Janin - La Incidencia de La Tecnología en La Constitución Subjetiva

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La incidencia de la tecnología en la constitución subjetiva:

Nuevos lenguajes en niños y adolescentes.


Beatriz Janin

“Las lenguas habladas por los seres vivientes sufren las influencias propias de la
vida. Habladas por los humanos, las lenguas dependen de las características de
estos, que solo pertenecen al hombre. Se deben tomar en consideración las
relaciones del lenguaje con el pensamiento. Corresponde examinar tres niveles: la
vida, la lengua y el pensamiento, los cuales operan, a su vez, a nivel colectivo y a
nivel individual”. (A. Green, 2005, pág 278).
Con los cambios que se vienen suscitando en los últimos años en relación a la
tecnología pero también en los vínculos humanos, nos encontramos con nuevos
modos de comunicación, nuevas formas de vinculación por parte de niños y
adolescentes. La irrupción de la hiperconexión produce efectos en la constitución
subjetiva.
Fernando Mires dice: “Entiendo por modo de producción microelectrónico un orden
basado en un conjunto tecnológico específico que impone su lógica y sus ritmos al
contexto social de donde se originó, que organiza y regula relaciones de
producción y de trabajo, pautas de consumo e inclusive el estilo cultural
predominante de vida”. (F. Mires, 2009, pág 23)
Es decir, estamos en una época en la que hay modificaciones a todo nivel. Voy a
tomar, en principio, el tema de los avances tecnológicos. Estos suponen una
apertura, una posibilidad de conexión con el mundo que es absolutamente
novedosa y enriquecedora. Poder comunicarse casi instantáneamente con el resto
del mundo amplía el universo, pero trae aparejadas también otro tipo de angustias
y soledades.
Sitios como facebook muestran la intimidad expuesta y borran los límites entre lo
público y lo privado. El narcisismo y la existencia misma se sostienen en la cantidad
de seguidores que se tienen en la red, aunque no sepamos nada de ellos.
Zygmunt Bauman dice que se piensa en los jóvenes como otro mercado para ser
adocenado y explotado. El objetivo, según el autor, es ejercitarlos para que se
conviertan en consumidores. Refiere: “En un ensayo de 2011: La juventud en la
era de la desechabilidad, Giroux dice: Utilizando la fuerza adicional de una cultura
que comercializa todas y cada una de las facetas de la vida de los niños, mediante
Internet y las varias redes sociales, y con las nuevas tecnologías de los media
como los teléfonos móviles, el objetivo de los grupos corporativos apunta a una
inversión masiva de los jóvenes en el mundo del consumo por unos caminos más
directos y extensivos de los que jamás habíamos visto en el pasado. Un estudio
reciente de la Kaiser Family Fundation descubrió que la gente joven de edades
comprendidas entre los 8 y los 18 años pasa en estos momentos más de siete
horas y media al día con los teléfonos, ordenadores, televisiones y otros artefactos
electrónicos, en comparación con las menos de seis horas y media de hace cinco
años. Si a esto le añadimos el tiempo adicional que invierten los jóvenes en mandar
textos, hablar con sus teléfonos móviles o realizar múltiples tareas al mismo tiempo
tales como ver la televisión mientras se ponen al día en Facebook, entonces la
cantidad de horas sube a una media de un total de once horas diarias.” (Bauman,
pag 64/65)
El tiempo ha tomado un lugar diferente. No sólo todo es urgencia, sino que en el
terreno de las comunicaciones se acabaron los tiempos de espera. Ya nadie
espera la llegada de la carta, porque el correo electrónico es inmediato, y esto lleva
a que se espere una respuesta también inmediata. Con el WhatsApp uno puede
saber si el destinatario del mensaje recibió la información y hasta si la leyó y está
escribiendo una respuesta. Se sabe si el otro está o no “conectado”. Y es frecuente
escuchar en las/los adolescentes la queja: “estaba conectado pero no me
contestó”. Todo se supone en un “ya ahora”, sin tiempo de reflexión. No se supone
que alguien puede necesitar pensar la respuesta. La urgencia domina la actividad
cotidiana y se piensa que todos estamos permanentemente pendientes de los
mensajes de los otros. Una cuestión que nos debe llevar a preguntarnos por los
efectos en las relaciones humanas de esta conexión con las pantallas. ¿No mueve
a funcionamientos impulsivos, en tanto habría que responder sin reflexionar? A la
vez, estar conectado con todos y todas ¿cuáles son las desconexiones que
acarrea? ¿O podremos estar con múltiples relaciones simultáneas, sosteniendo
vínculos con esos múltiples interlocutores?
Considero que lo que suele suceder es que se produce un vacío en las relaciones
cercanas, que nos deja sin sostén representacional, sin mirada del otro que está
atento a pantallas. Esto es particulamente importante en el caso del vínculo padres-
hijos y sobre todo durante los primeros años de la vida.
Hay una irrupción del otro que se presenta a través de señales sin cuerpo, como
una presencia continua. ¿Esta presencia, como exigencia permanente de otro
“real” ¿conlleva un decaimiento de la fantasía?, ¿resta espacio a la imaginación?
El predominio del lenguaje visual sobre el verbal también crea una serie de
interrogantes.
Hay que tomar en cuenta que el relato oral, de historias y cuentos, deja huellas
diferentes a las transmisiones puramente visuales. Y que en el contacto con otro,
la visión de su rostro, de su cuerpo; acompañado de sabores, olores, sensaciones
táctiles y auditivas, se distingue claramente de lo visual de las pantallas, con las
cuales no hay interacción y todo es bidimensional.

Las imágenes son representaciones que prevalecen sobre la palabra.


Así, los cuentos han perdido valor. La televisión, los videos, ocupan el lugar de los
relatos. Pero hay diferencias. Las palabras son un tipo de representación que
permite traducir pensamientos y afectos, de modo que puedan ser compartidos,
respetando secuencias. Los cuentos permiten ligar las huellas de vivencias,
armando mitos que pueden ser re-creados y modificados, dando lugar a la
imaginación.
Cuando alguien cuenta un cuento, posibilita un tiempo de reflexión, de preguntas.
Es otro humano, un semejante, diciendo una historia. Posibilita la instauración o el
enriquecimiento del proceso secundario y permite elaborar traumas.
En términos de transmisión, los relatos de historias reales o fantaseadas permiten
la apropiación y recreación de lo transmitido.
Las imágenes, por el contrario, sobre todo en la medida en que provengan de
aparatos (diferente al caso en que sean utilizadas por alguien como acompañantes
de la expresión verbal) no tienen en cuenta los tiempos ni las reacciones del niño.
Lo dejan como espectador pasivo frente a estímulos rápidos e incontrolables,
generando la confusión entre aquello que ellos generan y lo que les viene de
afuera.
Otra cuestión a pensar es el tema del registro histórico: hoy hay mucha información
que puede ser guardada, pero es posible que dentro de cien años haya poca
memoria de todo esto, porque el soporte informático falla con mucha facilidad (por
lo menos por ahora). Para colmo, nos venimos acostumbrando a que todo quede
registrado en máquinas, por lo que el esfuerzo de memorizar lo escuchado y lo
visto va siendo menor. El riesgo es quedarse sin pasado, o que sean muy pocos
los que tengan huellas del pasado.
Es decir, nuevas posibilidades y nuevos riesgos…

La incidencia de los nuevos lenguajes en la estructuración subjetiva

Es diferente la visión del rostro humano, del cuerpo del otro, que viene
acompañado de sabores, olores, sensaciones táctiles y auditivas, a lo visual de las
pantallas, que no sólo estimula de un modo recortado sino que deja al niño pasivo
frente a un exceso de estímulos. Sobre todo, no hay otro con quien intercambiar.
Tendríamos que preguntarnos entonces por los efectos de la falta de narrativas y
el bombardeo de lo visual y por las consecuencias que tiene el predominio de lo
actual por sobre las historias y los relatos.
Cuando a un nene de un año se le da un celular para que se entretenga, ¿qué tipo
de relación le estamos proponiendo? ¿O quizás tenga que ver con un modo de no
involucrarse en un juego por parte del adulto? ¿Son nuevos modos de silenciarlos?
Nadie puede negar la importancia de la tecnología y todos los avances que ha
implicado, pero quizás uno de los temas a discutir es no tanto qué se usa sino cómo
se usa.
Nuevas construcciones experienciales, nuevas vivencias que dejan marcas que
tenemos que pensar… porque ya no son las marcas del contacto corporal pero
tampoco las de la imagen solamente, sino que hay una conjunción de elementos
que tienen aparecen como una nueva realidad (virtual).
Y en las vidas virtuales no hay tiempo (o el tiempo es siempre inmediato) y la
muerte no existe (hay muchas vidas). Es decir, se replantea el tema de la
castración: todo es posible…Es uno el que domina la situación, el dueño de la
pantalla, en una especie de alucinación de la propia acción. Y esto en un ritmo
vertiginoso. La confusión con el personaje puede ser total.
Así, es llamativa la omnipotencia que provoca el sentir que el mundo se maneja
con botones, que la muerte no existe, porque siempre puede haber más vidas y
que uno puede transformar todo y crear universos diferentes con sólo tocar una
pantalla o un teclado. ¿Qué nuevos efectos tiene esto? Ese niño que siente que
es todopoderoso con la máquina no puede ya todo en la escuela ni con sus pares.
Si con la máquina puede suprimir la presencia del adversario apagando un botón,
en la vida los otros no pueden ser apagados, siguen presentes con sus reclamos
y sus demandas… Y esto en un mundo en el que se privilegia el funcionamiento
narcisista, en la problemática se centra en el ser y en el que el tener no implica
placer por el uso del objeto sino porque garantiza la pertenencia al grupo “elegido”.
Por otro lado, habría que diferenciar las modalidades de lo virtual: por ejemplo, no
es lo mismo el chat que los juegos virtuales. En el chat hay palabras, mientras que
los juegos virtuales están saturados de acción. Pero así como el chat nos abre la
posibilidad de intercambiar al instante con otros lejanos, también le quita a ese
intercambio la emoción de la voz, de los gestos… por lo que muchas veces se
producen confusiones…
La prevalencia de la imagen está íntimamente ligada al tipo de información que
reciben los niños de hoy.
El filósofo italiano Franco Berardi atribuye a la hiperexpresividad, a una sociedad
en la que el problema es la hipervisión, el exceso de visibilidad, la explosión de la
infosfera y la sobrecarga de estímulos info-nerviosos, los problemas de atención
en la infancia. La rapidez de los estímulos a los que los niños están sujetos los
deja sin posibilidades de procesarlos, así como carentes de elementos para
procesar sus propios pensamientos despertados por esos estímulos. Considera
que la constante excitación de la mente por parte de flujos neuroestimulantes lleva
a una saturación patológica, que desemboca en dificultades para atender a un
estímulo durante más de unos segundos: “La aceleración de los intercambios
informativos ha producido y está produciendo un efecto patológico en la mente
humana individual y, con mayor razón, en la colectiva. Los individuos no están en
condiciones de elaborar conscientemente la inmensa y creciente masa de
información que entra en sus ordenadores, en sus teléfonos portátiles, en sus
pantallas de televisión, en sus agendas electrónicas y en sus cabezas.” (F.
Berardi, 2003, pág 18-19).
El niño queda entonces solo frente a un exceso de estímulos que no puede
metabolizar, en un estado de excitación permanente. La motricidad, con el dominio
del propio cuerpo y del mundo, es una vía posible para tramitar esa excitación y
transformarla, pero el movimiento suele estar sancionado, lo que lleva a que el niño
quede acorralado por el exceso de estímulos y la intolerancia de los otros frente a
la excitación desencadenada.
Franco Berardi dice de las generaciones actuales: “En la época celular-cognitiva la
mente infantil se forma en un ambiente mediático totalmente diferente respecto del
de la humanidad moderna, y experimenta el tiempo según una modalidad
fragmentaria y recombinante. No flujos de tiempo continuo, sino paquetes de
tiempo-atención. Conexiones puntuales, ámbitos operativos separados. “(F.
Berardi, 2007)
Considero que esta situación no solo provoca niños hiperactivos sino que es
fundamental para pensar las dificultades en la adquisición del lenguaje con las que
nos encontramos cotidianamente. Más que un mundo de palabras, les ofrecemos
un universo de imágenes, en el que los flujos de información son muy veloces y en
los que no hay tiempo para el pensamiento, para la construcción de proceso
secundario.
Dice Maud Mannoni: “La mutación tecnológica a la que Europa arrastra hoy al
mundo va acompañada de un vuelco de mentalidades, diría, incluso, de un cambio
de civilización. El que ahora se construye es un mundo esquizofrénico e inhumano,
un mundo donde el valor mercantil, la productividad, se lleva, a su paso, el ser del
hombre. En este universo de máquinas, de microcomputadoras, ya no hay lugar
para lo imprevisto. Peor aún, lo imprevisto y la fantasía perturban."(Mannoni, M.;
1995, pág 23)
No pienso que esto sea una catástrofe, es más, me parece que se abren muchas
posibilidades, pero creo que tenemos que tener en cuenta todas las cuestiones que
estos nuevos lenguajes suscitan en niños y adolescentes y cómo se apropian de
ellos.
Así como hay nenes de tres años que manejan la computadora también son
muchos los que pueden manejar las máquinas pero presentan dificultades para
estar con otros humanos.
Me pregunto si este predominio de lo tecnológico y los medios audiovisuales no
tiene algo que ver con esta supuesta epidemia de niños autistas, denominados así
en gran medida porque tienen retraso en la adquisición del lenguaje.

Sobre la constitución del lenguaje y los medios audiovisuales:

Y esto nos lleva a preguntarnos cómo se construye el lenguaje verbal.


Sabemos que un niño aprende a hablar, en tanto está inmerso en un “baño de
lenguaje”, que es imprescindible que se le hable (y no solamente que hablen
delante de él), que no se rige de entrada por las normas del Prec. y que aún cuando
hable, su lenguaje tiene características peculiares. Nadie pretende que un chico
chiquito conjugue correctamente los verbos ni que utilice preposiciones ni
conjunciones.
Pero ¿cómo aprende a hablar? Infinidad de ejemplos muestran que no depende
de un simple proceso madurativo.
Frente a la tensión de necesidad, así como frente al dolor, el bebé grita o llora y es
la madre la que va a otorgarle a esa descarga el sentido de un llamado. Las
palabras de los adultos, vividas en principio como ruidos, van siendo ligadas al
placer y al displacer, tomando el valor de caricias o palizas. El cuerpo va siendo
erotizado, se abren recorridos, zonas privilegiadas de placer. Hay un ritmo que se
va construyendo a través de los cuidados maternales. El niño emite sonidos que le
producen placer en su repetición misma. No hay palabras ni sentido. Es la emisión
vocal, ligada a la audición del sonido, lo que es reiterado en un juego autoerótico.
Juego madre-hijo que pasa de la repetición de sílabas a un laleo que imita la
melodía de una frase. Todos recordaran seguramente alguna escena en la que una
mamá, embelesada con su chiquito, hace una suerte de música en un movimiento
especular con el niño. Juego amoroso en el que el niño, identificándose
primariamente con el otro que lo libidiniza, va constituyendo un yo, yo de placer
purificado que, regido por el principio de placer, no se diferencia claramente del
funcionamiento pulsional, si bien implica un primer grado de organización de las
sensaciones corporales. Yo de placer purificado que se define por el
desconocimiento del otro como generador de satisfacción.
Ya acá la diferencia entre este intercambio con otro humano y el estar escuchando
las palabras-ruidos del televisor o de la computadora es absoluto: con el televisor
o la computadora no hay baño de lenguaje, sino de sonidos que no se dirigen a él,
que no toman en cuenta sus ritmos ni sus laleos. Son imágenes y ruidos.
Por el contrario, la voz materna funciona, en las palabras de Piera Aulagnier, como
“atributo sonoro del pecho, voz cuya presencia se convertirá para el fantaseante
en signo del deseo materno, tanto si la zona auditiva experimenta placer como si
no lo experimenta”. Y como consecuencia el silencio puede ser equivalente a una
palabra destructiva, intolerable. Pensemos en los adultos conectados con
celulares, computadoras, etc y en todos los silencios que esto acarrea… Y a la vez
las diferencias entre la voz materna como los fragmentos sonoros emitidos por la
madre de los que el niño se puede apropiar en tanto elementos que lo remiten a
un vínculo amoroso y los fragmentos sonoros que emite un aparato.
El niño repite las palabras maternas. Nombra, suponiendo que el nombre es una
cosa, o parte de la cosa misma. Se nombra, hablando de sí en tercera persona.
Pero también nombra a la madre, como modo de tenerla, de recuperarla
omnipotentemente. Ya no es ma-ma-ma como repetición placentera, sino mamá,
modo de poseerla.
O sea, el niño se va diferenciando y a la vez intenta anular las diferencias. En ese
sentido, la palabra separa y liga. El niño va a intentar dominar todo aquello vivido
como afuera, exterior a sí, y por ende, hostil. La palabra tiene entonces el valor de
expulsar lo vivido como displacentero y a la vez recuperar el objeto amado.
La madre, como un rasgo más de su poder, nombra al mundo. Pero además
significa los sonidos que el niño emite, otorgándoles un sentido que posibilita la
ligazón entre la representación-cosa y la emisión del sonido. Así, pa-pa-pa se
transforma en papá, “gua” en agua y el mundo se va poblando de palabras a partir
de sonidos que él emite y los otros significan. Este poder de significar los sonidos
que el niño emite es fundamental, porque nadie habla si supone que no hay a quien
dirigirse. Y esta es otra cuestión fundamental en relación a las máquinas: no
otorgan sentido a los intentos comunicativos del niño.
Por último, también son los otros los que mostrarán las fallas de ese lenguaje
“íntimo”, marcando la necesidad de sujetarse a las reglas del lenguaje social para
ser comprendido. Cuestión que podría pensarse como un punto importante en la
constitución subjetiva, en tanto golpe al narcisismo (el lenguaje no es inventado
por cada uno sino que tiene reglas que debemos acatar). Es uno de los modos en
los que aparece la castración…
El lenguaje preexiste al individuo y por ende es algo a adquirir, a incorporar, pero
esa incorporación se da en un juego de pasiones. Pasiones que el lenguaje se
empeñará en traducir, pero también en constreñir en tanto sujeción a un orden
diferente.
Si un niño está horas frente a aparatos… ¿a qué tipo de estímulos queda expuesto?
¿qué consecuencias tiene ese exceso de estímulos visuales? El preconciente
visual tiene claras diferencias con el verbal. Por ejemplo, no permite representar
abstracciones ni enlaces complejos. Como ejemplo están los sueños, donde para
mostrar relación algo queda superpuesto, o ligado espacialmente. En ese sentido,
supone una cierta pobreza representacional. Por eso pienso que el uso particular
que se hace de los medios como la televisión y la computadora, incide en este
fenómeno de dificultades en la adquisición del lenguaje, en tanto los niños quedan
expuestos durante muchas horas a este tipo de estímulos.
Es claro que las máquinas no le hablan a uno, aunque hablen. No hay con quien
erotizar el lenguaje, como cuando el niño hace la…la y hay otro que le contesta del
mismo modo. Y tampoco hay posibilidades para el niño de intentar ver de dónde
sale la voz, como cuando intentan aferrar las palabras, tocando la boca del que
emite el sonido. ¿A quién señalar cada objeto e ir preguntando el nombre de las
cosas, frente al televisor? Y esto también habla de la diferencia de ver una película
o jugar con la computadora “con” el niño, acompañándolo en sus dudas y sus
experiencias, a dejarlo solo con aparatos.

La motricidad:
Cuando los niños están horas frente a pantallas, sosteniendo un celular o una tablet
o mirando la computadora, no sólo quedan como hipnotizados sino que pasan
horas quietos, frente a imágenes que se mueven y a las que, en el caso de los
juegos, pueden mover pero moviendo solo sus dedos.
Considero que esto puede derivar en dificultades motrices, en tanto en lugar de
apropiarse de su cuerpo el niño queda inmovilizado.
Muchas veces, los adultos esperan justamente que los niños se queden quietos y
en ese sentido las pantallas pueden ser usadas para coartar el movimiento. Pero
si el niño no se apropia de sus posibilidades motrices, si no las ejercita, si no arma
una representación de sí mismo en movimiento, el riesgo es que no pueda moverse
armónicamente o que quede en un estado de excitación y corra sin ninguna meta.

Los adolescentes y el lenguaje:


Por otra parte, los adolescentes han tenido siempre su propio lenguaje, como modo
de armar un universo discursivo propio diferente al de los adultos. Hoy en día éste
se confunde con el de la tecnología. Son ellos los que mejor manejan los nuevos
términos y los que recrean los modos de decir.
Y esto abre posibilidades creativas, pero también tal como plantea Marcelo Viñar:
“El despliegue de la secuencia narrativa está sustituido, reemplazado: por el acto
o por una palabra explosiva, un decir evacuativo, sin espesor, sin pausas ni
espera.” (Pág 95 – Marcelo Viñar)
Si la adolescencia es el momento en el que la diferenciación de los padres con el
pasaje a la exogamia es la clave, construir un lenguaje propio, de difícil acceso
para los adultos puede facilitar la distancia generacional.
Seguramente, los adolescentes no esperan que los adultos compartan con ellos su
mundo sino que necesitan el sostenimiento de las diferencias. Esto aparece
claramente cuando vemos que, apenas los adultos nos apropiamos de un modo
virtual de comunicación, los adolescentes cambian y comienzan a usar otro. Pero
también tenemos que pensar que son muchos los que se encierran en las
máquinas, que las utilizan como modo de sortear el obstáculo que plantea el otro
humano, que prefieren manejar un aparato, que se puede apagar a voluntad, que
intercambiar con otros que suponen exigencias a veces imposibles de tolerar. En
este sentido tenemos que ir viendo diferencias: no está en la misma posición el
adolescente que se encierra a jugar juegos virtuales con una red de otros (aunque
no los conozca personalmente) que aquél que se encierra para jugar solo. En un
caso, hay un intercambio con otros que son impredecibles, que pueden implicar un
obstáculo y también un lugar de encuentro. Un paciente adolescente cuyo padre le
había prohibido usar la computadora me decía: “Me prohibieron la vida social. No
me puedo comunicar con mis amigos”. Lo que resulta curioso es que aun estando
físicamente juntos, se comunican muchas veces por chat.

Los adultos y la tecnología:


Desconexión de los niños y reemplazo de los vínculos por máquinas.

Conclusiones:
Quizás estas nuevas formas vayan planteando nuevos modos de estar, de percibir
y de incribir… y tenemos que ir pensándolas… Es más, es posible que esta
disponibilidad a atender a múltiples cuestiones simultáneamente lleve a nuevos
modos de pensar y de crear. Y a relaciones diferentes…
Entonces, el problema no es la tecnología, sino el borramiento de los adultos, el
quiebre de los vínculos humanos y la indiferenciación niño-adulto y
adolescenteadulto, en un mundo en el que se supone que todos debemos
responder a las exigencias del mercado, lo que deja poco espacio para el
intercambio libidinal.

Lic. Beatriz JANIN.


Psicóloga. Psicoanalista. Presidenta de la Asoc. Civil FORUM INFANCIAS.
Directora de las Carreras de Especialización en Psicoanálisis con Niños y con
Adolescentes UCES – APBA. Directora de la Revista “Cuestiones de infancia”.

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