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Hinojal

Este documento ofrece información sobre el municipio de Hinojal en España. Brevemente describe que Hinojal experimentó una fuerte emigración en las décadas de 1950 y 1960 que redujo su población en más del 80%. También menciona algunos de los monumentos históricos del área como la ermita de San Berto y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Además, resalta la importancia de la naturaleza en Hinojal y las aves que se pueden observar, situándose dentro de una importante

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Este documento ofrece información sobre el municipio de Hinojal en España. Brevemente describe que Hinojal experimentó una fuerte emigración en las décadas de 1950 y 1960 que redujo su población en más del 80%. También menciona algunos de los monumentos históricos del área como la ermita de San Berto y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Además, resalta la importancia de la naturaleza en Hinojal y las aves que se pueden observar, situándose dentro de una importante

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Hinojal

Lugares y costumbres
Hinojal, ftónimo colectivo de hinojo, es una localidad cacereña, perteneciente históricamente a la
Tierra de Alcántara y uno de los cuatro municipios de la comarca Tajo-Salor que forman la zona
conocida como de los Cuatro Lugares.

A mediados del siglo XX llegó a superar los 2500 habitantes, pero la fuerte emigración de sus
habitantes, durante los años 50 y 60, redujo considerablemente la población. Así, entre 1950 y 1986 la
pérdida de población se cifró en más de un 80 %, lo que produjo un considerable envejecimiento de la
población (un 28,3 %), un aumento de la tasa de la mortalidad y un descenso de la natalidad, lo que se
tradujo en un crecimiento natural negativo.

El término municipal se asienta sobre relieve de penillanura, con aspecto ondulado como consecuencia
de la erosión del sustrato pizarroso por las corrientes de agua. El río Tajo, colector más importante que
baña el término, pasa profundamente encajado, provocando un gran desnivel y dando como resultado
un paisaje típico de riveros. Otros cursos de agua son los arroyos Palomares, Del Fresno, Maya y
Talaván.
El clima es de tipo mediterráneo subtropical. La temperatura media anual es de 16,9º. Los inviernos
suelen ser suaves, con una media de 8,5º, alcanzando las mínimas valores de -3,5º. El verano es seco y
caluroso, con una temperatura media estacional de 26,6º, y unas máximas absolutas que llegan a los
43,7º. La precipitación media anual es de 643,1 mm.
La formación vegetal en estado natural es del tipo durilignosa, con un bosque escleróflo mediterráneo
representado por la encina y el alcornoque, junto a otras especies que componen el matorral.
Se trata de un municipio eminentemente agrario, dedicada la mayor parte de su término a pastos y el
resto al cultivo de cereales. A ello contribuye lo llano de su paisaje y lo escaso de su vegetación,
compuesta principalmente de herbazales esteparios y dehesas, circunstancias que han infuido para que
el lugar se constituyera en el hábitat natural de ciertas aves, como la avutarda.

Los vestigios arqueológicos apuntan a antiguos asentamientos prerromanos de pueblos vetones, de


origen celta, como son Villar de la Rodriga, Lajardina, los Torreones, los Castillejos, Ruinas de
Casasola y Villarías.
De época romana, quedan una calzada y un puente (La Puente), en uso, y de la árabe un cementerio,
junto a la ermita de San Berto (San Bartolomé), de estilo templario con interesantes frescos.
Esta orden militar fue dueña de la comarca de Alconétar, con capital en Garrovillas, hasta su disolución,
pasando luego a los dominios de los condes de Alba de Aliste, que pertenecía al ducado de Frías y que,
junto con el Concejo de la Mesta y la Desamortización de los Bienes Propios y Comunes del Concejo
en el siglo XIX, provocaron la paulatina decadencia económica del pueblo, motivando que muchos
hinojaliegos, o gatitos como son conocidos en los pueblos próximos, debiésen emigrar a la Comunidad
de Madrid, el País Vasco, Cataluña o Asturias.

Puente y calzada romana

Sus principales monumentos, además de la mencionada ermita de San Berto, son la iglesia parroquial
de Nuestra Señora de la Asunción y la ermita de Santo Toribio. Ambas ermitas, junto con la de San
Juan, en la plaza, estaban ya próximas a arruinarse en 1846.

Ermita de San Berto


Por la mencionada orografía y por encontrarse en los aledaños del Parque Natural de Monfragüe,
donde nidifcan las mayores rapaces de la península, Hinojal es un lugar inmejorable para que los
amantes de la naturaleza puedan recorrer y contemplar grullas, avutardas, cigüeñas, buitres, en estos
priviligiados parajes. A fnales de otoño, miles de grullas procedentes de Europa llegan para alimentarse
a los llanos y humedales de Hinojal y Talaván. La naturaleza es uno de los mayores exponentes de esta
comarca, que se encuadra dentro una de las más importantes ZEPA (Zona de Especial Protección de
Aves) de Extremadura.

Entre los monumentos de carácter popular, ligados a la economía tradicional, destacan las Piedras del
Lagar, el molino de tracción animal, Pozo de Canto, la Cruz de Canto, la Piedra Escrita, el Horno
de Tejas, Pozo de San Bartolomé, Pozo del Tejar y Pozo de la Laguna. También hay numerosos
molinos y puentes, ligados a los diferentes arroyos que cruzan la zona, como los del arroyo del Fresno,
del arroyo de la Puente, y la Ruta de los Molinos a lo largo del arroyo Talaván.
Fiestas y celebraciones de Hinojal
La de San Sebastián, el 20 de enero, donde seis mozos se visten de soldados regulares de África y que,
durante la procesión por las calles, van cantando coplas (saetas) alusivas a la vida del santo.

Procesión de San Sebastián.

El 16 de abril se celebra la festividad de Santo Toribio, celebración que es aprovechada por los
hinojaliegos para acudir a la ermita del santo y celebrar una misa en honor al patrón de la localidad,
transcurrida la cual se pasa el día entre juegos para niños, concursos de caballos y bailes. Como en el
caso de las Candelas, la festividad se alarga el día siguiente para celebrar lo que se conoce como Día de
la ensalá, pues todos los vecinos se reúnen de nuevo a degustar la típica ensalada. Igualmente, los mozos
y mozas salían al campo a caballo o como podían y comían una ensalada, circunstancia que servía de
pretexto para estar a solas las parejas, en una época donde la moral era muy estricta, de ahí que tuviera
mucho éxito entre los jóvenes.

Santo Toribio y festas en la ermita


Las Candelas, el 2 de febrero. Aquí son seis mozas las que, ataviadas con el traje típico local, entonan
coplas que hacen referencia a la Purifcación de la Virgen y a la presentación de su Hijo en el templo.
Esta festa suele continuar el día siguiente, con una salida al campo que se conoce como samblear,
que tal vez sea una deformación de ‘asamblea’, reunión de personas para un fn, en este caso para
degustar los productos de la matanza.

Mozas cantaoras de Las Candelas en la Iglesia de la Asunción

Era tradicional también hacer la fgura de una paloma a la que se le ponía un huevo, para luego cocerlo
en el horno. Los vecinos llevan los productos típicos de las matanzas familiares y unas tortas de pan
elaboradas especialmente para ese día, amén del inevitable vino de las pitarras caseras.

Y el día 15 de agosto, las tradicionales festas en honor a Nuestra Señora de la Asunción: cinco días
donde las verbenas, los toros (cuya carne es comida en una cena popular) y las vaquillas al estilo
tradicional amenizan el reencuentro de los hinojaliegos que acuden al pueblo en esos días desde otras
partes de España. Como en otros lugares de esta zona, no pueden faltar las típicas peñas, donde los
jóvenes comen y beben entre canto y jolgorio.
Costumbres
En Hinojal, como en la mayor parte de los pueblos de Extremadura, han sido numerosas las costumbres
que con el tiempo han ido desapareciendo. Con la intención de que estas tradiciones hinojaliegas
puedan servir como comparación con otras semejantes de otras partes de Extremadura o del resto de
España, se transcriben a continuación aquellas que formaron parte del legado cultural de este pueblo.

Costumbres del noviazgo

Cuando una chica y un chico eran novios, se decía que estaban hablando.

Las madres acompañaban al baile a las hijas que tuvieran novio y se sentaban entre la pareja cada vez
que cesaba la música.
El banco del baile donde se sentaban las madres que acompañaban a sus hijas para vigilar su
comportamiento se conocía como el poyo de las albardas.

Los padres del novio, cuando este se quería casar, iban a pedir la mano de la novia, es decir, la
autorización para el casamiento, a los padres de la muchacha.

Cuando a un padre no le gustaba el mozo que pretendía a su hija, solía decir: «Ese no mea en mi
cuadra».

Los novios iban a dar la ronda a casa de la novia. Esta ronda tenía diferentes etapas: en la primera etapa
le permitían acercarse hasta la puerta de manera semioculta; en la segunda, la ronda se daba estando la
novia dentro de casa y el novio fuera, con la puerta de abajo cerrada; en la tercera, el novio ya entraba en
casa, siempre antes de cenar; y, por último, la ronda se daba con derecho a silla dentro o fuera de casa y
después de cenar. La duración de las etapas era extensa, a veces transcurrían años!
Cuando se presuponía la existencia de un noviazgo, los padres del novio y de la novia se enfadaban entre
ellos y, si no llegaban a enfadarse, al menos se producía un fuerte enfriamiento de la amistad que
hubiese anteriormente. Esta pérdida de amistad o enfriamiento se hacía extensiva a otros miembros de la
familia. Quizás era una manera de no sentir tanta vergüenza después, si los hijos rompían el
compromiso. Hay que recordar que la chica que había sido abandonada por su novio quedaba muy
devaluada socialmente, y esto era muy doloroso para los padres de la novia. Tengamos en cuenta que los
hijos obedecían casi al completo el mandato de los padres; por ello, si el novio dejaba a la novia, gran
culpa era del padre.

Con frecuencia los noviazgos se acordaban entre los padres, generalmente con miras económicas, y en
muchas ocasiones era sufciente que los padres de ambos tuviesen bienes linderos, como tierras, cercas,
inmuebles…

Los días que había baile, por ser festivo o por haber alguna boda en el pueblo, los novios consolidados o
aquellos mozos que empezaban a cortejar a alguna chica pagaban una módica cantidad de dinero a los
músicos y daban una serenata a sus novias o pretendidas.

Las canciones solían ser de este corte:

A tus plantas me arrodillo,


ramita de hierba buena,
si quieres que me levante,
dame la mano, morena.
Licantineros en busca de fortuna.

Los mozos y las mozas salían a pasear por la carretera. Era este uno de los momentos que los mozos
tenían para establecer relaciones con las futuras novias. Cuando ya eran novios, pero de poco tiempo, la
novia se apartaba un poco de sus amigas con el fn de que el novio se acercara a ella. Cuando los
noviazgos estaban ya consolidados, pero la novia tenía luto, el paseo se hacía por lo que se denominaba
Paseo Largo, unas callejas apartadas de la carretera.

Mozas con moscones alrreeol.


Los novios y pretendientes, el día que sus novias iban a lavar la ropa, se las apañaban para desplazarse
hasta el arroyo donde estuvieran lavando; de esa manera conseguían estar un ratito con ellas más o
menos solos. Este era el día en que las madres dejaban más libres a sus hijas respecto al novio, si bien era
cierto que siempre iban con un grupo de amigas o con otras personas, aunque estas solían ser cómplices
de las parejas y los dejaban estar. Las madres asumían ese riesgo y decían: «Bueno, todas hemos sido
jóvenes».

Ir de aceitereo era salir las mozas al anochecer con el pretexto de hacer los recados y así ver a los chicos,
quienes correspondían con piropos, acompañados del correspondiente acuqueo, o burla pública.

Cobrar el piso o la patente consistía en que a los mozos de otros pueblos que se echaban novia en
Hinojal, los del pueblo les cobraban una cantidad de dinero que iba en función de lo guapa que fuera la
novia y del dinero que tuviera el padre de esta. Ocurría a veces que algunas chicas tenían problemas para
encontrar novio forastero por el mucho o el poco precio que se le ponía.

Las novias de los quintos, el día que se tallaban para ir al Ejército, entregaban un pañuelo bordado y
ellos, la mañana en que partían, daban a ellas aguardiente y entonaban cantares como estos:

Los quintos cuando se marchan,


a sus novias les encargan,
que no se dejen meter,
las manos por las enaguas.
Por esta calle me voy,
por la otra doy la vuelta,
la que quiera ser mi novia,
que deje la puerta abierta.

Las madres son las que sufren,


que las novias no lo sienten,
que quedan cuatro chavales,
y con ellos se divierten.
Antes de irse a cumplir con el servicio militar, los quintos solían hacer algunas trastadas.
Cuentan que, una noche, a un señor que estaba haciendo obra en su casa y tenía los materiales en la
calle le taparon la puerta de entrada con adobes.
A otro, una noche le metieron un burranquino en casa diciéndole que era su hijo que estaba un poco
borracho. El animalito tropezaba con las sillas y cosas de casa y el padre todo era gritarle pensando que
era su hijo que no sabía llegar hasta la cama por su estado de embriaguez. Al fn tuvo que levantarse y,
con el mechero (no había luz) encendido, se encontró que su hijo era un pequeño burro…
Hay que imaginarse la cara que pondrían tanto el de la puerta tapiada como el del animal…

Lirote era forma irónica y despectiva de hacer alusión a la valentía y se lo aplicaron a los quintos de
cierto año porque un tal Panchito y una buena parte de los quintos de aquel año eran de poca talla. Por
eso les cantaron:

Con los quintos Lirotes


no hay quien se meta
porque viene Panchito
con la escopeta.

Costumbres de las bodas

Había la costumbre de leer las amonestaciones o velaciones del futuro enlace en tres misas previas a la
boda por si alguien tenía algún impedimento para que aquella pudiera celebrarse. Las velaciones no
podían hacerse en Cuaresma.

La víspera de la boda se confesaban todos los amigos y amigas de los novios.

Hacer tornaboda era reunirse la familia más allegada para comer el día después de la boda.

Las novias, el día de su boda, iban vestidas de negro y con un ramito de azahar cuando presuntamente
eran vírgenes. Cuando estaban en estado o habían tenido hijos, con luto riguroso, no llevaban el azahar
y se casaban por la noche.

Se avisaba de la boda a los familiares. A los de la novia los avisaba generalmente alguna hermana suya, y
a los del novio alguna hermana de este o un familiar muy allegado.

La fórmula era: Tía…, el día x se casa mi hermano/a, lleven cubiertos (si había comida), o no lleven
cubiertos (si solo había roscas y altramuces). Se daban casos en los que se casaban parejas con distinta
condición económica (las menos) y una parte podía asumir el coste de la comida y la otra no, por lo
cual existían dos tipos de invitación para la misma boda, dado que eran los padres los encargados de
costear los gastos.

También se solían coger varas de olivo, quitarles la cáscara y engalanarlas.


Existía también la costumbre de pedir prestados los anillos para el enlace, pues había algunas personas
que no se podían permitir comprar las alianzas.

Había que pagarle al cura la boda por adelantado y, si la novia era puntual en llegar a la iglesia, el
sacerdote le devolvía la mitad del importe de la ceremonia.

En Hinojal los padres no apadrinaban a sus hijos en la boda.

Se ponía el yugo a los contrayentes, consistente en una tela de color rojo o morado que les unía por el
cuello.

Los amigos iban a escuchar a los novios la noche de boda. Cuando el novio sabía que estaban en la
ventana, abría el postigo y les ofrecía algo de beber. Por entonces, los novios pasaban su noche de boda
en la misma casa donde iban a vivir.

Dar campanillada era ir con campanillos u otros elementos sonoros a casa de quienes se juntaban sin
estar casados o se separaban de alguna mujer.

Después de haber comido en la boda, se pasaba una bandeja para que los invitados, de manera casi
anónima, dieran el regalo que estimaban oportuno y la mayoría de las veces en proporción a la calidad
del convite.
Costumbres de los alumbramientos y de los hijos
Cuando una mujer daba a luz, no podía lavarse los pies ni la cabeza mientras duraba la cuarentena.

Cuando daba a luz una mujer se le llevaba una onza de chocolate para que estuviera mejor alimentada
durante la cuarentena.

La recién parida no debía salir de casa si no había ido antes a misa a ofrecer al recién nacido.

El nombre de los hijos debía de ser casi siempre el mismo que el de los abuelos, sobre todo si estos
habían fallecido; o en todo caso, el de algún familiar recientemente fallecido.

Al primer hijo nacido de un matrimonio debían apadrinarlo los que habían sido padrinos de la boda de
los padres.

Era costumbre en el pueblo el tomar a niños pequeños como si fueran hijos. Esto lo hacían
generalmente matrimonios que no tenían descendencia y que además tenían algún patrimonio. Casi
siempre elegían a familias que tuvieran muchos hijos y pocos bienes. El niño pasaba a pertenecer a la
nueva familia en todo lo concerniente a enseñanza, comida, vestido, trabajo o incluso a recibir la dote
cuando llegaba a casarse.

Costumbres entre niños y jóvenes


En las escuelas había la costumbre de que los niños y niñas recitaran cantando la tabla de multiplicar,
los cabos, los golfos, etc. antes de abandonar la escuela.

En el invierno cada niño llevaba su propia estufa a la escuela, que consistía en un bote agujereado lleno
de brasas.

Los muchachos debían llevar la culera de los pantalones abierta y tirantes hasta la edad de siete u ocho
años para no tener que bajarse el pantalón si les entraban ganas de defecar.

También era costumbre que las mozas fueran acompañadas al baile por algún primo o persona allegada.

Igualmente, entre los jóvenes, se daba la práctica de medir sus capacidades para la lucha, para levantar
piedras, cargar costales, echar pulsos, etc.
Colegiales a primeros de los años 50

Sobre la vestimenta

Que los varones llevasen sombrero de paño los días festivos y bastón desde que empezaban a mocearse y
la chaqueta colgada de un solo hombro.

Que los muchachos llevasen boina o bilbaína, que se la capaban, le cortaban el rabito, en cuanto salían a
la calle por los otros muchachos.

Se tomaba medida del pie con un trozo de palo. Así, cualquier persona que fuera a Cáceres y lo llevara
podía comprar los zapatos que le habían encargado sin necesidad de que el futuro dueño fuese. Solían
comprarse siempre algo más grandes para que durasen tres o cuatro años.
Sobre la labranza

Cuando una familia tenía a alguien trillando en la era le llevaban la merienda y la cena, pues era
costumbre que los trilladores durmiesen en la era.

Al terminar la sementera se hacían las poleás, unas sopas hechas con harina y azúcar. Al vecino que aún
no había terminado la faena se le restregaba la aldabilla de la puerta.

La majada, alojamiento de pastores o de faenar en el campo.

Se cogía a los muchachos de por año; es decir, que quien contrataba a uno, se hacía prácticamente su
dueño absoluto durante ese año.

Los mozos y mozalbetes se reunían en las Cuatro Esquinas, lugar que servía para tramar muchas de las
fechorías que hacían, para contratar trabajos temporeros, sobre todo las mareas (siegas realizadas en
domingos y días festivos), a propuesta del amo y aceptadas por el contratado, pudiendo ser por horas o a
destajo.

Se subastaban los toros que se habían lidiado en la plaza durante las festas para uncirlos a un yugo y
usarlos así como yunta para el trabajo.

El día que se terminaba de segar una fnca, se hacía el toro. El amo se unía a los segadores que tenía y los
invitaba a una festa.

También se solía partir las eras entre las personas que tuvieran algún trozo de tierra sembrada en el
término del pueblo y en proporción al número de fanegas sembradas. Partir las eras consistía, pues, en
repartir el ejido (lugar donde se trillaba) para que todos tuvieran sitio donde trillar su cosecha. El trozo
que le correspondía estaba en proporción a las fanegas que cada uno tenía sembradas.
Trillando en la era.

Se iba al desacoto o rebusco de viñas y melonares para coger aquellos melones o racimos que se
habían dejado atrás los obreros una vez hecha la recolección fnal. También se solía ir al granillo, es
decir, a buscar las poquísimas bellotas que los dueños de las dehesas dejaban en las encinas por estar
muy altas, lo que suponía alguna difcultad para cogerlas, o por descuido.

Era costumbre medir los campos de propiedad común y labrar cada uno lo que le correspondía.

En Hinojal existió la costumbre de ir a bañarse al río después de acabar la cosecha. Y como no sabía
nadar casi nadie, se llevaba una soga, que se ataba a una peña o a la rama de algún árbol. Las mujeres se
bañaban con la camisa, confriendo al río un aspecto de lago lleno de nenúfares; la camisa sobrenadaba
en el agua y la cabeza de la mujer quedaba en el centro.

Una vez se terminaba la siega en el pueblo, muchas de las cuadrillas se iban a segar a Castilla. Esta
costumbre era conocida como hacer las Castillas.
Labores domésticas

Había costumbre de amollicar o amollinar la lana; es decir, afojarla. En verano se sacaba la lana a los
colchones y se afojaba manualmente la que estuviese apelmazada, para hacerla más mullida. Esta faena
era semejante al vareo de la lana del colchón, que realizaban unos hombres concretos. Se hacía en
aquellas casas que tenían colchones de lana, que generalmente eran familias que en apariencia gozaban
de mejor posición económica. Se sacaba la lana del colchón y a base de golpes con dos varas, dados con
destreza y conocimiento, se conseguía ahuecar la lana.

Para encender la plancha se llenaba esta de carbón y luego se le añadían brasas. Y para que se encendiera
todo el carbón se balanceaba la plancha en la calle. Así quedaba preparada para planchar la ropa el día
anterior a alguna festa.

De la subsistencia

En Hinojal, como en otros pueblos extremeños, existía la costumbre de pedirse entre los vecinos el pan
prestado. La madre mandaba al niño a casa de una vecina para que le diera un pan prestado hasta el día
que amasaran ellos. Igualmente, y debido a la escasez que había, se pedía prestado trigo para hacer el
pan en el mes y pagarlo luego en agosto, cuando se recogía la cosecha propia. Siempre se devolvía lo
prestado porque a pesar de la pobreza había honradez.

Cada familia iba a alguno de los molinos movidos por agua que había en el pueblo, pues cada una
amasaba el pan que consumía. De ahí el dicho: El día que cierno y amaso, qué bien me lo paso.
Los molineros cobraban medio kilo de harina y medio de salvado (cáscara del grano) por cada 47 kilos
de grano molido; y nunca cobraban en metálico.

El día que se amasaba, se avisaba a un experto para que hiciera fdeos en esa casa. Esta persona cobraba
la parte convenida de los fdeos que había hecho; y las menos veces, en efectivo.
Cuña era el trozo de pan que con alguna engañifa, pequeño trozo de queso, jamón, chorizo,
chocolate, que acompañaba un trozo bastante más grande de pan y se comía antes de la comida para
matar el hambre.
Comer mucho pan con poca engañifa se conocía como engañar el pan.

También se pedía la levadura. Este pan agrio con mal olor se prestaba cuando se amasaba. La levadura
se mezclaba con la nueva masa con el fn de que el pan creciera, y se pusiera leú, es decir, en sazón para
poder cocerse en el horno.
Había un trozo de levadura en cada calle o tramo de calle. Cada uno que amasaba y la utilizaba debía
dejar otro trozo igual metido en un puchero del que se hacía responsable a una persona.

Las mujeres debían ir a por agua con uno o dos cántaros a la cabeza o al cuadril (cadera) a pozos o
fuentes relativamente cercanas al pueblo, pero había veces que por escasez de agua en las más próximas
debían desplazarse a mayores distancias.

Solían hacerse sopas caponas, sopas hechas de pan con patatas, de las cuales se retiraban las patatas para
hacer con ellas una ensalada.

Vera de pan era un pedazo de pan que resultaba de hacer cuadrado un pan redondo.

Se acostumbraba a dejar un puchero en la cola, que equivalía a esperar turno, en aquellas casas
donde se vendía el suero resultante después de hacer quesos. Este alimento era prácticamente la leche del
pobre.
Tantear el recto de las gallinas para saber las que pondrían al día siguiente y así suponer el dinero que
se recibiría con la venta de los huevos.

Se solia fnalizar los arriendos de las viviendas el 29 de junio, día de San Pedro, y los de las tierras el día
de San Miguel, el 29 de septiembre.

Hacer tiras con los trapos, liarlos en ovillos y llevarlos al telar para hacer mantas traperas.

Colgar del chillo (techo de madera) melones y tomates para tenerlos luego, fuera de temporada. A la
red de juncias con que se colgaban los melones se la conocía como casa de melón.

El que fumaba, llevaba la petaca para el tabaco, el librillo para liar el cigarro y para encenderlo, el
mechero de mecha, que era un trozo de cuerda de algodón, un eslabón y una pequeña piedra de
pedernal.

Se avisaba antes de apagar las luces del pueblo. Se producían tres apagones generales. Era una forma de
proponer a los hinojaliegos que se acostasen, porque se quedaban sin luz. Las luces se apagaban a las diez
en invierno y a las once en verano.

Se comía del mismo plato, la misma comida, a la misma hora. Se bebía de la misma tinaja, con el
mismo vaso y se usaba la misma servilleta, si es que se tenía alguna. Si alguno no llegaba a tiempo se
quedaba debajo de la mesa, es decir, sin comer.

Los trabajadores se llevaban al campo el jato (hato) necesario para los quince o veinte días que iban a
estar trabajando en la fnca correspondiente, que solían distar del pueblo tres o cuatro kilómetros. El
jato era el conjunto de comida y enseres que presumiblemente cubrían las necesidades mínimas de
subsistencia.

Se llevavan cepos para poder cazar algún pájaro y así conseguir algo de carne para comer.
En la iglesia y con los difuntos

En los lutos, las mujeres casadas debían llegar cobija (si eran pobres) o manto (si eran pudientes).
Las solteras llevaban velo y todas iban vestidas de riguroso negro. Esta indumentaria se mantenía según
el grado de parentesco con el difunto, aunque estaba más o menos establecido, y en algunos casos se
alargaba hasta cuatro años. Además de la forma de vestir, durante el luto no se permitía la asistencia a
ningún lugar o acto público, salvo la misa del domingo. Ello privaba, sobre todo a las mozas, de salir
con el novio, lo que conllevó que más de una se quedara soltera.

Cuando moría una persona, el sacerdote iba hasta la casa del difunto el día del entierro y en el trayecto
hacia la iglesia hacía un número determinado de paradas para responsear, decir una oración por el
fnado. El número de responsos o paradas estaban en función del precio del entierro, pues los había de
primera, segunda o tercera clase. El ataúd tenía asas de cuerdas, que agarraban los hombres, llevándolo
así a pulso.
Era también costumbre, como en otros muchos pueblos extremeños, llevarse a casa una Virgen de
tamaño pequeño para rezarle el rosario durante tres o cuatro noches, después la imagen pasaba a otra
casa y así sucesivamente.
En la iglesia, las mujeres y los hombres se colocaban en lugares separados durante la celebración de los
actos litúrgicos.
Las mujeres debían ir a misa con velo, medias y manga larga, y los hombres con chaqueta.
Solía tocarse el esquilón en el momento en que el cura salía de la sacristía para iniciar la misa; de este
modo se avisaba a las personas que esperaban en la calle a que comenzase la celebración.
Se doblaban las campanas sin tregua durante el día de los Santos Difuntos. Igualmente, ese día salían los
monaguillos a pedir para las Ánimas Benditas.
Cuando la persona que escribía, o el destinatario, estaba de luto, los sobres llevaban bordes negros.

El día de la primera comunión le hacían un huevo frito a quien la tomaba. Este era un incentivo para
que muchos muchachos comulgasen en más de una ocasión. Los huevos fritos los daban los padres, pero
cada uno a su hijo. Los más pudientes quizás los seguían dando cuando confesaban otra vez, pero la
generalidad no.
Por lo general, en Semana Santa, y especialmente los días de Jueves y Viernes Santo, desde que moría el
Señor hasta que resucitaba, no se podía comer carne, ni cantar, ni bailar, ni tocar las campanas; por eso
la hora de hacer los ofcios en la iglesia se anunciaba a toque de matraca.
Los niños de la escuela formaban grupos e iban tocándola por las esquinas a la hora establecida para
anunciar los ofcios, y de igual manera se anunciaba la hora de la comida.

El ritual era: tocaban todos juntos al llegar a la esquina y después cantaban esto:

Hoy no se canta,
que está Dios muerto,
que lo tiene Pilato
preso en huerto.

Que viva María,


que viva el Sagrario,
que Jesús sea siempre
glorifcado.

Y se terminaba diciendo:

Arroz con leche, el escabeche;


a mediodía, la tortilla fría.

Se tocaba de nuevo la matraca, instrumento de madera que al girar traqueteaba y los muchachos salían
corriendo y tocando hasta llegar a otra esquina. Y como aparte de la tortilla también se solía comer
potaje, la costumbre dio lugar al dicho:

Tres días hay en el año


para llenar bien la panza:
Jueves Santo, Viernes Santo
y el día de la matanza.

Paisanos tocando la Matraca.


La víspera de determinadas festas (San Sebastián, las Candelas, Santo Toribio…) era costumbre hacer la
velada, consistente en que cada vecino encendiera una pequeña hoguera frente a la puerta de su casa.

El día de Nochebuena era costumbre que los pastores se visitasen entre ellos, yendo de majada en
majada.

Chozo y zahúrdas.
Tradiciones del comer

El día de la matanza, los mozos de la familia y los hombres invitados cogían trozos de carne del cerdo y
las llevaban a las tabernas para hacer la fritá, para comerla entre amigos e invitados.

Era costumbre hacer un columpio para los muchachos el día de la matanza. De este modo estaban
entretenidos y no daban la lata.

Para algunas celebraciones concretas solían hacerse dulces especiales. Así, para la festa de Ánimas se
elaboraban coquillos, foretas y perrunillas, para Santo Toribio las conocidas como roscas del santo.

Coquillos

Roscas y foretas
Ir a carbotear (es decir, ir a asar bellotas o castañas) era una costumbre propia del Día de los Difuntos.
Ese día las pandillas salían al campo al carboteo.

En las partidas de mozos, el desajuntaor era el segundo líder de la partida de amigos; era el que decidía a
quién expulsar del grupo si llegaba el caso. Por el contrario, el juntaor era el cabecilla de la partida que
estaba autorizado para admitir o juntar al grupo al que quisiera.

También era costumbre que los amigos salieran de festa a tomar los vinos cantando por las calles,
mientras iban de bar en bar. El cantar de los mozos se hacía siempre que se juntaban los amigos y se
ponía encima de una mesa una botella de vino y un vaso (por el que bebían todos).
Por lo general salían todos los domingos y festivos siempre que hubiese dinero para comprar el vino.
Las canciones eran las coplas de cada momento, cantándolas todos juntos, y cuando había alguno que
cantase bien lo hacía él solo eligiendo el estilo, la canción.

Se conocía como forraje al hecho de salir todos los mozos que no supieran bailar cuando tocaban un
pasodoble.

Algunos días de festa los mozos se reunían para hacer un guisado. Se hacía de cualquier animal, que era
llevado a una taberna determinada donde se lo preparaban y comían en comandita.
Calle de la Tahona

Chacina y quesos

La patatera, el bofero, embuchaos, todo con ajo y pimentón. Del cerdo se aprovecha todo, dicen y en
estos embutidos, como el bofero, cuyo nombre viene del uso de los pulmones del cerdo bien picados,
que en estas tierras se llama bofe.
Con los quesos de oveja curados y la torta de queso cremoso, siendo antes comida de pobres, ahora se
demandan en cantidad.
Toros

Para celebrar los festejos taurinos se pedía colaboración a todos los vecinos. Los mozos pedían a los
mozos y los casados a los casados. Los mozos, a la salida del toro del toril, se ponían alineados en
paralelo, unos frente a otros, formando calle. Así marcaban el camino que debía seguir el astado hacia la
plaza.

Cada mozo llevaba un rejón para clavárselo al animal. No hacerlo era muestra de miedo y estaba muy
mal visto, sobre todo si el rejón había sido engalanado por la novia o por aquella que uno pretendía que
lo fuese.
En alguna ocasión el novio se quedó con el rejón en la mano y fue abandonado por la novia que así le
tachó de cobarde. Si el toro rompía la salida, es decir, se desviaba en lugar de seguir de frente por el
camino marcado, solía arremeter contra los mozos dándoles algún que otro susto.

La plaza de toros se cerraba y las barreras se hacían con escaños, carros, vigas de madera y toda clase de
tablas.
Otras tradiciones

A la romería de Santo Toribio los mozos llevaban a las mozas montadas a la grupa de sus caballos,
enjaezados y ataviados para la ocasión.

Pareja de hinojaliegos bien ganchúos


Decir choca esos cinco para ratifcar un trato tenía más validez a la hora de cumplir lo pactado que
cualquier documento de hoy.

El día de la Cruz Bendita se rompían aquellos cántaros, pucheros o tinajas que estuviesen ya en desuso.
Para ello, se juntaban los grupos de mozas y jugaban a pasarse la vasija a romper, lanzándola de unas a
otras y alejándose cada vez más hasta que la distancia hacía inevitable que el recipiente cayera y se
hiciese pedazos.

Antes de entrar en una casa, sobre todo si los dueños eran de posición, se pedía permiso, diciendo: «Ave
María Purísima». Y si el permiso era concedido, se le contestaba: «Sin pecado concebida».
Los animales perdidos o que hubieran ocasionado algún daño a personas ajenas a sus dueños eran
encerrados en el Corral de Concejo, para así poder cobrar a los dueños del animal en cuestión la
sanción correspondiente por los perjuicios ocasionados.

La laguna

Costumbres del cuerpo

Quien cague duro, pee fuerte, y mee claro, no necesita medico ni cirujano.

Ir a tirar los pantalones era una manera disimulada de decir que uno iba a defecar. Si era mozo, se
colgaba el cinturón al cuello.

Cuando se iba a hacer de vientre era costumbre ponerse una piedra en la cabeza si se estaba estreñido. Y
se le añadía una cantinela:

Piedrita, piedrita,
hazme cagar,
y si no te parto
por la mitad.

Las mujeres mayores, como entonces no usaban bragas, orinaban de pie.

El trasero se limpiaba con una piedra o con hierba. Igualmente se hacían todas esas necesidades en la
cuadra o en el corral, salvo por la noche, que generalmente se hacían en la bica u orinal, que era vaciado
por la mañana arrojando el contenido a la calle o al corral.

Echar una provena era echar tierra en el culo a los chavales que tenían una abertura en la culera de las
calzonas (calzones) para evitar que se hicieran sus necesidades encima.
Diccionario hinojaliego

acarrarse arremolinarse para buscar la sombra


acelar espiar
achiperris cacharros
aciburri enfermedad grave que aparece repentina
acojormau muy lleno, sobresale del nivel normal
afechar cerrar con seguridad
ajila Ánimo ¡sigue adelante!
alalí a la vez
allá cullá muy lejos
alpeñata pájaro blanco y negro
alpoyata alcayata
al retortero ...a la vez
aninojo hinojo
añugarsi ahogarse con alguna cosa que obstruye la garganta
apescolao inclinado
apescuñar apretar con fuerza los ojos o la boca
árganas aguaderas
arrebujar juntar, reunir
arrecacharse abrirse de piernas
arrecachón montado a horcajadas
arreguñar arañar
arrimón tronco que sujeta el resto de palos de la lumbre
arrutau asustado o nervioso
asentailla cabalgar con los dos pies hacia el mismo lado
asina así
asturá leche pasada, con mal sabor
atajarris aparejos de las caballerías
atorau atascado
atortajar aplastar
badila paleta para el brasero
baducar verter
barbiscachi cinta que sujeta el sombrero
baticola cinta de cuero que sujeta la albarda al rabo
berrionda con ganas de cachondeo, excitada sexualmente
bolindri canica
bolondruscu mendrugo, trozo de materia dura
borcheta hucha
bordonero vago
bulancra agujero en la pares
bulla ruido, jaleo
cachirulu personaje detestable
calentar dar una paliza
canoná muy a menudo
cantearse girarse
caraba entretenimiento charlando
carcahuezu parte más honda de un regato
cascarria restos de estiércol adherido cerca del ano
cerrambliqui cernícalo
chacina productos de la matanza del cerdo
chancear tomarse a broma
chapinal barrizal
charabasca hojas secas que caen de las encinas
charabasquear rebuscar
chiar hablar o piar
chingal joder
chiquines juego infantil: se mueve una piedra con el pie
chispoleta mujer descarada
chito hito
chiviriqui persona pequeña, escuálida
chocotajá cosa que es buena y mala a la vez
chocotón golpe con la cabeza
chochuu muy bueno, excelente
churubia pájaro pequeño
cogujón parte fnal del embutido
coguta cogujada, pajarillo
cotubiu pájaro pequeño, hombre pequeño
cucar correr de las vacas a causa del calor y las moscas
cucarsi comer un huevo crudo
cuéscarru que ha perdido elasticidad, rígido
cuncumina persona pequeña
dejalamiu desnutrido
dengui catarro y a veces solución
descurcuñar rebuscar
embeber entretener
embociu mareado
embrocar empujar hacia el precipicio
empicarsi acostumbrarse a algo
engañifa complemento del pan en la merienda
engargujar cargar a otro con algo o alguien
engarilla puerta de tubos de hierro de un cercado
engueríu entretenido
entallar pillar, machacar
entenguerengue en equilibrio inestable
entererengui inestable
entijereta entreabierta
escupiña saliva
escusamoza trébede, trípode metálico en forma de aro para calentar o cocinar.
espetarsi llegar hasta...
espoliqui golpe con el pie, en el trasero, al saltar a pídola
estallás pedrada en la espalda
indirgar orientar, explicar una ruta
farraguas desaliñado, mal vestido
fusiqui persona pequeña y escuálida
galaperu peral salvaje
galgueru uretra del cerdo (en la matanza)
garapullu casquete posterior de la bellota
gargantear mantener el sonido con la garganta sin respirar
gárgolo chorro
garroncha banderilla rústica y muy larga
garullu casquete de la bellota
garullu fruto del galapero
gorruñu tacaño
guantá bofetada
guillau tonto, idiota
guipar descubrir con la vista
gullerías golosinas
jarapales parte de la camisa que no se ha metido bien dentro del pantalón
javatña corte profundo prfoducido por una navaja u otro instrumento cortante
jimplar gimotear
juergo holgado
jundear tirar una cosa inútil
lacagarra monstruo del agua con el que se asusta a los niños
lambrera protector de alambre del brasero
lancha pizarra para solar
legón azada de base plana
leguis protectores de cuero de la parte inferior de la pierna
licantinero cuentista
macha trozo de tronco con un asa para clavar
machorra infértil, yerma
machurru pequeña zona de terreno no cultivable
manija siega: parte que se lleva en al mano
maturranga enredo, complicación
mezucón entrometido
micu inapetente
migajón miga del pan
modorru somnoliento, amodorrado o enfadado
mogiganga mueca o remedo
mojo especie de escabeche
morilla poyete de piedra de la lumbre
nalgás pegar en el culo
orihuelu anguila
pastura ración de comida de los animales herbívoros
paticuelu andar con un solo pie
pegar llegar hasta...
pegujal parcela pequeña de tierra
pelagaña partes flamentosas de las espigas de cereal
pelailla lechoncillo
pender depender de..., consistir
perpejía hartazgo
pindarga mujer de vida desordenada
piporru botijo, fg.: llorón
porra el que ocupa el último lugar
portañuela petrina
quebraeru preocupación
rabear perseguir, halagar
raberu látigo hecho con un palo y una correa al fnal
rachar fracturar
rapón falda de vuelo
refalienti resbaladizo
regandija rendija
regatu riachuelo pequeño de caudal ocasional
rehundiu
relegi arecido físico
remostar mancharse la cara al comer algo
retinto de color intenso
retortuñu dolor fuerte de tripa
reveníu comida caducada en descomposición
roznar rebuznar
rual guarda rural
ruoso latoso
rutaera carraca
segureja hacha pequeña
socolar quitar las cascarrias a las ovejas
sopostón cansancio o aburrimiento
sostribar apoyar
tajicanti
talandangu aspecto en sentido peyorativo
tarrarra fnal de un proceso
tintiboneti lleno hasta arriba
tintimozu palo que sujeta el carro y lo mantiene horizontal
toza estantería de piedra
trajinar trabajar sin descanso
transiu cansado agotado
trascolar traspasar
trebejil costumbre de ir y venir
tresar ir marcha atrás
tupiu saciado
turulito sinónimo de aturdido
turuta fauta del pregonero
verucu trozo de pan
vica bacinilla
zangandumbón joven grandullón y atolondrado
zaraguelli semilla adherente de algunas hierbas
zarangutu enfermedad repentina grave
zopa insensibilizada
zugar chupar a través de una paja u orifcio pequeño
Enlaces a video

Hinojal a vista de pájaro

https://www.youtube.com/watch?v=-WE6ZClAS7w

Conoce Hinojal

https://www.youtube.com/watch?v=Zdts93hmJTQ

Fiestas de Hinojal

https://www.youtube.com/watch?v=wYt-
E3Y5XdU&list=PL52B7NqczIXLdyIb2NjD02btpzdkxAQQF&index=34

De Hinojal a Talaván

https://www.youtube.com/watch?
v=aV1nUgMM2iw&list=PL52B7NqczIXLdyIb2NjD02btpzdkxAQQF&index=155

Museo de aperos de Martín Díaz Cerro

https://www.youtube.com/watch?
v=Z8V0rxrPXss&list=PL52B7NqczIXLdyIb2NjD02btpzdkxAQQF&index=93

Anhinojo folk Grupo de música y cantares

https://www.youtube.com/watch?v=nVrkCGB-
fWM&list=PLeSccobxdTYavQuVRwgM2LKvh_Vyqe9vy

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