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Analisis Caso Calderon Vs Ecuador

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ANALISIS CASO ACOSTA CALDERÓN VS. ECUADOR.

Hechos fácticos:

El señor Rigoberto Acosta Calderón, ciudadano de nacionalidad colombiana,


fue arrestado el 15 de noviembre de 1989, en el sector de La Punta de la
ciudad de Lago Agrio, provincia de Sucumbíos.

El arresto lo realizaron elementos de la Policía Militar de Aduana del Ecuador,


sin orden de autoridad competente alguna y sin que se le haya sorprendido
cometiendo algún ilícito que pueda constituir como flagrancia delictiva.

El argumento de quienes realizan la detención fue el ser sospechoso de tráfico


ilegal de sustancias estupefacientes y psicotrópicas. El parte policial señalaba
que en poder del ciudadano colombiano se encontró una maleta que en su
interior contenía una sustancia que los miembros de la Policía de Aduanas,
presumieron que era “pasta de cocaína”.

El Señor Acosta Calderón el día de su arresto formuló una declaración a la


policía militar aduanera en la cual manifestó que tenía conocimiento del
contenido de la maleta incautada; además ese mismo día realizó una
declaración ante el Fiscal de lo Penal de Sucumbíos, declarando su inocencia;
estas declaraciones no fueron formuladas con la presencia de un abogado
defensor. A pesar de ser ciudadano colombiano no fue notificado de su
derecho a la asistencia consular de su país, vulnerando los derechos y
garantías constitucionales.

Después de rendir su declaración en forma ilegal, es puesto a órdenes del Juez


de lo Penal de Lago Agrio, tampoco se le designo un Abogado Defensor
Público y se lo alejo del lugar en que se tramita el proceso imposibilitando el
derecho a ser escuchado con las debidas garantías por el Juez que tramitaba
la causa.

El 15 de noviembre de 1989, el Juez de lo Penal de Lago Agrio dictó auto


cabeza en el proceso signado con el número N° 192-89, en contra de Rigoberto
Acosta Calderón, por posesión de 2 libras y media de pasta de cocaína, lo que
constituía delito punible y pesquisable, siendo sindicado con orden de prisión
preventiva por reunir los presupuestos instituidos en el Código de
Procedimiento Penal, Artículo 177.

El 30 de noviembre de 1989, por disposición del Juez de lo Penal de Lago


Agrio, Rigoberto Acosta Calderón compareció a rendir testimonio indagatorio;
en esta misma fecha el Juez ordenó que sea pesada en el hospital de Lago
Agrio la presunta droga incautada, todo lo cual se realizaba para el respectivo
reconocimiento y su posterior destrucción. En este hospital se realizó el pesaje,
pero no el análisis de la supuesta pasta de cocaína, danto como peso total
3.641 gramos. En el informe presentado no se indicaba si dicho pesaje
correspondía en su totalidad la pasta de cocaína incautada a Acosta Calderón.

Rigoberto Acosta permaneció bajo custodia de la policía aduanera en el IX


Distrito Amazonas, ubicado en la localidad de San Miguel, esta detención fue
hasta el 21 de diciembre de 1989, fecha en la cual el Juez ordenó sea
trasladado al Centro de Rehabilitación Social de Tena.

La Tesorería de la Dirección Provincial de Salud de Napo con fecha 12 de


enero de 1990, recibió por parte del secretario del Juzgado de lo Penal de Lago
Agrio 1175,6 gramos de pasta de cocaína, la cual estaba consignada como
parte del proceso N° 192-89 de Rigoberto Acosta Calderón.

El Juez de lo Penal de Lago Agrio, con fecha 18 de enero de 1990 ordenó que
la Dirección Provincial de Salud de Napo practicara el reconocimiento, pesaje,
análisis y destrucción de la supuesta droga incautada al señor Acosta
Calderón, y que, para tal efecto, en dicha diligencia se nombrara a los peritos
que emitirían el informe requerido por el artículo 10 de la Ley de Control y
Fiscalización del Tráfico de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas y su
Reglamento.

Los señores Jorge Luna, Edison Tobar y Raúl Toapanta, agentes de la policía
militar aduanera autores del parte policial de 15 de noviembre de 1989, el 6 de
junio de 1990, comparecieron ante el Juez de lo Penal de Lago Agrio para
ratificar el contenido del parte policial realizado.
El señor Acosta Calderón fue trasladado al Centro de Rehabilitación de
Ambato. El 27 de julio de 1990 el señor Acosta Calderón solicitó que se
revocara su orden de detención y que se le trasladara a la ciudad de Tena.

El 20 de agosto de 1990 el Juez de lo Penal de Lago Agrio ordenó que se diera


cumplimiento a lo ordenado en su providencia de 18 de mayo de 1990, en
cuanto a que se estableciera en qué lugar se encontraban las evidencias
físicas incautadas al señor Acosta Calderón.

El 13 de septiembre de 1990 el Juez de lo Penal de Lago Agrio declaró que no


procedía la revocatoria de la orden de prisión solicitada por el señor Acosta
Calderón el 27 de julio de 1990 (supra párr. 50.14), en vista de que la “situación
jurídica” de este no había cambiado. Asimismo, el Juez de lo Penal de Lago
Agrio ordenó que se cumpliera con lo ordenado en las providencias de 18 de
mayo de 1990 (supra párr. 50.12) y de 20 de agosto de 1990 (supra párr.
50.15), para proceder con los requisitos establecidos en el artículo 10 de la Ley
de Control y Fiscalización del Tráfico de Estupefacientes y Sustancias
Psicotrópicas y su Reglamento.

El 3 de octubre de 1990 el Juez de lo Penal de Lago Agrio ordenó que se


cumpliera con lo ordenado en las providencias de 18 de mayo, 20 de agosto y
13 de septiembre de 1990, con el propósito de establecer el paradero de las
evidencias físicas incautadas al señor Acosta Calderón. En dicha orden, la
secretaria del Juzgado hizo constar que el anterior secretario del Juzgado no le
entregó el inventario de las causas penales, ni le informó en qué lugar se
encontraban las evidencias físicas de los procesos.

El 10 de octubre de 1990 el director del Centro de Rehabilitación Social de


Tena informó al Juez de lo Penal de Lago Agrio que el señor Acosta Calderón
había sido trasladado desde ese centro al Centro de Rehabilitación Social de
Ambato.

El 27 de noviembre de 1990 el Juez de lo Penal de Lago Agrio nuevamente


ordenó que se cumpliera con lo ordenado en las providencias de 18 de mayo,
20 de agosto, 13 de septiembre, y 3 de octubre de 1990, esto con el propósito
de establecer el paradero de las evidencias físicas incautadas al señor Acosta
Calderón, además ordenó que la secretaria del Juzgado se comunicara con el
anterior secretario del Juzgado para que este último respondiera por dicha
evidencia. Ordenó también que se solicitara al señor director de la Dirección
Provincial de Salud de Napo, en la ciudad de Tena, que certificara si dichas
evidencias físicas se encontraban en esa jefatura de salud. Por último, el Juez
ordenó la comparecencia ante dicho juzgado de los señores Jorge Luna,
Edison Tobar y Raúl Toapanta, quienes fueron los agentes que capturaron a
Rigoberto Acosta Calderón.

El 8 de octubre de 1991 el señor Acosta Calderón presentó un escrito al Juez


de lo Penal de Lago Agrio, mediante el cual indicó que no se había encontrado
evidencia alguna de drogas para sustanciar su detención. Asimismo, solicitó
que se le recibiera su testimonio indagatorio, conforme a lo establecido en el
artículo 127 del Código de Procedimiento Penal relativo a la prisión preventiva,
y que se diera por impugnada toda prueba que existiera en su contra. A su vez,
señaló que la causa que se seguía en su contra se encontraba totalmente
alterada y viciada, ya que el expediente de la causa contenía testimonios
ajenos a ésta, así como información relativa a otros procesos.

Ante todos estos hechos Rigoberto Acosta Calderón solicitó el archivo de la


causa, así como la revocación de la orden de detención en su contra, por
cuanto no existía cuerpo material de la supuesta infracción, lo cual tornaba su
detención en ilegal.

El Juez de lo Penal de Lago Agrio, el 8 de octubre de 1991 ordenó que se


prorrogara el sumario por quince días y que se recabara el testimonio
indagatorio del señor Acosta Calderón dentro de un plazo de veinticuatro horas,
ya que dentro del proceso no constaba el testimonio indagatorio de la presunta
víctima, “presumiéndose que el actuario de ese entonces no había incorporado
en el expediente dicha diligencia, el Juez señaló que el expediente contenía
testimonios que no pertenecían al proceso en contra del señor Acosta
Calderón. Así mismo, ordenó nuevamente que se precisara si en la causa
penal existía constancia de las evidencias físicas incautadas al señor Acosta
Calderón. Finalmente, el Juez ordenó nuevamente la comparecencia de los
señores Jorge Luna Edison Tobar y Raúl Toapanta, agentes capturadores del
señor Acosta Calderón.
El 17 de octubre de 1991 el secretario del Centro de Rehabilitación Social de
Ambato certificó que el señor Acosta Calderón había tenido una excelente
conducta y disciplina durante su detención en dicho centro.

El 18 de octubre de 1991, Rigoberto Acosta Calderón rindió testimonio


indagatorio donde reiteró su inocencia y señaló que se encontraba detenido
desde el 15 de noviembre de 1989 y que hasta la fecha de su declaración no
se había presentado ninguna prueba física en su contra. Por lo tanto, solicitó
que se diera el trámite que correspondía con la urgencia que exigía su
situación. Posteriormente, el señor Acosta Calderón solicitó que se agregara su
testimonio indagatorio a los autos y se tuviera como prueba a su favor, alegó
además que las irregularidades en el proceso eran causa para la nulidad total
del mismo e impugnó los testimonios vertidos por los policías Jorge Luna,
Edison Tobar y Raúl Toapanta solicitando que al momento de rendir sus
declaraciones fueran “repreguntados conforme al pliego de preguntas” que
presentó al juzgado. Por último, insistió en la revocatoria de la orden de
detención al no encontrarse reunidos los requisitos exigidos por el artículo 177
del Código de Procedimiento Penal.

El 19 de noviembre de 1991 el Juez de lo Penal de Lago Agrio resolvió que se


ingresara como prueba en la causa el testimonio indagatorio de Acosta
Calderón.

El 10 de diciembre de 1991 la Fiscalía de lo Penal de Sucumbíos opinó que se


debía proceder a la destrucción de la droga incautada.

El 17 de diciembre de 1991 el Juez de lo Penal de Lago Agrio ordenó que se


agregara al proceso la opinión del agente fiscal y que el señor director
provincial de Salud de Napo, en la ciudad de Tena, certificara si en esa
institución se encontraban las evidencias físicas incautadas para luego
proceder a su destrucción.

El 24 de enero de 1992 la defensa de Rigoberto Acosta Calderón presentó un


escrito al Juez de lo Penal de Lago Agrio, señalando que su defendido
continuaba bajo prisión a pesar de que no se habían cumplido los requisitos
para la prisión preventiva contemplados en el Artículo 177 del Código de
Procedimiento Penal, ya que no existían indicios o prueba que estableciera la
existencia de alguna infracción por su parte, solicitando que se declarara
concluido el sumario y se revocara la orden de detención que pesa en su
contra.

El 31 de enero de 1992 el Juez de lo Penal de Lago Agrio insistió en que se


diera cumplimiento a lo ordenado en su oficio de 17 de diciembre de 1991, esto
es en relación a la existencia de la droga incautada y que presumiblemente
estaba en las instalaciones de la Dirección Provincial de Salud del Napo.

La defensa del señor Acosta Calderón, el 27 de marzo de 1992 presentó


escrito al Juez de lo Penal de Lago Agrio, reiterando su solicitud de que se
cerrara el sumario, puesto que había estado en prisión por más de tres años,
sin que se hubiera concluido dicha etapa procesal, ese mismo día el Juez de lo
Penal de Lago Agrio insistió al secretario de dicho Tribunal que se diera
cumplimiento a lo ordenado en los oficios de 17 de diciembre de 1991 y 31 de
enero de 1992.

El 25 de mayo de 1993 el Juzgado de lo Penal de Lago Agrio solicitó al director


de Salud de la Provincia de Napo copias certificadas de los oficios de entrega y
recepción de la droga incautada.

El 1 de julio de 1993 la defensa del señor Acosta Calderón presentó un escrito


al Juez de lo Penal de Lago Agrio, mediante el cual reiteró que seguía
encarcelado, a pesar de no existir en su causa evidencias de droga alguna,
debido a la negligencia de uno de los secretarios anteriores del Juzgado de lo
Penal de Lago Agrio, así mismo, solicitó que se cerrara el sumario, el cual ya
llevaba años sin que se sustanciara la causa, y que se revocara la orden de
detención.

El 15 de julio de 1993 el Juez de lo Penal de Lago Agrio ordenó que el señor


Agente Fiscal opinara sobre el cierre del sumario, decidiendo además que no
procedía la revocatoria de la orden de detención por cuanto no se habían
desvirtuado los presupuestos del Artículo 177 del Código de Procedimientos
Penal; por último, ordenó nuevamente que el Director de Salud de la Provincia
de Napo indicara si en dicha Dirección de Salud se encontraba en depósito la
supuesta droga incautada al señor Acosta Calderón.
El Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas
CONSEP, el 13 de agosto de 1993 informó al Juez Penal de Lago Agrio que en
la Jefatura Zonal del CONSEP en el Nororiente no se encontraba la droga
incautada al señor Acosta Calderón. En esa misma fecha el Juez de lo Penal
de Lago Agrio ordenó el cierre del sumario por haberse cumplido todas las
diligencias propias de dicha etapa procesal.

El 16 de noviembre de 1993 la Fiscalía se abstuvo de acusar al señor Acosta


Calderón, ya que no existía la supuesta droga incautada, por lo tanto, no existía
tampoco responsabilidad penal de éste.

El 3 de diciembre de 1993 el Juzgado Primero de lo Penal de Lago Agrio


decretó un auto de sobreseimiento provisional de la causa, por no haberse
comprobado la existencia de la infracción y en consecuencia no existía la
responsabilidad penal del señor Acosta Calderón; se ordenó que se elevara la
consulta a la Corte Superior de Quito, “como ordena la Ley”, para establecer la
procedencia de dicho auto de sobreseimiento provisional; a pesar de la
desestimación de los cargos en su contra, el señor Acosta Calderón continuó
privado de su libertad.

El 22 de julio de 1994 la Primera Sala de la Corte Superior de Quito revocó el


auto de sobreseimiento provisional de la causa y dictó un auto de apertura del
plenario en contra del señor Acosta Calderón, ordenándose que éste
continuara detenido, por considerarlo autor del delito que se le imputaba, el
Tribunal consideró que se había demostrado la existencia del delito por medio
del informe de la policía militar de aduanas, el supuesto pesaje de las drogas
en el Hospital de Lago Agrio y un memorándum de la Dirección de Salud de la
Provincia de Napo; dicha Corte señaló que la confesión del señor Acosta
Calderón a la policía militar aduanera y al fiscal constituía causa probable para
presumir su responsabilidad.

Existió en un voto salvado, el cual señalaba que no se había comprobado la


existencia de la infracción ni existían presunciones que establecieran la
responsabilidad del señor Acosta Calderón. El 1 de diciembre de 1994 el
Tribunal Penal de Napo fijó el día 7 de diciembre de 1994 como fecha para la
audiencia de juzgamiento del señor Acosta Calderón.
El 7 diciembre de 1994 se llevó a cabo la audiencia de juzgamiento, en dónde
la Fiscalía acusó al señor Acosta Calderón de ser el autor del delito tipificado y
reprimido en el artículo 33 literal c) de la Ley de Control y Fiscalización del
Tráfico de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas, el cual señalaba que
serían “reprimidos con reclusión mayor extraordinaria de doce a dieciséis años
y multa de cincuenta a cien mil sucres, los que traficaren ilícitamente con
estupefacientes o con drogas psicotrópicas mencionadas en la Lista No. 1 de la
Parte III del Anexo de la presente Ley. Se entenderá por tráfico ilícito toda
transacción comercial, tenencia o entrega a cualquier título, de los
medicamentos estupefacientes o drogas hechas en contravención a los
preceptos contenidos en esta ley”. Además, el juzgador solicitó se le impusiera
la pena que la ley establece para esos efectos.

En esta audiencia el señor Acosta Calderón solicitó que se dictara una


sentencia absolutoria a su favor.

El 8 de diciembre de 1994 el Tribunal Penal de Napo en Tena condenó al señor


Acosta Calderón bajo el artículo 33 literal c) de la Ley de Control y Fiscalización
del Tráfico de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas y le impuso una pena
de nueve años de reclusión en el Centro de Rehabilitación Social de Quito, así
como multó al señor Acosta Calderón a pagar 50.000 sucres.

No existe constancia de que dicha condena haya sido apelada.

El 29 de julio de 1996 el Tribunal Penal de Napo concedió la orden de libertad


al señor Acosta Calderón, por haber cumplido la pena impuesta dado a una
rebaja de ésta por buen comportamiento. El señor Acosta Calderón permaneció
bajo custodia del Estado ecuatoriano por seis años y ocho meses, incluyendo
los cinco años y un mes que permaneció bajo prisión preventiva.

Análisis de los hechos

Es notoria la violación al principio de presunción de inocencia, al debido


proceso y el principio del plazo razonable, pues se dilato el tiempo y recién a
los dos años se recibió su declaración y el Juez dictó un auto cabeza de
proceso en contra del señor Acosta Calderón, bajo el argumento de que en el
momento de la detención del ciudadano se le decomiso la cantidad de dos
libras de pasta de cocaína y por constituir el hecho un delito punible y
pesquisable, el Juez dictó orden de prisión preventiva en contra del ciudadano
colombiano; dicho juez en lo posterior ordeno la comparecencia del procesado
para rendir testimonio indagatorio, como también ordeno que la sustancia
incautada presumiblemente pasta de cocaína sea pesada para luego dicha
sustancia sea destruida o quemada.

El pesaje de la sustancia incautada se lo realizo en el Hospital de Lago Agrio,


sin ninguna orden del Juez que tramita la causa, en este sentido no se realizó
el trámite que la Ley establece para determinar verdaderamente de que
sustancia se trataba; dichas diligencias debían haber sido cumplidas
concomitantemente a la detención del ciudadano para así determinar la
materialidad del delito que se le imputa, como sabemos existen medios de
prueba uno de ellos es el llamado PIPH (Prueba de Identificación Preliminar
Homologada), el cual es un análisis químico que sirve como fundamento para
determinar de qué sustancia estupefaciente se trata y así mismo determinar la
cantidad exacta de la sustancia, pues de esta forma se puede de finir si el
ciudadano detenido es un consumidor, adicto, o un traficante y en base a esta
determinación se establecerá la pena que debe cumplir, luego del
reconocimiento y pesaje la sustancia debe ser destruida y todos estos actos
deben constar en una acta que servirá como elemento de prueba, como vemos
nuevamente se cometió una irregularidad que nulita la legitimidad del proceso.

A pesar de todas estas violaciones a los derechos humanos y garantías


constitucionales el ciudadano Colombiano Acosta Calderón, permaneció
detenido por el lapso de seis años y ocho meses.

El ciudadano Acosta Calderón, en razón de haber cumplido parte de su


condena durante la prisión preventiva y considerando que sus derechos han
sido conculcados ejerce el derecho a la debida defensa.

Es así que en el mes de julio de 1996, acude ante los órganos de justicia del
Ecuador, es decir ante los órganos de jurisdicción interna, solicita al Tribunal
Penal dicte su inmediata libertad por haber cumplido parte de su condena y en
base al Código de Ejecución de Penas y por cuanto no se había determinado la
posesión de las sustancias estupefacientes en el momento de la detención y
posteriormente no se realiza ninguna prueba que determine con precisión que
sustancia era y la cantidad que consistía, pues es Juez únicamente se basó en
el parte policial y un informe presentado por quienes realizan la detención.
Dicha petición tuvo asidero en el Juez, quien le concedió la libertad controlada.

Luego de esto el ciudadano inicio los reclamos al Estado Ecuatoriano por las
violaciones a sus derechos, de igual manera impugno todas las pruebas que
existían en su contra ya que estaban viciadas y alteradas, existían testimonios
presentados por personas ajenas al proceso.

Posteriormente, el 13 de agosto de 1993 Consejo Nacional de Control de


Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas CONSEP, presento un informe al
Juez Penal de Lago Agrio, que en la Jefatura Zonal del CONSEP, no se
encontraba la droga incautada al señor Acosta Calderón.

El Juez que tramitaba la causa no cerró el sumario sino hasta el 16 de


noviembre de 1993, dicho sumario debió durar 60 días y en realidad duro
cuatro años y posteriormente el Juez, dicto un sobreseimiento a favor del
procesado, considerando que no se había probado la existencia material del
delito que se le acusaba.

El proceso subió en consulta a la Corte Superior de Quito, desde donde se


emitió la resolución y se devolvió el proceso al Juez de Lago Agrio, y en año
1994 se dicta sentencia condenando al señor Acosta Calderón la pena de 9
años de reclusión.

El estado Ecuatoriano desde todo punto de vista violo los derechos del
ciudadano Acosta Calderón, desde el momento mismo de la detención que se
realizó sin que medie orden judicial alguna, y se le mantuvo detenido
ilegalmente durante mucho tiempo sin que le legalice la detención, ya en el
proceso nunca consto la prueba del delito que se acusaba ya que nunca se
realizó el análisis de rigor, violándose el principio de presunción de inocencia
ya que se le juzgo por un presunto delito que no cometió.

El principio del plazo razonable fue vulnerado debido a que desde que se le
detuvo jamás se observó los plazos que la Ley establece, el sumario estaba
previsto que dure 60 días, pero en realidad se cerró luego de 4 años, en
relación al plazo que duro desde que el proceso fue devuelto por el juez en
grado la Ley establece el plazo de 10 días para que se pronuncie y duro 4
meses y 16 días para resolver.

Otra de las violaciones refiere a que al ciudadano Acosta Calderón, no se le


proveyó de un defensor público para que le asesore y defienda sus derechos.

El viacrucis para el señor Rigoberto Acosta Calderón, inicio desde el 15 de


noviembre de 1989 hasta el 08 de diciembre de 1994, en esta fecha se dictó la
sentencia definitiva que violo entre otros los siguientes derechos contemplados
en la Convención Americana Sobre Derechos Humanos del Pacto de San José
de Costa Rica:

Artículo 2.- Deber adoptar Disposiciones de Derecho Interno

Articulo 7.- Derecho a la libertad Personal

Artículo 8.- Garantías Judiciales

Artículo 24.- Igualdad ante la Ley

Articulo 25.- Protección Judicial, todos estos Derechos en conexión con el


articulo 1.1

Trámite ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

El trámite ante la CIDH se realizó el 8 de noviembre de 1994. El 1º de marzo de


1996 se recibió información adicional del peticionario y el 2 de mayo de ese
mismo año se remitieron las notas al Estado Ecuatoriano.

El 27 de abril se le solicitó información adicional al peticionario y se le reiteró al


Gobierno Ecuatoriano que enviara información sobre los hechos denunciados.

El 29 de julio de 1999, el peticionario respondió a la CIDH aportando la


información solicitada, la cual fue enviada el 20 de agosto de 1999 al Gobierno
Ecuatoriano para sus observaciones.

El 27 de septiembre de 1999 el Gobierno remitió a la CIDH sus observaciones


a la última comunicación del peticionario. Dichas observaciones le fueron
trasladadas al peticionario el 2 de noviembre de 1999.
El 4 de enero de 2000, el Gobierno de Ecuador nuevamente envió información
adicional, la cual fue trasladada al peticionario el 10 de febrero de 2000.

El Estado Ecuatoriano en su informe indicó que respuesta a la denuncia el Juez


Penal de Lago Agrio levantó auto cabeza de proceso y ordenó prisión
preventiva en contra de Rigoberto Acosta Calderón el, 15 de noviembre de
1989, fundamentando su decisión en un informe policial emitido de la
Comandancia Distrital de la Policía Aduanera, en el que se indicaba que
Rigoberto Acosta Calderón portaba dos libras, catorce onzas de pasta de
cocaína. Asimismo, afirma que según la declaración presumarial de Rigoberto
Acosta Calderón, este admitió haberse prestado para pasar una maleta de
propiedad de una señora que la identificó con el nombre de Magola, persona
que le ofreció pagar treinta mil sucres por el acto. El Tribunal de Napo, por su
parte, informó que no consta en el proceso acta alguna de reconocimiento de
las evidencias físicas, constando únicamente en el proceso una copia
fotostática de un documento certificado por el director del Hospital de Lago
Agrio y el secretario del Juzgado.

El Estado Ecuatoriano agregó que no obstante Rigoberto Acosta Calderón


negó tener responsabilidad penal del delito que se le acusó, el Fiscal se
abstuvo de acusarlo. En consecuencia, el Juzgado 2do. de lo Penal de
Tungurahua dictó sobreseimiento a favor del sindicado. Posteriormente la
referida resolución pasó a consulta obligatoria ante la Corte Superior de
Justicia de Quito, la que revocó el sobreseimiento y dictó el auto de apertura
del plenario fundamentando su decisión en que Rigoberto Acosta Calderón era
autor del delito establecido en el Artículo 33 de la Ley de Control y Tráfico de
Estupefacientes, vigente en esa época.

El 8 de octubre de 1994, Rigoberto Acosta Calderón fue sentenciado a nueve


años de reclusión mayor. Posteriormente, el 29 de julio de 1996, por mandato
del Tribunal Penal de Napo, el señor Rigoberto Acosta Calderón obtuvo su
libertad.

El Estado afirma que la libertad controlada solicitada en favor de Rigoberto


Acosta Calderón fue negada en su oportunidad por el Director de
Rehabilitación Social de Ambato y los Ministros Jueces de la Corte Superior de
Ambato, por estar expresamente prohibido en el artículo 115 de la Ley de
Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas; finalmente, el Estado Ecuatoriano
manifiesta que no puede atribuírsele responsabilidad internacional al Gobierno
de Ecuador por cuanto según los hechos relatados, Rigoberto Acosta Calderón
fue detenido, procesado y sentenciado conforme a la ley vigente en el país, y
quien finalmente recobró su libertad 24 meses antes de cumplir su condena.

Con fundamento en las consideraciones de hecho y de derecho expuestas, la


Comisión concluye que el presente caso satisface los requisitos de
admisibilidad enunciados en los artículos 46 y 47 de la Convención Americana
y sin prejuzgar sobre el fondo de la cuestión.

Proceso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

El 25 de junio de 2003 la Comisión presentó la demanda ante la Corte, a la cual


adjuntó prueba documental.

El Tribunal de la Corte IDH, admite el valor probatorio de los documentos


presentados por las partes en la correspondiente etapa procesal, que no fueron
controvertidos ni objetados por las partes, y cuya autenticidad no fue
cuestionada.

El 24 de junio del 2005, la Corte IDH concluyó que el Estado ecuatoriano violó
en perjuicio de Rigoberto Acosta Calderón el derecho a recurrir ante un juez o
tribunal competente, a fin de que este decidiera sin dilaciones y sin demoras
sobre la legalidad de su detención y ordenara su libertad, así como el derecho
a la protección judicial. Además, en un proceso penal según lo tipificado en el
Código de Procedimiento Penal ecuatoriano de 1983, el cual era aplicable a
Rigoberto Acosta no debía exceder de cien días, sin embargo, en este caso se
extendió por más de cinco años, sin justificación alguna, por lo que la Corte
IDH concluyó que existió franca violación en perjuicio de Rigoberto Acosta
Calderón al derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable.

En este proceso no se demostró por los medios técnicos científicos que las
sustancias cuya posesión se atribuyó a Rigoberto Acosta eran estupefacientes,
los tribunales ecuatorianos llevaron adelante el proceso con fundamentos en la
declaración policial de quienes practicaron el arresto; por ende, se trató de
inculpar a Rigoberto Acosta sin indicios suficientes para ello, presumiéndose
que era culpable e infringiendo el principio de presunción de inocencia.

En consideración a la actividad que realizaba Rigoberto Acosta para su


subsistencia la Corte IDH fijó en equidad la cantidad de USD 69.200, como
indemnización por una detención ilegal relacionada por tráfico de drogas;
declarando en su sentencia que:

El Estado violó, en perjuicio del señor Rigoberto Acosta Calderón, el Derecho a


la Libertad Personal consagrado en el artículo 7.1, 7.3 y 7.5 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, en los términos de los párrafos 70, 71, 81 y 84 de la presente
Sentencia.

El Estado violó, en perjuicio del señor Rigoberto Acosta Calderón, el Derecho


a la Libertad Personal y a la Protección Judicial consagrados en los artículos
7.6 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación
con el artículo 1.1 de la misma, en los términos de los párrafos 97, 99 y 100 de
la presente Sentencia.

El Estado violó, en perjuicio del señor Rigoberto Acosta Calderón, el Derecho a


las Garantías Judiciales consagrado en el artículo 8.1, 8.2, 8.2.b, 8.2.d y 8.2.e
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el
artículo 1.1. de la misma, en los términos de los párrafos 107, 108, 114, 115,
119, 120 y 124 a 127 de la presente Sentencia.

El Estado incumplió, al momento en que ocurrieron los hechos, con la


obligación establecida en el artículo 2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos en relación con el artículo 7.5 de la misma, en los términos
de los párrafos 135 y 138 de la presente Sentencia.

La Corte IDH, dispuso por unanimidad:

El Estado ecuatoriano debe publicar, al menos por una vez, en el Diario Oficial
del Ecuador y en otro diario de amplia circulación nacional, tanto la sección
denominada “Hechos Probados” como la parte resolutiva de la presente
Sentencia.
El Estado ecuatoriano debe, como medida de satisfacción, eliminar los
antecedentes penales del señor Rigoberto Acosta Calderón de los registros
públicos en relación con el presente caso.

El Estado debe efectuar los pagos por concepto de daño material e inmaterial
al señor Acosta Calderón, así como el reintegro de costas y gastos a CEDHU y
a los señores Alejandro Ponce Villacís y Acosta Calderón, dentro del plazo de
un año.

Supervisará el cumplimiento íntegro de esta Sentencia y dará por concluido el


presente caso una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo
dispuesto en la misma. Dentro del plazo de un año a partir de la notificación de
esta Sentencia, el Estado deberá rendir a la Corte un informe sobre las
medidas adoptadas para darle cumplimiento.

La Corte IDH, señaló que, si bien el monto de las indemnizaciones depende


“del daño ocasionado en los planos tanto material como inmaterial”, aclaró que
“las reparaciones no pueden implicar ni enriquecimiento ni empobrecimiento
para la víctima o sus sucesores”. De esta manera, la Corte Interamericana ha
descartado que esas compensaciones económicas puedan servir para decretar
el pago de daños punitivos.

La Corte Interamericana, ante la demanda propuesta por Acosta en 1994, con


el patrocinio de la CEDHU, consideró que la detención fue arbitraria y se
violentaron preceptos constitucionales y de acuerdos y convenciones
internacionales "dado que el largo proceso judicial no arrojó pruebas que
sustentaran el fundamento de la detención".

También estableció violación a la Convención de Viena sobre el derecho de un


detenido extranjero, y la obligación del Estado a informar sobre los procesos
judiciales a los consulados de la respectiva nacionalidad del reo.

En su sentencia, la Corte IDH dispuso que el Estado ecuatoriano debiera


indemnizar al ciudadano colombiano, pero Rigoberto Acosta fue deportado al
salir de prisión y según investigaciones realizadas por la CEDHU no se conoce
de su paradero, y en consideración de ello el dinero regresará al Estado
ecuatoriano ya que normativamente transcurridos de 10 años, a partir de la
fecha del fallo, y si la suma no es reclamada por el beneficiario estos valores
regresan al Estado, tiempo que venció el 24 de octubre de 2015.

En referencia a la ejecución de la sentencia, la Corte IDH, emitió tres


resoluciones se supervisión de cumplimiento; el 22 de mayo de 2009, fue la
primera resolución, en la cual se resolvió convocar a las partes a una audiencia
privada con el propósito de que la Corte IDH obtuviera información sobre el
cumplimiento del Estado ecuatoriano de todas las medidas de reparación
ordenadas en la sentencia de fondo.

El 21 de septiembre de 2009, se emitió la segunda resolución de supervisión


de sentencia de fondo, en la cual se declaró cumplido varios puntos dispuestos
en la sentencia que fue el del cumplimiento de la publicación en uno de los
diarios oficiales del Ecuador, y la eliminación de los antecedentes penales de
Rigoberto Acosta, decidiendo mantener abierto el procedimiento de supervisión
de los puntos pendientes de acatamiento, fundamentalmente las diligencias
para determinar los autores de las violaciones de derechos humanos y el pago
a los familiares de la víctima por concepto de interés moratorios en relación con
los pagos realizados en concepto de indemnización por daño material e
inmaterial.

CONCLUSIÓN.

El Ecuador al ser parte de la Convención Americana de los Derechos Humanos


está obligado a respetar los derechos consignados en el mismo, y en el caso
de ser vulnerados por cualquier Estado parte tiene la obligación de responder
por dichos actos mediante un proceso ante la Corte Interamericana de los
Derechos Humanos.

Al analizar el caso del Rigoberto Acosta se ha evidenciado como las


instituciones policiales como judiciales hacen uso de su poder para violentar los
derechos de las personas sin tomar en consideración las consecuencias que
pudieran padecer el sujeto y sus familiares en todas sus dimensiones,
psicológicas, jurídicas, económicos, y sociales sin asumir responsabilidad
alguna.
El Ecuador está obligado a responder por las violaciones de los derechos
humanos en un tiempo determinado con indemnizaciones económicas, pero el
daño moral, psicológico y familiar no podrá ser resarcido ni peor indemnizado
por el Estado Ecuatoriano.

En el campo jurídico en el presente caso se ha violado el debido proceso que


es inherente a todo ser humano. Puesto que para determinar la responsabilidad
de la persona en el comedimiento del delito debe seguir las reglas determinas
en la Ley y la Constitución Ecuatoriana y en los Pactos y Convenios
Internacionales.

Se induce a reflexionar sobre las constantes violaciones de las normas y los


derechos humanos por parte de los funcionarios y servidores públicos,
evidenciándose las continuas fallas en el sistema judicial en el Ecuador a pesar
que las mismas están contempladas en sus textos constitucionales, y demás
leyes no es garantía de que se esté llevando efectivamente el cumplimiento de
la norma como garantía de la igualdad de derechos y los preceptos de los
derechos humanos.

Los derechos humanos transgredidos están amparados en la Constitución y en


los derechos universales, es así que el derecho a la libertad al sufrir una
detención ilegal y arbitraria, el derecho a la igualdad como es el derecho al
debido proceso en la detención.

Dentro de todos estos derechos que fueron transgredidos también está el de la


dignidad humana y su integridad, como es la aflicción, la desmoralización, la
depresión que puede generar al ser privado de la libertad injustamente.

La Constitución de la República en su artículo 11 preceptúa muy bien la


igualdad y gozo que tiene todo ciudadano sobre los derechos, deberes y
oportunidades sin discriminación alguna, y la responsabilidad del Estado de
garantizar todas esas acciones. En el mismo artículo, numeral 3 establece:
“Los derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los instrumentos
internacionales de derechos humanos serán de directa e inmediata aplicación
por y ante cualquier servidora o servidor público, administrativo o judicial, de
oficio o a petición de parte”. Se interpone la supremacía de los derechos
humanos ratificados en la Constitución y su aplicación directa e inmediata.
En este proceso el Estado ecuatoriano no llegó a indemnizar a Rigoberto
Acosta Calderón, y el proceso fue archivado en consideración de que nunca se
presentaron ni la víctima ni sus familiares a solicitar la indemnización
determinada en la sentencia de la Corte IDH, la CEDHU mediante un informe
presentado ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos dio por
desaparecido a Rigoberto Acosta Calderón, ya que agotaron los medios
nacionales e internacionales en la búsqueda de Acosta Calderón sin tener
resultados positivos, la indemnización regresó al Estado ecuatoriano con lo
cual se dio por cumplida y concluido este proceso.

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