Manual para El Cultivo de Girasol
Manual para El Cultivo de Girasol
Manual para El Cultivo de Girasol
Manual
para el cultivo
del girasol
Jesús Ávila Meleán
SERIE B - N° 20
El Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas es un instituto
autónomo, creado de acuerdo a la Gaceta Ofical Nº 36.920 del 28 de
marzo de 2000, adscrito al Ministerio de Agricultura y Tierras por decreto
Nº 5.379 de Gaceta Oficial Nº 38.706 del 15 de Junio de 2007.
Manual
para el cultivo
del girasol
SERIE B Nº 20
Manual para el cultivo del girasol
1a edición 2009
© Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas
Versión digital
Depósito Legal: lfi2232011630746
ISBN: 978-980-318-254-0
El Autor desea agradecer a la Investigadora
Nohelia Rodríguez (Ceniap)
y al TSU Amel Samuel Meneses
(INIA Portuguesa)
por su colaboración en la elaboración
del manuscrito.
Contenido
Introducción 5
Reseña histórica 6
Descripción de la planta 8
Fases de crecimiento 11
Producción de aceite 14
Prácticas agronómicas 15
Cultivares y semillas disponibles 24
Fertilización 28
Enfermedades 32
Plagas 36
Malezas 41
Cosecha 44
Bibliografía consultada 47
Introducción
El girasol es uno de los principales cultivos anuales utilizados para la
extracción de aceite en el mundo. En Venezuela, la adaptabilidad de este
rubro ha sido demostrada desde el siglo pasado, presentándose como
una alternativa para ser sembrado después de cosechar el maíz en los
Llanos Occidentales. Este cultivo ha mostrado un excelente comporta-
miento para la producción de aceites y otros subproductos; de hecho, la
importación de aceites comestibles cayó por debajo de 90% cuando se
realizaba su cultivo en forma comercial durante la segunda parte de la
década de los años 80. Los agricultores llegaron a manejarlo y conocer-
lo apropiadamente, llegando a sembrar más de 70.000 ha durante esa
época. Por ello, la producción de girasol se debe mantener como una
alternativa en las regiones de reconocida adaptabilidad al cultivo, dada la
volatilidad de los precios de los diferentes rubros que se siembran en la
misma época, ya que el girasol pudiera brindar otra alternativa a los agri-
cultores para hacer frente a esta incertidumbre. Por otro lado, su cultivo
en forma sustentable contribuiría con la oferta de aceite comestible de
origen nacional y, junto con el aceite de otras especies vegetales, pudiera
coadyuvar a disminuir la dependencia de materias primas extranjeras y
sustentaría la seguridad y soberanía alimentaria.
Reseña histórica
El girasol es una planta anual originaria del continente americano, espe-
cíficamente de la parte centro y norte de México, parte sur y oeste de los
Estados Unidos de América, aunque también se encuentra en Canadá,
Ecuador, Colombia y Perú, donde aún es posible encontrarlo en forma
silvestre. Los españoles conocieron el girasol en México y Perú, durante
la época de la conquista. Los ingleses y franceses, por su parte, lo reco-
lectaron en América del Norte, de donde lo llevaron a sus respectivos paí-
ses. Inicialmente, el girasol fue cultivado en Europa como flor ornamental
y, en 1812, se reporta su uso con fines industriales en la producción de
aceite.
En la actualidad el girasol se cultiva en casi todo el mundo, principalmen-
te en países de clima templado como Argentina, Rumania y Rusia; aun-
que también es un rubro importante en los Estados Unidos de América y
Francia, donde se reporta la mayor producción y los mayores rendimien-
tos promedios, producto del desarrollo alcanzado en la tecnología para
su cultivo. En las estadísticas mundiales, el girasol ocupa entre los rubros
de oleaginosas de ciclo corto, el segundo lugar como fuente de materia
prima para la producción de aceites vegetales comestibles, después de
la soya, superando así al maní, el algodón, la colza, la oliva y el ajonjolí
(Voinea, 1976).
Descripción de la planta
Raíz: tiene un rápido desarrollo en el estado cotiledonar, alcanza de cua-
tro a ocho centímetros de largo. Cuando presenta de cuatro a cinco pares
de hojas verdaderas puede alcanzar una profundidad de 50 a 70 centí-
metros, posee una raíz del tipo pivotante, formado por un eje central de
donde nace una gran cantidad de raíces secundarias y terciarias, ésta
puede alcanzar una profundidad de hasta 1,5 metros cuando las condi-
ciones de humedad del suelo y el estado nutricional del mismo lo favore-
cen; característica que le concede una gran capacidad de exploración del
suelo en procura de humedad y de nutrientes.
Tallo: posee un tallo único, de color verde, con una pubescencia variable
de acuerdo al cultivar, su interior está formado por un tejido conocido
como esclerinquima, que le confiere una alta capacidad de almacena-
miento de agua y nutrientes. El diámetro puede llegar a medir de dos
a cinco centímetros, dependiendo del cultivar, de la distribución de las
plantas en el campo, de la humedad y los nutrientes disponibles en el
suelo. Dependerá de las condiciones mencionadas anteriormente, que el
tallo pueda alcanzar hasta 2,20 metros de altura. Sin embargo, la altura
ideal desde el punto de vista del manejo del cultivo, se ubica alrededor de
los 1,70 y 2 metros, para favorecer la cosecha mecánica.
Hojas: generalmente tienen forma acorazonada, poseen una textura
rugosa con pubescencia o sin ella, lo cual depende del cultivar. Las ho-
jas de los dos ó tres primeros pares de la base del tallo son opuestas y
las demás alternas. El número varía entre 20 y 40, dependiendo del cul-
tivar y de las condiciones ambientales donde se desarrolle la planta.
Inflorescencia: es la estructura reproductora donde se forman los gra-
nos o aquenios, corresponde a una inflorescencia llamada capítulo que
se ubica en la parte superior del tallo, está compuesta por un receptá-
culo carnoso en el que se insertan las flores y éstas últimas pueden ser
de dos tipos:
a) Flores liguladas o estériles, se presentan en un número entre 30
a 70, dispuestas radialmente en una o dos filas. Las lígulas tienen
de seis a 10 centímetros de longitud y de dos a tres centímetros de
ancho. Su color varía entre amarillo dorado, amarillo claro o amarillo
anaranjado, son las que se ubican en la periferia del capítulo, ésta
coloración las hace muy llamativas, lo cual le permite atraer a los
insectos polinizadores, y comúnmente son llamadas “pétalos”.
b) Las flores fértiles, son mucho más numerosas y se ubican en el
centro del capítulo, se distribuyen concéntricamente hacia el
punto central, cada una posee un ovario y un solo óvulo de cuya
fecundación se afirma el fruto (grano o aquenio).
El hecho de que los capítulos cuelguen hacia abajo es una buena ca-
racterística, pues se disminuyen los daños causados por pájaros y por
las lluvias. La ramificación del tallo constituye un carácter negativo en
los cultivares de girasol para aceite (Figura 1). Los capítulos jóvenes
tienen un movimiento diario, formando un ángulo recto con la dirección
de los rayos solares, conocido como heliotropismo. Cuando se desa-
rrollan las flores, cesa el heliotropismo y todos los capítulos se orientan
hacia donde sale el sol.
El girasol es una planta alógama y debido a la diferencia en que ocurre
la maduración de los estambres y de los pistilos, se produce su autoin-
compatibilidad, es decir que el polen casi nunca poliniza el mismo ca-
pítulo de donde proviene. Esto origina que la polinización sea cruzada,
normalmente entomófila y la realizan principalmente abejas, pegones
y cigarrones, los cuales son atraídos por el néctar segregado por las
flores. La mayor cantidad de néctar se produce cuando la temperatura
nocturna no baja de 18 °C y cuando la diurna se mantiene alrededor de
25 °C.
Figura 1. Carácter multifloral (indeseado) del girasol y daño causado por
larvas de lepidópteros.
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Fruto: corresponde a un fruto seco e indehiscente llamado aquenio,
consta del pericarpio o cáscara que recubre la semilla verdadera o al-
mendra, el color del aquenio puede ser blanco, negro o una mezcla de
ambos en forma estriada. Se recomienda que el porcentaje de cáscara
no sobrepase 35% en peso, para poder esperar buenos rendimientos
en aceite. En la almendra se encuentra almacenado el aceite, el cual es
utilizado por la planta como reserva de energía para la germinación de
la semilla; y al ser extraído, se utiliza en el consumo humano. Los áci-
dos grasos predominantes son los insaturados, específicamente el ácido
oleico (monoinsaturado) y el ácido linoleico (poliinsaturados). El aceite de
girasol posee bajo contenido de ácidos grasos saturados, característica
que le proporciona un alto nivel de calidad a su aceite.
Durante la época de formación de las semillas son perjudiciales las tem-
peraturas muy altas. La mayor producción de semillas y aceite se logra si
la formación y llenado de los aquenios se desarrolla bajo una temperatura
promedio entre 18° y 22 °C. Si se presentan durante esta fase temperatu-
ras mayores de 25° o 26 °C; y además se presenta una humedad atmos-
férica reducida, los rendimientos y el porcentaje de aceite disminuyen.
Con temperaturas medias de 10° C durante la floración y la formación de
las semillas, el contenido de ácido linoleico puede incrementarse hasta
78%. Es importante indicar que el número de aquenios por m2 y el peso
promedio de los aquenios son los determinantes del rendimiento.
Fases de crecimiento
En la práctica se distinguen cuatro fases de crecimiento. Siembra a ini-
ciación floral, fase iniciación floral, fase de llenado del grano y fase de
madurez fisiológica-cosecha.
a) Siembra a iniciación floral: corresponde a la fase vegetativa y ocu-
rre desde la siembra hasta la aparición del botón o primordio floral, su
duración varía de 20 a 25 días, en esta fase queda determinado el nú-
mero de hojas que tendrá la planta definitivamente. En el período desde
la germinación hasta la aparición de la plántula (con una duración de
hasta siete días), se deben presentar dos condiciones muy importantes,
la temperatura del suelo debe contar con un valor promedio de 26 °C y la
otra, es la disponibilidad de agua en el suelo lo que permite el hinchado
(inhibición) de la semilla y el crecimiento de la plántula, hasta alcanzar
la fase de la aparición del botón floral. Trápani et al. 1999, indican que
los requerimientos para la germinación de la semilla deben ser: tempe-
ratura óptima 26 °C, con un máximo de 40 °C y un mínimo de 15 °C y la
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suplencia de agua. Hasta este momento ocurrirá la aparición de nuevas
hojas; se requiere una temperatura diurna promedio de 26 °C y la noc-
turna de 19 °C; permitiendo a las plantas desarrollar mayor cantidad de
hojas. Esta producción de hojas, permite que la planta intercepte mayor
cantidad de luz solar, favoreciendo el proceso fotosintético, con la conse-
cuente elaboración de las sustancias alimenticias o metabolitos por parte
de la planta.
b) Fase floral: se inicia con la emisión del botón floral hasta que se
completa la formación de la flor, ocurre desde los 30 hasta los 60 DDS
(días después de la siembra). Entre las condiciones ambientales que más
influyen en el desarrollo de esta fase se encuentran la temperatura diurna
y la cantidad de horas luz que se logra capturar. El reabono se realiza con
urea (como fuente de nitrógeno) y la fuente de potasio se debe aplicar a
los 30 DDS, los cuales serán absorbidos durante la fase de floración. En
esta fase, desde los 45 hasta los 85 DDS se hacen críticos los períodos
de falta de humedad en el suelo. Se distinguen cuatro etapas: inicio del
desarrollo de las flores en el capítulo, el crecimiento, la maduración y la
polinización de las mismas. El potencial número de flores por capítulo y
por unidad de área es determinante en el rendimiento, el mismo queda
determinado en este período.
Cuando aparece el botón floral, ya está establecido el número de flores
en la inflorescencia. Al mismo tiempo que crecen y se desarrollan las flo-
res, aumenta el tamaño del capítulo, de las hojas y el tallo se expanden
rápidamente. En esta fase, la producción de biomasa (el área foliar más
el tallo y las raíces) depende de la radiación fotosintéticamente activa
que el cultivo pueda interceptar y de la eficiencia con que la planta utiliza
esa energía; también es importante la disponibilidad de humedad en el
suelo, así como la disponibilidad de nutrientes. El proceso de floración se
realiza desde las flores periféricas hasta las flores del centro del capítulo
y tiene una duración promedio de siete a 10 días, igualmente en ese mo-
mento el área foliar alcanza su valor máximo.
Una de las formas de incrementar la polinización de las flores es utili-
zando abejas, colocando de 1 a 2 colmenas por hectárea de girasol,
lográndose incrementar la polinización de 50 a 95%; y además, se logra
un ingreso adicional por la venta de la miel.
c) Fase del llenado del grano: esta fase ocurre desde los 60 hasta los
105 DDS. El inicio de la fase de floración está marcado por la antesis de
las flores de la periferia del capítulo, mientras que la madurez fisiológica
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está determinada por el máximo llenado de los granos. En esta fase es
muy importante que ocurra el llenado de los granos de la región central
del capítulo, que ocurre en último lugar, ya que el proceso de llenado se
produce desde las flores de la periferia. La madurez fisiológica se produ-
ce cuando los aquenios no acumulan más peso seco, caracterizándose
por el cambio de color de las brácteas, las cuales se tornan de color ma-
rrón. Un llenado total del capítulo conlleva a un mayor rendimiento, esto
depende de la humedad almacenada por la planta hasta ese momento.
La fase de acumulación de aceite se inicia entre ocho y 10 días después
de la floración, y alcanza su valor máximo una semana antes de la ma-
durez fisiológica. En esta fase se produce el desarrollo del embrión y los
procesos de la acumulación de reservas en la semilla (grano o aquenio).
Cuando se alcanza la madurez fisiológica, finaliza la expansión de las úl-
timas hojas, se fija el número máximo y el tamaño de las flores, la fijación
de los frutos, su peso, la concentración y la calidad del aceite, además se
fijan el número de aquenios por unidad de superficie.
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Producción de aceite
Siendo el aceite el producto final de mayor importancia del girasol, se
explicará en forma resumida los principales aspectos relacionados con la
forma de acumulación del mismo (Dosio et al., 1994), con la idea de con-
siderar algunos aspectos sobre el manejo del cultivo en el campo, que
permitan incrementar su contenido al momento de la cosecha.
El contenido final de aceite en los aquenios, proviene de la combina-
ción de aspectos genéticos y de aspectos ambientales. Dentro de los
aspectos genéticos, se debe indicar que estos están relacionados con la
capacidad fotosintética de la planta; ya que el aceite se forma a partir de
los carbohidratos que provienen de otros órganos y que son trasportados
por el floema. Estos proceden de dos fuentes: de la fotosíntesis que se
realiza durante el ciclo, o en forma contemporánea cuando se produce
el llenado de los aquenios y, los carbohidratos que se formaron de la
fotosíntesis realizada en las etapas anteriores a la floración, siendo la
primera fuente la de mayor importancia. Otras consideraciones están re-
lacionadas con el peso de los frutos de la periferia, que es mayor que los
del centro del capítulo, mientras que el porcentaje de aceite es mayor en
los frutos del centro del capítulo. Este contenido de aceite parece estar
relacionado con la radiación lumínica interceptada durante la etapa del
llenado de los granos; por consiguiente, la duración de la intercepción
lumínica de la superficie foliar en el período del llenado de los frutos es
un factor clave para comprender la producción final de aceite (esta su-
perficie es la encargada de interceptar la radiación luminosa para realizar
la fotosíntesis).
La superficie foliar puede ser afectada por factores como: la disponibi-
lidad de humedad en las plantas, variaciones en la intercepción de la
radiación (por condiciones ambientales o por una densidad de plantas
inadecuada), disponibilidad de nitrógeno y por la presencia de plagas y/o
enfermedades. Para mantener una superficie foliar adecuada, y por un
tiempo suficiente, se debe seleccionar la época de siembra que le per-
mita a las plantas contar con suficiente humedad al momento del llenado
de los aquenios, además de lograr una densidad de plantas que no inter-
fieran con la intercepción de la radiación y finalmente, se debe proteger
el cultivo contra el ataque de plagas y enfermedades durante esta etapa,
ya que su presencia hace disminuir la superficie foliar.
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Prácticas agronómicas
Las prácticas agronómicas son todas aquellas labores o estrategias en
las diferentes etapas del cultivo que contribuyen al buen desarrollo del
mismo, y que se traducen en un alto rendimiento de aquenios y de aceite
en el grano. Se inician con la siembra del cultivo, y para ello se deben
considerar los siguientes aspectos: preparación de suelos, equipos uti-
lizados, densidades y poblaciones, épocas de siembra recomendadas,
prácticas de fertilización, control de plagas, enfermedades, malezas y
cosecha.
En terrenos que van a ser cultivados por primera vez, luego de limpiarse
bien los desechos dejados por la deforestación, se debe dar un pase de
arado o big-rome para fracturar los restos de raíces. Posteriormente se
recomienda dar dos pases de rastra y finalmente un tercero que corres-
ponde a la presiembra o siembra. Se debe tener por norma evitar el so-
bre laboreo del terreno, ya que el mismo favorece la pérdida de materia
orgánica.
En suelos cultivados, se recomienda un pase profundo de arado o big-
rome a 25-30 centímetros (considerando la textura del suelo); luego, dos
o tres pases de rastra para desmenuzar los terrones y finalmente el pase
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de siembra. Estas labores deben iniciarse 40 días antes de la siembra,
para permitir que se descompongan los restos vegetales de maleza o del
cultivo anterior (Figuras 2 y 3).
En suelos livianos, como los de sabana, la preparación debe resumirse a
dos pases de rastra para incorporación de malezas y un tercer pase para
la siembra.
Figura 2. La mala preparación del suelo causa “piso de arado” lo que im-
pide el desarrollo de las raíces.
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Figura 3. Otro aspecto del impedimento del “piso de arado” en el desarro-
llo de las raíces.
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Figura 4. El exceso de población de girasol no es recomendable para las
siembras.
MG 2 3855,6 c 627,3 b
(**) Promedio de las localidades Barinas, Sabaneta (Edo. Barinas), El Playón y Co-
lonia Agrícola de Turén (Edo. Portuguesa).
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También se ha realizado la producción de semillas de cultivares híbri-
dos a nivel nacional, específicamente los cultivares Contiflor 3 y P-81 de
la empresa Contiagro (ICI-Semillas), los cultivares S-401 y S-406 de la
empresa Cargill de Venezuela, estas experiencias se realizaron en los
estados Falcón, Zulia, Portuguesa, Aragua y Guárico (Miranda y Badillo,
1990). Los investigadores de las zonas concluyeron, que con la conduc-
ción de estas actividades se demostró la factibilidad técnica y económica
de realizar la producción de semillas de cultivares híbridos en el país;
además, recomiendan que dichos procesos se lleven a cabo en los esta-
dos Aragua y Guárico, debido a que ellos cuentan con la infraestructura,
el personal técnico, el área adecuada y agricultores con experiencia en
la producción de semillas.
Fertilización
Para un rendimiento adecuado en aquenios y en aceite, el girasol tiene que
disponer en el suelo tanto de los nutrientes primarios nitrógeno, fósforo
y potasio; como de otros nutrientes tales como calcio, magnesio, azufre
y boro; y en caso de que los mismos no se encuentren en el suelo en
cantidades adecuadas, estos deben ser agregados como fertilizantes.
Una práctica de fertilización adecuada requiere de un análisis de suelo
previo, pero en términos generales se puede indicar que una fertilización
apropiada debe proveer al cultivo de las cantidades por hectárea de los
elementos primarios que se mencionan a continuación: 60 kg de N, 60 kg
de P205 y 90 kg de K20.
También son conocidos los requerimientos del girasol en elementos
nutritivos como el calcio, magnesio y boro.
Los síntomas importantes de las deficiencias de nutrientes se pueden
resumir de la manera siguiente:
Nitrógeno: se presenta primeramente en las hojas basales, las cuales
se tornan amarillentas con clorosis y necrosis en los márgenes de las
mismas. Las hojas superiores presentan un color verde pálido.
Fósforo: las plantas muestran un escaso crecimiento, necrosis
intervenal, con una zona acuosa que evoluciona de la misma manera
que evolucionan algunas enfermedades, por ello su deficiencia puede
confundirse con los síntomas provocados por enfermedades fungosas
como Alternaria helianthi, Septoria helianthi y Verticillium dahliae.
Potasio: su deficiencia se nota más en las hojas basales, las cuales
presentan un color amarillento, con clorosis y necrosis intervenales,
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principalmente hacia los márgenes de las hojas. Se puede presentar
una distorsión de la hoja con un estrechamiento en el tercio apical de la
misma.
Azufre: provoca un amarillamiento generalizado del follaje, sintomatolo-
gía que se hace evidente tanto en las hojas nuevas como en las hojas
viejas, a diferencia de las deficiencias de nitrógeno que se presenta en
las hojas jóvenes, con una necrosis que se desarrolla por los márgenes
de las mismas.
Calcio: las plantas presentan una reducción en la elongación de los ta-
llos, las hojas recién formadas muestran un aspecto rugoso o “ampolla-
das” que luego se puede transformar en necrosis de color marrón y pérdi-
da de turgencia con bordes enrollados. Los pecíolos y las nervaduras de
las hojas pueden mostrar una necrosis que le confieren el color marrón.
Magnesio: la deficiencia de este nutriente produce una clorosis intervenal
en las hojas inferiores y las nervaduras permanecen de color verde oscuro,
el área clorótica puede evolucionar a un área necrótica que se tornan de
color marrón. La deficiencia de este nutriente se presenta, principalmente,
en suelos de textura gruesa o donde se ha inducido la deficiencia de este
elemento por el uso de altas dosis de fertilización nitrogenada.
Boro: los síntomas se manifiestan al emerger las plantas con fallas en el
desarrollo y expansión de los cotiledones. Posteriormente aparecen ho-
jas pequeñas y deformadas con manchas pardo-rojizas y en las etapas
más avanzadas se produce la ruptura de los tallos, caídas de los capítu-
los, mal llenado de los granos y el adelanto de la madurez, entre otros.
En el ciclo del cultivo 2008-2009, se observó marcadamente deficiencias
de este microelemento en muchas localidades, ocasionando como sínto-
ma principal la caída de capítulos (Figura 7).
El girasol necesita absorber entre 4,0 y 4,6 kilogramos de nitrógeno por
cada 100 gramos de aquenios producidos; necesita de 5,2 kilogramos de
potasio por tonelada de aquenios. Para ello se recomienda la aplicación
de este elemento cuando su concentración en el suelo muestra un valor
entre 12 y 15 ppm.
Cuando se realiza la siembra directa, se recomienda fertilizar con este
nutriente aún cuando su concentración en el suelo sea de 20 ppm. Los
requerimientos de fósforo alcanzan los 29 kilogramos por cada tonelada
de aquenio producida y se recomienda su aplicación cuando los niveles
en el suelo sean de 0,13 a 0,26 meq/100 g de suelo. Con relación al azu-
fre, el girasol absorbe de 4,7 a 5,0 kilogramos de dicho nutriente por to-
nelada de aquenio producido. Los requerimientos de los microelementos
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boro, cobre, hierro, manganeso, molibdeno y zinc son de 65, 19, 261, 55,
29 y 99 gramos por tonelada de aquenios, respectivamente.
Los estudios demuestran que la fertilización básica se debe realizar apli-
cando los elementos nitrógeno y potasio dosificados, una parte al mo-
mento de la siembra y la otra en el momento de prefloración. El fósforo
debe ser aplicado al momento de la siembra debido a que su disolución
en el suelo es muy lenta. En la práctica, la fertilización se realiza apli-
cando entre 300 y 500 kg/ha de una fórmula completa al momento de
la siembra, y la aplicación de un reabono con nitrógeno (urea) y potasio
(cloruro de potasio) 30 DDS.
El fertilizante se debe colocar en bandas a 10 centímetros de profundidad
y a 10 centímetros de la hilera. Se debe considerar que una dosis exce-
sivas de nitrógeno (más de 15 kg/ha) causa un enorme crecimiento de la
planta (más de 2,4 metros), lo cual retarda el secado de grano y aumenta
la susceptibilidad de la planta a las enfermedades. El reabono nitroge-
nado se debe realizar solamente si existe la seguridad de disponer de
humedad en los primeros 10 centímetros del suelo.
Enfermedades
Hasta el momento no se han encontrado ataques considerados dentro
del rango de importancia económica de plagas y enfermedades, sin em-
bargo, se han detectados plagas y enfermedades que son potencialmen-
te dañinas, por lo que hay que mantener una actitud vigilante en las plan-
taciones para realizar los controles, en caso de ser necesario.
La incidencia de las enfermedades está relacionada muy especialmente
con las condiciones ambientales, durante el tiempo en el cual se desa-
rrolla el cultivo.
Las enfermedades que se han reportado en Venezuela (Aponte, A., 1989 y
1991; Pineda y Ávila, 1991 y 1993 y Pineda et al. 1991) son las siguientes:
a) Mancha angular: causada por el hongo Alternaría helianthi, ésta en-
fermedad es reportada como la más dispersa en las siembras de girasol,
se presenta principalmente en las hojas con puntos de color marrón claro
de 1 a 2 milímetros de diámetro, rodeadas de un halo clorótico incipiente,
en la medida que avanza el tiempo, las manchas se hacen más grandes
y se unen al producir necrosis de los tejidos. Para su control se recomien-
da sembrar cultivares resistentes, a la salida de la estación lluviosa.
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b) Pudrición del cuello: causada por Sclerotium roflsii, el daño se ma-
nifiesta como una pudrición en el cuello de la planta y cuando la lesión
avanza se produce un marchitamiento originado por el deterioro de los
vasos conductores. No se conocen cultivares resistentes para su control,
se recomienda la rotación con maíz y/o con sorgo; también se sugiere no
sembrar en la misma superficie, cultivares reportados como más suscep-
tibles por periodos de cuatro años.
Otras enfermedades reportadas son: 1) Marchitez causada por Fusarium
oxysporum, 2) pudrición del capítulo causada por Rhizopus sp., 3) man-
chas septoria causada por Septoria helianthi, 4) mancha marrón del tallo
causada por Phomosis sp., 5) mancha negra del tallo causada por Pho-
ma oleracea, 6) pudrición del tallo causada por Erwinia sp. También se
han reportado diversos síntomas en las partes foliares como el tizón, la
mancha angular, la necrosis del pecíolo y nervaduras, los cuales han sido
asociados a patógeno Pseudomonas sp.
La mancha negra del tallo, causada por Phoma oleracea var. Helianthi
tuberosi y la pudrición del tallo, causada por la bacteria Erwinia sp., son
difíciles de diferenciar en el campo.
También han sido reportadas otras enfermedades como la pudrición seca
del cuello y tallo, causados por Botryodiplodia sp., que ataca las hojas
y la base del pecíolo y cuyos síntomas se manifiestan por la presencia
de puntos necróticos alrededor de la base del tallo y en la base de los
pecíolos. Para su control se aconseja una rotación de cultivos y el uso de
semilla certificada. La roya causada por Puccinia helianth., se caracteriza
por la aparición de pústulas amarillentas a negras sobre toda la superficie
de la planta, pero con más frecuencia en las hojas, dichos síntomas apa-
recen primero en las hojas inferiores y van avanzando progresivamente
hacia las hojas jóvenes, en ataques severos el daño se extiende a los
tallos, pecíolos y al capítulo. La severidad de la enfermedad, varía de
acuerdo con la edad de la planta y la resistencia que presente el cultivar.
En la actualidad, la mayoría de los materiales tienen resistencia a la roya
por lo que se recomienda el uso de semilla certificada, no sembrar en
áreas contaminadas y destruir anualmente la soca.
Las enfermedades de la estación seca son: Mildiú polvoriento, causa-
do por Oidium sp. y la pudrición seca del cuello o pudrición carbonosa,
causada por Macrophomina phaseolina. Las plantas presentan un mar-
chitamiento general como consecuencia de un necrosamiento seco de
la parte baja del tallo, pues se quiebran fácilmente a la presión con los
dedos, todo esto conduce a una madurez prematura con la consiguiente
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baja en los rendimientos. Se conoce poco sobre la resistencia genética al
patógeno en cultivares de girasol. En la fotografía se puede observar el
daño en la planta y en la raíz (micelio del hongo) causado por M. Phaseo-
lina (Figuras 8, 9 y 10).
En cuanto al control de enfermedades, en general, se puede decir que
no necesariamente se amerita el uso de productos químicos; ya que con
el empleo de prácticas agronómicas en el manejo del cultivo, el uso de
cultivares tolerantes y la rotación de cultivos se pueden lograr controles
efectivos.
Plagas
En relación a las plagas, Aponte (1990) y Burgos (1990) reportaron al
coquito perforador de las hojas del género Systena sp. y al gusano co-
gollero (Spodoptera frugiperda) como las plagas más importantes. Sin
embargo, en los últimos años la mosca blanca (Bemísía ssp) se ha con-
vertido en la plaga que más afecta al cultivo, complicándose su control
químico, ya que se han encontrado más de 100 hospederos secunda-
rios. Como plagas secundarias Burgos (1990) y Arnal (1990), señalan
a los siguientes insectos: saltahojas (Qncometopia sp.), gusano peludo
del girasol (Chíosyne lacinía), gusano del jojoto (Helíothís sp.) y al falso
medidor (Trichoplusía sp.). Es importante eliminar los restos de cultivos
anteriores del campo, ya que estos pueden resultar como hospederos de
plagas (Figuras 11 y 12).
Fuente: Aponte, O.; E. Gonnella y M. Pérez. El girasol su cultivo. pp: 13. 1988.
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Se ha observado reciamente, una alta incidencia de daños por aves en
el cultivo, específicamente causados por loros, para ello es importante
conocer el ángulo de incidencia del capítulo en la planta, en este caso se
sugiere aquel que sea de 1800, debido a que proporciona una defensa
contra las aves al no permitir que las mismas se posen sobre el capítulo
(Figura 15).
Malezas
Las malezas, al igual que otros cultivos, se caracterizan por establecer
una competencia por la humedad, los nutrientes y por la luminosidad,
cuando esta competencia no se controla, la misma causa una reducción
de los rendimientos y si es muy intensa pueden causar la pérdida total
del cultivo.
Otro de los problemas del girasol es su lento crecimiento inicial, espe-
cíficamente durante los primeros 30 a 40 DDS, ya que las malezas que
41
tienen un desarrollo generalmente más rápido, compiten favorablemente
con el cultivo. Otros aspectos que deben ser considerados son: la dura-
ción de la competencia, la densidad del tipo de malezas, el espaciamien-
to del cultivo y la capacidad genética del cultivo para la competencia.
Las malezas no deben ser removidas en cualquier momento y se debe
considerar el concepto de Período Crítico de Control Tardío (PCTA), que
representa el período de tiempo que un cultivo puede convivir desde su
siembra o emergencia, hasta determinado momento, sin afectar su ren-
dimiento. Mientras que el Período Crítico de Control Temprano (PCTE)
es el período de tiempo que un cultivo debe permanecer libre de malezas
para que su desarrollo posterior no afecte su rendimiento.
La longitud del PCTA está relacionada con la disponibilidad de agua y
nutrientes, por lo que el estrés hídrico o nutricional disminuye el tiempo
de tolerancia del girasol y la competencia temprana de las malezas. La
competencia por luz determina el tiempo, el cultivo deberá permanecer
libre de malezas, lo que estará relacionado con la tasa de crecimiento y
el desarrollo del área foliar de las malezas en relación con el cultivo. El
Índice de Área Foliar (IAF) determina las estrategias de control temprano
de malezas, un buen IAF temprano le permite al girasol determinar su
habilidad para competir con las malezas.
Las altas densidades en el cultivo, permiten una mayor y rápida cober-
tura inicial de la superficie del suelo, así como una mayor exploración
profunda por parte de las raíces. Aumentando la densidad de siembra de
20.000 a 70.000 plantas por hectárea, se provoca una reducción en la
producción de biomasa por parte de las malezas. La siembra de girasol
a menor distancia entre hileras, retraza la competencia entre las plan-
tas de la misma hilera produciendo un mejor desarrollo de las mismas y
una rápida cobertura del terreno, lo que le asegura una buena capacidad
competitiva inicial del girasol por agua, luz y factores edáficos (Bedmar,
1999).
Los herbicidas de mayor uso se clasifican por la época de su empleo
como: presiembra, pre-emergente y postemergentes. Últimamente se ha
ensayado un grupo de herbicidas postemergentes, entre los que se en-
cuentran: Galant y H-1-2000, proporcionando buenos resultados en el
control de gramíneas. Sin embargo, para el control de malezas de hojas
anchas, se recomienda el uso de cultivadora cuando las plantas tengan
de 15 a 20 centímetros de altura, y este proceso se debería repetir en
caso de que sea necesario y cuando las plantas tengan entre 40 a 50
centímetros de altura.
42
Es importante señalar que el girasol es susceptible a los restos de Atra-
zin, Simazin y 2-4-D, por lo que se debe pensar en la posibilidad de siem-
bra en áreas que fueron sembradas por otros cultivos, donde se utilizó
uno o alguno de los herbicidas señalados. En los estados Portuguesa y
Lara, fue evaluado un grupo de graminicidas de uso pre y post emergen-
te, encontrándose una mayor efectividad con el uso de: Alachor en dosis
de 451 gia/ha, fluaxifiop butil en dosis de 175 gia/ha, haloxifop metil en
dosis de 120 gia/ha y fenoxiprop etil en dosis de 180 gia/ha. (Ávila, et al.
1991).
De acuerdo a los implementos utilizados, el control de las malezas se
puede realizar de dos formas:
1. Control mecánico: con el empleo de la cultivadora aporcadora, se debe
evitar que la charruga o el cincel de la cultivadora pase muy cerca del
cultivo y pueda dañar las raíces de las plantas. Se recomienda realizar
dos pases de cultivadora, uno entre los 15 a 20 días después de la ge-
minación y el otro de 25 a 30 días después de la germinación, siempre
y cuando el desarrollo de las plantas lo permita. Este tipo de control se
utiliza mayormente para el control de malezas de hoja ancha.
2. Control químico: se realiza con la aplicación de productos químicos
seleccionados de acuerdo al tipo de maleza presente y mayormente se
utiliza para controlar malezas pertenecientes al tipo de las gramíneas.
Las principales malezas gramíneas que se presentan en el girasol, per-
tenecen por su duración al grupo de las anuales, entre estas se encuen-
tran: la paja peluda (Rottboelia exaltata), paja arrocera (Echinochloa co-
lonum), pata de gallina (Eleusine indica). Para su control se recomienda
el uso de herbicidas preemergentes como el Lazo (Alacloro) a una dosis
de 3 l/ha y el Dual (Metacloro) en dosis de 1,5 a 2,0 l/ha. Para el control
de la paja peluda se recomienda el uso del Prowl (Pendimentalin) en
dosis de 3,0 l/ha.
Al momento de la cosecha se pueden presentar unas malezas conocidas
como bejuquillos, entre las cuales se encuentran: Centrosema pubes-
cens, Centrosema macrocarpa, Centrosema plumieri y Rhyncosia míni-
ma. El principal problema de estas malezas es que cubren toda la planta,
incluyendo el capítulo, por lo que al cosechar se atascan en la cosecha-
dora, aumentan la humedad e incorporan impurezas, desmejorando la
calidad del producto final. Para controlar este problema se recomienda
diferir la cosecha de los lotes contaminados y hacer una aplicación con
un cañón de gramoxone, en dosis de entre 1 y 2 l/ha.
43
Una de las malezas de mayor efecto alelopático sobre el girasol ha sido
el corocillo (Cyperus rotundus), el cual es difícil de erradicar. Los mejo-
res resultados se han encontrado con la aplicación de la mezcla de Eptan
+ Sutan en dosis de 3 l/ha de cada uno.
Cosecha
Para realizar la cosecha, se debe esperar que el cultivo alcance la madu-
rez fisiológica, lo cual ocurre en la mayoría de los cultivares entre los 120
y 130 DDS, en este momento las plantas se caracterizan por un cambio
de coloración del capítulo de verde a amarillo primero y posteriormente a
marrón, después de la caída de las flores de la periferia.
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