AAA TEMA 11. EL ARTE ROMANO DEL BAJO IMPERIO (284-476 D. C.)
AAA TEMA 11. EL ARTE ROMANO DEL BAJO IMPERIO (284-476 D. C.)
AAA TEMA 11. EL ARTE ROMANO DEL BAJO IMPERIO (284-476 D. C.)
Fig. 2 a Victoria romana sobre los bárbaros, detalle Fig. 2 b Invasiones de la parte occidental del imperio
del arco de Constantino, 315. Roma. romano, entre 268-271, de alamanes, marcomanos,
tungos, yácigos y vándalos asdingos.
En Occidente, en el interior de la isla de Sicilia, se conserva el conjunto monumental de Villa del Casale,
En Piazza Armentina, buen ejemplo de villa urbana en el campo, construida entre los años 285 y 300.
Se trataría de la residencia de otro de los tetrarcas, tal vez de Maximiliano Hércules (286-310), aunque
otros prefieren a un Praefectus urbis o magistrado de Roma; un
potentado muy próximo al emperador.
La planta permite entender un conjunto formado por una serie
de estructuras independientes en torno a un peristilo que da
acceso a cada una de ellas, y donde predomina el gusto por las
paredes curvas. Hay grupos de habitaciones de carácter privado y
otras de uso oficial. Disponía de zonas de baño, residencia,
pasillos y jardines, todos con la característica planta irregular y
aparentemente desordenada que se impone en la arquitectura
tardorromana. Las habitaciones más importantes cuentan con un
repertorio de mosaicos, que ocupan 3.000 m2 de superficie, con Fig. 7 a Vista del corredor de entrada a las
temas de carreras y cacerías, captura y traslado de animales desde termas, Villa del Casale, 285-300. Piazza
Armerina.
África y algún cuadro de tema mitológico y (Fig.7).
Fig. 7 b Ábside con el mosaico de los gigantes. Fig. 7 c Planta sg. A. Carandini.
Estudiados el Palacio de Spalato y la Villa de Casale, se pueden
entender otros yacimientos cuyas características parezcan una
mezcla de ambos, evidentemente relacionados con el poder
imperial de la Tetrarquía. Uno de ellos es Félix Romuliana, uno
de los lugares más importantes de la romanidad tardía en
Europa, cercano a la actual ciudad Serbia de Gamzigrad.
Construido por Galerio (292-311) (yerno e hijo adoptivo de
Diocleciano) en su ciudad natal, estableció allí su capital como
César de la Tetrarquía tras su victoria sobre los persas.
Se trata de un enorme recinto amurallado dotado de puertas Félix Romuliana
monumentales que protege las distintas dependencias palaciales y la lujosa villa privada a la que se
retiró tras su abdicación, todo ello ricamente decorado con mármoles y mosaicos.
El llamado Palacio de Cercadilla en Córdoba también ha sido relacionado con Maximiano Hércules,
pues se considera mandado construir por éste mientras se
hallaba en Hispania. Con una planta compleja similar a la
Villa de Piazza Armerina, también cuenta con zonas oficiales
(una gran aula, peristilos y salas de recepción) y privadas
(baños y habitaciones), ricamente adornadas a juzgar por los
restos conservados, aunque por desgracia ha perdido la
mayor parte de su superficie debido a la construcción de la
estación del AVE de Córdoba.
Palacio de Maximiano en Córdoba, España. Palacio de la Cercadilla.
Majencio muere en una batalla se saxa Rubra o puente Milvio y Constantino se convierte en el único
emperador de Occidente. En Oriente, Licinio derrotó a Maximino Daza y se casó con la hermana de
Constantino. La tetrarquía de Diocleciano saltó por los aires asomando de nuevo el fantasma de la
guerra civil en el Imperio Romano. Como siempre, el vencedor elimina de la memoria al vencido y se
apropia de sus logros; de este modo, y tras vencer a Licinio en tres batallas, Constantino hizo suyo el
“edicto de Milán” del 313 por el que se daba libertad de culto a los cristianos, y, debido en realidad a
Licinio y su edicto de Nicomedia.
El acercamiento de Constantino hacia los cristianos se produjo desde un primer momento, pues según
la tradición el propio emperador reveló una visión, en la que pudo contemplar la imagen del labariun o
cruz de los cristianos, mientras una voz le avisaba: in hoc signo vinces: “vencerás bajo este signo”.
Pese a ello Constantino mantuvo todo su reinado entre dos aguas, pues sus monedas y relieves los
representaba, aún, con símbolos paganos y asociados a divinidades como Helios, Isis, etc.
Tras enfrentarse a Licinio y derrotarle en tres batallas (Cibalae, en 314, Andrinópolis y Chrysópolis, en
324), Constantino reunificó el poder imperial y trasladó la capitalidad del Imperio a Constantinopla,
ciudad que recibió su nombre y fue inaugurada con gran solemnidad y ritual pagano ese mismo año.
Por aquel entonces ya se había producido un acercamiento entre el poder imperial y la Iglesia católica,
mediante el cual ésta había obtenido donaciones y herencias a cambio de la colaboración de la
jerarquía eclesiástica en la administración del Estado. El emperador dio apoyo a través de la creación
en el año 318, de la jurisdicción Episcopal, por la cual podía ser juzgado por la ley cristiana todo aquel
que lo prefiriese. Para reforzar esta jurisdicción, las sentencias de los tribunales eclesiásticos eran
inviolables y su ejecución estaba garantizada mediante la fuerza pública.
Autorizó a la Iglesia para que pudiera recibir bienes patrimoniales, concedió subvenciones para la
reconstrucción de iglesias y construcción de otras nuevas. Constantino fundó varias basílicas en Roma:
San Juan de Letrán (312-319), Oratorio de San Pablo (324) y San Pedro del Vaticano (326). La planta
tradicional de las basílicas fue la elegida para dar cobijo a los actos de culto de la iglesia cristiana y su
liturgia; hasta ese momento se reunían en las oratoria u oracula, casas particulares, que si además
podían impartir los sacramentos se convertían en domus ecclesiae, frente a la cual se hallaba un
cardenal.
Al otro lado del río, al noreste de Roma, un recinto amurallado medieval y renacentista de apenas
medio kilómetro cuadrado, el Vaticano, surgió como un martyrium, edificio que señalaba el
enterramiento de San Pedro tras su martirio en el 64. Cerca del edificio había una necrópolis pagana,
con tumbas a ambos lados del camino que Constantino mandó arrasar para construir la Basílica de San
Pedro, cuyas obras durarían tres décadas. Aunque apenas quedan restos de esta época, sabemos que
era un enorme edificio (120x64 metros), con cinco naves, la central más alta y ancha y dividida en
cuatro series de 22 columnas. Una serie de ventanas en lo alto permitían la iluminación del interior.
Una nave transversal entre las naves y el testero daba una forma de cruz latina al conjunto, cuyo
ábside estaba orientado hacia el Oeste, abrazando la tumba del Apóstol que se hallaba protegida por
una pérgola de 6 columnas salomónicas. A los pies de la basílica, precediendo su entrada, se dispuso un
atrio bordeado por cuatro pórticos, precedente de la columnata que hoy acoge su gran plaza (Fig.6).
En Roma apenas quedan restos de las basílicas paleocristianas originales; las más antiguas conservadas
son ya de inicios del siglo V, como la basílica de San Clemente al Laterano que aprovechaba un titulus
del siglo IV, construido a su vez sobre un Mitreo de inicios del siglo III. Quizás la que mejor conserva el
aspecto original es la basílica de Santa Sabina (Fig.10), sobre el Palatino, edificada en el 422-423 y que
aún conserva su aspecto original, o Santa María la Maggiore (423), una de las 4 basílicas patriarcales.
Fig. 10 a Basílica de
Santa Sabina, ábside
desde el exterior, 400-
410. Aventino, Roma.
Fig. 11 Templo del Divino Rómulo, visto desde el Palatino, 307-309. Foro Republicano, Roma.
En aquellos mismos años se había utilizado esta planta, aunque de forma mucho más monumental, en
el Mausoleo de Diocleciano (siglo IV). Ubicado dentro del conjunto de Spalato, es un mausoleo de
planta centrada precedida por un vestíbulo o nártex.
El interior se cierra con una cúpula sostenida mediante un amplio tambor aligerado con nichos en el
interior, unos de planta semicircular y otros de planta cuadrada, con columnas casi adosadas; esta
columnata se repite en el exterior
a modo de pórtico (Fig.12).
Una de las más brillantes creaciones de la Roma constantiniana es el Mausoleo de Santa Constanza
(por Constantina, hija del emperador), del siglo IV (Fig.14), convertida pronto en iglesia. La planta
circular se completa con la adición, en el interior, de un anillo de columnas pareadas lo que deja una
nave anular o deambulatorio alrededor del espacio central, cubierta con una bóveda decorada con
unos mosaicos de gran calidad. En adelante, esta planta tendrá mucha
fortuna en la arquitectura de transición hacia la Edad Media, con ejemplos
tan significativos como la Iglesia de Santo Stefano Rotondo de Roma.
3. Artes figurativas.
3.1 Escultura.
3.1.1 El arte constantiniano.
En el campo de la escultura es donde mejor se percibe la posición del arte
romano de inicios del siglo IV: a mitad de camino entre el arte alto-imperial
y el de la tardo-antigüedad o el bizantino. En este periodo las pervivencias
del retrato surgido tras Septimio Severo se mantienen en el tratamiento de
los cuerpos y las variaciones van a ir en el sentido de la profundidad de los
pliegues o en la calidad del resultado final, cada vez menos cuidado. En los
rostros, sin embargo, se van a observar las transformaciones del siglo III en
las que se busca representar, a través de los cabellos cortos, la barba
descuidada, rasgos angulosos y mirada fija, la capacidad de hacer frente a la
nueva situación de crisis, su dureza de carácter y la energía del personaje.
Esto queda bien reflejado en el grupo de los Tetrarcas de Venecia.
Estatua colosal de Constantino: Bajo el reinado de Constantino el retrato imperial adquiere una nueva
imagen del soberano como un individuo por encima del resto de los mortales, con caracteres
sobrehumanos alcanzados también por unas estatuas de tamaño colosal, como los 12 m. que medía el
acrolito situado en la usurpada Basílica de Majencio. Abandona la barba de los emperadores anteriores
con una imagen juvenil. Se impone la idea de un dirigente inaccesible que además lo es “por la gracia
de Dios”. Estas características se repetirán al menos durante otro siglo con todos los sucesores de
Constantino, llegando a determinar el retrato de los emperadores de Oriente del siglo V (Fig.17).
A comienzos del siglo IV se hizo el Arco de Galerio, en Tesalónica, residencia del entonces César de la
Tetrarquía junto a Diocleciano, y posterior Augusto (292-311). Erigido para celebrar el triunfo sobre los
persas de Narsés. Es un arco de cuatro caras del que hoy
sólo se conservan dos de sus pilas.
Totalmente cubierto con relieves de escenas yuxtapuestas
que narran las diferentes acciones oficiales de los tetrarcas
(representados todos de la misma manera, como metáfora
de la armonía del nuevo sistema y de la igualdad de los
cuatro príncipes), y de Galerio en particular, desde el
sacrificio de los dioses para agradecer la victoria hasta los
diferentes momentos de la campaña y la adlocutio o
arenga de las tropas, hasta la derrota y sometimiento del
enemigo pisoteado por su caballo y el adventus o entrada
ceremonial en la ciudad, además de frisos de animales y Fig. 19 a Cara oriental del arco de Galerio, h. 330.
plantas que separan los diferentes registros y sirven para Tesalónica.
señalar las principales escenas. Se trata de un bajorrelieve con gran expresividad en gestos y elementos
elaborados con cierto detalle (Fig19).
Fig. 19 b Galerio triunfante sobre los persas. Fig. 19 c Los tetrarcas en el arco de Galerio.
Basa de las Decennalia (siglo IV). Para celebrar los diez años de mandato de la tetrarquía se colocaron
cinco columnas conmemorativas en el Foro; una por cada tetrarca y la quinta para Júpiter. Además de
la inscripción conmemorativa se representó la escena del sacrificio oficial, una procesión de senadores
y otra con los animales del sacrificio “suovetaurilia”.
Las figuras apenas sobresalen del fondo, para ello se recurrió al trépano o taladro, al igual que en los
ropajes o anatomía. Los planos casi no se diferencian y los personajes son todos iguales: dimensiones
iguales para cada uno de ellos, presentando la isocefalia propia del arte romano de este periodo. Los
bordes de la contabulata o toga son tan planos que parecen bandas de decoración (Fig.20).
Fig. 20 a Escenas de sacrificio, Basa de las Decennalia, 303 . Fig. 20 b Procesión de los senadores.
Foro republicano, Roma
Arco de Constantino (con las mismas características descritas anteriores) siglo IV. Realizado a base de
piezas de otras obras y de otras expresamente hechas para este arco conmemorativo de la Batalla del
puente Milvio, tres años atrás. Hay imágenes “secuestradas”
de la época de Trajano: 8 estatuas de prisioneros, 4 relieves
de batallas contra los dacios. Los tondos circulares con
escenas de caza y de sacrificio son de Adriano y los paneles
con escenas de guerra de Marco Aurelio, aunque éste ha
sido sustituido con la cabeza de Constantino (Fig.21 a arriba:
Tondos lado derecho de la cara norte). En los relieves
propios aparece el emperador como libertador de la “Urbis”,
en uno de ellos se muestra dirigiéndose a los romanos desde
la tribuna del foro, rodeado por su corte, mientras la masa Fig. 21 a Lado derecho de la cara norte, 315.
de oyentes se dispone en escorzo y perspectiva “torcida”, Arco de Constantino, Roma.
tantas veces empleada en la antigüedad tardía. En otro relieve el emperador reparte donativos al
pueblo y aparece en una escala mayor, mostrando claramente la jerarquía del poder imperial.
Fig. 21 b
Basa del obelisco de Teodosio del hipódromo de Constantinopla. siglo IV. El arte constantiniano
conecta con el periodo tardoantiguo como de continuidad en estas características, muestra de ello es
la basa realizada para el hipódromo de Alejandría y trasladada más tarde a Constantinopla por
Teodosio I.
Se representa al emperador de mayor tamaño,
rodeado por sus hijos y por su corte, presidiendo
diversos actos oficiales de un modo propio de
tiempos medievales (Fig.22).
Fig. 26 a Sarcófagos paleocristianos: a de Marco Fig. 26 b de Ágape y Crescenciano, necrópolis vaticana, 330-360.
Claudiano, 330-335. Palazzo Massimo alle Terme, Roma. Museo Pio Cristiano, Vaticano.
Las escenas rodean a los comitentes que aparecen en un retrato dentro de un tondo (a veces una
concha), como en el Sarcófago de los dos hermanos (con evidente parecido entre sí).
Los temas preferidos (tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento), adquieren un sentido teológico
claro, como es el caso del llamado sarcófago Dogmático, fechado entre 330 y 340 y sí llamado por
contener imágenes relativas al dogma establecido en el
“Concilio de Nicea”, del año 325. En él aparecen episodios
iconográficos reiterativos: creación de Adán, Cristo entre
Adán y Eva junto al árbol de la Ciencia, milagro de las bodas
de Caná, multiplicación de los panes, resurrección de Lázaro,
adoración de los Reyes, curación del ciego, Daniel en el foso
de los leones y negación y prendimiento de Pedro. Menos
frecuentes son el sacrificio de Isaac, la curación del paralítico
o de la hemorroísa, o Jonás y la ballena (Fig.27).
Fig. 27 “Sarcófago Dogmático”, San Juan de Letrán,
330-340. Museo Pío Cristiano, Vaticano.
En la segunda mitad del siglo IV desaparecen casi totalmente las imágenes del comitente y comienzan
a abundar las escenas de la Pasión de Cristo. Buen ejemplo es el Sarcófago de Junio Baso, prefecto
romano muerto en el 359, y el que se aúnan los temas cristianos (en el centro, una estampa canónica a
partir de ahora, de la traditio legis o entrega de la ley divina por Cristo a sus discípulos) con referencias
a obras clásicas como la figura de Eva similar a la Venus de Cnido praxitélica. La talla es más profunda y
volumétrica con detalles marcados. Con Cristo entregando el rollo a Pedro, junto a su complemento de
otra de la traditio clavis o entrega de las llaves, aludiendo al emperador concediendo prebendas a sus
súbditos más allegados o fieles, con lo que se establecía iconográficamente, el predominio de Roma
sobre el resto de las ciudades (Fig.28).
Fig. 28 a Sarcófago de Junio Basso, 359. Fig. 28 b Cristo entrega la Ley Divina o
Tesoro di San Pietro, Vaticano “traditio legis”.
3.2 Pintura.
En la pintura y el mosaico de los primeros siglos del cristianismo las imágenes se vinculan con el
paganismo, pero adquiriendo otro significado. Buen ejemplo es
la imagen del banquete, utilizada en temas funerarios como
representación de la Última Cena y símbolo de la celebración
de la Eucaristía, la liturgia fundamental de la nueva religión, tal
como se ve en las Catacumbas de los santos Marcelino y Pedro
(siglo III). Al mismo tema se alude con imágenes simbólicas
como el plato de los panes y los peces o a la imagen del
cordero bendiciendo los panes (Fig29).
Fig. 29 a Escena de banquete, mediados del siglo III .
Catacumbas de los Santos Marcelino y Pedro, Roma.
Fig. 29 b Pez y panes eucarísticos, inicios s. III. Fig. 29 c Cordero bendiciendo los panes, s. IV.
Cripta de Lucina, catacumbas de San Calixto, Roma. Catacumbas de Comodila, Roma,
El estilo de las pinturas va desde el realismo en formas y detalles, hasta hacerlos cada vez más
simbólicos y simplificados, siguiendo las reglas de la evolución del llamado “arte plebeyo” en la
antigüedad tardía. Las pinturas de las catacumbas estaban concebidas para comunicar el mensaje
bíblico y no como obras de arte, por ello no se destacan los detalles ni los fondos y las figuras son
planas, sin sombras ni perspectiva; son un paso intermedio entre el realismo de la pintura romana y la
rigidez del arte altomedieval.
Los temas se escogen por su relación con la salvación del alma a
través del bautismo, prefigurado con escenas como el arca de
Noé o Moisés haciendo brotar la fuente de una roca (Fig.30).
Fig. 31 a La curación de la
hemorroísa , 2ª mitad del
siglo III.
Catacumbas de los Santos
Marcelino y Pedro, Vía
Labicana.
fenestella conffesionis
Bajo la nave de la actual iglesia se conserva un amplio conjunto de pinturas al fresco que ilustran el
proceso de cristianización de una casa tardorromana; a temas paganos como un cortejo de amorcillos
que cabalgan sobre monstruos marinos, una serie de efebos que sujetan un festón vegetal y
acompañado por erotes, pavos y otras aves, o un gran cuadro en el que Proserpina aparece en su
regreso del Hades, se añaden otros claramente cristianos. De la primera mitad del siglo IV se conserva
una habitación minúscula, la fenestella conffesionis, en la que en su pared frontal hay una imagen de
un santo orante ante el que se postran varias figuras. Más adelante se añadieron escenas con la
detención y decapitación de 3 personajes, dos hombres y una mujer. Por debajo de este panel, tres
cavidades en la pared indican el lugar donde los mártires Crispo, Crispiniano y Benedicta recibieron
sepultura. Todo el conjunto tiene un gran valor pues conserva las imágenes cristianas de los primeros
tiempos, que dieron lugar a la iconografía de basílicas e iglesias posteriores. El propio conjunto de
casas fue donado a la Iglesia, que lo convirtió en titulus Byzantii por su propietario, Bizante y, a inicios
del siglo V edificó encima una Iglesia dedicada al culto de estos mártires y a los santos Juan y Pablo,
convertidos en sus titulares.
3.3 Mosaico.
El predominio de los temas geométricos en el mosaico de los siglos II y III tanto en su versión en blanco
y negro como en la policroma, se transformó a fines del siglo III en una recuperación de los temas
figurativos, tendencia que no se abandonaría hasta el final del mosaico en la Alta Edad Media, y que se
conservaría en el arte romano del Oriente Bizantino. La elevada conservación de muchos mosaicos por
todo el Imperio Romano de debe básicamente alr estar en pavimentos, siendo casi lo único que se
conserva de algunos yacimientos. Hay imágenes de todo tipo de juegos, cuadros mitológicos, escenas
de caza, paisajes, actividades de la vida cotidiana, temas mitológicos... A través de ellos los propietarios
de las domus expresan su cultura (con los mosaicos de temas mitológicos, cosmológicos o de retratos
de filósofos y poetas ) o su fuerza y poder con las escenas de cacerías con las que el dominus no solo se
entretiene, sino que también mantiene libre de fieras sus tierras (Fig.33).
Fig. 33 a Mosaicos de 285-300 el “dominus” va de Fig. 33 b Niños jugando a las carreras. Villa del Casale,
cacería. Piazza Armerina, Sicilia.
Desde época constantiniana el mosaico es empleado en los edificios oficiales, no sólo en pavimentos,
sino también en las paredes de las basílicas y los mausoleos. A la técnica de las tradicionales teselas de
mármoles de colores, se unen otras de pasta vítrea, fragmentos de cerámica y el empleo de pan de oro
para los fondos dorados que empiezan a generalizarse ya en la arquitectura cristiana.
El opus sectile o mosaico de mármoles recortados,
como los de Villa Adriana, se repiten en la Basílica
de Junio Basso, edificio civil transformado en iglesia
cristiana en el siglo V. El propio Junio Basso en traje
de gala, con su toga tardorromana de círculos de
telas de colores cosidos, en un característico plano
frontal, mientras que el cortejo de jinetes que
representan las cuatro facciones de las carreras, se
muestran en perspectiva torcida. En otro panel está
el tema mitológico del rapto de Hylas por las ninfas.
Otros dos cuadros más muestran a sendas trigresas Fig. 34 a Mosaicos de opus sectile de la basílica de
atacando a bóvidos (Fig.34). Junio Basso, 331-340. Escena de “procesión
consularis”, Musei Capitolini, Roma.
Fig. 34 b Rapto de Hylas, Museo Nazionale Palazzo Fig. 34 c Tigresa atacando a un ternero, Musei
Massimo, Roma. Capitolini, Roma.
Pero donde los mosaicos tardorromanos adquieren su mayor esplendor, será en las paredes y bóvedas
de los mausoleos e iglesias cristianas del periodo constantiniano.
Se siguió la técnica anterior, aunque ahora las teselas son más grandes para hacerse visibles a mayor
altura. El estilo de las figuras es romano, pero se van volviendo cada vez más rígidas, sujetas a
convencionalismos y con una simetría forzada, aunque se construyen obras de más calidad que las
correspondientes a las casas y villas contemporáneas.
El tema preferido es la figura de Cristo, al que también se alude como cordero, como roleos con
pámpanos y uvas (Eucaristía), los oficios de la Virgen y de los Apóstoles, escenas o símbolos de
Apocalipsis, la superioridad de la Iglesia, etc. Los fondos son de un llamativo azul sobre el que se elevan
las figuras o se apoyan en nubes, o sobre prados verdes con flores y animalillos. Tienen su hito inicial
en las bóvedas del deambulatorio del mausoleo de Santa Constanza, con sus campos llenos de vides
que son vendimiadas y elaboradas en los lagares por grupos de putti en cuadros similares al lateral del
sarcófago de Constantina, originalmente depositado bajo la cúpula (Fig.35).
Arco de la nave, de la
basílica de Santa María
Maggiore
Fig. 38 a Disco o “Missorium de Teodosio. 388. Copia Fig. 38 b Detalle de la parte central, original
del Museo Nacional de Arte Romano, Mérida. de la Real Academia de la Historia, Madrid.
3.5 Marfil y otras producciones bajo imperiales.
Los dípticos o tabletas hechas en marfil servían como soporte para la escritura, pues en su interior
tenían una cavidad rellena de cera que permitía su uso. Unidas por bisagras, se plegaban como las
tapas de un libro. En general tienen una decoración exterior
en relieve. En la Antigüedad tardía adquirieron un carácter
de objetos de lujo que eran ofrecidos a personajes de alto
rango. Al principio era donativos imperiales, pero desde el
siglo IV también los podían conceder los magistrados, para
conmemorar la llegada al cargo, de ahí su denominación
más común de “dípticos consulares”. Como el llamado
Díptico de Estilicón. Este era el magister militum del
emperador Honorio (395-423) y defensor del imperio recién
dividido entre los dos hermanos, que aparecen retratados
en el escudo del militar coma tras presentado aquí junto a
su esposa Serena (sobrina e hija adoptiva de Teodosio) y su
hijo Euquerio, todos en posición frontal y mayestática.
Se encuentra dentro del llamado Renacimiento Teodosiano,
por su vuelta al clasicismo de épocas anteriores (Fig.39). Fig. 39 Díptico de Estilicón, Serena y Euquerio, 395.
Tesoro de la Catedral de Monza.
En el díptico suele aparecer grabado el nombre del magistrado lo que facilita la datación.
Se acompaña de una escena que suele representar la celebración pública de la concesión de su cargo.
Solían ser carreras en el circo o cacerías pues los juegos gladiatorios estaban prohibidos desde
Constantino. Suelen tener un brazo en alto con una mappa o pañuelo en la mano para dar la señal de
salida en las carreras. En algún caso se han conservado pinturas en el interior de la pieza, sobre el
receptáculo de la cera como en el Díptico de Boecio, una obra del taller romano hecha para celebrar la
segunda elección de Manlio Boecio, como praefectus urbi y su consulado en el año 487 (Fig.40).
El cónsul aparece dos veces, una de pie y otra sentado en el trono, siempre con el cetro y ricas
vestiduras. Se distinguen los ornamenta triumfhalia (la toga picta y la túnica palmata, además del
centro de marfil con águila en la parte superior que sostiene con su mano izquierda), mientras que en
su mano derecha el pañuelo para el acto
de apertura de los ludi circenses que
tuvieron lugar en la celebración de su
acceso al cargo. A sus pies, las palmas de
premio al vencedor y las bolsas de dinero
para la largitio o reparto de dádivas
entre los asistentes
El emperador, que se había hecho construir una habitación provisional en medio de las edificaciones,
para seguir directamente las obras, contó con dos grandes arquitectos, Artemio de Tralles
(matemático, era el teórico del proyecto) e Isidoro de Mileto (gran teórico, era el ingeniero) para
ejecutar un edificio sin igual.
Santa Sofía se levantó entre los años 532 y 537, pero el hundimiento de su cúpula y la consiguiente
reconstrucción hizo que por segunda vez se consagrara en el año 562 (Fig.45). Costó una fortuna y
reunió mármoles y materiales de la máxima calidad
que Justiniano exigió a los gobernadores de las
provincias. La planta es un gigantesco rectángulo
formado por un atrio, dos vestíbulos transversales
y un cuerpo central que soporta una cúpula de 31m.
de diámetro, inscrita en un cuadrado y sostenida
por cuatro pechinas y sobre arcos sustentados por
cuatro enormes pilares.
Esto constituye la gran innovación de la arquitectura
bizantina, ya que únicamente se apoya sobre cuatro
puntos y parece suspendida en el aire, gracias a las
cuarenta ventanas que se abren en su arranque.
Para aligerar el peso de la cúpula, los arquitectos la Fig. 45 Interior de la cúpula de Santa Sofía, reconstruida
construyeron con ánforas embutidas en el lecho de en 562. Estambul.
cemento y con tejas esponjosas de Rodas. En los laterales de la cúpula, unas naves con galerías altas
forman salas independientes desde donde la corte asistían a las ceremonias.
Las paredes se recubren con placas de mármol de colores y de mosaicos de fondo dorado que ahora
sólo son visibles en las galerías laterales, pues los principales fueron destruidos por los turcos en el
siglo XIX, que además añadieron los minaretes exteriores. Esta basílica marca un hito en la evolución
técnica y estilística de la historia de la Arquitectura: culmina el gusto bizantino por el espacio inmenso,
en los que se muestran en todo su esplendor la luz y el color. Su volumen arquitectónico y exuberante
decoración constituyen el punto final de la herencia clásica y pone las bases del arte medieval.
Acrolito: estatua cuyo torso era de madera y las extremidades de mármol. La madera
estaba oculta por el dorado o, más comúnmente, por una vestidura, dejando las partes
elaboradas de forma aislada de mármol a la vista.