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Autoestima 4

Este documento trata sobre la educación emocional, el autoconcepto y la autoestima y su importancia en la infancia. Explica que el autoconcepto se refiere a la dimensión cognitiva mientras que la autoestima es la dimensión valorativa y afectiva. También describe que la autoestima se desarrolla a lo largo del tiempo y depende de las experiencias e interacciones con otros.

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Este documento trata sobre la educación emocional, el autoconcepto y la autoestima y su importancia en la infancia. Explica que el autoconcepto se refiere a la dimensión cognitiva mientras que la autoestima es la dimensión valorativa y afectiva. También describe que la autoestima se desarrolla a lo largo del tiempo y depende de las experiencias e interacciones con otros.

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LA EDUCACIÓN EMOCIONAL, EL AUTOCONCEPTO,

LA AUTOESTIMA Y SU IMPORTANCIA EN LA INFANCIA


¿Qué es realmente la autoestima?, ¿Qué es realmente el autoconcepto?
Es bastante frecuente confundir la autoestima con el autoconcepto y utilizar am-
bos como términos sinónimos. Aunque los dos conceptos están relacionados, no son
equivalentes. En el autoconcepto prima la dimensión cognitiva, mientras que en la au-
toestima prevalece la valorativa y afectiva; así, en las últimas décadas los psicólogos, los
psicopedagogos, los educadores y los trabajadores sociales en general se han interesado
especialmente por los términos autoconcepto y autoestima y en la medida en que estos
conceptos están relacionados con el proceso educativo y, más específicamente, en lo
que se ha denominado “educación afectiva”. Si es importante conocer la estima de una
persona cuando esta es adulta, aún lo es más descubrir cómo es esa imagen cuando se
está formando. La estima que un individuo siente hacia su persona es importante para
su desarrollo vital, su salud psicológica y su actitud ante sí mismo y ante los demás. El
concepto de sí mismo influye en la forma de apreciar los sucesos, los objetos y las per-
sonas del entorno. El autoconcepto participa considerablemente en la conducta y en
las vivencias del individuo. La persona va desarrollando su autoconcepto, va creando su
propia autoimagen, el autoconcepto no es innato.
Cuando hablamos de autoestima, nos estamos refiriendo a una actitud hacia uno
mismo. Significa aceptar ciertas características determinadas tanto antropológicas como
psicológicas, respetando otros modelos. Si la contemplamos como una actitud, nos re-
ferimos a la forma habitual de pensar, amar, sentir y comportarse consigo mismo. Se
trata así de la disposición permanente para enfrentarnos con nosotros mismos y el siste-
ma fundamental por el cual ordenamos nuestras experiencias. La autoestima conforma
nuestra personalidad, la sustenta y le otorga un sentido. Se genera como resultado de la
historia de cada persona, no es innata; es el resultado de una larga secuencia de acciones
y sentimientos que se van sucediendo en el transcurso de nuestros días.
La autoestima tiene una naturaleza dinámica, puede crecer, arraigarse más íntima-
mente, conectarse a otras actitudes nuestras o, por el contrario, debilitarse y empobre-
cerse. Es una forma de ser y actuar que radica en los niveles más profundos de nuestras
capacidades, pues resulta de la unión de muchos hábitos y aptitudes adquiridos. Se trata
de la meta más alta del proceso educativo, pues es precursora y determinante de nuestro
comportamiento y nos dispone para responder a los numerosos estímulos que recibimos.
Autoconcepto

Autoconcepto físico: La percepción que uno tiene tanto de su apariencia y presencia


físicas como de sus habilidades y competencia para cualquier tipo de actividad
física.
• Autoconcepto académico: El resultado de todo el conjunto de experiencias, éxitos,
fracasos y valoraciones académicas que el alumno tiene a lo largo de los años
escolares.
• Autoconcepto social: Consecuencia de las relaciones sociales del alumno, de su
habilidad para solucionar problemas sociales, de la adaptación al medio y de la
aceptación de los demás.
• Autoconcepto personal: Incluye la percepción de la propia identidad y el sentido de
responsabilidad, autocontrol y autonomía personales.
• Autoconcepto emocional: Se refiere a los sentimientos de bienestar y satisfacción,
al equilibrio emocional, a la aceptación de sí mismo y a la seguridad y confianza
en sus posibilidades.

La autoestima, el motor de nuestro comportamiento

La autoestima (lo que una persona siente por sí misma) está relacionada con el co-
nocimiento propio (lo que una persona piensa de sí misma). En un individuo puede de-
tectarse su autoestima por lo que hace y cómo lo hace. Existen tres buenos motores que
influyen en el comportamiento del individuo y suelen manifestarse simultáneamente:
• Actuar para obtener una mayor satisfacción y creerse mejor. En este caso, dicho
individuo buscaría alabanzas eludiendo tareas en las que podría fallar y haciendo
aquellas en las que está seguro.
• Actuar para confirmar la imagen que los demás, y él mismo, tienen de sí. Como
por ejemplo, si una persona cree ser un buen futbolista, querrá jugar al fútbol
siempre que encuentre la menor oportunidad. Si por el contrario cree que se le
da mal la jardinería, arreglará mal ciertas cosas del jardín y dirá que es por azar
cualquier mejoría que experimente en esta afición.
• Actuar para ser coherente con la imagen que tiene de sí, por mucho que cambien
las circunstancias. Para el individuo es muy difícil cambiar algo de sí mismo que
afecte a alguna de sus ideas básicas y posibilite un comportamiento diferente.

El rol de nuestros padres en el proceso de autoestima

“No se trata de querer al niño, sino, además, de que él se sienta querido”. (Tenemos
que hacerle llegar nuestros sentimientos, que se sienta capaz, admirado y digno de respe-
to para que esos sentimientos formen parte de su imagen).
El niño, al nacer, no sabe diferenciar su propio ser del de las personas de su entorno;
piensa que es un continuo, una sola persona. Evolutivamente va descubriéndose a sí mis-
mo separado de los demás. Antes de utilizar un lenguaje, va constituyendo una imagen
de sí mismo a partir del trato que recibe; los gestos, los tonos, la forma de hablarle, la
mirada, la forma de vararle, de tocarle… le van dando pista del lugar que ocupa entre
esas personas tan importantes para él. Por tanto, la autoestima no es innata, se construye
y define a lo largo del desarrollo por la influencia de las personas significativas del medio
familiar, escolar y social, y como consecuencia de las experiencias de éxito y fracaso.
Los padres, los hermanos y los amigos tienen una importancia primordial para hacer
de espejo a la imagen del niño.

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