La Pasion de Nuestro Señor Jesucristo

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Verd.16-17
LA PASION
DE

NUESTRO SENOR JESUCRISTO


POR

MONS. SEGUR.
Traduccion libre

por

F. S. Y S.

@ 9

BARCELONA :
LIBRERÍA Y TIPOGRAFIA CATÓLICA, Pino , 5 .
1878 .
Verd - 14-17-4
LA PASION
DE

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


POR

MONS. SEGUR.

Traduccion libre

for

F. S. Y S.

of
BARCELONA :
LIBRERÍA Y TIPOGRAFIA CATÓLICA , Pino , 5 .
1878 .

PRÓLOGO .

Un misionero que penetró hasta el Ti


bet para predicar allí el Evangelio , refie
re que en una de las principales poblacio
nes de esta vasta nacion infiel trabó re
laciones con un joven médico, célebre
en toda la comarca,por la honradez de
sus costumbres , bondad para con los
pobres y puntualidad en la práctica de
su falsa religion .
Este hombre ignoraba hasta la exis
tencia del Cristianismo. Instruyóle poco
á poco el misionero , desvaneciendo sus
preocupaciones y preparando gradual
mente su alma para recibir la divina luz.
Cierto dia hubo el joven médico de vi
sitar al Padre en la humilde habitacion
que ocupaba en Lhasa, y sobre la pared
de ella veíase colocada una gran imágen
4
de Jesús crucificado , recien traida de
Francia . Era este todo el adorno de aque
lla vivienda verdaderamente apostólica.
Durante la conversacion conoció el mi
sionero que esta imágen llamaba de un
modo particular la atencion de su disci
pulo , y de esto tomó ocasion para expli
carle más extensamente los adorables
misterios de la Encarnacion divina y de
la Redencion . Díjole como Dios, en el
exceso de su infinito amor, habia queri
do venir Él mismo á este mundo , hecho
hombre mortal , y vivir en él como un
padre de familia en medio de sus hijue
los , como un rey en medio de sus queri
dos vasallos; explicole de qué suerte Dios ,
al hacerse hombre, se encarnó y se hu
milló hasta nosotros sin perder nada de
su perfectisinia santidad y sin abando
nar la majestad de su gloria , y como Je
sús no se contento de hacerse de este
modo rey , maestro , dueño y hermano
nuestro , sino que extendió su amor has
ta el punto de tomar sobre sí el castigo
- 5
de nuestros pecados , hasta llegar a ser
nuestro Redentor y nuestra víctima. Así
le dio a conocer el misterio de la cruz ,
de esa cruz sangrienta en la cual se con
sumó el sacrificio expiatorio del divino
Salvador .
Así que acabó de hablar el generoso
misionero , observó quegruesas lágrimas
corrian silenciosamente por el rostro de
su amigo , quien tenia fijada su vista en
la sagrada imágen , sin poder, por decir
lo así , apartarla de ella . Respetandoesta
religiosa emocion , retiróse el misionero ,
y púsose en oracion pidiendo á Dios se
dignase atraer á sí por los escondidos
senderos de su gracia á aquella alma
buena y dócil que tan bien dispuesta
parecia á conocerle, servirle y amarle .
La solitaria contemplacion del jóven mé
dico duró más de media hora, y eran
tan profundos los sentimientos que agi
taban su alma , que apenas pudo articu
lar unas breves palabras antes de des
Nedirse del buen Padre . La cruz , el mis
- 6
terio de Cristo crucificado habian tras
pasado su alma é introducido en ella la
luz que le condujo muy pronto hasta el
santo Bautismo .
Querido lector : hé aquí , no una muda
pintura, sino una relacion minuciosa de
este mismo misterio de amor y de sufri t

mientos. ¡Ojalá produzca en tu alma la


misma impresion viva y eficaz que en la
del pobre idólatra produjo el Crucifijo del
misionero ! ¡Ojalá te conduzca lleno de
arrepentimiento y de fervor á los piés
de tu divino Redentor crucificado!
LA PASION
DE

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO .

1.

Es preciso contemplar el misterio


de la Pasion de los dolores de Jesús
con los ojos de la fe y del amor.
No considerando el asunto más que
superficialmente y por lo que aparece
á los sentidos , diríase que muchos
mártires sufrieron muchísimo más que
Jesucristo. Mas cuando se empieza á
comprender las profundidades verda
deramente espantosas del misterio de
la Redencion , cambia todo de aspec
to ; y los sufrimientos de Cristo apa
recen entonces, como son en sí , gran
diosos como el universo.
C
8

En efecto. Jesús es, no solo el Dios


Criador y el Dueño supremo , sino que
por la union indivisible de las dos na
Turalezas divina y humana en su ado
rable persona, es el centro de toda la
creacion , y el centro en particular de
todo el género humano. De la misma
manera que es el Santo de los Santos,
así es tambien el Hombre de los hom
bres . Y despues que el hombre se hu
bo hecho pecador y, como tal , esclavo
del demonio, sujeto al sufrimiento, al
castigo y á la muerte, Jesús, el Hom
bre- Dios, Redentor de todos los hom
bres, vino á hacerse como el pecador
universal, el maldito entre todos los
malditos , hasta el punto que san Pa
blo no haya vacilado en decir que Cris
to se hizo por nosotros pecado y mal
dicion .
Presentóse, pues, nuestro Redentor
á Dios su Padre, cargado con todos los
pecados cometidos por todos los hom
bres despues del pecado original y de
todos los que se han de cometer por
todos los hombres hasta la consuma
9.
cion de los siglos. Y como Dios es la
justicia exacta y perfecta que castiga
todas nuestras culpas segun la grave
dad de cada una de ellas , hemos de
mirar con la fe á nuestro adorable Sal
vador como agobiado y abrumado ba
jo el peso inmenso de todos los sufri
mientostemporalesyeternos , que son el
castigo inevitable de aquellos pecados.
Quien fijare un instante su atencion
en esta idea,comprenderá que le fué
precisa á Jesús toda su divina omnipo
tencia para poder vivir un solo momen
to en esta condicion de víctima uni
versal .
Hé ahí la razon de una antigua tra
dicion cristiana , que refiere que nun
ca jamás durante su vida se vió son
reiñ á Jesucristo. Su pasion empezó
con su vida . El Calvario no fué más que
el acabamiento de esta obra de expia
cion .
II .
Durante tres años y medio manifes
tose Jesús al mundo con la predica
2 LA PASION.
10
cion de su doctrina y el resplandor de
sus milagros. Todo el que hubiese que
rido ver y oir podia fácilmente con
vencerse .
Acercábanse las fiestas de la Pascua ,
el odio de los fariseos y escribas con
tra el divino Maestro habia llegado á
su colmo . Con ocasion del grandioso
milagro de la resurreccion de Lázaro,
obrado recientemente en Betania, ha
bíanse reunido, y ciegos de cólera ha
bian lanzado su maldicion sobre la per
sona sacratísima del Salvador . Aque
llos infelices, creyendo destruir á Je
sús, iban a servir de instrumento, á
pesar suyo , para los designios miseri -
cordiosos de Dios sobre el género hu
mano .
El Hijo de Dios, para dar ejemplo de
obediencia y respeto a la ley, observa
ba puntualmente todas las prescripcio
nes que siglos antes habia ordenado El
mismo á Moisés en la montaña del Si
nai . Volvió, pues,á Jerusalen algunos
dias antes de la fiesta, á fin de cele
brarla con sus Apóstoles ; iba á inmo
lar con ellos el cordero pascual, figu
ra del sacrificio verdadero en el cual
El mismo , Hijo de Dios , Cordero de
Dios, iba á ser inmolado por la salva
cion del mundo . El pueblo de Jerusa
len en masa , entusiasmado con sus re
petidos milagros y atraido por el en
canto suavisimo de su dulzura y bon
dad , salióle al encuentro , y de esta
suerte entró como rey de Sion triun
fapte en Jerusalen .
Exasperado y fuera de si por este úl
timo obsequio, y apoderado de un fu
ror diabólico, el principe de los sacer
dotes , Caifás, reune el Sanhedrin , es
decir, el gran Consejo religioso de los
judíos, y de comun acuerdo resolvióse
allí deshacerse en secreto de la per
sona de Jesús . No se atrevieron á
echarle mano públicamente a causa
del entusiasmo del pueblo.
Su odio hallo mejor auxiliar de lo que
podia esperarse á causa de la traicion
de uno de los discípulos amados del
Salvador, Judas Iscariote, nombre que
ha venido á ser para todas las genera
-
12

ciones objeto de execracion . Desde


mucho tiempo atrás estaba Judas en
cargado de los fondos que servian pa
ra la manutencion diaria de Jesús Y de
los que le acompañaban . Jesús nada
poseia , como tampoco sus discípulos ;
pero algunos piadosos amigos y algu
nas santas mujeres asistiancon sus li
mosnas al divino Maestro. La pose
sion de este pequeño caudal excitó
en el corazon de Judas la terrible
pasion de la codicia ; endurecióse po
co a poco , hizose indiferente a los
continuos milagros del Señor, y dejó de
atender a su divina palabra. Cuando
allá en Betania , siete dias antes de la
Pasion, Magdalena derramó sobre los
piés del Salvador sus preciosos perfu
mes , que Judas valoró en trescientos
denarios ( 1 ), irritose este mal discípu
lo , bajo pretexto de que hubieran si
do más provechosos para los pobres;
y habiéndole reprendido severamente
Jesús por su murmuracion, resolvió
( 1) Poco menos de mil pesetas .
13
desde entonces vengarse y entregar á
su Maestro . La ocasion no se hizo
aguardar. El jueves presentóse el após
lol traidor á Caifás , y le dijo : " ¿ Qué
me daréis, y yo lo entregaré en vues
tras manos?» Y resolvieron entre sí dar
le treinta piezas de plata ( 1 ), precio
ordinario de un esclavo . Así cumplie
ron los judíos, sin pensarlo , la céle
bre profecia escrita en sus propios li
bros, de que el Mesias seria vendido
por treinia dineros por los hijos de
Israel .
Salió Judas, é hizo que se le diese
una cohorte ó compañía de soldados
de los que estaban de guardia en el
templo, á los cuales se juntaron algu
nos criados ó alguaciles con hachas y
linternas .

III .

El dia de Jueves Santo , catorce de .


abril, reunió Jesús á sus Apóstoles en

(1 ) Poco menos de cien pesetas .


-14 CN

una casa situada sobre la colina de


Sion , junto al mismo lugar donde estu
vo depositada el Arca antesde la cons
truccion del templo, sobre la sepultu .
ra de David . Celebraron allí la Pascua
segun el rito de Moisés , comieron el
cordero pascual con el pan sin levadu
ra y las lechugas amargas como man
daba la ley.
Despues de esta comida instituyó
Jesús la Eucaristía .
Sabiendo que era llegada su hora y
que iba á separarse de este mundo,
quiso en el exceso de su divino amor
dejar á sus hijos peregrinos sobre la
tierra un alimento celestial, destinado
á reanimar sus fuerzas y á mantener
en ellos la santidad de la vida cristia
na . Este pan de los cristianos, este ali
mento de las almas es el mismo Jesús,
presente en realidad , bien que encu
bierto bajo las apariencias del Santísi
mo Sacramento.
Toma , en efecto, pan entre sus san
tas y venerables manos, y levantando
los ojos al cielo, bendice este pan, róm
.
15 -

pelo , y lo ofrece á sus A póstoles, di


ciendo :
« Tomad y comed todos de él , pues
este es mi cuerpo. Toma despues un
cáliz ó copa de vino, lo bendice igual
mente, y se lo da tambien á sus Após
toles, diciendo :
« Tomad y bebed de él todos, pues
esta es mi sangre, la sangre de la nue
va y eterna alianza , misterio de fe , la
cual será derramada por vosotros y por
muchos para la remision de los peca
dos . Y cada vez que hiciereis lo que
acabo de hacer Yo, lo haréis vosotros
en memoria de Mí . »
Judas comulgó como los demás dis
cípulos , y rompiendo con el sacrilegio
los últimos lazos que le ataban con el
Hijo de Dios , salió y fuése á vender á
su Maestro .
Cuando el desventurado hubo salido,
hizo Jesús con sus Apóstoles la accion
de gracias, y san Juan, el discípulo
querido que durante la Cena habia re
posado su cabeza sobre el seno de su
buen Maestro, nos dejó el resúmen de
16 -

las adorables palabras que forman en


su Evangelio ( 1) el precioso Discurso
de la Cena. Alli explica Jesús los inefa
bles secretos de la union con nosotros,
el misterio de nuestra vida espiritual,
haciéndonos como entrever las profun
didades del Sacramento de su amor.
Despues deeste discurso, salió el Sal
vador del Cenáculo seguido de sus once
Apóstoles, y prosiguiendo su conver
sacion sobre el reino de Dios, encami
nóse hácia un montecillo situado al
Oriente de Jerusalen, llamado el monte
de los Olivos . Luego que llegaron allí ,
entráronse en un huerto llamado Get
semaní, donde habia algunas cuevas
que servian de refugio å los viajeros
pobres que venian por las fiestas á Je
rusalen. Jesús y sus discípulos retirá
banse muy a menudo alli durante la
noche para descansar un poco y entre
garse luego á la oracion .
Judas lo sabia ; por eso condujo á
( 1 ) Evangelio de san Juan desde el capi
tulo xiii, verso 31, hasta el cap. XVIII .
este lugar los soldados y ministros de
Caifás .
IV.
Alentrar en el huerto de Getsemani,
dijo Jesús á sus discípulos : « Quedaos
vosotros aquí, y aguardadme; Yo voy á
orar algo más lejos. Vosotros por vues
tra parte orad tambien , á fin de no su
cumbir en la prueba. Y tomó consigo á
tres de sus discípulos predilectos : Pe
dro, el discípulo de la fe; Juan, el dis
cípulo del amor ; Jaime, el discípulo de
la oracion .
Entonces empieza la Pasion .
Cristo, abandonando voluntariamen ,
te su santa humanidad a la justicia ri
gurosa de su padre , experimenta las
primeras angustias de la muerte, que
va á sufrir para salvarnos. « Mi alma
está triste hasta la muerte , dice á sus
tres Apóstoles, aguardadme aquí y ve
lad conmigo. Y rendido de congoja y
melancolía ,adelántase un poco mas lé
jos, y se entra en una gruta que se ve
nera aún con el nombre de Gruta de
3 LA PASION .
48 -
la agonía. Póstrase rendido tocando
con el rostro en tierra, cayendo desfa.
llecido en medio de angustias inexpli
cables .
La multitud innumerable de los pe
cados del género humano con todo su
horror y deformidad cae de golpe so
bre él como espantoso nublado. Como
un dia en las tentaciones del desierto,
acércasele Satanás para redoblar sus
dolores, y entonces agobiado por todas
partes clama el Salvador dirigiéndose
à su Padre: « Padre mio, haced, si es
posible , que se aleje de mí este cáliz de
sufrimientos. Cúmplase , no obstante,
vuestra voluntad y no la mia .» Y su
mido en una verdadera agonía , bañado
el cuerpo de un sudor de sangre que
corre hasta el suelo, va repitiendo su
ardentísima oracion.
Aquí , como en todo lo del Evangélio ,
para comprender el misterio de Cristo
es preciso no olvidar que, a pesar de
ser Dios, era Cristo hombre verdadero
y perfecto con todas las facultades de
la humana naturaleza, y en todo seme
.
19

jante á sus hermanos menos en el peca


do, como dice san Pablo .
Debemos recordar, además, que este
Hombre -Dios es el hombre de dolores ,
destinado á ser el mártir y la víctima
por nuestros pecados. Nuestros pecados
causaron su Pasion , y los judíos deici
das no fueron apenas otra cosa que el
instrumento exterior de este crimen in
finito. De esta suerte el Hijo de Dios,
eterno y adorable , sufria en su santa hu.
manidad, dando á sus lágrimas y á su
mente un valor y precio absolutamente
divinos.
Tras una hora de tan récio combate ,
Jesucristo todo ensangrentado, pálido,
livido, se levanta y se acerca á sus
Apóstoles. Rendidospor la fatiga y por
la tristeza, habíanse idodurmiendo uno
en pos de otro. « Ea ! les dice Jesús ;
zuna hora no podeis estar en vela con
migo ? Velad y orad á fin de no ser ven
cidos en la tentacion ó prueba que se
acerca. » Y alejándose otra vez , empie
za de nuevo su oracion y su tristísima
agonía . Segunda vez vuelve á sus des
20
cuidados discípulos , á quienes tenia
aún vencidos el sueño, y contristado
por verse abandonado hasta de ellos,
les deja para emprender otra vez la
oracion. Para Jesús como para nosotros,
para el Hombre como para los hombres,
es la oracion el mejor modo de prepa
rarse á la lucha y á la victoria .
Acercábase entre tanto Judas. La
agonía habia durado más de tres horas,
y era ya media noche . Tranquilo y
apacible, adelantóse por vez postrera
el Salvador hacia sus A póstoles, y les
dijo con amarga tristeza: « Podeis enho
rabuena descansar y dormir ; mirad, el
que va á entregarme está ya aquí.» Le
vantáronse aterrorizados los Apóstoles,
y en el mismo instante Judas, acompa
ñado de los soldados del templo y de
una turba alborotada, entró en el huer
to. El traidor habia dado a los judios
esta contraseña : « Aquel á quien yo
abrazare es Jesús de Nazaret; apoderaos
de él, y conducidle con cautela. »
« Maestro , dijo el malvado á Jesús
acercándosele , salud ; » y le abrazó .
24 .

« Amigo mio, dijole bondadosamente


cl Salvador, ¿ Qué has venido á hacer ?
¡ Ah , Judas ! ¿con un beso entregas tú
al Hijo del Hombre ?»
Luego dió algunos pasos en direccion
á la turba que venia para prenderle, y
les dijo: « A quién buscais ?»
Respondieron á voz en grito : « ; A Je
sús de Nazaret ! »
« ¡ Yo soy!» dijo Cristo .
Retrocedieron todos al oir estas pa
labras, y cayeron atemorizados.
Por vez postrera el Hijo del Hombre
habia querido mostrarse Hijo de Dios,
á fin de que comprendiesen aquellos
perversos que era su Señor y que vo
luntariamente se entregaba á tantas
humillaciones y sufrimientos .
Un poco despues levantáronse los
soldados , echaron mano á Jesús, ata
ronle y le llenaron de golpes é injurias .
Hiciéronle salir del huerto, y le con
dujeron a casa del sumo sacerdote Anás .
Entre tanto Caifás, que era pontifice
aquel año, reunió en su palacio el Con
sejo supremo de los sacerdotes judíos .
22
Los Apóstoles, que habian descuida
do el fortalecerse con la oracion, hu
yeron cobardemente á vista de los ju
díos . San Pedro quiso resistir un mo
mento, cedió empero como los demás,
y se contentó con seguir de léjos al di
vino Maestro hasta el atrio ó portería
del palacio de Caifás.
V.

Fué presentado Jesús delante de


A nás .Allí se le interrogó sobre su doc
trina y sus discipulos . « Solo en público
he hablado y delante de todo el mun
do, respondió sosegadamente el Salva
dor . He enseñado en vuestra sinagoga
y en el templo delante del pueblo .
Por qué me preguntais á mí? Pregun
tad a los que me oyeron : ellos darán
testimonio de lo que he dicho .»
Un soldado brutal, creyendo ver un
insulto en estas palabras de Jesús , dióle
un bofeton , diciendo: « Así te atreves
á responder al sumo sacerdote?»
23
« Si hablé mal, dimelo, respondió
Jesús con divina majestad y dulzura ;
pero si hablé bien por qué me mal
tratas ? >>
Nuestro Señor Jesucristo quiso al
parecer reunir en el curso de su Pasion
todos los ejemplos de las virtudes cris
tianas más necesarias y más sublimes,
y á la vez toda clase de dolores y de
humillaciones en oposicion de nuestros
vicios. En su agonía mostróse vence
dor del desaliento, del tédio y de la
melancolía , como expiacion á nues
tras locas alegrías, de nuestras disi
paciones y de nuestra tibieza en el ser
vicio de Dios. Se nos presentó como
modelo de perseverancia en la ora
cion, a pesar de los desconsuelos y ce
guedades, enseñándonos de esta suerte
å vencer todas las tentaciones, áun las
más violentas. Su mansedumbre para
con los Apóstoles, tan débiles, tan co
bardes, ysobre todo para con el trai
dor Judas, nos enseñan la misericor
dia y el perdon de las injurias. Final
mente, si nos vemos sonrojados ó in
24
sultados, de cualquier modo que sea ,
recordemos á nuestro Maestro abofe
tcado por un dependiente de la justi
cia, y conservando, no obstante, toda
la paz del corazon y toda la majestad
de la inocencia .
VI.
Poco tiempo estuvo Jesús en casa de
Anás. Caifás, contra toda regla, habia
reunido de noche el Consejo de los
principes y de los sacerdotes en nú
mero de veinté y tres . Mandó, pues ,
recado á A pás, y Jesús fué conducido
á presencia del Consejo.
Estos impios jueces, que no se ha
bian reunido para juzgar , sino para
condenár, tenian comprados varios tes
tigos (1 ), que se presentaron y acu
saron uno tras otro á Nuestro Señor;
mas sus declaraciones se contradecian
groseramente .
«z Nada respondes á las acusaciones
quese hacen contra ti?» le preguntó el
(1 ) Más tarde lo reconoce el mismo Tal
mud, libro de los judíos.
26
sumo sacerdote impaciente por el di
vino sosiego de Jesús.
El,empero, guardaba silencio.
-Te conjuro en nombre de Dias
vivo , gritó levantándose Caifás, para
que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo
de Dios .
-Sí , tú has dicho bien , lo soy,
respondió Jesús , y vosotros veréis un
dia al Hijo del Hombre á la derecha
de la majestad de Dios sobre las nu
bes del cielo !
-

¿ Qué necesidad tenemos de tes


tigos contra él ? clamó el sumo sacer
dote rasgando sus vestiduras. A cabais
de oir vosotros mismos , la blasfemia .
-¡Merece la muerte! - gritaron to
dos á una voz , Y lanzándose todos so
bre el Salvador con los ministros y los
soldados, empezaron otra vez á mal
tratarle y á darle de bofetadas. Llevá
ronleluego a uno de los calabozos del
palacio; el rostro adorable de nuestro
buen Dios fué cubierto allí con una
venda, y los miserables que le golpea
ban mofábanse de El , diciendo: « Cris
LA PASION .
*4
26

to, profetiza y adivina quién té ha pe


gado!»
Así fué ignominiosamente ultrajado
el Salvador por espacio de muchas
horas .
VII .
Durante el interrogatorio hallábase
Pedro en el patio de la casa de Caifá s
en medio de una turba numerosi sima .
Antes de entrar en el huerto de Get
semaní habia repetido á su Maestro
mil protestas de adhesion, sinceras in
dudablemente , pero algo presuntuo
sas, y á pesar de las advertencias de
Jesús, habíase dormido en el huerto
en vez de mantenerse en oracion .
« Aunque todos os abandonen ; no os
abandonaré yo,» habia dicho, y el Hijo
de Dios habíale respondido con amar
gura : « Esta misma noche, antes que
cante el gallo, me negarás tres veces !»
Tres veces, en efecto , renegó Pedro
de Cristo. Dirigióse á él una criada,
poco despues de su entrada en el patio,
y preguntóle si era ó no uno de los
.
27
discípulos de Jesús de Nazaret. Y Pe
dro respondió : «Mujer, no le conozco
poco ni mucho. No sé de qué hablas . »
Adelantóse lleno de turbacion en
medio de los soldados, y acercóse á la
Jumbre: Pocos momentos despues, otra
criada, habiéndole 'mirado un poco ,
llamó sobre él la atencion de los que
se calentaban . Y preguntado segunda
vez, el Apóstol cobarde negó de nuevo
y con juramento que conociese á « aquel
hombre .»
+

Pasó una hora, y uno de los criados


del pontifice que habia acompañado á
Judas al huerto de los Olivos , acertó
á entrar en el patio, conoció á Pedro ,
y le dijo: “A ti te he visto en el huer
io con él.» Amostazado Pedro, empezó
á blasfemar y á jurar tercera vez que
nunca habia conocido á Jesús .
Y de repente cantó el gallo .
En aquel mismo punto salia Jesús
de la sala del Consejo, y era conduci
do al calabozo . Al pasar junto á Pedro,
dirigióle una mirada de lástima y de
reprension. Y herido Pedro por aque
28
la divina mirada , recordó la palabra
de su Maestro . Levantóse, salió de la
casa y rompió a llorar amargamente .
: Una piadosa tradicion refiere que
fué á buscar aliento y consuelo al lado
de la santisima Virgen y de san Juan ,
que durante la Pasion no abandonó
un instante á la Madre de Jesús ..
La cobarde negacion de Pedro fué
uno de los mayores dolores de Cristo.
Era Pedro su discípulo escogido, de
signado ya de antes para sustituirle
sobre la tierra como jefe de los demás
Apóstoles y de toda la Iglesia . Su des
den le fué tanto más doloroso cuanto
habian sido más completas para con
él la intimidad y la confianza.
¡ Cruel expiacion de nuestras ingra
titudes para con Dios .!
VIII .

Pedro se arrepintió desde luego de


su pecado. Lloró, acudió á María, y
no desconfió de la bondad de Jesús.
Tambien Judas se arrepintió, dice
29 .

el Evangelio, en cuanto vió las tristes


consecuencias de su crímen . Mas hay
dos clases de arrepentimiento : uno
que nace del amor y conduce otra vez
å Dios ; otro que nace de profunda per
versidad, y que no es sino desespera
cion . Tal fué el negro arrepentimiento
de Judas, cuando viendo condenar á
Aquel que fuera para él tan bondado
so, se presentó a los príncipes de los
sacerdotes, y arrojando á sus piés las
treinta monedas de plata , les dijo :
« He pecado, entregándoos la sangre
del Justo. » Respondiéronle con risas y
hurlas, y él, poseido de terror y rabia,
salióse como un loco y se ahorcó de
un árbol junto a las puertas de la ciu
dad . Reventó su cuerpo, y esparcie
ronse por el suelo sus entrañas. « ¡ Ay
de aquel, habia dicho Jesús , por
quien el Hijo del hombre será entrega
do! ¡ Fuérale mejor no haber nacido!)
Matarse á si mismo es crímen sin
perdon . Por crímenes que se hayan
cometido en este mundo, debe tener
se presente á todas horas la misericor
30

dia infinita del Salvador. La desespé


racion es tal vez el único pecado que
separa absolutamente de Dios.
IX .

Al apuntarla aurora de aquel dia,


reunió Caifás un segundo Consejo com
puesto, no solamente de los principes
de los sacerdotes, sí que tambien de
los ancianos del pueblo, los escribas
de la ley y los fariseos. Jesús fué in
terrogado de nuevo, y de nuevo afir
mó que era el Cristo,Hijo de Dios be
cho hombre. Fué confirmada, pues, la
condenacion de la noche. Mas, como
el gobernador romano era el único que
podia ratificar las sentencias de pena
capital , Jesús fué conducido al pala
1 cio de Poncio Pilatos, que era enton
ces gobernador de Jerusalen en nom
bre del emperador Tiberio.
Era Pilatos hombre débil y egoista ,
deseoso de complacer a todo el mundo
y poco escrupuloso en materias de
justicia .
34
Eran cerca las seis de la mañana ( 1 )
cuando pareció Jesús ante su tribunal.
Los judíos acusaron al Salvador de
multitud de crímenes y lo presentaron
como un sedicioso, que se llamaba rey
de Israel en menosprecio de la autori
dad del César .
Pilatos , pues , interrogó á Jesús , y
sintióșe conmovido desde luego por su
majestad y dulzura.
-¿Eres rey ?-le preguntó.
-Si, respondió Cristo , bien has di
cho. Soy Rey , pero mireino no es de
este mundo: si lo fuese, estaria yo ro
deado de servidores que defenderian mi
persona . Yo vine á este mundo para
dar testimonio de la verdad .
-Bien , y qué es la verdad ?-pre
guntó Pilatos; y sin aguardar respues
ta dirigióse á los judíos, y les dijo que,
no hallando crimen en aquel hombre,

( 1 ) Los Evangelistas cuentan las horas,


unos segun el uso romano , otros segun el
uso judío ; esto basta para explicar salisfac
toriamente algunas dificultades.
32 mm
se lo remitia él á Herodes, tetrarca de
Galilea. Acababa , en efecto , de com
prender que Jesús era galileo .
¡ Insensato juez ! semejante á tantos
hombres de nuestros tiempos, pregun
ta á Dios qué es la verdad ? y da tan
poca importancia á la única cosa que la
tiene en este mundo, que no se digna
aguardar la respuesta a aquella pregun
ta! La verdad, hubiérale respondido
Jesús, soy Yo ; la verdad es mi palabra ;
la Religión es la práctica de la verdad,
es servirme , es obedecer mi ley. No es
tás en el mundo más que porMí y para
Mí, para salvar tu alma por el convenci
miento de esta verdad y la práctica de
esta ley. Y ¿ de qué van á servirte todas
tus grandezas si pierdes el alma ?
Jesús es Rey por ser Dios encarna
do ; es Rey y Señor; es Rey de reyes , y
toda autoridad sobre la tierra procede
de El , descansa en El y debe servir pa
ra su gloria . Su reino está en este mun
do , aunque no sea ó no provenga de este
mundo . El es, en cierto modo, el cielo
reinando sobre la tierra para destruir
33 C

poco a poco el poder del demonio, ġ


restablecer de esta suerte la paz y la
unidad trastornadas por el pecado ori
ginal.
Este reino, uno, santo, universal, se
llama la Iglesia.
X.

Herodes, tetrarca ó rey de Galilea ,


era un príncipe extranjero y cruel ,
ilustrado a su manera, caudillo de una
secta filosófica entre los judíos. ¡Triste
filosofia la que no se apoya en la fe y
en la virtud !
Habia oido hablar de Jesús, como de
hombre que hacia muchos milagros , y
aguardaban él y sus cortesanos vérse
los hacer en su presencia. Cristo , em
pero, ni una palabra dijo delante de
ellos. Burlado Herodes en sus esperan
zas, mofose de El, miróle como un lo
co, é hízole vestir una túnica blanca,
que era el traje de los tales: púsole en
las manos'una caña como cetro, y en
34
medio de burlas y blasfemias fué Cris
to conducido otra vez á Pilatos.
Nuestra rebeldía contra Dios es una
verdadera locura ;justo era , pues, que
nuestro Redentor, víctima expiatoria
de esta rebeldia , apareciese con el tra
je de loco en el doloroso dia de la re
paracion .
Los gritos del pueblo , excitado por
los fariseos y por los principes de los
sacerdotes, redoblaban con furia siem
pre mayor . Pilatos interrogó de nuevo
å Jesús, pero éste no respondió pala
bra .
Entonces creyó el gobernador. haber
encontrado un " medio ingenioso para
librar á aquel hombre, cuya inocencia
tan claramente veia. Era costumbre
que los gobernadores romanos en la
fiesta de Pascua concediesen á los ju
dios el indulto, para un reo de muerte.
Hallábase entonces en las cárceles pú
blicas un celébre bandolero llamado
Barrabás, y creyó Pilatos que propo
niéndole al pueblo la eleccion entre el
bandido asesino y Jesús, esta no era
35

dudosa en favor del segundo. Recordé,


pues, á los judíos la costumbre de la
Pascua, y les preguntó á quién que
rian que indultase, si á Barrabás ó á
Jesús , por sobrenombre Cristo.
Los fariseos supieron alucinar de tal
modo á la multitud , que esta con grito
casi unánime respondió á Pilatos : No
queremos el perdon de éste, sino el
. de Barrabás! »
-¿Y qué haré del otro ? -- preguntó
impaciente Pilatos .
-iQue sea crucificadó!– gritaron
todos .
Por una misteriosa coincidencia, el
nombre verdadero de ese Barrabás era
tambien Jesús . Barabbas es un sobre
nombre, y significa hijo de padre. Por
respeto al nombre santo del Salvador,
los Evangelistas llamaron á Barrabás
con este sobrenombre; asi lo enseñan
los antiguos Doctores.
Jesús, Hijo de Dios é Hijo de Maria,
libra de la muerte al hombre que lle
va su nombre. En este sangriento tran
ce de la Pasion, Barrabás figura al gé
36

nero humano entero , hijo culpable de


Adan y rescatado por Jesucristo, Hom
bre nuevo, Dios de Adan y á la vez
nuestro Dios y nuestro hermano.
XI .

Vacilaba siempre más y más el de


bil gobernador. « Pero yo no le hallo
culpa á este hombre , » repetia á los fa
riseos y judíos, y por toda respuesta
alzábase de todas partes feroz clamo
reo . Cedió el cobarde por temor, y
para conciliarlo todo hizo azotar á Jea
sús, esperando satisfacer tal vez con
esta crueldad la rabia del populacho.
Llevaron, pues, á nuestro Salvador
al patio del Pretorio y los soldados ro
manos le desnudaron de la túnica blan
ca , y atáronle á un pilar, y empezaron
á descargar sobre él. Su carne sacrati
sima reventó al punto por mil partes
con la fuerza de los látigos armados de
puntas de hierro que usaban los roma
nos para este castigo. Despues de este
suplicio hicieronle sentar en una pie
37
dra, echaron sobre sus espaldas un
manto de vieja púrpura, pusieron so
bre su cabeza un manojo de espinas en
forma de corona, y en sus manos otra
vez elcetro de caña. «Salve, Rey de
los judíos, le decian arrodillándose y
postrándose burlescamente, delante de
El. Y le abofeteaban , y le escupian , y
tomándole la caña le an con ella en
la cabeza :
En su carne santísima fué castigado
el pecado de nuestra carne : el Hijo
purísimo de María expió de esta suerte
en su cuerpo todas las impurezas y
fealdades de nuestro corazon corrom
pido...
Ensangrentado todo y adolorido, el
Redentor del mundo fué llevado otra
vez á Pilatos, quien adelantándose con
El á la galeria del Pretorio , lo mostró
tan despedazado á la multitud, dicien
do: .« He aquí el hombre ! »
Si, por cierto: hé aquí el Hombre ,
el Hombre por excelencia, el Hombre
Dios, el nuevo Adan que bajó á la tier
ra para reparar la caída del primero y
38
rehacer en cierto modo al hombre, es
decir devolverle la vida divina queha
bia perdido.
¡ He aquí el Hombre! Centro de to
das las obras de Dios en el orden de la
naturaleza, en el orden de la gracia y
en el orden de la gloria. Nadie sin El
puede acercarse á Dios, y únicamente
en el conocimiento de aquel misterio
por el cual Dios se hizo tat Hombre se
encierra para el hombre el secreto de
su rehabilitacion, de su vida y de su
felicidad .

XII .

Pilatos quedó engañado en sus in


tentos. El pueblo es cruel, y la vista de
la sangre le irrita siempre más y más .
Apenas pareció en el balcon el Hijo de
Dios, gritos furiosos se dejaron oir en
todas partes: « Fuera ! ¡Fuera! ¡Cru
cificalo ! »
--¿Y por qué he de crucificar á vues
tro Rey, puesto que es inocente ?
les pregunta Pilatos . .
39
-No teņeños otro rey que el Cé
sar ! no queremos que éstë reine sobre
nosotros. Se ha llamado á sí mismo
Hijo de Dios , y'segun nuestra ley ha
de morir ! Si le perdonas, haces trai
cion al César !
Con estas palabras aumentósele a Pi
latos el miedo, y ahogó la voz de su
conciencia. Subió, pues, à sự tribunal
que, segun costumbre antigua, estaba
situado al'aire libre y sobre la fachada
del palacio . Hizo le trajesen agua , y
se lavó con ella las manos en presen
cia de la multitud . « Soy inocente , di
jo, de la sangre de este justo. Vosotros
seréis responsables de elta ! »
« ; Caiga su sangre sobre nosotros y
sobre nuestros hijos!» gritó todo aquel
pueblo, hasta entonces pueblo de Dios
y que desde entonces , maldito como
Cain , y como él errante sobre la tier
ra , arrastrará a través de todos los si
glos y en medio de todas las naciones
el castigo de su horrible deicidio .
Pilatos, pues , condenó á Jesús al
suplicio de la cruz , el más infame y
40
doloroso de todos los de la antigüe
dad. Escribió en hebreo , en griego y
en latin un rótulo ó letrero parapo
nerlo segun costumbre sobre la cabe
za del ajusticiado (1 ) : « Jesús Nazare
no, Rey de Judíos.» Los principes de
los sacerdotes quisieron se cambiasen
estas palabras, diciendo que Jesús no
era rey de los judíos , sino que habia
querido hacerse tal. Pero el goberna
dor romano, que juntaba á un pro
fundo desprecio de los judíos los re

(1 ) Fué grabada esta inscripcion sobre


una plancha de cedro pintada de blanco y
teñidas de encarnado las letras. Este precio
sorecuerdo de laPasiónse ve aún en Roma
en la basílica de la Santa Cruz , en donde fue
depositado por la em peratriz Helena a prin
cipios del siglo IV . Santa Helena hizo la pe
regrinacion a Tierra Santa para recoger alli
las reliquias de la Pasion que á usanza de los
judíos habian sido enterradas en el mismo
Jugar del suplicio. En la misma basílica se
venera uno de los clavos , un pedazo nota
ble de la cruz y algunas espinas de la coro
pa. La mitad de la corona fué regalada por
san Luis , rey de Francia , a la catedral de
París.
41.

mordimientos de su mala conciencia,


respondió con mal humor y enojo: « Lo
que está escrito, escrito está . »
Así quedó en cierta manera Jesús
proclamado Rey de los Judíos, esto es,
del verdadero pueblo de Dios y esto
en nombre del imperio romano, á la
sazon dueño del universo , y por me
dio de los tres idiomas sagrados , el
hebreo , el griego y el latin .
Eran las dos de la madrugada cuan
do Pilatos pronunció su sentencia .
Construyóse la cruz que, segun anti
guas tradiciones , era de madera mis
teriosa. Para dar mayor aparato al su
plicio de Jesús y para más deshonrar
le , los príncipes hicieron que fuesen
sacados à ajusticiar con El dos malva
dos que en las cárceles de la ciudad
estabàn tambien sentenciados .
Durante todo este tiempo quedó
abandonado Jesús á disposicion y mer.
ced de los soldados del gobernador,
quienes viéndole sentenciado le mal
trataban, le herian con mayor crueldad
todavía . No salió del Pretorio más que
42

para encaminarse al Gólgota ó Cal


vario (1 ) , al Occidente de Jerusalen ,
fuera de sus murallas. Era el lugar or
dinario de las sentencias.
XIII .
El camino que empezó a seguir el
fúnebre acompañamiento tiene de ex
tension unos veinte minutos . Se le
llama desde entonces la via dolorosa, y
aún en el dia pueden los piadosos pe
regrinos regar con sus lágrimas aquel
terreno consagrado por las sangrien
tas pisadas del Redentor.
Jesús llevó El mismo su cruz , y ca:
yó repetidas veces bajo el peso de es
ia su tan cruel como querida carga. Se
enseña aún la plaza en que la Virgen
Maria , acompañada de san Juan y de
santa María Magdalena se situó para
aguardarle y seguirle despues. La hu
mildísima María , oculta , por decirlo
( 1 ) Una antigua tradicion fija en esta co
lina la sepultura de Adan . Allí mismo fué
donde Abrahan habia prefigurado con el
sacrificio de Isaac el sacrificio del Salvador
del mundo.
43
así , para todos, áun para los fieles des
pues de los misterios de la Encarna
cion , vuelve solamente á aparecer al
consumarse el misterio de la Reden
cion .
Cuenta la tradicion que una piadosa
mujer se echó á los pies de Cristo pa
ra ofrecerle una bebida confortante y
enjugarle el santo rostro , lleno de su
dor, de sangre y de salivazos. Cristo
recompensó su valerosa fe imprimien
do milagrosamente sus tristes faccio
nes en el velo con que se les enju
gó ( 1 ).
Jesús y los dos ladrones llegaron á
la cima del Calvario, poco más o menos
á las nueve de la mañana . Asi resulta
de las antiguas tradiciones cristianas y
de las indicaciones de los santos Evan
gelistas. San Marcos dice expresamen
te : « A la hora de tercia le crucifica
ron : crucificáronle á la tercera hora . »
Y la hora de tercia , ó tercera , corres
(1 ) Este es el Santo Sudario ó velo de san .
ta Verónica, que se guarda como joya pre
ciosa en Roma , en la basílica de San Pedro.
44

pondia entre los judíos á las nueve de


la mañana entre nosotros . Las tinie
blas cubrieron el Calvario á la hora de
sexta , esto es, al medio dia : « Desde la
hora de sexta , dice , hasta la hora de
nona quedó llena de tinieblas toda la
tierra. » Se confunde ordinariamente la
hora de la crucifixion con la hora en
que empezaron las tinieblas, a pesar
de la palabra expresa del Evangelio.
Nuestro Señor Jesucristo permaneció,
pues , seis horas en la cruz , y no sólo
tres, como se dice comunmente .
XIV..

Los verdugos arrancaron á Cristo


nuestro Señor sus vestiduras , que se
habian ya pegado á sus lagas. Exten
dieron al divino Cordero Jesucristo so
bre la leña del sacrificio , que era la
cruz, y le clavaron en ella por las ma
nos y por los pies. Sobre su cabeza
coronada de espinas colocaron el le
trero de Pilatos. Alzaron en seguida la
cruz y la fijaron en la roca, y apareció
45
á vista de todos el Fruto de este nuevo
árbol de vida, santo a la vez y maldito
de los hombres , suspendido entre el
cielo y la tierra !
Era la hora aquella en que , segun
el rito mosáico, los sacerdotes ofrecian
a Dios el sacrificio diario de la maña
na inmolando un cordero . El sacrificio
de la tarde se verificaba á las tres .
Fueron crucificados los ladrones uno
á cada lado de la cruz del Salvador ;
estaba á su diestra el que luego se con
virtió y que dicen se llamaba Dimas.
Los soldados se repartieron los ves
tidos de los tres ajusticiados; pero co
mo la túnica del Salvador no tenia cos
turas, no quisieron partirla , sino que la
sortearon . Todo esto fué cumplimiento
textual de las antiguas profecías, y co
mo la realizacion de los signos con los
cuales debia ser reconocido Cristo,, el
Mesías venidero, el Rey de la gloria y
hombre de dolores, jefe verdadero de
la casa de Israel .
El Calvario se hallaba cubierto de
gente del pueblo, y los fariseos se re
- 46
gocijaban alli en su triunfo. « Ea! gri
taban apostrofando con ironía al Cru
cificado y aludiendo á una de sus pro
fecías; tú que pretendes destruir el
templo de Dios y reconstruirlo en tres
dias , baja pues al punto de la cruz !.»
« ¡ Mírad , adadian , salvó á otros y no
puede salvarse á sí mismo ! Si es rey
de Israel, bájese de la cruz, y creere
mos en su persona !»
El pueblo y los soldados iban repi
tiendo estas blasfemias.

xy .

En medio del tumulto y gritería de


jóse oir la voz del Hijo de Dios. Su
primera palabra fué de oracion.
« ¡ Padre mio, clamó Jesús , perdo
nadlos, pues no saben lo que hacen! »
¡Oh, no! Cierto no conocemos lo que
hacemos cuando cometemos un pecado.
Lo mismo es para nosotros pecar, que
para los judios crucificar é insultar al
Salvador. Leyendo en el Evangelio los
horribles excesos de los judíos, nos in
47

dignamos contra ellos. ¿Por qué, pues,


no nos indignamos contra nosotros
mismos, que mil veces en nuestra vida
hacemos lo mismo que hicieron aque
llos, cometiendo traicion contra Jesús,
negándole , avergonzándonos de El
menospreciando su santidad , pisotean
do la sangre preciosa con que rescató
nuestra alma, crucificándole en el fon
do de nuestro corazon y tal vez blas
femándole al mismo tiempo ?
XVI .

Al oir tan dulce y adorable expre


sion : « ¡ Padre mio, perdonadlos, por
que no saben lo que hacen ! » el cora
zon de Dimas , ladron crucificado á la
diestra de Cristo, sintióse tocado de
vivo arrepentimiento. En tanto amor y
en tanta misericordia reconoció las se
ñales de su buen Dios , y como prime
ra conquista de la cruz del Salvador,
dirigióle sus ojos bañados en lágrimas ,
y le dijo : - « Señor , acordaos de mi
cuando estuviereis en vuestro reino. »
48

Y le respondió Jesús : «Hoy mismo es


tarás conmigo en el paraíso. »
A cuántos pobres pecadores ha con
solado esta divina respuesta ! ¡ Cuán
dulces lágrimas ha hecho derramar !
¡ Qué valor y confianza han dado al
arrepentimiento ! Pero tambien , i que
fe tan prodigiosa la de este grande
penitente del Calvario ! Tenia delante
un hombre desfigurado , cubierto de
sangre, colgado como él de un infame
cadalso, y , a pesar de todo esto, reco
noció en El á sụ Dios y Salvador ! ¡ A
pesar de los crímenes de que se reco
nocia culpable, confió en el amor de
Dios y en su misericordia sin limites,
y su confianza no quedó defraudada !
Jesús con sus propios labios declaróle
absuelto y santificado, ya que sólo los
justos y puros ante Dios pueden en
irar con El en el paraíso.
Sea lo que sea de nosotros, ¡confian
za ! Nuestro Dios es nuestro Salvador,
y desde lo alto de la cruz nos promete
el perdon . Acordémonos del buen la
dron, pero acordémonos tambien de la
49

- palabra de san Agustin contra los que


se prometen una falsa penitencia: Unus
ne desperes , unicus ne præsumas. El
Evangelio ofrece este admirable ejem
plo para excitarnos a la confianza y á
no desesperar ; pero no ofrece más que
uno á fin de que nadie funde en él una
vana presuncion .
XVI.

Tres horas habia que estaba Cristo


pendiente de la cruz. Hacia la hora
sexta , esto es, cerca del medio dia ,
una oscuridad espantosa cubrió la tier
ra y duró hasta la hora de nona ó sea
hasta las tres . No fué un eclipse ordi
nario , sino un milagroso oscurecimien
to de la luz , para que conociese todo
el mundo que la obra divina de la Re
dencion estaba próxima á consumarse.
Muchos historiadores paganos y ju
dios han atestiguado la realidad de es
tas tinieblas ú oscuridad del Viernes
Sanlo , y uno de ellos asegura que eran
tan densas que permitian verse las es
50

trellas como de noche. Moisés para li


brar el pueblo de Dios de la servi
dumbre de Faraon hizo que se cubrie
se la tierra de otras tinieblas seme
jantes durante tres dias, por el poder
de aquel mismo Hijo de Dios que más
tarde habia de morir en la cruz , ver
dadero libertador del pueblo y único
dueño de la naturaleza .
Al pié de la cruz hallábase en pié ,
inmóvil, traspasada de dolor, la Virgen
inmaculada , a quien habia escogido
por Madre suya el Hijo de Dios .
No en vano quiso Jesucristo que es
tuviese allí su Madre amadísima. Des
pues de haber vivido acompañada de
ella durante toda la vida , quiso que le
asistiese en su muerte , que estuviese
junto a su cruz , como testigo de la
sangre que derramaba por la salva
cion del mundo. La cruz se apoya en
María y María en la cruz . Suprimid á
María , decia san Cirilo en el concilio
ecuménico de Efeso , y cae la cruz.
Acompañábanla san Juan y santa Ma
ría Magdalena y algunas otras santas
54 -

mujeres que solian seguir al Salvador.


María, en cuyo seno se obró el miste
rio de la Encarnacion, unida en el Cal
vario á su Hijo Jesús, se ofrecia con El
por la salvacion del humano linaje.
Sin dolor habia dado á luz al Hijo pu
risimo de su virginidad , y mientras
Este anunciaba su mision sobre la tier
ra , daba á luz Ella á costa de inmen
sos dolores otro hijo adoptivo y culpa
ble por el cual Jesús moria . Este hijo
pródigo , este nuevo hijo de Dios y de
María era el género humano, era la
Iglesia , para cuya vida espiritual y
eterna se dignó morir Jesucristo.
El género humano estaba represen
tado en el Calvario por san Juan, el dis
cipulo amado de Jesús, el discípulo vír
gen que iba á ser hijo de Maria. En
efecto. Poco antes de espirar, Jesús,
reanimando un poco sus fuerzas casi
agotadas, puso los ojos en su Madre y
en san Juan, que le contemplaban con
dolorosa ternura : con la mirada seña
ló san Juan á María , y dijo á ésta: «Mu
jer, hé aquí tu hijo. » Y señalando en
52

seguida la santa Virgen á su fiel A pós


tol, añadió : « Hé aqui tu madre . »
Fué este el momento supremo del .
sacrificio de María . De la misma boca
de su unigénito Hijo recibia ella otro
hijo, y todos nosotros andábamos com
prendidos en esta palabra de nuestro
Salvador . María extiende hasta todos
nosotros el inefable amor de que se
sentia abrasada hácia Jesús su verda
dero Dios y su verdadero Hijo , y del
mismo modo que en el dia de la En
carnacion el inmenso amor que sentia
hácia Dios se le convirtió en amor de
Jesús, así en el dia de la Redencion el
inmenso amor suyo hácia Jesús tornó
se todo en amor á la Iglesia , es decir,
á todas las criaturas que aman á Cris
to y viven de su vida .
La devocion á Maria es , pues , para
los buenos cristianos inseparable de la
devocion á Jesús, del mismo modo que
el amor á Jesús es inseparable del amor
á Dios .
53

XVIII .
Acercábase la hora solemne. Empe
zaban á disiparse algun tanto las ti
nieblas dejando ver pendiente de la
cruz el cuerpo livido y palpitante del
Redentor. Este habia perdido ya casi
toda su sangre , y la sombra de lamuer
te empezaba á cubrir su rostro sacra
tisimo.
Para hacernos comprender el abismo
sin fondo de sus dolores, y el abando
no tristísimo en que la justicia divina
habia sumergido á su santa humanidad ,
gritó con angustiosa voz : « ¡ Dios mio !
¡Dios mio! ¿por qué me habéis abando
nado ? »
Victima de nuestros pecados no se
atreve, no osa , no puede llamar a Dios
Padre suyo . Si nosotros miserables te
nemos derecho para llamar a Dios con
este dulcísimo nombre , hemos de re
cordar que lo debemos á nuestro Sal
vador, que sehumilló por nuestro amor
y nos recobró con su inuerte la honra
que nuestro linaje habia perdido.
54 -

«¡ Tengo sed !» dijo Jesús con voz ya


casi imperceptible . Uno de los soldados
romanos, movido sin duda á compa
sion, tomó una esponja, la empapó en
vinagre mezclado en agua, y con su
lanza la aplicó á los secos labios del
buen Jesús . Rehusó Jesús este último
consuelo, y sabiendo que estabacum
plida la Redencion del mundo alzó un
poco su cabeza coronada de espinas y
murmuró: « Padre mio, en vuestras ma
nos encomiendo mi espíritu . »
Despues, mostrándose Dios por la vez
postrera, exclamó con un grito inmen
so: Consummatum est. ¡ Todo está cum
plido! Y, dejando caer la cabeza , dió
su espíritu ... emissit spiritum ...
¡ Acaba de morir Dios ! Misterio in
comprensible de misericordia y de
amor ! Si; Dios ha muerto en su hu
manidad , y este Espíritu que acaba de
exhalar sobre el mundo es el Espíritu
principio de toda vida, el Espíritu que
en el primer dia de la creacion comu
nicó la vida á nuestro primer padre,
no solamente la natural y terrestre , sino
-
58
la divina y sobrenatural; Espíritu de
amor que perdiéramos apartándonosde
Dios por el pecado y que nuestro Pa
dre celestial nos devuelve por los mé
ritos de su unigénito Jesús crucifi
cado .
Muerto Jesús, su alma dejó de ani
mar y vivificar su cuerpo , pero su
cuerpo y su alma permanecieron uni
dos á la divinidad,y el Hijo de Dios no
consintió que la muerte extendiese so
bre su cuerpo su funesta accion más
allá de esta separacion pasajera. Si vi
vimos У morimos en Cristo , sucederá
lo mismo con nosotros; al momento en
que el demonio, principe de la muer
te, pusiere sobre nosotros su mano ,
nuestra alma , unida al alma santa del
Salvador, vencerá con ella, y por ella
el poder del enemigo, y en el dia de
resurreccion final nuestro cuerpo pa
sajeramente vencido, emprenderá vida
nueva é imperecedera por la virtud di
vina del cuerpo de su Redentor.
Así la vida de Jesús es nuestra vida ,
su muerte es nuestra muerte, su triunfo
56
y su gloria eterna son nuestro triunfo
y nuestra gloria .

XIX .

Murió Cristo el dia de Viernes Santo,


quince de abril, á la hora nona, esto
es, a las tres de la tarde . Grandes pro
digios se realizaron en el momento en
que espiró . Tembló la tierra , y las ro
cas del Calvario se abrieron entre la
cruz del Salvador y la del mal ladron .
Un secreto terror se esparció por toda
la ciudad de Jerusalen , y particular
mente en el templo , donde se ofrecia
á la sazon el sacrificio de la tarde . El
velo que separaba el Sancla Sanctorum
del santuario de los sacerdotes se par
tió con grande estrépito de arriba aba
jo, quedó en descubierto el arca de la
alianza, y la puerta principal del tem-.
plo se abrió por sí misma ruidosamente .
El alma adorable de Cristo , en el
mismo instante en que dejó de animar
su cuerpo crucificado, apareciese á las
87

almas santas que desde el principio del


mundo aguardaban la venida del Re
dentor, les consoló y les hizo saber que
se acercaba el momento de su libertad .
El cuerpo de Jesús quedó todavía
algun tiempo pendiente en el patibu
lo ; no obstante, como se acercaba la
noche y el dia siguiente era sábado,
dia de riguroso descanso entre los ju
díos, los fariseos quisieron concluir de
una vez y ordenaron se acabase á los
ajusticiados rompiéndoles las piernas.
Los verdugos fuéron, pues, á dar el gol
pe de gracia á los dos ladrones; mas un
soldado llamado Longinos se adelantó
hácia el cuerpo de Cristo y clavó bru
talmente su lanza en el costado del
Hijo de Dios. Quedó traspasado parte
á parte su corazon, y san Juan, que no
se habia movido del pié de la cruz,
asegura en su Evangelio que de es
ta última herida manaron sangre y
agua .
Los verdugos , seguros con esto de
que Cristo quedaba ya bien muerto, se
abstuvieron de romperle las piernas,
38
cumpliendo así sin saberlo la profecía
de Moisés: « No le romperéis hueso al
guno . »
Prohibia la ley que los cadáveres de
los ajusticiados permaneciesen en el
suplicio el dia del sábado. La santisi
ma Virgen , san Juan y algunos otros
discípulos de Jesús resolvieron , pues,
dar sepultura á su cuerpo, y con este
intento uno de ellos , llamado José de
Arimathea, hombre rico y poderoso,
se presentó á Pilatos y le pidió permi
so para desclavar el cuerpo del Hijo
de Maria y recogerlo en una sepultura
suya. Pilatos, habiéndose asegurado
bien de su muerte, dió el permiso . El
piadoso José , ayudado de algunos fie
les, fué en seguida a tributar á su buen
Maestro este postrer tristisimo obse
quio . El santo cuerpo fué bajado de la
cruz y colocado en brazos de su santi
sima Madre. Quitósele entonces la en
sangrentada corona de espinas que ce
nía aun su frente , arrancáronle los
clavos de sus heridas, y ſué llevado
luego el destrozado cadáver á una se
59
pulturà recientemente abierta en la
roca .
El cadáver fué lavado segun usanza
de los judíos , sus llagas se llenaron
con perfumes y ungüentos, y aplazan
do para la madrugada del dia siguien
te acabar de cumplir este piadoso ho
menaje, las santas mujeres envolvie
ron su cabeza con un sudario y todo
el cuerpo con una sábana. Se le bajó
luego å la hoya abierta, como hemos
dicho, en piedra viva, lugar que adoran
aun hoy los peregrinos en Jerusalen ,
y despues del último á Dios y de los
últimos besos , la Madre entró otra vez
en Jerusalen con Juan su hijo adopti
vo, con santa Magdalena y con sus
demás compañeros .
Los fariseos y los principes de los
sacerdotes habian tenido conocimien
to de todo lo que se andaba haciendo,
y recordando que Jesús habia dichó
varias veces que resucitaria al tercer
dia despues de su muerte , pidieron
soldados á Pilatos « por el temor, de
cian, de que los discípulos de aquel
60
impostor fuésen á robar su cadáver y
esparciesen despues la noticia de su
resurreccion . »
Pilatos, á quien tenian de mal hu
mor sus remordimientos , los despachó
con cólera : « Guardas teneis ; guardad
vosotros mismos el sepulcro .» Los ju
díos cerraron entonces por sí mismos
la entrada del sepulcro con una gran
piedra , y pusieron en sus junturas el
sello del templo a fin de evitar toda
superchería
- 61

CONCLUSION .

He terminado el sencillo relato de la


adorable Pasion del Hijo de Dios hecho
hombre. Sabes bien, mi querido lec
tor, como en el santo sepulcro la vida
quedó en cierta manera vencida por,
la muerte, y de qué modo esta apa
rente victoria de Satanás fué seguida
inmediatamente de la resurreccion de
Jesucristo . Al recuerdo de esta espan
tosa expiacion que Dios se dignó to
mar sobre sí , hiere tu pecho como el
Centurion en el Calvario, y conviérte
te de veras á tu Señor . Věte á buscar
tu resurreccion en el sacramento de
la Penitencia, en el cual ha depositado
Jesús el tesoro inagotable de sus mé
ritos y el fruto de su dolorosa Pasion .
Procura resucitar a la vida de la gra
cia, visita desde entonees á Nuestro
Señor, quien despues de su resurrec
cion nunca más volvió á morir . No
mueras tú otra vez , no peques más ;
62 -

como los Apóstoles , como los primeros


cristianos, persevera en la oracion, en
las buenas obras , en la penitencia, en
el amor de Dios y de tus hermanos.
Persevera sobre todo en el uso de la
sagrada Comunion , in fractione panis;
en la Eucaristía hallarás á Aquel que
es el único sér necesario , cuyo amor es
el verdadero consuelo de las miserias
de este mundo, al mismo tiempo que
una prenda de todas las felicidades de
la eternidad .

FIN .

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