El Nombre Secreto de Ra

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El Nombre Secreto de Ra

El nombre era uno de los elementos primordiales del ser humano, junto con el Ka, el Ba, el
cuerpo y la sombra. Ni lo animado ni lo inanimado podía existir si carecía de nombre. Por
eso, como elemento mágico, el conocimiento del nombre podía transferir los poderes del
ser al que pertenecía. Todos los dioses tenían múltiples nombres, algunos no conocidos, y
ese era el caso de Ra. De entre todos existía uno que representaba la fuente de poder del
dios y era desconocido por todos los hombres y dioses. En este relato Isis ansía conocer ese
nombre secreto de Ra, para obtener el mismo poder que éste y se describe la habilidad de la
diosa, que destacaba entre todos los demás dioses, por conocer el nombre a través de un
plan que pone en peligro la vida del dios. Utilizando su argucia da forma a una criatura que
Ra desconoce, la primera cobra, lo que impide que el dios sea capaz de curarse del veneno.
A través de su magia Isis cura la picadura pero obliga al dios a que le revele su nombre
secreto, de modo que su hijo Horus podrá conocerlo y heredar todos los poderes de Ra en
la Tierra y el Cielo.
El texto, que presentamos aquí, es una adaptación libre de La Leyenda del Nombre Secreto
de Ra, escrita en hierático en el papiro 1993 del Museo de Turín. Existe una copia
fragmentaria en el Papiro Chester Beatty 15 del Museo Británico de Londres. En la
traducción se ha seguido la transcripción en jeroglíficos de Sir Wallis Budge publicada en
Legends of the Egyptian Gods y el trabajo de Joseph Kaster, The Literature and Mythology
of Ancient Egypt, si bien se han añadido comentarios y variado algunas partes del texto
original para una mejor comprensión por parte del lector.

Ra, el poderoso dios que vino a la existencia por sí mismo, el que hizo los cielos, la tierra,
las aguas, que creó la vida, el fuego, a los hombres y dioses, al ganado y los reptiles, a las
aves y peces, el rey de los hombres y de los dioses, para quien los eónes son como años,
tenía muchos nombres que ni siquiera los dioses conocían.
Isis, la Gran Maga, era una mujer de palabra hábil, más hábil que los corazones de un
millón de hombres. Sobresalía sobre millones de dioses, y era más astuta e inteligente que
millones de aj. Conocía, como Ra, el demiurgo, todo lo que puede saberse sobre el Cielo y
la Tierra. La diosa tramó en su corazón averiguar el nombre secreto del dios, el que le daba
el poder sobre el resto de hombres y dioses.

Cada día Ra surgía, sobre su barca, del lado oriental del horizonte para realizar su travesía
por los cielos y sumergirse en el lado occidental, al atardecer, realizando su viaje nocturno
por las regiones de la Duat, a las que iluminaba con su luz. Pero eran ya muchos los viajes
que el dios había realizado y día a día envejecía un poco más. Cuando atravesaba las
tierrras de Egipto su cabeza se balanceaba de lado a lado, su mandíbula temblabla y de su
boca le caía la saliva que regaba la tierra.

Un día Isis recogió la saliva con su mano, mezclándola luego con la tierra y moldeando así
una serpiente que dio origen a la primera cobra. No necesitó emplear su magia para llevar a
cabo esta creación, porque en la criatura se encontraba la propia sustancia divina de Ra. Isis
tomó la serpiente inerte y la situó en el camino que su padre recorría a diario de Oriente
hacia Occidente atravesando las Dos Tierras, de acuerdo al deseo de su corazón.
Después de que Ra ascendiese por el horizonte Oriental, mientras avanzaba en su viaje
junto con su comitiva de dioses pasó, como de costumbre, por el lugar en el que Isis había
dejado la serpiente y ésta se irguió para, rápidamente, en un movimiento justo y certero,
morder la carne del dios, transmitiéndole así todo el fuego de su poderoso veneno. Ra abrió
su boca y la voz de su Majestad alcanzó los cielos. La Enéada de dioses gritó entonces:
'¿Qué os ocurre señor?', y todos los dioses preguntaron: '¿Qué es lo que os ha sucedido?'
Pero Ra, el creador, el poderoso dios que había dado origen a todas las cosas y seres del
mundo, no pudo responderles, porque no encontró fuerzas suficientes para ello. Sus
mandíbulas temblaban y todos sus miembros se estremecían a medida que el veneno
avanzaba por su cuerpo, como el Nilo se apodera de todas las tierras a lo largo de su curso.

Después de que el gran dios hubo hecho firme su corazón, dijo a aquellos que le seguían:
'Venid a mí. ¡Oh, vosotros, que vinisteis a la existencia de mi cuerpo! ¡Vosotros, dioses que
habeis surgido de mí! Que se os haga saber qué es lo que me ha sucedido. Una criatura
mortal me ha herido. Mi corazón lo presiente, pero no sé de qué se trata, porque mis ojos
no han podido verla, ni mis manos la han moldeado. Es desconocida entre todo lo que yo
he creado. Nunca he sentido un dolor tal, no conozco nada tan mortal. Soy el Gobernador y
el hijo de un Gobernante, el fluido producido por un dios. Soy un Grande, el hijo de un
Grande. Fue mi padre quien pensó mi nombre. Tengo múltiples nombres y múltitud de
manifestaciones, y mi Ser está en cada uno de los dioses que existen. Soy proclamado
como Atum y como Horus de la Alabanza. Mi padre y mi madre pronunciaron mi nombre,
que estaba oculto en mi cuerpo incluso antes de nacer, de modo que nadie puede tener
poder sobre mí mediante sus palabras. Cuando salí para ver mi obra y avanzaba por las Dos
Tierras, algo me mordió, pero no sé qué es. No es fuego, ni tampoco agua, pero siento el
fuego en mi corazón, mis miembros tiemblan y se estremecen. Venid, hijos míos, dioses,
venid a mí, aquellos que conocen la gloria de las palabras y quienes conocen su mágica
pronunciación, los de poderosa influencia que alcanza hasta los cielos'

Todos los dioses acudieron a la llamada de Ra, y también lo hizo Isis, la Gran Maga, con su
glorioso poder y eficaz palabra. Isis dijo: '¿Qué es esto? ¿Qué es lo que te ha sucedido?,
Padre Divino, ¿Ha sido, quizá, una serpiente la que te ha transmitido ese dolor? ¿Una de
tus creaciones ha alzado su corazón en tu contra? Si así es yo expulsaré el dolor que te
aflige y lo destruire con mis hechizos.'
Ra abrió su boca para contestar: 'Cuando viajaba a lo largo de mi camino, cuando
atravesaba Las Dos Tierras, y los países extranjeros, deseoso de que mi corazón percibiese
mi obra, una serpiente a la que no pude ver me mordió. No es fuego, no es agua. Siento el
frío en mi cuerpo como el agua, siento el calor del fuego, todos mis miembros tiemblan y
el sudor corre por mi cuerpo. Me estremezco, mi ojo se encuentra inseguro y no puedo
distinuguir los cielos. La humedad me alcanza el rostro como los calurosos días del verano.'
Isis nuevamente habló y ahora su voz era cálida y reconfortante: 'Venid, decidme, oh
Señor, vuestro nombre, oh divino padre, vuestro verdadero nombre, el nombre secreto que
sólo vos conoceis, porque solamente vivirá aquel que es llamado por su verdadero nombre'.

Y Ra contestó con todos los nombres que poseía: 'Soy el creador del Cielo y la Tierra,
quien puso las montañas y creó todo lo que existe. Soy el que dio origen a las Aguas, hizo
que la Gran Inundación viniera a la existencia. Soy quien moldeó al 'Toro de su Madre',
para que el deleite sexual viniera a la existencia. Soy quien labró el cielo y los huecos
ocultos de los Dos Horizontes, dentro de los cuales situé las almas de los dioses. Soy aquel
que cuando abre los ojos origina la luz y cuando los cierra provoca la oscuridad, a cuyas
ordenes las aguas del Nilo ascienden y cuyo nombre los dioses no conocen. Soy quien creó
las horas y así los días vinieron a la existencia. Soy el que abre los festivales del año, el
creador del flujo de corriente de las aguas. Soy quien dio origen al fuego, para que los
trabajos de los hombres pudiesen llevarse a cabo. Soy Jepri por la mañana, Ra al mediodía,
y Atum por la tarde.'

Pero Isis conocía ya todos esos nombres, al igual que el resto de la Humanidad, en tanto Ra
seguía guardando dentro de sí su nombre secreto. Mientras, el dolor se acrecentaba y el
veneno corría a través de sus venas como el fuego. Entonces Isis se dirigió nuevamente a
Ra diciéndole: 'No son esos los nombres que necesito para curaros, es necesario que me
digais vuestro nombre secreto, aquel que sólo vos conoceis, y el veneno será expulsado.
Sólo vivirá aquel que manifiesta su verdadero nombre’.

Ra estremecido por el dolor que le quemaba con ferocidad, más poderoso que las llamas de
fuego dijo:' Acércate Isis, ven aquí y deja que mi nombre, pase de mi cuerpo al tuyo. Yo, el
más divino entre los dioses, lo he mantenido oculto, para que mi asiento en la Barca
Divina, de millones de años, pudiera ser extenso. Cuando salga de mi corazón, díselo a tu
hijo Horus, después de que le hayas jurado por la vida del dios, y hayas puesto el dios en
sus ojos.’ Tras esto el gran dios reveló su nombre a la diosa.

Entonces Isis, la Grande de hechizos, dijo: '¡Arrójate fuera, veneno! ¡Sal fuera de Ra! ¡Oh
Ojo de Horus, sal fuera del dios que ha dado origen a la vida por medio de sus palabras!
Soy yo quien realiza este hechizo, soy yo quien envía fuera el poderoso veneno, para que
caiga sobre la tierra. El gran dios me ha entregado su nombre. ¡Ra vivirá y el veneno
morirá!, ¡el veneno muere y Ra vivirá! Así fue como habló Isis la Grande, Señora de los
Dioses, que conoce a Ra en su propio nombre.

Estas palabras deben ser recitadas sobre una imagen de Atum, junto con una de Horus de la
Alabanza, una figura de Isis y una imagen de Horus. Escribe este hechizo y haz que la
persona lo trague. También podrá hacerse en una pieza de lino, colocándolo sobre su
garganta. Puede ser mezclado con cerveza o vino y bebido por el paciente. Es una
destrucción completa del veneno, comprobada un millón de veces.
Las cuatro figuras, a las que se hace referencia al final del relato, aparecen representadas
en el Papiro 1993 de Turín, como modelo a copiar en hechizos contra las picaduras de
serpiente. Atum aparece sentado, portando la doble corona y la barba del dios. Detrás de
él, también sentado y con la doble corona, Horus de la Alabanza, con cabeza de halcón.
Isis se sienta detrás de él, con cabeza humana y por último, tras la diosa, está nuevamente
Horus con cabeza de halcón, la doble corona y el cetro uas.
Francisco López

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