Etapas Del Ciclo Familiar

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Etapas del ciclo familiar

A. Etapa de formación
• Formación de la pareja
Para ingresar adecuadamente a ésta etapa, es necesario haberse
independizado emocionalmente de la familia de origen. Esta separación
es importante, para que el formar otra familia no sea meramente un huir
de la propia. Autores como Carter y McGoldrick consideran que la
primera etapa de formación de la familia corresponde a la de adulto
joven independiente, en la cual se ha tenido la posibilidad de formarse
objetivos personales individuales y de tener un sí mismo (self) bien
diferenciado, antes de poder convivir con otra persona de un modo
estable.

Si bien la familia formalmente se constituye en el momento del


matrimonio, los pasos psicológicos que implican prepararse para la
unión y convivencia estables se inician con bastante anterioridad: el
andar juntos (pololeo) y noviazgo son etapas importantes en esta
preparación.
Si se altera la secuencia anterior (andar juntos, ennoviarse, casarse),
aumenta la posibilidad de la aparición de problemas posteriores.
Cuando los pasos se dan aceleradamente (como suceda en el
matrimonio entre adolescentes) crecen estadísticamente los fracasos
conyugales Rapoport ha distinguido entre tareas intra e interpersonales
en esta etapa. Entre las intrapersonales, la capacidad de asumir el rol
de marido o mujer, separándose de otros compromisos internos o
externos que pudieran interferir con la intimidad y cercanías necesarias
para la vida de pareja. La tarea central es el establecimiento de un
compromiso permanente, esto requiere logro de la intimidad (capacidad
de mostrarse en el ámbito profundo).

Deben crear formas de relación y comunicación satisfactorias: intenso


proceso de negociación que permita analizar diferencias y conflictos y
encontrar formas de solución satisfactorias para ambos.
Entre las tareas interpersonales la formación de una identidad de
pareja, que trasciende a la de ambos individuos (un “nosotros” que va
más allá del “tu” y del “yo”).

Convertirse en una pareja requiere que ambos miembros de la misma


negocien un gran número de cuestiones tales como cuando y como
hablar, comer, discutir, dormir, trabajar, tener vacaciones y leer los
periódicos del domingo. Las decisiones que tienen que ver con el
dinero, el sexo y fregar los platos ya no están determinadas individual
sino conjuntamente. La familia de origen les puede haber transmitido
sus recetas y consejos para sobrevivir, pero la pareja tendrá que
examinarlas y quizás liberarse de parte de ese equipaje para volver a
empezar de manera que se adapte a los dos.
B. Etapa de expansión
• Crianza inicial de los hijos
La llegada de un niño crea madres, padres, abuelos, tíos, y repercute a
través de todo el sistema familiar. La criatura puede ser bienvenida o
constituir una dificultad; puede consolidar un matrimonio o disolverlo.
Por lo común, el nacimiento de un hijo obliga a prestar atención a todas
las incertidumbres que pueda haber sobre la permanencia del
matrimonio. Las responsabilidades de crianza exigen una nueva forma
de compromiso. El nacimiento de los primeros hijos plantea, al mismo
tiempo, tareas y conflictos potenciales a la pareja.

Esta debe acomodarse y crear espacio para el nuevo miembro. El


padre debe compartir el amor y atención de la madre con el hijo,
renegociando la adaptación sentimental y sexual recién creada. Las
restricciones eróticas y la falta de privacidad en la actividad sexual que
puede representar la presencia de los hijos crea tensiones nuevas en la
pareja, y coloca al padre en actitud celosa.
La madre puede llegar ser la fuente de apoyo de todos los miembros de
la familia a expensas de sus propias necesidades. En la etapa de
cuidado de los hijos pequeños se plantea un problema especial a las
mujeres. El ser madres es algo que ellas anticipan como una forma de
autorealización. Pero el cuidado de los niños puede ser una fuente de
frustración personal. Su educación las preparó para el día en que
fueran adultas y pudieran emplear sus aptitudes especiales, y ahora se
encuentran aisladas de la vida adulta y habitando nuevamente un
mundo infantil. Por el contrario, el marido habitualmente puede
participar con adultos en el mundo del trabajo y disfrutar de los niños
como una dimensión adicional de su vida.

El padre representa un factor de estabilidad y apoyo para la familia,


tanto desde el punto de vista material como psicológico.

• Familia con hijos preescolares


Al desarrollar el niño un mayor dominio de su cuerpo y comenzar a
explorar el medio circundante, aparece la capacidad de iniciativa y de
autonomía. Los padres deben reconocer y tolerar ésta mayor
autonomía; velar al mismo tiempo por protegerlo de los peligros que
ésta puede implicar. El exceso de sobreprotección puede inhibir y
coartar potencialidades del niño, generando sentimientos de vergüenza
y humillación.

Otra característica propia de los padres en esta etapa es un grado de


tensión con relación a los roles laborales. Típicamente el hombre está
en plena actividad “labrando un futuro” para sí y su familia, y corre el
riesgo de volcarse hacia el trabajo y descuidar otros roles así como su
desarrollo personal. La mujer se centra en el ejercicio de su maternidad
y arriesga el descuidar sus aspiraciones y expectativas intelectuales y
laborales, así como el no preocuparse de su aspecto físico. Además el
tiempo relativo que se dedica a los hijos puede entrar en conflicto con el
tiempo que la pareja tiene para sí. La crisis central es el
reabastecimiento versus agotamiento y autoabsorción.

C. Etapa de consolidación y apertura


• Familia con hijos escolares
La difícil crianza de niños pequeños ha quedado atrás, y ha sido
reemplazada por el placer compartido de presenciar como los hijos
crecen y se desarrollan de modos sorprendentes. La relación
matrimonial se profundiza y se amplía, se han forjado relaciones
estables con la familia extensa y con un círculo de amigos.
La escuela representa para los padres su primera experiencia con el
hecho de que los hijos terminarán por dejar el hogar y ellos se
quedarán solos frente a frente. La salida del niño del hogar mide la
capacidad de la familia de tolerar ese distanciamiento inicial.

Zegers (1983) afirma que el medio escolar y sus exigencias evalúan


“eficiencia” de la familia en el proceso de socialización del niño. El niño
debe ser capaz de ser productivo y de integrarse a un grupo de amigos.

Rodhes (1977) afirma que el mayor desafío para los padres es apoyar y
fortalecer el proceso de individuación de sus hijos que se va
desarrollando a través de la participación fuera de la familia y que el
peligro en esta etapa es que la organización familiar niegue o limite las
oportunidades para este desarrollo.
Cuando los niños han ingresado en la escuela, la mujer siente que
debe introducir cambios en su vida. El incremento de su tiempo libre la
obliga a considerar sus primitivas ambiciones en torno a una carrera,
por ejemplo, y puede sentirse insegura respecto de sus aptitudes. La
premisa cultural de que no basta ser ama de casa y madre se convierte
más en un problema, en la medida que los hijos la necesitan menos.
Por momentos tal vez sienta que su vida se está desperdiciado en el
hogar y que su estatus declina, al tiempo que su marido es más
importante.

• Familia con hijos adolescentes


Les corresponde a los padres aceptar del crecimiento biológico y en
especial del desarrollo sexual de los hijos, así como también apoyar el
proceso de separación - individuación de ellos.
La crisis de la adolescencia coincide muchas veces con la crisis de
edad media de los padres. Muchospadres tienden a sobreidentificarse
con los hijos compitiendo en logros o aventuras deportivas o
sentimentales.
Los años medios quizás obliguen a una pareja a decidir si seguirán
juntos o tomarán caminos separados. Este período, en que los niños
están menos en casa, también obliga a los padres a comprender que
los hijos terminarán por irse del todo, y entonces ellos quedarán solos y
frente a frente. En muchos casos han acordado seguir juntos en interés
de los hijos, y al ver aproximarse el momento en que estos se
marcharán, entran en un estado de turbulencia conyugal.

Rodhes (1981) señala que la principal tarea de la familia en esta etapa


es establecer una nueva relación padres - hijos, y desarrollar la
habilidad de flexibilizar los límites lo suficiente para que los
adolescentes puedan tener la libertad que necesitan, sin dejar por ello
de ejercer su rol de padres. Los padres deben continuar estableciendo
límites y negociando con sus hijos.

• Familia plataforma de lanzamiento


Separación de los hijos de sus familias de origen por trabajo o
matrimonio. El hijo debe llegar a separarse de su familia y, con todo,
seguir involucrado en ella. La tarea es permitir la partida de los hijos
como resultado de un proceso natural.
A veces la turbulencia entre los padres sobreviene cuando el hijo mayor
abandona el hogar, mientras que en otras familias la perturbación
parece empeorar progresivamente a medida que se van yendo los
hijos, y en otras cuando está por marcharse el menor. En muchos
casos los padres han visto, sin dificultad, cómo sus hijos dejaban el
hogar uno por uno; súbitamente, cuando un hijo particular alcanza esa
edad, surgen las dificultades.

Los padres deben buscar nuevos intereses y preocupaciones para


evitar el apoyarse excesivamente en los hijos, impidiendo la
independencia de estos.
Cuando el joven abandona el hogar y comienza a establecer una
familia propia, sus padres deben transitar ese cambio fundamental de la
vida al que se llama “convertirse en abuelos”. A veces tienen poca o
ninguna preparación para dar ese paso, si los hijos no han pasado por
los rituales matrimoniales adecuados. Deben aprender cómo llegan a
ser buenos abuelos, elaborar reglas a fin de participar en la vida de sus
hijos, y arreglárselas para funcionar solos en su propio hogar. A
menudo, en este período tienen que enfrentar la pérdida de sus propios
padres y el dolor consiguiente.

El síndrome del nido vacío corresponde a síntomas depresivos en


muchas mujeres que fueron esencialmente madres en etapas previas y
que ahora no tienen una justificación clara de su existencia.
Es importante el cambio para aceptar que los hijos tienen vida propia y
que toman decisiones, así como el preocuparse de un modo diferente
de los padres ancianos, muchas veces necesitados del apoyo
emocional, financiero o de otra índole, de su progenie. En la mayoría de
los casos esta etapa es superada por la reaparición de los hijos, ya
casados, al traer a sus parejas, primero, y a los nietos después.
• Familia de edad media
La pareja vuelve a estar sola. La tarea de esta etapa es el
redescubrimiento conyugal, el acercarse uno al otro y renegociar una
relación despojada del rol de padres, y por otra al establecimiento de
una relación entre padres e hijos que sean capaces de soportar las
modificaciones producidas por sus respectivos cambios de estatus.

Una dificultad que puede emerger en esta época es que los padres se
encuentren sin nada que decirse ni compartir. Durante años no han
conversado de nada, excepto de los niños. A veces la pareja empieza a
disputar en torno a las mismas cuestiones por las que disputaban antes
de que llegaran los hijos. Puesto que estas cuestiones no se
resolvieron sino simplemente se dejaron de lado con la llegada de los
niños, ahora resurgen.

A veces individuos que han trabajado permanentemente toleran mal el


tiempo libre que depara la jubilación. Esta crea un vacío en el hombre,
equivalente al que deja la partida de los hijos en la mujer que se dedicó
a la crianza de éstos en forma exclusiva. Estos vacíos pueden ser
llenados por intereses compartidos mutuos o por una mayor dedicación
a actividades comunitarias.
Muchas veces también se requiere adaptación a la enfermedad crónica
en uno o ambos cónyuges: capacidad de cuidar al cónyuge enfermo y
limitar la propia actividad.

D. Etapa de disolución
• Familia anciana
Los hijos se van ocupando de los padres ancianos que se han vuelto
menos capaces para vivir en forma independiente. A menudo son las
mujeres las que en su mayor parte cargan con el esfuerzo de ocuparse
de la generación anterior. El impacto emocional y económico de esta
ocupación puede ser enorme y generalmente se relaciona con
problemas de salud para los que cuidan a los padres de los padres. Los
cuidadores tienen necesidad de apoyo por parte de sus propios hijos o
de otras personas.

El ser abuelos es una gratificación emocional importante para muchos,


y el cariño de los hijos y nietos es la regla más que la excepción.
Existen algunos ancianos a quienes les cuesta hacer el giro que implica
el aceptar un rol secundario en la escena familiar, y tratan de mantener
el grado de poder que antes tuvieron, sea a través del control
económico, cuando tienen recursos, o de sus enfermedades cuando se
dan cuenta de que sólo a través de esto logran la atención o
preocupación de sus hijos.
• Viudez
Con el tiempo, por supuesto uno de los cónyuges muere, y el otro
queda solo y buscando una manera de involucrarse con la familia. A
veces una persona mayor puede encontrar una función útil; otras
veces, en la medida en que los tiempos a cambian y los viejos son
vistos como carentes de importancia para la acción de la generación
más joven, resulta meramente superflua. En esta etapa la familia debe
enfrentar el difícil problema de cuidar a la persona mayor o enviarla a
un hogar de ancianos donde otros cuidan de ella. Este también, es un
punto crítico, que no suele ser de fácil manejo. Pero del modo como los
jóvenes cuidan de los viejos deviene el modelo de cómo se cuidará de
ellos cuando, a su vez, envejezcan, pues el ciclo familiar se renueva sin
fin.

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