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Autor: Samuel Hidalgo Hernández. Tutor: Alfonso García Marqués

Este documento presenta una introducción a un análisis crítico de la tercera vía tomista para demostrar la existencia de Dios. Resume las tres etapas del pensamiento de Tomás de Aquino y las influencias de Aristóteles, Avicena y Averroes en cada etapa. Explica cómo la visión de Tomás evolucionó de seguir una interpretación neoplatónica en la primera etapa a una visión más aristotélica en la tercera etapa, influenciada por los comentarios de Averroes sobre Aristóteles.

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Este documento presenta una introducción a un análisis crítico de la tercera vía tomista para demostrar la existencia de Dios. Resume las tres etapas del pensamiento de Tomás de Aquino y las influencias de Aristóteles, Avicena y Averroes en cada etapa. Explica cómo la visión de Tomás evolucionó de seguir una interpretación neoplatónica en la primera etapa a una visión más aristotélica en la tercera etapa, influenciada por los comentarios de Averroes sobre Aristóteles.

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POSIBILIDAD Y POTENCIA: UN ANÁLISIS CRÍTICO DE LA TERCERA VÍA

TOMISTA.

Autor: Samuel Hidalgo Hernández.


Tutor: Alfonso García Marqués.

INTRODUCCIÓN

Es bien conocido por cualquier filósofo, la importancia doctrinal que Tomás de


Aquino tiene a la hora de abordar cuestiones ontológicas, lógicas, teológicas (nos
atenemos aquí al plano de la teología filosófica, sin pisar el plano de la teología
revelada), e incluso en teoría del lenguaje o en teoría de la ciencia1.
Este trabajo tiene una triple perspectiva, pero, al fin y al cabo, unitaria: el
propósito del presente escrito es mostrar la relación y conexión íntimas que mantienen
la lógica modal y la ontología en una cuestión de teología filosófica o racional como la
que trata Tomás de Aquino en la tertia via para la demostración de la existencia de
Dios. Tampoco vamos a entrar en una defensa de la demostración de la existencia de
Dios por parte del Doctor Común; en cambio, lo que si vamos a tratar de demostrar es el
alcance de las reflexiones del Aquinatense, que, aunque proyectadas sobre un tema
teológico natural, son, a nuestro juicio, muy valiosas para elucidar numerosas cuestiones
de filosofía, y más en concreto, de lo que Aristóteles llamaba ‘’filosofía primera’’, a
saber, ontología.
El lector se encuentra ante un trabajo, ante todo, de metafísica modal; se trata de
investigar la fundamentación ontológica para la correcta utilización de los cuatro
términos modales (necesario, posible, imposible y contingente). La tónica general del
estudio presente es la ya enunciada. No obstante, nuestra reflexión en cuento a terreno
de ontología recaerá sobre la noción, genuinamente aristotélica, de potencia, y en
terreno lógico-gnoseológico modal, sobre la noción de posibilidad.
Para seguir esta línea expositiva, tendremos que, además de ir estudiando los
textos originales y estudios sobre la obra de Tomás de Aquino, acudir a autores que han
influido en la maduración del pensamiento del Doctor Común en lo relativo a las
problemáticas ya mencionadas. Aristóteles, Avicena y Averroes son fuentes a las que es
obligado acudir para obtener resultados serios en lo que se refiere a metafísica modal.
En base a estos cuatro filósofos, Tomás va desarrollando su filosofía modal, y
como consecuencia de las diferentes posturas que Avicena tiene frente a Aristóteles y
Averroes respecto a la potencia y a la posibilidad, el Aquinatense, va contraargumentar,
recoger y rechazar tesis y posturas de estos tres filósofos a lo largo de su carrera
1
SANGUINETI J.J., La filosofía de la ciencia según Santo Tomás. Ed. Universidad de Navarra, 1977.
Esta obra presenta numerosos análisis de cuestiones respectivas a dicho tema.

[Escriba aquí]
filosófica. Esto mismo es lo que constituye el primer punto del índice de este trabajo, el
cual expondré en las siguientes líneas.

Fases e influencias de otros autores en el pensamiento tomista. Una


aproximación histórico-doctrinal.

Como es bien sabido, en el ámbito filosófico, es común, y, por otra parte,


necesario, dividir cronológicamente las obras del pensador a estudiar, algo que la
tradición ha realizado con todos los autores importantes, desde Platón y Aristóteles
hasta nuestros días. Algo menos común ha sido dividir por etapas el pensamiento de
ciertos autores, sobre todo pertenecientes a la filosofía escolástica, y este es el caso de
Tomás de Aquino: su obra ha sido minuciosamente clasificada en cuanto a la cronología
de sus escritos, pero la evolución doctrinal que debería corresponder a cada época
cronológica no ha sido todavía muy explorada.
Esta situación respecto de los autores escolásticos, parte, a mi entender, del
prejuicio de tomar la filosofía medieval como una serie de reflexiones amalgamadas
unas con otras, ignorando así las notables diferencias y disputas que hubo siempre entre
autores escolásticos, por muy escolásticos que fueran, e ignorando también los cambios
de posturas filosóficas de un mismo autor a lo largo de su trayectoria filosófica.
Para ello defenderé aquí que el correcto tratamiento del tema que vamos a
abordar aquí, depende en gran medida de tener en cuenta o no la evolución de las
doctrinas de Tomás de Aquino, en las tres etapas en las que, como veremos a
continuación, se desarrolla su pensamiento.
La primera etapa abarca cronológicamente los años trascurridos entre 1248 y
1259. Durante este período de tiempo, en el cual, la corriente predominante era el
llamado agustinismo avicenizado, se desarrolla la formación filosófica y teológica de
Tomás de Aquino. Esta corriente se caracteriza por la lectura de las obra de Aristóteles
pasada por el filtro del neoplatonismo, de la mano de Avicena, en el cual influyó
notablemente San Agustín. Tomás piensa que Avicena, Averroes y Aristóteles
coinciden en lo fundamental, es decir, nuestro autor había aceptado un Aristóteles
maquillado neoplatónicamente por Avicena.
Esta etapa se caracteriza por seguir el esquema neoplatónico ‘’arriba-abajo’’
para el conocimiento de la realidad. Como consecuencia del seguimiento de este
neoplatonismo propugnado por Avicena, Tomás de Aquino, defiende posturas como las
siguientes: hay principios innatos en el hombre, y consecuentemente, defiende un
conocimiento innato de Dios; adopta también la postura aviceniana de la triple
consideración de la esencia, que supone adoptar también un extrinsecismo y un
contingentismo absoluto, ya que todo ente creado es contingente. Esta última tesis es
muy importante a remarcar, ya que hace imposible un conocimiento estricto y riguroso,
científico, de la realidad.

[Escriba aquí]
Entramos en el período de transición entre la primera y la tercera etapa, que
abarca un período de tiempo que va desde el año 1259 hasta el año 1268. En esta época,
en la que reside en Nápoles, comienza a estudiar y a tener un contacto estrecho con los
textos originales de Aristóteles, y con los comentarios que realiza Averroes sobre el
corpus aristotélico. No hay que olvidar que la recepción de Averroes en el mundo
filosófico medieval data aproximadamente del 1250, y por esto por lo que Tomás tenía a
la mano los comentarios del filósofo cordobés. Es por esto, por lo que es en este período
cuando Tomás se va distanciando de ciertas posturas neoplatónicas y avicenianas,
aunque no se desliga de estas influencias completamente. Ciertamente importante es
tener en consideración la relación que guarda la evolución doctrinal del Aquinatense
con los contenidos y posturas que él mismo expone en la Summa Theologica, para ello
es necesario tener en cuenta cuando se escribe dicha obra y cuando acaba esta
producción literaria Tomás, con el fin de elucidar las diferencias doctrinales del propio
Tomás en la Summa Theologica. Tal obra, comienza a redactarla Tomás en el año 1265
y la termina en 1274.
Tomás concibe la obra con el esquema ‘’arriba-abajo’’ propio del neoplatonismo
que Avicena abanderaba, aunque al mismo tiempo, el estilo argumentativo de la Summa
depende de la teoría lógico-científica de los Analíticos Primeros y los Analíticos
Segundos de El Estagirita. Pertinente es también decir que la Summa se divide en una
parte primera y una parte segunda; en la primera parte es donde Tomás expone sus
cinco famosas vías a favor de la demostración de la existencia de Dios, entre las cuales
se encuentra la tertia via, sobre la cual versa esta presente investigación. Lo que
tenemos entre manos es crucial, pues si no se lee esta primera parte en general, y la
tercera vía en particular teniendo en cuanta el período doctrinal en el que Tomás la
escribe, se caerá inevitablemente en confusiones y malinterpetaciones, y como
consecuencia, los resultados que no pueda arrojar el análisis que hagamos en este
estudio, serán estériles, y lo único que arrojarán será oscuridad, en vez de luz.
Por esto, defiendo aquí que la postura que Tomás tiene cuando escribe la tercera
vía, es algo inestable, y en ella confluyen todavía algunos elementos de la filosofía de
Avicena, aunque Aristóteles y El Comentador, están ciertamente presentes, en gran
medida. Dicho lo anterior, podemos afirmar que sus cinco vías, como pertenecientes a la
parte primera de la Summa, pertenecen al segundo período, o al período de transición
doctrinal de Tomás de Aquino. La parte segunda de la Summa, pertenece al último
estadio de la filosofía del Magister, que expondré a continuación.
El tercer y último período de la filosofía de Tomás va del año 1269 hasta el año
1274, y en él, Tomás, con la ayuda que le proporcionan los textos de Averroes sobre las
obras del Estagirita, tiene una visión mucho más depurada de Aristóteles; en una
palabra, han extirpado del avicenismo que estaba presente en la interpretación de la
filosofía de Aristóteles. Señales de esto son las posturas que defiende aquí Tomás de
Aquino, muchas de ellas contrarias a la que defendió, sobre todo en su primer período.
En esta tercera y última etapa desaparece el innatismo, dando primacía a la experiencia
sensible en el origen del conocimiento humano, algo que lleva a afirmar a Tomás que no
hay percepción de Dios; tampoco hay contingentismo absoluto, validando y
propugnando el conocimiento científico y apodíctico, en donde hay verdades necesarias
independientes de la voluntad de Dios, algo que, a mi juicio, supone un gran avance

[Escriba aquí]
respecto a toda la filosofía anterior: el esquema o modelo de conocimiento se invierte, y
ya no es de arriba abajo, sino de abajo a arriba. Tal esquema es el que la ciencia
moderna sostiene en nuestros días. Por último, no hay una esencia ante rem como decía
Avicena: Tomás aplica la teoría aristotélica del acto y la potencia a su filosofía de la
esencia, donde la esencia es materia y forma, la materia y la forma, potencia y la
existencia es el acto de esa potencia (materia y forma).

La polémica de Aristóteles con los megáricos. La potencia y la posibilidad.

En el presente capítulo el lector se encuentra ante una exposición de los


resultados que Aristóteles obtiene respectivos a la conexión que hay entre el plano
ontológico (potencia) y el plano lógico (posibilidad), sirviendo aquel como fundamento
de este. Todo esto se verá mediante la crítica que El Estagirita realiza en Met,XI,3 a las
tesis que defendía la Escuela de Megara.
Como siempre, Aristóteles se dispone a establecer el status quaestionis,
exponiendo lo primero de todo la tesis megárica, la cual va a ser el blanco de su crítica.
Lo que afirma la tesis megárica, de lo cual solo se siguen ‘’absurdos’’, como afirma
Aristóteles, se puede resumir en las siguientes palabras: ‘’ solamente hay algo en
potencia cuando está en acto’’. Valiéndonos de un ejemplo, podríamos decir, que según
lo que afirma la tesis megárica, solo alguien que está actualmente o en acto, tocando la
guitarra, tiene potencia o capacidad para tocar la guitarra, mientras que cuando deja de
estar en acto, ya pierde ‘’de golpe’’ o instantáneamente su arte o capacidad para
volverla a tocar. En resumen, alguien puede tocar la guitarra únicamente cuando está en
acto tocando la guitarra. Esto, como se puede apreciar, resulta contradictorio, y por eso
es por lo Aristóteles utiliza el término átopa, pero más importante es notar la
importancia que tiene este término, ya que, no solo significa ‘’absurdo’’, sino también
‘’imposible’’. Con este calificativo, El Estagirita no nos está diciendo que la tesis
megárica es falsa o errónea de facto, nos está diciendo algo más importante, a saber, que
la tesis megárica es necesariamente falsa, que es lo mismo que imposible. Santiago
Argüello es consciente de la importancia de este calificativo que Aristóteles utiliza:
‘’Por eso, ejecutar la reductio ad absurdum es, propiamente, algo más que pulverizar:
más bien es aniquilar, desvelar la nada de verdad en la proposición que presume algo de
verdad’’2
Expuesta ya la tesis megárica, Aristóteles se dedica en este capítulo de sus
Metafísicos, a refutar dicha tesis, para lo cual se vale de algunos ejemplos, como el
clásico del constructor. Imaginemos que un constructor está edificando y deja por un
momento de edificar, y a continuación se pone a construir de nuevo.

2
Santiago Argüello, Posibilidad y principio de plenitud en Tomás de Aquino, página 291. Eunsa,
Pamplona, 2004.

[Escriba aquí]
Tenemos aquí tres momentos: el momento T1 en el que el hombre está
construyendo, el momento T2 en el que el hombre ha dejado de estar construyendo (no
construye), y el momento T3, en el que el hombre se pone a construir de nuevo. La
cuestión que Aristóteles advierte es la siguiente: si la tesis megárica es cierta, es decir, si
sólo se tiene potencia cuando se está ejercitando algo en acto (y cuando se deja de
ejercitar se pierde instantáneamente tal potencia/capacidad sea cual sea), ¿Cómo pasa el
hombre del momento T2, en el que no está construyendo, al momento T3, en el que sí lo
está? Aristóteles nos dice que si la tesis megárica fuese cierta, sería imposible pasar del
momento T2 al momento T3, porque el hombre no tendría una potencia (el momento T2
es la pura carencia del arte de construir) de la cual pudiera surgir el acto de edificar
(momento T3). Otra consecuencia absurda que se deduce del planteamiento megárico es
la siguiente: si se pudiera pasar del momento T2 al momento T3 (algo que Aristóteles
ha demostrado que es imposible) un mismo sujeto sería constructor infinitas veces a lo
largo de su vida. En el momento T1 sería constructor, en el momento T2 habría dejado
de serlo, en el momento T3 habría sido de nuevo, y así infinidad de veces durante toda
su vida. De la misma manera, yo sería ciego y vidente miles y miles de veces durante un
día.
Como es patente, lo que hay detrás de la argumentación megárica, es una
confusión de las nociones de potencia y acto, algo de lo que nosotros podemos obtener
el fruto de la distinción que hay entre potencia y posibilidad. Si admitimos la tesis
megárica, tendríamos que admitir también que todo sería imposible, ya que para tal
escuela sólo hay actos, ignorando que lo imposible es lo que está privado de potencia,
según una de las definiciones del término ‘’imposible’’ que da Aristóteles.
En conclusión, si yo no tengo más y nada más que acto, será imposible que el
propio acto se genere, ya que no hay una potencia de la cual éste surja; es decir, algo es
posible que se actualice, cuando hay una potencia de la cual pueda surgir un acto. Con
esto creo que queda demostrado la fundamentación por principios ontológicos
(potencia) del orden lógico-gnoseológico modal (posibilidad).

[Escriba aquí]

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