A.R. Brewer Carias. Derecho y Accion de Amparo Constitucional. Con Portada 2 2021
A.R. Brewer Carias. Derecho y Accion de Amparo Constitucional. Con Portada 2 2021
A.R. Brewer Carias. Derecho y Accion de Amparo Constitucional. Con Portada 2 2021
AMPARO CONSTITUCIONAL
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Profesor emérito de la Universidad Central de Venezuela
Individuo de Número de la Academia de
Ciencias Políticas y Sociales
DERECHO DE AMPARO
Y ACCIÓN
DE AMPARO CONSTITUCIONAL
Caracas/2021
B758
Brewer-Carías, Allan
Derecho de amparo y acción de amparo constitucio-
nal / Allan Brewer-Carías; prólogo Héctor Fix-Zamudio. --
Caracas: Academia de Ciencias Políticas y Sociales; Edito-
rial Jurídica Venezolana, 2021.
742 pp.
Serie Estudios, 129
ISBN: 978-1-63625-519-4
© Allan R. Brewer-Carías
Email: [email protected]
www.allanbrewercarias.com
A MANERA DE PRÓLOGO
LA TEORÍA DE ALLAN R. BREWER CARÍAS SOBRE EL
DERECHO DE AMPARO LATINO AMERICANO Y
EL JUICIO DE AMPARO MEXICANO
Héctor Fix-Zamudio
I. INTRODUCCIÓN ............................................................................ 35
II. LA DOCTRINA DE BREWER CARÍAS SOBRE EL DERE-
CHO DE AMPARO LATINOAMERICANO ............................... 37
III. UNA OJEADA SOBRE EL DERECHO DE AMPARO EN
LATINOAMÉRICA Y ESPAÑA .................................................... 40
IV. EL DERECHO DE AMPARO EN LOS INSTRUMENTOS
INTERNACIONALES ..................................................................... 52
V. EL AMPARO MEXICANO COMO PARADIGMA ORIGI-
NAL Y SU EVOLUCIÓN ................................................................ 56
VI. COMPLEJIDAD ACTUAL DEL AMPARO MEXICANO .......... 64
VII. NATURALEZA ................................................................................ 76
VIII. DERECHOS PROTEGIDOS ............................................................ 82
IX. PERSONAS TUTELADAS .............................................................. 90
X. ORGANISMOS JURISDICCIONALES DE PROTECCIÓN ....... 92
INTRODUCCIÓN .............................................. 97
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
PRIMERA PARTE
EL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL DEL
PROCESO DE AMPARO
SEGUNDA PARTE
LA CONFIGURACIÓN JURISPRUDENCIAL DEL DERECHO Y
DE LA ACCIÓN DE AMPARO A PARTIR DE LA
CONSTITUCIÓN DE 1961
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TERCERA PARTE
LA CONFIGURACIÓN LEGAL DEL DERECHO Y DE LA ACCIÓN
DE AMPARO EN LA LEY ORGÁNICA DE AMPARO DE 1988
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
CUARTA PARTE
LA COMPETENCIA JUDICIAL EN MATERIA DE AMPARO
QUINTA PARTE
EL CARÁCTER EXTRAORDINARIO DE LA
ACCIÓN AUTÓNOMA DE AMPARO .................. 329
SEXTA PARTE
EL OBJETO DE LA PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL:
TODOS LOS DERECHOS Y GARANTÍAS CONSTITUCIONALES
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SÉPTIMA PARTE
CARÁCTER Y RANGO CONSTITUCIONAL DE LA VIOLACIÓN
A LOS DERECHOS (LA VIOLACIÓN DIRECTA) ...... 367
OCTAVA PARTE
PRINCIPIOS DE LA PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL RESPECTO
DE TODAS LAS PERSONAS EN EL MARCO DEL DERECHO
COMPARADO: LAS PERSONAS PROTEGIDAS
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
NOVENA PARTE
LA UNIVERSALIDAD DEL AMPARO Y LAS CAUSAS DE LA
LESIÓN O AMENAZA DE LESIÓN DE DERECHOS Y
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES
I. EL RÉGIMEN EN EL DERECHO VENEZOLANO .......................... 393
1. El amparo contra autoridades y contra particulares .............. 393
2. El amparo contra leyes y demás actos normativos .................. 399
A. La naturaleza suspensiva de la acción de amparo
contra normas ...................................................................... 400
B. La amplitud del control en la Ley Orgánica y la
tendencia restrictiva de la jurisprudencia de la antigua
Corte Suprema ..................................................................... 402
C. La tergiversación jurisprudencial del amparo contra
normas .................................................................................. 411
D. El tema de los actos de ejecución o aplicación de las
leyes y la evolución jurisprudencial y la negativa del
amparo contra leyes ............................................................ 413
E. El amparo contra normas frente a la amenaza de
violación de derechos constitucionales y la restricción
jurisprudencial ..................................................................... 418
3. El amparo respecto de los actos administrativos y contra
conductas omisivas de la Administración ............................... 423
A. El amparo contra actos administrativos ........................... 424
B. El amparo contra conductas omisivas de la Adminis-
tración ................................................................................... 430
C. Amparo con motivo de la prestación servicios pú-
blicos ..................................................................................... 441
4. El amparo contra sentencias y demás actos judiciales ........... 443
A. La actuación judicial lesiva ................................................ 445
B. El tema del amparo contra sentencias de amparo .......... 455
II. LOS PRINCIPIOS DEL AMPARO EN EL DERECHO COM-
PARADO EN RELACIÓN CON LOS AGRAVIANTES Y LA
PROTECCIÓN CONTRA AUTORIDADES Y PARTICULARES ... 463
III. EL DEMANDADO EN LA DEMANDA DE AMPARO: LAS
AUTORIDADES Y LOS PARTICULARES .......................................... 471
1. El amparo contra las autoridades públicas: entidades pú-
blicas y funcionarios públicos .................................................... 472
2. El amparo contra individuos o personas particulares ............ 476
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DÉCIMA PRIMERA
DAÑOS Y AMENAZAS DE VIOLACIÓN PROTEGIBLES EN
MATERIA DE AMPARO: PRINCIPIOS GENERALES Y
DERECHO COMPARADO
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ANEXOS
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NOTA DEL AUTOR
1 Esto fue con ocasión de preparar el Curso que dicté en el LLM de la Facultad
de Derecho de la Universidad de Cambridge, UK, en 1985-1986 sobre “El
control de la constitucionalidad en el derecho comparado.” Véase el texto en:
Allan R. Brewer-Carías, Judicial Review in Comparative Law, Cambridge Studies
in International and Comparative Law. New Series, Cambridge University
Press, Cambridge 1989.
2 Lo que plasmé ese mismo año 1985 en el estudio: Allan R. Brewer-Carías, “El
derecho de amparo y la acción de amparo,” en Revista de Derecho Público, No.
22, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, abril-junio 1985, pp. 51-61.
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(Editor) et al., El caso del Banco de Venezuela. Tomo I. La acción de amparo, Colec-
ción Opiniones y Alegatos Jurídicos No. 4, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas 1993. El texto de la sentencia está en pp. 397 ss.
7 Publicado en el libro El derecho público a comienzos del Siglo XXI. Estudios en
Homenaje al Profesor Allan R. Brewer-Carías (Coordinador: Jesús Caballero Or-
tíz), Thomson Reuter, Civitas, Aranzadi, Madrid 2003, Tomo I, pp. 1125-1163.
8 Véase en Revista de Derecho Público, No. 81, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 2000, pp. 225-229. Véase los comentarios a esta sentencia en Allan R.
Brewer-Carías, “El juez constitucional como legislador positivo y la inconsti-
tucional reforma de la Ley Orgánica de Amparo en Venezuela mediante sen-
tencias interpretativas,” en Eduardo Ferrer Mac-Gregor, Arturo Zaldívar Le-
lo de Larrea (Coordinadores), La ciencia del derecho procesal constitucional. Es-
tudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como investigador
del derecho, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Au-
tónoma de México, México 2008, Tomo V, pp. 63-80.
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agregando:
“Por ello me duele que la Corte Interamericana haya sido
incapaz de hacer justicia a uno de sus juristas más distingui-
dos, a quien un gobierno arbitrario y autoritario ha perseguido
injustamente y obligado a defender precariamente sus dere-
chos desde el exilio. 20
Sobre ello, el propio Eduardo Ferrer Mac Gregor en el acto que
tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el 13 de no-
viembre de 2019, con ocasión de mi cumpleaños, concluyó sus co-
mentarios indicando, por último, que:
“no lo hago como presidente de la Corte Interamericana,
sino tal vez como el Juez autor del voto disidente en la senten-
cia del caso Allan R. Brewer-Carías vs. Venezuela, de que el Pro-
fesor Allan Brewer-Carías es víctima no declarada por parte de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Las víctimas
son víctimas, estén o no declaradas en la sentencia. Yo salvé mi
voto; pero si quisiera decir que es una víctima; y que, como víc-
tima, le expreso mis mayores respetos y comparto sus angus-
tias por todo lo que ha sufrido fuera de su querido país.” 21
Por todo ello, no puedo menos que dedicar este libro con todo
gusto y respeto, no solo a la memoria del querido amigo Héctor
Fix-Zamudio, sino a su discípulo más destacado, el profesor
Eduardo Ferrer Mac Gregor. Amigos como ellos son los que hay
que tener en la vida.
Y sobre amigos, no puedo cerrar esta nota sin referirme a mi
entrañable amigo el profesor Pedro Nikken a quien siempre tengo
en mi memoria, quien sobre lo ocurrido en la Corte Interamericana,
ante la cual fue mi abogado destacado, en el que puede considerar-
se como su discurso de despedida académica, dado en el mismo
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23 Se refería al libro de Sergio Dahbar, Allan Brewer-Carías. Una Vida, Ed. Dah-
bar, Madrid 2019, presentado en el mismo acto del Círculo de Bellas Artes de
Madrid, 13 de noviembre de 2019.
24 Véase León Henrique Cottin, “Presentación del libro: Allan R. Brewer-Carías.
Una Vida,” en el libro: Luciano Parejo Alfonso y León Henrique Cottin (edi-
tores), Allan R. Brewer-Crías. Proyección de su obra en Iberoamérica. Jornada Aca-
démica celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, 13 de noviembre 2015. Ba-
jo los auspicios de la Cátedra de Estudios Jurídicos Iberoamericanos de la
Universidad Carlos III de Madrid, Editorial Jurídica venezolana Internatio-
nal, Caracas / Nueva York / Madrid 2020, pp. 277-278.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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A MANERA DE PRÓLOGO
LA TEORÍA DE ALLAN R. BREWER CARÍAS
SOBRE EL DERECHO DE AMPARO
LATINO AMERICANO
Y EL JUICIO DE AMPARO MEXICANO
Héctor Fix-Zamudio
Investigador Emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México
Para el muy distinguido jurista venezolano
Allan R., Brewer-Carías,
como homenaje a su impresionante
y fecunda producción jurídica.
I. INTRODUCCIÓN
1. En el muy merecido homenaje a uno de los más destacados
juristas latinoamericanos, nos centraremos en alguna de sus mu-
chas aportaciones, que es la relativa al penetrante análisis compara-
tivo del derecho de amparo latinoamericano, en el cual establece
un conjunto de lineamientos que son de gran utilidad para estudiar
con profundidad esta institución tutelar de los derechos humanos
en nuestra región, pero que ha tenido repercusiones en otros orde-
Publicado en el libro El derecho público a comienzos del Siglo XXI. Estudios en
Homenaje al Profesor Allan R. Brewer-Carías (Coordinador: Jesús Caballero Or-
tíz), Thomson Reuter, Civitas, Aranzadi, Madrid 2003, Tomo I, pp. 1125-1163.
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
1 Los títulos específicos de esta monumental obra son: Tomo I, El régimen cons-
titucional del Estado; Tomo II, El régimen del poder público y su distribución verti-
cal: el poder nacional, el régimen federal y municipal; Tomo III, La distribución ho-
rizontal del poder público: el sistema de gobierno; Tomo IV, Los derechos y garantías
constitucionales; Tomo V, El derecho y acción de amparo; Tomo VI, La justicia
constitucional; y Tomo VII, La justicia administrativa.
2 Como el sumario de esta voluminosa obra es muy extenso, únicamente nos
limitamos a destacar que comprende cuatro secciones: I. Derecho administrati-
vo comparado; II. Derecho constitucional comparado; III. Derecho constitucional de
la integración, y XIV Justicia constitucional comparada.
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lo 50; Paraguay (1992), artículo 128; Perú (1993), artículo 200.2; Uru-
guay (1966), implícitamente artículos 7º y 72; y Venezuela (1999),
artículo 276.
19. Además debe tomarse en consideración que el derecho de
amparo fue consagrado, por influencia del modelo mexicano, en la
Constitución Republicana española de 9 de diciembre de 1931 (artículos
105 y 121, inciso b)7, y restablecido en la Constitución de 1978, some-
tida a referéndum el 29 de diciembre de ese año (artículos 53.2,
161.1 y 162)8. Por influencia del derecho español, el amparo fue
establecido con el nombre de recurso de amparo, en el Territorio de
Macau, antigua colonia portuguesa que recientemente fue incorpo-
rado a la República Popular de China, pero con un estatuto de au-
tonomía, en el artículo 17 de la Ley número 112, de 29 de agosto de
1991, que establece las bases de la organización judicial, y también
en el artículo 19 de la Constitución de 1992 del Archipiélago de Cabo
Verde, también colonia portuguesa, pero actualmente país inde-
pendiente9.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
15 Cf., entre otros, Arenas Salazar, Jorge, La tutela. Una acción humanitaria, 2ª ed.,
Ediciones Doctrina y Ley, Santa Fe de Bogotá 1992.
16 Cf., Fix-Zamudio, Héctor, “Avances y perspectivas de la protección procesal
de los derechos humanos en Latinoamérica”, en Memorias del VI Congreso Ibe-
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23 Cf., Allen, Richard B., “Mandamus, quo warranto, prohibition and ne exeat”,
en The University of Illinois Law Forum, primavera de 1960, pp. 102 y ss.; Law-
son, F.H., Remedies of English Law, Middlesex, Inglaterra 1972, pp. 205-210.
24 La bibliografía sobre los intereses difusos es muy amplia, por lo que nos
limitamos a citar dos obras recientes; Lozano-Higuero y Pinto, Manuel, La
protección procesal de los intereses difusos, Madrid 1983; Hernández Martínez,
María del Pilar, Mecanismos de tutela de los intereses difusos y colectivos, UNAM,
México 1997.
50
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
25 Cf., Barbosa Moreira, José Carlos, “Legitimación para la defensa de los intere-
ses difusos”, en la obra Congreso Nacional de Derecho Procesal, Tomo II, La Pla-
ta, Argentina 1981, pp. 1240-1288; Neves, Celso, “Legitimaçâo processual e a
nova Constituçâo”, en Revista de Processo, Nº 56, octubre-diciembre de 1989,
pp. 1-40; Da Silva, José Afonso, Curso di direito constitucional positivo, cit., supra
nota 11, pp. 400-408.
26 Cf., Sáchica, Luis Carlos, Nuevo derecho constitucional colombiano, 10ª, ed., Te-
mis, Santa Fe de Bogotá 1992, pp. 213-222.
51
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27 Cf., Gozaíni Osvaldo Alfredo, El derecho de amparo. Los nuevos derechos y garan-
tías del art. 43 de la Constitución Nacional, 2ª ed., Depalma, Buenos Aires 1998,
pp. 86-100: Id. Derecho procesal constitucional. Amparo. Doctrina y jurisprudencia,
Rubinzal-Culzoni Editores, Buenos Aires 2002, pp. 254-256; Natale, Alberto,
Comentarios sobre la Constitución. La reforma de 1994, Depalma, Bueno Aires
1995, pp. 66-69.
28 Cf., al respecto Ferrer Mac-Gregor, Los tribunales constitucionales en Iberoaméri-
ca, FUNDAP, México 2002.
52
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
29 Cf., entre otros, Martens, Pierre, Le droit de recours effectif devant las instancies
nationales en cas de violation d'un droit de l'homme, Université de Bruxelles,
Bruxelles 1973, pp. 2-23, 3-46.
30 El citado precepto dispone: “Toda persona puede ocurrir a los tribunales
para hacer valer sus derechos. Asimismo debe disponer de un procedimiento
sencillo y breve por el cual la justicia la ampare contra actos de la autoridad
que viole en su perjuicio, alguno de los derechos fundamentales consagrados
constitucionalmente”. Cf., Fernández del Castillo, Germán, “La Declaración
Americana de Derechos y Deberes del Hombre”, en el volumen México en la
IX Conferencia Internacional Americana, Secretaría de Relaciones Exteriores,
México 1948, pp. 149-166.
31 Dicha norma establece: “Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo
ante los tribunales competentes que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución o por la ley”. Cf.,
Tena Ramírez, Felipe, “El aspecto mundial del amparo. Su experiencia inter-
nacional”, en la obra México ante el pensamiento jurídico-social de Occidente, Jus,
México 1955, pp. 120-152; Id. “El amparo mexicano medio de protección de
los derechos humanos”, en el volumen El amparo mexicano y los derechos hu-
manos (Dos ensayos), Suprema Corte de Justicia, México 1975, pp. 61-75.
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nez Martínez, Faustino José, Apuntes para la Historia del Juicio de Amparo, cit
supra nota 36, pp. 75-122.
44 Cf., Noriega Cantú, Alfonso, “El origen nacional y los antecedentes hispáni-
cos del juicio de amparo”, en Jus, México, septiembre de 1942, pp. 151-172; Id.
Lecciones de Amparo, 5ª ed., revisada por Soberanes, José Luis, Tomo I, Porrúa,
México 1997, pp. 59-86.
45 Cf., Burgoa Orihuela, Ignacio, Las garantías individuales, 18ª ed., Porrúa, Méxi-
co 1984, pp. 154-200.
46 La Constitución Federal de 1857, estableció en la fracción I, de su artículo 101,
que el juicio procederá únicamente contra la violación de las garantías indi-
viduales por leyes o actos de cualquier autoridad, y una redacción similar se
contiene en la fracción I, del artículo 103, de la Carta Federal vigente de 1917,
no obstante que en ella se elevaron a rango fundamental los derechos eco-
nómicos, sociales y culturales, que desde entonces también se tutelan por el
derecho de amparo.
47 La bibliografía es amplia, por lo que citamos algunos autores, Noriega Cantú,
Alfonso, El pensamiento conservador y el conservadurismo mexicano, Tomo I, Mé-
xico 1972, pp. 207-248; Moreno, Daniel, “El Supremo Poder Conservador”, en
Revista de la Facultad de Derecho de México, Nº 69-70, enero-junio de 1968, pp.
255-296, Fix-Zamudio, Héctor, “Tres instituciones francesas revolucionarias y
el derecho constitucional mexicano”, en la obra Bicentenario de la Revolución
francesa, UNAM, México 1991, pp. 60-64.
48 Esta última influencia ha sido reconocida ampliamente por la doctrina mexi-
cana, especialmente por el jurista Vega, Fernando, en su artículo “El juicio de
amparo y el recurso de casación francés”, que apareció originalmente en la
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66 Cf., Zaldívar Lelo de Larrea, Arturo, Hacia una nueva Ley de Amparo, UNAM,
México 2002, pp. 107-123.
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VII. NATURALEZA
99. El derecho de amparo en Latinoamérica y España posee
una naturaleza procesal variable, y por ello se le califica como ac-
ción o como recurso, ya sea que proceda como un proceso autónomo
contra la conducta violatoria de los derechos humanos de las auto-
ridades públicas, y en algunos ordenamientos también contra par-
ticulares (en realidad grupos de presión) y excepcionalmente con-
tra sentencias judiciales, pero en otras legislaciones cuando se pue-
den impugnar resoluciones administrativas en forma de juicio o
bien de decisiones judiciales, se tramita como un verdadero recur-
so, como ocurre claramente en el ordenamiento español con el am-
paro constitucional, que debe considerarse como la segunda instan-
cia del amparo ordinario, que se interpone ante los tribunales ordina-
rios69.
100. Debido a su complejidad procesal, en la doctrina mexicana
se ha discutido, en ocasiones con apasionamiento sobre la natura-
leza jurídica del juicio de amparo, y con este motivo se elaboraron
varios conceptos para explicar la institución. No es esta la oportu-
nidad para examinar dichos planteamientos, ya que se elaboraron
69 Cf., Brewer-Carías, Allan R., El amparo a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales, cit., supra nota 3, pp. 15-52.
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ceso, que afecten a personas extrañas a él, cuando la ley procesal no les otor-
gue un recurso o medida de defensa legal (fracción V).
76 Cf., Fix-Zamudio, Héctor, “Reflexiones sobre la naturaleza procesal del am-
paro”, cit. supra nota 7, pp. 130-141.
77 Son numerosos los autores mexicanos que han señalado las similitudes del
amparo contra sentencias judiciales con el recurso de casación, y entre ellos
podemos señalar, Fix-Zamudio, Héctor, “Presente y futuro de la casación ci-
vil a través del juicio de amparo”, publicado originalmente en la Memoria de
El Colegio Nacional, 1978, México 1979, pp. 91-138, e incorporado posterior-
mente al libro Ensayos sobre el derecho de amparo, cit. supra nota 7, pp. 237-284;
Alatriste de la Fuente, Miguel, El juicio de amparo y el recurso de casación civil,
México 1948; Olea y Leyva, Teófilo, “Genealogía jurídica de la casación y el
amparo en materia penal”, en Problemas Jurídicos y Sociales de México, México
1955, pp. 41-90; Ríos Espinosa, Alejandro, Amparo y casación, México 1960, y
Palacios, Ramón, en varios artículos entre los que destaca “El mito del ampa-
ro”, en Revista de la Facultad de Derecho de México, Nº 24, octubre-diciembre de
1956, pp. 275-301 y en su libro, Instituciones de amparo, Puebla 1963.
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85 Son numerosos los estudios sobre la creciente jerarquía de los tratados inter-
nacionales de los derechos humanos en el ámbito interno de los países lati-
noamericanos, por lo que citaremos sólo los más recientes: Fix-Zamudio,
Héctor, “El derecho internacional de los derechos humanos en las constitu-
ciones latinoamericanas y en la Corte Interamericana de Derechos Humanos”
en el libro The Modern World of Human Rights. El mundo moderno de los derechos
humanos. Essays in Honor, Ensayos en honor de Thomas Buergenthal, Instituto In-
teramericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica 1996, pp. 159-
207; Dulitzky, Ariel E., “Los tratados de derechos humanos en el constitucio-
nalismo iberoamericano” en la obra Estudios especializados de derechos humanos,
I, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica
1996, pp. 129-166; Ayala Corao, Carlos, “La jerarquía constitucional de los
tratados relativos a derechos humanos y sus consecuencias”; Carmona Tino-
co, Jorge Ulises, “La aplicación judicial de los tratados internacionales de los
derechos humanos”; Manili, Pablo Luis, “La recepción del derecho interna-
cional de los derechos humanos por el derecho constitucional iberoameri-
cano”, y Ortíz Ahlf, Loretta, “Integración de las normas internacionales en
los ordenamientos estatales de los países de Iberoamérica”, estos cuatro últi-
mos estudios en la obra Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Memo-
ria del VII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, coordinado por
Méndez Silva, Ricardo, UNAM, México 2002, pp. 37-90; 181-209; 371-410, y
447-467, respectivamente.
86 Este precepto que se inspira claramente en lo dispuesto por el artículo VI de
la Constitución de los Estados Unidos, y que se incorporó con un texto simi-
lar en el artículo 126 de la Constitución Federal de 1857, dispone en lo condu-
cente: “Esta Constitución, la leyes del Congreso de la Unión que emanen de
ella y todos los Tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se ce-
lebren por el Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley Su-
prema de toda la Unión (...)”. Cf., Carpizo, Jorge, “La interpretación del artículo
133 constitucional” en su libro Estudios constitucionales, 6ª ed., Porrúa-UNAM,
México 1999, pp. 22-24.
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90 El artículo primero del Proyecto de Nueva Ley de Amparo tiene una redac-
ción ligeramente diversa, pero con el mismo significado: “El juicio de amparo
tiene por objeto resolver toda controversia que se suscite por normas genera-
les o actos de autoridad que violen las garantías que consagra la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos o los derechos humanos que protegen
los instrumentos internacionales generales en la materia que estén de acuerdo con
aquélla, celebrados y que se celebren por el Presidente de la República, con aprobación
del Senado”.
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91 Cf., Zaldívar Lelo de Larrea, Arturo, Hacia una nueva Ley de Amparo, cit. supra
nota 66, pp. 28-40.
92 Cf., op. ult. cit., pp. 41-64.
93 Cf., Cabrera Acevedo, Lucio, El amparo colectivo protector del derecho al ambiente
y de otros derechos, Porrúa, México 2000; Id., “Pasado y futuro del amparo co-
lectivo”, y Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, “El acceso a la justicia de los intere-
ses de grupo. (Hacia un juicio de amparo colectivo en México”, estos dos úl-
timos trabajos en el libro Derecho procesal constitucional, 3ª ed., Porrúa-Colegio
de Secretarios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Tomo I, México
2002, pp. 301-309 y 345-385, respectivamente.
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94 Cf., Zaldívar Lelo de Larrea, Arturo, Hacia una nueva Ley de Amparo, cit. supra
nota 66, pp. 65-79.
95 Cf., Entre otros, los estudios recientes de Estrada, Alexei Julio, “La eficacia
entre particulares de los derechos fundamentales, (Una presentación del caso
colombiano)”, y Vega García, Pedro de, “La eficacia frente a particulares de
los derechos fundamentales de los derechos fundamentales (La problemática
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101 Los citados tribunales colegiados integrados por tres magistrados se inspira-
ron en los tribunales de circuito de apelación establecidos en los Estados
Unidos en el año de 1891, también con el propósito de auxiliar a la Corte Su-
prema Federal en el conocimiento de los asuntos de competencia federal. Cf.,
Brent Swisher, Carl, El desarrollo constitucional de los Estados Unidos, trad. de
Charny, Hugo, Tomo I, Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires 1958,
pp. 437-438.
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102 Cf., Fix-Zamudio, Héctor, “Ochenta años de evolución del juicio de amparo
mexicano”, en la obra Ochenta años de vida Constitucional en México, UNAM,
Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, México 1998, pp. 371-430,
reproducido en el libro del autor, Ensayos sobre el derecho de amparo, cit. supra
nota 7, pp. 727-793.
103 Entre otros, Fix-Zamudio, Héctor, “La Suprema Corte como Tribunal Consti-
tucional”, en los libros Las nuevas bases constitucionales y legales del sistema me-
xicano. La reforma judicial de 1967, y Reformas constitucionales de renovación na-
cional, ambos publicados en México, Porrúa, México 1987, pp. 345-390 y 495-541,
respectivamente.
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104 La bibliografía es muy amplia, por lo que citamos únicamente la obra recien-
te de Castro, Juventino V., El artículo 105 constitucional, cit., supra nota 97, pp.
123-144.
105 El número actual de juzgados de distrito, tribunales colegiados y circuitos,
242 Juzgados de Distrito y 165 Tribunales Colegiados.
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INTRODUCCIÓN
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132 Véase Owen M. Fiss, The Civil Rights Injunction, Indiana University Press,
1978, p. 12.
133 R. Lindon, «Le juge des référés et la presse,» Dalloz 1985, Chroniques, 61.
Véase los comentarios en Enrique Paillas, El recurso de protección ante el dere-
cho comparado, Santiago de Chile, 1990, pp. 19-26.
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144 Véase sentencia Nº 460 de 6-4-2001 (Caso: Only One Import, C.A. vs. Guardia
Nacional), en Revista de Derecho Público, Nº 85–88, Editorial Jurídica Venezola-
na, Caracas 2001, p. 437.
145 Véase la sentencia Nº 1229 de 5-4-2013, en Revista de Derecho Público, Nº 134,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2013, pp. 149-152.
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106
PRIMERA PARTE
EL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL DEL
PROCESO DE AMPARO
I. LA REGULACIÓN CONSTITUCIONAL
148 Véase en general, Hildegard Rondón de Sansó, “La acción de amparo consti-
tucional a raíz de la vigencia de la Constitución de 1999,” en Revista de la Fa-
cultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV, Nº 119, Caracas, 2000, pp. 147–
172; Richard D. Henríquez Larrazábal, “El problema de la procedencia del
amparo constitucional en el Derecho venezolano,” en Bases y principios del sis-
tema constitucional venezolano (Ponencias del VII Congreso Venezolano de Derecho
Constitucional realizado en San Cristóbal del 21 al 23 de Noviembre de 2001), Vo-
lumen II, pp. 403-475; Víctor R. Hernández–Mendible, “El amparo constitu-
cional desde la perspectiva cautelar,” en El Derecho Público a comienzos del si-
glo XXI. Estudios homenaje al Profesor Allan R. Brewer–Carías, Tomo I, Edit. Ci-
vitas, Madrid, 2003, pp. 1219–1301.
149 Véase en general sobre el amparo en Venezuela: Hildegard Rondón de Sansó,
La acción de amparo contra los Poderes Públicos, Editorial Arte, Caracas 1994;
Hildegard Rondón de Sansó, Amparo constitucional, Editorial Arte, Caracas
1998; Gustavo Linares Benzo, El proceso de amparo, Universidad central de
Venezuela, Caracas 1999; Rafael J. Chavero Gazdik, El nuevo régimen del ampa-
ro constitucional en Venezuela, Edit. Sherwood, Caracas 2001; Miguel Ángel
Martín Tortabú, El amparo constitucional, Editorial Jurídica Venezolana Inter-
national, 2020.
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154 Véase en Gaceta Oficial Nº 31256 de 14 de junio de 1977. Venezuela que fue
Estado Miembro de la Convención desde los años noventa, la denunció en
2012, contrariando la Constitución. Véase Carlos Ayala Corao, “Inconstitu-
cionalidad de la denuncia de la Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos por Venezuela” en Revista Europea de Derechos Fundamentales, Instituto
de Derecho Público, Valencia, España, No. 20/2º semestre 2012; en Estudios
Constitucionales, Centro de Estudios Constitucionales de Chile, Universidad
de Talca, año 10, No. 2, Chile, 2012; en la Revista Iberoamericana de Derecho
Procesal Constitucional, Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Consti-
tucional y Editorial Porrúa, No. 18, Julio-Diciembre, 2012; en la Revista de De-
recho Público, No. 131, Caracas, julio-septiembre 2012; en el Anuario de Derecho
Constitucional Latinoamericano 2013, Anuario 2013, Konrad Adenauer Stiftung:
Programa Estado de Derecho para Latinoamérica y Universidad del Rosario,
Bogotá 2013.
155 Véase Allan R. Brewer–Carías, “El amparo en América Latina: La universali-
zación del régimen de la Convención Americana sobre los Derechos Huma-
nos y la necesidad de superar las restricciones nacionales” en Ética y Jurispru-
dencia, 1/2003, Enero–Diciembre, Universidad Valle del Momboy, Facultad
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157 Véase sentencia en el caso Yatama Vs. Nicaragua de 23 de Junio de 2005, (Párr.
170), en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_127_esp. pdf
158 Véase Opinión Consultiva OC-8/87, del 30 de enero de 1987, El habeas corpus
bajo suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre De-
rechos Humanos, en http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_08_
esp.pdf
159 Véase Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, Garantías judi-
ciales en estados de emergencia (arts. 27.2, 25 y 8, Convención Americana sobre De-
rechos Humanos (Párr. 24), en http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/
seriea_09_esp.pdf
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163 Véase la sentencia del caso La Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala de 24 de
noviembre de 2009 C211/2009 (Párr. 107) en http://www.corteidh.or.cr
/docs/casos/articulos/seriec_211_esp.pdf
164 Véase sobre el control de convencionalidad lo que hemos expuesto en el
libro: Allan R. Brewer-Carías y Jaime Orlando Santofimio, Control de Conven-
cionalidad y Responsabilidad del Estado, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 2013. Véase además, Ernesto Rey Cantor, Control de Convencionalidad
de las Leyes y Derechos Humanos, México, Editorial Porrúa-Instituto Mexicano
de Derecho Procesal Constitucional, 2008; Juan Carlos Hitters, “Control de
constitucionalidad y control de convencionalidad. Comparación,” en Estudios
Constitucionales, Centro de Estudios Constitucionales de Chile, Universidad
de Talca, Año 7, Nº 2, 2009, pp. 109-128; Susana Albanese (Coordinadora), El
control de convencionalidad, Buenos Aireas, Ed. Ediar, 2008; Eduardo Ferrer
Mac-Gregor, “El control difuso de convencionalidad en el Estado constitu-
cional,” en Fix-Zamudio, Héctor, y Valadés, Diego (Coordinadores), Forma-
ción y perspectiva del Estado mexicano, México, El Colegio Nacional-UNAM,
2010, pp. 151-188; Eduardo Ferrer Mac-Gregor, “Interpretación conforme y
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166 Véase la sentencia del caso La Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala de 24 de
noviembre de 2009 C211/2009 (Párr. 121) en http://www.corteidh.or.cr/
docs /casos/articulos/seriec_211_esp.pdf
167 Ídem. Párr. 120
168 Ídem, Párr. 121
169 Ídem. Párr. 123
170 Ídem. Párr. 124
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175 Véase sentencia en el caso Jorge Castañeda Gutman vs. México de 6 de agosto
de 2008 (Párr. 92) en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos /se-
riec_184_esp.pdf
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185 En los Estados Unidos, los actos del Concejo Municipal pueden ser impug-
nados mediante injunctions. Véase Stuab v. City of Baxley, 355 U.S. 313 (1958),
en M. Glenn Abernathy and Barbara A. Perry, Civil Liberties under the Consti-
tution, University of South Carolina Press, 1993, pp. 12-13.
186 En Argentina fue el caso de las interpelaciones parlamentarias desarrolladas
en 1984 en relación con los hechos ocurridos durante el gobierno de facto an-
terior, en el cual una comisión parlamentaria ordenó allanar la oficina de una
firma de abogados y confiscar documentos. En las decisiones de la Corte Su-
prema de Justicia en el caso Klein en 1.984, sin cuestionar las facultades de las
comisiones parlamentarias para hacer pesquisas, se sentenció que ellas no
pueden, sin disposiciones legales formales, válidamente restringir los dere-
chos individuales, en particular, allanar el domicilio personal de las personas
y decomisar sus documentos personales. En el caso, por tanto, fue decidido
que la orden solo podía tomarse basándose en disposiciones legales y no en
la sola decisión de las comisiones y, eventualmente, fundados en una orden
judicial. Véase los comentarios en la sentencia de Primera Instancia de 1.984
(1ª. InstCrimCorrFed, Juzg Nº 3, 10-9-84, ED 110-653), en Néstor Pedro Sa-
güés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, Acción de amparo, Editorial Astrea
Buenos Aires 1988, pp. 95–97; Joaquín Brague Camazano, La Jurisdicción cons-
titucional de la libertad (Teoría general, Argentina, México, Corte Interamericana de
Derechos Humanos), Editorial Porrúa, México 2005, p. 98; José Luis Lazzarini,
El juicio de amparo, Editorial La Ley, Buenos Aires 1987, pp. 216–216.
187 Véase Rubén Hernández Valle, Derecho Procesal Constitucional, Editorial Juri-
centro, San José 2001, pp. 211-214.
188 En Venezuela, similarmente, la Corte Suprema, aun reconociendo la existen-
cia de atribuciones exclusivas de los cuerpos legislativos, los cuales de acuer-
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200 Véase José Luis Lazzarini, El juicio de amparo, Editorial La Ley, Buenos Aires
1987, p. 214; Néstor Pedro Sagüés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, “Ac-
ción de amparo,” Editorial Astrea, Buenos Aires, 1988, p. 97.
201 En este respecto, el artículo 2,d de la Ley de amparo dispuso que la acción de
amparo no es admisible “cuando la determinación de la eventual invalidez
del acto requiriese […] la declaración de inconstitucionalidad de leyes […].”
Esto se ha tomado como no vigente porque contradice el artículo 31 de la
constitución (ley suprema de la nación). Véase Néstor Pedro Sagüés, Derecho
procesal Constitucional, Vol. 3, Acción de amparo, Editorial Astrea Buenos Aires,
1988, p. 243–258. Adicionalmente, el artículo 43 de la Constitución de 1.994,
que ahora rige la acción de amparo, ha expresamente resuelto la situación
disponiendo que “En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad
de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva.”
202 Véase José Luis Lazzarini, El juicio de amparo, La Ley, Buenos Aires 1987, pp.
213–214.
203 Véase Luis Alberto Viera, Ley de Amparo, Ediciones Idea, Montevideo 1993,
pp. 23.
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cia.”212 En todos estos casos, desde luego, aun cuando pueda elabo-
rarse una lista de “cuestiones políticas” que no sean justiciables, la
responsabilidad última en determinarlas corresponde a la Corte
Suprema.213
Siguiendo esta doctrina, e igualmente sin ninguna base consti-
tucional expresa, la Corte Suprema en Argentina y el Tribunal
Constitucional en Perú214 también han desarrollado la misma exi-
mente para el control judicial y para el ejercicio de las acciones de
amparo en materias políticas.
La excepción argentina se refiere principalmente a los denomi-
nados “actos de gobierno” o “actos políticos” referidos, por ejem-
plo, a las declaraciones de guerra y de estados de sitio; a las inter-
venciones del gobierno central en las provincias, a la “conveniencia
pública” con fines de expropiación, a la emergencia para aprobar
determinados tributos impositivos directos; y a los actos relativos a
las relaciones exteriores como son el reconocimiento de nuevos
212 Véase Ware v. Hylton, 3 Dallas, 199 (1796). Las decisiones sobre relaciones
exteriores por lo tanto y como declaró el magistrado Jackson en Chicago and
Southern Air Lines v. Waterman Steamship Co. (1948): “Están enteramente con-
finadas por nuestra constitución a los departamentos políticos del gobierno
… Son decisiones de una naturaleza para la que el poder judicial no tiene ap-
titudes, facilidades ni responsabilidad y que, desde mucho tiempo, ha sido
considerada pertenencia del dominio del poder político, no sujeto a la intro-
misión o cuestionamiento judicial.” Chicago and Southern Air Lines v. Water-
man Steamship Co., 333 US 103 (1948), p. 111. Aunque desarrollada principal-
mente para materias de asuntos exteriores, la Corte Suprema también ha con-
siderado como cuestiones políticas determinadas materias relacionadas con el
manejo de los asuntos interiores, los cuales son por lo tanto no enjuiciables
jurisdiccionalmente; como, por ejemplo, la decisión de si un estado debe te-
ner una forma republicana de gobierno y la cual en Luther v. Borden (1849)
fue considerada una “decisión vinculante para cada uno de los departamen-
tos del gobierno y que no podía ser cuestionada en un tribunal judicial.” Lut-
her v. Borden 48 U.S. (7 Howard), 1, (1849). Ídem, pp. 6–7.
213 Como dijo la corte en Baker v. Carr 369 U.S. 186 (1962): “Decidir si una mate-
ria ha sido, en cualquier medida, atribuida por la constitución a otra rama del
gobierno o si la acción de esa rama excede la autoridad cualquiera que se le
haya atribuido -dijo la corte, es en sí mismo un ejercicio delicado de interpre-
tación constitucional y es responsabilidad de esta corte decidirlo como intér-
prete último de la constitución.” Ídem, p. 6-7.
214 Véase Samuel B. Abad Yupanqui, El proceso constitucional de amparo, Gaceta
Jurídica, Lima 2004, pp. 128 ss.
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215 Para que esta excepción sea aplicada, se ha considerado que el acto impug-
nado debe en forma clara y exacta basarse en las disposiciones de dicha ley.
Véase José Luis Lazzarini, El juicio de amparo, La Ley, Buenos Aires 1987, p.
190 ss.; Néstor Pedro Sagüés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, “Acción
de amparo,” Editorial Astrea, Buenos Aires 1988, pp. 270 ss.; Alí Joaquín Sal-
gado, Juicio de amparo y acción de inconstitucionalidad, Astrea, Buenos Aires
1987, p. 23.
216 Véase caso Diario El Mundo c/ Gobierno nacional, CNFed, Sala 1 ContAdm, 30
de abril de 1.974, JA, 23-1974-195. Véanse los comentarios en Néstor Pedro
Sagüés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, Acción de amparo, Editorial As-
trea, Buenos Aires 1988, pp. 212–214.
217 Véase la sentencia en el caso Tribunal Constitucional vs. Perú, de 31 de enero
de 2001 (Párr. 90) en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Se-
riec_71_esp.pdf
218 Idem, Párr. 91
144
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
plicar que “en lo que concierne al debido proceso legal,” los actos
del proceso de “destitución de los magistrados del Tribunal Consti-
tucional seguido ante el Congreso, que se hallan sometidos a nor-
mas legales que deben ser puntualmente observadas,” pueden ser
recurribles en amparo, considerando sin embargo que el proceso
de amparo “no implica valoración alguna sobre actos de carácter
estrictamente político atribuidos por la Constitución al Poder Le-
gislativo.”219
La Corte Interamericana en el caso, analizó la decisión que ha-
bía adoptado el propio Tribunal Constitucional peruano al decidir
los recursos de amparo intentado por los magistrados destituidos
considerando que “el ejercicio de la potestad de sanción, específi-
camente la de destitución de altos funcionarios, no puede ser abier-
tamente evaluada en sede jurisdiccional, pues constituye un acto
privativo del Congreso de la República, equivalente a lo que en
doctrina se denomina ‘Political Questions’ o cuestiones políticas no
justiciables;”220 destacando sin embargo, que el propio Tribunal
había establecido que:
“tal potestad no es ilimitada o absolutamente discrecional
sino que se encuentra sometida a ciertos parámetros, uno de
ellos y quizás el principal, el de su ejercicio conforme al princi-
pio de razonabilidad, pues no sería lógico ni menos justo, que
la imposición de una medida de sanción, se adopte tras una si-
tuación de total incertidumbre o carencia de motivación. De
allí que cuando existan casos en los que un acto de naturaleza
política, como el que se cuestiona en la presente vía de amparo,
denote una manifiesta transgresión de dicho principio y por
extensión de otros como el del Estado Democrático de Derecho
o el Debido Proceso Material, es un hecho inobjetable que este
Colegiado sí puede evaluar su coherencia a la luz de la Consti-
tución Política del Estado.” 221
En el caso, sin embargo, a pesar de que el Tribunal Constitu-
cional estimó posible la revisión judicial de actos vinculados con un
juicio político a efecto de evaluar si en aquéllos se había cumplido
con las garantías propias del debido proceso legal, consideró que se
habían respetado tales garantías, declarándose el recurso de ampa-
145
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146
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
226 Idem, p. 233; Néstor Pedro Sagüés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, Ac-
ción de amparo, Editorial Astrea, Buenos Aires 1988, p. 228.
227 Pasó, por ejemplo, en las acciones de amparo interpuestas en 1.985 contra la
decisión del Banco Central de la República suspendiendo, por algunos meses,
el plazo de los pagos de depósitos en moneda extranjera. Aunque algunos
tribunales rechazaron las acciones de amparo en el asunto (v. CFed BBlanca
case, 13 de agosto de 1.985, ED, 116-116, en Alí Joaquín Salgado, Juicio de am-
paro y acción de inconstitucionalidad, Editorial Astrea 1987, p. 51, note 59), en el
caso Peso, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso-
Administrativo Federal de Buenos Aires decidió rechazar los argumentos
que pedían el rechazo de la acción de amparo basados en el concepto de que
el caso es uno relativo a un “servicio público,” considerando que las activi-
dades del Banco Central no posee los elementos para ser considerado un ser-
vicio público como tal. Véase CNFedConAdm, Sala IV, 13 de junio de 1.985,
ED, 114-231in Alí Joaquín Salgado, Juicio de amparo y acción de inconstituciona-
lidad, Editorial Astrea 1987, p. 50, nota 56. Algunos años mas tarde y respecto
de una decisión similar del Banco Central de Venezuela sobre los impagos de
los depósitos en moneda extranjera, en los casos referidos como Corralito, no
hubo alegato alguno que considerara esas decisiones del Banco Central (que
fueron tomadas en un estado nacional de emergencia económica) como acti-
vidades correspondientes a un servicio público. En tales casos, las acciones
de amparo fueron admitidas y declaradas con lugar, pero con múltiples inci-
dentes judiciales. Véase, por ejemplo, los casos Smith y San Luis, 2.002, en
Antonio María Hernández, Las emergencias y el orden constitucional, Universi-
dad Nacional Autónoma de México, México, 2003, pp. 71 ss., 119 ss. En di-
chos casos, las leyes y decretos de emergencia económica fueron declarados
inconstitucionales.
147
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228 Por consiguiente, los actos administrativos dictados por los tribunales pue-
den ser impugnados mediante el amparo. Véase, por ejemplo, en relación con
Argentina a Néstor Pedro Sagüés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, Ac-
ción de amparo, Editorial Astrea, Buenos Aires 1988, pp. 197 ss.
229 Véase Richard D. Baker, Judicial Review in México. A Study of the Amparo Suit,
Texas University Press, Austin 1971, p. 98.
230 En este caso, sin ningún efecto suspensivo. Véase Boris Barrios González,
Derecho Procesal Constitucional, Editorial Portobelo, Panamá 2.002, p. 159.
231 Véase Samuel B. Abad Yupanqui, El proceso constitucional de amparo, Gaceta
Jurídica, Lima 2004, p. 326.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
232 Véase Decisión C-543 del 1 de octubre de 1.992 en Manuel José Cepeda Espi-
nosa, Derecho Constitucional jurisprudencial. Las grandes decisiones de la Corte
Constitucional, Legis, Bogotá 2001, pp. 1009 ss.
233 Véase Decisión S-231 del 13 de mayo de 1.994, Idem, pp. 1022 ss.
234 Véase Decisión US-1218 del 21 de noviembre de 2.001. Véase en Juan Carlos
Esguerra, La protección constitucional del ciudadano, Legis, Bogotá 2004, p. 164.
Véase Eduardo Cifuentes Muñoz, “Tutela contra sentencias (El caso colom-
biano),” en Humberto Nogueira Alcalá (Ed.), Acciones constitucionales de am-
paro y protección: realidad y perspectivas en Chile y América Latina, Editorial Uni-
versidad de Talca, Talca 2000, pp. 307 ss.
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241 Véase sentencia del caso Acosta Calderón vs. Ecuador de 24 de junio de 2005,
Serie C 129 (Párr. 87.f), en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/se-
riec_129_esp1.pdf
242 Ídem. Párr. 98
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243 Véase Rubén Hernández Valle, Derecho Procesal Constitucional, Editorial Juri-
centro, San José 2001, pp. 228–229. Otras materias decididas por el Tribunal
Supremo de Elecciones como nacionalidad, capacidad o estado civil son ma-
terias sujetas al control jurisdiccional mediante el amparo. Véase José Miguel
Villalobos, “El recurso de amparo en Costa Rica,” en Humberto Nogueira Al-
calá (Editor), Acciones constitucionales de amparo y protección: realidad y perspec-
tivas en Chile y América Latina, Editorial Universidad de Talca, Talca 2000, pp.
222–223.
244 Véase Eduardo Ferrer Mac-Gregor, La acción constitucional de amparo en
México y España. Estudio de derecho comparado, Editorial Porrúa, México
2002, p. 378; Véase Richard D. Baker, Judicial Review in México. A Study of
the Amparo Suit, Texas University Press, Austin 1971, pp. 98, 152.
245 Véase Boris Barrios González, Derecho Procesal Constitucional, Editorial Porto-
belo, Panamá 2002, p. 161.
152
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
246 Véase sentencia del Tribunal Constitucional del Perú de 19 de junio de 2007
dictada en el caso Colegio de Abogados del Callao vs. Congreso de la República,
(00007-2007-PI/TC-19); citada por Carlos Ayala Corao, “El diálogo jurispru-
dencial entre los Tribunales internacionales de derechos humanos y los Tri-
bunales constitucionales,” Boris Barrios González (Coordinador), Temas de
Derecho Procesal Constitucional Latinoamericano, Memorias I Congreso pana-
meño de Derecho Procesal Constitucional y III Congreso Internacional Proce-
so y Constitución, Panamá 2012, p. 176. Antes De la anulación, sin embargo,
la acción de amparo se admitía si la decisión del Jurado Nacional de Elecciones
no tenía una naturaleza jurisdiccional o, teniéndola, violaba la efectiva pro-
tección judicial (el debido proceso). Véase Samuel B. Abad Yupanqui, El pro-
ceso constitucional de amparo, Gaceta Jurídica, Lima 2004, pp. 128, 421, 447
247 Véase Samuel B. Abad Yupanqui, El proceso constitucional de amparo, Gaceta
Jurídica, Lima 2004, p. 126.
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248 Véase sentencia en el caso Yatama Vs. Nicaragua de 23 de Junio de 2005 (Párr.
167, 168), en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_127_
esp.pdf
249 Idem, Párr. 169
250 Idem, Párr. 171
251 Idem, Párr. 172
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SEGUNDA PARTE
LA CONFIGURACIÓN JURISPRUDENCIAL DEL
DERECHO Y DE LA ACCIÓN DE AMPARO A
PARTIR DE LA CONSTITUCIÓN DE 1961
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272 Véase René Moina Galicias, El Amparo a Rondalera, Ediciones, Síntesis Jurídi-
ca, Caracas, 1984, p. 80.
273 Idem, pp. 106 a 169.
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282 Ibídem, pp. 182 a 184. Véase la crítica a esta sentencia (crítica que no comparti-
mos) en H. Rondón de Sansó “El amparo constitucional en Venezuela,” Revista
de Derecho Público, Nº 26, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1986, p. 57.
283 Véase Sentencias de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo de
27-5-82, 7-6-82 y 21-7-82 en Revista de Derecho Público, Nº 11, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1982, pp. 170 a 172.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
284 En los casos en que la “acción esté dirigida a la defensa de derecho definidos
y protegidos por el derecho común,” como los que serían objeto de acciones
posesorias, siempre que no estén expresamente prohibidas. Véase Sentencia
de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 11-11-70,
en G.O. Nº 1.447 de 15-12-70, p. 27.
285 En tal sentido, la Corte Suprema señaló frente a un acto administrativo de
expulsión de un extranjero del país respecto del cual se solicitó amparo, que
“calificado como ha sido de acto administrativo la medida de expulsión en
referencia, es obvio que el interesado puede recurrir ante la Corte, si conside-
ra que el acto es nulo por inconstitucionalidad o ilegalidad,” por lo que deci-
dió que la sentencia del Juez de Primera Instancia en lo Penal que otorgó el
amparo “carecía de jurisdicción para conocer y decidir sobre el mismo, ya
que su competencia se limita a conocer del recurso de hábeas corpus.” Véase
Sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de
26-4-71 en G.O. N° 1.478, Extraordinaria de 16-7-71. Véase en general, J. G.
Sarmiento Núñez, “El amparo contra los actos administrativos,” en Ministerio
Público, Caracas, enero-abril 1971, pp. 127 a 132.
286 Cfr. Hildegard Rondón de Sansó. El Sistema contencioso-administrativo de la
Carrera Administrativa, Caracas, 1974, p. 350. Debe señalarse, en todo caso,
que la acción de amparo no está prevista en el ordenamiento constitucional
venezolano, como una institución comprensiva o sustitutiva del control de la
legalidad de los actos administrativos por la vía contencioso-administrativa,
como podría serlo en otros sistemas jurídicos, como el mexicano (Véase en
particular, H. Fix Zamudio, “Algunos aspectos comparativos del derecho de
amparo en México y Venezuela,” en Libro Homenaje a Lorenzo Herrera Mendo-
za, Facultad de Derecho, UCV, Caracas, 1970, Tomo II, pp. 333 a 389), por lo
que su regulación legal debía diferenciar los supuestos en que procedan am-
bas vías de protección jurisdiccional.
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Quinta del mismo texto fundamental, que regula “el juez compe-
tente y el procedimiento a seguir en el caso de que una persona sea
objeto de privación o restricción de su libertad, con violación de las
garantías constitucionales291, concluyó señalando que este proce-
dimiento de hábeas corpus se estableció única y exclusivamente para
proteger la libertad personal, y que “por tanto, la protección de
cualquier otro derecho —establecido o no en la Constitución—
queda excluida del campo de aplicación de esa norma, por ser evi-
dente la intención del Constituyente de limitar su alcance al caso
expresamente previsto por ella.”292
Esta, en realidad, fue la doctrina establecida en el Acuerdo de
fecha 24 de abril de 1972 en la cual la antigua Corte Suprema de
Justicia declaró que “la competencia de los Tribunales de Primera
Instancia y Superiores en lo Penal de la República, a que se refiere
la Disposición Transitoria Quinta de la Constitución, se limita ex-
clusivamente al conocimiento del recurso de hábeas corpus previsto
en dicha norma.”293
Por supuesto, este criterio de la Corte era inobjetable. Sin em-
bargo, en el Acuerdo de 1972 la antigua Corte, dio por reproduci-
dos los fundamentos de la sentencia mencionada de 14 de diciem-
bre de 1970, en los cuales la Corte fue más allá en sus razonamien-
tos y estimó que mientras no se dictara la legislación especial pre-
vista en el artículo 49 de la Constitución, no era posible el ejercicio
del derecho de amparo respecto de otros derechos y garantías
constitucionales mediante una acción autónoma, sino sólo median-
te los recursos y acciones que existían en el derecho positivo.
En efecto, en cuanto a la acción autónoma de amparo, la anti-
gua Corte Suprema consideró que se trataba del “ejercicio de una
acción cuyo conocimiento no ha sido atribuido por el legislador a
un determinado juez y para cuya tramitación aún no se ha estable-
cido el procedimiento previsto en el artículo 49 de la Constitución
Nacional,” razón por la cual estimó indirectamente que mientras
esa legislación no se dictara, dicha acción de amparo no podía ser
ejercida, para lo cual la Corte siguió el siguiente razonamiento vin-
culado al contenido del artículo 68 del texto fundamental:
291 Véase en Gaceta Oficial, Nº 29.434 de 6-2-71, pp. 219.983 y 219.984. Véase tam-
bién en Allan R. Brewer-Carías, Jurisprudencia de la Corte Suprema 1930-1975 y
Estudios de Derecho Administrativo, Tomo V, Vol. 1, Caracas, 1978, p. 93.
292 Ibídem.
293 Véase en Gaceta Oficial Nº 30.513 de 30-9-74.
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294 Idem.
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295 Idem.
296 Idem.
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297 Véase en Revista de Derecho Público Nº 11, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1983, pp. 169-170.
298 Idem.
299 Véase las referencias a esas decisiones de E. Agudo Freites, “Estado actual de
la acción de amparo en Venezuela.” Estudios sobre la Constitución. Libro Home-
naje a Rafael Caldera, UCV, Caracas, 1979, Tomo II pp. 687-708.
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312 Idem., p. 170. Este mismo criterio fue expuesto por la Sala Político Adminis-
trativa de la Corte Suprema en su decisión de 2-7-85 (Caso Hevensa) en la cual
señaló respecto del amparo que “su aplicación racional y prudente constituye
la mejor defensa de la institución de amparo.” Consultada en original, p. 6.
313 Lo cual había sido defendido por J. G. Sarmiento Núñez “El amparo contra
actos administrativos,” en Ministerio Público, Caracas, 1971, pp. 127-131 quien
sostuvo que “contra un acto administrativo se pueden intentar dos acciones:
a) la acción de amparo, ante la jurisdicción penal; y b) la acción de nulidad en
la jurisdicción contencioso-administrativa, mediante el recurso de ilegalidad,
ante los Tribunales que para esa jurisdicción determine la ley,” p. 130.
314 Véase en Gaceta Oficial Nº 29.788 de 25-4-72.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
315 En 1970 aún no se había consagrado en el derecho positivo esta facultad que
había sido creación de la jurisprudencia. En 1976 se consagró en la Ley Orgá-
nica de la Corte Suprema de Justicia (Art. 136).
316 Véase en Gaceta Oficial N° 29.434 de 6-2-71, pp. 219-985. La Corte concluía
declarando que conforme al derecho positivo en 1970, no tenía competencia
para “conocer de una acción autónoma de amparo” contra actos administra-
tivos.
317 Véase en Revista de Derecho Público Nº 16, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1983, p. 170.
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320 Idem., p. 184. La Corte Primera se apoyó para sostener este criterio en senten-
cia de la Corte Suprema de Justicia, en esta forma: “..la propia jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia ha consagrado el carácter extraordinario de
la acción de amparo, cuando en sentencia de su Sala Político-Administrativa
26-4-71, asentó que calificado de acto administrativo determinada medida de
una autoridad, “es obvio que el interesado pueda recurrir ante la Corte, si
considera que el acto es nulo por inconstitucionalidad o ilegalidad,” y que
por lo tanto los Tribunales no pueden conocer de recursos de amparo contra
tales actos (Gaceta Oficial N° 1.478 Extra. de 16-7-71).” Idem., p. 183. Además,
al comentar la sentencia de la Corte Suprema de 14-12-70, la Corte Primera
señaló que “sólo por la vía de los recursos de anulación, pueden los Tribuna-
les Contencioso-Administrativos anular tales actos y restablecer las situacio-
nes jurídicas lesionadas, conforme lo ordena el artículo 206 de la Constitución
y no por la vía de la acción de amparo constitucional a que se contrae el ar-
tículo 49 del mismo Texto Constitucional.” Idem., pp. 183-184.
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331 Véase la sentencia citada de 17-1-85, Revista de Derecho Público, Nº 21, Edito-
rial Jurídica Venezolana, Caracas 1985, p. 140..
332 Sentencia del 13-5-71. Véase en Repertorio Forense, Nº 1.761. 26-8-71, pp. 4-6.
Igual criterio lo sentó la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justi-
cia en decisión de 12-8-71, Repertorio Forense, N° 1.864 de 28-1171, pp. 4-6.
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341 Por ejemplo, equivalentes a las prohibitory orders o injunctions del derecho
inglés. Véase F. H. Lawson, op. cit., p. 179; o las injunctions del derecho norte-
americano. Véase B. Schwartz y H. W. R. Wade, op. cit., p. 221; L. L. Jaffe, op.
cit., p. 193.
342 Por ejemplo, cuando el juez directamente decide la incautación de publica-
ciones que vulneran el derecho al honor. Caso Cisneros. Sentencia del Juzgado
Cuarto de Primera Instancia en lo Civil de la Circunscripción Judicial del Dis-
trito Federal y Estado Miranda de 16-2-85 (consultada en original).
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355 Idem.
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359 Véase Allan Brewer-Carías, Estado de Derecho y Control Judicial, cit. pp. 647 y
648.
360 Véase Allan R. Brewer-Carías, El Derecho Administrativo y la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos. Caracas 1982, p. 186. La propia Constitución.
Art. 46 considera estos actos violatorios de derechos individuales como actos
nulos, los que conforme al artículo 19,1 de la LOPA acarrean nulidad absoluta
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Caracas 1984, pp. 182-185), por ejemplo cita en su apoyo la decisión de la Sala
Político-Administrativa de 26-4-71 (Gaceta Oficial, Nº 1.478 Extra de 16-7-71) y
el Acuerdo de 24 de abril de 1972 (Gaceta Oficial N° 29.788 de 25-4-72).
363 Sentencia de 20-10-83, Revista de Derecho Público, N° 16, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1983, p. 170.
364 Véase R. De Sola, “Vida y vicisitudes del Recurso de Amparo en Venezuela,”
Revista del Instituto Venezolano de Derecho Social, Nº 47, Caracas, marzo 1985,
pp. 49-50; publicado también en Revista SIC, Nº 472 Caracas, 1985, pp. 74-77.
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370 Como lo sostenía R. Escovar Salom en 1971: “El amparo puede ser una pro-
tección en donde el contencioso-administrativo sea insuficiente o no consti-
tuya un medio lo suficientemente rápido y reparador,” op. cit., p. 76. A esta
posición es a la que llega en definitiva, cuando critica el carácter subsidiario
de la acción de amparo, H. Rondón de Sansó, “El amparo constitucional en
Venezuela,” loc. cit.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
371 Sobre la necesidad de que exista una carga u obligación legal que pese sobre
la Administración recurrida, a la cual la misma no haya dado cumplimiento,
para que proceda el recurso, véase a sentencia de la Corte Suprema de Justi-
cia en Sala Político-Administrativa de 28-2-85, Revista de Derecho Público, N°
21, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1985, pp. 170-175; y la sentencia
de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo de 6-12-84, Revista de
Derecho Público, N° 20, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1984, p. 173.
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TERCERA PARTE
LA CONFIGURACIÓN LEGAL DEL DERECHO Y
DE LA ACCIÓN DE AMPARO EN LA LEY ORGÁNICA
DE AMPARO DE 1988
387 Véase Héctor Fix Zamudio, “Algunos aspectos comparativos del derecho de
amparo en México y Venezuela,” Libro Homenaje a la Memoria de Lorenzo He-
rrera Mendoza, UCV, Caracas, 1970, Tomo II, pp. 333–390. Véase además, Héc-
tor Fix Zamudio, “La teoría de Allan R. Brewer-Carías sobre el derecho de
amparo Latinoamericano y el juicio de amparo mexicano,” en El derecho pú-
blico a comienzos del siglo XXI. Estudios en homenaje al Profesor Allan R. Brewer-
Carías, Editorial Thomson Civitas, Madrid, 2002, Tomo I, pp. 1125 y ss.
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397 Véase sentencia Nº 140 del 10-06-1992, en Revista de Derecho Público, Nº 50,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, pp. 183–184. El caso lo llevé jun-
to con otros abogados, habiendo acogido la Sala el criterio que alegamos.
Véase sobre el caso y la sentencia: Allan R. Brewer-Carías (Editor) et al, El ca-
so del Banco de Venezuela. Tomo I. La acción de amparo, Colección Opiniones y
Alegatos Jurídicos No. 4, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 1993. El texto
de la sentencia está en pp. 397 ss.
398 Idem.
399 Véase el “Informe que presenta la Comisión Permanente de Política Interior
del Senado referente al Proyecto de Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos
y Garantías Constitucionales,” de 9–12–87, considerado en la sesión del Se-
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los derechos son, por tanto, los que prevé el ordenamiento proce-
sal, procediendo la acción autónoma de amparo cuando esos me-
dios no sean suficientes para la protección efectiva e inmediata de
los derechos constitucionales.
Este es el sentido del carácter subsidiario que se ha atribuido a
la acción autónoma de amparo. Sin embargo, a pesar de lo claro del
término, la jurisprudencia, en su afán de no llamar las cosas por su
nombre, distorsionó el sentido de la expresión “subsidiaria” apli-
cada a la acción autónoma de amparo, y le atribuyó las mismas ca-
racterísticas pero calificándola algunas veces como “especial” y otras
veces como “extraordinaria” o “excepcional.”
Esto comenzó a ocurrir en la víspera de la promulgación de la
Ley Orgánica de Amparo. En efecto, en mayo de 1987 la Corte Pri-
mera de lo Contencioso Administrativo, atribuyó a la acción de
amparo carácter “excepcional” en lugar de subsidiario, al razonar
así en sentencia de 7 de mayo de 1987:
“El carácter excepcional o extraordinario del amparo lo de-
termina la circunstancia de que no exista ningún otro medio
procesal idóneo para impedir que se produzca la lesión al de-
recho constitucionalmente garantizado, o que el efecto de la
misma continúe afectando la esfera subjetiva del accionante.
No puede estimarse que el carácter excepcional se identifique
con la subsidiariedad del medio, ni tampoco puede interpre-
tarse en forma restringida la exigencia de la actualidad de la le-
sión. Por lo que atañe a la subsidiariedad la jurisprudencia so-
bre la materia estimó originariamente que, sólo a falta de un
recurso o de una acción específicos podría válidamente proce-
derse por la vía de amparo. Esta posición ha sido modificada
ante la evidencia de que, aún existiendo un medio expreso con-
tra la actuación u omisión que acarrea la lesión, éste puede re-
sultar inoperante dadas las circunstancias. Es justamente en la
esfera contencioso-administrativa en la cual ha de descartarse
la exigencia absoluta de la subsidiariedad, por cuanto la misma
llevaría a la negativa del amparo en tal campo, ya que por sí
mismo el recurso contencioso-administrativo de nulidad con-
templado por la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia
tiene tal carácter dentro del sistema, por lo cual, sostener que
en todo caso tal vía ha de ser agotada necesariamente, implica-
ría el riesgo de que la decisión jurisdiccional resultase tardía.
Por otra parte el amparo protege contra la lesión directa de un
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410 En Revista de Derecho Público, Nº 31, 1987, pp. 81, 83, 86, 87 y 88. En igual
sentido la sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo,
de 21-1-88, Revista de Derecho Público, Nº 33, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 1988, p. 110.
411 Véase en Revista de Derecho Público, Nº 34, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 1988, p. 104.
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426 Véase Allan B. Brewer-Carías, Estado de Derecho y Control Judicial, cit., pp. 628
y ss.
427 Véase en Revista de Derecho Público, Nº 31, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 1987, pp. 83 y ss.
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429 Véase Revista de Derecho Público, Nº 17, Editorial Jurídica Venezolana, Cara-
cas, 1983, pp. 182-185.
430 Véase Sentencias de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo de
27-5-82, 7-6-82 y 21-7-82 en Revista de Derecho Público, Nº 11, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas 1982, pp. 170-172.
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435 Sentencia de 20-2-86, caso H. Romero Muci, Revista de Derecho Público N° 25,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1986, p. 122.
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436 Revista de Derecho Público, Nº 17, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1984,
p. 183.
437 Revista de Derecho Público, Nº 21, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1985,
p. 40.
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438 No existe, por tanto contradicción alguna entre el carácter del recurso con-
tencioso-administrativo como vía judicial de amparo contra actos administra-
tivos y el necesario carácter de breve y sumario del procedimiento de amparo
previsto en el artículo 49 de la Constitución, como lo sugiere H. Rondón de
Sansó al formular críticas a nuestro criterio. Véase “El amparo constitucional
en Venezuela.” Revista, de Derecho Público, N° 26 Editorial Jurídica Venezola-
na, Caracas, 1986.
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CUARTA PARTE
LA COMPETENCIA JUDICIAL EN
MATERIA DE AMPARO
442 Véase la sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Ad-
ministrativa de 16–11–89 (Caso: Copei–Julio Cesar Moreno), Revista de Derecho
Público, Nº 40, Editorial Jurídica Venezolana Caracas, 1989, p. 96, también ci-
tada en sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Ad-
ministrativa de 17–2–93 (Caso: Aseguradora Nacional Agrícola), Revista de Dere-
cho Público, Nº 53–54, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1994, pp. 246–
247; y en sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político
Administrativa de 27–5–93, Revista de Derecho Público, Nº 53–54, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 1994, p. 237.
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443 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 16–11–89 (Caso: Copei–Julio Cesar Moreno), Revista de Derecho Pú-
blico, Nº 40, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1989, pp. 97–98.
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448 La Ley Orgánica, publicada en Gaceta Oficial Nº 33.891 de 22–1–88, fue refor-
mada por Ley de 17–9–88 Gaceta Oficial Nº 34.060 de 27–9–88.
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454 Véase sentencia Nº 432 de 19–5–2000 (Caso: Elena C. Marval R. y otro vs. Comi-
sión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial), en Revista de De-
recho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2000, p. 454. In
igual sentido sentencia Nº 864 de 28–7–2000 (Caso: Braulio Sánchez vs. Comi-
sión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial), en Revista de De-
recho Público, Nº 83, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2000, p. 283
455 Véase en general, Antonio Canova González, “La Sala Constitucional y su
competencia en los procesos de amparo,” en: Estudios de Derecho Administrati-
vo: Libro Homenaje a la Universidad Central de Venezuela, Volumen I, Imprenta
Nacional, Caracas, 2001, pp. 157–176; Luis Martínez Hernández, “Nuevo ré-
gimen de acción de amparo con motivo de sentencias dictadas por la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,” en Estudios de Derecho Pú-
blico: Libro Homenaje a Humberto J. La Roche Rincón, Volumen I. Tribunal Su-
premo de Justicia, Caracas, 2001, pp. 209–265; Rafael Badell Madrid, “El am-
paro constitucional en la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia,
Revista de derecho del Tribunal Supremo de Justicia, Nº 4, Caracas, 2002, pp. 87 a
129.
456 Fue Hans Kelsen el que comparó a los Tribunales Constitucionales con ser
“legisladores negativos” al equiparar la anulación de una ley con su deroga-
ción. Véase Allan R. Brewer–Carías, Judicial Review in Comparative Law, op. cit.
p. 192.
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463 Véase Corte Suprema de Justicia - Sala Político Administrativa 29-4-93, (Caso
Salón Video Oeste Flipers), en Revista de Derecho Público, Nº 53-54, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 1994, p. 234-235. Debe destacarse el voto salvado
a esta sentencia del Magistrado Luis H. Farías Mata, en el cual al referirse a
los precedentes jurisprudenciales sobre los Presidentes de las Cámaras Legis-
lativas y el Consejo de la Judicatura, señaló: “Igualmente y por los mismos
motivos, en decisión del 16 de junio de 1991 (Caso Reina Henríquez de Peña)
este Alto Tribunal asumió el conocimiento de acciones de amparo interpues-
tas contra otra autoridad de carácter nacional: el Consejo de la Judicatura;
por ser además este un “órgano de rango constitucional encargado de asegu-
rar la independencia, eficacia, disciplina y decoro de los tribunales y de ga-
rantizar a los jueces los beneficios de la carrera judicial” (subrayado del autor
del presente voto salvado)” / “De manera que, como puede observarse de es-
tos precedentes jurisprudenciales —donde se incluyen entre los entes enume-
rados en el artículo 8 de la Ley Orgánica de Amparo a las Cámaras Legislati-
vas y al Consejo de la Judicatura—, la Sala ha tratado de ser coherente con la
determinación de las autoridades a que se refiere dicho artículo, ya que lo
contrario sería, como lo destaca y parece servir de fundamento a la decisión
de la que se discrepa, “ir en contra de la razón que justifica el fuero especial
creado por el propio legislador.” / “Se disiente pues del precedente fallo por
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480 Véase Allan R. Brewer-Carías, Estado de Derecho y Control Judicial, cit. p. 644
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486 Véase el texto en Revista de Derecho Público, Nº 36, v, Caracas, 1988, pp. 88-
90 y FUNEDA, 15 años de Jurisprudencia, Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo, 1977-1992, Amparo constitucional, Caracas 1994, pp. 7-9.
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QUINTA PARTE
EL CARÁCTER EXTRAORDINARIO DE LA ACCIÓN
AUTÓNOMA DE AMPARO
494 En Revista de Derecho Público, Nº 31, 1987, pp. 81, 83, 86, 87 y 88. En igual
sentido la sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso administrativo de
21–1–88, Revista de Derecho Público, Nº 33, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1988, p. 110.
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499 Revista de Derecho Público, Nº 81, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000,
pp. 225-229.
500 Véase lo expuesto en Allan R. Brewer-Carías, “Introducción general al Régi-
men de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Constitucional,” en Allan R. Bre-
wer-Carías y Víctor Hernández Mendible, Ley Orgánica de la Jurisdicción Cons-
titucional, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2010, pp. 93 ss.
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SEXTA PARTE
EL OBJETO DE LA PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL:
TODOS LOS DERECHOS Y GARANTÍAS
CONSTITUCIONALES
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cio.510 Con motivo de este enunciado del artículo 22, por supuesto,
adquiere una enorme importancia el elenco de los derechos del
hombre que se enuncian en las Declaraciones Universales de los
Derechos del Hombre, y en las Convenciones Internacionales for-
males que regulan los derechos humanos, como los Pactos Interna-
cionales de los Derechos Civiles y Políticos, y de Derechos Econó-
micos y Sociales los cuales, además, tienen rango constitucional,
habiendo sido aprobados por leyes especiales por el Congreso. 511
Lamentablemente, en cuanto a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, Venezuela la denunció en 2012.
Por otra parte, en Venezuela, al estar destinado el amparo a
proteger todos los derechos y garantías enumerados en la Consti-
tución, el llamado derecho de hábeas corpus se ha configurado
como parte del derecho de amparo o, si se quiere, una manifesta-
ción del derecho de amparo. En nuestro país, esto resultaba claro
de la regulación que traía la Disposición Transitoria Quinta de la
Constitución de 1961 donde se afirmaba que el amparo a la libertad
personal, hasta tanto se dictase la ley especial que lo regulare con-
forme al artículo 49, procedía de acuerdo con una serie de reglas
procesales que allí se establecieron, destinadas a proteger a los par-
ticulares respecto a la privación o restricción de su libertad con
violación de las garantías constitucionales. Al hablar dicha Dispo-
sición Transitoria de 1961 de “amparo a la libertad personal” y re-
mitir al artículo 49, en definitiva, implicaba que el derecho de am-
paro previsto en el artículo 49, también estaba destinado a amparar
la libertad personal y que sólo transitoriamente se establecía un
procedimiento específico en esta Disposición, pero sin que en Ve-
nezuela realmente se configurase un derecho de hábeas corpus
distinto al derecho general de amparo, regulado en el artículo 27 de
la Constitución.
Esta concepción fue la que se acogió en la Constitución de 1999
y es la que se confirma expresamente en la Ley Orgánica de Ampa-
ro de 1988 al establecer en su artículo 1° que “La garantía de la li-
bertad personal que regula el hábeas corpus constitucional, se regirá
por esta ley”; destinando a ello los artículos 38 a 47 de la misma.
510 Véase, por ejemplo, sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala
Político Administrativa de 5–10–89 en Revista de Derecho Público, Nº 40, Edito-
rial Jurídica Venezolana, Caracas, 1989, p. 108.
511 Véase en Gaceta Oficial Nº 31.266 de 14–6–77 y Nº 2.146 Extra. de 28–1–78.
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513 Véase Jorge Mario García La Guardia, “La Constitución y su defensa en Gua-
temala,” en La Constitución y su defensa, Universidad Nacional Autónoma de
México, México, 1984, pp. 717–719; y La Constitución Guatemalteca de 1985,
México, 1992.
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514 Véase sentencia T-02 del 8 de mayo de 1992, en Manuel José Cepeda, Derecho
Constitucional Jurisprudencial. Las grandes decisiones de la Corte Constitucional,
Legis, Bogotá, 2001, pp. 49–54.
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515 Véase sentencia T-406 del 5 de junio de 1992, en Idem, pp. 55–63.
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516 Según el artículo 23 del Código, cuando los recursos se presentan con respec-
to a los derechos suspendidos, el tribunal debe examinar la razonabilidad y
proporcionalidad del acto restrictivo, siguiendo estos criterios: 1) Si la de-
manda se refiere a derechos constitucionales no suspendidos; 2) Si se refiere a
los derechos suspendidos, no teniendo el fundamento del acto restrictivo del
derecho una relación directa con los motives que justifican la declaración del
estado de emergencia; 3) Si se refiere a los derechos suspendidos, y el acto
restrictivo del derecho es evidentemente innecesario o injustificado teniendo
en cuenta la conducta del agraviado o la situación de hecho evaluada breve-
mente por el juez.
517 El artículo 27 de la Convención autoriza a los estados, en tiempo de guerra,
peligro público u otra emergencia que amenace la independencia o seguridad
de un estado-parte, a tomar medidas que deroguen sus obligaciones según la
convención, pero con la declaración expresa que eso no autoriza ninguna
suspensión de los siguientes artículos: art. 3 (Derecho a la Personalidad Jurí-
dica), art. 4 (Derecho a la Vida), art. 5 (Derecho al Trato Humanitario), art. 6
(Libertad de la Esclavitud), art. 9 (Irretroactividad de las Leyes), art. 12 (Li-
bertad de Conciencia y de Religión), art. 17 (Derechos de la Familia), art. 18
(Derecho al Nombre), art. 19 (Derechos del Niño), art. 20 (Derecho a la Na-
cionalidad), y art. 23 (Derecho a Participar en el Gobierno) o de las garantías
jurídicas esenciales para la protección de esos derechos.
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518 Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987, Habeas corpus en situa-
ciones de emergencia, Parágrafo 27. Véase en Sergio García Ramírez
(Coord.), La Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
Universidad Nacional Autónoma de México, Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos, México, 2001, pp. 1.008 ss.
519 Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, Garantías Judiciales en
Estados de Emergencia, Parágrafos 25, 26. La conclusión de la corte fue en-
tonces que deben considerarse como las garantías judiciales indispensables
no susceptibles de suspensión, según lo establecido en el artículo 27.2 de la
Convención, el hábeas corpus (art. 7.6), el amparo, o cualquier otro recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes (art. 25.1 ), destinado a ga-
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521 Véase Sentencia T-406 del 5 de junio de 1992 en Manuel José Cepeda, Derecho
Constitucional Jurisprudencial. Las grandes decisiones de la Corte Constitucional,
Legis, Bogotá, 2001, p. 61.
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526 Archivo Nº 2.130, caso Alonso Muñoz Ceballos. Véase en el mismo sentido,
Sentencia T-534 de 24 de setiembre de 1.992, en Manuel José Cepeda, Derecho
Constitucional Jurisprudencial. Las grandes decisiones de la Corte Constitucional,
Legis, Bogotá, 2001, pp. 461 ss.
527 Archivo 03-007020-0007-CO, caso Tania González Valle.
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SÉPTIMA PARTE
CARÁCTER Y RANGO CONSTITUCIONAL DE LA VIO-
LACIÓN A LOS DERECHOS (LA VIOLACIÓN DIRECTA)
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OCTAVA PARTE
PRINCIPIOS DE LA PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL
RESPECTO DE TODAS LAS PERSONAS EN EL MARCO
DEL DERECHO COMPARADO:
LAS PERSONAS PROTEGIDAS
545 Véase Kevin Schroder et al, “Injunction,” Corpus Juris Secundum, Thomson
West, Vol. 43A, 2004; M. Glenn Abernathy and Barbara A. Perry, Civil Liber-
ties Under the Constitution, University of South Carolina Press, 1993, p. 4.
546 En este mismo sentido, la Ley Nº 437-06 que establecía el Recurso de Amparo
de la República Dominicana disponía que “Cualquier persona física o moral,
sin distinción de ninguna especie, tiene derecho a reclamar la protección de
sus derechos individuales mediante la acción de amparo.” (art. 2).
547 En este sentido el artículo 567 del Código Procesal Civil paraguayo establece
que “[L]a acción de amparo será deducida por el titular del derecho lesiona-
do o en peligro inminente de serlo.”
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548 Véase decisión de 27 de agosto de 1.993 (caso Kenet E. Leal) en Revista de Dere-
cho Público, Nº 55-56, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, p. 322; y
decisión del Primer Tribunal de control jurisdiccional de acciones administra-
tivas, del 18 de noviembre de 1993, en Revista de Derecho Público, Nº 55–56,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, pp. 325–327.
549 Véase el caso Alabama Power Co. v. Alabama Elec. Co-op., Inc., 394 F.2d 672 (5°
Cir. 1968), en John Bourdeau et al., “Injunctions,” en Kevin Schroder, John
Glenn and Maureen Placilla (Ed.), Corpus Juris Secundum, Vol 43A, West 2004,
p. 229.
550 Como se establece, por ejemplo, específicamente en Ecuador. Véase Hernán
Salgado Pesantes, Manual de Justicia Constitucional Ecuatoriana, Corporación
Editora Nacional, Quito, 2004, p. 81. En Costa Rica, aunque la Ley de la Juris-
dicción Constitucional prevé que la acción puede intentarla cualquier persona
(art. 33), la Sala Constitucional ha interpretado que se refiere a cualquier perso-
na cuyos derechos constitucionales hayan sido agraviados (Véase Decisión 93-
90). Véase la referencia en Rubén Hernández Valle, Derecho Procesal Constitucio-
nal, Editorial Juricentro, San José, 2001, p. 234); y en caso de una acción de am-
paro presentada por una persona distinta de la parte agraviada, esta última de-
be aprobar la presentación para que continúe el proceso. De otro modo, faltaría
la legitimación activa. Véase Decisión 5086-94, en Idem, p. 235.
551 Artículo 567 Código de Procedimiento Civil, Paraguay.
552 Véase en general, Alí Joaquín Salgado, Juicio de amparo y acción de inconstitucio-
nalidad, Astrea, Buenos Aires, 1987, pp. 81 ss.; Joaquín Brage Camazano, La ju-
risdicción constitucional de la libertad, Editorial Porrúa, México, 2005, pp. 162 ss.
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553 La palabra “personas” en las leyes de amparo se usa para designar personas
humanas o entidades reconocidas por la ley como sujetos de derechos y de-
beres, incluyendo corporaciones o compañías: Argentina (art. 5: “persona in-
dividual o jurídica”; República Dominicana (art. 2: “Cualquier persona física
o moral”); Colombia (art. 1: “Toda persona”); Ecuador (art. 9.a: “cualquier
persona”; El Salvador (art. 3 y 12: “Toda persona”); Guatemala (art. 8: “las
personas”), Honduras (art. 41: “toda persona agraviada”; art. 44: “cualquier
persona natural o jurídica”); México (art. 4: “la parte a quien perjudique la
ley”); Panamá (art. 2615: “Toda persona”); Perú (art. 39: “El afectado es la
persona legitimada”); Uruguay (art. 1: “cualquier persona física o jurídica,
pública o privada”); Venezuela (art. 2: “personas naturales o persona jurídi-
cas”). En el Reglamento de Filipinas, la petición del amparo también está
disponible a “cualquier persona” cuyo derecho a la vida, la libertad y la se-
guridad, haya sido violado” (Sec. 1).
554 La Constitución chilena, en materia de legitimación activa, se refiere a “el
que” (quien), sin referirse a “personas” (art. 20). Véase Juan Manuel Errázu-
riz y Jorge Miguel Otero A., Aspectos procesales del recurso de protección, Edito-
rial Jurídica de Chile, Santiago, 1989, pp. 15, 50. Véase el caso RP, Federación
Chilena de Hockey y Patinaje, C. de Santiago, 1984, RDJ, T, LXXXI, Nº 3, 2da. P.,
Secc. 5ta, p. 240. Sin embargo, en otras decisiones judiciales se ha sostenido el
criterio contrario. Véase la referencia en Sergio Lira Herrera, El recurso de pro-
tección. Naturaleza jurídica. Doctrina. Jurisprudencia, Derecho Comparado, Santia-
go, 1990, pp. 144–145.
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561 Argentina (art. 5: cualquiera que lo represente); Bolivia (art. 89: cualquiera en
su nombre); Guatemala (art. 85: cualquier otra persona); Honduras (art. 19:
cualquier persona); México (art. 17: cualquier otra persona en su nombre);
Nicaragua (art. 52: cualquier habitante de la República); Perú: (art. 26: cual-
quiera a su favor); Venezuela (art. 39: cualquiera que lo represente). En Méxi-
co, la ley impone en la parte agraviada la obligación de ratificar expresamen-
te la interposición del recurso de amparo, al punto que si la queja no se ratifi-
ca, se reputará no presentada (art. 17).
562 En Ecuador, cualquier actor espontáneo que justifique la imposibilidad de la
parte agraviada para hacerlo, puede intentar la acción en su nombre, que, sin
embargo, debe ser ratificada en los tres días subsiguientes (art. 48). En Hon-
duras, la Ley sobre Justicia Constitucional autoriza a cualquier persona ac-
tuar por la parte agraviada, sin necesidad de poder, en cuyo caso el artículo
44 prevé que prevalecerá el criterio de la parte agraviada (art. 44). En Uru-
guay (art. 3) la Ley Nº 16.011 sobre la Acción de Amparo prevé que en casos
en los que la parte agraviada, por sí misma o por su representante, no pudie-
se intentar la acción, entonces cualquiera puede hacerlo por ella, sin perjuicio
de la responsabilidad del agente si éste hubiese actuado con fraude, malicia o
culpable ligereza (art. 4).
563 Véase Carlos Augusto Patiño Beltrán, Acciones de tutela, cumplimiento, popula-
res y de grupo, Editorial Leyer, Bogotá, 2000, p. 10; y Juan Carlos Esguerra Por-
tocarrero, La protección constitucional del ciudadano, Lexis, Bogotá, 2005, p. 122.
564 El artículo 41 del Código establece: “Cualquier persona puede comparecer en
nombre de quien no tiene representación procesal, cuando esta se encuentre
imposibilitada para interponer la demanda por sí misma, sea por atentado
concurrente contra la libertad individual, por razones de fundado temor o
amenaza, por una situación de inminente peligro o por cualquier otra causa
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567 Véase José Luis Lazzarini, El Juicio de Amparo, Ed. La Ley, Buenos Aires, 1987,
p. 238–240; 266. Entre los casos de amparo decididos en Argentina como con-
secuencia de las medidas económicas de emergencia adoptadas por el go-
bierno en 2001, que congelaron todos los depósitos en cuentas de ahorro y
corrientes de todos los bancos y los convirtieron de dólares americanos a pe-
sos devaluados argentinos, uno que se debe mencionar es el caso San Luis,
sentenciado por la Corte Suprema el 5 de marzo de 2003, en el cual no sólo
declaró la corte la inconstitucionalidad del Ejecutivo sino que en ese caso or-
denó al “Banco Central o el Banco de la Nación Argentina le entreguen a la
provincia dólares billetes de los plazos fijos que individualiza, o su equiva-
lente en pesos según el valor de la moneda estadounidense en el mercado li-
bre de cambios.” El aspecto interesante del juicio fue su presentación por la
Provincia de San Luis contra el Estado Nacional y el Banco Central de la Na-
ción Argentina, es decir, un Estado Federal (Provincia de San Luis) contra el
Estado Nacional, para la protección de los derechos constitucionales a la pro-
piedad del primero. Véase comentarios en Antonio María Hernández, Las
emergencias y el orden constitucional, Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico, Rubinzal-Culsoni Editores, México, 2003, pp. 119 ss.
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571 En el caso de violaciones por una ley del länder, tal recurso se intentará ante
el Tribunal Constitucional del länder respectivo (art. 93,1,4 de la Constitu-
ción). Una situación similar, aunque debatible, se encuentra en Austria con
respecto al recurso constitucional. Sea cual fuese el caso, por supuesto, no se
trataría de un amparo para la protección de derechos fundamentales, sino
más bien de una garantía constitucional específica de la autonomía de enti-
dades locales.
572 Véase referencia en Eduardo Ferrer Mac-Gregor, La acción constitucional de
amparo en México y España, Editorial Porrúa, México, 2002, p. 246, nota 425.
573 Véase sentencia de 2 de octubre de 1997, en Rafael Chavero, El nuevo régimen
del amparo constitucional en Venezuela, Caracas, 2001, pp. 122–123.
574 Véase sentencia N° 1395 de 21 de noviembre de 2000, Caso Estado Mérida et al.
v. Ministro de Finanzas, en Revista de Derecho Público, Nº 84, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 2000, pp. 315 ss.
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575 Véase Celso Agrícola Barbi, Do mandado de Securança, Editora Forense, Rio de
Janeiro, 1993, pp. 68 ss.; José Luis Lazzarini, El juicio de amparo, Editorial La
Ley, Buenos Aires, 1987, pp. 267–268.
576 Algunas legislaciones como la brasileña, respecto del mandado de securança
establecen que en el caso de amenazas o violaciones de derechos relativos a
algunas personas, cualquiera de ellas puede intentar la acción (art. 1,2). En
Costa Rica también, respecto del derecho constitucional a rectificación y res-
puesta en caso de agravios, la Ley de la Jurisdicción Constitucional prevé que
cuando los agraviados son más de una persona, cualquiera de ellas puede in-
tentar la acción; y en los casos en los que los agraviados pueden ser identifi-
cados con un grupo o colectividad organizada, la legitimación para actuar
debe ejercerla su representante autorizado (art. 67).
577 Es por eso que el Código Procesal Civil de Paraguay, por ejemplo, al definir
la legitimación activa en materia de amparo, además de personas físicas o ju-
rídicas, se refiere a partidos políticos debidamente registrados, entidades con
personería gremial o profesional y sociedades o asociaciones que, sin investir
el carácter de personas jurídicas, no contrarían, según sus estatutos, el bien
público (art. 568). En Argentina, la Ley de Amparo también prevé la legiti-
mación activa para intentar acciones de amparo a estas asociaciones que, sin
ser formalmente personas jurídicas, pueden justificar, según sus propios esta-
tutos, que no se oponen al bien público (art. 5).
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578 Véase sentencia Nº 656 de la Sala Constitucional, del 30 de junio de 2000, caso
Defensor del Pueblo vs. Comisión Legislativa Nacional, citada en sentencia N° 379
del 26 de febrero de 2.003, caso Mireya Ripanti et vs. Presidente de Petróleos de
Venezuela S.A. (PDVSA), en Revista de Derecho Público, N° 93–96, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 2003, pp. 152 ss.
579 En tales casos, la Sala incluso ha concedido medidas de precaución con efec-
tos erga omnes “tanto para las personas naturales y organizaciones que han
solicitado la protección de amparo constitucional como para todos los electo-
res en su conjunto.” Véase sentencia de la Sala Constitucional Nº 483 del 29
de mayo de 2.000, caso Queremos Elegir y otros, en Revista de Derecho Público,
Nº 82, 2000, Editorial Jurídica Venezolana, pp. 489–491. En el mismo sentido,
véase sentencia de la misma Sala Nº 714 de 13 de julio de 2000, caso APRUM,
en Revista de Derecho Público, Nº 83, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
2000, pp. 319 ss.
580 Véase la referencia y comentarios en Rafael Chavero, El nuevo régimen del
amparo constitucional en Venezuela, Caracas, 2001, pp. 110–114.
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583 Además, desde 1985 se ha desarrollado en Brasil una “acción civil colectiva,”
con tendencias similares a las Acciones Colectivas de los Estados Unidos,
muy ampliamente utilizadas para la protección de derechos de clases, como
los consumidores, aunque limitando la legitimación activa a las entidades
públicas (nacionales, estatales y municipales) y a las asociaciones. Véase An-
tonio Gidi, Acciones de grupo y “amparo colectivo” en Brasil. La protección
de derechos difusos, colectivos e individuales homogéneos, en Eduardo Fe-
rrer Mac-Gregor (Coordinador), Derecho Procesal Constitucional, Colegio de
Secretarios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Editorial Porrúa,
Tomo III, México, 2003, pp. 2.538 ss.
584 Véase sentencia 1700-03. Véase referencia en Rubén Hernández Valle, Derecho
Procesal Constitucional, Editorial Juricentro, San José, 2001, pp. 239–240.
585 Véase Eduardo Ferrer Mac-Gregor, Juicio de amparo e interés legítimo: la tutela
de los derechos difusos y colectivos, Editorial Porrúa, México, 2003, p. 56.
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NOVENA PARTE
LA UNIVERSALIDAD DEL AMPARO Y LAS CAUSAS DE
LA LESIÓN O AMENAZA DE LESIÓN DE DERECHOS Y
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES
590 Tal como sucede en Argentina después del caso Samuel Kot SRL. de 1958. S.
Véase Linares Quintana, Acción de Amparo, Buenos Aires, 1960, p. 25, G. R.
Carrio, Algunos aspectos del recurso de amparo, Buenos Aires, 1959, p. 13.
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612 Véase sentencias de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Ad-
ministrativa de 25–1–89 y 9–8–89 en Revista de Derecho Público, n° 39, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 1989, p. 139.
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621 Véase esta sentencia citada en la de la misma Corte Primera de 13-2-86. FU-
NEDA, 15 años de Jurisprudencia, cit., pp. 312-313.
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629 Véase sentencia de 20–12–91 (Caso: BHO, C.A.), en Revista de Derecho Público,
Nº 48, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1991, pp. 141–143.
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631 Véase la sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Ad-
ministrativa de 5–12–90 en Revista de Derecho Público, Nº 45, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1991, p. 119.
632 Véase, entre otras, la sentencia de la Sala Constitucional Nº 848 de 28–7–2000
(Caso: Luis A. Baca vs. Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, Agrario y del Tránsito del Primer Circuito de la Circunscripción
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Judicial del Estado Bolívar), en Revista de Derecho Público, N° 83, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 2000, p. 296 ss.
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634 Véase Allan R. Brewer-Carías, “El problema del amparo contra sentencias o
de cómo la Sala de Casación Civil remedia arbitrariedades judiciales” en Re-
vista de Derecho Público, Nº 34, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1988, p.
164.
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638 Véase Caso José Díaz Aquino, (consultada en original). Citada también en
sentencia de 14-12-94 de la misma Sala de Casación (consultada en original,
Caso Cimarrón).
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639 Véase sentencia de 3-7-90, caso Baker Well Services International citada en sen-
tencia de 6-10-92, caso Lácteos de Venezuela C.A., Revista de Derecho Público, Nº
52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 186. También citada pero
con fecha 27-6-90, en sentencia de 4-2-93, Revista de Derecho Público, N° 53-54,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, p. 277.
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645 Véase Allan R. Brewer Carías, “El problema del amparo contra sentencias... ,”
loc. cit., p. 164.
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materia objeto del anterior amparo. Esto es, que no se vuelva a re-
solver sobre el mismo agravio a los mismos derechos subjetivos de
carácter constitucional, sobre los cuales recayó sentencia.”653
En esta materia, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo,
sin embargo, ha excluido la acción de amparo contra sentencias
que agotan la doble instancia en materia de amparo (apelación o
consulta obligatoria),654 aún cuando ha aclarado que queda a salvo
el caso de que ella contenga un agravio constitucional nuevo y dis-
tinto de los ya conocidos y resueltos, o que la Sala decida ejercer al
respecto la potestad extraordinaria de revisión.655
En relación con las partes en el proceso, debe señalarse que
conforme a la doctrina de la Sala Constitucional, “la acción de am-
paro contra decisiones judiciales no procede contra el Juez que dic-
tó la decisión sino contra la decisión en sí misma,” en el sentido de
que el Juez no es el legitimado pasivo en el procedimiento de am-
paro, siendo el fallo, en si mismo, “el presunto trasgresor de un
derecho o garantía constitucional.” Por ello es que se ha considera-
do que no es necesaria la presencia del Juez para defender o infor-
mar sobre la decisión tomada, de manera que según lo resuelto por
la misma Sala en su sentencia de 1° de febrero de 2000 (Caso: José
A. Mejías y otros), “la ausencia del juez a la audiencia oral no signi-
fica aceptación de la pretensión de amparo.”656
En esos casos de amparo contra decisiones judiciales, conforme
a la doctrina de la misma Sala Constitucional, la contraparte del
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657 Véase sentencia Nº 628 de 27–6–2000 (Caso: Águilas del Zulia Baseball Club,
C.A. vs. Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia), en Revista de Derecho Público, Nº
82, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, p. 477.
658 Véase sentencia de la Sala Electoral Nº 115 de 6–8–2003 (Caso: Roberto S. Zara
M. y otros vs. Carlos J. Jiménez C.), en Revista de Derecho Público, Nº 93–96, Edi-
torial Jurídica Venezolana, Caracas, 2003, p. 542.
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659 Véase Owen M. Fiss, The Civil Rights Injunction, Indiana University Press,
1978, p. 12.
660 Véase Corte Suprema de Justicia de Venezuela, Sala Político-Administrativa,
decisión del 16 de diciembre de 1.992, caso Haydée Casanova, en la Revista de
Derecho Público, Nº 52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 139.
661 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 16–12–92 (Caso Haydée Casanova), Revista de Derecho Público, Nº
52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 139.
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679 Fue el caso, por ejemplo, decidido por la Corte Suprema de Justicia recha-
zando una acción de amparo que fue interpuesta por un ex-Presidente de la
República (caso Juan D. Perón) contra disposiciones del gobierno pidiendo
que se regresara el cuerpo de su difunta esposa. En ese caso, la corte suprema
dispuso acerca de la necesidad de una “mínima individualización del autor
del acto que origina la demanda” rechazando la acción de amparo por falta
de individualización mínima del demandado. La corte dedujo que lo que el
demandante buscaba era conseguir de los tribunales una orden para practi-
car las indagaciones necesarias con respecto al paradero del cuerpo. Véase
Fallos: 248–537, referido en José Luis Lazzarini, El juicio de amparo, La Ley,
Buenos Aires, 1987, p. 275.
680 Véase Owen M. Fiss, The Civil Rights Injunction, Indiana University Press,
1978, p. 15.
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685 En otras materias las injunctions pueden intentarse contra cualquier persona
como “altos funcionarios públicos o personas particulares.” Véase M. Glenn
Abernathy and Barbara A. Perry, Civil Liberties under the Constitution, Sixth
Edition, University of South Carolina Press, 1993, p. 8.
686 Como lo han explicado M. Glenn Abernathy y Barbara A. Perry: “Recursos
limitados contra las interferencias de los particulares a la libertad de decisión.
Otro problema en el esfuerzo del ciudadano para estar libre de restricciones
está en que muchos tipos de interferencias provenientes de personas particu-
lares no constituyen ilícitos sancionados por la ley. Los prejuicios personales
y la discriminación privada no ofrecen -en ausencia de previsiones legales
especificas- las bases para una intervención judicial en favor del agraviado.
Por ejemplo, si a alguien es negada la admisión a ser miembro de un club so-
cial solamente en razón de su raza, religión o afiliación política, éste puede
comprensiblemente dolerse por el rechazo pero los tribunales no podrán au-
xiliarlo (nuevamente, asumiendo que no existe ninguna disposición legal que
prohíba tales discriminaciones). Hay, entonces, muchos tipos de restricciones
a la libertad de decisión individual que están más allá de la autoridad de los
tribunales poderlas resolver o aliviar. Hay que tener en cuenta que la garan-
tía de los derechos en la Constitución de los Estados Unidos solo protege
contra la actuación gubernamental y no aplica a los abusos puramente priva-
dos, salvo por lo que respecta a la prohibición de la esclavitud de la XIII En-
mienda. Los recursos para los abusos personales deben buscarse entonces en
leyes especiales, el derecho común o las regulaciones administrativas u ofi-
ciales y en las sentencias.” Idem, p. 6.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
687 De acuerdo con ello, el artículo II,5 de Ley de amparo la que “con indepen-
dencia de su naturaleza formal, […] dicta, ordena, ejecuta o trata de ejecutar
el acto que crea, modifica o extingue situaciones jurídicas en forma unilateral
y obligatoria; u omita el acto que de realizarse crearía, modificaría o extingui-
ría dichas situaciones jurídicas.” En su versión inicial, esta norma se inter-
preto en el sentido que las autoridades no son solo aquellas superiores que
ordenan los actos, sino también aquellas subordinadas que las ejecutan o
procuran ejecutarlas; siendo el amparo admitido contra cualquiera de éstas.
Véase “Autoridades para efectos del juicio de amparo” (Apéndice al Semanario
Judicial de la Federación, 1917–1988, Segunda parte, Tesis 300, p. 519). Véase la
referencia en Eduardo Ferrer Mac-Gregor, La acción constitucional de amparo en
México y España. Estudio de derecho comparado, Editorial Porrúa, México 2002,
p. 254.
688 Como se definió en el caso Campos Otero Julia (1935), este término se en-
tiende como “un órgano del Estado, investido legalmente de la facultad de
decisión y del poder de mando necesario para imponer a los particulares sus
propias determinaciones, o las que emanen de algún otro órgano del mismo
Estado. .” Véase la referencia en Eduardo Ferrer Mac-Gregor, La acción consti-
tucional de amparo en México y España. Estudio de derecho comparado, Editorial
Porrúa, México 2002, p. 253; y en Suprema Corte, Jurisprudencia de la Suprema
Corte, Tesis 179, II, 360. Véase la referencia en Richard D. Baker, Judicial Re-
view in México. A Study of the Amparo Suit, Texas University Press, Austin
1971, p. 94.
689 Idem, p. 95.
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690 Véanse las referencias a las decisiones judiciales en Eduardo Ferrer Mac-
Gregor, La acción constitucional de amparo en México y España. Estudio de derecho
comparado, Editorial Porrúa, México 2002, pp. 255–256.
691 Idem, p. 257.
692 Como decidió la Corte Suprema: si la acción de amparo identifica la autori-
dad responsable como aquella que ha tomado la decisión o la ha ordenado,
pidiendo la suspensión de sus efectos sin identificar la autoridad que la ha
ejecutado, la suspensión no puede concederse ya que la ejecución se conside-
ra como consentida por el accionante. Por el contrario, si la demanda solo
menciona como autoridades responsables a aquellas quienes han ejecutado
las actuaciones sin identificar quienes las ordenaron, entonces, si bien es cier-
to que la suspensión puede otorgarse, el caso debe descontinuarse porque,
sin identificar al autor de las actuaciones, la situación debe considerarse co-
mo consentida por el accionante. Véase Jurisprudencia de la Corte Suprema
en “Actos Consumados. Suspensión improcedente” y “Actos derivados de
actos consentidos,” en el Apéndice al Semanario Judicial de la Federación, 1917-
1995, Primera Sala, Tesis 1090, p. 756; y Tribunal Pleno, Tesis 17, p. 12. Véan-
se las referencias en Eduardo Ferrer Mac-Gregor, La acción constitucional de
amparo en México y España. Estudio de derecho comparado, Editorial Porrúa, Mé-
xico 2002, p, 255, notes 450–451.
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693 Hay que decir que la expresión “autoridad pública” del artículo 1 de la ley de
amparo fue incluida debido a la intención del legislador de 1.964 de no regu-
lar el amparo contra particulares; lo que, sin embargo, ya estaba admitido
por la Corte Suprema y luego expresamente regulado por el Código de Pro-
cedimiento Civil.
694 En algunas ocasiones esta expresión ha sido interpretada también de modo
restrictivo como en México, refiriéndose solo a funcionarios públicos con im-
perium, esto es, aquellos con poder para ordenar y declarar actos obligatorios
y exigir el uso de la fuerza pública para ejecutarlos. Véase Néstor Pedro Sa-
güés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, Acción de amparo, Editorial Astrea,
Buenos Aires, 1988, pp. 91–93; Joaquín Brague Camazano, La Jurisdicción cons-
titucional de la libertad (Teoría general, Argentina, México, Corte Interamericana de
Derechos Humanos), Editorial Porrúa, México, 2005, p. 97. José Luis Lazzarini,
El juicio de amparo, Editorial La Ley, Buenos Aires, 1987, pp. 208–209.
695 En algunos casos se ha considerado incluso que las actuaciones de una
Asamblea Constituyente Provincial pueden ser impugnadas por vía de la ac-
ción de amparo. Véase Alí Joaquín Salgado, Juicio de amparo y acción de incons-
titucionalidad, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1987, pp. 24–25.
696 Bolivia (art. 94), Colombia (art. 1), El Salvador (art. 12), Perú (art. 2), Nicara-
gua (art. 3), Uruguay (art. 2) and Venezuela (art. 2).
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699 Véase Celso Agrícola Barbi, Do mandado de segurança, Editora Forense, Rio de
Janeiro 1993, p. 92.
700 Véase Luis Alberto Viera, Ley de Amparo, Ediciones Idea, Montevideo 1993,
pp. 63, 157.
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707 De manera similar a las injunctions admitidas en los Estados Unidos contra
corporaciones de servicios públicos. Véase por ejemplo, caso Wiemer v. Louis-
ville Water Co., 130 F. 251 (C.C.W.D. Ky. 1903), en John Bourdeau et al, “Injun-
ctions,” en Kevin Schroder, John Glenn and Maureen Placilla, Corpus Juris Se-
cundum, Volume 43A, Thompson West, 2004, p. 182 ss.
708 Véase caso Maxey v. Washington State Democratic Committee, 319 F. Supp. 673
(W.D. Wash. 1970), Idem, p. 240.
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709 Tal como sucede en Argentina después del caso Samuel Kot SRL. de 1958. S.
Véase Linares Quintana, Acción de Amparo, Buenos Aires, 1960, p. 25, G. R.
Carrio, Algunos aspectos del recurso de amparo, Buenos Aires, 1959, p. 13.
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DÉCIMA PRIMERA
DAÑOS Y AMENAZAS DE VIOLACIÓN PROTEGIBLES
EN MATERIA DE AMPARO:
PRINCIPIOS GENERALES Y
DERECHO COMPARADO
717 Por eso es que, por ejemplo, la Constitución mexicana expresamente dispone
a este respecto, la necesidad de que el demandante haya sufrido un daño
“personal y directo” (art. 107.I), en el sentido que sus derechos constituciona-
les personales deben haber sido afectados directamente.
718 Véase Eduardo Ferrer Mac-Gregor, La acción constitucional de amparo en Méxi-
co y España, Editorial Porrúa, México, 2002, pp. 386–387.
719 En este sentido, por ejemplo, fue decidido por la antigua Corte Suprema de
Justicia venezolana, en amparo intentado en 1.999 contra el Presidente de la
República y que denunciaba como actos agraviantes las posibles medidas a
ser tomadas por la Asamblea Constituyente Nacional, que el Presidente ha-
bía convocado, una vez instalada la misma. La Corte consideró inadmisible la
acción, considerando que las razones alegadas por el accionante, consideran-
do que eran de naturaleza eventual e hipotética, lo que contradecía la necesi-
dad de un daño objetico y real o una amenaza a uno derecho o garantía cons-
titucional. a fin de que el amparo fuese admisible. La Corte argumentó ade-
más, que la acción de amparo constitucional tiene por objeto dar protección
contra situaciones que en na forma directa pueden producir daño en relación
con los derechos y garantías constitucionales del accionante, buscando la res-
tauración de la situación jurídica infringida. En este caso, la persona identifi-
cada como agraviante (Presidente de la República) no puede ser quien pro-
duzca el eventual que pudiera condicionar los derechos electorales del accio-
nante, así como el temor de que la modificación de la organización de los po-
deres constituidos solo podría ser atribuido a los miembros que puedan ser
electos a la Asamblea Nacional Constituyente, todavía no elegida. En conse-
cuencia, en el caso, no existe la inmediata relación que es necesaria en mate-
ria de amparo, entre el accionante y el agraviante. Véase sentencia de 23.4.99
(caso A. Albornoz), en Rafael Chavero, El nuevo régimen del amparo constitu-
cional en Venezuela, Ed. Sherwood, Caracas, 2001, p. 240.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
720 Véase U.S. Boyle v. Landry, 401 U.S. 77, 91 S. Ct.758, 27 L. Ed. 2d 696 (1971), en
John Bourdeau et al., “Injunctions,” en Kevin Schroder, John Glenn and
Maureen Placilla (Ed.), Corpus Juris Secundum, Vol. 43A, Thomson West, 2004,
p. 66.
721 Véase la sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político-
Administrativa del 2-12-1993, en Revista de Derecho Público, Nº 55–56, Edito-
rial Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, pp. 302–303. Igualmente, sentencia
del 14-8-1992 en Revista de Derecho Público, Nº 51, Editorial Jurídica Venezola-
na, Caracas, 1992, p. 145.
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733 El principio también se aplica en Chile y Ecuador. Véase Juan Manuel Errá-
zuriz G. y Jorge Miguel Otero A., Aspectos procesales del recurso de protección,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1989, pp. 51–55; Hernán Salgado Pesan-
tes, Manual de Justicia Constitucional Ecuatoriana, Corporación Editora Nacio-
nal, Quito, 2004, p. 79.
734 Como lo han comentado M. Glenn Abernathy y Perry: “Los tribunales no
presumen automáticamente que todas las restricciones a la libre elección son
impropias. La carga es arrojada en la persona que impugna los actos, quien
debe demostrar que los mismos son impropios. Esto se observa más fácil-
mente en los casos en los que la demanda alega que un acto de la legislatura
es inconstitucional... Los jueces también alegan que a los actos de los funcio-
narios públicos deben atribuírseles alguna presunción de validez. De manera
que se presume que el funcionario público que elimina alimentos calificados
por él como no aptos para el consumo tiene buenas razones para hacerlo. La
persona cuya propiedad es eliminada de ese modo debe asumir la carga de
probar mala fe de parte del funcionario si, como consecuencia de ello, es in-
coada una demanda.” Véase M. Glenn Abernathy and Barbara A. Perry, Civil
Liberties under the Constitution, University of South Carolina Press, 1993, p. 5.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
1. El consentimiento expreso
2. El consentimiento tácito
Aparte de los casos de consentimiento expreso, la otra causal
de inadmisibilidad en el procedimiento de amparo ocurre en casos
de consentimiento tácito del agraviado respecto del acto, hecho u
omisión causante del daño a sus derechos; y opera cuando en la ley
establece un lapso preciso para interponer la demanda, y el mismo
se haya agotado sin que la acción se haya interpuesto.
740 El clásico ejemplo de una estópel, como medida, excepción o decreto judicial
que consiste en una prohibición de conducta o acción, como la describen
Tabb y Shoben “es que el demandante no puede invocar el derecho de equi-
dad para reclamar una orden de remoción de una cerca de un vecino instala-
da sobre el lindero del lote si el demandante estuvo presente y observó la ins-
talación de la cerca con pleno conocimiento de la ubicación de dicho lindero.
El silencio del demandante, estando en conocimiento de los hechos, es un ac-
to inconsistente con el título invocado en la corte.” Véase William M. Tabb
and Elaine W. Shoben, Remedies, Thomson West, 2005, pp. 50–51.
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741 Idem, p. 48. Como se ventiló en el caso Lake Development Enterprises, Inc. v.
Kojetinsky, 410 S.W. 2d 361, 367–68 (Mo. App. 1966): “'Laches' [del francés las-
che: laxitud, negligencia] es la dejadez o negligencia por un período de tiem-
po irrazonable e inexplicado en circunstancias que permitían diligencia para
hacer lo que debía hacerse en derecho. No hay un período fijo dentro del cual
una persona debe afirmar sus derechos o ser inhabilitado mediante la medi-
da de laches. La extensión de tiempo depende de las circunstancias del caso
en particular. Una mera demora en afirmar un derecho no constituye de suyo
una lache; la demora en cuestión debe operar en contra y en perjuicio del de-
mandado. Laches es un asunto de hechos a ser determinada a partir de toda
las pruebas y circunstancias alegadas en el juicio.” Véase la referencia en
Owen M. Fiss y Doug Rendelman, Injunctions, The Foundation Press, Mineo-
la New York, 1984, pp. 102–103.
742 Véase Hernán Salgado Pesantes, Manual de Justicia Constitucional Ecuatoriana,
Corporación Editora Nacional, Quito, 2004, p. 81.
743 El término en las leyes de amparo de América Latina está generalmente esta-
blecido por número de días contados a partir de la fecha del acto impugnado
o del día que la parte agraviada entra en conocimiento de la violación: Ar-
gentina, 15 días (art. 2,e); Brasil, 120 días (art. 18); República Dominicana, 30
días (art. 3,b); Guatemala, 30 días (art. 20); Honduras, dos meses; México, 15
días como regla general pero con muchos otros lapsos para demandar con di-
ferentes medidas de tiempo (arts. 21, 22 y 73,XII); Nicaragua, 30 días (arts. 26;
51,4); Paraguay, 60 días (art. 567); Perú, 60 días (arts. 5,10; 44); Uruguay, 30
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
días (art 4). En Venezuela, el término es de seis meses (art. 23.4). En el caso de
Chile, donde en ausencia de una ley reguladora de la acción de protección, el
término para demandar (quince días) ha sido establecido por la Corte Su-
prema, suscitándose discusiones sobre la constitucionalidad de dichas nor-
mas, debido al criterio de que un término para demandar de ese tipo debe ser
establecido solo por el legislador. Véase Juan Manuel Errázuriz and Jorge
Miguel Otero A., Aspectos procesales del recurso de protección, Editorial Jurídica
de Chile, Santiago, 1989, p. 130. En Costa Rica, la Ley de Jurisdicción Consti-
tucional dispone que el recurso de amparo puede ser intentado en cualquier
momento mientras dure la violación, amenaza, agravio o restricción, y hasta
dos meses después que los efectos directos a la parte agraviada hayan cesado
(arts. 35, 60). Este término para demandar puede ser también suspendido si
la parte interesada decide intentar un recurso administrativo contra el acto en
concreto (art. 31).
744 Véase la sentencia del 24-10-1990 en Revista de Derecho Público, Nº 44, Edito-
rial Jurídica Venezolana, Caracas, 1990, p. 144.
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745 Véase los comentarios en Rubén Hernández Valle, Derecho Procesal Constitu-
cional, Editorial Juricentro, 2001, pp. 226–229, 243.
746 Véase Eduardo Ferrer Mac-Gregor, La acción constitucional de amparo en Méxi-
co y España, Editorial Porrúa, México, 2002, p. 331.
498
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
747 Como fue decidido por la Sala de Casación de la Corte Suprema en Venezue-
la en decisión del 3-4-1985 “el concepto de orden público permite que el inte-
rés general de la sociedad y del Estado prevalezca sobre los intereses particu-
lares o individuales a los efectos de asegurar la vigencia o propósito de algu-
nas instituciones.” Véase la referencia en las sentencias de la antigua Corte
Suprema de Justicia, Sala Político-Administrativa, del 1-2-1990, caso Tuna
Atlántica C.A., y sentencia del 30-6-1992 en la Revista de Derecho Público, N° 60,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 157. En muchos casos, es el
mismo legislador el que declara expresamente en una ley particular que sus
disposiciones tienen carácter de 'orden público', en el sentido que sus normas
no pueden ser modificadas mediante contratos. Véase sentencia de la antigua
Corte Suprema de Justicia, Sala Político-Administrativa, del 22-3-1988 en Revis-
ta de Derecho Público, N° 34, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1988, p. 114.
748 Véase sentencias de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo de
13-10-1988 en Revista de Derecho Público, Nº 36, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 1988, p. 95; de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político-
Administrativa, de 1-11-1989 en Revista de Derecho Público, Nº 40, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 1989, p. 111; y de la Sala de Casación de la misma
Corte Suprema de Justicia del 28-6-1995 (Exp. Nº 94–172). Véase la referencia
en Rafael Chavero G., El nuevo régimen del amparo constitucional en Venezuela,
Editorial Sherwood, Caracas, 2001, p. 188, nota 178. Véase igualmente otra
sentencia en la materia en las pp. 214-246.
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749 Véanse los casos Pacific Greyhound Lines v. Sun Valley Bus Lines, 70 Ariz. 65,
216 P. 2d 404, 1950; y Goldstein v. Beal, 317 Mass. 750, 59 N.E. 2d 712, 1945.
Véase en John Bourdeau et al., “Injunctions,” en Kevin Schroder, John Glenn
and Maureen Placilla (Ed.), Corpus Juris Secundum, Vol. 43A, Thomson West,
2004, p. 329.
750 Véase sentencia del 22-10-1990, caso María Cambra de Pulgar, en Revista de
Derecho Público, Nº 44, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1990, pp. 143–
144.
751 Véase Eduardo Ferrer Mac-Gregor, La acción constitucional de amparo en Méxi-
co y España, Editorial Porrúa, México, 2002, p. 391; Richard D. Baker, Judicial
500
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
Review in México. A Study of the Amparo Suit, University of Austin Press, Aus-
tin, 1971, p. 172.
752 En sentido similar, la regla del consentimiento tácito tampoco es aplicable en
caso de actos u omisiones administrativas cuando la acción de amparo es in-
tentada junto con la acción de nulidad contra actos u omisiones administrati-
vas. En este caso, debido a la pretensión constitucional, como lo estableció la
derogada Ley Orgánica de 1988, la acción de nulidad podía intentarse en
cualquier momento (art. 5).
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753 Como lo ha explicado Owen M. Fiss, para ver cómo funciona, y asumiendo
por ejemplo que ha ocurrido algún ilícito, como un acto discriminatorio, el
objeto de la injunction –concebida clásicamente como un instrumento preven-
tivo- sería prevenir la recurrencia de la conducta dañina en el futuro (termi-
nar con la discriminación y no volver a hacerlo). Pero en el caso United States
v. Louisiana (380 U.S. 145, (1965)), relativo a una discriminación electoral, el
magistrado Black identificó todavía otro objetivo de la injunction, que es la
eliminación de los efectos del ilícito ejecutado (la discriminación realizada).
La injunction reparadora –por mucho tiempo concebida por los autores del
siglo XIX, como High (A Treatise on the Law of Injunction 3, 1873), como una
imposibilidad analítica- fue por eso consagrada. Y por el mismo estilo, les fue
ordenado a los funcionarios electorales no solo terminar con la discrimina-
ción en las elecciones futuras sino también dejar sin efecto una pasada elec-
ción e instalar una nueva manera de remover cualquier traza de discrimina-
ción como la que contaminó la anterior (Bell v. Southwell, 376 F.2de 659 (5TH
Cir. 1976). Igualmente, a funcionarios públicos de un programa de vivienda
se les ordenó cesar con la discriminación con base racial en su selección para
la asignación de futuras viviendas, y que construyeran viviendas en áreas de
habitantes blancos de manera de eliminar los efectos de una política segrega-
cionista que derivaba de ubicar proyectos públicos de vivienda solo en las
áreas de habitantes negros de la ciudad (Hills v. Gautreaux, 425 U.S. 284
(1976)). Véase en Owen M. Fiss, The Civil Rights Injunction, Indiana University
Press, 1978, pp .7–10.
754 En este sentido, la antigua Corte Suprema de Justicia venezolana expresó que
“una de las principales características de la acción de amparo es el ser un
medio judicial restablecedor, cuya misión es restablecer la situación infringi-
da o, lo que es lo mismo, colocar de nuevo al agraviado en el goce de sus de-
rechos constitucionales lesionados. Véase la sentencia de 6-2-1996, caso
Asamblea legislativa del Estado Bolívar, en Rafael Chavero, El nuevo régimen del
amparo constitucional en Venezuela, Ed. Sherwood, Caracas, 2001, pp. 185, 242–
243.
502
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
755 Véase las sentencias de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político-
Administrativa del 27-10-1993, caso Ana Drossos, y de 4-11-1993, caso Partido
Convergencia, en Revista de Derecho Público, Nº 55–56, Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas, 1993, p. 340.
756 Véase la sentencia de 20-1-2000, caso Domingo Ramírez Monja, en Rafael Cha-
vero, El nuevo régimen del amparo constitucional en Venezuela, Ed. Sherwood,
Caracas, 2001, p. 244. En otra sentencia dictada el 21-4-1999, caso J. C. Marín,
la antigua Corte Suprema en el mismo sentido declaró inadmisible una ac-
ción de amparo en un caso en que el accionante pedía ser designado juez de
un tribunal específico o que fuese colocado en una situación jurídica que no
tenía antes que el acto impugnado fuese dictado. La Corte decidió que en el
caso era imposible intentar una acción de amparo con ese objetivo, declarán-
dolo inadmisible. Para ello, la Corte argumentó sobre la característica de la
acción de amparo que su “efecto restablecedor” en cuanto a la situación jurí-
dica infringida, de manera que la misma es inadmisible cuando el restable-
cimiento de una situación es imposible; cuando mediante la acción el agra-
503
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viado busca una compensación de los daños, ya que esta no puede sustituir
los derechos lesionados; o cuando el demandante lo que pretende es que la
Corte le cree un derecho o una situación que no existía antes de que se pro-
dujera el acto, hecho u omisión lesivas. Todo ello, lo que implica es la “exclu-
sión de la posibilidad de que el amparo tenga efectos constitutivos.” Idem, pp.
244–245.
757 Véase sentencia de la antigua Corte Primera de lo Contencioso-
Administrativo venezolana de 14-1-1992, en Revista de Derecho Público, Nº 49,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 130; y sentencia de la antigua
Corte Suprema de Justicia, Sala Político-Administrativa de 4-3-1993 en Revis-
ta de Derecho Público, Nº 53-54, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1993,
p. 260.
758 Tesis 32, II, 90. Jurisprudencia de la Suprema Corte. Véase la referencia en Ri-
chard D. Baker, Judicial Review in México. A Study of the Amparo Suit, Universi-
ty of Austin Press, Austin, 1971, p. 95, note 11.
504
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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767 Véase Owen M. Fiss, The Civil Rights Injunction, Indiana University Press,
1978, p. 7.
768 Véase William M. Tabb and Elaine W. Shoben, Remedies, Thompson West,
2005, p. 22.
508
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
769 Con respecto a esta condición, por ejemplo, la Corte Constitucional de Co-
lombia ha dicho que: “La amenaza a un derecho constitucional fundamental
tiene múltiples expresiones: puede estar referida a las circunstancias específi-
cas de una persona respecto al ejercicio de aquel; a la existencia de signos po-
sitivos e inequívocos sobre el designio adoptado por un sujeto capaz de eje-
cutar actos que configuren la violación del derecho; o estar representada en el
desafío de alguien (tentativa), con repercusión directa sobre el derecho de
que se trata; también puede estar constituida por actos no deliberados pero
que, atendiendo a sus características, llevan al juez de tutela al convencimien-
to de que si él no actúa mediante una orden, impidiendo que tal comporta-
miento continúe, se producirá la violación del derecho; igualmente pueden
corresponder a una omisión de la autoridad cuya prolongación en el tiempo
permite que aparezca o se acreciente un riesgo; también es factible que se
configure por la existencia de una norma - autorización o mandato- contraria
a la preceptiva constitucional, cuya aplicación efectiva en el caso concreto se-
ría en sí misma un ataque o un desconocimiento de los derechos fundamen-
tales.” Véase la referencia a la decisión T-349 del 27-8-1993 en Rafael Chave-
ro, El nuevo régimen del amparo constitucional en Venezuela, Ed. Sherwood, Ca-
racas, 2001, pp. 238–239. En el mismo sentido, véase la sentencia de la anti-
gua Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo venezolana de 16-7-
1992, en Revista de Derecho Público, Nº 51, Editorial Jurídica Venezolana, Cara-
cas 1992, p. 155.
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770 En el caso Reserve Mining Co. v. Environmental Protection Agency 513 F.2d, 492
(8th Cir 1975), el tribunal de circuito no dictó la injunction solicitada para que
se ordenara a la Reserve Mining Company que cesara la descarga de
desechos de su planta procesadora de hierro mineral, en Silver Bay, Minneso-
ta, por afectar el medio ambiente de Silver Bay y a las aguas del Lake Supe-
rior, porque aun cuando el accionante ha demostrado que las descargas dan
origen a una “amenaza potencial a la salud pública … ningún daño que haya
ocurrido a la salud pública a la fecha se ha demostrado y el peligro a la salud
no es inminente. La evidencia reclama medidas de prevención y cautela. No
existe razón alguna que requiera que Reserve corte sus operaciones de inme-
diato.” Véase los comentarios en Owen M. Fiss and Doug Rendelman, Injun-
ctions, The Foundation Press, Mineola, New York, 1984, pp. 116 ff. En otro ca-
so, muy citado, Fletcher v. Bealey, 28 Ch. 688 (1885), se hace referencia a depó-
sitos de desechos del demandado en terrenos del accionante y el juez declaró
que, dado que la acción es interpuesta para prevenir daños continuos bajo
una acción quia-timet, dos ingredientes son necesarios: “Si ningún daño pre-
sente es demostrado, debe haber prueba de un peligro inminente y también
debe haber prueba de que el daño temido, si acaece, será muy sustancial. Ca-
si debería decir que debe ser demostrado que el daño será irreparable porque
si no se prueba que el peligro es tan inminente (como para que nadie dude de
que si se demora la medida el daño ocurrirá), pienso que debe demostrarse
que de ocurrir el daño, efectivamente y en cualquier momento, será de tal
modo y bajo tales circunstancias que será imposible para el accionante prote-
gerse contra el mismo si la medida le es negada en una acción quia timet.”
Véase la referencia en Idem, pp. 110–111.
771 Véase casos Callis, Papa, Jackstadt & Halloran, P.C. v. Norkolk and Western
Ry. Co., 195 Ill. 2d 356, 254 Ill. Dec. 707, 748 N. E.2d 153 (2001); Frey v. De
Cordova Bend Estates Owners Ass’n, 647 S.W2d 246 (Tex. 1983); Ormco
Corp. v. Johns, 19 I.E.R. Cas. (BNA), 1714, 148 Lab. Cas. (CCH), 59741, 2003
WL 2007816 (Ala. 2003), en John Bordeau et al., “Injunctions,” en Kevin
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
Schroder, John Glenn and Maureen Placilla (Editors), Corpus Juris Secun-
dum, Vol. 43A, Thomson West, 2004, p. 57.
772 Véase el caso Kucera v. State, Dept. of Transp., 140 Wash. 2d 200, 955 O.2d 63
(200)), Idem, pp. 57–58.
773 Véase sentencias de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político-
Administrativa de 9-6-1988 en Revista de Derecho Público, Nº 35, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 1988, p. 114 y de 14-8-1992 en Revista de Derecho
Público, Nº 51, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, pp. 158–159; y la
sentencia de la antigua Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo de
30-6-1988, en Revista de Derecho Público, Nº 35, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas 1988, p. 115. Estas condiciones generales se han considerado como
concurrentes cuando se refieren a la tutela constitucional ante daños que al-
guien pronto infligirá en los derechos de otra persona. Véase sentencia de la
antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político-Administrativa de 24-6-1993
en Revista de Derecho Público, Nº 55–56, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas
1993, p. 289; y de 22-3-1995, caso La Reintegradora, en Rafael Chavero, El nuevo
régimen del amparo constitucional en Venezuela, Ed. Sherwood, Caracas 2001, p.
239.
774 Véase Voto 295-93, en Rubén Hernández Valle, Derecho Procesal constitucional,
Editorial Juricentro, San José 2001, p. 222.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
513
DÉCIMA SEGUNDA PARTE
LAS FORMAS DE EJERCICIO DEL DERECHO CONSTI-
TUCIONAL DE AMPARO: COMO ACCIÓN AUTÓNOMA Y
COMO PRETENSIÓN FORMULADA JUNTO CON OTRAS
VÍAS PROCESALES IDÓNEAS
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797 El carácter normativo del acto estatal se ha destacado por Corte Suprema de
Justicia -SPA, en sentencia de 2-5-91, Revista de Derecho Público, Nº 46, Edito-
rial Jurídica Venezolana, Caracas, 1991, pp. 119-120.
798 Véase sentencia de la Corte Plena de 14-1-93, Caso “Gruber Odreman” (consul-
tada en original).
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
529
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804 Véase Revista de Derecho Público, N° 39, Editorial Jurídica Venezolana, Cara-
cas, 1989, p. 129.
805 Véase sentencia del Corte Suprema de Justicia -CP de 4-8-89, Revista de Dere-
cho Público, Nº 39, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1989, p. 129; Corte
Suprema de Justicia - Sala Político Administrativa de 2-5-91, Revista de Dere-
cho Público, Nº 46, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1991, p. 120; Corte
Suprema de Justicia -CP, de 27-4-93, Revista de Derecho Público, N° 53-54, Edi-
torial Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, p. 223; Corte Suprema de Justicia
-SPA, 5-5-93, Revista de Derecho Público N° 53-54, Editorial Jurídica Venezola-
na, Caracas, 1993, p. 226; Corte Suprema de Justicia -SPA, de 19-11-92, Revista
de Derecho Público, Nº 52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 137.
806 Véase sentencia Corte Suprema de Justicia-CP de 4-4-89, Revista de Derecho
Público, N° 39, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1989, p. 129.
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812 Véase sentencia Nº 1946 de 16–7–2003 (Caso: Impugnación del artículo 211 de la
Ley de Tierras y Desarrollo Agrario) en Revista de Derecho Público, Nº 93–96, Edi-
torial Jurídica Venezolana, Caracas 2003, p. 507. Doctrina reiterada en la sen-
tencia Nº 653 de la Sala Constitucional de 04–04–2003 (Caso Impugnación de
las Leyes de Reforma Parcial de las Leyes que establecen el Impuesto al Débito Banca-
rio y el Impuesto al Valor Agregado). Véase además, sentencia de la Sala Consti-
tucional Nº 270 de 25–4–2000, en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas 2000, p. 452.
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821 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 6–4–89, Revista de Derecho Público n° 38, Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas, 1989, p. 140.
822 Véase sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativa de 9–
9–91, en FUNEDA, 15 años de Jurisprudencia, cit., p. 222.
823 Véase sentencia de 18–11–93, Revista de Derecho Público, n° 55–56, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, p. 458.
824 Véase sentencias de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Ad-
ministrativa de 27–7–92 y 16–12–92 en Revista de Derecho Público, Nº 51, Edito-
rial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 215, y Nº 52, Editorial Jurídica Ve-
nezolana, Caracas, 1992, p. 236; y sentencias de la Corte Primera de lo Con-
tencioso Administrativa de 7–9–91, Revista de Derecho Público, Nº 47, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 1991, p. 169; de 14–11–92 Revista de Derecho Pú-
blico, Nº 52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 232, y de 14–12–
92 en FUNEDA, 15 años de Jurisprudencia, cit., p. 230.
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ALLAN R. BREWER-CARÍAS
825 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 19–11–92, Revista de Derecho Público, Nº 52, Editorial Jurídica Ve-
nezolana, Caracas, 1992, p. 240.
826 Véase sentencias antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Adminis-
trativa de 31–5–91, Revista de Derecho Público, Nº 46, Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas, 1991, p. 154; de 6–12–91, Revista de Derecho Público, Nº 45,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1991, p. 145; de 3–6–92, Revista de De-
recho Público, Nº 50, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 182; de
10–6–92, Revista de Derecho Público, N° 50, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1992, p. 184; de 23–7–92, Revista de Derecho Público, Nº 51, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 1992, pp. 208 y 210; y de 29–10–93, Revista de De-
recho Público, Nº 52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 220, y
sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativa de 14–12–92,
Revista de Derecho Público, Nº 52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992,
p. 221.
827 Véase sentencias de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Ad-
ministrativa de 11–7–91, en Revista de Derecho Público, Nº 47, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1991, p. 174; de 19–11–92, Revista de Derecho Público, N°
52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 240, y de 11–3–93 en Re-
vista de Derecho Público, N° 53–54, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
1993, pp. 232 y 354; y sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Admi-
nistrativa de 15–12–88, en FUNEDA, 15 años de Jurisprudencia, cit., p. 215.
828 Véase sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de 16–
1–92, Revista de Derecho Público, Nº 49, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
1992, p. 146. y sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 3–6–92 en Revista de Derecho Público, N° 50, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1992, p. 182.
538
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
4. El carácter cautelar
En los casos de ejercicio conjunto de la pretensión de amparo
con el recurso contencioso administrativo, tratándose de una pre-
tensión accesoria y subordinada a la acción principal, como se ha
dicho, la decisión en el caso de amparo tiene carácter cautelar, no
incidiendo en la anulación, que es el fondo debatido;831 y los efectos
de la misma consisten en el caso de que la acción principal sea un
recurso de nulidad de un acto administrativo, básicamente en la
suspensión de los efectos del mismo mientras dure el juicio de nu-
lidad,832 sin que por esta vía se puedan crear derechos.833
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846 Véase en Revista de Derecho Público, n° 46, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1991, p. 158.
847 Véase sentencia de 19–11–92, Revista de Derecho Público, n° 52, Editorial Jurí-
dica Venezolana, Caracas, 1992, p. 227.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
850 Véase Sentencias de 15-10-92, Revista de Derecho Público, N° 52, Editorial Jurí-
dica Venezolana, Caracas, 1992, p. 224 y de 20-7-93, Revista de Derecho Público,
Nº 55-56, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, p. 470.
851 Véase sentencia Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de 17-12-92,
Revista de Derecho Público, Nº 52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992,
p. 232.
852 Véase sentencia Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de 29-7-93
Revista de Derecho Público Nº 55-56, Editorial Jurídica Venezolana Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 1993, p 47
853 Véase Corte Suprema de Justicia -SPA, sentencias de 22-11-90 y 2-6-93, en
Revista de Derecho Público, Nº 53-54, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
1993, p. 369.
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856 Idem.
857 Consultada en original.
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875 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 3–8–89, Revista de Derecho Público, Nº 39, Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas, 1989, p. 136.
876 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia de 18–11–93 (Caso:
Gustavo J. Ruiz), Véase en Revista de Derecho Público, N° 55–56, Editorial Jurí-
dica Venezolana, Caracas, 1993, pp. 300 y 301. En el mismo sentido se ha
pronunciado la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo al referirse
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879 Revista de Derecho Público, Nº 81, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000,
pp. 225-229.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
882 Sentencia Nº 880 del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional del
29-02-2001, Caso William Alfonso Ascanio. Véase en http://www.tsj.gov.ve
/decisiones/scon/Mayo/880-290501-01-0756%20.htm .En igual sentido la sen-
tencia de la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia en sen-
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
885 Véase sentencia de la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justi-
cia en sentencia Nº 32 de 10 de febrero de 2011, Caso Juan Efraín Chacón.
Véase en http:// www.tsj.gov.ve/decisiones/scp/Febrero/032-10211-2011-
N10-189.html
886 Citada por la misma sentencia de Sala de Casación Penal del Tribunal Su-
premo de Justicia en sentencia Nº 32 de 10-02-2011. Véase en http://www.
tsj.gov.ve/decisiones/scp/Febrero/032-10211-2011-N10-189.html
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
888 Véase sentencia de la Sala Constitucional Nº 256 (caso Juan Calvo y Bernardo
Priwin) de 14-02-2002. Véase en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/
Febrero/256-140 202-01-2181%20.htm
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
891 Sentencia Nº 256 del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional del
14/02/02, exp Nº 01-2181, en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Fe-
brero /256-140202-01-2181%20.htm
892 Sentencia Nº 1520 de 20-07-2007 en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/
scon/ Julio /1520-200707-07-0827.htm
893 Caso: Francisco Javier González Urbina y otros, en http://www.tsj.gov.ve
/decisiones /scon/Marzo/221-4311-2011-11-0098.html
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que se encuentre viciado de nulidad, pero, esto solo es posible una vez
que se dicte la decisión que resuelva la declaratoria con o sin lugar de la nu-
lidad que se solicitó, pues contra dicho pronunciamiento es que pro-
cede el recurso de apelación conforme lo establecido en el artículo
196 del Código Orgánico Procesal Penal.”894
En definitiva, la petición de nulidad absoluta por violación de
derechos y garantías judiciales, en el régimen del COOP es en sí
misma una pretensión de amparo (“amparo penal”), especialísima
en el campo penal, que el juez está obligado a decidir en el lapso
brevísimo de tres días como lo exige el artículo 177 del COPP, sin
necesidad de que las partes o el acusado estén presentes, estándole
además al juez vedado el poder diferir la decisión del amparo cons-
titucional o nulidad absoluta solicitada por violaciones constitucio-
nales, para la oportunidad de celebración de la audiencia prelimi-
nar. Y si el juez lo hace, la Sala Constitucional ha considerado que
ello constituye una violación indebida al debido proceso por parte
del juez. Esta doctrina, en resumen, se ha ratificado en las siguien-
tes sentencias:
1. La sentencia Nº 2161 de 5 de septiembre de 2002 (Caso
Gustavo Enrique Gómez Loaiza), en la cual la Sala Constitu-
cional expresó que “De la regulación de la nulidad contenida
en los artículos 190 al 196 del Código Orgánico Procesal Penal,
se colige que los actos procesales pueden adolecer de defectos
en su conformación, por lo que las partes pueden atacarlos lo
más inmediatamente posible –mientras se realiza el acto o,
dentro de los tres días después de realizado o veinticuatro ho-
ras después de conocerla, si era imposible advertirlos antes- de
conformidad con lo dispuesto en los artículos 192 y 193 eius-
dem, precisamente, mediante una solicitud escrita y un proce-
dimiento, breve, expedito, donde incluso se pueden promover
pruebas, sino fuere evidente la constatación de los defectos
esenciales, a fin de dejar sin efecto alguna actuación por inob-
servancia e irregularidad formal en la conformación de misma,
que afecte el orden constitucional, siendo ésta la hipótesis con-
templada en el artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, cuando prevé que po-
drá intentarse la acción de amparo si algún órgano jurisdiccio-
nal dicte u ordene una resolución, sentencia o acto que lesione
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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DÉCIMA TERCERA PARTE
SOBRE LAS CONDICIONES DE ADMISIBILIDAD DE LA
ACCIÓN DE AMPARO
I. LA LEGITIMACIÓN ACTIVA
La acción de amparo ha tenido fundamentalmente un carácter
personalísimo, de manera que el legitimado activo sólo puede ser
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1. La condición de agraviado
La acción de amparo tiene en principio un carácter personal, en
el sentido de que sólo puede ser intentada por el agraviado, es de-
cir, por la persona que se vea lesionada o amenazada de lesión a su
propio derecho constitucional.898 En consecuencia, nadie puede
hacer valer en el proceso de amparo, en nombre propio, un derecho
ajeno.899 Tal como lo señaló la antigua Corte Suprema de Justicia en
Sala Político Administrativa, el carácter eminentemente personal
del amparo constitucional exige para su admisibilidad:
“Un interés calificado en quién pretenda la restitución o
restablecimiento del derecho o garantía que considere vulne-
rados, es decir, que la lesión le esté dirigida, y en definitiva,
que sus efectos repercutan sobre él en forma directa e indiscu-
tida, lesionando su ámbito de derechos subjetivos que la Carta
Magna le confiere. Es únicamente, pues, la persona que se en-
cuentra lesionada en forma directa y especial en sus derechos
subjetivos fundamentales, por un acto, hecho u omisión deter-
minados, quien puede acudir a los órganos judiciales compe-
tentes para que, mediante un proceso breve y sumario, el juez
acuerde inmediatamente el total restablecimiento de la situa-
ción jurídica subjetiva infringida.”900
898 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 18-6-92, Revista de Derecho Público n° 50, Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas, 1992, p. 135 y de 13-8-92, Revista de Derecho Público, n° 51,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992 p. 160.
899 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 14-2-90, Revista de Derecho Público, n° 41, Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas, 1990, p. 101.
900 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 27–8–93 (Caso: Kenet E. Leal), Revista de Derecho Público, no 55–56,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, p. 322.
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909 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 22–9–93, Revista de Derecho Público, No 55–56, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1993, p. 356.
910 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 30–10–90, cit., por sentencia de la antigua Corte Suprema de Jus-
ticia, Sala Político Administrativa de 22–10-92, Revista de Derecho Público, Nº
52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 141.
911 Véase sentencias de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de
18–11–93 (Caso: Carlos G. Pérez), Revista de Derecho Público, No 55–56, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 1993, pp. 353–354; de 14–9–89, Revista de Dere-
cho Publico Nº 40, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1989, p. 105; y de 4–
3–93 y 25–3–93, Revista de Derecho Público, nos 53–54, Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas, 1993, p. 258.
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918 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativa de 16–12–92 (Caso: Haydée Casanova), Revista de Derecho Público, Nº
52, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, p. 139
919 Véase sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de 7–
9–89, Revista de Derecho Público, Nº 40, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
1989, p. 108.
920 Véase sentencias de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de
12–5–88, Revista de Derecho Público, Nº 34, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1988, p. 113; y de 16–6–88, Revista de Derecho Público, Nº 35, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 1988, p. 138.
921 Véase sentencia de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Admi-
nistrativo de 22–11–93, Revista de Derecho Público, no 55–56, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1993, pp. 487–489.
922 Véase sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de 16–
6–88, Revista de Derecho Público, Nº 35, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
1988, p. 138.
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934 Véase sentencias de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Ad-
ministrativa de 27–10–93 (Caso: Ana Drossos), y 4–11–93 (Caso: Partido Con-
vergencia), Revista de Derecho Público, No 55–56, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 1993, p. 340.
935 Véase sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de 14–
1–92, Revista de Derecho Público, Nº 49, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
1992, p. 130; y de la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Político Adminis-
trativa de 4–3–93, Revista de Derecho Público, No 53–54, Editorial Jurídica Ve-
nezolana, Caracas, 1993, p. 260.
936 En tal sentido, la antigua Corte Suprema de Justicia, Sala Plena declaró
inadmisible una acción de amparo contra el cobro indebido de un impuesto,
cuando el mismo ha sido ya pagado, considerando que en ese caso no es po-
sible restablecer la situación jurídica infringida, sentencia de 21–3–88– Revista
de Derecho Público, Nº 34, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1988, p. 114.
Por otra parte, la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo en senten-
cia de 7–9–89, ha declarado inadmisible una acción de amparo de derechos a
la protección de la maternidad (descanso pre y post natal), incoada después
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paro que versa sobre el mismo objeto; que denuncia las mismas
infracciones; que se basa en los mismos motivos y fundamentaciones
y que gira en relación con idéntico objeto al anterior y está dirigida
contra igual sujeto”; entonces es evidente que en dicho caso: “se im-
pone la fuerza de la cosa juzgada para impedir tal replanteamiento,
ya que la cuestión debatida posee la misma identidad subjetiva y
objetiva con la que fuera objeto de decisión definitiva.”953
Por supuesto, la cosa juzgada en materia de amparo sólo surge
respecto de lo debatido y debatible en vía de amparo, que es sólo la
violación o amenaza de violación de un derecho o garantía consti-
tucional. Por ello, de acuerdo con el artículo 36 de la Ley Orgánica
de Amparo, “la sentencia firme de amparo producirá efectos jurí-
dicos respecto al derecho o garantía objetos del proceso, sin perjui-
cio de las acciones o recursos que legalmente correspondan a las
partes.” Es decir, la sentencia de amparo no necesariamente resuel-
ve el fondo material del asunto, sino solo el aspecto de violación o
amenaza de violación del derecho o garantía, que es sobre lo único
que produce efectos jurídicos la sentencia de amparo. Por ello, di-
cha sentencia sólo tiene efectos restitutorios, pues por vía de ampa-
ro como lo dijo la antigua Corte Suprema de Justicia “no puede
lograrse ninguno de los tres tipos de sentencia conocidos: declara-
tiva, constitutiva o de condena, ni por supuesto, una sentencia in-
terpretativa.”954
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DÉCIMA CUARTA PARTE
EL PROCEDIMIENTO EN EL PROCESO DE
LA ACCIÓN DE AMPARO
955 Solo en caso de habeas corpus, algunas leyes de amparo atribuyen a los tribu-
nales la facultad de iniciar el procedimiento ex officio: Guatemala (art. 86),
Honduras (art. 20).
956 El recurso de amparo tiene similaridades con la demanda civil de injunction
que la parte agraviada puede incoar en un tribunal para procurar la tutela o
recuperación de sus derechos infringidos o para prevenir la violación de és-
tos. También puede identificarse con el mandamus intentado por la parte
agraviada ante un tribunal contra un funcionario público cuya omisión ha
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
960 Sentencia del 21 de mayo de 1.996. Véase Gaceta Oficial Extra n° 5071 29 de
mayo de 1996. Véanse comentarios en Allan R. Brewer-Carías, Instituciones
Políticas y Constitucionales, Vol. V, Derecho y Acción de Amparo, Editorial Jurí-
dica Venezolana, Caracas, 1998, pp. 388–396; Rafael Chavero Gazdik, El nue-
vo régimen del amparo constitucional en Venezuela, Edit. Sherwood, Caracas,
2001, pp. 212, 266 ff., 410 ss.
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968 Véase Costa Rica, arts. 8 y 39; El Salvador, art. 5; Honduras, art. 4; Perú, art.
33,8.
969 Véase Costa Rica, art. 8; Honduras, art. 4,8; Perú, art. 13.Al respecto, por
ejemplo, el Reglamento del Recurso de Amparo de Filipinas de 2007 enume-
ró ampliamente las diferentes defensas y mociones que están prohibidas en
materia del procedimiento de amparo: “1. moción para desestimar la admi-
sión del recurso; 2. prórrogas de los plazos para las contestaciones, excepcio-
nes, declaraciones juradas, posiciones y otras defensas; 3. excepciones dilato-
rias; 4. promoción de acusaciones, cargos o demandas; 5. contrademanda y
citas en saneamiento; 6. tercerías; 7. réplicas; 8. moción para que el tribunal
que oye la apelación declare contumaz a la parte no apelante; 9. hacerse parte
en juicio; 10. informes; 11. reconsideración de medidas interlocutorias o pre-
ventivas; 12. recursos de certiorari, mandamus o prohibiciones contra medi-
das interlocutorias.” (sec.11).
970 Véase Honduras, art. 70; Uruguay, art. 12; Panamá, art. 2.610; Paraguay, art.
586; Uruguay, art. 12.
971 Véase Argentina, art. 16; Colombia, art. 39; Ecuador, arts. 47 y 59; Honduras,
art. 18; Panamá, art. 2.610; Paraguay, art. 586; Perú, arts. 33, 1 y 2; Venezuela,
art. 11.
972 Véase Costa Rica, art. 6; Guatemala, arts. 17 y 111; México, art. 66; Panamá,
art. 2.610; Perú, art. 52; Venezuela, art. 11; República Dominicana, art. 8.
973 Véase El Salvador, art. 79.
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974 Véase El Salvador, art. 5; Guatemala, art. 6; Honduras, art. 4,4; Perú, art. III;
República Dominicana, art. 17.
975 Véase República Dominicana, art. 5.
976 Véase Costa Rica, art. 8; El Salvador, art. 5.
977 Véase Honduras, art. 4,5; Guatemala, art. 6; Paraguay, art. 586; y El Salvador,
art. 80.
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982 Véase la sentencia de 17–1–85 Revista de Derecho Publico, N° 21, Editorial Jurí-
dica Venezolana, Caracas, 1985, p. 140.
983 Idem.
984 Véase en Revista de Derecho Público, Nº 120, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas 2009, pp. 162
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4. Admisión de la acción
Conforme al artículo 6 de la Ley Orgánica de 1988 y a las
otras normas que se referían a la admisión, la primera actuación
procesal del juez, una vez presentado correctamente el libelo de la
acción, era la decisión sobre la admisibilidad o inadmisibilidad de
la misma.
Es decir, el juez necesariamente debía examinar los presupues-
tos de admisibilidad previstos en el artículo 6 de la Ley Orgánica
de 1988, que estaban redactados en forma tal que al juez le corres-
pondía verificar la inexistencia de los supuestos enunciados en
dicho artículo, a los fines de declarar admisible o no la acción. Este
examen daba lugar a un auto de admisión o inadmisión, según el
caso, con lo cual el tribunal afirmaba los elementos básicos para el
conocimiento de la causa.
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6. Medidas cautelares
8. Oportunidad de la decisión
Efectuado dicho acto de audiencia oral, el Juez disponía de un
término improrrogable de veinticuatro (24) horas para decidir la
solicitud de amparo constitucional (Art. 26).
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5. Apelación y consulta
En relación con la apelación y consulta de las sentencias de
amparo, la sentencia de la Sala Constitucional dispuso en su men-
cionada sentencia nº 7, lo siguiente:
“Contra la decisión dictada en primera instancia, podrá
apelarse dentro de los tres (3) días siguientes a la publicación
del fallo, la cual se oirá en un sólo efecto a menos que se trate
del fallo dictado en un proceso que, por excepción, tenga una
sola instancia.
De no apelarse, pero ser el fallo susceptible de consulta,
deberá seguirse el procedimiento seguido en el artículo 35 de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Consti-
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996 Véase por ejemplo, sentencia del 20-03-2001 de la Sala Político Administrati-
va del Tribunal Supremo, caso Marvin Enrique Sierra Velasco, Expediente Nº
0904, consultada en la página web del Tribunal Supremo de Justicia.
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DÉCIMA QUINTA PARTE
EL SENTIDO DE LA PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL Y
LA DECISIÓN EN MATERIA DE AMPARO
998 De manera similar, respecto de las injunctions definitivas, éstas solo pueden
declararse si se libra compulsa de la demanda y se ha hecho citación del ac-
cionado. Véase por ejemplo, los casos: U.S. v. Crusco, 464 F.2d 1060, Cir. 1972;
Murphy v. Washington American League Baseball Club, Inc., 324 F2d. 394, D.C.
Cir. 1963, en John Bourdeau et al., “Injunctions,” en Kevin Schroder, John
Glenn and Maureen Placilla, Corpus Juris Secundum, Volumen 43A, Thomson
West, 2004, p. 339.
999 En la injunction de los Estados Unidos, la orden puede ser ejecutiva o preven-
tiva de virtualmente cualquier tipo de acción (Dawkins v. Walker, 794 So. 2d
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333, Ala. 2001; Levin v. Barish, 505 Pa. 514, 481 A.2d 1183, 1984) o puede orde-
nar a alguien que deshaga un ilícito o un daño (State Game and Fish Com’n v.
Sledge, 344 Ark. 505, 42 S.W.3d 427, 2001). Es una orden judicial demandando
a una persona a hacer o abstenerse de hacer determinados actos (Skolnick v.
Altheimer & Gray, 191 Ill 2d 214, 246 Ill. Dec. 324, 730 N.E.2d 4, 2000), por
cualquier periodo de tiempo independientemente de su propósito (Sheridan
County Elec. Co-op v. Ferguson, 124 Mont. 543, 227 P.2d 597, 1951). Idem, p. 19.
1000 Véase caso Nussbaum v. Hetzer, 1, N.J. 171, 62 A. 2d 399 (1948). Idem, p. 19.
1001 Similar a la “injunction preventiva” y a la “injunction restitutoria o indemni-
zatoria” en los Estados Unidos. Véase William M. Tabb y Elaine W. Shoben,
Remedies, Thomson West, 2005, pp. 86–89; John Bourdeau et al., “Injunctions,”
en Kevin Schroder, John Glenn y Maureen Placilla, Corpus Juris Secundum,
Volumen 43A, Thomson West, 2004, pp. 28 ss.
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1002 Véase William M. Tabb y Elaine W. Shoben, Remedies, Thomson West, 2005,
pp. 86 ss. 246 ss.; y en John Bourdeau et al., “Injunctions,” en Kevin Schroder,
John Glenn y Maureen Placilla, Corpus Juris Secundum, Volumen 43A, Thom-
pson West, 2004, pp. 21 ss.; 28 ss.
1003 Véase Allan R. Brewer-Carías, Instituciones Políticas y Constitucionales, Vol. V,
Derecho y Acción de Amparo, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1998, pp.
143 ss.
1004 Contrario a lo que sucede en los Estados Unidos y Bretaña. Véase F. H. Law-
son, Remedies of English Law, Londres, 1980, p. 175; B. Schwartz y H. W. R.
Wade, Legal control of government, Oxford, 1978, p. 205.
1005 Véase Juan Carlos Esguerra Portocarrero, La protección constitucional del ciuda-
dano, Legis, Bogotá, 2004, p. 153.
1006 Véase Néstor Pedro Sagüés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, “Acción de
amparo,” Editorial Astrea, Buenos Aires, 1988, p. 434; Alí Joaquín Salgado,
Juicio de amparo y acción de inconstitucionalidad, Editorial Astrea, Buenos Aires,
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1987, p. 100; José Luis Lazzarini, El juicio de amparo, Ed. La Ley, Buenos Aires,
1987, pp. 345, 359.
1007 Véase Edmundo Orellana, La justicia constitucional en Honduras, Universidad
Nacional Autónoma de Honduras, Tegucigalpa, 1993, pp. 181, 208, 216.
1008 Véase Luis Alberto Viera, Ley de Amparo, Ediciones Idea, Montevideo, 1993,
p. 52, 207 ss.
1009 Véase Rafael Chavero G. El nuevo amparo constitucional en Venezuela, Ed.
Sherwood, Caracas, 2001, p. 185 ss., 327 ss.; Allan R. Brewer-Carías, Institu-
ciones Políticas y Constitucionales, Vol. V, Derecho y Acción de Amparo, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 1998, pp. 399 ss.
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1014 Por ejemplo equivalentes a las prohibitory order or injunctions del derecho
inglés. Véase F. H. Lawson, op. cit., n. 179; o a las injunctions del derecho nor-
teamericano. Véase B. Schwartz y H. W. R. Wade, op. cit., p. 221; L.L. Jaffe, op.
cit., p. 193.
1015 Por ejemplo, cuando el juez directamente decide la incautación de publica-
ciones que vulneran el derecho al honor. Caso Cisneros, sentencia del Juzgado
Cuarto de Primera Instancia en lo Civil de la Circunscripción Judicial del Dis-
trito Federal y Estado Miranda de 15–2–85. Véase el texto en el libro El ampa-
ro constitucional en Venezuela, Colegio de Abogados del Estado Lara, 1987,
Tomo II, p. 269 y ss. Como ejemplo de estos poderes del juez de amparo de
pronunciar órdenes de hacer y eventualmente sustituirse a la Administración
en el cumplimiento de un acto, dispensando al particular de obtenerlo, puede
citarse la sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo de
20 de febrero de 1986, en la cual con motivo de un amparo solicitado por un
contribuyente municipal, ante la negativa de una Municipalidad de expedirle
el certificado de solvencia del impuesto inmobiliario urbano, requisito indis-
pensable para hacer registrar el documento de venta del inmueble, la Corte
decidió lo siguiente: primero. ordenó al funcionario competente a fijar y li-
quidar el impuesto respectivo en un plazo de 30 días; segundo, ordenó que
cumplido lo anterior y una vez pagado el impuesto por el contribuyente, en
un plazo de tres días el funcionario debía expedir la solvencia de pago del
impuesto; y tercero, advirtió a la Municipalidad que vencido el termino de 30
días “sin que hubiere cumplido con lo ordenado” en la sentencia, se dispen-
saba al contribuyente del tramite de presentación de la solvencia municipal
para Protocolizar la venta del inmueble. Véase sentencia de 20–2–86 (ponente
R. J. Duque Corredor), Caso H. Romero Muci vs. Municipalidad del Distrito Su-
cre del Estado Miranda. Véase en Revista. de Derecho Publico, n° 25, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 1986, p. 122–123.
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1016 Véase sentencia de 13–4–2000 (Caso: Aerolink International, S.A. vs. Instituto
Autónomo Aeropuerto Internacional de Maiquetía), en Revista de Derecho Público,
Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2000, p. 530. En otra decisión de
1–6–2000, (Caso: Mercedes M. Mendoza Z. vs. Universidad del Zulia), la Corte
Primera recurrió para fundamentar la ejecución forzosa en lo dispuesto en el
artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial que señala: “Artículo 11: Los
tribunales para la ejecución de sus sentencias y de todos los actos que decreten o
acuerden, pueden requerir de las demás autoridades el concurso de la fuerza pública
que de ellas dependa y, en general, valerse de todos los medios legales coercitivos de
que dispongan. Se exceptúa el caso de conflicto de poderes, el cual deberá ser sometido
a la decisión de la Corte Suprema de Justicia. La autoridad requerida por un tribunal
que obre en ejercicio de sus atribuciones debe prestar su concurso sin que te corres-
ponda calificar el fundamento con que se le pida, ni la legalidad o la justicia de la sen-
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1023 Véase sentencia Nº 320 de 4–5–2000 (Caso: Seguros La Occidental, C.A. vs.
Juzgado Superior del Tránsito y del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado
Zulia), en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas 2000, p. 527.
1024 Caso: Glenda López y otros vs. IVSS, Véase en Revista de Derecho Público, Nº 85–
88, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2001, pp. 453 y ss.
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1031 Véase Allan R. Brewer-Carías y Víctor Hernández Mendible, Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2010.
1032 Véase Rafael Chavero G., El nuevo amparo constitucional en Venezuela, Ed.
Sherwood, Caracas, 2001, pp. 358 ss.; Allan R. Brewer-Carías, Instituciones Po-
líticas y Constitucionales, Vol. V, Derecho y Acción de Amparo, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1998, pp. 144; 400.
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1036 Por ejemplo, en el caso de una orden administrativa ilegitima dictada por
una autoridad municipal demoliendo un edificio -aun si fuese ejecutada y
aun infringiendo un derecho constitucional a la propiedad-, la acción de am-
paro no tiene el propósito de indemnizar, siendo en este caso inadmisible
particularmente dado el carácter irreparable del daño.
1037 Véase José Luis Lazzarini, El juicio de amparo, Ed. La Ley, Buenos Aires, 1987,
pp. 346–347; Néstor Pedro Sagüés, Derecho procesal Constitucional, Vol. 3, Ac-
ción de amparo, Editorial Astrea Buenos Aires, 1988, p. 437; Rafael Chavero G.,
El nuevo amparo constitucional en Venezuela, Ed. Sherwood, Caracas, 2001, pp.
185, 242, 262, 326, 328; Allan R. Brewer-Carías, Instituciones Políticas y Consti-
tucionales, Vol. V, Derecho y Acción de Amparo, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 1998, p. 143.
1038 En Bolivia, el artículo 102, II de la ley, respecto del contenido de la decisión
de amparo, establece que al decretar el amparo el tribunal determinará la
existencia de responsabilidad civil y penal fijando el monto de los daños y
perjuicios a pagarse.
1039 También en Guatemala, el artículo 59 de la ley menciona los daños y perjui-
cios, estableciendo que cuando el tribunal en su decisión condena al pago de
daños y perjuicios, el mismo debe fijar el monto o, al menos, establecer las
bases para su determinación (artículo 59).
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pre que obren dentro de los límites de sus objetivos societarios, destinados a
velar por los intereses de sus miembros en cuanto a lo que es su objeto.”
Véase Decisión de la Sala Constitucional Nº 656 de 30-6-2000, caso Defensor
del Pueblo vs. Comisión Legislativa Nacional, que se refiere en la decisión Nº 379
de febrero 26 de 2003, caso Mireya Ripanti et vs. Presidente de Petróleos de Vene-
zuela S.A. (PDVSA), en Revista de Derecho Público, n° 93-96, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 2003, pp. 152 ss.
1049 En un caso el Defensor del Pueblo actuó contra una amenaza de la Comisión
Legislativa Nacional del año 2000 de designar miembros del Consejo Nacio-
nal Electoral sin cumplir con los requisitos constitucionales. En ese caso la Sa-
la Constitucional decidió que “la Defensoría queda legitimada para interpo-
ner acciones cuyo objeto es hacer valer los derechos o intereses difusos y co-
lectivos” sin requerir la aquiescencia de la sociedad en nombre de quien ac-
túa, pero esta disposición no excluye o prohíbe el acceso de los ciudadanos al
sistema judicial en defensa de los derechos e intereses colectivos (art. 26).
Véase sentencia de la Sala Constitucional Nº 656 del 6 de mayo de 2001, caso:
Defensor del Pueblo vs. Comisión Legislativa Nacional, Idem.
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1050 En contraste, estos efectos de la cosa juzgada, como regla general, no son
aplicables a las órdenes de las injunctions en los Estados Unidos, las cuales
pueden ser modificadas por el tribunal. Como ya se ha resumido respecto de
la doctrina judicial en esta materia: “Las injuncions son distintas de otras sen-
tencias en el contexto de la cosa juzgada porque las partes están frecuente-
mente sujetas a la jurisdicción continua del tribunal y el tribunal debe hallar
un equilibrio entre las políticas de la cosa juzgada y el derecho del tribunal a
aplicar medidas modificadas a circunstancias cambiadas.” Véase el caso
Town of Durham v. Cutter, 121 N.H. 243, 428 A. 2d 904 (1981), en John
Bourdeau et al., “Injunctions,” en Kevin Schroder, John Glenn and Maureen
Placilla, Corpus Juris Secundum, Volume 43A, Thomson West, 2004, p. 416; y
Owen M. Fiss and Doug Rendleman, Injunctions, The Foundation Press, 1984,
pp. 497–498, 526.
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1051 Esta disposición, relativa a los efectos de la cosa juzgada, ha sido interpretada
de dos maneras: Por una parte, Lazzarini ha considerado que la disposición
establece los efectos de la “cosa juzgada sustantiva” de la decisión de amparo
protectiva, alegando que la alusión que el artículo hace con relación a otras
acciones o recursos, se está refiriendo a acciones penales tendientes a sancio-
nar los agravios (causantes del daño) o a acciones civiles que procuran in-
demnización, pero no a otras acciones en las cuales el amparo puede ser nue-
vamente litigado. Véase José Luis Lazzarini, El juicio de Amparo, Ed. La Ley,
Buenos Aires, 1987, pp. 356 ss. Por su parte Sagües ha considerado que, aun
cuando la acción de amparo es un proceso bilateral debido a su carácter bre-
ve y sumario con las consiguientes restricciones respecto de pruebas y forma-
lidades, no puede haber una decisión sobre el fondo del caso; así que ningu-
na cosa juzgada sustantiva puede producirse sino solo una cosa juzgada formal,
siendo posible que el fondo de la materia pueda ser resuelto mediante los
medios judiciales ordinarios, siempre que las partes aleguen que ha ocurrido
un lesión a su derecho de defensa en el procedimiento de amparo (por ejem-
plo, en relación con las pruebas). Véase Néstor Pedro Sagüés, Derecho procesal
Constitucional, Vol. 3, Acción de amparo, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1988,
pp. 449 ss.
1052 Véase Luis Alberto Viera, Ley de Amparo, Ediciones Idea, Montevideo, 1993,
p. 40.
1053 Al respecto, la Antigua Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo en
una sentencia de 16-10-1986, caso “Montilva,” decidió que si en un caso “la
acción de amparo es intentada con el mismo objeto, denunciando las mismas
violaciones, basada en los mismos motivos y con idéntico objeto a la anterior
y dirigida contra la misma persona, entonces es evidente que en ese caso, la
fuerza de la res judicata se aplica para evitar la repetición del caso, dado el he-
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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obligatoria no solo para las partes del proceso sino también respec-
to de todas las otras personas y funcionarios públicos que deben
aplicarlas. El agraviante, por ejemplo, está obligado a acatarla de
inmediato como expresamente lo dispone las leyes de amparo
de Bolivia (art. 102); Colombia (arts. 27, 30); Costa Rica (art. 53);
Ecuador (art. 58); Honduras (art. 65); Nicaragua (art. 48); Paraguay
(art. 583); Perú (arts. 22, 24) y Venezuela (art. 35).
En orden a ejecutar la decisión, los tribunales pueden ex officio,
o a petición de parte, tomar todas las medidas dirigidas a su cum-
plimiento, estando facultados, por ejemplo, en la ley guatemalteca,
para decretar órdenes y librar oficios a las autoridades y funciona-
rios públicos de la administración pública o a las personas obliga-
das (art. 55). Los tribunales de amparo según lo dispuesto en las
leyes de amparo de Guatemala (art. 105), Ecuador (art. 61), El Sal-
vador (art. 61) y Nicaragua (art. 77) también están facultados para
usar los medios de fuerza pública para asegurar el cumplimiento
de sus decisiones.
Aun así, los jueces de amparo en América Latina en general no
tienen facultad directa de castigar, mediante la imposición de san-
ciones penales, el desacato a sus órdenes. En otras palabras, no
tienen la facultad inherente de hacerlo, cosa que, en contraste, es
una de los caracteres más importantes del sistema de la injunction
en los Estados Unidos.1057 Estas facultades de sancionar penalmen-
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DÉCIMA SEXTA PARTE
LA ACCIÓN DE AMPARO A LA LIBERTAD O
SEGURIDAD PERSONAL (HABEAS CORPUS)
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DÉCIMA SÉPTIMA PARTE
SOBRE LA ACCIÓN DE HABEAS DATA
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1071 Véase Allan R. Brewer-Carías, “El juez constitucional como legislador positi-
vo y la inconstitucional reforma de la Ley Orgánica de Amparo mediante
sentencias interpretativas,” en Eduardo Ferrer Mac-Gregor y Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea (Coordinadores), La ciencia del derecho procesal constitucional.
Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como investiga-
dor del derecho, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional
Autónoma de México, México 2008, Tomo V, pp. 63-80.
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5. Las notificaciones
En particular, en estos procesos de habeas data, conforme se
dispone en el artículo 178 de la Ley, las notificaciones pueden ser
practicadas mediante boleta, o comunicación telefónica, fax, tele-
grama, correo electrónico o cualquier medio de comunicación in-
terpersonal, dejando el Secretario constancia detallada en autos de
haberse efectuado y de sus consecuencias, con arreglo a lo que dis-
ponen en los artículos 91, 92 y 93 de la misma Ley.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
7. Medidas cautelares
En cualquier estado y grado del proceso las partes pueden soli-
citar al tribunal y éste puede acordar, aun de oficio, las medidas
cautelares que estime pertinentes. A tal efecto, conforme al artículo
176 de la Ley, el tribunal cuenta con los más amplios poderes cau-
telares para garantizar la tutela judicial efectiva, teniendo en cuenta
las circunstancias del caso y los intereses en conflicto.
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9. Apelación
Contra la decisión que se dicte en primera instancia, conforme
se establece en el artículo 173, se oirá apelación en un solo efecto
ante la alzada correspondiente, dentro de los 3 días siguientes a su
publicación o notificación.
Después de que el expediente sea recibido por el Juzgado Su-
perior, el artículo 174 dispone que deban transcurrir 5 días de des-
pacho para que las partes presenten sus escritos ante la alzada.
Concluido este lapso, el Juzgado Superior debe decidir la apelación
dentro de los 30 días continuos siguientes.
La decisión que dicte el Tribunal de Alzada no será objeto de
casación.
704
DÉCIMA OCTAVA PARTE
LA REVISIÓN DE LA DECISIÓN EN LOS
PROCESOS DE AMPARO
1072 Sentencia de 13–5–71. Véase en Repertorio Forense, n° 1.761, 26–8–71, pp. 4–6.
Igual criterio lo sentó la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justi-
cia en decisión de 12–8–71, Repertorio Forense, n° 1.864 de 28–11–71. pp. 4–6.
1073 Sentencia de 14–12–83 transcrita y ratificada en su doctrina por sentencia de
la misma Sala de Casación Civil de 31–1–85 (consultada en original).
706
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
cio en los términos señalados por el artículo 418 del Código de Pro-
cedimiento Civil, ninguna actuación procesal que directa o indirec-
tamente se relacione con el amparo constitucional sometida al re-
curso de casación.''1074
Frente a esta doctrina formalista, en nuestro criterio, en la Ley
Orgánica de Amparo, precisamente por el carácter de medio de
protección constitucional de los derechos fundamentales que tiene
el amparo, debió prever el recurso de casación contra las decisiones
de última instancia adoptadas como resultado de acciones de am-
paro.1075 Siendo el recurso de casación un medio de control de la
constitucionalidad y legalidad de las decisiones judiciales, dada la
importancia y repercusiones de las decisiones en materia de ampa-
ro, estas deberían ser sometidas al recurso de casación que, a su
vez, debería servir de vía judicial de amparo contra las decisiones
de los jueces superiores violatorias de los derechos y garantías
constitucionales. De acuerdo con el artículo 1 de la Ley Orgánica
del Tribunal Supremo de Justicia, a éste corresponde garantizar “la
supremacía y efectividad de las normas y principios constituciona-
les,” por lo que el recurso de casación, en cuanto a las decisiones
judiciales en materia de amparo, en su momento debió haber sido
precisamente el medio judicial que debía estar abierto para el ejer-
cicio de dicha vigilancia.
Toda esta carencia reguladora, sin embargo, se resolvió poste-
riormente en la Constitución de 1999, al establecerse la competen-
cia de la Sala Constitucional para revisar, discrecionalmente, las
decisiones definitivamente firmes de amparo dictadas por los tri-
bunales de la República, mediante el ejercicio de un recurso de re-
visión ante la Sala (artículo 336.10).1076
1074 Idem. En el Código de Procedimiento Civil de 1986, el artículo 312 utiliza las
mismas expresiones “juicios civiles o mercantiles.”
1075 En este sentido la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia establece que
corresponde a la Corte “conocer del recurso de casación en los juicios civiles,
mercantiles, del trabajo y en cualesquiera otros en que se consagre dicho re-
curso por ley especial (Art. 42, 33).
1076 Véase en general, José V. Haro G., “El mecanismo extraordinario de revisión
de sentencias definitivamente firmes de amparo y control difuso de la consti-
tucionalidad previsto en el artículo 336, numeral 10 de la Constitución,” en
Revista de Derecho Constitucional, Nº 3 (julio-diciembre), Editorial Sherwood,
Caracas, 2000, pp. 231-266; Adán Febres Cordero, “La revisión constitucio-
707
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
nal,” en Nuevos estudios de derecho procesal, Libro Homenaje a José Andrés Fuen-
mayor, Vol. I, Tribunal Supremo de Justicia, Colección Libros Homenaje, Nº 8,
Caracas, 2002 pp. 489 a 508.
1077 En cierta forma, el recurso es similar al denominado writ of cerciorari del sis-
tema norteamericano. Véase Allan R. Brewer-Carías, Judicial Review in Com-
parative Law, op. cit., p. 141. Véase los comentarios de Jesús María Casal, Cons-
titución y Justicia Constitucional, Caracas 2000, p. 92.
1078 Caso: Revisión de la sentencia dictada por la Sala Electoral en fecha 21 de noviembre
de 2002), en Revista de Derecho Público, Nº 93-96, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 2003.
708
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
1079 Véase Allan R. Brewer-Carías, Debate Constituyente, Tomo III, op. cit., p. 105.
1080 Véase sentencia de 02-11-2000 (Caso: Roderick A. Muñoz P. vs. Juzgado de los
Municipios Carache, Candelaria y José Felipe Márquez Cañizales de la Circunscrip-
ción Judicial del Estado Trujillo) en Revista de Derecho Público, Nº 84, (octubre-
diciembre), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, p. 367.
1081 En sentencia de la Sala Constitucional Nº 899 de 31-5-2002, la Sala se había
arrogado la competencia para de oficio dejar sin efecto dediciones judiciales
709
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
710
DÉCIMA NOVENA PARTE
SOBRE EL DESACATO EN MATERIA DE AMPARO
1082 Véase Allan R. Brewer-Carías. Leyes de Amparo de América Latina, Con un estu-
dio preliminar sobre el amparo en el derecho constitucional comparado latinoameri-
cano, Segunda Edición aumentada y actualizada, Colección Derecho Público
Iberoamericano Nº 3, Editorial Jurídica Venezolana International, Caracas –
New York, 2016.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
1087 Véase la sentencia No 245, del 9 de abril de 2014 (Caso: Vicencio Scarno Spisso
y Salvatore Lucchese Scaletta), en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/
abril/162860-245-9414-2014-14-0205.HT ML. Véase también en Gaceta Oficial
Nº 40.391 de 10 de abril de 2014 y en Revista de Derecho Público, No.138, Edito-
rial Jurídica Venezolana, Caracas 2014, pp. 111 ss. Véase la crítica a la senten-
cia en Allan R. Brewer-Carías, La ilegítima e inconstitucional revocación del man-
dato popular de alcaldes por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo, usurpando
competencias de la jurisdicción penal, mediante un procedimiento “sumario” de con-
dena y encarcelamiento (El caso de los Alcaldes Vicencio Scarano Spisso y Daniel
Ceballo), en Revista de Derecho Público, No. 138, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas 2014, pp. 176 ss.
1088 Lo decidido en esta sentencia se repitió en la sentencia adoptada en la au-
diencia del día 25 de marzo de 2014, y publicada con el Nº 263 el 11 de abril
de 2014 dictada en contra del Alcalde del Municipio San Cristóbal del Estado
Táchira, Daniel Ceballos, en la cual se aplicó la “doctrina vinculante” que se
había establecido inconstitucionalmente en la sentencia 245, e igualmente, se
lo enjuició, condenó penalmente, encarceló y se le revocó su mandato popu-
lar en contra de todos los principios del debido proceso.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Garantías Constitucionales: que “se trata de una pena corporal que se prescri-
be para toda aquella persona que incurra en el supuesto de desacato del con-
tenido de un mandamiento de amparo, y esto es propio de la jurisdicción penal.
Así lo ha ratificado la jurisprudencia, al considerar que es dicha jurisdicción, la en-
cargada de conocer las causas iniciadas por incumplimiento de mandamiento de am-
paro.” En sentencia del 31 de mayo de 2001 (Caso: Aracelis del Valle Urdaneta)
la Sala dijo: “(...) Ahora bien, en relación con el desacato, ha señalado este Alto Tri-
bunal que dado, el carácter delictual del mismo, la calificación que de este delito se
haga “le compete al Tribunal Penal, en el contexto del debido proceso con la garantía
del derecho a la defensa (artículo 68 de la Constitución)” (Vid. Sentencias de la Sala
Político-Administrativa del 7 de noviembre de 1995: Caso Rafael A. Rivas Ostos y
del 11 de marzo de 1999: Caso Ángel Ramón Navas). Por esta razón, la jurispru-
dencia citada dispuso que: “al alegarse el incumplimiento del mandamiento
de amparo constitucional dictado por el Juez, conforme al artículo 31 ejusdem,
el Tribunal que actuó en la causa, no es el competente para realizar la califi-
cación jurídica del mencionado incumplimiento.” (Caso Ramón Isidro Nava
Aponcio, en http://www.tsj.gov.ve/decisio-nes/scon/julio/ 1013-11712-2012
-2011-1466.HTML
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
1090 Por ello, con razón, al conocerse la sentencia, los profesores Alonso Medina,
Alberto Arteaga y José Luis Tamayo expresaron, en rueda de prensa transmi-
tida por el canal de internet de El Nacional: “su estupor frente a un acto de la
Sala Constitucional que consideran “incalificable,” porque a su ver y enten-
der no respeta ninguna regla constitucional ni derecho a la defensa. Coinci-
den en señalar que en este día el Tribunal Constitucional abre una nueva eta-
pa en la administración de la justicia en Venezuela al asumir ilegalmente una
parodia de juicio penal, sin acusación por delante, actuando como juez de
instrucción (no vigente en el ordenamiento jurídico venezolano actual), y dic-
tando una condena que viola flagrantemente normas procesales y el princi-
pio de libertad. En este acto sin nombre, indican que se viola todo principio
constitucional comenzando (1) por el Principio fundamental de la Competen-
cia, que es de materia de orden público, y pasando por (2) el Principio de
Juez Natural; (3) el Principio del Derecho a la Defensa; y (4) el principio del
Debido Proceso. Además de que viola completamente el Código Orgánico
Procesal Penal. Véase en “La anti justicia,” VenEconomia.com, 10 de abril de
2014, en http://www.veneconomia.com/site/modulos/m_visor.asp?pub=
4228.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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1091 Véase en Revista de Derecho Público, No. 158-159, enero-junio 2019, Editorial
Jurídica Venezolana, 2019, pp. 332 ss.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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ANEXOS
Artículo 1
El derecho a ser amparado
Toda persona natural habitante de la República, o persona ju-
rídica domiciliada en ésta, podrá solicitar ante los Tribunales com-
petentes el amparo previsto en el artículo 49 de la Constitución,
1092 Publicada en Gaceta Oficial Nº 34.060 de 27-9-1988. La Ley Orgánica fue origi-
nalmente promulgada en Gaceta Oficial Nº 33.891 de 22-1-1988. La Ley Orgá-
nica, apenas salió publicada, fue comentada en el libro: Allan R. Brewer-
Carías y Carlos Ayala Corao, Ley Orgánica de amparo sobre derechos y garantías
constitucionales, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 1988. La última edi-
ción, con un trabajo adicional de Rafael Chavero Gazdik, Séptima edición co-
rregida, aumentada y actualizada, se publicó igualmente por la Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 2016.
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EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
Artículo 4
La acción de amparo contra decisiones judiciales
Igualmente procede la acción de amparo cuando un Tribunal
de la República, actuando fuera de su competencia, dicte una reso-
lución o sentencia u ordene un acto que lesione un derecho consti-
tucional.
En estos casos, la acción de amparo debe interponerse por ante
un tribunal superior al que emitió el pronunciamiento, quien deci-
dirá en forma breve, sumaria y efectiva.
Artículo 5
La acción de amparo contra actos administrativos,
vías de y hecho y conductas omisivas de la Administración
La acción de amparo procede contra todo acto administrativo,
actuaciones materiales, vías de hecho, abstenciones u omisiones
que violen o amenacen violar un derecho o una garantía constitu-
cionales, cuando no exista un medio procesal breve, sumario y efi-
caz, acorde con la protección constitucional.
Pretensión de amparo conjunta con el recurso
contencioso administrativo
Cuando la acción de amparo se ejerza contra actos administra-
tivos de efectos particulares o contra abstenciones o negativas de la
Administración, podrá formularse ante el Juez Contencioso-
Administrativo competente, si lo hubiere en la localidad conjunta-
mente con el recurso contencioso administrativo de anulación de
actos administrativos o contra las conductas omisivas, respectiva-
mente, que se ejerza. En estos casos, el Juez, en forma breve, suma-
ria, efectiva y conforme a lo establecido en el artículo 22, si lo con-
sidera procedente para la protección constitucional, suspenderá los
efectos del acto recurrido como garantía de dicho derecho constitu-
cional violado, mientras dure el juicio
Parágrafo Único. Cuando se ejerza la acción de amparo contra
actos administrativos conjuntamente con el recurso contencioso-
administrativo que se fundamente en la violación de un derecho
constitucional, el ejercicio del recurso procederá en cualquier tiem-
po, aún después de transcurridos los lapsos de caducidad previstos
en la Ley y no será necesario el agotamiento previo de la vía admi-
nistrativa.
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TÍTULO II
DE LA ADMISIBILIDAD
Artículo 6
Causales de inadmisibilidad de la acción
No se admitirá la acción de amparo:
Cesación de la vulneración
1. Cuando hayan cesado la violación o amenaza de algún de-
recho o garantía constitucionales, que hubiesen podido causarla;
Amenazas imposibles e irrealizables
2. Cuando la amenaza contra el derecho o la garantía consti-
tucionales no sea inmediata, posible y realizable por el imputado;
Situaciones irreparables
3. Cuando la violación del derecho o la garantía constitucio-
nales, constituya una evidente situación irreparable, no siendo po-
sible el restablecimiento de la situación jurídica infringida;
Se entenderá que son irreparables los actos que, mediante el
amparo, no puedan volver las cosas al estado que tenían antes de la
violación;
Acciones consentidas
4. Cuando la acción u omisión, el acto o la resolución que
violen el derecho o la garantía constitucionales hayan sido consen-
tidos expresa o tácitamente, por el agraviado, a menos que se trate
de violaciones que infrinjan el orden público o las buenas costum-
bres.
Se entenderá que hay consentimiento tácito, cuando hubieren
transcurrido los lapsos de prescripción establecidos en leyes espe-
ciales, o en su defecto seis (6) meses después de la violación o la
amenaza al derecho protegido.
El consentimiento expreso es aquél que entraña signos inequí-
vocos de aceptación.
Recurso a otros medios judiciales de amparo
5. Cuando el agraviado haya optado por recurrir a las vías
judiciales ordinarias o hecho uso de los medios judiciales preexis-
732
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
TÍTULO III
DE LA COMPETENCIA
Artículo 7
Competencia por la materia y el territorio de
los Tribunales de Primera Instancia
Son competentes para conocer de la acción de amparo, los Tri-
bunales de Primera Instancia que lo sean en la materia afín con la
naturaleza del derecho o de las garantías constitucionales violados
o amenazados de violación, en la jurisdicción correspondiente al
lugar donde ocurrieren el hecho, acto u omisión que motivaren la
solicitud de amparo.
En caso de duda, se observarán en lo pertinente, la normas so-
bre competencia en razón de la materia.
Si un Juez se considerare incompetente, remitirá las actuacio-
nes inmediatamente al que tenga competencia.
733
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734
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
TÍTULO IV
DEL PROCEDIMIENTO
Artículo 13
Legitimación activa
La acción de amparo constitucional puede ser interpuesta ante
el Juez competente por cualquier persona natural o jurídica, por
representación o directamente, quedando a salvo las atribuciones
del Ministerio Público, y de los Procuradores de Menores, Agrarios
y del Trabajo, si fuere el caso.
Prioridad del proceso
Todo el tiempo será hábil y el Tribunal dará preferencia al trá-
mite de amparo sobre cualquier otro asunto.
Artículo 14
Carácter de orden público
La acción de amparo, tanto en lo principal como en lo inciden-
tal y en todo lo que de ella derive, hasta la ejecución de la provi-
dencia respectiva, es de eminente orden público.
Las atribuciones inherentes al Ministerio Público no menosca-
ban los derechos y acciones de los particulares. La no intervención
del Ministerio Público en la acción de amparo no es causal de repo-
sición ni de acción de nulidad.
735
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Artículo 15
Carácter de la intervención del Ministerio Público
Los Jueces que conozcan de la acción de amparo no podrán
demorar el trámite o diferirlo so pretexto de consulta al Ministerio
Público. Se entenderá a derecho en el proceso de amparo el repre-
sentante del Ministerio Público a quien el Juez competente le hu-
biere participado, por oficio o por telegrama, la apertura del proce-
dimiento.
Artículo 16
Carácter gratuito del procedimiento y
forma de interposición de la acción
La acción de amparo es gratuita por excelencia, para su trami-
tación no se empleará papel sellado ni estampillas y, en caso de
urgencia, podrá interponerse por vía telegráfica. De ser así, deberá
ser ratificada personalmente o mediante apoderado dentro de los
tres (3) días siguientes. También procede su ejercicio en forma ver-
bal y, en tal caso, el Juez deberá recogerla en un acta.
Artículo 17
Carácter inquisitorio
El Juez que conozca de la acción de amparo podrá ordenar,
siempre que no signifique perjuicio irreparable para el actor, la
evacuación de las pruebas que juzgue necesarias para el esclareci-
miento de los hechos que aparezcan dudosos u oscuros.
Se entenderá que hay perjuicio irreparable cuando exista otro
medio de comprobación más acorde con la brevedad del procedi-
miento o cuando la prueba sea de difícil o improbable evacuación.
Artículo 18
Contenido de la solicitud
En la solicitud de amparo se deberá expresar:
1. Los datos concernientes a la identificación de la persona
agraviada y de la persona que actúe en su nombre, y en este caso
con la suficiente identificación del poder conferido;
2. Residencia, lugar y domicilio, tanto del agraviado como
del agraviante;
736
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
737
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Artículo 22
El mandamiento de amparo en forma inmediata inaudita parte
(ANULADO)*
El Tribunal que conozca de la solicitud de amparo tendrá po-
testad para restablecer la situación jurídica infringida, prescindien-
do de consideraciones de mera forma y sin ningún tipo de averi-
guación sumaria que la preceda.
En este caso, el mandamiento de amparo deberá ser motivado
y estar fundamentado en un medio de prueba que constituya pre-
sunción grave de la violación o de la amenaza de violación.
Artículo 23
Solicitud de informe al agraviante
Si el Juez no optare por restablecer inmediatamente la situa-
ción jurídica infringida, conforme al artículo anterior, ordenará a la
autoridad, entidad, organización social o a los particulares impu-
tados de violar o amenazar el derecho o la garantía constituciona-
les, que en el término de cuarenta y ocho (48) horas, contadas a
partir de la respectiva notificación, informe sobre la pretendida
violación o amenaza que hubiere motivado la solicitud de amparo.
La falta de informe correspondiente se entenderá como acepta-
ción de los hechos incriminados.
Artículo 24
Contenido del informe
El informe a que se refiere el artículo anterior contendrá una
relación sucinta y breve de las pruebas en las cuales el presunto
agraviante pretenda fundamentar su defensa, sin perjuicio de la
potestad evaluativa que el artículo 17 de la presente Ley confiere al
Juez competente.
738
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
Artículo 25
Desistimiento de la acción
Quedan excluidas del procedimiento constitucional del ampa-
ro todas las formas de arreglo entre las partes, sin perjuicio de que
el agraviado pueda, en cualquier estado y grado de la causa, desis-
tir de la acción interpuesta, salvo que se trate de un derecho de
eminente orden público o que pueda afectar las buenas costum-
bres.
El desistimiento malicioso o el abandono del trámite por el
agraviado será sancionado por el Juez de la causa o por el Superior,
según el caso, con multa de dos mil bolívares (Bs. 2.000,oo) a cinco
mil bolívares (Bs. 5.000,oo).
Artículo 26
Audiencia pública y oral de las partes y lapso de decisión
El Juez que conozca del amparo, fijará dentro de las noventa y
seis (96) horas siguientes a la presentación del Informe por el pre-
sunto agraviante o de la extinción del término correspondiente, la
oportunidad para que las partes o sus representantes legales expre-
sen, en forma oral y pública, los argumentos respectivos.
Efectuado dicho acto, el Juez dispondrá de un término impro-
rrogable de veinticuatro (24) horas para decidir la solicitud de am-
paro constitucional.
Artículo 27
Sanciones disciplinarias al funcionario imputado
El Tribunal que conozca de la solicitud de amparo remitirá
copia certificada de su decisión a la autoridad competente, a fin
de que resuelva sobre la procedencia o no de medida disciplinaria
contra el funcionario público culpable de la violación o de la
amenaza contra el derecho o la garantía constitucionales, sin per-
juicio de las responsabilidades civiles o penales que le resulten
atribuibles.
A tal efecto, el Tribunal remitirá también los recaudos perti-
nentes al Ministerio Público.
739
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Artículo 28
Sanciones en caso de acciones temerarias
Cuando fuese negado el amparo, el Tribunal se pronunciará
sobre la temeridad de la acción interpuesta y podrá imponer san-
ción hasta de diez (10) días de arresto al quejoso cuando aquélla
fuese manifiesta.
Artículo 29
Obligatoriedad del mandamiento de amparo
El Juez que acuerde el restablecimiento de la situación jurídica
infringida ordenará, en el dispositivo de la sentencia, que el man-
damiento sea acatado por todas las autoridades de la República, so
pena de incurrir en desobediencia a la autoridad.
Artículo 30
Ordenes de hacer
Cuando la acción de amparo se ejerciere con fundamento en
violación de un derecho constitucional, por acto o conducta omisi-
va, o por falta de cumplimiento de la autoridad respectiva, la sen-
tencia ordenará la ejecución inmediata e incondicional del acto in-
cumplido.
Artículo 31
Sanciones al incumplimiento o desacato del mandamiento de amparo
Quien incumpliere el mandamiento de amparo constitucional
dictado por el Juez, será castigado con prisión de seis (6) a quince
(15) meses.
Artículo 32
Contenido de la sentencia
La sentencia que acuerde el amparo constitucional deberá
cumplir las siguientes exigencias formales:
A) Mención concreta de la autoridad, del ente privado o de la
persona contra cuya resolución o acto u omisión se conceda el am-
paro;
B) Determinación precisa de la orden a cumplirse, con las es-
pecificaciones necesarias para su ejecución;
C) Plazo para cumplir lo resuelto.
740
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
Artículo 33
Costas
Cuando se trate de quejas contra particulares, se impondrán las
costas al vencido, quedando a salvo las acciones a que pudiere ha-
ber lugar.
No habrá imposición de costas cuando los efectos del acto u
omisión hubiesen cesado antes de abrirse la averiguación. El Juez
podrá exonerar de costas a quien intentare el amparo constitucio-
nal por fundado temor de violación o de amenaza, o cuando la so-
licitud no haya sido temeraria.
Artículo 34
Sanciones a los jueces
El Consejo de la Judicatura registrará como falta grave al cum-
plimiento de sus obligaciones la inobservancia, por parte de los
jueces, de los lapsos establecidos en esta Ley para conocer y decidir
sobre las solicitudes de amparo.
Artículo 35
Apelación y consulta
Contra la decisión dictada en primera instancia sobre la solici-
tud de amparo se oirá apelación en un solo efecto. Si transcurridos
tres (3) días de dictado el fallo, las partes, el Ministerio Público o
los Procuradores no interpusieren apelación, el fallo será consulta-
do con el Tribunal Superior respectivo, al cual se le remitirá inme-
diatamente copia certificada de lo conducente. Este Tribunal deci-
dirá dentro de un lapso no mayor de treinta (30) días.
Artículo 36
Efectos de la sentencia de amparo
La sentencia firme de amparo producirá efectos jurídicos res-
pecto al derecho o garantía objetos del proceso, sin perjuicio de las
acciones o recursos que legalmente correspondan a las partes.
741
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Artículo 37
Efectos de la sentencia de desestimación
La desestimación del amparo no afecta la responsabilidad civil
o penal en que hubiese podido incurrir el autor del agravio, ni pre-
juzga sobre ninguna otra materia.
TÍTULO V
DEL AMPARO DE LA LIBERTAD
Y SEGURIDAD PERSONALES
Artículo 38
Amparo de la libertad y seguridad personales
Procede la acción de amparo para proteger la libertad y segu-
ridad personales de acuerdo con las disposiciones del presente Tí-
tulo.
A esta acción le serán aplicables las disposiciones de esta Ley
pertinentes al amparo en general.
Artículo 39
Legitimación y competencia judicial por el territorio
Toda persona que fuere objeto de privación o restricción de su
libertad, o se viere amenazada en su seguridad personal, con viola-
ción de las garantías constitucionales, tiene derecho a que un Juez
competente con jurisdicción en el lugar donde se hubiese ejecutado
el acto causante de la solicitud o donde se encontrare la persona
agraviada, expida un mandamiento de habeas corpus.
Artículo 40
Competencia de los Juzgados de Primera Instancia en lo Penal
y consulta a los Superiores
Los Juzgados de Primera Instancia en lo Penal son competentes
para conocer y decidir sobre el amparo de la libertad y seguridad
personales. Los respectivos Tribunales Superiores conocerán en
consulta de las sentencias dictadas por aquellos.
742
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
Artículo 41
Solicitud y apertura de averiguación sumaria e Informe
La solicitud podrá ser hecha por el agraviado o por cualquier
persona que gestione en favor de aquel, por escrito, verbalmente o
por vía telegráfica, sin necesidad de asistencia de abogado, y el
Juez, al recibirla, abrirá una averiguación sumaria, ordenando in-
mediatamente al funcionario bajo cuya custodia se encuentre la
persona agraviada que informe dentro del plazo de veinticuatro
(24) horas, sobre los motivos de la privación o restricción de la li-
bertad.
Las solicitudes referidas a la seguridad personal se tramitarán,
en cuanto les resulten aplicables, conforme a las previsiones de este
artículo.
Artículo 42
Mandamiento de habeas corpus
El Juez decidirá en un término no mayor de noventa y seis (96)
horas después de recibida la solicitud, la inmediata libertad del
agraviado o el cese de las restricciones que se le hubiesen impues-
to, si encontrare que para la privación o restricción de la libertad no
se hubieren cumplido las formalidades legales.
El Juez, caso de considerarlo necesario, sujetará esta decisión a
caución personal o a prohibición de salida del país de la persona
agraviada, por un término no mayor de treinta (30) días.
Artículo 43
Consulta de la decisión
El mandamiento de habeas corpus o, en su defecto, la decisión
que lo niegue se consultará con el Superior, al que deberán enviar-
se los recaudos en el mismo día o en el siguiente.
La consulta no impedirá la ejecución inmediata de la decisión y
el Tribunal Superior decidirá dentro de las setenta y dos (72) horas
después de haber recibido los autos.
Artículo 44
Duración de las detenciones policiales y administrativas
Las detenciones que conforme a la Ley, ordenen y practiquen
las autoridades policiales u otras autoridades administrativas, no
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ALLAN R. BREWER-CARÍAS
excederán de ocho (8) días. Las que pasen de cuarenta y ocho (48)
horas deberán imponerse mediante resolución motivada. Quedan a
salvo las disposiciones legales aplicables al proceso penal.
Artículo 45
Detenciones por las autoridades de policía judicial
Cuando se hubiere cometido un hecho punible, las autoridades
de policía que, de acuerdo con la ley, sean auxiliares de la adminis-
tración de justicia, podrán adoptar, como medidas provisionales de
necesidad y de urgencia, la detención del presunto culpable o su
presentación periódica, durante la averiguación sumaria, a la auto-
ridad respectiva. En cualquiera de los dos supuestos anteriores, la
orden deberá ser motivada y constar por escrito.
Artículo 46
Duración de las detenciones
En el caso del artículo anterior, el detenido deberá ser puesto a
la orden del Juez competente, dentro del término de ocho (8) días.
Artículo 47
Garantías de los detenidos
La autoridad que tuviere bajo su guarda o custodia a cualquier
persona detenida estará en el deber de permitirle, conforme a las
normas reglamentarias correspondientes, comunicación con su
abogado y con sus parientes más cercanos.
Artículo 48
Normas supletorias
Serán supletorias de las disposiciones anteriores las normas
procesales en vigor.
Artículo 49
Norma derogatoria
Quedan derogadas las disposiciones legales vigentes que coli-
dan con la presente Ley.
Dada, firmada y sellada en el Palacio Federal Legislativo, en
Caracas a los diecisiete días del mes de septiembre de mil nove-
cientos ochenta y ocho. Año 178 de la Independencia y 129 de la
Federación.
744
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
El Presidente,
Reinaldo Leandro Mora
El Vicepresidente, (Encargado)
Humberto Celli
Los Secretarios,
Héctor Carpio Castillo
José Rafael García
745
II. COMPETENCIA JUDICIAL
747
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
748
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
749
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750
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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752
III. NORMAS DE PROCEDIMIENTO
754
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
755
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756
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
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758
ÍNDICE ALFABÉTICO DEL ARTICULADO DE LA LEY
ORGÁNICA DE AMPARO SOBRE DERECHOS Y
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES DE 1988
760
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
B
Buenas costumbres, 6, 4); 25.
C
Caducidad. Lapso, 5.
Caución personal, 42.
Causa, 25.
Ciudadanos, 2.
Competencia, 39.
Competencia. Conflictos, 12.
Competencia. Cuestión infundada, 20.
Competencia. Materia afín, 7; 8.
Competencia por la materia, 7.
Competencia por el territorio, 7.
Conflictos de competencia, 12.
Conducta omisiva, 5; 30.
Consentimiento tácito, 6, 4).
Consentimiento expreso, 6, 4).
Constitución, 1; 3; 6, 6).
Constitución. Colisión, 3.
Contralor General de la República, 8.
Corte Suprema de Justicia, 3; 6, 6); 11.
Cosa juzgada, 36; 37.
Costas, 33.
Culpable. Detención, 45.
Custodia, 47.
D
Decisión, 26.
Decisión. Consulta, 9.
Decisión. Contenido, 30; 32.
761
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Decreto, 6, 6).
Defensa, 24.
Derecho de amparo, 1.
Derechos constitucionales, 1; 2; 5; 6, 1); 6, 1); 6, 2); 6, 3); 6, 4); 6, 5); 7;
8; 9; 18, 4); 23; 27; 30; 36.
Derechos constitucionales. Garantía, 5.
Derechos constitucionales. Suspensión, 6, 6).
Derechos fundamentales, 1.
Derechos. Ejercicio, 1).
Derechos. Goce, 1.
Desistimiento, 25.
Desistimiento malicioso, 25.
Desobediencia a la autoridad, 29
Detención. Duración, 46.
Detención. Motivación, 45.
Detención administrativa. Duración, 44.
Detención policial. Duración, 44.
Diferimiento, 14.
Dilación procesal, 10.
Domicilio, 1; 18, 2); 18, 3).
E
Ente privado, 32.
Entidad, 23.
Estados, 2.
Estampillas, 16.
F
Fiscal General de la República, 8.
Formalidades, 22.
Forma verbal, 16.
Funcionario, 41.
Funcionario culpable. Sanción, 27
Funcionarios. Medidas disciplinarias, 27.
762
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
G
Garantía constitucional, 39.
Garantías constitucionales, 1; 2; 5; 6, 1); 6, 2); 6, 3); 6, 4); 6, 5); 18, 4);
23; 27; 30; 36.
Garantías constitucionales. Suspensión, 6, 6); 7; 8; 9.
Gratuidad, 16.
Grupos, 2.
Guarda, 47.
H
Hábeas corpus, 1; 39; 42; 43.
Habitante, 1.
Hecho, 2; 7; 8; 9; 10; 18, 5).
Hecho punible, 45.
Hechos dudosos, 17.
Hechos incriminados. Aceptación, 23.
Hechos. Esclarecimiento, 17.
Hechos. Oscuros, 17.
I
Igualdad procesal, 21.
Imputado, 6, 2); 23.
Incidencias, 10.
Informe, 23; 24; 26; 41.
Inhibición, 11.
Instancia verbal, 16; 18.
J
Juez de amparo, 3; 4; 5;-5); 7; 10; 11; 13; 27; 39.
Juez de amparo. Competencia, 25.
Juez contencioso-administrativo, 5.
Juicio de nulidad, 3; 5.
763
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
L
Legitimación, 39; 41.
Legitimación activa, 13.
Leyes especiales, 6, 4).
Leyes. Inconstitucionalidad, 3.
Leyes. Suspensión, 3.
Libertad. Privación, 39; 41; 42.
Libertad. Restricción, 35; 41; 42
Libertad económica. Garantía, 1
Libertad inmediata, 42.
Libertad personal. Amparo, 38; 40.
Litis pendencia, 6, 8).
Localidad, 5; 9.
M
Mandamiento de amparo, 3; 21; 27; 30.
Mandamiento de amparo. Consulta, 9.
Mandamiento de amparo. Ejecución, 30; 32; 43.
Mandamiento de amparo. Incumplimiento, 31.
Mandamiento de amparo. Motivación, 22.
Mandamiento de amparo. Obligatoriedad, 29.
Mandamiento de habeas corpas, 42; 43.
Medidas provisionales, 45.
Ministerio Público, 13; 15; 27; 35.
Ministros, 8.
Multas, 20; 25. Municipios, 2.
N
Norma, 3.
Normas. Inaplicabilidad, 3.
O
Oficio, 15.
764
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
P
Papel sellado, 16.
Parientes cercanos, 47.
Partes, 26; 36.
Partes. Arreglos, 25.
Partes. Igualdad, 21.
Particulares, 33.
Perjuicio irreparable, 17.
Persona, 10.
Persona agraviada, 18, 1).
Persona humana, 1.
Persona jurídica, 1; 2; 13.
Persona natural, 1; 13.
Poder, 18, 1).
Poder Público Estadal, 2.
Poder Público Municipal, 2.
Poder Público Nacional, 2. ,
Prescripción. Lapsos, 6, 4).
Presidente de la República, 8.
Presunción grave, 22.
Privilegios procesales, 21.
Procedimiento. Apertura, 15.
Procedimiento. Carácter de orden público, 14.
Procedimiento. Carácter breve, 16.
Procedimiento. Carácter gratuito, 16.
765
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Q
Quejoso, 28.
R
Recurso contencioso administrativo, 5.
Recurso contencioso administrativo. Lapso, 5.
Recusación, 11.
Representación, 13; 18, 1).
Representante legal, 26.
República, 29.
República. Habitante, 1.
República. Privilegios procesales, 21.
Residencia, 18, 2).
Responsabilidad civil, 27; 37.
Responsabilidad penal, 27; 37.
S
Situación jurídica. Restablecimiento, 1; 6, 3); 22; 23; 29.
Solicitud de amparo, 18; 19; 41.
Solicitud de amparo. Corrección, 19.
Solicitud de amparo. Motivación, 23
766
EL DERECHO DE AMPARO Y LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL
T
Telegrama, 15; 16.
Temeridad manifiesta, 28; 33.
Tiempo hábil, 13.
Trámite. Abandono, 25.
Trámites. Demoras, 15.
Trámites. Preferencia, 13.
Tribunales, 4; 6, 8).
Tribunales competentes, 1.
Tribunales. Competencia, 4; 7; 8; 9; 11.
Tribunales. Incompetencia, 7.
Tribunales de Primera Instancia, 7; 9; 12.
Tribunales de Primera Instancia en lo Penal, 7; 40.
Tribunales Superiores, 12; 20; 25; 35.
767
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U
Única instancia, 8. Urgencia, 45.
V
Vía administrativa. Agotamiento, 5.
Vía telegráfica, 16.
Vías de hecho, 5.
Vías judiciales ordinarias, 6, 5).
Violación de derechos, 2; 3; 5; 6, 1); 6, 2); 6, 3); 6, 4); 6, 5); 7; 8; 9; 10;
22; 23; 27; 30.
Violación de derechos. Informe, 23.
Violación de derechos. Temor, 33.
Vulneración. Cesación, 6, 1).
768