume that lay bare the necessary cultural dialogue
involved in the process.
Zilá Bernd tracks the origins and delineates the historical implications of the terms
“americanidade” and “americanização” in their Brazilian, Québécois, Hispanic American
and Caribbean itineraries. Bernd argues that “American” was wrongly and metonymically
identified with national belonging in the United States, a fact that also occurred in Brazil
during the 19th century, where social discourse used the word American as an equivalent
to “Brazilian.” 30 However, while in Latin America individual countries progressively
claimed their singular nationalities, the United States continued to employ the term to
name its citizens. In the Hispanic or Spanish speaking countries the term “americanidad”
emerged as a response to the Monroe Doctrine and the declaration of U.S. hegemony in
the continent. In opposition, José Martí dreamed of “nuestra América,” a designation that,
according to Bernd, would ideally seek to include the heterogeneities of the continent and
the rights of its inhabitants: black, indigenous, creoles or whites.
Another member of the inter-American relations group, Heloísa Toller Gomes, maps
the geneses of “antropofagia” (anthropofagia), a term coined by Brazilian poet and
playwright Oswald de Andrade when he launched his irreverent and revolutionary
Manifesto Antropófago (1928), which paved the way for the foundation of the so-called
“Movimento Antropófago” in Brazilian literature. Toller Gomes explains that the concept
eventually functioned as an important postcolonial strategy in the creation of Brazilian
culture, because it playfully conjured up a series of myths on cannibalism and
primitivism, associated with the colonized Other, as a totemic force. This “primitive”
Other would satisfy his/her appetite by ingesting the heritage of the colonizer. Thus, it
marked a regenerative process, breaking with the past, and at the same time, engaging
and playing with European modernist forms. One of the most celebrated stances of the
Manifesto is “tupi or not tupi, that is the question.” 31
27 See Kendahl Radcliffe, Jennifer Scott and Anja Werner’s edition Anywhere but Here: Black Intellectuals
in the Atlantic World and Beyond (2015), a compelling study that brings together scholarship on the cross-
cultural experiences of intellectuals of African descent since the 19th century, while expanding traditional
categories of the Black Atlantic.
28 Mignolo, Local Histories/Colonial Designs, 247.
29 Figueiredo, Conceitos de Cultura, 11
30 Ibid., 15-16.
31 The word “tupi” is a reference to the Tupí indigenous people who inhabited Brazil when Portuguese
colonizers arrived. In Europe, they were frequently identified with cannibalism. For more information on
231
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
As a last example of individual contributions within the first collective project, Livia
Maria de Freitas Reis accounts for the origin of the term “transculturação”
(transculturation), crafted by Cuban anthropologist Fernando Ortiz in his celebrated book
Contrapunteo cubano del azúcar y del tabaco (1940), in which he brings to the fore the
ramifications of the colonial past. Ortiz claims that his neologism encompasses more than
transition from one culture to another; it does not consist merely of acquiring another
culture (acculturation) or of losing or uprooting a previous culture (deculturation). Rather,
it merges these concepts and additionally carries the idea of the subsequent creation of
new cultural phenomena (neoculturation). Likewise, Ortiz refers to the harshest
transculturation in Cuba, that of blacks, who were geographically relocated by force from
Africa; he names them “afro-Cubans,” coining this designation. Latin American scholars
rapidly adopted the concept of transculturation and sometimes used it as a synonym of
“mestiçagem,” a term that is also included in the volume under study. 32 In addition, De
Freitas Reis refers to “transculturação narrativa” (narrative transculturation), a concept
introduced by Uruguayan intellectual Angel Rama to describe the sometimes conflictive
dialogue between modernism and regionalism in Latin American literature.
The second volume, Relações literárias interamericanas: Território e Cultura (2011),
was the result of the two-year project “Território e Cultura” (2006-2008), led by Silvina
Lilliana Carrizo and Jovita Maria Gerheim Noronha, and the organizers of “I Simpósio
Internacional Relações Literárias Interamericanas: Território e Cultura” (Universidade
Federal Fluminense, 2007). The book articulates challenging approaches to contemporary
literature and culture by questioning constructed designs of territory in the Americas, after
decolonization and the Cold War. The twenty essays inscribe new forms of belonging in
continuous shift; neighbourhoods, ethnic communities, urban tribes, regions or virtual
communities are some of the places of enunciation where singular relations are being
interwoven, as possible alternatives to globalization and neo-liberal practices. The literary
and cultural texts studied in this volume mirror the porosity of borders and the constant
flows of Atlantic migration. In this regard, Dilma Castelo Branco investigates the stirring
dialogue between Latin American, Canadian and French writers in 1920s and 1930s Paris
(55-66), and Livia Reis offers an innovative approach to Caribbean and Brazilian
essayists and musicians (95-108). Reis identifies the significance of the plantation as the
locus of a common and reiterated past, beyond nationalism.
The third publication, Entre Traços e rasuras. Intervenções na escrita das Américas
(2013), is the result of a joint project developed around the processes of recuperation,
reconstruction, erasure and invention of memories, as well as the politics and poetics of
memory, social memory and its representation in the artistic and literary discourses. The
volume gathers eighteen articles written by individual group members who, following the
topic of memory as their main thread, approach culture and literature produced in the
continent as “entities in constant fluidity and communication.” 33 Divided into three parts,
“Memórias em deslocamento” (Memories in displacement), “Memórias marginais”
(Marginal memories) and “Gêneros, poéticas e práticas da memória” (Genres, poetics and
practices of memory), the collection encompasses plural visions of texts that are like
palimpsests, each with deeply rooted implications. To unravel their meanings, the authors
argue, it is essential to consider the historical, cultural, geographic and social realities in
the Americas.
the nature of encounters in the Atlantic World and it aftermath see also John K. Thornton, A Cultural
History of the Atlantic World, 1250-1820.
32 Figueiredo, Conceitos de Cultura, 261-288.
33 Coser and Palmero, Entre traços e rasuras, 12.
232
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
The essays collected in the first section delve into the construction of “memories on
the move,” because they take into consideration the cultural dialogue established by
protean migratory movements, including exile and diaspora. Migrant writers in Canada,
Barbadian exiles in New York or descendants of Jews in Brazil are some of the groups
covered. 34 The second part brings to the forefront “subaltern memories,” traditionally
neglected by the official discourse. This section also underscores the role of women in
the preservation and reconstruction of memories, as essayists and intellectuals (Stelamaris
Coser, 121-140) or as novelists who trace the history of slavery in the Americas from
silenced memories (Zilá Bernd, 107-120). The last part focuses on memorialistic genres
and practices, such as autobiographies, diaries, letters and oral testimonies, and their
relevance in the process of “writing the ruins.”
3. Final considerations: translations and new routes
Although there are many other international scholars thinking and writing on inter-
American literary and/or cultural lines, a unique feature of the Brazilian GT under
consideration is their ongoing process of discussion and meeting through annual
workshops and biannual forums, around a specific topic. Their individual and collective
works have contributed to a wider conception of the Atlantic Community in the Americas,
because they bring to the fore encounters and dialogue among Native Americans,
Europeans and Africans. Stemming from the cultural and literary turn in Atlantic studies
as well as from the general critique of old nationalist, insular narratives, they pursue a
decentered approach to the Atlantic in order to build plural communities.
Even though their projects were originally conceived for Brazilian readers, particularly
graduate students and university colleagues, in my opinion it is of the utmost importance
that their collective works be made available in English, French and Spanish. Considering
the general appeal of the topics, the wide-ranging critical theories discussed, and the
variety of literary authors covered, these books deserve to “embark” on new transatlantic
routes in order to continue to enrich the dialogues about literature and culture within
Atlantic Studies. Walter Mignolo once wondered if “thinking, not theories” could travel;
in this particular case, the members of the research group studied are building
transnational hermeneutics well worth the journey. 35 In addition, they are re-thinking
inter-American relations beyond borders and nationalities.
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Coser, Stelamaris and Elena Palmero González. Entre Traços e rasuras. Intervenções na escrita das
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34 Ibid., 8.
35 Mignolo, Local Histories/Colonial Designs, 174.
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1 Véase, Evelyn De Morgan, The Captives (c. 1900-1919). De Morgan Foundation, Londres
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con la penetración de las agresivas estalactitas, que pueden interpretarse como símbolos
fálicos, creando a su vez la impresión de una jaula o celda. Útero o caverna que viene a
significar el nuevo nacimiento, el parto al conocimiento de la verdad y a una nueva vida.
Porque es en el interior de la sacra cavidad, símbolo del sexo femenino, de su capacidad
reproductora y de su poder de perpetuación vital, donde se proyectan los miedos y las
ansiedades masculinas con respecto al género opuesto (Drawmer, 2001:120-121). Sin
embargo, el binarismo y la dualidad son resquebrajados por la artista, pues el espectador
llega a dudar de lo que se supone que debe representar la fragilidad y la belleza (el cuerpo
femenino) y lo que se espera que insinúe dominio y terror (las criaturas). De Morgan los
iguala al mezclarlos en la fusión y cruce de tonalidades y líneas en la composición.
3. Conclusión
Evelyn De Morgan se sirve, pues, del discurso iconográfico de concepciones dualistas
que legitimaban y justificaban el dominio masculino para edificar un alegato feminista y
sororario y reescribir la caverna platónica. Subvierte el sentido de la oposición de lo
material, lo corpóreo, lo sensible, lo mutable, lo femenino (el triángulo compacto de
mujeres) con lo intangible, lo etéreo, lo inmutable, lo masculino (los transparentes
dragones y las fálicas estalactitas): la reclusión, la amenaza, el sufrimiento se perciben
como reales, pero estos no son sino un velo que ciega el alma, el entendimiento y a
voluntad. De ahí la urgencia del levantamiento de la figura femenina central, ajena e
indiferente al ataque de los dos dragones que la rodean, ya que acaba de despertar del
espejismo, consciente al fin de la auténtica verdad para asumir la decisiva misión de
esperanzar y hacer despertar a sus compañeras, encarnando la sonoridad y avanzado hacia
una nueva cultura más feminista y más humana.
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de una mujer a punto de cumplir sesenta años. El lema no haría referencia, entonces, en
este caso, a la longitud de la falda, sino a la edad, y sonaría: «Mi edad NO te dice…».
Que se afirme a ultranza el derecho, como solemos decir, “sobre la propia imagen” no
implica sólo que se pueda prohibir tal o cual imagen, o una malversación, abuso, etc., de
imágenes (es una cuestión decisiva en la deontología periodística), sino que un@ tiene
derecho a mostrar su cuerpo en tanto cuerpo de imagen sin tener que exponerse por ello
a inferencias sordas. Por más que resulte inevitable que éstas se produzcan, la educación
de cara al cuerpo-de-imagen debe favorecer la lucidez de su derecho en mí y en otr@s,
desde luego.
Esta exigencia de escuchar nos conduce a Lévinas (Lévinas, 1977), desde luego, pero
también a Benhabib (2007), quien se ha esforzado en articular una ética radicalmente
comunicativa, en buena medida tomando como base el desafío feminista, mientras que
del mismo modo que no debe suplantarse el Nosotr@s por un Yo, ni al Hombre en general
por el varón blanco, etc., así, tampoco debería suplantarse el cuerpo vivido, que debe ser
escuchado (a fin de cuentas, hay alguien ahí), por un cuerpo-de-imagen.
El desafío, sin embargo, es enorme puesto que el cuerpo femenino (todos los cuerpos,
pero en especial el de la mujer) ha entrado de lleno, en el hipercapitalismo avanzado, en
una maquinaria publicitaria en la que el cuerpo-de-imagen funciona con un extraordinario
rendimiento.
4. Corsés por doquier
En este sentido, nuestra relación con nuestro cuerpo-de-imagen no plantea un desafío
únicamente de cara al empoderamiento del mismo por un ser personal que debe ser
escuchado por Otr@s concret@s, sino que debe alcanzar su propia autonomía respecto al
Imaginario que el sistema cultural proyecta de los cuerpos “apropiados” bajo la
modalidad, por ejemplo, del ir a la moda. También en este caso el empoderamiento debe
realizarse frente a la dictadura de la moda, que sueña con la pérdida de autonomía y casi
robotización de sus usuari@s. “Mi cuerpo es mío”, como rezaba un conocido eslogan hace
algunos años, se torna más ambiguo cuando se trata del cuerpo de imagen, pues éste es,
como decía antes, en cierto modo compartido, quedando encubierta mi ausencia de
autonomía frente a la norma de lo “apropiado”. Comienzo a verme como se me ve o, para
ser más precisa, como creo que se me va a ver. También la mirada del/de la Otr@ puede
quedar impregnada de mi creencia acerca del modo en que creo que se me ve. Y una vez
más, es el sistema estándar cultural el que propone o impone su carácter mediador, o
mediatizador, entre mí y mi cuerpo de imagen, entre la mirada concreta del/de la Otr@ y
su mirada, de entrada, también estereotipada. De este modo, mucho más profundo que el
corsé de nuestras abuelas, que forzaban un cierto aspecto y proporciones, en general (y
éste es el asunto filosófico decisivo), el corsé por antonomasia es el de la Imagen del
cuerpo cuando esta Imagen se torna conformadora y deformadora de los cuerpos… y
sobre todo, acaba por olvidar los cuerpos allí donde estos, por más que se den a ver, sin
embargo, poseen su propia verdad más acá de lo que los hace ser visibles, expuestos a la
mirada de Otr@s (y lo que es más decisivo) y a modelos y estereotipos claramente, en
muchos casos, heteropatriarcales.
La distinción entre cuerpos empoderados y cuerpos apropiados parece necesaria, en la
medida en que los primeros lleguen a ser lúcidos respecto a su imagen, mientras que éstos
se encuentran expuestos a su apropiación en el imaginario social y de Otr@s. Si bien el
empoderamiento y la apropiación son posibilidades que compartimos tod@s, sin
embargo, no cabe duda de que la mujer vive hoy con mucha más frecuencia, ansiedad y
dramatismo la exigencia de ese empoderamiento respecto a su cuerpo de imagen. Sólo si
la cultura contemporánea se sensibiliza respecto a la interioridad de la Vida (Henry) y el
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legitimadas por el entorno social. Se realizan en la vida cotidiana. Según Bonino (2004),
son pequeños, casi imperceptibles controles y abusos de poder cuasinormalizados que los
varones ejecutan permanentemente. Dada su invisibilidad se ejercen con total impunidad.
El problema de los micromachismos reside en la dificultad para denunciarlos, ya que tanto
la persona que los ejerce como quien los sufre no son conscientes, en ocasiones, de estos
abusos (Gordillo y Gómez, 2011). Los micromachismos están en la base y son el caldo
de cultivo de las demás formas de violencia de género (maltrato psicológico, emocional,
físico, sexual y económico) y son las “armas” masculinas más utilizadas con las que se
intenta imponer el propio punto de vista o razón. El autor establece una tipología de los
micromachismos:
1) Coercitivos: el hombre usa la fuerza moral, psíquica, económica o de su
personalidad, para intentar doblegar a las mujeres.
2) Encubiertos: el hombre oculta su objetivo de dominio. Impiden el pensamiento y
la acción eficaz de la mujer y aprovechan su dependencia afectiva y su
pensamiento “confiado”, provocando en ella sentimientos de desvalimiento,
confusión, culpa y dudas descendiendo la autoestima.
3) De crisis: se usan para restablecer el reparto previo y mantener la desigualdad en
momentos de aumento del poder de la mujer.
4) Utilitarios: se aprovechan de las funciones adjudicadas en el reparto de género a
las mujeres y asumidas por estas como propias (capacidad de cuidado y
dedicación). Son estrategias por omisión. Su efectividad radica no en lo que se
hace, sino en lo que se deja de hacer.
3. Sé quién eres, ¿mujeres empoderadas?
Sé quién eres (Mediaset España, 2017) es una serie de ficción española que trata sobre la
desaparición de una estudiante de Derecho, Ana Sauras, sobrina del principal sospechoso,
Juan Elías, quien afirma que sufre amnesia. A partir de esa premisa, la serie desarrolla la
investigación para encontrar a Ana, y cómo se enfrentan los personajes a esta situación.
Para el análisis se ha realizado una ficha de personajes, basada en investigaciones previas
sobre representación de la mujer (Galán Fajardo, 2007), con variables como la edad, clase
social, profesión, orientación sexual, estado civil, características físicas, perfil
psicológico, personalidad, rol, comportamiento, actitud emocional, actitud intelectual o
estereotipos que cumple o no cumple. Por último, se han analizado los micromachismos
representados.
Juan Elías es el protagonista. Abogado de éxito y profesor de Derecho, es un hombre
atractivo física y emocionalmente. Mantiene relaciones con las tres mujeres
protagonistas, lo que denota éxito en el ámbito personal. Es un hombre ambicioso, sin
escrúpulos. Durante toda la serie da muestras de ser una persona manipuladora, capaz de
convencer a cualquiera de lo que él quiera, de ahí también su éxito profesional. Está
casado con Alicia Castro, una jueza con gran prestigio profesional. Al igual que su marido
es una mujer ambiciosa y manipuladora, capaz de hacer cualquier cosa por conseguir sus
objetivos. Es una mujer fuerte, segura de sí misma, con una única debilidad, su marido.
Es una mujer dominante, que siempre toma la iniciativa y que cuenta con una autoridad
moral tanto en su profesión como en su vida personal. Su actitud hace que todos la teman.
Es la esposa y madre que soluciona todos los problemas. Su relación con Juan Elías, más
que un matrimonio, es una relación basada en los objetivos profesionales comunes y en
la búsqueda de un estatus social y económico.
Ana Sauras es la chica desaparecida. Acaba de finalizar sus estudios de Derecho, y
apoya a Juan Elías frente a su padre, Ramón Sauras, ambos enemigos políticos en la
universidad. Tiene un gran futuro profesional. La relación con Elías es una relación de
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obsesión, y utiliza su sexualidad para seducirlo. Al igual que Elías y Alicia, es una chica
ambiciosa, que no duda en utilizar su sexualidad para lograr lo que quiere. Mantiene
relaciones sexuales con su hermanastro, Marc (hijo de su madrastra, Silvia Castro) y su
primo Pol (hijo de Juan y Alicia). Ambos están perdidamente enamorados de ella, y Ana
lo utiliza para sus propósitos. Marc es débil, Pol, tiene contradicciones entre lo que quiere
ser y lo que realmente es. También lo está su amiga Carla, con quien pretendía escaparse
antes de desaparecer, y que acaba suicidándose ante la presión.
Eva Durán es una buena abogada a quien el padre de Ana contrata para participar en
la acusación de Elías. Trabaja en un pequeño bufete con David Vila, un abogado cuya
única virtud es la retórica y las dotes comerciales. Eva tiene un profundo sentido de la
justicia y del trabajo. Mantuvo una relación con Elías durante su etapa universitaria.
Relación que aún no ha superado y que afectará a su trabajo, a pesar de sus esfuerzos para
evitarlo. Se trata de una mujer con las ideas claras, segura de sí misma y buena
profesional. Sin embargo, se deja llevar por sus emociones, ya que al igual que Alicia, su
único punto débil es Juan Elías.
Ramón Sauras es el padre de Ana. Abogado y rector en la universidad, está casado con
Silvia Castro, la hermana de Alicia. Es un hombre déspota, preocupado únicamente por
su hija y por encontrarla antes de que la enfermedad terminal que sufre acabe con su vida.
Mantiene una relación de dominio sobre Silvia, a quien recuerda continuamente que sin
él no tendría donde caerse muerta. Silvia es una mujer sumisa, insegura, débil,
obsesionada con su hermana y con mantener vivo su matrimonio y su estatus:
Marta Hess es la fiscal del caso de Elías. Es una mujer segura de sí misma y tan ambiciosa como
Alicia o Ana. No conoce la ética y hará lo que sea por desarrollar su carrera profesional.
Julieta Elías es la hija pequeña de Juan y Alicia. Es una niña inteligente y madura, mucho más que
algunos personajes adultos de la serie.
Ricardo Heredia es el socio de Elías, amigo leal y fiel que intentará ayudarle. Es ambicioso y poco
ético. Engaña a su mujer con Susana, una abogada de su bufete.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
renuncian a ellas mismas y a sus convicciones por un hombre. Los personajes masculinos
son conscientes de ello y ejercen esa violencia simbólica. La manipulación es la actitud
predominante (coercitivo). A través de sus actuaciones Elías manipula a Alicia, pero
también a Eva y a Ana, a sabiendas de que todas están enamoradas de él; Heredia
manipula a su mujer y a Susana, su amante; Ramón a Silvia, a quien echa en cara su
debilidad, y a Ana, chantajeándola emocionalmente con su enfermedad (de crisis); David
a Mónica, a quien coge y deja cuando le conviene y a Eva, a quien necesita para salvar su
bufete (utilitario). Ellas siempre los perdonan. Las maniobras de explotación emocional
por parte de Elías, sus engaños y la autoindulgencia (encubiertos) aparecen
continuamente.
Esta violencia simbólica deja paso a violencia física. Asistimos, además, a la
justificación de la misma, como la bofetada que Marc le da a Ana cuando ella le dice que
no está enamorada de él, el secuestro de Ana por parte de Elías o el sexo violento entre
Alicia y su marido. El caso más llamativo tal vez sea el personaje de Héctor Castro, padre
de Alicia, quien está en la cárcel por haber matado a su esposa y se justifica diciendo “la
maté porque la quería, ha sido el mayor acto de amor que he cometido” (cap. 5: 28’30”).
El único personaje femenino a quien no manipula ningún hombre es Marta Hesse, la
fiscal. Es presentada como un personaje masculinizado, ambiciosa y segura.
Sin embargo, estas características, que en los personajes masculinos se presentan como
algo positivo, en el caso de Marta, se considera negativo, y es reprobada por todos los
personajes como una mala profesional y una mala persona. Es también significativa la
falta de sororidad en la serie. Todos los personajes femeninos tienen relaciones negativas,
excepto Alicia y su hija Julieta. Las mujeres, lejos de apoyarse y ayudarse mutuamente,
actúan en detrimento del resto de personajes femeninos, a quienes ven como
contrincantes. Son claras las relaciones de odio entre Alicia y Eva, entre Marta y Eva,
entre Alicia y Marta, con continuas actitudes y conversaciones en las que se busca hacer
daño. Es necesario resaltar la relación entre Alicia y su hermana Silvia, una relación de
amor-odio que acaba incluso con el intento de asesinato por parte de Silvia. Por el
contrario, se destaca la amistad y la lealtad masculinas, como vemos en el caso de Heredia
y Elías o de Elías y Pol.
La violencia simbólica también se detecta en las conversaciones. En numerosas
ocasiones los personajes masculinos ridiculizan y desautorizan a los femeninos al hablar
de ellas (encubiertos). En otras, las mujeres dejan clara su posición de debilidad frente a
ellos (encubiertos): “menudo bicho” (el director del hotel de Elías refiriéndose a Alicia.
Cap. 4, 33’38”); “tengo al perfume de Susana entreteniéndolo” (Heredia. Cap. 4, 32’20”);
“yo tenía que hacerla entrar en razón” (Marc refiriéndose a la persecución de Ana. Cap.
5, 14’04”); “me haces sentir más pequeña de lo que soy” (Mónica a David tras sentirse
usada. Cap 7, 9’52”); “cuando te fijabas en alguien se hacía pequeño” (Eva a Elías. Cap.
7, 26’00”); “hay que tener contenta a Alicia hasta que salgas de la cárcel” (Heredia. Cap.
8, 17’46”); “no sé si Ramón quiere que hable contigo” (Sivia a Alicia. Cap. 1, 48’30”);
“le habrás hecho una mamada” (Marta Hesse a Eva Durán. Cap. 1, 35’11”); “cada cosa
que hagáis pasará antes por mí” (Ramón a Silvia. Cap. 3, 35’43”); “de novias todas son
estupendas, luego las metes en casa y se convierten en unas nazis. Mira la mía, una hija
de puta” (Heredia. Cap. 2, 35’09”); “usted es una pija resabiada” (Girald a Marta. Cap. 3,
36’18”); “las mujeres no podéis entender la amistad entre hombres” (Heredia. Cap 8,
16’51”), “la maté porque la quería” (Héctor Castro. Cap. 5, 28’30”).
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4. Conclusiones
Tras el análisis de la ficción Sé quién eres, podemos concluir que en ella se representan
numerosas actitudes micromachistas y de violencia simbólica contra la mujer. A pesar de
que los personajes femeninos rompen con las características tradicionales y se convierten
en protagonistas, son fuertes, poderosas e independientes, sus actitudes acaban mostrando
numerosos estereotipos de género, entre los que destacan la mujer, en posición inferior y
dependiente del hombre, ya que acaban abandonando todo por una figura masculina; la
mujer, incapaz de controlar sus reacciones y emociones; la mujer, como objeto sexual. Se
produce, además, una masculinización de la mujer y se convierten en personajes
negativos precisamente por ello.
Con respecto a los micromachismos, predominan los coercitivos, encubiertos y de
crisis. La serie se centra en la manipulación (coercitivos), la desautorización de la mujer
(coercitivos) También se observa la superioridad moral del hombre, cuya opinión es más
valorada que la de la mujer (coercitivos). Están basados en los papeles tradicionales de
hombres y mujeres en la sociedad patriarcal. Es interesante destacar que hay una falta
importante de sororidad, representándose a la mujer como la eterna enemiga de su género,
normalmente enfrentadas por un hombre, mientras que ellos son leales con sus iguales.
Como también se demuestra en la serie, hay una delgada línea entre la violencia
simbólica y la violencia física, siendo la primera el paso previo para la segunda. Se hace
necesario, por tanto, visibilizar unas prácticas que desprecian el papel de la mujer y frenan
la equidad entre mujeres y hombres. Nos parece especialmente grave el hecho de que se
naturalicen este tipo de comportamientos en las series de ficción, que cuentan con un gran
éxito de público y crítica, y cuyas características narrativas favorecen la identificación de
la audiencia.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
de violencia contra las mujeres como asunto de género nace en el ámbito académico y de
ahí se identifica como causa la desigualdad estructural entre hombres y mujeres (2011:
175). El punto de inflexión en la forma de entender y afrontar este problema se produce
con la Ley Orgánica de 2004. A partir de ahí, el nuevo contexto jurídico contribuyó a un
cambio sustancial en la percepción social de este problema y en el enfoque y cobertura
que consecuentemente de forma paralela empezarían a dar los medios de comunicación
ante ese problema.
Los medios de comunicación y el inicio de su papel activo ante la violencia de género
Existe consenso al señalar la responsabilidad de los medios de comunicación en su papel
como creadores de opinión pública. Efectivamente, los medios de comunicación vienen
funcionando como correa de transmisión del cambio de sensibilidad social y política con
respecto al problema de la violencia de género. De ahí que, como subraya Burch (1999),
si se tiene en cuenta que la comunicación ejerce un poder sustancial en la opinión pública,
se puede considerar que, si se quiere cambiar las relaciones de igualdad o desigualdad de
los géneros, el poder de influir en la opinión pública será un objetivo estratégico.
El origen de esta tendencia de cambio en los medios de comunicación se sitúa en una
iniciativa del Consejo Europeo que se remonta a 1983, según la cual se recomendó a los
medios de comunicación social que adoptaran un papel activo en pro del desarrollo de la
igualdad entre hombres y mujeres. Tras un estudio impulsado por el Consejo Europeo
realizado en los diferentes países, se solicitó a estos que impulsasen investigaciones en
las que se analizara la influencia de los medios de comunicación en la difusión de la
imagen de la mujer (Roveto y Simelio, 2012).
Asimismo, desde la ONU también se promovió un estudio mundial sobre cómo los
medios abordaban la cuestión del género, cuyas conclusiones se presentaron en un
congreso en el que se abordaron las dificultades que desde la profesión se observaban.
Burch (1999) recoge las principales dificultades que se observaron en la consecución de
una menor discriminación por parte de los medios. Entre ellas, se destaca la falta de
reconocimiento de la responsabilidad social por parte de dueños y profesionales de los
medios de comunicación y la perpetuación de valores sexistas en los nuevos medios.
Como colofón de este congreso se propuso la creación de un marco ético global, que
sirviera como marco de actuación para todos los medios de comunicación y profesionales.
Este marco ético propugnaba el principio de la igualdad entre los géneros. Debido a la
influencia que ejercen los medios de comunicación en la configuración de la opinión
pública sobre cuestiones relativas a la violencia de género, desde el ámbito académico se
ha intentado arrojar luz sobre cómo se articula esa influencia. En este sentido son
numerosos los estudios que analizan cómo los medios realizan su cobertura informativa
sobre estos temas con el objeto de determinar si contribuyen o no, y en qué grado, a la
discriminación y la difusión de estereotipos.
Al respecto existe consenso sobre cómo frecuentemente los medios de comunicación
contribuyen a la discriminación y distorsión de la imagen de la mujer. Así lo sugieren
diversos estudios promovidos por colectivos y asociaciones, tal es el caso del Instituto de
la Mujer, que elaboró en 2007 un estudio en el que se observa esa misma discriminación
también en los contenidos audiovisuales. También desde la desde la Federación de
Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) periódicamente se recuerda a los
profesionales el compromiso contra la violencia machista. Desde la FAPE, y coincidiendo
con la jornada mundial contra la violencia de género, se insiste en el papel que pueden
jugar los medios de comunicación en la lucha contra la violencia de género, “no sólo
adoptando protocolos para mejorar las informaciones, sino con una actitud positiva que
haga que, en el día a día, las mujeres sean visibles como parte importante de la sociedad
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
y no sólo como protagonistas de los titulares cuando son víctimas” (FAPE, 2016). Según
el informe Violence and Harassment against Women in the News Media: A Global
Picture, elaborado por International Women’s Media Foundation, al menos un 65% de
las mujeres que trabajan en medios de comunicación han experimentado intimidación,
amenazas o abusos en relación a su trabajo.
El papel de los medios de comunicación en el proceso de sensibilización del problema
que supone la violencia de género ha sido estudiado en profundidad desde el mundo
académico. Aunque en líneas generales se constata un cambio la cobertura de estas
noticias, todavía se observa que la representación, enfoque y tratamiento de las mujeres
en las noticias es frecuentemente estereotipada y que no contribuye a la igualdad de
géneros.
A estas conclusiones llega, por ejemplo, el estudio realizado por Roveto y Simelio
(2012). Este es el caso también del estudio de Marín, Armentia y Caminos (2011) que,
teniendo en cuenta las recomendaciones realizadas por distintos organismos sobre el
tratamiento informativo de las noticias sobre violencia de género, analizan la estrategia
discursiva de los medios de comunicación. Tras examinar la cobertura informativa
realizada por los principales periódicos vascos, concluyen que, a pesar de los cambios en
el tratamiento de las noticias sobre violencia de género, todavía persisten determinadas
rutinas y mala praxis en la cobertura de estas noticias (Marín, Armentia y Caminos, 2011).
La violencia de género y el debate deontológico en los medios de comunicación
En todo ese proceso, los medios de comunicación han dado voz a estos colectivos y han
contribuido al debate social, todo ello generador, a su vez, de un cambio social en el que
se observa una mayor sensibilización hacia estas cuestiones. En todo ese contexto,
también desde el ámbito académico se ha impulsado todo ese movimiento aportando un
marco teórico y una reflexión que ha transcendido su ámbito de acción contribuyendo en
la articulación de políticas públicas. Según el estudio que realizó Gallego sobre el
funcionamiento de las redacciones y la generación de noticias en relación a cuestiones de
género, no se constata una posición generalizada y depende más de la sensibilidad
individual de cada periodista con respecto a los temas de género. En su trabajo, Gallego
establece cuatro grandes bloques de factores que condicionan la representación del género
en la producción informativa. En primer lugar, la organización empresarial incidirá en el
proceso productivo. Asimismo, la cultura periodística de la organización también
condicionará el tratamiento informativo de estas cuestiones. En tercer lugar, el contexto
sociocultural y, por último, la idiosincrasia individual de cada periodista.
Aunque no se observa una postura común en todos los medios de comunicación, ni un
grado de compromiso de sus principios editoriales en la defensa de la igualdad y en contra
de la desigualdad y la discriminación de las mujeres, de forma generalizada puede
afirmarse que existe un compromiso de los medios de comunicación con respecto a estas
cuestiones. Sin embargo, este hecho no es tan reciente. De hecho, sigue habiendo
excepciones, especialmente constatables en los medios de comunicación audiovisuales,
en los que no de forma institucional, pero si a modo de título individual de algunos
periodistas, se constatan reiteradas faltas de respeto que, lejos de contribuir a la
sensibilización de la sociedad, ahondan en estereotipos sexistas que nutren la violencia
contra las mujeres. Ante estos casos, cada vez menos frecuentes, pero si esporádicos, las
empresas de comunicación responden con contundencia. Este fue el caso de Radio
Televisión de Andalucía que, tras el espectáculo machista protagonizado por Juan y
Medio, cuando cortó en directo el vestido de su compañera, Eva Ruiz, tuvo que emitir un
comunicado de rechazo, al tiempo que el Consejo Audiovisual de Andalucía anunciaba
que expedientaba al presentador de la televisión pública regional. Al respecto, ha sido la
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
3. Discusión y conclusiones
Es a partir del caso Ana Orantes (1997), y posteriormente en 2008 con el caso del profesor
Neira, cuando en el mismo seno de los medios de comunicación surge un debate
deontológico sobre el papel de los medios de comunicación en las noticias de violencia
de género. Como consecuencia de estos hechos, los medios de comunicación empiezan a
adoptar una autorregulación que contribuirá a un mayor grado de implicación y
254
EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Podemos establecer como características comunes de este género la invariabilidad de los personajes;
la limitación a periodos de 22 a 24 minutos; una dramaturgia circular; limitaciones de espacio
(mayormente la sala de estar). El medio estilístico fundamental es el diálogo… lo que cuenta es la
situación, la agilidad verbal, la administración de los tiempos. Es significativo que allí donde hay
que situar la “cuarta pared” entre el público y el escenario se halle muchas veces un televisor
imaginario…Su espacio narrativo no es la lejanía, lo extraordinario ni exótico, sino el día a día de
lo cotidiano. En la serie se abren las simas en la proximidad: la amenaza viene del vecino… El hecho
de que los acompañemos durante tanto tiempo, de que estemos tan cerca, nos convierte
innegablemente en cómplices. (Müller:12-13)
Por ello, podemos afirmar que los personajes logran la empatía de las audiencias más
diversas. “a pesar de ser ficción, se trata del género que está más ligado a la realidad,
después de los informativos y los documentales” (Padilla y Requeijo, 2010: 189). Su
lectura es simple dado que los episodios son, en cierta medida, autónomos y los
personajes arquetípicos, predecibles.
La familia de las SitComs de 1950 se mostró idealizada tras la gran Depresión y la
Segunda Guerra Mundial, estas historias muestran el anhelo de recuperar la estabilidad.
La Guerra Fría, por otro lado, introdujo un nuevo conjunto de expectativas sociales: la
familia debía ser un refugio, el consumismo un remanso de placer, gratificaciones contra
el comunismo amenazante.
Los jóvenes de la posguerra ya no creían que todo lo sabía su padre, y tanto las
comedias de situación como los melodramas, comienzan a mostrarlo. A mediados de la
década de los sesentas el colapso de la autoridad se hace inminente.
Las mujeres jóvenes se convirtieron en audiencia deseable, no como esposas y madres,
sino como estudiantes universitarias y profesionistas. La nueva mujer veía en los seriales
a sus madres que se convirtieron en modelos a evitar. En esta década, las mujeres tenían
opciones económicas distintas al matrimonio, y el estilo de vida de los solteros se volvió
aspiracional. Surgieron nuevas propuestas de asociación familiar: compañeros por
voluntad y sin acreditación legal, amigos o compañeros de trabajo, ejemplo de ellos son
series como Friends o Big Bang Theory.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Pero el análisis de las series de televisión realizado por Chesebro (1991), concluyó que
los valores preponderantes desde los setenta hasta comienzos de los noventa fueron: la
individualidad, el idealismo y la autoridad. A pesar de que el rol femenino ha presentado
cambios, la SitCom es una discurso que representa los valores tradicionales Spangler
(2003): la ficción televisiva remarca el papel de la mujer en cada época : “la evolución de
la imagen de la mujer en la televisión ha sido paralela al propio cambio de las mujeres en
la sociedad estadounidense. Sin embargo, remarca cómo la ficción televisiva ha
caracterizado a las protagonistas de las comedias de situación utilizando los estereotipos
femeninos dominantes de cada momento histórico”.
Familias “Modernas”
A pesar de que series como Modern Family son consideradas trasgresoras, las historias
giran en torno al patriarca (caucásico, heterosexual, norteamericano) y es la exesposa,
mujer liberal de los sesenta, el personaje más castigado, una especie de excluida por su
conducta rebelde. El tema que abordaremos es el conflicto de la madre en The Middle,
quien se debate entre dos formas de ser pertenecen al “ideario romántico tradicional …
prototipos de mujer que, sin renunciar a la posibilidad amorosa, tampoco renuncian a la
realización profesional” (Medina, Aran, Munté y Rodrigo, 2011:9); lo que se corresponde
con el estudio sobre los roles sociales de Lauzen (2008) quien señala que los personajes
femeninos siguen representando el arquetipo de la nutridora, emanado de la Gran Madre
junguiana; la nutridora, personajes de mayor inteligencia emocional que tienden a
proteger y mediar en la interacción social.
El arquetipo del nurtridor también conocido como el santo o santa, el padre o madre, está motivado
por su necesidad de proteger y cuidar a los demás, y su peor temor es el egoísmo y la ingratitud que
no reconozca sus sacrificios. Del lado positivo, los cuidadores son compasivos, generosos y fuertes.
En lo negativo, son masoquistas, manipuladores y codependientes 2(Ffion Lindsay, 2005: 48)
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4 Hipervínculos a Youtube
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4. Insistencia abusiva “ganar por Axel siempre se sale con la suya y Mike cuando
cansancio” algo no le parece se caya e ignora a su interlocutor.
5. Apelación a la “superioridad” de la
De los padres al emponderar a Axel
“lógica” varonil
6. Toma o abandono repentinos del mando Mike deja las decisiones importantes a Frankie,
de la situación Axel a Sue.
1. Abuso de la capacidad femenina de Frankie cuida de la familia de Mike, ellos apenas se
cuidado comunican.
1.1. Maternalización de la mujer. Frankie se hace cargo de sus tías s y de su mamá.
1.3 Requerimientos abusivos solapados. Frankie en toda la serie está revisando su conducta
2.1 Creación de falta de intimidad Toda a fmilia lo presenta.
Mike es brutalmente honesto. Le incomoda hablar
2.1.2 Silencio. de sentimientos; antisocial como Brick que se habla
a sí mismo como síntoma de alienación emocional.
2.1.3 Avaricia de reconocimiento y
Reconocimiento
disponibilidad.
2.2 Seudointimidad Seudointimidad
Descalificaciones y desautorizaciones hacia Sue y
2.2.1 Comunicación defensiva-ofensiva.
Encubiertos o indirectos
Frankie.
2.2.2 Engaños y mentiras. Frankie miente constantemente
Mike señala la locura de su mujer. Axl
3. Desautorización.
menosprecia a los demás.
3.1 Descalificaciones Todos
3.2 Autoalabanzas y autoadjudicaciones Autoalabanzas
3.3 Manipulación emocional Manipulación
3.4 Culpabilización-Inocentización. Nunca es mi error: es la frase de Axl.
Axel es quien mejor ejemplifica este M 5 manipula
3.5 Dobles mensajes afectivos.
a su hermana y a su madre. Frankie, a todos.
3.6 Enfurruñamiento. Todos
4.Autoindulgencia y autojustificación. Todos
4.1 Hacerse el tonto Todos
Todos olvidan cumpleaños, aniversarios y
compromisos incómodos Todos olvidan
4.2 Impericias y olvidos selectivos.
cumpleaños, aniversarios y compromisos
incómodos
https://www.youtube.com/watch?v=8SvGYRVakZ
4.3 Comparaciones ventajosas.
w
4.4 Seudoimplicación doméstica.
Mike
4.5 Minusvaloración de los propios errores.
https://www.youtube.com/watch?v=ho7n4EiHUL8
La serie no aborda problemas políticos, de género o
De Crisis
5 Abv. Micromachismo
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
II.2 Hipótesis 2 Por debajo de la serie se esconden las funciones del cuento tradicional
que ratifica la escencia de la ideología conservadora
Vladimir Propp en La morfología del cuento analizó los cuentos populares hasta
encontrar una serie de puntos recurrentes que creaban una estructura constante. Es lo que
se conoce como “las funciones de Propp”. Nuestra serie se sustente sobre ellas, ratificando
su estructura tradicional fincada en los valores falocéntricos dominantes.
II.2.1 Matriz de análisis de las funciones del cuento de Vladimir Propp
01) Alejamiento de uno de los miembros de la familia. Axel va a la universidad, Sue lo hará después (T5e1) 6 (T7e1)
7) Complicidad involuntaria del oponente. Axel le ayuda a Sue a conocer estudiantes (T7e9)
11) Partida. El héroe se marcha. Sue pierde su beca (T7e9)
15) El héroe es conducido a otro reino, donde se halla el objeto de su búsqueda. Mike vende su negocio para pagarle la
universidad de Sue quien “Logra su atención” y eventualmente autoconfianza, reconocimiento académico y relaciones
amorosas, amistades (T8, 9,10)
02) Recae una prohibición sobre el héroe. Pierde la beca (T8e2)
03) Trasgresión. La prohibición es desobedecida. Mike vende su negocio (T8e2)
04) El antagonista entra en contacto con el héroe. Axel y Sue viven juntos de nuevo y éste replica las conductas micromachistas
(T9)
05) El antagonista recibe información sobre la víctima. Sean le confiesa a Axel que está enamorado de Sue (T8 e19)
12) El donante somete al héroe a una prueba que le prepara para la recepción de una ayuda mágica. Sean y Sue se besan, beso
mágico que hace evidente su amor (T9 e11)
06) El antagonista engaña al héroe para apoderarse de él o de sus bienes. Sean va a ver a Sue pero Axel le dice erróneamente
que está saliendo con otra persona, “desestima” la declaración de Sean “Creí que estabas borracho”. Por otro lado, Brick
encuentra unas flores de Sean para Sue y se las roba para dárselas a su novia. Axel y Brick no son realmente un antagonista,
pero representa a la cultura masculina que desestima a la mujer. Sean le llevaba de regalo una bola de cristal navideña,
misma que tira a la basura al no tener éxito. (T8 e19)
21) El héroe es perseguido. Sue intenta aclarar el error, pero una nueva confusión aleja a la pareja. (T9)
22) El héroe es auxiliado. El papá de Sue paga su beca, su hermano le da asilo cuando pierde la casa, etc.
14) Regalo. El héroe recibe un objeto mágico. Ella encuentra la bola de cristal en la basura y la guarda sin saber que era de
Sean. (T8 e19)
13) El héroe supera o falla la prueba. Sue acepta casarse con Sean cuando vuelva de Ghana en 3 meses
16) El héroe y su antagonista se enfrentan en combate directo. En el episodio final los hermanos discuten Sue establece que ella
es la de en medio y es el mejor lugar de todos.
17) El héroe queda marcado. El beso deja una huella indeleble
09) La fechoría es hecha pública, se le formula al héroe una petición u orden, se le permite o se le obliga a marchar. El romance
sale a la luz cuando Sean alcanza a la familia en su viaje, aclaran de una vez por todas todos los equívocos se declara a Sue
y partirá para Ghana (T9e 23)
10) El héroe decide partir. Sue se queda a esperar a Sean (T9e 23)
18) Victoria. El héroe derrota al antagonista. Sue aclara todos los malos entendidos (T9e 23)
19) Enmienda. La fechoría inicial es reparada. Sue sabe que Sean le dejó regalos y flores y que siempre la ha querido. (T9e 23)
20) Regreso. El héroe vuelve a casa y se celebra la boda. Se celebra la boda. El padre Tom Tom oficia y canta Happy Endings.
(T9e 23)
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Sabemos por la narración final de Frankie el destino de sus hijos. Axl se torna un hombre
de trabajo maduro con tres niños exactamente como él: exigentes y vagos. Brick se
convierte en escritor famoso con una serie de libros que presenta las aventuras de un niño
que es absorbido por una máquina de microfichas. Sue se casa con Sean, pero entre su
trabajo, rupturas y reconciliaciones constantes, parece seguir, atrapada en el medio.
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
Si en espectáculo cortesano todos los ejecutantes están encerrados bajo la mirada bajo la mirada del
príncipe soberano, en el espectáculo público se invierte la dirección de la mirada, pues ahora los
vigilantes son múltiples y plurales, estando abierta la participación para que todos sean libres de
entrar a mirar si así lo desean. (Gil Calvo, 2000).
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EL MUNDO A TRAVÉS DE LAS PALABRAS: LENGUAJE, GÉNERO Y COMUNICACIÓN
biológicos, sino a una elaboración cultural y social que alimenta un sistema prefabricado
de géneros antagónicos. Dado que esta estructura de ingeniería social contiene la cultura
oficial en torno a un sistema de oposiciones homólogas, en las próximas páginas
revisaremos las relaciones entre tres binomios interdependientes: “visibilidad” versus
“invisibilidad”; “sujeto activo” vs. “sujeto pasivo”; “vigilancia-control” vs. “asimilación-
sumisión”.
2. “Visibilidad” versus “invisibilidad”
La asimetría en la conquista de la arena pública conlleva una serie de consecuencias.
Dado que todas las actividades humanas son reducibles a la oposición entre sexos, no
existen imágenes referenciales de las féminas asociadas al trabajo profesional. Las
mujeres “no pudieron construirse una imagen laboral propia que representar” (Gil Calvo,
2000. pp. 156-157) por lo que, para abrirse camino en el mundo profesional, se vieron
obligadas a adoptar una máscara aceptada por el público, esto es, se “masculinizan” como
estrategia para mantenerse en un terreno propio de los hombres (Rivière, 1929). De este
modo, se apropian de características atribuidas tradicionalmente al género -que no al
sexo- masculino.
De esta carencia de imaginario referencial de lo femenino asociado al trabajo
profesionalizado emanan otras lecturas: En primer lugar, la visibilidad de la mujer, esto
es su representación pública, aparecerá ligada a los estereotipos de madre, cuidadora y,
en definitiva, al trabajo invisible. Si esta pertenece a la clase trabajadora, se ocupará de
las labores más humildes, mientras que, si forma parte de la burguesía, cuidará de su única
carta de presentación posible, su físico. Así, cuando la mujer salta a la esfera pública es
valorada por los atributos que, proverbialmente, se asocian a la feminidad: su aspecto
físico, su capacidad reproductiva maternal y cómo cuida de su casa. Su presentación en
público aparece, asimismo, lastrada dado que está desprovista del margen de maniobra
que sí posee el hombre quien, al poder acceder a ambas esferas, es capaz de separar su
vida profesional de la doméstica, protegiendo su yo más íntimo ante la exigente mirada
del público.
Por otra parte, el hecho de que se le adjudiquen los trabajos del hogar posee otras
connotaciones: estos son privados, ocultos y, en ocasiones, vergonzosos, como el cuidado
de los niños y de los animales, y, de las pocas tareas exteriores que les son asignadas, les
corresponden las más monótonas y los más humildes. (Bourdieu, 2007, p.21). De esta
suerte, mientras que el “trabajo profesional” se equipara a “empleo”, los “quehaceres
domésticos” no se consideran productivos, lo que confiere desprestigio a esas faenas y
crea desigualdades en los estímulos económicos que se obtienen
3. “Sujeto activo” vs. “sujeto pasivo”: La jerarquía de la mirada
Desde puntos de vista cultural, historiográfico y social, la mujer “ha sido definida” a lo
largo de la historia respecto a algo: como madre, esposa, hija, hermana. Dado que no
existe ningún tipo de correlación que identifique “mujer” con “sujeto”, esta es
considerada como objeto dependiente, pasivo y cuya razón de ser y tareas tienen sentido
sólo en la medida en que sirven de complemento a ese personaje principal de la narración
cotidiana, esto es, el varón. La figura femenina se constituye en “lo Otro”, frente a “lo
Uno” (Beauvoir, 1969).
La mujer nace, por tanto, anclada, destinada a no poseer una historia o narración
propia, debido a una creación cultural que hunde sus raíces en un patriarcado añejo y se
reafirma, generación tras generación, gracias al mantenimiento del esquema impositivo
androcéntrico. Los hombres constituyen la norma de referencia y las mujeres deben
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Delgado, 2010; Escudero, Polo, López y Aguilar, 2005; Ferreira, 1992; Lorente 2006;
Walker, 2009). A partir de los indicadores mencionados se elaboró la Escala de Violencia
de Género Percibida en la Pareja (Delgado, 2014). Ésta evalúa dos dimensiones de la
violencia psicológica, dominación hostil y dominación posesivo-controladora. Los ítems
que la constituyen se pueden agrupar en cuatro factores: a) celos y descalificación b)
amenazas, agresividad y sumisión c) control posesivo y d) manipulación emocional y
presión sexual. La escala está formada por 22 ítems en formato de respuesta tipo Likert.
Esta escala excluye la violencia física explícita de su valoración, ya que el objetivo de la
misma es la medición de violencia naturalizada en las relaciones de pareja,
concretamente, en las parejas jóvenes heterosexuales. Además, se centra en la violencia
ejercida unidireccionalmente de hombres hacia mujeres, ya que constituye uno de los
problemas sociales más importantes en la actualidad.
La Escala de Micromachismos (Ferrer et al., 2008) está formada por 25 ítems
referentes a la categorización que Bonino (1995, 1996, 2005) hace de los
micromachismos (Ver Tabla 1). Estos ítems se pueden agrupar en cinco factores en
función de la finalidad de los mismos. El factor 1 hace referencia a la actitud hacia la
invasión de espacios físicos y simbólicos, en este se reúnen 10 ítems: dos coercitivos
(ítems 6 y 10), dos de crisis (ítems 23 y 24) y otros seis encubiertos (ítems 15, 17, 18, 19,
20 y 21). El factor 2 evalúa la actitud hacia la generación de inseguridad y temor por el
varón y consta de 5 ítems: dos coercitivos (1 y 4) y tres encubiertos (5, 13 y 14). El factor
3 mide la actitud hacia la relegación de la mujer al rol femenino tradicional e incluye 4
ítems: uno encubierto (ítem 16) y tres utilitarios (11, 12 y 21). El factor 4 valora la actitud
hacia la realización de maniobras de control del varón sobre la mujer, consta de 3 ítems:
uno coercitivo (ítem 7) y dos encubiertos (ítems 8 y 9). Por último, el factor 5 evalúa la
actitud hacia la realización de maniobras de infravaloración del varón hacia la mujer y
está formado por 3 ítems: dos coercitivos (2 y 3) y uno de crisis (ítem 25). El formato de
respuesta es tipo Likert donde 1 indica que nunca es adecuado ese comportamiento y 5
que siempre es adecuado, con lo cual una mayor puntuación supone una mayor aceptación
de este tipo de comportamientos.
Tabla 1. Descripción de los micromachismos evaluados con cada ítem de la Escala de
Micromachismos (Ferrer et al., 2008: 345).
Tipo de
Ítem Factores
micromachismo
1) Atemorizarla mediante el tono de voz, la mirada o
Intimidación Coercitivo
los gestos
Toma repentina del
2) Tomar decisiones importantes sin contar con ella Coercitivo
mando
Toma repentina del
3) Anular las decisiones que ella ha tomado Coercitivo
mando
Toma repentina del
4) No respetar sus opiniones o derechos Coercitivo
mando
Creación de falta de
5) No respetar sus sentimientos Encubierto
intimidad
6) Obtener lo que se quiere de ella por cansancio,
Insistencia abusiva Coercitivo
“ganarle por agotamiento”
7) Controlar su dinero o sus gastos Control del dinero Coercitivo
8) Controlar sus horarios, sus citas o sus actividades Hipercontrol Encubierto
9) Poner pegas a que salga o se relacione con su
Hipercontrol Encubierto
familia o amistades
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simbólica legitimadas por el entorno social que no impone sus argumentos por la fuerza,
sino a través de la naturalización de los mismos (Lorente, 2009).
Dada la novedad del término en contextos académicos -a pesar de su extensión en
contextos informales- y la escasez de instrumentos de medida, en el presente trabajo se
propuso como objetivo una revisión de la literatura de los últimos años sobre actitudes
sexistas que permitiera contextualizar teóricamente el término, así como una revisión de
instrumentos de medida existentes en esta materia. Una de las medidas más referenciadas
para población hispanohablante es la Escala de Micromachismo (Ferrer et al., 2008)
basada en la clasificación de micromachismos descritos por Bonino (1996).
Sin restar valor a la utilidad del instrumento, se hace pertinente una revisión crítica del
mismo. Ante la ausencia de otros instrumentos estandarizados que midan específicamente
micromachismos, es importante considerar su adecuación teórica (en comparación con
otros modelos bien consolidados) y empírica (en comparación con otras escalas y
cuestionarios).
Los factores de la escala que evalúan la actitud hacia la invasión de espacios físicos y
simbólicos (factor 1), hacia la generación de inseguridad y temor por el varón (factor 2),
hacia la realización de maniobras de control del varón sobre la mujer (factor 4) y la actitud
hacia la realización de maniobras de infravaloración del varón hacia la mujer (factor 5)
coinciden con la definición de O’Leary (1999) de violencia psicológica. Estos ítems
podrían evaluarse en su totalidad con la escala SOPAS de abuso psicológico sutil, siendo
ésta más minuciosa.
Por otro lado, se produce cierta ambigüedad de algunos ítems de la Escala de
Micromachismo. El más destacado es el producido en el ítem 4, No respetar sus opiniones
o derechos. En este punto se hacen dos cuestiones en un mismo ítem, ya que opiniones y
derechos no son sinónimos. La respuesta al ítem 4 aportará una información vacía, dando
lugar a error si se hacen inferencias a partir de una respuesta inespecífica. Otros ítems que
necesitarían ser contextualizados o aclarados con la aportación de ejemplos son los ítems
5 y 14. La redacción de los mismos puede inducir a error o a la comprensión a medias de
la información que se quiere transmitir. En el caso del ítem 5 (no respetar sus
sentimientos), como múltiples estudios han corroborado, las mujeres tienden a minimizar
la violencia que sufren (Lorente, 2006; González y Santana, 2001; Moral de la Rubia,
López-Rosales, Díaz-Loving y Cienfuegos, 2011; Roca y Masip, 2011; Walker, 2009),
con lo que, incluir un ejemplo en este ítem ayudaría a que las participantes que sufran
este tipo de comportamientos no se sintieran identificadas y no pudieran identificar este
tipo de conducta en su relación de pareja. Con respecto al ítem 14 (enfadarse o hacer
comentarios bruscos o agresivos por sorpresa y sin que se sepa la razón) es necesario
indicar que las mujeres que puedan estar padeciendo violencia de género en su relación,
a menudo, no contemplarán que su pareja se enfade sin razón ya que se atribuirán a sí
mismas la responsabilidad de dicho enfado. Un sentimiento de culpa excesivo está
normalmente asociado al género femenino (Bosch y Ferrer, 2013) agravándose este afecto
negativo en los casos de violencia de género (Echeburúa, Corral y Amor, 2001). Sería
conveniente redactar ítems que no den lugar a interpretaciones subjetivas de una
situación, ya que una mujer víctima de este tipo de comportamientos podría indicar en la
escala con respecto al ítem 14 que esta conducta nunca es adecuada, aunque la esté
sufriendo en su relación, con lo cual no quedará reflejada en el test la realidad que está
viviendo esta participante.
El factor 3 (relegación de la mujer al rol femenino tradicional) está formado por 4
ítems y hace referencia a la dimensión de sexismo benevolente en el Inventario de
Sexismo Ambivalente (Ambivalent Sexism Inventory-ASI; Glick y Fiske, 1996). Según la
categorización de Bonino pertenecerían 3 de ellos a la clasificación de micromachismos
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algunos casos, microviolencias, se trata de un concepto más general que abarca más
ámbitos que el de relaciones de pareja (e.g., Benalcázar-Luna y Venegas, 2015; Gordillo
y Gómez Jarava, 2011). Finalmente, el riesgo de emplear “micro” como parte del
concepto es que puede inducir a infravalorar sus consecuencias. Éstas pueden parecer al
principio no dañinas, incluso parecen formar parte de las vivencias de roles y de la
identidad de género. Sin embargo, pueden llegar a tener un poder devastador,
especialmente por su reiteración a través del tiempo.
5. Conclusiones
El objetivo del presente trabajo fue comprobar la adecuación conceptual y empírica de la
Escala de Micromachismo (Ferrer et al., 2008). Para ello se llevó a cabo la revisión de
teorías como la Orientación a la Dominancia Social (Sidanius y Pratto, 1999), el Sexismo
Ambivalente (Glick y Fiske, 1996, 1999), el Neosexismo (Tougas et al., 1995), el
Micromachismo (Bonino, 1996, 1999, 2005) y la definición de violencia psicológica de
O’Leary (1999). Adicionalmente se realizó un análisis de los instrumentos de medida que
se consideraron pertinentes para el estudio, tales como la Escala de Abuso Psicológico y
Sutil a las Mujeres (Subtle and Overt Psychological Abuse of Women Scale-SOPAS;
Marshall, 2000), el Inventario de Sexismo Ambivalente (Ambivalent Sexism Inventory-
ASI; Glick y Fiske, 1996), la Escala de Orientación a la Dominancia Social (Pratto et al.,
1994), la Escala de Neosexismo (Tougas et al., 1995) y por último la Escala de Violencia
Percibida en la Pareja (Delgado, 2014). La validez de constructo establece si la definición
operacional de una variable refleja realmente el significado teórico de un concepto. El
principal problema de esta escala es su validez de constructo ya que en ella no queda
reflejado el significado de Micromachismo, una prueba de ello es la agrupación factorial
de sus ítems que no se corresponde con la categorización que hace Luis Bonino de los
micromachismos.
Un aspecto innovador que el concepto de Micromachismo señala según Bonino, sería
tener en cuenta la intensidad o el carácter imperceptible de este tipo de conductas, no
obstante, el abuso psicológico sutil ya lo tiene en cuenta. Se cuestiona, pues, la “novedad”
de esta categoría de conductas, ya que muchas quedan señaladas en las teorías antes
nombradas. Además, la escala no se centra en dicho carácter imperceptible ni siquiera en
la redacción de sus ítems. Resulta obvio que la intimidación reflejada en el ítem número
1 como “Atemorizarla mediante el tono de voz, la mirada o los gestos” no pasa
desapercibida. Así, pues, este ítem no estaría haciendo referencia a un comportamiento
casi imperceptible si no a la violencia psicológica propiamente dicha.
Finalmente, la Escala de Micromachismo, en su intento por agrupar distintos tipos de
violencia, no es una medida adecuada para representar el nivel de micromachismo que se
puede dar en una pareja heterosexual y en otros contextos y espacios no necesariamente
vinculados al ámbito de pareja. Se torna ineludible una revisión crítica del propio
concepto de Micromachismo en futuras investigaciones además de la construcción y
validación de un instrumento de medida que pueda agrupar los distintos tipos de violencia
que existen contra la mujer.
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portrayed the perpetrators of violence against women and what stereotypes about
masculinity the campaigns intended to combat.
2. The role of governmental campaigns in the prevention of male violence on
women as a “social problem”
Male violence against women has recently entered the public agenda of an increasing
number of national governments, which nowadays classify the phenomenon in terms of
“social problem”. Referring to the symbolic interactionist model by Blumer (1971),
Hilgartner and Bosk (1988) claimed that social problems should be considered as
“products of a process of collective definition” (Hilgartner and Bosk, 1988: 53) rather
than as “objective and identifiable societal conditions that have intrinsically harmful
effects” (ibidem). Different actors compete in the public arena not only to make the
problem enter the public agenda by competing for “space” into the public discourse but
also to draw attention to a specific definition of the problem rather than to a different one.
Communication campaigns implemented by national governments as “claim-
makers” (Loseke, 1999) serve these purposes by a) framing a phenomenon as a “social
problem”, b) proposing specific definitions of the problem, c) identifying prospective
recipients of the proposed definitions and d) providing recipients with subsequent
solutions to tackle the problem. As discussed elsewhere (Polizzi and Oliveri, 2015), this
is happening in the field of male violence against women, too. As a consequence, more
and more governments have started using strategies and techniques of social marketing
(Kotler and Roberto, 1989) in order to implement public campaigns that aim to be
effective. As with other fields of social marketing, a governmental communication
campaign or a single advertisement in the field of male violence prevention may aim at
six different types of communication objectives (Lavidge and Steiner, 1961; Kotler,
1967):
a) cognitive objectives, such as a.1) raising awareness towards the existence of
male violence as a social problem, and a.2) spreading specific knowledge about
the recognition signals for different types of male violence (e.g. physical,
psychological or sexual violence);
b) affective objectives, such as b.1) fostering dislike of ideas and behaviour which
national governments as communicators labelled as “harmful” to women’s
human rights, and b.2) fostering preference towards ideas and behaviour which
the communicators consider “socially responsible” rather than ideas and
behaviour which are considered “harmful”;
c) conative objectives, such as c.1) raising conviction towards the adoption of ideas
or behaviour the communicator frames as “positive” as well as raising conviction
against the maintenance of ideas or behaviour framed as “negative”, and c.2)
fostering purchase. In the field of social problems, the term “purchase” refers to
the stable adoption of new ideas or behaviour framed as “positive” along with
the phasing-out of those labelled as “negative”.
Traditional target populations addressed by governmental campaigns against violence on
women are the victims, but more and more countries have started paying attention to
different segments of population such as the male perpetrators of violent acts (Flood,
2011), as well as witnesses, local community and educators (e.g. parents, teachers, etc.).
As with any other type of social campaign, governmental campaigns against
violence on women may use a wide range of communication channels, such as paper
media, radio, television, websites and social media, depending on the media coverage and
the type of communication goal they aim to achieve. For example, television covers wider
sections of the population in comparison to other media. In addition, due to their short
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different types of male violence. As to other communication objectives, the Italian and
Spanish campaigns share knowing the Government helpline service – i.e. a cognitive
objective – and using it – i.e. a conative objective – as the most frequent. A relevant
difference deals with the emotional dimension of communication – i.e. the affective
objectives –, which the Italian campaigns seem to neglect, whereas the Spanish seem to
emphasise by means of a different way to represent victims and perpetrators as well as
their violent relationships.
In this regard, looking at the adverts’ target audiences, female victims of violence,
followed by witnesses in fewer cases, are the prevalent recipients of the Italian adverts.
In line with the starting hypotheses, the Italian Government’s adverts portray female
victims as an undifferentiated group and hardly ever speak to perpetrators. A different
strategy has been chosen by the Spanish Government, which aims to reach two additional
target groups, i.e. witnesses, portrayed as fundamental support for victims, as well as
perpetrators, whose socio-demographic characteristics in terms of age and relationship
with the victim are clearly portrayed.
Focusing on the modes of representation of male perpetrators, textual analysis
highlights differences between the two Governments’ adverts. Whereas the Spanish
campaigns show the perpetrator in the foreground with his face, voice, hands as well as
his whole body acting against his victim, the Italian campaigns almost never show the
perpetrator or, in case he is shown, images of his shoulders or his blurred silhouette are
prevalent. These differences between the communication strategies of the two
Governments affect the representation of violent acts, too, since the Italian campaigns
tell about the violent relationship between perpetrator and victim, as well as about the
consequences of violence, but they almost never show violent acts as while these acts are
occurring. In contrast, the Spanish adverts show male violence acts at the exact moment
when they are occurring, along with the consequences of violence.
Looking at the frames of male violence adopted by the two Governments, the Italian
campaigns define the issue as a “female problem” more than a “societal problem”, and
implicitly portray the victim as the only person who can tackle it. In line with this frame,
the Italian campaigns seem to fight stereotypes such as the beliefs that male violence is
not a crime and a woman has the duty to stay with her man despite being abused by him.
Differently from the Italian, the Spanish campaigns define more frequently male violence
as a “societal problem”, as it is evident from the slogan “Si la maltratas a ella, me
maltratas a mí” (“If you abuse her, you abuse me”) adopted by some of the most popular
adverts. As a consequence, the Spanish campaigns frequently encourage people close to
the victim as well as ordinary people to take action against violence by supporting the
victim first-hand or seeking external help. In addition, the Spanish campaigns seem to
fight subtle stereotypes such as that violent men are masculine, and their behaviour will
not be punished by society. In line with this frame, the Spanish campaigns clearly seem
to foster a cultural shift towards new beliefs and behaviour, such as the idea that habitual
offenders do not deserve to be considered part of the society, and the subsequent action
of social expulsion of the perpetrators that slogans such as “Saca tarjeta roja al
maltratador” (“Give a red card to the abuser”) encourage witnesses and ordinary people
to do.
5. Conclusions
Textual analysis of the Italian and Spanish Governments’ public service adverts broadcast
on television showed noticeable differences in terms of types of male violence addressed,
modes of representation of violent acts, types of target groups, frames of male violence
adopted by national governments, as well as types of communication objectives. These
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2. En torno a la deshumanización
En el año 1936 ve la luz La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica, un
ensayo sobre critica del arte del filósofo y critico alemán Walter Benjamin, uno de los
miembros de la Escuela de Frankfurt. El planteamiento de Benjamin se contextualiza en
una época compleja en Europa. Políticamente, fue un tiempo turbulento en el que era
preciso reivindicar formulaciones revolucionarias que hicieran frente a la
deshumanización de la sociedad. Tomando como punto de partida a Marx para apelar al
cambio de las condiciones de producción en la cultura, Benjamin nos ofrece una teoría
del arte que casa con la importancia que juega la historia en la vida del hombre. Así,
Benjamin se pregunta por la historia y como comprenderla, pero, también, qué historia
queremos hacer y según qué modelo debemos imaginarla.
La conjunción entre historia y arte que lleva a cabo Benjamin nos introduce en un
discurso renovador y revolucionario en el que el sujeto es protagonista de la historia,
teniendo en el arte una de las fuentes de acción y cambio para intentar superar su ser
subsumido en la cultura de masas. En La obra de arte en la época de la reproductibilidad
técnica, Benjamin alude a la politización del arte. En este sentido, afirma:
Todos los esfuerzos por un esteticismo político culminan en un solo punto. Dicho punto es la guerra.
La guerra, y solo ella, hace posible dar una meta a movimientos de masa de gran escala (...) Desde
la técnica se formula del modo siguiente: solo la guerra hace posible movilizar todos los medios
técnicos del tiempo presente, conservando a la vez las condiciones de la propiedad (BENJAMIN,
1989: 56)
La humanidad, que antaño, en Homero, era un objeto de espectáculo para los dioses olímpicos, se
ha convertido ahora en espectáculo de sí misma. Su autoalienacion ha alcanzado un grado que le
permite vivir su propia destrucción como un goce estético de primer orden. Este es el esteticismo de
la política que el fascismo propugna (BENJAMIN, 1989: 57)
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El hombre pierde su aquí y ahora en el momento en que se deja subyugar por la masa, lo
mismo que le sucede al arte mediante la reproducción técnica, que va más allá de la
reproducción natural, de la copia del original. ¿Dónde queda la existencia irrepetible de
la obra de arte? ¿Y la del sujeto?
3. Las posibilidades de la historia
Cuatro años más tarde, Walter Benjamin publica Tesis sobre filosofía de la historia, breve
texto en el que el autor reflexiona sobre las posibilidades de la historia en el exigente
marco del progreso heredado de la modernidad. La visión que tengamos de la historia es
también crucial para comprender el sino de los tiempos, la emergencia de las masas, así
como la mediación comunicativa que subsume cualquier posible alternativa en los
discursos establecidos por el engranaje político. En base a un cuadro de Paul Klee,
Benjamin expone su visión de la historia:
Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como
si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente
abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia.
Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve
una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien
quisiera el detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso
sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas.
Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los
montones de ruinas crecen ante el hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso
(BENJAMIN, 1989: 183)
Benjamin ejerce una crítica a la idea tradicional de progreso, esa que venimos arrastrando
desde la modernidad y que supone que el sujeto tiene un fin último al que llegar, una
aspiración constante que le conduce a un supuesto desenlace feliz. Los discursos actuales
que subyugan a la masa están plagados de esa premisa de felicidad, una alegría ingenua
que queda delimitada dentro de los estándares de lo establecido, de una política estatizada
y una masa sin capacidad crítica alguna. Pese a que podamos pensar que las reflexiones
de Benjamin, la Escuela de Frankfurt y Ortega quedan relegadas a la complejidad de los
años treinta y cuarenta del pasado siglo, la realidad es otra. Dichas reflexiones en torno a
la emergencia de las masas, el papel que estas juegan en la sociedad, así como que tienen
que decir al respecto la política y el arte, no es algo pasajero, sino que, por el contrario,
ha perdurado hasta nuestros días. Un ensayo de Andreas Huyssen, titulado Después de la
gran división. Modernismo, cultura de masas, posmodernismo y publicado en los años
80 nos acerca de nuevo a estas reflexiones, si cabe, en un contexto más complejo y
modernizado. Así, respecto a la escisión entre el arte y la política que conforman los
discursos alienados de nuestro tiempo, Huyssen propone una alternativa para restaurar la
vida cotidiana.
En un plano tanto estético como político, resulta importante recuperar hoy esa imagen de la unidad,
ya perdida, entre la vanguardia política y la artística. Esa imagen puede ayudarnos tal vez a imaginar
una nueva unidad de política y cultura adecuada a nuestra época. Teniendo en cuenta que se ha
vuelto cada vez más difícil compartir el credo de la vanguardia histórica en el que el arte puede ser
un elemento crucial para la transformación social, lo importante es no postular la mera resurrección
de la vanguardia (...) Tampoco alcanza con dirigir una mirada melancólica al pasado y abandonarse
a la nostalgia por esa época en que la afinidad entre el arte y la revolución era irrefutable. Se trata
más bien de rescatar la insistencia de la vanguardia en la transformación de la vida cotidiana y, a
partir de allí, desarrollar estrategias para el actual contexto político y cultural (HUYSEN, 2002: 25)
La venida de las masas ha producido una despolitización de la realidad que pasa, también,
por una despolitización del arte. De este modo, los discursos ligados a movimientos
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Como la conocemos en Occidente, la cultura de masas es impensable sin la tecnología del siglo
veinte: los medios técnicos y las tecnologías de transporte (público y privado), el hogar y el ocio. La
cultura de masas depende de las tecnologías de producción y reproducción en masa y, por
consiguiente, de la homogeneización de la diferencia (HUYSEN, 2002: 29)
Como apunta Huyssen, al igual que en su día hicieran Adorno y Horkheimer, la estructura
económica de la sociedad queda supeditada a la escisión psíquica del individuo que, en
crisis, queda vaciado de capacidad analítica y critica con la realidad y los discursos de su
tiempo. La industria cultural, como dirían los miembros de la Escuela de Frankfurt, trata
por igual al todo y a las partes, esto es, estandariza cualquier discurso revolucionario o
cualquier capacidad crítica del individuo en soledad. Los medios técnicos nos ofrecen una
uniformidad reciproca que afecta al sujeto y a lo que este absorba mediante los medios de
comunicación. En este sentido, Adorno y Horkheimer apuntan que “durante el tiempo
libre el trabajador debe orientarse según la unidad de producción” (HORKHEIMER,
ADORNO, 1994: 169), esto es, el peso de una sociedad tecnificada recae sobre el hombre,
que ve sus posibilidades de acción reducidas a los parámetros de la misma y de la industria
cultural tras la que se parapeta.
La actualidad no es menos diferente que lo que nuestros autores auguraban hace años.
Al menos así podemos verlo a través de las propuestas de Zygmunt Bauman, filósofo y
sociólogo recientemente fallecido y conocido por su concepto de la “modernidad
Líquida”. Dicho termino nos conduce a la relación entre la identidad del individuo y su
rol en la sociedad. Para Bauman, en una sociedad tecnificada donde el sujeto pierde su yo
más íntimo, el hombre debe buscar su identidad, lo cual no es fácil debido al proceso
globalizador que ha subsumido todo ápice de realidad. Las sociedades globales son la
muestra más clara de la “modernidad liquida”, o lo que es lo mismo, nuestro actual tiempo
posmoderno en el que el capitalismo es global, los servicios se privatizan y la
comunicación queda plenamente mediatizada en un contexto fluido en el que todo es
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El “progreso”, en otro tiempo la manifestación más extrema del optimismo radical y promesa de una
felicidad universalmente compartida y duradera se ha desplazado hacia el lado opuesto, hacia el polo
de expectativas distópico y fatalista. Ahora el “progreso” representa la amenaza de un cambio
implacable e inexorable que, lejos de augurar paz y descanso, presagia una crisis y una tensión
continuas que imposibilitaran el menor momento de respiro. El progreso se ha convertido en algo
así, como un persistente juego de las sillas en el que un segundo de distracción puede comportar una
derrota irreversible y una exclusión inapelable. En lugar de grandes expectativas y dulces sueños, el
“progreso” evoca un insomnio lleno de pesadillas en las que uno suena que “se queda rezagado”,
pierde el tren o se cae por la ventanilla de un vehículo que va a toda velocidad y que no deja de
acelerar (BAUMAN, 2007: 21)
Pero ¿qué sucede en nuestra actualidad más inmediata? Hemos realizado, a través de los
distintos autores, un breve recorrido por las relaciones entre el hombre y la técnica, la
búsqueda de su identidad, los posibles discursos revolucionarios y la contrapartida de los
mismos y la conclusión a la que llegamos es que, tal y como propone Bauman, la
individualidad se impone en un contexto globalizado y deshumanizado en el que los
medios de comunicación tradicionales hacen las veces de mediadores para no dejar
escapar al sujeto del redil estipulado. No tenemos más que ver las noticias cada día para
percatarnos de los juegos de lenguaje empleados, la dirección que toman los mensajes
así. como los conceptos utilizados para redirigir la opinión pública, si es que realmente
sabemos a qué se refiere semejante terminología. Y es que no podía ser de otro modo.
Salvo los conocidos como medios de comunicación independientes (que sobreviven a la
crisis de la prensa española como pueden) los demás deben rendir cuentas a aquellos
inversores que les salvaron de la quiebra, y delegan su línea editorial a los mismos. De
este modo la cultura de masas ya tiene quien le diga que ser y que pensar, y la crítica
queda encajada dentro de los límites que les son permitidos.
4. Conclusiones
El recorrido que hemos desarrollado en el presente trabajo nos conduce a comprender
nuestra realidad más actual desde su carácter mediatizado. Los medios de comunicación,
la publicidad, la industria cultural y otros elementos de expresión y relación entre los
individuos, están fuertemente condicionados por los intereses políticos y económicos. Los
autores de los que nos hemos hecho eco son algunos de los estandartes filosóficos y
sociológicos que nos introducen en esta problemática de denuncia, la cual permanece
vigente en nuestros días. Si observamos nuestra realidad más inmediata veremos cómo,
tal y como se vislumbra en el texto de Benjamin, la industria cultural trata, a veces, de
servir a los poderes políticos y económicos a través de sus productos y manifestaciones.
Así también lo apuntaron los autores de la Escuela de Frankfurt, quienes además
denunciaron el doble rasero de conceptos como el de progreso.
Estas afirmaciones conducen a reivindicar una cultura no subyugada a su ser como
industria, esto es, no sometida hasta sus raíces a los poderes dominantes. Para ello es
pertinente, como advertía Huyssen, recuperar la conciencia crítica siendo conscientes de
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los límites de los poderes económicos y políticos. Se trata de recuperar la cultura lejos de
los yugos impuestos. Para ello es necesario tener un aparato crítico y educativo a la altura
de una sociedad que debiera ser madura e inquieta. Y como apunta Huyssen, no es el
momento de perder la esperanza, sino de reconocer los errores del pasado para repensar
nuestra industria cultural, una industria que debe ser crítica y estar al servicio de las
personas.
5. Referencias Bibliográficas
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Barcelona, Tusquets, 2007.
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inicial, el diseño del cuestionario piloto quedó en una de sus secciones como ejemplo, tal
y como sigue (figura 1):
Figura 1. Ejemplificación de las secciones del cuestionario PLI.
Elaboración propia.
Experiencia piloto
El estudio piloto se desarrolló en la Facultad de Educación de Málaga, tanto a estudiantes
como a un grupo de futuros estudiantes, que se encontraban de visita en la Facultad. El
encabezado del cuestionario piloto inicialmente contenía el siguiente texto (Figura 2):
Figura 2. Encabezado de Cuestionario PLI.
Elaboración propia.
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