Volvamos Al Diseño de Dios

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Volvamos al diseño de Dios

para la Iglesia
Propuestas para una eclesiología bíblica,
práctica y funcional

Un enfoque desde la teología reformada

Stephen Brauning

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Stephen Brauning

Título: Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia


Subtítulo: Propuestas para una eclesiología bíblica, práctica
y funcional. Un enfoque desde la teología reformada.
Autor: Stephen Brauning
Editores: Héctor Benjamín Olea Cordero y Olivia González

El contenido de este libro es la propiedad de Resonate


Global Mission, la agencia misionera de The Christian
Reformed Church in North America (CRCNA), bajo la ley
The Copyright Act of 1976 (U.S.A.). Resonate retiene todos
los derechos de uso, duplicación, distribución, y venta del
mismo.

Publicado con el permiso de Resonate Global Mission.


2017

Contacte al autor: [email protected]

Todas las citas bíblicas de esta publicación han sido tomadas


de la Reina-Valera 1960. Utilizado con permiso.

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Contenido

Pg.
Introducción 1

Primera parte. La perspectiva teórica: una teología de


la Iglesia 7

Capítulo I. Definición y naturaleza de la Iglesia 7


A) “¿Qué es la Iglesia?
B) La Iglesia descrita en la Biblia 8
C) Los símbolos descriptivos de la Iglesia en la
Biblia 33
D) La identidad trinitaria de la Iglesia 40
E) Aspectos complementarios de la Iglesia 41

Capítulo II. Las marcas de la Iglesia 65


A) Las tres marcas de la Iglesia según la Reforma
protestante 66
B) Otras marcas o atributos bíblicos para la Iglesia 71

Capítulo III. Propósito y misión de la Iglesia 83


A) Las tres direcciones de la Iglesia 83
B) El reino de Dios y la Iglesia 90
C) La Iglesia y la salvación 94
D) La Iglesia y la comunidad 97

Capítulo IV. El lugar de reunión de la Iglesia 103


A) El diseño bíblico e histórico: el tabernáculo y
el templo 103
B) El diseño práctico: la sinagoga 106
C) El lugar de reunión de la Iglesia a través de la
historia 109
D) El hogar como escenario ideal 112

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Stephen Brauning
E) Otros grupos pequeños 113

Capítulo V. Un breve análisis sociológico de la


Iglesia. 121

Segunda parte. La perspectiva histórica: el 127


desarrollo y la expansión de la Iglesia

Capítulo VI. Un breve resumen de la historia de la 128


Iglesia cristiana hasta la Reforma
A) ¿Qué podemos aprender de la historia de la
Iglesia? 128
B) La Iglesia en el período apostólico (30-90
d.C.) 129
C) El período pos-apostólico (90-300 d.C.) 147
D) La fe cristiana se establece y se define: 300
d.C. a 500 d.C. 149
E) La Iglesia Católica Romana antes de la
Reforma 156
F) Los antepasados de la Reforma 167
G) La reforma protestante 170

Capítulo VII. La expansión de la Iglesia después de


la Reforma 177
A) Los efectos inmediatos de la Reforma 177
B) Las familias de las iglesias protestantes y
sus descendientes 179
C) La expansión de los principales
movimientos protestantes 182
D) Líneas de tiempo de los principales
elementos y movimientos de la Iglesia 194
E) La Iglesia en América Latina 199
F) Estadísticas y crecimiento de las
denominaciones cristianas 202
G) “¿De qué iglesia es Ud.?” (Un mensaje
ecuménico) 212
iv
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia
Tercera parte. La perspectiva práctica: La
estructura, el gobierno, y los ministerios de la 221
Iglesia

Capítulo VIII. El gobierno y los oficios de la Iglesia 221


A) En la Biblia, hay dos oficios de la
Iglesia y en la estructura de la iglesia 222
local
B) El oficio de diácono 223
C) El oficio de anciano 234
D) El llamado de pastor 247
E) Tipos de gobierno de la iglesia local 275
F) Estudio de un caso: el gobierno y la
estructura de la Iglesia Cristiana
Reformada en la República
Dominicana, Inc. 282

Capítulo IX. Cómo organizar la Iglesia con los


dones espirituales 285
A) Introducción a los dones espirituales 285
B) La fuente de los dones 286
C) Los dones y los ministerios de la
Iglesia 289
D) La diversidad de los dones 290
E) El propósito de los dones en la 292
Iglesia
F) Análisis de los dones que se
mencionan en cuatro listas del NT 295

Conclusión 307

Bibliografía 309

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Stephen Brauning

vi
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Introducción:

La Iglesia durante el período apostólico (35-70 d.C.) no tuvo


pastores ni ministros ordenados, ni denominaciones, ni una estructura
organizacional fija, como los tenemos hoy en día. No estaba
legalmente incorporada ni tenía estatutos ni reglas internas. No tenía
edificios, ni daba cultos públicos con horarios fijos. No ofrecía
“servicios”. No utilizaba una liturgia muy elaborada, tampoco una
doctrina o teología sistematizada. ¡Tampoco conocía el Nuevo
Testamento tal y como nosotros hoy!

Pero, era la Iglesia, el cuerpo y la novia de Cristo, e impactó


su mundo en una forma increíble. ¿Cómo lo hizo? Pues, siguió el
diseño de Dios.

Las iglesias de hoy tienen todas estas atribuciones que no


tuvieron las iglesias del Nuevo Testamento. Tienen unas excelentes
estructuras físicas y organizacionales, tienen muchos proyectos, obras
y ministerios maravillosos. Además, existen en la actualidad un
sinnúmero de recursos, libros, reflexiones, estudio, planes, etc., que
tratan sobre la iglesia; pero en muchos sentidos y en muchos casos, a
través de la historia, la Iglesia ha tomado poco en serio el diseño de
Dios para la Iglesia, como se ha revelado en la Biblia, y el ejemplo
dado por los apóstoles y por sus sucesores inmediatos. Por
consecuencia, mucho de lo que se ha desarrollado dentro de la Iglesia
no refleja dicho diseño, y por ende, es un reflejo parcial y
distorsionado de lo que la Iglesia debería ser.

No estamos diciendo que todo se fue a pique. No. Dios sigue


soberano en la Iglesia, y Jesús la sigue edificando. Pero, es necesario
que haya correcciones para volver más fielmente al diseño de Dios.

Tampoco queremos decir que la Iglesias no debería de haberse


adaptado, actualizado, innovado, y contextualizado. Al contrario,
dichos procesos son bíblicos, pues, Jesús y los apóstoles los utilizaron.
El evangelio mismo es infinitamente adaptable y “contextualizable”.
Hasta se podría argumentar que esta cualidad del evangelio es el factor
de mayor importancia en el crecimiento y la expansión de la Iglesia.

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Stephen Brauning

Por eso ha podido expandir y penetrar literalmente a todos los países


del mundo, a la gran mayoría de las culturas y contextos sociales de
todos los tiempos. Siempre ha podido adaptarse y desarrollar así una
gran variedad de expresiones.

Muchas personas, y muchas iglesias, buscan la uniformidad.


Creen que todo tiene que seguir siempre igual en la Iglesia, en todos
los sitios, en todas las épocas, y en todas sus manifestaciones. Pero no
parece que esta fue la idea de los apóstoles ni la realidad de la Iglesia
en el período del Nuevo Testamento. Mientras iba creciendo el
número de creyentes, la Iglesia se iba innovando y adaptando a las
culturas y contextos donde iba penetrando.

Pero para que la Iglesia sea una auténtica manifestación del


diseño de Dios, se tiene que procurar que esa necesaria innovación,
adaptación, contextualización, y desarrollo, se consideren
correspondientes y consistentes con el modelo original. En otras
palabras, la Iglesia tiene que desarrollarse en todos los sentidos, pero
nunca abandonar el modelo y diseño original de Dios.

Por supuesto, no estamos proponiendo que volvamos en todos


los sentidos a la Iglesia del período apostólico, como si fuera un
modelo ya acabado. No.
“…la iglesia modelo o ideal no ha existido en dos mil años
de historia, ni siquiera en los tiempos primeros; …en
Hechos 6 ya habían viudas que se estaban quejando de
no ser atendidas, y en prácticamente todas las cartas del
Nuevo Testamento leemos acerca de problemas dentro
de cada iglesia local.” (Núñez, Miguel, Una iglesia
conforme al corazón de Dios, p 14)

Tampoco pretendemos que la Iglesia contemporánea busque


ser un reflejo preciso y perfecto de la Iglesia, o las iglesias,
presentadas en el Nuevo Testamento. Esto es imposible, como ya no
existen las condiciones que existían para aquél entonces. Lo que la
Iglesia actual tiene que hacer es determinar cuáles son los principios
básicos que operaban en la Iglesia del Nuevo Testamento, y luego, de
manera consciente y abierta, llevar a cabo la necesaria
contextualización de los mismos.
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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Este libro consiste en un estudio sobre la naturaleza y la


esencia de la Iglesia. Hemos realizado este estudio considerando
distintos puntos de vista. Comenzamos por el material bíblico, luego
analizamos los aportes de la perspectiva histórica, el testimonio de la
historia de la Iglesia. También este estudio abarca el análisis de ciertos
aspectos cualitativos, cuantitativos, institucionales y socioculturales
que consideramos que se deben tomar en cuenta para tener una
comprensión adecuada y abarcadora de la naturaleza de la Iglesia. Hay
varias preguntas que queremos explorar y responder, aunque sea de
manera tentativa, y estas son:
1) ¿Cuáles son los elementos o aspectos esenciales del diseño de
Dios para la iglesia?
2) Si estamos buscando “el diseño de Dios para la Iglesia”, ¿hay
un lugar para la innovación? ¿Se contradicen estos dos
conceptos?
3) ¿Cómo podríamos volver a estos elementos del diseño de
Dios en nuestro tiempo, en nuestras iglesias?

La metodología seguida en este libro es buscar respuestas a


estas y otras preguntas explorando tres áreas o fuentes, en tres partes:
primero, analizar el material bíblico sobre la Iglesia, segundo, la
historia de la Iglesia, y tercero, aspectos prácticos.

Es nuestra convicción de que las respuestas que le demos a


estas preguntas nos permitirán descubrir y apreciar lo que todavía es
relevante, y tal vez recuperar los principios centrales que conforman
y definen el diseño de Dios para la Iglesia. La finalidad de este libro
no es meramente informativa. En realidad, el objetivo principal de este
libro consiste en informar para contribuir a un impacto transformador
en la Iglesia contemporánea, a fin de que ésta refleje mejor el diseño
de Dios para ella. Para que se replantee y rectifique su razón de ser,
su misión, y la mejor forma de llevarla a cabo.

Se busca lograr objetivos diversos, como:


1) Plantear y considerar un concepto de “Iglesia” más acorde con
el diseño de Dios para la Iglesia revelado en la Biblia.
2) Revisar y redescubrir la identidad de la Iglesia, su visión, su
misión, sus valores, etc.

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Stephen Brauning

3) Desafiar los modelos de iglesias estáticas, cerradas, y


dicotómicas, así como conceptos de la Iglesia como una
institución invariable, infalible, intocable, e inescrutable.
4) Proponer una concepción de la Iglesia más dinámica, abierta e
integral.
5) Considerar el papel de la innovación, expresada en la frase
“La iglesia no es un monumento, es un movimiento” (atribuido
al Dr. Peter Wagner).

Una observación en cuanto a la forma en que usamos la


palabra “iglesia” en esta obra: cuando se emplea la palabra “Iglesia”
(con la “I” mayúscula) nos referimos a la Iglesia en su sentido más
amplio, la Iglesia universal, que es el conjunto de creyentes de todos
los tiempos y lugares. También la usamos así cuando es el nombre
propio de una denominación eclesiástica. Pero cuando se emplea la
palabra “iglesia” (con la “i” minúscula) es para hacer referencia a la
iglesia como congregación local, u un movimiento, agrupación, o
línea de iglesias.

Es asombroso lo que logró la Iglesia en el período apostólico,


en cuanto a su desarrollo, crecimiento, y extensión. En el transcurso
de aproximadamente cincuenta días, alrededor del año 30 de la era
común, Jesús de Nazaret murió, resucitó, y ascendió al cielo, y el
Espíritu Santo descendió sobre el reducido número de seguidores.
Para ese tiempo los seguidores de Jesús de Nazaret formaban un
núcleo de como 120 personas, aunque el máximo podría llegar hasta
500. Se encontraban en una provincia fuera de los centros de poder e
influencia del mundo, y mayormente entre personas de poca estima
social, política, económica, y religiosa. Incluso estaban en sus peores
momentos, bajo amenaza de represalias y persecución por parte de las
autoridades políticas del lugar.

Pero a pesar de esta situación precaria y desfavorable, la


historia y la evidencia actual indican que este grupo no menguó ni
pereció. Más bien sobrevivió, pero no a escondidas ni como algo
desconocido, como una oscura nota de pie a una página de algún libro
de la historia antigua. Todo lo contrario, en poco tiempo, se convirtió
en un movimiento extenso e influyente en el “mundo conocido” en los

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

primeros siglos de la era moderna, y hasta llegar a ser el singular


movimiento más grande y perseverante en toda la historia de la
humanidad.

Una cronología breve indica el notable desarrollo que logró


este movimiento en apenas 60 años:
1) La Pascua, 30 d.C.: 120 adherentes en Jerusalén (Hechos
1:15), y más de 500 que habían visto al Cristo resucitado (I
Corintios 15:6)
2) Pentecostés, 30 d.C.: 3,000 convertidos (Hechos 2:41)
3) Poco tiempo después: 5,000 hombres (Hechos 4:4)
4) Durante varios años, fueron fundadas iglesias en distintas
ciudades como Jope, Samaria, Damasco, Antioquía, etc.,
como está registrado en el libro de los Hechos, hasta el
capítulo 15.
5) Para aproximadamente el año 90 d.C., según los Hechos, las
epístolas, y el libro de Apocalipsis, ya existían iglesias en más
de 20 ciudades importantes.

Siguió dicho crecimiento. En capítulos más adelante,


analizamos con más detalle el crecimiento y la extensión de la Iglesia.

Ante estos resultados, la pregunta imperativa es: ¿cómo fue


posible que este grupo lograra tan impresionantes resultados después
de un comienzo no tan atrayente? El libro de los Hechos de los
Apóstoles relata la respuesta, y es que la presencia y el poder divino
estaban con ellos. En tal sentido, más que los Hechos de los apóstoles,
dicho libro debería ser llamado “Los Hechos del Espíritu Santo”, dado
que,
“el personaje más importante en Hechos es el Espíritu
Santo. Los ministerios de Pablo y de Pedro eran
importantísimos para la iglesia primitiva; sin embargo,
el poder detrás de estos ministerios, el poder que los
hizo posible, es el poder del Espíritu Santo. El Espíritu
Santo fue derramado sobre la iglesia para que así, el
ministerio de Jesucristo, resucitado, continuara y se
extendiera hasta “lo último de la tierra”. (DeVries,
Steven, Los Hechos del Espíritu Santo, IBR, pg. 3)

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Stephen Brauning

La Iglesia manifestó esta presencia y este poder de una manera


física y real, y sólo así pudo lograr el impacto ya descrito, a través de
hombres y mujeres actuando bajo el impulso divino. Así, podemos
decir que la Iglesia siguió el diseño de Dios. Pero también, utilizó la
innovación donde el diseño de Dios lo permitía, o donde no se
pronunciaba de manera explícita. La Iglesia adaptó y adoptó pautas y
prácticas según las realidades y contextos en que se encontraba, y así
se produjeron los efectos descritos. Todo esto podemos conocer,
estudiar, analizar, y ¿por qué no?, imitar.

En este sentido, nos parecen oportunas las palabras del Dr.


Streeter:
“…los primeros cristianos lograron lo que hicieron
debido al estar inspirados por un espíritu favorable a la
experimentación. Puede ser que la línea de avance para
la Iglesia de hoy no es imitar las formas sino recapturar
el espíritu de la Iglesia primitiva.” (Dr. Streeter, The
Primitive Church (La Iglesia Primitiva), pg. 285)
Traducido por el este autor.

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Primera parte. La perspectiva teórica: una teología de


la Iglesia
Capítulo I. Definición y naturaleza de la Iglesia

A) ¿Qué es la iglesia?

La pregunta, “¿qué es la Iglesia?”, es para nosotros muy


importante en la actualidad. Aunque la palabra “iglesia” es demasiado
común, según nuestro juicio el concepto bíblico de “iglesia” no es
muy conocido para el público en general, incluso por muchas de las
personas que se consideran parte de la misma. Una confusión común
es referirse un lugar de reunión de una iglesia, o sea, al templo, como
“la iglesia”. Por ejemplo, los evangélicos dicen, “vamos a limpiar la
iglesia”, identificando y confundiendo a la iglesia con un edificio.
Otro ejemplo se encuentra en el pequeño afiche que se puede ver en
los cristales de los vehículos o en las paredes de las casas, con el
mensaje: “Yo amo mi Iglesia Católica,” y un dibujo de una catedral,
que aparentemente deja ver afecto o lealtad hacia un edificio. Otra
confusión en el uso de la palabra “iglesia”, muy común en inglés, es
que cuando se refieren a la hora de un culto: dicen, “¿A qué hora es la
iglesia?”, como si la iglesia fuera un evento con un horario limitado.

Parte de la confusión viene del hecho de que la palabra,


“iglesia” tiene varios usos legítimos. Por un lado, se usa para hacer
referencia a una congregación local (uso e idea dominante en el NT),
y, por otro lado, a la Iglesia universal. Pero el uso de la palabra
“iglesia” sin precisión, o sin definir su significado en un contexto
específico, genera confusión. Y esto es más grave que un simple error
teórico o de vocabulario Estos errores reflejan y a la vez contribuyen
a crear distorsiones al concepto correcto de qué es en realidad la
Iglesia. Nos divorcian de su esencia, su origen, y su fuente, que son,
al saber, los principios bíblicos que conforman el diseño de Dios para
la Iglesia. Consecuentemente estas distorsiones, casi sin excepción, se
manifiestan en las prácticas erróneas y dañinas que pueden hacer que
la Iglesia no cumpla con su llamado, con su misión o propósito.

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Stephen Brauning

Para contestar a esta pregunta, “¿qué es la iglesia?”, no hay


mejor lugar para comenzar que la misma Biblia. Es desde esta base
que debe venir nuestro concepto de lo que es la Iglesia, en todos sus
sentidos y todas sus manifestaciones.

B) La Iglesia descrita en la Biblia

La palabra en español “iglesia” viene de la palabra “ekklesía”


en el griego “koiné”, o, común, el idioma en que fue escrito del Nuevo
Testamento (NT). “Ekklesía” es una palabra compuesta por dos
palabras: la primera, “ek”, significa, “desde”, o “fuera de”; la
segunda, que viene de la raíz “kaleo”, significa “llamar”. Las dos
palabras unidas juntas comunican la idea de “ser llamado afuera de”.
Sin embargo, el uso más común o simple indica una asamblea o
convocación de personas.

El Antiguo Testamento hace referencia más de cien veces al


pueblo de Israel usando la palabra en hebreo “kahal” (“kajal”), que
lleva el significado de una congregación, una asamblea, y una
comunidad. En la Septuaginta (LXX), traducción griega de las
escrituras hebreas, esta palabra fue traducida con la palabra
“ekklesía”. Dicha versión fue terminada alrededor de cien años antes
de Jesucristo y fue, evidentemente, la principal versión de las
escrituras usada y conocida por Jesús y sus contemporáneos
incluyendo a los apóstoles. Es por eso que muchas de las citas del
Antiguo Testamento (A.T.) en el N.T. son de la Septuaginta. Su
influencia se nota en el caso del discurso de Esteban, el primer mártir
de la Iglesia, al referirse al pueblo de Israel en el desierto como
“ekklesia” (Hechos 7:38).

Pero, la palabra “iglesia” no aparece en el Antiguo Testamento


en las versiones en español. Esto no significa que no existiera la
Iglesia en aquel tiempo. Al trazar el tema a través de la totalidad de la
Biblia, podemos descubrir que la Iglesia tiene su principio aun antes
de la creación física. Dios ya había determinado la existencia de
Iglesia cuando:
“…según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

delante de él, en amor habiéndonos predestinados


para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.”
(Efesios 1:4 y 5)

Dios no está limitado por las restricciones del tiempo y el


espacio, y por eso, cuando él escoge a un pueblo antes de la fundación
del mundo, ya este pueblo existe en la eternidad, y podemos decir “en
la mente de Dios.”

En el plano de la historia, la Iglesia hace sentir su presencia no


solamente después de Pentecostés, sino incluso desde el huerto del
Edén. Adán y Eva creyeron en la promesa de Dios en cuanto al
salvador venidero quien heriría a la serpiente en la cabeza (Génesis
3:15). Algunos dudan de la fe y de la salvación de Adán y Eva, pero
sería muy negativo, y de muy poca fe en la gracia de Dios, asumir que
los padres de la raza humana no sean también los padres de la familia
de la fe. Vemos la fe de Eva cuando declaró, al dar a luz a su hijo
primogénito, “Por voluntad de Jehová he adquirido varón” (Génesis
4:1). Ella creía en la promesa de un salvador, y vio a su primogénito
como cumplimiento de esta, aunque sea parcial. Eso es fe. Y con esto
ellos comenzaron a formar una familia y una comunidad de fe. El
hecho de que sus hijos Caín y Abel ofrecieron sacrificios a Dios, a
pesar de que los resultados no fueran lo mejores, da testimonio de una
crianza con criterios espirituales. Esto indica que dicha familia formó
parte del pueblo redimido por Dios.

A través del A.T., Dios iba conformando a su pueblo a través


de sus acciones salvíficas, como con Job, Noé, Abraham, y luego el
pueblo de Israel, siempre basándose en su misericordia y fidelidad,
que son lo que lo caracterizan como Dios. En cada caso, Dios
estableció pactos con los que él había escogido. Y todas las personas
a las que él tuvo a bien elegir, fueron incluidas. Esto demuestra el
origen divino de la Iglesia, y así vemos la soberanía de Dios en la
salvación. También sabemos que todas las personas que fueron
incluidas en la promesa de Dios creyeron en dicha promesa. Entonces,
ellos forman parte de la gran comunión de los santos de todas las
edades que viene siendo la Iglesia universal.

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Stephen Brauning

Adán y Eva pecaron, pero se aferraron a la promesa del


Salvador; Abel ofreció un sacrificio agradable a Dios pero fue
asesinado por ello; Caín mató a su hermano, pero su vida fue
perdonada; Enoc no murió porque Dios se lo llevó; Noé construyó el
arca y salvó a la humanidad y toda la vida silvestre, pero también se
emborrachó; Abraham fue criado como idólatra, pero “le creyó a Dios
y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6); Jacob era el hijo del
pacto, aunque era un tramposo; José era el hijo favorito, pero fue
vendido como esclavo por sus propios hermanos, y mediante un
proceso que comenzó con este evento, llegó a salvar a toda su familia;
Moisés era un príncipe pero también homicida, pero luego pudo ser el
líder una inmenso pueblo. Ellos y otros del linaje del pueblo de Dios
del A.T. son elogiados como héroes de la fe en Hebreos capítulo 11,
y así es como forman parte de la Iglesia universal.

Pero Dios no se conformó con personas aisladas ni grupitos de


personas. Formó una nación para sí, primero con Israel, y luego en el
nuevo pacto, con todas las naciones. Al considerar la forma que Dios
trató con el pueblo de Israel, vemos paralelos con su trato con la
Iglesia en el N.T. A continuación, hay una lista de nueve elementos
manifiestos en el A.T. de la relación de Dios con Israel y con la
Iglesia:

Israel La Iglesia
Dios escogió a la nación de Es por elección que Dios
Israel: “…Jehová tu Dios te ha establece la Iglesia. (Efesios
escogido para serle un pueblo 1:4, 5, 11 y I Pedro 2:9)
especial…” (Deuteronomio
7:6)
Israel es la posesión de Dios: Los redimidos somos la
“Porque JAH ha escogido a posesión adquirida de Dios
Jacob para sí; a Israel por (Efesios 1:14)
posesión suya.” (Salmo 135:4).
Fue un pueblo adquirido y pueblo adquirido (I Pedro 2:9)
redimido: “Acuérdate de tu
congregación, la que adquiriste
desde tiempos antiguos, la que

10
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Israel La Iglesia
redimiste para hacerla la tribu
de tu herencia.” (Salmo 74:2).
Dios le dio una herencia: (vea el Hebreos 9:15, I Pedro 1:4
versículo anterior).
La presencia de Dios estaba con Mateo 28:20, Hechos 3:19 y
Israel: “y pondré mi morada en 10:33.
medio de vosotros, y mi alma no
os abominará; y andaré entre
vosotros, y yo seré vuestro
Dios, y vosotros seréis mi
pueblo.” (Levítico 26:11 y 12).
Israel era un pueblo santo: “Y Efesio 5:27, I Pedro 2:9
vosotros me seréis un reino de
sacerdotes, y gente santa...”
(Éxodo 19:6).
Israel era “luz de las naciones, Mateo 5:14, I Tesalonicenses
para que seas mi salvación 5:5
hasta lo postrero de la tierra”
(Isaías 49:6).
Era un pueblo que alababa a Efesios 1:14, 2 Corintios 10:18
Dios: “Este pueblo he creado
para mí; mis alabanzas
publicará.” (Isaías 43:21).
Formó una asamblea teocrática Cristo es la cabeza de la Iglesia
(gobernada por Dios). Mas (Efesios 1:22; Colosenses
Gedeón respondió: No seré 1:18), y el Señor (Romanos
señor sobre vosotros, ni mi hijo 10:9, 12).
os señoreará. Jehová señoreará
sobre vosotros. (Jueces 8:23), y
“Y dijo Jehová a Samuel: Oye
la voz del pueblo en todo lo que
te digan; porque no te han
desechado a ti, sino a mí me han
desechado, para que no reine
sobre ellos.” (1 Sam. 8:7).

11
Stephen Brauning

En todos estos aspectos, la nación de Israel es más que una


tipificación de la iglesia; sino, vemos que forma parte de la Iglesia
universal como la fundación y el cimiento, encima del cual Dios iba a
seguir edificando.

Los autores neotestamentarios nos hicieron ver que


entendieron la continuidad del pueblo de Dios desde la antigüedad. El
Apóstol Pablo, por su parte, explica la parte que Israel ha jugado en el
gran esquema de la redención:
” …mis parientes según la carne; que son israelitas,
de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la
promulgación de la ley, el culto y las promesas; de
quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la
carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las
cosas, bendito por los siglos. Amén.” (Romanos 9:3-
5).

En Gálatas 6:16, Pablo declara que la relación entre Israel y la


Iglesia es absoluta, no figurativa, ya que dice “que todos los que
anduvieren conforme a esta regla, paz sobre ellos, y misericordia, y
sobre el Israel de Dios.” Esto está de acuerdo con su declaración en
Romanos 2:29 “es judío el que lo es en lo íntimo, y la circuncisión es
la del corazón, en espíritu y no en la letra.”

La Epístola de Santiago (más bien Jacobo) fue enviada a “las


12 tribus que están en la dispersión”, pero las 12 tribus de Israel ya
no existían, desde el tiempo de la conquista de las diez tribus del norte
por el imperio Asirio, alrededor del año 740 años antes de Cristo. En
realidad, esta epístola fue enviada a toda la Iglesia en general,
dondequiera que estaba, pero se dirigió a “las 12 tribus” porque
Jacobo entendía que la Iglesia se correspondía al “verdadero Israel”,
una continuación de la obra de Dios desde la antigüedad.

El Apóstol Pedro también consideró la Iglesia como una


extensión de Israel, cuando aplica el mismo vocabulario que refería a
Israel, a la Iglesia:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,
gente santa, pueblo adquirido por Dios, para que

12
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las


tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro
tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de
Dios; que en otro tiempo no habías alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado
misericordia.” (I Pedro 2:9 y 10)
En estos dos versículos, Pedro cita no menos de seis referencias del
A.T. que, en sus contextos originales, se referían a Israel. Estas son:
Éxodo 19:5 y 6; Deuteronomio 4:20; 7:6; 14:2; 26:18; y Oseas 2:23.
Todos estos atributos se le atribuyen a la Iglesia neotestamentaria, y
así vemos que Israel forma parte de la Iglesia Universal.

Pero es importante observar que ni aun en el A.T. el pueblo


escogido era de una misma y única raza o etnia. Cuando los israelitas
salieron de Egipto, muchos extranjeros fueron contados entre ellos
(Éxodo 12:38). La ley ofreció repetidamente provisiones para
proteger los derechos humanos y la participación religiosa de los
extranjeros que se encontraban medio del pueblo de Israel. Elías fue
enviado a la mujer en Sarepta cuando había una gran hambre en la
tierra (1 Reyes 17:8-16). Eliseo fue el instrumento para sanar a
Naamán el sirio (2 Reyes 5:1-14). Rahab, de Jericó, se salvó por su fe
y se integró al pueblo de Israel, como también hizo Rut, la moabita.
Estas dos mujeres gentiles se mencionan en la genealogía de
Jesucristo en Mateo 1.5. Dios siempre ha tenido una visión amplia de
la salvación, y siempre ha garantizado el carácter universal de su
pueblo. En este sentido, el pueblo de Israel profetizaba o prefiguraba
la naturaleza internacional de la Iglesia neotestamentaria.

También es necesario observar lo que el apóstol Pable aclara


en Romanos capítulo 9: cuando dijo, “no todos los que descienden de
Israel son israelitas” (versículo 6) porque “no son los que son hijos
según la carne que son hijos de Dios, sino los que son hijos según la
promesa” (versículo 8). O sea, no todos los hijos de Israel según la
carne fueron salvos. Tenían y tienen que ser salvos según la promesa,
la cual se refiere a la salvación que es por gracia por medio de la fe.
El número de estos hijos según la promesa incluye a todos los que a
través de los siglos y milenios hemos creído: los de Israel y los del
resto de las naciones.

13
Stephen Brauning

En Romanos 11:12-19 el apóstol Pablo habló de los gentiles


siendo injertados en el mismo tronco Israel, usando el símbolo del
olivo.
“Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú,
siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de
ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la
rica savia de la oliva”. (vs. 17)
Esta figura empleada por Pablo es una referencia a la metáfora
empleada por el profeta Jeremías (11:16), en la que describe a Israel
como un olivo; el empleo de esta figura por Pablo indica una
continuidad en un único y solo pueblo de Dios.

La Iglesia es también el cumplimiento de Israel, como dice


Romanos 11:26: “y luego todo Israel será salvo”. Esto es porque,
“los que son de la fe, éstos son hijos de Abraham” (Gálatas 3:7).
Pablo confirma esto cuando dice, “A todos los que andan conforme a
esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios” (Gálatas
6:16).

La promesa de la tierra y el descanso que representa, como en


Éxodo 20:38-40, se extiende a la Iglesia según Hebreos 3. La
circuncisión, un elemento tan esencial, único, y especial para el
pueblo judío, no puede separar el verdadero pueblo de Dios, según
Efesios 2:11-13. Los gentiles, la incircuncisión, no formaban parte del
pacto o del pueblo de Dios, salvo algunas excepciones, pero en Cristo
han sido incluidos en el pacto.

En el libro del Apocalipsis están las pruebas finales de que


Israel encuentra su continuidad en la Iglesia. Uno de los elementos
centrales en las visiones del Apóstol Juan son los veinticuatro
ancianos (éstos aparecen doce veces en el libro, desde el capítulo 4
hasta el 19). Había doce tribus de Israel y doce apóstoles en la Iglesia:
el número veinticuatro indica la acumulación de estos representantes
de los dos pactos o épocas, en un solo cuerpo, en una sola entidad.
Este conjunto de doce tribus y doce apóstoles es claramente indicado
en Apocalipsis 21, en la descripción de la nueva ciudad de Jerusalén,
que Juan vio “descender del cielo, de Dios” (versículo 2). Tenía doce
puertas, con los nombres de las doce tribus de Israel inscritos

14
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

(versículo 12). Y tenía doce cimientos, y sobre ellos los nombres de


los doce apóstoles (versículo 14).

También en Apocalipsis 7:1-8, el número 144,000 es un


número simbólico que tampoco se debe interpretar de manera literal.
Es doce multiplicado por doce, o sea, las doce tribus de Israel y los
doce apóstoles, luego, multiplicado por mil. Esta figura indica el
cumplimiento de la totalidad del pueblo de Dios, incluyendo a todos
como partes integrales de la Iglesia universal.

Bíblicamente, no hay ninguna separación, mucho menos


alguna sustitución o desplazamiento de Israel, y reemplazándolo con
la Iglesia. Sin embargo, hay algunos que dicen que Israel no puede
formar parte de la Iglesia, porque Cristo no había venido. Pero, si son
salvos los héroes de la fe, ¿no es acaso por medio de la fe en Cristo?
¡Claro que sí! Ellos tenían fe en el Mesías prometido, en el Cristo de
la profecía. Entonces, ellos fueron salvos igual que nosotros hoy: por
gracia, por medio la fe en Jesucristo. Estos santos pre-cristianos tenían
que conformarse con la esperanza de las cosas que habrían de venir, y
su fe fue comprobada y confirmada con los sucesos históricos que
enfrentaron. Entonces, también ellos forman parte del gran esquema
de Dios, la redención de un pueblo para sí mismo. Son los pies y las
piernas del Cuerpo de Cristo.

La Iglesia se manifiesta en el Nuevo Testamento con la


palabra “ekklesía”, que se usa aproximadamente 115 veces en el NT,
y refleja tres sentidos distintos, identificables en los contextos en los
que es utilizada:
1. El primario sentido de la palabra es el de una congregación de
seguidores de Jesucristo en un lugar específico, o sea, una iglesia
local, como en Romanos 16:5 “…también a la iglesia de su casa”.
Ocurre aproximadamente 88 veces: en Mateo 18:17; veinte veces
en los Hechos (2:47; 5:11; 7:38; 8:1, 3: 9:31; 11:22, 26; 12:1, 5;
13:1; 14:23, 27; 15:3, 4, 22, 41; 16:5; 18:22; 20:17); siete veces
en Romanos (16:1, 4, 5, 16, 23, 27); diecisiete veces en 1 Corintios
(1:2; 4:17; 6:4; 7:17; 11:16, 18; 14:4, 5, 12, 19, 23, 28, 33, 34, 35;
16:1, 19); nueve veces en 2 Corintios (1:1; 8:1, 18, 19, 23, 24;
11:8, 28; 12:13); dos veces en Gálatas (1:2, 22); dos veces en

15
Stephen Brauning

Filipenses (4:15, 16); dos veces en 1 Tesalonicenses (1:1; 2:14);


una vez en los siguientes libros: 2 Tesalonicenses (1:1); 1 Timoteo
(5:16); 2 Timoteo (4:22); Tito (3:15); Filemón (2); Hebreos (12:2,
una cita directa de Salmo 22:22); Santiago (Jacobo) (5:14); dos
veces en 3 Juan (6, 9); y diecinueve veces en Apocalipsis (1:4, 11,
20; 2:1, 7, 8, 11, 12, 17, 18, 23, 29; 3:1, 6, 7, 13, 14, 22; 22:16).

2. Se usa con el sentido de la “Iglesia universal”, un total de 22 veces,


por ejemplo, en Efesios 3:21 “a él sea gloria en la iglesia en Cristo
Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”.
Aquí la referencia no solo es a todos los creyentes en el mundo,
en un dado momento, sino también por todas las edades, por los
siglos de los siglos. Esto también es el sentido en Mateo 16:18;
dos veces en los Hechos (5:11; 20:28); cuatro veces en 1 Corintios
(10:32; 11:22; 12:28; 15:9); una vez en Gálatas (1:13); ocho veces
en Efesios (1:22; 3:21; 5:23, 24, 25, 27, 29, 32); una vez en
Filipenses (3:6); dos veces en Colosenses (1:18, 24); una vez 2
Tesalonicenses (1:4); dos veces en 1 Timoteo (3:5, 15); y una vez
en Hebreos (12:23).

3. Tres veces se usa en el Nuevo Testamento para indicar a un grupo


de personas reunido en un lugar, sin una definición especial
relacionada con la fe o con la iglesia: son Hechos 19:32, 39 y 41,
donde se refirió al alboroto en Efeso.

Como se ve claramente en estos tres usos de la palabra


“ekklesía” en el Nuevo Testamento, la palabra “iglesia”, traducido de
“ekklesía”, siempre hace referencia a un grupo de personas, y no a las
instituciones, y mucho menos a un lugar, edificio o templo. Esta es
una evidencia contundente de que la Iglesia, en su forma esencial, es
una asamblea o conjunto de gente. Es personas. Justamente, nosotros
somos la Iglesia, y la Iglesia somos nosotros.

Jesús, aunque no formó lo que llamaríamos “una iglesia” con


cultos, púlpito, músicos, bancos, oficiales, letreros, programas, etc.
Pero, sentó las bases sobre las cuales se fundó la Iglesia. Al llamar a
sus discípulos, al predicar las buenas nuevas, al sanar a los enfermos,
al enseñar sobre el Reino de Dios, al enviar misioneros, y al final,

16
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

obtener la salvación y la vida eterna para todos los suyos, Jesucristo


hizo todo lo necesario para que la Iglesia llegara a ser lo que habría de
ser desde el principio: el verdadero pueblo de Dios sobre toda la tierra.
Jesús es el Señor y el Salvador de la Iglesia.

Las enseñanzas de Jesús tienen mucho que ver con la Iglesia,


pero, en los cuatro Evangelios, la palabra “iglesia” aparece solamente
tres veces: una vez en Mateo 16:18 y dos veces en Mateo 18:17.

En Mateo 16:18, encontramos la gran declaración de Jesús:


“edificaré mi iglesia”. El contexto es la pregunta de Jesús, en cuanto
a qué decía la gente acerca de quién era él. Como respuesta, tenemos
el testimonio de parte de Pedro en el versículo 16, “Tu eres el Cristo,
el Hijo del Dios viviente.”

Jesús respondió al decir que la fuente de este testimonio era


Dios mismo. Solamente Dios revela a Dios. Y sigue plasmando su
plan "Edificaré mi Iglesia", y esto sobre el testimonio de Pedro. ¿Qué
es la iglesia? ¿Un edificio? No. Aunque para no mojarnos con la
lluvia, y para no quemarnos con el sol, tenemos un edificio al que
comúnmente llamamos “iglesia”; pero el edificio no es la iglesia. Lo
cierto es que la “iglesia” somos nosotros. El punto central aquí es que
Jesús, el Unigénito Hijo de Dios, es el creador y el dueño de la Iglesia.
Esta realidad abarca la suma de la obra divina en la Iglesia, incluyendo
cuatro elementos: el servicio, la salvación, la santificación y señorío
del Señor Jesucristo para con su pueblo.

En cuanto a servicio, Mateo 16:18 indica que Jesús es quien


trabaja verdaderamente en la Iglesia para su edificación, y también
nos lleva a entender cómo es que lo hace: sirviendo. Todo lo que
ocurre para lograr el crecimiento y la expansión de la Iglesia, es obra
de Jesucristo, por medio de su modelo de servicio. Él nos enseñó y
dejó el mejor ejemplo de servicio para lograr esta meta.

Pero muchas iglesias han distorsionado el concepto de


“servicio”, y se ve esta distorsión en el uso del término “servicio” para
describir lo que hace la Iglesia cuando se reúne en un culto público.
Al principio, su usaba en sentido de un servicio de alabanza a Dios.

17
Stephen Brauning

Parece que, a través del tiempo, al llamar “servicio” al “culto”, el


concepto de lo que era el verdadero “servicio” fue menguando y todo
pasó a definirse en el contexto del culto. Las iglesias se fueron
concentrando cada vez más en lo que ocurre dentro de sus cuatro
paredes, durante el tiempo del culto, y dirigido por el clero
profesional.

Las personas en el culto dejaron de participar excepto como


“espectadores”, observando la actividad sin tener nada que ver con lo
que se hacía, excepto en recibir algo: recibían la misa o santa cena,
recibían la Palabra predicada, escuchaban las canciones y las
oraciones, recibían bendición, etc. En este contexto, más que hablar
de “servicio”, los participantes son más bien “servidos”. Pero esto es
totalmente contrario a lo que Jesús describió como servicio: “el hijo
del hombre vino no para ser servido, sino, para servir.” Pero en
muchas iglesias en la actualidad, la gente va al “servicio” no para
“servir”, sino para ser “servida”.

En el texto de Mateo 16 que sigue inmediatamente al que


acabamos de mencionar, encontramos que Jesús, a partir del versículo
24, planteó un concepto radical de servicio al cual él mismo vino para
hacer y dejar como modelo a seguir:
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz,
y sígame. Pero cualquiera que quiera salvar su vida,
la perderá, y cualquiera que perdiera su vida por
causa de mí, la hallará. Porque, ¿de qué aprovecha al
hombre, si ganare todo el mundo, y perdiera su alma?
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
(Mateo 16:24-26)
Esta declaración dejó a los discípulos atónitos, asombrados,
escandalizados, en todo sentido, desorientados, hasta aterrorizados
(véase Marcos 10:32). Lo que Jesús les propuso no les cuadraba. Los
paradigmas de la religión, de la salvación según los criterios aceptados
ya no iban. Pensaban los discípulos que su trayectoria con Jesús, ya
identificado como el Hijo de Dios, iba ser “de gloria en gloria”, y de
“victoria en victoria”. Pero Jesús les planteó el camino de la cruz. Fue
un choque duro para ellos. Mateo sigue con el próximo relato “Seis

18
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

días después...” (Mat. 17:1). Parece que Jesús los dejó seis días para
que meditaran, analizaran y reflexionaran, y tal vez, comenzaran a
entender lo que acababa de decirles.

A pesar de esto, parece que todavía no habían entendido,


porque al anunciar por tercera vez su muerte en Mateo 20:17-19, los
discípulos, según los versículos 20-28, demostraron que no habían
digerido el mensaje. Entonces, Jesús tomó la oportunidad para
aclararles sobre la realidad de su discipulado, sobre su verdadero
llamado, y el modelo que él les estaba dejando: el liderazgo de
servicio. Era, y todavía es, un modelo muy distinto a los modelos
comunes en el mundo, y aun en la Iglesia, hasta de hoy en día.

Todo comenzó con el interesante escenario relatado en Mateo


20:20-21:
“…se acercó a él la madre de los hijos de Zebedeo con
sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le
dijo: “¿Qué deseas?” Ella le dijo: “Ordena que en tu
reino estos dos hijos míos se sienten el uno a tu
derecha y el otro a tu izquierda.”

Ante semejante propuesta, podemos decir, por un lado, que


Jesús detectó en la petición de la madre de Juan y Jacobo algo de
ingenuidad: no sabía lo que pedía, y se lo dijo.

Observando la propuesta con más profundidad, podemos decir


que Jesús percibió cierto orgullo, una actitud egoísta, el deseo de
dominar, y toda una serie de consecuencias negativas derivadas de
esta petición: refleja un sistema socio-político y religioso que genera
opresión, marginalización, injusticia y violencia. Estas eran
precisamente las cualidades del modelo de liderazgo que existía en la
sociedad, la política, y la religión en el entorno actual de ellos,
modelos de liderazgo que Jesús vino a subvertir.

Además, Jesús percibió que este era el momento preciso para


enseñarles este concepto, para ellos muy novedoso. Llamó a los demás
discípulos, quienes se habían enojado con Juan y Jacobo por su

19
Stephen Brauning

petición (porque, probablemente, también tenían las mismas


aspiraciones), y les dijo:
“Sabéis que los gobernantes de los gentiles se
enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen
autoridad sobre ellos. Entre vosotros no será así. Más
bien, cualquiera que anhele ser grande entre vosotros
será vuestro servidor; y él que anhele ser el primero
entre vosotros, será vuestro siervo. De la misma
manera, el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir y para dar su vida en rescate por
muchos.” (Mateo 20:25-28)

Todos sabemos cómo funcionan los asuntos del poder e


influencia en la vida. Hay que estar “pegado”, o sea, estar vinculado a
las instancias del poder. Es así que uno avanza. Y eso es, por encima
de los demás. Para tener una ventaja, otro tiene que tener una
desventaja. “Ah ha, entonces, si es así, pues, quítense de mi camino
porque yo estoy buscando lo mío. Y cuando yo tenga lo mío, no se
atrevan a tratar de arrebatármelo. Si tratas de perjudicarme en alguna
manera, o si sencillamente tengo la más mínima sospecha de que no
estés en mi favor, entonces te veré como mi enemigo. Pero yo, yo voy
a seguir, voy a aserrucharle el palo a cualquiera que esté arriba. Quiero
llegar. No soy pendejo.” Es así que funciona el mundo. Lo sabemos
todos, y seguimos con este modelo.

Pero ¿qué dijo Jesús sobre esto? “Entre nosotros, no será así.”
Somos diferentes. Tenemos otro paradigma, uno que opera y hace
funcionar el reino de Dios. No es tanto que sea “diferente”, es más
bien que es todo lo contrario, es radicalmente lo opuesto. En lugar de
liderar por la fuerza, en lugar de que los grandes ejerzan autoridad y
señorío sobre los demás, en lugar de un liderazgo sustentado en la
violencia, la represión y las manipulaciones; ahora, entre nosotros, el
camino, la vía, es el servicio: él que se crea la gran cosa, el que desee
ser el primero entre nosotros; debe ser el primero en estar dispuesto a
servir, debe destacarse por su humildad, por sus cualidades humanas,
por su disposición de buscar siempre el bien ajeno antes que el suyo,
en suma, debe caracterizarse por su amor al prójimo.

20
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Debemos insistir en que estas palabras no son simples clichés,


o palabras bonitas. En realidad, Jesús había explicado muy bien qué
significa este paradigma para él mismo. A esta altura de su ministerio,
había dicho tres veces que iba a tener que ser entregado, humillado,
torturado, y entregar su vida. Él vino para servir, y no para ser servido,
y así fue su vida de servicio, hasta la muerte. Este paradigma para él
mismo significó el tener que dar su propia vida. Esta es la revolución
más grande en el marco de las estructuras sociales, religiosas,
económicas, políticas, personales, e interpersonales. Este es el modelo
del liderazgo sustentado en el servicio.

Este modelo de liderazgo sustentado en el servicio es la


antítesis de todos los demás modelos existentes, porque choca con las
tendencias pecaminosas que hay en la persona natural; pero es el
modelo que Jesús vino a establecer, y a la luz del cual él vivió.

Consecuentemente, este modelo es también el que debe definir


y caracterizar la vida, misión y ministerio de la Iglesia. Con esta
actitud y vocación de servicio, la Iglesia va a crecer de verdad dentro
de un mundo lleno de necesidades, pero carente de personas e
instituciones con una verdadera y decidida vocación de servicio.

En cuanto a la salvación, la obra principal del servicio de


Jesús consiste en su obra salvadora: “para dar mi vida en rescate por
muchos” (Mateo 20:28). Esta obra salvadora es la que permite la
existencia de una Iglesia, y también su edificación, porque provee la
base espiritual para ella: la redención de un pueblo apartado por Dios.
Con esto vemos que Jesús no estaba hablando de edificación en el
sentido de una construcción material de piedras, paredes, y techos.
Hablaba de la expansión del pueblo redimido, de la salvación hasta
todo el mundo. Como la Iglesia es la gente, o sea, se compone de
personas redimidas que forman un pueblo, una comunidad, un pueblo;
entonces, la única manera de edificarla es incorporando más personas
haciendo que la salvación llegue a ellas.

Como esta salvación tiene como fundamento la obra divina, es


victoriosa. Es más, en Mateo 16:18 Jesús afirma: “las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella” (contra la Iglesia). Es una

21
Stephen Brauning

promesa divina que la Iglesia vencerá, porque sería él quien la habría


de salvar y le daría la victoria. Es interesante ver la disposición de la
Iglesia en esta frase. Muchos se han apoyado en esta idea para colocar
a la Iglesia en una postura defensiva. Es decir, mucha gente cree que
la Iglesia está luchando para protegerse de los ataques de Satanás y
las fuerzas de mal. Creen que es la Iglesia la que está detrás de las
puertas, como si ella estuviera escondida en una fortaleza.

Pero, al ver el vocabulario de Jesús, tenemos que concluir que


en realidad es todo lo contrario. Es la Iglesia la que está a la ofensiva,
avanzando, y el enemigo quien está a la defensiva y retrocediendo. En
la cosmovisión judía, “Hades” era el lugar donde iban los muertos.
“Las puertas del Hades” señalan los lugares espirituales y físicos
donde todavía la muerte predomina. Ahora, el contexto nos ayuda
entender mejor esta declaración. En el momento de pronunciar estas
palabras, Jesús se encontraba en Cesarea de Filipo (Mat 16:13), que
era una ciudad romana donde predominaban las religiones paganas.
Había un templo del dios “Pan”, que según la mitología, vivía en el
inframundo, que correspondía al “hades” en la cosmovisión hebrea.
El templo estaba situado frente una cueva que se consideraba la
entrada a dicho inframundo. Cuando Jesús habló de “la puertas del
hades”, los discípulos pudieron visualizar estas puertas allí. Y la gran
sorpresa que Jesús declaró fue que la Iglesia iba a marchar a la
ofensiva contra estas puertas, derrumbar las fortalezas de la muerte,
conquistar sus territorios, y vencer a los dioses falsos. Jesús prometió
que la salvación llegaría hasta allí, hasta los más perdidos, y dichas
puertas no podrían resistir cuando la Iglesia iba marchando, porque
venía en el nombre de Jesús.

Y como esta salvación tiene como base la obra divina, no es


efímera, y está garantizada. El plan es también una promesa:
“edificaré mi iglesia”. La promesa es que ¡la Iglesia perseverará! La
muerte no va a significar el fin de su existencia. El poder de Satanás
no la podrá derrotar. Con su promesa, Jesús plasma también la
seguridad de la salvación de un pueblo escogido y guardado
eternamente.

22
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En cuanto a la santificación: la edificación de la Iglesia


implica crecimiento externo, es decir un tamaño y extensión; pero
también significa crecimiento interno, o sea, madurez, solidez, y
perfección. La santificación es la perfección de la Iglesia,
preparándola como una novia para su matrimonio eterno con
Jesucristo, el novio, en la eternidad (Apocalipsis 19:7).

La santificación es también una obra divina: Jesús mismo oró


por esto en Juan 17:17 “Santifícalos en la verdad; tu palabra es
verdad.”, indicando así que es una obra que sólo Dios puede hacer.

La Iglesia crece en todos los aspectos: ministerio, unidad y


servicio (Efesios 3:12, 13); y en gracia y conocimiento (2 Pedro 3:18).
Todo es parte de su santificación.

Finalmente, tenemos su Señorío. “Mi iglesia”, dijo Jesús. Él


no dijo "Edificaré TU iglesia, Pedro". Dijo, “MI iglesia”. Se ha mal
interpretado este pasaje en relación con Pedro, como si Pedro mismo
fuera la roca sobre la cual Jesús iba edificar la iglesia de Pedro. Es
interesante que, en el idioma original, el griego koiné, haya un cambio
entre el nombre que Jesús da a Pedro que es “Petros”, o sea, “roca”,
pero en el género masculino, y luego, la roca, que es “petra”, la forma
femenina para roca, sobre la cual edificará su iglesia. Pedro es una
“roca”, sí, pero no sobre la cual Jesús edificaría su iglesia. Ésta es, a
base de este texto, el testimonio de Pedro. ¿Cuál “roca” más sólida
que el testimonio que Pedro hizo al decir a Jesús, “¿Tú eres el Cristo,
el hijo del Dios viviente”?

Con esto queda claro que Jesucristo es el Señor de su pueblo.


Y en la actualidad, ¿de quién es la Iglesia? ¿Es nuestra? No. ¿Es del
pastor? Tampoco. La Iglesia pertenece a uno solo, porque él la compró
y la construyó. Él es el dueño.

Después de estas referencias, la palabra “iglesia” no aparece


más en los cuatro Evangelios, hasta el libro de los Hechos. Pero esto
no es decir que el concepto desapareció en los Evangelios. La Iglesia
estaba claramente presente en todo lo que Jesús dijo e hizo y sigue
haciendo, porque fue la meta que Jesús tenía en todo. Vemos esto en

23
Stephen Brauning

su oración sumo-sacerdotal en Juan 17. Primero, Jesús oró


específicamente por “los hombres que del mundo me diste” (versículo
6). Este es el grupo de los discípulos. Pero Jesús no se contentó en
orar solamente por este pequeño grupo: “No ruego solamente por
éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de
ellos...” (Versículo 20). Así vemos que la preocupación de Jesús era
la Iglesia universal.

El tema de la Iglesia sigue en desarrollo en la Biblia, visible


en las prácticas y los escritos de los apóstoles. En lo relatado en el
libro de los Hechos, el tema de la Iglesia, su definición e identidad, y
su crecimiento y expansión, echó raíces más profundas. La promesa
de la venida del Espíritu Santo se cumplió en el día de Pentecostés, y
la Iglesia así recibió su mayor impulso. Se estableció una asamblea
que verdaderamente reflejaba el diseño que Dios tenía previsto para
su pueblo. Los apóstoles fueron los primeros líderes de la Iglesia y
demostraron su interés en la Iglesia con “los hechos” registrados en
“los Hechos”, y también en los conceptos plasmados en sus escritos.

Sin embargo, esto no es señal de que hubiera uniformidad


entre los apóstoles en cuanto a su ministerio, concepto de la Iglesia, y
en temas doctrinales. Por eso es importante revisar el material bíblico
relativo a los distintos autores para descubrir los conceptos que,
juntos, forman parte del diseño de Dios para la iglesia.

El Apóstol Pedro fue una figura clave para la Iglesia,


demostrado en su papel central entre los discípulos de Cristo en los
Evangelios y en el libro de los Hechos. Por su carácter impulsivo y
proactivo, estuvo muchas veces en el centro de la acción durante el
ministerio de Jesús en la tierra. También en los relatos del libro de los
Hechos, llegó ser el foco de atención en los capítulos 1 a 12, en los
cuales su nombre se menciona 55 veces. Pero, inmediatamente en el
capítulo 13, el enfoque cambió al ministerio del apóstol Pablo.
Consecuentemente, Pedro se menciona sólo una vez más en los
últimos 15 capítulos, específicamente en el capítulo 15, en la asamblea
en Jerusalén. Pero durante el período inicial, su papel fue decisivo,
inspirador, y activo. Las predicaciones y testimonios que expresaba

24
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Pedro fueron claves para la Iglesia, particularmente la forma en que la


identificó como el pueblo de Dios.

Después de la ascensión de Jesús en Hechos 1, vemos a Pedro


tomando el liderazgo dentro del grupo de apóstoles y discípulos. En
Hechos 1:15, es Pedro quien toma la palabra sobre el tema de la
vacante entre los 12 apóstoles. En Hechos 2:14, fue Pedro quien
predicó el poderoso mensaje de Pentecostés, y así, repetidamente
Pedro predicaba, enfrentaba situaciones internas y externas, y fue el
instrumento de Dios para realizar algunos milagros. También jugó un
papel importante en la apertura de la Iglesia hacia los gentiles,
comenzando con el centurión Cornelio en el capítulo 10.

En el caso del conflicto registrado en el capítulo 15 de los


Hechos, cuando surgió el gran problema de que si la circuncisión y la
ley judía se aplicaban a los convertidos gentiles, se reunieron y se
escucharon las voces de los representantes de los distintos puntos de
vista (Hechos 15:1-21). Pero algunos de la secta de los fariseos, que
se habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario
circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés. (vs. 5). En
el versículo 7 se relata cómo Pedro dio un breve discurso clave para
la resolución del asunto. Se nota el tono conciliador y una clara
llamada a reconocer la voluntad de Dios en la salvación de los
gentiles, sin el yugo de la ley judía. Este argumento fue repetido por
Jacobo, algo modificado, y entonces predominó dicha actitud en la
asamblea, abriendo así el paso a la conversión de los gentiles.

Pero a pesar de estar tan claro sobre este punto en un momento


dado, parece que Pedro vaciló en otro momento, estando en la iglesia
de Galacia, que estaba compuesta principalmente por gentiles. Según
el Apóstol Pablo en Gálatas 2:7, parece que Pedro estaba demandando
de los gentiles el sometimiento a algunas exigencias de la ley y
costumbres judías. Por esta razón en Gálatas 2:11-14 Pablo lo acusa
de hipocresía cuando estuvo en el centro de cierta tensión y división
entre judíos y gentiles. No se registra el resultado de dicha
confrontación, aunque subsecuentes evidencias indican que no afectó
seriamente el liderazgo de Pedro. No fue una excusa para restarle

25
Stephen Brauning

importancia a todo lo que Pedro había hecho previamente en favor de


la Iglesia.

Pedro nunca reclamó ninguna posición especial ni autoridad


por encima de los demás apóstoles. Vemos a través del libro de los
Hechos, que él se sometió a los líderes en Jerusalén. Dos ejemplos
claves se encuentran en el capítulo 11 en relación con Cornelio, y en
el capítulo 15 en el gran concilio en Jerusalén. En ninguno de los dos
casos fue Pedro quien dirigió, aunque jugaba un papel importante. En
los dos casos, se sometió al grupo reunido de apóstoles, hermanos, y
ancianos.

Pedro mismo entendió su papel en la Iglesia, como vemos


muchos años después cuando escribió su primera epístola. En 1 Pedro
5:1, se dirigió a los líderes de las iglesias y se identificó con ellos en
cuanto a su oficio en la iglesia: “Ruego a los ancianos que están entre
vosotros, yo anciano también con ellos, “

En primer lugar, habló de “ancianos” (griego “presbutérus”,


una forma plural de “presbúteros”: anciano). No dijo “obispo”
(griego “epískopos”), y mucho menos, “papa”, término y concepto
que no se encuentran en la Biblia.

En segundo lugar, se identificó con ellos como un anciano


igual a los demás, igual que ellos. En tal sentido usó la palabra griega
“sumpresbúteros” (co-anciano, anciano junto a otros). No se situó
por encima de los demás ancianos. Nunca dijo que era mayor que
ellos. Había aprendido de Jesucristo este modelo de liderazgo, de
servicio, de humildad, y de igualdad.

También Pedro demostró un verdadero corazón de pastor en


sus palabras de consejo a los demás pastores, en el capítulo 5 de su
primera carta. “Apacentad la grey de Dios”, dijo, palabras
reminiscentes de las palabras de Jesús en la restauración del mismo
apóstol Pedro en Juan 21:15-17. Había aprendido y puesto en práctica
este ministerio, y entonces rogó a los demás ministros que hicieran lo
mismo.

26
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Finalmente, como ya expresado anteriormente, Pedro dejó una


maravillosa enseñanza sobre la identidad de la Iglesia en I Pedro 2:9
y 10 (vea arriba).

El Apóstol Pablo es quien humanamente hizo más para la


expansión de Iglesia a nivel global que cualquier otra persona en toda
la historia, con la excepción de Cristo mismo. Su trabajo misionero
registrado en el libro de los Hechos lo llevó desde las costas de
Palestina hasta la misma Roma. Pudo, por la gracia de Dios, establecer
iglesias en casi todas las ciudades principales de Asia Menor y Grecia.
También tuvo una participación activa, directa o indirectamente, en la
formación de otras iglesias, como las de Antioquía y Alejandría.

También en sus mismas epístolas podemos ver los aportes de


Pablo al desarrollo de la Iglesia, sembrando iglesias, fomentando y
formando el liderazgo, así como llevando a cabo una obra
indiscutiblemente pastoral. Además, contribuyó a las bases teológicas
del pensamiento teológico cristiano, la práctica (praxis) cristiana, la
iglesia local, y la Iglesia en el sentido universal.

Ahora bien, como son cartas dirigidas en su mayoría a iglesias


locales específicas, o grupos de iglesias regionales, cada una responde
a las situaciones y necesidades específicas de cada iglesia. Además,
aportan temas teológicos y prácticos para la vida de cada una. La
mayoría contribuyen a la doctrina de la Iglesia en sentido general, pero
también en áreas prácticas como el gobierno y el ministerio de la
Iglesia. Como había dedicado tanto trabajo al establecimiento de
iglesias, Pablo quería asegurarse que estas congregaciones se dirigían
de una forma correcta, conforme a la voluntad de Dios y de manera
conveniente para ellos mismos. Todas las cartas contienen algo sobre
la Iglesia. Algunas son verdaderos manuales de instrucciones sobre el
tema (especialmente I Corintios y Efesios).

Pablo enfatizó la identidad divina de la Iglesia en sus


epístolas. Quería dejar claro que la Iglesia era el verdadero pueblo de
Dios. Por esto emplea la figura o metáfora de “el cuerpo de Cristo”,
“la casa de Dios”, y “la novia de Cristo” (más adelante profundizamos
nuestro análisis de estas figuras). Además, cuando habló del

27
Stephen Brauning

establecimiento de la Iglesia, Pablo dejó ver claramente que era por


obra de Dios. La divina elección de los verdaderos creyentes es un
tema repetido en muchos pasajes paulinos (por ejemplo, Romanos
8:29 y 30; Efesios 1:4, 5 y 11; 2 Tesalonicenses 2:13).

También, aclara sobre la naturaleza santa de la Iglesia. La


santidad es unas de las características naturales de la Iglesia. Por eso,
Pablo se dirigió a los Romanos como los que eran “llamados a ser
santos” (Romanos 1:7). Pero no dejó solamente la santidad dentro
del renglón de lo “esperado”; aun a la iglesia de Corinto con todas sus
deficiencias, Pablo se dirigió como “santificados” (1 Corintios 1:2), y
“santos” (2 Corintios 1:1). ¿Cómo es que podían ser llamados santos?
Era una iglesia llena de problemas morales y conductuales. Pero,
Pablo entendió que Dios habitaba entre ellos. “El templo de Dios, el
cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:17). Esto era porque “...ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro
Dios” (1 Corintios 6:11).

Al llamarla “santa”, no quería decir que era “perfecta” en


todos sentidos, pues, éste no es el significado de la palabra. Lo que sí
quería decir era que la Iglesia había sido apartada del mundo con un
llamado especial por Dios y dedicada al servicio de Dios.

“Santa” también lleva la idea de moralidad. En este sentido la


Iglesia es diferente al mundo. Dos elementos de la santidad son el
arrepentimiento y la transformación moral. Dejar el pecado y vivir
conforme a la voluntad de Dios es resultado de la salvación.

A pesar de esto, la Iglesia no es santa en sí misma, sino gracias


a su consagración por Dios. Es él quien la justifica, es decir, aplica la
justicia de Cristo a su pueblo. Es él quien la santifica, y es él quien
empuja el proceso de transformación individual y comunal. En
verdad, debemos dar gracias a Dios porque esto no es una obra
nuestra, sino suya.

La Iglesia como una comunidad, o incluso como una


institución, no siempre ha mantenido su santidad visiblemente. Si se

28
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

determinara la veracidad de la santidad de la Iglesia a través de los


siglos con base en la simple observación de sus hechos o acciones,
sería muy difícil afirmar que es santa. En el nombre de Cristo se han
hecho y perpetuado muchas injusticias. Se han fomentado y
mantenido muchos pecados y errores. Pero, a pesar de esto, la Iglesia
sigue siendo “santa”, porque Dios la ha declarado “santa”.

La unidad de la Iglesia es otro elemento fundamental de la


Iglesia en los escritos de Pablo. Efesios 4:1-6 establece que la unidad
de la Iglesia se basa en la unidad de Dios y en la unidad de la
salvación. Ya hemos visto que la Iglesia es un solo cuerpo - el Cuerpo
de Cristo - con una sola cabeza, que también es el mismo Cristo.
Entonces, como Dios es uno, la Iglesia es una. Como Cristo es uno, la
Iglesia es una. No puede haber una división radical y definitiva. La
Iglesia es definitivamente UNA. Este tema se desarrollará más
adelante.

El ministerio de la Iglesia fue otro tema importante del


apóstol Pablo. Él era un verdadero ministro de la Iglesia, y
naturalmente, recalcaba la necesidad de un ministerio auténtico en la
Iglesia. Los dones espirituales tenían un papel central en todas sus
enseñanzas sobre el ministerio de la Iglesia. Había dos áreas generales
hacia las que Pablo dirigía el ministerio de la Iglesia: 1) el ministerio
de edificación de los miembros; y 2) la labor de la predicación,
mediante la cual se lograba la expansión de la Iglesia a través de la
incorporación de nuevos miembros. Con esta visión balanceada, Pablo
procuró que la Iglesia llevara a cabo un ministerio completo.

También, Pablo se refirió bastante al gobierno de la Iglesia,


tocando aspectos concernientes al tema de la organización y estructura
de la Iglesia. A través de su enseñanza al respecto, podemos ver un
patrón para el gobierno de la Iglesia. Generalmente el gobierno que
Pablo asume es funcional, es decir, práctico, con el fin de cumplir el
trabajo. Pero es divino en carácter también, porque es dirigido por el
Espíritu Santo a través de la función de los dones espirituales.
También el gobierno es flexible, no rígido. Vemos esto en las distintas
formas que Pabló usó. En 1 Corintios 9:22 aclara su política en
asuntos de formas de trabajar: “…a todos me he hecho de todo, para

29
Stephen Brauning

que de todos modos salve a algunos.” El gobierno es local, no


centralizado. En cada iglesia, Pablo estableció ancianos de la misma
congregación para el gobierno y administración de la local (Hechos
14:23; Tito 1:5), y a estos se dirigía para tratar asuntos de la
congregación local.

Posiblemente el mejor ejemplo de liderazgo y ministerio en la


iglesia, lo tenemos en Hechos 20:17-36, cuando el Apóstol Pablo
volvió y reunió a los ancianos de las iglesias de Éfeso en Mileto. Este
relato revela una etapa importante en la vida de Pablo, en el desarrollo
de estas iglesias, y con relación a la Iglesia en sentido general, porque
indica un paso a la madurez. En aquel momento se estaban cortando
los lazos de la dependencia del apóstol, quien hasta la fecha había sido
más que su fundador, era su padre y su autoridad espiritual, su
consejero, y una especie de árbitro en los asuntos internos y externos.
Pero ahora en la asamblea de Mileto, Pablo les dijo que les tocaba a
ellos tomar las riendas y hacerse cargo de la obra. Sin embargo, no los
“soltó en banda” como tal vez aun a ellos mismos les parecía, sino,
que les recapituló el modelo de ministerio que él mismo había
implementado, y que les iba servir para la continuación de estas
iglesias en particular, y también para la Iglesia en sentido universal.

El modelo de ministerio que Pablo explicaba demuestra una


autenticidad y entrega admirable:
 Versículo 18: Vivió entre ellos.
 Vs. 19: Sufrió oposición.
 Vss. 21, 24, 25, 26, 27, 31: Predicaba y enseñaba fielmente la
verdad.
 Vs. 20: Iba de casa en casa.
 Vss. 34, 35: Trabajaba con sus manos para su sustento y para
ayudar a otros.
 Vss. 19 y 31: Demostraba amor, humildad, conciencia, y
lágrimas.
 Vss. 29-32: Ahora bien, aunque les parecía cruel su salida,
Pablo estaba dispuesto a dejarlos, aunque sabía que venían
problemas externos (vs. 29) e internos (vs. 30); no obstante, lo
podía hacer porque los encomendaba a Dios y a su Palabra (vs.
32), confiando en que esto era suficiente para guardarlos.

30
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Esta medida drástica era necesaria debido a la sucesión de


eventos y lógicamente, al paso del tiempo, pues los apóstoles eran ya
de edad avanzada. Además, la detención de Pablo en Jerusalén sonó
como una voz de alarma. Era necesario asegurar la continuidad de la
Iglesia con base del modelo propuesto por Jesús, y en el modelo
sugerido por los apóstoles.

No era una cuestión de oponerse a cualquier innovación en la


Iglesia. Sí, había la necesidad de transmitir el testimonio de los
apóstoles sin distorsionarlo (1 Timoteo 6:20; 2 Timoteo 1:14; 3:14),
porque los falsos maestros, errores, especulaciones, y filosofías
contrarias abundaban. Sin embargo, en cuanto al ministerio de la
Iglesia, Pablo mismo era un innovador increíble, siempre abierto a la
dirección del Espíritu Santo, a las circunstancias, y a las
oportunidades; y como en el caso de los ancianos en Mileto, lo mejor
para la Iglesia era que el ministerio fuera diversificado,
contextualizado a la situación local, y a la vez continuado y ampliado.

El Apóstol Juan, en el Evangelio que se le atribuye,


enfatizaba el tema de la “morada” de Dios con su pueblo, utilizando
el verbo griego “meno” (yo permanezco, yo quedo) traducido como
“permanecer”, aproximadamente 40 veces. Conlleva el significado de
cohabitar o morar juntos, que llama la atención fuertemente a una
realidad de la Iglesia en comunión con Dios.

Desde el primer capítulo, en el versículo 14, al decir que “el


Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, invocó una alusión clara
a la presencia de Dios en el tabernáculo con Israel. Esto sigue
consistentemente a través del cuarto evangelio en pasajes como el
capítulo 10:11-14, donde Jesús se identifica como “el buen pastor”,
14:16-17 donde el consolador habita con ellos, hasta encontrar un
desarrollo amplio en el capítulo 15:1-16 en la metáfora de la vid y los
pámpanos. En 12 versículos, del 4 hasta el 16, doce veces utilizó el
verbo griego “meno” (yo permanezco, yo quedo). Esto nos llama la
atención fuertemente, pues señala la realidad de la Iglesia, que existe
en una continua comunión con Dios.

31
Stephen Brauning

En el libro de Apocalipsis, también atribuido tradicionalmente


al mismo autor, se encuentran los mensajes a las siete iglesias de Asia
Menor. Cada uno es un mensaje para nosotros también. Los temas
predominantes son: la fidelidad a la fe, el sufrimiento por la obra, el
amor hacia Dios y a los demás, y la lucha contra Satanás y los profetas
falsos. Además, las advertencias que incluyen son casi idénticas: si
guardas la verdad, prevalecerás; si no, perderás tu lugar.

El Apocalipsis también deja claro que la victoria de la Iglesia


es segura. A pesar de las amenazas, debilidades, y problemas
evidentes en los primeros tres capítulos, varias veces, en varias
formas, hay una gran visión de la gloriosa culminación de la Iglesia
en el cielo. Esto demuestra que Dios es fiel, y que va a llevar a cabo
su propósito para con la Iglesia.

Consideremos estas presentaciones:


 Capítulo 7:1- 8, ya mencionado arriba, demuestra la
unidad absoluta de la Iglesia universal, desde los siglos
hasta los siglos. Resalta la presencia de las doce tribus de
Israel y todos los alcanzados por la obra de los doce
apóstoles.
 Capítulo 7:9-17, la gran innumerable multitud de
redimidos, también es una visión gloriosa del futuro de la
Iglesia. Aquí está su identidad universal: “de todas
naciones, tribus, pueblos y lenguas”.
 Capítulos 19:9,10 y 21:9, la boda del cordero, y la novia
ataviada (véase abajo en los símbolos o figuras
descriptivas)
 Capítulo 21:1 hasta el capítulo 22:5, la Nueva Jerusalén
representa la Iglesia glorificada.

Los otros apóstoles también contribuyeron a la extensión de la


Iglesia. En la India, existe una iglesia que hasta hoy en día sostiene al
“apóstol dudoso” Tomás como fundador. Marcos supuestamente fue
misionero en Egipto donde se establecieron las iglesias cópticas, y
varios otros de ellos cumplieron labores misioneras en otras partes del
mundo antiguo, según tradiciones locales y generales. Estas
congregaciones y tradiciones representan distintas manifestaciones

32
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

del evangelio y de la Iglesia que se remontan al primer siglo. Cada


una es diferente en muchos sentidos, lo que demuestra que los
apóstoles innovaron, adaptaron, y contextualizaron la obra a
dondequiera que iban.

Esta diversidad de expresiones del evangelio está atestiguada


de manera evidente y abundante en el Nuevo Testamento mismo. Sólo
hay que comparar los temas teológicos principales entre los cuatro
Evangelios, o entre las epístolas escritas por diferentes autores.
Demuestran distintos acercamientos, preocupaciones, y énfasis,
dependiendo de la comunidad donde surgieron, la época, y la
audiencia original. Son evidencias de que la Iglesia siempre ha estado
abierta a innovaciones. El evangelio se presta infinitamente a ser
contextualizado en cualquier ambiente. Es la belleza del evangelio y
de la Iglesia: estos caben dondequiera, y pueden pertenecer a los más
diversos contextos. Los apóstoles lo sabían, y así trabajaron.

En un capítulo más adelante abordaremos brevemente ciertos


aspectos relevantes de la historia de la Iglesia. Pero por ahora es
suficiente decir que, a partir de Pentecostés, Jesús obró por medio de
los apóstoles para que la Iglesia comenzara a “edificarse”, como lo
había prometido, exhibiendo un desarrollo y expansión que ha
continuado hasta la fecha.

C. Los símbolos descriptivos de la Iglesia en la Biblia

Un símbolo es una “figura con la que es representado un


concepto o cosa, por alguna semejanza percibida entre ambos”
(Diccionario Cumbre de la Lengua Española, Everest). Son muy útiles
para la enseñanza porque ayudan a representar conceptos abstractos
en una forma más concreta y comprensible. Las comparaciones que
exhiben los símbolos permiten ver con mucha más claridad ciertos
detalles que de otra manera serían difíciles de percibir.

Al estudiar los símbolos bíblicos sobre la Iglesia, podemos ver


con mayor claridad la naturaleza e identidad de la Iglesia, además de
considerar las descripciones y características mismas. Los símbolos
que estudiaremos aquí son más que simples comparaciones. Cada uno

33
Stephen Brauning

de los que la Biblia usa contiene elementos descriptivos muy


directamente aplicables a la Iglesia; es decir, los símbolos exhiben
características de la Iglesia. Por eso, los llamamos “símbolos
descriptivos.” Además, y todavía más importante, es que estos
símbolos son más que representativos, son realidades en términos
espirituales también.

Según Paul Minear, hay por lo menos treinta y seis imágenes


de la Iglesia en el Nuevo Testamento (en su libro Images of the Church
in the New Testament). Consideraremos sólo siete de ellas.

1) Un cuerpo. Este símbolo aparece en las epístolas de Pablo


en los siguientes capítulos: Romanos 12, 1 Corintios 12, Efesios 1, 2,
3, 4, Colosenses 1, 2 y 3. Pablo lo usó como un simple símbolo cuando
dice que la iglesia es como un cuerpo (Romanos 12:5, y 1 Corintios
12:14-26). De esta imagen extraemos varias lecciones sobre las
características del cuerpo humano que se aplican a la Iglesia, como su
unidad, la diversidad de sus miembros, y la interdependencia de estos
miembros, entre otras.
Por otro lado, además de describir a la Iglesia como un cuerpo,
Pablo también sostiene que la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Esta
afirmación nos habla de la identidad, de la relación esencial que tiene
la Iglesia con Dios el hijo. Somos su representación y su presencia
aquí en la tierra. Con razón se ha dicho que somos las manos y los
pies de Cristo aquí en la tierra, porque él actúa a través de nosotros,
su cuerpo.

Un elemento importante de este símbolo es la identificación


de Cristo como la cabeza del cuerpo (Efesios 1:22; Colosenses 1:18).
Queda claro que él es la ÚNICA cabeza, porque no hay otro
comparable con él. Como el cuerpo depende totalmente de la cabeza
para su dirección, también la Iglesia depende total y únicamente de
Cristo como máxima autoridad, para su guía, orientación,
administración, gobierno y supervisión. Él es el jefe soberano de la
Iglesia, quien, como el cerebro del cuerpo humano, regula todas sus
funciones para que cada órgano y miembro cumpla todos sus
propósitos como parte esencial del cuerpo.

34
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En este sentido es importante observar que Cristo sigue siendo


la cabeza gobernante del cuerpo, y no ha cedido su autoridad a nadie.
Nadie es la representación de Cristo, porque no es necesario tener un
representante cuando el auténtico y original está funcionando. Cristo
sigue reinando como la cabeza de la Iglesia. Claro, como medios o
agentes a su servicio tenemos la Palabra de Dios, y al Espíritu Santo,
así como a líderes y oficiales en la Iglesia, que igualmente actúan bajo
la dirección de la cabeza, para la edificación y el mejor
funcionamiento del cuerpo. En todo caso, Cristo, como única cabeza
de la Iglesia, no tiene sustituto, ni lo necesita.

2) Un edificio o templo. Este símbolo se encuentra desde el


Antiguo Testamento hasta el libro de Apocalipsis. Vale la pena decir
que el templo de Salomón, como centro espiritual del pueblo de Israel,
también puede servir como símbolo para el nuevo Israel.

El profeta Ezequiel, en la visión de los capítulos 40-48,


presentó la figura del templo con muchos detalles que muy bien se
pueden aplicar al pueblo de Dios restaurado. Esta visión fue la base
de la del apóstol Juan en Apocalipsis 21 y 22 de la nueva Jerusalén.
Muchos elementos se combinan: el río que fluye desde el trono, los
árboles a los lados del río, la cantidad de puertas que tienen la ciudad,
los nombres inscritos sobre las puertas. Estas visiones apocalípticas
del templo representan simbólicamente a la Iglesia triunfante, pero
también, en un sentido amplio, forman parte del modelo bíblico de la
Iglesia.

El apóstol Pablo desarrolló el símbolo del edificio y templo de


Dios en varias de sus epístolas. En 1 Corintios 3: 9-17, vemos que
somos el edificio de Dios, y la morada del Espíritu Santo. Parte de
esta descripción apunta a la participación de los que laboran en la
Iglesia. Pablo se presentó como él que puso el fundamento de
Jesucristo, y advirtió a los demás de tener cuidado cómo
sobreedificaran.

En Efesios 2:20-22, observamos este tema de nuevo. Vemos


que la Iglesia es un edificio espiritual edificado sobre Jesucristo y por
Jesucristo, bien coordinado, santo, y siempre creciendo. En 1 Pedro

35
Stephen Brauning

2:5, vemos que nosotros somos las piedras vivas de este edificio. El
edificio es espiritual y vivo, y Jesucristo es la piedra angular, sobre la
cual todo el edificio fue diseñado y articulado.

Un aspecto maravilloso de este símbolo es que Dios ha


permitido que nosotros, como humanos imperfectos, sirvamos como
su morada. Eso es posible porque nos ha santificado para este
propósito y función.

3) Una familia. “Mirad cual amor nos ha dado el Padre para


que seamos llamados hijos de Dios…” (1 Juan 3:1). Dios nos ha
llamado para formar su propia familia (Efesios 2:19), nosotros siendo
los hijos y él siendo el Padre. Luego, todos los miembros de la Iglesia,
del cuerpo de Cristo, somos hermanos los unos a los otros.

Se considera la familia como una comunidad, o la unidad


social más básica. En términos sociológicos, una familia puede ser una
pareja, un padre con un hijo, una pareja con hijo (s), u otra
manifestación incluyendo otros miembros de la familia extendida,
incluso con miembros no relacionados biológicamente. No importa
cuál sea la naturaleza de la filiación de los distintos miembros de la
familia; si se considera parte de la familia, familia es; y esa comunidad
básica constituye el fundamento de todas las sociedades.
Consecuentemente, la Iglesia es una familia, una comunidad
compuesta de miembros que tienen una filiación no biológica, sino
espiritual.

4) Una novia. Desde el tiempo de los profetas del Antiguo


Testamento, que emplearon la figura del matrimonio para hablar de la
relación de Dios con su pueblo, describiendo a Dios como el marido
(Isaías 54:5, entre otros). Esto sigue hasta la gloriosa visión de las
bodas del Cordero (Apocalipsis 19:6,7). Dios se ha complacido en
escoger a un pueblo como su propia novia y esposa. En esta figura
vemos la intimidad, el amor, el compromiso, y el afecto de Dios para
con su prometida. ¡Él se entregó hasta la muerte por ella (Efesios
5:25)!

36
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Alguien preguntaría, ¿cómo puede una institución humana ser


esposa de Dios? Piensan que, con todos sus defectos, no podría
calificar para este honor. Por ejemplo, en el mensaje del profeta Oseas,
su esposa infiel vino a ser una figura con la que se describió a Israel,
y los hijos recibieron nombres como “Lo-ammi” (no mi pueblo). Pero
a pesar de esto, Dios muestra su gracia y misericordia en volver con
ella para siempre. “…diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mio…” (Oseas
1:23)

No obstante, para poder cumplirse este matrimonio, la Iglesia


está en un proceso continuo de preparación para el día del
cumplimiento definitivo. Este proceso es a través de la obra de Dios
mismo, quien santifica y purifica a la Iglesia, “a fin de presentársela
a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni
cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5: 26,27).
En este mismo sentido, Apocalipsis 21:2 dice que la iglesia estará
“dispuesta como una esposa ataviada para su marido.” Este atavío,
que describe a la novia vestida “de lino fino, limpio y
resplandeciente”, apunta a “las acciones justas de los santos”
(Apocalipsis 19:8). Estas acciones demuestran el carácter santo que
Dios infunde en la Iglesia, “Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).

Además, Dios ha justificado a su iglesia (Romanos 5:1), al


aplicarle la misma justicia de Cristo. El significado de “justificar” es
“pronunciar, aceptar, y tratar como justo... y con derecho a todos los
privilegios que se les debe a aquellos que han guardado la ley"
(Diccionario de Teología, E. Harrison. TELL, pg. 305)

Esto es lo que dice Romanos 5:19: "Porque, así como por la


desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos." De esta manera, por la justicia de Cristo, somos
declarados justos. Es una declaración legal que procede del juez justo
de toda la tierra. Así, llegamos a ser aceptables como "santos y sin
mancha", dignos de ser la esposa del Cordero, no por nuestras obras,
sino por la justicia de Cristo aplicada a nosotros por la gracia de Dios.

37
Stephen Brauning

5) Un redil de ovejas. Desde que el joven David escribió el


Salmo 23, la oveja ha sido un símbolo ideal para describir al pueblo
de Dios. Jesús desarrolló este tema en el Evangelio según Juan
capítulo 10: Él es el buen pastor, y nosotros el rebaño. Pero como
ovejas, solemos descarriarnos y apartarnos cada cual por nuestro
propio camino (Isaías 53:6). Hay una tendencia a perderse. Cualquiera
que conoce las ovejas sabe que es así. Realmente, no son unos
animalitos tan “lindos”, “inocentes” y “amables” en sí mismas. Son
animales tercos, y no muy inteligentes. Por eso, el papel de buen
pastor es tan importante, y le toca al buen pastor cuidarlas con tanta
atención. No deja perder a ninguna de sus ovejas. Va tras ellas hasta
encontrarlas, aunque se hayan desviado (Lucas 15:1-7).

Esta descripción de la eficacia de la obra del buen pastor deja


claro que la Iglesia es el rebaño de Dios del cual no se perderá ninguna
oveja, porque el buen pastor no lo permitirá. Con base en esta
seguridad podemos decir que la Iglesia es un lugar seguro, donde las
ovejas (miembros) pueden estar confiadas, donde tienen protección,
donde su desarrollo está asegurado, donde hay perdón y restauración.
En este sentido se pronuncia el profeta Isaías: Y “Como pastor
apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno
los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.” (Isaías
40:11). Si Dios pastorea a su rebaño de esta manera, así también la
Iglesia debe de pastorear a sus miembros.

6) Una vid. Este es otro símbolo descriptivo empleado por


Jesús en Juan 15:1-8. El enfoque principal apunta a la permanencia de
los pámpanos, o sea las ramas, en la vid, o sea, el tronco. Podemos
imaginar una planta de uvas con su tronco principal y sus múltiples
ramas que se extienden a no poca distancia, y así procurar entender su
semejanza con la Iglesia. Con las palabras “Yo soy la vid verdadera,
y mi Padre es el labrador” (vs. 1), Jesús indica que la Iglesia depende
totalmente de Dios.

Estar en comunión, armonía, y conexión con Jesús es lo que le


da vida y validez a la Iglesia, como una rama deriva vida desde el
tronco. Es este tronco que permite que la Iglesia prospere, crezca, se
desarrolle, y lleve a cabo su propósito; pero separada de Jesús, pierde

38
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

su identidad, deja de ser productiva, y no puede permanecer. Unida y


sometida a Cristo, la Iglesia cumple su propósito esencial de glorificar
a Dios, y produce los frutos esperados.

La relación con el labrador implica que Dios es quien limpia y


cuida su Iglesia: al quitar los elementos no provechosos, permite que
el desarrollo total sea más productivo.

7) Un olivo. En Romanos 11:12-19 el apóstol Pablo habla de


los gentiles como siendo injertados en el mismo tronco de Israel.
Específicamente en el versículo 17, Pablo afirma:
“Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú,
siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de
ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la
rica savia de la oliva”.

El empleo por Pablo de la figura del olivo es una referencia a


Jeremías 11:16, donde se habla de Israel como un olivo. La Iglesia ha
sido añadida al pueblo de Dios, Israel, el pueblo original. En esta
misma línea Efesios 2:11-13 habla de que los gentiles (los de la
incircuncisión) no eran parte del pacto, no formaban parte del pueblo
de Dios (excepto con algunas excepciones); pero por medio de Cristo
hemos sido incluidos en el pacto. Esto no equivale del todo a la
sustitución o reemplazo de la que hablan algunos. Es una
continuación. Otros textos bíblicos con un esquema similar asumen
que la promesa de la tierra, el descanso prometido al pueblo de Israel
(Éxodo 20:38-40), es también una promesa para la Iglesia, según
Hebreos 4:3, 9.

D) La Iglesia tiene una identidad trinitaria.

Como vimos en los símbolos descriptivos de la Iglesia, esta


tiene una relación íntima con Dios. Lo podemos ver en la relación que
la Iglesia tiene con las tres personas de la Trinidad. Es esta relación
que determina la existencia y la identidad de la Iglesia.

Es pueblo del pacto de Dios Padre. Esta relación es la


principal, y es la que tiene su comienzo antes de la fundación del

39
Stephen Brauning

mundo, cuando Él nos escogió para ser su propio y particular pueblo


(Efesios 1:4; Colosenses 3:12; 1 Pedro 2:9). Es la elección divina la
que le da origen a este pueblo. El pacto es lo que determina su
relación, y el pacto también viene de Dios, porque Dios determina sus
condiciones, y asegura su cumplimiento. Los profetas hablaron de un
pacto nuevo y eterno que Dios iba a hacer con Israel (Isaías 55:3; 61:8;
Jeremías 31:31; 32:40; 50:5; Ezequiel 16:60; 37:26).

Es la asamblea mesiánica. Este nuevo pacto se cumplió en la


persona y obra del Mesías, Jesucristo, quien es su garante (Hebreos
7:22), y cuya sangre fija para siempre la relación entre el pueblo y
Dios (Lucas 22:44; Hebreos 9:14). Él es el que lleva a cabo la
redención e instituye a un grupo de personas como partícipes, que
inicialmente eran los discípulos, palabra que significa “seguidores”.
Estos mismos fueron ordenados apóstoles, palabra que significa
“enviados”. De este proceso resultó la Iglesia. Como vimos en las
enseñanzas de Jesús, él es quien edifica su iglesia. Los que se reúnen
y conforman la Iglesia, lo hacen en su nombre. Es una comunidad que
vive en la realidad del Mesías, Jesucristo.

Tiene el compañerismo del Espíritu Santo, pues, es el


Espíritu quien opera en muchas formas en la Iglesia: aplica la
salvación de manera directa y personal, regenerando el corazón de la
persona (Romanos 8:14), revela a la persona de Dios (I Corintios 2:10-
13), da poder para el ministerio (Hechos 1:8), dio evidencia del
carácter divino de la Iglesia (Hechos 2), imparte el fruto del Espíritu
(Gálatas 5:22, 23), reparte los dones para la obra de la Iglesia (1
Corintios 12), santifica a la Iglesia y le da gozo (1 Pedro 1:2), y une
la Iglesia (Efesios 4:1-6).

Otra operación del Espíritu Santo en la Iglesia es la forma en


que él dirige y guía a la Iglesia. Jesús prometió que el Espíritu Santo
iba a proveer dirección para sus discípulos después de su ida. En Juan
14:26, vemos que el Espíritu iba a enseñar y a recordar lo que Jesús
había hecho y dicho. En Juan 16:13, leemos que el Espíritu Santo
guiará a la Iglesia a toda la verdad, función clave para la Iglesia.

40
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

E) Aspectos complementarios de la Iglesia

La Iglesia no es de una naturaleza simple, ni es una realidad


sencilla. Es multifacética, implica una combinación de diversos
factores, y es inmensamente compleja. Para tratar de explicarlo,
vamos a considerar una serie de aspectos complementarios propios de
la Iglesia, cada uno conteniendo dos partes distintas. Aunque las dos
partes de cada aspecto son diferentes, y en algunos casos parecen ser
hasta opuestas, no lo son, sino que más bien son complementarias. O
sea, estas características diferentes de la Iglesia forman una unión y
un balance que en realidad superan las supuestas contradicciones.

1) La Iglesia es un organismo y es una organización. La


Iglesia se identifica fácilmente como una organización, o sea, una
institución organizada, porque tiene estructuras, oficiales, reglas,
políticas, etc. Pero mucho más esencial para la Iglesia es su
característica como un organismo, una entidad con vida. Esto es
porque la Iglesia, en su esencia, en la definición más literal y directa
que le puede aplicar, es gente. No hay una característica más
importante que esa.

Entonces, la Iglesia es un organismo, en sentido espiritual.


Como ya estudiamos en detalle anteriormente bajo el tema de los
símbolos descriptivos de la Iglesia, es el cuerpo de Cristo. Esta
enseñanza se encuentra claramente en ciertos pasajes bíblicos, como
Romanos 12:5; 1 Corintios 12:14-26 y Efesios 3:6; 4:4, entre otros.
Vemos allí que la Iglesia como el cuerpo de Cristo, es, en sentido
espiritual, un ser viviente que se mueve, se alimenta, y crece. La
Iglesia tiene vida espiritual, y es un organismo de origen divino.

A la misma vez, la Iglesia es una organización, visto en que


tiene elementos institucionales que se encuentran establecidos en la
Biblia El pueblo de Israel fue una nación con leyes y con una
estructura social, y luego los apóstoles actuaron de manera organizada
y cuidadosa para que la Iglesia esté bien ordenada. Los siguientes
textos son sólo representativos:
 Éxodo 18:13-26 estableció una estructura social y judicial con
autoridades y cargos.

41
Stephen Brauning

 Éxodo capítulos 20-23, y los libros de Levítico, Números, y


Deuteronomio, establecieron leyes morales, religiosas,
sociales, económicas, civiles etc., para que el pueblo de Israel
fuera una nación organizada.
 Hechos 1:20-26: los apóstoles escogieron a una persona para
que ocupara el lugar de Judas Iscariote, empleando ciertos
criterios y un método determinados, para la buena
organización de la Iglesia.
 Hechos 6:1-7: para resolver un conflicto, organizaron un
encuentro participativo y escogieron a personas aptas para el
trabajo pendiente.
 Hechos 15:1-31: organizaron un concilio con amplia
representación para definir puntos de importancia en la Iglesia.
Se pone en evidencia aquí la existencia de una estructura
aceptada en cuanto al liderato, comunicación, y
procedimientos.

La estructura organizacional de la Iglesia a través de la historia


ha sido el resultado de la experimentación, innovación y aplicación de
una serie de factores propiamente institucionales, a veces para bien,
aunque a veces fuera del marco bíblico. Entre estos factores podemos
mencionar una estructura bien definida, un fuerte liderazgo sustentado
en una serie de políticas y procedimientos administrativos, etc., para
el buen funcionamiento de una institución. De todos modos, podemos
decir que la aplicación de estos principios administrativos está por lo
general orientada por principios bíblicos aplicados a ciertos contextos
socioculturales, atendiendo a necesidades o situaciones coyunturales
y específicas, y en conformidad a ciertas ideologías o tendencias y
corrientes. Esto no está mal, pero siempre y cuando sea bajo la
dirección bíblica.

2) La Iglesia es militante y triunfante. La Iglesia vive en dos


dimensiones: aquí en la tierra, es un grupo activamente luchando
como el ejército de Dios. Por esto se llama la Iglesia militante. Está
marchando hacia la victoria, pero está todavía en la batalla. Jesús dijo
que no buscaba sacar del mundo a la Iglesia (Juan 17:15), sino,
enviarla al mundo (17:18). Es de donde la Iglesia pertenece: estamos
en el mundo (17:11), sin ser del mundo (17:14 y 16)

42
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Por otro lado, la Iglesia también está descansando ya, porque


Cristo ya ganó la victoria. Todos los santos que han pasado ya a la
gloria celestial son nuestros animadores, como una nube de testigos
(Hebreos 12:1). Esta es la Iglesia triunfante que ya goza de la
perfección eterna. Como muy bien lo expresa Hebreos 12.22-23:
“sino que os habéis acercado al monte Sion, a la
ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la
compañía de muchos millares de ángeles, a la
congregación de los primogénitos que están inscritos
en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espíritus de
los justos ya hechos perfectos…”

Esta “asamblea de los primogénitos” son los santos


victoriosos, los “justos ya hechos perfectos” que están en el “monte
Sion, en la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial”. ¡Cuán
gloriosa asamblea, junto al trono de Dios mismo, y en compañía de la
“reunión de millares de ángeles”! Esta es la Iglesia triunfante, y
ninguno de nosotros estamos muy lejos de allí.

3) La Iglesia es visible e invisible. La Iglesia tiene dos formas


en cuanto a la manera en que se le conoce. En primer lugar, podemos
decir que el mundo sabe qué es la Iglesia. Sólo hay que preguntarle a
cualquier persona, si sabe algo de la Iglesia, o de una iglesia. De
seguro que dirá algo sobre lo que ella cree que es la Iglesia. Entonces,
la Iglesia es visible, porque se ven las edificaciones o templos que la
Iglesia tiene, la gente que participa, las instituciones y organizaciones
que la componen, y las obras que hace. Puede ser que muchas
personas entiendan que la Iglesia sólo es lo que es en el mundo visible,
y que su comprensión de la misma no vaya más de ahí. Pero es
conocida, y esta es la Iglesia visible. Es un cumplimiento de las
palabras de Jesús al decir que estamos “en el mundo” (Juan 17:11).

En segundo lugar, la Iglesia también es invisible, y esta


expresión o dimensión sólo Dios la conoce. Sólo Él tiene la capacidad
para conocer exactamente cuáles personas son verdaderamente parte
de la Iglesia. Hay personas que están en la Iglesia visible pero no
forman parte de la Iglesia invisible. Esta realidad está revelada en la
Biblia en varios pasajes.

43
Stephen Brauning

"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el


reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en
aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre no echamos demonios, y en tu
nombre no hicimos muchos milagros? Y entonces les
declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí,
hacedores de maldad. (Mateo 7:21-23)

Como se puede ver, y paradójicamente, Jesús sí los conoce, a


pesar de decirles que “nunca os he conocido”. Los conoce en cuanto
a su realidad interna, su verdadera disposición espiritual, que es de no
pertenecer a la Iglesia Invisible. Visiblemente, engañaban con sus
palabras y sus hechos, pero a Dios, nadie lo engaña.

El Apóstol Pablo advirtió a los ancianos de la iglesia en Éfeso


en cuanto a “lobos rapaces” que entraran a la iglesia para atacarla,
pero también de “que de vosotros mismos se levantarán hombres que
hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.”
(Hechos 20:29-30) O sea, dentro de la misma Iglesia Visible, hay los
que no solamente no forman parte de la Iglesia Invisible, sino que
además ¡son enemigos de ella! Pero Dios los conoce bien.

El Apóstol Juan también señala esta realidad:


“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros
oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido
muchos anticristos; por esto conocemos que es el
último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de
nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían
permanecido con nosotros; pero salieron para se
manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Juan
2:18-19)

No obstante, también hay que decir que hay personas que


forman parte de la Iglesia Invisible que no están claramente
identificados entre los miembros de la Iglesia Visible. El mismo Jesús
habla de esta realidad.

44
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos


visto a cierto uno que echaba fuera demonios en tu
nombre, y se lo prohibimos, porque no sigue con
nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el
que no es contra nosotros, por nosotros es. (Lucas
9:49-50)

No le toca a la Iglesia visible tratar de determinar quiénes


realmente forman parte de la Iglesia invisible. A través de la historia
de la Iglesia, se ha pretendido establecer algunos criterios definitivos,
una especie de ortodoxia para determinar a los que están adentro, y a
los que están afuera. Pero, ¿es esto una prerrogativa nuestra? No, esto
sólo a Dios le corresponde. ¿Quiénes somos para tener tal autoridad?
Esta no es la autoridad que Jesús dio a la iglesia. ¿Controlamos al
Espíritu? No, él sopla hacia donde él quiere (Juan 3:8). En el principio,
el Espíritu se movía sobre oscuridad, el desorden, y el caos (Génesis
1:2). Así que es mejor dejar a Dios el alcance de la salvación que le
pertenece.

Por supuesto, es posible que haya quienes puedan argumentar


que Jesús dio “las llaves del reino” a la Iglesia, y “todo lo que atares
en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la
tierra será desatado en los cielos.” (Mateo 16:19). Sin embargo,
¿quién argumentaría que nosotros, aquí en la tierra, controlamos el
destino eterno de alguien? O que ¿podamos controlar los asuntos
celestiales desde aquí en la tierra? En serio, ¿deberíamos limitar el
alcance de la salvación? ¿Debemos utilizar las llaves del reino para
“atar” o “desatar” en prejuicio de que alguien pueda alcanzar la
salvación? No, mil veces no. Sin importar la interpretación de estas
“llaves”, y de lo que se desate o no, es imposible que este y otros textos
similares indiquen que el papel de la Iglesia es limitar el alcance de la
salvación. Esta idea es totalmente contraria a la enseñanza de Jesús,
cuando dijo que “vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”
(Mateo 18:11; Lucas 9:56; 19:10; Juan 3:17; 12:47, etc.). En
consecuencia, las palabras de Jesús respecto de “ligar” y “desatar”
deben entenderse dentro del contexto de la misión que el mismo Jesús
le encomendó a sus discípulos y a la Iglesia en las “grandes
comisiones”. Debemos “ligar” (atar) pero, ¡cuidado! Si desligamos

45
Stephen Brauning

(desatamos), el efecto puede ser en detrimento eterno, y esto ni Dios


ni nosotros queremos.

Algo similar vemos en las palabras de Jesús a los discípulos


cuando los comisiona en Juan 20:23: “A los que remitiereis los
pecados, les son remitidos: a quienes los retuviereis, serán retenidos.”
¿Qué enseñó Jesús en cuanto al perdón? ¿Qué no debemos perdonar?
No creo alguien se atreva a decir esto. Estamos llamados a perdonar,
una y otra vez, por las palabras del mismo Jesús: Mate 6:12-15; 18:22,
35; Marcos 11:25; Lucas 6:37, etc. Este texto es similar al de Mateo
16, donde nos llama a tener cuidado, pues podríamos vernos negando
el perdón, cuando lo que se espera de nosotros es precisamente que
siempre estemos dispuestos a perdonar.

Por otro lado, con la parábola del trigo y la cizaña en Mateo


13:24-30, el mismo Jesús ilustra la realidad de la Iglesia Visible y la
Iglesia Invisible. En esta parábola sobre el reino de Dios, se presenta
a Dios como el sembrador que sembró una buena semilla, y a su
enemigo sembrando cizaña junto al trigo. Al final, el mensaje es que
no se debe tratar de recoger la cizaña para no arrancar con ella también
el trigo. Habrá que dejarlos crecer juntos hasta la siega, y entonces, se
hará la distinción por parte de los segadores (versículos 29-30). La
Iglesia visible tiene que aprender esta lección: en sus expresiones, sus
actividades, su membresía, y su misma identidad, no le toca
determinar quiénes pueden estar o no. Todos los que acudan a sus filas
son bienvenidos, bajo las normas y la disciplina bíblica, por supuesto.
La Iglesia visible seguirá siendo el lugar donde todos caben.

En este sentido, observamos a Jesús sirviéndole el pan incluso


a Judas Iscariote en su última cena. No lo echó fuera ni le negó la señal
del pacto.

4) La Iglesia es universal y local. Estos dos aspectos


complementarios son como los dos lados de una misma moneda, Por
un lado, es “universal”, y por otro es “local”. Estos son realmente los
dos únicos sentidos de la palabra “iglesia” que se encuentran en el
Nuevo Testamento, como vimos al estudiar el uso de la palabra
“ekklesia” en el mismo NT.

46
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

La Iglesia es universal en el sentido de que es una sola en todo


el mundo, y de todas las edades de la historia. Abarca a todas las
personas que verdaderamente salvas. Es tan amplia que no se le puede
reducir a una sola institución, ni a una época, ni a un determinado sitio
geográfico. Donde quiera que haya personas redimidas por Dios, ahí
está la Iglesia universal. De esta manera podemos ver claramente la
relación estrecha que existe entre la iglesia universal y la Iglesia
invisible.

En tal sentido, muy a pesar de que en la actualidad hay muchos


concilios, denominaciones, redes de iglesias, etc., la realidad es que,
con todos ellos, existe una sola Iglesia en la cual hay comunión. Es el
pueblo de los llamados, salvados, y sellados de Dios, al margen de su
afiliación religiosa. En esta perspectiva, los concilios y
denominaciones son instituciones humanas que Dios ha permitido que
se desarrollen dentro de SU Iglesia. Cumplen un propósito importante,
pero no son la Iglesia en sí. Rechazamos la idea de que las
organizaciones llamadas “iglesias” sean de por sí la Iglesia misma de
Dios, aunque algunas presumen de ser universales y únicas, etc. En
realidad, forman una PARTE de la Iglesia universal, sí, y tienen una
función vital en la Iglesia. No obstante, la Iglesia universal no es una
organización, sino un pueblo tan amplio como lo vemos reflejado en
Apocalipsis 7:9:
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la
cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y
pueblos y lenguas, que están delante del trono y en la
presencia del Cordero, vestidos con ropas blancas, y
con palmas en sus manos.

Ahora bien, es posible que algunos pongan de relieve el hecho


de la falta de unidad que se observa entre las distintas denominaciones
que componen la Iglesia visible. A lo que diremos que sí, es cierto que
hay muchas “iglesias” distintas, con doctrinas diferentes, y otras
divisiones; pero, existe, por lo general, una afirmación entre todas, que
realmente somos uno en Cristo. Las pocas denominaciones (“sectas”)
que NO aceptan a otros como hermanos porque no pertenecen a la
misma organización o línea doctrinal, pretenden romper la realidad de
la universalidad de la Iglesia, aunque en verdad no pueden. Se separan

47
Stephen Brauning

y se alejan de la Iglesia universal, pero no pueden cambiar el hecho


de que Dios ha creado una sola Iglesia.

El que sea “universal”, nos habla de su amplitud y extensión.


Hoy más que nunca, la Iglesia es en verdad universal, por estar
presente en todos los países del mundo. Es verdad que hay culturas y
grupos étnicos en los cuales Cristo no es conocido, y la Iglesia tiene
responsabilidad de trabajar hasta llegar a lo último de la tierra; sin
embargo, en cada nación política del mundo, existe un testimonio
cristiano, el cual forma parte de la Iglesia universal.

Pero al mismo tiempo que es universal, la Iglesia es también


local. Cada comunidad de creyentes es una iglesia en particular y un
representante auténtico de la Iglesia. De hecho, podemos decir que la
iglesia local es la base sobre la cual Dios edifica la Iglesia universal.
No existiría la Iglesia universal sin la iglesia local. Es más bien en esta
comunidad local donde se edifica la Iglesia universal: donde se
integran nuevos miembros, donde los miembros desempeñan sus
funciones, donde dan testimonio y dan muestras concretas de la
calidad de vida que refleja el reino de Dios. En el Nuevo Testamento
podemos ver el énfasis que tuvo la iglesia local. Por ejemplo:
 Hechos 8:1 y 11:23, refieren a la iglesia local en Jerusalén
 Hechos 11:26, habla de la iglesia local en Antioquía de Siria
 Romanos 16:1 y 5, hablan de las iglesias locales en distintos
lugares incluyendo la que se reunía en una casa.
 1 Corintios 1:2 y 2 Corintios 1:1, mencionan la “iglesia de
Dios que está en Corinto”. Por lo general, las epístolas fueron
dirigidas a una iglesia en un lugar específico, y a la vez hacen
referencia a la Iglesia Universal.
 1 Corintios 11:18 y 14:23, hacen referencia a la reunión de la
iglesia local.
 1 Corintios 16:19 habla de “la iglesia que está en su casa”.
 1 Tesalonicenses 1:1 y 2 Tesalonicenses 1:1, hacen referencia
a “la iglesia de los tesalonicenses…”. En este caso, el apóstol
Pablo indica que la Iglesia se compone de las personas.
 Filemón 1:2 apunta a “la iglesia que está en su casa”.

48
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

5) La Iglesia es esparcida y es agrupada. Aunque la Iglesia


por definición es una agrupación de personas, tiene también la
cualidad de estar esparcida. Es decir, mientras la iglesia local significa
reunir a un grupo de personas en un lugar específico, la Iglesia
universal es expansiva, y se mueve hacia fuera.

En el Nuevo Testamento también encontramos evidencia de


esta realidad. Por ejemplo:
 Hechos 8:1, …hubo una gran persecución contra a iglesia…
y todos fueron esparcidos…”
 Hechos 11:19, otra vez fueron esparcidos…
 Santiago (Jacobo) escribe a las doce tribus dispersas… (1:1)
 1 Pedro también escribe a los esparcidos (1:1)

Podemos resumir estas ideas con la declaración que plantea


Juan 11:52: que Jesús iba a morir por los hijos de Dios que estaban
dispersos, para congregarlos y unificarlos.

Un pastor me dijo una vez que ya no quería estar frente a una


congregación local, porque esto limitaba su habilidad de ir hacia fuera
de la iglesia local para testificar. Dijo que ya era pastor en la calle.
Recuerdo también el caso de otro pastor que decía que había que
vaciar las iglesias, no llenarlas, porque era así que se iba permear las
comunidades y la sociedad con el testimonio de Cristo. Ahora bien,
los dos tenían razón, en un sentido, pues muchas iglesias han llegado
a ser muy cómodas en estar reunidas y aun llenas, y entonces, no
cumplen su propósito de salir y testificar al mundo. Una iglesia
saludable puede y debe reflejar estas dos cualidades: por un lado, estar
reunida como una comunidad en un determinado lugar, y, por otro
lado, mostrarse preocupada y activa en la labor de la expansión de la
Iglesia, con la decidida meta de impactar su entorno.

6) En la Iglesia hay unidad y hay diversidad. Ya


mencionamos la unidad esencial de la Iglesia, y vamos a tocar el punto
otra vez. Esto así, porque la Biblia repite muchas veces la importancia
de la unidad del pueblo de Dios. Después, este punto volverá a
aparecer en el capítulo siguiente sobre las marcas de la Iglesia. Sin

49
Stephen Brauning

duda merece tal consideración. Pero ahora queremos considerar la


unidad de la Iglesia en relación a su indiscutible diversidad.

Sabemos que la Iglesia es UNA porque Dios la considera


como una unidad, como vimos cuando hablamos de la Iglesia
Invisible. Existe una unidad entre todas las ramas de la verdadera
Iglesia, como también observamos al tocar el tema de la Iglesia
Universal. También podemos decir que la Iglesia, como el cuerpo de
Cristo, es un solo cuerpo (Efesios 4:4).

Ahora bien, al mismo tiempo que podemos hablar de la unidad


de la Iglesia, también es necesario enfatizar que existe en ella mucha
diversidad. Esto significa que hay muchas diferencias entre las
distintas ramas de la Iglesia. Muchas personas dicen que es malo que
haya muchas iglesias, denominaciones, concilios, movimientos, o
grupos cristianos. Afirman que esto es señal de división, y que hasta
es un pecado; que es una tragedia, o que es una desviación de lo que
Cristo realmente vino a establecer.

Ahora, es cierto que Cristo vino a establecer una Iglesia unida,


y las divisiones en la Iglesia podrían ser una muestra de pecado. Pero
el hecho de que haya diversidad en la Iglesia, no indica que algo anda
mal. Al contrario, demuestra la creatividad de Dios y la amplitud de
su amor y gracia. La diversidad no puede ser mala, porque Dios
mismo la hizo así. Incluso en la nación escogida de Israel, había doce
tribus. Aun en la fundación de las iglesias de las que nos habla el libro
de los Hechos, se notan particularidades por razón de la cultura, la
región, país, el idioma, etc. Como hay diferentes razas, culturas e
idiomas en el mundo, también en la Iglesia hay lugar para las
diferencias que se originan con base en cada uno de estos factores.

En verdad Dios demostró de nuevo que su plan y propósito


para la Iglesia era diversidad, cuando en el trascendental evento de
Pentecostés en Hechos 2, escucharon el evangelio judíos de como
quince lugares alrededor del mundo conocido. A partir de este
momento, hubo un gran crecimiento en la Iglesia en número y en lo
referente a la diversidad, por causa de las distintas culturas, y los
distintos idiomas. Como vemos ver en Hechos capítulos 6 la Iglesia

50
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

incluía a judíos hebraicos (nacidos y criados en las provincias del área


de Palestina) y también a judíos helenizados (nacidos y/o criados en
provincias fuera de Palestina donde predominaba la cultura griega y
el idioma griego). Y al llegar a Hechos 15, ya tenían lugar en la Iglesia
los elementos judíos, y los elementos de un creciente sector gentil.
Como podemos en este relato, los apóstoles no trataron de eliminar la
distinción, sino que más bien trabajaron para mantener la unidad en
medio de la diversidad de las culturas con todas sus implicaciones.
El resto del Nuevo Testamento también da testimonio de la
diversidad de las iglesias representadas. Cada evangelista escribió
dentro de una comunidad de fe, y reflejaba su contexto, pero también
contemplaba a una audiencia más amplia que la suya y con distintas
realidades. Las epístolas fueron dirigidas a distintas iglesias,
comunidades, personas, y cada una revela diferencias entre ellas.

Por eso en la actualidad, prácticamente en todas las partes del


mundo, hay iglesias diferentes que reflejan la cultura local e
idiosincrasias de su contexto vital.

Dentro de ciertos márgenes y criterios, existe entre las iglesias


protestantes y evangélicas una unidad basada en algunos principios
bíblicos fundamentales. Todas las iglesias protestantes y evangélicas
que conocemos hoy surgieron a partir de la Reforma protestante del
siglo XVI. No mucho tiempo después de la Reforma se establecieron
algunas bases en común para establecer y garantizar la unidad de la
Iglesia. El lema, “Sola fe, sola gratia, sola scriptura”, es un ejemplo
del carácter unificador de la iglesia en aquellos días. Mientras se
desarrollaba la Reforma, surgieron diversos grupos, como calvinistas
(o reformados), luteranos, anglicanos, y anabautistas, pero
mantuvieron como principios unificadores estas tres expresiones.

Una de estas columnas de la Reforma, “Sola scriptura”,


también abre paso a la diversidad, porque garantiza el derecho que
todos tenemos de leer, interpretar, y aplicar la Biblia. Por supuesto,
esto requiere que la Biblia esté en los distintos idiomas para que todos
tengan acceso a ella. Interpretarse y aplicarse la Biblia dentro de los
distintos contextos donde es leída e interpretada, implica que van a
haber formas distintas de pensar y de vivir. Pero al lado del principio

51
Stephen Brauning

de “Sola scriptura”, existe el llamado “sacerdocio de todos los


creyentes”, que decentraliza el poder, el control y el ministerio, y abre
paso a un verdadero ejército de auténticos servidores de Dios,
discípulos y testigos de Cristo, sin importar la filiación eclesiástica.

Esto es lo que llamamos, “unidad en la diversidad”. Es la


verdadera unidad en la fe que incluye la diversidad de aquellos que
están unidos por la fe misma. El denominacionalismo histórico en las
iglesias de líneas protestantes y evangélicas refleja esta realidad.

Pero, ¿por qué hay tantas distinciones? Podemos deducir, al


seguir los rastros históricos, que, a partir de las distinciones históricas,
surgen también otras distinciones, entre las cuales, al principio,
predominaron líneas nacionales, culturales y por causa de los idiomas.
Entre los judíos hebraicos y los judíos helenizados en Hechos 6, se
hizo el esfuerzo necesario para responder a la necesidad de tener el
liderazgo apropiado, cuando fueron escogidos de entre los hermanos
siete diáconos, todos con nombres griegos, y no nombres hebraicos.
Es decir que las personas escogidas pertenecían al mismo grupo que
hizo el reclamo, estableciendo un liderazgo culturalmente apropiado.

También el culto y todas las actividades de una iglesia local


deben de estar expresados en la cultura e idioma local para que esta
sea una iglesia que verdaderamente representa dicha comunidad, y a
la vez refleje un testimonio auténtico. En la historia de la Iglesia, así
han surgido iglesias dondequiera que el evangelio ha penetrado. Por
ejemplo, después de la Reforma protestante, vino el fenómeno de las
iglesias que siguieron líneas de distinción nacional, como las iglesias
presbiterianas de Escocia e Irlanda, y las iglesias luteranas nacionales
en Noruega, Finlandia, Suecia, etc. Y esto ha seguido por el mundo
entero, dando lugar a los movimientos y denominaciones como Los
Hermanos Menonitas Chinos, La Iglesia Bautista Filipina, y la Iglesia
Alemana de Dios. En los contextos latinoamericanos, las iglesias
reflejan las culturas indígenas en lugares como México donde hay en
la Iglesia Presbiteriana Nacional un presbiterio Maya, uno Chol, uno
Tzeltzal, y otros entre muchos otros grupos indígenas, cada uno con
su propio idioma y expresión cultural. Así las iglesias pueden expresar
su fe en una forma culturalmente apropiada.

52
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Como hay diferentes dones y ministerios dados a la Iglesia,


también hay lugar para las distintas expresiones de la misma obra de
Dios. El apóstol Pablo habla de la diversidad de dones y de puestos en
la Iglesia (1 Corintios 12: 27-29). No todos tenemos el mismo
llamado, el mismo don, ni el mismo ministerio. Así la Iglesia puede
tener un ministerio amplio y diverso, capaz de responder
adecuadamente a todas las necesidades que se presenten.

Entonces, observamos aquí un balance entre la unidad y la


diversidad de la Iglesia. Como dice el apóstol Pablo en 1 Corintios
12:12-14:
Porque, así como el cuerpo es uno, y tiene muchos
miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo
muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados
en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o
libres; y todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino
muchos.

Es importante ver que diversidad es buena, pero la división no.


Todavía hay mucho trabajo aquí en la Iglesia visible y militante para
superar la división que existe. Por eso la oración de Jesús es tan
impactante hoy: porque todavía no se ha cumplido su deseo de que la
Iglesia sea verdaderamente unida.

Como podemos ver, es la misma voluntad de Dios que exista


esta diversidad. Hacia esta idea apunta Apocalipsis 7:9 donde se
revela que su pueblo se conforma por “…todas naciones y tribus y
pueblos y lenguas…”

7) La Iglesia es inclusiva y es exclusiva. En cuanto a la


cuestión de ¿quién forma parte de la Iglesia?, existe una tensión en
estos dos aspectos: por un lado, la Iglesia es inclusiva, o sea, en su
esencia y carácter, toda persona puede formar parte. Por otro lado, es
exclusiva porque no toda persona puede formar parte de la misma.
Parece ser una contradicción, pero no lo es. Tiene que ver con la

53
Stephen Brauning

cuestión de, quién determina quién forma parte, y de cuándo se


determina esta participación.

Para la Iglesia, lo que tiene que saber es que tiene que ser
inclusiva. Ser inclusivo es una característica que fluye del carácter de
Dios. Al leer superficialmente el Antiguo Testamento, tal vez uno no
lo creerá, en el caso de Noé, por ejemplo, y debido al proceso de
reducción en el relato a partir de Abraham. Dios escogió una familia,
un linaje, un pueblo, en una aparente exclusividad. Sin embargo, en
realidad, no fue una exclusividad en cuanto a la relación de Dios con
su creación. Fue una particularidad en cuanto al enfoque del canal de
la acción divina, pero no en cuanto a su alcance. Desde que fue
introducido el pacto abrahámico en Génesis 12:1, el alcance amplio
de la continuada gracia de Dios es evidente: “y serán benditas en ti
todas las familias de la tierra" (versículo 3). La señal del pacto dada
a Abraham, la circuncisión, incluía a los extranjeros en el hogar, según
Génesis 17:12-13; pero el próximo versículo establece que también
hay una exclusividad en este pacto: 14 “Y el varón incircunciso, el
que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona
será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.”

Y este proceso siguió aun en relación con el pueblo de Israel,


identificado como el pueblo escogido: “Porque tú eres pueblo santo
para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un
pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra”
(Deuteronomio 7:6).

El error de los israelitas fue concluir que su condición de


pueblo escogido y especial de Dios, significaba una exclusividad
absoluta. Nunca fue así. Desde el tiempo de Abraham, había otros
sacerdotes de Dios como evidencia Génesis 14:18, donde
encontramos a Melquisedec, rey de Salem, quien era sacerdote del
Dios Altísimo. También en el tiempo de Moisés, leemos en Éxodo 3:1
que Jetro era sacerdote en Madian, y llevaba sacrificios a Dios, como
en Éxodo 18:12. Además, Dios procuraba asegurar la inclusión de
personas de otras naciones en el pueblo en el momento en que definió
su identidad, en el éxodo desde Egipto:

54
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

“Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot,


como seiscientos hombres de a pie, sin contar los
niños. También subió con ellos grande multitud de
toda clase de gentes...” (Éxodo 12:37-38).

Esa “gran multitud de toda clase de gentes” no eran israelitas,


pero formaron parte de este pueblo. Este aspecto fue codificado en las
leyes civiles y religiosas, por ejemplo:
“Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la
ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de
ella. Pero todo siervo humano comprado por dinero
comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado”
(Éxodo 12:43-44).

“Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere


celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado
todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno
de vuestra nación la tierra; pero ningún incircunciso
comerá de ella” (Éxodo 12:48).

Otras leyes que se referían a extranjeros de manera inclusiva


son: Éxodo 20:10; 23:12; Levítico 17:10, 13, 15 en adelante; Números
15:14, 26, 29, 30; 19:10; Deuteronomio 1:17; 14:29; 29:10-12, 22.
Dos textos en particular son notables en este tema:
“Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero
que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo;
porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo,
Jehová, vuestro Dios” (Levítico 19:34).

“Un mismo estatuto tendréis vosotros de la


congregación y el extranjero que con vosotros mora;
será estatuto perpetuo por vuestras generaciones;
como vosotros, así será el extranjero delante de
Jehová” (Números 15:15).

Esta inclusividad continuó a través de la historia de Israel,


cuando personas extranjeras como Raháb (Josué 6:25) y Rut (Rut
4:10) fueron incluidas en el pueblo, esta última a pesar de una

55
Stephen Brauning

proclamación muy fuerte en contra de los moabitas en Deuteronomio


23:3 “No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová;
ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la
congregación de Jehová para siempre.” Pero qué sorpresa cuando no
sólo entra Rut la moabita en la congregación, también se casa con un
israelita de posición, Booz; y ella es abuela del rey David, o sea a sólo
dos generaciones. Esto ocurrió en contra de lo que establecía una
norma vigente, sin embargo, esto no sólo fue permitido, sino también
celebrado. Y aparentemente Dios lo permitió. Luego, en Mateo 1:5,
leemos que estas dos ¡están en el linaje mesiánico! No sólo permitió
Dios esta mayor inclusión, sino que además las incorporó en su gran
esquema de salvación.

Los profetas también eran pregoneros de inclusión y justicia a


favor de los extranjeros. El profeta Isaías, dirigiéndose a los "extranjeros
que se unen al Señor" (Isa. 56: 6), proclamó, "Mi casa será llamada casa de
oración para todas las naciones" (Isa. 56:7) Ezequiel, en 47:23, un pasaje
apocalíptico, proyecta la inclusión de los extranjeros: “Y será que en
la tribu en que peregrinare el extranjero, allí le daréis su heredad…”
Zacarías 7:10 insta al pueblo de Israel: “No agraviéis a la viuda, ni al
huérfano, ni al extranjero, ni al pobre…”

Las bendiciones del pueblo de Dios fueron extendidas más


abiertamente y de una forma más inclusiva en el Nuevo Testamento.
Jesucristo entendió bien este plan de Dios, y se identificó con él, al
momento de iniciar y definir su ministerio público en Nazaret:
“Y en verdad os digo que muchas viudas había en
Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado
por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en
toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado
Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Y
muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta
Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino
Naamán el sirio. Al oír estas cosas, todos en la
sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le
echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la
cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la
ciudad de ellos, para despeñarle.

56
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.” (Lucas


4:25-30).
Aparentemente al “pueblo escogido” de Dios no le gustaba
escuchar que Dios también había escogido a otros. Pero Jesús nada
más citó dos casos bíblicos, el de la viuda de Sarepta y a Naamán,
ambos gentiles, casos en los cuales Dios mostró su gracia. A esto los
judíos de Nazaret perdieron su domino propio y hasta intentaron
asesinarlo. ¿¡Cómo se atrevía Jesús a hablar así!? Está claro que este
mensaje inclusivo fue intencional, para señalar que el pueblo de Dios
es más grande que los “exclusivos”. Jesús puso esto en evidencia al
seleccionar a sus discípulos: todos eran judíos, pero de distintos
niveles sociales y económicos. En su ministerio, él no tenía problema
en tratar con una mujer samaritana con una vida desordenada y luego
con un pueblo samaritano (Juan capítulo 4, especialmente los
versículos 9, 39-41), con un centurión romano (Mateo 8:5-13), con
una prostituta (Lucas 7:37-50), con publicanos (Mateo 9:9), y con los
llamados “pecadores” (Mateo 11:19). Su mensaje chocaba con la élite
y el sector religioso dominante, que se creía muy santo como el pueblo
escogido:
“Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos
y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.
Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y
no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le
creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis
después para creerle” (Mateo 21:31-32).

Jesús se identificó con todas las personas sin hacer distinción


por motivo de posición social, religión, raza, ni por género. Incluía a
“los de afuera”, a los forasteros, a los ajenos, a los rechazados y
marginados.

En cuanto a los publicanos, éstos eran considerados traidores


a la patria judía porque colaboraban con el imperio romano, que
representaba la fuerza enemiga y también pagana. Lo peor era que
eran judíos, y cobraban los impuestos abusivos que imponía el poder
militar invasor, además extorsionando y robando al pueblo. ¡Qué
repugnante eran los publicanos para los judíos religiosos y patriotas!
Los situaban entre los “pecadores”, que era un calificativo específico
57
Stephen Brauning

y técnico usado para indicar a “los de afuera”, a los que no cabían


(según ellos) en el reino de Dios. Se aplicaba a todos los judíos que
no cumplían la ley de manera externa y pública. Era un término
equivalente a la palabra “impío”, según la emplean hoy algunos
sectores evangélicos. En los cuatro Evangelios, se relaciona con
prostitutas, entre otras personas que por otros motivos no podían
considerarse “limpias” en términos ceremoniales según la ley judía.

De todos modos, Jesús comía y bebía con ellos, era amigo de


ellos, y uno de los principales publicanos, Mateo, era uno de los 12
discípulos. Jesús no tenía miedo en identificarse con estos y otros
llamados “pecadores”.

Otro grupo de rechazados con quien Jesús se identificaba eran


los enfermos, particularmente los que tenían unas condiciones
crónicas y que situaban a las personas en la condición de “impuras”
según la ley judía. Ese era el caso de los leprosos, y en el caso que nos
relata Marcos 1:40-42, Jesús tocó al leproso, lo que era prohibido por
la ley (Números 5:2). ¡Esto era un escándalo! Con esta acción Jesús
se exponía a estar también impuro. No obstante, Jesús pudo superar
este tipo de exclusión, porque su llamado era inclusivo. Por eso en
Lucas 5:31-32 pudo decir: “No he venido a llamar a justos, sino a
pecadores al arrepentimiento.” La religión cambió de ser un servicio
a los “santos”, a ser la que acogía y aceptaba a los “pecadores”.

La forma en que Jesús trató a las mujeres también era una señal
de inclusividad en aquel tiempo. Andaban con él juntamente con los
doce, incluyendo a “algunas mujeres que habían sido sanadas de
espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamada
Magdalena, de la cual habían salido siete demonios.” (Lucas 8:2).
Para los judíos, las mujeres eran consideradas inferiores a los varones,
y no recibían el mismo trato social, ni religioso. Por ejemplo, en
Éxodo 12:37, cuando se contaron a los que salieron de Egipto, se
mencionan a hombres, pero no a los niños ni a las mujeres. A ellas no
se permitía hablar en las asambleas, su testimonio no era aceptado en
los tribunales civiles ni religiosos. La oración diaria de los hombres
judíos era: “Gracias, Señor, que no me hiciste gentil, ni perro, ni
mujer”. Jesús rompió con estas tradiciones machistas y misóginas de

58
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

su tiempo, y hasta encargó a las mujeres la tarea de anunciar su propia


resurrección a los mismos apóstoles (Mateo 28: 1, 7, Marcos 16:7;
Lucas 24:9-10).

Hay un grupo más que debemos incluir aquí: los niños.


Cuando trajeron a los niños a Jesús y los discípulos trataron de
impedírselo, Jesús dijo, “Dejad a los niños venir a mí, y no les
impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”. (Mat. 19:14),
y les puso sus manos. Dentro de nuestros criterios sociales modernos,
solemos romantizar este pasaje como si fuera algo “lindo” porque los
niños son tan “inocentes” o “chulitos”, “graciosos”. Pero en el tiempo
y contexto de Jesús, los niños eran también una clase de personas
marginadas. No tenían mucho valor en la sociedad, especialmente los
niños pobres. Representaban un segmento de la sociedad con poca
protección legal, por lo que se los ignoraba con facilidad o se los
explotaba. Eran un grupo más de “los de afuera”, y Jesús,
naturalmente, los recibía, los incluía, y los bendecía.

El mensaje de Jesús en Mateo 25:31-46 sobre el juicio del


trono de gloria indica claramente que la Iglesia debería ser inclusiva.
Los casos que Jesús presenta en los versículos 35 y 36, y luego en los
versículos 42 y 43, representan a los marginados de la sociedad: los
indigentes (con hambre y sed, y desnudos), los extranjeros, los
enfermos, y los que están presos. Estos son los que encarnan a
Jesucristo, los que la Iglesia tiene que tener en su corazón y en su
mente, los que, por su naturaleza, le forman parte. Como escribió un
autor inglés, William Temple: “La Iglesia es la única institución que
existe para el beneficio de los que no son sus miembros".

Jesús era tan inclusivo que aun a los que se le oponían les
extendía un trato afable y compasivo. Por ejemplo, con los fariseos,
aunque les habló duramente, tuvo compasión de ellos (Marcos 10:21).
Además, a Judas Iscariote, el que lo iba a traicionar, Jesús, sabiéndolo,
lo incluyó en la íntima cena de la pascua, y aun le extendió una señal
del pacto al entregarle pan directamente de su mano (Juan 13:26). Y
desde la cruz, mirando a los que le habían crucificado, dijo, “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

59
Stephen Brauning

Ahora bien, es posible que algunas personas se concentren en


esta parte y concluyan que este movimiento es solamente para estos
grupos marginados, rechazados, y excluidos. Sin embargo, Jesús
también se relacionaba con personas socialmente aceptadas, incluso
con gente de dinero y de una condición social sobresaliente (Johana y
Susana, por ejemplo. Lucas 8:3). Marta, María, y Lázaro formaba
parte de una familia aparentemente con estatus social según las
descripciones que tenemos (Juan 12:1-5). La inclusividad de Jesús era
total: se acercaba e impartía gracia a todos igualmente.

En el libro de los Hechos vemos que continúa esta tendencia


hacia la inclusión. Aunque no era fácil para los primeros cristianos
romper con las barreras sociales, políticas, religiosas, económicas,
raciales, entre otras; lo hicieron en una medida apreciable como
vemos en los siguientes ejemplos de individuos y/o grupos que
habrían estado marginados, pero que la Iglesia abrió sus puertas para
incluirlos:
 Hechos 6:1-2: Incluía judíos hebraicos y judíos helenizados.
 Hechos 8:5-17: Felipe fue y predicó en Samaria, y se
convirtieron muchos.
 Hechos 8:27-38: Felipe fue y predicó a un etíope, eunuco,
condiciones que lo descalificaban y marginaban en la religión
y la cultura judías.
 Hechos 9:15: Pablo es comisionado a ir a los gentiles para
llevar el nombre de Cristo.
 Hechos 10:1-47: Cornelio era un centurión romano.
 Hechos 13:1: En la iglesia en Antioquía, vemos un grupo muy
diverso: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de
Cirene, Manaén, el que se había criado con Herodes el
tetrarca, y Saulo.
 Hechos 14:1: “Creyó una grande multitud de judíos, y
asimismo de griegos.”
 Hechos 15:3: La conversión de los gentiles daba gran gozo a
los judíos convertidos.
 Efesios 6:9: …que para él no hay acepción de personas.
 Colosenses 3:11: “donde no hay griego ni judío, circuncisión
ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino Cristo
es el todo, y en todos.”

60
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

 Santiago (Jacobo) 1:9: El hermano que es de humilde


condición, gloríese en su exaltación.

Una pregunta para nosotros hoy es: ¿Quiénes son los que están
en estas categorías hoy? ¿Quiénes son los pecadores, los publicanos,
los leprosos, las personas marginadas a las cuales la Iglesia tiene que
incluir? ¿Cómo debe la Iglesia reflejar esta diversidad como en el libro
de los Hechos? Ya es tiempo de que la Iglesia deje ser como un “club”
exclusivo para un grupo selecto de miembros con requisitos rigurosos.
Dios visualiza una Iglesia como “una gran multitud, la cual nadie
podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas…”
(Apoc. 7:9). Como vemos en el comportamiento de Jesús y de los
apóstoles, la Iglesia demanda un trato igualitario e inclusivo a pesar
del género, el nivel socioeconómico, la postura política, y la
aceptación religiosa.

En muchos de los textos a los cuales apelamos para establecer


el carácter inclusivo de la Iglesia, existe el otro lado de la moneda: la
Iglesia también es exclusiva. Hay limitaciones, restricciones y
requisitos para las personas que deseen pertenecer a ella. Desde la
formación de la Iglesia en el huerto del Edén siempre hubo quienes
perdieron el derecho de formar parte del pueblo. Caín es un ejemplo
claro: su castigo fue ser apartado de la comunidad. En los pactos de
Dios con Abraham y con Moisés, siempre existió el elemento del
castigo y la maldición para los que no cumplieran con las exigencias
de dichos pactos. Una de las formas más drásticas de castigo era la
separación del pueblo. Esta forma de castigo se menciona
aproximadamente 23 veces en los libros de Éxodo, Levítico y
Números.

Consideremos la parábola de Jesús sobre la red, en Mateo


13:47-48.
Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red,
que, echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados recogen
lo bueno en cestas y lo malo echan fuera.

61
Stephen Brauning

Está claro que el pescador es Dios. Sólo él tiene el derecho de


determinar cuál se acoge y cuál se desecha, y esto al final, cuando la
red está llena. Mientras tanto, ¡el reino de Dios recoge a todos! Claro
está, llega el momento de hacer la separación, como en el caso del
trigo y la cizaña (Mateo 13:30). Como se ve en el juicio de las ovejas
y los cabritos (en Mateo 25:32-33), el derecho y la autoridad de hacer
la separación de lugar, le toca al juez, al segador, al pastor principal,
y a nadie más.

Mientras tanto, en la Iglesia, hay una puerta abierta a todos los


que desean entrar. “todo aquel que en él crea, no se pierda, mas tenga
vida eterna. (Juan 3:16). “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que
oye, diga: "¡Ven!" El que tiene sed, venga. El que quiere, tome del
agua de vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17).

Ahora bien, esto no elimina la buena administración de la


disciplina en la Iglesia. En el próximo capítulo, en pocas páginas,
veremos que dicha disciplina es una marca de la Iglesia. Es esencial
para la salud de la Iglesia; sin embargo, es dentro del marco bíblico
donde podemos hablar de una disciplina apropiada, una disciplina que
restaura y que no destruye.

8) La Iglesia es santa, pero no perfecta: Como ya dijimos,


una característica de la Iglesia es que es santa; pero, la Biblia no
pretende presentar a la Iglesia como perfecta. Al contrario, es una
comunidad imperfecta. Desde la creación, el proyecto de Dios en
cuanto al ser humano ha estado marcado por fracasos: la primera
pareja desobedeció directamente las instrucciones de Dios, el
primogénito de la humanidad, Caín, cometió fratricidio, los que
fueron llamados por Dios a través de la historia demostraron ser
pecadores, como Noé, Abraham, y del pueblo de Israel, ni hay que
hablar. La Biblia nunca encubre sus defectos. En el Nuevo Testamento
también los discípulos son “hombres de poca fe” (cuatro veces en
Mateo 6:30, 8:26, 14:31, y 16:8). Uno traicionó a Jesús, otro lo negó,
todos lo abandonaron, y aun viéndolo resucitado, “algunos dudaron”
(Mateo 28:17). El libro de los Hechos y las epístolas revelan
conflictos, choques, mentiras, falsos maestros, envidiosos, egoístas,

62
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

etc. entre las filas de la Iglesia. Eso es porque la Iglesia está constituida
de gente. Gente como nosotros. ¿Qué más debemos esperar?

Pero, reconocer la imperfección de la Iglesia no es para


excusarla. Como en todos los relatos mencionados arriba, Dios tomó
medidas de corrección, porque no es así que la Iglesia debe ser. Es
santa, y tiene que reflejar esta realidad. Que aún no lo refleje a
cabalidad, es obvio. La buena noticia es que Dios no ha terminado con
nosotros todavía. Sigue santificando su Iglesia, y gracias a Dios por
eso.

9) La Iglesia es de origen divino pero su desarrollo es


también humano. Como ya vimos antes, la Iglesia tiene su origen en
Dios, quien escogió y formó su pueblo, por su propia voluntad y
propósito. En tal sentido, aunque sea en parte, también refleja el
carácter divino, por ejemplo, en cuanto a su santidad, los dones, etc.
La Biblia pone de relieve la obra del Espíritu Santo en la Iglesia,
especialmente en el libro de los Hechos.

Por otro lado, también es evidente el desarrollo humano de la


Iglesia. Desde el principio, el pueblo de Dios ha contado con esfuerzos
y actividades humanas que le han dado su forma. En primer lugar, está
el hecho de que la voluntad divina siempre requiere una respuesta
humana, por lo menos en los asuntos que le competen al ser humano.
Las leyes de Dios dicen, “haga esto, no haga aquello”, y está en el ser
humano el obedecer o no. Jesús vino a lo suyo, y los suyos no lo
recibieron. El evangelio requiere una respuesta, creer o no.

En segundo lugar, está el hecho de que Dios llama y establece


a seres humanos como sus colaboradores en su misión. Desde el
huerto del Edén, donde Dios hizo a Adán y Eva sus mayordomos para
enseñorear, cuidar, y labrar la creación, Dios ha contado con personas
para hacer su voluntad. Lo hemos hecho con cierta libertad y
creatividad, pues esto es parte de la imagen de Dios en nosotros, y
para Dios, está bien. Hay muchos ejemplos en la Biblia en los cuales
Dios llamó a una persona y le dio instrucciones, y la persona utilizó
su creatividad para completar la obra. A Adán Dios le dio el trabajo
de nombrar a los animales en Génesis 2:19-20. Dios no le dijo cómo

63
Stephen Brauning

los debía llamar. Esto quedó bajo la responsabilidad y creatividad de


a Adán. Cuando Dios llamó a Abram a irse de su tierra y de su
parentela en Génesis 12:1, no le dijo exactamente a dónde debía ir.
Cuando Dios le dio instrucciones a Moisés para el pueblo, por
ejemplo, para prepararse para la entrega de la ley, en Éxodo 19:10-13,
cuando Moisés bajó a transmitir el mensaje al pueblo, agregó “y no
toquen mujer” (versículo 15). Este mismo patrón siguió a través de
todo el ministerio de Moisés.

Dios da libertad para que la Iglesia crezca y florezca


dondequiera que esté. Por eso, dice el Apóstol Pablo en 1 Corintios
3:9 “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois
huerto de Dios, edificio de Dios.”

Podemos observar en la práctica que la Iglesia se mueve con


impulsos, esfuerzos, y recursos humanos. Donde se predica el
evangelio, hay un predicador. Donde se establece una iglesia local,
hay un líder y un pueblo. Donde se cumple cualquier obra cristiana,
hay obreros. Es así que funciona la Iglesia. Son motivados y dirigidos
por Dios, sí, por lo menos eso esperamos. Pero también hay ciertas
motivaciones e impulsos humanos también. Por eso se forman planes
y presupuestos para las actividades y para el mantenimiento de la
Iglesia. Por eso existen libros de orden eclesiástico además de lo que
establece la Biblia. Por eso se plasman la visión, la misión, y los
valores de los ministerios en murales, letreros, y vallas. Todo apunta
hacia la realidad del aspecto humano en la Iglesia.

Conclusión:

Con el análisis de todos los elementos considerados, podemos


tener un concepto amplio, completo, y balanceado del diseño de Dios
para la Iglesia, en cuanto a su identidad y su esencia. No es suficiente
enfocarnos en una sola característica o dimensión de la Iglesia.
Tenemos que contemplar en su totalidad la gloriosa y maravillosa
Iglesia que Dios ha instituido para la redención de su pueblo. Al ver
cuán amplia es en sus muchas formas, tendremos una imagen más
adecuada de ella.

64
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Capítulo II. Las marcas de la Iglesia

Introducción

¿Habrá una forma segura y confiable de identificar la Iglesia


en su esencia? Esta pregunta motivó a las iglesias productos de la
reforma protestante a definir tres marcas como características
principales para identificar una iglesia verdadera. Dichas marcas
llenaron las expectativas en dicho momento y coyuntura, y ayudaron
en el proceso de auto-ajuste o auto-evaluación. El peligro era, y así
fue, que estas marcas pudieran convertirse en criterios por los cuales
unos juzgaran a otros. Esto ha provocado mucha división en el cuerpo
de Cristo.

Hay que tener criterios. A lo largo de la historia de la Iglesia


se han observado muchos desvíos y errores que resultaron desastrosos,
y por eso es importante tener puntos de referencia para mantenernos
en la verdad. En tal sentido sigue siendo importante en la actualidad
el uso de las marcas de la iglesia, pero no nos toca a nosotros juzgar a
los demás según nuestros particulares criterios. Esto le toca solamente
a Dios. Mientras tanto, debemos cuidarnos del error y evitar alejarnos
del verdadero camino.

Ahora, si examinamos cuidadosamente la Biblia, es posible


identificar algunas marcas de la Iglesia que servirían para verificar la
autenticidad de cualquier iglesia, comenzando con la nuestra. Lo
único es que hay que estar consciente del hecho de que distintas ramas
de la Iglesia puedan identificar distintas marcas como las más
importantes. Cada una debe ser evaluada dentro de su propio contexto,
no desde fuera y ajena a ello. Hay que tener cuidado con la
selectividad, de obviar elementos importantes en la Biblia y enfatizar
los puntos que más nos gustan y que sirven para colocar una postura
por encima de otra. Hay que tratar de tomar en cuenta la Biblia de
manera exhaustiva; de esta manera tendremos una base amplia para
las marcas de la Iglesia, marcas que nos ayudarán a reflejar mejor el
diseño de Dios para su Iglesia.

65
Stephen Brauning

Si admitimos que las interpretaciones bíblicas varían, entonces


estaremos mejor preparados para concluir que debemos ser cautelosos
en la aplicación de las marcas de la Iglesia. En este sentido pensamos
que no sería correcto juzgar a otra iglesia por los criterios de la
nuestra, ni viceversa, porque además estas marcas se desarrollaron en
contextos distintos y a la luz de realidades diferentes.

Luego, esto nos lleva a la segunda advertencia, la de la


selectividad. Todas las iglesias y sus respectivas líneas y tradiciones
teológicas y eclesiásticas, tienen sus puntos fuertes y sus puntos
débiles. Tienden a enfatizar un acercamiento a la Biblia por encima
de otro, y ser selectivas en sus criterios bíblicos, teológicos, y
prácticos. Lamentablemente esto ha provocado muchas divisiones, y
muchas críticas, además de poner en evidencia muchas incoherencias
doctrinales.

Pero para nuestro enfoque, pensamos que es suficiente decir


que las marcas de Iglesia, si están basadas en la Biblia, pueden ser un
parámetro adecuado para la revisión interna y auto evaluación,
respecto de cada tradición teológica y eclesial. Comenzaremos con las
marcas establecidas por las iglesias productos de la Reforma
protestante.

A) Las tres marcas de la Iglesia según la Reforma protestante.

En la Reforma protestante se desarrollaron tres marcas para


identificar a la Iglesia verdadera. Tres pueden parecer muy pocas, pero
son temas amplios que abarcan muchas cosas; sin embargo, podemos
decir que sencillamente apuntan a lo elemental que debe caracterizar
a la verdadera Iglesia. Las tres marcas son:
1) La predicación verdadera de la Palabra de Dios,
2) La fiel administración de los sacramentos, y
3) El fiel ejercicio de la disciplina

Incluso estas tres marcas se pueden reducir todavía más, a la


manera de la Confesión Belga en el Artículo XXIX que dice: “En
resumen, si todas las cosas se manejan según la Palabra pura de

66
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Dios.” Ahora vamos a estudiar cada una de estas marcas en su debido


orden.

1) La predicación verdadera de la palabra de Dios: Para


poder ser una verdadera Iglesia, debe haber un compromiso con la
Palabra de Dios. En primer lugar, en lo relativo a la creencia: la Biblia
debe ser la base de la fe de la Iglesia. Gálatas 1:8 es un texto claro
sobre esto: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare
otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”

En segundo lugar, en lo relativo a la práctica: la Iglesia debe


basar sus acciones en la Biblia, como dice Santiago (Jacobo) 1:22:
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos.”

En tercer lugar y, finalmente, la Iglesia debe dedicarse a


enseñar y proclamar la Palabra de Dios, como el apóstol Pablo
instruye a Timoteo (2 Tim. 4:2). La definición de “predicación” debe
ser muy amplia, y no limitada al formato del sermón tradicional. Debe
incluir todas las maneras que la Iglesia utiliza para diseminar la
Palabra de Dios: evangelismo personal, literatura, radio, testimonios,
estudios bíblicos, la música, etc. Obviamente, también sabemos que
lo que se predica con palabras es sólo una parte del mensaje que se
transmite en cualquier comunicación. Lo que uno hace habla más
claro que lo que uno dice. Por eso, la Iglesia tiene que predicar con su
testimonio de santidad, de buenas obras, y de integridad en todo lo
que hace. De esta manera el mensaje llega mejor. Sólo es
imprescindible que todo sea conforme a la Biblia.

2) La administración correcta de los sacramentos. En la


Reforma protestante definieron la santa cena y el bautismo como los
dos únicos sacramentos. Esta formulación se deriva de las tradiciones
que se remontan desde el tiempo después de los apóstoles cuando se
estableció el concepto de sacramentos. Este número de sólo dos
sacramentos es una reducción, ya que la Iglesia Católica Romana
había establecido siete, la mayoría de los cuales no tenían soporte
bíblico. Las iglesias reformadas observaron que debía haber un
criterio bíblico para establecer las prácticas de esta importancia, y por

67
Stephen Brauning

eso propusieron tres criterios bíblicos para definir y establecer un


sacramento:
 Tiene que tener base tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamentos.
 Tiene que haber sido establecido por Jesucristo mismo, y de
manera explícita, como una práctica que la Iglesia debía
seguir.
 Tiene que estar registrado en la Biblia como una práctica que
los apóstoles siguieron.

Consecuentemente, las únicas dos prácticas que los


reformadores identificaron en la Biblia fueron el Bautismo y la Santa
cena. Desde entonces, las iglesias hijas de la Reforma, protestantes y
evangélicas, generalmente han mantenido únicamente estos dos
sacramentos.

Ahora bien, ¿por qué la administración correcta de los


sacramentos es una marca para identificar la verdadera Iglesia?
Primeramente, porque demuestra la fidelidad a la enseñanza bíblica
en lo que respecta a las prácticas de la Iglesia. Los dos sacramentos
son una predicación visible de la Palabra de Dios, y con la correcta
administración de ellos, la Iglesia al mismo tiempo anuncia y obedece
la Palabra. Veremos más adelante su importancia en la Iglesia durante
el período apostólico. También tienen una importancia espiritual en sí
mismas, en cuanto al significado que tienen para la vida espiritual, la
comunión con Dios, y el testimonio hacia el mundo. O sea, son dos
elementos claves para el discipulado y la vida cristiana. Si estos dos
sacramentos no se administran correctamente, la Iglesia deja de
cumplir con este elemento central de su existencia y la membresía
sufriría.

3) El fiel ejercicio de la disciplina. El fiel ejercicio de la


disciplina bíblica en la Iglesia es imprescindible para una Iglesia
verdadera. De esta forma la Iglesia logra, por un lado, mantener su
cualidad de limpia, pura y sana, y, por otro lado, también le testifica
al mundo del carácter santo del ser de Dios.

68
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

La iglesia que es débil en su disciplina está expuesta a todo


tipo de abusos de la libertad que tenemos en Cristo. Si no se corrige
la tendencia pecaminosa que existe en cada persona, corre el riesgo de
desviarse del verdadero evangelio, porque se les abrirán las puertas a
las falsas enseñanzas. Sufrirá daños en cuanto a su testimonio y
ministerio público, porque el mundo verá inconsistencias entre su
llamado y su práctica. En síntesis, la Iglesia que no ejerce fielmente la
disciplina bíblica, dejará de ser una Iglesia verdadera.

La disciplina eclesiástica, según la Biblia, tiene el propósito


general de mantener la santidad y sanidad de la Iglesia. Pero no es el
objetivo de la disciplina el descartar o destruir a todos los que
fracasan, caen en error o en tentación, o se descarrían. Su razón de ser
es más bien para corregir y restaurar a quienes la necesitan. Este es el
propósito directo, y lo vemos en Santiago (Jacobo) 5:19, 20:
“Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha
extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa
que el que haga volver al pecador del error de su
camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud
de pecados”.

La disciplina eclesiástica bíblica no es para castigar, sino para


restaurar, corregir, y, por ende, salvar. Que este es el propósito lo
vemos también en Mateo 18:15-17 donde Jesús llama a la iglesia a
proceder con amor cristiano, siempre buscando ganar al ofensor,
aplicando varios pasos y medidas para apaciguar en lugar de ofender.
Dentro de este mismo contexto, Jesús introduce un tema clave en
cuanto a la disciplina eclesiástica cuando dice en el versículo 18: “De
cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo;
y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.”

Ya él había expresado esto poco tiempo antes en Mateo 16:19,


donde también dice, “A ti te daré las llaves del reino de los cielos.”
Similarmente, Jesús dijo en otra ocasión, “A quienes remitiereis los
pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son
retenidos."(Juan 20:23). Está claro que la Iglesia tiene un poder
importante para “atar” y “desatar”, remitir y retener. Pero a veces se
ha tomado esto para asignarle a la Iglesia un lugar de juez en los

69
Stephen Brauning

asuntos espirituales y eternos, como son el perdón de pecados y la


salvación. Si analizamos estos textos, hay que preguntar si es
deseable, o si es el propósito y llamado de la Iglesia atar a una persona
espiritualmente, o retener los pecados de alguien. Creo que estamos
claros que no. La disciplina eclesiástica no tiene este propósito para
nada. Desatar, sí. Perdonar, sí. Pero no lo contrario. Entonces lo que
tenemos en estos textos son dos opciones:
 lo que la Iglesia debe estar haciendo, o sea, desatar a los
atados, y perdonar a los pecadores;
 si la Iglesia no desata o perdona, estaría violando su llamado
y propósito y los resultados serán desastrosos. No debemos
tomar lo malo y presentarlo como algo bueno.

Es lamentable que “la Iglesia es el único ejército que fusila a


sus propios heridos.” (Dwight L. Carlson, Christianity Today,
February 9, 1998) Esto es porque en muchos casos, en vez de procurar
la restauración de un miembro que ha caído, lo aplasta, lo rechaza, y
lo desecha. Esto ocurre, por ejemplo, dentro de un sistema teológico
que considera que cuando una persona peca, pierde su salvación. En
este caso, es muy común que cualquier miembro cuando sufre una
caída en pecado, internaliza esta enseñanza y se aparta de la iglesia.
Piensa, “bueno, el pastor dijo que, si peco, ya no soy cristiano.
Entonces, como he pecado, ya no quepo en la iglesia, ya no soy
cristiano.” Y se va “al mundo”. ¿Por qué? ¿Es porque quiere irse al
mundo? Puede ser, pero también puede ser que se siente expulsado al
mundo, aun inconscientemente, por las enseñanzas falsas de la Iglesia.
Otras situaciones también provocan que cristianos sean marginados
en sus iglesias locales, por sus debilidades, por ignorancia, por
dejadez, hasta el punto de sentirse marginados. Con una disciplina
bíblica fielmente ejercida, la Iglesia cumplirá su función de ser más
bien un médico en lugar de un verdugo, en la línea de las palabras del
mismo Jesús: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los
enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos
2:17).

70
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

B) Otras marcas o atributos bíblicos de la Iglesia

No debemos limitamos a una configuración de sólo estas tres


marcas tradicionales de la Iglesia, pues, estas surgieron dentro de un
contexto histórico específico que ya no existe. Debemos entonces
considerar ampliamente las marcas de la Iglesia que la Biblia presenta.
Como fuente, vamos a utilizar la oración sacerdotal de Jesucristo en
Juan 17. En este pasaje encontramos una diversidad de características
de la Iglesia expresadas por Jesús mismo, y que nos pueden ayudar a
reforzar las tres marcas tradicionales ya presentadas. Por eso, las
vamos a ir enumerando a partir de las primeras tres.

4) La Iglesia glorifica a Dios. (versículos 1, 4, 5, 10, 22, 24).


Desde el primer versículo, Jesús se orienta y se enfoca en la gloria de
Dios e incluye a la Iglesia en el círculo.

5) La Iglesia tiene vida eterna (versículos 2-3). Es una vida que


le es dada por Dios, no que la haya obtenido de otra manera.

6) La Iglesia conoce a Dios el Padre y el Hijo, y cree en él.


(versículos 3, 7, 8, 25, 26). En esto consiste la vida eterna: una relación
con Dios por medio de Jesucristo. Es por medio de la revelación que
Jesús hace (versículos 25-26 aquí, también en Juan 1:17).

7) La Iglesia recibe y guarda la palabra de Dios (versículos 6, 8,


14). La palabra de Dios es la fuente del conocimiento de él, sin el cual
no hay vida eterna. Por eso la Biblia es esencial para la Iglesia.

8) La Iglesia es guardada por Dios (versículos 11, 12, 13). Sin


esta realidad, no existiera jamás. Aun la existencia de la Iglesia en el
mundo es una marca de la realidad de su protección divina.

9) La Iglesia está en el mundo y ha sido enviada al mundo


(versículos 11, 15, 18). El lugar de la Iglesia no es el cielo, tampoco
es un escondite o rincón del mundo, sino el estar presente e incidir en
el mundo. Jesús dijo que no íbamos a estar quitados del mundo, al
contrario, que él nos iba a enviar al mundo en la misma manera en que
él fue enviado al mundo, para estar entre y vivir con y como la gente

71
Stephen Brauning

pobre y marginada. Para servir, para dar nuestra vida, para ser luz.
Esto sólo se puede hacer si la Iglesia está en el mundo.

Ser enviados al mundo es ser una Iglesia misionera, una Iglesia


apostólica (palabra que significa “enviado”). Es para dar testimonio
de la verdad. Es para establecer justicia. Es para ser agente de
transformación con la agenda de Dios revelada en su Palabra; es para
discernir los tiempos, conocer y difundir la voluntad de Dios, y
cumplir con la agenda liberadora que Dios le ha dado. Salmo 89:14
declara de Dios que “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono;
misericordia y verdad van delante de tu rostro.” Jesús vino “…para
dar buenas nuevas a los pobres…, sanar a lo quebrantados de
corazón…, pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a
poner en libertad a los oprimidos; (y) a pregonar el año agradable
del Señor (Lucas 4:18-19).

Es una agenda revolucionaria, pero según la justicia de Dios.


La Iglesia a través de los milenios ha sido agente de transformación
social al liberar a esclavos, procurar la equidad del hombre y la mujer,
al defender los derechos humanos universales, y con muchos otros
movimientos proféticos y de transformación al nivel social, político,
e internacional. Esto requiere sabiduría y discernimiento para no ser
objeto de manipulación política o económica. En todo caso, “Oh
hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti:
solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu
Dios.” (Miqueas 6:8)

10) La Iglesia no es del mundo, y es odiada por el mundo (Juan


17:14, 16). Su origen no está en el mundo, ni su destino final. No
pertenece al mundo, ni participa con el mundo en todo. No debe ser
absorbida por el mundo, sino que debe ser distinta al mundo que la
rodea. Por eso, como a Jesús, siempre habrá una animadversión desde
el mundo hacia la Iglesia. Esto no significa que la Iglesia deba tratar
de provocar odio. Todo lo contrario, pero por la naturaleza de la
Iglesia, el mundo la odia.

Hay, pues, un equilibrio entre estas dos últimas marcas,


incluidas en la muy conocida frase “estamos en el mundo, pero no

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

somos del mundo”. Muchos creen que es un versículo bíblico, pero no


lo es. Es una combinación de varios versículos contiguos en este
mismo pasaje. O sea, que es una expresión válida, aunque no es un
versículo bíblico. Hay una distorsión común que se expresa con la
frase “si la Iglesia no es del mundo, no debe tener nada que ver con el
mundo”. Ciertamente Jesús le dijo a Poncio Pilato, “mi reino de es de
este mundo,” (Juan 18:36). Ahora bien, ¿debemos concluir con base
en estas palabras, que el reino de Dios no tiene nada que ver con el
mundo? Claro que no. Su reino incluye el mundo y todo lo que hay en
él. Lo que Jesús le dijo a Pilato se aclara al final del mismo versículo,
“… pero mi reino no es de aquí.” O sea, no es origen terrenal, no tiene
su fundamento, ni su cede está aquí; sin embargo, está presente en el
mundo, sin ser de él.

11) La Iglesia muestra unidad (versículos 11, 21-23). Cinco veces


en estos cuatro versículos, Jesús repitió el tema de la unidad de la.
Iglesia. Por un lado, asumió que es la naturaleza de la Iglesia porque
la base de nuestra unidad en estos versículos es la misma unidad del
Padre y el Hijo: “como tú, oh Padre, en mí, y yo en tú, que también
ellos sean uno en nosotros...” (Versículo 21). Es decir, que la Iglesia
es una porque Dios es uno. Al mismo tiempo la unidad es algo que
Jesús estaba pidiendo. Cinco veces pidió Jesús a Dios que la Iglesia
mostrara su unidad. Esto indica que la unidad no es automática, sino
algo que Dios mismo lleva a cabo.

La declaración clave aquí se encuentra en el versículo 23:


“para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que
tú me enviaste, y que los has amado a ellos…” y esta declaración es
muy parecida a la que Jesús hizo algunos capítulos antes, y en realidad
poco tiempo antes, en Juan 13:35 “En esto conocerán todos que sois
mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” La unidad y
el amor son marcas ineludibles de la verdadera Iglesia, porque
señalan, identifican y testifican de su autenticidad, porque demuestran
que la fuente y fundamento de la Iglesia es el Señor Jesucristo. Esta
puede ser la mejor de todas las marcas de la Iglesia, porque el mismo
Jesús la declaró como tal.

73
Stephen Brauning

La naturaleza de la fe cristiana implica unidad. Consideremos


en este sentido lo que plantea Efesios 4:4-6:
 “un cuerpo”, como Cristo es uno, y somos su cuerpo.
 “un Espíritu”, hay un solo Espíritu Santo.
 “una misma esperanza”, hay una sola salvación y la gloria
hacia donde todos vamos.
 “un Señor”, hay un solo Señor, Jesucristo.
 “una fe”, no importa cuál sea la iglesia, la fe en Cristo es la
misma.
 “un bautismo”, aunque hay varios modos de cómo aplicarlo,
es el mismo sacramento.
 “un Dios y Padre”, hay un solo Dios.

Luego, para ser verdaderamente “uno”, es vital que


desarrollemos una verdadera comunidad unida en Cristo. Podemos
decir que el mayor testimonio de la realidad y autenticidad de la
Iglesia está en que la Iglesia pueda exhibir la anhelada unidad de la
que el mismo Jesús habló en estos versículos. Esto así pues él mismo
dijo claramente que sería así como el mundo nos conocería.

Algunas iglesias tienen como su mayor aporte o la esencia de


su testimonio tiene que ver con doctrinas, declaraciones de fe, o
proposiciones teológicas muy precisas y correctas. Para otras iglesias
su énfasis está en lo que respecta a su nivel de espiritualidad o
santidad. Por supuesto, el mensaje que proyectamos, consciente o
inconscientemente, a los que están a nuestro alrededor son estos
puntos. Nuestro evangelismo puede ser preciso y bíblico en cuanto a
lo que la gente tiene que creer. O puede ser muy enfático en condenar
el pecado y la degradación moral, y ofrecer la alternativa de pureza
delante de Dios. También puede ser con milagros, beneficios
materiales, o en la transformación individual. Todos son elementos
válidos, inclusive, vitales. Pero la pregunta es: ¿son estos los puntos
que la gente necesita escuchar o ver para poder formar parte de la
Iglesia? ¿No sería mejor invitarles a pertenecer a esta comunidad de
fe, a esta familia de Dios, enfatizando el amor que nos caracteriza y
donde hay una auténtica unidad?

74
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

El mensaje evangelístico de la Biblia gira en torno a unirse a


Dios y a su pueblo. Dios hizo pactos con las familias hebreas y con la
nación judía como tal. Jesús llamó a discípulos para estar con él, y la
iglesia apostólica formó comunidades. Esto así porque el elemento
clave es formar parte de la familia de Dios, de su reino, de su círculo
de amigos. Este elemento debe tener la mayor preponderancia en
nuestra proclamación del Evangelio, y en nuestra vida como Iglesia,
porque es el centro del mensaje del Evangelio para aquellos que están
solos, marginados, excluidos, aislados, y con relaciones defectuosas.
¡Vengan a la familia! Pueden pertenecer, pueden formar parte de esta
comunidad.

Ahora bien, la Biblia enfatiza una unidad espiritual, no tanto


una unión o unificación estructural. Jesús mismo no estableció una
estructura como monopolio o hegemonía. Tampoco la Iglesia tiene
que forzarse en ser una sola organización mundial, ni la Iglesia
universal debe pretender ser igual a una iglesia local (ni viceversa).
La unidad bíblica de la Iglesia se expresa de otras maneras: en
servicio, buscando la paz, en compartir recursos para testificar del
Reino de Dios, en apoyar ministerios y misiones bíblicas, etc.

Para finalizar esta parte, nos parece importante considerar el


balance entre la unidad de la Iglesia y los criterios esenciales de su
identidad. Por un lado, está claro que la unidad de la Iglesia no debe
ser en perjuicio de la verdad. No se debe sacrificar lo esencial de la fe
bíblica para poder tener unidad. Pero, como hay muchas diferencias
en lo que a la interpretación bíblica se refiere, en lo que tiene que ver
con la definición de doctrinas y prácticas entre las distintas iglesias;
surgirá la pregunta: ¿qué es lo esencial y qué no? Y por supuesto, no
podremos obviar la respuesta particular que dará cada iglesia.

Por otro lado, sería una contradicción y violación al principio


de la unidad en Cristo si se insiste en procurar la uniformidad
doctrinal. En otras palabras, no se debe sacrificar la unidad para
mantener “la verdad”, en sentido estricto. La diversidad de creencias
no impide la unidad. Se pueden buscar espacios comunes donde las
distintas iglesias pueden colaborar y participar juntas. Por ejemplo, si
varios concilios e iglesias locales quieren formar una confraternidad

75
Stephen Brauning

o asociación a un nivel regional, puede ser con el entendimiento de


que no se van a debatir o a insistir en doctrinas específicas,
particulares y limitadas.

Se sabe que hay diferencias entre iglesias evangélicas en la


interpretación de algunos puntos doctrinales y bíblicos, como el
bautismo, los dones espirituales, los requisitos para los líderes, estilos
de cultos, y muchos otros puntos. Pero algo que las iglesias
evangélicas comparten es que utilizan la Biblia como su regla de fe y
práctica. Así se pueden tener una base común que no contradiga la
creencia de ninguna iglesia que partícipe. Esto es importante para
demostrar públicamente la unidad de la Iglesia universal. También,
como Jesús dice en este texto, que esta unidad va a favorecer que el
mundo lo conozca, porque es así que el mundo conoce que Jesús es el
Señor (versículo 23).

12) La Iglesia es una verdadera comunidad. Como extensión de la


marca anterior, la unidad, la Palabra de Dios inidica en su totalidad
que el Señor siempre ha buscado restablecer la comunidad para su
creación y para su pueblo. Esta es una meta que no se logra en el
templo, que se logra solamente cuando andamos con el Señor y
nuestros hermanos en las actividades de la vida. Solamente así
podemos alcanzar la verdadera comunidad cristiana.

13) La Iglesia tiene gozo (versículo 13). Jesús pide al Padre que el
gozo suyo sea cumplido en la iglesia. El gozo es parte del fruto del
Espíritu y es algo propio en el cristiano verdadero. La Iglesia
verdadera demuestra su gozo debido a la gracia de Dios. Con gratitud
podemos regocijarnos en las grandes bendiciones que Dios nos ha
proporcionado, tanto espirituales como materiales.

14) La iglesia es santa (versículos 15-17, 9). Esta marca es una de


las más básicas también. Jesús ora al Padre en estos versículos para
que la Iglesia sea santificada. Es interesante ver que Jesús no ora para
que la Iglesia sea santa, sino para que sea santificada por Dios a través
de la verdad. Esto es porque la santidad no es un producto nuestro,
sino una obra divina efectuada en nosotros. Es Dios quien imparte
santidad, primeramente, por la imputación de la justicia de Jesucristo

76
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

a cada cristiano, y, en segundo lugar, a través del proceso de


santificación. En esta misma línea va lo que establece Éxodo 31:13
respecto del pueblo de Israel: “yo soy Jehová, el que os santifico.”

Entonces, el resultado de la obra de Dios es lo que vemos en 1


Pedro 2:9: la Iglesia es “una nación santa.” Esta es una marca y una
característica de la Iglesia. Debemos aclarar que santidad significa
“separado o apartado”, lo contrario de lo que mucha gente cree que
significa, “perfecto”. Somos separados del mundo y del pecado y
apartados para servir a Dios. Aunque no somos perfectos: ¡todavía!
Dios sigue el proceso de santificación.

No obstante, esta separación no debe tomarse como razón para


crear divisiones. Nadie puede gloriarse por ser “santo”, pues es Dios
quien lo santifica. No se puede tomar como fundamento para hacer
una distinción y separación entre nosotros, “los santos”, y los demás,
“los impíos”. No nos toca hacer estas distinciones. Al contrario, el
llamado a ser santos es para seamos “perfectos” en el sentido bíblico
de “ser completos”. La verdadera santidad unifica, no divide.

Además, la palabra “santo” no debe entenderse


exclusivamente como “estar separado de”. Hay otros elementos tan
importantes y paralelos, como, por ejemplo, “estar separado para”. Es
para ser diferentes de lo que se era antes, para servir en esta nueva
realidad y con una nueva identidad. No tiene sentido estar sólo
“separados de” sin estar “separados para”. Sería una santidad inútil.
En realidad, Dios nos santifica, nos aparta, para ser su pueblo, para
servirle en esta nueva realidad y con una nueva identidad. La
verdadera santidad es un llamado a formar parte del Reino de Dios.

15) La Iglesia debe mostrar el amor, debe caracterizarse por una


actitud amorosa (versículos 24-26). “Para que el amor con que me
has amado esté en ellos...” Jesús aclara aquí lo que desde el principio
Dios había demostrado hacia su creación: el amor sacrificial. Esta
marca debe ser visible para el mundo, porque esta es la mejor manera
en que otros conocerán que somos verdaderamente los seguidores de
Jesús: si nos amamos los unos a los otros (Juan 13:35). Esta marca

77
Stephen Brauning

unida a la anterior, es clave para la Iglesia mantener un testimonio


como luz y sal en el mundo.

El amor que debemos mostrar es el amor sacrificial. No es una


emoción o sentimiento, como “querer” o “gustar”. Se trata del
verdadero amor que la Iglesia tiene, es un amor que da sin pedir, que
sirve sin cobrar, que ama sin exigir recompensa.

Por supuesto, Juan 17 no es para nada la única fuente de las


marcas de la Iglesia en la Biblia. La Iglesia en el período apostólico
también nos sirve de guía para identificar el diseño de Dios para la
Iglesia. En consecuencia, debemos examinar todo el relato bíblico
sobre la vida de iglesia en el período apostólico para ver otras marcas
importantes. En dicho período observamos dos marcas que no caben
directamente dentro de las marcas ya identificadas, pero que pueden
ser añadidas a la lista.

16) La Iglesia crece. Crecer es una marca de todo lo que vive, y


cuando deja de creer, comienza a morir. En el libro de los Hechos
vemos cómo la iglesia incipiente crecía: en Hechos 2:41 y 47 se
añadieron tres mil. Hechos 4:4 indica que había crecido a cinco mil.
Hechos 5:14 dice que el número se aumentaba sin especificar la
cantidad. Y en el Hechos 6:7 se dice que “el número de los discípulos
se multiplicaba grandemente”. Este proceso de crecimiento siguió
durante el período apostólico, como observamos en la introducción de
este libro, y ha seguido desde entonces a través de la historia de la
Iglesia hasta hoy

17) La Iglesia innova. Esta también se ve claramente en los relatos


bíblicos de la vida de la Iglesia en el período apostólico, en cada
situación en la que debía de tomar una decisión, efectuar un cambio,
o enfrentar un desafío.

Los discípulos estaban muy acostumbrados a que Jesús les


sorprendiera, desorientara, y hasta confundiera. Esto está claro en los
Evangelios, pues al encontrar a Jesús hablando con una mujer
samaritana, se maravillaron (Juan 4:27). A veces no entendieron lo
que Jesús les decía (Juan 8:27; 10:6; 20:9), en otras ocasiones se

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

espantaban con lo que Jesús hacía (Marcos 10:32), y cuando resucitó,


sus discípulos ni entendieron ni creyeron (Marcos 15:11; Lucas 24:11,
37, 41), pues, era algo totalmente nuevo e inesperado, aunque él se lo
había avisado antes. Ahora, con Jesús ascendido al cielo, cosa que
tampoco esperaban ni entendieron (Hechos 1:6-11), los discípulos, al
no saber lo que venía, estaban dispuestos a actuar usando la
experimentación y la innovación.

Luego de la ascensión de Jesucristo, el primer ejemplo de esto


lo encontramos en Hechos 1:15-26, cuando decidieron tratar el asunto
del sustituto de Judas Iscariote. Pedro tomó la iniciativa, y habiéndose
inspirado en las Escrituras, citó dos salmos. Pero las dos citas son
contradictorias, pues, una dice, “Sea hecha desierta su habitación, Y
no haya quien more en ella”, que es del Salmo 69:25. La segunda cita
dice; “Tome otro su oficio”, del Salmo 109:8. Pedro entendió que
estas dos citas representaban una guía del Espíritu Santo, según lo que
dijo en el versículo 16. Pero también entendió que tenían que tomar
una decisión, y lo hicieron nombrando a otro para volver a completar
el número de los 12. Vemos aquí iniciativa, experimentación e
innovación, a pesar de no tener un reglamento a seguir, o unas
instrucciones detalladas de origen divino, o algún modelo ya
preestablecido.

Incluso hasta la forma de seleccionar dicho apóstol, fue


“echando suertes” (versículo 26). Echando suertes se usaba para
diversos fines en el Antiguo Testamento, incluyendo para escoger a
personas para ciertos papeles como indican 1 Crónicas 25:8 y 26:13
entre otros. Pero en este caso en particular, los apóstoles no tenían una
orden divina, tampoco Jesús había establecido este método, ni fue
señalado expresamente por el Espíritu Santo, según el texto. Ellos lo
usaron, al recurrir a su cultura y experiencias, como una innovación o
experimentación para un asunto específico.

El segundo ejemplo lo encontramos en Hechos 6:1-7, en el


conflicto sobre la distribución de comida. Los apóstoles emplearon un
proceso democrático y participativo para resolver la situación y
seleccionar a los diáconos, sin que este proceso estuviese estipulado
ni por Jesús ni por otra orden divina. Tomaron la decisión de proceder

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Stephen Brauning

así. Y así sucesivamente en el libro de los Hechos, como cuando


trataron la cuestión de los gentiles y la ley, se juntaron, dialogaron, se
escucharon las distintas partes, y tomaron decisiones. Y en este
proceso entendieron que habían sido guiados por el Espíritu Santo,
también como lo demuestra en el concilio de Jerusalén en Hechos 15.
En el versículo 22, después de la debida deliberación y consideración,
llegaron a una conclusión donde el criterio registrado es “Pareció bien
a los apóstoles y los ancianos…” Luego, en el versículo 28, al
preparar la comunicación conteniendo las conclusiones de dicha
asamblea, dijeron: “… ha parecido bien al Espíritu Santo, y a
nosotros”. Pero en verdad fue el producto de una experimentación y
una innovación.

Hemos estado buscando “el diseño de Dios para la Iglesia”.


También hay un lugar para la innovación. Es parte del diseño de Dios.
Los apóstoles lo entendieron y actuaron a base de esto.

Son 17 las marcas que hemos identificado, sin embargo, la


cuestión no termina ahí. La Biblia completa debe servir de guía y
marco de referencia para que la Iglesia se auto-examine
continuamente. Como se dice en las iglesias reformadas: “Reformada
y siempre reformándose” o sea, que el proceso de reforma, autocrítica,
examen e innovación es infinito. En ese tenor, podemos seguir
descubriendo en la Biblia otras marcas que la Iglesia necesita
considerar. Es seguro que hay otras marcas relevantes que se puedan
identificar en cada contexto. Siempre y cuando cada iglesia local
examine los principios bíblicos y prácticos, e identifique las marcas
esenciales, puede ir acercándose cada vez más a la fidelidad ideal,
lograr una creencia correcta, comprender y hacer mejor su función, y
tener un mejor impacto.

Existen herramientas prácticas para que las iglesias. El libro


Desarrollo Natural de la Iglesia, por Christian Schwarz, plantea ocho
características de una iglesia saludable, y plantea todo un sistema para
verificar y monitorear su salud. “Tómale el pulso a su iglesia”,
publicado por La Red de Multiplicación, se basa en 5 elementos
vitales y 5 funciones vitales para la autoevaluación y la planificación.
Vea ambos recursos en la bibliografía al final de este libro.

80
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Para concluir esta parte, insistimos en que no se deben


considerar estas marcas como puntos para condenar a otros que
consideramos que no cumplen lo que creemos que deben cumplir.
Este no es el propósito de las marcas, ni deben ser empleadas para
juzgar a otros. La función que estas marcas es ayudar a cada iglesia
en su propio auto-examen, para corregir errores propios, y servir como
auto-estímulo para la perfección de la Iglesia verdadera misma. Son
esencialmente indicadores a los cuales la Iglesia aspira alcanzar, y
pueden ser utilizadas para medir la salud de una iglesia local, un
concilio o denominación, o la lglesia Universal en general, siempre
con la meta de mejorar.

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Stephen Brauning

82
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Capítulo III: Propósito y misión de la Iglesia

A) Las tres direcciones de la Iglesia

Establecimos anteriormente que es Jesucristo quien edifica la


Iglesia (Mateo 16:18). La Iglesia existe y crece por actividad divina,
principal y primeramente. Y que la Iglesia también es partícipe de la
obra de Dios. Somos todos colaboradores de Dios (1 Corintios 3:9; 2
Corintios 6:1).

¿Cuál es, entonces, la labor que la Iglesia tiene que cumplir?


Lamentablemente muchas veces en la historia, la Iglesia se ha
extraviado en cuanto a su propósito y labor. A veces no es por
desobediencia directa, o rebeldía abierta en contra del plan de Dios,
sino porque la Iglesia sobre-enfatiza una parte de su labor, y es
negligente en cuanto a otra parte. Una iglesia obediente tiene que tener
un balance en su labor.

Se pueden identificar tres direcciones, o llámense líneas de


operación, en las cuales la Iglesia se dirige en cuanto a su actividad,
de acuerdo con su propósito y misión. Estas son:
1) hacia Dios;
2) hacia sí misma; y
3) hacia el mundo.

Un balance saludable entre estas tres direcciones es necesario


para que la Iglesia cumpla con su verdadero propósito, para mostrarse
acorde con su esencia, y para testificar de su llamado en una forma
balanceada y completa. Ahora vamos a estudiar estas tres direcciones
en detalle.

1) Hacia Dios. La dirección primordial en que Iglesia se dirige


es hacia Dios mismo. Tiene que relacionarse con Dios, conocerlo,
rendirle gloria y alabanza, y alinearse completamente con él. Esta
realidad se fundamenta en el hecho de que toda la creación existe para
estar en comunión con Dios (Génesis 3:8, 5:24, Apoc. 3:20), con el
fin de glorificarlo como él merece (Proverbios 16:4; 1 Pedro 4:11). La
Biblia establece que el ser humano es creado con este fin. Aún más el

83
Stephen Brauning

pueblo escogido y llamado por su nombre, tiene esta misión, como lo


muestra el profeta Isaías (43:7): “… todos los llamados de mi nombre;
para gloria mía los he creado, los formé y los hice.” También lo dice
en los versículos 21 y 23 del mismo capítulo, al referirse al pueblo de
Israel.

La Iglesia igualmente tiene esta misma encomienda, y de


manera consciente, no solo “de facto”; o sea, la creación incluyendo a
los seres humanos en general se relacionan y glorifican a Dios por la
misma existencia de ellos, por las perfecciones de las estrellas, la
belleza del mar y las nubes, por la abundancia de frutas y granos
silvestres, por el canto de las aves, y también en la creatividad e
imaginación del ser humano. Pero además de estas razones, el pueblo
de Dios está llamado a relacionarse con Dios y glorificarlo
intencionalmente, en todo (1 Corintios 10:31) y en el culto de alabanza
que rinde de manera explícita a Dios (Salmo 29:2; 2 Crónicas 29:28).

Desde la formación del pueblo de Israel, hasta la visión


gloriosa de Apocalipsis de la Iglesia triunfante, la comunión con Dios
ha sido clave, esto visto en el tema recurrente en la Biblia expresado
en la frase, “yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”, repetido en
muchas formas en decenas de textos bíblicos. (por ejemplo, Génesis
17:7, Jeremías 24:7 y 32:38, Hebreos 8:10, Apoc. 21:3 y 22:3-4)

Esta comunión conduce a la debida alabanza, adoración, y


glorificación de Dios. Se hace de manera tanto individual como
corporal (es decir, unida, como un cuerpo, en comunidad), y siempre
ha sido y siempre será parte clave de la expresión espiritual del pueblo
de Dios.

Los salmos están repletos de expresiones de alabanza del


pueblo hacia Dios. Este ejemplo continúa en el Nuevo Testamento.
En este sentido, vemos al apóstol Pablo expresando las siguientes
palabras, hablando de Jesucristo: “cuando venga en aquel día para
ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron
(por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros),” (2
Tesalonicenses 1:10). Y en el versículo 12, sigue diciendo: “para que
el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros...”

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Ahora bien, glorificar a Dios no es solamente cantar alabanzas


a él. Abarca todas las partes y aspectos de la vida. A veces la Iglesia
fracciona y reduce la alabanza casi exclusivamente a lo que se hace
en el culto de adoración. Sin embargo, esto supone no reconocer el
señorío de Dios sobre todas las cosas. Si pensamos que solo alabamos
o glorificamos a Dios cuando cantamos o expresamos alabanzas o
palabras de elogios verbalmente, entonces, fácilmente divorciamos la
fe del resto de nuestra vida. Es una dicotomía (separación en dos
partes) indebida de la realidad del Reino de Dios que en realidad
abarca toda la creación. En verdad, alabamos a Dios cuando le
obedecemos y le servimos en todo. En el hogar, en el trabajo, en
escenarios públicos, con nuestros bienes materiales y talentos. Todo
lo que somos, tenemos y hacemos contribuye a la gloria de Dios. En
esta línea van las palabras del Apóstol Pablo en 1 Corintios 10:31: “Si,
pues, coméis o bebéis, o que hacéis otra cosa, hacedlo todo para la
gloria de Dios”.

De hecho, un tema importante en el libro de Isaías es cómo


Israel servía como luz a las naciones, para que la gloria de Dios se
extendiera por medio de él. En el capítulo 42:10.12, el profeta pide a
Israel declarar las alabanzas de Dios entre las naciones, en las costas
y lugares lejanos. Según Jesús, este es el porqué de nuestras buenas
obras: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos” (Mateo 5:16).

Este es la dirección principal y el propósito central de la


Iglesia, del cual fluye todo lo demás. ¡Pero no es el único propósito!
Si no seguimos con los otros dos, incluso este primero quedará
incompleto.

2) Hacia sí misma: edificación y discipulado. La Iglesia


tiene otra área de labor que se dirige hacia su propio ser, hacia sí
misma: la edificación y el discipulado. Este es el segundo propósito
de la Iglesia. Los sacramentos, la disciplina y los dones son
principalmente para cumplir con este propósito. Claro está, también
apuntan hacia afuera de la Iglesia, pero generalmente este aspecto es
secundario. La enseñanza y la predicación también son mayormente

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Stephen Brauning

para edificación, aunque según el contexto y el tema, frecuentemente


tienen además un propósito evangelístico.

Vemos este propósito y labor claramente iluminado por Pablo


en su epístola a la iglesia en Éfeso:
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes,
llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean
con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo
la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es
la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien
concertado y unido entre sí por todas las coyunturas
que se ayudan mutuamente, según la actividad propia
de cada miembro, recibe su crecimiento para ir
edificándose en amor.” (Efesios 4:11-16).

Algunas iglesias enfatizan tanto el evangelismo que descuidan


este propósito tan importante. Si siempre se predican mensajes
evangelísticos, ¿cómo es que los cristianos se van a alimentar
espiritualmente? Si todo el esfuerzo se dirige a la realización de
campañas evangelísticas, ¿cuándo es que los hijos de padres cristianos
van a aprender la fe de sus padres? Es igual al caso de un padre que
siempre sale para ayudar a otros, pero que nunca ayuda a sus propios
hijos. Es un descuido. La Iglesia tiene que criar y alimentar a sus
miembros, igual como un ejército entrena, equipa, y alimenta bien a
sus soldados antes de lanzarlos a la batalla. Sin tener una base y
preparación operativa para ir hacia afuera, la Iglesia no va a tener con
qué salir.

La Iglesia nunca debe descuidar esta labor tan importante de


procurar edificarse en la verdad. Debe conscientemente
86
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

comprometerse con proveer el ambiente y material necesarios para


que sus feligreses cumplan lo que insta el Apóstol Pedro en 2 Pedro
3:18: “Ante bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo. A él sea la gloria ahora y hasta el día de
la eternidad. Amén”.

3) Hacia el mundo: testimonio y extensión. Este tercer


propósito y obra es un mandato para la Iglesia. Tiene que ver con la
relación de la Iglesia con el mundo. La Iglesia ha sido constituida y
llamada para ser luz y sal en el mundo (vea Isaías 42:6 y Mateo 5:14-
16). Como luz, refleja el resplandor de Cristo quien es la luz del
mundo. La Iglesia debe exhibir la luz del evangelio para atraer a los
que andan en tinieblas. Como sal, la Iglesia produce una
transformación en el mundo. Promueve y defiende la justicia y la
rectitud en un mundo corrupto e injusto.

Esto es lo que tradicionalmente se ha llamado “misión”, y


correctamente la Iglesia ha dedicado mucho esfuerzo hacia el mundo,
procurando dar su testimonio y lograr cada vez una mayor extensión.

Pero a la misma vez, la Iglesia suele invertir su llamado.


Asume tanto su responsabilidad, que la convierte en algo propio,
como si fuera “la misión de la Iglesia”, en vez de lo que es, “la misión
de Dios”. Se apropia del protagonismo como si fuera dueña de la obra,
y al ser dueña, usurpa el papel de Dios. Sólo Cristo es “autor y
consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Cuando la Iglesia se cree dueña,
deja de reconocer al verdadero dueño.

En este sentido, es muy común entre iglesias y agencias


misioneras hablar de “extender” o “establecer” el Reino de Dios en tal
sitio, o en “equis” contexto. Pero esto es imposible. Sólo Dios puede
hacer esto. Además, sería incorrecto decir que el Reino de Dios no
está en dicho lugar. En realidad, el Reino de Dios ya está aquí (Lucas
10:9, 11, etc.).

De todos modos, es posible que cuando alguien habla de


“establecer el Reino de Dios”, sencillamente esté pensando en
establecer allí, a la iglesia o movimiento con que ella se siente

87
Stephen Brauning

identificada y comprometida. Puede ser que esto sea un indicador de


la inclinación de ver el reino de Dios como algo propio, que nos
pertenece, que podemos controlar, y que es de exclusiva función
nuestra. Con otras palabras, es posible que pensemos o creamos que
nuestra iglesia, movimiento, o ministerio ES el Reino de Dios. No
obstante, este tipo de pensamiento no reconoce que el Reino de Dios
es propio de Dios, y es a él a quien que le corresponde establecer y
extender su propio Reino.

Jesús mismo nos encargó la tarea de la evangelización, y la


definió claramente en sus enseñanzas. La denominada “Gran
Comisión” se repite en diferentes formas en los cuatro Evangelios
(Mateo 28:19,20; Marcos 16:16; Lucas 24:46-49; Juan 20:19-23),
también en el libro de los Hechos (1:8). Es el trabajo permanente y
continuo de Jesucristo a través de sus seguidores.

Por eso, el autor de los Hecho dice en su introducción:


“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de
todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
hasta el día en que fue recibido arriba, después de
haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los
apóstoles que había escogido” (Hechos 1:1-2).

Lo que escribió Lucas en su relato del evangelio fue lo que


Jesús comenzó hacer, hasta que fue recibido al cielo. Al decir
“comenzó”, se da a entender que Jesús siguió haciendo cosas, pero
ahora, es a través de los que él escogió, llamó, comisionó, y envió. El
mandamiento de la “gran comisión” fue dado a los discípulos y junto
con ellos a toda la Iglesia para cumplir esta tarea. No obstante, no
podemos reducir la tarea a la de “ganar almas”. Dios quiere que la
Iglesia tenga un impacto profundo y amplio en la vida de cada
persona, así como en las sociedades en las cuales vivimos, y en todo
ámbito de la creación.

Hay muchas iglesias que han dejado este punto tan importante.
Puede ser porque enfatizan demasiado el primer o el segundo punto,
o sea, se enfocan bien hacia Dios, y/o hacia sí mismo. O puede ser
porque ya no hay interés o preocupación por éste. Puede ser que creen

88
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

que no pueden hacer nada, sea porque son muy pocos o muy pobres,
o tal vez por un punto doctrinal (“Dios va a salvar los que él quiere
sin nuestra ayuda”, ha sido una excusa usado por algunas iglesias
reformadas). Pero si una iglesia no se entrega a este llamado tan claro
y directo de Cristo, no está cumpliendo con su esencia como iglesia.
La iglesia que descuida este propósito y obra no está desempeñando
su propio propósito; no está cumpliendo con uno de los objetivos
establecidos por Dios para la Iglesia.

Tampoco debemos de separar una expresión de la comisión de


Jesús de las demás comisiones en la Biblia. La llamada “Gran
Comisión” de Mateo 28:18-20, a veces es tomada como distinta,
única, o superior a todas las demás expresiones de las comisiones en
la Biblia. Pero Jesús nunca dijo, “OK, prepárense, lo que sigue es la
“gran comisión’. Olvídense de todo lo demás, esto es lo que va
ahora.” No debemos elevar este mandamiento como si fuera más
importante que, por ejemplo, “el gran mandamiento” de amar a Dios
sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos
(Deuteronomio 6:5; 10:12; 30:6; Mateo 22:37; Lucas 10:27), ni
colocarlo por encima del “nuevo mandamiento” (Juan 13:34-35; 1
Juan 4:21, etc.) de amarse unos a otros como él nos ha amado.
Tampoco se puede separar de la comisión que Jesús les dio a sus
discípulos en Juan 20:21: "como me envió el Padre, así también yo os
envío”, exponiendo el carácter encarnacional de la comisión. Es “en
persona”, es tanto con poder como es con presencia.

Esta comisión no se puede llevar a cabo sin sus múltiples


facetas, como indicadas en todas las enseñanzas de Jesús, que él
mismo incluyó en Mateo 28:20, las instrucciones de “enseñándoles
que guarden todas las cosas que yo les he mandado…”. Esto incluye
las otras cuatro expresiones de las comisiones, indicados en un párrafo
arriba.

Todo esto forma parte del llamado de Dios para su pueblo de


irse hacia afuera, hacia el mundo, de amarlo como él ama al mundo
(Juan 3:16 y 13:34). Es un impulso “centrífugo” en vez de
“centrípeto”. La diferencia es la dirección: la fuerza centrípeta atrae
todo hacia el centro, o hacia sí mismo. La fuerza centrífuga empuja

89
Stephen Brauning

todo hacia afuera. Está en el mundo para bendecir al mundo, no para


ser bendecida por el mundo (Génesis 12:3). Está para servir, no para
ser servida (Mateo 20:28). Otra vez citamos al autor William Temple:
“La Iglesia es la única institución que existe para el beneficio de los
que no son sus miembros". Esto no contradice el segundo enfoque
direccional de la Iglesia, hacia sí misma: una cosa es tener un equilibro
saludable de enfoques en tres direcciones, sin permitir que la segunda
se convierta en la fuerza centrípeta.

Los apóstoles implementaron la fuerza centrífuga, impulsados


por el Espíritu Santo, como demostrado través del libro de los Hechos
y también en las epístolas, siempre en un equilibrio con las actividades
internas de la Iglesia. Veremos más sobre esto en el capítulo sobre la
historia de la Iglesia en el período apostólico.

El tema de cómo la Iglesia efectúa esta fuerza centrífuga es


inmenso. Este libro no pretender ser exhaustivo en el tema de
misiología, solo en establecer la importancia de este elemento dentro
de un balance saludable del cuadro grande de lo que hace la Iglesia.

B) El reino de Dios y la Iglesia

¿Qué es el reino de Dios? Hay mucho en la Biblia acerca de


este tema, y también en la teología y en las iglesias se habla mucho de
él. No obstante, hay también mucha confusión sobre el mismo. A
veces se iguala la Iglesia al reino de Dios, incluso una iglesia en
particular. A veces se confunde con un simple aspecto de la obra de la
Iglesia. Sin embargo, ninguna de estas ideas se acerca a lo que en
realidad es el reino de Dios.

El reino de Dios se entiende mejor como su soberanía o su


reinado universal. Es tan amplio como su gobierno, su control, y su
potestad sobre toda la creación y el universo, como descritos en la
Biblia. Al respecto, 1 Crónicas 16:31 dice: “Alégrense los cielos, y
gócese la tierra, Y digan en las naciones: Jehová reina”.

Siete veces en los salmos, está la declaración que Dios reina


sobre las naciones, sobre la creación, etc. En la Biblia, el Reino de

90
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Dios no está limitado a un grupo, una nación, ni a los que creen en él.
Aunque Dios escogió a una nación, Israel, como posesión especial
(Éxodo 19:5-6; Deuteronomio 4:20-21; 7:6, etc.), y reinó sobre ella de
manera directa (1 Samuel 8:7; Isaías 44:3), su reino realmente se
muestra como universal: sobre los egipcios en el éxodo, sobre otras
naciones en las conquistas y guerras de Israel, etc.

En cuanto a la Iglesia, ¿cuál es la relación de ésta con el reino


de Dios? ¿Es igual la Iglesia al reino de Dios? ¿Es lo mismo hablar
del Reino de Dios que de la Iglesia? Obviamente, se hace necesario
que pongamos en perspectiva la relación de la Iglesia con el reino de
Dios. El reino de Dios se puede explicar como la soberanía que tiene
un rey sobre su imperio. En esta tierra viven sus súbditos. Los súbditos
no equivalen al reino, pero forman parte de dicho reino. Puede haber
un grupo de súbditos que no esté a favor del rey, mientras otro grupo
sí. En todo caso, si es un rey legítimo, no importa si están a su favor o
en su contra, el rey es el rey.

Y como Dios es rey sobre toda su creación, y hay un grupo, la


Iglesia, que está a favor de él, la Iglesia forma parte del reino de Dios,
pero no es el reino. Es decir, que el reino de Dios es más amplio que
la Iglesia. Al respecto, en su libro “Mission Between the Times”, René
Padilla afirma:
“El Nuevo Testamento presenta a la iglesia como la
comunidad del reino en la cual Jesús se reconoce
como Señor del universo y por el cual, en anticipación
al fin, el reino se manifiesta concretamente en la
historia” (pg. 202, la traducción es nuestra).

Es desde el reino de Dios que surge la Iglesia, pues, el reino


siendo más amplio, provee las condiciones para la creación de ella. El
reino de Dios es la realidad dentro de la cual la Iglesia puede existir.

Los súbitos de un reino tienen responsabilidades con el rey.


También la Iglesia como el pueblo de Dios tiene responsabilidades
especiales con Él. Como tarea principal, la Iglesia existe para anunciar
el reino, manifestarlo, reflejarlo, y testificar de su existencia. Esto lo
hace siendo la Iglesia. O sea, internamente viviendo conforme a su

91
Stephen Brauning

identidad como el pueblo de Dios, escogido, santo, íntegro, unido, y


fiel a su rey. Lo hace también, externalizando su testimonio siendo
instrumento del reino en todo el mundo, haciendo las obras del reino
como Jesús hizo, amando y sirviendo. De esta manera la Iglesia
testifica al mundo de la vigencia e incidencia del reino en el mundo.
Otro aspecto del llamado de Dios se encuentra en el mandato cultural
que Dios impartió al ser humano desde la creación, de ser mayordomo
sobre la creación. La Iglesia tiene que actuar conforme a todo lo que
Dios propone en su reino.

Jesucristo vino anunciando el evangelio del reino de Dios


(Mateo 4:23; 9:35; Marcos 1:15; Lucas 4:43; 8:1; 16:16). Nunca
predicó las buenas nuevas de la Iglesia. Eso es porque el plan de Dios
para la restauración de todas las cosas no se origina en la Iglesia, sino
en el reino mismo de Dios. La responsabilidad de la Iglesia es
testificar del reino de Dios, porque también ella tiene su origen en el
reino de Dios, y no al revés.

Leemos en Mateo 16:19 que Jesús dice a Simón Pedro “a ti te


daré las llaves del reino de los cielos”. Pero, ¿a quién es que da las
llaves? Hablaba con Pedro. Pero en el contexto, no es posible que sea
exclusivamente a Pedro, pues, era un simple ser humano que habría
de morir. Ahora bien, como en el versículo 18, Jesús habló de la
Iglesia, podemos entender que es a la Iglesia entera que las da. Pero,
¿qué son las llaves del reino de Dios? En la doctrina reformada se han
entendido las llaves como la predicación de la palabra de Dios, los
sacramentos, y la disciplina de la iglesia. Estas son parte de las marcas
de la Iglesia, y son elementos prácticos que forman parte del proceso
de la salvación, y abren puertas hacia la salvación. No es que la Iglesia
tiene la potestad de impartir la salvación, pues esta potestad sólo
pertenece a Dios mismo. Jesús indicó que Pedro y los otros discípulos,
y la Iglesia entera, tenían un papel importante de abrir la puerta para
la salvación. No es que pueden hacer que alguien entrare por esta
puerta, pero la pueden abrir, y pueden guiar a otros hacia la puerta de
la salvación. Es un gran privilegio, y una grande responsabilidad, que
la Iglesia al recibir “las llaves del reino de los cielos”.

92
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Los líderes judíos tenían una percepción equivocada de qué se


trataban las llaves del reino de los cielos. Según lo que dice Jesús en
Mateo 23:13, “ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque
cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis
vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando". O sea, ellos
entendieron que debían utilizar las llaves para cerrar el paso al reino
de los cielos. Sin embargo, Jesús quería dejar claro que la Iglesia tenía
que usar las llaves para abrir, no para cerrar, dicha puerta.

Se mencionó en el capítulo anterior el hecho de que a veces en


los círculos evangélicos se escucha el tema de “extender el reino de
Dios”. Ahora, ¿en realidad es posible que la Iglesia expanda y
extienda el reino de Dios? ¿Es esta una responsabilidad o atribución
de la Iglesia? Como en la discusión en torno al tema de quién puede
edificar la Iglesia, no es difícil determinar que todo esto pertenece al
Señor. Los seres humanos no pueden sustituir a Dios en su trabajo, ni
suplantar a Jesucristo en algo que él ya ha declarado y demostrado que
le pertenece.

En la parábola de la “semilla” (Marcos 4:26-29), vemos que el


reino es comparando al crecimiento de una semilla. El reino viene de
la propia mano de Dios, y no de la mano del ser humano. El ser
humano lo puede recibir, lo puede entrar, lo puede heredar, y lo puede
buscar, pero jamás puede establecerlo, construirlo, ni destruirlo. Eso
es muy evidente en la parábola, donde dice, "y duerme y se levanta,
de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo"
(versículo 27).

Cuando nos sintamos inclinados a pensar o decir que debemos


extender, expandir, establecer, o implantar el reino de Dios, o algo
semejante; debemos recordar que esto fue el error de los discípulos de
Jesús, justamente antes de su ascensión al cielo, cuando le
preguntaron, “¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”
(Hechos 1:6) Toda la cultura y religión judía había creado la
expectativa del reino de Dios como equivalente a las aspiraciones
nacionalistas. Pero estaban equivocados, no en si el reino se iba a
restaurar o no, sino, a qué nivel y en cuál ámbito se iba a restaurar.
Ellos lo conceptualizaban como al nivel de una nación, Israel, y en el

93
Stephen Brauning

ámbito socio-político. Todavía no pudieron entender el reino de Dios


por lo que en realidad era: ¡universal! Recordemos lo le pertenece al
rey del reino: ¡todo! Lo que nos toca como Iglesia es sumarnos al
reino, manifestarlo, ser testigo de él, abrir sus puertas, y ser
ciudadanos dignos de él.

C) La Iglesia y la salvación.

La Iglesia y la salvación son dos temas muy estrechamente


relacionados. Por un lado, tenemos el importante papel de la Iglesia
en cuanto a la salvación. Debemos estar claros en lo referente a qué le
corresponde a la Iglesia, y qué no le corresponde. Por otro lado,
debemos estar claros en cuanto al aspecto comunitario de la salvación.
El llamado “Credo Apostólico”, que refleja la enseñanza de la iglesia
al final de la época apostólica, habla de “la comunión de los santos”,
expresión que indica que nuestra salvación tiene relación con la de los
demás santos.

Primero, es importante recordar que la iglesia no IMPARTE


la salvación, pero la COMPARTE. “La salvación es de Jehová”,
declaró el profeta Jonás (Jonás 2:9). Toda la Biblia apunta a esta
realidad. En consecuencia, cabe preguntar: ¿cuál es el rol de la Iglesia
en la salvación? Diferentes líneas eclesiásticas y teológicas han
entendido dicho papel en distintas maneras. Algunas lo conciben
como un papel mínimo, y enfatizan una idea muy individualista de la
salvación. Otras tradiciones entienden que la Iglesia tiene una especie
de control absoluto sobre la salvación, como si la salvación fuera en
realidad una propiedad y un atributo de la Iglesia.

Volvemos a tocar las palabras de Jesús: "te daré las llaves del
Reino”. (Mateo 16:19) ¿En qué sentido Jesús dijo que “todo lo que
atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en
la tierra será desatado en los cielos”? (Mateo 16:19 y 18:18).
Además, ¿cómo entenderemos la afirmación de que “a los que
remitiereis los pecados, les serán remitidos, y a quienes los
retuviereis, les serán retenidos”? (Juan 20:23).

94
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Como concluimos en la sección anterior tocante al reino de


Dios, estos aspectos mencionados por Jesús no significan que la
Iglesia, mucho menos Pedro solo, se encargarían del reino de Dios, o
que asumirían el control del mismo, incluso de la salvación. Todo esto
pertenece a Dios, si bien Dios le ha dado a la Iglesia responsabilidades
y una participación activa en el reino y en cuanto a la salvación. La
Iglesia no la puede impartir. Pero, sí, la puede compartir.

Segundo, la salvación tiene un ineludible matiz


comunitario. Ningún cristiano es una isla, más bien juntos
conformamos todo el pueblo de Dios de todos los siglos. En tal
sentido, tienen sentido aquí las siguientes declaraciones hechas en el
relato de la creación: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). “Y dijo
Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda
idónea para él” (Génesis 2:18).

En estos dos pasajes vemos que todas las cosas que Dios creó
existían en paz y armonía. En una creación donde todo lo creado es
proclamado como “bueno en gran manera” (Gén. 1:31), es
interesante leer, en Génesis 2:18, “No es bueno que el hombre esté
solo.” Algo quedó incompleto. Adán en sí no podía portar la imagen
completa de Dios porque no gozaba de la comunidad que Dios tenía.
Aunque Adán fue creado perfecto, no llegó a ser la creación “buena
en gran manera” hasta que tuvo su compañera, Eva. La creación
terminó cuando Dios formó a Eva de la costilla de Adán.

Por eso, con el primer pecado, lo primero que se dañó fue esa
misma comunidad. La serpiente en el capítulo 3 de Génesis, introdujo
la desconfianza y así rompió la comunidad establecida por Dios. Los
resultados inmediatos del pecado fueron que cada persona le echó la
culpa a la otra. Este alejamiento y actitud han caracterizado la historia
humana desde entonces, y, muchas veces, han amenazado su propia
existencia. Si no fuera por la gracia de Dios, el ser humano hubiera
acabado consigo mismo hace mucho tiempo.

La respuesta a esta situación tan difícil es, y siempre ha sido,


la restauración de comunidad: la comunidad entre Dios y el ser

95
Stephen Brauning

humano, y comunidad entre los mismos seres humanos. Cada vez que
Dios viene al ser humano es para llevar a cabo esta restauración. Con
Abraham, con Moisés, con David, y finalmente con Jesús, Dios ha
venido trabajando para restablecer la comunidad que había en el
huerto. Dios interviene en la creación para que todas sus relaciones
reflejen la comunidad que existe en nuestro Dios Trino.

Le toca a la Iglesia ser esta comunidad de luz y esperanza:


“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por
los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para
que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en
ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me
diste, yo les he dado, para que sean uno, así como
nosotros somos uno” (Juan 17:20-22).

La Iglesia incipiente del Nuevo Testamento se caracterizó por


el tipo de relaciones que había entre las personas que la componían.
Al leer Hechos 2:44-47, nos encontramos con un ambiente semejante
al del huerto del Edén antes de la caída en pecado:
“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían
en común todas las cosas; y vendían sus propiedades
y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad
de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el
templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos
con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y
teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía
cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.

El resultado inmediato de la presencia del Espíritu en la iglesia


fue la restauración de la comunidad y de la comunión que estuvieron
presentes en la creación, y las que Jesús había pedido en su oración en
Juan 17:20-21. La división que Satanás introdujo al huerto del Edén
con el primer pecado, fue arrojada afuera, y en su lugar reinaron la
unión y la comunidad.

Lo que vemos en el libro de los Hechos y en las cartas de Pablo


es una imagen de una Iglesia unida, no perfecta, pero sí unida. A la

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

luz de esta realidad, nuestras iglesias deben esforzarce por ser refugios
donde reine la unidad, la comunidad, la comunión. Nuestras iglesias
deben ser ejemplos brillantes de lo que todo el mundo anda buscando.
D) La Iglesia y la comunidad

El hecho que la Iglesia es una comunidad, es y será un énfasis


recurrente, y uno de los más importantes, en este libro. Eso es porque
en su esencia, la Iglesia es gente, pero no gente individual, mucho
menos gente aislada. Es gente reunida, formada en una verdadera
comunidad. Es interesante ver en años recientes el uso del nombre
“Iglesia Comunitaria” por congregaciones en varios lugares. Pero a
veces, este nombre se usa, aparentemente, como una aspiración y no
como una definición precisa. Esto es porque muchas iglesias
“comunitarias” no lo son. En vez de ser una comunidad, y ser de la
comunidad, son iglesias del modelo “atracciónal”, o sea, que se basa
en atraer a gente de diferentes lugares. Cuando la gran mayoría de las
personas que asisten los cultos llega en carros, o tienen que ser traída
por algún modo de transporte, entonces, no es una iglesia comunitaria.
Mientras tanto, las iglesias verdaderamente comunitarias son las
pequeñas congregaciones localizadas en pueblitos, en barrios, en
aldeas, donde todos los miembros llegan a los cultos a pie. Estas son
las iglesias que reflejan la esencia de la Iglesia, de ser una verdadera
comunidad. No es que las “mega-iglesias”, las iglesias
metropolitanas, y las iglesias que aspiran ser “comunitarias”, no
pueden formar una comunidad Lo pueden, pero tienen muchos
obstáculos, y tienen que ser más intencionales, más esforzadas en este
elemento crucial.

También es necesario explorar la relación e interacción de la


Iglesia con la comunidad que le rodea.

El amor de Dios no puede ser tan exclusivista como a veces lo


hemos concebido. Este fue el error de muchos judíos en los tiempos
bíblicos. Muchos pensaron que como ellos conformaban el pueblo
escogido de Dios, esto implicaba una necesaria exclusión de las demás
naciones. La revelación de Dios no fue así, pero este concepto entró
como resultado del pecado. En lugar de considerarse un pueblo
bendecido para bendecir a todas las naciones (Génesis 12:2,3), y ser

97
Stephen Brauning

“luz para los gentiles” (Isaías 49:6); la religión judía asumió una
actitud exclusivista, excluyente, y hasta egoísta. Esta actitud se ve en
la reacción del pueblo de Nazaret cuando Jesús les dijo:
“Y en verdad os digo que muchas viudas había en
Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado
por tres años y seis meses, que hubo una grande
hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue
enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de
Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo
del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado,
sino Naamán el siro” (Lucas 4:25-27).
¡Lo querían matar!

Por otro lado, Pedro y otros apóstoles se sorprendieron al


presenciar la llegada del Espíritu Santo a Cornelio, el centurión
romano, y a los de su hogar, como relata Hechos 10:44-47 y 11:18.
Detrás de esta actitud de asombro, estaba la exclusividad que
dominaba entre los judíos. Sin duda, fue una gran sorpresa para ellos
ver que también un gentil recibía algo que ellos pensaban que era sólo
de los judíos.

No obstante, cuando Jesús vino proclamando el amor de Dios,


lo hizo incluyendo a todos: a los que se consideraban el pueblo de
Dios, igual como a las personas del mundo (Juan 3:16). Visitaba y
comía en casas de gente fuera de la comunidad religiosa, como en los
casos de Mateo (Mateo 9:9-11) y Zaqueo (Lucas 19:5-6). Eran parte
de la comunidad judía, pero excluidos de la “Iglesia” de aquel
entonces. A Jesús lo criticaban: “…todos murmuraban, diciendo que
había entrado a posar con un hombre pecador” (Lucas 19:7), y lo
acusaban de ser "hombre comilón, y bebedor de vino" (Mateo 11:19).

Para la Iglesia contemporánea, el amor de Dios tiene que


expresarse en su relación con la comunidad, y en todo lugar donde la
Iglesia se encuentre. Muchas iglesias y pastores mantienen una
relación tensa y adversa con la comunidad, con una actitud de rechazo
e indiferente. Pero una iglesia que se trace como meta impactar a la
comunidad y que aspira transformarla, tiene que amar a su comunidad
y tener una relación saludable con ella. A veces, los cristianos

98
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

mantienen una actitud que espera que la comunidad cambie primero,


pero en realidad es la iglesia que debe cambiar su actitud. En todo
caso y, ciertamente, la relación e interacción de la iglesia local con la
comunidad tendrá distintas formas y matices, pero debe caracterizarse
por el amor de parte de la iglesia y su liderazgo hacia la comunidad.

La Iglesia en el período apostólico por lo general tuvo una


interacción positiva con la comunidad sin importar el lugar donde se
encontraba, como vemos en el libro de los Hechos y en las epístolas.
Su crecimiento y expansión lo comprobó. Este ejemplo debe seguir en
la Iglesia dondequiera que esté. No debe limitarse a las cuatro paredes,
no se debe concebir a sí misma como una comunidad cerrada o especie
de club exclusivo; más bien debe considerarse parte activa e integral
de la comunidad donde se encuentre.

Realmente no sería lógico, y poco realista, seguir un modelo


cerrado de la iglesia. La iglesia es parte de la comunidad donde se
encuentra, le guste o no. Está sujeta a las mismas condiciones socio-
económicas de su comunidad, a las mismas injusticias que puedan
existir, a las mismas presiones y acciones políticas, a las mismas leyes
vigentes, y a la misma situación ecológica. Y más importante aún, está
compuesta por la misma población. La Iglesia es el pueblo, no es otra
cosa, por eso no puede separarse del mismo.

La Iglesia tiene un gran privilegio y la gran oportunidad de


integrarse más y más a la comunidad, de ser “amiga de pecadores”,
como Jesús; también debe regalarse la oportunidad y experiencia de
verse sorprendida, como los apóstoles, al ver al Espíritu Santo caer
sobre los que menos se espera, y de ser una gran nube de testigos del
reino de Dios en su propia comunidad. Esto ocurrirá, por supuesto,
cuando abra sus puertas, cuando salga de sus cuatro paredes, cuando
abrace a su comunidad sin egoísmo espiritual, sin exclusivismo
alguno, y con el mismo amor de Dios.

La actitud de una iglesia en cuanto a su comunidad se revela


en las preposiciones que usa para expresar su relación. Los autores
Joel Van Dyke y Kris Rocke, en su libro Geography of Grace (La
geografía de la gracia), identifican tres preposiciones comúnmente

99
Stephen Brauning

usados para expresar la forma en que una iglesia concibe su relación


en cuanto a la comunidad: una es “para”. Al decir que la iglesia hace
sus ministerios “para” la comunidad, es “paternalista”, porque “se
coloca a sí misma en posición de superioridad sobre aquellos a
quienes sienten son llamados a alcanzar.” (pg. 61). Similarmente,
cuando la iglesia dirige su mensaje, ministerio, comunicación, y
cualquier contacto “a” y/o “hacia” la comunidad, es como si fuera algo
totalmente ajeno a ella. Un problema con este acercamiento es que
crea una separación artificial entre la iglesia y la comunidad. Otro
problema es que el ministerio “puede convertirse opresivo, violando
la dignidad y libertad de aquellos a quienes ministran…” (ibid.) Es
por eso también que el método de intentar formar iglesias “para” una
determinada población está destinado a fracasar. Por ejemplo, en los
EEUUA, tratan de sembrar una iglesia “para” los refugiados
centroamericanos. No. Una iglesia no puede ser “para” la gente. Para
ser una iglesia auténtica, tiene que ser “de” la gente.

La segunda preposición que refleja una relación distorsionada


es “por”. Al hacer el ministerio “por”, la iglesia se convierte
maternalista, y crea una co-dependencia que no permite que los
participantes se desarrollen, sino, que siguen siempre como objetos de
servicio. Es el asistencialismo, que es un ciclo vicioso, una calle de
una sola vía, en que el objeto no puede avanzar nunca, no puede salir
de su condición de dependencia, porque todo está arreglado para
mantenerlo allí. Cuando la iglesia hace cosas “por” la comunidad, ella
no tiene ningún papel excepto como receptor de las acciones de la
iglesia, y nunca llega a formar parte con ella tampoco.

Algunas iglesias operan bajo el concepto de estar “en” la


comunidad, pero mantienen una separación bajo el concepto de que
está “en el mundo, pero no del mundo.” Así, el ministerio nunca se
identifica con su comunidad, no se permite entender las realidades de
ella, ni se involucra en su vida. Pero es una separación artificial bajo
conceptos de santidad, pureza, y exclusividad. Otra vez, la relación queda
uni-direccional, limitada, y aislada.

Hay aun una actitud peor, que es cuando la iglesia se coloca


en “contra” de la comunidad. Lamentablemente, la teología ortodoxa

100
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

tiende hacia esta postura al crear una división muy estricta entre los
redimidos y los perdidos, entre el reino de los cielos y el reino de este
mundo. Al identificar la comunidad como parte “del mundo”, ya
automáticamente hay una enemistad con la iglesia, apelando a textos
como Santiago (Jacobo) 4:4, “la amistad del mundo es enemistad con
Dios”, y 1 Juan 2:15, “No améis al mundo, ni las cosas que están en
el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”
Muchas iglesias operan bajo este criterio de manera intencional,
directa, y obvia: odian a su comunidad, crean enemistad con ella, y
obran en contra de ella. Tal lo hacen de una manera sutil, y nunca
dirían de manera textual, “estamos en contra de la comunidad”, pero
lo hacen, en su mensaje, en sus prácticas, y en sus “ministerios”.

Pero, gracias a Dios, hay otra forma. Hay otra preposición que
define la relación iglesia-comunidad: es “con”. Los autores Van Dyke
y Rocke, explican que
Esta es la preposición encarnacional, Emanuel (Dios
con nosotros). Cuando esta preposición dirige la
misión, si es la iglesia, una organización o incluso una
misión a corto plazo, el potencial para transformar a
ambos, los líderes y la gente que ellos buscan servir, es
elevado. (pg. 62)
Esta actitud solidariza, porque se identifica con su contexto. Es
humilde porque entiende que también tiene necesidades, y puede
aprender. Es una actitud que escucha, porque valora otras voces y
otras perspectivas. Es realista, pues, la iglesia no puede negar la
realidad de que está “con” la comunidad en su vida diaria. Tiene
mayor aceptación porque, en vez de juzgar, criticar, o pelear, acepta
al otro y comparte con él. Bendice, y es bendecido, porque se abre
para recibir igual como para dar. Radia el gozo en vez del temor. Y
transforma, porque puede llegar a conocer su comunidad, y conocerse
a sí mismo, de forma íntima y auténtica, en vez de esconderse detrás
de rivalidades.

Cuando la relación de la iglesia es “con” la comunidad,


comienza con preguntas en vez de con respuestas. Por ejemplo, para
un programa social, en vez de ir a la comunidad con un plan
preconcebido, la iglesia convoca la comunidad para escuchar sus

101
Stephen Brauning

voces. Pero más allá de un simple sondeo, invita a la comunidad a


formar parte de la directiva, de la planificación, y de todo lo que
ocurre. Aun con el evangelismo, no se dirige hacia la comunidad con
mensajes “enlatados”, sino, toma el ejemplo de Jesús en comenzar con
el diálogo. ¿Cuántas veces se dirigió Jesús a los que se encontraba a
través de preguntas? Casi siempre. Y también toma el ejemplo del
apóstol Pablo, quien modificaba su predicación según su audiencia.
Solo considere su mensaje dirigido a los atenienses en Hechos 17:18
en adelante, luego de ser invitado allí y hacer un reconocimiento del
área. Fue muy distinto este mensaje a los que él predicaba cuando sus
oyentes eran judíos.

Este mismo acercamiento comunitario tiene su aplicación a un


nivel más amplio, en la sociedad en general. La Iglesia es llamada a
transformar su entorno social, político, cultural, y nacional. Pero
El gran error y falacia de la gran mayoría de los evangélicos
es pensar que la inserción y presencia de la comunidad
evangélica en el seno de la sociedad no tiene nada de político,
y que el mensaje cristiano no tiene nada de político. Es preciso
admitir y poner de relieve que la lucha por la justicia social,
por la paz, por el establecimiento de un estado de derechos
para todos y para todas, es una lucha con inevitables
implicaciones políticas, pero que, sin embargo, demandan que
las comunidades cristianas y evangélicas tomen partido (que
no se hagan la de la vista gorda), y precisamente en favor por
los sectores más vulnerables, y por los que, desde el punto de
vista bíblico, se ve a Dios seriamente preocupado. (Olea
Cordero, Héctor Benjamín, publicado en Facebook, 21 de
marzo 2018)

Conclusión:

La Iglesia cumplirá su propósito y llamado como el pueblo de


Dios en el mundo, si puede mantener en balance las tres direcciones
(hacia Dios, hacia sí misma, y hacia el mundo), y también manejar
bien estas tres áreas generales: en lo relativo al reino de Dios, en
cuanto a la salvación, y en lo que respecta a su relación e interacción
con su comunidad.

102
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Capítulo IV. El lugar de reunión de la Iglesia

En este capítulo queremos investigar y explorar el tema de la


iglesia y su lugar de reunión, incluyendo el hogar y el templo, para
poder poner de relieve la base bíblica al respecto, y a la vez corregir
algunos conceptos erróneos que existen en este tema. Ciertamente
debemos entender la relación bíblica e histórica que existe entre el
pueblo de Dios y el lugar de reunión, y examinar algunos aspectos
prácticos.

La idea fundamental aquí es que la Iglesia NO ES equivalente


a su lugar de encuentro, como en nuestro lenguaje a veces expresamos.
Vemos un edificio, y lo llamamos “iglesia tal”. Está mal. Dicho lugar
no es la “iglesia tal”, es donde la “iglesia tal” se reúne. Puede parecer
una sencillez, una mera expresión, pero, dichas expresiones revelan
conceptos bien arraigados, y también proyectan dicho concepto.
Podemos decir que, “sí, claro, sabemos que el edificio no es la
iglesia”, y seguir refiriéndose así. Y los que no están claro en el
concepto, sean nuevos creyentes, personas de otras religiones, o
nuestros propios hijos, lo siguen escuchando, y se quedan con esta
relación en la mente: terminan creyendo que “la Iglesia” es un lugar,
y nada más.

Otra idea importante es en el diseño de los lugares de nuestras


reuniones como iglesia. Podemos ver en la Biblia que Dios establece
un diseño para el encuentro formal con él, y el pueblo de Dios
discierne su aplicación en cada contexto. Cuando partimos de dicho
diseño, e introducimos otros elementos en la construcción y
decoración de nuestros templos, podemos hacer daño al propósito y
carácter de nuestro culto a Dios.

A) El diseño bíblico e histórico: el tabernáculo y el templo

Cuando Jehová llamó al pueblo de Israel de Egipto, estableció


un lugar para estar físicamente presente entre su pueblo. En el
desierto, era el tabernáculo (Levítico 26:11). Con la construcción del
gran templo en Jerusalén por el rey Salomón, (2 Crónicas 5:13, 14;
7:1-3), el tabernáculo fue superado. En los dos casos, había una

103
Stephen Brauning

representación física del trono de Jehová, donde su presencia, la


“gloria (“shekina”), en forma de una nube luminosa, habitó. De esta
forma, Dios moraba en medio de su pueblo.

Pero, en Ezequiel 10:1-22, leemos de la salida de la gloria de


Dios del templo, debido a la infidelidad del pueblo que profanó el
lugar santo: ya Jehová no pudo habitar en un lugar desolado y
contaminado. Después de la salida de la gloria de Dios del templo, la
Biblia no habla más de la presencia de Dios en un lugar terrestre
específico. No encontramos referencia bíblica en el Nuevo
Testamento mismo que hable de la presencia de Dios en el lugar
santísimo en el gran templo de Herodes durante la época de Jesús, a
la manera del tabernáculo y en el tempo de Salomón.

Entonces, ¿cuál es la sustitución de la gloria (“shekina”) del


Antiguo Testamento para nosotros como pueblo de Dios de la época
del Nuevo Testamento? ¿Está Dios ausente ahora? ¿Dónde
encontramos su presencia?

Jesús mismo, quien es “Emanuel” (Dios con nosotros), nos


provee la respuesta: él mismo dijo que estaría presente con nosotros
hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). Pero, ¡él se fue! ¿Cómo que
estaría con nosotros? Su presencia es ahora por medio de la persona
del Espíritu Santo, el consolador prometido que “estará siempre con
ustedes” (Juan 16:14). Y esta presencia es permanente, y
omnipresente con cada cristiano, porque él habita dentro de cada uno.

Jesús también aclaró en Juan 4 que tampoco importaba en qué


lugar uno alababa a Dios. “…ni en este monte ni en Jerusalén
adoraréis al Padre...” (Juan 4:21). Lo que importa es que sea “en
espíritu y en verdad” (versículos 23 y 24). Ahora es la persona de
Jesucristo la que autentica la alabanza, no el lugar.

De esto podemos concluir que ningún templo es un santuario


ni la morada de Dios. Ningún edificio puede ser “la casa de Dios”. De
hecho, esta declaración fue hecha por el Rey Salomón durante la
dedicación del gran templo, registrado en 2 Crónicas 6:18: ”…los
cielos y los cielos de los cielos no lo pueden contener; ¿cuánto menos

104
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

esta casa que he edificado?” Se repite este concepto dos veces en el


libro de los Hechos: una vez de la boca de Esteban, en 7:48, y otra vez
en el mensaje de Pablo en 17:24, y los dos dicen que “Dios no habita
en casas hechas por manos humanas”. Ellos entendieron que ningún
lugar podía ser “la casa de Dios”.

Tampoco existe ya un lugar santísimo, porque al morir Jesús,


se rompió el velo del templo que separaba el lugar santo del lugar
santísimo (Mateo 27:51; Marcos 15:38; Lucas 23:45). Ya no hay una
separación. Es más, no hay ningún lugar más santo que algún otro
sitio. La santidad es algo que cada creyente porta en sí mismo. Un
elemento arquitectónico que es común en algunas iglesias es una
barrera que divide el área pública donde se sienta la congregación y la
plataforma (púlpito, “altar”). Puede ser una pared bajita o una barrera
decorativa con balaustres. Para la mayoría de las personas, esto no
significa nada, pues, es algo normal. Pero en realidad, tiene un
significado teológico relacionado con las doctrinas de santidad que
buscan establecer una división que reproduce una “lugar santo” y uno
profano. Esto no tiene lugar en la Iglesia del nuevo pacto, pues, el velo
templo fue roto cuando Jesús murió en la cruz.

Pablo, al hablar con los hermanos en Corinto, afirma que es la


gente que es el verdadero templo y morada de Dios. En 1 Corintios
6:19, dice “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros…?” Y otra vez en 2 Corintios 6:16:
“Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:
‘Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi
pueblo.’”

Esta pequeña frase, Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo,


y las distintas variaciones de ella, está presente en la Biblia en muchas
partes, desde Abraham (Génesis 17:7), la formación del pueblo de
Israel (Éxodo 6:7, Levítico 26:12, etc.), los mensajes proféticos (siete
veces en Jeremías y cinco veces en Ezequiel), hasta la
pronunciamiento divino que escuchó Juan en el contexto de la santa
cuidad Jerusalén que descendía del cielo (Apocalipsis 21:2),
registrado en el versículo 3: oí una gran voz del cielo, que decía: He
aquí, el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos;

105
Stephen Brauning

y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos. Este
se puede considerar el tema clave en la eclesiología, pues, en el, Dios
mismo expresa su deseo profundo de pertenencia, de comunión, y de
intimidad con su pueblo particular. En el texto citado arriba, 2 Cor.
6:16, está claro que esta cercanía no tiene que ver con un lugar en
particular, sino, que está presente en cada creyente. Lo mismo se
expresa en Apocalipsis 21:22, Y yo no vi en ella (la ciudad Jerusalén)
templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el
Cordero. Esto demuestra que la esencia de la Iglesia no es un templo
ni ningún lugar físico: se encuentra en la unión de Dios con su pueblo.

El concepto de los templos de las iglesias como equivalente al


tabernáculo o templo del Antiguo Testamento, o como “la casa de
Dios”, no tiene base bíblica, y va en contra de la teología bíblica de la
verdadera presencia de Dios por medio del Espíritu Santo en cada
creyente. A veces ponen letreros en los templos con el texto de
Habacuc 2:20: “Mas Jehová está en su santo templo: calle delante de
él toda la tierra.” Pero, ¿qué tiene que ver un templo evangélico con
el gran templo en Jerusalén? Nada. También se apela a veces a Hageo
1:4 para motivar a los miembros a colaborar a la construcción o
mantenimiento del templo de la Iglesia. Pero no es lo mismo. Es una
manipulación inapropiada.

B) El diseño práctico: la sinagoga

El templo en Jerusalén era el centro del universo para los


judíos. Se ha dicho que “Jerusalén no era una ciudad con un templo
en su medio, era más bien un templo con una ciudad alrededor de él”
(N.T. Wright, “The New Testament”, pg. 225). Esto indica la
centralidad del templo para los judíos, en cuanto a su identidad, su
religión, su nacionalidad, etc. Ahí, y solo ahí, estaba la presencia de
Jehová (aunque partió de allí), allí se hacían los sacrificios, allí estaba
el arca del pacto (hasta que se perdió), allí se celebraban los festivales
prescritos en la ley, etc. Era el único lugar para estos fines.

Pero tener un solo lugar ocasionaba un problema: ¿qué harían


los del pueblo santo que vivían lejos? Este problema ya existió desde
la fundación de la nación, al ocupar la tierra y distribuir las tribus por

106
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

distintos puntos geográficos. Los más lejos quedaban como a 200


kilómetros de distancia de Jerusalén (Aser y Neftalí en el norte), y
mucha de la población de las tribus grandes como Zabulón, Isacar, y
Manases quedaban entre 100 y 180 kilómetros. Pero más aguda fue la
situación con el fenómeno de la diáspora, o sea la dispersión de los
judíos a las naciones. Esto ocurría constantemente, por ejemplo, en el
tiempo de los jueces, Elimelec, Noemí, y sus hijos emigraron a Moab.
No obstante, la situación fue peor durante las invasiones y conquistas
que sufrió Israel, el reino del norte que fue destruido por los asirios, y
luego el reino de Judá que fue destruido por el imperio babilónico. La
gran mayoría de la población fue dispersada, y en el caso del reino de
Judá, gran parte fue llevada a un exilio que duró entre 50 y 70 años.
Algunos regresaron a su tierra después, pero también muchos judíos
se quedaron en Babilonia y en otras provincias. Hubo también una
apreciable población judía en Alejandría, Egipto, desde tiempos
antiguos.

Aún con el templo reconstruido, no era posible ir, pues, desde


Babilonia se requería de un viaje de más de 1,600 kilómetros. Era
imposible. Aun para los judíos en las provincias del norte, como
Galilea en el tiempo de Jesús, el templo era una opción sólo una vez
al año, como vemos en Lucas 2:41.

El hecho de estar lejos del templo de Jerusalén, y


posteriormente la destrucción del templo por los babilonios, provocó
para los judíos religiosos la necesidad de crear otra estructura que
respondiera a los requerimientos de su fe en un día a día, o por lo
menos, de sábado a sábado. La respuesta fue la “sinagoga”, como la
estructura socio-religiosa esencial para el pueblo judío. No es que
haya superado al templo, a la torá, o a los rabinos, pero no hay dudas
de que en lo relativo a la identidad de las comunidades judías en todos
los lugares, la sinagoga era y sigue siendo el centro.

En cuanto al fenómeno de la sinagoga, lo primero que hay que


considerar es el nombre. La palabra “sinagoga” se usa ampliamente
dentro y fuera de la comunidad judía desde hace más de 2,000 años,
en el mundo entero, para señalar el lugar principal de las dispersas
comunidades judías. Pero es interesante que sea una palabra griega, y

107
Stephen Brauning

no hebrea. Las palabras “kanac” en hebreo y “kanash” en arameo,


que significan “envolver”, “juntar”, o “reunir”, se han adaptado en el
hebreo moderno en la palabra “keneset” (o “k’nesset”), y a veces
combinado en “beit kenesset” (casa de asamblea) para referirse a la
sinagoga. Incluso, el parlamento israelí en la nación moderna se llama
“El Kenesset”. Pero estas palabras no se aparecen en el Antiguo
Testamento con este uso, tampoco en el uso general hoy en día. ¿Por
qué no? Y ¿por qué es una palabra griega, y no hebrea, para algo tan
importante en el ambiente socio-religioso judío?

Tiene que ver principalmente con la historia de la amplia


expansión y aceptación de la cultura y del idioma griego, como 200
años antes de Cristo. En segundo lugar, dicho uso indica que la
sinagoga es una importación, o sea, un concepto extranjero que se
introdujo en la nación judía. Fue por necesidad, sí, pero no fue
contemplado en el diseño original, en la torá, la ley. Ni fue establecida
por Dios mediante algún profeta, rey, o sacerdote, según las escrituras.
Fue más bien el resultado de un proceso que duró cientos de años,
estrechamente relacionado con las distintas situaciones históricas y
políticas que vivó el pueblo de Israel. Podríamos decir que es una
innovación humana, no un diseño divino. Es una respuesta práctica y
funcional frente a ciertas situaciones históricas y concretas, con un fin
de tener un lugar para las reuniones religiosos públicas, restringidas
para los judíos piadosos solamente, que incluían las “escuelas de
shabat” (el sábado, el día de reposo) y los cultos semanales de los
judíos fuera de Jerusalén.

En Lucas 4:16 encontramos a Jesús visitando la sinagoga de


Nazaret un día de reposo. En los relatos del libro de los Hechos, a
dondequiera que el apóstol Pablo iba en Asia Menor, en Macedonia,
en Grecia, era la sinagoga el lugar donde éste se encontraba con los
judíos fieles, y por lo general los sábados.

Es importante aclarar que la sinagoga no fue contemplada


como, ni jamás pudo ser, un sustituto para el gran templo en Jerusalén.
Esto es porque el templo era el único lugar aceptable por Dios para
efectuar los distintos sacrificios de animales, como los holocaustos y
expiaciones, y también, por ende, el único lugar donde encontrar la

108
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

presencia de Dios. Durante el exilio, los sacrificios fueron


suspendidos porque el templo no estaba accesible, y cesaron
totalmente después de la destrucción de Jerusalén y del templo en 70
d.C. por los romanos. Entonces, la sinagoga quedó como la única
opción para la reunión del pueblo de Dios, pero no en el sentido del
único lugar de sacrificios ni dónde encontrar la presencia de Dios.

La sinagoga tenía y hasta hoy día tiene distintas


manifestaciones al nivel mundial. Puede ser un hogar adaptado para
reuniones, puede ser un lugar público, pero en la mayoría de los casos,
es el lugar religioso oficial de reunión, adaptado o construido con este
fin.

C) El lugar de reunión de la Iglesia a través de la historia

Inmediatamente después de la muerte de Jesucristo,


encontramos a los discípulos reunidos (Lucas 24:33 y Juan 20:19) en
el aposento alto. También después de la ascensión de Jesús, allí
estaban reunidos (Hechos 1:13). Este aposento, aparentemente el
mismo que usaron para la última cena con el Señor, era el lugar
acostumbrado de reunión. Parece que pertenecía a un seguidor de
Jesús, según la forma que lo consiguió. Algunos creen que era la casa
de Juan Marcos. Después de Pentecostés, los cristianos asistieron al
gran templo de Herodes en Jerusalén, igual que los judíos, según lo
que vemos en Lucas 24:53 y Hechos 2:46; 3:1. Aun así, cuando
participaban en el templo, el compañerismo y la celebración distinta
de partimiento del pan fue en las casas (Hechos 2:46).

Es importante notar que cuando dice que se reunieron en el


templo, no era un templo “cristiano”, sino el mismo templo judío en
Jerusalén. No existía otro templo. Era el único. Y era lógico para ellos,
como entendieron que Jesús era el mesías judío, y ellos eran todos
judíos, que estaban cumpliendo la auténtica fe judía. Sin embargo,
esta situación continuó solamente hasta que hubo un rechazo
definitivo por parte de las autoridades judías.

Después de los conflictos entre cristianos y judíos, hasta la


separación definitiva, observamos que los apóstoles y la nueva iglesia

109
Stephen Brauning

comenzaron a reunirse en casas. Esta fue, como la sinagoga, una


innovación basada en la realidad y en la situación concreta en la que
se encontraron. Un detalle interesante al respecto, se evidencia
cuando Pedro fue encarcelado, que los hermanos se reunieron en la
casa de María la madre de Juan (Marcos), Hechos 12:12, pues ya no
podían reunirse más en el templo por temor a los líderes religiosos
judíos.

Posteriormente, al comenzar a expandirse la Iglesia por


diversas ciudades, frecuentemente era en las sinagogas donde
comenzaron a predicar (Hechos 13:5, 14, 43; 14:1; 17:1, 2, 10, 17;
18:4; 19:8), aunque sólo hasta que los judíos se opusieron, lo cual pasó
en casi todos los lugares (considérese Hechos 18:5-7; 19:9).

Después de esto, todas las iglesias que se mencionan en el


Nuevo Testamento usaban las casas de los creyentes para sus
reuniones. En Corinto, por ejemplo, Hechos 18:7 indica que la obra
siguió en la casa de uno llamado “Justo”. También podemos observar
esta realidad en las epístolas de Pablo, cuando identifica las iglesias
según las casas donde se reunían:
1) Romanos 16:5... "la iglesia que está en su casa..."
2) 1 Corintios 16:19... " " " " “ “ "
3) Colosenses 4:15 ... " " " “ " “
4) Filemón 2 ... " " " “ “

En estas condiciones, la Iglesia creció sin templos,


denominaciones, sin un clero profesional, sin programas de
construcción, etc.; sencillamente no los necesitaba. Se reunían en las
casas, núcleos comunitarios auténticos, comunidades de base,
auténticas y fieles.

No fue hasta después del año 323 d.C. cuando el emperador


Constantino construyó la ciudad de Constantinopla, que se desarrolló
y estableció el uso de templos cristianos, construidos con este fin,
usando la forma de los templos paganos como modelos. Y fue para
este tiempo que la Iglesia se institucionalizó, y comenzó a unirse con
el imperio y el poder. También se ve el uso de un vocabulario pagano
dentro de la iglesia, por ejemplo: "clero" (la palabra viene del nombre

110
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

del sacerdote pagano), y "púlpito" era un altar pagano, de sacrificios


paganos. Obviamente, esto no significa que todas estas cosas sean
malas y hay que sacarlas de la iglesia hoy. Son también innovaciones.
Pero hay que tener cuidado con lo que no tiene base bíblica.

Por ejemplo, en algunas líneas de iglesias, es común escuchar


hablan de “el altar” de la iglesia. En verdad tal cosa no existe ni puede
existir en la Iglesia, porque el altar fue hecho innecesario al morir
Jesús en la cruz, haciendo el único sacrificio perfecto, una vez y para
siempre (Hebreos 7:27; 10:10; 1 Pedro 3:18).

El error más común que afecta la Iglesia casi universalmente


es el que se manifiesta en identificare más por sus lugares de reunión
que por su gente. Se ve en la práctica, la tradición, la doctrina, y
sencillamente en el vocabulario. Todavía se habla de la iglesia como
si fuera un lugar: “Vamos a la iglesia”; “esta es la iglesia de fulano”,
decimos; sin embargo y, en realidad, estamos hablando del templo.

Ahora bien, aunque este detalle parece muy insignificante, este


error tiene implicaciones importantes. Si llegamos a identificar la
Iglesia con un lugar y nada más que un lugar, entonces, perderemos
nuestra identidad como el templo del Espíritu Santo. También habrá
una decadencia en cuanto al compromiso y la actividad en la Iglesia.
Debemos enseñar claramente que la Iglesia es el pueblo de Dios, es el
conjunto de todos los creyentes en Cristo Jesús, del cual la iglesia local
es una expresión viva y concreta. Si llegamos a reflejar esto hasta en
nuestro vocabulario, estaríamos volviendo al diseño de Dios para la
Iglesia al demostrar que la Iglesia en verdad es la gente, y no es un
lugar.

Es nuestro deseo que las conclusiones que hemos extraido en


este tema sean aplicadas a la Iglesia en nuestra situación
contemporánea. Es nuestro objetivo que se considere que los
principios que marcaron el trato de Dios con Israel en el Antiguo
Testamento, y el trato de Dios con la Iglesia en el Nuevo Testamento,
forman parte del diseño divino para su pueblo, al cual podemos
volver.

111
Stephen Brauning

D) El hogar como lugar ideal para la Iglesia (Adaptado en parte


del libro «Creando Comunidad», por Steven De Vries, para el
«Instituto Bíblico Reformado en la Rep. Dom.». 1996)

El hogar es el ambiente natural para la Iglesia. El grupo


pequeño más natural es el de la familia. Acabamos de ver el papel
importante que jugó el hogar en la vida de la Iglesia en el período
apostólico. Aquí queremos señalar algunas de las ventajas prácticas
tener una iglesia en el hogar.

El hogar ofrece comodidad y confianza. En el período


apostólico, la iglesia comenzó a reunirse en las casas de los miembros
porque era natural. La gente se sentía cómoda en casa, y no podía
haber un mejor lugar para ministrar. La Iglesia tampoco tenía mucho
dinero, y lo que tenía, lo utilizaba para ayudar a los necesitados.
Reuniéndose en las casas de las familias ellos evitaron uno de los
gastos mayores de las iglesias de hoy. En lugar de gastar sus escasos
recursos en edificios, los invirtieron en las obras de misericordia y en
misiones. Muchas de las críticas de los inconversos hacia las iglesias
evangélicas perderían su sentido, si las iglesias de hoy se asemejaran
más a las iglesias del NT.

El padre de la familia tenía un papel importante. En muchas


de nuestras iglesias se nota la presencia de mujeres y niños, pero la
ausencia de hombres. Los padres envían sus familias a la iglesia, pero
ellos se quedan en casa. Si nos reunimos en las casas de las familias,
sería más fácil para el padre de la familia estar presente y a escuchar
las buenas nuevas de Jesucristo. De esta manera también los padres
podrían experimentar el poder de la oración en su propia casa y con
su propia familia. Podrían ver que la fe cristiana no es una obligación,
ni cosa sólo de mujeres y niños, sino una oportunidad de salvación y
una comunidad relevante para todos y todas.

Los niños y las niñas también deben ver el cuerpo de Cristo en


acción fuera del templo. Ellos se acostumbran con facilidad a lo que
sucede en el templo y lo separan mentalmente de lo que sucede en las
otras áreas de su vida. Al tener la iglesia en la casa, la perspectiva
cambia, y las raíces de su fe se extienden a las otras partes de su vida.

112
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

La informalidad del hogar también provee al niño otra visión de lo


que es la comunión cristiana. Tenemos que recordar que el hogar, no
la iglesia ni una escuela cristiana, es la base de la educación cristiana.
En esta misma línea va Deuteronomio 6:6-9, cuando dice: “
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre
tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de
ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al
acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una
señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus
ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus
puertas”.

Los amigos y vecinos tendrán mayor acogida. El hogar casi


siempre incluye a más personas de las que propiamente son miembros
de la familia, aunque sea de manera relativamente temporal. En tal
sentido, parientes, amigos, visitas, vecinos, etc., es mucha la gente que
pasa por nuestras puertas cada día. Con un culto en el hogar, estas
personas también pueden ver y experimentar lo que es la iglesia sin
visitar un templo. Además pueden ver la esencia de la fe cristiana, la
comunión entre Dios y su pueblo, sin ser sometidas a la presión y
formalidad de un culto en un templo. Verán que en verdad, Dios está
con nosotros y que no se queda esperándonos en algún templo.

E) Otros grupos pequeños

Aunque las ventajas que ofrece el hogar son muchas, en


algunos caso podría ser dificil hasta imposible para algunas personas
tener una iglesia en su casa. En tales casos, hay otras posibilidades,
como las células y grupos pequeños como las llamadas “sociedades”.

Los jóvenes, las damas, los caballeros y aun los niños tienen
grupos especialmente dedicados a ellos. Mientras los programas de la
iglesia son principalmente para los miembros de la iglesia, los grupos
organizados en las casas pueden incluir, con más facilidad, a los
miembros de la comunidad. El propósito de estos grupos debe ser para
la extensión y expansión de la Iglesia, no para aislar, proteger, o retirar
la iglesia de su comunidad. Podemos utilizar grupos de todas las
edades y de ambos sexos, para alcanzar a los mismos grupos en “el

113
Stephen Brauning

mundo”. Cuando estas sociedades salen del templo y se establecen en


hogares, encuentran que hay mayor participación de los inconversos.
De esta manera, estos grupos que siempre se han empleado para cuidar
el rebaño, se convierten en herramientas e instrumentos de misión.

Otros grupos pueden componerse de compañeros de trabajo o


de la escuela, por vecinos o amigos. Cada vez que haya un grupo o
segmentos de personas con algo en común, se puede pensar en una
célula evangelística.

Algunos de los grupos más efectivos para sus miembros, son


los que se reúnen para hallar el remedio de algún problema que
comparten, que tienen en común. Los grupos de ex-alcohólicos, por
ejemplo, han salvado muchas vidas del poder destructivo del alcohol.
Y cuando estos funcionan dentro de la iglesia, su poder es
multiplicado. Puede haber otros grupos también, para personas
divorciadas, solteras, madres solteras, etc., dependiendo del tipo de
problema que se encuentre y que pueda ser común al menos a unas
pocas personas. En muchas iglesias las personas que han sido
divorciadas o que han tenido problemas con el alcohol, no son muy
bienvenidas. Se sienten aisladas y a veces hasta menospreciadas. Pero
recordemos lo que Jesús le dijo a los Fariseos: “Los que están sanos
no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a
llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:31-
32).

Utilizando estas comunidades y conexiones naturales, nuevas


personas pueden experimentar el amor de Dios. Personas que jamás
visitarían una iglesia pueden encontrarse rodeadas, apoyadas, amadas
y comprendidas por la comunidad cristiana.

Se puede encaminar una asimilación antes de la conversión.


No es fácil dejar de fumar, dejar de tomar alcohol o cambiar el estilo
de vida que uno tiene. Quien lo hace tiene que estar muy determinado
y recibir mucho apoyo de parte de las personas que estén más
cercanas. Si no hay tal apoyo, los cambios serán casi imposibles. Sin
embargo, muchas iglesias insisten en que estos cambios deben tener
lugar de inmediato. Aunque es bueno tener un par de horas de apoyo

114
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

cada noche en la iglesia, esto no es suficiente para los nuevos


creyentes (¡ni para los viejos tampoco!) efectuar los cambios que
necesitan en sus vidas. Tenemos que aprender a caminar en el
evangelio, como los discípulos lo tuvieron que hacer con Jesús.

Cuando el evangelio echa sus raíces en un grupo de amigos o


compañeros, estos mismos pueden apoyarse mutuamente. No
dependerán solamente del tiempo que pasan en la iglesia, sino que más
bien dependerán y se apoyarán el uno al otro. Son aquí pertinentes las
palabras de Eclesiastés 4:9-10:
“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga
de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su
compañero; pero ¡ay del solo! Que cuando cayere, no
habrá segundo que lo levante”.

La sabiduría del Predicador es también cierta para los que van


comenzando en el camino cristiano. Necesitan apoyo y compañerismo
donde están, y necesitan tiempo para alcanzar el nivel espiritual de los
de mayor experiencia. El insistir en que ellos lleguen de una vez a la
misma madurez es un obstáculo demasiado grande y muy innecesario.
Si trabajamos con grupos y células en vez de aislados individuos, los
encaminaremos en un proceso más natural y nos aseguraremos de
incluir a los que se han excluido de la comunidad de Dios.

Los dones espirituales se identifican y se ejercen mejor en un


grupo pequeño.
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo....” (Efesios 4:11-12).

Aunque hay mucha discusión y diferencias en cuanto a los


dones espirituales, la enseñanza bíblica es bastante sencilla y clara.
La Biblia nos enseña aquí y en Romanos 12 y 1 Corintios 12 que el
Señor ha dado dones espirituales a todos los miembros de la Iglesia,
con una responsabilidad correspondiente de ejercerlos (1 Corintios
12:14-24). Si un miembro no utiliza el don que el Señor le ha dado, el

115
Stephen Brauning

cuerpo deja de recibir los beneficios y la bendición de la aplicación y


desarrollo de ese don. Vea el último capítulo de este libro para ver
cómo organizar la iglesia con los dones espirituales.

En la mayoría de las iglesias evangélicas, la mayor parte del


ministerio se hace por unos pocos, mientras la mayoría de los
miembros no participa. Esta no fue el diseño de Dios revelado en la
Biblia. La verdadera iglesia del Señor Jesucristo es una iglesia donde
todos los miembros desarrollan su don y su ministerio. No es un gran
salón de oyentes, sino un cuerpo, fuerte y grande, de participantes y
miembros activos.

Uno de los problemas principales en la Iglesia es en énfasis en


cultos. ¿Cuánto tiempo pasó Jesús dirigiendo cultos? Muy poco.
Aunque el culto es muy importante, no merece todo nuestro tiempo,
toda nuestra atención. Como personas enviadas por Cristo a redimir a
este mundo en su nombre, no podemos pasar todo nuestro tiempo en
cultos. Tenemos que salir y ejercitar todos los dones espirituales en
todas las áreas de la vida.

Tener una iglesia, una células, o un grupo pequeño en el hogar


amplía mucho nuestro entendimiento de “los dones” y, a la vez,
provee la oportunidad de ejercerlos. En el hogar, todos tienen la
oportunidad de participar. No es muy difícil esconderse en una iglesia
grande. A muchos les gusta una iglesia grande porque no requiere
nada del miembro. Pero en los grupos pequeños, todos tienen que
participar. Se nota, de una vez, si un hermano no está cumpliendo y
se le corrige. En un grupo de 12 personas o menos, cada participante
tiene que compartir en los estudios, las alabanzas y la oración. Al no
hacerlo, se le pregunta qué está pasando. De esta manera se pueden
corregir los problemas antes de que sean grandes, y al mismo tiempo
se pueden fomentar y confirmar los dones y ministeios que también
surjan en estas áreas.

En el ambiente del hogar, los miembros se conocen a fondo.


Todos sabemos que Dios nos conoce, pero muchas veces no queremos
que otros nos conozcan en la misma forma. Dios puede utilizar el
grupo pequeño para examinar, corregir y guiar la vida de cada

116
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

miembro. Por diversas razones, incluyendo la falta de tiempo, el


pastor o pastora de una iglesia local no puede conocer a todas las
personas que forman parte de la iglesia al mismo nivel de profundidad
e intimidad. Pero las personas que conforman un grupo pequeño sí se
pueden conocer a fondo.

Pero este conocimiento no es solamente para corrección.


También, por medio de él, los miembros del grupo pueden identificar
lo dones que no son visibles en el contexto de un culto. Viviendo en
constante comunicación, ellos reconocerán dones (de servicio, de
hospitalidad, por ejemplo) que no se ven en un grupo grande. Quizá
la misma persona no sabe que determinadas cualidades son en realidad
dones espirituales. En estos grupos pequeños se pueden identificar y
se pueden emplear.

El grupo pequeño es más agil en el ministerio. Como ocurre


con las personas, que los pequeños son, por lo general, más rápidos y
más ágiles que los grandes (adultos); así también ocurre con los
grupos de personas. A veces nos sorprende la lentitud con que se
mueve la iglesia. Hay muchos encargados y muchos comités, y todos
(al menos la mayoría) tienen que dar su aprobación. Si se hace algo
sin conseguir el apoyo necesario, de la mayoría, sin agotar el proceso
establecido por las reglas internas (estatutos, etc.), respetando la
cadena de mando; puede haber tensión y problemas en la iglesia.

Sin embargo, el grupo pequeño no tiene todas estas


limitaciones. Sus integrantes pueden ir a orar, evangelizar, ministrar
cuando y donde quieran. Y puesto que todos participan en el
ministerio del grupo pequeño en una relación más horizontal que en
la iglesia, no hay que esperar a un pastor o a un encargado. El grupo,
o los miembros que estén disponibles, pueden responder a cualquier
necesidad inmediatamente. En el grupo pequeño hay oportunidad de
servicio para todos. Con muchos grupos, hay muchas oportunidades.
De esta manera los grupos pequeños juegan un papel importantísimo
en la iglesia, al proveer muchas oportunidades para ministrar, y
también de crear nuevos ministerios.

117
Stephen Brauning

Es muy interesante ver cuán rápido Jesús envió a sus


discípulos a participar en su ministerio. Si él hubiera seguido el
sistema de muchas iglesias de hoy en día, habría esperado hasta la
etapa final de su ministerio para asegurar que estuvieran listos. Pero
observamos que Jesús los envió de una vez (Mateo 10:5-15; Marcos
3:13-19; Lucas 9:1-6). Los dones no se desarrollan si no se usan. Por
esto el grupo pequeño es tan importante. Le da a la persona la
oportunidad de probar y experimentar sus dones en una variedad de
situaciones. Orando, probando y experimentado, el Señor la guía y los
dones se desarrollan.

La formacion del liderazgo es más natural. Jesús pasó su


tiempo de ministerio capacitando a los futuros líderes de la iglesia. En
todo ese tiempo, los capacitó y les enseñó a ser líderes por medio del
servicio (Mateo 20:25-27 y Juan 13:1-20). En el hogar, Nosotros, los
líderes de nuestras iglesias, tenemos que comenzar en la misma
manera. Si no hemos dado un ejemplo del liderazgo sustentado en el
servicio, no podemos esperar que los otros líderes lo hagan.
Comencemos con nosotros mismos, y llevemos a otros hermanos en
nuestro camino. Oremos para que el Señor nos prepare para una
explosión de su poder en nuestras iglesias.

La oración pública es más natural en un grupo pequeño. Se


pueden compartir los motivos de agradecimiento a Dios, igual como
las peticiones. En vez de tener a una sola persona orando frente un
salón llena de gente, del cual Jesús mismo advirtió en contra (Mateo
6:5, 6), el grupo pequeño da la oportunidad a todos orar, sea unánimes
o por turnos, con una intimidad que permite libertad y comodidad.

La base de estos grupos pequeños siempre será la oración. La


oración es nuestra respuesta a la misión de Dios en nuestra vida, y es
la única manera en que podemos comenzar a participar en la misión
de Dios. No podemos, ni con programas ni nuevas estructuras,
restablecer la comunión que se ha perdido entre Dios y el ser humano.
Sólo Dios puede hacerlo cuando sus hijos se lo piden.

Tener una iglesia, una células, o un grupo pequeño en el hogar


nos puede librar de los límites de nuestras propias tradiciones, y de un

118
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

concepto estático de la Iglesia, que han restringuido el ministerio de


la Iglesia. La liberación intelectual implica una liberación práctica,
cuando nos libramos del templo como único punto o el centro de toda
actividad eclesiástica. Ya podremos celebrar cultos en las casas. Nos
sentiremos libres para realizar actividades menos formales, como
estudios bíblicos, o encuentros juveniles que no sean estrictamente
según el modelo de un “servicio religioso”. Abriremos nuestra iglesia
para incluir a los que están en las franjas de la Iglesia, a los
“buscadores” de Dios, los parientes inconversos; y los nuevos
convertidos. Esta manera de pensar y vivir en la Iglesia es para mejor
reflejar el diseño de Dios.

¡Lancémonos a la calle para ser la Iglesia en movimiento!

119
Stephen Brauning

120
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Capítulo V: Un breve análisis sociológico de la Iglesia:


La Iglesia está inmersa en la sociedad

Desde el punto de vista de la sociología, la Iglesia se considera


una asociación libre con membresía voluntaria. Es importante que la
Iglesia entienda y recuerde esto mientras desarrolla sus políticas y
prácticas. Esto así porque siempre dependerá del acogimiento y de la
libre aceptación en cada sociedad para poder existir.

La Iglesia tiene que tener miembros para existir. Si no tiene


cómo atraer y retener miembros, dejará de existir. La Iglesia tiene que
considerar la voluntad y decisión de las personas a su alrededor, tanto
internamente con los miembros existentes, como en relación a las
personas que todavía no son miembros. Con ese último grupo, la
Iglesia no puede perfilarse como antitética, contraria, o enemiga de la
sociedad, y todavía seguir pensando que puede desempeñar alguna
función en esa sociedad. De hecho, ni siquiera va a poder existir en
dicha sociedad.

En una iglesia local, cualquier pastor (a) tiene que darse cuenta
de que está “trabajando con gente”. Como un pastor de mucha
experiencia dijo una vez: “Los miembros de la iglesia no son unos
niños. Son adultos, y toman sus propias decisiones.” La moraleja es
que hay que tratar de convencer, motivar, y lograr una reacción
voluntaria y positiva de los miembros de la iglesia, como personas
adultas que son. No se las puede manejar como niños, no se las debe
manipular ni controlar, por lo menos, no para siempre.

Si un pastor (a) no reconoce esta realidad, nunca podrá hacer


nada con esa gente. Como dijo un sabio, “se puede engañar a parte
de la gente todo el tiempo y a toda la gente parte del tiempo, pero no
se puede engañar a toda la gente todo el tiempo” (Abraham Lincoln).
Consecuentemente, no se debería intentar engañar a nadie, nunca. En
la iglesia, lamentablemente, a veces se trata de mantener a la gente
controlada con algún tipo de engaño o por lo menos control o
manipulación en la forma de liderazgo, o de enseñanzas. Puede ser
que esto funcione por un tiempo, pero tendrá un efecto negativo a

121
Stephen Brauning

largo plazo. Al final no va a funcionar y las consecuencias serán


peores.

Sin embargo, es posible que algunas personas argumenten que


no, que la Iglesia tiene que ser fiel a Dios y punto, sin importar lo que
piense la sociedad, ni lo que piensen los miembros mismos de la
iglesia. De todos modos, lo cierto es que la Iglesia sigue “en el
mundo”, aunque no es “del mundo”. Mientras está en el mundo, está
sujeta a las leyes del mundo, incluyendo las realidades sociológicas,
y esto no la pone automáticamente en contra de la voluntad de Dios.
Por el contrario, Dios y su revelación contemplan las realidades de
este mundo.

No debemos olvidar que la revelación de Dios está sujeta a la


condición humana en todos sus sentidos. Dios se reveló a las personas
en las formas que podían entender. La Biblia fue escrita por seres
humanos, usando idiomas humanos. Su difusión y propagación
depende de seres humanos. Hasta para imprimir la Biblia, hay que
usar papel, tinta, etc., y ¿de dónde viene esto, si no es por alguna
actividad humana? Cuando Dios vino al mundo para efectuar la
redención, ¿no fue mediante una persona? Jesús vino como ser
humano, nacido de mujer como todos los seres humanos. Cuando
niño, seguro que lloraba como todos los niños. Y siendo adulto, tenía
que comer y beber. Se enojaba, se reía, se compadecía, y amaba.
Ahora, si la revelación de Dios vino al mundo en esta forma, ¿cómo
pueden creer algunos cristianos que ahora la Iglesia puede
desentenderse de la condición humana?

Al crear al ser humano Dios le dio un mandato amplio:


“Y los bendijo Dios, y les dijo: ‘Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread
en los peces del mar, en las aves del cielo, y en todas
las bestias que se mueven sobre la tierra." (Génesis
1:28).

También, “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el


huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15).
Como podemos observar, Dios puso al ser humano sobre la creación

122
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

en todo sentido, para llenarla, para tener domino sobre ella, para
desarrollarla, para cuidarla, para ser su mayordomo ante de Dios.
Ahora bien, hay unos pasos necesarios para que estos trabajos se
puedan realizar, porque nadie cuida lo que no conoce, tampoco es
posible cultivar algo sin saber sus condiciones o características
esenciales. Este es el inicio de toda la ciencia, de todo el desarrollo, y
todos los avances culturales que vemos hoy en día. Dios puso en el ser
humano este deseo de conocer, de explorar, de inventar, de crear, y de
hacer todo lo necesario para que la creación refleje la creatividad de
Dios.

Una ciencia esencial para la Iglesia es la sociología, porque


tiene que ver con la manera en que los seres humanos convivimos, nos
comportamos, reaccionamos, etc. Evidentemente, esto es la esencia
del propósito de Dios para el ser humano en la creación: que conviva
en armonía entre sí y con la creación en general. Por eso la Iglesia
tiene que tomar en cuenta el punto de vista de la sociología respecto
de los aspectos, factores y mecanismos de su existencia y su función.
Esto así, porque en realidad la Iglesia es un grupo social, y está sujeta
a las leyes naturales, a las normas que rigen el comportamiento social,
y a los fenómenos sociales.

Además, la Iglesia está sujeta a las leyes estatales en todos los


países donde se encuentra. En la gran mayoría de países, una
asociación libre o institución civil, sea religiosa, política, social, o de
otra índole, tiene que ser registrada legalmente, tiene que tener
personería jurídica para poder operar. Esto incluye incorporarse (pero
previamente registrar tanto el nombre como el logo) como una
institución sin fines de lucro, una organización no gubernamental, o
algo por el estilo, para poder tener ciertas facilidades como permisos
de construcción de un templo, exoneración de ciertos impuestos, tener
una cuenta bancaria, tener empleados, operar programas formales, etc.

En todo caso, hay que decir que no todas las iglesias en el


mundo operan con estos criterios. Hay muchas iglesias en los países
en desarrollo, las cuales, por la ausencia de una costumbre
institucional, operan sin ningún permiso o sin estar registradas
legalmente. Simplemente se reúnen, tienen actividades, tienen sus

123
Stephen Brauning

pastores y otros líderes, pero todo de manera informal. Si tienen un


local está a nombre del pastor (a), o tal vez está en un terreno sin una
definición clara de a quién pertenece. Si manejan fondos, es en
efectivo o en una cuenta bancaria particular (personal). Ahora bien,
puede ser que esto sea apropiado en ciertos contextos, pero esto
implica algunas debilidades, por ejemplo, si la persona que tiene el
título de la propiedad cambia de opinión, o se muere, ¿qué va a pasar
con este local? Por supuesto, lo mismo hay que decir de los fondos
manejados de manera particular.

También hay iglesias que, por su ideología o creencias, no


están de acuerdo con estar sujetas a las leyes estatales, y se rehúsan a
depender del gobierno en alguna forma, pues consideran que el
gobierno es parte “del mundo”. Puede ser que en algunos contextos
sea necesario seguir así, pero, de todos modos, existen normas legales
a las cuales las iglesias deben sujetarse. Las leyes y el sistema de
justicia en algunos países tienen autoridad sobre las iglesias, lo
quieran éstas o no.

Hay países que tiene un gobierno o sociedad que está en contra


de la Iglesia y la fe cristiana, como en algunos países con gobiernos
comunistas, musulmanes, humanistas, ateos, y/o derechistas. En estos
casos, las iglesias se ven obligadas a operar de manera clandestina,
ilegal, o mínimamente con bajo perfil. No pueden ser registradas
legalmente como ONG, ni como asociación libre, ni en ninguna
forma, porque las autoridades competentes no las aceptarían. Es más,
en algunos casos más bien las reprimen y persiguen. También se da el
caso de que, si permiten que las iglesias se registren, están regidas de
manera muy estricta hasta el punto de comprometer sus ideales. Esto
es una realidad para muchos cristianos en el mundo. En estas
circunstancias, la Iglesia puede sufrir, pero no deja de existir, al
contrario, muchas veces se fortalece, porque bajo prueba, la fe se
purifica como el oro en el fuego. Lo que pasa es que las iglesias sí
pueden verse reducidas en cuanto al número de membresía, pero la
que queda, está muy comprometida. No hay “calienta-bancos”, ni
vagos, ni “tibios” en la iglesia. Luego, con el tiempo, la Iglesia
comienza a atraer a otras personas que reconocen la autenticidad del
testimonio de un grupo en esta situación. Además, la Iglesia puede

124
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

formar parte de una oposición social en contra de la opresión y


represión, abogando para la libertad de culto, de asamblea, de
asociación, pensamiento, y expresión. Al vivir y demostrar los
principios del reino de Dios, la Iglesia dentro de una sociedad
represiva se convierte en agente de cambio, aunque sea bajo mucha
presión.

Al otro extremo, están las iglesias estatales como hay en


Europa y algunos países de América Latina. Tienen un lugar
preferencial con el gobierno, a veces con presupuestos asignados, con
privilegios políticos, y con ventajas en sus actividades públicas. Puede
ser que, históricamente, hubo beneficios prácticos para estas iglesias,
estar en esta situación. Pero fácilmente, los beneficios se vuelven
desventajas cuando dicha iglesia se acomoda en su lugar preferencial,
y, ya no tiene que esforzarse para nada, los miembros no tienen que
tener ningún compromiso ni participación, y el liderato goza de
privilegios automáticos sin hacer nada. Algo similar pasa cuando una
Iglesia y bloque de iglesias quieren tener poder político y lo que al fin
hace es sacrificar la esencia de la Iglesia. La Iglesia tiene que
manifestar su característica primordial, que se compone de gente, en
vez de tratar de institucionalizar su poder y/o privilegio.

También al enfatizar los aspectos teológicos de la Iglesia,


como su origen divino, su identidad y sus cualidades en términos
bíblicos, no debemos “espiritualizar” todo para pensar que la Iglesia
ya no cabe en el mundo, que no esté sujeta a las realidades físicas,
culturales, sociales, políticas, y contextuales donde existe. No, la
Iglesia sigue “en el mundo, aunque no es del mundo”. Por esta razón
tiene que tomar en cuenta los aspectos sociológicos que afectan y
marcan su existencia.

125
Stephen Brauning

126
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Segunda parte. La perspectiva histórica: el desarrollo y


la expansión de la Iglesia

Breve resumen de la trayectoria histórica de la Iglesia cristiana


El período 1) La Iglesia se estableció y creció por medio de la obra
apostólico, apostólica bajo la dirección del Espíritu Santo.
30-90 d.C. 2) Se escribieron los libros del Nuevo Testamento.
3) El templo en Jerusalén fue destruido. (70 d.C.)
El período 1) Persecuciones de parte de los judíos y del Imperio Romano
pos (o sub) azotaron a los fieles, pero la Iglesia siguió y creció más.
apostólico 2) Los llamados “padres de la Iglesia” (apologistas)
y patrístico contribuyeron a la teología y la estructura de la Iglesia.
90-325 d.C. 3) El emperador Constantino entronizó la Iglesia en el Imperio
Romano.
Del año 1) Los grandes concilios de la Iglesia establecieron doctrinas
325 al 450 y orden.
d.C. 2) El obispo de Roma ascendía en importancia.
3) El cristianismo fue elevada a la condición de religión oficial
del imperio romano.
4) Las iglesias orientales se expandieron y se diversificaron.
Del año 350 1) La expansión misionera de la Iglesia siguió hasta cubrir el
al 600: Medio Oriente, el Norte de África, y el centro y oeste de
Europa.
2) El Imperio Romano se dividió en dos: imperio romano de
oriente, e imperio romano de occidente.
Del año 450 Se estableció el papado en Roma, como sede la Iglesia Católica
al 600. Romana.
Del año 622 La religión islámica conquistó a Arabia y al norte de África, y
al 750. la Iglesia allí se reduje drásticamente.
Del año 750 1) Se produje “El gran cisma” entre las iglesias orientales y
al 1500. occidentales.
2) La iglesia Católica Romana se hacía cada vez más y más
institucional, política y corrupta.
3) Se mantuvieron algunas ramas espirituales verdaderas
dentro de la Iglesia.
Del 1500 La Reforma Protestante desató una expansión y
hasta el diversificación amplia del cristianismo, en Europa y
1900. Norteamérica.
Del 1900 Hay iglesias sembradas prácticamente en todas las naciones
hasta hoy del mundo.

127
Stephen Brauning

Capítulo VI. Un breve resumen de la historia de la Iglesia


cristiana hasta la Reforma

A) ¿Qué podemos aprender de la historia y de la Iglesia?

¿Para qué considerar la historia de la iglesia? Muchos dirán


“lo que pasó, pasó.” Piensan que el análisis histórico es irrelevante
para hoy. Algunos tienen la mentalidad de que prácticamente todo lo
que ha transcurrido en la historia de la Iglesia fue malo, y que es una
historia con tantos desaciertos que ni queremos saber de la misma. Sin
embargo, y muy al contrario de estas formas de pensar, vamos a darle
ahora un vistazo muy breve y resumido a la historia de la Iglesia. ¿Para
qué? Para conocer mejor nuestras raíces, porque el pasado influye
mucho en nuestra realidad actual. Nos ayuda a comprender cómo
llegamos aquí, a donde estamos, y para no repetir los mismos errores
del pasado. En todo caso, la razón más importante es identificar el
diseño de Dios para la Iglesia a través de la historia.

¿Cómo estudiar la historia? La mejor forma es considerar las


fuentes primarias y originales, los escritores de la misma época. En tal
sentido, para nosotros, la primera fuente es la Biblia misma, y en
particular el Nuevo Testamento. También hay otras fuentes originales
de la época y del contexto, como historiadores romanos y judíos,
como el escritor judío llamado Josefo quien dejó sus observaciones
sobre los sucesos en el primer siglo en Judá, Samaria, y Galilea. La
arqueología, el estudio de ruinas y artefactos, provee acceso a fuentes
primarias importante, que son útiles para descubrir muchas cosas
sobre la vida e historia de los pueblos antiguos. Hay también fuentes
secundarias que nos pueden ayudar a entender lo compleja, amplia, y
diversa que es la historia.

En cualquier trabajo de historia, el alcance es una cuestión


central. ¿Qué se puede cubrir en tan poco espacio? La elaboración de
una investigación histórica es más bien un trabajo de selección y de
eliminación. En este libro lo que pretendemos hacer es echarle un
vistazo a la historia cristiana para darle al lector una idea de los
eventos más trascendentales que han dejado su impronta en la historia

128
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

de la fe cristiana. Esperamos que este estudio anime al lector a leer y


a interesarse por el estudio de la historia de la Iglesia.

Al estudiar temas, tendencias, y movimientos en la historia, se


percibe que, “nada nuevo hay debajo del sol”, o “muy poco”. Muchas
de las controversias teológicas de los primeros siglos, son también las
controversias teológicas de hoy. Las divisiones, sectas, y las herejías
del pasado, también siguen vigentes en la actualidad. De igual manera,
las históricas cuestiones relativas a las relaciones de la Iglesia con su
entorno, con la sociedad, con el estado, etc., son también temas con
los que tiene que lidiar la Iglesia contemporánea. Ahora bien, es
posible que la iglesia evangélica actual, como los reformadores del
siglo XVI, hayan olvidado muchas de las lecciones importantes que
incluso los apóstoles tuvieron que aprender. Por esto es importante
que estudiemos la historia de la Iglesia. Conocer la historia nos
ayudará en muchas maneras, como en evitar repetir los mismos
errores del pasado.

También esperamos que este estudio ayude al lector con su


identidad como miembro de la Iglesia universal, porque para Dios hay
una sola Iglesia, constituida por todos los que son miembros del
Cuerpo de Cristo de todos los lugares y de todos los tiempos. Con este
vistazo a la historia de la iglesia, pretendemos, por un lado, ver y
analizar las maneras como Dios ha dirigido y trabajado en su Iglesia;
por otro lado, conocer y reflexionar sobre el proceso que ha permitido
que lleguemos a ser quienes somos.

B) La Iglesia en el período apostólico (30-90 d.C)

Amaneció el día de Pentecostés en Jerusalén como de


costumbre. Miles de peregrinos judíos de todas partes congestionaban
las estrechas calles, bajo los ojos escrupulosos de los poderes
dominantes: el sanedrín judío y la ocupación imperial romana. Pero
era un día de sorpresas para todos. Al ser derramado el Espíritu Santo
con poder, ya se lanzó el pequeño grupo de seguidores de Jesús al
escenario público.

129
Stephen Brauning

Desde sus comienzos dentro del judaísmo como una secta de


seguidores de un rabí exterminado, la Iglesia comenzó a crecer. Creció
bajo persecución, primero de parte de los judíos que consideraron “el
camino”, como una amenaza contra su religión, su dominio y su
estabilidad. Durante los años 30 a 60 d.C., el Imperio Romano proveía
cierta protección, porque era la política del gobierno permitir las
religiones autóctonas, y también consideraron “el camino” como parte
de la religión judía.

Pero, ya para el año 60, se levantaron sospechas de parte del


Imperio Romano de que el cristianismo era una amenaza contra las
religiones paganas que el Imperio mantenía. A partir de esa fecha, la
Iglesia enfrentaba mucha persecución oficial del Imperio Romano. En
el año 70 d.C. tuvo lugar la destrucción del centro de la religión judía
(el templo, sacerdocio, los ritos, etc.) por parte de los romanos. El
centro de ambas religiones, la judía y la cristiana, se trasladó a otros
lugares.

La Iglesia del período apostólico reflejaba el diseño de Dios,


y así, nos provee un modelo para la Iglesia contemporánea. Aunque
muchas cosas han cambiado, los tiempos no son los mismos, y hemos
adelantado mucho en muchos aspectos, todavía podemos aprender
muchas cosas de la Iglesia de dicha época.

Por supuesto, no estamos diciendo que todo era perfecto, como


si no existieran problemas. De hecho, el mismo relato bíblico deja ver
con claridad meridiana que sí había conflictos, problemas, tensiones,
etc. Por ejemplo, Hechos 5.1-11 nos informa de la actitud fraudulenta
de Ananías y Safira. Hechos 6:1 revela las dificultades entre los dos
principales segmentos de la Iglesia, hebreos y griegos. Hechos 15 nos
informa de las diferencias y desacuerdos en la Iglesia porque el grupo
identificado con los fariseos pretendía imponer a los gentiles las
exigencias de la ley mosaica. De todos modos, o tal vez gracias a esto,
podemos aprender mucho de la Iglesia primitiva. Vamos a ver ahora
algunas características de esta en el Nuevo Testamento,
principalmente en el libro de los Hechos.

130
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Su punto de referencia principal era la persona y obra de


Jesucristo, especialmente su muerte y resurrección como elementos
centrales. A través de las enseñanzas, mensajes y prácticas, esta
naciente comunidad mantuvo su base firmemente en la Palabra de
Dios y en la persona, enseñanza y obra de Jesucristo.

Estaba basada en la Palabra de Dios. Observamos cómo los


apóstoles predicaban: siempre con una amplia base del Antiguo
Testamento. Era la Biblia que ellos tenían. Considere la predicación
de Pedro en Pentecostés: cita directamente la Escrituras hebreas un
mínimo de cinco veces. Cuando Esteban fue llamado a defenderse
frente a las autoridades competentes, bajo amenaza de muerte, no se
defendió a sí mismo, sino, defendió la fe a la cual él seguía, y lo hizo
apelando ampliamente a las Escrituras. Así mismo fueron las
predicaciones y sus prácticas: Usaron la Biblia para determinar todo.

Operaba bajo la dirección del Espíritu Santo. La Iglesia en


el período apostólico honestamente no tenía ninguna idea de cómo
dirigir sus asuntos. No tenía el Nuevo Testamento escrito, no tenía
experiencia ni tradición, y no había desarrollado ciertas estructuras
para gobernarse. Pero aparentemente esto no impidió que la iglesia
funcionara. Al contrario, vemos a la Iglesia actuando, ministrando,
extendiéndose, tomando decisiones y en poco tiempo haciendo todo
lo que tenía que hacer. ¿Cómo podía hacer todo esto? Lo hacía porque
operaba bajo la dirección del Espíritu Santo.

Vemos que desde el momento en que el Espíritu descendió en


el día de Pentecostés, la Iglesia funcionaba bien. Cuando se
convirtieron los tres mil, la Iglesia sabía que tenía que bautizarlos.
¿Cómo sabía esto? Pues los apóstoles se acordaron de las palabras de
Jesús antes de su ascensión: “bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28: 19). Jesús les había dicho
que el Espíritu les iba a recordar sus palabras (Juan 14:26).

Vemos también que cuando apareció un caso de disciplina, el


Espíritu Santo figuró, porque Ananías y Safira le habían mentido a él
(Hechos 5:3, 9). Cuando escogieron a los siete diáconos en el capítulo
seis, eran hombres llenos del Espíritu Santo. El Espíritu envió a Felipe

131
Stephen Brauning

al desierto para predicar al etíope (8:29); abrió el paso para que los
gentiles entraran (10:47); les dio aviso a través de los profetas sobre
sucesos y necesidades (11:28); apartó a los misioneros en Antioquía
(13:2); y cuando era necesario tomar decisiones difíciles, fue el
Espíritu Santo quien dirigió la asamblea en Jerusalén para que
pudieran resolver los problemas (15:28). Todo esto deja ver la
dirección del Espíritu Santo, quien personalmente tomó a la Iglesia
por la mano y la guio en este período formativo.

Vivía una vida de verdadera comunidad. La Iglesia en el


período apostólico experimentó una verdadera “koinonía”, un
verdadero compañerismo y comunidad espiritual. Vemos que aun
antes de que descendiera el Espíritu: “Todos éstos perseveraban
unánimes en oración y ruego…” (Hechos 1:14). Después del
crecimiento en el día de Pentecostés, siguieron en esta unidad, según
Hechos 2:44-47.
“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían
en común todas las cosas; y vendían sus propiedades
y sus bienes, y repartían a todos según la necesidad de
cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el
templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos
con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y
teniendo favor con todo el pueblo.”

Esta fue una demostración de la comunidad que Dios quiere


establecer. En vez de orgullo y egoísmo, había una disposición de
servir, apoyar, ayudar, y compartir. Es notable la forma en que
compartieron sus bienes materiales; también la forma en que
compartieron su tiempo. Cada día se reunían en el templo y en las
casas. Sigue este relato ideal (o idealizado) en Hechos 4:32-35, que
era realmente una cuestión de días después:
“La multitud de los que habían creído era de un
corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio
nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas
en común. Y con gran poder los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y
abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no
había entre ellos ningún necesitado; porque todos los

132
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

que poseían heredades o casas, las vendían, y traían


el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los
apóstoles; y se repartía a cada uno según tenía
necesidad.”.

Esta “koinonía” auténtica fue un producto divino, pero esta


situación ideal no siguió, no permaneció. Inmediatamente después de
lo relatado en Hechos 4:32-37, aparece un hecho escandaloso y
aterrador: el intento de fraude y la muerte subsiguiente de Ananías y
su esposa Safira (Hechos 5:1-11). No podemos obviar este hecho,
pues nos permite recordar que aun en medio de la dulce comunión,
seguimos siendo seres humanos con debilidades; sólo que dichas
debilidades no deben romper la comunión.

Por otro lado, no dudamos que haya quienes piensen que en la


Iglesia actual debería imponerse de nuevo este tipo de comunión. Sin
embargo, no sería correcto exigir, por ejemplo, que todos los
cristianos vendan todos sus bienes y repartan el dinero. Esto así, pues,
en aquel momento no fue compulsivo, sino voluntario. Los hermanos
lo hacían, pero era por decisión propia. En tal sentido, debemos
observar la insistencia en Hechos 4:32 de este principio: “ninguno
decía ser suyo nada de lo que poseía.” Esto demuestra que se está
haciendo referencia a un acto de volición personal, no por una
obligación impuesta. Cuando Ananías trajo parte del precio del
terreno que había vendido, Pedro le dice claramente que
“Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? Y vendida, ¿no estaba en tu
poder?” (5:4). Vemos que el hecho de vender sus bienes y repartir el
dinero era, y sigue siendo hoy, un acto de decisión personal y libre.

La iglesia contemporánea también tiene que estar bajo la


dirección del Espíritu Santo. Como a los apóstoles, el Espíritu nos
recuerda las palabras de Jesús, es decir, nos dirige hacia y a través de
la Palabra de Dios. Nos ayuda a aplicar las enseñanzas bíblicas
correctamente. Tenemos que estar dispuestos a seguir su dirección.

Se componía de personas de diversas culturas y niveles


sociales. Desde el primer grupo de doce discípulos, hubo una gran
diversidad entre los integrantes del rebaño del Señor. Entre los doce

133
Stephen Brauning

figuraban pescadores (Pedro, Andrés, Juan, y Jacobo), un partidario


de los revolucionarios (Simón el Zelote), y un miembro de la elite de
las finanzas del estado (Mateo el publicano). No obstante, a pesar de
sus diferencias, estaban unidos por y con Jesús.

Entre los tres mil que se convirtieron en el día de Pentecostés


se encontraron judíos de la diáspora, llamados “judíos… piadosos de
todas las naciones bajo el cielo” (Hechos 2:5), de los cuales Lucas en
su forma acostumbrada, provee detalles de 15 distintos grupos
identificables por su procedencia nacional, regional, o cultural
(Hechos 2:9-11), incluyendo también a prosélitos (gentiles quienes se
habían convertido al judaísmo). Esta afluencia enriqueció el ambiente
enormemente, haciéndole crecer desde un grupito de como 120 que
“volaba bajo el radar” de las autoridades, hasta llegar a ser todo un
espectáculo, un gran “boom” en el puro centro de un evento grande,
nacional y religioso judío. Y otra vez, a pesar de sus diferencias,
aunque hablaban diferentes idiomas y tenían distintas tradiciones,
pudieron ser reunidos, y estar unidos en una sola Iglesia.

A través del libro de los Hechos, y a lo largo del Nuevo


Testamento, se ve la realidad de la diversidad de la Iglesia manifestada
en distintas formas. En Hechos 6:1-5, se narra un conflicto entre dos
grupos: por un lado, los hebreos que eran judíos nacidos y criados en
el área de Palestina con cultura hebrea, y, por otro lado, los griegos,
principalmente judíos nacidos y/o criados en provincias fuera de
Palestina donde predominaban la cultura griega y el idioma griego.
Posiblemente dentro de este segundo grupo se encontraban también
prosélitos de ascendencia gentil, y es probable que gran mayoría de
este grupo se hubiera convertido el día de Pentecostés y en los días
siguientes.

Este suceso nos alerta de la existencia de estos dos grupos


dentro de la misma Iglesia. Cuando se presentó la disconformidad de
uno de los dos grupos, un aparente desaire contra los extranjeros, se
reunieron todos para resolver el conflicto. Es decir, que, a pesar de las
diferencias, podían seguir en comunión y trabajar unidos. Este mismo
proceso siguió después de la integración de gentiles en la Iglesia con
la conversión de Cornelio y toda su casa, y en Antioquía (Hechos

134
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

13:42-49). Había diferencias, pero siguieron como un solo cuerpo en


Cristo.

Esta diversidad en la Iglesia en el período apostólico trajo


consigo un gran reto a superar: para cumplir su misión y llegar a todas
las naciones, tenían que superar las barreras culturales, sociales,
religiosas, entre otras. Las barreras eran formidables: los judíos eran
orientales, y los gentiles principalmente occidentales. Dentro de esto
estaban los diferentes trasfondos religiosos, costumbres, estructuras
sociales, cosmovisiones, y en el sentido más práctico, diferentes
idiomas. Es natural que se celebraran cultos diferentes. Con el tiempo
y la expansión de la iglesia en todas las direcciones, también estaba el
factor de la distancia: las iglesias en lugares tan dispersos como la
India y España no podían pretender mantener una relación cercana, no
era práctica. El hecho de que se desarrollaban diferencias doctrinales
tampoco nos debe sorprender, y con el tiempo estas diferencias se iban
creciendo.

135
Stephen Brauning

La barrera principal era entre judío y gentil (no judío). Veamos


cómo se manifestaba dicha barrera en el siguiente cuadro:
JUDIO BARRERA GENTIL
Los apóstoles y los primeros Jesús los comisionó a ir a las
creyentes (los 120) eran todosnaciones y hasta lo último de la
judíos. tierra.
Hechos 3:1: se reunían en el Hechos 21:17: no les permitieron
templo judío. a los gentiles ni entrar al templo
judío.
Capítulos 2 a 7: todo el Pero esto fue solamente las
crecimiento era entre judíos, primicias.
aunque de diferentes lugares.
Hechos capítulos 8 a 11: La barrera comenzaba a romperse
Capítulos 8 a 10: La iglesia fue
8:5-13: Felipe predicó el
dispersada por la persecución. evangelio en Samaria, y se
11:1 Los apóstoles y los convirtieron muchos
hermanos que estaban en samaritanos.
Judea oyeron que también los 8:26: el eunuco etíope se
gentiles habían recibido la convirtió.
palabra de Dios. Cap. 10 y 11: se convirtió
7: Pedro informó: “quién era Cornelio, el centurión romano, y
yo para negar el Espíritu”. su casa.
11:19: hasta ahí predicaban a 11:20-21: algunos se atrevieron
judíos solamente. predicar a griegos, y un gran
número que creyó se convirtió al
Señor.
Hechos capítulos 13 a 28: crecimiento y expansión misionera
13-14: el primer viaje Muchos gentiles creyeron y se
misionero de Pablo y Bernabé. establecieron iglesias en cada
Algunos judíos creyeron, ciudad.
otros los resistieron.
15:1: El problema era que la 15:2-35: La solución en el
ley judía, especialmente la concilio en Jerusalén fue no
circuncisión, era algo insistir en la circuncisión, poner
demasiado fuerte para los pocas reglas y un énfasis en la
gentiles. Esto iba a trancar el unidad y en lo esencial de la fe.
crecimiento.
136
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

JUDIO BARRERA GENTIL


16-28: los viajes de Pablo, en Muchas iglesias mayormente
los cuales los judíos gentiles fueron establecidas y
generalmente rechazaron el crecieron.
evangelio.
Los resultados fueron el crecimiento y la extensión de la
Iglesia, rompiendo la barrera entre judío y gentil. Por no
insistir en un legalismo, llegaron hasta los gentiles y a otras
naciones.
En el primer siglo, existía una Y otra parte gentil (no-judío) que
parte de la iglesia que era representaba la libertad,
judía, ortodoxa, perseverada, extensión, abierta, pero a veces
pero también legalista y muy extremista y apartaba de la fe
cerrada. Comenzó a mermar apostólica. Esta parte crecía
en este período. exponencialmente.
Este patrón siguió, ya no entre judíos y gentiles, sino, entre dos
movimientos con características similares a ellos:
Semejante a los BARRERA Semejante a los gentiles
judíos
En el período pos-apostólico, También se proliferaron
se estableció una iglesia movimientos no-ortodoxos y a
ortodoxa, centralizada, veces herejes, o simplemente
mayormente uniforme. independientemente de la parte
centralizada.
En la edad media, existía la Por otro lado, existía una iglesia
Iglesia Católica Romana “invisible”, espiritual, radical, y
tradicional, institucional y aun subversiva, incluyendo las
cerrada, pero que mantuvo la órdenes como los franciscanos,
Biblia y la fe apostólica lo ermitaños, y otros.
Hasta hoy: existe la iglesia A la misma vez, existe la iglesia
protestante y evangélica progresiva, radical, mística,
tradicional, con un énfasis en carismática, pentecostal, y a
las doctrinas bíblicas, la veces hereje (según la parte
formalidad, las tradiciones tradicional).
protestantes, etc.

137
Stephen Brauning

JUDIO BARRERA GENTIL


Los dos lados son necesarios para la iglesia poder crecer y a
la misma vez mantenerse auténtica: cuidado con el
extremismo.

A dondequiera que el evangelio llegaba, se creaban iglesias


locales que reflejaban el contexto local en cuanto a idioma, cultura,
expresiones de fe, y también en lo relativo a las creencias y doctrinas.
Esto se evidencia en los cuatro relatos del evangelio (Mateo, Marcos,
Lucas, y Juan). Cada uno fue escrito en el contexto de una comunidad
de fe, y en distintos lugares y en diferentes tiempos. Cada uno refleja
algo diferente en cuanto a las creencias, las preocupaciones, y los
temas importantes, en cada contexto. Esto no equivale a decir que uno
está bien y el otro mal, no. Es más bien que cada uno de éstos se
desarrollaron dentro de un contexto específico, en una forma
apropiada para dicho contexto. Lo mismo se ve en las epístolas. Por
ejemplo, en las epístolas del Apóstol Pablo se enfatizan temas
distintos según los contextos y las necesidades distintas y particulares
de cada iglesia destinataria.

En la actualidad las variaciones y la diversidad en la Iglesia


universal es algo maravilloso. A nivel mundial existen iglesias de casi
todos los idiomas, todas las razas, y todas las culturas, con expresiones
muy variadas. En casi cualquier país del mundo, y en la mayoría de
las ciudades grandes, se encuentran iglesias que hablan chino, inglés,
coreano, haitiano, filipino, y, por supuesto, español. Pero todos son
uno en Cristo. También debemos tratar de superar las diferencias para
poder trabajar unidos como lo hizo la Iglesia en aquel entonces.

Operó con un gobierno representativo y democrático. Ya


en un capítulo anterior vimos que Jesús había planteado la forma de
liderazgo y organización que la iglesia debía tener cuando dijo:
“…los gobernantes de las naciones se enseñorean de
ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas
potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el
que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro
servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros
será vuestro siervo” (Mateo 20:25-27).
138
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Les costó a los apóstoles aprender esto, y cuando fue necesario


poner en práctica los principios de liderazgo que Jesús había
enseñado, intentaron varias veces con varios métodos. Para
reemplazar a Judas Iscariote, en Hechos 1:26 usaron el método
cultural judío de echar suertes. En Hechos 6, para resolver un
problema entre dos grupos, permitieron a la asamblea escoger entre
ellos mismos a quiénes iban a servir. No fue por decreto ni decisión
jerárquica, sino por elección democrática con todos los interesados
presentes. Después, cuando surgió el gran problema de la
circuncisión, se reunieron todas las personas representantes de los
distintos puntos de vista (Hechos 15:1-6). Entonces, tomaron tiempo
para oír la opinión de cada uno (v. 7). Al final de los informes y
discusiones, se tomó una decisión unánime para resolver el conflicto:
“Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la
iglesia, elegir entre ellos varones y enviaros...” (v. 22). Otra vez
vemos que utilizaron un sistema representativo y democrático para
gobernar la iglesia. Esto debe servir como patrón para la iglesia de
hoy; ya no más dictadura y jerarquía en la iglesia. Debemos retornar
a estos principios de Jesús y las prácticas de los apóstoles en lo relativo
al gobierno de la iglesia, porque reflejan el diseño de Dios.

Mantuvo una disposición y estructura que permitía


crecimiento. Cuando se convirtieron los tres mil en un solo día, la
Iglesia estaba preparada con los brazos abiertos para recibirlos. Y
mientras que “el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de
ser salvos” (Hechos 2:47), y “los que creían en el Señor aumentaban
más, gran número así de hombres como de mujeres...” (5:14), la
Iglesia seguía recibiéndolos.

Es interesante el vocabulario que describe este crecimiento: en


Hechos 2:41 y 47, es “añadir”. El número era tres mil. Hechos 4:4
indica que había crecido a cinco mil. En Hechos 5:14 dice
“aumentar”, sin dar el número. Puede ser que ya habían dejado de
llevar una suma. Y en el Hechos 6:7 se dice que “el número de los
discípulos se multiplicaba grandemente...” Ya no estaban sumando,
sino, ¡multiplicando!

139
Stephen Brauning

Ya vimos el reto difícil que fue para la Iglesia en el período


apostólico recibir a los gentiles. Antes, todos eran cristianos judíos.
Pero cuando Dios comenzó a convertir a los gentiles como a Cornelio
el centurión y los griegos de Antioquía, los “viejos miembros”, los
judíos, y aun los líderes, los apóstoles y ancianos, sintieron un poco
de amenaza. Algunos del partido de los fariseos que también habían
creído, querían ponerles una barrera: circuncidarlos y mandarlos que
guardasen la ley de Moisés (Hechos 15:5). Esto iba a reducir el
crecimiento entre los gentiles drásticamente. Gracias a Dios no se
permitió tal cosa, y el paso quedó abierto para más crecimiento.

Parece obvio y natural que la Iglesia lograra este crecimiento,


pero no fue algo fácil. Aún el simple hecho de bautizar a tres mil
personas en el día de Pentecostés (Hechos 2:41) fue, seguramente, un
rompecabezas logística. Y para la enseñanza y discipulado, seguro
que fue mucho trabajo para el grupito original de 120 (Hechos 1:15).

En la actualidad, si una iglesia tuviera tal crecimiento, tendría


problemas, porque no iba a caber toda esta gente en el templo. O, tal
vez, no tuviera suficientes hermanos para discipular y doctrinar a
tantos nuevos convertidos. En la actualidad algunos pastores creen,
aunque inconscientemente, que, si la iglesia recibe a mucha gente
nueva, no les convendría, pues, tendrían demasiado trabajo, o tendrían
que compartir el ministerio con otros. Entonces, se oponen al
crecimiento, a veces de manera “pasiva-agresiva”, o sea, no
demostrando abiertamente oposición, pero actuando de manera sutil
en sentido contrario.

En otros casos, los viejos miembros se sienten marginados o


excluidos, como que los nuevos convertidos les están quitando la
iglesia o su protagonismo. No obstante, tenemos que poner de relieve
que la Iglesia en el período apostólico superó este problema. Estaban
dispuestos a recibir a todos los que el Señor les había enviado. Tenía
una disposición y estructura ágil que pudo integrar a todos los que
venían. Esto así porque había una disposición positiva hacia el
crecimiento. Los apóstoles no se sintieron amenazados por el
crecimiento.

140
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En la situación de la Iglesia contemporánea, también tenemos


que mantener esta disposición para recibir con buen ánimo a todas las
personas que Dios nos envíe. Aunque no quepan en el templo, aunque
sean diferentes a nosotros, y aunque nos sintamos un poco
amenazados o intimidados; debemos abrir el paso para que entren al
rebaño del Señor. Él tiene muchas ovejas que no son de este redil,
pero todavía pertenecen a él. Recibámoslas con los brazos abiertos.

Existía una diversidad de pensamientos. A través del Nuevo


Testamento, se revelan diferentes corrientes y lineamientos. Cada
evangelista escribió dentro de una comunidad de fe, reflejaba su
contexto, y también contemplaba una audiencia más amplia que la
suya, con distintas realidades. Las epístolas fueron dirigidas a distintas
iglesias, comunidades y personas, y cada una revela diferencias entre
ellas. En el Apocalipsis, capítulos 2 y 3, se revelan situaciones
distintas entre las siete iglesias.

En medio de esta diversidad, también se evidencia una gran


variedad de acercamientos doctrinales. Nada más hay que mirar los
temas doctrinales presentados en los distintos libros del Nuevo
Testamento. El ejemplo posiblemente más claro (en cuanto a la
enseñanza respecto de la fe y las obras), lo tenemos en las cartas de
Pablo y la carta universal de Santiago (Jacobo), que parecen ser hasta
contradictorias. Que sean contradictorias o no, no es nuestro tema
aquí. Hemos traído este caso a manera de ilustración, simplemente
para poner de relieve la diversidad de pensamientos y expresiones que
había entre las distintas comunidades de fe representadas en el Nuevo
Testamento. Y para nosotros está bien, no está mal. Las creencias
pueden variar dentro de la Iglesia universal. Si Dios lo permite en la
Biblia, lo permite en la Iglesia.

Ejercía ministerios auténticos y beneficiosos. Los


ministerios practicados por la Iglesia en el período apostólico eran
auténticos y beneficiosos, porque los celebraban según el diseño
original que Dios había puesto en función. Operaba la predicación, el
evangelismo, el discipulado, la enseñanza, la misericordia, los cultos,
reuniones de oración, entre otras actividades.

141
Stephen Brauning

El bautismo fue autorizado por Jesucristo y con un propósito


y un significado bien claros. Los apóstoles entendieron esto muy bien
y lo pusieron en práctica inmediatamente, como se ve en Hechos 2:41.
Es un poderoso modo para la iniciación e integración de nuevos
miembros, y para la continuidad de la bendición prometida por Dios
por medio de la descendencia de las familias cristianas. Y lo
practicaban de forma sin las trabas que se le han impuesto hoy en día
en muchas iglesias. Hay muchas iglesias hoy en día que tienen un
período obligatorio para doctrinar a los nuevos convertidos, y les
ponen ciertos requisitos y criterios en cuanto al testimonio,
comportamiento, y conocimiento. Pero no fue así en el Nuevo
Testamento. Al preguntar a Pedro que debían de hacer para ser salvos,
él respondió sencillamente, “Arrepentíos, y bautícese cada uno…”
(Hechos 2:38), y fue así: los que recibieron su palabra fueron
bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas (Hechos
2:41). En el mismo día.

En otra ocasión, el eunuco etíope preguntó a Felipe, “Aquí hay


agua: ¿qué impide que yo sea bautizado? (Hechos 8:36). Y en
seguida, “mandó parar el carro; descendieron ambos al agua, Felipe
y el eunuco, y le bautizó. (vs. 38). Allí mismo. Solo tuvo que pedirlo.

Pedro, en casa de Cornelio, preguntó: “¿Puede acaso alguno


impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido
el Espíritu Santo también como nosotros?” (Hechos 10:47). Y fueron
bautizados en ese mismo instante.

Cuando el carcelero de Filipo preguntó a Pablo y Silas,


“Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Cree en el Señor Jesús y
serás salvo, tú y tu casa.” (Hechos 16:30-31) Y fue así: “En aquella
misma hora de la noche, les lavó las heridas, y en seguida se bautizó
él con todos los suyos” (vs. 33). En seguida, sin trabas.

Los que ponen otros requisitos al bautismo más allá de la fe y


el arrepentimiento, han creado doctrinas de hombres que en vez de
seguir el diseño de Dios. Y esto, no solo para los bautizados pero
también para los que pueden bautizar. Parecer ser casi sagrado que
solo un ministro ordenado puede bautizar. Pero en la Biblia,

142
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

encontramos a los discípulos de Jesús bautizando al principio de su


ministerio público (Juan 4:2). En la mayoría de los ejemplos de
bautismo en la Biblia, ni se menciona quién bautizó, porque no tiene
importancia: lo que tiene importancia es el hecho del bautismo, no
quién lo efectuó. Eso es porque el bautismo no es algo impartido por
una persona, sino, por Dios mismo. Es un hecho en que Dios mismo
pone su señal y sello en el bautizado.

Muchas iglesias evangélicas no aceptan el bautismo de otras


iglesias. Los bautistas no aceptan el bautismo de los reformados,
presbiterianos, o luteranos, porque dicen que los niños no tienen fe.
Algunas iglesias de la línea de santidad insisten en rebautizar a todos,
porque, tal vez no hubo suficiente santidad en algún aspecto. Otras
iglesias evangélicas insisten que, si no fue por inmersión, no fue
válido. Casi todas las iglesias protestantes descalifican el bautismo
católico romano, por los desacuerdos doctrinales. Pero todo este
rechazo quedaría sin efecto si consideraremos el diseño de Dios: que
el bautismo es obra suya. Dios es quien obra en el bautismo. No
depende de quién bautiza. Si fuera así, imaginen los problemas cada
vez que algún pastor caería en pecado o abandona el ministerio:
tuvieran que rebautizar a todos los que él había bautizado. O, ¿qué de
los que aparentemente abandonan la fe después de ser bautizados?
¿Tendría la iglesia alguna forma de remover el bautismo? No.
Debemos confiar en la obra de Dios, que a los que él pone su señal y
sello, él se encargará de ellos.

Dios también tiene un diseño para la familia, que desde el


principio de la Biblia observamos expresado por medio de pactos. El
pacto con Adán y Eva comenzó desde Génesis 1:28 donde “los
bendijo Dios, y les dijo: ‘Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra,
y sojuzgadla… Luego del pecado, en Génesis 3:15, a la serpiente Dios
dijo: “Y pondré enemistad… entre tu simiente y la simiente tuya; ésta
te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” El elemento de
la bendición, esperanza y todo descansó en la descendencia.

En el pacto con Abraham, otra vez el enfoque fue en la


descendencia (Génesis 12:2-3; 15:4-6; 17:1-9, 16-18; 18:10, etc.). Y
la señal particular que se estableció en el pacto para la descendencia

143
Stephen Brauning

fue la circuncisión (17:10-14). Esto continuó en el pacto con Israel por


medio de Moisés (Éxodo 12; Levítico 12; Josué 5, etc.), la señal del
pacto fue la circuncisión.

En el Nuevo Testamento, los apóstoles entendieron que la


circuncisión ya no era necesaria en el nuevo pacto que vino por medio
de Jesucristo. Lo dijeron claramente en el concilio de Jerusalén en
Hechos 15:24,
“Por cuanto hemos oído que algunos que han salido
de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han
inquietado con palabras, perturbando vuestras almas,
mandando circuncidaros y guardar la ley,” y
versículo 28 “Porque ha parecido bien al Espíritu
Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más
que estas cosas necesarias.”
Sabían que la circuncisión iba ser un gran obstáculo para los gentiles,
y por el Espíritu Santo, pudieron discernir que debía ser sustituida.

¿Cuál es, entonces, el sello y la señal del nuevo pacto, que sigue
el diseño de Dios y que sustituye a la circuncisión de los pactos
antiguos? Los apóstoles entendieron que era el bautismo, y lo
demostraron, bautizando a los nuevos creyentes con todas sus
familias, con todas sus casas. Eso está registrado en la Biblia en
múltiples ocasiones:
 Hechos 16:15 Lidia “fue bautizada, y su familia”.
 Hechos 16:33 el carcelero de Filipo “en seguida se bautizó él
con todos los suyos.”
 Hechos 18:8 “Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el
Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo,
creían y eran bautizados.”
 1 Corintios 1:16 el apóstol Pablo reporta que "bauticé a la
familia de Estéfanas..."

Ente estas evidencias, debemos hacer resaltar que no se


encuentra en el Nuevo Testamento ningún caso en que los niños
fueron excluidos del bautismo ni tampoco hay un caso en que los hijos
de cristianos fueran bautizados más tarde. Entendieron que el nuevo
pacto tenía una continuidad con el pacto antiguo, en principio, y era

144
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

el bautismo el que constituía el sello y la señal del nuevo, y


obviamente, incluía a los hijos de los creyentes. Esta señal del Nuevo
Pacto beneficia tanto a la iglesia como a la familia, y es por medio de
la descendencia, igual como era la circuncisión.

La desintegración familiar que vemos en la sociedad y en la


iglesia en la actualidad es el resultado apartarnos de este diseño
original, y se ha desarrollado una teología individualista,
especialmente en la soteriología (doctrina de la salvación), pero
también en la eclesiología (doctrina de la iglesia). Por ende, las
prácticas que derivan de esta teología, incluyendo el bautismo y la
cena del Señor, reflejan esta desintegración. La solución se encuentra
en el diseño de Dios para la familia en el pacto, desde la creación hasta
hoy.

Al negarles la señal de pacto, los hijos de los creyentes se


sienten, consciente o inconscientemente, apartados de la promesa de
Dios. Y es comprensible que se sientan apartados, si los han excluido
de la promesa de Dios. Les han dicho que la salvación “es individual”,
y esto supone que no confiamos en el diseño de Dios para la familia,
que estableció un pacto por medio de la descendencia. La teología
individualista en cuanto a la salvación ha divorciado la práctica de la
Iglesia de este diseño y estamos pagando el precio. Lo hemos
abandonado, y, por ende, hemos quebrado el diseño de Dios para la
integración familiar en el pueblo de Dios. Por eso tenemos tanta
desintegración familiar, y, en consecuencia, iglesias débiles.

La solución se encuentra en el diseño de Dios para la familia


en el pacto, desde la creación hasta hoy. Hasta que no abracemos este
diseño de nuevo, estamos condenados a ver la continua debilitación
de la familia, y de la iglesia.

Pero, el bautismo de infantes ha sido rechazado por muchas


iglesias, especialmente las iglesias bautistas y arminianas (no
reformadas). Estas iglesias han desarrollado requisitos para el
bautismo como una profesión de fe, ciertos conocimientos, y una edad
específica. Lo conceptualizan como un acto de obediencia e incluso

145
Stephen Brauning

en las iglesias que enfatizan la santidad (algunas wesleyanas, por


ejemplo), demandan cierto comportamiento previo al bautismo.

Ahora bien, todo esto es un cambio respecto del diseño bíblico.


Es así porque el significado del bautismo se ha distorsionado. Lo han
hecho un asunto de origen humano, dependiendo del ser humano, y
orientado totalmente a asuntos individuales. Pero en la Biblia vemos
que el bautismo es un asunto divino, basado en las promesas de Dios,
en su gracia, en su elección, en su plan. No es, en sí, un acto de
obediencia que depende de “mi” fe, de mi obediencia, de mi santidad,
de mi testimonio, sino, es un acto divino en que Dios pone su sello y
su señal en su hijo. Esto es precisamente lo que pasó en el bautismo
de Jesús, cuando el Padre habló desde el cielo: “Este es mi hijo
amado…” Eso es lo que pasa en el bautismo: Dios nos proclama sus
hijos amados. Este es el significado bíblico del bautismo.

En cuanto a la cena del Señor, hasta el nombre ha sido


cambiado: en la actualidad muchos la llaman “la Santa Cena”. Esta
frase no existe en la Biblia. Cuando se refiere a esta ceremonia en la
Biblia, se hace en la siguiente manera:
 1 Corintios 10:16 “La copa de bendición que bendecimos,
¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que
partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?”
 1 Corintios 11:20, “la cena del Señor”

Además, la manera en que se practica esta cena hoy en día es


bastante diferente a la manera en que fue instituida por Jesús y
celebrada en el Nuevo Testamento. Cuando Jesús instituyó esta cena,
era primeramente una cena compartida por un grupo de amigos. Era
algo familiar. El hecho de comer con un grupo significaba una
relación íntima. Los fariseos, por lo menos, comprendieron esto
cuando vieron a Jesús comiendo con “publicanos y pecadores” (Lucas
5:30). Y Jesús, en su respuesta, no lo negó. Sí, él había venido también
para ellos.

Lamentablemente lo que caracteriza muchas celebraciones de


la cena del Señor hoy no es comunión, sino solemnidad y silencio. Se
busca comunión con nuestro Señor, está bien, pero se olvida al

146
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

hermano (a) que está sentado (a) al lado. Eso es porque se ha


coneptualizado a la cena como algo individual. Pero, si seguimos el
diseño de Dios para la Iglesia, en términos de una comunidad,
podremos restaurar lo que se ha perdido, la comunión.

La cena del Señor también debe ser inclusiva, pero hoy en día,
la cena se ha hecho como una prueba de la santidad individual en la
que se tiende a excluir a los que no “califican”. Pero Jesús administró
los elementos de la cena a todos: al discípulo que lo iba a traicionar
(Judás Iscariote), al que lo iba a negar (Pedro), a los que lo iban a
abandonar (todos los demás).

C) El período pos-apostólico (90-300 d.C.)

Durante el período pos (o sub) apostólico, por más de doscientos


años, la situación de la Iglesia siguió en una trayectoria más o menos
estable de formación, crecimiento, y persecución. Su composición
también siguió estable en sentido general, con tres elementos
generales, distintos e identificables:
1) La iglesia judía, limitada a la población judía en Palestina y
algunas ciudades del Imperio Romano, como resultado de la
dispersión judía y algunos apóstoles, como Pedro y Mateo.
Con el avance de los años, esta parte se redujo en proporción
comparada con la iglesia gentil.
2) La iglesia gentil con dos partes:
a) Una centralizada en Europa y Asia Menor, siendo
mayormente griegos y romanos en composición, fruto de
la obra misionera que realizó el Apóstol Pablo y otros. Esta
parte crecía y avanzaba más y más.
b) Otra parte más dispersa en Arabia, África, y Asia, fruto de
apóstoles y misioneros como Tomás y Juan Marcos, y
dentro de la cual existían muchísima diversidad de
doctrina y de expresiones de la fe, por ejemplo, la iglesia
gnóstica.
Externamente, siguió afectada por las persecuciones,
principalmente bajo el puñal de hierro del Imperio Romano. Fue con
auges y mermas, momentos de paz y períodos de persecución terrible.
Surgieron emperadores romanos que buscaban pretextos para aplastar

147
Stephen Brauning

a la iglesia, pero ella, a pesar de, o tal vez a causa de esto, crecía y su
membresía se multiplicaba.

La Iglesia era un movimiento compuesto principalmente por


los niveles más bajos de la sociedad. Sin embargo, no carecía de
defensores inteligentes, articulados, y comprometidos. Estas figuras,
llamados apologistas y también “padres de la iglesia”, de ahí el
nombre de “patrística” a este período de la Iglesia, eran eruditos,
líderes, y figuras tanto públicas como ascéticas, que, con sus escritos,
discursos, y prácticas, comenzaron a definir muchas pautas para la
Iglesia. Crearon distintos acercamientos, estilos, y escuelas de
interpretación bíblica, propusieron muchas doctrinas básicas, y
pusieron sus marcas en la estructura y dirección de la Iglesia, y fue
sobre estas bases que la Iglesia se fue formando en sentido general.

Por supuesto, no es que hubo uniformidad entre ellos ni en la


Iglesia en general. . Pero como dice la máxima: “la historia es escrita
por los victoriosos”, son los padres de la iglesia los que fueron
vindicados por la ortodoxia de la Iglesia cuyos nombres, escritos, y
conceptos persistieron. Aunque muchos de ellos fueron mártires por
su fe y por sus posturas doctrinales y prácticas, sus legados
continuaron. Muchos otros fueron condenados como herejes, y
borrados de la historia. Sin embargo, como un conjunto, y durante este
período formativo, fue este grupo el que plasmó sus marcas en la
historia de Iglesia. Ha habido muchos estudios sobre los distintos
elementos del cristianismo pos-apostólico: un libro recomendado es
Los cristianismos derrotados, por Antonio Piñero, y otro es
Cristianismos perdidos, por Bart Ehrman. También vea la página
151, abajo, para seguir el tema.

Esta formación tomó el sentido de “tradición”, que luego se


convirtió hasta en “dogma” para la Iglesia. Y aunque estos padres de
la Iglesia pos-apostólicos estaban trabajando sobre la base de las
escrituras hebreas y los escritos de los apóstoles, evangelistas, y otros
del período apostólico; no era un asunto de simplemente “cortar y
pegar” todo lo que fuera “ortodoxo” y ya. Fue un proceso de
construcción de todo un armazón amplio y complejo, considerando y

148
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

uniendo los elementos ya escritos, pero también, innovando y


contextualizándolo todo.

Podemos nombrar algunos de ellos, como Clemente de


Alejandría, Ireneo, Orígenes, Policarpo, Justino mártir, Tertuliano,
Atanasio, y Agustín. Para un estudio más profundo, se recomiendan
los dos tomos de “Los Padres de la Iglesia”, por Hans Van
Campenhausen (ver bibliografía al final).

D) La fe cristiana se establece y se define: 300 d.C a 500 d.C

Después de un largo período de división, el Imperio Romano


se unificó cuando Constantino logró vencer a su rival, Maxentius
(Majencio), en la batalla del Puente Milvio, que ocurrió en el año 312
d. C. Luego, Constantino dijo que había tenido una visión al entrar en
la batalla, en la cual vio una cruz en los cielos y escuchó una voz que
decía, “Con esta señal vencerás”. Aunque muchos dudan la veracidad
de esta visión y creen que la conversión de Constantino y la alianza
que él forjó con la iglesia cristiana tenía motivos puramente políticos.
Como quiera, es cierto que, a partir de esta fecha, la política del
Imperio Romano frente a la Iglesia cambió totalmente. En 313 fue
emitido el Edicto de Milán, un edicto que no solamente toleraba la fe
cristiana, sino que también le daba a ella preferencia en todo. Fueron
devueltas todas las propiedades de la Iglesia que habían sido tomadas
durante las persecuciones. Y el mismo gobierno comenzó a apoyar
la obra de la iglesia.

No es que la iglesia estaba débil antes del Edicto de Milán. A


pesar de ser un movimiento fuertemente perseguido, menospreciado
en las culturas y sociedades dominantes, “El Camino” había
experimentado un crecimiento enorme, una expansión a casi todos los
rincones del Imperio Romano, y más allá.

Hasta la época de Constantino, el culto cristiano había sido


relativamente sencillo. Al principio, los cristianos se habían reunido
para adorar en casas particulares. Después comenzaron a reunirse
también en cementerios, como las catacumbas romanas, pero tras la
conversión de Constantino, el culto cristiano comenzó a sentir el

149
Stephen Brauning

influjo del protocolo imperial, incorporando elementos tales como el


incienso, vestimentas ricas durante el servicio, procesiones al
comienzo del servicio, y la construcción de ostentosos templos que
constaban de un atrio, las naves y el santuario, llamados “basílicas”.

Esta alianza entre el imperio y la Iglesia dio a la Iglesia la


oportunidad de unificarse con respeto a muchas de las doctrinas que
la habían dividido. Constantino era muy astuto y reconocía que era su
interés tener la iglesia unida. Por esto convocó el primer concilio en
lo que iba a ser una serie de concilios, y con estos concilios la iglesia
tomó los primeros pasos en el proceso de definir su fe.

El Concilio de Nicea, en 325 d.C., fue el primer gran concilio


ecuménico. Fue convocado por Constantino como una gran asamblea
o concilio de todos los obispos cristianos, para poner en orden la vida
de la iglesia, y para decidir acerca de la definición de la relación entre
Jesucristo y Dios Padre. Una controversia había surgido en la ciudad
de Alejandría (Egipto), a raíz de una serie de desacuerdos teológicos
entre Alejandro, obispo de Alejandría, y Arrio, uno de los presbíteros
más populares y prestigiosos de la ciudad. En términos generales, lo
que estaba en juego era la divinidad de Cristo. Arrio decía que el
Verbo no era Dios, sino que era la primera de todas las criaturas.
Enseñaba que “el Hijo tiene principio, pero que Dios es sin principio”.
Alejandro, por el contrario, decía que el Verbo, por ser divino, no era
una criatura, sino que había existido siempre con Dios. Este conflicto
salió a la luz pública cuando Alejandro, apelando a su responsabilidad
y autoridad episcopal, condenó las doctrinas de Arrio y lo depuso de
sus cargos en la iglesia de Alejandría. Arrio no aceptó este veredicto,
sino que apeló a las masas y a varios obispos prominentes que habían
sido sus condiscípulos en Antioquia. Esto llevó a protestas populares
a favor de Arrio, y lo que era un mero debate local llegó a convertirse
en una amenaza para mantener la frágil unidad de la iglesia en aquel
entonces.

Es aquí donde interviene Constantino, convocando alrededor


de 300 obispos de todo el imperio en la ciudad de Nicea, en el Asia
Menor y cerca de Constantinopla. En este Concilio, el arrianismo fue
condenado en todas sus doctrinas expuestas por Eusebio de

150
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Nicomedia, obispo que representaba a Arrio ante el Concilio. Pero no


sólo esto, sino que también la asamblea decidió componer un credo
para que expresara la fe de la iglesia en lo referente a las cuestiones
que se debatían. Fue así que tuvo origen el llamado Credo de Nicea o
Credo Niceno, que, entre otras citas, afirmaba que Jesús es
“consubstancial y coeterno con Dios el Padre”. De esta manera
Constantino logró proteger la frágil unidad de la iglesia,

El Concilio de Constantinopla, en 381 d.C. se convocó, esta


vez por el emperador Teodosio, en la ciudad de Constantinopla, para
tratar la relación del Espíritu Santo con el Padre y el Hijo. Desde el
Concilio de Nicea, el Credo Niceno había sido indefinido con respecto
al Espíritu Santo. Con el paso del tiempo, surgió una nueva
controversia, en la que algunos comenzaron a afirmar que no creían
en la deidad del Espíritu, y que éste era una criatura subordinada al
Hijo. El partido que sostenía este punto de vista fue apodado los
“Pneumatoquianos” (“difamadores del Espíritu”). La corriente
principal de la enseñanza ortodoxa era que el Espíritu Santo era divino
o de lo contrario el Hijo no era divino. Con la participación de 150
obispos, que solamente representaban a la iglesia oriental, se dejó
establecida la deidad del Espíritu del mismo modo que en el Concilio
de Nicea lo había hecho con la cuestión de la deidad de Cristo. El
resultado fue también la de una definición más plena de la Trinidad.
El Símbolo de Atanasio nos da un resumen de lo acordado:
Adoramos a un Dios en la Trinidad y a la Trinidad en
la unidad; sin confundir las personas, sin dividir la
sustancia: una es, en efecto, la persona del Padre, otra
la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo tienen una misma divinidad,
una gloria igual y una misma eterna majestad. Cual
es el Padre, tal es el Hijo, tal es el Espíritu Santo...

El Concilio de Calcedonia en el año 451 d.C., tocó una


doctrina básica todavía sin definición clara. Aunque se había definido
la relación entre el Hijo y el Padre, no se había llegado a un acuerdo
con respeto a la humanidad y la divinidad de Jesús. ¿Cómo puede uno
ser divino y humano a la vez? Había muchas teorías, unas apoyando
el lado humano, otras favoreciendo el lado divino. La meta era una

151
Stephen Brauning

definición que ni menospreciaba lo divino ni lo humano de la persona


de Cristo. La definición formulada en dicho concilio no logró quitar
todo el misterio de la persona de Cristo, pero el concilio sí nos proveyó
ciertos límites para nuestro entendimiento de la persona de Cristo. En
su forma más básica, las dos naturalezas de Cristo fueron definidas
así: “Cristo fue completamente Dios y completamente humano, tiene
las dos naturalezas sin confusión, sin cambio, sin división y sin
separación”.

Dios, trabajando tanto con el Imperio Romano como con la


Iglesia Católica, ayudó a la iglesia a definirse por medio de estos
concilios. Así la iglesia llegó a tener una base doctrinal. Esta misma
base ha servido a la Iglesia Romana por más de 1,500 años. También
ha servido y sigue sirviendo a las iglesias protestantes. En ella
expresamos nuestra unión con la Iglesia de Cristo de todos los siglos.

Pero la alianza entre el estado y la iglesia no era del todo


positiva. En primer lugar, la iglesia se involucró en intereses políticos
y de influencia personales de los altos dirigentes del Imperio Romano.
Allí entró la corrupción, conflictos de poderes, y así menguó el
carácter espiritual de la Iglesia.

En segundo lugar, al estar colocada en un lugar de privilegio,


la iglesia comenzó a pasar por una transformación, desde un grupo
perseguido pero auténtico, hacia un movimiento popular, pero de
pantalla. Ya era “chévere” ser cristiano, era parte de la alta sociedad.
Así también se detectaba una pérdida en cuanto a lo espiritual. Se
puede comprobar que Constantino introdujo en la iglesia elementos
paganos, para aumentar su popularidad.

En tercer lugar, la iglesia quedó identificada con el Imperio a


los ojos de los pueblos marginados, oprimidos, y aun enemigos de
Roma. De esta manera la iglesia perdió su testimonio, y el mismo
evangelio perdió aceptación entre pueblos como los árabes, los
egipcios, y muchas de las tribus en las fronteras del Imperio. Muchas
de estas personas marginadas rechazaron el cristianismo junto con la
imposición del poder del Imperio, y cuando surgió la religión
musulmana en el siglo VII, muchos la adoptaron como una alternativa.

152
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Luego, la división con iglesia oriental que se separó de Roma en 1054,


quedando con la cristiandad de Grecia, la mayor parte de Europa
Oriental, Rusia y el medio oriente, fue solo en parte por razones
teológicas. Mucho tenía que ver con el dominante poder exclusivo que
ejercía el Papa en Roma, como vestigio del poder imperial.

Agustín (354-430 d.C.) fue una figura clave de esta época. Se


consideraba un gran héroe no sólo de la Iglesia Católica Romana sino
también de todos los reformadores del siglo XVI. Desde el Apóstol
Pablo, el nivel de erudición bíblica no había llegado tan alto como al
que llegó con el pensamiento de Agustín. Aunque Agustín escribió
muchos libros (La Ciudad de Dios, De Trinitate, Las Confesiones de
San Agustín), la que más les llamó la atención a los reformadores fue
su trabajo en contra de Pelagio.

Pelagio (360-420 d.C.) era un monje y teólogo de origen


británico. Pelagio creía y enseñaba que cada persona era creada libre,
como Adán, y que cada persona tenía el poder de elegir entre el bien
y el mal. Cada alma, según Pelagio, era una creación nueva de Dios
y, por esto, era totalmente libre del pecado y de su contaminación.
Enseñaba que el pecado no era debido a la condición del ser humano
sino a la situación, y si estuviéramos en un buen ambiente no
necesariamente caeríamos en el pecado. También decía que el
hombre, aun caído en pecado, podía buscar y encontrar a Dios. En vez
de luchar contra Dios, Pelagio enseñaba que el hombre podía cooperar
con Dios en la búsqueda de su propia salvación. Estas enseñanzas,
agrupadas a modo de doctrina, eran conocidas como pelagianismo.

Agustín vio la enseñanza de Pelagio como una gran negación


de la gracia divina, considerando que la obra de regeneración era el
trabajo exclusivo del Espíritu Santo. Agustín afirmó que el hombre
era concebido en pecado y no tenía ni la esperanza ni el poder para
buscar a Dios. La salvación dependía totalmente de la gracia y la
elección de Dios.

La posición de Pelagio fue condenada en el Concilio de Éfeso


en 431 d.C., sin embargo, la iglesia ha seguido luchando con este
asunto. Los reformadores del siglo XVI se identificaron fuertemente

153
Stephen Brauning

con Agustín debido a su concordancia con las enseñanzas bíblicas, en


contraste con la influencia humanista que Pelagio demostraba. Sin
embargo, en la actualidad la identificación con Agustín no es tan
fuerte en los hijos de la Reforma. Muchas iglesias “evangélicas”
tienen una doctrina más parecida a la de Pelagio que a la de Agustín.

Es durante este período cuando la Iglesia va a crecer


increíblemente por todo el mundo conocido, que era el mundo
mediterráneo, y aún más allá. El siguiente mapa ilustra el crecimiento
entre el año 325 y el año 600 d.C.

154
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

155
Stephen Brauning

E) La Iglesia Católica Romana antes de la Reforma

Por su alianza con y su dependencia del Imperio Romano, la


trayectoria de la Iglesia Católica Romana se parecía mucho a la del
imperio. Seguía sus patrones de crecimiento, de orden, de gobierno, y
también de desorden y de división. Se convertía más y más en una
entidad política mientras se extendía por todas las partes del Imperio.
Aunque Constantino ayudó a la Iglesia con los conflictos doctrinales,
la herencia de esta intervención gubernamental conllevaba
consecuencias negativas. Claro está que, a partir del siglo IV, la
Iglesia Católica Romana emprendió un proceso de crecimiento y
desarrollo que la llevó hasta dominar casi todo lo que era para ellos el
mundo conocido. Y para el siglo XVI (mil doscientos años después),
dominaba todo el continente de Europa desde Polonia hasta Portugal,
Italia hasta Irlanda, como poder religioso único; y como poder político
incomparable.

Pero durante este período, sucedieron una serie de eventos que


llevaron a la Iglesia Católica Romana a los momentos más difíciles de
su historia. Durante y después de estos acontecimientos la confianza
que tenía el pueblo de Dios en la Iglesia fue seriamente amenazada.
En el año 1309, el trono del papado fue trasladado de Roma a la ciudad
de Aviñón, Francia. Esa mudanza fue “una salida ventajosa” de la
cual el recién nombrado papa, Clemente V, (nombre que tomó el
francés Bertrand de Got), y los partidarios de Francia se valieron a
raíz de los continuos conflictos entre los italianos y los franceses en
Roma. Clemente V fue un hombre de carácter indeciso que estuvo
sujeto al rey de Francia, y nunca visitó desde su nombramiento la
ciudad de Roma. Al monarca francés le convenía tener al papa cerca,
y éste se valió mes tras mes, y año tras año, de sus agentes que hacían
todo lo posible para postergar la partida del pontífice hacia Italia.

La política de Clemente V como papa se puso rápidamente de


manifiesto a la hora del nombramiento de cardenales. Durante todo su
pontificado, creó veinticuatro cardenales, de los cuales veintitrés eran
franceses. Tanto Clemente como sus sucesores en Aviñón, en mayor
o menor medida, fueron responsables de hacer de la iglesia un
instrumento de la política francesa hasta que el 17 de enero de 1377,

156
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Gregorio XI entró en Roma, devolviendo el papado a la ciudad,


poniendo fin al papado en Aviñón.

Pero el papa Gregorio XI murió después de un solo año. Los


franceses querían elegir a un papa francés, que volviera a Aviñón. Los
italianos, supuestamente, querían a un italiano. El partido italiano
ganó e hizo todo lo posible para asegurar la futura supremacía italiana
en todos los asuntos de la iglesia. A la elección de Bartolomé
Prignano (Urbano VI) se opusieron la mayoría de los cardenales no
italianos, que eligieron a Clemente VII. Este último se estableció en
Aviñón (Francia). Así comenzó el Gran Cisma de la Iglesia Romana.
La iglesia ahora tenía dos papas. Cada uno de ellos inmediatamente
envió delegados por toda Europa, tratando de ganar el apoyo de los
soberanos. Francia y Escocia optaron por el papa de Aviñón, mientras
que Escandinavia, Flandes, Hungría, Polonia y Alemania se
declararon a favor de Urbano En Portugal, España e Italia cambiaron
de parecer o vacilaron entre los dos papas. Este Cisma no estaba
limitado sólo a la existencia de dos papas, sino que dio lugar a dos
partidos alrededor de las dos capitales (Roma y Aviñón). Y en vez de
financiar un solo papado, la iglesia ahora fue obligada a pagar por los
excesos de dos papados. Tras fracasar diversas soluciones, el Cisma
se agravó en 1409, cuando se eligió en Pisa (Italia) un tercer papa,
Alejandro V. En 1410 le sucedió Juan XXIII. El Concilio de
Constanza (1414- 1418) depuso a los tres papas y convocó a un
cónclave que condujo a la elección de un papa único, Martín V (1417).

Los abusos doctrinales y de poder reflejan el ambiente


eclesiástico que produjo la Reforma. Los impuestos eclesiásticos fue
uno de estos abusos. Muchos de los papas de la Iglesia Católica vivían
como reyes. Para financiar un papado había que haber un impuesto
fuerte sobre toda la membresía de la iglesia. Para proveer por dos
papas el asunto se complicó en gran manera. Estos impuestos eran
crueles y acababan con lo poco que la gente tenía. No solamente los
papas, sino muchos de los cardenales, obispos y sacerdotes se
aprovechaban de sus posiciones para llevar vidas lujosas, incluso
inmorales. En vez de cuidar a la familia de Dios, muchos de ellos se
dedicaban al cuidado de las familias que ellos habían engendrado.

157
Stephen Brauning

En el libro de Hechos, leemos que Simón el mago intentó


comprar el Espíritu Santo. Por esto, la práctica de comprar y vender
los cargos de la iglesia lleva su nombre, “simonía”. Un papa podía
vender una diócesis y el prelado, y el comprador tenía que vender los
demás puestos para recobrar su inversión. Lo que se debía determinar
según los dones espirituales, fue arreglado con grandes sumas de
dinero.

Ahora bien, la iglesia de aquel entonces no era totalmente


mala. Es cierto que al ver la jerarquía de la iglesia es poco lo bueno
que se puede mencionar; sin embargo, siempre hubo movimientos de
reforma dentro de la Iglesia que se oponían a los abusos del papado,
haciendo grandes esfuerzos para que se volviera al sencillo camino
del Evangelio. Entre varios sobresale la obra de Catalina de Siena.
Además de esto, durante la época del Cisma hubo una reforma
conciliar, con Guillermo de Occam a la cabeza, que abogaba
principalmente por la reducción del poder del papa y la
descentralización del poder eclesiástico. Pero con el fin del Gran
Cisma de Occidente y la elección de Martín V como único papa, este
movimiento conciliar que había logrado auge debido al Cisma, pronto
comenzó a decaer, y finalmente cuando Félix V renunció en 1449, el
papado romano resultó vencedor indiscutible de las ideas conciliares.
El papa quedó con todo el poder y los movimientos reformadores
quedaron frustrados.

La Iglesia Católica Romana estaba vinculada al poder político


en su estructura tradicional, muy rica en bienes materiales, y poderosa
en la cultura y en la sociedad. Pero lamentablemente, en muchos
sentidos, estaba tan corrupta y distorsionada como institución, que era
muy difícil identificarla como el cuerpo de Cristo en la tierra.

No obstante, y a la vez, existía una iglesia (en minúscula) que


seguía fiel, espiritualmente vibrante, que mantuvo la verdadera fe
apostólica, guardaba la Palabra, y servía como testigo de la verdad en
fe y en obra. Las órdenes como los dominicanos, Franciscanos, los
jesuitas, los ermitaños, y otros movimientos similares, pudieron seguir
dentro de la iglesia institucional y así en alguna forma permitieron que

158
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

la iglesia con todos sus errores siguiera siendo una expresión del
Cuerpo de Cristo en la tierra.

Por otro lado, existían potentes fuerzas sociales y políticas en


la Iglesia que iban en contra de la unidad y el testimonio de ella.
Gracias a las maniobras de Constantino, la iglesia se unió al estado, y
ambas vinieron a ser prácticamente una sola institución.
Consecuentemente se estableció en la iglesia un patrón o modelo de
accionar que seguía el ejemplo del Imperio Romano en su cultura
institucional, en su modelo funcional y existencial. Este modelo se
caracterizaba, entre otras cosas, por imponer a la fuerza su ley y su
cultura. Más tarde, como la iglesia se extendió rápidamente por todo
el Imperio Romano, y luego, ante la caída de éste, la iglesia vino a
sustituirlo, y hasta su programa de evangelización fue a través de la
estructura del Imperio, y conforme a su política y modo de accionar.
De esta manera la Iglesia Católica Romana logró cierta unidad, con
una sola estructura, doctrina, práctica, y culto. Luego y, en
conformidad a su férrea política, no permitía la Iglesia Católica
Romana, mucha variación ni desviación en lo relativo a la expresión
de la fe, ni en lo relativo a la expresión cultural.

Las culturas que se encontraban dentro del redil del imperio


romano y la cultura greco romana fueron absorbidas más o menos
fácilmente por la Iglesia Católica Romana. Las culturas en las franjas
de esta, y las de afuera, fueron sometidas bajo la dominación de la
iglesia “central”. Los resultados de esta práctica fueron generalmente
dos:
1) Algunos, los “de adentro”, son elevados y confirmados en
su poder,
2) Otros, los “de afuera”, aunque parcialmente absorbidos,
son marginados y aislados; tarde o temprano reaccionan en
contra de lo impuesto.

Estos resultados se explican porque cuando existe un gobierno


autoritario, que se impone por la fuerza, los de abajo van a reaccionar
en su contra. Cuando existe un liderazgo de poder que fluye desde
arriba hacia abajo, otros líderes van a ser empujados hacia afuera.
Estos líderes encontrarán seguidores.

159
Stephen Brauning

Hay cuatro notables ejemplos de esto en la historia de Iglesia,


en los cuales grandes bloques de población fueron aislados de la
Iglesia del occidente. Estos son:

1) Las iglesias orientales, incluyendo las llamadas “sectas”


gnósticas, nestorianas, cópticas, mesófitas, el donatismo, el
monatismo, etc. Algunos de estos movimientos comenzaron con
cierto sincretismo, ligando filosofías paganas y/o de otras índoles con
la fe cristiana. Otros desarrollaron doctrinas poco sostenibles, o
incompatibles con el evangelio. Pero la mayoría, especialmente las
que persistieron, mantuvieron una fe y este es el segmento más
antiguo de todas las iglesias existentes, porque entre sus
congregaciones están las más antiguas del cristianismo en Jerusalén,
en Antioquía, en Damasco, en Alejandría, etc.

Estas iglesias han permanecido desde el primer siglo, aunque


en muchos casos, han quedado pequeñas en comparación con otros
bloques del cristianismo. También han sufrido muchos cambios y
presiones: han sido marginadas por otras líneas de la Iglesia, y cuando
las iglesias occidentales comenzaron a tener la preeminencia, éstas
muchas veces eran “diferentes” en su cultura, idioma, y también en
creencias. Así se iban separando de la iglesia “oficial”, la cual era más
centralizada y exclusivista, y que consideraba a cualesquiera otras
iglesias como heréticas, por no seguir el desarrollo teológico de
occidente. Cuando surgió el movimiento islámico, recibieron
muchísima presión, y la siguen recibiendo, pero siguen allí. Cuando
en la Biblia se habla de sufrimiento, como en Filipenses 1:29 “Porque
a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solamente que creáis
en él, sino también que padezcáis por él.”; Hechos 9:16 “Porque yo
le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre”; y en 1
Pedro, 7 veces al referirse a esta realidad, como dice 1 Pedro 4:19 “De
modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden
sus almas al fiel Creador, y hagan el bien”; estas iglesias entienden
perfectamente de lo que se habla.

De todos modos, la mayoría de estas iglesias tenían y tienen


todavía una cultura y un idioma más cercano a los que tenían
Jesucristo y los apóstoles, y se han mantenido firmes en medio de

160
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

diversas persecuciones durante casi dos mil años. Estas iglesias sirven
de importante vínculo a las culturas originales de la Biblia, y pueden
enseñarle mucho al cristianismo en general.

2) El islam, el mundo musulmán. Los pueblos árabes fueron


sometidos y dominados por el Imperio Romano, a pesar de que
lucharon por su independencia. Luego, como la iglesia romana siguió
el mismo modelo del imperio, también impuso su sistema sobre ellos.
Al mismo tiempo fueron marginados de todo el sistema centralizado.
Entonces, en el siglo VII, los arabes rebelaron en contra de la
imposición religiosa, política, y social, adaptando tanto al cristianismo
como al judaísmo en un sistema integrado de fe y vida, propiamente
árabe, que llego a ser llamado “islam”, que significa “sumisión”, pero
para ellos, era sumisión a “Alá”, la palabra árabe para “Dios”, en vez
de la sumisión a la cual fueron obligados por siglos a manos
extranjeras. Es una religión netamente monoteísta, y uno de los
elementos centrales del islam es el Corán, su libro santo, que según la
ley musulmán tiene que ser entendido en el idioma árabe solamente,
similar al uso del latín en la Iglesia Católica Romana.

El movimiento iniciado y liderado por Mahoma se extendió en


todas las direcciones, este, oeste, norte y sur, y conquistó inmensos
territorios. El siguiente mapa indica la expansión rápida del islam: a
la muerte de Mahoma en el 632 d.C., ocupaba la península arábica
solamente (el color más oscuro). En poco más de cien años, hasta el
750, ocupó toda el área indicado con el color medio oscuro
(anaranjado).

161
Stephen Brauning

https://finismundi2eso.wikispaces.com/J.+El+conflicto+entre+religiones+en+la+EM

162
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

3) Las iglesias ortodoxas representaban la cultura griega. Ya


vimos que la conversión de los gentiles, ambos entre los griegos y los
romanos, permitió que la Iglesia penetrara estas culturas, y lo hizo
masivamente. Con la división del Imperio Romano en el año 395 d.C.
en las partes occidentales y orientales, las diferencias culturales ente
estos dos grupos se manifestaron a nivel socio-político. Los del
occidente eran del bloque romano que hablaban el latín. Los del
oriente hablaban el griego. Las culturas también eran diferentes. Estas
diferencias también se sentían en la Iglesia, y comenzaron a
manifestarse más a través del tiempo.
Pero a pesar de las diferencias y la división del imperio, la
Iglesia se mantuvo como una sola estructura “monolítica” centralizada
en Roma hasta el año 1054 d.C., cuando a semejanza de la división
del imperio, la iglesia oriental se separó de la occidental. Esta
separación, generalmente conocida como “el cisma de oriente”, o, el
gran cisma”, tuvo varios motivos, pero principalmente porque los
ortodoxos (iglesia oriental) no estaban de acuerdo con el gobierno de
un solo líder máximo, el Papa, quien estaba en Roma (iglesia
occidental). Cuando el Patriarca de Constantinopla rechazó la
autoridad del Papa, éste lo excomulgó, y viceversa. Desde entonces,
se han mantenido separadas estas dos grandes ramas de la Cristiandad.

El siguiente mapa ilustra la división:

163
Stephen Brauning

www.pinterest.es/pin/509117932859136023/

La Iglesia Ortodoxa no es “monolítica” en su estructura y


organización, como lo es la Iglesia Católica Romana. Consiste más
bien en una comunión de iglesias, aunque independientes en su
organización, que reconoce cuatro patriarcas (como obispos): el de
Alejandría, el de Antioquía, el de Constantinopla y el de Jerusalén. Se
considera al Patriarca de Constantinopla como el “primero entre
cuatro iguales”.

164
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En nueve países, la Iglesia Ortodoxa es la religión dominante:


Bulgaria, Belarus, Chipre, Georgia, Grecia, Romania, Rusia, Serbia,
y Ucrania. También es importante en otros diez países de la región. Es
la segunda comunión cristiana en adherentes en el mundo, con
aproximadamente 250 millones. Solo la Iglesia Católica Romana tiene
más.

La doctrina de la Iglesia Ortodoxa es fundamentalmente igual


que la doctrina de la Iglesia Católica Romana, pues ambas aceptan los
primeros siete Concilios Ecuménicos. De todos modos, cada una tiene
como marco de referencia una cultura distinta de a la de la otra, y esto
se refleja en su liturgia, prácticas, y en sus creencias. La división
original también tenía que ver con la doctrina, y con posterioridad a
la división, se han desarrollado otras diferencias.

Estas iglesias han sufrido muchísimo en persecuciones de


distintas fuentes: en la expansión de la religión musulmana, estuvieron
en las líneas fronterizas y han seguido dentro de dicho contexto. En
las cruzadas lanzadas por los reinos europeos, a veces sufrieron
invasiones y masacres. En el tiempo del apogeo del comunismo
sufrieron una extrema persecución especialmente en la antigua Unión
Soviética. Pero se han mantenido durante todos estos siglos con su
testimonio. Por otro lado, tenemos que decir que estas iglesias tienden
a ser muy limitadas culturalmente y exclusivistas en sus distintos
contextos y en muchos aspectos, tendencias que no son exclusivas de
estas iglesias.

4) Las culturas del norte y este de Europa. Mientras tanto, algo


similar estaba pasando en el norte y el este de Europa donde las
poblaciones con sus culturas germánicas (alemanes), nórdicas, anglos,
etc. se habían integrado en la Iglesia Católica Romana, si bien en
muchos sentidos, fueron obligados a aceptar todo lo que provenía de
Roma, y esto no siempre fue bien visto por ellos.

Las causas de la Reforma protestante normalmente


mencionadas son o políticas o teológicas. Generalmente, los
protestantes citan las causas teológicas, y los católicos romanos citan
las políticas. En realidad, las dos son verdad. Pero había una causa

165
Stephen Brauning

cultural también. Desde el tiempo del auge del Imperio Romano, la


situación de estas regiones y sus culturas era una sola: ser
conquistadas. Aunque a veces se resistían exitosamente, y ya
conquistados, se rebelaban en ocasiones, para Roma eran sólo eso:
objetos de conquista.

Luego, con el auge de la fe cristiana, algo similar pasó: en los


más tempranos intentos de evangelizar las tribus del norte de Europa,
la Iglesia Católica Romana usó su sistema acostumbrado de dominar
e imponer. Este sistema, un gobierno eclesiástico de jerarquía, la
doctrina, el idioma, etc., como en todas las partes del mundo, fue
llevado e instalado a los alemanes, franceses, ingleses, irlandeses,
holandeses, etc. Y parece que funcionó, porque duró más de mil años
con pocos problemas. De todos modos, algo se estaba concretando en
contra, y explotó en 1517, después de que Martín Lutero clavó las 95
tesis en la puerta de la Iglesia del palacio de Wittenberg.

Después del siglo XVI, el movimiento protestante se extendió


en casi toda Europa, pero más en los países del norte de Europa, donde
las culturas e idiomas no están familiarizados o emparentados con el
latín, ni con la historia del Imperio Romano, como Alemania,
Inglaterra, Suecia, etc.; y menos en los países del sur (de culturas e
idiomas emparentados con el latín), como Italia, España, Francia,
Portugal.

La imposición del uso del idioma latín para todos los ritos
religiosos no les resultó algo muy extraño para los países que hablaban
italiano o español (lenguas derivadas del latín); pero para los
alemanes, era una lengua muy foránea. Consecuentemente, la
Reforma les ofreció a los alemanes una oportunidad de usar su propio
idioma en sus iglesias. En cuanto al gobierno eclesiástico, siempre
eran los italianos los que ganaban las posiciones más altas y
prestigiosas en la Iglesia Católica. Con la Reforma, por fin, hubo
autonomía y gobierno local, no solamente para los asuntos políticos,
sino para tener, además, una representación culturalmente
comprensible.

166
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En contraste con la Iglesia Católica Romana, las iglesias


protestantes, a donde quiera que llegaran y se establecieran, ponían de
manifiesto una diversidad de estructura, doctrina, y culto. El aspecto
negativo es que se tiende hacia una tradición de división y
fragmentación, y una política establecida de separaciones frecuentes.

F) Los antepasados de la Reforma (adaptado en parte de «La


historia de las iglesias reformadas», por Steven DeVries;
«Instituto Bíblico Reformado en la Rep. Dom.», 1995).

Cuando se habla de la Reforma, muchos piensan solamente en


Martín Lutero, el padre de la Reforma. Pero es importante ver que
este gran padre también tenía padres. Queremos poner de relieve la
contribución de dos de estos antepasados de la Reforma: Juan Wyclif
y Juan Hus y, como veremos, aportaron mucho en su intento de salvar
a la iglesia.

Juan Wyclif (1328-1384) nació en Inglaterra alrededor de


1328. Sabemos muy poco de su juventud, pero al llegar a la
universidad de Oxford comenzó a hacerse famoso por su erudición y
sus opiniones radicales. Wyclif salió de la Universidad de Oxford en
1371 para dedicarse al servicio de la corona inglesa. Fue en una época
donde existían tensiones entre el trono inglés y el pontificado romano,
particularmente sobre el tema de los impuestos sobre el clero. El
papado creía tener la autoridad para imponer tributos al clero inglés.
En este contexto comienza a desarrollar Wyclif la cuestión del
“señorío”. Según su teoría, debía haber una clara separación entre el
señorío de la iglesia y el del estado. Ambos tenían dominio o señorío
porque Dios se los ha dado. Pero hay dos clases de señorío: uno
legítimo y otro falso e impropio. El señorío humano legítimo es aquel
que se dedica a servir y no a ser servido, mientras que el señorío que
busca su propio bien antes que servir a los que están bajo su área de
servicio, es tiranía y usurpación.

En consecuencia, las autoridades eclesiásticas, y en particular


el papado, si se dedican a imponer tributos para su propio provecho,
y no a servir a la gente, son ilegítimos. Frente a ello, consideraba que
el estado tenía el derecho de quitarle a la iglesia sus propiedades y

167
Stephen Brauning

autoridad si no desempeñaba un “señorío legítimo”. Pero también los


argumentos de Wyclif contra el papado se aplicaban al poder
temporal. El señorío del estado debía medirse por la medida en que
servía a sus súbditos. Éste también se convertía en falso, usurpador y
tirano si intentaba extender su autoridad al campo de lo espiritual. Por
ello, Wyclif decía que la autoridad del estado era limitada en cuanto a
los asuntos eclesiásticos.

Wyclif rechazó la doctrina tradicional de la Iglesia Católica


Romana en cuanto a la transubstanciación, que afirmaba que, al
celebrarse la misa, la substancia del pan desaparece y el cuerpo de
Cristo ocupa su lugar, al tiempo que se conservan los accidentes de
pan (tamaño, color, sabor, etc.), y lo mismo se decía del vino y la
sangre del Señor. Esta doctrina para Wyclif no era bíblica porque era
una clara contradicción a la doctrina cristiana de la encarnación, ni
mucho menos lógica. Él afirmaba que Jesucristo no estaba físicamente
presente en la comunión, sino más bien de un modo “sacramental” y
“misterioso”.

Wyclif también enseñaba lo siguiente:


 La única ley de la iglesia es la Biblia y todas las decisiones que
aquélla tome deben ser sometidas al juicio de las Sagradas
Escrituras. La autoridad de las Escrituras está por encima del
papa y de la tradición eclesiástica.
 La única cabeza de la iglesia es Cristo. Wyclif decía que, si el
papa era cristiano, podía ser de servicio a la iglesia, pero que
la cabeza verdadera es Cristo.
 La iglesia consiste en sus miembros y no en sus cleros. De esta
manera sentaría las bases para la declaración de los
reformadores del sacerdocio de los creyentes.
 Siendo todos los miembros sacerdotes, ellos tenían el derecho
de leer la Biblia en su propio idioma e interpretarla por si
mismos.
 La verdadera iglesia es invisible, puesto que en la iglesia
visible e institucional hay réprobos junto con los que han sido
predestinados para salvación.
 Era necesaria la traducción de la Biblia al idioma vernáculo y
devolvérsela al pueblo.

168
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Como se puede ver, hubo mucha materia de carácter


reformista. No obstante, estas reformas no echaron raíces muy
profundas en su país. Wyclif fue condenado como hereje y sus
seguidores fueron duramente perseguidos y la iglesia logró minimizar
las voces de reforma en Inglaterra. A pesar de esto, Wyclif no murió
como mártir por que fue protegido siempre por un gobierno
favorablemente dispuesto hacia él.

La historia de Juan Hus (1373-1415) es parecida a la de


Wyclif, pero con un fin trágico. En el año 1403 Hus fue hecho rector
de la universidad de Praga y predicador en su capilla Belén. En la vida
intelectual de Bohemia, Hus ocupó una posición de mucha
importancia. En un principio Hus estaba conforme con la doctrina de
la iglesia, era su estilo de vida que él atacaba. Sin embargo, algunos
de los escritos de Juan Wyclif llegaron a la universidad de Praga y
Hus, siendo rector, los leyó. Estaba muy contento al ver que había otro
líder fomentando reformas muy similares a las suyas. Aunque no
estaba de acuerdo con la enseñanza de Wyclif sobre la comunión, vio
con agrado la mayoría de lo que Wyclif había escrito.

Los enemigos de Hus, que eran los blancos de sus críticas, al


escuchar que se estaban discutiendo las obras de Wyclif en la
universidad, se vieron obligados a enfrentarlo. Solicitaron al rey que
prohibiera toda obra de Wyclif y que le quitara a Hus su púlpito en
Belén. El rey lo hizo, y Hus tuvo que tomar una decisión muy difícil.
Optó por la obediencia a la Biblia en vez de la obediencia a las
autoridades humanas, sean del gobierno o sean de la iglesia. Siguió
predicando, y por su popularidad entre la gente, el rey no quería crear
más problemas y dejó que Hus hiciera lo que quisiera. En cuanto al
papa Hus decía, “Un papa indigno, que se oponga al bienestar de la
iglesia, no ha de ser obedecido”. Durante los próximos años Hus fue
excomulgado de la iglesia dos veces; pero seguía predicando a
grandes multitudes de seguidores. Por la protección de su gobierno, la
Iglesia no podía hacerle más nada.

Juan Hus fue invitado al Concilio de Constanza a presentar su


caso en el que se lo acusaba como el jefe de una gran herejía, y por
cuyos cargos había sido excomulgado dos veces. Todavía el

169
Stephen Brauning

emperador Segismundo le ofrecía un salvoconducto que le


garantizaba su seguridad personal para asistir a la cita. Pero una vez
ante el Concilio, el emperador no quiso aparecer como un protector
de herejes y le retiró el salvoconducto. Los días siguientes fueron una
sucesión de jornadas en las que el Concilio demandó una y otra vez a
Hus que se retractase de sus doctrinas, pero sin permitir que el acusado
presentara sus posturas.

Lo mantuvieron encarcelado, con la expectativa de que


flaqueara y se retractara. Muchos fueron a rogarle que lo hiciera, mas
Hus se mantuvo firme. Finalmente, el 6 de julio de 1415 fue llevado
a la catedral de Constanza. Tras un sermón sobre la obstinación de los
herejes, lo vistieron de sacerdote y se le entregó el cáliz, que
inmediatamente se lo arrebataron de las manos en señal de que le eran
retiradas sus órdenes sacerdotales. Después le cortaron el cabello para
borrar la tonsura, haciéndole una cruz en la cabeza. Por último, le
colocaron una corona de papel decorada con diablillos y lo enviaron a
la hoguera. Camino a ella, lo llevaron a una pira donde ardían sus
libros. Se le pidió nuevamente que se retractara, y ante su negativa
firme, oró por sus enemigos y murió cantando los Salmos.

G) La reforma protestante

A Martín Lutero (1483-1546) consideran “el padre de la


reforma protestante”. Habiendo visto el sacrificio de tantos para
reformar a la iglesia, es difícil que se le atribuya a uno sólo el título
de padre. Sin embargo, lo hacemos con Martín Lutero porque su
influencia sobrepasó la de todos los que habían pasado antes de él. En
la vida de Lutero tenemos un resumen de mucho de lo que había
ocurrido antes. También, con Lutero la reforma doctrinal llegó a un
nivel que no había alcanzado antes. Había habido muchos intentos,
con Lutero hubo un principio, un comienzo verdadero.

Martín Lutero nació en el pueblo de Eisleben, Alemania en el


año 1483. Su padre era un paisano libre quien trabajaba en una mina.
Cuando Lutero nació, su familia era muy pobre. La juventud de Lutero
era muy dura. Luego, su condición económica mejoró bastante. El
padre de Lutero quería que su hijo fuera abogado, y lo inscribió en la

170
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

universidad para estudiar esta materia. Pero Lutero, por la muerte de


un amigo y por una experiencia espantosa con un relámpago,
abandonó los estudios legales y entró en un monasterio. Después de
dos años en el monasterio, Lutero fue ordenado monje y celebró su
primera misa.

En el año 1511 Lutero se mudó a Wittenberg. En la


Universidad Católica de Wittenberg, Lutero recibió su doctorado y
comenzó a trabajar en el puesto al cual se dedicó hasta su muerte, el
de profesor de teología. Desde allí Lutero comenzó a dar discursos
sobre toda la Biblia en el idioma de su gente, alemán. Sus estudios
bíblicos lo motivaron a estudiar la Biblia en sus idiomas originales. Y
mientras más estudiaba él la Biblia, más convencido estaba de que
solamente ella podría ser la autoridad para la vida cristiana. Al mismo
tiempo y por los mismos estudios, Lutero encontró la paz que siempre
había buscado, pero nunca había hallado. Su lectura y estudio de
Romanos 1:17 le convenció de que la justicia de Dios no es algo que
hacemos para Dios, sino algo que Dios hizo para nosotros en su Hijo
Jesús. Por primera vez el experimentó la paz que viene con la
seguridad de la salvación, por gracia, por medio de la fe.

El proceso que llevó a Lutero a su separación de la Iglesia


Romana comenzó en el año 1517. En este año el Papa decidió
conceder dos diócesis más al prelado de la diócesis donde estaba
Lutero. En cambio, el prelado tuvo que entregarle al papado una
enorme cantidad de dinero (simonía). Para levantar estos fondos se
envió un monje dominico alemán que se llamaba Tetzel, para vender
indulgencias. Tetzel, en una manera muy cruda, se dedicó a la venta
de este supuesto perdón de pecados. Él le prometía al comprador que
en el momento en que la moneda caía en su caja, se liberaba el alma
del destinatario de la indulgencia. En caso de que la persona todavía
estuviese viva, según Tetzel, ni siquiera tenía que arrepentirse, decía
que la moneda lo salvaba.

Al observar esto, Lutero se motivó a enfrentar esta doctrina


falsa. A la luz de sus estudios de la Biblia, no pudo soportar tales
abusos y escribió sus 95 tesis, condenando los abusos de este sistema
de indulgencias. Lutero escribió sus tesis con el motivo de reformar a

171
Stephen Brauning

la Iglesia Católica Romana desde adentro. Sin embargo, la reacción


de la iglesia fue exigirle que se retractara de sus declaraciones, o en
caso contrario sufriría la pena de muerte por hereje. Lutero, por su
conciencia, no pudo acceder, y pronto reconoció que no sería posible
quedarse en la misma iglesia. Habría de haber una división. Gracias a
Dios, existía el clima político favorable a Lutero bajo la protección
del príncipe alemán Federico (llamado “El Sabio”).

Durante todo este conflicto con Roma, Lutero continuó


predicando, enseñando y escribiendo. Uno de sus logros más
importantes fue la traducción de la Biblia, de sus idiomas originales
al alemán. Esta traducción servía no sólo para guiar a los alemanes en
los caminos de Dios, sino también para establecer muchas de las
normas del idioma alemán. Escribió muchos libros en su carrera de
decano de teología en la Universidad (ya no Católica) de Wittenberg.
Ya para el año 1530, gracias a esta labor incansable, la Reforma se
había extendido por casi toda Alemania.

Lamentablemente, no todo lo de Lutero fue muy agradable.


Cuando se levantó un movimiento popular para protestar por el
maltrato que recibía la clase baja, Lutero se afilió con los poderosos y
escribió una dura crítica a las clases bajas. No por culpa de Lutero,
otros movimientos reformadores, inspirados por el de Lutero, se
fueron a la anarquía y al desorden social, siendo condenados
públicamente por Lutero. Por decisión personal, Lutero, habiendo
dejado la Iglesia Romana, abandonó también los votos que había
hecho como sacerdote. Se casó con Caterina Van Bora con la cual
tuvo 6 hijos.
Las tres “solas” son frases que reflejan el pensamiento
reformado, conocidos históricamente en su expresión en el idioma
latín. Esta fue una forma de respuesta resumida y simplificada por
parte de los reformadores a la complicada formulación del discurso y
el pensamiento teológico de la tradición católica. Estas tres frases son:
1) Sola fide: “Solamente la fe”. Con sola fide Lutero y los demás
reformadores querían decir que lo único que el ser humano
tiene que hacer para recibir la salvación de Dios es creer. La
fe es la única manera en que la salvación llega al ser humano.

172
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Esta fe es también un don de Dios y no un producto de la


voluntad humana.

2) Sola gratia: “Solamente la gracia”. Con sola gratia Lutero


quería decir que la salvación no se gana, sino que se recibe
como un regalo. No existe nada que pueda hacer el ser humano
que pueda salvarlo. La salvación es totalmente gratuita para la
persona que cree.

3) Sola scriptura: “Solamente las Escrituras”. Martín Lutero y


los demás reformadores pusieron las Sagradas Escrituras por
encima de todas las otras autoridades en la iglesia. Tanto el
papa como el más humilde miembro estaban bajo la autoridad
de las Escrituras. Lutero enseñó que las Escrituras también
eran para todos los creyentes, y que no sólo debían poder leerla
y estudiarla los miembros del clero.

El movimiento reformador también tuvo otras dos “solas” con las


cuales también se caracterizó, si bien no formaban parte del lema
original. Estas son:
1) Sólo Cristo. Esta frase consiste en un énfasis en la obra y el
papel de Cristo en cuanto a la autoría y aplicación de la
salvación: el ser humano es salvo sólo por medio de Cristo,
por su obra redentora y su resurrección, y por medio de su
persona como único Dios-hombre.
2) Sólo a Dios la gloria: Ninguna criatura o cosa creada merece
la alabanza, el honor y la gloria, sólo Dios.

Con Juan Calvino (1509-1564), la Reforma siguió y se


profundizó. Fue la figura más importante en la definición de la fe
reformada a partir del siglo XVI. Por medio de su obra más
trascendental, La Institución de la Religión Cristiana, Calvino dejó
una buena parte de todos los nuevos protestantes convencida de la
veracidad de su interpretación de las sagradas escrituras. La mayor
parte de la teología de Calvino no era nada nuevo, pues, en muchas
cosas estaba firmemente en la línea de Agustín y de Martín Lutero.
Pero en sus manos, la teología reformada alcanzó un nuevo nivel de
claridad y organización. Se puede decir que, si Martín Lutero fue el

173
Stephen Brauning

padre de la reforma, Juan Calvino fue el que la crio, la organizó y la


sistematizó.

Juan Calvino nació en Noyón, Francia, 60 millas al norte de la


ciudad de París. Su familia no era muy rica, pero podía mandar a los
hijos a los mejores colegios y universidades de este lugar. El padre de
Juan había decidido que su hijo sería educado para el sacerdocio. Por
esto, a la temprana edad de 12 años Juan Calvino entró la Universidad
de París para comenzar sus estudios. Allí Calvino, como la mayoría
de los estudiantes de la época, estaba muy interesado en el humanismo
del filósofo y teólogo holandés, Erasmo. Fue en este nuevo ambiente
humanista que Juan Calvino completó sus estudios.

Sabemos muy poco de la conversión de Calvino. El único


lugar donde él habla de esa experiencia es en la introducción de su
comentario sobre los Salmos, y la referencia no es muy clara. Lo que
sí decía sobre la salvación en general era que: “Somos convertidos a
Dios poco a poco, etapa por etapa”. Siempre habló de la naturaleza
gradual o lenta de la conversión verdadera.

Calvino siguió sus estudios en París hasta el 1533. Hasta este


año los alumnos habían gozado de mucha libertad y podían criticar a
la iglesia y hablar de las reformas necesarias. Ellos mismos estaban
dedicados a estas reformas. Pero de pronto hubo un cambio político
en Francia y la nación entera este mismo año, se volcó hacia el lado
católico y tradicional. Calvino y sus compañeros en la universidad
tuvieron que huir. Así Calvino comenzó su vida en el exilio en Suiza,
y nunca pudo volver a vivir en su querida patria.

En el 1535 Calvino escribió la primera edición de La


Institución de la Religión Cristiana, con solamente seis capítulos,
pero en los años siguientes llegó a ser un tomo inmenso. Era la primera
teología sistemática producida por la Reforma.

Calvino quería pasar una vida tranquila con sus libros y


estudios. Quería dedicarse en pleno a lo que había comenzado con La
Institución. Sin embargo, en uno de sus viajes un viejo predicador,
que se llamaba Farel, lo obligó a quedarse y a trabajar con la iglesia

174
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

en Ginebra, Suiza. Así comenzó la otra parte de su carrera, la de


pastor. Calvino, como pastor, no era muy fácil. Creía que toda la
ciudad, no sólo la iglesia, debía vivir bajo la ley divina. Creía, con
razón, que era el mismo Dios quien había dado autoridad a la iglesia
y al gobierno y, por esto, las dos instituciones debían respetar la
misma ley. Su primer intento en Ginebra fracasó, pero años después
volvió y creó su comunidad ideal donde la iglesia y el gobierno
trabajaron juntos en el servicio a Dios.

Las contribuciones de Calvino a todo protestantismo fueron


muchas. Entre ellas:
 La Institución de la Religión Cristiana su libro más
importante y ambicioso.
 Su énfasis en la educación y el modelo educativo creado
en Ginebra.
 Su apoyo para el sistema político democrático. En Ginebra
trabajó con un sistema de representantes.
 Su predicación que sirvió como patrón para los que le
seguían.
 Escribió comentarios sobre todos los libros de la Biblia, a
excepción de Apocalipsis

La teología reformada desarrollado por Juan Calvino


enfatizaba la Biblia como la revelación perfecta en cuanto a la persona
de Dios y su voluntad, y por eso, que debía ser la única fuente y base
de autoridad en la fe y la práctica para el cristiano. Esto fue en
contraste con la teología católica romana que apelaba bastante a la
tradición como autoridad. La soberanía de Dios fue, para Calvino y
los reformados, uno de los puntos más claros y básicos de la
revelación bíblica, y significa que Dios no necesita nada ni a nadie
para existir. Es totalmente auto-suficiente, es todopoderoso, es eterno,
guía y maneja el transcurso del universo y de la historia humana, y es
el único ser con estas atribuciones o cualidades. Aunque Dios dio al
hombre cierta libertad, esta libertad también está dentro del sistema
de cosas sobre el cual Dios tiene control absoluto.

Los llamados “cinco puntos del calvinismo” proveen un


resumen de la doctrina de la salvación explanada por Calvino. Se

175
Stephen Brauning

expresan en el documento o confesión reformada conocida como Los


Cánones de Dort. A continuación, un breve resumen:
1) La depravación total. Con esta expresión se quiere decir que
no hay nada en el ser humano que haya escapado a la
influencia del pecado. Implica que nuestra inclinación es
siempre hacia lo malo. No somos capaces, sin la ayuda del
Señor, de producir obras que sean de su agrado. Esta doctrina
no quiere decir que somos 100% malos, sino que el pecado nos
ha dañado cada área de la vida. Que no hay área de nuestra
vida que no esté bajo la influencia del pecado.

2) Elección o predestinación incondicional. Esto significa que


Dios nos salva por gracia y por su buena voluntad. No nos
salva por causa de nuestras buenas obras, ni con base en
nuestras buenas decisiones. Dios salva a los elegidos porque
así decidió hacerlo antes de la creación del mundo.

3) Expiación limitada. Con esta doctrina los reformadores


explican que Cristo no sufrió en balde. Su gracia fue suficiente
para todos, pero eficaz solamente para los elegidos. O sea, que
el sacrificio de Cristo tuvo lugar para el beneficio de los suyos,
no para los que no se iban a salvar.

4) Gracia irresistible. Si Dios nos quiere salvar, no vamos a poder


resistir su gracia. Somos salvos por la voluntad de Dios, no por
la nuestra. Los elegidos serán salvos. Dios obrará en sus vidas
hasta que acepten su amor divino.

5) Perseverancia de los santos. Como la salvación procede de


Dios y no del ser humano, es totalmente segura para los que el
Señor ha elegido en su amor. Si bien hay cristianos falsos, no
habrá cristiano verdadero que pueda perder su salvación. Lo
que Dios comienza, también lo termina.

Obviamente, cada uno de estos puntos tiene, merece y necesita


una mayor explicación; no obstante, esperamos que lo poquito que
hemos dicho pueda ser suficiente y comprensible a los fines de
proporcionar un resumen o bosquejo elemental de la fe reformada.

176
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Capítulo VII. La expansión de la Iglesia después de la Reforma

A) Los efectos inmediatos de la Reforma

La ola de cambios originada por la reforma protestante llegó a


ser un maremoto a nivel mundial, no sólo en el aspecto religioso sino
también en el aspecto socio-político, científico, económico, y cultural.
No obstante, para comenzar a entender estos impactos
transcendentales, hay que conocer el movimiento reformador con más
detalles, y así también nos conoceremos mejor a nosotros mismos.

Fueron cinco los movimientos principales que comenzaron y


se establecieron en Europa durante el siglo XVI con el movimiento de
la Reforma protestante. Estos son: 1) el luterano 2) el
reformado/presbiteriano, 3) el anglicano, y 4) el anabautista
(menonita), y 5) algunos pequeños movimientos independientes que
surgieron en lugares dispersos y en otros continentes.

El desarrollo de estos cinco movimientos representa, por un


lado, el aspecto positivo que refleja la diversidad y la amplitud de la
Iglesia. En tal sentido, vemos cómo Juan Calvino y las iglesias del
movimiento reformado trajeron consigo un desarrollo de
organización, doctrina, y pensamiento. El movimiento anabautista fue
parte de la llamaba “Reforma Radical” que empujó más allá de Lutero
y de Calvino, reflejando otra cara de la Iglesia. En Inglaterra, la
ruptura del rey Enrique VIII con la Iglesia Católica que dio origen a
la Iglesia Anglicana, permitió un avance en ese país que no era posible
con la estructura anterior. Y hubo muchos otros movimientos y
muchas otras personas que contribuyeron a la diversidad de las
iglesias protestantes que forma parte del fruto de la Reforma.

Por otro lado, hubo dentro de la Reforma una fragmentación,


muchos conflictos, y tristes divisiones. Una de las primeras divisiones
que se produjo en la iglesia protestante fue entre Lutero y Karlstad.
Muchos no estaban satisfechos con las reformas de Lutero porque
querían aún más reformas, pero Lutero se resistía. Karlstad fue uno de
los que salieron de Wittenberg y emprendió un movimiento más
radical. Rechazaba todo lo que le parecía “romano” y católico.

177
Stephen Brauning

Pensaba que se podría comenzar de nuevo con solamente la Biblia.


Menospreciaba la educación formal y decía que la iglesia no tenía
nada que ver con el gobierno, razón por la cual no buscaba el apoyo
oficial. Se consideraba el movimiento de la gente común.

Esta división llevó a uno de los capítulos más trágicos de la


época. Motivados por la Reforma, y en gran parte por el movimiento
radical de Karlstad y otros, los pobres en Alemania y otros países
comenzaron a rebelarse contra la nobleza. Ya estaban hartos de la
injusticia, las malas condiciones de vida, y el estado social tan
opresivo. Lutero, queriendo mantener el orden, se alineó con la
nobleza y los animó a atacar a los pobres. Lo que se produjo fue una
masacre inmensa en la que murieron muchísimos pobres inocentes.
Ahora bien, aunque Lutero quiso ser fiel al gobierno que siempre lo
había protegido. Realmente fue un gran error de Lutero irse en favor
de los nobles, y un capítulo triste en la vida de este gran e ilustre
reformador.

Otra división ocurrió entre Lutero y uno de los principales


pensadores de su tiempo, Erasmo. A Erasmo no le gustaba la
personalidad de Lutero. Lutero era un hombre de muchas pasiones y
de carácter extremo. Erasmo quería mantener todo bajo la razón.
Quería quedarse tranquilo mientras consideraba y examinaba todas las
cosas. Aunque Erasmo sabía que la iglesia tenía que ser reformada, se
mantuvo callado y quería ser imparcial. Pero cuando Lutero escribió
sobre el cautiverio de la voluntad, Erasmo cambió su posición y
reaccionó diciendo que la voluntad humana era libre. La idea de que
el hombre era un esclavo total del pecado, no era posible para Erasmo.
Por ese y otros choques, incluso muchos no querían salir de la Iglesia
Católica. Lutero no pudo convencer a muchos de los intelectuales de
su tiempo.

Hubo mucha violencia como reacción a la Reforma. La Iglesia


Católica Romana lanzó una contra-reforma, que tuvo entre sus
elementos a la llamada “Santa Inquisición”, que se encargaba de
“limpiar la casa”, y de matar como “herejes” a miles de reformados.
Por eso, la Reforma nunca dio fruto en España, Italia, y Francia.
Tristemente, aun entre los mismos protestantes surgieron guerras y

178
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

persecuciones. Parte de los motivos eran políticos, cuando los


príncipes y otros líderes de provincias y reinos pelearon para defender
o conquistar otro territorio. También porque en parte se siguió el
patrón predominante de la época de usar la violencia para lograr metas
y mantener la pureza. Toda esta violencia dejó una triste marca en la
historia de la Reforma.

B) Las familias de las iglesias protestantes

La fe cristiana como fue expresada en la Reforma conquistó a


muchos seguidores en una extensa parte de Europa, casi de inmediato.
Principalmente en Alemania, Hungría, Francia, Holanda, Escocia, e
Inglaterra, se establecieron iglesias luteranas, reformadas, y otras. En
algunos de estos lugares las iglesias fueron establecidas bajo la
protección y con el favor del gobierno (Holanda, Alemania e
Inglaterra, por ejemplo). En otros lugares, como Francia, Irlanda,
Polonia y España, los reformados fueron seriamente perseguidos. Sin
embargo, en general, el cambio fue dramático y rápido. Las iglesias
hijas de la Reforma comenzaron a crecer, a expandirse y a
desarrollarse en muchos sentidos.

A partir del año 1600, aproximadamente, los cuatro


movimientos principales comenzaron a expandirse, en algunos casos
masivamente. Desde sus bases en el norte y el centro de Europa,
comenzaron a moverse hacia otras partes del mundo, y este proceso
ha seguido desde entonces durante los últimos cuatrocientos años.
Con el movimiento de personas desde Europa hacia las colonias en
otros continentes, también la fe de ellos se trasladó, pues si la Iglesia
es la gente, cuando se muda y emigra la gente, también se muda y
emigra la Iglesia.

Ya para finales del siglo XVI, los distintos movimientos se


habían expandido y establecido en la siguiente manera:
1) Los luteranos en norte de Alemania y los países nórdicos.
2) Los reformados (calvinistas, Hugonotes, y Husitas) estaban en
Suiza, Francia, Holanda, Bohemia y Moravia. Pero en Francia,
Bohemia y Moravia la gran mayoría fueron expulsados o
asesinados.

179
Stephen Brauning

3) Los anglicanos en Inglaterra.


4) Los anabautistas en varios países del continente.
5) Los movimientos independientes surgieron más tarde.

También comienzan los movimientos misioneros entre 1800-


1900, mayormente muy vinculados con los poderes colonialistas,
como formas de alcanzar a las poblaciones del mundo que para ellos
eran “algo nuevo”, y esto abrió todo un mundo.

Podemos sin mucha dificultad trazar la línea de la historia de


cualquier iglesia o movimiento evangélico, para saber sus raíces, su
trasfondo, etc. Y esto lo vamos hacer por varias vías, histórico,
teológico, y geográfico.

Sin embargo, hay que recordar que, aunque todas las iglesias
tienen sus historias particulares, y toman de sus antepasados cierta
identidad y carácter, también hay muchas influencias compartidas. No
se puede tomar cada línea como aislada. Esto es parte de la unidad que
hay dentro de la diversidad.

El siguiente mapa demuestra las divisiones religiosas


principales en Europa durante el siglo XVI, el siglo en que se desató
la Reforma Protestante:

180
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

http://jcdonceld.blogspot.com/2010/03/religiones-en-la-europa-moderna-tras-la.html

181
Stephen Brauning

C) La expansión de los principales movimientos protestantes

Las iglesias luteranas vienen directamente del movimiento


iniciado por Martín Lutero en Alemania. La primera tendencia fue que
en cada país donde llegaba la fe luterana, se comenzaba una iglesia
nacional, y eso fue principalmente así en los países nórdicos
(Dinamarca, Noruega, y Suecia), donde llegaron a ser la mayoría y
entonces formaron iglesias estatales, o sea oficializadas por el estado.
Donde no eran la mayoría, también se formaban iglesias nacionales,
pero no necesariamente como la religión oficial.

Las culturas distintas con sus idiomas se conservaban en cada


caso. Y dondequiera que las personas de estas culturas emigraban,
llevaban su fe luterana y establecían iglesias, por ejemplo, en Los
Estados Unidos y Canadá, y muchas veces seguían conservando su
cultura y su idioma dentro de la iglesia. Lo que las iglesias luteranas
no hicieron tanto era salir de sus propios entornos culturales y
lingüísticos, tampoco enviaban muchos misioneros a otros países, y,
por ende, las iglesias luteranas alemanes, o noruegas, o suecas, no
crecieron ni se expandieron mucho a través de los siglos. Esta
situación sigue siendo la misma en la actualidad.

Las iglesias reformadas se llaman así debido a su


descendencia directa de la Reforma del siglo XVI. Se estableció la
doctrina reformada en una forma clara y breve en La Confesión Belga,
y en Los Cánones de Dordt, en los años 1618-1619, y se formaron
iglesias reformadas en varios países de Europa, especialmente en
Holanda y Alemania.

En el siglo XVII comenzaron a salir colonialistas reformados


de sus países de origen, y naturalmente llevaban consigo su fe
reformada. En el continente norteamericano, los inmigrantes
holandeses establecieron la Iglesia Reformada de América, en el año
1628 en Nueva York. En varios países de América Latina, llegaron
pequeños elementos de la Reforma a través de los siglos XVI hasta
XIX. Pero allí el movimiento misionero evangélico comenzó a
sentirse con mayor fuerza al final del siglo XIX.

182
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Se pueden visualizar estas migraciones como “olas”, por la


forma en que se expanden y también como se repiten. En el caso de
los reformados holandeses, una ola que comenzó en la mitad del siglo
XIX y siguió por décadas, llevó a los Estados Unidos de Norte
América cientos de miles de inmigrantes holandeses. La Iglesia
Cristiana Reformada en Norteamérica (ICRNA) es fruto de dicho
movimiento. Se estableció como una iglesia propia en el año 1857 en
Michigan y se ha expandido por los Estados Unidos y por Canadá. La
ICRNA es una iglesia evangélica, pero distinta por su historia y su
doctrina, a las otras dos que vienen muy directamente de la Reforma
(la luterana y la presbiteriana). También es distinta en que su
membresía sigue siendo predominantemente de trasfondo inmigrante-
holandés. Cuenta con cerca de mil congregaciones, y 300,000
miembros en los EEUUA y Canadá.

Como denominación, la ICRNA ha invertido mucho en la obra


misionera, primero con los indígenas americanos en el suroeste de
EEUU, alrededor del año 1885. En los años 1920 comenzó también
en la China y en Nigeria (África oriental). Después de la Segunda
Guerra Mundial, se expandió a Japón, México, las Islas Filipinas,
Argentina, y otros países. En algunos países, la ICRNA colabora con
otras iglesias de la línea reformada, y en otras donde no hay, se han
establecido iglesias cristianas reformadas nacionales. Este es el caso
en las Filipinas, en varios países de Centroamérica, y en el Caribe.

Por décadas, el programa radial internacional de la ICRNA,


"La Hora de la Reforma" se hizo muy popular a través de América
Latina, y esto tuvo su impacto. En el caso de la República
Dominicana, una iglesia independiente adoptó en 1975 el nombre
“Iglesia Cristiana Reformada” después de escuchar las emisiones de
dicho programa. Esta iglesia, situada en el batey Tarana de Sabana
Grande de Boyá, era una iglesia de inmigrantes haitianos que
trabajaban en la industria azucarera. Luego de contactos con
misioneros de la ICRNA, esta y otras iglesias locales comenzaron a
conectarse y en el 1981, se organizó la Iglesia Cristiana Reformada en
la Rep. Dom., como iglesia nacional. Obedeciendo a los principios
eclesiásticos del movimiento reformado, cada iglesia nacional tiene su
propia identidad y organización, no subordinada a ninguna otra

183
Stephen Brauning

estructura eclesiástica, sino como iglesia hermana, a las demás


iglesias reformadas.

Las iglesias presbiterianas son de la línea reformada, con la


distinción de tener su origen en Inglaterra y Escocia. Juan Knox, un
estudiante de Calvino, fue el fundador de dicho movimiento. Deben
su nombre a la forma o tipo particular de gobierno eclesiástico por el
que se dirige, o sea, por medio de “Presbíteros” (“ancianos”), palabra
que consiste básicamente en una transliteración de la palabra griega
“presbúteros” (“anciano”; plural “presbúteroi”: “ancianos”) con
presencia en el Nuevo Testamento. Este término, en el contexto en
que fue usado por la Iglesia neotestamentaria, se refería primeramente
a una persona con madurez de edad y, en segundo lugar, implicaba el
desempeño de una función, la de gobernar, aconsejar, y dirigir.

Al surgir la Reforma del siglo XVI particularmente dentro de


la Reforma ginebrina o calvinista, se iba adoptando el tipo de gobierno
de los ancianos, para la naciente rama de la Iglesia reformada. El
presbiterianismo hizo su aparición en Escocia en 1558 bajo la
influencia y dirección de Juan Knox quien había sido alumno de Juan
Calvino. Para 1568 Knox y sus colaboradores presentaron ante el
Parlamento el primer Libro de Disciplina. En este libro se nota la
influencia de Calvino. De igual modo se nota la influencia de las
normas de gobierno de la Iglesia Reformada de Francia y del
Documento de Londres, asimismo la influencia de la Iglesia Francesa,
de Pullain en Estrasburgo, de la Iglesia de Inglaterra, bajo Eduardo
VI.

Pero mientras que el presbiterianismo se desarrollaba más y


más en Escocia, aparecieron también fuertes abogados y seguidores
en Inglaterra. Entre ellos se pueden citar a Walter Travers y Thomas
Cartwright, quienes fueron los autores de una declaración sobre
normas presbiterianas de gobierno conocidas después como La
Sagrada Disciplina de la Iglesia, basada en la Palabra de Dios.
Posteriormente apareció La Forma de Gobierno Eclesiástico
Presbiteral, documentos que han tenido gran influencia en el mundo
presbiteriano, así como el documento (confesión) elaborado por la
asamblea de Westminster en 1644.

184
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Las iglesias presbiterianas se establecieron en Norteamérica a


través de inmigrantes ingleses y escoceses, y también en otras
colonias de Inglaterra. Se formó la Iglesia Presbiteriana de los Estados
Unidos de Norteamérica que se dividió entre el norte y el sur a causa
de la guerra civil de este país. Luego volvió a unificarse. También
surgieron otras iglesias presbiterianas en los Estados Unidos. En
América Latina, llegaron misioneros presbiterianos principalmente a
los países de México, Guatemala, Chile, y Brasil, donde se han
establecido iglesias presbiterianas fuertes. (Fuente: La Constitución
de la Iglesia Nacional Presbiteriana (México) publicada por
Publicaciones el Faro, S.A. de C.V.)

A la República Dominicana también llegaron misioneros


presbiterianos mucho antes que los misioneros reformados. Estos
comenzaron una denominación presbiteriana, la cual se unió luego a
otras iglesias para formar La Iglesia Evangélica Dominicana.

La Iglesia Anglicana (de Inglaterra) se estableció como


iglesia nacional durante el reinado de Enrique VIII tras su ruptura con
la iglesia de Roma. Al principio no cambió mucho de la estructura ni
de la doctrina, sólo que ya no quedaba bajo la autoridad del Papa. Pero
a través del tiempo, con la influencia de los otros movimientos,
especialmente de la línea reformada, hubo cambios sustanciales y la
Iglesia Anglicana vino siendo más y más “protestante” en su doctrina,
aunque mantuvo mucho de la estructura y la apariencia católica
romana. La Iglesia Anglicana se ha mantenido como la iglesia
nacional y oficial de Inglaterra. No obstante, dentro del anglicanismo,
ha habido muchos otros movimientos que han nacido y salido de éste.

Entre éstos se encuentran los bautistas. Con el énfasis en el


nuevo nacimiento y en el bautismo por inmersión, los bautistas surgen
de algunas líneas diferentes: principalmente en Inglaterra entre los
congregacionalistas que se separaron de la iglesia oficial. También
tienen influencias de los seguidores de Zuinglio y de las iglesias
anabautistas y menonitas en el continente de Europa, especialmente
en Suiza; incluso de las iglesias luteranas en Alemania y los países
nórdicos, han surgido movimientos que se han consolidado como
iglesias bautistas nacionales en Suecia y Noruega.

185
Stephen Brauning

Entre los bautistas es posible considerar dos ramas: 1) una


línea reformada, llamados a veces “Bautistas Reformados”, que son
calvinistas (al menos en su soteriología); y 2) una línea de Bautistas
arminianos, identificados con la teología arminiana (al menos en su
soteriología).

Las llamadas “Iglesias Metodistas" fueron fundadas por dos


clérigos anglicanos de la Inglaterra del siglo XVIII: Juan Wesley
(1703-1791) y Carlos Wesley (1707-1788). Estas iglesias hacen su
énfasis en la perfección de la vida cristiana y en los principios de la
teología arminiana en cuanto a la soteriología. Ambos llegaron a ser
pastores de la Iglesia de Inglaterra y sirvieron como misioneros en las
colonias en Norteamérica. Ayudaron a evangelizar a los indígenas
norteamericanos y a ministrar a los inmigrantes europeos. En su viaje
trasatlántico a Georgia, los hermanos Wesley vivieron una
experiencia que habría de cambiar sus vidas. A bordo del barco,
durante una tormenta furiosa, Juan y Carlos vieron y escucharon a un
grupo de cristianos moravos, del movimiento pietista, leer las
Escrituras, orar y cantar. Esos creyentes estaban en paz con Dios y no
tenían nada que temer. Los Wesley, por el contrario, temieron perecer
porque carecían de esa paz interior. A partir de ese momento, los
hermanos Wesley comenzaron a buscar dicha paz.

Después de leer parte del comentario de Martín Lutero sobre


la carta de Pablo a los Gálatas, Carlos comenzó a descubrir dicha paz.
Le llamó poderosamente la atención las palabras que Lutero había
subrayado en el versículo 2:20: "el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí". Carlos anotó en su diario: "Cuando, casi exhausto, la
naturaleza me forzó a acostarme, leí las Escrituras y entonces dormí
en paz". Cuatro días más tarde, el 21 de mayo (día de Pentecostés),
escribió: "Me alegré en la esperanza de confiar en Cristo. Me di cuenta
de que podía permanecer firme por la fe". ¡Ese fue el día de su
conversión!

A partir de estas experiencias, Juan y Carlos ministraron por


toda Inglaterra, principalmente entre los pobres y desposeídos. Lo
hicieron mediante el estudio bíblico, la oración, la alabanza de Dios

186
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

a través del canto, y una sólida predicación de la Palabra, siempre


siendo fieles a las oraciones y los sacramentos de la Iglesia de
Inglaterra. Pero, siempre conectaron la piedad personal con la social.
Organizaron escuelas para los hijos de los obreros de las minas de
carbón, cuidado médico para los pobres, cooperativas de crédito para
aquellos que no podían acceder al mismo, y clases de lectura para los
analfabetos.

Al igual que Martin Lutero, que había procurado reformas


dentro de la Iglesia Católica Romana sin la intención de apartarse de
ella, los hermanos Wesley sirvieron dentro la Iglesia de Inglaterra sin
la menor intención de separación. Afirmaron en lo esencial los
Artículos de Fe de la Iglesia de Inglaterra y sus prácticas. No tenían la
menor intención de restarle energía y recursos a la vida
congregacional de la Iglesia de Inglaterra; por el contrario, todo
cuanto anhelaban era revitalizarla. Además, si bien que con los
Wesley, el metodismo se convirtió en un movimiento sumamente
organizado y eficiente, ambos vivieron y murieron como ministros
anglicanos. Los metodistas en Gran Bretaña no organizaron una
iglesia separada sino hasta después de su muerte.

Algunos se burlaron de su disciplina diaria llamándolos


"metodistas", término con el cual años más tarde habría de designarse
el movimiento que los hermanos Wesley fundaron dentro de la Iglesia
Anglicana.

Mientras el movimiento metodista florecía en Inglaterra,


también prosperaba en Norteamérica. La semilla plantada por Juan
Wesley había comenzado a madurar. Jorge Whitefield, otro pastor de
la Iglesia de Anglicana, también viajó en numerosas ocasiones a
América para evangelizar; sus esfuerzos generaron muchos frutos
para el movimiento metodista.

En 1939 tres ramas del metodismo en los Estados Unidos (la


Iglesia Metodista Episcopal del Sur, la Iglesia Metodista Episcopal y
la Iglesia Metodista Protestante) se unieron para formar la Iglesia
Metodista, y luego en 1968, la Iglesia Metodista Unida. Al mismo
tiempo, en Europa la Iglesia Evangélica de Alemania se unía con los

187
Stephen Brauning

metodistas. Alrededor del mundo hay varias iglesias metodistas


autónomas vinculadas con el movimiento metodista.

Han surgido también distintas denominaciones metodistas,


aparte de la Metodista Unida, especialmente La Metodista Libre.
(Fuente: página web de la Junta General de Ministerios Globales de
la Iglesia Metodista Unida por S.T. Kimbrough, Jr. ©1999).

El movimiento pentecostal/carismático tuvo su inicio dentro


de las iglesias de la línea de iglesias derivadas del metodismo,
incluyendo iglesias de la línea de “santidad”, que son, por ejemplo, la
Iglesia del Nazareno, entre otras. Tomó forma en los Estados Unidos
a partir del 1901 con unos estudiantes de la Escuela Bíblica de Topeka,
Kansas. Este movimiento tiene su mayor enfoque en la experiencia de
la adoración y la llenura del Espíritu Santo con la manifestación de los
dones espirituales.

Aunque el movimiento pentecostal tuvo sus comienzos en


Estados Unidos, debe mucha de su teología básica a movimientos
anteriores británicos perfeccionistas y carismáticos. Quizás el más
importante precursor del pentecostalismo lo fue el movimiento de
santidad el cual salió del corazón del metodismo a finales del Siglo
diecinueve. De Juan Wesley, los pentecostales heredaron la idea de
una experiencia de crisis subsiguiente variadamente llamada “entera
santificación”, “perfecto amor”, “pureza de corazón”, y una "segunda
bendición". Un colega de Wesley, Juan Fletcher, llamó esta segunda
bendición “bautismo en el Espíritu Santo”, una experiencia que traía
poder espiritual al que la recibía, así como limpieza interna.

Durante el siglo diecinueve, miles de metodistas reclamaban


haber recibido esta experiencia, aunque nadie en aquel tiempo vio
alguna conexión entre esta espiritualidad y el hablar en lenguas o con
alguno de los otros dones. También el movimiento de "vida superior"
de Keswick, floreció en Inglaterra y en los EEUU después del 1875.
De tal manera que, para el tiempo del despliegue Pentecostal en
América en 1901, ya había casi un siglo de movimientos que
enfatizaban una segunda bendición llamada “bautismo en el Espíritu
Santo" con variadas interpretaciones concernientes al contenido y al

188
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

resultado de esta experiencia. En Norte América, maestros de


Keswick, tales como A.B. Simpson y A.J. Gofon también añadieron
al movimiento un gran énfasis en sanidad divina "como en el día de
expiación" y el rapto premilenial de la iglesia.

Los primeros "pentecostales" en el sentido moderno


aparecieron en la escena en 1901 en la ciudad de Topeka, Kansas en
una escuela Bíblica conducida por Carlos Fox Parham, un maestro de
santidad y ex pastor metodista. A pesar de la controversia acerca de
los orígenes y el tiempo del énfasis de Parham en glossolalia
(lenguas), todos los historiadores están de acuerdo en que el
movimiento comenzó en los primeros días de 1901, cuando el mundo
entraba en el Siglo veinte. La primera persona en ser bautizada por el
Espíritu Santo lo fue Agnes Ozman, una de las estudiantes de la
Escuela Bíblica de Parham, quien habló en lenguas el primer día del
nuevo siglo, 1 de enero de 1901. De acuerdo a J. Roswell Flower, el
secretario fundador de las Asambleas de Dios, la experiencia de
Ozman fue "el toque que se sintió alrededor del mundo", un evento el
cual "creó el movimiento pentecostal del siglo veinte".

Como resultado de este “pentecostés” de Topeka, Parham


formuló la doctrina de que las lenguas eran la "Evidencia Bíblica" del
bautismo en el Espíritu Santo. Además, enseñó que las lenguas eran
una impartición sobrenatural de lenguas humanas (xenoglossolalia)
con el propósito de evangelizar el mundo. En consecuencia, Parham
enseñó que los misioneros no tenían que estudiar idiomas extranjeros
ya que iban a poder predicar por todo el mundo. Armado con esta
nueva teología, Parham fundó un movimiento eclesiástico el cual
llamo "Fe Apostólica" y comenzó un torbellino de avivamientos
través de Medio Oeste Americano para promover esta excitante nueva
experiencia. No fue hasta 1906 cuando el pentecostalismo consiguió
la atención mundial a través del avivamiento en la Calle Azusa en Los
Ángeles California dirigidos por el predicador Afro-Americano
William Joseph Seymour. Había aprendido acerca de atestiguado
bautismo con lenguas en una escuela Bíblica que Parhan condujo en
Houston, Texas en 1905. Invitado a predicar en una congregación la
llamada “Iglesia de Santidad en Los Ángeles en 1906, Seymour abrió
su histórica reunión en abril, 1906 en un edificio de una antigua Iglesia

189
Stephen Brauning

Africana Metodista Episcopal (AME) en 312 Calle Azusa en el centro


de Los Ángeles.

Por más de tres años, La "Misión Apostólica de Fe" de la calle


Azusa condujo tres servicios al día, siete días a la semana, donde miles
de seguidores recibieron el bautismo con la manifestación de hablar
en lenguas. Este avivamiento se propagó por medio de “La Fe
Apostólica”, un periódico que Seymour enviaba gratuitamente a
50,000 subscritos. De la calle Azusa el pentecostalismo se propagó
rápidamente alrededor del mundo y comenzó a avanzar hasta
convertirse en una de las mayores fuerzas del cristianismo.

El lugar de William Seymour como un importante líder


religioso parece estar asegurado. William Seymour junto a Carlos
Parham, muy bien pueden ser llamados los "co-fundadores" del
pentecostalismo mundial.

El número de pentecostales aumentó de manera estable a


través del mundo durante el Siglo XX y para el año 1993 se había
convertido en la familia más grande de protestantes en el mundo. El
número de pentecostales y carismáticos era más de 420,000,000 de
personas en el año 1993. (Fuente: Estudio sobre el pentecostalismo,
Vinson Synan, Ph.D. decano, de la Escuela de Divinidades de la
Universidad Regent).

El movimiento adventista tiene sus raíces dentro de una


mezcla de iglesias congregacionalistas que salieron de la Iglesia
Anglicana, bautistas, entre otras. Varias denominaciones se han
formado, con una principal, “La Iglesia Adventista del Séptimo Día”,
tiene su mayor enfoque en guardar el sábado como día del Señor (día
de reposo), siguiendo lo prescrito en el Antiguo Testamento para la
nación judía.

Los menonitas, son llamados también “anabautistas”, que


significa literalmente “re-bautistas” (volver a bautizar), porque
exigían que los que hubieran sido bautizados como infantes, cuando
ya adultos tenían que volver a bautizarse y por inmersión. También
tenían que volverse a bautizar a las personas que habían recibido el

190
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

sacramento del bautismo, pero en un modo distinto a la inmersión.


Son distintas a las iglesias luteranas y reformadas en que no aceptan
como válido el bautismo que no fuera por inmersión, ni aceptan como
válido el bautismo de infantes. También recibieron el nombre de
“Reforma Radical”, en el sentido de que fueron más allá, en sus
posturas, de lo que demandaron los demás movimientos protestantes.
Esto así, porque para líderes como Meno Simons, los reformados y
los luteranos habían conservado demasiado de las prácticas y
creencias de la Iglesia Católica Romana. Entonces, comenzaron a
separarse de las otras iglesias.

Se caracterizan por enfatizar una vida espiritual pietista, la no-


violencia, y una soteriología arminiana. Estas iglesias prosperaron en
Alemania y Suiza, aunque tuvieron que sufrir persecuciones y ser
marginados, pues, eran muy diferentes al resto en sus doctrinas y sus
prácticas. De todos modos, se han mantenido muy fieles hasta hoy,
como se puede ver en las distintas gráficas en este libro que
demuestran que ellos están entre las múltiples iglesias que son hijas y
herederas del movimiento anabautista.

Surgieron otros movimientos de iglesias que se pueden llamar


“iglesias independientes”. La palabra “independiente” a veces forma
parte de su nombre oficial, y figura en su doctrina y su identidad. A
veces consiste en una sola congregación con un solo líder quien es su
propia regla. A estas congregaciones nadie puede decirle nada, ni
regularlas, tampoco juzgar sus desviaciones porque ellos son una
“iglesia independiente”. Muchas son mega-iglesias, otras no más que
“micro-denominaciones”. Todo esto son expresiones de post-
denominacionalismo, es decir, de los grupos que rechazan las
organizaciones conciliares, el denominacionalismo, o “la iglesia
organizada”. Algunos dicen que “la doctrina no importa”, pero tienen
una doctrina, otros dicen que “las denominaciones son malos”, y sin
embargo son una denominación; dicen que las “otras iglesias están
desunidas” y, sin embargo, permanecen independientes.

Hasta el concepto de “iglesias independientes” tiene un


aspecto contradictorio en cuanto a los principios bíblicos. Desde el
inicio de la Biblia, el tema de la total dependencia del ser humano en

191
Stephen Brauning

Dios es dominante. El primero pecado del ser humano fue tratar de


“independizarse” de Dios: “seréis como dioses” (Gén. 3:5). Es la
esencia de la rebeldía de la creación en contra de Dios, el intento de
subvertir y botar la dependencia que tiene en Dios. Este tema sigue
en la Biblia, y en el Nuevo Testamento cuando se trata de la Iglesia,
lo que se nota no es independencia, sino, interdependencia. Desde las
enseñanzas de Jesús, los ejemplos de la Iglesia en el libro de Los
Hechos, y las epístolas, todas las evidencias apuntan a que la Iglesia
depende, en primer lugar, de Dios, y, en segundo lugar, los unos de
los otros. La Iglesia nunca es independiente, tampoco es ninguna
iglesia independiente.

Sin embargo, en sentido general, estos movimientos


independientes son nuevas manifestaciones de la libertad, de la
apertura, del mover incontrolable del Espíritu Santo, por los cuales
hay que darle gracias a Dios. Un ejemplo es el movimiento de las
iglesias africanas independientes, que son iglesias fundadas en el
continente de África, por africanos para africanos. Con más de 10,000
iglesias que forman parte de este tipo de movimiento, constituyen más
del 40 por ciento de los cristianos en el continente africano.

El siguiente cuadro indica las líneas del desarrollo de los


movimientos protestantes desde la Reforma hasta la actualidad.

Tronco 1900 al
principal 1600-1700 1700-1800 1800-1900 presente,
(1517-1600) mundial
1. Luterana: Siguen como Siguen Siguen Siguen
Alemania, las iglesias
Dinamarca, luteranas
Suecia, Noruega, nacionales.
Austria
Pietistas, Luteranas Siguen Iglesia
Moraviana. evangélicas Evangélica
Nuevas ramas: Libre, Iglesia
Evangélica del
Pacto
2. Reformada: Siguen como Siguen, Siguen Siguen
Suiza, Francia, iglesias

192
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Tronco 1900 al
principal 1600-1700 1700-1800 1800-1900 presente,
(1517-1600) mundial
Holanda, reformadas
Alemania, nacionales e
Hungría; iglesias
Presbiteriana: presbiterianas
Inglaterra, Escocia nacionales.
Bautistas Siguen Iglesias
particulares independientes
Nuevas ramas:
Iglesia de Cristo
Unida.
3. Anglicana: Siguen como Siguen Siguen, Siguen
Inglaterra, Irlanda iglesias iglesias
anglicanas “indepen-
nacionales. dientes
Bautista Metodista, Adventistas Pentecostales,
general Wesleyana, Asambleas de
Episcopal Metodista- Dios,
Nuevas ramas:
Los Amigos, Episcopal Del Nazareno,
Congrega- Iglesias
cionales independientes
4. Menonita: Siguen Siguen Siguen Siguen
(anabautistas)
Suiza, Holanda,
Alemania
Iglesia Los Siguen Iglesia Iglesias
Hermanos, Misionera “independientes”
Bautistas, , Iglesias
Nuevas ramas:
Amis, Bíblicas
Pietistas,
Moraviana
5. Movimientos Carismáticos,
independientes Iglesias indepen-
dientes

193
Stephen Brauning

D) Líneas de tiempo de los principales elementos y


movimientos de la Iglesia
Para entender cada línea de tiempo, comience desde la izquierda,
siguiendo las fechas en la parte superior, para visualizar la trayectoria
de los distinto elementos y movimientos cristianos indicados.

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

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Stephen Brauning

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

197
Stephen Brauning

Contacte al autor si desea consultar otras líneas de tiempo de la


historia de la Iglesia y del origen de las denominaciones.

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

E) La Iglesia en América Latina

En el 1492, la fe cristiana llegó a nuestras tierras bajo la señal


de la espada y de la cruz, en ese orden propiamente dicho. El imperio
español y su religión, la católica romana, se impusieron sobre las
indígenas con el uso de la violencia, el atraco y la violación. Durante
tres siglos más, se mantuvo vigente el régimen por medio de los
eficientes oficios de un sistema imperial, monárquico y religioso que
supo explotar todos los aspectos del contexto colonial. La
contrarreforma del Concilio de Trento (1545-63) fue la que definió el
perfil religioso y cultural de la América latina hasta principios del
siglo XIX. Es importante reconocer que en algunos países
sudamericanos ya existía desde el siglo XVI una presencia reformada
por medio de lo que se ha denominado protestantismos de
inmigración: holandeses y franceses reformados, ingleses y escoces
presbiterianos, etc.

Durante el siglo XIX la mayoría de las naciones


latinoamericanas y caribeñas lograron su independencia de España y
Portugal. En su afán por romper con el pasado colonial e ingresar a la
era «moderna», las jóvenes naciones latinoamericanas adoptaron la
ideología sociopolítica y económica de los modelos por excelencia,
las naciones industrializadas: Estados Unidos, Francia e Inglaterra. En
ese contexto llega el protestantismo a Latinoamérica, mayormente
estadounidense, portando las grandes verdades de la Reforma
Protestante del siglo XVI. Ahora bien, a pesar de que trataba de una
religión de un perfil muy foráneo, paulatinamente fue adquiriendo una
identidad propia y local en los países latinoamericanos, y en la
actualidad constituye la norma de fe y vida de minorías religiosas que,
como la levadura, han ido leudando poco a poco a pueblos y naciones
de habla hispana.

Pero al mismo tiempo, aparecieron también ciertas formas de


rechazo a la fe evangélica, las cuales provienen de muchos
intelectuales liberales y de izquierda, que consideran al protestantismo
como otro brazo más del imperialismo estadounidense. En tal sentido,
desde un punto de vista popular, se les ha enseñado a nuestros pueblos
a tener un fuerte prejuicio contra la fe protestante evangélica, ya que

199
Stephen Brauning

la consideran un enemigo de la fe, de la cultura, de la religión que


provienen de nuestros padres, e incluso que atenta contra la moral y
las buenas costumbres. Esta abierta oposición y persecución han
dejado una considerable huella en las iglesias evangélicas
latinoamericanas.

A pesar de ello, y sin duda gracias a esa oposición, muchas


semillas sembradas en nuestras tierras por misioneros y líderes
nacionales, empezaron a florecer y dar abundante fruto. A finales del
pasado siglo XX, se empezó a ver el crecimiento vertiginoso del
pueblo evangélico latinoamericano y en la actualidad, a inicios del
siglo XXI, constituye una de las expresiones más vigorosas y pujantes
de la fe cristiana en el mundo. Su presencia es cada día más
considerable incluso en los Estados Unidos donde actualmente los
hispanos son la minoría más numerosa del país.

Las iglesias reformadas juegan un papel muy importante en el


mundo evangélico de habla castellana, no tanto por su crecimiento
numérico, sino más bien por la fortaleza de la vida moral de sus
miembros, por la riqueza y solidez de su tradición teológica y por la
amplitud de su pensamiento transformador que tanto necesitan y
requieren los pueblos y naciones del continente americano.

Las iglesias evangélicas en general tenemos la fuerte tendencia


a ubicarnos, emocional y teológicamente, lo más lejos posible de la
Iglesia Católica Romana. Es muy propio de los evangélicos
hispanoamericanos definirnos en contraposición a la Iglesia Católica
Romana.

Históricamente, nuestras sociedades han sufrido el poder


inquisidor del catolicismo del Concilio de Trento, y la estrategia de la
Nueva Evangelización de Santo Domingo (1992), en la cual se nos
cataloga como “sectas evangelistas”, se nos margina y, en ocasiones,
se nos sigue reprimiendo. Además, la versión del cristianismo católico
romano que hasta nuestros días existe y a veces predomina en nuestros
países, consiste en un complejo sincretismo de religiones
precolombinas y una versión diluida del cristianismo. Creemos que
dicha versión no representa el cristianismo bíblico. Estas razones

200
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

históricas y contemporáneas son de mucho peso en la formación de


nuestra identidad.

Por ello es que prácticamente todas las denominaciones


evangélicas en los países latinoamericanos, e incluso muchos líderes
reformados, encuentran serios problemas con costumbres reformadas
que se perciben a nivel popular como «católicas». Tal es el caso del
bautismo de niños. No hay dudas de que es necesario superar dicho
antagonismo. Y tal esfuerzo debe realizarse de ambas partes. Un
genuino arrepentimiento, el perdón público, la restauración, la
reconciliación y el respeto mutuo son fundamentales para ofrecerle al
mundo un testimonio creíble de la fe cristiana y de nuestra unidad en
Cristo (Juan 17:20-21; Efesios 4:4-6).

Por otro lado, fruto del debate entre el fundamentalismo y el


liberalismo en los Estados Unidos, el mundo evangélico
latinoamericano optó históricamente por seguir una corriente pietista
y fundamentalista. Muchas de nuestras iglesias fueron fundadas por
misiones de fe y misioneros de esa línea. Es también importante
reconocer aquí que la gran mayoría de las iglesias evangélicas
latinoamericanas se alinean, están identificadas y comprometidas con
la teología arminiana y con la teología dispensacionalista, tan
comunes en los grupos pentecostales, carismáticos y neo-
pentecostales, pero que también trascienden al resto de las
denominaciones. En las últimas décadas del siglo XX, incluso las
iglesias históricas han experimentado, en diversos grados y niveles,
una “pentecostalización” considerable. Además, la influencia que en
la actualidad ejerce en el mundo evangélico la teología de la
prosperidad, debe ser contrarrestada y cuestionada a partir de la fe
bíblica y reformada.

Entre los reformados hispanoamericanos podemos decir que el


énfasis pietista es predominante; sin embargo, el énfasis doctrinal o
confesional ha tenido un impacto considerable en el liderazgo
ilustrado que se ha formado en seminarios teológicos. Se predica y se
enseña fielmente en muchas de nuestras iglesias el sistema doctrinal
reformado. Esto es de suma importancia dado el trasfondo sincretista
y supersticioso del cual provenimos.

201
Stephen Brauning

El énfasis transformador, lamentablemente, no ha encontrado


la acogida que debiera en nuestras iglesias y en el liderazgo. El antiguo
debate entre el fundamentalismo y el liberalismo y, a partir de la
década de los setenta del siglo pasado, el surgimiento de las teologías
de la liberación en el contexto de la guerra fría, han tenido como
resultado que en muchos círculos evangélicos se ha satanizado y
estigmatizado la preocupación por las necesidades humanas.

Gracias a Dios la teología de la misión integral que se ha


desarrollado en círculos evangélicos latinoamericanos en los últimos
30 años ha ido cambiando poco a poco esa mentalidad y actitud
negativa. En la actualidad podemos constatar que doctrinas
transformacionales de origen reformado han sido ampliamente usadas
por hermanos y hermanas de otras tradiciones evangélicas,
preocupados por la transformación de nuestras sociedades
latinoamericanas. Esa ha sido y debe seguir siendo un aporte clave al
mundo evangélico de habla hispana.
(Adaptado de “Lo que significa ser reformado. Una afirmación
de nuestra identidad.”, publicado por La Iglesia Cristiana
Reformada en América del Norte (CRCNA) en octubre de 2002.)

E) Estadísticas y el crecimiento de las denominaciones


cristianas

Antes de considerar las estadísticas dentro de cristianismo,


sería importante tener ideas sobre el contexto global, En el siguiente
cuadro presentamos la población global y las principales religiones
del mundo, incluyendo el porcentaje que representan de la población
mundial, tomando como referencia el año 1900 y el año 2010.

POBLACION
1900 % 2010 %
GLOBAL
1. Población Total 1,619,625,000 100 % 6,895,850,000 100 %
2. Cristianismo (todo
558,131,000 34.5% 2,168,330,000 31.4%
tipo)
3. Islam (musulmanes) 199,140,000 12.3% 1,599,700,000 23.2%
4 No-religiosos 3,024,000 0.2% 1,131,150,000 16.4%
5 Hindúes 203,003,000 12.5% 1,032,210,000 15.0%
202
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

6. Budistas 127,026,000 7.8% 487,760,000 7.1%


7. Etno-religiosos 380,620,000 23.5% 404,690,000 5.9%
8 Otras Religiones 136,391,000 8.4% 58,150,000 0.8%
9. Judíos 12,292,000 0.8% 13,860,000 0.2%
(Fuentes: International Bulletin of Missionary Research y Pew research Center)

Según el Enciclopedia del Mundo Cristiano del 2001, existían


registrados aproximadamente 34,000 iglesias (grupos eclesiásticos)
distintas en el mundo. Más de la mitad son iglesias o movimientos
independientes. En los Estados Unidos de Norte América había más
de 1,000 denominaciones cristianas. En el continente africano se
calculaba que había más de 10,000 movimientos cristianos
independientes.

Una dificultad en trazar la historia, desarrollo, y estado de las


iglesias en la actualidad tiene que ver con los nombres. En los Estados
Unidos hay aproximadamente 55 iglesias incorporadas con el nombre
de “Iglesia de Dios” en alguna forma, pero en realidad son de distintas
líneas, por ejemplo, hay 28 que son de la línea adventista “Séptimo
Día”, y 22 que son pentecostales.

La siguiente tabla informa sobre los principales grupos


cristianos, en cuanto a su membresía, algunas fechas, y alineación.

1. Membresía aproximada mundial Cantidad (2005)

Católica Romana 1,118,992,000


Pentecostales/Carismáticas en general 588,502,000
Movimientos Independientes 426,672,000
Protestantes/Evangélicos en general 375,814,000
Ortodoxa Oriental 219,000,000

2. Membresía de las ramas


Reformada/Presbiteriana/Congregacional 85,000,000
Anglicana 79,719,000

203
Stephen Brauning

1. Membresía aproximada mundial Cantidad (2005)

Bautista 70,000,000
Metodista 70,000,000
Luterana 64,000,000
Testigos de Jehová 14,800,000
Adventista 12,000,000
Mormones/Santos de los Últimos Días 11,500,000
Apostólica/Nueva Apostólica 10,000,000
Nueva Era, Ciencia Cristiana, etc. 1,500,000
Hermanos 1,500,000
Menonita 1,250,000
Amigos (Quaqueros) 300,000

2. Rama /denominación de Año de Línea


cristianismo inicio
Aprox.
Iglesia Católica Romana Católica Romana
600
Ortodoxa dividida con Católica Ortodoxa
1054
Romana
Moraviana (Chequia) 1457 Pietista
Luterana (Alemania) 1517 Luterana
Menonitas (Alemania) 1521 Anabautista
Reformadas (Suiza) 1525 Reformada
Anglicana (Inglaterra) 1534 Anglicana
Hermanos (Polonia) 1537 Anabautista
Presbiteriana (Inglaterra) 1560 Reformada
Congregacionalista (Ingl.) 1582 Reformada
Bautista (Inglaterra) 1605 Reformada y Anabautista

204
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

2. Rama /denominación de Año de Línea


cristianismo inicio
Reformada Holandesa (EEUU) 1628 Reformada
Quaqueros (Amigos, Ingl.) 1654 Anglicana
Amis (Suiza) 1693 Anabautista
Iglesia de los Hermanos Anabautista
1708
(Alemania)
Metodista (Inglaterra) 1744 Anglicana
Episcopal (EEUU) 1787 Anglicana
Unitarianismo (EEUU) 1793 Reformada
Mormones (EEUU) 1830 Varias conexiones
Iglesia Cristiana (EEUU) 1832 Reformada
Adventista (EEUU) 1846 Varias conexiones
Cristiana Reformada (EEUU y Reformada
1857
Canadá)
Ejército de Salvación (EEUU) 1865 Anglicana
Evangélica Libre (EEUU) 1885 Luterana
Iglesia Misionera (EEUU) 1898 Anabautista
Iglesias de Cristo (EEUU) 1900 Pentecostal
Pentecostal Unida (EEUU) 1901 Pentecostal
Iglesia de Dios en Cristo 1906 Pentecostal
(EEUU)
Iglesia de Dios Inc. (Cleveland) 1907 Pentecostal
(EEUU)
Iglesia del Nazareno (EEUU) 1909 Metodista/Episcopal
Alianza Cristiana y Misionera 1912 Presbiteriana/Pietista
(EEUU)
Asambleas de Dios (EEUU) 1914 Pentecostal
Presbiteriana, Metodista y
Iglesia Evangélica Dominicana 1922
Moraviana
Iglesia de Dios de Profecía 1953 Pentecostal
(EEUU)

205
Stephen Brauning

La Iglesia como el cuerpo de Cristo tiene una importancia


estratégica en la gran misión de Dios. Lejos de existir para sí misma,
la Iglesia existe para proclamar el evangelio a las naciones y para
llamar a la gente a la fe y al discipulado.

Cuando las iglesias viven para algo más que su propia


seguridad institucional y se entregan ellas mismas en fe y obediencia
a la misión de Dios, entonces experimentan la bendición del Señor.
La enseñanza de Jesús que “…todo el que quiera salvar su vida, la
perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”
(Mat. 16:25), se aplica tanto a la Iglesia como a los individuos. Las
iglesias se dedican al propósito de la misión de Dios, que “pierden su
vida”, en sentido de compromiso, entrega, dedicación, y servicio, por
razón de Cristo, al final encontraran su vida.

También es importante entender que la Iglesia, a la que los


creyentes están orgánicamente ligados, es una Iglesia mundial tanto
en su historia como en su diversidad. Estar en Cristo es estar
reconciliados el uno con el otro y ser parte de una comunidad racial y
étnicamente diversa. Hacer justicia y buscar la reconciliación no son
simples opciones para las iglesias; constituyen la marca fundamental
de la Iglesia, que es la nueva comunidad de Dios:
“Porque él (Cristo) es nuestra paz, que de ambos
pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de
separación, aboliendo en su carne las enemistades, la
ley de los mandamientos expresados en ordenanzas,
para crear en sí mismo, de los dos uno solo y nuevo
hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz
reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,
matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las
buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y
a los que estaban cerca; por medio de él los unos y los
otros tenemos entrada al Padre por un mismo
Espíritu.” (Efesios 2:14-18)

En la actualidad muchos cristianos tienden a minimizar la


importancia de su identificación con la Iglesia a nivel mundial. “¿A
quién le interesa la historia de la Iglesia universal?” Sin embargo,

206
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

debemos recordar que la Iglesia no se inventó ni en Roma en el siglo


IV, ni en el siglo XVI en Alemania, ni en el siglo XIX en Grand
Rapids, Michigan, ni en los 1900 en Tennessee, ni en los años ochenta
en el sur de California. Está desde la fundación del mundo (Efesios
1:4).

Todas las ramas de la Iglesia deben reconocer la profunda


hermandad que tiene con todas las demás ramas, de todos los tiempos,
y todos los lugares. Este es un antídoto muy necesario contra el
individualismo extremo de nuestra época que hace que los cristianos
piensen que su santificación es algo interno e individual. Es necesario
aprender que la vida cristiana es un peregrinaje en el cual uno se
conecta con las prácticas y hábitos de cristianos de muchos y muy
diversos lugares y épocas de la historia. No obstante, esta hermandad
y compañerismo con la Iglesia universal, así como el aprecio y
valoración a la larga tradición que tal fraternidad supone, no deben ser
un impedimento para los necesarios cambios, contextualizaciones e
innovaciones que necesitan las iglesias. En tal sentido, nos parece
necesario poner de relieve aquí un principio reformado clave que dice:
“una iglesia reformada debe estar siempre reformándose”; con otras
palabras, una iglesia reformada debe existir en un proceso continuo de
reforma y actualización. En realidad, la Reforma misma fue una
renovación radical de la iglesia. Consecuentemente, es preciso
concluir que la Iglesia está llamada a reformarse y renovarse, a morir
y resucitar continuamente. La Iglesia es un organismo vivo y está
vitalmente conectada a Cristo, como las ramas a la vid. Por esta razón
es que siempre está creciendo y cambiando.

Esto se refleja en la cita atribuida al Dr. Peter Wagner, “La


iglesia no es un monumento, es un movimiento”. Pero, hemos estado
buscando “el diseño de Dios para la Iglesia”. En el diseño de Dios,
¿hay un lugar para la innovación? ¿Se contradicen estos dos
conceptos? Hemos visto que, no, no se contradicen, y sí, hay un lugar
para la innovación en el diseño de Dios. Es parte del diseño de Dios.
Y es lo que ha permitido la amplia expansión de la Iglesia.

La Iglesia ha demostrado un crecimiento global sorprendente


del evangelio desde el tiempo de Cristo. Se estima que en el año 30 d.

207
Stephen Brauning

C., considerada como la fecha más probable en que Jesús murió y


resucitó, según Hechos 1:15 había 120 reunidos en el aposento alto.
El Apóstol Pablo menciona que 500 personas vieron a Cristo
resucitado (1 Corintios 15:6) Ahora bien, si partimos del número
mayor, 500, y según algunos estimados, la población mundial estaba
aproximadamente entre 190 y 220 millones (asumiendo otra vez el
número más alto), calculamos que este número de creyentes
representaba solamente 0.00233% de la población mundial – o sea,
uno por cada 440,000 personas, una minoría insignificante, sin duda.

Pero ya para el año 100 d.C. el porcentaje de cristianos el


mundo entero había subido a aproximadamente 0.27% (1 cristiano por
cada 370 personas).

Para el 312 d.C. había 4 millones cristianos, el 2% de la


población mundial (pero el 7% de la población del imperio Romano).
Un cristiano por cada 50 personas en el mundo. Esta tendencia de
crecimiento siguió por setecientos años. Para el año 1000 d.C. el
porcentaje de cristianos llegó a ser casi 20% de la población mundial,
y no cambió mucho por casi ochocientos años.

En el año 1800 la población cristiana mundial estaba en un


23% de la población mundial general; pero durante el siglo XIX, el
movimiento misionero protestante comenzó a sentirse y hubo un
crecimiento notable.

En el 1900 el porcentaje de cristianos llegó a ser 33% de la


población mundial. Durante el siglo XX, el movimiento misionero de
la Iglesia tuvo un notable avance. Los frutos de obras de cien años o
más se estaban dando a conocer en los continentes africano y asiático
especialmente. La motivación misionera estaba en crecimiento,
fenómeno que siguió su continuo auge durante el siglo XX, y que llevó
a la iglesia protestante a casi todas las naciones del mundo. En el 1900,
se observó el nacimiento y crecimiento del movimiento
pentecostal/carismático. A partir de 1950 hasta ahora, se ha visto el
establecimiento y expansión rápida de las iglesias indígenas en
muchas partes del mundo.

208
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Durante los años 1900 y en la actualidad, también se observa


el declive de algunas poblaciones cristiana. Entre estas, la de Rusia al
instalarse un estado comunista-ateo, hubo una represión del
cristianismo. Muchas iglesias protestantes en Europa y Norteamérica
se estancaron o redujeron por "el modernismo, liberalismo". Por otro
lado, hay que admitir que también los factores demográficos influyen
negativamente. Por ejemplo, ha habido una desaceleración del
crecimiento poblacional de los países occidentales, que eran
mayormente cristianos, y a la vez un rápido crecimiento poblacional
de los hindúes y musulmanes, en la China, y en el continente africano.

Todos estos factores, y otros, explican el que para el año 2000


la población cristiana mundial comparada a la población mundial
general se había mantenido estable en un 33 %. Lo que se ha visto es
crecimiento por todos lados: el porcentaje se ha mantenido estable,
porque el número de cristianos ha crecido bastante, pero también ha
crecido el número de otras religiones.

Al principio del siglo XX, los europeos dominaban en la


Iglesia mundial con un 70.6% de la población cristiana mundial. Esta
situación continuó hasta mediados del siglo. Pero ya para finales del
siglo XX, el porcentaje europeo se había reducido hasta un 28%. Los
latinoamericanos y africanos se combinaron para 43%, y los asiáticos
tuvieron un 29%. En la China, los 700,000 protestantes que había para
1949, se incrementaron aproximadamente a 36 millones para el año
2000.

Tazas de Crecimiento entre Iglesias Cristianas:


Pentecostales: 8.1%
Evangélicas: 5.4%;
Todos los protestantes: 3.3%
Católica Romana y otras: 1.3%

En cuanto al crecimiento del protestantismo, la Junta de


Misiones Mundiales de la Convención Bautista del Sur de los Estados
Unidos de Norteamérica, monitorea el estado de la evangelización
global usando cinco categorías de evangelización:

209
Stephen Brauning

1) Pueblos inalcanzados, dentro de los cuales no existe hasta


ahora un testimonio evangélico notable, ni accesible a la gran
mayoría de la población. Representan 2,100 grupos étnicos
con 1,800,000,000 personas, el 30% de la población mundial.
2) Pueblos no evangelizados, en los cuales la gran mayoría no
tiene acceso al evangelio, aunque existe un testimonio
evangélico y una iglesia; se consideran que todavía
insuficiente para alcanzar al pueblo, 1) por no ser apropiado
en la cultura y/o idioma, y 2) por no tener capacidad y/o
disposición. Representan 4,100 grupos étnicos, 1,500,000,000
personas, y el 24% de la población mundial.
3) Pueblos menos de 50% evangelizados tienen una iglesia que
se puede considera culturalmente apropiada, pero constituye
en entre el 1 y el 10% de la población. Representan 2,300
grupos étnicos, 1,600,000,000 personas, y el 26% de la
población mundial.
4) Pueblos más de 50% evangelizados a través de una iglesia
culturalmente apropiada, la cual constituye entre el 11 y el
50% de la población. Representan 2,100 grupos étnicos,
1,500,000,000 personas, y el 20% de la población mundial.
5) Pueblos cristianizados cuentan con más de un 50% de
cristianos evangélicos. Representan 50 grupos étnicos,
5,000,000 personas, y el 0.05% de la población.
Totales: 10,650 grupos étnicos, 6,400,000,000 personas (2005)

Un estudio del Center for the Study of Global Christianity


(Centro para el estudio del cristianismo global), de Gordon-Conwell
Theological Seminary, publicado en junio de 2013, informa sobre las
tendencias religiosas y sociales en el contexto cristiano al nivel
mundial, tomando como base el año 1970, y con proyecciones para el
año 2020. Da detalles sobre la situación del movimiento misionero
mundial, incluyendo la demografía religiosa, el contacto personal
entre los cristianos y demás religiosos alrededor del mundo, y la
condición de los pueblos no alcanzados.

Los resultados para el período 1970 – 2020 demuestran


tendencias demográficas muy claras. El crecimiento del cristianismo
en el Sur global demuestra una tendencia de crecimiento en el futuro.

210
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En 1970, el 41.3% de todos los cristianos estaban en África, Asia o


América Latina. En 2020, esta cifra se proyecta en un 64.7%. Entre
1970 y el año 2020, las tradiciones cristianas demuestran un
crecimiento mayor que la población en general en el Sur global. Se
proyecta que el cristianismo crezca con una proporción de la
población de África, de 143 millones en 1970 (38.7% de la población
del continente), a 630 millones en 2020 (49.3%). En Asia el
cristianismo está creciendo en una proporción dos veces mayor que la
población general, principalmente a través de las conversiones,
aunque sigue siendo una religión minoritaria allí (sólo el 8,2% en
2010). También la diversidad religiosa está disminuyendo en muchos
países del Sur global con el crecimiento de una religión
principalmente, más comúnmente el cristianismo o el islam.

Simultáneamente, el cristianismo en el Norte global está


disminuyendo respecto del porcentaje de la población. La región es
cada vez menos religiosa y más diversa, con un número mayor de las
religiones del mundo presentes, pero con menos adherentes al
cristianismo. Tasas de natalidad en muchos países europeos en
particular están por debajo del nivel de reemplazo, y las poblaciones
están envejeciendo. En Europa y Norte América el cristianismo está
disminuyendo en relación al porcentaje de la población representa.

211
Stephen Brauning

F) “¿De qué iglesia es Ud.?” (Un mensaje ecuménico)

Texto: “Son, pues, el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno


en particular.” (1 Corintios 12:27)

Tema: La unidad en la diversidad

Proposición: Todos los que somos verdaderos seguidores de


Cristo, formamos parte de un solo Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia
Universal, no importa el nombre del concilio o congregación donde
usted asiste, si en verdad creemos el evangelio.

Entre los evangélicos se suele preguntar: “¿De qué iglesia es


Ud.?” Y, ¿cómo contestamos? Decimos, “Soy de iglesia tal o tal.”
Cada uno de nosotros podemos insertar el nombre de nuestra iglesia
local o concilio.

Pero nuestra respuesta también podría ser: “Oh, yo soy de la


única y exclusiva Iglesia verdadera y universal.” Se sorprenderán
algunos si escuchan tal respuesta. Sin embargo, al decir esto, en vez
de separamos, al contrario, nos unimos con todos los demás
verdaderos cristianos del mundo y de todos los tiempos. Es así porque
los que hemos sido redimidos formamos parte de una sola Iglesia, un
solo movimiento, un solo cuerpo que es el verdadero cuerpo de Cristo,
la esposa del cordero, la Iglesia universal.

La diversidad que existe de concilios, denominaciones,


movimientos, e iglesias distintas, en lugar de señalar las diferencias
que hay entre nosotros, los que formamos parte del cuerpo de Cristo,
podría servir para fortalecer la unidad que tenemos en Cristo.

Ciertamente hay muchos concilios, denominaciones,


movimientos, e iglesias distintas a nivel mundial. Según estadísticas
muy confiables de la “Enciclopedia del Mundo Cristiano”, compilado
por David Barrett, investigador y experto sobre el movimiento
cristiano mundial, había en el año 2001:
1) 34,000 organizaciones eclesiásticas distintas identificadas
(denominaciones, concilios, y movimientos distintos).

212
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

2) 2.1 mil millones personas que se consideran “cristianos” al


nivel mundial, de todos los distintos movimientos, tradiciones
y creencias. Esto representa un 33% de la población mundial.
Otro investigador evangélico, Ralph Winter, director de
“Centro Mundial de la Evangelización en California”,
coincidió con el estimado de más dos mil millones de llamados
“cristianos” en el mundo. Ahora en el 2017, es como 2.4 mil
millones.

Cuando uno considera los nombres de los muchísimos


concilios que existen, nos damos cuenta de que compartimos algo con
prácticamente todos.

Somos CRISTIANOS, como nos han llamado desde el primer


siglo, por primera vez en Antioquia, según Hechos 11:26. Entonces,
somos también parte de la Iglesia Cristiana; y aunque sufrimos como
cristianos como dice 1 Pedro 4:16, glorificamos a Dios. TODOS
somos cristianos, si en verdad seguimos a Cristo.

Pero también somos EVANGÉLICOS, porque Jesucristo nos


comisionó a “Ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda
criatura.’ (Marcos 16:15). Y nosotros, como el Apóstol Pablo dice en
Romanos 1:16, “…no me avergüenzo del evangelio, porque es poder
de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente
y también al griego.”

Además, somos PROTESTANTES, es una distinción que se


hizo durante la Reforma del Siglo 16, para los que protestaban por los
errores de la Iglesia tradicional. Pero TODOS somos protestantes,
porque antes de todo, tenemos que protestar contra todo tipo de mal,
todo error, todo pecado, no sólo contra el mal que está afuera de
nosotros, sino también contra el mal que está dentro de cada uno de
nosotros. Se ha dicho que el primer paso para uno ser reconciliado con
Dios, es reconocer que, por el pecado, estábamos separado de Él.

Y CATÓLICOS. ¿Somos cristianos católicos? El tema de la


Iglesia Católica Romana es esencial para entender la historia y el
esquema presente de la Iglesia cristiana en el mundo. Pero primero

213
Stephen Brauning

tenemos que aclarar nuestro vocabulario. No decimos “iglesia


católica”, sino, “Iglesia Católica Romana”. ¿Por qué no simplemente
“católica”, sin más? Porque debemos hablar con una terminología
precisa. La institución que conocemos como “Iglesia Católica”, no lo
es. O sea, no es realmente católica. Está mal nombrada. Sería mejor
llamarla “iglesia romana”. Esto así por la razón de que la palabra
“católica” quiere decir “universal”. Entonces, la verdadera iglesia
católica es la Iglesia universal, El cuerpo de Cristo universal, que
abarca a todos los verdaderos creyentes, redimidos y salvos, en todo
el mundo y de todos los tiempos. ¿Describe esto a la “Iglesia Católica”
que conocemos? Obviamente, no. Todos los verdaderos creyentes, de
todo el mundo, de todos los tiempos, no pertenecen a la Iglesia
Católica Romana. Entonces, no es universal, no es católica.

Ahora, una sorpresa mayor puede ser que nosotros somos


cristianos católicos. ¡Sí, es verdad! En el sentido de que pertenecemos
a la Iglesia universal, el cuerpo de Cristo universal, que abarca todos
los verdaderos creyentes, redimidos y salvos, en todo el mundo y de
todos los tiempos. Yo sí pertenezco a esta iglesia católica, y ustedes
también; si son cristianos verdaderos, pertenecen a esta iglesia
también, ¿verdad?

Los “cristianos reformados” somos los miembros del concilio


llamado la “Iglesia Cristiana Reformada” que surgió de la Reforma
del Siglo XVI, con una línea directa de historia, doctrina y estructura.
Pero los demás verdaderos cristianos por todo el mundo son también
cristianos reformados, porque conforme a la imagen de Él que los creó
se va renovando… (Colosenses 3:10); renovados en el espíritu de
vuestra mente, según Efesios 4:23, y …transformados por medio de
la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. (Romanos 12:2)
TODOS los verdaderos cristianos somos reformados.

Pero yendo un poco más lejos, tenemos que admitir que


algunos distinguen entre “evangélicos” y “pentecostales”. Pero,
TODOS somos PENTECOSTALES, como herederos del
derramamiento del Espíritu Santo según lo narrado en Hechos 2, en el
día de Pentecostés en Jerusalén, cincuenta días después de la pascua,

214
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

ocasión en la que Jesucristo murió y resucitó. A partir de este día, todo


verdadero cristiano recibe el don del Espíritu Santo, que es un solo
Espíritu.

Somos todos BAUTISTAS, pues hemos sido bautizados con


un solo bautismo según Efesios 4, como Jesucristo mandó en Mateo
28:19; y “Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos
dio a beber de un mismo Espíritu.” 1 Corintios 12:13.

Somos todos CARISMÁTICOS porque “Cada uno según el


don (charisma) que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1 Pedro 4:10.

Somos todos ALIANZA CRISTIANA Y MISIONERA,


formamos parte de una gran alianza de todos los cristianos en la
misión de hacer discípulos en todas las naciones.

Somos todos IGLESIA DEL NAZARENO, como seguidores


de Jesús de Nazaret.

Somos todos CONGREGACIONALISTAS, porque no hemos


dejado de congregarnos (Hebreos 10:25).

Somos todos ADVENTISTAS, pues estamos esperando el


advenimiento de Jesús, el Rey victorioso en las nubes. A esto se
refiere 2 Pedro 3.4, la promesa de su advenimiento.

Somos todos METODISTAS, pues practicamos los métodos


del discipulado y la disciplina espiritual.

Somos todos de la IGLESIA DE FE APOSTÓLICA, pues


según Efesios 2:20, hemos sido edificados sobre el fundamento de los
profetas y los apóstoles.

Somos todos ORTODOXOS, porque todos los verdaderos


cristianos seguimos la verdadera creencia de la Biblia. Y esto es lo
que significa “ortodoxo”” (“orto” –verdadero, y “doxo”- creencia).

215
Stephen Brauning

Somos todos EPISCOPALES, pues la palabra “epíscopos”


viene de la Biblia, y significa anciano y obispo. En nuestro concilio y
en muchos otros concilios evangélicos, usamos el sistema episcopal
porque es bíblico. Este es el sistema que los apóstoles mismos
implementaron. Por esto, TODOS somos episcopales.

Somos todos PRESBITERIANOS, porque también seguimos


a la tradición apostólica en este punto. La palabra bíblica que indica
la forma de gobierno de la iglesia es “presbúteroi”, o “presbíteros”
palabra que significa “ancianos”. Esta palabra apunta a los ancianos,
a los líderes maduros, del pueblo de Dios. Se esta palabra en unos
veinte pasajes en Hechos y las epístolas de Pablo.

Somos todos de LA IGLESIA DE LA PROFECÍA, porque


como dice 2 Pedro 1:21: “…porque nunca la profecía fue traída por
voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo”.

Somos todos del TEMPLO BÍBLICO, porque hemos sido


“edificados como un templo santo en el Señor”, según Efesios 2:21.

Somos todos de la IGLESIA BÍBLICA, fundada en la Biblia


como nuestra única regla de fe y de práctica.

Somos todos de la IGLESIA DE LOS HERMANOS, pues


todos los que hemos sido justificados, somos verdaderos hermanos
espirituales,

Somos todos la IGLESIA MISIONERA, porque hemos sido


llamados a una tarea, una misión, que es discipular a las naciones.

Somos todos la ASAMBLEA DE DIOS, porque cuando nos


reunimos, formamos una “asamblea solemne para el Señor nuestro
Dios” (Deuteronomio 16:8).
Somos todos la IGLESIA DE DIOS, porque somos los que
hemos sido llamados aparte (los que hemos sido consagrados para)
por Dios para ser el pueblo suyo (de Dios), según 1 Corintios 1:2.

216
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Somos todos la IGLESIA DE CRISTO y el CUERPO DE


CRISTO, porque Cristo es cabeza de la iglesia, la cual (nosotros) es
su cuerpo (Efesios 5:23).
Somos todos la IGLESIA COMUNITARIA, porque
formamos una comunidad, porque tenemos comunión los unos con los
otros y con el Señor (1 Corintios 10:16).

Somos todos la CASA DE ORACIÓN, porque según Isaías 56:7, "mi


casa (donde Él habita) será llamada casa de oración para todos los
pueblos…”

Todos somos de la iglesia PRIMITIVA, porque nuestra fe se


remonta a la fe de la iglesia del primer siglo, la Iglesia primitiva.

También todos somos TESTIGOS DE JEHOVÁ, porque


según Isaías 43:10: “sois mis testigos, dice Jehová” – refiriéndose a
“todos los llamados de mi nombre” (versículo 7) de todas las naciones
y pueblos (versículo 9). Jesús nos comisionó, como a todos sus
verdaderos seguidores, para ser sus testigos (Hechos 1:8). Y como
Jesús es Dios, el mismo Jehová encarnado, TODOS los verdaderos
cristianos somos testigos de Jehová (No como la organización de
Brooklyn, NY que adoptó este nombre en el siglo 19). No pueden ser
dueños únicos de este bello nombre.

Interesantemente, el mismo texto lema de los llamados


Testigos de Jehová los descalifica por las dos siguientes razones:
1) Los Testigos rechazan la idea de Dios en tres personas, la
Trinidad, a base de que, como no pueden entender la idea, no
pueden creen en ella. Pero Isaías 43:10, su propio texto lema
dice: “…para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo
mismo soy…” hay que creer primero, después entender.

2) Los Testigos explican textos como Juan 1:1-2, que dice que
Jesús es Dios, que esto significa que Jesús es UN Dios. Sin
embargo, el mismo texto favorito de ellos, Isaías 43:10, sigue
diciendo, “que ante de mí no fue formado dios, ni lo será
después de mí.” ¿Cómo es Jesús “un dios”, si Jehová dice que
no existe otro dios?”

217
Stephen Brauning

A pesar de todo esto, TODOS los que somos llamados en el


nombre de Jehová, somos testigos de Jehová.

Ahora bien, respecto de los nombres MENONITAS,


LUTERANOS, y los nombres de otros concilios o denominaciones,
hay que decir que tales nombres tienen su origen en el nombre de sus
fundadores (Meno Simons, y Martín Lutero, para mencionar dos), y
no en términos bíblicos. Pero esto no indica que no estamos unidos en
Cristo con todos los millones de hermanos alrededor del mundo de
dichas iglesias. Con su base de fe sí tenemos el vínculo como con
todos los demás creyentes verdaderos en el mundo. Con los
menonitas, los reformados tenemos un vínculo muy cercano en cuanto
a la conciencia social, la práctica del ministerio integral, y el
evangelismo. Aquí en la Rep. Dom., podemos decir que los menonitas
son uno de los movimientos con los cuales los reformados tenemos
mayor conexión.

A los luteranos les agradecemos que su fundador, Martín


Lutero, fuera el que tuvo la primera iniciativa del movimiento que
posteriormente sería conocido como la Reforma protestante del siglo
XVI. Lamentablemente no hay muchas iglesias luteranas en la Rep.
Dom.

Ahora tenemos otro caso, el de las iglesias llamadas


“INDEPENDIENTES”. Ciertamente el nombre y el concepto de
“iglesia independiente” rompen con el esquema bíblico de la unidad
en la diversidad que identifica a la Iglesia verdadera, al Cuerpo de
Cristo. Esto no significa que estemos diciendo que no sean nuestros
hermanos en Cristo; sólo es que esta idea de “independiente” no
encaja con el enfoque que estamos presentando. Para ser justos, es
preciso reconocer que la mayoría de las iglesias llamadas
“independientes” se llaman así sólo para indicar que no están afiliadas
formal e institucionalmente a ningún concilio o red de iglesias.

Es interesante que, según las investigaciones de la


“Enciclopedia del Mundo Cristiano”, más de la mitad de las
organizaciones eclesiásticas, 20,000 de las 37,000, se pueden
categorizar como “independientes”. Pero representan sólo un 20% de

218
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

los 2 mil millones que se consideran “cristianos” en el mundo entero;


ahora bien, la razón es porque mayormente son iglesias locales, o
movimientos pequeños, y realmente, no son independientes. Todos
dependemos primero de Dios, y luego dependemos mutuamente los
unos de los otros en la comunidad mundial de la fe.

Pero, ¿somos todos MORMONES? No. Este nombre no es ni


bíblico ni apto para incluir en el esquema de la Iglesia universal, pues,
no cabe en ninguna de las líneas históricas, y eso por las posturas de
los mismos que adoptaron dicho nombre.

Conclusión:

¿Qué aprendemos del estudio de la historia de la Iglesia? Hay


mucho que decir en cuanto a la misión de Dios, su bendición y
fidelidad, y cómo la expansión y el crecimiento de este movimiento,
el más grande en toda la historia humana, testifica de su veracidad y
autenticidad.

También podemos aprender de esta historia que ninguna


iglesia o movimiento o línea cristiana es perfecta, ni exclusiva, ni
autónoma. Todas tienen sus elementos positivos, y a la vez, sus
defectos. Hemos visto cómo la Iglesia en el período apostólico mostró
cualidades admirables, como también que tuvo sus conflictos,
tensiones y choques.

Por muchos siglos, La Iglesia Católica Romana fue la


principal, casi la única manifestación de la Iglesia en muchas partes
del mundo, pero fue víctima de mucha corrupción y desviación
espiritual. Las iglesias ortodoxas y orientales se han mantenido fieles
en medio de mucha oposición y persecución por muchos siglos,
aunque tienden a ser muy limitadas culturalmente y exclusivistas. Las
iglesias productos de la Reforma protestante pudieron revivir la fe
bíblica y expandirse prácticamente al mundo entero, pero han sido
muy fragmentadas y desunidas.

Pero al final, todos los que somos verdaderos seguidores de


Cristo, formamos parte de un solo Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia

219
Stephen Brauning

Universal; no importa el nombre del concilio o congregación a donde


usted asista, si en verdad creemos en el evangelio verdadero. Todos
los que invocamos al nombre de Señor, somos salvos (Romanos
10:13), y “Así nosotros siendo muchos, somos un mismo cuerpo en
Cristo, y cada uno, miembros los unos de los otros” (Rom. 12:5).

220
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Tercera parte. La perspectiva práctica: la estructura, el


gobierno, y los ministerios de la Iglesia

Capítulo VIII. El gobierno y los oficios de la Iglesia (adaptado en


parte de los estudios “El oficio de diácono”, “El oficio de anciano”, y
“El oficio del pastor”, por Steven DeVries; Instituto Bíblico
Reformado en la Rep. Dom., 1994-5)

El diseño de Dios para la Iglesia se establece en la Biblia con


pautas, ejemplos de estructuras y prácticas, y también con los
llamados y oficios. El Nuevo Testamento habla de ancianos, diáconos,
apóstoles, pastores, evangelistas, obispos, y también “personas
estimadas”, entre otros. Sin embargo, muchas iglesias en la actualidad
han abandonado este diseño y por ende han cambiado la estructura
bíblica de la Iglesia por una que es subjetiva y a veces sin fundamento
bíblico. Si ignoramos el contenido bíblico en cuanto a la organización
de la iglesia, no podemos pretender ser una iglesia bíblica. Si estamos
dispuestos a conocer cómo Dios propuso que se organizara la iglesia
en la Biblia, entonces podremos acercarnos más al diseño de Dios para
la Iglesia en cuanto a su estructura y organización. Esto así a fin de
poder servir mejor y en la forma que Dios originalmente propuso.

Aunque hay patrones, ejemplos, y principios claros en la


Biblia, no se puede pretender establecer una estructura u organización
puramente bíblica, porque la Biblia no la establece con tantos detalles.
Incluso se pueden identificar variaciones y diferencias en el material
bíblico. Por eso no hay una sola estructura organizacional que sea
totalmente bíblica, y que excluya a las demás. Siempre hay
variaciones y aun, opciones, que vienen de distintos ejemplos o
enseñanzas bíblicas.

Por tal razón, como existen varios sistemas de gobierno en la


esfera política, también lo hay en la Iglesia Universal de Jesucristo.
Algunas de dichas formas, en ambas esferas, pueden ser más
apropiadas, más íntegras, más eficientes, funcionales, etc., que otras;
pero todas tienen que obedecer a los principios que les aplican. En este
capítulo, en primer lugar, exploramos la enseñanza, los modelos, y los
principios bíblicos; en segundo lugar, identificaremos las principales
221
Stephen Brauning

formas de gobierno que existen en la Iglesia Universal


contemporánea. Con este estudio esperamos poder estimular a más
personas a acercarse más y más al diseño de Dios para la Iglesia.

A) En la Biblia, hay dos oficios de la Iglesia y en la estructura


de la iglesia local

Los dos oficios que forman la base de la estructura eclesiástica


son el de diácono y el de anciano. Aunque hay muchos puestos,
ministerios, y roles dentro de nuestras iglesias, estos dos son los que
la Biblia establece para la Iglesia. Mientras la iglesia se extendía y
crecía, el liderazgo también cambió. En lugar de dirigirse por los que
tenían dones puramente carismáticos, se evidencia en el Nuevo
Testamento una estructura que tenía estos dos oficios, para todas las
iglesias. Estos dos oficios fueron los que los apóstoles como Pablo
instituyeron en las iglesias que establecieron y donde servían. Y
fueron los que administraron el ministerio de dichas iglesias. En esta
manera el Espíritu y los fundadores de estas iglesias proveyeron para
el futuro de la iglesia.

En los primeros quince siglos de la historia de la Iglesia, el


significado bíblico de estos oficios había mermado. La Iglesia
Católica Romana continuaba usando los términos bíblicos, pero estos
términos se habían divorciado del contexto y del ministerio que los
habían producido. Los oficios de anciano y diácono llegaron a ser dos
“botellas” más en la jerarquía romana. Lutero y Calvino fueron dos
de los que señalaron cuán lejos andaba la Iglesia Católica Romana del
significado bíblico de estos oficios. Fueron también los que
propusieron retornar estos puestos a sus ministerios bíblicos. Calvino
dice de estos oficios, “La legítima ordenación de un presbítero es para
que gobierne la Iglesia; y la de un diácono, para ser procurador de los
pobres” (Institución de la Religión Cristiana, Libro IV, Capítulo V,
Sección 4). Aunque sea un resumen muy breve de estos oficios, es un
buen punto para dar inicio a nuestra investigación.

Escuchando la voz de los primeros reformadores, volveremos


al Nuevo Testamento para investigar la institución y el significado de
estos oficios. Veremos que, aunque mucho tiempo ha pasado y

222
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

muchas cosas han cambiado, estos ministerios siguen siendo


esenciales para la iglesia de hoy. Por medio de este estudio esperamos
animar a las iglesias locales a organizarse según estos principios
bíblicos y reformados. Para una iglesia ser bíblica, su organización y
estructura tienen que ser bíblicas. Muchos dirán que la estructura u
organización de una iglesia no importa mucho; sin embargo, la
estructura de la iglesia tiene mucho que ver con su identidad: para ser
bíblica, debe tener una estructura bíblica.

B) El oficio de diácono

Este oficio está clamamente estalecido en la Bible. La palabra


diácono viene de la palabra griega “diákonos” un sustantivo, que
quiere decir, siervo. En el Nuevo Testamento (NT), se encuentra
aproximadamente 30 veces. El verbo “diakonéo”, servir, se encuentra
38 veces en el NT, y el sustantivo “diakonía”, servicio, 35 veces. De
este amplio material bíblico, que se va a estudiar de manera más
exhaustiva en lo adelante, se puede derivar amplias enseñanzas y
aplicaciones para la iglesia de nuestro tiempo. No obstante, el tema
general y la enseñanza central se ha intentado resumir en este estudio
bajo el tema del oficio de diácono.

Hablaremos mucho de este servicio, pero, al fin y al cabo,


veremos que este servicio es algo muy sencillo. Este servicio es un
producto natural de la presencia del Espíritu de Cristo dentro del
cristiano. Si no se refleja esta actitud de servicio en la vida cristiana,
no se refleja a Cristo. Aunque el oficio de diácono es desempeñado
por unos pocos dentro de la congregación, la obra de diaconía es algo
compartido por todos. El hecho de tener un oficio que se llama
diácono no es tanto para limitar el numero de las personas que
participan en la diaconía, sino para facilitar la participación de todos.

El servicio es esencial para la identidad cristiana. Es decir, la


actitud y la vocación de servicio es fundamental para la perspectiva
cristiana. Jesucristo nos dio su ejemplo cuando les dijo a sus
discípulos, ... el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir… (Mateo 20:28). Y estas palabras sirvieron como la base de su
ministerio. Desde su milagro en las bodas de Caná (Juan 2:1-12) hasta

223
Stephen Brauning

el sacrificio total de su vida en la cruz, Jesús vino a servir. De hecho,


todavía muchas de nuestras iglesias practican el lavado de los pies
(Juan 13:1-20), una de las enseñanzas más explícitas de Jesús sobre la
identidad cristiana. Ahora le toca al pueblo cristiano continuar con
esta muestra del amor divino. Cuando el Nuevo Testamento nos habla
del servicio que rindió Jesucristo para su pueblo, está hablando de
cómo este pueblo debe imitar y poner en práctica este mismo
ministerio.

Ahora, si bien dominamos el lenguaje del servicio, la vida de


servicio no es tan fácil de dominar. Mientras hablamos como siervos,
nuestras vidas demuestran que con frecuencia somos llevados por las
mismas ambiciones que tiene toda la gente de este mundo. O sea, en
vez de servir, muchos de nosotros queremos subir, ascender.
Seguimos luchando contra nuestro propio orgullo y egoísmo en todas
las áreas de nuestras vidas. La Biblia, repetidamente condena estas
tendencias humanas. En Proverbios vemos esta actitud como algo
aborrecido por el Señor (Prov. 6:17). Leímos también que Jesús no
aceptó que hubiera competencia entre los discípulos (Mateo 20:26;
Marcos 10:43). Cada vez que alguno de ellos manifestó el deseo de
ser el “primero”, Jesús lo corrigió. Pablo también, en Gálatas 6:3,4,
llama la atención a los gálatas en cuanto a no pensar de sí mismos más
de lo debido. Este mensaje es también para nosotros hoy.

En el oficio del diácono y en el ministerio de la diaconía


encontramos el remedio para esto. Encontramos una palabra profética
de nuestro Señor en cuanto a la identidad cristiana. Cuando hablamos
del sacerdote en el Antiguo Testamento (Oficio de Creyente, p. 15),
vimos que su vida de dedicación y servicio servía como un ejemplo
profético de cómo debía ser la relación entre Dios y su Pueblo. En el
oficio de diácono tenemos algo muy semejante. En este ministerio de
servicio se resumen la actitud y el amor de nuestro Señor. Se
demuestra la disposición del cristiano a someterse (Efesios 5:21) y a
servir a su prójimo (Lucas 10:25-37). Esta disposición a servir es el
único remedio para el orgullo humano, y el oficio de diácono debe
estar caracterizado por ella.

224
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Para establecer la definición de “diaconía” en el Nuevo


Testamento, hay que investigar las palabras griegas relacionadas con
la idea de servicio, y veremos tres de los usos de estas palabras en el
NT. Comenzamos con el sentido más específico, el significado literal
de diakonéo.

1. El verbo “diakonéo” tiene como significado principal la idea de


servir a la mesa. Encontramos esta palabra con este sentido en
muchos lugares en el NT, por ejemplo Lucas.17:8 y Juan 12:2. En
el mundo griego esta clase de servicio pertenecía solamente a los
siervos y esclavos. No era un trabajo digno de un hombre libre. El
que lo hacía ocupaba una posición muy baja en la sociedad griega.
Para los judíos, la idea de servir al otro no era tan ofensiva, pero
tampoco era un trabajo de mucha dignidad. Los discípulos
frecuentemente pensaban y hablaban de quién era el mayor entre
ellos y, seguramente, se sintieron sorprendidos cuando Jesús les
dijo: “Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que
sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre
vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27). Esta imagen, la de
una persona atendiendo a la mesa, debe caracterizar toda nuestra
vida.

2. Además de servir a la mesa, la palabra “diakonéo” llegó a


significar un servicio en general. Los siete hombres elegidos en
Hechos 6 tenían como su responsabilidad el servir a las mesas,
pero lo que les tocó a ellos fue más bien la supervisión de dicha
distribución. Su servicio era el de supervisar y organizar esta obra
de misericordia de parte de la Iglesia.

Jesucristo llega aun más allá de lo que constituye un trabajo de


pocadignidad. “Diakonéo” no tiene que ver solamente con lo que
uno hace de vez en cuando, sino con lo que uno es:
“Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo:
Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de
todos, y el servidor de todos. (Marcos 9:35) …y el
que de vosotros quiera ser el primero, será siervo
de todos.” (Marcos 10:44)

225
Stephen Brauning

En este sentido nuestro servicio llega a incluir todos los


aspectos de nuestras vidas. Debemos dedicarnos al servicio de
nuestro prójimo tanto como Jesús se dedicó al servicio nuestro.
Aunque todos los dones espirituales deben y pueden ser utilizados
en el servicio a los demás, los dones de acción y misericordia están
más íntimamente relacionados con la idea de “diakonía” en el
Nuevo Testamento. Por esto, el oficio de “diákono” en la iglesia
se ha fijado principalmente en las necesidades físicas de la
congregación y la comunidad.

3. Y así pasamos al significado más específico de diakonía, el del


diácono como uno de los oficios de la Iglesia en el período
apostólico, del cual hay también amplia base bíblica. Ahora
quisiéramos señalar solamente que dentro de los muchos dones y
“oficios” que el Señor le ha dado a su iglesia, el oficio de diácono
fue incluido como parte de la organización permanente de la
iglesia desde el principio. Se entendía desde los primeros días de
la historia de la iglesia que la obra de misericordia era parte de su
ministerio. El oficio de diácono llegó a ser la respuesta
institucional de la iglesia a la necesidad que la rodeaba.

Aunque el grupo de palabras relacionadas con el servicio


aparecen muchas veces en el Nuevo Testamento, hay algunos textos
centrales para establecer y aclarar el oficio de diácono en la iglesia.
Estudiaremos solamente cuatro de ellos. Son más que suficientes para
ayudarnos a ver la importancia que tenía este oficio en la vida de la
Iglesia en el período apostólico.

Hechos 6:1-6. Muchos consideran que en este pasaje de


Hechos tenemos la institución del oficio de diácono. La tradición
reformada siempre han interpretado este pasaje de esta manera. Pero
otros han dicho que este pasaje tiene muy poco que ver con el oficio
de diácono en la Iglesia, y que representa solamente la solución de un
problema único en la vida de la Iglesia en el período apostólico.

Es cierto que este pasaje no nos dice que los siete hermanos,
elegidos por todos los discípulos, fueron ordenados como “diáconos.”
También es cierto que los apóstoles estaban pensando más en su

226
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

problema que en la estructura de la iglesia. No sabemos si era su


intención crear un oficio nuevo en la estructura de la iglesia. Es
probable que todavía en esta fecha no hubieran pensado mucho en la
“estructura” de la iglesia. Tenían un problema, y debían resolverlo.

Sin embargo, es casi imposible negar la relación entre este


pasaje y la institución eventual del oficio de diácono. Viene de la
naturaleza del ministerio al cual fueron llamados: los siete hermanos
fueron llamados a administrar y supervisar la distribución diaria para
las viudas de la congregación. Aunque no se llaman diáconos en este
pasaje, vemos que este título se les aplica en ambos sentidos, el literal
y el general. Ellos tenían que servir a las mesas y tenían que servir
como administrador es de dicha distribución. En este ministerio, ellos
representaban a la Iglesia entera.

También se nota una clara división de labor. Es difícil pasar


por alto la manera en que la obra de la iglesia fue compartida en este
pasaje. Unos fueron elegidos para ocuparse de la obra de misericordia
y otros quedaron con el ministerio de la palabra. Esta división serviría
luego como la base para los distintos ministerios de los diáconos y los
ancianos. Para ambos, la llenura del Espíritu era necesaria (Hechos
6:3; 20:28), y en ningún caso implicaba esta división que el que
ocupaba un puesto no pudiera ejercer sus dones en la otra área (como
los casos de Esteban y Felipe).

Se hizo una elección, un llamamiento y una ordenación


formales de parte de la iglesia. La formalidad con que la recién
formada iglesia resolvió este problema es impresionante. Vemos el
principio (en la Iglesia) de principios bíblicos y duraderos como la
elección de oficios por los miembros, el llamamiento de ciertas
personas para ocupar ciertos puestos y la ordenación de dichas
personas para sus ministerios. Además del inicio del ministerio de los
diáconos en la iglesia, este pasaje nos enseña mucho sobre cómo la
iglesia debe enfrentar los problemas que siempre aparecen.

Filipenses 1:1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos


los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y
diáconos...

227
Stephen Brauning

En este pasaje, y más tarde en 1 Timoteo 3, podemos ver cómo


los oficios de diácono y obispo (o anciano) llegaron a ser los primeros
puestos “institucionales” de la Iglesia. Pablo aquí se dirige a toda la
congregación (a todos los santos) pero también quiere mencionar a los
que ocupaban los puestos de liderazgo dentro de la iglesia, los
diáconos y los obispos. De la función de estos diáconos no sabemos
mucho. La Biblia no nos da una lista de actividades diaconales; sin
embargo, tenemos una definición amplia de la idea de diaconía y de
esta definición derivamos lo que era la función diaconal. Este pasaje
sirve principalmente para confirmar que en las iglesias desarrolladas
por Pablo existían dos oficios: el de obispo y el de diácono.

Romanos 16:1-2
“Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la
cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la
recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que
la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de
vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí
mismo. y 27 Al sólo Dios sabio, sea gloria por
Jesucristo para siempre. Amén. enviada por medio de
Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas”.

Una vez más encontramos algo del oficio de diácono en forma


casi accidental. Aunque el motivo de Pablo aquí no es el de darnos
una lección sobre la diaconía en la iglesia del NT, aprendemos algo
nuevo. Lo que descubrimos aquí, y también en 1 Tim. 3, es que
además de diáconos había también diaconisas. En este caso la
diaconisa se llamaba Febe y Pablo la recomendó a la iglesia de Roma.
Ella, aparentemente en su capacidad de diaconisa, había ayudado a
muchas personas incluso a Pablo mismo.

Este pasaje de Romanos y los demás pasajes citados arriba nos


hacen creer que la iglesia, a una edad muy temprana, estableció e
instituyó el oficio de diácono; no obstante, el pasaje más conclusivo
en cuanto a este asunto es el que viene en la próxima sección, 1 Tim.
3:8-13.

228
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

El Nuevo Testamento también establece los requisitos para


los Diáconos:
“Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin
doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de
ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la
fe con limpia conciencia. Y éstos también sean
sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el
diaconado, si son irreprensibles. Las mujeres
asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino
sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de
una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus
casas. Porque los que ejerzan bien el diaconado,
ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza
en la fe que es en Cristo Jesús”. (1 Timoteo 3:8-13)

Con este pasaje podemos concluir que el oficio de diácono


jugaba un papel importante en la vida de la iglesia del NT. Pablo, en
esta carta a Timoteo, quería establecer algunas normas para las
personas que ocupaban este puesto. Obviamente, no era algo que todo
el mundo podía hacer. Resumimos estos requisitos personales en la
forma siguiente:
1. Honestidad. Tres de las cuatro características mencionadas
en el versículo 8 tienen que ver con la honestidad: honestos,
sin doblez y no codiciosos de ganancias deshonestas. En el
versículo 11, hablando de diaconisas (o, posiblemente, las
esposas de los diáconos), el Apóstol dice que no pueden ser
calumniadoras. Aunque la Biblia no nos dice con claridad cuál
era la función del diácono, se supone que la iglesia entregaba
a ellos los recursos necesarios para llevar a cabo su ministerio
de misericordia. Tenían que ser personas de mucha confianza.
Por esto, esta característica o cualidad aparece repetidamente.
Dios quiere que todos los miembros participen en el ministerio
de misericordia de la iglesia. Pero si los encargados de dicho
ministerio son corruptos, ningún miembro les dará su ofrenda.
2. Seriedad. Además de ser honestas, estas personas tienen que
ser serias. Pablo dice que no pueden ser dados a mucho vino
y que tienen que ser sometidos a prueba primero, las mujeres
tienen que ser sobrias. Siendo un puesto de mucha

229
Stephen Brauning

responsabilidad la iglesia no podía de dejar que fuera ocupado


por personas que no apreciaran esto. La persona que no toma
en serio todos los aspectos de la diaconía de la iglesia no es
digna de ocupar este puesto.
3. Integridad. El versículo 9 nos dice que el diácono debe
guardar el misterio de la fe con limpia conciencia. En los
versículos 10 y 11 vemos las características de ser
irreprensible y de ser fiel en todo. La persona que tiene estas
características es una persona con integridad, una persona que
no tiene defectos o grietas en su carácter. Fiel en todo e
irreprensible son otras maneras de decir esto. Pablo quería que
la persona que ocupara el puesto de diácono fuera total y
completamente dedicado a su Señor y a su iglesia. Si había
flaqueza o variación alguna en alguien, Pablo quería descartar
a tales personas.
4. Madurez. Cuando Pablo dice: “Y éstos también sean
sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el
diaconado...”, está diciendo que no quiere novatos en el
puesto. Aunque todo cristiano tiene el Espíritu Santo, la Biblia
nunca descarta la importancia de la experiencia y la madurez
para la iglesia. De una vez, todo cristiano debe participar en
la obra de la iglesia, pero, según Pablo y otros, los puestos de
liderazgo deben ser reservados para gente de experiencia y
madurez. Debe haber un período de prueba para todos, antes
de que se les dé el puesto de diácono.
5. Tener su propia vida en orden. “Los diáconos sean maridos
de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas”
(versículo 12). Este último requisito es algo que mencionamos
frecuentemente con los pastores y ancianos, pero también se
aplica a los diáconos. El hogar es donde uno no puede
esconder sus fallas o defectos. El carácter del individuo se
manifiesta en el hogar, en toda sus extensión, con luz
meridiana. Por esto es una de las mejores pruebas en cuanto al
carácter cristiano. Muchas veces los cristianos están
dispuestos a pasar por alto los problemas familiares de sus
líderes, porque líderes buenos son tan difíciles de encontrar.
Sin embargo, estas iglesias pagarán un precio alto por no haber

230
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

tomado en serio estas exhortaciones. Lo que se ve en la


familia, tarde o temprano, se verá también en la iglesia.

“Al que Dios llama, capacita.” Esta frase común contiene una
rica verdad, vital para entender cómo opera Dios en su iglesia. En
cuanto a los diáconos, es muy cierto. Sólo al ver el tema de los dones
espirituales, nos damos cuenta de que Dios ha preparado el “querer
como el hacer” para cumplir este ministerio. Veamos algunos de los
dones relacionados al servicio, presentados en el NT:
 El mismo don de servicio, mencionado en Romanos 12:7,
significa que Dios ayuda a algunos para poder identificar las
necesidades físicas o materiales, encontrar medios y recursos
para solucionarlas. Incluye todo tipo de trabajo manual.
 El que tiene el don de hacer misericordia (Romanos 12:8)
puede hacer obras para ayudar a los que no la merecen, pero
que la necesitan.
 Con el don de “prestar ayuda”, expresado en 1 Corintios 12:28,
uno compromete sus habilidades y recursos con la vida y
ministerio de otros. Especialmente en ayudar a otros a usar su
don.
 La administración, también en 1 Corintios 12:28, es la
habilidad de manejar los asuntos de la Iglesia para su mejor
organización y eficiencia.
 La hospitalidad: (1 Pedro 4:9; Romanos 12:13; Hebreos 13:2)
es mantener su casa y recursos abiertos para recibir personas,
especialmente desconocidas, sin reservación.
 La artesanía. No es del NT, sino, del Antiguo Testamento. En
Éxodo 35:30-36 se describe el done de usar artes manuales
para el reino de Dios.

La función del diácono en la iglesia de hoy se debe derivarse


directamente del amplio material bíblico sobre el tema. Pero si
estudiáramos el orden o las reglas internas de todas las iglesias,
encontraríamos que el oficio de diácono se emplea con fines muy
distintos. En algunas iglesias el diácono es el asistente del pastor.
Cuando el pastor no puede hacer algo, le toca al diácono. Sirve al
pastor, a la iglesia, pero no necesariamente a los más necesitados. En
la Iglesia Católica Romana los diáconos existían principalmente para

231
Stephen Brauning

servir a los que ocupaban puestos más altos en la jerarquía romana.


Entendieron la idea del servicio, pero en muchos casos, sirvieron a los
grandes en vez de a los pobres.

La función del diácono en la iglesia de hoy abarca varias áreas.


Aunque nos puede parecer extraño, la educación es la primera tarea
del diaconado. No nos parece una función de servicio, pero lo es. Los
diáconos, una vez que entiendan la importancia de su ministerio para
la salud de la iglesia, tienen que educar a los miembros. Por medio de
charlas, estudios y visitas, los diáconos pueden y deben enseñar a la
congregación en cuanto a sus responsabilidades frente a tantas
necesidades físicas.

Muchos cristianos creen que lo único que importa es el alma


y, por esto, no aceptan que el cristiano deba involucrarse en cosas que
no sean puramente evangelísticas. Sin embargo, la Biblia nos enseña
que Dios siempre se ha preocupado por las condiciones físicas del ser
humano. En el llamamiento a Moisés Dios le habla a él del sufrimiento
(principalmente físico) de su pueblo. En Éxodo 3:7 Dios dice: “Bien
he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su
clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias”.

Y cuando se estableció el reino de Israel, las leyes y las normas


agrarias eran tales que no permitirían los abusos e injusticias que el
mismo pueblo de Israel había sufrido de parte de otras naciones. En
tal sentido, se establecieron en Israel algunas dispocisiones y
mecanismos a los fines de lograr el necesario equilibrio social y
económico. Varios ejemplos específicos se encuentran en Levítico 25,
al menos cuatro distintos.

Al diaconado le toca enseñarle a la congregación la totalidad


de la revelación bíblica en cuanto a nuestra participación en los
asuntos relacionados a las obras de misericordia, justicia social, y
otros problemas sociales. La iglesia evangélica, por tener una doctrina
deficiente en cuanto a la obra diaconal de la iglesia, ha pasado por alto
una gran parte de su responsabilidad en este mundo. ¡Que nuestros
diáconos nos ayuden a corregir esta falla en nuestro ministerio!

232
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

La coordinación: Habiendo educado al pueblo de Dios de


esta manera, los diáconos deben coordinar proyectos y programas para
que la iglesia pueda poner en práctica todo lo aprendido. Los diáconos
deben trabajar primeramente con las necesidades de la iglesia, y luego
deben incluir a la comunidad. Dentro de la iglesia los diáconos pueden
coordinar un programa de visitas para las viudas, enfermos y
necesitados, brindándoles el apoyo que se necesite. Deben asegurar
también que la iglesia entera esté cumpliendo con sus deberes
financieros y que los recursos de la iglesia se estén utilizando en una
manera efectiva.

En cuanto a la comunidad, los diáconos pueden hacer


encuestas e investigaciones para determinar cuáles son los problemas
más difíciles para sus vecinos. Habiendo identificado ciertos
problemas, el diaconado de la iglesia puede coordinar con la junta de
vecinos o con otra iglesia en el barrio, un programa para tratar de
solucionar estos problemas. Trabajando así, fuera de la iglesia, nos da
la oportunidad de expresar el amor de Dios con acciones concretas y
visibles. Los miembros de la comunidad se darán cuenta del valor que
esta iglesia tiene para su comunidad, y también se darán cuenta del
amor de Dios en su medio.

Coordinado así, dentro y fuera de la iglesia, los diáconos


pueden ofrecer soluciones a mediano o largo plazo a los problemas
que enfrentan nuestras iglesias y sus comunidades. Pueden lograr que
la comunidad entera sienta y aprecie la presencia de la iglesia, y
perciba un testimonio integral del Reino de Dios. Es un poderoso y
efectivo mensaje que se comunica con las acciones, y no con las
palabras.

Por supuesto, a los diáconos también les toca la aplicación de


la misericordia de Dios a situaciones específicas, no solamente la
coordinación y la administración de programas. Sirven como Jesús
mismo sirvió, para asegurar que la obra se cumpla y también para ser
modelo del liderazgo de servicio. En iglesias pequeñas y donde hay
pocos obreros y pocos recursos, serán los diáconos los que tendrán
que participar en la obra continua de la diaconía, por ejemplo, tendrán
que hacer la mayoría de las visitas. En todo caso, no pueden dejar de

233
Stephen Brauning

capacitar a toda la iglesia. La obra de misericordia no pertenece


solamente al diaconado, sino a cada cristiano, a todo cristiano.

Otra dimensión del trabajo de los diáconos en su servicio


dentro de la iglesia, es que pueden servir en la administración de las
finanzas de la iglesia. Por ejemplo, un contador profesional debe ser
el tesorero de la junta directiva de la iglesia. Esto no es “otro trabajo”:
¡es la diaconía en acción! Los que se encargan del mantenimiento y
limpieza del templo, de ornato y decoración, etc., son diáconos, y
deben ser reconocidos como tales.

Queremos cerrar esta sección insistiendo en la necesidad de


que tengamos siempre presente que la iglesia no existe para servirse a
sí misma, sino como fue el caso en relación a la persona y vida del
mismo Jesús, que no vino para ser servido, sino, para servir; la iglesia
también existe para servir, no para ser servida. Por otro lado, con la
preocupación por las necesidades internas de la iglesia, y por las
necesidades de la comunidad de la que es parte la iglesia, se logra
mantener el balance necesario.

Este balance será una muestra concreta del verdadero amor de


Dios, de una fe verdadera, y de un auténtico testimonio del reino de
Dios. En esta misma línea se pronuncia Jacobo (Santiago), cuando
dijo:
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice
que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
Y si un hermano o una hermana están desnudos, y
tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y
alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y
saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias
para el cuerpo, ¿de qué aprovecha”? (Jacobo 2:14-
16).

C) El oficio de anciano

En el Nuevo Testamento, encontramos que los ancianos eran


muy importantes en la Iglesia en el período apostólico. A ellos se les
concedieron las responsabilidades de gobernar a la iglesia y de

234
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

enseñarle la pura doctrina de la Biblia. Era un puesto de mucha


autoridad dentro de la iglesia y, también, un puesto de mucho honor
(1 Timoteo 5:17). Podemos deducir por el material bíblico en qué
consistía el oficio de anciano.

Los encontramos en la primera iglesia en Jerusalén (Hechos


11:30), y los vemos también en las iglesias que Pablo y Bernabé
levantaron en sus viajes misioneros (Hechos 14:23). Jacobo
(Santiago) y Pedro mencionan los ancianos de la iglesia en sus escritos
y tenemos que concluir que este oficio también llegó a ser una parte
permanente de la estructura de la iglesia del NT. Al establecerse los
grupos de cristianos, las nuevas iglesias, el liderazgo de dichos grupos
también cambió. En vez de dirigirse por unos dones puramente
carismáticos, se adoptó este sistema de dos oficios (diácono y
anciano) para todas las iglesias. En esta manera el Espíritu y los
fundadores de estas iglesias proveyeron para el futuro de la Iglesia.

Las palabras “anciano” y “obispo” en el Nuevo


Testamento vienen de las dos palabras en griego “presbýteros”
(“presbúteros”) y “epískopos”. Estas dos se han traducido para
describir a las personas que ocupaban el oficio de anciano.

“Presbýteros” (“presbúteros”) quiere decir, sencillamente,


“anciano” o “viejo”. En el NT encontramos esta palabra
aproximadamente 68 veces y tiene tres referencias principales o
básicas:
1. Los ancianos del pueblo judío se mencionan muchas veces en
el Antiguo Testamento y también en los Evangelios. Estos
ocupaban un puesto de honor y de liderazgo como parte de la
estructura socio-religiosa de la sociedad israelita. Por
supuesto, se tomaba en cuenta la edad, pero más importante
aun, suponía un reconocimiento de la autoridad acostumbrada
a un hombre que había sido un judío fiel y sabio, además de
un padre de familia. Vemos en Marcos 11:27, donde los
escribas y ancianos (“presbúteroi”) cuestionaban a Jesús en el
templo de Jerusalén sobre su autoridad. En Lucas 7:3, vemos
que en Capernaúm, un centurión apeló a Jesús por medio de

235
Stephen Brauning

los ancianos judios de la comunidad. En ambos casos, eran


personas con cierta estatura y posición social en la comunidad.

2. Se refiere a personas de edad avanzada, o de mayor edad.


Pablo da algunas instrucciones en cuanto al trato de los
“viejos” o ancianos de la iglesia en sus cartas. Por ejemplo, a
Timoteo le dice: “No reprendas al anciano, sino exhórtale
como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las
ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas,
con toda pureza” (1 Timoteo 5:1-2).

Aquí, como podemos ver, Pablo explica al joven pastor


Timoteo cómo él debe comportarse con las personas de
distintas edades. Aquí la palabra “presbúteroi” (ancianos) no
se refiere a ningún oficio, sino, a personas de una edad
avanzada. Con este significado sencillo la palabra
“presbýteros” se usa con frecuencia en el NT. Además, con
este mismo sentido se usa también para hacer referencia al
hermano “mayor” (Lucas 15.25) en la parábola del hijo
pródigo. En este caso sólo significa una edad mayor a la de su
hermano.

3. Pero el significado que más nos interesa, para los fines de este
estudio, es cuando la palabra “presbýteros” se usa para hacer
referencia a personas que ocupan el oficio de anciano en la
iglesia. En Hechos 14:23, hablando del trabajo misionero de
Pablo y Bernabé, dice: “Y constituyeron ancianos en cada
iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al
Señor en quien habían creído”. Es obvio en este pasaje y en
otros (Hechos 20:17,18, por ejemplo), que los ancianos eran
las personas asignadas o reconocidas como los líderes de cada
iglesia local. Este uso es una evidencia de que los apóstoles
siguieron, naturalmente, al sistema judío que reconocía a las
personas con mayor madurez, experiencia, testimonio, y otros
factores, para ser los líderes espirituales en cada comunidad
judía. En la iglesia, era similar.

236
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En algunos casos, los encontramos al lado de los apóstoles,


por ejemplo en Hechos 15:2, 4, 6, 22, 23, donde encontramos
a los apóstoles y a los ancianos con igual estatus en la iglesia
en Jerusalén. Como vimos en el capítulo anterior de los
Hechos, 14:23, Pablo constituyó ancianos en cada iglesia,
entregándoles a ellos la autoridad y la dirección de las iglesias
una vez establecidas. Al ser ancianos, se entiende que, por su
experiencia, madurez, capacidad, y testimonio, eran los líderes
de cada iglesia local. Sin duda podemos afirmar que eran los
pastores de las iglesias, los responsables de la labor pastoral.
Veremos algo más sobre la función del anciano al estudiar más
adelante, los requisitos para dicho oficio.

La segunda palabra que se usa en el NT para hacer referencia


al oficio de anciano, es “epískopos” (“obispo”; plural “epískopoi”:
“obispos”), y no hay nada de confusión en cuanto a su sentido o
significado. Siempre hace referencia a una persona que vigila, cuida,
supervisa o dirige a otros. Bíblicamente es la palabra que más se
acerca la idea o función de pastorear. Las dos ideas se juntan en 1
Pedro 2:25 donde Pedro habla de nuestro Señor diciendo: “Porque
vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al
Pastor y Obispo de vuestras almas”.

La pregunta importante es si las dos palabras en cuestión,


“presbýteros” y “epískopos” refieren al mismo oficio o a diferentes
oficios en la Iglesia en el período apostólico.

La afirmación de que en el NT las palabras “epískopos” y


“presbýteros” refieren al mismo puesto en la iglesia, al mismo oficio,
tiene dos argumentos en su favor. En primer lugar, encontramos que
la función que se relaciona con cada uno de estos títulos es la misma.
Aunque se usan dos términos distintos, ambos están haciendo
referencia a la misma función, al mismo oficio. Esto se hace evidente
al comparar los textos donde aparecen estas palabras, especialmente
en los Hechos y en las epístolas.

En segundo lugar, tenemos dos pasajes en el NT donde se


utilizan ambos títulos para hablar del mismo grupo de personas. En

237
Stephen Brauning

Hechos 20:17 leemos que Pablo “hizo llamar a los ancianos


(“presbúteroi”) de la iglesia”. Los ancianos vinieron donde Pablo y
si seguimos con la lectura vemos que Pablo les dirigió un discurso de
despedida. En el versículo 28 del mismo capítulo, Pablo, dirigiéndose
a estos mismos ancianos, les dice: “…el Espíritu Santo os ha puesto
por obispos (“epískopoi”, plural de “epískopos”), para apacentar la
iglesia del Señor...”

Pablo, obviamente, consideraba que los títulos de “anciano” y


“obispo” referían al mismo oficio. El segundo pasaje que utiliza
ambos términos en referencia a las mismas personas es Tito 1:5-7:
“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses
lo deficiente, y establecieses ancianos (“presbúteroi”,
plural de “presbúteros”) en cada ciudad, así como yo
te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una
sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén
acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es
necesario que el obispo (“epískopos”) sea
irreprensible, como administrador de Dios....

Resulta muy difícil negar que Pablo no tuviera en mente al


mismo grupo de personas cuando escribió estas palabras. En
consecuencia, por toda la evidencia presentada, por todos los factores
considerados, concluimos que las palabras “anciano” y “obispo”
refieren al mismo puesto, al mismo oficio en la Iglesia.

Luego, con el andar del tiempo, el oficio de obispo


(“epískopos”) llegó a ser un oficio más “alto” en la estructura de la
Iglesia después de la época apostólica; no obstante, podemos ver que
al principio no fue así. En un principio hubo solamente dos oficios en
la Iglesia: el de “anciano” (“epískopos”; “presbúteros”) y el de
“diácono” (“diákonos”); Filipenses 1:1.

La tradición de ver a los ancianos como pastores del pueblo de


Dios es muy larga en el Antiguo Testamento. Casi desde el principio
de la historia de Israel Dios ha tratado con los “ancianos” como
representantes de, y pastores para su pueblo. Fueron los ancianos
quienes supervisaron la Pascua en Éxodo 12:21, y quienes también

238
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

recibieron la revelación de Sinaí, en Éxodo 19:7. Los ancianos eran


los que supervisaban la vida espiritual y enseñaban la ley de Moisés
(Marcos 7:8).

Al establecerse, era natural que los nuevos grupos cristianos


se organizaran en una manera semejante. Mencionamos antes que la
primera iglesia en Jerusalén tenía ancianos desde un tiempo muy
temprano. En Hechos 15:2 vemos a los ancianos trabajando al lado de
los apóstoles. Luego, con la practica desaparición del “oficio” de
apóstol, con la desaparición física de los doce que anduvieron con
Jesús, era necesario entregar la autoridad de la iglesia a otros.

En tal senyido vemos que Pablo, en sus viajes misioneros, no


abandonaba un sitio hasta que tuviera ancianos preparados (Hechos
14:23; 20:32) para continuar con la dirección de estas obras
misioneras. En las cartas pastorales descubrimos que las funciones de
predicar y enseñar pertenecían especialmente a los ancianos.

El apóstol Pedro, por su parte, habló con los ancianos en


términos pastorales. Les exhortó a tener mucha cautela en cuanto al
ejercicio de su autoridad (1 Pedro 5:3) para que no sean como los
demás gobernantes de este mundo. También el trabajo del anciano se
compara al mismo trabajo de nuestro Señor. Pedro animó a los
ancianos diciendo: “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores,
vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:4).

También bajo el liderazgo de Jacobo, el hermano de Jesús,


vemos que la iglesia en Jerusalém fue organizada con “ancianos”
(Hechos 15:2, 4, etc.) Al escribir su epístola, Jacobo (en el libro
equivocadamente llamado “Santiago”) le dijo a sus lectores que en
caso de enfermarse deben llamar a los ancianos de la iglesia para que
oren por ellos. Siguió diciendo que, la oración de fe salvará al
enfermo (Jacobo 5:14 y 15). En Jacobo y en Timoteo (1 Timoteo
4:14), se ve que no se había pasado de un sistema dirigido por el
Espíritu a un sistema dirigido por hombres. El Espíritu siguió
repartiendo sus dones y guiando la Iglesia. Pero dentro de un tiempo
relativamente corto, la Iglesia comenzó a organizarse bajo ciertas

239
Stephen Brauning

normas, como dijo Pablo en 1 Corintios 14:40, “pero hágase todo


decentemente y con orden”.

En cuanto a la selección de los ancianos, sabemos que en el


principio ellos fueron escogidos y ordenados por los mismos apóstoles
(Hechos 14:23). Sin embargo, también vemos que en muchos casos
la misma Iglesia tuvo la oportunidad de elegir a sus propios oficiales
y ministros (Hechos 6:1-6; 13:1-3). Al incluir las listas de requisitos
para ancianos en sus cartas, se supone que Pablo también contaba con
la participación de la congregación en la selección de los ancianos.
Luego, aunque no hay un mandato claro, la dirección del NT tiende
hacia la participación de todos y todas. Por esto, las iglesias
reformadas siempre han solicitado la participación de todos los
miembros en la selección de los ancianos.

Los requisitos de ser anciano fue una preocupación de Pablo,


quien en dos ocasiones, proveyó una lista de requisitos para los que
quieren asumir el ministerio del oficio de anciano. La primera lista se
encuentra en 1 Timoteo 3, y la segunda en Tito 1. Pedro también
mencionó algunas cosas con relación a los que ocupan este oficio, en
el capítulo cinco de su primera carta.

Para los ancianos una buena parte de esta lista es igual a la lista
de los requisitos para los diáconos. Comenzaremos con esta misma
lista, y veremos al final algunas otras cosas también.

1) Honestidad. El anciano tiene que ser honesto. Lo interesante


en cuanto a la honestidad del anciano y del diácono es que se extiende
a todas las partes de la vida. Ser honesto no es algo que tiene que ver
solamente con los hermanos en la iglesia. La honestidad incluye hasta
los negocios personales. Mientras algunos “cristianos” sufren de una
codicia por ganancias deshonestas, Pablo dijo que el anciano no
debiera ser una persona con esa característica (1 Timoteo 3:3 y Tito
1:7).

2) Seriedad. Otra vez, el anciano tiene que llenar los mismos


requisitos que los diáconos, pero con algunas cualidades adicionales.
En 1 Timoteo 3:2 y Tito 1:8, Pablo dijo que los ancianos tenían que

240
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

ser prudentes o dueños de sí mismos. En 1 Timoteo 3:3 y Tito 1:7


vemos que el anciano no puede ser violento o iracundo, tiene que ser
estable, amable y apacible.

3) Integridad. Es necesario que el anciano sea irreprensible


(Tito 1:7). Su vida tiene que dar testimonio de lo que enseña con su
boca. Si la vida y la palabra no son coherentes la una con la otra, toda
la iglesia sufrirá. La integridad está relacionada con la honestidad,
pero es más abarcadora, va más allá de las palabras e incluye todos los
aspectos de la vida.

4) Madurez. 1 Timoteo 3:6 dice: “no un neófito, no sea que


envaneciéndose caiga en la condenación del diablo”. Los puestos de
mucha responsabilidad y autoridad no son para recién convertidos, y
Pablo explicó el porqué. Sería demasiado fácil para el nuevo líder caer
en la mentalidad orgullosa de la cual él acaba de salir. Para evitar esta
tentación y este riesgo, Pablo dijo: “no un neófito”.

5) Tener su propia vida en orden. Aquí Pablo utilizó casi las


mismas palabras que utilizó cuando les habló a los diáconos. “Que
gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda
honestidad” (1 Timoteo 3:4). En Tito Pablo fue aún más exigente en
cuanto a la familia del anciano. Allí planteó: “marido de una sola
mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni
de rebeldía” (Tito 1:6). Se ve una vez más que la familia de un líder
en la iglesia es una parte integral de su propio testimonio.
Además de estas cinco características, hay dos más que tienen
una importancia única para el anciano. Estas son: buenas relaciones
humanas y la capacidad para enseñar.

6) Relaciones Humanas. “¡No es fácil bregar con gente!” Yo no


sé cuántas veces he escuchado estas palabras salir de la boca de los
líderes de la iglesia; y ciertamente estas palabras comunican una
indiscutible verdad: no es fácil trabajar con gente. Sin embargo, este
es el trabajo del anciano. El anciano tiene que estar con su gente,
guiando, supervisando, enseñándola y animándola. Por esto, el
anciano, además de conocer la palabra, tiene que conocer a su gente.
Tiene que saber cómo tratar a estas personas. Y en esta área de las

241
Stephen Brauning

relaciones humanas, Pablo y Pedro nos brindaron unos consejos


excelentes.

En 1 Timoteo Pablo dijo: “sea sobrio, prudente, decoroso,


hospedador....” (3:2) y luego, en el versículo 3: “sino amable,
apacible....” En el versículo 7 Pablo habló de su reputación diciendo:
“También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera...”.
En Tito 1:8 expresó la misma idea con estas palabras: “sino
hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí
mismo”.

A todo esto Pedro añadió unas palabras de cautela en cuanto a


cómo se debía ejercer la autoridad del oficio:
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente;
no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro
cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro
5:2-3).
Pedro sabía que el liderazgo de ejemplo podía lograr mucho más que
un liderazgo de palabras fuertes, autoritario. Así fue que Jesús ejerció
su autoridad por medio de su vida ejemplar; y Pedro instóque
hicieramos lo mismo.

Tomando en cuenta todas estas cosas, nuestro ministerio


puede ser mucho más eficaz. Pero por no saber cómo tratar a la gente,
los problemas pequeños se empeoran. Aplicando el consejo de Pablo
y de Pedro, se espera resolver los problemas mientras todavía sean
insignificantes.

7) Apto para enseñar. Aunque este es el último requisito en


nuestra lista aquí, creemos que es uno de los más importantes. Todas
las demás cosas o apoyan o hacen daño a la capacidad de uno enseñar.
La persona que llene todos estos requisitos y también sea apto para
enseñar, será uno de los mejores maestros en el mundo. Enseñará con
la boca (con las palabras) y con su vida, y tendrá una autoridad poco
común.

242
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Las palabras “apto para enseñar” vienen de 1 Timoteo 3:2.


En Tito 1:9 Pablo desarrolló esta idea un poco más: “...retenedor de
la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda
exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen”.

Además de ser mencionada en estas listas de los requisitos, la


capacidad de enseñar era de suma importancia para Pablo en sus cartas
a Timoteo y a Tito. Ellos, como ancianos y pastores, tenían que
enseñar todo lo que Pablo les enseñaba. Y vemos la misma prioridad
para los ancianos en las iglesias levantadas por Pablo en el libro de los
Hechos. Ellos también tenían que saber enseñar y defenderse con la
pura doctrina de la palabra (Hechos 20:28).

La función del anciano en la iglesia contemporánea debe


regirse con la aplicación del material bíblico respecto del oficio de
anciano a la iglesia actual. Lo más sencillo es decir que es uno de dos
oficios, y que el otro oficio es el diácono. Algunas personas tal vez se
preguntarán: ¿y qué del pastor? Y la respuesta también es sencilla: el
pastor es uno de los ancianos, aunque con un llamado, con dones, y
con funciones especificas. Más adelante abordaremos con más
detalles el oficio y puesto de pastor.

Cuando comenzamos esta parte del estudio, dijimos que la


función del anciano podría caracterizarse, resumirse con dos palabras:
enseñanza y supervisión. Por supuesto, esperamos expresar con
claridad y contundencia porqué llegamos a esta conclusión. La iglesia
contemporánea, tal vez más que nunca, necesita ancianos que ofrecen
esta supervisión y enseñanza. Animamos a los lectores de este estudio
a exigir estas cosas a los ancianos de sus iglesias. Presentamos a
continuación algunas de las maneras en que los ancianos
contenporáneos pueden jugar un papel bíblico en sus congregaciones.

1) La enseñanza. Con la excepción del pastor de la


congregación, muy pocos ancianos toman en serio su llamamiento
bíblico a enseñar. Y aun los pastores en algunas iglesias prestan poca
atención a este mandato bíblico. En vez de educar y enseñar, muchos
simplemente repiten las mismas cosas todo el tiempo.

243
Stephen Brauning

La enseñanza y la educación requieren estudio de parte del


anciano. Para ser un educador, el individuo siempre tiene que estar
aprendiendo. Por esto todos los ancianos y líderes de nuestras iglesias
deben esforzarse para llegar a un conocimiento completo y para poder
compartirlo con otros. Le toca al anciano estimular el crecimiento
intelectual de cada miembro.

En muchas iglesias se ha dejado el ministerio de educación a


quien se presente como voluntario. Cuando se hace esto la
congregación no se asegura ni de la madurez de quien enseña, ni de la
calidad de la enseñanza. La educación bíblica es demasiado
importante para dejársela a cualquier voluntario.

Dentro de la iglesia la educación ocurre en todos los niveles y


en todos los programas. El cuerpo de ancianos puede participar y
ayudar en la escuela dominical. Casi todas las iglesias evangélicas
tienen una escuela dominical. Pero muchas veces todo lo que sucede
en esta escuela dominical depende de lo que puede hacer un profesor
joven, de poca experiencia. Si no hay suficientes ancianos, deben
hacer todo lo posible para que los que enseñan tengan materiales
buenos y apropiados. Deben estar no sólo conscientes de todo lo que
se enseña en la iglesia, sino que también deben estudiar y aprobarlo
antes de que se enseñe.

Los ancianos deben colaborar con la enseñanza de los jóvenes.


Todas las iglesias deben tener programas de enseñanza por medio de
los cuales la juventud de las mismas pueda llegar a conocer lo que
cree su iglesia. Uno de los ancianos sería la persona ideal para dar
dicho estudio. Dentro de la sociedad de jóvenes, los ancianos también
deben asegurar un consejo bíblico y claro en cuanto a todos los
problemas que enfrenta la juventud.

Lo mismo puede ocurrir con las demás sociedades y grupos


dentro de la iglesia. Los ancianos tienen que proveer o enseñanza
directa o materiales adecuados para todos los grupos que se reúnen
dentro de la iglesia. Muchas veces pueden confiar en el buen juicio de
la persona que dirige la sociedad, pero siempre deben saber lo que se
está enseñando.

244
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En cuanto a la predicación, los ancianos deben ser quienes


vigilan lo que se predica en la iglesia. Deben tener cuidado con
invitados de afuera, y deben animar a sus pastores a que sigan
estudiando. Ellos mismos deben capacitarse en los estudios bíblicos
y deben estar dispuestos y preparados siempre “para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15). En el
púlpito o en la calle, le toca al anciano estar listo para enseñar y
educar.

“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello,


pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1
Tim. 4:16).
2) La supervisión. Ya hemos visto el papel que juega el cuerpo
de ancianos en la supervisión del programa educativo de la iglesia.
Deben estar involucrados en todos los niveles de la educación
eclesiástica. Pero la supervisión de los ancianos va mucho más allá
que el proveer simplemente un buen programa de educación. Al
anciano no solamente le toca el cuidado de la mente cristiana, sino
también el cuidado del alma cristiana.

Aunque muchas personas creen que este ministerio de cuidado


pastoral corresponde exclusivamente al pastor de la iglesia, el NT nos
muestra que no es así. Los pastores sí tenían y tienen
responsabilidades especiales, pero todos los ancianos son llamados a
apacentar la grey de nuestro Señor (Hechos 20:28; 1 Pedro 5:2). Esti
se puede hacer en formas prácticas.

Se puede organizar la iglesia en distritos o grupos


pastorales. Para asegurar que las ovejas de la iglesia reciban la
supervisión que necesitan, la iglesia debe ser dividida en distritos o
grupos pastorales. A cada anciano se le asigna un distrito o grupo. El
anciano, entonces, es responsable por cada persona en su grupo.
Organizado de esta manera, todo el mundo sabe a quién le
corresponde. Si hay algún problema, enfermedad o crisis en la familia
de un miembro, se sabe a quién le toca tal responsabilidad.

245
Stephen Brauning

Deben hacer visitas familiares. Es importante que el anciano


tenga la oportunidad de estar con las familias de los miembros de la
iglesia en su hogar. Debe haber un sistema de visitas pastorales para
que los ancianos lleguen a conocer el ambiente familiar de los
hermanos de su distrito. Esta visita puede abrir la puerta de la iglesia
a miembros de la familia que no la visitan. La visita también puede
servir para que el anciano pueda hacer un “inventario espiritual” del
hogar. Conociendo de cerca las necesidades de la familia, el anciano
estará mejor preparado para apacentar a dicha familia.

Será necesario también, visitar las familias de todos los


ancianos y la del pastor. Ellas también necesitan de un cuidado
pastoral, y muchas veces son los últimos en recibirlo.

Deben ocuparse en la identificación y desarrollo de dones


espirituales de los miembros. En Efesios 4 el Apóstol Pablo habla
de cómo Cristo constituyó varios “oficios” al establecer la iglesia. El
propósito de estos oficios, constituidos por Cristo, era: “a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios
4:12-13).

Si tomamos en serio el propósito de los oficios de la iglesia y


la naturaleza del oficio de anciano, tenemos que concluir en que el
anciano debe trabajar con los nuevos miembros, ayudándoles a
descubrir y a desarrollar los dones y ministerios que el Señor les ha
dado. Si en verdad creemos que el anciano debe capacitar y preparar,
es aquí donde debemos comenzar.

Tienen la responsabilidad de la supervisión de los cultos. Los


ancianos son responsables de todo lo que sucede dentro del culto. Para
hacer un buen trabajo, habrá que haber una buena preparación y
coordinación de los elementos del culto. No debemos dar
“oportunidad” a todo dentro de nuestros cultos. Hay que tener
cuidado y trabajar decentemente y con orden.

246
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Tambien, deben supervisar los sacramentos, o sea, el


bautismo y la cena del Señor. Estos sacramentos son señales y sellos
de la gracia de nuestro Señor. Ellos fueron instituidos por el mismo
Señor y deben celebrarse con cuidado y seriedad (I Corintios
11:27,28). Ahora bien, ya que los ancianos son los responsables por
la enseñanza y la supervisión espiritual de la congregación, es natural
que ellos también se encarguen de los sacramentos.

Y finalmente, deben supervisar la disciplina. Todos los


miembros tienen una responsablidad en la disciplina de los demás.
Cuando se presenta un problema, o cuando se comete un pecado, la
persona que lo observa debe tratarlo con la persona que lo comete
(Mateo 18:15). Si el problema no se resuelve a este nivel, se lo debe
entregar a los encargados de la vida espiritual de la congregación: se
lo debe entregar a los ancianos.

D) El llamado de “pastor”

“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la


justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual
asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante
de muchos testigos” (1 Timoteo 6:11-12).

Hay varios libros en el mercado cristiano que tratan el tema


del trabajo pastoral. Algunos de ellos tratan de presentar un dibujo
del pastor “ideal”. Por lo general, este pastor ideal es uno que tiene
todos los aspectos de su ministerio “bajo control”. Desde su ropa
(recién lavada y planchadita) hasta su horario (fijo, pero flexible), se
presenta a un hombre en control de todo. Ahora bien, aunque nos
gusta leer de tales pastores, reconocemos que en realidad son muy
escasos. Intentamos imitar a estos “héroes”, pero entendemos que
cada uno tiene sus propios dones y su propio “estilo” de llevar a cabo
su ministerio.

Otros libros detallan los varios aspectos del trabajo pastoral:


la visitación, la consejería pastoral, la oración, la organización de la
iglesia y la preparación de mensajes. Entre ellos podemos encontrar

247
Stephen Brauning

consejos prácticos y útiles. Debemos leer y estudiar todo lo que


podamos en cuanto a este trabajo tan importante.

Para recalcar el papel de pastor dentro de la estructura


bíblica, es suficiente decir que el pastor es uno de los ancianos,
aunque con un llamado, con dones, y con funciones especificos. En
todo lo que se trata del anciano, el pastor cabe. Ahora vamos a
analizar, con base específicamente en 1 Timoteo, quién puede ser un
pastor, qué perfil debe tener la persona que aspire a ser un pastor; y
qué hace un pastor, cuál es su misión, su labor. En la referida carta, el
apóstol Pablo siempre dirige a Timoteo hacia lo más fundamental de
su ministerio. Naturalmente, a través de la historia de la Iglesia ha
habido distintas interpretaciones y aplicaciones del contenido de 1
Timoteo.

Dentro de la tradición protestante, y en particular la reformada,


el pastor ha ocupado un puesto muy importante. Tal vez podemos
decir, “demasiado importante”, porque muchas de nuestras iglesias
han llegado a ser pastor-céntricas. Las iglesias han querido pastores
que lo hagan todo, y los pastores han querido hacerlo todo. Esto ha
dejado pocas oportunidades para que los miembros ejerciten y
desarrollen sus dones.

El desarrollo del llamado de pastor en la teología reformada


provee los remedios a este y otras dificultades y errores. En
consecuencia, pensamos que sólo es cuestión de volver a lo
fundamental. Comencemos, pues, con la cuestión de quién puede ser
un pastor.

El término “pastor” se usa ampliamente en la Biblia para


indicar a una persona que cuida ovejas, literalmente. Pero también se
usa en sentido figurado para hacer referencia al pastor, a la persona
que cuida, que pastorea a personas. En el Antiguo Testamento
encontramos que Dios es el pastor de su pueblo (considérese Génesis
48:15; Salmo 23, y otros pasajes en los profetas). La figura del pastor
se asocia en la Biblia con el cuidado, amor, y protección. También
Dios proveyó pastores para su pueblo en Moisés, David, y los
profetas.

248
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

A través del Nuevo Testamento encontramos a Jesús como el


buen pastor de las ovejas, o sea, nuestro pastor. En Juan 10-1-18, Jesús
menciona las características de “el buen pastor”, y no simplemente la
de “el pastor”. Entre estas, 1) conoce a sus ovejas por su nombre, y
ellas lo conocen por su voz; 2) hasta ¡da su vida por sus ovejas! Ahora,
si bien solamente Jesús fue quien pudo dar su vida para salvarnos, no
es menos cierto que cada pastor puede hasta sacrificarse en beneficio
de otros, de sus ovejas. En Hebreos 13:20; 1 Pedro 2:25; 1 Pedro 5:4;
Apocalipsis 7:17, el modelo se describe en varias formas para
distinguir a Jesús como el único Gran Pastor de las ovejas.

Por otro lado, Jesús encomendó a su Iglesia el papel de pastor


cuando dijo a Pedro, tres veces, “apacienta mis ovejas” (Juan 21:15-
17). Este modelo a seguir es el modelo de Jesús. Pero no es
exclusivamente para Pedro, es para toda la Iglesia, y Pedro lo entendió
así cuando escribe en su primera carta: “apacentad la grey de Dios que
está entre ustedes” (1 Pedro 5:2). En Efesios 4:11 encontramos el
término “pastor” aplicado a una persona con un llamado especial en
la iglesia. Es interesante que esta sea la única referencia a este puesto,
o título en la Biblia. No se identifica a nadie más en la Biblia como
“pastor”, por lo menos, pastor de una iglesia. Ningún autor bíblico da
requisitos o instrucciones específicamente para los pastores.

Sin embargo, del material bíblico podemos extraer una


definición e identificación de qué y quién es un pastor en la iglesia,
qué debe hacer, basado en el modelo ideal. Por el modelo que enseñó
y representó Jesús, y por las personas que Dios designó en la
antigüedad, sabemos que el papel de un pastor es de cuidar, amar,
proteger, apacentar, alimentar, y dar hasta su vida por sus ovejas. Se
ve también que está estrechamente vinculado con el oficio de anciano.
Por eso es que en la mayoría de las iglesias reformadas, el pastor es
ante todo un anciano, y con base a su desarrollo en el oficio de
anciano, luego es designado “pastor” debido a su llamado y a sus
dones especiales. Más adelante en este estudio, abordaremos la
cuestión de la obra y ministerio del pastor; pero ahora queremos
establecer con precisión quién es, su perfil. El tal sentido, concluimos
en que el pastor es un anciano con un llamado y con unos dones

249
Stephen Brauning

especiales para el cuidado de las ovejas, y para el ministerios entre


“las ovejas”, o sea, la membresía de la iglesia local.

El llamamiento de todos los líderes u oficiales de la iglesia


tiene dos partes: una interna y otra externa. Louis Berkhof en su libro
Manual de Doctrina Cristiana lo define así:
1) El llamamiento interno. Dios llama, a través del Espíritu
Santo, a los que le sirven en cualquier capacidad, incluyendo
al pastor, y es el llamamiento más importante. Consiste en
ciertas indicaciones providenciales, tales como un fuerte deseo
impulsado por el amor hacia Dios, la obra especial del reino
de Dios, la convicción de que los dones necesarios están
presentes en alguna medida, y la experiencia de que Dios está
preparando el camino. Es un llamamiento espiritual, y
sobrenatural porque viene de Dios. Pero no es necesariamente
o exclusivamente mediante una revelación especial o
experiencia extraordinaria. A veces viene como “una voz
pasiva”, como una convicción creciente, o a través de varias
experiencias.

2) El llamamiento externo. El llamamiento interno halla su


complemento necesario en el llamamiento externo de la
iglesia. Este llamamiento apunta a cuando una iglesia local
reconoce el llamamiento interno, cuando otros líderes
cristianos confirman y expresan su apoyo, y así confirman el
llamado. De esta manera la persona recibe la seguridad de que
es llamado por Dios. Los oficiales de la iglesia, esto es los
ancianos y otros pastores, tienen una mano que guía a los
llamados para que tengan una confirmación de su llamamiento
(Berkhof, p. 238).

Esta doctrina del llamamiento doble tiene amplias razones,


tanto bíblicas como prácticas. Una de las bases bíblicas de mayor
claridad es la misma historia del apóstol Pablo. De que el Señor lo
llamó personal e internamente, no cabe duda (Hechos 9:1-19). Sin
embargo, el gran ministerio misionero de este apóstol, llamado por
Jesús, no comenzó hasta que la iglesia no confirmó este llamamiento
(Hechos 13:1-3). Preguntamos: ¿Cuántos de los famosos evangelistas

250
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

de la actualidad, se someten a una autoridad fuera de su propia


organización? Pablo sí se sometió. Pablo y Bernabé fueron enviados
por la iglesia. Así su llamado fue confirmado y se estableció (o se
mantuvo) una relación entre las iglesias que los enviaron y las iglesias
que ellos plantaron.

También podemos ver este doble llamamiento en el caso de


Timoteo. En 1 Timoteo 4:14 Pablo refiere a la ordenación o
“imposición de manos” de Timoteo. En esta ceremonia, también
recomendada para los otros líderes de la iglesia (1 Timoteo 5:22), la
iglesia confirma públicamente lo que Dios comenzó a un nivel
personal. En toda la Biblia encontramos “ayudas” para tratar con
personas que dicen tener una revelación directa y privada de parte de
Dios (profetas y espíritus, 1 Juan 4:1-3; revelaciones, Gálatas 1:8-10;
llamamientos, Hechos 13:1-3). Por lo general podemos decir, con el
pleno apoyo de la Biblia, que Dios se revela en la comunidad de los
santos y en conformidad con lo revelado en las Sagradas Escrituras.
Por supuesto, no tiene que ser diferente en el caso del pastor. Su
llamado tiene que ser conforme a las Escrituras y tiene que ser
apoyado por la iglesia.

Las razones prácticas para esta doctrina también son obvias.


En primer lugar, la iglesia tiene que poder ver en el “candidato” (a)
los dones necesarios para el ejercicio de este llamado. De esta manera
Dios utiliza a la iglesia para cerrar la puerta a los que creen tener el
llamamiento, pero que no lo tienen. En segundo lugar, la iglesia no
puede ejercer autoridad ni supervisión sobre un pastor si no tiene parte
en su llamamiento. Un pastor fácilmente puede decir: “Yo fui llamado
por Dios, y no por ustedes”; “el Espíritu Santo me hizo pastor”. Y a
este pastor nosotros le responderemos: “El auténtico llamamiento de
Dios incluye el llamamiento público y externo de la iglesia”. Sin esta
confirmación externa de parte de la iglesia, el llamamiento interno no
es más que un fuerte deseo, una gran ilusión de ser líder. Obviamente,
este deseo no es negativo, pero es posible que algunas personas
puedan tenerlo, sin poder lograr una confirmación pública y externa.

El pastor tiene que tener siempre presente que está


pastoreando a personas que también tienen al Espíritu Santo.

251
Stephen Brauning

Entonces, para poder pastorearlas, tiene que tener la aceptación de


ellas. Hablando en términos sociales, la iglesia es una asociación libre,
lo que significa que los miembros están allí por su propia voluntad y
no por ninguna obligación. Esto influye en todo lo que se hace en una
iglesia, incluso en el caso de la selección o confirmación de sus
líderes. Sí los miembros no están de acuerdo, pueden exigir un cambio
o sencillamente abandonar la congregación. Por eso es necesario que
los miembros de una congregación o iglesia local tengan voz en la
selección de su pastor. Como dijo un pastor sabio: “Los miembros no
son niños, son personas adultas, y como tales hay que tratarlos”. El
rebaño tiene una voz propia.

“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.


Pero es necesario que el obispo sea...” (1 Timoteo 3:1-2). Estos
versículos constituyen la introducción para una lista de cualidades que
debe poseer toda persona que “anhela obispado”. Como vimos al
estudiar el tema del anciano, “obispo” y “anciano” son dos términos
que se usan en el Nuevo Testamento para describir el mismo oficio en
la iglesia. A este oficio le están asignadas las tareas de enseñar y
gobernar. El pastor, en la iglesia y tradición reformada, es el anciano
encargado de la enseñanza de la iglesia. La tarea de “gobernar” es
compartida por todos los ancianos de la iglesia. El que es designado
pastor, tiene un papel especial en el liderazgo, según su llamado y sus
dones.

Al leer los versículos que siguen esta introducción en 1


Timoteo 3:1- 2, encontramos una serie de cualidades personales que
serán tratadas más adelante, y dos capacidades: que gobierne bien y
que sea apto para enseñar. Aunque es importante que el pastor sepa
algo de administración, el área que en verdad le toca es el de la
enseñanza (1 Timoteo 3:2; 5:17; Tito 1:8).

1) La educación: La importancia de un buen conocimiento de la


doctrina cristiana no puede ser más clara que lo que es en 1 Timoteo.
Un enemigo de la Iglesia siempre ha sido la ignorancia de sus
miembros (1 Timoteo 1:3,4; 4:3,7; 6:3,4). Una iglesia no conoce la
verdad, fácilmente es engañada. Todas las sectas que nos rodean son
el resultado de esta misma ignorancia. Si los líderes de nuestras

252
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

iglesias conocieran y enseñaran mejor las Sagradas Escrituras, no


caerían tantos en las manos de estos falsos profetas. Si los líderes son
ignorantes, ¿qué podemos esperar de los miembros? Por esto Pablo
vuelve y repite a Timoteo:
“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro
de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de
la buena doctrina que has seguido” 1 Timoteo 4:6.

Las iglesias deben pedir mucho respecto de la educación de


los candidatos para el ministerio. Aunque muchos cristianos creen que
la educación “hace daño” a la iglesia, son pocos los libros que
demuestran tanta “educación” como la Biblia. Moisés, Salomón, Job,
Isaías, Jeremías, Daniel, Lucas y Pablo eran todos entre los mejores
educados de su tiempo en todo el mundo. Y Dios sigue, en la
actualidad, usando la educación para equipar y capacitar a su Iglesia.

Para proteger la herencia bíblica que hemos recibido, es


necesario tener líderes (pastores) que conozcan muy bien todas las
ramas del estudio bíblico. Sobre todo, es importante que estos líderes
entiendan la Biblia en su totalidad, que tengan un concepto integral y
global del mensaje de la Biblia. Es este concepto integral y global el
que nos puede proteger de los engaños de las sectas, que sí son
especialistas en “partes” de la Biblia. Para defender y promover la
verdad, tenemos que dominar mucho más que sólo algunas partes.

Animemos a los pastores y líderes procurar ser capaces de


defender y promover la bella herencia de fe que hemos recibido.

2) La vida espiritual: Ya hemos dicho mucho sobre la vida espiritual


de los que desean ser líderes en la iglesia de Cristo en la primera parte
de la primera sección, “Su primer amor”. Decíamos allí que el pastor
no puede trabajar como “camarero” de gracia, sino que debe ser un
canal de la gracia divina. La gracia que le servimos al pueblo de Dios
tiene primero que haber pasado por nuestras vidas y tiene que haber
producido su fruto en nosotros también. Aquí daremos algunas
sugerencias específicas para proteger y desarrollar también esta área
de su vida.

253
Stephen Brauning

 La oración. Dedicar tiempo a solas para orar es imprescindible,


mientras más tiempo, mejor; pero además de pasar tiempo en
comunión, adoración, súplica, y gratitud, una de las ayudas de
mayor provecho en la vida devocional es la de llevar un récord de
sus oraciones y de las respuestas del Señor. Este récord puede
proveer una disciplina en nuestra vida de oración que difícilmente
tendremos sin él. Si tomamos el tiempo necesario para anotar las
peticiones que debemos recordar en oración, podemos estar más
seguros de nuestro cumplimiento con esta tarea tan importante en
nuestro ministerio. Además de esto, el llevar un récord nos puede
ayudar en el empleo de todos los aspectos de la oración. Los
componentes de la oración completa son: la alabanza, la
confesión, las acciones de gracias y la súplica. Pero muchas veces
caemos en una rutina de peticiones. Para evitar este peligro y para
proteger nuestra comunión con el Señor, vale la pena llevar este
récord.

 La lectura bíblica. Muchas veces los pastores y líderes de la iglesia


leemos solamente lo que tenemos que leer para nuestra próxima
tarea en la iglesia. Preparamos mensajes y estudios bíblicos, pero
con frecuencia nos descuidamos en el área de una lectura bíblica
organizada y regular. Ante semejante descuido, nuestra lectura
bíblica es motivada y conducida por lo que queremos decir a la
iglesia, y no por lo que Dios nos quiere decir. Sin embargo, somos
siervos de Dios, y tenemos que dejar que Él nos hable. Por todo
esto los pastores deben tener un sistema organizado de lecturas
bíblicas, un sistema que incluya toda la Biblia. Se puede utilizar
el mismo récord para escribir y recordar lo que Dios le dice por
medio de su Palabra cada día.

 El día de descanso. Son muy pocos los mandamientos de Dios que


se descuidan tanto como el que trata el día de reposo. Es cierto que
no encontramos mucho sobre este día en el Nuevo Testamento,
pero la razón tiene que ver con el hecho de que casi todos los
autores del NT guardaban la ley hebrea y respetaban el séptimo
día. Pablo decía que el día en sí no era tan importante (Romanos
14:5), pero nunca dijo que el mandamiento en cuanto al día de

254
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

reposo se había anulado. Este mandamiento estaba vigente para


Pablo y está vigente para nosotros.

 Dios quiere que haya un ritmo de gracia en nuestras vidas.


Lamentablemente, muchos pastores pensamos que no tenemos
tiempo para gracia, tenemos demasiado trabajo que hacer. No
obstante, de esta manera estamos olvidando que Dios nos dio el
día de reposo para recordarnos que el trabajo es suyo, que la obra
es suya. Debemos recordar que Dios es soberano y que su plan no
depende de nosotros, ni de nuestros grandes esfuerzos.

 Para nuestro propio bienestar, y para servir como ejemplo para


nuestras congregaciones, es indispensable que guardemos un día
de reposo. Hágalo para Dios, para su familia y para su
congregación.

 Contabilidad espiritual. No hay nada que sea tan fácil de dejar caer
como la vida espiritual personal. Como este aspecto es algo
personal, que no se ve, que se hace en secreto, nadie sabe si se está
haciendo o no. Y puesto que nadie sabe, muchos la han dejado
caer. Para evitar esto, muchos cristianos han encontrado que es de
gran ayuda entrar en un “pacto de contabilidad espiritual” con
algún amigo cristiano. Este pacto puede ser entre dos personas
solamente, o puede ser entre los miembros un grupo pequeño. Lo
importante es que cada participante se abra y hable francamente
de su vida espiritual. En esta forma la otra persona puede animar,
estimular y corregir. El Predicador del libro de Eclesiastés
entendía la importancia de un compañero cuando dijo:
“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga
de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a
su compañero; pero ¡ay del solo! Que cuando cayere,
no habrá segundo que lo levante. También si dos
durmieren juntos, se calentarán mutuamente; pero
¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere
contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces
no se rompe pronto” (Eclesiastés 4:9-12).
Para los pastores algo así es aún más importante. Los ataques son
fuertes y necesitan más ayuda que nadie.

255
Stephen Brauning

Hay cuatro pasajes en el NT que hablan de las características


necesarias para todos los ancianos u obispos de la Iglesia; y tres las
encontramos en las epístolas pastorales del Apóstol Pablo. Estos
cuatro pasajes son: 1 Timoteo 3:1-7; 5:17-19; Tito 1:5-9; 1 Pedro 5:1-
4.
El total de las características “requeridas” llega a más de 20.
Por lo general todas son el fruto de la madurez cristiana. El anciano
debe ser la persona en que la gracia de Dios haya llegado hasta los
extremos de toda su vida y su ser. No es una lista fácil, pero debe ser
el estándar para el Cuerpo de Cristo.

El trabajo pastoral tiene muchos aspectos y facetas. Los


textos citados anteriormente indican esto. Cada componente de este
trabajo merece estudio y reflexión. Incluye su ministerio directo,
según el modelo bíblico y los dones que Dios da. Incluye su autoridad
y supervisión, y su relación con la iglesia y la comunidad. Aquí
hablaremos solamente de dos cosas. Para el pastor bíblico todo su
ministerio debe estar fundamentado y conformado por dos cosas: la
predicación de la palabra de Dios y la oración.

1. La predicación. Es interesante ver aquí, en 1 Timoteo,


cuántas veces el apóstol Pablo exhortó a Timoteo a predicar, enseñar
y preservar la pura doctrina que había recibido. No cabe duda alguna
de que Pablo creía que el aspecto más importante del ministerio de
Timoteo estaba en la predicación y en la enseñanza. Veamos:
 1:3: Pablo habló de cómo había pedido a Timoteo “mandar”
que otros no enseñaran otra doctrina.
 1:15: Pablo comenzó una serie de enseñanzas que comienzan
con las palabras, “Palabra fiel y digna de ser recibida por
todos...”
 3:2: El obispo tenía que ser apto para enseñar.
 4:5: Hablando de los que querían prohibir mucho y así crear
una nueva religión, Pablo dijo, porque por la Palabra de Dios
y por la oración es santificado.
 4:6-7: Pablo exhortó a Timoteo a enseñar la buena doctrina
que había seguido y rechazar las fábulas y nuevas doctrinas.
 4:11: Esto manda y enseña.
 4:13: Ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.

256
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

 5:1- 6:2: Pablo aconsejó a Timoteo en cuanto a cómo él debía


exhortar a los distintos grupos dentro de la iglesia.
 6:3: Se ve aquí otra vez que Pablo consideró que una buena
parte de la batalla de la fe es ganada o perdida con la
enseñanza. Aquí ofreció sus consejos en cuanto a los que no
enseñaban la doctrina de Dios.
 6:20-21: Pablo concluyó con estas palabras: “Oh Timoteo,
guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas
pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente
llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de
la fe. La gracia sea contigo. Amén”.

Timoteo se encontraba rodeado de profetas falsos y maestros


de fábulas y vanidades. Pablo le exhortó a proteger su iglesia por
medio de la enseñanza de la pura doctrina cristiana, la que había
recibido desde su niñez (2 Timoteo 1:5). En otro lugar, escribiendo a
los mismos efesios, Pablo describió la Palabra de Dios como “la
espada del Espíritu” (Efesios 6:17). Con esta espada Timoteo había
de defender al pueblo de Dios y avanzar la causa de su reino.

Ahora bien, no era Pablo el único que entendía que la


predicación de la palabra de Dios estaba entre los dos trabajos
principales del pastor. Los mismos apóstoles de Jesucristo también
pensaban igual. Por ejemplo, en Hechos 6 leemos de la primera
división de las labores en la Iglesia. Se había levantado un problema
entre las viudas griegas y las hebreas en cuanto a la distribución de la
comida. Lo más interesante aquí es la respuesta de los apóstoles a este
problema. En lugar de aprovechar esta oportunidad para reafirmar,
fortalecer y hasta imponer su liderazgo, ellos vieron la necesidad de
compartir este liderazgo con los demás. ¿Y su motivo? Ellos mismos
lo dijeron: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para
servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete
varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría,
a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en
la oración y el ministerio de la palabra” (Hechos 6:2-4)

Estas dos prioridades habían sido establecidas por el mismo


Señor cuando envió a los 70. En Lucas 10.2-3 leemos que a estos 70

257
Stephen Brauning

el Señor les pidió dos cosas: que oraran y que fueran a predicar sobre
su reino. Por supuesto, dejando ver su dependencia de Dios ante todo,
primero les pide que oren, y, en segundo lugar, los envía a predicar
las buenas noticias de su llegada al mundo.

A los pastores (y pastoras) les toca el mismo trabajo también.


El mundo todavía tiene que escuchar estas buenas noticias y entre
todas las tareas que tenemos, ésta debe ser una de las primeras.

2. La oración. Hemos puesto la oración en el segundo lugar aquí


en reconocimiento del hecho de que Dios es el que habla primero.
Nuestras oraciones son nuestra respuesta al Verbo de Dios en nuestras
vidas. Desde este punto de vista, la oración sí es lo segundo en un
orden cronológico, pero no es lo segundo en importancia para
nosotros. La Palabra sin la oración está muerta, y la oración sin la
Palabra está perdida. El pastor, tanto en su vida personal como en su
vida frente a la comunidad de fe ante la cual sirve y ejerce su llamado,
tiene que modelar y enseñar esta vida de comunión y comunicación
con Dios.

Además, aunque el tema de Pablo en su primera carta a


Timoteo tiende hacia la predicación y enseñanza de la doctrina
cristiana; en ninguna manera pasa por alto la necesidad de la oración.
Pablo se dedica a este tema en los primeros 8 versículos de capítulo 2,
donde nos dirige hacia los poderes de este mundo. Allí explica que
Dios desea la salvación de todos los hombres y que nuestras oraciones
contribuyen a un conocimiento más amplio de nuestro Señor. Para
que haya paz y tranquilidad en el mundo, y para que el evangelio
pueda avanzar, Pablo quiere que todos oremos al Señor.

Los otros pasajes, Hechos 6 y Lucas 10, también presentan


este par de prioridades (la predicación con la oración). Los apóstoles
en Hechos 6 querían seguir dedicándose a la oración, y Jesús pidió a
los 70 de Lucas 10, que oraran antes de salir a la labor misionera.

Pero muy a pesar de énfasis bíblico, muchos pastores llenan


sus vidas con actividades, proyectos y programas especiales en la
iglesia. Están tan ocupados con estas actividades que ya no tienen

258
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

tiempo para el “primer amor de su vida”. Aunque muchas veces no lo


crean, o no la practican como si lo creyeran, no hay mejor inversión
de tiempo para la iglesia, que el tiempo que el pastor pasa orando por
ella.

Pablo comenzó la mayoría de sus cartas recordando a las


iglesias el hecho de que él las llevaba siempre en oración. Por medio
de su ejemplo enseñaba más sobre la oración que lo que enseñaba con
sus palabras. Pero muchas veces, sobre todo cuando estaba
encarcelado, Pablo pedía las oraciones del pueblo de Dios por él.
Pablo no se consideraba tan fuerte como para no necesitar de las
oraciones de los fieles. Este misionero ejemplar pidió a los hermanos
colosenses que oraran para que él fuera un misionero aún mejor.
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción
de gracias; orando también al mismo tiempo por
nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la
palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo,
por el cual también esto preso, para que lo manifieste
como debo hablar” (Colosenses 4:2-4).

Los pastores también necesitan las oraciones de sus iglesias.


No importa que todo parezca bien en su vida. Siendo ellos parte del
mismo cuerpo, necesitan el apoyo espiritual de los demás miembros.
La mano que no puede contar con el brazo, ni con las piernas, muy
poco puede hacer.

Pablo no solamente pedía la oración por sí mismo, sino que


también llegó a reconocer el poder y la eficacia de estas oraciones en
su vida. En 2 Corintios 1:11 Pablo les da las gracias a los corintios por
haberle ayudado conseguir su libertad por medio de sus oraciones. Los
pastores, tanto como el apóstol Pablo, pueden sentir este apoyo en sus
vidas y pueden ver los resultados cuando su membresía lo recuerda en
oración.
“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor
Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis
orando por mí a Dios, para que sea librado de los
rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi
servicio a los santos en Jerusalén sea acepta; para que

259
Stephen Brauning

con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y


que sea recreado juntamente con vosotros” (Romanos
15:30-32).

La autoridad del pastor en la iglesia local es un tema


importante. Alguien ha dicho: “Antes de la Reforma había solamente
un papa. Después de la Reforma hay un papa en cada iglesia. El papa
se llama pastor.”

¿Cómo reacciona usted a esta idea? ¿Es verdad o es mentira?


Su respuesta tendrá mucho que ver con su experiencia en la iglesia.
Casi todos nosotros hemos estado en iglesias de pastores tiránicos.
Muchas veces estos pastores/dictadores hacen que todas las cosas
funcionen muy bien. A los miembros les gusta un liderazgo fuerte y
sobre todo un liderazgo fuerte y capaz. Todas las actividades se llevan
a cabo y hay un buen ánimo en la iglesia. ¡Pero cuidado que nadie se
atreva discutir algo con él! Hay que o aceptarlo 100%, o irse. No hay
una posición intermedia. Muchos, basándose en ciertas enseñanzas
bíblicas sobre la “autoridad” dicen y enseñan que así deben ser las
cosas en la iglesia. El liderazgo debe ser “fuerte” (autoritario) y debe
tener el “control” sobre todas las cosas.

Así pensaban los discípulos también. Ellos querían tener un


control estricto sobre todo lo que se hacía en el nombre de Jesús. En
Marcos 9:38-41 leemos:
“Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a
uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él
no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía.
Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno
hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda
decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros,
por nosotros es. Y cualquiera que os diere un vaso de
agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os
digo que no perderá su recompensa”.

Para los discípulos lo más importante era la cadena de mando,


la cuestión del control y la autoridad. Lamentablemente y, en la
actualidad, para muchos pastores este “mando” llega a ser más

260
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

importante que la obra misma. Ante esta actitud, Jesús planteó un


contraste impresionante. Jesús vino a traer libertad, para el que echara
fuera demonios, y para los que brindaran un vaso de agua. La cadena
de mando no era lo importante, la buena obra (como producto de la
presencia del Espíritu de Jesús) era lo que importaba.

El pastor cristiano debe imitar esta actitud de Jesús en cuanto


a su ejercicio de autoridad en la iglesia. Ahora bien, sin negarnos a
aceptar que debe haber una buena organización y planificación en la
iglesia; no es menos cierto que la autoridad que debe ejercer el pastor
debe tener como objetivo: libertar, desarrollar y hacer florecer; y no
sólo para controlar o limitar.

De todos modos, parece que los discípulos no captaron la


enseñanza de Jesús, porque poco tiempo después, en Marcos capítulo
10, encontramos el siguiente escenario:
“Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se
llegaron a él, diciendo: Maestro, querríamos que nos
hagas lo que pidiéremos. Y él les dijo: ¿Qué queréis
que os haga? Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria
nos sentemos el uno a tu diestra, y el otro a tu siniestra.
Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís.
¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados
del bautismo de que yo soy bautizado? Y ellos dijeron:
Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que
yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy
bautizado, seréis bautizados. Mas que os sentéis a mi
diestra y a mi siniestra, no es mío darlo, sino a quienes
está aparejado. Y como lo oyeron los diez, comenzaron
a enojarse de Jacobo y de Juan. Mas Jesús,
llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser
príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los
que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas
potestad. Mas no será así entre vosotros: antes
cualquiera que quisiere hacerse grande entre
vosotros, será vuestro servidor; Y cualquiera de
vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo
de todos. Porque el Hijo del hombre tampoco vino

261
Stephen Brauning

para ser servido, mas para servir, y dar su vida en


rescate por muchos” (Marcos 10:35-45).

Otra vez, vemos que el modelo y la enseñanza de Jesús para la


Iglesia era el liderazgo de servicio. Este es el verdadero liderazgo. El
pastor es gerente, en sentido de que sabe delegar. No puede ni debe
pretender hacerlo todo en la iglesia. Al contrario, en lugar de matarse
tratando de hacerlo todo, debe asumir un ministerio que procura
capacitar, movilizar, y supervisar la membresía de la iglesia. Esto es
lo que llamamos “el pastor gerente”, y encontramos este enfoque en
Efesios 4:11-14:
“Y él mismo dio unos, ciertamente apóstoles; y otros,
profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y
maestros; Para perfección de los santos, para la obra
del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo;
Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a
la medida de la edad de la plenitud de Cristo: Que ya
no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera
de todo viento de doctrina, por estratagema de
hombres que, para engañar, emplean con astucia los
artificios del error”.

El enfoque no es que el pastor haga él todo lo que implica el


ministerio de la iglesia; es más bien que contribuya a perfeccionar a
los santos para la obra del ministerio. Esto es genial: en lugar de tener
una sola persona fajada, matándose para hacer todo el ministerio de la
iglesia; observamos todo una membresía motivada, impulsada,
equipada, capacitada, movilizada, y supervisada, cumpliendo el
ministerio de manera amplia y efectiva. Obviamente, una membresía
así de activa y ocupada, requiere de una buena gerencia, o sea, de un
“buen manejo de gente y recursos”.

Esta estructura deriva de dos fuentes. Por un lado, la


derivamos de la enseñanza bíblica en cuanto a la naturaleza de la
Iglesia. En tal sentido, además de Efesios 4, la encontramos en el
modelo de Jesús y en pasajes como 1 Corintios 12:12-31. Todo
miembro tiene su don y su rol en la iglesia, y no hay uno que sea más

262
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

importante que el otro. También importantes son los pasajes que


hablan de la estructura de la Iglesia en el período apostólico. Por
ejemplo, vemos que Pablo instituía grupos de líderes (ancianos y
diáconos) en cada iglesia (Hechos 14:23; 1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-
16) y que las iglesias se regían por ellos. Por otro lado, la segunda
fuente es la de la experiencia humana, que nos empuja de nuevo hacia
la primera. Todo el mundo sabe lo que puede pasar cuando uno, o unos
pocos, llegan a tener toda la autoridad y la responsabilidad. Ya sea en
la Iglesia, o sea en el gobierno, dentro y fuera de la iglesia, es
importante evitar que todo descanse en las manos de uno, o unos
pocos.

Por estas razones, tanto bíblicas como prácticas, el pastor en


el modelo bíblico supervisa la iglesia juntamente con un cuerpo de
ancianos. La supervisión incluye el ministerio y la disciplina en la
iglesia, y todo lo que pasa. No está en manos del pastor solamente. El
pastor tiene un papel especial entre los ancianos, pero no está solo.
Esto es un gran alivio para el pastor: puede contar con un cuerpo de
hermanos maduros y hermanas maduras en la fe y dispuestos a servir
juntos. De esta manera, la obra de edificar, capacitar, y movilizar la
membresía se conforma al modelo de liderazgo bíblico para la iglesia,
y facilita el trabajo en equipo.

La relación del pastor con la iglesia local debe regirse por los
principios bíblicos. Dios pide a todos sus hijos que sean humildes
(Salmo 119:71; Miqueas 6:8; Mateo 18:4; Santiago (Jacobo) 4:10; 1
Pedro 5:6). Pablo dice:
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual
que está entre vosotros, que no tenga más alto
concepto de sí que el que debe tener, sino que piense
de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno” (Romanos 12:3).

En un mundo de tantos abusos de poder y de confianza, nos


toca a los líderes cristianos proveer un modelo de conducta sincera,
humilde, y sin reproche. El propósito del evangelio no es de separar
al pueblo de Dios, sino de unificarlo. Pedro explica el ministerio así:

263
Stephen Brauning

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,


cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente;
no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro
cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”. (1 Pedro
5:2 y 3)

En la Iglesia debe haber respeto y honor para los líderes, y


sobre todo para los que gobiernan y enseñan (1 Timoteo 5:17); sin
embargo, la Biblia misma no permite que algún cristiano se aproveche
de su posición, sino más bien que la utilice para el crecimiento de la
iglesia y para el honor del Señor.

La responsabilidad del pastor es grande. Todo lo que se ha


presentado aquí puede asustar a cualquiera; pero Dios le da los dones
necesarios y prepara y sostiene al pastor para cumplir su ministerio.

Las responsabilidades del Los dones correspondientes


pastor
Apacentar las ovejas (Juan Dios le da al pastor el don de
21:15-17; 1 Pedro 5:2). Significa enseñar, de exhortar, y otros
que debe alimentar dones relacionados con el
espiritualmente a su hablar o la comunicación, para
congregación. Tito 1:9 dice que que pueda compartir la verdad
él debe “exhortar con sana con su congregación (Efesios
doctrina”. 4:11)
Cuidar el rebaño contra la El don de discernimiento de
falsedad y cualquier problema, espíritus permite al pastor saber
también refutar a los que se cuál es la verdad, para luego
oponen a la verdad (los mismos oponerse a toda enseñanza
versículos de arriba y Hechos falsa.
20:28-32).
Es preciso que sepa gobernar (1 El don de administración es la
Timoteo 3:4-5) y administrar capacidad de organizar,
(Tito 1:7), en forma cristiana, no distribuir, poner las cosas en
mundana (Mateo 20:25-27) orden. El don de presidir
significa que el pastor puede
dirigir a personas.

264
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

El llamado del pastor es clave para la Iglesia. Es el que Dios


pone para cuidar a su pueblo. Consecuentemente, hay que pensar bien
al recomendar un candidato para pastor. Hay que preguntar si la
persona verdaderamente tiene el llamado, los dones, si cumple los
requisitos necesarios. Y con los que ya son pastores, hay que trabajar
según los dones que Dios les ha dado. En esta forma los miembros
pueden darle el respeto y el apoyo que necesitan para poder hacer su
trabajo conforme al plan de Dios.

Esto es porque la iglesia también tiene su responsabilidad ante


el pastor. Hasta ahora hemos hablado mucho de lo que un pastor debe
ser y de lo que él debe hacer. Pero la Biblia también habla de cómo la
Iglesia debe ser con respecto a sus líderes y, sobre todo, los que se
dedican a la enseñanza. En 1 Timoteo encontramos algunas cosas que
Pablo enseñaba a todas las iglesias sobre este tema. Consideraremos
estas cosas aquí y animaremos a los miembros de nuestras iglesias a
tomar muy en serio las enseñanzas bíblicas dadas en esta sección.

Es la actitud de la iglesia en cuanto a este tema que determina


la cualidad del liderazgo que obtiene. Los pastores pueden tener claro
su llamado, tener los dones necesarios, ejercer ministerios eficaces en
la predicación, la oración, y el pastoreado, pero, si tienen que
dedicarse a otro trabajo para ganarse la vida, su efectividad va a ser
diezmado. Muchas iglesias, especialmente en América Latina y otras
partes del mundo en desarrollo, por ser pequeñas o por carecer de una
visión de lo que un buen liderazgo podría hacer para ellas, no
sostienen económicamente a sus pastores a un nivel adecuado. En
estas condiciones, la iglesia tiene que trabajar con las sobras en vez de
lo mejor de lo que tiene. Esperamos que esta breve sección despierte
a la iglesia y que la ayude a ver sus responsabilidades bíblicas de la
iglesia frente a su pastor:

 La supervisión del pastor.


Un pastor sabio querrá que alguien lo supervise. La mayoría
de los pastores se encuentran muy solos en su ministerio, debido a una
cultura no bíblica de liderazgo en la que el pastor lo hace todo, el
pastor es el “más santo”, es el único líder en la iglesia, y mantiene una
imagen de “intocable”. Esta situación no conviene a nadie. Lo expone

265
Stephen Brauning

al desánimo, a las tentaciones, a la soledad, a la sobrecarga de trabajo,


y a las desviaciones, entre otros males. Similar a la contabilidad
espiritual descrita en la sección anterior, le conviene al pastor tener
una supervisión.

Por otro lado, ningún pastor quiere que alguien le critique a


cada rato, sin estar dispuesto a ayudar o a resolver. Esta clase de
supervisión no le sirve a nadie. Entonces, ¿cuál es la supervisión que
necesita un pastor? Pensamos que debe ser una supervisión que
conserve los mismos principios bíblicos establecidos para la
supervisión de los ancianos de la iglesia. La razón es que a los
ancianos les corresponde la labor de supervisión, la de animar y la de
corregir. Pero para participar en la supervisión del pastor, estos
ancianos tienen que tener un alto nivel de participación en la obra de
la iglesia y un alto nivel de madurez cristiana. A su vez los ancianos
tienen que cumplir los mismos requisitos personales que los pastores
(1 Timoteo 3:1-7; 5:17-20; Tito 1:5-9), por ser ancianos, como los
mismos pastores que también lo son.

Rodeado por estas personas de confianza y trabajadoras, el


pastor puede sentirse seguro y satisfecho con su trabajo. Si algo anda
mal, un hermano se lo dirá mucho antes de que haya una crisis en la
iglesia. Si algo va bien, también se lo dirá y se le darán las gracias por
un trabajo bien hecho. El trabajo del pastor, aunque tiene que ver con
mucha gente, puede ser un trabajo muy solitario. Le toca a la iglesia
asegurar que su pastor no esté trabajando solo.

Mientras los ancianos proveen una supervisión inmediata en


la misma iglesia local, otro nivel de supervisión para el pastor podría
obtenerse a través de una agrupación regional de iglesias. Un ejemplo
bíblico de este tipo de agrupación regional lo encontramos en Hechos
20:17-21. En este relato, el Apóstol Pablo convoca a los ancianos de
la iglesia de Éfeso a un encuentro. Parece que no eran de una sola
congregación local, sino, de varias. O sea, los ancianos pertenecían a
una agrupación de iglesias locales. Este nivel de supervisión suponía
y ofrecía, supone y ofrece hoy, un apoyo y supervisión entre colegas,
entre iguales; supervisión y apoyo que son de gran beneficio para un
pastor.

266
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Esta supervisión es una supervisión completa: incluye la


doctrina y la conducta del pastor. Si el pastor enseña algo que no
concuerda con la Biblia, o si el pastor no se somete a las normas
bíblicas en su conducta; la iglesia, por medio del consistorio (comité
de ancianos, comité local), tiene el derecho y el deber de llamarle la
atención y considerar las áreas donde se presentaron los problemas o
dificultades. El pastor que no se someta a esta supervisión bíblica, no
hallará lugar alguno en la Iglesia bíblica.

 El mantenimiento del pastor.


Es lamentable que haya tan pocas oportunidades para los
jóvenes que sienten el llamado del Señor para servicio en la Iglesia.
Muchos han comenzado estudios teológicos, pero luego han tenido
que buscar otra carrera por no poder encontrar “trabajo” en la Iglesia.

Nunca ha faltado trabajo en la Iglesia, siempre ha habido más


de la cuenta; sin embargo, muchas de nuestras iglesias no han querido
reconocer la importancia de este trabajo con su apoyo financiero.
Aunque quieren lo mejor en otras áreas de su vida, han aceptado “lo
que haya” para este puesto tan importante. Es hora ya de que nuestras
iglesias y denominaciones evalúen sus sistemas de pago y
mantenimiento de los pastores. Ahora, si bien es cierto que un pastor
no puede ser ministro de Dios por el dinero; no es menos cierto que
tampoco se puede ser pastor sin dinero. Después de todo, el obrero es
digno de su salario.

En 1 Timoteo 5:17-18, Pablo repite lo que dice con más


detalles en 1 Corintios 9:1-27:
“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por
dignos de doble honor, mayormente los que trabajan
en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No
pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero
de su salario”.

Por supuesto, se hace necesario que consideremos y


apliquemos estas palabras de Pablo, y no sólo en beneficio de nuestros
pastores, sino para el bienestar de la iglesia misma. Si queremos un
buen liderazgo en la Iglesia, tendremos que recompensarlo

267
Stephen Brauning

generosamente. Nos es preciso admitir que aun las personas que


sienten el llamado de Dios para el ministerio, tienen un deber previo,
el de proveer por su familia (1 Timoteo 5:8). Si sigue siendo
imposible hacerlo en el ministerio, la Iglesia seguirá sufriendo las
consecuencias.

En este estudio del llamado de Pastor, queremos examinar las


prioridades bíblicas para la vida y el ministerio del pastor.
Reconocemos que los pastores están muy, pero muy ocupados. Ellos
se dedican a la obra con toda su fuerza; no obstante, muchos de ellos,
por lo menos en nuestro contexto cultural, también tienen que
dedicarse a otro empleo también para poder ganarse la vida y
mantener a su familia; realidad que viene a empeorar su situación,
haciéndola aún más compleja y difícil. ¿Cómo pueden ellos llevar a
cabo un ministerio tan importante? ¿Cómo será que hallan tiempo
para todo? Estas preguntas se han contestado en una variedad de
maneras en las vidas de los pastores evangélicos en todo el mundo.
Algunas respuestas equivocadas, pero comunes, son las siguientes:
 El pastor descuida su relación con Dios. Muchos de los
pastores muy ocupados ya no tienen tiempo para mantener su
relación personal con Dios. Oran y predican en la iglesia o
cuando hacen visitas, pero como no tienen tiempo para su vida
espiritual personal, dejan caer la relación más importante de la
vida.
 El pastor descuida a su familia. Muchas veces los hijos de los
pastores tienen la reputación de ser los más “carpetosos” y
desobedientes de toda la congregación. La iglesia puede, en
cierto sentido, llegar a ser “la querida” del pastor. Ella puede
contar con él en todo, pero su familia no puede contar con él
en nada. Cuando sucede esto los problemas que se crean son
casi iguales (celos, envidia, inseguridad) a los que se originan
cuando un hombre casado se busca otra mujer.
 El pastor, por su cansancio y frustración, pierde la visión y el
llamado que sentía al comenzar su ministerio. Continúa su
trabajo, pero con poca energía y poca visión.

Son estas las situaciones que todos queremos evitar; pero si


somos honestos, tenemos que confesar que hasta cierto punto las tres

268
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

respuestas mencionadas son verídicas para todos. Por los muchos


quehaceres de la iglesia, la mayoría de los líderes cristianos se ha
descuidado en alguna área. Por esto, quisiéramos comenzar con los
llamados “los tres amores del pastor”.

El primer amor del pastor es con Dios, y es un amor que hay


que cultivar.
“Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas,
oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos
los hombres.... Quiero, pues, que los hombres oren en
todo lugar, levantando manos santas sin ira ni
contienda.” (1 Timoteo 2:1, 8).

Para muchos cristianos muy ocupados, las primeras cosas que


se caen de su agenda diaria son la oración y la lectura bíblica. En el
caso de los pastores, esto sucede a menudo por las muchas
responsabilidades que tienen en la iglesia. Entre la visitación, la
evangelización, la preparación y la organización, ya no hay tiempo
para la oración. Así que oran tanto en la iglesia y en la visitación y
puesto que leen la Biblia mucho en las mismas situaciones, ya no
creen que sea necesario cultivar una vida espiritual personal. Creen
que lo que hacen en y con la iglesia es suficiente. Esta posición o
creencia, examinada a la luz de la Biblia, no puede estar más
equivocada, y además de estar equivocada, es muy peligrosa.

Vemos en esta carta a Timoteo que todo lo que Pablo dice a


Timoteo, todo lo que le enseña, es fruto de su vida y experiencia
personal. Observemos:
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por
esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo
mostrase en mí el primero toda su clemencia, para
ejemplo de los que habrían de creer en él para vida
eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal,
invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por
los siglos de los siglos. Amen” (1 Timoteo 1:15-17).

269
Stephen Brauning

Pablo no puede separar su propia experiencia de Dios de lo


que está enseñándole a Timoteo. Pablo está muy consciente del hecho
de que él (Pablo) es el ejemplo viviente de todo lo que él enseña. En
tal sentido, lo que vemos, escuchamos y sentimos en las palabras de
Pablo es el fuego de su relación con Dios. Al leer las cartas de Pablo,
y los pasajes como éste, uno se da cuenta de cuan cerca están Pablo y
su Dios todo el tiempo. En cualquier momento Pablo podía irrumpir
en alabanza a quien lo ha bendecido tanto.

Pero el caso de Pablo no es el mismo de muchos pastores.


Muchos de ellos tratan de llevar su ministerio a cabo como camareros
en un restaurante. Ellos van a la cocina, buscan la comida para el
cliente, se la sirven y se retiran. Están atentos a toda necesidad del
cliente mientras él está en el restaurante, y hacen todo lo posible para
complacerlo. Pero el camarero tiene poco que ver con la comida
servida. Tampoco es necesario que el camarero tenga una buena
relación con el cocinero, lo importante es el servicio al cliente.

En otras palabras, un pastor puede servir en varias formas la


gracia de Dios al miembro de la iglesia. Puede buscarla y llevársela al
creyente en su banco; sin embargo, muchas veces esta gracia pasa
solamente por la boca o las manos del pastor, y no por su corazón. Si
el pastor descuida su relación personal con Dios, está trabajando como
un camarero eclesiástico, sirviendo algo que tiene poco que ver con
su propia vida. Puede ser que la sirva bien, pero no la sirve ni con
integridad ni con autoridad, y algún día se descubrirá.

Dios no quiere que seamos camareros eclesiásticos. Por esto


nos invita a la cocina y nos hace co-partícipes en su gracia. Nos hace
participar en el sufrimiento (Colosenses 1:24), la muerte y la vida
nueva (Romanos 6:3-5) de nuestro Señor Jesucristo. Y así Dios
establece, primero y básicamente, la relación entre él y la persona que
Él está llamando para servir como pastor. Esta relación es sellada en
la sangre de su Hijo, y ninguna otra relación puede o debe quitar ésta
de su primer lugar en nuestras vidas. El pastor no existe para servir al
miembro y no debe poner los deseos del miembro en el primer lugar.
El pastor existe para servir a Dios. En su servicio a Dios, sirve
también (y sirve mejor) a su pueblo.

270
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Ningún pastor quiere ser un camarero. Comenzamos todos con


buenas intenciones. Pero muchas veces, sin querer, nos descuidamos
y confundimos el que debe ser el orden de nuestras vidas, el que debe
ser nuestro “primer amor”. Tenemos que recordar aquí las palabras de
Jesús al intérprete de la ley, quien le preguntó sobre el gran
mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento”. Este será el “primer amor” del pastor.

El segundo amor del pastor es la familia.


“..., marido de una sola mujer..., Que gobierne bien su
casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda
honestidad, pues el que no sabe gobernar su propia
casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?... (1
Timoteo 3:2, 4, 5).

Para el pastor cristiano hay solamente dos opciones en cuanto


a la familia: o no tenerla (1 Corintios 7:32) o tenerla y cuidarla bien
(1 Timoteo 3:4,5). Muchos pastores han tratado de vivir entre las dos
opciones: teniendo la familia, pero viviendo como si no la tuvieran.
En la introducción, señalamos algunos de los problemas que pueden
suceder cuando uno trata de vivir “entre dos”.

Aquí quisiéramos aclarar y defender nuestra posición. La


posición es la siguiente: Después de su relación personal con Dios, el
segundo lugar en el corazón y la vida del pastor casado pertenece a su
esposa y a su familia. Es decir, el segundo lugar no pertenece a la
iglesia. El pastor no tiene el deber ni el derecho de sacrificar a su
familia por el altar de su ministerio. Aunque muchos crean que lo
tienen, la Biblia claramente enseña que no es así (1 Tim 5:8).

El error principal de los que piensan así es el creer que su


relación con Dios y su relación con su Iglesia son la misma cosa. O
sea, para ellos el tener a Dios en el primer lugar significa Dios y su
Iglesia. Pero Dios y la Iglesia no son la misma cosa. Nuestra relación
con Dios sí se vive en el ambiente de la Iglesia. Nuestra relación con
Dios sí produce frutos en la misma Iglesia. La Iglesia sí es donde la

271
Stephen Brauning

presencia de Dios se manifiesta en nuestro medio; sin embargo,


aunque afirmamos todo esto, no podemos decir que Dios y la Iglesia
son la misma cosa. Dios es Dios, y la Iglesia es aparte, algo creado y
redimido por él.

El tiempo que pasamos en o con la Iglesia no es,


necesariamente, una buena medida de nuestra sumisión a Dios o de
nuestro amor hacia Él. Podemos pasar todo el tiempo en la Iglesia sin
someternos a la voluntad de Dios en muchas cosas. En algunos casos
se puede usar “la iglesia” como excusa para evitar una plena sumisión
en las demás áreas de la vida.

El área que nos preocupa ahora es la de la familia. Hemos


dicho que la relación que tiene el pastor con su familia es una relación
más básica y, en cierto sentido, más importante que su relación con la
iglesia. Queda claro que Pablo lo considera así en la lógica de su
argumento. Un buen matrimonio y una buena vida familiar son
requisitos para el ministerio del anciano u obispo. La familia tiene
prioridad aquí, y es parte del mismo testimonio del pastor. Primero
Dios, en segundo lugar, la familia y, en tercer lugar, la iglesia. Pablo
repite la misma idea con respecto a los líderes de la iglesia en Tito 1:6
donde dice: “... marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que
no estén acusados de disolución ni de rebeldía”.

Si queremos tener un ministerio auténtico e integral, tenemos


que comenzar donde vivimos. La gracia del Señor tiene que pasar por
y morar en nuestros hogares antes de que la podamos llevar a nuestra
iglesia. Muchas veces, por el individualismo de nuestra época, se nos
olvida que la Biblia dice de los esposos, “y serán una sola carne”
(Génesis 2:25: Efesios 5:31). Casarse con Jesucristo no significa que
uno deja la esposa que tiene para casarse con la iglesia. Todo lo
contrario, significa que uno llega a ser un esposo o una esposa mejor,
aún más dispuesto a servir a su familia y así atraerla a Cristo (1
Corintios 7:12-14).

Lamentablemente son muchas las esposas y familias de


pastores que se sienten solas y abandonadas, y en verdad así están. Por
eso no hay otro remedio para el pastor y su familia que una

272
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

reorganización total de las prioridades de su vida, comenzando con


Dios y llegando primero a su familia.

Cuando nuestro matrimonio y nuestra familia sufre porque


“estamos ocupados en la obra”, algo anda mal. Y el pastor o misionero
o evangelista, quien sea, que se encuentra en esta situación tiene que
recordar con quién se casó: no se casó con tal ministerio en específico,
con un horario de servicio en la obra, o con una iglesia en particular.
Se casó con su esposo (a). Hay otras opciones de ministerios, de
horarios, y aun otras iglesias donde uno puede servir. Si es para salvar
un matrimonio y una familia, el cambio es la más saludable opción, y
es la opción que más obedece el llamado que Dios le ha dado.

Antes de dejar este punto, queremos amonestar a los padres de


hijos pequeños. Muchas veces pensamos que nuestro único deber es
el de proveer materialmente. Le toca a la esposa criarlos, decimos. Sin
embargo, si esperamos hasta que los niños sean grandes para tratar de
establecer una relación con ellos, ya será demasiado tarde. Invertir su
tiempo (porque sin esto, su dinero no asegura nada) ahora en ellos es
la forma de estar seguro de que esta inversión será la mejor de su vida.
No espere más, ya es tarde.

El tercer amor del pastor es al pueblo de Dios y a la


comunidad. Lo que hemos tratado de hacer, hasta ahora, es levantar
las posiciones que ocupan Dios y la familia en la vida del pastor. No
es asunto de minimizar o menospreciar el amor que siente el pastor
para su iglesia. Este amor, lo queremos reconocer y alabar.
Reconocemos también que la familia del pastor pasará por momentos
difíciles, de problemas y sufrimiento. Por esto el pastor debe hacer
todo lo posible para mantener a su familia unida y segura en su fe. Y
así, se mantendrá un equilibrio saludable.

Decimos que este es el “tercer amor” en la vida del pastor, pero


cabe destacar de nuevo que todos los amores están relacionados. Todo
procede del amor de Dios hacia nosotros, y en cuanto a nuestra parte,
depende de nuestra respuesta de amor hacia Dios. De allí fluyen los
otros amores.

273
Stephen Brauning

El tercer amor en la vida del pastor, y por supuesto, en la vida


de todo cristiano, es su expresión en el ministerio. El pastor está
enamorado con una visión de lo que Dios puede hacer en la vida de
cada creyente, y su amor se expresa en su búsqueda por descubrir y
desarrollar todos los dones que tiene cada creyente. En 1 Timoteo
vemos este deseo en todas las exhortaciones de Pablo que animan a
Timoteo a seguir fiel en la enseñanza de la pura doctrina de las
Escrituras. Lo más importante es el crecimiento y madurez de todos
los miembros.

Pablo, en su carta a los Efesios, nos presenta con una visión


clara de lo que debe ser el objetivo de nuestro amor, la meta de nuestro
trabajo, cuando dice:
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo” (Efesios 4:11-13).

El principal objetivo del amor del pastor en la iglesia es esta


visión de una iglesia madura y activa; una iglesia que haya llegado a
la estatura de la plenitud de Cristo.

El amor de Dios no puede ser tan exclusivista como a veces lo


hemos concebido, apunta tanto hacia el pueblo de Dios, como hacia
el mundo (Juan 3:16). Para el pastor, dicho amor tiene que hallar
expresión en su relación con la comunidad en la que la iglesia se
encuentra. Muchas iglesias y pastores tienen una relación adversa con
la comunidad, y no ocultan su rechazo de la misma. Pero una iglesia
que pretenda impactar a su comunidad y ver su transformación, tiene
que amarla, interactuar con ella y tenerla presente en sus programas y
proyectos. En cada iglesia local la forma de interactuar con la
comunidad puede ser muy distinta, pero lo importante es que el pastor
y la iglesia fomenten el amor y el compromiso activos con su
comunidad.

274
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

E) Tipos de gobierno de la iglesia local. Históricamente han


predominado tres formas de gobierno eclesiástico:

1) Jerárquico. Esta es la forma de gobierno eclesiástico de la


Iglesia Católica Romana, las Iglesias Ortodoxas, la Iglesia Anglicana
o episcopal, entre otras tradiciones. Esta forma de gobierno se
caracteriza como “jerárquica”, porque la autoridad emana desde
arriba, la cúpula, y desciende para abajo a través de un sistema rígido
de una relación vertical, que desciende de arriba (el orden superior)
hacia abajo (el orden inferior), hasta caer sobre la masa que son los
miembros. Esta forma de gobierno eclesiástico también recibe el
nombre de “episcopal”. Asuntos como la selección de los oficios no
es representativo: los líderes son escogidos PARA las iglesias, en vez
de POR las iglesias.

Este sistema apela a una supuesta estructura neotestamentaria


que incluye a los apóstoles como superiores, después a los obispos
después, luego los presbíteros, los diáconos, y finalmente el pueblo.
También se fundamenta mucho este sistema en otra suposición, en la
llamada sucesión apostólica, que dice que los apóstoles fueron los
sucesores de Cristo aquí en la tierra como cabeza de la Iglesia. En tal
sentido se establecen a un obispo, en algunos casos conocidos como
Papa, como sucesor de Cristo, y de él fluye la autoridad.

Este sistema apela a algunos elementos bíblicos, y a un patrón


bíblico, de la selección de los apóstoles por Cristo (Lucas 6:13), la
“imposición de manos” por los apóstoles (2 Timoteo 1:6), y el hecho
que ellos ordenaban ancianos en las congregaciones que fundaban
(Hechos 14:23). También el modelo de decisiones utilizado en
Hechos 1:15-26 para escoger uno para reemplazar a Judas Iscariote
parece ser poco democrático, más bien jerárquico.

De todos modos, tenemos que admitir que no existe en la


Biblia ningún reglamento estricto o específico al respecto. Pero, al
otro lado, una idea clara en la Biblia es que “Cristo es la única cabeza
de la iglesia” (Efesios 2:20-22, entre otros), que parecer ser contraria
al sistema episcopal con la figura del papado.

275
Stephen Brauning

Los que apoyan y aplican este sistema de gobierno eclesiástico


lo defienden como necesario para mantener la unidad visible y la
pureza de la iglesia; y si bien funcionó al principio, se fue haciendo
cada vez más rígido y autocrático a través de la historia, y degeneró
en un sin número de abusos y en un institucionalismo sofocante.
Finalmente, es preciso decir que en este sistema de gobierno
eclesiástico la máxima autoridad no está, no reside en la base, en la
congregación local, sino arriba, en la estructura jerárquica y los
puestos autoritarios de la cúpula.

2) Congregacional. El sistema de gobierno eclesiástico


congregacional tiene a la iglesia o congregación local como el lugar
donde reside la máxima autoridad; por esta razón en este sistema cada
iglesia local es autónoma, independiente y se auto sostiene. No está
sometida a controles externos a ellas, o por lo menos, limita tal control
y autoridad. O sea, la iglesia local no somete su autoridad a una
denominación u otra estructura. Son obviamente las iglesias llamadas
“congregacionales”, además de las llamadas “independientes”,
también la mayoría de las iglesias bautistas las que usan este tipo de
gobierno.

La autoridad de la iglesia congregacional es, por definición, en


la congregación. Es la asamblea de los miembros de la iglesia local
que tiene la última palabra. En la mayoría de casos, dicha autoridad se
deposita en parte en las manos de los líderes locales, sea cuerpo o
individual, más comúnmente apelando a los oficios bíblicos de
anciano y de diácono. En muchos casos, las iglesias congregacionales
solo ordenan a pastores y diáconos, no a ancianos. Pero cual sea la
estructura de liderazgo local, es esta que está, supuestamente, sujeta
directamente a la única cabeza de la Iglesia universal, Jesucristo.
Este sistema apela a la base bíblica de Cristo como la única
cabeza de la Iglesia, y que todos los cristianos somos iguales delante
de Dios y entre nosotros.

En cuanto al récord bíblico, es posible ver que las iglesias


presentes en el Nuevo Testamento usaban un gobierno principalmente
congregacional. En Hechos 1:13-26, nos encontramos con el grupo en
el aposento alto proceso de decisión menciona en versículo 23 lo que

276
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

parece ser una decisión en conjunto. Pero, como era la única


congregación cristiana en aquel preciso momento, no es un argumento
definitivo contra sistema presbiteriano (#3, abajo). A la misma vez,
como se podría entender como una secta de judaísmo, ellos no se
sometieron a la autoridad judía externa:
Entonces Pedro y Juan respondiendo, les dijeron:
Juzgad, si es justo delante de Dios obedecer antes a
vosotros que a Dios. Porque no podemos dejar de
hablar lo que hemos visto y oído. (Hechos 4:19-20)
O sea, no aceptaron la autoridad “denominacional”.

El modelo de decisión usada en Hechos 6:1-7 también parece


ser congregacional: en el versículo 2, fue convocada la asamblea; en
el versículo 3 fue hecha, y en el versículo 5 fue acogida, la propuesta
de “escoger de entre ustedes”. O sea, fue la congregación, no la
jerarquía ni un cuerpo de líderes ni una denominación que tomó la
decisión.

Pero, luego, mientras se iban formando distintas iglesias en


otras ciudades, primeramente, la de Antioquía, el desarrollo del
gobierno parece ser más denominacional, como demostrado en
Hechos 15. Pero aún más adelante, con el desarrollo amplio de iglesias
gentiles en muchas ciudades, hay indicaciones que cada una tuvo su
propio gobierno congregacional. No es decir que no tenían nada que
ver con otras, no, pues tampoco el sistema congregacional es
necesariamente aislacionista. Como las iglesias referidas en las
epístolas se mantuvieron algo de conexión una con otra por medio de
las visitas de Pablo y otros apóstoles, también tuvieron una forma de
comunicación a través de cartas circulares como demostradas en las
siete iglesias en Asia Menor, referidas en Apocalipsis 2-3. Esto es
parte de un gobierno congregacional.

Pero hay peligros en este sistema. Uno es el aislamiento, en


que se vaya cortando todas las conexiones con otras iglesias bajo las
premisas “independencia” de la iglesia local. Otro peligro es el
establecimiento de una dictadura local: si no hay más nadie de afuera
de la congregación que puede incidir en lo que pasa allí, los abusos

277
Stephen Brauning

del poder son posibles, aunque esto se evita con un bueno manejo de
los asuntos internos por medio de una junta o cuerpo de oficiales.

3) El gobierno presbiteriano se caracteriza por ser democrático


y denominacional. Son las iglesias “presbiterianas”, obviamente,
siguen esta forma, además de la mayoría de las iglesias de la tradición
reformada.

El elemento básico de este sistema de gobierno es que es


representativo. Este punto está apoyado por la historia del libro de
los Hechos en tres ejemplos específicos:
 Hechos 1:12-26: el grupo de como ciento veinte incluyendo a
los once apóstoles, reunidos en el aposento alto, eligieron al
sucesor de Judas, en un proceso innovadora con un elemento
democrático: dice el versículo 23 que señalaron a dos
candidatos. Con esto se puede entender que, en el grupo
grande, o por nominación o por consenso, llegaron a estar de
acuerdo con estos dos. Entonces, para decidir entre ellos, usar
el método tradicional judío, el de echar suertes, que se
estableció en el Antiguo Testamento para varios tipos de
determinaciones, incluyendo, en 1 Crónicas 24:5 en adelante,
para puestos de liderazgo y funciones. Entendieron que echar
suertes era una forma de permitir que Dios determinara el
resultado: La suerte se echa en el regazo: mas de Jehová es la
decisión de ella. (Prov. 16:33). Pero ya a partir de esta
instancia, no se relata el uso suertes en la Iglesia.

 Hechos 6:1-7: Cuando hubo otra vez la necesidad de


seleccionar a más obreros, el proceso fue por el grupo. La
selección fue hecha, no por los Apóstoles, quien eran las
personas de autoridad, sino, “la multitud de los discípulos”
(versículo 2), que fue reunido para esto. Los mismos apóstoles
dijeron al grupo, “Buscad, pues, hermanos, entre vosotros”
(versículo 3) para dicha selección. Este método es consistente
con el gobierno presbiteriano, también con el sistema
congregacional, en que es democrático y representativo.

278
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

 En Hechos 15:1-35, tenemos las actas de la primera asamblea


general de la Iglesia. Para resolver un conflicto de fe y
práctica, se reunieron los líderes distintas iglesias, y de
distintas opiniones, y la asamblea oyó los diferentes puntos de
vista. En el versículo 5, los fariseos tuvieron oportunidad. En
versículos 7- 11, tenemos la presentación de Pedro. Entonces,
el versículo 12 dice que Pablo y Bernabé hablaron, en
versículos 13- 21, fue Jacobo. Dice que permitieron “mucha
discusión” (versículo 7).

Llama la atención aquí el tono de respeto hacia los apóstoles y


los ancianos (versículo 2); también el hecho de que no hubo
subyugación, ni dominación o imposición de parte de los
apóstoles y ancianos. Finalmente, se nota el ambiente general
en que todas las voces se escucharon y donde nadie fue
considerado superior a los demás.

Al final, eligieron representantes (versículo 22), y se pusieron


de acuerdo sobre el texto de una carta circular para contestar
las inquietudes y resolver el problema (versículos 23- 29). Y
las decisiones se tomaron por consenso, como dice en
versículo 22: “pareció bien a los apóstoles y a los ancianos,
con toda la iglesia”. Y en el versículo 28, atribuye la unidad
y el consenso al Espíritu Santo (“ha parecido bien al Espíritu
Santo y a nosotros”).

Estos ejemplos confirman una forma democrática de tomar


decisiones y de organizar el ministerio de la iglesia. Este sistema
contrasta con el sistema jerárquico o episcopal, que poner el poder de
decisión en las manos de “superiores”, cuya voluntad es impuesta a
los “inferiores”. Se ve la diferencia del jerárquico en el cual la
selección es unilateral: por una persona en autoridad. En la forma
presbiteriana la selección por elección entre el grupo.

Además de ser representativo, es denominacional. Es una


unión organizacional de varias iglesias locales, que por consenso
forman un conjunto que ofrece coordinación, colaboración, y
comunicación. Implica un nivel de compromiso, responsabilidad, y

279
Stephen Brauning

disciplina, porque la congregación local cede voluntariamente parte


de su autoridad. Esta es la parte que queda en contraste con el sistema
congregacional.

Este sistema se puede conceptualizar dentro del aspecto


universal de la Iglesia, ampliamente reflejado en el Nuevo
Testamento. En el ejemplo del concilio en Jerusalén, contado en
Hechos 15, se ve reunida “la iglesia” (vs. 4), o sea, “TODA la
iglesia” (vs. 22). Para nuestros tiempos, sigue la gran importancia de
la Iglesia universal, con su unidad inherente, pero para que esto se
refleje en forma práctica, visible, y funcional, existen las
denominaciones y otras agrupaciones de iglesias. El mismo concilio
de Jerusalén funcionó como una asamblea de una denominación y es
un modelo para las denominaciones de hoy en día.

A lo largo del libro de los Hechos, y por las porciones


personales y prácticas de las epístolas, se detecta una estrecha relación
entre las varias iglesias, que fue asumida como la norma. Inclusive,
cada vez que la palabra “iglesias” aparece en forma plural, indica
algún aspecto de colaboración entre las congregaciones en cuestión.
Había mucho intercambio de liderazgo, como Pablo, Apolo, Timoteo,
y Pedro. Compartieron ofrendas en tiempos de necesidad, por
ejemplo, entre Jerusalén y Grecia. Apoyaban junto a misioneros,
como a Pablo. Así, la agrupación de iglesias permite mayor
ministerio. Cuando es en un sistema democrático, en el cual entre ellos
eligen a su junta o directiva, y un moderador o presidente, así, no hay
ninguna dictadura ni imposición, sino, un espíritu de apoyo y
supervisión mutua a que pueden contar.
En el Apocalipsis, vemos relacionadas las siete iglesias en
Asia (1:4), representadas por siete candeleros (versículo 20). Esto
implica también una unión orgánica y organizacional existente.
También tuvieron suficiente intercambio para poder recibir cartas de
una sola fuente (capítulos 2 y 3), y estar sujetos a una autoridad fuera
de su propia congregación. Es decir, estas iglesias trabajaron unidas,
no aisladas. Tenemos aquí una base para la formación de
denominaciones.

280
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

No es que la denominación tiene una autoridad que puede


imponer en la iglesia local: el gobierno es representativo y
democrático. La estructura denominacional, sus asambleas y otros
órganos, derivan su poder desde los representantes, quienes lo derivan
desde sus iglesias locales. Entonces, hay un elemento de
congregacionalismo, pero con una estrecha unidad con el cuerpo más
grande. Hay un aparente nivel jerárquico en que hay niveles
institucionales superiores, pero es representativo, no impuesto.

La ventaja de una estructura denominacional es la unidad en


el Cuerpo de Cristo, y la unidad en el Espíritu, y todos sus frutos. La
unidad es visible, y da testimonio a la unión invisible y espiritual de
los santos, y de Dios mismo. Jesús oró en Juan 17:21-23, “...para que
sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me
enviaste...” También, esta unión permite un ministerio y testimonio
mayor hacia el mundo, pues, Jesús dijo que “en esto conocerán todos
que sois mis discípulos, si tuvieres amor los unos con los otros.” (Juan
13:35)

La estructura denominacional permite una definición,


desarrollo, y declaración de sana doctrina. Puede tener y mantener un
instituto bíblico o un seminario donde los líderes reciben una
enseñanza uniforme. Puede tener un criterio para pastores que
mantiene la calidad de líder. Este reduce la aceptación de falsos
profetas, porque hay un número mayor de personas con quienes habrá
que tratar. Sería más difícil para un profeta falso engañar un concilio
entero, que engañar una congregación local.

En términos prácticos, se sabe bien que “la unión hace la


fuerza.” “Muchas manos, carga liviana.” Así la denominación
provee una fuente de recursos no alcanzables a la iglesia
congregacional. Dentro de un concilio, una iglesia más estable puede
proveer liderazgo para una iglesia menos madura. Colaborando, un
concilio puede apoyar proyectos y ministerios que jamás podría
compartir una iglesia “independiente”. Esto es especialmente verdad
para la obra misionera de la iglesia. Así, la denominación es una base
para el cumplimiento de la obra de la Iglesia universal aquí en la tierra.

281
Stephen Brauning

F) Estudio de un caso: el gobierno y la estructura de la Iglesia


Cristiana Reformada en la República Dominicana.

La Iglesia Cristiana Reformada en la República Dominicana,


Inc. sigue el modelo presbiteriano, con su estructura en todos los
niveles, local, regional, nacional, e internacional. Tiene también un
elemento congregacional, en que las iglesias locales tienen bastante
libertad en muchas áreas.

En relación con la estructura internacional, la ICRRD es una


iglesia nacional y autónoma. Es decir, no está en una posición inferior
relacionada a ninguna otra iglesia en otro país. Muchos otros concilios
operan bajo una estructura jerárquica internacionalmente. Forman
partes de iglesias internacionales que tienen sus sedes en otros países
como los Estados Unidos, y son extensiones internacionales colocadas
en regiones, pero en una posición inferior a la sede. Todas las
decisiones al nivel nacional sobre orden, reglas, fondos, doctrinas,
liderazgo, etc., están sujetas a decisiones del cuerpo internacional, en
el extranjero. Esta forma de misión ha sido llamada, “la misión
imperialista”, porque impone controles desde los países fuertes hacia
los países menos fuertes, o sea, que este sistema imita a la forma
jerárquica de gobierno de Iglesia.

Pero la Iglesia Cristiana Reformada no trabaja así. En cada


país donde hay una Iglesia Cristiana Reformada, es una iglesia
nacional en dicho país. Estas iglesias son iglesias o concilios
autónomos, no inferiores a otros, sin que esto signifique que sean
independientes y estén aisladas. Son iglesias hermanas. Todas estas
iglesias mantienen una relación fraternal como hermanos en Cristo,
que es lo que en realidad son.

En cuanto a la estructura nacional, existe una asamblea


nacional que es, según los estatutos legales y las reglas internas, la
máxima autoridad institucional. Una vez al año se reúnen los
representantes debidamente elegidos a los niveles regionales, y este
cuerpo es el que tiene la última palabra en las decisiones, los planes,
los presupuestos, y en todo. Hay también un comité central y una junta

282
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

ejecutiva que la asamblea autoriza a seguir trabajando durante todo el


año.

Son los niveles regionales los que envían a sus representantes


al nivel nacional. Cada región tiene su organización representativa de
las iglesias locales, y así cada iglesia, pastor, y obrero tiene una voz.
En sus regiones, organizan ministerios y actividades, se ofrecen apoyo
mutuo entre ellos, y se relacionan con otros niveles.

Al nivel local, existen los dos oficios bíblicos, el del anciano


(uno de los cuales es el pastor), y el del diácono, que forman el cuerpo
gobernante de la iglesia local. En la Iglesia Cristiana Reformada en la
República Dominicana, este cuerpo se llama el comité local, o una
junta directiva de la iglesia local. En algunas iglesias reformadas, se
ha llamado a este cuerpo, “el consistorio”, que significa sencillamente
la asamblea que gobierna la iglesia. En algunos casos, incluye solo
los ancianos, en otros, incluye ambos ancianos y diáconos. A veces,
los diáconos también tienen su equipo de servicio que se reúne aparte.

Este cuerpo se selecciona de forma abierta y democrática por


la membresía de la iglesia, sea en una asamblea, o sea por los
representantes debidamente elegidos. Tiene la función de gobernar y
de coordinar todos los ministerios de la iglesia local.

Una vez más, este estudio procura enfatizar el diseño de Dios


para la estructura de la iglesia. Hay muchísimas maneras de organizar
las iglesias locales, regionales, nacionales, e internacionales, detro de
este diseño, siempre que se conformen al modelo bíblico.

283
Stephen Brauning

284
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Capítulo IX. Cómo organizar la Iglesia con los dones espirituales

A) Introducción a los dones espirituales

El estudio de los dones espirituales merece ser un estudio


básico para la Iglesia, porque en él, se encuentra el diseño de Dios
para la organización y el ministerio de la misma. Uno se da cuenta de
esto al leer las epístolas del Nuevo Testamento, especialmente en
Romanos 12; 1 Corintios 12-14; Efesios 4 y 1 Pedro 4. La enseñanza
sobre los dones está vinculada con la Iglesia, y es en este contexto
donde tienen sentido y encuentran todo su valor.

Tan importante es este vínculo entre la Iglesia y lo dones, que


se puede decir que si no funcionan los dones tampoco funciona la
Iglesia. Es así porque Dios ha organizado la Iglesia, su estructura y el
ministerio de su liderazgo, incluso su membresía, sobre la base de los
dones espirituales.

El problema es que en la Iglesia contemporánea las enseñanzas


bíblicas han mermado y hay una mezcla con otras enseñanzas. En este
sentido, retomar la base bíblica de los dones y su aplicación en la
Iglesia, es una necesidad imperante; de lo contrario la Iglesia estará
funcionando de una forma incompleta y errada.

Debemos estar listos para un estudio que verdaderamente


afectará positivamente a nuestra Iglesia. ¡La cambiará! Abramos
nuestra mente y nuestro espíritu para aprender, y para poner a prueba
nuestras ideas sobre la Iglesia. De esta manera el Espíritu Santo nos
bendecirá con muchos dones para la edificación de su Iglesia, y para
la gloria de Dios.

Podemos definir los dones espirituales como las habilidades,


virtudes o capacidades dadas por Dios a cada cristiano mediante el
Espíritu Santo, conforme a su voluntad, y en el contexto de la Iglesia.
Estas habilidades, virtudes o capacidades, capacitan a la persona
receptora para realizar el ministerio de la gracia de Dios al cual dicha
persona cristiana ha sido llamada.

285
Stephen Brauning

B) La fuente de los dones.

Dios es la fuente de todos los dones espirituales, y Él nos los


da conforme a su gracia y voluntad.
“Toda buena dadiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del
Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación” (Santiago 1:17). Se ve claramente en la Biblia que todas
las cosas buenas vienen de Dios. Toda buena habilidad, destreza o don
viene de él, y si son usados correctamente, son dones espirituales. El
apóstol Pablo enseña que “todo lo que hagan o digan, háganlo en el
nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el padre por medio de
él” (Colosenses 3:17).

Dios se hizo carne (Juan 1:14) cuando Jesucristo vino al


mundo. A esto es que comúnmente la teología cristiana ha llamado “la
encarnación”. Después de su ascensión y en la actualidad, Cristo no
está presente con nosotros en la carne (Mateo 28:20). Antes de
ascender, Jesús prometió y mando a su Espíritu Santo para morar en
la Iglesia (Juan 14:16; Hechos 1:8; Efesios 2:22). Ahora, el Espíritu
Santo está trabajando en la Iglesia de muchas maneras, entre ellas el
fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y los dones espirituales que son el
ministerio de Cristo en la Iglesia. A través de estos dos tipos de
acciones fundamentales, reconocemos que Dios ha estado y está
presente en la Iglesia (Véase 1 Corintios 14:25). Podemos decir que
la encarnación continúa mediante la presencia y las obras del Espíritu
Santo.

El fruto del Espíritu es el carácter de Cristo en la Iglesia,


resultado de lo que somos en Dios. Es singular, porque es el producto
singular del Espíritu. Pero los frutos del ministerio son muchos y
variados, y resultan de lo que uno hace con base en los dones. El
apóstol Pablo habló de ellos en 1 Corintios 3:14, cuando dice que “si
permaneciere la obra de alguno..., recibirá recompensa.”

Los dones espirituales tienen su eficacia sólo cuando se


ejercen fundamentados en el fruto del Espíritu. Sin dicho fruto, los
dones espirituales no sirven para nada, o servirán para cualquier cosa,
pero no para edificar al cuerpo de Cristo. Esto es así porque sin amor

286
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

no hay provecho espiritual (1 Corintios 13:1-3). Es decir, es más


importante que seamos lo que estamos llamados a ser (el fruto), que
el llevar a cabo (que hagamos) lo que se supone que debemos hacer
(los dones). Como dijo Jesús en Mateo 7:17, “Todo buen árbol da
buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.” Así que, no
podemos hacer nada bueno, excepto aspirar a tener y exhibir en
nuestra vida el fruto que es producido por la obra del Espíritu Santo.

Llama la atención que el primer elemento o virtud que Pablo


menciona al describir los elementos del fruto del Espíritu, es
precisamente el amor. También recibe la preeminencia el amor en 1
Corintios 12:31 y en el capítulo 13 como lo mejor, y lo mas excelente,
y eso, dentro del contexto de los dones espirituales (1 Corintios 12-
14).

Y al comparar el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22-23 con el


amor en 1 Corintios 13, se ve que todos los aspectos del fruto, son
aspectos comprometidos con la expresión concreta del amor.
Observemos la comparación en el siguiente cuadro.
El fruto del Espíritu El capítulo del amor
Gálatas 5:22 y 23 1 Corintios 13
Amor ---------------> Si no tengo amor, no soy nada.
Lo más excelente es el amor.
El amor nunca se apaga.
Gozo -------------- > El amor se goza de la verdad.
Paz -----------------> El amor no se enoja.
Paciencia ---------> El amor es sufrido, todo lo soporta.
Benignidad--------> El amor es bondadoso
Bondad ------------> El amor no es envidioso
Fe -------------------> El amor todo lo cree, todo lo espera.
Mansedumbre ---> El amor no es jactancioso ni
orgulloso.
Templanza--------> El amor no busca lo suyo, no hace
nada indebido.
Gálatas 5:25 “Como 1 Corintios 14:1 “Sigan por el
vivimos por el Espíritu, camino del amor y aspiren con todo
dejemos también que El anhelo los dones espirituales.”
Espíritu nos guíe.”
287
Stephen Brauning

En la Iglesia todos los dones tienen que ser puestos en ejercicio


con base en el amor cristiano. Si se ve que alguna actividad, por
ejemplo, una predicación, en lugar de edificar, está criticando a un
hermano de forma injusta; se puede descalificar esta predicación,
como una predicación verdadera y legítima. Todo en la Iglesia tiene
que ser permeado y matizado por el amor.

Como indica el nombre, los “dones” son dados por Dios. Es


por su gracia que Dios da los dones. Esto refleja en el mismo
vocabulario, pues, la palabra griega para “gracia” es charis y para los
dones es charisma. Gracia es el favor inmerecido, el que recibe la
persona beneficiaria, sin merecerlo. Esto quiere decir que nadie
merece un “don”, sino que Dios por su gracia da dones a cada uno.
Por eso nadie puede sentirse orgulloso de su don (del don o de los
dones que más bien ha recibido); tampoco tiene el derecho de criticar
a otra persona que no tiene el don que creemos que debería tener.

Dios da los dones junto con la fe y se usan según la misma


fe. La fe es un don de Dios (Romanos 12:3), y los dones se ponen en
ejercicio según la fe. Por eso, ningún don espiritual puede ser usado
según la carne, por nuestro propio deseo o creencia. La fuente es Dios,
que es espiritual, entonces, el uso de los dones también tiene que ser
conforme a esa fuente. El hecho de que una persona se siente una
emoción no significa que tenga un don, o que está “manifestándose”
algún don. Si alguien llora, grita, tiembla, brinca, o muestra algún otro
estado de ánimo, ¿por qué decimos que se está “manifestando”, si los
dones vienen por la gracia de Dios, según la medida de fe? Si se busca
a lo largo del Nuevo Testamento, no se encuentra ni un ejemplo de
una “manifestación física” ligada con la presencia del Espíritu Santo
ni con los dones espirituales. Puede ser que se siente un gozo muy
profundo, o se entusiasma tanto que tiene que moverse. ¡Está muy
bien! Pero no es un don espiritual, puede ser una expresión del fruto
del Espíritu. A la misma vez, hay que tener cuidado porque las
posesiones de espíritus malignos en la Biblia están asociadas a
expresiones corporales. Hay que tener discernimiento.

Dios da los dones cuando Él quiere, donde Él ve la necesidad.


La palabra “manifestación” en 1 Corintio 12:7 se refiere a los dones

288
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

mencionados en los versículos siguientes, o sea, los versículos ocho a


diez; no se refiere a algún tipo de manifestación o expresión física. Se
deben analizar las prácticas como los movimientos del cuerpo en el
culto, si son o no verdaderas demostraciones de algo espiritual. Todo
debe ser practicado según la Biblia, y para un provecho espiritual.

C) Los dones y los ministerios de la Iglesia

Dios da muchos dones, muchos ministerios, y muchas


oportunidades para servirle en la Iglesia. Podemos decir que el plan
de Dios para la organización, la función, el ministerio, la extensión y
en verdad todos los aspectos de la Iglesia, es a través de los dones
espirituales. Él ha dado el cómo, quién, cuándo, dónde, cuál, y el
porqué de la Iglesia, con el plan de los dones. Todo lo bueno que
ocurre en la Iglesia es por medio de y con los dones. Y solamente
cuando nosotros actuamos conforme a ese patrón, la obra de la iglesia
puede tener éxito.

Fallamos al no actuar conforme a ese plan. A veces usamos


programas humanos para la evangelización, la formación de comités,
o la enseñanza, sin considerar la presencia o ausencia de los dones
necesarios para tales fines. Por ejemplo, parece que el equipo de
sonido es más necesario para una campaña evangelística exitosa, que
una predicación clara del evangelio.

Además, en el culto se prefiere poner a predicar a una persona


que sabe gritar y “calentar” el servicio, en vez de una persona que
comunica de manera clara, aunque humildemente, la palabra de Dios.
También al repartir recursos para la construcción ponemos más
importancia en la posición o la influencia que en el ministerio
espiritual. Estos errores se originan, en gran parte, por la falta de
énfasis que hacemos respecto de la importancia de los dones
espirituales para el desarrollo de ministerios y para el buen
funcionamiento de la iglesia local y universal.

Entendiendo la Iglesia como el cuerpo de Cristo, es menester


entender y considerar la unidad de la Iglesia y el plan de Dios para la
creación entera. Dios obra en el mundo a través de la Iglesia, el cuerpo

289
Stephen Brauning

de Cristo en su sentido más amplio; esto es la Iglesia no solamente


como una organización o institución, sino más bien como un
organismo. No sólo como la Iglesia visible, sino también como Iglesia
invisible. Porque casi siempre la Iglesia es más amplia que lo que
muchas veces pensamos. Y es a través de este cuerpo que Dios
administra los dones, que no son dados fuera de la Iglesia.

Los dones son las habilidades que Dios da. Las “maneras de
servir” (1 Corintios 12:5) son los ministerios, las posiciones o los
puesto que el Señor ha establecido en la Iglesia. Siempre son
ordenados por él juntos con los dones necesarios para ejecutarlos. Es
importante notar que estos ministerios no están limitados al pastor, al
misionero o al comité de la iglesia. Son muchos y variados, igual
como los dones, las actividades (versículo 6) son muchas también. No
están limitadas a la hora del culto solamente o a la estructura
tradicional de la Iglesia. Abarcan todas las situaciones de la vida,
porque donde quiera que uno esté, puede encontrar oportunidades para
usar el don que tiene.

Cuando se está considerando a una persona como candidato


para pastor, para predicador, para miembro del comité local, o
cualquier otro cargo; se deben revisar las listas de los dones para
asegurar que la persona tenga los dones necesarios para dicha labor.

Cuando se está preparando una campaña evangelística, alguna


visita, reunión, etc., revise la lista de los dones otra vez para
asegurarse de que los dones necesarios estén presentes. De esta
manera podemos organizar las actividades de la Iglesia a través de los
dones (con base en los dones), como Dios quiere.

D) La diversidad de los dones

Dios ha creado y reparte en la Iglesia una gran cantidad y


diversidad de dones espirituales, y eso es a todos los miembros del
cuerpo de Cristo. Y aunque hay muchos dones distintos, todos son
del mismo Espíritu. Todos no son iguales, pero todos son necesarios
en y para el cuerpo de Cristo.

290
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Dios ha organizado la Iglesia con los dones según lo que Él ve


necesario. Si él decide dar un don y retener otro, es porque él ve que
es necesario hacerlo así. Por eso no es correcto pensar que algunos
dones son más “espirituales” que otros. Tener fe, hacer una obra de
misericordia, o dar un consejo sabio son muestras de un don espiritual
y necesario, tan necesario como el don de sanidad o el de lenguas. Eso
es porque todos vienen del mismo Espíritu.

¿Quién tiene los dones espirituales? Nos parece a veces que


algunos tienen muchos dones, mientras otros no tienen ninguno. Pero,
algunos quizás tienen uno solo; sin embargo, la Biblia habla muy claro
de que cada miembro de cuerpo de Cristo ha recibido un don
espiritual. Si alguien dice lo contrario niega la promesa de Dios. El
miembro que se queda sentado diciendo que no tiene habilidad para
hacer nada en la obra del Señor, está equivocado. Es también
responsabilidad de los líderes de la iglesia el dar las oportunidades, el
crear las condiciones para que los miembros puedan descubrir y
ejercitar sus dones. No debemos monopolizar las actividades de la
iglesia, el ambiente eclesial, con nuestros propios dones. Ciertamente
no podemos decir que alguien, en absoluto, tiene todos los dones; en
verdad ni siquiera el pastor o el predicador deberían pensar algo así,
por supuesto, tampoco nosotros.

Los líderes de la Iglesia deben siempre animar a los miembros


en cuanto a los dones. Si hay algún miembro inactivo que cree que no
tiene ningún don, hay que enseñarle que, si es cristiano, ¡sí, tiene un
don espiritual! También es necesario crear conciencia en relación a
que los dones menos “sensacionales”, que no tienen una expresión o
manifestación pública tan evidente, no son menos importantes, y son
tan vitales para el cuerpo de Cristo, como los demás. El que arregla
los bancos en el templo, o el que prepara comida para los visitantes,
no es menos importante que la persona que predica, enseña o canta
muy bien.

291
Stephen Brauning

E) El propósito de los dones en la Iglesia

¿Por qué ha puesto Dios líderes en la Iglesia? Y, ¿por qué ha


dado los dones? Y ¿Para qué? Sin duda, muchos líderes evangélicos,
con su actitud y comportamiento habitual, demuestran tener una idea
muy equivocada de su papel en el cuerpo de Cristo, y de la naturaleza
de los puestos que ocupan, de las funciones que desempeñan. Por eso
actúan como las estrellas de un equipo de béisbol. Ellos juegan,
batean, corren, y hacen de todo cuanto pueden.

Sin embargo, de acuerdo a la perspectiva bíblica, su función


se acerca más a la de los entrenadores o managers de los equipos. Ellos
no están para jugar y competir con los jugadores; están ahí para
preparar y animar a cada uno de los jugadores desde afuera del terreno.
No entran a batear o a correr (no toman turnos), porque ellos saben
que en vez de ponerse a jugar ellos mismos, más bien están para
entrenan a los jugadores, para dirigir y coordinar las acciones del
equipo, para conducir el equipo al éxito. Después de todo, se los
contrata (y se les paga) para eso.

Así debe ser en la iglesia. Los miembros son los jugadores.


Todos están en el equipo llevando a cabo el ministerio de la iglesia en
sus diversas formas. Los líderes están para enseñar, preparar, apoyar,
coordinar y conducir a la iglesia de una forma más amplia, completa
y efectiva. Esta es la idea que el apóstol Pablo presenta en el texto
bíblico que sirve de base a esta lección.

En Efesios 4:11, Pablo menciona cuatro posiciones vitales y


funcionales en la iglesia; apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores
y maestros (entendidos juntos). Luego en el versículo 12-16 explica
el porqué de estos oficios: se puede resumir en la frase a fin de
perfeccionar a los santos”, o sea, preparar de una forma completa
(aparejar) a todos los cristianos para realizar la totalidad de su vida en
Cristo. Vamos a analizar la forma en que la utilización correcta de los
dones puede hacer crecer la iglesia, con 10 puntos:
1. Versículo 12a: a fin de perfeccionar (o capacitar) a los santos;
Dios ha dado dones a los líderes de la iglesia para que
capaciten a los demás miembros para ejercitar sus dones.

292
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

2. Versículo 12b: para la obra del ministerio; para que el trabajo


se efectúe, pues de otra forma no es posible. Se necesitan
obreros.

3. Versículo 12c: para la edificación del cuerpo de Cristo; que


todos los santos tengan una parte activa en el crecimiento de
la iglesia; por tal razón es menester que los líderes coordinen,
estimulen, favorezcan y creen las condiciones para la
participación de todos y todas.

4. Versículo 13a: hasta que todos lleguemos la unidad de la fe;


los dones deben fomentar y facilitar la unidad entre los
hermanos; la acción conjunta, porque todos vamos a estar
trabajando para la misma causa, en la misma dirección.

5. Versículo 13b: y del conocimiento del Hijo de Dios; es una


relación personal y significa aprender acerca de él.
6. Versículo 13c: a un varón perfecto; esto es lo que se busca, un
desarrollo integral, completo, una madurez completa.

7. Versículo 13d: a la medida de la estatura de la plenitud de


Cristo; la medida perfecta, nuestro ejemplo y meta.

8. Versículo 14 para que ya no seamos niños fluctuantes,


llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que, para engañar, emplean con
astucia las artimañas del error; para proteger a la Iglesia de
los errores.

9. Versículo 15 sino que, siguiendo la verdad con amor,


crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo;
tener en equilibrio la verdad y el amor.

10. Vs. 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre


sí las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la
actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para
ir edificándose en amor; la unidad saludable, creciendo.

293
Stephen Brauning

El significado de todo esto para los pastores, predicadores, y


líderes en general, es que toda su obra y todo su esfuerzo deben estar
orientados principalmente para que los miembros alcancen su plenitud
en Cristo. Y tiene mucho sentido, porque en lugar de tener un grupo
relativamente pequeño de líderes trabajando en la obra, van a tener un
ejército enorme de soldados espirituales preparados para trabajar en
el reino de Dios. Líder, éste es tu lema, tu llamado: Capacitar a los
santos. Esto producirá su crecimiento, ministerios eficaces, y un gran
impacto.

Pero hay otro propósito más fundamental: ¡La gloria de Dios!


Todos los dones tienen que producir una actitud, una expresión de
alabanza hacia Dios. En esta línea va 1 Pedro 4:11:
Si alguno habla, hable conforme a las palabras de
Dios: si alguno ministra, ministre conforme al poder
que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por
Jesucristo, a quien pertenece la gloria, y el imperio
por los siglos de los siglos. Amén.

Si vemos que el ejercicio de un determinado don en la Iglesia


resulta en exaltar a una persona, tal vez a la persona que lo posee, este
don no se está ejercitando según la Biblia. Por supuesto, también es
posible que el instrumento, la persona usada por Dios, a la que Dios
le dio ese don, esté recibiendo un mérito desmedido, un
reconocimiento que sólo Dios lo merece.

También hay una idea muy equivocada, la que supone que


todo en la Iglesia es primeramente para nuestra bendición; sin
embargo, esto no es cierto. Ciertamente es parte del propósito de Dios
el que seamos bendecidos con todo lo que se haga en la Iglesia, pero
esto no es lo principal; la gloria de Dios es lo esencial y primordial.

El apóstol Pedro también habla de otro propósito de los dones:


¡son para usar! 1 Pedro 4:10 habla en forma de mandato: “Cada uno
según el don que ha recibido, minístrelo a los otros…” Los dones son
para ejercer, no para quedar inútiles.

294
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

En la Iglesia, todo debe ser para la gloria de Dios, igual que


con los dones. Si al cantar el cantante se engrandece, algo no está
funcionado correctamente. De todos modos, la culpa necesariamente
no es del cantante, puede ser del público. Por otro lado, si se observa
que durante una vigilia las danzas se van tornando más y más carnales,
hay que cambiar el curso de la acción, de la actividad.

F) Análisis de los dones que se mencionan en el N.T.

En lo que queda de este capítulo, estudiaremos los dones que


se encuentran en la Biblia. Primero, vemos que, aunque 1 Pedro 4:10-
11 no nos da una lista de dones, más bien habla de dos categorías
amplias de dones: 1) los dones de hablar y 2) los dones de servicio.
No existe ninguna división entre dones “milagrosos” por un lado, y
dones “comunes”, por otro lado. Todos los dones son milagrosos. Al
considerar los dones, entonces, primero, vamos con los de hablar y
luego, los de servicio. Estos los vamos a extraer de dos listas de dones
dados en Romanos 12:6-8 y en 1 Corintios 12:8-10 y 28. Luego,
consideraremos una selección de dones presentados en varios otros
textos bíblicos. Finalmente, veremos los llamados u oficios dados en
1 Corintios 12:28 y Efesios 4:11 y su relación con los dones
espirituales.

Los dones de hablar son dados por Dios y están vinculados


con la Biblia en dos sentidos: 1) que siempre deben estar de acuerdo
con ella, y 2) su ejercicio requiere preparación, por ejemplo, estudio
y conocimiento de la palabra de Dios. Pero no solamente el pastor o
predicador; un joven puede predicar; una hermana puede exhortar y
dar consejos; un miembro puede evangelizar. De esta manera Dios
organiza la Iglesia para el ministerio a través de los dones.

1) El don de profecía (1 Corintios 12:10 y 28, Romanos 12:6, y


Efesios 4:11) es la capacidad de comunicar el mensaje de Dios, sea
predecir cosas antes de que sucedan, o proclamar la verdad de Dios
revelada: ambas cosas son igualmente profecía. Esto podemos
entender al observar la palabra griega “profetéia” que viene de dos
palabras: “pro”- que significa “antes de”, “de parte de”, o “delante
de”; y “femí”- que significa decir o proclamar. Ninguna de estas

295
Stephen Brauning

funciones tiene consideración mayor sobre la otra. Las dos funciones


son inseparables. El propósito es que los oyentes oigan el mensaje de
dios y actúen conforme a él.

Todos los profetas del Antiguo Testamento, desde Abraham


hasta Malaquías, fueron mensajeros de Dios. El mensaje profético
siempre tenía un objetivo basado en el reino de Dios: testificar de lo
que Dios ha hecho y dicho, hacer llamados al arrepentimiento, avisos
de juicios, y/o promesas de salvación. No siempre trataba de algo
futuro, pero aun cuando la profecía sirviera para predecir algo futuro,
siempre era con un propósito consistente con el reino de Dios.

Según Deuteronomio 13:1-3, el falso profeta es él que conduce


a la gente a no servir al Dios verdadero, sino que proclama otro dios,
a un dios falso. No hay que escuchar a dicho profeta, ni hacerles caso
a sus profecías, cumplidas o no. Si él habla contrario a la palabra de
Dios, es falso. Deuteronomio 18:8 dice que el profeta era llamado por
Dios, y hablaba las palabras de Dios. En Deuteronomio 18:22, el
profeta que habla cosas que no se cumplen, ha hablado con presunción
y no es mensaje de Dios. Puede ser que él sea un profeta verdadero,
pero no profetizó verdaderamente en dicho caso. Jeremías 23:10, 11
y 14 dice que los profetas que vivían en el pecado, la maldad, el
adulterio y la mentira, eran falsos.

Jesús es el profeta prometido a Israel (Marcos 6:4; Hechos


3:23). Juan el Bautista también es profeta (Lucas 1:76). Además de
ellos hay otros profetas que muestran la habilidad divina de predecir
algún evento (Hechos 11:28; 21:10), pero también para proclamar lo
que Dios ha dicho y hecho (Lucas 1:67-79; Hechos 15:32).

Según 1 Corintios 14, Pablo da mucha importancia a la


profecía. Él deseaba tenerla más que cualquier otro don. Pablo afirma
que el propósito del don es para la edificación, exhortación,
consolación (versículo 3), e instrucción (versículo 31) de la Iglesia.
También ofrece algunas reglas para el ejercicio del don de profecía.
Por ejemplo, la verificación de la profecía para considerar lo que se
ha dicho (versículo 29), y sobre todo, se debe reconocer lo que dice la
Biblia respecto de esa profecía (versículo 37). Debe haber dominio

296
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

propio, o sea, control de las emociones (versículo 32), y no debe haber


desorden, se debe hacer todo decentemente y con orden (versículos 33
y 40).

En algunas iglesias, hay mucha aceptación en cuanto a los


profetas y las revelaciones. Pero, ¡cuidado! Hay algunos que quieren
dominar, que quieren tener las cosas a su manera, y para hacer esto,
dicen, “el Señor me dijo”, o “tuve una revelación acerca de eso...”;
pero lo que traen es desorden y conflicto. En cada caso de profecía o
revelación, hay que examinar los puntos a través de la Biblia.
Exhortamos a los líderes a usar este estudio como guía para evaluar a
los profetas.

2) El don de enseñar (Romanos 12:7; 1 Corintio 12:28).


El que tiene el don de enseñar puede comunicar la verdad de Dios a
otros eficazmente. La base de nuestras enseñanzas es la palabra de
Dios. La ley de Dios, el evangelio y las doctrinas bíblicas forman el
contenido de lo que el maestro de la Iglesia debe comunicar y enseñar
(2 Tesalonicenses 2:15; Tito 2:1). No permitas que enseñen falsas
doctrinas de hombres o peor, de demonios (1 Tim. 4:1).

Ser maestro no es para cualquier persona, es una gran


responsabilidad Santiago (Jacobo) 3:1: “Hermanos míos, no os hagáis
maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor
condenación.” Es necesario haber recibido una buena enseñanza
(Efesios 4:21; 2 Timoteo 2:2; 3:14); y no ser orgulloso (Mateo 23:8).

Dios manda a los padres a que enseñen a sus hijos


(Deuteronomio 11:19; Efesios 6:4); Jesús mandó a sus discípulos a
que enseñasen a todas las naciones (Mateo 28:20); y él ha llamado a
personas para ser maestros en la iglesia (Efesios 4:11, 1 Timoteo 4:6).

Hay varias carreras u oficios para las personas que tienen el


don de enseñar. Por ejemplo, el pastor (a) debe tener este don.
También podría desempeñarse como profesor (a) en un colegio o
centro educativo cristiano. Además, podría comprometerse con ser
maestro (a) en la Escuela Dominical (o clase bíblica en sentido
general) de manera permanente.

297
Stephen Brauning

A través de la historia de la Iglesia se le ha dado énfasis a la


enseñanza; y debemos seguir esta línea, fomentando la buena
preparación de los maestros de la escuela dominical, de las escuelas
bíblicas en sentido general, de los estudios bíblicos, de los líderes de
la iglesia en general, etc. Estos son puestos y funciones de importancia
para la vida de la iglesia; por tal razón tenemos que buscar y escoger
a las personas preparadas, por un lado, y, por otro lado, no detenernos
en la capacitación del liderazgo, y más aún, de toda la iglesia. El
resultado de la buena enseñanza es que nos ayuda a resistir el pecado,
y perseverar hasta el fin, para recibir la salvación (Tito 2:12-13).

3) La exhortación (Romanos 12:8) es uno de los dones


imprescindibles para la Iglesia. Es una habilidad especial para hablar
de una forma que anima, persuade, invita, aconseja, y avisa a los que
escuchan; o sea, que produce un cambio positivo en los oyentes. En
Hechos 14:22 encontramos que Pablo y Bernabé exhortaron a los
discípulos a que “permaneciesen en la fe”.

Es responsabilidad de todos exhortar y animarnos los unos a


los otros (Hebreos 10:25). Pero es un llamado y don especial de los
pastores (1 Timoteo 4:13; Tito 1:9) e incluye la predicación. También
incluye la consolación. La base de la predicación, según este texto y
la Biblia en general, es la misma Biblia, y la sana doctrina. Se hace
con autoridad, porque el que exhorta está hablando las mismas
palabras de Dios (Tito 2:15).

Según Hebreos 13:22, la carta a los hebreos entera es una


exhortación. Estudiándola uno encontrará el porqué: tiene muchas
llamadas a la perseverancia, la fe, fidelidad, etc.

4) Las palabras de sabiduría, de ciencia o conocimiento, y el


discernimiento de espíritus (1 Corintios 12:8,10) son dones de
hablar para varias necesidades, y para solucionarlos de acuerdo con y
a través de la palabra de Dios. La sabiduría verdadera viene de parte
de Dios, no del ser humano (1 Corintios 2:6-7). Es bíblica y conduce
a la salvación (1 Timoteo 3:15). Salomón recibió este don (1 Reyes
3:16-28). En el Nuevo Testamento, Esteban fue destacado como un
hombre sabio (Hecho 6:3; 7:1-60).

298
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

La palabra de ciencia o de conocimiento es la habilidad de descubrir


y declarar información e ideas que no sería posible averiguar por uno
mismo. Pablo dice que el evangelio es un misterio conocido solamente
por la revelación de Dios (Efesios 1:17). Obviamente, la palabra de
ciencia o conocimiento, tiene como fundamento el conocimiento de la
palabra de Dios, que se adquiere por medio de la lectura y el estudio
de la Biblia (1 Timoteo 2:15; Romano 15:4).

Con el don del discernimiento de espíritus uno puede


establecer la diferencia entre lo falso y lo verdadero en ciertas
situaciones, así como respecto de los mensajes y las acciones, etc.
Jesús dice que discernir es tan sencillo como averiguar la clase de un
árbol por la observación de su fruto (Mateo 7:20).

Es la palabra de Dios la que discierne hasta los motivos del


corazón humano (Hebreo 4:12). Con la buena enseñanza, el estudio y
el uso de esta palabra es que uno puede crecer en el discernimiento
(Hebreo 5:13-14). Pablo nos instruye a que examinemos todo, incluso
la profecía, para saber si es de Dios o no (1 Tesalonicenses 5:20-21; 1
Corintios 14-29).

5) Lenguas e interpretaciones de lenguas se encuentran en la


lista de los dones en 1 Corintios 12:10 y 28. Dos otros textos que
hablan más detalladamente de estos dones son Hechos 2:1-22, y 1
Corintios 14. Igual como los otros dones, Dios ha dado el don de
hablar en lenguas y el don de interpretar estas lenguas, para el
crecimiento y edificación de la Iglesia.
En la actualidad hay varias ideas sobre estos dones. Han
recibido mucho favor en las iglesias pentecostales y carismáticas, pero
también han producido mucha división en la Iglesia. Hay algunas
iglesias que exigen hablar en lenguas para la membresía y/o para los
puestos en el ministerio. Por otro lado, hay otras iglesias que niegan
la existencia actual de dichos dones. Debemos investigar lo que dice
la Biblia, y entonces formar nuestro concepto de acuerdo a la palabra
de Dios.

Hay muchas preguntas que contestar. Por ejemplo, ¿Qué son


las lenguas? Y ¿Para qué son? En este estudio, pretendemos contestar

299
Stephen Brauning

algunas de estas preguntas. Al examinar los diferentes pasajes bíblicos


sobre el don de lenguas, encontramos diferentes tipos de lenguas,
situaciones y propósitos relacionados con ellas.

En toda la Biblia, la palabra usada para el don de las lenguas


es la misma palabra “idioma”. No hay dos palabras, como tenemos en
español (lenguas e idiomas). En los dos pasajes principales, las
lenguas mencionadas son idiomas humanos, pero que son
desconocidos a quienes lo hablaron.

En Hechos 2:4-11, los creyentes quedaron llenos del Espíritu


Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas. Estas lenguas eran
idiomas humanos de naciones representadas en Jerusalén aquel día.
Oyeron y entendieron personas de 15 naciones e idiomas distintos. El
propósito de Dios respecto al uso de estas lenguas fue muy claro: para
comunicar el mensaje del evangelio en los idiomas de los oyentes,
para que entendieran y recibieran el evangelio. Este fue el primer paso
del cumplimiento de la gran comisión (Hechos 1: 8).

En 1 Corintios 14, Pablo menciona idiomas humanos en los


versículos 10 y 11 como ejemplo y en versículo 21 como el método
que Dios usa para comunicarse con su pueblo. Por eso, Pablo dice que
es una señal para el incrédulo (1 Corintios 14:22), para entender el
mensaje en su propio idioma. En el versículo 18 Pablo afirma que
“hablo en lenguas más que todos vosotros”. Es muy probable que eso
sea porque él, como misionero, había viajado en tantos países, desde
Judea, Siria, Chipre, Asia Menor, Macedonia, Grecia, etc., y hablaba
muchos de estos idiomas.

Hay solamente otros dos ejemplos del uso de las lenguas:


Hechos 10:44-46 y 19:1-6. Los dos tratan de nuevos convertidos que
hablaron en lenguas como señal de conversión y de la recepción del
Espíritu Santo; sin embargo, esta no es una señal universal. Por
ejemplo, Juan 20:22-23 no lo menciona, ni ningún otro ejemplo de
conversión en el libro de Hechos (8:17 por ejemplo no la menciona).

Existió el abuso del don de lenguas en la iglesia de Corinto, y


Pablo quiso corregir eso. En 1 Corintios 14 establece el propósito del

300
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

don de lenguas, y sus resultados. Con base en esto, establece algunas


reglas.

El propósito principal de las lenguas, dice Pablo, igual que con


todos los dones, es la edificación de la Iglesia. Esto lo repite
claramente en los versículos 4, 5, 6, 12, 18 y 26. Por eso, la
interpretación es necesaria, según los versículos 5, 13, 26, 27. Pero
para reforzar este principio, Pablo concluye en que, si no hay alguien
que las interprete, tampoco debe haber el uso de lenguas (versículo
28).

En 1 Corintios 14, Pablo describe el hablar en lenguas que


nadie entiende (versículos 2, 4 y 28), ni la mente del que habla
(versículo 14). Edifica al que habla, pero no edifica la asamblea (vea
versículos 4-12). Entonces, como este uso de las lenguas no cuadra,
no cumple el propósito principal de los dones, que es la edificación de
la iglesia; Pablo, aunque no se opone a este uso de las lenguas,
demanda que no se empleen en público, en la asamblea reunida
(versículo 28); y más bien lo limita a un uso personal y privado.

Ahora bien, quiero llamar la atención al hecho de que en estos


contextos no se mencionan las “lenguas angélicas”. Esta frase se
encuentra solamente en 1 Corintios 13:1, y se usa sencillamente para
subrayar, con una oración condicional e hipotética, que en caso de
tener el privilegio de hablar o articular el lenguaje de los ángeles (un
nivel superior al humano), y no se tiene amor, tal privilegio carece de
valor alguno. En consecuencia, es errada la afirmación de que la Biblia
enseña que los cristianos, según el don de lenguas, hablamos lenguas
angelicales. Por otro lado, tampoco es una enseñanza bíblica el
farfullar, o sea, el hablar de manera confusa, atropellada e
incoherentemente, sin sentido.

La práctica de hablar e interpretar lenguas existe muy


ampliamente en la Iglesia, aunque prevalece en las iglesias de una
línea específica (la línea pentecostal y carismática). Pero ciertamente,
como esta no es una postura uniforme de todas las iglesias cristianas
y evangélicas, los que la practican deben respetar a los que no la
practican, y viceversa. En todo caso, más necesario e importante es

301
Stephen Brauning

tener un entendimiento bíblico sobre ese don, porque hay muchas


iglesias contemporáneas que abusan del mismo. Tengamos cuidado
con ese don, para no caer en los mismos abusos en los que cayó la
iglesia de Corinto, en el Nuevo Testamento, y en los abusos en que
han caído muchas iglesias en la actualidad.

La regla principal para nosotros debe ser el principio que


establece el apóstol Pablo en 1 Corintios 14:12 “Así también vosotros;
pues que anheláis los dones espirituales, procurad abundar en ellos,
para la edificación de la iglesia”. Subráyese: “para la edificación de
la iglesia”. En consecuencia, no estamos en la obligación de hacer o
practicar aquello que no edifica, que va en contra de este principio.

“No impidáis el hablar en lenguas” (versículo 39), dice Pablo,


posiblemente porque como una reacción a los abusos del don
causaban una reacción prohibitiva. La respuesta no es impedir que
hablen en lenguas, sino, que lo hagan siempre sujetos a la enseñanza
de la Biblia. Todo debe de ser hecho con orden (versículo 40), porque
Dios es un Dios de orden (versículo 33). Si la persona que dice tener
el don de lenguas no reconoce ni se somete a esta enseñanza bíblica,
tampoco se debe reconocer su práctica como la expresión de un don
espiritual (versículos 37 y 38).

6) Entre los dones de servicio hay muchos tipos de acciones y


formas de servicio que Dios ha dado para responder a las necesidades
físicas en la Iglesia y en el mundo. Son tan variados como las
necesidades.
 El mismo don de servicio mencionado en Romanos 12:7,
significa que Dios ayuda a algunos para poder identificar las
necesidades físicas o materiales, encontrar medios y recursos
para solucionarlas; incluye todo tipo de trabajo manual.
 El don de hacer obras de misericordia (Romanos 12:8) habilita
a la persona que lo tiene a llevar a cabo acciones incluso para
ayudar a personas que no merecen la ayuda, pero la necesitan.
 Dar, o repartir también es un don espiritual (Romanos 12:8).
Significa dar dinero, cosa, tiempo o esfuerzo, liberalmente a la
obra de Dios o a personas necesitadas.

302
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

 Los dones de hacer milagros y de sanidad (1 Corintios 12:9-


10, 28), significan que Dios usa a algunas personas como
canales de su poder milagroso para efectuar su voluntad. Esto
incluye restaurar la salud de una persona enferma, ya sea
física, emocional o espiritualmente.
 El don de dirigir (Romanos 12:8) es imprescindible para el
liderazgo de la Iglesia, a fin de que en la iglesia las cosas
funcionen de manera efectiva.
 La fe como un don (1 Corintios 12:9) significa obtener de Dios
la habilidad de comprender la voluntad de Dios de una forma
especial, y tener la confianza de que Dios va a cumplir. Se
expresa en oración, palabras de ánimo, y acciones de fe
concretas.
 Ayudar (1 Corintios 12:28) es comprometer sus habilidades y
recursos con la vida, necesidades y el ministerio de otras
personas. También supone el ayudar a otras personas a
ejercitar sus dones.
 Administración (1 Corintios 12:28) es la habilidad de manejar
los asuntos de la Iglesia de manera organizada y con
eficiencia.

7) Otros dones que se encuentran en otros pasajes bíblicos


 La hospitalidad (1 Pedro 4:9; Romanos 12:13; Hebreos 13:2):
es mantener nuestra casa y recursos abiertos para recibir
personas, especialmente desconocidas, sin reservación.
 La artesanía (Éxodo 35:30-36): Usar artes manuales para el
reino de Dios.
 El celibato (Mateo 19:12; 1 Corintios 7:7, 32-35): Mantenerse
soltero (a) para poder servir al Señor sin preocupaciones.
 La pobreza (Lucas 18:18-30; 1 Corintios13:3): Abandonar
voluntariamente la propiedad de uno, renunciar a la ganancia
personal para el reino de Dios.
 El sufrimiento (Hechos 9:15,16; Filipenses 1:29; Colosenses
1:24): Rendirse a sufrir privación, abusos o persecuciones en
el servicio del Señor.
 El martirio (Lucas 9:24; 1 Corintios 13:3; Apocalipsis 12:11):
Perder la vida por causa del evangelio, del Reino de Dios, del
Señor (no supone una actitud suicida).

303
Stephen Brauning

 La música: A algunas personas Dios le da la habilidad de


cantar o tocar algún instrumento para la gloria de él.
 Escribir: Poder usar las palabras escritas, la comunicación
escrita, para comunicar verdades espirituales.
 La oración: Todos los cristianos oramos, pero algunas
personas tienen el don especial de orar mucho y con un poder
extraordinario.

También relacionados con las listas de dones son los que mejor
se califican como “llamados”: no se califican como “don” porque las
palabras mismas se refieren a las personas y no a la actividad. Pero
caben en este estudio de los dones debido a la relación cercana del
tema, en la práctica y en el contexto de los pasajes.

8) El llamado del apóstol (Efesios 4:11): Dios llama y envía a


apóstoles para la obra misionera, o sea, para testificar del evangelio y
del reino de Dios. Este llamado se presenta en 1 Corintios 12:28, y
Efesios 4:11 como un puesto, o llamado, en lugar de un don; sin
embargo, hay ciertos dones que les necesarios a un (a) apóstol.

La palabra apóstol significa “un enviado”, o sea, es una


persona mandada y encargada de un mensaje o una labor. Podemos
decir que es equivalente a la moderna palabra “misionero”, que tanto
usamos.

El llamado grupo de “los doce apóstoles” son los que fueron


escogidos y nombrados directamente por Jesús (Lucas 6:13), para
acompañarlo y a los que también mandó a un viaje misionero (Mateo
10:1,20; compárese Mateo 19:28; Apocalipsis 4:4; 21:14). Luego les
asignó un trabajo y puesto especial: ser testigos oculares de él en todo
el mundo (Hechos 1:8, 22). Evidentemente y, a la luz de Hechos 2:42;
4:33; 1 Juan 1:1-5, ellos hicieron el trabajo que les encomendó el
Señor. Ellos son parte del fundamento de la Iglesia (Efesios 2:20);
también ofrecieron su testimonio con pruebas y manifestaciones
espirituales (Hechos 8:15-17; 2 Corintios 12:12).

Además de “los doce”, Dios llamó a otros apóstoles para


seguir con la labor de dar testimonio del evangelio y del Reino de

304
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Dios. Pablo, sin ser uno de “los doce”, reclama ser apóstol debido a
su llamado directo por Cristo (1 Corintios 9:1-2; 15:7-8). Bernabé es
otro ejemplo, sin ser uno de “los doce”, es llamado apóstol en Hechos
14:14. En su trabajo, estos apóstoles dieron autoridad y
responsabilidad a los ancianos de varias iglesias (Hechos 20:28-32; 1
Timoteo 3:1-7). En la Iglesia contemporánea Dios sigue mandando
apóstoles a todo el mundo. Son los misioneros.

La obra del apóstol contemporáneo es predicar, enseñar, y


administrar en la obra misionera, igual como Cristo encargó a los
apóstoles la misión de llevar el evangelio a todas las naciones, hasta
los confines de la tierra (Mateo 28.20; Hechos 1:8). En Romanos
15.20 y 2 Corintios 10:16, Pablo habla de su deseo de predicar el
evangelio en lugares donde todavía no se había predicado. Él
consideró como un privilegio el presentar el evangelio a otras
naciones (Efesios 3.7-9).

Ahora bien, todavía el trabajo no está completo, porque hay


muchos lugares y pueblos a los cuales el evangelio aún no ha llegado,
no se ha establecido iglesia alguna, ni existe un porcentaje
considerable de personas convertidas. Cada iglesia debe comenzar a
levantar obreros para ser los apóstoles de nuestro tiempo. Es muy
probable que, en la mayoría de las iglesias, haya muchos jóvenes que
puedan comenzar a prepararse para ser misioneros en los países que
tienen más necesidad del evangelio, por ejemplo, en Cuba y en
España, o aún más los países musulmanes de África del Norte.

Ahora bien, es posible que muchas personas piensen: - ¿Cómo


podemos enviar misioneros? Somos pobres. Nosotros necesitamos la
ayuda misionera-”. Y nuestra respuesta será que este es un mandato
de Dios para la Iglesia. En consecuencia, cada iglesia puede llegar a
ser una iglesia que envía misioneros a todo el mundo, ¡para la gloria
de Dios! Oremos hacia esa meta.

9) El llamado de evangelista se encuentra en la lista de Efesios


4:11 como un llamado, no como un don. Pero es cierto que el
evangelista tiene una habilidad muy especial. Es una aplicación
específica del don de exhortación con el cual el evangelista comparte

305
Stephen Brauning

el evangelio, usando ciertos o varios modos, para persuadir a que


algunos lo reciban.

Todos los cristianos tenemos la responsabilidad de evangelizar


a nuestros amigos, vecinos, familiares, etc. (Hechos 8:4), pero algunos
tienen un encargo y don especial también; Felipe es un ejemplo
(Hechos 8:26-40; 21:8).

10) El llamado de pastor (vea la sección anterior sobre este


llamado) se menciona en Efesios 4:11, pero no como un don. Es más
bien un llamado. El pastor tiene muchas responsabilidades y muchos
dones para poder administrar el rebaño de Dios. De hecho, la palabra
“pastor” significa, el que cuida ovejas. En la Biblia Dios nos compara
con ovejas, y él se identifica como “el pastor” (Salmo 23, Juan 10).
Además, la Biblia dice que los líderes espirituales del pueblo de Dios
son pastores. En el Nuevo testamento, las palabras “anciano”,
“presbítero” y “obispo” se usan también para el puesto de líder
espiritual, así como la palabra pastor.

En nuestro texto, Efesios 4:11, el pastor se menciona en


conjunto con “maestro”, como si fuera un solo puesto, o por lo menos,
son dos llamados bien relacionados. Esto es porque el llamado de ser
pastor tiene el importante elemento de la enseñanza, uno de los dones
claves para la obra pastoral. Es lógico que los pastores deben tener
ambos tipos de dones: los de hablar y los de servicio.

Dada la diversidad de los dones, no son los que consideramos


para uso en las actividades religiosas, en los cultos. Muchos se
ejercitan no solamente durante la hora del culto, sino también en la
casa, en el trabajo, etc. Esto va también con el pastor, quien
“apacienta la grey” (1 Pedro 5:2) espiritualmente y materialmente.

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Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

Conclusión:
Un desafío para la Iglesia universal

Este libro ha intentado descubrir el diseño de Dios para la


Iglesia, tomando ampliamente todo el texto bíblico como la base
principal, con un efoque especial en la Iglesia del período apostólico
como modelo, considerando también la historia de la Iglesia.

Hemos querido hacer conocer este diseño, y buscar cómo


captar lo esencial de él y saber cómo aplicarlo a nuestra realidad
contemporánea. El propósito no es que la Iglea actual retorne en el
tiempo al modelo de la iglesia apostólica como si hubiera resultado
perfecta; pero sí sabemos que reflejaba lo esencial, y contenía todo lo
que necesitaba para poder desarrollarse como el auténtico cuerpo de
Cristo. Y la Iglesia actual también tiene este potencial.

En lugar de ver la Iglesia en términos tradicionales, limitados,


o humanos, hemos querido verla como Dios la ve, con su identidad,
su estructura, su ministerio, su potencial. No es la Iglesia la simple
suma de todos los individuos que vienen al templo, sino más bien un
organismo compuesto por células vivas y activas en servicio,
alabanza, y en koinonía. Es nuestro sueño el que todas las actividades
y todos los ministerios de la iglesia se desarrollen en un ambiente más
básico y más natural que el culto en la iglesia. Deseamos, en muy
pocas palabras, que la Iglesia llegue a todas las partes de nuestras
vidas: a nuestros hogares, a nuestros lugares de trabajo, a nuestras
escuelas y universidades y, por supuesto, a nuestros templos.

Por supuesto, sabemos que habrá personas que se resistirán a


esta redefinición. No es fácil cambiar las tradiciones; pero si queremos
seguir reformándonos según la palabra de Dios, tenemos que aplicar
esta palabra aun a nuestras tradiciones y estructuras más queridas.
Tenemos que dejar que la luz de esta lámpara ilumine los rincones de
nuestras iglesias y que nos enseñe el camino del Señor.

Con este libro hemos pretendido proveer más los principios,


no tantos los pasos; los conceptos, pero no las pautas estrictamente

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Stephen Brauning

definidas. Muchos de los temas abordados en este libro, y con el


particular enfoque que le hemos dado, guiará a las personas lectoras
hacia la implementación de una nueva estructura, un nuevo ministerio,
o un nuevo acercamiento a lo ya conocido. Lo que hemos ofrecido en
estas páginas es una introducción a lo que la Iglesia puede y debe ser.
Ojalá que ante la propuesta general de este libro, su respuesta sea una
oración en la que usted le pida al Señor que comience a trabajar en su
Iglesia y a guiarla en los pasos que debe tomar.

Finalmente, también nos propusimos dar respuesta a la


pregunta: ¿qué es la Iglesia? Al regresar, pues, al diseño original,
esperamos haber planteado no sólo una vaga respuesta teórica, sino y
más bien, una respuesta práctica, funcional, con sentido. Confiamos
en que la Iglesia llegará a tener una identidad, una base, y un
ministerio (servicio) bíblico, adecuado, contextual, y completo, según
la voluntad de Dios, para poder llevar a cabo y de manera efectiva
todo lo que debe ser y puede hacer, ¡Para la gloria de Dios!

308
Volvamos al diseño de Dios para la Iglesia

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