Manifestaciones Del Espiritu

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Fue el pastor y teólogo, Jonathan Edwards, quien nos dejó en su libro “Las

Afecciones Religiosas” la siguiente advertencia:

“No es fácil apoyar lo bueno de los avivamientos religiosos y a la vez, ver y


rechazar lo que en ellos está mal.

Esta mezcla de religión falsa con verdadera ha sido el arma más poderosa de
Satanás contra la causa de Cristo. Es por esto que nos urge aprender a
distinguir entre la religión falsa y la verdadera; entre emociones y
experiencias que realmente nacen de la salvación, y las imitaciones que
aunque externamente atractivas y creíbles, son falsas.”

Hoy, tenemos por un lado a un grupo de creyentes que dan por válidas todas
las emociones y experiencias que se manifiestan en la Iglesia, atribuyéndolas
al obrar del Espíritu Santo, y paralelamente, tenemos al grupo de los que
atribuyen toda emoción y experiencia al mero obrar de la carne o los
demonios.

En estos testimonios de “ex-pentecostales” uno puede leer cosas como estas:


“Las sacudidas y tembladeras no son manifestaciones del Espíritu Santo, no
hay sustento bíblico para tal práctica. Cuando en los cultos hay un momento
llamado “ministración”, o cuando el tiempo de alabanza se ha tornado muy
espiritual, o simplemente cuando el predicador dice “vamos a imponer
manos…” muchos creyentes, mayormente mujeres, empiezan a sacudirse, a
temblar, y a tener movimientos similares a convulsiones, se genera un
desorden y no hay ninguna parte en el Nuevo Testamento, que haga referencia
a que esta práctica era común entre los cristianos del primer siglo.”  

Veamos que dicen las Escrituras con respecto a los efectos físicos de la
presencia de Dios.

Daniel 8:15,18,27 Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y


procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de
hombre…  Mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre mi
rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie…  Y yo Daniel quedé
quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los
negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la
entendía.
Daniel 10:7-9,15-17 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los
hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran
temor, y huyeron y se escondieron.
Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi
fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.
Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre
mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. Y me dijo: Daniel,
varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie;
porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en
pie temblando… Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos
puestos en tierra, y enmudecido.  Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de
hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba
delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no
me queda fuerza.
¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al
instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.

El apóstol Juan cayó como muerto ante la manifestación del Señor

Apocalipsis 1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su


diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; [RV-
1960]

Moisés temblaba ante la presencia de Dios

Hechos 7:31,32 Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y


acercándose para observar, vino a él la voz del Señor: Yo soy el Dios de tus
padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés,
temblando, no se atrevía a mirar. [RV-1960]

Pablo no solo se cayó al suelo, sino que temblaba cuando tuvo su encuentro
con Cristo,
Hechos 9:3-6 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de
Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo
en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?  Él
dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura
cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor,
¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y
se te dirá lo que debes hacer.

Es bien sabido que en las predicaciones al aire libre de George Whitfield, las
personas se estremecían, temblaban, gritaban y caían como muertas al suelo.
Como dijo Martyn Lloyd-Jones de él: “los hombres quedaban aterrorizados,
asustados y en agonía de alma cuando lo oían” La primera vez que predicó en
una iglesia, hubo una queja formal de que “15 personas enloquecieron al
escuchar el sermón” [Martyn Lloyd-Jones – Conferencia: Calvino y
Whitefield]

Por supuesto que el mero hecho de temblar, o el caerse en un culto no


significa que sean obra de Dios, y también es cierto que algunos predicadores
neo-pentecostales han hecho de esto un circo, pero que un extremo no nos
haga huir hacia el otro extremo. Evidentemente muchas personas tienen la
costumbre de tirarse hacia atrás cada vez que alguien les impone las manos,
pero para eso hay solución: avíseles, antes de imponerle las manos, que no
habrá nadie detrás para sostenerlas cuando caigan, y que el suelo es bastante
duro; y así usted comprobará como la mayoría de los que suelen caerse ya no
lo harán.

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