Corte de Derechos Humanos

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CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANO

CASO AZUL ROJAS MARÍN Y OTRA VS. PERÚ

SENTENCIA DE 12 DE MARZO DE 2020

Azul Rojas Marín: la histórica denuncia de la mujer transgénero que acusa a la policía de Perú
de violación y tortura

¿Qué le pasó a Azul?

Azul Rojas Marín es una mujer transgénero que en el momento de los hechos se identificaba
como hombre gay. Fue detenida por integrantes de la policía peruana en la noche del 25 de
febrero de 2008 cuando caminaba a su casa. Algunos de los policías sabían quién era Azul. La
insultaron e hicieron comentarios despectivos sobre su orientación sexual. Fue llevada por la
fuerza a la estación policial, donde la mantuvieron detenida por casi seis horas, aunque esta
detención no fue registrada oficialmente. Mientras estuvo detenida, fue desnudada
forzadamente, golpeada de forma repetida y violada analmente con una vara policial. Los
insultos y los comentarios despectivos sobre su orientación sexual continuaron durante todo
ese tiempo. Fue liberada temprano al día siguiente.

Azul denunció los hechos ante las autoridades, pero estas no le creyeron y no investigaron su
denuncia adecuadamente. Diferentes integrantes del sistema de justicia la revictimizaron en
múltiples ocasiones. Por ejemplo, durante la diligencia de reconstrucción judicial, fue forzada a
reencontrarse con sus perpetradores, quienes se burlaron de ella. El fiscal, sin el
consentimiento de Azul, estuvo presente durante la práctica del examen médico forense e hizo
comentarios para influenciar los resultados consignados en el informe del doctor. Tras
numerosos obstáculos, la denuncia de Azul fue sobreseída. Hasta la fecha, nadie ha sido
responsabilizado ni castigado por lo sucedido.

El litigio del caso:

En este contexto, REDRESS, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos del Perú (CNDH)
y Promsex sumaron esfuerzos y presentaron una petición ante la CIDH en abril de 2009. La
CIDH aprobó el Informe 24/18 sobre el fondo, en el que declaró que el Estado peruano había
violado diversos artículos de la CADH.

Dado que Perú no cumplió con las recomendaciones ordenadas por la CIDH en dicho Informe,
el caso fue sometido a la jurisdicción de la Corte IDH en agosto de 2018. Al hacerlo, la Comisión
destacó que este sería el primer caso ante el Tribunal en el que se trataría el tema de violencia
contra personas LGBTI. Perú cuestionó la admisibilidad del caso y presentó diversos
argumentos sobre el fondo ante la Corte IDH, que celebró una audiencia en agosto de 2019 y
decidió el caso en marzo de 2020, arribando a importantes conclusiones sobre los hechos y el
derecho.

Así, la Corte IDH consideró que:

[E]l caso resulta encuadrable en lo que considera “delito de odio” o “hate crime”, pues es claro
que la agresión a la víctima estuvo motivada en su orientación sexual, o sea que, este delito no
solo lesionó bienes jurídicos de Azul Rojas Marín, sino que también fue un mensaje a todas las
personas LGBTI, como amenaza a la libertad y dignidad de todo este grupo social (párr. 165).   
Finalmente, como medidas de reparación, la Corte ordenó al Estado peruano investigar y
sancionar a los responsables; brindar tratamiento médico y psicológico y/o psiquiátrico en
favor de la víctima; adoptar un protocolo para procesos penales que traten casos de violencia
contra las personas LGBTI; eliminar de los Planes de Seguridad Ciudadana el indicador
“erradicación de homosexuales y travestis”; entre otros.

La violencia por prejuicio en el caso de Azul

En esta sentencia la Corte explica que la violencia y tortura sexual perpetrada en contra de
Azul Rojas constituye un “delito de odio” o “violencia por prejuicio”. En síntesis, de la sentencia
se pueden resaltar los siguientes puntos:

 El maltrato se realizó de manera deliberada contra Azul.

 La severidad de los maltratos sufridos por Azul son constitutivos de tortura.

 Azul fue humillada física y emocionalmente y en su cuerpo quedaron secuelas


dictaminadas por el médico legista.

 Con la violación sexual y la tortura se buscaron los fines de “intimidar, degradar,


humillar, castigar o controlar a la persona que la sufre” (p. 46).

 Las expresiones lanzadas contra Azul como “cabro”, “concha de tu madre”, “te gusta
la pinga”, “maricón de mierda”, y “te hubieran metido al calabozo para que te cachen
todos”, constituyen insultos estereotipados en contra de su orientación sexual y
expresión de género.

 El Estado violó sus derechos a la integridad personal, a la vida privada, y a no ser


sometida a tortura.

Sobre los prejuicios y estereotipos en contra de las personas LGBTI, la Corte ha reconocido que
los prejuicios personales y los estereotipos de género afectan la objetividad de los funcionarios
estatales encargados de investigar las denuncias que se les presentan, influyendo en su
percepción para determinar si ocurrió́ o no un hecho de violencia, en su evaluación de la
credibilidad de los testigos y de la propia víctima. Los estereotipos “distorsionan las
percepciones y dan lugar a decisiones basadas en creencias preconcebidas y mitos, en lugar de
hechos”, lo que a su vez puede dar lugar a la denegación de justicia, incluida la revictimización
de las denunciantes. La Corte considera que lo mismo puede ocurrir en casos de estereotipos
por la orientación sexual.

Es precisamente esta comprensión del contexto prejuicioso lo que obligó a la Corte a hacer
una revisión general de la situación en materia de derechos humanos de las personas LGBTI en
Perú. En la sentencia se reconoce con base en informes de la OEA, estadísticas y encuestas
oficiales que las personas LGBTI peruanas están sometidas a “diversas formas de violencia y
discriminación en la región, basadas en la percepción de su orientación sexual e identidad o
expresión de género” (p. 14) y que estas violencias no están siendo visibilizadas. De acuerdo
con encuestas, el 62.7% de las personas LGBTI han sido víctimas de alguna forma de violencia o
discriminación y que de estas solo un 4.4% denunció los hechos ante las autoridades.
Adicionalmente, de estas personas, más de la mitad afirmó haber sido atendida “mal” o “muy
mal” por parte las autoridades. Además, se muestra que en Perú existen prejuicios
significativos contra las personas LGBTI, tanto, que a la mayoría de personas LGBTI les da
temor expresar su orientación sexual o identidad de género, teniendo como principal motivo
el miedo a ser discriminado.

Por su parte, encuestas realizadas a la sociedad peruana arrojan que muchas personas
consideran que las personas LGBTI no deberían poder celebrar matrimonio, ser docentes de
colegios, y estiman que la “homosexualidad nunca está justificada”. La Corte revela a su vez
que dentro de los gobiernos locales de Perú hay “metas de seguridad” que buscan la
“erradicación de los homosexuales y travestis” de los territorios.

Conclusión

El caso de Azul Rojas Marín ha permitido a la Corte IDH generar nuevos estándares para
aumentar y fortalecer la protección de las personas LGBTI en las Américas, ante la violencia y
la discriminación. El Tribunal consideró que una detención arbitraria puede darse cuando
existen signos de discriminación y no hay ninguna otra razón aparente para explicar la
detención. Este es un estándar muy significativo en las Américas, donde la detención de
personas, incluidas personas de la comunidad LGTBI, tiene lugar de manera masiva y abusiva.

Esta decisión es, además, un llamado de atención a los Estados en un momento en el que los
gobiernos de la región están tomando y cambiando medidas en relación con la pandemia de
COVID-19. La decisión interamericana en el caso de Azul debe recordar a los Estados de la
región que, incluso en estados de emergencia o situaciones de crisis, no se deben adoptar
medidas discriminatorias, ya que es en dichas situaciones cuando se requiere de un enfoque
diferenciado que tenga en cuenta las vulnerabilidades particulares que enfrentan las personas
de la comunidad LGBTI.

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