Santo Rosario Virgen de Guadalupe
Santo Rosario Virgen de Guadalupe
Santo Rosario Virgen de Guadalupe
Por la señal + de la Santa Cruz, de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Tú
quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido y
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme, cumplir la penitencia que me fuera
impuesta; ofrezco mi vida, obras, y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados. Confió en tu
bondad y misericordia infinita, que perdonaras por los méritos de tu preciosísima Sangre, Pasión
y muerte; y me darás la gracia de enmendarme en tu santo servicio hasta el fin de mi vida.
Amén.
Oración:
Señora gracias por que nos amas a pesar de nuestra pequeñez, gracias. Porque nos amas,
precisamente me atrevo a decirlo, por nuestra pequeñez y miseria.
Si nos convirtiéramos en un volcán de amor no agradeceríamos debidamente tu ternura.
Sigue amándonos para que nuestra patria tenga no la gloria efímera y superficial de la tierra,
sino la gloria que consiste en ser amado por Ti, en vivir dulcemente en tu regazo hasta que
llegue el día en que vivamos no solo allí, sino en el seno amoroso e inmenso de Dios. Amen
Primera Aparición:
Fue en la Mañana del día Sábado, 9 de Diciembre de 1531, que una muy hermosa mujer vestida
del sol, con la luna bajo sus pies y con su manto tachonado de estrellas, se le apareció a un muy
humilde indígena Mexicano y le dijo:
Señora y Niña mía, voy a las cosas divinas que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, los
delegados de Nuestro Señor.
-Yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive, Señor del cielo y
de la tierra. Deseo que se me erija aquí un templo, donde mostraré mi amor a los moradores de
estas tierras y a los demás que me invoquen, pues yo soy vuestra Piadosa Madre.
Ve a decir al señor obispo de México que yo te envío a manifestarle mi deseo.
Voy Señora Mía a cumplir tu mandato, por ahora me despido de Ti, yo tu humilde siervo.
Segunda Aparición:
Ese mismo día (9 de Diciembre) por la tarde, el desconsolado Juan Diego, regresa a aquel
mismo lugar en donde se había encontrado con la Santísima Virgen María algunas horas antes
para comunicarle el resultado de su entrevista con el Obispo.
Al llegar al lugar, la Madre de Dios se aparece nuevamente ante Juan Diego, quien arrodillado
inicia la conversación:
Señora y Niña Mía. El prelado me recibió benignamente y me escuchó, pero comprendo que
cree que cuanto le he dicho es invención mía, que Tu quieres que te hagan un templo. Te ruego
que le encargues tu mensaje a uno de los principales, conocido y estimado, para que así le
crean. Yo, soy un hombrecillo insignificante, soy cordel, soy hoja seca…
Oye hijo mio, ten por cierto que son muchos los mensajeros a quienes puedo encargar mi
mensaje, pero es de todo punto preciso, que seas tu mismo quien lo entregue y que por tu
mediación se cumpla mi voluntad. Te ruego que otra vez vayas a ver al obispo y le digas que Yo
en persona, la siempre Virgen María, Madre de Dios te envía. Que haga el templo que le pido
Señora y Niña mía, iré a hacer tu voluntad, pero seguro no me creerá. Mañana vendré a decirte
lo que me respondió el prelado.
Tercera Aparición:
Al Día siguiente, muy temprano de madrugada, salió Juan Diego con rumbo a Tatlelolco a
instruirse en las cosas divinas. Después de asistir a la Santa Misa, fue a ver al señor Obispo, se
arrodilló ante él y llorando, le expuso el mandato de la Señora del Cielo. El obispo le hizo
muchas preguntas relacionadas a las apariciones y le dijo, que era necesaria alguna señal para
que se le pudiera creer. Entonces Juan Diego le contestó:
Dime cual ha de ser la señal que quieres y luego iré a pedírsela a la Señora del Cielo.
Viendo el señor obispo que Juan Diego, sin contradecirse todo lo ratificaba, lo despidió.
Llegó pues Juan Diego a donde lo estaba esperando la Virgen. Allí le dio la respuesta del señor
obispo. Nuestra Señora respondió:
Bien. Hijito mío, tienes que volver aquí mañana para que lleves al obispo la señal que te ha
pedido. Con esto te creerá y ya no dudará. Y sábete hijito mío que yo te pagaré, el cuidado, el
trabajo y el cansancio que por mi has hecho.
Cuarta Aparición:
Al llegar a su casa, Juan Diego encuentra gravemente enfermo a su tío Juan Bernardino, por
esta razón, pasó todo el día 11 buscando médicos y medicinas sin lograr conseguir la mejoría de
su tío. Debido a esto, resolvió que al día siguiente (Martes 12 de Diciembre) iría temprano a
traerle un sacerdote para que le diera los últimos auxilios. Para evitar encontrarse con la Virgen,
Juan Diego tomó está vez un camino diferente, pero la Señora del Cielo le salió al encuentro y le
dijo:
Señora y Niña mía, esta para morir un siervo tuyo que es mi tío, voy a llamar a uno de los
sacerdotes amados de Nuestro Señor para que vaya a confesarlo y disponerlo. Volveré luego
para llevar tu mensaje.
Oye hijito mío, no se turbe tu corazón. ¿No estoy acaso yo aquí que soy tu Madre?, ¿no soy Yo
vida y salud?, ¿no estás en mi regazo y corres por mi cuenta? No te aflija la enfermedad de tu
tío, que no morirá ahora de ella, ten por seguro que ya sanó…
Según después se supo, Juan Bernardino sanó en ese mismo momento. Estas palabras de
Nuestra Señora, la Santísima Virgen María lo consolaron mucho y rogó a la Virgen que lo
mandara a enviar la señal al señor obispo.
Sube hijito mío a la cumbre del cerrillo. Corta las rosas que allí hallarás y tráelas a Mi presencia.
Obedeció Juan Diego. Subió al cerrillo y encontró una gran variedad de coloridas y fragantes
rosas de Castilla, las que cortó y llevo a la Virgen. Ella las tomó en sus manos y con gran
delicadeza, las puso en la tilma de Juan Diego diciéndole:
Hijito, estas rosas son la señal que llevarás al obispo. Le dirás que vea en ellas mi voluntad.
Quinta Aparición:
Juan Diego, contento y seguro de salir bien de la encomienda, se fue a ver al señor obispo,
desplegó ante él su manta, se esparcieron las flores y apareció la hermosa imagen de la Virgen
Santa María de Guadalupe, Madre de Dios. Al verla, el señor obispo y todos los que con él
estaban, cayeron de rodillas y mucho la admiraron. Pidió perdón a Dios y a su humilde siervo,
por no haber creído en el mensaje de Nuestra Señora. Muy emocionado, desató la tilma del
cuello de Juan Diego y la llevó a su oratorio.
Ese mismo día Martes 12 de Diciembre, se apareció la Santísima Virgen a Juan Bernaridno; tío
de Juan Diego, en su casita de Tulpetlac.
Cuando volvió Juan Diego a su casa, encontró sano y repuesto a su tío. Lo llevaron a la
presencia del señor obispo, ante quien ratificó que se le había aparecido la Santísima Virgen
María, devolviéndole la salud e indicándole el nombre con el que quería ser llamada: Santa
María de Guadalupe.
Oración
Señor Jesucristo que desde la cruz en la persona de Juan evangelista nos regalaste a María
como Madre, y en el Tepeyac, ella misma declara a Juan Diego que es piadosa Madre Nuestra,
concede benignamente que todos los que te buscan, se alegren de haberte encontrado por la
mediación de Santa María de Guadalupe, Nuestra Dulce y Santa Madre.
TU que con el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien,
líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen,
gloriosa y bendita!
Amén.
Por la señal + de la Santa Cruz, de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.