Pensamiento Social Del Papa Francisco
Pensamiento Social Del Papa Francisco
Pensamiento Social Del Papa Francisco
El centro del mensaje del Papa está en denunciar la idolatría, el verdadero culto
religioso al dios dinero que nos exige el sistema económico financiero. Nos muestra como este
dios es un dictador, que gobierna y no sirve, destruyendo nuestras relaciones con los demás,
generando exclusión y violencia. Guerras inclusive, negarlo es imposible.
Deja bien claro que este sistema es injusto de raíz, que debemos cambiarlo y que tanto
los cristianos como la Iglesia tenemos la responsabilidad de participar para lograrlo. Somos
todos los que, mediante el diálogo, debemos proponer formas de hacerlo y este es el único
camino que nos queda seguir, no hay otro si queremos ser fieles a Cristo.
Podemos sintetizar el pensamiento del Papa Francisco en las ideas que a continuación
detallamos:
Recobrar la cultura del encuentro con la finalidad de reestructura los vínculos sociales a partir
del dialogo horizontal y empático como mecanismo de unidad.
Toma como base de raciocinio social los siguientes principios: el tiempo es superior al espacio,
la unidad es superior al conflicto, la realidad es superior a la idea y el todo es superior a las
partes (la búsqueda del bien común es lo que siempre debe preservarse). Estos principios buscan
principalmente cuidar la vinculación sin evadir los conflictos y la búsqueda del bien común
permanentemente.
El Papa Francisco, al citar el tema de la economía señala que la inequidad es raíz de los
males sociales. Se refiere también a la importancia de integrar e incluir a los diferentes y en
particular a los niños y ancianos y condena la trata de personas. El Papa ha sido y es una voz
que anuncia en el medio del desierto, es viva expresión de Jesús encarnado hoy en la tierra. A
través de él podemos apreciar la necesidad de mirar al otro como hermano, de detener nuestra
mirada en el más pobre, en el ser agentes de unidad, el de abrir el corazón y la mente al que es
distinto y por sobre todo a reconocer en el otro y los otros al mismo Jesús que camina en medio
nuestro.
Por otra parte, podemos mencionar que vivimos un tiempo difícil donde nuestra fe
católica y voluntades deben poner los medios necesarios para que este mundo sea cada vez más
expresión del Reino de Dios sobre la tierra. Debe quedar claro que no es tarea de la Iglesia
proponer un nuevo modelo socio-económico, pero sí iluminar la realidad en materia de justicia
y dignidad.
Finalmente, ¿qué nos queda a los católicos como camino a seguir? Como dijera san
Juan de la Cruz, en la tarde de la vida seremos juzgados en el amor. No en la ideología, ni en
acaloradas charlas de café o debates académicos a favor o en contra de una idea, sino en cómo
construimos un mundo más fraterno, con menos estructuras de pecado, y con mayor
compromiso social y personal.