And I've Hurt Myself (By Hurting You)

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And I've hurt myself (by hurting you)

by raquellu47

¿Qué ocurre el último día en el retiro dirigido por Aubrey, el día después a la honesta
conversación mantenida por las Bellas alrededor de la hoguera?
Capítulo 1

Esta historia me vino a la cabeza durante mis vacaciones en un camping. Entre eso,
la gran obsesión que tengo por Bechloe, y mi imaginación hiperactiva, era cuestión de
tiempo que algo se me ocurriera. Es la primera vez que escribo algo sobre PP así que
espero haber captado bien las personalidades y todo eso, si no, mis más sinceras
disculpas.
Estaba originalmente planteado como un one-shot pero el fanfic me
convirtió en su esclava y decidí dividirlo en tres partes para que no se hiciera
demasiado largo. Narrado desde el punto de vista de Beca siempre. Las citas a la
derecha que empiezan todos los capítulos, al igual que el título, pertecenen a una
canción de Christina Aguilera: Hurt.
----------------------------------
You told me how proud you were but I walked away
If only I knew what I know today
I would hold you in my arms
I would take your pain away
Thank you for all you've done
Forgive all your mistakes
- ooo -
Abre los ojos y parpadea para enfocar la masa uniforme de color carne
que tiene pegada a la cara. Poco a poco, con la luz grisácea que se cuela a través de
las mosquiteras, logra...
Espera. ¿Mosquiteras? ¿Dónde...?
Oh.
Los recuerdos acuden en tropel a su todavía demasiado dormido
cerebro, aturdiéndolo con un bombardeo continuo de sonidos, colores e historias
inconexas. Las Bellas han ido a un retiro espiritual perdido en medio de la nada; o,
mejor, han sido arrastradas a un retiro espiritual perdido en medio de la nada por una
insistente pelirroja bajo la promesa de que eso es lo que necesitan para fortalecer los
lazos que las unen, salir de ese mal trago y, ya de paso, ganar el Campeonato
Mundial de Acapella.
Pero, ¿sinceramente? No es que les dieran elección alguna. Cuando a
Chloe Beale se le mete algo en la cabeza, no existe fuerza en este mundo capaz de
evitar que lo consiga.
Uh-oh. «Código rojo, Beca». Esa masa uniforme de color carne pegada
a su cara se está moviendo y aire caliente choca contra sus mejillas. Se frota los ojos
para volver a la realidad y lo primero que ve son unos labios. Unos labios finos,
carnosos, de un rosa pálido, ligeramente entreabiertos y curvados en una dulce
sonrisa. Prácticamente llevan un cartel de neón que ordena a Beca a mirar y
cortocircuita la conexión entre cerebro-músculos.
Entonces, como si estuviera observándolo todo sumergida bajo agua,
los labios se mueven y la sonrisa se ensancha, sacando a relucir dientes blancos como
perlas. «Qué cliché», piensa. Saca la cabeza a la metafórica superficie y sus oídos se
destaponan. Comienzan a llegarle sonidos: el ruido del aire fuera de la tienda de
campaña, los pájaros cantando, los ronquidos de Flo, Amy la Gorda murmurando
algo, las respiraciones sincronizadas de diez personas. Ha estado en muchas
situaciones similares como para saber que le han hablado y no ha prestado atención
alguna. No necesita que alguien se lo diga, directamente lo sabe. Es por eso que su
mirada se despega a duras penas de los labios que la han hipnotizado y se desliza por
unos rasgos ya conocidos hasta tropezar con unos ojos azules que brillan, divertidos.
Y por billonésima vez desde que Chloe Beale se le acercó en la feria de la universidad
con un folleto de las Bellas, no puede evitar preguntarse cómo demonios se pueden
tener unos ojos tan azules y no ser un extraterrestre.
- ¿Huh? - pregunta, la voz ronca y espesa por el sueño.
La amplia sonrisa de la pelirroja se ensancha todavía más, de esa
forma que solo adquiere cuando algo que sospecha demuestra ser cierto.

- He dicho: "Hey, ¿qué haces tan pronto despierta?" - repite Chloe.


Beca va contestar pero se da cuenta de que no lo sabe. Frunce el
ceño, pensando que tiene que haber pasado algo, si no, todavía estaría cómodamente
dormida. Al retorcerse en el saco en busca de una mejor postura que no provocara
que su brazo perdiera todo riego sanguíneo, lo siente.
Una piedra. Puntiaguda. En su espalda. Con razón no ha sido capaz de
seguir durmiendo después de toda la noche tumbada sobre ella.
- Se me está clavando algo en la espalda - dice en un susurro,
haciendo una mueca de dolor.
Una mezcla de diversión y preocupación cruza el rostro de Chloe,
quien al final se decide a ir con la primera porque si fuera grave haría horas que Beca
se habría quejado.
- Eso dijo ella - contesta, reprimiendo una risa al ver la reacción de la
morena.
- Estáis desgastando la broma - musita esta, enfurruñada.
Con el borde del saco hasta el cuello, mueve los brazos en el interior
en busca de la piedra ofensiva, pero la tela es demasiado estrecha y le da pereza
tener que bajar la cremallera y dejar escapar el calorcito acumulado. Chloe debe de
leerle la mente porque se arrastra más cerca aún y mete la mano bajo el cuerpo de la
DJ, tanteando.
- Está por debajo del suelo de la tienda - informa susurrando mientras
retira la mano. - No puedo cogerla.
- Mierda.
- Cámbiate tú - propone la pelirroja haciendo un gesto circular con el
índice.
« ¿Y romper nuestros momentos tan Spiderman - Mary Jane? »
- Pero para eso tendría que moverme.
Su gesto de horror, con los ojos muy abiertos, hace reír a Chloe. Tiene
que esconder la cara en la almohada para ahogar las carcajadas.
- Entonces aguántate.
- Eso sí puedo hacerlo.
La morena sonríe, satisfecha consigo misma, y se recoloca por tercera
vez, ahora sobre su costado con un brazo doblado bajo la cabeza para evitar lo
máximo posible la punta de la roca. Brevemente, se pregunta cómo no se dio cuenta
de ello la noche anterior, aunque estaba tan agotada que se quedó dormida en cuanto
su cabeza tocó la almohada y no se despertó hasta ese momento. ¿Y la noche
anterior a la anterior? Mmmm tampoco es que hubiera podido pensar en otra cosa
que no fuera la lengua de Lilly en su nariz o Chloe tras ella con experimentos lésbicos
y demasiada cercanía. Difícil elección.
- En fin... ¿Qué hacías tú despierta?
- Observarte - replica la co-capitana de las Bellas con una tranquilidad
pasmosa.
Y ese es uno de los problemas con Chloe: es bromista por naturaleza,
pero, en ocasiones, enmascara verdades tras ese tono que lleva a pensar que está
tomándole el pelo a alguien. De modo que Beca muchas veces - por no decir siempre
- siente que está pisando arenas movedizas en lo que respecta a su mejor amiga. No
sabe cuándo habla seriamente y cuándo está jugando con ella. Cuatro años de
amistad y Chloe sigue siendo un misterio en muchos aspectos.
Para variar, Beca se queda mirándola sin reaccionar. Cuenta cinco
parpadeos antes de ser capaz de cambiar su expresión de sorpresa por una más
cercana a su cara de póker. Siete parpadeos, y su cerebro vuelve a funcionar
correctamente. Diez parpadeos para ignorar el extraño aleteo de su corazón. Porque
ese es otro de sus problemas. Vale, Beca nunca se ha caracterizado por ser la
persona más emocionalmente estable del mundo, pero ¿cuando se trata de su cuerpo
reaccionando a Chloe? Jesús, parece que todos sus órganos se van de vacaciones y la
dejan a ella para lidiar con lo que fuera que hubiera pasado. Lo cual no tiene ninguna
gracia. Los necesita para parecer una mujer hecha y derecha, y no una adolescente
hormonada que no sabe cómo articular dos palabras seguidas en cuanto el objeto de
sus fantasías románticas le dice "hola".

Cosa que pasa más a menudo de lo que a Beca le gusta reconocer.


Como ahora.
«Espabila, Mitchell», se regaña mentalmente. Trece parpadeos. Se da
cuenta de que Chloe parece estar esperando una respuesta y eso solo añade más
presión. Odia dejarse en evidencia ante la pelirroja, cosa que también pasa más a
menudo de lo que a Beca le gusta reconocer. En resumen: si tiene que ponerse a
hacer una lista de cada cosa que pasa más a menudo de lo que a ella le gusta
reconocer por culpa de Chloe, o involucrando a Chloe de alguna forma, podría escribir
un libro igual de grueso que la Biblia en verso.
Quince parpadeos. Se aclara la garganta lo más silenciosamente que
puede para no despertar al resto de las Bellas durmientes - oh, esa es buena. Tiene
que contársela a alguien antes de que se le olvide.
- Wow, Edward Cullen, controla un poco tu lado de acosador, ¿no?
Chloe la ciega con su sonrisa. Literalmente. Debería estar prohibido
tener dientes tan blancos.
- No pude evitarlo. Eres tan mona cuando duermes - arruga la nariz
de esa forma que hace que Beca siempre se plantee si el nombre de la pelirroja
saldrá en la definición del diccionario de "adorable". Algo en plan:
Adorable (del latín adorabilis):
1. Adj. Digno de adoración.
2. Adj. Encantador, que hace grata impresión.
3. Chloe Beale.
- Personalmente - bosteza -, no creo que nadie pueda ser mono
mientras duerme. Quiero decir, tendemos a tener la boca abierta y nos caen hilillos
de baba.
- Entonces siéntete orgullosa, Mitchell, eres única en tu especie.
Uno de esos increíbles ojazos azules desaparece brevemente tras un
párpado y Beca tarda en procesar que Chloe le acaba de guiñar un ojo. Su estómago
da un vuelco, sus dedos hormiguean por las ganas de recoger tras la oreja un
mechón de pelo que descansa tranquilamente en la mejilla de la co-capitana de las
Bellas.
Como toda respuesta, la DJ arquea una ceja, escéptica.
- ¡Es cierto! A veces sonríes un poco mientras sueñas. Ah, ¿y sabes
que hablas dormida?
Vaya, realmente la ha estado observando. Beca es consciente de que
debería sentirse echada hacia atrás por ello. Tiene una reputación de chica mala que
mantener, no puede dejar que se extienda el rumor de que sonríe dormida. Sin
embargo, la sensación que florece por su pecho es muy diferente al rechazo. Para
variar, no sabe por qué su cuerpo reacciona así ante la pelirroja y no con otra gente -
como su novio -. Bueno, sí lo sabe, pero no quiere saberlo.
- Eso me han dicho - contesta al final -. Aunque de pequeña no lo
hacía, deber ser una fase universitaria.
- ¿Quién te lo ha dicho? - pregunta su mejor amiga con curiosidad.
Beca vacila antes de contestar. Sabe que mencionar a dicha persona
va a hacer que la sonrisa de Chloe flaquee y no quiere ser la causa de que su co-
capitana pierda parte de su usual alegría. Por lo menos, no más de lo que ya lo ha
sido después de ocultarle su trabajo como becaria en Residual Heat.
- Gente - se encoge de hombros.
- ¿Gente? - la pelirroja entrecierra los ojos, sabiendo que Beca no le
está contando la historia completa. Pero parece que no lo necesita porque ella sola
resuelve el puzzle. - Oh, te refieres a Jesse.
No es una pregunta, sino una constatación hecha con voz sorprendida,
como si le chocara el hecho de que Jesse supiera eso antes que ella, o como si no
esperase que la DJ hubiera dormido con él.

Jesse Swanson es, curiosamente, la única aspereza entre Chloe y ella, pero es una
que parece, de alguna forma, insalvable. Beca no sabe por qué, solo sabe que en
cuanto el nombre de su novio sale a relucir, la co-capitana fuerza sus sonrisas y se
retrae.
Quizá, si Beca fuese más espabilada en lo que a emociones respecta,
habría sabido ver las señales y no estaría tan confundida. Pero, ciega como es cuando
se trata del corazón, siempre creyó que era probable que a Chloe no le cayera bien su
pareja y, como era demasiado correcta para decir nada, reaccionaba de esa forma.
De modo que la morena se limita a encogerse de hombros otra vez.
Y Chloe va a decir algo. Lo nota en la forma en la que coge aire, como
si se estuviera aprovisionando de oxígeno antes de bucear; cómo frunce los labios
ligeramente antes de entreabrirlos, el azul bebé de su mirada sumido en un torbellino
de emociones. Sin darse cuenta, Beca está aguantando la respiración, a la espera.
Pero el estridente sonido de una trompeta las interrumpe. Ambas
pegan un salto, tomadas por sorpresa, mientras el instrumento sigue tronando una
marcha militar desde fuera de la tienda de campaña. Protestas, gemidos y un par de
tacos incomprensibles para cualquier persona que no hubiera nacido en Australia
comienzan a escucharse a medida que las Bellas dejan de ser durmientes y se
despiertan.
- ¡Que alguien apague ese maldito trasto! - grita Stacie, sentada pero
sin quitarse el antifaz de los ojos.
La cremallera de la tienda se abre y una nueva oleada de quejas
escapa de todas las chicas cuando les da la luz en la cara. Excepto a Stacie. Porque
sigue con su maldito antifaz puesto y no deja de preguntar que qué ha pasado.
- ¡Todo el mundo arriba! - brama Aubrey con esa voz de pito que se
clava en los tímpanos.
Beca abre un ojo y mira a través de los dedos de su mano. La exBella
ya está vestida con su uniforme de Tirana de Retiro Espiritual, un silbato acercándose
a los labios. La morena se tapa los oídos justo a tiempo, pero sus amigas no tienen
tanta suerte y vuelven a gruñir.
- ¡Menos quejas y más movimiento! Tenéis media hora para vestiros y
desayunar. Os aconsejo que la aprovechéis.
- Espera. Dime que esas puñeteras trompetas me han dejado sorda y
me estoy imaginando que Aubrey acaba de decir que tenemos solo media hora para
desayunar y, además, vestirnos - Stacie mira a nadie en particular. Sí, sigue con el
antifaz.
- Da gracias de que todavía tenéis media hora, Conrad. Os he dejado
dormir más tiempo porque es vuestro último día, así que afronta las consecuencias.
Cynthia Rose le da unas palmaditas de consuelo en el hombro
mientras Aubrey pone los ojos en blanco desde la entrada de la tienda. Como ve que
nadie tiene intención de moverse, da un par de palmadas condenadamente sonoras
que sobresaltan a todas las Bellas. Otra vez.
- Os espero dentro de diez minutos en el comedor, si no, olvidaos de
desayunar.
El coro de protestas es ignorado por la rubia, que gira sobre los
talones de sus botas de montaña y se marcha con largas zancadas.
- ¿Soy la única que acaba de tener un horrible déjà vu? - pregunta la
DJ estremeciéndose.
- Algunas cosas nunca cambian... - musita Amy.
Las chicas se miran unas a otras antes de suspirar y comenzar la
ardua tarea de rodar fuera de los sacos de dormir.
Beca se vuelve hacia Chloe con intención de seguir hablando pero
sabe que el momento ha pasado en cuanto ve a la pelirroja ya sentada y sonriendo
como si nada. Ahora se quedará para siempre con la duda de qué quería decirle. Se
maldice internamente por no haber estado más atenta a la expresión de su mejor
amiga, así sabría si de verdad iba a decirle algo sin importancia o iba a hacer una
confesión solo para los oídos despiertos de la morena. «Empezamos bien», piensa
irónicamente, aceptando la mano que le tiende Lilly para incorporarse.

Una pregunta sin respuesta más para añadir a las que ya tiene en la lista bajo el
nombre de "Chloe". Un granito más que se le suma a la culpa que lleva acumulada
por su comportamiento para/con Chloe.
Si la conversación de la noche anterior alrededor de la hoguera sirvió
de algo - además de para conseguir que casi se pusiera a llorar cuando la pelirroja
comenzó a cantar When I'm Gone después de decir que las iba a echar mucho de
menos - fue para hacerle ver que parte de los problemas del grupo eran su culpa.
Las Bellas son una familia, una maquinaria bien engrasada con
confianza y amistad que necesita de la colaboración de todas y cada una de sus
pequeñas piezas para funcionar. Beca les dio la espalda por centrarse demasiado en
"lo que haré después", cuando tendría que haber puesto todas sus fuerzas en "lo
quevoy a hacer". Se obsesionó tanto con el futuro que se olvidó de vivir el presente. Y
su descuido causó una reacción en cadena y, al final, la única que siguió luchando por
ellas fue Chloe.
Chloe, quien tuvo que aguantar que la comparasen con Aubrey cuando
se ponía en su modo "estresada hasta el punto de vomitar"; quien, además de pelear
para mantenerlas a flote, tuvo que lidiar al mismo tiempo con el terror que le
producía no saber qué hacer con su vida después de siete años dedicados únicamente
a las Bellas; quien aguantó estoicamente y sin queja alguna las repentinas,
constantes e inexplicables ausencias de Beca; quien vio a su mejor amiga alejarse de
ella, igual que el resto de las chicas, tan cerca de la graduación y con la duda de qué
pasará una vez fueran cada una por su lado rondando por su cabeza.
El mordisco de los remordimientos de conciencia es tan fuerte y la
coge tan desprevenida que se queda congelada en el sitio. No reacciona hasta que no
ve a sus compañeras desfilar frente a ella para salir de la tienda, Chloe cerrando la
fila e instándolas a moverse más rápido o todas sufrirán la ira de Aubrey Posen. Beca
agarra la muñeca de la co-capitana antes de que esta se vaya. La pelirroja se gira
para mirarla, el ceño fruncido por la confusión.
Entonces, sorprendiendo a Chloe, y más aún a sí misma - porque tenía
pensado hablar con ella solo - rodea el cuello de su mejor amiga con los brazos y
pega sus cuerpos con firmeza. Siente el asombro de Chloe en la rigidez de sus
músculos y sus brazos alzados a la altura de la cintura. Inmóviles, inseguros. Pero
cuando la DJ gira la cabeza y la coloca en el hueco de su cuello, la pelirroja se relaja y
corresponde al inesperado abrazo con fuerza. Y puede que sea algo ridículo, ya que
Beca es la más baja de ambas - hasta Emily le saca unos cuantos centímetros - y está
actuando como la alta, pero a ninguna de las dos parece molestarles.
De forma inconsciente, la morena cuenta los latidos de su acelerado
corazón. Está ya en las cifras de tres números cuando considera correcto apartarse y
dar alguna explicación sobre su extraño comportamiento. Porque, de verdad, ¿Beca
Mitchell dando abrazos así como así? Tiene que haberse producido una alineación de
los planetas que altere su forma de ser o algo.
- ¿A qué ha venido eso? - Chloe gana a la hora de preguntar.
Dando un pequeño paso atrás para poder pensar con claridad, fija la
mirada en el suelo de la tienda de campaña, súbitamente insegura. Es al sentir los
dedos de la pelirroja entrelazarse con los suyos que por fin encuentra la voz.
- Nunca llegué a pedirte perdón.
- ¿Por qué? - Parece genuinamente confundida.
- Por ser tan idiota - la DJ se encoge de hombros, primero uno, luego
el otro, con expresión culpable.
Los ojos de Chloe se tiñen de dulzura y adquieren una asombrosa
semejanza con el algodón de azúcar azul.
- Lo siento tanto, Chlo. Fui jodidamente egoísta. Lo manejé todo mal y
lo peor de todo es que te hice daño y lo siento mucho. Has ido a buscar la peor mejor
amiga del mundo...
La co-capitana sacude la cabeza, momentáneamente sin palabras.
Apoya su frente contra la de la morena y abre la boca para responder.
Pero, ¡cómo no!, ese es el momento que escoge Amy para asomar la
cabeza por la puerta abierta de la tienda con una mano sobre los ojos.
- ¿Estáis presentables? - pregunta
- ¿Qué? - espeta Beca, entre molesta y confundida.
- ¿Puedo abrir los ojos sin quedarme traumatizada de por vida?
Porque, seamos lesbi-honestas, no me apetece veros desnudas en una situación
comprometida.
Chloe es la primera de las dos en recuperarse del shock y reírse.
- Te aseguro que es apto para todos los públicos.
- Bien - asiente Amy quitando la mano. - Moved vuestros culos Bloe
antes de que Aubrey se convierta en una máquina de vómito a propulsión.
Sin poder evitarlo, Beca suelta una carcajada, y eso le hace ganarse
un codazo en las costillas por parte de la pelirroja. Hablar de algo serio con Amy
delante es como tratar de que Aubrey se relaje, o sea, una misión perfecta para Tom
Cruise, de modo que ambas capitanas de las Bellas comparten una última mirada
significativa, una promesa de que continuarán con esa conversación en otro
momento, y se dirigen al comedor obedientemente.
Capítulo 2

Oh, it's dangerous


It's so out of line
To try and turn back time
I'm sorry for blaming you for everything I just couldn't do
- ooo -
La cosa sobre los días que empiezan de mala manera es que, aunque
parezca que van a mejorar, es solo una falsa alarma. Siempre empeoran, incluso
cuando se cree que no se puede estar peor.
Desgraciadamente, para Beca no es diferente.
Aguanta, estoica, la verborrea de Aubrey sobre que "ser capitana no
te da ningún trato especial conmigo, Mitchell. Da gracias a que estoy de buen humor
y te dejo desayunar aunque no debería, porque tú mejor que nadie serías un gran
ejemplo sobre 'qué no hacer' para el resto". Y trata de tragarse la contestación, de
veras que lo intenta, pero la rubia parece conocer dónde están los botones que le
hacen saltar y los está presionando todos a la vez. De modo que no puede evitar
replicar con un: "Ah, por fin te han dejado satisfecha. Ya era hora, Posen, no me
extraña que estuvieras desquiciada. ¿Dónde está él? Quiero felicitarle. ¿O es una
ella?" Se siente orgullosa de sí misma durante una milésima de segundo. Luego se da
cuenta de que el comedor está sumido en un inusual silencio y que hasta los pasos de
una hormiga provocan eco, así que tiene sentido que las mejillas de la rubia se tiñan
de un rojo que pasa de la vergüenza a la rabia en un abrir y cerrar de ojos. Es ahí
cuando ve que se ha pasado tres pueblos, lo ve escrito en las caras de las Bellas,
normalmente divertidas cuando Aubrey y ella se pelean, ahora con expresiones de
miedo. Lo ve en la mirada de reprimenda que le manda Chloe.
Pero justo cuando va a disculparse, Aubrey la corta abruptamente
espetando que se ponga a comer y calle de una maldita vez. Beca cierra la boca y
obedece sin rechistar. Le echa la culpa al cansancio, al fin y al cabo, lleva dos noches
durmiendo sobre el suelo duro y siendo arrancada de sus dulces sueños por la
estridente trompeta sonando a todo volumen. Le echa la culpa a su molestia porque
han interrumpido sus dos intentos de mantener una conversación honesta y necesaria
con la pelirroja. Suspira de alivio, creyendo que la rubia lo va a dejar pasar, y se
centra en comerse los huevos revueltos de su plato.
Está equivocada. Está muy equivocada.
La tortura empieza con la rubia cronometrando los dos minutos
estrictos permitidos para lavarse los dientes, respirándole en la nuca, sus ojos azules
clavados en ella como dagas a través del espejo. A eso le sigue todo un día lleno de
actividades absurdas que - se supone - deben ayudarles a reconectar las unas con las
otras, aunque Beca no ve cómo caminar por un tronco o nadar por el barro va a
conseguir eso exactamente. Además, ¿no se suponía que arreglaron todo la noche
anterior en la hoguera? Por eso de que volvían a sonar aca-fantásticas, como dice
Chloe.
Sin embargo, Aubrey parece ensañarse con especial dedicación, como
si hacerlas sufrir en su último día fuera su único objetivo en la vida.
A la morena todavía le duele el cuerpo por la caída desde la trampa
para osos, de modo que ponerse a sortear al resto de sus compañeras de equipo por
espacios estrechos que te forzaban a restregarte contra ellas o caer, no le hace gracia
alguna. Ni cantar hasta que tiene cuatro puntos diferentes de flato que apenas la
dejan respirar porque parece que la están apuñalando. O resbalar en un agujero lleno
de lodo en el que no ve el fondo y ni Dios sabe qué asquerosidades puede estar
pisando en esos momentos.
Así que cuando Aubrey le taladra los tímpanos por... La verdad es que
ya ha perdido la cuenta, solo es capaz de pensar en lo divertido que sería que se le
metiera el silbato para dentro y no pudiera hacer nada más que pitar para el resto de
su vida. El caso es que cuando se queda sorda porque la exBella, no menos tirana
que cuando las perseguía por el auditorio para que hicieran cardio, hace sonar el
silbatito plateado casualmente justo al lado de su oído, siente tal alivio que poco más
y cae de rodillas ahí mismo.

Está sudada, le duele todo el cuerpo - hasta músculos que no sabía que existían -, y
tiene barro metido por cada recoveco, pliegue o agujero de su cuerpo. Sí, es tan
horrible como suena. Siente la garganta rasposa; ha aguantado gritos, pitidos, caídas
y burlas de sus compañeras. Qué se le va a hacer, Beca nunca fue especialmente
atlética. A no ser que se cuenten las acrobacias que hace cuando está metida en la
cama o tumbada en el sillón y necesita algo que está lejos.
A donde quiere llegar es que ya es suficiente. Está deseosa de darse
una buena ducha bajo un chorro de agua caliente que le relaje los músculos y
arrastrarse hasta la tienda de campaña para dormir sus ocho horas obligatorias.
Mañana será otro día.
Va tan agotada que no ve la cuerda tensada en medio de su camino.
¡Claro que no la ve, siempre está en las musarañas! Escucha un grito de alerta tras
ella pero, para variar, nunca llegan a tiempo, de modo que solo comprende lo que
está pasando cuando ya está a medio camino de comerse el suelo de morros. En un
acto reflejo salido del puro terror, interpone las manos entre su cara y el suelo de
forma que el golpe no sea tan bestial. Aun así, el aire se escapa de sus pulmones en
un "ooof" y se queda tirada en el suelo, sin tener siquiera fuerza para moverse.
¿Dignidad? ¿Qué es eso? ¿Se come? Nope, esa palabra no entra en el
diccionario de Beca.
- ¡Oh Dios mío, Beca! ¿Estás bien? - pregunta una voz cargada de
preocupación sobre ella.
La morena siente unas manos encima de su camiseta embarrada y se
tumba sobre su espalda con su ayuda. Parpadea, enfoca, y tropieza otra vez con esos
malditos labios y ojos azul bebé que parecen perseguirla. Que no es que se queje, eh.
Al mareo del golpe se le suma el mareo del déjà vu.
- ¿Sigues viva? ¿Cuántos dedos hay?
Beca espanta la mano que flota sobre su cara - tenía tres dedos
levantados, por cierto -.
- ¿Quién coño pone una cuerda transparente a la altura de los tobillos
sin señalizar? - protesta con voz rota.
Chloe deja escapar una risa aliviada.
- Está bien - asegura mirando hacia algo que no entra en el campo de
visión de la DJ.
A la cabeza de Chloe se le suman nueve más, con expresiones que van
desde el fastidio - adivina adivinanza: Aubrey -, pasando por la diversión - Amy la
Gorda -, la preocupación - el resto de las Bellas -, hasta la impasibilidad - ¿alguna vez
la cara de Lilly muestra emociones?
La conmoción le está afectando.
- Este es el momento en el que sueltas alguna de tus mierdas de: "No
me he caído, le estoy dando un abrazo al suelo" - comenta Amy.
- ¿Cuándo...? ¡Yo no...! - la protesta de Beca muere en sus labios
cuando todas las Bellas asienten. - Lo que sea, ayudadme a levantarme, por favor -
pide.
En seguida la mano de Chloe reaparece frente a ella. La agarra y se
incorpora con un gruñido hasta quedar sentada. El mundo comienza a dar vueltas a
su alrededor y debe dejar escapar algún sonido porque la pelirroja la empuja de
nuevo para que se tumbe y dice algo con urgencia.
- Abran paso a la estudiante de medicina, per favore - pide Stacie
empujando a las demás con los brazos para que el círculo que rodea a Beca se haga
más amplio.
La única que no se mueve es Chloe, arrodillada junto a la morena.
Stacie opta por no hacer comentario alguno, colocándose al lado de sus capitanas y
levantando los párpados de la accidentada para comprobar sus pupilas. Un "¿pero
acaso sabe lo que está haciendo?" y un "en mi país no hay médicos, tenemos
curanderos que aprenden sobre la marcha" son acallados con una mirada
envenenada. La DJ ve que los labios de Lilly se mueven y señala algo. Veinte ojos se
centran a la vez en el mismo punto, alguien deja escapar una exclamación de alarma.

- ¿Qué? ¿Me ha salido un cuerno? - bromea la morena para disimular su nerviosismo.


Se toca la frente y la nota pegajosa.
- Que no cunda el pánico - ordena Stacie -. Necesito una camiseta,
rápido - alarga una mano.
Las chicas se miran las unas a las otras, sin reaccionar. Hasta que
Chloe deja escapar un bufido, se agarra el bajo de la camiseta de tirantes azul - a
juego con sus ojos - que lleva puesta y se la saca por la cabeza. Poco más y los ojos
de Beca se salen corriendo de sus órbitas.
Mentiría si dijera que es la primera vez que ve a Chloe en sujetador.
Incluso con menos ropa. ¡Por Dios, se conocieron cuando la pelirroja entró a la fuerza
en su ducha! Una persona así no es precisamente vergonzosa a la hora de cambiarse
de ropa, esté sola en la habitación o no. De modo que es algo que Beca se ha
acostumbrado a ver. Y quien dice acostumbrado, dice que ya no se sonroja
brutalmente y pierde el hilo de sus pensamientos en su totalidad. Bueno, sigue
trabajando en lo segundo, pero es humana, cualquiera con ojos en la cara se olvidaría
de lo que está diciendo ante la vista de Chloe Beale en sujetador. Las cosas como
son.
Recapitulando: mareo por la caída + mareo por el déjà vu + mareo
por Chloe medio desnuda inclinada sobre ella para ponerle la camiseta en la frente y
regalándole una bonita vista de su escote. Mmmm ¿puede considerarse escote
cuando no se lleva nada más que un sujetador deportivo?
Definitivamente, la conmoción le está afectando hasta límites
insospechados. Su último ápice de decencia lo gasta en no mirarle las tetas a su
mejor amiga de forma descarada.
- ¿No tendrías que esperar hasta la quinta cita para hacer eso? -
señala Beca con una sonrisa torcida.
Chloe suelta una carcajada sorprendida y las cejas de Stacie casi
desaparecen en su pelo.
- ¿¡Estáis saliendo y yo sin saberlo?! - exclama indignada, pero sin
dejarse distraer de su tarea, o sea, quitar la sangre de la herida de la frente de la
morena para poder echarle un vistazo.
Lo cual es todo un mérito, sobre todo cuando Amy la Gorda se pone a
berrear: "¡BLOE ES CANON!" mientras corre con los brazos en alto por el campo.
- No hagáis caso, es la caída hablando - Chloe sacude la cabeza
todavía con restos de risa en los labios.
- Doy fe - apoya Beca desde su posición tumbada en el suelo.
Al final el veredicto de la aspirante a médico es que la DJ está bien,
solo magullada, algo que la propia Beca podría haber dicho perfectamente sin
necesidad de atender a clases. La herida de su frente - porque claro que tenía que ir a
clavarse la única piedrecita en una puñetera extensión de césped - ya ha dejado de
sangrar. En realidad es un corte pequeñito pegado a la raíz del pelo, ni siquiera le
daría problemas para el campeonato.
- Deberíais poner un cartelito o algo. "Cuidado con la cuerda asesina"
estaría bien - masculla la morena aceptando otra vez la mano que le tiende Chloe
para incorporarse y lanzándole una mirada a Aubrey, quien finge no darse por
aludida.
La DJ hace una mueca al apoyar todo su peso sobre sus golpeadas
rodillas pero, aparte de eso, puede dar gracias de haber salido ilesa de semejante
torta. Ahora más que nunca lo único que desea es poder darse una ducha caliente y
dormir hasta que su cuerpo diga basta.
- ¿Estás bien para andar? - le pregunta Chloe con ligera preocupación,
las manos extendidas por si a Beca se le ocurre caerse de nuevo.
La morena considera cuál es la alternativa: ¿apoyarse en la parte
superior desnuda del cuerpo de su mejor amiga que ya de por sí resulta difícil de
resistir desde una distancia segura? Oh, sí, claro que puede andar sola, aunque tenga
que ir haciendo la croqueta.

- Perfecta - contesta con una sonrisa que, espera, no sea muy tensa.
- ¿Segura? - presiona la pelirroja.
- Al 100%. De verdad, no te preocupes, voy a beber un poco de agua
y ducharme, estoy deseando quitarme esta mierda de encima - señala con el índice
su cuerpo embadurnado en lodo.
Chloe se adapta a su ritmo de herida con facilidad, mirándola
apreciativamente de arriba abajo.
- Mmmm yo creo que te da un toque sexy.
Quizá es el tono grave con el que lo dice - bendita operación de
nódulos - o el hecho de que sigue en sujetador y la otra prenda de ropa que lleva son
unos diminutos shorts deportivos; pero un escalofrío recorre la columna vertebral de
Beca y una bola cálida se extiende por su abdomen. «Jesús, contrólate, Mitchell».
- Supongo - se encoge de hombros -. Si tu tipo son las chicas que
parece que han sido arrastradas por el cerdo que tenían planeado llevar al matadero.
Chloe se ríe pero Beca se las apaña para mantener expresión seria.
Cuando llegan al comedor, la morena se despide de su co-capitana. Siente en seguida
la ausencia que deja la brillante presencia de la pelirroja pero barre sus sentimientos
a un lado y empuja la puerta vaivén del comedor. Las mesas están colocadas ya,
listas para los campistas que cenan temprano. Se abre paso entre bancos de madera
hasta coger una botella de agua del refrigerador. El reflejo de una completa
desconocida con el pelo alborotado a pesar de llevar una coleta, una mezcla de
sangre y barro en la cara, y expresión de cansancio le devuelve la mirada
distorsionada desde la superficie metálica de la nevera. Aunque va a ducharse en
menos de cinco minutos, Beca se siente sucia, así que se cuela en la cocina vacía, se
dirige al fregadero y sumerge la cabeza bajo el chorro de agua.
El líquido, transparente al principio, resbala por sus mejillas y cae por
el desagüe de un color grisáceo-rojizo extrañamente satisfactorio. Se seca la cara con
un trozo de papel de cocina, y vuelve a mirarse en la nevera. Esta vez sí se reconoce
a sí misma.
Contentada, va dando sorbos a la botella mientras coge ropa limpia de
su maleta en la tienda de campaña. Por pura costumbre, enraizada ya después de su
primer año en la universidad sin baño para ella sola, comprueba antes de irse que
lleva el champú y demás útiles de aseo en la bolsa. No sería la primera vez que se da
cuenta de que se ha olvidado algo indispensable cuando ya está bajo el agua y le toca
secarse a toda prisa y volver corriendo a su habitación.
Cree que como le pase eso hoy, lo manda todo a la mierda y sigue
adelante aunque eso signifique irse a dormir con el pelo sucio. Tal es su
desesperación.
Tararea algo para sí misma mientras recorre el camino hasta el baño
con la toalla colgada del hombro. Se sonroja cuando empieza el estribillo de la
canción y las palabras flotan en su mente, llamando su atención.
I'm bulletproof, nothing to lose
Fire away, fire away.
Ricochet, you take your aim
Fire away, fire away.
You shoot me down, but I won't fall
I am titanium.
En seguida le asalta el vívido recuerdo de ojos azul bebé y sonrisa
cálida, de una voz suave como la miel derritiéndose y mezclándose a la perfección
con la suya hasta conseguir un sonido salido de sus mejores sueños, de la armonía
reverberando en las paredes blancas de unas duchas comunes, de dos personas
totalmente opuestas capaces de crear algo maravilloso juntas.

Durante ese primer año en Barden, antes de mudarse a la casa de las Bellas, cada
vez que iba a ducharse no podía evitar que Titanium le viniera a la cabeza. Durante
unos diez minutos miraba fijamente a la cortina blanca con miedo a que se abriera de
golpe y un torbellino rojo entrara gritando: "¡Sabía que podías cantar!" o explicando
excitadamente que esa es su canción para momentos especiales y que quiere que
Beca siga.
Chloe - después de un ataque de risa interminable que le hizo llorar -
determinó que la DJ padecía "Síndrome de Aca-asalto Post Traumático". En qué
momento le pareció adecuado contárselo, Beca no lo sabe, pero con la pelirroja es
siempre así. Algo tiene que le impulsa a sincerarse o que la convierte en la mentirosa
más torpe del mundo.
Deja de tararear ahora que es consciente de ello. Le sorprende porque
hacía años que no le pasaba. Fue un incidente de principiante; algo que,
afortunadamente, se le pasó a medida que avanzaba el curso y ella y Chloe se iban
acercando más. Que le vuelva a pasar le llama la atención y no puede evitar sentir
curiosidad y preguntarse qué lo habrá desencadenado. ¿La confesión de la pelirroja
sobre querer experimentar? ¿El hecho de que su cuerpo parece reaccionar de forma
inadecuada a su presencia? ¿Un efecto secundario del golpe en la cabeza?
La bofetada de calor acumulado en los baños le saca de su
ensimismamiento. Es una nube casi tangible que cuelga del techo y hace de respirar
una tarea que requiere esfuerzo. Le recuerda a esa única vez que dejó que Chloe la
convenciera para ir a una sauna y poco más y no sale viva de allí dentro para
contarlo.
Hay una fila de puertas - con pestillos súper seguros que evitan que te
acose una completa desconocida - blancas cerradas que se extienden a lo largo de la
pared a su izquierda. Los diez grifos de agua abiertos a la vez ahogan prácticamente
cualquier otro sonido, como "¿quién me presta su gel? Me he dejado el mío en la
tienda" y "Yo, por el suelo te va". Beca reprime una sonrisa que se le borra de la cara
cuando se fija en la cola de por lo menos nueve personas esperando pacientemente
para poder ducharse. Emily, CR y Flo le sonríen desde el principio, pero la morena
tiene la sensación de que como intente colarse, es probable que salga de allí en
pedacitos, a juzgar por la mirada que le lanza una rubia ancha de espaldas cuando ve
que Beca les devuelve el saludo. Es un "ni lo pienses" en toda regla.
La DJ suspira, planteándose si necesita tanto la ducha. La camiseta
pegada a su cuerpo y la piel tirante por el barro seco y el sudor le recuerdan que sí,
que está desesperada por limpiarse. Cambia el peso de un pie al otro, sopesando sus
opciones. Tiene por lo menos media hora de espera por delante, si no más. No cree
que pueda aguantar tanto. Qué le va a hacer, la paciencia nunca fue su fuerte, por no
decir que esa secuencia concreta de su ADN está defectuosa y es incapaz de ser
paciente. Sus amigas son compasivas y la quieren como a una hermana, pero
ninguna es tan tonta como para sacrificar su puesto y dárselo a Beca. Y la morena
realmente valora su vida, le basta que con que la rubia no la pierda de vista ni un
segundo.
Lo que sí es, es observadora. Se ha fijado en que los baños tienen
forma de T. Donde está ella en ese momento se encuentran las duchas y, a la
derecha, espejos y lavabos. De frente están los váteres. «A lo mejor hay más duchas
en el saliente izquierdo y, al estar escondidas, nadie es consciente de ello». Así que al
final se decide a arriesgarse. Abandona su puesto en medio de la cola - ha seguido
llegando gente después de ella - y se dirige hacia el fondo. Siente en todo momento
los ojos de la rubia clavados en su espalda, vigilando cada movimiento. Casi deja
escapar un suspiro de alivio cuando gira en la esquina y la pierde de vista. Ignora los
inodoros y se centra en el otro lado.
Empuja una puerta: no. Empuja otra puerta: no. Empuja la penúltima:
no. Para cuando llega a la última, no tiene esperanza alguna y ya se está
mentalizando para una laaaaaarga espera. La puerta está cerrada pero al apoyar las
yemas de los dedos encima, cede hacia dentro, revelando un banco de granito,
enganches para colgar la ropa y una pared que oculta más de la mitad del otro lado
pero deja lo suficiente a la vista como para distinguir un grifo. ¡Es una ducha! ¡Ha
encontrado una maldita ducha! Suprime un grito de victoria y se apresura a entrar,
bloqueando la puerta al bajar el manillar. Se desnuda en tiempo récord.

Es entonces que percibe, más que ve, una presencia a su espalda. Beca se queda
congelada, mirando hacia la entrada, y su camiseta cae al suelo con un chapoteo
desde su mano repentinamente falta de fuerzas. Escucha el sonido de fricción de una
chancla contra el suelo, la respiración de alguien detrás de ella. No puede evitar
estremecerse al sentir el calor de un cuerpo alcanzar su espalda desnuda.
- No es que me queje pero, ¿qué haces en mi ducha?
Reconoce en seguida la voz. Su aliento acaricia la oreja de la DJ,
bajando por su cuello, y le tiemblan las rodillas. Cierra los ojos, traga saliva y maldice
su suerte. Pero no responde, ha perdido la capacidad del habla.
«Ohdiosohdiosohdiosohdiosohdios. Vale, que no cunda el pánico», se
dice mentalmente. «Pero está desnuda y pegada a tu espalda», susurra el diablillo
sentado en su hombro izquierdo. «No pienses en eso. Discúlpate y sal de aquí»,
rebate el angelito de su derecha. Beca se siente como en un maldito partido de tenis,
mirando a un lado y a otro de su debate interno, dolorosamente consciente de los
segundos que pasan y sin saber qué hacer.
Al final se decide por reaccionar al más puro estilo Beca Mitchell®.
Con efecto retardado, da un brinco y se gira para encarar a Chloe - qué irónico es el
destino, ¿no? -. Un paso atrás, los brazos cruzados sobre el pecho en un intento de
taparse, las mejillas ardiendo. Vaya con los déjà vu... «No mires», aconseja el ángel.
«Mira», susurra el diablo. Casi sucumbe pero se rectifica en el último momento y solo
llega a ver sus clavículas resaltando contra su piel morena.
- ¿Qué demonios, Chlo...? ¡No...! ¿Por qué...? ¿Por qué no cierras la
puerta? ¡Creí que estaba vacía!
La pelirroja solo ríe, descansando un hombro contra la pared que
divide ambas partes de la ducha, la principal causante de todo ese lío porque había
ocultado el cuerpo de su mejor amiga a primera vista. Está claro que esta sigue
sintiéndose muy segura de su cuerpo, eso no ha cambiado en cuatro años. Tampoco
la respuesta de Beca: "Deberías estarlo", porque Dios mío querido.
- Para tu información, cerré la puerta, lo que pasa es que ese sistema
es una mierda - contesta la co-capitana señalando con un índice el manillar -.
Recuérdame que se lo mencione a Aubrey antes de irnos.
Decir que la DJ está flipando es quedarse corta.Mucho. ¿Hola?
¿Estaban desnudas en la misma ducha y Chloe se pone a hablarle de sistemas de
cierre y exlíderes de las Bellas tan tranquila? ¿Es que Beca es la única con algo de
sentido común?
- Además, tendría que ser yo la indignada. Al fin y al cabo, es mi
ducha en la que has entrado.
- Pensé que habías dicho que no te importaba - repite la morena como
un loro, lo único de lo que se cree capaz sin avergonzarse a sí misma.
- Y no lo hago, créeme - Chloe recorre el cuerpo desnudo de Beca con
la mirada descaradamente y esta debería sentirse violada en su privacidad pero oh, lo
que despierta en la base de su estómago es justo todo lo contrario -. Mis recuerdos
comenzaban a no hacerte justicia...
Se le desencaja la mandíbula por la fuerza con la que se le abre la
boca. Se queda así, ganando cada vez más parecido con un pez fuera del agua. Lucha
para decir algo coherente de vuelta, algo que, ¡para variar!, haga sonrojar a Chloe.
Sin embargo, parece que su cerebro ha hecho las maletas y se ha largado porque solo
consigue articular sonidos inconexos.
- Pero, oye, la próxima vez que quieras ducharte conmigo, solo tienes
que decirlo. No hace falta que me des un susto de muerte al colarte silenciosamente.
Sabes que siempre estoy a favor de ahorrar agua y... - se pausa -. Otras cosas - bate
las pestañas con sensualidad -. Ah - se agacha demasiado cerca de Beca y recoge la
camiseta de esta. Busca su mirada antes de volver a incorporarse y la DJ se va a
desmayar a ese paso porque lleva algo así como veinte minutos sin respirar -. Se te
ha caído esto - le tiende la camiseta con cara de absoluta inocencia.

Y Beca sigue sin reaccionar. Incluso cuando Chloe ladea la cabeza y la mira
inquisitivamente. Incluso cuando se cansa de esperar y deja la prenda en el banco.
Incluso cuando se da la vuelta y la morena ve su mano abrir el grifo. Incluso cuando
Beca la oye llamarla. Si alguien le dice que se ha convertido en una estatua, le creería
sin dudarlo un momento. La situación solo empeora porque, honestamente, nada en
el mundo podría haberla preparado para la visión de Chloe Beale con los rizos
pelirrojos cayendo alborotados sobre sus hombros como una cascada de fuego,
sonriéndole como si eso fuera lo más normal del mundo y no estuvieran desnudas con
solo una pared entre ellas. Si antes la DJ ya tenía problemas para concentrarse,
respirar, salivar... En fin, para comportarse como una persona normal y corriente;
ahora demuestra ser imposible. El único capaz de seguir con su tarea es su corazón,
que se ha lanzado a una desenfrenada carrera en su pecho como si quisiera
compensar la falta de actividad del resto de sus órganos.
- Ahora que me doy cuenta, ¿esto significa que estás dispuesta a
ayudarme con mi pequeño... arrepentimiento? - pregunta Chloe con un brillo travieso
en sus increíbles ojos azules.
Beca quiere morir. ¿Puede morir? De verdad, sería la persona más
feliz del mundo si en ese preciso instante se abriera una grieta en el suelo bajo sus
pies y se la tragara entera. Ni siquiera protestaría por la falta de WiFi o que todo
aparato electrónico se derretiría por el calor infernal del centro de la tierra.
- Ya te gustaría - contesta la morena de golpe con una confianza que
no sabe de dónde demonios ha salido pero que llega justo a tiempo porque la
pelirroja ya comenzaba a mirarla con preocupación.
Y su preocupación siempre conlleva cercanía. Y la cercanía lleva al
roce. Y como que se llama Beca Mitchell que no responde de sus actos si la toca en
ese momento.
El ceño fruncido de Chloe es reemplazado por una sonrisa torcida y la
DJ se agarra a ese brote de picardía como a un clavo ardiendo porque si lo pierde
volverá a su estado anterior besuguino y mmm gracias, pero no.
- La verdad es que me he fijado en que tienes manos muy ágiles. Creo
que serías una buena primera vez - un guiño, lento y coqueto, acompaña las palabras
de la Bella.
«Respira, Beca. Respira, por Dios, que es capaz de hacerte el boca a
boca como caigas inconsciente».
- Ya, una lástima que nunca vayas a averiguarlo - esboza una sonrisa
de disculpa.
- ¿Por qué no?
«Jesús. ¿Me está tomando el pelo o qué?»
- Eh - carraspea -. Tía, tengo novio - se gira para marcharse.
Que la llamen loca, pero prefiere hacer cola.
Una mano se cierra en torno a la muñeca de la morena y le impide
seguir caminando con su fuerte agarre. Beca reprime el escalofrío que lucha por subir
por su columna y reza para que no se note mucho el efecto que ese punto de
contacto está teniendo en ella.
- Sé lo de Jesse.
Boom. Eso sí que es cortar el rollo a lo grande. De repente la DJ ya no
siente el ambiente asfixiante del baño sino que parece que le acaban de tirar un jarro
de agua helada por encima. Gira sobre los talones de sus chanclas, expresión neutra
en el rostro.
- ¿Qué?
Espera haber oído mal, que el sonido del agua haya provocado que
malinterpretara las palabras de Chloe, que tanta música en cascos le haya causado
sordera. Pero una simple mirada a los ojos de la pelirroja le basta para saber que, de
momento, el sonotone no es necesario.
- ¿Por qué me no lo contaste? Podría, no sé - se encoge de hombros -,
podría haber estado ahí como apoyo moral, ¿sabes? Habría estado ahí.

Y, otra vez, demasiado pronto para el gusto de Beca, aparece esa expresión dolida en
la cara de su mejor amiga que es tan extraña en ella. Pero la morena se las ha
apañado para sacarla a relucir en lo que puede considerarse un nuevo récord. Cierra
los ojos brevemente.
- ¿Cómo te has enterado siquiera? - evita contestar a su pregunta con
otra, algo que se le da tan bien que deberían darle un premio.
- Ya sabes cómo es Benji cuando le gusta una chica; quiero decir, tú
misma viste su metedura de pata en la batalla...
- ¿Él te lo contó? - corta la DJ.
- No, pero puede que se le escapara hablando con Emily, totalmente
sin querer, y puede que yo estuviera cerca para escucharlo... Totalmente sin querer
también.
- O sea, que todas las demás lo saben - suspira Beca, pasándose una
mano por la cara con cansancio.
No es como había pensado en contárselo a sus amigas, ni siquiera
cree haber llegado a pensar en contárselo todavía. Estaba muy reciente como para
compartirlo con las Bellas. Pero con Chloe...
- ¿Estás...? ¿Estás enfadada? - La voz de la pelirroja es tan suave que
después de unos largos segundos de silencio, la morena apenas la escucha.
Su problema es que nunca ha sido capaz de enfadarse con Chloe. No
cree que exista persona en este mundo capaz de enfadarse con Chloe, con excepción
- quizá - del ogro que responde al nombre de Aubrey Posen. De modo que la DJ se
desinfla, echa todo el aire de sus pulmones en un suspiro, aunque no se enfada con
ella, no cuando la está mirando con esos ojitos de cachorrito arrepentido.
Sacude la cabeza. Sabe de lejos que no es el lugar para mantener esa
conversación, ni el momento, ni las condiciones, pero no parece que la pelirroja vaya
a dejarla marchar ya que su mano sigue cerrada en torno a su muñeca.
- No - dice al fin -. Claro que no estoy enfadada, Chlo. Y lo siento.
Nunca se me ha dado bien todo ese rollo de "compartir" pero últimamente me llevo la
palma... Supongo - se encoge de hombros -, supongo que como no era gran cosa, no
quería robar atención de nuestro entrenamiento para el campeonato.
- ¿"No era gran cosa"? ¿Me estás tomando el pelo, Becs? ¡Saliste con
él durante cuatro años!
La aludida hace una mueca y se vuelve a encoger de hombros.
- Puesto así suena como algo... - hace un gesto con las manos, como
si creara una bola cada vez más grande -. En realidad era una relación basada más en
la amistad que en el amor. Me refiero... Le quiero, le quiero con toda mi alma -
parece que la expresión de Chloe se entristece, aunque cuando Beca parpadea,
vuelve a estar normal. Se lo habrá imaginado -. Es solo que... No estoy enamorada
de él - otro encogimiento de hombros -. Era algo que ambos sabíamos y tratábamos
de ignorar, pero al final Jesse estaba dando mucho más de lo que yo le podía dar.
- Entonces... ¿Estáis bien? - pregunta la pelirroja, dubitativa.
- Sí - cuarto encogimiento de hombros -. Es básicamente lo mismo,
como si nada hubiera cambiado, solo que nos estamos dando algo de espacio. En
teoría. Porque todavía hablamos casi a diario - Va a subir de nuevo los hombros pero
se para a tiempo. Ya parece un tic y todo.
Entonces Chloe hace lo inesperado. Y ya es decir, porque siempre pilla
a Beca por sorpresa. Rodea el cuello de la morena con sus brazos y tira de la DJ hacia
ella para poder abrazarla. La sensación de déjà vu se está convirtiendo en una
constante en su vida últimamente.
En cualquier otro momento, en cualquier otro lugar, no habría pasado
nada. Pero están en la ducha. Desnudas. Y la está abrazando. Desnudas. Y joder,
Beca casi puede ver saltar las chispas que lanzan sus nervios sensitivos al
cortocircuitarse por tanta piel descubierta rozándose. Ahora es su turno de quedarse
en shock, las manos a ambos lados de su cuerpo sin saber dónde colocarlas porque
no cree que pueda soportar tocar más a la pelirroja.

- Mmmm ¿Chlo?
- ¿Huh?
- No es por despreciarte el abrazo, ya sabes que los tuyos no me
molestan... - Verdad. Jamás le había hecho la cobra a su mejor amiga para rehuir un
abrazo suyo -. Pero, ¿podríamos dejarlo para otro momento?
- ¿Por qué? ¿Te incomoda?
- No - Mentira. Siente ganas de salir corriendo de allí y esconderse
bajo una roca -. Es solo que... Estás desnuda - dice como si fuera obvio por qué
quiere romper el abrazo. Y es obvio. De verdad. No entiende cómo Chloe no puede
verlo.
- Lo sé - contesta ella simplemente.
- Y yo también - sigue Beca para ver si lo capta.
- Soy muy consciente de ello. - No necesita verle la cara para saber
que está sonriendo con picardía.
¡Jesús, podía ser de un tonto cuando quería...! La DJ siente el cuerpo
de su mejor amiga sacudirse contra el suyo y tarda en darse cuenta - honestamente,
es muy difícil concentrarse con tanta piel rozándose - de que se está riendo.
- Tranquila - murmura Chloe levantando la cabeza del hombro de la
morena para poder mirarle a los ojos -. No es que me vaya a poner a cantar
Titanium.
Beca sabe hacia dónde está dirigiéndose la pelirroja. Sabe que no se
refiere a que quiera escuchar su voz, sus notas o su rango; no esta vez. Sabe que se
refiere al otro sentido de la canción, al efecto que tiene sobre su mejor amiga, al uso
que le da en sus momentos de necesidad. La DJ traga saliva sonoramente y sabe que
Chloe lo sabe. Sabe que la está observando de cerca, esperando un gesto, una señal.
Y Beca sabe muchas cosas pero luego nunca reacciona a tiempo para
actuar sobre ellas.
- A no ser que tú quieras - susurra la pelirroja de forma apenas
audible, su aliento acariciando los labios de la morena.
Puede decirse que es su punto de ruptura. La gota que colma el vaso.
La capitana de las Bellas se da mentalmente una palmadita en la
espalda de enhorabuena. Hey, ha aguantado cuatro años de tiras y aflojas, de
reacciones inexplicables de su cuerpo y excusas baratas para enmascarar la pura
verdad, de decirse que no y poner una distancia de seguridad que Chloe tardaba una
milésima de segundo en recorrer sin siquiera despeinarse, de tragarse sus
sentimientos y pagar sus frustraciones con el inocente de Jesse.
Beca repasa de forma rápida la lista de cosas en las que es experta
nivel: si estuvieran incluidas en los Juegos Olímpicos, sería campeona mundial con
todo oros. La lista, no obligatoriamente en orden, va así:
1. Huir de sus sentimientos y/o gente que le importa
2. Actuar impulsivamente (en especial si está enfadada)
3. Evadir preguntas con otras preguntas
4. Ahogar lo que le rodea con música o tapándose los oídos
5. Tener actitud de chica mala y comportarse en consecuencia
6. Bloquearse cuando está nerviosa y/o alterada
7. Hacer remixes (?)
En ese momento, se centra en la número dos.
Actúa sin pensar, sin pararse a considerar las consecuencias.
Simplemente decide dejarse llevar por el momento, por sus sentimientos, y que la
suerte la acompañe.
La fuerza con la que une sus labios con los de Chloe les hace
trastabillar hasta acabar bajo el grifo abierto de la ducha. O quizá es que ha cogido a
la pelirroja por sorpresa porque quizá no se esperaba ese movimiento por parte de la
DJ. El caso es que el primer pensamiento con un mínimo de lógica que tiene Beca es:
Chloe sabe a agua y algo dulce.

El agua cae sobre ellas con fuerza, pero la morena no parece notarlo porque en lo
único en lo que puede concentrarse es en los labios de Chloe. Debajo de los suyos.
Sobre los suyos. Respondiéndole con ganas.
Hasta que se separa.
Durante una fracción de segundo, la neblina del deseo se disipa un
poco y una luz de razón comienza a brillar. Entra en pánico. Pero entonces Chloe está
ahí de nuevo, como si su ausencia hubiera sido producto de la imaginación de la DJ, y
acalla su cerebro. Manos que estaban reposando tranquilamente en los hombros de
Beca trepan por su cuello hasta liberar su pelo de la goma que lo mantiene
semisujeto en una coleta. Los mechones caen empapados por la espalda de la
morena y la pelirroja no pierde el tiempo, en seguida enreda sus dedos y tira de ella
para acercarla más.
Más. Más. Más. Más. Es la única palabra en el vocabulario de Beca en
esos momentos. Ah, y Chloe. Esa también.
Se pierde en su boca. Siempre sospechó que era una experta a la hora
de besar, pero la realidad supera sus expectativas. Cuando siente dientes en su labio
inferior, sus rodillas tiemblan. Entonces tira de él y Beca jura que no sabe de dónde
demonios sale ese gruñido, pero sale de algún sitio bien profundo de su garganta que
acaba de despertar por primera vez en su vida. Flota por el aire, impermeable, sobre
sus cabezas. Le arranca una sonrisa a Chloe y la DJ no puede evitar saborearla,
emborrachándose con su dulzura.
Ha descubierto su droga. Se siente en la llama, en las nubes, con la
luna y las estrellas. Es imparable, invencible. Nada puede tocarla siempre y cuando
Chloe esté a su lado.
Adelanta la cabeza y roza los labios de la pelirroja con su lengua,
tentativamente, pidiendo permiso. Una, dos, tres veces; hasta que a la cuarta ya hay
otra lengua esperándola y ahora quien gime es la pelirroja. Dios, Beca jamás ha
escuchado un sonido más erótico. Una sensación ardiente recorre sus venas hasta
aposentarse en su bajo abdomen. Ahí es cuando comienza la verdadera batalla. Se
pega más a Chloe, una mano en su cadera tirando de ella, una nueva urgencia en la
forma en la que pelea para ver quién de las dos conquista la boca de la otra. La DJ se
da cuenta de que sus manos están en la nuca de Chloe, sus uñas arañando la piel con
suavidad, no suficiente para hacer daño pero sí con fuerza necesaria como para
hacerla estremecer.
El lado negativo de actuar sin pensar es que, en cuanto su cerebro
consigue liberarse de la neblina del hechizo y se pone a su altura, la ensordece con
sus gritos horrorizados. Casi puede imaginárselo como un dibujo animado, con su
pajarita negra y su sombrero marrón llevándose las manos a la cabeza y temblando
de puro miedo.
Esta vez no es diferente.
En el momento en el que un resquicio de razón se abre paso entre las
múltiples sensaciones que tienen a su cuerpo al borde del colapso, Beca sabe que
está perdida. Y aunque los labios de Chloe trazando un camino por su mandíbula
hasta su cuello y sorbiendo sobre su pulso son una gran distracción, ni siquiera eso
eclipsa las grandes señales de "¡PELIGRO!" que saltan en su cabeza con tanta fuerza
que la ciegan. Porque una vez su Pepito Grillo encuentra su megáfono y es capaz de
juntar dos palabras con un mínimo de sentido no hay nada que le haga callar.
Solo la soledad. Su soledad.
Y puede que Chloe esté haciendo un trabajo cojonudo a la hora de
despistarle, ya que la voz de la conciencia de la DJ flaquea varias veces en su intento
de ahogarla con remordimientos; pero al final recupera la compostura y se tira de las
mangas de su traje - quizá a Beca le encanta imaginárselos como personajes de
dibujos animados, ¿vale? - antes de carraspear y poner los brazos en jarras. Entonces
coge aire profundamente y su voz retumba por cada recoveco, la fuerza y la lógica
aplastante de sus argumentos reducen a la morena a una bola en una esquina
metafórica de su mente.

«No puedo ser un experimento. No puedo ser solo un experimento».


Mientras su "yo" interior se convierte en una masa temblorosa que se
tapa los oídos en un intento de huir de los gritos - su talento número cuatro, algo en
lo que ganó práctica de pequeña gracias a las constantes peleas de sus padres -, su
"yo" exterior, la que está bajo un chorro de agua caliente con los labios de Chloe
Beale presionados con fuerza contra los suyos - porque ayuda a retrasar lo inevitable
y, qué demonios, le encanta besarla -; esa Beca Mitchell se aparta de la pelirroja con
brusquedad y da un paso inestable hacia atrás, alejándose de su mejor amiga, de la
tentación que suponen sus mejillas sonrojadas, sus labios hinchados y su melena
como el fuego empapada sobre sus hombros.
Cuando sus ojos se encuentran con los de Chloe, ve que ella nota el
cambio en su actitud. Joder, es experta en leer a la DJ como si fuera un libro abierto.
Beca observa cómo frunce el ceño y da un paso adelante para evaporar la distancia
de seguridad que, una vez más, la morena ha interpuesto entre ellas. Solo que ha
llegado tarde. Y lo sabe.
Y la pelirroja también.
Además, Beca sabe que Chloe es consciente del efecto que tiene sobre
ella, de que es capaz de sacar su mejor lado. Que ella ilumina la habitación con su
sonrisa y la DJ la congela con una mirada, pero solo la pelirroja puede lograr que
Beca haga lo primero también. Chloe es consciente de ello y no tiene problema
alguno en usarlo en su beneficio, algo que, en esos momentos, iría en contra de lo
que el lado racional de la morena le está ordenando que haga.
De nuevo, sabe muchas cosas, pero ese conocimiento siempre llega
con retraso, no cuando lo necesita.
Otro paso atrás, otro paso adelante. La distancia física nunca varía
pero su sensación es que se está abriendo el Cañón del Colorado entre ellas.
- Yo no... - comienza a disculparse pero las palabras nunca llegan más
allá de su tráquea porque, ya lo dijo antes, no puede mentirle a Chloe sin que sea
demasiado obvio.
- No - pide la pelirroja sin una nota de súplica en su voz. Es más una
orden que otra cosa.
Beca agarra la toalla del colgador y tantea por el manillar a su
espalda. Su mano se cierra a su alrededor justo cuando su mejor amiga se acerca
para sujetar a la morena otra vez e impedir que se vaya, solo que ahora la DJ lo ve
venir y puede evitarlo. Se escabulle de su alcance, tropieza sobre sus pies al girar
bruscamente y salir corriendo. Levemente, se acuerda de que va desnuda y debería
taparse antes de rodear la esquina. Cruza el baño como una exhalación, haciendo
caso omiso a las miradas extrañadas de la gente a la que sobrepasa mientras se
precipita hacia la salida. Nunca antes se había movido tan rápido.
- ¡Becs! ¡Beca! - oye gritar a Chloe tras ella.
Pero no se gira. Recuerda lo suficiente de mitología para saber que
esas últimas miradas por encima del hombro podían ser tu perdición, y no tiene
ninguna duda de que ver la expresión dolida de la pelirroja impediría que siguiera
adelante con esa locura.
Al mismo tiempo que corre por pleno campo con solo una toalla
encima y su Pepito Grillo trajeado y su cerebro con pajarita y sombrero se dan
palmadas de victoria en la espalda y se secan el sudor de la frente porque uf, ha
estado cerca; Beca analiza las consecuencias de sus actos. Cómo no, elabora una lista
mental.
Negativas:
1. Ha besado a Chloe
2. Desnudas en una ducha
3. Efectivamente arruinando su amistad
4. Y, consecuentemente, arruinando una de las cosas más importantes
de su vida
5. Porque ya no hay marcha atrás a no ser que encuentre un
DeLorean
6. Y ella no es del tipo de tener relaciones
7. Fue testigo de lo bien que eso funcionó con Jesse y con sus padres
8. Al final la gente te abandona y lo único que te queda es un corazón
roto y nada en lo que ahogar las penas
9. Por eso huye en cuanto las cosas se ponen personales
10. Porque es experta en no salir herida incluso si eso significa ir en
contra de lo que quiere/desea/anhela
11. Y no puede ser un experimento. Solo.
Positivas:
1. Ha besado a Chloe
2. Desnudas en una ducha
3. Efectivamente contrastando su teoría de que es una experta
besando
4. Hey, ha conseguido quitarse la suciedad más gorda de encima, ya
no parece que la haya arrastrado un cerdo por charcos de barro
5. Está haciendo deporte con tanto correr sin destino alguno
Capítulo 3

Would you tell me I was wrong?


Would you help me understand?
Are you looking down upon me?
Are you proud of who I am?
There's nothing I wouldn't do to have just one more chance
To look into your eyes and see you looking back
- ooo -
Llega con dos segundos de sobra. Disminuye el paso a medida que se
acerca a la congregación de Bellas frente a un espacio vacío en el aparcamiento. ¿Y el
autobús? Algo no cuadra. Se quita los cascos y escanea con rapidez a sus
compañeras con la mirada.
Están todas allí a excepción de Amy, aunque eso no es una novedad,
Beca y ella suelen llegar siempre con el tiempo justo. Se escurre hacia el lado opuesto
al que se encuentra Chloe con la intención de pasar desapercibida pero en cuanto
Jessica - ¿o es Ashley? ¿Cuál de las dos es la rubia? - la ve parada a su lado deja
escapar un grito.
- Oh capitán, mi capitán. ¿Qué demonios hacemos ahora?
Sin saber cómo ni cuándo, la DJ se encuentra con dieciocho ojos fijos
en ella, pero los únicos que le hacen encogerse son unos azules bebé especialmente
fieros.
- ¿Hacer con qué? ¿Qué ha pasado? - Está perdida a más no poder,
como si se hubiera saltado una gran parte de la historia, la más importante.
- Eso ha pasado - contesta Stacie con un dedo acusatorio apuntado
hacia el suelo del aparcamiento.
Beca se abre paso hasta allí y se agacha para recoger un trozo de
papel sujeto con una piedra encima. Reconoce en seguida la letra de Amy la Gorda.
Lo siento, zorras. Me fui a buscar a mi hombre.
Xoxo
- ¡No me puedo creer que nos haya dejado tiradas por un tío! ¡Va en
contra de cualquier código de amistad existente! - exclama Cynthia Rose.
- Esta vez no había una trampa para osos que la frenase - observa
Ashley. O Jessica. Lo que sea.
Lo último que necesita la morena en esos momentos es una crisis. Por
dios, ni siquiera puede lidiar con su vida, como para solucionar ese embrollo. Sin
embargo, todas las Bellas la miran, expectantes, a la espera de que les proporcione
una solución milagrosa que lo arregle todo. Resopla, frotándose las sienes en
pequeños círculos mientras piensa.
- Ahora nos vendría muy bien la ayuda de ese novio tuyo.
Sus dedos se quedan congelados a la mitad de dibujar un círculo. No
necesita mirar hacia arriba para saber quién ha hablado, es una voz que reconocería
en cualquier parte. Deja caer las manos lentamente hasta reposar en los laterales y
apenas registra las expresiones indecisas de sus compañeras, solo puede centrarse en
una en concreto: Chloe Beale. Para variar.
Está medio sentada en su maleta, con una postura despreocupada que
a lo mejor engaña a los demás pero Beca lee sin problemas a través de ella igual que
si fuera de cristal. Y está furiosa, oh, está furiosa como pocas veces la DJ la ha visto,
menos aún dirigido hacia ella. Lo único que está evitando que se lance a la yugular de
la morena es que no están solas.
- ¿Sabes qué, Chlo? Es una idea genial. Está claro que eres mi co-
capitana por algo - contesta Beca con una sonrisa que, como fuera más falsa, se
rompería a la mitad.

A la pelirroja no le hacen ninguna gracia sus palabras pero aprieta los labios y se
mantiene callada. Es probable que, a esas alturas, las Bellas enteras hayan escuchado
de su escena en el baño, y no son tan tontas como para no deducir qué habría
pasado. La morena está segura de que hay, al menos, tres apuestas diferentes con
sus respectivas teorías y dinero en juego. Es un milagro que estén tan silenciosas.
Una llamada de teléfono - difícil de conseguir porque Aubrey no quería
dejarles usar la línea fija y ninguna tenía cobertura en el móvil - y una hora más
tarde, la morena escucha el claxon de un coche tres veces seguidas y luego un grito
inconfundible:
- ¡BECAAAAWWW!
No puede evitarlo, su ceño fruncido se transforma en una sonrisa
sincera que se extiende por su rostro. Se gira para saludar a Jesse, quien tiene medio
cuerpo sacado por la ventana como si fuera un perro. Benji frena justo frente a ellas y
las puertas de la furgoneta granate de los Treblemakers se abren con un chirrido.
- Su carruaje ha llegado - informa su exnovio innecesariamente con
una reverencia pomposa.
- Ah, ¿y eso te convierte en nuestro caballero de brillante armadura? -
pregunta Stacie con un batir de pestañas coqueto a más no poder.
- ¡Stacie! - le regañan todas las Bellas a la vez.
- ¿Qué? - Alza las manos en gesto de disculpa y sube al autobús
murmurando algo parecido a: "Jesús, no iba a hacer nada, solo quería comprobar
si..." Un empujón le hacerse callarse de manera definitiva y desaparece tras un
asiento.
- Pues, caballero, tienes la armadura sucia - comenta Chloe. No hay
sonrisa que acompañe a sus palabras, solo algo muy parecido al desdén, cuando
señala una mancha en la camiseta blanca que lleva Jesse.
Este frunce el ceño, se mira la mancha como si fuera un alien y se
encoge de hombros sin arrepentimiento alguno. Pero en cuanto la pelirroja pasa entre
él y Beca, toda determinación, y se mete en el autobús, Jesse le lanza una mirada a
la DJ de: "¿qué demonios ha sido eso?" y ella se limita a encogerse de hombros y
sacudir la cabeza porque, de verdad, no tiene ganas de contarle lo que ha pasado y
sabe que cuatro paredes de metal son un espacio demasiado pequeño para los
afinados oídos sedientos de cotilleos de las Bellas.
El viaje de vuelta no es, ni de lejos, tan tenso como cuando los
Treblemakers tuvieron que rescatarlas por culpa de Bumper y Amy siendo Bumper y
Amy. La conversación fluye tranquilamente, no hay ese ambiente de rivalidad que
volvía el aire espeso; incluso las Bellas se animan a cantar al ritmo de algunas
canciones que suenan en la radio y Jesse se une a ellas. Benji les lleva sin incidente
alguno mientras lanza miradas de cachorrito enamorado a Emily. Lo peor es que ella
se las devuelve. Son tan asquerosamente adorables que a Beca le dan ganas de
vomitar.
La morena se mantiene hundida en su asiento, con los cascos puestos
en los oídos como medio de protección del exterior. A estas alturas, sus compañeras
saben que es mejor dejarla en paz cuando se sienta al fondo y se aísla con su música,
de modo que nadie tira de ella para que cante, nadie trata de darle conversación.
Incluso su exnovio mantiene una prudencial distancia de seguridad después del roce
con Chloe.
.
Amy la Gorda
últ. conexión a las 17.02
Gracias por dejarnos tiradas sin previo aviso, tía
.
Se queda observando el pequeño relojito que aparece en la parte
inferior derecha del mensaje hasta que se le secan los ojos, se le desenfoca la vista y
bloquea el iPhone antes de dejarlo caer sobre su regazo. Se arriesga a lanzar una
mirada hacia donde está la pelirroja sentada. La co-capitana de las Bellas tampoco
está de humor para cantos y su sonrisa flaquea más que brilla, pero trata de
mantener su actitud positiva y enérgica. Es casi como si no quisiera que las demás se
dieran cuenta de que ha pasado algo; lo cual es estúpido y una pérdida de tiempo, en
opinión de Beca, porque se ve a la legua que entre ellas hay tensión y muchos gritos
por soltar. Prácticamente están en los asientos más alejados posibles, no puede ser
más obvio. Pero nadie le ha preguntado su opinión, y mucho menos Chloe, así que se
hunde más en el asiento, apoya la cabeza en su chaqueta doblada contra la ventana y
cierra los ojos mientras trata de ignorar la sensación de que alguien la está
observando.

Debe de quedarse dormida en algún momento porque lo siguiente de lo que es


consciente es de alguien diciendo su nombre con suavidad y apretando su muñeca a
intervalos regulares. Solo hay una persona que la despierta así después de que su
aburrimiento viendo una película pueda con ella y se quede dormida con la cabeza
apoyada en su hombro o en su regazo mientras ella juega con mechones de su pelo.
- ¿Chlo? - murmura todavía medio dormida, parpadeando con ojos
pegajosos de sueño.
- No - ríe alguien, y entonces procesa que es un alguien masculino -.
Siento decepcionarte.
- Oh, Jesse - saluda. Se sienta recta en el asiento con una mueca
cuando su cuerpo le recuerda lo maltratado que le tiene -. Perdona, ella siempre me
despierta de esa forma.
- Lo sé - sonríe él -. Me dijo que llamarte no servía de nada, que tenía
que tocarte. Supongo que cuando salíamos juntos mis métodos tenían el mismo
efecto.
Beca recuerda vagamente el peso de alguien sobre ella, besos en la
cara o lametones si ella se negaba a abrir los ojos, risas y cosquillas. El olor a café
recién hecho que le llegaba desde la mesilla, el aroma permanente a palomitas en la
habitación y las sábanas. Se traga la inexplicable oleada de tristeza que le golpea
justo en el pecho.
- Lo habría hecho ella, ¿sabes? - dice de golpe Jesse, probablemente
malinterpretando el silencio de la morena. Todo rastro de diversión desaparece de su
rostro. - Lo iba a hacer ella, pero la maleta de Stacie se abrió al sacarla, ¿quién lleva
tanta ropa al medio del bosque, de todos modos?, cundió el pánico y tuvo que ir a
poner orden mientras tú babeabas contra el cristal.
Sonríe sin poder contenerse, las Bellas tienen ese efecto en ella. Están
locas como las que más pero Beca las quiere con toda su alma y no sabe qué habría
sido de ella si no las hubiera encontrado en su primer año en Barden. O si Chloe no la
hubiera encontrado a ella. La sonrisa muere en sus labios al recordar que ha metido
la pata hasta el mismísimo fondo. Y aunque Jesse es el único presente y ya la ha visto
en peores momentos, no puede permitir que su fachada de "todo me resbala" flaquee
así que le da un suave empujón en el hombro.
- ¡Yo no babeo!
- ¿Que no? - su exnovio suelta una carcajada -. Becs, poco más y nos
inundas el autobús.
Le vuelve a dar un empujón pero esta vez una sonrisa acude a su cara
y no puede frenarla. Se abre paso entre filas de asientos hasta la puerta delantera y
baja los escalones todavía escuchando al Treblemaker desvariar sobre los imaginarios
escenarios que habría provocado su baba.
- Oye, idiota, te iba a dar las gracias por venir a buscarnos pero creo
que te quedas sin ellas.
Jesse finge parecer herido. Le dura exactamente medio segundo.
- Admítelo, Becs, no puedes vivir sin mí. ¡Vuelve a mis brazos, nena!
Y sabe que está bromeando así que le pone los ojos en blanco y sube
el manillar de su maleta para tirar de ella hacia la casa de las Bellas.
- Sigue soñando.
- Cuando quieras vuelvo a tu rescate, solo tienes que llamarme. Soy
tu Batman particular.
- ¿Enciendo una luz y apareces volando?
Si Jesse está sorprendido por que la DJ conozca la batseñal, no lo
muestra.
- Yo soy más original, solo tienes que gritarme - se rodea la boca con
dos manos para hacer bocina y echa la cabeza hacia atrás -. ¡BECAAAWW!
¡BECAAAAWWW!
Suelta una carcajada, sacudiendo la cabeza con incredulidad. ¿Cómo
se las ha apañado para dejar que gente tan rara se hiciera con un cachito de su
corazón?

- Adiós, friki - se despide con una sonrisa por encima del hombro mientras tira de la
maleta.
Acaba de cerrar la puerta de la casa detrás de ella cuando su móvil
vibra en su bolsillo trasero. Se ha acostumbrado - relativamente - a no tener
cobertura de modo que que vuelva a la vida casi le hace dar un grito del susto.
.
Jesse Swanson
últ. conexión a las 19.45
(19:45) Arregla las cosas con Chloe, quieres?
(19:45) Se hace raro tanta tensión entre vosotras
.
Rápidamente, Beca teclea un mensaje de respuesta.
.
Desde cuándo eres mi madre?
(19:46) Hija mía, desde que no soporto verte así con tu mejor amiga
(19:47) Sobre todo si la mierda me salpica a mí también
Ya
Bueno
No creo que esto vaya a ser fácil de solucionar
Esta vez la he cagado bien cagada
(19:47) Tú? Beca Mitchell? Cagarla con alguien que te importa?
(19:47) Imposible!
Oye, rebaja la ironía, no?
(19:48) Jovencita, no le respondas a tu madre
(19:48) Mira
(19:48) Ahora seriamente
(19:49) Pon ese bonito cerebro tuyo a funcionar y discúlpate
(19:49) Chloe te quiere, te perdonará cualquier cosa
Créeme que no me quiere tanto
Incluso la amistad tiene sus límites
(19: 50) Quién está hablando de amistad?
.
Parpadea. Relee. Parpadea. Relee. Así como cinco veces. Cada vez que
mira su último mensaje después de abrir los ojos espera haberlo visto mal, pero las
letras negras destacan contra la burbuja blanca de forma indiscutible.
.
A qué te refieres?
.
Espera diez minutos y sigue sin haber respuesta. Ni siquiera ha abierto
el WhatsApp. ¿Se supone que se refiere a que Chloe la quiere como más que una
amiga? ¿O que es Beca la que quiere más que amistad? ¿Entonces Jesse estaría de
acuerdo si una de las dos llevara su relación un paso más allá? Ejem, el momento
ducha, ejem, ejem. ¿Y hace cuánto que lo sabe? ¿O simplemente lo sospecha? Le
maldice por elegir ignorarla justo después de soltar semejante bomba.
Entonces se dice a sí misma que no tiene sentido seguir negándolo, no
después de haber besado a su mejor amiga y confirmado lo que ya sabe, no después
de que incluso Jesse trate de abrirle los ojos. Puede ser tonta en lo que respecta a los
sentimientos de los demás, pero los suyos los tiene bien controlados y catalogados.
En cuanto se salen de lo normal, las bandejas rojas se alzan. Es difícil pasar por alto
algo tan gordo.

Porque, lo admite, hace tiempo que se dio cuenta de que lo que siente por Chloe va
más allá de la pura amistad. Tampoco hace falta tener un Nobel para verlo. Hasta
sospecha que es algo que llevaba fabricándose desde que la pelirroja irrumpió en su
ducha y la forzó a cantar con ella. O quizá fue el hecho de que todas esas reglas que
ha aplicado a rajatabla durante toda su vida y sin excepciones - nada de contacto
físico, nada de muestras de afecto, nada de sentimientos hacia personas porque todas
se marchan eventualmente, etc. - por alguna razón es incapaz de aplicarlas con ella y
hace cosas que jamás admitiría. Ni bajo tortura. Una mirada de la pelirroja y esa
actitud de "todo me resbala" de la que depende para sobrevivir se viene abajo como
un castillo de naipes, pero como es Chloe, no le importa. Como es Chloe, se permite
reír sin restricciones - de verdad, una vez se le salió la leche del desayuno por la nariz
y todo -; llorar sin avergonzarse demasiado; se permite aceptar abrazos, enseñarle
remixes recién hechos para que le dé su opinión; que le coja de la mano y quedarse
dormidas en la misma cama después de mantenerse despiertas hasta tarde hablando
de mil cosas y de nada.
Y es que Chloe Beale parece ser la excepción. Suexcepción.
Pero, en realidad, la explicación es mucho más sencilla. Beca ve el
mundo de blanco y negro, con sus cosas buenas y sus cosas malas, personas que le
caen bien y personas que le caen bien, gente que es seguro tener cerca y las que
representan una gran amenaza para su corazón. Ella ve el mundo lleno de
vibraciones, de canciones diferentes contenidas en cuerpos humanos, de notas en una
partitura que le cuentan una historia y le dan el porqué de ser quienes son y como
son.
La primera vez que vio a Chloe, o que la pelirroja la vio a ella más
bien, en la feria de la universidad, le echó para atrás un poco todo ese aire de chica
guapa, perfecta positiva, con amigos y que dedica su vida entera a un club de
acapella. ¿Quién en su sano juicio se dedica a la acapella por propia voluntad? Seguro
que fue reina del baile de graduación y la líder de las animadoras cuando iba al
instituto. No el tipo de gente con el que Beca se relacionaba.
La segunda vez que vio a Chloe - muchas partes de ella, en verdad -
fue cuando esta irrumpió en su ducha. A todo lo anterior añadió las etiquetas de:
#con confianza en su cuerpo, #y no me extraña porque menudo cuerpo, #sus ojos
tienen vida propia, #algo acosadora, #Titanium es su canción para masturbarse,
#persistente, #convincente, #encantadora, #experta a la hora de chantajear, #joder
qué voz tiene. En ese momento dejó de intentar no mirar hacia donde no debía y se
le olvidó incluso taparse a sí misma. Dejó de tratar de encajarla en una de las
categorías - blanco o negro - y se dio cuenta de que Chloe Beale era una gran
mancha gris en el medio. Una persona que te contaba una historia a primera vista y
luego la rebatía y confirmaba al mismo tiempo cada vez que abría la boca. Un
misterio y un libro abierto. Alguien peligroso para su corazón pero sin quien no podía
vivir. Le encantaba su personalidad aunque a veces la volviera tan loca que quería
matarla.
En el momento en el que escuchó sus voces entremezcladas, lo supo.
O comenzó a sospecharlo. Sí, lo enterró bajo metros y metros de excusas y
conformismo, pero estaba ahí, acercándose a la superficie cada vez más como un
volcán en erupción. Su canción interior se mezclaba tan perfectamente con la de
Chloe que le asustó y fascinó a partes iguales. Quería alejarse y no volver a verla, sin
embargo, se encontró a sí misma en un escenario para audicionar para un grupo
universitario de acapella - adiós a sus principios - aunque ella solo cantaba en la
ducha. Y todo valió la pena porque Chloe estaba ahí, en primera fila, con tanta
esperanza en ella que casi tuvo miedo de ser una completa decepción. Solo que no lo
fue.
Más tarde, mucho más tarde, años más tarde, se dio cuenta de que
quizá habría sido más sano para ella si lo hubiera sido. Una decepción, borrada y
olvidada, descartada sin un segundo pensamiento.

Qué planes más perversos tiene a veces el destino, ¿no? Te hace seguir un camino
determinado toda tu vida y, de repente, un día así como así te encuentras que no
tiene salida, que si sigues te chocas contra un muro impenetrable de kilómetros de
altura; así que te dejas manos y pies para escalarlo. Y resulta que te vas encontrando
con gente diferente a medida que avanzas, unos te ayudan, otros te tiran piedras
para intentar que caigas.
A veces lo haces. Caes. Hasta abajo del todo. Es ahí cuando se te dan
dos opciones: rendirte o volver a intentarlo.
Con Chloe pasó lo mismo, solo que Beca solita se las apañó para
hacerse caer de la pared. Ahora queda una pregunta, la clave de todo: ¿se rinde y
huye o se levanta y vuelve a intentarlo? Está aterrorizada, para qué negarlo. Solo de
pensar en lo que le puede pasar si decide seguir adelante, se paraliza de puro miedo.
Sin embargo, cree saber qué tiene que hacer.
Por primera vez en su vida, y sin que sirva de precedente, cree saber
a quién escuchar esta vez: a su corazón o a su cerebro, al diablillo o al angelito.
Con un suspiro salido de más profundo de su ser, baja el tirador de la
maleta y se la cuelga de la cadera para comenzar la ardua tarea de subir las escaleras
sin golpear las paredes. Va tan sumida en sus pensamientos que no es hasta que la
deja caer con un resoplido encima de la cama que no se da cuenta de lo
extrañamente silenciosa que está la casa. Siempre que las Bellas vuelven de una
competición, se produce un revuelo mientras recogen su ropa y hay intercambios de
cosas perdidas y encontradas, prestadas y nunca devueltas; o simplemente olvidadas
en algún hotel de una ciudad. Siempre hay música sonando o alguien cantando, gritos
y risas, golpes y maldiciones. Tanto silencio hace que las alarmas de su cabeza
salten.
- ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? - pregunta columpiándose de la
barandilla de la escalera.
Nadie contesta.
- ¿Hola? - baja hasta el piso de las habitaciones y mira a su alrededor.
Todas las puertas están cerradas, pero no hay signos de actividad alguna detrás de
ellas.
Entonces escucha una voz ahogada responderle desde algún punto de
la enorme casa.
- ¡Polo!
Sonríe al reconocer la broma que al final habían adquirido para
encontrarse unas a otras cuando estaban en sitios diferentes.
- ¡Marco! - grita de vuelta.
Cuando le llega la réplica, se guía por ella hasta el piso de abajo y de
ahí a la cocina. Reclinada contra la encimera de la isla está Chloe. Tiene una manzana
en la mano y mastica con tranquilidad, sin su usual sonrisa de bienvenida para la
morena.
- ¿Dónde están todas? - pregunta esta.
No sabe si entrar más en la estancia o quedarse donde está, apoyada
en el umbral de la puerta.
- ¿No te...? Ah, claro, estabas dormida - la confusión de la pelirroja
desaparece y es reemplazada otra vez por esa especie de fría indiferencia que no le
pega nada -. Tenían antojo de pizza así que dejaron las maletas en sus cuartos y se
fueron.
- ¿Tú no te uniste?
- No me apetecía - se encoge de hombros -. Además, tenía que
ducharme.
La DJ nota por primera vez su pelo húmedo cayendo como una
cascada de fuego oscuro sobre sus hombros. Ni rastro de mejillas sonrojadas, labios
hinchados o barro en el cuerpo. Ni rastro de una sonrisa pícara, una broma sobre el
motivo de que no hubiera podido ducharse en primer lugar.
Beca lucha por decir algo, cualquier cosa. Pero algo.
- Ah - es todo lo que se le ocurre.

El silencio la ahoga, es como una almohada presionada contra su nariz y boca que le
impide respirar. Cambia el peso de un pie a otro intermitentemente. Juguetea con sus
manos. Y Chloe se limita a mirarla con esa indiferencia que le está clavando cuchillos
en el pecho. Podría lidiar con ello mil veces mejor si la pelirroja estuviera cabreada y
se pusiera a gritarle como si no hubiera mañana. Lo prefiere antes que ese lado de
Chloe tan desconocido y escalofriante. Para una persona que es tan generosa con sus
sonrisas, que siempre lleva una pintada en la cara aunque quiera echarse a llorar; esa
expresión neutra y fría es como ver que el Sol sale por el Oeste y se pone por el Este,
o que las estrellas adornan el cielo de día y la Luna tiene luz propia.
Necesita salir de ahí. Corriendo a poder ser. Hace una mueca que
intenta ser de disculpa y gira sobre los talones de sus machacadas Converse pero no
llega muy lejos porque se choca contra el muro metafórico. Le hace darse cuenta de
que lo está enfocando todo mal, de que no es Chloe quien tiene que hablar, sinoella.
Beca.
- Soy una estúpida, ¿verdad? - No lo pregunta, no en realidad. Es más
bien retórico.
Como Chloe no contesta, la DJ se gira un poco para mirarla. Ve que ha
tirado el corazón de la manzana a la basura y, aunque sigue apoyada contra la
encimera, ya no es indiferencia lo que brilla en sus ojos, sino interés. Beca tiene su
atención, está escuchando cada palabra, cada respiración agitada. Y sus ojos
muestran tanta intensidad que la morena teme que le hagan un agujero en la cara.
Quizá eso debería tranquilizarla pero tiene el efecto contrario en ella. Nunca ha sido
buena con las palabras, prefiere expresarse con notas musicales.
Aunque hay una cosa que tiene más clara que el agua.
- Dios, soy una completa estúpida - repite con una sacudida de
cabeza.
Se vuelve a hacer el silencio mientras Beca se martiriza mentalmente
con lo mismo todo el rato. Es una estúpida. Una auténtica, completa, irremediable
estúpida. Tiene que reprimir el impulso de entrar en "Modo Dobby" y comenzar a
darse golpes contra la pared que tiene al lado.
Imagina que, en algún momento de su auto tortura, algo debe de
decir en voz alta porque Chloe suelta un bufido y da un paso adelante con los brazos
cruzados y expresión de fastidio.
- Eso ya ha quedado claro, ¿vas a seguir como un disco rayado toda la
tarde o piensas pasar al siguiente punto?
Y Beca sabe que la pelirroja tiene todo el derecho a estar enfadada,
sinceramente, la DJ habría reaccionado mil veces peor si sus papeles hubieran estado
intercambiados; pero no puede evitar que el comentario le toque el nervio
equivocado.
- Estoy... Estoy tratando de disculparme. ¿Puedes ser un poco menos
capulla y ayudarme o algo? - replica, girándose para encarar completamente a su co-
capitana, los ojos entornados.
- ¿Ayudarte? - exclama Chloe, incrédula, sus cejas casi
desapareciendo de su frente -. ¿Me estás tomando el pelo? ¿Por qué debería
ayudarte? - Furiosa, da otros dos pasos hacia delante de modo que queda a unos
centímetros de la morena y esta retrocede, tomada por sorpresa. Durante una
fracción de segundo, cree que la pelirroja le va a dar una bofetada. Sin embargo, es
Chloe Beale, la que no haría daño ni a una mosca -. No fui yo quien se coló en tu
ducha, no fui yo quién te besó, y mucho menos fui yola que salió corriendo sin
ninguna explicación.
- Pero tampoco trataste de pararlo cuando sabes perfectamente que...
- ¿Que qué? ¿Qué lo único que sabes hacer es salir corriendo en
cuanto te encuentras con el primer obstáculo en tu camino?
- Sabes que eso no es verdad - la DJ prácticamente está temblando
por la rabia contenida.
Y mentiría si dijera que así era como había planeado que fuera la
conversación. Jamás en sus cuatro años de amistad con Chloe habría pensado que
lanzaría un golpe tan bajo. Le había confesado a la pelirroja la verdadera razón por la
que huye de situaciones años atrás, una noche con demasiado alcohol corriendo por
sus venas, y había dejado claro que era algo que poca gente sabía y debía
permanecer de esa forma.

- ¡Siempre escapas de los problemas, Beca! ¡En cuanto es más de lo que puedes
controlar, huyes! ¡Ni siquiera te paras a pensar en el efecto que tiene sobre la gente
que dejas atrás!
Así como así, parece que toda la energía abandona a la pelirroja de
golpe. Su barbilla cae hasta casi tocar su pecho, sus hombros se hunden, su enfado
se disipa tan rápido que cualquiera diría que había estado gritando hacía menos de
tres segundos.
- ¿Alguna...? - La voz se le quiebra antes de terminar la primera
palabra -. ¿Alguna vez te has preguntado cómo sienta eso? ¿Lo que puede significar
para la gente que te quiere que no tengas dificultad a la hora de darles la espalda -
chasquea los dedos -, y desaparecer? Cómo duele porque, joder, yo no podría hacer
eso. Y quizá siento envidia, o quizá odio que tengas esa habilidad porque entonces
significa que nadie te importa del mismo modo que tú nos importas a nosotros.
Si alguien le jurara a Beca en ese preciso momento que las palabras
de Chloe habían adquirido forma física y le habían dado un puñetazo en el estómago,
no habría dudado de su veracidad. Era la única explicación lógica para la repentina
falta de aire en sus pulmones, las náuseas que le atacan, la palidez que se extiende
por su cara de modo que lo único con color son sus ojos azules y su pelo castaño.
Sobra decir que no. Nunca había pensado en eso. La sencilla razón por
la que nunca se giraba a mirar por encima del hombro era porque conocía de cabo a
rabo la historia de Orfeo y Eurídice, porque sabía que era una cobarde y hacerse
consciente de lo que dejaba atrás era más de lo que podía soportar. De modo que
seguía colocando un pie delante del otro en la dirección opuesta a donde estaba lo
que quería - oa quién quería -, ahogando sus penas en música, cubriendo el sonido
de su corazón al romperse con las rítmicas bases de sus remixes. Nunca se había
parado a pensar en que quizá la misma sensación de desgarre que experimentaba
ella cada vez que tenía que salir corriendo para protegerse de salir herida, también
podían sentirla la gente que la rodeaba y a quienes abandonaba sin una disculpa o
una razón plausible. Nunca se había planteado si, quizá, cuadrando los hombros y
afrontando los golpes de la vida se habría ahorrado más dolor que haciendo eso que
precisamente creía que la protegía de sufrir. Y, especialmente ahora que se da
cuenta, si habría ahorrado más dolor a las personas que se preocupaban por ella.
Los remordimientos son tan fuertes que puede ver la habitación dar
vueltas a una velocidad vertiginosa. Lo que quiere en ese momento es enterrar la
cabeza bajo la almohada, y esta bajo las mantas, y no salir de su escondite en lo que
le queda de vida. Lo que quiere en ese momento es gritar perdón con toda la fuerza
de sus pulmones y convertirse en una ermitaña para no volver a dañar a nadie en sus
intentos de autocastigarse.
Huir de la gente que le importa no es más que una forma de dejarse
claro que no cree merecer estar con alguien que le quiera; y por mortificarse,
mortifica a todo aquel que trata de quererla.
Así que sí, quiere no volver a ver la luz del día nunca más para que
esta no alumbre los horrores que ha cometido. Quiere disculparse con cada una de las
personas a las que ha hecho daño y prometerles y volverles a prometer que nunca
jamás se repetirá. Aunque lo que de verdad desea es dejar todo eso atrás y cambiar.
Por todos aquellos a los que hirió. Por ella misma. Y, más que nada, por Chloe.
Porque nadie tenía por qué soportar eso tres veces y Chloe lo hizo sin
una queja. Porque a pesar de que Beca no le reprocharía que no volviera a dirigirle la
palabra en lo que les quedaba de año escolar, Chloe seguía ahí. Vulnerable como
nunca. Cansada como nunca. Dolida como nunca. Pero ahí.
La verdad aparece tan clara a los ojos de Beca que las palabras están
cayendo de su lengua antes siquiera de que tenga tiempo de pensarlas.
- No quiero perderte. No puedo perderte.

Y Chloe parece desmoronarse ante esa confesión hecha en un susurro apenas audible.
Engancha ambos índices en las trabillas de los shorts vaqueros de la DJ y da un
pequeño tirón que la lanza hacia delante, que le hace tropezar, que le hace chocar
contra el cuerpo firme de la pelirroja. Apoya su frente contra la de Beca, cerrando los
ojos momentáneamente. Esos increíbles círculos azules se fijan en los más oscuros de
la morena con tanta intensidad y emoción que parece imposible que pertenezcan a un
ser humano.
- No lo harás - contesta en el mismo tono de voz.
Cada minúscula fibra del ser de Beca anhela creerla, pero su
experiencia en la vida muestra todo lo contrario. Sacude ligeramente la cabeza, el
ceño fruncido con tristeza.
- Pero esto es solo un experimento para ti.
Chloe abre los ojos como platos, sorprendida. Entonces, para asombro
de la DJ, se ríe. No una risita nerviosa o de disculpa. No. Es una carcajada como Dios
manda. Su pecho se sacude, la pequeña cicatriz de su operación de nódulos tiembla.
El ceño de la morena se acentúa, sin embargo, antes de que tenga
tiempo a alejarse y ofenderse porque, oye, estaban teniendo una conversación
honesta, de esas que se hacen con el corazón en la mano y el pecho abierto de par en
par para que la otra persona vea que no le estás ocultando nada; Chloe parece
presentir el enfado/confusión de su mejor amiga porque tensa los dedos que la
mantienen en el sitio y se traga la risa, que burbujea por sus ojos en pequeños
destellos.
- Perdón, es solo que... Jesús, Becs, ¡a veces puedes ser de un tonto!
- Gracias - replica la aludida sin saber muy bien qué decir, qué hacer,
qué sentir.
- ¿De verdad crees eso?
- ¿Que puedo ser tonta? - confundida por el brusco cambio de tema,
frunce el ceño todavía más -. Bueno, si soy totalmente sincera, sé...
- No - corta Chloe, divertida -. Me refiero a lo otro. ¿De verdad crees
que eres solo un experimento para mí?
Algo en el tono de voz de la pelirroja enciende alarmas en su cabeza.
Momentáneamente aturdida por el ruido ensordecedor, parpadea varias veces sin
registrar las palabras de su mejor amiga.
- Tú... Quiero decir... - Dios, a ese paso el ceño fruncido le va a llegar
hasta la punta de la nariz -. Me dijiste... - bufa, frustrada consigo misma, con su
incapacidad para expresarse, con Chloe, con la situación y con el maldito vocabulario.
- ¿Acaso...?
La co-capitana parece tener suficiente "Beca balbuceante y totalmente
incomprensible pero adorable" metraje en su memoria porque deja que una enorme y
cegadora sonrisa adorne su rostro. Lo cual no ayuda nada a la DJ. Pero qué
demonios, todo se le olvida en cuanto la pelirroja se inclina hacia delante y captura
sus labios con los suyos.
Ese beso no es tan hambriento como el de la ducha. Ni punto de
comparación. Se mueven la una sobre la otra con la certeza que aporta el ya
conocerse. Sabe a manzana, a sentimientos embotellados. Boca contra boca, escriben
en los labios de la otra confesiones nunca dichas en voz alta. La tinta es su saliva, la
pluma son sus dientes y lenguas.
Tras sus párpados cerrados, ve sin problema alguno la canción que es
Chloe liberándose de las restricciones de su cuerpo físico y expandiéndose como el
fuego que consume el oxígeno del aire. Porque Chloe es puro fuego. Lo lleva
encerrado en su interior, reflejado en su pelo, transmitido cuando roza la piel de la
morena. Sus llamas la rodean y la queman, la queman a fuego lento con sus labios,
avivadas por sus alientos calientes entremezclados cada vez que se separan para
coger aire. La queman hasta que las notas musicales de ambas pueden mezclarse sin
barreras.
Y la melodía que sale es la más exquisita que Beca jamás ha
escuchado. Y sabe que es una que jamás podrá parar de querer escuchar.
Nunca ha sido una fan particular de la poesía. La respeta, admira su
belleza, siente las palabras fluir como el agua cuando alguien la lee en voz alta, pero
siempre se ha sentido más atraída por la música. La música fue su gran amor, su
primer amor. Sin embargo, cuando Chloe se separa y abre los ojos, comprende de
golpe todo lo que los poetas tratan de transmitir al volcar metáforas, antítesis,
hipérboles, cesuras y una multitud más de recursos literarios en una hoja. Comprende
cada verso, cada sentimiento escondido detrás de letras impresas en papel.
- Nunca fuiste un experimento, Becs.
Y quizá Beca salga con quemaduras de tercer grado de esa locura,
pero, por una vez en su vida, no le importan lo más mínimo las consecuencias. Están
ahí, con sus señales de peligro, sus sirenas antiaéreas, sus banderas rojas; pero no
les hace caso. Las ignora. No escucha a su Pepito Grillo trajeado o a su cerebro con
pajarita y sombrero. No permite que el impulso de huir antes de salir dañada se
apodere de ella.
Porque Chloe la está mirando, a ella, Beca Mitchell, con fuego en los
ojos. Chloe la está mirando con la adoración reservada a una persona, a la persona.
Y eso es todo lo que importa. Lo único que importa.
Fin

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