Articulo Ter
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Resumen
Palabras Clave:
Antropología, Misericordia, Francisco, Relaciones, Hombre.
Keywords:
Anthropology, Mercy, Francisco, Relations, Man
Introducción
El año 2013 es un año de suma importancia para la presente investigación, el 13 de
marzo de 2013 en la plaza de San Pedro, tras la renuncia del Papa Benedicto XVI la
Iglesia ha elegido, por la fuerza del Espíritu, un nuevo pontífice; se anunció una gran
noticia: Anuncio vobis Gaudium magnum; habemus Papam. Eminentissimum ac
Reverendissimum Dominum, Dominum Georgium Marium (...) Santa Romanae
Ecclesiae Cardinalem Bergoglio (…) qui sibi nomen imposuit Franciscum (Martínez-
Brocal, 2017, p. 40). Tal noticia estuvo cargada de nuevos elementos históricos: ser el
primer Papa en llamarse así mismo Francisco, ser el primer Papa de América, ser el
primero cuya lengua de origen es el castellano. Pero más aún, hubo un elemento de
creciente interés, ser un Papa pobre para los pobres, así lo manifiesta Javier Martínez-
Brocal en su libro El Papa de la misericordia. Según Martínez-Brocal un Pontífice
Latinoamericano depertaba enormes ánimos entre la gente, quienes decían: “Es uno de
nosotros, uno dispuesto a cambiar las cosas” (2017, p. 11).
Hoy, avanzados ya en algunos años, hemos constatado el carisma propio del Papa
Francisco, tras cinco años de pontificado podemos llamarlo el Papa de la alegría, el
Papa de los pobres, el Papa de la misericordia. Un Papa que continúa dejando huellas
históricas imborrables. En el año 2017, del 6 al 10 de septiembre el Papa viajó a
Colombia, convirtiéndose en el tercer Pontífice en pisar suelos colombianos. Estos
elementos históricos, más los propios de su mensaje evangélico ya se proponen como
suficientes para dar inicio a una investigación en la que se intente formular la visión
teológico-antropológica sobre el ser humano y sus relaciones con los otros, la
naturaleza y Dios. La presente investigación intentará construir una posible visión
antropológica de las relaciones interpersonales a la luz de la misericordia. ¿Qué
antropología teológica se configura en el magisterio y la vida del Papa Francisco que
pueda iluminar la imagen del ser humano en nuestros días?
En los escritos sinópticos, denominados así entre muchos aspectos, por sus
características y fuentes comunes, se encuentra a San Lucas 10, 25 – 37 en dicho
relato del evangelio se pone en cuestión la projimidad ¿quién es tu prójimo? Pero en
ella a su vez resuena la misericordia, actitud, obrar ejemplarizante del hombre
samaritano, del despreciado, del sin nombre que ha actuado al modo divino: con
compasión, con dolor de las entrañas. Tal modo de obrar del samaritano otorga una
herencia eterna: el acogimiento del dolor y sufrimiento ajeno en la propia condición.
También, entre otras fuentes en de la misericordia en los evangelios sinópticos se
encuentra San Mateo 25, 34 - 40, Jesús enseña las bienaventuranzas, como la opción
fundamental del cristiano ha de seguir. Las bienaventuranzas es una llamada neo
testamentaria del cristiano de todos los tiempos a acoger la misericordia a través de
acciones precisas que le devuelvan la dignidad de hijos de Dios a los prójimos que
están gritando: ayuda, que no soy capaz de hacerlo por mis propias fuerzas,
refiriéndonos a tantas situaciones complejas que vive el ser humano, ahogado
fuertemente, como el desempleo prolongado, una enfermedad crítica, la rudeza de una
cárcel, la incapacidad de pago de deudas que absorben sin piedad, los despojados de
sus tierras, una crisis matrimonial que fractura.
En suma, son muchos los pasajes del nuevo testamento que sirven de fundamento para
construir una reflexión en torno a la misericordia. Digamos por el momento que para
Jesús es indispensable el encuentro con los más pobres, son sus predilectos en la
medida que encarnan la vulnerabilidad y la fragilidad humana, la sencillez, en muchas
ocasiones el dolor y la enfermedad, en ellos está presente un Padre que acoge y lo
descubren en el encuentro con Jesús. El nuevo Testamento, da cuenta de un
sinnúmero de testimonios sobre la misericordia de Dios. Jesucristo toca al leproso, cura
al enfermo, perdona al arrepentido, explica a través de parábolas que el Reino de Dios,
es un Reino de misericordia, sus enseñanzas siempre están orientadas a rescatar la
dignidad humana en todas sus dimensiones.
Entre los diversos Padres que podrían postularse, pareció importante, rescatar el citado
por el Papa Francisco: San Agustín. Sabemos de su gran aporte teológico, de su amplia
obra; el mismo Humbertus R. Drobner, en su Manual de Patrología comenta: Agustín
representa en la Iglesia occidental la fuerza que recogió todas las preocupaciones
eclesiales y teológicas de su tiempo y determinó su rumbo (1999, p. 417). Ya
anteriormente, citando la Carta Apostólica escrita por el Papa con motivo de la
culminación del Jubileo extraordinario de la misericordia, se había mencionado las
palabras de San Agustín: “Quedaron solos ellos dos: la miserable y la misericordia”
(2016, p. 5). Francisco da fuerza a las palabras del Santo de Tagaste, afirma que sus
palabras son la expresión más “bella y coherente” del misterio del amor de Dios. Dios
es aquel que envuelve la miseria con su amor, con su misericordia (2016, p. 5). Aun así,
no es esta la única alusión concreta en torno a San Agustín. Tal vez las palabras que
pudiesen representar una reflexión directa al santo está la homilía dada en la Basílica
romana de los santos Trifón y Agustín. Un 28 de agosto de 2013, Francisco declara:
“Inquietud. Esta palabra me impresiona y me hace reflexionar” (2013, p. 1). ¿qué
inquieta a San Agustín? ¿de qué modo su inquietud posibilita una reflexión profunda de
la misericordia? El Papa afirmará tres inquietudes en la vida de Agustín: la espiritual, la
del encuentro con Dios y la del amor.
Al llegar a la tercera inquietud, la del amor, el Sumo Pontífice ilustrará la vida del
Obispo de Hipona. Dejará resaltar su miseria y el amor de su madre: “Aquí no puedo no
mirar a su mamá: a Mónica. ¡Cuántas lágrimas derramó esa santa mujer por la
conversión del hijo!” (Francisco, 2013). Para Francisco, la inquietud de Agustín es la
inquietud de Mónica y la conversión del hijo brotan de las lágrimas de la madre. Por
ello, reformulando la vida del santo de Tagaste a la luz del evangelio, nos dice:
Me vienen a la mente: Jesús que llora ante el sepulcro del amigo Lázaro; Pedro que, tras haber
negado a Jesús, encuentra la mirada rica de misericordia y de amor y llora amargamente; el
padre que espera en la terraza el regreso del hijo y cuando aún está lejos corre a su encuentro;
me viene a la mente la Virgen María que con amor sigue a su Hijo Jesús hasta la Cruz. ¿Cómo
estamos con la inquietud del amor? ¿Creemos en el amor a Dios y a los demás? ¿O somos
nominalistas en esto? No de modo abstracto, no sólo las palabras, sino el hermano concreto que
encontramos, ¡el hermano que tenemos al lado! ¿Nos dejamos inquietar por sus necesidades o
nos quedamos encerrados en nosotros mismos, en nuestras comunidades, que muchas veces es
para nosotros «comunidad-comodidad»? (Francisco, 2013, p. 3).
La vida y las palabras de San Agustín son para Francisco modelo a seguir, por ello dirá
“la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye
su misma existencia” (2016, p. 5). San Agustín se representa así, no solo como el que
ha reflexionado de manera profunda la misericordia divina, sino al contrario, como aquel
que ha vivido de manera profunda la misericordia divina. Al parecer, cuando de
Francisco se trata, no es una rica reflexión teológica la que estamos invitados a
escuchar, es una invitación a obrar la que debe escucharse. Ya lo decía Javier Marínez-
Brocal cuando afirmaba: Francisco no estaba cambiando la doctrina, estaba cambiando
la cultura. El nuevo papa está cambiando el mundo” (2015, p. 12). Es un Papa de la
acción y por tanto, cuando de la misericordia se trata, no son nuevas concepciones las
que brotan de sus predicaciones, son nuevas prácticas. Ya lo decía él en una entrevista
con Andrea Tornielli, ante la pregunta ¿Qué hace falta para conseguir misericordia? Él
responde: La palabra es importante, explicita el gesto. Pero el propio gesto es
importante, y acaso pueda valer más la presencia torpe y humilde de un penitente al
que le cuesta hablar que las muchas palabras de alguien que describe su
arrepentimiento (2016, p. 25).
El Romano Pontifice y los obispos “como maestros auténticos por estar dotados de la autoridad de Cristo
(…) predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica”
(LG25). El magisterio ordinario y universal del papa y de los obispos en comunión con él enseña a los
fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar
(Catecismo de la Iglesia Católica # 2034)
Antes del año jubilar 2000, la iglesia siendo el cuerpo de Cristo, se había referido de
alguna manera sobre el tema de la misericordia, con el Romano Pontífice Pablo VI, que
en su Carta Encíclica Ecclesiam Suam, realizada en 1964, pudo considerar que es
fundamental retomar la importancia de la caridad, como un valor importante,
refiriéndose a las múltiples dificultades que vive el mundo de hoy y volviendo a tener un
sentido especial por la caridad, como un medio útil para que todo pueda renovarse, al
punto que quien es caritativo, es porque antes de praticarlo, ha tenido una profunda
experiencia de amor, así lo expresa su santidad:
“…la caridad debe hoy asumir el puesto que le corresponde, el primero, el mas alto, en la escala de
valores religiosos y morales…la caridad todo lo explica. La caridad todo lo inspira. La caridad todo lo hace
posible, todo lo renueva.” (Carta Encíclica Ecclesiam Suam # 22)
Para echar luz sobre este camino complejo y, a pesar de lo que parece, no inmediatamente
descodificable, no podíamos tener mejor guía que el cardenal Walter Kasper, el teólogo más
eminente de la Iglesia de Roma, fiel colaborador del papa Francisco e inspirador del tema de la
misericordia, que es el fulcro de todo el magisterio de Bergoglio y, por tanto, también inspirador
de aquel itinerario sinodal sobre la familia, que es el banco de pruebas de todo el pontificado
(2016, p. 9).
La mención sobre la inspiración de la teología de la misericordia de Kasper en
Francisco, ha tomado ya vuelo. En su obra La misericordia. Clave del Evangelio y de la
vida cristiana, reeditada por Sal Terrae y Presencia Teológica, el mismo Cardenal
comenta la manera como su libro llegó a manos de Jorge Bergoglio, “por un encuentro
casual”, ya que su habitación estaba al frente de la de Bergoglio. Aun así, lo que no
parece casual es la respuesta del Cardenal Argentino: “Cuando leyó el título, se
emocionó visiblemente y dijo con toda espontaneidad: Misericordia, este es el nombre
de nuestro Dios” (Kasper, 2015 p. 5,). Aun así, el episodio no pararía en esto, días
después, al ser electo como el nuevo pontífice, el asombro se hace más grande,
comenta el Cardenal Kasper:
No podía imaginar yo que el cardenal Bergoglio leería el libro durante el cónclave ni tampoco
podía sospechar en aquel momento que unos pocos días más tarde se convertiría en el primer
papa oriundo de Latinoamérica. Por eso, el domingo siguiente a su elección como obispo de
Roma, cuando oí y vi en televisión que el papa Francisco mencionaba mi libro durante el ángelus
y declaraba la misericordia tema clave del nuevo pontificado, me sentí sobrecogido. La
convocatoria de un Año Santo extraordinario sobre la misericordia fue para mí, como para la
mayoría, una sorpresa adicional (Kasper, 2015, p. 5).
Aun así, en medio de este episodio, que puede ser casual o no serlo, hay que
interrogarse más a fondo: ¿qué llevó al nuevo pontífice a acoger la misericordia como el
lema central de su tarea evangelizadora? Tal vez al revisar con detenimiento la obra de
Kasper podamos encontrar respuesta: la misericordia deviene en fundamento y medida
de la existencia cristiana (2015, p. 7). La misericordia engloba distintos elementos,
algunos teológicos, otros históricos. De acuerdo con el Cardenal alemán, la misericordia
devela una respuesta a la más fundamental de las preguntas teológicas: la pregunta por
Dios; pero también une los caminos de la teología y la antropología, si bien, la
afirmación “El ser humano es creado a imagen de Dios, que es amor” (2015, p. 7)
condensa la antropología cristiana; es esta misma imagen del ser humano, la que es
“signada por el individualismo y el consumismo” (Kasper, 2015, p. 7).
En otras palabras, la imagen que el hombre hoy, reproduce de sí, no es la del amor,
parece desvanecerse esa imagen de Dios en el proyecto de vida de los seres humanos
en nuestros días. ¿Qué hacer? ¿Qué está fallando en nuestra educación? Más aún
¿qué está fallando en nuestra educación cristiana? De acuerdo con Bartomeu
Bennássar (2000), en su texto Dios futuro humano para todos, el máximo peligro al que
hoy nos enfrentamos, no es el del relativismo axiológico o epistemológico, va más allá,
es “la falta de relación justa y fraterna” (p. XII), afirma Bennássar: A nuestra sociedad le
afecta en la raíz de su ser que crezcan individuos informados pero indiferentes,
inteligentes pero crueles, sin entrañas (p. XII). Así mismo lo expresa el Papa Francisco
en La iglesia de la Misericordia, al dirigirse a los catequistas, afirma:
Quien pone a Cristo en el centro de su vida, se descentra. Cuanto más te unes a Jesús y él se
convierte en el centro de tu vida, tanto más te hace Él salir de ti mismo, te descentra y te abre a
los demás. Éste es el verdadero dinamismo del amor, éste es el movimiento de Dios mismo. Dios
es el centro, pero siempre es don de sí, relación, vida que se comunica… Así nos hacemos
también si permanecemos unidos a Cristo; Él nos hace entrar en esa dinámica el amor (2014, p.
32).
La Iglesia no es ajena a las dificultades que atraviesa el ser humano, desde los
mimos tiempos de Jesús ha existido un interés particular por reconocer al ser humano
como un ser integral, en una época caracterizada por el rechazo de los más débiles, por
un reduccionismo de la existencia humana, aparece la figura de un Jesús que se ha
hecho humano, que se convierte en modelo a imitar y que se preocupa por el dolor y el
sufrimiento del ser humano, “Porque así dice el Señor: Yo haré derivar hacia Jerusalén,
como un río, la paz; como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán
en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán: como a un niño a quien su
madre consuela, así os consolaré yo” (Isaías 66, 12s). Su Santidad Francisco afirma al
respecto que es necesario comprender que persona “significa siempre relación, no
individualismo, afirma la inclusión y no la exclusión, la dignidad única e inviolable y no la
explotación, la libertad y no la constricción” (PAPA FRANCISCO, discurso pronunciado
al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, 4 de abril de 2017).
En la misericordia revela Dios su amor; la misericordia es por así decir, el espejo de la esencia
divina. En ella, Dios se mantiene fiel a sí mismo. Es la justicia propia de Dios, en la que él se
corresponde no con nuestros criterios, sino consigo mismo y con su amor. Revela la soberanía
divina bastante más allá de todas las nociones y expectativas humanas. Es la verdad de Dios
sobre sí mismo (Kasper, 2015, p. 6).
Las circunstancias no parecen ser tan redentoras, la imagen del hombre se deteriora
¿qué hacer? ¿Cuál es la tarea de la Iglesia, del teólogo, del cristiano, del Papa? Seguro
la tarea no es solo académica, en tiempos como el nuestro hay que hablar con la vida,
con el testimonio. Solo se puede contagiar de alegría al mundo, siendo alegre, solo se
puede irradiar el ser de Dios, la misericordia, siendo misericordioso. Ya Raffaele Luise
comentaba en su obra:
Con la extraordinaria figura del papa Francisco, la Iglesia emprendió un camino de reforma y un
giro de gran calado. El pontífice sudamericano ha diseñado una arquitectura, profundamente
arraigada a los avances del concilio Vaticano II, de los procesos dinámicos abiertos sobre la
reforma espiritual y estructural de la Iglesia, sobre la conversión pastoral del propio papado y la
restauración radical del diálogo con el mundo y con la modernidad, cuyas consecuencias van a
marcar toda una época (2016, p. 9).
Las palabras del Luise son iluminadoras, apuntan a un hacer de Francisco; para el
periodista italiano no cabe duda que el Papa argentino es un reformador, ya que a
través de la misericordia el papa intenta “resituar el cristianismo en su fuente originaria,
reabriendo la cuestión de Dios en la edad secular” (p. 13). Si el mundo es guerra,
afirma Kasper, Francisco es encuentro, si el mundo le proclama revolucionario por ser
hijo del sur de américa, lo es, pero de otro modo: “Sí se quiere hablar de revolución, la
suya es la revolución de la misericordia” (2016, p. 14). El mismo Francisco afirma en su
obra La Iglesia de la Misericordia:
Son muchos los revolucionarios en la historia, han sido muchos. Pero ninguno ha tenido la fuerza
de esta revolución que nos trajo Jesús: una revolución para transformar la historia, una revolución
que cambia en profundidad el corazón del hombre. Las revoluciones de la historia han cambiado
los sistemas políticos, económicos, pero ninguna de ellas ha modificado verdaderamente el
corazón del hombre. La verdadera revolución, la que transforma radicalmente la vida, la realizó
Jesucristo (2014, p. 27).
El ser humano tiene una concepción política donde sostiene que sólo desde el poder
político y las influencias se pueden hacer las cosas, es más sencillo conseguir ciertos
beneficios. Este poder político causa división, disputas y querellas entre los pueblos,
generando la pérdida del sentido del poder auténtico, que consiste en la voluntad propia
y colectiva que se tiene para alcanzar un proyecto de beneficio común. Cuando el poder
político es empleado inadecuadamente se convierte en un arma de reducción
antropológica y no de construcción humana. Pero nos enseña el Papa Francisco que un
auténtico poder es aquel que se vive y se lleva a cabo con ojos de misericordia, a
semejanza del Padre: “la omnipotencia de Dios se deja ver, se manifiesta sobre todo en
su misericordia y en el perdón” (PAPA FRANCISCO, Homilía en Santa Marta, 10 de
octubre de 2017).
En la actualidad existe una profunda brecha social entre ricos y pobres. Los
primeros sobre estos últimos ejercen todo tipo de poder, puesto que pueden acceder
con mayor facilidad a todos los bienes y servicios que la sociedad consumista ofrece,
hecho que produce una serie de choques sociales que derivan en violencia, ignorancia,
falta de oportunidades, poder desmedido entro otros, “Cuando la sociedad – local,
nacional o mundial – abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrán
programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar
indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca
la reacción violenta de los excluídos del sistema, sino porque el sistema social y
económico es injusto en su raíz” (PAPA FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii
Gaudium, no. 59).
Cuando se idolatra el consumismo muchas personas se quedan con sus propios bienes
encerrados en una burbuja que los vuelve indolentes, hace que vivan en un mundo
donde no hay lugar para el otro: “No compartir con los pobres los propios bienes es
robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, De Lazaro Concio II). Esta situación genera inequidad, aleja a la
sociedad actual de la paz y la seguridad, convirtiéndose en piedra de tropiezo para
alcanzar la tranquilidad total: “Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero
hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los
distintos pueblos será imposible erradicar la violencia” (PAPA FRANCISCO,
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, no. 59)
Con el propósito de restaurar la visión del ser humano, como un ser integral que
es imagen viva de Dios, el Papa Francisco propone la cultura de la misericordia una
posibilidad para derrumbar el ídolo del consumismo que promueve la individualidad y el
egoísmo. La presente investigación se ha direccionado a dar un seguimiento a la
propuesta antropológica-teológica del Papa Francisco, por ello nos preguntamos: ¿Cuál
es el ídolo que hay que derrumbar en la actualidad?
Según el romano pontífice el mundo actual requiere de una nueva cultura en las
relaciones humanas. La cultura de la misericordia, para tal efecto se ha hecho
seguimiento a algunos de sus postulados, presentes en documentos, catequesis, y
cartas dirigidas a toda la Iglesia y la humanidad entera. Las relaciones de projimidad
poseen una dinámica ejemplar. El otro sufre y toda persona está llamada a responder a
dicho sufrimiento ¿de qué manera? Francisco enfatiza en la conversión como una
categoría antropológica necesaria, dice: “El sufrimiento del otro constituye un llamado a
la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi
dependencia de Dios y de los hermanos”. (Mensaje del papa Francisco para la
Cuaresma 2015). En la situación de necesidad que padece el prójimo se revela mi
identidad. El yo solo puede construirse desde su relación con los otros, por tanto,
aunque no pueda experimentar el mismo dolor que padece el prójimo, si puedo co-
ejecutar su dolor, con-padecer sus sufrimientos.
Es cierto que hoy en día, todo un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de
tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito,
el poder, el placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación
de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros.
Queridos hermanos y hermanas, seamos luces de esperanza. [ CITATION Pap13 \l 2058 ]
Derrumbar el ídolo del consumismo, el individualismo y el egoísmo no es una tarea
fácil, implica que toda persona reconozca que es obra de Dios y que todos los que lo
rodean son también obra de Dios, todos son llamados a tener un mismo corazón, un
corazón a imagen de Dios: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una
sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre
ellos” (Hch 4, 32).
Para Francisco el ser humano es visto de manera integral, es decir, un ser que es frágil
pero también que esconde una profunda fortaleza, en una de las homilías el Papa
Francisco hace un resumen sobre la manera como debe comprenderse el ser humano y
la búsqueda en todo momento por salvaguardar su dignidad, en primer lugar, el Papa
se refiere a la identidad del ser humano, denominada como el ADN de ser los hijos de
Dios, independientemente de cualquier condición que forme parte del ser humano, “A
veces se le parece al padre más o menos, pero es hijo, ha recibido la identidad. Y si el
hijo es bueno el padre se llena de orgullo por este hijo ¿no? Y si es un poco feo el
padre lo ve igualmente bello, porque el padre es así. Siempre. Y si es malo, el padre lo
justifica, lo espera… Jesús nos ha mostrado como un padre sabe esperar a un hijo”
(Homilía en la casa Santa Marta, febrero 7 de 2017). En segundo lugar, resalta la gran
tarea que fue encomendada por Dios a Todos los seres humanos, la de cuidar y
promover la tierra como una posibilidad para sobrevivir, el Papa ha sido muy insistente
con la necesidad de cuidar y proteger la tierra, la casa común y con ella al ser humano,
un ser inteligente llamado a construir una ecología verde y una economía sostenible,
equitativa y benéfica para todas las personas. En Su visión antropológica resalta las
relaciones que establece el hombre con la mujer, cuya finalidad consiste en consolidar
la familia, a la luz de los valores cristianos que fundamentan las generaciones nacientes
el Papa Concluye diciendo “Demos gracias al Señor por estos tres regalos que nos ha
hecho: la identidad, el regalo-deber y el amor. Y pidamos la gracia de cuidar esta
identidad de hijos, de trabajar el don que nos ha dado y de llevarlo adelante. Pidamos
también la gracia de aprender todos los días a amar más” (Homilía en la casa Santa
Marta, febrero 7 de 2017).
Es importante anotar que el Pontificado del Papa Francisco gira en torno al ser
humano, su preocupación es la persona y los múltiples problemas que lo aquejan de
ahí que su Pontificado este marcado por una invitación constante para rescatar al ser
humano de la dificultad, uno de los primeros llamados que hace a la Iglesia es que
salga a las calles, es decir, que lleven el mensaje de la esperanza a todos los que lo
necesiten “Recordemos que su primera visita oficial fuera de Roma, a Lampedusa y
Cerdeña -Zonas más pobres de Italia-, fue para denunciar la indiferencia de occidente
ante el drama de las personas refugiadas” (López Campo, La misericordia en el Papa
Francisco, 2015:481).
El Papa Francisco ofrece una visión del ser humano integral, todo su mensaje es
dirigido a rescatar la dignidad humana, y por ende a construir una visión diferente sobre
el ser humano, donde sea respetado por ser hijo de Dios, por tener la capacidad para
transformar el mundo y para construir familia y comunidad, de ahí que toda persona
deba ser respetada desde su integralidad “Se comprende así que su mirada esté
principalmente dirigida al ser humano y que, cuando la dirige hacia la Iglesia, sea para
animarla a salir al encuentro de pobres y oprimidos, como continuadora de la misión del
Hijo” (López Campo, La misericordia en el Papa Francisco, 2015: 502).
En medio de la crisis que vive la humanidad del siglo XXI, especialmente por el ansia
de poder y del tener a costa de lo que corresponda hacer, ha llevado a que el mismo
hombre, genere grandes guerras económicas, empresariales, académicas, sociales,
políticas; la iglesia católica, no ha sido ajena a estos sucesos; pero ¿qué visión
antropológica ha tenido la iglesia de los últimos tiempos, sobre este hombre que se
corrompe cada vez más? Ya Juan Pablo II, tuvo su visión antropológica en los términos
de decir que el hombre posee la dimensión exterior, por el mero hecho de estar en una
realidad tangible que Dios ha dado para que viva en plenitud y a su vez posee la
dimensión transcendental en los términos de que es capaz de vivir en la realidad
espiritual que va más allá de aquello que se ve. Igualmente, dice que el hombre ha sido
siempre una realidad que no para de estudiarse, desde la interdisciplinariedad, así lo
dice el papa:
“El hombre creado a imagen de Dios es un ser al mismo tiempo corporal y espiritual, es decir, un
ser que, desde un punto de vista, está vinculado al mundo exterior y, desde otro, lo trasciende…
la verdad del hombre no cesa de ser en la historia objeto de análisis intelectual, no solo en el
ámbito de la filosofía, sino el de las muchas ciencias humanas: en una palabra, objeto de la
antropología” (Audiencia General, 16 de Abril de 1986, # 1).
El papa Benedicto XVI a diferencia de su antecesor, tiene la visión del hombre como un
ser que no fue hecho como un producto casual de la evolución, porque siendo así, la
vida no tendría sentido, hasta sería algo fastidioso para la misma naturaleza y mucho
menos se podría hablar de un Dios que conoce cada obra suya, realizándola por amor,
así lo menciona:
Si el hombre fuese solamente un producto casual de la evolución en algún lugar al margen del
universo, su vida estaría privada de sentido o incluso sería una molestia de la naturaleza. Pero no
es así: la razón estaba en el principio, la razón creadora, divina (Homilia de Vigilia Pascual,
Vaticano, Sabado 23 de Abril de 2011).
Ya desde su ministerio, se ha notado un profundo interés por los excluidos del mundo,
un sentido muy humano por el hombre y una gran misericordia, esto ha hecho que se
refleje de alguna manera en sus escritos, donde a partir por ejemplo de la Encíclica
Laudato Si (LS), escrito en el año 2015, con el tema del cuidado del medio ambiente,
trae una visión del hombre, como un ser en comunidad, un ser que hace parte de una
familia, así lo dice: “…todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y
conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a
un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (Carta Encíclica Laudato Si, #89).
Igualmente, el pontífice, valora la creación de la naturaleza, como los animales, las
plantas y la vida eco sistémica, fundamental para tener una existencia más plena, con
mejores niveles de calidad y como obra divina del Padre; pero coloca antes de esto al
ser humano, por quien primero debiera existir un respeto profundo, igualmente como
obra maestra de Dios y a su vez, existir una gran preocupación por el género humano
en cuanto a los niveles de desarrollo, ya que el desequilibrio, producto de las ansias de
poder y acaparamiento individual, ha llevado a que unos puedan tener mejores
oportunidades de vida, mientras otros están en la simple miseria que esperanza alguna
no les quedaría, por eso anuncia Francisco:
Es verdad que debe preocuparnos que otros seres vivos no sean tratados irresponsablemente.
Pero especialmente debería exasperarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros,
porque seguimos tolerando que unos se consideren más dignos de otros. Dejamos de advertir
que algunos se arrastran en una degradante miseria, sin posibilidades reales de superación,
mientras otros ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen (Carta Encíclica Laudato Si, # 90).
Por lo tanto, se puede decir que, en el romano pontífice, encontramos una visión muy
desde la hermandad, expresada en la ayuda al prójimo más necesitado, desde aquellas
realidades de vida que se ostentan hoy por las ansias desenfrenadas del materialismo y
consumismo que traen como consecuencia, subir la calidad de vida a unos a costa de
tener a muchos otros miles en bajísimos o aún, miserables niveles de existencia.
Francisco entiende que el hombre verdaderamente de Dios, es un sujeto que posee
misericordia al ver la tragedia humana y se mueve en pos de ella, para salvar aquello
que pocos se atreverían a rescatar, pues la otra vida de los que no saben qué hacer
con lo que tienen, no es verdaderamente misericordia, sino una simple carrera material,
dejando vacía la existencia. Además, el papa coloca en primer lugar al ser humano,
antes de cualquier criatura realizada por el Padre, pues es en él en quien Dios ha
colocado la misión de administrar la tierra, de conservarla, de postergarla y desde ahí,
dar alabanzas a quien la creó, siendo el resto de la naturaleza, un medio propicio para
sustentar la vida en términos de necesidades básicas.
El pontificado del Sucesor 266 del trono de San Pedro, está marcado por el tema de la
misericordia. Su magisterio, vida, sencillez, actitudes, gestos, palabras, y en general,
cada uno de sus actos, muestran que él no entiende una Iglesia que no viva la
misericordia, y que no se deje llenar de ella. Su lema miserando atque eligendo (lo miró
con misericordia y lo eligió), expresa su sentimiento profundo de sentirse inmerecido de
cualquier puesto, y que por tanto, su mirada tratará de ser tan misericordiosa como
aquella que lo miró un día a él; sus continuas invitaciones a la misericordia, sus
discursos sobre la necesidad de vencer la que ha llamado “la cultura de la indiferencia”,
son la ruta de trabajo que ha trazado para la Iglesia desde su elección hasta el fin de su
pontificado, es más, esto lo ha proyectado para que se extienda más allá. Pero, ¿qué
es misericordia para el Papa Francisco? En La bula Misericordiae Vultus, se encuentra
la respuesta, misericordia es la actitud natural del corazón de Dios, es decir, Dios no
puede sentir más que misericordia, pues su amor es infinito y bondadoso, siempre
presto para socorrer y curar, para levantar y reedificar al hombre sumergido por el
pecado en la muerte: “Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se
manifiesta su omnipotencia».
4. Conclusiones
¿Cómo construir una propuesta que posibilite una visión arquitectónica de las
relaciones humanas? Sin duda alguna en la época actual las visiones ocupan un lugar
preeminente, en el centro de todo se encuentra la mirada, el punto de vista, la propia
perspectiva, aún más, el sentido del mundo, la manera como se interpreta la realidad y
se conceptualiza, hablar de una visión arquitectónica, significa pensar en la posibilidad
de una concepción sobre la realidad que parte de la construcción, que en este caso
alude a las relaciones interpersonales, no es un secreto que el Papa Francisco desde el
mismo comienzo de su Pontificado ha tenido un marcado interés por las relaciones
interpersonales, un hecho que ha ocupado gran parte de su pensamiento antropológico.
Es importante en continuidad con la primera parte de este artículo, hacer una lectura de
la misericordia en las Sagradas Escrituras y en el magisterio de la Iglesia, para llegar a
la propuesta del Papa Francisco, una visión arquitectónica de las relaciones humanas.
En el Antiguo Testamento la imagen de Dios es percibida desde dos puntos de vista,
por un lado, se presenta como un Dios que ejerce su autoridad frente al hombre, siendo
implacable y justiciero, en el Nuevo Testamento es visto como un Padre que acoge con
misericordia a los que sufren, no obstante, Dios es un Padre misericordioso que
interviene en la historia de la Salvación, Una de las definiciones de Dios que nos da la
Sagrada Escritura es «El piadoso y compasivo» (Ex. 22,26)
Que diferente sería el mundo entero si se apropiaran del valor y el sentido que
tiene la misericordia como una posibilidad para amarse a sí mismo y amar a los demás,
dejando de lado tantas propuestas que promueven una cultura de la muerte, el odio y el
sinsentido, en la actualidad se necesitan de hombres y mujeres que sean promotores
de la misericordia en todos los rincones del mundo, para que resplandezca la luz de la
verdad en aquellos que viven sumergidos en la oscuridad. Hoy se necesitan nuevos
samaritanos que vivan y sientan el dolor humano como su propio dolor, que se
arriesguen a construir relaciones interpersonales sustentadas en la misericordia que
proviene de Dios, “El Padre misericordioso” que acoge a justos y pecadores bajo un
mismo techo.
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