Responsabilidad Penal de Las Personas Jurídicas
Responsabilidad Penal de Las Personas Jurídicas
Responsabilidad Penal de Las Personas Jurídicas
Caso PROTESIA
PROTESIA es una empresa fabricante de aparatos de ortopedia. Su labor comer-
cial, que incluye dar a conocer sus productos a médicos de la Seguridad Social, es
llevada a cabo por varias decenas de trabajadores autónomos.
Ángel A., uno de esos trabajadores pide a su hermano, funcionario en la Conse-
jería de Sanidad, que influya sobre varios funcionarios médicos para que prescriban
las prótesis ortopédicas de PROTESIA. Finalmente, en varios de los hospitales de la
Comunidad Autónoma comienzan a prescribirse estas prótesis.
En esta conducta, Ángel A. contravino las directrices y soslayó los controles de la
compañía. PROTESIA obliga a sus comerciales a firmar mensualmente un listado de
los familiares que tienen en la administración sanitaria y les prohíbe instar contratos
con esas administraciones. Ángel había falseado el listado, al no recoger en él a su
hermano y su puesto de trabajo en la Consejería de Sanidad.
Berta B., otra de esas comerciales autónomas, organiza unas jornadas científicas
sobre ortopedia, y contrata como ponentes a 12 médicos de la Seguridad Social. Berta
firma varias órdenes de pago para que se retribuya a cada ponente con 5.000 € por
cada jornada, una cifra desproporcionadamente alta para pagar a conferenciantes sin
historial investigador en la materia. El Consejero delegado de PROTESIA, informado
por el Director financiero, aprueba el pago (un importe total pagado de 60.000 €),
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pese a saber que la retribución es desproporcionada para este caso, que Berta care-
ce de cualificación científica para organizar unas jornadas y que no forma parte de
ningún departamento científico, sino que en realidad es una agente comercial cuya
función es conseguir negocio para PROTESIA. A los pocos días 8 de estos ponentes
comienzan a prescribir estas prótesis por primera vez.
(Caso ficticio).
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Como se puede ver, en el caso PROTESIA el primer grupo de hechos (los de em-
pleado que comete tráfico de influencias) se encuadrarían en la segunda vía, pues Án-
gel A. es un empleado que está sometido a la autoridad de los gestores y directivos de
PROTESIA.
Sin embargo, en el segundo grupo de hechos hablamos de un delito en el que están
implicados dolosamente sus máximos responsables, por lo que procedería anali-
zar si es aplicable la primera vía del art. 31 bis a).
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Aquí el Código penal sí atiende a una relación entre ambas responsabilidades para
evitar que la acumulación de ambas penas determine una reacción punitiva despro-
porcionada (lo cual ocurrirá habitualmente en el caso de empresas de menor tamaño,
donde en realidad cabría decir que la empresa en realidad no es sino parte del patri-
monio del socio administrador, por lo que sancionar por una parte a dicho socio y
por otra a la empresa materialmente se podría ver como una doble punición por los
mismos hechos).
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Los entes sin personalidad jurídica no pueden ser penados; aunque en el artículo
129 se establece para ellos un régimen de consecuencias accesorias facultativas (ver
infra, VIII).
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Las sociedades mercantiles estatales son aquellas en las que el Estado posee más
del 50% del capital o bien que con una participación menor ejerce, directa o indirecta-
mente, control sobre ella (art. 111 Ley 40/2015).
Este régimen restringido no es aplicable si la sociedad fue creada con el propósito
de eludir una eventual responsabilidad penal.
Por el contrario, cuando se trate de una empresa de economía real que se presta,
a cambio de precio o cualquier otra contraprestación, a dar apariencia de legalidad a
la actividad delictiva de otro, no se tratará de una simple empresa de pantalla, sino de
una intervención delictiva en beneficio de la persona jurídica.
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Art. 31 bis.
1. En los supuestos previstos en este Código, las personas jurídicas serán penal-
mente responsables:
a) De los delitos cometidos en nombre o por cuenta de las mismas, y en su be-
neficio directo o indirecto, por sus representantes legales o por aquellos que ac-
tuando individualmente o como integrantes de un órgano de la persona jurídica, están
autorizados para tomar decisiones en nombre de la persona jurídica u ostentan
facultades de organización y control dentro de la misma.
b) De los delitos cometidos, en el ejercicio de actividades sociales y por cuenta
y en beneficio directo o indirecto de las mismas, por quienes, estando sometidos
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Algunos autores han planteado dudas respecto de que tal “responsabilidad vicarial”
pudiese ser inconstitucional por suponer un caso de responsabilidad objetiva o res-
ponsabilidad por hecho ajeno; y que debe interpretarse el Código Penal en el sentido
de que siempre la responsabilidad penal de la persona jurídica se deriva de la omisa
supervisión sobre quien cometió el delito. Por ello, para evitar la tacha de responsabi-
lidad por hecho ajeno, sólo se podría fundar la responsabilidad de la persona jurídica
por la primera vía en la omisión de controles sobre los administradores.
Tal planteamiento resulta excesivo. La conducta de un administrador ac-
tuando en nombre o por cuenta de una persona jurídica, o que omite un
deber que ostenta precisamente en tanto que administrador, no puede ser
considerado un hecho ajeno a ésta, sino, por el contrario, el hecho para-
digmáticamente más propio del ente colectivo. De no ser así, ¿qué hecho cabría
definir como propio de la persona jurídica?
Y es que resulta irrazonable entender que en el caso del delito cometido por cual-
quier empleado basta demostrar la falta de cuidado de los órganos de gobierno para
fundar la responsabilidad penal de la persona jurídica; pero que si estos órganos, en
vez de haber sido negligentes en la prevención, hubiesen sido quienes dolosamente lo
hubiesen cometido, entonces sería necesario para la acusación probar algo más: que
había habido falta de control sobre el propio dirigente.
Sí procedería hablar de responsabilidad objetiva si la responsabilidad de la empre-
sa se desencadenase directamente por la conducta delictiva de cualquier empleado sin
necesidad de reprochar a los órganos de gobierno de la entidad ni siquiera una culpa
in vigilando, pues en ese caso se trataría de penar a la persona jurídica por un hecho
que sus órganos de gobierno no habrían podido evitar. Pero si hablamos del delito
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cometido por los integrantes de sus órganos de gobierno en ejercicio de sus funciones,
en principio cabe sancionar a la persona jurídica sin que ello implique responsabilidad
objetiva.
No obstante, hay un matiz importante: sí hay casos en que, pese a que el delito
haya sido cometido por un administrador en tanto que tal, no cabe reprochárselo a la
persona jurídica, pues aquél cometió el delito eludiendo unas medidas dispuestas por
la entidad, que resultaban idóneas para evitar esa eventualidad. De esos casos trata el
art. 31 bis 2 y sobre ellos volveremos más adelante.
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A. El delito cometido.
Como hemos visto, según el art. 31 ter no se exige que se haya podido identificar
qué persona física cometió el delito, siempre que quede acreditado que fue una de las
mencionadas en el art. 31 bis 1.
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La Fiscalía General del Estado entiende, no obstante, que esta mención debe exten-
derse más allá del nivel de los administradores de hecho, para abarcar otras muchas
personas que en la empresa pueden desarrollar tareas organizativas, aunque sean sim-
ples cuadros medios de la empresa. Esta interpretación es criticable, entre otras cosas,
porque:
1º No respeta la distinción que hace el art. 31 bis 1 entre las personas con funciones
dirigentes (apartado a) y las sometidas a la autoridad de las anteriores (apartado b).
Por ello, en el apartado a) no deben incluirse cuadros medios, que están sometidos a la
autoridad de los administradores de hecho y de Derecho.
2º Conduce a conclusiones irrazonables. El número de personas autorizadas a rea-
lizar cualesquiera funciones de organización o control en una empresa es extensísimo.
La primera vía debe estar reservada para las personas que tienen poder de mando so-
bre la empresa, pues justo eso es lo que permite atribuir el delito de este sujeto, cuando
actúa en ejercicio de sus funciones, a la persona jurídica (y es el término que emplean
todas las Directivas y Decisiones Marco sobre responsabilidad penal de las personas
jurídicas que España ha debido trasponer).
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