La Excepción Americana - Cuba en La Primera Mitad Del Siglo XIX

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COLINDANCIAS | 53

La excepción americana – Cuba en


la primera mitad del siglo XIX
Josef Opatrný*

Resumen: El derrumbe del imperio colonial de Abstract: The collapse of the Spanish colonial
España en América tuvo sus consecuencias también empire in America manifested itself also on the
para las islas que quedaron en manos de los islands that remained in the Spanish hands. The
españoles. El interés de la metrópoli en hacer de effort of the metropolis to transform Cuba into the
Cuba la base para la reconquista del continente basis for the reconquest of the continent took the
tuvo sus resultados prácticos en diferentes reformas form of various reforms of the economic sphere
en la esfera económica las cuales abrieron a los that opened for the Creoles new possibilities to
criollos nuevas posibilidades de fortalecer sus strengthen their position in the production of sugar,
posiciones en la producción de azúcar, tabaco y tobacco and coffee. The augmentation of the
café. El crecimiento del poder económico de la economic power of the „sacarocracy“ led into rising
sacarocracia repercutió en la ambición de la élite ambitions of the Creole elites to reflect upon their
criolla de repensar su relación con la sociedad relations with the Iberian peninsula and to search
peninsular y buscar su propia identidad. José for their own identity. José Antonio Saco
Antonio Saco formuló la idea de la cubanidad que, formulated the idea of “Cubaness“ (cubanidad) that
más tarde, sirvió como base del concepto de la later served as basis for the concept of the Cuban
nación cubana. Al alcanzar la independencia a nation. When the Cuban society reached its
finales del siglo XIX, la sociedad cubana tuvo, pues, independence at the end of the 19th century, it was,
las mejores condiciones para enfrentarse a los therefore, in perfect condition to confront the
desafíos de la situación nueva dada por los cambios challenges of the day, instigated by the substantial
sustanciales en la escena internacional. changes on the international scene.

Palabras clave: Azúcar, reformas, criollos, identidad, Keywords: Sugar, reforms, creoles, identity,
cubanidad. cubanity.

*
Este texto es resultado del proyecto de investigación MSM 002160824 del Ministerio de Educación de la
República Checa y del proyecto de investigación HAR2009-09844, financiado por el MICINN (España).
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En 2006 el renombrado cubanista y americanista José Antonio Piqueras1, junto


con Imilcy Balboa2, editó un libro con un título elocuente: La excepción americana3. Doce
historiadores de cuatro países –Cuba, España, México y Alemania– estudiaron diferentes
problemas de las colonias caribeñas de España a finales del siglo XVIII y principios de XIX
buscando las razones de la conservación del estatuto colonial de Cuba y Puerto Rico durante
todo el tiempo del derrumbe del sistema colonial en el continente. Llamando la situación de
ambas islas “la excepción”, José Antonio Piqueras hizo constar en la introducción de la obra
mencionada que esta excepción se manifiesta claramente en el hecho de que en un caso –es
decir el caso de Cuba– existieron en la isla solamente algunas voces favorables a la
independencia antes de 1868, señalando en el mismo momento que prácticamente no
existieron tales voces en Puerto Rico4. Al hablar sobre las condiciones distintas en las
colonias insulares y las continentales José Antonio Piqueras subraya las diferencias en dos
esferas, la política y la socioeconómica, siguiendo así las huellas de los anteriores
investigadores que, ya hace décadas, se interesaron por el tema. Hace medio siglo Philip
Foner resumió en cinco puntos: 1) en las colonias insulares las condiciones para la guerra
por la independencia fueron peores que en el continente. Los españoles consideraron Cuba
como la base para las operaciones militares en los virreinatos continentales y mantuvieron
en la isla numerosas tropas. La flota española fue capaz de bloquear las costas de Cuba en el
caso del intento de invasión de las fuerzas de los independentistas del continente sublevado.
2) Los españoles lograron en el caso de Cuba liquidar por la represión a los pocos
partidarios de la independencia. 3) En la isla encontraron refugio miles de personas del
continente y de la isla vecina donde se constituyó, en 1804, después del levantamiento de
los esclavos, el Estado soberano dirigido por la élite militar de los esclavos sublevados. Ya
durante la década anterior la población blanca de la colonia francesa prácticamente había
desaparecido y sus restos no solamente fortalecieron los partidarios del régimen colonial en
Cuba sino que advirtieron a los criollos blancos de la isla del peligro de la lucha armada
contra el poder colonial, que tuvo consecuencias fatales en el caso de la colonia francesa en
la parte occidental de La Española. 4) En el continente participó en las guerras por la
independencia la parte de los eclesiásticos locales, los curas de procedencia criolla, lo que
tuvo en la sociedad católica una gran importancia. En el caso de Nueva España fue el cura
Miguel Hidalgo y Costilla que en la escalera de su iglesia proclamó en forma del Grito de
Dolores la guerra por la independencia de México y otro cura y discípulo de Hidalgo, José
María Morales y Pavón, siguió en la guerra después de la muerte del Padre de la Patria. En

1
Comp. p. ej. sus libros PIQUERAS, José Antonio, Félix Varela y la prosperidad de la patria criolla, Fundación
MAPFRE, Doce Calles, Madrid, Aranjuez 2007, PIQUERAS, José Antonio, Sociedad civil y poder. Colonia y
poscolonia, Madrid, Siglo XXI de España Editores S. A. 2005, PIQUERAS, José Antonio, Bicentenarios de libertad.
La fragua de la política en España y las Américas, Barcelona, Ediciones Península, 2010.
2
Imilcy Balboa tiene su renombre gracias a su investigación en el campo de la historia social y económica de Cuba
del siglo XIX. Comp. p. ej. BALBOA, Imilcy, Los brazos necesarios.Inmigración, colonización y trabajo libre en Cuba,
1878-1898, Valencia, Centro Franncisco Tomás y Valiente UNED Alzira-Valencia, Fundación Instituto de
Historia Social, 2000.
3
BALBOA, Imilcy y PIQUERAS, José Antonio (eds.), La excepción americana. Cuba en el ocaso del imperio
continental, Valencia, Centro Franncisco Tomás y Valiente UNED Alzira-Valencia, Fundación Instituto de
Historia Social, 2006. Comp. también las opiniones de uno de los editores Piqueras Arenas, José Antonio,“Leales
en época de insurrección. La élite criolla cubana entre 1810 y 1814”, in: Visiones y revisiones de la independencia
americana, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2003, 183-206.
4
BALBOA, PIQUERAS, op. cit., 9sg.
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Cuba los eclesiásticos en la gran mayoría de los casos procedieron de España y defendieron
la idea de la unidad de la metrópoli y de la colonia, rechazando la idea de la independencia.
5) La razón más importante, al menos para Foner, fue sin embargo el interés de los
hacendados esclavistas que rechazaron su apoyo al movimiento que amenazaba el futuro de
la esclavitud5.
Todos estos factores tuvieron sin duda su importancia, pero existieron no obstante
otras realidades que jugaron su papel. A finales del siglo XVIII y a principios del XIX Cuba
tuvo en el marco del sistema colonial español una significación doble. Por una parte, quedó
el punto estratégico en el camino entre la península y el continente. La construcción de la
nueva fortaleza para la defensa de uno de los mejores puertos naturales del hemisferio
occidental, La Habana, demuestra la importancia que atribuyó Madrid a este lugar después
de su participación con las consecuencias tan serias que derivaron de aquí en la Guerra de
los Siete Años6. Por otra parte, precisamente en estas décadas creció también la importancia
económica de la colonia caribeña7. Hasta este momento la economía de la isla estuvo ligada
sobre todo al tabaco, a pesar de que la importancia del azúcar y más tarde también del café
creció. Si existió una discusión sobre la toma de la Habana por los ingleses en 1762 como el
impulso para el crecimiento de la extensión de los cañaverales insulares8, en el caso de la
sublevación de los esclavos en Saint Domingue y la práctica liquidación de la industria
azucarera en la parte francesa de la primera colonia española en el Caribe todos los
especialistas estarán de acuerdo. El derrumbe de la exportación de azúcar de Saint
Domingue ofreció a Cuba –y a las otras colonias en la región– nuevas oportunidades que
fueron aprovechadas por la élite económica de las islas.
También el cultivo del café en Cuba influyó sustancialmente en los
acontecimientos que tuvieron lugar en Saint Domingue. El cultivo de esta planta empezó
en la colonia española en la segunda mitad de los sesenta del siglo XVIII y a finales de los
noventa del mismo siglo este producto ya tenía su lugar en la economía isleña. Alejandro
Humboldt atribuyó el gran mérito en el auge del cultivo de cafeto a los exiliados plantadores
de Saint Domingue9 donde esta planta tuvo la tradición más larga y la exportación de sus
frutos representó una parte importante de la economía de la colonia francesa. Fue también

5
Comp. FONER, Philip S., A History of Cuba and its Relations with the United States, I, New York: Internationl
Publishers 1962, p. 83. La influencia de los acontecimientos en Saint Domingue en la situación en Cuba es objeto
del análisis reciente del grupo de autores GONZÁLEZ-RIPOLL, Ma Dolores; NARANJO OROVIO,
Consuelo; FERRER, Ada; GARCÍA, Gloria; OPATRNÝ, Josef; El rumor de Haití en Cuba: Temor, raza y
rebeldía, 1789-1844, Madrid, CSIC 2004. Sobre el dilema de los plantadores criollos entre la independencia y la
estabilidad social en la isla véase el estudio clásico MORENO FRAGINALS, Manuel, “Nación o plantación (El
dilema político cubano visto a través de José Antonio Saco)”, en Homenaje a Silvio Zavala, México, Colegio de
México 1953, pp. 243-272.
6
PARCERO TORRES, Celia María La pérdida de La Habana y las reformas borbónicas en Cuba (1760-1773),
Junta de Castilla y León, 1998.
7
Sobre la economía clásica de Cuba comp. sobre todo los capítulos correspondientes de la síntesis reciente
NARANJO OROVIO, Consuelo (coord.), Historia de Cuba, Madrid, CSIS y Ediciones Doce calles 2009 y
FUENTE, Alejandro de la, Havana and the Atlantic in the Sixteenth Century, Chapel Hill, University of North
Carolina Press, 2008.
8
Sobre esta problemática comp. MCNEIL, John Robert, Atlantic Empires of France and Spain: Louisburg and
Havana, 1700-1763, Chapell Hill, Nort Carolina University Press, 1985.
9
Véase HUMBOLDT, Alejandro, Ensayo político sobre la isla de Cuba, ed. Miguel Ángel Puig Samper, Narnjo
Orovio Consuelo, García González, Armando, Aranjuez, Madrid, Doce Calles 1998, p. 244.
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Francia la que inspiró a todo el continente europeo en tomar café y la creciente demanda de
café en Europa también benefició a Cuba a finales del siglo XVIII. Sobre todo las primeras
décadas del siglo XIX trajeron un enorme crecimiento de la cantidad de los cafetales. Si en
1800 había en los alrededores de la Habana 60 cafetales, que representaban en este período
el centro de la producción del cafeto en la isla, en 1817 su número alcanzó 77910. El mismo
crecimiento lo revelan las cifras de producción del café en la región. Durante seis años, entre
1809 y 1815, la producción casi triplicó – desde 320 000 arrobas en 1809 a 918 263 arrobas
en 181511. Muchos de los refugiados de Saint Domingue entre los años 1801-1802 pasaron
por Cuba en su viaje a la Louisiana francesa. Una parte de ellos se asentó, sin embargo, en
los alrededores de Santiago siguiendo en las actividades económicas, es decir el cultivo del
cafeto, que desarrollaron en la isla vecina.
Sin menospreciar estos datos hay que subrayar, tomando en cuenta las tendencias
de la economía cubana posterior, que estas décadas abrieron una nueva etapa en la economía
de la isla, sobre todo en la esfera de la producción de la caña del azúcar, que jugó un papel
tan importante no solamente en la economía sino también en la composición de la
población y en la vida social isleña. El desarrollo del cultivo de caña y de la producción del
azúcar gozó de buenas condiciones en las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del
XIX. La cantidad del ganado en las ganaderías de las diferentes partes de la isla aseguraba
no solamente el alimento para los esclavos de los cañaverales, sino también la fuerza motriz
para los ingenios y el tiro en las plantaciones. En la isla había suficiente madera para la
construcción y bastante leña para las calderas y eso a pesar de que precisamente en los
bosques de los alrededores de La Habana protegidos hasta este momento por los intereses
de los reales astilleros12 empezaron a desaparecer, de forma que los hacendados fueron
obligados a construir nuevos ingenios en los nuevos terrenos, sobre todo en la costa y cerca
de los grandes ríos que ofrecían la posibilidad del transporte fácil y barato del producto. Por
eso los cañaverales no se extendieron en estos años hasta el interior, sino que solo ganaron
las proximidades de los puertos en Matanzas y Mariel. Precisamente en las primeras
décadas del siglo XIX se abrió el proceso que culminó en las décadas siguientes con la
formación de una gran zona azucarera entre La Habana y Matanzas.
Las mismas tendencias se notan en otras partes de la isla. En los alrededores de
Trinidad surgió la gran mayoría de las plantaciones azucareras que se extendieron a lo largo
de los ríos hacia el interior y las bases para el desarrollo de los cañaverales se hicieron
patentes en Santí Spiritus, Santa Clara o Remedios. Por otro lado, se conservaron en otras
regiones viejas formas de economía, en Puerto Príncipe prevaleció por ejemplo la ganadería.
No obstante, lo que cambió en esta parte de la isla fue la orientación del consumo. La carne
ya no estaba destinada a la exportación sino al intercambio comercial con aquellas regiones
azucareras de Cuba que necesitaban grandes cantidades de víveres para la alimentación de la
mano de obra esclava relacionada con el cultivo de caña y la producción del azúcar. A
principios del siglo XIX se formaron así los cimientos de las características de la economía

10
Ibíd.
11
FRIEDLAENDER, Heinrich E., Historia económica de Cuba, La Habana, 1944, 122
12
Sobre esta problemática véase INGLIS, Douglas, “The Spanish Naval Shipyard in Havana in the Eighteenth
Century”, en New Aspects of Naval History, Baltimore, 1985, pp. 47-58.
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para todo el resto del siglo, cuando la producción masiva de azúcar sirvió sobre todo para la
suministración del mercado internacional13.
Estas tendencias de la esfera económica fueron frenadas por los factores
extraeconómicos. En la segunda década del siglo XIX la política de España en esta esfera
registró importantes cambios que tuvieron tres razones: 1) la situación complicada en el
continente sublevado y la ambición de España de hacer de Cuba la base militar tanto para la
guerra contra las tropas de los independentistas de diferentes partes de América y como
para la defensa de Florida amenazada por los planes anexionistas de algunos grupos
políticos en los Estados Unidos. 2) La creciente importancia de Cuba en la esfera
económica. 3) Las exigencias de la élite criolla en la isla caribeña. En 1817 se publicaron dos
decretos reales y se firmó un convenio internacional de gran importancia para Cuba. De tal
manera, la información sobre la firma del convenio despertó las preocupaciones de muchos
terratenientes. El convenio entre España y Gran Bretaña sobre la cancelación de la trata
amenazó el suministro de la mano de obra en las plantaciones isleñas. Sin embargo, el
convenio quedó solamente en papel a pesar de que Londres tuvo un gran interés en la
realización del documento. Este hecho convenció a la sacarocracia cubana de que el
gobierno en Madrid y sus representantes en la colonia no tomaban en serio el tratado y que
no realizarían las medidas que dañarían los intereses de los plantadores cubanos.
Prácticamente, la presión de Londres no cambió nada en la política española hasta los años
cuarenta cuando apareció en la Conspiración de Escalera el nuevo fenómeno en la isla14.
Los contemporáneos mencionaron frecuentemente este hecho subrayando los intereses
personales de los representantes de la administración colonial en la trata15. En resumidas

13
Sobre la problemática del lugar del azúcar en la economía cubana véase sobre todo MORENO FRAGINALS,
Manuel, El ingenio. Complejo económico social cubano del azúcar, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1978. En los
últimos años aparecen, sin embargo, con creciente frecuencia los estudios sobre otras tendencias en la economía cubana,
sobre todo en las últimas décadas del siglo XIX. Véase Más allá del azúcar. Política, diversificación y prácticas económicas en
Cuba, 1878-1930, Antonio Santamaría García y Consuelo Naranjo Orovio (eds.), Madrid, Doce Calles, 2009.
14
Sobre la problemática de Ecalera comp. PAQUETTE, Robert L., Sugar is made with blood. The Conspiracy of La
Escalera and the Conflict between Empires over Slavery in Cuba, Middletown, Wesleyan University Press, 1988.
15
MADDEN, Robert. R., La Isla de Cuba, La Habana 1964, especialmente la p. 67 y siguientes. La colaboración
del capitán General Tacón con los tratistas fue criticada en los treinta por los representantes de la capa criolla que
rechazaba por diferentes razones la dependencia de la economía isleña en mano de obra esclava. Domingo del
Monte contestó en 1839, en el interrogatorio de Robert Madden, unas preguntas dedicadas a las relaciones de
Tacón con el comercio clandestino. Su respuesta a la pregunta cuarenta, ¿El gobernador de la Habana y Capitán
General de la Isla tiene instrucciones de su gobierno para suprimirlo?, fue unívoca: “Sí, públicas, cuando el
gobierno de Madrid se ve instigado por el de Londres”. Y la respuesta a la pregunta siguiente desarrolló la anterior:
“¿El general Tacón procuró suprimirlo? No: fue, al contrario, el que más lo protegió”. La siguiente pregunta estuvo
dirigida a los sobornos ligados, según la opinión del público, con la trata secreta. “¿Es cierto que los capitanes
generales reciben 10 pesos por cada negro por el permiso de desembarcarlos?” “Sí”, contestó Del Monte, siguiendo:
“La pensión es de 8 pesos 4 reales: antes del general Tacón, tomaban esta gabela para sí los allegados de los
gobernadores, aunque se ignora si con acuerdo de ellos; pero Tacón la organizó de manera que su totalidad llegaba
completa a sus manos”15 . Madden estuvo, finalmente, interesado en la suma total que obtuvo el Capitán General
durante cuatro años de su cargo: “A 450 000 pesos, por datos muy exactos.” Comp. Domingo del Monte en
Interrogatorio de Mr. R. R. Madden, absuelto por mí en 17 de septiembre de 1839, sobre la esclavitud en Cuba,
en Escritos de Domingo del Monte, introducción y notas de José A. Fernández Castro, tomo I, La Habana, Cultural
S. A., 1928, p. 140. Sobre Richard Madden y su relación con el problema de la esclavitud en Cuba véase
VARELLA, Claudia, “Observaciones británicas sobre la esclavitud cubana. Richard R. Madden”, in: El Caribe
hispano de los siglos XIX y XX. Viajeros y testimonios, Josef Opatrný, ed.(= Ibero-Americana Pragensia,
Supplementum 24), Praga 2009, pp. 95-103. Sobre la problemática del comercio de esclavos en Cuba comparar
sobre todo BERGAD, Laird W., IGLESIAS GARCÍA, Fé, CARMEN BARCIA, María del, The Cuban Slave
Market, 1790-1880, Cambridge University Press, 1995, p. 23.
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cuentas, al no hacer efectivo el convenio sobre la trata entre Madrid y Londres, no peligró el
interés de la sacarocracia isleña y ésta tomó este hecho en cuenta en el proceso de la toma de
posición en cuanto a su relación con el ideario independentista en este tiempo.
Algunas consecuencias positivas para la relación de la sacarocracia cubana con
Madrid y su administrativa colonial en La Habana tuvieron también los mencionados
decretos reales de la segunda mitad de la segunda década del siglo XIX. En 1817 terminó el
estanco de tabaco –el real monopolio en este producto– y en 1818 el decreto real eliminó
algunas limitaciones en el comercio exterior. La liquidación del monopolio en la venta del
tabaco no significó solamente la liberación de la producción y de la comercialización de este
producto sino sobre todo el fin de la desigualdad de derechos y el control de este segmento
de la economía isleña por parte de la metrópoli, lo que tuvo una gran importancia simbólica.
Otro real decreto de este período propuso atraer a Cuba nuevos inmigrantes blancos, mano
de obra barata para la economía local. El decreto aseguraba el viaje gratuito y ciertas
ventajas en la isla a las personas que vinieran a establecerse en la colonia.
Mayor importancia que este decreto sobre la inmigración tuvieron los decretos del
año 1819 sobre la tierra no cultivada y los realengos, que liquidaron las existentes
limitaciones para la compra y venta de la tierra que estaba formalmente en el poder de la
corona. Los decretos de 1819 entregaron los terrenos a manos de los que los labraban con
todos los derechos, es decir, el derecho de disponer de esta tierra, incluso a la libertad de
venderla en el mercado libre. Naturalmente, estos decretos beneficiaron sobre todo a los
terratenientes que tuvieron el capital para las compras.
Otras reformas de estas décadas no tuvieron consecuencias económicas inmediatas,
pero cumplieron con las viejas demandas de la élite criolla en el sistema educativo. Los
hacendados intentaron realizar hasta este momento sus exigencias en esta esfera en el marco
de las actividades de la Real Sociedad Económica de los Amigos del País16. Por un lado
tuvieron interés en el mejoramiento de la enseñanza en general, por el otro pidieron el
establecimiento de nuevas escuelas orientadas a la práctica del comercio, el estudio de las
lenguas extranjeras vivas y la preparación de los especialistas en el campo de la agricultura, la
producción y la elaboración de la caña de azúcar.
Un gran papel en la delineación de las posturas de la élite criolla cubana que
rechazaba la idea de la guerra por la independencia lo jugó su portavoz en estas décadas
Francisco Arango y Parreño17. La historiografía clásica cubana sólo tuvo para él palabras de

16
Sobre las actividades múltiples de esta Sociedad véase ÁLVAREZ CUARTERO, Izaskun, Memorias de la
Ilustración: las Sociedades Económicas de Amigos del País en Cuba (1783-1832), Madrid, Departamento de
Publicaciones Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, 2000
17
Tomando en cuenta la importancia de Francisco Arango y Parreño puede sorprender que existen pocos libros
sobre él. No obstante, al lado de la obra clásica PONTE DOMÍNGUEZ, Francisco, Francisco Arango y Parreño.
Estadista colonial cubano, La Habana, Molina y Cía, 1937 existe una gran cantidad de artículos en las revistas.
Comp. p. ej. AMORES CARREDANO, Juan Bosco, “El Jóven Arango y Parreño: Origen del proyecto político-
económico de la sacarocracia habanera (1786-1794)”, en Temas Amaricanistas, 12, Sevilla 1995, 25-33;
GONZÁLEZ-RIPOL NAVARRO, M.a Dolores, “Vínculos y redes de poder entre Madrid y la Habana:
Francisco Arango y Parreño (1765-1837), ideólogo y mediador”, Revista de Indias, LXI, no. 222 (2001), 291-305;
la misma, “Dos viajes, una intención: Francisco Arango y Alejandro Oliván en Europa y las Antillas azucareras
(1794 y 1829)”, Revista de Indias, LXII, no. 224 (2002), 85-102. Recientemente apareció otro texto cuya autora
está interesada en otros matices del pensamiento de Arango y Parreño, comp. VIDAL PRADES, Emma Dunia,
“Valiente y Arango: ¿Pensamiento caribeño vs. pensamiento español?”. Pensamiento caribeño. Siglos XIX y XX, Josef
Opatrný, ed. (= Ibero-Americana Pragensia, Supplementum XIX, (2007)), pp. 301-310.
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apreciación. La Historia de la nación cubana lo consideró como la persona más destacada de


la capa criolla entre 1790 y 1837, mencionando que esta época “puede y debe llamarse, con
justicia, la época de Arango y Parreño”18. Ramiro Guerra y Sánchez subrayó en su persona
“la superior capacidad de ‘los hijos del país’ para estudiar los problemas de éste y buscar las
soluciones adecuadas a los mismos”19. A pesar de que gran parte de los historiadores subraya
las actividades de Arango y Parreño en el campo de economía y aprecia sus méritos políticos,
sus opiniones sobre el carácter de la sociedad en Cuba tienen también su importancia. Su
concepto de la relación entre los criollos cubanos y la nación española apareció de forma
unívoca en el texto de octubre de 1808. En el Manifiesto del Ayuntamiento de la Habana a la
Suprema Junta Central Arango y Parreño escribió: “Somos españoles [...] parte sana de la
honradísima España. Y esta ilustre sangre que corre por nuestras venas en nada ha
desmerecido porque [...] haya logrado conquistar, establecer y fomentar tantas Españas
nuevas, tantos reinos opulentos”20. En estas palabras manifestó no solamente su “amor a
España”21 sino su concepto de la identidad de los criollos cubanos, idéntica a la española.
Sin interesarse especialmente en el problema de la identidad de los habitantes de Cuba el
político criollo tocó esta problemática también en su texto más citado, Discurso sobre la
Agricultura de la Habana y medios de fomentarla22. Enumerando en esta obra las “naciones”
que produjeron en sus colonias americanas el azúcar de caña –los franceses, ingleses y
portugueses– incluyó también “nosotros”, es decir españoles. Subrayando en el mismo
discurso la importancia de la agricultura y del comercio para la riqueza de los Estados
encontró en las colonias americanas una de las causas de las dificultades de España
escribiendo textualmente: “la América ha sido una de las causas de nuestra decadencia”23.
Tomando en cuenta el contexto, está claro que “nuestra decadencia” representa la
decadencia de la monarquía de la península Ibérica.
En las primeras décadas del siglo XIX Arango y Parreño figuró en la sociedad
criolla de Cuba entre las personas más influyentes y sus conceptos en la esfera política,
económica, social etc. fueron generalmente aceptados. Por otro lado creció en la segunda
década del mismo siglo la fama e influencia de Félix Varela. Lo apreciaron sobre todo los
jóvenes habaneros, en muchos casos los alumnos de Varela en el Seminario de San Carlos.
La historiografía cubana, la clásica y la moderna, lo consideran como el prócer de la
independencia de Cuba. A pesar de que sus biógrafos dedican atención a la importancia de
Varela para la historia de la filosofía y pedagogía cubana24 subrayan sobre todo el papel de
las actividades políticas de Varela en la primera mitad de los años veinte del s.XIX. El

18
Historia de la nación cubana, La Habana, 1952, vol. III, el texto de la lámina entre pp. 20-21.
19
GUERRA Y SÁNCHEZ, Ramiro, Manual de Historia de Cuba (económica, social y política). Desde su
descubrimiento hasta 1868, y un Apéndice con la historia conteporánea, La Habana, Consejo Nacional de Cultura,
1962, p. 217.
20
ARANGO Y PARREÑO, Francisco, “Manifiesto del Ayuntamiento de La Habana a la Suprema Junta
Central, antes de recibir de oficio la noticia de su instalación, Habana y octubre de 1808”, in: ARANGO Y
PARREÑO, Francisco, Obras de Francisco Arango y Parreño, Habana, 1952, II, p. 113.
21
GUERRA Y SÁNCHEZ, op. cit., p. 217.
22
ARANGO Y PARREÑO, Francisco, “Discurso sobre la Agricultura de la Habana y medios de fomentarla”, in:
ARANGO Y PARREÑO, Francisco, Obras de Francisco Arango y Parreño, La Habana, 1952, I, pp. 114-174.
23
Ibíd., p. 115.
24
AMORES CARREDANO, Juan Bosco, “Tradición y modernidad en las Lecciones de Filosofía de Félix
Varela”, in: Pensamiento caribeño – siglos XIX – XX (=Ibero-Americana Pragensia, Supplementum 19), ed. Josef
Opatrný, Vydavatelství Karolinum, Praga, 2007, pp. 185-199.
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filósofo habanero participó en el trabajo de las Cortes liberales en Madrid, donde por su
pensamiento liberal representó a Cuba. Obligado a huir de España después de la derrota de
los liberales españoles vivió en los Estados Unidos totalmente desilusionado. En los
principios de su estancia estadounidense publicaba la revista El Habanero. En los artículos
en esta revista apoyó unívocamente la idea de la independencia de Cuba y numerosos
historiadores, inspirados por el título de una de las biografías más autoritativas de Varela lo
llaman “el forjador de la conciencia cubana”25. La vida y las actividades de Varela no las
analizaron solamente sus biógrafos26 sino también los autores de las historias generales. “El
carácter electivo del pensamiento vareliano, basado en la razón y la experiencia, permitió
trazarle un rumbo propio al pensamiento cubano [...] esta actitud implicaba el desarrollo de
una conciencia cubana, no porque existiera la nación sino por la aspiración de crearla”27. José
Antonio Piqueras subraya que Varela “entre 1824 y 1826 defendió la necesidad de una
independencia inevitable, fomentó el sentido patriótico y comentó con sentido crítico los
acontecimientos de la época y la pasividad de los hombres de negocios de su país, más
próximos a la realización de beneficios que al amor hacia Cuba”28.
Defendiendo en sus textos de El Habanero el derecho de Cuba a la independencia,
Varela rechazaba la idea de la incorporación de la isla en uno de los nuevos países del continente.
Mencionó repetidamente México y Gran Colombia, lo cual tuvo su importancia en el momento
en que Simón Bolívar buscó apoyo para su idea de la constitución del gran Estado sobre las
ruinas del imperio colonial español. Varela usaba los argumentos económicos. Como parte de
cualquier nación continental “deberá Cuba contribuir [...] a las cargas generales y sin duda serán
mucho más cuantiosas, aun en la parte que pueda tocarla, que las que tendría constituyéndose
por sí sola; mejor dicho, pagar éstas y más, parte de aquéllas”29. Varela no publicó más que unos
números de la revista, pronto decepcionado de las actividades políticas. Desarrolló actividades
sociales y religiosas entre los inmigrantes irlandeses de Nueva York donde fue visitado por los
numerosos criollos cubanos. Gozó de una fama extraordinaria en las capas cultas de Cuba donde
lo adoraban no solamente sus ex alumnos. A pesar de esto su pensamiento independentista no
tuvo el eco entre la élite criolla que en las primeras décadas del siglo XIX no apoyaba el ideario
independentista sino el movimiento reformista. Algunos historiadores y periodistas cubanos del
siglo XX acusaban por eso esta élite de la traición de los intereses de Cuba. Su egoísmo de clase y
la defensa de sus intereses económicos lo evitó, según estos críticos, en la lucha por la
independencia de la patria30.

25
HERNANDEZ TRAVIESO, Antonio, El Padre Varela. Biografía del forjador de la conciencia cubana, Miami,
Ediciones Universal, 1984, (2a ed.).
26
RODRÍGUEZ, José Ignacio, Vida del presbítero Don Félix Varela, Nueva York, 1878.
TORRES-CUEVAS, Eduardo, Félix Varela, los orígenes de la ciencia y con-ciencia cubanas, La Habana, Editorial
Ciencias Sociales, 1995; TORRES-CUEVAS, E., IBARRA CUESTA J. y GARCÍA RODRÍGUEZ, M. (eds.),
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prosperidad de la patria criolla, Madrid, Aranjuez, Fundación MAPFRE, Doce Calles, 2007.
27
Instituto de Historia de Cuba, Historia de Cuba. La colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional de los
orígenes hasta 1867, La Habana, Editora política, 1994, p. 333.
28
NARANJO OROVIO, Consuelo (coord.), Historia de Cuba …, p. 286.
29
VARELA, Felix, “¿Necesita la isla de Cuba unirse a algunos de los gobiernos del continente americano para
emanciparse de España?”, El Habanero, La Habana, 1964, p. 195.
30
Compárese con la opinión de SOTO PAZ, Rafael, La falsa cubanidad de Saco, Luz y Del Monte, La Habana,
Editorial “Alfa”, 1941.
COLINDANCIAS | 61

La continuación del estatuto colonial de Cuba, a pesar de las consecuencias


negativas en diferentes campos de la vida de la isla, tuvo, sin embargo, también otra
dimensión. Ofreció a los portavoces de los criollos el espacio y el tiempo para analizar su
lugar en la sociedad y repensar repetidamente la relación de la sociedad criolla con la de la
metrópoli, es decir de “lo cubano” y “lo español”. Dicho de otro modo, buscar la respuesta a
la cuestión más discutida siempre en el mundo atlántico del siglo XIX: ¿Qué contenido
tienen las palabras “la patria”, “la nación”, “los intereses nacionales” o “los derechos de la
nación”, e incluso el derecho de establecer el Estado soberano? Los portavoces de la élite
criolla de Cuba tomaron en cuenta en estas discusiones los acontecimientos y procesos
sociales, económicos y políticos en las ex colonias españolas del continente sin hablar de la
experiencia de la parte oriental de la isla vecina, Haití. Algunos de ellos, críticos del sistema
colonial español, dudaron de que el establecimiento del Estado independiente fundado en
las tradiciones políticas españolas representara el progreso. En la segunda mitad de los años
cuarenta surgió con fuerza renovada la aspiración de resolver los problemas de la sociedad
de Cuba por su anexión a los Estados Unidos, y los partidarios y críticos de esta solución
discutieron no solamente las ventajas y desventajas de la incorporación de Cuba a los EE.
UU. sino que también abordaron un abanico más amplio de cuestiones ligadas a este
problema. Uno de los partidarios de la idea anexionista, Gaspar Cisneros Betancourt,
escribió que la anexión no significaría solamente la defensa contra los males del
colonialismo español y las ambiciones de las potencias europeas de apoderarse de Cuba sino
también “contra nosotros mismos, que mal que pese a nuestro amor propio somos del
mismo barro que los que han logrado hacerse independientes, pero no pueblos libres y
felices“31. Casi las mismas palabras aparecen en su carta del octubre de 1848. Hablando
sobre la herencia española en el pensamiento criollo de Cuba dudó sobre la capacidad de
“los hijos esclavos de españoles” de “ser de hombres libres”.
No olvidó mencionar algunos nombres de la escena política latinoamericana de
esta década, como Santa Ana, Flores o Managas, para plantear una cuestión elocuente:
“¿Cómo podríamos nosotros primero conquistar nuestra independencia, y después sostener
un gobierno libre?”32. El gran crítico de la idea de la anexión, José Antonio Saco, apreció
por un lado la democracia estadounidense y el progreso en el campo de la técnica en los EE.
UU., pero por otro lado, subrayó las diferencias fundamentales entre la sociedad criolla de
Cuba y la de los Estados Unidos en lo referente a la cultura, las costumbres y las tradiciones.
Formuló la idea de la “cubanidad” basada en la lengua y cultura españolas, en las tradiciones
y costumbres locales formadas durante la historia común de la población de la isla33. Al
mismo tiempo publicaron su poesía y las obras sobre la historia de Cuba José Fornaris y
Pedro Santacilla, confirmando que las conclusiones de las reflexiones de Saco estaban
aceptadas por la comunidad creciente de los criollos cubanos.

31
Gaspar Betancourt Cisneros a José Antonio Saco, 20 de febrero de 1849, Nueva York, in: CÓRDOVA,
Federico de (comp. y prólogo), Cartas de Lugareño (Gaspar Betancourt Cisneros), La Habana, Publicaciones del
Ministerio de Educación, 1951, p. 313.
32
Gaspar Betancourt Cisneros a José Antonio Saco, 19 de octubre de 1848, Nueva York, in: Cartas de Lugareño…,
p. 307 y sg.
33
Sobre la idea de la cubanidad véase recientemente OPATRNÝ, Josef, José Antonio Saco y la búsqueda de la
identidad cubana (=Ibero-Americana Pragensia, Supplementum 24), Praga, 2010.
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De esta forma, gracias a José Antonio Saco, Pedro Santacilla, José Fornaris y otros
representantes de la cultura criolla al menos una parte de la sociedad en Cuba entró en las
últimas décadas del siglo con el concepto de los rasgos específicos de la comunidad que
habitaba la isla, rasgos específicos expresados en la palabra cubanidad. En la cubanidad tuvo
un gran impacto el concepto de nacionalidad cubana, cuyos portavoces tuvieron el derecho y
el deber de defender los intereses políticos, económicos, sociales y culturales de los cubanos,
o sea, a principios de la segunda mitad del siglo XIX, solamente de los cubanos blancos, que
en su mayoría compartían los temores de la gente de color de Cuba, de los esclavos y los
libres de color. Esta amenaza hipotética, sin embargo, desapareció, prácticamente, durante
la Guerra de los Diez Años. Después de este conflicto José Martí tuvo la oportunidad de
incorporar a la nación cubana también estas capas, antes excluidas. La sentencia “Cubano es
más que blanco, más que mulato, más que negro” significa al mismo tiempo la negación del
concepto de la nacionalidad cubana de José Antonio Saco y la culminación del proceso que
precisamente Saco abrió por su definición vaga de la nacionalidad cubana. Definición
basada en el fenómeno de la cultura, historia y costumbres comunes que forman los rasgos
más importantes de la nación moderna. La sociedad cubana entró finales del siglo en la
etapa final de la lucha por la independencia en unas condiciones diferentes con respecto a
las sociedades continentales. En la guerra de 1895-1898 luchó y venció la nación cubana,
que no fue obligada a buscar su identidad, sino que la tuvo, y estuvo preparada para
enfrentarse a los desafíos de la nueva situación debida a los cambios sustanciales que
tuvieron lugar en la escena local e internacional.

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