Influencia de Las Corrientes de Pensamiento en Los Modelos Sanitarios

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SALUD Y SOCIEDAD: INFLUENCIA

DE LAS CORRIENTES DE PENSAMIENTO


EN LOS MODELOS SANITARIOS

M.a Angeles Mora y Víctor Urruela

RESUMEN. Este trabajo trata de determinar la influencia de algunas Escuelas y Corrientes


Sociológicas y Filosóficas en las Políticas de Salud definidas por los Gobiernos de los dife-
rentes países. Para ello se analizan varios modelos sanitarios, tratando de relacionarlos, con
las bases científicas de pensamiento que los sustentan. Además, se profundiza en una
corriente que, derivada de los principios neokantianos y de la Escuela Fenomenológica nor-
teamericana, está incidiendo desde 1970, cada vez con más fuerza, en el ámbito de la Sani-
dad de la mayoría de los países occidentales. Por último, se realizan una serie de reflexiones
sobre las consecuencias que, para la población, puede tener la implantación de este tipo de
modelo. El objetivo del presente artículo es tratar de analizar, de forma crítica, las concep-
ciones fundamentales de la teoría marxista y funcionalista en función de su aplicación al
campo de la Salud.

INTRODUCCIÓN

Cada uno de los modelos sanitarios prevalentes hoy en dia en la socie-


dad están sustentados por una serie de posicionamientos ideológicos a los
que las diferentes corrientes sociológicas y escuelas filosóficas sirven de
marco de referencia para adoptar posiciones concretas respecto a la concep-
ción de salud, enfermedad, la atención sanitaria y las interconexiones que
se establecen entre la Sanidad con la totalidad social.
Este planteamiento ha podido ser constatado a través de principios y
teorías encargados de explicar la complejidad subyacente en el proceso

Reís
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salud-enfermedad y las implicaciones que surgen como consecuencia del


status mantenido por el sistema sanitario. Así, mientras existen modelos
que propugnan la relación entre salud social y salud individual, utilizando
para ello un abordaje del problema de forma dinámica y teniendo como
premisas teórico-metodológicas la solución dialéctico-materialista de la
interacción individuo-sociedad (modelo sanitario materialista); también
aparecen otros donde, partiendo de concepciones organicocéntricas, se
defiende la existencia de una relación entre el cuerpo humano y el ambien-
te en el que la persona se halla inmersa, y al cual se clasifica en físico, natu-
ral y social, considerándolo como algo externo que rodea al propio indivi-
duo (modelo sanitario idealista). En esta misma línea, en la última década
ha comenzado a tomar fuerza en EE.UU. y algunos países europeos una
nueva forma de concebir el proceso salud-enfermedad que, consecuente-
mente, está teniendo serias implicaciones en lo que respecta a las prácticas
de salud y a la configuración de los modelos sanitarios. Esta corriente de
pensamiento, en la que lo científico se mezcla con aspectos ético-religiosos,
se conoce actualmente como la «hoiística».
Entre los modelos elaborados que mencionamos existen cantidad de
variaciones aplicadas a la realidad; ahora bien, la profundización en cuanto
al conocimiento de los mismos puede proporcionar un amplio dominio en
lo que se refiere a la comprensión de la Sanidad. Teniendo en cuenta las
consecuencias que, para la práctica cotidiana, tiene la adopción política de
un modelo u otro, se hace necesario adentrarse en los planteamientos teóri-
co-ideológicos de cada uno de ellos, para poder analizar y establecer con-
clusiones acerca de la situación concreta de salud que se mantiene dentro
de una comunidad o país determinado.

BASES CONCEPTUALES DE LOS MODELOS SANITARIOS


EXPUESTOS

La profundización del conocimiento científico, en lo que respecta a la


salud, ha sido identificada entre dos corrientes de pensamiento: el materia-
lismo y el idealismo. Partiendo de las mismas y teniendo en cuenta los
avances logrados por la ciencia en general, la controversia actualmente
existente se orienta hacia lo que se considera salud-enfermedad, valorando
significativamente los factores filosóficos, jurídicos, éticos, económicos,
sociales, políticos, etc., que se hallan involucrados en ese concepto. Esta
manera de comprender el fenómeno representa un debate abierto centrado,
sobre todo, en cuestiones ideológicas relacionadas con el individuo y su rol
en la sociedad.
En lo que respecta al problema, desde nuestra aportación, no se preten-
de realizar un análisis exhaustivo de las corrientes de pensamiento que
sustentan los modelos sanitarios, ya que podía significar un trabajo comple-

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to de investigación con un desarrollo mucho más amplio; solamente se pre-


tende destacar aquellos elementos ideológicos que han permitido los plan-
teamientos actualmente vigentes y sus implicaciones para los individuos
que se hallan inmersos en una realidad social concreta.
Realizando un análisis acerca de la situación actual se puede contem-
plar, por una parte, la existencia de corrientes materialistas dentro de las
cuales, y en lo que respecta al campo de la Sanidad, se vislumbran dos
líneas de pensamiento: una que vincula la medicina con las fuerzas produc-
tivas, y otra, más radical, que se basa en las relaciones de producción. El
planteamiento de una u otra tendencia conduce hacia el desarrollo de acti-
vidades y estrategias en salud muy diferenciadas en la práctica. Sin embar-
go, un elemento de conexión es su punto de partida, en el que tratan de
comprender los principios que subyacen en el análisis del sistema indivi-
duo-sociedad-naturaleza y que proporcionan la salud de la población. Así,
Marx en sus escritos planteó que «la enfermedad no es más que la vida
reducida en su libertad»1, entendiendo que no es posible la realización total
de la persona humana si ésta se halla enferma y que una sociedad enferma,
consecuentemente, no asegura la dignidad a sus componentes. Desde dicha
perspectiva, y en cuanto a la valoración de la situación, plantean que dicha
dinámica dialéctica nunca ha existido, ni existe, si no es en el seno de for-
maciones socioeconómicas concretas. Además, como premisa previa para su
estudio establecen la delimitación del rol del individuo en la interrelación
de los elementos anteriormente mencionados, realizándolo bajo la óptica
del materialismo didáctico y utilizando el enfoque sistémico.
Tzaregorodtez establece que «la medicina científica está llamada a
garantizar la salud de las personas en las condiciones reales de su existencia
y no a ocuparse de planes utópicos de protección del individuo de todas las
influencias patógenas posibles. La profilaxis es un principio activo-cons-
tructivo y no pasivo-defensivo. La salud hay que crearla, ése es el mejor
modo de protección»2. Por lo tanto, desde dicha perspectiva y desde el
punto de vista sanitario, se trata de modificar las condiciones reales de la
existencia del individuo, es decir, su modo de vida.
Para un grupo de autores de esta corriente, la salud del individuo y de
la población no puede ser abordada sin la convicción de que es inalienable a
la vida social y su transformación implica variaciones en la vida cotidiana
del individuo. Otro punto importante de dicha corriente es la perspectiva
histórico-genética de la salud-enfermedad humana, en la que se constata
que la persona nunca se ha adaptado a su medio ambiente, sino que, modi-
ficándolo, se ha transformado a sí mismo, a su actividad vital y a su salud-
enfermedad. Este planteamiento les lleva a estudiar la salud a través de
1
K. MARX, Manuscritos económicos-filosóficos de 1884, Madrid, Alianza Editorial, 1968,
p. 38.
2
G. I. TZAREGORODTZEZ, Ecología y medicina, La Habana, Editorial Ciencias Médicas,
1983, p. 45.

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caracterizaciones tipológicas construidas en base a las formaciones socio-


económicas, estableciendo que el nivel de salud responde al nivel consegui-
do por la transformación productiva de la naturaleza en cada etapa histórica.
Otra corriente de pensamiento que aparece en la sociedad es la idealis-
ta, cuyo contenido ha influido e influye en nuestra política sanitaria, siendo
ésta una razón que nos lleva a su análisis. Desde el punto de vista filosófi-
co, el idealismo ha sido identificado, de un modo muy general, como la
«doctrina que atribuye a determinadas ideas existencia en sí y las considera
la verdadera realidad. En el problema de la existencia del mundo exterior o
material, doctrina según la cual el mundo exterior no tendría otra realidad
que las ideas o representaciones que de él nos hacemos»3. Entre todas las
tendencias idealistas existentes, el neopositivismo derivado del empirismo y
el neokantismo emanado del racionalismo, han sido las dos líneas de pensa-
miento que, con mayor fuerza, han influido en las aportaciones y análisis
realizados en el campo de la salud.
Dentro del neokantismo se toman como punto de referencia las tesis
de Kant, en las que se parte de que «tanto la experiencia como el pensa-
miento son fuentes del conocimiento, existiendo a priori en la mente ele-
mentos de naturaleza formal, que reciben su contenido de la experiencia»4.
Estos elementos innatos de nuestra mente (espacio, tiempo, categorías)
determinan cualquier conocimiento posible de la realidad que, en parte,
entonces, es construida por nosotros.
Además, estos pensadores consideran que las relaciones éticas cumplen
un rol social básico, ya que, para Kant, «el individuo se conduce moralmen-
te si actúa siguiendo la voz de la razón. Así, el imperativo categórico le
ordena actuar de tal modo y no de otro, sea cual fuere su situación en la
vida»5. La ética kantiana es muy profunda en cuanto al planteamiento de
sus ideas. Para Kant, no se debe actuar correctamente (por ejemplo, no ser
usureros o explotadores) por conveniencia (ya que se trataría de una anti-
nomia o de una contradicción), ni tampoco el individuo debe hacerlo por-
que se le indique desde fuera (leyes, religión, etc.), ya que ello no exige
una opción libre del sujeto. Se debe actuar moralmente bien porque es el
deber de cada uno hacerlo así. De otro modo, la persona debe comportarse
(obrar) de tal forma que la máxima de su conducta pueda convertirse en
norma de valor universal, o bien que utiliza a la Humanidad y a sí misma
no sólo como medios, sino también a un mismo tiempo como fines.
Otra de las características de dicha escuela de pensamiento es su anti-
materialismo, existiendo, por otra parte, un diformismo de hechos y valo-
res. Así, y desde dicha plataforma de base, es cuando esta corriente apoya la
idea de que las ciencias sociales nunca podrían evaluar fines, sino que se
3
A. L. MERANI, Diccionario de psicología, Barcelona, Editorial Grijalbo, 1976, p. 80.
4
E. KANT, Crítica de la razón pura, Barcelona, Editorial Sopeña, 1940.
5
E. KANT, Fundamental Principies of the Metaphysics of Moráis: The Essential Kant, The
New American Library, 1970.

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conformarían con explicitar las bases que sostienen los fines en sí mismos;
por lo tanto, no se analizarían las bases sociales de los valores y de las
metas, ya que los valores están y, por su significado, no se pueden reducir a
los intereses particulares.
Los representantes más identificados o que su estructura ha servido
como base para la sustentación de dicho pensamiento, respecto al estudio y
análisis del campo sanitario, han sido, entre otros, Laín En traigo desde la
medicina y las aportaciones de Parsons y Max Weber para los estudiosos de
la sociología de la salud. Laín Entralgo interrelaciona en sus proposiciones
los planteamientos de la escuela neokantiana y defiende que «la estructura y
el contenido del saber patológico se hallan determinados por dos instancias
rectoras: la realidad (el enfermo) sobre el cual versa el saber y el punto de
vista, desde el cual esa realidad es conocida (la situación intelectual del
p^fetegtí)^. t t ^ í ) ^ ptfvá/t <&^&<&a& ^ <ksd£. vLtx tju&m C!A vista kantia-
no, este pensador establece una diferenciación entre medicina y patología
afirmando que la conducta médica se identifica por medio de la forma de
considerar el tratamiento, es decir, el subjetivo, el sociológico y el objetivo;
y la actitud patológica en la que se vislumbra una manera de comprender la
entermedací, estando determinada por et conocimícaca S€CR¿o¡ég¿c<?, ci cdo-
lógico y el gnosológico. Ahora bien, también defiende que estos dos aspec-
tos pueden producirse en la realidad de forma conexa o divergente.
Teniendo como base la relación anteriormente enunciada es como Laín se
plantea un conjunto de «metas» hacia las cuales puede orientarse la inten-
ción de ayuda y la comprensión de la situación.
En esta misma línea de pensamiento, y en lo que tiene que ver con un
planteamiento metodológico, se desarrolla la construcción del «tipo ideal»
de Max Weber, que ha sido definido como «individuos hipotéticamente
concretos (personalidades, situaciones sociales, cambios, revoluciones, insti-
tuciones, clases, etc.) construidos por el investigador teniendo en cuenta
sus elementos más importantes, con objeto de realizar comparaciones preci-
sas»7. Como se puede comprobar, lo que se trata es de construir tipologías
de comportamiento que permitan el conocimiento de la realidad a través
de un análisis comparativo. Uno de los problemas principales de estos
autores está en la construcción de los modos u orientaciones valorativas
que servirán como elementos de referencia a la hora de realizar el análisis
de la realidad.
Otra tendencia de gran trascendencia ha sido el neopositivismo, que ha
servido como base a la Escuela Sociológica Funcionalista, aunque también
en ésta se hallan presentes determinados elementos conceptuales de las
corrientes neokantianas. El representante más genuino que desde dicha

6
R LAÍN ENTRALGO, Enfermedad y pecado, Barcelona, Editorial Toray, 1961, p. 86.
7
M. WEBER, The Methodology of the Social Sciences, Glcncoe (111.), The Free Press, 1949,
p. 89.

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vertiente sociológica ha tratado de analizar la medicina es Talcott Parsons.


Para este pensador, «la práctica sanitaria se orienta a superar las alteraciones
de la salud del individuo, es decir, la enfermedad, y actúa como el mecanis-
mo de control establecido por la sociedad, para un tipo de desviación social
peculiar como es el enfermarse»8. Señala también en otra parte de su obra
que la enfermedad «es un estado de perturbación en el funcionamiento
normal del individuo humano total, comprendiendo el estado del organis-
mo como sistema biológico, y el estado de su ajustamiento personal y
social»9. La enfermedad representa para Parsons «una forma de conducta
desviada, siendo el papel del enfermo la forma como la sociedad institucio-
naliza esta desviación»10. Las conclusiones que se pueden desprender de los
planteamientos anteriormente expuestos son que la enfermedad, desde un
punto de vista social, puede ser considerada como una forma de respuesta a
las presiones sociales; ello permite eludir responsabilidades justificando, a
su vez, como consecuencia, que el rol del enfermo sea visto en nuestro
medio como socialmente indeseable. Aunque Parsons se refiere, fundamen-
talmente, a las enfermedades psíquicas, en su obra queda claro que la fun-
ción social de la enfermedad es una forma de desviación, un modo de esca-
pe constante a las exigencias del grupo y puesto que el enfermarse puede
justificarse, en parte como motivado, puede considerarse como un peligro
para el funcionamiento de la sociedad. Por estas razones, el rol del enfermo
y el del profesional sanitario deben interrelacionarse armónicamente para
prevenir el conflicto, actuando este último como un mecanismo de control
social.
Los integrantes de la corriente funcionalista no han ignorado el conflic-
to y el cambio social, pero sus planteamientos se han centrado en la bús-
queda de mecanismos que supongan integración y estabilidad al sistema.
Además, su orientación se halla diferenciada dependiendo de su aplicación,
es decir, mientras la medicina institucional pública intenta recuperar a la
persona para que desarrolle sus funciones normales lo más rápidamente
posible, en la sanidad privada se prima el consumismo sanitario sin impor-
tarle otros aspectos. Tal y como señala el doctor García, «el hecho de que
el funcionalismo considere la medicina como determinada teleológicamen-
te, es decir, por su finalidad de curar y prevenir la enfermedad, imposibilita
percibir otras determinaciones provenientes de la totalidad social o de
algunas de sus instancias. Más aún, al estimar la enfermedad como motiva-
da, reduce el análisis de la medicina al nivel individual, psicológico y, por lo
tanto, la práctica médica es percibida como dirigida a controlar estas
desviaciones individuales. Dicho tipo de análisis oculta los conflictos exis-
tentes en la sociedad y la forma cómo la medicina interviene para preservar

8
T. PARSONS, Essays in Sociológica/ Theory, Glencoe (111.), The Free Press, 1978.
9
T. PARSONS, The Social System, Glencoe (111.), The Free Press, 1976, p. 17.
10
T. PARSONS, ibid.

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los intereses de los grupos dominantes. Del mismo modo, imposibilita la


introducción en el análisis del papel que desempeñan los grupos o las clases
sociales en la práctica médica»11. El funcionalismo como forma de explica-
ción en cuanto a la comprensión de los fenómenos involucrados en el cam-
po de la Sanidad es reduccionista, superficial e interpreta la realidad de una
manera arbitraria y de acuerdo con su perspectiva particular en lo que
corresponde al fenómeno del control social. Ello conduce hacia la tecnocra-
tización de la Sanidad y hacia el deterioro del estado de salud de los gran-
des grupos de población.
A comienzos de la década de los setenta, en el campo de la salud,
comienza a emerger en EE.UU. otra tendencia derivada de la neokantiana y
en relación con la Escuela Fenomenológica norteamericana. Los teóricos de
dicha corriente plantearon, en un principio, una posición radical respecto a
la Sanidad, cuestionando el papel del Estado, las instituciones sanitarias, la
objetividad de la ciencia, etc.; sin embargo, sus presupuestos gnoseológicos
les fueron conduciendo hacia una posición reaccionaria que ha ido tomando
cuerpo social a partir de los años ochenta.
Sus planteamientos han girado en torno a tres alternativas para ellos
fundamentales y que no habían sido tenidas en cuenta por los positivistas;
éstas son:
1) El desarrollo de la filosofía de la medicina.
2) Los problemas éticos en el ámbito sanitario.
3) La relación entre religión y prácticas de salud.

Respecto a la filosofía, uno de los seguidores de dicha corriente manifes-


taba: «Hay un interés renovado, tanto en la medicina como en la filosofía,
en los problemas fundamentales y recurrentes del propósito, valor, signifi-
cado y modo de la existencia humana. La medicina claramente no puede
entender la realidad total de su sujeto, el hombre, o aprender a usar su
conocimiento moralmente si no abandona su sesgo positivista, aun cuando
la filosofía ya se ha despedido de su tinte positivista»12. Este autor identifi-
ca el concepto de filosofía con los planteamientos existencialistas y feno-
menológicos y apoya la inclusión de la ética, religión, humanidades y filoso-
fía entre las materias que deben estar presentes en la formación de pregra-
do de los profesionales.
En cuanto a la ética, segunda cuestión fundamental, existen diferentes
planteamientos, aunque todos están en la misma línea; dentro de los mis-
mos, un grupo de autores coincide en que, como no existe un conocimien-
to neutral y objetivo, cualquier aspecto de la realidad presenta la probabili-
dad de demandas morales. Estas premisas intelectuales han creado la necesi-
11
J. C. GARCÍA, Medicina y sociedad, documento mimeografiado, IDS, 1983.
12
E. D. PELLEGRINO, «Philosophy of Medicine: Problematic and Potential», en The
Journal of Medicine and Philosophy, 1 (1), marzo 1976.
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dad de implantar diferentes comisiones de deontología sanitaria, dándoles


una preponderancia sobre otras cuestiones relacionadas con la salud del
individuo.
En lo que concierne a la relación religión-prácticas de salud, tercer pro-
blema básico, derivado del pensamiento fenomenológico, ha surgido un
movimiento que se inició en EE.UU., siguió en algunos países europeos,
tomando fuerza actualmente en el Estado español y, especialmente, en
aquellos lugares donde existía una tradición histórica religiosa, que está
orientando de una forma determinada la asistencia sanitaria. Este movi-
miento ha dado lugar a lo que se conoce en estos momentos como la
«holística», que, según Kipelman y Morkop, tiene como punto de referen-
cia los siguientes planteamientos:

a) La salud debe ser considerada como la integración del bienestar


físico, mental, social y espiritual.
b) El individuo debe asumir la responsabilidad de su propia salud o
enfermedad desarrollando el autocuidado.
c) Los practicantes de la holística deben servir como maestros con el
fin de ayudar y educar a la gente para desarrollar aquellas actitudes,
creencias, disposiciones, hábitos y prácticas que promuevan su pro-
pio bienestar.
d) Los sistemas de asistencia de la salud deben ser transformados con
el fin de orientarlos al tratamiento de las causas conductuales,
sociales y ambientales de la enfermedad.
e) Los servicios de salud a las personas deben concentrarse en la utili-
zación de técnicas naturales, ya que con ello se promueve más equi-
libradamente el bienestar13.

Como se puede comprobar, existe un componente ético-religioso que


subyace en dicho enfoque sirviendo de punto de apoyo a las políticas de
s^tad de, 4ctcttxúaa.do^ países. Esta afirmación se sostiene en base a las con-
secuencias que se derivan de la puesta en práctica de la «holística», y que se
pueden sintetizar en:

1) Aumento de la inversión privada donde se concentran los benefi-


cios, a la vez que se potencian los grupos voluntarios que contri-
buyen al bienestar social.
2) Disminución de la responsabilidad que le corresponde al Estado y
a las instituciones sanitarias, transfiriéndolas a los individuos, fami-
lia, pequeños grupos y al sector privado.
3) Reducción de los presupuestos estatales para la salud.

13
L. KIPELMAN y J. MOSKOP, «The Holistic Health Movement: A Survey and Critique»,
en The Journal of Medicine and Philosophy, 6 (2), 1981.

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4) Apoyo y sensibilización desde el Gobierno, de los programas alter-


nativos de autocuidado y de la participación del individuo en las
estructuras mediatizadoras, eludiendo, de esta forma, la responsa-
bilidad que les corresponde a las instancias de poder.
Tal y como indica el doctor García, «la concepción fenpmenológica sir-
ve hoy día de sustento a la política de salud de varios gobiernos de los
países neocapitalistas... Esta política congruente con la economía del suply
side intenta sustituir el "Estado benefactor" mediante la conversión del
consumidor de la asistencia médica en proveedor de ésta por la vía del
autocuidado y de su participación en las estructuras mediatizadoras. El
desarrollo económico y social es concebido como determinado por la inver-
sión privada generadora de riqueza y por el aporte voluntario, contribu-
yente del bienestar social»14. Como se puede comprobar, estas ideas, que
están siendo propagadas con sutileza en nuestra sociedad, pueden tener
consecuencias negativas para la salud de la población en general y del ciuda-
dano en particular, debiéndose conocer en todo momento las implicaciones
que pudieran aparecer tras su implantación.

CONCLUSIONES

El discurso elaborado por las corrientes de pensamiento idealista y


materialista ha servido como base de sustentación a los modelos sanitarios
prevalentes en el ámbito de la Sanidad. A través de los mismos, se han tra-
tado de justificar elementos sustanciales de los plantemientos mantenidos
por los dirigentes del sistema y que en la realidad se concretan en las rela-
ciones entre salud y sociedad, los logros alcanzados por la atención sanitaria
y los elementos subyacentes en el proceso salud-enfermedad.
En lo que concierne a la sociedad liberal, donde las corrientes idealistas
han sido las imperantes, se está produciendo, actualmente, en ciertos secto-
res, una vuelta que, bajo planteamientos ecológicos, de cuestionamiento de
la atención sanitaria pública y de defensa de la vida privada del individuo,
están influyendo negativamente en amplios sectores sociales. Dichas con-
cepciones, que se apoyan fundamentalmente en la Escuela Fenomenológica
norteamericana, están siendo propagadas, entre profesionales sanitarios y
grupos comunitarios, por intelectuales o pseudointelectuales, los cuales, en
algunas ocasiones, no conociendo en profundiad la base gnoseológica de lo
que defienden, pueden llegar a plantear grandes contradicciones en su
mensaje.
Posicionamientos de este tipo son propiciados por los grupos de poder
para orientar sus políticas sanitarias y justificar los cambios que, desde una
forma de economía concreta, necesita el apartado del Estado.
14
J. C. GARCÍA, O. C

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