0% encontró este documento útil (0 votos)
139 vistas

Discipulado 7

Este documento ofrece consejos sobre cómo motivar a los dirigidos. Explica que la motivación comienza con entender las necesidades internas que impulsan a las personas a la acción, como las necesidades físicas, de seguridad, sociales, de estima y de autorrealización. Luego, cita a Pablo diciendo que los líderes deben ser ejemplo en su palabra, conducta, amor, espíritu y fe. Finalmente, da ejemplos concretos de cómo los líderes pueden ser un ejemplo en su palabra a través de la en

Cargado por

Raúl Bourdet
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
139 vistas

Discipulado 7

Este documento ofrece consejos sobre cómo motivar a los dirigidos. Explica que la motivación comienza con entender las necesidades internas que impulsan a las personas a la acción, como las necesidades físicas, de seguridad, sociales, de estima y de autorrealización. Luego, cita a Pablo diciendo que los líderes deben ser ejemplo en su palabra, conducta, amor, espíritu y fe. Finalmente, da ejemplos concretos de cómo los líderes pueden ser un ejemplo en su palabra a través de la en

Cargado por

Raúl Bourdet
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 4

IGLESIA DE DIOS E. C.

“SAN AGUSTIN” – Miércoles, 20 de diciembre de 2017


______________________________________________________________________________________________
El Líder del siglo XXI – Jorge Oscar Sánchez

-7-
Cómo motivar a nuestros dirigidos
Hay una única manera de lograr que las personas hagan lo que deben hacer, y es motivarlos a que
quieran hacerlo.

Al presentar la definición de liderazgo cristiano, dijimos que es la capacidad de motivar a otros


para que alcancen las metas de Dios para sus vidas. La tarea de motivar a otros es el corazón de la
relación entre el líder y sus seguidores. Es asimismo la que más energía demanda, puesto que el primer
problema que debe enfrentar todo líder es cómo vencer la resistencia y la inercia inicial de parte de sus
seguidores.

Para hablar de cómo motivar, primero debemos entender qué es un motivo. Motivo, define el
diccionario, es aquella fuerza interior que impulsa a un individuo a la acción. Los motivos son sinónimos
de necesidades personales, deseos, impulsos dentro del individuo. Los motivos son la raíz de toda la
conducta. Cada persona, en diferentes etapas de su vida, busca la satisfacción de diferentes necesidades
o motivos. Abraham Maslow clasificó las necesidades básicas o motivadoras de la conducta humana en
cinco categorías.
• Físicas: Comida, vestido, abrigo.
• Seguridad: No ser tocado por accidentes, guerras, enfermedades e inestabilidad económica.
• Social: La necesidad de pertenecer a cierto grupo o sociedad.
• Estima propia: Confianza en sí mismo, prestigio, poder y control.
• Autorrealización: El deseo de llegar a ser lo que uno es capaz de llegar a ser.

El apóstol ofrece a Timoteo una fórmula para motivar, para transformar espectadores en
seguidores, para hacer que críticos que menosprecian lleguen a ser gente que respeta: “Nadie tenga
en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,
espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12). Pablo reconocía la realidad de que Timoteo podría ser
despreciado por algunos, que muchos podrían dudar de su competencia para guiar el ministerio. Pablo le
recomienda no perder de vista que es él quien debe establecer el nivel espiritual y marcar el ritmo de la
iglesia demostrando, en su persona y por su modo de actuar, que él mismo es la encarnación de los
valores que espera los demás imiten. Así le da una lista de actitudes y conductas que ejercerán una
profunda influencia sobre sus seguidores.

A. Palabra: “Sé ejemplo de los creyentes... en palabra”.


Todo líder debe delinear la visión de la manera más clara, atractiva y convincente delante de sus
seguidores para que ellos la abracen como propia. Como consecuencia, todo líder debe ser un
especialista en comunicación. Todo intento de motivación comienza en este punto. ¿Qué implica de
modo práctico ser un modelo en la palabra?

1. Enseñar el plan de Dios: “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura pública de la Biblia, la
exhortación, y en la enseñanza“(1 Timoteo 4:13 NVI). Timoteo debía tener como prioridad de su
Ministerio enseñarles de manera sistemática el plan de Dios, para que el discípulo pueda llegar a
comprender la grandeza de la obra de Dios a su favor y sus propósitos para su vida. De la misma manera
que él había seguido a Pablo, ahora otros le seguirían a él.
2. Usar lenguaje apropiado: “En tu enseñanza demuestra integridad, seriedad, y expresión sana que no
pueda condenarse” (Tito 2:7–8). No solamente debía enseñar, sino también hacerlo hablando de una
manera digna. Cuando un maestro se pone al frente de una congregación en el nombre de Dios, su
lenguaje y su modo de expresarse, deben estar a la altura de quien representa. El líder debe hablar
positivamente porque es una expresión de la esperanza humana en el poder de Dios.

3. Alentar en forma constante : El líder debe saber discernir el nivel de preparación y disposición que
ha alcanzado un colaborador para cumplir una determinada tarea. Esto es importante para alguien que
está dando los primeros paso: una palabra de aliento, de reconocimiento, de aprecio sincero. Si es
necesario, hacer alguna indicación para corregir algo que no haya estado bien. El líder verdadero sabe
cómo alentar, para estimular el crecimiento de sus discípulos.

4. Promover la comunicación abierta: Para lograr que los dirigidos lleguen a adoptar la visión como
algo personal, el líder deberá ser intencional e involucrar a otros en el proceso de alcanzarla. Deberá,
pues, averiguar cómo ven sus seguidores el proceso en que están comprometidos. Solicitará la opinión
personal de cada miembro del equipo, no sólo para incluirlos a todos, sino porque está convencido de
que cada miembro del equipo puede hacer una contribución valiosa a la causa total. Por lo tanto, será
prioridad del líder apartar tiempo para escuchar a sus colaboradores. Para alentar la comunicación, el
líder aprende a oír convencido de que en la comunicación no hay aspecto más importante que escuchar
con empatía.

B. Conducta: “Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta...”


Ser un modelo en la palabra es relativamente sencillo; después de todo, cualquiera puede aprender a
comunicarse en forma adecuada. Pero las palabras del líder deben ser respaldadas por una conducta
igualmente ejemplar. Un líder jamás se puede dar el lujo de tener una reputación como la del pastor de
aquella iglesia de quien un miembro dijo: Cuando está en el púlpito quisiéramos que nunca baje. Pero
cuando baja quisiéramos que nunca vuelva a subir”. Palabra y conducta van de la mano. ¿De qué debe
ser modelo el líder con su conducta?

1. Respeto y gentileza: Es uno de los requisitos que Pablo establece para los que aspiren a cuidar del
rebaño (1 Timoteo 3:2-3) y con mayor razón, debe ser ejemplificada por el líder cristiano. “Pero tú,
hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue... la gentileza” (1 Timoteo 6:11 NVI). El líder cristiano debe
usar respeto y gentileza con los incrédulos, con todos los creyentes en general, pero en manera
particular con aquellos que han caído en pecado y en error doctrinal. La actitud del líder debe ser buscar
de ganarlos y restaurarlos, haciendo que salgan de la ruta que han elegido, y hacerlos retornar al pleno
beneficio de la gracia de Dios. El líder cristiano debe hacer un esfuerzo consciente por encarnar la regla
de oro de su Señor en su trato con los demás: “En todo hagan con los demás como quieran que ellos
hagan con ustedes"(Mateo. 7:12). Parte de nuestra conducta es mostrarnos como ejemplo de bondad,
respeto y cortesía.

2. Mostrar cómo se debe hacer la tarea : Exhortar es muy fácil, ejemplificar es muy distinto.
Considerar la manera en que el Señor equipó a los apóstoles arroja mucha luz sobre este principio.
Jesucristo recorrió las aldeas y ciudades de Israel proclamando el reino de Dios, llevando consigo a los
doce para formarlos sobre el terreno. La enseñanza para los apóstoles combinaba la práctica; podían
observar cómo lo hacía el Señor, a lo que se agregaba la teoría. Los dos aspectos se mezclaron
equilibradamente. Por esta razón el líder es alguien que enseña verbal y prácticamente, que muestra con
su ejemplo cómo debe hacerse la tarea que espera que los demás cumplan.

3. Exponiendo a los seguidores a necesidades sentidas : El líder cristiano debe comprender que para
que sus seguidores capten la visión, debe exponerlos a las necesidades de los demás. Es muy fácil en la
vida cristiana tornarse en espectadores pasivos, y mucho más cuando se vive en un ambiente de
comodidades materiales. A cuantas más necesidades sentidas expongamos a nuestros seguidores, tanto
mayores serán las posibilidades de motivarlos a la acción. “Ojo que no ve”, afirma el refrán popular,
“corazón que no siente”.
C. Amor: “Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor...”
“En esto conocerán que son mis discípulos, si tienen amor los unos para con los otros” (Juan 13:35). El
amor es el distintivo de la fe cristiana. Fue a través del amor expresado en obras de servicio que la iglesia
primitiva conquistó al Imperio Romano. Y continúa siendo hasta el día de hoy la fuerza más poderosa
para penetrar el reino de las tinieblas. ¿Cómo puede un líder ser un modelo de amor cristiano? Las
posibilidades son innumerables; solamente mencionaremos dos:

1. Extendiendo aceptación a todos: Cuanto más variado es un grupo, tanto mayor las posibilidades de
impacto, de ministrar a diferentes necesidades. Sin embargo, la variedad puede ser una fuente de
conflictos para un líder inmaduro o inseguro. La persona madura buscará entender a cada uno de los que
están bajo su cuidado y no intentará cambiarlos, ya que esto sólo Dios puede hacerlo. Más bien los
aceptará plenamente tal cual son. El sentimiento de aceptación de parte del líder libera a la persona para
expresar sus habilidades naturales o espirituales, y de esa manera se eleva el nivel de competencia
general. Todo verdadero líder asumirá sobre sí mismo la responsabilidad final por los resultados, no
buscando pasar la culpa a sus subalternos.

2. Extendiendo perdón a todos: Evitar los conflictos dentro de cualquier grupo humano es
sencillamente imposible. No importa cuán noble sea la causa, cuán elevado el ideal, cuán competente y
maduro pueda ser el líder; la variedad de personalidades básicas que Dios ha creado son propicias para
los conflictos. El líder cristiano debe ser parte de la solución en los conflictos. Si es él quien ha recibido la
ofensa, deberá tomar la iniciativa de clarificar la situación. Cuando confronte al ofensor lo hará con la
actitud de ganarlo, buscando clarificar y entender. De esa manera preservará la dignidad de la otra
persona y le permitirá aprender de la experiencia sin sentirse amenazada. Ofreciendo y pidiendo perdón
el líder cristiano desarma las situaciones explosivas que amenazan destruir el avance hacia las metas.
Pero lo que es mucho más importante, estará ejemplificando una de las virtudes que Jesucristo afirmó
poseer: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón...” (Mateo 11:29).

D. Espíritu: “Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu...”


1. Mostrando entusiasmo continuo y creciente por el servicio : En 1 Corintios 9, nos muestra el
espíritu que sustentaba la acción de Pablo. Al leerlo y ver los sacrificios y adaptaciones que estaba
dispuesto a hacer con tal de ganar a algunos para Cristo, uno comprende que el apóstol no encaró su
servicio con la mentalidad de un aficionado que sale a dar algunas vueltas alrededor de la pista con la
vaga esperanza de perder algunos gramos de peso. Más bien lo hizo con la mentalidad de un atleta
profesional, que está dispuesto a asumir cualquier sacrificio, sin importarle el costo personal, con tal de
obtener el galardón. Le oímos exclamar: “Ay de mí si no predico el evangelio” (1 Corintios 9:17). No “ay
del mundo” sino “ay de mí”. El evangelio era, dentro del corazón de Pablo, un fuego que ardía; intentar
reprimirlo era buscar un estallido. El entusiasmo del líder determina el nivel de compromiso de sus
seguidores. Nadie podrá motivar a otros si no está motivado él mismo. El líder siempre deberá estar
dispuesto a dar un paso más.

2. Viviendo con alegría: Spurgeon enseñaba a sus estudiantes la importancia de que la expresión del
rostro estuviese en armonía con el sermón: “Cuando habléis del cielo que vuestro rostro se ilumine
alumbrado por un rayo celestial, que vuestros ojos brillen reflejando la gloria eterna, que en vuestros
labios se dibuje una sonrisa anticipando el gozo de Dios. Pero cuando habléis del infierno... la cara de
todos los días es más que suficiente”. Si el líder debe demostrar un espíritu ardiente en la persecución de
las metas de la institución, debe hacerlo también de un modo atractivo, mostrando un espíritu alegre.
Hay una diferencia abismal entre ser responsable y ser amargado. Una persona puede desempeñar sus
tareas alegremente sin por eso dejar de ser efectiva. Un líder aprende a disfrutar del humor y a reírse
inclusive de sí mismo. Ser entusiasta y alegre son dos maneras de modelar un espíritu emprendedor.

E. Fe: “Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.”
1. Demostrando fe inquebrantable en el poder de Dios : Todo líder debe estar plenamente
convencido de que si la tarea es posible, es porque Dios está más interesado que nosotros en que su
causa prevalezca. Está convencido de que a pesar de nuestras limitaciones humanas e incluso de nuestro
pecado, Dios edificará su iglesia y no habrá fuerza en este mundo capaz de impedirlo. Por tanto, a través
de la fe en Dios y en sus promesas, el líder está unido a la fuente de poder más grande del universo. De
ahí que pueda encarar su tarea con optimismo. Un líder cristiano conoce las promesas de Dios; trabaja
en sí mismo y en los demás sabiendo que la aparición de los resultados es cuestión de tiempo.

2. Demostrando fe interminable en los individuos : Si la fe vertical nos une a Dios, para hacernos más
que vencedores, la fe horizontal nos une a nuestros discípulos en el anhelo de que también ellos logren
la victoria. Una consecuencia práctica de la fe en Dios es tener fe en nuestros seguidores. Que Dios hará
de ellos personas significativas, instrumentos útiles para sus propósitos. ¿Cómo vemos a nuestros
dirigidos? ¿Cómo una oportunidad o como un problema? A muchas personas que Jesucristo conoció, en
el primer encuentro él les cambió el nombre. Simón llegaría a ser Pedro; de una caña pasaría a ser una
roca, de algo endeble a la firmeza absoluta. Por nuestros comentarios, por nuestro humor, de mil
maneras diferentes emitimos señales muy claras de cómo percibimos a aquellos a quienes lideramos. Y
de la manera que los veamos, será el modo en que funcionen y nos retribuyan. Cada creyente es un
templo del Espíritu Santo, por tanto, en su enseñanza, su modo de hablar y de conducirse demuestra fe
en Dios y también en los suyos, sabiendo que no hay tarea más noble y gloriosa que ayudar a otros a
triunfar.

A una Escuela Dominical en el sur de los Estados Unidos llegaron dos hermanos que provenían de un
hogar disfuncional, y su conducta lo demostraba ampliamente. Ayudarlos demandaba hasta el último
gramo de fe y amor de los maestros. Fueron colocados en clases separadas. El maestro de uno de ellos
decidió ganarlo para Cristo. Dedicó incontables horas hasta que este jovencito, con el correr de los años,
llegó a ser el encargado de evangelismo de su denominación para el estado de Florida. El maestro del
otro niño consideró que no merecía sus esfuerzos. Con el paso de los años, Lee Harvey Oswald (según la
versión oficial) terminó asesinando al presidente John F. Kennedy.

Todo comienza y termina con la calidad del liderazgo. Liderazgo implica la tarea de motivar a nuestros
hermanos en Cristo. Es un proceso sin fin, más cuando se hace del modo que Pablo enseñaba a Timoteo,
no solo tendrá el respeto de ellos, además las recompensas excederán con creces el sacrificio que
demanda la tarea. Por tanto, siga cultivando los valores de Dios; continúe siendo ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, y fe. Y para usted también los resultados serán tan
brillantes como las promesas de Dios.

También podría gustarte