Agroecología - Unidad 4

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Unidad

4
Curso de autoaprendizaje:

Agroecología:
Transición hacia sistemas
alimentarios sostenibles
Territorialización, procesos sociales
y procesos pedagógicos
de la agroecología
Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 4

Índice

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


Objetivo de la unidad 03
Autores 03
Introducción 03

de la agroecología
Territorialización de la agroecología 05
Impulsores clave para la territorialización de la agroecología 06
Procesos Sociales 13
Procesos pedagógicos para la territorialización de la agroecología 20
Comentarios finales 24
Síntesis 26

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Núcleo de Capacitación
en Políticas Públicas Unidad 4

Objetivo de la unidad

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


Analizar de que forma la co-creación de conocimiento y la inter-disciplinaridad, así como el intercambio
horizontal de saberes, características de la agroecología, permiten una mayor sostenibilidad y resiliencia.

Autores

de la agroecología
• Omar Felipe Giraldo (Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), México)
• Helda Morales (Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), México)
• Georgina Catacora-Vargas (Unidad Académica Campesina “Tiahuanacu”, Universidad Católica
Boliviana “San Pablo”, Bolivia)
• Paulo Petersen (AS-PTA Agricultura Familiar y Agroecología, Brasil)

Introducción

Los impulsores que se abordan en esta unidad son:


• Las crisis que funcionan como estímulos para la búsqueda de alternativas.
• La organización local.
• Los procesos pedagógicos fortalecedores del tejido social.
• El manejo agroecológico efectivo.
• El discurso movilizador para el cambio transformativo.
• Aliados externos que, sin dirigir, apoyen los procesos locales y contribuyan
a fortalecer los cambios desde las propias comunidades.
• Mercados favorables que coadyuven a establecer circuitos cortos y redes
territoriales de alimentos agroecológicos.
• Políticas públicas que impulsen los esfuerzos de territorialización de la
agroecología y de sistemas alimentarios agroecológicos.
Esta unidad se enfoca en los impulsores clave de los procesos de escalonamiento
de la agroecología en los territorios, o territorialización de la agroecología.
Dada su relevancia, esta unidad se enfoca con mayor detalle sobre los procesos
sociales y los procesos pedagógicos propuestos y realizados desde los principios
sociales y ecológicos de la agroecología (descritos en la Unidad 1). También incluye
un análisis sobre el extensionismo clásico de la Revolución Verde, y las alternativas
como campesino(a) a campesino(a), escuelas de campo y otras formas pedagógicas
aplicadas consistentes con los principios agroecológicos.

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en Políticas Públicas Unidad 4

La unidad termina con reflexiones sobre algunas tareas pendientes para avanzar en el proceso de

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


escalonamiento la agroecología.

Al final de la unidad, será posible responder a las siguientes preguntas:


• ¿Por qué es importante escalonar la agroecología en los territorios?
• ¿Cuáles son los impulsores clave en este proceso de territorialización?
• ¿Por qué los procesos de organización social son importantes?

de la agroecología
• ¿Por qué el extensionismo clásico de la Revolución Verde tiene un efecto debilitador del tejido
social?
• ¿Cuáles son los procesos pedagógicos consistentes con los principios agroecológicos que
contribuyen a su territorialización? y ¿cuáles son sus características?

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Territorialización de la agroecología

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


La crisis ambiental, social, económica y alimentaria,
provocada por el modelo de la Revolución Verde, hace
urgente que la agroecología trascienda las parcelas
y fincas individuales para convertirse en una fuerza

de la agroecología
transformadora de territorios y naciones enteras, hasta
extenderse e impactar al sistema alimentario global en
su conjunto. Para ello, es necesario crear procesos que
lleven a un número cada vez mayor de comunidades,
rurales y urbanas, a practicar la agroecología en
territorios más amplios, de modo que paulatinamente
se involucren más personas en el cultivo y cría, el procesamiento, distribución y consumo de alimentos
producidos con base a los principios sociales y ecológicos que propone la agroecología.
En Latinoamérica existen distintas iniciativas de trabajo y reflexión sobre la territorialización de la
agroecología1. Como territorialización de la agroecología entendemos aquellos procesos socio-
ecológicos que hacen posible su avance en los ámbitos geográficos y organizativos, dando lugar a que
la agroecología sea practicada y gestionada por un número creciente de familias y comunidades rurales
y urbanas, resultando en sistemas alimentarios agroecológicos.
Un ejemplo importante es el llevado a cabo por la Articulación
Nacional de Agroecología (ANA)2, en Brasil, por medio de una
investigación-acción participativa que involucró 23 redes
territoriales de agroecología en el estudio de “dinámicas de
territorialización”3.
Otro ejemplo, desde la investigación, es de El Colegio de la Frontera Sur en México4, enfocado en
reflexionar sobre los elementos necesarios para la “masificación de la agroecología” mediante el
análisis de diferentes casos alrededor del mundo. A partir del trabajo realizado, su principal conclusión
es que, aunque los aliados como ONG, gobiernos y otros sectores pueden contribuir con recursos
clave y ayudar a crear ambientes apropiados, los procesos de territorialización de la agroecología más
exitosos se sustentan en movimientos populares amplios e inclusivos.
De acuerdo con el análisis realizado por Mier et al. (2018)5, existen al menos ocho impulsores claves en
el proceso de llevar la agroecología a mayor escala (ver Figura), los cuales se retroalimentan de forma
1. La territorialización de la agroecología complementariamente se plantea como una estrategia
transformadora para afrontar las múltiples crisis actuales, reconociendo que su práctica a nivel de parcela, si
bien es importante, resulta insuficiente para generar procesos de transformación de los sistemas productivos
y alimentarios nacionales y globales.
2. ANA es un espacio de articulación y convergencia integrado por CONTAG y diversos movimientos, redes y
organizaciones de la sociedad civil brasileña comprometidos en experiencias concretas para promover la
agroecología, fortalecer la producción familiar y construir alternativas sostenibles para desarrollo rural.
3. Los resultados de la investigación-acción están disponibles en https://agroecologia.org.br/2020/05/14/livro-
redes-de-agroecologia-para-o-desenvolvimento-dos-territorios-aprendizados-do-programa-ecoforte/
4. Para una descripción del grupo véase https://www.ecosur.mx/masificacion-agroecologia/
5. Mateo Mier y Terán Giménez-Cacho, Omar Felipe Giraldo, Miriam Aldasoro, Helda Morales, Bruce G.
Ferguson, Peter Rosset, Ashlesha Khadse y Carmen Campos (2018) “Bringing agroecology to scale: Key
drivers and emblematic cases”, Agroecology and Sustainable Food Systems, 42 (6): 637-665. La versión
05
español disponible en https://foodfirst.org/wp-content/uploads/2019/06/Mier-y-Ter%C3%A1n-et-al-SPN.pdf
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positiva y sinérgica entre sí a medida que avanza el escalonamiento.

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


de la agroecología
En términos generales, los casos emblemáticos (aquellos en los que participan miles y cientos de miles
de personas) de territorialización de la agroecología han sido precedidos por crisis que fomentan la
búsqueda de alternativas, y también han sido alimentados por organizaciones locales fortalecidas6.

La experiencia muestra que ambos elementos son fundamentales para canalizar la respuesta
colectiva ante las crisis. Los procesos de escalonamiento territorial de la agroecología acumulan
fortaleza cuando se utilizan métodos pedagógicos constructivistas: una vez que las personas que
trabajan en el campo reconocen la eficacia de las prácticas, diseños y manejos agroecológicos,
el trabajo local colectivo y las alianzas fortalecen los procesos locales, el acceso a mercados
favorables y la formulación de políticas adecuadas, generando las oportunidades para la
transformación del sistema agroalimentario.

A continuación, se resumen los elementos identificados por Mier et al. (2018) en casos emblemáticos
de territorialización de la agroecología.

Impulsores clave para la territorialización de la agroecología

1. Crisis que fomentan la búsqueda de alternativas (lo que hay que cambiar)
Indudablemente, la búsqueda de la agroecología es una respuesta ante distintas crisis. A veces para
hacer frente a efectos ecológicos, como la erosión, compactación, salinización y esterilización de los
suelos, y la pérdida de biodiversidad funcional de los agroecosistemas (expresada en disminución de

6. Se refiere a las diversas formas de articulación y representación de los grupos de base con capacidades de
autogestión y trabajo en red, sobre los cuales la agroecología puede ser territorializada. 06
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la productividad, plagas y resistencia a plaguicidas); o por eventos de desastre ocurridos por el cambio

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


climático.
Otras veces, la respuesta agroecológica surge por aspectos de salud, como intoxicaciones o
enfermedades, que motivan a emprender la transformación.
También resulta por cuestiones socio-económicas como
endeudamientos, caída abrupta de precios o crisis

de la agroecología
económicas estructurales, como ha ocurrido en algunos
países, o como podría acontecer en el período pos COVID-19.
Cualquiera que sea el caso, el reconocimiento de la crisis es lo
que motiva a realizar la transformación, aunque por sí misma
no es suficiente. Vemos que la crisis está presente de muchos
modos en todos los lugares y a veces de manera permanente,
por lo que es necesario que existan otros elementos para
activar un proceso de territorialización agroecológica.
2. La organización (la estructura sobre la que se construye)
La organización constituye el medio sobre el cual crece la agroecología. Esta puede adoptar la forma de
cooperativas, organizaciones campesinas, redes entre personas que trabajan en el campo y las personas
que consumen sus productos – muchas veces ubicadas en las ciudades, escuelas agroecológicas,
plataformas, colectivos de mujeres y jóvenes, organizaciones indígenas, movimientos sociales, entre
muchas otras formas. Cualquiera que sea el modo, la organización es la estructura por la cual pueden
circular alimentos, y bienes no alimentarios como aprendizajes, diálogos de saberes, significados y
horizontes de acción colectiva.

Pensemos en una familia que practica con éxito la agroecología pero que no pertenece a
ninguna red: Esta familia difícilmente podrá estimular a que las familias vecinas emulen su
ejemplo; tampoco podrá enlazar su producción con mercados territoriales; tendrá pocas
oportunidades de oponerse frente a proyectos que afecten sus sistemas de vida y experiencia,
así como para articularse con aliados externos; y menos podrá presionar para conquistar
políticas públicas favorables.

Sin organización local es prácticamente imposible que la agroecología crezca geográficamente.


Sin embargo, la organización no puede venir desde agentes externos. Por eso, el mantra de la
territorialización agroecológica es “auto-organizarse, auto-organizarse y auto-organizarse”, de
modo que se pueda movilizar la acción colectiva de manera intencionada. La clave es que el
protagonismo esté en manos del campesinado y de otros actores locales e internos (y no de
agentes externos).

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Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


¿Qué es el diálogo de saberes?
El diálogo de saberes se refiere al encuentro y relación mutuamente enriquecedoras entre las
ciencias y disciplinas académicas, junto con otros tipos de saberes por ejemplo, el indígena,
campesino, de las mujeres, de las culturas ancestrales (por ejemplo, china, andina, hindú,
griega, etc.), entre otras que surgen del ejercicio de la vida cotidiana y están constituidos por
sentidos prácticos y simbólicos. Por tanto, el diálogo de saberes integra a los conocimientos

de la agroecología
construidos desde la academia y a aquellos que se crean a partir de las identidades y el
relacionamiento colectivo con el entorno.
Desde esta perspectiva, el diálogo de saberes se trata de un proceso de construcción de
conocimientos mediante procesos de inclusión de diversos conocimientos y de los sujetos
sociales quienes los ostentan. Ello implica el reconocimiento de diversos sistemas de
aproximación y comprensión de la realidad, por tanto, tiene que ver con el principio ético de
reconocimiento y respeto a las diversidades en las formas de comprender los distintos mundos.
A partir de allí, el diálogo de saberes, es una postura ética de la que deriva una metodología de
intercambio intercultural, transdisciplinaria, histórica, y (auto)reflexiva.
Con base en los abordajes del diálogo de saberes, este aporta a la revaloración de las
distintas formas de conocer y aprender. También contribuye a construir los puentes entre el
conocimiento académico y otras formas de conocimiento, para los fines de complementación
mutua, mencionados previamente. Esta construcción contribuye a reducir la división y
compartimentalización disciplinaria impuesta por la racionalidad occidental, la cual tiene
sus fortalezas pero también profundas debilidades. Una de las deibilidades más importantes
de la división disciplinaria y la exclusión de diversas formas de saberes, lo que la restringe
su comprensión de la realidad socio-ecológica. A su vez, esto se traduce en abordajes
problemáticos que profundizan conflictos a nivel de generación de conocimento, y también
tensiones por separar de manera artificial las dinámicas sociales, ecológicas, culturales
y políticas. Contraria a esa división, el diálogo de saberes gesta el reconocimiento de las
interrelaciones entre estas dinámicas para generar una comprensión más integral de las
diferentes dimensiones de la realidad. Esta integrallidad aporta a “construcción social de la
sustentabilidad de la vida”.
Con base en ello, la agroecología, desde las distintas disciplinas que la integran, reconoce la
relevancia del saber campesino, indígena, de las mujeres y de otros colectivos, en la gestión de
sustentabilidad de la vida, de los territorios, de los sistemas alimentarios y agroecosistemas.
Con base en: Delgado, F., & Rist, S. (2016). Las ciencias desde la perspectiva del diálogo de saberes, la
transdisciplinariedad y el diálogo intercientífico. In F. Delgado & S. Rist (Eds.), Ciencias, diálogo de saberes y
transdisciplinariedad. Aportes teórico metodológicos para la sustentabilidad alimentaria y el desarrollo (pp. 35–60).
Plural Editores; Ishizawa, J. (2016). Comunidades epistémicas para el diálogo de saberes. In F. Delgado & S. Rist
(Eds.), Ciencias, diálogo de saberes y transdisciplinariedad. Aportes teórico metodológicos para la sustentabilidad
alimentaria y el desarrollo (pp. 137–168). Plural Editores; Delgado, F., & Rist, S. (2016). Las ciencias desde la
perspectiva del diálogo de saberes, la transdisciplinariedad y el diálogo intercientífico. In F. Delgado & S. Rist
(Eds.), Ciencias, diálogo de saberes y transdisciplinariedad. Aportes teórico metodológicos para la sustentabilidad
alimentaria y el desarrollo (pp. 35–60). Plural Editores; Leff, E. (2006). Complejidad, Racionalidad Ambiental t Diálogo
de Saberes. I Congreso Internacional Interdisciplinar de Participación, Animación e Intervención Socioeducativa, 12;
Leff, E. (2019). Devenir de la Vida y Trascendencia Histórica: las vías abiertas del diálogo de saberes. Desenvolvimento
e Meio Ambiente, 50, 4–10.

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3. Procesos pedagógicos (lo que une)

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


Si la organización es la estructura que hace posible que la agroecología pueda expandirse, los procesos
pedagógicos, son los medios a través de los cuales la agroecología es construida por los actores
mediante dinámicas en red, interpretación crítica de la realidad local y una postura propositiva desde la
visión agroecológica. Por tanto, los procesos pedagógicos consisten en métodos que crean un diálogo
de saberes y de vivires entre las personas.

de la agroecología
El principio es que toda campesina o campesino tiene conocimientos sólidos y amplios sobre las
alternativas exitosas que utiliza en su propia parcela, lo que hace que sea la persona idónea para
compartir esos conocimientos con otras compañeras en contextos similares al suyo, en lugar que una
persona de posible extracción urbana y con limitado conocimiento de las circunstancias locales (por
ejemplo, un agrónomo o una agrónoma).
Esta perspectiva pedagógica implica la ruptura de otras perspectivas verticalistas y disfuncionales como
la extensión agrícola, cambiando el rol de las personas, sean técnicos o investigadores, que pasan de
ser ”expertos” a facilitadores en su interacción con las comunidades.
Los métodos pedagógicos aplicados en la agroecología deben de ser críticos7, inclusivos y deben buscar
el identificar saberes, prácticas, diseños y manejos en el territorio para ponerlos en diálogo, y crear
nuevos conocimientos y enriquecerlos con saberes de la ciencia académica. Es probable que en el
territorio no todos los saberes hayan sido reemplazados por las tecnologías de la Revolución Verde,
sino que existan saberes que persisten. La tarea, entonces, consiste en que la misma organización los
identifique y los cruce con los problemas locales más comunes, de modo que pueda detonarse un
proceso para que la gente (re)conozca la experiencia local, experimente, innove y encuentre la mejor
alternativa para sus propias condiciones.
Estos saberes -ya sean campesinos o indígenas re-creados por hombres y mujeres- a menudo integran
conocimientos técnicos; lo importante es que los sistemas de generación de conocimientos actúen de
manera horizontal y no jerárquica, como suele hacerlo el extensionismo clásico.
Las organizaciones campesinas, principalmente, también están poniendo en marcha escuelas de
formación agroecológica aplicando diferentes pedagogías participativas, como la metodología CaC. El
objetivo de estos procesos es promover una renovación generacional mediante la formación de cuadros
que combinen saberes políticos con técnico-productivos, de modo que sean los liderazgos nuevos
que construyan los procesos agroecológicos. Desde esta mirada, es muy importante que el cambio
pedagógico trascienda para abarcar todos los niveles de la educación formal (desde el pre-escolar
hasta la educación universitaria) y que, de esa manera, los procesos escolarizados y no escolarizados
sirvan para impulsar la transformación agroecológica a partir de la pedagogía crítica y situada (es decir,
contextualizada).
4. Manejo agroecológico efectivo (el conocimiento que se comparte)
Es esencial que el manejo agroecológico y las pedagogías críticas marchen de la mano. Normalmente
existe una duda sobre cómo empezar. Lo importante es iniciar despacio, introduciendo una a una las
prácticas, desde las más sencillas hasta las más complejas, de manera que contribuyan paulatinamente
a establecer diseños y manejos adecuados a nivel social y ecológico.
El objetivo es, sin abrumar con muchas prácticas de entrada, que la familia poco a poco convierta su

7. Relacionado con la “pedagogía crítica”, derivada de la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, es aquella
que conduce al cuestionamiento de la enseñanza que genera dominación epistemológica, cognitiva y de
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acción, para crear la conciencia crítica.
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predio o finca en un espacio agroecológico, y que con su buen ejemplo estimule a sus vecinas a cambiar

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


su diseño y manejo según los principios de la agroecología.
La forma de hacerlo no es compartiendo recetas, sino la aplicación práctica y contexualizada de los
principios agroecológicos, de modo que las personas que deseen transformar sus sistemas de producción
sean activas experimentadoras e innovadoras. De esta forma, el predio y la finca se convierten primero
en un laboratorio y luego en escuela para expandir la multiplicación de la agroecología. Por tanto, la
pedagogía agroecológica implica que sean las mismas personas involucradas quienes comprueban, por

de la agroecología
sí mismas si las prácticas y propuestas de manejo sirven o no en sus propios sistemas de producción, y
que sean ellos y ellas quienes adapten y creen nuevos conocimientos.
Es importante que el manejo agroecológico compartido no se quede, en la práctica, solamente en la
sustitución de insumos de sintéticos a biológicos. Primero, porque con el reemplazo de insumo no es
posible alcanzar manejos integrales y sistemas resilientes. Segundo, porque perpetúa el pensamiento
lineal causa-efecto propio de las recetas de la agronomía convencional (es decir, actuar sobre los
síntomas y no sobre las causas), y crea nuevas dependencias en los bioinsumos. El propósito, por tanto,
es poner en marcha prácticas que, como se mencionó anteriormente, una a una establezcan diseños y
manejos de las parcelas que potencien las interacciones sinérgicas dentro los sistemas agroecológicos
para que sean totalmente integrados y ecológicamente complejos y, con ello, crear autonomía.
5. Discurso movilizador (la construcción de contenidos y su comunicación)
El discurso es un elemento clave en los procesos de movilización agroecológica, siempre y cuando sea
capaz de definir el problema y los desafíos que afectan al conjunto, los procesos contrarios que impiden
el fortalecimiento local autogestionario, el horizonte común, la identidad compartida y los principios.
Un discurso movilizador establece un marco fácilmente comprensible que ayude a promover la acción
colectiva de forma que motive a las familias campesinas a emprender transformaciones agroecológicas
a menudo difíciles, especialmente si se las emprende de manera aislada.
El análisis y discurso políticamente crítico sobre el sistema agroindustrial de la Revolución Verde es
necesario; sin embargo, para ser efectivo debe insertase al interior de los horizontes culturales y
ser acorde a cada contexto. Para ello, las organizaciones suelen crear rituales, místicas y prácticas
culturales que varían, pero cuyo fin es generar una atmósfera emotiva y espiritual que reconoce
permanentemente el valor de sus saberes, que recuerde de manera permanente el sentido del proceso
conjunto, y que articule a las personas en vínculos muchísimo más estrechos de los que se tendrían si
la relación se tejiera por motivaciones exclusivamente productivas. El discurso es movilizador cuando
reúne todos estos elementos, de modo que inspire al movimiento a ser crítico e interpelar al sistema
agroindustrial, y tomar la agroecología como la alternativa a ser recorrida.
6. Aliados externos (quienes facilitan)
Los movimientos agroecológicos son más fuertes cuando no dependen de estructuras externas, ni
de proyectos de ONG, instituciones académicas, o programas de políticas públicas. A pesar de ello, el
papel de los aliados externos es importante.
Si bien es necesario que la dirección del proceso esté en manos de las organizaciones campesinas o
de la forma organizativa local adoptada, los aliados externos pueden jugar un rol fundamental cuando
contribuyen en aspectos específicos que las organizaciones no logran cubrir por cuenta propia.
Las alianzas (incluyendo el diálogo de saberes con la ciencia) son elementos fundamentales para
fortalecer el conocimiento agroecológico.
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Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


Lo importante es que los aliados renuncien a asumir un rol de organización de la gente, a
“desarrollarla” y a concientizarla; sino al contrario, aprendan a moverse con ella, a enlazarse con
el proceso organizativos, y a apoyar sus proyectos y acciones colectivas.

7. Mercados favorables (lo que valoriza el trabajo de producción y reproduce la base


biocultural de los sistemas alimentarios locales)

de la agroecología
Es muy relevante el establecimiento de circuitos cortos8 y redes territoriales9 para la creación y
consolidación de economías justas, cooperativas y solidarias, organizadas para satisfacer la reproducción
socio-cultural de la vida. La idea es construir entramados comunitarios que privilegien, en primer
lugar, la producción para el consumo propio, y que favorezcan prácticas con las que se compartan e
intercambien los bienes del trabajo a través relaciones cercanas, con bajo consumo energético, donde
dichos bienes mantengan un sentido y un significado local, y se creen espacios comunes. Esto es posible
mediante arreglos como el trueque, mercados locales solidarios, canastas, monedas comunitarias,
sistemas de garantía basados en la confianza y otros acuerdos locales.
La transformación radical de los sistemas agroalimentarios, adicionalmente, requiere del aumento
en la demanda de productos agroecológicos en las ciudades y del establecimiento de relaciones más
sólidas entre las personas involucradas en la producción con aquellas consumidoras más conscientes.
El reto, en los circuitos de distribución cortos y en los de larga distancia, es superar los mercados
elitizados y generar vínculos con sectores populares de la ciudad para que el consumo de alimentos
saludables y nutritivos abarque el conjunto de la sociedad. Esto es importante también, entre otros,
para que la agroecología contribuya en la creación de economías solidarias con la población vulnerable
y desempleada que habita en los cinturones de miseria de las ciudades.
8. Políticas públicas (lo que conquista el movimiento social)
Las políticas públicas deben comprenderse como un complemento de los esfuerzos locales por
territorializar la agroecología. Lo más importante es asegurar el acceso a la tierra (incluyendo a las
mujeres campesinas e indígenas), a la agrobiodiversidad (especialmente la expresada a través de las
semillas) y al agua. En contextos de inequidad en la distribución de la tierra, se requieren políticas de
reforma agraria10. También es esencial que las políticas públicas dejen de favorecer a la agricultura
industrial y al agronegocio, y comiencen a apoyar de manera más integral y significativa a la agricultura
agroecológica de base indígena y campesina. Aquí es importante resaltar que cualquier política
favorable bien diseñada es el resultado de la correlación de fuerzas con el movimiento social.

8. Los “circuitos cortos de comercialización” son aquellos que tratan de acercar a las personas, sean ellas
productoras o consumidoras, ya sea acortando las distancias recorridas, eliminando a los intermediarios,
o desarrollando estrategias de confianza y fortalecimiento de las relaciones entre ellas. Otra información
está disponible en http://www.fao.org/in-action/territorios-inteligentes/articulos/colaboraciones/detalle/
es/c/410218/
9. Las redes territoriales pretenden vincular iniciativas de producción para que el intercambio o
comercialización de los propios productos y a nivel regional. Un ejemplo está disponible en Escolano, L. M. S.
(2018). Ciudades intermedias y redes territoriales en Andalucía. Potencialidades para el desarrollo regional.
Ciudades medias y áreas metropolitanas. De la dispersión a la regeneración 15: 161.
10. Se refiere al conjunto de medidas (políticas, económicas, sociales y normativas) destinadas a modificar la
estructura de la propiedad y producción de la tierra mediante su redistribución, con el fin de romper con la
concentración de tierras y asegurar el derecho de acceso y tenencia de la misma entre el campesinado y la
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agricultura de pequeña escala.
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Entre las políticas específicas prioritarias para facilitar el escalonamiento de la agroecología se

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


encuentran las que facilitan el establecimiento de:
1. Escuelas de formación agroecológica lideradas por movimientos y organizaciones.
2. Procesos horizontales de intercambio, tipo CaC.
3. Mercados campesinos situados y territoriales.
4. Programas de compras públicas de alimentos producidos de manera agroecológica.

de la agroecología
5. Apoyo para la recuperación, el fortalecimiento y reconocimiento de los sistemas locales de
semillas campesinas.
6. Liberación de fondos para la investigación en agroecología, en especial, a partir de la
investigación-acción participativa.
7. Programas públicos de enseñanza básica de la agroecología y en carreras universitarias,
asociados a cambios en el currículo de la agronomía y otras carreras agropecuarias.
Adicionalmente, se reconoce que las políticas destinadas al escalonamiento de la agroecología requieren
otras en temas complementarios relevantes, como en la conservación y utilización sustentable de la
biodiversidad; revalorización de las variedades nativas y saberes ancestrales; alimentación saludable;
adaptación al cambio climático desde el enfoque de ecosistemas; reconocimiento e implementación
de los derechos de los pueblos indígenas, campesinos y de afrodescendientes; igualdad de géneros;
equidad intergeneracional; producción y consumo sustentables; reducción y control de plaguicidas de
uso agrícola; entre otras.
Entonces, lo que se requiere es una combinación de políticas complementarias y coherentes para
abordar varios elementos fundamentales en la transformación del sistema agroalimentario. Aun así,
existe el riesgo de que las políticas de institucionalización de la agroecología, por medio de políticas
públicas, tengan un efecto desmovilizador, particularmente cuando conducen a que los procesos
dejen de estar bajo el control de los movimientos sociales, se sobreponga la cooptación y captura por
parte de los agronegocios “pintados de verde” bajo un discurso supuestamente agroecológico, y creen
dependencias que hacen los procesos vulnerables ante cambios de regímenes políticos.

Con base en ello, es necesario pensar:


1. Cómo las políticas públicas pueden acompañar los esfuerzos existentes, ayudándolos a
crecer de manera más autónoma y mejor organizada en lugar de generar dependencias.
2. Cómo las políticas públicas pueden favorecer en la creación y establecimiento de nuevos
procesos adaptados a las necesidades de los movimientos sociales

Los impulsores clave descritos quedan incompletos sin la activa participación de las mujeres, juventudes,
y pueblos indígenas y comunidades campesinas. Las mujeres desempeñan diversos papeles en la
agricultura desde sus roles productivos y del cuidado, por ejemplo, provisión de alimentos a las familias
y comunidades, resguardo de semillas y agrobiodiversidad, manutención de huertos y animales de
traspatio, y en general, profunda comprensión de los sistemas alimentarios.

Las Mujeres
Las mujeres, muy a menudo, son las que promueven e implementan los cambios agroecológicos
en las familias, tanto directamente como motivando a su entorno. Las mujeres tienen una fuerte
influencia en la decisión sobre el tipo de plantas y variedades a sembrar.
Así mismo, cada vez más las mujeres desempeñan un papel protagónico de liderazgo en los 12
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movimientos sociales para ampliar la agroecología, resistir contra los modelos agrícolas injustos y

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


luchar contra el despojo territorial. No existe un proceso realmente efectivo de territorialización
de la agroecología sin una acción feminista que vaya en la dirección de despatriarcalizar las
relaciones de poder asimétricas en las comunidades y en toda la sociedad.
SILIPRANDI, Emma.; ZULUAGA, G. P. Género, agroecología y soberanía alimentaria: perspectivas ecofeminista.
Barcelona: Icaria Editorial, 2014.
SILIPRANDI, Emma. Mulheres e agroecologia: transformando o campo, as florestas e as pessoas. Rio de Janeiro: UFRJ,

de la agroecología
2015.
ZULUAGA, G. P.; CATADORA-VARGAS, G.; SILIPRANDI, Emma. Agroecología en Femenino. La Paz: SOCLA/CLACSO, 2018.

Las y los jóvenes


Las y los jóvenes, que permanecen o regresan al campo, suelen tener una visión agroecológica
más amplia que las generaciones anteriores.
En todos los espacios del movimiento social, las juventudes están impulsando la agroecología, y
de ahí la importancia de los procesos de formación adecuados para que cuenten con habilidades
políticas y técnicas para facilitar y liderar los procesos de territorialización agroecológica.

Los pueblos indígenas y las comunidades campesinas


Los pueblos indígenas y las comunidades campesinas realizan un aporte histórico a la
sustentabilidad de los territorios a partir del manejo tradicional de los agroecosistemas, como
resultados de sus diseños y manejo que integran complejos sistemas de organización ecológica
y social.
El conocimiento que aportan en ambas dimensiones resulta de la observación y aprendizaje
experimental dando lugar a dinámicas de co-evolución con el entorno, especialmente con la
biodiversidad; resultando a su vez, en procesos bioculturales relevantes en la territorialización
de la agroecología.
Altieri, M. A. (2004). Linking Ecologists and Traditional Farmers in the Search for Sustainable Agriculture. Frontiers
in Ecology and Environment, 2(1), 35–42; Toledo, V. M., & Barrera-Bassols, N. (2008). La memoria biocultural. La
importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Icaria Editorial. S.A.

Dada su importancia, a continuación, se desarrollan a mayor profundidad dos elementos para la


territorialización de la agroecología: La organización desde la mirada de los procesos sociales y
los procesos pedagógicos.

Procesos Sociales

La agroecología es política, en la medida en la que busca cambiar radicalmente las estructuras de poder
en la sociedad alrededor de la alimentación, disputa el control monopólico de los medios de producción
para la agricultura (como es el agua, la tierra, las semillas) y cuestiona los modos de distribución dentro
del sistema alimentario. Como resultado, la agroecología es bandera de un movimiento social creciente,
que propone un proyecto político de vida, con campesinas y campesinos, con ríos, montañas, bosques
y con transformaciones bioculturales compatibles con los ciclos ecosistémicos.
Por ello, el movimiento agroecológico se opone al proyecto de deterioro y exclusión del modelo
de agricultura de monocultivos con variedades comerciales (un porcentaje de ellas genéticamente 13
13
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modificadas, por ejemplo, transgénicas) y agrotóxicos11, que produce insalubridad alimentaria,

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


incrementa el hambre y la desnutrición, que además acapara tierras y desplaza poblaciones campesinas
a las ciudades generando pobreza.
El proyecto político agroecológico consiste en la transformación radical del sistema alimentario
mediante la construcción de territorialidades conformadas por parcelas campesinas diversificadas
que se entretejen con bosques comunitarios, montañas y ríos vivos, y que se articulan a mercados
localizados, donde los productos alimentarios y no alimentarios hacen parte de economías justas,

de la agroecología
cooperativas, solidarias y soberanas.

Esta sección de la unidad está basada, parcialmente, en el


capítulo cinco del libro: Giraldo, Omar Felipe (2018). “Ecología
Política de la Agricultura. Agroecología y Posdesarrollo” San
Cristóbal de Las Casas: ECOSUR.
Disponible en https://bit.ly/2FoSf2M

Como se mencionó en párrafos anteriores, en algunos territorios


el movimiento agroecológico suele surgir por un cansancio
colectivo de las profundas consecuencias del modelo agroindustrial de la Revolución Verde, incluyendo
la especialización productiva dependiente de insumos comerciales, especialmente semillas.
En otras ocasiones, es una respuesta ante la amenaza de megaproyectos o cambios abruptos de carácter
económico o político; y en otros, surge como un mecanismo de autoprotección, a veces impulsado por
aliados externos como la iglesia católica y ONG afines, entre otros, a las metodologías freirianas12 de la
educación popular.

“La educación no cambia el mundo; cambia a las


personas que van a cambiar el mundo”.
Paulo Freire
Este último caso es el origen del movimiento social en los territorios en
Latinoamérica. Durante muchos años la teología de la liberación13 y la teología

11. Los agrotóxicos son sustancias químicas tóxicas utilizados en la agricultura para matar insectos, malezas,
hongos que afecten al cultivo. ... Los peones del campo manipulan las sustancias sin el equipo protector
necesario y la gente almacena agua en contenedores de pesticidas que deberían haber sido destruidos.
12. Las “metodologías freirianas” son las basadas en la filosofía pedagógica de Paulo Freire, en particular, en
la “pedagogía de la liberación”, que propone que la educación debe ser transformadora y encaminada a
la renovación de la condición social. Las metodologías freirianas tienen el fin de fortalecer el pensamiento
crítico y reflexivo de los/as sujetos, se basan en el saber popular, el conocimiento contextual y dialogado, y
la construcción colectiva del conocimiento. Por ejemplo, ver Freire, P. (1973) ¿Extensión p Comunicación? La
concientización en el medio rural. Montevideo: Siglo XXI Editores y Tierra Nueva; Freire, P (1994). Educación
como práctica de la liberación. Buenos Aires: Ediciones Búsqueda; Freire, P. (1997). Pedagogía de la
autonomía. México D.F.: Siglo XXI Editores.
13. Es una corriente teológica de la iglesia cristiana que emerge de la crítica sobre la pobreza en América
Latina, identificando como causa las injusticias generadas por la modernidad occidental y sus métodos para
generar “desarrollo”. A partir de la crítica a la modernidad occidental, analiza las relaciones entre opresión,
dependencia y pobreza, y propone asumir un rol activo que rompa este ciclo. Una descripción sencilla sobre
la teoría de la liberación está disponible en Silva, S. (2009). Teología de la liberación. Teología y Vida, 50(1-
14
2):93-116.
14
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indígena14 han venido acompañado procesos sociales de expansión de la agroecología, a través de

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


la revalorización de las cosmovisiones y conocimientos tradicionales perdidos por las políticas
desarrollistas o por las influencias del mercado.

Para ello ha sido muy importante el apoyo de las asociaciones civiles, comúnmente ligadas a
pastorales eclesiales, las cuales han logrado hacer realidad una multiplicidad de experimentos
concretos, pequeños, y extraordinariamente dispersos, a través de métodos basados en el

de la agroecología
diálogo de saberes y la acción–reflexión–acción participativa.

Por ejemplo, la metodología CaC (que se describe en la siguiente sección) ha logrado que los procesos
agroecológicos se extiendan más allá de unas cuantas familias, sino que lleguen a convertirse en un
movimiento masivo. Por ejemplo, en Nicaragua se estima que con CaC se movilizaron a 30 mil familias
a lo largo de 30 años. En Cuba ha sido más impresionante su
impacto y se calcula que hoy 300 mil familias del Movimiento
Nacional de Campesino a Campesino de la Asociación Nacional de
Agricultores Pequeños (ANAP) cultivan sus tierras con métodos
agroecológicos gracias a esta metodología de trabajo.
También CaC permitió, en gran medida, que en Chiapas 31 mil familias —en su mayoría indígenas
tseltales y tsotsiles— se convirtieran en las mayores exportadoras de café en el mundo producido
de forma agroecológica, ello sin contar la experiencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN) que ha logrado, con una red de promotores/as agroecológicos, avanzar en la construcción de la
soberanía alimentaria y autosuficiencia económica de sus bases.

Tsotsiles Tseltales

Actualmente, a través de la ANAP, CaC está cosechando frutos en otras geografías, como son los
asentamientos del noreste de Brasil del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y la
Unión Nacional de Campesinos (UNAG) de Mozambique en África. También en el noreste de Brasil,
un amplio proceso de innovación agroecológica se desarrolló a partir de la Articulación del Semiárido

14. Es la corriente teológica consolidada a partir de 1992, a los 500 años de la colonización europea. Entre
sus objetivos está el reflexionar sobre la identidad cristiana sin la pérdida de la identidad cultural, en
contraposición a la imposición y colonización religiosa europea. La teología indígena se inspira fuertemente
en las reflexiones del Papa Juan Pablo II y su mensaje a los pueblos indígenas: “la Iglesia alienta a los
indígenas a que conserven y promuevan con legítimo orgullo la cultura de sus pueblos: las sanas tradiciones
y costumbres, el idioma y los valores propios. Al defender vuestra identidad, no sólo ejercéis un derecho,
sino que cumplís también el deber de trasmitir vuestra cultura a las generaciones venideras, enriqueciendo
de este modo a toda la sociedad” (Juan Pablo II, Mensaje a los indígenas, 13/10/92, 4). Fuente: Ruiz A., O.
(Monseñor) (2003). Teología India, una reflexión cristiana desde la sabiduría indígena. Theologica Xaveriana
145: 113-143). 15
15
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Brasileño (ASA), involucrando decenas de miles de familias campesinas por medio de intercambios

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


CaC15.
Gracias a este proceso social, eminentemente agroecológico, se ha logrado recuperar la capacidad
de las comunidades rurales de usar los recursos disponibles, reavivar la red de relaciones humanas y
regenerar la solidaridad, la cooperación y la reciprocidad. Mediante el intercambio de conocimientos
y saberes se ha conseguido que campesinas y campesinos re-encuentren soluciones concretas a
problemas específicos, y se fortalezcan las potencialidades individuales y colectivas inhibidas, muchas

de la agroecología
veces y entre otros factores, por los efectos de las prácticas del desarrollo rural, el extensionismo y los
paquetes tecnológicos de la Revolución Verde. Por tanto, con CaC ha sido y es posible revitalizar los
lazos y los saberes tradicionales anclados en las particularidades ecológicas de los contextos locales;
reactivar la fortaleza de los pueblos para que actúen juntos; recobrar la imaginación colectiva; y
revalorizar la capacidad de crear nuevos conocimientos de manera conjunta, de experimentar y de
fomentar inteligencias ampliamente distribuidas entre los actores locales.
Otras estrategias de organización social que han permitido que se difunda la agroecología son las
redes de guardianes de semillas criollas y nativas. Por medio de estas redes se implementan acciones
colectivas de conservación, defensa y rescate de semillas. Estas acciones incluyen procesos participativos
de diagnóstico, inventariación, mejoramiento genético y resguardo de semillas y variedades criollas
y nativas en huertos y predios, desde donde se garantiza su acceso para los/as campesinos/as.
Otra estrategia es la realización de ferias donde se realizan distintos tipos de intercambios de la
agrobiodiversidad16.
Las formas de organización social, como las cooperativas, contribuyen a estos propósitos de
conservación. Una experiencia que sobresale son las organizaciones de café agroecológico en México,
mencionada previamente, y las organizaciones de hombres y mujeres productoras de miel en la
península de Yucatán que agrupan 60 mil familias mayas. Existen cooperativas y redes de cooperativas
de gran envergadura por la cantidad de familias asociadas y su influencia territorial.

El proyecto político agroecológico consiste en la transformación radical del sistema alimentario


mediante la Este es el caso de la Tosepan Titataniske en Puebla, México, la cual reúne a 34
mil familias. También están las redes de mujeres, como Anamuri en Chile y la Cooperativa Las
Diosas en Nicaragua. Hay, además, redes de permacultura del llamado “neocampesinado”
o “neorurales” como es la Red Global de Ecoaldeas que incluye aproximadamente 15 mil
proyectos de este tipo alrededor del mundo. Otras tipologías de organización son los pueblos
y ciudades en transición agroecológica, los eco-barrios, las comunidades intencionales y los
municipios post-petróleo.

En este breve recuento de la diversidad de procesos organizativos, están los basados en la circulación
de bienes alimentarios y no alimentarios, producidos de manera agroecológica. Existen experiencias en
múltiples espacios de Latinoamérica donde la producción agroecológica se comercializa en entornos
locales, y en otros casos en circuitos cortos que abastecen ciudades.

15. Una gran colección de sistematizaciones de experiencias campesinas producidas para facilitar la
comunicación en intercambios y encuentros CaC está disponible en https://www.asabrasil.org.br/acervo/o-
candeeiro?start=0#categoria_img
16. El boletín “Sementes Crioulas: por una alimentación libre de transgénicos y agrotóxicos”, publicado
mensualmente por AS-PTA, es una fuente de información actualizada sobre las redes de conservación de la
16
agrobiodiversidad en Brasil y en el mundo. Ver en: http://pratoslimpos.org.br/?p=9496
16
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La Red Ecovida en el Sur de Brasil es una de las más notables. Gracias a la conformación de una

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


estructura horizontal de diversos actores, ha logrado crear y mantener cerca de 200 mercados locales
que funcionan a través de sistemas participativos de garantía (SGP) autogestionarios, articulando a
familias consumidoras de las ciudades con alrededor de 3,500 familias agroecológicas. Otros ejemplos
son Agrosolidaria y la Red de Mercados Agroecológicos Campesinos del Valle del Cauca en Colombia, y
los tianguis17 orgánicos de México.

de la agroecología
Además de lo anterior, se dan procesos sociales asentados específicamente en las ciudades, como
el de la agricultura urbana18. El más grande de ellos es el Programa Nacional de Agricultura Urbana,
Suburbana y Familiar en Cuba, el cual articula a medio millón de patios y parcelas familiares, y a más
de un millón de personas. Existen procesos locales menos masivos, de los cuales vale la pena resaltar
el movimiento de agricultura urbana en Venezuela, generado como respuesta a la crisis económica y el
embargo que enfrenta por varios años.
En este abanico de experiencias, es importante resaltar el trabajo y saberes de las mujeres que, aunque
en muchos casos no son suficientemente reconocidos, son una de las bases de la agroecología. En
años recientes ha surgido en América Latina un movimiento para reivindicar sus aportes y también
para visibilizar la violencia ejercida sobre las mujeres del campo, de las promotoras y académicas
de la agroecología. Bajo la consigna “¡Sin feminismo no hay agroecología!”, las agroecólogas se han
agrupado en diferentes articulaciones a nivel nacional (como el grupo de trabajo de mujeres de la
Articulación Nacional de Agroecología, ANA, en Brasil), y a nivel regional (por ejemplo, la Alianza
de Mujeres en Agroecología, AMA-AWA, y el Coloquio Internacional de Feminismo y Agroecología,
CIFA), entre muchas otras. Este es un paso importante de reconocimiento a la diversidad dentro de los
movimientos agroecológicos y de fortalecimiento de grupos históricamente sub-representados en la
agricultura y otros procesos sociales, incluyendo a los agroecológicos.
Para más detalles ver, por ejemplo: Zuluaga Sánchez, Gloria Patricia; Catacora-Vargas, Georgina,
Siliprandi Emma (Coordinadoras) (2018) “Agroecología en Femenino: Reflexiones a partir de nuestras
experiencias”. La Paz: SOCLA-CLACSO.
Ver también la Revista LEISA sobre Mujeres, biodiversidad y alimentación: la valorización de la vida
a través de experiencias agroecológicas (https://leisa-al.org/web/index.php/volumen-36-numero-1).

17. “Tianguis” es una palabra de origen náhuatl tianquiztli, utilizada para los mercados al aire libre o
ambulantes. Los tianguis tienen de origen pre-hispánico y son actualmente vigentes en Meso-América.
18. Se denomina “agricultura urbana” a la producción de alimentos dentro de los confines de las ciudades,
en los patios, terrazas, huertos comunitarios, espacios públicos o terrenos baldíos, cuyo objetivo principal
es proveer alimentos a la población. Una ficha informativa de este programa está disponible en https://
plataformacelac.org/programa/1004 17
17
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Los procesos emergentes de la agroecología estarían incompletos sin las agroecologías históricas, que

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


son esas “agri-culturas” milenarias de los pueblos indígenas, las cuales no siempre están articuladas
o otros movimientos sociales, pero que se organizan mediante modos vernáculos. Las agroecologías
milenarias de los pueblos no necesariamente responden a expresiones organizativas altamente
politizadas, sino que existen gracias a experiencias persistentes, silenciosas, flexibles, que han logrado
mantenerse pese a los embates históricos de la conquista europea, la colonia, la República y al
proyecto modernizador del desarrollo organizado desde mediados del siglo XX. Ellas son las creadoras
de saberes traducidos en manejos agroecológicos, en los baluartes de la agrobiodiversidad y en el

de la agroecología
enorme patrimonio biocultural sobre los cuales se basa la agroecología. Algunos ejemplos son las
agroecologías andinas, mesoamericanas y amazónicas.

Desde el 2002 la FAO ha empezado a trabajar sobre “Sistemas Importantes


del Patrimonio Agrícola Mundial” (SIPAM), que son paisajes estéticamente
impresionantes que combinan la biodiversidad agrícola con ecosistemas
resilientes y un valioso patrimonio cultural. Hoy en día existen 62 sistemas
del patrimonio agrícola en 22 países, y actualmente, 15 nuevas propuestas
de 9 países diferentes están en revisión. Hay 4 SIPAM en América Latina, en
Brasil, Chile, México y Perú y otros 3 sitios potenciales.
Están situados en lugares específicos del mundo, donde aportan de forma sostenible múltiples
bienes y servicios, alimentos y unos medios de subsistencia seguros para millones de pequeños
agricultores. Los SIPAM son definidos de acuerdo a la combinación de los criterios siguiente. Se
concibe como un sistema holístico, que se basa en la relación y los vínculos entre los elementos
del sistema mismo:
1. Seguridad alimentaria y medios de subsistencia.
2. Agro-biodiversidad.
3. Sistemas de conocimiento local y tradicional.
4. Cultura, sistemas de valores y organizaciones sociales.
5. Paisajes excepcionales, manejo de recursos naturales.

Para saber más lo invitamos a revisar el documento “Sistemas importantes del patrimonio
agrícola mundial”.

Es imposible en un recuento breve hacer justicia a la multitud de procesos agroecológicos; sin


embargo, lo importante es comprender que se trata de una conformación de iniciativas horizontales
y estructuras “rizomáticas” (similares a las redes de las raíces), sobre las cuales circula el diálogo de
vivires, de saberes, de haceres, de valores de uso, de discursos y significados.
El soporte que da lugar a que la ciencia pueda compartir y poner en tensión sus propios saberes,
es aquella arquitectura social que va hacia los lados, que extiende sus brazos telúricamente, y que
posibilita el fluido de ideas, saberes y aprendizajes colectivos emergentes. Los procesos sociales de la
agroecología no se basan en diseños verticales que van de arriba-abajo, sino funcionan a través de la
auto-organización.
Por tanto, el poder transformativo de los procesos sociales agroecológicos no reside en la suma de
sus integrantes individuales, sino en la emergencia de potencialidades ampliamente distribuidas, que
surgen, a su vez, de las interacciones dinámicas entre los diversos actores y sujetos que componen 18
18
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cada tipo de organización. En este sentido, los diseños políticos de la agroecología se asemejan a los

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


diseños ecológicos en las parcelas, pues su riqueza y su poder residen en la diversidad, en la interacción
y en la conformación de sistemas complejos.
Cuando los procesos localizados y organizaciones situadas
territorialmente se articulan a movimientos de más amplio alcance
—La Vía Campesina es el ejemplo más significativo de esta manera
de organización en escala internacional, y la Articulación Nacional de

de la agroecología
Agroecología en Brasil, una expresión en escala nacional— es posible
ensamblarse en una lucha multi-situada dispuesta a confrontar los
medios de producción, el sentido común sobre la agricultura y los
sistemas alimentarios.
Lo más importante de los procesos agroecológicos es su enorme capacidad de regenerar los ámbitos
comunitarios. La historia muestra que el mundo progresivamente fue convirtiendo lo común en
privado, creando monopolios y sustrayendo la posibilidad de uso compartido de los bienes locales. En
este contexto, los procesos sociales de la agroecología enseñan que es posible volver a poner bajo el
control social los sistemas de producción, distribución y consumo; reactivar los regímenes comunitarios;
fomentar los sentimientos de pertenencia a un cuerpo social y espacio territorial; recrear los lazos
comunitarios y reavivar la ayuda mutua.
Por lo tanto:
1. Los procesos sociales de la agroecología muestran la enorme capacidad del poder social basado
en la participación masiva y la creatividad colectiva.
2. Una vez que las riquezas relacionales a las comunidades vernáculas son activadas, pueden
circular sobre una arquitectura en red los saberes comunes, los valores de uso y otras formas
de relaciones con una ética distinta a la que rige las dinámicas de mercado y capital.
3. La clave es poner la experimentación y la circulación de saberes bajo el control de los sectores
populares especialmente del campo y, con ello, potenciar la creatividad social, fortalecer los
lazos de convivencia, y recrear las relaciones mediadas por valores solidarios.
4. Esto también contribuye a fortalecer la capacidad de todas las personas de innovar, crear y co-
producir nuevos saberes.
5. Todo esto es posible cuando se actúa con base en la localidad, la auto-organización, la auto-
gestión, la reciprocidad, la redistribución social de los beneficios económicos y el intercambio
en relaciones cercanas.
6. Este es el modo principal como la agroecología, desde abajo, pone en marcha su propio
proyecto político, relevante a ser tomado muy en cuenta por los grupos aliados y las políticas
públicas que aspiran a impulsar la territorialización de la agroecología.
7. Con esto, será posible, a fin de cuidar que sus intervenciones que afecten negativamente al
tejido social.

19
19
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Procesos pedagógicos para la territorialización de la agroecología

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


Los problemas con el extensionismo clásico de la Revolución Verde
En 1840, las universidades del Reino Unido vieron importante llevar el conocimiento generado por sus
académicos fuera de sus instalaciones, en un esquema que hoy conocemos como “extensionismo”.

de la agroecología
Posteriormente, en los años 60, esta metodología llevó al campo de Latinoamérica las técnicas agrícolas
de la Revolución Verde. Las personas formadas en escuelas de agronomía y en campos experimentales
(mayoritariamente varones) estaban encargadas de esta tarea para aumentar los rendimientos del
campesinado, quienes en la mayoría de los casos eran vistos cómo personas sin conocimientos y
requerían llevarles “la luz” de los saberes científicos.
El extensionismo contó (y aún cuenta) con una gran estructura institucional de apoyo, lo que ha facilitado
la difusión y adopción de técnicas y prácticas de la Revolución Verde, las cuales son aplicadas como
recetas estandarizadas, sin tomar en cuenta los contextos locales (como, por ejemplo, la aplicación de
fertilizantes sintéticos y el uso de plaguicidas).
La lógica del extensionismo es lineal, por ello, solo ha sido efectiva en la difusión de paquetes
tecnológicos. Dadas sus características, esta metodología tiene grandes limitaciones para generar
procesos que requieren observación, modificación de las circunstancias locales y entendimiento
profundo del sistema. Esta es una de las razones por las que el extensionismo no ha logrado objetivos
más complejos que promover el uso de ciertas tecnologías.

Por ejemplo, en los años 1980 se impulsó con mucha fuerza el manejo integrado de plagas (MIP)19, y
aunque algunos de los métodos alternativos que incluye fueron adoptados, otros como la determinación
de los niveles de daño económico, que es la base del MIP, ha sido implementado por muy pocas
instituciones y personas.
Otro fracaso del extensionismo han sido las variedades producidas en centros de investigación
destinadas a regiones montañosas. En estas zonas con múltiples microclimas y tipos de suelos, las
variedades producidas en un centro experimental bajo condiciones controladas y homogéneas no se
adaptan a los contextos locales, por lo que no han podido sustituir a las variedades desarrolladas por

19. El MIP se refiere a un conjunto de técnicas, aplicadas de manera combinada para reducir el daño económico
generado por las plagas agrícolas. Postula el uso de técnicas de manejo cultural, biológico y, como último
recurso, el químico, para reducir el uso de pesticidas agrícolas para disminuir los riesgos que involucran en la
salud humana, animal y ambiental. 20
20
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las personas que trabajan en el campo, quienes conocen las condiciones específicas de su territorio. En

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


el desarrollo de estas variedades se han invertido (o, en otras palabras, perdido) millones de dólares
de fondos públicos.
Adicionalmente, el proceso vertical de arriba para abajo que también caracteriza al extensionismo,
provocó entre muchas familias productoras la sustitución de saberes locales por los generados en
centros de investigación, causando el abandono de muchas prácticas tradicionales, la pérdida de
agrobiodiversidad y una situación de dependencia en insumos externos, a través de la cultura de

de la agroecología
búsqueda de “curas” inmediatas a los problemas, en lugar de la aplicación de estrategias basadas en su
tradicional visión integral y preventiva.
Los efectos de la pérdida de estos conocimientos fueron evidentes a inicios
de los años 1980, cuando el Banco Mundial obligó a los países a hacer
reformas estructurales, entre ellas en el ámbito productivo.
Como resultado, las instituciones encargadas de la extensión agrícola se
vieron afectadas y muchas desaparecieron. Con ello, una porción importante
de familias campesinas, de un momento a otro, no tuvieron cómo resolver
de manera autónoma los problemas que la agricultura industrial trajo
consigo, como el surgimiento de nuevas plagas y la degradación de los suelos. A esas familias, en varios
casos, solo les quedó recurrir a las tiendas de agroquímicos para comprar algún insumo que mitigue
temporalmente el problema, dando continuidad al ciclo de dependencia en productos químicos que
dejó el extensionismo de la Revolución Verde.
Los procesos pedagógicos de la agroecología
La agroecología parte del reconocimiento de los saberes de las personas que trabajan en el medio
rural, se basa en principios y no en recetas, y aprovecha la complejidad de las relaciones del
agroecosistema; por ello, necesita de esquemas distintos al extensionismo para compartir y generar
nuevos conocimientos.
La evidencia muestra que solo las pedagogías en redes horizontales —las que promueven el diálogo
de saberes, la experimentación participativa, el pensamiento crítico y sistémico, y la educación
contextualizada basada en el lugar— lograrán que la agroecología ocupe los territorios.
A continuación, se describen algunas de las metodologías pedagógicas participativas, utilizadas en los
procesos de escalonamiento territorial de la agroecología.
Campesino a Campesino (CaC)
Según se mencionó previamente, un ejemplo sólido de este tipo de estrategia y que ha sido
identificada como una de las formas para escalonar la agroecología es la metodología de CaC, la
cual surgió en San Martín Jilotepeque, Guatemala en las décadas de los 70 y 80 con el apoyo de la
organización internacional Visión Mundial.
La agroecología en la educación institucionalizada
La ciencia y la academia también tienen mucho que aportar en el avance de la agroecología. Mientras
que el campesinado tiene un conocimiento integral profundo de su parcela y territorio, las personas
que hacen investigación agroecológica poseen muchas veces un conocimiento superficial de la
vida del campo, pero conocimientos amplios y complementarios de lo que ocurre en los sistemas
agrícolas, tanto en la escala temporal como geográfica.

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Núcleo de Capacitación
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Alfabetización agroecológica en las ciudades

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


Hoy más del 80% de la población del mundo vive en las ciudades y, por ello, es urgente contribuir
a desarrollar una conciencia agroecológica. Esto porque consumidores y consumidoras, a través de
sus decisiones de compra, influyen en cómo se conforman y operan los sistemas de producción y
distribución de alimentos.
La educación del campo: El campo como “la escuela”

de la agroecología
No podemos perder de vista que los y las campesinas son quienes mejor conocen su parcela,
y que muchos de ellas han heredado los saberes de sus antepasados. Numerosos estudios han
documentado cómo muchas de esas prácticas han permitido alimentar a buena parte de la
población, además de conservar su salud y la de los ecosistemas.
Metodología de Escuelas de Campo de la FAO
Las Escuelas de Campo son una metodología exitosa para el intercambio de saberes, que es utilizada
sobre todo en varios países de África y Asia. Esta metodología se parece a CaC en el sentido de
que los intercambios se hacen en una parcela de la comunidad, no en un centro experimental; y
se diferencia en que los técnicos y las técnicas agrícolas sirven de impulsores y facilitadores del
intercambio. Las Escuelas de Campo siguen una secuencia pedagógica específica desarrollada
principalmente por FAO, dedicando 80% a la práctica y 20% a la teoría y reflexión.

Más información sobre las Escuelas de Campo


• Plataforma Global de las Escuelas de Campo de Agricultores
• Escuelas al aire libre: El poder de las escuelas de campo para agricultores
• Guía para el establecimiento de las Escuelas de Campo
• Guía metodológica de escuelas de campo para facilitadores y facilitadoras en el
proceso de extensión agropecuaria
• Las Escuelas de Campo para Agricultores (ECAs) en el PESA-Nicaragua
• Escuelas de campo para la producción de semillas de calidad de quinua

Trabajo pendiente para la pedagogía agroecológica


Cuando hablamos de los sistemas de conocimiento para la territorialización o masificación de la
agroecología, pensamos en el “diálogo de saberes”. El verdadero ejercicio del diálogo de saberes
necesita de varios cambios en los hábitos de comunicación y formas de ver el mundo.
No es posible practicar el diálogo de saberes ni establecer una pedagogía para la agroecología sin
reconocer y actuar sobre los diferentes tipos de discriminación o sesgos que afectan a todos/as de
manera directa o indirecta: sexismo, racismo, clasismo, xenofobía, homofobia, transfobia, discriminación
etaria, por capacidad física, lingüística, etc.

La acción sobre las distintas formas de discriminación es un gran y permanente desafío. En la


mayoría de los casos para revertirlas hace falta reestructurar las organizaciones, asociaciones e
instituciones educativas para trabajar con una visión antipatriarcal, antirracista, intergeneracional
y con conciencia de clase. Sin esta perspectiva de acción sobre las distintas formas de
discriminación, de inequidad y de fuertes bloqueos culturales, continuarán los obstáculos para
los procesos transformativos amplios orientados por la visión agroecológica.
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Núcleo de Capacitación
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Formas de discriminación

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


de la agroecología
También es necesario que las nuevas generaciones tengan una educación crítica y situada, así como
una formación sólida en las inter-relaciones ecológicas y sociales, y en la importancia de implementar
estrategias participativas de apoyo a organizaciones sociales para que mejoren su auto-gestión y
mecanismos de defensa ante las imposiciones externas. Entre esas imposiciones están las empresariales
que mercantilizan la agroecología y que cooptan los movimientos agroecológicos.
En ambos procesos, una estrategia son
los discursos que disfrazan aplicaciones
tecnológicas que causan deterioro social
y ecológico (por ejemplo, monocultivos
orgánicos, la agricultura climáticamente
inteligente, la agricultura de precisión y
otras) como parte de la ciencia responsable
y agroecológica, promovidas como paquetes
tecnológicos (recetas) sin evidencia sólida
sobre su efectividad.
La agroecología está viviendo momentos
críticos de oportunidad. El mundo reconoce
hoy más que nunca los problemas que la agricultura industrial ha traído. Como uno de los resultados,
en varios países se han iniciado procesos para desarrollar planes nacionales de agroecología.
Estos planes requieren partir y estar honestamente basados en los saberes y procesos campesinos, y
no caer en los viejos esquemas de extensionismo ni centrarse únicamente en recetas de sustitución
de insumos para establecer monocultivos orgánicos. Sin el profundo respeto campesino y de las
organizaciones sociales, y sin una visión integral del predio y del territorio, tampoco será posible una
verdadera agroecología.

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Núcleo de Capacitación
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Comentarios finales

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


Las actuales y simultáneas crisis —gran parte de ellas directamente relacionadas con los modelos
productivos que derivan de la Revolución Verde (establecidos en monocultivos de variedades
comerciales, elevado uso de agroquímicos, y producción animal en hacinamiento), y de la llamada
Revolución Genética (basada en variedades y paquetes tecnológicos resultantes de la ingeniería

de la agroecología
genética)— apremian hacia cambios transformativos de los sistemas alimentarios, incluyendo el
conjunto de las etapas y procesos que los integran: desde los insumos utilizados en la producción
hasta el consumo. La agroecología es una de las estrategias para esa transformación por su capacidad
restauradora y fortalecedora de los ecosistemas y sus funciones, así como del tejido social, además de
ser eficiente en términos productivos.
Por un lado, la urgencia de cambios sistémicos y, por el otro, las múltiples funciones socio-ecológicas
de la agroecología, conducen a que su abordaje vaya más allá de la sustitución de insumos, de la
implementación de ciertas prácticas y de los límites de las parcelas. Desde allí, emerge la relevancia de la
territorialización de la agroecología, es decir, su escalonamiento de una manera situada en los espacios
geográficos y contextos institucionales donde los sistemas socio-ecológicos de vida se gestionan,
reproducen y ejercen por un número creciente de sujetos sociales. Territorializar la agroecología es
el medio y el fin del cambio transformativo para avanzar hacia la gestión de las causas directas y
subyacentes de las crisis actuales y hacia la resiliencia socio-ecológica.
Como se desarrolla anteriormente, la organización y los procesos pedagógicos son los principales
movilizadores sociales para la territorialización de la agroecología. Esto, por robustecer la capacidad
de autogestión y los conocimientos de los actores sociales y, a través de ellos, la soberanía alimentaria.
Otro elemento importante en la terriorialización de la agroecología son las políticas públicas, por
su capacidad de impacto en ambos sentidos positivo y negativo. Una confusión habitual es que la
producción agroecológica se define según su nivel de cumplimiento de los marcos legales y de
estándares de certificación. Esta perspectiva, además de negar la esencia de la agroecología basada en
principios socio-ecológicos, ignora los procesos sociales y bioculturales que la sustentan.
Adicionalmente, imponen sobre ella parámetros técnicos que mayoritariamente responden a criterios
de mercado y cuya implementación contribuye a la elitización de los alimentos agroecológicos, a la
exclusión de la base campesina y a la tergiversación del significado de la alimentación saludable. De
hecho, la regulación centrada en estándares técnicos actúa como instrumento normativo de poder en
favor de sectores privilegiados económicamente, que pueden costear el cumplimiento de un conjunto
de requisitos definidos desde escenarios de homogeneidad, y no de pluralidad.
Esto no implica que la producción agroecológica deje de tener ciertos niveles de garantía, sino que
estos se generen a partir de la inclusión en lugar de la exclusión. Los SPG son un ejemplo de procesos
de acción, aprendizaje y fortalecimiento colectivo que dan lugar a redes de respeto y confianza
alrededor de la producción y consumo agroecológicos, contribuyendo a su territorialización mediante
la organización y cohesión social.
Por tanto, las normativas y políticas públicas conducentes a la agroecología no consisten en un conjunto
de estándares técnicos normativos que indiquen “qué es” y “qué no es” la agroecología según su nivel
de cumplimiento.
Se trata, al contrario, de la generación de un contexto institucional y de mecanismos de implementación
(como asignación de recursos y personal adecuadamente capacitado), que robustezcan los sistemas
de vida indígenas y campesinos dedicados a la agroecología mediante regulaciones que estimulen: la 24
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en Políticas Públicas Unidad 4

recuperación y revalorización de conocimientos locales junto con la red de actores en los territorios

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


(incluyendo a consumidoras); el fomento a la educación e investigación agroecológica con sentido
social; la conservación y uso de la agrobiodiversidad favoreciendo especialmente a las redes de semillas
campesinas y a las variedades nativas y criollas; la conversión agroecológica de comunidades rurales y
(peri)urbanas; el establecimiento de mercados públicos y privados de compra directa al campesinado
y comunidades indígenas; la generación de condiciones que democraticen la alimentación saludable
especialmente entre los sectores más vulnerables; la aplicación de la agroecología como parte de
programas de salud integral y preventiva, así como de programas de restauración de suelos y bosques,

de la agroecología
adaptación al cambio climático y reducción de las distintas formas de inequidad socio-económica
(incluyendo la de género y generacional). Otras normas complementarias profundamente relevantes
tienen que ver con la tenencia de la tierra asegurando su acceso y titulación a campesinos y pueblos
indígenas, incluyendo a las mujeres; además de normativas en agua, biodiversidad y semillas que las
protejan de privatización y reconozcan la acción histórica y colectiva en su conservación de los pueblos
indígenas y comunidades campesinas.
De este conjunto amplio de posibilidades de enfoques regulatorios conducentes a la territorialización
de la agroecología, se visualiza una vez más que no se trata de la emisión de estándares, ni tampoco se
restringen a aspectos productivos del sector agrícola. Al contrario, se centran en una mirada integral
de bienestar (Vivir Bien o Buen Vivir) a través de la agroecología y su masificación a través de los
territorios.

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Síntesis

Territorialización, procesos sociales y procesos pedagógicos


El elemento crucial para la territorialización de la agroecología es la organización social y su
fortalecimiento (en términos de sujetos, procesos y conocimientos). Por ello, los procesos pedagógicos
de base agroecológica son fundamentales para su materialización. Esto está acompañado del manejo
agroecológico efectivo para dinamizar la actividad socio-económica y biocultural campesina e indígena.

de la agroecología
Otros elementos relevantes son, el discurso movilizador, los aliados externos y mercados favorables.
Finalmente, las normativas y políticas públicas, para ser conducentes a la territorialización agroecológica,
requieren internalizar e implementar los principios agroecológicos y ser resultado de las demandas de
las bases sociales, para fortalecer los sistemas vivos que los implementan, en lugar de simplemente
favorecer mercados estandarizados.

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