La Biblia de Las Brujas Tomo 2

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Ha Pttilta

be las; bruja*
Manual completo
para la práctica de la brujería

LIBRO SEGUNDO

El Camino de las brujas


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Principios, Rituales y Creencias
de la Brujería Actual

Con los auténticos textos inéditos de


El Libro de las Sombras
de Gerald Gardner

Janet y Stewart Farrar


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LA BIBLIA DE LAS BRUJAS


Manual Completo
para la práctica de la Brujería

LIBRO SEGUNDO

El C am ino d e la s B rujas
Principios, Rituales y Creencias
de la Brujería Actual

Jan e t y Stew art F arrar


con ilustraciones a plumilla de Stewart Farrar
y fotografías de Ian David y Steart Farrar

CT¡r 2>¡/L*» JJJ.U, S.J.


M a d r id
Información bibliográfica:
Si desea estar informado
gratuitamente de nuestras
nuevas publicaciones,
solicítelo al Apartado de Correos
número 4
28670 Villaviciosa de Odón (Madrid)

Título en Inglés: A W itches’s Bible


C opyright © J a n e t & S tew art P a rra r 1981 & 1984
Publicado en 1996 por Phoenix Publishing. Inc.

© Copyright para el idioma español, España y demás países de


habla española, por acuerdo Robert Hale Ltd., London, Great Britain:
¿^e^uipo I b i/ u io r c L to C ih ro , S i.d C .

Apartado de Correos: 4
28670 Villaviciosa de Odón (Madrid)
2" edición en español: Mayo del año 2006

Traducción al español de Francisco Francés


© de la traducción: Equipo D ifusor del Libro, S.L.

1.5.B.N.: 84-95593-08-4
1.5.B.N.: 84-95593-10-6 (Obra Completa)
Depósito Legal: B-5267-2003

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o
mecánico, incluyendo fotocopiadoras, cassettes, etc., sin permiso escrito
de la editorial.

Imprime Editorial Humanitas, S.L.


Barberá del Valles (Barcelona)
*
Indice

Lista de Fotografías...................................................................................7
Lista de ilustraciones.................................................................................9
Agradecimientos...................................................................................... 10
Introducción............................................................................................. 11

P ág in as d el L ibro de las S om b ras 19


I Iniciación al Primer G rado....................................................... 21
II Iniciación al Segundo G rado.................................................... 37
III Iniciación al Tercer G rado........................................................ 50
IV Consagraciones..........................................................................63
V Resto del Libro de las Som bras................................................74

Más R itu a le s w iccan ian o s 93


VI Bajar el so l................................................................................. 95
VII Ritual de las tres diosas........................................................... 99
VIII Rito de los trece m egalitos..................................................... 106
IX Rituales de Protección.............................................................112
X Un ritual en la costa............................................................... 136

El cam in o w iccan ian o 145


XI La racionalidad de la brujería................................................147
XII Reencarnación.........................................................................160
XIII La Ética de la B rujería........................................................... 185
XIV Mito, Ritual y Simbolismo...................................................... 198
XV Brujería y sexo.........................................................................211
XVI Muchas m ansiones................................................................. 235
XVII Dirigir un conventículo.......................................................... 241
XVIII Desnudos en los r ito s ............................................................. 256
XIX Clarividencia y Adivinación...................................................265
XX Proyección a s tr a l.................................................................... 280
XXI Curaciones...............................................................................298
XXII Encantam ientos...................................................................... 316
XXIII Autoinici ación......................................................................... 327
XXIV Los utensilios de las b ru ja s.............
XXV En armonía con la tie r r a .................
XXVI En armonía con los tiem pos............

A p é n d ic e A En busca de la Vieja Dorothy


por Doreen Valiente

A p é n d ic e B Trazar y expulsar el Círculo .

G losario.............................................................
Bibliografía........................................................
ín d ice .................................................................
Fotografías

Entre las páginas 115 y 124


1 Encendiendo la vela del oeste
2 Altar con el Libro de las Sombras de Gerald Gardner
3 Doreen Valiente ante el ‘Hombre Desnudo’, tradicional punto
de encuentro de brujas en el bosque de New Forest
4 Gerald Gardner en su casa de la Isla de Man
5 La casa en la que Dorothy Clutterbuck inició a Gerald
Gardner
6 Bajando el sol en el Templo de nuestro jardín
7 Bendiciendo el vino
8 El texto escrito más antiguo (del siglo XIII) del encantamiento
‘Bagahi’
9 La Lia Fáil (Piedra del Destino) en la colina de Tara, condado de
Meath
10 Cernunnos tallado en un cementerio de la colina de Tara
11 Vela y aguja de encantamientos

Entre las páginas 280 y 289


12 Los hombres y las mujeres son el sistema nervioso central de
Gaia, el organismo de la Tierra
13 El tema del cérvix en el simbolismo antiguo
14 ‘Encantamiento de amor’, bruja flamenca del siglo XVII
15 El Teatro Rosacruciano de Christchurch, Hampshire, antes de la
guerra
16 Representación de ‘Pythagoras’ en el Teatro Rosacruciano
17 La cabaña de Biddy Early, una bruja irlandesa del siglo XIX
18 Cuadro de Janet del grupo de formas de pensamientos de
Mara
19 Utensilios de brujería de Inglaterra, Irlanda y Estados Unidos
20 Pentáculos fotograbados
21 La entrada al Newgrange, en el condado de Meath
22 La suma sacerdotisa, representando a la diosa, puede en ocasio­
nes usar el altar como trono
CRÉDITOS

Stewart Farrar: Ilustraciones 1, 9, 1 0 ,1 2 ,13A, 13C, 13D, 17, 19, 20, 21


Janet Farrar: Ilustración 18
Doreen Valiente: Ilustraciones 2,5
Ron Cooke: Ilustración 3
Alan Meek: Ilustraciones 7,11
Virginia Russell: Ilustración 22
Martin Kane: Ilustración 22
Biblioteca Nacional de Paris: Ilustración 8
Museum der Biídenen Künste, Leipzig: Ilustración 14
Biblioteca del condado de Dorset: Ilustraciones 15,16
Desconocido: Ilustración 4
Ilu stra cio n es
Página

1 Iniciación del tercer grado: orden de los besos en el


Saludo........................................................................................... 59
2 Pentagrama de Invocación del Fuego: secuencia
de gestos....................................................................................... 98
3 Trazado del círculo considerado como la creación
de una esfera..............................................................................114
4 Un típico talismán de cuatro lados......................................... 126
5 Expulsión del pentagrama de la Tierra: secuencia
de gesto s..................................................................................... 132
6 El símbolo del Yin-Yang............... 164
7 El caduceo................................................................................. 165
8 Signos de cuchillo ritual de T he Key of Solomon’ ................337
9 Signos de cuchillo ritual de ‘High Magic’s Aid’ .....................338
10 Signos de cuchillo ritual del Libro de las Sombras,
texto B ........................................................................................ 338
11 Signos de cuchillo ritual sugeridos por Doreen
Valiente: (a) primer lado, (6) segundo lad o ............................ 339
12 Símbolo de ‘Hombre y mujer arrodillados’,
(a) separados en el Primer y Segundo Grados,
(b) unidos en el Tercer G rad o.................................................. 340
13 Vara mágica con los símbolos planetarios............................. 342
14 Signos del Pentáculo................................................................344
15 Orientación del Círculo: (a) en el hemisferio norte,
(6) en el hemisferio s u r .............................................................356
16 Modelo ritual sugerido para el año australiano....................358
Este libro está dedicado a los miembros de nuestro propio con­
ventículo, a nuestros amigos adeptos a la brujería de tantos
países, y en par-ticular a la memoria de nuestro querido amigo
Gwydion Pendderwen, que cantó para todos nosotros.

A gradecim ien tos

Una vez más debemos agradecer a Doreen Valiente por su colabora­


ción en la gestación de este libro, por proporcionarnos los auténticos
textos inéditos del Libro de las Sombras de Gerald Gardner, ampliándo­
los con su conocimiento personal de los puntos de vista y las prácticas de
su autor, así como por escribir el Apéndice A, que supone una verdadera
contribución a la historia del Wicca, y siempre por sus constructivos con­
sejos.
También estamos agradecidos a la Sociedad de la Luz Interior por
permitirnos utilizar pasajes de The Sea Priestess (en español: La Sacer­
dotisa del Mar) de Dion Fortune en nuestro Ritual de la costa.
También nos gustaría agradecer a la Biblioteca del Condado de Dorset
por su ayuda en la localización y suministro de fotografías del Teatro
Rosacruciano del desaparecido Christchurch Times, reproducidas aquí
en las Fotografías 15 y 16.
Nuestro agradecimiento a Penelope Shuttle y Peter Redgrove por
permitirnos citar extensamente su libro The Wise Wound: Menstruation
and Everywoman.Y a Geofírey Ashe por permitirnos citar un pasaje de
su libro The Finger and the Moon, © Geofírey Ashe 1973.
In troducción

Este libro, que está pensado como volumen adjunto a nuestro libro pre­
vio, Los ocho sabbats de las brujas, tiene un doble propósito.
Cuando escribimos el libro anterior, tuvimos la fortuna de contar
con la ayuda de Doreen Valiente. Ella fue una de las sumas sacerdotisas
del difunto Gerald Gardner, además de coautora de la versión definiti­
va de su Libro de las Sombras, la colección de rituales que cada nuevo
adepto a la brujería gardneriano (o alexandriano) copia a mano cuando
se inicia, y que en la actualidad constituye la liturgia aceptada (toman­
do prestada una palabra cristiana) por un desconocido pero ciertamen­
te considerable número de conventículos en todo el mundo.
El Libro de las Sombras nunca ha sido publicado y sólo existe en
copias manuscritas que, en teoría, se encuentran a disposición de los
adeptos iniciados. No obstante, el mismo Gardner reveló elementos del
libro, disfrazándolos en su novelaHigh Magic’s A id(1949)y expresándolos
abiertamente en sus ensayos Witchcraft Today (1954) y The Meaning of
12 E l C a m in o de las B rujas

Witchcraft (1959)'. Desde la muerte de Gardner en 1964, casi todo lo


demás ha sido divulgado, plagiado (en general, sin reconocerlo) o
distorsionado, copiándolo deliberada o descuidadamente, provocando una
situación nada halagüeña en la que un documento teóricamente secreto
ha pasado a ser de propiedad pública en un número de versiones que
varían entre la que se ajusta razonablemente al original y la mutilación
ignorante o malintencionada.
Con el acuerdo de Doreen Valiente, por tanto, nos alegramos de po­
der empezar la tarea de definir lo que dice realmente el Libro de las
Sombras de Gardner/Valiente. También fuimos capaces de identificar al
menos algunas de las fuentes de las que se sirvió en el Libro. No siempre
fue fácil, porque el mismo Gardner (quizá porque no previo la expansión
y el renacimiento que se iba a producir con lo que él mismo había inicia­
do) nunca se molestó por identificarlas, excepto a Doreen de vez en cuando
y sobre la marcha. (Véanse los comentarios sobre los Textos A, B y C más
adelante.) Aparte de los pasajes genuinamente tradicionales, algunos
elementos, como el verso de Kipling en el ritual de Bealtaine, o los pasa­
jes de Crowley en la declamación del Gran Rito, que se identifican por sí
mismos; otros, como los préstamos del Carmina Gadelica de Carmichael,
eran más oscuros, y los fragmentos que Doreen escribió, como la parte
principal de la versión en prosa de la Carga, nos los pudo comentar ella,
por supuesto. Los orígenes de algunos pasajes continúan siendo un mis­
terio. Con todo, fuimos capaces de clarificar muchas cosas.
En Los ocho sabbats de las brujas, el proceso de clarificación y
definición sólo contempló los rituales que competían a nuestro tema:
es decir, el de trazado y cierre del círculo, el Gran Rito y los rituales
del incompleto Libro de las Som bras p a ra las ocho festividades
estacionales que nosotros hemos incluido en n u estras propias am ­
pliaciones. En este libro —y, una vez más, con el permiso y ayuda de
Doreen — continuamos el proceso con los demás elementos impor­
tantes del Libro de las Sombras: los rituales de primero, segundo y
tercer grado, las consagraciones y otros artículos variados.
Ambos libros sólo tienen un elemento común inevitable. En Los
ocho sabbats de las brujas ofrecimos el ritu al para el trazado del
círculo en el capítulo I y el de expulsión en el capítulo III, junto con
explicaciones y notas. Ya que los rituales del presente libro no pue­
den llevarse a cabo sin tra z a r y expulsar el círculo, hemos repetido

1. Todos los libros mencionados en el texto se podrán encontrar en la Bibliografía con los
datos de su edición.
I n t r o d u c c ió n 13

h u s rituales (Apéndice B), sin las explicaciones y notas y con in struc­


ciones resum idas, para que el libro sea completo por sí mismo.
Nos gustaría dejar una o dos cosas claras. Primero, al emprender
esta tarea no estamos estableciendo el definitivo Libro de las Sombras
cardneriano como Sagrada Escritura. La brujería moderna es algo cre­
ciente y en desarrollo, y nos hemos apartado del original cuando hemos
creído que teníamos buenas razones para ello. Cuando lo hemos hecho,
así lo hemos dicho, además de precisar lo que dice el original, tanto con
una nota al pie como en la explicación inicial. Tampoco queremos dar a
entender que el corpus de rituales gardnerianos sea ‘mejor’ que otros
sistemas wiccanianos. Lo que queremos decir es que, para nosotros, igual
que para miles de personas, funciona; y que es coherente y consecuente.
Además, si existe un estándar al que todos los rituales del movimiento
¡Hieden referirse y que es seguido por más conventículos en activo que
ningún otro, es este. Puesto que es la'liturgia’ que se ha convertido en la
más conocida por el público (nos guste o no, pues han pasado demasia­
dos años para discutirlo) cada día hay más y más grupos de adeptos que
se inician a sí mismos y basan su trabajo en cualquiera de los rituales
gardnerianos que han podido reunir, a pesar de que algunos de los que
circulan y han llegado a sus manos están mutilados. Discutimos la cues­
tión de la autoiniciación y la fundación de conventículos sin ayuda exter­
na en el capítulo XXIII, y se apruebe o no, es algo que está ocurriendo y
que ocurrirá con mejores garantías si para trabajar disponen del mate­
rial genuino. Finalmente, el Libro de las Sombras gardneriano es uno de
los factores clave de un movimiento que se ha convertido en algo mucho
más grande y significativo de lo que el propio Gardner había previsto.
Por consiguiente, sólo el interés histórico será suficiente razón para de­
finirlo m ientras dispongamos de pruebas de primera mano.
En este libro, nos referimos a los Textos A, B y C del Libro de las
Sombras. Nosotros mismos bautizamos así las tres versiones del Libro
de las Sombras que están en posesión de Doreen Valiente. Son:
Texto A: Rituales originales de Gardner, copiados del conventículo de
New Forest en el que se inició, corregidos, ampliados y anotados por él
mismo. Sus propias correcciones estuvieron muy influidas por la OTO2,

2. El Ordo Templi Orientis (orden del Templo Oriental) es una orden de magia ritual de
«•dad desconocida. Fue mencionada por primera vez en prensa en 1904; Aleister Crowley
(según su propia versión) se convirtió en cabeza de la sección británica en 1912, y en 1917
Theodor Reuss lanzó un manifiesto en Suiza promulgando la Orden. (Véase The Secret
¡iituals of the O.T.O., de Francis King)
14 E l C a m in o d e l a s B rujas

orden a la que perteneció. Con este texto comenzaba su proceso de ela­


boración de un todo coherente a partir del m aterial original fragmenta­
rio que utilizaba el conventículo de New Forest.
Texto B:Versión más elaborada que Gardner estaba utilizando cuan­
do inició a Doreen Valiente en 1953.
Texto C. Esta es la versión final que Gardner y Doreen elaboraron
juntos, y que fue (y todavía es) transm itida a posteriores iniciados y
conventículos. Suprime gran parte del material de la OTO y de Crowley
que Gardner había añadido. Doreen creyó y convenció a Gardner de que
muchos pasajes ‘no resultaban apropiados para el Viejo Arte de los Sa­
bios, por bellas que pudieran ser sus palabras o por muy de acuerdo que
uno pudiera estar con lo que decían’. Doreen escribió muchos pasajes
substanciales, o los adaptó a partir de fuentes más adecuadas que las de
la OTO o de Crowley, como por ejemplo del Carmina Gadelica (véase
Los ocho sabbats de las brujas, p. 78).
Las partes del Libro de las Sombras que menos cambiaron entre los
Textos A, B y C fueron, naturalm ente, los tres rituales de iniciación, más
que nada porque debían ser los elementos tradicionales que mayor cui­
dado exigían en su conservación, probablemente durante siglos, y para
los que Gardner habría encontrado escaso material exceptuando algún
relleno para los huecos. Sin embargo, el rito de iniciación al tercer grado
(véase capítulo III) incluye m aterial de Crowley en la declamación don­
de por una vez parece ajustarse perfectamente.
Una nota sobre la ram a alexandriana del movimiento gardneriano.
En la década de 1960, al no conseguir ingresar en ningún conventículo
gardneriano (incluyendo los de Patricia yArnold Crowther), Alex Sanders
logró de algún modo hacerse con una copia del Libro de las Sombras de
Gardner y fundó el suyo propio. Atrajo y dio la bienvenida a un montón
de publicidad e inició a nuevos adeptos al por mayor. Él y su mujer Maxine
fueron muy criticados por los gardnerianos y otros adeptos por su afi­
ción y habilidad para convertirse él mismo en un espectáculo, por su
pretensión de convertirse en el Rey de las brujas y por la manera en que
añadió al estricto canon gardneriano todos los elementos del ocultismo o
de la magia que hubieran seducido su imaginación. Tenía, comoAleister
Crowley, un agudo sentido de humor y ningún escrúpulo para ponerlo
en práctica, lo que tampoco le granjeó el cariño del resto del arte. Pero
como un comodín en una baraja de cartas, jugó su papel. Él y Maxine
iniciaron a centenares de personas que, por lo demás, no deberían haber
oído hablar del arte hasta años después. Por supuesto, muchos fueron
adormeciéndose o quedando en la cuneta, pero un número considerable
I n t r o d u c c ió n 15

rontinuó fundando sus propios conventículos, alcanzando su propio equi­


librio y trabajando en ello. Hay que reconocer que en la actualidad exis­
ten muchos conventículos excelentes que no existirían si no hubiese sido
I»or Sanders.
Nosotros mismos fuimos iniciados por Alex y Maxine en los primeros
años 70, y fundamos nuestros propio conventículo en la Pascua de Navi­
dad de aquel año. De aquel conventículo londinense, y del posterior ir­
landés, se han ido desgajando otros que a su vez han dado origen a otros
nuevos.
Alex y Maxine se separaron al poco tiempo de dejarles nosotros. Alex
está medio retirado en Sussex, habiendo dejado atrás la época en que gus­
taba salir en los titulares. Por su parte, Maxine se instaló en Londres don­
de trabajó con mayor tranquilidad y solidez junto a su hermanastro David
Goddard como sumo sacerdote. En marzo de 1982 anunció que se había
convertido en una católica liberal, precisando que: ‘Mentiría si dijese que
lie renunciado a todas mis actividades anteriores.’Y es muy posible. Noso­
tros conocemos católicos liberales que son ocultistas de primera línea.
El Libro de las Sombras con el que nosotros comenzamos a trabajar
estaba, por supuesto, copiado del de Alex. Básicamente se trataba del
Texto C pero, como sospechamos entonces y más tarde pudimos confir­
mar, estaba incompleto y contenía muchas correcciones del mismo Alex,
y muchos errores también, pues no era un copista cuidadoso.
Hemos señalado varias correcciones alexandrianas en su libro, y para
ser justos, hemos considerado que valía la pena conservar una o dos,
aunque, insistimos, advirtiéndolo siempre y señalándolo en una nota al
pie de página en el original de Gardner.

La primera parte de nuestro libro, ‘Páginas del Libro de las Sombras’,


consta de los rituales gardnerianos que hemos discutido anteriormente
(además, en el capítulo V, de algún m aterial no relativo a rituales), con
comentarios. La segunda parte, ‘Más rituales wiccanianos’ ofrece algu­
nos rituales que hemos diseñado y que esperamos sean de utilidad para
otros adeptos practicantes de la brujería (como hicimos con nuestros
rituales de Wiccaning, Compromiso nupcial y Réquiem en Los ocho
sabbats de las brujas) además de un capítulo dedicado a rituales protec­
tores y talismanes.
La tercera parte, ‘El sendero wiccaniano’, cumple el segundo propó­
sito de nuestro libro: a saber, resum ir los diversos aspectos de la brujería
moderna en un formato, esperamos, conciso y útil. Incluye capítulos so­
bre la exposición razonada de la brujería, su ética, los problemas de diri­
16 E l C a m in o de la s B rujas

gir un conventículo, brujería y sexo, proyección astral, encantamientos,


clarividencia y adivinación, curaciones, desnudez ritual, autoiniciación,
el papel de Wicca en el mundo actual, etc.
Al parecer, existe la necesidad de un compendio de esta clase,
tanto por el a rte en sí como para aquellos que desean saber en qué
consiste. Stew art intentó algo parecido en su libro What Witches Do
(1971), y muchos adeptos a la brujería lo han utilizado ampliamente.
No o b sta n te , aq u í in ten tam o s p ro fu n d izar en las razones que
subyacen detrás de esas razones y analizar algunas de las cuestio­
nes que hemos aprendido desde 1971. Nos agrada pensar que What
Witches Do tiene un valor especial porque recoge las reacciones de
un nuevo brujo explorando un campo desconocido, y hay muy pocas
cosas que S tew art cam biaría. (Después de muchos años ha sido
reeditado, casi al mismo tiempo que este libro, con un nuevo prólogo
a la segunda edición) - En la actualidad existe edición en español,
ver Bibliografía. -
En la tercera parte de este libro no pretendemos hablar del arte en
su conjunto, ni proponemos ninguna ortodoxia concluyente; de cualquier
modo, los conceptos de finalidad, autoridad y ortodoxia son extraños a
Wicca. Tan sólo hemos escrito lo que hemos visto, experimentado y apren­
dido de otros amigos adeptos a otras muchas ram as de la brujería, ha­
ciendo una propuesta para su discusión y (siempre) profundizando en su
estudio.
Nos gustaría pensar que estos dos volúmenes juntos, Los ocho
sabbats de las brujas y El camino de las brujas, ofrecen una ‘litu r­
gia' básica y un m anual de trabajo sobre el que cualquier conventí­
culo podrá construir su propia filosofía y práctica, dentro de la tra d i­
ción común, y para que las personas interesadas que no sean adep­
tos a la brujería tengan una imagen global de lo que esas personas
extrañas hacen y creen, y por qué. Ojalá sirva p ara persuadirles de
que las brujas y brujos que se encuentran entre ellos no son, después
de todo, tan raros, descaminados ni peligrosos.

Finalmente, estamos muy contentos de incluir un Apéndice de Doreen Va­


liente titulado ‘La búsqueda de la vieja Dorothy1. Gerald Gardner afirmó
haber sido iniciado en 1939 por la vieja Dorothy Clutterbuck, una bruja de
New Forest. Algunos de sus detractores han sugerido que para dar credibi­
lidad a su ‘fingimiento’ de haber sido iniciado por una bruja, Gardner se
inventó a la vieja Dorothy, e incluso el conventículo de New Forest. Doreen
se propuso probar la falacia de aquellos detractores, y lo consiguió. Deja-
I n t r o d u c c ió n 17

inos que sea ella la que describa su investigación y sus frutos, que constitu­
yen una sólida contribución a la historia del renacimiento del arte.

Janet Farrar
Stewart Farrar

N ota a la cuarta edición

Dos años después de su publicación, no hemos visto la necesidad de ha­


cer cambios en nuestro texto. Sin embargo, haremos dos precisiones:
nuestras consideraciones sobre el mundo del arte irlandés (p.246) han
sido desbordadas por los acontecimientos. El renacimiento de la bruje­
ría se encuentra en su apogeo en Irlanda, y ya no somos ‘los únicos bru­
jos conocidos’. Un síntoma de esto es la pequeña pero dinámica revista
pagana Ancient Woys, editada por iniciados nuestros de Dublín que se
separaron y fundaron su propio conventículo. (Puede conseguirse enThe
Alchemists’ Head, 10 Esast Essex Street, Dublin 2.)
La segunda precisión es que hacemos varias referencias a la época en
que vivimos en el condado de Louth. Desde entonces nos hemos traslada­
do, pero hemos dejado que las referencias sigan ahí.
Una precisión más respecto a la Carga (pp 388-389). Fue escrita an­
tes de la actual (y justificada) sensibilidad acerca de la incorrección del
lenguaje inglés y emplea las palabras ‘hombre’ y ‘hombres’ para referir­
se tanto a los hombres como a las mujeres. Hemos dejado el texto impre­
so como está, aunque nuestra propia práctica ha consistido en corregir
el ritual en ciertos sitios, y es posible que otros quieran hacer lo mismo.
Por ejemplo, decimos ‘corazón de la humanidad’ en lugar d e‘corazón del
hombre’, cosa que algunos puede que no consideren suficientemente ra­
dical. De todos modos, si se corrige habrá que tener cuidado para no
destruir el ritmo y la poesía de esta hermosa declamación.
Queremos agradecer a los cientos de lectores de todo el mundo que
nos han escrito, y siguen haciéndolo; esperamos que entiendan que la
presión del trabajo y el volumen de las cartas nos impiden contestarlas a
todas puntualmente.

Heme’s Cottage J.F.


Ethelstown, S.F.
Kells,
Co. Meath,
Irlanda.
I In icia c ió n a l P r im e r G rado

La iniciación al prim er grado supone convertirse formalmente en miem­


bro de la sociedad de los brujos. Por supuesto, se tra ta de algo más com­
plicado que eso.
Como todo adepto a la brujería sabe por experiencia, hay personas
que son brujas o brujos naturales de nacimiento, sobre todo debido a
una encarnación pasada. Una buena sum a sacerdotisa o un buen sumo
sacerdote suelen descubrirlos. Iniciar a uno de ellos no consiste en ‘for­
m ar’ un brujo, sino más bien se tra ta de un gesto de reconocimiento y
admisión m utuos y, por supuesto, de un ritual de bienvenida a una valio­
sa aportación al conventículo.
En el otro extremo se encuentran los que se inician lentamente, con
frecuencia personas sinceras, buenas y trabajadoras que, el iniciador
sabe muy bien, tienen un largo camino por delante y tal vez un montón
de traum as y falsos condicionamientos que vencer antes de que puedan
llamarse brujos de verdad. Pero incluso para estos, la iniciación no es
una formalidad vacía, si el iniciador sabe hacer su trabajo. Puede pro­
22 E l C a m in o de las B ru jas

porcionarles una sensación de pertenencia, un sentimiento de que se ha


dejado a tras una etapa importante. Sólo al otorgarle a un postulante
sincero, por poco dotado que esté en apariencia, el derecho a llamarse
brujo o bruja, ya se le está animando a trabajar duro para ser digno de
tal nombre, y después de su iniciación, principiantes presuntam ente‘len­
tos’ pueden dar la sorpresa acelerando repentinamente su desarrollo; es
cuando se sabe que están ‘cogidos’.
En medio está la mayoría, los principiantes de potencial común, ávi­
dos de saber, que se dan cuenta con mayor o menor claridad de que el/la
Wicca es el camino que estaban buscando, y por qué lo es, pero que de
momento sólo están empezando a explorar sus implicaciones. Para es­
tos, una iniciación bien dirigida puede suponer una experiencia profun­
da y excitante, un verdadero salto dialéctico en su desarrollo psíquico y
emocional. Un buen iniciador hará todo lo posible para que así sea.
Después de todo, el iniciador no está solo en sus esfuerzos (y no
sólo nos referimos al apoyo de su compañero o compañera de trabajo
o a los miembros del conventículo). Una iniciación es un rito mágico
que invoca poderes cósmicos y deberá llevarse cabo con la absoluta
confianza de que esos poderes invocados se m anifestarán.
Toda iniciación, en cualquier religión o fraternidad auténticas, es
una muerte y un renacimiento simbólicos, asumidos conscientemente.
En el rito wiccaniano, este proceso está simbolizado en las ligaduras del
cuerpo y el vendado de los ojos, el desafío, la aceptación de la prueba, el
desatado de las ligaduras y de la venda de los ojos, y el ungimiento para
una nueva vida. El iniciador deberá tener muy claro este significado en
su mente y concentrarse en él, y el ritual mismo se encargará de impri­
mir ese mismo significado en la mente del postulante.
En siglos más primitivos, la imaginería de la muerte-y-renacimiento
fue sin duda incluso más explícita y vivida, y probablemente se repre­
sentaba en su mayor parte sin palabras. Patricia Crowther, la famosa
bruja de Sheffield, cuenta en su libro Witch Blood (véase bibliografía)
cómo tuvo una revelación al respecto mientras era iniciada por Gerald
Gardner. Se celebró con el ritual normal gardneriano, básicamente el
mismo que describimos en este capítulo; sin embargo, antes del Ju ra­
mento, Gardner se arrodilló a su lado y meditó durante un rato. Patricia,
atada y esperando, entró de pronto en trance (el cual, según descubrió
después, duró unos cuarenta minutos) y al parecer experimentó un re­
cuerdo de una anterior encarnación. Se encontró a sí misma mientras
era arrastrada, atada y desnuda, hacia la entrada de una cueva por un
grupo de mujeres también desnudas en una procesión iluminada con
I n i c ia c ió n a i. P r im e r G r a d o 23

antorchas. Ellas se retiraron, dejándola aterrorizada en medio de una


oscuridad absoluta y rodeada de murciélagos. Gradualmente, pudo ven­
cer el miedo y se tranquilizó, hasta que en un momento dado volvieron
las mujeres. Se colocaron en una fila, separando las piernas, y la ordena­
ron que pasara, atada como estaba, a través del túnel de piernas, mien-
t ras las mujeres se agitaban, aullaban y gritaban como si de un parto se
I ratase y el túnel de piernas fuera una vagina. Cuando lo consiguió, la
pusieron de pie y cortaron sus ataduras. La líder, que estaba frente a
el la,‘me ofreció sus pechos para simbolizar que me daría de m amar y me
protegería como si fuera su propia hija. El corte de mis ataduras simbo­
lizaba el corte del cordón umbilical’. Tuvo que besar los pechos que se le
ofrecían y después fue rociada con agua. Le dijeron que había vuelto a
nacer en el sacerdocio de los Misterios de la Luna.
Cuando recuperó la conciencia, Gardner dijo que: ‘D urante mucho
tiempo imaginé que solía representarse algo como lo que has descrito, y
ahora sé que no andaba muy descaminado. Debe haber ocurrido hace
siglos, mucho antes de que el arte adoptase los rituales orales.'
Difícilmente podrían dram atizarse con tan ta crudeza la muerte y la
vuelta a nacer con todos sus terrores y promesas, y nos da la sensación
de que el recuerdo de Patricia fue auténtico. Obviamente, era una bruja
natural que en anteriores existencias ya lo había sido.
Pero volviendo al ritual gardneriano, disponemos de cuatro textos
«pie hablan del tem a de la iniciación. Además de los Textos A, B y C
(véase página 13), disponemos de la novela de Gardner, High Magie’s
Aid. Fue publicada en 1949, antes de la derogación de las Leyes contra
la Brujería en Inglaterra y de la aparición de sus dos libros de ensayo
Witchcraft Today (1954) y The Meaning ofWitchcraft (1959). En aquella
obra, G ardner reveló por primera vez en letra impresa, aunque bajo el
disfraz de la ficción, parte del m aterial que había aprendido en su ante­
rior conventículo. Por ejemplo, en el capítulo XVII, donde se reseña el
ritual detalladamente, la bruja Morven inicia al primer grado al prota­
gonista, Jan. Nos fue muy útil para aclarar uno o dos puntos oscuros,
por ejemplo, cuando se ordena ‘los pies ni atados ni libres’, que conocía­
mos por nuestra propia iniciación alexandriana, pero que sospechába­
mos se tratab a de una equivocación (véase nota 5, p. 30).
El rito del primer grado fue quizá el que menos cambió en la época
en que el Libro de las Sombras había alcanzado la fase del Texto C. Na­
turalm ente, esto es así porque formaba parte del material que sobrevi­
vió en su forma original entre los demás textos que se encontraban en
posesión del conventículo de New Forest. Por tanto, Gerald Gardner no
24 E l C a m in o d e l a s B rujas

tuvo necesidad de llenar huecos con m aterial de Crowley u otros adep­


tos no wiccanianos, ni tampoco Doreen Valiente tuvo que sugerir ningu­
na reescritura, como se hizo, por ejemplo, en la Carga.
En la práctica wiccaniana, un hombre siempre es iniciado por una
mujer, y una m ujer por un hombre. Y sólo un brujo del segundo o tercer
grado puede dirigir una iniciación. No obstante, existe una excepción
especial a cada una de estas reglas.
La prim era es que una m ujer puede iniciar a su hija, o un hom­
bre a su hijo, ‘puesto que son p a rte de ellos m ism os’. (Según nos en­
señó Alex San d ers esto sólo podía hacerse ‘en caso de em ergencia’,
pero el Libro de las Som bras de G ardner om ite esa estipulación.)
La otra excepción se re ñ e re al único momento en que un brujo de
prim er grado (incluyendo uno reciente) puede iniciar a otro. El Wicca
pone un gran énfasis en las p arejas de trab ajo hombre-mujer, y la
mayoría de los conventículos se se n tirá n encantados si u na pareja
prep arad a decide iniciarse al mismo tiempo. Un método b astan te
grato de llevar a cabo este tipo de iniciación doble se ejem plifica en
el que siguió G erald G a rd n e r p a ra in ic ia r a P atric ia y A rnold
C row ther (cuando todavía estab an sólo comprometidos).
G ardner inició prim ero a Patricia, m ien tras Arnold esperaba fuera
de la habitación. Después puso el Libro de las Som bras en sus m anos
y perm aneció a su lado, ayudándola, m ien tras ella m ism a iniciaba a
Arnold. ‘Así es como se hace siem pre,’ le dijo G ardner, aunque debe­
mos a d m itir que lo desconocíam os h a s ta que leim os el libro de
P a tric ia . Nos g u sta , p u es c re a un vínculo e sp ecial, en se n tid o
wiccaniano, en tre los dos neófitos desde el comienzo de su c a rre ra en
el conventículo.
Doreen Valiente nos ha confirmado que esta práctica era corriente
en Gardner, pero añade: ‘Sin embargo, mantuvimos la regla de que sólo
un brujo de segundo o tercer grado podía iniciar.’
Nos g u sta ría m encionar aquí un p ar de diferencias (adem ás de
los d e ta lle s a n o ta d o s en el te x to ) e n tr e el rito de in ic iació n
alexandriano y el gardneriano, que es el que hemos escogido como
nuestro modelo. No lo mencionamos con ningún ánim o sectario, pues
cada conventículo deberá e s ta r de acuerdo con lo que hace, sino p ara
dejar constancia de ello y al mismo tiem po ex presar n u e stra s pro­
p ias preferencias, a lo que tam bién tenem os derecho.
En primer lugar, el método de introducir al neófito en el círculo. La
tradición gardneriana consiste en empujarle dentro desde atrás, como se
describe en el texto. El Libro de las Sombras no dice cómo se hace; tras la
I n i c ia c ió n al P r im e r G rado 25

declaración del Iniciador, “Ih doy una tercera para que pases esta venerable
puerta", sólo añade crípticamente ‘Se lo da’.
High Magic's Aid es más detallado: ‘Después, abrazándole ella des­
de atrás con el brazo izquierdo alrededor de su cintura, y poniéndole el
brazo derecho alrededor de su propio cuello, él bajó sus labios hacia ella
y dijo: “Te doy la tercera contraseña: ‘Un beso’.” Nada más decirlo ella le
empujó hacia delante con el cuerpo, a través de la puerta, hasta entrar
en círculo. Una vez dentro ella le liberó susurrando: “Así es como todos
son conducidos por primera vez dentro del círculo.”' {High Magic’s Aid,
p. 292.)
Poner el brazo derecho del neófito alrededor del cuello de ella es,
desde luego, imposible si sus muñecas están atadas; y que ella le
haga g irar la cabeza con la mano para besarle por encima de su hom­
bro, es casi imposible si él es mucho más alto que ella. Por eso propo­
nemos que ella le bese antes de ponerse a su espalda. El elemento
esencial de la tradición es el em pujar desde a trás y Doreen dice que
en el conventículo de G ardner siem pre se hacía así.
‘Pienso que en su origen debió hacerse como una especie de prueba,’
nos dijo, ‘porque alguien podría preguntar, como en High Magic’s Aid,
“¿Quién te condujo dentro del Círculo?” La respuesta era, “Ellos me em­
pujaron desde atrás.”'
La práctica alexandriana consiste en agarrar los hombros del neófi­
to por delante, besarle y entonces arrastrarle dentro del círculo, hacién­
dole girar en sentido de las agujas del reloj. Así es como ambos fuimos
iniciados, y tampoco nos sentimos peor por eso. Sin embargo, no vemos
ninguna razón para dejar de cumplir con la tradición original, sobre
todo porque está vinculada a un interesante significado histórico, así
que hemos vuelto al método gardneriano.
Cuando Stew art visitó el Museo de las Brujas de la Isla de Man en
1972 (entonces al cuidado de Monique Wilson, a quien Gardner dejó su
irremplazable colección y ella después vendió imperdonablemente a los
américanos), Monique le dijo que, como en su iniciación no le habían
empujado dentro del círculo desde atrás, ‘ningún brujo auténtico daría
un duro por ti’. Ella se ofreció para re-iniciarle‘adecuadamente’. Stewart
se lo agradeció diplomáticamente pero rehusó. La cautela respecto a la
cuestión de la sujeción pudo tener una base válida en los días de la per­
secución; insistir en ello en la actualidad es mero sectarismo.
La segunda divergencia alexandriana principal respecto a la tradición
se refiere a la toma de la medida. Los conventículos gardnerianos guardan
las medidas m ientras que los alexandrianos se la devuelven al neófito.
26 E l C a m in o de las B ru jas

En el ritual alexandriano, la medida se toma con un hilo rojo, no de


bramante, y sólo desde la coronilla al talón, omitiendo las medidas de la
frente, el corazón y las caderas. El iniciador dice: ‘Ahora vamos a tomar
tu medida, y nosotros te medimos desde la cima de la cabeza hasta las
plantas de tus pies. En la antigüedad, cuando se tomaba la medida, se
cortaba también un mechón de pelo y unas uñas. El conventículo debía
guardar la medida y los cortes, y si alguien intentaba abandonarlo, los
demás miembros actuaban sobre el pelo y las uñas cortados para atraer­
le de nuevo sin que pudiera escapar nunca. Sin embargo, puesto que tú
entraste en nuestro círculo recitando las palabras adecuadas, con una
confianza y amor perfectos, nosotros te devolvemos tu medida, pero te
encargamos llevarla en el brazo izquierdo.’ Entonces se ataba la medida
alrededor del brazo izquierdo del neófito hasta el final del ritual, des­
pués del cual podía hacer con ella lo que quisiera. La mayoría de los
iniciados la destruyen, algunos la conservan como recuerdo y otros la
guardan en un relicario y se la ofrecen a su pareja de oficio.
El simbolismo de ‘amor y fe’ de la costumbre alexandriana es cla­
ro, y puede que algunos conventículos lo prefieran. Sin embargo, en nues­
tra opinión existen aún más razones para que el conventículo guarde la
medida, no como chantaje sino como un recordatorio simbólico de la res­
ponsabilidad del nuevo iniciado hacia el grupo. De otra forma, parecería
que tomarla no tiene ninguna utilidad.
Doreen nos dice: ‘La idea de devolver la medida es definitivamente, en
mi opinión, una innovación de Sanders’. En la tradición de Gerald, siem­
pre se la quedaba el iniciador. Nunca, sin embargo, había en ello ninguna
sugerencia de que iba a ser utilizada como forma de chantaje tal y como
describía el ritual alexandriano. Por el contrario, si alguien quería dejar el
conventículo era libre de hacerlo, siempre que respetase nuestra confianza
y guardase los secretos. Después de todo, ¿de qué sirve tratar de mantener
a alguien en un conventículo en contra de su voluntad? Sus malas vibra­
ciones sólo estropearán las cosas. Sin embargo, antaño la medida era usa­
da contra cualquiera que deliberada y maliciosamente traicionase los se­
cretos. Gerald me dijo que “entonces se enterraba la medida en un lugar
pantanoso, con maldiciones, para que mientras iba pudriéndose lo mismo
le ocurriese al traidor.” Hay que tener en cuenta que en aquellos días la
traición era una cuestión de vida o muerte, ¡literalmente!’
De nuevo insistimos en que se pueden defender con ardor diferencias
de detalle, pero al final lo que importa es la decisión del propio conventícu­
lo sobre una forma en particular o sobre un nuevo diseño. La validez de
una iniciación no depende de la letra pequeña,y nunca lo hizo. Depende de
I n i c ia c ió n al P r im e r G r a d o 27

la sinceridad y la eficacia psíquica del conventículo, así como de la sinceri­


dad y potencial psíquico del iniciado. Como dice la diosa en la Carga: ‘Y
vosotros que pensasteis buscarme, sabed que vuestra búsqueda y vuestros
anhelos de nada os valdrán a menos que conozcáis el misterio: si lo que
I>uscáis no se encuentra en vuestro interior, entonces nunca lo encontrareis
sin vosotros. Pues mirad, yo he estado con vosotros desde el principio, y yo
soy la que se alcanza al final del deseo.’
Tristemente, la letra pequeña ha sido la enfermedad de demasiadas
liturgias cristianas, incluyendo las que tienen su origen en la belleza.
Los adeptos a la brujería no deberían caer en la misma tram pa. Uno se
siente tentado a decir que las liturgias deberían escribirlas los poetas y
no los teólogos.
Una palabra sobre los nombres de Cernunnos y Aradia, que son los
nombres de las deidades utilizados en el Libro de las Sombras de Gardner.
Aradia fue adoptado por las brujas deToscana (véase Aradia: the Gospel
ofthe Witches, de Charles G. Leand). Sobre sus posibles vínculos celtas,
véase la página 84 de nuestro libro Los ocho sabbats de la brujería.
Cernunnos (o, como traduce Jean Markale en Women of the Celts,
Cerunnos) es el nombre que los arqueólogos suelen dar al dios cornudo
celta, porque a pesar de que se han encontrado muchas representacio­
nes suyas, desde el Caldero de Gundestrup a la colina de Tara (véase
Fotografía 10), sólo una lleva un nombre inscrito, un bajorrelieve encon­
trado en 1710 bajo el coro de Notre-Dame de París, y que ahora se en­
cuentra en el Cluny Museum de la capital francesa. La terminación‘-os’
Htigiere que se tra ta de la helenización de un nombre celta. Se sabe que
los griegos conocieron bien a los druidas y que estos usaron el alfabeto
griego para sus transacciones en asuntos corrientes, aunque en este caso
las letras reales son romanas. Además, la palabra griega para‘cuerno’ es
éYñáae (keras). Doreen Valiente sugiere (y estamos de acuerdo con ella)
que, realmente, el nombre helenizado fue Herne (como en Heme el Ca­
zador, del Windsor Great Park). ‘¿Has oído alguna vez el grito de un
gamo en celo? Se oye todo el tiempo en la berrea otoñal de los ciervos en
el bosque de New Forest, y suena igual que “HERR-NN... Herr-rr-nn...”
repetido una y otra vez. Es un sonido de lo más emocionante y nunca se
olvida. Ahora bien, por los dibujos de las cavernas y las estatuas que
tenemos de él, Cernunnos fue un dios ciervo. ¿Así que cómo iban los
m ortales a llam arle mejor? S eguram ente con el sonido que más
vividamente recuerda a uno de los grandes ciervos del bosque.’
A todo lo cual se nos ocurre añadir la cualidad de permutables de los
sonidos de la ‘h’ y la ‘k’, como sugieren los topónimos Cerne Abbas en
28 E l C a m in o de las B rujas

Dorset, donde se encuentra el famoso Gigante de la ladera. Existen bas­


tantes lugares llamados Herne Hill en Bretaña, así como dos pueblos
Herne, una Bahía de Herne, una manada Herne, un Hernebridge, un
Heme Common, un Herne Pound, etcétera. A veces se traduce Herne
Hill con el significado de ‘colina de la garza’, pero, como señala Doreen,
las garzas crían cerca de los ríos y lagos, no en las colinas; ‘a mí me
parece más probable que Herne Hill estuviera consagrada al Viejo Dios.’
En el Libro de las Sombras alexandriano, el nombre es ‘Karnayna’,
pero esta forma no aparece en ningún otro sitio que nosotros o Doreen
hayamos encontrado. Ella cree que ‘es probable, aunque no seguro, que
sea una mala interpretación de Cernunnos. El nombre real pudo haber
sido omitido en el libro del que copiaba Alex, y tuvo que fiarse en la
memoria verbal de alguien.’ (Conociendo a Alex, nosotros diríamos que
‘¡casi seguro!’)

En el texto que sigue, el Iniciador puede ser la suma sacerdotisa o el


sumo sacerdote, dependiendo de si el neófito es hombre o mujer; así
pues, nos referimos al ‘Iniciador’ como ‘ella’ para simplificar, y al ‘Postu­
lante’ (y luego ‘el Iniciado’) como ‘él’, aunque por supuesto puede ser al
revés. El compañero de oficio del Iniciador, ya sea sumo sacerdote o suma
sacerdotisa, también tiene ciertas obligaciones que realizar, y aparece
mencionado como ‘el Asistente’.

L a Preparación

Todo está preparado como para un círculo normal, con los siguientes
accesorios adicionales preparados:

una venda para los ojos


una cuerda fina o bram ante (al menos de ocho pies)
aceite para ungir
una campanilla
tres cuerdas rojas, una de nueve pies y dos de cuatro con seis pies

También es normal, aunque no esencial, que el postulante tenga su


propio cuchillo ritual nuevo, y cordones rojo, blanco y azul, que serán
consagrados inmediatamente después de la iniciación1. Se le debe pedir,

1. Estos cordones o cuerdas son para hacer ‘magia de cordón', y todo adepto a la brujería
debe tener sus propios cordones personales. (No deben confundirse con uno largo y dos
I n ic ia c ió n al P r im e r G rado 29

la» pronto como sepa que va a ser iniciado, que adquiera p ara sí mismo
<•1 cuchillo de mango negro que prefiera. Al parecer, la mayoría de la
gente compra un cuchillo con funda corriente (la funda es útil para traerlo
y llevarlo al lugar de encuentro) y esm alta en negro el mango cuando no
es de ese color. Puede que no disponga de tiempo para g rabar los símbo­
los tradicionales en el mango (véase capítulo XXIV) antes de ser consa­
grado; esto puede hacerse después, con tiempo. Hay quien nunca ponen
símbolos, prefiriendo cum plir la tradición alternativa que dice que un
utensilio de trabajo no debe ser identificable como tal por ninguna per­
sona ajena2 o porque el modelo de em puñadura del cuchillo elegido no se
presta p ara ser grabado. (El cuchillo ritu al de Stew art, en la actualidad
con m ás de doce años de uso, sí lleva símbolos; el Jan et, con los mismos
años pero con un mango diseñado, no; y tenem os otro cuchillo ritual,
hecho a mano por un artesano amigo, que tiene el mango de una pata de
ciervo, obviam ente imposible de grabar.) Sugerimos que las hojas de los
cuchillos ritu ales y las puntas deben ser em botadas, pues nunca se usan
para cortar sino p ara hacer movimientos rituales en un círculo atestado
de personas desnudas.
Los tres cordones deben ser de nueve pies de largo cada uno. Lo mejor
es evitar que se deshilachen los extremos con cinta aislante o atándolos
(‘azotándolo’ en términos marineros) con hilo del mismo color. Doreen dice
que ‘nosotros atábamos nudos para prevenir que se deshilacharan, y la
medida esencial era de nudo a nudo.’
También h ab rá que pedir al postulante que lleve su propia botella de
vino tinto, aunque sólo sea p ara recalcarle que los gastos de la comida y
bebida del conventículo, ya sea el vino del círculo o la comida que se

cortos mencionados en la lista anterior, que se usan para atar al postulante; nosotros
sugerim os que el conventículo debe guardar otros aparte para usarse sólo en las
iniciaciones.) Uno de los usos tradicionales del cordón de nueve pies era atarlo con un lazo
al cuchillo ritual clavado en medio del suelo, tirar del lazo en toda su longitud (cuatro pies
y seis pulgadas) utilizándolo como compás para trazar el círculo mágico. Doreen dice: ‘A sí
se hacía antaño cuando el suelo de las cabañas de la gente era de arena apisonada. Supongo
que podían haber utilizado el cuchillo de mango blanco o un pedazo de tiza para dibujar el
verdadero círculo, dependiendo de la superficie en la que estuvieran trabajando.’
2. Una de nuestras brujas, una ama de casa que tenía que m antener en secreto su práctica
del arte durante un tiempo, utilizaba como cuchillo ritual y cuchillo de mango blanco dos
cuchillos de la cubertería de su cocina, sólo identificables por ella misma; su pentáculo
era un plato de plata de su vitrina, y lo mismo con todos sus utensilios mágicos. Este
secreto, que en los tiempos de las persecuciones era obligado, fue por supuesto el origen
de la tradicional escoba de las brujas, un palo mágico que se empleaba para cabalgar
disfrazado como una corriente escoba casera.
30 El C a m in o d e l a s B rujas

tome antes o después, no recaerán enteram ente en la sum a sacerdotisa


y el sumo sacerdote.
Y en cuanto a los objetos accesorios de la lista anterior, cualquier
pañuelo servirá para ta p a r los ojos, pero debe ser opaco. Y la sum a sacer­
dotisa puede elegir el aceite p ara ungir; el conventículo de G ardner siem­
pre usaba aceite de oliva puro. La costumbre alexandriana dice que debe
incluir un poco de sudor de la sum a sacerdotisa y del sumo sacerdote.

E l R itu a l

A ntes de tra z a r el círculo, el postulante está de pie fuera del círculo, en


el cuadrante nordeste, con los ojos vendados y atado por brujos del sexo
opuesto. Las ligaduras se hacen con los tres cordones rojos3, uno de nue­
ve pies de largo, y el otro p ar de cuatro pies y medio de largo. Se atan
ju n ta s las muñecas por d etrás de la espalda con la parte media del cor­
dón rojo y se pasan los dos extrem os hacia delante por los hombros para
atarlos por delante del cuello, dejando los extrem os colgando de forma
que sirvan p ara tira r del postulante4. Uno de los cordones cortos se ata
alrededor del tobillo derecho, el otro bajo la rodilla izquierda, cada uno
con los extrem os rem etidos p ara que no le hagan tropezar. M ientras se
a ta el cordón del tobillo, la iniciadora dice:
'Los pies ni atados ni libres.’5
El círculo está ahora trazado, y el ritu al de apertu ra procede como
de costumbre excepto en que la ‘p u e rta ’ del nordeste todavía no se ha
cerrado y la Carga todavía no se ha pronunciado. T ras B ajar la L una6, la
iniciadora hace la Cruz C abalística7 como sigue: ’A teh’ (tocando la fren­

3. En la práctica alexandriana sólo se emplean dos cordones, uno rojo para el cuello y las
muñecas y uno blanco para el tobillo. Sin embargo, Doreen nos dice: 'Nuestros cordones
eran normalmente rojos, el color de la vida, aunque a veces se utilizaban otros colores,
verde, azul o negro. No hay ninguna significación al respecto, excepto que preferíamos el
rojo siempre que podíamos conseguirlo, aunque no era tan fácil encontrar un buen cordón
de seda adecuado.'
4. Esto recuerda un aspecto de la iniciación masónica, como la presentación de un punto
en el pecho del postulante.
5. Entre los textos de Gardner, esta frase sólo aparece en High Magic’s Aid. El ritual
alexandriano la usa, pero como una orden posterior cuando se atan juntos los dos tobillos,
claramente en mal lugar.
6. Si el iniciador es el sumo sacerdote, esta puede ser una buena ocasión para añadir la
Bajada del Sol (véase capítulo VI) al ritual tradicional.
7. La Cruz Cabalística tiene su innegable origen en el Golden Dawn (véase Israel Regardie,
The Golden Dawn, 3a edición, Vol. 1, p. 106). Aparece en el texto de Gardner, ‘pero en la
I n ic ia c ió n a i. P r im e r G rado 31

te), ‘M a lk u th ’ (tocando el pecho), ‘ve-G eburah’ (tocando el hom bro d e re­


cho), ‘ve-G ed u la h ’ (tocando el hom bro izquierdo), ‘le-olam ’ (ju n tan d o las
m anos a la a ltu ra del pecho).
T ra s la R u n a de las B ru jas, la in iciad o ra coge la e sp a d a , o su cuchi­
llo ritu a l, del altar. E lla y su a s is te n te se s itú a n fre n te al p o stu la n te.
E n to n ces d eclam an la C arg a (véase A péndice B, pp. 388-9).
A co ntinuación, la in iciad o ra dice:
‘Oh, tú que estás en el u m b ra l entre el m u n d o agradable de los
hom bres y los terribles dom inios de los Señores de los Espacios Siderales,
¿tienes el coraje p a ra p a sa r la prueba?’
Coloca la p u n ta de la e sp a d a o del cuchillo ritu a l c o n tra el corazón
del p o stu la n te y continúa:
‘P ues en verd a d yo digo que es m ejor em p u ja r la hoja de m i espada
y perecer a ntes que in ten ta rlo con m iedo en tu corazón.’
El p o stu la n te co n testa:
‘Tengo dos consignas. A m o r perfecto, y fe perfecta.’9
La in iciad o ra dice:
‘Todos aquellos que los p rofesan son doblem ente bienvenidos. Te
doy u n a tercera p a ra que p a ses po r esta venerable p u e rta .’
E lla tie n d e la esp a d a o el cuchillo ritu a l a su asiste n te , besa al p o stu ­
lan te y se coloca d e trá s de él. Le a b ra z a desde a trá s y le em puja hacia
d e la n te con su cuerpo h a s ta q u e e n tra en el círculo. Su a siste n te cierra
ritu a lm e n te la ‘p u e r ta ’ con la e sp a d a o el cuchillo ritu a l, que d espués
vuelve a p o n er en el altar.
L a in ic ia d o ra co n d u ce a l p o s tu la n te a los p u n to s c a rd in a le s por
tu rn o y dice:

‘A te n c ió n , vosotros, S e ñ o re s d e l E ste Id e l Sur, d e l Oeste, d el

práctica yo no recuerdo haberla hecho nunca’, nos aseguró Doreen. La incluim os aquí por
integridad, aunque nosotros no la usam os en iniciaciones; como m uchos adeptos a la
brujería, a m enudo usam os m agia cabalística, pero opinam os que está fuera de contexto
en algo tan tradicio-nalm ente w iccaniano como un rito de iniciación. M alkuth, G eburah y
G edulah {y, por lo dem ás, C hesed) son, por supuesto, los sefirots del Árbol de la Vida, y la
declam ación hebrea significa literalm ente, ‘P ues tuyo e s el reino, y el poder, y la gloria,
por siem p re’, un indicio in teresan te de que Jesú s conoció la Cábala. A lgunos cab alistas
creen que fue e ste conocim iento, incluso cuando era niño, el que asom bró a los doctores
en el Templo (Lucas II, 46-7).
6. High Magic's A id proporciona esta frase; el Texto B dice 'Amor perfecto por la Diosa, fe
perfecta en la Diosa'. Preferim os la m ás corta porque tam bién implica amor y fe dentro
del conventículo, y puede citarse y ponerse como modelo válido.
32 E l C a m in o de l a s B rujas

Norte], sabed q u e está preparado adecuadamente para ser ini­


ciado como sacerdote ¡sacerdotisa]y brujo ¡bruja].’9
La iniciadora conduce ai postulante al centro del círculo. Ella y el
conventículo dan vueltas en círculo a su alrededor en sentido de las agu­
jas del reloj cantando:

‘Eko, Eko, Azarak,


Eko, Eko, Zomelak,
Eko, Eko, Cernunnos,10
Eko, Eko, A radia,’10

repetido una y otra vez, m ientras empujan al postulante hacia atrás y


hacia delante entre ellos, a veces haciéndolo girar para desorientarle,
hasta que la iniciadora manda parar. El asistente hace sonar la campa­
nilla tres veces, al tiempo que la iniciadora hace volverse al postulante
(que todavía está en el centro) hacia el altar. Entonces ella dice:
'En otras religiones el postulante se arrodilla, mientras el sacer­
dote se destaca sobre él. Pero en el Arte de la Magia nos han enseñado
a ser humildes, y nosotros nos arrodillamos para darle la bienvenida
y decim os../
La iniciadora se arrodilla y besa al postulante con el Beso Quíntuple,
como sigue:
‘Benditos sean tus pies, que te han traído a estos caminos’ (besán­
dole primero el pie derecho y luego el izquierdo).
'Benditas tus rodillas, con las que te arrodillarás ante el sagrado
altar’ (besando su rodilla derecha y después la izquierda).
‘Bendito tu falo f tu vientre}, sin el cual no podríamos existir’ (be­
sando justo por encima del vello púbico).
'Benditos tu pecho, hecho de fuerza [pechos, formados de bellezaf"
(besando el pecho derecho y luego el izquierdo).

9. High Magic's Aid. proporciona esta forma; el Texto B dice 'Vosotros terribles señores y
dulce diosa.' Ya que los Señores de las Atalayas son los guardianes reconocidos de los
puntos cardinales y han sido convocados en el ritual del trazado del círculo, preferimos la
forma de High Magic's Aid. Aquí se utiliza el nombre normal del postulante; hasta el
segundo grado no se tiene un nombre de brujo.
10. O los nombres del dios y la diosa que usen en el conventículo. (Véanse nuestros
comentarios sobre los nombres de Cernunnos y Aradia en la p. 27).
11. Los textos de Gardner son iguales para ambos sexos: 'pechos, formados [o erigidos) en
fuerza y belleza.' Doreen explica: 'Se trataba de una alusión al cuerpo humano en cuanto
forma del Árbol de la Vida, con Gedulah a un lado y Geburah al otro.' Nosotros preferimos
I n i c ia c ió n al P r im e r G r a d o 33

‘Benditos tus labios, que pronunciarán los Nombres Sagrados'


(abrazándole y besándole en los labios).
Ahora, el asistente le tiende el cordel a la iniciadora, que dice:
‘Ahora vamos a tomarte la medida.’
La iniciadora, con la ayuda de otro brujo del mismo sexo, extiende el
cordel desde la parte inferior de los pies del postulante hasta la parte
superior de su cabeza, y corta esa longitud con el cuchillo de mango
blanco (que su asistente le entrega). Después, ella le mide una vez el
contorno de la frente y ata un nudo para señalar la medida; luego alre­
dedor del corazón (desde el mismo extremo) y ata otro nudo; y el contor­
no de la cadera a la altura de los genitales y ata otro nudo. Al term inar
con las medidas, deja el cordel en el altar.
La iniciadora pregunta al postulante:
‘Antes de jurar, ¿estás preparado para pasar la prueba y ser purificado ?
El postulante contesta:
‘Lo estoy.’
La iniciadora y el otro brujo del mismo sexo ayudan al postulante a
arrodillarse e inclinan su cabeza y sus hombros hacia delante. Desatan
los extremos sueltos de los cordones del tobillo y de la rodilla para atar
los dos tobillos y las rodillas juntos.12La iniciadora entonces coge el láti­
go del altar.
El asistente hace sonar tres veces la campanilla y dice ‘Tres’.
La iniciadora le propina al postulante tres golpes suaves con el látigo.
El asistente dice ‘Siete’. (Esta vez no hace sonar la campanilla.)
La iniciadora le propina al postulante siete golpes suaves con el látigo.
El asistente dice ‘Nueve’.
La iniciadora le propina al postulante nueve golpes suaves con el
látigo.
El asistente dice'Veintiuno
La iniciadora le propina al postulante veintiún golpes suaves con el
látigo. (El azote veintiuno puede ser más fuerte, como recordatorio de
que la iniciadora se ha estado conteniendo deliberadamente.)
La iniciadora dice:

pechos, formados de belleza' para la mujer y 'pecho, hecho de fuerza' para el hombre;
están más en consonancia con el Beso Quíntuple como saludo de la polaridad masculina/
femenina, y con el tono esencialmente wiccaniano (más que cabalístico) de los otros cuatro
fundamentos.
12. En otro lugar (véase p. 80) el Libro de las Sombras dice que mientras está arrodillado
el cordón que sirve para tirar del iniciado debe atarse a una anilla del altar.
34 E l C a m in o d e l a s B ru jas

‘Has pasado la prueba con valentía. ¿Estás preparado para jurar


que serás siempre fiel al Arte?’
El postulante contesta: ‘Lo estoy1.
La iniciadora pregunta:
‘Estarás siempre dispuesto a ayudar, proteger y defender a tus her­
manos y hermanas del Arte?’
El postulante replica: ‘Lo estaré’.
La iniciadora dice (frase a frase):
‘Entonces repite después de mí: “Yo, , en presencia de los Po­
derosos, por mi propia y libre voluntad y acuerdo juro solemnemente
que siempre mantendré en secreto y nunca revelaré los secretos del
Arte, excepto cuando sea a una persona, adecuadamente preparada
dentro de un Círculo como en el que me encuentro ahora, y que nunca
negaré los secretos a esta persona si él o ella certifica adecuadamente
ser un hermano o hermana del Arte. Todo esto lo juro por mis espe­
ranzas de una vida futura, consciente de que se han tomado mis me­
didas, y de que mis arm as pueden volverse en mi contra si rompo este
solemne juram ento
El postulante repite cada frase después que ella.
La iniciadora y el otro brujo del mismo sexo ayudan ahora al postu­
lante a ponerse en pie.
El asistente trae el aceite de ungir y el cáliz de vino.
La iniciadora moja su dedo índice en el aceite y dice:
‘Por este acto te señalo con el Signo Triple. Te consagro con aceite.’
Toca al postulante con el aceite justo por encima del vello púbico, en
su pecho derecho, en su pecho izquierdo y otra vez sobre el vello púbico,
completando el triángulo invertido del Prim er Grado.
Moja su dedo índice en vino y dice: ‘Te unjo con vino’, y le toca en los
mismos sitios con vino.
Después dice: To te consagro con mis labios’, le besa en los mismos
sitios y continúa: ‘sacerdote y brujo [sacerdotisa y bruja]’.
La iniciadora y el otro brujo del mismo sexo quitan al postulante la
venda que cubre los ojos y desatan las cuerdas.
El postulante es ahora un brujo iniciado, y el ritual se interrum pe
para que todos los miembros del conventículo le den la bienvenida y le
feliciten, besándole o estrechándole la mano según corresponda. Una
vez cumplidas estas formalidades, el ritual continúa con la presenta­
ción de los utensilios del oficio. Al tiempo que se nombra cada uno de
ellos, la iniciadora va cogiéndolo del altar y tendiéndoselo al iniciado
con un beso. Otro brujo del mismo sexo que la iniciadora permanece al
I n ic ia c ió n al P r im e r G rado 35

lado, y en cuanto term ina con cada utensilio, lo coge del iniciado con un
beso y lo vuelve a dejar sobre el altar.
La iniciadora explica los utensilios como sigue:
!'Ahora te presento los Utensilios del Oficio. Primero, la Espada Má­
gica. Con ella, lo mismo que con el cuchillo ritual, podrás trazar todos
los Círculos Mágicos, dominar, someter y castigar a todos los espíritus
rebeldes y demonios, e incluso persuadir a los ángeles y a los buenos
espíritus. Con ella en tu mano, eres el gobernador del Círculo.
‘Después te presento el cuchillo ritual. Es la verdadera arma del bru­
jo, y tiene todo el poder de la Espada Mágica.
‘Después te presento el Cuchillo de mango blanco. Se usa para for­
mar todos los instrumentos empleados por el Arte. Sólo puede utilizarse
dentro de un Círculo Mágico.
‘Después te presento la Vara. Se usa para invocar y controlar ciertos
ángeles y genios a quienes no corresponde el empleo de la Espada Mágica.
‘Después te presento la Copa. Se trata del vaso de la Diosa, el Calde­
ro de Cerridwen, el Santo Grial de la Inmortalidad. En él bebemos en
camaradería y en honor de la Diosa.13
‘Después te presento el Pentáculo. Su propósito es servir para convo­
car a los espíritus adecuados.
‘Después te presento el Incensario. Se usa para animar y dar la bien­
venida a los buenos espíritus y para rechazar a los malos.
'Después te presento el Látigo. Es el símbolo del poder y la domina­
ción. También sirve para provocar la purificación y la iluminación. Pues
está escrito, “Para aprender debes sufrir y ser purificado”. ¿Es tu volun­
tad sufrir para aprenderV
El iniciado responde: ‘Sí’.
La iniciadora continúa: 'Ahora y por último te presento los Cordones.
Se usan para atar los sellos en el Arte, así como la base material, y tam­
bién son necesarios en el Juramento.’
La iniciadora dice: ‘Y ahora te saludo en el nombre de Aradia, recién
nombrado [-a] sacerdote lsacerdotisa], brujo [bruja],’y besa al iniciado.
Finalmente, le conduce a cada uno de los puntos cardinales dicien­
do ‘Escuchad, Poderosos Señores del este [sur, oeste, norte]; ha
sido consagrado [-a] sacerdote (sacerdotisa], brujo e hijo oculto de la
Diosa.’14
13. Este añadido a la lista del Libro de las Sombras es nuestro: lo hacemos por las razones
aludidas en la p. 343.
14. High Magic's Aid dice simplemente, 'sacerdote y brujo', y el Texto B 'sacerdote
Isacerdotisal y brujo de la Gran Diosa'. Por esta vez, preferimos la forma alexandriana.
36 E l C a m in o de las B rujas

Si el iniciado ha traído su propio cuchillo ritual nuevo y/o sus cordones,


ahora puede, como primer trabajo mágico, consagrarlos (véase capítulo IV)
tanto con la iniciadora como con la persona que va a ser su pareja de oficio, si ya
se conoce, si (como en el caso de Patricia y Amold Crowther) han sido iniciados
en la misma ceremonia.
II In icia c ió n a l S egu n do G rado

La iniciación al segundo grado promueve a un brujo o a una bruja de


prim er grado a ser un sumo sacerdote o una suma sacerdotisa; no nece­
sariam ente como líder de su conventículo. Si a nuestros lectores no les
importa un símil militar, la distinción es la misma entre‘un’ coronel y‘el’
coronel; el primero se refiere a una persona que detenta ese título en
particular, sea cual sea su trabajo real, mientras que el segundo ostenta
el mando de una unidad determinada.
Un brujo o una bruja de segundo grado puede iniciar a otros, única­
mente, por supuesto, del sexo opuesto, y sólo al primer o segundo grado.
(Las dos excepciones especiales a esta regla ya han sido explicadas en la
página 23.) Estam os hablando aquí de la tradición gardneriana o
alexandriana normal. La autoiniciación y la fundación de conventículos
donde no es posible disponer de ayuda externa, es otro asunto que discu­
tiremos en profundidad en el capítulo XXIII, pero incluso entonces suge­
rimos que, una vez que ese conventículo que se ha fundado a sí mismo
38 E l C a m in o de las B ru jas

esté adecuadamente establecido y en funciones, será aconsejable adhe­


rirse a la regla gardneriana/alexandriana (o a una equivalente en cuya
tradición se haya basado).
Debemos insistir seriamente en que iniciar a alguien supone una
responsabilidad para el iniciador, tanto al decidir si el postulante lo me­
rece (y si es potencialmente merecedor, está suficientemente prepara­
do), como en la seguridad de que su instrucción deberá continuar. La
iniciación puede tener repercusiones psíquicas y kármicas profundas, y
si se realiza irresponsablemente, los resultados pueden pasar a conver­
tirse en p a rte del k arm a del propio iniciador. Los líderes de los
conventículos deberán recordarlo cuando decidan si alguien está prepa­
rado para pasar al segundo grado, y preguntarse a sí mismos en particu­
lar si el candidato es lo suficientemente maduro como para encomendar­
le el derecho a iniciar a otros; si no lo está, sus errores podrían rebotar
en su propio karma.
Si un brujo de segundo grado ha sido adecuadamente instruido y
cuidadosamente escogido, naturalm ente no estará ansioso por iniciar a
la gente sólo porque las reglas se lo permitan. La práctica de nuestro
conventículo (y, estamos seguros, en la mayoría de ellos) ha sido siempre
que los brujos de segundo o tercer grado que no sean suma sacerdotisa o
sumo sacerdote no dirijan normalmente iniciaciones excepto a petición,
o con el acuerdo, de la suma sacerdotisa. Es muy frecuente que esto se
haga cuando el postulante es un amigo presentado por el miembro en
cuestión, o si ambos desean convertirse en una pareja de oficio. También
puede hacerse para que el miembro coja práctica y gane autoconfianza
con el ritual.
Otra de las implicaciones de ser brujo de segundo o tercer grado es
que se puede, con el consentimiento de la suma sacerdotisa, abandonar
el conventículo y fundar uno propio con su pareja de oficio. En este caso,
se está aún bajo la guía del conventículo de origen h asta que sus líderes
decidan que ya está listo para la independencia total; entonces otorga­
rán el tercer grado, tras cuya iniciación será completamente autónomo.
(Nosotros seguimos este esquema; Alex y Maxine Sanders nos otorgaron
el segundo grado el 17 de octubre de 1970 y permanecimos en su conven­
tículo durante un par de meses más. Después, con su consentimiento,
cogimos a tres de sus estudiantes que todavía no habían sido iniciados, y
fundamos nuestro conventículo el 22 de diciembre de 1970, iniciando
nosotros mismos a los tres. El 24 de abril de 1971 los Sanders nos otor­
garon el tercer grado, y nosotros y nuestro conventículo pudimos
independizarnos. Tenemos razones para creer que, por lo menos Alex,
I n i c ia c ió n al S e g u nd o G rado 39

más tarde deseó que el cordón umbilical no se hubiera cortado tan pron­
to. Pero así fue como ocurrió, y sin malicia, estuvimos preparados para
atenernos a los resultados.
La tradición, al menos en lo que a la brujería gardneriana se refiere,
dice que la base del nuevo conventículo, o su sede, debe estar al menos a
una legua (tres millas) del anterior, y que sus miembros deben cortar
todo contacto con los miembros del antiguo. Cualquier contacto que sea
necesario debe producirse sólo entre la suma sacerdotisa y el sumo sa­
cerdote de los dos conventículos. E sta práctica se llam a ‘evacuar el
conventículo’ y obviam ente tiene sus raíces en los siglos de la perse­
cución. Sería muy difícil cumplirlo al pie de la letra en la actualidad,
particularm ente en ambientes urbanos; la regla de la legua, por ejem­
plo, sería com pletam ente im practicable en lugares como Londres,
Nueva York, Sydney o Am sterdam . Pero aún queda mucho que decir
acerca de ‘an u lar el conventículo’ en el sentido de evitar deliberada­
m ente cualquier superposición de trabajo en tre el conventículo a n ti­
guo y el nuevo. Si no se hace así, las fronteras se desdibujarán y el
nuevo grupo será estorbado en su necesaria ta re a de establecer su
propia identidad y construir la m entalidad de su propio grupo. In­
cluso puede haber una tendencia, en tre los miembros más débiles
del nuevo conventículo, a ‘correr a M am á’ con críticas a sus líderes
que mamá, si es sabia, fren ará con firmeza.
M axine cumplió rigurosam ente la regla de aislam iento entre
conventículos con nuestro recién creado grupo, y mirando con perspecti­
va, estamos agradecidos de que lo hiciera.
Dos o más conventículos (incluyendo el originario y su rama) siem­
pre pueden unirse, por invitación o mutuo acuerdo, para celebrar cual­
quiera de los sabbats festivos estacionales, reuniones que pueden resul­
ta r muy agradables, sin olvidar que se tra ta de ocasiones más para la
celebración que de trabajo. Por otra parte, las reuniones de trabajo en
los esbats en general no son una buena idea excepto cuando se hacen por
razones específicas o especiales (quizá el ejemplo clásico sea la famosa
reunión durante la guerra de los brujos del sur de Inglaterra para aunar
esfuerzos y frustrar los planes de invasión de Hitler, aunque la ‘razón
específica’ no tenga por qué ser siempre tan importante como en aquella
ocasión).
Los brujos o brujas de segundo y tercer grado juntos forman el grupo
de los ‘ancianos’ del conventículo. La manera y la frecuencia en que se
consulta con los‘ancianos’ dependerá de la suma sacerdotisa. Por ejem­
plo, si surge un asunto disciplinario cuya resolución la suma sacerdotisa
40 E l C a m in o de las B rujas

piensa que no debería recaer únicamente en su autoridad personal, los


‘ancianos’ constituyen los ‘magistrados’ naturales. La suma sacerdotisa
debe ser la líder incuestionable del conventículo, y en el interior del cír­
culo, absolutamente. Si alguien tiene dudas honestas sobre sus decisio­
nes, la cuestión debe ser tranquilam ente planteada después de que el
círculo haya sido expulsado. Naturalm ente, la suma sacerdotisa no debe
ser una tirana autocrática. Si ella y su sumo sacerdote han tenido el
respeto y la confianza para convertir a miembros concretos de su con­
ventículo e n ‘ancianos’, debe esperarse que valoren su consejo en la mar­
cha del conventículo y en el trabajo por hacer.
Todo esto puede parecer divagar un poco sobre asuntos más genera­
les que se apartan de la cuestión de la iniciación al segundo grado, pero
es muy im portante a la hora de decidir quién está, y quién no, preparado
para pasar al segundo grado.
En cuanto al ritual de iniciación: los Textos B y C del Libro de las
Sombras de Gardner son idénticos. La primera parte sigue una pauta si­
milar a la del rito del primer grado (aunque con las diferencias pertinen­
tes): las ligaduras, la presentación ante las Atalayas, el azote ritual, la
consagración con el aceite, con el vino y con los labios, el desatado, la pre­
sentación de los utensilios (esta vez para ser ritualmente utilizados de
inmediato por el iniciado) y la segunda presentación ante las Atalayas.
Hay tres elementos que aparecen en el rito del segundo grado y que
no forman parte del rito del primer grado.
Primero, el iniciado recibe un nombre de brujo, que él o ella ha esco­
gido de antemano. La decisión es enteram ente personal. Puede ser el
nombre de un dios o una diosa que exprese una cualidad a la que el
iniciado aspira, como Vulcano, Tetis, Thot, Poseidón o Ma’at. (Los nom­
bres más señalados de una mitología en particular, tales como Isis o
Zeus, deberían, en nuestra opinión, evitarse, pues podrían interpretarse
como arrogancia por parte del iniciado.) O puede ser el nombre de un
personaje legendario o incluso histórico, implicando también un aspecto
en particular, como Amergin, el bardo; Morgana, la hechicera; Orfeo, el
músico, o Pythia, el oráculo. Puede incluso ser un nombre formado con
las iniciales de aspectos que entre sí creen un equilibrio deseable por
parte del iniciado (un proceso sacado a p artir de cierto tipo de magia
ritual). Pero cualquiera que sea el nombre escogido, no debe ser casual o
apresurado: una meditada consideración antes de elegirlo constituye en
sí mismo un acto mágico.
Segundo, después del juram ento el iniciador o iniciadora lega ritual­
mente todo su poder en el iniciado. Una vez más, tampoco se tra ta de
I n i c ia c ió n al S e g u n d o G rado 41

una mera ceremonia, sino de un acto de deliberada concentración mági­


ca, en el que el iniciador pone todo de su parte para m antener y transm i­
tir la continuidad del poder psíquico dentro del arte.
Y tercero, el uso ritual de las cuerdas y el látigo supone la ocasión
para dram atizar una lección sobre lo que con frecuencia se denomina‘el
efecto bum erán\es decir, que cualquier empeño mágico, ya sea benéfico
o malévolo, está expuesto a rebotar por triplicado sobre la persona que
lo lanza. El iniciado utiliza cuerdas para atar al iniciador de la misma
manera en que él mismo fue antes atado, y después somete al iniciador
a un azotado ritual de tres veces el número de golpes que le dio a él.
Además de constituir una lección, es una prueba para comprobar si el
iniciado está lo suficientemente maduro para reaccionar ante los actos
de otras personas con el necesario aplomo y control. Un aspecto más
sutil de la lección reside en que, a pesar de que el iniciador está al man­
do, este no es eterno ni establecido sino que es un crédito, el mismo tipo
de crédito que ahora se le está prestando también al iniciado, pues tanto
uno como otro tienen al final la misma importancia en el plan cósmico, y
ambos son canales, que no la fuente, por los que se invoca el poder.
La segunda parte del ritual es la lectura, o representación, de la
Leyenda del Descenso de la Diosa. Ya hemos dado con todo detalle, junto
con los movimientos para su representación, en el capítulo XIV de Los
ocho sabbats de la brujería, por aquí nos limitaremos a proporcionar el
texto mismo, tal y como aparece en los Textos B y C del Libro de las
Sombras. Doreen Valiente comenta que el nuestro de Los ocho sabbats
de la brujería es un poco más completo que el de Gardner (y por cierto,
señala que la palabra ‘Controlador’ en la p. 187, línea 7, de la primera
edición debe ser ‘Consolador’), -hecha la corrección en la edición en es­
pañol- Gardner proporciona una versión ligeramente diferente en el
Capítulo III de Witchcraft Today1, pero aquí hemos sido fieles al Texto C
(con dos pequeñas excepciones: véase página 48, notas 10 y 11).
Doreen nos ha dicho que en el conventículo de Gardner, ‘esta Leyen­
da se leía después de la iniciación al segundo grado, cuando todos esta­
ban sentados tranquilam ente en el círculo. Si había suficientes personas
presentes se podía representar como un mimo dramatizado, con los ac­
tores representando las acciones m ientras alguien leía en voz alta la
leyenda.’

1. Gardner dice que es posible que las historias de Istar y Siva hayan influido en el mito,
‘pero el asunto de la historia es distinto... Pienso que su origen es con mayor probabilidad
celta.’ (Witchcraft Today, pp. 41-2.)
42 E l C a m in o de las B r ujas

En nuestro conventículo nosotros siempre representamos esta Le­


yenda como un teatro, con un narrador que lee y, si es posible, los actores
declamando sus propios diálogos. En nuestra opinión, representar la le­
yenda con el iniciado jugando el papel de Señor del Infierno si es hom­
bre, o de diosa si es mujer, supone para el ritual un clímax mucho más
efectivo que una mera lectura. Es cuestión de escoger, pero los que com­
partan nuestra preferencia por una representación pueden consultar
Los ocho sabbats de la brujería.
En el ritual siguiente, puesto que el iniciado es ya brujo, nos referi­
mos a él como eriniciado’ y de nuevo ariniciador’ como‘ella’, o iniciado­
ra, y al asistente como él, aunque como antes, puede ser al revés.
Tenemos que señ alar que los brujos am ericanos usan en la actua­
lidad el pentagram a vertical, es decir, con una punta hacia arriba,
como signo del segundo grado, porque en la m entalidad am ericana el
pentagram a invertido se asocia con el satanism o. Sin embargo, los
brujos y brujas europeos todavía usan el pentagram a tradicional in­
vertido, con dos pun tas hacia arriba, sin ninguna implicación sinies­
tra. El simbolismo europeo sostiene que aunque los cuatro elem en­
tos de tie rra , aire, fuego y agua se encuentran ahora en equilibrio,
todavía dominan sobre el quinto, el espíritu. El pentagram a vertical
coronado del tercer grado simboliza que el espíritu gobierna sobre
los demás. A causa de las diferencias entre los usos europeos y ame­
ricanos, damos dos procedimientos alternativos de unción en el ri­
tu al que sigue.

La Preparación

Todo está dispuesto para un círculo normal, con los siguientes acceso­
rios adicionales preparados:

una venda para los ojos


tres cordones rojos, uno de nueve pies y dos de cuatro pies y seis
pulgadas
una vela blanca nueva sin usar
una campanilla
joyas
un collar sobre el altar ■»
un velo # Si va a representar y no meramente
una corona * leer la Leyenda de la Diosa
I n i c ia c ió n al S egundo G rado 43

Las joyas son para la mujer que vaya a representar el papel de la


diosa; así, si el ritual se va a celebrar en desnudez, obviamente serán
brazaletes, anillos y pendientes, y no broches de imperdible. La corona
es para el hombre que haga de Señor del Infierno y puede ser tan senci­
lla como un círculo de alambre si no se dispone de nada mejor.
La venda para los ojos debe ser opaca, como la del primer grado;
pero el velo será de gasa y que siente bien, preferiblemente de uno de los
colores de la diosa, azul, verde o plateado.

E l R itu a l

El ritual de apertura procede como de costumbre hasta el final de la


invocación al ‘Gran Dios Cernunnos’, con el iniciado ocupando su posi­
ción normal en el conventículo. Al final de la invocación, el iniciado se
coloca en el centro del círculo y dos miembros del sexo opuesto le ven­
dan los ojos y le atan, exactamente igual que como en la iniciación al
prim er grado.
La iniciadora conduce al iniciado a los puntos cardinales, uno
por uno, y dice:
‘Escuchad., vosotros Seres Supremos del Este [Sur, Oeste, Norte],
[nombre normal), sacerdote (sacerdotisa]y brujo [bruja] debida­
mente consagrado, está ahora preparado para ser un Sumo Sacerdote y
Mago (Suma Sacerdotisa y Reina de Brujas [¿
Ella le conduce de vuelta al centro del círculo mirando hacia el altar.
Ella y el conventículo se cogen de las manos y dan tres vueltas alrededor
de él en círculo3.
Las brujas que ataron al iniciado completan ahora las ataduras sol­
tando los extremos de los cordones de su rodilla y su tobillo y atando las
rodillas y los tobillos juntos. Después le ayudan a arrodillarse ante el
altar.
La iniciadora dice:
‘Para alcanzar este grado sublime, es necesario sufrir y ser purifica­

2. Estas son las palabras tradicionales de la presentación a las Atalayas, pero hasta que
no tenga un conventículo propio además de, al menos, otros dos que se hayan escindido de
él, una suma sacerdotisa no puede ser llamada Reina Bruja’. (Véase Los ocho sabbats de
las brujas, Fotografía 15.)
3. El Texto C dice simplemente: ‘Circundar tres veces. Seguro.’ Pero si la suma sacerdotisa
lo prefiere, no hay razón por la que deba cantarse la Runa de las Brujas mientras tanto,
que este caso continúa hasta que la Runa ha terminado.
44 E l C a m in o d e l a s B ru jas

do. ¿Estás dispuesto a sufrir para aprender?’


El iniciado responde:
‘Lo estoy.’
La iniciadora dice:
Yo te purifico para que cumplas este gran Juramento como es debido.’
La iniciadora coge el látigo del altar, m ientras su asistente hace so­
nar la cam panilla tre s veces y dice: ‘Tres.’
La iniciadora propina al iniciado tres golpes suaves con el látigo.
El asistente dice: ‘Siete.’ (No vuelve a hacer sonar la campanilla).
La iniciadora propina al iniciado siete golpes suaves con el azote.
El asistente dice: ‘Nueve’.
La iniciadora propina al iniciado nueve golpes suaves con el látigo.
El asistente dice: ‘Veintiuno’.
La iniciadora propina al iniciado veintiún golpes suaves con el láti­
go. Después tiende el látigo a su asistente (que vuelve a ponerlo sobre el
altar, adem ás de la campanilla) y dice:
‘Ahora te concedo un nuevo nombre, [el nombre que haya es­
cogido). ¿Cuál es tu nombre?’ M ientras se lo pregunta le da una suave
bofetada4.
El iniciado contesta:
‘Mi nombre e s / (Repite su nuevo nombre de brujo.)
Después, cada uno de los miembros del conventículo le propinan al
iniciado una pequeña bofetada o empujón, preguntándole: ‘¿Cómo te lla­
mas?’ a lo que el iniciado contesta cada vez ‘Me llam o .' Cuando la
iniciadora decide que ya hay bastante, hace la señal al conventículo para
que se detenga, y todos vuelven a sus sitios.
Entonces la iniciadora dice (frase por frase):
‘Repite después de m í tu nuevo nombre, diciendo: ‘Yo, -.juro
por el vientre de mi madre y por mi honor ante los hombres y mis Herma­
nos y Hermanas del Arte, que nunca revelaré, a nadie en absoluto, ningu­
no de los secretos del Arte, excepto a las personas dignas, adecuadamente

4. Esta pregunta y este azote, primero por ia iniciadora y después por el conventículo, es
una adición alexandriana. La incluimos aquí porque nosotros la usamos. En nuestra opinión
introduce un cambio de ritmo estimulante entre las dos solemnidades del azote ritual y el
juramento, y además sirve para que todo el conventículo recuerde el nuevo nombre. De
todas formas se puede elegir. El Texto C sigue sin interrupción: Yo te concedo un nuevo
nombre, Repite tu nuevo nombre después de mí, diciendo...’ Doreen Valiente comenta
sobre nuestra costumbre: 'Es como la vieja costumbre de la Paliza de los Atados, cuando
se le daba a los niños un cachete o bofetada suaves para enseñarles donde estaban los
límites de la parroquia, una antigua costumbre popular que creo que se conserva en
algunos sitios.’
I n ic ia c ió n al Segundo G rado 45

preparadas, en el centro de un Círculo Mágico como en el que me encuen­


tro ahora. Lo juro por mis esperanzas de salvación, mis vidas pasadas y
mis esperanzas en las vidas futuras que me esperan, y me condeno a m í
mismo y mi medida a la total destrucción si rompo este solemne ju ra ­
mento.’" El iniciado repite cada frase después de ella.
La iniciadora se arrodilla junto al iniciado y coloca su m ano izquier­
da en su rodilla y su mano derecha sobre su cabeza, para form ar un
Vínculo Mágico y dice:
‘Yo pongo todo mi poder en ti.'
M anteniendo sus m anos en la posición del Vínculo Mágico, ella se
concentra d u ran te el tiempo que crea necesario para m andar todo su
poder hacia el iniciado5. Después, ella se pone de pie.
Los brujos que ataron al iniciado se ad elan tan y desatan sus rodillas
y sus tobillos y le ayudan a ponerse de pie. El asistente acerca el cáliz de
vino y el aceite de ungir.
La iniciadora moja su dedo índice en el aceite y dice:
Yo te consagro con aceite.’
Ella toca al iniciado con el aceite justo encima del vello púbico, en el
pecho derecho, en la cadera izquierda, en la cadera derecha, en el pecho
izquierdo y de nuevo ju sto encim a del vello púbico, com pletando el
pentagram a invertido del Segundo Grado6.
{En el uso americano: garganta, cadera derecha, pecho izquierdo,
pecho derecho, cadera izquierda y de nuevo garganta.)
Ella moja su dedo índice en el vino y dice To te unjo con vino’, y le
toca en los mismos sitios con el vino.
A continuación dice, Yo te consagro con mis labios’, le besa en los
mismos sitios y continúa: ‘Sumo sacerdote y Mago [Suma Sacerdotisa y
Bruja Reina]’.
Los brujos que a ta ro n al iniciado se a d e la n tan y le q u itan la ven­
d a de los ojos y el re sto de la cuerda. El ritu a l se in te rru m p e p a ra
que todos los m iem bros del conventículo feliciten al iniciado, b esán ­
dole o estre c h a n d o su m ano según convenga. En cuanto te rm in a n , el

5. A veces nuestra práctica consiste en que Janet llame a Stewart (o viceversa) para que
arrodille al otro lado del iniciado para formar también el Vínculo Mágico, de manera que
así podamos mandar ambos nuestro poder hacia el iniciado. En otras ocasiones, el que
haga las veces de asistente se sumará m entalm ente al esfuerzo de la iniciadora, sin
moverse. Se trata de uno de esos casos en los que una buena integración en el trabajo
sabrá intuitivam ente qué es lo correcto en cada momento.
6. Gardner no describió con palabras estos cinco puntos en su ritual sino que los mostró
con un dibujo.
46 El C a m in o d e l a s B rujas

ritu a l co n tin ú a con la presen tació n y uso de los utensilios del oficio.
Al tiem po que se va nom brando cada uno, la iniciadora lo coge del
a lta r y se lo tien d e al iniciado con un beso. O tro brujo del mismo sexo
que la in iciadora se s itú a a su lado, y cuando se te rm in a con cada
uten silio , lo coge del iniciado con un beso y lo vuelve a poner sobre el
altar.
P ara comenzar, la iniciadora dice:
'Ahora usarás los Utensilios uno a uno. En prim er lugar, la Espada
Mágica.’
El iniciado coge la espada y vuelve a trazar el círculo, pero sin hablar.
La iniciadora dice: ‘Segundo, el Cuchillo ritual.’
El iniciado coge el cuchillo ritu al y de nuevo vuelve a tra z a r el círcu­
lo en silencio.
La iniciadora dice: ‘Tercero, el Cuchillo de mango blanco.'
El iniciado coge el cuchillo de mango blanco del a lta r y la vela blan­
ca nueva. D espués usa el cuchillo p ara dibujar un pentagram a en la
vela, que vuelve a dejar en el altar.7
La iniciadora dice: ‘Cuarto, la Vara.’
El iniciado coge la v ara y señala con ella los cuatro puntos cardina­
les, uno a uno.8
La iniciadora dice: ‘Quinto, la Copa!
El iniciado y la iniciadora ju n to s consagran vino en la copa.8
La iniciadora dice: ‘Sexto, el Pentáculo.’
El iniciado coge el pentáculo y lo m uestra a los cuatro puntos cardi­
nales uno a uno.
La iniciadora dice: ‘Séptimo, el Incensario.’
El iniciado coge el incensario y lo lleva alrededor del perím etro del
círculo.
La iniciadora dice: ‘Octavo, los Cordones.’

7. El Texto C dice simplem ente 'Usar. S.' ('S es la abreviatura del Libro de las Sombras
para significar beso.) La inscripción en la vela es nuestra forma de utilizarla. El iniciado
guarda la vela en un lugar seguro, y cuando funda su propio conventículo, la enciende en
el altar durante el primer círculo del nuevo conventículo y deja que arda hasta el final.
Aunque nunca llegue a fundar un conventículo propio, seguirá guardando la vela como
una prueba de su derecho a fundarlo.
8. La práctica alexandriana consiste en llevar la vara tres veces alrededor del círculo,
señalando así doce veces los puntos cardinales en total. Los demás utensilios sólo hacen
el círculo una vez. Desconocemos la razón de esto.
9. Hemos añadido la copa a la lista de presentaciones del Libro de las Sombras, como
hicimos en el rito del Primer Grado, por las razones que explicamos en la p. 343.
I n i c ia c ió n al S egundo G rado 47

El iniciado coge los cordones y, con ayuda del asistente, ata a la


iniciadora de la misma forma en que le ataron a él. Iniciado y asistente
ayudan luego a la iniciadora a arrodillarse ante el altar.
La iniciadora dice:
‘Noveno, el Látigo. Para aprender, en Brujería siempre debes dar por
lo que recibes, pero el triple. Así pues, donde te di tres, devuelve nueve,
donde te di siete, devuelve veintiuno, donde te di nueve, devuelve veinti­
siete, donde te di veintiuno, devuelve sesenta y tres.’
El brujo que está a su lado tiende el látigo al iniciado con un beso.
El asistente dice: Nueve!
El iniciado propina a la iniciadora nueve golpes suaves con el látigo.
El asistente dice: ‘Veintiuno!
El iniciado da a la iniciadora veintiún golpes suaves con el látigo.
El asistente dice: ‘Veintisiete!
El iniciado propina a la iniciadora veintisiete golpes suaves con el
azote.
El asistente dice: 'Sesenta y tres!
El iniciado propina a la iniciadora sesenta y tres golpes suaves con el
látigo.
La iniciadora dice:
‘Has obedecido la Ley. Pero adviértelo bien, cuando recibas el bien,
igualmente estarás obligado a devolver tres veces el bien!
El iniciado, con la ayuda del asistente, ayuda a la iniciadora a poner­
se de pie y la desatan.
La iniciadora lleva ahora al iniciado a cada uno de los puntos cardi­
nales diciendo: ‘Escuchad, vosotros, Señores del Este [Sur, Oeste, NorteJ:
/nombre del brujo} ha sido debidamente consagrado Sumo sacer­
dote y Mago [Suma Sacerdotisa y Bruja Reina]!
Ahora, el conventículo se prepara p ara la Leyenda del Descenso
de la Diosa. La iniciadora nombra un n arrad o r que leerá la leyenda,
si es que no la va a leer ella misma. Si la Leyenda va a ser represen­
tad a, ella designará a los actores que hagan de diosa, de Señor del
Infierno y de G uardián de los Portales. Lo norm al es que el iniciado
actúe como diosa o Señor del Infierno, según el sexo, al igual que la
iniciadora o la pareja de oficio del iniciado (si tiene). En la tradición
mitológica, el guardián debe ser del sexo masculino, pero no es esen­
cial. (En los textos de Gardner, ‘G uardianes’ es plural, pero parece
no encajar con la mitología.)
48 E l C am ino de las B rujas

La Leyenda del Descenso de la Diosa10

Nuestra señora la diosa nunca había amado, pero deseaba resolver to­
dos los Misterios, incluso el misterio de la Muerte; por eso viajó a los
Infiernos."
Los Guardianes de los Portales la desafiaron: ‘Quítate los vestidos,
despréndete de tus joyas, pues nada puedes llevar contigo en esta nues­
tra tierra.’
Así, ella se desvistió de sus ropas y se quitó las joyas, y la ataron,
como hacen con todos los que entran en los Reinos de la Muerte, la
Poderosa.12
Su belleza era tal, que la misma Muerte se arrodilló a sus pies y los
besó diciendo: “Benditos sean tus pies, que te han traído por estos cami­
nos. Vive conmigo, pero déjame poner mi fría mano sobre tu corazón.’
Ella contestó; ‘Yo no te amo. ¿Por qué haces que todas las cosas que
amo se marchiten y mueran, y te regocijas de ello?’
‘Señora,’ contestó la Muerte, ‘es la edad y el destino, contra los que
no puedo hacer nada. La Edad hace que todas las cosas se marchiten,
pero cuando los hombres mueren al final de su tiempo, les concedo des­
canso, paz y fuerza para que puedan volver. Pero tú, tú eres hermosa.
¡No regreses, quédate a vivir conmigo!’
Pero ella le contestó: ‘Yo no te amo.’
Entonces dijo la Muerte: ‘Ya que no aceptas mis manos en tu cora­
zón, debes arrodillarte y recibir el azote de la Muerte.’
‘Si tal es mi destino, es mejor así,’ dijo ella. Y se arrodilló, y la Muerte
la azotó cariñosamente. Y ella gritó, ‘Ahora conozco los tormentos del
amor.’

10. En el texto C, el encabezamiento dice 'La Leyenda Mágica de A.' y empieza: 'A. nunca
había amado, pero ella...'. La versión de Witchcraft Today se titula El Mito de la Diosa',
y comienza: D. nunca había amado, pero ella...' 'A.' es la inicial del nombre de la diosa
usado por Gardner, y 'D.' se refiere sencillamente a diosa. Existen muchos mitos de la
diosa, pero La Leyenda del Descenso de la Diosa' resulta mejor como título identificativo.
Naturalmente, los conventículos pueden emplear su propio nombre de la diosa en lugar
de 'nuestra Señora la Diosa' si lo prefieren.
11. Los textos de Gardner dicen ‘to the nether lands’ (literalmente, 'a las tierras infernales’l,
uno de los pocos errores de Gardner, porque siempre se pronuncia -cómicamente- como
'to the Netherlands', es decir, ‘a Holanda'. Por esa razón opinamos que ‘a los infiernos' es
mejor.
12. Gardner añadió su propia nota al pie en el Libro de las Sombras: 'Los celtas tenían la
costumbre de atar a sus muertos. La cuerda que había atado a un cadáver servia para
adquirir la segunda visión.' En Witchcraft Today amplió y repitió esta nota.
I n i c ia c ió n al S eg u n d o G rado 49

Y la Muerte dijo, ‘¡Bendita seas! y le dio el Beso Quíntuple diciendo


‘Sólo así llegarás a alcanzar la aleg T ía y el conocimiento.’ Y le enseñó
todos los Misterios, y se amaron y fueron uno, y él la enseñó todas las
Magias.
Pues hay tres grandes misterios en la vida del hombre: Amor, Muer­
te y Resurrección en un nuevo cuerpo, y la Magia los domina a los tres.
Pues para colmar el amor debes volver de nuevo al mismo tiempo y lu­
gar como hacen los amantes, y debes encontrarle, recordarle y amarle a
él o a ella otra vez. Y para renacer debes morir y estar preparado para
recibir un nuevo cuerpo; y para morir, debes nacer, y sin amor, no puedes
nacer, y esta es toda la Magia.
111 In icia c ió n a l T ercer G rado

La iniciación al tercer grado eleva a un brujo al más alto de los tres


grados del arte. Hasta cierto punto, una bruja o brujo del tercer grado es
totalmente independiente, responsable sólo ante los dioses y su propia
conciencia. Él o ella puede iniciar a otros al primer, segundo o tercer
grado y puede fundar un conventículo totalmente autónomo que (a dife­
rencia de los que tienen líderes de segundo grado) ya no estará sujeto a
la guía del conventículo anterior. Naturalmente, mientras siga siendo
miembro, del grado que sea, debe aceptar voluntariamente la autoridad
de la sum a sacerdotisa y el sumo sacerdote; cuando un miembro del
tercer grado ya no puede hacerlo, es hora de escindirse.
Como dice la Ley1: ‘Si no están de acuerdo con sus Hermanos, o si
dicen, “No quiero trabajar a las órdenes de esta suma sacerdotisa,” la

1. La única versión publicada de la Ley wiccaniana que conocemos aparece como Apéndice
A en la biografía King of the Witches de Alex Sanders (véase en Bibliografía bajo Johns).
Aparece erróneamente bajo el título de ‘El Libro de las Sombras', sin embargo es típico
I n ic ia c ió n al T er cer G rado 51

Ley Antigua siempre ha sido conveniente para la Hermandad y para


evitar las disputas. Cualquiera del Tercer grado puede fundar un nuevo
conventículo../
El ritual de iniciación del tercer grado es el Gran Rito. Ya hemos
dado su descripción para utilizarse en los festivales en el capítulo II de
Los ocho sabbats de la brujería. Más adelante, damos la versión del Tex­
to B de Gardner, junto con los versos alternativos de la declamación del
Texto C2. Cada una de estas tres versiones del Gran Rito puede repre­
sentarse de forma‘real1o simbólica. Todas son diferentes, pero su propó­
sito y espíritu son los mismos; y tenemos que volver a insistir en que
cualquier otra versión del ritual que un conventículo en particular adapte
será igualmente válida siempre que su intención y su espíritu sean en­
tendidos y expresados sinceramente.
En su versión ‘real’ el Gran Rito es un ritual sexual que implica el
coito entre el hombre y la mujer que lo llevan a cabo. En su versión
simbólica puede ser denominado como un ritual de género sexual, de
polaridad masculino-femenina, sin que implique el coito.
Abordaremos en profundidad la actitud wiccaniana hacia el sexo más
adelante, en el capítulo XV. Sin embargo, y para evitar malentendidos,

del libro en su conjunto, que resulta más interesante como historia que como documento
de hechos fehacientes. Esta versión de la Ley pretende abarcar desde los días de la
persecución hasta la fecha, pero su antigüedad y autenticidad son en extremo dudosas. A
pesar de todo, es posible que atesore fragmentos de material tradicional, y siempre que se
ignoren los elementos obviamente desfasados, muchas de sus afirmaciones ofrecen una
buena guía de trabajo para los procedimientos de los conventículos. Doreen, que comparte
nuestras dudas, dice: ‘Por un lado tiene un aroma diferente al del chauvinismo masculino,
y por otro, es bastante aficionado a amenazar y condenar a las personas que no están de
acuerdo con él, como un predicador de una iglesia de barracón. Los versos 51-80 inclusive
estaban en el libro antiguo de Gerald, pero el resto no.' También señala que los brujos
fueron quemados en Inglaterra, cuando de hecho fueron ahorcados, ‘un pequeño detalle
que nos ha sorprendido a muchos. Personalmente, nunca he considerado este documento
como auténtico, aunque como dices puede que tenga fragmentos de material tradicional
que se transmitieron oralmente.’
2. La versión del Texto A es muy críptica. El Texto B un poco menos, y el Texto C apenas
añade los versos alternativos. La mayoría de los detalles fueron transmitidos oralmente.
High Magic's Aid de Gardner (p. 300) alude brevemente a! rito del tercer grado, cuando la
bruja Morven dice al héroe Jan: ‘Cuando hayas pasado el Pentáculo [es decir, el segundo
grado) mi tarea será descubrirte mayores misterios, el Misterio de los Misterios. Cuando
sepas en qué consisten, hablaremos más. No es algo que se haga a la ligera.’ Doreen
comenta:‘¡Algo más, y el editor de aquellos días |1949| podía haberlo rehusado!’ Aradia
de Leland (p. 14) afirma claramente que las brujas toscanas solían ‘amar en la oscuridad’
en honor a Diana, aunque esto parece haber sido más como ceremonial que mágico.
52 El C a m in o d e l a s B rujas

tenemos que subrayar aquí que, para los adeptos a la brujería, el sexo es
sagrado y constituye una hermosa fuerza-polaridad intrínseca a la natura­
leza del universo y ajena a cualquier sentimiento de vergüenza. Debe tra­
tarse con el debido respeto, pero sin gazmoñerías. El arte no tiene ningún
reparo en utilizar el coito, en privado y entre el hombre y la mujer elegidos
convenientemente, como un sacramento ritual profundo a todos los nive­
les: físico, astral, mental y espiritual. La clave del Gran Rito ‘real’ (y en
realidad del simbólico) es la afirmación que se hace durante la declama­
ción: ‘Pues no hay parte nuestra que no sea de los Dioses.5
En el ritual, se considera que el cuerpo de la suma sacerdotisa es el
altar de la diosa a la que representa, para la que además sirve como
canal. Su útero focal es reverenciado como ‘la fuente de la vida sin la
cual no existiríamos’, y desde luego no hay por qué excusar este antiguo
y sagrado simbolismo.
La cuestión es, naturalm ente, quienes son ‘un hombre y una mujer
apropiados5para representar el Gran Rito ‘real5en lugar del simbólico.
Debemos decir categóricamente (y creemos que la mayoría de los
adeptos al arte estará de acuerdo con nosotros) que sólo pueden ser un
hombre y una mujer entre quienes el coito forma parte normalmente de
su relación y es producto del amor; en otras palabras, marido y mujer o
amantes declarados. Además, siempre debe llevarse a cabo en privado3.
El Wicca desconoce la vergüenza, pero no es promiscuo ni exhibicionista.
El Gran Rito ‘real5debe invocar todos los niveles; y semejante integra­
ción, en la atmósfera de creación de poder de un ritual solemne, ocasio­
naría una situación violenta en cualquier relación que no se encuentre
aún armonizada con él.
Esto no quiere decir que el Gran Rito simbólico sea un mero expe­
diente, ni de ninguna manera que carezca de efectividad. Puede ser un
rito potente y emocionante cuando lo celebran con sinceridad dos ami­
gos armónicos que no sean amantes. Es cierto que también invoca todos
los niveles, pero de una forma que un hermano y herm ana maduros del
arte son perfectamente capaces de manejar.
¿Por qué el arte emplea un ritual sexual, o generativo, para señalar
su grado más alto de iniciación? Porque expresa tres principios funda­

3. En referencia a la costumbre de Gardner, Doreen Valiente nos dice: 'Aunque en teoría


el Gran Rito puede llevarse a cabo y consumarse antes de la asamblea del conventículo,
en la práctica no recuerdo nunca haber estado presente cuando se realizaba. Si otros
estaban presentes, entonces el Gran Rito sólo se celebraba en su versión simbólica... Y
cuando el Gran Rito iba a realizarse realmente para hacer magia, entonces siempre se
llevaba a cabo en privado.'
I n i c ia c ió n al T ercer G rado 53

mentales del arte. En primer lugar, que la base de todo trabajo mágico o
creativo es la polaridad, la interacción de aspectos complementarios.
Segundo,‘igual que arriba, así es abajo’. Todos somos de la naturaleza de
los dioses, y un hombre o una mujer totalm ente realizado es un canal
para esa divinidad, una manifestación del dios o de la diosa (de hecho
manifiestan elementos de ambos). Y en tercer lugar, porque todos los
niveles, desde el físico al espiritual, son igual de sagrados.
Un hombre y una mujer que están preparados para el tercer Tado
son adeptos a la brujería que se han desarrollado hasta una fase en la
que estos tres principios no son sólo reconocidos en teoría sino que han
sido integrados en su actitud global hacia la vida y por tanto en ls prác­
tica del arte. Así el Gran Rito, ya sea simbólico o ‘real’, expresa r tual-
mente esta fase de su desarrollo.
Entonces, ¿Cómo poner en práctica el Gran Rito en la iniciacñ,a del
tercer grado?
En el rito sólo hay dos participantes activos; el resto del conventículo
simplemente los apoya con su presencia silenciosa, ya sea a lo lar. ~o de
todo el rito simbólico o durante la prim era parte del ‘real’. En ambos
casos puede ser el hombre (que ya ha alcanzado el tercer grado) ei que
inicia a una mujer, o una mujer (también, del tercer grado) la que riicia
a un hombre; o puede ser que ambos, el hombre y la mujer, se» » del
segundo grado y van a recibir la iniciación al tercero bajo la super sión
de la sum a sacerdotisa y/o el sumo sacerdote. Este último caso es arti­
cularm ente adecuado para una pareja de trabajo, sobre todo si stán
preparándose para fundar su propio conventículo o ya están dirigí «ido
uno como brujos de segundo grado pero guiados aún por el conventículo
del que proceden (nosotros mismos recibimos nuestro tercer grado jun­
tos y en estas circunstancias, como explicamos en la página 38).
En todos estos casos el ritual es el mismo, por lo que en el texto que
sigue nos referimos a la mujer y al hombre simplemente como ‘la s acer­
dotisa’ y ‘el sacerdote’.
A menos que el sacerdote sea de hecho el sumo sacerdote, acó; tum-
brado a representar el Gran Rito en los festivales u otras ocasión se­
ría pedir demasiado esperar que se supiera de memoria la larga Decla­
mación. Así pues, se puede optar a que la lea o que la declame mie.itras
el sumo sacerdote se ocupa de representarlo. (Esta es la única situ ción
en la que una tercera persona participa de una m anera activa.) ¿Ji el
Rito es ‘real’ tendrá que leer o aprenderse los pasajes finales.
Los textos del Gran Rito de Gardner incluyen tres flagelaciones ri­
tuales sucesivas, el hombre flagelado por la mujer, la mujer por e* lom-
54 E l C a m in o de las B ru jas

bre, y de nuevo el hombre por la mujer. Nosotros no las practicamos,


pero las incluimos para ser completos, pues su uso es opcional. Algunos
adeptos a la brujería sostienen que Gardner era muy aficionado a la
flagelación ritual, y muchos de sus detractores mantienen que sufría
una adicción psicológicamente patológica al respecto. Al margen del he­
cho de que una persona tan notoriamente dulce como Gardner pudiera
haber padecido semejantes inclinaciones, todo esto se basa en un abso­
luto desconocimiento. La técnica del atado no demasiado fuerte y el mo­
nótono azotamiento realizado con cariño no supone ni siquiera u n ‘sufri­
miento para aprender’ simbólico, como ocurre en los ritos del primer y
segundo grado; se trata de un método tradicional y voluntario, plagado
de precauciones, para ‘adquirir la Visión’ excitando la circulación de la
sangre. Se describe detalladamente en un pasaje no ritual del Libro de
las Sombras, que reproducimos enteram ente en las páginas 84-86, con
los comentarios de Doreen Valiente y los nuestros.

La Preparación

Ninguno de los Textos A, B o C mencionan o describen el punto en el que


la sacerdotisa, después del Beso Quíntuple, se tiende sobre o frente el
altar, donde deberá situarse desde 'Asísteme para erigir el antiguo altar’
(o su equivalente en verso) en adelante. Sin embargo, Doreen Valiente
nos dice que la sacerdotisa, ‘debería estar yacente en el círculo, situada
así junto al sacerdote, con la cabeza en el este y los pies en el oeste.
Deberá yacer realmente ya sea sobre el alta r o sobre un lecho adecuado
o jergón colocado frente al mismo, con un almohadón bajo la cabeza. El
sacerdote deberá arrodillarse a su lado, mirando ai norte.’
Así pues, para la preparación, el a lta r (si es lo suficientem ente
grande como para que sacerdotisa pueda tenderse en él) debe que­
d ar despejado de sus velas y utensilios de costum bre y ponerlo cómo­
do, o p rep arar el lecho o el jergón. U tilizar el a lta r como lecho parece
suponer la antigua costum bre de colocarlo en el centro del círculo,
en lugar de en el lado norte (que es lo norm al en la actualidad, sobre
todo en una habitación pequeña, para dejar espacio) porque Doreen
sigue diciendo: *En esta posición, la vagina de la sacerdotisa estará
realm ente en el centro del círculo’, simbolizando así ssu significado
focal como ‘el punto dentro del centro’, al que se refiere la declam a­
ción. De m anera que si se va a utilizar un lecho o jergón, deberá
colocarse así, a lo largo del diám etro este-oeste.
I n i c ia c ió n al T ercer G rado 55

Si se va a incluir el ritual de la flagelación, se dispondrá de un cor­


dón rojo de nueve pies para las tira r de las ligaduras.
El cáliz lleno de vino y las pastas deben estar preparados como de
costumbre. Lo mismo que el cuchillo ritual de la sacerdotisa y el látigo
(se incluya o no la flagelación, porque ella tiene que sostenerlo en dos
ocasiones en la Posición de Osiris).
Si la sacerdotisa no va a sentarse sobre el altar al comienzo del ritual,
deberá colocarse un trono adecuado (una silla tapizada) frente al altar.

E l R itu a l
La sacerdotisa se sienta sobre el altar (o en el trono frente al altar) de
espaldas al norte, sosteniendo el cuchillo ritual en la mano derecha y el
látigo en la izquierda en la Posición de Osiris (las muñecas cruzadas
sobre el pecho).
El sacerdote se arrodilla ante a ella, besa sus dos rodillas y deja des­
cansar los antebrazos sobre sus muslos. Él inclina la cabeza hasta tocar
con la frente las rodillas de ella y permanece así unos momentos4.
Después, él se incorpora y coge el cáliz lleno de vino. Se arrodilla de
nuevo, ofreciendo el cáliz a la sacerdotisa.
La sacerdotisa deja el látigo y, sosteniendo el mango del cuchillo ritual
entre las palmas de las manos, mete la punta en el vino, diciendo:
‘El cuchillo ritual es a lo masculino, lo que la copa es a lo femenino5y
su unión otorga bendición.’
Entonces ella deja el cuchillo ritual, coge el cáliz, besa al sacerdote y
bebe. Besa de nuevo al sacerdote y le entrega el cáliz.
El sacerdote bebe, levanta y entrega el cáliz a otra mujer con un
beso. El vino es pasado de mujer a hombre, y de hombre a mujer, con un
beso, hasta que todos han bebido, después de lo cual el cáliz es vuelto a
poner en el altar.
El sacerdote coge el plato6 de pastas y se arrodilla de nuevo ante la
sacerdotisa, ofreciéndoselo.

4. El texto dice simplemente, ‘besa ambas rodillas, extiende los brazos sobre los muslos y
la adora.’
5. El texto dice ‘es lo masculino’ y ‘es lo femenino'; pero por las razones que explicamos en
la nota 4 del capítulo XII, opinamos que la correspondencia es más compleja, y preferimos
decir'es a lo masculino’ y ‘es a lo femenino’. Al bendecir el vino, normalmente el sacerdote
es quien pronuncia las palabras, pero en el Gran Rito, el Texto B las adjudica a la
sacerdotisa, dejando las palabras de la bendición de las pastas al sacerdote como de
costumbre.
6. El texto dice‘Patena (Pentáculo)’; algunos conventículos sirven las pastas en el pentáculo,
otros tienen un plato especial.
56 E l C a m in o de las B ru jas

La sacerdotisa toca todas las pastas con la punta mojada de su cuchi­


llo ritual, m ientras el sacerdote dice:
‘Oh, Reina, la más secreta, bendice este alimento en nuestros cuer­
pos, concediéndonos salud, fuerza, riqueza, alegría y paz, y el cum­
plimiento de la Voluntad, y Amor bajo la Voluntad, que es la felici­
dad perpetuaP
La sacerdotisa coge una pasta y la muerde, después besa al sacerdo­
te, que coge otra pasta. Las pastas se pasan entre todos con un beso,
como con el cáliz, y el plato es devuelto al altar.
El sacerdote besa de nuevo las rodillas de la sacerdotisa, pone sus
antebrazos sobre los muslos de ella y toca con su frente las rodillas du­
rante un momento. El sacerdote y la sacerdotisa se ponen de pie.
(Si se va a omitir la flagelación, se pasa directamente a la presenta­
ción ante las Atalayas y después al sacerdote cuando dice, ‘Ahora debo
revelar un gran misterio.’ Si no...)
El sacerdote dice:
'Ahora, me atrevo a seguir con este sublime rito, y debo poner mi pu­
rificación en tus manos.’
La sacerdotisa coge un cordón rojo y ata las muñecas del sacerdote
a la espalda con la parte del medio del cordón, pasando después los dos
extremos por encima de los hombros para atarlos por delante del cuello
y dejando que cuelguen los extremos sobre el pecho para tirar de él.
Después, ella le hace dar una vuelta alrededor del círculo, en sentido de
las agujas del reloj, tirando de él con los cordones.
A continuación, el sacerdote se arrodilla frente al altar. La sacerdoti­
sa coge el látigo y le propina tres azotes suaves8. Ella deja el látigo en el
altar.
El sacerdote se pone de pie, y la sacerdotisa le desata. Entonces él le
ata a ella de la misma forma y la lleva a dar una vuelta alrededor del
círculo tirando de ella con los cordones. Ella se arrodilla frente al altar.
El sacerdote coge el látigo y le propina tres azotes suaves. Lo vuelve a
poner en el altar.

7. En nuestra bendición normal de las pastas usamos el final más corto,‘el cumplimiento
del amor que es la felicidad perfecta’, y parece que se ha convertido en norma común. La
bendición completa (con la sustitución de ‘Reina’ por ‘Señor’) procede de la Misa Gnóstica
de Crowley, que emplea el final más largo como aparece aquí. Puede considerarse que la
forma más larga es adecuada con ocasión especial de un Gran Rito.
8. El texto dice sólo ‘Azote’, sin especificar el número de golpes; probablemente sean los
acostumbrados 3, 7, 9 y 21. En nuestra opinión, si se va llevar a cabo la flagelación, tres
golpes son más que suficiente.
I n i c ia c ió n al T ercer G rado 57

La sacerdotisa se levanta, y el sacerdote la lleva por los cordones a


cada uno de los cuatro puntos cardinales, diciendo:
‘Oid, Señores del este ¡sur, oeste, norteJ, la dos veces ¡tres veces]9con­
sagrada y sa n ta , Suma Sacerdotisa y Bruja Reina, está adecua­
damente preparada y ahora procederá a erigir el Altar Sagrado.’
Entonces la desata y dice:
‘De nuevo debo suplicar purificación.’
La sacerdotisa le ata, le da la vuelta alrededor del círculo y le propi­
na tres azotes suaves con el látigo, como antes. Él se pone de pie y ella le
desata, volviendo a poner el látigo y el cordón en el altar.
El sacerdote dice:
‘A hora debo revelar un gran misterio.’10
La sacerdotisa se sitúa de espaldas al altar, en la Posición de Osiris
(después de coger su cuchillo ritual y el látigo). El sacerdote la besa con
el Beso Q uíntuple11.
La sacerdotisa deja el látigo y el cuchillo.
Ahora, la sacerdotisa se tiende boca arriba, ya sea sobre el altar o
sobre el lecho colocado en el centro del círculo. Su cabeza está en el este
y sus pies en el oeste.
El sacerdote se arrodilla a su lado, mirando hacia el norte a través
del cuerpo de ella. (En la siguiente declamación, ‘[beso]’ significa que él
la besa justo por encima del vello púbico, excepto en las dos ocasiones
donde se dice otra cosa, es decir, los besos en los pechos y en el Sello del
Tercer Grado.)
El sacerdote dice:

‘A yúdame a levantar el antiguo altar, ante el cual antaño todos ren­


dían culto,
El Gran Altar de todas las cosas;
Pues en los tiempos antiguos, la Mujer era el altar.
A sí se erigía y colocaba el altar;

9. Sugerimos ‘dos veces’ si la sacerdotisa tiene el segundo grado y ahora recibe el tercero;
y ‘tres veces’ si ya ha recibido el tercer grado. El Texto B dice ‘dos veces’, pero Doreen
Valiente piensa que se refiere al número de azotes que ha recibido.
10. Después de esto el texto dice: ‘Se dice sólo si la sacerdotisa no ha preparado antes el
rito.’ No vemos la razón por la que no vaya a decirse siempre.
11. Nota de Doreen: ‘Mientras se da el Beso Quíntuple, después del primer beso en el pie,
la sacerdotisa abre los brazos y las piernas en la Posición del Pentáculo o de la diosa,
sosteniendo el látigo y el cuchillo ritual. Así personifica tanto al dios como a la diosa
durante unos momentos.'
58 El C a m in o d e l a s B rujas

Y el punto sagrado era el punto en el centro del círculo.


Pues nos han enseñado desde la antigüedad que el punto en el centro
es el origen de todas las cosas,
Por tanto debemos adorarlo. /Beso)
Por tanto a quien adoramos también invocamos, por el poder de la
Lanza Levantada .’
(Se toca su propio falo y continúa:)
'Oh, Círculo de Estrellas / Beso¡
Del que nuestro padre no es sino el hermano menor f beso}
Maravilla más allá de la imaginación, alma de infinito espacio,
Ante quien el tiempo se aturde y oscurece el entendimiento,
No te alcanzaremos a menos que tu imagen sea amor. [beso].
Por tanto, por la semilla y la raíz, por el tallo y el brote, por la hoja y
la flor y el fruto,
Te invocamos,
Oh, Reina del espacio, Oh, rocío de luz,
Continuación de los cielos ¡beso!,
Deja que sea siempre así, que los hombres no hablen de ti como una,
sino como ninguna;
Y deja que ellos no hablen en absoluto de ti, ya que no tienes fin.
Pues eres el punto dentro del círculo / beso] que adoramos [beso),
La fuente de la vida sin la que no existiríamos ¡beso],
Y así son erigidos los Santos Pilares Gemelos.’12
(Besa su pecho izquierdo, y después el derecho.)
'En belleza y en fuerza fueron erigidos,
Para maravilla y gloria de todos los hombres.’

Si el Gran Rito es ‘real’, todos menos el sacerdote y la sacerdotisa


abandonan ahora la habitación, abriendo la puerta ritual y cerrándola
después detrás de ellos.
El sacerdote continúa:

‘Oh, Secreto de Secretos,

12. El Texto A dice: 'Santos Pilares Gemelos, B. y J.' Se refiere a Boazy Jachin, los nombres
masónicos de los dos pilares gemelos del Templo de Salomón, que representan los principios
complementarios de la Severidad y la Merced. ‘B. y J.’ fueron suprimidos de los Textos B
y C. En este ritual, los ‘Santos Pilares Gemelos’ son los pechos de la sacerdotisa, que son
besados en este momento. (En la forma alternativa del Gran Rito que proporcionamos en
Los ocho sabbats de las brujas, pp. 51-4, a causa de la posición diferente de la sacerdotisa
y el sacerdote, se considera que los Pitares son las piernas de la sacerdotisa.)
I niciación al T ercer G rado 59

Que está s oculto en el ser d e to d a s la s vidas,


N o te a d o ra m o s a ti,
P ues a q u ie n a d o ra m o s eres ta m b ié n tú.
T ú eres E ste, y E ste soy yo. [Beso].
Yo soy la lla m a que a rd e en el corazón de ca d a hom bre,
Y en el núcleo de cada estrella.
Por tanto, conocerm e es conocer la m uerte.
Yo estoy solo, el S e ñ o r está con nosotros,
C uyo n o m b re es M isterio de los M isterio s.’

Después él la besa dibujando el Sello de Tercer Grado (el triángulo


vertical sobre el pentagrama vertical)13como sigue: encima del vello púbico,
en el pie derecho, en la rodilla izquierda, en la rodilla derecha, en el pie
izquierdo, y encima del vello púbico de nuevo; después, en los labios, en el
pecho izquierdo, en el pecho derecho y finalmente de nuevo en los labios.
(Véase Ilustración 1.)

Fig. 1

13. E ste se llo e s conocido com o el P en tagram a Coronado. El m ism o p en tagram a e s besado
en la orden del P en tagram a Invocador de la Tierra, y el trián gu lo vertical e s b esad o en
sen tid o de la s a g u jas d el reloj. Recordando el S ello del P rim er Grado (el trián gulo invertido)
y el S ello d el S eg u n d o G rado (el p en tagram a invertido), D oreen se ñ a la que se com binan
en e l S ello d el T ercer Grado, 'pero y a no invertidos; ahora am bos e stá n en posición vertical,
en su v erd a d era posición. A d em ás, e s u n a figura qu e tien e ocho p u n ta s y trece lados,
am bos n ú m ero s im p ortan tes en el arte. T am bién podría se r in terp retad o com o “Dos ju n to s
en U no, sob re los C inco P u n tos de la H erm an d ad ”. O com o el se r h u m an o (el P entagram a)
coronado con el Cono d e Poder.’ (Por cierto, S te w a rt q uiere se ñ a la r q u e el p en tagram a del
tercer grad o d e la F ig u ra 7 (c) de la p rim era ed ición de What Witches Do ap areció
d esg r a cia d a m en te im preso de form a equivocada.
60 El C a m in o de las B rujas

Él deja caer su cuerpo suavem ente sobre el de e lla 14 y dice:

‘Abrase el sendero de la inteligencia entre nosotros;


Pues verdaderamente estos son los Cinco Puntos de la Hermandad.
Pie a pie,
Rodilla a rodilla,
Lanza al Grial'5
Pecho al pecho,
Labios a los labios.
Por el santo y grande nombre de Cernunnos,
En el nombre de Aradia,
Anim a nuestros corazones,
Deja que la luz cristalice en nuestra sangre,
Cumpliendo nuestra resurrección.
Pues no hay parte nuestra que no sea de los Dioses/

El sacerdote se levanta y la sacerdotisa perm anece donde está. El


sacerdote va a cada uno de los puntos cardinales diciendo:
A vosotros, Señores de las A talayas del este lsur, oeste, norte], la tres
veces consagrada Sum a Sacerdotisa os saluda y os da las gracias/

V ersión en Verso A lte r n a tiv a

Puede em plearse como altern ativ a la versión en verso de la declamación


del sacerdote que Doreen Valiente escribió p ara el Texto C. Reemplaza
la declamación a p a rtir de Ayúdame a levantar el antiguo altar hasta
‘Labios a los labios■(o, si se prefiere, toda la declamación h asta ‘que no
sea de los Dioses).

14. Cuando el Gran Rito es simbólico, hay quien prefiere la alternativa que damos en Los
ocho sabbats de la brujería: es decir, que en lugar de que sacerdote ponga su cuerpo sobre
la sacerdotisa, una mujer bruja tiende al sacerdote su cuchillo ritual, y un brujo tiende a
la sacerdotisa el cáliz en este momento de la declamación. La sacerdotisa levanta el cáliz
y el sacerdote el cuchillo apuntando hacia abajo sobre el cáliz; con las palabras ‘Lanza al
Grial’ él mete la punta del cuchillo en el vino. Después de la declamación, él la besa y ella
bebe; ella le besa a él y él bebe, y el vino pasa entonces de hombre a mujer, y de mujer a
hombre.de la manera acostumbrada. A continuación el sacerdote se dirige a las Atalayas
como en el texto.
15. El Texto B dice: ‘Genitales a los genitales’; nos parece algo frío en el contexto poético
del resto, y preferimos la metáfora Lanza-y-Grial del Texto C. Si el Gran Rito es ‘real’, se
trata obviamente del momento de la unión, pero también resulta obvio que no podemos
dogmatizar sobre un rito tan privado.
I n i c ia c ió n al T ercer G rado 61

Los besos son como en la versión del Texto B, justo encima del vello
púbico, excepto en los dos lugares indicados como ‘besos en los pechos’ y
‘besos en el Sello del Tercer Grado’.

‘A yúdame a levantar
Como los Supremos quisieron,
El Altar de la Alabanza
Desde el comienzo de los días.
Así yazca yo
Entre los astros del cielo,
Pues así se encontraba
Cuando la Diosa abrazó
Al Cornudo, su señor,
Que le enseñó el Mundo,
Que vivificó el útero
Y conquistó la tumba.
Sé, como antaño,
El trono que adoramos, [beso]
La fiesta sin sombra,
El Grial que da la vida. [beso].
¡Antes de que se levante
La Milagrosa Espada, [se toca el falo]
E invoque con este signo
A la divina Diosa! [beso]
Tú que reinas a medianoche
Reina de los estrellados reinos
No podremos alcanzarte
Si tu imagen no es de amor, [beso]
Por el rayo plateado de luna, flecha del poder,
Por la hoja verde que brota
Por la semilla que florece,
Por la vida que corre por la sangre, [beso]
Por el viento que embiste y el fuego que salta,
Por el agua que fluye y la tierra verde,
Derrama el vino de nuestro deseo
De tu Caldero del Renacimiento, [beso]
Para que podamos ver con claridad
Tu extraño secreto al fin desvelado,
Tu maravillosos Pilares Gemelos alzados
62 E l C a m in o d e l a s B rujas

Erigidos en fuerza y belleza.16[besos en los pechos]


Altar de múltiples misterios
Punto central del Círculo Sagrado,
Así te señalo como antaño,
Con besos de mis labios ungidos, [besos del Sello del Tercer Grado]
Abre para m í el camino secreto,
El sendero de la inteligencia
Más allá de las puertas de la noche y del día,
De los límites del tiempo y del sentido.
Contempla bien el misterio,
Los cinco verdaderos puntos de la hermandad,
Donde la Lanza y el Grial se unen,
Y los pies y las rodillas y el pecho y los labios.’

16. Si el rito e s‘real’, aquí es cuando el resto del conventículo debe abandonar la habitación.
IV C on sagracion es

Los adeptos a la brujería consagran sus utensilios y substancias rituales


como el agua, el vino y las pastas o bollos. La mayoría de las religiones
hacen lo mismo, de una forma u otra, pero en el Wicca hay dos diferen­
cias importantes. Primero, a causa del énfasis del wiccaniano en la pola­
ridad masculino-femenina, la consagración se lleva normalmente a cabo
por un hombre y una mujer juntos. Y segundo, el derecho a consagrar no
está limitado al sacerdocio como clase aparte, porque cada brujo o bruja
está considerado como un sacerdote o una sacerdotisa, y así se establece
en cada uno de los tres rituales de iniciación. Se considera que poder de
consagrar es inherente al ser humano, y efectivo si se hace con sinceri­
dad. De hecho, nosotros (y sin duda otros conventículos) solemos animar
a los neófitos, que todavía no han sido iniciados pero que han estado
asistiendo a círculos el tiempo suficiente como para entender lo que es­
tán haciendo, a llevar a cabo consagraciones (exceptuando los de una
espada o de un cuchillo ritual) en el círculo del conventículo, y no nos
cabe la menor duda acerca de su efectividad.
64 E l C a m in o de las B kujas

Las consagraciones tienen dos objetivos básicos. El primero es psicoló­


gico: convertir el utensilio o la substancia en algo especial, y así
modificar la actitud del usuario hacia ella, que a su vez fortalece su
confianza, su imaginación creativa y su fuerza de voluntad en cual­
quier ritu al en que vayan a utilizarse.
El segundo objetivo puede llamarse psíquico, mágico o astral. Las
brujas y los brujos (y otras muchas personas) creen que cada objeto ma­
terial posee‘cuerpos’ en otros niveles, y que, igual que el objeto m aterial
puede alterarse, decorarse, tallarse, mojarse, secarse, cocerse, congelar­
se, cargarse de electricidad estática o sufrir cualquier otra modificación,
siempre sin privarlo de su identidad e incluso a veces mejorándola, así
también (por ejemplo) su cuerpo astral puede resultar alterado, carga­
do, volverse inofensivo o activamente benéfico, etcétera, gracias a la ac­
ción humana, ya sea deliberada o involuntaria. Una acción deliberada
de este tipo incluye la consagración, el exorcismo, la fabricación de talis­
manes y muchos otros pasos, incluso el amor o el resentimiento cons­
cientes con los que se hace un regalo a alguien. La acción involuntaria
incluye una larga utilización (o corta, pero intensa) por parte de una
persona en particular, o la implicación del objeto en una situación carga­
da emocionalmente, o, de nuevo, el amor espontáneo o el resentimiento
inconsciente que puede acompañar un regalo. Todas estas acciones afec­
tan a la invisible, pero a menudo poderosa, carga astral o incluso espiri­
tual inherente a un objeto material.
No es siempre fácil separar estos dos efectos, el psicológico y el as­
tral, en compartimentos estancos; antes al contrario, en la mayoría de
las ocasiones se superponen, y hay gente que hará más hincapié en uno
o en otro, o incluso afirme que el efecto no sea más que psicológico. Des­
pués de todo, si un católico recibe una oleada de confianza cogiendo en­
tre sus manos un rosario, un judío tocando un mezuzah o un peregrino a
la Meca dando vueltas y besando la Kaaba; o si un granjero irlandés
tiene mala suerte cuando encuentra unpsieog1en su tierra, ¿quién pue­
de decir hasta dónde llega su efecto psicológico y qué proporción se debe
a una carga inm aterial que ha sido dispuesta o acumulada por el objeto
físico?

1. Un piseog (pronunciado 'pish-og') es un encantamiento deliberadamente maléfico, una


especie de vudú rural corrompido, y hemos conocido varios casos que nos han llamado la
atención cuando los granjeros nos han pedido exorcizar su influencia. Puede adoptar la
forma de un feto abortado de ternero a un arreglo simbólico de plumas.
C o n s a g r a c io n e s 65

Sea como sea, la confirmación casi definitiva de la realidad de la


carga inm aterial la proporciona la precisión muchas veces sobrecogedora
con que un experimentado psicom etrista puede hablar de la historia y
las asociaciones emocionales de un objeto simplemente sosteniéndolo o
concentrándose en él.
Muchos ocultistas y adeptos a la brujería adm itirán, si son sinceros,
que realm ente, al principio, sólo estuvieron seguros de la efectividad
psicológica de la consagración, pero que la experiencia les convenció de
la realidad del efecto de la carga psíquica que, por supuesto, tam bién se
hace más fuerte a medida que se sigue utilizando ritualm ente el objeto
consagrado2.
Hay tres formas de consagración ritual en el Libro de las Sombras:
para agua y sal, para una espada o cuchillo ritual y p^ra otros utensilios.
Todos provienen de The Greatér Key ofSolomon, publicado por prim era
vez en inglés por Macgregor M athers en 1888 (véase Bibliografía bajo
Mathers), que lo tradujo a p artir de m anuscritos medievales que se en­
cuentran en el Museo Británico. En el Texto A (y en el Capítulo X de
High Magic’s Aid) las listas de Nombres de Poder hebreos, griegos y
latinos fueron conservadas como aparecen en Key of Solomon-, pero en el
Texto B se reem plazaron, en dos de los tres rituales, por los nombres de
Aradia y Cernunnos. El Texto C es igual que el Texto B.
Doreen Valiente nos dice: ‘Eso dem uestra que durante el largo tiem ­
po en que Gerald estuvo trabajando fue gradualm ente modificando los
rituales y encantam ientos en hebreo deKey of Solomon hacia una forma
más sencilla y más pagana. E sta im portante obra mágica estuvo dispo­
nible por prim era vez en 1888, por lo que durante mucho tiempo ha

2. Debe recordarse que un objeto cargado puede también conservar vínculos astrales con
(por ejemplo) un dueño anterior, un principio aprovechado en el intercambio de talismanes
vinculados o, a lo que quería referirme, anillos de boda. Hay que tener cuidado para que
esos vínculos no provoquen males no intencionados. Por ejemplo, en un círculo reciente
Janet llevaba un bonito vestido confeccionado para ella como regalo por un brujo amigo
in glés. E stáb am os trabajando psíq u icam en te, y con mucha in tensid ad, para la
neutralización y captura de un doble asesino psicótico que se encontraba en paradero
desconocido y había provocado una gran alarma social. Tomamos precauciones especiales
(pues los psicóticos son dinamita astral) para protegernos contra cualquier reacción
violenta. Justo antes de empezar, Janet se dio cuenta de que el vestido podía formar un
vinculo con nuestro amigo en Inglaterra, que no estaba sobre aviso y podía resultar
vulnerable. Inmediatamente se quitó el vestido y lo sacó del círculo. (Pusimos un límite
ile siete días para que nuestro trabajo surtiera efecto, y coincidencia o no, tuvimos la
satisfacción de saber que aquel hombre fue encontrado y detenido seis días después, sin
haber hecho más daño.)
66 E l C a m in o de las B rujas

estado al alcance de los estudiantes de ocultismo. Sin embargo, Gerald


también me dijo que cuando los judíos se vieron obligados a esconderse
en Gran Bretaña durante la Edad Media, algunos recibieron ayuda y
protección por parte de brujos y brujas, que los consideraron como refu­
giados y compañeros de desgracias ante la persecución de la Iglesia cris­
tiana. En consecuencia, hubo una cierta aportación del saber cabalístico
[Qabalistic]3que cayó en manos de los adeptos a la brujería, que estim a­
ban a los judíos como poderosos magos ceremoniales. Los ocultistas que
no eran brujos tuvieron la misma idea, y quisieron estudiar el saber
secreto de Israel, pero tuvieron que tener cuidado y pretendieron estar
estudiando el hebreo para convertir a los judíos al cristianismo y la Cé­
bala con el mismo piadoso fin. Como sabes, muchos conocimientos de la
Cébala hebrea pasaron a la Tradición Occidental, hasta el punto que
Dion Fortune (The Magical Qabala, p. 21) dice que el hebreo es la len­
gua sagrada de occidente como el sánscrito lo es de oriente. De hecho,
High Magic’s A id re tra ta una relación de trabajo entre un mago
cabalístico y un brujo, y como sabemos4, este libro se publicó en vida de
la vieja Dorothy, así que creo que ella y Gerald probablemente utilizaron
el texto deKey ofSolomon en sus rituales de consagración, que él acortó
y simplificó más adelante. ¡Ojalá supiera como lo hacían las brujas de la
antigüedad!'
Y nosotros, pero podría muy bien ser que otros conventículos he­
reditarios hubiesen conservado aquellas antiguas formas, o sus va­
riaciones. Ya es hora de que los críticos de Gardner, a quienes les
gusta sostener q u e‘inventó’ su sistem a, se enfrenten al hecho de que
los antiguos ritu ales del a rte han ido poco a poco sobreviviendo de
modo irregular. Y que ellos o sus antepasados, como el conventículo
de New Forest, llenaron sin duda huecos con m aterial de otras fuen­
tes ocultas o con sus propias invenciones. Se tr a ta de un proceso
perfectam ente legítimo, incluso necesario p ara la supervivencia del
arte, sobre todo d u ran te los años secretos y discontinuos. Lo que de
verdad im porta es si funciona , y el sistem a gardneriano, al igual que
otros muchos, sin duda que sí. Dado el espíritu y la filosofía de la
A ntigua Religión, las formas son secundarias. Las formas antiguas

3. La palabra hebrea Qabalah ha sido transcrita de varias formas, como Kabalah o Cábala,
a veces con una ‘b’ doble o una ‘h’ final. Nos hemos decidido por Cábala, pero cuando
citamos a otros, como aquí, respetaremos su propia elección.
4. Véase Apéndice A en la página 371 para la investigación de Doreen Valiente sobre la
historia de Dorothy Clutterbuck, la bruja de New Forest que inició a Gerald Gardner.
C o n s a g r a c io n e s 67

deben ser valoradas, por supuesto, porque rep resentan n u estras ra í­


ces y atesoran una sabiduría que todos estam os esforzándonos por
redescubrir. Si pudiéram os abandonar el sectarism o y los adeptos a
la brujería de m uchas tradiciones nos reuniésem os sin prejuicios,
unificando pruebas e investigaciones rigurosas, es posible que lle­
guemos a ten er una im agen global mucho m ás clara de cuáles fueron
las auténticas formas antiguas. H asta que llegue ese momento, pue­
de que estem os ocultando diferentes piezas de un rompecabezas bas­
ta n te im portante.
A continuación damos la versión del Texto B/C de los tre s ritu a ­
les de consagración, m ás uno diseñado por nosotros que utilizamos
p ara otros objetos, tales como joyas personales. Todos estos rituales
deberán, por supuesto, llevarse a cabo dentro de un círculo mágico.
Incluso si se va a consagrar el agua o la sal p ara un objetivo concreto
como el ritu a l de los Orificios del Cuerpo (véase página 115, 124),
por lo menos habrá que tra z a r un círculo m ental alrededor de uno
mismo antes de empezar.
O tra cuestión. En la elim inación o expulsión del círculo, uno de
los brujos se s e p a ra rá de los d em ás m ie n tra s se re a liz a n los
Pentagram as de Expulsión, cogerá todos los objetos que hayan sido
consagrados d u ran te el círculo y se situ a rá detrás del conventículo
m ien tras se presentan ante cada uno de los puntos cardinales. H a­
cer un Pentagram a de Expulsión hacia un objeto recién consagrado
podría te n e r un efecto neutralizador.

Consagrar el agua y la sal


Nosotros acostumbramos a encargar la consagración del agua a la suma
sacerdotisa y la de la sal al sumo sacerdote, después ella levantará el
cuenco de agua m ientras el sumo sacerdote rocía la sal en su interior.
Sin embargo, toda la operación pude hacerla una persona.
La versión del TextoB/C que damos aquí es un resumen de la que
aparece en lajKey ofSolomon, pp. 93-4 (véase también High Magic’s Aid
pp. 144-5). La lista de Nombres de Poder hebreos y demás también fue
reducida; la del agua de treinta y dos a cinco, y la de la sal de diecinueve
a seis. Como veremos, en los otros dos rituales de consagración, Gardner
eliminó totalm ente los nombres hebreos, además de otros, sustituyéndo­
los por Aradia y Cernunnos (como hicimos nosotros), y nos sorprende un
poco el hecho de que no hiciera lo mismo aquí.
68 E l C a m in o de las B r ujas

E l R itu a l

Se coloca el cuenco de agua sobre el pentáculo, y sosteniendo la punta


del cuchillo ritual en el agua, se dice:
To te exorcizo, Oh Criatura del Agua, para que expulses de ti todas
las impurezas y manchas de los espíritus del mundo de los fantasmas.
Mertalia, Musalia, Dophalia, Onemalia, Zitanseia.’
Se aparta el cuenco del pentáculo poniendo en su lugar el cuenco de
sal. Sosteniendo la punta del cuchillo ritual en la sal, se dice:
'Que caigan las bendiciones sobre esta Criatura de la Sal, que toda
malignidad y estorbo hacia este acto sean expulsados y que entre todo
bien. Por lo cual yo te bendigo y te invoco, para que me asistas.’
Cambiando de nuevo los cuencos y echando la sal en el agua, se dice:
Yamenton, Yaron, Tatonon, Zarmesiton, Tileion, Tixmion. Recuerda siem­
pre que el agua purifica el cuerpo, pero el azote purifica el alma.’

Consagración de la espada o el cuchillo ritual


El Libro de las Sombras dice que siempre que sea posible esta consagra­
ción deberá llevarse a cabo entre un hombre y una mujer, ‘ambos tan
desnudos como espadas desenvainadas’. Si un brujo no tiene otra posibi­
lidad que hacerlo en solitario, el abrazo final podría quizá sustituirse
levantando la recién consagrada espada o cuchillo ritual durante un mo­
mento como ofrenda silenciosa al dios y a la diosa, contemplándolos como
si estuvieran más allá del altar.
Si es posible, deberían consagrarse en contacto con una espada o
cuchillo ritual ya consagrados, como señala High Magic's Aid (pp. 159-
60), ‘para transm itir un poder más fuerte’.
El miembro de la pareja que sea el dueño del arm a a consagrar debe­
rá decir las palabras. En el caso en que la espada pertenezca a ambos o
al conventículo, cualquiera de ellos puede pronunciar las palabras, o
ambos a la vez, sustituyendo To’, ‘m i’por ‘nosotros’, ‘nuestro’. Cuando se
vaya a consagrar para otra persona, se sustituirá por su nombre y por
‘él’ o ‘ella’, etc.
Las palabras originales de este ritual, como las que aparecen en el
Texto A, pueden encontrarse en las páginas 101 y 108 deKey ofSolomon,
y en la página 160 de High Magic’s Aid.
Nosotros damos aquí la versión del Texto B/C, ligeramente amplia­
da para facilitar la comprensión de los movimientos. A continuación del
C o n s a g r a c io n e s 69

ritual damos el pasaje explicativo íntegro que sigue a las palabras pro­
nunciadas en el Texto B/C. Es interesante observar que en este texto
‘Bruja’ se refiere a la mujer y ‘Mago’ al hombre brujo.

jEl R itu a l

Se deja la espada o el cuchillo ritual sobre el pentáculo, preferiblemente


en contacto con otra espada o cuchillo ya consagrado. El hombre los ro­
cía con la mezcla de agua y sal, y a continuación la mujer coge el arma
que se va a consagrar, la pasa por el humo del incienso y la vuelve a
colocar sobre el pentáculo. Hombre y mujer ponen sus manos derechas
sobre la misma y presionando hacia abajo, dicen:
‘Yo te conjuro, Oh, espada [Cuchillo ritual], por los Nombres de
Abrahach, Abrach, Abracadabra, para que me sirvas como fuerza y de­
fensa en todas las operaciones mágicas contra todos mis enemigos, visi­
bles o invisibles. Yo te conjuro de nuevo por el Santo Nombre de Aradia y
por el Santo Nombre de Cernunnos; te conjuro, Oh, Espada [Cuchillo
ritual], para que me sirvas de protección en todas las adversidades; así
pues, ayúdame ahora.’
(Este es el llamado Primer Conjuro.)
Una vez más, el brujo rocía y la mujer pasa por el incienso, y el arma
es vuelta a poner sobre el pentáculo. Se dice:
‘Yo te conjuro, Oh, Espada [Cuchillo ritual] de Acero, por los Grandes
Dioses y Dulces Diosas, por la virtud de los cielos, de las estrellas y de los
espíritus que los presiden, para que recibas esa virtud que me sirva para
alcanzar el fin que persigo en todas las cosas en las que te utilizaré, por
el poder de Aradia y Cernunnos.’
(Este es el llamado Segundo Conjuro.)
La persona que no es la dueña besa con el Beso Q uíntuple al
dueño del arm a. (Si lo poseen ambos, o se está consagrando para
otra persona, el hombre besa con el Beso Q uíntuple a la mujer.) Para
el beso final en la boca, cogen la espada o el cuchillo ritual y se abra­
zan estrecham ente con el arm a en tre los pechos de ambos, que se
sostiene ahí gracias a la presión de sus cuerpos. Después del beso, se
separan (con cuidado de sostener la p unta de la espada o del cuchillo
ritu a l antes de aflojar la presión para que no se caiga y provoque
algún daño o resu lte indigno).
El dueño, o los dueños, de la recién consagrada espada o cuchillo
ritual deberán a continuación utilizarla inmediatamente para volver a
trazar el círculo, pero sin palabras.
70 E l C a m in o de las B rujas

En el Texto B/C, aparece el siguiente párrafo explicativo después del


ritual:
'Si es posible, déjese la espada con otra espada o cuchillo ritual ya
consagrado. Si es posible, deberá ser consagrada por un hombre y una
mujer, ambos iniciados y desnudos como espadas desenvainadas. Du­
rante la consagración, presionar fuertemente sobre la espada contra la
espada o cuchillo ritual ya consagrados. Si es posible, compartir antes
vino y pastas, después el Mago rociará con agua y la Bruja incensará en
el Primer Conjuro, después se rocía y se inciensa de nuevo y se conjura
otra vez en el Segundo Conjuro. Si se dispone de una verdadera espada
o cuchillo ritual, se pueden consagrar una espada y un cuchillo ritual al
mismo tiempo, en cuyo caso el Mago presionará la espada sobre la espa­
da y la Bruja el cuchillo ritual sobre el cuchillo ritual, y de nuevo se
tocarán espada y cuchillo ritual. En cualquier caso, cuando esté consa­
grada el arm a deberá tenderse al nuevo dueño con el Saludo Quíntuple,
y de nuevo deberá presionarse contra el cuerpo durante un tiempo para
que absorba el aura; y esto deberá hacerse manteniendo un contacto tan
estrecho como sea posible contra el cuerpo desnudo al menos durante un
mes, i. e.: guardado bajo la almohada, etc. No deje que nadie toque o
maneje ninguno de sus utensilios hasta que se encuentre por completo
impregnada con su aura; es decir, seis meses o tan cerca de ese tiempo
como sea posible. Una pareja que trabaje unida puede tener los mismos
utensilios, que se impregnarán con el aura de ambos.’

Consagración de otros utensilios


Esta ceremonia es válida para cualquier utensilio ritual excepto la espa­
da o el cuchillo ritual. Las palabras originales, como las que aparecen en
el Texto A, pueden encontrarse en la p. 102 de Key ofSolomon y en la p.
155 d eHigh Magic’s Aid. Una vez más, en los Textos B/C los nombres de
Aradia y Cernunnos han sido sustituidos.
Aquí, también, damos la versión del Texto B/C, ligeramente amplia­
da para dejar claros los movimientos, y a continuación el párrafo expli­
cativo íntegro del Texto.
En este párrafo, se utilizan una vez más las palabras ‘Bruja’ y ‘Mago’,
pero esta vez, pensamos queno se refieren a'm ujer’y'hombre’. Nos explica
que la Bruja puede abandonar y volver a entrar en el círculo libremente y
sin peligro, pero que para el Mago es peligroso hacerlo, ¡sería extraño que
se tratase de una discriminación sexual! En este aserto en particular, está
C o n s a g r a c io n e s 71

claro que ‘Bruja’ significa oficiante wiccaniano (hombre o mujer) y ‘Mago’


se refiere a mago ceremonial (hombre o mujer). Lo que el Texto está ha­
ciendo es subrayar la diferencia entre ‘Arte de Magia’, i. e.: un Círculo
mágico ceremonial (que es puramente protector contra espíritus que sean
convocados fuera de él) y el círculo de las Brujas (cuya virtud principal es
contener y amplificar el poder que se está creando en su interior, y que sólo
es accesoriamente protector). En la p. 113 profundizamos en esta diferen­
cia. Tal cambio en el significado de las palabras en pasajes relacionados
entre sí no debe sorprender. Como comenta Doreen, ‘esta parte del libro de
Gerald es bastante difícil de interpretar. Tenía la simpática costumbre de
copiar la mitad de algo en una página y después copiar la otra mitad en
otra página mezclándola con otras cosas, aunque puede que lo hiciese así
aposta para el caso de que el libro cayera en manos de una persona no
iniciada, que nunca sería capaz de ordenarlo.’

E l R itu a l

Hombre y mujer colocan el utensilio a consagrar sobre el pentáculo, y


ponen su mano derecha sobre él. Se dice:
‘A radia y Cernunnos, dignaos a bendecir y consagrar este Cuchillo de
mango blanco lo el utensilio que sea]para que pueda recibir de vosotros la
virtud necesaria para celebrar todos los actos de amor y belleza.’
El hombre asperja el utensilio con la mezcla de agua y sal, y la mujer
lo pasa por el humo del incienso y lo vuelve a colocar sobre el pentáculo.
Dice:
Aradia y Cernunnos, bendecid este instrumento preparado en vues­
tro honor.’ En el caso del Látigo o de las Cuerdas, se añade,'... que pueda
servir para un buen uso y fin en vuestra gloria.’
Una vez más, el hombre rocía y la mujer inciensa.
El que no es dueño del utensilio besa con el Beso Quíntuple al dueño.
(Si ambos son dueños, o si lo están consagrando para otra persona, el
hombre besa con el Beso Quíntuple a la mujer.) En el beso final en la
boca, cogen el utensilio y se abrazan con él entre los pechos, sostenién­
dolo ahí con la presión de sus cuerpos. Tras el beso, se separan (de nue­
vo, con cuidado de coger el utensilio para que no se caiga).
El dueño, o los dueños, del utensilio recién consagrado deberán utili­
zarlo inmediatamente, de la m anera sugerida en el párrafo explicativo
del Texto B/C que sigue:
Todas estas arm as han de presentarse a su nuevo dueño con el Salu­
do. Si es una Reina Bruja: V [como en la iniciación al primer grado,
72 El C a m in o d e l a s B ru jas

véase p. 34. Termina la ceremonia con el Saludo Quíntuple. El nuevo


dueño debe utilizar los nuevos utensilios inmediatamente, i.e., trazar el
Círculo con la Espada, después con el Cuchillo ritual, grabar algo con el
Cuchillo de Mango blanco, exhibir el Pentáculo a los Cuatro Cuadran­
tes, blandir la Vara a los Cuatro Cuadrantes, incensar los Cuatro Cua­
drantes, usar el Látigo y las Cuerdas; y deberá seguir hasta usar todos
en un Círculo tan a menudo como sea posible, durante un tiempo. Para
trazar un nuevo Círculo, clavar la espada y el cuchillo ritual en el suelo,
hacer un lazo con el cordón y deslizarlo en el arma; a continuación, usando
la cuerda, m arcar un círculo, y después señalarlo con puntos de la espa­
da o del cuchillo ritual. Renovar siempre el Círculo con la espada o el
cuchillo ritual cuando vaya a usarse, pero dejándolo marcado para que
siempre se vuelva a trazar en el mismo sitio. Recuerde que el Círculo es
una protección, una guarda contra las malas influencias, y sirve para
prevenir que el poder creado se disperse; pero la Bruja, no siendo mala,
puede entrar y salir libremente. Sin embargo, en el Arte de la Magia es
una barrera contra las fuerzas que se alcen, y una vez dentro el Mago no
puede salir sin correr un gran peligro. Si se m anifiesta cualquier peligro
grande es aconsejable refugiarse en el Círculo, aunque normalmente la
espada y el cuchillo ritual en la mano es una protección perfecta contra
cualquier cosa. Aquellos que fabriquen estas arm as debe estar purifica­
dos, limpios y preparados adecuadamente. Cuando no se usan, todos los
utensilios y arm as deben apartarse en un lugar secreto, y será bueno
que estén cerca del lugar donde se duerme, y m anejarlas todas las no­
ches antes de retirarse.’

Consagración de joyas personales, etc.


El Libro de las Sombras no incluye ningún ritual para esto. Hemos des­
cubierto que resulta satisfactorio hacerlo en función de los cuatro ele­
mentos y, de nuevo, invocando los nombres de Cernunnos y Aradia. In­
cluimos nuestro ritual aquí por si otros brujos lo encuentran útil.
Por cierto, resulta imprescindible señalar que los conventículos de­
berán emplear los nombres del dios o de la diosa que tengan por costum­
bre (en este y en otros rituales). Nosotros hemos usados los de Cernunnos
y Aradia en todo el capítulo porque son los que da el Libro de las Som­
bras y los que normalmente usamos nosotros. P ero‘todos los Dioses son
uno, y todas las Diosas son una’, y los nombres que uno emplee son de su
incumbencia.También podrán variar para la ocasión. Por ejemplo, pode­
mos consagrar un broche celta en nombre de Lugh y Dana, un collar de
C o n s a g r a c io n e s 73

perro en nombre de Pan y Diana, o un anillo de compromiso en nombre


de Eros y Afrodita. Ajustar los nombres del dios y de la diosa a la natura­
leza de un rito ayuda a recalcar su propósito.
Un libro imprescindible y enciclopédico sobre el significado de los
nombres de las diosas es Juno Covella, Perpetual Calendar ofFellowship
oflsis, de Lawrence Durdin-Robertson.

E l R itu a l

El hombre y la mujer colocan el objeto sobre el pentáculo y ponen ambos


la mano derecha encima. Dicen:
‘Te consagramos en el elemento de la Tierra
Rocían el objeto con la mezcla de agua y sal, diciendo:
‘Te consagramos en el elemento del Agua.’
Pasan el objeto por el humo del incienso, diciendo:
‘Te consagramos en el elemento del Aire.’
Pasan el objeto sobre la llama de una vela (muy por encima, si se trata
de algo que pueda resultar dañado por el fuego), diciendo:
‘Te consagramos en el elemento del Fuego, en nombre de Cernunnos y
de Aradia.’
Después se abrazan y besan con el objeto entre sus pechos, de la
misma forma que en los rituales para utensilios mágicos.
Finalmente, si el objeto es algo que puede llevarse inmediatamente
(obviamente, no es posible si se tra ta de un broche y su dueño va desnu­
do), el que no es su dueño se lo pone al dueño en el cuello, muñeca, dedo
o donde sea.
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V E l R esto d e l L ib ro d e la s S om bras

Ya hemos abordado, en este libro y en Los ocho sabbats de las brujas, las
partes que el Libro de las Sombras de Gerald Gardner (Texto B) y su
versión definitiva recopilada por Gardner y Doreen Valiente (Texto C)
dedica a los rituales. También hemos proporcionado, siempre que nos
ha sido posible, y gracias a la inmensa ayuda de los conocimientos de
Doreen, las fuentes de este material.
Pero en el Libro de las Sombras hay muchas cosas más que no se
refieren a los rituales, y algunas han sufrido el mismo destino que los
rituales al ser mal citadas, distorsionadas y plagiadas. Como los ritu a­
les, hace mucho tiempo que sus días ‘secretos’ pasaron, por mucho que
algunos lo lamenten, estuvimos de acuerdo con Doreen en que había
llegado el momento de que, en interés del arte y la fidelidad histórica,
se publicasen tam bién los auténticos textos de estos pasajes que no se
refieren a los rituales.
El R esto d e l L ib r o d e l a s S ombras 75

El trabajo que realizó Doreen para Gardner revisando el Texto B se


limitó a los rituales. En lo que respecta a los demás pasajes losTextos B
y C son idénticos.
Doreen nos dice: ‘Estos pasajes no aparecen en el Texto A, el libro
más antiguo, pero observaréis algo curioso en los pasajes titulados De
las llamadas, que indican que Gardner debió haberlos copiado del libro
de otra persona. ¿Del de la vieja Dorothy? No lo sé. Mi impresión es que
la gente copia de los libros de otros lo que le interesa y lo que considera
im portante, añadiendo m aterial propio de vez en cuando (encanta­
mientos, recetas y demás), por lo que en la práctica no hay dos Libros de
las Sombras que sean idénticos. Además, en aquellos días en que los
libros de ocultismo no eran para nada tan fáciles de conseguir como hoy,
se copiaban los pasajes que interesaban a p artir de libros ya editados
que se prestaban. Gerald lo hizo extensam ente en su viejo libro en todo
lo relativo a los Caballeros Templarios, la Cábala y demás, entremez­
clándolo con sus poemas favoritos.’
Así pues, resulta casi imposible identificar las fuentes relacionadas
con estos pasajes. Como dice Doreen, está claro que son ‘de importancia
y antigüedad variables’. Prueba de las diferencias de antigüedad es la
variedad de estilos de prosa; algunos pasajes parecen auténticam ente
antiguos en comparación con otros más modernos (o que aparecen salpi­
cados de modernismos). Algunos son francamente pseudo-arcaicos.
Para mayor claridad reproducimos el Libro de las Sombras en cursi­
vas, y los comentarios (nuestros o de Doreen) en letra redonda normal.
El encabezamiento de cada pasaje es el que aparece en el Texto B.

Prefacio del Libro de las Sombras


Ten un libro escrito por tu propia mano. Deja que los hermanos y herma­
nas copien lo que quieran, pero nunca te separes del libro que escribes y
nunca guardes los escritos de otro, porque si lo encuentran en sus manos
puede ser que los detengan y torturen. Cada uno deberá guardar sus
propios escritos y destruirlos siempre que exista peligro. Aprende todo lo
que puedas de memoria, y cuando pase el peligro reescribe tu libro si no
hay peligro. Por esta razón, si alguien muere, destruye su libro si no han
sido capaces de hacerlo, pues podrían encontrar esta clara prueba contra
ellos y “No se puede ser brujo en solitario”, así que todos sus amigos
corren peligro de ser torturados. A sí pues, destruye todo lo que no sea
necesario. Si encuentran tu libro en tu poder, será una prueba evidente
contra ti solo y posiblemente te torturarán. Distrae todos los pensamien­
76 E l C a m in o de las B rujas

tos del culto de tu mente, di que tienes pesadillas, que un demonio te hizo
escribir eso inconscientemente. Piensa para ti, “No sé nada. No recuerdo
nada. Lo he olvidado todo" Métete esto en la cabeza. Si la tortura es
demasiado dura para soportarla, d i,“Confesaré, no puedo soportar este
tormento. ¿Qué quieren que les diga? Díganmelo y se lo diré.” Si tratan
de hacerte hablar de cosas imposibles, como volar por el aire, casarte con
el Demonio, el sacrificio de niños y comer carne humana, para lograr
alivio de la tortura, di, “Tuve un mal sueño, no era yo, estaba loco.”
‘No todos los magistrados son malos. Si encuentran alguna excusa
mostrarán clemencia. Si has confesado algo, después niégalo, di que bal­
buceaste bajo tortura, no sabías lo que hacías o decías. Si te condenan,
no temas, la Hermandad es poderosa. Pueden ayudarte a escapar si eres
firme. SI TRAICIONAS EN ALGO NO HABRÁ ESPERANZA PARA TI
EN ESTA VIDA O EN LA QUE ESTÉ POR VENIR. Ten por seguro, si te
encaminas firme hacia la pira, que las drogas te ayudarán; ellos llega­
rán a ti y no sentirás nada. Y no irás sino a la muerte, ¿y qué hay más
allá? El éxtasis de la Diosa.
'Lo mismo ocurre con los Utensilios mágicos; haz que parezcan tan
corrientes que cualquiera puede tenerlos en su casa. Haz que los pentáculos
sean de cera para que se puedan fundir o romper de golpe. No tengas
espada a menos que tu rango te lo permita, y no pongas nombres ni sig­
nos en nada. Escribe los nombres y los signos con tinta antes de consa­
grarlos y lávalos inmediatamente después. Nunca alardees, nunca ame­
naces, nunca digas que desearías provocar la enfermedad de nadie. Si
hablas del Culto, di, “No me hables de eso, me da miedo, trae mala suerte
hablar de eso”.
Doreen comenta: ‘Considero que el texto es de dudosa autenticidad,
porque habla de ir “a la pira”, cuando en Inglaterra, después de la Refor­
ma, no se “mandaba a la pira” a las brujas a menos que hubieran sido
encontradas culpables de asesinar a sus maridos, que estaba considera­
do como una traición mezquina. En Inglaterra a las brujas se las casti­
gaba con la horca; sólo en Escocia fueron quemadas en la hoguera. Hay
muchos autores que han escrito sobre brujería y que se equivocan al
respecto. Así que este “Prefacio” podría proceder o bien de antes de la
Reforma, lo que dudo mucho, sobre todo por sus referencias a los magis­
trados, o bien de Escocia, pero tampoco veo razón para ello.’
Por nuestra parte, nosotros también hemos sospechado siempre del
Prefacio. En la época en que se empleaba la tortura, la mayoría de las
brujas eran analfabetas, y difícilmente existiría una regla como ‘ten un
libro escrito por tu propia mano’, e incluso aunque supieran leer y escri­
El R esto d e l L ib r o d e l a s S ombras 77

bir, el aprendizaje del arte se hacía de boca en boca por razones de segu­
ridad. Si se hubieran tenido esos libros durante los dos o más siglos que
duró la persecución, inevitablemente algunos tendrían que haber sido
requisados por las autoridades, acontecimiento que hubiera dado mu­
cho que hablar. Sin embargo, y por lo que sabemos, eso nunca sucedió, lo
que sugiere con casi absoluta seguridad de que no los hubo.
Las instrucciones sobre cómo actuar ante la detención y sobre los
utensilios parecen más ciertas. En nuestra opinión el ‘Prefacio’ es una
reciente transcripción (quizá del siglo XIX) al papel de una mezcla de
conocimientos y prácticas de la época transm itidos verbalmente. El esti­
lo de la prosa, que suena al pseudo-arcaísmo que tanto gustaba a los
Victorianos por considerarlo ‘literario’, apoya bastante esta opinión. Lo
d e ‘ir a la pira’ podría ser una confusión con el destino de otros mártires,
comprensible en una época en que los conocimientos históricos de la
gente común eran muy rudimentarios e imaginativos.

Maneras de practicar la magia


‘Se dice que el signo en el Cuchillo ritual representa, entre otras co­
sas, los Ocho Senderos que conducen al Centro y las Ochos Formas de
Practicar la Magia, que son:
‘1. Meditación o concentración.
'2. Cantos, Encantamientos, Invocaciones, Invocar a la Diosa, etc.
‘3. Proyección del Cuerpo Astral, o Trance.
‘4. Incienso, Drogas, Vino, etc. Cualquier poción que ayude a liberar
el Espíritu.
‘5. Baile.
‘6. Control de la sangre. Uso de Cuerdas.
'7. El Látigo.
‘8. El Gran Rito.
'Se pueden combinar muchos de estos métodos para incrementar el
poder.
‘Para practicar el Arte con éxito, se necesitan las cinco cosas siguientes:
41. Intención. Es necesario tener voluntad absoluta de lograr lo que se
quiere, la firme creencia en que se puede lograr y la determinación de
superar todos los obstáculos.
‘2. Preparación. Se debe estar adecuadamente preparado.
‘3. Invocación. Los Seres Supremos deben ser invocados.
‘4. Consagración. El Círculo debe ser correctamente trazado y consa­
grado y se debe disponer de utensilios correctamente consagrados.
78 E l C a m in o de las B ru jas

‘5. Purificación. Hay que estar purificado.


‘Por esto hay cinco cosas necesarias antes de que poder empezar, y
después ocho Senderos o Caminos que conducen al Centro. Por ejemplo,
se puede combinar en un rito 4, 5, 6, 7 y 8; o 4, 6 y 7 junto con 1 y 2, o
quizá con 3. Cuantos más senderos se lleguen combinar, mayor poder se
creará.

‘N o es apropiado ofrecer a la Diosa menos de dos tandas de azotes, por­


que aquí hay un misterio. Los números afortunados son 3 ,7 , 9 y tres
veces 7, que da 21. Y estos números hacen dos tantos, por lo que un núme­
ro menos perfecto o afortunado no podrá ser una ofrenda perfecta. Tam­
bién el Saludo Quíntuple es 5, pero son 8 besos, pues hay 2 pies, 2 rodi­
llas y 2 pechos. Y 5 veces 8 son dos tantos. También hay 8 Utensilios del
culto y el Pentáculo es 5, y cinco ochos son dos tantos.
'(Nota: 8 más 5 da 13. 8 multiplicado por 5 da 40.)’
No hay duda de que desde tiempo inmem orial se han utilizado
tanto drogas como el látigo (aunque en condiciones cuidadosam ente
controladas, y con conocimiento de causa) p ara ‘liberar el E spíritu’,
es decir, expandir la conciencia. En las circunstancias actuales, nos
oponemos totalm ente al uso de drogas en el arte, en cualquiera de
sus formas. N uestros argum entos al respecto se encuentran en la p.
191-2. Sobre el uso controlado del látigo, existe división de opinio­
nes. Nosotros sólo lo utilizam os simbólicamente, aunque se tra ta de
una decisión personal. Del látigo tratam o s en profundidad en la sec­
ción “lograr la visión”, en las pp. 84-85, y hemos añadido los comen­
tarios de Doreen sobre su empleo positivo.
El párrafo sobre ‘números afortunados’ es interesante y vale la pena
estudiarlo. Así como el hecho de que su estilo es muy diferente, y en apa­
riencia más antiguo, que los párrafos anteriores.

Poder
‘El poder se encuentra latente en el cuerpo y los expertos pueden sacarlo
y utilizarlo de varias maneras. Sin embargo, a menos que quede confina­
do en un círculo se disipará velozmente. De ahí la importancia de cons­
truir correctamente el círculo. El poder parece rezumar del cuerpo a tra­
vés de la piel y posiblemente por los orificios del cuerpo, por eso hay que
estar convenientemente preparado. Las más pequeñas partículas de su­
ciedad lo echan todo a perder, lo que demuestra la importancia de una
limpieza completa.
E l R esto del L ib r o de las S ombras 79

‘La actitud mental tiene una gran importancia, por lo que se debe
trabajar con un espíritu de reverencia. Cuando es necesario, tomar un
poco de vino y repetir durante la ceremonia, ayuda a producir poder. Se
pueden usar otras bebidas más fuertes o drogas, pero hay que tener mu­
cha moderación, pues si se produce confusión, por ligera que esta sea, no
se podrá controlar el poder evocado.
‘La forma más sencilla consiste en bailar y cantar cantos monótonos,
al principio lentamente y aumentando gradualmente el ritmo hasta que
llegue el desvarío. Entonces se podrán hacer las llamadas, o incluso los
gritos salvajes y sin sentido producen poder. Pero este método inflama la
mente y hace difícil controlar el poder, aunque se puede adquirir control
con la práctica. El látigo es una forma mucho mejor de hacerlo, pues
estimula y excita tanto el cuerpo como el alma, al tiempo que se puede
mantener fácilmente el control.
‘El Gran Rito es con mucho el mejor. Libera un poder enorme, aunque
las condiciones y circunstancias dificultan que la mente pueda mante­
ner el control al principio. Se trata de nuevo de una cuestión de práctica
y la fuerza natural de la voluntad del operador y en menor medida la de
sus asistentes. Si, como antaño, hubiera más asistentes entrenados pre­
sentes y todas las voluntades se armonizaran adecuadamente, ocurri­
rían maravillas.
‘Los hechiceros usan principalmente el sacrificio de sangre, y aunque
sostenemos que es malo no podemos negar que este método es muy efi­
ciente. El poder se manifiesta a partir del momento en que se vierte san­
gre reciente, en lugar de brotar lentamente como en nuestro método. El
terror y la angustia de la víctima añade entusiasmo y un animal muy
equeño puede producir un enorme poder. Im. gran dificultad, está en
trolar en la mente humana el poder de la mente de un animal más
•¿eño. Pero los hechiceros aseguran que tienen métodos para hacerlo y
•la dificultad desaparece cuanto mayor es el animal empleado y cuando
victima es humana desaparece enteramente. (La práctica es una abo­
minación, pero es así.)
‘Los sacerdotes lo saben bien y en sus auto-da-fés', con el dolor y el
terror de las víctimas (los fuegos actúan casi igual que círculos), logra­
ban un poder enorme.
‘Antiguamente, los Flagelantes provocaban poder, pero al no estar
confinado en un círculo la mayor parte se perdía. La cantidad de poder
creí ido era tan grande y continuo que nadie con conocimiento podía diri-

1 original (N. del T.)


80 E l C a m in o de las B rujas

girloy usarlo, y lo más probable es que los sacrificios clásicos y paganos


fueran usados de la misma manera. Hay rumores de que cuando la víc­
tima humana deseaba el sacrificio, con su mente concentrada en la Gran
Obra y con asistentes altamente experimentados, sucedían maravillas,
pero de eso no debo hablar.’
Este pasaje tiene todas las señales de un discurso dictado, o un ensa­
yo personal copiado, (¿Otra vez la vieja Dorothy?) El ‘yo’ de la última
frase así lo da a entender. Todo está escrito en una sintaxis moderna
(diríamos que del siglo XIX o principios del XX), y logra seducimos como
el trabajo de un cerebro agudo. Comienza con consejos útiles y prácticos
sobre los métodos wiccanianos para crear poder y continúa con un sagaz
análisis de la ‘abominación’ de los sacrificios sangrientos de los hechice­
ros y las hogueras de los inquisidores, así como el despilfarro de los mé­
todos de los Flagelantes cristianos.
Los comentarios sobre el Gran Rito, con su (masculino) ‘oficiante’ y
los‘entrenados asistentes’, parece ajustarse más a la magia sexual anti­
gua (como la que se llevaba a cabo entre un sumo sacerdote y una virgen
escogida del templo en la Fiesta anual de Opet en Tebas, en el antiguo
Egipto) que a la práctica actual. La magia sexual actual requiere una
polaridad masculino-femenina equilibrada y se celebra en privado por
una pareja, véase pp. 229-31 del capítulo XV, ‘Brujería y sexo’. Según
nos dijo Doreen, esa privacidad también se observaba en el conventículo
de Gardner.
Los comentarios sobre los efectos de contención y amplificación
del círculo subrayan lo que decimos al respecto en la p. 71. La suge­
rencia de que el fuego de un auto-da-fé tenía ese mismo efecto conte­
nedor es interesante.

Prepararse adecuadamente
'Desnudos, aunque se pueden llevar sandalias (no zapatos). Para la inicia­
ción, se atan las manos a la altura donde termina la espalda y se atan los
extremos de la cuerda en la parte delantera del cuello, dejando sueltos los
extremos para tirar de ellos. (Así los brazos forman un triángulo a la espal­
da.) Cuando el iniciado está arrodillado ante el altar, la cuerda que sobra
se ata a una anilla del altar. Se ata un cordón corto como si fuese una liga
alrededor de la pierna izquierda del iniciado por encima de la rodilla, con
los extremos remetidos. Otro se ata en el tobillo derecho y los extremos
remetidos para evitar que estorben cuando haya que moverse. Estos cordo­
nes se usan para atar juntos los pies mientras el iniciado se arrodilla ante
E l R esto del L ib r o d e l a s S ombras 81

el altar, y deben ser lo suficientemente largos como para hacerlo firmemen­


te. Las rodillas también deben atarse con fuerza. Todo debe hacerse cuida­
dosamente. Si el aspirante se queja de dolor se aflojarán algo los nudos;
recuérdese siempre que se trata de retrasar el flujo de la sangre lo bastante
como para inducir un estado de trance. Esto implica un ligero malestar,
pero si el malestar es excesivo impedirá el estado de trance, por lo que es
mejor perder un poco de tiempo aflojando y apretando los nudos hasta que
estén perfectamente ajustados. El aspirante dirá cuando es así. Para cum­
plir los objetivos del ritual es bueno que el iniciado esté atado con firmeza
suficiente como para sentir que se encuentra absolutamente desvalido aun­
que sin malestar.
'La Medida (en el Primer Grado) se toma ahora:
'Altura, cuello, alrededor del corazón y de los genitales. La antigua
costumbre decía que si alguien era culpable de traicionar los secretos, su
medida fuera enterrada a medianoche en un lugar pantanoso, lanzándo­
se la maldición de “como se pudra la medida, así se pudrirá él”.’
Obsérvese que estas instrucciones sobre las ataduras se refieren a
dos cosas distintas: las ataduras de un iniciado, cuyo único propósito
consiste en transm itir una sensación de invalidez, y las ataduras para
frenar el flujo sanguíneo y favorecer la entrada en una condición de tran­
ce. Como subraya el texto, esta última debe hacerse con mucho cuidado,
y sería peligroso no seguir meticulosamente las instrucciones.
En cuanto a la toma de la medida, Doreen nos dice que la práctica de
Gardner era medir alrededor de la frente, no del cuello (véase p. 33).
Hoy en día, cuando la seguridad ya no es un asunto de vida o muerte, la
medida se mantiene como un símbolo de lealtad al conventículo, no como
una amenaza.

La danza
‘La Doncella dirigirá la danza. Detrás de ella un hombre pondrá las
manos en su cintura y tras él se alternarán mujeres y hombres haciendo
lo mismo; la Doncella dirigiendo y ellos bailando detrás. Al final les
conducirá en un espiral hacia la derecha. Cuando se alcance el centro (lo
mejor es que esté señalado con una piedra) la Doncella se volverá de
pronto y bailará de vuelta, besando a cada hombre al pasar. Todos los
hombres y las mujeres girarán igualmente y bailarán de vuelta, los hom­
bres besando a las chicas y las chicas a los hombres. Todo al ritmo de la
música; es un juego divertido, pero debe practicarse para hacerlo bien.
Nota, el músico debe mirar a los bailarines y hacer la música rápida o
82 E l C a m in o de las B ru jas

lenta lo mejor que pueda. Para los principiantes tendrá que ser lenta o
habrá confusión. Lo mejor de todo es hacer que la gente se conozca en
grandes asambleas.
Un divertido juego, ciertamente, y el comentario resulta apenas ne­
cesario, excepto decir que aunque la mayoría de la música de los círculos
actuales procede (tristemente, quizá) de cintas o de discos, se tra ta de
una de esas ocasiones en las que, si es posible, debería intervenir un
músico. En nuestro conventículo tenemos la suerte de contar con tres
miembros que saben tocar el bodhrán (la pandereta irlandesa, ideal para
este tipo de baile-conga) y dos guitarristas. Nunca se debería desaprove­
char a los músicos.

De las llamadas
‘Antiguamente se empleaban muchos cantos y canciones, especialmente en
las danzas. Muchos se han perdido para nosotros, pero sabemos que inter­
venían las exclamaciones de IAU, HAU, que se parecen mucho al grito de
los antiguos: EVO o EAVOA. Mucho dependía de la pronunciación. En mi
juventud, cuando oí el grito IAU me parecióAEIOU, o mejor HAAEEIOOUU
o AAEEIOOOOUU. Puede que fuese la manera de prolongarlo para que
pareciese una llamada, pero parecen tratarse de los inicios de una invoca­
ción, que solía ser AGLA. Y se dice que todo el alfabeto hebreo es tal cosa y
que por esa razón se recita como uno de los encantamientos más poderosos
Lo que sí es cierto es que durante los bailes esos gritos tienen un efecto
poderoso, como yo mismo he podido comprobar.
4Otras llamadas son: IEHOUA y EHEIE. Y también: HO HO HO
ISEISEISE.
‘IEO VEO VEO VEO VEOV OROV OV OVOVO puede ser un encan­
tamiento, pero es más probable que sea una llamada. Es como el EVOE
EVOE de los griegos y el “¡Heave ho!” de los marineros. “Emen hetan”y
“Ab hur, ab hus"parecen llamadas; como “¡Horse and hattock, horse and
go! Horse and pellatis, ho, ho, ho!"
"’Thout, tout a tout tout, throughout and about" y “Rentum
tormentum” son probablemente intentos mal pronunciados de una for­
mula olvidada, aunque puede que los inventasen algunos desgraciados
al ser torturados, para evitar pronunciar la verdadera fórmula.’
Doreen nos dice: To copié esto al pie de la letra del libro de Gerald,
como él a su vez parece que lo copió, al menos la primera parte, de algún
libro más antiguo, porque él no hubiera hablado de ello diciendo que era
brujo “en mi juventud”.’
El R esto d e l L ib r o d e l a s S om bras 83

Como en el pasaje de Poder, este sugiere una mente inteligente que


habla y escribe sobre material heredado, especulando sobre sus fuentes
y significados. El estilo es moderno con intrusiones pseudo-arcaicas, es­
tas últim as insertadas, podríamos suponer, por un copista más que por
el autor original o el interlocutor.

El cono de poder
‘Esta era la manera antigua de hacerlo. Se señalaba el círculo y la gente
se colocaba para azuzar a los bailarines. En su interior había una fogata
o una vela en la dirección en la que se suponía que estaba el objeto del
rito. Entonces todos bailaban alrededor hasta que decidían que se había
alcanzado suficiente poder. Si el rito iba a ser expulsado empezaban en
sentido de las agujas del reloj y terminaban en sentido contrario, las
mismas vueltas cada vez. Después formaban un corro con las manos
unidas y se precipitaban hacia el fuego gritando lo que querían. Seguían
haciéndolo hasta quedar exhaustos o hasta que alguno desfallecía, cuando
decían que el encantamiento había alcanzado su destino.
Doreen comenta: ‘Gerald me dijo que esta era la forma en que se
practicaron los ritos contra la invasión de H itler en New Forest durante
la Segunda Guerra Mundial. Dijo que según la tradición se celebraron
rituales parecidos contra la Armada española y contra Napoleón.’
Debemos señalar que aunque este pasaje se titula el Cono de Poder
sólo se tra ta de una (aunque ciertamente muy poderosa) aplicación del
Cono, que también puede alzarse con la Runa de las Brujas y en otros
ritos como el cordón mágico (pp. 321-22) o la unión mágica de manos (pp.
321-22).

De la ordalía del Arte de la Magia


'Aprende del espíritu que carga con pesos carentes de honor, porque es el
espíritu el que abate los hombros y no la carga. La armadura es pesada,
pero es una carga de orgullo y un hombre se alza derecho con ella. Limi­
tar u oprimir cualquiera de los sentidos sirve para incrementar la con­
centración de otro. Cerrar los ojos ayuda a oír. Así, el atado de las manos
del iniciado incrementa la percepción mental, mientras que el azote
incrementa la visión interna. A sí el iniciado pasa la prueba con orgullo,
como una princesa, pues sabe que servirá para aumentar su gloria.
Pero esto sólo puede hacerse con la ayuda de otra inteligencia y en el
interior de un círculo, para impedir que se pierda el poder así generado.
84 E l C a m in o de la s B r ujas

Los sacerdotes intentan hacer lo mismo con sus mortificaciones y


flagelaciones de la carne. Pero faltando la ayuda de los nudos y distraí­
da su atención por azotarse ellos mismos, al disiparse el pequeño poder
que puedan producir, y al no trabajar normalmente dentro de un círculo,
no es raro que a menudo fracasen. Los monjes y los ermitaños lo hacen
mejor, pues lo suelen hacer en pequeñas celdas y cuevas, que de alguna
manera actúan como círculos. Los Caballeros del Templo, que solían azo­
tarse mutuamente en un octágono, hacían todavía mejor, pero al parecer
desconocían la virtud de los nudos y lo maliciaban, de hombre a hombre.
‘¿Lo sabían quizá algunos?¿Qué cargo de la Iglesia llevaba cordones
o cinturones'?’
Este nos parece un material antiguo auténtico que fue copiado y vuelto
a copiar. Las últimas dos frases parecen como una nota al pie de página del
último copista, quizá de Gardner, pues Doreen dice que había leído mucho
sobre los Caballeros Templarios.

Lograr la Visión
‘Distintas personas alcanzan la visión por distintos caminos, rara vez acon­
tece naturalmente, pero puede inducirse de varias maneras Una medita­
ción larga y profunda puede lograrlo, pero sólo si se tiene talento natural, y
si se acostum bra a hacer prolongados ayunos cuando es necesario. Antaño,
los monjes y las monjas lograban visiones gracias a largas vigilias, combi­
nadas con ayuno y flagelaciones hasta hacerse sangre. Otras mortificaciones
de la carne se practicaban con resultado de visiones.
‘En Oriente se consigue con diversas torturas mientras están senta­
dos en una posición contraída, que retrasa el flujo de la sangre; estas
torturas, largas y continuadas, dan buenos resultados.
‘En el Arte nos enseñan una forma más fácil, que consiste en intensi­
ficar la imaginación, y al mismo tiempo controlar el suministro de san­
gre, y esto puede hacerse mejor usando el ritual.
‘El incienso es bueno para propiciar los espíritus, y también para
inducir la relajación al aspirante y ayudar a crear la atmósfera que es
necesaria para la sugestión. Mirra, Almáciga, raíces aromáticas de Enea,
corteza de Canela, Almizcle, Enebro, Sándalo y Ámbar gris, en combina­
ción, todos son buenos, pero el mejor de todos es el Patchulí.
A
‘ l formar el Círculo, y encontrarse todo adecuadamente preparado,
el aspirante debe primero atar y llevar a su tutor dentro del círculo,
invocar los espíritus propicios a la operación, bailar alrededor hasta
marearse, mientras tanto invocando y anunciando el objeto del trabajo,
E l R esto d e l L ib r o d e l a s S ombras 85

y a continuación deberá usarse el látigo. Después, el tutor deberá a su


vez atar al aspirante, aunque sin apretar mucho, lo suficiente como para
retener ligeramente la circulación de la sangre sin causarle molestias.
De nuevo bailarán alrededor, y después ante el altar el tutor deberá usar
el flagelo con golpes suaves, firmes, lentos y monótonos. Es muy impor­
tante que el pupilo vea llegar los golpes, pues tiene el efecto de medir el
paso del tiempo, y ayuda enormemente a estimular la imaginación. Es
importante que los golpes no sean fuertes, con el objeto de que la sangre
acuda a esos lugares y se aleje del cerebro; esto, junto con las ataduras,
el retraso de la circulación de la sangre y los pases pronto induce un
estupor soñoliento. El tutor deberá vigilar esto, y en cuanto el pupilo
hable o se duerma el flagelo debe cesar. El tutor deberá también vigilar
que el pupilo no se quede indiferente, y si se agita y parece doi -rido
deberá ser despertado inmediatamente.
‘No se desanime si no se obtienen resultados en el primer experimen­
to, normalmente aparecen después de dos o tres intentos. Se descubrirá
que después de dos o tres intentos o experimentos aparecerán los resul­
tados, y pronto con mayor rapidez. Pronto, también, podrá acortarse
parte del ritual, pero sin olvidar nunca invocar a la Diosa o formar el
círculo. Para lograr buenos resultados siempre es mejor que al pri?. ripio
se cumpla el ritual por exceso que por defecto.
‘Se ha descubierto que esta práctica origina a menudo un afee: :>en­
tre el aspirante y el tutor, y que si esto es así ayuda a mejorar los resul­
tados. Si por alguna razón no es deseable que exista ningún afecto entre
el aspiran te y el tutor puede evitarse fácilmente por ambas partes desde
el comienzo, decidiendo con firmeza que si va a aparecer cualquier afec­
to será el de hermano y hermana, o padre e hija, y esa es la razón por la
que un hombre sólo puede ser enseñado por una mujer y una mujer por
un hombre, y que nunca deberán intentar estas prácticas hombre con
hombre o mujer con mujer, y que todas las maldiciones de los Seres Su­
premos pueden caer sobre los que intenten hacerlo.
‘Recuerda que siempre es necesario trazar perfectamente el círculo
para prevenir que el poder emergente se disipe, también es una bar ~era
contra cualquier fuerza maligna o perturbadora; así pues, para lograr
buenos resultados deberás estar libre de toda perturbación.
‘Recuerda, oscuridad, puntos de luz centelleando entre la oscuridad
del ambiente, incienso, y los firmes pasos de un arma blanca no son efec­
tos teatrales, sino que son instrumentos mecánicos que sirven para crear
la sugestión que más tarde desvelará el conocimiento de que es posible
alcanzar el éxtasis divino, y el conocimiento y la comunión con la I. vina
86 E l C a m in o de las B rujas

Diosa. Cuando lo hayas alcanzado, el ritual será innecesario, pues po­


drás conseguir el estado de éxtasis a voluntad, pero hasta entonces, o si
habiéndolo alcanzado u obtenido por ti mismo, deseas atraer a un com­
pañero a este estado de alegría, el ritual es lo mejor.’

Abandonar el cuerpo
‘No es prudente empeñarse en salir de tu cuerpo hasta que no hayas ganado
por completo la Visión. Se puede utilizar el mismo ritual que para alcanzar
la Visión, pero dispón de un lecho confortable. Arrodíllate de manera que
tengas los muslos, el vientre y el pecho bien firmes, los brazos estirados
hacia delante y atados uno a cada lado, para que haya una sensación deci­
dida de ser empujado hacia delante. Cuando se induce el trance, deberás
sentir como un esfuerzo por empujarte a ti mismo fuera de la parte superior
de la cabeza. Deberá imprimirse al látigo una acción de arrastre, como si te
sacara o arrastrase fuera. Ambas voluntades deben estar completamente
armonizadas, manteniendo una corriente constante e igual. Cuando llegue
el trance, tu tutor puede ayudarte llamándote quedamente por tu nombre.
Probablemente te sentirás arrastrado fuera del cuerpo como si por una
estrecha abertura se tratase, y como si te encontrases de pie al lado de tu
tutor, mirando el cuerpo en el lecho. Primero haz lo posible por comunicarte
con tu tutor; si tiene la Visión es probable que te vea. Al principio no te alejes
demasiado, y es mejor tener a alguien contigo que esté familiarizado con
abandonar el cuerpo.
‘Una nota: Cuando, una vez abandonado el cuerpo, desees volver,
para provocar que el cuerpo espiritual y el cuerpo material coincidan,
PIENSA EN TUS PIES. Esto provocará que tenga lugar la vuelta.’
Se trata del pasaje no ritual más largo del Libro de las Sombras de
Gardner e inferimos que describe una práctica fundamental dentro de
la tradición y las actividades del conventículo de New Forest que dirigía.
Está cuidadosamente explicado, con meticuloso énfasis en la relación
tutor-pupilo y en las precauciones prácticas, psíquicas e interpersonales
necesarias. El propósito de las ataduras no demasiado fuertes y la flage­
lación deliberadamente suave está claro: inducir lo que puede llamarse
de muchas maneras: clarividencia, expansión de la conciencia, apertura
hacia niveles superiores, apertura del Tercer Ojo o comunión con la Dio­
sa; y, en una fase más avanzada, proyección astral. (Resulta interesante
que el texto no utilice ninguno de los términos técnicos del ocultismo o la
investigación psíquica coetáneos, como ‘proyección astral’ o ‘cuerpo as­
tral’, lo que sugiere casi con certeza una tradición transm itida de perso­
E l R esto d el L ib r o d e l a s S ombras 87

na a persona a partir de, como mínimo, antes de la segunda mitad del


siglo XIX.) Tergiversar su significado alegando que el mismo Gardner
sentía una insana propensión a la flagelación, sádica o masoquista (el
procedimiento descrito no es en absoluto ninguna de las dos) no tiene
sentido.
Puede haber diferencias de opinión acerca de si el procedimiento
descrito es o no peligroso; lo que no se puede negar es que el texto se
esfuerza en asegurar que será inocuo y en que hay que detenerlo en
cuanto surja alguna duda.
Doreen comenta:‘La razón por la que usamos el látigo es muy sencilla,
¡funciona! Lo que Gerald describe es una manera muy práctica de hacer
magia. Hablo por experiencia cuando digo que es exactamente como él
dice, y no me importa que alguien diga que se trata de una ‘locura’ o lo que
sea. Quizá se ha asociado con asuntos sexuales ‘perversos’, pero hace ya
mucho tiempo que formaba parte de prácticas místicas y mágicas más an­
tiguas. Aparecen mencionadas en textos del antiguo Egipto y Grecia, y sin
duda conoceréis la famosa escena de la Villa de los Misterios de Pompeya
que muestran a un iniciado que está siendo azotado, dato al que se refiere
Gerald en Witchcraft Today. Aunque la descripción de Lograr la Visión se
refiere en particular a la obtención de la clarividencia, opino que es muy
inductivo también para la visualización mágica.’
Por nuestra parte, opinamos que debe hacerse hincapié (como hace
el Libro de las Sombras) en que cuando se emplea el látigo en la práctica
wiccaniana, no deberá infligirse ni esperarse dolor, ya que siempre debe
utilizarse con suavidad. Su propósito es a la vez simbólico (como ocurre,
por ejemplo, en la Leyenda del Descenso de la Diosa) o para inducir el
trance a través de una ligera hipnosis y la redistribución de la circula­
ción sanguínea.

Los utensilios
'No existen tiendas de suministros mágicos, por lo que a menos que ten­
gas la suerte de que te regalen o vendan utensilios, si eres un brujo pobre
tendrás que improvisar. Cuando lo seas tendrás que ser capaz de pedir
prestado u obtener un Cuchillo ritual. A sí pues, una vez trazado el círcu­
lo, erige un altar. Cualquier mesa pequeña o baúl servirá. Debe haber
fuego sobre él (una vela bastará), además de tu libro. Si puedes conse­
guirlo, para lograr mejores resultados, lo mejor es el incienso, pero tam­
bién sirven unos carbones para quemar en un brasero pequeño hierbas
aromáticas. Si vas a poner vino y pastas, una copa y un plato con los
88 E l C a m in o de las B ru jas

signos dibujados en tinta, mostrando un pentáculo. El látigo es muy fá­


cil de hacer (nota, el látigo tiene ocho colas y cinco nudos en cada cola).
Consigue un cuchillo con el mango blanco y una vara (la espada no es
necesaria). Corta las marcas con el cuchillo ritual. Purifícalo todo, des­
pués consagra debidamente los utensilios mágicos y siempre estarán pre­
parados. Pero recuerda que las operaciones de magia son inútiles a me­
nos que la mente se encuentre en la correcta actitud, conforme a las más
altas cimas.
‘Las palabras deben pronunciarse con claridad, y la mente se infla­
mará de deseo. Con este arrebato de la voluntad podrás hacer lo mismo
con utensilios sencillos que con el equipo más completo. Pero los buenos y
sobre todo los antiguos utensilios tienen su propio aura. Te ayudarán a
conseguir ese espíritu reverencial, el deseo de aprender y a desarrollar
tus poderes. Por esta razón los brujos siempre tratan de conseguir utensi­
lios de los hechiceros, que al ser hombres experimentados los fabrican
mejor y los consagran bien, otorgándolos así un poder supremo. Pero los
utensilios de un gran brujo también adquieren mucho poder; y siempre
deberás esforzarte por conseguir los mejores materiales que puedas para
fabricar los tuyos, a fin de que puedan absorber tu poder más fácilmente.
Y por supuesto puedes heredar o conseguir los utensilios de otro brujo,
cuyo poder fluirá de ellos.’
La afirm ación‘no existen tiendas de sum inistros mágicos’ ha de­
jado de ser verdad, y se han producido otros progresos en cuanto a la
práctica del Wicca desde que se escribió este pasaje. Aunque una
espada no es estrictam ente necesaria (el cuchillo ritu a l sirve para
los mismos propósitos), a la m ayoría de los conventículos les gusta
ten er una, pues es un símbolo de la identidad del conventículo en
contraste con los cuchillos, que son símbolos de la identidad indivi­
dual de cada adepto.
Igualmente, en la mayoría de los conventículos el cáliz o copa es uno
de los símbolos más importantes (representa el principio femenino y el
elemento del agua) y no un mero accesorio‘si vas a poner vino y pastas’,
aunque la aparente minusvaloración de la copa en el texto puede haber
sido una ‘pantalla’ deliberada, por las razones que dio Gardner y que
explicamos en la p. 343.
Pero aparte de estos detalles, los principios apuntados en este pasaje
son tan válidos como siempre.
Nos parece interesante la implicación de que las brujas hubieran
estado en contacto con los‘hechiceros’ (para referirse a lo que hoy llam a­
ríamos ‘magos rituales’).
E l R esto d e l L ib r o d e l a s S ombras 89

Fabricación de utensilios
'Según una antigua creencia, los mejores materiales para hacer utensi­
lios son aquellos que una vez estuvieron vivos, por oposición a las sus­
tancias artificiales. Así, madera o marfil es mejor que metal, que es más
apropiado para espadas o cuchillos. Para talismanes, etc., el pergamino
virgen es mejor que el papel fabricado. Y las cosas que se fabrican a
mano son buenas, porque tienen vida en su interior.’
Cualquier comentario sería superfluo.

Para hacer ungüentos


'Coge una cacerola de vidrio medio llena de grasa o aceite de oliva. Aña­
de hojas machacadas de menta dulce. Coloca la cacerola al baño María.
Remueve de vez en cuando. Después de cuatro o cinco horas vierte el
contenido en una bolsa de lino y aprieta vertiendo el aceite en la olla de
nuevo y volviéndola a llenar de hojas frescas. Repite hasta que el aceite
esté fuertemente aromatizado. Haz lo mismo con mejorana, tomillo y
hojas machacadas de patchulí, si dispones de ellas (pues son lo mejor de
todo). Cuando huela fuertemente, mezcla todos los aceites y guárdalos
en un jarro bien tapado.
'Úntalo detrás de las orejas, en el cuello, en los pechos y el útero. En los
ritos en los que se diga Bendito sea...”, unta las rodillas y los pies, y tam­
bién en ritos relacionados con los viajes o la guerra.’
Aquí, nuestro viejo amigo el copista de estilo pseudo-arcaico ha
vuelta a hacer de las suyas y asoman un par de sus clichés favoritos
que no pegan ni con cola en este texto claram ente moderno. Sin em­
bargo, la receta misma vale la pena y posiblem ente es mucho más
antigua que el estilo.
‘Con los viajes o la g u erra’: oler a m enta, m ejorana, tomillo y
patchulí en el Metro de Londres, o en la prim era fila del Batallón n°
4, puede que no sea la idea que uno tenga de practicar la magia. Pero
para ser serios, vale la pena in te n ta r el diseño y preparación de un­
güentos corporales que encajen en la personalidad de cada adepto o
enfaticen ritos particulares, especialm ente si algún miembro del con­
ventículo está dotado para esas cosas. Con todo, lo mejor es confinar
su uso en el círculo mágico siem pre que el conventículo practique los
ritos en desnudez (a menos que quiera p asar la m itad de su tiempo
libre lavando vestidos).
90 E l C a m in o de las B ru jas

Instrucciones varias
'Una nota sobre el ritual del Vino y las Pastas. Se dice que en los días
antiguos a menudo se utilizaba cerveza o hidromiel en lugar de vino.
Se dice que se podía usar licores o cualquier cosa, “siempre que tuvie­
ra vida” (es decir, que tuviera pegada).’
Desconfiamos de la moderna adición entre paréntesis. Opinamos que
la expresión ‘que tuviera vida’ quiere decir, probablemente, ‘de origen
orgánico’. El hidromiel en una de las bebidas favoritas de los adeptos a
la brujería, y esta condición viene apoyada por el hecho de ser al mismo
tiempo de origen vegetal y animal, puesto que se hace con miel, que las
abejas elaboran con el néctar de las flores. La cerveza fue la bebida ri­
tual de los antiguos egipcios.
'Por esta razón, todos son hermanos y hermanas; pues hasta la Suma
Sacerdotisa debe someterse al látigo.’
Cuando la suma sacerdotisa inicia a alguien al segundo grado, por
ejemplo.
‘La única excepción a la regla que exige que un hombre sea iniciado por
una mujer y una mujer por un hombre, es que una madre puede iniciar a su
hija y un padre a su hijo, porque son parte de ellos mismos.’
A nosotros nos enseñaron que las iniciaciones madre-hija, padre-
hijo sólo eran permisibles'en caso de emergencia’. Es significativo que el
Libro de las Sombras de Gardner no incluya esa especificación.
'Una mujer puede encarnar al Dios o a la Diosa, pero un hombre
solamente puede encarnar a Dios.’
Una bruja asume un papel masculino cuando lleva la espada; ver p.
107.
“Recuerda siempre que si te tienta confesar o alardear de que perte­
neces al culto, estarás poniendo en peligro a tus hermanos y hermanas.
Porque aunque en la actualidad los fuegos de la persecución se han aca­
bado, ¿quién sabe cuándo pueden revivir? Muchos sacerdotes tienen co­
nocimiento de nuestros secretos y saben muy bien que el fanatismo reli­
gioso ha desaparecido o está en calma, y que mucha gente desearía unir­
se a nuestro culto si se conociera la verdad de sus alegrías y las iglesias
perderían poder. Por eso, si alistamos a muchas personas podemos des­
atar de nuevo los fuegos de la persecución contra nosotros. Guarda, pues,
siempre los secretos.’
Esta sería una advertencia procedente del periodo posterior a los
siglos de las persecuciones y anterior al renacimiento del ocultismo y la
brujería del siglo XX. La situación ha cambiado mucho en las últimas
E l R esto d el L ib r o d e l a s Sombras 91

décadas, pero todo adepto a la brujería debe tener presente que la per­
secución, de una u otra forma, podría volver a levantar su fea cabeza. E
incluso hoy, debe seguir siendo una regla de obligado cumplimiento el
que la pertenencia de una bruja o un brujo al arte nunca pueda ser
revelada excepto por su propia y libre decisión.
‘Aquellos que participan en un rito deben saber exactamente los resul­
tados que desean conseguir y deben mantener sus mentes concentradas con
firmeza en el resultado deseado, sin vacilaciones
De nuevo, ningún comentario que hacer.

Siendo lo más imparciales posible, ¿qué impresión general obtene­


mos de estos textos, y del Libro de las Sombras en general?
Tenemos la fírme impresión de que una antigua y continuada tradi­
ción se transm itió en primer lugar de boca en boca, y más tarde (quizá
en algún momento del siglo XIX) por escrito; atesorando interpretacio­
nes, adiciones y ocasionales malentendidos m ientras ocurría. En la fase
escrita, a veces anotada por un maestro y a veces por dictado durante el
aprendizaje de un adepto. La variedad de estilos, la ocasional presencia
de la primera persona, la extraña frase que ha terminado por resultar
confusa, incluso nuestro amigo el copista pseudo-arcáico, todo parece
confirmarnos este dibujo humano. No obstante, el espíritu básico y la
consistente sabiduría del mensaje brilla en toda su extensión.
La única impresión que no da, por muchos esfuerzos que se le pidan
a la imaginación, es que sea una completa invención de Gerald Gardner,
de la vieja Dorothy o de cualquier otro.
VI B a ja r e l S ol

El ritual de Bajar la Luna (véase Los ocho sabbats de las brujas, pp. 40-
42) es un elemento fundamental en el mantenimiento del círculo de un
conventículo. A través de este ritual el sumo sacerdote invoca el espíritu
de la diosa en la suma sacerdotisa, usando su polaridad masculina para
provocar la esencia divina en la polaridad femenina de ella. Si el ritual
tiene éxito, la suma sacerdotisa se convierte en un verdadero canal de la
diosa m ientras dura el círculo (con frecuencia el efecto de la invocación
puede demorarse en ella incluso después de la expulsión del círculo).
Algunos brujos parecen tener un don natural para Bajar la Luna; hemos
conocido brujos del primer grado invitados a dirigir un círculo por pri­
mera vez que han inducido un sorprendente aire de autoridad en una
96 E l C a m in o de las B rujas

compañera igualmente sin experiencia. Otras personas tienen que tra ­


bajar duro para desarrollar el don, pero con sinceridad y comprensión
del significado del rito siempre se puede desarrollar.
Nadie que haya asistido a unos pocos círculos podrá dudar de su
efectividad. A la Bajada de la Luna, en el Ritual de Apertura normal
(véase Apéndice B, pp. 387-8) le sigue inmediatamente la Carga (pp.
388-9) que es cuando por primera vez se manifiesta el efecto.
La diosa aparece, según el tono y énfasis de la expresión de la Carga,
muchas veces sorprendiendo a la suma sacerdotisa que la expresa. Janet
admite con franqueza que ‘nunca sabe cómo va a salir’. A veces las pala­
bras mismas resultan completamente alteradas, con un flujo espontá­
neo que ella misma escucha con si hablase una parte separada de su
mente. Es como si la diosa conociese mejor que la sacerdotisa el énfasis,
o el estímulo, o incluso la amonestación o reprimenda, que exige este
círculo en particular, y controla la Carga de acuerdo con ellos.
El proceso complementario de invocar el espíritu del dios a través
del sumo sacerdote ocurre con menor frecuencia, pues el Wicca es una
religión enfocada hacia la diosa, que por la propia naturaleza de su
obra1otorga una especial importancia al ‘don de la Diosa’ (las faculta­
des intuitivas y psíquicas). En el Ritual de Apertura, el sumo sacerdote
invoca en nombre de todo el conventículo el aspecto de la divinidad
masculina dirigiéndose aPGran Dios Cernunnos’, y en los ritos de Imbolg,
Equinoccio de primavera, Solsticio estival, Equinoccio de otoño, Samhain
y Pascua de Navidad la suma sacerdotisa invoca el espíritu del dios en
el sumo sacerdote tanto explícita como implícitamente. Hemos descu­
bierto que hay ocasiones en que es conveniente que esta invocación ten­
ga un peso y una solemnidad comparable a la Bajada de la Luna. Por
ejemplo, hay veces en que la obra que se está llevando a cabo exige
esm erar el equilibrio de la polaridad entre la sacerdotisa y el sacerdote,
armonizando a la perfección el don de la diosa y el don del dios.
Para aquellos que también hayan sentido la necesidad de tal rito, les
ofrecemos este, cuyo título, ‘Bajar el Sol’, les resultará natural. Doreen
Valiente piensa que alguna vez tuvo que haber un ritual del arte que
cumpliera estas exigencias, pero que se ha perdido con los años.

1. Señalaremos, de nuevo, que esto no significa que a los ojos del Wicca la diosa sea ‘más
importante’ que el dios. Ambos aspectos son eternamente iguales y complementarios.
Para una explicación más profunda de la estructura matriarcal del Wicca y su énfasis en
el aspecto de la diosa, véase Los ocho sabbats de las brujas, pp. 17-21, y también el capítulo
XV de este libro.
B ajar el Sol 97

Puesto que la suma sacerdotisa, que representa a la diosa, es siem­


pre la encargada del círculo, sugerimos que la Bajada de la Luna debe
preceder siempre a la Bajada del Sol. A continuación, la suma sacerdoti­
sa invoca al aspecto del dios en el nombre de la diosa.

L a Preparación

No es necesaria ninguna preparación especial, excepto si el conventícu­


lo dispone de una corona para el sumo sacerdote, deberá llevarla.

E l R itu a l

Al final de la Bajada de la Luna, después de las palabras de la suma


sacerdotisa To te encomiendo, en este signo’, la suma sacerdotisa y el
sumo sacerdote se cambian de lugar, moviéndose en sentido de las agu­
jas del reloj, para que él se sitúe de espaldas al altar y ella frente al
sumo sacerdote desde el centro del círculo.
El sumo sacerdote coge su cuchillo ritual del altar y los sostiene en la
mano derecha sobre su pecho izquierdo, apuntando hacia arriba.
La suma sacerdotisa le da el Beso Quíntuple, como sigue:
'Benditos sean tus pies, que te han traído por estos caminos’, besando
su pie derecho y después el izquierdo.
'Benditas sean tus rodillas, que se postrarán ante el altar sagrado’,
besando su rodilla derecha y después la izquierda.
'Bendito sea tu falo, sin el que no existiríamos’, besándole justo enci­
ma del vello púbico.
El sumo sacerdote extiende los brazos en la Posición Sagrada, soste­
niendo aún el cuchillo ritual en la mano derecha, apuntando hacia arriba.
La suma sacerdotisa continúa:
‘Benditos sean tus pechos, formados de fuerza’, besando su pecho de­
recho y luego el izquierdo.
'Benditos sean tus labios, que pronunciarán los nombres sagrados.’
Se abrazan, tocándose todo el cuerpo hasta los pies, y se besan m utua­
mente en la boca.
La suma sacerdotisa da un paso atrás y se arrodilla. Invoca:

‘La profundidad recurre a las alturas, la Diosa al Dios,


A él, que es la llama que enciende su vida;
Para que ambos puedan coger las riendas de plata
Y cabalgar unidos la carroza de dos caballos.
98 E l C a m in o de las B r ujas

Que el martillo golpee el yunque,


Que el relámpago alcance la tierra,
Que la Lanza infunda un alma al grial,
Que alumbre la magia .’

Ella toca con su dedo índice derecho la garganta de él, la cadera


izquierda, el pecho derecho, el pecho izquierdo, la cadera derecha, y de
nuevo la garganta (formando así el Pentagrama de Invocación del Fue­
go). A continuación, ella extiende las manos hacia fuera, con las palmas
hacia delante. Mientras tanto continúa invocando:

‘En el nombre de ella yo te invoco,


Padre Supremo de todos nosotros.
Lugh, Pan, Belin, Herne, Cernunnos.
¡Acude en respuesta a mi llamada!
Desciende, te lo ruego, en tu siervo y sacerdote ’

La suma sacerdotisa se pone de pie y da un paso hacia atrás. El


sumo sacerdote hace el Pentagrama de Invocación del Fuego hacia ella
con su cuchillo ritual2, diciendo:

5 2,7
'¡Que se haga la luz!’

2. AJ hacer los Pentagramas de Invocación o de Expulsión algunos conventículos incluyen


el sexto golpe o 'del sello', como se muestra aquí; otros sencillamente vuelven al punto de
partida, omitiendo el golpe del sello, como fue costumbre de la Golden Dawn (véase Los
ocho sabbats de las brujas, pp. 39-40, nota).
VII R itu a l d e la s Tres D iosas

Los ritu ales wiccanianos pueden celebrarse p ara rendir culto, para
e m itir y u tiliz a r poder o p a ra la d ra m a tiz a ció n de conceptos
arquetípicos. Algunos (como los de iniciación, compromiso nupcial y
otros ritos de paso) combinan varios de estos elementos. Pero este es
un ejemplo de ritu al cuya intención principal es la dram atización.
E ste tipo de rituales cumplen un propósito muy constructivo porque
ayudan a los participantes a visualizar vividam ente estos arqueti­
pos de una m anera real y a fortalecer vínculos entre el conocimiento
inconsciente y la comprensión consciente que se tiene de ellos.
El concepto de la Diosa Triple es tan antiguo como el tiempo. Aflora
lina y otra vez en mitologías muy diferentes, y su símbolo visual más
100 E l C a m in o de las B rujas

conspicuo es la luna en sus fases creciente, menguante y llena. El hecho


de que el ciclo lunar se refleje en el ciclo m enstrual de la mujer incide en
aspectos profundos y misteriosos del principio femenino, así como en el
de la diosa misma. (A este respecto, el libro de Shuttle y Redgrove, The
Wise Wound —ver capítulo XV y bibliografía—, merece un serio estudio
por parte de los adeptos a la brujería.) Todas las diosas son una sola
diosa que, en realidad, se m uestra en diversos aspectos, todos los cuales
están relacionados con los tres aspectos fundamentales de la doncella
(encantamiento, inicio, expansión), la madre (madurez, realización, es­
tabilidad) y la anciana (sabiduría, economía, reposo). Cada mujer, y cada
forma de la diosa, contiene las tres, tanto cíclica como simultáneamente.
Ninguna mujer que no consiga comprenderlo puede entenderse a sí mis­
ma; y sin comprenderlo, nadie puede entender a la diosa.
Nosotros diseñamos este ritual m ientras todavía vivíamos en Ingla­
terra, y la primera vez que lo representamos fue en un lugar ideal: la
casa de un amigo a orillas de un río en un paraje apartado del campo,
con un pequeño puente a una isla privada a la que nadie más podía
acceder. En aquella isla, en un claro rodeado de hermosos árboles, junto
el sonido del torrente, podíamos encender nuestra hoguera y llevar a
cabo nuestros rituales en desnudez sin miedo a ser interrumpidos. Des­
graciadamente, casa e isla fueron hace tiempo vendidas a extranjeros,
pero recordamos el lugar con cariño.
Quizá a causa de este recuerdo, dimos a nuestro Ritual de las Tres
Diosas la observancia de celebrarse al aire libre, con antorchas encendi­
das y todo. Sin embargo, aunque eso es lo ideal, puede adaptarse para
celebrarlo en el interior de una casa.

L a Preparación

Se traza el círculo como de costumbre, con una fogata en el centro.


(Dentro de casa, el caldero con una vela en su interior.) En la parte
exterior del círculo, preferiblem ente en el cuadrante nordeste, se
h ab ilitará una senda con tres pares de antorchas (velas dentro de
casa), preparadas para encenderlas cuando las tres diosas pasen entre
ellas acercándose. Deben e sta r preparados los utensilios para en­
cenderlas, y tam bién p ara que la anciana las apague al m archarse.
Como antorchas utilizam os una lata abierta por un lado y atada en
el extremo de un palo.
Sobre el altar, o al lado, habrá dispuesta una campana de sonido
razonablemente fuerte, un gong o un címbalo.
R it u a l de la s T res D io s a s 101

Se seleccionan tres brujas para representar a la doncella, a la madre


y a la anciana. Si van vestidas, los colores tradicionales son blanco para
la doncella, rojo para la madre y negro para la anciana. Incluso si el
conventículo va a celebrar el ritual en desnudez, sólo la anciana irá ves­
tida de negro, preferiblemente con una capucha o un velo a modo de
capucha. Habrá que utilizar la imaginación para adornar a la doncella y
a la madre, ya vayan vestidas o desnudas, de forma que se realcen la
frescura primaveral de la doncella y la madurez estival de la madre.
El sumo sacerdote dirige el ritual, y puesto que es probable que la
suma sacerdotisa sea una de las tres diosas, nos referiremos a su pareja
asistente para la ocasión simplemente como‘la sacerdotisa’.
Deberán escogerse nombres adecuados de diosas para la doncella, la
madre y la anciana, según la tradición propia del conventículo. Brid o
Brígida, diosa de la inspiración, es uno de los que más a menudo se
aluden como triple —‘las Tres Brígidas’— en la mitología irlandesa , y
tiene un aire primaveral. Dana es el nombre predominante de la diosa-
madre irlandesa; y Morrigan, diosa de las batallas y del destino, es el
aspecto más poderoso de la diosa oscura.

E l R itu a l

El sumo sacerdote traza el círculo con todos los miembros del conventí­
culo dentro excepto la doncella y la madre, que se encuentran al final del
sendero (fuera de la vista si es posible). Los elementos son transporta­
dos alrededor y se convoca a los Señores de las Atalayas.
La sacerdotisa está de espaldas al altar. El sumo sacerdote y la an­
ciana están frente a frente entre el altar y la hoguera, llevando aquel la
vara. El resto del conventículo se sitúa alrededor del perímetro del cír­
culo mirando hacia dentro pero dejando la entrada del sendero libre.
El sumo sacerdote da la vuelta alrededor de la anciana una vez, en
sentido de las agujas del reloj, se sitúa en frente de ella de nuevo y dice:
‘En el interior de cada hombre y de cada mujer yace el misterio de
la Madre Oscura de toda la creación, la reina de los océanos, el cen­
tro inmóvil al que todo debe volver como preludio para renacer. Que
ella venga a nosotros esta noche, pero no para crear desequilibrio en
esta nuestra Sacerdotisa [nombre de la bruja] que va a repre­
sentarla, pues ningún ser humano puede llevar el puro poder de la
Gran Madre en su aspecto oscuro, mientras que en el equilibrio de
sus Tres Aspectos, todos están a salvo. Por lo tanto, tú , , repre­
senta su aspecto oscuro sin miedo, sabiendo que sus otros aspectos
102 El C a m in o d e l a s B rujas

también están presentes dentro de nuestro círculo. Con esta vara te


protejo y te doy fuerzas para tu tarea.’
A continuación, ei sumo sacerdote señala ritualm ente cada uno de
los trece orificios del cuerpo de la anciana (véase página 85) con su vara.
Después utiliza la vara para abrir la entrada que une el sendero con el
círculo. La anciana abandona el círculo por ei sendero para reunirse con
la doncella y la madre, y el sumo sacerdote cierra la entrada con la v ara1.
Después, vuelve a dejar la vara en el altar.
El sumo sacerdote besa a la sacerdotisa con el Beso Quíntuple (pero
no se representa la Bajada de la Luna, y la Carga no se ejecuta). A con­
tinuación pronuncia las invocaciones ‘Bagabi laca bachahe’y la del ‘Gran
Dios Cernunnos'.
El sumo sacerdote, la sacerdotisa y el conventículo se colocan en cír­
culo para la Runa de las Brujas.
El conventículo vuelve al perímetro.
El sumo sacerdote y la sacerdotisa consagran el vino (con sólo un
poco de vino en el cáliz). La sacerdotisa levanta el cáliz y dice:
'Dana, antigua Tierra de veranos inefables, querida Tierra y útero
del dorado cereal, cálido corazón palpitante del frondoso bosque, calor y
amor que nos alimenta, Dama de las Cosechas y Madre de todos noso­
tros, acércanos tu pecho y cólmanos con tu generosidad, tú que eres la
fuente de toda la vida. ’
Entonces vacía el cáliz en el suelo frente al altar.
El sumo sacerdote vuelve a llenar el cáliz y lo deja sobre el altar.
El sumo sacerdote se sitúa frente al sendero e invoca en alta voz:
‘Brid de la Luna creciente, hija de la primavera, dulce Diosa de las
Flores, nosotros te llamamos. Acude a nuestro Círculo y tráenos el alien­
to de la primavera. Cólmanos con tu alegre música y tu risa. Deja que los
capullos broten entre tus pies, y que tu voz sea la canción del agua. Acude
a nuestro Círculo, Brid de la Luna creciente.’
La sacerdotisa hace sonar tres veces la campana.
La doncella se acerca al círculo por el sendero y enciende la pareja
de antorchas que se encuentra más cerca del círculo. A continuación
camina por fuera del círculo en sentido de las agujas del reloj y se sitúa
tras la vela del este.

1. Como explicamos en Los ocho sabbats de las brujas, cuando alguien tenga que entrar o
salir del círculo, debe abrirse ritualmente una ‘entrada’ con un movimiento en sentido
contrario a las agujas del reloj y vuelta a cerrar después de ser utilizada con un movimiento
en sentido de las agujas del reloj. Normalmente se hace con una espada o un cuchillo
ritual, pero en esta ocasión se puede emplear perfectamente la vara.
R it u a l de l a s T res D io s a s 103

El sumo sacerdote, todavía situado frente al sendero, invoca:


‘Dana de la Luna llena, tú, Gran Madre, la más maravillosa Señora
de las Tierras del Verano, nosotros te convocamos. Ven con el viento del
estío y tráenos el grano maduro y los dulces frutos. Llénanos con la ale­
gría de la madurez, enséñanos la sabiduría de la realización, báñanos
con la gloria reflejada de tu consorte, el Sol. Acude a nuestro Círculo,
Dana de la Luna llena.’
La sacerdotisa hace sonar siete veces la campana.
La madre se acerca al círculo por el sendero y enciende la pareja de
antorchas del medio, y después camina por el exterior del círculo en
sentido de las agujas del reloj para detenerse tras la vela del sur.
El sumo sacerdote, todavía frente al sendero invoca:
‘Morrigan de la Luna menguante, tú, el rostro más secreto de la Dio­
sa, nosotros te invocamos. Tráenos el conocimiento de la Rueda de la
Muerte y el Renacimiento, concédenos tu poder y la sabiduría para usar­
lo rectamente, pues sabemos que hacerlo equivocadamente es envenenar
el alma. Enséñanos a usarlo no para hacer daño, sino para curar. Acude
a nuestro Círculo, Morrigan de la luna menguante.’
La sacerdotisa hace sonar nueve veces la campana.
La anciana se acerca al círculo por el sendero y enciende la pareja
final de antorchas. A continuación camina por el exterior del círculo en
sentido de las agujas del reloj y se sitúa detrás de la vela del oeste.
Cuando la anciana está en su sitio, el sumo sacerdote coge la vara y
abre el círculo junto a la vela del este. Dice:
’Brid, Diosa Doncella de la luna creciente, sé bienvenida en nuestro
Círculo.’
La doncella da tres pasos dentro del círculo y el sumo sacerdote lo
cierra detrás de ella. A continuación la besa en los labios, y cogiéndola de
la mano la conduce hasta situarla frente al altar en su lado oeste.
El sumo sacerdote se dirige al sur, abre el círculo junto a la vela y
dice:
‘Dana, Diosa Madre de la luna llena, sé bienvenida en nuestro Círculo.’
La madre da tres pasos para entrar en el círculo y el sumo sacerdote lo
cierra detrás de ella. Entonces besa su mano derecha y sin soltarla la con­
duce frente al altar, en medio, junto a la doncella.
El sum o sacerdote se dirige al oeste, abre el círculo junto a la
vela y dice:
'Morrigan, Diosa Anciana de la luna menguante, sé bienvenida en
nuestro Círculo.’
La anciana da tres pasos en el círculo y el sumo sacerdote lo cierra
104 E l C a m in o de l a s B ru jas

detrás de ella. A continuación besa su pie derecho, la coge de la mano y


la conduce frente al altar en su lado este, junto a la madre.
El sumo sacerdote deja la vara en el altar y coge la espada. Camina
en sentido de las agujas del reloj alrededor del fuego y se coloca frente a
la Diosa Triple, detrás del fuego. Las saluda con la espada (con la empu­
ñadura a la altura de la cara y la punta hacia arriba, hace un amplio
movimiento hacia abajo y hacia el frente, volviendo a la posición inicial
con la empuñadura a la altura de la cara apuntando hacia arriba). A
continuación invierte la espada para que su punta quede sobre el suelo
justo frente a sus pies, descansando las manos en la empuñadura (o una
mano si tiene que leer el guión). Dice:

'Mirad, a la Diosa de las Tres formas,


Que siempre es Tres. Doncella, Madre y Anciana.
Pero siempre es Una,
Pues sin primavera no puede haber verano,
Sin verano, no hay invierno,
Sin invierno, no hay una nueva primavera.
Sin nacimiento, no hay vida,
Sin vida, no hay muerte,
Sin muerte, no hay descanso ni renacimiento.
La oscuridad da nacimiento a la luz,
La luz a la oscuridad,
Todos necesitan al otro como el hombre a la mujer, y la mujer al hombre.
Así es
Que si no fuese Doncella, Madre y Anciana,
La Diosa no podría existir.
Y todo sería nada,
Silencio sin principio ni fin.

Mirad a la Diosa de las Tres Formas;


Que siempre es Tres. Doncella, Madre y Anciana.
Pero siempre es Una,
Ella en todas las mujeres, y todas en ella.
Miradla, recordadla,
No olvidéis ninguna de sus caras,
Con cada aliento, guardad las tres en vuestro corazón.
Doncella, Madre y Anciana,
Contemplad a las Tres, que son Una, con un amor sin miedo,
Para que vosotros, también, seáis completos.'
R it u a l d e l a s T res D io s a s 105

Entonces el sumo sacerdote camina en sentido de las agujas del reloj


alrededor del fuego h asta llegar al sendero, donde abre el círculo con su
espada. Les dice a las Tres:
‘Salve a todas, y benditas seáis’
La doncella deja el círculo por el sendero seguida por la m adre y
después por la anciana. El sumo sacerdote hace una reverencia a
cada una de ellas m ientras pasan, y finalm ente cierra el círculo de­
trá s de ellas.
La doncella y la madre continúan por el sendero, fuera de la vista si
es posible. La anciana apaga las antorchas al pasar, y después sigue a la
doncella y a la madre.
M ientras tanto el sumo sacerdote y la sacerdotisa han vuelto al al­
tar, donde aquel deja la espada, y ambos levantan los brazos hasta que
las tres diosas hayan desaparecido en la oscuridad. A continuación el
sumo sacerdote y la sacerdotisa junto con el conventículo unen sus manos
y se mueven en círculo alrededor del fuego en sentido de las agujas del
reloj y en silencio.
Cuando las Tres diosas estén preparadas, habiéndose quitado los
adornos, vuelven por el sendero en su papel normal de brujas y esperan
al borde del círculo. El sumo sacerdote corta el círculo del conventículo
para admitirlas. Todos se reúnen con los demás y el movimiento circular
recupera la alegría.
VIII E l R ito d e los T rece M eg a lito s

N uestro próximo ritu a l, que escribió Ja n e t, tam bién dram atiza con­
ceptos arquetípicos. Esperam os que se explique por sí mismo, como
debe ser con cualquier ritu a l efectivo; pero si la ‘explicación’ fuese
todo, la le tra im presa b a sta ría . La efectividad de los ritu a le s estrib a
en el conocimiento que generan , que siem pre está por encim a de las
m eras palabras.
En sí mismo es un rito sencillo, pero exige el conventículo teórica­
m ente ideal de seis parejas hombre-mujer y un líder (la sum a sacerdo­
tisa) que pocos consiguen alguna vez, desde luego nosotros nunca. Sin
embargo, podría ser una interesante pieza teatral para representarla
en una de esas ocasiones en que dos o más conventículos se reúnen,
E l R it o d e l o s T rece M e g a l it o s 107

seleccionando un elenco de trece personas del total mientras el resto


asiste a la representación.
Pocas veces hemos podido hacerlo, por esa misma razón, pero cuando lo
conseguimos todo el mundo disfruta, y hemos comprobado que genera un po­
der extraño e inesperado del que todos salimos beneficiados. Después de parti­
cipar en el rito por primera vez, un miembro que llevaba muy poco tiempo en el
conventículo nos comentó que también era la primera vez que sentía directa­
mente el poder psíquico, comparándolo con ser psicológicamente consciente de
él. Pensaba que se debía a que había jugado un papel específico en el ritual (el
del sol) y a que fue consciente de que cada uno de nosotros estaba haciendo una
contribución única al conjunto, lo que hizo que todo fuese más real para él. Una
sagaz observación que nos enseñó uno de los beneficios de este tipo de ritual:
recordamos que, incluso en un grupo‘ordinario’de emisión de poder, cada con­
tribución individual es única, y por tanto valiosa, y que la lección realza todo el
trabajo posterior‘ordinario’.
Por cierto, el problema de reunir un elenco adecuado para llevar a
cabo cualquier rito determinado plantea una característica tradicional
que vale la pena mencionar. Cuando es necesario, una bruja puede jugar
el papel simbólico de hombre llevando la espada; actúa como un hombre
y es considerada y tratad a como tal m ientras la lleve. Cuando Juana de
Arco se puso una espada, se dice que sus seguidores de la Antigua Reli­
gión entendieron al instante el significado de su acto como Doncella del
reino. Pero la tradición insiste con firmeza en que bajo ninguna circuns­
tancia un hombre puede representar a una mujer. Véase pp. 43-4 de
Witchcraft Today, de Gerald G ardner y recuérdese también la sentencia
de Cari Jung: ‘Una mujer puede identificarse directamente con la Ma­
dre Tierra, pero un hombre no (excepto en casos de psicosis).’ Collected
Works, Vol. IX, Part 1, 2“ edición, párrafo 193.)
El lugar perfecto para representar este ritual sería, por supuesto, un
círculo megalítico, situándose cada uno de los trece participantes delan­
te de cada una de las piedras. No obstante, tam bién puede celebrarse en
el acostumbrado círculo de nueve pies dentro de casa.

L a preparación

No es necesaria una preparación especial para este ritual, aparte de lo


que exige un círculo normal. Sería interesante, no obstante, que cada
participante tuviera escritas sus palabras en un papel. Esto ahorraría
tener que pasarse el guión de mano en mano, algo bastante engorroso
cuando el rito tiene lugar en un gran círculo en el exterior.
108 E l C a m in o de las B rujas

Si el rito se representa en una ocasión especial, como un Festival


entre muchos conventículos, el ‘director’ tendrá libertad para equipar a
cada participante con los símbolos y vestidos apropiados, cuando los
haya. Pero no es esencial. Lo que es esencial es que cada actor hable
lentam ente y con dignidad.

El R itu al

El ritual requiere la participación de la suma sacerdotisa, el sumo sacer­


dote, seis mujeres y cinco hombres.
La suma sacerdotisa y el sumo sacerdote se sitúan ante el altar y el
resto del conventículo se distribuye alrededor del perímetro, hombre y
mujer, alternativam ente, en sentido de las agujas del reloj según el or­
den de sus papeles asignados. (Así pues, habrá una mujer en cada extre­
mo de esta ‘herradura’.)
El Ritual de Apertura procede como de costumbre, hasta e incluyen­
do la Bajada de la Luna. Los nombres utilizados del dios y la diosa serán
los adecuados a las zonas megalíticas, como Cernunnos y Cerridwen,
Dana oAnu.
Después de ‘yo te encomiendo, con este signo’, la suma sacerdotisa y
el sumo sacerdote se ponen de espaldas al altar, él a su izquierda, ce­
rrando el corro del conventículo.
Todos comienzan a girar lentam ente en sentido de las agujas del
reloj, en silencio, hasta que la suma sacerdotisa grita ‘Quietos.’ Lo hará
en el momento en que ella y el sumo sacerdote se encuentren de nuevo
frente al altar. Entonces todos miran hacia el interior del círculo.
La suma sacerdotisa dice:
‘Soy la primera de los Antiguos. He contemplado el amanecer del
tiempo, desde los soles más allá de nuestra tierra. Los hombres me lla­
man la Diosa de Piedra, antigua, inmutable, y sabia.’
Entonces se encamina lentamente, con dignidad, hacia el centro del
círculo. En esa posición se encara hacia cada una de las personas cuando
él o ella está hablando.
El sumo sacerdote dice:
Yo soy el segundo de los Antiguos. Abrí mis brazos a la Primera, y
enfrié su fuego con mi aliento. Yo fui el movimiento primordial, la prime­
ra agitación de los vientos. Los hombres me llaman Padre del Caos.’
La mujer a su izquierda dice:
Yo soy la tercera de los Antiguos. Fui las aguas sobre la faz de los
Dos. En mis profundidades se formó toda la vida. Mi rostro fue
El R it o d e l o s T rece M e g a l it o s 109

atemperado por el aliento del Segundo. Los hombres me llaman Mara, la


Amarga, el Mar’
El hombre que está a su izquierda dice:
Yo soy el cuarto de los Antiguos. Yo di mi calor a los Tres. De mi
fulgor la Tercera recibió la belleza. Los hombres me llaman Sol V
La mujer a su izquierda dice:
Yo soy la quinta de los Antiguos. Yo di mi luz a la oscuridad. Mío es
el gobierno de las mareas, Aunque mi hermano el Cuarto muestra un
gran fulgor, yo también poseo mi belleza. Los hombres me llaman Virgin,
y también me llamo Luna"1.’
El hombre a su izquierda dice:
Yo soy el sexto de los Antiguos. Yo cabalgo la Tierra sobre pezuñas, o
sobre alas de aire. Yo soy el cazador y el cazado. Míos son el ciervo y el
caballo, el pájaro y las bestias, y con la ayuda de la Quinta, cuya llama­
da todos deben responder, reproduzco mi especie. En su lujuria, los hom­
bres matan por mí. Me llamo Herne o Pan, Cernunnos o el Cornudo.’
La mujer a su izquierda dice:
‘Soy la sexta de los Antiguos. Soy la Floral, toda alegría y toda risa
son mías. Con el Sexto, llamo a todos los seres vivientes a unirse a nues­
tra danza. Soy la Eterna que no conoce destrucción. El pez plateado es
mío, como lo son todos los que hilan redes, los tejedores de sueños. Los
hombres me conocen como la Madre, y me llaman Grande.’
El hombre a su izquierda dice:
‘Soy el octavo de los Antiguos. Soy un misterio, pues soy mi propio
gemelo. Mis dos caras son Vida y Luz. El Sol3y los vientos que lo enfrían
tienen ambos mi esencia. Los hombres me conocen como el Motor y el
Fertilizador, y me llaman Aire y Fuego.’
La mujer a su izquierda dice:
‘Soy la novena de los Antiguos. Con el octavo, soy la Totalidad, pues
soy Amor y Ley. El Padre del Caos y el Mar Amargo son mis progenitores.
Los hombres me conocen como La Que Alimenta y La Que Da Forma, y
me llaman Agua y Tierra. Mi hermano el octavo y yo somos el Círculo de
cuatro partes de la Creación.’
El hombre que está a su izquierda dice:
‘Soy el décimo de los antiguos. Soy el alumno de todos los demás. Yo
empecé con Cuatro, y después tuve Dos, y termino con Tres. Vengo del

1. SIC en el original (N. del T.)


2. SIC en el original (N. del T.).
3. SIC en el original (N. del T.).
110 E l C a m in o de las B rujas

vientre, y voy al útero. No soy nada, pero aun así soy el Señor de Todos. Yo
moriré, y aun así volveré. Soy bueno, pero más terrible que los que me
han precedido. Soy Hombre.’
La mujer a su izquierda dice:
‘Soy la undécima de los Antiguos. Yo también soy la alumna. Con el
Décimo, busco la Verdad. No existe Él sin Ella. Mío es el gran Caldero de
la Creación, pero siempre soy Virgen. Soy incluso más terrible que el
Décimo, pues la lógica y la razón no son mías cuando mis pequeños son
destruidos por cualquiera de los demás. Soy cálida pero fría, dulce pero
destructiva. Reflejo a La de Piedra y a La Floral. Yo soy Mujer.’
El hombre a su izquierda dice:
Yo soy el Duodécimo de los Antiguos. Ocúltate de mi rostro si quieres,
pero sabe que yo soy el más poderoso de todos. El Décimo y la Undécima
bailan conmigo, e incluso La Floral llora lágrimas estivales a mis órde­
nes. Pues soy la Rueda que siempre gira. Soy el Hilandero y el Tejedor, y
también corto las cuerdas de plata del Tiempo. Los hombres me conocen
como Destino, y soy el Hermafrodita.’
La mujer a su izquierda dice:
‘Soy la decimotercera de los Antiguos. Soy la Sombra del Santuario,
y la Rueda de Plata deArianrhod. Soy temida aunque amada y a menu­
do anhelada. Cabalgo mi yegua blanca sobre los campos de batalla, y en
mis brazos los enfermos y los agotados encuentran descanso. Estaremos
juntos muchas veces, pues aunque soy la Victoriosa, también sny la más
solitaria de los Trece. Buscar a los Doce es pensar que no soy más que
una ilusión. La tristeza es para mí, la Decimotercera, y aun así también
es mía toda alegría, pues con mi abrazo se renueva la vida, y compren­
derme es encontrar, conocer, recordar y amar de nuevo. Los hombres me
conocen como la Muerte, pero soy la Confortadora y la Renovadora, el
principio correctivo de la creación. La guadaña y la corona de la victoria
son mías, pues de todos los Trece, soy la única que no es eterna.’
Todo el conventículo (excepto la suma sacerdotisa en el centro),
adelantándose si es necesario, colocan sus manos en los hombros de los
demás con los brazos rectos, como en una danza griega, y empiezan a
moverse en corro en sentido de las agujas del reloj lentamente, diciendo
al unísono:
'Somos el círculo de la Creación, los megalitos del pasado, los guar­
dianes del sendero del conocimiento, los trece custodios del Círculo Sa­
grado.’
Mientras el conventículo se mueve en círculo en sentido de las agu­
jas del reloj, la suma sacerdotisa levanta lentamente los brazos, total­
E l R it o d e lo s T rece M e g a l it o s 111

mente extendidos, sobre la cabeza. Cuando está preparada para detener


el movimiento, los baja lentam ente de nuevo a los lados. Entonces el
movimiento en círculo continúa hasta la próxima vez que el sumo sacer­
dote pase junto al altar, momento en que él y el conventículo se detie­
nen, bajan sus brazos y permanecen mirando hacia dentro.
La sum a sacerdotisa se reúne con el sumo sacerdote en el altar, colo­
cándose a la derecha de él. Le besa, y el beso es pasado de hombre a
mujer, de mujer a hombre, alrededor del todo el círculo.
La suma sacerdotisa y el sumo sacerdote consagran el vino, y el cáliz
es pasado alrededor en sentido de las agujas del reloj de la forma acos­
tum brada hasta que todos lo hayan compartido. Después se vuelve a
poner en el altar.
La suma sacerdotisa dice:
‘Oh, Hombre, Oh, Mujer, adelantaos.’
El décimo (hombre) y la undécima (mujer) se adelantan y se sitúan
frente a la sum a sacerdotisa y el sumo sacerdote. La sum a sacerdotisa
coge el plato de las pastas.
La sum a sacerdotisa dice:
‘Oh, Mujer, Oh, Hombre, sois vosotros quienes podéis sondear los
Misterios que aquí se han mostrado. A sí ha sido siempre, desde que os
dimos nacimiento. Por eso os damos este alimento, que siendo de la Tie­
rra, es el fruto de todos nosotros que podéis bendecir para todos nosotros.
Pues de la misma manera que tenéis necesidad de los Dioses, también los
Dioses tienen necesidad de vosotros.’
Todos dice: ‘A sí sea.’
La sum a sacerdotisa tiende el plato de pastas al hombre, y el sumo
sacerdote tiende el cuchillo ritual a la mujer. Hombre y mujer bendicen
las pastas y las pasan alrededor, como de costumbre.
EX R itu a les d e P rotección

El ritual de protección más útil y fundamental para los adeptos a la bruje­


ría es el círculo mágico, razón por la cual se traza al comienzo de cada
reunión del conventículo y no se borra hasta que haya terminado. Damos
todos los procedimientos para el trazado y expulsión del círculo en Los
ocho sabbats de las brujas, y en el Apéndice B del presente libro.
Con todo, es importante señalar que la protección no es el único pro­
pósito del círculo en las reuniones del conventículo. De hecho, podría
discutirse que ni siquiera es su principal objetivo. La función principal
del círculo es ‘preservar y contener el poder que vaya a emanar en su
interior’, en otras palabras, sirve para concentrar y amplificar el esfuer­
zo psíquico del grupo. Los brujos y las brujas se reúnen para rendir culto
R it u a l e s d e P r o t e c c ió n 113

y para em itir poder destinado a realizar obras útiles, y con estos objeti­
vos se levanta ‘un límite entre el mundo de los hombres y los reinos de
los Seres Supremos’, una cápsula astral intermedia entre los planos donde
poder levantar el Cono de Poder e impedir que se disperse hasta que
llegue el momento de descargarlo en cumplimiento de la tarea decidida
de antemano. Desde este punto de vista, el círculo es más bien como un
cilindro en el motor de un coche. Si prendemos un periódico empapado
en gasolina, sencillamente arderá, pero con la misma cantidad de gaso­
lina, vaporizada y bajo control, encendiéndose paso a paso en el cilindro,
producirá suficiente energía como para mover un coche durante una
milla o más.
E sta es una diferencia de énfasis respecto al círculo de los magos
medievales. El poder que esperaban ex traer era el de los espíritus
convocados en el Triángulo exterior al círculo, y trazaban el círculo
únicam ente p ara protegerse ellos mismos en un encuentro ta n peli­
groso. C ualquier punto débil que tuviera podría hacerle sa lta r igual
que un pinchazo en el traje de un astro n au ta.
Quienes profesan la brujería no convocan la clase de males que los
magos medievales esperaban controlar como si de domadores de leones
se tratase, invocan a la divinidad, o a veces a los seres elementales de la
naturaleza, estos últimos con cautela pero con sensibilidad, no con una
silla y un látigo. Además, el poder em ana dentro del círculo, por lo que la
contención, más que la exclusión, es su principal función.
Por eso es por lo que los brujos y brujas, en el desempeño de su oficio,
con frecuencia son conscientes de entidades no deseadas ‘interesadas’,
pero cuando surgen tienden a ocuparse de ellas confiadamente, antes
que alterar el énfasis del círculo para hacerlo inaccesible.
Esto no quiere decir que el círculo mágico de la brujería carezca de
una función protectora; constituye, por definición, ‘un escudo contra toda
perversidad y m aldad’, entre otras cosas. Nosotros sugeriríamos que en
la mayoría de las reuniones de trabajo la función protectora (al contra­
rio que la del círculo de los magos) es secundaria.
No obstante, las brujas pueden trazar y trazan círculos protectores
cuando surge la necesidad. Alrededor de la casa por la noche cuando el
plano astral está turbulento, alrededor de las camas cuando un invitado
(a menudo inconscientemente) tiene tendencias vam píricas1, o incluso

1. Por ‘tendencias vampíricas' no queremos decir, por supuesto, que su invitado vaya a
saltar sobre usted por la noche y clavarle unos cinematográficos colmillos en la yugular.
Ix)s adeptos a la brujería y los ocultistas usan el término'vampiro’ para describir a personas
114 E l C a m in o d e l a s B rujas

alrededor de un escritorio cuando hay que realizar un trabajo que re­


quiere una concentración libre de interferencias, etcétera.
Conscientes de ello, es im portante ten er una idea clara de lo que es
un círculo mágico y lo que implica en el plano astral.
En prim er lugar, en realidad no se tra ta de un verdadero círculo sino
de u na esfera, y es así como debe considerarse. El círculo propiam ente
dicho no sería sino su ecuador, la línea por donde la esfera corta el suelo.
Cuando se traza, debe dibujarse un eje vertical en el centro con un arco
sem icircular que corre desde arriba, a través del suelo h asta el lím ite del
círculo que se quiere trazar, continuando por abajo h asta el final. C uan­
do se traza el círculo con una espada o cuchillo ritual, se debe sentir
cómo se em puja este arco sem icircular alrededor como si fuera el borde
de una cortina, construyendo la esfera segm ento a segmento igual que si
se estuviera recomponiendo una n aranja, h asta volver al punto de p arti­
da completando la esfera. Puede sonar algo complicado, pero la Ilu stra ­
ción 3 lo aclarará visualizando una práctica que debe convertirse en algo
autom ático en el trazado de cada círculo.

La m ism a esfera debe ser considerada como un globo resplandecien­


te, tran sp aren te, de un color azul eléctrico o violeta, que brilla con una
línea ígnea del mismo color donde corta el suelo.
En cuanto a las p alabras para el trazado, si el círculo va a ser p u ra ­
m ente protector, se om itirá ‘un muro y protección que preservará y con­
tendrá el poder que vamos a emerger dentro de ti\ puesto que no se va a
convocar ningún poder. En cuanto a convocar a los Señores de las A tala­
que chupan la energía de quienes les rodean. Este vampirismo no tiene por qué ser
necesariamente deliberado, o incluso consciente, y es posible que sólo se trate de una
condición temporal. Por ejemplo, hay ancianos inválidos que son muy propensos a
vampirízar a los niños, y es poco aconsejable que duerman en la misma casa si es que
puede evitarse. Si no es posible, padres ocultistas o brujas prudentes darán los pasos
necesarios para proteger psíquicamente al niño, por ejemplo rodeando su cama con un
círculo. En nuestra opinión, el vampirismo es uno de los primeros fenómenos que uno
aprende a detectar en cuanto desarrolla capacidades psíquicas.
R it u a l e s de P r o t e c c ió n 115

yas, deben omitirse las palabras ‘p ara presenciar nuestro ritos y ’, puesto
que no se va a llevar a cabo ningún rito.
En situaciones que demanden protección (que pueden surgir a menu­
do, por ejemplo en público o en presencia de personas que no son brujas) se
puede trazar un círculo mentalmente, sin que en la mayoría de los casos
haga falta realizar ningún signo o movimiento externo que denote lo que
se está haciendo. Con práctica no resulta difícil. Lo que sí hace falta, como
en los ritos que se representan físicamente, es una gran fuerza de voluntad
y mucha concentración imaginativa. Indudablemente, las acciones físicas
logran facilitar este tipo de concentración, pero no por ello dejará de ser
necesaria siempre, y las operaciones mentales son una buena forma de
desarrollarla. Trazar un círculo mental puede suponer desde un rápido
‘cierre de cremallera’ de la esfera de azul eléctrico a una completa visuali-
zación del ritual completo, incluyendo el olor del imaginado incienso que se
expande alrededor, con la sensación familiar empuñar el cuchillo ritual;
depende de las circunstancias y el tiempo disponible. En una emergencia,
un instantáneo ‘cierre de cremallera’ representado mentalmente con una
emisión de deliberado esfuerzo psíquico puede ser igual de efectivo. Pero si
se dispone de tiempo y la seguridad de que no van a interrumpirle, visualizar
el ritual completo es una excelente disciplina y no hacerlo puede delatar
pereza, lo que debilita el efecto.
Hay una cosa que se debe tener presente siempre al trazar un círcu­
lo protector: asegurarse de incluir a todos los que sean vulnerables y se
encuentren en las cercanías. Si se espera un ataque psíquico del exte­
rior, un círculo que sólo abraza la cama puede proteger al que está acos­
tado, pero el ataque frustrado puede volverse contra un miembro ino­
cente de la familia que se encuentre en otra habitación. O si, como noso­
tros, tiene gallinas y ponies en los edificios anexos, estos pueden recibir
el embate más fuerte del ataque. Por exceso de imaginación o paranoico
que parezca, se tra ta de experiencia práctica que hemos vivido nosotros
mismos y muchas otras personas.

Ritual de los Orificios del Cuerpo


El ritual de los Orificios del Cuerpo es un método consagrado por el
tiempo para la protección psíquica de una persona. En efecto, sirve para
sellar el aura en sus puntos más vulnerables2. Pueden practicarlo los

2. Sobre el sellado del aura, un consejo de Dion Fortune. La heroína de Moon Magic (p.
«4) narra cómo, después de un ataque psíquico, se levantó de la cama y fue a donde
Encendiendo la vela del oeste: La decoración del Tem plo e n fa tiza el cará cter elem en tal
de las A ta la ya s
Altar con las estatuillas de la
diosa y dei dios de Bel Bucea, y
el propio Libro de las Sombras
de Gerald Gardner abierto por
el juramento del Primer Grado

Doreen Valiente junto al‘Hom-


bre Desnudo', un tradicional
lugar de encuentro de Brujas
en el bosque de New Forest
Bajando el sol en nuestro Templo del Jardín
Al bendecir el vino, in mujer sostiene el símbolo activo, el cuchillo ritual, porque suya es
la polaridad positiva en los planos interiores

i
^ i le fcufclt
b ágatyt Uea fafdMpe
i ¿w ac&pt
%u a m ifc f
} Kírt»*)r I411KC tuAájteT .

<r fiM íW
*
i Afpofatj#
g> ¿m4pdc~2-&inivolM $
l> AXTzÚjpA
Ol li ________________

El texto escrito más antiguo de la encantación de ‘Bagahi’ (véase Apéndice B), del
manuscrito del trovador francés del siglo XII Rutebeuf, que se encuentra en la biblioteca
nacional de Paris
Los brujos americanos Oz (a la izquierda) y Wolf (a la derecha) visitando la Lia Fail
(Piedra del Destino), uno de los Cuatro Tesoros de los Tuatha De Danann, en la colina de
Tara, cor.dado de Meath. Con ellos están Janet y la doncella de nuestro conventículo,
Virginia Russel

Relieve tallado en piedra identificado por los arqueólogos como una figura de Cernunnos,
en el cementerio de Tara Hill
Vela y aguja de encantamientos (veáse capítulo XXII, ‘Encantamientos’)
124 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

seguidores de cualquier tradición, sencillamente cambiando los Nom­


bres de Poder. Una vez se lo recomendamos a una amiga cristiana que
era lo bastante sensible como para ser consciente de su vulnerabilidad
frente a un peligro psíquico, y lo utilizó satisfactoriamente en el nombre
de Jesucristo y con agua bendita de la pila bautismal de su iglesia.
Aquí explicamos, naturalm ente, la forma wiccaniana.
El ritual de los Orificios del Cuerpo pueden llevarse a cabo tanto en
solitario como con la pareja asistente. La persona que va a ser protegida
debe estar desnuda por razones prácticas obvias.
En primer lugar, se consagra agua y sal de la forma acostumbrada
(véase páginas 67-68), y se vierte la sal en el agua. Normalmente se
utilizan los mismos nombres del dios y de la diosa que de costumbre,
aunque también se podrán escoger para la ocasión; por ejemplo, si he­
mos escrito algo que puede provocar una reacción maligna, podemos
invocar al dios de los escribas (es decir, el egipcio Thot o el Oghma
Grianaineach celta) con una adecuada diosa compañera (en estos casos,
Isis, Brid o Dana, respectivamente).
Mojar el dedo índice de la mano derecha con la mezcla de agua y sal,
y tocar cada una de las aberturas del cuerpo, diciendo cada vez: 'Queda
sellado contra todo mal.’ Visualizar con fuerza los sellos que se están
creando. Volver a mojar el dedo si es preciso para que cada abertura
reciba la mezcla consagrada.
Los orificios son los siguientes:
En un hombre-. Ojo derecho, ojo izquierdo, oído derecho, oído izquier­
do, ventana de la nariz derecha, ventana de la nariz izquierda, boca,
pezón derecho, pezón izquierdo, ombligo, punta del pene y ano (doce
aberturas en total).
En una mujer: Ojo derecho, ojo izquierdo, oído derecho, oído izquier­
do, ventana de la nariz derecha, ventana de la nariz izquierda, boca,
pezón derecho, pezón izquierdo, ombligo, uretra, abertura vaginal y ano
(trece aberturas en total).
Cualquier pezón suplementario deberá ser sellado también. Son más
comunes de lo que se cree, y normalmente adoptan la forma de minúscu­
los pero auténticos pezones rudimentarios situados en la ‘línea de la
leche’, que transcurre hacia abajo desde los pezones normales. Si cree

habían quedado los restos de la cena en la mesa, ‘se bebió lo que quedaba de leche y comió
un sandwich, pues no hay nada como la comida para cerrar los centros psíquicos’. A la
inversa, por supuesto, el esfuerzo psíquico puede ser menos efectivo con un estómago
lleno.
R it u a l e s d e P r o t e c c ió n 125

tener alguno, un médico le confirmará si se tra ta de uno auténtico o de


un simple lunar. (Naturalmente, en la antigüedad estaban considerados
como incues-tionabl es‘marcas de bruja'y, curiosamente, tanto Janet como
una de nuestras brujas y otro de nuestros brujos tienen todos uno.)
Si se tiene alguna clase de herida o lesión sin curar aún en el cuerpo,
también deberá ser sellada.
Cuando la situación así lo exige y al igual que el trazado del círculo,
el Ritual de los Orificios del Cuerpo se puede realizar m ental y
astralmente, sin movimientos físicos. En más de una ocasión, al creer
Stew art que Jan et podía encontrarse en peligro de un ataque psíquico
m ientras estaba dormida a su lado, realizó todo el proceso mentalmente
por ella, desde la consagración del agua y la sal en adelante, unas veces
en lugar del trazado mental del círculo y otras además del mismo.
Surge la cuestión: ¿Cuándo debe celebrarse el Ritual de los Orificios
del cuerpo en lugar (o además de) del trazado del círculo protector? La
respuesta es: cuando la persona implicada está específicamente siendo
atacada o porque por alguna razón resulta especialmente vulnerable (si
se encuentra cansada o enferma, por ejemplo). También es recomenda­
ble cuando la persona va a salir físicamente de viaje, o a exponer su
cuerpo físico en una situación peligrosa. Una vez más, estamos hablan­
do de una ayuda para la imaginación y la fuerza de voluntad. Un círculo
trazado puede transportarse m ientras se viaja (nosotros hemos trazado
muchas veces un círculo alrededor de un coche en movimiento, por ejem­
plo), pero exige una constante y deliberada visualización. Sin embargo,
al aplicar al propio cuerpo el ritual de protección, automáticamente la
mente acepta que esta protección acompañará al cuerpo a donde vaya,
como una arm adura a medida; de esta manera se logra el mayor efecto
con el menor esfuerzo.

Talismanes
Un talism án no es exactam ente un ritual, aunque su fabricación y
consagración es un acto ritu al, por lo que encajan perfectam ente en
esta sección.
Un talism án es un objeto creado o adaptado con un propósito mágico
determinado, una especie de condensación física portátil de un encanta­
miento que puede transportarse, o llevarlo encima quien quiera benefi­
ciarse de él. Su objetivo puede ser lograr éxito en una actividad específi­
ca o procurarse protección frente a un peligro determinado. Ejemplos
126 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

populares de ambos tipos son la pata de conejo que lleva en el bolsillo un


jugador de cartas para tener suerte, o la medalla de San Cristóbal en el
salpicadero de un coche como protección.
Los verdaderos talism anes mágicos, sin embargo, se suelen hacer a
medida, tanto para el que los usa como para el objetivo deseado. Se dise­
ñan y elaboran para simbolizar con precisión tanto el propósito a que se
destinan como a su beneficiario, y para vincular a ambos. A continua­
ción se consagran mentalizando con fuerza su intención y se llevan (¡igual
que la pata de conejo!) allí donde su efecto sea necesario.
Una forma corriente de talismán se hace recortando dos discos de pa­
pel o pergamino unidos entre sí, de manera que se disponga de cuatro
superficies en las que poder dibujar o escribir símbolos y el conjunto se
pueda cerrar como un libro en un simple disco.
Supongamos, por ejemplo, que Stew art estuviese negociando con un
editor sobre uno de sus manuscritos y quisiera protección contra una
posible artim aña o contra posibles tram pas que se oculten en la letra
pequeña del contrato. (Una suposición puram ente hipotética, nos apre­
suramos a señalar, porque tenemos un excelente agente literario y con-
R i t u a l e s d e P r o t e c c ió n 127

fiamos plenamente en nuestros actuales editores) El diseño de un talis­


mán podría ser como el de la ilustración 4 y llevarse en el bolsillo cuando
vaya a sentarse a negociar los detalles.

El simbolismo es el siguiente:
Cara 1 Nombre de Stewart trazado sobre el cuadrante mágico de
Mercurio, que representa al dios (y planeta) de las Comunicaciones así
como al ingenioso que descubre los ases en la manga.
Cara 2 El nombre de Oghma, el dios celta de la sabiduría y de los
escribas, escrito en la grafía ogharn que se supone inventó.
Cara 3 Primero, la herradura apuntando hacia abajo, símbolo de los
herreros y herradores que siempre fueron considerados como magos
naturales. Sólo ellos tenían permitido mostrar las herraduras apuntan­
do hacia abajo para verter su poder sobre las forjas. (Los herreros toda­
vía clavan herraduras en la puerta de sus fraguas de esta forma.) La
‘forja’ de Stew art es, por supuesto, su máquina de escribir, por lo que en
este símbolo la herradura tradicional vierte su poder sobre las letras del
teclado de una máquina de escribir.
Cara 4 La pluma roja de Ma’at, la diosa egipcia de la justicia y de la
honradez. Por un feliz simbolismo doble, puede considerarse también
como la pluma de ave, emblema tradicional del escritor.
Nuestro diagram a está en blanco y negro, pero podrán utilizarse tin­
tas de colores para mejorar el simbolismo. Por ejemplo, la Cara 1 podría
ser naranja, el color cabalístico de Hod/Mercurio. La Cara 2 podría ir en
verde, pues Oghma Grianaineach es el aspecto celta irlandés del dios de
los escribas. La cara 3 debería ir en negro, el color del hierro y de las
cintas de las máquinas de escribir. Y la cara 4, por supuesto, en rojo, el
color de la pluma de Ma’at.
En caso de que alguien se queje porque este talismán mezcla símbo­
los romanos, celtas, egipcios, astrológicos, cabalísticos con los de la tec­
nología moderna, responderemos ¿y qué? Nunca mezclaríamos un siste­
ma de símbolos en un ritual de esta manera, pero un talismán es algo
personal, y en este caso lo que importa son las propias resonancias de
Stew art con los símbolos escogidos por él. Si a él le parece bien este
conjunto particular de símbolos, es toda la justificación que necesita.
(Como brujo, además, debería sentirse feliz porque invoca a la vez el
aspecto del dios y el de la diosa.)
Los cuadrados mágicos de los planetas son muy útiles para diseñar
talismanes, porque, como en el ejemplo anterior, un nombre personal
puede estar directamente vinculado con alguna cualidad de un planeta
128 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

determinado. Estos cuadrados están hechos con cuadrados más peque­


ños, como un tablero de ajedrez, con números encerrados en ellos. He
aquí los siete cuadrados:

4 14 15 1
9 7 6 12
1 6 5 11 10 8
16 2 3 13
SATURNO

JUPITER

11 24 7 20 3 6 32 3 34 35 1
4 12 25 8 16
7 11 27 28 8 30
17 5 13 21 9
19 14 16 15 23 24
10 18 1 14 22
18 20 22 21 17 13
23 6 19 2 15
25 29 10 9 26 12
MARTE
36 5 33 4 2 31
22 47 16 41 10 35 4
SOL
5 23 48 17 42 11 29

30 6 24 49 18 36 12

13 31 7 25 43 19 37

38 14 32 1 26 44 20

21 39 8 33 2 27 45

46 15 40 9 34 3 28

VENUS
R it u a l e s d e P r o t e c c ió n 129

8 58 59 5 4 62 63 1

49 15 14 52 53 11 10 56

41 23 22 44 45 19 18 48

32 34 35 29 28 38 39 25

40 26 27 37 36 30 31 33

17 47 46 20 21 43 42 24

9 55 54 12 13 51 50 16

64 2 3 61 60 6 7 57

MERCURIO

37 78 29 70 21 62 13 54 5

6 38 79 30 71 22 63 14 46

47 7 39 80 31 72 23 55 15

16 48 8 40 81 32 64 24 56

57 17 49 9 41 73 33 65 25

26 58 18 50 1 42 74 34 66

67 27 59 10 51 2 43 75 35

36 68 19 60 11 52 3 44 76

77 28 69 20 61 12 53 4 45

LUNA
130 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

En cada cuadrado, los números de cada fila, vertical u horizontal,


suman el mismo total. Estas sumas son para Saturno 15, para Júpiter
34, para M arte 65, para el Sol 111, para Venus 175, para Mercurio 260 y
para la Luna 369.
En muchos libros aparecen, junto a los cuadrados, otros símbolos
planetarios útiles en la fabricación de talismanes; por ejemplo en The
Magus, de Barret, que se publicó en 1801 y ha sido reeditado en la ac­
tualidad. The Magus, un fascinante compendio de magia ceremonial
talismánica, incluye una sección entera dedicada a la magia de los talis­
manes. El libro más fácil de conseguir sobre el tema es el de Israel
Regardie, How to Make and Use Talismans, uno de los opúsculos de la
serie Paths to Inner Power.
Por cierto, hay un error en la versión de B arrett del Cuadrado de
Venus que Regardie, desgraciadamente, repite. El tercer número desde
la izquierda en la segunda fila debe ser 48 y no 43; se puede confirmar
sumando el total de las filas.
Los nombres se transforman en sellos mágicos convirtiendo las letras
en números y después trazando una línea continua de número a número
sobre el cuadrado mágico escogido. He aquí una tabla de conversión:

1 2 3 4 5 6 7 8 9

A B C D E F G H I

J K L M N 0 P Q R

S T U V W X Y z

Según nuestro ejemplo, el nombre STEWART FARRAR se convierte


así en 1255192619919.
Otro libro útil para fabricar talism anes es 777 de Crowley; sus volu­
minosas tablas de correspondencias pueden ser muy útiles para selec­
cionar símbolos que expresen los conceptos que se deseen formular.
Se puede hacer un talism án tan complicado o tan sencillo como se
quiera; la antigua regla básica exige que el objeto final debe ‘adecuarse’
a uno mismo. Pero en el caso de los talismanes, hay una ventaja en su
complicación; la investigación, la habilidad de pensamiento y el diseño
intervienen ayudando a enraizar el propósito del talism án firmemente
R it u a l e s d e P r o t e c c ió n 131

en la mente, y a acumular una vigorosa forma del pensamiento, que es


realm ente lo que funciona; un talism án físico es, como si dijéramos, una
boya a la que el pensamiento-forma puede am arrarse.
Una vez que el talismán está completado, debe consagrarse. Sugeri­
mos la forma elemental de consagración de las páginas 72-73.

Protección de una casa

La mejor protección psíquica de una casa consiste en habitarla con una


atm ó sfera p síquica sa n a (a p a rte de se r siem pre deseable) que
automáticamente contrarresta todas las influencias externas gracias al
efecto bumerán. (Véase página 41.) Siempre hay que tener presente la
regla ocultista básica: ‘A lo único que hay que temer es al mismo miedo.’ La
mejor armadura psíquica del mundo consiste en tener una confianza tran­
quila; y una casa que está infectada por el miedo, por tensiones personales
u otras actitudes negativas no tarda en ser vulnerable a las infecciones
externas. Un hombre acatarrado es más susceptible de coger una neumo­
nía que uno sano, y el mismo principio se aplica en todos los niveles.
Dicho esto, en principio no hay nada malo en erigir barreras psíquicas
con un propósito determinado alrededor de su casa, o como defensa especí­
fica en un momento dado contra un peligro posible; igual que un hombre
sano toma precauciones razonables para no acatarrarse, sin que por ello
pueda ser acusado de paranoico.
La forma real del ritual de protección que vaya a usarse dependerá de
varias cosas pero tendrá que ser hecho siempre a la medida de la situación
particular; así pues, no nos proponemos ofrecer uno detallado, sino sólo
sugerir unos cuantos métodos mágicos básicos que se pueden adaptar, com­
binar y desarrollar de manera que se ajusten a su propia idea de lo que
debe ‘quedar perfecto’.
El método más simple de todos es, por supuesto, el círculo mágico alre­
dedor de la casa. Para infundirle la fuerza necesaria se trazará realmente,
antes que mentalmente, si es posible, y utilizando herramientas mágicas
propias. Si tiene la suerte de vivir en una casa no adosada, podrá caminar
a su alrededor, por el exterior, para trazarlo. Si vive en una casa adosada o
en un piso, podrá rodear el perímetro interior, pero proyectando mental­
mente el círculo hacia la parte exterior de las paredes.
Hay que tener en cuenta que el círculo mágico es una medida tempo­
ral, a menos que se m antenga deliberadamente. El círculo de un conven­
tículo se m antiene firmemente gracias al ritual que se celebra en su
interior y a la conjunción mental de sus miembros; y se expulsará cuan­
132 E l C a m in o d e la s B ru ja s

do la reunión se disperse, pues h asta ese momento la conciencia de ‘no


haberse desvanecido aú n ’ tiene en sí misma un efecto de m antenim iento
psicológico. Un círculo ‘desatendido’, sin embargo, se desvanece espon­
táneam ente conforme pasan las horas. La opinión general es que su vida
m edia alcanza unas veinticuatro horas.
Por consiguiente, para que tenga un efecto duradero se necesita algo más.
La diferencia es básicamente psicológica (y por tanto mágica); uno sabe que
intenta que la protección sea efectiva durante una semana o un mes, o el tiem­
po que sea, y el mero hecho de que se está utilizando una técnica que persigue
esa intención, y que por tanto no es expresamente la misma que la de un círculo
mágico normal, ayuda a establecer en el plano astral su expectativa de vida
deseada.
U na buena form a de em pezar consiste en consagrar agua y sal,
mezclarlos y d ar la vuelta a la casa rociando los antepechos de las ven­
tanas, la chim enea, el extractor y el escalón de la pu erta exterior. Mien­
tra s se hace, hay que decir: ‘Ningún mal puede entrar aquí’, y visualizar
cómo cam bia la realidad astral del lugar (como si dijéramos, su estruc­
tu ra m olecular a stra l) p ara a ju sta rse a los nuevos requerim ientos.
Hágalo reuniendo toda la fuerza de voluntad que pueda.
A continuación, dé la vuelta por todos esos sitios de nuevo con el
cuchillo ritu al en la m ano y mirando hacia ellos haga el Pentagram a de
Expulsión de la T ierra (véase Ilustración 5). M ientras lo hace, declare:
‘¡Vuélvase atrás todo m a lP

2,7

1,6 3

3. C onviene recordar que un Pentagram a de Expulsión de la Tierra, fuertem ente


representado mentalm ente y unido con la también potente orden mental '¡Vete!', e s una
de las respuestas más sencillas y efectivas ante una amenaza psíquica o una entidad
astral no deseada. Recomendamos a nuestros propios brujos y brujas practicarlo hasta
que se convierta en un reflejo condicionado ante sem ejantes situaciones. La primera vez
que uno de ellos la puso en práctica, estaba soñando tan vivida y conscientem ente que se
dio cuenta de que se estaba proyectando astralmente; se vio a sí mismo rodeado por
‘varias entidades inm undas’ de apariencia desagradable. Lanzó su Pentagram a de
R it u a l e s d e P r o t e c c ió n 133

Los objetos o símbolos físicos que expresan la idea de custodia coloca­


dos en lugares adecuados pueden ayudarle a erigir una conciencia de pro­
tección constante. Por ejemplo, nosotros hemos puesto un pentagrama de
acero inoxidable en la puerta de nuestro templo y un pentagrama transpa­
rente de colores en la ventana; fueron colocados allí porque son atractivos
y adecuados, no por ansiedad, pero mejoran la atmósfera de seguridad del
templo. Si sintoniza con los símbolos egipcios, una imagen deAnubis sobre
la puerta es tremendamente efectiva. Etcétera.
Insistiremos una vez más, lo que funciona es la constitución de una
forma de pensamiento en los planos astral y m®~tal; cualquier objeto
físico no es más que ‘una boya a la que se am arra esa misma forma de
pensamiento’, y hay que tenerlo bien presente m ientras se trabaja.
Una de las boyas de amarre físicas más tradicionales es la botella de
bruja enterrada bajo el escalón de la puerta (no es tan fácil en un piso de la
ciudad o en una entrada de cemento, pero se puede asegurar sobre o junto
el marco de la puerta con el mismo efecto mental y astral). Estas botellas
fueron empleadas durante siglos para muchas cosas, y se llenaban con
infinidad de substancias, desde exóticas a nauseabundas. Para el propósi­
to de protección doméstica que nos atañe, sugerimos llenar la botella con
una pequeña colección de hierbas que según la tradición poseen propieda­
des protectoras y a continuación sellarla herméticamente. Podría conte­
ner, por ejemplo, lo siguiente. (Proporcionamos también los nombres lati­
nos porque son universales, mientras que los nombres locales suelen va­
riar; acónito, por ejemplo, se llama napelo, ‘capucha de fraile' o cohete azul
según el lugar, pero Aconitum napellus siempre lo identifica.)
Siempreviva mayor (Sempervivum tectorum) contra los rayos.
Ajo (Allium sativum) contra el vampirismo psíquico.
Hipérico (Hypericum oerforatum) contra los ‘fantasmas, demonios,
trasgos y rayos’ o demonios en general; su antiguo nombre latino era
Fuga daemonum a causa de su reputación.
Poleo (Mentha pulegium) contra el ‘mareo’ y la histeria, es decir, la
desorientación mental o las alucinaciones.
Fum aria (Fumaria officinalis), que en el lenguaje de las flores de

Expulsión ante ellos y les ordenó que se marchasen (con una frase más contundente que
esta). Todos se desvanecieron y dejaron de molestarle. Todavía se pregunta sobre este
inesperado simbolismo. Con mucha frecuencia, estas respuestas sencillas son más
poderosas que las complicadas. Una de las favoritas de Janet, cuando se enfrenta a un
problema urgente a! que no puede encontrar respuesta, consiste en imaginarse a la diosa
y gritar '¡Socorro!' Ha funcionado una y otra vez.
134 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

la época victoriana significaba ‘te he expulsado de mis pensam ien­


tos’; no hay ningún mal en añad ir un toque de humor.
Endrino (Prunus spinosa), una de las plantas de la diosa en su as­
pecto oscuro y protector.
Roble alb ar o carballo (Quercus robur o Quercus petraea) y el
acebo (Ilex aquifolium), que simbolizan los aspectos del dios del año
m enguante y el año creciente, para equilibrar el endrino, y tam bién
para expresar la idea de protección a lo largo de todo el año.
Una pequeña investigación en la literatura del herbalismole ayuda­
rá rápidamente a hacer una lista adecuada según sus propias necesida­
des. Por ejemplo, si su orientación es celta, podría venir bien una botella
que contuviese las siete hierbas sagradas de los druidas: muérdago
(Viscum álbum), verbena (Verbena ofíicinalis), beleño negro (Hyoscyamus
niger), primavera (Prímula vulgaris), pulsatila (Anemone pulsatilla), tré­
bol (Trifolium pratense) y acónito (Aconitum napellus).
Hay que destacar que el beleño negro y el acónito son ambas plantas
venenosas; en una botella sellada son inofensivas, pero no deberán utili­
zarse medicinalmente excepto bajo la supervisión de un experto.

De plantas a animales: en su libro The Door Marked Summer (p. 34), el


inteligente autor, cómico e investigador de lo paranormal y lo psíquico,
Michael Bentine, nos proporciona una útil información que nosotros mis­
mos podemos confirmar por experiencia. ‘Ningún gato o perro que se pre­
cie o, para lo que nos trata, ningún animal doméstico permanecerá más
que unos in.stantes donde se estén produciendo “escarceos con el Diablo” u
otras prácticas negativas; y rápidamente abandonará la escena del cri­
men. Cuando estoy explorando el campo de fuerza paranormal me gusta
tener cerca un animal para que me confirme la existencia del peligro cuan­
do algo negativo entra en el foco de poder con el que estoy sintonizando.
Esto lo aprendí de mis padres, que siempre agradecieron la presencia de
un perro o un gato cuando llevaban a cabo sus investigaciones.’
Esta utilización por los adeptos a la brujería de mascotas como radar
psíquico es más importante que algunas de las extrañas funciones que
el folclore les atribuye.
A propósito, The Door Marked Summer debería situ arse muy alto
en la lista de lecturas recom endadas p ara los adeptos a la brujería;
se tra ta de una obra reciente y rigurosa, una mina de información
útil de experiencias de prim era mano en el campo global de lo psí­
quico. O tra atinada cita del libro (p. 36) sobre el tem a de la defensa:
‘Las fuerzas negativas o m alignas aborrecen el sonido de la risa au ­
R it u a l e s d e P r o t e c c ió n 135

téntica, no la mezquina, sarcástica o despreciativa, sino las m aravi­


llosas carcajadas del vientre que sacuden el plexo solar y expulsan
la oscuridad del alma. El odio, en particular, se disuelve in sta n tá ­
neam ente en presencia de una buena risotada.’ (Lo que convierte a
Bentine en un cruzado contra las fuerzas oscuras.)

Todos estos métodos mágicos de protección son herramientas útiles cuan­


do se necesitan, pero ningún brujo debería volcarse adoptando todas las
precauciones para la defensa psíquica. Los adeptos paranoicos, inclinados
a la hipocondría psíquica, resultan de escasa utilidad tanto para sí mismos
como para los demás. La conciencia de un posible peligro psíquico deberá
siempre equilibrarse gracias a una auto-confianza tranquila, incluso ale­
gre. Una armadura es muy útil ocasionalmente, pero llevarla las 24 horas
del día evita que el sol y el aire entren en contacto con la piel.
Nunca podremos insistir suficientemente en ello: lo único que hay
que temer es el mismo miedo.
Y finalmente, para un estudio más profundo sobre el tema, el libro
de Dion Fortune, Psychic Self-Defence, debería ser lectura obligada para
todos los brujos y ocultistas.
X Un R itu a l en la C osta

Como ya señalamos en Los ocho sabbats de las brujas, la novela de Dion


Fortune, The Sea Prietess, es una auténtica mina de oro en lo que se
refiere a m aterial para diseñar rituales. En nuestro libro, utilizamos un
pasaje de su novela como parte de nuestro ritual de compromiso nup­
cial, que en opinión de mucha gente es emocionante y muy oportuno.
He aquí un ritual para su celebración en la costa que hemos basado
en varios acontecimientos de The Sea Prietess. La novela se puede con­
seguir en dos ediciones, el texto íntegro encuadernado en tapas duras y
un libro de bolsillo abreviado (véase Bibliografía para los detalles). Los
pasajes que hemos extraído para nuestro ritual se encuentran en las
páginas 189-90,214, 217-20 y 315 de la edición en tapas duras, o en las
U n R it u a l e n l a C o s t a 137

páginas 102-3,118,121-4 y 173 en la de bolsillo. Pensamos que todos los


adeptos a la brujería deberían estudiar este libro, que ha tenido un pro­
fundo efecto en muchas personas, al completo.
Como en nuestro ritual de compromiso, utilizamos este m aterial con
la amable autorización de la Sociedad de la Luz Interna, que posee los
derechos de las obras de Dion Fortune, y repetimos lo que dijimos enton­
ces: ‘Por supuesto, la responsabilidad por el contexto en que aparecen
los pasajes es enteram ente nuestra y no de la Sociedad. De todos modos,
estamos seguros de que si la difunta señorita Fortune pudiese estar con
nosotros, contaríamos con su bendición.
En su carta de autorización, la Sociedad nos pidió que dijéramos
‘que Dion Fortune no era una bruja, que no tuvo ninguna conexión con
ningún conventículo y que esta Sociedad no está de ninguna forma aso­
ciada con el Arte de la brujería.’ Nosotros accedimos a su requerimiento,
y cuando se publique este libro, les mandaremos un ejemplar con nues­
tro agradecimiento y con la esperanza de que les haga reflexionar acer­
ca de si la filosofía wiccaniana es tan diferente a la de Dion Fortune (a
quien los adeptos a la brujería respetan sobremanera), como parecen
imaginar. Con toda simpatía, debemos adm itir que a veces nos pregun­
tamos si la Sociedad no se ha alejado más de la corriente principal de la
enseñanza de Dion Fortune que los mismos brujos. Pero eso, natural­
mente, es problema suyo.
Indispensable en este ritu al es el fuego de Azrael, que consta de
tre s m aderas, cedro, sándalo y enebro. Azrael es el Ángel de la Muer­
te, aunque en su aspecto favorable d e ‘el Consolador, el Confortador’,
el psicopompos que facilita la transición desde la encarnación corpo­
ral a Sum m erlands. Su Fuego no es funerario, sino un medio de cla­
rividencia hacia el pasado, en p articu lar el pasado del lugar en el
que arde. Vivían Le Fay M organ explica su propósito a Wilfred
Maxwell en The Sea Prietess (edición de tap as duras, p. 133, en libro
de bolsillo p. 66):‘Ella me preguntó si algún día me gustaría ver en
las b rasas del fuego de Azrael. Yo le pregunté qué quería decir; y me
contestó que si uno encendía un fuego con ciertas m aderas y escudri­
ñaba en sus ascuas cuando se extinguían las llamas, vería en ellas el
pasado que estaba m uerto. Lo harem os, dijo, algún día, y entonces
veremos todo el pasado de las profundidades de alta m ar y la tierra
baja de los pantanos reconstruirse a sí mismo.’
La respuesta clarividente al fuego de Azrael depende de la persona,
así que discutirlo aquí podría crear prejuicios en la mente de quien trate
de experimentarlo. Sin embargo, también puede utilizarse como un foco
138 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

de invocación, como hacen Morgan y luego Molly en The Sea Prietess,


característica por la que lo hemos incorporado a nuestro ritual.
Por cierto, con frecuencia elaboramos un incienso basado en el fuego
de Azrael, mezclando briznas de sándalo, aceite de cedro y bayas de ene­
bro machacadas. Nos parece muy gratificante, pero una vez más, deja­
mos y alentamos al lector para experimente en sus propios diseños. (Véase
nuestra receta en la p. 346.)
No hay razón, por supuesto, por la que este ritual costero no se pue­
da realizar encendiendo un fuego de otra madera cuando resulta difícil
conseguir suficientes cantidades de cedro, sándalo y enebro. El signifi­
cado de la invocación es el mismo, y la representación tendrá el mismo
efecto psíquico. Sin embargo, el fuego de Azrael tiene algo especial que
vale la pena descubrir por uno mismo, y por esa razón proponemos el
que nos parece ideal.
Se puede encontrar más información sobre el fuego de Azrael, sus
m ateriales y empleo, en The Sea Prietess, páginas 136-40, 143-7, 154,
185-6, 288-9, 302-3 y 311 en la edición de tapas duras y en las páginas
68-70, 75,99-100 y 155-7 de la edición de bolsillo.
Pero volvamos al ‘significado de la invocación1, con o sin el fuego de
Azrael. Su objetivo es invocar a Isis Desvelada por medio de Isis Velada.
Isis Velada es la naturaleza revelada, que es el vestido de la diosa. Isis
Desvelada es la custodia de los Misterios Interiores. En el Tarot, Isis
Velada es la Emperatriz, e Isis Desvelada es la Suma Sacerdotisa. La
luna y el m ar evocan la superposición de los dos aspectos; hasta cierto
punto esta zona fronteriza está simbolizada en la baraja del Tarot por el
Astro, que siempre aparece como una mujer desnuda acompañada de la
Naturaleza y el Cielo que, significativamente, se arrodilla sobre la costa
vertiendo su influencia tanto en el agua como en la tierra. Así pues, al
celebrar nuestro ritual en una costa a la luz de la luna sintonizamos con
esta misma frontera y entramos en ella psíquicamente para penetrar
más allá.
Insistimos en que el ritual que proponemos es el ideal. No siempre
será posible cumplir todos sus requisitos: una playa solitaria coincidien­
do con la luna llena reflejada en el agua durante la marea creciente, por
no hablar de una cálida noche. Así que no incluiremos las palabras ‘pre­
feriblemente’ o‘si es posible’ en cada frase. Cuantos más elementos idea­
les se puedan lograr, mejor, pero todo adepto a la brujería sabe que in­
cluso un ritual improvisado (siempre que sea porque resulta inevitable
y no por mera pereza) puede tener resultados alentadores si se lleva a
cabo con el espíritu adecuado.
Un R itu a l en la C o s ta 139

Una cosa que siempre se puede cumplir y que vale la pena: que cada
uno se aprenda sus palabras de memoria, más que nada porque leer al
aire libre a la luz de la luna resulta muy difícil de hacer. Para facilitar
las cosas (y tam bién para que todos participen de m anera activa, por
poco que sea), hemos dividido las declamaciones en prosa entre varios
miembros del conventículo.
U na advertencia algo cínica: aquellos brujos que tengan horror a
‘contam inarse’ con nombres cabalísticos o egipcios (véase nota 3, p. 312)
harán mejor en evitar este ritual, porque Dion Fortune utilizó ambos.
Por n uestra parte, los encontramos en perfecta armonía con el estilo del
rito, así como con el espíritu de la Antigua Religión.

La Preparación
Búsquese una extensión de playa tan solitaria como sea posible, donde
la m area suba regularm ente y no de golpe. Se puede estudiar las tablas
de las m areas y observarlas in situ para saber con exactitud cuándo
subirá h asta cubrir el lugar escogido para hacer el fuego, que puede
estar sobre la mism a arena o sobre un lecho de rocas conveniente, siem­
pre que las olas no salpiquen demasiado.
Escoja una noche en que la m area suba a una hora conveniente, y
dispóngalo todo para empezar el ritual una hora o más antes de que el
agua llegue h asta el fuego. La luna deberá estar tan cercana a la fase de
luna llena como sea posible.
Resulta poco probable que se pueda celebrar un ritual en desnudez
incluso cerca de una fogata a menos que la playa sea totalm ente privada
y la noche muy cálida. (Se pueden llevar trajes de baño, bañadores o
bikinis.) De m anera que la suma sacerdotisa, como los demás, irá proba­
blemente vestida. Los colores adecuados son un vestido plateado con
una capa azul oscuro.
Además de m adera para el fuego y medios para encenderlo, los úni­
cos m ateriales o utensilios necesarios son un cáliz para el vino, algo de
‘com ida-lunar’, de color blanco, y un cuchillo ritual para consagrarlos. El
m enú-lunar de Dion Fortune consistía en ‘cuajada de almendras, como
la que se hace en China, vieiras en sus conchas y unos pequeños pasteles
de miel en forma de media luna, como los mazapanes, para postre, todos
de color blanco. E sta curiosa cena pálida estaba realzada por un gran
montón de granadas.’ (The Sea Prietess, edición en tapas duras p. 204,
«‘(lición de bolsillo p. 111.) No obstante, la comida lunar escogida depen­
derá del gusto, las posibilidades y la imaginación.
140 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Finalmente, los perros son sagrados para la diosa de la luna, así que
si los tienen y se puede contar con ellos para que anden cerca, llévelos
(con su propia comida), pero no exija nunca una disciplina rígida por
parte de los anim ales en un ritual: la diosa nunca lo haría.

E l Jtíuual

La sum a sacerdotisa se retira tan lejos del conventículo como razonable­


mente pueda, m ientras todavía vea y oiga lo que pasa. Si puede escon­
derse detrás de una roca o a la vuelta de un risco o una duna, tanto
mejor. En cualquier caso, el conventículo la ignorará hasta que llegue el
momento de acercarse.
El conventículo prepara el fuego de Azrael en el lugar escogido. Cuan­
do todo está dispuesto, el sumo sacerdote y la doncella se sitúan frente a
frente con la hoguera todavía apagada en medio, en una línea paralela
al borde del mar. El resto del conventículo formará un semicírculo de
cara al fuego y al mar.
La doncella dice:
A
‘ léjaos de nosotros, Oh, vosotros, profanos, pues vamos a invocar el
descenso del poder de Isis. Entrad en su templo con las manos limpias y
el corazón puro, no sea que profanemos la fuente de la vida.’
Un brujo hombre dice:
Aprended ahora el secreto de la malla que está tejida entre la luz y la
oscuridad, cuya urdimbre es la vida desarrollándose en el tiempo y el
espacio, y cuya trama está hilada con las vidas de los hombres.’
Una mujer bruja dice:
‘Mirad cómo salimos del amanecer del tiempo desde el gris y brumo­
so mar, y cómo con el crepúsculo nos sumergimos en el océano occidental,
y cómo las vidas de un hombre están ensartadas como perlas en el hilo
de su espíritu, pero nunca, en todo su viaje, va solo, pues el solitario es
infecundo.’
Un brujo hombre dice:
A
‘ prended ahora el misterio de los flujos y reflujos de las mareas. De
lo que es dinámico en su exterior y latente en su interior, porque lo que
está arriba, es como lo que está abajo, pero de otra manera.’
Una mujer bruja dice:
‘En los cielos, nuestra Señora Isis es la Luna, y los poderes de la luna
son sus poderes. También es la sacerdotisa de la estrella de plata que se
levanta desde el mar oscuro. Suyas son las magnéticas mareas lunares
que gobiernan los corazones de los hombres.’
U n R itual en ijv C osta 141

Un brujo hombre dice:


‘En su interior es todopoderosa. Es la reina del reino del sueño. Todas
las fuerzas invisibles son suyas, y ella gobierna todas las cosas antes de
que lleguen a nacer.’
Una mujer bruja dice:
‘A sí como gracias a Osiris, su consorte, la tierra crece verde, así la
mente del hombre concibe a través de su poder.’
El sumo sacerdote dice:
‘Enseñemos a todos en un rito la naturaleza dinámica de la Diosa,
para que las mentes de los hombres puedan ser tan fértiles como sus
campos.’
La doncella gira para mirar hacia la tierra, y levanta hacia arriba los
brazos diciendo:
‘Alejaos de nosotros, Oh, vosotros profanos, pues la revelación de la
Diosa está cerca.’
Entonces la doncella camina en sentido de las agujas del reloj alrede­
dor del fuego y se une al sumo sacerdote. Se enciende el fuego de Azrael.
Cuando arda satisfactoriamente, el conventículo y la doncella se sientan
formando un semicírculo. El sumo sacerdote permanece de pie.

‘Oh, tú, que existías antes de que se formara la tierra;


Rea, Binah, Ge.1
Oh, mar sin mareas, silencioso, infinito, amargo,
yo soy tu sacerdote; contéstame.
‘Oh, arco del cielo arriba y tierra abajo,
Que otorgas la vida y la muerte,
Perséfone, Astarte, Ashtoreth,
Yo soy tu sacerdote; Oh, contéstame.

1. Rea, un nombre pre-clásico cretense, es la diosa primordial griega, la madre de Zeus,


ha profunda cueva donde se dice que parió a Zeus y le escondió de su celoso padre, Cronos,
puede todavía visitarse en las montañas de Creta. Binha es lasephira Madre Sobrenatural
del Árbol de la Vida, que recibe la energía pura de Chokmah, el Padre Sobrenatural, y le
da forma; la palabra hebrea significa‘Entendimiento’. Ge es la palabra griega que significa
Tierra, y se refiere también a la misma Diosa de la Tierra. The Sea Prietess dice siempre
‘Fia’ en lugar de ‘Rhea’. Ea era el Dios del elemento Agua y del conocimiento supremo en
la civilización asirio-babilónica. Dion Fortune pudo decidir más tarde que un nombre de
dios masculino, aunque apropiado elementalmente, no encajaba en este poema dedicado
a la diosa, porque en su siguiente obra, Moon Magic (donde aparecen varios versos del
poema) lo cambió por ‘Rhea’. En nuestro ritual de la diosa hemos seguido su ejemplo.
142 E l C a m in o d e l a s B ru jas

'¡Oh, dorada Afrodita, acude a mí!


Flor de la espuma, surge del amargo océano.
La hora de la marea de la luna llena se acerca,
Escucha las palabras de la Invocación, escucha y aparece,
Isis Desvelada, y Rea, Bina, Ge.
Yo soy tu sacerdote; Oh, contéstame.

‘Oh, Isis, velada en la tierra, cuyo brillo es claro,


En el alto cielo, se acerca la luna llena,
Escucha las palabras de la invocación, escucha y aparece,
Sha d d a i el Chai,2y Rea, Binah, Ge.

En el últim o verso, el sumo sacerdote levanta y abre sus brazos


hacia arriba.
La sum a sacerdotisa emerge de su escondite y cam ina h asta el borde
del agua frente a) fuego, siguiendo h a sta que el agua cubra sus pies3.
Levanta y abre los brazos por un momento m ientras m ira hacia el mar;
a continuación los baja y se vuelve, y cam ina lenta y m ajestuosam ente
hacia el fuego. Cuando llega h a sta él, se detiene m irando hacia el sumo
sacerdote por encima de las llam as.
El sumo sacerdote baja los brazos y se inclina ante ella.
La sum a sacerdotisa alza los brazos en una curva como los Cuernos
de Isis (que representan la luna creciente) con las palm as de las manos
hacia dentro. Así los m antiene m ientras canta:

Yo soy la que antes de que se form ara la tierra


Era Rea, Binah, Ge.
Soy ese m ar silencioso, infinito, amargo,
De cuyas profundidades m ana eternamente la vida.

Astarte, Afrodita, Astoreth,


Que otorga la vida y la muerte;
Hera en el Cielo, Perséfone en la Tierra;

2. Pronunciado ‘Saddaíh el C haih’, Shaddai el Chai, o Shaddai el C haiim {‘Señor


Supremo de la Vida' de ‘de las V idas’), es el aspecto divino del sephira Yesod en el
Arbol de la Vida en el Mundo de Atziluth; o, sen cillam en te, la función lunar del
últim o Principio de la Vida.
3. Desnuda, o con traje de baño o bikini, puede, por supuesto, ir más allá y salir realmente
del mar; de esta forma resulta más espectacular.
Un R i t u a l en l a C o s ta 143

Levanah de las mareas y Hécate,


Todas soy yo, y a todas represento.

Yo soy ese mar silencioso, infinito, amargo.


Mías son las mareas, que me obedecen.
Mareas de los aires, mareas del interior de la tierra,
Las silenciosas, secretas mareas de la muerte y el nacimiento.
Las mareas de las almas de los hombres, de los sueños, y del destino;
Isis Velada, y Rea, Binah, Ge.

4Se acerca la hora de la luna llena;


Oigo las palabras de invocación, oigo y aparezco;
Isis Desvelada y Rea, Binah, Ge.
Acudo al sacerdote que me ha llamado.'

Terminada la canción, sin prisa, el sumo sacerdote se arrodilla, y la


suma sacerdotisa baja los brazos. El conventículo, que estaba sentado,
se arrodilla. Moviéndose en sentido de las agujas del reloj, la suma sa­
cerdotisa camina alrededor y va poniendo ambas manos sobre las cabe­
zas de todos los presentes empezando por la del sumo sacerdote. Cuan­
do se aleja de cada miembro del conventículo, él o ella vuelve a sentar­
se. (Si hay perros los bendice de la misma manera, pero acariciándoles
o dándoles palm aditas para relajarlos.) Finalmente, se sienta mirando
hacia el sumo sacerdote a través del fuego.

El sumo sacerdote dice:


‘Comulgemos ahora con los secretos del fuego.’
Todo el conventículo, incluyendo la suma sacerdotisa, miran con fi­
jeza en el fuego y hablan de lo que ven. La suma sacerdotisa dirige esta
parte del ritual, animando y tranquilizando si es necesario.
Cuando ella crea que ya ha pasado tiempo suficiente, pide la comida
lunar, que es servida y compartida, como el vino, después de consagrar­
los de la m anera acostumbrada por ella misma y por el sumo sacerdote.
Se aparta un poco de comida.
El conventículo sigue junto al fuego hasta que el flujo de la marea lo
apaga. Cuando está completamente apagado, la suma sacerdotisa dice:
‘Consummatum est. Aquellos que han recibido la Llamada de Isis
han logrado la apertura de las puertas de la vida interior. Para ellos las
mareas de la luna subirán y bajarán y subirán y nunca se detendrán en
su ritmo cósmico.’
144 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

El sumo sacerdote le lleva la comida que ha sido apartada, y ella la


arroja en el agua como ofrenda al mar.
Finalmente la suma sacerdotisa extiende los brazos sobre el mar.
Tras un momento vuelve a bajarlos y se vuelve, y ella y el sumo sacerdo­
te encabezan el conventículo alejándose.
El Camino
Wiccaniano
X I L a R a c io n a lid a d de la B ru jería

Los adeptos a la brujería no son ni locos ni irracionales ni supersti­


ciosos. Viven en el siglo XX, no en la Edad Media, y lo aceptan sin
reservas; si tienden a tener un sentido más agudo de la continuidad
histórica y una proyección temporal mayor que la mayoría de la gen­
te, esto hace que su conciencia del presente sea más vivida, y no
menos. Muchos brujos son científicos y técnicos y, según nuestra ex­
periencia, a menudo muy buenos. Si la brujería moderna no tuviese
una exposición racional coherente, esas personas estarían dejándose
llevar por algún tipo de esquizofrenia que habría inundado por com­
pleto sus vidas particularm ente felices. Por nuestra parte nunca he­
mos visto signos de ello.
Páginas del
Libro de las Sombras
Más rituales
wiccanianos
148 E l C a m in o d e la s B r u ja s

La brujería moderna tiene una lógica, y una muy coherente. Puede


que esto sorprenda a nuestros lectores, que sólo saben que la brujería es
algo que proviene de las entrañas. Y así es, en lo que respecta a la moti­
vación y a la práctica. El poder y la atracción del arte emergen de las
emociones.de la intuición y de la ‘inmensa profundidad’ del inconsciente
colectivo. Sus dioses y diosas han adoptado su forma a p artir de los
numinosos arquetipos que son las piedras angulares de la psique de la
especie humana.
Pero la conciencia también es humana. La mente consciente indivi­
dual es, relativamente, una recién llegada a la escena evolutiva del pla­
neta y, al menos en lo que respecta a los animales terrestres1, constituye
el único don específico del homo sapiens. Ningún otro animal sobre la
tierra que se manifieste físicamente la tiene, aunque uno o dos de ios
mamíferos superiores parecen poseer sus primeros indicios embrionarios.
Las personas sentim entales atribuyen a sus animales favoritos una con-

1. Decimos‘en lo que respecto a los animales terrestres' porque la investigación actual cada
día nos pro¡x>rciona nueva pruebas de que los cetáceos (las ballenas en general, incluyendo
el delfín, que es una ballena pequeña) tienen un nivel de conciencia que se puede comparar
con la nuestra, pero que hasta ahora no ha sido reconocida porque ha desarrollado una
‘forma’ muy diferente a la nuestra, merced a su entorno diferente, a sus distintos problemas
de reacción ante el peligro y al diferente sistema sensorial (en algunos aspectos superior) de
su conciencia. Tienen un sofisticado método de comunicación que, según muchos
investigadores, tiene la complejidad de un verdadero ‘lenguaje’. Cuidan de sus enfermos,
enseñan modales a sus jóvenes y tienen un marcado sentido de humor. Algunas ballenas
incluso componen 'canciones', que duran hasta media hora y que repiten casi exactamente
en ocasiones posteriores, de una complejidad en términos de ‘bits informáticos’ que Cari
Sagan ha comparado con la de la Odisea o los Eddas islandeses. Para un informe muy
interesante sobre el tema, léase Mind in the Waters (véase Bibliografía bajo Mclnyre). Pero
incluso asumiendo que las ballenas tienen una conciencia comparable con la del hombre,
nuestra opinión respecto a que el homo sapiens es la punta de lanza de la evolución sobre la
Tierra se mantiene. Las ballenas tal y como las conocemos existen aproximadamente desde
hace veinticinco millones de años, y en su medio ambiente, más simple, parecen haber
alcanzado una conciencia equilibrada e integrada que atiende a sus propios asuntos, por
decirlo así, sin afectar crucialmente al resto de la Naturaleza. El Homo sapiens, por otra
parte, ha existido desde hace sólo medio millón de años y está en una fase revolucionaria de
su desarrollo mental (y psíquico). A causa de esto, y de su capacidad sin igual para manipular
su medio ambiente, tiene un efecto casi ilimitado, para bien y para mal, sobre cada una de
las demás especies y sobre el planeta mismo. (En este contexto, avergüenza darse cuenta
de que el ser humano haya matado dos millones de ballenas en los últimos cincuenta años,
y que algunas especies de cetáceos se acercan rápidam ente a su extinción. Resulta
suficientemente cruel bajo cualquier punto de vista, pero si las ballenas se recuperan, como
parece probable, para llegar a ser tan conscientes, a su modo, como lo somos nosotros, no se
trataría de una ‘caza’, sino de genocidio, comparable con el programa de Hitler para
exterminar a los judíos.
L a R a c io n a l id a d d e la B r u j e r ía 149

ciencia de un nivel casi humano, pero no es más que una pura proyec­
ción (y un concepto falso de la naturaleza de la conciencia) coloreada por
el hecho de que algunas de las pautas del instinto de los animales, sus
reflejos condicionados y su capacidad de aprendizaje, se superponen a
las de los humanos. Los dueños de animales domésticos entenderán y
aprenderán mucho más de las criaturas que aman si renuncian a su
fantasía y contemplan (por ejemplo) a un gato como un gato, con la dig­
nidad de su propia naturaleza, y no como un ser humano con piel.
La conciencia no es sólo un don, es una responsabilidad. Otorga al
hombre‘el dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del aire, sobre el
ganado, sobre toda la tierra y sobre todas las cosas que se arrastran sobre
la tierra’. En este sentido, el dominio no significa el derecho a explotarlos;
significa que, puesto que la creciente complejidad del hombre le sitúa, para
bien o para mal, en la punta de lanza de la evolución en la Tierra, detenta
la responsabilidad más importante (de hecho, la suya es la única especie
con responsabilidad consciente) hacia el conjunto de la naturaleza como
tal. Los brujos son especialmente conscientes de estojen sí mismo, el Wicca
no tiene relación alguna con la política, no se dedica a reunir votantes y
activistas de la tendencias que sean; aunque todos los adeptos a la brujería
tienden a defender la misma opinión cuando se tra ta de cuestiones
medioambientales.
Así pues, para el hombre, la conciencia supone una responsabilidad
consigo mismo y con su propia especie. Debe integrar lo consciente con
lo inconsciente, el intelecto con la intuición, la cabeza con el corazón, el
cerebro con los intestinos. Si no lo hace, el conflicto le paralizará o inclu­
so le destruirá, y posiblemente a la Tierra también. Habrá traicionado la
confianza de su ‘dominio’.
Por lo tanto, para los adeptos a la brujería, cuya religión y arte provie­
nen de las profundidades interiores, es obligatorio formar parte de las per­
sonas sabias y demostrar que el Wicca satisface también las exigencias del
intelecto. Tienen que demostrarse a sí mismos y al mundo que su fe con­
cuerda con la realidad y, por tanto, no contiene (por muy atractivo que
parezca en la superficie) las semillas de la autodestrucción.
La base del Wicca es un sistema filosófico en el que cada fenómeno,
desde la química a la clarividencia, desde los logaritmos al amor, encaja
razonablemente. Y desde el momento en que se ha convertido en un
movimiento de rápido crecimiento que se integra activamente en el
mundo real, debe (sin perder ni disminuir nunca su preocupación por
las profundidades psíquicas) explicar, examinar, desarrollar y mejorar
esta filosofía constantemente.
150 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

La racionalidad del Wicca, como vemos, descansa sobre dos princi­


pios fundamentales: la Teoría de los Niveles y la Teoría de la Polaridad.
La Teoría de los Niveles sostiene que la realidad existe y actúa sobre
varios planos (físico, etérico, astral, mental y espiritual, si nos limitamos
a proporcionar una simple pero generalmente aceptada lista2), cada uno
con sus propias leyes, y que estas leyes, aunque específicas a sus propios
niveles, son compatibles con las demás, gobernando su resonancia mu­
tua la interacción entre todos los niveles.
La Teoría de la Polaridad afirma que toda actividad, toda manifes­
tación, emana (y es inconcebible sin) la interacción de opuestos comple­
mentarios y parejos: positivo y negativo, luz y oscuridad, forma y conte­
nido, masculino y femenino, etcétera. Y que esta polaridad no es un
conflicto entre lo ‘bueno' y lo ‘malo’ sino una tensión creativa como la
que existe entre los polos positivo y negativo de una batería eléctrica.
Lo bueno y lo malo sólo surge con la aplicación constructiva o destructiva
de la energía de la polaridad (como con los usos para los que se pueda
utilizar una batería).
LaTeoría de los Niveles describe la estructura del universo; laTeoría
de la Polaridad describe su actividad. Pero ambas son inseparables. Jun­
tas son el universo.
Examinémoslas con más detalle.
La Teoría de los Niveles (incluso si se simplifica en cuanto materia,
mente, espíritu y dios) fue más o menos asumida hasta hace unos dos si­
glos, cuando la avalancha de la revolución científica (y su oscura conse­
cuencia, la revolución industrial) empezó a ponerse en marcha. La revolu­
ción científica, casi por completo limitada al nivel físico de la realidad, fue
una fase necesaria aunque muchas veces supuso una temporal desorienta­
ción en el desarrollo de la humanidad. Había llegado de la hora de que el
hombre comprendiera y conquistase la materia y sus leyes.
El problema consistió en que lo hizo de una forma tan brillante, con
un éxito tan imponente y vertiginoso que el ser humano se engañó pen­
sando que la m ateria era el único nivel de la realidad. Vino a creer que la
mente era meramente un epifenómeno, una actividad electro-química
del cerebro físico, y que el ‘espíritu’ no era más que una fantasía, una
proyección simbólica de los conflictos e incertidumbres mentales o inclu­
so glandulares; en el mejor de los casos, en su impulso en pos de la per­

2. Los diversos planos tal y como se integran en el conjunto que forma un ser humano se
discute con más detalle en el capítulo XII, ‘Reencarnación’; véase especialmente el esquema
de la p. 163.
L a R a c io n a l id a d d e la B r u j e r ía 151

fección, la verdadera clave sobre la se fundamentaba (se creía) el pro­


greso material.
Uno pensaría que la religión debería haber impulsado un significati­
vo correctivo a todo esto, pero de hecho su voz fue escasamente oída
clamando en el desierto del materialismo triunfante. De todos los esce­
narios activos del pensamiento humano, la religión quedó relegada al
apartado de la ética, del reparto de la caridad, o de las racionalizaciones
morales sobre las consecuencias sociales de la industrialización. En cuan­
to a la filosofía, la interpretación de la realidad cósmica, sólo podía lu­
char en posiciones de retaguardia. El materialismo constituía la verda­
dera fuerza dinámica de la época.
Sin embargo, los que tenían ojos para ver vislumbraban en los des­
cubrimientos de la ciencia las señales de la verdad más objetiva. Dentro
de sus propios límites, la ciencia reflejaba la Teoría de los Niveles. Las
leyes de cada una de sus disciplinas, matemáticas, física, química, biolo­
gía y demás, eran distintas, pero compatibles entre sí. Un botánico, al
analizar la estructura y metabolismo de una hoja, tenía que reconocer y
utilizar las fórmulas de la química y las matemáticas y la física. Cada
conjunto de leyes de una ciencia tenía un carácter y relevancia propios,
pero todas interactuaban y sin plantear conflictos entre sí. Donde pare­
cía que entraban en contradicción, los científicos argumentaron que se
debía a que todavía no habían llegado a comprenderlas perfectamente.
Las reexaminaban y volvían a estudiarlas hasta que el aparente conflic­
to quedaba resuelto.
Sólo en tiempos recientes los científicos más sabios han empezado a
cuestionar la íntegra visión decimonónica del universo como un mero
(aunque complejo) mecanismo físico.
Estas dudas suponen un desarrollo natural. Si alguien impulsa la
investigación del plano físico h asta sus últimas fronteras, la verdadera
naturaleza de esas fronteras le pondrá cara a cara con las zonas de
interacción con otros planos. Seguirá tratando de investigar confusa­
mente a través del muro de esos límites, pero cada vez será más difícil
ignorar lo que se encuentra más allá3.
La fórmula de Einstein e = me2 y las transcendentales sutilezas que
la física subatómica (en las que los mismo científicos se ven abocados a

3. Thelma Moss lo describe con agudeza: ‘El despertar de la ciencia de su largo sueño en la
cama de la materia.’ (The Body Electric, p. 253.)Y como dijo Gerald Durrell en sus programas
de televisión sobre animales, Ark on the Move: ‘Pienso que el científico ideal debería ser
medio poeta, medio lunático y medio artista; son tres mitades que forman un todo.’
152 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

u tilizar p alabras como ‘indeterm inación, ‘ex trañeza’ y ‘encanto’ como si


de térm inos científicos se tra ta ra ) son dos de los campos m ás evidentes
en los que el punto de vista m ecaniscista del universo se m uestra dem a­
siado ten u e4.
H asta hace m uy poco tiempo, que un científico respetado investiga­
se lo ‘p a ra n o rm a l’ (Percepción E x tra-S en so rial —PE S—, telep a tía,
telequinesis, precognición, etc.), o incluso adm itiese que había algo en
esos fenómenos que debería investigarse, suponía su suicidio profesio­
nal. Sin embargo, en la actualidad, tan to en los E stados Unidos del dó­
la r como en la oficialmente m aterialista Rusia, universidades y dep arta­
m entos de defensa dedican im portantes cantidades de dinero y cerebros
de prim er orden a m an ten er estas investigaciones5.
Y yendo m ás allá en apoyo de la Teoría de los Niveles, Sir Bernard
Lovell, el padre de la radioastronom ía, se ha perm itido afirm ar ante el
augusto gremio de la Asociación B ritánica p ara el Avance de la Ciencia:
‘Nos hemos engañado al p en sar que a trav és de la ciencia podemos en­
contrar la única avenida que lleva al verdadero entendim iento de la
natu raleza y el universo... La sim ple creencia en el progreso autom ático
por medio del descubrim iento y de la aplicación científicas es un trágico
mito de n u e stra era. La ciencia es u n a actividad hum ana vital y podero­
sa, pero esta confusión en tre pensam iento y motivación nos deja perple­
jos.’ (The Times, 28 de agosto de 1975).

4. Para decirlo con palabras sencillas, en térm inos no científicos, la física nuclear ha
privado a las unidades básicas de la materia de su absoluta concreción. Paradójicamente,
m asa y energía, onda y partícula, han demostrado ser intercambiables. Las leyes de causa
y efecto se han vuelto válidas sólo hasta cierto punto. No importa en absoluto que estas
relatividades, discontinuidades y paradojas se cumplan sólo en los lím ites de nuestro
mundo, o sólo respecto a lo infinitam ente pequeño (el átomo) y lo infinitam ente grande (el
cosmos). Han provocado un cambio revolucionario en el concepto de la realidad, y la
realidad irracional se ha asomado detrás de la realidad de nuestro mundo “natural”, que
está gobernado por las leyes de la física clásica. En el dominio de la psique se han
descubierto sim ilares relatividades y paradojas. Aquí, de nuevo, otro mundo se asoma
dentro del mundo de la conciencia, gobernado por leyes nuevas y hasta ahora desconocidas
que son extrañam ente afines a las leyes de la física nuclear.’ Aniela Jaffé en Man and His
Symbols, p. 261 (Véase en Bibliografía ‘Jung, Cari G.’).
5. Un ejemplo fascinante de este cambio de actitud se encuentra en The Secret Vaults of
Time, de Stephan A. Schwartz (véase Bibliografía), que describe cómo un creciente número
de arqueólogos, incluyendo a J. Norman Emerson, el arqueólogo más respetado de Canadá,
han utilizado personas con poderes psíquicos en su trabajo, con éxitos dem ostrables y a
veces asombrosos.
L a R a c io n a l id a d d e la B r u j e r ía 153

Algunos de los sabios interlocutores de Sir Bernard probablemente


entendieron estas palabras como una mera llamada a los científicos para
que fueran conscientes de sus responsabilidades éticas y morales hacia
la comunidad, algo bastante importante en toda conciencia. Pero sus
implicaciones filosóficas son mucho más profundas, y al menos una mi­
noría debe haberlo entendido y sin duda lo comparte.
O la declaración de Sir Bernard significa que los niveles no físicos de la
realidad existen y deben ser tenidos en cuenta, o se trata de una perogru­
llada. En nuestra opinión, el hombre que probablemente ha hecho más por
ampliar nuestro conocimiento del universo físico desde Galileo6 con sus
telescopios ópticos, no debe ser muy aficionado a decir perogrulladas.
Una vez establecido, como hipótesis de trabajo, que la realidad tiene
muchos niveles, ¿cuáles son sus implicaciones prácticas?
Si quienes profesan la brujería pudiesen citar los escritos marxistas
en poyo de sus tesis (nuestro deseo de ver a la humanidad realizar todo
su potencial es tan fuerte como el de los comunistas, incluso a pesar de
que nuestros objetivos y métodos sean tan diferentes de los suyos), po­
dríamos citar la declaración de Marx y Engels en El Manifiesto Comu­
nista: ‘Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de varias
maneras; lo importante, sin embargo, es cambiarlo’, o la sentencia más
breve de Lenin: ‘La teoría sin la práctica es estéril, la práctica sin la
teoría es ciega.’
Los que profesan la brujería son gente práctica; para ellos, si es que
tiene algún sentido, la filosofía no es sólo un ejercicio intelectual sino
algo que deben poner en práctica en sus vidas cotidianas y en su trabajo.
De m anera similar, por más que confíen en el instinto, no cometen el
disparate de seguir sus impulsos sin tener en cuenta la lógica; prefieren
entender lo que están haciendo, y por qué. De manera que están de acuer­
do con Lenin en lo que se refiere a la relación entre la teoría y la práctica
(y en poco más).
Los adeptos a la brujería conocen la teoría, y están satisfechos en
cuanto a la práctica. Saben tam bién que hay puntos y zonas de
interacción en tre los niveles, situaciones en las que el plano m ental

6. La historia de Galileo (1564-1642) y de su retractación forzada por la Inquisición respecto


a la teoría copernicana de que la tierra giraba alrededor del sol, cuando murmuró 'Bppur
si muove’ (‘Y sin embargo, se mueve’), es probablemente apócrifa, pero su intención es
válida y merece la pena recordarla aquí; pues tanto los adeptos a la brujería como otros,
que conocen por su propia experiencia la realidad de los Planos Interiores pero son
bombardeados por la s‘pruebas’ de los escépticos intentando convencerles de que no puede
ser así, están acostumbrados a esta misma reacción: ’Eppur si muove’.
154 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

actúa poderosam ente sobre el astral (o el espiritual sobre el físico,


etc.) influyendo en toda la fenomenología del ser. Al afectar perm a­
nentem ente cada plano a los demás, existen lo que podría llam arse
puntos de ínter-re sonancia en los que esta influencia se hace p a rti­
cularm ente notable y lo bastan te concreta como para poder u tilizar­
se en la práctica7.
El descubrimiento y localización de estos puntos de inter-resonancia
constituye lo que los brujos llam an‘abrir los niveles’, y su aprovechamien­
to constructivo conforma el lado operativo del arte.
Para dejarlo claro, permítasenos poner un ejemplo científico práctico:
la televisión. En un estudio de televisión tiene lugar un acontecimiento
que implica movimiento y sonido. Mediante un equipo adecuadamente di­
señado, este acontecimiento es transformado en otro pero en un plano to­
talmente diferente, el plano de las ondas electro-magnéticas que se trans­
miten por lo que los científicos suelen denominar el‘éter’. (Ya no usan esta
palabra porque el avance del conocimiento ha demostrado que se trata de
una sobre-simplificación, aunque sigue siendo una forma útil de taquigra­
fía que ayuda a los legos a entender lo que estamos diciendo.)
Este acontecimiento en el ‘éter’ es imposible de detectar por los sen­
tidos humanos. No podemos verlo ni oírlo en el cielo o atravesando nues­
tras paredes, pero está ahí, y es real y coherente.
En nuestro cuarto de estar, otro equipo convenientemente diseñado
capta este acontecimiento‘etérico’y lo transforma, como si fuera magia,
en un acontecimiento de movimiento y sonido. Lo que vemos y oímos es
una recreación notablemente precisa de lo que está sucediendo en el
estudio.
En el momento en que escribimos esto, esta recreación se produce sólo
en forma de luz e imagen bidimensionales, en color y sonido monoaural,
pero ya no existen razones técnicas (sólo económicas) por las que no se
pueda lograr en visión tridimensional y sonido estereofónico. Y en un futu­
ro no lejano puede que los científicos de la televisión logren transmitimos
olor, gusto e incluso tacto.
Lo que estos científicos han estado haciendo entre los sub-planos de
su propia realidad conocida es precisamente lo que los brujos están ha­
ciendo entre los planos principales de su realidad conocida; descubrien­

7. En el vudú haitiano existe el mismo concepto. ‘La idea de la fuerza psíquica es a veces
descrita con la palabra “poin” (punto), que parece hacer referencia al punto de intersección
en el que la energía psíquica del mundo de lo invisible se transmite al mundo visible y
material.’ (Maya Deren, Divine Horsemen, capítulo 2, nota 29.)
L a R a c io n a l id a d d e l a B r u j e r ía 155

do y localizando los puntos y técnicas de interresonancia entre los dis­


tintos niveles, y poniendo en práctica sus nuevos conocimientos. En otras
palabras,‘abriendo los niveles’.
En este sentido, la televisión es mágica, pues coincide exactamente
con la operatividad de la magia, que en palabras de Aleister Crowley es
‘la ciencia y arte de provocar que se produzca un cambio en conformidad
con la voluntad’. Y más adelante dice: ‘La naturaleza es un fenómeno
continuo, aunque no siempre sabemos cómo están conectados esos fenó­
menos.’ (Magick in Theory and Practice, Introducción pp. XII y XV.)
El descubrimiento de estas conexiones es el objetivo del científico (a
nivel físico) y del brujo (en todos los niveles o planos), y la utilización de
estos descubrimientos e s ‘magia’. La magia no rompe las leyes de la na­
turaleza, y cuando parece que lo hace es porque está obedeciendo leyes
que el observador no ha entendido aún. Si un científico del siglo XVI, por
ejemplo, hubiera contemplado la televisión, lo habría calificado de so­
brenatural, a pesar de su inteligencia y sus conocimientos.
Como hemos dicho, muchos científicos actuales han tomado conciencia
de (y algunos están investigando) fenómenos que sólo pueden explicarse
en base a la existencia de otros niveles de realidad, además del físico. Los
intentos por explicar estos fenómenos en términos de leyes físicas aún no
descubiertas siguen tropezando con paradojas recientes. Por ejemplo, si
existe la telepatía (y únicamente los testarudos que se empeñan en igno­
rar la evidencia pueden todavía negar su existencia) y se debe a alguna
clase de radiación generada por el cerebro, ¿por qué todas las evidencias
demuestran que no está sujeta a la ley de la proporción inversa8 que go­
bierna las demás formas de radiación conocidas por la ciencia física?
Podríamos continuar extendiéndonos sobre recientes investiga­
ciones en tem as como la telepatía, la telequinesis, la influencia del
pensam iento en el crecim iento de las plantas, los análisis estad ísti­
cos de los tipos hum anos de los signos del Zodiaco, etc., pero este no
es el lugar p ara hacerlo. Si se quiere echar un vistazo global en este
campo recomendamos la lectura de Supernature, de Lyall Watson; y

8. Ley que dice que la fuerza de una radiación decrece en proporción inversa ai cuadrado
de la distancia desde su fuente. Por ejemplo, si una lámpara arroja una cantidad x de luz
sobre un objeto a un metro de distancia, arrojará x/4 cantidad de luz sobre un objeto del
mismo tamaño a dos metros de distancia, x/9 a tres metros, x/16 a cuatro metros, y así
sucesivamente. Esta ley no se aplica a radiaciones emitidas tales como el radar parabólico
o reflector, pero la telepatía no tiene nada que ver con ninguna de estas emisiones; puede
recibirse en varias direcciones a la vez, y la fuerza de la recepción parece ser independiente
de la distancia.
156 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

sobre te le p a tía en p articu lar, Mind. Reach, d e T a rg y P u thoff (véanse


am bos en Bibliografía).
Hablaremos más sobre la Teoría de los Niveles en posteriores capí­
tulos. M ientras tanto, echemos u na ojeada m ás profunda a la Teoría de
la Polaridad.
E sta teoría tampoco es nueva; es común a varias filosofías, tanto
religiosas como m aterialistas.
Las religiones m onoteístas9 han caído en la tram pa de confundir la
polaridad con la lucha entre el bien y el mal. Reconocen que la actividad
del mundo que les rodea viene engendrada por la interacción de los opues­
tos, pero consideran esta interacción sólo como una lucha en tre dios y el
demonio. Cuando esta contienda term ina con el triunfo absoluto de Dios
en la Victoria Final, asum en que la actividad continúa, pero ¿en base a
qué? A parte de las m isas corales y un excesivo uso arquitectónico del
oro, la prognosis es vaga. Incluso las inspiradas visiones del cielo de
dotados poetas y profetas realm ente no son más que descripciones apa­
sionadas de m ales que no ocurrirán.
El ejemplo m ás citado, que procede del Apocalipsis (XXI y XXII),
celebra la ausencia en la Nueva Jeru salén de lágrim as, m uerte, duelo,
gritos, dolor, cobardes, infieles, abominables, asesinos, fornicadores, he­
chiceros, idólatras, em busteros, templos, p uertas cerradas, noche, mar,
maldiciones, velas, sol y luna. Pero la descripción positiva es puram ente
estática: cerca de 1,500 millas de extensión, de largo y ancho (!) con
muros de 216 pies de alto, y cimientos y pu ertas de piedras preciosas. La
única mención del texto a alguna clase de actividad o movimiento son el
recto cam inar (XXI: 24), lo s‘procedim ientos’ del río de la vida (XXII: 2) y
los siervos de Dios sirviéndole (XXII: 3). Verso tra s verso describiendo

9. Por definición, el monoteísmo cree en un solo dios, mientras que el politeísmo lo hace
en muchos dioses. Sin embargo, debemos ser claros al respecto. La mayoría de los
politeístas, desde los sacerdotes del antiguo Egipto a los adeptos a la brujería actuales,
saben perfectamente que sólo puede haber una última Fuerza Creativa; ellos sencillamente
la personifican simbólicamente en diversos aspectos, tales como Isis, Osiris, Ma'at, Thot,
Aradia, Cernunnos, Afrodita, Marte, etc., para poder relacionarlos con todas aquellas
'longitudes de onda’ en las que el Creador se m anifiesta a sí mismo. Los monoteístas, en
el otro extremo, lo personifican como una sola figura (en la actualidad exclusivamente
masculina); mientras que por la puerta de atrás, el cristianismo admite en parte el principio
de los aspectos a través del mecanismo de la Trinidad, y el catolicismo en particular
admite, también por la puerta de atrás, el aspecto de la diosa en la forma, cuidadosamente
subordinada, de la Virgen María, y alcanza aspectos más especializados a través por
intermediación de los Santos. De todo esto se deduce que el monoteísmo no puede admitir
la polarización creativa a nivel divino, mientras que el politeísmo lo acepta totalmente.
L a R a c io n a l id a d d e la B r u j e r ía 157

los males que habrán desaparecido, las (para ser francos, sin duda sim ­
bólicas) dimensiones y los m ateriales, pero nada efectivo sobre lo que
sucede allí.
N uestra intención no es burlam os de la elevada arquitectura de San
Juan, ni siquiera quejarnos porque haga desaparecer el sol, la luna, el
mar, la noche y las velas, sino sugerir que su descripción negativa y
estática no procede de su estilo personal sino que pertenece intrínseca­
mente al punto de vista monoteísta, no polarizado. Bajo el incontestable
gobierno de un Creador no polarizado, nada puede suceder.
El Cielo del Islam es mucho más interesante, aunque sólo sea por­
que Mahoma era sexualmente sano y no legó a sus seguidores ninguna
de las inhibiciones y neurosis que el misógino Pablo deTarso impuso a la
cristiandad. Pues la polaridad, en su forma más hum anam ente agrada­
ble posibilita el paraíso musulmán en la vida. Aunque inferior, para los
musulmanes la mujer está destinada por Alá a proporcionar y recibir el
placer. Para el cristianismo paulino, la m ujer no sólo es inferior, sino la
tentación al pecado, adem ás de moralmente débil, si no realm ente mal­
vada (un punto de vista del que la Iglesia nunca ha llegado a despojarse
por completo, por mucho que nos resulta imposible encontrar justifica­
ción alguna en las palabras o escritos de Jesús). El punto de vista m u­
sulm án, a pesar de su inaceptable chauvinismo masculino10, admite de
buen grado el sexo en el cielo, cumpliendo así, al menos, uno de los as­
pectos de la polaridad.
El budismo se sitúa en el otro extremo; su nirvana es francamente
estático, pero al menos es consecuente. Aspira a una existencia pura,
libre de polaridad y de actividad, en la inm utable Mente Eterna; así
pues, no esconde sus aspiraciones detrás de puertas de perla, ni siembra
el nirvana junto a árboles rebosantes de frutos.
A lcanzar el cielo, ya sea coral, sexual o estático, puede suponer
un largo camino para el creyente, pero estudiando la visión que se
tiene de él se puede d eterm in ar su actitud hacia la polaridad.
Los cielos terrenales del m aterialista (¿dónde si no iba situarlo?)
abarcan desde la riqueza individual del capitalista, el tenaz rechazo a la

10. Para ser justos con Mahoma, habría que decir que su Corán otorgó a las mujeres
ciertos derechos claramente definidos que no fueron oídos en aquel tiempo y cultura.
Para las mujeres árabes del siglo VII se trataba de un documento revolucionario que, sin
embargo, habría de sufrir el destino de todo dogma patriarcal; incluso siendo progresista
entonces, durante siglos de cambios fue anquilosándose en la Ley Divina hasta convertirse
en reaccionario.
158 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

muerte, la polilla y el moho, a la sociedad sin clases de los comunistas.


Ambos reconocen la polaridad, al menos en su forma de guerra de cla­
ses, el último predicándola y el anterior practicándola decididamente.
Sin embargo, los únicos que disponen de una filosofía consecuente de la
polaridad m aterialista son los m arxistas en general.
Karl Marx nunca declaró que su materialismo dialéctico fuese origi­
nal, al menos en su aspecto dialéctico (de actividad polarizada). Recono­
ció su deuda con la dialéctica de Georg Hegel (1770-1831), que había
desarrollado una elegante teoría sobre la acción de la polaridad en tér­
minos de tesis-antítesis-síntesis y la interpenetración de los opuestos.
Marx se apropió enteram ente de este sistema. Pero Hegel era un idea­
lista, lo que en sentido filosófico no quiere decir un ‘practicante de bue­
nas obras’ o un soñador optimista, sino alguien que cree que la realidad
básica, reflejada en la materia, se encuentra en la mente o en el espíritu,
por oposición al materialismo filosófico (como el de Marx) que considera
a la m ateria como la realidad básica que la mente y el espíritu reflejan.
Según la propia metáfora de Marx, desde su punto de vista la dialéctica
de Hegel estaba dentro de su cabeza, pero él se encargó de ponerla a sus
pies. Así creó el materialismo dialéctico, o marxismo, que en la actuali­
dad es la filosofía oficial (e impuesta) de cerca de un tercio de la pobla­
ción mundial.
En térm inos estrictos filosóficos, los adeptos a la brujería son
idealistas, pues no sólo creen que todas las entidades u objetos en el
plano físico tienen su contrapartida en los planos no materiales, sino
también que existen entidades reales en los planos invisibles que no
tienen forma física propia. Para los brujos, los planos invisibles son la
realidad fundamental de la que emana, como manifestación, la realidad
material.
No obstante, etiquetarlos de idealistas, aunque correcto, es quizá
engañoso; puede que ‘pluralistas’ sea más exacto. Para ellos la materia
es algo muy real, y se encuentran muy a gusto enraizados en la natura­
leza, con ‘el velo de Isis’ vibrando con los armónicos de todos los demás
niveles. Para ellos la naturaleza tangible es sagrada, razón por la que su
diosa tiene dos aspectos principales. Es a la vez la Madre Tierra, cuya
fecundidad los sustenta y alimenta durante la encarnación física, y la
Reina de la Noche —‘en el polvo de sus pies están las huestes del cielo, y
su cuerpo encierra el universo’—, cuyo símbolo más vivido es la luna. La
Madre Tierra es la soberana de la naturaleza física que se manifiesta, es
decir, Isis Velada. La Diosa Lunar es la gobernadora de los niveles invi­
sibles, Isis Desvelada. Pero la brujería considera que ambas son una e
L a R a c io n a l id a d d e la B r u j e r ía 159

inseparable, y lo son, a pesar de que la complejidad de los niveles invisi­


bles aparece simbolizada por los aspectos cíclicos de la diosa lunar, don­
cella, madre y anciana - creciente, llena y menguante. Además, su mul­
tiplicidad formal es excitada y fertilizada por su consorte de múltiples
formas; pues también el dios de las brujas está simbolizado por la figura
cornuda del dios Pan, de los bosques y de la montaña, y por el llameante
sol de los cielos. La visión que los brujos tienen de su dios y de su diosa
expresa exhaustivamente su creencia en la realidad de todos los niveles,
materia incluida.
Para ellos, los defectos que invalidan las filosofías dominantes res­
pecto a los Niveles y la Polaridad son estos:
(1) El materialismo (y en particular el marxismo) posee un entendi­
miento básicamente riguroso y sólido del verdadero funcionamiento de
la Teoría de la Polaridad, pero la distorsiona y empobrece negando la
Teoría de los Niveles.
(2) El punto de vista del monoteísmo religioso acepta (de una u otra
forma) la Teoría de los Niveles, pero la distorsiona y empobrece al limi­
ta r la Teoría de la Polaridad a un mero conflicto entre el bien y el mal.
Las religiones paganas y politeístas siempre han aceptado tanto la
Teoría de los Niveles como la Teoría de la Polaridad, sin distorsionar
ninguna de las dos para ajustar un concepto inadecuado (o incluso ne­
garlo) de la otra. Sólo hay que estudiar los panteones de Egipto, Grecia,
Roma y la India, con sus dioses y diosas creadores-destructores, su eter­
no ciclo de transform ación y suspensión y re-transformación, y su
interacción dialéctica, para darse cuenta de la riqueza con se han simbo­
lizado estas actitudes.
La filosofía wiccaniana continúa la misma tradición.

Cada religión es única, incluso cuando forma parte de una herencia


más extensa. El Wicca, como cualquier otra religión, tiene sus propias
formas, sus propias preocupaciones y su propia atmósfera. Es, además,
un arte, y si aceptamos las categorías de M argaret Murray, reúne tanto
a la Brujería Ritual como a la Brujería Operativa.
La religión wiccaniana incluye rituales, encantamientos, clarividen­
cia y adivinación; está profundamente implicada en cuestiones de ética,
reencarnación, sexo, relaciones con la naturaleza, psicología y actitudes
hacia otras religiones y senderos ocultos.
En los capítulos siguientes examinaremos estos aspectos y analiza­
remos la forma en que se relacionan con las razones básicas del Wicca.
X I I Reencarnación

Casi todas las personas que profesan la brujería creen en la reencarna­


ción1. Probablemente, comparten esta creencia con la mayoría de hu­
manidad (o con aquellos que creen en la supervivencia después de la
muerte en cualquiera de sus formas), porque la idea de una sola exis-

1. Una vez más, debemos hacer hincapié en que nunca se puede decir que todos los adeptos
a la brujería creen en una teoría particular, porque el dogma es extraño a! Wicca; cada
brujo o bruja cree en lo que él o ella considera aceptable o significativo. Respecto a la
reencarnación, algunos explican el fenómeno del recuerdo en términos de memoria racial
o genética, por la influencia del inconsciente colectivo, o de cualquier otra manera. En
nuestra opinión, estas explicaciones no son correctas, pero este es sólo nuestro punto de
vista, aunque sea el mayoritario.
R e e n c a r n a c ió n 161

tencia a la que sigue un único juicio que determ inará su destino en el


cielo o en el infierno es propia de las religiones m onoteístas patriarcales,
el judaism o, el cristianism o y el Islam, aunque la creencia judía es qui­
zá más oscura que las otras dos, pues la reencarnación se encuentra
implícita en el pensam iento cabalístico hebreo.
La creencia en la reencarnación estuvo muy extendida entre los pri­
mitivos cristianos y en general entre los gnósticos. San Jerónimo (340-
420) afirma que en los prim eros tiempos se enseñó a unos pocos elegidos
una forma de reencarnación2. Sin embargo, el Segundo Concilio de
Constantinopla en 553 la declaró anatem a, por obvias razones. La Igle­
sia se había convertido en una m aquinaria disciplinaria estatal con una
estructura inseparable de la milicia civil imperial, en la que la promesa
del cielo o la am enaza del infierno, como recompensa o castigo por la
conducta en esta vida inm ediata, se convirtió en un arm a esencial de la
institución eclesiástica. Las versiones gnósticas de las enseñanzas de
Jesús (algunas probablemente con los mismos derechos de autenticidad
que los evangelios oficiales) tuvieron que ser prohibidas, perseguidas y
destruidas por las mismas razones y por contem plar la salvación en tér­
minos de iluminación personal, cuando la Iglesia oficial lo contemplaba
en térm inos de obediencia a la jerarquía eclesiástica.
La teoría de la reencarnación sostiene, en dos palabras, que la esen­
cia o alm a individual hum ana renace en esta tierra una y otra vez en
una serie de encam aciones corporales, aprendiendo sus lecciones y en­
frentándose a las consecuencias de sus actos, hasta que está suficiente­
mente avanzada para progresar a la siguiente etapa (cualquiera que
esta sea). El verdadero significado de esta teoría está estrecham ente
vinculado al de la Teoría de los Niveles, pues implica la estratificación
de la entidad hum ana en los planos que la componen, que se correspon­
den con los del cosmos en su conjunto.
Estos planos son interpretados de varias maneras, según la escuela
de pensam iento ocultista que se considere. La tabla que ofrecemos en la
página 117 puede considerarse como la generalm ente aceptada como
estándar. La num eración y las definiciones son las que utiliza Dion
Fortune en The Esoteric Philosophy ofLove and Marriage, pp. 17-19, y
en The Cosmic Doctrine, p. 96. En la lista no aparece el etérico como

2. Contemporáneo de San Jerónimo, San Gregorio, escribió: ‘Es absolutamente necesario


t|ue el alma sea purificada y curada, y si esto no se cumple en una vida sobre la tierra,
deberá lograrse en las futuras vidas terrestres.’ Gregorio, considerado como uno de los
cuatro grandes padres de Iglesia Oriental, fue famoso por su estricta ortodoxia.
162 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

plano aparte, pero no se trata más que de un problema de nomenclatu­


ra; muchos otros escritores (e incluso Dion Fortune en otras obras) ha­
blan con frecuencia del Plano Etérico, y es razonable hacerlo, porque es
de gran importancia práctica en el trabajo psíquico. Por ejemplo, es la
substancia que aparece en la franja más recóndita del aura humana
según la ven los clarividentes, y hay razones para pensar que es respon­
sable del fenómeno registrado en las fotografías Kirlian.
Los siete niveles (u ocho si incluimos el etérico) o‘cuerpos’ de una
entidad hum ana están divididos en dos grupos, en general llamados
Individualidad y Personalidad. La Individualidad (que consta de los
niveles E spiritual S u p erio r3, E spiritual Inferior y M ental Superior)
es la parte inm ortal que sobrevive de encarnación en encarnación.
La Personalidad (Mental Inferior, A stral Superior, Astral Inferior,
Etérico y Físico) es la parte pasajera, desarrollada durante una en­
carnación y descartada cuando term ina.
La Individualidad es bisexual, lo que no significa que carezca de sexo
concreto, sino que contiene las esencias creativas masculina y femenina
en un equilibrio dinámico. En cambio, la Personalidad es o masculina o
femenina, y cada uno de nosotros tenemos que experimentar encarna­
ciones tanto masculinas como femeninas, aprendiendo las lecciones de
cada polaridad, de manera que el equilibrio dinámico de la Individuali­
dad pueda desarrollarse plenamente.
El concepto está perfectamente expresado por el símbolo chino del
Yin-yang. (Véase Ilustración 6.) La parte blanca representa lo masculi­
no, lo positivo, la luz, el aspecto Yang fertilizador, y puede considerarse
como un símbolo de la Personalidad en una encarnación masculina; se
observará que contiene la semilla (el punto negro) de su opuesto comple­
mentario, el aspecto Yin. La parte negra representa lo femenino, lo re­
ceptivo, lo oscuro, el aspecto formativo Yin y puede considerarse como
un símbolo de la Personalidad en una encarnación femenina; se obser­
vará que también contiene la semilla (el punto blanco) de su opuesto
complementario, el aspecto Yang. El símbolo completo del Yin-Yang re­
presenta la Individualidad inmortal, con ambos aspectos en equilibrio
perfecto.
Otro símbolo que representa el proceso en su sentido serial es el
collar wiccaniano de ámbar y azabache de la suma sacerdotisa‘que es el

3. ‘Espiritual’es una palabra cargada de significado para algunas personas, sobre todo las
que han sido educadas en el puritanismo. Es posible que prefieran el término ‘cuerpo
causal’, que a menudo se emplea como alternativa.
R e e n c a r n a c ió n 163

NIVELES QUE COMPONEN


EL SER HUMANO

La unidad evolutiva. Inmortal en to­


Plano Séptimo ESPIRITUAL SUPERIOR
Espíritu puro o abstracto. La ‘Chispa divina’.
S ubstancia y energía d irecta del G ran Oculto.

LA INDIVIDUALIDAD
Símbolo astrológico: el Sol.

Plano Sexto ESPIRITUAL INFERIOR

das las encamaciones.


Espíritu concreto. Tendencia de uno de ‘Siete Rayos’
a predominar y ser la piedra angular
Símbolo astrológico: Júpiter.

Plano Quinto MENTAL SUPERIOR


Mente Abstracta. Cualidades diferenciadas por tipos.
Símbolo astrológico: Mercurio.

La unidad de la encarnación. Dura una sólo una encar­


nación, y cada encarnación desarrolla una Personalidad
Plano Cuarto MENTAL INFERIOR
Mente concreta. Precisión, forma, memoria.
Símbolo astrológico: Saturno.

Plano Tercero ASTRAL SUPERIOR


Emociones abstractas. Atracción, deseo de unión.
Símbolo astrológico: Venus.
LA PERSONALIDAD

Plano Segundo ASTRAL INFERIOR


Instintos y pasiones. Deseo de atraer o poseer.
Símbolo astrológico: Marte.

ETÉRICO - La tenue red de energía casi material que vin­


cula los planos más sutiles con el físico, manteniéndose
durante la vida.
Símbolo astrológico: la Luna.
nueva.

Plano Primero FÍSICO


Materia densa, cuerpo material. Símbolo astrológico: la Tierra.
164 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Fig. 6

círculo del renacim iento’. Las cuen tas de ám bar (solar) rep resen tan las
encarnaciones m asculinas y las de azabache (lunar) las encarnaciones
fem eninas. (A unque esas vidas no se alte rn an necesariam ente.)
No obstan te, la form ulación‘m asculino-positivo, fem enino-negativo’
es u n a sim plificación, y aquí intervienen de nuevo los niveles. Lo m ascu­
lino tiende a ser positivo en los planos m ental y físico, pero negativo en
el a stra l y el espiritu al; m ien tras que lo fem enino tiende a ser positivo
en los planos esp iritu al y a stra l, y negativo en el físico y el m ental. O
quizá se ría mejor decir en cada caso'activo-fertilizador’ en lugar d e ‘po­
sitivo’ y ‘receptivo-form ativo’ en lu g a r d e ‘negativo’. E sta p au ta de entre-
cruzam iento de funciones e n tre lo m asculino y lo fem enino es uno de los
significados del símbolo del caduceo de serpientes e n trelazad as a lo lar­
go de u n soporte vertical (véase F igura 7); es in teresan te observar que
se tr a ta de la divisa de H erm es/M ercurio, el m ás bisexual de los dioses
clásicos, cuyo signo astrológico ^ es en sí mismo una combinación de
los símbolos m asculino y fem enino4.
Un ejemplo fam iliar de este cambio de polaridad en los diferentes
planos es el de la m ujer-m usa y el h om bre-artista. B eatriz fertiliza a
D ante, y D ante alu m b ra el resultado; un paralelo exacto a la fertiliza-

4. El principio del cambio proporciona una respuesta a una cuestión que nos han preguntado
a menudo: ‘Al bendecir el vino, ¿por qué la mujer sostiene el cuchillo ritual y el hombre el
cáliz, cuando lo lógico seria al revés? La bendición del vino im plica a todos los planos. En
el plano m aterial, la pareja sim boliza el papel masculino-activo, femenino-receptivo con
su presencia corporal. En el plano m ental, el hombre adopta el papel activo pronunciando
las palabras necesarias. Pero la bendición sirve para tener efecto en los planos astral y
espiritual; y para expresarlo, la mujer sostiene el símbolo activo (el cuchillo ritual) y el
hombre el receptivo (el cáliz). Así, el ritual sim boliza perfectamente el entrecruzam iento
de las funciones m asculina y fem enina en varios planos. Todo esto nos recuerda que
llam ar al cuchillo ritual 'masculino’ y al cáliz ‘femenino’ puede no ser correcto en ciertos
contextos, pero llamarlos ‘activo’ y ‘receptivo’, respectivam ente, es preciso en todos los
contextos y en todos los planos.
R e e n c a r n a c ió n 165

ción de un hombre por una mujer en el plano físico5. Como dice Wilfred
en The Sea Triestess de Dion Fortune:‘Entonces comprendí por qué debe
haber sacerdotisas y sacerdotes, porque en una mujer existe una diná­
mica que fecunda la naturaleza emocional de un hombre con la misma
certeza con que él fecunda el cuerpo físico de ella. Es algo que la civiliza­
ción moderna, que todo lo convierte en estereotipos y en convencional,
ha olvidado. Una civilización que se ha olvidado de la Luna, Nuestra
Señora del Flujo y del Reflujo.’
Pero volvamos a lo que podría llamarse los mecanismos de reencar­
nación. En la muerte física, el primero de los ‘escudos exteriores’ se des­
prende: el cuerpo físico. El cuerpo etérico se desintegra, al romperse el

5. Esto no quiere decir, por supuesto, que sólo los hombres pueden ser poetas o artistas.
Sin embargo, parece ser cierto que la función de la musa es típicamente femenina. Tal vez
la mujer artista o poeta no necesita una musa; es difícil concebir a un Robert Graves
femenino escribiendo un libro titulado ¡El Dios Blanco! Tom Chetwynd sugiere que el
lado erótico de la vida (el principio de atracción y de relación) siempre está representado
por un dios masculino‘presumiblemente por ser el objeto de deseo más adecuado para las
mujeres’ (o para el ánima en el hombre), puesto que la musa (de las ideas) y la sabiduría
"son ambas femeninas por razones contrarias’ —como el tesoro buscado por el hombre o
por el animus en la mujer. (A Dictionary of Symbols, p. 143.) El aspecto oscuro de la musa
os la Sirena tibid, p. 274): en las relaciones personales, la mujer cuya influencia en la
psique del hombre es más destructiva que creativa.
166 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

vínculo vital entre el cuerpo físico y los cuerpos astral, mental y espiri­
tual . Separado de la fuente de suministro, por decirlo así, el cuerpo físico
ya no forma parte de una entidad total y comienza a descomponerse.
El foco de la conciencia se convierte, en primer lugar, en el cuerpo
astral. Por ahora, se encuentra en un estado continuo equivalente a la
proyección astral.
El grado de retirada de los planos depende de la persona. Algunos
(sobre todo aquellos atrapados por las obsesiones más burdas, como el
alcoholismo o una libido sexual insana) resisten el proceso, o bien ta r­
dando mucho tiempo en comprender que están psíquicamente muertos,
o negándose a aceptarlo; esta es la explicación de muchas ‘obsesiones’ o
sensaciones de vampirismo psíquico que sienten los aún encarnados. El
exorcismo efectivo, gracias a un experto clarividente que conozca lo que
él o ella está haciendo, es una manera de hacer frente a esa entidad
astral y persuadirla de la necesidad de retirarse normalmente. Nuestro
amigo el reverendo Christopher Neil-Smith, uno de los mejores exorcistas
de Inglaterra, nos contó un caso típico. Una familia le llamó porque no
podía tener chicas au pair debido a que todas se sentían aterrorizadas
en la habitación de dormir que les proporcionaban (aparentemente, muy
agradable). Christopher descubrió la causa: un fantasma lesbiano. Dis­
cutió con el fantasma utilizando sus propias palabras cristianas de po­
der y le persuadió del error que cometía con sus molestias astrales. A
partir de entonces el problema desapareció.
(Sobre esta cuestión de palabras de poder: su efectividad depende
del realismo y el significado que tengan para el exorcista, y por supuesto
para la entidad astral. Obviamente, en este caso, las más efectivas fue­
ron las cristianas. Un brujo, un hindú o un judío emplearían otras dis­
tintas con el mismo efecto, aunque las creencias del'fantasm a’ también
son importantes. Recuerdo la historia del vampiro a quien retaron con
un crucifijo, y que replicó: ‘¡Ja, ja, ja. Has dado con el vampiro equivoca­
do!’, lo que no es un chiste, como parece).
En el otro extremo de la escala, las almas bien integradas y avanza­
das pueden, por voluntad propia, retrasar su retirada completa con el
objetivo de ayudar a sus amigos todavía encarnados. Nosotros creemos
que los padres de Stewart protagonizaron uno de esos casos. Su padre
murió físicamente en 1953, y su madre en 1958. Stewart y Janet no se
conocieron hasta 1970. En varias ocasiones clave en años recientes, la
madre de Stewart, con su padre detrás, lograron contactar con nosotros
utilizando a Jan et como médium, comunicándose a través de la escritu­
ra automática y de otros medios, incluyendo algunas sorprendentes ‘co­
R e e n c a r n a c ió n 167

incidencias intencionadas’ y el empleo de una fraseología totalm ente


característica, así como referencias e ideas que Jan et no podía haber
conocido. Con cierto escepticismo, uno podría adm itir como explicación
la existencia de un fenómeno de telepatía inconsciente entre Stew art y
Janet, pero tra s analizar todas las circunstancias, sólo podemos opinar
creíble una comunicación directa de Agnes Farrar.
La etapa intermedia entre la separación del plano físico y la retirada
completa de la Individualidad parece transcurrir en un periodo de dura­
ción variable en un lugar que muchos llam anSummerland. Summerlands
tiene una existencia real en el plano astral, y hasta cierto punto, es un
lugar que se crea a sí mismo tanto desde una base individual como colecti­
va. En otras palabras, el tipo de Summerland al que uno va a parar y la
compañía que se encuentra ahí depende del propio grado de desarrollo y
de la fuerza de los vínculos con las demás entidades implicadas. N atural­
mente, siguen interviniendo partes de la Personalidad de las últimas en­
camaciones vividas, en los niveles astral y mental inferior. En general,
parece tratarse de un necesario periodo de descanso y de recuperación, así
como de asimilación (¿y discusión con los amigos?) de las lecciones apren­
didas en la última encamación.
A su debido tiempo, tam bién nos retiram os de Summerland. Todo lo
que queda es la Individualidad, el ser inmortal, que existe en un nivel de
la conciencia sobre el cual, cuando menos, no estamos preparados para
dogmatizar, porque su naturaleza apenas puede ser aprehendida excep­
to quizá en momentos de intuición, ni tampoco descrita en el lenguaje
del nivel en el que nos encontramos en este momento. Sin embargo, pue­
de decirse que tam bién es un periodo de asimilación de experiencia, en
el nivel fundam ental del individuo; y quizá, en proporción al grado de
desarrollo que se ha alcanzado, de consideración y selección de las cir­
cunstancias de la próxima reencarnación.
M ientras el momento de esta nueva reencarnación se acerca, la Indivi­
dualidad empieza a reunir a su alrededor las materias primas del‘escudo
externo’ requerido para una nueva Personalidad. No pueden ser más que
las m aterias primas, porque una Personalidad completamente desarrolla­
da es el resultado de una creación gradual de las circunstancias de la nue­
va encarnación, y de la propia respuesta personal al respecto.
El paso final es la reencarnación física, cuando la entidad (La Indivi­
dualidad más las m aterias prim as de la nueva Personalidad) entrega su
alma a un feto en el momento de la concepción. Sobre las implicaciones
que esto tiene p ara los padres hablaremos más extensam ente en el capí-
l u lo XV, ‘Brujería y sexo’.
168 E l C a m in o d e l a s B k u ja s

Aparte de experiencia, ¿qué acumula la Individualidad de encarnación


en encarnación? Acumula karma. Occidente ha asumido este término hin­
dú porque no existe en los lenguajes europeos nada equivalente. Su signi­
ficado literal original es sencillamente ‘acción’, o ‘causa y efecto’.
La manera más sencilla de contemplar el karm a es como una espe­
cie de saldo de las buenas o m alas acciones de una persona, y del resul­
tado de su sabiduría o estupidez en la totalidad de las reencarnaciones
personales. Pero para lograr una imagen clara de su significado no de­
beríamos pensar e n ‘alguien ahí arriba’ que cuantifica el saldo y recom­
pensa o penaliza según el resultado, sino en la raíz del significado de
causa-y-efecto. El concepto del karm a se refiere a que todo lo que hace­
mos causa una reacción en cadena de efectos, tan inevitable como las
ondas provocadas en la superficie del agua cuando se arroja una pie­
dra, y que estamos obligados a vivir con los resultados. Una onda (o una
ola enorme) que causemos puede no volver hacia nosotros hasta mu­
chas vidas después, pero lo hará, por la naturaleza de la estructura de
nuestro universo totalm ente interconectado. Esta interconexión nos
obliga, tarde o temprano, a restau rar el equilibrio que hemos roto, a
cosechar ios frutos que hemos sembrado (incluyendo los buenos), a pa­
gar las deudas que hemos contraído y a beneficiarnos del interés de
nuestras inversiones prudentes. Tanto la actividad creativa como el frau­
de moral acaban pagando las consecuencias. Volviendo a la analogía del
saldo, el ordenador del banco kármico es seguro, inexorable y está equi­
pado con una memoria inmensa.
Por lo tanto, el proceso de la reencarnación repetida va compensan­
do el karm a hasta que se alcanza un equilibrio sano permanente. (Pero
atención, un equilibrio dinámico, no estático.)
La Individualidad inmortal, liberada por su propio esfuerzo de la
necesidad de más encarnaciones en este plano, puede ahora ascender a
la siguiente etapa. La naturaleza de esta etapa sólo podemos vislum­
brarla oscuramente en nuestro nivel de desarrollo presente; si pudiéra­
mos atrap ar su esencia y su detalle, ya no estaremos aquí.
Sin embargo, también hay una excepción a esta regla: los bodhisattwa.
Es otra palabra hindú que se ha introducido en el uso occidental ante la
falta de una europea equivalente. Un bodhisattva es una individualidad
perfecta que ya no necesita reencarnarse sino que decide hacerlo por su
propia y libre voluntad para ayudar y guiar a los mortales menos desa­
rrollados. Uno podría razonablemente deducir, por ejemplo, que Jesús6y

6. Véanse en las páginas 238-9 algunas consideraciones sobre el papel de Jesús.


R e e n c a r n a c ió n 169

Buda fueron bodhisattvas; lo que ocurre es que siendo la naturaleza


hum ana como es, el impacto de estas entidades en la gente de su época
conduce con frecuencia a su deificación posterior. Por ejemplo, es muy
posible que la memoria venerada de bohisattvas humanos crease figu­
ras divinas tales como Isis, Osiris, Zeus, Atenea, Dana y Brid. La diosa
Aradia, heredada por el Wicca de la tradición toscana, tiene todos los
indicios de cumplir este proceso de divinización, y con mayor claridad
quizá que la mayoría. La leyenda la describe como portadora de las en­
señanzas ‘de mi madre Diana’ a los humanos; ella misma se representa
como canal de la sabiduría divina, no como su fuente, y esto es típico de
un bodhisattva. Así pues, si tenemos razón, ni siquiera los brujos son
inmunes a esta tendencia que transform a el oscuro recuerdo de un maes­
tro destacado en un dios o una diosa. (Lo cual no debe impedir a nadie
seguir utilizando el nombre de Aradia como el de una diosa si, como
nosotros, ya está haciéndolo. El pensamiento-forma ha sido poderosa­
mente construido durante generaciones, por lo que Aradia se ha conver­
tido en un efectivo signo de llamada y un canal hacia la misma diosa,
que es básicamente lo que son todos los dioses y las diosas, sea cual sea
la forma que adopten. En el capítulo XIV, ‘Mito, Ritual y Simbolismo’
abundaremos sobre esta cuestión.)
No todos los bodhisattvas han tenido un impacto tan recordado como
estas grandes figuras, por supuesto. Depende de la naturaleza y la di­
mensión de la tarea para la que se encarnaron. Muchos de ellos trabajan
discretamente, actuando deliberadamente para no ser reconocidos como
algo m ás que notables seres humanos; y esto, por supuesto, es lo que
son. La divinidad que brilla a través de ellos no significa que se despojen
de su hum anidad, sino su perfección.
Y avanzar hacia esta meta, el firme equilibrio del karma, es la tarea
consciente de todos los iniciados, incluyendo los que escogen el camino
del Wicca. E sta tarea, y no la mera curiosidad, es el propósito de los
esfuerzos voluntarios de la memoria de la encarnación, de la que tra ta ­
remos en un minuto. Una vez que se alcanza cierto nivel de desarrollo
consciente, cuanto más amplia sea visión que se tiene del significado del
propio karm a, y de los factores que lo han creado tras una serie de vidas,
más inteligentem ente se podrá controlar el camino hacia delante.
Existen técnicas mágicas para acelerar el karm a (o, puestos a ello,
para ralentizarlo) pero no se enseñan a la ligera hasta que los iniciados
estén preparados para ello. Con demasiada frecuencia, los iniciados bien
intencionados que se sumergen llenos de entusiasmo en estas técnicas
con la esperanza de desarrollarse lo más rápidam ente posible descubren
170 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

que han tratado de abarcar más de lo que pueden; el ritmo de los aconte­
cimientos puede ir por delante de sus conocimientos, dejándoles en un
estado peor del que estaban al comenzar. En cualquier caso, el mero
hecho de una iniciación auténtica, o de un compromiso oculto de alguna
clase, incluyendo la brujería, tiende a acelerar el karma, porque los ni­
veles que permanecían dormidos se despiertan, que es todo lo que mu­
chos de nosotros podemos afrontar.
Hay que hacer una aclaración más respecto al karm a antes de se­
guir hablando del fenómeno de la reencarnación en grupo. Hemos ha­
blado del karm a como un proceso casi impersonal, puesto en marcha por
las inexorables leyes de causa y efecto, y en qué consiste su principio
básico de acción. Pero eso no significa que no intervengan, o que se limi­
ten simplemente a observar, aquellos a quienes a veces hemos denomi­
nado ‘los Señores del Karma’. Existen entidades superiores de muchas
clases que actúan en los planos no materiales, intermedios entre la hu­
manidad y las últimas fuerzas creadoras, como todas las religiones reco­
nocen. Nosotros sólo formamos parte de un cosmos interdependiente,
complejo y con múltiples niveles, y estas entidades superiores tienen
que jugar sus propios papeles en la evolución de la vida en su conjunto.
Así pues, sería pecar de arrogancia imaginar que sus acciones no nos
afectan, o que nunca intervienen ni nos conducen en la dirección necesa­
ria. Y lo que es más, se puede recurrir a ellos por el proceso de auto-
armonización conocido como invocación.
De alguna manera, podríamos compararlo con los granjeros. Un buen
granjero no ignora ni tra ta de sabotear las leyes de la naturaleza; las
aprovecha buscando el máximo rendimiento y una ecología equilibrada.
De la misma manera, los Señores del Karma no se saltan las leyes de
causa y efecto; pero si queremos pueden, y de hecho lo hacen, ayudarnos
a no estar reñidos con ellas. Nos pueden ayudar a utilizar los procesos
naturales en lugar de luchar contra ellos en perjuicio nuestro o en el de
otras personas. Si cooperamos con ellos deliberadamente y tratam os de
sintonizar con su voluntad, es posible que nos veamos impulsados en
direcciones cuyo inmediato significado no podemos colegir. En nuestra
jerga profesional, a veces lo llamamos ‘el Guión’ y para nosotros, como
para otras muchas personas, es algo que puede conducirnos por caminos
misteriosos, pero que al final resultan tener sentido.
Resumiendo: el resultado del karm a, como el de llevar una granja,
es uña combinación entre el inexorable proceso natural y la m anipula­
ción inteligente de esos procesos por seres con un propósito determinado
que conocen el programa global.
R e e n c a r n a c ió n 171

(Si usted prefiere llamar a estas entidades ángeles o arcángeles, etc.,


¿por qué no? Encontrar la palabra adecuada depende de las asociaciones
propias de la educación recibida. Si tales asociaciones le parecen mal,
utilice otras palabras, pero bien mirado los conceptos son los mismos. No
hay razón para hurgar viejas heridas sólo por diversión.)

Tan pronto como uno empieza a investigar la reencarnación, y tiene las


primeras experiencias de recuerdo, se topa con el fenómeno de la reen­
carnación en grupo; descubre que ha conocido e interactuado con ciertas
personas en otras vidas anteriores, quizá en muchas vidas. Este conoci­
miento puede abarcar desde una impresión repentina (y puede que mu­
tua) de reconocimiento cuando se conoce a alguien (no es infrecuente
que esta impresión súbita tenga implicaciones emocionales negativas o
positivas que resulten desproporcionadas), al descubrimiento de que
una relación en esta vida es la continuación, desarrollo y resultado de
una relación de muchas vidas, que quizá implique a varias personas. Es
probable que el investigador cauto de su propia historia (hay que serlo
siempre en estas cuestiones) se diga a sí mismo que esa impresión re­
pentina, o descubrimiento, no es más que un pensamiento de realización
de un deseo, la proyección de emociones no resueltas o la racionalización
fácil de elementos difíciles de comprender en una relación actual. En
cualquier caso, es posible que tenga mucha razón; todo ocultista sabe lo
tentador que resulta soslayar el trabajo difícil que supone analizar una
situación personal encogiéndose de hombros y diciendo‘probablemente
es kármico’. Pero por mucho que haga lo imposible para evitar estas
tram pas, m ien tras la imagen de sus encarnaciones pasadas vaya
emergiendo y confirmándose con evidencias externas o a través del re­
cuerdo compartido independientemente con otros, descubrirá que cada
vez resulta más difícil escapar a la evidencia de que ciertas personas
que hoy conoce han estado asociadas con él en vidas pasadas.
Y si reflexiona sobre ello, comprenderá que estas relaciones conti­
nuadas eran de esperar, por varias razones.
La más evidente es la kárm ica. Si se quiere alcanzar la estabili­
dad que contrarresta todo desequilibrio kármico, las deudas kármicas
contraídas, o que perm anecen sin saldar, habrán de pagarse tarde o
temprano por el deudor a su acreedor, pues no pueden evadirse por
m uerte física7. Si, por ejemplo, duran te una vida alguien desvía su

7 Los druidas parece que fueron muy pragmáticos al respecto. Se dice que a veces se
Lucían verdaderos préstamos entre sí, contra pagarés pagables en su próxima encarnación.
172 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

desarrollo a causa del egoísmo, el equilibrio no será restaurado has­


ta que no haya contribuido (tanto m ortificándose como mejorando su
propia m entalidad) a m ejorar las condiciones que favorezcan su de­
sarrollo n a tu ra l en una vida posterior. E stas deudas, por supuesto,
pueden ser m ás complejas que las que atañen directam ente a dos
personas: A, B y C pueden h aber creado una situación distorsionada
entre ellos en una vida que sólo podrá arreglarse cuando A, B y C
vuelvan a encontrarse de nuevo en las nuevas circunstancias de una
vida posterior. O en tre A, B, C, D y E...
Los factores que propician estos reencuentros no son siempre nega­
tivos, por supuesto. Un trabajo creativo en equipo para el que una vida
no fue suficiente da origen a un impulso kármico positivo (tanto en
cada una de las individualidades en desarrollo implicadas como en cam­
pos de energía kármicos más amplios) que de m anera natural favorece
la reu n ió n del mismo equipo p a ra co n tin u ar lo que em pezaron
fructíferamente.
Estos ‘cabos sueltos’ positivos y negativos tienden a reunir a la gente
vida tras vida con la misma naturalidad con que la gravedad reúne las
corrientes afluentes separadas rodeando o atravesando todos los obstácu­
los geológicos para buscar un lecho en un valle concreto y combinarse en
un río que no se parece a ningún otro río, incluso aunque fluyan desembo­
cando en el mismo océano (de equilibrio kármico, por llevar la metáfora
hasta el final).
Tanto la experiencia como la lógica confirman que la naturaleza de
una relación puede cambiar de vida en vida; de hecho, es de esperar a
causa de los desequilibrios que quedan por resolver o por su propio desa­
rrollo dinámico. A y B pueden ser hermano y herm ana en una vida, y
volver a encontrarse en vidas posteriores como madre e hijo, marido y
mujer, colegas, rivales, amantes, conocidos casuales o, al revés, herm ana
y hermano.
No es necesario que la importancia de una relación sea la misma (o
que llegue a surgir en absoluto) en cualquier vida ulterior. Eso depende
de la naturaleza de las lecciones a aprender, o los equilibrios que resul­
ten, en una vida en particular.
Por poner un ejemplo personal, tanto Janet como yo sabemos que
nos hemos conocido en el curso de otras muchas vidas; pero, de ellas,
recordamos (y hemos confirmado) especialmente dos con la mayor vive­
za, presumiblemente debido a su relevancia. La prim era transcurrió en
Egipto en tiempos de Ramsés II, y la segunda en Segovia durante el
reinado de Isabel y Fernando. En ambas existencias convivimos con per­
R e e n c a r n a c ió n 173

sonas a quienes conocemos o hemos llegado a conocer en sus encarnacio­


nes actuales. Sin embargo, hasta donde hemos podido establecer, sólo
una de esas personas estuvo implicada en ambas encarnaciones, la egip­
cia y la española. Incluso podemos decir que sólo Stew art conoció a esa
persona en Egipto, pues nació después de la m uerte (egipcia) de Janet,
aunque en España se relacionó con nosotros dos. E sta relación, que con­
cuerda con lo que sabemos de esas dos vidas, implica distintas lecciones
y diferentes problemas que sólo serían relevantes para ciertos de nues­
tros ‘compañeros de viaje’ en cada caso.
Esto, por supuesto, explicaría el fenómeno del intenso pero pasajero
reconocimiento de un desconocido. Él (o ella) puede haber estado profun­
damente implicado en una'agenda’ central de alguna pasada encarnación,
pero es posible que en esta vida cumpla una agenda completamente sepa­
rada, y por tanto ser mutuamente irrelevante en la etapa presente. Sin
embargo, el recuerdo repentino de una emoción ahora irrelevante (incluso
aunque, en la mayor parte de los casos, sea recordada inconscientemente)
puede llegar a ser agudo y confuso en ese momento.
Los recuerdos repentinos, aunque inconscientes, de este tipo no siem­
pre tienen que ser irrelevantes en esta vida; pueden ser el comienzo de un
reencuentro importante. Con frecuencia, casos de verdadero ‘amor a pri­
mera vista’ deben explicarse de esta forma, por mucho que, de hecho, no
sean ‘a primera vista’ en absoluto, incluso aunque la pareja así lo crea.
Lo que nos lleva a uno de los más poderosos im pulsos de reunión
en v id as p o ste rio re s: un am or que v e rd a d e ra m e n te im plica la
interacción de dos individualidades inm ortales, y no sim plem ente de
sus P ersonalidades en cualquier encarnación determ inada (suficien­
tem ente feliz a pesar de la frecuente existencia de tal Personalidad-
amor). Se tr a ta de esa clase de am or al que nos referim os con el té r­
mino de ‘alm as gem elas'. Tal vez ‘estrellas b in a ria s’ sería una des­
cripción m ás ajustada; dos entid ad es únicas, cada una con su propia
n atu raleza, que han formado un conjunto com plem entario y giran
en órbitas cercanas alrededor de un centro de gravedad común, sin
quedar aislad as de sus estrellas vecinas, y en realidad, a menudo
afectándolas m ás fuertem ente de lo que lo h arían siendo dos e stre ­
llas solitarias, a causa de la energía generada por su cercana, y por
tan to rápida, órbita m u tu a8.

R. Ya que todas las relaciones son dinámicas, suponernos que incluso las almas gemelas
deben tener sus crisis. Uno de nuestros miembros amenazó con escribir una novela ocultista
titulada (!) The Tkousartd-Year Itch.
174 E l C a m in o d e la s B ru ja s

Dion Fortune escribe en profundidad sobre las alm as gemelas en


The Esoteric Philosophy of Love and Marriage, capítulos XVII y XVIII.
Como ella dice (ibid., p. 83), se tra ta de ‘la emoción no saciada que
forma el Lazo Kármico’; pero esos lazos pueden producirse en muchos
niveles menos intensos y omnímodos que los que existen entre las almas
gemelas. Cualquier am or o am istad que deja algo perm anente incluso
después de la m uerte física libera un vínculo, de fuerza variable, que
tiende a unir a las personas en vidas posteriores, de forma que esa emo­
ción pueda ‘vaciarse’ o desarrollarse. Como se dice en la ‘Leyenda del
descenso de la Diosa’ de la brujería (Los ocho sabbats de la brujería, pp.
172-3): ‘Para colmar el amor, debes volver de nuevo al mismo tiempo y al
mismo lugar como hacen los am antes, y debes encontrarle, recordarle y
am arle a él o a ella otra vez.’ La actitud de los que profesan la brujería es
en este caso deliberada; trabajan para ‘conocer y recordar’; no sólo para
reactivar la memoria inconsciente.
Debe añadirse que cualquier emoción no saciada crea un lazo kármico
en el que se incluye el odio que también puede ser tratado deliberada­
mente de la misma m anera que se puede trabajar para perpetuar un
vínculo de amor o am istad, y se puede (sin duda estará bien advertido
para ello) trab ajar para resolver un vínculo de odio, antes que dejar que
surja de nuevo como un asunto sin zanjar en una vida posterior.

¿Cuáles son los mecanismos para reunir a las personas que han estado
asociadas entre sí en vidas anteriores? Después de todo, se puede acep­
ta r el principio, pero aún así resulta difícil de aceptar que u n a ‘emoción
no saciada’ vaya a superar y cumplir una serie de aparentes coinciden­
cias de residencia, empleo, encuentros casuales y cosas así, que en la
práctica lograrían provocar estos reencuentros. Por ejemplo, nosotros
decidimos conscientemente trasladarnos de Londres a Irlanda en 1976
por lo que nos pareció una razón puram ente económica: que la Repúbli­
ca no cobra impuestos a los escritores. Sin embargo, por un lado existía
un profundo punto de inflexión en nuestro desarrollo wiccaniano y nues­
tro trabajo, y por otro nuestro traslado nos puso en contacto íntimo con
varias personas sobre cuya implicación crucial en nuestras vidas pasa­
das no tenemos duda. Y de todo esto, como meros refugiados tributarios,
no tuvimos la más ligera precognición. ¿Fueron los Señores del Karma
quienes sacaron nuestros billetes de barco? Como ya hemos dicho, pue­
de que nos em pujaran en la dirección oportuna en el momento preciso;
pero seguram ente se habría logrado un progreso kármico muy escaso
con virtiéndonos en meros muñecos.
R e e n c a r n a c ió n 175

Puede decirse que la explicación a la m ayoría de sem ejantes ‘coinci­


dencias’ es mucho más n atu ral. Es decir, que las alm as estrecham ente
vinculadas se comunican y se llam an unas a o tras a nivel Individual de
m aneras que sus Personalidades ignoran por completo. A nivel de alm as
gem elas serán particularm ente intensas, lo que significaría un diálogo
continuo; pero es algo que tam bién puede esperarse en tre todos los'com-
pañeros de viaje’ en diversos grados. Así pues, una decisión totalm ente
inconsciente (al menos en lo que respecta a la Personalidad) puede em ­
pujar a una persona a com prar el billete de barco necesario o a llevar a
cabo la necesaria reunión a través de un m ensaje de la Individualidad a
la Personalidad, que entonces em prende la acción para cum plir lo que a
la m ente consciente le parecen ser razones prácticas o tem peram entales
totalm ente diferentes.

Una cosa que confunde a m uchas personas sobre la reencarnación es la


explosión demográfica. Si la reencarnación es un hecho, argum entan,
seguram ente el núm ero de seres hum anos encarnados sobre la T ierra
en diferentes periodos debería seguir siendo relativam ente estático.
En n u e stra opinión existen varias explicaciones al respecto. La pri­
m era es la m ás sencilla: por razones conocidas sólo por el Planificador
Cósmico (o como se le quiera definir) se crean nuevas alm as todo el tiem ­
po, y en la actualidad m ás rápidam ente que nunca. La m ayor parte de
las personas clarividentes conocen la sensación de que fulano es un'alm a
joven’ al m argen de la edad cronológica que tenga en su presente encar­
nación; y esta sensación puede ser perfectam ente válida.
Sin embargo, esta ‘creación’ sin más de alm as puede no ser tan senci­
lla. La esencia de la conciencia es la individualización. Los animales no
humanos en general (de nuevo, quizá excluyendo a ciertos cetáceos, véase
n ota 1, cap ítu lo XI) no son au toconscientes; sólo son conscientes
nebulosamente, si es que lo son, de su propia individualidad separada.
Psíquicamente, cada uno de ellos forma parte de un alma de grupo9. Una
teoría (que tiene sentido: después de todo, es difícil creer que un mosquito,

9. Un ejemplo clásico de alma de grupo animal, a escala pequeña, es la colmena. En el


caso de las abejas, el 'individuo' es la colmena; cada uno de los insectos se diferencian por
m u función casi como las células del cuerpo de un mamífero, a pesar incluso de que reinas

y obreras proceden de huevos idénticos. La conducta de la colmena dirigida hacia un


propósito determ inado es en teram en te colectiva, siendo su s insectos com ponentes
«•■parados igual de dispuestos a cumplir el interés del conjunto como las células en el
cuerpo humano. Resulta mucho más fácil comprender a las abejas si se contempla el
enjambre como un organismo complejo y muy bien adaptado.
176 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

un lemming o un arenque se reencarnen individualmente) es que en la


muerte física los elementos no físicos de un animal son reabsorbidos en el
alma colectiva de las especies, que ‘germina’ nuevos individuos del fondo
común para su manifestación física. La teoría sugiere que sólo algunos
individuos (con‘i’ minúscula) de algunas especies de mamíferos superiores
desarrollan u n ‘estado de separación’ (el primer paso hacia la Individuali­
dad con ‘I’ mayúscula) que puede persistir como tal en una encamación
posterior; también dice que esto ocurre sobre todo en especies que se en­
cuentran estrechamente relacionadas con los seres humanos.
En térm inos evolutivos, la hum anidad ha emergido muy reciente­
mente de la etapa en que las conciencias de grupo dominaban la vida y
la conciencia individual, excepto en los miembros notables de la tribu,
era una cosa muy vaga. Se podría deducir, razonablemente, que en aquella
etapa también tenían lugar las reencarnaciones (de nuevo, con notables
excepciones) en el principio del alma de grupo, diferenciando primero, al
tiempo que progresaba la evolución hum ana, entre alm as raciales,
tribales o de clan, y sólo separándose de manera gradual en Individuos
únicos reencarnados con el creciente desarrollo de la mente consciente y
la autoconciencia personal10.
Sobre esta base, el número de almas ‘haciendo cola’ para una reen­
carnación individual se incrementaría enormemente en el últimomilenio,
y meteóricamente en los dos últimos siglos. Y en la actualidad, cuando
incluso las gentes primitivas están siendo forzadas (para bien o para
mal) a entrar en contacto regular con las culturas avanzadas y altam en­
te autoconscientes, el número de Individuos (con T mayúscula, aunque
en distintos niveles de desarrollo) debe ser inaudito.
También, claro, estamos en un periodo de rápida evolución cultural y
psíquica; todo se acelera. Una década contempla más cambios, en casi to­
das las esferas, que un siglo en tiempos de nuestros abuelos, o que mil años
en los tiempos del neolítico. La vida es un conjunto interconectado a todos
los niveles; ¿así pues, no resulta probable que esta misma aceleración, esta

10. Hay que decir que las almas de grupo racial, tribal, etc., continuarán existiendo como
influencias colectivas incluso tras el incremento de la individualización de sus miembros;
y que estas influencias pueden ser para mal o para bien. Uno de los aspectos menos
admirables del pensamiento oculto europeo en el siglo XIX y principios del XX fue la
extendida convicción de la superioridad del alma racial europea (esto es, de los blancos
caucásicos). Muchos escritores y hermandades dieron por hecho que representaba la cima
de la evolución espiritual humana jamás alcanzada, en lugar de una contribución entre
otras muchas a esa evolución, que es lo más amable que se puede decir con certeza sobre
cualquier alma racial.
R e e n c a r n a c ió n 177

misma compresión de la escala temporal, deba aplicarse también al karma


y a la frecuencia de reencarnación? Somos una parte integral de Gaia, el
Organismo de la Tierra, en sus planos espiritual, mental, astral, etérico y
físico del ser; y si algunos de sus ritmos se aceleran, también lo hacemos
nosotros en todos los niveles. Especialmente cuando somos responsables
de los cambios y estamos empezando, al fin, a preocupamos por sus resul­
tados. ¿No estaría influyendo una creciente sensación de urgencia, una
compulsión a ‘volver al trabajo’, por parte de las Individualidades que an­
taño se tomaban su tiempo entre encamaciones?
La explosión de la población, naturalm ente, ha sido un tem a de pre­
ocupación mundial de un tiempo a esta parte. Pensadores responsables
de muchos países han señalado la calamitosa situación económica,
ecológica y política que amenaza nuestro planeta si no se detiene con
urgencia. Algunas naciones están dando pasos prácticos al impulsar
programas de un control racional de la natalidad. Desgraciadamente,
el mayor obstáculo al que se enfrentan estas sanas políticas es el Vati­
cano, cuya condena de la contracepción nos parece (como a millones de
católicos) social y teológicamente insostenible, incluso desde las mis­
mas concepciones cristianas; pero hablaremos más de este tema en el
capítulo XV, ‘Brujería y sexo’.
Es más que probable que la especie hum ana en su conjunto, por su
irresponsable y elusiva indiferencia hacia el problema de la población,
esté realmente distorsionando el ritmo natural de las reencarnaciones;
o para decirlo claramente, reclamando a las almas que se reencarnen
más deprisa, y en un mayor número, de lo que la Madre Tierra puede
desear para ellas o que su saludable progreso kármico exige. Si es así,
estaríamos aumentando peligrosamente el karma negativo de la espe­
cie, y nuestra Madre Tierra tiene maneras drásticas de decir ‘¡Basta!’
cuando esos problemas se descontrolan.
Muchas de estas ideas precedentes no son más que teoría y no tie­
nen por qué ser aceptadas por los que creen en la reencarnación. Pero
esperamos que sirvan para dar qué pensar.

¿Cómo hacer para recordar vidas pasadas?


Antes de hablar de técnicas, nos gustaría señalar tres reglas que son
absolutamente esenciales para un trabajo serio sobre el recuerdo de
anteriores encarnaciones:
1. Registrar por escrito (y cuando sea posible con cinta magnetofónica).
2. M antener la mente abierta, con un escepticismo sano pero recep­
tivo (provisionalmente) hacia todas las impresiones recibidas.
178 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

3. Cotejar todo lo posible los hechos conocidos (documentos parroquiales,


libros de historia, vestimentas y detalles de la vida cotidiana de la época,
etcétera; sobre todo las cosas que resulta muy difícil haber conocido en el
momento en que se registró la impresión del recuerdo).
Como señala Christine Hartley (A Case for Reincamation, p. 80): ‘No
cometa errores al respecto. Incluso cuando se dispone de la posibilidad de
leer los registros, existen peligros en el camino, y el peligro de un pensa­
miento de realización de deseos es, probablemente, el más acusado; la an­
siedad por llegar a “ver” es tan fuerte que fácilmente nos dejamos llevar
por la imaginación descontrolada del razonamiento crítico y el discerni­
miento. Aunque cierto grado de imaginación, cuidadosamente controlada,
siempre es necesaria para elevar la mente de la base raíz del mundo mate­
rial, es muy importante que en todos los experimentos se imponga una
gran disciplina para que los resultados puedan ser fiables/
Considerando la regla 1. Siempre que crea tener una experiencia
de recuerdo, anótela (o díctela en una cinta magnetofónica) inmedia­
tam ente, antes de discutirla con cualquier persona y antes de apli­
car la regla 3. Guarde sus notas o la cinta, incluso si ha transcrito
una grabación al papel, y guarde tam bién la grabación original, por­
que las dudas, el tono de voz y demás pueden descubrir cosas que en
el momento podrían pasar desapercibidas. Si puede, incluya bocetos,
mapas o planos, etc. Guarde todos estos datos perm anentem ente, no
suprim a lo que parece irrelevante en ninguna fase, porque posterio­
res desarrollos (a veces años más tarde) pueden arrojar una nueva
luz sobre ellos. Las cintas grabadas son muy valiosas cuando se quiere
recordar bajo hipnosis o en trance; actualm ente, las cintas para gra­
bar son muy baratas y constituyen el mayor regalo de la tecnología
moderna para la investigación sobre las reencarnaciones (así como
en muchos otros campos de lo psíquico).
La regla 2 es la clave de todo el proceso. Christine Hartley tiene
razón: la imaginación es esencial en el proceso, pero si se descontrola
puede sabotearlo. El escepticismo no debe inhibir la imaginación, pero
más adelante debe verificarse fríamente lo que la imaginación ha pro­
ducido. Esto es particularmente cierto respecto a esos instantes de re­
cuerdo espontáneo que pueden o no resultar ser meras ensoñaciones: el
truco consiste en dejarlos ir sin cortapisas, registrarlos y después pensar
en ellos críticamente, pero analizando siempre los datos con una mente
abierta y comprobando si posteriores descubrimientos los confirman o
los desmienten11. (Incluso cuando queden descartados no los suprima;
puede que día le enseñen algo.)
R e e n c a r n a c ió n 179

La regla 3 es trabajo de detectives. Si un nombre, un lugar y una fecha


encajan con los datos del Registro General, o un detalle de la práctica de la
agricultura en el siglo XVIII en East Anglia le parece equivocado, pero
termina siendo confirmado oportunamente por un experto sobre el tema,
tiene usted una prueba inequívoca de un recuerdo auténtico.
Otra forma de confirmación, menos concreta pero igualmente pro-
metedora, son los recuerdos de amigos que han podido estar implicados
en la misma encarnación. Una vez más, los registros escritos llevados a
cabo antes de discutirlos demuestran lo que valen, porque reducen en
gran medida el peligro de los pensamientos de realización de deseos o
las alteraciones que el inconsciente puede llegar a crear para que todo
encaje. (Aunque con amigos con los que resulta más que probable que se
esté psíquicamente‘sintonizado’, siempre hay que tener presente la po­
sibilidad de una telepatía involuntaria, que normalmente puede diag­
nosticarse, o descartarse, examinando el ‘sentimiento’ de los registros,
contemplando si el material común aparece convincentemente enfocado
¡i partir de puntos de vista personales, en lugar de‘repitiendo’el de otros,
y verificando si cada uno contiene material propio de manera que pue­
dan superponerse en lugar de limitarse a coincidir.)
Una de las confirmaciones más inesperadas que nos han sucedido
nos llegó de la mano de un niño de cinco años, al que conocimos por
primera vez junto con sus padres. Miró a Janet y dijo de pronto: ‘Yo te
conozco’. Janet contestó: ‘Te vi cuando eras un bebé’, pero él la interrum­
pió con impaciencia: ‘Oh, no entonces. Me refiero al otro tiempo, cuando
llevabas en las manos esas cosas que chasqueaban’ (imitando a las cas­

II. Un ejemplo de nuestra propia experiencia: en octubre de 1972, cuando creíamos


tliaponer de las principales líneas maestras de nuestra mutua encarnación en Egipto,
pero ninguno de los dos había estado en aquel país en esta vida, Stewart tuvo un 'sueño
despierto' sobre la vida egipcia, aunque no estaba seguro de su autenticidad. Mientras se
lo contaba a Janet, esta le interrumpió y dijo: Ta he visto esa habitación. No me la describas,
dibuja un plano sin enseñármelo, después yo dibujaré otro, y los compararemos.' Los dos
planos eran claramente de la misma habitación, incluso con una columna de planta
■•undrada en medio de la misma pared que no tenía ninguna utilidad aparente y ninguna
relevancia en la historia. Nos dimos cuenta de que la telepatía era una posible explicación.
: lin embargo, un año después fuimos a Egipto, y cuando visitamos el templo de Luxor nos
convencimos de que fue allí donde ocurrió el incidente. Stewart insistió en que la habitación
víi no existía pero que estuvo en una serie de habitaciones más allá de la parte posterior
de! templo que se conserva, y formaba tres lados de un rectángulo. Así lo comprobamos
con nuestro amigo Ahmed Abdel Radi del Departamento de Antigüedades, que confirmó
que las habitaciones existieron según la disposición que describió Stewart, pero sus
i u n ien tes se encontraban ahora cubiertos por las calles y las casas del pueblo. Esta fue
una de las varias confirmaciones que nuestra visita a Egipto produjo.
180 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

tañuelas). ‘Pero tu pelo debía ser negro... ¿Dónde está el otro hombre?’
‘¿Qué hombre?’ El niño desvió la pregunta y siguió: ‘Tú eras mi mamá.
Pero no eras la mujer de papá, eras su amiga.’Todo lo que dijo, de mane­
ra totalm ente espontánea y con «Janet evitando deliberadamente suge­
rir o insinuar nada, concordaba con lo que ya creíamos saber de la encar­
nación de Jan et como cortesana en Segovia alrededor del año 1500; ade­
más identificaba uno de sus hijos ‘perdidos’. El niño parecía actuar con
total naturalidad y siguió hablando de otras cosas como si entonces lo
recordase, y estuvo todo el tiempo muy cerca de Jan et hasta que llegó la
hora de que la familia se marchara. Ni él ni sus padres podían haber
tenido el más mínimo conocimiento acerca de la convicción de Janet de
haber vivido una encarnación en Segovia.
El m aterial sobre las reencarnaciones más impresionante es el que
se obtiene por regresión hipnótica. En muchos casos, psiquiatras profe­
sionales han tropezado con el fenómeno por accidente, para después con­
tinuar estudiándolo sistemáticamente. Hacer regresar a un paciente bajo
hipnosis, revivir experiencias de la infancia y desenterrar traum as que
entonces pueden ser apropiadamente tratados, es una técnica psiquiá­
trica normal. Y al hacer regresar a sus pacientes a etapas cada vez más
tem pranas, muchos psiquiatras se han quedado sorprendidos al descu­
brir que se remontan no sólo hasta el nacimiento o a las impresiones
uterinas sino que recuerdan vidas anteriores. Tras examinar estos datos
inesperados con un escepticismo profesional basado en la lógica, mu­
chos de estos doctores han seguido sondeando hasta que, finalmente,
han terminado por quedar ellos mismos convencidos.
The Cathars and Reincarnation, de A rth u r G uirdham ; Many
Lifetimes, de Joan G rant y Denys Kelsey, y Have Reen Here Before, de
Edith Fiore, son libros que describen el fascinante proceso de este descu­
brimiento. La colaboración de G rant y Kelsey fue particularm ente fruc­
tífera. Al parecer, ella llegó a recordar totalm ente vidas pasadas que
describió en novelas (o autobiografías) como Winged Pharaoh y Life as
Carola. Por su parte, él era un psiquiatra que descubrió la evidencia de
la reencarnación de la m anera que hemos descrito. Ambos empezaron a
trabajar juntos en 1958 y term inaron casándose. Many Lifetimes es un
clásico del género12.

12. Sin embargo, Many Lifetimes introduce un concepto que no se encuentra en la teoría
clásica: el de la Individualidad inmortal que acumula un 'guardarropa' (el símil pertenece
a los mismos autores) de 'cuerpos suprafisicos' de vida en vida que parecen coincidir con
la idea común de los eterices. La sugerencia se refiere a que el cuerpo suprafisico que da
R e e n c a r n a c ió n 181

Otro libro interesante sobre el tema es Encounters with the Past, de


Peter Moss y Joe Keeton, que incluye dos discos grabados durante au­
ténticas sesiones de regresión. More Lives than One, de Jeffrey Iverson,
describe las famosas Cintas Bloxham, grabadas durante dos décadas de
trabajo por el hipnoterapeuta Arnall Bloxham.
El caso que mayor publicidad atrajo (por mucho que otros sean in­
cluso más convincentes) se describe en The Search for Bridey Murphy,
de Morey Bernstein.
Así pues, la hipnosis es quizá el más poderoso de todos los métodos
para recordar encarnaciones. El inconveniente es que en manos de afi­
cionados también puede ser el más peligroso. Si el hipnotizador no tie­
ne los conocimientos o la experiencia necesarios pueden aparecer trau­
mas. Inconscientemente pueden quedar implantadas sugerencias
poshipnóticas con resultados dañinos. Estos y otros riesgos son la razón
por la que todos los profesionales hipnoterapeutas con los que hemos
hablado desaprueban firmemente el hipnotismo de la televisión o la
escena; muchas veces, estos profesionales son reclamados para desha­
cer el daño que un hipnotizador de teatro ha causado, y del que era
totalmente inconsciente.
Hay otro peligro en el campo de lo oculto, el de la manipulación delibe­
rada. El primer recuerdo de Janet de nuestra vida conjunta en Egipto lo
obtuvo bajo hipnosis con un ocultista muy experimentado, en quien (en­
tonces carecíamos de experiencia) confiábamos. Más tarde nos dimos cuenta
de que practicaba la magia negra y de que carecía de escrúpulos. El recuer­
do fue lo bastante auténtico, pero él tergiversó su interpretación para sus
propios propósitos, y nos causó un daño a ambos que tardamos un año en
curar. Aquello supuso para nosotros una amarga lección.

forma y contiene el cuerpo físico en esta encarnación puede ser uno que ha sido reactivado
a partir de una encarnación anterior (no necesariamente la inmediatamente previa).
Incluso podría ser uno adecuado a una etapa anterior a esta encarnación, insanamente
retenido más allá de su propio tiempo, dando así origen a una enfermedad, puesto que lo
físico y lo suprafisico son opuestos. Los autores parecen haber basado el logro de la curación
en esta teoría. No es necesariamente incompatible con la teoría clásica y la Individualidad
podría llevaren sí 'planes de acción’de cuerpos etéricos anteriores, y naturalmente tender
a volver a utilizarlos -igual que la solución líquida de una substancia cristalina lleva en sí
el ‘plan de acción' por el que reconstruye cristales de estructura y forma características.
Ciertamente, esta teoría del 'guardarropa' explicaría el hecho de que 'compañeros de
viaje', tal y como recuerdan encarnaciones pasadas comunes, son a veces (aunque no
siempre) recordados como visualmente semejantes a su apariencia actual, aunque debe
admitirse que. incluso cuando el recuerdo es auténtico, esta aparente semejanza puede
ser una proyección psicológica.
182 E l C a m in o d e las B r u ja s

El hipnotismo, en particular la hipnosis profunda, debe ser sólo em­


pleado para recordar o para cualquier otro propósito cuando el hipnotiza­
dor es lo bastante experimentado, preferiblemente profesional (aunque
Bloxham, por ejemplo, sólo es un experto aficionado ), y cuando su respon­
sabilidad esté fuera de toda cuestión.
Un método mucho menos peligroso para el aficionado, y que puede
ser muy fructífero, consiste en lo que podría llamarse meditación dirigi­
da. El guía conduce a un individuo o grupo a un viaje simbólico bajando
una escalera, atravesando una puerta, sobre una alta meseta, cualquier
ejercicio de la imaginación tranquilo y consciente que detenga el control
lineal y lógico (función del cerebro izquierdo) del flujo del pensamiento y
aproveche el modo intuitivo (función del cerebro derecho) de la concien­
cia. Esto puede provocar un ligero, o incluso un profundo, trance; si esto
sucede, el guía conversa con la persona en trance, pero sólo para sonsa­
car información y para confirmarla, no para implantar ideas o sugestio­
nes. Una de las cualidades esenciales de una suma sacerdotisa o un sumo
sacerdote experimentado consiste en saber cuándo y cómo sacar a la
gente de un trance con suavidad, al primer signo de angustia o cansan­
cio. (Janet es una médium de trance, y Stewart tuvo que aprender muy
temprano cómo velar por ella y cuándo sacarla del trance.)
Una forma excelente para la meditación guiada de este tipo es cono­
cida como la Experiencia de Christos, que aparece descrita en Windows
of the Mind, de G. M. Glaskin. La hemos empleado muchas veces, con
resultados interesantes, y hemos descubierto que es totalmente inocua.
En Hypersentience, de Marcia Moore, se describen técnicas similares.
Es buena idea, para mayor seguridad, realizar estos experimentos
dentro de un círculo adecuadamente trazado y bien sostenido. (Véase el
capítulo XIV para profundizar sobre la función protectora del círculo.)
Los sueños pueden ser también otra fuente de información sobre
encarnaciones pasadas. Pero para hacer un uso adecuado y digno de
confianza hay que adquirir el hábito de recordar los sueños, aunque sea
mediante grabaciones magnetofónicas, inmediatamente después de des­
pertar, y aplicando cuidadosamente las reglas 1,2 y 3 que hemos descri­
to. También es útil aprender algo del mecanismo básico de los sueños;
por ejemplo, aprender a distinguir lo que Freud llama ‘contenido mani­
fiesto’ (el material obvio del sueño, a menudo entresacado de los sucesos
del día anterior)13dePcontenido latente’ (lo que el sueño está realmente
tratando de decir). No obstante, en lo que respecta a la interpretación de
los sueños, igual que en otras muchas cuestiones, para los ocultistas y
quienes profesamos la brujería Cari Jung es quien sobresale por encima
R e e n c a r n a c ió n 183

de otros m aestros de la psicología, ju n to con varios autores pertenecien­


tes a su escuela, como E sth e r H arding ( Woman’s Mysteri.es) y Erch
N eum ann (The Great Mother), que han seguido espléndidam ente sus
huellas. La mejor introducción al pensam iento jungiano es Man and His
Symbols, una antología de textos ed itad a por el mismo Jung.
U na vez adquirido el hábito de recordar los sueños, estos emergen
con mayor facilidad a la conciencia, y según n u estra propia experiencia
hay tre s clases de sueños que em ergen pronto y que conforman una cla­
se propia. Primero, el sueño en el que se es consciente de que se está
soñando. La mayoría de las personas conocen este tipo de sueño, pero
pocas se hacen cargo y los estudian mientras suceden, lo que puede ser
un experim ento muy revelador.
Segundo, el sueño en el se produce u n a proyección astral. En cuanto
se adquiere suficiente control, se convierte en un caso especial del pri­
m er tipo. Véase m ás al respecto en el capítulo XX.
Y tercero, el sueño que recuerda u n a encarnación. Con experiencia, se
llega a reconocer la cualidad especial de estos sueños; pero habrá que
ser aún prud en te al aplicar los conocimientos de los mecanismos del
sueño a su contenido. (¿Era fulano en el sueño un personaje auténtico de
la vida pasada? ¿O un arquetipo personalizado? ¿O mi propia alm a o
ánim a? ¿O una pantalla de alguien a quien no quiero reconocer? ... etc.)
Incluso un auténtico sueño de recuerdo puede e sta r contam inado por
otros elementos.
Los recuerdos soñados de o tras encarnaciones (aparte de los contac­
tos telepáticos en sueños, sobre los que abundarem os en el capítulo XX)
son un proceso individual, y el mayor desarrollo del recuerdo deliberado
individual es lo que C hristine H artley llam a ‘actuación consciente del
m édium ’. E scribe:‘El estado se adquiere con disciplina, silencio y perse­
verancia. En algunos aspectos se tra ta de una técnica aplicada por va­
rias escuelas de meditación profunda, sólo que en lugar de retirarse del
mundo exterior la persona vuelve a él invirtiendo el proceso.’ Describe la
técnica en su libro A Case for Reincarnation, página 85 en adelante. Y a
pesar de que se tra ta de u na técnica individual, advierte (pp. 87-9) de la
conveniencia de ten er otra persona cerca, ‘preferiblem ente alguien que

id. O incluso del día siguiente; con frecuencia, los sueños emplean material precognitivo,
no necesariam ente significativo en sí mismo, sino como sim ples 'ladrillos y argamasa' del
contenido revelado. El libro clásico sobre este aspecto es An Experiment with Time , de J.
W. Dunne. Los registros de nuestros propios sueños corroboran las afirmaciones de Dunne
sobre el m aterial precognitivo de los sueños, aunque mantenemos una actitud abierta
respecto a su interpretación teórica del fenómeno.
184 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

también conozca la técnica, aunque no es necesario que sea un vidente’,


al menos ‘hasta que se alcance la plena conciencia de lo que se puede o
no se puede o no deberá hacerse’.
El más famoso de los clarividentes americanos, el difunto Edgar
Cayce, empleó una técnica muy diferente, el sueño hipnótico auto-indu­
cido, para leer la mente de más de seis mil personas durante cuarenta y
tres años. Descubrió su don por accidente en 1923, y para él, que era un
protestante ortodoxo fundam entalista, supuso un profundo shock, pero
le convenció de la realidad de la reencarnación. Sus logros fueron resu­
midos en Reincarnation, de Hans Stefan Santesson, p. 126 en adelante,
y descritos en profundidad en Edgar Cayce on Reincarnation, de Noel
Langley.
Al tiempo que uno adquiere experiencia en los recuerdos descubrirá
que no sólo puede recordar sus propias vidas pasadas, sino que también
puede ‘leer los registros’ de otras personas. La mayor parte de la obra de
Edgar Cayce trata de este tipo de memorias, y Many Lifetimes proporciona
repetidos ejemplos del empleo que hizo Joan G rant de esta facultad, a
menudo invocándola ella misma y Kelsey con éxito en el diagnóstico de los
problemas de sus pacientes. Janet tiene la misma habilidad, aunque nor­
malmente surge espontáneamente; en el momento en que escribo todavía
no ha alcanzado la fase en que se ejercita a voluntad.
Para una guía abreviada de los diversos métodos de recordar encar­
naciones, vale la pena leer el pequeño libro de J. H. Brennan, Five Keys
to Past Lives, a pesar de que en nuestra opinión minusvalora los peligros
de la hipnosis por parte de los aficionados. Puede que estas páginas an­
teriores aparezcan sobrecargadas con referencias bibliográficas. Lo cier­
to es que las diversas técnicas de recuerdo son demasiado complejas y
un sólo capítulo no puede más que hacer un esbozo de ellas. Para poner­
las en práctica hay que tener claro que se necesita un maestro experi­
mentado o leer los libros especializados. Preferiblemente ambas cosas.
Y si sigue adelante, nunca olvide las reglas 1,2 y 3.
XIII L a É tic a d e la B ru jería

‘Diez palabras que cumplen la regla wiccaniana: Mientras no hagas daño


a nadie, haz lo que quieras.’
El Wicca es un credo gozoso, pero también es social y ecológicamente
responsable. Quienes profesan la brujería disfrutan del mundo y de su
compromiso con él, a todos los niveles. Disfrutan de sus propias mentes,
de sus propias psiques, de sus propios cuerpos, de sus sentidos y sus
sensibilidades; y disfrutan relacionándose, en todos estos planos, con
sus criaturas compañeras (humanas, animales y vegetales) y con la tie­
rra misma.
Más que restrictiva, la ética wiccaniana es positiva. La moralidad de
la brujería está mucho más interesada e n ‘bendito sea él que’ que con‘no
186 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

harás’1. El brujo piensa que los excesos del ascetismo masoquista por un
lado y el burdo m aterialismo por otro son dos caras de la misma mone­
da, porque ambos distorsionan la totalidad hum ana rechazando uno o
más de sus niveles. Los brujos creen en el gozoso equilibrio de todas las
funciones hum anas.
Esta perspectiva se expresa perfectamente en la Carga (véase pp.
388-89): ‘Ríndaseme culto en el corazón que se regocija; pues mirad, to­
dos los actos de amor y placer son mis rituales. Por tanto, dejad que la
belleza y la fuerza, el poder y la compasión, el honor y la humildad, el
regocijo y la veneración habiten en vosotros.' Vale la pena situar estas
categorías en sus correspondientes polarizaciones:

belleza y fuerza
poder y compasión
honor y humildad
júbilo y veneración

- y reflexionar sobre ellas como modelo de una ética equilibrada, recor­


dando que cada una de las ocho categorías es positiva, no restrictiva.
Compasión significa em patia, no condescendencia; humildad significa
un aprecio realista de la fase de desarrollo personal, no auto-humilla­
ción; veneración significa sentido de la admiración (un atributo esen­
cialmente wiccaniano), no sólo recordar quitarse el sombrero en una igle­
sia o ponérselo en una sinagoga. El adepto siempre es consciente de que
la compasión debe ir asociada al poder, la humildad al honor y la venera­
ción al júbilo.
La Carga continúa: Y vosotros que pensasteis buscarme la la diosal,
sabed que vuestra búsqueda y vuestros anhelos de nada os valdrán a
menos que conozcáis el misterio: si lo que buscáis no se encuentra en
vuestro interior, entonces nunca lo encontrareis sin vosotros. Pues mi­
rad, yo he estado con vosotros desde el principio; y yo soy la que se alcan­
za al final del deseo.’
Esto, también, es una declaración ética. Para el brujo, el desarrollo
personal y la realización plena del potencial propio, único aunque de
múltiples aspectos, constituye un deber moral. Lo que favorezca un avan­

1. Esa fue la enseñanza de Jesús. Lo que empezó siendo una religión del amor y la conducta
positiva acabó siendo completamente transformada a través de un monstruoso crecimiento
del dogma en una estructura rechinante de acritudes sectarias y prohibiciones negadoras
de la vida.
L a É t i c a d e l a B r u j e r ía 187

ce en la evolución es bueno, lo que la impida es malo; y cada uno de


nosotros es un factor en el proceso evolutivo cósmico. Por consiguiente,
debemos mirar dentro no sólo de nosotros mismos sino del resto de la
humanidad y del mundo, para descubrir y liberar ese potencial2.
En este sentido, evolución no sólo significa darwinismo (aunque
Darwin definió uno de los caminos, en uno de los niveles, en el que la
evolución cósmica se expresa). Es el proceso continuado por el cual la
fuerza creadora final del universo se manifiesta a sí misma‘hacia abajo’
a través de los niveles, con creciente complejidad. (En términos
cabalísticos, el ciclo de Kether a Malkuth y de Malkuth a Kether.) Se
trata de un tema muy profundo, que merece toda una vida (o varias) de
estudio. Para abordar un primer acercamiento recomendamos los libros
de Dion Fortune, The Cosmic Doctrine y The Mystical Qabala3. Pero mien­
tras muchos brujos estudian esta filosofía más profunda, la mayoría (y
todos la mayor parte del tiempo) están más interesados en una guía
práctica para orientar su actividad cotidiana.
A causa de esta relación viva con el proceso cósmico, en una escala
en la que fácilmente podemos ver que nos afecta, quienes profesan la
brujería se consagran al concepto de la tierra como organismo vivo. Y
esta actitud, física, mental, psíquica y espiritual, es el corazón y el alma
de la Vieja Religión.
La Madre Tierra es concebida precisamente como tal. Ella nos da el
ser, nos alimenta y hace posible nuestra vida (a todos los niveles, desde
el simplemente biológico al increíblemente creativo), nos recompensa

2. U n a v ez m ás, J e s ú s dijo ex a cta m en te lo m ism o en su e sca sa m en te recordada frase ‘El


reino de los cielo s e s tá en tu in terior’ y en la parábola de los talen tos.
3. H ay ad ep tos a la brujería que debaten in term in a b lem en te sobre s i la C ábala debe o no
'contam inar' el W icca. U na reseñ a d e The Cauldron sobre n u estro libro L os ocho sabbats
<le la s brujas, dice: ‘Al m en os e s un libro sobre brujería q u e s e p u ed e recom endar a la
fíente para qu e lo com pre sin ten er qu e a d vertir de a n tem an o que ignoren las p artes
ca b a lística s.’ (!) A lg u n os creen qu e ia C ábala e s tá d em asiad o im pregn ada d el p en sam ien to
ju d eo-cristian o. O tros la con sid eran com o un sis te m a de ord en am ien to del p en sam ien to
ú til, qu e se p u ed e a d ap tar a la filosofía w iccan ian a com o a m uchos otros, y e s cierto que
m uchos a d ep to s a la brujería cuya p erspectiva no e s en ab solu to ju d eo-cristian a a sí lo han
considerado. N osotros op in am os q u e s e tra ta de un siste m a profundo y flexible qu e nos
ayu d a a ca teg o riza r la s ¡deas y su s in terrelacion es en n u estra propia m en te, y qu e no es
difícil de relacion ar con la Vieja R eligión ‘p u ra’. S in em bargo, esta m o s de acuerdo en qu e
110 s e d eb en co n fu n d ir los s is te m a s sim b ólicos, y por ta n to p referim os con servar el
m m bolism o ca b a lístico apartado de n u estra práctica ritu al del Wicca. Por otro lado (por
ejem plo) m u ch a s v eces u tilizam os la d isp osición del Árbol de la V ida en la adivinación con
las ca rta s del Tarot, porque e s el m étodo m ás fructífero que conocem os para se ñ a la r con
precisión los factores clave de una situ ación com pleja. (V éase cap ítulo XIX.)
188 El C a m in o d e l a s B r u ja s

cuando la amamos inteligentemente, se venga cuando abusamos de ella


y reabsorbe nuestros componentes materiales cuando morimos. Ella nos
recuerda que todas las criaturas vivientes son nuestros hermanos, dife­
rentes, pero hijos emparentados del mismo útero.
El concepto de la Madre Tierra puede contemplarse de muchas ma­
neras, desde la científicamente sofisticada teoría de la Hipótesis de Gaia4
al culto que se le rendía como diosa. Es cierto que muchos brujos consi­
deran la Hipótesis de Gaia como una prueba de la validez de su propia
vinculación inmemorial con la diosa. Como hemos señalado en el capítu­
lo XI, la inteligente vanguardia de la ciencia moderna cada vez se acerca
más a muchos de los conceptos que los brujos y los ocultistas siempre
han mantenido; y los brujos contemplan este proceso con satisfacción y
simpatía, aunque con una ocasional sonrisa irónica también.
Que los conceptos del dios y de la diosa son emocional y psíquica­
mente necesarios a la humanidad y un acercamiento justificado a la
realidad, se argumentará en el capítulo XIV, ‘Mito, Ritual y Simbolismo’.
Aceptándolos de momento (y pocos lectores habrían llegado hasta aquí
si no lo hubieran hecho ya), nadie puede negar que la Madre Tierra es
el concepto de la diosa que resulta más directamente vital para noso­
tros, más fácilmente inteligible y más determinante del ritmo de nues­
tra vidas. Ella se encuentra en el primero y en el último plano de nues­
tras existencias. Incluso el otro aspecto importante de la diosa simboli­
zado por la luna sería difícil de concebir al margen de la Madre Tierra a

4. La H ip ótesis de G aia la form ularon dos n otab les científicos, J a m es Lovelock y S id ney
E pton, en un artículo de la revista The New Scien tist del 6 de febrero de 1975. En él
postularon la poco convencional te sis de qu e ‘La vid a d efin e las condiciones m ateriales
necesarias para su supervivencia y s e asegura d e que perm anezcan.’ S eñ alaron que durante
3,5 0 0 m illon es de a ñ o s,‘Si la tem peratura y hum edad o salin id ad o acidez o cu alq u iera d e
la s d em ás v ariab les de la Tierra se hub ieran d esviad o de un estrech o m argen de valores
d u ran te cu alq u ier periodo de tiem po, la vid a hub iera sido an iq uilad a.’ El hecho de que
todas e s ta s variab les hayan perm anecido dentro de los lím ites de seguridad (con frecuencia,
com o Lovelock y Epton d em u estran , contra toda probabilidad) les lleva a la proposición
de que ‘la m ateria vivien te, el aire, los océanos, la su p erficie terrestre form aban parte de
un gig a n tesco siste m a qu e fue capaz de controlar la tem p eratu ra, la com posición d el aire
y del mar, el pH del terreno, etcétera, de m anera que fuesen óptim os para la su p ervivencia
de la biosfera. El siste m a parecía exh ib ir la conducta de un organism o sim p le, o incluso
de u n a criatu ra vivien te. A lgu ien con tan form idables poderes m erecía un nom bre a su
altura; W illiam Golding, el n ovelista, su girió G aia, el nom bre que los a n tigu os griegos
dieron a la d iosa de la Tierra.' En el artículo añadieron qu e ‘En el hom bre, G aia e s el
eq u iv a len te al siste m a nervioso cen tral y a una conciencia de sí m ism o y del resto del
universo*. Y p la n tea b a n fu n d a m en to s a leccio n a d o res y cien tífico s para h ab lar de la
responsabilidad que recae sobre la hum anidad.
L a É t ic a d e la B r u j e r ía 189

la que órbita, y cuyas mareas controla y a cuyas criaturas afecta en


todo, desde la menstruación de las mujeres al crecimiento de las plan­
tas. La diosa de la luna es el otro ser misterioso de la Madre Tierra.
Cualquier idea de la diosa que se aparte del dominio de esta poderosa
hermandad femenina es mucho más sutil y abstracto, y de menor inte­
rés inmediato para los mortales en general.
¿Cómo, entonces, expresan las brujas y los brujos su devoción a la
Madre Tierra, en términos éticos? Las implicaciones resultan evidentes.
El deber moral hacia el proceso evolutivo que mencionábamos antes es
contemplado, por los adeptos a la brujería, como una responsabilidad
personal hacia los ritmos naturales y necesidades de la Tierra como or­
ganismo vivo, y hacia las necesidades, ritmos y desarrollo evolutivo de
las criaturas que forman parte de ella. Estas criaturas, humanas, ani­
males o vegetales, son las células individuales, el sistema nervioso, los
pulmones, los órganos de los sentidos de la Madre Tierra, igual que el
reino mineral es su tejido corporal vivo y su esqueleto, los mares y los
ríos son su corriente sanguínea, y su envoltura atmosférica es el aire
que respira como hacemos nosotros mismos.
Por esta razón, la preocupación y la acción sobre el medio ambiente
juegan un papel tan importante en la ética wiccaniana. Las brujas y los
brujos se enfadan, y actúan, cuando se talan a mayor velocidad de la que
se plantan los árboles regeneradores del oxígeno, cuando las ballenas y
las focas son masacradas por beneficios comerciales, cuando se emplean
los fertilizantes químicos y los pesticidas sin miramientos respecto a su
impacto ecológico, cuando las industrias indiferentes polucionan la at­
mósfera, los ríos y los mares con sus productos de desecho, y cuando la
jungla de cemento (casi siempre con más interés por los beneficios que
por las viviendas) se extiende como un sarpullido sobre la superficie de
la Tierra.
(Afortunadamente, no son sólo los brujos quien han empezado a dar­
se cuenta de que la violación del planeta está alcanzando una fase críti­
ca; y que muchos países tengan ahora un Ministerio de Medio Ambiente
e s un síntoma que confirma este interés público. Puede que su efectivi­
dad sea más bien escasa a la hora de enfrentarse al problema, pero el
mismo térm ino carecía de significado hace sólo una generación).
Cómo aplicar la ética medioambiental de las brujería a la práctica es
u veces un asunto complejo; hay pocas respuestas fáciles, y quienes pro­
fesan la brujería, como cualquiera que se plantee seriamente el proble­
ma, pueden resolverlo de diferentes maneras. Por ejemplo, algunos son
vegetarianos, m ientras que otros piensan que, como omnívoro, el ser
190 E l C a m in o de la s B rujas

humano es parte del equilibrio de la naturaleza y se concentran en los


métodos humanos de producción de carne. Hay quienes contemplan con
horror la revolución del microchip, al tiempo que otros creen que mane­
jándolos con cuidado podrían significar un freno a la urbanización, unas
comunicaciones humanas más fáciles y baratas, un mayor tiempo de
ocio, la eliminación de trabajos sin sentido y la transformación del es­
fuerzo físico humano en actividades más creativas. Hay quien se retira
en comunas autosuficientes, y otros se comprometen profundamente en
la estructura existente con la esperanza de transformarla. Otros inda­
gan en el pasado buscando inspiración, y otros fijan obstinadamente su
atención en el futuro.
Aunque estas actitudes pueden a veces entrar en conflicto unas con
otras, todas pueden contribuir en algo constructivo. No obstante, lo impor­
tante es que todas están motivadas por la misma ética, amor y respeto por
la Madre Tierra y todas sus criaturas. Es la razón por la que, por ejemplo,
tanto los brujos urbanos como los rurales dedican tanto tiempo y esfuerzo
a los ocho festivales, como un método deliberado y sostenido de mantener­
se en armonía con el ciclo natural de la Madre Tierra tanto a nivel espiri­
tual como psicológico. Saben que si sus celebraciones no logran cumplir
este propósito se convertirán en meras reuniones festivas.
Es también una de las razones por las que el herbalismo juega un
papel tan importante en la práctica wiccaniana. Pocos adeptos negarán,
o despreciarán la importancia y los logros auténticos de la ciencia médi­
ca moderna; de hecho, muchos son médicos o enfermeros. (Nuestro con­
ventículo inglés llegó a incluir tres enfermeras, un técnico de teatro y la
mujer de un cirujano dentista.) Pero totalmente al margen de la tradi­
ción (las brujas expertas en hierbas fueron las encargadas de sanar a la
gente de los pueblos cuando la mayoría de los‘médicos’ eran ignorantes
curanderos), los adeptos a la brujería practican el herbalismo porque
sus estudios les han puesto en contacto directo con la flora natural de la
tierra, literalm ente‘desde las raíces’. Hay muy pocas disciplinas que tan
exhaustivamente observen y comprendan el medio natural que nos ro­
dea como estudiar, buscar y utilizar las hierbas.
Además, hemos descubierto que muchos doctores aceptan y respe­
tan a los herbalistas bien informados, con tal de que no traten irrespon­
sablemente los síntomas ignorando las causas. Cuando alguien acude a
nosotros para curarse (ya sea con hierbas o psíquicamente), nuestra pri­
mera pregunta es siempre,‘¿Ha ido a ver a su médico? ¿Qué le ha dicho?’
Si el paciente no ha acudido al médico, por miedo, prejuicio o supersti­
ción, le urgimos a que lo haga enseguida. Y si lo ha hecho, tenemos que
L a É t ic a d e la B r u j e r ía 191

saber el tratam iento del médico para estar seguros de que cualquier
ji vuda que le proporcionemos no entre en conflicto con aquel. Se trata de
un terreno muy delicado, en el que hay que adentrarse con conocimien-
lo; las brujas y los brujos deberán ser los aliados del médico y no sus
rivales. La mayoría de los médicos se dedican a curar, y vale la pena
recordar que gran parte de ellos, además de sus conocimientos adquiri­
dos, poseen un don innato de naturaleza psíquica que es lo que les con­
duce a la profesión en primer lugar; con frecuencia actúan sin ser cons­
cientes de poseerlo, excepto quizá intuitivamente.

Mn cuanto a las drogas psicodélicas, alucinógenas y similares, nosotros


no las tomamos, y en nuestro conventículo las tenemos totalmente pro­
hibidas. Esta prohibición incluye el cannabis, aunque sabemos que al
respecto se mantienen diferentes puntos de vista sobre la conveniencia
de su legalización.
Hasta cierto punto, las drogas expanden la conciencia, pero de la
misma m anera que una persona que no sabe nadar y se zambulle en la
zona profunda de la piscina queda empapado, lo cierto es que también
corre el riesgo de ahogarse. La expansión de la conciencia es el objetivo
central del desarrollo psíquico, pero a través de un aprendizaje paso a
paso y bajo un control individual absoluto. Las drogas son atajos alta­
mente peligrosos, que proporcionan la ilusión, si se tiene suerte, de do­
minar el acceso a los niveles. (Si no se tiene suerte, puede provocar des­
de un traum a a una psicosis.) No se dejan dominar, ni tampoco las enti-
dndes que las habitan, cuyo poder convierte a quien las toma en un ser
completamente vulnerable. Es como un adolescente que juega con un
(ublero de ouija para divertirse. Como él, cualquiera puede asustarse de
lo estúpido que es, o sufrir un daño real.
Es verdad que en el pasado (y en algunas culturas todavía) las religio­
nes chamánicas han utilizado drogas con propósitos adivinatorios. Pero lo
hacían sacerdotes y sacerdotisas instruidos, bajo rígidas sanciones sociales
y religiosas. Estas sanciones ya no existen en nuestra cultura, ni es proba­
ble que nunca vuelvan a establecerse. Es verdad, también, que ocultistas
nerios de hoy en día han experimentado con drogas psicodélicas bajo obser­
vación de expertos y en condiciones cuidadosamente controladas. En Witch
Arnongst Us (pp. 176-82), Lois Bourne nos cuenta uno de estos experimen­
tos controlados con mezcalina. Pero al margen del hecho de que tales expe­
rimentos son forzosamente ilegales, seamos honestos y admitamos que ni
uno entre los miles de entusiastas del ocultismo que utilizan estas drogas
lo hacen de una manera tan controlada.
192 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

El hecho que hay que afrontar es que si utilizamos esas drogas esta­
remos inevitablem ente sosteniendo la poderosa red criminal que las
sum inistra. E stas redes (que a menudo cuentan con am istades en las
altas esferas) crean riqueza a costa de la ruina de mentes y cuerpos,
incluyendo, en una escala aún mayor, a los escolares. Sus actividades se
entrelazan con todas las demás formas de actividad criminal, desde el
chantaje a la corrupción política, y es probable que en la actualidad no
exista un elemento de la comunidad más vicioso y antisocial. Algunos
se interesan activam ente por el mundo del ocultismo, tanto como mer­
cado como para abusar de su poder con fines particulares. Además de
todas estas cosas, cuando sus productos llegan al consumidor, su pure­
za es cuando menos dudosa.
Compre drogas y estará manteniendo a individuos de este tipo.
Incluso si preparamos nuestros propios alucinógenos para uso per­
sonal, como la Amanita muscaria, se corren graves riegos físicos y psico­
lógicos, y la propia psique estará intentando recorrer un peligroso atajo
en la ilusión de que se controlan los niveles.
Las brujas y los brujos prudentes dejan en paz las drogas y alcanzan
su expansión de la conciencia por el camino más difícil, el único que
existe ya sea corto o largo.

R eiterar aquí los códigos éticos básicos'normales’ que son comunes a


todos los cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, paganos,
ateos, o lo que sea, decentes; o insistir en las reglas de respeto hacia los
vecinos, la responsabilidad cívica, los cuidados familiares, la sinceridad
y la honestidad, el interés por los desfavorecidos, etcétera, sería desper­
diciar las palabras. Se trata de estándares fundamentales humanos que
la gran mayoría reconoce y tra ta con éxito desigual de cumplir. No hace
falta decir que quienes profesan la brujería hacen lo mismo.
Lo que nos interesa aquí son las reglas de conducta que son específi­
cas de los brujos, o en las que hacen especial hincapié, a causa de la
naturaleza de su filosofía y sus actividades.
Quizá la más im portante sea la magia.
Si usted tiene la intención de desarrollar sus capacidades psíquicas
estará despertando una facultad gracias a la cual podrá influir en otras
personas, con o sin su conocimiento; podrá obtener información de for­
ma que ellos no se lo esperen o lo permitan; podrá mejorar su energía
vital o m inarla, y podrá ayudar a los demás o hacerles daño.
En consecuencia, estará asumiendo una gran responsabilidad, que
exige la asunción de un conjunto de reglas. Y estas reglas son de la
L a É t ic a d e la B r u j e r ía 193

mayor im portancia porque con mucha frecuencia sólo usted sabrá si


está cum pliéndolas honestam ente.
La observancia o no observancia de estas reglas es precisamente lo que
distingue la práctica de la magia ‘blanca’ de la ‘negra’5.
Todas estas reglas se resum en en la frase:‘Si no hace daño a nadie.’
Un brujo nunca debe u sar sus poderes de m anera que puedan causar
daño a nadie, ni siquiera asustarle con am enazas. O tra regla wiccaniana
dice: ‘Nunca alardees, nunca amenaces, nunca digas que desearías el
mal de nadie.’
Existen dos situaciones en las que, a prim era vista,parecería que cum­
plir la regla de‘no hacer daño’significaría dejar que un malhechor quedase
libre o dejar de defenderse ante un ataque. Aun así, hay una forma inacep­
table de hacer frente a estos problemas.
Si se sabe que alguien está haciendo el mal y dañando a otros, los
brujos y las brujas están totalm ente justificados para detenerle. El mé­
todo utilizado es la operación mágica conocida como‘atado’, que se des­
cribe en el capítulo XXII (pp. 316-319). El verdadero objetivo concreto de
un encantam iento de ligadura consiste en an u lar el poder de las accio­
nes malignas, no d añ ar o castigar al malhechor; el castigo se puede de­
jar a los Señores del K arm a. El encantam iento es contra el hecho, no
contra quien lo comete, y funciona.
La segunda situación es la de defensa fren te a un deliberado a ta ­
q ue p síq u ic o . La m ay o r p a r te de los a d e p to s a la b r u je r ía y
conventículos blancos los conocen bien. Sus actividades pueden des­
p e rta r envidia o resen tim ien to s en los que practican la m agia negra,
sobre todo cuando son reclam ados p a ra re sc a ta r a sus víctim as. Tam ­
bién ocurre cuando un m iem bro h a tenido que ser expulsado de un
conventículo blanco por razones de peso, lo que afo rtu n ad am en te es
raro pero a veces inevitable; lo m ás probable es que la b ruja o el
brujo expulsado exprese su resen tim ien to d esenfrenándose psíqui­

r». El empleo de los términos ‘blanca’ para referirse a la magia ber.efactora y ‘negra’ para
la dañina es tradicional, aunque en la actualidad desafortunada a causa de su posible
falsa interpretación racista. Al haber admitido brujos de color en nuestro conventículo,
esperamos estar absueltos de cualquier falsa interpretación. Nosotros empleamos esos
términos, en su aceptado sentido mágico, porque son inmediatamente comprendidos cuando
hablamos con personas ajenas al culto. Algunos ocultistas utilizan en su lugar los términos
Hondero diestro' y'sendero siniestro’; pero (a) no siempre son comprendidos por las personas
logas, y (b) en el Tantra se emplean, respectivamente, para referirse a los principios
mágicos Dakshina Marg, o solar-m asculino, y Varna Marg, lunar-fem enino, y sus
implicaciones de ‘bueno’ o ‘malo’ parecen ser una corrupción chauvinista masculina de
m u s significados originales. (Véase Culis of the Shadow, de Kenneth Grant.)
194 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

camente. N aturalm ente, cualquier conventículo eficiente se hace car­


go rápidam ente de tal agresión en el plano astral.
Por supuesto, también puede utilizarse aquí un encantamiento de
atado, pero a veces uno se da cuenta de un ataque astral sin estar seguro
de su fuente, o la fuente puede proceder de un grupo cuyo encantamien­
to tendría que ser más complicado a causa de que los atados efectivos
dependen de una visualización nítida de la personas que están siendo
atadas. Los mejores y más poderosos medios de defensa, cuando uno se
encuentra ante un ataque individual o de grupo es confiar en el ‘Efecto
Bumerán’. Se tra ta del principio, comprobado una y otra vez, según el
cual el ataque psíquico que se enfrenta a una defensa más fuerte rebota
tres veces sobre el atacante. Así, el remedio consiste en erigir fuertes
defensas psíquicas (véase capítulo IX) al tiempo que, deliberadamente,
no se contraataca. Se invoca al dios o a la diosa con la firme convicción
de que son más poderosos que cualquier mal que pueda dirigirse en su
contra. El ‘bum erán’, entonces, se vuelve contra quien lo envía, y si sufre
algún daño, la culpa es enteramente suya y no de quien se defiende.
Siempre deberá establecerse una frontera entre influir sobre otras
personas o manipularlas. La curación, o la resolución de los problemas
personales de alguien que haya pedido ayuda, exige una legítima y des­
de luego necesaria influencia. La manipulación, en el sentido de interfe­
rir el derecho personal a decidir y escoger, no.
Para aclarar todavía más la cuestión, tomemos el ejemplo de un encan­
tamiento de amor (popularmente se cree que constituyen la principal mer­
cancía comercial de la brujería. Utilizar medios mágicos para obligar aA a
enamorarse de B, haciendo caso omiso de sus inclinaciones naturales, su­
pone un grave error, y si la intención prospera es probable que termine
resultando desastroso tanto para A como para B. Tales peticiones pueden
llegar a ser incluso más insensibles; una vez nos llamó un hombre sin refe­
rencias y nos ofreció dinero por utilizar la magia para conseguir a una
joven que le gustaba y se acostara con él ‘sólo por una noche’. Colgó muy
enfadado cuando le dijimos lo que podía hacer con su dinero.
En otra ocasión, cuando Janet era todavía una bruja reciente, conoció a dos
personas que, según pudo adivinar, se sentían fuertemente atraídas; sin em­
bargo estaban demasiado cohibidas para dar un paso. Janet contempló como la
situación se prolongaba, y finalmente (sin decirles nada a ninguno) obró un
encantamiento para que superasen su timidez y pudieran reunirse sí es que de
verdad así lo querían. Al día siguiente, el hombre pidió una cita a la chica. De
aquello hace doce años. En la actualidad, y acompañados por tres deliciosos
niños, se ocupan en vivir felices para siempre.
L a É t ic a d e la B r u j e r ía 195

Aquel ‘encantam iento de am or’ fue perfectam ente legítimo y útil.


No consistió en una manipulación, sino en la eliminación de obstáculos
que impedían un desarrollo natu ral en sí mismo. Y cumplía esa clase de
condición que todo adepto a la brujería de principios incluye en sus
encantam ientos si hay alguna duda: ‘si eso es lo que quieren’, ‘siempre
que nadie salga dañado’ o las frases que sean m ás convenientes. Estas
cláusulas, como parte de la letra de un encantam iento (los encanta­
mientos, como las cuestiones adivinatorias, siempre deberán ser pro­
nunciadas con precisión y sin ambigüedades) entran a formar parte de
su intención, y por consiguiente de su efecto mágico. Como el encanta­
miento mismo, es necesario e star convencido de lo que se dice y no de­
jarlo caer para acallar la conciencia, de otro modo podría ser que quien
lo lanza se encuentre con el Efecto Bumerán.

Todas estas normas éticas para no dañar a nadie, y de contar con el


Efecto Bumerán en lugar del contraataque, pueden dar la impresión de
que las brujas y los brujos son unos pacifistas incondicionales. No lo son.
Hay situaciones en la vida ‘ordinaria’ en que se hacen necesarias accio­
nes decididas con cualquier arm a disponible. Si uno se encuentra con
una anciana que está siendo atracada, no se pondrá a serm onear al a tra­
cador, sino que le dejará fuera de combate si puede. Si los bombarderos
atacan su ciudad, tra ta rá de echarlos abajo disparándoles antes de que
dejen caer sus bombas. Si le están violando, usará la rodi . con todas
las fuerzas que pueda reunir, sin preocuparse del tiempo que el violador
pueda pasar en el hospital.
Poner la otra mejilla está muy bien, pero incluso Jesús utilizó la
fuerza cuando expulsó a los mercaderes del Templo con un látigo de
cordones. Ellos se lo buscaron, y lo consiguieron, sin que tuvieran que
responder ante nadie más.
En la esfera de la magia pueden surgir situaciones parecidas, cuan­
do hay que actuar sin ningún tipo de contemplaciones y tom ar una deci­
sión rápidam ente. Pero como en la vida‘norm al’, un brujo bien instruido
y escrupuloso sabe que tendrá que responsabilizarse de su decisión y
vivir con las consecuencias. Vivir con las consecuencias de no haber ac­
tuado, cuando la ocasión exigía tom ar las cartas en el asunto, podría ser
incluso más serio.

La Ley dice: ‘N unca aceptes dinero por el uso del arte, pues el dinero
m ancha a quien lo tom a.’ Es un principio universal en tre quienes
profesam os la brujería blanca no recibir dinero por trabajos mági-
196 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

eos. A ceptar honorarios ‘m ancha’ a quien los recibe y a pesar de h a ­


cerlo con la mejor voluntad del mundo alienta una tendencia sub­
consciente a ‘hacer te a tro ’ y a producir resultados que causen im pre­
sión con un simple y displicente movimiento de dedos. Se empieza
llam ando a un cliente para más sesiones de las que son estrictam en­
te necesarias, y en breve se aceptan encargos que no son exactam en­
te negros, sino sólo un poco grises. Y así sucesivam ente. Más de un
brujo o médium esp iritista que han llegado a esta situación han te r­
minado por descubrir cómo sus auténticos poderes originales se des­
vanecían después de ‘hacerse profesionales’, porque han corrompido
su sinceridad y su juicio.
Sin embargo, generalmente se acepta que se pueden recibir honora­
rios por trabajos tales como leer las cartas delTarot. Se tra ta de consul­
tas, no operaciones, y dependen de la intuición más que de la magia en
un sentido estricto. La tentación de hacer un show resulta escasa, y fácil
de resistir por un lector de cartas del Tarot honesto. Y pedir unos hono­
rarios razonables recorta el número de visitantes a quienes sólo mueve
la curiosidad, pues en caso contrario pueden convertirse en un serio pro­
blema de agobio y pérdida de tiempo desde el momento en que la reputa­
ción se extiende. Janet tuvo que renunciar a las lecturas de cartas del
Tarot por estas mismas razones.
Conocemos a varios lectores de cartas del Tarot buenos e escrupulo­
sos que lo hacen a cambio de una vida modesta, y los hemos recomenda­
do sin vacilar. Pero nunca hemos conocido a una bruja o un mago que
cobrase por sus trabajos mágicos y retuviese su integridad.
Los artesanos profesionales que sum inistran las necesidades de los
brujos o los ocultistas son, naturalm ente, otra cuestión. Conocemos y
tenemos tratos con varios artesanos del metal, fabricantes de incienso,
joyeros y demás artífices de esta categoría y, al menos de uno, seguimos
manteniendo que cobra muy poco por sus maravillosos trabajos. (Des­
pués de todo, a nosotros nos pagan por nuestros libros, ¡aunque difícil­
mente vamos a hacernos ricos con ellos!) Incluso dentro del conventícu­
lo, si algún experto entusiasta fabrica las herram ientas de otros miem­
bros por el placer de hacerlas, todos insistimos en pagar las materias
primas. Lo esencial de todo esto estriba en que ninguno de esos pagos se
realizan por trabajos mágicos.
Bajo nuestro punto de vista, sería una equivocación por parte de
cualquier artesano reclamar, y cobrar, por un supuesto elemento mági­
co de sus productos, o venderlos como‘cargados mágicamente’ o ‘ya con­
sagrados’. Quizá es una cuestión de opiniones, pero nosotros opinamos
L a É t ic a d e la B r u j e r ía 197

que la consagración o la ‘carga’ son responsabilidad del que los utiliza, o


a lo sumo de los adeptos que entregan herram ientas a otros brujos como
regalos y que pueden infundirlos alguna carga inicial o consagración
como m uestra del cariño con que se hace el regalo. Pero las consagracio­
nes nunca estarán en venta.
Por cierto, cuando fuimos iniciados nos enseñaron que nunca se debe
regatear con herram ientas mágicas; se deberá pagar el precio pedido o
m irar en otro sitio. Dion Fortune (Moon Magic, p. 67) tiene sus reservas:
‘Existe un antiguo refrán que asegura que lo que se necesita con fines
mágicos debe comprarse sin regatear, pero hay un límite para esta clase
de cosas.’ La opinión de Doreen Valiente es incluso más decidida. Según
nos contó: ‘En varios antiguos grimorios también se encuentra esta afir­
mación, pero creo que la inventó algún vendedor de accesorios mágicos
listo. En tiempos de Gerald no nos enseñaban nada de este tipo, quizá
porque él también pensaba que esta supuesta ley mágica fue inventada
por los que tenían algo que vender, y porque desde entonces los estu­
diantes del Arte Mágico se lo tragaron. Sin embargo, si al comprar a un
herm ano o herm ana del Arte no puedes pagar el precio que piden, no se
debería regatear. En cambio, con comerciantes, cuanto mejor se pueda
regatear, mejor. Digo yo.’ Añadió que, por supuesto, cualquier objeto de­
berá ser purificado tanto física como psíquicamente antes de ser utiliza­
do mágicamente, y que eso ‘es más im portante que regatear o no’.

Apéndice a estos comentarios sobre la ética: se tra ta de una oración in­


dia estadounidense (siux, nos dijeron) que nos llama mucho la atención
y que siempre intentam os tener presente. ‘Oh, Gran Espíritu, no me
dejes juzgar a mi vecino hasta que haya caminado una milla en sus
mocasines.’
XIV M ito, R itu a l y S im bolism o

Mito, ritual y simbolismo juegan un papel esencial en la práctica


wiccaniana, sobre todo en lo que respecta a su aspecto religioso. En cuanto
a la brujería operativa, el aspecto del arte, se relaciona con los rituales y
el simbolismo, pues los encantamientos no consisten sino en la manipu­
lación ritual de símbolos.
Cada religión, por supuesto, combina los tres aspectos, aunque en
diferentes grados de conciencia. Algunas intentan encerrar los mitos en
la camisa de fuerza de la historia real, como los íundam entalistas cris­
tianos que insisten en que cada palabra de la Biblia es literalmente cier­
ta, desde el Jardín del Edén en adelante. Esta consideración no sólo
devalúa gravemente una de las antologías de mitos y simbolismos más
M it o , R it u a l y S im b o l is m o 199

ricas que poseemos, sino que también embarca a los teólogos en contro­
versias inútilmente absurdas. (¿Tenían ombligo Adán y Eva? ¿Cómo cu­
pieron todos los animales en el Arca?, etc.) Algunos degradan el ritual a
un modelo rígido de ortodoxia que se aparta por completo de su signifi­
cado inherente, mientras que otros reaccionan contra esto minimizando
los rituales hasta el punto de que su significado acaba por desaparecer.
Otros han perdido toda perspectiva en cuanto ai papel psicológico de los
símbolos, clasificándolos como ‘nuestros’ (y por tanto sagrados) o ‘suyos’
(y por consiguiente diabólicos), abandonando la idea de que un símbolo
puede tener distintos significados en contextos diferentes.
También es cierto que las religiones disponen de fieles que conocen
profundamente sus mitos, los rituales y su simbolismo, y que son capa­
ces de utilizarlos de modo creativo dentro de la estructura de su propia
fe. Sin embargo, ocurre con frecuencia que cuando intentan expresar a
los demás sus ideas al respecto, sus correligionarios, cuya ‘fe’ es una
rígida estructura de reflejos condicionados, les miran de reojo como si
fueran unos herejes.
Lo que el Wicca tra ta de alcanzar en su empeño es ese entendimien­
to para que se desarrolle entre sus miembros, lo que significa entender y
respetar las funciones psíquicas y psicológicas del mito, del ritual y del
simbolismo, y utilizarlos a plena conciencia según las necesidades y la
singularidad de cada individuo. Esto resulta mucho más fácil en una
religión no jerarquizada ni autoritaria como el Wicca, que no sólo tiene
capacidad para ser flexible, sino que realmente valora la flexibilidad.
Trataremos de definir cada uno de los tres términos por separado.
‘Los mitos son acontecimientos del espíritu expresados como ficción
de la m ateria.’ (Maya Deren, Divine Horsemen, p. 29). O más concreta­
mente: ‘Los mitos podrían definirse como símbolos ampliados que des­
criben vividamente las secuencias y pautas típicas de las fuerzas que
intervienen en la vida en su función cósmica, social e individual...Todos
los mitos surgen directamente de la psique humana, por lo que están
llenos de sabiduría y conocimiento de la naturaleza y estructura de la
misma psique. La mitología es la dramatización de la psicología.’ (Tom
Chetwynd, A Dictionary of Symbols, p 276.)
Lo que el Wicca persigue, como religión, es la integración de los as­
pectos conflictivos de la psique hum ana entre sí y en el conjunto de la
Psique Cósmica. Como arte busca desarrollar el poder y el auto-conoci­
miento de la psique individual (y en un conventículo, la agrupación coo­
perativa de psiques individuales) para obtener resultados que están más
allá del alcance de una psique no desarrollada porque carece de concien­
200 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

cia de sí misma, casi de la misma forma en que un atleta desarrolla y


aprende a controlar su poder muscular para alcanzar proezas imposi­
bles para una persona normal.
Los mitos (y sus descendientes folclóricos, los cuentos de hadas) de­
ben su durabilidad, y sus poderosos efectos sobre la mente humana, al
hecho de que dramatizan verdades psíquicas que la mente inconsciente
reconoce en seguida, incluso cuando la mente consciente cree que sim­
plemente se está entreteniendo con una historia bien contada. Ambos
niveles de la mente son satisfechos al mismo tiempo, y el conocimiento
de este hecho se filtra a través de la conciencia en forma de una sensa­
ción de placer extrañamente transcendetal. La ficción meramente en­
tretenida, por buena que sea, muere pronto. Cuando la obra de un na­
rrador de historias genial encarna verdades psíquicas fundamentales,
sobrevive (en tiempos pre-literarios) siendo absorbida en el cuerpo de la
mitología, alterando quizá su forma pero no su contenido, o perdurando
en su propio género (en tiempos posteriores, en forma de narraciones
como las de Shakespeare o Goethe), a medio camino entre el reconoci­
miento del mito y la ficción. Hamlet, La tempestad o Fausto, con toda su
sofisticación renacentista o propia del Siglo de las Luces, son fundamen­
talm ente mitos puros, que es lo que asegura su inmortalidad.
Hemos hablado de la integración de aspectos en conflicto de la psi­
que humana. Esta es la base de todo desarrollo de los personajes. Desde
luego, se tra ta de un proceso esencial y continuado para todo futuro
adepto a la brujería, no sólo para alcanzar la felicidad y el equilibrio
como ser humano sino para liberar y canalizar esos poderes psíquicos
potencialmente ilimitados que un brujo espera utilizar.
Para ello, insistimos en la importancia del estudio de las obras de
Cari Gustav Jung, el gran psicólogo suizo que continuó y transcendió el
pensamiento de Freud. Sus ideas iluminan de inmediato a casi todos los
que lo leen con atención. (Un resumen breve y útil de su pensamiento,
con un prefacio del mismo Jung, se encuentra en The Psychology ofC. G.
Jung, de Jolande Jacobi.) Sus conceptos del ego, la sombra (todo lo que
no es ego consciente en la psique), el ánima (el lado femenino oculto en
el hombre), el inconsciente personal, el inconsciente colectivo, la perso­
na (la máscara que rodea al ego), las cuatro funciones: pensamiento,
intuición, sentimiento y sensación (que dentro de cada individuo se pue­
den dividir en dominantes e inferiores), los tipos de actitud de la extro-
versión y la introspección, y el ser (‘el centro y último fundamento de
nuestro ser psíquico’), todos estos conceptos nos parecen indispensables
para una comprensión viva de nosotros mismos y de los demás. Y a una
M i t o , R it u a l y S i m b o l is m o 201

escala superior, su concepto del inconsciente colectivo ofrece una clave


para el entendimiento de la telepatía y la clarividencia, así como el de la
sincronicidad (o'coincidencia significante’) respecto a la adivinación y la
magia en general.
La idea central que debemos extraer para nuestro estudio es que gran
parte de la psique es inconsciente y se encuentra fuera del alcance de nuestro
ego consciente, pero influye profundamente en la conducta del ego sin que
nos demos cuenta. El inconsciente es primordial, lo que no significa que
sea inferior o debamos menospreciarlo. Por el contrario, su vinculación con
el tejido del cosmos es más estrecha que la del ego, y con frecuencia sabe
mejor cuáles son nuestras necesidades reales. Además, forma parte del
inconsciente colectivo, y es, por así decirlo, un afloramiento de él, por lo
que posee cualidades esencialmente telepáticas respecto a otros ‘aflora­
mientos individuales’, y posee un conocimiento de las situaciones globales
que transciende el inmediato alcance del ego, de una manera que a este le
parece casi sobrenaturalmente clarividente.
El ego, por otro lado, posee dones que el inconsciente no tiene: la
capacidad de analizar y clasificar los datos recibidos, para pensar con
pasos lógicos y para comunicarse con otros egos m ediante el preciso y
sutil medio del habla.
Ambos conjuntos de dones son complementarios, y el ego y el incons­
ciente se necesitan m utuam ente, tanto para la vida cotidiana como para
la liberación últim a del ser esencial y completo. Con todo, muy pocos de
nosotros hemos alcanzado la fase en la que ambos trabajan juntos sin
contratiempos.
Cuando la comunicación entre las dos partes es defectuosa (como
ocurre en mayor o menor medida en todos nosotros, excepto en los maes­
tros más desarrollados), emergen los problemas. Que el ego y el incons­
ciente se esfuercen en direcciones opuestas pueden dar lugar (en orden
asc en d en te de gravedad) a tensiones, neurosis, psicosis y crisis
esquizofrénicas. Cuando el ego lanza órdenes imposibles de cumplir por
el inconsciente, los conflictos surgen en su interior en forma de comple­
jos, centros autónomos que actúan casi como entidades independientes;
y estas, a su vez, provocan disturbios en el funcionamiento del ego. Igual­
mente, impulsos inaceptables del inconsciente pueden ser empujados
por el ego bajo el umbral de la conciencia, donde degeneran y eventual­
m ente hacen erupción de una forma o de otra.
Lo que se necesita, obviamente, es mejorar en lo posible las comuni­
caciones en tre el ego consciente y el inconsciente. En prim er lugar, el
ego debe desarrollar técnicas para entender los m ensajes que proceden
202 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

del inconsciente, y en segundo lugar para interpretar esos mensajes


que el inconsciente sólo puede expresar m ediante símbolos. El incons­
ciente es demasiado impaciente para comunicarse. Un viejo chiste dice
que los pacientes freudianos tienen sueños freudianos, los pacientes
jungíanos tienen sueños jungíanos y los pacientes adlerianos tienen
sueños adlerianos. En realidad no es un chiste, pero prueba que si el
inconsciente se presenta como un código factible de símbolos que el ego
aprende a entender, este se aprovechará de buena gana de ese código
para captar y descifrar los mensajes.
En gran parte, ‘abrir los niveles’ o‘expandir la conciencia’ es precisa­
mente esa comunicación perfeccionada entre el inconsciente y el ego. No
todo el contenido de inconsciente puede (al menos en nuestra fase actual
de la evolución) estar directam ente a disposición del ego, pero sí gran
parte de él; desde luego lo suficiente como para elim inar todos los con­
flictos im portantes y para enriquecer significativamente la amplitud de
la eficacia del ego, tanto incrementando la cantidad y variedad de datos
recibidos sobre los que actuar, como enseñándole la lección (que muchos
egos resisten violentamente) de que no es la única, ni siquiera la más
im portante, función de la psique. Cuanto mejor aprende el ego esta lec­
ción, y actúa en consecuencia, más cerca estará de activarse el ser cen­
tral y de transferir su control a este.
Registrar los sueños y aprender a interpretarlos es una de las técni­
cas para entender lo que el inconsciente está intentando decir al ego.
O tra es el estudio de los mitos y sus leyes.
Puesto que los mitos, como hemos visto, encam an verdades psíquicas
universales y las dram atizan apelando a la imaginación, no sólo proporcio­
nan al ego un mejor conocimiento de estas verdades (aunque sólo sea
subconscientemente), sino que también abren canales por los que el in­
consciente transm ite las verdades más sutiles y personales, y ponen al ego
en un adecuado estado de ánimo para absorberlas. Esto, también, puede
ocurrir de forma subconsciente; se puede disfrutar escuchando o represen­
tando un mito, y después actuar mejor en la vida cotidiana pensando (o ni
siquiera molestándose en pensar) que es por decisión consciente del ego,
cuando de hecho es porque tanto el mensaje universal del mito y los men­
sajes personales que han fluido por los canales que el mismo mito ha abier­
to han influido en los criterios con que actúa el ego.
Muchos mitos y cuentos de hadas dram atizan este proceso de inte­
gración: en el enfrentam iento del héroe a los peligros aparentes del in­
consciente, y la transformación de su relación con ellos. Por ejemplo, la
bruja malvada que se convierte en una bella princesa cuando el héroe
M i t o , R it u a l y S im b o l is m o 203

insiste en su predestinada búsqueda. Aquí, el ego llega a un acuerdo con


su ánima, que si no es reconocida o resulta rechazada se convertirá en
una fuente de conflictos. La recompensa del héroe es su matrimonio (es
decir, la integración con) con la princesa, lo que le convierte en heredero
del reino del padre de ella (esto es, del destino último del ego, el reino del
ser integrado). Y así sucesivamente1. En este sentido, la leyenda del des­
censo de la diosa de las brujas puede considerarse como la historia del
enfrentamiento de una mujer con su animus, proceso en el que el recha­
zo inicial entre ambos se transforma en entendimiento e integración,
del que los dos emergen enriquecidos.
Esto nos lleva, naturalmente, a considerar la función del ritual.
Citando a Tom Chetwynd de nuevo: ‘El ritual es la representación
dramática del mito, diseñada para provocar una impresión lo suficiente­
mente profunda en la persona que alcance su inconsciente.’(A Dictionary
ofSymbols, p. 342.)
A primera vista, parece una exigua definición del ritual, pero si pen­
samos en ello, se trata de una verdad que se cumple en todos los ritua­
les. El ritual de la misa representa el mito del acto simbólico de Jesús
con el pan y el vino. No importa si la última cena fue o no un suceso
histórico verdadero, ni siquiera si el personaje de Jesús existió o no en
realidad (como mantienen algunas personas, seguramente equivocadas).
En su expresión de una verdad psíquica, un mito poderoso puede ser
ficticio. Al mismo tiempo, un acto de significación psíquica de una histo­
ria verdadera puede convertirse en la semilla de un posterior mito, o en
una nueva versión de uno antiguo (tal y como los poderosos mitos de
Hamlet y Fausto fueron renovados, esta vez por autores conocidos). In­

1. ‘Prom eteo, el ladrón del fuego; H ércules, que m ató a! dragón; los incontables m itos de
la creación; la exp u lsión del paraíso; los m isterios de la creación; el nacim iento virginal;
la pérfida traición del héroe; el desm em b ram iento de O siris, y otros m uchos m itos y
cuentos de had as representan procesos psíquicos expresados en im ágen es sim bólicas. De
igual forma, la s figuras de la serpiente, el pez, la esfinge, los an im ales providenciales, el
Árbol del Mundo, la Gran Madre, la princesa encantada, el puer aeternus, el m ago, la
an cian a sabia, e l paraíso, etc., constituyen m otivos y contenidos del inconsciente colectivo.’
(Jalande Jacobi, The Fsychology of C. G. Jung, p. 47.) Nada m ás term inar de escribir este
capítulo, la princesa Gracia de Monaco ha m uerto trágicam ente en un accidente de coche.
La rea cció n m u n d ia l (e sp e c ia lm e n te aq u í en la Irlan d a de su s a n te p a sa d o s) fue
com prensible; era una dam a m uy querida, y con razón, pero la intensidad em ocional de
e sta reacción resu lta m uy sign ificativa. Gracia de Monaco ha sido, literalm en te, una
leyenda vivien te; vivió un m ito clásico a la v ista de todos. N ieta de un cam pesino que se
convierte en el eq u ivalen te m oderno del m úsico am bulante que es raptada por un príncipe
encantado para convertirse en princesa y gobernar a su lado en su principado de cuento.
Su historia es tan arquetípica que ha hecho m ella en el inconsciente de todo el mundo.
204 E l C a m in o de la s B rujas

cluso simples rituales 'supersticiosos’ pueden basarse en los mitos, por


ejemplo, ¿no está relacionado el atesorar dinero cuando se ve la luna
nueva a través del cristal (es decir, desde dentro de casa) con mitos en
los que la luna simboliza a la Diosa Madre, cuya fase creciente fomenta
la fertilidad (y por consiguiente la prosperidad doméstica)?
Investigar los mitos originales de un ritual resulta muy interesante,
incluso instructivo, pero el éxito o fracaso en rastrearlos no altera la
validez de la definición. Un ritual es una verdad psíquica representada;
un mito es una verdad psíquica escrita o hablada. Ambos son de la mis­
ma naturaleza, igual que la misma historia puede contarse en una nove­
la o una película, o basarse una en la otra.
De hecho, un mito puede originar un ritual y viceversa. Como señala
Chetwynd:‘Los mitos comunales fueron textos rituales que se recitaban
en los grandes festivales de culto del mundo antiguo, y los aspectos típi­
cos de la mitología dieron forma simbólica a lo que es la vida del hombre,
a sus anhelos y a sus necesidades.’ (A Dictionary ofSymbols, p. 276.)
De esta forma, el ritual representa la misma función psíquica que el
mito, pero con las implicaciones añadidas de la participación personal.
Escuchar o leer un mito puede propiciar un efecto poderoso; participar
en él, representando uno de sus papeles, es todavía más efectivo.
Volvamos al ejemplo de la leyenda del descenso de la diosa. La mujer
bruja que representa el papel de diosa visitando el infierno pasa por
todo el proceso: su ego es desnudado por su persona, su consoladora pero
inadecuada imagen de sí misma; desnuda, se enfrenta al Señor de los
Infiernos (su propio animus) al que acusa de ser destructivo. Mientras
ella insiste en considerarle como enemigo, tiene que sufrir en sus ma­
nos; pero al no tra ta r de escapar al enfrentamiento asoma la ilumina­
ción y comprende su verdadera función. ‘Se amaron y fueron uno.’ Al­
canzada la integración, ambos aprenden uno del otro, y el ego vuelve al
mundo cotidiano más capaz y con mayor sabiduría, y el supuesto enemi­
go, el animus, convertido en un aliado.
Sin embargo, esta leyenda tiene más de un significado, y el hom­
bre que representa al Señor de los Infiernos tam bién sale beneficia­
do. Cuando su ánim a siente la presencia de ella, in ten ta en prim er
lugar eludir la cuestión sencillamente pidiéndole que le acepte (¿aca­
so, como con Edipo, su ánim a identifica a la diosa con su madre?).
Ella no deja que se salga con la suya, y contesta: ‘Yo no te quiero’.
Entonces, él continúa con la parte dolorosa de la confrontación. P ru­
dentem ente, el Señor de los Infiernos no la ataca, sino que ‘la azota
suavem ente’. En otras palabras, él sigue sondeando para descubrir
M i t o , R it u a l y S im b o l is m o 205

cuál debería ser la verdadera relación que pueden m antener. Su á n i­


ma alcanza un compromiso a medio camino, a pesar de los dolores
causados por el intento de integración: ‘Ahora conozco los torm entos
del amor.’ A p a rtir de entonces comienza el intercam bio de conoci­
m ientos que enriquecerá a ambos.
Todas estas lecciones interesan a la psique individual de la persona
que representa ese papel. Pero también hay una lección en cuanto a las
relaciones entre las personas, pues se recuerda a cada uno de los partici­
pantes que la polaridad de los aspectos masculino y femeninos es la más
potente de la s‘baterías’ psíquicas.
Si nos lim itásem os sim plem ente a escribir todas estas lecciones
en un tratad o de psicología, estaríam os apelando al ego consciente.
Pero cuando el ego quedara convencido, a continuación tendría que
em prender la ta re a de av eriguar cómo aplicarlas en cooperación con
el inconsciente. Al re p re se n ta rla s en forma d ram ática apelan direc­
tam ente al inconsciente, y si el actor logra ca p tar la significación de
lo que está haciendo, al mismo tiem po e sta rá apelando al ego cons­
ciente. De esta m an era la ta re a de aplicar las lecciones a la práctica
resu lta mucho m ás sencilla.
Durante los sueños, el inconsciente es el que inicia la necesaria comu­
nicación con el ego, mientras que en los rituales lo hace el ego. Por eso, el
sueño y el ritual se complementan mutuamente.
Mito, ritual y sueños, todos hablan a través de símbolos. Pueden usar
palabras, pero los símbolos son su verdadero vocabulario. Las palabras
de los mitos describen acontecimientos y criaturas imposibles como si
fueran reales; las palabras rituales pueden parecer paradójicas, y las de
los sueños surrealistas y sin aparente relación con la acción. Sin embar­
go, en ambos casos los símbolos dicen la verdad.
Un símbolo es la encarnación de un concepto, destilado, conden-
sado y despojado de todo lo que es superfluo. Puede ser de muchas
clases: un objeto físico (o su representación pictórica), como una cruz
del Calvario, u na cruz ansada, un pentagram a o una bandera nacio­
nal. Puede se r u na c ria tu ra im aginaria, como un centauro o una si­
rena. Superponiéndose a esta últim a, puede ser una imagen visual
que da forma a u na entidad no física, como un ángel con cuerpo h u ­
mano y alas o un dios cornudo. Puede se r un objeto n a tu ra l de nues­
tro entorno cuya conducta evoque el concepto que simboliza, como el
sol en ta n to que dios fertilizador e ilum inador y la luna como una
diosa de m últiples aspectos que ilum ina la zona oscura de la psique;
o el loto, que sim boliza la psique integrada con sus raíces en el limo
206 E l C a m in o de la s B ru ja s

oscuro y su flor en el aire luminoso. Puede ser una música, como el


himno nacional o una canción revolucionaria. Incluso puede ser una
persona viva después de su frir el proceso conocido como‘proyección',
tanto com unalm ente, al proyectar una com unidad su sentido de la
identidad nacional en un monarca o su sentido misional en un líder
carism ático; como individualm ente al proyectar, por ejemplo, una
persona su propio desprecio hacia un conocido o le am anaza con una
aversión irracional, o cuando un m arido proyecta su ánim a sobre su
m ujer (o una m ujer su anim us sobre el m arido) tratan d o así a su
compañero con escaso realism o. Puede ser un color, como el rojo para
rep re se n ta r la sangre, el peligro o la vida; el negro para la m uerte, el
inconsciente, la m agia m aligna o los derechos civiles en América (el
color es quizá el mejor ejemplo de cómo los símbolos pueden ser
am bivalentes, cam biando sus significados según el contexto). Puede
ser un sim ple dibujo como un signo de exclamación o el del dólar, que
surgió sencillam ente por conveniencia como un toque de taquigrafía
hum anam ente diseñado, aunque después de su larga utilización se
convirtió en algo ‘num inoso’, es decir, cargado con un significado
emocional, que es lo que distingue a un símbolo de un simple signo.
También puede ser un número; en el pensam iento cristiano, el 3 re­
presen ta el espíritu abstracto puro, m ien tras que en todas las cultu­
ras el 4 rep resen ta la totalidad psíquica, el espíritu puro desarrolla­
do y realizado por su m anifestación. Significativam ente, los núm e­
ros im pares aparecen repetidam ente como símbolos m asculinos y los
pares como femeninos.
Todos ellos, y muchos más, son símbolos. Algunos resultan obvios para
el ego consciente, otros son más sutiles y difíciles de interpretar; y el mito,
el ritual y los sueños, dramatizando su interacción, pueden ofrecer mensa­
jes complejos y vitalmente importantes.
Los símbolos m ás poderosos de todos son los arquetipos, palabra
que debemos a Jung. Al principio los llamó ‘im ágenes prim ordiales’ o
‘dom inantes del inconsciente colectivo’, pero más tard e adoptó la
p alab ra griega dpxeruiüai (arkhetupiai), equivalente a las ideae princi­
pales de San Agustín o ‘ideas principales’. En su Líber de Diversis
Quaestionibus, el gran teólogo cristiano dice: ‘Pues las ideas princi­
pales son formas, o razones de cosas estables e inm utables, no for­
m adas por sí mism as, pero que continúan siendo eternas y siem pre
de la m isma m anera, y están contenidas en el entendim iento divino.
Y aunque ellas m ism as no m ueren, se dice que todas las cosas que
son capaces de llegar a ser y m orir se form an según su modelo. Pero
M i t o , R it u a l y S i m b o l i s m o 207

se afirm a que el alm a no es capaz de contem p larlas, salvo que sea el


alm a racional.’
Los arquetipos son elementos del inconsciente colectivo, el cual forma
parte de la psique universal común a todos los períodos y culturas y a todos
los individuos. Los heredamos de la especie hum ana en su conjunto, y no
se modifican a través del filtro de nuestros padres. Ixis símbolos que nos
expresan pueden estar más o menos condicionados cultural o individual­
mente, pero los arquetipos mismos no: ‘continúan siendo eternos y siempre
de la misma m anera’. Como dice Jung, el térm ino‘no se refiere a una idea
heredada, sino a un modo de funcionamiento psíquico heredado que se
corresponde con esa memoria innata según la cual el pollo sale del huevo,
los pájaros construyen su nido, cierta clase de avispa pica el ganglio motor
de la oruga y las anguilas encuentran su camino hacia las Bahamas. En
otras palabras, es una ‘pauta de conducta’. Este aspecto del arquetipo es
biológico y atañe a la psicología científica. Pero esta imagen cambia de
pronto si la contemplamos desde dentro, que quiere decir desde dentro del
reino de la psique subjetiva. Aquí, el arquetipo se presenta como numinoso,
es decir, aparece como una experiencia de importancia fundamental. Vesti­
do con los símbolos adecuados, que no siempre es el caso, atrapa al indivi­
duo de m anera sorprendente provocándole una predisposición a “quedar
profundam ente conmovido” cuyas consecuencias pueden ser inconmensu­
rables2. Por esta razón la psicología de la religión considera tan im portan­
tes a los arquetipos. Todas las religiones y todos los conceptos metafíisicos
descansan sobre fundamentos arquetípicos y, en la medida en que seamos
capaces de explorarlos, conseguiremos tener, cuando menos, una visión
superficial de los bastidores de la historia del mundo y podremos alzar un
poco el velo del misterio que esconde el significado de las ideas metafísicas.’
(Introducción de Jung al libro de E sther Hardings, Womarís Mysteries, pp.
ix-x.)

2 . Que esta fuese la explicación del increíble éxito de la inmortal serie radiofónica The
Goon Show lo comprendió perfectamente uno de sus creadores, Michael Bentine.él mismo
u n dotado vidente. En su libro The Door Marked Summer (pp. 197-8), dice: ‘Para mí resulta
fascinante pensar que ahí, para todo el que oiga y piense en ello, se encuentra un ejemplo
definitivo del efecto que poseen los sencillos principios mágicos de la ritualización repetida
y su probada capacidad para evocar im ágenes arquetípicas instantáneas y poderosas en
la s m entes de quienes participan en sus ritos. El Golden Dawn, Stella Matutina (otra
orden mágica importante), Royal-Arch Freemasonry, los oscuros rituales de los nazis o, si
s e quiere, los hermosos ritos de la Misa Tridentina, todos utilizan los mismos principios
básicos de arrastre mental mediante símbolos ritualizados y la evocación deliberada de la
im aginación a través del sonido que nosotros (inconscientemente) usamos en la realización
d e The Goon Show.'
208 E l C a m in o de la s B rujas

Se puede tener una idea de lo que Jung pensaba de los arquetipos


leyendo su libroFourArchetypes -Motlier, Rebirth, Spirit, Trickster. Como
vemos por el título, muchos arquetipos reciben útilmente nombres-eti­
quetas. Si escogemos uno sólo de estos arquetipos, la madre, podremos
constatar la complejidad y vastedad de sus ramificaciones leyendo
Women’s Myteries de Harding o The Great Mother de Erich Neumann.
Ninguno de estos autores se atrevería a afirmar que han agotado el tema,
pues, por su propia naturaleza, un arquetipo no se puede definir plena­
mente. Es demasiado fundamental para eso. Sólo puede ser comprendi­
do por medio de símbolos que, como señala Jung, incluso no siempre son
los adecuados.
Los Arcanos Mayores de las cartas del Tarot deben su poder y su
efectividad en manos capaces al hecho de que son símbolos arquetípicos,
pero en ellos se deja sentir, una vez más, la naturaleza elusiva de su
definición. Por tomar los cuatro ejemplos de Jung en FourArchetypes en
un intento de adecuarlos a los triunfos del Tarot, la Madre se correspon­
de claramente con la Emperatriz, aunque hay aspectos que la convier­
ten en la Suma Sacerdotisa, el Astro y otros arcanos; el Renacimiento (e
vuelta a nacer) sugiere, para empezar, la Muerte, la Torre y el Juicio
Final; y el Embaucador es, obviamente, el Mago, pero también el Diablo.
Como ejercicio, le proponemos que trate de relacionar el cuarto arqueti­
po de Jung, el Espíritu, con uno de los triunfos del Tarot.
Por nuestra parte, hicimos el siguiente experimento. Cuando Stewart
escribió el párrafo anterior, sin mostrárselo a Janet, le pidió que propu­
siera sus propias correspondencias. Ella contestó que la Madre estaba
relacionada con la Emperatriz y el Astro; el Renacimiento, con el Astro,
la Muerte, la Emperatriz, el Mundo, el Juicio Final, la Rueda de la For­
tuna y la Luna; y el Embaucador con el Mago, la Luna y la Rueda de la
Fortuna.
Como se puede ver, nuestras respuestas se superponen pero de ma­
nera diferente, lo que no quiere decir que ninguno de los dos tenga razón
o que se equivoque. Simplemente subraya el hecho de que, aunque los
arquetipos son inmutables, los símbolos que nos acercan a ellos (o el
orden que otorgamos a un grupo de símbolos) puede diferir según nues­
tro sexo, experiencia o carácter personal.

El estudio de los arquetipos nos conduce a uno de los problemas más


importantes: el de la forma de los dioses.
Una forma-divina, la imagen mental con la que un creyente viste un
dios o una diosa, y a través de la cual hace lo posible por relacionarse con
M i t o , R it u a l y S i m b o l is m o 209

ellos, es un incuestionablemente símbolo arquetípico, puesto que tam ­


bién es incuestionable que los dioses y las diosas son ellos mismos ar­
quetipos, fundam entales en la naturaleza del cosmos. Como todos los
arquetipos, son imposibles de conocer directam ente, (‘no podrás ver mi
rostro, porque ningún hombre puede verme y vivir’. Éxodo XXXIII: 20),
pero cuando nos acercamos a ellos a través de formas-divinas adecuadas
y experim entadas con intensidad, como dice Jung, las consecuencias
pueden ser inconmensurables.
A la e tern a p re g u n ta ‘¿Son reales los dioses?’ {o como la form ula­
ría un m onoteísta, ‘¿Existe realm ente dios?’), quienes profesamos la
brujería contestam os con rotundidad: ‘S í’. Para las brujas y los b ru ­
jos, el Principio Divino del Cosmos es real, consciente y eternam ente
creativo, y se m anifiesta a través de Sus creaciones, en tre las que
nos encontram os nosotros mismos. C om parten esta creencia, n a tu ­
ralm ente, los seguidores de todas las religiones, que sólo difieren en
las form as-divinas (o la form a-divina) que han creado como canal de
comunicación con Sus aspectos. E incluso estas diversas form as divi­
n as difieren menos de lo que parece a p rim era vista. Por ejemplo, la
antig u a diosa egipcia Isis, la A radia de las brujas y la Virgen M aría
de los católicos son, esencialm ente, d istin ta s formas de la diosa que
el ser hum ano ha concebido p ara re p re se n ta r el mismo arquetipo,
del que proviene todo su poder. Y aunque decim os‘que el ser hum ano
ha concebido’, la creación y desarrollo de una forma divina, fem eni­
na o m asculina, es, por supuesto, un proceso que se desarrolla en dos
vertientes. C ualquier símbolo ideado por el hom bre m ínim am ente
adecuado m ejora la comunicación con el arquetipo incognoscible, lo
que a su vez proporciona un mejor entendim iento de su n atu raleza,
lo que favorece la idoneidad de su form a divina.
Un psicólogo no religioso probablemente contestaría: ‘No’ a la misma
pregunta. Argumentará que los arquetipos, aunque vitales para la salud
mental del ser humano, no son más que elementos del inconsciente colecti­
vo y carecen (en sentido religioso) de naturaleza cósmica.
Por nu estra parte, nos atenemos a nuestra propia visión del cosmos,
es decir, la religiosa, que es la única que tiene sentido final para noso­
tros. Pero desde el punto de vista del valor psíquico del mito, del ritual y
del simbolismo, la sorprendente respuesta a la pregunta e s‘No importa.’
Cada hombre o mujer tiene capacidad para decidir por sí mismo si creer
en que las formas divinas arquetípicas nacieron en el inconsciente colec­
tivo humano o desembarcaron allí (o en otro lugar) como pieds-á-terre
desde su hogar cósmico; en cualquier caso su importancia para la psique
210 E l C a m in o de la s B rujas

hum ana está fuera de toda duda, y tanto los creyentes como los ateos
pueden utilizar técnicas que les perm itirán estar de acuerdo con ellos,
saludable y fructíferamente.
Voltaire dijo: ‘Si dios no existiera, habríamos tenido que inventarlo.’
Puede parecer úna frase cínica, pero también puede reformularse: ‘Sean
las formas arquetípicas de los dioses cósmicamente divinas o simplemente
piedras angulares vivas de la psique humana, seremos prudentes si esta­
blecemos nuestra relación con ellas como si fueran divinas.’ Los mitos y los
rituales crean una comunicación fructífera con ios arquetipos, y dada la
naturaleza y la evolución de la psique humana, su simbolismo, su único
vocabulario efectivo, es básicamente religioso. Renunciar a los mitos y a
los rituales nos aparta de los arquetipos, separación que nos puede resul­
tar peligrosa o tener consecuencia catastróficas.
X V B ru jería y sexo

A estas alturas, el lector debe tener claro que la polaridad sexual y el


papel que juegan lo masculino y lo femenino dentro de la psique indivi­
dual, tanto en las relaciones interpersonales como en el cosmos en su
conjunto, son fundamentales en la filosofía y la práctica wiccanianas. La
prensa sensacionalista se agarra a esto (y al hecho de que muchos
conventículos celebran sus ritos en desnudez) para acusar a la brujería
moderna de practicar orgías, de promiscuidad y Dios sabe cuántas cosas
más, pues así vende más periódicos. Todo el mundo que ha estudiado el
tema con imparcialidad, o que ha asistido a una reunión wiccaniana
auténtica, sabe que es sencillamente mentira. Por lo que, si nos lo per­
miten, no perderemos tiempo intentando defendernos de estas falsas
212 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

acusaciones, sino continuar discutiendo la verdadera actitud del Wicca


respecto al sexo.
La mayor parte de los estudios relativos al sexo tratan tanto de la
biología como de la técnica sexual (lo que es bastante acertado), pero
también tratan de someterlo a disciplina a través de la legislación o el
dogma (lo que es absolutamente negativo, excepto en aquellos aspectos
obviamente deseables como son las leyes contra la violación o el abuso
infantil). Por su parte, el Wicca aporta un acercamiento positivo que
empieza por la aceptación de la sexualidad como algo absolutamente
natural y necesario. A partir de ahí continúa en la búsqueda de un en­
tendimiento más profundo de la polaridad masculino-femenina y sobre
cómo u tiliz a rla de m an era constructiva, ta n to psicológica como
mágicamente. La moral sexual wiccaniana brota de esta actitud, pero
no trata, como ocurre muy a menudo, de imponerla.
Hablarem os mucho sobre la época patriarcal y sus actitudes, por
lo que empezaremos por definirla antes de tr a ta r de explicarla. Es el
periodo de la dominación m asculina de la sociedad hum ana que se
prolongó, aproxim adam ente, duran te los dos últimos milenios antes
de Cristo. Fue un proceso gradual pero inexorable, y cobró un im pul­
so decisivo con la llegada y la creciente suprem acía del poderoso
patriarcado de los pueblos indoeuropeo al m ar M editerráneo y sus
alrededores. El dominio patriarcal, tanto político como psicológico,
llegó a ser más o menos universal d urante los dos milenios después
de Cristo y sólo en la actualidad se está viendo decididam ente ame­
nazado. Se ha caracterizado por la dictadura del dios, el rey, el sacer­
dote, el padre, y la total subordinación de la diosa, la reina, la sacer­
dotisa y la madre; incluso en el caso de la diosa y de la sacerdotisa,
con su total desaparición, al menos de las principales culturas occi­
dentales. En todo este proceso ha habido excepciones, por supuesto,
y antiguos reductos de anticonformismo. Por ejemplo, la sociedad
celta precristiana otorgó una notable libertad e igualdad a las muje­
res a todos los niveles (al respecto, léase Women ofthe Celts, de Jean
M arkale). Pero aquellos reductos se desvanecieron uno a uno, sobre
todo ante la presión del cristianism o o del Islam.
Los estudiosos discuten si realmente hubo un periodo m atriarcal en
la prehistoria humana. Una cosa es cierta: la diosa precedió al dios en el
culto de los hombres, que otorgaron su primera atención al Útero y a la
Alimentadora de todas las cosas, e incluso después de que se desarrolla­
ra el concepto del dios masculino, la diosa y el dios se mantuvieron en
una compañía dinámica hasta que el monoteísmo patriarcal dejó sin pie­
S e x o y B r u je r ía 213

dad viudo al dios1. El antiguo Egipto, por ejemplo, perm aneció siendo
m atrilineal políticam ente en todos los niveles de la sociedad h a sta la
época de la últim a faraona, Cleopatra. Como dice M argaret M urray (The
Splendour that was Egypt, p. 70), ‘La reina era reina por derecho de
nacimiento, m ientras que el rey lo era por derecho de m atrim onio’, y
esta m isma regla rigió tam bién p ara nobles y campesinos.
¿Cómo se produjo esta toma de posesión m asculina de la política, la
economía, la teología y las actitudes sociales? ¿Llegó a ser tan completa
que d u ran te muchos siglos se aceptó (incluso por la m ayoría de las m u­
jeres) como el orden n atu ral de las cosas?
Nos atrevem os a decir que se tra tó de una fase evolutiva en la rela­
ción entre las funciones consciente e inconsciente de la m ente hum ana.
El ego consciente, que distingue al homo sapiens del resto de los anim a­
les terrestres, sólo ha estado con nosotros desde su prim er y rudim enta­
rio d esp ertar hace quizá medio millón de años. D urante la mayor parte
de este tiempo, fue creciendo, aprendiendo y aportando su contribución
a la supervivencia h u m ana y sus logros. Alcanzó un alto nivel de desa­
rrollo m ucho a n te s de que tu v ie ra lu g a r la tom a de posesión del
patriarcado; no estam os sugiriendo que hubo un repentino salto evoluti­
vo en la in n a ta cualidad de la conciencia hum ana en los últimos cuatro
o cinco mil años. Pero lo cierto es que llegó a un estadio (de m anera
relativam ente repentina, en función de ese medio millón de años de tiem ­
po) en el que el ego consciente empezó a flexionar sus músculos y a rom­
per ese equilibrio.
El desencadenante pudo muy bien ser el desarrollo tecnológico. Las
trib u s cazadoras vivían en lo que Marx y Engels llam aron ‘comunismo
prim itivo’. Cuando la caza era buena se alim entaban bien, y cuando era
escasa pasaban ham bre. No había un excedente apropiado, y por lo ta n ­
to tampoco una estru ctu ra de clase. El liderazgo del clan recaía n atu ra l­
m ente en el cazador más inteligente, m ás fuerte y m ás experimentado,
cuya coordinación del esfuerzo del grupo sería obedecida tan de buen

1. La bruja americana Starhawk, que enfatiza la distinción vital entre 'poder-de arriba’ y
‘poder-de-dentro’, dice: ‘Utilizo la palabra matristic (“orientado hacia la madre”) antes
que “matriarcal” porque para mucha gente matriarcado implica una imagen contraria al
patriarcado. Los académicos debaten sin fin sobre si existieron alguna vez culturas en las
que las mujeres ejercieron el poder sobre los hombres. Lo que yo trato de decir sobre la
cultura centrada en la diosa es que el poder estaba basado en un principio diferente al del
patriarcado.’ (Dreaming the. Dark, p. 229.) Starhawk define la magia como ‘el arte de
evocar el poder-de-dentro y de utilizarlo para transformarnos a nosotros mismos, nuestra
comunidad y nuestra cultura, y para resistir la destrucción que aquellos que manejan el
poder-de-arriba están acarreando al mundo.' (Ibid .. p. xi.)
214 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

grado (puesto que significaba más comida) como si fuera un buen capi­
tán de un equipo de fútbol en la actualidad (porque significa más goles).
Debió haber especialistas, como el chamán o los chamanes, cuya magia
también estuvo orientada a favorecer la caza, o como el experto cascador
de sílex, liberado de otras tareas para m antener el suministro de puntas
de flechas. La división del trabajo entre los sexos debió estar condiciona­
da por la demanda de partos y la crianza2, pero se trataba de especialis­
tas, no clases económicas, lo mismo que cuando una familia encarga el
cuidado del jardín al miembro ecologista más hábil o un equipo de fútbol
pone en la portería al jugador que tiene los brazos más largos.
En esta etapa de la caza tribal, la supervivencia (y la diferencia en­
tre una buena vida o una sufrida existencia) era un asunto totalmente
comunal, al que deberían dedicarse todas las capacidades, tanto planifi­
cando y actuando conscientemente, como utilizando la intuición y el ins­
tinto. La cooperación entre el ego y el inconsciente se daba por supuesta,
porque la supervivencia así lo exigía.
Se ha escrito am pliam ente sobre el desarrollo de las estru ctu ras
de clase que comenzaron tra s la aparición de la agricultura, con sus
crecientes especializaciones y sus adecuados excedentes, por lo que
no hay necesidad de rep etir aquí la historia. Sin embargo, sus reper­
cusiones fueron cada vez más im portantes en la psique hum ana.
Debieron surgir conflictos dentro del ego en tre las dem andas de su­
pervivencia de la tribu y las ventajas personales y de clase. La con­
ciencia de grupo había dominado la tribu cazadora m ientras la con­
ciencia propia e individual perm anecía en una relativa oscuridad.
(Este fenómeno persiste en la actualidad en los pocos enclaves donde
la cultura de la caza tribal todavía existe; por ejemplo, un aborigen
australiano sometido a un'señalam iento del hueso’ lo considera como
una exclusión ritu al de la trib u y m uere rápidam ente porque siente
que ya no existe. También intervienen otros factores, por supuesto, y
no dudamos de los auténticos poderes psíquicos de los brujos-médi­
cos aborígenes, pero el sentim iento d e ‘dejar de existir’ es p articu lar­
m ente significativo.) Sin embargo, en una estru ctu ra de clases, la
individuación procedería a pasos agigantados. Los peones avanza­
ban hacia su coronación en núm ero cada vez mayor, y el ego cons­
ciente de sí mismo fue diferenciándose rápidam ente del ego cons­
c ie n te tr ib a l. (La c o n cien cia de c la se , que im p lica la feroz

2. Y también, quizá, debido a la generalmente mayor capacidad chamanística de las


mujeres; véase pp. 222-3.
S e x o y B r u j e r ía 215

com petitividad dentro de la m ism a clase, es m ás una extensión de la


consciencia de la identidad propia que u na contracción de la con­
ciencia trib al.)
En el individuo consciente de una identidad propia, encapsulado en
una clase económica, los conflictos entre el ego y el inconsciente acaba­
ron por ser inevitables. Para empezar, los arquetipos tribales del incons­
ciente colectivo em pujarían en direcciones opuestas en su dem anda de
ventajas personales inm ediatas, una situación desconocida incluso para
cualquier genio anorm alm ente autoconsciente de una tribu cazadora.
Una vez más, todo acto tribalm ente antisocial, pero personalm ente ne­
cesario para sobrevivir, para ganar o para escalar en la jerarquía, deja­
ría una cicatriz de culpa en el inconsciente personal que habría de ser
sellado para proteger el ego, que para m antener el control debe aceptar­
se a sí mismo.
Así pues, se produjo la Gran Quiebra entre el ego consciente y el
inconsciente, tanto personal como colectivo. Y fue agrandándose. Las
estructuras, primero locales, después nacionales y finalm ente imperia­
les, crearon los individuos independientes y los absorbió en su entram a­
do creando las ideologías adecuadas. Los individuos independientes, al
aum entar su fuerza colectiva, crearon estructuras más grandes, mejo­
res y m ás proclives a la victoria. Y, por supuesto, m ás ideologías
monolíticas.
Como ocurre con todas las fases de una evolución, el imperio de la
m ente consciente ha tenido aspectos constructivos y destructivos. Ha
expandido enorm em ente los conocimientos reales del hombre y su domi­
nio sobre el entorno. Esencialmente, ha conquistado el nivel psíquico de
la realidad hasta el punto de que puede hacer casi cualquier cosa que
quiera con ella, incluyendo la destrucción de la tierra en la que vivimos.
(Como dijo alguien, el hombre es el único anim al lo bastante inteligente
como para construir el Empire State Building, y tan estúpido como para
tirarse de él.)
Con todo, el coste ha sido trem endo a causa de las funciones a las
que ha tenido que renunciar. D ar c a rta blanca al ego consciente ha
significado castigar, contener, d isto rsio n ar e incluso negar el resto
de la psique hum ana.
Además, la situación ha desembocado en una crisis en la que por
alguna razón evolutiva el imperio del ego ha sobrepasado su propia rea­
lización. El conocimiento y las técnicas que ha proporcionado al homo
sapiens ya no necesitan el imperio del ego para afianzarse; en realidad,
ahora pueden conseguir muchas más cosas sin su dictadura, que se ha
216 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

convertido en algo totalmente restrictivo. Además, como en todas las


dictaduras, el imperio del ego lucha para m antener su régimen mucho
después de sobrevivir a toda función útil. Por todo ello, la reintegración
del ego y el inconsciente, en un nivel nuevo y superior, se ha convertido
en una necesidad urgente para el individuo y la especie. Y una vez co­
menzado este proceso, podemos avanzar hacia una nueva fase evolutiva
inimaginablemente fructífera; llámesela, si se quiere, la Era de Acuario.
La necesidad no es sólo la madre de la invención, también es la que
facilita oportunamente potenciales respuestas. Quizá no resulte tan sor­
prendente que fuese en nuestra época cuando Freud facilitó el camino
de Jung y de un mejor entendimiento de la naturaleza y estructura de la
psique humana, un entendimiento que poetas, artistas y narradores siem­
pre tuvieron gracias a la intuición (considerados como meros artistas)
pero que la religión ortodoxa dejó hace mucho tiempo de ser capaz de
proporcionar. Y quizá no sea accidental que la mujer esté por fin empe­
zando a rebelarse contra su milenaria servidumbre, ni que el paganismo
y nuestro propio arte estén viviendo un inesperado renacimiento.
Puede que el lector se pregunte a qué viene toda esta historia res­
pecto al tema de la brujería y el sexo. Pero tiene mucho que ver, porque
el arte está íntimamente relacionado con los aspectos que han sido su­
primidos (todavía lo están) y con el restablecimiento del equilibrio. Y
estos aspectos suprimidos son precisamente los femeninos.
El régim en p atriarcal nunca lo ha dudado, y en la práctica ha
dem ostrado que considera a la mujer, y todo lo que ella significa,
como su enemiga. La h a subyugado social, política y económicamen­
te. Ha hecho desaparecer a la diosa y convertido el sacerdocio en un
monopolio masculino. El cristianism o ascético etiquetó a la m ujer
como‘la puerta del mal'. La intuición fem enina, el instinto y la sinto­
nización con la n atu raleza fueron la gota del vaso que debía ser rete­
nida a toda costa, no fuera a ocurrir que el vaso se desbordase y los
intentos del ego p ara m antenerse fuesen arrastrados por la inunda­
ción de la Sombra liberada. Las terribles persecuciones de las brujas
de los siglos XVI y XVII se orientaron de forma perfectam ente cons­
ciente (el m anual p ara la persecución de la brujería de Sprenger y
Kramer, Malleus Maleficarum, no deja lugar a dudas) contra estas
funciones femeninas; de los millones que m urieron, según ciertas
estimaciones, fueron ejecutadas en una proporción aproxim ada de
cien mujeres por cada hombre.
Los estereotipos creados por el patriarcado respecto a las pautas de
comportamiento del hombre y la mujer reflejan sus demandas y fueron
S e x o y B r u j e r ía 217

aceptadas demasiado extensamente: el hombre como amo natural fuer­


te, lógico, ra c io n a l y digno de co n fian za, ta n to p o lítica como
domésticamente, y la mujer como subordinada natural débil, ilógica, irra­
cional e indigna de confianza. Igual que ni siquiera el cristianismo paulino
pudo negar las necesidades sexuales del hombre, a ella sólo se le permi­
tió ser su válvula de escape, su ram era o madre de familia, la primera
hipócri-tamente despreciada y la últim a hipócritamente idealizada. Ig­
noradas sus propias necesidades sexuales, se la consideró como cebo de
las tram pas que el diablo tendía al varón superior, e incluso durante los
periodos más extremistas, como el de la Inglaterra victoriana, se negó
que la sexualidad formase parte del carácter de una verdadera ‘dam a’.
Se consideró que el único monopolio ineludible de la mujer, la crianza de
los hijos, era (y todavía lo sigue siendo con excesiva frecuencia) su prin­
cipal función, ordenada por Dios; un limitado horizonte más allá del
cual sería impertinente para ella asomarse.
Dice mucho a favor de la indestructibilidad de la obra de la n a tu ­
raleza el que, a pesar de estos estereotipos e incluso antes de que
cobrase impulso la presente rebelión contra ellos, muchos millones
de hombres y m ujeres hubieran logrado alcanzar una com penetra­
ción sexualm ente feliz.
Es comprensible que la rebelión contra los estereotipos sexuales del
imperio del ego haya caído a veces en la tram pa de negar que no existe
ninguna diferencia entre el hombre y la mujer, exceptuando las ‘pura­
mente biológicas’. Se tra ta de una perdonable reacción cuando le dicen a
una mujer que es ‘impropia’ para alguna profesión (normalmente una
de las influyentes y bien pagadas) por el mero hecho de serlo. También
es excusable en casos (y personalmente hemos conocido varios) en los
que una mujer es una buena profesional en alguna esfera predominan­
temente masculina, pero le resulta difícil que la tomen en serio porque
ocurre que es sexualmente atractiva. (‘¡Le pedí a Dios que me hiciera
fea!’ exclamó ante nosotros una amiga en un momento de frustración;
nosotros sabíamos que ella era demasiado orgullosa para desear real­
mente semejante cosa, pero comprendimos su enfado.) Una mujer a quien
el patriarcado niega su igualdad siente la tentación de replicar: ‘¡Dejad
de insistir en las diferencias entre hombres y mujeres! ¡Sólo existen las
anatómicas!
Pero comprensible o no, el estereotipo de la igualdad de los sexos
puede ser tan peligroso y equivocado como el patriarcal. Existen dife­
rencias básicas entre las naturalezas masculina y femenina, y esas dife­
rencias son creativamente tan importantes a todos los niveles como son
218 E l C a m in o de las B rujas

las diferencias físicas en las relaciones sexuales y la procreación. Vive la


différence tiene implicaciones más importantes que el ‘simple’ hacer el
amor.
El otro peligro (que virtualmente destruyó el movimiento de libera­
ción de la mujer en Estados Unidos, tras su alegre comienzo en 1970, y
que finalmente originó la pérdida de la Enmienda por la Igualdad de
Derechos en 1982) estriba en el ala extremista del feminismo radical,
las'andrófobas’ o mujeres que odian al hombre, y que son la contraparti­
da de los partidarios de misoginia. En lugar de considerar que los este­
reotipos patriarcales mutilan a los hombres igual que a las mujeres, y de
buscar el apoyo de millones de hombres que simpatizan con la liberación
de la mujer, las feministas radicales consideran al hombre como enemi­
go. En lugar de tender hacia un equilibrio creativo que liberaría a las
mujeresy a los hombres, lo que hacen es reemplazar el imperialismo del
ego masculino con el imperialismo del ego femenino, lo que, natural­
mente, no solucionará nada. Con su estridencia, que no guarda propor­
ción con su número de partidarias, logran crear una falsa imagen públi­
ca del conjunto del movimiento. El irónico resultado es que las mujeres
que se dedican auténticamente a la realización femenina y a la igualdad
entre los sexos tienen que asegurar algo que empieza a resultam os fa­
miliar: ‘Yo no soy feminista.’
Pero todo no se ha perdido, ni siquiera en América. En un artículo
titulado ‘¿Quién mató el movimiento feminista’? aparecido en The Irish
Times del 27 de agosto de 1982, la estadounidense Mary Maher respon­
de a su propia pregunta: fueron las feministas radicales o'andrófobas’. Y
añadía: ‘Algo más ha nacido en estos últimos años, algo que podría des­
cribirse acertadamente como un “movimiento por la igualdad”, suscrito
tanto por los hombres como por las mujeres. Todavía es pequeño pero
crece con fuerza. No ha sido bautizado ni se ha formalizado una militancia,
excepto un montón de cambios, malabarismos y pruebas. Existe el reco­
nocimiento de que logrará cam biarla política para term inar con la mise­
ria que todavía persiste en torno a tantas mujeres, y una creciente espe­
ranza no tanto de obtener poder como de recomponer el eje del poder.’
Son noticias muy alentadoras. ‘Recomponer el eje del poder’ es otra
forma de decir ‘alcanzar un equilibrio creativo’; por eso la brujería, que
busca este equilibrio en todos los niveles, no sólo en el político y el econó­
mico, forma parte por naturaleza de este ‘movimiento por la igualdad’.
En América, el arte ha prestado mucha atención a la cuestión feminista,
también con un ‘montón de cambios, malabarismos y pruebas’, informa­
ción fascinante que puede consultarse en el excelente libro de Margot
S e x o y B r u j e r ía 219

Adler, Drawing Down the Moon. (Aunque la brujería se está desarro­


llando tan rápidamente en América que Margot nos dijo irónicamente
en 1982, hablando de su libro, ‘gran parte de lo que dice ya está desfasa­
do’, a pesar de que se había publicado en 1981. Demasiada modestia por
su parte, puesto que continúa siendo el único informe exhaustivo sobre
el arte y el mundo neo-pagano en América.)
Entonces, ¿cuáles son esas diferencias esenciales entre el hombre y
la mujer a las que nos hemos referido?
La más evidente, por supuesto, se refiere a que la mujer es potencial o
realmente una criadora de hijos. En realidad, supone la única diferencia
que el patriarcado considera importante, puesto que debe haber descen­
dencia. Así, el estereotipo hace hincapié en la maternidad mientras trata
la otra diferencia físicamente obvia, la menstruación, como una mera inco­
modidad, u n a‘maldición’, una lamentablemente inevitable concomitancia
de la capacidad para tener hijos. Los hombres y las mujeres se engañan
por igual al respecto; los hombres resignándose al hecho de que la mujer
puede volverse algo temperamental o enfermar una vez al mes, y las muje­
res aceptando su dolor y trastorno mental como ‘natural’ (algo que no es
necesariamente cierto, y si usted considera esta afirmación como dogmáti­
ca, lea The Wise Wound, capítulo II).
Sin embargo, el ciclo menstrual es, de hecho, más fundamental para
la naturaleza física y psíquica de la mujer de lo que creen la gran mayo­
ría de los hombres y las mujeres. En realidad, su verdadera importancia
se está empezando a investigar. Los psicólogos jungianos (sobre todo las
mujeres) empezaron bien, pero el único libro verdaderamente impor­
tante sobre el tema que nosotros conocemos es el de Penelope Shuttle y
Peter Redgrove, The Wise Wound: Menstruation and Everywoman (1978).
Cuando Shuttle y Redgrove empezaron a escribir su ensayo, alrededor
de 1971, pidieron algunos libros sobre la psicología de la menstruación
en la biblioteca de la universidad. ‘Para su sorpresa mayúscula, y la del
bibliotecario, ¡NO HABÍA NINGUN LIBRO SOBRE EL TEMA! ...
Sorprendentemente, en Estados Unidos la situación se mantuvo hasta
que el libro de Paula Weideger, Menstruation and Menopause, abrió el
camino en 1975’. E incluso este, aunque extremadamente útil, propor­
cionaba‘escasas directrices sobre la experiencia interior y el significado
del ciclo m enstrual’.
The Wise Wound es una rareza, un libro verdaderamente revolucio­
nario. Creemos que sus tesis principales convencerán tan rápidamente
a las mujeres (y a la mayoría de los hombres que viven con ellas) que, lo
mismo que al bibliotecario de la universidad, nos sorprende que nunca
220 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

antes se hubieran formulado. Se tra ta de una lectura esencial para los


adeptos a la brujería, hombres o mujeres, pues también comenta varios
temas relacionados con la brujería histórica y la actual. (Una triste prueba
de lo profundamente enraizadas que están las actitudes estereotipadas
fue la reacción inmediata de algunos de nuestros brujos masculinos cuan­
do les aconsejamos que lo leyeran. '¡Uf!\ exclamaron en un principio,
pero su actitud cambió después de leerlo.)
Shuttle y Redgrove señalan que hay dos momentos culminantes en
el ciclo menstrual, la ovulación y la menstruación, cuando el útero se
desprende de sus paredes y se renueva. Y estos dos momentos culmi­
nantes tienen implicaciones completamente distintas y van acompaña­
dos por estados psíquicos totalmente diferentes. En cierto sentido, du­
rante la ovulación, el cuerpo de la mujer pertenece a la especie, pues
transporta y es una potencial transmisora de los códigos genéticos racia­
les del DNA. Las mismas moléculas de DNA se desentienden de ella
como individuo una vez que ha asegurado su combinación con las de un
hombre y amparado la supervivencia de esa combinación. En cambio,
durante la menstruación ella es dueña de sí misma y pasa por un proce­
so de renovación psíquica y corporal.
Las cualidades de su sexualidad también son diferentes. Durante la
ovulación se encuentra típicamente receptiva, pasiva, deseando la pene­
tración. En la menstruación, lo más probable es que esté activa, toman­
do la iniciativa erótica, deseosa de experimentar por su propio bien, in­
dependientemente de su función reproductora.
El estereotipo patriarcal sólo reconoce el momento culminante sexual
de la ovulación porque está relacionado con la reproducción, que es la
única razón‘válida’ por la que una mujer puede tener sentimientos sexua­
les. Incluso algunos psicólogos competentes, condicionados a creer que
el instinto sexual de la mujer es esencialmente pasivo y receptivo, han
ignorado por completo el momento culminante menstrual, porque al in­
quirir a las mujeres acerca de estos periodos en realidad estaban bus­
cando los momentos receptivos, y las mujeres, igualmente condiciona­
das, respondían en consecuencia3. Preguntas estereotipadas produjeron
estadísticas estereotipadas. La idea de un momento culminante sexual
femenino activo ‘resultaba perturbadora para los hombres educados en
la idea de que es prerrogativa masculina llevar la iniciativa en el sexo.

3. Entre las autoridades que no pasaron por alto el momento culminante sexual menstrual
se encuentran el mismo Jung, C. D. Daly, Mary Jane Sherfey, Alex Comfort, PaulaWeideger,
William Masters y Virginia Johnson.
S exo y B r u je r ía 221

La combinación de la sangre con un incremento de la capacidad sexual


resulta demasiado temible desde el punto de vista convencional.’ (The
Wise Wound, p. 89.)
Alrededor de la menstruación de la mujer han existido siempre fuertes
tabúes. En tiempos pre-patriarcales (y todavía en muchas culturas‘primi­
tivas’) ‘los tabúes menstruales y las reclusiones se practicaban con el pro­
pósito de salvaguardar a la mujer en su fase receptiva, durante la cual
podía realmente volverse introspectiva y recibir información profética o
soñar sueños útiles para la comunidad, o por el contrario sufrir experien­
cias de tipo falso que podían afectarla negativamente para siempre.’ En
particular,‘la primera menstruación estaba considerada como un momen­
to de especial apertura tanto física como mental, durante la cual una chica
tendría sueños u otras experiencias que le servirían de guía en su vida
posterior; y si se iba a convertir en una chamán o bruja-sanadora, era el
momento en que entraba en una relación especial con los poderosos espíri­
tus de su menstruación.’ {The Wise Wound, p. 65.)
Con implantación del patriarcado, los tabúes m enstruales se convir­
tieron en una protección contra la mujer, contra su ‘poderosa’ magia y
contra todas esas facultades que el imperio del ego lucha por desterrar.
O por adoptarlas y disciplinarlas para su propio uso, cuando no se po­
dían desterrar; por ejemplo, el temor a la sangre mágica de la mujer, a la
que se guardaba el debido respeto para convertirla en totalmente bené­
fica, y que bien pudo dar lugar a las crueldades patriarcales de los sacri­
ficios sangrientos {ibid, p. 61). Los hombres no podían menstruar, pero
había otros medios de producir sangre con propósitos mágicos. El proce­
so de racionalización sería: ‘La sangre es obviamente mágica. Pero la
chamán m enstruante es peligrosa. Así que vamos a neutralizarla con
tabúes y sacrificar algo o a alguien en su lugar.’ Resulta significativo
constatar que culturas con fuertes tabúes menstruales impuestos por
los hombres (incluyendo la nuestra) parecen ser las más propensas a la
agresividad y a la ansiedad {ibid, pp. 98,185).
Sin embargo, las sociedades paganas comprendieron y se aprove­
charon plenam ente de los poderes chamánicos de las mujeres que
m enstruaban. Las escuelas de H era, por ejemplo, y las pitonisas
(sacerdotisas del oráculo) de Delfos, celebraban sus declaraciones men­
sualmente, y hay fuertes indicios de que en esos lugares las mujeres
sincronizaban sus periodos m enstruales con disciplinas psíquicas deli­
beradas. (Es perfectamente posible; las investigaciones han demostrado
que en la actualidad sucede, con frecuencia espontáneamente, en comu­
nidades femeninas como conventos o colegios de mujeres.) Shuttle y
222 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Redgrove arguyen convincentemente que Delfos posee todas las carac­


terísticas del chamanismo m enstrual. Sugieren que el famosoornphalos
(que todavía puede contemplarse en el museo de Delfos) no es u n ‘ombli­
go’ en absoluto, sino un cérvix o cuello del útero4, y que el trípode en el
que se sentaba la chamán délfica era en realidad un especulum para
observar los primeros signos de la menstruación. (Siempre nos ha intri­
gado por qué los escritores clásicos daban tan ta importancia a un simple
mueble; esta interpretación podría explicarlo.) A todo esto puede aña­
dirse que, en el caso de Delfos, la toma de posesión patriarcal se mani­
fiesta en la leyenda de la victoria de Apolo sobre la serpiente délfica (es
decir, la pitonisa), y a pesar de que el templo de Apolo se hizo cargo de
Delfos, las pitonisas siguieron siendo indispensables; durante siglos, no
se tomaba ninguna decisión de importancia en Grecia sin el consejo del
oráculo, por lo que continuaron cumpliendo con su cometido con sacer­
dotes masculinos para controlarlas y adm inistrarlas, a ellas y los ricos
tributos que recibían.
¿Qué viene a decir todo esto a los brujos y brujas de la actualidad?
Para resumir: la naturaleza de la mujer es cíclica, tanto m ensual­
mente respecto a la reproducción, con el momento culminante de ovula­
ción que la sensibiliza hacia lo exterior, como en su renovación mensual
intermedia, con el momento culm inante de la menstruación, que la sen­
sibiliza hacia el interior. Cuanto mejor entienda esto y lo acepte (y deje
de considerarlo como una ‘maldición’), más útil y realizada se sentirá la
mujer, y cuanto mejor lo entienda y acepte el hombre, mejor la respetará
y la complementará.
Ambos momentos culm inantes del ciclo son igual de im portantes,
formando un conjunto dinámico, un yin-yang total que entreteje todos
los niveles. Lo im portante es el mismo ciclo, no uno u otro de sus polos,
pues es lo que hace a una mujer ser lo que es. Los ‘valores de la ovula­
ción’ y los ‘valores de la menstruación’ deben complementarse m utua­

4. Shuttle y Redgrove sugieren que el símbolo del cérvix, el cono con la depresión central,
o más exactamente (según puede verse en el espéculo) como el bulto redondeado sobre un
creciente, aparece más extensamente de lo que se ha reconocido. El ornphalos es un ejemplo;
el árbol lunar asirio, uno de los símbolos más antiguos de la diosa, es otro. Nosotros
conocemos omphaloi que se reverencian en Irlanda, desde en una parroquia de Kells, en
el condando de Meath, a las muchas piedras ‘bullawn’ aparentemente naturales, rocas
con una depresión en la parte superior que guarda el agua de la lluvia y se cree que
poseen propiedades mágicas curativas. Nos preguntamos, también, si el disco y los cuernos
de Isis, normalmente interpretados como el disco solar entre los cuernos de la vaca, no
fueron en su origen un cérvix . (Véase Fotografía 13 para todos estos ejemplos).
S e x o y B r u j e r ía 223

mente, por mucho que el patriarcado sólo reconozca los ‘valores de la


ovulación’, y base en ellos su estereotipo femenino.
Este ciclo, con sus diferentes clases de conciencia, significa que la
experiencia total de la mujer es más profunda, y que los ‘acontecimien­
tos del ciclo también están más profundamente enraizados y psíquica­
mente extendidos que cualquier experiencia normal del hombre. Aun­
que esto significa que la experiencia femenina de la vida es más profun­
da, también significa que es más vulnerable a la agresión y al desprecio.
El hombre, que debería ser el guardián y el primer interesado en estas
facultades de la mujer, en la actualidad se ha vuelto orgulloso y conver­
tido en un envidioso agresor.’ (Ibid, p. 33.) Como señaló Gerald Massey
hace un siglo en The Natural Génesis, ‘la naturaleza femenina fue la
primera m aestra de la periodicidad.’
Puede que sea difícil de aceptar para el orgulloso varón, anclado en
estereotipos patriarcales. Parece colocarle en una nueva posición de in­
ferioridad sexual, pero sería una reacción equivocada. También él tiene
una contribución positiva que hacer.
Típicamente, la naturaleza masculina es analítica, con una concien­
cia concentrada. La naturaleza femenina es sintetizadora, y posee una
conciencia más difusa. El es lineal, y se mueve como el chasis de un
coche; ella es cíclica, y se mueve hacia delante como un punto en la cu­
bierta del neumático de un coche (y observe que ambos tipos de movi­
mientos alcanzan la misma velocidad). Él desmonta las cosas en piezas
para ver de qué están hechas; ella las coloca juntas para ver cómo se
relacionan.
Las dos funciones se necesitan mutuamente. Si van cada uno por su
lado, la conciencia concentrada de los hombres puede convertirse en una
visión parcial, y el difuso conocimiento de las mujeres puede convertirse
en desorientación. El análisis propio del hombre puede volverse des­
tructivo, dando prioridad a los hechos sobre los sentimientos; mientras
que las síntesis que ella realiza pueden perder coherencia, dando priori­
dad a los sentimientos por encima de los hechos. La sensibilidad de la
mujer, desprovista de la protección de su herm ana la fuerza, puede con­
vertirse en una peligrosa vulnerabilidad, y el decidido vigor de él, falto
de la guía de su herm ana la intuición, puede transformarse en agresión
disparatada.
Por el contrario, uniendo sus fuerzas pueden encontrar el camino
que atraviesa el bosque. Él puede identificar a los árboles y ayudar para
que ella no choque contra ellos. Por su parte, ella puede elaborar mejor
un mapa del bosque completo y ayudarle a él a no perderse.
224 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Y esto no es todo, porque cada naturaleza tiene en su interior la


semilla del otro sexo, como el punto blanco en el yin negro y el punto
negro en elyang blanco (véase Ilustración 6 en la p. 118). En la mujer, es
el animus, su componente masculino oculto, con cuya integración enri­
quece su feminidad. Tiende a manifestarse especialmente en el momen­
to culminante m enstrual, como su ‘otro marido’ o pareja lunar, que pue­
de ser aterrador o vitalizador según su grado de autoconocimiento y el
equilibrio que ella haya alcanzado entre sus dos tipos de valor cíclicos.
En el hombre, es el ánima, su componente femenino oculto, con cuya
integración enriquece su masculinidad. Ya que el hombre es lineal más
que cíclico, la incidencia del ánima sobre su conciencia tiende a parecer
espasmódica e impredecible. Se la puede quizá identificar mejor (y ha­
cerle caso fructíferamente) como la figura onírica de una mujer que es
bien conocida por el que sueña pero inclasificable en la vida despierta.
(Cuando Stewart comenzó a registrar sus sueños, la etiquetó como ‘la
mujer-X’, hasta que empezó a leer a Jung y supo de quién se trataba.)
Ella, también, puede ser aterradora o provechosa, dependiendo de si el
hombre la acepta y le tiende la mano o la rechaza. Pero ella está siempre
ahí, como parte inalienable de la psique. Como declara vividamente The
Wise Wound (p. 130) ‘Este mundo femenino reprimido debe incluir el
problema de la menstruación, su forma y aspecto, tanto para el hombre
como para la mujer. Lo que nunca debería olvidarse es que el ánima
menstrua.’
Hay que señalar aquí que la creencia de quienes profesan la brujería
en la reencarnación no sólo se ajusta al concepto del ánima¡animus sino
que debe incluirlo inevitablemente. La individualidad inmortal, como
ya hemos dicho (p. 116), es dinámicamente hermafrodítica, con ambos
aspectos en un equilibrio que resulta imperfecto o perfecto según el es­
tado de su progreso kármico. No obstante, la personalidad de cada en­
carnación puede ser masculina o femenina, por lo que el otro aspecto,
temporalmente subordinado, dejará sentir su presencia como ánima o
como animus, por lo que el grado de integración armoniosa que una per­
sonalidad m uestra con su ánima o con su animus constituye un marca­
dor que revela el grado de avance kármico logrado por la individualidad
encarnada.
Volvamos por un momento del individuo hombre o mujer a la socie­
dad hum ana en su conjunto, y al quizá sorprendente hecho de que fue la
menstruación la que la provocó (The Wise Wound p. 142. Las cursivas
son suyas): 'La ciencia zoológica ha. aceptado la opinión de que el desa­
rrollo del ciclo menstrual fue responsable de la evolución de los primates
S e x o y B r u j e r ía 22 5

y eventualmente de las sociedades humanas.’ La mayoría de los mamífe­


ros tienen un ciclo oestrus; es decir, periódicamente se ponen ‘a fuego
lento’ mientras que en otros periodos no m uestran interés alguno por el
coito. La ovulación es su único momento culminante; el sexo significa
engendrar jóvenes y nada más, y funciona como un factor de supervi­
vencia de las especies. Sin embargo, ‘en el mundo antiguo de los monos,
los primates y el ser humano, ocurrió un inmenso cambio evolutivo. Fue
el desarrollo del ciclo m enstrual.’ Esta señal de celo de sangre genital
pasó de su anterior posición en la ovulación a una nueva posición en la
menstruación, en la que resulta bastante improbable que pueda tener
lugar la ovulación o pueda concebirse descendencia. La libido sexual,
también, se extendió entonces sobre la mayor parte del ciclo. ¿Cómo po­
día ser esto un factor de supervivencia?‘La respuesta tiene que estar en
que la experiencia sexual de los primates (monos y humanos) tuvo que
convertirse en algo beneficioso e importante para el individuo (y por
tanto para la raza) así como para las especies en la procreación.’
‘La libido sin fin’, o lo que The Wise Wound (p. 152) denomina‘esplen­
dor sexual’, fue una adaptación evolutiva que favoreció el desarrollo de
la cooperación social y económica, y promovió la comprensión en la reso­
lución de los problemas. La época patriarcal intentó reducir el sexo a la
copulación por motivos de descendencia, pero la evolución fue más sa­
bia. El ‘esplendor sexual’ es el instinto de relacionarse, lo que nos hace
humanos, en contraste con aquellas especies para las que el sexo es una
mera copulación en pos de la multiplicación de la raza. ‘La generación de
hijos es la mitad de la alegría humana. La otra mitad es la creación de
‘hijos m entales’: ideas seminales e interiorizadas’ (ibid. p. 210),y Shuttle
y Redgrove añaden acertadamente: ‘Es demasiado suponer que la crea­
ción de “hijos mentales” sea de la exclusiva incumbencia de los hombres
sólo porque la creación de hijos físicos es una capacidad exclusiva de las
mujeres.’
Resulta irónico pensar que tantas religiones occidentales, desde el
catolicismo a la Ciencia cristiana, prohíban el disfrute del sexo con inde­
pendencia de la reproducción, y traten así de hacer regresar a la hum a­
nidad a un estadio de la evolución prehumano.

Podemos ver, pues, que la diferencia entre lo positivo-creativo y lo


negativo-restrictivo aproxima las relaciones sexuales y la moral sexual.
Si todos los aspectos que hemos discutido son comprendidos y pasan a
formar parte de nuestra actitud hacia los demás, si dejamos de ver los
estereotipos y en su lugar contemplamos seres humanos vivos, se
226 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

increm entarán nuestro respeto hacia el otro sexo y la em patia hacia el


nuestro. Distinguiremos cada vez mejor la esencia del dios (y de la dio­
sa-ánima) dentro de cada hombre, y la de la diosa (y del dios-animus) en
el interior de cada mujer. Cada relación, desde una pareja que mantiene
relaciones sexuales a una am istad, puede ilum inarse con el sentido m á­
gico de lo maravilloso. Y con un auténtico amor que sea capaz de m ante­
ner un apropiado nivel de intensidad o intim idad, los problemas m ora­
les tienden a resolverse por sí mismos. La moralidad no viene determ i­
nada por un libro de reglas, sino por la verdadera naturaleza de las
relaciones.
Todo esto puede parecer algo idealista y demasiado bello para ser
cierto, pero en la práctica no lo es.
Por experiencia propia sabemos que si trabajamos en el conventículo
con sinceridad estaremos fomentando este proceso. El conventículo se re­
úne para rendir activamente culto a la diosa y al dios; y según el principio
de ‘como es arriba, así es abajo’, el Wicca no abre un abismo entre lo divino
y lo humano. El principio de la diosa es invocado en la suma sacerdotisa y
el principio del dios en el sumo sacerdote. Cada uno de ellos se esfuerza por
sintonizar con el principio invocado y actuar como canal, y así lo conside­
ran los demás. Y como todo conventículo con experiencia sabe, así se cum­
ple. No porque estemos tratando de relacionarnos con algo imaginario,
sino porque nos estamos abriendo a una esencia que ya está ahí. Además,
en el Wicca tampoco hay un abismo entre el sacerdocio y la congregación,
sino que en el proceso normal de aprendizaje todos los adeptos tienen opor­
tunidad de actuar como suma sacerdotisa o sumo sacerdote.
El ritual de la Bajada de la Luna m uestra el proceso y la actitud
m ental que se debe tener al respecto. En prim er lugar el sacerdote besa
a la sacerdotisa con el beso quíntuple en agradecimiento y reconocimiento
a la propia m ujer como individuo y como herm ana bruja. La sacerdotisa
acepta el homenaje, consciente de que es una mujer y el sacerdote un
hombre. A continuación tiene lugar la invocación, en la que el sacerdote
reúne sus conocimientos sobre la mujer y sobre la diosa consciente de
que participan de la misma esencia. La sacerdotisa tam bién se abre a
esta misma conciencia. Después, el sacerdote se dirige a la diosa directa­
m ente en la declamación de ‘Salve, Aradia', y la sacerdotisa entrega el
control de su propia individualidad a la diosa. Finalmente, como canal,
ella retroalim enta la manifestación de la diosa en el sacerdote con la
bendición ‘De la oscura y divina m adre’.
Sólo los que han llevado a cabo este ritual con total sinceridad cono­
cen los asombrosos efectos que llega a tener.
S e x o y B r u j e r ía 22 7

Naturalmente, el propósito del ritual de la Bajada del sol (capítulo


VI) es el reflejo del anterior.
Los hombres y las mujeres brujos están acostumbrados a trabajar ju n ­
tos reconociendo totalm ente su necesidad psíquica de las esencias com­
plem entarias de los demás. Los resultados psíquicos y prácticos que ob­
tienen contribuyen al respeto mutuo y al entendimiento del verdadero
significado de las naturalezas masculina y femenina.
Toda mujer, si puede liberarse de los condicionamientos impuestos
por el estereotipo patriarcal, es una bruja natural. La mayoría de los
hombres, a menos que tengan un ánima bien integrada y a pleno rendi­
miento, tienen que trabajar duro. Los brujos han de trabajar principal­
mente con los ‘dones de la diosa’, que son las funciones intuitivas y psí­
quicas, la conciencia directa, a través de la sensibilidad del orden natu­
ral de las cosas en todos los niveles, desde el corporal al espiritual. Todo
esto forma parte de la herencia natural inmediata de una mujer; pero en
general, los hombres lo consiguen mejor via la mujer (y a través de sus
propias ánimas, que supone el mismo proceso). La carta de Los Dos Ca­
minos en la baraja del Tarot de Waite (Rider) lo expresa a la perfección;
el hombre mira a la mujer que admira al ángel. Como dice Edén Gray
interpretando esta carta en A Complete Guide to the Tarot: ‘Expresa la
verdad de que la mente consciente no puede acercarse a la conciencia
superior a menos que pase a través del subconsciente.*
Por todo ello el Wicca es matriarcal. La suma sacerdotisa es quien lidera
el conventículo, mientras que el sacerdote es su consorte. Ambos son esen­
ciales mutuamente, e iguales (recordando que la individualidad inmortal,
la mónada reencarnada, es hermafrodítica), pero en el contexto de trabajo
wiccaniano y en el de la encarnación presente, él es el príncipe consorte de
una reina gobernante. El sumo sacerdote es (o debería ser) un canal por el
que se manifiesta el aspecto del dios, algo que no puede considerarse infe­
rior, pero el trabajo wiccaniano se ocupa en primer lugar de‘los dones de la
diosa’, por lo que la sacerdotisa tiene prioridad; pues la mujer es la puerta
a la brujería, y el hombre es su ‘guardián y devoto’.
Existen conventículos totalm ente formados por mujeres, sobre todo
en Estados Unidos, y pueden funcionar con tal de que las naturalezas
cíclicas de sus miembros proporcionen la necesaria polaridad creativa.
Por el contrario, un conventículo formado exclusivamente por hombres,
en nuestra opinión, es un error. Los hombres que quieran trabajar jun­
tos en el campo oculto deberán plegarse a modelos de ritual mágico
como el del Golden Dawn, y aun así opinamos que sería mejor hacerlo
con mujeres como compañeras.
228 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

Sería ingenuo pretender que el desarrollo de esta clase de actitudes


intersexuales mágica y psicológicamente creativas que hemos estado
describiendo vayan a funcionar siempre sin algún tropiezo en un con­
ventículo activo. Quienes profesan la brujería son seres humanos, y pue­
de haber contrariedades, falta de m adurez y viejos estereotipos
enraizados contra los que hay luchar. Uno de los propósitos del trabajo
en grupo es precisamente ese, ayudar a todos a desarrollarse y a señalar
con precisión las debilidades en un clima de camaradería y compren­
sión. En nuestra experiencia, si existe un material humano sólido y una
filosofía auténtica compartida, el movimiento progresará. El dios y la
diosa ayudan a los que se ayudan entre sí.

Nos abstenemos de hablar sobre los conventículos ‘gays’ (otro fenómeno


que se da sobre todo en América) porque opinamos que no estamos pre­
parados para hacerlo y porque cualquier cosa que dijéramos podría ser
interpretada como un prejuicio antihomosexual. Tenemos amigos homo­
sexuales con los que nos relacionamos felizmente como con todos, es de­
cir, como amigos y en todo aquello que tenemos en común, dejando al
margen nuestras actitudes sexuales. Siempre hemos considerado su ac­
titud sexual como un problema suyo, y los hemos defendido contra cual­
quier intento que pretendiera hacerles sufrir por ello. Nosotros mismos
hemos tenido uno o dos miembros homosexuales en la historia de nues­
tro conventículo que fueron capaces de asumir el papel de su género real
en un contexto wiccaniano mientras se preparaban y sus personalida­
des estaban en armonía con el resto de nosotros.
Sin embargo, somos completamente heterosexuales, y nuestro pro­
pio concepto de Wicca está construido en tomo a una masculinidad y
una femineidad natural, en cuerpo y alma. Por consiguiente no encaja­
mos con la idea global de un conventículo ‘gay*, y no nos sentiríamos
muy a gusto si nos invitaran a uno, por mucho que nos gustase la gente
que participase en él. Así que en interés de una armonía pagana, deja­
mos la discusión sobre este tema a aquellos que sintonizan con él.
(Por cierto, lamentamos mucho la adopción del término ‘gay* para
referirse a los homosexuales; al margen de conseguir que una pequeña y
alegre palabra deje de emplearse en su sentido original5, implica que los
homosexuales están permanentemente poseídos por un comportamien­
to maniático, y por consiguiente no son seres humanos normales, que es
una acusación contra la que luchan decididamente los homosexuales.)

5. La primera acepción de esta palabra es 'alegre'. (N. del T)


S e x o y B r u j e r ía 229

¿Y qué hay del ‘sexo mágico’ en su sentido literal?


Como ya explicamos en Los ocho sabbats de la brujería, el uso de la
polaridad hombre/mujer en terreno mágico es de dos clases: la ‘magia
del sexo’, que consiste sencillamente en la participación de un hombre y
una mujer, ambos con sus característicos dones mentales y sus poderes
psíquicos, en una obra mágica; y ‘magia sexual’, que utiliza el coito entre
compañeros como una dinamo psíquica.
‘La m agia del sexo’ es el modelo básico de la m ayoría de los
conventículos en activo, como cuando un hombre y una m ujer sostienen
los extremos de una cuerda en el ritual de la cuerda mágica, u cuando
hombres y mujeres se sientan alternativam ente en un círculo en la ce­
remonia de compromiso nupcial mágico, o cuando un hombre y una
mujer consagran el vino o un utensilio mágico. Es tan esencialmente
intersexual y tan desprovisto de coito como un baile de salón. Hermano
y herm ana, padre e hija, m adre e hijo, pueden llevar y llevan a cabo
este tipo de magia juntos, con la misma efectividad y con la misma li­
bertad ajena a otras implicaciones ‘im propias’ como si fueran parejas
en una pista de baile.
La ‘magia sexual’ es algo completamente distinto; puede ser muy
poderosa, tanto por sus efectos en térm inos de las consecuencias previs­
tas por la obra como por sus efectos sobre la pareja interesada (incluso si
han sido am antes o han estado casados durante años).
Lo diremos categóricamente: la magia sexual como tal sólo deberá
practicarla una pareja en la que el coito forme parte normal de su rela­
ción - en otras palabras, marido y m ujer o am antes, y en absoluta
privacidad. Para ellos se tra ta de una extensión (y bien puede ser un
enriquecimiento) de su habitual práctica del coito. Para una pareja que
no m antiene este tipo de relación podría resultar realmente muy peli­
groso. Si se deciden a practicarla como si se tratase de una ‘operación
mágica necesaria’ a sangre fría, cometerían un tremendo abuso de su
sexualidad y de su supuesto respeto mutuo; y si se precipitan con un
afecto repentino y poco meditado, podría tener efectos inesperados en
algunos niveles para los que no están en absoluto preparados, y lo peor
de todo, p u e d e a fe c ta rlo s de m a n e ra d is tin ta , d ejando a uno
emocionalmente abrumado y al otro con un sentimiento de culpa.
La magia sexual sin amor es magia negra.
La pregunta es ¿cómo pueden un marido y su mujer (o am antes de­
clarados) poner en práctica la magia sexual?
Existen dos formas sencillas: aprovechando el poder psíquico del coi­
to y del ensueño posterior.
230 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Dion Fortune dice (The Esoteñc Philosophy ofLoue and Marñape, p.


114): ‘Cuando tiene lugar el acto de la unión sexual, las fuerzas sutiles de
las dos naturalezas fluyen juntas y, como en el caso de dos corrientes de
agua que se juntan, se forma un remolino o vórtice que se extiende por los
planos mientras tiene lugar el acoplamiento de los cuerpos’(es decir, mien­
tras los siete niveles componentes de la pareja (véase p. 163) se encuen­
tran unidos)‘de manera que cuando dos personas que se idealizan m utua­
mente, y cuyo amor tiene elementos de naturaleza espiritual en su compo­
sición, se reúnen en el coito, el vórtice creado se extenderá hasta los planos
más altos.’ En otras palabras, cuanto más unida esté la pareja en todos los
niveles, mayor altura alcanzará en ellos el efecto de ese vórtice. Cuando
estas almas parejas hacen el amor, el vórtice alcanza todos los niveles. Por
el contrario, la insensible cópula de una pareja sin contacto en el plano
superior producirá un vórtice que puede ser muy poderoso en las turbias
aguas del nivel astral inferior, pues carecerá de la corrección de la influen­
cia niveladora de los otros planos, lo que subraya nuestra afirmación de
que la magia sexual sin amor es magia negra.
Una pareja estrecham ente unida que desee utilizar la magia sexual
para un objetivo que valga la pena deberá discutir primero ese objetivo
y asegurarse de que lo tiene claro en la mente. Después trazarán el cír­
culo en tom o a ellos y harán el amor sin prisas y tiernam ente, con el
máximo posible de concienciación m utua y del objetivo mágico. Una vez
que hayan unido sus cuerpos en el coito, si tienen el control suficiente
deben permanecer quietos durante un rato, acumulando la tensión sexual
juntos hasta el nivel más alto posible, para que la conciencia que cada
uno tenga del otro y de sus objetivos alcancen el mayor nivel de intensi­
dad que puedan. Cuando estén preparados, tra ta rán de alcanzar un or­
gasmo simultáneo, momento en el que lanzarán todo el poder del vórtice
hacia el logro de su objetivo mágico. Si sus orgasmos no coinciden, debe­
rán ambos ‘lanzar el vórtice’ en el momento de cada orgasmo.
Este tipo de magia sexual no debe usarse con demasiada frecuencia
porque es una experiencia m em orable y destacada y es mejor no
devaluarla por un exceso de familiaridad.
Vale la pena recordar una ocasión en que la celebramos nosotros
mismos. Habíamos llegado a Irlanda hacía pocos meses, habiendo deja­
do nuestro conventículo de Londres en manos de otros líderes, y nos
sentíamos frustrados porque carecíamos de conventículo, exceptuando
un brujo ya iniciado que se había puesto en contacto con nosotros y vivía
a un centenar de millas. Con este método pretendíamos ‘constituir un
faro astral’ sobre nuestra casa que atraería al tipo de gente que necesi­
S e x o y B r u j e r ía 231

tábamos. Al día siguiente, conocimos a una pareja de casados que se


convirtieron en nuestros primeros iniciados irlandeses y a partir de en­
tonces nuestro conventículo creció. La pareja original nos proporcionó
una gran energía para avanzar en el desarrollo de nuestro conventículo
y ahora llevan su propio grupo. (Quizá sea significativo, respecto al tipo
de resonancia que nuestro'faro’ lanzó, el que las primeras personas que
acudieron fuesen una pareja de casados.)
Esto es magia sexual activa; el segundo tipo es más receptivo. El
poder del vórtice es reabsorbido por la pareja para su propio beneficio.
De nuevo, la pareja hace el amor dentro del círculo mágico, pero esta
vez no existe un objetivo exterior que m antener en la mente.Toda su aten­
ción está dirigida a la conciencia de ellos mismos y de su pareja, y en acti­
var entre ambos y al unísono todos sus niveles. Después del orgasmo es
cuando se invoca la magia. Como se lee en The. Wise Wound (p. 172):‘Las
ensoñaciones de una conciencia corporal ampliada después de un coito son
probablemente las más profundas de todas, con la única excepción del tra ­
bajo posterior cuando la mujer se encuentra en un estado irresistiblemente
‘sugestionable’, y lo que se llama ‘magia sexual’ a menudo no es otra cosa
que introducir imágenes en esa ensoñación.’
Una pareja de brujos experimentados u ocultistas que han desarro­
llado un alto grado de intercomunicación entre todos los niveles pueden
utilizar este método muy ventajosamente, y al contrario que el ‘vórtice
lanzado’, puede practicarse tan a menudo como se quiera, e incluso con­
vertirse en un hábito normal después del coito. Los progresos interiores
que se obtienen en tales ensoñaciones, especialmente si son comparti­
dos y entretejidos por una pareja en armonía, pueden llegar a ser muy
valiosos. Y para ‘introducir imágenes’, la ensoñación posterior al coito
puede ser un momento muy efectivo para formar y potenciar formas de
pensam iento con los que cumplir propósitos mágicos como los que se
explican en el capítulo XXII sobre los‘encantam ientos’.
Las sutilezas y refinam ientos de la magia sexual son tan variadas
como las de hacer el amor, así como únicas para la pareja en cuestión.
Sin embargo, estos principios que acabamos de explicar deberán consti­
tuirse en un firme fundam ento sobre el que cualquier pareja continua­
rá progresando, si es un camino que desean explorar.
E ste capítulo no q uedaría completo sin hacer referencia a dos pro­
blem as que levantan mucha controversia —en ningún lugar tan to
como aquí, en Irla n d a —: el aborto y la contracepción.
No iremos tan lejos como los que afirman que el aborto nunca es
justificable. Es un mal, pero hay situaciones tristes en las que constitu­
232 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

ye el mal menor. Un feto vivo es la etapa inicial de la reencarnación de


un ser humano, y echar a trás ese ser para que tenga que encontrar (o
ser conducido a) un nuevo feto como vehículo constituye un acto violento
cuyos efectos traum áticos pueden ser graves, además de dejar una car­
ga en el karm a de la persona que lo comete. Pero si la vida o la salud de
la m adre corren un grave peligro, o si a causa de un embarazo por viola­
ción u otras razones, las circunstancias en las que va a nacer el niño son
tan desastrosas para él que el traum a de tener que reiniciar el proceso
de encarnación significa ciertam ente el mal menor, entonces el aborto
puede ser la única solución.
Si tenemos que escoger entre la vida de la madre (que está a mitad
de camino de su encarnación y casi siempre con muchas responsabilida­
des y relaciones) y la de un niño por nacer (que apenas ha comenzado
una encarnación, no ha llegado a tener responsabilidades y carece de
relaciones directas excepto la fetal con su madre), entonces nos parece
claro que la m adre debe salvarse.
Con todo, utilizar el aborto como una alternativa fácil a la contracep-
ción es imperdonable. También lo es que sea la presión familiar la que a
menudo obligue a la chica a abortar por lo que puedan pensar los veci­
nos. Igualm ente imperdonable es la práctica (creciente en América, por
lo que sabemos) de averiguar el sexo del feto y después abortar si no es
el que sus padres desean.
Los propagandistas mezclan con dem asiada frecuencia el aborto y la
contracepción (igual que ‘sexo y violencia’). Es absolutam ente ilógico y
constituye un error.
No se nos alcanza n inguna justificación teológica, social, psicoló­
gica o ecológica p ara la prohibición de la contracepción del Vaticano.
La encíclica del papa Pablo VI Humanae Vitae significó uno de los
pronunciam ientos m ás desastrosos del siglo. A fortunadam ente, ‘los
argum entos em pleados no lograron convencer a la m ayoría, incluso
dentro de la Iglesia católica, y d u ran te los años que siguieron el uso
de los métodos a los se refirió se ha increm entado, m ás que dism i­
nuido’ (H ans Kung, Infallible?, p. 29.)6. M illones de esposas católicas

6. Sólo una minoría de católicos irlandeses aceptan totalmente la prohibición eclesiástica


del divorcio y la contracepción. según un artículo del Reverendo Liam Ryan, profesor de
sociología de Maynooth, en la revista mensual, The Furrow. ... Sólo el 53 por ciento de los
que tienen estudios universitarios aceptan plenamente la infalibilidad del papa' (The
[rish Times, 6 de enero de 1983). El padre Ryan escribió de 'un nuevo tipo de católico, aún
en minoría' que se ‘caracteriza por una apreciación informada del valor de la vida
sacramental y sobrenatural de la Iglesia, pero mantiene su independencia de pensamiento,
S e x o y B r u j e r ía 233

practicantes toman la píldora; y muchos buenos sacerdotes saben


que tienen razón, de manera que sufren angustiosos problemas de
conciencia y obediencia en sus confesionarios.
La intención declarada de la prohibición de la contracepción es la
defensa de la santidad del matrimonio, pero su verdadero efecto en aque­
llas parejas que la acatan es con frecuencia la destrucción de la armonía
matrimonial, con el amor siempre en desacuerdo por miedo al embara­
zo. El único método permitido para evitarlo, en el que ‘hay que hacer el
amor con un calendario en una mano y un termómetro en la otra’, resul­
ta apenas practicable en una vida sexual feliz, mientras que su fiabili­
dad se refleja en el mote de ‘la ruleta vaticana’.
La insistencia en que las parejas sin hijos son ‘egoístas’7y en que la
paternidad sea el objetivo obligatorio del matrimonio, y como consecuen­
cia la insistencia todavía mayor en que la pareja ni siquiera puede esco­
ger el número de hijos, a menos que lo consiga a base de abstinencia de
sexo matrimonial (un dogma en que Mary Baker se anticipó a Pablo VI)
forma parte del pensamiento patriarcal, que básicamente odia el sexo
como si fuese una de las aflicciones incomprensibles impuestas por Dios
y teme a las mujeres como peligrosas perturbadoras del imperio del ego.
En el actual estado del mundo, esta insistencia ha terminado por ser
también ciegamente antisocial. Si la explosión demográfica mundial no

sobre tocio en materias morales'. También descubrió que, aunque las mujeres católicas
reflejan actitudes ortodoxas en mayor medida que los hombres, 'hay pruebas de que la
brecha en el grupo de la juventud se estrecha.'
Un reportaje publicado el 13 de enero de 1983 por la Laity Commission de Inglaterra y
Gales afirmaba que las mujeres católicas de ambos países aceptaban que el aborto estaba
mal en general, pero no necesariamente en todas circunstancias. Consideraban la
contracepción 'como un hecho, además de un asunto de la conciencia personal', y existía
un sentimiento de que la Iglesia debería reconocer que matrimonios válidos a veces se
rompen y que debería permitirse a las partes volver a casarse si así lo deseaban. El
reportaje, Why Can't a Woman be More Like a Man?, estaba basado en discusiones entre
grupos de mujeres especialmente convocadas con ese propósito en 1976 y 1977, pero su
publicación parece que fue pospuesta a causa de los recelos habidos entre algunos miembros
de la misma Lay Commission. A las mujeres de los grupos les molestó ser tratadas como
ciudadanos de segunda o tercera clase dentro de la Iglesia, y el reportaje mismo invitaba
a la Iglesia a poner su propia casa en orden y a revisar por completo y con rigor sus
propias actitudes hacia las mujeres. En la actualidad todavía parecen orientarse hacia la
Edad Media.'
7. Incluso Dion Fortune no está totalmente libre de este prejuicio. Su libro The Esoteric
Philoaophy of Love and Marriage es excelente y está lleno de sabiduría oculta, pero lo
escribió entre las dos guerras, y algunas partes reflejan las actitudes de la época. Para ser
justos, las consecuencias de la explosión demográfica no se conocían hace medio siglo.
234 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

se controla, la civilización (ya sea capitalista, comunista o de cualquier


otro orden) será impracticable y la tierra inhabitable. Esto no es sem­
brar el pánico, es un hecho inevitable. En esta situación, una pareja que
opta por te n e r‘hijos mentales’ en lugar de físicos es todo menos egoísta;
y está contribuyendo con su granito de arena a evitar el desastre mun­
dial. Al mismo tiempo, una pareja que sólo engendra los hijos físicos que
consciente y amorosamente pueden criar, está haciendo su contribución
a la calidad de la siguiente generación.
La sexualidad (la ‘luminosidad sexual’) liberada de las trabas de la
crianza de hijos obligatoria es lo que nos hace específicamente humanos.
Los zoólogos, psicólogos y brujos están de acuerdo en ello. Las relaciones
sexuales constituyen una gran fuerza creativa a todos los niveles, no
sólo para la procreación; y cuando el sistema patriarcal, sobre todo en la
forma de una jerarquía célibe, trata de negar o distorsionar esta verdad,
está cegándose a sí mismo ante la realidad. Que los célibes dogmaticen
sobre la sexualidad es como si los ciegos legislaran sobre la composición
de las paletas de los pintores.
Descubrir y hacer uso de las verdaderas naturalezas de los hombres
y de las mujeres, con respeto mutuo y capacidad de asombro, significa
moverse a favor de la evolución e incluso impulsarla. Llega hasta el co­
razón de la magia blanca. T ratar de aprisionar estas naturalezas en es­
tereotipos, o hacerlas retroceder a épocas pre-humanas, es ir en contra
de la evolución. Y todo lo que trabaja en contra de la evolución es, por
definición para cualquier ocultista o brujo, negro.
XVI M uchas M ansiones

Las actitudes de las brujas y de los brujos hacia otras religiones y sende­
ros ocultos varían mucho, e incluso hacia las tradiciones wiccanianas
diferentes a la suya. Algunos, lamentablemente, confunden la rebelión
juvenil con la sensatez y en consecuencia maldicen indiscriminadamente
todo lo cristiano y a todos sus creyentes (o de cualquier religión paterna
que hayan heredado). Otros insisten en que el suyo es el único camino
wiccaniano verdadero y que los gardnerianos, los alexandrianos o los
partidarios del Seax-Wica y demás son herejes.
No obstante, la mayoría son constructivos y aceptan la antigua
m áxim a ocultista de que todas las religiones auténticas (dejando a
un lado la definición d e ‘au tén tica’ de momento) son diferentes cami­
nos que conducen hacia las mismas verdades, y que la selección del
236 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

camino depende de las necesidades individuales, fase de desarrollo,


extracción cultural, etc.
Esta máxima fue universalmente aceptada en el mundo antiguo,
antes de la llegada del monoteísmo patriarcal. Un sacerdote de Poseidon
que visitaba un templo de Amon-Ra, o una sacerdotisa de Isis en un
templo de Juno, eran considerados como colegas que servían a la misma
última divinidad a través de distintos símbolos. Incluso la persecución
del Imperio Romano contra los judíos y más tarde contra los cristianos
fue política, no teológica. Habrían tolerado esas religiones exóticas de
buen grado, como lo hicieron con docenas de ellas, si los cristianos no
hubieran rechazado el sistema de tolerancia m utua o declarado un rígi­
do monopolio de la verdad, basando su pasiva o violenta resistencia frente
al Imperio en esta pretensión. Por despiadada que fuese Roma como
conquistadora de pueblos, no atacó a los dioses extranjeros ni declaró la
guerra provocando un genocidio contra los herejes, como harían después
los judíos y los cristianos (y el mismo Imperio cuando se convirtió oficial­
mente al cristianismo).
Esencialmente, y al igual que los adeptos a la brujería que actúan
con sabiduría, el paganismo es tolerante. Lucharán contra el fanatismo,
la intolerancia o la persecución religiosa; criticarán lo que consideren
prácticas deformadas del espíritu religioso; atacarán ciertamente el uso
hipócrita de las excusas religiosas que apoyen ideológicamente la cruel­
dad o la codicia, como los dictadores que hacen la guerra en nombre de
Dios, los terroristas que ponen bombas contra sus oponentes religiosos,
o un gurú que se enriquece gracias a su carisma ‘espiritual’. Pero no
atacarán una religión como tal ni a sus seguidores. Si lo hicieran, no
serían mejores que los cazadores de brujas.
Lo que nos devuelve a la cuestión: ¿qué es una religión ‘auténtica’?
Una religión auténtica es aquella que usa sus propios símbolos, o su
propia mitología (ya sea reconocida como tal o no) y sus propias discipli­
nas personales p ara desarrollar al individuo m ental, espiritual y
emocionalmente, y ponerle en armonía con la divinidad y sus manifes­
taciones (humanidad, naturaleza y el cosmos considerados como un todo).
A lo cual deberá añadirse que debe hacerlo voluntariamente y a través
de su libre elección, nunca obligado.
En cuanto organizaciones, debe admitirse que no todas las religiones
cumplen esta definición correctamente; algunas incluso la ofenden grave­
mente. Pero como sistemas simbólicos, casi todas pueden servir y de hecho
sirven para que un individuo sincero que se siente en armonía con sus
símbolos particulares alcance los objetivos propuestos por esta definición.
M u c h a s M a n s io n e s 237

En esta época de revolución espiritual, resulta vital para los adeptos


a la brujería reconocer y actuar conforme a esta distinción, si es que
quieren jugar un papel constructivo.
Por ejemplo, podemos criticar decididamente, y de hecho lo hacemos,
la actitud de la jerarquía católica contra la contracepción, el divorcio, la
ordenación de las mujeres, la infalibilidad del papa y muchos otros te­
mas. Por otra parte, sabemos que muchos católicos normales (incluyen­
do unos cuantos sacerdotes y monjas que conocemos) están, en privado,
de acuerdo con nosotros en que su enfoque hacia la Virgen María recono­
ce el aspecto femenino de la divinidad, es decir, a la diosa, por mucho
que el dogma oficial trate cuidadosamente de limitarlo y subordinarlo.
Muchos católicos tienen un innato sentido de la magia y un conocimien­
to intuitivo del funcionamiento del poder psíquico, y el folclore católico
(en la Irlanda celta o la España latina) está inextricablemente vinculado
a actitudes paganas. Cuando llegamos por primera vez a la Santa Irlan­
da en 1976, francamente, pensábamos que íbamos a pasar una época
dura como brujos reconocidos; para nuestra sorpresa, fuimos aceptados
en casi todas partes e hicimos amistades como si formásemos parte na­
tural del escenario. Nuestros vecinos católicos eran propensos a reaccio­
nar decididamente si alguien de fuera hacía comentarios despectivos
sobre ‘sus’ brujos. (Una vez, incluso le pidieron a Stewart que fuera pa­
drino del hijo recién nacido de una amiga católica, y mientras el cumpli­
do era adecuadamente correspondido, tanto nosotros como el sacerdote
tratam os de persuadirla de que aquello podía no ser muy diplomático.)
Por nuestra parte, nunca hemos tenido que soslayar nuestras propias
creencias, como tampoco nuestro respeto hacia la fe de nuestros amigos
católicos (incluso nuestra admiración por ciertos aspectos de ella) ni
nuestra crítica a muchas actitudes y reglas de la Iglesia oñcial.
De manera parecida, al mismo tiempo que deploramos el chauvinis­
mo masculino del Islam, su tendencia a desatar oleadas de peligroso
fanatismo y otros defectos, viajar por países musulmanes nos ha ense­
ñado a respetar la sencilla mezcla de franqueza y espiritualidad del
musulmán medio, así como el práctico sentido cotidiano de muchas de
las enseñanzas de Mahoma. Además, existen muchos puntos en común
entre el pensamiento de filósofos como los sufíes y cualquier ocultista
occidental. En cuanto a los judíos, su contribución intelectual y artística
a lo mejor de la cultura occidental es incalculable; su rechazo al proseli-
tismo en la coexistencia con otras religiones, y su equilibrio espiritual
contrasta favorablemente con algunos de los menos admirables aspec­
tos del cristianismo. Y nos han legado el tesoro de la Cábala.
238 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Pero para la mayor parte de los adeptos a la brujería, su actitud


hacia el cristianismo supone el principal problema, puesto que no sólo se
han de desenvolver en terreno cristiano, sino porque en la actualidad se
encuentran en una fase de expansión.
Por supuesto, uno de los escollos principales reside en la insistencia
de los cristianos en sostener que Jesús fue la encarnación de Dios; en
que el carpintero de Nazaret, el hombre que vaciló sobre su destino en el
Jardín de Getsemaní, fue realmente el creador del cosmos. Incluso acep­
tando los evangelios como una transcripción razonablemente exacta de
sus palabras, no hemos podido encontrar una sola ocasión en que dijera
ser Dios. En nuestra opinión esta afirmación fue posteriormente im­
puesta y supone una distorsión de su verdadero mensaje (con el que
cualquier brujo u ocultista estará de acuerdo) refiriéndose a que la divi­
nidad reside en todos nosotros. Si esto se trasluce en él con una mayor
intensidad que en la mayoría de las personas a lo largo de la historia, es
otra cuestión.
El personaje de Jesús arrastra una idea tan sobrecargada en occi­
dente por siglos de amor, fanatismo, proyección psicológica, política y
tergiversaciones varias que resulta difícil discutir sobre él desapasiona­
damente, pero su naturaleza de bodhisattva (véase p. 168-169) debe que­
dar fuera de toda duda. Incluso parece que él mismo lo da a entender en
los evangelios (‘Antes de Abraham, estaba yo’) y sus discípulos alim enta­
ron la creencia popular (‘Algunos dicen que es Elias, y otros dicen que
uno de los antiguos profetas ha vuelto de nuevo').
En cuanto a sus enseñanzas, incluso los evangelios dejan claro que
distinguía claramente entre sus predicaciones exotéricas destinadas a
las masas y las enseñanzas internas de sus discípulos escogidos. Una
interesante teoría ocultista (véase Dion Fortune, Aspects of Occultism,
capítulo III) se refiere a que no incluyó entre sus enseñanzas al público
el tema de la reencarnación porque su mensaje a las masas se concentró
en la necesidad de transform ar la personalidad como paso inmediato
hacia la perfección, y porque era lo máximo que podían entender en
aquella época. Sin embargo, a sus discípulos sí les enseñó las verdades
interiores de la individualidad reencarnada (como San Jerónimo insi­
núa. Véase p. 161).
Para algunos ocultistas expertos que también han estudiado la Bi­
blia en profundidad sería muy fructífero que reuniesen todos los evan­
gelios oficiales, apócrifos y gnósticos con la idea de reexaminar, sin pre­
juicios y a la luz de los conocimientos actuales, su relativa autenticidad
y corregir en lo posible, teniendo en cuenta las maniobras político-
M u c h a s M a n s io n e s 239

teológicas del Imperio Bizantino, cualquier edición o censura de los tex­


tos origínales; corregir los errores de la traducción que se cometieron
por ignorancia de los térm inos técnicos empleados por las misteriosas
escuelas hebreas, y por Jesús mismo, y de esta m anera compilar en una
antología la totalidad de sus verdaderas o más probables enseñanzas,
tanto exotéricas como esotéricas1. Un trabajo para un genio erudito, o
para un equipo de genios, pero lo cierto es que la pintura global que
surgiera del empeño podría ser sorprendentem ente distinta de la que
ha venido elaborando el cristianism o oficial.
Incluso podría reafirm ar el sentim iento que tienen muchos adeptos
a la brujería respecto a que una reunión cristiana del siglo I tuvo que
parecerse mucho a un esbat del siglo XX: una fiesta del amor, con cura­
ciones, enseñanzas psíquicas y demás.
Con la vista puesta en alcanzar un entendim iento con los cristianos
que critican el tipo de trabajo que nosotros hacemos, vale la pena seña­
lar lo que Jesús pidió a sus seguidores que predicaran y cumplieran:
‘Curad a los enfermos, limpiad a los leprosos, resucitad a los muertos,
arrojad a los demonios’ (Mateo X: 8). Es posible que resucitar a los muer­
tos esté m ás allá de la capacidad de muchos de nosotros, pero al menos
los brujos trabajam os duro en los otros tres mandatos (que en términos
actuales podrían resum irse en ‘curar al enfermo psíquico y m ental’),
m ientras que exceptuando unos pocos ejemplos honorables los cristia­
nos parecen haber abandonado por completo la curación psíquica y h a­
ber confinado ‘la expulsión de los demonios’ a un puñado de exorcistas
autorizados. (La expulsión de los demonios puede suponer un verdadero
trabajo de psiquiatría o exorcismo, que en la mayoría de los casos se deja
en manos de expertos laicos; los brujos y los ocultistas son casi las úni­
cas personas que distinguen entre entidades que atacan la psique desde
fuera y los desórdenes causados desde dentro de la misma psique, y tra ­
ta n de resolver am bas situaciones con ayuda especializada si es necesa­
rio.) Hemos descubierto que muchos cristianos sensibles hacen una pau­
sa y reflexionan cuando les comentamos estas líneas.
G uste o no, la brujería tiene una contribución que hacer en el mundo
actual que a menudo trasciende la tarea elem ental de cuidar de sí mis­
ma; ampliaremos este tem a en el capítulo XXVI, ‘En sintonía con los
tiem pos’. Pero harem os mejor en no tra ta r como enemigos automáticos

1. Los sufís sostienen que Mahoma también impartió enseñanzas internas (‘la Sabiduría')
a unos pocos escogidos, diferente a sus enseñanzas exteriores transmitidas en el Corán
(‘el Libro’).
240 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

a todos aquellos cuyos caminos son distintos pero cuyos objetivos últi­
mos pueden ser más parecidos a los nuestros de lo que a veces creemos.
Haremos mejor tratan d o de entenderles y ayudándoles a entendernos.
Una vez admitimos en nuestro conventículo a un joven cristiano que
había sido misionero laico, pero que acabó desanimándose y perdiendo
gran p arte de su fe. Le iniciamos y enseñamos como brujo, y llegó a ser
uno muy bueno. Un año después, nos dijo que quería volver a la Iglesia.
Nos aseguró que nuestras enseñanzas le habían ayudado a entender su
propio cristianism o y a aclarar los conflictos que le habían estado para­
lizando. Le dejamos em prender su camino con nuestra bendición y si­
guió siendo nuestro amigo. Un hombre renovado.
Siempre que sentim os la tentación de reaccionar con agresividad
contra alguien que va por un camino distinto al nuestro, nos acordamos
de este joven y nos recordamos a nosotros mismos que por mucho que
otros caminos aparezcan iluminados con otros símbolos, puede que se
dirijan hacia la m ism a m eta.
X VII D ir ig ir un C on ven tícu lo

Un conventículo es un grupo organizado de personas que profesan la


brujería. Originalmente sólo significaba “reunión”, de la raíz latina
convertiré, ‘agruparse’ (de la que derivan asimismo convocar, convención
y convento).
Su número tradicional de miembros es de trece, pero, en realidad,
un conventículo plenamente operativo puede constituirse a partir de
tres miembros en adelante, aunque cuatro es el mínimo más factible. La
unidad constituida por el líder-más-doce es una tradición muy antigua
que encontramos en muchos otros campos religiosos o mágicos junto a la
brujería; Jesús, Arturo, Robin Hood, el Crom Cruach irlandés y otros
siguen este modelo. Probablemente tenga un origen zodiacal, sugirien­
do una unidad ideal de equilibrio de aspectos alrededor de un líder cen-
242 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

tral. Es interesante que también encontremos con frecuencia el elemen­


to lunar complementario, ya sea en forma sencilla como múltiple: Vir­
gen/Magdalena, Ginebra/Morgana, M arian, etc.
La mayoría de los conventículos actuales consideran que trece miem­
bros son el máximo operativo por dos razones. En primer lugar, es el
máximo de personas que el tradicional círculo de nueve pies de diáme­
tro puede contener cómodamente. En segundo lugar, y más importante,
un grupo mayor tiende a despersonalizarse. La esencia de un conventí­
culo operativo consiste en la creación de una mentalidad de grupo, una
Gcstalt a la que cada miembro hace su propia y única contribución, y en
la que todos son permanentemente conscientes de la individualidad y de
la contribución única de cada miembro. Pocas personas podrían cons­
truir o ma :tener este tipo de conciencia interpersonal en un grupo ma­
yor de doce.
Una adecuada comparación sería una buena banda de jazz combo, que
depende de un delicado equilibrio de espontaneidad individual, conciencia
mutua y un sentimiento compartido sobre el tipo de música que quiere
tocar. Sólo puede funcionar con unos pocos instrumentistas; si hay dema­
siados, el grupo entra en la categoría de las grandes bandas, que es algo
completamente distinto. Mutuamente conscientes, y apoyándose solida­
riamente, la espontaneidad es reemplazada por un resultado ensayado y
una atención individualmente enfocada a través de un único director.
Un conventículo que crece demasiado tiende a alterar su naturaleza
de la misma manera.
El proceso normal cuando un conventículo se hace (o está a punto
de hacerse) demasiado grande es que una pareja que esté preparada se
‘escinda’, llevándose a los miembros que deseen unirse a ellos para for­
m ar un nuevo conventículo bajo el liderazgo de una suma sacerdotisa y
un sumo sacerdote. Como explicamos en la página 38, cualquier pareja
del segundo grado puede hacerlo con el acuerdo de la suma sacerdotisa
y el sumo sacerdote del conventículo (o estrictam ente hablando con el
único acuerdo de la suma sacerdotisa, pero cualquier conventículo cuya
pareja líder no estuviera de acuerdo con esa escisión se encontraría en
dificultades de todas formas). En este caso, aunque el nuevo conventí­
culo trabaja por su cuenta, permanece bajo la guía de la suma sacerdo­
tisa y el sumo sacerdote del grupo anterior hasta que estos juzguen a
sus líderes preparados para el tercer grado, tras el cual podrá funcionar
como autónomo.
De nuevo estrictam ente hablando, cualquier pareja del tercer
grado podrá escindirse sin el perm iso de la suma sacerdotisa, pero lo
D ir i g ir u n C o n v e n t í c u l o 243

norm al es esp erar que esta situación ra ra vez se produzca. O bvia­


m ente, es m ejor p ara el arte, y p a ra la am istad y entendim iento que
deben ex istir en tre los adeptos, que las escisiones siem pre se pro­
duzcan de m utuo acuerdo. A veces puede significar el reconocim ien­
to de la existencia de diferencias, pero un punto de vista divergente
que cause fricción den tro de un conventículo se transform a en algo
constructivo cuando se en cu en tra lejos siguiendo su propio criterio
con otros m iem bros que piensan igual.
Una escisión del tercer grado es autónom a desde el principio. (Cuan­
do decimos ‘pareja de segundo grado’ o ‘pareja de tercer grado’ también
nos referimos, por supuesto, a una pareja en la que sólo uno tenga ese
grado, puesto que él o ella está autorizado a iniciar al otro.)
U na vez que el nuevo conventículo se ha escindido, es aconseja­
ble observar la regla de ‘a n u la r el conventículo’ que explicamos en
las páginas 38-39.
Volvamos al conventículo mismo, con un resumen de su estructura.
La suma sacerdotisa es el líder y el sumo sacerdote su pareja; él
reconoce su prim acía y apoya y completa su liderazgo con las cualidades
de su propia polaridad. También a él se le exige liderazgo, a su manera;
y en el tipo de asociación que se necesita para dirigir un buen conventí­
culo encontrarán su propio equilibrio natural. La única cosa que él no
debe hacer es asum ir la primacía. No se tra ta de ningún dogma impues­
to para poner grilletes a los dones naturales, sino el dictado de la expe­
riencia. Hemos conocido al menos tres conventículos, dos ingleses y uno
irlandés, que estaban dominados por el sumo sacerdote, permaneciendo
su pareja calladam ente en un segundo plano. Dos tenían buenas inten­
ciones y trabajaban duro, aunque tuvimos nuestras dudas respecto al
tercero; a pesar de todo, pasado un tiempo los tres se desintegraron. Dos
se hundieron sin dejar rastro, m ientras que en el otro la sum a sacerdoti­
sa reunió los pedazos y empezó de nuevo con un nuevo sumo sacerdote
con éxito. Por mucho entusiasm o y empuje que tenga un sumo sacerdo­
te, debe canalizarlo a través del liderazgo de su sum a sacerdotisa.
Una tercera función en la mayoría de los conventículos recae sobre la
doncella. Es una especie de asistente de la suma sacerdotisa, pero casi
siempre por motivos rituales; puede ser o no la tercera en la jerarquía
después de la suma sacerdotisa y el sumo sacerdote. Que lo sea o no depen­
de de las personalidades implicadas y de las necesidades del conventículo.
Con frecuencia su trabajo consiste en repartir las tareas del grupo, como
limpiar el templo, pulir los candelabros o preparar la comida, así como
convocar a todos en el templo cuando la suma sacerdotisa está lista. No es
244 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

porque la suma sacerdotisa o el sumo sacerdote sean demasiado altivos


para repartir estas tareas o convocatorias ellos mismos; según nuestra
propia experiencia, en noches de reunión del conventículo siempre hay
varios miembros que quieren hablar en privado con alguno o con ambos
líderes fuera del círculo, y normalmente se encuentran demasiado ocupa­
dos como para correr alrededor como perros pastores verificando que todo
está en orden.
Hablando de convocar las reuniones, hay otro encargado que fue muy
im portante durante los siglos de la clandestinidad y que a veces todavía
es necesario en la actualidad. Se tra ta del emisario (a veces llamado el
convocador), que normalmente es un hombre. Su trabajo consiste en hacer
de mensajero, y a veces escolta, entre los conventículos o entre un con­
ventículo y alguien que por una u otra razón no e stá ‘incluido en la lista’.
Es un mensajero confidencial de la sum a sacerdotisa, utilizado sobre
todo en ocasiones formales o que exigen discreción. (Este empleo de la
palabra ‘emisario’ no debe confundirse con su otro significado, el de un
cuerpo astral proyectado o una forma de pensamiento deliberadamente
enviada para dar a conocer su presencia a una persona en particular;
tampoco con su acepción de ‘aparecido, o doble de una persona viva’.)
Lo ideal sería que un conventículo tuviese un número igual de hom­
bres y mujeres en parejas de trabajo, aunque por supuesto este ideal
rara vez se consigue. De todas formas, y en la medida de lo posible, la
polaridad hombre-mujer deberá cumplirse en las operaciones del con­
ventículo. Por ejemplo, cuando se forma un corro con las manos unidas
en la Runa de las Brujas, se alternarán hombre y mujer, sin que haya
que recordarlo. Si hay más hombre que mujeres, las mujeres se coloca­
rán de m anera que al menos cada hombre tenga una mujer a su lado.
También en la cuerda mágica (véase p. 321), cada cuerda deberá tener
un hombre sujetando un extremo y una mujer el otro. Cuando el número
es impar, un hombre puede sujetar dos extremos de dos cuerdas, mien­
tras dos mujeres sujetan los otros extremos. Puede que parezca dema­
siado exigente, pero lo im portante es que cada miembro participe y cum­
pla el principio de la polaridad hombre-mujer, casi como si de un reflejo
condicionado se tratara.
Aunque en un conventículo cuyo número de personas de sexo opues­
to es im par (o como ocurre con frecuencia, cuando no todos los miembros
pueden asistir a todos los círculos) y sus miembros acostumbran a tra ­
bajar con varias personas del sexo opuesto, debe alentarse el estableci­
miento de parejas de trabajo si surgen espontáneamente, porque lo nor­
mal es que desarrollen una mayor afectividad (igual que las parejas de
D ir ig ir u n C o n v e n t íc u l o 245

baile). Marido y mujer son un ejemplo evidente, puesto que su polaridad


ya se encuentra m utuam ente armonizada. Si no es así, practicar la ma­
gia juntos es una forma muy sana de promover esa armonía.
(Una advertencia: si marido y mujer son miembros del mismo con­
ventículo, dejar que uno de ellos forme una pareja de trabajo mágico con
otro miembro supone crear problemas. Una vez tuvimos un brujo que
oficiaba particularm ente bien con una de nuestras brujas, y así siguió
haciéndolo hasta que su mujer se unió al conventículo declarando que
no había necesidad de crear un conflicto. Nosotros, que entonces no te­
níamos ninguna experiencia, dejamos que la situación continuara. Los
brujos son humanos, de manera que más pronto que tarde llegó la explo­
sión que, obviamente, deberíamos haber previsto. De aquello hace mu­
cho tiempo, y nos alegra decir que la pareja casada dirige en la actuali­
dad su propio conventículo y la otra m ujer el suyo.)
A veces nos sentimos tentados a pensar que el conventículo operati­
vo casi perfecto consiste en tres parejas casadas1 que mantienen una
estrecha armonía; un hexagrama independiente que combina la esencia
de los números pares e impares y los lazos del amor sexual y la amistad;
una unidad lo bastante pequeña para que cada miembro sea plenamen­
te consciente de todos los demás, en varios niveles, en todos los trab a­
jos... Casi tan perfecto como ser casi egoísta, pero el Wicca vive en un
mundo real donde el buscador honesto no debe apartarse sólo para pre­
servar algún tipo de ideal autosuficiente.
Lo que nos conduce al siguiente problema, con frecuencia difícil de
resolver en esta época de expansión y creciente interés por el arte: cómo
lograr un equilibrio entre la eficacia operativa de un conventículo de
brujos y brujas cualificados y la enseñanza de los recién llegados.
El problema variará con la naturaleza del conventículo. Muchos de
ellos, quizá la mayoría, son discretos e incluso secretos, con frecuencia
por razones necesarias como la protección del puesto de trabajo. Cuando
estos conventículos admiten nuevos miembros es probable que sea uno o
quizá dos a la vez. El equilibrio no se altera, ni se debilita la eficacia del
grupo, porque los recién llegados son una pequeña minoría, y de alguna
manera es más fácil enseñarles y absorberlos en el conjunto.
Pero algunos conventículos son conocidos públicamente, no necesa­
riam ente porque hagan publicidad. Los autores que escriben sobre el

1. No hay necesidad de seguir insistiendo cada vez en ‘o amantes declarados’. Por ‘pareja
casada’ nos referimos a un hombre y una mujer que mantienen una relación sexual
exclusiva y estable, sea cual sea su situación personal o legal.
246 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Wicca, por ejemplo, difícilmente permanecen en el anonimato. Sus li­


bros son criticados, los periódicos les entrevistan y participan en progra­
mas de televisión y de radio. A veces (y pueden creernos) se cansan y
desearían que no fuera así, pero así es la vida y tienen que hacerlo lo
mejor posible.
Nosotros hemos vivido en Irlanda durante seis años y medio y du­
rante este tiempo hemos aparecido (con frecuencia más de una vez) en
todos los diarios nacionales, en tres suplementos dominicales y en dos
periódicos locales. Nos han entrevistado tres veces en la televisión, in­
cluyendo el programa del sábado por la noche, Late Late Show, y hemos
hablado en la radio más veces de las que podamos recordar. Ni una sola
vez fuimos nosotros quienes solicitamos esas entrevistas o apariciones en
televisión, sino que fueron los medios de comunicación los que nos recla­
maron. Afortunadamente, exceptuando un sólo artículo, siempre nos han
tratado con mucha comprensión. Ahora somos, sencillamente, ‘brujos de
Irlanda’, y nos reconocen allá donde vamos, no porque seamos los úni­
cos, o incluso necesariamente los mejores, sino porque somos los únicos
famosos. E Irlanda adora a los excéntricos.
No estamos presumiendo de nada, es simplemente una consecuen­
cia de nuestra profesión como escritores. Cuántas veces habremos pen­
sado en lo tranquila que sería la vida si fuera de otra forma. Como resul­
tado de todo esto, las personas que se interesan por la brujería o los
temas relacionados con ella, que son muchos, no encuentran a nadie
más a quien acudir, aunque sólo sea para hacer preguntas y después
desaparecer. Otros están seriamente interesados y quieren practicar el
arte: con ellos hemos establecido nuestro conventículo. Más de la mitad
son veinteañeros, y más de la mitad de estos, en este momento, han sido
iniciados en menos de un año. La media de asistencia en las reuniones
normales es de diez o doce personas, pero si todos pudieran acudir en la
misma noche serían el doble. Aunque ha habido escisiones, ninguno de
los del grupo actual se siente preparado para formar su propio conventí­
culo, aunque un puñado de ellos son líderes en potencia.
Hay que reconocer que nos encontramos en una extraña posición,
ya que somos los únicos representantes conocidos del renacimiento de
la brujería en un país donde ese movimiento no existía, o al menos no se
tenían noticias de él hasta que llegamos nosotros. Sin embargo, en In­
glaterra, Estados Unidos, Australia y Canadá hay muchos conventículos
públicos o semi-públicos que tienen los mismos problemas.
Una forma de solucionarlos, evidentemente, consiste en decir sencilla­
m ente‘No’; escribir, hablar, ser entrevistado, explicarse, pero sólo muy rara
D ir ig ir u n C o n v e n t íc u l o 247

vez aceptar nuevos miembros, por prometedores que sean. Si se quiere, se


tiene todo el derecho a hacerlo, pero si muchos conventículos reaccionan
así, ¿a quién recurrirá el auténtico aspirante? Podría caer fácilmente en
manos de uno de esos grupos poco recomendables que existen alrededor,
aunque al margen, del ocultismo y cuyas puertas están siempre abiertas,
algo de lo que hemos sido testigos más de una vez.
Otra forma bastante práctica de solucionarlo consiste en dividir el
grupo en un conventículo interno y otro externo. El interno constaría de
brujos experimentados, acostumbrados a trabajar juntos, dedicándose
más al trabajo en sí que a la enseñanza (aunque esto último nunca debe
ser descuidado, por experimentado que uno se crea). El conventículo
externo constaría de nuevos iniciados y postulantes, junto con uno o dos
voluntarios del conventículo interno que colaboren en su enseñanza. Al
tiempo que los miembros del conventículo exterior van progresando,
pueden ir siendo admitidos en el conventículo interno; y, naturalm ente,
siempre hay que tener presente la posibilidad de las escisiones para
m antener el número global estable. Los conventículos interno y externo
podrían reunirse regularm ente en sem anas alternas.
La otra solución (que es la que en este momento seguimos) consiste
en aceptar la situación y tener a todos juntos, pero manteniendo siem­
pre un ojo abierto ante las escisiones más convenientes. Se tra ta de un
sistem a más animado y en muchos aspectos más productivo, sobre todo
en lugares donde el florecimiento del arte es una novedad.
De todas formas hay que evitar caer en una trampa, tanto en un con­
ventículo externo como en uno relativamente fluido y mezclado, que con­
siste en acabar pensando que se trata únicamente de un grupo de ense­
ñanza, del que no se debe esperar todavía mucho trabajo mágico efectivo.
Se debe aprender mientras se trabaja, pero confiando plenamente en que
lo que se está haciendo va a producir sus resultados. Esta actitud debe
imponerse desde el principio. Todo conventículo, por primario que sea, es
operativo.
Una m anera de m antener el énfasis en la operatividad consiste en
llevar un registro del conventículo. Ayuda a juzgar objetivamente los
resultados curativos y otros logros, e incluso a controlar por uno mismo
aspectos como la idoneidad de ciertas fases de luna para ciertos tipos de
trabajos o la utilidad de ciertos inciensos o músicas.
También se puede anotar cualquier fenómeno interesante, como cuan­
do dos o más miembros del conventículo tienen la fuerte sensación de
que'alguien en esa dirección tiene curiosidad por lo que estamos hacien­
do’, o son conscientes de un perfume que ninguno de los que están en la
248 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

habitación puede explicar. Estas experiencias siempre surgen, y si son


anotadas, muchas veces encajan con algo que se descubre más adelante;
si no se anotan, con frecuencia tenderán a pasar de largo sin que se
pueda aprender nada de ellas.
Como ejemplo, veamos un registro de una noche del conventículo
(ficticio pero típico) de Mary y John Smith. Podría ser algo así:

Sábado 5 de junio de 1982. En casa de Mary y John.


Presentes: Mary, John, Susan, Andrew, Bridget, Harry, Brian.
Se representó la Bajada de la luna.
Celebramos la cuerda mágica con los objetivos siguientes:
Mary y John. Por el hermano de Mary, Phil, que está deprimido ante
la amenaza de despido en su trabajo. (Sin decirlo.)
Susan. Por una vecina, la señora White, que padece reumatismo. (A
petición suya.)
Andrew. Por su próximo examen.
Bridget y Harry. Para encontrar un documento que ha perdido.
Brian. Por su amiga Anne, que padece migrañas. (Sin decirlo.)
John dio una charla sobre el significado de los arcanos mayores
del Tarot 0 y I-IV. Bridget y Brian abundaron sobre ciertos detalles
interesantes.
Bridget y Harry consagraron un collar de Bridget, y Susan y Brian
un pentáculo hecho por el mismo Brian.
Mary anunció que el conventículo de South Side nos ha invitado a
celebrar un sabbat del solsticio estival con ellos, y todos estamos de acuer­
do en aceptar.
Música: Sinfonía Antártica.
Incienso: Silver Lady.
Luna: 4 días antes de llena.
P : 27/2 (PM).

Transcurriendo los días o semanas, se añadirán anotaciones sobre


el éxito o fracaso de los cinco objetivos para los que se celebró la cuerda
mágica.
Una o dos explicaciones. Se anota ‘Se representó la Bajada de la
luna’ (o lno se representó’) porque muchas sum as sacerdotisas con
experiencia opinan que hacerlo en cada círculo puede re su ltar ago­
tador para la m ujer que lo representa, y recomiendan que lo mejor
es hacerlo un máximo de una vez al mes. Confirm ar o refu tar esto es
un asunto de experiencia personal, y por eso Mary y John están ex­
D ir ig ir u n C o n v e n t íc u l o 249

perim entando para comprobar qué frecuencia le conviene más sin


que llegue a afectarla2.
‘Sin decirlo’ o ‘A petición suya’ a continuación de las entradas sobre
las cuerdas mágicas indican si la persona en cuestión conocía o no la
razón de su celebración. Es una ayuda para determinar la efectividad
real del trabajo, porque si tiene éxito sin que la persona sepa por qué lo
hacía, se puede rechazar la idea de un ‘efecto placebo’. (El efecto placebo
ocurre en brujería igual que en medicina. En ambos casos, es una cues­
tión de ‘ha sido tu fe lo que lo ha conseguido’. Más de una vez, cuando
nos han pedido ayuda y hemos prometido poner el conventículo a traba­
ja r en el problema en nuestro próximo circulo, nos han agradecido
profusamente por el éxito de nuestro trabajo ¡antes de que el conventí­
culo se hubiera reunido!)
‘P: 27/2 (PM)’ es un experimento privado de Mary. Ella está intere­
sada en el fenómeno que explicamos en el capítulo XV, sobre la diferen­
te calidad psíquica de los puntos culminantes de la ovulación y la men­
struación. Por eso, cada vez que preside un círculo como suma sacerdo­
tisa, anota los datos del ciclo. ‘27/2’ significa que se encuentra en el
vigésimo séptimo día de su periodo m enstrual, y dos días antes de la
aparición del siguiente (la segunda cifra, por supuesto, se añade des­
pués). El para-m enstruum , que abarca de dos días antes de su apari­
ción a dos días después, está considerado el periodo de mayor sensibili­
dad clarividente; de ahí que si la primera cifra es 1, 2 o 3, o la segunda
1 o 2, añade ‘(PM)’, por param enstruum . Ha estado haciendo esta ano­
tación desde hace cinco o seis meses, y desde entonces los resultados
parecen indicar que su param enstruum es realmente un punto culmi­
nante de su poder psíquico.
Un buen sumo sacerdote vigilará a su compañera por si diera mues­
tras de sobreesfuerzo, porque su trabajo es muy exigente, sobre todo en
un conventículo en fase de crecimiento. Se espera de ella que sea una
combinación de maestra, psiquiatra, enfermera, madre-confesora, árbi­
tro, chivo expiatorio y bibliotecaria de consultas. Se espera que sea om­
nisciente e incansable. Los nuevos brujos jóvenes tienden a situarla en
un pedestal, y a reaccionar exageradamente cuando descubren que des­
pués de todo es humana. A veces se siente tentada a gritar, como Hamlet:

2. Cuando no celebramos la Bajada de la luna, nuestra práctica consiste en que la suma


sacerdotisa pronuncia la Carga refiriéndose a'ella’ en lugar de utilizar la primera persona.
Esto hace hincapié en la diferencia y añade un significado especial al enunciado en primera
persona cuando sí se celebra la Bajada de la luna.
250 E l C a m in o d e la s B ru ja s

El tiempo está dislocado; ¡Oh, maldita maldad,


Que tuviera yo que nacer para enderezarlo!

El sumo sacerdote nunca deberá perm itir que todo esto se desboque.
Si ella se encuentra agotada antes de un círculo, podría sugerir que es la
noche perfecta para dejar que Bridget y Harry presidan m ientras ella
descansa. También deberá tener el ingenio suficiente para sacarse de la
manga dos o tres charlas de instrucción, o ejercicios de grupo, anuncián­
dolos o no, que dirigirá él mismo para liberarla de la responsabilidad
durante un tiempo. Nunca deberá descuidar su defensa psíquica, recor­
dando que toda la sensibilidad y apertura psíquica que se le exigen la
hacen especialmente vulnerable. Una parte importante de su trabajo
consiste en ser el guardaespaldas psíquico y tener siempre preparado el
círculo alrededor de la cama, el adecuado pentagram a de expulsión, el
ritual de los orificios del cuerpo o cualquier otra cosa que necesite. Si no
está casado ni vive con ella, debe lograr un equilibrio incluso m ás delica­
do, siendo tan consciente de su situación como lo permitan las circuns­
tancias, pero sin invadir su privacidad ni estar encima agobiándola. (In­
cluso un marido deberá recordar esto; su esposa y suma sacerdotisa debe
sentirse protegida pero no ahogada ni mimada.)
Una sum a sacerdotisa conocida públicamente, sobre todo si posee
una personalidad viva y extrovertida, es probable que despierte celos,
provocando rumores maliciosos. Entre los que conocemos sobre noso­
tros, unos dicen que Jan et tiene una serie de am antes, algunos con nom­
bre y otros a los que ni siquiera ha conocido, y/o que Stew art tiene un
pequeño harén (la verdad es desde el principio siempre tuvimos plena
confianza en cada uno de los dos, y no tenemos intención ni deseo de
hacer otra cosa nunca); que Jan et se entretuvo con algunos de esos su­
puestos am antes en un castillo de nuestra propiedad en medio de un
lago en el condado de Mayo (de hecho, nuestro hogar de Mayo era una
cabaña de dos dormitorios en una ciénaga); que el cuerpo de Ja n e t está
lleno de silicona (de hecho, es enteram ente tal y como la naturaleza lo
creó); que somos ricos (lo cierto es que, como muchos escritores autóno­
mos, vivimos humildemente); que Jan et se cambió de sexo (!); que no
estamos casados legalmente (nos casamos en el Registro civil de Woking,
Surrey, el 19 de julio de 1975, como cualquiera puede comprobar); etcé­
tera, etcétera.
Doreen Valiente tiene su propia lista de historias que ha oído sobre
sí m ism a.‘La que más me gusta,’ nos dijo,‘es que soy una hija ilegítima
D ir i g ir u n C o n v e n t íc u l o

<ie Aleister Crowley. Se supone que mi m adre fue una debutante en 1920
de familia aristocrática, y se dice que fui criada en una familia de acogi­
da como si fuera suya porque su propia hija había muerto. Desgraciada
mente, se contradice con otra historia que asegura que soy una judía
polaca que vino a este país como refugiada durante la guerra, siendo
iniciada en los oscuros secretos de la Cábala en mi propio país. Los gita­
nos de New Forest me adoptaron, y allí fue donde me conoció Gerald
Gardner. (Esta historia me la contó con total solemnidad alguien que no
sabía con quien estaba hablando, ¡y yo no se lo dije!) Además, se supone
que soy un agente secreto de la Cienciología, y de todas las historias que
se han contado sobre mí, alguien estuvo muy ocupado propagándola por
Brighton hace unos años. Y recuerdo otra sobre que una misa negra,
una orgía sabática o algo así que yo había organizado en Chislehurst
Caves. ¡Nunca he estado allí en toda mi vida! La más graciosa de todas
es muy reciente. Me confunde con Doreen Irvine, y asegura que me he
convertido en una cristiana y me he ido a Estados Unidos donde me
estoy forrando dando conferencias en contra de la brujería. ¡Espero que
ella no me demande!’
Todos estos chismorreos serían divertidos si a veces no resultaran peno­
sos. Es un consuelo saber que proceden de una pequeña minoría de men­
tes retorcidas y que la mayoría de la gente es civilizada y amistosa cuan­
do uno es civilizado y amistoso con ella. Ser un resentido es lo último
que un brujo famoso debería ser.

La tradición dice que una futura madre se convierte en Reina del círcu­
lo, y que debe ser honrada sea cual sea su grado. Sin embargo, debe
tener presente que no puede participar en el círculo, o en el trabajo, con
la misma efectividad que antes. Las antenas psíquicas de una mujer
embarazada se retiran para concentrarse en la nueva vida que bulle en
su interior. Si está especialmente dotada en proyección astral, casi con
total seguridad descubrirá que m ientras espera un niño no podrá hacer­
lo en absoluto (las razones de la naturaleza para retirar el don durante
este periodo son bastante obvias). Su psique se refuerza alrededor de su
embarazo, por lo que no está en condiciones de liderar ni de ser el foco
del trabajo psíquico del conventículo. Lo más aconsejable para una suma
sacerdotisa embarazada es nombrar una adecuada delegada que la sus­
tituya hasta que haya nacido el niño, o más probablemente una pareja
de trabajo que actúen juntos, desde el momento en que, probablemente,
su propio sumo sacerdote desee retirarse con ella. Durante esos meses
ambos podrán, por supuesto, participar en círculos, pero como estadis­
252 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

tas más que como líderes activos. La única excepción podría ser en los
sabbats festivos, que constituyen más ocasiones de celebración que de
trabajo. Por ejemplo, una suma sacerdotisa embarazada resulta ideal
para representar a la madre en el sabbat de Imbolg (véase Los ocho
sabbats de la brujería, Capítulo IV). Todo hombre y toda mujer son una
estrella’, y toda mujer, como todo hombre, es única; por lo que muy bien
puede haber mujeres brujas que posean una cualidad especial de poder
que, m isteriosam ente, las capacite p ara co n tin u ar como sum as
sacerdotisas en activo durante parte o todo su embarazo. Pero cualquier
mujer que se sienta capaz debe ser sincera consigo misma y estar segura
de que no está meramente racionalizando un deseo de mantener las
riendas en sus propias manos.

La expulsión de un miembro del conventículo debe ser una necesidad


muy rara y, afortunadamente, en muchos conventículos esto nunca llega
a surgir. Pero hay momentos en los que resulta la única salida. Si un
miembro ha traicionado a sabiendas la confianza del conventículo, ha
mentido a sus líderes, ha llevado a cabo actividades ocultas que sabe que
son incompatibles con la confianza que el grupo ha depositado en él o
ella, ha roto flagrantemente una ley fundamental de la ética wiccaniana
o está provocando una continua disensión dentro del conventículo, en­
tonces hay que pasar a la acción.
Los meros desacuerdos no son razón suficiente para la expulsión.
Las opiniones argum entadas y expresadas con sinceridad deben ser dis­
cutidas; es incluso posible que el conventículo y sus líderes aprendan de
ellas, o que quien las formula quede persuadido de su error. Pero lo que
no es aceptable es el sabotaje solapado o el cabildeo taimado.
A menos que la ofensa sea obviamente tan importante que se impon­
ga la inmediata expulsión, el primer paso debe ser el careo con el culpa­
ble, primero con la suma sacerdotisa y el sumo sacerdote y después, si es
necesario, con todos los miembros del Consejo. Si el culpable comprende
y acepta con sinceridad la situación, y el asunto puede resolverse en esta
fase, mejor que mejor. Una posibilidad a tener en cuenta es decirle, a él
o a ella, que durante un tiempo, por ejemplo un mes, se mantenga aleja­
do de los círculos del conventículo para que reflexione y vuelva a anali­
zar su acción, o para que estudie en privado cómo corregir la falta. A
menudo este método hace maravillas.
Pero si el culpable se obstina y no se arrepiente y la expulsión se
convierte en la única respuesta, entonces ha de hacerse formal y ade­
cuadamente y el culpable debe conocer sus derechos. Según la fórmula
D i r ig ir u n C o n v e n t íc u l o 253

democrática honrada por el tiempo, no sólo debe hacerse justicia, sino


que debe discutirse cómo se ejecuta.
La expulsión real puede ser pronunciada por la suma sacerdotisa o
por el sumo sacerdote. En el mismo momento debe decirse al culpable
que podrá ser readmitido, si lo pide, después de un año y un día, y tam ­
bién que seguirá siendo un brujo o bruja incluso aunque sea expulsado,
porque eso es algo de lo que nunca puede ser despojado.
Si (como hemos sabido que ocurre) un culpable rehúsa enfrentarse a la
suma sacerdotisa o al sumo sacerdote y aceptar su expulsión, entonces
puede hacerse por carta; pero deberá celebrarse el encuentro si es posible.
En circunstancias muy especiales, la suma sacerdotisa puede deci­
dir readm itir al culpable antes de un año y un día, pero no debe hacerse
a la ligera pues debilita el respeto que infunde la expulsión. Si el culpa­
ble solicita la readmisión a su debido tiempo, sólo se le concederá si ha
entendido y lamentado sinceramente la ofensa y hace las reparaciones
necesarias.
No hace falta decir que un brujo expulsado no puede intentar unirse
a otro conventículo mientras la expulsión esté en vigor, y que la suma
sacerdotisa que acepte a sabiendas a un brujo expulsado estaría infrin­
giendo el código del arte, a menos, naturalmente, que esté convencida de
que el conventículo que lo expulsó era corrupto, irresponsable o negro, y
que esa convicción esté rigurosamente fundamentada. La mera creencia
de que la expulsión fue injusta no es suficiente.

El lugar en que se practica el ocultismo, no es preciso recordarlo, ad­


quiere una carga psíquica; si sus practicantes se trasladan de lugar sin
tener en cuenta lo que dejan detrás, podría muy bien convertirse en un
lu g ar‘embrujado’. Las personas que después lo utilicen por motivos nor­
males pueden encontrarse con fenómenos que les asusten o les dejen
perplejos, sobre todo si son psíquicamente sensibles y nerviosos, incluso
si las actividades de las que esos fenómenos constituyen ecos posteriores
fueron benignas.
Así pues, cuando se abandona la sede de un conventículo, el último
círculo se dedicará enteram ente a ‘cerrar el templo’ y a realizar los tra ­
bajos necesarios para asegurar que nadie que vaya a vivir en la casa
reciba otra cosa que la s‘vibraciones’ favorables que había antes ni expe­
rim enten ningún fenómeno que pueda asustarles o turbarles.
En nuestra opinión se tra ta de una cuestión de buena educación y
disciplina, y es igual de importante que dejar la casa perfectamente
limpia y bien cuidada para los próximos ocupantes.
25 4 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

Hay otros argumentos a favor esto. Si se dejan cabos sueltos astrales


en la sede abandonada de un conventículo, se estarán abandonando tam­
bién vínculos astrales con sus miembros, de manera que podrían verse
afectados por todo tipo de factores psíquicos o emocionales negativos
que los posteriores ocupantes pudieran introducir. Al no tener relacio­
nes personales con ellos, los miembros del conventículo pueden incluso
ignorar de dónde proceden estas influencias negativas.
Por estas y otras razones, recomendamos ardientemente un ritual de
cierre a propósito siempre que se abandona la sede de un conventículo. La
forma del ritual debe ser un asunto de decisión propia, lo que importa es
que el propósito sea rigurosamente previsto. No obstante, es buena idea,
tanto psicológicamente como porque fortalece el propósito, que todos los
miembros del conventículo participen y desmonten por completo el templo
preparándolo para su transporte, nada más finalizar el ritual y expulsar el
círculo.
Resulta bastante difícil no dejar influencias atrás, o incluso manifes­
taciones, pero si el cierre se realiza adecuadamente, esas manifestacio­
nes se difuminarán, por así decirlo. Por ejemplo, nosotros mismos hemos
vivido la extraña experiencia de convertirnos en ‘fantasmas’. Una vez
abandonamos un lugar donde habíamos fundado un sólido conventículo
y realizado muchas operaciones psíquicas, gran parte de ellas relaciona­
das con nuestros inmediatos alrededores naturales. Tiempo después su­
pimos que los vecinos aseguraban, convencidos, que nos habían visto
visitando la casa, cuando la verdad es que desde que la dejamos nunca
nos acercamos a menos de una milla. Somos una pareja fácilmente reco­
nocible y la gente del campo tiene muy buena vista, así que estamos
convencidos de que lo creían realmente. Si hubiéramos descuidado el
ritual de cierre, es posible que nuestros ecos residuales se hubieran vuelto
perturbadoramente ‘sobrenaturales’ en lugar de ser confundidos con
sucesos naturales.

En este capítulo hemos hablado mucho sobre estructura, liderazgo, re­


glas aceptadas en general y todo eso, igual que en la primera parte de
este libro hemos abordado en detalle los rituales y (en buena parte por
razones de interés histórico y para aclarar las cosas) hemos hurgado en
las fuentes, las variaciones textuales, etc.
Sin embargo, no queremos que nadie nos malinterprete y se quede
con la impresión de que el Wicca es una religión formalizada. Los ritua­
les, que mayoritariamente han sido aceptados como normas, y las reglas
de trabajo que hemos descrito constituyen una base útil de operaciones,
D ir ig ir u n C o n v e n t íc u l o 255

pero una base, y no una camisa de fuerza. Al ser una religión creativa y
en desarrollo fundada sobre antiguas raíces, abarca desde un amplio
espectro de formas consagradas por el tiempo a una total espontanei­
dad. Nuestra propia práctica (que en nuestra opinión está bastante ex­
tendida) abarca desde la observación precisa de rituales que nos gustan
mucho tal y como son a la impredecible inspiración del momento, con
frecuencia durante un círculo nocturno. Y así es como debe ser. De ma­
nera semejante, los conventículos varían mucho según la zona del espec­
tro que tiendan a enfatizar.
Para una exposición inteligente y articulada del aspecto espontáneo
(casi diríamos carismático) del espectro wiccaniano recomendamos los dos
libros de la bruja americana Starhawk, The Spiral DanceThe Spiral Dance
yDreaming the Dark. Algunas de las prácticas que ella y sus colegas hacen
pondrían los pelos de punta de un tradicionalista (con ‘t’ minúscula), pero
constituyen un sano correctivo al exceso de formalismo.
Y para un talante poético de la brujería y su misterio claroscuro, léase
Witches, de Erica Jong, con las inquietantes ilustraciones de JosephA. Smith.
(Es la clase de libro del que seguramente querrá comprar dos ejemplares,
uno para enmarcar las ilustraciones.)
Cada conventículo debe encontrar su propio carácter y su propia zona
de influencia dentro del espectro de posibilidades. Pero habrá que tener
cuidado para no saltarse ninguna de las longitudes de onda del espectro. Si
la luz blanca pura simboliza la realización y la integración psíquica que
todos buscamos, debe recordarse que para ser blanca incluye otros colores,
entre ellos algunos invisibles al ojo humano.
X V III D esnu dos en los R ito s

La desnudez ritual es una práctica general en la brujería gardneriana y


alexandriana, así como en otras ram as del Wicca. A los que, como noso­
tros, la han venido practicando desde hace muchos años, la desnudez les
parece perfectamente normal y aceptable, igual que a los aproximada­
mente treinta mil naturistas de las Islas Británicas o a los dos millones
del continente europeo. A veces tenemos que recordarnos a nosotros
mismos que hay quienes encuentran esto extraño.
Por‘extraño’, naturalm ente, los que se oponen a su práctica quieren
decir ‘sexualmente provocativo’ o incluso ‘orgiástico’, cuando nadie que
haya estado en un campamento naturista bien llevado, con sus relaja­
das familias residentes, o haya asistido a un auténtico círculo wiccaniano,
con su igualmente relajada identidad de grupo, puede creer una cosa
D e s n u d o s e n l o s R it o s 257

así. Familiarizarse con la desnudez enseña rápidam ente una verdad in­
cuestionable: que el cuerpo desnudo en sí mismo no es ni más ni menos
excitante que el vestido, y que incluso un cuerpo desnudo atractivo pue­
de ser menos perturbador que vestido con prendas deliberadam ente pro­
vocativas. El atractivo sexual es una cuestión de conducta, de actitud,
de ‘vibraciones’; no de presencia o ausencia de vestidos.
Los condicionamientos patriarcales de los dos últimos milenios han
arraigado en la idea de que la desnudez equivale a sexo, y el sexo a
peligro. La m entalidad patriarcal se refiere a la sexualidad, en particu­
lar la femenina, como la Sombra, es decir, todas profundidades incontro­
lables de la psique que no pueden ser disciplinadas, ordenadas y conte­
nidas por la rígida adm inistración del imperio del ego. La desnudez co­
m ercializada (las chicas atractivas de las revistas, los cuerpos que ven­
den refrescos o cham pús o coches) es otra cosa; el imperio del ego debe
producir beneficios para sobrevivir, y en cualquier caso degradar la sexua­
lidad es una m anera de contenerla. Pero la desnudez relajada, no comer­
cial, ya sea social o ritual, es peligrosa: es la Sombra negándose a seguir
el juego patriarcal.
Los adeptos a la brujería se niegan a participar en el juego p atriar­
cal. Y quitarse la ropa en sus rituales es un signo de este rechazo.
Como se dice en la Carga: ‘Os liberaréis de la esclavitud; y como
señal de que sois realm ente libres, iréis desnudos en vuestros ritos.’ No
se tra ta de una innovación g ardneriana1, sino de una herencia de la
brujería toscana (A radia: the Gospel of the Witches, p. 6. Véase Biblio­
grafía bajo Leland):

Sarete liberi dalla schiavitü!


E c o s í diverrete tutti liberi!
Pero uomini e donne

1. La actitud de Gerald Gardner respecto al naturismo comenzó en los años veinte, mucho
antes de convertirse en brujo. Se encontraba en un hospital malayo, aquejado de sinovitis
en la rodilla. Como el tratamiento médico se alargaba, persuadió a la hermana del hospital
para que trasladasen su cama al exterior y poder exponer su pierna al sol. Aquel mismo día
su pierna se enderezó. ‘Aquel aparente milagro influyó profundamente en las creencias de
Gardner. De pronto descubrió que el sol y el aire puro eran fuerzas positivas en lugar de
elementos que todo el mundo ignora porque los da por hechos. Esto le llevó, mucho después,
a aceptar consejos médicos y tomarse en serio el nudismo, lo que le ayudó además a romper
con los últimos vestigios de la rigidez victoriana que le habían rodeado en su niñez. Gardner
era un empirista; el calor del sol funcionó, y más tarde durante su carrera en Malaya y
después de su retorno a Inglaterra, a menudo utilizó sus saludables y estimulantes poderes
con buenos resultados.’ (J. L. Bracelin, Gerald Gardner: Witch, p. 67.)
258 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Sarete tutti nudi, per fino.


(¡Os liberaréis de la esclavitud!
¡Y todos seréis libres!
Por eso, hombres y mujeres,
Todos iréis desnudos.)

La desnudez ritual, sobre todo con propósitos chamanísticos, es una


antigua práctica pagana, ciertamente no limitada a los brujos deToscana.
Incluso fue una costumbre de los antiguos profetas hebreos: “Y quitándo­
se sus vestiduras, profetizó él también ante Samuel, y se estuvo desnu­
do por tierra todo aquel día y toda la noche. De ahí el proverbio: ¿Tam­
bién Saúl entre los profetas?’ (I Samuel, XIX, 24). También San Francis­
co, aquel santo espléndido y sincero, predicó uno de sus primeros y radi­
cales sermones completamente desnudo en la catedral de San Rufino,
en Asís, ante una gran congregación de hombres y mujeres. Shuttle y
Redgrove (The Wise Wound, p. 227) citan a E. A. S. Butterworth para
afirmar que la desnudez y la profecía van unidas: ‘Consideramos que la
ofensa de Adán y Eva fue, con toda probabilidad, haber cultivado esta
práctica, cuando menos afín al chamanismo, en la que habían alcanzado
una condición de visionarios o de conciencia ectática llamada comer del
árbol de la vida o del árbol del conocimiento del bien y del mal. Cuando
sus ojos se abrieron y supieron que estaban desnudos, Adán y Eva se
dieron cuenta de que eran videntes y personas de poder y poseedores de
cualidades sagradas por derecho propio.’ Shuttle y Redgrove comentan
que, ‘aquello tuvo que exasperar a cualquier deidad consagrada, a cual­
quier regla autoritaria y jerárquica o a cualquier iglesia fundamentada
en una interpretación represiva de la leyenda, como la Iglesia cristiana
medieval.’
Hay mucha polémica sobre si los brujos de las islas británicas
trab ajan en desnudez regularm ente, aunque la verdad es que debido
al clima de estas islas se practicaba en el interior de las casas y en
secreto, por lo que las pruebas sobre el tem a serían escasas. Sin em­
bargo, no hay duda de que se celebraron danzas en desnudez para
propiciar la fertilidad de las cosechas (ya hemos citado un ejemplo
tradicional en el condado de Longford en la p. 86 de Los ocho sabbats
de las brujas). Y muchos expertos h an escrito acerca de los ‘ungüen­
tos p ara volar’2 de las brujas, que se aplicaban por todo el cuerpo y
producían una sensación de levitación; los usuarios de estas podero­

2. Para consultar recetas (y advertencias) véase Witch.es de Erica Jong, pp. 152-4.
D e s n u d o s e n l o s R it o s 259

sas y peligrosas sustan cias difícilm ente h abrían vuelto a vestirse


m ientras el ungüento seguía actuando sobre su piel.
En muchas pinturas y dibujos europeos las brujas aparecen a menu­
do desnudas (véase en la fotografía 14 un encantador ejemplo flamen­
co), lo que sugiere que la práctica era conocida.
Pero sea o no la extendida costumbre wiccaniana d e ‘trabajar desnu­
dos' un fenómeno principalmente del renacimiento del siglo XX (al me­
nos en las islas británicas) o la continuación de una costumbre secreta
de los días subversivos, importa poco. La desnudez ritual siempre ha
sido un aspecto de la práctica chamanística pagana, e incluso (como he­
mos visto) de los antiguos judíos, pero la distribución geográfica de su
práctica en cualquier periodo determinado carece de interés. Lo que
importa es su validez para quienes en la actualidad profesan la brujería.
Existen varias buenas razones para que las brujas y los brujos tra ­
bajen desnudos.
La primera es que constituye un deliberado antídoto contra el pecado
capital de la época patriarcal: la escisión entre el cuerpo y el espíritu. ‘En
este mundo escindido, el espíritu combate con la carne, la cultura con la
naturaleza, lo sagrado con lo profano, la luz con la oscuridad’ (Starhawk,
Dreaming the Dark, p. 20). Se trata de la corrupción patriarcal del princi­
pio creativo de polaridad en un falso dualismo maniqueo bien-contra-mal
que ya discutimos en el capítulo XI, ‘La racionalidad de la brujería’. Los
adeptos a la brujería, que rechazan esta actitud, mantienen, como los
cabalistas, que ‘todos los sefirots son igual de santos’; insisten que el bien
es, en realidad, producto de la polaridad macrocósmica y microcósmica, y
que el mal es su desequilibrio o negación. La Iglesia cristiana en particular
(a diferencia de Jesús, que habló del ‘templo’ de su cuerpo) ha sido respon­
sable de identificar el cuerpo con el mal y el espíritu con el bien, poniéndo­
los a ambos en pie de guerra uno contra otro, en lugar de considerar el
cuerpo como la manifestación encamada de los niveles interiores a través
de los cuales se enriquecen y amplían su experiencia.
La vergüenza ante la desnudez expresa ese falso dualismo. Preten­
de que John Smith y Mary Brown son ‘realm ente’ seres espirituales y
m entales (centrando todo su bien potencial o real en esos niveles) atra­
pados en burdos cuerpos físicos (que son esencialmente malos, incluso
aunque el dogma cristiano, paradójicamente, mantiene que al final re­
sucitarán en forma ‘purificada’, ¿cómo vestidos, se pregunta uno?). Es­
conder el cuerpo es por lo tanto un acto espiritualm ente virtuoso.
Por el contrario, para los brujos y las brujas, John Smith y Mary
Brown, tal y como están encarnados en el presente, son seres de múlti-
260 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

pies niveles: espiritual, mental, cuerpo astral y carnal; y cada uno de


estos niveles debe brillar con fuerza con la misma confianza y autoestima
(por no mencionar el respeto mutuo entre los niveles y entre los indivi­
duos) si se quiere alcanzar la integración y la realización. Cuando John
Smith y Mary Brown, como brujos, se quitan la ropa para trabajar en su
magia y para rendir culto a la diosa y al dios, están afirmando abierta­
mente este principio y luchando para que forme parte de su conciencia
cotidiana.
Una buena razón para trabajar desnudos, y una de las más citadas,
resulta muy práctica: la experiencia asegura que es más fácil crear po­
der psíquico mediante un cuerpo desvestido que con uno cubierto. Si
recordamos que invocar poder psíquico consiste en un proceso con dos
vertientes de entrada y salida (conciencia y energía psíquica aum enta­
das que se amplifican m utuam ente a través de una retroalimentación),
esta puede muy bien ser la razón original de la desnudez chamanística,
es decir, que el cuerpo desnudo es más receptivo no sólo a las impresio­
nes sensoriales (lo que es evidente) sino también a las psíquicas. En el
proceso paralelo de salida, los videntes capaces de ver el aura hum ana
opinan que pueden hacerlo con mayor claridad en torno a la carne des­
nuda, y los escasos médicos que utilizan en sus diagnósticos el examen
áurico, incluyendo los que alegan no ser clarividentes, examinan a sus
pacientes desnudos por esta razón (véase, por ejemplo, The Human Aura
de Kilner).
Cuando una bruja trabaja pone todos sus niveles en funcionamiento,
el espiritual, el mental, el astral, el etérico y el físico. Su interrelación
varía en función del nivel particular en el que se intenta que la actua­
ción tenga efecto, que puede ser cualquier de ellos, pero todos deben
estar plenamente operativos; así pues, tra ta r de trabajar parcialmente
proyectando sólo uno de ellos sería como tra ta r de tocar el piano con
guantes, o pintar un cuadro con gafas oscuras. Puede hacerse si las cir­
cunstancias así lo exigen, pero si no, ¿por qué aum entar las dificultades?
Hay una interesante observación biológica a este respecto. Todo el
mundo sabe lo que son las hormonas, mensajeros químicos internos que
llevan información e instrucciones a través de la corriente sanguínea y
regulan el equilibrio de las funciones de nuestro cuerpo. Pero pocos profa­
nos han oído hablar de sus contrapartidas, las feromonas, o mensajeros
químicos externos. Nuestros cuerpos emiten estas feromonas en cantida­
des ínfimas porque son muy potentes, tan potentes que (por poner un sor­
prendente ejemplo relativo a otra especie) una simple molécula de la
feromona adecuada capacita a una mariposa macho para detectar a una
D e s n u d o s e n l o s R it o s 261

hembra desde cerca de siete millas de distancia. (Maurice Burton, The


Sixth Sense of Animáis, pp. 104-5.) Así, el aire que nos rodea está lleno de
información importante que nosotros emitimos y que recibimos de otros;
en gran parte lo hacemos inconscientemente, pero reaccionamos igual.
Obviamente, el cuerpo desnudo emite feromonas mucho m ás rápida
y eficientemente que uno vestido. Por lo que no resulta descabellado
p e n s a r que en tra b a jo de grupo, un conventículo d esnudo e stá
intercambiando información inconsciente con una efectividad mayor que
uno vestido; y esta información puede ser muy relevante para la Gestalt
psíquica que están intentando crear. Las feromonas han sido amplia­
m ente investigadas por los científicos, pero por lo que sabemos ninguno
que se interese por lo oculto y los poderes psíquicos ha estudiado este
posible aspecto de sus efectos. Todavía queda mucho por investigar so­
bre este tem a.
U na tercera razón para trab ajar desnudos tiene carácter psicológi­
co. Para ser una bruja o brujo eficaz, ante todo hay que ser uno mismo; la
mayor p arte del esfuerzo de la auto-integración consiste en descubrir lo
q u e ‘uno mismo’ es, m irando más allá de la Persona, la m áscara de con­
suelo del ego, y de la imagen que el ego presenta ante el mundo y ante
uno mismo. Y no existe nada más creador de imagen que el vestido, que
supone para la Persona un accesorio precioso. La m anera en que nos
vestimos, consciente o inconscientemente, es la m anera en que decimos
al m undo,‘Este soy yo tal y como quiero verme’ antes de incluso de abrir
la boca. Por eso, el quitarnos la ropa es un poderoso gesto psicológico
para despojarnos de nuestra imagen, y supone un mojón simbólico en el
camino de la realización personal. Cuando se trabaja en grupo, no sólo
significa que John Sm ith cree que es psicológicamente más difícil pro­
yectar una imagen falsa de sí mismo a Mary Brown; tam bién significa
que empieza a ver m ás allá de la Persona de Mary y a relacionarse con
ella tal y como ella es, y m ientras tanto Mary vive la misma revolución,
alim entándose m utuam ente am bas revoluciones.
Resulta interesante constatar que los adeptos a la brujería que se
encuentran en fase de aprendizaje van adquiriendo, incluso de m anera
inconsciente, un sentido m ás placentero del vestido en la vida cotidiana.
La razón está clara: su Persona se adapta, con un mejor entendimiento,
a u n a m ay o r p ro x im id ad con el ser, y esto a su vez se refleja
instintivam ente en la selección de la ropa.
La cuarta razón tiene más peso con unas personas que con otras: la
desnudez es completamente democrática. Pocos brujos recién incorpora­
dos a un conventículo, cuyos miembros proceden de distintos ámbitos
262 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

sociales, son desde el principio conscientes de sus diferencias. Hace años


se incorporaron al nuestro, y al mismo tiempo, a una princesa de la In­
dia y un obrero de la construcción. Ella era sólo una estudiante de dere­
cho que vestía los típicos pantalones vaqueros y jersey, y él era un joven
extrovertido y muy capacitado; a los pocos meses de que se conocieran,
él nos confesó que durante las prim eras semanas sólo podía encontrarse
a gusto con ella cuando los dos estaban desnudos en el círculo, porque
‘entonces sólo éramos personas sin m ás’. (Irónicamente, aquella chica
era m á s‘decente’ en el círculo que fuera de él; era diminuta, con el cabe­
llo largo y espeso, y cuando se sentaba en el círculo con el cabello a su
alrededor como si fuera una túnica, solíamos burlarnos de ella porque
sólo podíamos verle las rodillas y la nariz) No hace falta decir que, cuan­
do la herm andad del Wicca empieza a trabajar, estas diferencias pronto
dejan de tener significado. Pero la reacción inicial de nuestro amigo obrero
confirma lo que decimos sobre la función de la ropa como creadora de
imagen; él se daba cuenta de que ella llevaba pantalones vaqueros y
jerseys muy caros.
Algunas personas, al aceptar la idea de la desnudez ritual sin dema­
siados problemas, matizan su conformidad diciendo que ‘por supuesto,
está muy bien si eres joven y guapo.’ Sin embargo, en nuestra opinión no
es el caso. Hemos tenido brujas y brujos desnudos que tenían desde die­
ciocho a sesenta años, hombres, mujeres, altos, bajos, gordos, delgados,
vulgares, despampanantes, morenos, rubios y canosos; a nadie pareció
preocuparle. Si acaso, los menos guapos parecen adquirir seguridad gra­
cias al énfasis que proporciona nuestra humanidad compartida en la
práctica del nudismo; al comprobar que todos son tratados como iguales,
incluso adquieren un nuevo porte y empiezan a preocuparse más de sí
mismos, descubriendo potencialidades atractivas ignoraban poseer.
Una ventaja final que proporciona el trabajar desnudos resulta par­
ticularm ente im portante en ciertas personalidades; las que poseen un
auténtico potencial oculto pero están atrapadas por el glamour de la
ropa y su parafem alia (una consecuencia, por supuesto, del problema de
la Persona). Trabajar desnudos les pone al corriente de que la eficacia
psíquica viene de dentro, que es un trabajo difícil que exige un gran
dedicación, y ninguna ropa romántica les va ayudar a llegar antes. He­
mos tenido una o dos personas de este tipo en el conventículo, y ambos
aprendieron la lección a duras penas.
Todo esto no quiere decir, por supuesto, que en los conventículos
se trab aje siem pre en desnudez. H ay ocasiones en que se exige ir
vestido: por ejemplo, cuando se celebra m agia ceremonial, como h a ­
D e s n u d o s e n l o s R it o s 263

cemos nosotros y otros muchos conventículos de vez en cuando. Se


tra ta de una técnica diferente al trabajo norm al wiccaniano, y como
tal debe considerarse. Implica la utilización extensiva de símbolos,
colores, perfumes, música, etc., p ara situ arse uno mismo en arm onía
con un aspecto determ inado y definido con precisión. No es brujería,
pero no hay razón por la que las b rujas y brujos no deban practicar­
la, igual que los músicos clásicos pueden tocar jazz, o los de rock
música de cám ara, si les apetece hacerlo.
Obviamente, hay ocasiones en que un conventículo debe trabajar al
aire libre en lugares donde pueden ser observados, o cuando el tiempo es
incompatible con la desnudez: no hay ninguna virtud en sufrir la carne
de gallina ni en coger una neumonía.
Pero en general, cuando se convoca el conventículo, las ropas espe­
ciales son preferibles a la ropa normal, si es posible. Nosotros dispone­
mos de una m aleta llena de túnicas con mangas amplias sin adornos,
adecuadas para hombres y mujeres por igual, y que pueden llevarse
solas o sobre otra ropa. Lo im portante es enfatizar el círculo como algo
especial, ‘una frontera entre el mundo de los seres humanos y el reino
de los Poderosos, igual que un cristiano se pondrá sus mejores ropas
para asistir a la iglesia en domingo o un judío a la sinagoga en sabbat.
Para los conventículos que practican la desnudez, ‘la piel es la librea de
la diosa’, consideran que son sus mejores ropas para el domingo o el
sabbat. Y aunque tengan que cubrir su librea, les gusta considerar el
círculo como algo especial y sentir que lo es.
Para ayudar a los recién llegados a superar su timidez, siempre les
ofrecemos un vestido para su primer círculo. Algunos lo aceptan y otros no,
pero con frecuencia descubrimos que incluso los que lo hacen terminan por
quitarse el vestido a la mitad porque su sentimiento de timidez se ha des­
pojado de la vergüenza y ridículo de ser un hombre o una mujer.
La mayoría de los conventículos que practican la desnudez tienen
otra excepción a la regla: una mujer durante la menstruación puede
llevar panties o un vestido, según prefiera.
La regla de la desnudez tampoco prohíbe el uso de vestidos especia­
les cuando se tra ta de una razón simbólica en un ritual determinado. Un
ejemplo de ello es la túnica de la suma sacerdotisa en nuestro ritual de
la Pascua de Navidad que describimos en Los ocho sabbats de las brujas:
pero incluso en esta ocasión se lo quitará cuando el ritual haya term ina­
do y comience la fiesta del sabbat.
264 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

Hemos dado aquí las razones por las que muchos conventículos tra­
bajan desnudos. Son buenas razones, pero a decir verdad, para alguien
que nunca lo ha experimentado, puede parecerle algo intelectualizado.
Nada más lejos de la verdad. Los adeptos a la brujería que acostumbran
a trabajar desnudos saben lo relajante, natural, psíquicamente potente
y poco embarazoso que es.
La piel es realmente la librea de la diosa.
X IX C la riv id e n c ia y A d iv in a c ió n

Clarividencia es el arte y la ciencia de ser consciente por medios psíqui­


cos de hechos, objetos o situaciones que están ocultos a la conciencia
‘normal’. La palabra se usa generalmente para referirse a todas esas
conciencias psíquicas, pero estrictam ente hablando, clarividencia signi­
fica experimentar esas percepciones en forma de imágenes visuales, mien­
tras que percepción extrasensorial física significa experimentarlas en
forma de sensaciones corporales y clariaudiencia, en forma de sonidos.
Pongamos el ejemplo de lo que se conoce como u n a ‘aparición crítica’,
que ocurre cuando una persona sufre un traum a emocional repentino
(como la m uerte o un violento accidente) y lo manifiesta a alguien que
está emocionalmente sintonizado con ella en otro lugar. (Se conocen
266 E l C a m in o d e la s B ru ja s

muchos casos ocurridos en tiempos de guerra y que han sido confirma­


dos de mujeres que han ‘visto’ a su marido o a su hijo en el momento en
que morían en acción.) En sentido estricto, un clarividente sería aquel
que puede ver a alguien aparecerse en la habitación, una persona dota­
da de capacidad extrasensorial física sentiría una mano familiar en el
hombro y un clariaudiente oiría esa voz conocida.
En este libro utilizamos la palabra clarividencia para cubrir todas
estas formas de percepción, a menos que específicamente lo explique­
mos de otro modo.
Precognición es también una forma de clarividencia, cuando el suce­
so que se percibe se encuentra en el futuro.
Adivinación significa'clarividencia por medio de utensilios’, es decir,
con la ayuda de las cartas del Tarot, un péndulo, las varillas de aquilea o
monedas del I Ching, las piedras rúnicas, plomo fundido vertido en el
agua, hojas de té o cualquier otro accesorio físico.
La Cristalomancia emplea una bola de cristal, una pileta de tinta,
un espejo cóncavo negro o cualquier otro utensilio para desenfocar la
visión normal y favorecer la clarividencia en sentido estricto.
H asta cierto punto, las ayudas físicas utilizadas en adivinación fun­
cionan como disparadores de la intuición. La persona que los usa entra
en contacto con la conciencia intuitiva oculta en el inconsciente ofrecién­
dole algo sobre lo que proyectarse en forma de imágenes o símbolos que
un adivino experimentado puede entonces interpretar; igual que un pa­
ciente psiquiátrico proyecta elementos de su inconsciente sobre las man­
chas de tin ta de un test de Rorschach que después interpretará un
analista. Estos disparadores son dispositivos útiles para evitar el censor
que habita en el umbral entre el inconsciente y el ego. Este censor es un
elemento necesario de la psique, porque sin él la conciencia del ego sería
desbordada por una avalancha de datos que pugnan por introducirse;
permite al ego enfocar la atención de manera selectiva, que es la esencia
de la conciencia. Sin embargo, en una psique no integrada, el censor se
convierte en un mecanismo bastante imprevisible. Con la conciencia ex­
pandida, y una mejora de la comunicación entre el ego y el inconsciente,
el censor se vuelve más selectivo, y lo que un adivino con experiencia
hace (conscientemente o no) es instruir al censor para que deje pasar
datos intuitivos relevantes que sirvan para solucionar el problema que
se está tratando.
El proceso disparador es el aspecto principal de estos métodos de
adivinación, como m irar las hojas de té o el plomo fundido que se ha
solidificado en el agua, o el antiguo método romano de examinar las
C l a r i v id e n c i a y A d i v in a c i ó n 267

entrañas de un pájaro o un anim al sacrificado. La cristalomancia, tam ­


bién, es un proceso que actú a a trav és de un disparador; los ojos
desenfocados y el ligero trance m ental del adivino favorecen la visuali-
zación de lo que el censor deja pasar. La acción psíquica o ritual implica­
da, ya sea remover y vaciar una taza de té o la disposición de una bola de
cristal apropiadam ente iluminada, también se convierte, con el uso, en
una señal que dispara la clarividencia, induciendo el estado m ental idó­
neo e invitando al inconsciente a comunicarse.
Desde el punto de vista del ocultismo, las fuentes inconscientes
que el adivino o clarividente aprovecha son m ás am plias que aque­
llas que la psicología freu d ian a consideró en el inconsciente indivi­
dual. Ju n g se aproximó mucho m ás al concepto oculto en sus ense­
ñ an zas sobre el inconsciente colectivo, aunque p ru d entem ente las
lim itó a deducciones de su experiencia como psicólogo clínico. A dife­
rencia de Freud, J u n g era un hom bre con una m ente muy abierta, y
en n u e stra opinión conocía p erfectam ente la existencia de vastos
cam pos a ú n sin ex p lo rar. P a rtic u la rm e n te , su s e sc rito s sobre
sincronicidad (véase B ibliografía) así lo revelan.
Los ocultistas y los brujos ven el inconsciente mismo como algo cla­
rividente y telepático. Para empezar, el inconsciente personal contiene
las memorias en terrad as de todas sus anteriores encarnaciones indivi­
duales. Y como afloram iento único del inconsciente colectivo dispone de
comunicación potencial o real con otros afloramientos y con el incons­
ciente personal de otros seres humanos. Dispone tam bién de un acceso
potencial a los registros akásicos, las ‘grabaciones’ astrales de todo lo
que ha sucedido desde el comienzo de los tiempos. ‘Leer los registros
akásicos’ es una técnica avanzada en la que sólo los adeptos son m aes­
tros auténticos, aunque los clarividentes son capaces de leerlos en cier­
tos in stan tes (como probablem ente todos lo hacemos sin dam os cuenta,
de vez en cuando).
Así pues, el clarividente o adivino no sólo está preguntando a su
inconsciente: ‘Dime las cosas que he olvidado o sólo notado extrasen-
sorialm ente.’ Lo que le está pidiendo es: ‘Alza el velo de las cosas que
necesito saber, ya estén enterradas en mi propia conciencia subliminal,
en las memorias de mis encarnaciones o de otras personas, en o a través
del inconsciente colectivo o en los registros akásicos.’
Y cuanto mayor adiestram iento y seguridad se adquieren, con m a­
yor claridad responde el inconsciente.
El ego y el inconsciente pueden compararse a un granjero y su perro.
El perro, como el ego, posee una conciencia mucho más agudizada del
268 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

entorno inmediato que el granjero, puesto que sus sentidos físicos son
mucho más agudos y siempre está pendiente de ellos. El granjero, por
otra parte, dispone de fuentes de información que son incomprensibles
para el perro. Sabe que m añana van a llegar más ovejas porque las ha
encargado por teléfono. Sabe que su vecino ha colocado una valla eléctri­
ca, cuya presencia el perro tendrá que aprender por medio de una dolo-
rosa experiencia. Sabe que hay que ponerle al perro una inyección por­
que el veterinario le ha advertido de que hay parvovirus en la zona.
Sabe que hay que sacar a sus ovejas de un terreno de pastoreo determ i­
nado porque van a comenzar las obras de una nueva circunvalación.
Todas estas cosas afectan a las órdenes que debe dar al perro, y puede
que algunas sorprendan al animal, porque los datos en que se basan no
están al alcance de su capacidad de conciencia. El granjero distingue a
los amigos de los enemigos, pero todo lo que el perro puede hacer es
ladrar ante los extraños hasta que el granjero los identifique.
Si el perro tem e y molesta al granjero, su cooperación será forzada y
mínima. Pero si hay amor y confianza entre ellos, de m anera que ambos
contribuyan con su conciencia específica, su cooperación puede llegar a
ser casi mágica, como sabe cualquiera que haya visto a los pastores y sus
perros trabajando juntos.
De m anera parecida, el inconsciente posee fuentes de información
que el ego desconoce por completo. Y tan pronto como el ego se da cuenta
de esto y coopera con lo que no puede comprender directam ente, el equi­
po (constituido por la psique total) se pone en marcha.
E sta comunicación del ego con el inconsciente es lo que los alquim is­
tas y los ocultistas llaman la Gran Obra. Al principio, Aleister Crowley
llamó a su objetivo ‘el conocimiento y conversación con el ángel de la
guarda personal’, y más tarde ‘el conocimiento de la naturaleza y los
poderes del propio ser’. Geoffrey Ashe, en su sugerente novela The Finger
and the Moon, habla d e ia idea de que un ángel de la guarda, un vigilan­
te espiritual, un ser superior, como si dijéramos, se cierne sobre uno de
nosotros’ y de que ‘está vinculado con la mente consciente a través del
inconsciente’. Pero sugiere una hipótesis más sencilla; ‘Lo que llamamos
inconsciente y ese otro ser son lo mismo. O mejor: lo que Freud y Jung
encontraron en la psique de cada persona, más allá del alcance de la
conciencia despierta, lo que después llam aron “subconsciente” o “incons­
ciente”, es realm ente un aspecto de la vida de otro ser que habita en su
interior, otro ser del que ego se ha escindido, pero que todavía está ahí,
activo, pensando, consciente a su m anera. Considerado desde otro punto
de vista, este ser interno es también el ángel de la guardia. Los científi-
C l a r i v id e n c ia y A d i v in a c i ó n 269

eos pueden tener razón cuando sostienen que usted y yo (significando


con estas palabras lo que son para todo el mundo) no tenemos poderes
preternaturales. Sin embargo, cada uno de nosotros llevamos dentro un
ser aliado que los tiene. Por eso es por lo que los fenómenos ocultos si­
guen ocurriendo... El prim er paso consiste en pensar que nuestro pode­
roso compañero invisible existe en nuestro interior. Y el prim er m anda­
miento que sigue es: ESCUCHA, ESCUCHA A ESTE COMPAÑERO.’
Este mandamiento (¡en mayúsculas y todo!) es el secreto de la clari­
videncia y la adivinación.
Para la m ayoría de la gente, la m ejor m anera de ap ren d er el arte
consiste en iniciarse en algún tipo de adivinación. El uso de ‘h e rra ­
m ien tas’ (como las c a rta s del T arot o cu alq u ier otra) ayuda a ganar
confianza y proporcionan algo concreto que in terp retar, pero a conti­
nuación prim a el im pulso de la intuición. Es cuando se in te n ta hacer
una interp retació n , y se sigue practicando, cuando em pieza a su rg ir
la conciencia de que existe un flujo de a u té n tic a inform ación, lo que
refuerza aún m ás la confianza.
Las reglas son muy sim ilares a las que dimos en las páginas 177-178
acerca de juzgar recuerdos de aparentes encarnaciones: es decir, dejar
que todo fluya con la m ente abierta, tom ar siem pre notas en las prime­
ras etapas, considerándolas como una lectura im portante, sobre todo en
las que parece haber precogniciones. No tra ta r de enjuiciar el m aterial
conforme va apareciendo. No hay nada tan inhibidor de la clarividencia
como estar preguntándose a cada paso, ‘¿Es esto puram ente objetivo,
son pensam ientos auténticos o proyecciones de deseos?’ Se tra ta de una
cuestión im portante, pero que tendrá que llevarse a cabo después, cuan­
do la sesión ha terminado.
Nadie que tenga experiencia en ello puede dudar que la adivinación
funciona por caminos que trascienden al mero ‘activar el disparador’; y
el descubrimiento de este hecho resulta muy estim ulante para el apren­
diz que persevera. Uno se queda impresionado por la cooperación activa
(no se puede llam ar de otra m anera) que proporciona echar las cartas
del Tarot o hacer una consulta del I Ching, por ejemplo. Las cartas o los
textos de los hexagram as utilizan desde acertijos a referencias sorpren-
den-tem ente directas que apuntan en la dirección necesaria. Conocemos
más de un caso (y podemos ju ra r que es cierto) en que una desconcertan­
te sesión de cartas del Tarot nos urgió a recoger, volver a b arajar y empe­
zar de nuevo otra lectura, que resultó ser exactamente la misma que la
anterior. Las posibilidades en contra son astronómicas, pero el Tarot vol­
vía a insistir en su mensaje. En otras ocasiones hemos hecho lo mismo y
270 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

la segunda disposición de las cartas fue casi la misma, aunque con dife­
rencias con respecto a la primera que aclararon nuestras preguntas.
También hemos descubierto que ‘fastidiar’ al I Ching con el mismo pro­
blema con frecuencia produce el hexagrama 4, Locura juvenil:

En el primer oráculo le informé.


Si pregunta dos o tres veces, es molestia.
Si él molesta, no le doy información.

que no precisa interpretación. Y nunca hemos sabido que el hexagrama


4 aparezca sin acertar.
La mejor versión del I Ching es, sin lugar a dudas, la traducción de
Richard Wilhelm, adaptada al inglés por Carly F. Baynes (véase Biblio­
grafía bajo Wilhelm). Tiene la ventaja añadida de un prefacio de Cari
Jung, que quedó profundamente impresionado por su sistema de adivi­
nación e hizo observaciones sobre ciertos aspectos reveladores respecto
a la m anera en que funciona. (Francis King nos describió el I Ching
como‘el único libro de cocina sobre adivinación que funciona’, y sabemos
a qué se refiere. Todos los sistemas de adivinación requieren cierta in­
terpretación intuitiva, y eso es lo que el I Ching, cuando se utiliza ade­
cuadamente, hace. Ningún otro sistem a proporciona respuestas tan pre­
cisas y detalladas.)
No obstante, el Tarot es el método de adivinación que más utilizan
las brujas y los brujos,y el que más profunda tradición atesora en todo el
ocultismo occidental. Los símbolos arquetípicos de los arcanos mayores,
y las progresiones elementales de los arcanos menores son inmensamente
ricos, tanto en su significado individual como en sus ilimitadas combina­
ciones. Todo adepto a la brujería debe conocerlo a fondo, y es el punto de
partida ideal para un principiante que quiere iniciarse en la adivina­
ción. Sus resultados aparecen desde el mismo comienzo.
Con la renovada moda por las cosas ocultas, cada vez hay más barajas
del Tarot en el mercado. (Nosotros tenemos una colección de más de trein­
ta.) Algunas son buenas, otras, atroces. La que generalmente se acepta
como estándar es la baraja Rider (o Waite), diseñada por Pamela Colman
Smith para A. E. Waite a principios del siglo XX. El diseño resulta un poco
anticuado hoy en día, pero el simbolismo es excelente. Otra atractiva bara­
ja que, básicamente, contiene el mismo simbolismo es la que diseñó David
Sheridan, con instrucciones de Alfired Douglas, y que publicó Mandragora
Press, Londres, en 1972; así que si le gusta el simbolismo de la baraja de
Rider, pero prefiere un diseño más actual, hágase con esta. Quizá la más
C l a r iv id e n c ia y A d iv in a c ió n 271

bonita sea la que diseñó Frieda Harris para Aleister Crowley, publicada
años después de su muerte por Llewellyn Publications, St Paul, Minnesota,
con el nombre de las Cartas del Tarot deToth; sin embargo, su simbolismo
es más propio de Crowley y confundirá a cualquiera que siga un aprendi­
zaje basado en la tradición principal.
En cuanto a los libros sobre el tema, el clásico, basado naturalmente
en la baraja Rider, es The Pictoriál Key to the Tarot, de A. E. Waite. Su
autor desarrolla el tema con rigor pero puede llegar a ser insoportable­
mente pomposo. Una obra excelente y moderna es A Complete Guide to
the Tarot, de Edén Gray, basada también en la baraja Rider.
Para los que quieran comparar los múltiples diseños e interpretacio­
nes del Tarot, The Definitive Tarot de Bill Butler resulta de mucha utili­
dad porque describe el simbolismo de las cartas de nueve diferentes ba­
rajas (incluyendo las tres que hemos mencionado) y resume las inter­
pretaciones realizadas por una docena o más de distintos expertos.
El libro de Crowley, The Book ofThoth, desvela el simbolismo de
su baraja.
Para empezar su estudio del Tarot, le recomendamos la baraja Rider
y el libro de Edén Gray. Le proporcionarán una norma fidedigna con la
cual podrá juzgar las demás.
Pero cualquier baraja del Tarot pronto desvelará significados que
son personales. No existe interpretación de ninguna carta que sea irre­
futable, ortodoxa o ‘correcta’, sino que una vez que se ha edificado un
conjunto de significados propios, las cartas le hablarán en el lenguaje de
esos significados. Es buena idea llevar un cuaderno de notas sobre los
significados que le sugieren. Nosotros tenemos uno de anillas, en el que
cada página está encabezada por las fotografías en m iniatura de las car­
tas en cuestión de Rider y de Sheridan (pues Janet prefiere la baraja de
Rider y Stewart la de Sheridan: la selección es siempre personal). Las
fotografías fueron fáciles de obtener; simplemente colocamos las barajas
extendidas con treinta cartas cada vez, las fotografiamos y cortamos de
las fotos resultantes las miniaturas de las cartas. Debajo anotamos los
significados que para nosotros han ido cristalizando a lo largo de años de
uso. Algunas de las cartas han ido adquiriendo motes, como ‘Busy-Busy
para el ocho de varas y ‘La dama triste’ para la Reina de Espadas. Toda­
vía seguimos añadiendo notas al cuaderno.
A veces un concepto de otra disciplina arrojará nueva luz sobre una
carta. Por ejemplo, la carta del Carro con ‘el paralelogramo de fuerzas’;
compárela en un libro de texto elemental sobre dinámica y comprenderá
enseguida por qué. Al parecer, el conductor del carro ha enganchado y
272 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

comprendido fuerzas polarizadas divergentes, y su resultante le condu­


ce allá donde quiera ir.
Cada página (como la mayoría de los libros sobre el tema) también
proporciona un significado de la carta cuando aparece invertida. Pero
para nosotros la mayoría de los libros sobre el Tarot se equivocan al
señalar un posible error. En nuestra opinión, una carta invertida puede
tener uno o dos significados según su contexto: el opuesto (o aspecto
negativo) del significado de la carta en su posición normal, o el significa­
do de la carta en vertical pero en un estado potencial todavía no realiza­
do. El resto de la disposición, y su propia intuición, le dirán normalmen­
te cual de estas dos interpretaciones deberá aplicarse.
Las formas en que se dispongan las cartas son muchas y variadas, y
una vez más la selección depende de cada persona. La disposición en
forma de cruz celta (que aparece en la mayoría de los libros, incluyendo
el de Edén Gray) es quizá la más popular, y es muy sencilla y clara.
Nosotros solemos usarla para escudriñar el pasado, el presente y el pro­
bable futuro de un problema. La disposición cabalística del Árbol de la
Vida resulta muy útil en ciertos problemas, sobre todo para analizar el
carácter de alguna persona y los factores que le afectan a él o a ella. Para
quienes no conozcan la Cábala, la disposición de los diez sefirot del Ár­
bol de la Vida, con sus nombres hebreos, es esta:

1. KETHER
3. BINAH 2.CHOKMAH
5. GEBURAH 4. CHESED
6. TIFERETH
8. HOD 7. NETSAH
9.YESOD
10. MALKUTH

Si se disponen diez cartas según este modelo, una interpretación


muy simplificada de su colocación, según un anáfisis de lectura per­
sonal, sería:
Kether. El Ser; la quintaesencia de la persona, o quizá el estado ac­
tual de su desarrollo kármico.
Chokmah. La fuerza conductora presente de la persona o la motiva­
ción dominante, ya sea consciente o inconsciente.
Binah. El aspecto formativo; que da forma y efectividad a la energía
de Chokmah.
C l a r iv id e n c ia y A d iv in a c ió n 273

Chesed. El aspecto organizativo, administrativo; la capacidad de la


persona para enfrentarse a situaciones prácticas.
Geburah. El aspecto energético; la capacidad de la persona para la
acción positiva.
Tifereth. El factor clave que interrelaciona con todos los demás, ya
sea surtiendo efecto (coordinación) o no (trastorno).
Nesah. El aspecto emocional; instintos y sentimientos.
Hod. El aspecto intelectual; categorías mentales e ideas.
Yesod. La esfera astral; la imaginación creativa; la intuición; el puente
entre Malkuth y los demás planos.
Malkuth. La conciencia cotidiana; los factores físicos; la situación
práctica de la persona tal y como la vive.
Incluso una rápida toma de contacto con la Cábala enriquecerá estos
aspectos y sus interrelaciones; pero baste lo anterior como guía básica a
partir de la cual experimentar.
Normalmente, nosotros utilizamos una distribución de un Árbol de la
Vida con tres Cartas Calificativas, la tres consecutivas que salen de enci­
ma de la baraja, de las que se extrae una orientación sobre futuros desa­
rrollos y del posible curso de acción.
Distribuciones aparte, sacar las cartas una a una para contestar pre­
guntas concretas a menudo resulta útil como método. Se barajan las
cartas y se despliegan boca abajo. El adivino, o el que pregunta (la perso­
na a quien se está leyendo las cartas), saca una carta.
(Como experimento, tras escribir estas líneas, sacamos una carta
para preguntar ‘¿Qué explicaremos ahora?’ La carta fue el Cuatro de
Espadas, en posición vertical, cuya explicación en nuestro cuaderno de
notas dice ‘Descansa de las luchas o el trabajo; tregua prudente.’ En
otras palabras, llegó el momento de hacer un alto: son las ocho menos
cinco de la noche).
... Y la clara luz de la m añana es buen momento para discutir de
cristalomancia, a pesar de que para practicarla lo que se necesita es una
luz oscura.
El método más conocido es, por supuesto, el de la bola de cristal. Se
puede comprar en cualquier tienda de ocultismo, y cuando más grande
sea, mejor, aunque naturalm ente también será más cara. Una alternati­
va más asequible que se puede hacer en casa, y que en opinión de mu­
chas personas resulta satisfactoria, requiere una redoma esférica fácil
de conseguir en las tiendas de laboratorios. Hay que llenarla con una
solución de sulfato de cobre (se disuelven los cristales en agua hasta que
su color verdeazulado nos resulte satisfactorio). A continuación se elimi­
274 E l C a m in o d e la s B ru ja s

nan todas las burbujas (un hervor cuidadoso facilita esta operación, pero
hay que dejar que se enfríe antes de sellar la redoma) y después se tapa
herméticamente con un tapón de corcho, sujetándolo con alambre y ase­
gurándose de que no quede aire dentro.
Otro instrum ento de cristalomancia aún más barato es el cristal ne­
gro, y hay quien asegura que es más fácil trabajar con él. Para ello se
necesita un cristal de reloj, el disco convexo de cristal (de sección plana,
no una lente) que protege su esfera. De nuevo, cuando más grande sea,
mejor, como en los relojes de mesa, pero cinco pulgadas de diámetro es
un buen tamaño. Se pueden comprar en alguna tienda de reparaciones
de relojes. Se limpian bien y se pintan por fuera (el lado convexo) con
pintura negra mate, varias capas, secándolas, por supuesto, antes de
aplicar la siguiente. Lo más práctico es una pintura de aerosol. El lado
cóncavo se convertirá en un espejo negro brillante.
El método para leer la bola de cristal, el cristal o el espejo negro, es
siempre el mismo. Siéntese confortablemente, preferiblemente dentro
de un círculo mágico, con el instrum ento de cristalomancia sujeto en las
manos ahuecadas y colocado sobre un terciopelo negro o en un adecuado
soporte. La habitación debe estar oscura con la sola luz de una vela o
velas dispuestas para que no se vean reflejos en la bola o el espejo. Al
principio, todo lo que deberá ver es un brillo vacío sin ninguna caracte­
rística especial. Relájese, vacíe la mente, deje que sus ojos se desenfoquen
con naturalidad pero m anteniendo la mirada en el brillo. Al cabo de un
tiempo el brillo adquiere una consistencia lechosa y después se aclara,
antes de presentarle imágenes. No se impaciente si a la primera, la quinta
o la sexta sesión no ocurre nada. La perseverancia acabará por romper
la barrera.
Una vez que las imágenes empiecen a surgir, deberán registrarse.
Lo mejor es anotarlas enseguida, pero lo ideal consiste en disponer de
una grabadora o un compañero paciente que vayan registrando los co­
mentarios sobre la marcha. En esto, como en muchas prácticas mágicas,
es de gran ayuda recibir el apoyo y a la vez la crítica constructiva de un
compañero. Haciéndolo por turnos y apoyándose mutuamente, cuando
llega el momento de interpretar los símbolos que brotan en la superficie
del cristal, dos mentes sintonizadas entre sí pueden alcanzar lo que po­
dríamos llam ar visión estereoscópica.
(Recordaremos una vez más que, en Wicca, una asociación de traba­
jo significa una pareja de un hombre y una mujer, por todas las razones
de polaridad psíquica que explicamos en el capítulo XV, ‘Brujería y sexo’.
También en cristalomancia es recomendable esta asistencia, aunque sólo
C l a r iv id e n c ia y A d iv in a c ió n 275

fuera porque la visión‘estereoscópica' profundiza mucho más. Con todo,


un ayudante del mismo sexo es mejor que nada.)
Cuando no se utiliza, el cristal, la redoma o espejo deben guardarse
envueltos en su terciopelo negro, sin que ninguna otra persona pueda
utilizarlo. Tanto la tradición como nuestra experiencia confirman que
un instrumento de cristalomancia deben protegerse contra la luz bri­
llante. Si ha sufrido una exposición a ella (y en cualquier caso siempre
que se acaba de adquirir), deberá recargarse bañándola en la luz de la
luna llena.
M uchas p erso n as disponen de sus propios in stru m e n to s de
cristalomancia. Una de nuestras brujas tiene un pedazo de dos libras y
media de vidrio de Waterford rechazado que le dieron cuando vivía cerca
de la fábrica de Kilbarry; es hermosamente claro pero desigual y amor­
fo, y la mayoría de nosotros no pudimos obtener nada de él, pero para
ella es como si casi hablara. Jan et tiene un colgante de cristal de roca no
mayor que una uña, lo que resultaría demasiado diminuto para la mayo­
ría de los practicantes de este arte adivinatorio, pero también funciona
para ella.
Dos de nuestras brujas practican regularmente utilizando plantas sil­
vestres como disparadoras de clarividencia. Como es lógico, estas plantas
les ponen en contacto con los espíritus de la naturaleza, de los que obtie­
nen información sobre los procedimientos y las necesidades del entorno
local de la planta utilizada. (Esta información adopta a veces una forma
clariauditiva). Puede parecer un exceso de imaginación, pero al vivir como
nosotros en estrecho contacto con el área donde ambas llevan a cabo su
sesiones adivinatorias con estas plantas, podemos confirmar que la infor­
mación que recogen de esta forma ha demostrado ser muy relevante.
O tra bruja que posee una pareja de ponies ha descubierto que
sus percepciones clarividentes m ás agudas surgen espontáneam en­
te cuando lim pia el establo de uno de los ponies, uno pardo y castra­
do de veinticuatro años llam ado Oakie que ha vivido con ella desde
que ten ía diez años. A diferencia de la clarividencia con hierbas, este
tipo de adivinación está norm alm ente relacionada con asuntos h u ­
manos y fam iliares, posiblem ente a causa de la larga relación que
han m antenido, ella y Oakie.
Hablando de la naturaleza, buscar agua con una varilla es una for­
ma de conciencia psíquica muy especializada que entra de lleno en la
categoría de percepción sensible y está, entendemos, particularmente
relacionada con la sensibilidad del cuerpo etérico. Nos llevaría un capí­
tulo entero resumirlo, y para aquellos que quieran experimentarla no
276 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

podemos hacer nada mejor que recomendarles el excelente manual de


Tom Graves, Dowsing: Techniques and Applications, y por su relación
con los misterios de la tierra, las líneasleys y la sabiduría megalítica, su
último libro, Needles ofStone.
La psicometría consiste en obtener impresiones psíquicas manejan­
do un objeto material. Un buen psicometrista podría contarle un mon­
tón de cosas sobre la historia y asociaciones que rodean un objeto de este
tipo. Los cuerpos etérico y astral del objeto establecen contacto con los
de los psicometristas; cada fenómeno que se manifiesta físicamente, ya
sea un ser humano o un pedazo de roca, tiene su correspondiente exis­
tencia en los otros niveles de la realidad. Como escribió un poeta persa
hace mucho tiempo, la vida ‘duerme en el mineral, sueña en la planta,
despierta en el animal y se hace consciente de sí misma en el hombre’. O
por decirlo de otra forma, todo está vivo en un amplio espectro de fre­
cuencias. La frecuencia vital de una montaña es infinitamente más len­
ta que la de una mosca. Incluso dentro del reino animal, puede observar­
se esto; las frecuencias vitales de un perezoso o una tortuga y la de una
ardilla o un colibrí se acercan a ambos extremos del espectro abarcados
per la animalidad, igual que la luz roja y la violeta son los extremos
opuestos del espectro de la luz visible. Las ondas de radio y los rayos X
son de la misma naturaleza que las de la luz, pero como están más allá
del alcance de nuestros ojos, no podemos verlas.
De forma parecida, la conciencia vital ‘norm al’ de los seres hu­
manos está lim itada al espectro de frecuencias de los anim ales y las
plantas. La mayoría de la gente cree que todo lo que se salga de esta
banda carece de vida, pero los ocultistas y los brujos saben que no es
así y trab ajan para am pliar el espectro de sus conciencias, ya sea
directam ente, recogiendo los armónicos superiores o las frecuencias
inferiores, o indirectam ente, observando los efectos de la vida de baja
frecuencia en la vida de alta frecuencia.
Un ejemplo del segundo tipo es la astrología, que estudia la frecuen­
cia vital del sistema solar observando sus efectos en la frecuencia vital
del ser humano.
De alguna manera, la psicometría está relacionada con el primer
enfoque. Un anillo de diamantes, por ejemplo, está vivo en las frecuen­
cias de las gemas y del oro, ambas son más lentas que las de la mujer
que lo lleva. Pero hay frecuencias armónicas entre ambos, como cuando
pulsamos la tecla do más alta en un piano pisando al mismo tiempo el
pedal haciendo vibrar la cuerda baja de do (y todas las mismas notas
intermedias, además de las consonantes). Si el anillo permanece en su
C l a r iv id e n c ia y A d iv in a c ió n 277

dedo durante años, todos los sucesos producirán en sus niveles no físicos
una respuesta armónica en los niveles correspondientes del anillo, y el
anillo los ‘recordará’. Un psicometrista vidente, al m anejar el anillo, re­
cogerá estas ‘memorias’ con la misma resonancia armónica. (Por esta
razón es muy difícil psicometrizar objetos de plástico; al no ser ni orgá­
nicos y minerales naturales, el plástico carece de virtualmente de fre­
cuencia vital propia.)
Es posible que alguien juzgue todos estos comentarios sobre frecuen­
cias vitales como una digresión técnica innecesaria, pero es importante
por dos razones. En relación con la psicometría, ayuda a eliminar el blo­
queo psicológico creado por las opiniones del ego (‘¿Cómo puede una joya
muerta decirme algo de la historia de una mujer viva?’). Y a una escala
mayor, ayuda al ego a aceptar conscientemente la idea de que todo el uni­
verso está vivo, sin la cual poco desarrollo psíquico será posible.
Volviendo a la práctica real de la psicometría. Algunas personas se
limitan a sostener el objeto en una mano y a cerrar los ojos. Otros prefie­
ren sostenerlo contra el ‘tercer ojo’, que la tradición ocultista localiza en
la glándula pineal, en el centro de la frente justo encima de las cejas1.
Quienes lo sostienen en una mano prefieren la izquierda porque está
vinculada, psíquica y etéricamente, con la función intuitiva del lado iz­
quierdo del cerebro. Sólo la experiencia revelará qué método funciona
mejor en cada uno.
Aparte de esto, la regla es la misma que para la cristalomancia: de­
ja r que las impresiones fluyan y expresarlas sin inhibiciones, dejando
los análisis para después.
La cooperación del conventículo resulta idónea para desarrollar la
psicometría. Sus miembros pueden proporcionar objetos para su ‘lectu­
ra ’ y comentar inmediatamente después lo acertados que estuvieron.
Este proceso no sólo descubre psicometristas dotados por naturaleza,
sino que ayudará a los que tengan que esforzarse mucho para desarro­
llar sus aptitudes (lo que quiere decir la mayoría de nosotros), sobre todo
en el problema clave de distinguir entre las impresiones subjetivas y las
objetivas, mejorando así su capacidad clarividente global. La ventaja de
los ejercicios de psicometría entre amigos reside en que la función de
discernimiento se entrena mucho más deprisa.

1. Existe un apoyo psicológico a esta tradición. El Black's Medical Dictionary (véase


Bibliografía bajoThomsoo) dice que la glándula pineal'no tiene función conocida, aunque
recuerda un imperfecto tercer ojo que se encuentra en la misma posición en algunos de
los animales vertebrados inferiores, como por ejemplo el lagarto Hatteria’.
278 E l C a m in o d e la s B r u j a s

Leer el aura hum ana es un caso especial de clarividencia en el senti­


do estricto de la palabra. Como es especialmente relevante en las cura­
ciones, dejaremos su discusión para el capítulo XXI.

La adivinación, la ‘clarividencia por medio de herram ientas’, es, vol­


veremos a insistir en ello, la mejor m anera de entrenarse uno mismo
para lograr la ‘clarividencia sin herram ientas’. Refuerza la confianza,
enseña a confiar en la intuición, y al mismo tiempo a distinguir entre lo
que es auténtico y las tram pas tendidas por la propia conciencia, propor­
ciona un marco dentro del cual el conventículo o grupo de amigos pue­
den practicar juntos, gradualm ente convence de la sincronicidad (o coin­
cidencia significativa) de que son capaces las'herram ientas’, favorecien­
do así la comprensión del principio de la sincronicidad en general y en­
seña a interpretar los símbolos.
Incluso para aquellos que ya poseen un evidente don de clarividen­
cia, la adivinación es un ejercicio saludable, porque esos dones espontá­
neos (sobre todo en el mundo actual, que no los reconoce como tales ni
los sabe im pulsar inteligentemente) suelen escapar a la disciplina y se
manifiestan erráticamente, llegando a veces a provocar situaciones y
estados de terror. La disciplina de la práctica adivinatoria pone bajo con­
trol estas cualidades retinándolas y haciéndolas funcionales.
Una de nuestras brujas, cuando la conocimos por primera vez, era
clarividente hasta un punto que la abrumaba, adquiriendo proporciones
de neurosis. No sabía cómo controlar su poder o como desconectarlo a
voluntad. Su aprendizaje y entrenamiento adivinatorio convirtió lo que
era una carga en un talento provechoso. Ahora es una excelente lectora
de cartas del Tarot y una telépata bastante sorprendente cuyas capaci­
dades precognitivas nos ayudan alertándonos a tiempo de tomar inicia­
tivas que de otro modo podrían cogernos por sorpresa. Su talento sigue
siendo igual de poderoso, pero ahora está bajo control.
La clarividencia es un atributo natural de cada ser humano y como
tal puede ser desarrollado y entrenado. Si lo negamos o reprimimos,
estaremos distorsionando nuestra propia psique. Y si dejamos que se
desperdicie, estaremos infrautilizando nuestra propia integridad.
Sin embargo, es necesario hacer una advertencia: nunca se puede
perm itir que la actividad clarividente domine nuestra vida, veinticuatro
horas al día, por bien desarrollada que pueda llegar a estar. Es sólo una
de nuestras capacidades de conciencia, y debe m antenerse en equilibrio
con las demás. Pasarse todo el tiempo usando la clarividencia o echando
las cartas del Tarot cada cinco minutos para tom ar decisiones que sólo
C l a r iv id e n c ia y A d iv in a c ió n 279

requieren sentido común puede agotar las energías; con frecuencia mer­
man el don y deforman la personalidad de la que depende la individua­
lidad inmortal para su experiencia y expresión personal.
Una conciencia psíquica consentida en exceso puede hacemos des­
cuidar nuestros sentidos cuando más nos hacen falta. Antes de la gue­
rra, una amiga íntima de los padres de Stewart que era adepta de la
Ciencia Cristiana y poseía un poder psíquico considerable con capacida­
des curativas murió en la flor de la vida al estrellarse su coche sin causa
aparente cuando conducía sola. Los que la conocían íntimamente (inclu­
yendo su marido y los padres de Stewart) están convencidos de que en
aquel momento estaba concentrando sus pensamientos y su esfuerzo
psíquico en un caso de curación, cuando debería estar fijándose en la
carretera. Un caso extremo, pero la mayoría de los que poseen poderes
psíquicos han vivido experiencias igual de arriesgadas aunque a un ni­
vel menos alarmante.
Una psique integrada significa equilibrada. Así pues, agudice su fa­
cultad clarividente con inteligencia, pero nunca perm ita que se deterio­
ren sus demás herram ientas.
XX" P ro yec ció n A s tr a l

N uestra conciencia cotidiana y normal está anclada en el cerebro físico y


el sistem a nervioso del cuerpo. En estado de vigilia, el cuerpo es pensado
como‘yo’, u n ‘yo’ que sólo puede ser consciente del mundo a través de sus
sentidos físicos y que sólo puede pensarlo desde el interior de su propia
mente. Es el único estado del que la mayor parte de las personas es
consciente, y en la práctica el único en el que creemos. Incluso los que
creen en un alma inm ortal norm alm ente están de acuerdo en que a lo
largo de sus vidas terrenales su conciencia permanece inseparable del
cuerpo. Se considera que los sueños provienen del funcionamiento del
cerebro cuando el flujo de datos de los sentidos se detiene, y la im agina­
ción llena el vacío resultante con sus fantasías; se puede adm itir que
Hom bres y m ujeres son el sistem a nervioso central de Gaia, el organismo del planeta
T ierra, a través de los cuales es consciente de si m ism a
El tema del cérvix (véase nota en el capítulo XV, 'Brujería y sexo’): (A) el Ornphalos de
Delfos; (B) la piedra bullawn del cementerio de Kells, condado de Meath; (C) piedra bullawn
en Clonegal Castle, condado de Wexford; (D), disco y cuernos de Isis, Abidos, Egipto;y (E)
típica forma del árbol sagrado de la luna asirio
v * * ' •

■•V i..
- •" ' V -

V
Arriba: En esta cabaña del condado de Clare
vivió Biddy Early, la famosa bruja irlandesa
del siglo XIX

Página opuesta, arriba: Fotografía de antes


de la guerra del C hristchurch T heatre,
Hampshire, ‘el primer teatro rosacruciano
de Inglaterra’, que se inauguró el 16 de junio
ile 1938. La hermandad puso en contacto a
Gerald Gardner con los adeptos de New
Forest

Pápina opuesta: Representación (en 1938) o


1939) de Pythagoras, por Alex Mathews, en
el Christchurch Theatre. Doreen Valiente
cree que el primer personaje de la izquier­
da 'podría s e r’ Gerald Gardner

Derecha: Cuadro de Ja n e t del grupo de


form as de p e n sa m ie n to M ara (véase
capítulo XXII, ‘Encantamientos’)
A B C I)

Artesanía ocultista: (A) cuchillo ritual con mango de pata de ciervo, fabricante desconocido;
(B) cuchillo ritual de bronce fabricado por Peter Clark, Irlanda; (D) Espejo de mano Athor
y sistrum fabricados por GeorgeAlexander, Inglaterra; (E) colgantes de George Alexander;
(F) broche de Isis de Muriel Chastener (USA); (G) cruz ansada de Peter Clark, Isis de
Christopher Bailey, dios cornudo de Knut Klimmek, todos irlandedes; y (H) brazalete de
George Alexander
Pantáculos planos zodia-cales, el
grande enjoyado, fotograbados
por Michael H inch, según el
diseño de Stewart(véase capitulo
XXIV, 'Utensilios de brujería')

E n tra d a re s ta u ra d a al
New-grange, el túm ulo
del condado de Meath del
3000 a. C. (véase capítulo
XXV, ‘En armonía con la
tierra’). Los rayos del sol
del so ls-ticio in v e rn a l
atra-viesan el ‘tragaluz
del techo’ (abertura su ­
perior) para ilumi-nar la
cámara central 79 pies
hacia el interior
La suma sacerdotisa, como representante de la diosa, puede en ocasiones utilizar el altar
como trono
P r o y e c c ió n A s t r a l

estas fantasías son psicológicamente significativas y que poseen un vn-


lor terapéutico, pero siguen estando consideradas como actividades del
cerebro físico, de las que el ‘yo’ nunca puede escapar.
Los adeptos a la brujería, los ocultistas y los investigadores rigurosos
de los fenómenos paranormales contemplan la situación de manera muy
diferente, y su actitud viene confirmada por una formidable evidencia.
Si uno considera al ser humano como la entidad de múltiples niveles
explicada en el capítulo XII (‘Reencarnación’), entonces contemplará el
cerebro (complejo y maravilloso como es) simplemente como un meca­
nismo del fenómeno de la conciencia de múltiples niveles (tanto cons­
ciente como inconsciente). Es el mecanismo por medio del cual, vía el
cuerpo etérico, el cuerpo físico interactúa con los otros niveles, así como
el mecanismo por el que el cuerpo físico regula y equilibra sus propias
funciones. Es como el cableado, la radio, la televisión, el teléfono y los
termostatos de la calefacción central de una casa moderna. Pero el ocu­
pante de la casa no es un prisionero, y puede salir por la puerta princi­
pal, encontrarse con la gente en lugar de telefonearla, asistir a concier­
tos o partidos de fútbol en lugar de verlos por la televisión, y saber que,
aunque la casa esté vacía temporalmente debido a su ausencia, cuando
vuelva se habrá mantenido la tem peratura correcta, la televisión estará
esperando para ser encendida, el horno programado habrá preparado la
cena y todo el que le llame por teléfono obtendrá su respuesta.
Es lo mismo con la conciencia humana; por razonable y conveniente
que sea estar la mayoría del tiempo‘en casa’, concentrada en el cuerpo y
el cerebro físicos y comunicándose con el mundo a través de su cableado,
sus antenas y sus ventanas, no tiene por qué lim itarse a estar ahí todo el
tiempo. La puerta de la casa no está cerrada con llave.
La técnica para transferir la conciencia desde el plano y cuerpo físico
al plano y el cuerpo astral se llama proyección astral. Puede aprenderse
o puede suceder involuntariamente.
La proyección astral involuntaria, normalmente descrita como una'ex-
periencia fuera-del-cuerpo’, es más frecuente y está más extendida de lo
que generalmente se cree, en parte porque quienes la experimentan tie­
nen miedo o son remisos a hablar de ello por si se cuestiona su cordura o su
veracidad. Típicamente, la persona que la experimenta se encuentra de
pronto como flotando o en un rincón de una habitación mientras desde ahí
arriba contempla su cuerpo físico a varios pies de distancia, con plena con­
ciencia visual (y a menudo auditiva). La reacción inmediata puede ser cu­
riosidad o pánico. Si es de pánico la conciencia volverá normalmente al
cuerpo físico tras sufrir un desagradable impacto.
290 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Esta proyección puede ocurrir m ientras el cuerpo físico se encuen­


tra relajado, sobre todo en el baño, cuando siente esa ingravidez inter­
media. También puede ocurrir cuando el cuerpo físico está debilitado
por la enfermedad; el libro clásico sobre este tema, The Projection ofthe
Astral Body, de Carrington y Muídoon, se ocupa precisamente del caso
de Sylvan Muldoon, disminuido físico.
Entre los mejores ejemplos registrados de proyección involuntaria se
encuentran los narrados por pacientes que han logrado recuperarse de
una muerte clínica. A menudo se han visto‘permaneciendo’ a un lado de la
mesa de operaciones o una sala de hospital mientras presenciaban y escu­
chaban a los médicos y las enfermeras luchando por revivir sus cuerpos.
Tras su recuperación describieron las acciones y las conversaciones (de los
que sus sentidos físicos ‘muertos’ no podían haber sido conscientes) a un
equipo médico asombrado. El Dr. Raymond Moody proporciona muchos de
estos casos, con citas directas de los pacientes, en su libro Life After Life.
Casi todas las descripciones de lo que se siente en este estado de pro­
yección coinciden. El cuerpo astral se siente ingrávido. La vista y el oído se
agudizan sobremanera. El Dr. Moody dice: ‘Ni uno sólo entre todos mis
casos me informó de olores o sabores mientras se encontraban fuera de sus
cuerpos físicos’, pero puede ser porque todos sucedieron en situaciones clí­
nicas o en accidentes en los que la vista y el sonido imperaban sobre los
demás sentidos. Janet ha experimentado con frecuencia olores significati­
vos durante sus proyecciones astrales, aunque no puede recordar haber
probado nada que excitase su sentido del gusto, seguramente porque en
ese estado no se puede comer o beber; si así fuera (si se sintiera impelida a
hacerlo como un acto ritual, por ejemplo), piensa que es probable que sería
consciente del sentido del gusto.
Lo que nos conduce a otro asunto. Si Janet, por ejemplo, bebiera
vino ritual durante su proyección astral, sería vino astral, que se mani­
fiesta en el plano astral gracias a la fuerza de voluntad de Janet, y lo
mismo habría de experimentar respecto al sabor. Todos los que la han
experimentado coinciden en que durante la proyección el cuerpo astral
no puede m anipular mecánicamente el plano físico. Si Jan et tratase de
coger un cáliz físico, su mano astral pasaría a través de él. El cuerpo
astral puede observar el plano físico con gran precisión, pero normal­
m ente no puede afectarlo o ser afectado por él. El cuerpo astral puede
pasar a través de paredes físicas y no necesita apartarse del camino de
los cuerpos físicos, porque pasarán a través de él.
Incluso todo esto no es cierto al cien por cien. Cargas muy grandes
de energía en el plano astral pueden producir, y de hecho lo hacen, efec­
P r o y e c c ió n A s t r a l 291

tos en el físico, como atestig u an los polstergeist y los fenómenos


Lelequinésicos1. Pero la proyección a s tra l‘norm ar no implica semejante
interacción, excepto a veces a través de una fuerza de voluntad alta­
mente concentrada.
Todos los que han experimentado la proyección astral coinciden en
que el movimiento carece de limitaciones y el pensamiento es más claro
y rápido.
Una cuestión en la que no parece existir acuerdo general es el ‘cordón
de plata’. Muchas personas, durante siglos, han insistido en que durante la
proyección se ve un cordón de plata, infinitamente extensible, entre el cuerpo
astral y el físico, y que esa cuerda sólo se corta en la muerte física. (Hay
quien asegura que el Eclesiastés, XII, 6-7, se refiere a ella: ‘A ntes de que se
rompa el cordón de plata, y se quiebre la ampolla de oro, y se haga pedazos
el cántaro junto a la fuente, y se rompa la polea del pozo; y se tome el polvo
a la tierra que antes era, y retome a Dios el espíritu que Él le dio.’) Si existe
tal cordón, que algunos protagonistas de la proyección astral nunca han
visto, podría ser presumible-mente el vínculo etérico vital entre lo físico y
lo astral; y que si resulta o no visible dependerá de la ‘longitud de onda’ de
todo el espectro astral que la facultad de proyección utilice naturalmente.

Hemos trazado brevemente la naturaleza de la experiencia. ¿Cómo


se puede llevar a cabo deliberadamente y bajo control?
En primer lugar, subrayaremos de nuevo lo que venimos aseveran­
do: el espectro astral es muy amplio; algunas tradiciones ocultistas divi­
den el plano astral en siete sub-planos, pero incluso estos deben conside­
rarse como fusionados unos con otros. En un extremo del espectro, los
fenómenos del plano astral se corresponden muy estrechamente con los
del plano físico. Como dice Doreen Valiente (AnABC ofWitchcraft Past
and Presentí, p. 18),‘todo en el mundo visible de la materia está rodeado
e impregnado por su contrapartida astral.’ Es este mundo de‘contrapar­
tidas astrales’ en el que los pacientes del Dr. Moody se proyectaban, por
ejemplo, cuando podían ver y escuchar exactamente lo que sucedía en el
plano físico. Este mundo, este extremo del espectro astral, es el que hay
que dominar si se pretende observar los acontecimientos en el plano
físico que los sentidos físicos no pueden captar.
Dion Fortune describe un ejemplo de esta clase de proyección en su
novela Moon Magic (edición en tapas duras, p. 91). Lilith Le Fay, en

I. Podría argumentarse, por supuesto, que la telequinesis es de naturaleza más etérica


que astral. ¿Quizá la fotografía Kirlian puede arrojar luz sobre esto?
292 E l C a m in o d e la s B ru ja s

Londres, necesita observar a Rupert Malcolm m ientras este visita una


casa en un centro turístico de la costa. ‘Realicé la proyección astral por el
método habitual, es decir, me visualicé a mí misma como si estuviera a
seis pies de distancia, situada en frente, y entonces transferí mi concien­
cia a la imagen así creada por mi imaginación contemplando la habita­
ción a través de sus ojos. Después visualicé la cara del hombre pelirrojo
y canoso, y me imaginé hablando con él. La magia funcionó. Tuve la
sensación de un descenso tras una rápida subida que siempre caracteri­
za el cambio del nivel de la conciencia; toda la conciencia de mi entorno
físico se desvaneció y me pareció estar en una extraña habitación...’ que
a continuación describe detalladamente.
Dicho así, parece fácil, pero Lilith Le Fay (como Dion Fortune misma)
era una adepta cuya imaginación y fuerza de voluntad eran poderosas
herram ientas perfeccionadas después un largo entrenamiento. Y todavía
logra resumir la técnica básica a seguir para proyectar la conciencia hacia
ese nivel de la ‘contrapartida astral’ del plano astral. Se visualiza, con toda
la nitidez que se puede reunir, u n a ‘imagen’ del cuerpo físico y después, con
toda la determinación de la que se es capaz, se transfiere la conciencia a
ella. El cuerpo astral, así animado, se integra en la imagen.
Para la mayoría de la gente adquirir la técnica supone un largo y
difícil proceso que requiere una gran perseverancia y una lucha cons­
tante contra el desánimo. En el otro extremo, hay personas que poseen
lo que generalm ente se denomina ‘un cuerpo astral suelto’ que se pro­
yecta con sum a facilidad y puede llegar a exigir el desarrollo de un con­
trol para prevenir que suceda espontáneam ente en un mal momento.
La mejor forma de afrontar el problema, pues, varía de una persona
a otra. Uno de los métodos favoritos consiste en utilizar un espejo de
cuerpo entero, relajarse en una silla situada en frente, de m anera que el
cuerpo físico permanezca seguro en su posición y no sufra daño al per­
der la conciencia (que es, después de todo, el objeto del ejercicio), de
modo que se emplea la imagen reflejada como vehículo deseando que la
conciencia entre en ella.
Sylvan Muldoon usaba el método del espejo y recomendaba cuatro
etapas. La primera, hacer acopio en el subconsciente de un fuerte deseo
por transferir la conciencia al cuerpo astral. La segunda, concentrarse
en la imagen del espejo. La tercera, concienciarse claramente de las pul­
saciones, primero en el corazón mismo y después en diferentes puntos
del cuerpo, uno a uno. Y cuarta, tra ta r de frenar las pulsaciones a través
de la sugestión mental. (Nadie con el corazón débil o enfermo de a rrit­
mia debe practicar esta cuarta etapa, por supuesto.)
P r o y e c c ió n A s t r a l 2911

Otro método consiste en cam inar alrededor de la habitación apren


diendo los detalles visuales de memoria. Después relajarse en una silla
(o tumbado) con los ojos cerrados, y dar una vuelta mental por la habita­
ción visualizando y describiéndola con toda la precisión que se pueda,
acompañado de un fuerte deseo de transferir la conciencia a la imagen
que está dando esa vuelta.
Un amigo nuestro que era un apasionado de la alta fidelidad propu­
so llevar a cabo el siguiente experimento: situar dos micrófonos en los
lados opuestos de una habitación conectados con u n a grabadora
estereofónica. Entonces, él caminaría alrededor de la habitación de un
punto de vista a otro, describiendo lo que veía detalladamente. Final­
mente, relajándose sentado o tumbado, con los ojos cerrados y los auri­
culares puestos, escucharía la grabación ayudándose del estéreo para
identificarse con su imagen mientras pasea por la habitación de un lado
a otro y apoyándose en la memoria visual para contemplar lo que su
imagen estuviera contemplando. De esta m anera esperaba facilitar que
la conciencia consiguiese proyectarse en la imagen. Desgraciadamente
perdimos el contacto con él antes de que pusiera en práctica el experi­
mento, por lo que no supimos si tuvo éxito o no. Puede que otros recojan
su sugerencia.
Además del libro citado anteriorm ente de Carrington y Muldoon,
otros que ayudan a desarrollar la facultad de proyección son TheArt and
Practice of Astral Projection, de Ophiel, y The Techniques of Astral
Projection, del Dr. Douglas M. Baker.

H asta aquí nos hemos centrado en el nivel de la ‘contrapartida


a s tra l’ del plano a stra l, el nivel que se encuentra m ás próximo al
físico, y a través del cual podemos expandir n u estra conciencia y
conocimiento respecto al nivel físico. D urante la proyección en este
nivel, n u estra conciencia está principalm ente dirigida hacia el doble
a stra l del mundo físico, y no es probable que seamos conscientes,
excepto débilm ente o en in s ta n te s de lucidez, de las entidades
incorpóreas o fenómenos que abarrotan los que podrían llam arse tr a ­
mos medio y superior del plano astral.
Pues cuando exploramos el plano astral en su conjunto descubrimos
que tiene dos características. En primer lugar, que está poblado por las
entidades y fenómenos que hemos mencionado, que pueden ser favora­
bles, hostiles o neutrales. Y en segundo lugar, que es extremadamente
maleable, o en otras palabras, que puede reestructurarse y verse afecta­
do por la emoción, la imaginación o la fuerza de voluntad.
294 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Esto no significa que io que encontrem os en el plano a stral sea


ilusorio; todo lo contrario. Igual que en el plano físico podemos h a­
cernos conscientes de los objetos de diferentes m aneras (lo que un
h ab itan te de la ciudad contem plaría como inm undicias m alolientes
al encontrarse un sendero lleno de excrem entos de vaca, un granjero
lo vería como valiosos fertilizantes y un a rtis ta pensaría en un in te­
resan te contrapunto visual al verde del campo; ¡todos tienen razón!),
siendo capaces de m anipular y re e stru c tu ra r nuestro entorno psí­
quicam ente, en el plano a stra l las entidades reales pueden disfra­
zarse ellas m ism as de diferentes form as según nuestro tipo de con­
ciencia, y nosotros podemos re e stru c tu rar nuestro entorno astral con
algún tipo de esfuerzo diferente.
Cuando alcanzamos la conciencia en el plano astral, descubrimos
que, en cierto sentido, disponemos de una mayor libertad de acción en
los ‘tram os medios’ que en los niveles más alto o más bajo del espectro.
En el plano inferior, como hemos visto, lo astral está muy estrechamente
vinculado al mundo físico, y al tiempo que la proyección agudiza nuestra
conciencia de él ampliando en gran medida nuestra libertad de movi­
miento, nuestra libertad de acción, es decir, la capacidad que tenemos
para m anipular la s ‘contrapartidas astrales’ que nos rodean, resulta en
realidad muy limitada a causa de su ceñida integración con sus contra­
partidas físicas.
El nivel astral superior, en el otro extremo, m antiene estrechos vín­
culos con los niveles espiritual y mental. Las entidades que lo habitan
tienden a ser de un orden superior al nuestro. Por lo tanto, la experien­
cia consciente en este nivel, una vez alcanzado, es probable que sea más
receptiva que activa, y que el entorno sea más impresionante que ma­
leable. En todo caso, podemos ser activos internamente, dentro de los
límites de nuestra propia psique total, porque en este nivel la personali­
dad estará más conscientemente en comunicación con la individualidad
inmortal, más cerca del potencial enriquecimiento de la primera y del
progreso kármico de esta última.
Los ‘tram os medios’ del plano astral son mucho más caóticos que en
los extremos. En ellos, la experiencia puede ser muy gratificante, pero
también peligrosa. No somos meros observadores, sino participantes,
responsables de nuestros propios actos y de sus consecuencias.
La proyección astral en estos niveles medios y en un estado de concien­
cia despierta normal puede entenderse como un desarrollo de la proyec­
ción desde el nivel inferior que ya hemos descrito, pero es más probable
que se alcance como consecuencia natural del desarrollo psíquico global
P r o y e c c ió n A s t r a l 295

como brujo u ocultista que progresa, antes que a través de las técnicas de
ningún libro sobre introspección.
Decimos ‘en un estado de conciencia despierta normal’ porque hay
una forma en la que todo el mundo se proyecta sobre los niveles medios
astrales: al soñar. No en todos los sueños, porque la mayoría no son sino
un diálogo interno entre distintos elementos de la psique personal. Pero
existen algunos (y se aprende rápidamente a reconocerlos una vez que
se reconoce su utilidad) en los que la conciencia se aventura fuera de las
fronteras de la psique personal hacia la concurrida explanada del nivel
medio astral.
Una característica del sueño de proyección astral es que sesabe que se
está soñando. Aunque se está dormido, se es plenamente consciente. Se
puede examinar el sueño, experimentar con él y manipularlo. Otro rasgo
muy convincente de confirmación sucede cuando uno se encuentra con
amigos en el sueño y más tarde descubre que participaron en la experien­
cia; aunque para eso hay que ser muy sincero consigo mismo y sólo con­
trastar notas con los amigos en quienes se tiene plena confianza y se está
seguro de que carecen de pensamientos de realización de deseos. (Las
mujeres de nuestro conventículo son particularmente aptas para ello. Cuan­
do empiezan las llamadas telefónicas matutinas, Stewart suele bromear:
‘Hola, anoche las chicas salieron otra vez al plano astral.’)
Hacerlo demasiado puede resultar agotador, y hay que tener el sen­
tido y la fuerza de voluntad para dejarlo cuando sea necesario. Una
sum a sacerdotisa, sobre todo, al estar involucrada y preocupada psíqui­
camente por todo el conventículo, si no tiene cuidado puede ver su sue­
ño invadido con dem asiada frecuencia para su descanso, a menudo
involuntariam ente, por culpa de los miembros menos experimentados.
En el conventículo de Sanders, Maxine solía decirnos recién iniciados:
‘Recuerda, ¡siempre te estoy vigilando con mis ojos astrales!’ No fue
hasta mucho después, dirigiendo ya nuestro propio grupo, cuando nos
dimos cuenta de la seriedad de aquella frase.
Es probable que todo clarividente responsable que se dedique a
actividades ocultistas se encuentre en la situación de ten er que ac­
tu a r con firm eza en el plano astral p ara solucionar una crisis. Este
tipo de enfrentam iento puede adoptar las formas típicas del nivel
medio a stral, simbolismos y cambios de forma mezclados con la con­
ciencia real de objetos y lugares físicos.
Un ejemplo de nuestra propia experiencia. Sabíamos que X estaba
am argam ente celoso de Y, y que X poseía un considerable poder psíquico
en bruto, muy poca responsabilidad personal o psíquica y marcadas ten­
296 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

dencias vampíricas. Naturalmente, estábamos preocupados, pues man­


teníamos con Y una estrecha amistad. Una noche, mientras dormía, Janet
se encontró de pronto proyectándose astralm ente y supo que X había
entrado en el sendero de la guerra astral. Le vio como una criatura pare­
cida a una enorme babosa verde, y siguió su viscoso rastro verde por
todo Dublín. El enfrentamiento final ocurrió en el apartamento de Y,
que se encontraba durmiendo. X le atacó y Janet cogió la espada del
conventículo atacándole a su vez a él. Cuando la babosa verde se
desintegró, la proyección finalizó y Jan et se despertó en su cuerpo físico.
Cualquier psiquiatra hubiera diagnosticado que se trató de un sim­
ple sueño de ansiedad disparado por la preocupación de Janet respecto a
aquella situación, pero no fue así por dos razones. Porque a la mañana
siguiente descubrimos que la espada del conventículo (que había sido
completamente limpiada el adía anterior) estaba recubierta de una ex­
trañ a sustancia verde sin que pudiéramos encontrar ninguna explica­
ción ‘natural’, a pesar de que lo intentamos por todos los medios, como
siempre hacemos ante este tipo de fenómenos. Y porque cuando volvi­
mos a ver a Y, tenía dos heridas igualmente inexplicables en el cuello.

De todo esto se deduce que las directrices para conducirse en el plano


astral habrán de extraerse de lo que hemos dicho antes sobre la teoría
de los niveles, sobre la ética wiccaniana y sobre la defensa psíquica. Si se
actúa en conformidad con ellas la proyección astral será una experien­
cia enriquecedora y sin riesgos, además de suponer una gran expansión
de las facultades psíquicas humanas.
Una nota final sobre un fenómeno que está estrecham ente vincu­
lado a la proyección astral: la bilocación o facultad de encontrarse en
dos lugares al mismo tiempo. Existen m ultitud de casos debidam en­
te atestiguados de personas a las que se ha visto y con las que se ha
hablado, de forma absolutam ente física y no fantasm al, sim ultánea­
m ente en lugares muy distantes. Al parecer se tra ta de una facultad
asociada a personas de notable poder esp iritual, como el difunto Pa­
dre Pío. Si tales informes son ciertos (y muchos de ellos parecen es­
ta r fuera de duda), h ab rá que llegar a la conclusión de que el sujeto
en cuestión poseía un don perfeccionado de proyección astral y todo
el poder y motivación necesarios p ara hacer que su cuerpo astral
proyectado se m anifestara de forma visible y audible para lograr un
propósito que creía im portante.
Sin embargo, es evidente que esto puede también suceder espontánea­
mente y sin motivo evidente. El médico francés Francis Lefébure, activo en
P r o y e c c ió n A s t r a l 297

la Segunda Guerra Mundial, es un ejemplo bien conocido. Resulta intere­


sante observar que Lefébure fue un experto practicante de yoga.
Y aunque no esperamos que se nos crea, pues a pesar de todos nues­
tros esfuerzos no hemos sido capaces de desm entir las pruebas, uno o
dos de nuestros gatos tienen ese don. Pero ya se sabe que a los animales
no les inhiben las ideas preconcebidas. ¿Se tra ta de una lección para los
aspirantes a brujos?
X X I C u racion es

Desde tiempo inmemorial, la curación ha sido una de las actividades


más importantes de la brujería, y lo sigue siendo hoy en día. En reali­
dad, solía ser una función establecida del sacerdocio, desde los sacerdo­
tes sanadores del antiguo Egipto a los druidas1y los primeros cristianos.
Sin embargo, la Iglesia pronto olvidó el m andato de Jesús: ‘Curad al
enfermo, limpiad a los leprosos, resucitad a los muertos, expulsad a los
demonios’; al menos en cuanto a la curación física o espiritual se refiere,
aunque muchos monjes y monjas se convirtieron en hábiles herbalistas

1. La invención de la aspirina puede atribuirse a tos druidas, pues fueron ellos quienes
descubrieron las propiedades analgésicas de la salicina, el extracto de la corteza de sauce
que es su precursor.
C u r a c io n e s

y nadie duda de la dedicación de los misioneros médicos. El vacío de las


curaciones psíquicas fue ocupado por las viejas sabias de las aldeas o por
los adivinos, y no es por casualidad que muchas y muchos de ellos fueran
seguidores de la Antigua Religión, puesto que eran personas que cono­
cían el poder psíquico y no se sintieron inhibidos por el dogma de una
iglesia que contemplaba sus actuaciones con una activa desconfianza.
Las brujas y los brujos de la actualidad tienen (o al menos se esfuer­
zan por aum entar) el mismo conocimiento y, naturalm ente, han hereda­
do la misma tradición curativa. Muchos adeptos, como ya hemos señala­
do, son médicos profesionales o enfermeras y combinan sus conocimien­
tos psíquicos con la ciencia médica moderna, una combinación que pue­
de resultar muy poderosa, a la vez que logra evitar un montón de erro­
res de bulto provocados a menudo por culpa de la bien intencionada pero
estrecha de m iras tecnología.
Teniendo en cuenta que la mayor parte de las brujas y los brujos no
están entrenados profesionalmente en medicina o psiquiatría, ¿cómo ejer­
cer entonces su función curativa con efectividad y seguridad?
Un solo capítulo (o incluso una librería entera) resulta insuficiente
para enseñar a nadie, pero esperamos poder señalar los caminos por los
que se puede aprender a ser un sanador.
Los métodos de curación practicados por la brujería pueden dividir­
se en líneas generales en cuatro apartados, aunque se superponen, y dos
o más de ellos pueden estar (y normalmente lo están) combinados. Son:
el herbalismo, los encantamientos, las actuaciones directas sobre el aura
y la psicología.

Herbalismo

Como ya hemos señalado en la p. 189, los adeptos se sienten atraídos


hacía el herbalism o porque la brujería es una religión basada en la
natu raleza, y el estudio de las hierbas es una m anera provechosa de
agudizar su sintonía con todos los niveles de Gaia, el organismo vivo
del p lan eta T ierra.
P ara u sa r hierbas con fines curativos se debe (I o) saber dónde
encontrarlas, (2o) ser capaz de identificarlas con seguridad absoluta
y (3o) e s ta r bien informado de los efectos y propiedades de cualquie­
ra que se vaya a utilizar. Todo lo cual puede parecer obvio, pero hay
personas que combinan un entusiasm o místico por las ‘curas’ n a tu ­
rales con un enfoque chapucero de su práctica, lo cual, sencillam en­
te, no basta.
300 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Afortunadamente, se puede aprender y practicar el herbalismo con


una hierba cada vez, que es realmente la mejor forma de iniciarse, ex­
tendiendo el repertorio gradualmente (lejos aún de recibir un curso pro­
fesional sobre el tema). Se puede empezar escogiendo hierbas muy co­
nocidas que curan dolencias sencillas y que no es probable que estén
contraindicadas con ningún tratam iento que el médico pueda estar pro­
porcionando (aunque siempre habrá que comprobarlo).
Pongamos dos ejemplos. La infusión de flores de saúco es un re­
medio balsámico contra las quem aduras de sol. El árbol del saúco,
amablemente por su parte, está en flor justo en la época en que pue­
den ocurrir las quem aduras de sol, y resulta muy fácil de identificar.
E sta infusión se puede aplicar con total seguridad sobre las quema­
duras propias o las de un amigo, y se irá adquiriendo confianza (y
acrecentando la reputación) cuando se compruebe su eficacia. Todo
aquel que sepa hacer una ja rra de té sabrá hacer una infusión. El
siguiente paso consiste en aprender la técnica, bastante menos fácil,
de elaborar un ungüento; entonces se estará preparado para tra ta r
quem aduras de sol cuando las flores hayan desaparecido. (También
se puede hacer una infusión con flores secas).
El segundo ejemplo lo encontramos en la celidonia menor, o ficaria
(Ranunculus ficaria), una flor primaveral temprana. Proporciona un
excelente tratam iento contra las hemorroides. Se recoge toda la planta
m ientras está en flor y se seca. También se puede preparar en infusión
o como pomada. Es menos fácil de identificar (no se debe confundir con
la celidonia, Chelidonium majus, por ejemplo, que tiene usos totalmen­
te distintos), pero una vez que nos la hayan señalado no deberemos
olvidarla. Sus propiedades son excelentes, y a la vista de la difícil natu­
raleza de la dolencia que cura, puede que tengamos que enfrentarnos a
embarazosos pacientes agradecidos.
La clave respecto a am bas plantas estriba en que am bas son
inocuas incluso en un diagnóstico erróneo, y casi con toda certeza
serán beneficiosas.
La siguiente planta a estudiar y aplicar podría ser la eufrasia (Euphrasia
offLcirtcdis), indicada contra la inflamación de los ojos, una vez más asegurán­
dose de que el paciente acuda al médico si la inflamación persiste o resulta ser
un síntoma de algo más serio. Otra planta interesante es la maravilla o caléndula
{Caléndula officinalis), que constituye un útil estimulante para tratamientos
locales de varias clases, evitando siempre la caléndula de los pantanos (Caltha
palustris), que es muy irritante y pude producir serios efectos colaterales cuan­
do se emplea sin conocerla con exactitud.
C u r a c io n e s 301

El principio a seguir consiste en no precipitarse y echar a correr


antes de saber andar. Vaya trabajando su repertorio con hierbas segu­
ras, una a una, y nunca se adelante a sus conocimientos.
Si es posible hacerlo bajo la guía de un herbalista experimentado,
mejor que mejor. De otro modo, habrá que estudiar y consultar constan­
temente libros fidedignos.
El clásico es el Culpeper’s Complete Herbal, escrito por el astrólogo y
médico del siglo XVII Nicholas Culpeper, reeditado constantemente des­
de entonces. Su solidez queda claramente demostrada por las constan­
tes citas que de él hacen los libros actuales sobre esta materia.
Sobre las hierbas actuales el libro Potter’s New Cyclopaedia de R. C.
Wren es claro y conciso. No obstante, en nuestra opinión la obra más útil
que conocemos es A Modera Herbal de M. Grieve, editado por vez prime­
ra en 1931. Lejos de una capacitación profesional, un futuro herbalista
no puede hacer nada mejor que confiar plenamente en la señora Grieve.
Para la identificación de las hierbas, lo ideal es conocerlas en su
hábitat natural por mediación de alguien que sepa identificarlas con
precisión. Pero incluso en ese caso (puesto que resulta imposible tener a
alguien sujeto con una correa llevándole a todas partes) habrá que apo­
yarse en los conocimientos de un libro. Para el Reino Unido e Irlanda, la
obra más exhaustiva y práctica es The Concise British Flora in Colour,
de Keble M artin, que contiene ilustraciones muy precisas de 1.486 espe­
cies y descripciones de muchas más. Este libro se ha convertido en nues­
tra biblia botánica que llevamos a todas partes. Como complemento tam ­
bién apreciamos mucho Wild Flowers ofBritain de Roger Phillip, ente­
ram ente ilustrada con fotografías a color.
Aprenda todo lo que pueda del conocimiento tradicional local, sobre
todo si vive en el campo, pero recuerde que siempre puede haber confu­
siones y diferentes nomenclaturas, así que lo mejor será confirmarlo con
los libros de Culpeper, de Potter o de Grieve (discretamente, o su infor­
mador podría ofenderse y cerrar la boca).
Hablando de tradiciones locales, y algo al margen del tema de las hier­
bas, en el condado de Mayo conocimos el origen de la frase ‘el pelo del
perro que te mordió’. Literalmente significa eso. Vimos a un vecino que
fue mordido por un perro (más o menos intencionadamente) coger un
pelo de la piel del culpable y colocarlo en el vendaje de la herida. Coinci­
dencia o no, al día siguiente había curado totalmente.
302 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Encantam ientos
Los principios y las técnicas de los encantamientos se discuten en el
siguiente capítulo. Todos los métodos descritos (encantamientos de ima­
gen, encantamientos con velas, con el cordón mágico, la magia de manos
unidas o la creación de formas de pensamiento) pueden utilizarse con
fines curativos; y todos los refuerzos sugeridos (tales como el uso de colo­
res y los nombres del dios o de la diosa más apropiados) también actúan
a favor de los encantamientos curativos.
Cada método tiene sus ventajas. Con el encantamiento de imagen,
es más fácil concentrar la fuerza de voluntad y la imaginación sobre una
zona particular del cuerpo. La magia del cordón o de la unión de manos
resulta apropiada en el marco de un esbat normal del conventículo. He­
mos descubierto que los encanta-mientos con velas son idóneos para
hacer trabajos en solitario o en grupo cuando se recibe una petición de
ayuda curativa inmediata y no hay posibilidad de escapar a las obliga­
ciones cotidianas; también es adecuado cuando se necesita ayuda du­
rante unas pocas horas determinadas, como durante una operación, un
parto o la fase crítica de una enfermedad.
Trabajar con formas de pensamiento es muy efectivo cuando se re­
quiere un esfuerzo principal por parte de un grupo o una asociación, y
especialmente cuando existen varios factores involucrados en la situa­
ción; por ejemplo cuando han de tenerse en cuenta la conducta del pa­
ciente familiar, el tiempo atmosférico o el riesgo de contagio infeccioso
con niños. Las formas de pensamiento pueden hacerse ‘a medida’ para
vigilar todos estos factores con más facilidad, por ejemplo, de lo que se­
ría posible con un encantamiento de imagen.
Hay una forma de encantamiento exclusiva para lograr curaciones:
el uso de un doble. Se selecciona como doble a un miembro del conventí­
culo del mismo sexo que el paciente y con la edad y características físicas
más parecidas posible; por ejemplo, un hombre de unos treinta años, con
pelo oscuro, de constitución maciza y peso medio. El conventículo lo con­
sidera temporalmente una réplica del paciente, una especie de monitor-
cámara de televisión, m ientras que el doble se imagina a sí mismo como
tal, concentrándose en crear un fuerte vínculo astral con el paciente,
ausente físicamente. Entonces se lleva a cabo el trabajo curativo utili­
zando el doble como canal. Algunos conventículos lo encuentran muy
efectivo, pero tiene sus peligros, siendo el más evidente la infección psí­
quica del doble por el paciente. Hay que tener mucho cuidado protegién­
dole, y el conventículo tener plena confianza en su capacidad para ha­
C u r a c io n e s 303

cerlo. Es aconsejable escoger a una persona de reconocido poder curati­


vo y sensibilidad psíquica para que se encargue de la operación. En ge­
neral, lo mejor es que este método sólo se emplee por conventículos muy
experimentados.
(Sobre el problema de infecciones psíquicas o etéricas del curador,
véase la p. 312.)
Cuando el paciente es un miembro del conventículo y se encuentra
presente, el método de canalizar poder hacia él o ella puede lograr resul­
tados espectaculares. Lo aprendimos (como en tan tas otras ocasiones)
con mucho esfuerzo, por culpa de un accidente mágico. Estábamos toda­
vía en el conventículo de Sander y Alex organizando rituales para una
visita de un equipo de filmación alemán. En una secuencia hacíamos
una demostración del cordón mágico con un rueda radiante de cordones
sujetos cada uno por un hombre y una mujer a cada extremo (véase p.
321). Con su ojo infalible para los efectos visuales, Alex situó a una de
nuestras brujas, Wendy, tum bada boca arriba bajo el centro de la rueda
como ‘foco de poder’, m ientras que los que sostenían los cordones se mo­
vían en sentido de las agujas del reloj cada vez más deprisa. El cámara
estaba encantado con la imagen de las figuras y la rueda de cordones
girando, y cuando todos nos encontrábamos imbuidos en el espíritu del
ritual sentimos que se estaba creando un poder tremendo. Llegó el mo­
mento en que el director gritó ‘¡Corten!’ y nos preparamos para la si­
guiente secuencia.
Aquella noche volvimos a casa en el mismo coche con Wendy, y la
pobre chica estaba desesperada por un atroz dolor de cabeza. Desgracia­
damente, nadie había pensado en un objetivo provechoso que recogiera
todo el poder que casi inadvertidam ente habíamos convocado ni de ha­
cer que Wendy ‘descargarse en tierra’ inmediatamente después2. Así
pues, estaba repleta de poder sin descargar, un poder que la había utili­
zado más como callejón sin salida que como canal. Y aunque nos dimos
cuenta de lo que había pasado, ni yo ni Wendy teníamos entonces expe­
riencia suficiente para poner las cosas en su sitio.

2. Cuando una suma sacerdotisa (o ¿por qué no? una bruja o brujo que trabaje en solitario)
siente ese poder superfluo que ha quedado sin descargar, deberá asegurarse de que‘aterriza’
antes de que el grupo se disperse o se termine el trabajo. Los juegos absurdos que implican
movimiento físico, en claro contraste con el trabajo serio acabado de finalizar, son una
forma efectiva de hacerlo. Otra forma sencilla consiste en que todo el mundo salga fuera
de casa descalzos, o apretar las manos contra la tierra imaginando que el exceso de carga
se diluye en el terreno. Un método más radical consiste en lanzar al conventículo a un
carrera de una milla por el campo ¡a oscuras!
304 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

A pesar de todo, gracias a aquel dolor de cabeza de Wendy aprendi­


mos que la técnica podría aplicarse con seguridad y ser útil. También
aprendimos una lección que todo conventículo implicado en los medios
de comunicación debería recordar, esto es, que incluso un ritual de de­
mostración convoca poder, y que también en la agitada atmósfera de
una película o un estudio de televisión puede convocarse una gran can­
tidad, por lo que siempre hay que prever una salida constructiva, aun­
que sólo sea para curar el resfriado de una secretaria de rodaje. Siempre
se puede dar con un objetivo útil.
Sobre este tema, los actores que organizan evocaciones de entida­
des siniestras como truco efectista se están buscando problemas. Recor­
damos un famoso grupo de rock de Londres, hace algunos años, que
representó un acto en el escenario en el que un mago realizaba ciertas
evocaciones para devolver la vida a la chica m uerta a la que amaba. Por
lo que se ve, una mera representación dram ática y espectacular, pero
una de las actrices sufrió un ataque, otra se quemó gravemente y casi
se corta con la espada, además de varias cosas más que se torcieron
peligrosamente.
Hay que admitir que hay actores más cuidadosos. Una vez nos pidie­
ron que asesorásemos sobre autodefensa psíquica a una compañía aficio­
nada de actores y actrices que participaban en las escenas de brujería en
una representación de Macbeth. Nos tomamos en serio el encargo e hici­
mos unos cuantos amigos interesantes.
Estos incidentes formaban parte de la ola de interés por lo oculto
que surgió en los primeros años de la década de los setenta, que en el
negocio de los espectáculos profesionales se convirtió, la mayoría de las
veces, en un mero afán ‘recaudador’ y que tuvo como resultado algunas
víctimas. Muchos creyeron que un famoso personaje pop había muerto
como resultado de un ataque de magia negra de alguien a quien había
ofendido, pero Janet, que le conocía bien, cree que fue porque había es­
tado jugueteando musicalmente con las Llamadas de Enoch sin los co­
nocimientos suficientes, e ‘intentando poner en escena a Abramelin’. Su
falta de preparación resultó desastrosa.
Estos jugueteos desinformados son dinamita, y hay señales de que
una nueva ola de negocios‘recaudadores’ del espectáculo puede estar en
camino. Los adeptos a la brujería y los ocultistas serios que tienen ami­
gos en la profesión deben estar preparados con primeros auxilios y tam ­
bién con sus consejos: el primero, la advertencia de que si esos actores
quieren realmente sintonizar con el espíritu de los tiempos deberán in­
clinarse hacia un paganismo ‘limpio’, y a tener en cuenta las relaciones
----------------------------------------------------------------------------

C uraciones 305

de la humanidad con Gaia, antes de juguetear superficialmente con los


símbolos más complejos y formidables de un ocultismo fuera de contex­
to. Muchos actores excelentes son auténticos brujos o paganos, pero sien­
ten y no olvidan que están actuando. No son diletantes dedicados a sa­
car provecho de la situación.
Puede parecer que esto es una digresión que nos aleja del tem a
de las curaciones, pero es un campo en el que hace falta mucho tr a ­
bajo curativo.

Curación por el aura

La parte importante del aura humana, desde el punto de vista curativo, es


la banda interior que inmediatamente rodea el cuerpo físico, al que por
supuesto también impregna. Es, de hecho, el cuerpo etérico, la red de ener­
gía que vincula el cuerpo físico con el astral, el mental y el espiritual, y los
mantiene así durante toda la vida. Su substancia es más tenue que la
materia, pero menos que la astral: contiene moléculas de materia, al me­
nos en forma de feromonas (véase p. 260). Parte de las frecuencias de su
energía se pueden detectar con instrumentos físicos, como lo demuestran
las fotografías Kirlian.
Al igual que el cuerpo astral, aunque de forma distinta deoido a sus
estrechos vínculos con el físico, puede verse directamente afectada por
influencia de la emoción, la fuerza de voluntad y la psique; de ahí su
im p o rta n c ia en la curació n p síq u ica, ta n to d ia g n ó stic a como
terapéuticamente.
El efecto de la emoción sobre el aura también ha sido recogido en las
fotografías Kirlian. En The Body Electric (pp. 164-9), Thelma Moss, de la
universidad de Los Ángeles, California, describe experimentos en los que
se tomaron fotografías Kirlian de los dedos adyacentes de personas que
sentían antipatía o atracción entre sí. Las fotografías de los que sentían
antip atía m uestran un ‘efecto de corte de pelo’ con las dos auras
alcanzándose entre sí y fusionándose (ibid. Fotografía 5-1). La doctora Moss
quedó asombrada al descubrir que similares ‘fotografías eléctricas’, mos­
trando el mismo efecto, fueron tomadas en el siglo XIX por un médico pola­
co, Iodko-Narkovitz (ibid. p. 151 y Fotografía 4-1), mucho antes de que el
inventor soviético Semyon Kirlian prestara su nombre al proceso. The Body
Electric proporciona una información fascinante sobre las implicaciones
curativas del fenómeno que Moss y sus colegas estaban investigando.
El prim er médico que estudió el aura hum ana como un fenómeno
natural útil para la diagnosis fueWalter J. Kilner de Hospital St.Thomas
306 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

de Londres, a comienzos del siglo XX. Enfocó sus investigaciones desde


un punto de vista no ocultista, aunque aceptó que los clarividentes po­
dían ver el aura. Estimulado por este hecho, empezó a investigar si po­
día verse ‘norm alm en te’. D em ostró que era posible, y realizó el
transcendental descubrimiento de que la sensibilidad a las frecuencias
implicadas podía mejorarse usando filtros ópticos tratados con dicianuro,
filtros que acabaron siendo conocidos como‘pantallas Kilner’. Continuan­
do con sus experimentos descubrió que las diferentes características del
aura podían examinarse utilizando otros filtros de varios colores. (Se
pueden conseguir gafas de Kilner y equipos de filtros de color en
Occultique, 73 Kettering Road, Northampton NN1 4AW.) Kilner publicó
sus descubrimientos y muchos datos sobre los casos que estudió descri­
biendo diagnósticos por el aura en su libro The Human Atmosphere (1911),
que se reeeditó en una edición de bolsillo en 1973 con el más apropiado
título de The Aura.
Kilner distinguió tres partes del aura. En primer lugar, una estre­
cha banda transparente pegada a la piel, no más de un cuarto de pulga­
da de grosor, que aparecía como un espacio oscuro que bautizó‘el Doble
Etérico’, algo confusamente, en vista de la utilización ocultista general
del término para referirse al cuerpo etérico en su totalidad. Su vista,
aunque completamente‘natural’, debió ser desacostumbradamente agu­
da, o como algunos sospechan, parcialm ente psíquica sin que él lo su­
piera, porque muchos clarividentes adm iten no poder descubrir una
banda como esa. A la segunda franja la denominó el ‘A ura Interna’, la
parte más densa y fácil de ver, de una a tres pulgadas o más de ancho y
que sigue los contornos del cuerpo. A la tercera, que se extendía más
allá del aura interna con un perfil más homogéneo la llamó el ‘A ura
Externa’. Normalmente, el aura externa es mucho más ancha que la
interna, sobre todo en torno a la cabeza. Muchos clarividentes parecen
estar de acuerdo con él en lo que se refiere a las auras interna y exter­
na, así como en su descubrimiento de que el aura interna es general­
mente la más útil para la diagnosis de las enfermedades.
Más allá de la diagnosis, Kilner descubrió dos cosas significati­
vas: prim ero, que con frecuencia se veían rayos entre una mano si­
tu ad a cerca y el au ra del paciente; y segundo, que la fuerza de volun­
tad podía afectar al aura. La relevancia para la curación psíquica es
clara, aunque K ilner no la buscaba en su libro, comprensiblemente
quizá, en vista de su enfoque no ocultista y su obvia pero incumplida
esperanza de que sus ortodoxos colegas juzgasen favorablemente sus
descubrimientos.
C u r a c io n e s 307

Un interesante libro moderno (1970) que continúa y completa los


descubrimientos de Kilner es The Origin and Properties ofthe Human
Aura, de Oscar Bagnall.
En cuanto al color del aura, tanto Kilner como Bagnall afirman que
va desde el azul al gris. Ambos autores están de acuerdo en que los indi­
viduos muy inteligentes poseen auras notablemente más azules, mien­
tras que los individuos mentalmente poco dotados las tienen más grises.
Muchos videntes ven más colores, desde el dorado al rojo o del viole­
ta al marrón, pero esto parece ser una percepción clarividente más que
óptica. Los videntes son psíquicamente conscientes de cualidades relati­
vas al carácter o a los estados emocionales y espirituales del individuo,
conciencia que se manifiesta como fenómeno visual. En otras palabras,
existe un elemento de cristalomancia en la observación vidente del aura.
Esto resulta perfectamente válido, por supuesto, y realmente constituye
un don que se puede entrenar y desarrollar, pero como en todo lo relati­
vo a la cristalomancia, para poder comprenderlo en su totalidad y con­
trolarlo hay que tener muy clara en la mente la distinción entre la visión
clarividente y la estrictam ente óptica.
¿Cómo desarrollar la capacidad para ver el aura?
Para la mayoría de nosotros el mejor modo de enfocar el aprendi­
zaje consiste en comenzar por dom inar la capacidad puram ente vi­
sual, y una vez adquirida, abordar la capacidad clarividente.
Las condiciones p ara la visión óptica del au ra deben ser correc­
tas. Como hemos dicho ya, el sujeto debe e sta r desnudo, pues al m ar­
gen de los efectos que las ropas pueden ten er sobre las característi­
cas del au ra, su espesor ocultará al menos p arte del au ra interna. Se
precisa luz del día tenue o de una vela, pues incluso las luces de
brillo moderado cegan las células de la retina que recogen las fre­
cuencias áuricas. La persona debe situ arse contra un fondo muy os­
curo; la m ayoría de los experim entadores prefieren el negro o el rojo.
(Como señala Bagnall en la p. 58 una de las ventajas de situarse
an te un fondo rojo es que proporciona una referencia para medir la
cantidad de luz exigida; si se puede ver que es rojo es que la luz es
dem asiado fuerte y debe atenuarse, porque el extremo rojo del es­
pectro ‘in u n d a’ la visión.) Sólo los ensayos pondrán de manifiesto las
condiciones ideales.
Las gafas de Kilner no son esenciales, pero la mayoría de la gente
opina que ayudan. Sin embargo, es necesario leer cuidadosamente las
instrucciones, y recordar que su principal función es ajustar la sensibi­
lidad de los ojos antes de iniciar la visión del aura, m ientras que utili­
308 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

zarlas para ver el aura a través sólo proporciona una ventaja secunda­
ria. Bagnall (pp. 62-4) aconseja detalladam ente cómo usarlas.
Lo primero que se verá es el aura interna como una neblina grisácea
o azulada apenas visible que rodea el cuerpo. Al tiempo que la sensibi­
lidad se va incrementando, empezará a discernirse una estructura. El
aura interna es norm alm ente estriada, es decir, consiste en líneas o
rayos finos muy densos que salen en ángulo recto a la superficie del
cuerpo. A veces, en algunas zonas, se prolongan rayos más brillantes
más allá del aura interna; se observarán sobre todo acercando una par­
te del cuerpo a otra, por ejemplo una mano cerca de la cabeza, en forma
de rayos que atraviesan el espacio intermedio.
En cuanto se alcanza esta fase ya puede empezarse a utilizar la vi­
sión áurica para diagnosticar. Hay dos fenómenos en particular que in­
dican un mal funcionamiento y la localización del daño: una aspereza en
la uniformidad del aura, con las estrías haciéndose marcadamente
granulares, y los huecos o ausencias.
Otro fenómeno es la asimetría, cuando el aura interior aparece con
una profundidad distinta en lugares correspondientes a la izquierda y a
la derecha del cuerpo. Se tra ta sólo de una clave significativa cuando el
individuo es contemplado desde el frente o desde la espalda, puesto que
el aura que goza de buena salud debe ser simétrica. Si el individuo es
visto de lado, la asim etría no dice nada, porque sólo las auras de frente y
de espaldas se corresponden naturalm ente al contorno físico del cuerpo.
Cualquiera que aprenda a leer el aura con la intención de diagnosti­
car posibles problemas de la salud debe estudiar el libro de Kilner de
cabo a rabo. El relato de los casos que aparecen en él es una mina de oro
de información. Empezando desde cero, e investigando con cientos de
pacientes (y gente sana también), descubrió muchos síntomas áuricos
útiles cuyos diagnósticos se confirmaban una y otra vez, aunque admi­
tiendo no poder explicarlos. Por ejemplo, descubrió que los pacientes
histéricos siempre tenían un bulto anormal en el aura al final de la es­
palda, y que los epilépticos siempre tenían el aura de la cabeza asimétrico,
siendo mucho más grande en el lado derecho que en el izquierdo. (¿Por
qué siempre de ese lado? se preguntó Kilner. Posiblemente a causa de un
desequilibrio entre las funciones del cerebro izquierdo y el derecho que
sólo pudo comprenderse mucho después.)3También acertó siempre en la

3. Otro extraño fenómeno relativo a la epilepsia. Una vez, cuando Janet estaba demostrando
la diagnosis clarividente a un grupo, una persona a la que desconocía le retó a que le
diagnosticara si padecía alguna enfermedad. Ella no pudo notar nada. Entonces, él se
C u r a c io n e s 309

predicción de menstruaciones adelantadas o retrasadas, y en la diagno­


sis del embarazo.
Jan et ha descubiei#o que las personas que han sido sometidas a te­
rapias de electroshock tienen huecos evidentes en el aura de la cabeza,
que a veces persisten durante muchos años después del tratamiento. Al
poco tiempo de conocer a una amiga nuestra, le contó a Janet que había
sido sometida a ese tratam iento, aunque su historial médico ni siquiera
había sido mencionado. Nuestra amiga confirmó que se lo habían admi­
nistrado diez años antes. Con frecuencia, los síntomas áuricos desapare­
cen lentamente después de una cura física, aunque esa larga permanen­
cia no es una buena señal de salud. Sirva esto de apoyo al número cre­
ciente de médicos y psiquiatras que tienen serias dudas sobre la idonei­
dad de dicho tratamiento.
H asta aquí hemos hablado del a u ra en cuanto visible tanto ópti­
cam ente como a través de la clarividencia. Pero el aura o, por lo me­
nos, el au ra in tern a es una m anifestación visible del cuerpo etérico,
y si lo que se pretende es cu rar será preferible saber más acerca de
la estru ctu ra del cuerpo etérico m ás allá de lo que revelan los ojos.
Esto nos conduce a considerar conceptos como los chakras y sus fun­
ciones, que superan las posibilidades de un resum en como el presen­
te. El libro clásico sobre el tem a es The Etheric Double, de A rthur E.
Powell. Se publicó en 1925, y, como señala el prefacio a la reedición
de 1969, hay aspectos en él que podrían actualizarse ‘a la luz de los
conocimientos acum ulados d u ran te los casi cuarenta años que han
pasado desde su publicación’, lo que no impide que siga siendo una
base excelente p ara el estudio, y puesto que gran parte de su conte­
nido (citando otra vez la edición de 1969)‘se deriva del ejercicio de la
percepción extrasensorial física’, constituye un útil complemento al
trabajo de K ilner (a quien Powell tam bién cita). Aquí, el concepto de
‘percepción extrasensorial física’ se utiliza para referirse a la per­
cepción extrasensorial en general, no la definición estricta que da­
mos en la p. 265.
La curación áurica está basada en la manipulación de lo que los hin­
dúes llaman prána, palabra sánscrita que (como karma) es utilizada por

quitó un colgante de plata del cuello y dijo que era epiléptico; había descubierto que
ningún vidente podía diagnosticarlo cuando llevaba algo de plata encima. Cuando se
quitó el colgante, Janet pudo distinguir la diferencia al instante. No hemos tenido
oportunidad de probarlo en otros epilépticos, pero es posible que los videntes puedan
hacerlo.
310 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

los ocultistas porque carece de equivalente en las lenguas occidentales4.


‘Prána, o Vitalidad, es una fuerza vital cuya existencia todavía no ha sido
formalmente reconocida por los científicos occidentales, aunque probable­
mente algunos la sospechan.’ (Powell, p. 8) Se tra ta de la fuerza vital del
cosmos que opera en el nivel etérico; im pregna nuestro sistem a solar (y
todos ios demás) y todo organismo vivo está cargado con una concentración
de esa fuerza, sin la cual no seríamos organismos vivos. Cada uno de noso­
tro s puede e s ta r sobrecargado o su frir insuficiencia, o a causa del
vampirismo, robársela a otros. Para tener éxito, el curador aprende a recu­
rrir al prána ‘libre’ que nos rodea para recargar el de sus pacientes. Es el
proceso inverso al del vampirismo, al final del cual, si se ha hecho correcta­
mente, el curador no acabará agotado porque él o ella habrá absorbido al
menos tanto prána como el que ha pasado al paciente.
Antes de hacerlo el curador extrae cualquier carga negativa o nociva
del paciente y la dispersa sin cau sar daño.
E sta es la esencia de lo que desde hace mucho se conoce como ‘la
imposición de m anos’. Obsérvese que no es en el cuerpo físico donde las
manos han de ponerse; la influencia procede del au ra de las m anos del
curador y pasa al au ra del cuerpo del paciente, influencia que podemos
ver ópticam ente en form a de rayos cuando nuestros ojos se han sensibi­
lizado al au ra y que se puede fotografiar con fotografías K irlian. Los
curadores áuricos m ás experim entados norm alm ente no tocan el cuerpo
del paciente d u ran te la'imposición de m anos’, las m antendrán una o dos
pulgadas, en contacto con el au ra interna.
En general, se utiliza u n a de las dos manos, la dom inante, p ara cu­
rar. Se puede detectar cuál de las dos es la mano dom inante haciendo
que u na persona ponga las suyas hacia arrib a y pasando la propia pal­
ma de la m ano hacia abajo a u na o dos pulgadas de separación de cada
un a de las manos, sin tocarlas, varias veces alternativam ente. Casi con
toda certeza una de ellas proporcionará un a sensación m ás fuerte de
calor o de hormigueo, y esa será la mano sanadora. En el trabajo de las
curaciones, la otra m ano se utiliza p ara ex traer las influencias negati­
vas, m ientras que la mano sanadora se encarga de recargar con prána.
Las bases necesarias p a ra lograr las curaciones áuricas son la clari­
videncia y la fuerza de voluntad.

4. La misma fuerza se llamacAt en China y mana en Hawai. El creciente interés occidental


por estos temas ha creado otros nombres; od (Reichenbach, Alemania), magnetismo anima 1
(Mesmer, Austria), argón (Reich, USA), bioplasma (Inyushin, IJRSS) y bioenergía (Thelma
Moss y otros, USA).
C u r a c io n e s 311

Ya nos hemos referido a que la visión óptica y clarividente del aura


(en este orden) pueden irse desarrollando gradualmente, pero la fuerza
de voluntad ha de cont A larse desde el principio, y no hay ninguna razón
por la que no se pueda empezar a intentar curaciones áuricas sólo con
esta base. Aunque todavía no haya alcanzado la fase en la que sea capaz
de ver el aura, dígale a un amigo que tiene un dolor de cabeza que quiere
ayudarle. Sabiendo (por Kilner y Kirlian, y otros muchos) que la influen­
cia pasa de su mano a la cabeza de su amigo cuando están próximas,
sostenga la mano menos dominante a una pulgada o dos de distancia del
sitio donde su amigo nota el dolor, y concentrando su fuerza de voluntad
extraiga la tensión y el estrés. Cada cinco o diez segundos retire la mano
y sacúdala a un lado como si estuviera sacudiéndose gotas de agua, y al
mismo tiempo imagine vividamente que arroja esas influencias negati­
vas con la mano deseando que se dispersen sin daño alguno. Tenga cui­
dado, por supuesto, de no sacudir la mano hacia ninguna persona o cria­
tura viva. Enseguida descubrirá que incluso en esta primera parte del
proceso de aprendizaje conseguirá aliviar notablemente el dolor de ca­
beza de su amigo.
Ahora siéntese y relájese, respirando acompasada y lentamente, por
ejemplo seis segundos para inspirar, dos segundos para retener el aire y
seis segundos para expirar y otros dos segundos de pausa, respirando
siempre con el diafragma (esto es, empujando hacia dentro y hacia fuera
el estómago), no hinchando y contrayendo la caja torácica. Mientras ins­
pira, imagine que no sólo sus pulmones sino cada uno de los poros de su
cuerpo absorbe prána de la atmósfera que le rodea. Mientras contiene
todo el aire, imagine su cuerpo (tanto el físico como el etérico) absorbien­
do el prána que ha inspirado. Y m ientras expulsa el aire, imagine que
toda influencia negativa que tenga dentro, incluyendo cualquier residuo
que haya podido traspasarle el paciente, abandona su cuerpo y se dis­
persa. M ientras tiene los pulmones vacíos, prepare su mente para la
siguiente absorción de prána.
Cuando sienta que está suficientemente cargado, envíe el prána re­
cién acumulado hacia el brazo de su mano sanadora hasta que sienta
que hormiguea. A continuación sostenga la mano a una pulgada o dos de
la cabeza de su amigo y envíe el prána acumulado en su aura para que
haga su trabajo y restaure la normalidad.
Puede que le sirva de ayuda visualizar el prána como una neblina
con minúsculas motas doradas que impregna la atmósfera, y mientras
lo recoge para concentrarlo, visualice el área de concentración como si
resplandeciera a causa de la mayor densidad de esas motas doradas.
312 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

(Algunos videntes dicen que si se mira el claro azul de cielo en un día


luminoso se puede ver prána con este aspecto, pero creemos que se trata
de un efecto retíniano, de clarividencia o proyección psicológica y no óp­
tica, pues sin duda el prána consiste más en una fuerza homogénea que
en partículas separadas. El truco de las ‘motas doradas’ no es más que
una ayuda para visualizarlo, aunque muy útil como tal.)
Este tipo de curación no clarividente le ayudará a ganar confianza, y
su práctica acelera el desarrollo de la clarividencia. Al tiempo que la
visión óptica del aura, y después su visión clarividente, van haciéndose
más claras, su capacidad de diagnóstico aum entará, puesto que dispon­
drá de información más exacta.
El proceso que hemos descrito hace hincapié en un punto vital, la
necesidad de proyección del sanador. Cuando nuestro joven conventícu­
lo emprendió por prim era vez una labor curativa, nos animaron algunos
éxitos, pero nos sorprendió el hecho de que muchas veces sentíamos los
mismos efectos que tenía el paciente a quien habíamos aliviado. Si lo­
grábamos efectivamente curar el dolor de espalda de Charlie, fue a costa
de empezar a padecerlo nosotros.
Cuando empezamos a darnos cuenta de lo que pasaba, prestamos
atención a nuestra propia protección psíquica cada vez que emprendía­
mos una curación. Y particularm ente en curaciones áuricas nunca omi­
timos el sacudir la mano y su correspondiente visualización y fuerza de
voluntad. A partir de entonces, dejamos de ‘recolectar’ los dolores de
espalda de Charlie y cualquier otro.
Recuerde, también, que cuando se pasa prána al paciente, debe ase­
gurarse de extraer del ambiente una cantidad equivalente (o más) para
usted, o acabará sin fuerzas. Thelma Moss y su equipo investigaron con
fotografías Kirlian a varios sanadores, incluyendo algunos que trabaja­
ban con la imposición de manos, y The Body Electric narra cómo una y
otra vez las fotografías mostraban que la corona Kirlian del paciente se
hacía más brillante m ientras que la del sanador se apagaba. Algunos de
aquellos sanadores habían descubierto su don por accidente y admitie­
ron no entenderlo; esperamos que con la mejora de sus conocimientos
adquiriesen también el don de recargarse a sí mismos.
Un apunte final sobre las curaciones áuricas: en nuestra opinión, el
estudio del aura de los animales favorece en gran medida su desarrollo.
Algunas son especialmente vividas y fáciles de ver. Además de poseer
capacidades extrasensoriales, muchos animales reaccionan positivamente
a la imposición habitual de manos a dos pulgadas de sus auras. (En los
que tienen el pelo muy largo, como los gatos persas, hay que distinguir
C u ra c io n e s 313

entre la auténtica influencia áurica y las electricidad estática de la mano.)


A menudo pensamos en que los veterinarios deberían estudiar la diag­
nosis áurica en su propio beneficio. Posiblemente, algunos lo hagan por
instinto.

Psicología

Todo adepto a la brujería tiene que ser un psicólogo, tanto para capaci­
tarle en la comprensión de las razones que subyacen en las prácticas
wiccanianas como de las formas en que estas prácticas funcionan, así
como para comprender a las demás personas y tratarlas con una mayor
efectividad. Esto es especialmente im portante cuando se tra ta de hacer
curaciones. A menos que se tenga en cuenta la psicología del paciente, lo
más probable es que la clave del caso permanezca oculta, o incluso equi­
vocarse en la orientación de la actitud mental necesaria del paciente
cuando se ha diagnosticado correctamente.
Pocos brujos son psiquiatras diplomados, o llegan a serlo; pero hay
ciertas lecturas sobre el tema que pueden resultar muy beneficiosas para
cualquier adepto. Nosotros estamos convencidos de que las obras de Jung
y sus discípulos son los mejores medios para formarse en este campo.
Freud abrió vastos horizontes nuevos en el entendimiento humano, pero
no carece de defectos que Shuttle y Redgrove (The Wise Wound, p. 177)
resumen en el inteligente comentario siguiente:‘Freud fue un gran hom­
bre. Y sin embargo, era un gran hombre.’ Jung, que empezó estudiando
con Freud, llegó el momento en que rompió con él para seguir su propio
camino a causa de estos defectos. Creemos que su pensamiento sintoni­
za notablemente con la filosofía wiccaniana porque está libre de estereo­
tipos patriarcales, que seguían siendo una carga para Freud, y cual­
quier pequeño hueco que la conciencia de su propia virilidad pudo haber
creado fue rápidamente compensado por discípulas como Esther Harding,
Jolande Jacobi y Aniela Jaffé.
Freud y Jung proporcionaron a la humanidad un visión totalmente
nueva de la estructura de su propia psique. No resulta exagerado decir
que Jung, sobre todo, proporcionó a la filosofía del Wicca una nueva com­
prensión de sí misma, aunque sólo fuese por haber logrado que tomara
conciencia de una serie de conceptos (a los que proporcionó un lenguaje)
que h a sta la fecha los adeptos a la brujería sólo habían captado
intuitivamente.
Ya hemos citado en las páginas 182 y 201 algunos de los libros que
pueden leerse a modo de cursillo básico sobre el pensamiento de Jung;
314 E l C a m in o d e la s B r u j a s

los recomendamos encarecidamente. Incluso si encontramos aspectos


con los que no comulgamos, su estudio clarificará en gran medida nues­
tras propias ideas.
En verdad, este libro no dispone espacio para dar un curso básico de
psicología. Nos gustaría, sin embargo, añadir un pensamiento o dos so­
bre los aspectos psicológicos de la curación wiccaniana.
Un músico amigo nuestro cantó una vez:‘El camino hacia su puerta
está lavado con lágrimas.’ El camino que lleva hasta la puerta del sanador
también está con demasiada frecuencia lavado por las lágrimas de la
desesperanza, la culpa, los lavados de cerebro familiares o los miedos
inconscientes. Los brujos deben ser sanadores de dolencias mentales
además de físicas, de otra forma estarán ocupándose sólo de los sínto­
mas en lugar de las causas. Y como todo buen médico sabe, no se debe
dejar que el sufrimiento del paciente influya emocionalmente en su
sanador. Esto no quiere decir que debe quedarse frío o no sentir compa­
sión, pero llorar por el dolor del paciente hace desaparecer la energía
psíquica sin la cual resulta imposible curarle.
Una vez conocimos a una joven bruja muy hermosa y psíquicamente
dinámica que sentía una gran compasión por el reino animal, pero escasa
o nula hacia el ser humano. Una noche Janet se vio obligada a señalarle
algunos de los hechos que ella se negaba a reconocer, pero su reacción nos
dejó agotados a todos. A consecuencia de esto, sus poderes psíquicos cura­
tivos, que habían sido muy vibrantes, disminuyeron considerablemente
durante un tiempo, hasta que volvió a estar de acuerdo consigo misma. En
efecto, ella sacó a flote sus frustraciones de la misma manera en que un
forúnculo aflora en la piel. Janet se había dado cuenta de que su aparente
crueldad era, en realidad, miedo a que, si abría las compuertas, se viera
inundada. Hasta que no se enfrentó a ello, no pudo alcanzar una compa­
sión equilibrada, que es esencial en un sanador de éxito.
La psiquiatría profesional lo sabe, y es la razón por la que toda escuela de
diplomados se asegura de que los mismos psiquiatras sean analizados. Un
sanador psiquiatra que no está todo lo humanamente posible exento de com­
plejos proyectará esos traumas sobre su paciente. Por eso, antes que nada los
psicólogos aficionados y los adeptos a la brujería deben eliminar sus propios
complejos todo lo sinceramente que puedan. Tener un conocimiento básico de
la propia psicología es tan importante como conocer la del paciente.
Un apunte sobre el ‘efecto placebo’. Un placebo es un tratamiento (ya
sea una medicina, una píldora o una determinada terapia) que un médico
sabe que en sí mismo carece de efecto alguno (la píldora puede ser de tiza,
por ejemplo) pero que prescribe porque el paciente cree que le hará bien.
C u r a c io n e s 315

No se trata necesariamente de una estafa. Puede ocurrir que un paciente


esté casi supersticiosamente convencido de que ‘la píldora del médico’ re­
sultará esencial para su recuperación y que no responderá al tratamiento
real a menos que la consiga; así que el médico se la proporciona astuta­
mente, al mismo tiempo que el verdadero tratamiento.
Los brujos, como señalamos en la p. 249, pronto se familiarizan con
el efecto placebo. Por ejemplo, cuando el paciente se siente mejor sólo
por el hecho de haber pedido ayuda a los brujos, antes de que estos ha­
yan tenido tiempo siquiera de trabajar en su petición; o cuando los pa­
cientes se animan mucho con la m era evidencia física de un encanta­
miento a su favor. Como los buenos médicos, los brujos sabios deberán
tener en cuenta el efecto placebo dejando que sus pacientes se benefi­
cien de ello, pero sin cometer nunca ninguna estafa; en otras palabras,
nunca confiándose sólo en él, nunca descuidando al mismo tiempo el
tratam iento real, y nunca fingiendo organizar un espectáculo para au­
m entar la confianza de los candidatos a los placebos.
El aspecto psicológico de la curación wiccaniana es otra prueba de los bene­
ficios del trabajo del conventículo. El uso de la psicología exige una honestidad
tal y un conocimiento de sí mismos tan profundo que la observación mutua y la
característica franqueza de un conventículo bien integrado son una garantía
excelente para no perderse o engañarse a sí mismos.

Dos últim as notas a este capítulo. Los interesados en las curaciones


psíquicas deben leer The Secrets ofD r Taverner, de Dion Fortune. Pro­
porciona, de m anera ficticia, historias de casos fascinantes investigados
por un adepto que dirige una clínica ocultista. El ‘doctor Taverner’ y su
clínica existieron en la realidad, y, como Dion Fortune dice en la intro­
ducción, todas las historias del libro están ‘basadas en hechos reales y no
contienen ni un solo incidente que sea pura imaginación’. Conocemos a
la hija de uno de los personajes que aparecen en el libro, y una suma
sacerdotisa amiga nuestra conoce a otro. En ambos casos pudimos con­
firm ar la veracidad del relato de Dion Fortune.
Como hemos señalado en el capítulo IX, todo brujo que se precie está
obligado a leer su libro de ensayo Psychic Solf-Defence; lo volvemos a
citar aquí porque los principios de la defensa psíquica y de la curación
psíquica son inseparables.
Y la segunda nota, que revela con exactitud la importancia de la
imaginación y la fuerza de voluntad en la curación, procede de Pablo
Picasso: ‘Cuando el arte sea correctamente entendido, seremos capaces
de pintar cuadros que curen el dolor de muelas.’
X X II E n c a n ta m ie n to s

Un encantam iento es un ritual para crear poder psíquico y dirigirlo ha­


cia un fin determinado y práctico. Se alim enta a base de vivida im agina­
ción y fuerza de voluntad concentrada; y lo que los escépticos normal­
m ente describen como ‘supercherías’ de un encantam iento constituyen,
de hecho, una dram atización para activar am bas fuerzas, una forma per­
fectamente razonable de hacerlo.
Por poner un ejemplo: el famoso encantam iento de la imagen o el
‘muñeco de cera’, que es casi con toda seguridad el único del que han
oído hablar las personas ajenas a la brujería. Por lo general se asocia con
actividades siniestras como clavarle clavos, alfileres o espinas para h a­
cer d año a la v íctim a escogida. D esde luego, p u ede u tiliz a rs e
E n c a n t a m ie n t o s 317

malignamente de esta m anera, pero los brujos‘blancos’ usan este encan­


tamiento con responsabilidad, que en la práctica significa utilizarlo úni­
camente en trabajos curativos o cuando es necesario‘atar’ a alguien que
está actuando malignamente (véase p. 193).
Como es normal en la práctica wiccaniana, los encantamientos de
imagen se hacen mejor a través de una pareja hombre-mujer, aunque
todo el conventículo puede apoyarlos en ello. La imagen debe ser de
cera, plastelina o cualquier tipo de m aterial conveniente, y el objeto
final de la operación consiste en identificarlo lo más estrechamente posi­
ble con la persona escogida. Debe parecerse a esa persona, pero no es
necesario que la imagen sea artística; por ejemplo, no dude en pegarle
en la cabeza una fotografía de su rostro para favorecer su visualización.
También se pueden añadir cortes de pelo o de uñas, ambos tradiciona­
les y útiles, porque contribuyen a que la identificación m ental sea más
vivida, a la vez que proporciona un vínculo psíquico con el principio de
resonancia (véase pp. 275-276). La imagen debe estar desnuda y ser
inconfundiblemente hombre o mujer.
Algunos brujos agujerean el corazón de la imagen con un objeto pun­
zante y rellenan el hueco con algodón empapado en condensador plane­
tario, un fluido preparado con agua y pedacitos de metal, para represen­
tar las diversas influencias planetarias. En nuestra opinión, esto no es
necesario, y el agujereado debilita estructural mente la imagen. Sin em­
bargo, vale la pena añadir una sustancia viva de cualquier clase, y la
que se usa tradicional mente es un huevo crudo, lo más fresco posible,
que no proviene de un sacrificio. (Esta utilización de un huevo crudo
fresco como ‘sacrificio incruento de algo vivo’ habrá de recordarse para
otros propósitos.) Resulta más conveniente un poco de huevo en una
pequeña cavidad dentro del pecho, donde debería estar el corazón, que
un agujero que atraviese todo el muñeco.
La pareja y cualquier otra persona que participe en el encantamien­
to, deberán implicarse de alguna manera, por pequeña que sea, en la
elaboración del muñeco. Y deben hacerlo dentro del círculo mágico.
Cuando la imagen está preparada, la llevarán al altar donde la ro­
ciarán con agua y sal consagrados diciendo: Te bautizamos , en el
nombre de Cemunnos y en el de Aradla’ (o los nombres del dios y la
diosa que acostumbren a usar). Se deja la imagen sobre el pentáculo,
m ientras todos los participantes bailan la Runa de las Brujas para con­
vocar el poder.
A continuación la mujer se tum ba en decúbito supino en el centro
del círculo adoptando la posición del pentagrama, con la cabeza hacia el
318 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

norte. El hombre coge un cordón rojo y lo ata alrededor de la imagen por


la mitad, con un extremo atado también alrededor de su propia cintura
y el otro en torno a la cintura de la mujer.
Ahora la pareja‘concibe’ y ‘da nacimiento’ a la imagen. El dramatismo
y la convicción de la representación dependen de la imaginación de la pa­
reja y de la naturaleza de la relación que mantengan: puede ser desde algo
puramente simbólico a una representación incondicionalmente‘real’ (esto
último, por supuesto, en privado); lo importante es que se haga con una
fuerza de voluntad concentrada visualizando lo que se intenta conseguir.
(Hemos conocido a una bruja que ‘amamanta’ el muñeco inmediatamente
después de su nacimiento; el efecto es espectacular, pero posiblemente po­
dría tener consecuencias psíquicas colaterales al establecer una depen­
dencia no deseada del ‘paciente’ con la mujer posibilitando una forma de
vampirismo, por lo que quizá es mejor no hacerlo.)
A continuación, el hombre desata el cordón de la cintura de la mujer
y lleva la imagen, todavía atada a él, al altar. Con su cuchillo ritual hace
el pentagrama de invocación de la Tierra frente a la imagen. Después
desata la cuerda de la imagen y de su propia cintura.
Seguidamente, la pareja, o el grupo, se sientan mirándose unos a
otros, y por turnos (la mujer, el hombre y luego los demás) sostienen el
muñeco. Cada uno se dirige a él por su nombre y le dice las palabras
curativas adecuadas y el tratam iento o, en caso de un encantamiento de
ligadura, las órdenes expresadas con precisión y con cuidado. En ambos
casos, la imagen es tratada, hablada y pensada como si fuera la persona
viva a la que representa. A continuación recibe el tratam iento simbólico
necesario, como el cosido de la boca si se pretende impedir que la perso­
na difunda su maldad. Finalmente, se ata con un cordón y se envuelve
en ropa del color escogido (rojo para curaciones orgánicas, azul para las
funcionales, negro para un encantamiento de ligadura, etcétera (véase
pp. 349).
Mientras se expulse el círculo, alguien sostendrá la imagen envuelta
por detrás de quien realiza la expulsión, como con los objetos recién con­
sagrados.
Después de esto la imagen envuelta es sacada y escondida en un
lugar secreto a salvo de manipulaciones, y mantenida ahí durante el
tiempo necesario para que tenga efecto el encantamiento. A veces puede
ocurrir que necesite una recarga. Habrá que desenvolverla, hacer des­
cender el poder sobre ella con el cuchillo ritual (repitiendo las palabras o
las órdenes curativas) y de nuevo envuelta se volverá a poner en su
escondite. Todo esto en el interior de un círculo, mental o real.
E n c a n t a m ie n t o s 319

Un imagen que ha sido identificada con u n a persona y utilizada en


un encantamiento de imagen nunca debe continuar existiendo una vez
que el objetivo se ha logrado o el plazo del encantamiento ha terminado,
incluso aunque no haya tenido tiene éxito. La imagen debe ser dispersa­
da llevándola a una corriente natural de agua, desenvolviéndola, des­
atándola y reduciéndola a pequeños pedazos, cada uno de ellos arroja­
dos al agua con la orden: ‘Vuelve a los elementos de donde viniste/
Este ritual incluye todos los elementos esenciales del trabajo con
encantamientos: dramatización, imaginación, identificación, intención
determinada, fuerza de voluntad y la eliminación de los cabos sueltos.
Se pueden tomar más elementos en consideración para mejorar el efec­
to. Por ejemplo, realizando el encantamiento durante la luna creciente o
llena, y en el día y hora de Mercurio o Júpiter, o si se trata de un encan­
tamiento de ligadura durante la luna menguante o nueva y en el día y
hora de Saturno. También se puede escoger música e incienso apropia­
dos, etc. (Para los días planetarios y las horas, consúltese What Witches
Do, Apéndice 3, o Magus, de Barrett, Libro II, Parte IV, p. 139.)
Existen también encantamientos mucho m ás sencillos, aunque han
de cumplir los mismos principios. Por ejemplo, suponga que desea unir a
dos personas que tienen dificultades para comunicarse. Deberá consa­
grar y nombrar dos piezas de ajedrez (reyes y reinas, según el sexo),
colocarlas en los dos extremos de la repisa de la chimenea y acercarlas
diariamente un poco hasta que estén en contacto, pronunciando cada
vez palabras de aliento.
También se puede considerar que un problema requiere una presión
psíquica continuada durante varias horas. En este caso se consagra una
vela sobre la que mentalmente se concentrará el objetivo, para después
encenderla y dejar que se consuma (preferiblemente sobre el altar, si es
que se dispone de uno permanente) tras declarar con firmeza y confianza:
‘Para cuando esta vela se consuma por completo, Mary estará otra vez
bien’,‘mi elección será la mejor’, ‘John me llamará por teléfono’ o cualquie­
ra que sea el propósito. Puede que durante las horas en que esté encendi­
da, su atención se distraiga con otros asuntos inevitables, pero su subcons­
ciente estará pendiente de que la vela sigue consumiéndose y de su propó­
sito, por lo que su esfuerzo psíquico seguirá fluyendo inconscientemente.
Una alternativa que exige un lapso de tiempo menor consiste en el encan­
tamiento de la vela y la aguja (véase Fotografía 11) en el que se pincha una
aguja atravesando en parte la vela. El deseo se concentrará en que el en­
cantamiento tenga efecto cuando la llama alcance la aguja. En ambos ca­
sos, si es posible, escoja una vela del color apropiado.
320 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Es aconsejable, por su efectividad, utilizar nombres adecuados del


dios y de la diosa. Si uno de nuestros muchos gatos está enfermo o perdi­
do, siempre invocamos a la diosa-gata egipcia Bast; ha funcionado una y
otra vez. En caso de plantearse algún problema de comunicación, servi­
rán Mecurio, Hermes o Thot, según el panteón con el que se sienta más
unido. Para un problema relacionado específicamente con el arte, Aradia;
si se tra ta de algún trabajo relativo a los niños, servirá una diosa-madre,
si es posible, local, como la irlandesa Dana; para una cuestión kármica,
Arianrhod; etcétera. (Hasta para los desagües atascados hay una encan­
tadora diosa romana del alcantarillado, Cloacina).
Al diseñar los encantamientos, es ventajoso emplear la s ‘correspon­
dencias’, los armónicos que la experiencia mágica ha confirmado rela­
cionando objetos o seres en varias categorías (deidades, colores, especies
animales y vegetales, cartas del Tarot, perfumes, minerales, frecuencias
musicales, figuras geométricas, senderos del Árbol de la Vida, etc.) y que
ayudan a encontrar esos ‘puntos de inter-resonancia’ entre los niveles a
los que nos hemos referido en el capítulo XI. Para conocer los detalles de
todas estas correspondencias, el manual indispensable es 777, de Aleister
Crowley, que algunos consideran como el libro más útil y puro que escri­
bió. (Su tutor mágico, Alian Bennett, recopiló parte del libro).
Se podrían enumerar encantamientos indefinidamente, y existen in­
contables libros que lo han hecho, algunos muy útiles. Pero un buen brujo,
como un buen cocinero, no se fía de los libros de recetas. Los mejores
encantamientos se elaboran utilizando la imaginación en el momento de
diseñarlos, así como al llevarlos a cabo. Janet inventó el encantamiento de
la pieza de ajedrez sobre la repisa de la chimenea casi sin pensarlo para
solucionar un problema concreto (aunque lo mismo les puede ocurrir tam ­
bién a otros). Se ajustaba con sencillez a la necesidad, proporcionaba sím­
bolos claros para la concentración de fuerza de voluntad, y funcionó.
Hay que insistir en que se necesita imaginación y fuerza de voluntad
para abrir los canales psíquicos y activar la resonancia psíquica; y a
p artir de entonces hacerlo como uno prefiera.

Llevar a cabo encantamientos es una parte habitual de la mayoría


de los círculos ordinarios de los conventículos. Los miembros acuden
con sus propios problemas o con los de sus amigos, y el grupo trabaja
conjuntamente. Para cumplir esta agenda colectiva, la mayoría de los
conventículos m antienen una disciplina h ab itu al y disponen de
encantamientos hechos a medida para fines especiales que se llevan a
cabo en solitario o en parejas.
E n c a n t a m ie n t o s 321

En nuestro conventículo solemos usar la magia del cordón o de la unión


de manos. Tanto uno como otro, lo llevamos a cabo inmediatamente des­
pués de la danza circular de la Runa de las Brujas, que sirve para calentar
los músculos psíquicos y erigir el cono de poder que debe aprovecharse
antes de que pierda intensidad.
Respecto al cordón mágico, el conventículo se sienta en círculo miran­
do hacia dentro, colocándose los hombre y las mujeres unos en frente de
otras en lo posible. Los cordones se sostienen diametralmente a través del
círculo, cruzándose entre sí en el medio para formar el centro focal de la
rueda de radios. Cada cordón es sostenido (una vez más, en lo posible) por
una mujer en un extremo y un hombre en el otro, manteniéndolo tenso.
Cuando se pronuncia cada deseo, todos se concentran en él y atan un nudo
para simbolizar esa concentración. Cuando ya se han pronunciado todos
los deseos, la suma sacerdotisa ordena que todos se concentren en el cono
de poder para cargarlo de efectividad entre todos; después de unos mo­
mentos ordena'jAhora!’, y todos a una se concentran visualizando el poder
que fluye hacia fuera para cumplir los diversos fines. Los cordones se guar­
dan amontonados sobre el altar sin deshacer los nudos hasta poco antes
del círculo siguiente.
A veces, en lugar de a g a rra r ella misma un cordón, la sum a sa­
cerdotisa se tum ba sobre su espalda bajo la rueda de cordones, con la
cabeza hacia el norte, y tocando el centro de los cordones con su cu­
chillo ritu al apuntando hacia arriba, como un foco del poder y como
una especie de pararrayos dispuesto para la descarga final. En nues­
tra opinión, al hacerlo así está especialm ente capacitada para eva­
lu ar la cantidad de poder que se ha conseguido convocar.
Tenemos otro método en el que nos sentamos también en un corro,
hombre y mujer alternativam ente en lo posible, uniendo las manos con
el vecino (con la palma izquierda mirando hacia arriba y la palma dere­
cha hacia abajo). Se pronuncian los deseos de la misma manera, por
turnos y en sentido de las agujas del reloj, y m ientras tanto nos concen­
tramos en su realización visualizando el poder que fluye como una co­
rriente que atraviesa nuestros brazos, en sentido de las agujas del reloj
y a través del círculo, haciéndose cada vez más rápida y fuerte y alimen­
tando el cono de poder en una espiral ascendente. No es infrecuente que
los adeptos recién iniciados se sorprendan al descubrir que realmente
pueden sentir la corriente.
Una de nuestras brujas, Bárbara, inventó un nuevo desarrollo de
este ritual de las manos unidas. Al comprobar su indudable efectividad
hemos ido reemplazando el encantamiento del cordón mágico. Suponga­
322 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

mos un conventículo imaginario que pronuncia los deseos por turnos en


sentido de las agujas del reloj como de costumbre:
Mary: ‘Por la tranquilidad de Bridie, que sufre manía persecutoria.’
Chris: ‘Por la inspiración de mi obra artística.’
Susan: ‘Por el éxito de una entrevista que trabajo que he solicitado.’
Peter: ‘Por Arthur, que tiene problemas con el alcohol.’
Kathie: ‘Por mi madre, que padece artritis.’
Jim: ‘Por el gato de mi herm ana que lleva dos días perdido.’
Sin pausa, y manteniendo el sentido rotatorio de las agujas del reloj,
los deseos se repiten en forma abreviada.
Mary: ‘Paranoia de Bridie.
Chris: ‘Inspiración artística.’
Susan: ‘Éxito en mi entrevista.’
Peter: ‘Alcoholismo de Arthur.’
Kathie: ‘Artritis de mi madre.’
J im :‘El gato perdido de mi hermana.’
Cada vez más deprisa, reduciendo cada deseo a una palabra clave:
‘Paranoia... Inspiración... Entrevista... Alcohol... Artritis... Gato... Para­
noia... Inspiración...’ hasta que la suma sacerdotisa dice ‘¡Alto!’ y se des­
carga el poder para que cumpla sus objetivos.
Este método tiene varias ventajas, como son la creación del poder en
un ritmo acelerado y fírme, que resuma cada deseo en una sola idea y
que imprima todos los deseos en la mente de cada uno de los participan­
tes hasta que todo el grupo es consciente sim ultáneamente de todos ellos
en el momento de la descarga.

La creación deliberada de formas de pensamiento es otra técnica am ­


pliamente utilizada en los encantamientos, y puede hacerse por una
persona, una pareja o todo el conventículo.
Una forma de pensamiento es de naturaleza sim ilar a lo que los psiquia­
tras llaman complejo. Un complejo es una constelación de elementos
dentro de la psique que ha adquirido una existencia casi independiente
y que con frecuencia entra en conflicto con la voluntad consciente y con
las verdaderas necesidades del individuo. Puede originarse a partir de
un traum a o una represión y en general supone una disfunción psíquica.
La labor del psiquiatra consiste en descubrir la causa y reintegrar los
elementos del complejo en la psique total.
Pero aunque una forma de pensamiento creada por un brujo u ocul­
tista es también una constelación de elementos psíquicos casi indepen­
diente, se crea deliberadamente para un fin útil y para que actúe de
E n c a n t a m ie n t o s 323

acuerdo con un deseo consciente. Una vez que ha cumplido su íúnción,


es reabsorbido conscientemente. Si se crea, utiliza y reabsorbe adecua­
damente, no tiene ninguno de los nocivos efectos del complejo.
Cuando se crea en el seno de una pareja o un conventículo, incluye
elementos de cada una de las psiques de sus miembros. (Establecer este
tipo de paralelismos supone en trar en terrenos de la psicología social
más que en los de la individual.) Realizar estas casi independientes for­
mas de pensamientos puede deparar sorpresas. Tanto es así, que si se
crea sin la debida atención puede escaparse de las manos y term inar
siendo muy difícil de controlar, por lo que sus inspiradores tendrán que
anticiparse mediante instrucciones expresadas con precisión y fijadas
con determinación.
Los factores necesarios son los mismos que intervienen en todos los
encantamientos: imaginación, visualización clara, definición exacta del
objetivo y fuerza de voluntad concentrada. Describiremos el proceso como
si se realizase en grupo; y si una bruja o brujo pretende hacerlo en soli­
tario los factores seguirán siendo los mismos, aunque exigirá una con­
centración y autodisciplina extras.
En prim er lugar, el grupo discute el propósito de la forma de pensa­
miento hasta que quede plenamente acordado y claro en la mente de
todos. No es mala idea escribirlo (y anotar las palabras exactas en el
registro del conventículo).
Después se pondrán de acuerdo en un nombre de la forma de pensa­
miento que tenga el género adecuado que exprese su propósito y sus carac­
terísticas. Obviamente, no podrá ser un nombre de dios o de diosa conoci­
dos puesto que se trata de un acto de imaginación como entidad de derecho
propio y no como una invocación de un aspecto divino en particular, lo cual
supone un proceso muy distinto. El nombre puede ser incluso producto de
una síntesis y utilizando una técnica de la magia ceremonial, se puede
formar con las iniciales de las cualidades deseadas. Por ejemplo, una forma
de pensamiento cuyas (unciones requeridas sean fortalecer, alentar, diver­
tir y estimular podría llamarse F-A-D-E, Fade.
A continuación se acordará su apariencia visual, por ejemplo pidién­
dole al miembro que más imaginación visual tenga que lo visualice y lo
describa. Normalmente tendrá forma hum ana, lo que facilita la idea de
hablar con él. El grupo deberá tener claro en la mente el sexo de la
forma de pensamiento, la edad aparente, la constitución, color, tipo y
cantidad de pelo, su expresión y todo lo demás, y si (para entonces ya se
sabrá si es ‘éP o ‘ella’) está desnudo o vestido. Si está vestido, qué ropas
lleva. En caso de que haya algún pintor en el grupo, sería buena idea
324 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

pedirle que dibuje desde un apunte a un cuadro completo, para que to­
dos lo estudien y lo guarden en la mente.
Para crear una forma de pensamiento en grupo hay que discutir
mucho con el fin de infundirle conscientemente las cualidades necesa­
rias que posean los participantes y exponerlas verbalmente: por ejem­
plo, ‘Fade tendrá la compasión de Mary, la determinación de Peter, el
discernimiento de Sheila, el ingenio de Tony, la alegría de Moira,’ etc.
Entre otras cosas, esto favorece la fortaleza de la conciencia que el grupo
tiene de Fade en cuanto ‘complejo’ que incluye elementos de todas sus
psiques.
Lo último que queda por decidir es la duración. Lo más normal es
que tenga un periodo determinado, que se incluirá en las instrucciones:
‘Completarás tu trabajo en siete días y después te dispersarás, volvien­
do tus elementos a nosotros, que fuimos los que te creamos.’ O el tiempo
que se estime necesario. Sin embargo, puede haber formas de pensa­
miento cuya duración tenga que dejarse abierta o incluso que sean deli­
beradamente permanentes (por ejemplo, cuando se pone un guardián
en un sitio concreto). En este caso, la situación deberá reexaminarse
periódicamente, recargar la forma de pensamiento y vigilar posibles efec­
tos colaterales inesperados.
(Por cierto, la forma de pensamiento de un guardián es un buen ejem­
plo de la utilidad de un nombre. Suponga que hemos colocado un guar­
dián llamado Mogrel en un lugar. En el momento en que notemos que le
acecha alguna amenaza, sencillamente diremos‘¡Mogrel, en guardia!’ al
tiempo que convocamos un repentino y deliberado flujo de fuerza de
voluntad que disparará todo el mecanismo de defensa psíquico.)
Hasta el momento nuestro grupo ha definido, nombrado y visualizado
su forma de pensamiento, el paso siguiente es activarlo ritualmente.
Cómo hacerlo es cuestión de la inventiva del grupo y de su habitual
forma de actuar. Por ejemplo, la suma sacerdotisa podría dirigirse a la
diosa y al dios en nombre del grupo, anunciando lo que se tra ta de hacer
e invocando su ayuda para dar vida a ‘Fade’, a ‘Mogrel’ o a quien quiera
que sea. O como en el encantamiento del muñeco de cera, una pareja
podría ‘dar nacimiento’ ritualm ente a la forma de pensamiento, aunque
en ausencia de una imagen m aterial el foco consistirá únicamente en
una concentración mental. Lo importante es que exista un foco, un mo­
mento en el que todo el grupo visualiza simultáneamente la forma de
pensamiento empezando su existencia independiente. (Sea cual sea el
ritual empleado, resulta efectivo señalar este momento con el tañido de
una campana.)
E n c a n t a m ie n t o s

Una vez hecho esto, el grupo se sienta en un círculo y cada uno, por
turno, da instrucciones a la forma de pensamiento nombrándola y ha­
blando con naturalidad, pero teniendo cuidado de expresar con exacti­
tud el objetivo perseguido.
He aquí un ejemplo de nuestra propia experiencia. Cerca de la costa
del condado de Mayo existe un par de islas llamadas Inishkea, donde
acuden anualm ente un gran número de focas grises a dar a luz y ali­
m entar a sus crías. En octubre de 1981 algunos individuos entre los
pescadores locales desembarcaron en las islas y causaron una trem en­
da masacre de crías. Trataron de excusarse en el daño que causaban las
focas en la industria pesquera del salmón, aunque fuentes informadas
(incluyendo la misma industria pesquera) se apresuraron a señalar que
el verdadero daño se debía al exceso de pesca, los furtivos y el uso de
redes de dimensiones ilegales. La misma masacre transgredió la ley,
pues se supone que son los agentes gubernam entales los únicos que
pueden llevar a cabo cualquier sacrificio selectivo de focas después de
un exhaustivo estudio que confirme la necesidad de hacerlo. A pesar de
todo (siendo Mayo una zona muy poco poblada en la que todo el mundo
se conoce) nadie fue procesada.
La opinión pública quedó horrorizada y la controversia estalló en
forma de furiosas protestas en las correspondientes columnas de los pe­
riódicos. La Wildlife Federation irlandesa anunció que organizaría cam­
pamentos de voluntarios en Inishkea para vigilar las focas durante la
temporada de cría de 1982, y de hecho muchos voluntarios pasaron se­
manas en las islas en 1982 y 1983.
Nuestro conventículo, ninguno de cuyos miembros pudo unirse física­
mente a esos voluntarios, creyó que debería contribuir a su manera. En
noviembre de 1981 creamos una forma de pensamiento que llamamos Mara
(que en gaélico significa ‘del mar’). Janet se autorretrató en un cuadro
(véase Fotografía 18) como una figura verdigris emergiendo del mar y de
su misma sustancia, y mientras dispusimos de tiempo hicimos pequeñas
copias fotográficas del cuadro para que todos nuestros miembros pudieran
llevar una. Sus instrucciones fueron: ‘Te manifestarás visualmente y asus­
tarás a cualquiera que trate de hacer daño a las focas en las islas Inishkea
o en sus cercanías. No harás daño a nadie a menos que persista en sus
intenciones y no haya otra manera de detenerle.’ Durante todo el ciño estu­
vimos recargándola y volviendo a darle instrucciones cada luna llena.

La tragedia de 1981 no se repitió en 1982,1983 ni 1984. Nosotros cree­


mos que ayudamos a evitarla. Por si acaso, Mara sigue todavía vigente.
326 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Una nota de interés. Tras la época de cría de 1983, estuvimos ha­


blando con una pareja que había estado transportando suministros a los
voluntarios de Sea Shepherd en Inishkea. Antes de que les dijéramos
nada sobre Mara, o acerca de nuestra iniciativa, nos contaron que ha­
bían logrado salvarse de chocar contra unas peligrosas rocas en medio
de una tormenta gracias a una mujer que les hizo señas para que se
apartaran urgentemente. ‘Llevaba puesta algo así como una gabardina
hasta los tobillos de color verdigris,’ dijeron. ‘No pudimos verle la cara,
¡pero sí pudimos ver sus ojos!’ En cuanto lograron atracar a salvo, les
dijeron que no, que era imposible que hubiera ninguna mujer allí. Tam­
bién descubrieron que varias personas habían visto a esa mujer cami­
nando entre las focas que, sorprendentemente, no se incomodaban por
su presencia. La llam aban‘el fantasm a’.
XXIII A u to in icia ció n

Cuando fuimos iniciados en 1970, nos enseñaron que ‘sólo una bruja
puede investir a otra bruja’. En otras palabras, la única manera de con­
vertirse en brujo o bruja consistía en ser iniciado por otro brujo o bruja,
del grado pertinente y del sexo opuesto. Probablemente, esa era la opi­
nión del conjunto de los adeptos a la brujería en la época y como tal la
aceptamos también nosotros.
Todavía seguimos creyendo que es una buena regla y que hay que
cumplirla siempre que sea posible, porque significa que todos los nuevos
adeptos empiezan su aprendizaje bajo la tutela de un iniciador experi­
mentado, y normalmente lo hace como miembro de un conventículo exis­
tente. Los errores son menos peligrosos, los malentendidos se aclaran
328 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

antes y el proceso de aprendizaje acaba siendo mucho más rápido. Se


aprende mejor cualquier cosa con un profesor que siendo autodidacta.
A pesar de todo, no creemos que a estas alturas de la historia de la
brujería esta regla tenga que ser inflexible. Además, insistir en su cum­
plimiento no es realista, ya que una gran parte de los adeptos actuales
se han iniciado a sí mismos o provienen de personas que así lo han he­
cho, lo que no quiere decir que posean cualidades inferiores.
Por ejemplo, resulta muy dudoso queAlex Sanders fuese iniciado‘legí­
timamente’ alguna vez, según las estrictas reglas que él mismo nos ense­
ñó. Se sabe que trató por todos los medios de ser admitido en más de un
conventículo gardneriano sin éxito. Al parecer, finalmente logró hacerse
con una copia gardneriana del Libro de las Sombras y sobre esa base fundó
su propio conventículo. (Su afirmación de que copió cuando era niño el
Libro de las Sombras a partir de uno que pertenecía a su abuela no puede
ser cierta, porque habría sido muchos años antes de que Gardner y Valien­
te reuniesen el texto.) ¿Quiere esto decir que todo el movimiento
alexandriano (que verdaderamente incluye conventículos muy buenos) es
‘ilegítimo’ y que sus miembros no son verdaderos brujos?
Semejante pretensión pertenece al reino de la fantasía. Al margen
de lo que cada uno piense del mismo Alex, muchos de los adeptos inicia­
dos por él y Maxine, de la primera, segunda o tercera generación, son
verdaderos brujos bajo cualquier estándar.
El Wicca es una manera de ver el mundo y de vivir en él, y a pesar de
tener raíces tan antiguas continúa siendo profundamente relevante en
nuestra época. Lo practicarán todos aquellos que se sientan atraídos por
su pensamiento y su expansión no puede quedar limitada o contenida
por la insistencia de ningún Wiccan Apostolic Succession1. Si usted se
siente sinceramente atraído por el Wicca y tiene posibilidad de hacerlo,
lo mejor es que se inicie e instruya con un brujo, pero si le resulta impo­
sible estará perfectamente capacitado para establecerse por su propia
iniciativa, preferiblemente con un compañero de oficio de ideas afines y
quizá un pequeño grupo de amigos.
Como dice Doreen Valiente en Witchcraft for Tomorrow (p. 22):‘Todo
el mundo tiene perfecto derecho a ser pagano si quiere serlo... Así que no
deje que nadie le intimide para que abandone’, incluyendo entre estos
últimos, presumiblemente, a los paganos de mentalidad pedante. Va-

1. Entre paréntesis, opinamos que no fue Jesús quien creó la ChristianApostolic Succession,
pues parece ajena al espíritu de sus enseñanzas, sino que fue una invención de la institución
paulina por sus propias razones jerárquicas.
A u t o in i c i a c ió n 329

liante continúa citando el Artículo 18 de la Declaración Universal de los


Derechos Humanos, publicada por las Naciones Unidas. Vale la pena
estudiar dicho artículo; y por cierto, en lo que respecta a nuestro conven­
tículo, la misma libertad de creencias religiosas y su práctica está ga­
rantizada en el Artículo 44 de la Constitución irlandesa.
Si quiere convertirse en un brujo practicante (tanto en sentido reli­
gioso como en lo que se refiere al arte) y no puede ingresar en ningún
conventículo, en prim er lugar deberá estudiar la filosofía fundamental
del Wicca y estar mentalm ente seguro de que sintoniza con ella. Hace
treinta o cuarenta años esto habría sido realm ente muy difícil de cum­
plir, pero hoy en día dispone de las obras de Gerald Gardner, Doreen
Valiente, Patricia y Arnold Crowther, Justine Glass, Lois Boume, las
nuestras y de otros autores, que a través de sus puntos de vista indivi­
duales pero complementarios le proporcionarán todo lo que necesite sa­
ber para responder a la pregunta, ‘¿Es lo que yo quiero?’
Si la resp u esta es un auténtico ‘Sí’, puede hacer una de las dos
cosas siguientes. La prim era es adoptar un sistem a muy sencillo de
ritu al y práctica, y tra b a ja r con él h a sta que se fam iliarice con él.
Para entonces habrá empezado a saber intu itiv am ente si quiere se­
guir avanzando hacia terrenos m ás complejos y de qué m anera. Las
necesidades y las resp u estas pueden ser diferentes. Un cristiano
puede sa lir profundam ente beneficiado de u na reunión cuáquera,
m ientras que otro lo h a rá asistiendo a u na m isa mayor. El espectro
del Wicca es igual de amplio.
Según esta forma de enfocar la iniciación, el m anual ideal es
Witchcraft for Tomorrow, de Doreen Valiente, porque para eso lo escri­
bió. En él se resumen los principios y prácticas de la brujería y propor­
ciona un sencillo pero significativo Líber Umbrarum o Libro de las Som­
bras que incluye el trazado del círculo, la autoiniciación, la consagra­
ción, un rito esbat de luna llena, un rito sabático, la iniciación dentro de
un conventículo, encanta-mientos, invocaciones, cánticos y danzas. Sen­
cillo, pero desde luego tampoco infantil. Por experimentado que sea, no
hay ningún brujo que no pueda beneficiarse estudiándolo.
La segunda manera consiste en coger toda la estructura de un sistema
wiccaniano establecido y trabajar a partir de él. Es muy posible que la
única estructura que se encuentre disponible de una forma comprensiva
sea la gardneriana; y parte de nuestro propósito al escribir este libro y Los
ocho sabbats de la brujería ha sido proporcionar el material básico para
esta segunda opción, igual que Doreen hizo con Witchcraft for Tbmorrow
para la primera.
330 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

(Para ser totalm ente justos, el libro de Raymond Buckland, The Tree,
the Complete Book of Saxon Witchcraft, también ofrece un sistem a com­
pleto que incluye la autoiniciación. Hay que decir que se tra ta de un
sistem a ‘inventado’ que Buckland sintetizó a p artir de la mitología y la
simbología sajona y al que llam o‘Seax-Wica’, un sistema viable para los
que se sienten sajones o pertenecen a su cultura, y que esté resumido no
le resta valor. Aparte del mismo libro, se puede obtener más información
en Seax-Wica Voys, PO Box 5149, Virginia Beach, Va 23455, USA. En
cuanto a nuestros propios libros, como los de Doreen, están basados en
la tradición gardneriana, que es de origen celta, por lo que nos lim ita­
mos a proporcionar esta dirección para aquellos que estén interesados
en seguir la tradición sajona.)
Una vez decidido el modelo básico, ¿cómo empezar?
Si usted va a ser un brujo solitario y su intención es seguir el sistema
g ardneriano h a sta donde le sea posible, puede seguir el ritu al de
autoiniciación de Witchcraft forTomorrotu, que fue concebido precisamente
con ese propósito. No obstante, si prefiere empezar con un ritual más típi­
camente gardneriano, entonces siga las instrucciones que proporcionamos
al final de este capítulo.
Todo adepto a la brujería debe prestar una atención constante a la
voz de su conciencia, así como proporcionarla el tiempo y las condiciones
para que pueda m anifestarse; eso es precisam ente lo que significa la
brujería. Es la voz del inconsciente, tanto personal como colectivo, y cuan­
to más perfeccionemos nuestra capacidad receptiva a su mensaje, con
mayor claridad se transform ará en la voz de la diosa y del dios, ambas al
mismo tiempo (y mejor entenderemos lo que esas palabras ‘tam bién’
quieren decir). Para el adepto solitario son incluso más im portantes, si
cabe, porque él o ella no dispone de compañeros de oficio para verificar
los errores o para superar las propias decepciones. Por esa misma razón,
el brujo solitario deberá ser especialmente meticuloso en cuanto a la
ética mágica y a la autodefensa psíquica.
El camino de un brujo solitario autoiniciado está sembrado de escollos,
entre los que la soledad de su psique en expansión no es el menor. Nosotros
recomendamos ardientemente que el autoiniciado empiece el camino con
un compañero de oficio o como miembro de un pequeño grupo. La asocia­
ción deberá ser siempre de un hombre y una mujer, y si es un grupo, este
deberá incluir al menos una mujer, por las razones de polaridad que ya
hemos discutido en profundidad. Una asociación inicial de dos mujeres
podría ser practicable cuando resulte imposible encontrar un hombre ade­
cuado, pero una asociación de dos hombres suele ser mágicamente estéril.
A u t o in ic ia c ió n 331

Una vez lograda una asociación, sugerimos que la mujer se inicie a


si misma primero en presencia de su compañero, en el ritual que hayan
escogido, y que ella inicie después al hombre. En el caso de un grupo,
deberá nombrarse de antemano una suma sacerdotisa y un sumo sacer­
dote. La suma sacerdotisa escogida se iniciará a sí misma en presencia
de los demás, y después iniciará al sumo sacerdote seleccionado. A par­
tir de entonces ella iniciará a los hombres y él a las mujeres. A su debido
tiempo, cuando crean estar preparados, el sumo sacerdote otorgará a la
suma sacerdotisa el segundo grado de iniciación, e inmediatamente des­
pués ella iniciará al segundo grado al sumo sacerdote (en esta ocasión,
representándose la leyenda del descenso de la diosa sólo una vez, como
colofón a la doble iniciación). Y cuando llegue el momento, celebrarán su
paso al tercer grado.
La única autoiniciación deberá ser inevitablemente la primera. Una
vez llevada a cabo, cada miembro deberá ser iniciado por un brujo que
ya lo haya hecho, y cuando la suma sacerdotisa y el sumo sacerdote se
hayan otorgado los grados superiores, habrá de cumplirse enteramente
la regla normal por la que sólo un brujo del tercer grado puede conferir
el tercer grado a otro. La regla es buena, con razones de peso que la
sustentan, y la autoiniciación debe considerarse como un procedimiento
excepcional que se utiliza sólo cuando no existe otra posibilidad.
(El sistema simplificado de Witchcraft for Tomorrow no incluye la
posibilidad de brujos de segundo o tercer grado, por lo que si se siguen
sus instrucciones sólo se plantea la primera parte de la regla.)
Una nota para todos los brujos autoiniciados, ya sean solitarios o en
grupo: manténgase en contacto con el pensamiento, el desarrollo y las
controversias actuales del arte y del movimiento pagano en general. Lean
boletines informativos como The Cauldron (véase p. 365 para la direc­
ción) que, por cierto, contiene anuncios de intercambio de otros boleti­
nes y revistas paganas. Participen en actividades locales paganas y
ocultistas como simposios, conferencias y ferias, pero siempre con la cau­
tela necesaria para sopesar su autenticidad.

Un ritual de autoiniciación

Hemos elaborado este ritual para la autoiniciación al primer grado cum­


pliendo las necesidades de aquellos que no tienen otra alternativa pero
que desean cumplir todo lo posible un modelo típicamente gardneriano.
Como en otras partes del libro hemos simplificado las cosas refirién­
donos en todo momento a la persona que va a iniciarse como‘ella’ (y a su
332 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

compañero, si está presente, como ‘él*). Los cambios, si se trata de un


hombre, son obvios.

La preparación
Los utensilios que habrá sobre el altar (además de las velas) serán como
mínimo la espada, el cuchillo ritual, el cuchillo de mango blanco, la vara,
el pentáculo, el incensario, el látigo, los cordones, el cáliz de vino, el
aceite de ungir, el cuenco de agua, el cuenco de sal y un collar o colgante.
La iniciada y su compañero, como cualquiera que esté presente en
el círculo, deberán ir desnudos. La iniciada por completo, y cualquier
joya que suela llevar normalmente, como un anillo de bodas, deberá
dejarse sobre el altar para ponérselo de nuevo después del rito. (Habrá
que perdonar aquellos anillos de bodas que con el tiempo resultan im­
posibles de quitar.)

El ritual
La iniciada consagra el agua y la sal, traza el círculo (con todos los pre­
sentes en el interior), lleva el agua alrededor (rociando a todos los parti­
cipantes y finalmente a sí misma), luego lleva el incensario, también
alrededor del círculo, y por último hace lo propio con la vela convocando
a los Señores de las Atalayas; encargándose de todo ella misma.
Si tiene un compañero, le da el beso quíntuple.
Ella m ira hacia el a lta r y levanta los brazos en alto abriéndolos2.
Y dice:
lío te invoco y te invito, a ti, Gran Madre de todos nosotros, que nos
das todo lo que es fructífero; por la semilla y la raíz, por el tallo y el brote,
por las hojas y la flor y el fruto, te invoco para que bendigas este rito, y
para que me admitas en la compañía de tus hijos ocultos.’
A continuación se sitúa de espaldas al altar y recita toda la Carga,
pero sustituyendo ‘ella’ y ‘su’ por ‘yo* y ‘mi’ o ‘mis’.
Después, de nuevo mirando hacia el altar, con los brazos levantados y
las manos saludando al ‘dios cornudo’ (el índice y el meñique extendidos y
los dedos medio y corazón plegados contra la palma de la mano) y recita la
invocación al ‘Gran Dios Cernunnos’.
Ahora se sienta o arrodilla en el centro del círculo mirando hacia el

2. Si puede aprender esta invocación y la de Cernunnos de memoria, mucho mejor; de


otra forma necesitará una mano para sostener el texto.
— ---------------------------------------------------------------

A utoiniciación 333

altar. Si hay más personas presentes, se sientan o arrodillan detrás de ella,


que hace una pausa para tranquilizarse por completo y entonces dice:
‘Dulce diosa, poderoso dios; yo soy vuestra hija, ahora y siempre.
Vuestro aliento es mi vida. Til voz, Gran Madre, y la tuya, Gran Padre,
hablan dentro de mí, como lo hace en todas las criaturas que anhelan
escucharla. Por eso aquí, en vuestro círculo mágico, que está entre el
mundo de los seres humanos y el reino de los Seres Supremos, abro mi
corazón a vuestra bendición.’
Entonces medita en silencio sobre la diosa y el dios, y les abre su
corazón. Se toma todo el tiempo que desee.
Si hay otras personas presentes, se imaginarán a sí mismos como
sus protectores, sujetando cualquier influencia que pudiera interferir
su comunicación con la diosa y el dios. Su compañero deberá ser cons­
ciente de su papel de guardián y alumno, al que se consagrará en ade­
lante. Si hay un grupo de personas presentes, reflexionarán en que su
suma sacerdotisa, piedra angular del nuevo conventículo, está consa­
grándose en ese puesto en beneficio de todos.
Cuando ella esté lista, se levantará (y todos los presentes la imitarán).
Entonces, ella se dirigirá a cada uno de los puntos cardinales por tumo y dirá:
'Tened cuidado, vosotros Señores del Este [Sur, Oeste, Norte], pues yo,
, estoy perfectamente preparada para convertirme en una sacer­
dotisa y bruja.’
Después, de pie frente al altar con la mano derecha contra el cora­
zón, pronuncia el Juramento:
Yo,.______ , en presencia de los Seres Supremos, por mi propia y
libre voluntad y acuerdo hago el más solemne juramento de que siempre
guardaré y haré guardar los secretos del arte que me sean confiados,
salvo a la persona apropiada, adecuadamente preparada dentro del cír­
culo, tal como yo lo estoy ahora; y que nunca negaré los secretos a tal
persona si de él o ella responden un hermano o hermana del Arte. Todo
esto lo juro por mis esperanzas de una vida futura, y que mis armas se
vuelvan contra m í si rompo este solemne juramento.’
Hace una reverencia ante el altar y después coge el aceite de ungir.
Moja su dedo índice en el aceite y dice:
'Por el presente juramento firmo con el Signo Triple y me consagro a
m í misma con aceite.’
Ella se toca a sí misma con aceite en la parte superior del vello púbico,
en su pecho derecho, su pecho izquierdo y de nuevo en el pubis, comple­
tando el triángulo invertido del Primer Grado. Moja su dedo índice en
vino y dice: 'Me unjo a mí misma con vino’ y se toca en los mismos sitios.
334 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Entonces besa su dedo índice y dice ‘Me consagro a mí misma con mis
labios’, y se toca a sí misma en los mismos tres sitios (besando el dedo
índice otra vez antes de cada toque) y continúa: ‘sacerdotisa y bruja’.
Si hay más personas presentes, el ritual se interrumpe para felicitar
a la recién iniciada bruja.
Una vez hecho esto, la ceremonia continúa y la nueva bruja cogerá por
turnos cada uno de los utensilios del oficio del altar dando las siguientes
explicaciones. (Besa cada utensilio antes de volver a dejarlo.)
‘Ahora cojo los utensilios. Primero, la espada mágica. Con ella, como con el
cuchillo ritual, puedo trazar los círculos mágicos, dominar, someter y castigar a
todos los espíritus y demonios insurrectos, e incluso persuadir a los ángeles y a
los buenos espíritus. Con ella en la mano, soy la que rige el círculo.
‘Después tomo el cuchillo ritual. Ésta es la verdadera arma de la
bruja, y posee todo el poder de la espada mágica.
'Después tomo el cuchillo de mango blanco. Se emplea para formar
todos los instrumentos utilizados en el Arte. Sólo puede utilizarse den­
tro del círculo mágico.
‘Después cojo la vara. Se utiliza para invocar y controlar ciertos án­
geles y genios a quienes la espada mágica no podría convocar.
‘Después la copa. Es el recipiente de la diosa, el caldero de Cerridwen,
el Santo grial de la inmortalidad. De ella beben los hermanos y herma­
nas del Arte en camaradería y en honor de la diosa\
'Después el pentáculo. Su propósito es convocar los espíritus adecuados
‘Después el incensario, que sirve para alentar y dar la bienvenida a
los buenos espíritus y para expulsar a los malos.
‘Después el látigo, que es el símbolo del poder y del dominio. También
se usa para purificar e iluminar, pues está escrito que ‘Para aprender
debes sufrir y purificarte.»
Después y por último los cordones. Se emplean para atar los sellos
del Arte, así como la base material.’
A continuación coge el collar y se lo pone alrededor del cuello diciendo:
‘Con el collar, que es el círculo del renacimiento, sello mi compromiso
con el Arte de los Sabios.’
Finalmente, va hacia los cuatro puntos cardinales por turno y con los
brazos levantados, dice:
‘Oíd, Seres Supremos del Este fSur, Oeste, Norte]; yo,......, he sido de­
bidamente consagrada sacerdotisa, bruja e hija oculta de la diosa.’

3. Véase p. 343 en el siguiente capítulo sobre este añadido a la lista tradicional.


XXIV Los U ten silios de las B ru jas

En el capítulo IX hemos abordado el tem a de la carga de los talism a­


nes; en el XIV, el uso ritual de los símbolos y en el XIX la frecuencias
vitales de los objetos ‘inanim ados’, por lo que no hace falta ahora
e n tra r en detalles sobre las razones por las que la brujería utiliza
utensilios mágicos. Lo resumiremos diciendo que un utensilio o he­
rram ienta ritu al es una ayuda psicológica que favorece la concentra­
ción y la sincronización del esfuerzo psíquico de un grupo que tra b a ­
ja unido. El simbolismo que manifiestan es de naturaleza arquetípica,
razón por la que activan el inconsciente junto con la determinación
del ego. Gracias a su consagración y uso constante, adquieren una
carga psíquica útil por sí mismos.
336 E l C a m in o d e la s B r u j a s

La mayoría de los utensilios pertenecen tanto a un brujo en particu­


lar como al conventículo. La única excepción es el cuchillo ritual o el
cuchillo de mango blanco, que es siempre una herramienta personal
perteneciente a un solo brujo. Así pues, empezaremos por él.

El cuchillo ritual

Como cuchillo ritual se puede escoger cualquiera que le parezca bien a


su dueño. Los dos nuestros son simples cuchillos de monte comprados en
una tienda. El de Janet tenía ya la empuñadura negra y el de Stewart la
tenía marrón pero la esmaltó en color negro. Obviamente, deberían evi­
tarse los cuchillos que tengan asociaciones malignas, como las dagas
nazis que todavía se encuentran en las tiendas de antigüedades, u otros
con historias desagradables (que un buen psicometrista será capaz de
diagnosticar).
Normalmente, el cuchillo ritual es de acero, aunque hemos visto al­
gunos muy bonitos de bronce fabricados por nuestro artesano y amigo
Peter Clark (deTintine,The Rower, condado de Kilkenny), y uno de nues­
tros brujos utiliza uno de cobre que fabricó él mismo, con los símbolos
grabados artísticamente en la hoja en lugar de en la empuñadura, que
es lo más normal. (Véanse ambos en la Fotografía 19.)
Tradicionalmente, la empuñadura es negra, pero algunos brujos creen
que el simbolismo mágico del cuerno o la pezuña de un ciervo, en su
color natural, es una alternativa aceptable. Volvemos a la Regla Uno: ‘lo
que le parezca bien a cada uno’. No obstante, si puede pintar de negro la
empuñadura sin estropear alguna otra característica natural, no lo deje
por pereza. El cuchillo ritual es su símbolo personal de la brujería y
merece una cuidadosa selección y tratamiento.
Como utensilio puramente ritual nunca debe utilizarse para cortar.
Por eso nosotros embotamos la hoja y su punta para evitar percances en
los movimientos rituales con círculos concurridos, especialmente estan­
do desnudos. (Hay una enigmática sentencia en el Libro de las Sombras
— véase p. 88 arriba— que supere que las marcas de algunos utensilios
deben cortarse con el cuchillo ritual; pero no especifica ninguna marca.
El cuchillo ritual podría también participar con la espada del tradicional
privilegio de cortar un pastel de compromiso.)
El cuchillo ritual es intercambiable con la espada a todos los efectos
rituales, como el trazado y expulsión de los círculos. Esencialmente es
un símbolo masculino, y se considera como tal en la consagración del
vino (p. 55); así pues, en las manos de una bruja puede decirse que re­
Los U t e n s i l i o s d e la B r u j e r ía 337

presenta su ánimas activo. En nuestro ceremonial, el cuchillo ritual y la


espada representan el elemento del fuego (y la vara, el aire). Algunas
tradiciones relacionan la espada y el cuchillo ritual con el aire y la vara
con el fuego, pero como explicamos en Los ocho sabbats de la brujería (p.
177), esta atribución‘fue una “pantalla" deliberada de los primeros tiem­
pos del Golden Dawn, que desgraciadamente todavía no ha desapareci­
do de muerte natural. En nuestra opinión es contrario a la naturaleza
obvia de los utensilios.’ Nuestros argumentos para hacer esta afirma­
ción proceden de Techniques ofHigh Magic de Francis King y Stephen
Skinner, p. 60. King y Skinner son historiados ocultistas rigurosos, pro­
bablemente los mejores hoy en día, y su convencimiento proviene del
estudio de evidencias y fuentes. No obstante, el misterio permanece. Como
señala Doreen Valiente, los primeros documentos que se publicaron del
Golden Dawn, pertenecientes a R. G. Torrens y que datan de 1899, atri­
buyen a la espada el elemento del aire y a la vara, el del fuego. En 1899
‘estos documentos se entregaron a iniciados bajo el sello del más alto
secreto. La misma existencia de la Orden no estaba permitida al conoci­
miento público.’ Así pues, si hubo una ‘pantalla’, ¿a quién estaba dirigi­
da? Doreen también señala que el folleto Yeats, TheTarot and the Golden
Dawn, de Kathleen Raine, contiene fotografías de los utensilios rituales
de W. B. Yeats que él mismo fabricó siguiendo las mismas atribuciones.
Yeats ingresó en la Orden en marzo de 1890.
Doreen prefiere la atribución vara/fuego, espada/aire. Con todo, hay
algo en lo que Doreen, King y Skinner y nosotros mismos estamos todos
de acuerdo: cada uno es libre de escoger las atribuciones que mejor le
parezcan.
Los símbolos que se marcan en la empuñadura del cuchillo ritual va­
rían mucho, incluso en el uso gardneriano. El primer diseño conocido apa­
rece en The Key ofSolomon (véase Bibliografía bajo Mathers), cuyo ma­
nuscrito más antiguo data del siglo XVI. El libro no menciona la palabra
‘cuchillo ritual’ sino que sencillamente lo llama‘el cuchillo con la empuña­
dura negra’ que sirve‘para hacer el círculo’. Las marcas de la empuñadura
son estas:

Fig.8
338 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

Las guardas del libro de Gardner High Magic's Aid muestran un


dibujo del cuchillo ritual (al que denomina athamé) con estos signos en
la empuñadura:

Fig.9

Como observa Doreen Valiente, ‘ciertamente proceden de The Key of


Solomon (en realidad, The Key of Solomon aparece mencionado en el
libro de Gardner), lo que permite inducir que Gerald sencillamente co­
pió los signos de la edición moderna traducida y editada por S. L.
MacGregor Mathers. Sin embargo, no comparto esta explicación, porque
¿de dónde proceden los de The Key of Solomon?
En el texto B de Libro de las Sombras de Gardner, los símbolos apa­
recen divididos en dos secuencias, una en cada lado de la empuñadura,
así:

Fig. 10

Gardner anota estos símbolos con las siguientes interpretaciones


(diagrama superior, de izquierda a derecha): ‘dios cornudo; inicial de su
nombre; beso y látigo, luna creciente y menguante; inicial de muchos de
sus nombres en escritura hebrea’; (diagrama de abajo, de izquierda a
derecha) ‘las ocho celebraciones rituales, ocho armas, etc.; el poder flu­
yendo del dios cornudo; la hoz, símbolo de la muerte; la serpiente, sím­
bolo de la vida y de renacimiento.’
(Sobre las dos‘iniciales’: la del dios recuerda la letra F del alfabe­
to tebano de los magos, aunque podría ser también una corrupción
de la H o de la C; y la de la diosa es la letra hebrea aleph o A.)
Los U t e n s i l i o s d e la B r u j e r ía 339

Doreen Valiente considera que estas explicaciones tampoco son acer


tadas. Ella nos escribió diciendo que comparando las diversas armas
mágicas que aparecen en The Key ofSolomon y sus signos, había llegado
a las siguientes conclusiones, subrayando que sólo se trataba de suge­
rencias personales:
‘Los signos varían de un arma a otra, y la diferencia más notable es
la apariencia inconfundible de la cruz ansada como el segundo sello des­
pués del símbolo del dios cornudo (que también es el símbolo astrológico
de Tauro). Además, aparece el símbolo astrológico de Escorpio en lugar
de la supuesta “primera letra” del nombre de la diosa en hebreo.
‘Sin embargo, Tauro y Escorpio son opuestos en el Zodíaco. Cuando
el sol está en Tauro, tiene lugar la víspera del primero de mayo, el co­
mienzo de la mitad estival del año; y cuando el sol está en Escorpio,
tiene lugar Halloween, el comienzo de la mitad invernal del año según
nuestros ancestros celtas. Por eso me gustaría sugerir esta versión de
los símbolos del cuchillo ritual como la original y correcta:

■Primeriado: Q f JJ X
Fig. 11 (a)

‘Segundo lado:

Fig. 11 (b)

‘Sus significados son los siguientes:

‘El dios cornudo. También los poderes de la fertilidad, la víspe­


ra del primero de mayo, la mitad ‘luminosa’ del año.
f ‘La cruz ansada, un símbolo de la vida muy antiguo.
‘El Saludo y el Látigo, probablemente mostrados en esta forma
sencilla (esto es, no como a veces los dibujamos ) para no
revelar demasiado claramente un secreto mágico.
X ‘La diosa en su apariencia de luna creciente y menguante.
JA ‘Escorpio, signo de la m uerte y del más allá, la “otra cara” del
dios como Señor del Infierno. Halloween y la mitad “oscura”
del año.
-T~L ‘La pareja perfecta.
340 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

b—» ‘El poder fluyendo, ya sea del dios cornudo o de la “conjunción


del sol y de la luna” , es decir, de lo masculino y lo femenino.
^ ‘Las ocho celebraciones rituales, ocho formas de hacer magia,
etc.

‘Sugiero que esta interpretación tiene más significado que


la que generalmente se da por aceptada. Además, su significa­
do está especialmente dirigido a los adeptos a la brujería aun­
que procede de The Key of Solomon en la versión de MacGregor
Mathers. En su prefacio, Mathers nos dice que trabajó a partir
de siete manuscritos del Museo Británico, el más antiguo de
los cuales databa de“finales del siglo XVI”. Desgraciadamente,
no nos dice si las ilustraciones de los símbolos procedían de ese
manuscrito o de otro posterior. Así pues, la incógnita sobre la
época y última procedencia de estos símbolos sigue en pie, pero
tengo la esperanza de estas notas puede arrojar algo de luz
sobre la cuestión.’
Creemos que sí, y nos complace m ostrarlas a nuestros lectores.
Añadiremos un pequeño comentario nuestro, que podría ser una in­
novación alexandriana, aunque creemos que se tra ta de una buena cos­
tumbre. Tras iniciarnos en el tercer grado, con nuestra propia pareja,
nos enseñaron que deberíamos incluir en el cuchillo ritual el símbolo de
la ‘pareja perfecta’, descrita como ‘el hombre y la mujer arrodillados’:

Fig. 12

Primer y Tercer Grado


segundo grado

Dos notas finales sobre el cuchillo ritual como utensilio personal. Se


considera de buena educación no utilizar el cuchillo ritual de otro brujo
sin permiso de su dueño, a menos que sea su pareja de oficio. Y puesto
que un cuchillo ritual de tamaño normal es, con todas las apariencias,
un arma, no es conveniente ni discreto llevarlo encima. En realidad, hay
momentos y lugares en los que podría ponerle a uno bajo sospecha razo­
nable. Por eso es útil disponer de un segundo cuchillo ritual en m iniatu­
ra, que nadie pueda considerar como un arma; de hecho, no se nos ocu­
rre hacer ninguna objeción mágica a un cortaplumas plegable con el
Los U t e n s il io s d e la B r u j e r ía

mango negro, siempre y cuando haya sido consagrado debidamente y se


resista la tentación de utilizarlo para cualquier otra cosa.

La espada

Como ya hemos dicho, la espada es ritualmente intercambiable con el


cuchillo ritual, razón por la que nosotros la asociamos al elemento fuego.
También es esencialmente masculina. De ahí la tradición a la que nos
referimos en la p. 78 respecto a que cuando una bruja porta una espada
está ritualmente asumiendo un papel masculino y debe ser considerada
y tratada como tal hasta que deje de esgrimirla.
La diferencia entre las dos armas estriba en que la espada tiene más
autoridad que el cuchillo ritual. Por ejemplo, nosotros normalmente usa­
mos la espada para trazar el círculo del conventículo subrayando así el
significado del acto a todo el grupo, mientras que en privado, un brujo
puede trazar su propio círculo con el cuchillo ritual. Cuando Juana de Arco
cogió la espada, lo hizo en representación de Francia, no para su defensa
personal. La presencia de la espada realza la importancia de una ocasión
solemne. Cuando la suma sacerdotisa o el sumo sacerdote tienen que ha­
cer un anuncio particularmente transcendental al conventículo, ella o él lo
pronunciarán en frente del altar con la espada apuntando hacia el suelo y
ambas manos apoyadas en la empuñadura. 'Con ella en tus manos’, dice el
Libro de las Sombras, ‘eres el que gobierna el círculo.’
Como el cuchillo ritual, la espada nunca se utiliza para cortar, con la
feliz excepción de un pastel de compromiso.
El diseño de la espada depende totalmente de la selección que se quiera
hacer, pero una razonablemente corta y ligera resulta siempre más ma­
nejable dentro del círculo. Nosotros tenemos dos, una es una maravillo­
sa arm a toledana con guardamanos y la otra es una espada de caballero,
delgada y ligera. Cada una tiene sus ocasiones especiales, pero para el
trabajo normal del conventículo utilizamos la más ligera.
The Key ofSolomon proporciona signos procedentes del alfabeto hebreo
para la hoja y la empuñadura. High Magic’s Aid los repite añadiendo
dos pentagramas. Sin embargo, las letras hebreas son más propias de la
magia ceremonial que de la brujería, y la mayoría de las espadas de los
conventículo carecen de símbolos.
342 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

La v a ra

En n uestra tradición la vara representa el elemento del aire. Su gé­


nero no se expresa, aunque de ten er alguno nosotros lo considera­
mos masculino, tanto por su forma fálica (sobre todo en ciertas varas
—véase m ás abajo) como porque el aire es el elemento de la facultad
lineal y lógica del lado izquierdo del cerebro.
Se trata de un utensilio más ‘tranquilo’ que el cuchillo ritual y la
espada. Como dice el Libro de las Sombras: ‘Su función es convocar y
controlar ciertos ángeles y genios a los que la espada mágica no podría
convocar.’ Se comunica por invitación, no por mando. Cuando la vara y
el látigo se sujetan en la Posición de Osiris (véaseLos ocho sabbats de la
brujería, Fotografía 10), el látigo representa la severidad y la vara la
misericordia.
The Key of Solomon dice que la vara deberá ser'de madera de avella­
no o de nogal y en cualquier caso será virgen, es decir, con sólo un año de
crecimiento’. Además, habrá de ser cortada con un solo golpe, durante el
día de Mercurio (es decir, el miércoles), al amanecer’. Esta es la tradi­
ción mágica universal que también siguen los brujos. (Existe una tradi­
ción que insiste en que el ‘único golpe’ deberá hacerse con una hoz de
oro, aunque nos parece algo difícil de cumplir.)
The Key of Solomon proporciona signos para la vara que parecen
pertenecer a alguno de los muchos alfabetos mágicos (una selección de
los cuales aparece en la p. 64 de The Magus, Libro II, de Barrett). High
Magic’s Aid no proporciona ninguno. De escoger algunos signos, será
cuestión de elección personal. A la nuestra le otorgamos un extremo
masculino/solar y otro femenino/lunar, para que pueda sostenerse por
uno u otro lado según el énfasis que se la quiera dar, y marcamos el
tronco con los símbolos planetarios:

a b a l o r io a b a i/ jr io

DE AZABACHE LUNA SATURNO JÚ P IT E R SO L DB AMBAR

ffim a o*- ^ c*- «o


ALAMBRE VEN US M ERCURIO «A R TE ALAMBRE

DE COBRE D E H ,E R R O

Fig. 13

Para ciertos rituales (como la ceremonia en Imbolg d e‘Bienvenida a


Brid’ —Los ocho sabbats de la brujería, capítulo IV) se emplea una vara
Los U t e n s i l i o s d e la B r u j e r ía 343

fálica. La nuestra consiste en un palo normal de nogal rematado con una


piña de pino y con dos cintas, una blanca y otra negra, entrelazadas a
través como las serpientes de un caduceo (ibid, Fotografía 6).
La longitud tradicional de una vara se mide desde el codo a la yema
del dedo de su dueño. Para un conventículo, una media práctica alcanza
las dieciocho pulgadas.

La copa o cáliz

La copa representa el elemento del agua y es el símbolo femenino


pa r excellence. Su principal uso en el círculo consiste en ser recipien­
te del vino, en el que se consagra y se pasa alrededor. También se usa
p ara rep resen tar a la m ujer en el Gran Rito simbólico (cf. Los ocho
sabbats de las brujas, capítulo II).
A muchas personas les intriga el hecho de que la copa no aparezca
mencionada o esté presente junto a los demás utensilios mágicos en los
ritos de iniciación del primer y segundo grado. Gerald Gardner también
se extrañó y en Witchcraft Today (p. 126) explica: ‘La respuesta que ten­
go es: En la época de las hogueras de la Inquisición se ocultó deliberada­
mente. Cualquier mención de la copa conducía a una orgía de tortura,
diciendo sus perseguidores que servía para parodiar la misa; lo mismo
ocurría con el palo de m ontar o de bailar (“palo de escoba”). El incensario
y el pentáculo fueron sustituidos y se dieron las explicaciones que enca­
jaban con lo que esperaban sus perseguidores.’
El uso ritual de la copa de vino en la brujería no es, por supuesto,
parodiar la misa. La bendición religiosa y el reparto de comida y bebida
es mucho más antiguo que el cristianismo; en cualquier caso, el Wicca es
una religión positiva por derecho propio y no necesita parodiar o desde­
ñar a ninguna otra.
En esta época, en la que el uso de la copa de los brujos ha dejado de
ser secreto (si volviesen las persecuciones, este detalle sería sólo una
gota en un océano) parece que no hay razón para que, siendo tan impor­
tante como los demás utensilios, no pueda volver a introducirse en las
representaciones iniciáticas, tal y como hemos hecho en los capítulos I,
II y XXIII.

El Pentáculo

El pentáculo es el símbolo primario de la tierra. Su género, como el la


vara, no se enfatiza normalmente, pero como símbolo de la Madre Tierra
344 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

debe considerarse femenino.


Es la pieza central del altar, sobre la que se consagran los objetos y
se colocan los cuencos de agua y de sal encima para bendecirlos. En
realidad, algunos conventículos no usan un cuenco de sal sino que ponen
la sal directamente sobre el pentáculo desde donde, tras la bendición, se
vuelca sobre el agua.
En los días de las persecuciones el pentáculo solía inscribirse sobre
cera en cada círculo para que pudiera destruirse después, pues consti­
tuía una peligrosa prueba. En la actualidad es un disco de metal, nor­
malmente de cobre, con un diámetro de cinco o seis pulgadas. Sus sím­
bolos son estos:

Fig. 14

El pentagram a vertical del centro es el principal símbolo del arte.


Junto con el triángulo vertical que aparece encima forma el símbolo
de la iniciación al tercer grado. El pentagram a invertido, arriba a la
derecha, es el del segundo grado, y el triángulo invertido, a la iz­
quierda arriba, el del prim er grado. El símbolo del dios cornudo está
a la izquierda, y a la derecha las m edias lunas m enguante y crecien­
te de la diosa (a veces tam bién descritas como los pechos de la diosa).
Las dos eses de la parte inferior representan la polaridad entre la
Los U t e n s i l io s d e la B r u j e r ía

misericordia y la severidad, en forma de beso (S sencilla) y el látigo


(S con un trazo a través).
Al ser una pieza central del altar, el pentáculo se presta a un trata­
miento estético. Cuando quisimos tener un pentáculo grande, diseñado
para nosotros y para ocasiones especiales, Stewart dibujó el diseño de un
pentáculo rodeado por los signos del Zodíaco y que disponía de huecos para
engarzar gemas zodiacales. Como ambos somos del signo Cáncer, colocó su
signo arriba, flanqueado por nuestras iniciales. Uno de nuestros brujos,
que trabaja en el proceso de fotograbado en un periódico, fotograbó el dise­
ño de Stewart sobre un disco macizo de cobre de 11 pulgadas y media que
le proporcionamos. Montamos las gemas en sus sitios y quedamos encan­
tados con el resultado. Véase en la Fotografía 20.
Por si acaso (puesto que en fotograbado se puede proyectar un dise­
ño en cualquier medida) nuestro amigo también hizo una versión del
pentáculo de 5 pulgadas y media. Y como otros miembros también qui­
sieron tener uno, giró el borde diseñado por Stewart para que Aries es­
tuviese en su posición convencional arriba en el centro, borró nuestras
iniciales y fabricó varios pentáculos zodiacales normales de 5 pulgadas y
media para ellos.
El fotograbado es una técnica que vale la pena investigar y que no
debería quedar fuera del alcance de las posibilidades de cualquier persona
hábil que disponga de un ampliador fotográfico.
Como es posible que muchos brujos deseen embellecer sus utensilios
con sus gemas zodiacales, este es un buen momento para discutir el tema.
Para nuestro enjoyado pentáculo consultamos diferentes listas, desde la
de Aleister Crowley a la del Jewellery Advisory Centre. La variedad de las
recomendaciones nos desconcertó. A continuación resumimos las votacio­
nes totales (Algunas suman más de 10 porque en algunas listas contenían
alternativas.)
Aries - Diamante 5, sardónice 2, rubí 1, hematite 1, zafiro 1.
Tauro - Esmeralda 6, cornalina 2, topacio 1, crisoprasa 1, zafiro 1.
Géminis - Perla 3, ágata 3, topacio 2, alejandrita 1, turm alina 1, es­
pato de Islandia 1, crisoprasa 1.
Cáncer - Rubí 6, calcedonia 2, cornalina 2, ámbar 1, esmeralda 1.
Leo - Sardónice 4, peridoto 3, jaspe 2, ojo de gato 1, ónice 1.
Virgo - Zafiro 6, peridoto 2, esmeralda, 1, olivino 1, lapislázuli 1,
carnelian 1.
Libra - ópalo 6, turm alina 2, esmeralda 1, berilo 1, jade 1, crisólito
1, aguam arina 1.
Escorpio - Topacio 5, citrino 2, serpentina 1, turquesa 1, amatista 1,
346 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

turm alina roja 1, aguam arina 1, ojo de gato 1.


Sagitario - Turquesa 6, jacinto 2, zirconita 1, zirconio 1, topacio 1,
malaquita 1.
Capricornio - G ranate 6, diamante negro 1, crisopraso 1, azabache
1, rubí 1, zirconita 1.
Acuario - Amatista 6, cristal de roca 2, vidrio artificial 1, calcedonia
1, zirconita 1, granate 1.
Piscis - Hematite 6, aguamarina 3, perla 1, zafiro 1, am atista 1.
Así que volvimos a la regla número uno, ‘lo que le parezca bien a
cada cual’. Por ejemplo, no podíamos entender por qué ninguna lista
incluía heliotropo para Cáncer, que a nosotros nos parecía una obvia
correspondencia. Desde luego, nos influyeron piedras concretas que te­
níamos y que significaban algo para nosotros. Entre ellas una alejandrita
que trajimos de Egipto, y un azabache que quedó de un collar que Stewart
deshizo en 1970 para fabricar otro de ámbar y azabache para Janet.
Así pues, para nuestro pentáculo escogimos: Aries, hematite; Tauro,
cornalina; Géminis, alejandrita; Cáncer, heliotropo; Leo, ojo de tigre; Vir­
go, zafiro; Libra, ópalo; Escorpio, lapislázuli; Sagitario, topacio; Capri­
cornio, azabache; Acuario, am atista, y Piscis, perla.
Una nota especial sobre los pentáculos: todos los utensilios del con­
ventículo deben limpiarse, por supuesto, y si son de metal, pulirse regu­
larmente. También es conveniente lavar el pentáculo inmediatamente
después del círculo, porque es casi seguro que le hayan caído gotas de la
mezcla de agua con sal, que corroe el metal (especialmente el cobre) con
facilidad; un minuto de limpieza en la misma noche puede ahorrar diez
minutos de pulido al día siguiente. Una vez finalizado el círculo deberá
prestarse la misma atención a la copa que ha contenido el vino, a los
cuencos del agua y la sal si son de metal, y las puntas de los cuchillos
rituales que hayan consagrado el vino, el agua y la sal deberán frotarse
y secarse.

El incensario

El incienso pertenece al elemento del aire. Se puede comprar en cual­


quier tienda de suministros eclesiásticos. El incienso común es un buen
aroma de uso general, pero ya que su intención consiste en favorecer la
creación de una atmósfera adecuada para cada ocasión o para llevarlo
en la mano, la mayoría de los conventículos prefieren disponer de una
selección de varias clases de inciensos aromáticos. Los suministradores
ocultistas son la mejor fuente, porque sus inciensos están mezclados a
Los U t e n s i l io s d e la B r u j e r ía 347

propósito para esas necesidades, y normalmente sus nombres indican


su naturaleza. Por ejemplo, la excelente tienda de John Lovetty la lista
de pedidos por correo de Occultique (73 Kettering Road, Northamp-ton
NN1 4AW) dispone de setenta variedades, incluyendo las series zodia­
cal, elemental, estacional, sefirótica y del alfabeto de los árboles celta.
Experimentar para diseñar un aroma propio puede ser interesante.
Como ejemplo, puede probar nuestro incienso Fuego de Azrael (véase p.
137) que es muy sencillo de elaborar. Se necesitan:
astillas de sándalo, media onza
enebrinas, media onza
aceite de madera de cedro, media onza
Se pican y muelen las enebrinas, y se añaden a las virutas de sánda­
lo. Mezclar bien. Se añade el aceite de cedro a la mezcla y de nuevo se
remueve bien. Después se guarda en un tarro con tapón de rosca, bien
cerrado.
Se pueden ampliar los experimentos añadiendo ingredientes al in­
cienso común. Unas gotas de algún aceite esencial, quizá, o alguna hier­
ba seca machacada. Cuando esté familiarizado con los resultados, inten­
te mezclar ingredientes como un aceite y una hierba con o sin el incienso
común. Tenga en cuenta que las hierbas secas solas arderán mucho más
deprisa.
El incienso se quema colocándolo en un quemador de carbón vege­
tal encendido. En realidad estos quemadores consisten en unos discos
de carbón vegetal impregnado con salitre para facilitar su ignición y
también se pueden conseguir en tiendas de suministros eclesiásticos u
ocultistas. Deberán guardarse en sitio seco, porque absorben la hume­
dad como el papel secante. Si no se enciende con facilidad (se sabe cuando
está encendido porque desprende constantem ente chispas), séquelo
durante un minuto o dos cerca del fuego u otra fuente de calor, pero no
lo coja con la mano porque si ha estado muy cerca del fuego, por ejem­
plo, puede inflamarse y estar ardiendo aunque todavía parezca negro.
El mismo incensario puede ser cualquier cosa desde un pequeño cuen­
co de metal con patas a un espléndido objeto eclesiástico que cuelga de
cadenas. Pero si es pequeño y carece de cadenas, tenga cuidado cuando
hay que pasarlo alrededor, puede estar ardiendo.
Una o dos gotas de (por ejemplo) aceite de rosas en el carbón vegetal
encendido antes de empezar el círculo, y antes de echar el incienso de la
noche, crean una agradable atmósfera preliminar.
Los palitos o varitas de incienso son una alternativa barata y senci­
lla a los incensarios. En las tiendas de productos indios venden peque­
348 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

ños sujeta-palitos de incienso, pero también pueden clavarse en una copa


huevera llena de arena, en un pedazo de plastilina o incluso en una
m anzana o patata cortada. No obstante, procure seleccionar la marca
antes de encenderlos en el círculo; algunos pueden ser demasiado
empalagosos. Los de sándalo son siempre una buena opción.

El cuchillo de mango blanco

Se tra ta literalm ente de una herram ienta de trabajo, pues sirve para
hacer cualquier tipo de corte (por ejemplo, en la Medida, véase p. 33) o
inscripción (como en la vela para la iniciación al segundo grado; véase p.
45) necesarios dentro del círculo, único lugar donde podrá utilizarse.
Tanto en The Key of Solomon como en High Magic'sAid aparecen símbo­
los para la empuñadura y la hoja; copiarlos o no es, de nuevo, una cues­
tión de preferencias.
El cuchillo de mango blanco, a diferencia del cuchillo ritual, debe
estar obviamente afilado, y mantenido así. Se pueden encontrar cuchi­
llos adecuados y atractivos en muchas tiendas de utensilios de cocina.
Por otra parte, la idea de tener una pareja de cuchillo ritual y cuchillo de
mango blanco que hagan juego puede resultar atractiva, pero implicaría
una búsqueda algo más difícil.

El látigo

El látigo tiene dos usos: (1) puramente simbólico y (2) para su aplicación
suave, monótona y semihipnótica, de m anera que afecte a la circulación
sanguínea como ayuda para ‘alcanzar la Visión’. Su uso (2) se describe
detalladamente, con todas sus precauciones, en el pasaje del Libro de las
Sombras que citamos completo y comentado en las páginas 84-86. El
Libro también dice (p. 88) que debe tener ocho colas con cinco nudos en
cada cola, presumiblemente por las razones numerológicas que da en
otro lugar (p. 78). Nosotros seguimos teniendo el mismo desde siempre,
con mango de nogal y cuerdas de seda. Sin embargo, nos gusta más uno
que fabricamos m ientras vivimos en el condado de Mayo, cuyos ‘cordo­
nes’ son de pelo de cola de caballo negros, cogidos durante el cepillado de
uno de nuestros ponies; el mango es un trozo de madera de pino de cien­
tos de años de antigüedad, perfectamente conservada, que descubrimos
al sacar leña para combustible a unos pies por debajo de una turbera.
Ni The Key of Solomon ni High Magic’sA id incluyen símbolos para
el látigo.
Los U t e n s i l io s de la B r u j e r ía 349

Los cordones

Todo brujo debe tener su propio equipo de al menos tres cordones de


diferentes colores (rojo, azul y blanco son los más usuales), y la mayor
parte de los conventículos disponen también de uno comunal. Cada cor­
dón debe tener nueve pies de largo, con los extremos anudados o atados
con hilo para prevenir que se deshilachen. Las únicas excepciones al
estándar de nueve pies son los cordones de cuatro pies y seis pulgadas
para las ligaduras de la iniciación (véase p. 28).
Los cordones más prácticos son del grosor de un lápiz; los venden en
la mayoría de las tiendas de tejidos para ribetes de tapicería. La seda es
lo ideal porque es una sustancia natural orgánica, aunque las fibras ar­
tificiales son más fáciles de conseguir, y como los cordones se usan prin­
cipalmente para favorecer la dramatización y la concentración, las des­
ventajas son mínimas.
El simbolismo del color es muy complejo y variará según el contexto
del trabajo a realizar. Pero he aquí un resumen de algunas de las princi­
pales correspondencias de los colores (los que se dan del Árbol de la Vida
son los de la Escala de la Reina):
Blanco - Pureza; inocencia; encargos para niños pequeños; Kether
en el Árbol de la Vida.
Negro - Restricción; limitación; ligaduras; Saturno; Binah en el Ár­
bol.
Dorado, Amarillo - Magia solar; el dios sol;Tiphareth en el Árbol. En
algunos sistemas, el color de la Tierra.
Plateado - Magia de la luna; la diosa lunar; la diosa en su aspecto
invernal de vida-en-la-muerte.
Rojo - Vida; Fuego; fuerza; curación orgánica; Marte; Geburath en el
Árbol; lo masculino, el principio eléctrico.
Naranja - Intelecto; comunicación; viaje; Mercurio; Hod en el Árbol.
Verde - Naturaleza; la diosa en su aspecto estival de muerte-en-la-
vida; agua; emoción, intuición; Venus/Afrodita; Netzach en el Árbol.
Azul - La diosa del cielo; aire; curación funcional; Júpiter; justicia;
organización, administración; Chesed en el Árbol; lo femenino, principio
magnético.
Violeta - El principio akásico; el plano astral; Yesod en el Árbol. En
algunos sistemas el color del espíritu.
Marrón - Algunos lo prefieren al amarillo como color de la tierra.
350 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

El palo de escoba

Se tra ta del único utensilio de los brujos, exceptuando quizá el caldero,


que se identifica con la imagen popular de las brujas; al margen com­
pletamente de sus usos rituales, muchos adeptos a la brujería sienten
cariño por él y lo consideran un símbolo del arte. Conservan uno aun­
que nunca se utilice.
En su origen era un palo utilizado para cabalgar y bailar, disfrazado
por razones de seguridad como un simple escobón hogareño. Sin duda,
las historias sobre brujas que vuelan por el aire montadas en palos de
escoba proceden de su utilización en los ritos de fertilidad de las cose­
chas. Las mujeres se montaban a horcajadas y saltaban por los campos
todo lo alto que podían. Se trata de una magia simpática de dos tipos.
Cuanto más alto era el salto, más crecería la cosecha. En cuanto a lo que
se refiere a la fertilidad, en aquellos días, menos mojigatos, se dram ati­
zaría por el modo en que las mujeres usaban los palos fálicos durante su
‘cabalgada’.
Tras esto último conviene añadir que el palo de la escoba es un sím­
bolo masculino.
Sus principales usos rituales en la actualidad consisten en saltar por
encima (como en el rito de compromiso; véase Los ocho sabbats de las
brujas, p. 181) y para barrer y limpiar simbólicamente el círculo de toda
influencia maligna (véase en la misma página, y también en el ritual de
Imbolg, p. 70).

El caldero

En su origen se identificó con las brujas a causa de su misteriosa prepa­


ración de pociones y remedios de hierbas, aunque durante incontables
siglos fue sencillamente el puchero familiar, que en Irlanda siguió utili­
zándose prácticamente hasta antes de ayer con el nombre de skillet.
(Hemos sido testigos del tradicional puchero lleno de patatas hirviendo
a fuego lento en la cocina de leña de un granjero irlandés, a pocos pies de
su televisión en color.) Es probable que esta asociación con la brujería en
la cultura popular proceda de las pinturas en las que aparecen brujas
trabajando, casi la única situación que movería a un artista a dram ati­
zar el uso de un puchero rural, y por supuesto de las escenas deMacbeth
de Shakespeare.
Como la copa, de la que es una versión más grande, el caldero es
un símbolo femenino: ‘el caldero de Cerridwen, que es el santo Grial
Los U t e n s i l io s d e la B r u j e r ía

de la inm ortalidad’. Incluso cuando se asocia con un dios (por ejem­


plo el caldero de Dagda, uno de los cuatro tesoros de los Tuatha 1)6
Danann en la mitología irlandesa), siem pre es un símbolo de la reno­
vación, del renacim iento y su contenido es inagotable.
Su uso ritual en el Wicca también se relaciona con estas ideas. Es
más adaptable que la copa, pues puede contener agua, fuego, incienso o
flores según demande la ocasión. Saltar sobre el caldero, como saltar
sobre el palo de la escoba o la fogata, es un rito de fertilidad.
Es posible encontrar calderos o cazos, normalmente de hierro fundi­
do, en tiendas de antigüedades o de trastos viejos sin tener que buscar
mucho; el más idóneo es el antiguo puchero de tres patas. Una alterna­
tiva aceptable es un recipiente de la misma forma o un cubo para el
carbón de latón o cobre, probablemente más fáciles de conseguir.

El collar

Es tradicional que las m ujeres lleven siem pre collares de alguna cla­
se en el círculo. En nuestro conventículo tam bién los hombres llevan
talism anes o colgantes alrededor del cuello. Representan ‘el círculo
del renacim iento’.
El collar tradicional del arte que lleva la sacerdotisa consta de cuen­
tas de ámbar y azabache ensartadas alternativamente. Simbolizan la
polaridad solar/lunar, luz/oscuridad, masculino/femenino en su perfecto
equilibrio. Por supuesto, puede fabricarse comprando un collar de ám­
bar y otro de azabache, deshaciéndolos y ensartándolos de nuevo. Como
es lógico quedarán abalorios suficientes para hacer otro collar, a menos
que los abalorios de los dos originales sean muy diferentes de tamaño,
en cuyo caso puede que se necesiten los más grandes de uno y los más
pequeños de otro para al final tener un collar satisfactorio.
Tanto los collares antiguos como los modernos de ám bar se pue­
den comprar, pero los de azabache, que fueron muy populares en
tiempos Victorianos, habrá que buscarlos en las tiendas de antigüe­
dades de joyería.
El collar ámbar y azabache de una bruja resulta muy apropiado para
su compañero de trabajo. Desde luego, debe fabricarlo él mismo para ella.
(He aquí un pequeño consejo: doblar una hoja de papel a modo de acordeón
hace mucho más fácil clasificar las cuentas según su tamaño).
Aparte de este collar, se puede llevar cualquier cosa que le guste a
uno. Para una mujer, su collar favorito, especialmente si el color se co­
rresponde con la obra que se lleva a cabo, o quizá una luna colgante u
352 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

otro símbolo de la diosa. Para el hombre, un símbolo solar o del dios


cornudo; y tanto para uno como para otra un pentagrama, una cruz
ansada, el ojo de Horus, su signo del Zodíaco, el símbolo del yin-yang,
etc. Como siempre, ‘lo que le haga sentirse bien’.

La liga

El significado mágico de la liga parece remontarse a tiempos paleolíti­


cos. Existe una pintura rupestre en la que aparece una figura masculina
en el centro de una danza ritual llevando una liga en cada pierna.
Margaret Murray (The God of the Wiehes, pp. 52-3) dice: ‘Hace mucho
que se atribuyen propiedades mágicas a las ligas, especialmente cuando
pertenecen a una mujer. En las bodas se luchaba por las ligas de la no­
via, y el Cinturón Mettye fue siempre un cinturón de brujo o una liga de
mujer. Este Cinturón Mettye se utilizaba mágicamente para determinar
si una persona enferma se iba a recuperar o no’. Murray cita otros usos
mágicos además de una historia muy convincente sobre los orígenes bru­
jos de la Orden de la Jarretera (ibid, pp. 53-4). Sugiere que la liga que se
le cayó a la condesa de Salisbury no era una liga corriente (lo que no
hubiera preocupado en lo más mínimo a una dama del siglo XIV) sino la
insignia de su rango como suma sacerdotisa, y que al ponérsela en su
propia pierna, Eduardo III la estaba poniendo bajo su protección. Resul­
ta muy significativo que la Orden que inmediatamente fundó constaba
de veintiséis caballeros, es decir, un conventículo doble, uno para el So­
berano y otro para el Príncipe de Gales.
Así pues, la liga es tanto un objeto mágico como una insignia del
rango, y ambos usos siguen en vigor en la brujería actual. En algu­
nos conventículos, todas las m ujeres que son miembros llevan una;
en otros, sólo la sum a sacerdotisa. Erica Jong (Witches, p. 98) dice:
‘Algunos escritores sobre brujería especifican que la liga es de cuero
verde, abrochada con una hebilla de plata, y forrada de seda azul.’
Por nuestra p arte nos hemos sumado a la tradición de la liga de piel
de serpiente. La liga ritual más antigua que conocemos (que era real­
mente muy antigua, perteneciente a una herencia fam iliar) era de
terciopelo azul, con una intrincada hebilla de plata inspirada en un
diseño de herradura.
Cuando del conventículo de la suma sacerdotisa se ha escindido otro,
está autorizada a añadir una segunda hebilla a su liga, y una hebilla
adicional por cada nuevo conventículo escindido. Cuando su liga tiene
tres hebillas, se convierte en Bruja Reina.
Los U t e n s i l io s de la B r u j e r ía 353

Una nota final sobre los utensilios mágicos. Si es posible, fabríquelos


usted mismo. A estas alturas del libro, no es necesario explicar por qué.
Por supuesto, la artesanía personal puede y debe extenderse más
allá de los mismos utensilios. Lienzos bordados para el altar, joyería ri­
tual, vestidos rituales, velas, pintura de retablos, pinturas elementales
para los cuadrantes de las Atalayas, etcétera, todos estos objetos ofrecen
muchas posibilidades para las habilidades personales. No estamos di­
ciendo que su templo deba parecer un museo abarrotado; los adornos,
más o menos, que le satisfagan dependen de la regla número uno. Sin
embargo, cuantas más cosas tenga el templo fabricadas a mano por los
miembros del conventículo, mejor se cumplirán las exigencias de esta
regla.
X X V En A rm o n ía con la T ierra

El Wicca es una religión n a tu ra l, en todos los sentidos. Los brujos


saben que, como hom bres y m ujeres, forman parte del sistem a n er­
vioso central de Gaia, el organism o te rre stre , y que esta implicación
se extiende a todos los niveles. Saben que cuanto m ás logren estar
en arm onía con el entorno en el que viven y trab ajan , física, etérica,
a stral, m ental y espiritualm ente, m ás significativa será su religión,
m ás efectivo será su trabajo psíquico, mayor su contribución a la
salud y bien estar de Gaia y más integrados y realizados e sta rá n ellos
mismos en cuanto seres hum anos.
Ya hemos señalado muchas de las cosas que esto implica: estar en
armonía con la naturaleza del entorno, incluso viviendo en medio de
E n A r m o n ía c o n la T ie r r a 355

tina ciudad; celebrar los ocho festivales para mantener una conciencia
viva de los ritmos anuales; interesándose activamente e informándose
de los problemas medioambientales; respetar y comprender la verdade­
ra naturaleza y necesidades de las otras especies, incluyendo el reino
vegetal, y enriquecer constantemente su relación con ellos, etc.
Pero las leyendas, la mitología y la tradición cultural también son una
parte vital de la tierra. Son las raíces por las que fluye la sabia de nuestra
relación con el planeta Gaia que nos ha tocado vivir. Por eso los brujos
sabios estudian en profundidad esas raíces locales, sus formas rituales, los
dioses y diosas que usan, sus experimentos astrales, e incluso se preocu­
pan por familiarizarse ellos mismos con los lugares en que viven.
Esta es una de las ventajas de la flexibilidad del Wicca. Ninguna
forma ritual wiccaniana se considera como una escritura sagrada. Aquí
podemos aprender de los errores de los misioneros cristianos, que reci­
bieron un sistema simbólico nacido en Oriente Medio, lo osificaron du­
rante siglos de feudalismo y capitalismo en Europa, y lo impusieron con
todo lujo de detalles en otros lugares del extranjero que tenían sus pro­
pias y ricas raíces. (Para ser justos, algunos misioneros actuaron con
una mayor sabiduría, pero no muchos, y ciertamente muy pocos en los
siglos pasados.)
El Wicca no tiene, o no debe tener, esas inhibiciones. Debe armoni­
zarse y adaptarse al espíritu de su entorno real.
Para poner un ejemplo concreto; Australia. Estamos en contacto con
varios adeptos a la brujería de aquel país, tanto directamente como a
través de la revista de Catherine y Kent Forrest The Australian Wiccan
(PO Box 80, Lañe Cove, NSW 2066). La mayor parte de ellos tienen un
trasfondo cultural europeo, y muchos practican un sistema gardneriano
u otro similar. Resulta interesante contemplar cómo se enfrentan al he­
cho de que en su país el sol viaje en sentido contrario a las agujas del
reloj y que el solsticio estival tenga lugar en diciembre. Al parecer utili­
zan diversos métodos, tanto respecto a la dirección en que se traza el
círculo como en la colocación de los elementos, así como en la prepara­
ción de los sabbats.
En el hemisferio norte, donde se formaron la tradición ocultista occi­
dental y el Wicca tal y como los conocemos, el modelo de un círculo se
traza como m uestra la Ilustración 15 (a). En nuestra opinión, en el he­
misferio sur el modelo debería ser como m uestra la Ilustración 15 (b), de
modo que en ambos casos el sol se levante en el elemento del aire, alcan­
ce su cénit en el elemento del fuego, se sumerja en el elemento de la
agua y por la noche se esconda tras el elemento de la tierra, donde se
356 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

encuentra el altar. El círculo se traza en la misma dirección en se mueve


el sol. De forma parecida, en el hemisferio sur los ocho sabbats deben
trasladarse seis meses después del modelo europeo y norteamericano.
En cualquier caso, los sabbats menores de los solsticios y equinoccios se
encargan por sí mismos de adoptar los nombres localmente adecuados;
así, el renacimiento del sol se celebraría el 21 o 22 de junio, etc. Pero los
grandes sabbats de Imbolg, Bealtaine, Lughnasadh y Samhain podrían
quizá moverse con más flexibilidad; un cambio estricto de seis meses,
por ejemplo, situaría Imbolg en el 2 de agosto, pero quizá los ‘primeros
indicios de movimiento en la matriz de la Madre Tierra’ deberían cele­
brarse con mayor realismo más temprano o más tarde, en armonía con
la realidad de la actividad local de Gaia. De nuevo, tiene que haber fes­
tivales folclóricos locales que coincidan con los sabbats de los brujos,
como cuando vivíamos en el condado de Mayo y celebrábamos nuestro
sabbat del solsticio estival el 23 de junio porque esa noche, víspera de
San Juan, podían verse otros fuegos a lo largo de todo el horizonte, con
toda su parafernalia pagana. ¿Por qué los brujos tenían que ser una
excepción sólo porque el Libro de las Sombras dice el 22 de junio?

Fig. 15 (a) Fig. 15 (b)

Hemisferio Hemisferio
Norte Sur

Los australianos que m antienen un estrecho vínculo con la cultura y


tradición de los aborígenes, que han estado en armonía con Gaia Australis
desde tiempo inmemorial, integran sin duda elementos de aquella cul­
tura en sus propias formas rituales y en su conciencia del entorno.
A doce mil millas de distancia estos comentarios pueden parecer
presuntuosos, pero no tratan de enseñar a los hermanos y herm anas
australianos nada que no sepan ya, sino sólo señalar —para que los
adeptos europeos se den cuenta— el tipo de enfoque que es preciso te-
E n A r m o n ía c o n la T ie r r a 357

ner a la hora de adecuar la práctica y el pensamiento al entorno real. Es


posible que los brujos australianos respondan de manera distinta a las
propuestas que hemos hecho, a causa de factores locales que desconoce­
mos. Es su problema, siempre que esas respuestas no se basen en una
sagrada escritura importada de un lugar diferente, sino en su verdade­
ra relación con Gaia, tal y como es donde ellos están.
El origen septentrional de la mayoría de la literatura existente crea un
problema, como señala nuestra amiga Robyn Moon de Modbury, de Aus­
tralia del sur. Nos comenta que los conventículos australianos que conoce
sitúan el altar en el sur, con el fuego en el norte, y trazan el círculo en
sentido contrario a las agujas del reloj. Pero a ella le parece que ‘nos equi­
vocamos al trabajar en sentido contrario a las agujas del reloj cuando du­
rante tanto tiempo todos nuestros libros y referencias han insistido en
hacerlo en sentido de las agujas del reloj. ¿Qué hacer?’ Desde luego, negar­
se a cumplir la imposición de las leyes de otro hemisferio.
Como ejemplo de los intentos que los brujos australianos están ha­
ciendo para diseñar un modelo de ritual que se ajuste a su propio entor­
no, Robyn nos mandó el diagrama del ciclo anual que apareció en la hoy
desaparecida revista de ocultismo Whazoo Weakly y que según ella creó
Nick Howard, de Adelaide. En el texto adjunto, mantenía que con la
temperatura de la zona de Australia no existen cuatro estaciones sino
más bien tres (como en Egipto) o seis, según la localidad; tres en las
zonas cercanas al desierto, y seis en las costeras. Para demostrarlo cita­
ba los conceptos aborígenes estacionales del desierto (Pitjanjara) y de la
costa (oeste australiano).

Dejamos a nuestros amigos australianos para que juzguen la vali­


dez de su calendario. Pero su actitud es ciertamente la correcta: La Ma­
dre Tierra tal y como es donde estamos, sin importar lo que diga la lite­
ratura existente.
(Hablando de literatura: el libro, magníficamente escrito, de Neville
Drury y Gregory Tillet, Other Temples Other Gods es una fascinante
visión del mundo del ocultismo en Australia.)
Incluso la colocación de los elementos en el modelo solar simple que
hemos descrito puede variar de un país a otro. Por ejemplo, si viviése­
mos en Egipto podríamos adoptar las antiguas disposiciones egipcias
porque están profundamente enraizadas en el‘sentimiento’ del valle del
Nilo, e incluso invocar a sus propios Señores de las Atalayas, los Cuatro
Hijos de Horus. Las colocaciones son las siguientes. Este, por donde sale
el resplandeciente sol de Egipto - Fuego, bajo el patrocinio de Duamutef.
358 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

18 de febrero
HALLOW EEN 18 de octubre
B E LTA N Eo RUDEi

14 de agosto
IS de abril FERTIVAL DEL
FERTIVAL D E L A A R C O IRIS
M AREA V ER D E

22 de junio
FESTIVAL D E L A
F lg . 1 6 T E M PO R A D A DE LLUVIAS

Sur, desde donde fluye el portador de la vida, el Nilo - Agua, de la que es


responsable Im set. El oeste bajo los vastos cielos del desierto - Aire,
gobernado por Q ebehsenuf. N orte, hacia el que las aguas del su r llevan
su bendición - T ierra, gobernada por Hapy. C ualquiera que haya estado
en Egipto sabe que así es como debe ser. (Las tre s estaciones de Egipto
son: inundación del 19 de julio al 15 de noviem bre, invierno del 16 de
noviem bre al 15 de marzo, y verano del 16 de m arzo al 18 de julio.)
Los brujos estadounidenses tienen sus propios problem as específicos,
sim ilares aunque quizá m ás complejos que los de A ustralia. A parte de los
indios am ericanos (cuyas raíces paganas son ta n profundam ente indíge­
nas como las de los aborígenes australianos), los estadounidenses provie­
nen de un amplio espectro de cultu ras ancestrales: sajones, celtas, nórdi-
E n A r m o n ía c o n la T ie r r a 359

eos, judíos, eslavos, africanos, etc.,y muchos de ellos viven en comunidades


donde esas tradiciones siguen vivas con fuerza, incluso aunque hayan sido
sutilmente alteradas por importaciones del nuevo mundo y por la interacción
con otras culturas. Así pues, los brujos americanos pueden escoger entre
basarse incondicionalmente en (por ejemplo) el ritual celta y la herencia
mitológica de sus antepasados, o rechazarla por completo porque en el sue­
lo que pisan no crecieron esas raíces. Nosotros conocemos personalmente a
algunos que son lo suficientemente afortunados como para estar en con­
tacto y entender a sus vecinos indios en su entorno natural, lo que enrique­
ce su propia práctica. Pero para otros el problema es muy real. E n Drawing
Down the Moon, Margot Adler proporciona pistas sobre cómo tratan de
solucionarlo algunos de estos adeptos. Los brujos europeos, que con fre­
cuencia apenas tienen en cuenta lo afortunados que son al carecer de con­
flictos entre la tradición y el entorno, a veces critican injustamente a los
americanos por ser tan experimentales. Debemos ser comprensivos por­
que es un problema que sólo pueden solucionarlo ellos, en su propio terre­
no. Incluso quizá puedan enseñamos a no dar tan fácilmente nuestro pro­
pio terreno por sentado.
La brujería británica, sobre todo en su corriente gardneriana, es pro­
fundamente celta, por lo que cuando fuimos a Irlanda empezamos con
muy buen pie, aparte del hecho de que nosotros mismos somos celtas.
Sin embargo, también tuvimos que adaptarnos, sencillamente porque el
país nos invitó a hacerlo. Por ejemplo, normalmente cambiamos la invo­
cación al ‘Gran Dios Cernunnos*(véase Apéndice B, p. 389) por esta, que
escribimos nosotros mismos:

Gran dios de Erin, Lugh, el de los muchos oficios,


¡Entra en nuestro círculo e inspira nuestros corazones!
Abre nuestros ojos, y descubre ante nosotros
Los tesoros de los Tuatha: la espada y la lanza y la luz,
el caldero de Dagda y la piedra de Fál.
Consorte de la Gran Madre, Padre nuestro,
Escucha mi invocación, concede nuestros deseos
¡A Lugh Lámhfhada, bí anseo anois!

Lugh es el dios irlandés más brillante; a veces aparece mencionado


como el dios sol, pero esto no puede ser correcto. Grian (sol) es un nom­
bre femenino tanto en gaélico irlandés como en escocés, igual que Sonne
en alemán. Para los celtas y los teutones el sol era una diosa, mientras
que para los egipcios, los griegos y los romanos era un dios. Lugh debe
360 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

ser considerado más como un dios de la luz y del fuego, un San Miguel
precristiano. Dos de sus títulos eran Samhioldánach (‘igualmente hábil
en todas las artes’) y Lámhfhada (‘el del largo brazo o mano’). El último
verso de nuestra invocación significa ‘Oh, Lugh de la larga mano, hazte
presente ahora!’ (A nuestro conventículo del condado de Louth le pusi­
mos el nombre de Lugh.)
Los Tuatha Dé Danann (Pueblos de la diosa Dana) de la leyenda
irlandesa, probablemente con alguna base objetiva, fueron los últimos
pobladores de Irlanda antes de que llegaran los celtas (los Gaels o Hijos
de Mil). Se los consideró como un pueblo mágico, y Lugh fue uno de sus
líderes. Cuando los Hijos de Mil les derrotaran en la guerra, los Tuatha
acordaron retirarse a las vacías colinas o sidh-mounds de Irlanda, don­
de se convirtieron en la aristocracia de los sidhe o pueblos de las hadas.
Como tales, en la tolerante atmósfera del cristianismo celta, se convir­
tieron en la manifestación de los antiguos dioses y diosas paganos, y así
han permanecido. Según los cuentos y creencias de los campesinos (y
ciertamente de las brujas) los Tuatha Dé Danann todavía están sanos y
salvos y viven en Irlanda.
Sus Cuatro Tesoros, claramente elementales1,juegan un importante
papel en la mitología irlandesa. Uno de ellos, el de Lia Fáil o Piedra del
Destino, la cual dio un fuerte alarido cuando el verdadero rey de Irlanda
se subió a ella (¿un reconocimiento de la Tierra?), seguramente pueda
verse aún: muchos arqueólogos sostienen que la roca iniesta en Tara
Hill, en el condado de Meath (véase fotografía 9) es la verdadera Lia
Fáil, aunque rivaliza con al Piedra de la Coronación en la Abadía de
Westminster.
Como muchos conventículos, guardamos un poco del vino y las pas­
tas consagrados de cada círculo como ofrenda, pero de acuerdo con la
tradición irlandesa lo hacemos dejándolo en el alféizar de una ventana
orientada hacia el oeste, para los sidhe. Acompañamos la ofrenda con la
invocación: A Thuatha Dé Danann: beannacht Bhandé Danann libk agus
linn’ (‘Oh, Sidhe; Oh, Tuatha Dé Danann; que la diosa Dana os bendiga
y también a nosotros’).
La lista de los nombres de la diosa al comienzo de la Carga (véase
Apéndice B, p. 388) incluye dos irlandesas, Dana y Bride (Brid o Brígida),

1. Véase una descripción más detallada de los Cuatro Tesoros en The Arcana ofSymbolism
de WB. Crow. Dicen que llegaron de cuatro islas del océano, reminiscencias de la Atlántida;
resulta interesante observar que las legendarias ubicaciones Este/Sur/Oeste/Norte de
sus orígenes sean las mismas que ios elementos del Círculo Mágico de los brujos.
E n A r m o n ía c o n l a T ie r r a

pero nos gusta añadir una local. Cuando vivíamos en el condado do


Wexford añadimos Carman, la diosa de Wexford. Ahora que vivimos en
el condado de Louth, en la desembocadura del río Boyne, añadimos Boann,
la diosa del río, cuya mitología local es particularmente rica.
En la misma Carga, a veces cambiamos‘el País deYouth’ -T ierra de
la Juventd- (también p. 388), por ‘Tir na nÓg\ que quiere decir literal­
mente lo mismo pero con una mayor significación en la leyenda irlande­
sa; también hacemos el mismo cambio en la declamación del equinoccio
de otoño.
Cada país tiene sus lugares mágicos, sus antiguas y continuadas con­
centraciones focales de poder. Los brujos ingleses, y también muchas per­
sonas que no lo son, reconocen Glastonbury como uno de esos lugares
telúricos. Stonehenge y Avebury también son centros de poder (nosotros
nos sentimos más atraídos por Avebury, considerándolo más vivo y menos
sobrecargado psíquicamente que Stonehenge). Brujos locales repartidos
por todas las islas británicas pueden añadir sus preferencias a la lista.
Irlanda es especialmente rica en lugares mágicos; nosotros conside­
ramos Newgrange, a diez millas de nuestra casa al norte del Boyne,
como el Glastonbury irlandés. Primorosa y minuciosamente restaurada
por el brillante equipo arqueológico del profesor M. J. O’Kelly desde 1962,
ahora recibe de nuevo los rayos del sol del solsticio de invierno a lo largo
del pasaje de setenta y nueve pies, como lo hizo hace quinientos años,
hasta su cámara central bajo el más antiguo techo de Irlanda. El gran
túmulo de Newgrange, Brugh na Bóinne o ‘el palacio de Boyne’, con sus
túmulos hermanos cercanos de Dowth y Knowth (este último, que ac­
tualm ente se encuentra en excavación), fue el centro cultural y espiri­
tual de una notable comunidad neolítica mucho antes de se construyera
Stonehenge, y está vinculado en la memoria cultural con los grandes
nombres de los Tuatha Dé Danann. Oficialmente se lo conoce como el
‘pasaje de las tumbas’, pero su importancia fue obviamente mucho ma­
yor, igual que una catedral significa mucho más que las tumbas que
pueda albergar. Hay que sentir el poder del lugar para apreciarlo.
Para estar en armonía con la tierra, los adeptos a la brujería deben
prestar una atención especial a lugares como Glastonbury y Newgrange
o sus equivalentes en sus propios países, tanto en lo que se refiere a
adquirir conocimientos arqueológicos o de otro tipo académico, como para
utilizar su conciencia psíquica en ellos. El poder de estos lugares está
ahí para ser experimentado y aprovechado.
Tenemos un dossier especial sobre Newgrange y lo ampliamos regu­
larmente. Incluye información académica, fotografías, sueños registra­
362 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

dos, una redacción de cada visita y las experiencias compartidas con


otras personas de otras tierras que se encontraban de visita. Considera­
mos que el ejercicio resulta muy gratificante, y recomendamos a otros
brujos que lo hagan en sus lugares de origen o donde vivan.
Todas las brujas y los brujos deben relacionarse con su propio entor­
no y en todos los niveles. Cómo lo hagan es un asunto personal y local; el
prim er paso consiste en darse cuenta de que es importante hacerlo, y
esperamos que este capítulo haya servido para eso.
XXVI En A rm o n ía con los Tiem pos

D urante muchos siglos, el Wicca ha sido una religión profesada indivi­


dualm ente o por pequeños grupos que sobrevivieron en secreto hasta
nuestros días. El grado de secretismo varía según la época y el lugar.
D urante los horrores de la ‘época de las hogueras’ la persecución fue
absoluta, alcanzando su cota máxima en los siglos XVI y XVII. Durante
el siglo XIX, algo menos fanático, una bean fheasa (mujer sabia) como
Biddy Eraly, del condado de Clare, o un hombre de conocimientos ocul­
tos como el ‘Viejo George’ Pickingill de Canewdon, Essex, pudieron prac­
ticar el arte más o menos abiertam ente en aguas turbulentas entre el
acoso clerical y el apoyo popular. Pero creemos que incluso Biddy y el
Viejo George se hubieran encontrado con problemas mucho más serios

364 E l C a m in o d e la s B r u ja s

si hubieran dirigido conventículos rituales abiertamente. La capacidad


psíquica individual (que no podía negarse en estos y otros casos pareci­
dos) era una cosa: una espina con la que el poder se vio obligado a convi­
vir, pero practicar la Vieja Religión sin reparos en congregaciones orga­
nizadas era otra completamente distinta. (Al parecer Biddy Early tra­
bajó completamente sola; pero, según fuentes del arte, se dice que George
Pickingill —véase Witchcraft for Tomorrow, pp. 15-20— tuvo nueve
conventículos, desde luego secretos en aquella época.)
Sería irreal negar que la situación ha cambiado radicalmente en los
últimos treinta años.
En 1951, las arcaicas e imposibles de cumplir Leyes sobre la Bruje­
ría fueron revocadas y reemplazadas por la Fraudulent Médiums Act
(‘Ley de médiums fraudulentos’), mucho mejor redactada y que cual­
quier adepto a la brujería u ocultista sensato sólo puede aprobar. En
1949, Gerald Gardner publicó su cautelosa pero reveladora novelaHigh
Magi’s Aid y en 1954 y 1959, respectivamente, publicó sus ensayos
Witchcraft Today y The Meaning of Witchcraft, esta vez mucho más fran­
cos. Desde entonces, y sólo en Gran Bretaña, Doreen Valiente, Patricia
y Arnold Crowther, Justine Glass, Louis Bourne y otros adeptos practi­
cantes de la brujería, incluyéndonos a nosotros, han publicado libros
sobre el arte. (Véase Bibliografía bajo todos estos nombres.) Brujas y
brujos aparecen regularmente en la radio y la televisión, reemplazando
casi por completo a esos ‘expertos’ que sin ser adeptos en absoluto so­
lían pontificar sobre el tema. Los periódicos y las revistas incluyen en­
trevistas y, al margen de la incorregible prensa sensacionalista, tratan
el tema con mayor seriedad. El último ejemplar (noviembre de 1982) de
la revista 19, por ejemplo, contiene un artículo de cuatro páginas de
Barbara Rowlands sobre el boom de la brujería. En él entrevista a bru­
jos ingleses que no siempre mantienen idénticos enfoques, incluyendo a
Seldity Bate y su marido Nigel, Celia Gough, Alex Sanders, Zachary
Cox y otros. El artículo es ponderado, interesante e informativo, y hu­
biera sido impensable en una revista popular femenina hace tan sólo
veinte años. Podríamos citar una larga lista de otros ejemplos.
El News ofthe World, anclado en su rígida y altamente beneficiosa
fórmula editorial, ha progresado hasta el punto de admitir en sus pági­
nas que existen la brujería blanca y un ocultismo razonable, incluso con­
denando la enfermiza marginalidad sobre cuyas insanas actividades el
News of the World prospera.
Todo esto no quiere decir, por supuesto, que la tergiversación, la in­
tolerancia y la victimización hayan desaparecido por completo. Los ejem-
E n A r m o n ía c o n l o s T i e m p o s

píos siguen siendo abundantes; The Cauldron, de Mike Howard, el me­


jo r boletín en e sta s islas (M yrddin, c/o Groesfford Llw yndrain,
Llanfyrnach, Dyfed SA350AS), tiene un ojo especial para señalarlos. Era
algo que imperaba hace una generación, pero que ya no es el caso.
El arte ha salido a la luz (aunque por sus propias y comprensibles
razones muchos adeptos y conventículos prefieren permanecer tranqui­
los). La imagen pública de la brujería está, por fin, cambiando y huyendo
del estereotipo que se impuso desde los días de la persecución. Cada vez
hay más gente corriente que se da cuenta de que existen los brujos moder­
nos, de que tratan de hacer el bien y de que a pesar de sus rarezas son
personas ‘normales’. Han leído sobre ellos, los han visto en la televisión y
oído en la radio y tienen la posibilidad de conocerlos y tratarlos como per­
sonas que son. Incluso pueden llegar a opinar que vivir con ellos a la vuelta
de la esquina se añade a la riqueza y variedad de la vida.
Es un proceso lento, pero ya se está produciendo, y los adeptos que
se niegan a reconocerlo no hacen sino caer en una actitud estereotipada.
Sería ingenuo pensar que la situación no podría invertirse. La histeria
provocada o un régimen autoritario, en cualquier país, siempre será ca­
paz de convertir la brujería emergente en chivo expiatorio, aunque en el
inestable mundo actual, cualquier minoría resulta igualmente vulnera­
ble. Pero cuanto más logren los brujos acelerar este proceso de corregir
la estereotipada imagen que se tuvo de ellos, un proceso que, repetimos,
ya se está produciendo, más difícil e improbable será que tenga lugar
esa regresión.
¿Cuáles son las razones que impulsan esta emergencia del arte a la
luz del día, su creciente aceptación (tanto de forma amistosa como a
regañadientes) como parte de un panorama global y, sobre todo, qué ex­
plica su acelerado crecimiento?
En nuestra opinión, nos encontramos en un momento de la evolu­
ción de la humanidad en el que no sólo resulta inevitable un renaci­
miento del punto de vista pagano, sino que además lo está demandando.
Coincide con el inminente fin de la época patriarcal, con la creciente
ansiedad pública respecto a los aspectos medioambiental y ecológico;
con la creciente aversión hacia la política nuclear suicida; con la urgente
necesidad de un cambio (forzado, guste o no guste, por los desarrollos
económico y tecnológico) de una ética del trabajo a una ética de la reali­
zación personal como base en la que apoyarse, desde la educación a la
moral; con la creciente independencia de la juventud; con la creciente
imposibilidad (gracias a la televisión por satélite y la expansión global
de las comunicaciones) de m antener la cultura de cualquier país, desde
366 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

la Santa Irlanda a la Rusia comunista, como un compartimento estanco;


y muchos otros factores relacionados.
Hace un siglo, los hombres y las mujeres morían más o menos en el
mismo tipo de mundo en el que habían nacido, sin que apenas nada hubie­
ra cambiado. Hoy, hermanos y hermanas nacidos con diez años de diferen­
cia en la misma familia probablemente tengan que hacer un verdadero
esfuerzo para comprender mutuamente su lenguaje. Semejante velocidad
de cambio no favorece la aceptación de filosofías establecidas o
convencionalismos, pero tampoco la persistencia de manidos estereotipos.
Tanto la religión establecida como el miope materialismo han sido
incapaces de proporcionar respuestas al desafío. Cualquier simbolismo
religioso puede lograr una realización personal, igual que determinado
materialismo puede hacer a una persona rica, pero la religión como
estructura burocrática o el materialismo como fuerza conductora de la
política y la economía, cada vez se alejan más de las necesidades reales
de la comunidad.
Miles de personas, que pronto se están convirtiendo en millones, lo
saben, instintiva o conscientemente.
La forma en que las religiones existentes reaccionen a este punto de
inflexión evolutivo es asunto de sus fieles. Nosotros nos atrevemos a hacer
una predicción: dentro del futuro predecible, el cristianismo como máqui­
na jerárquica y dogmática se colapsará, aunque renacerá en una forma
flexible y humana mucho más cercana a la filosofía de su fundador. Y lo
mismo les puede ocurrir a otras religiones demasiado anquilosadas.
Como hemos dicho, se tra ta de un asunto interno, que se debe abor­
dar comprensivamente pero sin interferencias. De la misma manera, el
papel que vaya a jugar la brujería tanto en el presente como en el futuro,
es asunto de los brujos y las brujas.
El Wicca no es una religión que practique el proselitismo y no es
probable que lo vaya a hacer nunca. La búsqueda de conversos no impli­
ca, en ningún caso, la existencia de un único camino verdadero ni que
todo lo demás sea herejía, una idea que ha causado ingentes sufrimien­
tos a la humanidad, sobre todo en los pasados dos mil años, y que debe
abandonarse de una vez para siempre.
Miles de personas están regresando al paganismo, de una u otra for­
ma, como una filosofía viable con la que enfrentarse a la crisis espiri­
tual, ecológica y evolutiva. Buscan creencias existentes y camaradas
activos, no sólo para sostener esa filosofía sino para vivirla.
La brujería es una creencia más, y en su flexibilidad, en su sen ti­
do de la m aravilla, su franqueza, su adaptabilidad a las raíces loca­
E n A r m o n ía c o n l o s T ie m p o s 367

les y su énfasis en la polaridad m asculino-femenina, tiene mucho


que ofrecer a las personas que buscan un sentido a sus vidas. Por eso
hay que ponerla a su disposición, procurando que su imagen sea cla­
ra y no dogmática. No tra ta rá de reclutarles, pero tendrá que estar
ahí para aquellos que la quieran; ellos deben buscarla, pero tam bién
ella debe e sta r preparada para recibirles.
Hay otra razón para que la brujería esté especialmente en armonía
con los tiempos. De todos los caminos paganos (por diferentes que sean
del ocultismo) es el que mayor importancia otorga al desarrollo de las
capacidades psíquicas. La comprensión por parte de la humanidad de la
naturaleza de la psique hum ana, sobre todo a través de Jung y sus discí­
pulos, ha progresado enormemente en este siglo; y la misma ciencia, en
sus fronteras más creativas, está revolucionando nuestras ideas sobre la
naturaleza de la realidad cósmica. Haremos otra predicción (no tan ori­
ginal; pues es compartida por muchos que reflexionan sobre la Era de
Acuario): el homo sapiens se encuentra en el umbral de un salto evoluti­
vo en cuanto a su funcionamiento psíquico sólo comparable con el que
experimentó con el desarrollo de la conciencia del ego. Este salto será
más condensado en el tiempo, e incluso de mayor alcance en sus conse­
cuencias que el anterior. Cada época siempre ha producido los pensado­
res necesarios para su consumación; es posible que Gardner, al impulsar
la brujería para que saliese a la luz de día, estaba llegando, a su manera,
tan puntualm ente al panorama evolutivo como Freud, Jung, Copémico
y Einstein lo hicieron en su día.
No estamos sugiriendo una cruzada; las cruzadas religiosas tienden a
adquirir una inercia interna que distorsiona su naturaleza y destruye su
intención original. La naturaleza del Wicca es la de un pequeño grupo de
personas con libertad autónoma dispuestas a desarrollar sus psiques indi­
viduales a través de la cooperación entre amigos. Ojalá siga siendo así.
El Wicca y sus conventículos viven en un mundo real y cambiante.
Lo que estamos sugiriendo es que los adeptos a la brujería tienen que
expandir día a día su conciencia de este mundo cambiante y su papel en
él, recordando siempre que la función de la tradición es proporcionar
raíces nutritivas, no imponer miras estrechas o ataduras.
La brujería ha recorrido un largo camino, y todavía le queda por
recorrer un largo y excitante trecho.

Feliz encuentro - feliz separación- y feliz reencuentro.


APÉN D IC E S
A pén dice A En busca de la Vieja D orothy

por Doreen Valiente

Debería dedicar este ensayo al profesor Jefffey B. Russell, cuyo libro A


History ofWitchcraft: Sorcerers, Heretics and Pagans (Thames & Hudson,
Londres, 1980) me llevó a emprender la investigación sobre la que ahora
escribo. En el capítulo 9 de su libro, el profesor Russell describe cómo los
discípulos de Gerald Gardner‘cuentan la historia de cuando fue iniciado
a la brujería en 1939 por la Vieja Dorothy Clutterbuck, una bruja del
bosque de New Forest’. Añade el comentario, ‘En realidad, no hay prue­
bas de que la vieja Dorothy hubiera existido alguna vez,’ dando a enten­
der que Gerald, simplemente, se la inventó, junto con el resto de la su­
puesta tradición del arte de los sabios.
372 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Yo fui iniciada como bruja por Gerald Gardner en 1953. Él solía


hablarme con frecuencia de la vieja Dorothy y por la forma en que lo
hacía, sonaba como si se tra ta ra de una persona real. Por eso no puedo
estar de acuerdo con el profesor Russell. ¿Pero es cierto que no hay
ninguna prueba de la existencia de la vieja Dorothy? Y si así fuera,
¿cómo podía probarlo?
Empecé a m editar sobre qué podía descubrir y, como era bruja, em­
pecé días antes de la fiesta de Halloween, el año 1980. Yo sabía que por
muy reservada que sea una persona, existen dos huellas que él o ella
habían de dejar en los registros públicos, un certificado de nacimiento y
un certificado de defunción. Si pudiera conseguir esos documentos rela­
cionados con la vieja Dorothy, conseguiría probar que al menos no había
sido producto de la imaginación de nadie. Así que llamé al Registro Civil
local y me dieron la dirección del secretario del registro del distrito de
New Forest, que resultó estar en Lymington.
Envié una carta esperanzada preguntando si podían encontrar un
certificado de defunción. Gerald nunca me dijo con exactitud dónde vi­
vió la vieja Dorothy ni cuándo murió. Sin embargo, me orienté según las
palabras de su biografía respecto a que no se le permitió escribir ni pu­
blicar nada sobre la supervivencia del culto a la brujería ‘hasta que
Dorothy muriese’. (Véase Gerald Gardner: Brujo, J. L. Bracelin, The
Octagon Press, Londres, 1960). Aun así, la narración transcurría en el
escenario ficticio de su novela High Magic’s Aid, que fue publicada por
Michael Houghton, Londres, en 1949. Por lo tanto, en 1949 la vieja
Dorothy tenía que haber fallecido.
Me daba cuenta de que mi petición al secretario del registro de
Lymington era vaga, así que decidí también rastrear los números de la
guía de teléfonos Kelly de la zona de New Forest, en un intento por averi­
guar dónde había vivido realmente. The Writers’and Artists’Year Book me
proporcionó la dirección de los editores de la guía de teléfonos Kelly y les
envié también una carta.
En la noche de Halloween de 1980, dos brujas y un brujo, entre los
que yo me encontraba, se reunieron en un bosque del sur de Inglaterra.
Halloween es la antigua fiesta celta de Samhain que señala el final del
verano, uno de los grandes sabbats del año de las brujas. Se trata de la
antigua festividad de los muertos, que la Iglesia cristiana adaptó como
Víspera de Todos los Santos. Para las brujas y los paganos era, y todavía
es, el momento en las puertas del otro mundo se abren y nuestros ami­
gos o parientes que las han traspasado para en trar en la Tierra de las
Faerie, el paraíso pagano, pueden volver si lo desean y comunicarse con
A p é n d ic e A 373

nosotros. Es una fecha en la que siempre conmemoramos a los que nos


han dejado, tanto a los que conocemos como a nuestros antepasados cu­
yos nombres ignoramos, pero que pudieron haber sido víctimas de la
gran cacería de brujas del pasado, o quizá lograron vivir y morir sin que
se supiera nunca de su adhesión secreta a la brujería. (Había una muy
buena razón para que la vieja Dorothy entrase en esta última categoría.
En realidad, la brujería era todavía ilegal en este país hasta el año 1951.
Además, las actitudes sociales hacia el estudio y práctica del ocultismo
en cualquiera de sus formas son muy diferentes en la actualidad a las
que existían en 1930 o 1940. Pudo muy bien ser la misma vieja Dorothy
quien señaló a Gerald que'la brujería no paga los platos rotos,’ cuando él
quiso escribir sobre las tradiciones supervivientes.)
Aquella noche de Halloween estaba dispuesta a contactar con la vieja
Dorothy. Hacía frío y la noche era oscura, con la luna menguante en su
último cuarto. La mayoría de nuestros amigos celebraban sus felices re­
uniones sabáticas en sus casas. Para los paganos, la noche de los muertos
no es una ocasión lúgubre, sino una celebración bastante alegre. Sabía que
las velas y las linternas de calabaza estaban encendidas, que los bailarines
desnudos bailaban en el círculo y que compartían las pastas y el vino. Pero
yo anhelaba estar en el bosque oscuro, con las hojas de otoño bajo mis pies
y las estrellas espiando a través de las ram as más altas de los árboles.
Me acompañaban dos amigos, a quienes llam aré por sus nombres
ocultos, Fiona y Dusio. Dusio y yo llegamos al bosque cuando anochecía
con la idea de disponer de la luz suficiente para reunir ram as caídas y
hacer una pequeña fogata. Cuando terminamos todos los preparativos
ya estaba completamente oscuro. Entonces vimos una luz que se acerca­
ba a través de los árboles y Fiona se reunió con nosotros.
Formamos nuestro círculo y procedimos con los ritos de Halloween
invocando a los antiguos dioses. Encendimos la fogata y sus arom as
de humo de leña se mezclaron con el incienso que quemamos en el
incensario. En los cuatro puntos cardinales, este, sur, oeste y norte,
colocamos lin tern as con velas que convirtieron el pequeño claro del
bosque en un lugar de luz resplandeciente en la oscuridad de los
árboles que nos rodeaban.
No era cuestión de tra b a ja r desnudos en aquella gélida noche de
octubre. Llevábamos vestidos o capas con capucha y calzado de cam­
po. Cuando entram os en calor bailando alrededor del círculo, les dije
lo que quería hacer, es decir, convocar el espíritu de la vieja Dorothy.
Estuvieron de acuerdo e hice una corta invocación para llam arla,
pidiéndole en p articu lar que me enseñara de alguna forma si desea­
374 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

ba que mi investigación tuviera éxito. No esperaba un fenómeno físi­


co inm ediato, pero lo tuvimos. Al poco tiempo de invocar a la vieja
Dorothy, la lin tern a que estaba en el su r se movió de pronto con tal
fuerza que se rompió el cristal.
Pensé que quizá el borde de mi capa se había enganchado en la lin­
terna, pero Fiona, que estaba mirando, dijo que no, y ni Fiona ni Dusio
llevaban una capa tan larga como para haber sido ellos. Dusio aventuró
la sugerencia de que algún pequeño animal había salido del bosque y
volcó la linterna, pero no vimos ningún animal. Nos vimos obligados a
considerar la posibilidad de que había sido un suceso paranormal. Yo
misma lo creí, porque también escuché una voz que venía de fuera del
círculo y que parecía llegar desde el cuadrante sur. Dijo mi nombre,
‘¡Doreen!’ Los otros lo no oyeron, pero yo lo oí claramente, y me pareció
que era la voz de Gerald Gardner.
En este ritual, nuestro amigos fallecidos suelen conseguir hacerse sen­
tir de alguna manera. Una vez, durante la noche anterior a la de Halloween,
estaba trabajando en un lugar del campo de Sussex con Dusio cuando vi­
mos una hermosa luz azul, como una estrella, aparecer fuera del círculo.
Ambos la vimos claramente, y no existe ninguna explicación para eso.
Por eso, aunque mis esperanzadas cartas no tuvieran resultados,
estaba decidida a buscar a la vieja Dorothy. El secretario del registro de
Lymington no había podido encontrar ningún certificado de defunción
y sugirió que lo intentase en el registro central de Londres donde se
guardan todos los certificados de nacimiento, de matrimonio y de falle­
cimiento. Resultó que la casa m atriz de las guías telefónicas Kelly esta­
ba trasladando sus archivos de Londres a Surrey, por lo que tem poral­
m ente resultaba imposible consultarlos. Mi única posibilidad en esta
dirección se encontraba en alguna biblioteca im portante que guardase
las antiguas copias del registro en sus estanterías.
¿Pero qué biblioteca? No había ninguna importante en la zona de
New Forest. ¿Y en las ciudades vecinas? ¿Winchester? ¿Bournemouth?
La única pista que tenía consistía en los pasajes relativos a la vieja
Dorothy en la biografía de Jack Bracelin a la que me he referido antes,
Gerald Gardner: Witch. Según los cuales, Gerald Gardner había vivido
en algún lugar de la vecindad de Christchurch, Hampshire, cuando des­
cubrió el Teatro Rosacru-ciano ‘en una de sus largas giras’ y conoció al
grupo que lo dirigía. (Véanse Fotografías 15 y 16.) Gracias a este grupo
conoció a la vieja Dorothy, de m anera que existía una remota posibilidad
en el hecho de que como Bournemouth estaba mucho más cerca de
Christchurch que Winchester, allí podría descubrir alguna pista.
A p é n d ic e A 375

Gracias a mi biblioteca de referencia local conseguí la dirección exacta


de la Biblioteca del condado de Bournemouth (que ahora está en Dorsot,
aunque en tiempos de Gerald los límites del condado estaban incluidos
en Hampshire). Sin demasiado optimismo, escribí a la biblioteca expli­
cando que estaba intentando encontrar a la señorita Dorothy Clutterbuck,
residente en algún lugar de la zona de New Forest entre los años treinta
y cuarenta. ¿Me podrían ayudar?
Podían y lo hicieron. De hecho, aquella excelente biblioteca me pro­
porcionó mi prim er avance real. A mediados de enero de 1981, la me
escribió lo siguiente:
‘El equipo de la Biblioteca de Referencia ha buscado en las guías de
teléfonos locales a la señorita Dorothy Clutterbuck y ha encontrado lo
siguiente:
‘Directorio de calles de municipio ampliado de Christchurch, 1933.
‘Clutterbuck, Dorothy, Mili House, Lymington Road, Highcliffe.
‘Fordham, Rupert, Mili House.’
La carta continuaba diciendo que en la guía de teléfonos de
Bournemouth, Poole y Christchurch aparecía Rupert Fordham en Mili
House en su edición de 1936, pero no Clutterbuck. En la misma guía
pero en su edición de 1940 aparecía la señora Fordham en la misma
dirección. Así pues, incluso si hubiera encontrado las enormes guías Kelly,
tampoco me habrían ayudado. Sin embargo, aquella pequeña y oscura
guía local me proporcionó la primera prueba de que al menos una Dorothy
Clutterbuck existió. Además, busqué rápidam ente Highcliffe en el mapa
y pude comprobar que estaba muy cerca de Christchurch. De hecho, fue
el lugar en que vi por primera vez a Gerald Gardner, en casa de un
amigo, allá en 1952.
La carta de la Biblioteca continuaba:
‘El secretario de la oficina del censo de C hristchurch Town Hall
consultó las listas electorales del Registro de H am pshire y ha encon­
tra d o que la se ñ o rita C lu tterb u ck se convirtió en la señora de
Fordham en el censo de 1937/38. D esgraciadam ente du ran te los años
de la g u erra las listas no se realizaron y a p a rtir de entonces la seño­
ra Fordham desaparece. Si es o no la persona que usted está buscan­
do, no puedo decirlo.’
Tampoco yo podía tener la certeza, pero interiormente estaba segu­
ra. El lugar era correcto y también la época. Qué suerte que la vieja
Dorothy tuviera un nombre tan poco corriente como Clutterbuck. Si
hubiera sido Dorothy Smith o Dorothy Jones, mi búsqueda hubiera sido
en vano.
376 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Pero ahora tenía que probarlo.Tenía que conseguir algo más sustan­
cial que una línea en un antiguo directorio de calles. Tenía el dato aproxi­
mado de un posible matrimonio, del que tenía que haber algún registro
oficial. Así que si pudiera encontrarlo, vendría la edad que tenía en aquel
momento, lo que sería una pista para buscar un certificado. Escribí otra
esperanzada carta, esta vez al Registro Civil de Bournemouth, pregun­
tando si existía el certificado de tal matrimonio o un certificado de de­
función con los nombres de la señorita Clutterbuck o de la señora
Fordham.
A su debido tiempo el jefe del departam ento del registro me contestó
con mucha amabilidad. Su equipo había buscado exhaustivamente en
las listas, pero no tenían constancia de un matrimonio o un fallecimien­
to con aquellos nombres. La búsqueda de un registro de matrimonio abar­
có entre las fechas de 1936 a 1940 inclusive. La del registro de falleci­
miento entre los años 1943 y 1948 inclusive. Como la vez anterior, me
sugería que hiciera una visita a Londres buscando en el índice nacional
de la Oficina central del registro civil.
Fue un inesperado contratiempo. Sin embargo, quizá la vieja Dorothy
se había casado en algún otro lugar. Incluso quizá se había muerto en
otro sitio. O es posible que su matrimonio se celebrase en una ceremo­
nia de compromiso brujeril, en lugar de una ceremonia legal. Obvia­
mente, tendría que ir a Londres a continuar mi investigación, pero dis­
ponía de muy pocos datos para continuar, pues carecía de información
precisa sobre su nacimiento, matrimonio o muerte. Y podía haber doce­
nas de Dorothys Clutterbucks entre los millones de nombres de aque­
llos índices nacionales.
Parecía una tarea desalentadora, y lo era. Decidí, por suerte, ir a la
ciudad la víspera del primero de mayo de 1981. Me enteré de que los
certificados de nacimiento y matrimonio se guardaban en St Catherine
House, en Kingsway, y los certificados de fallecimiento en Alexandra
House, muy cerca. Estaban guardados en mamotretos enormes, normal­
mente cuatro por cada año, que abarcaban cada trimestre. Después de
estar varias horas pasando las hojas, uno se siente como si hubiera esta­
do acarreando sacos de carbón.
Primero lo intenté en el registro de matrimonios, por ser el dato más
aproximado del que disponía. No había nada. Después fui a Alexandra
House y realicé una búsqueda incluso más larga en pos de un certificado
de defunción. Yo sabía que la vieja Dorothy había presidido los ritos contra
Hitler en el bosque de New Forest, que habían comenzado en Lammas de
1940, por lo que entonces estaba viva. Y Gerald había publicadoHígh Magic’s
A pén dice A a v7

Aid en 1949. Lo que me daba los años 1941-48 ambos inclusive I ,<>h t opiiHC
todos. La única Dorothy Clutterbuck registrada durante ese periodo Iu<•
una chica de catorce años que había muerto en Manchester. En cuanto ni
apellido Fordham tampoco era probable que tuviera posibilidades.
De pronto, tropecé con una idea. ¿Se había cambiado el apellido
oficialmente? Busqué aire fresco alegrem ente m ientras recorría el
camino hacia la oficina pública del registro civil. Fueron amables y
competentes, pero no había nada allí. No quedaba nada por hacer
salvo coger el tren de vuelta a casa. Necesitaba algún detalle vital y
tenía que continuar buscándolo.
La biblioteca del condado en Bournemouth había sido de lo más útil al
enviarme fotocopias de las entradas relevantes de los antiguos directorios,
pero me ayudaron aún más al establecer que Gerald Gardner y su mujer
Donna habían vivido en Highcliffe en la época en que su biografía recoge
que fue iniciado por la vieja Dorothy, es decir ‘unos pocos días después de
que empezara la guerra’, en septiembre de 1939. Según Gerald Gardner:
Witch, esta iniciación tuvo lugar en la casa de la vieja Dorothy ‘una man­
sión de la vecindad’. El mismo libro describe a la vieja Dorothy como ‘una
dama de renombre en el distrito’, “distinguida” y acaudalada. ‘Invariable­
mente llevaba un collar de perlas que tenía un valor aquella época de 5.000
libras.’ El libro se publicó mientras Gerald estaba vivo, por lo que estos
detalles tuvieron que ser proporcionados por él.
La referencia del libro al Teatro Rosacruciano también cuadraba. Se
encontraba en Somerford y se inauguró en junio de 1938. La siempre
útil biblioteca central de Bournemouth me proporcionó fotocopias de
recortes de prensa al respecto. Como había dicho Gerald, la señora Mabel
Besant-Scott, hija de Annie Besant, vivía cerca y participó en el proyec­
to. Todo muy interesante, pero no tenía ninguna relación directa con lo
que yo quería saber.
En aquel momento, me encontraba en un punto muerto y me dedi­
qué a otros asuntos, entre ellos colaborar con Jan et y Stewart Farrar en
la prim era parte de este libro. Estaba a punto de llegar Halloween de
nuevo y lo celebramos alegremente, esta vez en casa con un grupo de
amigos. A menudo pensaba en la vieja Dorothy y recordaba aquella no­
che en el bosque el año anterior. De algún modo estaba segura de que la
historia todavía no había terminado.
Sin embargo, no logré avanzar nada hasta el 1 de marzo de 1982. Por
entonces, estaba quitando el polvo de algunos libros en las estanterías y
reordenándolos, cuando detrás de aquellos libros encontré un pequeño
panfleto. Se titulaba The Museum of Magic and Witchcraft: the Story of
378 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

the Famous Witch.es’ Mili at Castletown, Isle ofMan. Lo escribió y publi­


có Gerald Gardner como libro de guía para su museo de brujería. Lo
hojeé recordando los viejos tiempos y vi un párrafo que me pareció como
si saltase hacia mí fuera de la página.
‘Caja número 1. Gran número de objetos que pertenecieron a una
bruja que murió en 1951, prestados por sus familiares, que desean se­
guir en el anonim ato/
¡Una bruja que había muerto en 1951! ¿Es posible que fuese la vieja
Dorothy? Yo sabía que no se trataba de otra mujer que también había
prestado otros objetos al museo porque en 1951 estaba perfectamente
viva. ¿Había tenido el dato que estaba buscando escondido en mi libre­
ría todo el tiempo?
Tan pronto como pude volví a Londres para averiguarlo. Esta vez
encontré el registro casi de inmediato en Alexandra House. En el primer
trim estre de 1951, una Dorothy St Q. Fordham murió en la región de
Christchurch, a la edad de 70 años. Solicité que me enviaran por correo
una copia del certificado de fallecimiento.
A continuación, eufórica por el éxito, decidí buscar también un cer­
tificado de nacimiento. Haciendo una pequeña sum a con los datos de la
edad de la vieja Dorothy en su fallecimiento, al parecer, debió haber
nacido en 1881. Los índices de 1880 y 1881 no habían registrado el na­
cimiento de Dorothy Clutterbuck, pero sí el de 1882. ¿Había encontrado
realm ente lo que estaba buscando? Pedí tam bién una copia de aquel
certificado y salí a celebrar mi triunfo con un té y unos bollitos con
m antequilla y mermelada en un encantador pequeño café cercano. Des­
pués volví a casa y esperé tranquilam ente que llegaran las copias de los
certificados.
El certificado de fallecimiento llegó primero y me contó muchas co­
sas. Dorothy St Quintín Fordham había muerto en Highcliffe en el regis­
tro del distrito de Christchurch el 12 de enero de 1951. El caballero que
proporcionó los detalles para el registro de su m uerte (que más tarde
descubrí por su testam ento que fue su abogado) la describía como'Solte-
ra de recursos propios, hija deThomas St Quintín Clutterbuck, teniente
coronel del ejército de la India (fallecido)’. La primera causa de la muer­
te había sido una trombosis cerebral o, en otras palabras, un derrame
cerebral. Lo confirmó la noticia de su m uerte que encontré en los fiche­
ros microfilmados del periódico The Times en la biblioteca local, que de­
cía que había muerto ‘tras una corta enfermedad’.
Sin embargo, cuando llegó pocos días después la copia del certificado
de nacimiento, sólo tuve que echar un prim er vistazo para darme cuenta
Ap é n d ic e A 379

de que no se trataba de la misma Dorothy Clutterbuck que yo estaba


buscando. El distrito que aparecía en el índice, es decir Stow, en Suffolk,
ya me hizo sospechar bastante. Ahora comprendía que el nombre del
padre también era diferente, Alexander Clutterbuck en lugar deThomas
St Quintin. Sólo había dado con la mitad de la respuesta, a pesar de
haber buscado laboriosamente en aquellos índices.
¿Me encontraba de nuevo en otro punto muerto? No, porque ahora
disponía de un hecho concreto para continuar, aunque escaso: los detalles
del certificado de muerte. Decidí buscar a Thomas St Quintin Clutterbuck
en las antiguas listas del ejército, a ver si podía encontrar alguno. Afortu­
nadamente, mi biblioteca local tenía en sus estanterías la lista del ejército
de 1881. Busqué en la larga lista de nombres de sus amarillentas páginas.
Allí estaban los galantes soldados de la reina cuando Victoria estaba en el
trono y el Imperio Británico dominaba en apariencia inmutable. En mi
imaginación pude ver sus espléndidos uniformes rojos, sus galones y me­
dallas doradas; escuché el traqueteo de los cascos de sus bien alimentados
caballos y el tintineo de sus espuelas y espadas. Allí estaba Thomas St Q.
Clutterbuck, alistado como comandante en las Fuerzas de la India, Benga­
la, con fecha del 14 de julio de 1880.
Ahora bien, aquello tuvo que ocurrir por la época en que nació
Dorothy. ¿Había nacido en la India? Era una posibilidad nada desdeña­
ble. Pero si fuese así, ¿habría alguna manera de encontrar aquel certifi­
cado de nacimiento?
Bien, tendría que volver de nuevo a la ciudad e intentarlo. Había
comprado un pequeño libro llamado Discovering Your Family Tree, de
David Iredale (Shire Publications, Aylesbury, Bucks., 1977). Me informó
de que el Registro General (antiguamente en Somerset House, pero aho­
ra en St Catherine’s House) guardaba los datos relacionados con las fa­
milias del ejército hasta 1761. Así que había alguna esperanza. Mien­
tras tanto, parecía probable que una dama con recursos propios como
Dorothy hubiese dejado un testamento. Como ahora disponía de los de­
talles de su muerte, escribí a Somerset House y cumplimenté las forma­
lidades necesarias para obtener una copia del testamento.
Y llegó. Tuve una extraña sensación al rasgar el sobre de papel Manila
para abrirlo y me di cuenta de que estaba a punto de ver una fotocopia
de la firma de la vieja Dorothy. Era una firma poco corriente, artística
pero muy clara; el vínculo más personal que hasta entonces había sido
capaz de tener con ella.
El testamento ocupaba varias páginas y dejaba meridiana-mente
claro que la vieja Dorothy había sido realmente tal y como la describió
380 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Gerald, ‘una dama de renombre en el distrito’ y ‘muy acaudalada’. El


valor bruto de su patrimonio superaba las 60.000 libras, que en 1951 era
mucho dinero. Además, poseía perlas valiosas que aparecían menciona­
das en el testamento.
¿Hasta ahora qué había probado? Ciertam ente, había existido una
Dorothy Clutterbuck, y su edad y datos respondían a la descripción
de Gerald. H abía vivido en Highcliffe en la misma época que Gerald.
Había m uerto en 1951, fecha que aparecía en el pequeño libro de
Gerald. También había existido realm ente el Teatro Rosacruciano,
bajo el p atro cin io de M abel B esan t-S co tt y un grupo llam ado
Rosicrucian Order, Crotona Fellowship. Este grupo estaba dirigido
por G. A. Sullivan, que según los recortes de prensa había sido un
famoso actor de obras de Shakespeare con el nombre artístico de
Alex M athews. Murió en 1942.
Lo que me había confundido en la primera fase de la investigación
fue mi convencimiento de que, en la época en se publicó High Magic’s
Aid, la vieja Dorothy ya había muerto. Ahora sabía que no fue así, y esto
arrojaba una nueva luz sobre los rituales de brujería descritos en aquel
libro. Habían sido publicados en vida de la vieja Dorothy, pero bajo la
apariencia de ficción. High Magic’s Aid es una novela histórica y en mi
opinión bastante buena. Además, al volver a leerla con más cuidado,
descubrí que su lugar de ambientación, llam ado‘St Clare-in-Walden’ en
el libro, se correspondía muy bien con Christchurch, la ciudad más anti­
gua de la zona (tanto Bournemouth como Highcliffe son comparativa­
mente más modernas). La acción del libro tiene lugar al borde de un
gran bosque, que se correspondía con la localización de Christchurch al
borde del bosque de New Forest. En el libro se mencionan topónimos
reales: la colina de St Catherine, el río Stour, ‘el molino de Walkford’.
Podemos recordar lo que dyo Gerald Gardner en su último libro,
Witchcraft Today (Rider, Londres, 1954): ‘Conocí a unas personas que
me dijeron que me habían conocido en una vida pasada... Pronto me
encontré en el círculo y cumplimenté los habituales juramentos que me
obligaban a no revelar ningún secreto del culto. Sin embargo, al ser un
culto moribundo, pensé que era una lástim a que tuviera que perderse
todo el conocimiento, así que al final se me permitió escribir, como fic­
ción, algunas de las cosas en las que creen los brujos en la novela High
Magic’s Aid!
De manera que la persona que le dio permiso había sido en realidad
la misma vieja Dorothy. Todo esto parece probar la autenticidad de estos
rituales, aunque en años posteriores, cuando Gerald fue acosado e insul­
A p é n d ic e A 381

tado por la prensa sensacionalista, creyó oportuno afirm ar que el Libro


sólo era una ficción. Pero gracias principalmente a Gerlad Gardner la
Vieja Religión dejó de ser un culto moribundo para estar vivo no sólo en
las Islas Británicas sino en los Estados Unidos de América, Canadá,
Australia y Holanda, países que en la actualidad tienen sus propias re­
vistas sobre brujería y sus boletines informativos.
¿Pero qué había de los propios orígenes de la vieja Dorothy? Aun no
sabía nada de la familia de su madre y sólo encontrando su certificado
de nacimiento podía aclarármelo. Realicé un nuevo viaje a Londres, esta
vez para indagar en los registros de las familias del ejército menciona­
dos anteriormente. Sí, estaban en St Catherine’s House. Busqué los ín­
dices de 1879,1880. 1881, 1882. Nada. Busqué los registros consulares
de los nacimientos de los súbditos británicos en el exterior. Nada. Inclu­
so busqué en los registros de los nacimientos en el mar. Nada. Por pura
desesperación, busqué de nuevo en esos imponentes volúmenes de índi­
ces en el registro ordinario de nacimientos en Inglaterra y Gales. ¿Se me
había escapado algo? Aparte de dos entradas que hacían referencia a
‘Clutterbuck, mujer’, no conseguí nada. Ni los lugares parecían proba­
bles, ni pensé que la hija del comandante Thomas St Quintin Clutterbuck
podía haber sido humildemente registrada como ‘Clutterbuck, mujer’.
Bueno, la vieja Dorothy había vivido y m uerto realm ente, au n ­
que al parecer nunca había nacido. Pedí ayuda a uno de los em plea­
dos. ¿Había más registros del ejército que no se encontraban en los
estantes? Hizo u n a llam ada in tern a a algún sanctasanc-tórum y me
puso en contacto con el oficial que estaba a su cargo. Aquel caballero
se m archó a m irar y después volvió al teléfono. Lo sentía mucho pero
no h abía nada tampoco allí.
Entonces recordé algo que Ginny, la doncella del conventículo de
Ja n e t y Stewart, me había contado en una conversación durante una
visita que me había hecho recientem ente y yo le hablé de la posibilidad
de que Dorothy hubiese nacido en la India. Se trataba de una amiga
suya que había estado buscando su certificado de nacimiento y que ‘las
autoridades indias habían sido muy serviciales.’ ¿Podrían las autorida­
des indias ser eficaces buscando un nacimiento que había tenido lugar
en los lejanos días del Raj británico?
Se lo sugerí al caballero por teléfono. Pareció dudarlo, pero tuve que
insistir. (Era todo lo que sabía, a menos que Dorothy hubiese nacido en
Escocia, en cuyo caso los registros estaban en Edinburgo.) Sí, podía
acudir a las autoridades de la India. ¿Dónde podía encontrarlas? En
India House. ¿Estaba lejos? Oh, no, al otro lado de la calle.
382 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

India House resultó ser un edificio espléndido, con hermosos cua­


dros en las paredes de escenas de la vida hindú. Dos encantadoras y
solícitas señoritas en saris me ofrecieron su ayuda indicándome el cami­
no de Biblioteca en Blackfriars Road. Encontré un taxi y salí para allá
inmediatamente. Algo me decía que por fin me encontraba en el buen
camino.
El oficial de seguridad de la entrada me dio un pase para entrar y
me indicó el camino por las escaleras hasta la misma biblioteca. Allí, un
bibliotecario me explicó que en los días que yo investigaba los padres
tenían la responsabilidad de registrar el nacimiento del niño y que no
existían certificados de nacimiento como tales. Sin embargo, tenían los
registros eclesiásticos de matrimonios y bautismos que hacían los cape­
llanes cristianos en la India. Normalmente, los certificados bautismales
también registraban la fecha de nacimiento. Me buscó el índice de ios
bautismos en Bengala de los años que me interesaban.
Casi en el momento en que abrí el libro vi el nombre ‘Clutterbuck,
Dorothy’. Rellené la ficha de petición para el libro mayor que contenía
los verdaderos registros eclesiásticos. Resultó ser un libro incluso más
grande que los que hasta entonces había manejado, y todas sus entradas
estaban escritas en una hermosa caligrafía. Dorothy Clutterbuck había
nacido el 19 de enero de 1880 y fue bautizada en la Iglesia de St Paul,
Umbala, el 21 de febrero de 1880. Sus padres eran Thomas St Q.
Clutterbuck, capitán del 14° regim iento de los sijs y Ellen Anne
Clutterbuck. La había encontrado.
Me eché hacia a trá s en la silla y contemplé la silenciosa bibliote­
ca, con sus persianas venecianas cerradas para proteger los libros y
a sus lectores de los brillantes rayos de sol prim averal. Apenas podía
creer que al final había tenido éxito. Lam entaba que la entrada no
me proporcionase el nombre de soltera de la m adre de Dorothy, pero
lo había conseguido.
Volví a la oficina de la biblioteca para enterarme de cómo obtener
una copia del registro. Sí, me dijeron, podía hacerse y me la mandarían
pagando el precio correspondiente. Un empleado telefoneó al funciona­
rio encargado de aquel servicio y después me dijo, ‘lo siento, pero en este
momento está ocupado. Me temo que tardará unos veinte minutos, si no
le importa esperar.’
Dije que esperaría y busqué dónde sentarme. Y entonces ocurrió un cu­
rioso incidente. Había varias sillas para los visitantes, pero todas esta­
ban ocupadas. Así que deambulé adentrándome en otra sala de la biblio­
teca en busca de un sitio donde descansar. Había tenido un día largo y
A péndice A

cansado. Me encontré en frente de una estantería llena ordenad"


volúmenes de índices titulados ‘Matrimonios. Bengahi '
¿Y si los padres de Dorothy se habían casado en la India? Si pudiera
encontrar la entrada, conseguiría el nombre de soltera de la madre. Sa­
qué un volumen que se abrió inmediatamente en mis manos y vi el nom
bre de ‘Clutterbuck, Thomas St Q.’ Admito que estaba cansada y excita
da, pero todavía hoy podría ju ra r que el libro se abrió solo.
Volví al mostrador y rellené la solicitud para otro enorme mamotre­
to de registros eclesiásticos. Cuando llegó a la sala de lectura, supe que
Thomas St Quintin Clutterbuck se había casado con EllenAnne Morgan
en Lahore en 1877. Él tenía 38 años y la novia 20.
Me lo imaginé. El brillante sol de la India. Un oficial con el uniforme
completo. Su joven novia en un vestido de boda Victoriano, con lazos y
volantes, pasando bajo el tradicional túnel formado por las espadas del
regimiento de sus compañeros oficiales con guantes blancos. Un cape­
llán sonriente con su sobrepelliz blanca. Una carroza tirada por caballos
magníficamente cepillados. Champán helado en cubetas de plata. Las
enormes hojas de las palmeras agitándose en lo alto. Puñados de dinero
arrojados a los nativos. ¿Fue realmente así? No lo sé; m ientras estaba
sentada en aquella silenciosa biblioteca, esas fueron las escenas que
pasaron ante mí.
Volví en mí al presente y fui a pedir también una copia de esta entra­
da. Me interesaba porque Ellen Morgan era un apellido galés. Así, al
parecer, los antepasados de la vieja Dorothy por línea m aterna eran ga-
leses, la corriente celta de n u estra sangre nacional, anterior a la
anglosajona y que con frecuencia acarreaba una herencia psíquica.
Tras encargar las copias de los certificados volví a casa a esperar su
llegada. Tardarían unos pocos días, y llegaron el día más apropiado posi­
ble. Entraron en mi buzón en la m añana del 30 de abril de 1982, el día
del sabbat de Beltane. Para entonces, mi búsqueda había terminado.
A p én dice B
T r a z a r y ex p u lsa r el círcu lo

Como ya explicamos en la introducción, p. 12, los rituales para tr a ­


zar y expulsar el círculo se incluyen aquí por completo, pues los ri­
tuales de los capítulos I-X y XXIII no pueden llevarse a cabo sin ellos.
Los describimos enteros, con explicaciones y notas, en nuestro libro
Los ocho sabbats de las brujas, capítulos I y III, pero puede que no
todos nuestros lectores lo tengan. Aquí, hemos prescindido de las
explicaciones y las notas y condensado las instrucciones, pero los
ritu ales están completos.
Estrictamente hablando, el círculo se encuentra enteramente trazado
y puede comenzarse a trabajar después de convocar a las Atalayas. Sin
embargo, el resto del ritual normal de apertura (Bajada de la luna, la Car­
ga, etc.) es necesario para las iniciaciones y otros ritos que aparecen en
este libro, así que también lo incluimos.
A pén d ic e B

Hay uno o dos cambios respecto a la versión de Los ocho sa/tlmii ¡Ir
las brujas. Se han cambiado unas pocas palabras de la Runa de Iiih Bru
jas para adecuarlas a la versión del texto C de DoreenValiente. El conju­
ro Bagahi también ha sido ligeramente modificado, porque Doreen lia
conseguido recientemente el texto original del manuscrito del siglo XI11
(véase Fotografía 8) del trovador Rutebeuf, hoy en Biblioteca Nacional
de París (MS N° 837 (Ancien 7218), que aparece en la lista como ‘manuscrit
célébre’). El texto que incluimos aquí es el original.
En este ritu a l hay tre s cosas que proceden de innovaciones
alexandrianas: la invocación a Bóreas y la copia por todo el conventículo
de los Pentagramas de Invocación y Expulsión de la suma sacerdotisa,
los cuales incluimos porque nos gustan; y la colocación del altar en el
norte en lugar de en el centro como era la práctica de Gardner. Como a
muchos conventículos, el altar en el norte nos parece más satisfactorio,
sobre todo en los círculos interiores pequeños, y su simbolismo es total­
mente aceptable en una religión terrenal.

Trazando el Círculo

Los utensilios están sobre el altar en el norte, la espada colocada en el


suelo, en frente. Al menos una vela (preferiblemente tres) está encendida
en el altar, y otra en cada uno de los puntos cardinales este, sur y oeste del
perímetro. El incensario está quemando incienso en el altar. Un cuenco de
agua y otro de sal, también sobre el altar. (Si se necesitan el palo de la
escoba y el caldero, pueden colocarse a cada lado del altar.)
La suma sacerdotisa y el sumo sacerdote se arrodillan frente al al­
tar. El resto del conventículo se sitúa en el borde exterior al círculo de
norte a este.
La suma sacerdotisa coloca el cuenco de agua sobre el pentáculo, y
metiendo la punta de su cuchillo ritual en él, dice:
Yo te conjuro, Oh, criatura del Agua, para que expulses lejos de ti
todas las impurezas y las suciedades de los espíritus del mundo de los
fantasmas, en el nombre de Cernunnos y deAradia.’
A continuación sostiene el cuenco ante ella. El sumo sacerdote pone
el cuenco de sal sobre el pentáculo y con la punta de su cuchillo ritual
metida en él, dice:
‘Derrámense sobre esta criatura de la sal las bendiciones; que toda
malignidad o estorbo desaparezcan de ahora en adelante, y que todo bien
entre en su interior. Por eso yo te bendigo y te invoco, para que puedas ayu­
darme, en los nombres de Cernunnos y de Aradla.’
386 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Vierte la sal en el cuenco de agua de la suma sacerdotisa, y ambos


dejan los cuencos sobre el altar. El sumo sacerdote abandona el círculo
para reunirse con el conventículo en el norte-este.
La suma sacerdotisa traza el círculo con la espada, señalando con
ella el perímetro y procediendo en sentido de las agujas del reloj de nor­
te a norte. Cuando pasa de norte a este, levanta la espada por encima de
las cabezas del conventículo para abrir una entrada. Mientras traza el
círculo dice:
Yo te conjuro, Oh, círculo de poder, para que seas un lugar de encuen­
tro de amor y alegría y verdad, un escudo contra toda maldad y perversi­
dad, una frontera entre el mundo de los seres humanos y los reinos de los
Seres Supremos, muralla y protección que preservará y contendrá el po­
der que vamos a crear en tu interior. Por eso te bendigo y te consagro, en
los nombres de Cernunnos y Aradia.’
Ella deja la espada y perm ite que el sumo sacerdote entre en el
círculo con un beso, girando con él en sentido de las agujas del reloj.
El sumo sacerdote adm ite a una m ujer de la misma m anera, a conti­
nuación esta m ujer deja e n tra r a un hombre, y así sucesivam ente
h asta que todos estén dentro. La sum a sacerdotisa coge la espada y
cierra la en trad a con un movimiento en sentido de las agujas del
reloj.
La suma sacerdotisa nombra a tres miembros del conventículo. El
primero lleva el cuenco de agua alrededor del círculo en sentido de las
agujas del reloj de norte a norte, asperjando el perímetro. Él o ella asperja
después a cada uno de los miembros por turnos. Si es un hombre, term i­
na asperjando a la suma sacerdotisa, que a su vez le asperja a él; si es
una mujer, term ina asperjando al sumo sacerdote, que a su vez la asperja
a ella. Se vuelve a dejar el cuenco en el altar.
El brujo nombrado en segundo lugar lleva el humeante incensario
alrededor del círculo en sentido de las agujas del reloj de norte a norte y
lo vuelve a dejar en el altar. El nombrado en tercer lugar lleva una vela
del altar alrededor del círculo de la misma manera y la vuelve a dejar.
Todos cogen sus cuchillos rituales y se sitúan mirando hacia el este,
con la sum a sacerdotisa al frente. La sum a sacerdotisa tra z a el
pentagram a de invocación de la tierra (ápex, abajo a la izquierda, hacia
delante, hacia la izquierda, abajo a la derecha y de nuevo al ápex) en el
aire, delante de ella, diciendo:
'A vosotros Señores de las Atalayas de este; a vosotros Señores del
aire, os convoco, os despierto y os llamo, para que presenciéis nuestros
ritos y guardéis el círculo.’
A p é n d ic e B 387

El resto del conventículo copia los mismos gestos con sus cuchillos
rituales.
Ella se sitúa mirando hacia el sur con el conventículo a sus espaldas
y de nuevo traza el pentagram a de invocación de la tierra, diciendo:
A vosotros, Señores de las Atalayas del sur, a vosotros Señores del
fuego, os convoco../
Hacia el oeste, de la misma manera, dice:
A vosotros, Señores de las Atalayas del oeste; a vosotros, Señores del
agua, Señores de la muerte y de la iniciación, os convoco../etc.
Mirando hacia el norte, de la misma manera, dice:
A vosotros, Señores de las Atalayas del norte; a vosotros, Señores de
la Tierra; Bóreas, guardián de los portales del norte; a ti, poderoso dios,
a ti, dulce diosa; yo os convoco../ etc.
De principio a fin, todo el conventículo copia sus gestos con sus res­
pectivos cuchillos rituales. Todos dejan ahora sus cuchillos rituales de
nuevo en el altar y se arrodillan al sur del círculo mirando hacia el nor­
te, excepto la suma sacerdotisa, que permanece de espaldas al altar con
la vara en la mano derecha y el látigo en la izquierda, cruzados sobre el
pecho; el sumo sacerdote se arrodilla ante ella.
El sumo sacerdote‘baja la luna’ sobre la suma sacerdotisa. Primero
le da el beso quíntuple (véase p. 33), y después, arrodillándose otra vez,
la toca con su dedo índice en el pecho derecho, el pecho izquierdo y en el
pubis, los mismos tres puntos de nuevo y finalmente el pecho derecho.
(Mientras tanto, la suma sacerdotisa extiende los brazos hacia fuera.)
Mientras la toca, él dice:
‘Yo te invoco y convoco, Madre Suprema de todos nosotros, portadora
de todo lo fructífero; por la semilla y la raíz, por el tallo y el brote, por la
hoja y la flor y el fruto, te invoco para que desciendas sobre el cuerpo de
la que es tu sierva y sacerdotisa/
Él extiende sus brazos hacia arriba y hacia abajo con las palmas de
las manos hacia delante (todavía está arrodillado) y dice:
‘¡Ave, Aradia! Desde el cuerno de Amaltea
Derrama en abundancia tu provisión de amor; me inclino hu­
mildemente
Ante ti, y te adoro hasta el fin;
con amoroso sacrificio adorno tu santuario.
Tu pie está en mis labios lbesándolo) mi oración se eleva
con el ascendente humo del incienso; después derrama
tu inmemorial amor, Oh, Poderosa, desciende
para ayudarme, pues sin ti estoy desamparado/
388 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Se levanta y da un paso hacia atrás. La suma sacerdotisa traza el


pentagram a de invocación de la tierra en el aire frente a él con la vara,
diciendo:

'De la oscura y divina Madre


Mío es el látigo y mío es el beso;
La estrella del amor y gozo de cinco puntas.
Aquí te encomiendo, con este signo.’

Esto finaliza la Bajada de la luna. La suma sacerdotisa y el sumo


sacerdote miran ahora de frente al conventículo y pronuncian la Carga,
como sigue:
Sumo sacerdote: ‘Escuchad las palabras de la Gran madre, que en la
antigüedad fue llamada entre los hombres Artemisa, Astarté, Atenea,
Diana, Melusina, Afrodita, Cerridwen, Dana, Arianrhod, Isis, Bride, y
por otros muchos nombres.’
Suma sacerdotisa: “Siempre que tengáis necesidad de alguna cosa,
una vez al mes y mejor cuando sea plenilunio, os reuniréis en algún lu­
gar secreto y me adorareis en espíritu, pues soy la Reina de todas las
brujas. Allí os reuniréis, vosotros que deseáis aprender de buen grado
toda brujería y aún no conocéis sus más profundos secretos. Os enseñaré
cosas que aún se desconocen. Y os liberaréis de la esclavitud, y como
señal de que seréis realmente libres, celebraréis desnudos vuestros ritos,
y bailaréis, cantaréis, festejaréis, haréis música y el amor, todo en mi
alabanza. Pues mío es el éxtasis del espíritu, y también es mía la alegría
sobre la tierra, pues mi ley es amor hacia todos los seres. Mantened puro
vuestro más alto ideal, esforzaos por alcanzarlo y no dejéis que nada os
detenga u os haga volver atrás. Pues mía es la puerta secreta que se abre
a la Tierra de la Juventud y mía es la copa del vino de la vida, y el
Caldero de Cerridwen, que es el Santo Grial de la inmortalidad. Yo soy
la Diosa misericordiosa, que otorga el don de la alegría al corazón del
hombre. Yo otorgo el conocimiento del espíritu eterno sobre la tierra, y
más allá de la muerte, otorgo la paz y la libertad, y la reunión con aque­
llos que ya se fueron. No exijo sacrificio, pues mirad, soy la Madre de
todos los seres vivos, y mi amor se derrama sobre toda la tierra.”
Sumo sacerdote: 'Escuchad las palabras de la diosa de las estrellas,
en el polvo de cuyos pies están las huestes del cielo, y cuyo cuerpo encie­
rra el universo.’
La suma sacerdotisa: Yo, que soy la belleza de la tierra verde, y la
luna blanca entre las estrellas, y el misterio de las aguas y el deseo del
A p é n d ic e B 389

corazón del hombre, llamo a vuestra alma. Despertad y acudid a mí,


pues yo soy el alma de la naturaleza que otorga la vida al universo. De
mí proceden todas las cosas, y a mi han de volver igualmente todas; y
ante mi rostro, querido por dioses y hombres, dejad que vuestros más
recónditos seres divinos queden envueltos por el éxtasis del infinito.
Ríndaseme culto en el corazón que se regocija; pues mirad, todos los ac­
tos de amor y placer son mis rituales. Por tanto, dejad que la belleza y la
fuerza, el poder y la compasión, el honor y la humildad, el regocijo y la
veneración habiten en vosotros. Y vosotros que pensasteis buscarme, sa­
bed que vuestra búsqueda y vuestros anhelos de nada os valdrán a m e ­
nos que conozcáis el misterio: si lo que buscáis no se encuentra en vuestro
interior, entonces nunca lo encontrareis sin vosotros. Pues mirad, yo he
estado con vosotros desde el principio, y yo soy la que se alcanza al final
del deseo.’
Todos se ponen de pie. El sumo sacerdote levanta los brazos abiertos
y dice:

‘Bagahi laca bachahé


Lamac cahi achabahé
Karrelyos
Lamac lamec bachalyos
Cabahagi sabalyos
Baryolas
Lagozacha cabyolas
Samahac et famyolas
HarrahyaV

La sum a sacerdotisa y el conventículo repiten: '¡Harrahya!’


La suma sacerdotisa y el sumo sacerdote miran hacia el altar con los
brazos levantados en el saludo del dios cornudo (con los puños apreta­
dos, las palmas hacia arriba, y los dedos índice y meñique apuntando
hacia fuera). El sumo sacerdote dice:

7Gran dios Cernunnos, vuelve de nuevo a la tierra!


Acude a mi llamada y muéstrate ante los hombres.
Pastor de cabras, por el camino de la agreste colina,
conduce tu rebaño perdido de la oscuridad al día.
Olvidados están los caminos del sueño y de la noche
Los hombres, cuyos ojos han perdido la luz, los buscan.
Abre la puerta, la puerta que no tiene llave,
390 E i. C a m in o d e la s B r u ja s

La puerta de los sueños, por donde los hombres llegan a ti.


Pastor de cabras, ¡Oh, respóndeme!’

La suma sacerdotisa y el sumo sacerdote dicen juntos: Akhera goiti’,


bajan sus manos y dicen: '¡Akhera beitiV
La suma sacerdotisa, el sumo sacerdote y el conventículo forman
ahora un corro mirando hacia dentro, alternándose hombre y mujer en
lo posible y juntando las manos. Empiezan a moverse en sentido de las
agujas del reloj cantando la Runa de las Brujas:

'¡Eko, Eko, Azarak,


Eko, Eko, Zomelak,
Eko, Eko, Cernunnos,
Eko, Eko, Aradla!
} [Repetido tres veces]

Noche oscura y brillante luna,


Este, y después sur, y después oeste, y después norte,
Escuchad la Runa de las Brujas.
¡Venimos a llamaros!
Tierra y agua, aire y fuego,
Vara y pentáculo y espada,
Cumplid nuestros deseos.
¡Escuchad nuestra palabra!
Cuerdas e incensario, látigo y cuchillo,
poderes del filo de la bruja.
Despertad todos a la vida,
¡Venid cuando se haga el hechizo!
Reina del cielo, reina del infierno,
cazador cornudo de la noche,
Presta tu poder al encantamiento,
¡Y cumple nuestra voluntad por el rito mágico!
En la tierra y el aire y el mar,
Por la luz de la luna o el sol,
Como lo queremos, que así sea.
¡Recitad el encantamiento y que se cumpla!
¡Eko, Eko, Azarak,
Eko, Eko, Zomelak, 1 [Repetido hasta estar
Eko, Eko, Cernunnos, J preparado]
Eko, Eko, Aradia!’
A péndice B mi i

Cuando la suma sacerdotisa decide que ha llegado n| l u m u n i u í


dena: ‘¡Abajo!’ y todos se sientan en círculo mirando hacía • I (nh ' ioi

Expulsión del Círculo

Todos cogen su cuchillo ritual y miran hacia el este, con la suma «iicenluU
sa al frente. La suma sacerdotisa traza el pentagrama de expulsión de ht
tierra (abajo a la izquierda, ápex, abajo a la derecha, hacia delante n Iii
izquierda, hacia delante abajo, de nuevo abajo a la izquierda) en el aire
ante ella, diciendo:
A vosotros, Señores de las Atalayas del este; a vosotros Señores del Aire,
os agradecemos por asistir a nuestros ritos; partid pronto a vuestros pla­
centeros y maravillosos reinos, os saludamos y despedimos... Ave y adiós.'
El resto del conventículo copia sus gestos con sus respectivos cuchillos
rituales, y repiten Ave y adiós’con ella. (Todo el conventículo hace lo mis­
mo, detrás de ella, en cada una de las otras tres Atalayas.)
En el sur, de nuevo, por supuesto, con el pentagrama de expulsión, ella
dice: A vosotros, Señores de las Atalayas del sur; a vosotros, Señores del
Fuego, os agradecemos...’ etc.
Hacia el oeste: A vosotros, Señores de las Atalayas del oeste, a vosotros,
Señores del Agua; a vosotros, Señores de la Muerte y de la Iniciación, os
agradecemos...’ etc.
Y hacia el norte: A vosotros, Señores de las Atalayas del norte; a voso­
tros, Señores de la tierra; Bóreas, guardián de los portales del norte; dios
poderoso, dulce diosa; os agradecemos...’ etc.
Esto completa la expulsión del círculo.
Glosario

Adivinación. Arte de obtener información psíquica por medio de acceso­


rios físicos como las cartas del Tarot, una bola de cristal o un péndulo.
Podría llamarse también ‘clarividencia por medio de utensilios’.
Akasha, Principio Akásico. El omnipresente ‘éter’ espiritual, normal­
mente contemplado con un color violeta.
Alexandrianos. Brujos iniciados por (o que provienen de aquellos ini­
ciados por) Alex y Maxine Sanders. Rama de la brujería gardneriana,
aunque fundada independientemente.
Almas gemelas. Individualidades (q. v.) que siempre vuelven a relacio­
narse en sucesivas encarnaciones (q. v.), convirtiéndose en algo pareci­
do a una estrella binaria.
Amuleto. Objeto que se lleva como encantamiento protector contra el
mal. (véase también Talismán).
Ancianos. Miembros del segundo o tercer grado de un conventículo.
Ánima. Los elementos femeninos enterrados en la psique de un hombre.
Animus. Elementos masculinos enterrados en la psique de una mujer.
Ankh. La crux ansata o cruz ansada, jeroglífico egipcio que significa‘vida’.
Extensamente utilizado como símbolo ocultista del Principio Vital.
Aradia. Nombre wiccaniano de la diosa universalm ente aceptado,
derivado de la utilización de las brujas toscanas tal y como se recoge
en la obra de C. G. Leland, Aradia: the Gospel ofthe Witches (véase
Bibliografía).
Árbol de la vida. Esquema o diagram a central de la Cábala (q. v.).
Consta de diez esferas interconectadas de sefirot (en singular sefira)
que representan cada una de las categorías de la actividad o ser cós­
mico, desde K ether (la corona, la existencia pura) hasta M alkuth (el
reino, la manifestación física). También representa la involución desde
el principio divino final de Kether hasta la manifestación m aterial, y
la evolución desde M alkuth hacia atrás h asta la fuente, enriquecida
por la experiencia del ciclo completo. Cualquier condición o fenóme­
no microcósmico o macrocósmico está relacionado con uno de los
394 E l C a m in o de la s B ru ja s

sefirot, siendo el Árbol de la Vida de gran ayuda para comprender


sus interacciones.
Arcano, Mayor y Menor, Las setenta y ocho cartas de la baraja del Tarot
(.q.v.) . Los Arcanos Mayores son los veintidós ‘triunfos’; los Arcanos
Menores son las catorce cartas de cada uno de los cuatro palos. La pala­
bra Arcano significa ‘misterio’ (literalmente ‘cosa oculta’).
Arianrhod. Nombre galés de la diosa muy utilizado por los brujos. Signi­
fica ‘Rueda de P lata’, refiriéndose a las estrellas circumpolares. Tam­
bién conocida como Caer Arianrhod (el Castillo de Arianrhod), símbolo
del lugar de descanso de las almas entre las encarnaciones.
Arquetipos. Elementos fundam entales del inconsciente colectivo que
determinan nuestras pautas de pensamiento y conducta, pero que nun­
ca pueden ser directamente definidos, sólo aproximadamente, a través
de los símbolos.
Arte, el. Nombre que dan los brujos a la religión y práctica de la brujería
y a sus seguidores.
Atalayas. Los cuatro puntos cardinales, considerados como guardianes
del círculo mágico.
Aura. El campo de fuerza que rodea el cuerpo humano, bandas internas
que al menos son de substancia etérica (q.v.). El aura es visible a los
clarividentes, que pueden aprender mucho sobre la salud, estado emo­
cional y desarrollo espiritual de la persona según su color, tamaño y
estructura.
Bajada de la luna. Invocación del aspecto de la diosa en la persona de la
suma sacerdotisa por el sumo sacerdote.
Bealtaine, Bealtuinn, Beltane. Víspera del primero de mayo/Gran sabbat
del Primero de mayo que se celebra normalmente la noche del 30 de
abril. Su significado original es ‘Fuego de Bel’, por el dios celta o proto-
celta de múltiples nombres Bel, Beli, Balar, Balor o Belenus. Bealtaine
es el término gaélico irlandés; Bealtuinn, el gaélico escocés, y Beltane el
más corriente. En irlandés también significa el mes de mayo, y en esco­
cés, día primero de mayo.
Beso quíntupla. Saludo quíntuple. Ritual de saludo entre los adeptos a la
brujería, de hombre a mujer o de mujer a hombre, con besos (1) en cada
pie, (2) en cada rodilla, (3) en el bajo vientre, (4) en cada pecho y (5) en
los labios; en realidad, hacen un total de ocho besos. Sólo se dan dentro
del círculo.
Boaz. El pilar izquierdo del Templo de Salomón (I Reyes, VII: 21 y II
Crónicas III: 17), que forma pareja con el pilar derecho, Jachin. Juntos
representan las fuerzas polarizadas del poder y la clemencia, lo activo y
G l o s a r io 395

lo receptivo, etc. Boaz y Jachin aparecen repetidamente en el simbolismo


masónico, cabalístico y en el Tarot.
Bodhisattva. Entidad hum ana tan altamente desarrollada que ya no
necesita reencarnarse en la Tierra, pero que decide hacerlo en ayuda de
la humanidad.
Cábala, Qabala, Kábala. Antiguo sistema hebreo de filosofía esotérica
basada en el Árbol de la Vida (q.v.). Probablemente la mayor influencia
de la tradición oculta occidental. El cabalismo ocultista actual no es idén­
tico al de los antiguos rabinos, pero sus principios ‘son sus legítimos
descendientes y su desarrollo natural’ (Dion Fortune).
Cáliz. Véase Copa.
Camino de la mano izquierda. Denominación generalmente utilizada
para expresar la práctica de la magia negra, pero que en realidad es una
corrupción de su verdadero significado tántrico (véase nota 5 del capítu­
lo XIII).
Candelaria. Véase Imbolg.
Carga, la. En brujería gardneriana/alexandriana y algunas otras, la alo­
cución tradicional de la diosa a sus seguidores a través de la suma sacer­
dotisa. La forma definitiva gardneriana fue escrita para Gerald Gardner
por Doreen Valiente, incorporando el m aterial que había heredado de él,
pero cambiando algo que había adaptado de los escritos de Aleister
Crowley.
Cernunnos, Cerunnos. Único nombre conocido del dios cornudo celta; es
muy utilizado por los adeptos a la brujería, en la forma de Cernunnos.
Cerridwen. Nombre galés de la diosa, muy empleado en representación
de sus aspectos de la Madre o la Anciana.
Chamán. Sacerdote o sacerdotisa que se comunica con los planos inte­
riores a través de un trance autoinducido. Palabra de origen tribal del
norte de Asia, se utiliza en otras culturas para designar a estos oficiantes.
Clariaudiencia, Clarividencia y Percepción extrasensorial física. Capa­
cidad de ser consciente de sucesos, hechos o fenómenos por medios psí­
quicos. El término ‘clarividencia’ se emplea vagamente para referirse a
todas estas formas de percepción. Sin embargo, y estrictamente hablan­
do, es clarividencia cuando las impresiones se reciben como imágenes
visuales, percepción extrasensorial física cuando se sienten como sensa­
ciones corporales y clariaudiencia cuando se oyen como palabras, músi­
ca u otros sonidos.
Compromiso, ceremonia de. Ritual matrimonial wiccaniano. (Véase Los
ocho sabbats de las brujas, capítulo XIII).
Cono de poder. La carga psíquica colectiva erigida por un conventículo
396 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

en funciones, visualizada como un cono cuya base es el círculo de los


brujos y su ápex el centro en lo alto de ese círculo.
Conventículo. Grupo organizado de brujas y brujos que se reúnen y tra­
bajan regularmente juntos.
Copa, Cáliz. Uno de los cuatro utensilios elementales que representa el
elemento del Agua.
Cristalomancia. Cualquier tipo de adivinación que implique fijar la mi­
rada en algo (bola de cristal, espejo oscuro, tinta, etc.) para inducir imá­
genes visuales psíquicamente.
Cuchillo de mango blanco. Cuchillo ritual utilizado dentro del círculo
siempre que se precise cortar o inscribir, cosa que el cuchillo ritual (q. v.)
no puede hacer.
Cuchillo ritual. El cuchillo de mango negro de los adeptos a la brujería.
Su uso es puram ente ritual (siendo intercambiable con la espada) y ja ­
más se utiliza para cortar (cf. Cuchillo de mango blanco). Se trata siem­
pre de un utensilio personal, que pertenece a una bruja o a un brujo.
Cuerpo Astral. ‘Doble’ anímico del cuerpo físico constituido por una subs­
tancia más tenue que la m ateria, pero más densa que el espíritu. (Véase
también Cuerpo etérico.)
Cuerpo etérico. E structura intermedia entre el cuerpo astral (q. v.) y el
físico. Se tra ta de una red de energía que vincula el cuerpo físico a sus
correspondientes cuerpos astral, mental y espiritual, manteniéndolo así
literalm ente vivo.
Deosil. En sentido de las agujas del reloj o del sol. (Cf. Widdershins.)
Doncella. En un conventículo, ayudante de la suma sacerdotisa en las
prácticas rituales que puede o no sustituirla en su liderazgo. En tiempos
primitivos, el título de doncella se aplicaba a veces a la líder, a quien hoy
llamamos sum a sacerdotisa.
Efecto bumerán. Nombre popular para designar un principio oculto bien
conocido: un ataque psíquico que alcanza una defensa más fuerte rebota
con un poder triplicado contra el atacante.
Ego. La parte consciente de la psique humana.
Elemental. Entidad primitiva no hum ana e inmaterial de la naturaleza
de uno de los cuatro elementos (q. v.). El término también se utiliza para
designar una forma de pensamiento que se separa de quien la origina,
espontáneamente, por una emoción fuerte o un esfuerzo mental delibe­
rado, y adquiere temporalmente una existencia casi independiente. A
este tipo de ‘elementales creados’ se les pude encargar tareas curativas,
pero a veces también son utilizados en persecuciones psíquicas.
Encarnación. M anifestaciones de una entidad viva en forma física;
G l o s a r io 397

específicamente, cualquiera de las vidas terrenales de una individuali­


dad (q. v.) inmortal hum ana en el proceso continuo de la reencarnación
(q. v.).
‘Época de las hogueras’Término empleado por algunos brujos para refe­
rirse al periodo de persecución (real o supuesta) de la brujería y que
alcanzó su apogeo en los siglos XVI y XVII. En lo que se refiere a Ingla­
terra es un nombre poco apropiado, puesto que las brujas y brujos ingle­
ses fueron habitualm ente ahorcados, no quemados, aunque sí en Esco­
cia y en el Continente.
Equinoccios. Véase Sabbats.
Esbat. Reunión del conventículo que se celebra fuera de las fechas de los
ocho festivales estacionales o sabbats (q. v.)
Escalera de bruja. Collar de cuarenta cuentas, o cuerda con cuarenta
nudos, utilizado (como un rosario) como ayuda para la concentración
para evitar la necesidad de contar.
Escisión. Proceso por el cual dos o más miembros abandonan el conven­
tículo paterno para formar el suyo propio.
Espada. Uno de los cuatro utensilios fundamentales que representa el
elemento del fuego, o en algunas tradiciones el elemento del aire.
Evocación. Llamamiento para que acuda una entidad inmaterial de un
ser de orden inferior al propio (Cf Invocación.)
Exorcismo. Expulsión por medios psíquicos de una entidad no bienveni­
da en una persona o lugar que sufre su influencia o posesión.
Expulsión. (1) Rechazo de una entidad psíquica indeseada. (2) Forma
abreviada de ‘elim inar el Círculo’ disipando el Círculo Mágico después
de haber cumplido su propósito. (3) Destitución de un brujo de un con­
ventículo por una ofensa; él o ella podrá reclamar su readmisión des­
pués de un año y un día.
Familiar. Animal perteneciente a una bruja por la ayuda psíquica que
puede aportar; gatos, perros y caballos, en particular, reaccionan con
mucha sensibilidad a las influencias negativas, avisando enseguida o
corroborando su presencia. Sus ‘dueños’ humanos (o mejor, socios) se
cuidan de recompensarlos con su protección psíquica. Ciertos tipos de
formas de pensamiento deliberadamente creados y mantenidos pueden
ser denominados también familiares.
Festival. Uno de los ocho sabbats (q. v.) estacionales.
Fetch. (1) Aparición, doble o espectro de una persona viva. (2) Cuerpo
astral proyectado o forma de pensamiento deliberadamente enviada para
hacer acto de presencia ante una persona determinada. (3) Brujo (usual­
mente masculino) enviado por una suma sacerdotisa como mensajero
398 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

confidencial o acompañante; a veces llamado el Mensajero o el Auxiliar.


Función del hemisferio derecho del cerebro. Véase Función del hemisfe­
rio izquierdo del cerebro.
Función del hemisferio izquierdo del cerebro. Funciones, básicamente
masculinas, del hemisferio izquierdo del cerebro, que incluyen la lógica
lineal, el uso de las palabras y los números, el análisis, y que a su vez
controla el lado derecho del cuerpo. Encuentra su equilibrio en las fun­
ciones del hemisferio derecho, básicamente femeninas, que incluyen la
función intuitiva, la imaginativa y la capacidad de síntesis. A su vez,
también controla el lado izquierdo del cuerpo.
G ardnerianos. Brujos iniciados por (o provenientes de aquellos ini­
ciados por) Gerald G ardner o una de sus sum as sacerdotisas. En la
actualidad existen tam bién muchas brujas y brujos que practican el
sistem a gardneriano, pero cuya iniciación no procede en últim a ins­
tancia del conventículo de Gardner, y sería sectario no llam arlos
gardnerianos.
Gnomo. Tradicional nombre de un espíritu elemental (q. v.) de la natura­
leza del elemento de la tierra.
Golden Dawn. Orden ocultista fundada en Londres en 1887 por tres
rosacrucianos que se convirtió en una importante influencia dentro de
la magia ritual occidental. Sus rituales (en parte escritos por el poeta W.
B. Yeats, uno de sus miembros más prominentes) son básicamente
cabalísticos, con elementos de los Oráculos caldeos, el Libro de los Muer­
tos egipcio y los Libros proféticos de William Blake. Más tarde fueron
publicados íntegramente con el título de The Golden Dawn, por Israel
Regardie (véase Bibliografía).
Gran Rito. En el Wicca. principal ritual de la polaridad masculino-feme­
nina, que forma parte también del rito de iniciación al tercer grado. Pue­
de ser simbólico, en presencia del conventículo, o ‘real’, es decir, median­
do el acto sexual, en cuyo caso siempre se lleva a cabo en privado. En
nuestra tradición, sólo una pareja casada o de amantes pueden celebrar
juntos el Gran Rito ‘real’.
Gran Sabbat. Véase Sabbats.
Grimorio. Libro (normalmente medieval) o ‘gramática’ de procedimien­
tos mágicos. El más famoso es The Greater Key ofSolomon the King, más
conocido por The Key ofSolomon (véase Bibliografía bajo Mather).
Halloween. Véase Samhain.
Hereditarios. Adeptos a la brujería que declaran seguir una tradición
familiar continua y una práctica del arte desde mucho antes de actual
renacimiento.
G l o s a r io

Heme. Nombre de dios británico, cuya manifestación más conocida es


Herne el Cazador, líder de la legendaria Wild H unt (Caza salvaje) en el
Windsor Great Park. Es posible que el nombre derive del mismo original
de Cernunnos (q. v.)
Hexagrama. (1) Estrella de seis puntas, formada por dos triángulos
equiláteros entrelazados. En general y en círculos no ocultistas se la
llama la Estrella de David, pero su uso como símbolo oculto es mucho
más antiguo que como emblema del judaismo. Expresa el principio her­
mético de ‘como es arriba, así es abajo’. (Véase Macrocosmos.) (2) Cual­
quiera de las figuras de seis líneas del I Ching (q. v.).
I Ching. Sistema chino de adivinación compuesto por sesenta y cuatro
‘hexagramas’ o combinaciones de seis líneas enteras iyang) o partidas
(yin). Se tra ta de una de las pocas categorías del saber oculto oriental
que se ha transferido por completo satisfactoriamente a Occidente don­
de es ampliamente utilizado, sin riego de confusión intercultural.
Imbolg, Imbolc, Oimelc. El primer gran sabbat de primavera, que se ce­
lebra el 2 de febrero. A menudo se le conoce por el nombre de su equiva­
lente cristiano, la Candelaria. El nombre en gaélico significa‘en el vien­
tre’ y expresa los primeros movimientos en el útero de la Madre Tierra.
Inconsciente. Parte de la psique hum ana que no se manifiesta directa­
mente al ego (q. v.) consciente. Comprende el inconsciente colectivo, que
es común a todo el género humano y sede de los arquetipos (q. v.) y el
inconsciente personal, que son todos los elementos soterrados de la ex­
periencia individual. El contante mejoramiento y comunicación entre el
ego y el inconsciente es el objetivo de todo desarrollo psíquico, así como
la base de toda práctica mágica.
Individualidad. Parte inmortal del ser humano que se reencarna, y que
consta de los niveles espiritual superior, espiritual inferior y mental su­
perior; en contraste con la personalidad, que consta de los niveles men­
tal inferior, astral superior, astral inferior, etérico y físico, y que sólo
persiste durante una encamación (q. v.), construyéndose una nueva per­
sonalidad alrededor de la individualidad inmortal en cada nueva encar­
nación. (Véase también Reencarnación).
Invocación. Llamada (o mejor dicho, invitación) para que acuda una en­
tidad inm aterial de un orden superior. (Cf. Evocación.)
Jachin. Véase Boaz.
Kabala. Véase Cúbala.
Karma. Balance del equilibrio espiritual que acompaña a la individuali­
dad (q. v.) de una encarnación (q. v.) a la siguiente. El significado literal
de la palabra es ‘acción’ o ‘causa-y-efecto’.
400 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Karnayna. Forma alexandriana (q. v.) del nombre del dios Cernunnos
(q. v.)
Keridwen. Véase Ceridwen.
Kernunnos. Véase Cernunnos.
Lammas. Véase Lughnasadh.
Libro de las Sombras. Libro que recoge la tradición de rituales e instrucciones,
copiado a mano del original por cada nueva bruja o brujo. Se han transmitido
diferentes versiones a través de las tradiciones wiccanianas; el Libro de las
Sombras gardneriano ha sido extensa y públicamente citado y tergiversado.
Lughnasadh. Gran sabbat de la víspera de agosto que se celebra normal­
mente el 31 de julio. Su nombre significa ‘festival de Lugh’, el dios celta de
la Luz. Llamado a veces Lammas según su equivalente cristiano, está aso­
ciado con la cosecha. Lúnasa es el nombre gaélico del mes de agosto, Lunasda
o Lunasdal el nombre gaélico de Lammas, el 1 de agosto. La denominación
del Día de Lammas en la Isla de Man es Laa Luanys o Laa Lunys.
Macrocosmos. El cosmos en su conjunto, en relación con el microcosmos,
su manifestación detallada (en particular el ser humano). Según el prin­
cipio hermético de ‘como arriba, así es abajo’, el microcosmos participa
de la misma esencia que el macrocosmos y refleja su naturaleza.
Magia(k). ‘La ciencia y el arte de provocar un cambio en conformidad
con la voluntad’ (Aleister Crowley). Crowley añadió la‘k’ para distinguir
la verdadera magia de su concepto degradado y alejado de la realidad.
Muchos ocultistas han adoptado el término.
Mago. En general, un adepto ocultista masculino. En el Wicca, brujo del
segundo o tercer grado.
Manifestación. El efecto o producto, en un nivel del ser, de un fenómeno
o entidad ya existente en un nivel superior. Por lo tanto, la naturaleza
física es una manifestación de la divinidad creativa. La tierra misma
puede considerarse como una manifestación del principio de la Diosa
Madre, y a un nivel muy inferior, un fantasm a visto, o un fenómeno
polstergeist, es una manifestación visual o física de una entidad o activi­
dad en el plano astral.
Medida. En el Wicca, el hilo con el que se registra ritualm ente las di­
mensiones físicas de un iniciado del primer grado como símbolo de su
lealtad al conventículo.
Microcosmos. Véase Macrocosmos.
Misa Negra. Parodia deliberada y obscena de la misa cristiana celebra­
da con propósitos de magia negra y que hablando con propiedad sólo la
puede celebrar un sacerdote corrupto o expulsado. Nunca ha formado
parte de la auténtica brujería.
G l o s a r io 401

Neófito, postulante. Recién incorporado al conventículo en espera de su


iniciación.
Nulidad del conventículo. Fase en la que un nuevo conventículo se abs­
tiene de hacer prácticas mágicas en el conventículo del que se ha escin­
dido, hasta se establezca firmemente su propia identidad.
Oimelc. Véase Imbolg.
Ondina. Nombre tradicional de un espíritu elemental (q. v.) de la natu­
raleza del elemento agua.
Pentáculo. Uno de los cuatro utensilios elementales que consiste en un
disco grabado que representa el elemento de la tierra. Normalmente es la
pieza central del altar wiccaniano.
Pentagrama. Estrella de cinco puntas. Un pentagrama vertical (es decir,
con una de las puntas señalando hacia arriba) representa (1) un ser huma­
no (a horcajadas con los brazos extendidos) o (2) los cuatro elementos (q. v.)
gobernados por el quinto, el espíritu. Un pentagrama invertido (es decir,
con una de las puntas hacia abajo) representa el espíritu todavía supedita­
do a los cuatro elementos; generalmente se lo considera un símbolo de la
magia negra, excepto cuando se utiliza como símbolo de un iniciado del
segundo grado, queriendo decir que se encuentra en el proceso hacia un
desarrollo completo.
Persona. La ‘capa de confirmación’ del ego (q. v.); la imagen de sí mismo
que construye el ego para reafirmarse y presentarse al mundo.
Personalidad. Véase Individualidad.
Plano Astral. El nivel de la realidad intermedio entre el físico y el men­
tal. Es el nivel de las emociones y los instintos.
Plano etérico. Nivel de la energía, intermediario entre el astral y el físi­
co, y en el que habita el cuerpo etérico (q. v.).
Planos interiores. Otros niveles del ser y la conciencia aparte del nivel
físico o de la conciencia ‘normal’ del ego.
Planos. Los diversos niveles de actividad y del ser, espiritual, mental,
astral, etérico y físico.
Postulante. Véase neófito.
Prána. La fuerza vital del cosmos cuando opera en el nivel etérico. Im­
pregna este y otros sistemas solares, y cada organismo viviente está
cargado con una concentración de él.
Precognición. Conciencia psíquica de futuros acontecimientos.
Proyección Astral. Transferencia de la conciencia del cuerpo físico al cuer­
po astral, de modo que uno percibe y se traslada al plano astral mientras
el cuerpo físico permanece inerte. Puede ser involuntario o deliberado.
Proyección. Mecanismo psicológico por el que subconscien-temente se
402 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

otorga crédito (o no) a otra persona con cualidades o defectos que, de


hecho, son elementos que pertenecen a la propia psique, de manera que
uno puede enfrentarse a ellos evitando reconocer que se está enfrentan­
do a uno mismo. (Véase también, proyección astral).
Psicometría. ‘Lectura’ psíquica de un objeto material y sus asociaciones
e historia por contacto físico.
Psique. Estructura total no física del ser humano.
Qabala. Véase Cabala.
Reencarnación. Proceso, asumido en general por los adeptos a la bruje­
ría y muchos otros, por el cual la individualidad (q. v.) inmortal humana
renace a la vida después de la vida anterior en la tierra hasta que todo
su karm a (q. v.) se realiza y equilibra, y alcanza un nivel de desarrollo
que le permite progresar a un estado superior. (Véase también Encarna­
ción, Bodhisattva.)
Registros Akásicos. Los‘registros’ dejados en el Akasha por cada aconte­
cimiento. Los ocultistas experimentados desarrollan el don de recupe­
rar sucesos pasados ‘leyendo los Registros Akásicos’.
Reina Bruja. Suma sacerdotisa en cuyo conventículo se han producido
al menos dos escisiones de nuevos conventículos.
Rey del Acebo. En el folclore de muchos lugares europeos, incluyendo las
Islas Británicas, el dios del año creciente. En el solsticio estival ‘m ata’ a
su hermano gemelo, el rey del roble, dios de año decadente; y en solsticio
invernal el rey del roble revive para ‘asesinar’ a su vez al rey del acebo.
Ambos son seres mutuamente complementarios, en un ciclo eterno de
muerte y renacimiento.
Rey del Roble. Véase Rey del Acebo.
Runa de las brujas. Canto, acompañado de un baile en círculo, cuyo ob­
jetivo es la creación de poder. Las palabras usadas por los gardnerianos
y alexandrianos pueden consultarse en la p. 390 del apéndice B; fueron
compuestas conjuntamente por Doreen Valiente y Gerald Gardner.
Runa. (1) Letra o carácter del primitivo alfabeto teutónico, tradicional­
mente considerado como mágico. (2) Cántico o canción mágica, como la
Runa de las Brujas (q. v.). En la lengua nórdica o antiguo inglés, la pala­
bra rún significaba‘susurrar, consejo secreto, misterio’. En gaélico irlan­
dés y escocés todavía significa ‘secreto, misterio’.
Sabbats menores. Véase Sabbats.
Sabbats. Los ocho festivales estacionales celebrados por los adeptos a la
brujería y por muchos otros. Ordenados en el calendario son: Imbolg (q.
v.), 2 de febrero; Equinoccio de primavera, 21 de marzo; Bealtaine (q. v.),
30 de abril; Solsticio estival, 22 de junio; Lughnasadh (q. v.), 31 de julio;
G l o s a r io

Equinoccio de otoño, 21 de septiembre; Samhain ii| vi, 11 . I> miul.i. ,


el Solsticio de invierno o Yule (Pascua de Navidad), 22 tU •11>•>>»■<I.• •
Imbolg, Bealtaine, Lughnasadh y Samhain se conocon fag flftn4iA
sabbats, y los solsticios y equinoccios como los sabbats ...... «.i I .uh l>
chas para celebrar los sabbats menores pueden variar ligarttRiinUl Vft
las distintas tradiciones,y las fechas reales de los equinoccios v k"ImI u mw.
varían, como mucho un día, de año en año por causas astrnnómkuM
Sacerdote, sacerdotisa. Todo brujo o bruja iniciado está considerado a a un
un sacerdote o sacerdotisa. La función sacerdotal es inherente ul Hei
humano que esté preparado para activarla.
Sal. Utilizada en muchas prácticas, incluidas las wiccanianas, como un
tipo de antiséptico espiritual o símbolo purificador.
Salamandra. Nombre tradicional de un espíritu elemental (q. v.) de la
naturaleza del elemento del fuego.
Samhain. El gran sabbat de Halloween, que se celebra el 31 de octubre.
En la tradición celta señala el comienzo del nuevo año, así como del
invierno, siendo Bealtaine (q. v.) el comienzo del verano; los celtas pasto­
res sólo reconocían dos estaciones. Samhain está particularmente aso­
ciado con la comunicación con los amigos muertos. El origen de las pala­
bras sigue siendo un misterio, aunque podría estar relacionado con el
verbo gaélico sámhaim, que significa ‘calmarse, quedar en silencio’.
Sede del conventículo. Lugar de reunión habitual del conventículo.
Sefira (plural, Sefirot). Cada una de las diez esferas del Árbol de la Vida
(q. v.), concepto central de la Cábala (q. v.).
Sello. Signo o símbolo oculto.
Sendero de la mano derecha. Generalmente utilizado para expresar la
práctica de la magia blanca, por oposición al sendero de la mano izquier­
da o práctica de la magia negra. Ambas expresiones proceden de una
corrupción de sus originales significados tántricos (véase nota 5, capítu­
lo XIII).
Ser. La verdadera esencia de la psique humana; la individualidad inte­
grada hacia la que tiende todo desarrollo psíquico constructivo.
Sílfide. Nombre tradicional de un elemental (q. v.), espíritu de la natura­
leza del elemento del aire.
Sincronicidad. Término acuñado por Jung para designar ‘coincidencia
conforme al sentido’, principio de relación no causal entre acontecimien­
tos que formuló demostrándolo. Su disquisición sobre el tema (véase
Bibliografía) es de gran interés para todos los ocultistas.
Solsticios. Véase Sabbats, y Yule.
Sombra. Todos los elementos de la psique hum ana soterrados e incons­
404 E l C a m in o d e las B r u ja s

cientes, excepto el Ego (q. v.) y la Persona (q. v.).


Suma sacerdotisa. (1) Mujer líder (y líder absoluto) de un conventículo.
(2) Cualquier mujer bruja del segundo o tercer grado. (La distinción se
basa entre la función dentro del conventículo y el rango personal.)
Summerlands. Palabra espiritualista que designa el paraíso al que van
las almas cuando mueren. A menudo utilizada por los creyentes en la
reencarnación (q. v.) para designar la fase astral de descanso tras la
muerte física, antes de que la individualidad (q. v.) se retire de todos los
niveles inferiores para prepararse para su siguiente encarnación (q. v.).
Sumo sacerdote. (1) Líder masculino de un conventículo, compañero de
la suma sacerdotisa que es el líder absoluto. (2) Cualquier brujo mascu­
lino del segundo o del tercer grado. (La distinción se basa entre la fun­
ción dentro del conventículo y el rango personal.)
Talismán. Objeto similar a un amuleto (q. v.) pero más específico y a
menudo productivo y no sólo meramente protector. Se diseña para un
individuo y con un objetivo concreto, utilizando al máximo las propieda­
des de los símbolos adecuados.
Tarot. Baraja de cartas, cuyos primeros ejemplares conocidos proceden
del siglo XIII, que se utilizan para la adivinación y la meditación. Cons­
ta de veintidós arcanos mayores o triunfos, cada uno simbolizando un
concepto arquetípico, y cincuenta y seis arcanos menores, divididos en
cuatro palos de catorce cartas cada uno, copas, bastos, pentáculos y es­
padas, que representan los cuatro elementos. En la actualidad hay mu­
chos diseños disponibles, siendo el estándar más aceptado la baraja de
Rider (o Waite) Deck. La baraja común actual de cartas para jugar pro­
cede de la baraja del Tarot, tras desaparecer todos los arcanos mayores
excepto el loco, que sobrevive como el mono, y una figura (el caballero)
de cada palo de los arcanos menores. Las copas se han convertido en
corazones, los bastos en tréboles, los pentáculos en diamantes y las es­
padas en picas.
Telequinesis. Poder para mover objetos físicos sólo con el esfuerzo
psíquico.
Templo. Lugar de encuentro ritual de un conventículo que no se utiliza
para otra cosa; un lugar deseable aunque no indispensable, pues el cír­
culo mágico se puede trazar en cualquier parte.
Tradicionales. Adeptos a la brujería que siguen tradiciones heredadas y
conservadas por las brujas o sus antepasados antes del renacimiento
gardneriano (q. v.). Se superponen con los hereditarios (q. v.).
Vampirismo. Drenaje de la energía psíquica de un individuo por otro.
Vara. Uno de los cuatro utensilios elementales, que representa el ele­
G l o sa r io

mentó del aire o, en algunas tradiciones, el élnmrmtn ■I»•| hMijjo


Wicca. Nombre que los adeptos a la brujería clan ;■! n i . i.| \ i I >ct i v■■■
la palabra de la antigua lengua inglesa wiccian, 'prncUt <n I" l»>u.l» i tu
Se trata de una derivación incorrecta, pues wicca en jnglo« itoMgnn nly
niñeaba ‘un brujo masculino’ (y wicce ‘una bruja’). La nut< nt !■ . poloíu i
en inglés antiguo para designar la brujería era wiccacnvft Mln timbíirgn,
en la actualidad se utiliza desde hace mucho y existen razonen poro qtm
siga siendo así.
Wiccaning. En el Wicca, la bendición ritual de un niño recién nocido En
brujería equivale al bautismo, excepto en que no se intenta comprante
ter al niño permanentemente en ningún camino, que escogerá por deci­
sión individual cuando sea adulto. (Véase Los ocho sabbats de las bru­
jas, capítulo XII).
Widdershins. En dirección contraria a las agujas del reloj y al recorrido
del sol (Cf. Deosil). Es una palabra teutónica (en alemán medio alto
Widdersinnes); el equivalente gaélico es Tuathal.
Yule. Sabbat del solsticio de invierno, que se celebra el 22 de diciembre.
Su tema central es la bienvenida ai renacimiento del sol.
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Indice

A 332, 343, 344, 346, 349, 355,


385, 388, 390, 396, 401
abeja, 90 aguamarina, 345
aborigen, 214 aire, 42,73, 76,109,149,188,261,
aborto, 231, 232 274, 311, 337, 342, 349, 356,
abracadabra, 69 358, 377, 386, 388, 390, 397,
Abrach, 69 403,404
Abrahach, 69 ajedrecistas, 319
Abraham, 238 ajo, 133
Abramelin, 304 Akásico, Registros de Principio,
acebo, 134 402
Acebo, Rey del, 402 akásicos, registros, 267
aceite, 28, 30, 34, 45,89,332,347 alcohol, 322 (véase también cerve­
acero, 336 za, vino)
acónito, 133 alejandrita, 345,346
Acuario, 346 alexandriano, 11, 235, 256, 328,
Acuario, Era de, 216, 367 340, 385, 393, 395, 400, 402
Adán, 199, 258 alfabeto, 338,341,342,347
Adelaide, 357 almáciga, 84
adivinación, 159, 187, 201, 266, almas gemelas, 173
270, 278, 393, 396, 399, 404 Almas gemelas (matrimonio aními­
adivino, 266,273, 299 co), 393
Adler, Alfred, 202 almendras, cuajada de, 139
Adler, Margot, 218, 359 almizcle, 84
África, 359 altar, 52,54,55,56,60,68,317,321,
Afrodita, 73, 142, 156, 349, 388 334, 341, 344, 353, 385, 386,
ágata, 345 389,401; Fotografías 2,6, 22
agua, 23, 42,61,63, 67,68,69,102, amanita muscaria, 192
108, 109, 132, 138, 142, 168, amatista, 345, 346
222, 230, 266, 273, 311, 317, ámbar, 162, 345, 346, 351
412 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

ám bar gris, 84 Arturo, 241


Amergin, 40 Ashe, Geoffrey, 268
América - véase Estados Unidos de Asís, 258
América Asociación Británica para el Avan­
Amon-Ra, 236 ce de la Ciencia, 152
amuleto, 393,404 Astarté, 141, 142, 388
anciana, 100, 101,103,159, 203 Astoreth, 142
ancianos (del conventículo), 39, Astral, cuerpo, 64,77,86,166,244,
252,393 260, 276, 289, 290, 292, 296,
ángel, 137,171, 205, 227,342 396, 397, 401
Ángel Guardián, Santo, 268 astral, proyección, 86, 166, 251,
ánima, 165,183,200,224,227,393 289, 294, 296
animal, 79, 90 astrología, 127, 276
animales, 134,140, 148, 175, 199, astronomía, 152
203,213,276,277,312,320,397 Atalayas, 32, 40, 43, 60, 116, 353,
animus, 165, 203, 204, 224, 393 384, 391, 394; fotografía 1
ansada (cruz), 205,286,339,352,393 aura, 70, 88, 115, 162, 260, 278,
Anu, 108 299, 305,312, 394, 408
Anubis, 133 Australia, 246, 355, 356, 357, 381;
aparición, 249, 397 Figs. 15,16
aparición crítica, 265 Australian Wiccan, 355
Apolo, 222 auto-da-fé, 79, 80
Apostolic Succesion, 328 autoiniciación, 37,327,329 - véase
Aradia, 27, 35, 51, 65, 67, 69, 70, iniciación, au to sé p h ira , (pl.
72, 73, 156,169, 209, 226, 257, sephiroth)
317, 385, 387, 390, 393 Avebury, 361
Árbol de la Vida, 187,258,272,273, azabache, 162,164,342, 346, 351
320, 349, 393, 395,403 A zarak,390
Arca, 199 Azrael, Fuego de, 137, 347
Arcanos, Mayores y Menores, 208,
248,270,394 B
ardilla, 276
Arianrhod, 110, 320, 388, 394 'Bagahi1, Conjuro de, 385, 389; Fo­
Aries, 345,346 tografía 8
Armada, 83 Bagnall, Oscar, 307, 308
arquetipos, 99, 148,206, 207, 215, baile, 77, 82, 229, 402
394,399 Baker, Douglas M., 293
Artemisa, 388 Balar, Balor - véase Bel
artesanía ocultista, 286; Fotogra­ ballena, 148,189
fías 19, 20 Barrett, Francis, 130,319, 342
Í n d ic e 413

Bast, 320 Brennan, J.H., 184


Bate, Seldity y Nigel, 364 Brid, Brígida, 101, 102, 103, 124,
Baynes, Cary F., 270 169, 342,360, 388
Bealtaine, 356,394, 402, 403 Brighton, 251
Bean Fheasa, 363 Britania - véase Inglaterra, Esco­
Beatriz, 164 cia, País de Gales
Bel, Beli, Belin, 98, 394 bronce, 286, 336
beleño, 134 Brugh na Bóinne, 361
Beltaine, 358 Bruja Reina, 45, 57, 352
Beltane - véase Beltaine Buckland, Raymond, 330
Bengala, 379, 382, 383 Buda, 169
Bennett, Alian, 320 budismo, 157
Bentine, Michael, 134, 135 bumerán, efecto, 131,194,195,396
berilo, 345 Burton, Maurice, 261
Bernstein, Morey, 181 Búsqueda de agua, 275
Besant, Annie, 377 Butler, Bill, 271
Besant-Scott, Mabel, 377, 380 Butterworth, E.A.S., 258
beso, 25,34, 35, 46,47, 55, 57, 58,
69,111,338, 345, 386; Fig. 1 C
beso quíntuple, 32, 33, 49, 54, 57,
69,71,97,102, 394 Cábala, 31, 66, 75, 187, 237, 251,
beso quíntuple, 226, 332, 387 272, 393, 395, 399, 402, 403
Biblia, 198, 210,238,301 caballo, 109, 348, 397
bilocación, 296 caduceo, 164,343; Fig.7
Binah, 141, 142,143, 272, 349 calcedonia, 345
Bizancio, 239 Caldeos, Oráculos, 398
Blake, William, 398 caldero, 100, 110, 334, 350, 359,
Bloxham, Arnald, 181,182 385,388
Boann, 361 caléndula, 300
Boaz, 58, 394, 399 cáliz, 102,111,139 (véase copa)
Bodharán, 82 camino de la mano derecha, 403
Bodhisattva, 395,402 camino de la mano izquierda, 395
bodhisattva, 168,169, 238 campana, 100,102,103,324
bola de cristal, 266, 273, 393, 396 campanilla, 32, 33, 42, 44
Bóreas, 385, 387, 391 Canadá, 152,246, 381
botella de bruja, 133 cáncer, 345
Boume, Lois, 191, 329,364 Cáncer (Zodiaco), 345, 346
Bournemouth, 374, 375, 377,380 Canewdon, 363
Boyne, río, 361 Candelaria - véase también Imgolg
Bracelin, J. L., 372 cannabis, 191
414 E l C a m in o d e la s B r u ja s

capitalismo, 157, 234, 355 Ciencia cristiana, 225, 279


Capricornio, 346 cienciología, 251
capucha de fraile, 133 cinturón, 352
carbón vegetal, 347 círculo mágico, 12, 29, 35, 45, 67,
Carga, La, 12, 96, 102, 186, 249, 71,89, 112, 113, 131, 132, 231,
257, 332, 360, 384, 388, 395 274, 317, 333, 334, 360, 384,
Carman, 361 394,397, 404; Figs. 3,15
Carmichael, Alexander, 12 citrino, 345
Carrington, Hereward, 290, 293 Clare, condado de, 285,363
Carro (Tarot), 271 clariaudiencia, 265,395
casa, 113,131 clarividencia, 86, 265, 395, 137,
Castletown, 378 149, 159, 201, 275, 278, 309,
catolicismo, 156, 225 310,312,393
catolicismo liberal, 15 Clark, Peter, 286, 336
Cauldron, The (boletín), 187, 331, clase social, 158
365 Cleopatra, 213
Cayce, Edgar, 184 Clutterbuck, Alexander, 379
cedro, 137, 138, 347 Clutterbuck, Dorothy, 66, 75, 80,
xelibato, 234 91,375, 377
celidonia, 300 Clutterbuck, Ellen Anne (Morgan
celta, 124,127,134,212, 237, 330, de nacimiento), 382
339,347,358 Clutterbuck, Thomas St. Quentin,
celtas, 127,372,383,394,395,403 378,379
censor, 266,267 cobre, 273,336,342,346, 351
centauro, 205 coche, 113,125,203,223,257,279,
cera, 76, 317, 324, 344 303
cerebro, 149, 150, 155, 280, 308, colibrí, 276
342,398 colores, 43, 90, 101, 127,133, 139,
ceremonia nupcial, 99, 136, 376 255,263, 302, 320,349
Cernunnos, 96, 98, 108, 109, 122, collar, 42, 72, 162, 248, 332, 334,
156, 317, 332, 359, 385, 389, 346,351
395, 399; Fotografía 10 comida lunar, 139,143
Cerridwen, 108,334,350,388,395; complejo, 314
Fotografía 13 compromiso nupcial - véase tam­
cerveza, 90 bién casamiento
cérvix, 222, 282 comunismo, 153,158, 213, 366
cetáceo, 148,175 conciencia, 147,148,153,166,176,
cielo, 154,156, 157, 158,161, 349 191, 198, 213, 223, 227, 233,
ciencia, 151, 152, 188, 224, 265, 242, 258, 265, 273, 280, 307,
299,367 324, 330, 355, 356, 361, 367
Í n d ic e 415

(véase también ego) Crowley, Aleister, 13,14,130,155,


condensador planetario, 317 251, 268, 271, 320, 345, 395,
consagración, 40,63,64,66,67,68, 400,406
70,125, 131,197, 329, 335 Crowther, Patricia y Amold, 14,24,
Constantinopla, Segundo Concilio 36,329,364
de, 161 cruz, 205
contracepción, 177, 231, 232, 237 cruz Cabalística, 30
conventículo, 63,66,80,88,112,131, cruz celta, disposición en forma de,
190,193,196,199,211,226,227, 272
228,240,241,243,247,252,255, cuadrados mágicos, 127
261,277,295,302,312,317,323, cuáqueros, 329
327,333,341,351,357,367,385, cuchillo de mango blanco, 29, 33,
393,395,398,400, 402, 404 35, 46, 71, 72,332,336,348
Conventículo, nulidad del, 39,401 cuchillo de mango negro - véase
Conventículo, Sede del, 403 cuchillo ritual
conventículo, sede del, 39 cuchillo ritual, 28,29,31,35,36,55,
convocador, 244 65,69,70,77,87,88,97,102,114,
copa, 35, 46, 55, 87, 88, 334, 343, 115,120,139,164,286,318,321,
346, 351, 395, 404 332,334,336,338,339,348,385,
Copérnico, 367 391,396; Figs. 8-12
corazón, 149, 186, 187, 292, 317, cuentos de hadas, 200, 202,203
333 cuerdas, 28,34,71,72,77,244,249,
cordón de plata, 291 348,390
cornalina, 345, 346 cuerno, 27
cornalina am arilla o naranja, 345 cuero, 352
corona, 42, 97 cuerpo etérico, 165, 275, 289, 305,
correspondencias, 208, 320, 349 309
corte de pelo, efecto de, 317 Culpeper, Nicholas, 301
Cox, Zachary, 364 Cults of the Shadow,, 193
crisoprasa, 345 curación, 194, 239, 279, 298, 305,
cristal, 204, 266, 346 312, 315, 349, 396
cristal de roca, 275, 346
cristalomancia, 267,266,274,307, CH
396
cristianismo, 124, 156, 157, 161, chakras, 309
212, 216, 236, 237, 239, 240, chamán, chamanes, 214, 221,222,
343, 360, 366, 382,400 395
Crom Cruach, 241 Chesed, 272, 273,349
Crotona, Hermandad de, 380 Chetwynd,Tom, 165,199,203,204
Crow, W. B., 360 China, 139, 310, 399
416 E l C a m in o d e la s B r u ja s

Chislehurst, 251 Diosa Triple, 99,104


chokmah, 272 DNA, 220
Christos, Experiencia de, 182 doncella, 81, 100, 101, 122, 140,
141, 159,243, 381,396
D Dophalia, 68
Dorothy, 16
dagda, Los, 351 Dorset, 28, 375
Dana, 72, 101, 102, 103, 108, 124, Dos Caminos, Los (carta delTarot),
169, 320,360, 388 227
Dante, 164 Douglas, Alfred, 270
Darwin, Charles, 187 Dowth, 361
defensa psíquica, 135, 250, 296, drogas, 76, 77,191,192
304, 315, 330, 396 druidas, 27,134, 171
Delfos, 221, 222, 282 Drury, Neville, 357
demográfica, Explosión, 175 Dublín, 296
Demonio - véase Satán Dusio, 373
Derechos Humanos, Declaración
de los, 329 E
Deren, Maya, 154,199
descargarse en tierra, 303 Early, Biddy, 285, 364; Fotografía
desnudez, 43, 89, 100, 101, 139, 17
211, 256, 261, 263, 283, 373, ecologismo, 170, 214
388; fotografía 14 Eddy, Mary Baker, 233
destino, 101,110 Edén, Jardín del, 198
destino, piedra del - véase Lia Fáil Edipo, 204
Diablo (Tarot), 208 Eduardo III, 352
diamante, 345, 346 Egipto, 80, 87, 124, 127, 133, 156,
Diana, 51, 73 159, 172, 181, 213, 282, 298,
dicianuro, 306 346, 357,393, 398
Dios, 28, 43, 90, 96,134,156, 211, ego, 200, 204, 213, 221, 233, 261,
217, 233, 236, 238, 291, 387, 266, 268, 277, 335, 367, 396,
389, 391, 400, 402 399, 401, 403
dios cornudo, 27,109,205,286,332, Einstein, Albert, 151, 367
338, 344, 352, 395 elementales, 401
diosa, 31, 35,41,61, 77, 78, 85,86, elementos, 40,, 42, 72, 171, 183,
90, 95, 96, 124, 133, 134, 141, 207, 230, 266, 295, 319, 322,
156,158,169,188,189,194,203, 324, 355, 360, 393, 394, 396,
204,205,212,213,237,260,288, 401, 403 (véase también Aire,
302,317,323,330,333,338,349, Tierra, Fuego, Agua)
359,387,388, 391,393,394,400 Elias, 238
Í n d ic e 417

embarazo, 232, 233, 251,252, 309 etérico, cuerpo, plano, 396, 401
emperatriz, 138 ética, 151,159, 185,186,197, 252,
Emperatriz (Tarot), 208 296, 330, 365
encantamientos, 65, 75, 82, 123, eufrasia, 300
159, 195, 198, 231, 283, 285, Eva, 199,258
299, 302, 316, 320 evocación, 207, 397
encantamientos de amor, 194 evolución, 148, 149,170, 176,187,
encarnación, 22 202,210,215,224,225, 234,365
endrino, 134 exorcismo, 166, 239,397
enebrinas, 347 expulsión (del círculo), 12, 67, 95,
enebro, 84,137 112,318, 336, 391,397
enfermeras, 190,290,299 expulsión, pentagrama de, 250
Engels, Friedrich, 213 extroversión, 200
Enoch, Llamadas de, 304
epilepsia, 308 F
equinoccio, 356,361, 397, 403
Eros, 73 familiar, 115,397
esbat, 39, 239, 302, 329, 397 fantasma, 166, 400
escalera de bruja, 397 Farrar, Agnes, 167
escisión, 242, 243, 259, 397 Fausto, 200,203
escoba, 343, 350,351, 385 Fernando V, 172
Escocia, 76, 359, 397 feromonas, 260, 305
Escorpio, 339, 346 Festival - véase Sabbat
eslavos, 359 feto, 167, 232
esmeralda, 345 ficaria, 300
espada, 31, 35, 63, 68, 72, 88, 102, fiesta de las luces- véase Imbolg
104, 105, 114, 296, 304, 332, Fiona, 373
334, 336, 337, 341, 359, 379, Fiore, Dr. Edith, 180
385,386, 397 flagelación, 54, 55, 56, 87
España, 173, 237 flamenco, 259; fotografía 14
espato de Islandia, 345 flores, 133,300, 351, 358
espéculo, 222 foca, 325
espejo, 266, 274,286, 292, 396 focas, 189, 325, 326
espíritu, 42,66,77,79,88,150,158, Fordham, Dorothy, 378 (véase tam­
163, 197, 199, 208, 259, 275, bién Clutterbuck, Dorothy)
334, 349, 355, 401 Fordham, Rupert, 375
Essex, 363 forma de pensamiento, 133, 322,
Estados Unidos de América, 152, 323,325, 396, 397
218, 219, 227, 246, 251, 381 Forrest, Catherine y Kent, 355
Estrella (Tarot), 140 Fortune, Dion, 66, 135, 161, 162,
418 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

165, 174, 187, 230, 238, 291, Ge, 141


315,395 Geburah, 31, 32, 272, 273
fotograbado, 287, 345 Gedulah, 31, 32
Francia, 341 Géminis, 345,346
Freud, Sigmund, 182, 200, 216, Ginebra, 242
267,313, 367 gitanos, 251
fuego, 42, 61, 79, 87, 98, 105, 109, glándula pineal, 277
137, 139, 140, 143, 203, 225, Glaskinm, G. M., 182
337, 347, 349, 355, 357, 360, Glass, Justine, 329,364
387, 390, 394, 397, 403, 404 Glastonbury, 361
Fuegoi, 73 gnomo, 398
fumaria, 133 gnósticos, 161, 238
función del hemisferio izquierdo Goddard, David, 15
del cerebro, 182,277, 308,398 Goethe, Johan Wolfgag von, 200
funciones del hemisferio derecho Golden Dawn, 207,227,337,398,409
del cerebro, 182, 308, 398 grabaciones magnetofónicas, 182
grabado, 336 (véase también foto­
G grabado)
Gran Obra, 80, 268
gaélico, 325,359,394,399,402,405 Gran Rito, 51, 52, 53, 55, 58, 60,
Gaia, 177,188, 281, 299, 305, 354, 343,398
356; fotografía 12 Granada (fruto), 139
Gaia, hipótesis, 188 granate, 346
Gales, país de, 352 granjero, 170, 267,268, 294, 350
Galileo, 153 Grant, Joan, 180,184
Galletas - véase pastas Graves, Robert, 165
Gardner, Donna, 377 Graves, Tom, 276
Gardner, Gerald B., 11, 15,16, 22, Gray, Edén, 227,271, 272
23,47, 51, 52, 66,67,74, 75, 84, Grecia, 110,159, 222
87, 90, 107, 118, 251, 257, 285, grial, 35, 60, 62,98,334, 350, 388
329, 343, 364, 367, 371, 372, Grieve, M., 301
374,377,378,395,402,406; fo­ grimorio, 398
tografías 4, 5, 16 guardián, 223, 324, 333
gardneriano, 11,13,14,22,23, 25, Guía de teléfonos Kelly, 372
66,328,330,331,337,355,393, Guirdham, Arthur, 180
395, 398, 400,404 gusto, 154, 290
garza, 28
gato, 134, 149, 297, 312, 320, 322, H
345,397
Gay - véase homosexualidad Halloween - véase Samhain
Í n d ic e 419

Hamlet, 200, 203, 249 Howard, Nick, 357


Hampshire, 374 hoz, 338, 342
Hapy, 358 huevo, 207,317
Harding, Esther, 183, 313 Humanae Vitae, 232
Harris, Frieda, 271
Hartley, Christine, 178, 183 I
hebilla, 352
hebreo - véase judío I Ching, 266,269, 270, 399, 410
Hécate, 143 Igualdad de Derechos, Enmienda
Hegel, George, 158 por la, 218
heliotropo, 346 imagen, de cera, etc., 316, 317
hematite, 345, 346 Imbolg, 96,252,342,350,356,395,
hemorroides, 300 399, 402
Hera, 142, 221 Imset, 358
hereditarios, 398,404 incensario - véase incienso
hermafrodita, 110, 224, 227 incienso, 77, 69, 71, 87, 115, 138,
Hermes, 164, 320 196, 247, 248, 319, 346, 347,
Heme, 27, 28, 98,109, 399 373,385,387
herradura, 108,127,352 incienso, palitos de, 348
herrero, 127 inconsciente, 148, 160, 174, 261,
hexagrama, 245, 270, 399 266, 267, 272, 289, 314, 319,
hidromiel, 90 330,335, 399
hierbas, 133, 134, 190, 275, 299, inconsciente colectivo, 148, 160,
300, 301, 347, 350 200, 201, 203, 207, 215, 267,
hierro, 342, 351 394,399
Highcliffe, 375, 380 India, 159,197,262,378,379,381,
hinduismo, 309, 382 383
hipérico, 133 indios americanos, 358
hipnosis, 178, 180 individualidad, 162,163,175,224,
histeria, 133,365 226, 227, 238, 242, 279, 294,
Hitler, Adolf, 39,83 393, 397,399, 403
Hod, 127,272, 273, 349 Inglaterra (Britania), 100, 166,
hogueras, época de las, 76,343,363 217, 246, 257, 285, 286, 372,
hojas de té, 266 381, 297
Holanda, 381 iniciación, 21,22,26,31,37,50,51,
homosexualidad, 228 80,170,210,329,331,343,348,
hormonas, 260 377,387,391
Horus, 352, 357 iniciación al primer grado, 21, 43,
Hospital de Santo Tomás, 305 71,210
Howard, Mike, 365 iniciación al segundo grado, 37,40,
420 E l C a m in o d e l a s B r u ja s

41,348 Juicio Final (Tarot), 208


iniciación al tercer grado, 50, 344 Jung, Cari G., 107, 152, 182, 200,
Inishkea, 325, 326 203, 206, 216, 224, 268, 270,
Inquisición, 80 367, 408,410
intuición, 148, 196, 200, 214, 223, Juno, 236
266, 269, 272, 278, 349, 398 Júpiter, 128, 130, 163, 319, 349
invocación, 43, 77, 82, 95, 98, 138, juramento, 22, 35, 44, 333
142, 170, 226, 318, 323, 332,
359,360,373,385,386,394,399 K
Iodko-Narkovitz, 305
Iredale, David, 379 Kaaba, 64
Irish Times, The, 218 karma, 38, 168, 174, 309, 399, 402
Irlanda, 17, 82,101,127,174, 203, carma, Señores del, 170, 174, 193
222, 230, 237, 246, 286, 301, Karnayna, 28, 400
350, 359, 360, 402 Keeton, Joe, 181
Irvine, Doreen, 251 Kelsey, Denys, 180, 184
Isabel la Católica, 172 Kether, 187, 272, 349, 393
Isis, 40,124,138,140,143,156,158, Kiibarry, 275
169,209,222, 236, 282,286,388 Kilkenny, condado de, 336
Islam - véase musulmanes Kilner, pantallas de, 306
Iverson, jeffrey, 181 Kilner, Walter J., 305, 306, 308
King, Francis, 270, 337
J Kipling, Rudyard, 12
Kirlian, fotografía, 162, 291, 305,
jacinto, 346 310,312
Jacobi, Jolande, 200, 203, 313 Kirlian, Semion, 305
Jachin, 58, 394 Knowth, 361
jade, 345 Kramer, Heinrich, 216
Jaffé, Aniela, 152, 313 Kung, Ilans, 232
Jarretera, Orden de la, 352
jaspe, 345 L
Jesús, 157,161,168,186,187,195,
203,238,239,241,259,298, 328 Lahore, 383
Jong, Erica, 255, 258, 352 Lammas - véase Lughnasadh
joyas, 42, 43, 48, 67, 72 Langley, Noel, 184
joyería, 277, 332, 351, 353 lanza, 41, 60, 98
Juana de Arco, 107, 341 lapislázuli, 345, 346
Judío, hebreo, 66, 161, 166, 192, Late Late Show, 246
236, 258, 259, 263, 272, 339, látigo, 33, 41,47,56,57, 77, 78,85,
341, 359, 395 90,195, 332,338, 339,342, 348,
Í n d ic e 421

387, 388 329, 338, 339, 340, 342, 344,


latón, 351 349, 351, 358, 384, 388
Lefébure, Francis, 296 Luna (Tarot), 138,208
Leland, Charles G., 51, 257, 393, luna, Bajada de la, 30,96,97,108,
408 226, 248, 249, 384, 394
Lenin, V.I., 153 Lymington, 372
Leo, 345, 346
L evanah,143 M
ley de la proporción inversa, 155
ley de médiums fraudulentos, 364 Ma'at, 40,127
Ley, la, 50 Macbeth, 304, 350
leyenda - véase mito macrocosmos, 259, 399,400
leyenda del Descenso de la Diosa, madera, 89
41,47,48,87,174,203,204,331 m adre, 44, 90, 100, 101, 102,
leyes contra la Brujería, 23 103,104,105,158,166,172,177,
leyes sobre la Brujería, 364 189, 190, 203,204, 208, 213,
Lia Fáil, 360; fotografía 9 332, 343, 356,357, 387, 381,
Liber Umbrarum, 329 383, 388, 395, 399,400
Libra, 345, 346 Magdalena, 242
Libro de las Sombras, 11, 13, 14, Magia, 32, 49, 71, 72,83, 349
15, 74,75,87,91,328,336,338, magia, 28, 32, 40, 49, 71, 72, 77,
341,348,356,400; Fotografía 2 80, 83, 88, 155, 181, 192, 193,
liga, 80, 352 201, 206, 213,214, 229, 230,
ligadura, encantamiento de, 193, 234, 237, 245,260, 262, 292,
318,319 302, 304, 321,340, 349, 350,
ligaduras (cuerdas de), 22,30, 40, 395,398
55 magia sexual, 80, 229, 230,231
líneas leys, 276 magia(k), 400
Londres, 39,89,174,230,270,292, magnético, principio, 140,349
304,306, 371 mago, 43, 45, 66, 69, 72, 400
Longford, condado de, 258 Mago (Tarot), 208
loto, 205 magos, Ritual de, 113
Louth, condado de, 360, 361 magos rituales, 88,340
Lovell, Sir Bemard, 152 Maher, Mary, 218
Lovett, John, 347 Mahoma, 157, 237, 239
Lugh, 72, 98, 359, 360, 400 malaquita, 346
Lughnasadh, 356, 400 Malkuth, 31,187,272, 273, 393
luna, 100, 109, 129,130, 139, 140, Malleus Maleficarum, 216
156, 158, 163, 165, 188, 204, mamíferos, 148, 176,225
205, 247, 275, 282, 319, 325, Man, Isla de, 25, 378, 400
422 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

manifestación, 150,158, 226, 259, 221, 222, 249, 263


309, 360, 393, 399, 400 menstruación, primera, 221
manos, imposición, 310 menta, 89
mar, 137, 138, 140, 142, 149, 188, Mercurio, 127, 129, 163, 164, 319,
212, 325 342, 349
Mara, 109, 285, 325, 326; fotogra­ Mertalia, 68
fía 18 Mettye, Cinturón, 352
marfil, 89 mezcalina, 191
Marian, Maid, 242 mezuzah, 64
Markale, Jean, 27, 212 microcosmos, 400
Marte, 128,130,156,163,342,349 miedo, 131,135
Martin, W.Kebble, 301 Mil, Hijos de, 360
Marx, Karl, 153,158, 213 minerales, 277, 320
Massey, Gerald, 223 m irra, 84
materialismo, 151,158, 186, 366 misa, 203, 251,343
Materialismo dialéctico, 158 Misa Negra, 400
maternidad, 219 Misa Tridentina, 207
Mathers, MacGregor, 65, 338,340 mito, 169, 188, 198, 202, 203, 205,
Mathews, Alex, 285 209
matriarcado, 213 Modbury, 357
matriarcado, matrilinealidad, 212, monjas, 84, 237, 298
213,227 monjes, 84,298
matrimonio, 203, 213, 233, 374, mono, 225
376, 382, 395 (véase también monoteísmo, 156, 159, 212, 236
ceremonia ritual) montaña, 159, 276
Mayo, condado de, 250, 301, 325, Moody, Raymond, 290
348,356 Moon, Robyn, 357
mazapán, 139 Moore, Marcia, 182
Meath, condado de, 222, 282, 287 moralidad - véase ética
Meca, La, 64 Morgan, Ellen Anne, 383
médicos, 190, 214, 257, 260, 290, Morgana, 40, 242
299, 315 Morrigan, 101,103
medida, 25, 26, 33,81, 348, 400 Moss, Peter, 181
medios de comunicación, 246, 304 Moss, Thelma, 151, 305, 310, 312
(véase también radio, televisión) movimiento feminista, 218
meditación, 77,84,182,183 muérdago, 134
megalitos, 106, 110, 276 muerte, 22,26,48,76,81,104,110,
mejorana, 89 143, 156, 160, 171, 206, 208,
Melusina, 388 265, 290, 337, 349, 402, 404
menstruación, 100, 189, 219, 220, Muerte (Tarot), 208
Í n d ic e 423

mujer sabia, 363 187, 191, 200, 202, 229, 230,


Muldoon, Sylvan, 290, 292 245, 260, 354, 399
Mundo (Tarot), 208 nombres, 27,32,33,40,65,76,272,
mundo subterráneo, Infierno, 48, 302, 310, 317, 320, 338, 347,
161, 204 356, 360, 364
Murray, Dr. M argaret, 159, 213, Northampton, 306
352 nuez, 342, 343, 348
musa, 164, 165 numerología, 348
Musalia, 68 nupcial, ceremonia, 229,395
Museo Británico, 65, 340
Museo de las brujas, 25, 378 O
música, 81, 82, 206, 242, 247, 263,
319 occultique, 306, 347
musulmanes, 157,192, 237 oestrus, 225
oficial, 158,161, 237, 238,239
N ogham, escritura, 127
oído, 290, 365
Naciones Unidas, 329 ojo de gato, 345, 346
Napoleón, 83 ojo de tigre, 346
nazis, 207, 336 0 ‘kelly, M. J., 361
negocio del espectáculo, 304 olivino, 345
negra, brujería, 181,193,229,230, ombligo, 199, 222
304 omphalos, 222,282; fotografía 13
Neil-Smith, Rev. Christopher, 166 Ondina, 401
neófito, 24, 25, 28, 63, 401 Onemalia, 68
neolítico, 176 ónice, 345
Netzach, 349 ópalo, 345, 346
Neumann, 183, 208 Opet, Festival de, 80
New Forest, 13,16,23,66,86,251, Ophiel, 293
285, 371; fotografías 3, 5 oráculo, 221, 222, 270
Newgrange, 361; fotografía 21 Ordo Templi Orientis, 13
News of the World, 364 Orfeo, 40
Nilo, río, 358 orgasmo, 230,231
19 (revista), 364 orificios del cuerpo, 102, 115,124,
niños, 194, 302, 320, 349 125
nirvana, 157 orificios del cuerpo, ritual de, 67,
nivel m ental del cuerpo, 150,153, 250
162,190, 260, 294, 399 oro, 156, 276, 291, 308, 342
niveles, 52, 53, 64, 86, 150, 151, Osiris, 141, 156,169, 203, 342
155, 158, 161, 162, 174, 186, Osiris, posición de, 55, 342
424 E l C a m in o d e las B r u ja s

O.T.O. - véase OrdoTempli Orientis perfume, 247,263,320 (véase tam­


Ouja, tablero de, 191 bién incienso)
ovulación, 220, 249 perla, 157, 345, 346
perro, 73, 134, 143, 244, 267, 301,
P 397
Perséfone, 141,142
Pablo VI, papa, 232, 233 persona, 261, 262, 316, 317, 401
pacifismo, 195 personalidad, 162, 163, 167, 173,
padre, 58, 85, 90, 141, 166, 203, 175, 399,401
212,229, 359 pezón suplementario, 124
pago, 196 Philip, Roger, 301
País de Gales, 395 Picasso, Pablo, 315
pájaro, 207, 267 Pickingill, George, 363, 364
palo de cabalgar o bailar - véase piedras rúnicas, 266
escoba piel de serpiente, 352
Pan, 73,98, 109,159 píldora, 233, 314, 315
pan, 203 pintura, 239, 259, 274, 350, 352,
paralelogramo de fuerzas, 271 353
paramenstruum, 249 piña de pino, 343
pareja de trabajo, 53,244,245,251, Pío, Padre, 296
340 Piscis, 346
París, 27 piseog, 64
pastas, 111,360 Pitjanjara, 357
pastel de miel, 139 pitonisa, 221, 222
patchulí, 84, 89 placebo, 249,314,315
patriarcado, 212, 213, 223 planetarios, días, 319
péndulo, 266,393 planos - véase niveles
pentáculo, 35,46,55,68,73,76,78, plantas, 155, 189, 275, 300 (véase
248, 317, 332, 343, 344, 345, también hierbas)
346, 385, 401 plástico, 277
pentagrama, 42, 46, 59, 205, 250, plastilina, 348
317,341,352,401; fotografía 20; plata, 291,309, 352
fig. 14 plomo, 266
Pentagrama de expulsión, 67,132, pluma, 127
385, 391; Fig. 5 poder, 40,45,52,59,63,71,99,101,
Pentagrama de invocación, 98,318, 107,112,113,114,140,141,148,
386,387, 388; Fig. 2 213,257,258,278,295,299,303,
percepción extrasensorial física, 308,316, 321,333, 361, 364
265, 309, 395 poder, cono de, 83, 321, 395
perezoso (animal), 276 polaridad, 33, 51, 63, 80, 150, 157,
Í n d ic e 425

159, 162, 205, 211, 227, 243, quemadura solar, 300


259,274,330,344,351,367,398
poleo, 133 R
polilla, 158
politeísmo, 156 radio, 246, 276,289,364,365
política, 149, 177, 192, 213, 236, Raine, Kethleeen, 337
238, 365, 366 Ramsés II, 172
polstergeist, 291,400 Rea, 141,142
Pompeya, 87 Redgrove, Peter, 219,222,225,258
Poseidón, 40, 236 reencarnación, 21, 150, 159, 160,
postulante, 22, 28, 29, 30, 32, 34, 171, 177, 184, 224, 232, 238,
38, 247, 401 289, 397, 399, 402, 404
Powell, Athur E., 309 Regardie, Israel, 130,398
prána, 309, 310, 311, 312, 401 registro civil de nacimientos, m a­
precognición, 152, 174, 401 trimonios y defiin, 372
primates, 224, 225 registro, toma de, 323
primavera (flor), 134 reina, 212
Príncipe de Gales, 352 reina bruja, 402
protección - véase defensa psíquica reina, Escala de la, 349
proyección, 147,149,171, 206,238, resonancia, 127,150,231,277,317,
280, 401, 291, 294, 312 (véase 320
también proyección astral) respiración, 311
proyección astral, 401, 402 rey, 212, 213
psicodélicas - véase drogas Rider, baraja de, 227,270,271,404
psicometría, 65, 402,276 ritual, 159,169,188,198
psicopompos, 137 Robin Hood, 241
psique, 148,152,165,192,199,205, roble, 134
305,313, 322, 330, 367, 393 roble, Rey del, 134
psiqu iatría, psicología, 64, 239, Roma, 127, 159, 236
299,314,401 Rorschach, Test de, 266
puerta, 25,30,31,58,132,143,372, rosa, 347
388 rosacrucianos, 398
pulsatila, 134 rosario, 64, 397
PuthofiS Harold, 156 Rowlands, Bárbara, 364
pythia, 40 rubí, 345, 346
Rueda de la Fortuna (Tarot), 208
Q runa, 402
runa de las brujas, 31,43,83,244,
Qabala - véase Cábala 317, 321,385,390,402
Qebehsenuf, 358 Rusia - véase U.R.S.S.
426 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Russell, Prof. Jeífrey B., 371 sánscrito, 66


Russell, Virginia, fotografía 9 Santesson, Hans Stefan, 184
Rutebeuf, 385 sardónice, 345
S atán (satanismo), 42,134, 217
S Saturno, 130,163, 319,349
saúco (árbol y flores), 300
sabbat, 39, 43, 95, 112, 187, 229, Saúl, 258
248, 252, 258, 263, 329, 342, Sea Shepherd, 326
350,394, 395, 397, 398, 402 Seax-Wica, 235, 330
sacerdote, 32, 60, 156, 165, 191, seda, 348, 349, 352
212, 222, 226, 233, 236, 237, sefira (plural, sefirot, 259,272,403
298, 395, 400, 403 (véase tam ­ Segovia, 172,180
bién sumo sacerdote) sello, 403
sacerdotisa, 32,212,221,226,227, sentido contrario a las agujas del
236, 334, 351, 395, 403 (véase reloj, 83, 355,357,405
también suma sacerdotisa) sentido de las agujas del reloj, 56,
sacrificio, 76,79,80,221,317,325, 59, 83, 97, 101, 102, 105, 108,
387,388 110, 111, 141, 143, 303, 321,
Sagitario, 346 357,386, 390, 396
sajones, 330, 358 ser, 272,393, 403
sal, 65, 67, 68, 124, 125, 132, 317, serpentina, 345
332, 344, 346, 385, 403 serpiente, 164,203,222,338,343,352
salam andra, 403 sexo, 51,80,157,159,162,208,211,
Salisbury, condesa de, 352 216, 225, 232, 244, 250, 257,
salmón, 325 274, 282, 302, 319, 323, 327
saludo - véase beso Shaddai el Chai, 142
Samhain, 96,356,372,403 Shakespeare, William, 200, 350
Samuel, 258 Sheridan, David, 270
San Agustín, 206 Shuttle, Penélope, 100, 219, 221,
San Cristóbal, 126 222, 225, 258, 313
San Francisco, 258 sidhe, 360
San Juan, 157,356 siempreviva mayor, 133
San Rufino, 258 sílfide, 403
sándalo, 84, 137, 347, 348 símbolo, 330
Sanders, Alex, 14, 24, 26, 50, 328, sincronicidad, 201, 267, 278, 403
364,408 sirena, 165,205
Sanders, Maxine, 14,38, 295, 328, siux, 197
393 Skinner, Stephen, 337
sangre, 54, 60, 61, 77, 81, 84, 206, Smith, Joseph A., 255
221, 225 Smith, Pamela Colman, 270
Í n d ic e 42 7

Sociedad de la Luz Interna, 137 T


sol, 103, 130, 153, 156, 157, 163,
257, 287, 300, 339, 340, 356, tabú, 221
359, 361, 405 talismán, 64,65,125,126,131,335,
sol, bajada del, 227; fotografía 6 351,393,404; Fig. 4
sol, bajar el, 95,119 Tara, 27; fotografías 9, 10
Solomon, The Key of, 65, 70, 337, Targ, Russell, 156
338,339, 340,341,348, 398 Tarot, 138,187,196,208,227,248,
solsticio, 356,403 266, 269, 278, 320, 337, 393,
solsticio estival, 96, 248, 355, 356 394,395,404,406,408,409,410
sombra, 200, 216, 257,403 Tatonon, 68
Sombras, Libro de las - véase Li­ Tauro, 339,345,346
bro de las Sombras Taverner, Dr., 315
Sprenger, Jakob, 216 Teatro Rosacruciano, 377, 380
St. Catherine, colina de, 380 Tebas, 80
Starhawk, 213,255, 259 TEC - véase terapia electrocon-
Stonehenge, 361 sulsiva
Stow, 379 telepatía, 152,155,167,179, 201
sueños, 182,202,221,224,280,361 telequinesis, 152,155, 291,404
Suffolk, 379 televisión, 151,154,181, 246, 289,
sufíes, 237 302, 304, 350, 364, 365
sulfato de cobre, 273 Templarios, Caballeros, 75, 84
Sulíivan, Dr. G. A., 380 terapia electroconvulsiva, 309
suma sacerdotisa, 21, 37, 38, 39, tercer ojo, 86, 277
40, 43, 50, 57, 67, 90, 95, 96, terciopelo, 274, 275, 352
98, 101, 108, 110, 111, 142, Tesoros, los Cuatro, 360
143, 162, 182,226, 242, 249, Tesoros, los cuatrotillett, 351; foto­
252, 263, 288,295, 303, 315, grafía 9
321, 331, 333,341, 385, 386, Tetis, 40
388, 391, 394,395, 397, 402, Thot, 40,124
404 tierra, 42, 59, 73, 109, 111, 141,
Suma Sacerdotisa (Tarot), 138,208 148, 149, 153, 158, 161, 163,
Summerlands, 137,167,404 175, 187, 188, 189, 234, 276,
sumo sacerdote, 21, 28, 30,37,43, 281, 291, 299, 303, 318, 343,
47,50, 53,67,80, 95, 96, 97,98, 354, 355, 372, 386, 387, 388,
101, 105, 108,111, 140, 144, 391, 395, 398, 399, 400, 401
182, 226, 242,249, 253, 331, Tileion, 68
341,385,388,389,390,394,404 Tillet, Gregory, 357
Sussex, 15, 374 Times, The, 152,378
sustituto, doble, 302 tinta, 76, 88,127,266, 396
428 E l C a m in o d e l a s B r u j a s

Tiphareth, 349 Vaticano, 177, 232


Tir na nÓg, 361 vela, 123, 274, 307, 319, 332, 348,
Tixmion, 68 373,385
tomillo, 89 velo, 42, 43
topacio, 345, 346 venda de los ojos, 22, 45
Torre (Tarot), 208 Venus, 128,130,163, 349
Torrens, R. G., 337 verbena (planta), 134
tortuga, 276 vestidos, 48,89,108,257,259,263,353
toscana, 169,257, 258, 393 vieiras, 139
Toth, 271 vino, 29, 34, 40, 46, 55, 60, 63, 77,
tradicionales, 404 79, 87, 102, 111,120,143, 164,
trance, 22,77,81,86 203, 229, 290, 332, 333, 336,
trébol, 134 343,360; fotografía 7
trípode délfico, 222 Virgen María, 156, 209, 237
Tuatha Dé Danann, 351, 360, 361 Virgo, 345,346
turbera, 348 Voltaire, 210
turm alina, 345 Vulcano, 40
turquesa, 345
W
U
Waite, A. E., 270, 271
U.R.S.S., 152,366 Waite, Arthur E., 410
ungüento, 89 Walkford, 380
ungüento para volar, 258 Waterford, 275
utensilios mágicos, 29,73,76,100, Watson, Lyall, 155
139, 335, 343, 353 Weideger, Paula, 219, 220
útero, 188,212, 220 Wexford, condado de, 282, 361
Whazoo Weakly, 357
V Wiccaning, 15, 405
Widdershins - véase Imbolg
Valiente, Doreen, 11,12,16,24, 41, Wildlife Federation irlandesa, 325
44,54,60,96,117,197,210,250, Wilhelm, Richard, 270
285,291,329,337,339,364,371, Wilson, Monique, 25
385,395, 402,410; fotografía 3 Winchester, 374
vampirismo, 114, 133, 166, 310, Windsor, 27, 399
318,404
vara, 35, 46, 72, 88,101,102,103, Y
271, 332, 334, 337, 342, 387,
388, 390, 404; Fig. 13 Yamenton, 68
varillas de aquilea, 266 yang, 162, 222, 224, 352; Fig. 6
Í n d ic e 429

Yaron, 68
Yeats, W. B., 337,398
Yesod, 272, 273,349
yin, 162, 222,224, 352; Fig. 6
yoga, 297
Yule (Pascua de Navidad), 96,263,
403

zafiro, 345, 346


Zarmesiton, 68
Zeus, 40, 169
zirconio, 346
zirconita, 346
Zitanseia, 68
Zodiaco, 155
Zomelak, 32, 390

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