CRIMEN
CRIMEN
CRIMEN
Una de las principales características de la motivación es que es un proceso inferido; es decir, que no se puede
observar a simple vista, sino que se ha de deducir de la conducta observable. Así, las motivaciones delictivas
se han de analizar en función de los hechos observados y analizados.
Aun así, lo curioso de la motivación delictiva es que se fundamenta en muchos de los procesos que hemos
explicado a nivel básico; es decir, que los procesos motivacionales son similares, aunque cambiando los
objetivos, las atribuciones y,
sobre todo, las cogniciones.
En ese sentido, las variables motivacionales en un delincuente también pueden actuar como activadoras o
energizantes de la conducta y permiten seleccionar objetivos. Por otro lado, la forma en que un delincuente
regula estas motivaciones también puede ser autorreguladas (las causas son internas, como el deseo,
el miedo, la excitación, etc.) o reguladas por el ambiente (ocasión, oportunidad, estímulo elicitador, etc.).
Además, muchas teorías de la motivación se basan en que, ante un estado general de malestar o de excitación
no calmada, se intenta buscar una conducta o actividad que nos libere de esa tensión. En el caso de muchos
delitos, esta teoría es la explicación más plausible; sobre todo porque, en el caso de las agresiones sexuales, el
sujeto puede presentar un malestar ligado a una acumulación de excitación y fantasías que necesite de una
actuación concreta para liberar esa tensión y ese malestar. Aun así, una agresión sexual consigue liberar esa
tensión puntualmente,
pero no elimina para siempre ese malestar o tensión.
En esa misma línea, todos los conceptos en cuanto a la motivación humana coinciden con la decisión
individual de un delincuente a actuar y las motivaciones que le llevan a ello. Tanto el impulso, el instinto, la
activación fisiológica ante estímulos,
los pensamientos, cogniciones, conductas, etc. se dan en todos los tipos de motivación humana.