Capítulo 2
Capítulo 2
Marco Teórico
2.1 La Familia
La familia funciona como un sistema en el cual los elementos que lo integran interactúan
entre sí, al mismo el tiempo que interactúan en la sociedad e individualmente cada uno de
los miembros. En las relaciones familiares existen diversos roles que forman parte de la
naturaleza del ser humano, es la cultura con que se identifica en la sociedad que contribuye
a establecer la manera de relacionarse.
De acuerdo a Martín- Cala, Martín; Tamayo- Megret, Minervy (2013), los integrantes de la
familia no son sólo las personas que tienen lazos de consanguinidad, porque culturalmente
se reconoce que los suegros, los cuñados, los yernos y otras personas, comienzan a formar
parte de la familia en la cual han establecido esos lazos psicológicos, legales, sociales,
económicos, etc.
Tanto mujer y hombre que conforme una familia se verá en la necesidad de adquirir valores
y habilidades para poder salir adelante y de estos mismos crear los propios valores y
principios que toda familia indispensablemente debe tener. Todo lo adquirido en familia a
través de los padres es lo necesario para el individuo para establecer su identidad y
desarrollar sus habilidades básicas de comunicación y relación en la sociedad para dar a
conocer su personalidad.
Cada familia tiene su historia, costumbre, valores y creencias que han sido adquiridos a
través de generaciones ya sea para bien o para mal. La evolución de la familia a través de
los años puede mejorar drásticamente, así como también pueden verse afectados por otros
factores, esto significa que el historial de una familia no determina el éxito o fracaso de la
misma. “Las personas que se dedican a perfeccionar la comunicación con sus seres
queridos disfrutan de excelentes relaciones familiares.” (Willie y Elaine Oliver, 2018, p.48)
No existen familias perfectas, pero si las que se esfuerzan por descubrir una mejor manera
de relacionarse, la dinámica de los padres debe funcionar imponiendo autoridad por medio
de la buena comunicación y cercanía como por ejemplo el padre debe tener autoridad con
cariño, en el tipo de rol que cada padre y madre trata, cuenta la experiencia que tuvieron en
su infancia, la cultura adquirida, las costumbres y las normas aprendidas, aunque en la
actualidad las cosas han cambiado, los patrones de crianza de años atrás son difíciles que
funcionen en la educación para los hijos actualmente, lo ideal es regularizar y adaptarse a
los ciertos cambios siempre persiguiendo que se logre dar una buena educación en valores.
Pertenecer a un grupo familiar es una de las necesidades básicas para todo ser humano ya
que alimenta el sentido de pertenencia y sobre todo permite el desarrollo psicológico y
social del individuo. Permite además de tener un ambiente en el cual poder relacionarse,
desenvolverse, compartiendo los distintos puntos de vista, siendo parte principal de un
ambiente donde los padres son los pilares para que los demás individuos funcionen de
manera positiva y se pueda alcanzar un adecuado ambiente familiar, proporcionando para
cada miembro tranquilidad y bienestar.
“En la familia se produce desde el primer día de nacido la integración del niño al medio
social, en el cual sus familiares portadores de la cultura, de las normas sociales, del
lenguaje, la afectividad, la inteligencia, los valores, costumbres y muchas otras
construcciones milenarias de la humanidad, lo cual hace que esta constituya la primera
mediación entre el individuo y la sociedad, sin lo cual no podría formarse lo humano”
(Martín, 2011, p. 11)
La familia cumple con otra función primordial que se refiere a la relación afectiva entre
miembros, la práctica y la transmisión de valores y costumbres, asi cómo el compromiso de
educación, para facilitarle al niño la oportunidad de desenvolverse adecuadamente ante
ciertos retos que la vida le impone, a la vez prepararlo para una productividad que provea el
ingreso económico para su subsistencia.
De acuerdo con Ellen G. White, (2006) aunque los padres de familia estén recargados de
ciertas responsabilidades, tienen la obligación de tener que velar cuidadosamente por la
felicidad y los intereses de los hijos, asi también tienen la total obligación de hacer que el
hogar sea tan atractivo para los hijos, refiriéndose a una calidad afectiva que no debe faltar,
más que calidad material con la cual se intente reemplazar ciertas debilidades de la familia.
Cabe resaltar que aún existe el paradigma en el que la madre es la encargada del vínculo
afectivo y mientras que el padre pasa a ser un proveedor económico, es tan solo una de las
características de disfuncionalidad que se manifiesta en este ámbito. Es importante enfatizar
y erradicar esta creencia ya que ambos padres tienen la misma función asi como la madre
tiene derecho de ejercer un trabajo y a la vez cumplir con su rol, asi también pasa con el
padre, el detalle consiste en la calidad y no en la cantidad de tiempo que se le dedique al
niño, lamentablemente en muchos lugares aún existe esta ignorancia.
“Los padres no deben ceder a las inclinaciones de sus hijos, sino conseguir la clara senda
del deber que Dios trazó, controlándolos con cariño y negándoles con firmeza y
determinación, aunque con amor lo deseen equivocadamente “(Ellen G. White, 2006, p.18)
El dar con cierta exageración también es inapropiado, a la vez es importante que ambos
padres eduquen con un mismo estilo de crianza persiguiendo un mismo objetivo y bien
fundamentado, es decir que se le explique para lograr el propósito de crearles una estructura
emocional sana y segura, que lo hijos logren comprender un pro y un contra de ciertas
actitudes y limitaciones, esto se puede lograr desde una sabiduría divina para poder
impactar en el la psique del niño siendo más viable y reconfortante la relación padres e
hijos.
De acuerdo a Baquieiro Rojas, Eduardo y Buenrostro Báez (2005), existen una variedad de
familias con sus distintas características algunas precisamente los une un vínculo
consanguíneo otras porque son reconocidas a nivel institucional aun asi no deja de ser un
tipo de familia y tampoco un impedimento para funcionar como una verdadera familia,
incluso hay casos donde se opta por la adopción de un hijo donde se garantiza una calidad
de vida superior a las familias consanguíneas.
Familia nuclear (biparental)
La familia nuclear es lo que conocemos como familia típica, es decir, la familia
formada por un padre, una madre y sus hijos. Las sociedades, generalmente, impulsan a
sus miembros a que formen este tipo de familias.
Familia monoparental
La familia monoparental consiste en que solo uno de los padres se hace cargo de la
unidad familiar, y, por tanto, en criar a los hijos. Suele ser la madre la que se queda con
los niños, aunque también existen casos en en que los niños se quedan con el padre.
Cuando solo uno de los padres se ocupa de la familia, puede llegar a ser una carga muy
grande, por lo que suelen requerir ayuda de otros familiares cercanos, como los abuelos
de los hijos. Las causas de la formación de este tipo de familias pueden ser, un divorcio,
ser madre prematura, la viudedad, etc.
Familia adoptiva
Este tipo de familia, la familia adoptiva, hace referencia a los padres que adoptan a un
niño. Pese a que no son los padres biológicos, pueden desempeñar un gran rol como
educadores, equivalente al de los padres biológicos en todos los aspectos.
Familia compuesta
Esta familia, la familia compuesta, se caracteriza por estar compuesta de varias familias
nucleares. La causa más común es que se han formado otras familias tras la ruptura de
pareja, y el hijo además de vivir con su madre y su pareja, también tiene la familia de su
padre y su pareja, pudiendo llegar a tener hermanastros. Se trata de un tipo de familia
más común en entornos rurales que en los urbanos, especialmente en contextos en los
que hay pobreza.
Familia homoparental
Este tipo de familia, la familia homoparental, se caracteriza por tener a dos padres (o
madres) homosexuales que adoptan a un hijo. También puede haber familias
homoparentales formadas por dos madres, obviamente. Aunque esta posibilidad suscita
un amplio debate social, los estudios han demostrado que los hijos de padres o madres
homoparentales tienen un desarrollo psicológico y emocional normal, como por
ejemplo explica este informe de la APA.
Familia extensa
Este tipo de familia, la familia extensa, se caracteriza porque la crianza de lo hijos está a
cargo de distintos familiares o viven varios miembro de la familia (padres, primos,
abuelos, etc.) en la misma casa. Si alguna vez habéis visto la famosa serie “El Príncipe
de Bel Air”, se puede ver como Will vive en casa de si tío, que adopta el rol de padre de
éste. También puede suceder que uno de los hijos tenga su propio hijo y vivan todos
bajo el mismo techo.
Una familia disfuncional es un sistema familiar en el que los conflictos, la mala conducta,
el abandono o el abuso por parte de los padres ocurren de manera continua y regular.
Willie y Elaine Oliver (2018) indica que: “Los abusadores aprenden comportamientos
abusivos de varias fuentes, incluida la observación de padres y compañeros, la
interpretación errónea de las enseñanzas bíblicas y de algunos medios de comunicación
(p.66).
La importancia de la familia para el niño es tanto que se puede decir que la mayor parte los
rasgos han sido heredados de los padres, tanto a nivel genético como a través de los hábitos
aprendidos en la convivencia. Asi como se tiene esa facultad de crear un ambiente de
armonía, paz y de completo bienestar como también se puede enfermar a los miembros,
empleando pautas inadecuadas de convivencia y eso conlleva un deterioro claro de la salud
mental o física de los miembros de una familia.
Esto ocurre, en muchas ocasiones, porque los padres atraviesan situaciones problemáticas
que no han logrado resolver y se proyectan con el paso del tiempo. Una de las típicas
problemáticas en las familias disfuncionales es que los padres piensan constantemente en
separarse sin embargo nunca llegan a hacerlo, esto genera en el niño inseguridad y falta de
identidad personal ya que perciben la inestabilidad y no existe una figura de apego.
Asi también puede que sufran enfermedades mentales o adicción a drogas y nunca buscan
una estrategia en búsqueda de una solución o cuando uno de los miembros guarda algún
que de ser compartidos se pondría en riesgo la unión familiar, sin embargo, aquellos
miembros conocedores de tales secretos amenazan en posición de poder y de control sobre
el resto poniendo en riesgo el valor sagrado de la familia. Estos problemas desencadenan
una amalgama de situaciones que desequilibran a la familia, por ejemplo, la falta de respeto
hacia el orden de jerarquías, nadie tiene la potestad de autoridad, no hay límites y normas
en casa, cada uno opta por hacer lo que mejor convenga.
En la lucha por el poder económico, moral o emocional, dentro del seno familiar es
frecuente que surjan alianzas ya sea del lado de papá o mamá, pero lo único que genera es
la división, y lo más sorprendente es que la mayoría de estas relaciones con cierta
disfunción se generan de forma inconsciente un círculo vicioso, del que la familia termina
adaptándose sin darse cuenta de lo que realmente está sucediendo.
De acuerdo con Jorge Martija (2014) la sobreprotección es uno de los mecanismos más
usados para ejercer control sobre un padre, un hijo, o un hermano, en consecuencia, se ha
creado la denominación de «padres helicóptero» para referirse a aquellos progenitores que
tratan de dirigir la vida de sus hijos y a adultos, decidir los asuntos importantes por ellos, y
presionar para que la relación con el resto de los familiares se lleve a cabo según su criterio
personal. A veces logran dicha influencia a través de contar con el factor económico,
estrategia que, por otra parte, impide que los precarios lleguen algún día a ser por completo
autónomos ya que, sencillamente tienen todo lo necesario a su alcance.
Una familia también se ve afectada cuando uno o más miembros son adictos activos,
perturbando su funcionamiento. La dinámica de las relaciones, la comunicación y la
conducta de sus miembros, cambian y se hacen disfuncionales, como resultado del proceso
adictivo y pasan a formar parte del cuadro de la adicción, provocando así codependencia en
cada uno de los miembros, donde la ansiedad también es uno de los síntomas severos del
ambiente familiar.
Camejo, Lluch y Reynerio (2016) en su investigación indica que la persona alcohólica tiene
también mala relación con su familia. Abandona las obligaciones de la casa. Suele ser
agresivo con los parientes o familiares. Además de desconfiado, suele ser muy celoso con
su pareja y violento con sus propios hijos de los cuales se desentiende.
La disfuncionalidad se alimenta de la adicción que surge cuando una persona vive su vida a
través de los demás a costa de sus propias necesidades, con el fin de controlar a la otra
persona, nace de una necesidad de tener una relación, debido a la falta de amor como un
niño en su etapa de apego sobre su familia. Es una relación que lo único que caracteriza es
la desconfianza y obsesión, de vacío y de miedo, también es otra de las manifestaciones de
un ambiente disfuncional en familia sinónimo a una enfermedad, en la que se generan
conceptos como: obsesión, falta de límites, y conductas inapropiadas y de rescate,
compulsión y control, deseos de cambiar a la persona adicta, dejando de vivir para vivir la
vida del otro.
De acuerdo a la psicóloga Eliette Hallak crecer dentro de una familia disfuncional podría
condicionar la vida y la personalidad del niño si no es atendido a tiempo. Esto puede
explicar la razón por la cual algunas personas a pesar de las circunstancias logran salir
adelante siendo exitosos. En base a su definición se pueden resaltar las siguientes
características claves de una familia disfuncional.
Falta de empatía y sensibilidad.
Falta de respeto y de límites hacia los otros.
Desigualdad o trato injusto hacia algún miembro.
Autoritarismo o por el contrario negligencia.
Inmadurez de las figuras parentales.
Trastornos no tratados en alguno de los progenitores.
Antecedentes personales o familiares negativos.
Dentro de una familia disfuncional existe una incapacidad para reconocer y satisfacer las
necesidades emocionales de cada uno de sus miembros; aunque pueda existir el deseo de
encargarse y proteger a los niños, no se logra concretar claramente cómo se debe actuar de
una forma natural y espontánea. Se siente íntimamente presionados a cumplir con sus roles
y esa presión interna se convierte en ansiedad, en desasosiego y exigencias hacia el propio
niño para que cumpla su desarrollo de acuerdo a lo que los padres exigen y no de acuerdo al
ritmo natural de desarrollo del niño.
“Los hijos reclaman atención y tiempo de los padres, lo hacen de muchas formas y si no lo
consiguen o se les da un trato inadecuado, comienzan protestando, siguen portándose mal, y
terminan por buscarse otros sustitutos generalmente negativos. (Solá David, 2008, p.18)
Cuando esta presión interna es muy intensa y persistente, los progenitores en una familia
disfuncional caen en la desesperación que suelen convertir su frustración en castigos físicos
y/o malos tratos psicológicos que dañan profundamente la psique del niño. Esto genera en
él confusión, lo angustian y lo atemorizan ya que en su corta edad aun no logra asimilar
muchas cosas, necesita oír a su alrededor voces acogedoras, tiernas y tranquilas.
Se según Césped y sordo (2009) indican que cuando se habla de estilos de crianza se hace
referencia a un conjunto de conductas ejercidas por los padres hacia los hijos. Los padres
son los principales responsables del cuidado y protección de los niños, desde la infancia
hasta la adolescencia.
Esto significa que los padres son los principales transmisores de principios, conocimientos,
valores, actitudes, roles y hábitos que una generación pasa a la siguiente. En este sentido, su
función es biológica, educativa, social, económica y de apoyo psicológico. Frente a lo
anterior, las dimensiones que caracterizan las prácticas educativas de los padres son el
control y exigencias; existencia o no de normas y disciplina; grado de exigencia a los hijos.
Otras dimensiones son el afecto y la comunicación que es el grado de apoyo y afecto
explícito hacia los hijos; mayor o menor comunicación entre padres e hijos
Para Vega (2006), existirían cuatro estilos de crianza: el estilo democrático, padres que
tratan de dirigir las actividades de sus hijos en forma racional considerando su edad
características individuales y circunstancias particulares; el estilo indiferente, ausencia de
control disciplina y exigencias distanciamiento emocional (frialdad) y rechazo en la
relación con los hijos; el estilo permisivo, que se caracterizaría por aquellos padres que
permiten que los niños rijan y dirijan sus propias actividades, es el hijo el que tiene el
control de la familia y los padres suelen doblegarse frente a sus requerimientos y caprichos;
y finalmente el estilo autoritario, en el existiría una imposición inflexible de normas y de
disciplina independientemente de la edad de los hijos sus características individuales y
diferentes circunstancias de la vida
En las edades más tempranas de los niños, su familia tiene un gran peso en estos procesos,
es decir, sus padres y sus hermanos, en caso de tenerlos, son el centro de su vida y sobre lo
que basan su realidad. Además, las influencias que reciben los niños y sus familias son
multidireccionales. Por ejemplo, la relación de pareja que tengan los padres repercutirá en
su hijo, o el temperamento del niño tendrá efectos sobre los padres. También la relación
entre los hermanos, o de cada hijo con cada padre, repercutirá en el núcleo familiar: Todo
cuenta.
Por esta razón, debemos entender a la familia como un sistema de relaciones
interpersonales recíprocas, que no se encuentra aislado del entorno que le rodea ni ajeno a
sus influencias: El trabajo de los padres, las experiencias que vivan los hijos en la escuela,
la relación de los padres con la escuela, etc. También son importantes en el desarrollo del
núcleo familiar y de la familia como sistema.
En cualquier caso, la educación que brindan los padres a sus hijos es clave en su desarrollo,
pues será la que les indique cómo relacionarse con el mundo, qué cosas son las importantes,
o cuánto deben quererse a ellos mismos.
El estilo democrático
Es aquel que siguen los padres que mantienen muestras de afecto y aceptación explícitas,
presentan sensibilidad hacia las necesidades de sus hijos, favorecen que se expresen
verbalmente exteriorizando sus sentimientos y pensamientos. Además, tienen un alto nivel
de exigencia que busca el esfuerzo por parte de sus hijos, dejan las normas claras
haciéndoselas saber a sus hijos, y cumplen con los castigos o sanciones. La relación con sus
hijos se caracteriza por ser cálida, cercana, afectuosa y comunicativa. Tienden a mantener
diálogos explicativos con sus hijos basados en el razonamiento y la coherencia. Utilizan el
reforzamiento positivo, y animan a sus hijos a superarse continuamente.
Este estilo educativo es el más buscado y recomendado en general, puesto que están
demostrados sus efectos positivos para la salud mental de los hijos.
Estos niños son los que tienen las características generalmente más deseadas por la cultura
occidental actual. Se caracterizan por tener una autoestima alta, con confianza en ellos
mismos, que se esfuerzan por conseguir sus objetivos y no se rinden con facilidad. Afrontan
las nuevas situaciones con confianza y entusiasmo. Tienen buenas habilidades sociales, de
manera que son competentes socialmente, y tienen una gran inteligencia emocional, que les
permite expresar, comprender y controlar sus propias emociones, así como comprender las
de los demás y tener empatía.
El estilo autoritario
Los padres que siguen este estilo educativo dan gran importancia a las normas, el control y
la exigencia, pero las emociones y los afectos no tienen gran protagonismo en sus
interacciones con sus hijos. No suelen expresar abiertamente el cariño hacia sus hijos, y no
son muy sensibles a las necesidades que presentan sus hijos (sobre todo necesidades de
amor, afecto y apoyo emocional). A veces tienen una gran necesidad de control sobre sus
hijos, que expresan como una reafirmación de poder sobre ellos, sin explicaciones. No le
dan importancia a que los niños comprendan por qué tienen que hacer lo que se les pide, de
manera que las normas no se explican razonadamente, se imponen.
Frases como “porque lo digo yo”, “porque soy tu padre/madre” o “esta es mi casa y harás lo
que yo te diga” son típicas de padres autoritarios. Tienden a utilizar los castigos y las
amenazas como modo de moldear la conducta de sus hijos, que cumplen rigurosamente.
Estos niños suelen tener una baja autoestima, puesto que sus padres no han tenido en cuenta
sus necesidades emocionales y afectivas al mismo nivel que las normas. Han aprendido que
el poder y exigencias externas son prioritarias, y por eso se muestran obedientes y sumisos
ante poderes externos. Sin embargo, son niños inseguros con baja inteligencia emocional,
que difícilmente tienen autocontrol sobre sus emociones o conductas cuando una fuente de
control externo está ausente. Por esta razón, son vulnerables a presentar conductas
agresivas ante las situaciones cuyo autocontrol solo depende de ellos mismos. Además, son
poco diestros en las relaciones sociales, puesto que no terminan de comprender las
emociones y comportamientos de los demás, gobernando en ellos la inseguridad.
El estilo permisivo
Estos niños se caracterizan por ser muy alegres, divertidos y expresivos. Sin embargo, al no
estar acostumbrados a las normas, los límites, las exigencias y el esfuerzo, también son
niños muy inmaduros, incapaces de controlar sus impulsos y que se rinden con facilidad.
Además, suelen ser niños bastante egoístas, puesto que siempre les han priorizado por
encima de todo, y no han tenido que renunciar a cosas por los demás.
El Estilo Indiferente/Negligente
Este último estilo educativo podríamos calificarlo de inexistente. Realmente, los padres
prestan poca atención a sus hijos en ambas dimensiones, de manera que las normas y los
afectos brillan por su ausencia. Sus relaciones con los hijos son frías y distantes, con poca
sensibilidad en relación con las necesidades de los pequeños, olvidando en ocasiones
incluso las necesidades básicas (alimentación, higiene y cuidados). Además, aunque en
general no establecen límites y normas, en ocasiones ejercen un control excesivo e
injustificado, totalmente incoherente, que no hace más que marear a los hijos acerca de su
propia conducta y emociones.
Provee al hijo de todo lo material, pero en lo demás se desentiende de él. No cuentan ni las
opiniones ni emociones del menor, por lo que crecerá en una atmósfera donde no se siente
querido. Se darán cuenta de que, para sus padres, antes que él están muchas otras cosas.
Este estilo educativo les convertirá en adolescentes resentidos, conflictivos y muy rebeldes,
con pocas ganas de tener aspiraciones en la vida. A algunos padres les produce un
verdadero malestar negar hasta el más mínimo capricho a sus hijos, pues sienten que los
hacen infelices, sin darse cuenta que, a veces, con esta acción pueden empujarlos a hacer lo
mal hecho. Estos niños presentan problemas de identidad y baja autoestima. No conocen la
importancia de las normas, y, por tanto, difícilmente las cumplirán. Además, son poco
sensibles a las necesidades de los demás y especialmente vulnerables a presentar problemas
de conducta, con los conflictos personales y sociales que esto conlleva.
2.2.2 Concecuncias de la disfuncionalidad familiar y un estilo de crianza
inadecuado
desarrollo.