I.01. - Las 70 Semanas de Daniel
I.01. - Las 70 Semanas de Daniel
I.01. - Las 70 Semanas de Daniel
31/oct/19
Estudios bíblicos
I.01.- Las 70 semanas de Daniel
1. Introducción
El profeta Daniel estaba entristecido porque Jerusalem estaba destruida, el Templo devas-
tado y la adoración a Dios, a través de los sacrificios cruentos por el pecado, suspendida.
Entonces el profeta ora a Dios pidiéndole la restitución del régimen de adoración y perdón
y el Señor le responde:
2. El texto
Daniel 9:24-27
24 »Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para
terminar la prevaricación, poner fin al pecado y expiar la iniquidad, para traer la justicia
perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos.
25 Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jeru-
salén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverán
a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
26 Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, y nada ya le queda-
rá. El pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario, su final lle-
gará como una inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
27 Por otra semana más confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará
cesar el sacrificio y la ofrenda. Después, con la muchedumbre de las abominaciones, ven-
drá el desolador, hasta que venga la consumación y lo que está determinado se derrame
sobre el desolador"».
Este ciclo de siete años se basa en la semana de siete días, con sus seis días de trabajo y el
séptimo de reposo. De ahí que este año sea llamado habitualmente "año sabático". En el
texto de Daniel cada semana equivale a siete años y no a siete días. Ya previamente los is-
raelitas conocían sobre el equivalente de una semana en años. Dios le había hablado ante-
riormente a Moisés con respecto a una semana de años cuando le dio las instrucciones so-
bre la celebración del año del jubileo diciéndole:
Levítico 25:8
"Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete
semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años."
Por lo tanto el término “semana” era conocido por los hebreos por su equivalencia de siete
años (no como la semana que conocemos actualmente de siete días).
Nota: El conteo judío de días por año difiere del occidental. Los judíos de la época contabi-
lizaban 360 días por año y no 365 como el calendario gregoriano.
Sin embargo, "el tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos trein-
ta años. Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de
Jehová salieron de la tierra de Egipto."
Éxodo 12:40-41.
El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue de cuatrocientos treinta años. El
mismo día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años, todas las huestes de Jehová
salieron de la tierra de Egipto.
Podemos decir que los 400 años de opresión formaron parte de los 430 años en total que
los hijos de Israel habitaron en Egipto. No podemos decir que la profecía no se haya cum-
plido a la exactitud numérica sino que tuvo el cumplimiento tal y como Dios lo predijo,
con unos años más que representaron aquellos en los cuales no sufrieron la opresión, posi-
blemente en los días de José.
Éxodo 1:1-6
Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob, cada uno
con su familia: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad y
Aser.
Todas las personas de la descendencia de Jacob fueron setenta. José ya estaba en Egipto.
Murieron José, todos sus hermanos y toda aquella generación.
Pero los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, llegaron a ser numerosos y fuertes
en extremo, y se llenó de ellos la tierra
Pero muerto José y los de su generación (Éxodo 1:6), comienza a desarrollarse el período
de la opresión a los hijos de Israel.
Éxodo 1:7-14.
Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José, y dijo a su pue-
blo: «Mirad, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros. Aho-
ra, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique y acontezca que, en caso
de guerra, él también se una a nuestros enemigos para pelear contra nosotros, y se vaya
de esta tierra».
Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos para que los oprimieran con sus car-
gas. Así edificaron para el faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. Pero
cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios
temían a los hijos de Israel.
Los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura
servidumbre en la fabricación de barro y ladrillo, en toda labor del campo y en todo su
servicio, al cual los obligaban con rigor.
El conteo exacto del tiempo de la duración de un evento profetizado lo sabe Dios, nosotros
solo sabemos si estamos viviendo en ese tiempo y en que etapa del mismo nos encontra-
mos viviendo, si al comienzo o al final.
6. Inicio de las 70 semanas
La clave para dar inicio al tiempo profético de las 70 semanas se halla en Daniel 9:25 (el
decreto). El ángel da la revelación de Dios a Daniel con respecto al futuro de Israel y de Je-
rusalén por quienes Daniel oraba. Esta revelación se le deja saber a Daniel sobre una tabla
de tiempo que muestra eventos que tendrían lugar en tres secciones.
Por lo sucedido en la historia podemos tener luz del por qué se dividió el tiempo aquí en 7
semanas y 62 semanas. Leamos nuevamente el texto bíblico
Daniel 9:25
Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusa-
lén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverán a
edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Primero vamos a interpretar el texto de forma general. A Daniel se le instruye ("sabe, pues,
y entiende...") que desde el momento en que saliera, o se diera, la orden para restaurar y
edificar a Jerusalén, habría siete semanas, o sea, 49 años (7 veces 7 años). Pero desde que
saliera esa orden, hasta que apareciera el Mesías Príncipe, entonces transcurrirían 62 sema-
nas adicionales a las 7, o sea, 69 semanas, equivalentes a 483 años en total.
Esto quiere decir que cuando apareciera el Mesías, ya Jerusalén habría sido restaurada y
edificada. Pero la plaza y el muro volverían a ser edificados en tiempos angustiosos. Es de-
cir, no iba a ser fácil la tarea de la re-edificación, con todo y emitida la orden. Aún más, en
el verso 26 se le dice a Daniel que pasadas las 62 semanas se le quitaría la vida al Mesías.
Hay un punto de partida en el reloj de los 490 años (70 semanas de 7 años cada una). La
primera oración de Daniel era para que Jerusalén fuera restaurada. Hay que recordar que
Jerusalén y el Templo fueron destruidos por los babilónicos en 586 a.C. y que Jerusalén se
quedó desprotegida sin murallas y se convirtió en una simple sombra de lo que había sido.
La oración de Daniel era para que se restaurara la ciudad y el Templo de acuerdo con las
palabras de Jeremías.
Gabriel vino a contestar su oración que hacía referencia a su pueblo y a Jerusalén; primero
le dijo a Daniel que un período de 490 años se establecería sobre su pueblo y sobre su ciu-
dad (Daniel 9:24) y entonces le dijo cuándo empezaría este período, tal y como podemos
leer, “desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén”.
La orden de reconstruir Jerusalén determina el punto de partida del reloj profético. Más
adelante en el versículo, Gabriel da más detalles sobre la orden de restaurar la ciudad de Je-
rusalén. La orden está caracterizada, según Gabriel, por tres cosas: La Plaza, El Muro,
Tiempos angustiosos. "se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”.
Estos calificadores son importantes. Hubo tres órdenes de reconstrucción. El texto en deta-
lle es importante analizarlo porque separa dos de las tres órdenes que conciernen a la re-
construcción del Templo pero no a la reconstrucción de la ciudad.
6.1. Ciro, el rey de Persia, ordena que el templo sea reconstruido
Permite a los judíos que vuelvan en el 539 a.C. El primer año de Ciro: el año 538
a.C., es decir, un año después de la conquista de Babilonia en el 539 a.C. “Despertó
Jehová el espíritu” expresión que designa un impulso o inspiración proveniente del
Señor. Al atribuir esta decisión política de Ciro a una inspiración divina, el texto
muestra no solo que el Señor es el Dios de Israel, sino también que el mundo entero
está bajo su dominio. Hay que destacar que se autorizó la reconstrucción del tem-
plo, no de la ciudad ni de sus muros.
Esdras 1:1-11
En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra de Jeho-
vá anunciada por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro, rey de
Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito en todo su reino, es-
te decreto: «Así ha dicho Ciro, rey de Persia: Jehová, el Dios de los cielos, me ha
dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le edifique una casa en Je-
rusalén, que está en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea Dios
con él, suba a Jerusalén, que está en Judá, y edifique la casa a Jehová, Dios de Is-
rael (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en
cualquier lugar donde habite, que las gentes de su lugar lo ayuden con plata, oro,
bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual es-
tá en Jerusalén».
Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, los
sacerdotes y levitas, todos aquellos a quienes Dios puso en su corazón subir a edi-
ficar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén.
Y todos los que habitaban en los alrededores los ayudaron con plata y oro, con
bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de toda clase de ofrendas volunta-
rias.
El rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová que Nabucodonosor se había
llevado de Jerusalén y había depositado en la casa de sus dioses.
Los sacó, pues, Ciro, rey de Persia, por medio del tesorero Mitrídates, el cual los
contó y se los entregó a Sesbasar, príncipe de Judá.
La cuenta de ellos es esta: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve
cuchillos, treinta tazas de oro, otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil
utensilios.
En total, los utensilios de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Todo esto lo
hizo llevar Sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén.
La oración de Daniel tuvo lugar en el primer año de Darío, hijo de Jerjes, sobre el
539-538 a.C. Jerusalén estaba en ruinas, sin muro y sin templo, sólo era una sombra
de lo que había sido. El reloj empieza con la orden de la reconstrucción de Jerusa-
lén, más en concreto, del muro y de la plaza, 93 años después de su oración.
El templo fue reconstruido en el año 516 a.C., pero los judíos tenían pocas ganas
de volver a una ciudad desprotegida y sin muros. Por eso Nehemías oró para que
la ciudad fuese restaurada. El rey, viendo la tristeza de Nehemías, le preguntó por
qué estaba triste y Nehemías se lo dijo. Artajerjes le concedió su petición y le dio
órdenes de reconstruir las puertas de la ciudad y los muros.
Nehemías 2:1-8
Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el
vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes
triste en su presencia, me dijo el rey:
--¿Por qué está triste tu rostro?, pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto
de corazón.
Entonces tuve un gran temor.
Y dije al rey:
--¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciu-
dad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas
por el fuego?
--¿Qué cosa pides? --preguntó el rey.
Entonces oré al Dios de los cielos, y le respondí:
--Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la
ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré.
Entonces el rey, que tenía a la reina sentada junto a él, me preguntó:
--¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás?
Y agradó al rey enviarme, después que yo le indiqué las fechas.
Le dije además al rey:
--Si al rey le place, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río,
para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf, guarda
del bosque del rey, a fin de que me dé madera para enmaderar las puertas de la
ciudadela de la Casa, para el muro de la ciudad y para la casa en que yo estaré.
Y me lo concedió el rey, porque la benéfica mano de mi Dios estaba sobre mí.
La orden se dió en Marzo del 445 a.C. El reino de Artajerjes empezó en el año 465
a.C., por lo tanto, éste era su vigésimo año de reinado (de acuerdo al texto de
Nehemías). El mes de Nisán, el primer año en el calendario judío, equivale en algu-
nos años a Marzo. No hay fecha especificada, de modo que, de acuerdo con la cos-
tumbre judía, se entiende que la fecha es el primer día del mes. La fecha del decre-
to en nuestro calendario sería el 14 de marzo de 445 AC. Con este hecho da
inicio el tiempo de cumplimiento de la profecía.
Hay que tener en cuenta que el tiempo profético es siempre tan aproximado como para dar
una clara advertencia y tan indeterminado como para no satisfacer la simple curiosidad.
El reloj empieza con la orden y continúa durante 483 años hasta el Mesías el Príncipe. Este
período de 483 años está dividido pero es continuo. Las siete semanas, o periodo de 49
años, hacen referencia a la reconstrucción de Jerusalén en tiempos angustiosos, lo cual em-
pezó con la orden en Nehemías 2:8, en marzo del 445 a.C. y continuó durante los próximos
49 años. En Nehemías 2 al 7 se cubren los detalles de los tiempos angustiosos. Desde este
punto hasta el Mesías Príncipe pasarían otros 434 años. A esto se refiere Daniel 9:25 cuan-
do dice lo de “en tiempos angustiosos".
El segundo período, "Hasta el Mesías el Príncipe" consta de otros 434 años a partir del
momento en que el trabajo de Nehemías y sus sucesores se completa. Pero, ¿quién es este
Mesías Príncipe o gobernador ungido?¿Podría ser cualquier rey o gobernador de Judá?
No. El Mesías tiene que encontrarse en la línea de tiempo, lo que significa que tendría que
existir y ser eliminado al final de las 69 semanas o 483 años, tomando como punto de par-
tida la orden dada en el 445 a.C.
La línea del tiempo
Total de la profecía
70 semanas de 7 años cada una= 490 años
Hay que tener en cuenta que un año en tiempos de Daniel era lunar y no solar. Ac-
tualmente usamos el calendario Gregoriano, que determina la longitud de un año a
partir del sol, pero los judíos usaban la luna. De aquí proviene la palabra “mes”, que
tiene su origen en el latín “mensis” (mes), que a su vez proviene del griego “mene”,
que significa “luna”. La longitud de un año lunar era diferente a la de un año solar.
La duración de un año en términos bíblicos es, por lo tanto, diferente del sistema
gregoriano actual. Por lo tanto, un mes constaba de 29 días y de 30 días cada dos
meses, agregando cada cinco o seis años un mes extra que no era bíblico (bisiesto).
Si usamos días en lugar de años, podemos hacer cuadrar los dos métodos.
Una vez estos años se adaptan a nuestro calendario, obtenemos que "el Mesías Prín-
cipe" inició su ministerio aproximadamente en el año 31 d.C o 32 d.C, como en
efecto ocurrió.
Isaías describe al siervo de Dios que será exaltado muy en alto, pero antes de esto se
dice que será un hombre, hijo de hombres, que sufrirá y será desfigurado. Este Sier-
vo será exaltado por encima de las naciones y reyes, que comprenderán cuál es la
"verdadera" naturaleza de este siervo. Pablo nos confirma el cumplimiento de esta
profecía:
Filipenses 2:5-11
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús:
Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrar-
se, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a
los hombres.
Mas aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es
sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los
que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese
que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Esta descripción del Mesías Príncipe que es eliminado concuerda con la descripción
que hace Isaías del Siervo que será exaltado después de ser humillado. Isaías conti-
núa explicando la razón de la muerte de este Siervo que será puesto muy en alto.
Isaías 53:5-8
Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo
de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados, por cárcel y
por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de
la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.”
Isaías nos dice que el Siervo que será exaltado murió por nuestras rebeliones y pe-
cados y que se le quitó la vida por las rebeliones de “Mi pueblo”. En Daniel 9:26,
Gabriel le dice que se le quitará la vida al Mesías Príncipe, mas no por sí. El Siervo
que aparece en Isaías y el Mesías Príncipe de Daniel son la misma persona, Jesús de
Nazaret, que murió por los pecados de humanidad.
Más adelante en el evangelio de Juan, Jesús claramente se hace uno con el Padre:
Juan 10:30
El Padre y yo, uno somos.
Isaías confirma la doble naturaleza del Mesías. En Isaías 9:6-7, se nos dice que el
Mesías será de descendientes humanos ("un niño nos es nacido"), quien, por otra
parte, será también Dios porque se identifica como, "Dios Todopoderoso, Padre
Eterno". Sabemos que éste es el Mesías porque se sienta sobre "el Trono de David"
y su reino es "para siempre".
Isaías 9:6-7
Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su
hombro.
Se llamará su nombre "Admirable consejero", "Dios fuerte", "Padre eterno",
"Príncipe de paz".
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre
su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para
siempre.
El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
El Mesías Príncipe de Daniel 9:25-26 es tanto el Siervo que sufriría por los pecados
del hombre (Isaías 53), como el Príncipe de Paz que reinará un día sobre la humani-
dad como Rey y Dios (Isaías 9:6-7). Lo que nosotros vemos es la doble naturaleza
del Mesías presentada en las Escrituras. Dios confirma la identidad de este Mesías
revelándonos años antes de su nacimiento el día y año exactos en que sería asesina-
do y lo que seguiría a su muerte. Las setenta semanas de Daniel establecen y cierran
este periodo de tiempo diciéndonos que después de que el Mesías fuese eliminado,
Jerusalén y el Templo serían destruidos.
Tenemos, por la historia, una fecha específica para la destrucción del Templo, el 70
d.C. Sabemos con seguridad que el Mesías fue asesinado en el 32dC, por tanto esta
parte de la profecía que afirma que el Mesías sería asesinado después y no antes de
que el Templo fuera destruido… ¡se cumplió!
¿Qué viene después de la muerte del Mesías Príncipe? A Daniel se le dice que después de
la muerte del Mesías se destruiría Jerusalén y el Templo. Desde la perspectiva de Daniel,
estamos viendo la “futura” destrucción de Jerusalén después de la restauración, que la lle-
vará a cabo “el pueblo de un príncipe que ha de venir".
Llegados a este punto, Daniel está orando por la restauración de Jerusalén. La ciudad fue
destruida por los babilónicos cuando él estaba en Babilonia en el 586 a.C. El ángel Gabriel
está diciéndole a Daniel que la ciudad de Jerusalén será destruida de nuevo después de que
hubiera sido reconstruida gracias a la orden que dio Artajerjes.
En el 70 d.C., el general romano Tito, hijo del emperador Vespasiano, sitió Jerusalén y
destruyó la ciudad y el Templo. Hoy hay en la ciu-
dad de Roma, un monumento de casi 2000 años, el
Arco de Tito, que conmemora la victoria de los
ejércitos romanos sobre Jerusalén. En los relieves
del arco están los tesoros que se llevaron de Jerusa-
lén, incluida una escultura de oro de la Menorah, tomada del segundo Templo.
Roma, en el mismo sitio donde quedaron las ruinas de Jerusalén, construyó una nueva ciu-
dad romana, la Colonia Aelia Capitolina, que estaba dedicada al dios Júpiter. El nombre de
Judea/Israel fue cambiado por el de Palestina. Adriano entonces prohibió que los judíos en-
trasen en la ciudad.
Los romanos hicieron que el pueblo judío se dispersara por todo el mundo con el fin de que
no hubiera más sublevaciones. Las maldiciones de Deuteronomio y de 2ª de Crónicas se
habían cumplido, ya que, debido al rechazo de su Mesías, Israel era esparcido por toda la
tierra y el Templo era destruido.
Deuteronomio 28:64-65
Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro ex-
tremo, y allí servirás a dioses ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la pie-
dra. Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo, pues
allí te dará Jehová un corazón temeroso, languidez de ojos y tristeza de alma.
2ª de Crónicas 7:19-21
Pero si vosotros os volvéis, y dejáis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de
vosotros, y vais y servís a dioses ajenos, y los adoráis, yo os arrancaré de mi tierra que os
he dado; arrojaré de mi presencia esta Casa que he santificado a mi nombre, y la haré ob-
jeto de burla y escarnio entre todos los pueblos.
Y esta Casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pase, de modo que dirá: "¿Por
qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta Casa?"
La destrucción de Jerusalén tuvo lugar unos 600 años después de que Daniel orara para que
Jerusalén fuera restaurada. Gabriel le dijo a Daniel que su ciudad sería restaurada pero que
volvería a ser destruida después de que el Mesías fuera asesinado… profecía cumplida.
El Islam empezó en el 610 d.C., cuando Mahoma dijo haber recibido revelaciones del Dios
de Abraham, Isaac y Jacob; afirmaba haber viajado hasta Jerusalén en una visión nocturna
y haber ascendido hasta el cielo desde la cima del Monte Mo-
riah para encontrarse con los profetas que habían habido an-
tes de él.
Dios le prometió a Israel un día en el que lo volvería a unir. La nación judía de Israel se
formó en mayo de 1948 después de que los nazis no consiguieran su propósito de extermi-
narlos. La nación judía se formó de las personas que quedaron después de la dispersión
romana 1.900 años antes. La unión del pueblo judío es uno de los eventos más profeti-
zados en las Escrituras.
Sin embargo las devastaciones no han cesado. El pueblo de Israel ha sido perseguido y ata-
cado desde siempre. Aun hoy, después de 20 siglos continua el asedio. Será a eso a lo que
se refería Gabriel cuando le dijo a Daniel: “hasta el fin...durarán las devastaciones”.
1,290 días (aproximadamente 3½ años de 360 días cada uno) transcurrirían entre la coloca-
ción de la abominación y el "fin". La historia de esta “abominación desoladora” la profeti-
za Daniel:
Daniel 11:21-31
Ocupará su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino. Vendrá sin
aviso y tomará el reino con halagos.
Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como por inundación de aguas; serán
del todo destruidas, junto con el príncipe del pacto.
Él, después del pacto, engañará, subirá y saldrá vencedor con poca gente.
Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres
ni los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá entre sus soldados, y con-
tra las fortalezas formará sus designios. Esto durará un tiempo.
Despertará sus fuerzas y su ardor con un gran ejército, contra el rey del sur, y el rey del
sur se empeñará en la guerra con un ejército grande y muy fuerte; pero no prevalecerá,
porque le harán traición.
Aun los que coman de sus manjares lo quebrantarán; su ejército será destruido, y muchos
caerán muertos.
En su corazón, estos dos reyes tramarán hacer mal. Sentados a una misma mesa, se menti-
rán el uno al otro; pero no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado.
Él volverá a su tierra con gran riqueza, y pondrá su corazón contra el pacto santo; hará
su voluntad y volverá a su tierra.
Al tiempo señalado volverá al sur; pero la última venida no será como la primera.
Porque vendrán contra él naves de Quitim (del oeste), y él se contristará y retrocederá, se
enojará contra el pacto santo y hará según su voluntad; volverá, pues, y se entenderá con
los que abandonen el santo pacto.
Se levantarán sus tropas, que profanarán el santuario y la fortaleza, quitarán el sacrificio
continuo y pondrán la abominación desoladora.
Por otra parte, la resurrección del pueblo santo debía seguir a la tribulación iniciada por la
colocación de la abominación en Daniel 11:31 y a la destrucción de ese ser. El anuncio de
la futura resurrección constituye el punto culminante de la revelación contenida en este li-
bro. Dios concede la victoria final a su pueblo y hace que participen de ella no solo los vi-
vos sino también los muertos. De este modo, la justicia de Dios triunfa más allá de la muer-
te y resuelve el enigma planteado por el sufrimiento de los justos y la prosperidad de los
impíos. Jesús nos anunció esto, Apocalipsis nos confirma que después del anuncio del
evangelio, hecho por un ángel, vendrá el fin y Pablo se refiere a la revelación del hombre
de pecado:
Mateo 24:14-18
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las
naciones, y entonces vendrá el fin.
Por tanto, cuando veáis en el Lugar santo la abominación desoladora de la que habló el
profeta Daniel --el que lee, entienda--, entonces los que estén en Judea, huyan a los mon-
tes.
El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el cam-
po, no vuelva atrás para tomar su capa.
Apocalipsis 14:6-7
En medio del cielo vi volar otro ángel que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los
habitantes de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.
Decía a gran voz: «¡Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado.
Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas!»
2 Tesalonicenses 2:1-4
Con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él, os roga-
mos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os con-
turbéis, ni por espíritu ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de
que el día del Señor está cerca.
¡Nadie os engañe de ninguna manera!, pues no vendrá sin que antes venga la apostasía y
se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta
contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto, que se sienta en el templo de
Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
13.1. Secuencia de eventos
Colocarán la abominación desoladora. Daniel previó la abominación desoladora du-
rante la carrera del gobernador impío y afirmó que serán tiempos de angustia:
Daniel 11:31
Se levantarán sus tropas, que profanarán el santuario y la fortaleza, quitarán el sa-
crificio continuo y pondrán la abominación desoladora.
Daniel 12:1
En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos
de tu pueblo. Será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta
entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen
inscritos en el libro.
14. La semana 70
Sólo 69 semanas de años habían tenido lugar en el pueblo judío hasta el momento. Desde
que se dio la “orden” de restaurar y construir Jerusalén hasta "el Mesías Príncipe" había
483 años, sin embargo, el número de años determinado sobre el pueblo de Daniel eran
490: todavía faltaban siete años para que se cumplieran los 490 años. ¿Tuvieron lugar es-
tos siete años después de la muerte del Mesías?
14.1. Un espacio de tiempo vacío entre la semana 69 y la 70. La era de la gracia
En Daniel 9:26 el hecho de que "se le quitará la vida al Mesías” ocurrió en el 32
d.C, a lo cual siguió la destrucción de la ciudad del templo, llevada a cabo por "el
pueblo de un príncipe que ha de venir”. Aquí se menciona a este "pueblo", que eran
los romanos bajo el imperio de Tito en el 70 d.C., pero también se dice que hay "un
príncipe que ha de venir". Este pueblo y este príncipe están unidos pero a la vez se-
parados en el tiempo.
El pueblo que destruiría Jerusalén y el Templo estaría formado por ascendientes del
príncipe futuro, el cual sería a su vez un descendiente de los que destruyeron Jerusa-
lén, los romanos. Al final de la semana 69, que acabó con la muerte del Mesías
Príncipe, tenía que pasar un periodo de 37 años antes de que el resto del versículo
26 se cumpliera. Se puede ver que la semana 70 no tendría lugar inmediatamente
después de la semana 69, por lo que se puede decir que hay un paréntesis en el
tiempo entre estas dos semanas.
Este paréntesis en el tiempo se puede ver también en Zacarías 9:9-10, donde el ver-
sículo 9 habla del Mesías entrando en Jerusalén en un asno y el 10 del Mesías go-
bernando a las naciones.
Zacarías 9:9-10
¡Alégrate mucho, hija de Sión!¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén!
Mira que tu rey vendrá a ti, justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un
asno, sobre un pollino hijo de asna.
Él destruirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; los arcos de guerra
serán quebrados, y proclamará la paz a las naciones.
Su señorío será de mar a mar, desde el río hasta los confines de la tierra.
Hoy el tercer lugar más sagrado para el Islam es la Cúpula de la Roca, que se sitúa donde
se erguía el templo. Un resto de lo que
fue el Templo es el muro de las lamen-
taciones. En Daniel 9:27 se nos dice que
"Él confirmará", que el "Príncipe que ha
de venir" hará un pacto para poner en
marcha el sistema sacrificial de culto
que se detuvo cuando los ejércitos ro-
manos destruyeron el Templo. Él permi-
tirá a Israel reconstruir el Templo. La
palabra hebrea para confirmar es “rbg
Gabar” que quiere decir “prevalecer, te-
ner fuerza, ser fuerte”. El príncipe que
ha de venir usará el poder militar para
traer paz al mundo.
Dios sólo permitió una ubicación para la construcción del Templo: la ciudad de Jerusalén,
en la cima del Monte Moriah. El Monte del Templo está ahora ocupado por la Cúpula de la
Roca. Mahoma afirmaba haber ascendido desde el Monte Moriah hasta el cielo, donde se
encontró con Moisés y Abraham y donde, según él, Dios le mostró cuál era el método de
adoración adecuado para los musulmanes.
La Cúpula de la Roca es un lugar muy sagrado para el Islam porque confirma al mundo
musulmán cuál es la verdad de su religión. Actualmente, los musulmanes son
1.300.000.000 millones, por encima del 20% de la población total de la Tierra. Alrededor
del mundo hay 20 millones de judíos, pero sólo 5 millones viven en Israel.
Los derechos globales de los musulmanes sobre Jerusalén oriental incluyen el Monte del
Templo. La Guerra árabe-israelí de 1967 dio a Israel poder sobre el Monte del Templo.
Hasta el día de hoy, Israel ha permitido que los musulmanes administren este lugar sagrado
con el fin de conservar la paz mundial, pero la presión está creciendo en Israel porque se
quieren confirmar los derechos territoriales de Jerusalén como "Capital Eterna" del pueblo
judío. Esto es lo que hace que Israel esté enemistado con todo el mundo. Más de 3 mil mi-
llones de personas de los 6 mil millones totales que hay en la Tierra tienen una conexión
espiritual con Jerusalén: los católicos, que son mil millones; los protestantes, que también
son mil millones; los musulmanes, que son 1.300 millones y los judíos, que son 20 millo-
nes. Hay una profecía alrededor de esto:
Zacarías 12:3
“Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos lo
que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se junta-
rán contra ella”
La unión de la restaurada nación de Israel después de haber estado esparcida por diferentes
naciones del mundo fue un evento sobre el que Ezequiel escribió hace unos 2500 años. En
los capítulos 36 y 37 de Ezequiel se detallan los eventos de un pueblo esparcido y desespe-
rado que se reúne un ejército poderoso para el propósito de Dios.
Ezequiel 37:21
…y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre
las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra.
Lo que sigue en los capítulos 38 y 39 de Ezequiel es una guerra que tendrá lugar en el futu-
ro lejano de Israel tomando como referencia el tiempo del profeta. De una manera maravi-
llosa podemos leer cómo la mano de Dios garantiza la victoria de Israel en esta guerra.
Ezequiel 38:8
“De aquí a muchos días serás visitado; al cabo de años vendrás a la tierra salvada de la
espada, recogida de muchos pueblos, a los montes de Israel, que siempre fueron una de-
solación; mas fue sacada de las naciones, y todos ellos morirán confiadamente.”
Desde el capítulo 40 hasta el 43 de Ezequiel se nos dan los detalles de un Templo recién
reconstruido, de sus medidas exactas y de cómo se debe llevar a cabo el culto en el mismo.
Este Templo sigue la confrontación de Ezequiel 38 y 39.
Sólo con el apoyo de las naciones y la derrota del poder islámico se le permitiría a Israel
construir el Templo judío. El Monte Moriah, o Monte del Templo, contiene las 5.000 hec-
táreas más valiosas del mundo actual. Por esta razón, muchos intérpretes especulan que el
"Príncipe que ha de venir" traerá paz temporal al mundo haciendo un trato con la nación de
Israel. Este acuerdo durará siete años y no sólo atañerá a Israel, sino a otros, ya que se nos
dice que "y por otra semana confirmará el pacto con muchos”.
Lo que viene después será un periodo de horror y destrucción sin precedentes en la historia
del hombre y finalizará con el retorno del Mesías Príncipe a quien “se le quitó la vida”.
En su discurso escatológico, Mateo 24, Jesús advierte de este tiempo futuro en la historia
de Israel. Jesús también hace referencia a un Templo futuro que todavía ha de ser construi-
do. Él predijo la destrucción del segundo Templo en el año 70 d.C. en Mateo 24:2, cuando
los romanos derribaron cada una de sus piedras.
En Mateo 24:15 Jesús se refiere al tiempo del fin como a la “abominación desoladora” en
el “lugar santo” (El Templo). La abominación desoladora se refiere a la abominación en el
Templo. Sólo en el libro de Daniel, en el Antiguo Testamento, se hace referencia a la abo-
minación desoladora tres veces, en cada uno de los casos se refiere al Templo y a su abo-
minación en el momento del fin.
Daniel 9:27
Por otra semana más confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar
el sacrificio y la ofrenda.
Después, con la muchedumbre de las abominaciones, vendrá el desolador, hasta que ven-
ga la consumación y lo que está determinado se derrame sobre el desolador"
Daniel 12:11
Desde el tiempo en que sea quitado el sacrificio continuo hasta la abominación desolado-
ra, habrá mil doscientos noventa días.
Mateo 24:14-16,21
“Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las
naciones; y entonces vendrá el fin.
Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el pro-
feta Daniel (el que lee, entienda) entonces los que estén en Judea, huyan a los montes…
… porque habrá entonces gran tribulación, cual no ha habido desde el principio del mun-
do hasta ahora, ni la habrá”
La última semana
Línea del tiempo
Los dispensacionalistas afirman que el líder de este reino será romano o de descendencia
europea, porque tal y como dijo Gabriel, sería “el pueblo de un príncipe que ha de venir” y
el pueblo que vino fue el de los romanos, que se llevó a Roma todas las posesiones de Jeru-
salén y las exhibió, como solían hacer los ejércitos romanos cuando vencían. El futuro líder
mirará hacia las glorias pasadas del imperio romano.
La historia europea muestra que los gobernantes de Europa siempre han intentado reclamar
el título de “Emperador de Roma”. Algunos ejemplos son Carlomagno, Napoleón, el Zar
(César) Peter de Rusia, el Kaiser (César), Wilhelm de Alemania e incluso Hitler, que tam-
bién reclamó un título del Imperio Romano. Pero la diferencia es que el imperio del “hom-
bre de pecado” tendrá éxito donde otros fallaron. Siguiendo esa línea de interpretación, se
puede entrar en el campo de la especulación suponiendo:
18.1. Un "Príncipe que ha de venir” muy útil
El concepto de un líder mundial es cada día más necesario debido a que el mundo
cada vez está más cerca de su fin. Su reino será brutal, dictatorial y religioso; él per-
seguirá a cualquier religión rival, incluyendo a aquéllos que siguen al verdadero
Dios, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Este periodo de gran persecución durará 3
años y medio y tendrá lugar después de que el culto y el sacrificio en el Templo se
detengan. Con esto se completarán los 7 años de las 70 Semanas.
Daniel 7:25-26
“Hablará palabras contra el Altísimo, a los santos del Altísimo quebrantará y pen-
sará en cambiar los tiempos y la Ley; y serán entregados en sus manos hasta tiem-
po, tiempos y medio tiempo.
Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio, para que sea destruido y arruina-
do hasta el fin”
Su fin llegará con la venida del Mesías que acabará con el resurgido “reino romano”
y establecerá Su propio reino, el cual no tendrá fin. Pero hasta ese momento tendrán
lugar persecuciones que afligirán a aquéllos que siguen a Dios y serán las peores
jamás vistas en la tierra.
Antes de que Jesús muriera crucificado mirando hacia Jerusalén desde la distancia, habló a
sus discípulos acerca del futuro de Jerusalén,
Mateo 23:38-39
“Vuestra casa os es dejada desierta pues os digo que desde ahora no volveréis a verme
hasta que digáis: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”.
Jesús predijo que habría un día en el que Israel lo aceptaría como Mesías, aunque antes hu-
biera sido rechazado. Ésta es la doble naturaleza del Mesías sufriente y Rey victorioso. Un
futuro Israel desvalido aceptará al Mesías como su único salvador pese a que lo había re-
chazado como Mesías sufriente.
Daniel 7:13-14
“Miraba yo en la visión de la noche, y vi que con las nubes del cielo venía uno como un hi-
jo de hombre; vino hasta el Anciano de días, y lo hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo
sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará; y su reino es uno que nunca
será destruido.
Daniel 7:21-22
Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos y los vencía, hasta que vino el
Anciano de días, y se hizo justicia a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos
recibieron el reino.”
En el capítulo 2 de Daniel, el Rey Nabucodonosor tiene un sueño y Daniel es el único
hombre en Babilonia que conoce tanto el sueño como
su significado, porque Dios se lo reveló. El rey vio una
gran estatua con la imagen de un hombre, cuya cabeza
era de oro; sus brazos y pecho eran de plata; su vientre
y muslos, de bronce; sus piernas, de hierro y una parte
de sus pies era de hierro y la otra de barro. Mientras la
imagen seguía en pie, se desprendió una piedra de un
monte e hirió a los pies de hierro y barro cocido y los
desmenuzó, entonces la imagen se desmenuzó y se la
llevó el viento. Pero la piedra que hirió a la imagen se
hizo un gran monte que llenó toda la tierra.
El Señor le dice a Daniel que el monte representa el Reino de Dios que permanece para
siempre y la piedra representa al Mesías que destruirá a los ejércitos que se opongan al go-
bierno de Dios en la tierra.
Daniel 2:44
“ En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás des-
truido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos rei-
nos, pero él permanecerá para siempre"
"El Mesías Príncipe" vuelve para salvar a su pueblo que años atrás le había recha-
zado. El Salvador de Israel tiene marcas que identifican su aparición anterior. El
Mesías, a quién se eliminó, es quien dijo “a mí a quien traspasaron”, el Mesías ase-
sinado en el año 32 d.C. que vuelve por los que un día le traspasaron.
Éstos llorarán la muerte del que traspasaron como los que lloran por la muerte de un
hijo, porque se darán cuenta de que aquél a quien han rechazado era su única espe-
ranza.
Zacarías 12:10
“Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu
de gracia y de oración. Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se
llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primo-
génito”
La segunda venida de Jesús fue profetizada por Él mismo y por los apóstoles:
Mateo 24:29-30
Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la
luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cie-
los serán conmovidas.
Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y todas las tribus de la
tierra harán lamentación cuando vean al Hijo del hombre venir sobre las nubes del
cielo, con poder y gran gloria.
1 Tesalonicenses 4:16-17
El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios,
descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos
siempre con el Señor.
Apocalipsis 19:11-14
Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba se lla-
maba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas diademas y tenía es-
crito un nombre que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios.
Los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en
caballos blancos.
20. En resumen
Daniel 9:24-27
24 »Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para
terminar la prevaricación, poner fin al pecado y expiar la iniquidad, para traer la justicia
perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos.
25 Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jeru-
salén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverán
a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
26 Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, y nada ya le queda-
rá. El pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario, su final lle-
gará como una inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
27 Por otra semana más confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará
cesar el sacrificio y la ofrenda. Después, con la muchedumbre de las abominaciones, ven-
drá el desolador, hasta que venga la consumación y lo que está determinado se derrame
sobre el desolador"».
21. Requisitos para finalizar el período profético
Habían siete requisitos por cumplirse al finalizar todo el periodo de las 70 semanas.
21.1. Terminar la prevaricación.
Al final de la profecía llegará el fin de la rebelión del hombre hacia la autoridad de
Dios. Esto requiere al reino de Dios sobre la tierra, ejecutado en el Milenio.
Apocalipsis 20:1-3
Vi un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la
mano.
Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil
años.
Lo arrojó al abismo, lo encerró y puso un sello sobre él, para que no engañara más
a las naciones hasta que fueran cumplidos mil años. Después de esto debe ser de-
satado por un poco de tiempo.
Puesto que la mayor parte de estas profecías mencionadas aquí están aún por cumplirse,
se afirma entonces, que la última semana profética (la semana setenta) debe referirse a
los últimos siete años antes de que Jesús retorne y el resto del cumplimiento de la profe-
cía tendrá lugar después.
Nuevo Testamento