A 50 Años de Un Vuelo Poco Conocido
A 50 Años de Un Vuelo Poco Conocido
A 50 Años de Un Vuelo Poco Conocido
8 DE FEBRERO DE 2022
ALTE (R) JORGE ENRICO
A 50 AÑOS DE UN VUELO POCO CONOCIDO
DOS ALBATROS VUELAN A MALVINAS, 8 FEBRERO 1972
Alte (R) Jorge ENRICO
Aunque esta crónica está narrada en primera persona por el Comandante del avión, en realidad fue
redactada en conjunto por algunos de los tripulantes de uno de los aviones, los entonces Tte. de
Navío Jorge Enrico, Tte. de Fragata Rubén Gómez y Tte de Corbeta Pablo Aguiar. Colaboró también
otro integrante de la Escuadrilla, el Tte. de Fragata Jorge Albanese. Fue necesario reunir el recuerdo
de todos para, en medio de las restricciones derivadas de la pandemia de COVID 19, y con las
colaboraciones que se reconocen al final, reconstruir con la mayor precisión posible hechos que
habían ocurrido 50 años antes. Pero si hay errores ellos son, como es tradición naval, solo atribuibles
al más antiguo.
Pero un llamado urgente del Comando de Aviación Naval desde Buenos Aires cambiaría los planes al
aparecer una muy buscada oportunidad de mostrar presencia argentina en Malvinas, algo que
figuraba prioritariamente en los planes del Estado Mayor General de la Armada. En una recepción en
la Embajada Argentina en Londres, el Agregado Naval conoció a un excéntrico inglés poseedor de un
zoológico de aves situado a pocas millas de Londres en Boulton-on-the-Water, Worcestershire. Éste
manifestó que a su muy completa colección le faltaba un ave: el pingüino, omisión que estaba
dispuesto a salvar. A tal efecto el año anterior había comprado las Islas Jason, las más nor-
occidentales del archipiélago malvinense, porque tenían una pingüinera natural con muchos
ejemplares de pingüinos Rey. Y estaba buscando un modo de sacarlos de allí a cualquier lugar de la
Patagonia, desde donde él se haría cargo del resto. Analizada la oportunidad en las altas esferas de
la Armada, se decidió ofrecer un Albatros para traer las aves.
Y es así que, en un cálido verano de Espora, de esos en los que el viento del 340 soplando a no menos
de 20 nudos traía todo el calor de la pampa, un pequeño grupo de oficiales se reunía para analizar la
factibilidad y enunciar los requerimientos para acuatizar en Stanley y traer en vuelos de Albatros
unos ochenta pingüinos desde las remotas pero queridas islas. El dueño del zoo se llamaba Len Hill y
encaraba el tema de una manera muy comercial: traía consigo la producción del programa de
televisión Panorama, uno de los más populares y antiguos de Gran Bretaña que debía registrar todo
el evento para ponerlo en el aire. Len, “el millonario de los pingüinos“, se convertiría en el único
propietario de pingüinos Rey en todo el Reino Unido.
1
Salvo por el hecho de que el destino final era Malvinas, a menos de 800 km. (430 millas náuticas), se
trataba de un vuelo casi de rutina, ¡especialmente si se lo comparaba con el que 10 años antes habían
realizado dos DC-3 navales hasta el Polo Sur! Consecuentemente, la planificación no fue muy
compleja. Una vez obtenida cartografía actualizada y analizada la carga, parecía que el problema se
resolvería con un vuelo de dos aviones, o dos vuelos de un avión según la disponibilidad. Tras analizar
las posibilidades, se propuso hacer el cruce desde Río Gallegos, aunque subsistían incógnitas sobre
la logística en Puerto Stanley.
Parecía que los dos Albatros podrían tomar muertos seguros en buenos amarraderos (tener en
cuenta los fuertes vientos predominantes y los cambios meteorológicos poco previsibles) y que
habría lanchas adecuadas para desembarcar y embarcar personal y carga en condiciones normales.
No obstante, el COAN autorizó un vuelo de "prueba de mecanismos" que incluyera todas las etapas
y dejara perfectamente claros los procedimientos y las responsabilidades. El vuelo serviría además
para transportar a los empleados del zoológico encargados de los animales y al equipo técnico de la
BBC.
En las islas fuimos amablemente recibidos por un representante del Gobernador, quien nos propuso
que nos sacáramos todas las dudas y pidiéramos el apoyo que hiciera falta (la sugerencia de un
tripulante de preguntar por qué no nos devolvían las islas fue considerada pero cortésmente
desechada). Posteriormente, el Gobernador y su esposa invitaban a los pilotos a tomar un té. Por
supuesto aceptamos y comenzamos las coordinaciones para el vuelo. Como manifestamos alguna
preocupación por estar bien informados de los aspectos operativos y meteorológicos, nos llevaron a
la estación de radio y nos presentaron al encargado. Resultó ser una persona muy experimentada y
servicial, quien me aseguró que estaba familiarizado con las necesidades de los barcos, y aunque “no
era habitual” ver hidroaviones operando en la Bahía, se sentía capacitado para atender nuestros
requerimientos. Acordamos una frecuencia de radio en la que lo podríamos llamar desde el
continente. Luego, con los suboficiales encargados de la maniobra fuimos al puerto y miramos en
detalle los muertos, las defensas que protegerían el casco de los Albatros cuando se atracaran las
lanchas y las lanchas mismas, para estar seguros de que la operación se podría hacer con seguridad
y que no había salientes en lanchas o muertos que pudieran dañar al avión. Luego nos llevaron a dar
una vuelta por Stanley, que incluyó la obligada parada en el Upland Goose, el famoso pub donde
comimos algo. Encontramos en la población una actitud de curiosidad y cordialidad, que era lo que
ya habíamos percibido en los funcionarios.
A continuación, nos dirigimos a la casa del Gobernador. Este y su Señora nos recibieron muy
ceremoniosamente e invitaron a un suculento té con pastelería local. Tuvimos una reunión muy
cordial, en la que nos aseguró que estaban muy contentos de recibirnos y que harían todo lo posible
para que la operación fuera un éxito. Por nuestra parte le agradecimos el apoyo, nos declaramos
satisfechos con las coordinaciones, y establecimos que en principio trataríamos de llegar con dos
aviones el 8 de febrero.
El despegue y vuelo de regreso se realizaron sin inconvenientes, pero recibí la preocupación de los
suboficiales más antiguos porque estaríamos transportando aves, ya que, en la tradición naval, las
aves a bordo traen mala suerte. Propuse que redobláramos nuestra atención a todo el planeamiento
y a la realización del vuelo, para evitar cualquier contratiempo. Era una tripulación muy experta, con
años en la Escuadrilla, y ellos me tranquilizaron a mí.
2
Sólo faltaba ultimar detalles y esperar en Espora la llegada de la fecha, mientras actualizábamos
permanentemente la meteorología y apurábamos el adiestramiento del Cap. Flores Godoy quien
nunca había volado Albatros, para que el 8 de febrero ya fuera Comandante de avión, con un curso
acelerado que incluía amerizajes, despegues en el agua y toma de boyas. Esto último no era un tema
menor: con los fuertes vientos sudatlánticos y la gran obra muerta del Albatros, el avión se hace muy
difícil de maniobrar en el agua y la Bahía de Stanley está bastante expuesta. Pero cuando llegó la
fecha, estaba plenamente calificado para volar su avión y comandar la operación. Solo restaba
esperar buen tiempo y que no se presentara un caso de Búsqueda y Salvamento, una catástrofe que
requiriera que uno de los aviones fuera empleado en esa tarea. La suerte nos acompañó en ambos
aspectos.
Y el 7 de febrero bien temprano despegamos hacia la Base Aeronaval Río Gallegos con estas
tripulaciones:
Avión Albatros 4 BS 2:
Comandante: CCCN D. Raúl R. FLORES GODOY
Copiloto: TFCN D. Jorge ALBANESE
Navegante: TFCN D. Emilio SAINZ
Mecánico: SSAE Alberto VILLARROEL
Ayudante Mecánico: CIAE Osvaldo J. SUTTI
Radioperador: CPAE Ramón de Jesús OCON
Radarista: CIAE Ricardo O. PEREYRA
Paracaidista: CIAE Pablo ZANABRIA
Avión Albatros 4 BS 3:
Comandante: TNCN D. Jorge ENRICO
Copiloto: TFCN D. Rubén Darío GOMEZ
Navegante: TCTG D. Pablo A. AGUIAR
Mecánico: SSAE Lucio O. CABEZAS
Ayudante Mecánico: CIAE Ricardo RIVAS
Radioperador: CPAE Juan RILEY
Paracaidista: CPAE Pablo O. BURGOS
Arribamos a Gallegos sin inconvenientes y al día siguiente, 8 de febrero a las siete de la mañana, con
buena meteorología pero ventoso, despegamos hacia Malvinas. La navegación no estaba exenta de
riesgos: los fuertes e impredecibles vientos del Atlántico Sur combinados con la lenta velocidad del
Albatros y la precariedad de los medios de navegación, podían producir derivas importantes que
debían detectarse y corregirse tempranamente. Pero nuestros navegantes tenían todo bajo control.
Tras un vuelo de tres horas con viento fuerte del Oeste, es decir de cola, recalamos en las Islas Jason,
hogar de los pingüinos que íbamos a transportar.
3
Proa a Malvinas
Ya en contacto con Puerto Argentino, entonces Puerto Stanley, recibimos una cordial bienvenida del
operador y continuamos vuelo hasta nuestro destino.
Las primeras islas del archipiélago Pasada de saludo a Puerto Stanley, el futuro
Puerto Argentino
El acuatizaje y toma de muertos fueron satisfactorios y las lanchas vinieron a desembarcar las
tripulaciones.
4
Maniobra finalizada Se aproxima la lancha de Servicios de Puerto
Una defensa que permitirá a las lanchas una Un descanso previo al encuentro con el
aproximación segura a los aviones Gobernador, a la Derecha el Cap. Flores Godoy,
a la izquierda el Tte. Enrico, Cte y Segundo de la
Escuadrilla y al centro el coordinador
malvinense de la operación.
El apoyo de Stanley fue otra vez muy bueno y nuestra abnegada tripulación, en colaboración con el
personal del zoológico, lograron embarcar las cajas con los pingüinos, pingüinos Rey, los más grandes
después del Emperador, que pueden alcanzar un metro de altura. Las aves no estaban de acuerdo
con la maniobra y lo manifestaban ensordeciéndonos con sus graznidos y perfumándonos con un
aroma que nos acompañaría todo el vuelo. Finalmente logramos despegar con ambos aviones y
poner proa a Gallegos. Los pingüinos aguantaron muy bien el viaje (nosotros no tanto) que ahora con
viento de frente insumió 4,4 hs. de vuelo. La carga fue entregada en tierra a los representantes del
zoológico que se hicieron cargo del inmediato traslado a Londres vía Buenos Aires.
El equipo del programa de TV Panorama documentó todas las instancias del vuelo y aunque nunca
pudimos verlo —pensemos en lo rudimentario de las comunicaciones en 1972– sabemos que fue
muy visto. Por su parte, la Escuadrilla recibió una felicitación por el éxito de la operación, a mi juicio
muy merecida por la eficiencia con que resolvieron todos los problemas que se fueron presentando.
Queda para la anécdota que, gracias a este vuelo naval, descendientes de los pingüinos (viven
alrededor de 25 años), pudieron participar en la película “El Regreso de Batman” en 1992. ¡La
Aviación Naval en ayuda de Hollywood!
5
Y, ya en un plano más institucional, el hecho permitió que cascos de aeronaves de la Armada
Argentina surcaran las aguas de Malvinas y los tripulantes hollaran su suelo, tras un poco conocido
vuelo a comienzos de 1972, exactamente diez años antes de su recuperación.
NOTA: Aunque éste fue un vuelo casi rutinario, su reconstrucción fue trabajosa. Para la investigación
han colaborado, además de los tripulantes ya mencionados, el Instituto Aeronaval (muy
especialmente su Presidente CN Juan Membrana y su Secretario Administrativo SMAE Salvador
Tapia), el SPAE Lorenzo Borri, ex Suboficial de Escuadrilla y actual Encargado del Museo de la Aviación
Naval y el Tte de Navío (R) Guillermo Rubino, creador de un muy popular órgano no oficial de
concentración y distribución de informaciones/novedades aeronavales que distribuye por email. A
todos ellos MUCHAS GRACIAS,